El Estres

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El estrés: definición y síntomas

Definición y causas

Las personas experimentan estrés cuando sienten que existe un


desequilibrio entre lo que se les exige y los recursos con que
cuentan para satisfacer dichas exigencias.

Aunque el estrés se experimenta psicológicamente, también afecta


a la salud física de las personas.

Entre los factores más comunes del estrés laboral cabe mencionar
la falta de control sobre el trabajo, las demandas excesivas a los
trabajadores y la falta de apoyo de colegas y superiores.

El estrés es atribuible a un desajuste entre las personas y el trabajo,


a las malas relaciones y a la presencia de violencia psicológica o
física en el lugar de trabajo, así como a conflictos entre el papel que
desempeñan los trabajadores en el trabajo y fuera de éste.

Las personas reaccionan de manera diferente a unas mismas


circunstancias. Algunas personas llevan mejor que otras el que se
les exija mucho. Lo importante es la evaluación subjetiva que hace
la persona de su situación; la situación por sí sola no permite
determinar el grado de estrés que puede provocar.

El estrés de corta duración –por ejemplo, para cumplir un plazo– no


suele constituir un problema, e incluso puede ayudar a las personas
a desarrollar al máximo su potencial. El estrés se convierte en un
riesgo para la seguridad y la salud cuando se prolonga en el
tiempo.

Síntomas del estrés laboral

La experiencia del estrés puede alterar la manera de sentir, pensar


y comportarse de una persona. Sus síntomas son los siguientes:
 

En la organización:

 absentismo, elevada tasa de rotación del personal, falta de


puntualidad, problemas de disciplina, acoso, disminución de la
productividad, accidentes, errores y aumento de los costes de
indemnizaciones o de atención sanitaria.

En la persona:

 reacciones emocionales (irritabilidad, ansiedad, problemas de


sueño, depresión, hipocondría, alienación, agotamiento,
problemas en las relaciones familiares);
 reacciones cognitivas (dificultad para concentrarse, recordar,
aprender nuevas cosas, tomar decisiones);
 reacciones en la conducta (consumo de drogas, alcohol y
tabaco; conducta destructiva), y
 reacciones fisiológicas (problemas de espalda, debilitamiento
del sistema inmunológico, úlceras pépticas, cardiopatías,
hipertensión)

El término estrés proviene de la física y la arquitectura y se refiere a


la fuerza que se aplica a un objeto, que puede deformarlo o
romperlo. En la Psicología, estrés suele hacer referencia a ciertos
acontecimientos en los cuáles nos encontramos con situaciones
que implican demandas fuertes para el individuo, que pueden
agotar sus recursos de afrontamiento.

    La definición del término estrés ha sido muy controvertida desde


el momento en que se importó para la psicología por parte del
fisiólogo canadiense Selye (1956). El estrés ha sido entendido:
 como reacción  o respuesta del individuo (cambios
fisiológicos, reacciones emocionales, cambios conductuales,
etc.)
 como estímulo (capaz de provocar una reacción de estrés) 

 como interacción entre las características del estímulo y los


recursos del individuo. 

    En la actualidad, este último planteamiento, se acepta como el


más completo. Así pues, se considera que el estrés se produce
como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del
ambiente (estresores internos o externos) y los recursos disponibles
del sujeto. De tal modo, los elementos a considerar en la interacción
potencialmente estresante son: variables situacionales (por ejemplo,
del ámbito laboral), variables individuales del sujeto que se enfrenta
a la situación y consecuencias del estrés.

    El estrés puede ser definido como el proceso que se inicia ante
un conjunto de demandas ambientales que recibe el individuo, a las
cuáles debe dar una respuesta adecuada, poniendo en marcha sus
recursos de afrontamiento. Cuando la demanda del ambiente
(laboral, social, etc.) es excesiva frente a los recursos de
afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de
reacciones adaptativas, de movilización de recursos, que implican
activación fisiológica. Esta reacción de estrés incluye una serie de
reacciones emocionales negativas (desagradables), de las cuáles
las más importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión.

Ansiedad y estrés
    Muchas veces ansiedad y estrés se usan como sinónimos,
entendiendo en ambos casos un mismo tipo de reacción emocional,
caracterizada por alta activación fisiológica. Sin embargo, existen
tradiciones diferentes a la hora de estudiar ambos fenómenos. El
estrés es un proceso más amplio de adaptación al medio. La
ansiedad es una reacción emocional de alerta ante una amenaza.
Digamos que dentro del proceso de cambios que implica el estrés,
la ansiedad es la reacción emocional más frecuente. Muchos
estímulos o situaciones pueden provocar en el individuo la
necesidad de movilizar recursos para dar respuesta a las demanda
de dicho estímulo, o para volver al estado inicial de equilibrio en el
que se encontraba inicialmente. Al estímulo le llamamos estresor, o
situación estresante.

Distintos enfoques en el estudio del estrés

    Vamos a ver brevemente algunas cuestiones fundamentales que


se estudian bajo el rótulo "estrés". Ello nos permitirá entender
distintos puntos de vista a la hora de estudiar el estrés.

1. El estrés como estímulo.

    El estrés ha sido estudiado como el estímulo o la situación que


provoca un proceso de adaptación en el individuo. En distintos
momentos se han investigado distintos tipos de estímulos
estresores.

    1.1. El estrés como estímulo. Los grandes acontecimientos.


    Los acontecimientos vitales, catastróficos, incontrolables,
impredictibles, como muerte de un ser querido, separación,
enfermedad o accidente, despido, ruina económica, etc., son el tipo
de situaciones estresantes que fueron más estudiadas en los años
sesenta y setenta. Como puede verse, se trata de situaciones de
origen externo al propio individuo y no se atiende a la interpretación
o valoración subjetiva que pueda hacer el sujeto de las mismas.
Serían situaciones extraordinarias y traumáticas, o sucesos vitales
importantes, que en sí mismos producirían cambios fundamentales
en la vida de una persona y exigirían un reajuste. En esta línea se
han llevado a cabo investigaciones sobre las relaciones entre
cantidad de estrés y salud (por ejemplo, cuántos estresores han
sufrido las personas que enferman) .

    1.2. El estrés como estímulo. Los pequeños contratiempos.

    En los años ochenta se han estudiado también los


acontecimientos vitales menores (daily hassles), o pequeños
contratiempos que pueden surgir cada día (en el trabajo, las
relaciones sociales, etc.) como estímulos estresores. 

    1.3. El estrés como estímulo. Los estímulos permanentes.

    Así mismo, se han incluido los estresores menores que


permanecen estables en el medio ambiente, con una menor
intensidad pero mayor duración, como el ruido, hacinamiento,
polución, etc.

2. El estrés como respuesta.


    Previa a esta concepción del estrés como estímulo, en los años
cincuenta se había investigado la respuesta fisiológica no específica
de un organismo ante situaciones estresantes, a la que se
denominó Síndrome de Adaptación General y que incluía tres fases:
alarma, resistencia y agotamiento. Selye consideraba que
cualquier estímulo podía convertirse en estresor siempre que
provocase en el organismo la respuesta inespecífica de reajuste o
reequilibrio homeostático, pero no incluía los estímulos psicológicos
como agentes estresores. Hoy en día sabemos que los estímulos
emocionales pueden provocar reacciones de estrés muy potentes. 

3. El estrés como interacción

    En tercer y último lugar, el estrés no sólo ha sido estudiado como


estímulo y como respuesta sino que también se ha estudiado como
interacción entre las características de la situación y los
recursos del individuo. Desde esta perspectiva, se considera más
importante la valoración que hace el individuo de la situación
estresora que las características objetivas de dicha situación. El
modelo más conocido es el modelo de la valoración de Lazarus
(Lazarus y Folkman, 1986), que propone una serie de procesos
cognitivos de valoración de la situación y valoración de los recursos
del propio individuo para hacer frente a las consecuencias negativas
de la situación. El estrés surgiría como consecuencia de la puesta
en marcha de estos procesos de valoración cognitiva. Si el sujeto
interpreta la situación como peligrosa, o amenazante, y considera
que sus recursos son escasos para hacer frente a estas
consecuencias negativas, surgirá una reacción de estrés, en la que
se pondrán en marcha los recursos de afrontamiento para intentar
eliminar o paliar las consecuencias no deseardas.
    Según el modelo de Lazarus el proceso cognitivo de valoración
de la situación supone una estimación de las posibles
consecuencias negativas que pueden desencadenarse para el
individuo. Si el resultado de esta valoración concluye que las
consecuencias pueden ser un peligro para sus intereses, entonces
valorará su capacidad de afrontamiento frente a este peligro
potencial. Si las consecuencias son muy amenazantes y los
recursos escasos, surgirá una reacción de estrés. La reacción de
estrés será mayor que si la amenaza no fuera tan grande y los
cursos de afrontamiento fuesen superiores. Una vez que ha surgido
la reacción de estrés el individuo seguirá realizando revaluaciones
posteriores de las consecuencias de la situación y de sus recursos
de afrontamiento, especialmente si hay algún cambio que pueda
alterar el resultado de sus valoraciones. Estas revaluaciones son
continuas y pueden modificar la intensidad de la reacción,
disminuyéndola o aumentándola.

    Toda persona hace constantes esfuerzos cognitivos y


conductuales para manejar adecuadamente las situaciones que se
le presentan, por lo tanto no todo el estrés tiene consecuencias
negativas. Sólo cuando la situación desborda la capacidad de
control del sujeto se producen consecuencias negativas. Este
resultado negativo se denomina distrés, a diferencia del estrés
positivo, o euestrés, que puede ser un buen dinamizador de la
actividad conductual (laboral, por ejemplo).

Estrés laboral
    Desde la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos
Laborales, en 1995, se ha dado un impulso a los aspectos
relacionados con la Salud Laboral, entre los factores
desencadenantes de distintos problemas de salud, deterioro de las
relaciones interpersonales, absentismo y disminución de la
productividad, se encuentra el estrés.

    La Comisión Europea, a través de la Fundación Europea para la


Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo (1999) ha realizado un
estudio sobre el estrés laboral en el que concluye que el 28% de los
trabajadores europeos padece estrés y el 20% burnout (se sienten
"quemados" en su trabajo), siendo los sectores más afectados los
trabajos manuales especializados, el transporte, la restauración y la
metalurgia.

    Los altos costes personales y sociales generados por el estrés


laboral, han dado lugar a que organizaciones internacionales como
la Unión Europea y la OMS insistan cada vez más en la importancia
que tienen la prevención y el control del estrés en el ámbito laboral.

El estrés es un proceso natural del cuerpo humano, que genera una


respuesta automática ante condiciones externas que resultan
amenazadoras o desafiantes, que requieren una movilización de
recursos físicos, mentales y conductuales para hacerles frente, y
que a veces perturban el equilibrio emocional de la persona.

El entorno, que está en constante cambio, obliga a los individuos a


adaptarse; por tanto, cierta cantidad de estrés es necesaria para
que el organismo responda adecuadamente a los retos y los
cambios de la vida diaria. Es lo que se conoce como eustrés o
estrés positivo.
Se trata de una respuesta fisiológica y psicológica de una persona
que intenta adaptarse a las presiones a las que se ve sometida,
originada por el instinto de supervivencia del ser humano, en la que
se ven involucrados muchos órganos y funciones del cuerpo, como
el cerebro y el corazón, los músculos, el flujo sanguíneo,  la
digestión...

Si bien en un primer momento la respuesta de estrés es necesaria y


adaptativa, cuando ésta se prolonga o intensifica en el tiempo, la
salud, el desempeño académico o profesional e, incluso, las
relaciones personales o de pareja del individuo se pueden ver
afectadas.

Las señales más características del estrés son:

 Emociones: ansiedad, miedo, irritabilidad, confusión.


 Pensamientos: dificultad para concentrarse, pensamientos
repetitivos, excesiva autocrítica, olvidos, preocupación por el
futuro....
 Conductas: dificultades en el habla, risa nerviosa, trato brusco
en las relaciones sociales, llanto, apretar las mandíbulas,
aumento del consumo de tabaco, alcohol...
 Cambios físicos: músculos contraídos, dolor de cabeza,
problemas de espalda o cuello, malestar estomacal, fatiga,
infecciones, palpitaciones y respiración agitada...

Tipos de estrés

Existen diferentes tipos de estrés, que se clasifican en función de la


duración:

Estrés agudo

Es estimulante y excitante, pero muy agotador. No perdura en el


tiempo. Ejemplo: una serie de entrevistas de trabajo en un día.
Puede aparecer en cualquier momento en la vida de cualquier
individuo.

Estrés agudo episódico

Es cuando se padece estrés agudo con mucha frecuencia. La gente


afectada reacciona de forma descontrolada, muy emocional, y suele
estar irritable, y sentirse incapaz de organizar su vida.
Estrés crónico

En estado constante de alarma.

Causas de estrés

Cualquier suceso puede dar lugar a una respuesta emocional y


generar estrés, por ejemplo, el nacimiento de un niño, el
matrimonio, la muerte de un familiar o la pérdida de empleo. No se
trata necesariamente de eventos muy intensos, es suficiente con
que se acumulen durante largos períodos de tiempo; y la manera en
que la persona los interpreta o se enfrenta a ellos le afecta
negativamente.

Es importante destacar que ciertas situaciones que provocan estrés


en una persona pueden resultar insignificantes para otra. Cualquier
tipo de cambio puede generar tensión, pero lo realmente
significativo es la manera de afrontar ese cambio, y cada persona
tiene una tolerancia diferente a los problemas y un umbral del estrés
distinto.

Causas de estrés o factores de riesgo

Factores físicos estresantes


 Exposición a productos químicos.
 Ruido.
 Sobreesfuerzo.
 Malas posturas.
 Temperaturas extremas.
 Hacinamiento.
 Hambre.
 Falta de sueño.

Factores emocionales y mentales


 Mudanzas y obras en casa.
 Exámenes.
 Problemas de pareja.
 Desempleo.
 Muerte o enfermedad grave de un ser querido.
 Retos en el trabajo.
 Discusiones laborales o familiares.
 Competitividad.
 Atascos de tráfico.
 Falta de tiempo para realizar tareas y para dedicar al ocio.
Fases del estrés

Cuando el organismo se encuentra ante situaciones de peligro, se


prepara para enfrentarse o huir, lo que origina una serie de cambios
biológicos de origen autonómico.

En este proceso se distinguen tres fases del estrés:

Fase de alarma o huida

 El cuerpo se prepara para producir el máximo de energía, con


los consecuentes cambios químicos.
 El cerebro, entonces, envía señales que activan la secreción
de hormonas, que mediante una reacción en cadena provocan
diferentes reacciones en el organismo, como tensión
muscular, agudización de los sentidos, aumento en la
frecuencia e intensidad de los latidos del corazón, elevación
del flujo sanguíneo, incremento del nivel de insulina para que
el cuerpo metabolice más energía...

Fase de adaptación

 También llamada de resistencia, que es cuando se mantiene


la situación de alerta, sin que exista relajación. 
 El organismo intenta retornar a su estado normal, y se vuelve
a producir una nueva respuesta fisiológica, manteniendo las
hormonas en situación de alerta permanente.

Fase de agotamiento

 Sucede cuando el estrés se convierte en crónico, y se


mantiene durante un período de tiempo que varía en función
de cada individuo. 
 Esta fase provoca debilidad, se descansa mal, aparece
sensación de angustia y deseo de huida.

En condiciones apropiadas, y a corto plazo, los cambios provocados


resultan beneficiosos, como por ejemplo durante un incendio, o el
ataque de un animal. Algunas personas llegan a desarrollar, en
situaciones de peligro, habilidades que no podrían haber imaginado.
Los síntomas del estrés desaparecen cuando el episodio concluye.
Síntomas y diagnóstico del estrés

Los síntomas de estrés más frecuentes son:

 Emociones: depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo,


nerviosismo, confusión, fluctuaciones del estado de ánimo,
etcétera.
 Pensamientos: excesivo temor al fracaso, excesiva
autocrítica, olvidos, dificultad para concentrarse y tomar
decisiones, pensamientos repetitivos...
 Conductas: risa nerviosa, trato brusco hacia los demás,
incremetno del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas,
aumento o disminución del apetito, llantos, rechinar los
dientes o apretar las mandíbulas, etcétera.
 Cambios físicos: tensión muscular, manos frías o sudorosas,
insomnio, dolores de cabeza, fatiga, problemas de espalda o
cuello, indigestión, respiración agitada, perturbaciones en el
sueño, sarpullidos, disfunción sexual, etcétera.

Diagnóstico de los niveles de estrés

Existen unos parámetros que determinan el nivel de estrés en el


que se encuentra una persona:

 Nivel cognitivo: la persona presenta inseguridad y tiene


problemas para concentrarse; no encuentra solución a sus
problemas por pequeños que sean, y tiene la sensación de
haber perdido la memoria.
 Nivel fisiológico: el estrés se puede presentar mediante
síntomas físicos como dolores de cabeza, tensión muscular,
alteraciones del sueño, fatiga, enfermedades de la piel. El
individuo se siente mal, acude al médico, pero sus resultados
son normales.
 Nivel motor: la persona tiende a realizar acciones no
habituales como llorar, comer compulsivamente, fumar más
de lo normal, aparecen tics nerviosos, etc. En definitiva, la
persona siente deseos de huir para evitar la situación de
estrés.
Prevención del estrés

Hay casos en los que es inevitable sufrir estrés, pero a pesar de ello
el desafío consiste en hacer frente a esa situación, de la mejor
manera posible. Estas son algunas estrategias para la prevención
del estrés:

La dieta antiestrés

Hay que evitar sobrecargar el organismo con digestiones pesadas.


Es conveniente seguir una dieta sana y equilibrada, no abusar del
alcohol ni de sustancias excitantes como la cafeína, y aprovechar el
tiempo de la comida como un descanso, que sirva para favorecer
las relaciones sociales y familiares. 

Descanso

Dormir suficiente. Disfrutar de las vacaciones y los fines de semana


como tiempo de ocio, y desconectar de los problemas del trabajo
cuando acabe la jornada laboral.

Ejercicio físico

Realizar ejercicio físico ayuda a relajarse y a relacionarse con


amigos o familiares. Sirve para liberar tensiones y alejar los
pensamientos negativos.

Organización

Es importante aprender a organizarse, saber distribuir el tiempo


para poder descansar, y establecer prioridades cuando no sea
posible terminar todas las tareas.

Solución de problemas y toma de decisiones

Tomar decisiones intentando seguir un proceso lógico, sin huir de


los problemas, y afrontándolos para decidir la mejor alternativa en
cada caso. 

Interpretación de situaciones y problemas

A veces se tiende a exagerar las consecuencias negativas de un


suceso o situación, llegando a realizar análisis catastrofistas, y a
sufrir por problemas que no existen, y hechos que no han sucedido
todavía.

Hay que actuar con naturalidad y afrontar las situaciones, sin


preocuparse por lo que puedan pensar los demás.

Atribuciones y autoestima

Es bueno quererse y tratarse bien. Si se ha hecho bien una cosa,


felicitarse por ello y, si se ha fallado, reconocer que en ese caso no
se ha actuado correctamente e intentar rectificar los errores, sin
culpabilidades ni pensamientos negativos sobre uno mismo.
Refuerza tu autoestima.

Cómo hacer frente al estrés

No hay fórmulas para curar el estrés, pero lo que sí podemos hacer


es reducir las situaciones de sobrecarga. Para ello, se deben
programar las actividades para evitar que se acumulen y se
conviertan en catástrofes. Aquí tienes cómo lograrlo para conseguir
hacer frente al estrés:

 Delega responsabilidades: aprende a decir 'no' a aquello


que no se pueda cumplir.
 Establece prioridades, y no te preocupes de las cosas que
no se pueden controlar, como por ejemplo el clima.
 Intenta ver los cambios como algo positivo y no como una
amenaza. Pedir ayuda a los amigos o familiares y, cuando sea
necesario, dirigirse a profesionales.
 Apóyate en tus seres queridos. Pídeles ayuda si crees que
la necesitas, y no finjas que estás bien, porque la impostura te
puede provocar más ansiedad todavía.
 Aprende a relajarte. Una forma de relajación: recostarse
sobre una superficie plana, colocando una mano sobre el
estómago, y la otra en el pecho. Inhalar aire al mismo tiempo
que el estómago se hincha, y exhalarlo mientras el estómago 
baja.
 Practica ejercicio físico todos los días de forma moderada.
 Duerme lo suficiente. Si no descansas bien sin motivo,
consulta cuanto antes con un especialista.
 No te automediques, ni para relajarte ni para dormir

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