Ignaz Semmelweis
Ignaz Semmelweis
Ignaz Semmelweis
Semmelweis nació el 1 de julio de 1818 en Taban (un barrio de Buda que actualmente forma parte
de Budapest, Hungría). Fue el cuarto de los 10 hijos de una próspera familia de comerciantes de
alimentos, Josef Semmelweis y Teresia Müller.
Su padre, húngaro de etnia alemana, había nacido en Kismarton, entonces parte de Hungría,
actualmente Eisenstadt, Austria. Josef fue autorizado a abrir una tienda en Buda en 1806 y en el
mismo año abrió un almacén al por mayor de especias y productos generales llamado Zum
Weißen Elefanten (Elefante Blanco). En la sede de la compañía y domicilio del matrimonio
Semmelweis se encuentra actualmente el Museo Semmelweis de Historia de la Medicina.1 Ya en
1810 Josef Semmelweis era un hombre rico y casó con Teresia Muller, hija de un constructor de
carruajes (Fülöp Müller).
Los últimos años del siglo XIX son de gran trascendencia en el desarrollo de la medicina
contemporánea. Además de Škoda, Rokitansky y Hebra, despunta la figura de Rudolf Virchow,
quién comenzó a desarrollar las disciplinas de higiene y medicina social, orígenes de la medicina
preventiva actual. Es el mismo Virchow el que postula la teoría de Omnia cellula ex cellula (toda
célula proviene de otra célula) y explica los organismos vivos como estructuras formadas por
células. En 1848 Claude Bernard descubre la primera enzima (lipasa pancreática). Ese año
comienza a emplearse el éter para sedar a los pacientes antes de la cirugía, y a finales de este
siglo Louis Pasteur, Robert Koch y Joseph Lister demostrarán inequívocamente la
naturaleza etiológica de los procesos infecciosos.
A finales del siglo XVIII comienza a extenderse la hipótesis de las «miasmas» como causa de
las infecciones, incluida la sepsis puerperal, pero hasta 1795 no se comienzan a publicar estudios
recomendando medidas higiénicas como el lavado de manos antes de atender nuevos partos tras
asistir a enfermas afectadas de esta fiebre puerperal y la utilización de antisépticos antes de
reutilizar el instrumental.4 En 1773 Charles White (1728-1813), de Mánchester escribió la obra
«Treatise on the Management of Pregnant and Lying-in Women», en el que recomendó para
combatir la fiebre puerperal limpieza extremada y buena ventilación.
LJ Boër (antecesor de Klein como director de la Maternidad de Viena, Klein sustituyó a Boër en
enero de 1823) a comienzos del siglo XIX, comenzó a aplicar en la maternidad de Viena normas
similares a las indicadas por Gordon, consiguiendo reducir la mortalidad materna hasta el 0,9 %.
Su sucesor, el doctor Klein, dejará de aplicarlas, y la mortalidad subió hasta el 29,3 %, una de cada
tres mujeres atendidas durante el parto en esa maternidad morían tras el alumbramiento.5
Profesores de la facultad de medicina de Pest, 1863. Semmelweis está detrás con los brazos
cruzados.
Semmelweis fue contratado en julio de 1846 como médico ayudante (asistente al profesor Klein)
en la Clínica Primera del Hospital General de Viena.5 Sus obligaciones, en general, eran examinar a
los pacientes cada mañana para preparar las visitas a sala del profesor, supervisar los partos
difíciles, dar clase a los estudiantes de obstetricia y mantener los archivos e historias clínicas.
En el siglo XIX se establecieron hospitales maternales en toda Europa para resolver los problemas
de infanticidio de los hijos ilegítimos. Estos hospitales se crearon como instituciones gratuitas y
adicionalmente ofrecían cuidados para los recién nacidos que los hacían atractivos para las
mujeres más pobres incluyendo prostitutas. En compensación por la asistencia gratuita las
mujeres podían ser estudiadas y aceptaban ser sujeto de prácticas por los estudiantes de medicina
y matronas.57
En la Maternidad del Hospital de Viena existían dos clínicas. La Clínica Primera en que la tasa de
mortalidad por fiebre puerperal era aproximadamente de un 10% (con amplias fluctuaciones) y la
Clínica Segunda donde la mortalidad era mucho más baja, menos del 4%. Este hecho era conocido
fuera del hospital y dado que la admisión en una u otra clínica se hacía en días alternos, las
mujeres intentaban ser admitidas en la Clínica Segunda debido a la mala reputación de la Clínica
Primera. Semmelweis hace referencia a mujeres desesperadas implorando de rodillas no ser
admitidas en la Clínica Primera. Algunas mujeres preferían dar a luz en la calle, diciendo que el
parto había sido imprevisto y habían dado a luz en el camino al hospital (partos callejeros), pues
ello les daba derecho a beneficios por maternidad sin haber tenido que dar a luz en la clínica.5
Semmelweis estaba intrigado por el hecho de que la fiebre puerperal era infrecuente en las
mujeres que daban a luz "en camino" del hospital, y no se explicaba la causa de que estas mujeres
que daban a luz fuera del hospital parecían estar protegidas frente a la fiebre puerperal. Así
mismo, tampoco comprendía por qué las mujeres que daban a luz en la Clínica Primera sufrían una
tasa de mortalidad mucho más alta que las que daban a luz en la Clínica Segunda, dado que en
ambas se usaban las mismos procedimientos de asistencia.5