Stendhal

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 10

“Para llevarte a vivir”

Stendhal. Memorias 1816

“¿Y quién sabe si el mundo durará tres semanas?” (7)

“En música, el grado de arrebato a que se ve arrastrada nuestra alma es el único termómetro de la
belleza” (10)

“La arquitectura me parece más via en Italia que la pintura o al escultura” (30)

“Aquí la pasión no sueña nunca en ser elegante. Ahora bien, ¿qué es una pasión que tiene el ocio
suficiente para pensar en cualquier otra cosa?” (51)

“La música nos agrada cuando por la noche le deja a uno el alma en el mismo estado en que el
amor nos la había dejado durante el día (…) Tal es aquí la sencillez del lenguaje y de las acciones.
No le respondí y me alejé de él. Cuando se siente asi la música, ¿qué amigo no resulta
inoportuno?” (58)

“Pues en este país es la música la que se ha encargado de pintar el amor” (107)

“La música es el único arte que está lo bastante avanzado en el corazón humano para pintar los
movimientos de estas almas” (117)

“En el país de la sensación hacen falta milagros visibles” (175)

“Nuestros maestro de Florencia se torturan el cerebro continuamente, no para pensar como es


debido ni para encontrar algún punto de vista nuevo, sino para hacer una traducción imposible.
¿Cómo haría usted en el lenguaje de un campesino irlandés la descripción de las ceremonias de la
corte de Luis XIV?” (189)

“Observé una vez a un pastor de los valles de Suiza que se pasó tres horas con los brazos cruzados,
contemplando las cimas cubiertas de nieve del Jungfrau. Para él aquello era una música. Mi
ignorancia me acerca con frecuencia a aquel pastor.” (215)

“Florencia, 22 de enero. Ayer, al bajar por los Apeninos para llegar hasta Florencia, el corazón me
latía con fuerza. ¡qué chiquillada! Por fin, en un recodo de la carretera, mis miradas se hundieron
en la llanura y divisé a lo lejos, como una masa sombría, a Santa María del Fiore y su famosa
cúpula, obra maestra de Brunelleschi. Me decía : “¡Ahí es donde vivieron el Dante, Miguel Angel y
Leonardo de Vinci! ¡He ahí esa noble ciudad, reina de la Edad Media! Entre esos muros empezó de
nuevo la civilización (…) En fin, los recuerdos se agolpaban en mi corazón, me sentía incapaz de
razonar y me abandonaba a mi locura, como si estuviese junto a una mujer amada (…) Habría
abrazado con gusto al primer vecino de Florencia con quien me hubiese topado (…) Tan
frecuentemente había contemplado vistas de Florencia que la conocía con anticipación (…) Por fin
llegué a Santa Croce (…) Mi emoción es tan profunda que llega casi hasta la veneración (…) Le
rogué que me abriese la capilla del ángulo nordeste, donde están los frescos de Volterrano. Me
condujo hasta allí y me dejó solo. Sentado en el escaño de un reclinatorio, levantando la cabeza y
apoyado en la barandilla para poder mirar al techo, las sibilas de Volterrano me produjeton tal vez
el placer más vivo que me haya causado nunca la pintura. Estaba ya en una especie de éxtasis por
la idea de hallarme en Florencia y por la proximidad de os grandes hombres cuyas tumbas acababa
de ver. Absorto en la contemplación de la sublime belleza, la veía de cerca, la tocaba, por así
decirlo. Había llegado a ese punto de emoción donde se alcanzan las sensaciones celestiales
producidas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Al salir de Santa Croce sentí
palpitar mi corazón, eso que en Berlín llaman nervios; la vida estaba agotada en mí y andaba con
temor de caerme (…) Me senté en uno de los bancos de la plaza de Santa Croce; releí con delicia
unos versos de Foscolo que llevaba en la cartera; no veía sus defectos, pues tenía necesidad de
una voz amiga que compartiera mi emoción”

“Cuando salí de San Lorenzo erré al azar por las calles; admiré con emoción muda y profunda (los
ojos muy abiertos y sin poder hablar), los palacios construidos hacia 1300 por los mercaderes de
Florencia: son auténticas fortalezas (…) Me sentía feliz al no conocer a nadie, ni abrigar temor de
verme obligado a hablar. Esa arquitectura de la Edad Media se ha apoderado de mi alma; creía
vivir con el Dante (…) En veinte lugares distintos de Florencia el viajero puede creerse en el año
1500” (221)

“Cuando por primera vez me encontré en Florencia sólo pensaba en lo que veía” (223)

“Estos bellos ojos brillan con el fuego de la agudeza más bien que con el de las pasiones” (227)
Stendhal entiende que en la Toscana nadie haría locuras por amor, en esto, tan distinta a Milan.

“A fin de que Italia ofrezca todos los contrastes, el cielo ha querido que tenga una región
absolutamente desprovista de pasiones: Florencia (…) Esta ciudad que, por la disposición de sus
calles se parece bastante a París, se tiene a lo largo del Arno (…) El Arno, torrente al que un dique
trasnversal levantado para que trabaje un molino, da, bajo los puentes de Florencia, el aspecto de
un río, fluye también de este a oeste. Si uno sube al jardín del palacio Pitti, en la colina meridional,
y desde allí va siguiendo las murallas hasta el camino de Arezzo, podrá formarse una idea del
número infinito de pequeñas colinas que llenan la Toscana; cubiertas de olivos, de viñas y de
trigales, están cultivadas como un jardín” (228)

“Leyendo únicamente al Dante con amor, no pienso más que en los hombres del siglo XII, sencillos
y sublimes por la fuerza de las pasiones y por la inteligencia” (230)

“Tiene Florencia cuatro hermosos puente sobre le río Arno, situados a distancias más o menos
iguales y que foirman, con los muelles y la colina del mediodía, guarnecida por una fila de cipreses
que se recortan en el cielo, un conjunto admirable (…) El segundo de los punentes de Florencia,
según se baja por el Arno, está lleno de tiendas de orfebrería” (230)

“Lo que es absolutamente razonable no deja cabida para las Bellas Artes. Aprecio a un prudente
republicano de los Estados Unidos, pero lo olvido para siempre a los pocos días; para mí no es un
hombre, sino una cosa (…) Entre los prudentes toscanos no encuentro nada que censurar, pero
tampoco nada interesante (…) El burgués toscano, de un espíritu naturalmente tímido, disfruta de
calma y bienestar, trabaja mucho para enriquecerse y un poco para ilustrarsem pero nunca piensa
en ocupar un puesto en el gobierno del Estado” (233)

“Hasta estos últimos tiempos creí detestar a los aristócratas; mi corazón creía sinceramente
marchar de acuerdo con mi cabeza (…) me someto a mi tendencia aristocrática después de haber
declamado durante diez años, de muy buena fe, contra cualquier aristocracia”

“La música, ese arte sin modelo en la anturaleza, a no ser el canto de los pájaros, es también,
como éste, una serie de interjecciones. Ahopra bien, una interjección es un grito de pasión, nunca
del pensamiento. El pensamiento puede producir la pasión, pero la interjección no es nunca más
que la emoción, y la mpusica no sabría expresar lo que ha sido pensado secamente (…) Mis
alondras tienen algunas veces falsetti por las mañanas que me recuerdan a Marchesi y a
Pachiarotti” (277)

“El siglo de las Bellas Artes y de la poesía ha pasado porque la costumbre de discutir con las gentes
del partido contrario priva a nuestras mentes de la posibilidad de entregarse a una dulce ilusión.
Ya no somos lo bastante dichosos para pedir “lo bello” y nos contentamos, de momento, con “lo
útil”. La sociedad va a pasar no sé cuántos siglos dedicada a la caza y captura de lo útil. (…) Esa
tristeza –dijo la señora Bel…- ¿no será el precio que exige la libertad? Vean ustedes los salones
ingleses y americanos (…) Esa educación parisién aniquila la fuerza de querer, que no es más que
el valor de exponerse al peligro. Las vejaciones a que se ve sometida la juventud de Milán y de
Módena me parecen una delicia si las comparo con la dulzura del Gobierno francés, que en París
pasa inadvertido: conservarán entre nosotros la superioridad de la fuerza de voluntad. Los peligros
del siglo XIII nos valieron los grandes hombres del siglo XIV”

“¿Por qué se siente tanto placer al oír cantar en los moentos de desgracia? Es que, de una manera
oscura y que no hiere el amor propio, este arte nos hace crear en la piedad entre los hombres:
cambia el dolor a secas en dolor-lamentación; hace fluir las lágrimas_; su consuelo no va más lejos.
A las almas tiernas que lloran la muerte de un ser querido no hace más que perjudicarlas y
acelerar en ellas el progreso de la tisis” (332)

Stendhal. Memorias 1817

“La música, por el contrario, conserva todavía un poco de ese fuego creador que ene ste país
animó sucesivamente a la poesía, a la pintura y, por fin, a los Pergolesi y a los Cimarosa. Ese fuego
divino fue encendido antiguamente por la libertad y las costumbres admirables de las repúblicas
de la Edad Media” (367)

“Esa es la desgraciada estrella de nuestro siglo: el autor sólo quería divertirse y al final su cuadro
acaba ennegreciéndose con los tristes tonos de la política” (367)

“Rossini y Mozart son los autores que están de moda” (372)

“No hay nada tan divertido como nuestras disquisiciones sobre la Antigüedad y sus artes. No
leemos más que insulsas traducciones, mutiladas por la censura, y no podemos ver que entre ellos
el desnudo era objeto de verdadero culto; en cambio, entre nosotros repele. En Francia el vulgo
no atribuye el título de hermoso mas que a lo femenino. Entre los griegos no se conocía la
galantería, y a cada instante se practicaba un amor que resulta odioso a los modernos (…) Lo más
divertido es que pretendemos tener un gusto girego en las artes, siendo así que carecemos de la
principal pasión que hacía a los griegos sensibles a las artes” (384)

“Esta música divina me ha librado de todo el tedio que me produjeron mis compañeros ingleses de
viaje y la política” (389)

“Estas voces me transportan más allá de cuanto hay de común en la vida” (391)

“Nunca se alcanza el fuego más que cuando se escribe en la lengua con que se habla a la amante y
a los rivales” (398)

“El rey no habla más que napolitano, y encuentro que tiene razón; ¿por qué no ser uno mismo?
(…) pues nunca ha habido un hombre que haya sido más “él mismo” que Dante” (395)

“Acabo de descubrir a un italiano que tine un poco de talento original. La palabra imitar parece
haber sido creada pensando en este país. Desde que dejaron enfriar el fuego qu depositó en su
seno la libertad del siglo XIV y aquella “juventus de las almas” que descrubría lo bello después de
diez siglos de barbarie, circunstancia única y que no volverá a presentarse nunca, han caído en el
último grado del marasmo” (397)

“¿Cómo hablar de mpusica sin hacer historia de mis sensaciones?” (399)

“No tengo corazón para escribir” (446)

(Hablando de Lord Byron) “Habla el griego antiguo, el griego moderno y el árabe. Aprende aquí el
armenio de un papas armenio que tabaja en una obra importante sobre el lugar exacto donde
estaba situado el Paraíso Terrenal” (448)

“La mpusica es un arte tierno; un carácter perfectamente seco está fuera de su alcance. Como le
es inherente la ternura, la lleva a todas partes y por eso la imagen del mundo que nos presenta
encanta a las almas tiernas y desagrada tanto a las demás” (450)

“¿Cómo pintar esta emoción? Hay que amar las artes, hay que amar y ser desgraciado” (462)
“No puedo vencer la melancolía que se apodera de mi al tener que abandonar este país” (475)

“¿Qué voz elocuente se elevará para mostrarnos que las grande ciudades obligan al hombre y a los
gobiernos a poseer ciertas virtudes? En las artes, lo verdaderamente bello no puede nacer más
que ahí.” (479)

“He reflexionado sobre todo esto y reanudaré mi viaje en cuanto lo pueda hacer; no es que haya
aprendido nada; es alma lo que he ganado. La vejez moral ha retrocedido ante mí unos diez años.
He entrevisto la posibilidad de una nueva dicha. Todos los resortes de mi alma han sido nutridos y
fortificados; me siento rejuvenecido. La gente seca ya no puede nada sobre mí; conozco la tierra
donde se respira ese aire celestial cuya existencia niegan ellos. Para esta gente soy de hierro.”
(487)

No se consigue nunca hablar de lo que se ama. R. Barthes

“Pues la bella Italia siempre está más lejos, en otra parte”

“La música, para Stendhal, es el síntoma del acto misterioso con el cual inaugura su transfert: el
síntoma, es decir, lo que libera y a la vez enmascara la irracionalidad de la pasión. Pues, una vez
que se ha fijado la escena que es el punto de partida, Stendhal la reproduce sin cesar, como un
enamorado que quisiera volver a encontrar esa cosa básica que regula tantas de nuestras
acciones: el primer placer (…) se diría que se trata de un maníaco que desembarca en una ciudad
provechosa para su pasión y que se precipita la misma noche a los lugares del placer que ya tiene
localizados (…) Los signos de una auténtica pasión son siempre un tanto incongruentes, hasta tal
punto son tenues, fútiles, inesperados, los objetos en que se conforma el transfert principal”

“Así pues, Stendhal está enamorado de Italia: no se debe tomar esta frase como una metáfora. Eso
es lo que quiero demostrar: "Es como el amor", dice, "y no obstante no estoy enamorado de
nadie". Esta pasión no es confusa, ni siquiera difusa; se inscribe, ya lo he dicho, en detalles
preciosos; pero sigue siendo plural. Lo amado, y, si me atrevo a usar el barbarismo, lo gozado, son
colecciones, concomitancias: al revés que en el proyecto romántico del Amor loco, no es la Mujer lo
adorable en Italia, sino las Mujeres; no es un placer lo que Italia ofrece, sino una simultaneidad,
una sobredeterminación de los placeres; la Scala, el auténtico espacio eidético de las alegrías
italianas, no es un teatro, en el sentido chatamente funcional de la palabra (es decir, en lo que
representa); es una polifonía de placeres: la ópera misma, el ballet, la conversación, la
información, el amor y los helados (gelati, crepé y pezzi duri). Esta pluralidad amorosa, análoga en
suma la que practica hoy en día el "ligón", es evidentemente un principio stendhaliano: conlleva
una teoría implícita de la discontinuidad irregular, de la que puede decirse que es estética a la vez
que psicológica y metafísica; la pasión plural obliga, en efecto –una vez que se ha admitido su
excelencia-, a saltar de un objeto a otro, a medida que los presenta el azar, sin experimentar el
menor sentimiento de culpabilidad respecto del desorden que esa pasión plural conlleva. Esta
conducta es tan consciente en Stendhal que llega a encontrar en la música italiana –a la que
adora- un principio de irregularidad completamente homólogo al del amor disperso: al tocar, los
italianos no observan el tempo; el tempo es cosa de los alemanes; por un lado está el ruido
alemán, el estruendo de la música alemana, ritmada por una medida implacable ("los primeros
tempistas del mundo"); por otro lado, la ópera italiana, suma de placeres discontinuos y como
insubordinados; es lo natural, garantizado por una civilización de mujeres”

“La música constituye una especie de primitivismo del placer: produce un placer que se sigue
intentando siempre encontrar de nuevo, pero nunca se intenta explicar; es, pues, el espacio del
efecto puro, noción central de la estética stendhaliana. Ahora bien, ¿qué es un efecto puro? Es un
efecto desconectado y como purificado de toda razón explicativa, es decir, en definitiva, de toda
razón responsable. Italia es el país en que Stendhal, al no ser por completo un viajero (turista) ni
completamente indígena, se encuentra voluptuosamente retirado de la responsabilidad del
ciudadano; si Stendhal fuera ciudadano italiano, moriría "envenenado por la melancolía": mientras
que, al ser milanés de corazón, pero no de estado civil, no tiene otra cosa que hacer que recolectar
los brillantes efectos de una civilización de la que no es responsable”

“Pues precisamente ahí, en la sensación, es donde comienza la dificultad del lenguaje; no es fácil
expresar una sensación (…)Toda sensación, si uno quiere respetar su vivacidad y su acuidad induce
a la afasia. Ahora bien, Stendhal tiene que ir aprisa, ésa es la exigencia de su sistema; porque lo
que quiere anotar es la "sensación del momento"; y los momentos, como ya hemos visto a
propósito del tempo, sobrevienen con irregularidad, rebeldes en toda medida. Es por una fidelidad
a su sistema, por fidelidad a la propia naturaleza de su Italia, "país de sensaciones", por lo que
Stendhal desea una escritura rápida: para correr más, la sensación se somete a una estenografía
elemental, a una especie de gramática expeditiva del discurso en la que se combinan
incansablemente dos estereotipos: lo bello y su superlativo; pues nada es más rápido que el
estereotipo, por la simple razón de que se confunde, y siempre por desgracia, con lo espontáneo.
Hay que ir más lejos en la economía del discurso italiano de Stendhal; si la sensación stendhaliana
se presta tan bien a un tratamiento algebraico, si el discurso que alimenta es continuamente
inflamado y continuamente vulgar es porque esa sensación, curiosamente, no es sensual; Stendhal,
cuya filosofía es sensualista, es quizás el menos sensual de nuestros autores y ésa es la razón por la
que, sin duda, resulta tan difícil aplicarle una crítica temática”

“Los dos amores de Stendhal, la Música e Italia, son, por así decirlo, espacios al margen del
lenguaje; la música lo es por estatuto, ya que escapa a toda descripción, y no se deja expresar,
como ya se ha visto, más que a través de su efecto; e Italia alcanza el estatuto del arte con el cual
se confunde; no tan sólo porque la lengua italiana, como dice Stendhal en De l’amour, "hecha
mucho más para ser cantada que para ser hablada, sólo se sostendrá contra la claridad francesa
que la invade gracias a la música"; sino también por dos razones más extrañas; la primera es que,
para el oído de Stendhal, la conversación italiana tiende sin cesar hacia ese límite del lenguaje
articulado que es la exclamación: "Es una velada milanesa", anota con admiración Stendhal, "la
conversación sólo consistía en exclamaciones. Durante tres cuartos de hora, de reloj, no hubo una
sola frase acabada"; la frase, la armadura acabada del lenguaje, es la enemiga (basta con
recordar la antipatía de Stendhal hacia el autor de las más bellas frases del francés,
Chateaubriand). La segunda razón, que aparta preciosamente a Italia del lenguaje, de lo que yo
llamaría el lenguaje militante de la cultura, es precisamente su incultura: Italia no lee, no habla,
sino que exclama, canta”

“En suma, lo que ha pasado –lo que ha atravesado- entre el Diario de viaje y La Cartuja es la
escritura. ¿Y eso qué es? Un poder, probable fruto de una larga iniciación, que descompone la
estéril inmovilidad del imaginario amoroso y que da a su aventura una generalidad simbólica.
Cuando era joven, en la época de Rome, Naples, Florence, Stendhal podía escribir: "…cuando
miento, me pasa como a M. de Goury, que me aburro"; él aún no sabía que existía una mentira, la
mentira novelesca, que sería –oh milagro- la desviación de la verdad, y, a la vez, la expresión por
fin triunfante de su pasión italiana”

¿Cuando se conocieron? ¿Cómo fue? ¿Se habrán cruzado en alguna calle perdida? ¿Cómo se
prometieron amor? ¿Cómo supieron que se amaban? ¿En que rincón de Fiésole lo supieron? ¿Se
amaron toda la vida? Todo esto, y mucho más, no lo sabremos. Gianni Scchichi es el recuerdo de
dos amantes. Es el cuento que se cuentan ¿de lo que fueron, de lo que podrían haber sido, de lo
que no supieron ver? No sabemos, sencillamente, están quietos, detenidos en el amor, en una
promesa. Se aman. Eso es lo que nos ha sido dado ver. No hace falta más.

Cuando mi abuelo llego a su última noche, mientras temrinaba el libro que me acompaño durante
toda su agonía, mientras su cuerpo estaba abierto y su dolor lo inundaba, mientras ya no quedaba
mucho del hombre que sencillamente disfrutaba estar junto a nosotros, a mis hermanas, a mis
papás, el hombre que decía casi llorando: nunca pensé que iba a tener una familia tan hermosa,
¡qué familia hermosa que tengo! (Porque el tampoco podía decir más que eso, por eso sólo
estaba, necesitaba ser testigo, necesitaba verlo, acompañarlo, lo amaba, el tampoco podía decir
nada), el hombre que había perdido a su padre muy chico y que nunca contó más que cómo
montaba en chancho y comía huevos de avestruz, mientras él desaparecía con la violencia de in
bisturía y el plástico cortándole el cuerpo y los intestinos, mientras el cancér lo terminaba de
vencer, lo ví. Estaba en mi biblioteca, en blanco y negro, como una foto, Joven, con su pelo negro
oscurísimo, peinado hacia atrás como siempre, su bigote perfecto recortado, su traje. Me miraba.
Y ahí, lo supe. Otra vez, sencillamente, estaba, Acompañaba, saludaba, siempre como supo: en
silencio, bueno, sencillo.

Rinuccio y Lauretta están detenidos. Eso es el amor. No hay más que el recuerdo de la promesa,
que es el recuerdo de su amor, que es el recuerdo de la promesa, que es Fiesole, que somos
nosotros mirándolos, que son ellos prometiendo, que somos nosotros mirándolos recordar, que es
dante, que es la lengua, que es el canto, que son ellos, para siempre, suspendidos, en Fiesole, para
comenzar, una vez más, el amor que no se ha extinguido nunca y que sigue allí, como desde la
primera mirada junto al Arno.

Y qué pasa cuando nosotros ya no estemos detenidos, cuando todo se desgrane, se rompa.
Cuando seamos, una vez más, desconocidos. ¿volveremos a ser extraños? Así, es una vez más la
distancia. Y para no hablar de nosotros, del dolor que eso me provoca, he escrito este texto pobre,
sin sentido, o nacido del único sentido que puede tener: hablarte a vos de amor.

Ovidio, Renmedio de amor

“Haz que caiga una puerta hecha pedazos al rigor de las contiendas nocturnas, y que otra se
adorne con multitud de guirnaldas (…) Que el enamorado dirija ya tiernas súplicas, ya violentos
improperios, y cante, si se le niega la entrada, en tono quejumbroso”

“El amor es fecundo en pretextos y encuentra su alimento en demorar las resoluciones”

“Rehúye el ocio que favorece al amor, lo sustenta una vez nacido y es la causa y el alimento de mal
tan delicioso. Si vences el ocio quebrarás el arte de Cupido, y blanco de tu desprecio, caerán por el
suelo sus antorchas apagadas (…) Así Venus se complace en el ocio. ¿Quieres ahuyentar el amor?
El amor odia el trabajo; ocupa las horas y estarás seguro. La pereza y el sueño no interrumpido
durante largas horas, el juego de los dados y el exceso en el beber que trastorna la cabeza, sin
producir hondas llagas, quebrantan las energías del espíritu, que falto de prevención se rinde a las
asechanzas amorosas. Cupido es el compañero de los holgazanes y odia a los que trabajan (…) Da a
tu ociosidad cualquier ocupación que la entretenga; dedícate al foro, allí hay leyes, amigos que
defender; frecuenta los sitios en que los candidatos se disputan los honores políticos o vuela a
conquistar los laureles del sanguinario Marte, que tanto honran a la juventud, y los placeres te
volverán pronto la espalda (…) También los campos y sus diferentes cultivos producen sumo
deleite al espíritu, y las cuitas más graves ceden a tales ocupaciones. Doma los Toros, los obliga a
domar la cerviz bajo la carga del arado, y con la aguda reja hiende le suelo endurecido; deposita en
los abiertos surcos las semillas de Ceres, que el campo te pagará un día con creces (…) Así que
estos placeres embargan la atención, el Amor pierde su fuerza y huye con débiles alas (…) dedícate
a la caza. Ahora persigue la tímida liebre con el perro de sutil olfato, ahora tiende las redes en la
maleza de los bosques, y espanta al ágil ciervo de mil maneras, y verás caer al jabalí herido por tus
dardos; sin acordarte de las bellas, te entregarás por la noche al sueño que alivia las fatigas y darás
a tus miembros un saludable reposo (…) Con estos u otros medios debes engañar las horas, hasta
que rompas las cadenas que te oprimen. Sobre todo huye, por fuertes que sean los vínculos que te
encadenan, huye lejos y emprende largos viajes (…) No preguntes las millas que has recorrido, sino
las que te falta por recorrer, ni busques pretextos que te detengan en un lugar próximo; no
cuentes los días, no vuelvas con frecuencia la mirada hacia Roma, huye sin descanso (…) No creas
que basta huir, prolonga la ausencia hasta que el fuego pierda toda su fuerza y no se oculte una
braza bajo las cenizas (…) Como de costumbre, el Tíber correrá a hundirse en las olas del Océano y
la luna proseguirá su curso arrastrada por níveos corceles”

“¿Dónde huyes? Entre la turba estarás bien seguro. No tienes necesidad de aislarte, el aislamiento
agravaría tus zozobras, que hallarán grande alivio en las reuniones numerosas. Si permaneces solo,
te dominará la tristeza, y la cara de tu amante abandonada se ofrecerá a tu vista como si fuese su
misma persona; por eso la noche es más triste que la claridad del día, porque en ella le falta al
desdichado el consuelo de los amigos que alivian las penas. No rehúyas la conversación, no cierres
la puerta de tu casa ni sepultes el atribulado semblante en las tinieblas, en tales casos la amistad
es un bálsamo que cicatriza profundas llamas”

“Si amas y quieres verte libre, evita la compañía de los enamorados: este contagio alcanza al
hombre lo mismo que a lo ganados. Mientras los ojos contemplan las heridas ajenas, siéntense
heridos a su vez, y al ponerse los cuerpos en contacto, se transmiten muchas dolencias”

El arte de amar

“Si alguien en la ciudad de Roma no conoce el arte de amar, lea mis versos, e instruido por sus
versos ame. El arte pone en movimiento con las velas y el remo las ágiles naves, el arte guía los
veloces carros y el amor se debe regir por el arte (…) No obstante, el toro dobla la cerviz al yugo
del arado y el potro generoso tiene que tascar el freno; yo me someteré al amor, aunque me
destroce el pecho con sus saetas y sacuda sobre mí sus antorchas encendidas” (El arte domina,
pero a la vez es tomado por el amor)

“No arguye menos mérito que la conquista el guardar lo conquistado: el uno es obra del azar, lo
otro consecuencia del arte”

“El tierno amor se alimenta de dulces palabras”

“El tiempo debilita los recuerdos, se desvanece el amor ausente, y otro nuvo amante viene a
reemplazarlo”

“las sirenas eran unos montruos marinos que detenían el curso de las naves con su voz
encantadora (…) Muchachas: aprended a cantar; no pocas, con la dulzura de la voz lograron que se
olvidase su falta de atractivo”

Epicuro. Carta a Meneceo

“Aunque envejezcamos, podamos ser jóvenes en bendiciones mediante el grato recuerdo de lo


que ha sido; y, cuando jóvenes, podemos también ser viejos al mismo tiempo, porque no
abrigamos temor alguno a lo que está por delante. Debemos, por lo tanto, perseguir todo aquello
que proporciona la felicidad, pues cuando la felicidad está presente, lo tenemos todo”
“Debemos recordar que el futuro no es ni completamente nuestro ni tampoco no nuestro, de
manera que no deberíamos esperar totalmente que sea, ni perder la esperanza, como si no fuera a
ser”

“Quien no recuerda el bien pasado se ha convertido en anciano”

“Me he adelantado a ti, Fortuna, y te he cerrado la puerta de entrada. Ni a ti ni a ninguna otra


circunstancia me entregaré como cautivo. Pero cuando la necesidad me obligue, saldré de la vida,
escupiendo sobre ella y sobre aquellos que vanamente se aferran a ella, cantando un hermoso
cántico sobre la belleza que hemos vivido”

“Debemos atender a nuestras desgracias con la feliz memoria de lo que se ha ido y con la
conciencia de que es imposible deshacer lo que ya se ha hecho”

“Por el cuerpo, en verdad, podemos ser afectados tan sólo por las cosas presentes, por el alma
alcanzamos, en cambio, el pasado y el futuro”

“Si la espera de un bien que se cree próximo proporciona alegría, el recuerdo de un bien del que
ya se ha gozado no hace menos felíz. Los insensatos se atormentan con males que ya no existen;
los sabios, con el encanto de la rememoración; gozan todavía de sus placeres pasados (…) Fijado
atentamente en el pasado, nuestro espíritu puede hacer nacer para nosotros la pena del seno de
los recuerdos amargos, y la alegría de las reminiscencias del placer”

También podría gustarte