P1 E2 Articulo
P1 E2 Articulo
P1 E2 Articulo
DESEMPLEO?
CIFO
Jesús Salinas
Universidad de las Islas Baleares
[email protected]
Resumen
Cualquier persona con una conexión a internet puede apuntarse a los cientos de cursos
de idiomas, mecanografía o informática que aparecen en la red. También en el terreno
de la formación continua y superior se observa un incremento de las demandas de
aprendizaje. Este incremento del mercado de formación lleva consigo, como hemos
señalado, mayores oportunidades y mayor competitividad, tanto para las instituciones
existentes, como para las de nueva creación.
De igual manera, el rol del docente también cambia en un ambiente rico en TIC. El
profesor deja de ser fuente de todo conocimiento y pasa a actuar de guía de alumnos
para facilitarles el uso de recursos y herramientas que necesitan para explorar y elaborar
nuevo conocimiento y destrezas, pasa a actuar como gestor de la pleyade de recursos de
aprendizaje y a acentuar su papel de orientador. En este contexto, parece conveniente
que los profesores sean capaces de (Salinas, 1998):
1.- Guiar a los alumnos en el uso de las bases de información y conocimiento así
como proporcionar acceso a los alumnos para usar sus propios recursos.
2.- Potenciar que la actividad de los alumnos en el proceso de aprendizaje
autodirigido, en el marco de aciones de aprendizaje abierto.
3.- Asesorar y gestionar el ambiente de aprendizaje en el que los alumnos están
utilizando los recursos de aprendizaje. Tienen que ser capaces de guiar a los
alumnos en el desarrollo de experiencias colaborativas, monitorizar el progreso
del estudiante; proporcionar feedback de apoyo al trabajo del estudiante; y
ofrecer oportunidades reales para la difusión del trabajo del estudiante.
4.- Acceso fluido al trabajo del estudiante en consistencia con la filosofía de las
estrategias de aprendizaje empleadas y con el nuevo alumno-usuario descrito.
Elementos de reflexión
4.- La diversificación de los objetivos formativos supone otra línea de reflexión. Las
nuevas tecnologías definen nuevos perfiles profesionales, borran otros o introducen
variaciones en los ya existentes. Al mismo tiempo estas tecnologías, sobre todo las
tecnologías de la información aportan nuevas posibilidades para la formación necesaria
para lograr los ajustes necesarios. Así pues, no sólo se dispone de un mayor abanico de
medios para diseñar y desarrollar procesos formativos como respuesta a las demandas
del proceso de innovación sociocultural. Este mismo proceso determina cambios en
todos los elementos del proceso educativo (Martínez, 1994; Cabero, 1996). Fruto del
nuevo panorama propiciado por esa evolución tecnológica, la actual sociedad exige
nuevos objetivos formativos que superan la mera adecuación al puesto de trabajo
(Ferrández, 1993) y se enmarcan cada vez más en la educación continua. Al abordar la
aplicación de las TIC en la formación debe considerarse, sin duda, la educación para el
empleo (la sociedad necesitará fuerza de trabajo versatil, capaz de responder a las
necesidades de una economía y una sociedad vertiginosamente cambiantes), pero
también la educación para la vida (o lo que es lo mismo, aprender a cómo vivir en el
siglo XXI, entender el mundo y entenderse uno mismo), la educación para el mundo
(preparar para hacer frente al impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad), la
educación para el autodesarrollo y la educación para el ocio.
Los distintos sistemas formativos deben sensibilizarse respecto a estos nuevos retos y
proporcionar alternativas en cuanto a modalidades de aprendizaje. De nada sirve
sustituir los antiguos medios por nuevas tecnologías sin otro cambio en los sistemas de
enseñanza. En este sentido, no podemos volver a caer en los errores cometidos en las
décadas precedentes, pero tampoco sucumbir al influjo de la máquina todopoderosa. En
este sentido, la utilización pertinente de las redes debe ayudarnos a formar más, formar
mejor, formar de otra manera. Y en el terreno de la educación superior y continua, el
éxito de estos proyectos dependerá de la transformación de algunas de las actuales
estructuras que provocan el aislamiento institucional para potenciar equipos que
conjuguen la calidad docente en sistemas presenciales con la interacción a través de las
redes y que lleven a la cooperación en el diseño y la distribución de los cursos y
materiales de educación a distancia, en el marco de consorcios de instituciones dando
lugar a verdaderas redes de aprendizaje. Para que exista una verdadera red, se necesita,
mucho más que telecomunicaciones, un entramado de personas, tecnología e
instituciones, donde el elemento más importante lo constituye el factor humano desde el
momento en que decide compartir recursos y experiencias o cooperar en su creación o
compartir la docencia.
Referencias