Historia de La Anestesia Local
Historia de La Anestesia Local
Historia de La Anestesia Local
DE MÉXICO
FACULTAD DE ODONTOLOGÍA
2003
Anestesia
HISTORIA DE LA ANESTESIA
Desde que el hombre apareció en la tierra, el dolor ha sido uno de sus principales
problemas y ha buscado sistemáticamente el método para librarse de él.
El hombre médico de Cro-Magnon se distinguió por su capacidad en el tratamiento de las
heridas y de la enfermedad. Su aspecto físico era muy particular, grotescamente vestido
para alejar a los malos espíritus; trataba a sus pacientes haciendo hogueras humorosas en
donde quemaba sus agentes terapéuticos. EL paciente permanecía acostado de espaldas
donde el humo era más espeso y casi semiasfixiado, lo que se podría denominar la primera
forma de anestesia por inhalación. Su materia prima estaba formada por hierbas y flores del
campo y así se descubrieron poco a poco las propiedades narcóticas de ciertas plantas.
Poco a poco con el paso de los siglos se han encontrado nuevos métodos y substancias
para producir anestesia:
El avance de los procedimientos anestésicos hasta el año 1700 fue prácticamente nulo y en
esta época se utilizaron algunos procedimientos ya conocidos con anterioridad:
El gran desarrollo de la anestesia local no ocurrió hasta el siglo XIX. En esta época se
descubrieron de forma paralela las propiedades anestésicas del óxido de azoe en Estados
Unidos, por Horacio Wells, y del cloroformo, descubierto accidentalmente en Inglaterra por
M. Furnell, estudiante de medicina.
ANESTESIA
Anasithesia es una palabra griega formada por dos raíces. An= sin + esthesia=
sensibilidad.
La anestesia es el estado no reactivo (sin respuesta) inducido por las substancias
anestésicas. Los anestésicos generales producen anestesia en todo el cuerpo y son
administrados por inhalación o por inyección directa en el torrente circulatorio. Los
anestésicos locales provocan una anestesia restringida con retención total del estado de
consciencia y de la regulación neuronal interna y se aplican en los nervios sensitivos
periféricos que internan una región.
Los anestésicos son substancias que inducen una incapacidad temporal para percibir un
estímulo sensorial y actúan en el cerebro o en el sistema nervioso periférico para suprimir
respuestas a estímulos sensoriales: tacto, presión y dolor. Tales procedimientos permiten la
aplicación de procedimientos quirúrgicos médicos y dentales.
Algunos anestésicos actúan en dos áreas fundamentales:
1. Deprimen al sistema nervioso central (barbitúricos, halotano y opiáceos).
2. Induce amnesia (óxido nitroso, enflurano).
ANESTESIA LOCAL
El desarrollo del primer anestésico local sintético, la procaína, en 1904 por el químico Alfred
Einhorn y su uso clínico por el Dr. Braun en 1905, marca una etapa muy importante en la
anestesia local. Einhorn estableció el principio de todos los ésteres de los ácidos aromáticos
que producen un mayor o menor grado de anestesia local, lo que derivó en la síntesis de
procaína. Este principio es considerado hasta la fecha como el estándar de referencia con
otras drogas en charro a efectividad y toxicidad, aunque en los Estados Unidos la
lidococaína se ha convertido en el estándar de referencia.
La principal desventaja de estos anestésicos locales tipo Ester fue su corto periodo de
acción por inactivación por las esterasas, además de las reacciones alérgicas producidas. En
1930, se logró un aumento de la duración de la acción con la síntesis de la tetracaína por
una substitución en su anillo aromático; sin embargo, esta substancia fue 10 veces más
tóxica que la procaína. En 1943, Löfgren y Lundquist sintetizaron la lidocaína, lo que marcó
el inicio de una nueva serie de substancias, en las cuales la cadena intermedia fue
reemplazada por una unión amida.
Sobre esta base, una serie de anestésicos locales tipo ácido-amida (mevipacaína, prilocaína,
bupivacaína y etidocaína) se desarrollaron. En 1973, se sintetizó el último el último
anestésico, la articaína, en la cual la anilina se substituye por un residuo tiofeno.
Toda esta serie de nuevos anestésicos mostraron mayor selectividad para las fibras
parasimpáticas y sensoriales y menos especificidad para los nervios motores.
La importancia de la adición de un vasoconstrictor para prolongar la acción y aumentar el
efecto local de los anestésicos, se basó en los trabajos originales de Braun en 1903 y
posteriormente demostrado en forma magistral por Bieter en 1936 utilizando diferentes
concentraciones de epinefrina.
Aunque los ésteres son, desde el punto de vista clínico, anestésicos adecuados, pueden
provocar reacciones alérgicas en un significativo porcentajes de pacientes. Esto llevó a la
búsqueda de una nueva clase de fármacos con propiedades anestésicas locales, las amidas.
Nils Löfgren, que sintetizó la lidocaína, con mejores propiedades anestésicas.
Otra ventaja de la lidocaína sobre la procaína es su capacidad de conseguir un comienzo
más rápido del efecto anestésico: la anestesia pulpa con lidocaína se obtiene en 3-5
minutos y con procaína en 6-10 minutos.
La lidocaína sin epinefrina consigue 5-10 minutos de anestesia pulpar, lo cual es insuficiente
para la mayoría de los tratamientos dentales que se realizan en la actualidad.
La anestesia local se utiliza para inducir anestesia en áreas limitadas. Esta área limitada se
logra por el sitio y el método de administración y por las propiedades físico-químicas de las
drogas.
Estas pueden ser aplicadas en forma subcutánea alrededor de las terminaciones nerviosas
del nervio sensorial (anestesia por infiltración). También sobre las mucosas, tales como la
conjuntiva, faringe, laringe y uretra (anestesia tópica). Sobre un tronco nervioso (anestesia
regional) que bloquea tanto la conducción motora como la sensitiva.
Una forma especial de anestesia regional es la colocación de un anestésico en el canal
espinal o en el líquido cefalorraquídeo (anestesia espinal o intratecal). Cuando el anestésico
se coloca entre las dos membranas de las meninges que rodean la médula espinal se
denomina como anestesia epidural.
BIBLIOGRAFÍA
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local en odontología. Grupo Ars XXI de Comunicación, 2006.
Jaramillo Antillón J., Historia y filosofía de la medicina. Edición ilustrada.
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