Trabajo para La Escuela PNP Integridad

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“AÑO DE LA UNIVERSALIZACIÓN DE LA SALUD”

ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR TÉCNICA


PUCALLPA - PNP

TEMAS : TEORÍA DE LA DETERMINACIÓN JUDICIAL


DE LA PENA.
REPARACIÓN CIVIL

ASIGNATURA : CÓDIGO PENAL I.

CATEDRÁTICO : CAPE P PIZARRO VILCAPOMA Vanessa.

SECCIÓN : IV.

ALUMNOS : A1 PNP MACHACUAY HUAMAN, Andres.


A1 PNP FERNANDEZ ROJAS, Alejandro.
A1 PNP OCHOA OLIVEIRA, Marcos.
A1 PNP RUIZ VASQUEZ, Ramiro.

PROMOCIÓN 2019-I
“INTEGRIDAD”
PUCALLPA – PERÚ
2020
DEDICATORIA
A nuestros padres por apoyarnos
incondicionalmente en el desarrollo de
nuestra carrera profesional; a los
catedráticos por instruirnos día a día en
esta casa superior de estudios para así
poder contribuir a nuestra Región de
Ucayali.

20
ÍNDICE

CARÁTULA...............................................................................................................1
DEDICATORIA..........................................................................................................2
ÍNDICE......................................................................................................................3
INTRODUCCIÓN......................................................................................................4
1. TEORÍA DE LA DETERMINACIÓN JUDICIAL DE LA PENA..............................6
1.1. FINES DE LA PENA......................................................................................6
a. Teoría absoluta de la pena.......................................................................6
b. Teoría de la prevención especial de la pena............................................6
c. Teoría de la prevención general de la pena.............................................7
d. Las teorías mixtas o de la unión...............................................................7
1.2. LA DETERMINACIÓN JUDICIAL DE LA PENA............................................8
a. Teoría de la combinación...........................................................................8
b. Teoría de la pena puntual..........................................................................9
1.3. EL SISTEMA DE LOS ARTÍCULOS 40 Y 41 DEL CÓDIGO PENAL............9
a. La relevancia de la conducta previa y posterior al hecho.......................10
b. La intervención de la víctima...................................................................11
c. La ejecución del hecho............................................................................12
d. La calidad de los motivos del autor.........................................................13
1.4. LAS CIRCUNSTANCIAS PERSONALES DEL AUTOR. .......................14
1.4.1. La conducta precedente.....................................................................14
1.4.2. La sección más relevante de la vida previa del autor son sus condenas
anteriores................................................................................................................14
1.5. LOS ANTECEDENTES PERSONALES......................................................15
1.5.1. La reincidencia....................................................................................15
2. REPARACIÓN CIVIL..........................................................................................18
2.1. NATURALEZA JURÍDICA DE LA REPARACIÓN CIVIL.............................18
2.2. CÓDIGO PENAL Y REPARACIÓN CIVIL...................................................19
2.3. CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES Y REPARACIÓN CIVIL......20
2.4. CÓDIGO PROCESAL PENAL DEL 2004 Y REPARACIÓN CIVIL.............21
2.5. LA EJECUCIÓN DE LA REPARACIÓN CIVIL............................................21
2.6. LA REPARACIÓN CIVIL EN LOS DELITOS AMBIENTALES EN EL PERÚ .. .23
2.6.1. Daño ambiental..................................................................................23
2.6.2. El Daño Ambiental en los Delitos Ambientales.................................23
2.6.3. Rasgos distintivos entre la reparación civil y la responsabilidad civil .....23
2.7. DIFERENCIAS NORMATIVAS....................................................................24
CONCLUSIONES....................................................................................................28
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................27
ANEXOS.................................................................................................................28

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INTRODUCCIÓN
La teoría de la determinación judicial (individualización) de la pena ha tenido un
peculiar desarrollo en la historia del Derecho penal. La dogmática de la teoría del
delito, cuya finalidad era la determinación del si o no del delito y, por tanto, del si o
no de la aplicación del marco penal legal, iba adquiriendo un grado creciente de
desarrollo y refinamiento. La teoría de la individualización judicial de la pena, esto
es, la determinación del cuánto de la pena dentro del marco legal quedaba, en
cambio, al margen de ese desarrollo y refinamiento. Ello, a pesar de que -como se
pone de relieve por casi todos los que se refieren al problema- las consecuencias
del acto de individualización son determinantes y la posibilidad de recurrirlo y
revisarlo, un aspecto esencial del derecho al recurso en materia penal.
No es posible dudar de que el desigual desarrollo de la teoría del delito y la teoría
de la determinación de la pena se debe en parte a que, para un importante sector
de la doctrina, la individualización judicial de la pena no se relaciona con el sistema
de la teoría del delito, sino, por el contrario, con las teorías de la pena. Se supone
que la determinación de la medida de pena correspondiente a un hecho concreto
habría de tener lugar recurriendo directamente a consideraciones de retribución,
prevención general o prevención especial relacionadas con el referido hecho. A lo
sumo, se admite que la valoración retrospectiva de los elementos del concreto
hecho cometido se considere como un elemento más junto a aquellos otros.
La cuestión es determinar quiénes deben hacerse cargo del costo, que supone la
reparación de los daños y la devolución al estado anterior. ¿Debe recaer la factura
en la sociedad como conjunto, o se debería identificar a la persona causante o
responsable de la actividad susceptible de causar el daño?
En el país la reparación civil dentro del proceso penal tiene una función
eminentemente restitutoria del daño, es decir el Derecho busca que las
consecuencias económicas del daño producido por la conducta delictiva sean
reparadas por el actor del ilícito. Asimismo tenemos que la reparación civil es una
institución propia del Derecho civil, así en nuestro medio, dicha figura jurídica es
regulada fundamentalmente por el Código civil, ya sea que se trate de un daño que
tenga como origen el incumplimiento de una obligación proveniente de una

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obligación contractual, de la ley u otra fuente obligacional o ya sea que se trate del
incumplimiento del deber genérico de no causar daño a otro.
En tal sentido como resulta obvio, las conductas delictivas, a la par de sus
consecuencias penales también generan consecuencias civiles y por ende una
responsabilidad civil a cargo de su autor, lo cual genera la obligación de reparar los
daños económicos generados por la conducta delictiva, en el presente trabajo
trataremos de resumir las razones que generan tal situación así como la
importancia que merece la correcta y eficiente utilización de la institución de la
Reparación civil en el proceso penal.
De este modo, la argumentación de amplios sectores doctrinales suele moverse,
en el mejor de los casos, en un terreno impuro o mixto, que mezcla lo retrospectivo
con lo prospectivo. La determinación de la pena se explica como un ámbito en el
que no inciden sólo argumentos relativos al hecho delictivo realizado, vinculados a
las reglas dogmáticas de imputación, sino también (y sobre todo) una
argumentación asentada directamente en la teoría de los fines de la pena (esto es,
en principios político-criminales generales).

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1. TEORÍA DE LA DETERMINACIÓN JUDICIAL DE LA PENA
El abandono del sistema clásico de las penas rígidas y la adopción del sistema
de las penas alternativas y de las penas divisibles, trasladó la cuestión de la
individualización legislativa de la pena a su individualización judicial; de ello se
deduce que ésta última, es el acto jurisdiccional por medio del cual el juez
determina las consecuencias jurídicas de un delito según la clase, gravedad y
forma de ejecución del ilícito cometido.
Sin embargo, el tratamiento de la determinación judicial de la pena debe estar
precedido por el estudio de la individualización legal de la pena y seguido por lo
que ocurre en la faz administrativa, una vez que el juez impuso la condena.
Efectivamente, el legislador, al sancionar una norma punitiva puede optar entre
predeterminar un marco penal más o menos amplio del cual, posteriormente, el
juez deberá individualizar la sanción justa -sistema de penas relativo- o
establecer una pena invariable.

1.1. FINES DE LA PENA.


Ya sea en su faz legislativa, judicial o administrativa el proceso de
determinación de la pena no puede prescindir del estudio de los fines de
la pena.

a. Teoría absoluta de la pena.


El fundamento de la teoría absoluta de la pena reside en la
retribución del daño ocasionado; el verdadero sentido de la
retribución es el de compensar un mal de manera de reparar la lesión
jurídica y extinguir la culpabilidad del autor.
Para esta teoría, una vez que el infractor de la norma haya expiado
su culpabilidad, entonces podrá reingresar a la sociedad como un
hombre libre.

b. Teoría de la prevención especial de la pena.


Existe una segunda concepción de los castigos penales que,
enfrentando los fundamentos de la teoría absoluta de la pena,

20
propone como fin de la misma, el de desarrollar una influencia
inhibitoria del delito en el autor.
Para una teoría de la prevención especial, esta finalidad se subdivide
en tres fines de la pena: intimidación (preventivo-individual),
resocialización (corrección) y aseguramiento.

c. Teoría de la prevención general de la pena.


También contrariando los postulados de la teoría absoluta, la teoría
de la prevención general persigue, mediante la amenaza, disuadir a
la generalidad de obrar contrariando las normas legales.
Asimismo, en su formulación pura, esta concepción no se fija en los
efectos que la pena puede tener sobre el autor de un delito.
La idea de la prevención general se emplea, lo que a menudo se
pasa por alto, en dos sentidos: en sentido estricto, forma en que se le
entiende comúnmente, es la intimidación general mediante la
amenaza de la pena y en virtud de la sanción individual. En un
sentido más amplio es la verificación del derecho como orden ético y
sólo en forma secundario es intimidación.

d. Las teorías mixtas o de la unión.


Las teorías mixtas, reciben su denominación toda vez que median
entre los postulados absolutos y los relativos; afirman que ni la teoría
de la retribución, ni las teorías de la prevención -por sí solas-, son
capaces de establecer adecuadamente el objetivo y límite de la pena.
A través de una reflexión práctica, se sostiene que la pena puede
cumplir con la totalidad de sus funciones y; puesto que la ley no
prescribe ni prohíbe ninguna de las teorías, la aplicación preferencial
de una de ellas -según cuál sea el caso concreto a resolver- no
encuentra ningún obstáculo legal.
La teoría preventiva de la unión es una variante de las teorías mixtas:
en su formulación, la retribución no entra en consideración como
finalidad.

20
La teoría preventiva de la unión, por lo tanto, toma los puntos de
partida de la prevención especial y general, de modo tal que tan
pronto unos u otros entren en el primer plano: cuando ambos
objetivos se contradicen, el fin de resocialización preventivo especial
toma el primer lugar; en compensación, la prevención general domina
el ámbito de las amenazas penales y justifica la pena por sí sola en
caso de ausencia o fracaso de los fines de prevención especial,
mientras que no puede darse una pena preventivo especial, sin
ninguna intención de prevención general, a pesar del dominio
absoluto del objetivo de socialización en la ejecución.

1.2. LA DETERMINACIÓN JUDICIAL DE LA PENA.


En el proceso de determinación judicial de la pena (que involucra la
identificación de la pena y la decisión acerca de si corresponde
suspenderla o sustituirla) deben analizarse, en función de los fines de la
pena, las circunstancias fácticas del ilícito y las condiciones personales
de su autor.
Para orientar al juez penal en su actividad se han elaborado diferentes
teorías que pretenden crear criterios racionales para la imposición de
medidas de carácter punitivo.
La idea de esta teoría es que la pena aplicable a cada injusto se halla en
el "triángulo mágico" de la culpabilidad, la prevención general y la
prevención especial.

a. Teoría de la combinación.
Esta elaboración sostiene que la pena adecuada a la culpabilidad no
es una magnitud exacta y que, por tanto, no puede ser establecida en
un punto preciso.
La teoría del ámbito del juego postula que existe un espacio cuyos
límites están fijados, hacia abajo, por la pena adecuada "ya" a la
culpabilidad, y hacia arriba, por un máximo "todavía" adecuado a la
misma.

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b. Teoría de la pena puntual.
Para los partidarios de esta teoría la culpabilidad debe establecerse
en forma precisa: sólo existe una pena que se acomode a la
culpabilidad del infractor.
Efectivamente, la teoría de la pena puntual niega la existencia de un
"marco de culpabilidad" y, por el contrario, afirma que la pena
adecuada a la culpabilidad es una sola y que el juez, al momento de
decidir qué pena aplicar no puede guiarse por los fines preventivos.
En este sentido, es correcto afirmar que esta teoría se fundamenta,
principalmente, en la idea retribucionista de la pena.
Las críticas que se levantan contra la teoría de la pena puntual se
vinculan con la imposibilidad que existe -desde el punto de vista del
conocimiento- de determinar una medida exacta de la culpabilidad del
autor del ilícito y, asimismo, porque el concepto de culpabilidad puede
ser definido en base a criterios muy disímiles.
Luego, cuando la magnitud de la pena ya fue fijada en un punto
exacto, el juzgador deberá seguir los criterios sentados por la
prevención especial y decidir qué clase de pena aplicar y de qué
modo deberá cumplirse.

1.3. EL SISTEMA DE LOS ARTÍCULOS 40 Y 41 DEL CÓDIGO PENAL.


La formación de la medida de la pena plantea como tarea previa, la
constatación de todos los factores de culpabilidad y de prevención
aplicables en el caso concreto. El conjunto de los hechos relevantes
constituye la base fáctica de esta actividad.
Para la obtención procesal de los hechos, que influyen en la medida de
la pena, se debe partir de la premisa básica de que la aplicación de la
pena es también realización de derecho material y que se halla sometida
a las mismas exigencias probatorias que rigen en todo proceso penal
para la cuestión de la culpabilidad. Ello importa reconocer que, respecto
del deber de instrucción del tribunal en el tratamiento de las peticiones
de prueba de las partes y del principio "in dubio pro reo" se deben aplicar

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las mismas reglas que garantizan que el aseguramiento jurídico
probatorio se organice sobre la base de criterios legales.
El artículo 40 del Código Penal prescribe que para determinar la pena
dentro del marco penal señalado por cada figura legal, deben tomarse en
consideración las circunstancias atenuantes y agravantes particulares de
cada caso. Por su parte, el artículo 41 del mismo cuerpo legal brinda las
pautas que deben valorarse.
Esta última norma enumera en forma no taxativa cuáles son los criterios
decisivos al momento de fijar la pena. Se trata, por consiguiente, de una
enumeración enunciativa y explicativa que no excluye uno solo de los
elementos referentes a la persona o al hecho dignos de ser
considerados.

a. La relevancia de la conducta previa y posterior al hecho.


El tema tratado en el punto anterior nos introduce a otro aspecto de la
determinación judicial de la pena que se relaciona con la importancia
práctica que reviste la conducta de la víctima en la materia que nos
ocupa.
Los aspectos centrales de la influencia del accionar de la víctima son
los siguientes: los efectos sobre las consecuencias del hecho, su
influencia en la conducta del autor y la significación de la víctima para
la prevención especial y general.
En primer lugar, y para demostrar la trascendencia que tiene la
participación de la víctima en el ámbito del derecho penal, basta con
recordar que si la víctima, en cuanto titular del bien jurídico, teniendo
la facultad de disponer del mismo, lo hace, su consentimiento excluirá
la tipicidad del ilícito.
Asimismo, en aquellos casos en los que su facultad de disposición no
sea tan amplia, su aprobación al hecho, tendrá relevancia para
graduar la pena aplicable.
Las cualidades personales y sociales de la víctima también pueden
ser relevantes para poder valorar el grado de daño asumido por el
autor. Así, por ejemplo, desde el punto de vista de las consecuencias

20
del hecho tienen efecto de incremento de la ilicitud cuando el abuso
se comete respecto de una persona enferma, cuando se sustraen los
ahorros de un jubilado, los abusos sexuales a los niños, etc.
Así como determinadas conductas de la víctima juegan en contra del
autor del ilícito, otras no deben perjudicarlo. Por ejemplo, la omisión
de la disminución del daño por parte de la víctima debe ser resuelto a
través de la teoría de la imputación objetiva: al autor sólo se le puede
reprochar legítimamente la parte del resultado que le es imputable y
que sólo a él le correspondía evitar.
Otro problema a tratar en este punto se relaciona con la actitud de la
víctima que, de algún modo, "provoca" la comisión del delito. La
resolución de este tipo de cuestionamientos, en definitiva, depende
de decisiones de tipo valorativas.

b. La intervención de la víctima.
En todos los casos cobra especial relevancia la naturaleza de la
acción y los medios empleados para llevarla a cabo.
A la ejecución del hecho pertenece la elección de la modalidad de
comisión del ilícito, para lo cual es necesario conocer en qué lugar u
hora fue cometido. Estas circunstancias de tiempo, lugar, modo y
ocasión -a las que alude el inciso 2º del artículo 41- son útiles para
revelar la gravedad del ilícito.
Asimismo, los medios utilizados para consumar el delito y la
peligrosidad emanada de ellos, ocupan un lugar importante en la
determinación judicial de la pena.
No obstante lo expuesto, también al valorar estas circunstancias debe
cuidarse de no evaluarlas doblemente. Esto es así ya que en muchos
supuestos, las circunstancias del hecho, ya constituyen el
fundamento del tipo penal; y en esos casos, la prohibición de la doble
valoración impide que esa característica sea considerada
nuevamente.
En efecto, en un robo calificado por el uso de un revólver cargado y
apto para el tiro, no se podría agravar el hecho por el uso del arma.

20
Sin embargo, sí podría considerarse que "es más peligroso" utilizar
como arma un revólver cargado que un palo de billar.
Las circunstancias que agravan o atenúan tipos penales básicos
pueden ser útiles para orientarnos en otros supuestos delictivos en
los que existan diferencias semejantes. Es lógico que, si se sigue
esta guía, deberá identificarse previamente la categoría de delitos
que se va a agravar o atenuar.
En cuanto a la intervención del autor en el hecho corresponde hacer
las siguientes distinciones. La intervención de varias personas en un
hecho delictivo, revelará un ilícito más grave en cuanto represente un
mayor poder ofensivo para la víctima, derivado de las circunstancias
de comisión del delito plurisubjetivo.
Pese a que el artículo 45 del Código Penal prevé la misma pena para
el partícipe necesario o primario que para el autor, el ilícito de este
último es más grave que el del partícipe. Por ello, en todos los casos
será decisivo analizar el aporte de cada uno de los intervinientes en
el hecho investigado.

c. La ejecución del hecho.


Cuando el artículo 41 del Código Penal enuncia como circunstancias
relevantes para la determinación de la pena a la calidad de los
motivos que determinaron al autor a cometer el delito está haciendo
referencia a uno de los contenidos de la culpabilidad.
La letra del artículo 41 del Código Penal es clara. Al momento de
evaluar cuáles fueron los motivos que impulsaron al autor de un delito
a cometerlo debe tomarse en cuenta la miseria o la dificultad para
ganarse el sustento propio o de los suyos.
Generalmente, una situación económica apremiante, cuando fue la
que condujo a la realización de un delito contra la propiedad, será
considerada como un factor que disminuye el reproche penal.
Por el contrario, cuando el autor de un delito actuó movido por
sentimientos de odio, codicia, con placer ante un delito contra la vida
o integridad física de una persona, la doctrina es conteste en valorar

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este tipo de motivaciones en contra del imputado, es decir, agravando
el reproche penal. Sin perjuicio de ello, al considerar este tipo de
motivaciones debe cuidarse de no realizar dobles valoraciones. En
efecto, toda vez que existen algunas normas penales que incluyen en
el tipo objetivo referencia a especiales elementos subjetivos, este tipo
de motivaciones no puede ser imputada contra el infractor en dos
oportunidades.

d. La calidad de los motivos del autor.


El inciso 2º del artículo 41 del Código Penal hace mención a la
personalidad del autor como un aspecto de particular importancia al
momento de graduar la pena.
A las circunstancias personales del autor pertenecen, entre otras, su
edad, su estado de salud, su sexo, su inteligencia, su educación su
posición profesional y social. Esta enunciación demuestra que el
problema que aquí se plantea se relaciona con el tratamiento
igualitario de los casos llevados a estudio.
Al igual que los otros factores enunciados en este inciso, se plantea
la cuestión de si estos factores son relevantes sólo desde el punto de
un enfoque de la prevención especial o si también entran en
consideración para determinar, en cualquier caso, el monto de la
pena a aplicar.
Asimismo podría llegar a discutirse si las consideraciones de las
características personales del autor deben influir o no en la
determinación de la pena ya que, si así se hiciera, se permitiría el
análisis de la personalidad del autor, circunstancia que no debería ser
objeto de ningún juicio de valor.
Sin embargo, consideramos que –aún en un derecho penal de acto,
sería imposible no considerar determinados aspectos de la
personalidad del autor ya que ellos, es indudable, inciden en la
realización de su ilícito.
Esto rige especialmente para la cuestión relativa al posible efecto
agravante de una elevada posición profesional o social del autor

20
cuando ella fundamenta deberes incrementados sobre el bien jurídico
lesionado.
El sexo, en cuanto tal, no es una causa suficiente para la
diferenciación en la pena, sino más bien, se le debe agregar puntos
de vista especiales que caractericen la situación del hecho (por
ejemplo, por la mayor o menor agresividad impuesta sobre la
víctima).
La calidad de extranjero no tiene, por lo general, efecto agravante o
atenuante de la pena. Sin embargo, su condición sí debe ser tenida
en cuenta si alega la existencia de un error de prohibición ya que la
mayor o menor evitabilidad del mismo puede tener un efecto
atenuante de la culpabilidad.
Para algunos autores, la calidad de funcionario tampoco representa,
por lo general, una causal de agravación. Esto es así ya que lo
común resulta que el elemento de esa calidad determina la
conminación penal en cuanto tal, de manera que una valoración de
esta circunstancia en la medida de la pena se oponen a la prohibición
de la doble valoración.
En síntesis, la situación personal del autor -su nivel de instrucción, su
origen social, su estructura familiar- resulta determinante para poder
establecer si él pudo ser más prudente, si pudo conocer la
antijuridicidad de su hecho o si, por ejemplo, era capaz de motivarse
en la norma y actuar conforme a ese conocimiento.

1.4. LAS CIRCUNSTANCIAS PERSONALES DEL AUTOR.


1.4.A. La conducta precedente.
Reiterando lo que ya fue expuesto en párrafos anteriores: una
concepción estricta del principio de culpabilidad debe dejar fuera
de análisis toda valoración relativa a la conducta precedente del
autor. Esta fórmula impide que se agrave la pena del autor de un
delito por su carácter o conducción de vida.

20
1.4.B. La sección más relevante de la vida previa del autor son sus
condenas anteriores.
Quienes sostienen lo contrario aciertan dando un buen
fundamento: los antecedentes y condiciones personales -edad,
educación, composición familiar- permiten reconocer si el autor
tuvo mayor o menor autodeterminación.
Un supuesto interesante de tratar es aquél que prevé la
posibilidad de atenuarle la pena al infractor de una ley, tras
considerar que tuvo -antes del hecho- una buena conducta.
¿Sería ésta una actividad legítima?
He de señalar que, a un planteo que legitime agravar o atenuar el
castigo en función de una conducta anterior al hecho puede
oponérsele un argumento de gran peso: la ausencia de condenas
anteriores no conforma por sí sola una circunstancia atenuante.
En efecto, existe un obstáculo difícil de sortear: ¿cuáles son los
medios probatorios que, admisibles constitucionalmente, permiten
-sin vulnerar el principio de reserva o la presunción de inocencia-
verificar estos extremos?
Este interrogante sólo puede ser contestado de la siguiente
manera. La conducta precedente del autor de un delito sólo puede
ser valorada en forma limitada. Esto es así puesto que poco
aporta a la gravedad del delito la vida que -"buena" o "mala"- haya
llevado el autor hasta el día del ilícito.
La regla podría ser formulada de la siguiente manera: desde la
óptica del ilícito y de la culpabilidad, la conducta precedente sólo
puede ser considerada en tanto y en cuanto se refleje en forma
directa con el hecho.

1.5. LOS ANTECEDENTES PERSONALES.


1.5.A. La reincidencia.
La reincidencia agrava la pena, no porque agrave el delito
cometido, sino porque al autor lo hace merecedor de una pena
mayor que la normal; según unos, porque esa pena es insuficiente

20
en relación con su sensibilidad; según otros, porque la recaída del
autor en el delito a pesar de la condena anterior, demuestra su
mayor rebeldía frente a la ley penal y así su mayor peligrosidad
delictiva. Este último es el criterio de nuestro Código Penal.
Hay reincidencia siempre que el condenado por sentencia firme a
pena privativa de la libertad, dictada por cualquier tribunal del
país, cometiere un nuevo delito (C.P., art. 50, § 1°). La
reincidencia es ficta si basta la condenación anterior; es real, si el
delincuente tiene que haber sufrido la pena.
La condena anterior, que debe estar firme, vale decir, que no
admita recurso alguno, puede haber sido dictada en el país o en el
extranjero.
La primera condena impuesta a la persona no se tendrá en cuenta
a los efectos de la reincidencia, cuando hubiere transcurrido otro
término igual al de ella, que nunca excederá de diez años ni será
inferior a cinco (C.P., art. 50, § 4°).
En el plano teórico de la reincidencia, no es insular la opinión que
sostiene que la existencia de condenas anteriores conllevan una
mayor culpabilidad. El fundamento de tal afirmación es que, con la
condena anterior el autor ya recibió el aviso de que debía adecuar
su conducta a las normas legales que rigen en la comunidad y
que, en una segunda oportunidad, a pesar de haber recibido esta
primera advertencia, optó por contrariar nuevamente las normas.
Para esta concepción, parecería que la mayor reprochabilidad del
infractor de la ley penal reside, no sólo en la existencia de
condenas cumplidas sino, principalmente en que ha cometido
nuevos delitos, aún cuando sobre éstos no haya recaído condena.
La teoría de la "advertencia" argumenta que la mayor culpabilidad
del autor reside en que éste tiene una imagen más vívida de qué
es lo que ocurre cuando se viola una norma penal.
La teoría de la "advertencia" es tan ficticia como grotesca: la
violación al principio de inocencia es tan burda que no resiste el
menor análisis. Por otra parte, de hacer propios sus postulados

20
debería admitirse que todos los operadores de la justicia penal
-jueces, fiscales, defensores, etc.- han recibido esta eventual
"advertencia".
Con relación a la determinación de la pena y al establecimiento de
un marco de culpabilidad adecuado, la reincidencia es uno de los
puntos más debatidos en la doctrina nacional.
El artículo 41 del Código Penal ordena tomar en cuenta las
reincidencias en que hubiere incurrido el autor. La doctrina y la
jurisprudencia, por su parte, se han encargado de sostener que
ésta debe ser valorada como agravante.
El fundamento de tal afirmación encuentra apoyo en el artículo 14
del Código Penal que deniega a los reincidentes la posibilidad de
acceder a la libertad condicional.
Ziffer opina que el carácter agravante de las sentencias
condenatorias previas debería quedar reservado para aquéllas
que merecen la declaración de reincidencia; las demás, podrían
quedar fuera de análisis.
También en materia de reincidencia corresponde señalar que, la
consideración misma de circunstancias ajenas al hecho, debe
encontrarse sujeta a estrictas restricciones respecto de la
interpretación, por tratarse de una excepcional desviación del
principio de culpabilidad por el hecho.
Finalmente, cabe hacer mención a la modificación introducida al
artículo 50 del Código Penal. En virtud de esta reforma se
reemplazó el sistema de reincidencia "ficta" por el de reincidencia
"real". Hasta ese momento, sólo se exigía la preexistencia de una
condena, sin importar si había sido efectivamente ejecutada o no.
La condena misma era considerada como advertencia suficiente.
El nuevo artículo 50; en cambio, parece descartar la teoría de la
advertencia en favor de un concepto de reincidencia con
contenido de prevención especial. Para que pueda hablarse de
reincidencia no basta con la mera declaración, sino que es

20
necesario que haya sido ejecutada la sentencia -cumplimiento de
pena efectivo- y haberse demostrado como insuficiente.

2. REPARACIÓN CIVIL
El código penal como norma que sustenta la exigencia de la Reparación Civil
no define que entiende por ésta, sin embargo a efectos de abordar a una
definición vale tener en cuenta lo que nuestros tribunales y la doctrina, han
sostenido, al respecto: así tenemos que a nivel jurisprudencial se ha sostenido
que “La víctima, si bien no ostenta la titularidad del derecho de penar, si tiene
derecho a ser reparada por los daños y perjuicios que produzca la comisión del
delito…” (Corte superior de Justicia de Lima Exp. 51-08), por su parte a nivel
doctrinario Viada y Aragonés, citado por San Martín Castro (2003) , expresan
que: “A la reparación civil hay que cifrarla en el daño que emana del hecho
delictivo”, por otro lado De Oliva Santos, al hablar de la acción civil institución
símil de la reparación civil que regula el Código penal peruano, señala que “La
acción civil que es dable ejercitar en el proceso penal deriva de unos actos u
omisiones ilícitos que hayan provocado la indebida perdida de la posesión de
una cosa u ocasionado daños y perjuicios”; por su parte para el colombiano
Velásquez (1997), “La Reparación civil tiene un carácter patrimonial es de
índole privada, es facultativa para la víctima y es transmisible; todo lo contrario
a la acción penal”.
En suma la reparación civil no es otra cosa que la responsabilidad civil atribuida
al actor del delito frente a quien sufre las consecuencias económicas del acto
delictivo, por lo cual para entender estrictamente que se entiende por
reparación civil debemos conocer que es la responsabilidad civil.

2.1. NATURALEZA JURÍDICA DE LA REPARACIÓN CIVIL.


Al respecto existen diversas posiciones. Una primera establece que la
reparación civil tiene sustento compensatorio, satisfactorio, de sanción,
prevención y disuasión. Así, Reinhart Maurach (1965) establece “del
hecho de que la indemnización constituye en su esencia un efecto
“accesorio” se deriva el que únicamente puede ser impuesta en virtud de

20
una sentencia condenatoria a una determinada pena. No podrá pues
establecerse cuando se acuerde la absolución por compensación o el
sobreseimiento del proceso”. Manifestaciones de este carácter accesorio
y del fundamento penal de la reparación civil lo tenemos en distintas
partes de la legislación penal. Así “la voluntad de reparar el daño o el
efectivo resarcimiento del responsable penalmente” es valorada en
algunas de las instituciones comprendidas en el Código Penal, en este
caso los sustitutivos penales, como la suspensión de la pena y la reserva
del fallo condenatorio, establecen como regla de conducta “reparar los
daños ocasionados por el delito...” (Conforme al artículo 58º y 64º del
Código Penal Peruano). Esto se valora como “parte del proceso de
rehabilitación social” al cual es sometido el penado beneficiado con la
dispensa de la pena. Así la reparación civil es un paso importante para
establecer las bases de una justicia penal más llevada a la integración y
al consenso, no obstante, ésta no puede desbordar las bases
fundamentales del Derecho Penal como medio de control social público
de las conductas más reprobables en sociedad. De este modo, por
ejemplo, conforme al artículo 46º numeral 1 del Código Penal peruano,
en el proceso de determinación judicial de la pena, el Juez considerará la
“reparación espontánea que hubiera hecho del daño”, pudiendo ser
valorada a favor del imputado para rebajar la pena de acuerdo con un
criterio de prevención especial positiva. Lo mismo ocurre con el
denominado “principio de oportunidad” (artículo 2º del Código Procesal
Penal) donde el modelo de consenso permite al Fiscal abstenerse de
ejercitar la acción penal, cuando el agente hubiere reparado el daño
ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación
civil. Finalmente, en el procedimiento por faltas (Ley N° 27939) prevé la
posibilidad de que el agresor y agraviado puedan transigir, por lo que el
agraviado se desiste de la acción y el agresor se compromete a
compensar los daños ocasionados.

2.2. CÓDIGO PENAL Y REPARACIÓN CIVIL.

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El artículo 92 del Código penal establece que “La reparación civil se
determina conjuntamente con la pena“; es decir impone la obligación al
Juez de determinar la reparación civil, en caso que considere
responsable del delito al procesado y por ende le imponga una pena, sin
importar si esta es una pena mínima o la máxima. Así una vez que se
considere culpable al procesado el Juez está obligado a determinar la
pena y la reparación civil, ojo se exige, “la reparación civil”.
Por otro lado tenemos que el artículo 93 del Código Penal, señala que la
reparación civil comprende: “1. La restitución del bien o, si no es posible,
el pago de su valor; y 2. La indemnización de los daños y perjuicios”; por
lo cual, lo que nos importa en el presente análisis, es centrarnos al
segundo elemento a que se refiere la norma antes invocada, es decir
cuando señala que la reparación comprende también la indemnización
por daños y perjuicios. Para lo cual es de suma importancia tener en
cuenta lo que señala el mismo código adjetivo en su artículo 101°, que
precisa “La reparación civil se rige, además, por las disposiciones
pertinentes del Código Civil”.
De igual forma debemos recordar que la indemnización por daños y
perjuicios, como se ha dicho, no es otra cosa que la reparación civil a
favor del dañado, esto es el derecho que tiene el dañado sobre el autor
de una conducta dañosa a que éste repare las consecuencias dañosas
del delito.

2.3. CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES Y REPARACIÓN CIVIL.


El antiquísimo Código de Procedimientos penales de 1941, vigente aún
en algunos departamentos del país, regula en el Título V todo lo
relacionado a la parte civil, entendiendo esta como aquella parte
perjudicada por el delito. De igual forma en relación al tema que
abordamos tenemos que el inciso 2 del artículo 57 del citado Código de
Procedimientos Penales señala “La actividad de la parte civil
comprenderá la colaboración con el esclarecimiento del hecho delictivo y
la intervención en él de su autor o participe, así como acreditar la
reparación civil” Asimismo tenemos que el inciso 4 del artículo 225 del

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Código de 1941 exige que la acusación fiscal debe contener entre otros
elementos “el monto de la indemnización civil, la forma de hacerla
efectiva y la persona a quien corresponde percibirla”. De igual forma en
el artículo 227 del Código de Procedimientos penales contiene un
derecho y a la vez una obligación de la parte civil, por cuanto, por un
lado establece el derecho de la parte civil a presentar un recurso en el
cual exponga los daños y perjuicios no considerados por el Fiscal en la
acusación o que establezca su disconformidad con la cantidad fijada por
el Fiscal; de igual forma esta norma señala que, en el recurso que
interponga la parte civil, deberá hacer constar la cantidad en que aprecia
la cantidad de los daños y perjuicios causados por el delito; es decir
establece la obligación del perjudicado por el delito no solo de identificar
el daño sino de cuantificarlo y demostrar la verosimilitud de la misma, lo
cual como es obvio es un deber de la parte civil a efectos de contribuir
con la labor del juzgador.
Los artículo 285 y 285-A del Código de Procedimientos Penales,
precisan que la sentencia condenatoria deberá contener, entre otros
aspectos, el monto de la reparación civil y que la sentencia condenatoria
no podrá sobrepasar el hecho y las circunstancias fijadas en la
acusación.
Esto último es de suma importancia pues la labor del parte civil deber ser
en primer momento fundamental ante el Fiscal que sustentará su
acusación, pues es éste que deberá exigir un monto resarcitorio acorde a
los daños causados, lo cual permita al Tribunal fijar, al acoger el pedido
fiscal, una correcta suma resarcitoria.

2.4. CÓDIGO PROCESAL PENAL DEL 2004 Y REPARACIÓN CIVIL.


El artículo 11 del novísimo Código Procesal Penal establece que “El
ejercicio de la acción civil derivada del hecho punible corresponde al
Ministerio Público y, especialmente, al perjudicado por el delito”, lo cual
nos invita a pesar que el perjudicado del delito tiene la obligación, si
desea obtener una adecuada reparación civil, de participar en el proceso
penal, más aún cuando la segunda parte del mismo artículo agrega “Si el

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perjudicado se constituye en actor civil, cesa la legitimación del Ministerio
Público para intervenir en el objeto civil del proceso”.

2.5. LA EJECUCIÓN DE LA REPARACIÓN CIVIL.


La Responsabilidad civil sucintamente es aquella que hace responsable
a quien de manera dolosa o culposa, a través de sus actos u omisiones,
de indemnizar el daño por él ocasionado.
Ahora, tal indemnización busca reparar el daño cometido, obviamente
cuando esto sea posible (como lo es el daño patrimonial) y en los casos
que tal fin estrictamente no se cumpla intenta compensar tal dolor (como
se da en el daño a la persona en sus vertientes del daño moral y el daño
al proyecto de vida). Como se ha dicho entonces la reparación civil
dentro del proceso penal no es otra cosa que la responsabilidad civil
atribuida al sujeto autor del ilícito penal, por lo cual ésta debe tener el
mismo fin que aquella: La reparación integral del daño irrogado. Esta
premisa se ve reforzada por el propio código penal cuando en su artículo
93 señala que La reparación comprende:
La restitución del bien o, si no es posible, el pago de su valor y La
indemnización de los daños y perjuicios. Ahora, bien a la luz que
propiamente la figura de la responsabilidad civil es una propia del
derecho civil, su regulación integral se encuentra fuera del derecho
penal, en nuestro caso la encontramos en el código civil de 1984 y
especialmente nos importa aquella contenida en la Sección Sexta del
Libro VII, bajo el nombre de Responsabilidad extracontractual (arts. 1969
al 1988), norma a la cual se debe remitir cuando en sede penal se
determine el monto de la reparación civil, conforme lo establece el
artículo 101 del Código Penal.
La ejecución de la obligación reparadora y la pena, tienen sus propios
mecanismos de cumplimiento, así en cuanto a la ejecución de la
reparación civil, se regula conforme lo prevé el artículo 337 del Código
de Procedimientos Penales (efectivización de la reparación civil), a cargo
del Juez que dictó la sentencia conforme lo establece el artículo 338 del
Código de Procedimientos penales y de acuerdo a las normas de la

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ejecución forzada, esto es de la forma establecida por los artículos 725 al
748 del Código Procesal Civil; la que podrá concretarse a través de una
medida cautelar previamente ejecutada o trabándose una medida propia
de la ejecución de resoluciones judiciales, procediéndose a la tasación
del bien, concluyendo con el respectivo remate, pago o adjudicación del
ser el caso. En el Nuevo Código Procesal Penal se sigue el mismo
mecanismo, conforme lo prevé el artículo 493.

2.6. LA REPARACIÓN CIVIL EN LOS DELITOS AMBIENTALES EN EL


PERÚ.
2.6.A. Daño ambiental.
Resulta complejo efectuar una sola definición del daño ambiental,
debido a los matices de los bienes que se podrían vulnerar, como
los de (salud, propiedad, etc.) y los de carácter público (el agua, el
aire, el bosque o la biodiversidad). El daño ambiental está
completamente diferente al daño civil que conocemos en el
sistema de responsabilidad civil. Diagnóstico Ambiental del Perú.
(2008)
En efecto, en una primera acepción la expresión "daño ambiental"
designa una modificación indeseable de aquel conjunto de
elementos y de funciones que llamamos "medio ambiente", como
lo sería la contaminación de la atmósfera. Pero, en una segunda
acepción la expresión "daño ambiental" designa, además, los
efectos que esa modificación genera en la salud de las personas y
en sus bienes, como sería en el mismo caso de la contaminación
de la atmósfera los efectos nocivos de ésta en la salud de
determinadas personas o en algunos de sus bienes. Diagnóstico
Ambiental del Perú. (2008)

2.6.B. El Daño Ambiental en los Delitos Ambientales.

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"Daño ambiental" (o "agravio ambiental" o "environmental tort" o
"environmental damage") constituye en la legislación, la
jurisprudencia y la doctrina una expresión ambivalente, que
designa unas veces la alteración nociva del medio ambiente y
otras los efectos que tal alteración provoca en la salud de las
personas y en sus bienes. (Andaluz, 2009 p. 549)

2.6.C. Rasgos distintivos entre la reparación civil y la


responsabilidad civil.
Mientras que en el proceso penal se busca la sanción al infractor
de la ley penal ante la comisión de un hecho que la sociedad y la
ley consideran repudiable y reprimible, en el proceso civil la
responsabilidad responde a una lógica distinta, pues se busca
determinar quién debe asumir el daño ocasionado producto de
determinada situación jurídica (...)” CASACIÓN N°4638-06-LIMA
Toda indemnización, en un proceso civil, debe ser el resultado de
un proceso de análisis de los elementos de la responsabilidad
civil. De este modo, no hay indemnización si es que no existe un
comportamiento dañoso (ilícito o abusivo), una consecuencia
dañosa (patrimonial o no patrimonial), una relación causal y un
criterio de imputación que atribuya responsabilidad al demandado.
En el caso de la reparación civil, en un proceso penal, se tendrá
en cuenta una serie de aspectos pero que están influidos por
elementos propios del análisis de un delito. Así, el
comportamiento ilícito que determina el pago de una reparación
civil debe ser típico (nullum poena sine lege scripta), antijurídico
(no debe existir una causa de justificación, conforme al Código
Penal) y doloso (conocimiento y voluntad de la comisión u omisión
delictuosa; salvo los delitos culposos). No se puede, por ende,
afirmar que existe una similitud entre el material demostrativo o
probatorio de la pretensión indemnizatoria y el de la pretensión
penal privada reparatoria, puesto que el alcance de éstos y su
contenido es diverso.

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2.7. DIFERENCIAS NORMATIVAS.
Tal como se pudo apreciar en el punto anterior, la reparación civil cumple
un papel muy importante en la función resocializadora del delincuente y
por tanto, tiene una esencia o naturaleza penal privada (pretensión penal
como sanción civil). Así el artículo 92º del Código Penal peruano señala
que “La reparación civil se determina conjuntamente con la pena” (como
una pretensión del justiciable) y comprende (conforme al artículo 93º del
Código Penal)
1) La restitución del bien o, si no es posible, el pago de su valor; y
2) La indemnización de los daños y perjuicios”.
Del mandato normativo antes citado se puede concluir que la reparación
civil es más que una indemnización puesto que comprende, además, a la
denominada “reparación in natura”, es decir, la restitución del bien
(naturalmente afectado) y no de “un sustituto” como lo es el contenido
indemnizatorio (mediante la entrega de una suma de dinero). La
indemnización es una pretensión que puede ser una prestación sustituta
o una complementaria.
Es sustituta cuando ocupa el lugar de la prestación originalmente
pactada y que es incumplida por el deudor; o cuando, por mandato de la
ley, surge por la violación del deber de no causar daño a otro. Es
complementaria cuando implica un agregado a la prestación original por
existir mora del deudor (o del acreedor, según sea el caso).
Por otro lado, es importante indicar que la indemnización (conforme al
Código Civil) es una pretensión de carácter personal, es decir, quien
demanda el pago de ésta es quien se considera víctima o afectado por
un comportamiento dañoso atribuido al responsable.

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CONCLUSIONES

 Un derecho penal liberal debe basarse en el reconocimiento de la existencia


de una relación de proporcionalidad entre la gravedad del ilícito cometido y
la cantidad y calidad de la pena a aplicar. No obstante ello, esta premisa se
enfrenta a una problemática de muy difícil resolución: no existe un criterio
único y verdadero acerca de cuál es la pena específica que corresponde
para cada infracción penal. La determinación de la pena apropiada a cada
delito, tal como quedó demostrado en este trabajo depende de múltiples
factores que se relacionan con la finalidad que tiene cada sanción penal
dentro de una comunidad, con los valores éticos, políticos de cada grupo
social.
 Tal como fue presentado en la introducción de este ensayo, la problemática
tratada puede ser analizada en tres niveles: el de la predeterminación -por
parte del legislador- de la naturaleza y medida de la pena prevista para cada
ilícito; el de la determinación -por parte del juez- de la sanción aplicable al
caso y; finalmente, en la faz ejecutiva, el de la duración de la pena que
efectivamente debe ser tolerada. En el marco estricto de la determinación
judicial de la pena, el problema se identifica con los espacios de
discrecionalidad que se asignan a la actividad jurisdiccional.
 La reparación civil es la responsabilidad civil atribuida al actor del delito y
por ende su autor debe responder por las consecuencias económicas de su
conducta. La reparación civil debe ser determinada en base a lo establecido
en el código civil mediante los artículos destinados a regular la
responsabilidad extracontractual. El Fiscal tiene una obligación legal de
solicitar en su acusación como concepto de reparación civil un monto
adecuado y proporcional al daño generado por el delito.
 El Juez tiene la obligación legal de determinar en la sentencia como
concepto de reparación civil un monto adecuado y proporcional al daño
generado por el delito. El Juez tiene la obligación legal y constitucional de
motivar sus resoluciones y por ende motivar las razones y criterios que le
han permitido fijar el monto de la reparación civil.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Barcelona, 1993.

A.A.V.V. "Determinación judicial de la pena", Editores del Puerto, Buenos Aires,


1993.

Beloff M., "Teorías de la pena: la justificación imposible", en A.A.V.V.


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Madrid, 1995.

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Chinchay A. (2005) La Victima y su reparación en el Proceso Penal Peruano.,


Dialogo Con La Jurisprudencia N° 108. P.215

Gálvez T. (2005), La Reparación Civil en El Proceso Penal, 2da. Edición. IDEMSA.


Rojas, F. (2002), Jurisprudencia Penal y Procesal Penal (1999-2000)
IDEMSA.

Reinhart M. (1962) “Tratado de Derecho Penal” (Deutsches Strafrecht. Allgemeiner


Teil Ein Lehrbuch) Ediciones Ariel, España.

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ANEXOS

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