La Poesía Me Convierte en Nosotros
La Poesía Me Convierte en Nosotros
La Poesía Me Convierte en Nosotros
de marcharme al extranjero
El poema parodia la idea de que, para ser vanguardista, es decir, para encontrar lo
nuevo, uno debe dejar su hogar y mudarse a los grandes centros culturales del
mundo. Sin embargo, como era tan complicado conseguir visas o becas, el poema
planteaba que no quedaba otra opción que hacer la vanguardia en Santo Domingo,
una ciudad que de vanguardista no tiene nada, es más, es todo lo contrario, una
ciudad que está a la retaguardia. Por lo que el poema ilustra este dilema entre irse o
quedarse que muchos artistas dominicanos tenemos. A veces, me tumbo en la
cama y hago cálculos pensando en lo que ganaría yéndome y lo que perdería
quedándome. Supongo que en el extranjero tendría mayores oportunidades y todas
las facilidades que ofrece una gran urbe. ¿Qué perdería? Bueno, la ciudad. Ya no
la podría tocar, no pisaría sus calles y no la sentiría en mi habitación, a mis
espaldas, cuando me siento a escribir y ella lee lo que escribo y me sopla
cosas al oído.
[ChQ]: Cuando presentas tus textos fuera de tu país, ¿te sientes más como
poeta hispanoamericano, latinoamericano, centroamericano, caribeño o
dominicano?
Ya de por sí es un lujo que nos inviten a un festival y que uno pueda poner en el
formulario de migración que su ocupación es poeta, y decirle al oficial de migración
que uno viene invitado a un festival de poesía. Anteriormente, los poetas
dominicanos tenían pocas posibilidades de viajar y de intercambiar libros con poetas
de otros países. Por lo que es todo un privilegio poder beberse una cerveza con
poetas, con artistas y con lectores de otras latitudes. Además, de alguna manera,
creo que los poetas están hermanados, por el mero hecho de que crecieron
admirando los mismos libros y poemarios. Por lo que uno encuentra un montón de
afinidades con un poeta de Taiwán, de Marruecos o de Bulgaria.
[ChQ]: En cada poeta suele haber un gran lector. ¿Cuáles autores y autoras te
acompañaron al mundo de la poesía o lo abrieron para ti? ¿Hubo
“descubrimientos” que te marcaron más que otros? ¿Dirías que tienes
modelos literarios? En caso afirmativo, ¿de qué regiones geográficas y
lingüísticas provienen?
[FB]: Creo que esas tareas conforman la experiencia literaria. Es el entusiasmo por
la literatura y por la poesía que te llevan a traducir, a editar, a escribir reseñas,
ensayos y crónicas.
En el 2006, junto a Giselle Rodríguez Cid, empecé a editar la revista Ping Pong
(http://revistapingpong.blogspot.com/). Al principio, teníamos planeado hacer una
publicación impresa, pero poco a poco nos fuimos decantando por las
oportunidades que ofrecía el internet, sobre todo la de los blogs que estaban en
boga entonces y las redes sociales. De inmediato la revista atrajo la atención de esa
“inmensa minoría”, como diría Juan Ramón Jiménez, y empezamos a recibir correos
de poetas, de académicos y de lectores de poesía.
Como te puedes imaginar, fue un proyecto que surgió porque ambos teníamos
curiosidad por saber qué estaba pasando en el panorama de la poesía
contemporánea. Al principio fue una revista mensual y dedicábamos cada número a
un país distinto. Con esto en mente, contactábamos poetas y les pedíamos que nos
ayudaran a realizar un muestrario. El resultado era una antología, poemarios
reseñados, así como ensayos, crónicas y entrevistas.
Por otro lado, traducíamos poemas, textos y ensayos para estar al tanto de lo que
estaba pasando en otras lenguas. También organizábamos talleres sobre escritura y
poesía contemporánea. En el 2012, hicimos un proyecto titulado «CONFLUENCIA:
Poetas por Webcam» (https://www.youtube.com/watch?v=mbkKHk77tFo&t=31s),
una antología audiovisual de poesía, donde poetas de distintos países de
Latinoamérica enviaban sus poemas leídos frente a sus webcams.
[FB]: Bueno, fue una ventana para ver la poesía actual. Me parece que ofrecíamos
una panorámica bastante amplia, ya que veíamos el
fenómeno poético de una manera heterogénea y nos
interesábamos por todas las tendencias, todas las corrientes
y todos los estilos. Sin embargo, con el tiempo, esto empezó
a cansar, ya que, con ese afán de mostrar el panorama
poético, publicamos cosas como para cumplir cuotas y esa
emocionante empresa que habíamos iniciado ya no nos
causaba el mismo entusiasmo y el mismo furor. Poco a poco
nos fuimos desligando y por más que intentamos revivir el
proyecto, terminamos desistiendo.
A través de Ping Pong, conocí un montón de poetas y muchos de ellos son grandes
amigos. También, debo señalar, que ese amor por la poesía me ha llevado por
muchos festivales de poesía. Fue en la revista donde inicié a publicar crónicas sobre
poetas y eventos literarios. Por esta razón, los tres libros de crónicas noveladas
sobre los festivales de poesía en Latinoamérica que he publicado, surgen
básicamente de ese mismo interés que me llevó a editar con Giselle Rodríguez la
revista Ping Pong. Los tres libros se encuentran recopilados en “La trilogía de los
festivales” y son muestrarios divertidos y jocosos de festivales literarios celebrados
en Argentina, en Nicaragua y en Puerto Rico. En la contraportada del libro hay un
blurb de Washington Cucurto que reza: “Ese es el único libro que conozco que
aborda los festivales de poesía en Hispanoamérica. Me reí y me divertí bastante”.
[ChQ]: En tus poemas y cuentos manejas una y otra vez el humor y elementos
de la cultura popular, de modo que figuras icónicas de Hollywood aparecen
distorsionadas por el prisma de tu escritura. “La Marilyn de Santo Domingo”
difiere mucho de su “original”, ícono de los años cincuenta. Este acto de
traducción y apropiación cultural puede leerse como una reverencia irónica a
la cultura estadounidense por un lado, y por el otro, como una protesta a la
hegemonía cultural de los EEUU. ¿Cómo surgió “La Marilyn de Santo
Domingo”? ¿Cómo podemos entenderla? ¿Y cuál es la relación que tú como
poeta guardas con este y otros personajes creados en tus textos?
[FB]: A ver, “La Marilyn Monroe de Santo Domingo” es un poema que escribí a
principios del milenio y que era una respuesta a algunos textos sobre la metapoesía
y la intertextualidad que había escrito en esa época. Yo estaba interesado en
mezclar la figura del poeta con la nación dominicana de una manera simbólica, pero
no quería que fuera aburrido ni pretencioso, como toda esa poesía que parecen
manifiestos o que a veces son tan herméticas que resultan imposibles de leer.
Una noche estaba viendo un recital de poesía en la Zona Colonial y subió a leer
alguien con tacones, un vestidito rosado ajustado, el pelo suelto como Gloria Trevi y
mucho maquillaje… me imaginé que era un travesti. Entonces comprendí que esas
relaciones de la dominicanidad con la poesía, de la globalización, de la hegemonía
cultural de los Estados Unidos y de la migración que me estaban martillando la
cabeza en esos días, todo eso tenía que ser contado a través de la voz de un
travesti. Un día me topé con la poeta que yo pensaba que era un travesti, pero no
era un travesti, era una mujer que se vestía de manera estrafalaria y que usaba
mucho maquillaje.
Escribí el poema y me tomó un tiempo asumirlo como mío. Al principio le leía ese
poema a la gente diciendo que no era el autor y que pertenecía a un travesti. Luego
comprendí que asumir ese poema como mío, aunque se hablara con la voz de
un travesti, era lo que lo hacía posible, lo que lo hacía absurdo y lograba darle
vuelta a esa metáfora sobre la identidad que estaba buscando. Porque el
poema lo que intenta es poner en riesgo la identidad tanto de la poesía, de la
dominicanidad y de mí mismo. Creo que ahí es que está la riqueza, ya que esos tres
conceptos están en perpetua construcción y transformación, y mi intención era
resaltarlos y traerlos a colación en el contexto de la poesía dominicana.
[ChQ]: En otro lugar has comparado la poesía con un tren que nos puede
salvar. ¿A dónde va ese tren? ¿De qué nos debe salvar? ¿Y será todavía
posible esa salvación?
[FB]: Es que creo que lo más similar a una experiencia mística hoy en día la
tenemos cuando estamos en una estación esperando por el tren. Afuera está
nevando, la estación está llena y tienes el celular descargado. No hay nadie a quien
puedas recurrir. Lo único que puedes hacer es esperar por el tren y rezas porque
aparezca y te lleve sana y salva a casa. Bueno, así, de esa misma manera, yo
espero que vengan los poemas. Desciendo en una de las estaciones de la mente a
esperarlo. En ocasiones, me desespero y creo que no va a venir más y que estoy
perdiendo el tiempo, pero entonces aparece, lo abordo y me lleva de vuelta a casa.
¿De qué me salva? De mí. La poesía me convierte en nosotros.