Aprehender Valores Morales en La Educación Formal
Aprehender Valores Morales en La Educación Formal
Aprehender Valores Morales en La Educación Formal
TÍTULO: Aprehender valores morales en la educación formal y no formal. Análisis según la ética
AUTORES:
RESUMEN: A pesar de la importancia de la formación moral de las personas, suele ser una materia
profundizada poco desde la perspectiva filosófica en el ámbito pedagógico. No obstante, suele ser
considerado oportuno analizar la aprehensión de valores morales desde una perspectiva objetiva, y
este análisis, se explicará cómo los valores que existen independientes de la consciencia, se relacionan
esencialmente con las disposiciones de ánimo y con la voluntad de cada persona. Relación que
determinará la posibilidad o la impotencia de cada sujeto para apropiarse de los valores morales
positivos.
PALABRAS CLAVES: educación moral, filosofía moral, ética, amor, transformación social.
TITLE: Apprehend moral values in formal and non-formal education. Analysis according to the
AUTHORS:
ABSTRACT: In spite of the importance of the moral formation of the people, is usually a matter
deepens little from the philosophical perspective in the pedagogical scope. However, it is usually
analyze the apprehension of moral values from an objective perspective, and in particular, on the
basis of two important contemporary German philosophers. From this analysis, it will be explained
how the values that exist independent of consciousness, are essentially related to mood dispositions
and the will of each person. Relationship that will determine the possibility or impotence of each
KEY WORDS: moral education, ethic, moral philosophy, love, social transformation.
INTRODUCCIÓN.
La propia educación moral y la contribución a la educación moral de las demás personas son parte de
las tareas sociales más importantes que cada ser humano realiza a lo largo de su vida, comprendiendo
que la formación moral media todas las actividades psico-sociales que desempeñan. Asimismo, es
sabido que constantemente las personas se enfrentan a situaciones que exigen poner en práctica los
diferentes aprehendizajes morales experimentados con anterioridad y también son múltiples las
situaciones diarias en las que se debe disponer el espíritu para aprehender nuevas ideas, valores o
acciones; por lo mismo, hace más de dos milenios ya nos enseñaba Sócrates, con su ejemplo de vida,
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la importancia de educar a las personas en los razonamientos sobre lo moralmente bueno (Platón,
1871).
Igualmente, siguiendo el camino de su maestro, Platón (2007) filosofó en reiteradas ocasiones sobre
la importancia de guiar el alma de las personas hacia el bien moral, educación que podría comenzar
desde la primera infancia por medio de los juegos. Siguiendo esta misma tradición, Aristóteles (2018)
que tuvo como maestro a Platón, advirtió en su ética sobre la importancia de dirigir nuestra voluntad
Como se puede apreciar, para este ensayo se utilizará el concepto de aprehender, ya que este refleja
una idea adecuada para la perspectiva axiológica en la que se adscriben los autores que serán
analizados. Aquella idea representativa, indica que cada ser humano aprehende por medio de la
captación de realidades que se encuentran en el exterior del sujeto. O en otras palabras, la captación
de realidades objetivas que son independientes de la conciencia humana. Así, referido al tema
específico que se está tratando, cada persona tiene la posibilidad de captar valores morales, los cuales
Los filósofos que aportan las ideas para el análisis, Max Scheler y Nicolai Hartmann, son reconocidos
por fundamentar el objetivismo en la axiología, el cual fundamenta que “los valores son descubiertos,
no atribuidos por nosotros a las cosas” (Rincón, 2007, p. 29). Sobre esta existencia a priori de los
valores, que les otorga un carácter absoluto y estable, Scheler (2001) indica que por ser cualidades
valiosas no varían en función de la realidad de quienes captan los valores, de modo que “así como el
color azul no se torna rojo cuando se pinta de rojo una bola azul, tampoco los valores y su orden
A partir de esta perspectiva objetiva de los valores, es consecuente señalar que los valores morales
son universales (Hartmann, 2011) y que no existe ningún territorio donde sus habitantes con una
consciencia cognoscente se encuentren esencialmente limitados para acceder a ellos. Esta idea sin
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duda que es esperanzadora, sobre todo para pensar que el progreso de la humanidad debe ser que cada
vez más personas, junto a sus pueblos, opten por preferencias moralmente buenas y que tiendan hacia
el bien común, sobre todo ante las grandes problemáticas sociales que se aprecian en múltiples lugares
de nuestro planeta. Esta idea es reforzada por Rincón (2007), al señalar que desde esta perspectiva
“el valor es objetivo porque existe con independencia del sujeto o conciencia valorativa” (p. 29).
Por su parte Hartmann (2011) señala, que el apriorismo ético representa un mandato moral que enseña
lo que es bueno a nivel general, pero no prescribe nada por sí o en situaciones concretas, debido a que
el conocimiento que se tiene sobre la objetividad axiológica nunca es perfecto, por lo tanto, la labor
filosófica en torno al tema es identificar hallazgos éticos, enseñarlos y contemplarlos, de modo que
su aporte fundamental es permitir contemplar los saberes sobre el apriorismo ético; sin embargo, esta
labor puede trascender a la realidad cotidiana de la sociedad, ya que “en la medida en que lo
contemplado contiene un requerimiento, un mandato, la ética es, a la vez, la consciencia del mandato
y, de este modo, ella misma, una consciencia que manda” (p. 75). Estas ideas también representan
uno de los motivos que han originado las ideas apriorísticas de los valores, que son hacer frente a las
ideas axiológicas subjetivistas y consolidar un orden estable del ámbito moral (Rincón, 2007).
En base a los planteamientos mencionados, se elabora este ensayo que tiene por finalidad analizar el
Hartmann.
DESARROLLO.
Los valores son cualidades estructurales (Frondizi, 1968) y al reino al que pertenecen según Hartmann
(2001), no es el reino material de nuestra existencia, tal como ha fundamentado Platón, sino que es
un reino inalcanzable para los seres humanos, que la fenomenología denomina el reino de la
esencialidad o en otras palabras, el reino de las esencias, que funda estructuralmente el mundo
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material. Así, cobra sentido que los valores del reino de las esencias, (eliminar la coma marcada) se
encuentren como contenidos en el reino material, lo que ha sido fundamentado por Scheler (2001) en
su ética material de los valores, que por cierto, es opuesta a la ética formal de Kant.
En esta ética material, los valores son independientes de la naturaleza material, pero se extienden en
ella, de modo que el ser humano puede intuir los valores por medio de la percepción sentimental. Al
respecto, Hartmann (2011) explica en la siguiente frase como la persona identifica por medio de sus
sentimientos el contenido de lo que es o no valioso: “El sentimiento originario del valor es, en cambio,
aprobar, decir si, preferir algo completamente lleno de contenido. Y este algo lleno de contenido es
Los valores en esta ética material y objetiva axiológica, se encuentran clasificados y jerarquizados
en base a sus relaciones esenciales. Así, entre las categorías de valores estarían los valores de lo
agradable-desagradable, los valores vitales (noble-vulgar o bueno-malo), los valores espirituales (por
ejemplo: amor-odio) y los valores de lo santo-profano (por ejemplo de lo santo: Dios). Mientras que
la jerarquía de estas categorías de valores sigue el mismo orden en que fueron mencionadas, lo cual
es explicado por Scheler (2001) de la siguiente forma: “Los valores de lo noble y lo vulgar son una
serie de valores más alta que la serie de lo agradable y lo desagradable; los valores espirituales, a su
vez, son una serie de valores más alta que los valores vitales; y los valores de lo santo son una serie
También sobre esta ética material de los valores, Hartmann (2011) señala, que como la consciencia
moral es material y objetiva, los mandatos morales que se encuentran en la esencia de los valores
condicionan el deber ser de las personas, de modo que la consciencia siempre tiende a aquellos
mandatos. Así, el ser por medio de su voluntad puede manifestarse en mayor o menor medida hacia
la práctica de un deber-ser virtuoso. Esta tendencia, como señala Scheler (2001), se encuentra fundada
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en los valores y no en la experiencia de objetos, ya que los objetivos de la tendencia se dan a partir
que se incluyen en la tendencia; sin embargo, cabe destacar que a pesar de que el ser tenga una
tendencia fundada en los valores, los fines volitivos nacen de un acto de elección, lo que representaría
el libre albedrío de cada persona por medio de su voluntad (Stein, 2003). De esta forma, el fin volitivo
“se apoya sobre los objetivos valiosos de las apeticiones actuales y va fundado por un acto de
En síntesis, desde esta perspectiva ética, “las estructuras de valor son objetos ideales, están más allá
de todo ser y no ser real, también más allá del sentimiento real, el único que las capta” (Hartmann,
2001, p. 151); por lo tanto, en base a la concepción material y objetiva de la axiología, resulta
incorrecto señalar que las personas deben “desarrollar valores morales” o “construir valores morales”,
debido a que aquellas ideas se enmarcan en una perspectiva axiológica subjetivista y psicologista. En
cuanto a la manera correcta para captar los valores en la ética scheleriana, sería captar o prender
Siguiendo los planteamiento de Scheler (2001), los valores serían los responsables de fundar todo
deber-ser ideal y, en consecuencia, todo deber-ser normativo que se le aproxime, pero nunca en
sentido contrario, debido a que por ningún motivo los valores se fundan en el deber-ser ideal. Esto se
justifica fundamentalmente en los siguientes dos axiomas: “primero, todo lo que tiene valor positivo
debe ser; segundo: todo lo que tiene valor negativo no debe ser” (p. 298).
En ese sentido, los seres humanos tenemos la posibilidad de practicar un deber-ser que sea orientado
por los valores morales que representan lo bueno, por medio de la aprehensión intuitiva de las
significaciones de los valores morales, más nunca del valor moral en sí, ya que no se nos es dado más
que por la percepción sentimental; no obstante, cabe destacar, que no toda percepción sentimental del
valor moral representa un aprehender aquel valor o sobre el significado de aquel valor, como es el
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caso de los niños y las niñas en su (eliminar estas dos palabras marcadas) que sienten la bondad de
sus progenitores sin necesidad de aprehenderla. Asimismo, también es el caso de las personas
adolescentes o adultas que son impotentes de aprehender la bondad, a pesar de que la puedan sentir.
Ante los ejemplos anteriores es preciso responder a la siguiente pregunta, ¿de qué depende que una
Frente a esa pregunta, se puede sostener desde la ética scheleriana que el aprehender buenos valores
morales dependerá del “percibir sentimental, en el preferir, amar, odiar” (Frondizi, 1968, p. 107).
Mientras que la práctica moral dependerá de la vida conativa de cada individuo, la cual, en plenitud,
conceptual de cada persona; esto es así, ya que los valores son los que fundan los objetivos de la
tendencia y por consiguiente, los fines volitivos. Entonces, a partir de aquellas apeticiones que le son
Estas apeticiones son también denominadas disposiciones de ánimo; por cierto, el valor preferido será
bueno moralmente si es que se prefiere el más alto que aparece en las inclinaciones; por lo tanto, la
posibilidad de obrar con buenos valores morales, no se reduciría a la capacidad individual de elección
que cada ser tiene para poder o no poder preferir valores morales, como tampoco al poder decidir de
un ser superior. De esta forma, el aprehendizaje de valores morales que definirá las posibilidades del
deber-ser real de cada individuo, dependerá en principio de la intuición emotiva que cada persona
tenga hacia las leyes morales y, por consiguiente, hacia el deber-ser ideal. En otras palabras, aquellas
posibilidades morales dependerán de la virtud de cada ser, o sea, de “la conciencia inmediata de poder
Por su parte, Hartmann (2011) señala sobre la aprehensión de los valores morales, que lo que es
valioso para el apetecer, debe ser con mayor razón valioso para el querer que tiene una mayor índole
y su objeto tiene para la consciencia volente la forma de intención, del fin de la voluntad. Además,
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agrega que el contenido de este fin es valioso, (eliminar la coma marcada) aunque su materia de valor
no requiere ser consciente, “pero la consciencia volente y ponente de fines tiene que estar en contacto
de algún modo con su carácter de valor, de algún modo tiene que ser captado por la consciencia, la
Luego de comprender la relación apriórica que existe entre los valores objetivos, la disposición del
ánimo de cada ser, la aprehensión de valores morales y la voluntad de obrar moralmente bien, se
abordará en el siguiente apartado, las posibilidades para contribuir desde el ámbito educativo a que
Con respecto a la educación moral que se puede desarrollar en los centros de educación escolar
formal, se ha identificado que existe en los últimos años una creciente tendencia subjetivista y
psicologista para abordar el tema, sobre todo en diferentes postulados que se enfocan en educar las
emociones del alumnado desde una perspectiva hedonista que a la vez ignora su relación con un
contenido axiológico objetivo (Mujica, Orellana y Canepa, 2018; Mujica, 2018; Mujica, 2019; Prieto,
2018).
En contraposición a esa tendencia, Scheler (2001) postula que para propiciar el poder del alumnado
para obrar en base a un deber-ser, el profesorado debería aumentar en el alumnado la conciencia del
poder y cultivarla en forma independiente, debido a que en ocasiones duermen en las personas
“muchas fuerzas que no llegan nunca a su realización porque aquél no posee la exacta conciencia del
Otro aspecto, que destaca Scheler (2001), es que la educación moral no puede hacer que las personas
sean moralmente buenas, sino que lo que puede hacer, es propiciar el desarrollo del ser personal y la
disposición de ánimo, que incluye valores como desvalores; por medio de la experiencia pedagógica,
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y superior a aquella propuesta pedagógica para contribuir a la formación del ser moral personal
moralmente bueno, que funde en ellos una relación de seguimiento fundado en el amor a su contenido,
debido a que según este filósofo, “no hay nada en la tierra que haga ser buena a una persona tan
Esta idea también la trata Hartmann (2011), al exponer la importancia que tiene el ser moral personal
de quienes lideran los procesos pedagógicos, agregando que “cuanto más abarque del reino de los
valores el que guía moralmente, tanto más abrirá necesariamente la vista, la comprensión y la
perspectiva para la vida a los guiados” (p. 74). Además, agrega que mientras el aprendiz sea más
joven e inmaduro, la influencia que tiene la persona que educa será mayor, de modo que por lo mismo,
En ese sentido, si la mirada del educador o la educadora para los valores es demasiado reducida,
aquella relación humana se convierte en “un grave peligro para los jóvenes confiados a él” (p. 74).
Estas ideas, sin duda que alumbran el importante rol de la educación formal en la sociedad, ya que
muchos niños y niñas nacen en familias que se práctica un constante no deber-ser o en otras palabras,
les toca vivir en hogares donde las personas actúan en base una mala moral donde reinan los valores
negativos.
Ante estas realidades, la esperanza que queda para aquellas personas sería poder recibir una buena
influencia por parte de los profesionales de la educación que inspiren un buen prototipo moral. Ahí
también radica la importancia de la buena calidad en la educación pública de las diferentes naciones,
ya que es sabido que es donde asisten los niños y las niñas pertenecientes a los sectores más
desfavorecidos y vulnerados de la sociedad; por consiguiente, toda persona que decida ejercer la
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profesión docente es fundamental que asuma un compromiso moral consigo misma, de utilizar todos
los medios posibles para ser una persona cada vez más virtuosa.
Para finalizar este ensayo, se hará referencia al significado del amor que postula la ética scheleriana,
debido a según esta perspectiva sería el valor espiritual que dispondría al ser amado para percibir
valores moralmente buenos, más esa no es su intención, es solo una consecuencia. De acuerdo con
Scheler (2005), “el amor es un movimiento intencional en que, partiendo de un valor dado A de un
objeto, se produce la aparición de su valor más alto” (p. 216). Entonces, el amor como valor y
sentimiento espiritual objetivo, se dirige en una dirección de abajo a arriba, o sea, de un valor más
bajo hacia un valor más alto, de modo que sería el movimiento espiritual más elevado que encontraría
en sentido opuesto al odio como el más bajo (Scheler, 1966); sin embargo, es preciso señalar que
desde una perspectiva pedagógica sería un error pensar que el amor debe producir un efecto recíproco
en el alumnado, ya que el amor no ha de esperar nada a cambio, pero una de las posibles consecuencias
de obrar con amor hacia las otras personas, es inspirar moralmente a los receptores de aquel amor, ya
que descubre o muestra en el ser amado los valores más altos (Scheler, 2005).
Cobra sentido, que el acto pedagógico se encuentre medido por una relación amorosa, debido a que
“el profesorado que oriente su labor pedagógica en el amor incondicional a su alumnado, estaría
constantemente extendiendo un estímulo de amor en los educandos” (Mujica, 2019, p. 9). Aunque
claro que debe ser solo una invitación significativa no-intencionada por parte del profesorado, ya que
de lo contrario sería una muestra de una falta de amor, al desear modificar al alumnado (Scheler,
2005). Por su parte, Hartmann (2011), considera el amor al prójimo como un valor moral que fomenta
todo el bienestar ajeno, oponiéndose a todo mal ajeno, creando una solidaridad universal, así como
un sentido real de corresponsabilidad; por lo mismo, este filósofo señala que entre las fuerzas que
mueven la vida social, la solidaridad que deriva del amor al prójimo “es quizás la más profunda y la
Las ideas expuestas en este ensayo le otorgan una notable importancia a la percepción afectiva en
cuanto a la intuición del deber-ser, de modo que es pertinente traer a escena la célebre frase Pascal
(1967), quien nos indicaba en el siglo XVII que “el corazón tiene razones que la razón no conoce”
(p. 58). En este mismo sentido, se finalizara este apartado señalando una idea importante que resume
las limitaciones de la formación moral de las personas: “La ética, en efecto, puede enseñar lo que es
moralmente bueno, así como la geometría puede ensenar lo que es geométricamente verdadero. Pero
la ética no puede imponer nada a la consciencia moral, sino sólo conducirla hacia sus propios
CONCLUSIONES.
A partir del análisis expuesto sobre la aprehensión de valores morales desde la perspectiva ética de
estos dos importantes filósofos contemporáneos, que dedicaron un gran esfuerzo por clarificar la
esencia objetiva, apriórica y absoluta de los valores, se concluye que cada persona tiene una
configuración conativa que le permite intuir y aprehender en forma particular las significaciones de
los valores. Asimismo, mientras menos virtuosa sea la configuración del ser, más impotente será la
persona para captar y practicar valores moralmente buenos ante las diferentes situaciones de la vida.
En sentido contrario, mientras más virtuosa sea la configuración de cada ser, mayor poder tiene la
En segunda instancia, se concluye que para propiciar el aprehendizaje de buenos valores morales en
las personas que se están educando, quienes guían el proceso educativo, ya sea en el rol de padres,
madres o docentes de todas las áreas y disciplinas, deben madurar o progresar moralmente en su
deber-ser, para de esta forma abrir la intuición al reino de los valores a quienes se encuentran siendo
guiados.
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Actividad Física y del Deporte. Doctorando en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la
2. Nelly Del Carmen Orellana Arduiz. Profesora de estado en Educación Física. Máster en