Antología Sintética de Antonio Machado

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ANTONIO MACHADO (1875-1939)

Machado (Sevilla, 1975, ”mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”) comienza a escribir en Como buen modernista,
pleno auge del Modernismo, y se contagia de su esteticismo, aunque sus poemas son más sobrios que también Machado rechaza
los de Rubén Darío. Como él dice: “mi verso brota de manantial sereno [...] / Adoro la hermosura, / la sociedad industrializada
mas no amo los afeites de la actual cosmética”. Eso sí, comparte con el nicaragüense su profunda y el estilo de vida burgués.
desorientación vital. En sus libros Soledades (1903) y Soledades, galerías y otros poemas (1907)
destacan el tono melancólico y el tratamiento simbólico del paisaje, en el que proyecta sus sentimientos. He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
Yo voy soñando caminos / de la tarde. ¡Las colinas / doradas, los verdes pinos, / las polvorientas encinas!... he navegado en cien mares,
¿Adónde el camino irá? / Yo voy cantando, viajero, / a lo largo del sendero... / —La tarde cayendo está—. y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
Es una tarde cenicienta y mustia, caravanas de tristeza,
destartalada, como el alma mía; La tarde está muriendo soberbios y melancólicos
y es esta vieja angustia como un hogar humilde que se apaga borrachos de sombra negra,
que habita mi usual hipocondría. [...] y pedantones al paño
La causa de esta angustia no consigo ¿Lloras? Entre los álamos de oro, que miran, callan, y piensan
ni vagamente comprender siquiera; lejos, la sombra del amor te aguarda. que saben, porque no beben
pero recuerdo y, recordando, digo: el vino de las tabernas.
—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera. Mala gente que camina
Desnuda está la tierra, y va apestando la tierra...
Y no es verdad, dolor, yo te conozco, y el alma aúlla al horizonte pálido Y en todas partes he visto
tú eres nostalgia de la vida buena como loba famélica. Qué buscas, gentes que danzan o juegan,
y soledad de corazón sombrío, poeta, en el ocaso? cuando pueden, y laboran
de barco sin naufragio y sin estrella. Amargo caminar, porque el camino sus cuatro palmos de tierra.
Como perro olvidado que no tiene pesa en el corazón. El viento helado, Nunca, si llegan a un sitio,
huella ni olfato y yerra y la noche que llega, y la amargura preguntan a dónde llegan.
por los caminos, sin camino, como de la distancia!... En el camino blanco Cuando caminan, cabalgan
el niño que en la noche de una fiesta algunos yertos árboles negrean; a lomos de mula vieja,
se pierde entre el gentío en los montes lejanos y no conocen la prisa
y el aire polvoriento y las candelas hay oro y sangre... El sol murió... ni aun en los días de fiesta.
chispeantes, atónito, y asombra Qué buscas, poeta, en el ocaso? Donde hay vino, beben vino;
su corazón de música y de pena, donde no hay vino, agua fresca.
así voy yo, borracho melancólico, Son buenas gentes que viven,
guitarrista lunático, poeta, Tras algunos viajes a París, Machado marcha a Soria laboran, pasan y sueñan,
y pobre hombre en sueños, en 1907 para trabajar como profesor de Francés. Allí y en un día como tantos,
siempre buscando a Dios entre la niebla. conoce a Leonor, se casa con ella en 1909: serán los descansan bajo la tierra.
mejores años de su vida.

Tras la muerte de Leonor, en 1912 Machado abandona Soria (donde trabajaba


como profesor) y publica Campos de Castilla. Este libro está lleno de La poesía de Caminante, son tus huellas
añoranza del amor perdido (Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería) y los últimos el camino y nada más;
de recuerdos de los paisajes (reales) y gentes castellanas. Algunos poemas son años (Nuevas Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
muy críticos con la realidad del país (como El mañana efímero, donde habla canciones), Al andar se hace el camino,
de la España “de charanga y pandereta”), lo que le ha valido al libro la escrita entre y al volver la vista atrás
etiqueta de noventayochista. Baeza, Segovia se ve la senda que nunca
y Madrid, es se ha de volver a pisar.
Soñé que tú me llevabas Caminante no hay camino
Allá, en las tierras altas, por una blanca vereda, más reflexiva y sino estelas en la mar.
por donde traza el Duero en medio del campo verde, filosófica, en la
su curva de ballesta hacia el azul de las sierras, línea de los
en torno a Soria, entre plomizos cerros hacia los montes azules,
y manchas de raídos encinares, una mañana serena.
“Proverbios y Ya hay un español que quiere
mi corazón está vagando, en sueños... cantares” vivir y a vivir empieza,
Sentí tu mano en la mía,
¿No ves, Leonor, los álamos del río entre una España que muere
tu mano de compañera, incluidos en y otra España que bosteza.
con sus ramajes yertos? tu voz de niña en mi oído Campos de
Mira el Moncayo azul y blanco; dame Españolito que vienes
como una campana nueva,
tu mano y paseemos. como una campana virgen
Castilla. al mundo, te guarde Dios.
Por estos campos de la tierra mía, Una de las dos Españas
de un alba de primavera.
bordados de olivares polvorientos, ha de helarte el corazón.
¡Eran tu voz y tu mano,
voy caminando solo, en sueños, tan verdaderas!...
triste, cansado, pensativo y viejo. Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
También por esta época escribe poemas
En A un olmo seco, Machado expresa su esperanza de un renacimiento: amorosos dedicados a Guiomar, una nueva
mujer en su vida: ¡Solo tu figura / como una centella
Al olmo viejo, hendido por el rayo te convierta en melena de campana,
blanca, / en mi noche oscura!.
y en su mitad podrido, lanza de carro o yugo de carreta;
con las lluvias de abril y el sol de mayo antes que rojo en el hogar, mañana,
algunas hojas verdes le han salido. ardas en alguna mísera caseta, Al estallar la Guerra Civil (1936) pone su poesía
¡El olmo centenario en la colina al borde de un camino; al servicio del bando republicano, como en el
que lame el Duero! Un musgo amarillento antes que te descuaje un torbellino poema El crimen fue en Granada, dedicado a
le mancha la corteza blanquecina y tronche el soplo de las sierras blancas; Lorca.
al tronco carcomido y polvoriento. antes que el río hasta la mar te empuje
No será, cual los álamos cantores por valles y barrancas,
que guardan el camino y la ribera, olmo, quiero anotar en mi cartera Fallece pocos días después de cruzar la frontera,
habitado de pardos ruiseñores. la gracia de tu rama verdecida. en Collioure (Francia). En su tumba, el epitafio:
Ejército de hormigas en hilera Mi corazón espera
va trepando por él, y en sus entrañas también, hacia la luz y hacia la vida, Y cuando llegue el día del último viaje,
urden sus telas grises las arañas. otro milagro de la primavera. y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
Antes que te derribe, olmo del Duero, me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
con su hacha el leñador, y el carpintero casi desnudo, como los hijos de la mar.

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