Río Fortuna - Tesis Antropo Ligadura de Trompas PDF

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"...

Es el cierre de su etapa
reproductiva"

Etnografía de la política pública a la


anticoncepción quirúrgica femenina en la
ciudad de Buenos Aires
Río Fortuna, Cynthia A. del

Grimberg, Mabel Adriana

2010

Tesis presentada con el fin de cumplimentar con los requisitos finales para la


obtención del título Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Antropología
r:5 44s49

4q 54 Universidad de Buenos Aires

tW Facultad de Filosofía y Letras

14JUL23i3 r

Tesis de Doctorado en Antropología

"...ES EL CIERRE DE SU ETAPA REPRODUCTIVA"

ETNOGRAFÍA DE LA POLÍTICA PÚBLICA DE ACCESO A LA ANTICONCEPCIÓN

QUIRÚRGICA FEMENINA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Doctoranda: Cynthia A. del Río Fortuna

Expediente: 818.995

Directora de Tesis y Consejera de Estudios: Dra. Mabel Grimberg

Co-Directora de Tesis: Dra. Mónica Tarducci

Julio 2010

i AIRES
.FAUTADDF. LJFL y LFTRJtS
Direcc,(de Bihitroteca
f319

AGRADECIMIENTOS

Esta tesis no hubiera sido posible sin tantas personas maravillosas que, en distintas
circunstancias y de diferentes modos, me acomjañaron.

Debo agradecer a Mabi Grimberg, por su dirección enérgica y aguda. Y a Moni Tarducci,
por su confianza y solidaridad.

A los y las "cumpas" del equipo, con quienes compartí lecturas, discusiones, cervezás,
experiencias de campo y de vida. Y especialmente a Guada García, Ceci Espinosa, Juanjo

Grégoric, Paula Isacovich y Virginia Manzano, colegas a quienes debo lecturas atentas y
comentarios enriquecedores.

A mis colegas de cátedra, por bancarme y alentarme, licencia mediante, a concluir esta
etapa.

• Vivian Berwald, imprescindible enla tarea de desentrañarme.

r
• Silvia Fernández y Alicia de Santós, por l dedicación que pusieron en la édición del
texto.

A amigas y amigos, con quienes celebré, lloré, bailé, reí, viajé.., que estuvieron a mi lado,

y me quisieron así como estaba, así como soy. Por eso me siento afortunada. A Lucie,
Lula, Miri, Fede y Tato, que estuvieron especialmente cerca en este recorrido. Y a Eh por
la accidental convivencia en el tramo final. No puedo imaginar cómo habría sido sin el
apoyo de todos ellos/as.

A mi familia, especialmente a mamá y papá, incondicionales como siempre. Y como


nunca.

Y a Gera. Él sabe por qúé.


-
IE'S

ÍNDICE

Introducción.... .................................................................... ... ............. ............. 4

Sexualidad, saber y poder: el problema de la población ... .............. 11

Antropología del Estado y las políticas: acerca del gobierno de las poblaciones ... ..... 13

Políticas y normalización de la sexualidad .............................. .. .... . ........... ... .................... 16

Normalización y medicalización: la vigilancia del cuerpo y la construcción de sujetos

..........................................................................................................18

Revisando los estudios sobre la práctica de la ligadura tubaria ........................................20

Retomando el problema en términos conceptuales .............................................................26

Capítulo1........................................................................................................................................33

Estrategias para una etnografía de la política desde un servicio de salud............................33

Capítulo] .......................................................................................................................................56

La construcción de la ligadura tubaria como problema político y de política estatal ....... ..56

De la herencia eugenésica, pronatalista/maternalista y católica a los "derechos sexuales


yreproductivos" .................................... . ............ .... ........................ . .......................................... 56

De la prohibición y la mediación judicial a la búsqueda de consenso y la reglamentación

....................................................................................................................64

Acerca de la convocatoria: fundamentos y especialistas ........... . ......................... .. .......... 65

Perspectivas, propuestas, encuentros y disnsos ................... . ............................ . ............ 69

Acerca del contenido (y las omisiones) de la regulación ............................................ . ... 76

Prácticas persistentes, propuestas insistentes ............................................................. . ......... 78

1
Capítulo III .86

Un recorrido por las prácticas antecedentes en el servicio ............................... . ...................... 86

El servicio de obstetricia: la construcción de un "referente" ..............................................86

El servicio antes de ser "amigable" .................. . ................................. . ................................ 88

Otrosvientos soplan ..................................................... .... ................. . .................................. 91

Laresolución 874/03. ........................ ... ........... . .................... . ........... . ................ . ...................... ..97

Un protocolo llamado "semáforo" .......................................................................................101

La ligadura tubaria en otros servicios ........................................... . ............................ . ......... 109

Las acciones de la Defensoría del Pueblo .... . ... . ................................................................... 113

CapítuloIV ......................................................... .. ................................... ..................................... 119

Elservicio y la práctica hoy .......................... . ....................................... . ... . ................................... 119

Elservicio de obstetricia ................................................... . ................ .... ................................. 119

La práctica de ligadura tubaria: consideraciones técnicas y administrativas............124

El consultorio de "consejería para ligadura" ......................................................................127

Reconocimientoy tensiones ............. .... ... . .................................................. . ........ ............. . ..... 136

Intervenciones del Programa de Salud Sexual y Reproductiva y la Defensoría............143

Capítuloy......................................................................................................................................152

La ligadura tubaria en distintos escenarios... ............... . ................................. . ........................ 152

La "consejería en anticoncepción" y (eventualmente) la "consejería para ligadura" ... 152

Información sobre la ligadura: qué se dice y qué se calla... ............... . ........... ............... 161

2
La ligadura en espacios "privados" de atención médica ...................................................169

Sexualidad, anticoncepción y responsabilidad........................ 173.

CapítuloVI ............. .... ............. . ................ ... ................................. ... 179

Rutinas profesionales, dispositivos y tensiones: sentidos acerca de la técnica en relación

conla persona ..............................................................................................................................179

La definición biomédica de la "conveniencia" y los "factores de arrepentimiento".....180

Acerca de la indagación y la información, o decómo opera el semáforo ................ ...184

Lastensiones ............................................ . ............................ . ......................................... ......... 192

El"caso'.' de las jóvenes ................................ . ................................ . ................................. ...192

El lugar de la pareja en el acceso a la práctica................................................................198

La ligadura tubaria como "indicación terapéutica": su tratamiento en situación de

"urgencia médica" ............................................................ .............................................. ....200

Conclusiones................................................................................................................................208

Referencias Bibliográficas ... ... ... ........................................................... 217

3
INTRODUCCIÓN

La ligadurá tubaria bilateral, o ligadura de las trompas de Falopio, es una intervención


quirúrgica con efectos anticonceptivos permanentes o esterilizantes 1 que impide la
fertilización por medios naturales a través de la obstrucción y/o sección de las trompas.
De acuerdo con la técnica empleada, la mujer podría lograr embarazarse nuevamente
recurriendo a intervenciones de cierta complejidad (microcirugías de repermeabilización
de las trompas o técnicas de fertilización asistida). Algunas veces, esto ocurre de manera
espontánea (movilización de los cips, soltura de puntos, repermeabiización espontánea
de las trompas).

El acceso a la ligadura tubaria en los servicios sanitarios públicos de la Argentina,


históricamente ha generado controversias debido a la pérdida prácticamente irreversible 2
de la capacidad reproductiva que resulta y, en virtud de ello, por las normas que la
regulan.3 El esquema legal vigente hasta no hace mucho, o mejor, su interpretación

dominante, entendía que éste protegía la capacidad reproductiva de las mujeres aun
cuando ellas mismas no la quisieran para sí. Así, la práctica de ligadura tubaria quedaba
definida en términos generales como ilegal sin más. Era provista en la clandestinidad a
quienes contaran con los recursos económicos necesarios para costearla. Caso contrario,
frente a las resistencias a realizarla por parte de los/as profesionales en los servicios
públicos de salud, algunas mujeres recurrieron a otras agencias, como organismos de
control y defensa o judiciales.

A lo largo de los últimos años, los "derechos reproductivos y sexuales", reivindicación


planteada por el movimiento de mujeres/feminismos, fueron progresivamente
reconocidos como derechos humanos y consagrados en normas tanto nacionales como

1
La denominación es objeto de debate y es analizada en esta tesis. Entre tanto, me inclino por la primera de
ellas, coherente con la perspectiva política adoptada y el problema que analizo.
2
De no mediar nuevas intervenciones o tratamientos como los recién mencionados.

Ley nacional 17.132/67 de ejercicio de la medicina, y Código Penal.

4
locales. Entre ellos, la potestad para decidir acerca de la propia reproducción constituye
un aspecto central (Corra y Petchesky, 2001; Jelin, 2000; Corra, 1997; Cook, 1994). No
obstante, pese a su reconocimiento, y la cada vez menos frecuente judicialización de los
pedidos de ligadura, la realización de esta intervención continúa siendo materia de
discusión, preocupación, demandas, resistencias, y tratamiento conflictivo. El acceso a
esta práctica evidencia, entonces, las tensiones, los lírnitesy las posibilidades que conileva
el proceso de construcción social de una política pública que en términos explícitos se
propone como de "reconocimiento de derechos" vinculados a la experiencia de la
(hetero)sexualidad y la reproducción.

A diferencia de lo que sucede en Brasil, por ejemplo, donde llegó a ser el método
p anticonceptivo más empleado por las mujeres en pareja (40% de ese universo), en la
Argentina, su prevalencia es muy inferior. En la Primera Encuesta Nacional de Salud
Sexual y Reproductiva, realizada en 2005-2006 por el Programa Nacional de Salud Sexual
y Procreación Responsable (Ministerio de Salud de la Nación) entre mujeres en edad fértil
(de 10 a 49 años) e iniciadas sexualmente, se registraba un 8% de mujeres con ligadura
tubaria, lo que representa el cuarto lugar entre los métodos anticonceptivos empleados.

En el reconocido servicio "de referencia" para esta práctica en la ciudad de Buenos Aires, -
en el que realicé el trabajo de campo, el porcentaje de ligaduras realizadas en los años
2005 y 2006 representaba el 4% y el 5% del total de nacimientos en esos años,

respectivamente. Según una ponencia del equipo de profesionales de ese servicio, 6 se

' Gran parte de intelectuales y feministas locales plantean el reconocimiento formal de los derechos
reproductivos y los derechos sexuales como acceso a la ciudadanía por parte de las mujeres, o sea, a una
cuestión de justicia social (Gutiérrez, 2004; Faur y Lamas, 2003; Ciriza, 2002; Maffía, 2001; Jelin, 2000;
Zurutuza, 1999).

Los métodos más usados eran: condón (42%); píldora (25%) y DIU (11%). La prevalencia regional más baja se
daba en la ciudad de Buenos Aires. Las más altas se observaban en el NEA y el NOA, donde la ligadura
tubaria se ubicaba en tercero y segundo lugar, respectivamente, en relación con los otros métodos
anticonceptivos (regiones que tienen los mayores porcentajes de mujeres con 4 o más hijos, y mayor número
promedio de hijos por mujer). Presentación realizada en la VI Jornada Nacional de Municipios y
Comunidades Saludables, realizada en la ciudad de Buenos Aires el 6 de septiembre de 2007.
6
Ponencia presentada en las VII Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y Población,
organizadas por el Área Salud y Población del Instituto de Investigaciones Gmo Germani, Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, agosto de 2007.

5
habían realizado en esos años un total de 182 ligaduras tubarias mediante la aplicación de
una guía "que permite al equipo de salud verificar la disposición de la usuaria sobre el
procedimiento". Pese a que en el año 2006 se concentran las tres cuartas partes de total de

estas prácticas, el trabajo hace notar, que ésta no varió desde la sanción de la ley nacional
26.130, en agosto de 2006 .7 Para que el porcentaje de ligaduras realizadas entre un año y

otro se incremente apenas un 25% (a pesar de triplicar el número absoluto de


intervenciones realizadas), es de suponer que la cantidad de partos también experimentó
un aumento similar. No obstante, ese trabajo arriesga la hipótesis de que el incremento de
prácticas provistas "sería atribuible a la información entre las propias usuariasy la referencia de
ONGs entre las que se difundió la metodología implementada". También, la jefa del servicio,
que realizó la presentación, advirtió que el "perfil reproductivo" de las mujeres operadas
no había variado. La tendencia persistente, tanto en lo que refiere al porcentaje en relacióñ
con el total de nacimientos, como al perfil de las mujeres que se ligaron, obliga a
considerar en el análisis los sentidos y las prácticas desde los que se organiza la
administración de la ligadura tubaria.

Por tratarse de una intervención quirúrgica de cierta complejidad, el acceso a ella se


dirime en el espacio asistencial de la salud, jurisdicción de la biomedicina, aunque en su
regulación participen otros actores sociales. Al mismo tiempo, esta práctica instala la
posibilidad de la experiencia de la heterosexualidad no reproductiva de manera eficiente
sin requerir la adopción de otras medidas en la vida cotidiana de las mujeres.

Me propongo, entonces, abordar la regulación del acceso a esta técnica como un


dispositivo de gestión de la sexualidad femenina, que implica problematizar, definir y
resignificar los cuerpos y la experiencia de la sexualidad reproductiva y no reproductiva

de las mujeres. En términos más generales, como dispositivo de un proceso más amplio
de regulación y control de las poblaciones.

' Esta ley regula las intervenciones de anticoncepción quirúrgica, es decir, atañe también a la práctica, para los
varones, de la vasectomía o ligadura de conductos deferentes. Desde entonces, el acceso a estas prácticas fue
establecido como un derecho de las personas capaces y mayores de edad, previamente informadas y dejando
por escrito su consentimiento.

6
Este problema se inscribe en un recorrido personal de investigación. En mi tesis de
licenciatura me interesé por articular la experiencia de la sexualidad y la reproducción
desde una perspectiva política, encarada desde los aportes teóricos de la antropología
médica y la problemática del género en perspectiva feminista. Indagué ese cruce a través
del análisis de las trayectorias reproductivas y anticonceptivas de mujeres pobres
residentes del sur de la ciudad de Buenos Aires que acudían a un centro público de salud
(del Río Fortuna, 2003). En esta investigación, utilicé los aportes de Eduardo Menéndez
sobre el "proceso salud-enfermedad-atención" (Menéndez, 1990) para revelar 'ciertas
formas de articulación de saberes y prácticas entre las mujeres en relación de
subalternidad. Luego, a partir de mi inserción profesional, 8 participé en diversas
investigaciones sociosanitarias sobre temas de la salud reproductiva: mortalidad materna,
prevención y tratamiento del cáncer cervical, atención hospitalaria del aborto incompleto,
embarazo y maternidad en la adolescencia, e implementación de la ley de salud

reproductiva de la ciudad de Buenos Aires. Esta última investigación, que surgió por
iniciativa de la Adjuntía en Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad
de Buenos Aires, mostró un aumento sostenido de reclamos o denuncias por diversas
cuestiones que se categorizaban como problemas de "salud reproductiva". Para el período
analizado (1998-2002) la mitad de los expedientes relativos a estos reclamos obedecía a
solicitudes de autorización para la realización de ligadura tubaria por parte de mujeres o
sus parejas, que también se incrementaban anualmente en ese período. El carácter
controvertido de esta intervención, también se manifestaba en las opiniones de los/as
profesionales de la salud entrevistados en el marco de ese estudio (Ramos et al., 2004).

Si bien el propósito original de mi proyecto de investigación doctoral 9 era analizar el


proceso de construcción social de la política pública de la ciudad de Buenos Aires que
buscaba el "reconocimiento" de "derechos sexuales y reproductivos", la complejidad del
tema exigía un abordaje en profundidad, que me obligó a acotar la atención. En este
sentido, el "caso" de la ligadura tubaria resultaba paradigmático de las tensiones que el

8
Me refiero a mi incorporación al Centro de Estudios de Estado y Sociedad, CEDES como investigadora
asistente del Área Salud, Economía y Sociedad.
9 L a investigación contó con el apoyo de una beca doctoral del CONICET, de marzo de 2005 a marzo de 2010.

7
"reconocimiento" de esos derechos movilizan, a partir de la diversidad de sentidos,
alternativas, resistencias y reivindicaciones planteadas por los actores sociales vinculados
a esta cuestión. A su vez, como se verá, en el país el problema había sido escasamente
trabajado por la antropología y las ciencias sociales en general.

Una serie de interrogantes orientaron la formulación del problema: ¿Qué sentidos tienen
los "derechos reproductivos" y los "derechos sexuales" formalmente reconocidos? ¿Qué

status adquiere la práctica de la ligadura tubaria en este marco? ¿En qué términos pueden
expresar las mujeres su intención de ligarse las trompas, y efectivamente acceder a esta
práctica? ¿Qué otros actores y con cuáles fundamentos intervienen en este proceso de
demanda y decisión iniciado por las propias mujeres? En sus comienzos, la investigación

se centró en el análisis de los sentidos y dispositivos presentes en los textos legales y


normativos que explicitan reconocen aquellos derechos (del Río Fortuna, 2005; en prensa);
expedientes generados a partir de la intervención de la Defensoría del Pueblo de la
Ciudad de Buenos Aires y órganos judiciales, incluidas las resoluciones emitidas por estas
agencias, y entrevistas a informantes clave vinculados a ellas (del Río Fortuna, 2007b). Mi
tesis de maestría (del Río Fortuna, 2007a) es resultado de esta primera etapa de
investigación, centrada en el período comprendido entre los años 2000 y 2005. En ella
abordé antropológicamente el circuito que la tramitación de la ligadura implicó para las
mujeres que recurrieron a instituciones más allá de los servicios sanitarios, en el contexto
más amplio del "reconocimiento" progresivo de los "derechos sexuales y reproductivos".

Esa investigación evidenció la operación de ciertas lógicas sobre el acceso a esta


intervención en los hospitales públicos de la ciudad: la hegemonía biomédica en la
definición del malestar; el predominio del padecimiento encarnado en el cuerpo como
ftmdamento de derechos; la naturalización del desempeño de la maternidad (del Río
Fortuna 2007a). Todo esto revelaba, en términos de Didier Fassin (2003), el despliegue de
una "política de gobierno de la vida y de los cuerpos" de un modo particular, histórico y

situado, que enfatiza la operación de relaciones de poder socialmente construidas.

P.
En esta tesis retomo los materiales analizados en esa investigación 10 y sus resultados,
reelaborados a la luz de los interrogantes que de allí surgieron, y que implican la
complejización del abordaje de esta temática desde la consideración —más difícil pero
mucho más interesante— de las valoraciones, las expectativas, los temores y los deseos de
los sujetos concretos. Me preguntaba entonces ¿qué implica la ligadura tubaria, desde el
punto de vista de los y las profesionales, para ellos/as? Y según ellos/as ¿qué implica esta

intervención para las mujeres que la realizan? ¿qué sentidos le asignan a esta práctica
otros actores involucrados en su tratamiento (miembros de movimientos de
mujeres/feminismos, de iglesias, entre otros)? ¿en qué casos y cuáles son los beneficios
esperados que avalan la realización de esta práctica? ¿en qué circunstancias y por qué se
aconseja evitarla? ¿cuáles son las dificultades o situaciones problematizadas por los
actores y que atentan contra la práctica de esta intervención? ¿qué condiciones habilitan la
iealización de esta práctica? ¿y qué dimensiones o experiencias son habilitadas por ésfa?

Al mismo tiempo, durante el proceso de investigación doctoral el problema del acceso a la


ligadura tubaria se reveló como una cuestión de profunda vigencia, cuando fue
modificada radicalmente su regulación formal, 11 en medio de un debate del que dieron

cuenta los principales medios de comunicación. La posibilidad, a través de esta ley, de


recurrir a la ligadura tubaria sin necesidad alguna de justificar médicamente esta opción
anticonceptiva, despertaba, y aún lo hace, enfrentamientos, malestares y movilizaciones
por parte de distintos actores sociales. Otras preguntas surgieron entonces a raíz de esos
cambios jurídicos: ¿qué sentidos y prácticas moviliza esto? ¿nuevas? ¿viejas?
¿resignificadas? ¿cómo toman las nuevas condiciones los profesionales directamente

° La naturaleza del material empírico analizado en esa oportunidad, y la necesidad de acotar el propósito de
aquella investigación a las posibilidades de tiempo y financiamiento, implicó la problematización del acceso a
esta práctica a ciertos casos: mujeres que solicitaron la realización de la ligadura de sus trompas en un servicio
público de salud y que, con más o menos "conciencia de derechos", pero siempre en "condiciones mentales"
de elegir, manifestaron su decisión de ligarse las trompas a fin de no tener más hijos, dentro y fuera del
ámbito sanitario, aunque con distinto éxito. Así, dejé relativamente de lado el problema de la "esterilización
de incapaces", de menores de edad, y la realización compulsiva de esta práctica. El análisis de los expedientes
excluyó la situación de mujeres que desconocían la posibilidad de solicitar esta intervención, para las cuales
no constituía una opción, así como aquellas situaciones en que las mujeres, aun conociendo esta posibilidad,
no contaban con los recursos necesarios para lograr instancias de reclamo por fuera de las instituciones
sanitarias. El abordaje etnográfico buscó superar esas limitaciones.
11
A través de la ley nacional 26.130/06.

wn
interpelados por las nuevas reglas? ¿qué modalidades organizan, desde entonces, el
acceso efectivo a esta práctica? ¿qué otros actores y con qué prácticas y sentidos participan
de esta politica?

Estos interrogantes ameritaban la profandización teórica y empírica. Me dediqué entonces


a estudiar la implementación concreta, cotidiana, en el nivel en que se dirime el acceso
efectivo a la ligadura tubaria —un servicio público de salud— a fin de aproximarme
interpretativamente a las prácticas y los sentidos que los/as actores involucrados en ella
construyen, despliegan, impugnan, comparten, disputan.

II

El problema que abordo en esta tesis implica considerar ui -i espacio particular del campo

político donde se construye esta política sanitaria, que remite especialmente al ejercicio de
la sexualidad (o sexualidades, como más recientemente se nomiria) y la reproducción de la

población. Ambas cuestiones . han sido tratadas por la teoría social y política, e
investigadas empíricamente por las ciencias sociales en general y la antropología en
particular, entendidas como resultado de procesos socioculturales atravesados por
relaciones de poder. Dada la diversidad de dimensiones que cruzan el problema de esta
tesis, a continuación presento las principales lineas de trabajos que constituyen
antecedentes del tema propuesto. A partir del abordaje político de la sexualidad
vinculado al "problema de la población" como fue planteado por el filósofo francés
Michel Foucault (1978), presento una serie de trabajos que lo continuaron, abocados a los
siguientes ejes: los estudios etnográficos dedicados al análisis del despliegue de las
políticas y atentos a las prácticas de los sujetos involucrados e interpelados por ellas;
aquellos que se abocaron al estudio político de la sexualidad, y los que atendieron
especialmente a los procesos de normalización de las poblaciones a través de la
medicalización de la sexualidad y la reproducción. Luego reviso los trabajos acerca de la
práctica de ligadura tubaria para exponer, a continuación, los aportes conceptuales que
constituyen el marco teórico de elaboración de los datos etnográficos analizados en esta
tesis.

10
Sexualidad, saber y poder: el problema de la población

Si bien los abordajes etnográficos de las prácticas sexuales de pueblos no occidentales

tienen casi un siglo, los estudios sobre la sexualidad, desde una perspectiva

constructivista, comenzaron a ganar terreno en la prodúcción antropológica durante el

último cuarto del siglo pasado (Nieto, 2003). La aparición del VIH/sida no hay duda de

que impulsó estos estudios en los años noventa (Varice, 1996).

En este sentido, el primer volumen de Historia de la sexualidad de Michel Foucault (2002),

publicado originalmente en 1976, puede considerarse fundacional de la tradición de

análisis político de la sexualidad. En él se revela la constitución de la sexualidad, en el

siglo XIX, como objeto central de disciplinamiento y control social, blanco de exhortaciones

morales y religiosas, en los procesos de gestión económica y política de las poblaciones en los

modernos Estados capitalistas. De hecho, según este autor, la sexualidad es objeto de un nueva

lógica de poder que hizo su aparición entre los siglos )(Vll y XVffl, por exigencia de, y a

medida que, tenía lugar el desarrollo del capitalismo en la sociedad occidental


industrializada.

Previamente, conforme la ley, la expresión máxima del poder del soberano sobre su

territorio se manifestaba en la capacidad de dar muerte. Los procesos económicos que se

desarrollaron después, exigieron, por el contrario, administrar la vida, controlarla, en

tanto que en ella radicaba la fuerza productiva. La explotación de ésta requería controlar

la inserción masiva de los cuerpos de los trabajadores, y por eso la vida y sus fenómenos,

natalidad, sexualidad, salud, mortalidad, se transformaron en objeto político. Así, surgió


una nueva modalidad de ejercicio del poder: el biopoder, que demandó, por parte de los

Estados, el despliegue de tecnologías políticas de la vida a través de dispositivos de

ejercicio cotidiano, continuo. Este "gobierno de la vida", su administración y regulación, se


realizaron a través de dos grandes técnicas: la anatomapolítica del cuerpo humano y la biopolítica

de la población, que originalmente se desarrollaron por separado. La primera opera a través de


las disciplinas, tendientes a la normalización de los cuerpos individuales, y la segunda,

mediante procedimientos de intervención y controles reguladores. La articulación de estas dos

11
líneas en torno a lo que Foucau.lt denominó el "dispositivo de la sexualidad" constituye una de
las principales manifestaciones del biopoder. El control, la normalización e invasión de la vida
que éste supone, se realiza a través de distintas estrategias de saber-poder. Cada una de estas
• estrategias articula, como se dijo, técnicas disciplinarias del cuerpo dirigidas a los individuos, y
procedimientos de regulación que apuntan a la población: la histerización del cuerpo de las
mujeres; la pedagogización del sexo del niño; la psiquiatrización de las perversiones, y la
socialización de las conductas procreadoras (Foucault, 2002). En cuanto a esta última, en cuyo
marco se ubica la política que analizo en esta tesis, Foucault advierte que se trata de una
socialización que es al mismo tiempo politica, a través de la responsabilización de las personas
por la seguridad del cuerpo social; económica, porque existen estímulos o desalientos, y
médica, porque involucra criterios técnico-morales de la medicina.

Así, el biopoder con su foco en la sexualidad y especialmente a través de esta última estrategia,
remite a lo que, en un trabajo algo posterior, este autor planteó en términos de "el problema de
la población" (Foucault, 1978), de su gobierno, o gubernamentalidad. El concepto se refiere a la

aparición de la población como objeto o meta de gobierno y, a la vez, como instrumento mismo
de este gobierno a partir de las transformaciones económicas y demográficas del siglo XVffl.
La especificidad de la población -e irreductibffidad al modelo de gobierno de la familia- quedó
evidenciada a través de la estadística, dedicada al estudio de los procesos que son propios de
aquella (salud, fertilidad, educación, conducta moral, etc.). Este nuevo régimen de poder
apunta entonces prioritariamente a la gestión de la población, pero no elimina sino que
incorpora tanto el ejercicio de la soberanía sobre el territorio, como el despliegue de disciplinas,
y la familia se vuelve instrumento de gobierno. Esta modalidad de poder se realiza a través del
desarrollo de una serie de aparatos específicos de gobierno (institución judicial, médica,
administrativa) y una serie de saberes que organizan mecanismos reguladores, vueltos
aceptables por medio de la producción legislativo-jurídica. Y según el propio Foucault (2002),
en el campo del derecho, las luchas politicas giran cada vez más alrededor de los "derechos"
que contemplan aspectos vitales de la experiencia humana: derecho a la vida, al cuerpo, a la
salud, etc.

La lógica del poder moderno, en el planteo de Foucault, implica la "gubernamentalización" del


Estado: en la medida en que es a través de las técnicas de gobierno cómo se definen las

(, 12
cuestiones objeto de lo que compete al Estado y las que escapan a él, lo público y lo privado, lo
estatal y lo que no lo es, la gestión de la población se manifiesta como un proceso a la vez
interior y exterior al Estado. Y de hecho, sostiene, el Estado, mediante el ejercicio de la

gubemamentalidad, puede ser visto como una unidad de funcionalidad discreta, lo que, en
rigor, es una "abstracción mitificada cuya importancia es mucho más reducida de lo que se
cree"(Foucault, 1978: 16). De los trabajos antropológicos que comparten esta
reconceptualización del Estado me ocupo en el próximo apartado.

Antropología del Estado y las políticas: acerca del gobierno de las poblaciones

Los planteos teóricos de Foucault fueron retomados en una serie de estudios


antropológicos para abordar el estudio del Estado y las políticas.

En esta línea, Didier Fassin analizó el despliegue de políticas contemporáneas que implican la
regulación administrativa y jurídica de las poblaciones a partir de la noción de biolegitimidad
(2003, 20017). Ésta refiere a la vigencia de un orden moral en el cual el plano de lo biológico,
representado por el cuerpo sufriente, constituye la fuente última de legitimidad. 12 Es decir,

por sobre el reconocimiento de las relaciones sociales, políticas, económicas. Implica el


despliegue de una racionalidad que, evidente en el peso que adquieren las categorías
médicas, funda la legitimidad de esta práctica en el sufrimiento físico, en primer lugar, y
psicológico, luego. A diferencia del bio poder, como poder sobre la vida, la biolegitimidad
constituye el poder de la vida (Fassin, 2003). En este sentido, analiza los usos políticos del

cuerpo entre los desocupados que solicitan subsidios y los extranjeros indocumentados
que intentan su regularización en nombre de la razón humanitaria (Fassin, 2003). En otros
términos, el orden contemporáneo se caracteriza por la combinación de lógicas
burocráticas y tradicionalmente aplicadas a poblaciones indiferenciadas, con el despliegue
de "políticas de compasión" ante el sufrimiento resaltado, consecuencia de la gestión del

12
Fassin asocia el fundamento de este régimen contemporáneo de legitimidad a lo que Agamben (1997)
denomina "vida desnuda", que coincide con la zoé, por oposición a bios (vida social, política), en la distinción
aristotélica.

13
Estado del "caso por caso" que permite el abordaje individualizado a las historias
personales (Fassin y Memmi, 2004).

En este camino, Cris Shore y Susan Wright (1997) se abocaron al análisis de los cambios en
los estilos y sistemas de gobierno de las poblaciones y regulación del orden interno
propios de las racionalidades "neoliberales". Siguiendo la formulación foucaultiana,
resaltaron las politicas entendidas como instrumentos de poder, tácticas y normas, que
implican la construcción de determinados sujetos. Se trata, entonces, de "tecnologías
políticas" que operan en procesos de sujeción y subjetivación, constituyéndose en
"técnicas del self'. El campo que definen como propio de la antropología de la política

refiere al espacio social y político articulado por relaciones de poder y sistemas de

gobierno que conectan actores, instituciones y discursos a través del tiempo y el espacio,
vinculando así lo local, lo nacional y lo global.

Por su parte, Veena 'Das y Deborah Poole (2004), han propuesto el 'estudio de los
"márgenes del Estado". Sus trabajos etnográficos procuran distanciarse de la concepción
del Estado como organización racionalizada y legible, cuyas prácticas políticas de
regulación tenderían a relajarse o desaparecer —y con ello, a deshacer el Estado mismo-
hacia los limites o espacios territoriales y sociales periféricos. A través de ellos muestran
que las prácticas y politicas de la vida que allí tienen lugar dan forma a lo que se
denomina "Estado". De ahí que, según las autoras, la etnografía de los márgenes,
entendidos como intersticios entre los cuerpos, la ley y la disciplina, revelaría las formas

en que el biopoder, como dominio sobre la vida, constituye la actividad originaria del
poder soberano.

Dedicados al estudio del Estado, Aradhana Sharma y Akhil Gupta (2006) lo entienden
como artefacto cultural moldeado en el marco de dinámicas transnacionales, articulando
de manera contradictoria instituciones, prácticas y personas en un contexto globalizado.
Retoman la noción de gubernamentalidad para denunciar la reificación del Estado-nación
como formación política tradicionalmente asociada al gobierno y la soberanía sobre un
territorio, y que se representa a sí mismo como singular y coherente. En su lugar,
proponen indagar las formas que permiten asumir "el Estado" como autoridad suprema y

14
coordinadora de otras formas de relaciones sociales, dando cuenta de la dispersión con
que opera el poder y de cómo los sujetos lo experimentan. Para ello proponen, por un
lado, explorar etnográficamente las prácticas cotidianas de las agencias del Estado, los
procedimientos burocráticos. A través de estos actos banales, rutinarios y repetitivos el
Estado reproduce su superioridad, a la vez que se producen y mantienen las
desigualdades sociales (clase, género). Para los autores, su estudio permite aproximarse a
la micropolítica del Estado, y problematizar la implementación de programas y políticas.
Además del estudio de tales prácticas —aunque la distinción es analítica, debido a su
mutua constitución— cabe investigar las representaciones, muchas veces contradictorias,
que los sujetos y los agentes del Estado se foijan de él y a través de las cuales su poder se
pone en acto.

En el contexto latinoamericano se destacan una serie de trabajos antropológicos en esta


línea teórica. Entre ellos, Fabio Reis Mota (2005) aborda etnográficamente la política de
reconocimiento de derecho s la en función de la consideración de la identidad de ciertos

grupos. Su análisis revela la multiplicidad de voces con que se manifiesta el Estado, y las
estrategias desplegadas por éste y otros agentes que participan del campo político donde
se disputa la ciudadanía. Así muestra que, si bien la ciudadanía se construye
discursivamente como universal, opera sobre todo como una concesión del Estado y sus
agentes mediadores.

Guillaume Boccara (2007), por su parte, analiza el despliegue de una política intercultural
en salud en Chile, dentro de lo que entiende como un estado neoliberal diferencialista, en
tanto ejercicio de lo que denomia etnogubernamentalidad. Esta noción refiere al poder que

se ejerce diferencialmente a través de la producción de grupos y subjetividades,


diferenciados en el cuerpo social mediante ciertos criterios (étnicos en su caso de estudio,
la comunidad mapuche) y desde los cuales se orienta su gestión.

11 El autor trabaja sobre casos etnográficos de grups socialmente marginados involucrados en luchas por el

reconocimiento del derecho a permanecer en las tierras que ocupaban: la población del Morro de Andorinhas
(Niteroi, Río de Janeiro) y la Isla de la Marambaia (sur de Río de Janeiro).

15
En este sentido, Wedel et al. (2005) entienden que tal segmentación es característica de los

modos como las políticas públicas operan: la población es clasificada, y especialmente


ciertos conjuntos sociales son identificados y definidos como problemas para los cuales las

políticas se presentan como su legítima solución y descalifican de este modo otras

opciones. Así, dicen los autores, las políticas producen categorías de sujetos por ser

gobernados, quienes confrontan, subvierten, manipulan o internalizan, como parte de su

propia identidad, los tipos ideales establecidos por las políticas. De este modo, ellas

tienden a la "normalización" de las acciones y conductas de la población.

Políticas y normalización de la sexualidad

Otros autores han continuado el trabajo iniciado por Foucault acerca del análisis de la

sexualidad como materia de construcción social e intervención política.

Siguiendo la perspectiva constructivista, se considera la sexualidad modelada y

construida socialmente a través de la asignación de significados culturales en contextos

morales, mediante los cuales se definen sujetos y grupos sociales en un proceso que

vincula subjetividad y sociedad, y que es atravesado por procesos de dominación y

resistencias (Weeks, 2000; 1998). Como se adelantó, esta cuestión fue ampliamente

abordada a partir de la emergencia del sida, y este mismo autor se dedicó a ello (Weeks,
1995).

También en esta línea, Gayle Rubin (1989) realizó un análisis político de la sexualidad a

través de un abordaje descriptivo, sociohistórico y conceptual de su constitución y

administración mediante ciertas disciplinas —la medicina, la psiquiatría y la psicología—,

prácticas sociales, ideología popular y regulación legal en la historia reciente de algunos

países del norte, principalmente Estados Unidos e Inglaterra. A través del análisis de la

construcción de la homosexualidad como una de las expresiones sexuales históricamente

demonizadas, la autora formula una radical impugnación al "esencialismo sexual", que

señala como uno de los supuestos de la cultura occidental sobre el sexo. Muestra que éste

implica considerar la sexualidad como simple expresióñ de ana fuerza natural, presocial e

inmutable, concepción que es reproducida por las disciplinas mencionadas (Rubín, 1989).

16
De acuerdo con José Antonio Nieto (2003), estas características de la sexualidad humana
también fueron asumidas en gran medida, aunque de una forma menos evidente, por la
propia antropología. Según Carol Vance (1991) entre 1930 y 1970 los estudios seguían lo

que ella denomina el "modelo del influjo cultural". La sexualidad era asumida en los
términos planteados por el modelo biomédico: reducida a un impulso natural y marcada
por el binarismo sexual. Subsumida así a la construcción biomédica de la sexualidad,
según la autora, la perspectiva antropológica se limitaba a señalar la especificidad de las
conductas sexuales de los grupos estudiados.

Por el contrario, entendida como socialmente construida, la sexualidad se revela objeto de


una lucha política que implica disputar las definiciones de sentido y valoración social de
las prácticas sexuales. En el curso de estas luchas, se ven afectadas las "fronteras"
establecidas por el sistema sexual dominante, y las normas legales consagradas
constituyen una suerte de "residuos" de esos avatares (Rubin, 1989). También Jeffrey
Weeks plantea que "el equilibrio de las fuerzas políticas en un momento dadq puede
determinar el grado de control legislativo o la intervención moral en la vida sexual. El
clima social general proporciona el contexto en que algunos asuntos• adquieren más
importancia que otros" (Weeks, 1998: 35). A su vez, este autor encuentra que el "discurso
de los derechos" es la fuerza más poderosa en la esfera de la política y la ética, y en tomo
a la que se aglutina la mayoría de las luchas sobre sexualidad (Weeks, 1995).

En este sentido, en referencia a la noción de "derechos reproductivos", Alejandro Cervantes-


Carson (2004) muestra que ésta es resultado de un proceso de demanda y negociación que,
más allá de las tensiones y los debates alrededor de su definición, se cristallza en normas
escritas. Así, estas normas deben ser entendidas como el producto jurídico e histórico de un

proceso social que involucra la relación y las disputas entre el Estado y la sociedad civil,
relación que implica una tensión permanente en la resolución de las necesidades y
perspectivas de ambos términos (Cervantes-Carson, 2004).

Algunos trabajos (Vianna, 2005; Valdés, 2003, entre otros) muestran los procesos de disputa de
sentidos que, en tomo de la sexualidad, se expresan en la producción del derecho, siendo este
discurso un productor de desigualdades sociales, tanto simbólicas como materiales. Asimismo,

rol 17
ponen en evidencia el peso superlativo que el saber biomédico ha tenido en la definición de la
"normalidad" en lo que a la sexualidad y otros aspectos estratégicos de la vida cotidiana se
refiere. Esta articulación es el objeto de análisis de la sección que sigue.

Normalización y medicalización: la vigilancia del cuerpo y la construcción de sujetos

Los aportes de Foucault fueron utilizados para el análisis de la construcción del saber
biomédico, como ima modalidad de poder experto y productivo, que opera procurando la
normalización de los comportamientos de la población (Foucault, 2002).

Como diversos trabajos revelan la biomedicina ha desempeñado un rol fundamental en el


control y disciplinamiento social, al participar en la construcción social de la
"anormalidad" y disputar su definición, a la vez que la convertía en campo de su
dominio. Este proceso de medicalización de la "anormalidad", con hegemonía de la
biomedicina sobre otras agencias, ha sido pensada en términos de medicalización de la
vida (Conrad y Schneider, 1985). En particular, una vasta bibliografía muestra que, a
partir de los procesos de construcción social que definen las esferas de la sexualidad y la
reproducción como aspectos de la vida vinculados a la salud, éstas quedan supeditadas a
un creciente control ejercido por la medicina (Conrad, 1982; Conrad y Schneider, 1985;
Grimberg, 1995; Narotzky, 1995; Szasz, 1998). Control que, si bien aparenta neutralidad a
partir de un discurso científico y tecnológico, expresa encubiertamente los cánones
morales de la sociedad (Conrad, 1982), informando desde allí las normas sociales y
legales.

Siguiendo a Peter Conrad (1982), - el proceso de medicalización implicó la


profesionalización del saber médico, como muestra en su análisis de la "cruzada moral"
iniciada por profesionales de la medicina en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo
XIX en pos de la criminalización del aborto. El lobby de estos profesionales tuvo como

resultado la legitimación del saber médico a través de la monopolización y regulación de


su práctica (limitando su ejercicio, antes disperso entre otros especialistas). Lograron,
además, modificar las normas legales y sociales que regían sobre la interrupción del
embarazo, una vez que fue establecida su ilicitud y condena en la opinión pública.

18
Este proceso - de profesionalización del saber biomédico, según Ivonne Szasz (1998),
medicalizó la sexualidad y la procreación, suponiendo para las mujeres, la separación e
intervención médica de su cuerpo a partir de la "capacidad" de este saber -patente en la
intervención técnico-aparatológica- de monitorear el proceso que desea controlar
(enfermedad, fertilidad, embarazo, parto). Otra consecuencia del proceso de
profesionalización de este saber, inicialmente monopolizado por los varones, implicó la
pérdida progresiva de legitimidad de quienes hasta entonces, las mujeres (profanas), se
ocupaban de esas cuestiones (Szasz, 1998).

Tal como Conrad (1982) señala la operatoria de este saber médico, promueve la
construcción social de patologías psiquiátricas, que minimizan el carácter social del
comportamiento humano e individualizan las dificultades humanas. Desde esta reducción
se propone un tipo de intervención que clausura otras opciones o niveles de intervención.
Así, la biomedicina, en continuidad con la tradición cartesiana, habilita una mirada sobre
el cuerpo individualizado y aislado (Le Breton, 1995). Este legado en la epistemología
occidental, el "cuerpo individual", en manos de la biomedicina (aunque también presente
en la antropología médica) implica considerarlo en su materialidad, oponiéndolo al
espíritu, la mente (Scheper-Hughes y Lock, 1987). Como muestran estas autoras, los
cuerpos permiten otras dimensiones de análisis, o son objeto de otros discursos: el
"cuerpo social", cuando el cuerpo aparece como símbolo o fuente de metáforas para
representar la relación entre naturaleza, sociedad y cultura; y el "cuerpo político" en su
carácter de objeto de regulación, control y vigilancia en función de las necesidades
sociopolíticas, mediante guiones sociales provistos por la cultura.

En esta perspectiva, Robert Crawford (1994) analizó cómo la salud se constituía en la


sociedad americana en un valor demarcador de prácticas sociales e identidades. Este
análisis revela a la "salud" como marcador simbólico que organiza la identidad de las
capas medias de la sociedad desde el siglo XVIII, a la vez que configura sus limites y
define la otredad. En su análisis de la política cultural de configuración del self en la era
del sida, planteó que alrededor de la salud se alza una "cultura de la disciplina" -a la que
desde el siglo XIX se incorpora la sexualidad- que da lugar a la constitución de un "yo
saludable", biológica y metafóricamente opuesto al "otro-no-saludable". El primero

19
expresa autocontrol, autodisciplina, voluntad de poder, y responsabilidad. Estas nociones
legitiman el control y la supervisión de "los otros", definidos por atributos opuestos (y
valor negativo), que ya se encontraban subordinados, marginados, estigmatizados. Los
límites, siempre inseguros, son custodiados por "centinelas simbólicos", entre ellos, los
agentes de la medicina (Crawford, 1994). Bajo el paraguas de la salud, entonces, tienen
lugar proyectos morales y disciplinarios orientados a la regulación de la sexualidad y el
género, y la vigilancia de los límites de clase, etnicidad y raza, entre otros.

En el marco de estos aportes, investigadoras feministas como Rayna Rapp (2001), han
analizado de qué modos, por su capacidad reproductiva, el cuerpo femenino se toma
clave para el control de procesos y efectos en la población. Con énfasis en las iniquidades
que se expresan en el cuerpo, la reproducción fue llevada al centro de atención de la

antropología médica en los años setenta, aunque su análisis no se limitó sólo a esta
especialidad disciplinar (Rapp, 2001). En esta línea, es clásico el trabajo de Emily Martin
(1987) en el que, desde una perspectiva marxista, aborda la medicalización del cuerpo de
las mujeres en Estados Unidos atendiendo a la configuración de clase que adquieren sus
vidas reproductivas. Por su parte, Rapp planteó la noción de "reproducción estratificada"
en su análisis de los usos de la tecnología genética aplicada a los estudios diagnósticos
prenatales para detectar enanismo. Con esta noción mostró la participación de las
tecnologías de la biomedicina en la definición de lo normal y lo anormal (mutuamente co-
constitutivas) en aspectos vinculados a la reproducción: la personalidad (personhood), el

género y el parentesco (Rapp, 2001). Retomo estos trabajos puesto que son fértiles para
reflexionar acerca de las representaciones en torno a la práctica de ligadura tubaria y sus
efectos, entre los sentidos que orientan las decisiones de los profesionales al respecto.

Revisando los estudios sobre la práctica de la ligadura tubaria

Por su relevancia, centro la revisión en los estudios producidos en Brasil, donde el 40% de
las mujeres han realizado esta práctica, incluso antes de su legalización y regulación en el
año 1997 (Bemfam, 1997).

20
Una serie de trabajos provenientes del campo de la salud pública problematizan el
aumento de la realización, de ligaduras tubarias registrado algunas décadas atrás,
asociándolo al pago de honorarios profesionales y al incremento de las cesáreas. En estas
intervenciones es cuando se realiza la mayor parte de las ligaduras. Trabajos ya clásicos
çomo el de Carmen Barroso (1984) ofrecen una reflexión acerca de sus "determinantes
sociales". Entre ellos, identifica: la mercantilización de la regulación de la fecundidad con
propaganda médica de la práctica como garantía de libertad sexual en beneficio de grupos
econón-iicos del sector salud; la posición de la mujer en una cultura patriarcal donde es
responsable exclusiva de la anticoncepción y los hijos; dificultades de acceso a métodos
reversibles con seguimiento médico e información distorsionada acerca de sus efectos.
Todos estos factores contribuyen a hacer de la ligadura una opción tentadora (Barroso;
1984).

Así, varias autoras plantean críticamente la configuración de una "cultura de la


esterilización femenina" (Berquó, 1993). Según Elizabeth Vieira y Nicholas Ford (2004),
que el 70% de las mujeres ligadas entrevistadas en su estudio (n=289) haya reportado
tener una pariente también ligada, expresa esa "cultura de la esterilización". La
"naturalización" de esta opción para las mujeres en Brasil, da lugar a la percepción del
ciclo "menarca-concepción-gestación-parto-esterilización" (Citeli et al., 1995), revelada en
la frecuente expectativa de las mujeres de llevarla a cabo, una vez alcanzado el número de
hijos deseados.

Por otra parte, además de estos y otros estudios sociodemográficos que dan cuenta de la

prevalencia de esta práctica (Bemfam, 1997) existen trabajos que, a partir de estos datos y
mediante asociaciones estadísticas analizan su impacto desde una perspectiva de salud
pública. En este sentido, algunos de ellos abordan el perfil sociodemográfico de la
población que accedió a la ligadura tubárica (Vieira et al., 2005; 2002); otros comparan este
"perfil" con el de la población que no accedió (Vieira y Souza, 2009); analizan el
comportamiento sexual y reproductivo de ambos grupos (Villela y Barbosa, 1995);
estudian el perfil de la demanda antes y después de la regulación legal de la '
anticoncepción quirúrgica (Carvaiho et al., 2007), e indagan sobre "arrepentimiento" entre
las mujeres operadas (Ludemir et al., 2009; Nervo et al., 2000; Vieira, 1998).

21
Desde una perspectiva socioantropológica, los trabajos suelen combinar metodologías
cuali cuantitativas. Así, fueron abordados los motivos y las decisiones en anticoncepción
entre las mujeres que se ligaron. Marta Lucia de Oliveira Carvaiho y Néia Schor (2005)
encontraron que el rechazo de los métodos reversibles se basa en representaciones que los
asocian a su baja eficacia, para lo cual recomiendan reforzar la capacitación de los
profesionales de la salud para poder contemplar factores personales, socioconómicos y
culturales que orientan hacia la elección del método. Otros estudios (Barroso, 1984; Pirotta
y Schor, 1999) concluyeron que la argumentación de las mujeres que solicitan esta
intervención una vez alcanzado el número de hijos que deseaban, expresa la
interiorización de la racionalidad económica, a la vez que remite a la señalada
mercantilización de la regulación de la fecundidad, que genera la preferencia de métodos
de alta tecnología. También fueron estudiadas las representaciones sobre sí mismas
después de la cirugía y la satisfacción con ella (Minella, 1996a;1998). Esta autora señala

que los malestares de salud referidos como inesperados por las mujeres ligadas, no son
sólo consecuencia de la desinformación que surge del ánimo de lucro de los profesionales
y de su convicción de evitar el aborto y la mortalidad materna a través de esta
intervención, sino de la falta de consenso en la propia medicina acerca de las
consecuencias orgánicas, sociales y emocionales de la esterilización (Minella, 1996b).

Otros trabajos indagan las opiniones y representaciones de funcionarios y profesionales


de la salud acerca de la provisión de la ligadura tubaria. En su mayor parte, señalan las
"distancias" entre las normas y su implementación, y la acusada ausencia de monitoreos,

y destacan las críticas de los/as profesionales a ciertos aspectos de la legislación que


procuran regular su práctica, como la prohibición legal de realizar la ligadura al momento
del parto (Osis et al., 2009; Vieira y Ford, 2004). A modo de monitoreo técnico, otro trabajo

evalúa el cumplimiento de los criterios fijados por el programa para el acceso efectivo a
las prácticas de ariticoncepción quirúrgica tanto masçulina como femenina (Berquó y
Cavenaghi, 2003).

Desde otras preocupaciones, una serie de trabajos aborda el problema de la esterilización


en el marco de la atención obstétrica de mujeres que viven con VTH. En algunos de ellos se
anliza cómo las prescripciones médicas en torno a la prevención de la transmisión

22
vertical del virus modelan el deseo y la decisión de las mujeres acerca de la vía de parto y
posible práctica de la ligadura (Hopkins et al., 2005; Knauth et al., 2003). En la misma
perspectiva se plantea que la "cultura médica local" sobre la ligadura y la organización de
la atención prenatal contribuye a explicar las tasas diferenciales entre las ciudades de
Porto Alegre y San Pablo de mujeres que acceden a ella en el momento del parto (Barbosa
y Knauth, 2003).

Por último, cabe señalar un estudio que aborda la organización del trabajo de un equipo
de salud de una institución filantrópica no gubernamental -cuyas actividades se ¿entran
especialmente en la atención de la salud materno infantil, incluida la planificación
familiar- respecto del proceso de decisión sobre la ligadura (Marcolino, 2004). El análisis
focaliza en categorías que refieren al proceso de trabajo: división, complementariedad,
interdependencia, tecnologías. Allí encuentra cierta tendencia al funcionamiento
multidisciplinario y a la horizontalidad que implica una consideración "más humanística"
de la mujer, atenta a sus condiciones de vida. No obstante, esto coexiste
contradictoriamente con la persistencia de decisiones fundadas en criterios técnicos que
surgen del conocimiento biomédico. El trabajo señala esta tensión en función de la
distribución de poder en el equipo y la institución de referencia, pero eJ análisis
permanece desarticulado del espacio social donde se construyen, reproducen y disputan
las representaciones y los sentidos que allí se juegan.

En nuestro país el problema fue escasamente abordado por las ciencias sociales. En su
mayor parte se trató de estudios sociológicos de opinión con metodología cuanti-
cualitativa. Algunos de ellos exploraron las opiniones de los/as especialistas de la
tocoginecología de servicios públicos del área metropolitana de Buenos Aires acerca de la
anticoncepción y el aborto (Ramos et al., 2001). La indagación, a través de la aplicación de

cuestionarios autoadministrados, fue profundizada mediante entrevistas a los/as jefes de


servicio. Con este procedimiento se destacó el contraste entre el primer y el segundo
grupo abordados: de la encuesta a profesionales (de distinto rango) surgió que la
proporción entre quienes acordaban y quienes estaban en desacuerdo con que "la
ligadura de trompas debería ser accesible a toda mujer apropiadamente infórmada y que
no presente riesgo quirúrgico aumentado" era prácticamente igual(Ramos et al., 2001: 95).

23
Los/as jefes de servicios, por su parte, se mostraron más abiertamente contrarios a la
realización de esta práctica.

En el marco de un estudio antes mencionado (Ramos et al., 2004) sobre la implementación


de la ley de salud reproductiva de la ciudad de Buenos Aires, se indagaron las opiniones
de los/as jefes de servicios incluidos en el Programa de Salud Reproductiva y Procreación
Responsable del GCBA 14 sobre ciertos aspectos de la práctica de ligadura tubaria. El

estudio mostró que los/as entrevistados desconocían las condiciones en que era licito
practicar la ligadura tubaria y los requisitos administrativos para realizarla. Además, con
frecuencia la consideraban prohibida, sólo practicable por "indicación médica" y con
autorización judicial (aunque sin eliminar con esto la posibilidad de ser demandandos/as
a posteriori), y en oportunidades supeditada al consentimiento de la pareja de la mujer que

sería intervenida. La "derogación de la prohibición" y la "reglamentación de la provisión"

de esta práctica estuvieron entre las consignas que mayor cantidad de profesionales
juzgaron poco prioritaria (junto con la propuesta de "mejorar la calidad de la atención de
los abortos hospitalizados"). Por otra parte, la mayoría de los/as entrevistados se mostró

de acuerdo en avanzar en ambos sentidos, justificando la posibilidad de realizar la


intervención al menos en "casos puntuales", como evitar riesgos serios a la vida o salud
física de la mujer, con legislación que los protegiera ante eventuales juicios de mala praxis.
En ambos estudios se destacaba las resistencias que la ligadura generaba entre los/as
profesionales y sus argumentaciones: su carácter irreversible y la posibilidad de enfrentar
reclamos penales.

Por su parte, Diana Maffía (2001), quien se había desempeñado como Adjurita en la
Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, entidad que tramitaba reclamos para
acceder a la ligadura tubaria, señaló las frecuentes "barreras" para al ejercicio pleno de los
"derechos sexuales y reproductivos", entre las que destacó el desconocimiento por parte
de las mujeres, y la ausencia de mecanismos de control, participación y reclamo. El trabajo

denunciaba, a la vez, la frecuente judicialización de los pedidos de ligadura, a la que

14 Es el actualmente denominado Programa de Salud Sexual y Reproductiva.

24
asociaba "una cultura institucional poco democrática, y con una utilización del poder médico
paternalista y androcéntrica" (Maffía, 2001:30).

En otros trabajos empíricos se exploraron, a través de la técnica de entrevistas, las


opiniones de mujeres que accedieron a la ligadura y de profesionales vinculados a su
implementación. Para el caso de la ciudad de Buenos Aires desde una perspectiva
socioantropológica, Giarini y Zamberlin (2008) destacaron el acceso desigual a la ligadura
tubaria entre mujeres de diferentes estratos sociales y la disponibilidad o buena voluntad
de ciertos profesionales a realizarla, en contraste con las resistencias de sus colegas,
justificadas por el-temor a ser objeto de demandas penales.

La politóloga Josefina Brown (2006; 2004a; 2004b) abordó "la lucha por la definición de
una política pública y un derecho ciudadano" (Brown, 2006:133) en la provincia de
Mendoza, a través del análisis de los debates parlamentarios registrados sobre el tema.

Las autoras de una publicación reciente, una médica bioeticista y una abogada,
presentaron un estudio estadístico del comportamiento de la demanda y la provisión de la
ligadura en los hospitales públicos de un partido de la provincia de Buenos Aires
(Urbandt y Bostiaricic, 2008), ampliando y actualizando los datos que una de las autoras
elaboró en un trabajo previo (Urbandt, 2002). Preocupadas por explicar las causas de lo
que entienden un "fuerte y constante incremento de pedidos de esterilización dentro del
hospital público" (Urbandt y Bostiancic, 2008: 28), las autoras señalan la dudosa
continuidad y el acceso a métodos anticonceptivos de carácter reversible, la insuficiente
"competencia moral" de las mujeres acerca de las implicancias permanentes de la
ligadura tubaria, y la resolución judicial que consideran devenida en "trámites
administrativos, fríos y burocráticos" (Urbandt y Bostiancic, 2008: 206). También
muestran, sin detenerse en el análisis, el aumento registrado en el porcentaje de prácticas
quirúrgicas autorizadas pero no efectuadas en los servicios públicos de salud sobre el
total de las autorizaciones judiciales.

25
III

Retomando el problema en términos conceptuales

En el marco de una política pública que procura el "reconocimiento" de "derechos

sexuales" y "derechos reproductivos", el acceso a la ligadura tubaria constituye un caso

particularmente controvertido, que refiere al "problema de la población" a la vez que

resulta clave para abordar las construcciones sociales que la discusión del tema evoca: el

cuerpo y la sexualidad femenina social y culturalmente aceptados, la maternidad, la


feminidad, etc.

El problema que abordo •refiere a la administración del acceso a la anticoncepción

quirúrgica femenina en el sistema público de salud de la ciudad de Buenos Aires en el

marco de las politicas de sexualidad y reproducción social, entendiendo que, como toda

política, implica relaciones de poder que moldean las experiencias de los sujetos y se

inscriben en sus cuerpos (Fassin, 2003). Especialmente, analizo su despliegue en un

servicio de salud constituido en proveedor "de referencia" de esta práctica, a la luz de las

rutinas médico institucionales que median las reglas —leyes, normativas, programas— y

que rigen en los espacios de atención de la salud.

Así, la perspectiva etnográfica que asumo implica considerar tanto el proceso de


construcción de las normas y los programas, como las modalidades de su
implementación, apropiación y resignificación, a través de las prácticas y los sentidos que

los distintos actores sociales involucrados construyen y despliegan en esta trama.

La noción de campo (Bourdieu, 1988; 1991) resulta útil para pensar el espacio social

particular en el que esta política se despliega. Constituido históricamente por relaciones

de poder, el campo permite recortar y articular políticas gubernamentales, prácticas

colectivas de movilización, y demandas individuales en torno a un interés específico, en


este caso, la disposición de los cuerpos y la sexualidad dé las mujeres. En este espacio, los

distintos actores sociales o agentes participan de modo desigual, con sus prácticas,

representaciones y estrategias limitadas estructuralmente a partir de la posición de cada

uno en él. Las posiciones, desde las cuales los agentes actúan intentando modificar o
conservar el estado de las relaciones de fuerza, son definidas en el marco de relaciones de
hegemonía/subalternidad y por ello son relativamente variables (Bourdieu, 1991; 1988;

Bourdieu y Wacquant, 1995). El abordaje etnográfico de la construcción social de la


política que estudio implica, desde este marco conceptual, recuperar el movimiento de
correlaciones de fuerza en el campo político que se recorta en tomo a la implementación
de medidas sanitarias sobre sexualidad y procreación a partir del caso de la
anticoncepción quirúrgica femenina.

Para aproximarme a estos procesos resultan útiles algunos como conceptos como el de
construcción social, en tanto refiere a la compleja relación entre las representaciones ("la
articulación entre los modos de percibir, categorizar y significar") y las prácticas sociales
(las secuencias de interacción, sus modos de acción, y sus estrategias) de los sujetos
involucrados (Grimberg, 1997).15 Los procesos políticos e ideológicos comprometidos

pueden ser entendidos a la luz de lo que Bourdieu (1988) denominó luchas simbólicas, 16
para referirse a las disputas en tomo a las definiciones legítimas de las prácticas sociales.
Al mismo tiempo, para los agentes intervinientes, éstas implican disputar la legitimidad
de su injerencia sobre esas prácticas, asumiéndolas como su campo de intervención.

La producción de sentidos que refieren a lo normal y lo anormal en el ejercicio de la


sexualidad fue hegemonizada por la biomedicina y, como se vio, constituye una
construcción de carácter biomoral. La frontera que se erige entre la sexualidad "normal" y
"anormal", e instaura ciertas prácticas como "naturales" y otras como "no naturales"
(Grimberg, 2009; 2002) tiene lugar en la matriz heterosexual reproductora obligatoria o
heteronormatividad reproductora: un esquema que toma inteligibles los cuerpos sexuados y

las marcas de género, organizadas jerárquicamente en el campo cultural (Butler, 2003).

En este marco, entiendo al género como una construcción sociocultural e histórica de

carácter relacional que, a partir del dimorfismo sexual —diferencias anatómicas entre

15
En este enfoque, las representaciones sociales articulan componentes cognitivos, normativos, valorativos y
emocionales.
16
Luchas que implican el despliegue de estrategias y recursos acumulados históricamente (Bourdieu, 1988;
Bourdieu y Wacquant, 1995).

27
varones y mujeres— distribuye roles, comportamientos, actitudes y formas de sentir
diferenciales entre unos y otras (León, 1995). Éste se manifiesta como un eje de la

organización social y de la desigualdad de poder, que produce y reproduce la


subordinación de las mujeres y "lo femenino" (Heilborn,1994; Scott, 1993; Moore, 1992;
Lamas, 1986). Para las mujeres, implicó la naturalización de la capacidad reproductiva, a
través de la construcción y apelación ideológica a una supuesta esencia o instinto
maternal y la pasividad sexual (León, 1995; FulIer, 1995).

Pero, por otra parte, la vigencia de la heteronormatividad no sólo implica la mencionada


inteligibilidad, sino la adecuación de los cuerpos y la sexualidad a esa matriz, a través de
lo que Judith Butier (2003) denomina "política de la superficie corporal". Ésta implica la
construcción del cuerpo con género, mediante la expulsión y negación de los opuestos,
ocultando discontinuidades que evidencian que el género no es consecuencia mecánica,
unívoca, del cuerpo. La política de estabilización corpórea del género opera, según Butier,
mediante la norma esperada y deseable de expresión superficial de un núcleo de género

pretendidarnente coherente en el cuerpo, tanto en su materialidad, en sus gestos como sus


deseos, y a través del castigo de las disidencias. Pero esa coherencia, resalta, no es más

que una ficción, efecto de tal núcleo (Butler, 2003).

En el campo de la antropología médica local, la investigación de la sexualidad también se


vinculó con los estudios sobre VIH/sida. A partir de su emergencia, varios trabajos se
enfocaron en la perspectiva de los/as profesionales de la biomedicina o ciertas
representaciones médicas y analizaron su participación en la construcción social de esta

problemática (Grimberg, 2008; 2002; 1998; 1995; Grimberg et al., 1997). La presente tesis

retorna y contribuye a esta línea de investigación. Asimismo, los trabajos de Susana


Margulies (2008; 1998), que incorporan el estudio de las respuestas médico-institucionales
a la epidemia en la ciudad de Buenos Aires, constituyen un antecedente ineludible en
cuanto al enfoque adoptado y la problemática que abordo. A partir de la recuperación de
1,1
la noción de candidatura, planteada por Ronald Frankenberg (1994), la autora da cuenta de

los modos como el enfoque de riesgo se operacionaliza en la actividad clínica. Los


"candidatos" son, entonces, "aquellos que emergen en la atención como personas
'proclives" a enfermar de \Tll-1/sida" (Margulies, 1998: 55, resaltado en el original), por

28
aplicación de las categorías de riesgo (de la epidemiología inicial del sida) sobre
individuos particulares. Los contenidos ambiguos que se vierten sobre estas categorías, de
acuerdo con Margulies, denotan y refuerzan las construcciones acerca de lo normal y lo
patológico, y la valoración moral de las personas y los conjuntos afectados.

Continuando este enfoque en el terreno de la antropología médica, García (2007) abordó


etnográficamente la gestión y administración de programas y normativas para la
prevención de la transmisión vertical (madre-hijo) del VTH/sida en un centro obstétrico de
la red de salud pública de la ciudad de Buenos Aires. Sostiene que la rutinizaciónde las

prácticas médicas, incluida la prescripción de la serología para VIH, si bien basadas en la


racionalidad técnica de la biomedicina, se insertan en contextos definidos por condiciones
particulares tanto sociales, morales, ideológicas, como técnicas, que, entre otras cosas,
implican la subordinación técnica y social de las mujeres y la omisión de su experiencia en

la atención obstétrica. En lo que se revela como un contexto de cierta universalización del


ofrecimiento del test de VIH durante la atención obstétrica, en otros trabajos, junto con
Margulies, concluyen que la construcción de la paciente obstétrica se realiza al abstraerla
de su situación económica, social, cultural, laboral y emocional y la subordinación de la

mujer respecto de su embarazo (García y Margulies, 2007; Margulies y García, 2009). El


análisis se alinea así con la conceptualización del modo en que operan los sistemas
biomédicos tal como lo plantean otros autores: mediante la construcción del paciente-usuario
y naturalización de su padecimiento (Frankenberg, 1994; Good, 1994). Recupero esta

conceptualización a lo largo de la tesis para, a través del análisis del material etnográfico,
explorar de qué modos y con qué sentidos los/as profesionales indagan, recuperan y
contemplan las condiciones de existencia, materiales, sociales, simbólicas, biográficas, etc.,
de las mujeres que atienden a la hora de evaluar si se trata de una "candidata" —tal como
ellos/as mismos refieren— a la ligadura tubaria o no.

La tesis está organizada en una introducción, seis capítulos que tienen como eje el
problema del acceso a la anticoncepción quirúrgica femenina en el servicio donde realicé
el trabajo de campo, conclusiones generales y el listado sistematizado de la bibliografía

utilizada. En cada uno de los capítulos se presentan aspectos centrales de la perspectiva


antropológica: el plano de la experiencia cotidiana en los distintos espacios; las

[1
29
Ii regularidades y la diversidad presentes en la escena local; las prácticas concretas y las

representaciones de los sujetos, insertas en procesos sociales mayores —políticos,


ideológicos, culturales y económicos— que configuran tramas complejas, y la discusión

teórica desde la exposición y el análisis de los datos empíricos (Achilli, 2005).

En el capítulo 1 se explicita el diseño metodológico de esta investigación y, en detalle, se

exponen cada una de las estrategias desplegadas para la construcción de los datos y su
análisis interpretativo. Alli justifico la elección del servicio de obstetricia donde realicé el
trabajo de campo, reconocido "referente" de la ligadura tubaria, y reflexiono acerca de las
posibilidades y las dificultades que esto significó para mi trabajo. Discuto la adecuación
metodológica del trabajo etnográfico en instituciones de salud, y las particularidades que
adquirió en esta oportunidad la "entrada al campo", las interacciones cotidianas y no
tanto con los distintos sujetos, las negociaciones varias y los avatares que se presentaron
durante mi estadía allí.

En el capítulo II se analiza el proceso de construcción del problema político de la


ligadura, a través de la recuperación de los principales hitos del esquema jurídico en torno
de la práctica. El recorrido permite identificar procesos de interpretación, disputa,
resistencia, - y producción de sentidos que se expresaron en una correlación variable de

fuerzas. La diversidad de voces y sus fundamentos remiten tanto a la influencia del


discurso poblacionista y del higienismo en la tradición política nacional (Nari, 2004),
como al de más reciente trayectoria, en el piano internacional, primero, y luego en el local,
de los "derechos reproductivos" y "derechos sexuales" de la que nuestra legislación local
es en parte subsidiaria, de la mano de las reivindicaciones planteadas- por el movimiento
de mujeres/feminismos. El análisis muestra que la gestión del acceso a la ligadura cobra
creciente legitimidad en un marco de reconocimiento formal de aquellos derechos que, a
la vez que se inserta en un campo político-sanitario históricamente hegemonizado por el
saber biomédico social, enfrenta persistentes y renovadas resistencias.

En el capítulo III se presentan las modalidades de tratamiento de los pedidos de ligadura


tubaria en los últimos años en el servicio que se constituyó en su proveedor "referente". El
análisis se centra en las prácticas profesionales que dieron lugar un posicionamiento

30
particular en el espacio de la politica en "salud reproductiva". Se aborda el diseño del
dispositivo con el cual el servicio evalúa los pedidos de ligadura tubaria y las disputas y
negociaciones institucionales en torno a la regulación del acceso a esta práctica. Se
recuperan, también, las prácticas de otros servicios, agencias y ONGs con motivo de esta
práctica. Entre éstas, se exponen las prácticas de intervención de la Defensoría del Pueblo,
al tiempo que se analizan las modalidades de interacción de esta agencia con otros
servicios.

En el capítulo IV describo el espacio central de trabajo etnográfico: un hospital del centro

de la ciudad de Buenos Aires, y especialmente el servicio de obstetricia. Se analiza


centralmente la organización contemporánea del consultorio de salud reproductiva a
través del cual se da esta implementación y las estrategias de negociación y articulación
con otros agentes. El análisis presentado da cuenta, por un lado, de la posición particular
de este servicio en el campo de la atención de la salud reproductiva de las mujeres. Por
otra parte, la presentación de sí (Bourdieu, 1988) realizada por sus profesionales se revela
como una estrategia de posicionamiento que, junto con la organización descripta, le
permite al servicio adquirir mayor visibilidad, al tiempo que se revela la heterogeneidad
de perspectivas en el servicio y se advierten los principales conflictos que el tema suscita
entre sus profesionales, cuyo análisis en profundidad se realizará en los siguientes
capítulos. Se analizan, asimismo, las propuestas e intervenciones del Programa de Salud
Sexual y Reproductiva y de la Defensoría del Pueblo a fin de garantizar el acceso a esta
práctica en la red pública de salud de la ciudad.

En el capítulo y se analizan los espacios y las condiciones donde surge la cuestión de la

ligadura en el consultorio de obstetricia. Especialmente se reflexiona acerca del carácter de


las actividades desarrolladas en el marco del Programa de Salud Sexual y Reproductiva
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el servicio. A través de la descripción
etnográfica de las interacciones en el proceso de atención de la salud reproductiva, el
análisis revela la apropiación y resignificación que realizan los/as profesionales de los
lineamientos del Programa. A partir de alli se manifiestan las tensiones inherentes a la
gestión de la sexualidad y la reproducción de la población, y se evidencia la especificidad
del tratamiento de que son objeto determinados sujetos y grupos. Un contraste particulár

31
surge de la caracterización de las mujeres de menores recursos (que concurren al hospital
público) y aquellas con capacidad para negociar en el espacio "privado" la realización de
la ligadura.

El capítulo VI se focaliza en el despliegue de los dispositivos que cotidianamente


organizan las prácticas profesionales en tomo a la ligadura tubaria en el consultorio de
salud reproductiva del servicio: la "consejería" y la administración del consentimiento
informado, la implementación de la guía de procedimiento denominada "semáforo", y la
interconsulta con colegas del equipo de salud de la misma u otra disciplina. El análisis de
estos dispositivos, a partir del problema de la relación entre la técnica y la construcción de
la persona —retomando las nociones de "técnicas corporales" de Marcel Mauss (1979), y
"elecciones técnicas" de Pierre Lemonnier (2002)—, muestra los sentidos que los/as
profesionales asignan, promueven y cuestionan en tomo a la ligadura tubaria. Son
algunos de estos sentidos —aquellos que remiten a las construcción hegémónica de la
mujer-madre y sexualmente pasiva— los que permiten delinear los modos prevalecientes
de definición e intervención biomédica de los cuerpos femeninos.

En las conclusiones, a partir de la recuperación de los hallazgos y reflexiones expuestas


en cada capítulo, se avanza hacia la redefinición del problema de la administración
política del acceso a la anticoncepción quirúrgica femenina en términos de un dispositivo
que refiere, simultánea y conflictivamente, al problema de la población y a la construcción
de las mujeres como "sujetos de derecho". La tensión permanece por cuanto una y otra
línea implican procesos políticos que, por un lado se realizan en condiciones
multidimensionales de desigualdad social, al tiempo que remiten a la gestión de los
mismos aspectos de la vida: la sexualidad y la capacidad reproductiva femeninas. No
obstante, ambos son núcleos que condensan sentidos diversos, esquivos, disputables:
responsabilidad, impulso, libertad, salud, maternidad, temor, placer, poder, peligro,
deseo, designio.

32
CAPÍTULO ¡

ESTRATEGIAS PARA UNA ETNOGRAFÍA DE LA POLÍTICA DESDE UN

SERVICIO DE SALUD

El campo en el que se dirime el problema politico del acceso a la ligadura tubaria exige un
abordaje etnográfico que permita conocer "desde adentro" (Heggenhougen, 1995) los
procesos de disputa y construcción de significados. Esto permite analizar el complejo
entramado social e histórico en que se despliegan las políticas públicas, desde su
definición hasta sus acciones (Danani, 2000; 1996).

Así, en tanto las políticas públicas no remiten exclusivamente a la forma legal, racional, en
la que se gobiernan las poblaciones (Wedel et al., 2005), la labor etnográfica posibiita
echar luz sobre las prácticas y los sentidos que los actores atribuyen a la cuestión, y así
aproximarse a las decisiones políticas, sus modos de implementación y sus efectos reales,
imaginados -tanto deseados como temidos-, insospechados.

Con este propósito, realicé trabajo de observación con participación, durante 2007 y 2008,
en un servicio de obstetricia de un hospital general de agudos del Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, y entrevistas en profundidad a profesionales de salud y funcionarios
entre 2006 y 2008. El trabajo de campo incluyó la observación de actividades que los/as
profesionales del servicio seleccionado realizaron en otros espacios: convocados como
especialistas por otros servicios de la red sanitaria pública, o como expositores en jornadas
científicas. También observé los encuentros periódicos de la Coordinación del Programa
de Salud Sexual y Reproductiva con profesionales de los servicios de salud a lo largo del
curso de capacitación anual a cargo de esa coordinación. Se realizan una vez por mes
desde hace algunos años en el aula magna de un hospital general de agudos de la ciudad,
donde el Programa tiene su oficina. 17

17
Los encuentros se realizan los segundos jueves de cada mes durante la mañana, es decir, en el horario del
servicio. La convocatoria se lleva a cabo mediante memos enviados a las autoridades de los servicios

33
Mi inserción como antropóloga en el servicio para conocer los modos como se gestiona el
acceso a la ligadura tubaria, me llevó a explotar, voluntaria e involuntariamente, algunas
de mis posiciones de sujeto, tal como plantea Kelly da Silva (2005). Al respecto, esta
autora recupera la problematización del carácter supuestamente unívoco y acabado de la
identidad, al que opone, siguiendo el planteo de Henrietta Moore (1994), la construcción
fluida de una subjetividad, a través de la cual los individuos "toman urna variedade de
posiçóes de sujeito dentro de diferentes discursos", posiciones que pueden ser
contradictorias y conflictivas entre sí (Moore, 1994, citada en da Silva, 2005).

El desafío de desentrañar los sentidos que organizan aquellos modos de gestión a partir
de la inmersión en este campo no fue tarea sencilla. Implicó sobreponerme tanto a la
famffiaridad que el campo despertaba en mí, por haberme atendido durante años en un
hospital del área metropolitana de la ciudad, como un gran esfuerzo para aproximarme a
los sujetos de investigación, principalmente a los/as profesionales. De ellos me
distanciaba, sobre todo, la formación disciplinar y, en buena parte, el desconocimiento de
sus rutinas institucionales. Desde esta tensión entre la proximidad y la distancia, fundante
y característica del trabajo etnográfico, opera el ejercicio metodológico del
"extrañamiento" (Lins Ribeiro, 1986), que implica, justamente, tanto la práctica de
exotizar lo cotidiano o descotidianizar lo familiar, como entrar en contacto estrecho con lo
que al mismo tiempo se construye como "otredad" (Achiffi, 2005).

La selección de este servicio obedeció a cuestiones de diverso orden: por un lado, era
identificado por diversos actores como un servicio "amigable" y "centro de derivación"
para la provisión de una práctica comúnmente resistida por otros efectores del sistema
público de salud, y constituido en servicio de referencia para éstos y otros agentes
(Defensorías, organismos y programas del Estado; ONG de mujeres, etc.).

registrados como efectores (que solicitan y distribuyen insumos del Programa), a fin de facilitar la
participación de los/as profesionales. La asistencia y autoevaluación anónima otorgar un puntaje, lo que
funciona como un incentivo para la participación en los cursos.

34
Pór otra parte, el acceso fue facilitado por haber sido colega de estudio en el posgrado con
quien se desempeñaba en la jefatura del servicio. La jefa del servicio estaba realizando una

investigación acerca de las opiniones de los/as profesionales de distintos hospitales


públicos de la ciudad sobre la práctica de ligadura tubaria. A lo largo de mi estadía en el
servicio compartimos las vicisitudes de ese proceso, sobre todo las dificultades para
obtener respuesta de sus colegas, y posteriormente las devoluciones de los evaluadores, a
partir de las cuales me pidió recomendaciones bibliográficas. La contacté telefónicamente
a comienzos de 2007 y le comenté mi propósito de investigación a fin de solicitar y lograr

la "entrada al campo": el tema por indagar, expliqué, era cómo se desenvolvía el servicio,
de manera cotidiana, respecto de la práctica de anticoncepción quirúrgica femenina.

En general, como dan cuenta las etnografías hospitalarias, el acceso a estas instituciones es
celosamente regulado por otras instancias, como comités de bioética, y de docencia e
investigación. Esto es así, especialmente en cuanto a la aproximación a los "pacientes"
(Barber, 2007), pero expresa la reticencia a la observación y el cuestionamiento de las
prácticas profesionales en su espacio de trabajo (van der Geest y Finkler, 2004). El circuito
de autorizaciones formales, burocráticas, que se imponen a las investigaciones
antropológicas y sociológicas cuyo "campo" son las instituciones biomédicas, implica el
despliegue de retóricas y normativas institucionales, dispositivos y prácticas rutinarias,
microdisputas y disposición de los sujetos expuestos a la investigación, que deben ser
analizados (Margulies, 2006).

En este sentido, cabe destacar una particularidad del servició: tiene cierta trayectoria como
unidad de estudio/espacio de investigaciones de este tipo, en ocasiones seguidas de
intervenciones de capacitación profesional. De hecho, al entrar en contacto se iniciaba un
estudio exploratorio que buscaba describir actitudes y opiniones de profesionales y
mujeres operadas acerca de la ligadura tubaria. La jefa no encontró dificultades en esta
coincidencia. Fue necesario establecer acuerdos con las otras investigadoras, ex colegas de
mi centro de estudios sociológicos, una antropóloga y una socióloga, para evitar
superposiciones en el abordaje de los sujetos que entrevistaríamos.

Así, el tema de investigación, encarado con perspectivas y técnicas diferentes, estaba

35
presente por ese entonces, y era motivo de orgullo para la jefa del servicio, comprometida
personalmente en la labor que llevó a "su" servicio a posicionarse primero como
"pionero" y luego como "referente" en cuanto a la provisión de la ligadura tubaria. Así,
tanto el reconocimiento del servicio en estos términos, como el vínculo previo con la jefa
allanaron mi ingreso.

Durante la primera de mis estadías de observación, fui presentada de forma espontánea


por la jefa del servicio a la directora del hospital, quien dejó en manos de la primera la
decisión acerca de la posibilidad de realizar mi investigación allí. Me indicó, entonces,
presentar una carta de intención y mi proyecto de investigación ante el Comité de
Docencia e Investigación (CODEI) del hospital. Me advirtió, además, que sólo si este
comité lo consideraba necesario, el proyecto sería evaluado luego por el Comité de
Bioética. Este proceso demoraría la autorización formal, ya que cada una de sus
propuestas, según dijo, "dan mil vueltas pero terminan autorizando ". En la siguiente visita al
servicio me presentó, a la jefa del Departamento Materno Infanto Juvenil, a quien consultó
sobre la necesidad de solicitar formalmente autorización al CODEI. Dado que las técnicas
de investigación que utilizaría no involucraban el manejo de datos de investigación
clínica, consideró innecesaria tal autorización. Si bien la presentación ante el CODEI
nunca fue realizada, preferí entregar a la jefa del servicio la carta de presentación y un
breve resumen del proyecto de investigación, a fin darle más formalidad, y resguardo a la
continuidad de mi estadía allí.

Así, la jefa del servicio se apropió en cierta forma de mi propuesta de investigación y


colaboró, con el visto bueno —informal— de otras autoridades, eludiendo aquellas otras
instancias de evaluación, a la vez que identificaba relaciones tensas con esos órganos en la
institución. Con ella fueron, entonces, convenidos los términos de mi presencia en el
servicio, donde acoté la observación sistemática a ciertos espacios: las salas de espera de
los consultorios externos, las reuniones periódicas del equipo profesional responsable del
consultorio de salud reproductiva, y el consultorio de salud reproductiva. Excluí las
consultas para control del embarazo, las de la guardia tocogiriecológica y la sala de
internación. La "negociación" incluyó, a pedido de ella, una "devolución" de mis
- observaciones al equipo de profesionales, que tuvo lugar al cabo de la primera etapa de

36

or
t trabajo de campo, concluida a fines del año 2007.

Recuperando los modos de trabajo antropológico, privilegié la reserva de la identidad del


servicio para que el análisis y la difusión de resultados no dejara abiertamente expuesta la
institución, y con ello sus profesionales. Lejos de esto, la jefa del mismo estaba

marcadamente interesada en la identificación del servicio, debido al "orgullo personal" y


"profesional" explicitados en relación con la modalidad de atención, que decía regirse por
el precepto de "los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres" y de acuerdo con lás
normativas más recientes. Por las razones mencionadas, preferí no revelar en qué servicio
realicé esta experiencia, aunque es probable que lectores/as familiarizados con la temática
no precisen mayores referencias para identificarlo.

Durante mi permanencia en el servicio procuré no identificarme con ninguno de los roles


clásicos en el espacio hospitalario, equipo profesional, pacientes, y visitantes o
acompañantes (van der Geest y Finkler, 2004). Intenté, también, alterar lo menos posible el
espacio social en el que me insertaba como investigadora (Bourgois, 2006) y aprovechar
"el efecto inquietante y a veces disruptor de nuestra práctica cotidiana en el campo"
(Bárber, 2007). Quiero reflexionar en este punto acerca de cómo algunas de mis posiciones
como sujeto modelaron en cierta forma las condiciones en que llevé adelante la
investigación, y que constituyen parte del problema por investigar.

En primer lugar, como expresé, el hecho de haber compartido la formación de posgrado


con la jefa del servicio, más mi coincidencia en buena medida con la consigna
reivindicativa de los "derechos de las mujeres", y especialmente con la que dama por la
"autonomía de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos", me facilitaron el acceso a la
observación de prácticas y discursos. Este proceso significó una tensión permanente que
me obligó a cuestionar y decidir cuáles datos analizar y, sobre todo, hacer o no públicos.

Así, esto favoreció tejer con ella relaciones, en cierta forma, en términos de pares, lo cual
implicó posibilidades y dificultades. Movida por su calurosa invitación, me encontré
participando de espacios que excedían mi interés pero que muchas veces estimé
conveniente no rechazar para consolidar mi presencia en el terreno. A partir de su ímpetu
por promover y consolidar un perfil de servicio volcado hacia la investigación sanitaria

37
me solicitó, en calidad de investiSadora, recomendaciones bibliográficas, asesoramiento
en la elaboración de proyectos y construcción y lectura de bases de datos. Estos pedidos, a
modo de contraprestaciones o "contra dádivas" (da Silva, 2005) del permiso de acceso
para desarrollar allí mi trabajo incluyeron la mencionada instancia de "devolución" y,
posteriormente, una suerte de informe de la gestión del servicio a partir de mis
observaciones. En el último apartado presento mis reflexiones sobre estos intercambios.

La dinámica del servicio estaba atravesada y caracterizada por los rasgos personales de su
jefa, quien expresaba gran entusiasmo y compromiso explícito con la perspectiva arriba
comentada. Pese a la coincidencia que señalé al respecto, sospechaba que los sentidos con
los que ella y yo cargábamos esas consignas diferían, y sólo una inmersión completa en el
terreno me permitiría averiguarlo. Comencé por participar -observando- de las reuniones
del equipo del consultorio de salud reproductiva, lo que me permitió aproximarme al
"punto de vista nativo", es decir, a las preocupaciones y los conflictos que experimentan
los/as profesionales frente a situaciones tanto rutinarias como las que les resultaban
particularmente inquietantes, aun cuando infrecuentes, y que en ese espacio eran
formuladas en sus propios términos. También se expresaban las alternativas de acción
consideradas posibles de ser llevadas adelante, y por omisión, se daba cuenta de las
excluidas.

Me advirtió que estas reuniones, idealmente semanales, irían espaciándose a lo largo del
año, hasta alcanzar una frecuencia mensual. Ella era la impulsora y coordinadora de estos
encuentros, que no continuaban cuando se ausentaba, ya sea por vacaciones o por
actividades fuera del servicio. Rara vez empezaron a horario, debido en parte a los
tiempos de atención del consultorio. Salía a buscar ella misma, o mandaba a llamar a
los/as profesionales que no estaban presentes y "retaba" a quienes se demoraban,
argumentando que era prioritario el trabajo conjunto en este espacio, aun cuando
implicara suspender momentáneamente la actividad asistencial. Al mismo tiempo,
establecía la agenda, que generalmente me anticipaba, fijaba tareas, indagaba, aceptaba o
rechazaba propuestas realizadas por el resto de las/os profesionales.

Durante la primera etapa de investigación en el servicio asistí a ocho de estas reuniones.

38
No estuve presente, por razones personales, en apenas un par. En casi todas ellas planteó
cuestiones referidas a la provisión de la ligadura tubaria. Cabe suponer que mi presencia
en el servicio, motivada por el interés en la gestión de esta práctica, forzó de alguna forma
su tratamiento explícito, entre otros temas relativos al desempeño del equipo, con lo que
contribuía a desbrozar los aspectos identificados como más problemáticos. Esto revela la
potencialidad del trabajo etnográfico a partir del cual, aun cuando la iriserción del
investigador/a no plantee la alteración de la realidad social que pretende abordar, su sola
presencia implica la modificación y cierta "escenificación" de las relaciones que se dan en
el campo. De hecho, es una posibilidad que, haciendo uso de su autoridad, hubiese
aprovechado mi interés en el tema para proponer sistemáticamente su discusión. Esta
hipótesis es abonada por el hecho de que, según me comentaron algunas profesionales,
en las reuniones a las que no pude asistir el tema no fue parte de la agenda, como
tampoco surgió espontáneamente. Asimismo, en ocasión de la "devolución" pactada, que
tuvo lugar en marzo del año siguiente (2008), la jefa del servicio anunció que con mi
presentación se reinauguraban los encuentros semanales, y se hicieron sugerencias de
espaciarlos, en virtud del "funcionamiento aceitado" que, juzgaron, se había alcanzado.
En efecto, la práctica de la ligadura tubaria constituía un tema con el que cotidianamente
lidiaban los/as profesionales de este servicio. Si bien la jefa no pareció revisar su
propuesta, en mi segunda etapa de campo sólo tuvieron lugar dos reuniones de este
equipo. Es difícil establecer la razón del espaciamiento de las reuniones, pero en todo
caso, confirman la sospecha de que una suerte de "puesta en escena" tenía lugar porque la
antropóloga (yo) estaba allí: sea su capacidad de mando y ejercicio de poder, sea un
particular y prioritario interés en la práctica de ligadura, o probablemente ambas.

Durante una de estas reuniones, el jefe de unidad; responsable de la organización de los


consultorios externos, me comentó a modo de broma que la experiencia de estar allí sería
para mí como presenciar un reality show. Sin pretender especular acerca de las sensaciones
que este comentario haya buscado transmitir y/o provocar, cabe preguntarse ¿qué
significación cobra la analogía del trabajo de campo con ese género de entretenimiento
masmediático? Entiendo que ésta ilumina una de las tensiones características del métier
antropológico de acuerdo con Lins Ribeiro (1986): el distanciamiento/aproximación. Así,

39
este profesional resaltaba mi "extranjería" o no pertenencia a ese espacio médico
instituciona1. 18 Reconocía, al mismo tiempo, que ese mismo desplazamiento —más
cognitivo (y tal vez simbólico) que geográfico— me permitía el acceso a una instancia más
íntima, comúnmente no visible, a partir de mi inserción en "su" espacio laboral.

Poco después de ese comentario, la jefa de división contó que en otra institución la
propuesta de instalar cámaras de video en el quirófano de neonatología no prosperó
debido a la resistencia de los profesionales, por temor a ser vigilados y ser objeto de
demandas judiciales. Cuestionó esta resistencia que, en su opinión, surgía de la no
comprensión del propósito de la iniciativa: analizar a posteriori las maniobras médicas de
reanimación de recién nacidos a fin de mejorar la performance profesional. El comentario
de esta experiencia y su interpretación podrían pensarse como una analogía con el
quehacer antropológico en este espacio, y otorgarle otros sentidos (acaso funciones) a mi
presencia. De este modo, el interés por la "devolución" pactada radicaba en mi calidad de
"espectadora", cual atenta lente de una cámara. Y unido a esto, la expectativa de que
pudiera brindarles una mirada, distante y próxima a la vez, que permitiera revisar y
mejorar los procedimientos cotidianos y por eso mismo naturalizados/no cuestionados
por los propios protagonistas.

Sin embargo, a pesar de atribuirme un rol expectante, limitado a la "observación", en


varias oportunidades fui consultada a título de investigadora con cierta experiencia en
temas de salud, e invitada a hacer exposiciones. En una de ellas de manera compulsiva,
pues me pasó la voz a fin de corroborar información sobre la ausencia de condenas por
mala praxis en relación con la ligadura tubaria, durante una clase-presentación sobre esta
técnica que realizó en otro hospital. De este modo, me obligó a tomar posición en la trama
de disputas sobre la temática. Asimismo, encaró duramente a una profesional, que me
mencionó como una suerte de "testigo" y le advirtió: "no la mires a Cynthia, ella es
espectadora acá". Me encontré participando de un espacio social y simbólico en el cual
coyunturalmente era tanto incorporada, con distintos sentidos o fines, como excluida, en

18 En otras oportunidades optó por la ironía, refiriéndose a mí como si fuera una colega del servicio "otra vez
de guardia vos?".

40
una tensión permanente. En esas reuniones, mi presencia resultó particularmente
paradigmática de la inserción como etnógraf a. Se me negaba participación por "extraña" o
"no nativa", y se forzaba una invisibiización que, en un movimiento contrario, me
incorporaba de modo subsumido, junto con el resto de las profesionales, en la estructura
jerárquica del servicio. Con sus intervenciones, en uno y otro caso, la jefa reforzó su
autoridad, al tiempo que resaltaba nuestra paridad a través de cierto conocimiento de las
técnicas de investigación cualitativas y resultados de investigaciones previas. Así, vale
explotar la "sospecha" a la que me referí más arriba, por cuanto revela la riqueza y
complejidad del trabajo etnográfico, en el que la inserción en el terreno conileva siempre
una alteración de las rutinas nativas. Hasta aquí me referí a cierta "puesta en escena" (o
exageración) de las relaciones jerárquicas, la definición de la práctica de ligadura tubaria
- entre los temas prioritarios, y el énfasis en un perfil "académico" o de investigación para

el servicio. También implicó, como se verá, la revisión de algunos modos en el trato, y la


justificación de algunas modalidades de atención).

***

Al insertarme como antropóloga en ese terreno, también me aproximé a otro sujeto


fundamental en ese mismo espacio: las mujeres que allí se atienden. Comencé por realizar
observación en las salas de espera del servicio, mayormente en la del consultorio de salud
reproductiva, pero también en la de obstetricia (o control del embarazo). Esto me permitió
ma observación minuciosa de la disposición del espacio, la organización del tiempo y la
dinámica institucional del servicio. Al mismo tiempo, me posibiitó acercarme a las
mujeres y acceder, mientras aguardaban su turno, a fragmentos de historias personales
que se tomaban significativos. 19

Me presentaba a las mujeres, siempre que se daba la oportunidad, como una estudiante
que estaba haciendo un trabajo de investigación para la facultad sobre el tema de la

19 Los cursos de orientación para el parto eran convocados en este espacio. Sin embargo, decidí no observar

esa instancia en la que, en general, participaban mujeres que atravesaban su primer embarazo y considerar
que era probable que la ligadura no fuera una opción anticonceptiva que contemplaran (tanto embarazadas
como obstétricas).

41
ligadura de trompas en los hospitales públicos de la ciudad de Buenos Aires. A partir de
esas conversaciones, se fueron imprimiendo al trabajo etnográfico otros sentidos: tanto fui
citada por ellas a modo de referente que las validaba, 20 como me vi compartiendo con
- ellas información, en general no provista por los/as profesionales, que surgía de su
curiosidad por mi tema de estudio. En ocasiones sentí incomodidad al hablar con ellas
sobre la condiciones formales de acceso a la ligadura, sobre todo al percibir su entusiasmo
con la idea, y por temor a aparecer frente a los/as profesionales qúe verían a continuación,
como una suerte de promotora de la práctica. Concluí que lo que hacía era charlar y
compartir información 21 de escasa difusión, y que lo contrario implicaba reproducir, por

temor, la desvalorización de varios/as profesionales acerca de la capacidad de decisión de


estas mujeres.

Debo reconocer que la distancia social con las mujeres me resultó por momentos algo
difícil de sortear a la hora de comunicarme con ellas en la sala de espera. Esto también,
según puede observar en las consultas, constituía una fuente de dificultad en la
interacción entre ellas y las profesionales, en función de recursos diferenciales. Sin
embargo, compartir con ellas el espacio de espera durante horas, me permitió construir un
vínculo cuidadoso, de escucha atenta, respetuoso y horizontal. El tiempo en la sala de
espera me obligó a disciplinar mi cuerpo, dispuesta a soportar tanto como las mujeres que
aguardaban atenderse o sacar turno: la mayor parte del tiempo de pie, y con un frío
espantoso durante el invierno. Estas condiciones me hicieron padecer el espacio, y
percibir lo que todavía recuerdo como largas estadías, aunque las notas de campo, donde
registraba mi hora de llegada y salida del hospital, muestran que éstas se limitaban a unas
pocas horas. Al yerme, las profesionales solían comentarme que lamentaban que estuviera
haciendo "lo mío" en tales condiciones, distinguiéndome, del resto de las mujeres que

20
Por ejemplo, cuando una mujer embarazada que había solicitado la ligadura me relató, a la salida de la
consulta, que le había comentado a la profesional que su charla previa conmigo la había ayudado a confirmar
su decisión para ligarse, "y le dije que me veías muy convencida".
21
Al respecto, Barnes et al. (2003) discuten con el modelo técnico racionalista que la entiende limitada a la
instancia formal de divulgación una vez concluida la investigación. Sostienen que la "diseminación"
constituye una dimensión cotidiana de la investigación cualitativa que implica un posicionamiento ético,
político y comunicativo, llamando la atención, entre otras instancias, sobre la reflexividad como metodología
desplegada en las entrevistas.

42
aguardaban cotidianamente en esas mismas condiciones. 22

Durante mi estadía de trabajo de campo, al regreso de un par de semanas de ausencia, me


tomó por sorpresa el cierre de la maternidad por obras, anunciado con carteles caseros en
la puérta de ingfesó a la secretaría. Este escnarid se tórñó una opoftunidad Valióa pafa ......
aproximarme al desempeño del servicio en nuevas condiciones, comunes a las de otros
servicios que no cuentan con la capacidad de practicar la intervención quirúrgica, sin por
ello dejar de ser operadores de la política pública en la materia. Así, durante este período
accedí, en parte, a las modalidades de implementación del acceso a esta práctica en éste y
otros servicios a través de la experiencia de las mujeres que conocí en la sala de espera.
Allí tuvieron lugar contactos más o menos espontáneos que, en varias oportunidades,
fueron los primeros de una serie de conversaciones, a modo de entrevistas abiertas en
profundidad o bien comunicaciones telefónicas. De este modo pude conocer el recorrido
de esas mujeres, dadas las condiciones del servicio, para acceder a la operación que
procuraban.

Si bien no estaba previsto en el proyecto de investigación, 23 en el transcurso del trabajo de


campo decidí realizar observación en el consultorio de salud reproductiva, a fin de relevar
la dinámica que, puertas adentro, tiene el proceso institucional de atención de la salud
reproductiva y gestión de la sexualidad femenina. En efecto, constituyó una estrategia
metodológica apropiada y un espacio privilegiado para acceder a las interacciones de la
relación médico-paciente. En esta instancia es donde se despliegan de modo concreto las
prácticas profesionales que tanto suponen rutinas o procedimientos estandarizados, como
el ejercicio de cierta discrecionalidad por parte de los/as profesionales. A partir de allí, y
centrando la atención en el desenvolvimiento de los/as profesionales, me fue posible
recuperar las modalidades de interacción que caracterizan este espacio: interrogación o
indagación de las mujeres que consultan; modos de comunicación (verbal y gestual);
tópicos de información brindada, prescripciones de distinto orden; modos y criterios por

12 En cuanto a ellas, estaban naturalizadas (qué podían hacer?). A mi, en cambio, me ofrecieron, por ejemplo,

esperar en el consultorio (algo calefaccionado) hasta que llegara la profesional a cargo, y usar los sanitarios
internos, de uso exclusivo de los/as profesionales.

23 En la Introducción comenté con mayor profundidad el devenir del proyecto original.

43
los cuales resuelven prescribir (o no) la anticoncepción quirúrgica femenina, entre otros
métodos anticonceptivos disponibles, que analizo en los capítulos V y VI.

El acceso a ese consultorio fue autorizado por la jefa del servicio, aunque supeditado a la
décisióñ dé cada una delas prófesionales, quienes tuvieroñ téacciohe diversas: álgtiirias,
en cuanto me veían en la sala de espera me invitaban a pasar; otras, sin ningún
entusiasmo, me dieron acceso sólo cuando lo solicité.

Al mismo tiempo, preferí acercarme a las mujeres citadas para el día, y hacerles conocer el
propósito de mi estadía allí y mi intención de observar las consultas con su

consentimiento. Consideré que, de esta forma, sería más fácil rehusarse, que estando
frente a un/a médico.

Una estrategia eficiente para conocer las tramitaciones en curso de la ligadura fue el
acceso a las fichas médicas de las mujeres citadas cada día para el control de su embarazo
o identificadas por la secretaria del consultorio de salud reproductiva cuando se trataba
de la primera consulta con motivo de esta práctica. 24 En esas fichas se señala quiénes
habían solicitado la práctica.

Seguramente el acceso al consultorio se vio en gran medida facilitado por el hecho de ser
yo misma una mujer, pero también en función de las múltiples relaciones de desigualdad
en las que se inserta este espacio, un servicio público de salud. En este sentido, en las
ocasiones en que quedé librada a la dinámica de atención, me encontré dentro del
consultorio sin que las mujeres supieran quién era yo, para qué estaba allí y, por supuesto,
sin que pudieran rechazar mi presencia. En esas oportunidades, la presentación
generalmente quedó en manos de la profesional a cargo del consultorio, y fui introducida
como si fuera una integrante más del servicio: "es una compañera de batalla", "es del equipo".

Y pocas veces las mujeres tuvieron oportunidad de consentir o bien de rechazar mi


presencia durante la consulta.
e

24
La posibilidad de esta identificación obedece a la modalidad de organización del consultorio de salud
reproductiva, que describo y analizo en el capítulo IV.

44
Desde la perspectiva de las profesionales, no era una situación problemática. Entendían
que por tratarse de un hospital docente, donde los/as estudiantes hacen sus prácticas
preprofesionales, y completan su formación médicos/as residentes y concurrentes que
rotan por allí, las mujeres estarían acostumbradas a ser vistas por varios/as profesionales a
la vez. Sin embargo, como me comentaron en la sala de espera, a muchas les disgusta
estar ante varios/as profesionales o "practicantes", como se refirieron a los/as estudiantes
o médicos más jóvenes, y más aún ser examinadas físicamente repetidas veces durante la
consulta.21 Entendiendo que estas mujeres ocupan una posición desfavorable,

naturalizada desde la perspectiva de los/as profesionales, me pareció válido y prioritario,


dirigirme a ellas como lo hice las más de las veces, sometiendo a ellas mi posibilidad de
acceso y permanencia durante "su" consulta.

Me encontré así registrando minuciosamente condiciones que reforzaban la


vulnerabilidad de las mujeres que allí se atendían. En virtud tanto de mis presupuestos
teóricos, como de mi experiencia profesional y personal, esto no representó sorpresa
alguna, aunque sí un profundo malestar. Poder identificar sus necesidades, temores,
indefensión, soledad y maltrato padecido en el servicio marcó en buena medida mi
experiencia en el terreno.

Cuando, al realizar la devolución de mis observaciones al equipo, me referí a cuestiones


que evidenciaban el descuido por la intimidad durante las consultas, 26 el nivel de
desatención de los/as profesionales presentes fue marcado, ocupados en comentarios
sobre otros temas con sus colegas más próximos. La naturalización de estas condiciones
de atención se manifiesta también en expresiones irónicas: en una reunión del equipo, una
profesional le avisó a un colega que estaba todo listo para que él procediera con la
colocación del DIU en una paciente que lo estaba esperando, alguien lanzó "con el espéculo
puesto y todo ", y todos rieron.

25Sin embargo, sólo la profesional dedicada a la atención de adolescentes acostumbraba tomar el recaudo de
hacer salir al estudiante que observaba las consultas en ocasión de revisar a las más jóvenes. Las residentes,
por el contrario, atendían juntas en un número variable de dos a cuatro profesionales por consulta.
26
Analizo estos datos en el capítulo IV.

45

Q
Sin soslayar que para aproximarme a la perspectiva de los sujetos de estudio
(profesionales) y sostener relaciones en el tiempo debía suspender juicios de valor, de lo
contrario hubiera atentado contra la continuidad de mi trabajo presencial, 27 mi registro de
estas situaciones expresa el modo en que fue movilizada mi subjetividad 28 ante lo que
percibía como expresiones más o menos sutiles de violencia por parte del personal de
salud.29 Otras veces fueron las duras experiencias y condiciones de vida relatadas por las

mujeres, relativas a violencia familiar, maltrato psicológico y físico, abuso sexual,


precariedad laboral, dificultades varias para atender a sus hijos, las que me afectaron.
Estas experiencias, al mismo tiempo, muestran la fertilidad del trabajo de campo, pues la
inmersión cotidiana en las rutinas intitucionales sin el compromiso con que los/as
profesionales participan de ellas es lo que permite cuestionarlas —desnaturalizándolas— e
iluminar sus lógicas.

La cláusula de no intervenir durante la observación de las consultas, autoimpuesta


primero y luego acordada con la jefa del servicio, me llevó a permanecer en ese espacio
mayormente en silencio. No obstante, participé de diversos modos alterando la
interacción médico-paciente. Mientras que las profesionales comprometían su mirada la
mayor parte del tiempo con la lectura y llenado de la historia clínica; los resultados y las
órdenes de los estudios, y las planillas de estadística, las mujeres solian buscarme con la

mirada. Especialmente, éstas se dirigían a mí cuando agregaban información más allá de


la. solicitada, preguntaban o respondían, acerca de olvidos en la toma de píldoras, o
estudios anteriormente indicados pero no realizados aún, o cuando negociaban un tiempo

27
Sin embargo, durante una consulta que hallé especialmente violenta me desvanecí. Sin pretenderlo, terminé
desempeñando el "rol del enfermo", un estado por el que no podía ser responsable, al tiempo que las médicas
se comportaron como tales conmigo, a la vez que desatendían a la mujer (abriendo la ventana por mí, ¡con ella
aún en la camilla!).
28 Una investigación reciente da cuenta del alcance que la exploración de cuestiones sensibles tiene en la

subjetividad de los/as investigadores, y señala diversos sentimientos referidos por los/as entrevistados con los
que me identifico en mi experiencia de campo: sensación de intrusión en las vidas de otros/as, culpá y
vulnerabilidad, autoexposición, extenuación (Dickson-Swift et al., 2007).
29
Y que, de cara a las alteraciones que mi sola presencia producía en las rutinas del consultorio, sospechaba
que hubieran sido aún más crudos sin mi participación en la interacción médico-paciente.

46
—"lo voy a tener que pensar"— para decidir el método que adoptarían. En torno a algunas de
estas cuestiones, también las profesionales me involucraron con la mirada. Estas
situaciones se constituyeron en objeto de problematización y análisis para esta tesis. Esto
sucedía en momentos también particulares, que motivaban y transmitían expresiones
valorativas de distinto orden. Podían ser tanto de aprobación ante el "cumplimiento"
referido por las mujeres de ciertas pautas de prevención y cuidado de la salud, como de
sorpresa, cuando se presentaba la inquietud por la ligadura tubaria en el consultorio
general. También de fastidio, indignación y malestar en otras oportunidades, al escuchar
y/o reprender a las mujeres por diversos motivos: preguntar por la anticoncepción como
si se tratara de un método convencional, "confesar" que no siguen las pautas en el uso del
preservativo o solicitar un certificado para justificar la ausencia en el trabajo debido a la
reciente colocación del DIU, no considerada motivo de indisposición. Estas miradas me
resultaron particularmente incómodas, experimentadas como una suerte de búsqueda de
complicidad, de ahí que acostumbraba, casi en un reflejo, a esquivarlas. No así cuando,
ante la evidente falta de comprensión, tan común en este espacio, las mujeres me dirigían
sus miradas, y las profesionales indagaban si habían formulado mal la pregunta. En
varias oportunidades esto me movió, sin proponérmelo, a la intervención explícita, con la
intención de aclarar el malentendido.

También intervine aportando algún tipo información y llegué, incluso, a ofrecerme para
salir a buscar elementos que hacían falta y a atender el teléfono. Mi respuesta obedecía al
temor a que la atención se viera perjudicada

Sin embargo, aun cuando mi inserción en ese espacio se hubiera limitado a la


contemplación, habría sido suficiente para irrumpir en la cotidianidad del servicio. En
ocasiones las profesionales me preguntaron acerca de las notas que tomaba, lo que sugiere
que mi presencia era experimentada en cierta forma como un elemento de supervisión del
desempeño profesional. Al mismo tiempo, otros sentidos fueron asignados a mi
observación, sobre la que intentaron intervenir al sugerirme aspectos que debía registrar,
muchas veces identificados como fuente de malestar en torno a las condiciones de trabajo.
Se referían a la necesidad de tener que dar turnos o buscar las historias clínicas por falta
de secretaria, atender a muchas "pacientes de primera vez", adecuar las prescripciones

47
del método a la disponibilidad de insumos, etc.

A su vez, el tiempo compartido con las/os profesionales contribuyó a mitigar el


distanciamiento original de perspectivas. La percepción de emociones y limitaciones
bmpaftidacptófesiónaIes que cotidiarfamente enfrentaban circunstancias que - -
comprometían, como dijeron, sus sentimientos, aumentó mi compromiso emocional con
sus experiencias. Asj, al tiempo que me familiarizaba con este espacio, por un lado debí
esforzarme por evitar la jerga profesional y, sobre todo, reforzar la vigilancia
epistemológica que exigela explicitación y el análisis crítico de las prácticas, las categorías
y los sentidos propios de los actores, especialmente de aquellos que podía y llegué a
compartir. En este sentido, la identificación que fui estableciendo con algunas
profesionales potenció por momentos la dificultad para permanecer en el servicio.

No obstante, me sorprendí al encontrarme, sin proponérmelo, incorporando categorías


con que los/as profesionales evalúan la posibilidad de practicar la ligadura, al abordar a
las mujeres que la solicitaban. Es más, llegué a experimentar cierto resquemor, como el de
los/as profesionales frente a ciertas mujeres que solicitaban la intervención, especialmente
con las jóvenes. De hecho, llegué a experimentar "en carne propia" algo de la
"responsabilidad" que los/as profesionales argumentaban al considerar la intervención
prácticamente irreversible de los cuerpos de mujeres a las que, por diversos motivos, no
recomendarían esta práctica.

Asimismo, cuando con cierta presión la jefa del servicio me propuso abordar a las mujeres
que estuvieran internadas o en las instancias previas a realizar la ligadura, rechacé esta
alternativa: temí que esta alternativa pudiera llegar a funcionar como una suerte de
"control" último de la decisión de operarse, o garante de una decisión que se asumiría
bien tomada. Así, la inserción en el campo operó en mí subjetividad y cuerpo, de maneras
no previstas, forzando un nuevo desplazamiento subjetivo, que a partir de allí me llevó a
profundizar mis interrogantes y me obligó a tomar distancia de la mirada de los/as
profesionales.

***

48
En la "devolución" pactada compartí algunas de mis observaciones y reflexiones.
Consideré delicadamente los aspectos que mencionaría o no, sobre todo los críticos, dado
que pretendía continuar el trabajo de campo en una segunda etapa. Durante esa etapa
posterior intenté actualizar y profundizar las observaciones, así como despejar algunos
- interrogantes surgidos del análisis de los datos reunidos en la primera fase.

Durante esa jornada de intercambio, las resistencias, las justificaciones, los acuerdos y los
cuestionamientos que suscitaron mis comentarios me permitieron profundizar algunos
aspectos de la práctica y la perspectiva profesional. En esas reacciones quedaba de
manifiesto que mi trabajo de investigación realizado en el servicio había adquirido para
los/as profesionales los visos de una mirada de supervisión o control de su desempeño.
De este modo, frente a varios de mis comentarios, se detuvieron a explicarme y justificar
ciertas prácticas, reforzando mi condición foránea en ese espacio.

Posteriormente, algunas cuestiones que sugerí contemplar, como la posibilidad de


fortalecer un trabajo interdisciplinario, y reforzar la cartelería que permitiera mejorar la
identificación del consultorio, entre otras cuestiones que hallé deficitarias, fueron
retomadas y planteadas a título personal por profesionales del servicio. Cuando fueron
ellos/as quienes plantearon alguna de esas cuestiones, no pasaron inadvertidas y gozaron
de cierto consenso. Así, a través de este modo de apropiación de las observaciones que
compartí, se manifestaba tanto la legitimidad de las voces profesionales en ese espacio, a
la vez que mi no pertenencia.

Asimismo, durante mi segunda etapa de campo en el servicio, varias profesionales me


comentaron el impacto causado por mis observaciones, y la importancia de contar con
ellas, a la vez que expresaron la dificultad de modificar las rutinas aprendidas y
sostenidas cotidianamente. Justificaban la persistencia de aspectos y prácticas
cuestionadas, quizás porque a partir de aquella exposición de mis observaciones, mi
trabajo quedó, como dije, más identificado con una mirada vigilante de las tareas
asistenciales. En este sentido, por un lado, fue común que, aun cuando no procuraban
respetar el espacio de la consulta —con el gesto de pasar el pestillo para bloquear cualquier
intromisión por parte de otras colegas, y por parte de éstas golpear y aguardar para

49
ingresar- unas y otras se disculparan exageradamente por las interrupciones de este tipo.

Por otra parte, la inserción en ese espacio se tomó más problemática, y algunas relaciones
se tensaron. Por ejemplo, ante la formulación de un conflicto entre las profesionales, una
- -
d lla eptó qu7e no - - quería discutló estando - Vo presente, y óha; duft tm7a --
consulta, le dijo a la mujer que atendía que yo estaba allí "para después darnos leña ". Este
último comentario muestra un cambio en la forma como la profesional eligió presentarme,
a la vez que evidencia una percepción diferente acerca de mi rol y el sentido de mi trabajo
allí (antes me había presentado como parte del equipo de salud).

Por último, sobre el trabajo etnográfico tuvo lugar una negociación acerca de sus usos y
sentidos hacia el final de esta segunda etapa de campo. Fue cuando la jefa del servicio me
solicitó un informe-resumen de las observaciones que formaron parte de aquella
devolución, para adjuntar a la postulación del servicio en un concurso que premiaba la
"gestión de la calidad de la atención" en salud. 3° Esta utilización se basaba en que el
trabajo etnográfico constituía, para ella, un antecedente favorable: el hecho de hacer
espacio a otra mirada profesional contribuía, per se, a elevar la calidad de la tarea
asistencial. Su interés en el material solicitado también radicaba en que incluía referencias
a cuestiones que ella interpretaba positivamente y a las que, por ello, intentaba promover
y darles visibilidad por distintos medios. Frente a este pedido, y la propuesta de
presentarme como parte del equipo de salud -credencial que, argumentó, me valdría
tener entre mis antecedentes- quedaron expuestas mis limitaciones para negociar.
Terminé por colaborar con la entrega de un resumen, en el que no dejé de incluir algunos
de los aspectos más críticos sobre las condiciones de atención, y aclaré que mi pertenencia
institucional, no se vinculaba al servicio sino a la investigación académica.

***

Entre 2006 y 2008 realicé entrevistas a profesionales de este servicio y del de ginecología

30
Concurso organizado por la Dirección General Adjunta de Programas Centrales, del Ministerio de Salud del
GCBA. Acordamos que le entregaría un resumen de las observaciones que compartí en esa instancia, sin
alterar su contenido crítico, y aclarando que no estaba vinculada al servicio.

50
del mismo hospital: médicos/as tocoginecólos/as —entre ellos/as, médicos/as de planta, de
guardia, residentes y jefes/as de servicio— quienes, en su mayoría, se desempeñan en los
distintos subsectores del sistema de salud, y licenciadas obstétricas y de trabajo social. Las
entrevistas procuraron relevar los modos que rigen históricamente la administración de la
práctica de la ligadura tubaria y los sentidos que ésta adquiere y confronta, y recuperar
transformaciones y continuidades

Siguiendo los recaudos éticos establecidos para la investigación sanitaria, me comprometí


a reservar la identidad de los/as profesionales entrevistados. Me refiero con un nombre
ficticio a las mujeres con las que conversé en la sala de espera o asistí a sus consultas. En
cuanto a los/as profesionales, identifico sus declaraciones a partir de la especialidad que
ejercen y cargo que ocupan en el servicio donde se desempeñan. Las entrevistas fueron
registradas con grabador, previo consentimiento, y transcriptas de acuerdo con pautas
precisas.31

El corpus normativo que analizo en el capítulo 11,32 surge de las referencias realizadas por los

propios actores a medida que se fue definiendo el problema politico del acceso a la
anticoncepción quirúrgica femenina.

Los expedientes administrativos fueron reunidos a través de una búsqueda en el sistema


informático (base de datos) de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y
posterior desarchivo de expedientes. 33 El permiso de acceso a la base y a los propios

31
Las entrevistas fueron convertidas en texto bajo pautas estandarizadas de desgrabación (cursivas: énfasis;
( ... ): no se comprende; (entre paréntesis): observaciones nuestras; cor-: palabra cortada, interrumpida por el
propio entrevistado/a; se-pa-ra-ción: separación rítmica de palabra o frase; A: pregunta o intervención mía -
antropóloga—; M: médica/o; L.: licenciada; F: funcionario/a; [...}: supresión de un fragmento). Las entrevistas
fueron tomadas algunas de manera individual, otras, conjunta.
32
Las normas citadas allí —leyes, resoluciones, decretos, disposiciones, fallos— fueron obtenidas a través de la
Secretaría Legal y Técnica del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en adelante GCBA):
www.buenosairesgov.ar , a excepción de la resolución 874/03 de la Secretaría de Salud, provista por la
Defensoría del Pueblo de la ciudad. También fueron revisadas las versiones taquigráficas de las sesiones de la
Legislatura porteña por la ley 418 y la Convención Constituyente. Éstas fueron obtenidas a través de la web de
la Legislatura porteña: www.legislatura.gov.ar y el sistema de información legislativa del Ministerio de
Economía y Producción: www.infoleg.gov.ar , respectivamente. A través de este sitio también accedí a la
versión taquigráfica del debate en el Senado acerca del proyecto de ley sobre anticoncepción quirúrgica.
33
La búsqueda de expedientes en los archivos de la Defensoría se realizó entre los meses de mayo y
septiembre de 2006, a través de varias palabras clave a fin de hallar la mayor cantidad posible de actuaciones

51
expedientes fue obtenido en una entrevista personal con el funcionario responsable del
área "Derecho a la Salud e Integración Social", donde se tramitaban estos casos, y con la
empleada que llevaba adelante la gestión de estas actuaciones, previo contacto telefónico
con ella. El siguiente cuadro muestra, por cada año del período considerado: a) la
cantidad total de actuaciones iniciadas; 34 b) las abordadas a partir de los documentos
"cargados" en el sistema (sólo los documentos elaborados por la propia Defensoría), y c)
las que fueron revisadas exhaustivamente a través del acceso a los expedientes físicos
(desarchivados a pedido mío):

Relevamiento de actuaciones por solicitud de


ligadura tubaria en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires

ANO TOTAL DE ACT. ACT. VISTAS ACTUACIONES


INICIADAS EN EL SISTEMA REVISADAS
(a) (b) (c)
2000 7 5 2
2001 13 5 - 3
2002 21 7 6
2003 15 7 5
2004 13 6 3
2005 6 4 1
TOTAL 75 34 20

Fuente: elaboración propia sobre la base de datos de la Defensoría.

La búsqueda de jurisprudencia sobre la práctica de la ligadura tubaria 35 fue realizada a


través del sitio oficial del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para el
período 2000-2005. En principio, se buscó entre la jurisprudencia generada por el Tribunal
Superior de Justicia de la CABA, sin encontrar fallos de este tribunal sobre el tema aquí
tratado.

iniciadas con motivo de la solicitud de realización de ligadura. La búsqueda: ligadura, ligamento, ligamiento,
esterilización quirúrgica, trompas, Falopio. Arrojó un total de 75 actuaciones para el período 2000-2005. El
trabajo de archivo en esta Defensoría fue concluido de acuerdo con el criterio de "saturación teórica" (Castro,
1996).

" La Defensoría denomina "actuaciones" los trámites o expedientes allí iniciados. Todos estos términos se
utilizan aquí como sinónimos.

15Búsqueda realizada en www.jusbaires.gov.ar por entrada de palabras clave (alguna de las siguientes:
ligadura, tubaria, trompas, Falopio), el 7 de noviembre de 2006.

52
Por otra parte, realicé una búsqueda de resoluciones originadas en tribunales de menor
rango (juzgados de primera instancia y cámaras de apelación) en la base de jurisprudencia
del- Fuero en lo Contencioso Administrativo y Tributario36 (en adelante Fuero CAyT),
- fuero propio del Poder Judicial de la ciudad, 37 donde es pertinente la presentación de
recursos amparo, procedimiento típico para iniciar al trámite judicial de solicitud de la
práctica de la ligadura tubaria. La búsqueda en todas las actuaciones del total de
expedientes contenidos en esta base (esto es, no sólo en el título o síntesis), produjo sólo
un caso38 vinculado al problema del acceso a la ligadura de trompas iniciado y resuelto
dentro del período señalado, mientras que otros seis fueron descartados por no estar
relacionados con el tema indicado o exceder el recorte temporal. Sin embargo, uno de los
expedientes descartados 39 —por no haber sido resuelto dentro del período seleccionado, y
vuelto abstracto en virtud de la nueva legislación respecto de la anticoncepción
quirúrgica-41 que contó con el patrocino del Defensor Oficial, me llevó a indagar en la
gestión de la Defensoría ante Juzgados de 18 Instancia del Fuero en lo Contencioso
Administrativo y Tributario41 (en adelante Defensoría CAyT) sobre solicitudes de acceso a
la práctica de la ligadura. 42 Para completar la recolección de documentos del circuito
judicial incluí una búsqueda en el fuero civil de la justicia federal en la ciudad de Buenos
Aires,43 donde generalmente se interponen las medidas referidas a prácticas médicas, sin
hallar antecedentes. 44

36 http://www.basefuero-cayt.gov.ar (búsqueda a través de las mismas entradas y fecha de la nota anterior).


37
Este fuero funciona desde el 2 de octubre de 2000.

Exp. 3.838/0 (ingresado el 29-10-01 ante el Juzgado de 1 1 Instancia en lo CAyT N0 6).


39 Exp. 16.228/0 (ingresado el 18-04-05 ante el Juzgado de 111 Instancia en lo CAyT N 9 3).
° La ley nacional 26.130/06.

41Esta Defensoría pertenece al Ministerio Público de la Defensa, del Poder Judicial de la ciudad de Buenos
Aires.
42
Desde su creación, tuvieron lugar sólo cinco presentaciones ante esta Defensoría, y el mencionado caso era el único
que había alcanzado instancia judicial hasta ese momento.
43
La búsqueda se hizo a tsavés de la base de jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
www.pjn.gov.ar .

' La falta de antecedentes indica que las demandas fueron resueltas en primera instancia (sin que ninguna de
las partes intervinientes apelara el fallo). La recolección podría completarse con una búsqueda en el ámbito de
los juzgados, los que no cuentan con bases de datos publicadas.

53
De modo complementario, realicé entrevistas en profundidad y charlas informales con
personal de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, y de la Defensoría
CAyT a cargo del seguimiento de estos trámites. En esta última agencia, realicé una
entrevista, acordada telefónicamente, con la secretaria del Defensor Oficial, una
especialista en derecho que se desempeña en esta función desde la creación del Fuero
CAyT y su Defensoría.

En la Defensoría del Pueblo entrevisté, de la gestión actual, al funcionario y la empleada


antes mencionados. De la gestión anterior, cuando el tratamiento de estas actuaciones
estaban a cargo de la Adjuntía en Derechos Humanos y Equidad de Género (que llegó, en

el período aquí considerado, hasta mayo de 2004), entrevisté a una de las empleadas que
actualmente se desempeña en otra área de la Defensoría. Las pautas de las entrevistas
giraron en tomo a las actividades de la Defensoría en el campo de la salud y los derechos
reproductivos, en general, y al tratamiento de las solicitudes de realización de ligadura de

trompas, en particular. Esta estrategia contribuyó a revelar ciertas lógicas en la gestión de


este tema por parte de éstos y de otros agentes.

El análisis del tratamiento de reclamos presentados ante cualquiera de estas Defensorías


se refiere mayormente a los trámites iniciados en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de
Buenos Aires. Esto obedece a que privilegié el trabajo de campo en los archivos de este
organismo debido a su activa participación en el tratamiento de la cuestión. Al mismo
tiempo, y como consecuencia de esta focalización empírica, fue escaso el material que
surgió del circuito judicial local. 45

El corpus de análisis también estuvo integrado por las siguientes fuentes:

• Datos producidos por el servicio (bases y trabajos científicos), fichas e historias

45
Tampoco fue posible hallar cita alguna de jurisprudencia local en la materia en la versión taquigráfica de la
182 sesión ordinaria de la Legislatura porteña —13 de julio de 2006—, donde se discutió un proyecto de
declaración en adhesión a proyectos de ley sobre la habilitación de las prácticas de anticoncepción quirúrgica
que eran tratados en la Cámara de Diputados de la Nación (expediente 1685-D-06). Sin embargo, en aquel
documento se menciona, entre los fundamentos, la práctica instituida entre los efectores públicos de salud, de
solicitar venia judicial para proceder con la práctica de ligaduras de trompas y vasectomías, calificada de
discriminatoria.

54
clinicas de pacientes del servicio.

e Materiales de comunicación e información (cartelería y folletería) disponibles en el


servicio, producidos por distintos organismos.

e Estadísticas de Salud de la Ciudad de Buenos Aires y nacionales.

Principales medios de comunicación nacionales (prensa escrita): Clarín, Página 12,


La Nación.

Páginas Web de distintas organizaciones "interesadas" en el tema: entidades que


nuclean profesionales de las especialidades médicas de ginecología y obstetricia
(Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (SOGIBA), Sociedad de
Ginecología y Obstetricia de la provincia de Buenos Aires (SOGBA), Federación
Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FASGO), Asociación
Argentina de Ginecología y Obstetricia Psicosomática (AAGOP), Asociación

Obstétrica Argentina); Consorcio Nacional de Derechos Reproductivos y Sexuales;


Católicas por el Derecho a Decidir; Notivida, etc.

En el próximo capítulo, reconstruyo históricamente la definición del problema político del


acceso a la ligadura tubaria en la ciudad de Buenos Aires, que dio lugar a la elaboración
de mi esquema jurídico de carácter nacional, particularmente problematizado por los/as
profesionales de la salud, y que es tensionado a través de las prácticas cotidianas frente a
los pedidos de las mujeres, como se verá a lo largo de la tesis.

55
CAPÍTULO II

LA CONSTRUCCIÓN DE LA LIGADURA TUBARIA COMO PROBLEMA POLÍTICO

Y DE POLÍTICA ESTATAL

En este capítulo analizo el proceso de construcción de la práctica de ligadura tubaria como


problema político y de política estatal. El seguimiento cronológico de los aspectos
jurídico-normativos de la política pública en tomo del acceso a ella revela algunos núcleos
de sentido sobre los que operan procesos socioeconómicos, políticos e ideológicos. Tales
núcleos son: la "cuestión demográfica"; la restricción legal de las prácticas médicas
"esterilizantes" y la "judicialización" e impacto de la mortalidad materna por aborto, que
como expresión de la desigualdad social, implica condiciones de mayor vu]rierabilidad
para las mujeres de sectores populares. Desde representantes y funcionarios/as de
distintos poderes y órganos del Estado, tanto en los ámbitos nacional como local, y de

entidades autárquicas como la Defensoría del Pueblo, hasta militantes del movimiento de
mujeres, profesionales de la medicina y la curia católica, participaron de la discusión,
negociación y definición que más recientemente llevó a la liberalización jurídica formal de
esta práctica.

De la herencia eugenésica, pronatalista/maternalista y católica a los "derechos sexuales


y reproductivos"

El "problema de la población" acompañó, como a otros Estados modernos surgidos entre


los siglos XVIII y XIX, la formación del Estado argentino. La población era concebida

como capital económico, militar y político de ur territorio construido bajo la imagen de


un país "desierto", 46 situación que era necesario revertir para consolidar y preservar la

soberanía nacional. Con esta intención se procuró aumentar su caudal humano a través de

46 Noción que encubre la desvalorización de las poblaciones nativas, las mestizas y ciertos contingentes

migratorios, y las campañas genocidas que tuvieron por blanco a las primeras.

56
la promoción de la inmigración, resumida en el lema de Juan Bautista Alberdi: "gobernar
es poblar".47

La propuesta poblacionista se combinó con el pensamiento eugenésico de la época que, en


láoiócál, se flÓóüi-i

"raza argentina", numerosa y de calidad, a través de la "regeneración racial", que


implicaba intervenciones en el medio físico, social y moral, y la "puericultura", a la vez
que se condenaba el control de la natalidad (Nari, 2004). Las mujeres fueron
responsabffizadas por el fenómeno de la "desnatalización", 48 y se convirtieron en blanco
de campañas y políticas que reforzaban un ideal de mujer realizada a través de la
maternidad (Nari, 2004).

Los proyectos eugenésicos se vieron limitados por el poder político de la Iglesia Católica,
y su gravitación en la corporación médica. De este modo, las prácticas esterilizantes no se
presentaron como alternativas potables, puesto que para la Iglesia constituyen "ataques a
la dignidad humana" y atentan contra los "deberes del matrimonio canónico".49

Durante la segunda posguerra, en un contexto mundial marcado por la militarización y la


competencia de la Guerra Fría, y un fuerte crecimiento demográfico, fue reactualizada la
tesis maltusiana de fines de siglo XVIII. El aumento de población definida como en
condiciones de "subdesarrollo" fue objeto de preocupación en los países centrales visto
como "amenaza" de "subversión" social y política. En ese marco se consolidó el
argumento que asociaba el desarrollo de las naciones al control de sus índices de
población,° especialmente necesario en el "tercer mundo" (o control de la "bomba

47
La frase surge de su obra Las bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina,
Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1928 (1852), citado en M. Nari (2004).
18Para ese entonces se había completado un rápido proceso de transición demográfica iniciado en la última
década del siglo XIX (Torrado, 1993), situación que coincidió con la merma de la inmigración debido a la crisis
mundial.

19 También los dictados papales contribuyeron a esta limitación: en aquel tiempo, con motivo del aumento

mundial de las esterilizaciones, la encíclica Casti Connubii (1930) condenaba esta práctica y la del aborto, aun el
terapéutico (Felitti, 2009).

° El financiamiento externo quedó supeditado a la adopción de políticas que promovieran el control


demográfico.

o
57
poblacional").51 Durante esos años se afirmó un movimiento internacional de promoción
de la "planificación familiar", en el que participaron una serie de agencias privadas tales
como la International Planned Parenthood Federation (IPPF), la Fundación Ford y la
-- - Fundación Rockefeller, entre otras. Finalmente, fue reconocido el "derecho humano
fundamental" de los padres a decidir libre y responsablemente el número de hijos que
desean y cuándo desean tenerlos. 52

En nuestro país, debido a su baja densidad demográfica, la "planificación familiar" fue


resistida y cuestionada por sectores de distinto signo político. Los más conservadores
vieron un ataque a la "nación católica", mientras que la izquierda la consideró otra forma
de "imperialismo yanqui". En esos años la dictadura militar encabezada por el General
Onganía53 incluyó la regulación de las "esterilizaciones", mediante el dictado de la ley
go
nacional 17.132/67, que reglamentó el ejercicio profesional de la medicina, la odontología
y las actividades de colaboración. En ella se prohíbe "practicar intervenciones que provoquen
la esterilización sin que exista indicación terapéutica perfectamente determinada y sin haber
agotado todos los recursos conservadores de los órganos reproductores"(art. 20, inc. 18).

Surgida de un gobierno perpetrador de violencias varias, autoproclamado defensor de la


"sociedad cristiana occidental", esta ley expresa una más de las contradicciones de aquel
régimen. De hecho, en esos años las actividades de planificación familiar se expandieron,
básicamente de la mano de la Asociación Argentina de Protección Familiar (AAPF) y otras
agencias o personas particulares (Felitti, 2009). 54 Según María Alicia Gutiérrez (2004) la
prohibición de las prácticas anticonceptivas quirúrgicas en aquel entonces, obedecería a

41 los límites que la moral católica y la presión política de su Iglesia, han supuesto para las

En el seno de las Naciones Unidas (ONU), la relación entre crecimiento demográfico y desarrollo económico
-11

f se constituyó en un tema central de la agenda de la Asamblea General, y se realizaron las primeras


conferencias de población: Roma (1954), Belgrado (1965). Ver Felitti (2009).
52
Durante la Conferencia Internacional de Derechos Humanos de Teherán, Irán (ONU, 1968).
53 1966-1970.

La autora se refiere a la reforma de los Códigos Civil, Comercial y Criminal. Con ella, se estableció la
capacidad plena de las mujeres más allá de su estado civil, se equiparó a los sexos en cuanto a derechos
civiles, y 'propiedad matrimonial, estableció la posibilidad de separación legal de mutuo consentimiento y
amplió las causales de despenalización del aborto, entre otras. Paralelamente, se fijó el uso obligatorio para las
mujeres casadas del apellido del marido (Felitti, 2009).

58
políticas públicas que refieren a cuestiones de sexualidad, reproducción, familia y
educación.

La AAPF, fue fundada en 1966, por médicos/as de la ginecología y la obstetricia,


ÓdÓ5t lñididlborio y ñfóié ñál5le"
el derecho de las parejas, y especialmente de las mujeres, a decidir sobre su reproducción.
Más tarde, esta institución fue integrada formalmente a la red de instituciones financiadas
por la IPPF. Sus actividades comprendieron la formación en la atención y prescripción de
los métodos anticonceptivos modernos, como las píldoras que recién llegaban al país, y el
dispositivo intrauterino. Tenían lugar en hospitales públicos y centros privados, pese a la
oposición de diversos sectores (Felitti, 2009).

Pasados algunos años, estas actividades se vieron limitadas, primero, por el decreto
659/7411 del gobierno peronista, y luego por el decreto 3.938/77 de la última dictadura

militar. Mediante estas medidas, se prohibían las actividades de control de la natalidad,


argumentando la necesidad politica de mejorar el crecimiento demográfico. Desde ese
momento, varios consultorios de servicios públicos fueron cerrados o pasaron a trabajar en
las sombras, dificultando la asistencia para los sectores populares (Balán y Ramos, 1990;
1989). Paralelamente, estos decretos desalentaron entre los/as profesionales la dedicación
a actividades médicas de planificación familiar por temor a sufrir consecuencias legales y
políticas (Llovet y Ramos, 1986).

Al retorno de la democracia, en los años ochenta, se visibilizaron las demandas del


movimiento de mujeres, y las cuestiones asumidas en el marco de las estrategias de
"planificación familiar" se inscribieron en el campo de los "derechos humanos
fundamentales". En el plano internacional, durante los años setenta y ochenta, las
movilizaciones de grupos de mujeres y feministas en tomo a la demanda de
anticonceptivos y aborto legal y seguro fueron consolidando la noción de "derechos

reproductivos" en parte de los países industrializados. Desde la óptica de esos grupos,

Contrariamente a la posición asumida en la Conferencia de Población realizada en Bucarest (1974), donde el


-11

gobierno argentino suscribió el Plan de Acción, que rechazaba el empleo de medidas coercitivas, y sólo se
opuso a los programas-de planificación familiar que privilegiaban la esterilización y el aborto (Felitti, 2009).

59
estos derechos se referían a la libertad para decidir acerca de si tener o no hijos, cuántos y
cuándo tenerlos, a la vez que ampliaban la perspectiva de la "planificación familiar". En
el discurso, estos derechos eran vinculados explícitamente a la noción de "autonomía" y
libertad de elecciones de las mujeres, apelando al orden de género, es decir, llamando la
atención para el reconocimiento de relaciones de subordinación y discriminación de éstas
y reivindicando la equidad de género (Corréa, 1997). Los "derechos reproductivos"
fueron consagrados en los noventa en conferencias auspiciadas por la ONU, 56 ligados a la
noción de "salud reproductiva", ya legitimada por la Organización Mundial de la Salud, y
a los derechos humanos (Cook, 1994). 57

En este contexto internacional de reconocimiento de derechos, la dictadura local suscribió


la "Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la
mujer", 58 pero para su sanción legal59 hubo que esperar algunos años, entrada ya la

democracia. Recién en 1986 el decreto 2.274 derogó los decretos restrictivos de los años
setenta. Este decreto es un hito significativo en la gestión de la sexualidad, y
especialmente en los modos de abordar la procreación, por cuanto, aun cuando no
apelaba explícitamente a la noción de "derechos reproductivos", y argumentaban razones
de salud pública, reconoció formalmente, por primera vez, "el derecho de la pareja a decidir

La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena, 1993), la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo (El Cairo, 1994), y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995). Los
documentos surgidos de estos encuentros se encuentran disponibles en www.un.org .

' Posteriormente, y sobre todo en Estados Unidos, la alianza política de los movimientos feministas, gays y
lésbicos, impulsó la noción de "derechos sexuales", que refiere al derecho a la autodeterminación sexual, es
decir, a disfrutar de la propia sexualidad, incluidas las orientaciones distintas de la heterosexual dominante,
sin discriminación, coerción ni violencia (Corréa, 1997).
58 Su sigla en inglés es CEDAW, por Convention on the Elimination of All Forms of Discrimination Against

Women. Fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979, y
suscripta por la Argentina el 17 de julio de 1980.
19Fue sancionada por la ley 23.179 en 1985 (decreto 964) y adquirió rango constitucional con la reforma de la
Carta Magna en 1994 (incorporada junto con otros tratados y pactos internacionales en el art. 75, inc. 22). En
su art. 16 establece que los Estados se comprometen a adoptar medidas que "aseguren condiciones de
igualdad entre varones y mujeres en los derechos a elegir libre y responsablemente el número de sus hijos y el
intervalo de los nacimientos y a tener acceso a la información, la educación y los medios que le permitan
ejercer estos derechos". A partir de la firma de la CEDAW, el Estado nacional es responsable de su
seguimiento a través del Consejo Nacional de la Mujer. Si bien se firmaron en el año 2000 el Protocolo
Opcional de la CEDAW y en 2002 su Protocolo Facultativo, este último luego fue objetado y recién en marzo
de 2007, después de ser aprobado por el Senado, fue ratificado por decreto presidencial, en la gestión de
Néstor Kirchner.
libremente acerca del número y espaciamiento de los hijos ". Establecía, además, acciones de
difusión y asesoramiento sobre anticoncepción a cargo del Ministerio de Salud de la
Nación.

'Eh1a5udaddé BieñóAIié láñ6 igüiéhté dé ájuél décrétó, él góhiérno iii nkié1 püs'óeñ' -'--
marcha el "Programa de Procreación Responsable", en 1987. Esta iniciativa fue la primera
experiencia oficial en el país basada en el reconocimiento de las personas a decidir sobre
sus pautas reproductivas y en el deber del Estado de posibilitar los medios para ejercer
ese derecho, a través de información y asistencia en anticoncepción. 60 Posteriormente, el
Programa fue políticamente respaldado por la ley de salud reproductiva y procreación
responsable (418/00), de la cual tomó su nuevo nombre. El debate legislativo se dio en un
clima tenso pero más favorable al ejercicio de la sexualidad no reproductiva, en el marco
de una política pública que reconocía explícitamente los "derechos sexuales y
reproductivos".

La resistencia no tardó en manifestarse cuando en la convención constituyente de esta


ciudad se planteó la incorporación de los "derechos reproductivos y sexuales" como
"derechos humanos básicos, especialmente a decidir res ponsablemente sobre la procreación, el
número de hijos y el intervalo entre sus nacimientos", tal como quedó explicitado en el art. 37

de la Constitución de la Ciudad (1996). Varios miembros ideológicamente próximos a la


posición de la Iglesia Católica se opusieron, sosteniendo, la jerarquía interna de los
derechos humanos, en lugar de la postulada indivisibilidad de éstos, al tiempo que
ubicaban en su cima el "derecho a la vida". Se intentaba cerrar toda posibilidad de
habilitar cuestiones críticas referidas a la sexualidad, en especial el aborto y la
incorporación de métodos anticonceptivos considerados abortivos, al tiempo que se
acusaba la existencia de metas demográficas (antinatalistas). No faltaron presiones de
distinto tipo por parte de la Iglesia y de miembros de los grupos laicos "Pro-Vida" hacia
los/as estatuyentes que promovían la incorporación de estos derechos (Gutiérrez, 2004).

60
En un principio, el Programa fue implementado en sólo cuatro hospitales públicos y paulatinamente se
fueron incorporando más instituciones sanitarias.

61
En el piano nacional, fueron presentados proyectos de ley sobre salud reproductiva, sin que
llegaran a tratarse o sancionarse. No obstante, el clima de debate abierto durante el tratamiento
de uno de ellos,61 los acuerdos internacionales logrados en El Cairo y Beijing, y las acciones de
-- sensibilización emprendidas por el movimiento de mujeres, contribuyeron a la discusión y
aprobación de leyes y programas provinciales y municipales de salud reproductiva (Gutiérrez,
2004; CEDES, 2003).

El proceso de reconocimiento y "transnacionalización de derechos" visto hasta el


presente, se sifua en las condiciones históricas particulares de nuestro país, donde se
combinan las tensiones del retorno de la democracia formal, un proceso de retracción de
los organismos del Estado responsables de las políticas públicas hacia las mujeres 62 y la
agudización de las desigualdades sociales, 63 sobre todo en la década de 1990 (Ciriza,
2002). Como señaló Alejandra Chiza (2002), la implementación a nivel nacional de una
política que reconoce y brinda ciertos medios para ejercer el derecho a decidir sobre las
propia reproducción se dio en un contexto de extrema conflictividad y precariedad social,
cuando se creó el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable a través de
la ley 25.673.65 El Programa surgió de una iniciativa de ley durante 2001, que logró el consenso

necesario para su sanción en la Cámara de Senadores en octubre de 2002. Entre sus objetivos,

61
Proyecto presentado por un grupo de diputadas junto con la organización de mujeres MADEL (Mujeres
Autoconvocadas para Decidir en Libertad) que fue aprobado en 1995 por la Cámara de Diputados, pero una vez
en el Senado se venció el tiempo parlamentario para su tratamiento.
62
Refiriéndose a los avatares sufridos por estos organismos desde su creación, a partir de las relaciones de
dependencia política, desjerarquización y reducción presupuestaria.
63
Estadísticas oficiales sobre la distribución de indicadores de salud sexual y reproductiva en nuestro país
muestran un perfil epidemiológico que manifiesta condiciones sociales de marcada desigualdad. Sólo a modo
de ejemplo, la tasa de mortalidad materna expresada por 10.000 nacidos vivos en el año 2003 para el total del
país fue de 4,4 (Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación/OPS, 2006). Sin embargo, el dato desagregado
por jurisdicciones indica una importante brecha entre la ciudad de Buenos Aires, donde la TMM fue de 1,2 y
las provincias de La Rioja (16,9) y Formosa (13,5), las que, de acuerdo con los indicadores socioeconómicos, se
ubican entre las más desfavorecidas. El porcentaje de población cón necesidades básicas insatisfechas en el
año 2001 en la ciudad de Buenos Aires era del 7,8%, en Formosa del 33,6% y en La Rioja del 20,4% (Ministerio
de Salud, 2006, fuente: INDEC 2003). Al mismo tiempo, un estudio reciente muestra que el seguimiento de la
mortalidad materna en el período 1980-2002 da cuenta del impacto generalizado pero desigual del contexto
político y económico sobre este indicador, en las distintas provincias argentinas (Ramos et al., 2004).
64
Para una caracterización de los procesos de exclusión social de los años noventa en Argentina, véanse
Lozano (2001) y Fleury (1998).
65
Decreto 1.282/03, publicado en el Boletín Oficial el 26 de mayo de 2003.

62
se propone "garantizar a toda la población el acceso a la información, orientación, métodos y
prestaciones de servicios referidos a la salud sexual y procreación responsable" (art. 2, inc. f) y
especifica que los métodos y elementos anticonceptivos "deberán ser de carácter reversible, no
- abortivos y transitorios, respetando los criterios o convicciones de los destinatarios" (art. 6, inc. b).

También la ley 418/00 había establecido que los métodos anticonceptivos que serían
puestos a disposición de la población debían ser reversibles, transitorios y no abortivos. 66
Las posturas más conservadoras, particularmente legisladores/as de convicciones
católicas, 67 reiteraron la oposición al aborto y el carácter abortivo de algunos métodos,
básicamente del DILJ. Proponían incluir la "objeción de conciencia" 68 para no obligar a los
profesionales a informar y/o prescribir algunos de ellos. Finalmente primó la obligación

de los/as profesionales de explicitar el listado de métodos disponibles y enumerar las


alternativas posibles más allá de las convicciones del profesional. La definición del
carácter reversible y transitorio de los métodos, puesto en duda o abiertamente negado en
el caso de las intervenciones quirúrgicas, como ligadura tubaria y vasectomía, llevó a la
exclusión de estas prácticas de entre las previstas por sendos Programas.

A continuación, abordo las prácticas de distintos actores sociales en torno a este esquema
jurídico inicial, y analizo en profundidad el "Consenso de Expertos sobre Ligadura

Tubaria", iniciativa para la discusión de la reglamentación de esta práctica, motorizada

66
El aborto está tipificado en el Código Penal de la República Argentina como delito contra la vida. La
despenalización está prevista en caso de ser practicado por un médico diplomado y con el consentimiento de la
mujer si es para evitar un peligro para la vida o la salud de la madre que no puede ser evitado por otros
medios, o si el embarazo resulta de la violación o atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o
demente, caso en el que se requiere el consentimiento de su representante legal (Libro Segundo, Título 1,
Capítulo 1, arts. 85 a 88).
67
A diferencia del posicionamiento de la Iglesia Católica, el dictamen de mayoría que finalmente fue
aprobado contó con el apoyo de Iglesias y Organizaciones Ecuménicas.
66
La "objeción de conciencia" es "una forma de desobediencia jurídica" que implica que, en virtud de sus
imperativos éticos (religiosos o no), las personas pueden, con su conducta u omisión, contrariar la ley. Para el
caso de las prácticas médicas, la Argentina reconoce —aunque de manera dispar entre jurisdicciones,
especialidades y materias de salud— como un derecho de quienes se desempeñan en este campo (Navarro
Floria, 2006: 314).

e 63

c
por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. 69

- Del tÓhibiiórf y I ata búsqiieda de consrusry1a


reglamentación

Aun cuando la ligadura tubaria estaba en líneas generales legalmente prohibida, las
mujeres no dejaron de solicitarla y practicarla. De hecho, esta práctica estuvo "desde
siempre" disponible en el sector privado mientras que su acceso fue históricamente
obstaculizado en las instituciones públicas de salud, según expresaron varios/as
profesionales entrevistados y otros actores sociales. 70 Entre los/as profesionales de la salud
que se desempeñan en las instituciones públicas, se arraigó la práctica de exigir resolución
judicial para realizar esta intervención, cuando no se negaban, sin más, en virtud del
marco jurídico que establece el espectro de prácticas médicas lícitas.71 Consideraban que al
implicar la ligadura tubaria el cercenamiento de la capacidad reproductiva de la mujer,
esta práctica se encontraba regulada, además de por la ya mencionada ley 17.132/67, por
el Código Penal (1921).72 Este último, en su libro sobre delitos, se refiere a las lesiones que
produzcan "la pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un órgano o

miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o concebir"(art. 91).

Algunas mujeres llegaron a plantear sus pedidos de ligadura tubaria de manera

69
Esta Defensoría es un órgano de promoción de derechos y control sobre el Estado, ente autónomo y
autárquico creado por el art. 137 de la Constitución de esta ciudad. Una de sus capacidades es la de iniciar
investigaciones sumarias y acciones judiciales en caso de violación —por acción u omisión— de derechos. Sus
oficios y resoluciones, si bien no son vinculantes, exigen, de parte de la autoridad interpelada, una respuesta
acorde dentro de plazos fijados legalmente sin oponer reserva alguna (Ley Orgánica n° 3 de la Defensoría del
Pueblo de la CABA, art. 31).

° Analizo las prácticas y los sentidos que organizan los modos diferenciales de tratamiento en uno y otro
espacio en el capítulo V.

' Realizo aquí una apretada síntesis de lo trabajado en la tesis de maestría (del Río Fortuna, 2007a), para
recuperar etnográficamente los años en los que la gestión de la ligadura tubaria adquiría, como se irá
desplegando, similitudes y diferencias con su modalidad contemporánea.
72
Si bien estas normas también aplican para la práctica de ligadura de conductos deferentes o vasectomía, ésta
no constituye una cuestión socialmente tan problematizada como la ligadura tubaria, y cuya demanda es
menor. No obstante, exige un análisis que excede el alcance de esta tesis.

64
individual en instancias judiciales o administrativas. 73 Las presentaciones ante la
Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires fueron en aumento en tomo al
cambio de milenio.74 Frecuentemente eran los propios profesionales quienes "en vez de
requerir la autorización judicial enviaban a las pacientes a la Defensoría del Pueblo afin de que este
organismo emitiera una resolución particular para cada caso".75

Al considerar que la exigencia de autorización judicial excedía lo establecido por esta ley,
y a fin de orientar los lineamientos que una reglamentación para los servicios públicos de
salud podría seguir, la Adjuntía en Derechos Humanos y Equidad de Género de esta
Defensoría impulsó la realización del "Consenso de Expertos sobre Ligadura Tubaria",
organizado junto con la Secretaría de Salud del GCBA. A continuación analizo los
fundamentos y las estrategias relacionados con esa iniciativa. Luego abordo los
principales ejes de debate y el documento allí acordado, y, finalmente, su apropiación y
reelaboración ministerial.

Acerca de la convocatoria: fundamentos y especialistas

El encuentro, realizado el 30 de mayo de 2000, se fundamentó en la expertise reconocida de


los/as participantes y la pluralidad de saberes involucrados, haciendo gala de la dificultad
que un equilibrio de opiniones como el conseguido, había implicado. Se esperaba, a través
de las exposiciones y el debate, arribar a acuerdos mínimos para un tratamiento general
del acceso a la ligadura tubania establecido a través de una eventual norma. Participaron
del encuentro 8 profesionales médicos/as; 7 especialistas en derecho (entre abogados/as,
juez y jueza); 3 profesionales de humanidades (socióloga, antropóloga y filósofa); 1 de

73 El corpus de análisis es básicamente el material reunido en los archivos de la Defensoría del Pueblo, por los

motivos explicados en el capítulo anterior.

74Los datos, se recuerda, surgen de una investigación que contempló el período 1998-2002, en el que la mitad
de los reclamos iniciados en esta agencia relacionados con temas de salud reproductiva obedecían a la
solicitud de la práctica de ligadura tubaria.

71 Extraído de la resolución 1.217/03 de la Defensoría del Pueblo de esta ciudad. En efecto, este canal fue el

utilizado por el servicio donde realicé el trabajo de campo siempre que se considerara a la ligadura como la
"indicación terapéutica" pertinente (analizo esta dinámica de organización del acceso en el próximo capítulo).

65
biología, y 2 diputadas y 1 diputado (presidenta e integrante y vicepresidente
respectivamente) de la Comisión de salud de la Legislatura porteña. Contó, además, con
la presencia de autoridades y/o representantes de las instituciones convocantes en
distintos momentos de la jornada. Hubo entre los/as invitados, quienes interpretaron
críticamente la abrupta mayoría de profesionales de la medicina y el derecho por sobre
otros saberes involucrados en el tema, bogando a su vez por la consideración de otras
perspectivas. 76

Coordinaron la actividad dos asesores de la Defensoría (uno de ellos luego sería el Jefe del
Área de Derecho a la Salud e Integración Social al momento del trabajo de campo), y la
jefa de la unidad de obstetricia del hospital "referente" (que luego sería su directora),
presentada por el desempeño de ese cargo y como presidenta de la Asociación Argentina
de Salud Sexual y Reproductiva (AASSER)Y 7 A ella se reservó la exposición final.

En esa oportunidad, la Defensoría cuestionó activa y abiertamente los criterios de


reglamentación de la anticoncepción quirúrgica femenina propuestos por la Procuraduría
General de la Ciudad de Buenos Aires 78 a instancias de la Defensoría. 79 Con ese fin, la
Defensoría extendió a los/as especialistas convocados una resolución posterior (223/00) en
la que instaba a la Secretaría de Salud a desestimar algunos de los criterios sugeridos por

76La búsqueda de contenidos sobre esta práctica en Internet revela el lugar central que acerca del tema
adquiere su regulación formal: las normas están presentes en los sites oficiales de diversos órganos de
gobierno de distintas jurisdicciones (Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación, gobiernos provinciales,
defensorías públicas de distintas jurisdicciones, INADI, entre Otros), y cuando se trata de novedades
legislativas son comentadas por periódicos de alcance nacional y provinciales. Asimismo, sobre ellas se
manifiestan diversos actores sociales interesados en el tema: grupos católicos, diversidad de agrupaciones de
mujeres, feministas, y de defensa de derechos humanos, colegios profesionales de abogados, colegios y
sociedades médicas de ginecología y obstetricia. Los contenidos allí referidos serán analizados
oportimamente.

71La AASSER se constituyó en 1998, integrada por ur grupo de ginecólogos/as y obstetras "históricos" de la
Asociación Argentina de Protección Familiar (AAPF). Aller Atucha (2006)
http://www.kinsev.com.ar/noticia.12hp?id=346.

71Ejercía como procuradora la Dra. Daniela Ugolini, recientemente promovida por el actual jefe de gobierno
como candidata al Tribunal Superior de Justicia porteño. Su candidatura, todavía vigente, fue ampliamente
impugnada por organizaciones sociales y de derechos humanos que argumentan que no reúne las condiciones
de "idoneidad técnica y moral, independencia de criterio y compromiso con los derechos humanos" que el cargo exige
(Diario Crítica, 26 de octubre de 2009).

79 Agencia que le remitió su resolución 26/00 para que se expidiera al respecto.

66
la Procuraduría General, también allí presente. 80 Éstos eran el requisito del consentimiento

escrito de la mujer, dos testigos de la rúbrica y, cuando se tratara de mujeres casadas, el

consentimiento de su cónyuge. Establecía, además, que una comisión formada por tres
profesionales de los servicios de ginecología y/u obstetricia fuera la responsable de
evaluar, en cada caso, si ameritaba la práctica solicitada.

Frente a estas condiciones para el acceso a la ligadura tubaria, la resolución 223/00 de la


Defensoría del Pueblo recomendaba no incorporarlas por entender que "dichas
consideraciones configuran violaciones a los derechos humanos y son discriminatorias ". Allí se
argumentaba el reconocimiento del derecho a la salud, entendida en sentido ampli0, 82

como un "derecho humano" que consta en instrumentos del derecho internacional con
rango constitucional (la CEDAW y el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, entre otros) y el reconocimiento del "derecho a la salud integral", en
la Constitución de la CABA.

Por otra parte, la Defensoría argumentó que la ligadura constituía "un método de
infertilización femenina, y no de esterilización, como comúnmente se cree" por no ser definitivo.

Indicó que en un 70 al 80% de casos la reversibilidad era posible, citando porcentajes


brindados por un especialista, luego convocado al Consenso. No obstante, no la
equiparaba al resto de los métodos anticonceptivos, planteando que ésta "se realiza previa
prescripción médica, y con fines terapéuticos ". Se argumentaba allí que una vez definida por

los/as profesionales la conveniencia de recurrir a esta práctica ante "una auténtica situación
de peligro para la salud entendida integralmente", sólo era necesario el consentimiento de la

80
Éstos habían sidd expresados en el Dictamen de la Procuración General de la Ciudad de Buenos Aires
recaído sobre el expediente 5421/00.
82
La condición de consentimiento del cónyuge es planteada por algunos actores de cara a la figura del "fraude
moral" del que podrían ser objeto los varones casados cuyas mujeres practicaran esta intervención a sus
espaldas, ya que verían así afectados sus intereses. Este "vicio" legal podría llevar a plantear la nulidad del
matrimonio, de acuerdo con el Código Civil (arts. 219 y 220).
82
Remite a la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud: "un estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades ", Constitución de la Organización Mundial
de la Salud. En Documentos Básicos, Documento oficial n 8 240, Washington, 1991, p. 23).
83
Se trata del Dr. Roberto Nicholson, uno de los primeros médicos que, al promediar los años sesenta,
promocionó la planificación familiar con métodos modernos (Felitti, 2009).

67
.

mujer, previamente informada, libre de "interferencia o condicionamientos", de acuerdo


con lo establecido por la ley básica de salud de la ciudad (153/99), Por todo ello, y
sosteniéndose también en el Código Civil, y fallos de distintas cámaras, sostenía que tanto
el requerimiento de una autorización judicial como el del consentimiento del cónyuge
constituyen una exigencia "discriminatoria en virtud de las prácticas que ocurren en las

instituciones privadas (.1 que afecta derechos humanos protegidos" por la normativa
mencionada, y que implica la "reducción de una persona con plenas facultades a la de una
persona incapaz, cuya voluntad sobre su propio cuerpo no resulta soberana".

Con estos argumentos, la Defensoría propuso considerar la indicación médica precisa del
médico o equipo tratante, a diferencia de la propuesta junta médica reunida a tal efecto, y

el consentimiento de la mujer en forma escrita como únicas condiciones para proceder con
la práctica de ligadura tubaria.

Vale reparar en la ausencia de referencias a los "derechos sexuales y reproductivos", entre


los fundamentos de la resolución que sirvió de base al debate, y que estaban presentes en
una resolución previa allí citada, entendidos "como derechos humanos básicos, conectados a la

libertad sexual, el derecho a la intimidad/privacidad y el derecho a la salud, entre otros"•84 Si bien

éstos derechos estaban reconocidos en la Constitución local y en las leyes 153/99 y 418/00,
de estas normas se mencionaba apenas el "derecho a la salud integral". Es probable que la
omisión de esta noción haya sido estratégica, habida cuenta de la resistencia presente en
ese momento. Veamos ahora cuáles fueron los ejes discutidos en ese encuentro, las
principales posiciones, los acuerdos y las disidencias, y el balance de fuerzas en esta
instancia.

11
Resolución 2070/99, en la actuación 2922/99, que es el "caso testigo" comentado a continuación. Constituye
una de las actuaciones que motivó la resolución que entró en confrontación con el dictamen de la
Procuradora.

68
[1

Perspectivas, propuestas, encuentros y disensos

Entre las palabras de apertura de la jornada, la Defensora del Pueblo relató el "caso
testigo" y las acciones institucionales que siguieron, hasta la resolución de base:

"[...] el año pasado se presentó a la Defensoría del Pueblo una mujer perteneciente a los

sectores más pobres y desprotegidos de nuestra sociedad, que había sido sometida a un

número significativo de cesáreas para dar a luz a sus hijos, que había tenido serios

inconvenientes en el uso de anticonceptivos, que su último embarazo no era consentido


y que padecía el maltrato de un marido abusador. Quiero decir, se presentó una mujer

que era víctima de múltiples situaciones de violencia social y que se encontraba en un

estado de grave riesgo. Es en esa situación que la mujer solicita ayuda para lograr la

ligadura de trompas. Apoyaba su solicitud con prescripción médica precisa y un

diagnóstico que advertía sobre los graves riesgos a su vida y a su salud, en el caso de

nuevos embarazos. Sin embargo, quien prescribía la intervención le informaba también

que para poder realizarla era preciso que la paciente obtuviera una autorización judicial.

Este pedido, simple para la concepción de la autoridad médica, sumó a los graves

problemas de la paciente, uno más: la violencia institucional. { ... ] consiguió el abogado, se

presentó ante el juez que la escuchó y éste, en un breve trámite, le dijo que no podía
resolver la situación, ya que la autonomía de la voluntad se maneja en el ámbito de lo

privado y no en el de la justicia. Ella era una persona mayor, en uso pleno de sus
facultades y, sólo ella podía consentir una intervención sobre su propio cuerpo. Con esta

respuesta vuelve la paciente al hospital, donde, nuevamente, le reclaman la autorización

judicial para proceder. [ ... J Ante esa situación, la Defensoría decide presentar una acción de

amparo ante el poder judicial. Ya no para pedir permiso, sino para que el juez ejerza su
poder propio, que es la coacción, para que se realice la intervención. El juez responde a

esta acción dictando una rápida, brillante y precisa sentencia en la que explica y ordena

que, ante indicación médica precisa y ante la existencia de riesgo de vida, debe

procederse a la ligadura de trompas. Casos como el relatado no son hechos aislados, sino

que suceden en forma reiterada. De allí que se realizó la recomendación que hoy es materia

de análisis (Dra. Alicia Oliveira en el Consenso de Expertos sobre Ligadura Tubaria) 85 (el

resaltado me pertenece).

85 Transcripción facilitada por personal de la Defensoría.

69
o

Se evidencian en este relato paradigmático las circunstancias en que, desde la perspectiva


de esta agencia, se debía proceder con la ligadura tubaria sin pasar por instancias
judiciales, ni administrativas siquiera. Eran mujeres mayores de edad, legalmente capaces,
que consienten la realización de la ligadura, indicada profesionalmente, y entendida como
la forma de evitar un próximo embarazo, difícilmente evitable por otros medios, que
implicaría un serio riesgo para su salud. Otras cuestiones también se expresan en este
fragmento: típicamente, se trata de mujeres de sectores desfavorecidos, que soportan
distintos tipos de violencia, y ven vu]rierado su "derecho a la salud" y a la
"autodeterminación" cuando profesionales de la salud les exigen una autorización judicial
para practicar la ligadura tubaria que ellos mismos indican realizar. En estas
circunstancias, se entiende que el esquema legal vigente permite practicar la ligadura.
Asimismo, la impertinencia de la venia judicial se refuerza con la identificación de este
requisito como una forma de violencia institucional, en virtud del maltrato burocrático, la
demora, el costo y la incomprensión de los códigos y el lenguaje de los ámbitos judiciales.

Se acusó de "irresponsable" el proceder de profesionales que lleva a judicializar los


pedidos de esta práctica en tales circunstancias.

No obstante, al tiempo que se plantea como insostenible la participación de esta


Defensoría en su resolución individual a través del circuito judicial, se justifica la acción
que había tomado en aquella oportunidad al presentar un recurso de amparo. Y es más,
así como en el relato citado se destacan positivamente los fundamentos de dos
resoluciones judiciales que constituyen tipos paradigmáticos de sentencias judiciales, se
celebra la actuación judicial que obliga a proveerla. Que la jueza responsable de aquella
"brillante y precisa i"86 haya participado como especialista en este encuentro, y
también el magistrado responsable de la consolidación de esta posición, 87 expresa el
posicionamiento de la Defensoría. Al mismo tiempo constituye una estrategia orientada a
generar un estado de relaciones de fuerza favorable a su propuesta: evitar la

86
La Dra. Cecilia Rejo, Jueza en el Tribunal Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 79.
87
Se la conoce como "posición Hooft", mientras que la denominada "solución Riquert" es la que considera
innecesaria la autorización judicial en estos casos. Los nombres corresponden a dos magistrados (Medina,
2002).

70
judicialización de ciertos pedidos y, en el caso de que lleguen a instancias judiciales,
promover una ágil resolución.

La mayoría de los/as participantes coincidió en la necesidad de definir con mayor claridad

el procedimiento para proveer la ligadura tubaria a fin de desalentar temores de los/as

profesionales a posibles demandas penales. Sin embargo, algunos/as participantes

consideraron tales temores fundados en la regulación vigente, mientras que otros/as se


refirieron a ellos en términos de "mitos", restándoles asidero.

También hubo acuerdo sobre la necesidad de elaborar un registro de "objetores de

conciencia" para evitar un "doble estándar" en cuanto a la disposición profesional que se

expresa en el rechazo de los pedidos en el hospital público, y accede a ellos "en privado",
mediando honorarios .88

La implementación del consentimiento informado, entendido como un proceso de


comunicación inteligible para la interesada, movilizó un fuerte acuerdo como herramienta

tendiente a evitar la coacción y el abuso de poder. Respecto de que la promoción o

inducción a aceptar esta práctica pudiera obedecer al bienintencionado pero poderoso


ejercicio profesional cuando se la considerara conveniente, se llegó a recomendar que el

consentimiento no pueda ser obtenido en la instancia del parto con la intención de

resguardar a la mujer de acceder a lo que, en rigor, es un consejo del profesional sobre el


que no ha tenido tiempo suficiente para reflexionar. 89 Otro criterio, para algunas de estas

situaciones, fue planteado por una médica del servicio "de referencia", quien expresó que:

[ ... ] cuando la mujer está en riesgo de muerte y estamos en un quirófano, y hay un estallido
uterino, todos sabemos lo que tenemos que hacer: una reparación y la ligadura de trompas,
pensando en que uno le deja el útero y elimina la posibilidad de reproducción.

88
Ante la iniquidad en el acceso de las mujeres a la ligadura tubaria de acuerdo con su posición social y las
controversias respecto de su inscripción en el esquema jurídico, el acceso a esta intervención fue comparado,
por su similitud, con el aborto.
89
Los pedidos de ligadura tubaria por parte de las mujeres a instancias del parto, constituyen una de las
situaciones más problematizadas por los/as profesionales. Se considera que ese momento no es oportuno para
que la mujer tome una decisión tan radical debido, por un lado, al estado emocional que el parto supone, y
por otro lado, porque tal decisión amerita im tiempo prolongado de reflexión (estas situaciones son analizadas
en el capítulo VI).

71
Por lo tanto, frente al riesgo percibido por el/la profesional, se plantea una única
alternativa, que no les deja lugar a dudas sobre la conveniencia de ligar las trompas en ese
mismo momento, ni del tiempo de meditación de la decisión previa al consentimiento por
parte de la mujer.

También se acordó que el recurso a esta intervención debía ser una opción excepcional,
debido a su difícil reversibilidad, y para evitar que se convirtiera en una "opción facilista",
algunos/as participantes expresaron la necesidad de mejorar la oferta de métodos
anticonceptivos seguros y reversibles. 90 Marginalmente, se enfatizó la autonomía de la
mujer para decidir realizar esta intervención y se planteó que debería estar incluida en el
programa de salud reproductiva sin quedar su acceso supeditado a la opinión médica.

Vale destacar la batalla discursiva planteada sobre la denominación de la práctica. Por un


lado, fue puesta en términos de "método de infertilización ", pasible de ser revertido en gran
medida, aunque el procedimiento no fuera garantizado por no estar disponibles en el
sector público los recursos necesarios. 91 Por otro lado, se insistió en considerarla
"esterilizante". Se discutió el porcentaje de reversibilidad planteado, al que se consideró
ser mucho menor que el sostenido desde esa agencia, y que la reglamentación propuesta
tendría un impacto demográfico negativo para el desarrollo del país. Se retomaba así el
argumento pronatalista difundido algunas décadas atrás, pero que como se vio, forma
parte del pensamiento poblacionista desde los albores del Estado nacional.

Se expresaron diferencias mayores al interpretar el alcance de la habilitación de la


ligadura en el esquema legal vigente en ese momento, y el de la noción de "indicación
terapéutica". Al respecto, hubo quienes consideraron que esta última remitía
exclusivamente a aspectos biológicos o físicos. En menor medida se planteó que se
acotaba a la consideración de "la salud del órgano reproductor", mientras que uno de los
médicos especialistas planteó la prohibición total de esta práctica de acuerdo con el

90
En este sentido, se señaló la demora con que, por ese entonces, se debatía un proyecto de ley de salud
reproductiva en la Legislatura porteña. Fue aprobado unas semanas más tarde, cuando se sancionó la ley
418/00, que puso a disposición de la población métodos anticonceptivos de carácter transitorio, reversible y no
abortivos.
91
Posición planteada por la propia Defensoría y con adhesión de la mayoría de los participantes.

72
Código Penal. Principalmente, se expresó que la noción de salud refería al bienestar

general, y que la norma futura debería asumir una concepción integral de la salud, y

contemplar aspectos psicológicos y sociales, además de los biológicos, incluso del ámbito

familiar como fundamentos de la prescripción profesional.

Otra cuestión que dio lugar a disensos fue la recomendación de la Defensoría (en la

resolución de base) acerca de la formación de un "Grupo Interdísciplinario de Contención

para las pacientes que deban enfrentar la decisión de prestar o no conformidad para la misma, tanto
en el momento de tomar la decisión, como con posterioridad a la intervención quirúrgica ". Los/as
participantes se expidieron sobre la pertinencia del dictamen, en cada caso, de una junta

médica, equipo interdisciplinario o comité de bioética. Las opiniones abarcaron desde la

necesidad de que el comité hospitalario de bioética controlara el acceso a esta práctica y se

expidiera sobre cada uno de los pedidos, hasta la exclusión de toda opinión ajena a la

estricta relación médico-paciente.

Las autoridades de corporaciones médicas 92 fueron los únicos participantes que apoyaron

la necesidad del consentimiento de la pareja siempre que la mujer enfrentara un grave

riesgo de muerte de acuerdo con los criterios médicos. Representaron la perspectiva más

conservadora y en franca minoría.

Al cabo de la jornada, la ligadura tubaria quedó entendida como:

[ ... ] una opción excepcional a adoptarse en los casos en que los métodos anticonceptivos no
puedan ser utilizados por la mujer debido a dificultades de orden físico-clínico y/o
psicológico y/o social. La ligadura tubaria será accesible a las mujeres cuando exista una
indicación terapéutica precisa por parte del médico y/o equipo interdisciplinario de salud
•tratante, basada en pronósticos que indiquen un riesgo a la vida o a la salud entendida
como una integralidad bio-psico-social.

92
Se trata del Dr. Gustavo Gruber (secretario géneral de la FASGO, Federación Argentina de Sociedades de
Ginecología y Obstetricia) y el Dr. Oscar Contrera Ortiz (presidente de la SOGIBA, Sociedad de Obstetricia y
Ginecología de Buenos Aires). Este último, paradójica o tal vez irónicamente, destacó la "heterogeneidad de
opiniones" presentes en aquel encuentro. Sostuvo que su posición se alineaba con la opinión de colegas ex
presidentes de la sociedad, tal vez como recurso de legitimación de su postura. Aclaró, asimismo, que su
posición no obedecía a "ningún tipo de orientación ni indicación confesional" (esta "aclaración" es altamente
sugerente... ¡de lo contrario!).

73
Los criterios acordados asumieron la excepcionalidad de la práctica y, como condiciones

para el acceso, la necesidad de contar con indicación médica y con el consentimiento


escrito de la mujer. No se modificaron, en lo esencial, los requisitos establecidos en la ley

17.132/67, y resultó avalada por este encuentro la propuesta de reglamentación elaborada

por la Defensoría. 93

El evento evidenció un persistente estado de relaciones de fuerza, con un claro

predominio de la mirada médica, que dejó de lado las voces "feministas" más radicales y

las más conservadoras. No obstante, permitió el cuestionamiento de ciertas prácticas y la

habilitación de otras que merecen ser destacadas. Por un lado, reconoció que la

imposibilidad de adoptar otro método anticonceptivo puede derivarse de cuestiones "de

orden físico-clínico yio psicológico y/o social". Esto significa que las condiciones, que hacen de
la ligadura tubaria la única alternativa en anticoncepción, no obedecen necesariamente a

la contraindicación médica para la adopción de otros métodos, que suele argumentar

exclusivamente razones de naturaleza físico-clínica (del Río Fortuna, 2007a). Por otro lado,

se expresó que su acceso:

[ ... I no requiere autorización judicial ni consentimiento del cónyuge, ya que es una decisión
que se encuentra en el ámbito de la esfera personalísima de la mujer y en relación directa
con el médico y/o equipo interdisciplinario de salud tratante.

El carácter "personalísimo" que se atribuye a la decisión de la mujer de recurrir a la

ligadura tubaria, explicita que para su acceso no se requieren autorización judicial, ni

consentimiento de la pareja ni ninguna evaluación de un comité médico ad hoc, como era

práctica frecuente de los/as profesionales del sector público de salud.

Los acuerdos alcanzados en la jornada demoraron casi tres años en convertirse en norma.

Li

93 Sólo la recomendación de conformar un "grupo interdisciplinario de contención" no fue retomada en el


documento finalmente consensuado. Es probable que esta ausencia obedezca a la intención de no sumar una
dificultad operativa en los servicios que tuvieran condiciones técnicas para proveer esta práctica, ya que la
resolución que se dictaría luego (y lo mismo la ley que años más tarde fue sancionada) no implicaba aportes
de récursos (ni materiales ni humanos). Por otra parte, en tanto la presencia y actuación del grupo sugerido se
justificaba en virtud de la trascendencia adjudicada a la realización de esta práctica, aquel silencio en el
documento final tal vez sea un intento por minimizar o al menos no llamar la atención acerca del supuesto
impacto de la ligadura en la subjetividad de la mujer que se iría a operar.

74
Entretanto, los tres legisladores/as que participaron del Consenso junto con una cuarta

diputada elaboraron un proyecto de declaración 94 que fue tratado en la Legislatura

porteña, en el que se solicitaba al Congreso Nacional el tratamiento y la aprobación de los

- proyectos de ley que se habían presentado. En esos proyectos se procuraba poner fin a la

práctica de los/as profesionales de la salud de solicitar autorización judicial para realizar

determinadas intervenciones quirúrgicas en los servicios de salud públicos, como la

y de
práctica de ligadura tubaria, "en caso de estar en riesgo la salud psíquica o física de la mujer
la familia".95 Se expresaba que el acceso a esas intervenciones se enmarcaba en el derecho a
la "autonomía personal" reconocido por el art. 19 de la Constitución Nacional, 96 y se

planteaba que:

El engorroso y sufriente camino de deambular por las distintas oficinas buscando tardías
autorizaciones debe finalizar. Para ello se debe establecer una normativa clara desde el
Parlamento Nacional, para que no existan fantasmas como el de la mala praxis u otros que
impidan a las personas ejercer sus derechos y los profesionales no tengan temor a actuar
aterdiendo las necesidades de la gente.

Se reconoce el temor manifestado por profesionales como motor de la solicitud de venia

judicial para proceder, a la vez que se los desestima, refiriéndose a aquellos en tanto "fantasmas

como el de la mala praxis ". La iniciativa parlamentaria se justificaba remitiendo a "la


responsabilidad de considerar los derechos a disponer del propio cuerpoy los derechos reproductivos
como derechos humanos básicos" asumida a través de distintas normas. 97 Esta declaración se
encuentra claramente alineada con la perspectiva con que la Defensoría había

fundamentado sus acciones en las circunstancias antes vistas.

94Proyecto n5 20020558, en la sesión del 26 de marzo de 2002, autoría de Clorinda Yelicic, Juliana Marino,
Jorge Casabe y Beatriz Baltroc (autores de la declaración 218/06, los/as tres primeros son los que participaron
del Consenso de Expertos).
91Proyecto n2 20020558. Las otras prácticas mencionadas son la vasectomía y la interrupción del embarazo en
caso de diagnóstico de anencefalia.
96 "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será
obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe" (Constitución Nacional, art. 19).
97 Se refiere a la Constitución de la ciudad (art. 20, inc. 4 y 5 del art. 21 y art. 37), y la ley básica de salud
(153/99).

o 75
IU

Acerca del contenido (y las omisiones) de la regulación

En mayo de 2003 la entonces Secretaría de Salud del GCBA dictó la resoludón 874 (en

adelante Res. 874), que establece el procedimiento a seguir ante solicitudes de ligadura

tubaria por parte de pacientes de los servicios del sistema de salud de la ciudad. 98 La

resolución recoge explícitamente las recomendaciones acordadas en el Consenso de


Expertos del año 2000, con algunas modificaciones y omisiones que cabe señalar.

La norma reconoce que la decisión de recurrir a la ligadura tubaria se da "en el ámbito de la


esfera personalísima" de la mujer. Sin embargo, omitió explicitar que el acceso a la

intervención no precisa el consentimiento de la pareja de la mujer, tal como lo hacían, con

énfasis, las recomendaciones consensuadas por los/as especialistas.

Si bien la Res. 874 sostenía las condiciones generales para el acceso a la ligadura tubaria

planteadas en el Consenso de Expertos, a diferencia del documento final elaborado en


aquel encuentro, la resolución establecía que las solicitudes de esta práctica:

[...] deben ser analizadas y resueltas en concordancia con todas las normas que

regulan el ejercicio profesional y con especial atención a lo dispuesto por la Constitución

Nacional, los tratados internacionales, así también de acuerdo con lo estatuido en el art. 37

de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que reconoce los derechos

reproductivos como derechos humanos básicos y las previsiones de los art. 4 inc. a, b, e, y
n de la Ley Básica de Salud (153) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mientras que en el texto del Consenso se destacaba el marco constitucional de "la


autodeterminación y el respeto a las conductas autorreferentes" (invocando el art. 19 de la

Constitución Nacional) y los derechos humanos (especificando el art. 75, inc. 22, de la
carta magna nacional y la CEDAW como instrumento particular), en la resolución cobran

98
De acuerdo con la ley 153/99, art. 10, el sistema sanitario incluye los tres subsectores: estatal (o público),
seguridad social, privado (por lo cual, en este sentido, amplía el propósito de las recomendaciones del
Consenso de Expertos).

76
protagonismo las normas referidas al desempeño profesional. Que sean éstas las
mencionadas en primera instancia, aun cuando no se las identifique explícitamente,
resulta significativo de un particular estado de correlación de fuerzas. Correlación de
- - fuerzas que se pone de manifiesto en el lugar central de la ley 17.132/67 en los debates
acerca del alcance de la permisión/prohibición de la práctica en cuestión, leída, las más de
las veces, de manera restrictiva.

En este sentido, la "objeción de conciencia" frente a esta práctica es reconocida en la Res.


874, siguiendo las recomendaciones del Consenso, como derecho que asiste a los/as
profesionales, al tiempo que, se aclara, no exime de responsabilidad al servicio responsable de la
prestación de esta práctica, debiendo arbitrarse los medios para su realización ". Asimismo,
retoma esas recomendaciones cuando, para evitar las denunciadas actitudes diferenciales
por parte de los/as profesionales que se desempeñan en servicios públicos y privados,
establece que se debe llevar un registro de objetores "mediante la firma de un dócumento

público que comprometa dicha objeción tanto en la práctica asistencial pública como en la privada".
Hasta el momento, sin embargo, este registro no ha sido implementado, y así se
perpetúan las condiciones que, por omisión, permiten el ejercicio de un "doble estándar"
en detrimento de las mujeres que se asisten en los servicios públicos de salud. Cabe
destacar que la resolución misma nunca fue publicada en el Boletín Oficial, lo que permite
suponer que su circulación y conocimiento fueron restringidos.

A continuación, me ocupo de las prácticas y disputas que dieron lugar a la más reciente

modificación del esquema legal sobre la anticoncepción quirúrgica, a través de la sanción


de ley nacional 26.130, en agosto de 2006. 11 La norma, impulsada por el oficialismo

equiparó las intervenciones de ligadura tubaria y vasectomía a otros métodos


anticonceptivos. Las incluyó entre las prácticas que deben ser previstas por el sistema de
salud, en todos los subsectores, en forma gratuita y a demanda de las personas capaces y
mayores de edad, previamente informadas para que puedan brindar su consentimiento.

Sancionada por el Senado de la Nación el 9 de agosto de 2006 y promulgada por el PEN el 28 de agosto de
2006, decreto 1.110/06 (publicada en el Boletín Oficial el 29 de agosto de 2006).

77
o

Prácticas persistentes, propuestas insistentes

Todavía era corriente la solicitud de autorización judicial para realizar las prácticas de
anticoncepción quirúrgica en las instituciones públicas de salud, y motivo de debates en la
Comisión de Salud de la legislatura porteña, cuando seis proyectos 100 de ley sobre
anticoncepción quirúrgica iban a ser tratados en la Cámara de Diputados del Congreso
de la Nación. Estas iniciativas recibieron el apoyo de un grupo de legisladores/as porteños
a través de una declaración.101 Unos días más tarde, un resumen de aquellos proyectos

obtuvo media sanción por amplia mayoría en la Cámara baja, 102 y pasaba entonces a
tratarse en Senadores, donde fue promulgada.

También desde la Dirección General de la Mujer del Gobierno de esta ciudad, en la


víspera del tratamiento de esos proyectos en la Cámara de Diputados, se brindó apoyo a
la iniciativa legal. En una conferencia de prensa, la responsable de la Dirección General de
la Mujer103 declaró que la Res. 874 era escasamente implementada, y que esperaba que la
ley fortaleciera y equiparara las oportunidades de la población para acceder a estas

prácticas en todo el país, ya que en ese momento varias provincias contaban con
regulaciones legales o ministeriales que autorizaban las intervenciones de anticoncepción
quirúrgica. 104 Para la ocasión, esta funcionaria convocó a un panel de legisladoras y

especialistas, del que participaron tres diputadas nacionales (entre ellas, la autora de uno
de los proyectos); dos legisladoras porteñas (autoras, entre otros/as de la declaración 218
arriba mencionada); la directora del hospital "de referencia" y un funcionario de la

100Proyectos de ley n° 1142-D-06, 0756-D-06, 0589-D-05, 2202-D-06, 0527-D-06 y 1028-D-05, de autoría de las
diputadas nacionales Juliana Marino (Frente para la Victoria-Partido Justicialista), Marcela Rodríguez (ART),
María Elena Barbagelata (Partido Socialista, mandato cumplido), Graciela Gutiérrez (FpV-PJ), María del
Carmen Rico (Peronismo Federal) e Irene Bosch de Sartori (FpV-PJ).
01 Proyecto n0 200601685, en la sesión del 06-07-2006. Declaración n° 218, sancionada el 13-07-2006.
102En la sesión ordinaria del 28-06-2006, con 147 votos favor, 41 en contra y 2 abstenciones, la Orden del Día n°
463 "Implementación de métodos de anticoncepción quirúrgica" (Expedientes 0589-13-05, 1028-D-05, 0527-D-
06, 1142-D-06 y 2202-D-06).
103 Virginia Franganillo.

con distinto alcance y condiciones en cada caso.

78
EJ

Defensoría del Pueblo de la ciudad. 105

Los convocados expusieron distintos argumentos en apoyo a la habilitación de estas


prácticas. La directora del hospital resaltó la reversibilidad de las intervenciones de
áiificoncepción qirúrgia, de hasta tm.80% n el caso de la ligadura tubria, y del 50%
para el caso de la vasectomía, junto con la responsabilidad profesional de advertir los
efectos permanentes de estas opciones anticonceptivas, puesto que requerían nuevas
intervenciones. El funcionario de la Defensoría, por su parte, confrontó el argumento la de
cúpula de la Iglesia Católica argentina de que en virtud del art. 91 del Código Penal, la
práctica de estas intervenciones "seguirá siendo un delito ",106 al señalar la inexistencia de
juicios de mala praxis.

En los debates dados en distintos ámbitos sobre el tema de la anticoncepción quirúrgica, 107
no había duda de que tanto quienes alentaban la liberalización del acceso a ese método,
como quienes lo resistían, coincidían en cuanto a la población que mayormente se vería
afectada: los sectores más desfavorecidos, vulnerables, pobres, y dentro de ellos, las
mujeres. Claro que el impacto esperado, temido, deseado, en cada caso, difería.

Quienes apoyaban la iniciativa, apelaron al reconocimiento de "derechos personalísimos"


en cuanto a la decisión sobre la capacidad reproductiva, la cantidad de hijos/as y el propio
cuerpo, destacando las dificultades materiales que limitan las posibilidades de controlar la
fecundidad de manera eficaz y segura en los sectores populares. Se argumentó que el
aborto practicado en condiciones de suma precariedad se expresaba tanto en términos de
morbimortalidad materna, como de impacto para la salud familiar, por las consecuencias
que tendría la muerte de la mujer en sus hijos/as. Serían, se sostuvo, especialmente las
mujeres pobres, con varios hijos y algunos años de vida reproductiva por delante, muchas
veces violentadas por sus parejas, las principales beneficiadas por el recurso a esta

105 El jefe del área de salud de esta agencia.


106 Declaración de la Conferencia Episcopal Argentina, publicada en Página/T12, 28 de junio de 2006.
Me refiero a los que analizo aquí: Legislatura porteña, en ocasión de la declaración 218/06, y Congreso
107

Nacional, especialmente a la sesión en la cual el Senado sancionó la ley 26.130.


o

práctica una vez habilitada legalmente. 108 Sería una alternativa que les permitiría ejercer el

derecho a decidir sobre sus pautas r.eproductivas de manera eficiente, y sin llegar al

aborto y poner en riesgo su salud y hasta su vida.

La posibilidad de regulár la fecundidád a través de la l%adura tübarla, desde ótra

perspectiva, fue considerada nociva en virtud de la baja densidad demográfica del país. 109

Fueron recordadas las prescripciones de "el General" que motivaron las restricciones en

materia de planificación familiar en los años setenta, y la existencia de proyectos políticos

de control demográfico en el "tercer mundo" a cargo de agencias norteamericanas. Se

advirtió que la iniciativa podía habilitar la esterilización de las mujeres pobres, repitiendo

las nefastas experiencias de campañas compulsivas que tuvieron lugar a partir de leyes

similares en el marco de proyectos con metas demográficas. También grupos católicos

"Pro-Vida" se manifestaron a través de un "bombardeo" de mails a los/as legisladores en

diversas oportunidades, en los que difundían las experiencias de "esterilización de pobres ",

y exhortándolos a detener el proyecto. La Conferencia Episcopal Argentina se había

pronunciado frente a la inminencia del tratamiento y aprobación del proyecto en

Diputados, sentando, una vez más, su visión acerca de estas intervenciones, entendidas

como "soluciones radicales [que] nos degradan en nuestra condición de personas".17 °

Entre quienes apoyaban la iniciativa, la firma del consentimiento informado se planteó

como el recurso que garantizaría el respeto de la autonomía y el derecho de las personas a


decidir si realizar o no estas prácticas. La oposición, por el contrario, expresó su eficacia

limitada en función de las condiciones de existencia de los sectores populares:

[Hilda González de Duhalde] A veces, en aras de hablar de la libertad o el derecho


personalísimo, no nos damos cuenta de que la libertad de los sectores más humildes de la
población es una libertad condicionada. Llegan al aborto, lamentablemente, o a esta
posibilidad que se les va a brindar a través de esta ley como consecuencia de muchas

108Este "perfil" se sostiene en parte en las estadísticas (las pocas que hay y que surgen del sector público de
algunas provincias que ya habían reglamentado estas prácticas) y gana consenso como "candidata" a la
ligadura tubaria.
109
Al tiempo que se alerta acerca de las consecuencias del fenómeno de "envejecimiento poblacional".
110 ¿iT?do en la misma edición de Páginall2, el día que Diputados aprobó el proyecto
causas indeseables e injustas para ellas. Y me refiero a que no han tenido garantizados los
derechos básicos que el Estado debe garantizar ahora y siempre, pero que desde hace

muchísimos años, desde hace décadas, no se les garantiza: el derecho a la educación, a la

salud.

Reconociendo experiencias signadas por la escasez de recursos materiales y simbólicos, se


cuestiona el ejercicio de la autonomía que harían las mujeres pobres a través de decisiones
como el aborto o la ligadura tubaria, en condiciones de "libertad condicionada". En este
sentido, también se cuestionó la posibilidad de que su consentimiento sea brindado en la
instancia del parto. Este planteo fue acusado de ser "un abordaje tutelar" de la pobreza y
de las mujeres en particular, que niega su capacidad para decidir sobre sus propias vidas.

Desde otra posición, la provisión de los métodos anticonceptivos quirúrgicos vendría a


ampliar la posibilidad de derechos ya consagrados:

[María Teresita Colombo] Sinceramente, acompañaré el proyecto en consideración porque,

como dije ayer, no son métodos irreversibles que, además, debieron haber estado

contemplados en la ley de salud reproductiva sancionada en 2002. ¿Y por qué se sancionó


aquella ley en 2002? Porque hubo voluntad política para hacerlo y porque el gobierno
nacional la impulsó decididamente. Además, quizás una de las cosas buenas que nos dejó

la crisis de aquel momento fue que, en medio de ese tiempo de debacle institucional,

política, económica y social del país, se pudo sancionar aquella ley que estuvo largamente

postergada por el Congreso en virtud de cuestiones que llevaban a soslayar datos objetivos

y lacerantes que la realidad brindaba a lo largo y ancho de la Argentina. Entonces, esto es

un paso más para garantizar los derechos que comenzaron a ser garantizados en el

momento de sancionar el programa de salud sexual y procreación responsable en nuestro

país.

En su intervención, aparece otro argumento contra la autorización judicial que se


requería: la considera innecesaria porque las intervenciones de anticoncepción quirúrgica
no son irreversibles. Mediante la estrategia discursiva de invisibiizar su especificidad, en
tanto prácticas quirúrgicas de efectos permanentes sólo reversibles a través de otra
operación, tal como lo plantean especialistas a favor de la liberalización de estas prácticas,
su legalidad no merece cuestionamiento alguno. Así es que estos procedimientos "debieron

81
haber estado contemplados" en el abanico de métodos anticonceptivos lícitos de acuerdo con
la ley (25.673/02) que creó el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable. 111

El argumento de la reversibilidad de los métodos de anticoncepción quirúrgica procura


- saltear la d{scii{ón acca dl orentájde éito dé ls rüSíás de rever-sión. Al iial
se sostuvo durante el Consenso de Expertos, en los ámbitos legislativos los/as detractores
de la iniciativa sostuvieron que es bastante menor, planteando tasas que caen hasta el
20%. También señalaron que su elevado costo económico los torna irreversibles de facto
para la población que accedería mayrmente una vez sancionada la ley, ya que las
cirugías que permitirían revertir los efectos de estas intervenciones no están disponibles
en el sector público de salud. La senadora Liliana Negre de Alonso, refiriéndose a la
equiparación del derecho al acceso a estas prácticas, sostuvo que "Sólo habrá igualdad de
oportunidades para la mutilación", argumento al que adhirió el episcopado.

La terminología empleada, que en este caso apela al discurso de derechos, expresa la


persistencia del sentido de estas intervenciones para la posición católica: "un atentado a la
dignidad y la condición humana". Al mismo tiempo, se observa un corrimiento
argumental, por el cual el cuestionamiento se dirige ahora a las posibilidades no previstas
en el proyecto (cirugías de reversión). Sin duda, esta estrategia se debe al estado de
fuerzas que hacía previsible la suerte que correría el proyecto." 2 Había llegado a la
Cámara alta dentro de los plazos reglamentarios mínimos y con la indicación de votar el

111
Ley que, se recuerda, garantiza la disponibilidad de métodos anticonceptivos de carácter transitorio,
reversibles, y no abortivos. No obstante, el texto legal finalmente aprobado (26.130/06) dispone la
modificación de aquella, para agregar estas prácticas entre los métodos admitidos (a través del art. 8, agrega el
siguiente párrafo al art. 6, inc. b. de la ley 25.673/02: "Aceptándose además las prácticas denominadas ligadura de
trompas de Falo pio y ligadura de conductos deferentes o vasectomía, requeridas formalmente como método de
planificación familiar y/o anticoncepción"). Asimismo, establece la reescritura de la ley nacional 17.132/67, a fin de
eliminar la condición de "haber agotado todos los recursos conservadores de los órganos reproductivos" para
practicar estas intervenciones, restándole así al acceso, un requisitoj que asumía su excepcionalidad (el art. 7
' establece que el art. 20, inc. 18 de la ley 17.132/67 queda redactado como sigue: [queda prohibido a los
profesionales que ejerzan la medicina] "Practicar intervenciones que provoquen la imposibilidad de engendrar o
concebir sin que medie el consentimiento informado del/la paciente capaz y mayor de edad o una autorización judicial
cuando se tratase de personas incapaces o menores de edad".
112
El proyecto fue aprobado con 35 votos a favor y 9 por la negativa (ninguna abstención).

82
o

texto completo tal como había sido aprobado en Diputados. 113 Junto con la diligencia con
la que el proyecto fue tratado en comisiones y en el propio Senado, 114 el impulso oficialista
de esta iniciativa también se expresó en la presencia del ministro de Salud de la Nación

durante la sesión. 115

Otros argumentos conservadores ilustran esta suerte de "desplazamientos" en sus


prácticas de resistencia. Así se advirtió sobre las consecuencias epidemiológicas que
tendría la difusión de la anticoncepción quirúrgica, y sobre sus posibles complicaciones
de muerte. Se anunció, además, un aumento de los casos de ETS y VIH/sida 116 También se
reclamó la inclusión de la "objeción de conciencia institucional", propuesta que fue
acusada de "ficción jurídica", por considerarse que la figura de "objeción de conciencia"

sólo alcanza a profesionales individuales y "no exime de responsabilidad, respecto de la


realización de las prácticas requeridas, a las autoridades del establecimiento asistencial que
corresponda, quienes están obligados a disponer los reemplazos necesarios de manera inmediata",
tal como quedó expresado en el texto sancionado. 117 Asimismo, se denunció que este
reclamo encubría intereses económicos, puesto que la ley establecía la provisión gratuita
de estas prácticas también en el subsector de seguridad social y de medicina privada. 118

La ligadura tubaria fue contemplada como una opción razonable por las voces menos
conservadoras de la oposición, en caso de tratarse de "mujeres realizadas", "madres de
muchos hijos", "mujeres en riesgo". Se problematizó, en cambio, que pudiera ser

A raíz de la falta de consenso entre los propios especialistas en cuanto a sus posibilidades de reversión se
113

procuró, sin éxito, la dilatación de los plazos parlamentarios para la vuelta del proyecto a comisiones y la
posibilidad de introducir modificaciones parciales.
114Cuestionamiento realizado por el episcopado (Página/12, 28 de junio de 2006), además de congresistas
opositores.
115Sin embargo, las declaraciones públicas que éste había realizado días antes —refiriéndose a estas prácticas
en términos de irreversibles— fueron retomadas por congresistas opositores a la iniciativa, lo que revela la
coexistencia de argumentos contradictorios entre quienes avalaban el proyecto.
Predicción que fue ridiculizada por otra senadora, quien destacó que ésta surge de los sectores religiosos
116

que aún se oponen al empleo del único anticonceptivo eficaz para evitar la transmisión del virus.
117 Ley, 26.130/06, art. 6.
118Según una nota de Página/12, el tratamiento de esta propuesta enfrentó "la oposición de algunas clínicas
privadas y obras sociales que se verían afectadas por la incorporación de estas intervenciones entre las
prácticas". que, una vez aprobada esta iniciativa legal, deberían ser provistas de manera totalmente gratuita
para los beneficiarios/as.

83
o

solicitada por mujeres sin hijos, y más aún, si fueran jóvenes. 119 Incluso se expuso el temor
respecto de la probable reducción de la edad para alcanzar derechos plenos en materia
civil y comercial a los dieciocho años, edad a partir de la cual las personas podrían
acceder a estas intervenciones quirúrgicas. 120 Así, los límites de la legitimidad del recurso
a esta práctica, se muestran relativamente corredizos, a la vez que se erigen con firmeza
en torno a cierto ejercicio de la maternidad biológica.

A partir de la revisión de las transformaciones de los aspectos jurídicos y los ejes de


debate en torno al acceso a la ligadura tubaria, en este capítulo mostré los hitos históricos
a través de los que la ligadura tubaria fue construida como un problema político y de
política estatal, en el marco de disputas aún no resueltas.

En un país que se fundó con un imagen de "desierto", de reducido volumen de población,


las primeras reglamentaciones formales prohibieron esta práctica, a excepción de
situaciones en las que se aconsejaba su realización con motivos terapéuticos. Los
antecedentes de utilización compulsiva de la ligadura tubaria en el marco de programas
con metas demográficas contribuyeron a estigmatizar especialmente esta práctica, entre
otras medidas de regulación de la fecundidad, también cuestionadas.

Todavía en un contexto político adverso a la "planificación familiar", como la década de 1960y


más aún, los años setenta, comenzó a darse cierta aceptación de los métodos anticonceptivos
reversibles debido al impacto del aborto en términos de salud pública, dada su importante
or participación en la estructura de causas de la mortalidad materna. Más recientemente, este
tema adquirió prioridad en la agenda pública, tanto a instancias del gobierno nacional como de
las organizaciones de mujeres/feminismos. La estrategia gubernamental privilegió la
promoción de la anticoncepción para el ejercicio de la "procreación responsable" con el fin de
evitar los embarazos no deseados, y así, el aborto, especialmente los abortos sépticos, es decir,

119
Anticipando los criterios desde los cuales se definen las "candidaturas", cuestión que analizo en el capítulo
VI.
120
Lo que, en efecto, sucedió pocos años más tarde, con la sanción de la ley 26.579, promulgada el 21 de
diciembre de 2009 a través del decreto del P.E.N. n°2.113 publicado en el Boletín Oficial n°31.806, el 22-122009.

84

¡
los realizados en condiciones precarias, que resultan peligrosas para la salud y la vida de la

mujer.

Tales politicas encontraron en la Iglesia Católica y sus discursos, expresados a través de


dEers ácfores ocia es, ul6 s pridá1s &ádó ffl ód una resistancia- que .......
se extiende, hoy en día, contra toda forma de evitar la concepción por medios artificiales. No
obstante, aquellas políticas se fueron consolidando en los años noventa, en un escenario social
y político de creciente reconocimiento de los "derechos sexuales y reproductivos". Al
tiempo que éstos se asociaban a la reivindicación de la legalización/despenalización del
aborto por parte de organizaciones de mujeres/feminismos locales, recomendada por
organismos internacionales, se dio una correlación de fuerza cada vez más favorable a la
liberalización de la anticoncepción quirúrgica femenina. Así, a mediados de 2006 ésta se
tomó una alternativa legal no supeditada a criterio médico, a la vez que pudo señalar un límite

al persistente reclamo por el "derecho al aborto".

El análisis del proceso que llevó la construcción de la ligadura tubaria como problema politico
y de política estatal constituye el telón de fondo para abordar históricamente las prácticas
profesionales respecto de esta intervención en un servicio particular acerca. A partir de allí, y
en relación con una diversidad de actores, en el próximo capítulo analizo las modalidades de
acceso que tuvieron lugar en los últimos tiempos, previos a la sanción de la ley 26.130/06.

85
ci]

CAPÍTULO III

UN RECORRIDO POR LAS PRÁCTICAS ANTECEDENTES EN EL SERVICIO

En este capítulo abordo las modalidades de acceso a la práctica de ligadura tubaria que se

dieron en los últimos años en el servicio de obstetricia que se constituyó en "referente" en

cuanto a la provisión de esta intervención quirúrgica. Al trazar este recorrido se harán


visibles las características particulares de los profesionales que imprimieron a la dinámica

del servicio un determinado color. El análisis se centra en las prácticas y los distintos

dispositivos desplegados en este servicio, junto con las interpretaciones y tensiones que

surgen de las normas revisadas en el capítulo anterior. En este recorrido, que dio lugar a

la construcción de su particular posicionamiento institucional, me detengo en la

elaboración del dispositivo internamente denominado "semáforo", para la evaluación de

los pedidos de ligadura, y la negociación que tuvo lugar sobre él. Al mismo tiempo,

recupero las prácticas de otros servicios y actores sociales involucrados en la tramitación

de la ligadura tubaria: agencias de control y judiciales, Comité de Bioética, funcionarios/as


de salud del GCBA y las mujeres interesadas en esta operación.

El servicio de obstetricia: la construcción de un "referente"

El servicio donde realicé mi trabajo de campo funciona en uno de los "pabellones" 121 de
un hospital general de agudos emplazado en el área central de la ciudad de Buenos Aires.

En la zona reside una importante población migrante, principalmente de origen boliviano,

pero también coreano. A metros de allí funciona un centro comercial de indumentaria y

talleres textiles en los que suele emplearse a estos/as migrantes, en condiciones de extrema

precariedad habitacional y explotación laboral. Esta precariedad es común a la población

121
La denominación, frecuente en el sistema sanitario, remite a la organización militar. El surgimiento del
hospital moderno -en Europa, entre los siglos XVII y XVIII- a partir del modelo del hospital militar (y
marítimo) fue analizada por M. Foucault (1990).

86
fl

que habita las "casas tomadas" en las zonas aledañas. El ferrocarril que conecta esta parte
de la ciudad con la zona oeste del conurbano bonaerense, facilita el acceso al servicio para
las mujeres que residen alli. En los alrededores del hospital mujeres y travestis ejercen la
- prostitución a toda hora, exhibiéndose en las veredas, plazas y puertas de los varios
albergues transitorios de la zona.

El servicio (o división) de obstetricia está vinculado administrativamente al Departamento


Materno Infanto Juvenil, del que forman parte también las divisiones de pediatría y
neonatología. Este servicio implementa el Programa de Salud Sexual y Reproductiva
desde su origen, hace poco más de veinte años, y constituye el único espacio dedicado a
proveer información y métodos anticonceptivos, prescribir estudios y realizar
prestaciones médicas relativas a anticoncepción, incluyendo información acerca de las
intervenciones de anticoncepción quirúrgica tanto masculina como femenina (y, en este
caso, también su práctica). Especialmente, las acciones de este programa se llevan
adelante desde el consultorio de "salud reproductiva", 122 aunque también se desarrollan
actividades en la sala de internación de la maternidad.

Por todo ello, la jefa del servicio lo distinguió de otros, por cuanto éste "no sólo ataja pibes ".
En este sentido, valoró positivamente el hecho de que el servicio funcione íntegramente en
un único espacio físico (pabellón) —desde el consultorio de salud reproductiva hasta la
maternidad, los consultorios externos de control de embarazo, la guardia
tocoginecológica, la sala de partos y el quirófano— porque "esto facilita el trabajo ideológico"
con los/as colegas, y la consulta cotidiana entre ellos/as. Durante su gestión y la de quien
la precedió en su cargo, la labor se orientó hacia la promoción de actividades asistenciales
vinculadas a cuestiones altamente sensibles, entre ellas, la oferta del dispositivo
intrauterino (en adelante DIU), método anticonceptivo al que algunos/as profesionales
atribuyen efectos abortivos y obstaculizan su disponibilidad efectiva en los servicios
públicos, prácticas permanentemente denunciadas por organizaciones de mujeres.

122
La denominación de este consultorio varía entre los/as profesionales y el contexto de enunciación. Otras
formas de referirse a él son: "Consultorio de Salud Sexual y Reproductiva", "Consultorio de Procreación
Responsable". Decidí tomar la más extendida de ellas, en adelante utilizada sin entrecomillar. Las variaciones,
no obstante, son significativas y serán analizadas en el texto.

87
u

Asimismo, el servicio se dedicó a la atención de la salud reproductiva de las adolescentes,


incluyendo la prescripción de anticonceptivos; 123 la mejora de la "calidad de la atención"
de las mujeres que ingresan con im aborto en curso (provocado o no), y más
recientemente, la "consejería" a mujeres que plantean la decisión de no continuar con el
embarazo. Pero no siempre fue así.

El servicio antes de ser "amigable"

Los y las profesionales con más antigüedad en el hospital recuerdan la gestión de un jefe
de servicio, a principios de la década del noventa, cuya fuerte orientación religiosa
signaba la orientación del trabajo cotidiano. En aquel momento el servicio implementaba
el Programa de Procreación Responsable. La "consejería en anticoncepción" estaba a cargo
de las parteras y era realizada en el marco de los cursos sobre lactancia. Asimismo, estaba
fuertemente orientada hacia la promoción de métodos llamados "naturales" —abstinencia
periódica y coitus interruptus— y los insumos disponibles en anticoncepción eran
básicamente píldoras y DIIJs. Su provisión estaba sujeta a la realización de una serie de
estudios previos que en la gestión actual del servicio son considerados innecesarios, a la
luz de las demoras que tal procedimiento puede implicar para la adopción de estos
métodos anticonceptivos.

La orientación del servicio era contraria a la realización de la práctica de ligadura


tubaria en todos los casos, es decir, sin reconocer siquiera situaciones que
excepcionalmente pudieran habilitarla. La promoción de esta línea de trabajo,
definida "desde arriba", se daba a través de distintas estrategias, según recuerdan

123Según me comentó una médica, empleados de la farmacia del hospital denunciaron estas actividades, pero
la medida no prosperó. La atención de adolescentes en cuestiones referidas a la sexualidad es objeto de
debate. En este sentido, la inclusión de los/as jóvenes como destinatarios de las acciones de la ley 418 fue una
de las más resistidas por los legisladores de convicción católica. Luego, grupos laicos vinculados a la Iglesia
Católica presentaron recursos judiciales contra la ley 418 a la que planteaban como inconstitucional porque
incorporaba métodos anticonceptivos considerados abortivos, afectaba el derecho a la vida, a la familia y el
ejercicio de la patria potestad. Estos recursos fueron desestimados por el Tribunal Supremo de Justicia. Para
un análisis de los cánones morales de las políticas públicas referidas a la sexualidad adolescente y no
reproductiva, véase del Río Fortuna y Lavigne, 2010.

88
fl
L .4

los/as profesionales:

M: No me voy a olvidar nunca de, una vez acá,' [apellido del jefe de servicio], de este

servicio de acá, nos trajo una paciente. Yo era residente creo de primero o segundo año. El,
- _.._ _eh,desdesus_(busJapalabr, -y envozhajasigue) principiosreligiosos que_tenía estaba_ --
obviamente totalmente en desacuerdo con eso. Y nos trajo una paciente y nos la sentó
enfrente de todos y nos dijo "esta señora...".

A: ¿Eso en un ateneo? U

M: Era como en esto, una especie de pase de sala, y dijo "vean, escuchen este caso", y la

mujer dijo "Sí, yo me ligué las trompas —nos mostró la [,histo ... grafía?]— (imita cierto

lamento) y ahora quiero quedar embarazada de vuelta". Y nos dijo ",vieron? Ahí está el
problema". Una anécdota nomás, pero... (Ginecólogo, de guardia, 3).

Una de esas estrategias apuntó, así, a la sensibilización del equipo de profesionales a


través del testimonio que una mujer dio frente ellos a pedido del jefe. A pesar de ser
relatada como "una anécdota nomás ", aquella iniciativa de su antiguo jefe y el relato de esta

mujer generaron un recuerdo indeleble que permanece, tal como el efecto de la


anticoncepción quirúrgica femenina. Así, este médico reactualizó el malestar del
arrepentimiento por una acción irreparable.

A esta autoridad también se le atribuyen la estricta vigilancia de las prácticas realizadas


por los/as profesionales en el servicio, junto con la amenaza de sanción a quienes
desafiaran, en su labor asistencial, los limites de lo por él permitido:
)

M: [ ... ] yo estoy en el servicio desde el año '92 y en ese momento ya nos cuestionábamos,

teníamos una dificultad, con el jefe histórico (que falleció), por las multicesareadas, porque

en una época había muchas multicesareadas. Donde, este señor dijo que si se enteraba que

había una sola ligadura, él se ocupaba de rajarnos, sumariamos, todo eso, o sea que es algo
que está instalado desde hace muchos años [ ... ] Eh, en realidad yo hacía algunas, y hubo un

día que, yo decía "si estoy de guardia, ¿este hombre cómo se entera que yo lo hago?".

Bueno se enteró, y ahí vino la amenaza, (imita tono de reprimenda) "que si alguno..."

Entonces lo que hacíamos con algunos residentes era tratar de apretar las trompas con una

(...) como para que (sonriendo, con incomodidad) se interrumpiera. Vigilábamos después
que no haya sangrado y decíamos "bueno, algo después le vamos a hacer". En realidad no

89
o

era cortarle, era una apretuj- una apretada con una pinza con dientes como para que se
interrumpa de esa manera, pero era todo, y hasta de eso se enteraba...

A: Y en esos casos, ¿había una demanda de parte de las mujeres?

M: Tuvimos, en esa época, también tuvimos oficios judiciales para hacerlo, para hacer, me
acuerdo de un caso que era una mujer que vivía en el Patronato de la Infancia con un
problema gravísimo, social, multicesareada, y que tenía una hipertensión maligna, con una
retina ( ... ) era casi ciega, estaba en una situación terrible, y el juez había solicitado, bueno,
había autorizado la ligadura y la rechazaron, el doctor [apellido de ese jefe] le dijo que él no
lo hacía y que no iba a permitir que en su servicio se haga (Médica obstetra, jefa, 1).

La dinámica del servicio aparece así caracterizada por una fuerte jerarquía, en la que las

pautas que guiaban la actividad profesional cotidiana, dictadas desde las causas que

personalmente abrazaba su máxima autoridad, no dejaban margen de maniobra. Así, se

llegó a desobedecer las indicaciones judiciales de realizar la práctica de ligadura frente a

situaciones particulares.

Sin embargo, en este fragmento se revelan intersticios de discrecionalidad que permitían


actuar desde ciertos criterios, contra la prohibición y advertencia del jefe de servicio, a

riesgo de que se enterara (no así las medidas con las que, según la entrevistada,
amenazaba) a posteriori. En el relato confidente de su transgresión de las normas del

servicio, esta profesional, actualmente jefa de la división obstetricia, resalta el contexto

adverso y la legitimidad de las medidas tomadas (y, en ocasiones, también judicialmente

avaladas). En tal contexto, admite haber realizado estas prácticas a, por ejemplo,
"[mujeres] multicesareadas ". Como se verá, esto remite al riesgo que implicaría enfrentar un
nuevo embarazo, y debido a ese riesgo se practica la ligadura, en cierta forma,

clandestinamente. Su clandestinidad surge de la contravención del orden interno del


servicio, y por ello no quedaba constancia en la historia clínica. Así, esta profesional

inscribe su actual posicionamiento en una trayectoria particular.

Km
o

Otros vientos soplan...

La gestión siguiente, iniciada en el año 2000, estuvo a cargo de quien actualmente se


desempeña en la dirección del hospital. Con ella —que por aquel entonces ejercía la
rsiddi cTóñ Señá de Siud Sei y Rdtiva_ 124 nó
iristalarse una nueva perspectiva. Durante su gestión se iniciaron varias de las actividades
del servicio y del consultorio de salud reproductiva: el programa de atención a víctimas
de violencia sexual, 125 y el de atención posaborto, y la constitución del servicio como
referente de atención para la población en situación de prostitución. 126 Asimismo, se
abrieron nuevas posibilidades en cuanto al tratamiento de pedidos y provisión de la
práctica de ligadura tubaria:

Cuando [nombre de pila de la jefa del servicio en ese entonces] sube a la jefatura después

de que se muere este señor [2000], ella empieza a habilitar el tema como oficialmente [ ... ]

Eh, ahí ya se empezó a hablar digamos, pero en ese momento hacíamos algo como (con

tono y gestos que transmiten un recorrido sinuoso, indirecto) a través de la Defensoría del

Pueblo que nos recomendaba, pero, una cosa así. Pero en realidad el tema instalado está

desde siempre pero asociado a la multicesareada y al alto riesgo. Pero oficialmente que se

empezó a trabajar fue después que [la jefa en ese momento] fue parte del Comité de

Expertos en el año 2000. Por eso te digo el circuito éste, instalado el tema está hace mucho,

pero que no se ponía sobre la mesa y no se armaba todo, eso fue después de que salió la

resolución de Stern 127 (Médica obstetra, jefa, 1).

La profesional entrevistada identificó un par de momentos en los que la cuestión comenzó

124
Organización no gubernamental vinculada al movimiento profesional de promoción de la atención de estos
aspectos de la salud, "descendiente" de la AAPF (ver capítulo II).
125 El hospital fue referente institucional del Programa Integral de Asistencia a Víctimas de Delitos Sexuales,

lanzado en noviembre de 2002 desde la Dirección General de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, y más tarde designado Centro de Coordinación y Eventual Derivación para el Tratamiento de Mujeres
() Víctimas de Agresión Sexual (a través de la Resolución de la Secretaría de Salud 2.557/03, que aprobó el
Protocolo de Acción ante Víctimas de Violación, elaborado por profesionales de este servicio de obstetricia).
126
A través de la asignación de un consultorio especialmente dedicado a "las chicas de AMMAR", como se
refieren los/as profesionales a las mujeres y travestis ligadas a esta organización (se trata de AMMAR Capital,
Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos). En el material informativo elaborado por la
organización, y que me mostraron mujeres que venían de allí para atenderse una de esas mañanas, se
identifica con nombre y apellido a la profesional referente del servicio que está a cargo de ese consultorio.
127
Se refiere a la resolución 874/03, de la Secretaría de Salud del GCBA.

91
a ser tTatada "oficialmente", aunque enfatizó el segundo de ellos, referido al lanzamiento

de la resolución 874/03 que generó las condiciones que habilitaron el tratamiento de los
pedidos de ligadura habilita. El primero refiere a la mayor visibilidad y accesibilidad que

adq acon el cambio de autoridades del seicio, en contraste con el secreto y la


excepcionalidad en que se daba durante la gestión anterior. Vinculó este cambio al
desempeño, en la jefatura del servicio, de una profesional personalmente comprometida
con temas de la salud reproductiva de las mujeres. Agregó que la renovación generacional
y la feminización del equipo profesional del servicio contribuyeron a sentar una
perspectiva de trabajo con énfasis en esos temas, tradicionalmente despreciados dentro de
la propia obstetricia, que prioriza la atención del embarazo.

Por ese entonces, y siempre que los/as profesionales lo consideraran conveniente, el


servicio solicitaba a la mujer una resolución de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de

Buenos Aires para poder realizar la ligadura tubaria. Para ello, la interesada debía
acercarse a esta agencia a fin de formular allí su pedido:

M: E ... ] la Defensoría en realidad siempre dijo que si había indicación médica ellos
no intervenían y estaba ( ... ). En realidad se cansaban mucho, no hacían todo el
circuito. Se decidían por otro método.

A: Será por eso que encontré expedientes que fueron cerrados después de un tiempo
porque la mujer no volvió...

M: No volvía, La verdad que era así. Y la Defensoriá nos decia, genralmente y si


uno consultaba por algo, que si había una indicación médica (hace una pausa y con
un gesto y actitud grave) adelante. Una indicación puntual y verdadera, y más allá
de una elección porque, bueno (con tono relajado) es más cómodo (Médica obstetra,
de planta, 4).

Así, aun cuando sabían, por haber recurrido a esta agencia anteriormente, que si existía
indicación terapéutica para realizar la práctica de ligadura tubaria no era necesario otro
tipo de aval, éste y otros servicios no dejaron de solicitar su intervención. Con
conocimiento, incluso, de las dificultades para seguir el circuito propuesto.

En el caso de que las mujeres llegaran a la Defensoría, donde la presentación del reclamo

92
o

es gratuita y no requiere de abogado, se iniciaba una "actuación", como se denominan


internamente los trámites o expedientes, 128 si se evaluaba la necesidad de intervención de
1
esta agencia. Para ello se realizaba una entrevista, en la se que buscaba establecer si la
mujer conocía las consecuencias de la realización de la ligadura tubaria, si estaba
convencida de querer acceder a ella y, sobre todo, si existían fundamentos suficientes que
pudieran justificar la realización de la práctica de acuerdo con las normas vigentes. Tales
fundamentos debían sostenerse con documentación que se adjuntaba al expediente. 129
También se indagaban sus antecedentes en el empleo de métodos anticonceptivos,
composición familiar y condición laboral y habitacional de la mujer y su grupo familiar.

Luego, se enviaba im "oficio" a la dirección del hospital, del servicio o centro de salud
donde la mujer se atendía. En este documento se volcaban ciertos datos de la mujer:
antecedentes obstétricos, especialmente el número de cesáreas, la cantidad de embarazos
aunque hayan terminado en partos normales; problemas de salud —patologías preexistentes
y/o que se agravan, o que surgen con el embarazo, y enfermedades transmisibles por vía
materna—, y dificultades en la adopción de métodos anticonceptivos. También se
solicitaba remitir a la brevedad: 130 el diagnóstico de acuerdo con la historia clínica de la
mujer (y copia de aquella); informe si la ligadura tubaria era la indicación terapéutica
(caso contrario, las razones que impedirían tal práctica), y el informe sobre la evaluación
dlinica, los antecedentes obstétricos y psicológicos de la paciente.

Al mismo tiempo, se establecía una comunicación telefónica a partir de la cual era posible
conocer la situación de cada servicio en particular: la "posición ideológica" de la
jefatura/dirección y del personal de planta, y la disponibilidad de los recursos necesarios

128 Aquí utilizo estos tres términos como sinónimos.


129
En los expedientes revisados encontré fotocopias del documento personal de la mujer, informes médicos,
psicológicos, recetas médicas, historia clínica, informe socioambiental, y documentación referida a los hijos/as
cuando éstos presentan necesidades de cuidados especiales (discapacidad, problemas de salud).
130
Si se lo consideraba urgente, en virtud del tiempo de gestación, se solicitaba respuesta dentro de las
cuarenta y ocho horas de la recepción del oficio. Ante la frecuente demora de los servicios en responder, la
Defensoría solía reiterar el oficio, pero en esa oportunidad reducía a veinticuatro horas el plazo establecido
para la respuesta. Esto no ocurría ante el pedido de informes que realiza la Defensoría CAyT, de acuerdo con
la empleada entrevistada, probablemente debido al carácter judicial de estos oficios (más intimidante). Sin
embargo, destacó que la respuesta no siempre obedecía al informe solicitado, y esto también suponía demoras
en la resolución de las demandas.

93

c
para practicar la ligadura tubaria. Si se estimaba que quien resistía la realización de esta
cirugía era el/la profesional tratante, se recurría al "método del director de hospital ", como
relató risueño un funcionario de la Defensoría: un llamado a la máxima autoridad del
nosocomio en cuestión, quien luego "bajaría" al servicio la indicación de practicar la
operación. Si se trataba de una oposición por parte de la jefatura del servicio y/o dirección
del hospital, en cuyo caso el pedido de intervención de la Defensoría constituía, una
estrategia de los/as profesionales para ejercer presión sobre sus superiores, según
interpretó este funcionario, la realización de la ligadura solicitada por la mujer no estaba
garantizada. Frente a estas situaciones este ft.mcionario reconoció dos "tipos" de servicios:
a los que denominó "burocráticos", y "confesionales". Los primeros argumentaban el
temor a demandas penales ante la supuesta ilegálidad de la práctica, y por eso solicitaban
autorización de un juez para proceder, pero "al final de todas las vueltas responden bien",es
decir, terminan practicando la ligadura. Por el contrario, los "confesionales" (aunque rara
vez los/as profesionales se refieren a sí mismos de este modo), mostraban un
comportamiento similar a los anteriores pero no accedían a practicar la intervención en

cuestión.

Esas "vueltas", a través de la solicitud de venia judicial o resolución administrativa,


suponían demoras que a veces implicaban desperdiciar la "oportunidad quirúrgica" que
representa el momento de la cesárea (y que obligaba a la mujer a pasar por otra operación
si finalmente se admitía practicar la ligadura). Las demoras en la remisión de los informes
solicitados por la Defensoría, a veces se justificaban por estar aguardando el dictamen del

Comité de Bioética o junta médica ad hoc, o bien, por tener que comprobar los
antecedentes referidos por la mujer (trastornos físicos y psíquicos, historia obstétrica,
dificultades en la adopción de métodos anticonceptivos):

E ... ] sugiere: "MAC transitorio hasta aclarar definitivamente el origen genético de la


enfermedad. No constan en la historia clínica los problemas hepáticos mencionados por lo
que la paciente debería estudiarse conscientemente. Tampoco constan los problemas de

rechazo al DIU. La paciente debería consultar formalmente con el consultorio de

Procreación Responsable del hospital. Será estudiada y aconsejada conscientemente y se

sugerirá el método anticonceptivo indicado" (Informe del Director del hospital interpelado

94

1:)
o

en la actuación 5.451/01).

Para el caso de duda sobre los antecedentes en los que se fundaba la demanda de la
mujer, se propuso un método alternativo por tiempo indeterminado. Esto remite al
p r dl5l effa qu-e- se pt entatoda vez

derecho, está supeditada al reconocimiento de problemas de salud por parte de los/as


especialistas autorizados (Parsons, 1984). Frente a esta situación, para las instituciones el
dilema consiste en distinguir cuándo se trata de manipulación y cuándo de "verdaderos"
problemas de somatización (Fassin, 2003).

Los trámites solían culminar con el dictado de una resolución, que en muchos casos
estaban rotuladas " con recomendación" Estas últimas fueron características de la gestión

que culminó en 2003. En los considerandos de las resoluciones de ese período, de•
alrededor de once páginas, se presentaban la situación personal de la mujer que solicitaba
la ligadura, así como la normativa aplicable (legislación nacional y local), la
jurisprudencia y doctriria.131

En algunas, se sugería continuar el reclamo en la instancia judicial, y se derivaba al


Consultorio de Patrocinio Jurídico Gratuito de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires para interponer recurso de amparo, al tiempo que se advertía que "para el
caso de una negativa dogm4tica a practicar la ligadura tubaria, se dará inicio a las acciones legales
pertinentes en resguardo de los derechos de la peticionante". No obstante la evidente
confrontación con las posturas más refractarias a la realización de esta práctica, las del
tipo "confesional", para retomar la categoría nativa, sólo en uno de los casos se llegó a
esta instancia (o al menos esto no consta en los otros expedientes).

Las recomendaciones que incluyen estas resoluciones 132 eran dirigidas, por un lado, al

director/a del hospital, a quien se sugería arbitrar los medios necesarios para que los
profesionales de su institución cumplieran con la indicación terapéutica que consideraran

131
Básicamente las normas y los antecedentes judiciales que fundamentaban las resoluciones 2070/99 y 223/00
(ver capítulo II).
132
Se enviaban copias de estas resoluciones a las mujeres que habían solicitado la ligadura tubaria y a los
actores interpelados: director/a del hospital y secretario de Salud.

95
.

más apropiada a firt de preservar la integridad física de la mujer, y se le brindara


información adecuada para que pueda dar su consentimiento. Asimismo, se le solicitaba
notificar a la Defensoría el tratamiento que será impartido. La otra recomendación es la
- dirigida al secretario de Salud, que dio lugar a la iniciativa del Consenso de Expertos, y,
posteriormente, a la resolución 874/03.

Cabe destacar que algunos expedientes fueron cerrados debido a la pérdida de contacto
con las mujeres demandantes. Como reconoció la profesional arriba citada, las mujeres "se
cansaban mucho, no hacían todo el circuito. Se decidían por otro método". Pese al
reconocimiento de las dificultades que implicaba para las mujeres emprender y completar
este circuito, el mismo funcionario de la Defensoría identificó a este servicio con un tercer
tipo, que calificó como "amigable". Destacó la apertura de servicios de este tipo, que "se
comportan en el marco de la ley ", y no cuestionó el recurso a la Defensoría, innecesario en el
marco de la ley. Al mismo tiempo, minimizó el costo personal para las mujeres de la
tramitación de la práctica a instancias de esta agencia.

La salida de ese circuito, por parte de las mujeres que llegaron a iniciarlo, es interpretada
- en términos de "abandono" no anunciado, y motivaban el malestar del personal que
llevaba adelante estos trámites por el tiempo invertido (del Río Fortuna, 2007a). Lo mismo
ocurría en la Defensoría del Fuero en lo Contencioso Administrativo y Tributario.
Durante el trabajo de campo tuve oportunidad de conocer a mujeres que por entonces
tenían intención de ligarse las trompas. Sin embargo, meses más tarde aún no habian
podido, por diversos motivos, volver a consultar o realizar y/o completar los estudios
quirúrgicos solicitados: falta de tiempo, reposo indicado por su obstetra, deterioro del
estado de salud de una con parálisis cerebral, precariedad habitacional. 133 Es preciso
entonces, contemplar las experiencias de vida cotidiana, desde las cuales, circuitos como
éste pueden representar serios obstáculos para las mujeres que quieren ligarse las
trompas.

o
133Cuando intenté comunicarme con una mujer que tenía indicación para practicar la ligadura al momento de
la cesárea programada (en su caso porque vivía con VIH) no pude dar con ella por haber tenido que dejar el
hotel donde vivía.

96
Aunque ninguno/a de los profesionales del servicio lo mencionó como práctica corriente o
eventual, entre las actuaciones iniciadas en la Defensoría encontré que el pedido de una
mujer que se atendía en este servicio durante este período (previo a la Res. 874) había sido
sometido a consideración del Comité de Bioética, por intervención de la dirección del
hospital. 134 Para ello se adjuntaba el informe elaborado por la jefa de división obstetricia.
Si bien allí se da cuenta de la consideración de dimensiones que refieren tanto a las
condiciones orgánicas como socioambientales, y se expresa la disposición a realizar la
práctica, ante esas consideraciones, el recurso a este órgano externo al servicio supone una
instancia más por la que debe pasar la mujer, con la consiguiente demora y exposición.
Este antecedente obliga, entonces, a relativizar la apertura de la que profesionales del
servicio hacen gala, al tiempo que explica su omisión.

La resolución 874/03

De acuerdo con la actual jefa del servicio, la Res. 874 significó un hito que dio lugar a un
tratamiento "oficial" de la práctica de ligadura tubaria. Por un lado, valiéndose de esta
norma, se comenzó a practicar la ligadura tubaria siempre por "indicación médica",
entendida como condición sine qua non, junto con la firma del consentimiento por parte de
la interesada. Es decir, ya sin dar, intervención a la Defensoría ni al Comité de úioética,
aunque nunca fue procedimiento de rutina en este servicio, mientras que era y aim lo es
en otros.

El formato preimpreso de consentimiento informado inicialmente aplicado contemplaba,


además de la firma de la paciente, la de su marido y de dos testigos. Sin embargo, de la
revisión de historias clínicas de ese momento, muy pocos consentimientos contaban con
tales firmas a excepción de la de la mujer. De acuerdo con la actual jefa del servicio, aquel
formato -pensado como "resguardo legal"- obedeció a las condiciones establecidas para
el tratamiento del tema por parte de la autoridad del Departamento Materno Infanto

134
Se trata de la actuación 10.860/02.

97
Juvenil, al que pertenece el servicio de obstetricia. Su implementación, no obstante, se
inscribe en el espacio de las prácticas cotidianas, que implicaron tanto dejar en blanco esos
espacios, como firmar en calidad de testigos algún otro/a profesional del servicio sin
haber estado involucrado en la indicación terapéutica de esta intervención. 135

A partir de entonces, la accesibilidad a la práctica en el servicio fue mayor, lo que se


expresa en la evolución de la cantidad de intervenciones quirúrgicas realizadas, 136 y fue
constituyéndose en un servicio "de referencia".

Sus profesionales coincidieron en señalar que el criterio clínico o la razón biomédica era el

límite que la Res. 874 establecía para el acceso a la ligadura, acceso que recién unos años
más tarde quedó, de acuerdo con la letra de la ley nacional 26.130/06, librado
exclusivamente a la decisión manifiesta de las personas debidamente informadas acerca
de lo que la práctica implica. Pese a que allí se definía la salud como "una integralidad bio-
psico-social ", y que las dificultades para la implementación de métodos anticonceptivos no

quirúrgicos obedecieran al "orden físico-clínico y/o psicológico y/o social", esto no llevó a
cuestionar la potestad de profesionales de la tocoginecología para valorar la conveniencia
de recurrir a la ligadura tubaria, quienes sólo en ciertos casos podrían requerir de las:

[...J trabajadoras sociales en condiciones de evaluar el riesgo reproductivo, así como

aspectos socioculturales relevantes al caso en discusión (el Servicio de Psicopatología ha

rechazado la evaluación de las usuarias en las solicitudes de Salpingólisis). (Guía de


procedimiento elaborada por el servicio sobre ligadura tubaria).

La experiencia de haber contado con diagnósticos psicológicos que se limitan a indicar


que "la paciente está orientqda en tiempo y espacio ", se menciona como antecedente que

desalienta la posibilidad de darles a profesionales de la psicología un lugar en el proceso


que lleva a la indicación terapéutica. No obstante, la misma profesional expresó que:

115Si bien no exploré los sentidos y las negociaciones que esta instancia pudiera implicar para los/as
profesionales que participaban, a la luz de las lógicas y las relaciones de fuerza que atraviesan la tramitación
de esta práctica, cabe suponer que también la signatura en calidad de testigo estaría supeditada a la
coincidencia en cuanto a la indicación de esta intervención.
136
Como se vio en la Introducción.

98
[ ... ] en ese momento teníamos dificultades con salud mental porque consideraban que esto

era una práctica ilegal. Entonces salud mental no quería, se abstenía de participar, o sea que

tampoco cumplía con la resolución, porque si la resolución decía que tenía que haber un

equipo multidisciplinario y no había psicólogos, entonces ni siquiera transgredíamos

también en ese sentido (Médica obstetra, jefa, 1).

Como se observa en este fragmento, el cuestionamiento no está puesto en la capacidad de


los/as profesionales del servicio para evaluar, sirio en la posición renuente de colegas de
otro servicio (y portadores de un otro saber) a cumplir con la norma. Así, a la vez que
refiere al rechazo de aquellos/as a participar de la validación de los pedidos de
anticoncepción quiritrgica, refuerza la intención de posicionamiento del propio servicio
de obstetricia de plegarse a la norma en el sentido de proceder de manera mancomunada
con otros especialistas) 37

Planteada la "salida" del servicio de salud mental del circuito de evaluación de los
pedidos de ligadura, el servicio de obstetricia recurrió al de trabajo social, según refirió
una profesional de esta disciplina entrevistada, hasta que la jefa de ese servicio también se
negó a participar del proceso:

L: [ ... ] Y después la jefa, hubo un debate en donde la jefa dijo que no iba a hacer eso.

A: La jefa de trabajo social. ¿Con qué argumento?

L: Porque ella sostenía, digamos desde más arriba, donde si salud mental no quería ser
parte de esto, nosotros tampoco podíamos dar cuenta y firmar esto. Porque había mucho

temor a esto de los juicios y esta cuestión. [ ... ] después a mi jefa, yo no-lo-sentía así, como

un cuestión que a mí me comprometía en algo, a mí. Pero bueno, la decisión obviamente

era de la jefa, entonces ella dijo: "si ustedes quieren hacerle la entrevista pueden hacérsela,

137
Entiendo que la conformación de un equipo multidisciplinario no es una condición exigida por la Res. 874,
ya que admite el acceso a la ligadura "cuando exista una indicación terapéutica precisa por parte del/la médico/a o
equipo interdisciplinario de salud tratante". De hecho, conformar un equipo multidisciplinario ad hoc habría
implicado, en cierta forma, transgredir el procedimiento que la resolución planteaba. Como se verá, no por
quedar en manos de médicos/as, las indicaciones terapéuticas —tanto sea que habilitaran o prescribieran, o
bien que contraindicaran o denegaran el recurso a la ligadura tubaria— dejaban de apelar a "condicionantes
psicosociales", "aspectos socioculturales", "riesgo social", tanto para referir el estado de salud, como al
considerar las dificultades para la adopción de métodos anticonceptivos.

99
ti

pero no le entregan nada que tenga que ver, o que diga algo de ligadura tubaria", no es
que nos prohibió que atendiéramos a las pacientes, de ninguna forma. Lo que nos prohibió
es entregar algo... (Trabajadora social, de planta, 11).

-. --P-ese-a--que-la-jefa.de obstcia-unca--se refió aesto,en_aquei_momento serocuróJa

participación sistemática de profesionales del servicio social, una vez evaluados los

pedidos por los/as profesionales de la biomediciria:

A: ¿Eran mujeres que ya tendrían un OK por parte de los médicos para hacerse la
intervención?

Sí, claró. De hecho iban con la derivación del doctor. Bah, primero lo habían planteado
en el consultorio, estaba armado así el dispositivo, e iban a servicio social. Y les hacíamos
firmar me acuerdo, como un consentimiento. Poníamos en el informe, bueno "se le informa
a la paciente que el método es irreversible, dice que es una decisión tomada, vino con su
pareja que está de acuerdo. [...1 no recuerdo haber hecho una entrevista donde la paciente
cambiara de opinión, o no conociera, no supiera de qué se trataba. No, no modificaba, a
pesar de que le cambiábamos el escenario: "de acá a 10 años, tenés 25, a los 35, de tu vida
sexual y reproductiva tenés 15 años más ¿no pensás que...?" en fin, y no, la verdad que no.
[...] La verdad que era, me parece, como un trámite en vano. Que vinimos a llenar un
espacio que por ahí, no sé si los médicos lo pedían ¿no?, así como (riendo) "no queremos
estar solos en esto". Y ahí bueno, "que otra mirada nos ayude". (Trabajadora social, de
planta, 11).

Como se desprende de este fragmento, la incorporación de la mirada de profesionales de

otra disciplina, puesto que en ese momento sólo con "indicación terapéutica" las mujeres

accedían a esta entrevista, venía a validar la decisión biomédica. Se observa también, que

especialistas de trabajo social compartían con profesionales de la biomediciria valores,

representaciones y estrategias.

Desde la entrada en vigencia de la Res. 874, el seryicio se dedicó a construir un

instrumento que permitiera estandarizar las prácticas profesionales en cuanto a la

O resolución de pedidos de ligadura tubaria:

La resolución lo que nos permitió a nosotros fue establecer una guía de procedimientos

UNIVERSIIPD . WNQS AMIII


FACULTAD DF.1 soFL \ LETM
Dírección de Bibiolti
Li

para todo el mundo igual, que no hubiera un, una persona o, ¿entendés? Que se pusiera
como una modalidad de trabajo, y ya no desde el consultorio de embarazo, sino también en
el consultorio de procreación.

a quetenía que_haber una_


razón...

M: En esa época previa sí.

A: No, después de la resolución de Stern.

Mr La resolución de Stern también habla del tema médico.

A: No es a demanda, como es la ley.

M: Claro, pero nosotros ahí formulamos ya, en ese momento, la guía con toda la
problematización en torno a la autonomía y al consentimiento de las mujeres. O sea, ya la
guía de esa época ya habla de la cuestión de la autonomía.

A: Pero no era el espíritu de Stern...

Mr No, no era el espíritu de Stern, el espíritu de la resolución no era ese, tal cual. Era una
razón biomédica y además con un equipo multidisciplinario (Médica obstetra, jefa, 1).

Al tiempo que la profesional se refirió a las limitaciones que surgían del requisito de la
razón biomédica, planteó tiria perspectiva que entendía novedosa:
"la cuestión de la
autdnomía de las mujeres ". La indicación médica exigida para acceder a la práctica debía

sostenerse, entonces, en la decisión autónoma de la mujer. Para ello, a comienzos de su

gestión como jefa del servicio —ya había entrado en vigencia la Res. 874— esta profesional

se dedicó a la preparación de una guía de procedimiento a partir de la reelaboración de


un instrumento que. le había facilitado su antecesora, el denominado "semáforo".

Un protocolo llamado "semáforo"

"éCómo evaluar la decisión del usurario sobre anticoncepción permanente?" se pregunta una

guía de procedimiento, que es puesta a disposición de la comunidad profesional en

101
actividades de difusión de la modalidad de provisión de la práctica de ligadura tubaria en
este servicio) 38 El documento incluye un formulario de consentimiento informado (con

una primera sección que brinla información acerca de la práctica, y una segunda parte
para ser rubricado por la interesada - y "el/los profesionales responsables del proceso de
consentimiento informado"), la revisión de algunas normas que la regulan (Res. 874; ley
17.132/67; Código Penal, art. 34) y jurisprudencia que la avaló en virtud del articulo 19 de
la Constitución Nacional. A continuación, esta guía de procedimiento incorpora el
"semáforo" propiamente dicho. 139 Allí se propone una serie de cuestiones por indagar,
entendiendo que:

Una de las responsabilidades del Equipo de Salud con las usuarias es verificar si eJia ha

tomado una decisión libre, informada y voluntaria sobre el procedimiento. Como el

método es de carácter quirúrgico y reversible sólo a través de nuevas intervenciones, es

necesario minimizar el riesgo de arrepentimiento (el resaltado me pertenece).

Detengámonos, en principio, en la primera sentencia y en la presentación del "semáforo"


como una herramienta de evaluación "que permite llegar a una decisión reflexionada, con
tiempo y sin apuros ". Como se muestra abajo, éste presenta preguntas que funcionarían

como criterios considerados indicadores de la calidad de la decisión de la mujer que


solicita la ligadura tubaria, y organiza algunas de las respuestas posibles a estas
preguntas, a modo de orientación, en columnas que retoman los colores y los sentidos de
las luces del semáforo.

138
Este material me fue facilitado por personal de la Defensoría en oportunidad de una entrevista, previa al
inicio del trabajo de campo en el servicio.
139
La última parte de esta guía se dedica a los aspectos quirúrgicos. Señala el aumento del riesgo de
morbilidad materna que implica la realización de la cesárea, y propone otro tratamiento quirúrgico
(minilaparotomía infraumbilical). Describe brevemente este procedimiento y comenta las alternativas en
cuanto a la ariestesia y el tiempo estimado de internación.

102
Preguntas Cautcla

¿Quién tomó Ja Otra persona 1 Usuaria decidida, Usuaria

decisión? pareja/familia objeta

¿Cuándo tomó Ja Ahora Recientemente Hace un tiempo

decisión?

¿Por qué optó por Presión de otros Escuchó que puede No desea más hijos

este método? revertirse

¿Cómo tomó la Bajo presión, muy Sin tiempo, apresuradameni Luego de pensarlo e

decisión? preocupada informarse de otros métod

¿Qué sabe del Poco: no sabe que es Tiene conceptos erróneos Sabe que es quirúrgico,

método? quirúrgico, difícil de revert difícilmente reversible, no

no podrá tener más hijos podrá tener más hijos

Disposición de ott Puede optar por otros Tiene pocos conocimientos Conoce, usó, fracasó, tiene

métodos de otros métodos poca accesibilidad geográfi

u horaria

A continuación, en esta guía se detalla cómo se debe proceder de acuerdo con la

distribución de las respuestas:

Cuando alguna de las respuestas corresponde a la columna "ROJA", debe cancelar la

cirugía y ofrecer un método alternativo.

Si las respuestas se corresponden con la columna "AMARILLA", la usuaria necesita

consejería adicional.

Cuando las respuestas corresponden a la columna "VERDE", la usuaria es una candidata

adecuada para la anticoncepción quirúrgica.

La determinación de las cualidades de la decisión, mediante el cuestionario propuesto,

involucra la consideración de ciertas condiciones en las que ésta arraigaría. En este

103
o

sentido se incluyen tanto las relaciones familiares y de pareja (como fuente de presión u
objeción); el tiempo que la mujer lleva pensando sobre esta posibilidad; el motivo de la
decisión; su grado de conocimiento del método, y la posibilidad de recurrir a otros
métodos.

La ambigüedad de las respuestas anticipadas es evidente: cabe preguntarse, por ejemplo,


¿cómo y quién determina que el haberse decidido por esta práctica hace X tiempo deba
leerse como "recientemente"="amarilla" o bien como "hace algún tiempo"="verde"? Si se
aplicara la lógica propuesta por el semáforo a la misma pregunta formulada en el
momento de la cesárea, cuando el/la profesional toma conocimiento de un estado físico en
el que un nuevo embarazo resultaría "altamente riesgoso", la respuesta ("ahora"="roja")
implicaría no proceder con la cirugía. Sin embargo, los/as profesionales no dudan acerca
de la conveniencia de realizar terapéuticamente una ligadura en tales circunstancias. Vale
preguntarse, entonces, qué lugar a la "autonomía de la mujer" deja, en esos casos, la
decisión de considerar válido un consentimiento brindado en tales circunstancias, y
tomado por iniciativa médica.

La segunda cuestión mencionada en el texto que presenta al semáforo como instrumento


idóneo para dirimir el acceso a la ligadura tubaria, refiere al "riesgo de arrepentimiento".
En este sentido agrega que: "Hay otros factores que se asocian con mayor frecuencia al
arrepentimiento posterior, éstos son: Joven, menor de 30 años; Con pocos o ningún hijo, y Todos los
hijos del mismo sexo", de acuerdo con datos que surgen de la literatura médica de carácter

estadístico-descriptivo que, a través del análisis multivariado, extrae conclusiones por


asociación de las variables consideradas.

Al justificar la capacidad operativa del "semáforo" frecuentemente las/os profesionales


incluyeron los criterios enunciados entre los "factores de arrepentimiento" entre las
cuestiones organizadas en la caja de colores:

M: ¿Viste que ellos tienen un consentimiento? Un semáforo, que se usaba en ese momento,

ahora ya prácticamente no. Ellos debían, ante la solicitud de la paciente, llenar ciertos
requisitos del semáforo, bueno (enumerando): la cantidad de hijos, la edad de la paciente,
si había tenido algún trastorno en su vida que le hiciera tomar la decisión. Entonces eso iba

104
a un grupo: amarillo, rojo o verde, ¿me entendés? Eso era antes de la ley, porque era lo que

nos aseguraba a nosotros la decisión de la paciente...

A: Claro, era como el encuadre para...

M: Claro, ¿me entendés? Si era "amarillo" o "rojo", era "no", porque es ni está segura, no

está convencida, escuchó nada más por ahí que podía haber una ligadura y lo planteó, no

sabe lo que es [...] Había vía libre, que en general el "verde" eran pacientes que venían con

cinco cesáreas anteriores, obvio...

A: Claro, el criterio médico (...) ¿Y nunca hubo un criterio, digamos, que no sea lo

clínico?

M: Y, antes de la ley no. No, en general era por criterio clínico (Ginecóloga, de planta, 2) (el
resaltado me pertenece).

Así, el "semáforo" fue referido como la herramienta que permitía juzgar el nivel de

seguridad o convicción en la decisión de la mujer que solicitaba la práctica, y la

conveniencia de realizarla o no de acuerdo con los "factores de arrepentimiento" y ciertos

criterios técnico-clínicos, como cantidad de cesáreas, por ejemplo. Así, cuestiones de

distinto orden se enredan y condensan en el semáforo. En todo caso, queda claro que, si se

trataba de velar por la "decisión autónoma de la mujer", esto cabía siempre y cuando

los/as médicos aconsejaran realizar la práctica en cuestión, condición sine qua non de

acuerdo con la regulación por entonces vigente.

La entrega del consentimiento informado preimpreso, que incluye el cuadro-semáforo (en

blanco, sin las respuestas), fue valorada como una estrategia eficaz que permite saber el

grado de convencimiento de las mujeres que solicitan la práctica. Las mujeres se lo

llevaban, y aún hoy lo siguen haciendo, con recomendación de leerlo tranquilamente y

compartirlo con quien deseen, para luego devolverlo firmado y ser incorporado a la

historia clínica:

[...1 esta instancia de llevárselo a su casa y devolverlo, lo devuelven escrito, y que ellas
mismas escriben en el semáforo lo que les parece, ¿viste? Entonces, digo, es como un

reaseguro, ahí sí que nadie me va poder juzgar... no es que está puesto el pulgar derecho.

[ ... ] Por suerte la tranquilidad que tenemos es esto de las, muchas minas que escriben esto,

105
w
entonces decís "bueno, esto no dependía del que tomaba, del que llenaba las crucecitas:
dependía de la señora, y está bueno", ¿me entendés? (Médica obstetra, 1) (el resaltado me
pertenece).

--

semáforo, de puño y letra de las propias interesadas en la práctica, fue planteada como

una instancia última de validación. Pero esta instancia requería, aunque parezca

redundante decirlo, que antes le hubiera sido extendido el formulario de consentimiento

informado, lo cual, según observé, no siempre ocurre. 14° De hecho, la discusión acerca de

la posesión de este documento fue motivo de enfrentamiento entre profesionales del

servicio y miembros del Comité de Bioética del hospital:

[...} eso fue una decisión neurótica, que figurara el semáforo con el cual nosotros habíamos
tomado la decisión en la historia clínica. En el consentimiento informado [desde el Comité
de Bioética del hospital] querían que apareciera [ ... ] pidieron que se incorporara al
consentimiento informado, que era sólo la mitad hoja, en el reverso, el semáforo para el
consentimiento. Que estuviera en el consentimiento, o sea, que no quedara en el carnet en
poder de las mujeres, porque ese carnet perinatal se devuelve a las mujeres, se lo llevan a
su casa (Médica obstetra, jefa, 1).

La incorporación del semáforo en el consentimiento informado fue, como relató esta

profesional, resultado de una negociación entre el servicio y el Comité de Bioética del

hospital. La posesión del "semáforo" constituyó el eje de discusión, en tanto conllevaba la

prescripción médica de la ligadura, como llave de acceso a la práctica. Veamos por qué.

El servicio había implementado pegar una copia del cuadro-semáforo al carnet perinataP 41

de las mujeres con indicación para realizar la ligadura. Se procuraba paliar la

incomodidad y resistencia de los/as profesionales de guardia que alegaban ser

responsabilizados por la provisión de la ligadura sin tener constancia de que las mujeres

hubieran sido debidamente informadas. A través de esta estrategia, según explicó la jefa

de servicio, era el/la profesional que había atendido a la mujer a lo largo del embarazo

140 Analizo los modos contemporáneos de implementación del consentimiento en el capítulo VI.
141 En este carnet se registran las consultas durante el control del embarazo.

106
Li

quien se responsabilizaba de haber brindado la información necesaria a la mujer para que

consintiera la práctica a través de la firma del "semáforo" adjuntado al carnet. Se

garantizaba, de este modo, que en caso de ser operadas de urgencia les fuera practicada
esta intervenciá, 142 ya que en esas circunstancias no se dispone de la historia clínica

rubricada por el/la profesional tratante.

Frente a la oposición del Comité de Bioética a que la mujer fuera portadora del

"semáforo" que la habilitaba a realizar la práctica por ella solicitada, el servicio concedió

la inclusión del cuadro-semáforo en el reverso del consentimiento informado sin quitar el

que se adjuntaba al carnet perinatal. La disputa institucional por la posesión y circulación

del "semáforo" revela a este instrumento, siempre que arroje una "luz verde",

obviamente, como salvoconducto para el acceso a la ligadura, un recurso indispensable


aunque no suficiente, porque, de hecho, no lo garantiza.

La exigencia mencionada da cuenta de la posición del Comité de Bioética, contraria en

buena medida a la práctica de ligadura tubaria. Esta perspectiva se evidencia en el relato

de la jefa del servicio sobre las condiciones que hicieron posible considerar "validado" por
este Comité el propio "semáforo":

M: ¿Y el Comité de Bioética que papel desempeñó en eso?

M: El Comité de Bioética tuvo dos (se ríe) en realidad se confundieron. Creo que lo

firmaron confundidos. Porque le presentamos juntos (dirigiéndose a dos de las tres

entrevistadoras) ¿se acUerdan cómo fue esto? El proyecto para identificar a las mujeres, se

presentó junto con la guía, y firmaron las dos cosas juntas. [ ... ] Sé que es así porque

hicieron un solo consentimiento, y cuando yo dije (con tono fanfarrón) "pero sí, si acá se

hace", dijeron (con tono bobo) "no, eso, eso era para un estudio..." (más risas). Hubo
mucho lío con eso, después hubo mucho lío, pero mucho lío, porque el presidente del

Comité de Bioética se sintió como engañado, presionado, y además hubo un (se

interrumpe). Cuando salió la ley vinieron de la Defensoría para charlar con los del Comité
de Bioética, porque hay muchos lugares que insisten en el Coñ -tité de Bioética, y el

142
Es decir, que no sea desaprovechada la oportunidad quirúrgica, ya que esto implicaría someter a la mujer a
una nueva intervención para realizar la ligadura.

107
presidente quiso decir (riendo) quiso decir que él se había confundido en la firma, y quedó

como un mongui que nadie lo escuchó, y dijeron "bueno, bueno". Además el cura, porque

también en una declaración para un periódico que me habían hecho a mí, yo dije que

estaba validado por el Comité de Bioética, que incluía un cura en su, y en el periódico

apareció "validado por un cura". Entonces ahí también se armó un lío bárbaro con

Comité de Bioética, que hizo una manifestación de que ellos no habían, no había sido así,

pero bueno, nada. Tres semanas atrás el presidente del Comité había dicho dijo que él

estaba retranquilo porque sabía que eran todos semáforos verdes, .y entonces todos lo

miraron y le dijeron "pero, ¿qué querés decir con eso? —Y, que no se hacen". Se quedaron

todos como diciéndole "Cómo, ¿pero vos no manejás?" (risas) (Médica obstetra, jefa, 1).

El espíritu refractario del Comité de Bioética hacia la práctica de ligadura tubaria se

desprende de este comentario sobre la "tranquilidad" manifestada por uno de sus

integrantes debido a la interpretación errada de lo que implicaban, en términos de

resolución de los pedidos, los "semáforos verdes". En este equívoco, explicó la jefa del

servicio, radicó, en parte, la aceptación de la guía propuesta por el servicio.

Según refirió con ironía la misma profesional, hubo otra confusión que contribuyó a esta

aprobación. En una ocasión se sometió a ese Comité un proyecto de investigación

sociológica, que también incluía un consentimiento informado, 143 el servicio remitió, junto

con aquel, el fomulario de consentimiento informado para la práctica de ligadura. Así, se

habría dado una confusión entre este consentimiento y el proyecto de investigación, por la

cual ambos fueron aprobados por el Comité durante el año 2004.

A propósito de la aceptación de la guía-semáforo por parte de este órgano, la profesional

entrevistada se refirió al momento en que su validación adquirió estado público. Una nota

periodística, publicada en vísperas del tratamiento parlamentario del proyecto de la ley


nacional de anticoncepción quirúrgica, expresaba: "El Comité de Bioética, entre cuyos

miembros hay un cura católico, ayala el procedimiento, pero no está previsto que tenga que evaluar

o
143
Se trata del proyecto de las colegas que mencioné en el capítulo 1, a quienes se dirige la profesional en un
pasaje de la entrevista.

108
.

cada caso en particular"»4 La irritación que, según me comentó, este anuncio provocó entre
los integrantes del Comité, evidencia la sensibilidad que el tema evoca, a la vez que

implica una disidencia con la postura hegemónica de la Iglesia Católica, institución que

históricamente ha condenado esta práctica. 145 No obstante, esta profesional reconoció que

el sacerdote fue el principal apoyo a la guía de entre sus colegas del Comité: a partir de su

abierta y radical oposición al aborto, entendía que la ligadura tubaria constituía i.ma

opción conveniente que evitaba llegar a esa instancia.

La ligadura tubaria en otros servicios

Una vez entrada en vigencia la Res. 874 el servicio ya constituía un "referente" para la

provisión de la práctica de ligadura tubaria, que venía absorbiendo la demanda que era

rechazada en otros servicios. Entre las historias clínicas revisadas, encontré notas de

profesionales de centros asistenciales del conurbano bonaerense y de una organización de

mujeres de la zona oeste del Gran Buenos Aires 146 dirigidas a la directora del hospital, en

las que se solicitaba la intervención de ligadura tubaria. Las de esta ONG son
especialmente cordiales, en función del vínculo de sus integrantes con la directora del

hospital, también movilizada por los derechos que hacen a la "salud reproductiva" de las

mujeres. Según refirió la trabajadora social entrevistada, desde otros servicios sociales de

instituciones sanitarias públicas se comunicaban con sus colegas en este hospital a fin de

gestionar la atención para mujeres que contaban con "indicación médica".

Tal como relató una de las médicas de este servicio:

Hubo un primer momento de mucho placer digamos, cuando... Cuando no estaba el

instrumento legal, que vos decías "bueno, esto es por una decisión política de bien ser,

nosotros queremos cambiar la mirada, y queremos ofrecer...", todo bárbaro (Médica

' Página/12, 28 de junio de 2006.


145 Como se vio en el capítulo anterior.

146 Los elementos recabados por esta ONG para elevar el pedido al servicio son analizados en el capítulo VI.

109
.

obstetra, jefa, 1) (el resaltado me pertenece).

Es común, entre los/as profesionales del servicio, hablar con orgullo de un desempeño
caracterizado por su singularidad, y orientado por la "decisión política de bien ser", según
ttédi -

entrara en vigor la ley 26.130/06 en un compromiso político que contrasta con la actitud
reticente de otros servicios a proveer esta práctica. Con esta estrategia de presentación de
un posicionamiento particular en el campo político institucional de la "salud
reproductiva", fue solapada la vigencia de la norma específica (la Res. 874), que en otras
oportunidades ella misma reconoció que había habilitado mayor apertura para la
provisión de la ligadura tubaria. Al mismo tiempo, silenciaba temores compartidos con
colegas de ese y otros servicios ante la vigencia del Código Penal. Contra esa
interpretación, en la guía de procedimiento se expresa que el art. 34 del mismo código
contempla la despenalización de la práctica cuando ésta fuera la indicación terapéutica, a
través de una intervención que sacrifica "un bien menor en aras de un bien mayor".
147

Veamos cuáles eran las modalidades de atención de los pedidos de ligadura en otros
servicios de salud y sus fundamentos.

El jefe de unidad del servicio de ginecología refirió que:

A: Ahora, antes de que surgiera la ley de anticoncepción quirúrgica, ¿no tuvieron casos
en los que médicamente se hubiera justificado realizar la práctica, apelando a la ley de
ejercicio de la medicina, en tanto último recurso?

M: No, en la generalidad de los casos oficialmente uno hace lo que lo autoriza y permite la
ley.

A: Sí, por eso digo...

M: Lo que no está permitido era derivado a un lugar donde se hiciera procreación


responsable para hacer el asesoramiento correspondiente.

147
Entiendo que se refería, en estos términos, al inc.3 del art. 34 del Código Penal sobre la inimputabilidad de
"el que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño".

110
r

A: Con métodos alternativos.

M: Sí, sí (Ginecólogo, jefe, 10).

-- Este profesional, jefe de unidad del servicio de ginecología del hospital donde realicé el

trabajo de campo, interpretaba que la ley de ejercicio de la medicina (17.132/67) prohibía

la práctica de ligadura de manera absoluta; y que la Res. 874, por ser una norma de rango

inferior, no alcanzaba a contrapesar tal prohibición. Él mismo se refirió a la ley 26.130/06

como un punto de inflexión, "un antes y un después" que trajo alivio a mujeres y
profesionales. No obstante, una vez que entró en vigencia, propuso dar participación al

Comité de Bioética como órgano responsable de dirimir la posibilidad de practicar la

ligadura a pedido de las mujeres. Esta estrategia fue, según explicó, desestimada a través

de un dictamen del propio Comité, por considerar que "con el aval del clínico o psicólogo que

corresponda era más que suficiente". Este "aval" implica, en rigor, someter el derecho de las
mujeres a practicar la ligadura al criterio del/la profesional, aunque con mayor diligencia

y menor exposición que la estrategia propuesta por aquel médico (evaluación a cargo del

Comité de Bioética). Teniendo en cuenta la interpretación que este jefe de unidad expresó

en torno a la ilegalidad absoluta de la práctica, aquella propuesta se manifiesta como una

iniciativa para restringir el acceso efectivo de las mujeres a ella, puesto que la ley

26.130/06 modifica radicalmente la definición de la ligadura tubaria.

Su colega, la jefa de división del mismo servicio, también expresó que antes de la ley

26.130/06 el servicio no admitía practicar la ligadura tubaria, ni siquiera cuando existiera

indicación terapéutica: "Previo a la ley no, la palábra es no,y mi palabra es no. Con la ley todo,
sin la ley, fuera de la ley nada, con o sin pago, nada". Más adelante en la entrevista, frente a la
situación de identificación de un riesgo clínico importante, admitió la pertinencia de la

indicación, aun cuando ésta implicara incurrir en un acto que entendía como ilícito a la

vez que médicamente razonable:

M: [ ... ] ¡resulta que la mujer tenía, clinicamente tenía los mil y un riesgos para otro
embarazo! Así que muy sabiamente quien la vio en el hospital...

A: (completando) Se jugó...

111
M: Se jugó y se la hizo.

A: Aún cuando no estaba la ley.

M: Aún cuando no estaba la ley, porque hay casos y casos, que uno tiene que contemplar.

Uno no puede ser tan estructurado.

A: Claro, por eso te preguntaba...

M: Claro, pero acá, ¿sabés cuál es el problema? Acá estás en un medio público, esto es un,

acá actuás como un funcionario público. Entonces (con gesto de disimulo) por ahí, sotto

yace lo podés llegar a hacer, pero con mucho cuidado, porque la cosa va, y cuando eso está

penalizado... (Ginecóloga, jefa, 9).

Esta médica reconoció la necesidad de cierto margen de maniobra para contemplar

situaciones que, en su opinión, el esquema legal no permitía, inscribiendo la práctica de

ligadura en la tensión entre la regulación general y la resolución de circunstancias

particulares. Sin embargo, en su servicio la ligadura no era provista, con el argumento de

su absoluta interdicción legal. Al mismo tiempo, la práctica de esta intervención en

instituciones públicas quedaba sujeta al coraje de los/as profesionales (de otros servicios),

como demostró al adherir a la valoración de la actuación de aquel médico que "se jugó",

según interpretó mi colega. Tanto esta interpretación —de la realización de la ligadura

"sotto yace" como un acto de arrojo— como el rechazo a practicarla en ese servicio,
obedecen, desde -la -perspectiva-de-esta -médica, a-la posibilidad de ser objeto de demandas

penales.

Asimismo, la negativa de éste y otros servicios públicos a practicar la ligadura tubaria es

ampliamente interpretada, y en gran medida justificada, también por profesionales del

servicio de obstetricia como una práctica vinculada al temor a ser sancionados en función

de esa prohibición histórica. Sin embargo, la exigencia de autorización judicial para

realizarla fue decreciendo, al tiempo que los juzgados y las defensorías todavía

interpelados comenzaron a dar un tratamiento más ágil y coactivo a los servicios para que

procedieran con la práctica cuando ésta fuera la indicación terapéutica.

Un estudio reciente sobre la "esterilización femenina" en el partido de Gral. Pueyrredón

112
(provincia de Buenos Aires) muestra el incremento del porcentaje de pedidos de ligadura
tubaria judicialmente autorizados. Las autoras, Patricia Urbandt y María Carla Bostiaricic,
lo interpretan con alarma, a partir de proyecciones estadísticas técnicamente cuestionables
y consideran que el proceso de autor ización de estos pedidos resultó en "trámites
administrativos, fríos y burocráticos" (Urbandt y Bostiaricic, 2008: 206). Sin embargo,
desatienden el hecho de que el porcentaje de intervenciones autorizadas en instancias
judiciales, pero no efectuadas sobre el total de las autorizaciones judiciales, también fue en
aumento, lo que resalta la complejidad de las condiciones en las que se desenvuelven
estas resoluciones, que en parte son mediadas por las prácticas de los/as profesionales de
la salud.

En la ciudad de Buenos Aires, desde la Res. 874, cada vez más servicios fueron
sumándose a la provisión de esta práctica. Asimismo, la cantidad de actuaciones abiertas
por este motivo en la Defensoría del Pueblo comenzó a disminuir, año tras año, desde
2003 (como muestra el cuadro presentado en el capítulo 1). A continuación recupero las
estrategias con las que esta agencia se involucró, desde entonces, en la politica en tomo a
la ligadura tubaria.

Las acciones de la Defensoría del Pueblo

Si bien, como se vio en el capítulo anterior, esa resólución no fue oficialmente publicada,
el jefe del área de salud de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires expresó
que la Res. 874 había sido difundida por la Secretaría de Salud del GCBA. También la
propia Defensoría contribuyó a darle visibilidad al incluirla en el Compendio Normativo 2,
que distribuyó entre los servicios de salud de la red asistencial pública. 148 Se trata de un
cuadernillo más extenso y exhaustivo que su versión anterior, producido por la gestión
previa, que compila una selección de normas, leyes, tratados internacionales, resoluciones,

148
La versión digital fue enviada por correo electrónico a los servicios, y la impresa en papel fue distribuida en
los talleres que se describen a continuación.

113
o

etc., o fragmentos de ellas "vigentes en el campo de los Derechos Sexuales y Reproductivos" en

esta ciudad) 49 En virtud de esto, se consideró 'que "nadie puede alegar desconocimiento, y que

no esté publicada no le resta vigencia".

Memás,
orientados a difundir el esquema normativo vigente sobre las prácticas asistenciales en

salud reproductiva (para el caso de la ligadura, la Res. 874), dirigidos a profesionales de la

salud)51 Estaban a cargo de estos talleres un abogado, una antropóloga y una trabajadora
social, todos empleados de la Defensoría. El abogado, como me señalaron en varias

oportunidades, no estaba formalmente vinculado al área de salud de esta agencia, sino

que participaba de las actividades desde su compromiso con la causa. Su aporte es

referido como fundamental, en tanto permitía a los/as participantes despejar dudas

relacionadas con aspectos legales, sobre todo los que se relacionan con el "fantasma de los

juicios por mala praxis ", según el funcionario a cargo del área. El estatuto fantasmagórico
que se atribuye a tales pleitos, se corresponde con la inexistencia de procesos judiciales

contra los profesionales por el hecho de haber realizado una ligadura de trompas. La

revisión de jurisprudencia a cargo de aquel abogado es un dato, de carácter contundente,

que el personal de la Defensoría arrojaba en cada espacio al que se presentaba.

En el balance de 6ta estrategia, junto con la cantidad de profesionales que participaron -entre

250 y 300, según refirió en distintas oportunidades- un funcionario de esta Defensoría


señaló el "boicot" por parte de algunos jefes de servicio, que se expresó en la escasa o nula

participación de sus profesionales de planta: en su lugar, desde servicios renuentes sólo

1v participaron profesionales residentes, pese al "carácter cuasi obligatorio" de la convocatoria.

149 En la primera versión se incluyen: resoluciones de la Defensoría sobre el consumo de ácido fólico para la

prevención de malformación fetal por anencefalia, la inducción del parto por diagnóstico de feto anencefálico,
la práctica de ligadura tubaria por indicación terapéutica, Consenso de Expertos sobre Ligadura Tubaria,
Tratados internacionales (CEDAW -arts. 12 y 16-, y menciona el Pacto de Derechos Civiles y Políticos; el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Convención Americana sobre Derechos
Humanos; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer);
Constitución de la CABA -arts. 20 y 37-, ley 418/439, ley 17.132 /67 -inc. 3 y 4 del art. 19; inc. 18 del art. 20-;
Código Penal -inc.. 1 y 2 del art. 86.
150Estos encuentros tuvieron lugar en los hospitales. Desde la Secretaría de Salud del GCBA fueron
convocados los servicios involucrados en la implementación del Programa de Salud Reproductiva y
Procreación Responsable a través de memos enviados a las autoridades de los hospitales.

e 114
Además de los lineamientos planteados por las autoridades de esos servicios, que se

expresaban en la derivación de mujeres que habían solicitado la ligadura hacia esta

agencia, también identificó la persistencia de resistencias planteadas por los/as

prof esionales individuales. Aunque con distintos modos de gestión para uno y otro caso,

como se vio, una vez entrada en vigencia la Res. 874, la misión de esta agencia era

concebida en términos de "conseguir que [los servicios y sus profesionales] se apeguen a la

norma". Así, la Defensoría continuó participando del circuito de resolución de pedidos de


ligadura, pese a la disminución de actuaciones originadas en reclamo de esta práctica.

Disminución que este funcionario interpretó de manera paradójica: por un lado, reconoció

que "los números no son un reflejo de la realidad", ya que persistían dificultades para el
acceso a la práctica, lo que, por ejemplo, se observa en las derivaciones de mujeres hacia el

servicio donde hice el trabajo de campo. Por otra parte, el descenso de actuaciones

obedecía a una modalidad más informal de resolución que evitaba abrir expedientes. En

su lugar, se realizaba un contacto telefónico en el que se explicaba el procedimiento a

seguir de acuerdo con la Res. 874 ante las solicitudes de ligadura tubaria. Asimismo,

consideró que, sobre todo, fue la existencia de esta regulación la que habría contribuido a

disipar los "fantasmas" antes comentados. En el mismo sentido, entendió que otras
iniciativas de la Defensoría resultaron "faciitadores" de este entendimiento: el Consenso

de Expertos; los talleres informativos, donde algunos/as profesionales habrían tomado


conocimiento del rol desempeñado y la eficacia de las intervenciones de la agencia en

situaciones previas similares; y el acercamiento más informal a los servicios. Estas últimas

dieron lugar a un proceso que una de las empleadas involucrada en estos trámites

caracterizó como un ejercicio pedagógico y de sensibilización de los/as profesionales de

salud.

Con posterioridad al dictado de Res. 874,151 se observa cierto cambio en la retórica de las
resoluciones de la Defensoría en referencia a la ley 418/00 de salud reproductiva y

procreación responsable. A diferencia de las anteriores, donde se destacaba la

151Cabe señalar que pasaron unos meses desde que ésta fue emitida hasta que fue incorporada, en los
considerandos de las resoluciones elaboradas por Defensoría, en relación con el marco normativo que
fundamentaba la posibilidad de recurrir a la ligadura tubaria en determinadas circunstancias.

115
LI

disponibilidad de métodos anticonceptivos alternativos —reversibles, transitorios—, a partir

de entonces se refieren algunos de sus objetivos, recordando que esta ley se propone:

"garantizar la información y el acceso a los métodos y prestaciones de anticoncepción a las personas


que lo requieran para promover su libre elección"; "contribuir a la prevención del embarazo no
deseado "; así como entre sus acciones prevé "garantizar la provisión de los recursos necesarios
la realización de las prácticas médicas requeridas en cada caso según el método elegido ". Por esta
vía, entonces, se destacan ciertos derechos en lugar de enfatizar la excepcionalidad de la

ligadura, y se inscribe la Res. 874 en el espíritu de la ley 418, ya que se señala que sus

principios constituyen el marco en el que fue dictada: allí la ligadura queda definida como

una intervención que permite el control de la fecundidad en determinadas circunstancias.

Al mismo tiempo se recuerdan las condiciones para el acceso a ella de acuerdo con esa
resolución.

Unos meses más tarde, cuando el tratamiento de estos reclamos pasó al área de salud, las

resoluciones adquirieron un formato muy breve, en el que se reseñaban sucintamente los

movimientos que tuvieron lugar durante el seguimiento del trámite hasta su culminación,

y cómo se resolvió la demanda. La única norma que las resoluciones de este período citan
sistemáticamente es la Res. 874, y ya no se menciona la posibilidad de iniciar acciones

judiciales. Asimismo, de las siete resoluciones de este período que indican "por problema

resuelto o cumplido", cinco de ellas fueron resueltas favorablemente, de acuerdo con la

decisión de la mujer. Por un lado, esto parece confirmar la tendencia a recurrir a esta

agencia en circunstancias habilitadas por la normativa vigente, y por otra párte sugiere

una mayor predisposición a practicar esta intervención.

Una interpretación diferente de la disminución de actuaciones con motivo del acceso a

esta práctica, da cuenta de la trama de intereses, sentidos y disputas implicada en la

construcción de esta política pública. Fue una de las empleadas del área de salud quien

sugirió que el posicionamiento personal de la actual Defensora del Pueblo 152 estaría entre

152 Dra. Alicia Pierini.

116
1

las causas de esa tendencia. 153 Esta interpretación puede sustentarse, por un lado, a partir

del hecho de que su gestión había abandonado completamente la estrategia de enfrentar

judicialmente las resistencias dogmáticas a realizar ligaduras (iniciativa que, como se vio,

formaba parte de las acciones de la gestión anterior). Por otro lado, la Defensora en ese

entonces (y hasta la fecha), cuando participó como miembro de la Convención


Constituyente se opuso a la inclusión de los "derechos reproductivos y sexuales como derechos
humanos básicos ". Y luego, como legisladora, presentó varias objeciones desde el bloque

justicialista a la ley 418/00, revelando un carácter ciertamente conservador en materia de

sexualidad, en tanto sus intervenciones en ambas oportunidades se alinearon con las


sostenidas desde la perspectiva católica.

Por otra parte, la disminución de expedientes abiertos en el tema que nos ocupa, es común

a la merma en la cantidad de actuaciones sobre otras cuestiones. Según la misma

empleada, esto es efecto de un cambio en la política institucional que recortó los vínculos

con las organizaciones de la sociedad civil y se volvió menos receptiva de los reclamós
individuales. 154

***

En este capítulo se mostraron los distintos modos en que la práctica de ligadura fue

tratada en el servicio. Éstos se revelan influidos en buena medida por el posicionamiento

de su autoridad en cada momento (que tiñe, también, otras actividades), al tiempo que se

revelan espacios de discrecionalidad. Fue en las dos últimas gestiones que el servicio se

perfiló como proveedor referencial para la ligadura, tanto para otros servicios como para

la Defensoría y ONGs. Este recorrido implicó disputas y arreglos iritrainstitucionales,

tanto en relación con profesionales de la salud de otras disciplinas, como a través del

recurso a la Defensoría del Pueblo, circuito que las mujeres debían recorrer para acceder a

153
Tendencia que su jefe interpretó mayormente de manera optimista, al destacar la agilidad y sensibilización
lograda entre los/as profesionales, efectos también reconocidos por esta empleada, no obstante su mayor
distanciamiento crítico.
1-14
A partir de una serie de medidas: dejó de circular una revista dirigida a organizaciones sociales vinculadas
al área y disponible en la Defensoría (que fue reemplazada por un newsletter electrónico); se levantó un
programa radial, y desapareció mucha folletería explicativa.

117
o

la práctica.

La elaboración e implementación del dispositivo que denominan "semáforo", para


evaluar los pedidos de ligadura, tuvo lugar por estos años, previos a la sanción de la ley
en él

Las normas revisadas en el capítulo anterior se revelan aquí fuentes de tensiones a la vez
que dan lugar a modos de presentación "interesados" al decir de Bourdieu (1988), que se
manifiestan tanto en la mención como en la omisión de ciertas prácticas. Veamos ahora la
dinámica contemporánea del servicio.

118
CAPÍTULO IV

EL SERVICIO Y LA PRÁCTICA HOY

El espacio del servicio de obstetricia, y especialmente del consultorio de salud


reproductiva, son presentados en este capítulo. Centro el análisis en la dinámica

organizacional contemporánea del servicio en cuanto a la práctica de ligadura tubaria.

Presento, a partir de las alternativas quirúrgicas, los distintos espacios institucionales

recorridos por las mujeres interesadas en ligarse las trompas. La logística de este servicio

incluye, como se verá, un consultorio especializado, internamente denominado


"consejería para ligadura", en el marco del consultorio que implementa el Programa de

Salud Sexual y Reproductiva. A partir de su inserción institucional, se analizan las


prácticas y los sentidos de distintos actores sociales en torno al reconocimiento de este
servicio como "centro de derivación".

El servicio de obstetricia

"La maternidad", como los/as profesionales denominan al servicio de obstetricia, 155

dispone de la mayor parte de la primera y segunda plantas de uno de los pabellones del
hospital, próximo al edificio-central de éste. Para acceder al -pabellón se debe cruzar eihall

central, tomar un pasillo que conduce al interior del predio y cruzar una de sus calles

internas. En la planta baja funcionan la guardia y la sala de internación del servicio de


pediatría. En la primera planta se encuentran los consultorios de obstetricia propiamente

dicha, donde se realizan los controles de embarazo, el de salud reproductiva, y las


secretarías de ambos. En este piso se ubican, además, la sala de neonatología y el centro

155
El servicio está integrado por médicos/as obstetras, 7 de planta y 11 de guardia; residentes y concurrentes
de tocoginecología; residentes de medicina familiar; licenciadas obstétricas (parteras), todas de guardia
excepto una que tiene nombramiento de planta; dos licenciadas en trabajo social; varias enfermeras y agentes
de salud; una licenciada en psicología, y dos secretarias. Una de las secretarias se aboca principalmente a
tareas de recepción y entrega de turnos, y la otra, a la carga de datos para distintos programas sanitarios.

119
o

obstétrico: la sala de internación de mujeres en trabajo de parto o que atraviesan un


aborto, la sala de partos, y el quirófano de la maternidad. En este quirófano se realizan las

cesáreas y, eventualmente, las ligaduras, y los legrados. También en este piso se

encuentran la habitación de las obstétricas y un aula para las clases, ya que se trata de un
hospital escuela.

En la segunda planta están las salas de internación del servicio, una en cada ala del

edificio, donde permanecen las mujeres que tuvieron recientemente su bebé, y las que se

recuperan de un aborto. Hacia el final de una de las salas hay dos despachos enfrentados

puerta a puerta: el de la jefatura del servicio, y la oficina administrativa. También en este


piso, junto al hall de distribución, están la habitación u office de los/as residentes, la de las

enfermeras, los baños de las pacientes, y una sala donde se guardan materiales
quirúrgicos y demás insumos. Junto a la puerta de acceso a esta planta (desde el descanso

de la escalera y ascensor externo) se encontraba permanentemente una empleada de una


empresa de seguridad privada. 156

Las salas de espera frente al consultorio de salud reproductiva y el registro civil (en el

primer piso), y frente a la guardia y el acceso a la maternidad (en el segundo) 157 son, en

realidad, el espacio que en cada piso va de la escalera ascendente hasta la descendente

(rodeando el ascensor), donde se disponen contra la pared algunos bancos y sillas. Están

iluminadas mayormente por la luz que entraba por las ventanas sobre las escaleras.

Entre la secretaría y los consultorios de control de embarazo hay un espacio de espera con

sillas. Sin embargo, la fila que hacían las mujeres ante la secretaría, tanto para sacar turno

como para anunciarse si estaban citadas para el día, solía llegar casi hasta la planta baja. 158

156
Esta distribución se vio afectada durante varios meses cuando comenzó la obra de modernización en el
centro obstétrico, en el primer piso. Durante ese tiempo, la guardia pasó a funcionar en la segunda planta y
muchas camas de las salas de internación en este piso quedaron ociosas.
157
Excluida la observación en el espacio de la sala de internación, no transité más que eventualmente por esta
sala de espera.
158
Volví a sorprenderme con esta imagen cuando reinicié el trabajo de campo, ya que en la primera etapa,
debido al cierre temporal de la maternidad, la cantidad de mujeres que atendieron su embarazo en el servicio
disminuyó considerablemente. Sin embargo, el tiempo de espera no se redujo, pues las mujeres que acudían

CA 120
1,

La mayoría de las mujeres, algunas con embarazos muy avanzados o con sus bebés,

permanecían paradas durante la espera, superando ampliamente la cantidad de asientos

disponibles. También circulaban por alli, con ropa de cama, las mujeres internadas.

- pared
piso estaban cubiertas de graffitis dirigidos a las criaturas recién nacidas que versan, por

ejemplo: "acá nació Thiago a las.... pesó.....Tu papá y tus hermanos ", "acá nació Nikol, la beba
más hermosa del mundo. Te queremos: tu papá, tus tías y primos ", "Sheila, la luz de mi vida, nació
acá", etc. En la sala de espera del primer piso un cartel: "Sres. Padres, por favor colaboren con
el hospital. No escriba las paredes", sugiere la costumbre instalada de dejar allí estos
mensajes.

Una deficitaria cartelería no permitía identificar con claridad los espacios del servicio
(consultorios, secretarías), 159 en cambio, en los espacios de espera hay una variedad de

carteles y afiches. Frente a los consultorios de obstetricia, un cartel (fotocopia en blanco y

negro) anunciaba "Curso para el parto. Aquí en maternidad lcr piso. Lunes 10.30y 14, martes y
miércoles 10.30". En otro pequeño cartel se detallaba el temario de cada una de las seis

clases del curso, y se indicaba el horario del curso especialmente dirigido a adolescentes.
También se anunciaba el día dispuesto para la atención y el control de adolescentes
embarazadas.

A las mujeres que allí se atendían se les recordaba, mediante carteles, sacar turno para la

pr6xima visita 'antes de retirarse, y asegurarse de que quedara asentado en la agenda. En

otro cartel, poco vistoso, tamaño carta, blanco y negro, se anunciaba en letras grandes:
"solas nunca más". Informaba sobre la ley 1.040 160 y el derecho a elegir acompañante para el
parto: "preguntá en la maternidad, usá tus derechos".

tanto para atender su embarazo como para atenderse en el consultorio de salud reproductiva continuaron
siendo citadas a la misma hora, mientras que los/as profesionales acostumbraban llegar más tarde.
159
Por aquel entonces, profesionales y estudiantes de arquitectura tenían un proyecto de colaboración sobre
señalética hospitalaria para mejorar este aspecto.
160
Ley sancionada en junio de 2003 (publicada en el B.O. N° 1729, el 10 de julio de 2003) que establece el
derecho de la mujer a estar acompañada durante el trabajo de parto, el nacimiento y la internación por una
persona que ella designe.

121
También había varios afiches, coloridos, vistosos y plastificados sobre diversos temas.

Algunos promovían la lactancia materna, o la mostraban haciendo publicidad del uso del

ácido fólico (con firma de un laboratorio), o recordaba a los profesionales poner al recién

del organismos de
gobierno local y nacional, promovían el uso del preservativo bajo el lema "divertite y
cuidate" sobre una imagen de preservativos de colores varios; el, test de VIH con

información sobre los centros de salud de la ciudad donde realizarlo; el análisis de sangre
y la prevención de enfermedades del bebé.

Carteles de la "Red Argentina de Mujeres viviendo con VIH-sida" invitaban a "charlas

sobre VIH-sida" e informaban el horario de encuentro en el consultorio de salud

reproductiva. Sin embargo, en algunas ocasiones la falta de espacio para las reuniones dio
lugar a disputas y malestar.

El "baño para pacientes" —así lo señalaba un cartel de laboratorio— es un espacio

minúsculo. Cerrar la puerta una vez dentro exige un movimiento preciso para ubicarse

estrictamente entre el inodoro y el lavatorio, lo cual puede volverse una auténtica proeza

para una mujer con gran panza, y más aún si acompaña a un hijo/a pequeño. No contaba
con elementos de higiene, ni era acondicionado en el transcurso de la jornada de atención,
a pesar del uso intenso que tenía, por lo tanto el mal olor era frecuente.

Cerca de mediodía, solían acudir mujeres que ejercen la prostitución en la zona, que
procuraban ver a la profesional "de referencia", incluso fuera de los días asignados a su

atención. Luego, a excepción de los dos días a la semana que el consultorio de salud

reproductiva funcionaba después de mediodía, el servicio quedaba prácticamente desierto

y muy silencioso. No era raro que unas pocas mujeres, que estaban allí desde la mañana,
continuaran esperando ser atendidas para controlar su embarazo.

En las puertas del consultorio de salud reproductiva y su secretaría había carteles con la
advertencia de que "el Programa no atiende sin turno". Se informaba, además, que su

entrega, tanto para los turnos matutinos como vespertinos, se realizaba de 8 a 10.30, según
un cartel, y de 9 a 10 (retocado con marcador), según otro. Sin embargo, la secretaria, que

no iba todos los días, entregaba turnos en un horario más amplio. Cuando ella no estaba,

122
los/as profesionales entregaban los turnos, o bien, indicaban a quienes los requerían "volvé

cuando esté la secretaria ", o simplemente "volvé más tarde... o venite otro día ". La confusión
acerca de sus horarios de funcionamiento, y el incumplimiento de éstos, con frecuencia

influían en el modo de atención. Algunas profesionales reprendían a las mujeres_que

tocaban la puerta con más o menos insistencia durante la consulta. Por otro lado, era

habitual que sus colegas ingresaran al consultorio sin tocar siquiera, porque rara vez las

profesionales trababan la puerta. Sin embargo, la trabaron cuando las entrevisté. Tal como

pude observar, la entrada y salida de otros/as profesionales durante la consulta era

frecuente y por diversos motivos, sin ningún reparo por las mujeres que estaban siendo

atendidas.

Entre ambas puertas está la cartelera del servicio, donde se identifican los/as

profesionales y sus cargos, pero no está actualizada. Un gran afiche enmarcad& 61 era la

referencia más gráfica al consultorio. En él se muestra, a la izquierda, el primer plano de

una hermosa mujer de tez muy clara, ojos azules, rasgos finos, delicadamente maquifiada,

con la leyenda "a vos que cuidas tu imagen..." y a la derecha continúa el mensaje, sobre la

imagen de fondo, envases de píldoras y envoltorios de preservativos: "cuidate al 100%.

Consultá". Asimismo, el consultorio fue referido de distintas y confusas maneras por


los/as propios profesionales. Era común que llegaran hasta el servicio, con duda y

desconcierto, personas con una orden casi ilegible que las refería allí. Y en una

oportunidad, una profesional del consultorio se asomó a la sala de espera y preguntó a las

mujeres allí presentes "ial guien más para pe erre?",déletreando apenás la sigla que remite a

"procreación responsable". Durante la segunda etapa de trabajo de campo, aparecieron

carteles con la leyenda "salud reproductiva" en las puertas de su consultorio y su

secretaría.

Por último, cabe mencionar, que el hospital es reconocido y señalado por una placa en el

palier de entrada al edificio central que indica: "Hospital amigo de la madre y el niño",

acreditación extendida en el marco de una iniciativa conjunta de OMS-UNICEF para la

' El afiche aclara "CELSAM colabora con este consultorio". Se trata del Centro Latinoamericano Salud.y Mujer,
una ONG en cuya dirección ejecutiva recientemente comenzaba a desempeñarse la directora del hospital.

123
o

promoción de la lactancia materna. 162 En ocasión de la inauguración formal de las obras

de remodelación del centro obstétrico, 163 la diréctora de la institución se refirió a la

vigencia de lo que denominó "un proyecto de maternidad centrada en la familia" y, valiéndose

de fotografías de las antiguas instalaciones, destacó el esfuerzo y la experiencia exitosa de

modificación de las modalidades de trabajo del equipo de salud para permitir la


compañía de la pareja. 164 Se trata de líneas de trabajo implementadas desde el servicio de

obstetricia que brindan reconocimiento al hospital. En este sentido, también su política

favorable a la realización de ligadura tubaria es motivo de identificación de la institución.

No obstante, en virtud de las alternativas técnicas para practicar esta intervención, este

servicio debe articular sus actividades con el de ginecología. Veamos cuáles son estas

opciones técnico quirúrgicas para luego abordar la organización del consultorio


especializado en la atención de consultas por ligadura tubaria.

La práctica de ligadura tubaria: consideraciones técnicas y administrativas

La ligadura tubaria puede ser realizada en tres instancias diferentes. Si la mujer que va a
ser intervenida está embarazada, la ligadura podrá hacerse al momento de practicar la

cesárea (denominada "intraparto"), o bien en el puerperio inmediato (dentro de las 48


horas posteriores al parto) 165 si el nacimiento fuera por vía vaginal.

En mujeres que no están embarazadas ni lo estuvieron recientemente, se debe programar


una intervención exclusivamente a los efectos de practicar la ligadura, llamada "de

162
Para ser obtenida se debe dar cumplimiento a los "diez pasos a favor de la lactancia natural".
163
Las obras incluyen, además de la modernización del quirófano y la sala de partos, la construcción de dos
habitaciones individuales que permiten a las parturientas estar acompañadas con mayor privacidad durante
el trabajo de parto, el parto y la recuperación. Estas habitaciones están equipadas con mobiliario que brinda
más opciones y comodidad, en cuanto a las posiciones que la mujer quiera adoptar durante el trabajo de parto
y el alumbramiento, y con un espacio para la atención inmediata del recién nacido, sin necesidad de alejarlo
de su madre.
164
Una de las obstétricas entrevistadas comentó que la efectiva incorporación de la familia —en sentido amplio,
aclaró, ya que se admite a cualquier persona del entorno de la mujer por ella designada, no necesariamente su
pareja o familiar directo— en la sala de partos es, en el servicio, previa a la sanción de ley 1.040 y las
fotografías apuntaban a mostrar esto.
165
Se recomienda que sea a las veinticuatro horas del parto, a fin de no extender el tiempo de internación.

124
Li

intervalo". Esta denominación, según reconocen críticamente algunas profesionales,

refiere a la idea de la mujer transcurriendo de un embarazo a otro. Esto implica un sin

sentido, ya que se realiza la intervención para evitar de manera permanente la posibilidad

de un próximo embarazo. Sin embargo, aun entre estas profesionales, esa denominación
persiste.

Tanto en mujeres que alumbraron por parto natural, como en aquellas que no han estado
recientemente embarazadas, las alternativas técnicas que se suelen considerar son la
laparotomía, la minilaparotomía o microcesárea, y la más sofisticada, laparoscopía. 166

Será, entonces, durante los controles prenatales o el parto (en el caso de las mujeres

embarazadas), o en el consultorio de salud reproductiva (para las que no lo están), donde

más probablemente consulten o soliciten esta práctica quienes cuentan con algún
conocimiento de la ligadura tubaria.

Una serie de estrategias desplegadas durante los últimos años permiten al servicio de
obstetricia, aun con las dificultades que atraviesa el sector público de salud en general,
disponer de la capacidad técnica —infraestructura y recursos humanos capacitados— para

realizar la ligadura tubaria por medio de distintas técnicas quirúrgicas, que dependen del
momento reproductivo de la mujer.

En cuanto a las mujeres que no están embarazadas, la "puerta de entrada" prevista por el
servicio para la atención de consultas relativas a la ligadura tubaria, es el consultorio de

"consejería para ligadura". Se trata de la asignación de algunas profesionales y jornadas


teóricamente dedicadas de manera exclusiva al tratamiento de estas consultas, en el

consultorio de salud reproductiva. Antes de abordar el funcionamiento del consultorio

66
Las dos primeras técnicas pueden practicarse con anestesia peridural, raquídea o general. La laparotomía
consiste en realizar un corte en el abdomen, similar al de una cesárea, para poder llegar a hasta el útero y
proceder a la oclusión de las trompas. En el caso de la minilaparotomía, la incisión es más pequeña, de 2 a 5
cm. de longitud. En la laparoscopia se utiliza un laparoscopio, que es insertado en el abdomen a través de una
incisión de apenas 1 cm. Contiene un haz de fibras ópticas que permite una visión de las trompas y guía su
oclusión. Ésta se lleva a cabo mediante la inserción de otros instrumentos a través de una segunda incisión,
igualmente pequeña, realizada por debajo de la anterior. En cualquiera de los casos, la oclusión puede ser
realizada mediante distintas técnicas: por corte y sutura de ambas trompas; por electrocoagulación, o por
colocación de grapas o anillos de siliconas.

125
el

especializado en esta práctica, veamos el contexto institucional administrativo en el cual

se inserta.

La jefa de la división obstetricia es la coordinadora del equipo de profesionales, integrado

mayorméléiédiáque se d iñan en él consuilfi 1üdreprodfiVT -

Sus integrantes le dedican entre una y dos jornadas por semana, y el resto se abocan a la

atención de los consultorios de obstetricia u otras actividades. El equipo está compuesto

por médicas obstetras de planta, médicas residentes de tocoginecología de primero y

tercer año, 167 una médica concurrente, residentes de medicina familiar, una ginecóloga de

planta, 168 dos licenciadas obstétricas (una de planta y una guardia), una trabajadora social

y, eventualmente, el jefe de unidad del servicio de obstetricia.

Este consultorio •cuenta con la asistencia de una secretaria cuatro días a la semana.

Durante la entrega de turnos para la atención en el consultorio de salud reproductiva se

asigna un día y horario a quienes lo solicitan. Varias mujeres son citadas cada día a la

misma hora (a las 8 de la mañana, o a las 11, o bien a las 13 los días que el consultorio

funciona por la tarde). Luego, la atención de cada jornada se resuelve por orden de

llegada. Casi siempre las profesionales comienzan a atender más tarde, y no es raro que

reprendan a las mujeres que se presentan más o menos pasada la hora asignada. Pese a

que las mujeres citadas acostumbran esperar varias horas, sólo algunas manifiestan su

malestar, aunque casi ninguna lo hizo frente a las profesionales. Otras me explicaron que,

corno conocen las demoras para ser atendidas, optan por ir más tarde a fin de esperar

menos.

Los turnos asignados son registrados en un libro, donde se consignan los datos de las

mujeres citadas. Es administrado por la secretaria del consultorio, por las obstétricas que

hacen "consejería en anticoncepción" en la maternidad, adonde se dirigen tanto las

mujeres que parieron recientemente como las que acaban de atravesar un aborto, y

eventualmente por los/as profesionales que atienden el consultorio. Las más de las veces,

167
Quienes en segundo y cuarto año de la residencia se desempeñan en el servicio de ginecología.
168
Esta profesional, que atiende exclusivamente consultas por ligadura tubaria y vasectomía, está vinculada
formalmente al servicio de ginecología.

126
el carnet les es devuelto a las mujeres con la anotación de la próxima cita, sin ninguna

pregunta acerca de su preferencia o disponibilidad, e incluso sin avisarles que las verá
otra profesional.

y profesionales teóricamente dedicados de manera exclusiva a poblaciones recortadas por

distintos criterios. Una de las orientaciones particularizadas que adquiere la atención en

aquel espacio, se da a través del consultorio de "consejería para ligadura" arriba


mencionado, dedicado a las mujeres interesadas en esta práctica. 169 A continuación, se

analizan la organización de esta especialización y los diferentes modos de articulación con


otros actores.

El consultorio de "consej ería para ligadura"

En este consultorio se reciben las consultas sobre la ligadura. También se atiende a los

varones que consultan sobre vasectomía o ligadura de conductos deferentes, quienes son

derivados al servicio de urología del mismo hospital. Para ambos casos, esto se plantea
como una estrategia 17° con la cual agilizar la atención, absorbiendo las consultas donde se

informa y prescriben los estudios prequiriirgicos necesarios. Con este procedimiento se

procura que la sobrecarga de trabajo no sea el argumento de los otros servicios del

hospital, tanto ginçcología como urología, para rechazar la atención de estas demandas.

Funciona un día a la semana, por la mañana está a cargo la ginecóloga antes mencionada,
y por la tarde la obstétrica de planta. 171

169
Las otras especializaciones son comúnmente referidas como el "consultorio para adolescentes", el de "las
chicas de AMMAR", y el "de posaborto". Durante mi segunda etapa de campo comenzó a funcionar una
nueva especialización del consultorio de salud reproductiva, orientado a la atención de mujeres viviendo con
VIH.
170
Reciente al momento de iniciar el trabajo de campo, puesto que esta articulación fue posterior a la sanción
de la ley 26.130/06.
171
Esta profesional es coordinadora del Programa entre sus colegas. Una vez que las interesadas completaban
la ruta de estudios previos a la operación, ella las derivaba hacia la ginecóloga, a fin de obtener el turno
quirúrgico.

127
u

Según la jefa del servicio la atención de estas consultas concentradas en manos de ciertas

profesionales y en determinados horarios, fue establecida ante el volumen de demanda de

ligadura tubaria. Y consideró que fue una forma eficiente de organizar la atención de

mujeres derivadas hacia este servicio desde otros centros, tanto de la ciudad de Buenos

Aires como del conurbano bonaerense. La presencia de mujeres que consultaban y/o

contaban con indicación médica para realizar la ligadura tubaria, provenientes de otras

instituciones del área metropolitana, era persistente cuando hice mi trabajo de campo allí.

Muchas de ellas tenían una derivación escrita por otro/a profesional, en la que se
solicitaba su "evaluación para ligadura". Al presentarla, se les asignaba un turno para el

consultorio especializado en "consejería para ligadura".

En otras oportunidades, y sin contar con esa derivación, algunas mujeres comentaron a la

secretaria del consultorio su inquietud o intención de recurrir a la intervención. Por otra

parte, nunca presencié que la secretaria preguntara a las mujeres por su preferencia en

materia de anticoncepción. Sin embargo, la modalidad que busca concentrar las consultas

por la práctica de ligadura tubaria se asienta en una mayor publicidad de este motivo de
consulta.

Al consignar en la agenda los datos de las mujeres, tanto de las derivadas como las que
habían mencionado su interés, la secretaria del consultorio y también la de obstetricia, les

preguntaban su edad y la cantidad de hijos, sin necesariamente registrar estos datos en el


libro de turnos. A veces, a la respuesta le siguió alguna expresión de la secretaria que

"anticipaba" lo que creía sucedería. Con una sonrisa y un guiño de ojo les entregaba el

turno, o con el comentario "venite este día que está la doctora que te va a operar";o bien con
cierta gravedad en el rostro, seria, con una ceja levantada en una expresión de duda,

dificultad, improbabilidad. Contrastando la disposición de éste con otros servicios, y

manifestando conocimiento de las características que convierten en "candidatas" 172 a

ciertas mujeres, durante el tiempo que permaneció cerrada la maternidad la misma

secretaria me comentó que a las mujeres embarazadas que irían a tener a su bebé en otro
hospital les aclaraba que "no tienen mucha probabilidad de que las liguen, 90% de que las

172 La operación de esta noción es analizada en el capítulo VI.

128
[]

rechacen, para que se vayan mentalizando, porque no les puede dar seguridad de que serán ligadas.
A una mujer que estaba muy angustiada sí le aseguró que la ligarían, que tenía que volver después
del parto a sacar turno para operarse, que eso sí era seguro"(notas de campo). Así, se refirió a la
resistencia apracticar la ligadura tubaria en otros hospitales públicos, al tiempo que sus
consideraciones gestuales y verbales evidenciaron cierto apego y familiaridad con los
criterios médicos.

En una oportimidad, la ginecóloga que atiende este consultorio le pidió a la secretaria


que, mientras ella acompañaba hasta el servicio de urología a un hombre que había
completado sus estudios prequirúrgicos para practicar la vasectomía, hiciera pasar a la
siguiente mujer que aguardaba para ser atendida, y que comenzara a llenar el encabezado
de la historia clínica. Acompañé a la secretaria y a la mujer hasta el hall del servicio. Allí, a
pasos de la puerta que da al centro obstétrico en obras y de la habitación de las
obstétricas, nos ubicamos en tomo al escritorio donde estaban las historias clínicas, que
alcancé a ver.

La secretaria comenzó a llenar la historia clínica, llamándola sistemáticamente "mami" o


"mamita". Cuando la mujer respondió que tenía 22 años, la secretaria me dirigió una
fuerte mirada, que intenté esquivar. Dio vuelta la página y avanzó completando otros
datos, más allá de lo delegado por la profesional (edad cuando tuvo su primer período;
edad al momento de su primera relación sexual; cantidad de embarazos -y si terminaron
en partos, cesáreas o abortos-; cantidad de parejas sexuales). Cuando le preguntó por la
fecha del último Papanicolau realizado, la joven respondió que no lo tenía, y la secretaria
me dijo que durante el embarazo tuvieron que haberle hecho, así que sería reciente (la
mujer tenía una beba). Luego indagó cuestiones no contempladas en la historia clínica
pero que forman parte del repertorio de la profesional: " Y qué sabés de la ligadura? ".
Continuó preguntándole si había usado otros métodos. A la respuesta negativa, que no
registró por escrito, la secretaria me dijo, suspicaz y en voz baja "éste es un caso para la
doctora", y se retiró (notas de campo).

A su regreso, la profesional no reaccionó al hecho de que la historia clínica hubiera sido


completada más allá de lo indicado. Se quejó, en cambio, por las condiciones espaciales

129
para atender, sobre todo al percibir la presencia de un hombre a un lado del escritorio, y

asumir que podría escuchar todo desde ahí, aunque ella y la mujer hablaban en voz baja y

el ruido ambiente era notable. En principio le pidió que se alejara, y luego procuró un

lugar con mayor privacidad y nos dirigimos al único espacio disponible, el aula del

servicio. La falta de espacio apropiado era problematizada por esta profesional, que no

contemplaba solamente la exposición que implicaba para las mujeres, sino para ella
misma. 173 En este sentido, resaltó su contribución en términos de un esfuerzo de su parte

que, no obstante, no era objeto del esperado reconocimiento.

La incorporación de esta médica al equipo de salud reproductiva tuvo lugar en el año

2005, frente a la resistencia de las autoridades del servicio de ginecología a practicar

ligaduras. Motivada personalmente, esta profesional se dedicó a realizar estas


intervenciones una jornada a la semana:

D: [...] empecé a hacerlas ahora porque yo quería entrar a quirófano y [nombre de pila de la
jefa de obstetricia] me dejó, pero es...

A: ¿Y por qué querías entrar?

D: Porque sí, porque me encanta entrar a quirófano, me encanta... y bueno, obviamente,


facilitó, en alguna situación también que haya alguien más que esté operando le facilita la
situación... Y [vuelve a evocarla, ahora por su apodo/diminutivo], que es una divina, me
dejó, pero ahora como cerró la maternidad ya directamente pasan todas a gineco. Y las
posparto no sé qué van a hacer, calculo que les darán el alta y volverán como ginecología
(Ginecóloga, de planta, 2).

Así, impedida de practicar esta operación en su servicio, estableció un vínculo con el de


obstetricia. En el quirófano de éste, operaba a mujeres que habían dado a luz días antes -

denominadas "las posparto"-, y a las que no hubieran estado recientemente embarazadas

-llamadas "las de intervalo"- que habían sido atendidas en el consultorio de salud

111
De hecho, problematizaba estas condiciones sobre todo en relación con su trabajo, puesto que la secretaria
acostumbraba a permanecer dentro del consultorio durante estas consultas, organizando las historias clínicas,
pero también haciendo comentarios. Esta situación no la observé durante la atención de otros/as profesionales.
La disposición de las historias clínicas en el improvisado lugar de atención también constituye una forma de
descuido de la intimidad de las mujeres.

o
130
6

reproductiva. Expresando afecto y admiración personal por la jefa del servicio de

obstetricia, y su alineación discursiva con "los derechos de la mujer", contrastó la

atmósfera que signaba su espacio laboral en ginecología:

Aáhbiiinucho d tema...1a señiós qu

problemas estando en gineco, me aislaban. No sabés lo que fue al principio... ( ... ) como yo

era muy amiga de [nombra a la jefa] y estaba muy pro mujer, pro esto y pro todo lo que
ellos no querían hacer, me odiaban. Recién ahora... [...] porque no me dejaban entrar a

quirófano, hubo mucha.., pero avancé, ¿eh? Ahora recién es como que me están dando el

lugar, pero bueno, está bien.., no me importa, ¿entendés? Por algo que en realidad no era

para mí, porque es para, es decir, luchar por un derecho, a mí me parece que hay que hacer
las cosas bien, y no se estaban haciendo bien (Ginecóloga, de planta, 2).

Además de las condiciones laborales sufridas, esta profesional transmitió temores por el

posible correlato penal debido a la práctica de estas operaciones "aun sin contar con la

autorización legal. Nosotros hacíamos las ligaduras si creíamos que había riesgo para la mujer", y
dudó, incluso, si hacerlo explícito durante la entrevista, porque estaba siendo registrada

en grabador. Con ese comentario, mostró que compartía la interpretación de las normas

antes vigentes expuesta por las autoridades del servicio de ginecología.

Cuando más tarde, a mediados de 2006, fue sancionada la ley nacional 26.130 sobre

anticoncepción quir(irgica, el servicio de ginecología comenzó a realizar esta práctica,


aunque "con mucha resistencia", según comentó esta médica. 174 Desde entonces, y cada vez

más, otros/as profesionales de ginecología se fueron sumando a su provisión. Esta

"reconversión" de la actitud profesional sobre la ligadura es comentada con cierto recelo

por quienes, en un servicio y otro, sostienen haber sido "vanguardia" en esto, al tiempo

que, expresaron, procuraban que sus colegas adoptaran esta línea de trabajo.

Entretanto, en lugar de "absorber toda la demanda" y aprovechando la más reciente y

paulatina apertura del servicio de ginecología, el de obstetricia comenzó a "rechazar


algunos pedidos", según refirió la jefa de este último. Agregó que la falta de recursos, tanto

174
Y como sugiere, por ejemplo, la propuesta realizada por el jefe de ese servicio comeiítada en el capítulo
anterior.

131

o
.

materiales como humanos, especialmente anestesistas, había obligado a priorizar los


turnos quirúrgicos para cesáreas, legrados y ciertas patologías, y a derivar a sus colegas

de ginecología las ligaduras tubarias en caso de mujeres que hubieran tenido su parto por

vía vaginal o que no hubieran estado embarazadas al momento de solicitar y practicar

esta intervención. Este flujo se vio reforzado luego, durante el cierre temporal de la

maternidad, con el retorno de las mujeres que controlaban su embarazo en este servicio,

pero que habían tenido sus bebés en servicios donde no les practicaron la ligadura
solicitada.

Si bien los/as profesionales del servicio preveían el rechazo de los pedidos de esta práctica

en otros servicios, y se esperaba que las mujeres volvieran para ser intervenidas

quirúrgicamente durante el puerperio, varias mujeres me comentaron que no estaban al


tanto de esta posibilidad. 175 Algunas mujeres embarazadas con intención de ligarse las

trompas y que conocían esta alternativa me expresaron la dificultad que implicaría para

ellas la prolongación de su estadía en el hospital, pues tenían otros hijos/as pequeños que

atender. Además, la práctica de la ligadura tubaria en el posparto de la mujer estaba

condicionada a la posibilidad de contar con alguien de su entorno que pudiera colaborar

con la atención de la criatura recién nacida. Básicamente para cuidar de ella y acercarle el

bebé cada vez que fuera necesario amamantarlo, para no interrumpir la preciada lactancia

materna, aun en el caso de que se admitiera la internación conjunta de la mujer y su bebé.

Por otro lado, los/as profesionales no consideraban aconsejable esta situación, dado el

riésgo para el recién nacido/a de confraer alguna infección intráhóspitalria, más aún

porque se trataría de la sala de internación de ginecología, no de obstetricia. Asimismo, la

acompañante tendría que ser otra mujer, ya que fuera del horario de visitas no se admitía
la presencia de varones.

Es frecuente que las mujeres reclamen e insistan en que les sea garantizada la cesárea para

la práctica de la ligadura al momento de dar a luz. Desde la perspectiva de los/as

profesionales de la biomedicina esto no resulta razonable ni aconsejable, debido al riesgo

Lo que sugiere, como se analiza en los próximos capítulos, el manejo de la información como un recurso
175

para la administración del acceso a la ligadura tubaria.

132
quirúrgico que la cesárea agrega al evento del parto.

La posibilidad de ser intervenida en el posparto, en un contexto de medidas de fuerza del


personal de salud que obligó a postergar la intervención, resultó una experiencia difícil
parC1diiEiiiJer que
hija, quienes habían viajado dos horas para llegar al servicio, desde Merlo, aguardando su
turno con la ginecóloga que hacía "consejería para ligadura". Para ser operada cuando dio
a luz a esa beba, por parto natural, habría tenido que permanecer internada más tiempo
del que había podido soportar: ya habían pasado cuatro días desde el parto. Me contó que
"dos días seguidos me tuvieron en ayunas desde la noche anterior porque me decían que me iban a
operar, pero después se ve que tuvieron problemas con el anestesista o algo y se suspendió. ¡ Y no
sabés cómo estaba del hambre, ¡dando el pecho y en ayunas!", se lamentó agarrándose la cabeza
y sonriendo al recordarlo. Entonces recibió un mensaje de texto "que una de las pibas estaba
enferma y ya no aguantaba más. Me puse a llorar y todo, que me quería ir ya, ya, ya. Y me decían
'No, pero si te vamos a operar, está todo listo'. Pero yo ya no quería saber nada. Me quería volver a
mi casa" (notas de campo).

Claudia era una mujer de treinta y seis años, delgada, de tez.curtida y sin algunos dientes.
Madre de siete hijos, "viuda" —se dijo— de un remisero asesinado durante un robo, y en
pareja con alguien cinco años más joven que ella. Me contó que durante el embarazo de su
sexto hijo había pedido ligarse las trompas en el hospital local, donde atendía su
embarazo, pero le explicaron que "el director la había prohibido porque no estaba permitido". Y
Claudia volvió a quedar embarazada. Fue sobre el final de este embarazo cuando decidió
viajar a controlarlo en este hospital. Le habían comentado que ahí le practicarían la
ligadura después del parto, y que se la tendrían que haber hecho antes, porque tenía
cáncer de cuello de útero, que le había sido diagnosticado antes del anteúltimo embarazo
(notas de campo). Las razones que le dieron en el hospital de su zona para no practicarle
la ligadura que había solicitado —e indicada en su caso, según profesionales de este
servicio— tanto remiten a la restricción legal como a la disposición de la autoridad de la
institución.

Durante los meses en que la maternidad funcionó apenas para la atención de algunas
o
133
o

emergencias, 176 una de las estrategias consistió, según me comentó la jefa del servicio, en

valerse del quirófano de la guardia general del hospital para realizar las ligaduras en
mujeres con indicación de cesárea. Es decir, con prescripción de cesárea por motivos
distintos de la ligadura y programada, o sea, sin tratarse de una urgencia. Sin embargo,
profesionales de guardia advirtieron la maniobra y cuestionaron la utilización de los
recursos de la guardia general, lo que obligó a limitar la cantidad de prácticas de ligadura
por esta vía. El cuestionamiento de estos profesionales sugiere cierta reticencia a practicar
la intervención, que no obedecería sólo al uso planificado de los recursos y contrario a la
lógica de funcionamiento de una guardia. 177 Otra de las medidas durante ese período fue

derivar desde este servicio a algunas mujeres con una nota firmada por su jefa y dirigida
puntualmente a• ciertos servicios, con cuyos responsables había un acuerdo previo
establecido personalmente. De este modo se procuró agilizar y garantizar la intervención
sin mayores dilaciones. 178

En cuanto a la figura de la objeción de conciencia, que la legislación reconoce como


derecho profesional, sólo un profesional de guardia del servicio de obstetricia se ampara

176
En este período la secretaria reforzó el control del tiempo de gestación de las mujeres que iban a sacar turno
por primera vez. Desde ese momento se aceptaba sólo a aquellas que, estimando la fecha de término, tuvieran
posibilidades de parir una vez finalizadas las obras. Caso contrario, se les indicaba que debían procurar
atención para controlar su embarazo en otro hospitaL excepto a aqueHas queya venían atendién -dose allí. A
éstas últimas se les advertía que, aunque pudieran seguir acudiendo a control, debían buscar un hospital para
el parto o ante cualquier emergencia.
177
La jefa del servicio atribuyó en parte, la dificultad en el trabajo de sensibilización de profesionales
empleados/as en las guardias de los servicios, al vínculo más laxo que los/as une a la institución.
Funcionarios/as de la Defensoría y del PSSyR identificaron en este sector profesional un lugar clave en cuanto
a la atención de la "emergencia reproductiva", sea que se trate de realizar la ligadura tubaria solicitada al
momento de practicar la cesárea "médicamente" indicada, o bien de administrar la anticoncepción de
emergencia, y frecuentemente denunciado por su incumplimiento. Para ello, desde estas agencias se
realizaron actividades específicas de relevamiento de información, capacitación y sensibilización.
176
Este mecanismo no era implementado en todos los casos. Cuando comenté a una de las secretarias la
situación de una mujer que tendría su tercera cesárea y quería ligarse, pero aún no sabía en qué servicio iría a
tener a su bebé (y por eso no sabía si le practicarían esta intervención) ella me respondió que no todas las
profesionales apelaban a este recurso —y sospechaba quién sería su médica tratante— lo que consideró
expresión de la reticencia a practicar esta intervención. Agregó que "en esos casos (mujeres con cesáreas
anteriores y con cesárea programada) si bien la res ponsabilidad es médica, una tiene que dar esa información ", yme
alenté a que, como ella, les hiciera saber de esta opción. Entre otros dispositivos para la administración del
acceso a esta práctica, la disposición a informar y echar mano de este recurso, será retomada en el capítulo VI,

134
en ella, 179 aunque ésta fue expresada informalmente ante sus colegas, puesto que el
registro de objetores no ha sido aún formalizado. A fin de garantizar la práctica a mujeres
que deban ser atendidas de urgencia, desde el año 2005 el servicio cuenta con dos
obstetras en todas las guardias. Así, si una mujer que realizará la ligadura a instancias del
parto debe ser intervenida en el transcurso de la jornada de trabajo de este profesional, su
colega practicará la intervención.

No obstante, vale señalar que expresiones más sutiles sugieren la existencia de


resistencias no explicitadas. Cuando la jefa del servicio propuso avanzar en la
formalización del registro de objetores de conciencia, en una reunión en la que se había
discutido la recién emitida resolución ministerial del gobierno local sobre la atención de

abortos no punibles, 180 y las derivaciones frecuentes de mujeres que solicitaron la


ligadura, una profesional se acercó al jefe de unidad y en voz baja le sugirió: "ano es mejor
dejar así? ¿no vas a espantar a la gente [profesionales]?". A lo que éste respondió, sin
disimular su malestar, alzando la voz y con la mirada clavada en el piso, como si no
quisiera identificar a nadie, "lo que pasa es que el que es objetor acá y afuera está bien, pero el
que es objetor acá y en el consultorio no, es un turro" (notas de campo). Esta microescena
muestra que la formalización de tal registro no era ni sería bien recibida por todos los/as
profesionales, que constituyen el sujeto de regulación de este dispositivo. Revela también
la sospecha de los/as profesionales acerca del "doble estándar" de la actuación de sus
colegas, ya comentada, respecto de las prácticas de ligadura e interrupción del embarazo.

Hasta aquí, expuse la organización administrativa y cotidiana del servicio, y las


principales estrategias cóntemporáneas y recientes sobre la provisión de la ligadura
tubaria. Identifiqué, además, los espacios y recorridos institucionales que suelen realizar
las mujeres que procuran esta práctica. En lo que resta de este capítulo, exploro los
núcleos de sentido asociados con la identificación del hospital en general y del servicio de
obstetricia en particular como proveedor de facto de esta práctica, como se verá, fuente

Este profesional es hijo de un antiguo jefe del servicio, quien fue antecesor en ese puesto de la profesional
179

que actualmente está a cargo de la dirección del hospital.


80 Resolución n° 1.174/07 del MSGCBA.

135
tanto de orgullo como de malestar, al tiempo que se recuperan las prácticas de otros

servicios. Por último, se analizan ls intervenciones del Programa de Salud Sexual y

Reproductiva del GCBA y de la Defensoría del Pueblo de esta ciudad respecto del circuito

que las mujeres deben recorrer para acceder a la ligadura tubaria.

Reconocimiento y tensiones

La provisión de la ligadura a mujeres que participaban de un nutrido circuito de

derivación desde otros servicios hacia éste, dio lugar a su consolidación como "centro de

referencia" para esta práctica. Y esta trayectoria fue capitalizada científica y políticamente.

En la medida en que supuso una línea de trabajo original, el equipo profesional "invirtió"

su peculiar estadística a través de la elaboración y presentación de trabajos en jornadas y

congresos médicos. Al mismo tiempo, la presentación y disposición de un consultorio

específico para la atención de esta práctica reforzó su visibilidad.

Esto le permitió al servicio, de acuerdo con los/as profesionales, "paliar" de alguna forma

sus falencias en cuanto a la tecnología disponible, ya que se inserta en una institución

cuya capacidad técnica es calificada "de baja a mediana complejidad". A partir de su

experiencia, el servicio se constituyó también en referencia para la capacitación técnica de

los/as profesionales, no sólo de quienes estaban en la etapa de formación. Así, a través del

dominio y la administración particular que se hizo de la ligadura, esta técnica se reveló a

su vez en un medio de reproducción profesional, como han sugerido otras autoras en

cuanto a las tecnologías de reproducción asistida (Krakowski Chazan y Citeli, 2009;


Tamanini y Hostmann Amorim, 2009).

Al referirse a la labor del servicio sobre los pedidos de ligadura y otras cuestiones
controvertidas, 181 especialmente frente a sus colegas en otros servicios, 182 los/as

181
Entre otras, como la 'consejería pre y pos aborto" y una modalidad expeditiva en la prescripción de
métodos, que serán consideradas en el próximo capítulo.

136
[J

profesionales apelaban a la "perspectiva de derechos en salud reproductiva"


para diferenciar el
carácter de sus prácticas desde antes de la sanción de la ley. Después de ésta, su
posicionamiento "vanguardista" fue actualizado y reforzado. En este sentido, cuando se
comentó que otra maternidad estaba realizando estas Drctics 1 if iFi-ør.,-Á 1.

modalidad de resolución en uno y otro servicio. Señaló que en esa maternidad sólo
practicaban las ligaduras al momento de la cesárea y después del cumplimiento de los
requerimientos allí establecidos y no exigidos por la ley. Juzgó restrictivos esos requisitos,
y promocionó el uso del "semáforo" como una herramienta adecuada, que había sido
construida por su servicio, para evaluar los pedidos de ligadura y funcionar ante las
guardias, 183 sin reparar en las tensiones que éste genera. Se resaltaron entonces las

posibilidades, los resultados más satisfactorios y la legitimidad del trabajo en la línea


propuesta y se omitieron los conflictos o "ruidos" que enfrentaban cotidianamente en la
resolución de esos pedidos. En su servicio los citados conflictos eran referidos como
"colisión entre la ley y la opinión médica". 184

Ante la iniciativa del servicio de ginecología por sumarse a la implementación del


Programa de Salud Sexual y Reproductiva, los/as profesionales de obstetricia
reaccionaron y compararon las circunstancias en las que se habían incorporado a la
provisión de la ligadura. Comentaron al respecto: "no se atrevieron a hacer punta, pero

cuando todo marcha, se suben y quieren captar todo", porque, se dijo, habían propuesto

concentrar las ligaduras "de posparto". La jefa expresó que esto les quitaría el lugar
reconocjdo que fenían desdehácía treinta años como eféctorés dél Prograña, "con una
cobertura de 5000 pacientes al año, y no tienen derecho a llevarse eso ". Al repetir varias veces

que la antigüedad del servicio era de treinta años, alguien la corrigió, pues en realidad
habían transcurrido poco más de veinte años desde su inicio.

En un clima en que se respiraba malestar, con el rostro tenso y en tono desafiante, hizo

182
Como observé, en la situación que aquí describo, cuando acompañé a algunas profesionales que habían
sido convocadas por un centro de salud de otro hospital para exponer su modalidad de atención de la salud
reproductiva.

Como se vio en el capítulo anterior.


114 Esas tensiones se analizan en el capítulo Vi.

137

e
notar la ausencia de la ginecóloga (fue la primera vez que no la vi asistir a este espacio), e

interpretó que seguramente su jefe no le había permitido asistir para, así, restarle poder

(notas de campo). La potencial pérdida de la exclusividad en tanto referente del PSSyR

fue percibida como ana amenaza o un desafío a la posición histórica y relacionalmente

constituida en un campo -en el sentido bourdeano del término- particular: el espacio


político/burocrático-institucional/sanitario que se recorta en torno a la atención de la

"salud reproductiva". En ese espacio se disputaban ciertos recursos "acumulados" en su

trayectoria: los años implementando el Programa, la cantidad de población atendida y los

recursos humanos involucrados en la labor.

Al referirse puntualmente al servicio de ginecología en relación con la práctica de ligadura

tubaria, durante una reunión del equipo profesional de salud reproductiva, la jefa de

obstetricia se refirió a las prácticas del servicio de ginecología del mismo hospital: "pero
gineco hace mucho menos. El discurso de derechos y todo eso no lo tiene la jefa, que de pasillo me
dijo 'yo rajé a una de 28 años ". Y la ginecóloga que integraba el equipo aclaró "pero nunca
pasó por mí esa" (notas de campo). Así, la apelación explícita a "los derechos" de las

mujeres, se revela como un recurso en sí mismo que expresa ún posicionamiento y sentido


particular a sus prácticas, a la vez que se recurrió al contraste de la cantidad de

intervenciones quirúrgicas realizadas y los modos de tratamiento de estos pedidos en ano

y otro servicio.

Al mismo tiempo, implicó negociaciones y disputas en la propia institución por la

jerarquización de temas "poco prestigiosos", como reconocen los/as profesionales, en el

propio campo de la medicina, ya que éste se constituyó priorizando la atención de la


patología por sobre la prevención (Menéndez, 1990), y dentro de ésta la anticoncepción
resultó una de las materias menos apreciadas (Ramos et al., 2004; Ramos et al., 2001). En

este sentido, la jefa del servicio de ginecología del mismo hospital reconoció que:

[...] ser referencia de algo a todos nos pone un poquito más en la luz. En realidad es un
tema preocupante todo lo del embarazo no deseado y qué sé yo, pero este (bajando la voz,
en tono confidente) para nosotros no es lo más importante. ( ... ) lo más preocupante es el
cáncer. (Ginecóloga, jefa, 9).

138
Asimismo, el hecho de que el reconocimiento se diera en torno a la práctica de la ligadura

tubaria fue referido con cierto malestar por el único autodeclarado objetor de conciencia
u
del servicio, en tanto ésta contraría el espíritu de su especialidad: "Me parece que una

maternidad no debe ser pionera en una cuestión que va contra la maternidad, pero bueno, cada uno
elige su camino" (Médico obstetra, de guardia, 5). Como prestación vinculada a la salud

reproductiva en general y a la anticoncepción en particular, la ligadura cuestiona la

construcción de la mujer destinataria de las acciones de la obstetricia, ya no como mujer-

gestante. Sin embargo, como se verá en los capítulos siguientes, de múltiples y más sutiles

maneras las prácticas médicas participan, reproducen e interpelan conflictivamente la

representación de la mujer como madre, tanto al prescribir como al desalentar o negar la


práctica de la ligadura.

Pero la identificación del hospital en general y del servicio de obstetricia en particular


como proveedor de facto de esta práctica no es sólo fuente de orgullo para sus

profesionales, sino también de malestar entre ellos/as.

Por un lado, el "desborde" en su capacidad de atención de la demanda fue expresado por

varios/as profesionales con evidente malestar al referirse al período posterior a la sanción


de la ley 26.130/06. 185 Tal como expresó la jefa del servicio: "Ahora está la ley, está todo (en

tono prepotente) 'Flaco, por qué no lo hacés? A ver, ¿qué argumentos tenés para decir que no?'
Ninguno... ". La consideración del nuevo marco legal para esta práctica refleja la

expectativa de que las nuevas condiciones jurídicas, que vendrían a disipar los temores a

posteriores represalias penales, se tradujeran en el reposicionamiento de sus colegas y

consecuentemente, se dispusieran a realizar esta práctica. Pero, sobre todo, señala su falta

de adecuación o abierta transgresión de la norma: al tiempo que reconocen que la

modificación de las rutinas médicas instituidas no es sencilla, y entienden que la propia

ley debe aplicarse como un esquema flexible, a la luz del saber profesional, 186 nada de esto

es contemplado al considerar las prácticas "derivacionistas" de esos otros servicios.

185
Aunque el aumento de las prestaciones fue sostenido desde el año 2004, y no hubo un incremento
sustancial de las prestaciones a propósito de la ley.
86
Cuando se argumenta, por ejemplo, que aunque la ley reconozca el derecho de una joven a practicar la
ligadura, la bibliografía médica no la aconseja, lo que obliga, al menos, a diferir la intervención quirúrgica.

e
,

139
o
Por otra parte, fue especialmente cuestionada la gran afluencia de mujeres provenientes

del conurbano bonaerense. Sin embargo, la proporción de mujeres que residen en el Gran

Buenos Aires y que se acercan al servicio por otros motivos (la búsqueda de un método

anticonceptivo o el control del embarazo) no es muy distinta. Esta "queja" resulta

entonces significativa, ya que sólo la demanda de la intervención se convierte en objeto de

una particular y mayor problematización. Asimismo, otra faz que adquiere el aumento de

pedidos de la práctica de ligadura tubaria se asocia a una mayor exposición a reclamos

penales:

M: Nos pasa mucho con las que son durante el embarazo y que después tienen un
prematuro [ ... ] Entonces, hay que derivar. [ ... ] la que volvió del [hospital público de la
ciudad de Buenos Aires], volvió furiosa, pateando puertas, gritando. [...} (con molestia) la
situación crítica la vivimos todos, y no te dan muchas ganas de atender a una paciente que
vos decís "esta mujer le drena la herida, le supura, se le infecta un punto y nos va a venir a
demandar!", ¿entendés? La verdad es que tampoco hay mucho derecho a que uno pase
malos momentos porque los demás tratan, trabajan mal. Ésta es la segunda instancia, que
es la vuelta que ahora estamos viviendo (Médica obstetra, 1, jefa).

La posibilidad de ser demandados conlieva una representación particular de las mujeres

que atienden, como si tuvieran una suerte de tendencia a iniciar litigios. La posibilidad de

ser penalmente demandados/as por la práctica misma de ligadura continuaba siendo un

argumento para justificar la reticencia a practicar la intervención por parte de los/as

profesionales del servicio. No obstante, la jefa —quien también manifestó este sentido en

situación de entrevista— frente al equipo a su cargo, optó por desestimar esta posibilidad,

y se refirió a esos temores en términos de un difundido "fantasma". Aclaró que le

constaba que no existían antecedentes del estilo después de haber pesquisado el tema en

el marco de su propia investigación de posgrado. Enfatizó la necesidad de adecuar la

práctica profesional a los dictados de la legislación —"la ley obliga, estén o no de acuerdo"—.

De esa manera sentó una línea de trabajo que había cuestionado en otras oportunidades) 87

187
Me refiero a la aquí anunciada "colisión entre la ley la opinión médica" arriba mencionada. Me ocupo del
tema en el capítulo VI.

140
El argumento de los otros servicios que derivaban a las mujeres para la realización de la
ligadura tubaria era que carecían de recursos técnicos y/o humanos capacitados. Este
argumento era repetido por las mismas mujeres al solicitar la práctica en el servicio y
cuando se presentaban en la Defensoría del Pueblo para presentar su reclamo. Los/as
profesionales del hospital sospechaban que esta justificación encubre una negativa
ideológica que bien podría, además, corresponder con una doble conducta, en cuanto a la
práctica "privada" de la profesión, al igual que cuando se apela a la "objeción de
conciencia". 188 La sospecha y el malestar, eran alimentados por considerar que la

intervención puede ser practicada con una técnica convencional, de baja complejidad y
económica (laparotomía) en caso de no dominar otras más novedosas, 189 o más
sofisticadas que requieren instrumental específico y ciertamente escaso (laparoscopía).

Otro argumento fue expresado durante las consultas por mujeres derivadas desde
instituciones públicas del conurbano bonaerense y de centros asistenciales de seguridad
social de la ciudad de Buenos Aires. 19 ° Les habían explicado que aún no había una

reglamentación o resolución específica que permitiera la aplicación concreta de la ley.


Los/as profesionales se mostraron indignados con la justificación esgrimida por sus
colegas, que despertaba las mismas sospechas. Explicaron, entonces: "eso no es cierto, no
hace falta nada para que la puedan hacer, son excusas", y aclararon que existía una ley nacional

que consagraba este derecho en todo el país, y que afectaba a todos los subsectores del
sistema sanitario (obras sociales y empresas de medicina prepaga).

Durante una consulta con la ginecóloga de una mujer afiliada a una prepaga, surgió que

Cuando la coordinadora del Programa de Salud Sexual y Reproductiva se refirió a las actuaciones abiertas
por este motivo en la Defensoría del Pueblo en una de las jornadas del curso anual de capacitación (2008),
desde el auditorio alguien voceó con picardía "no se niegan, es que no tienen los aparatos", y ganaron las risas.
Así, esta ironía compartida sugiere la misma sospecha, en cuanto a la práctica de recurrir a aquel argumento
en lugar de sostener una abierta negativa.
189
Se trata de la minilaparotomía o microcesárea, técnica promovida activamente por el servicio
190
Cuando una mujer respondió que tenía obra social y quiso saber si esto era un inconveniente para operarse
en este hospital, la profesional le explicó que sólo debía tramitar la autorización de la práctica por la oficina de
Auditoría de éste, para que desde allí se solicitara la autorización a la obra social a fin de percibir el reintegro
para el hospital. Si bien podría suceder que a partir de allí la obra social decidiera realizarla en una institución
de su gestión, lo más probable —vaticinó la profesional y con ello tranquilizó a la mujer— era que la autorizaran
sin hacer objeciones.

- 141
de la auditoría le exigían una nota de la profesional, en la que justificara la ligadura
tubaria que iba a practicar. La profesional cuestionó: "a vos te parece? Que el médico tenga
que explicar, ¡como si fueran los padres, y las mujeres no pudieran decidir por sí mismas!". Le
respondió a la mujer que tenía que pelear, "sin putear, para no calentar a nadie", porque

estaba reclamando por un derecho, amparada por una ley (notas de campo). O sea, frente
a la obligación legal de proveer esta práctica sin costo extra para sus afiliadas, obras
sociales y empresas de medicina prepaga solicitaban justificación médica para la
intervención indicada. Esto implicaba limitar el acceso, sin que bastara la propia decisión
de la mujer para ello, como expresó la médica. Asimismo, esas entidades vigilaban la
labor profesional mediante la exigencia de estudios de imágenes que sostuvieran la
indicación de la práctica indicada, limitando la estrategia que, en efecto, tenía la
ginecóloga, quien me contó que había planeado pasar la intervención como si tratara de
una operación por quiste de ovarios. Esto revela la práctica profesional que en ocasiones
permite disponer y articular recursos de distintos subsectores, al costo de fraguar registros
médicos para facilitar la realización de esta práctica.

Se dispuso, entonces, a redactar una pequeña nota, que me extendió para que leyera,
después de preguntarme el número de la ley. Allí expresaba: "La Sra... solicitó la práctica
que sería realizada por elección de acuerdo con lo que establece la ley 26.130". De esta forma, se

negó a justificar la intervención en términos biomédicos, y enfatizó la decisión de la mujer


como motivo de la prescripción de la ligadura. Además, le explicó a la mujer que un
artículo de esa ley menciona especialmente el alcance a las obras sociales y prepagas.
Éstas, compartió en voz alta, hacen la diferencia con lo que se ahorran cuando sus
afiliados van al hospital público, lo que implica sacar el lugar a los que no tienen otra
posibilidad, porque consume escasos recursos. Esta valoración de los recursos públicos,
por su capacidad redistributiva, refuerza la acusación de una estrategia evasiva y en
procura de mayor rentabilidad por parte de esas corporaciones.

Cuando nos quedamos a solas, me dijo que aunque no puede evitar enojarse con los
médicos que derivan a este hospital porque "somos nosotros los que ponemos la cara", es la

gente la que tiene que reclamar, aunque no todos tienen recursos para hacerlo, como la
última mujer que acababade atender (notas de campo). Expresó así una caracterización

142
corriente entre los/as profesionales de las mujeres que se atienden en el hospital público,

que enfatiza la incapacidad o dificultad de reclamo y ejercicio de derechos. Pero al mismo

tiempo, eso de "poner la cara" refiere, por un lado, al hecho de recibir a mujeres que

fueron rechazadas en otros servicios, y a quienes los/as profesionales dicen que tendrían

que reenviar al servicio que las derivó, a fin de insistir y apelar a la nueva legislación,

aunque la mayoría dice que no lo hace. Por otro lado, el comentario puede ser vinculado a

la representación de éstas como potenciales litigantes, como expresó la jefa del servicio

(arriba citada).

Intervenciones del Programa de Salud Sexual y Reproductiva y la Defensoría

Este escenario institudonal, donde no todos los servicios brindan la posibilidad de

acceder a la ligadura tubaria planteaba, para la ftmcionaria a cargo del Programa de Salud

Sexual y Reproductiva, la necesidad de resolver "cómo equipamos, capacitamos y


jerarquizamos este recurso [las intervenciones de anticoncepción quirúrgica] dentro del
sistema". En situación de entrevista, señaló como una de las dificultades del sistema
relativas a la provisión efectiva de la práctica de ligadura tubaria:

F: [ ... ] cómo organizar el tema quirúrgico: las horas de quirófano, los anestesistas, la
jerarquía del pedido. En este momento, a ciertas dificultades operativas, siempre la excusa
es "bueno, y, entre operar un cáncer y una ligadura..." (acompaña con un gesto que da a
entender que, en rigor, no se plantea alternativa) [...] bueno, es cierto, hay una prioridad,
pero bueno, también sabemos que las necesidades, para cumplir con anticoncepción
quirúrgica, son de menor complejidad que las que necesitamos para un cáncer (Coord. del
PSSyR gestión 2006-2008).

Las condiciones de precariedad por las que atraviesa el sector sanitario público

constituyen el telón de fondo sobre el cual se asignan prioridades. Como reconoció

críticamente la coordinadora del Programa, las elecciones a la hora de atender

prioritariamente algunas cuestiones (y no otras) con el argumento de la escasez de

recursos revela una estrategia de resistencia a la provisión de esta práctica. Puesto que los

143
recursos disponibles son limitados por definición, tal escasez es siempre, en alguna
medida, relativa: las dificultades son innegables, pero la asignación de prioridades en la
tarea asistencial cotidiana exige la toma de decisiones 19 basadas en la legitimidad

diferencial de las distintas intervenciones quirúrgicas y, en lo que a la ligadura se refiere,


en la construcción de ciertas mujeres como "candidatas" a esta práctica.

Las "negativas encubiertas", como las señaladas, son más frecuentes que los casos en los
que se plantea abiertamente una negativa, según dijo. Además, reconoció, constituyen
una estrategia discursiva común entre los/as profesionales de la medicina.

Frente a estas prácticas profesionales —desalentar o no brindar ciertas prestaciones


médicas de acuerdo con principios personales que, asumió, son de buena fe— la estrategia
que se proponía desde el Programa era "seguir trabajando en la capacitación y en la
sensibilización" de los/as profesionales. Esto, con la intención de otorgar mayor prioridad,
de la que actualmente gozan, a los "derechos de las personas ", y con ello a la atención de los

pedidos de ligadura, entre otras cuestiones vinculadas a la salud sexual y reproductiva.


De cara a la no disponibilidad de recursos técnicos en todos los servicios del sistema
público, y ya que la demanda de esta práctica no era masiva, la estrategia planeada
apuntaba a la identificación de "centros de referencia geográficamente distribuidos dentro del
ámbito de la ciudad [lo que] sería como una manera de descomprimir". Esto se llevaría a cabo

"aceitando" los circuitos de referencia hacia los servicios que efectivamente se comportan
como proveedores de esta práctica. Esto, además, se consideraba económicamente más
eficiente e implicaría "jerarquizar los espacios que están de hecho trabajando ". Debido a la
inserción institucional y la capacidad presupuestaria del Programa, sin posibilidades de
orientar el financiamiento para ampliar la oferta de esta práctica en los servicios que
podrían ser "elevados" a la categoría de "centros de referencia", esta jerarquización sería

Decisiones que pueden ser pensadas como "más o menos trágicas", adaptando la formulación desarrollada
desde la sociología de la medicina —"decisiones trágicas"— para el análisis de las elecciones profesionales que
comprometen la vida de los enfermos en función de la asignación de recursos escasos (por ejemplo, órganos
para transplantes, medicamentos, tratamientos).

144
básicamente simbólica. 192

Esta gestión sostuvo un trabajo conjunto con la Defensoría del Pueblo en cuanto a la

anticoncepción quirúrgica, tanto femenina como masculina, como eje de una iniciativa
que tenía por objeto garantizar "la accesibilidad de los derechos sexuales y reproductivos ",

especialmente en torno a aquellos que generaban conflicto entre los actores sociales
intervinientes, según expresó la coordinadora del Programa. Así, por ejemplo, se

involucraron en la elaboración de un modelo de consentimiento iriformado 193 que fue

sometido a la discusión con los/as profesionales durante una jornada del curso de

capacitación. Se esperaba validarlo erí esa oportunidad, a través de su tratamiento


colectivo, sin que fuera obligatoria la adopción del formato que se logra ra .194 La

implementación de este instrumento fue presentada como ima estrategia que permitía a
los/as profesionales "cubrirse las espaldas ". También para resguardar a las mujeres de

tornarse objeto de la realización compulsiva de la ligadura y combatir "la fantasía de


políticas de esterilización ", como refirió la coordinadora del Programa) 15

Consideró, además, que el síntoma del conflicto lo constituyen las denuncias por negación

de las prácticas de ligadura solicitadas, ya sea realizadas ante la Defensoría del Pueblo o

conocidas a través de la difusión de los medios de comunicación masiva. Ante mi relato

sobre la llegada al servicio donde hacía trabajo de campo, de una mujer que había

acudido a varios centros de salud para solicitar la interrupción del embarazo encuadrado

192
De acuerdo con lo establecido en la ley 418/00, con el primer millón de pesos de la recaudación anual del
Bingo (decreto P.E.N. 1772/92 y ordenanza 47.731, art. 39), se financia la adquisición de bienes y servicios no
personales del Programa. En cuanto a los recursos humanos, son los propios de los diferentes servicios de los
hospitales y centros de salud del Gobierno de la Ciudad. En consecuencia, perciben un salario, con excepción
de los concurrentes que trabajan ad honorem, que paga el gobierno del presupuesto global de la Secretaría de
Salud, destinado para ello y no específicamente para el Programa. Asimismo, los recursos físicos son los
propios espacios hospitalarios o centros de salud, también financiados a partir del presupuesto general
destinado a tal fin, y/o el presupuesto asignado a cada hospital.
193
Estaba prevista la elaboración de un modelo para ligadura y otro para vasectomía, pero la discusión giró en
torno al primero.
194
En la reunión mensual de octubre de 2007. Casi un año más tarde, los modelos de consentimiento para
ambas prácticas fueron enviados a través del mailing del Programa a los/as profesionales inscriptos en el
curso.
195
Haciendo referencia, a la posibilidad expresada durante la jornada del Consenso de Expertos y durante los
debates parlamentarios, como se vio en el capítulo II.

e 145
en una de las situaciones que se consideran no punibles, 196 manifestó:

E...] no se resuelven del modo que uno quisiera que se resuelvan, con un costo mucho
menor. [...] si se terminó resolviendo eso no generó un conflicto, le generó un conflicto a la
señora seguramente, que viene dando vueltas históricamente desde otras instancias [...] la
gente termina enojándose mucho o pidiendo que alguien le ofrezca, y entonces las cosas se
hacen por otro camino. Acá, que no sé qué hospital es pero me imagino, porque a mí
también me llegó el cuento, frente a la resolución del conflicto, con todo lo dificultoso, a la
señora se le terminó resolviendo el problema (Coord. del PSSyR, gestión 2006-2008).

Como se ve, en tanto las demandas no alcanzaron estado público, 197 esta funcionaria negó

el conflicto en torno a ciertas prácticas y con ello minimizó el costo personal y las

dificultades para las mujeres que las procuran recorriendo complicados circuitos. Al

mismo tiempo, resaltó la existencia de "mecanismos por los cuales las cuestiones se van
resolviendo". Éstos involucran, como se lee en el fragmento, la insistencia y el enojo, pero
también el dominio de cierta información por parte de las propias interesadas: "Van al

[hospital "de referencia"] ¡porque responden! La gente no come vidrio, la gente va donde le

solucionan los problemas ". Por otro lado, es la disposición de profesionales que rigen sus
prácticas de acuerdo con las normas lo que garantiza que, en algún punto de esos

recorridos, las mujeres puedan encontrar la respuesta que buscan a su demanda.

Con la intención de "saber cómo responde el sistema también, qué compromiso tiene la

conducción de cada uno de los centros de salud", es decir, de qué modos se implementaba la
politica de acceso a la práctica de ligadura en cada servicio, desde el PSSyR se estaban

realizando visitas sistemáticas a cada uno de ellos, para entrevistar tanto con el director/a

e
196
Esta funcionaria es la autora del protocolo o procedimiento para la atención profesional de prácticas de
abortos no punibles (de acuerdo con una de las interpretaciones del Código Penal, art. 86, inc. 1° y 2°, que,
vale señalar, no es la más amplia), sancionado a través de la resolución 1.174 del Ministerio de Salud del
GCBA en mayo de 2007, meses antes de la entrevista.
197
Momentos antes había contrastado la falta de "casos" en la ciudad con experiencias recientes de solicitudes
de aborto rio punible en otras ciudades que habían sido visibilizadas ampliamente a través de medios masivos
de comunicación. El silencio de estos medios en lo que respecta a las demandas en la ciudad de Buenos Aires,
lo atribuyó al efecto replicador de las recomendaciones puntuales que emergieron de la Defensoría, ya que
consideró que contribuyeron al reconocimiento, desde las instituciones de salud, de los derechos de las
r) personas.

146
como con el equipo profesional. 198 Con ánimo optimista y concifiador, la estrategia
explicitada no incluía la toma de medidas de sanción: según su coordinadora, ésta sólo se
justificaría tras el incumplimiento de una recomendación de la Defensoría. Confiaba en
que la presión por intervención de esta agencia contribuyera con la alineación de las
prácticas profesionales a las normas) 99

El personal de la Defensoría del Pueblo se mostró menos optimista que la coordinadora


del Programa en cuanto a los mecanismos de resolución y acceso efectivo a la ligadura.
Desde esta agencia se reconoció que el hecho de no recibir denuncias no era sinónimo de
que estuviera garantizado tal acceso. A ese efecto, esperaban contar con los resultados de
un relevamiento de la situación en los distintos centros sanitarios. 200 También se advirtió
que la negación del acceso a las prácticas de anticoncepción quirúrgica es pasible de
sanción. Incluso, en ese momento llevaban adelante una actuación de oficio 201 contra un
hospital que rechazaba sistemáticamente los pedidos de ligadura tubaria.

Como parte del trabajo conjunto de la Defensoría con el Programa, a los pocos días de
sancionada la ley 26.130/00, el PSSyR convocó a esta Defensoría para presentar la ley. Esto
tuvo lugar en el marco del Curso anual de capacitación de los servicios que implementan
el Programa, denominado "Dilemas y controversias en salud reproductiva", y contó con
la exposición de profesionales del servicio donde hice el trabajo de campo, convocados/as
en función de su experiencia en la realización de ligaduras.

198
Varios meses más tarde, habiendo cambiado la conducción del Programa, todavía no contaba más que con
cifras tentativas acerca de las prácticas de anticoncepción quirúrgica efectivamente realizadas en los servicios.
Allí la coordinación adelantó la intención de modificar las planillas de registro de prácticas del Programa para
incorporar "consulta por - ligadura", "prequirúrgico para ligadura", etc. (aunque a riesgo de que se
superpongan los datos). Se planeaba acordar con Estadística del GCBA un código para egreso por ligadura
que se registraría en las historias clínicas. Si bien sería lo ideal, estimaban difícil que así quedara registrado en
los libros de quirófano.
199
En uno de los encuentros mensuales con los referentes del Programa, ridiculizó la reacción de quienes son
observados por esta agencia: imitó una exagerada actitud de desmentida que sugería una negativa previa:
"jpero si acá le podemos hacer la operación! Nadie le dijo que no".
200 Este relevamiento era realizado por una antropólogá que se desempeñaba en la Residencia
Interdisciplinaria de Educación para la Salud en el marco de su rotación profesional por esta Defensoría.
201
Se denominan así las actuaciones por iniciativa propia de esta agencia, es decir, sin que medie reclamo
particular.

147
Según me relataron las empleadas de la Defensoría,predominó entre los médicos/as una
postura de rechazo a atender pedidos de ligadura, argumentando "limitaciones
estructurales del sistema de salud" para prestar prácticas consideradas prioritarias, temor a
juicios por de mala praxis, y problemas de equipamiento para practicar ligaduras.
Varios/as profesionales llegaron a plantear que apelarían a la objeción de conciencia "no
porque estuvieran en contra de la práctica sino porque estaban en contra de una política que
priorizaba algo que no era realmente una cosa de salud pública, como sí lo era el tratamiento del
cáncer de útero".

Las entrevistadas de la Defensoría se mostraron preocupadas y críticas con la propuesta


planteada por profesionales del servicio invitado, que "con toda la historia a cuesta de
ligaduras tubarias. A nuestra forma de ver era(sonriendo) ¡lo más! O sea, lo más rápido, si tenías
algún problema enseguida llamábamos ahí", pero en aquella oportunidad:

L: Lo que plantean ellos, luego de las discusiones que hay sobre el tema de la

judicialización de las enfermas mentales, 202 de cómo se resolvía ese tema que también era
algo conflictivo, es que en realidad están decididos a no aplicar la ley como está en la

normativa, ¿no? La ley nacional dice que por voluntad de la persona que lo solicita. Lo que
(levantando la voz) propone el [hospital "de referencia"] al resto de los hospitales, luego de

que nosotros habíamos hablado y habíamos dicho esto, es que apliquen lo que el [hospital

"de referencia"] venía aplicando. [pregunté de qué se trataba] Ante indicación médica.
Indicación médica con, muy, con una restricción bastante importante, digo. Ellos tienen

armado desde hace bastante tiempo un semáforo donde hay ciertas situaciones

(Licenciada en trabajo social, empleada en el área de salud de la Defensoría) (el resaltado


me pertenece).

File la primera vez que escuché hablar de este instrumento —el "semáforo"—, ya familiar
para el personal de la Defensoría, y del cual enseguida me ofrecieron y entregaron una
copia. Relataron, entonces, una suerte de lobby realizado por el servicio, que promovía la
adopción de este "semáforo" como dispositivo para decidir, en cada caso, si realizar o no

202La ley 26.130/06 en su art. 3 establece "cuando se tratare de una persona declarada judicialmente incapaz, es
requisito ineludible la autorización judicial solicitada por el representante legal de aquella".

148
la ligadura de trompas solicitada por las mujeres. La propuesta, interpretada desde esta

agencia como un retroceso en relación con la liberalización que la flamante ley venía a

promover, dio lugar a:

[...J una pelea así, atroz, porque bueno, nuestro abogado por supuesto se puso a tratar de
aclarar que acá ya el médico no tenía nada que hacer, nada más que, justamente, darle
lugar al pedido. O sea, no tenía ni que justificar la intervención. O sea, con el sólo hecho de
tener un consentimiento informado de la persona y su solicitud, tenía que directamente
acceder a la práctica (Lic. en trabajo social, área de salud de la Defensoría) (el resaltado me
pertenece).

A partir de esta diversidad de prácticas profesionales -rechazar, derivar, denunciar,

proveer- la Defensoría desplegó estrategias que se tensaban. Por un lado, a través de la

negociación informal con los servicios que estarían dispuestos a practicar la ligadura, por

su inclinación favorable o "amigable", sin llegar a tomar medidas de mayor envergadura

para con aquellos que derivan sin más. Por otro lado, con la promoción enfática de la

obligación legal de cada servicio que cuente con las condiciones materiales apropiadas de
organizar sus propios recursos para garantizar la atención de los pedidos de esta práctica.

En este sentido, cuando algunos meses más tarde esta agencia fue nuevamente convocada

por el PSSyR, una de las expositoras bogó por "no naturalizar el rechazo que imponen las

direcciones de los hospitales a estas prácticas", que llevaba a "derivar sistemáticamente a los
servicios que sí realizan: ésta no es la forma". El auditorio no respondió públicamente a esto, a
pesar de que continuaba siendo una práctica frecuente.

Otra cuestión, más relevante aún, que no merecía un posicionamiento crítico por parte de

la Defensoría respecto del planteo de este servicio, era la naturaleza de la indicación

médica, ya que se identificaba con la aplicación del "semáforo" propuesta. Aí, la

indicación médica quedaba ligada a los criterios de distinto orden que este dispositivo

incorpora para decidir la conveniencia de la realización de la práctica sólo cuando no los

) transgreda, criterios que ponen en cuestión la autonomía de la mujer aunque,

paradójicamente, se sostenga que tiene por objeto resguardarla.

***

149
Las nuevas "reglas de juego" en el campo de la política pública aquí abordada surgen de

un proceso de construcción social que se cristalizó formalmente a través de la redefinición

legal que más recientemente estableció que la práctica de ligadura tubaria no está

supeditada al criterio de los/as profesionales de la salud. Pero las normas, como mostré

con el análisis de la diversidad de prácticas de los distintos actores sociales, involucran la

posibilidad constante de desafío, resignificación y validación. En este sentido, cabe

resaltar las nuevas formas en que se expresan las resistencias en este novedoso contexto

legal, a través de cierto "desplazamiento" de argumentos, tanto por parte de quienes ya

las habían manifestado abiertamente, como de aquellos que, según los términos de esta

entrevistada, "tenían una visión más flexible". Esto revela la complejidad que adquiere la

implementación de la política propuesta a través de la ley.

En la construcción de esta política particular, el servicio en cuestión se constituyó, a través

de sus prácticas, como servicio "de referencia" o "amigable", tal como fue referido por

funcionarios/as del Programa, y la Defensoría, entre otros actores que comparten esta
perspectiva, incluidas las mujeres que procuraban ligarse las trompas. El reconocimiento

en estos términos justifica la estrategia de "sensibilización" mencionada desde la

coordinación del Programa, y que incluye la práctica de tender relaciones personales con

los sujetos:

[ ... ] hay lugares donde empezamos un camino un poco más amigable con profes-, (se
corrige) algún profesional que no es que lo hace porque no le queda más remedio sino
porque entiende que es una práctica que tiene que ver con los derechos de las personas y
que es accesible pero, es todavía como... como la predisposición así de, de buena voluntad,
de compromiso [ ... ] (Coordinadora del Programa, gestión 2006-2008).

Como se lee en el fragmento, el acceso a la práctica —en la práctica— se inserta en un campo

que lleva a considerar atributos como la "predisposición" y el "compromiso" de los/as

profesionales, por contraste con aquellos que no los tienen, quienes actúan bajo el peso de

150
las normas, "porque no le queda más remedio "203 Tales atributos remiten a lo que Fassin
(2003) refiere en términos de la arbitrariedad con que se ejecutan los lineamientos
formales de la política, y que hace a la buena o mala voluntad de los agentes encargados
de darles cumplimiento. 204 Esto obliga a considerar las condiciones sociomorales en que se
despliega la política en cuestión. Veamos entonces este contexto a partir de las formas en
las que la ligadura se manifiesta (o no) como una alternativa anticonceptiva en el servicio
"de referencia".

203
Puesto en estos términos, queda claro que la sanción no era la vía de acción que la coordinadora
consideraba posible desplegar para dar cumplimiento a las normas, de ahí su insistencia en la participación
colectiva para la implementación de aquellas y, con eso, la satisfacción de los derechos consagrados.
204
En su análisis de las políticas del gobierno francés de regularización de inmigrantes y de ayudas sociales a
desocupados, la otra figura que menciona en la aplicación desigual de una misma medida es la contingencia
(humor, cansancio, confusión de los agentes, etc.).

151
CAPÍTULO V

LA LIGADURA TUBARIA EN DISTINTOS ESCENARIOS

En este capítulo abordo las condiciones en las que se manifiesta el recurso a la ligadura en

el cotidiano del servicio "de referencia" para esta práctica. Al tiempo que recupero su

dinámica de trabajo en materia de salud reproductiva, a partir de las prácticas observadas

y referidas por profesionales y mujeres que se atendían en este servicio, describo y analizo

las modalidades en que el tema de la ligadura es puesto en escena en los distintos

espacios de atención del servicio. Asimismo, recupero las condiciones de aparición de la

ligadura en el ámbito "privado" de la atención de la salud. Este análisis revela

construcciones sociomorales acerca de la sexualidad y representaciones acerca de las

mujeres que se expresan en, y organizan, modos de gestión diferenciales para el acceso a

esta práctica en las instituciones hospitalarias y la atención "privada". Las prácticas en

uno y otro ámbito implican, además de modos particulares de tensión de las normas, la

reproducción y refuerzo de relaciones de desigualdad que operan en detrimento de las

mujeres de menores recursos.

La "consejería en anticoncepción" y (eventualmente) la "consejería para ligadura"

Con la intención explícita de reforzar un modelo de atención basado en la "prevención" y

la "optimización de las oportunidades" a partir del contacto de la población con el sistema

de salud —como acostumbraba repetir la autoridad del servicio— tienen lugar las

actividades de "consejería en anticoncepción" en aquellos espacios. Asimismo, la rutina

de atención incluye la prescripción de estudios de laboratorio y ginecomamarios para la

KJ detección de enfermedades, sin que esto dilate la prescripción de un método

anticonceptivo así se trate de la primera consulta de una mujer que quiere adoptar un

152
método: éste es prescrito sin contar con los resultados de los estudios 205 que, de todas

formas, se solicitan a posteriori. Esta modalidad —y el hecho de que licenciadas obstétricas

con especialidad en salud reproductiva estén habilitadas a prescribir métodos- 206 todavía

es objeto de controversia en la tocoginecología, ya que una perspectiva médica más

conservadora sostiene la necesidad de contar con los estudios antes de adoptar un método

que debe ser indicado por un/a profesional médico. 207

El orden de prioridades que supone prescindir de tales estudios a la hora de adoptar un

anticonceptivo, es compartido por la coordinación del PSSyR, desde donde se advirtió la

urgencia que ameritan y con la que deben ser resueltas las consultas por anticoncepción, y

se bogó por: "no indicar una chorrera de estudios". En este sentido, durante una jornada del

curso anual, el expositor invitado —Coordinador del Programa de Atención Posaborto de

la Dirección Nacional de Salud Materno Infantil del Ministerio de Salud de Nación y

médico de guardia del servicio "de referencia" para ligadura— planteó que para colocar un

DIU no hay necesidad de tener un Papanicolau hecho, ya que —aclaró— es preferible tratar

un cáncer con DIU, que un cáncer con embarazo (y citó el caso que terminó con la muerte

de la mujer embarazada en Santa Fe, "y los médicos con un flor de juicio"). La difusión y

adopción de medidas anticonceptivas —a través de la atención "urgente" de las consultas

por anticoncepción— constituye, como subyace al comentario del invitado, la estrategia

privilegiada para la prevención de la mortalidad materna por aborto 208 explicitada por
parte de actores, como en este caso, vinculados al gobierno local y nacional. En este

sentido, este profesional resaltó que el descenso reciente de la participación del aborto

205 Papanicolau y colposcopía para el DIU, análisis de laboratorio para las píldoras anticonceptivas
206
Como esta formación no habilita a estas profesionales a colocar DIUs, cuando están a cargo del consultorio
deben solicitar que un profesional obstetra acuda a realizar esta maniobra. Sin embargo, esto contradice la ley
de farmacia, según me explicó una de las obstétricas que se desempeña en el consultorio de salud
reproductiva. Por otro lado, la farmacia del hospital —donde se retiran los métodos anticonceptivos— sólo
admitía recetas de profesionales médicos que tenían su firma registrada allí. Las obstétricas de este
consultorio, entonces, acostumbraban tener recetarios en blanco pero firmados y sellados por otras
profesionales del servicio, a fin de agilizar la prescripción del método.
207Se alinean en esta perspectiva conservadora quienes plantean que es menester conocer las maniobras
abortivas —cuando éstas fueron realizadas— a fin de brindar la asistencia médica indicada, fundamento del
"interrogatorio" antes mencionado.
208Las muertes por aborto en el país representaban la principal causa de muerte entre las que se asocian al
evento reproductivo o "mortalidad materna" (Dirección de Estadísticas e Información de Salud, 2009).

153
entre las causas de estas defunciones obedecía a varios factores: las acciones promovidas

desde el programa que coordina —"trato humanizado" y atención de la urgencia que


significa un aborto en curso, y "consejería en anticoncepción" antes del alta, en un marco

respetuoso de los "derechos sexuales y reproductivos"; la difusión del aborto

medicamentoso, en tanto prácticas de las mujeres, y las actividades del PSSyR, a través de

la provisión de anticonceptivos. Aclaró, incluso, que se debía supeditar el alta a la

realización de la "consej ería en anticoncepción" —porque "esto es hacer prevención"— y no

tanto a los parámetros clínicos que suelen fijarse para ello. La exageración que implica

jerarquizar aquel criterio para establecer las condiciones del alta de mujeres internadas

por aborto, aun cuando no pueda entenderse literalmente, viene a reforzar la prioridad

asignada a la adopción de medidas anticonceptivas como estrategia para evitar el recurso

al aborto. Esta perspectiva es la que organiza en gran medida las actividades de

"consejería" arriba comentadas, y asigna un lugar especial a la promoción de la adopción

de medidas anticonceptivas de las mujeres internadas con motivo de un aborto (que

adquiere características particulares, como mostraré más adelante). Veamos ahora cómo
se plantea la ligadura en el cotidiano del servicio, y especialmente a través de las

actividades de "consej ería en anticoncepción".

Los días que funcionaba el consultorio de "consejería para ligadura", al mismo tiempo

que el consultorio "general" de salud reproductiva, era común que unas pocas mujeres

citadas para el día aguardaran a la ginecóloga que atiende en el primero de ellos por la

mañana. La identificación de la profesional dentro del servicio "de referencia" facilitaba la

consulta "espontánea" —es decir, sin turno— por parte de mujeres derivadas desde otros

servicios, como se vio, generalmente con una nota firmada por el/la profesional que le
indicó el circuito a seguir.

No obstante, más allá de la intención del servicio de concentrar las consultas por ligadura,

éstas también se presentaban en el espacio "general" del consultorio, no sin que esto

produzca un intercambio de miradas entre las presentes, tal como pude observar,
incluyéndome en esta interacción con la profesional a cargo y la mujer que consultaba. En

ocasiones, una respiración profunda por parte de aquella, precedía a las preguntas y

explicaciones que acostumbraban seguir. Este pequeño gesto de incomodidad puede

154
considerarse, ya dentro del consultorio, 209 una de los primeras marcas que. distinguen y
transmiten la complejidad del tratamiento particular de esta práctica. Podría ser que esas
reacciones surgieran simplemente de la sorpresa; siendo que existía un consultorio
especializado para atender consultas con motivo de ligadura. Pero no deja de ser
significativa, puesto que el consultorio de salud reproductiva era, como se dijo, el espacio
dedicado exclusivamente a realizar la "consejería en anticoncepción". Esta actividad
también era realizada por las parteras en el marco del "curso para el parto" y en la sala de
la maternidad, coordinadas por la única de ellas que tiene nombramiento de planta. La
asignación de la coordinación a esa profesional puede entenderse como una forma de
garantizar la continuidad de estas tareas, centrales en el "perfil" del servicio.

El espíritu que caracteriza esta "consejería", de acuerdo con los/as profesionales, coincide
con la modalidad en que generalmente ésta se despliega en las consultas, según pude
observar: sobre todo cuando se trataba de una "consulta de primera vez" a este
consultorio, los/as profesionales dedicaron un tiempo generos0 210 a presentar más o
menos detenidamente la gama de métodos anticonceptivos disponibles en el hospital y las
ventajas y desventajas de cada uno de ellos. Esto apuntaba a permitir —como muchas
veces se explicitaba frente a las mujeres— que sean ellas quienes elijan el método de su
preferencia, que les resulte más cómodo y/o les de más confianza. Acostumbraban aclarar
que no necesariamente la decisión debía ser compartida por su compañero (sobre todo
cuando se hacía evidente que éste se desligaba de las medidas anticonceptivas), aunque
celebraban la presencia de sus compañeros en la consulta, y en el caso dé las mujeres que

209
Porque como se vio en el capítulo anterior, el acceso a este consultorio implica la exposición del motivo de
consulta ante la secretaria, a diferencia de otras prácticas.
210
Estas consultas solían insumir más tiempo que las "de seguimiento" ya que en esa instancia se completa.
una historia clínica específica de este consultorio, actividad que orienta el "interrogatorio" y compromete
especialmente la atención del/a profesional. Era común la queja por estas consultas, en función del mayor
tiempo que demandaban. La historia clínica recoge los datos personales: nombre, domicilio, número de
documento, fecha de nacimiento y edad, estado civil, máximo nivel de educación alcanzado y actividad
laboral. En ocasiones también son solicitados algunos de estos datos referidos a su pareja, aunque, si bien
constan en el formato impreso, no siempre ni todas las profesionales indagan esto. Se evalúa el "riesgo social"
a partir de preguntas sobre adicciones -drogas, alcohol- y violencia familiar y sexual, básicamente. Luego, se
indaga sobre: edad al momento de la menarca y características de los períodos; edad de la primera relación
sexual, cantidad de parejas sexuales y frecuencia de encuentros sexuales. Por último, se reúnen los
antecedentes bstétricos -embarazos, partos, abortos-, y las patologías padecidas.

155
solicitaron la ligadura, la ginecóloga les agradecía especialmente el gesto de estar

acompañándolas. Al mismo tiempo, siempre que éstas (las mujeres que plantearon su

intención de ligarse las trompas) estaban solas, esta médica indagó la opinión de su

pareja, sin cuestionar la respuesta, que siempre indicó que la decisión era compartida por
la pareja.

El consentimiento escrito del compañero de la mujer para acceder a la práctica —requisito

antes habitual en el servicio, y todavía corriente en otros servicios— ya no es solicitado.

Cuando una mujer que había completado los estudios prequirúrgicos consultó con la

ginecóloga, mostró el formulario de consentimiento informado que había firmado ella, y


en un margen, su marido, quien de puño y letra expresaba "autorizo a mi esposa... ". La

médica le preguntó porqué había firmado él, y ella sorprendida preguntó "Está mal?".

La profesional le aclaró que la decisión sobre su cuerpo sólo le competía a ella misma, y

que ni su marido ni ella como doctora podían decirle que no si era lo que quería. Y
agregó: "Que la decisión sea compartida con tu marido es perfecto, pero si él no quisieray vos sí,

acá te ligamos igual. Antes se pedía la firma del marido como un resguardo, se pedía de todo,
cuando era ilegal, pero ahora sólo hace falta tu firma"(notas de campo). Así, al tiempo que la

profesional se refirió a las condiciones legales que recientemente habían reconocido el

derecho a esta práctica por decisión personal, justificó la medida que el propio servicio
había implementado anteriormente. 2 11 Con esto, pasó por alto su propia práctica de

preguntar sistemáticamente si la decisión había sido consensuada con su pareja,


circunstancia positivamente valorada: "es perfecto ".

Esta modalidad de indagación entrañaba la posibilidad de que las mujeres ocultaran la

oposición de sus compañeros —y a aquellos, la decisión de ligarse las trompas— como

expresó una trabajadora social del servicio, quien reivindicó el derecho de las mujeres a
elegir esta práctica para no volver a quedar embarazadas. 212 No obstante, esta forma de

Cuestionada, como se vio en el capítulo II, por magistrados/as, funcionarios/as de la Defensoría, y


legisladores/as, entre otros actores sociales.
212
En el próximo capítulo abordo una de sus intervenciones profesionales por ella relatada, dando lugar a
prácticas y sentidos que tensionan estas declaraciones en situación de entrevista, alineadas con el discurso de
derechos hegemónico en este servicio.

156
averiguar la opinión del compañero de la mujer revela que sigue vigente la consideración

del cuerpo de la mujer en relación con otro. Las mujeres que conocí en la sala de espera

expresaron esta tensión cuando, por ejemplo, una de ellas, que había ido a la consulta

acompañada por su marido me dijo: "aunque a él no esté de acuerdo, yo ya no quiero tener más

hijos, por eso me quiero ligar. Y como está de acuerdo, mejor que lo sepan", y le dirigió una
mirada, destacando así su presencia. Otra, que controlaba en el servicio su embarazo, pero

que iría a parir a otro hospital (por las obras en el centro obstétrico), en uno de los

encuentros, ya cerca de la fecha de parto, me dijo que tenía el consentimiento y que se lo

haría firmar su compañero, por juzgar que "no va a estar de más ".

Al exponer la diversidad de métodos anticonceptivos disponibles, las más de las veces la

ligadura tubaria no fue mencionada entre las opciones. 213 Se presentaron los métodos

hormonales (píldoras e inyectables, incluidas las píldoras para el período de lactancia y,

en menor medida, la anticoncepción de emergencia), dispositivos intrauterinos (DllJs) y

preservativos masculinos, generalmente enfatizando que todos ellos tienen un mínimo

margen de error. Asimismo, subrayaron su carácter reversible, y aclararon que podían ser

abandonados cuando quisieran embarazarse. Más rara vez, explicaron que esta

reversibilidad implica que pueden cambiar de uno a otro si el que hubieran adoptado no
les resultara cómodo o les trajera algún inconveniente.

Las ventajas y las desventajas de los distintos métodos fueron mencionadas en términos
relativos, comparando las facilidades y dificultades que unos y otros tienen, tanto para su

implementación como en cuanto a los efectos secundarios -beneficiosos y adversos- que


podrían tener, y generalmente sin hacer (o al menos no muy abiertamente) juicios de

valor, por ejemplo:

213
Y más excepcional todavía, fue que se mencionara la vasectomía como una alternativa anticonceptiva para
la pareja. Los/as profesionales apelaron a la falta de hábito en la atención de varones al responder sobre la
rarísima mención de esta práctica. Si bien no es objeto de esta tesis, quiero llamar la atención sobre este
argumento, puesto que la referencia al otro método de empleo masculino —el preservativó— es infaltable. La
prevención del VIH/sida obviamente justifica el énfasis en este método, pero al considerar el tipo de
información que se brinda a unos y otras al mencionar las opciones quirúrgicas, se manifiestan construcciones
sociales que pueden contribuir a explicar esta diferencia (que puesta en números de cirugías realizadas es
impactante: hacia mediados de 2008, en este hospital se habían realizado 5 vasectomías y más de 200
ligaduras).

157
o
"El DIU sólo hay que controlarlo cada X tiempo, no tenés que estar pendiente de tener a
mano el preservativo. Las menstruaciones pueden ser más abundantes, más prolongadas,
más dolorosas, con sangrado intermenstrual, más flujo... pero todo esto puede no ser un
problema si no te molesta, no es una enfermedad."

"La ventaja de las pastillas es que son más efectivas, tienen beneficios cosméticos (acné),
previenen algunas enfermedades como cáncer de ovario, alivian el asma, suelen
regularizar los períodos. Y los problemas: hay que recordar tomar siempre a la misma
hora, requieren constancia, prolijidad, que cuando tenés un bebé tan chiquito es difícil."
(notas de campo)

En ocasiones, las mujeres parecían perturbadas e indecisas ante la presentación de las


opciones, que procuraba no inducir la elección del método, y preguntaron al/a profesional
y buscaron insistentemente con la mirada, esperando les sugiriera alguno en particular.

Por el contrario, los tiempos que teóricamente implica la "consejería" algunas veces
fueron abreviados al lanzar la pregunta: "sabés con qué te querés cuidar?". Así, las
posibilidades de elección brindadas desde el consultorio se acotaban al no mencionar
todas las opciones, al tiempo que, en ocasiones, la oferta también se vio afectada por las
limitaciones estructurales y coyunturales de los métodos efectivamente disponibles.

En una oportunidad, la mujer que consultaba dijo que había estado la semana anterior y le
había explicado a otra doctora que quería ponerse un DIU. Aquel día se fue con la receta
para retirar el tes-t de embarazo de la farmacia del hospital y con turno para ese día —en
que observé la consulta— momento en que se inició su historia clínica. Trajo un frasco con
la orina por temor a no hacer bien la prueba (la profesional —una licenciada obstétrica— se
puso guantes descartables para ayudarla con la maniobra, pero le pidió a ella que destape
y luego que cierre el frasco). Al responder sobre su situación laboral —ella y su marido
trabajan a destajo en un taller de costura, a 60 centavos la prenda— contó que su marido se
quejaba: estaba decepcionado —dijo— porque hacían sufrir a la bebé, que a veces lloraba y
no podían atenderla, ya que cuando tenían una entrega que hacer no podían suspender la
labor, que podía extenderse entre las 7 y las 22 hs. La profesional le sugirió cambiar de
empleo, a limpieza, porque se pagaba mejor. No era novedad para la mujer, quien
respondió que le resultaría imposible teniendo dos criaturas. Y la profesional agregó: "por

158
9

Or
eso ni loca te podés quedar embarazada", en función de las condiciones de vida relatadas por

la mujer, consideradas inadecuadas para ampliar la familia. La mujer se mostró

intranquila mientras aguardaba el resultado del test. La obstétrica llamó por teléfono al

médico [jefe de unidad de obstetricia] que haría la inserción del D[LT. Cuando éste llegó se

fijó si disponía del material necesario y salió en busca de los elementos faltantes. En ese

momento la mujer expresó con preocupación, angustiada, que necesitaba ponérselo, que

el marido la había maridado, y que esa era la tercera vez que iba al hospital y volvía sin el
DIU. Rompió en llanto, entonces, y casi sin poder hablar y muy angustiada dijo que su

marido la retaba por embarazarse. Entonces la profesional le señaló: "decile a tu marido que

tu doctora dice que no te rete, que no es tu culpa: eso es responsabilidad de los dos ", y le sugirió
que hablaran de esto también en la iglesia, ya que eso les había ayudado con el problema

del alcoholismo de él. A continuación, algo recuperada, la mujer preguntó: "y la ligadura

de trompas, para no tener más hijos, ¿es peligrosa? ¿duele?"(notas de campo).

Evidentemente, esta mujer había tenido un contacto anterior con profesionales del

consultorio, en el que se le proveyó la prescripción para obtener el test de embarazo,

despues de manifestar que tenia intencion de colocarse un DIU. Pero en esa oportunidad

no fue formalmente admitida en el consultorio, ya que no había sido elaborada su historia

clínica. En aquella cita, la "consejería" o bien no tuvo lugar —y simplemente, una vez que

la mujer planteó que quería colocarse el DIU, se le indicó realizar la prueba que es
requisito— o bien no se mencionó la ligadura como una alternativa. Si bien algunos/as

profesionales manifestaron que las prácticas quirúrgicas de anficoncepción eran

incorporadas a la rutina de la "consejería en anticoncepción", otros/as expresaron que la

mencionaban sólo a mujeres para quienes consideraban conveniente (la definición de esta

"conveniencia", expresada en la noción de "candidatas", es analizada en el próximo

• capítulo). También podría haber ocurrido que la profesional que la atendió antes haya
desalentado esta posibilidad, y la mujer decidió, entonces, consultar a otra por esta
alternativa.

Esta última fue, de hecho, una secuencia observada en otra oportunidad: estaba a metros
O del consultorio de salud reproductiva cuando comenzó a oírse una discusión que venía de

alli. Al momento de salir la mujer se escuchó a la profesional, irritada y en voz

U 159
ip

considerablemente alta, lanzándole "te dije que no son motivos para querer ugarte, podés
probar otras formas, ¡ya te expliqué! ". La mujer, incomodada y al borde del llanto, no fue
muy lejos. La secretaria, que estaba al tanto de la situación (su despacho está internamente
unido al consultorio) abordó a la mujer: "vos estás segura que querés esto?", y ante su
respuesta afirmativa, le dio cita con la ginecóloga.

Así también, entre las historias clínicas recientes de mujeres que solicitaron y practicaron
la ligadura de trompas en el servicio, 214 en una de ellas una médica dejó registrado que
había solicitado "rutina pre quirúrgica para ligadura".215 Pasados veinte días la mujer había
retornado: "trae hoja de ruta completa. Derivo a consultorio preqx [prequirúrgico] ". Otra
historia clínica para esta misma mujer había sido iniciada cuatro meses antes por otra
profesional: "refiere aumento de peso [indica un cambio de pastillas], doy consejería
[subrayado en el original] por edad [31 años], doy consentimiento. Indico repensar decisión "216
En esta oportunidad -que habría sido la primera consulta de la mujer por la ligadura- los
estudios prequirúrgicos no fueron indicados porque la médica no juzgó conveniente
practicarla (en función de la edad de la mujer) y así postergó la posibilidad de realizar la
intervención solicitada. El retorno de la mujer al consultorio muestra su fuerte intención
de realizar esta práctica, y la posibilidad efectiva de realizar todos los estudios solicitados
en poco tiempo. Y sugiere, además, la estrategia de consultar con otra profesional, una vez

214 Cuando solicité este material me fueron entregados 3 biblioratos, uno de ellos rotulado "ligaduras y
vasectomías realizadas". Era notable la informalidad con la que algunas incorporaban información acerca de
la realización de la práctica —otras no lo hacían en absoluto—, ya que no todas registraban la fecha de la
operación y la técnica aplicada.).
215
Para ello se acostumbraba extender una "hoja de ruta", que indica el circuito de autorizaciones y estudios
prequirúrgicos indispensables para toda internación (y las prescripciones escritas para realizarlos). Incluye la
autorización de la Auditoría a fin de gestionar el reintegro por la operación cuando se trata de beneficiarias de
obras sociales, análisis de laboratorio, electrocardiograma, radiografía de tórax, y evaluación del "riesgo
quirúrgico" por parte de especialistas en anestesiología. La realización de éstos puede insumir algunos meses,
teniendo en cuenta las demoras en la entrega de turnos y resultados, además de la disponibilidad para la
atención efectiva tanto por parte la institución como de la propia mujer.
216
A pesar de que los/as profesionales deberían firmar las observaciones y prácticas realizadas en cada
consulta, en el caso de las consultas por ligadura, lo más frecuente es que no queden identificados/as, puesto
que ni firman ni sellan, a excepción de la ginecóloga. El resto de los/as profesionales comúnmente registran
que la mujer solicitó la práctica, y que realizaron la "consejería", entregaron el consentimiento y la hoja de
ruta con las órdenes para los estudios prequirúrgicos, y derivaron a aquella especialista. Aunque no indagué
cómo fundamentan los/as médicos la práctica de no identificarse, es posible que esta se vincule con los
temores tantas veces mencionados.

160
que la primera aconsejara reconsiderar la decisión por no considerar conveniente la
realización de la ligadúra

Información sobre la ligadura: qué se dice y qué se calla

A diferencia de lo registrado en aquella historia clínica (la más antigua), observé que en

las consultas por ligadura, el formulario de consentimiento informado sólo fue entregado

cuando se indicó la rutina de estudios prequirúrgicos (es decir, una vz que fue habilitada
la realización de la ligadura). Caso contrario, se dedicó algún tiempo a explicar en qué

consistía la técnica de ligadura realizada en el hospital, y sobre todo a informar sobre


otras opciones anticonceptivas reversibles, pero el consentimiento impreso no fue

entregado, aunque sí relatado como parte de la rutina ante los pedidos de ligadura en
situación de entrevista:

[ ... ] ahí empezamos a trabajar con lo que sería un semáforo, con el cual, bueno, vos ahí vas
viendo realmente, porque primero le das una información en un folleto ¿si? En la cual

bueno, se le explica ahí a la paciente qué es la anticoncepción quirúrgica ( ... ), este, cuáles
son los resultados, qué chances va a tener de embarazarse a futuro, cosa que ella se pueda
impregnar bien de este conocimiento y tener una idea más clara de, a lo mejor, este

imaginario que hay con respecto a la ligadura ¿si? Porque hay mucho (...) que esto es

reversible. (Lic. Obstétrica, de guardia, 7) (el resaltado me pertenece)

El folleto a partir del cual se debería brindar información a quien exprese inquietud por la

ligadura tubaria —de acuerdo al procedimiento pautado en el servicio— es, en rigor, el

consentimiento impreso (que incluye, como adelanté en el capítulo III, el "semáforo"). 217

Éste constituye el único material gráfico que informa sobre la ligadura. Si bien la

coordinadora del Programa (gestión 2006-2008) expresó que los materiales de


comunicación constituían "pilares fundamentales" a cuya producción se destinó parte del

217
La dinámica de implementación del cónsentimiento informado y la operación del dispositivo llamado
"semáforo" son analizadas en el próximo capítulo.

161
acotado presupuesto del Program a ,218 las prácticas de ariticoncepción quirúrgica no fueron

mencionadas en ninguno de los materiales elaborados y disponibles en el consultorio

(trípticos y folletos sobre anticoncepción, prevención de ETS y VIH/sida), y recién en 2008


fueron incluidas en la web del Programa.

En el formato impreso para el consentimiento, dentro de un recuadro que inicia la


presentación de la ligadura tubaria, se resalta: "La ligadura de trompas es un método

anticonceptivo de tipo quirúrgico (es una pequeña operación). Sirve para evitar el embarazo en
forma permanente y definitiva." Debajo de él hay un gráfico del aparato reproductor
femenino .219 Luego se describe brevemente la operación: "La ligadura de trompas consiste

en cortar las trompas de Falopio, de manera tal que quede cerrado el paso entre los óvulos

y los espérmatozoides. La mujer no pierde sus características propias del ser mujer, ni la

producción de hormonas, por lo que sigue ovulando y menstruando en forma normal

(hasta su menopausia). La intervención no interfiere en las relaciones sexuales, ni tampoco


en el goce de ellas." Se advierte que existen distintas técnicas, "todas tienen igual eficacia ", y
que "el método puede fallar, a pesar de haber sido bien realizado. Aproximadamente 77 de cada

10.000 mujeres operadas de ligadura de trompas puede quedar embarazadas ". Se aclara que la

intervención requiere anestesia, el tiempo estimado de internación, y cuidados posteriores

(reposo relativo por una semana). En otro recuadro se advierten posibles complicaciones
relacionadas con la cirugía o con la anestesia, y en otro se destaca —junto al lazo—insignia
de la lucha contra el VIH/sida— "Tenga presente: La ligadura de trompas no previene el

contagio del virus del SIDA y de ninguna Infección de Transmisión Sexual. Lo único que las
previene es el uso correcto del preservativo en TODAS las relaciones sexuales" (resaltado
en el original).

En las consultas que observé, pocas veces llegó a desplegarse esta información, que

adquirió modalidades diferenciales de acuerdo al "perfil" de la mujer que consultaba


(cuestión que analizo en el próximo capítulo).

218
Desde el Programa se diseñaron y distribuyeron unos afiches vistosos, grandes y coloridos, pegados
repetidas veces en las paredes del servicio donde hice trabajo de campo (mencionados en el capítulo IV).

En él se señalizan los órganos que lo componen pero, a diferencia del modelo propuesto por el PSSyR, el
gráfico no está ubicado en un croquis del cuerpo femenino, que facilita su comprensión.

162
Una profesional vinculó la escasa mención dada a la ligadura durante la "consejería en
anticoncepción" con el tiempo que requiere alterar las rutinas profesionales: para el caso
de las opciones quirúrgicas, la relativa novedad con que su acceso fue habilitado, 220
explica la continuidad de un relato profesional que al exponer los diferentes métodos
anticonceptivos rara vez hace lugar a la mención de las alternativas quirúrgicas. Pero
también se refirió a la "sensación" —en sus propios términos-a de estar promoviendo la
elección del método hacia una práctica sin retorno. Así, en relación con una intervención
radical como la ligadura tubaria, la sola acción de informar adquiere un sentido adicional
—el de "hacer apología"— sentido no asociado a la mención de los otros métodos
anticonceptivos sistemáticamente ofrecidos.

La omisión de información sobre la ligadura resulta significativa si se tiene en cuenta que,


al referirse a la información que tienen las mujeres acerca de cómo se practica o qué
implica la ligadura de trompas, los/as profesionales la describen como imprecisa,
distorsionada, o completamente errónea ("lo tienen como una cuestión muy mágica"; "la
idea de vaciamiento"):

Y la información la traen ( ... ) las informaciones vienen del imaginario social, ¿si? Esta

cosa del boca a boca, esta cosa de ( ... ). Tal vez no hay tanto de trabajo de difusión médica

con respecto a esto en cuanto a lo que tiene que ver con los medios, ¿no? Yo siempre digo
que el hecho de, en esa clase, el control prenatal es la instancia que la mujer tiene de
cuidarse de punta a punta, ¿si? Porque (...) de todo y hablamos. Entonces, el bagaje social
que tiene, la información que de boca a boca, socialmente hablando, se clarífica, se

fundamenta y se charla desde un lugar diferente cuando estamos sentados frente a un


escritorio... (Lic. Obstétrica, de guardia, 7) (el resaltado me pertenece)

Así, los/as profesionales acostumbraron distinguir espacios y fuentes legítimos o válidos

de información de aquellos que no lo son. Durante la instancia de "devolución" comenté


que varias de las mujeres con las que tuve oportunidad de conversar en la sala de espera
me dijeron que sabían que la ligadura no se hacía a mujeres con menos de tantos chicos
(de 4 a 6), o con menos de 3 ó 4 cesáreas, ni a menores de cierta edad (35 años

-° Hacía menos de un año que regía la ley 26.130/06 cuando inicié el trabajo de campo en el servicio.

163
aproximadamente). Algo irritada y con un gesto de desaprobación, la profesional que

recién cité preguntó: "Pero de dónde sacaron esa información? ". Este comentario constituye

parte de la práctica discursiva de descalificación de los saberes de estas mujeres,

- constituidos en su interacción con los servicios/prófesionales de salud, interacción que

supone relaciones de hegemonía/subalternidad. De hecho, según me relataron varias

mujeres, en sus recorridos instituciona]es fueron "rebotadas" por este u otros servicios

cuando expresaron su deseo de ligarse las trompas: es en esa trama que se dan distintos

procesos de transacción que tienen lugar entre los conjuntos sociales y sus saberes

(Menéndez, 1994). En este sentido, cabe resaltar que los criterios mencionados por las

mujeres como aquellos con los que los/as profesionales definen el acceso a la ligadura, se

cuentan entre los que efectivamente operaban como parámetros (cantidad de hijos, de

cesáreas, cierta edad) y las categorías mencionadas por las mujeres no se alejaban

demasiado de las que, en rigor, organizaban las rutinas profesionales en torno a esta

práctica (como se verá en el próximo capítulo). No obstante, la "asimetría del


conocimiento" —entre el saber experto y la información "lega"— es destacada y así refunda

la necesidad del encuentro con profesionales, reforzando la dependencia, rasgo central de

la experiencia de la enfermedad y el encuentro médico-paciente (Lupton, 1997).

Al mismo tiempo, con esto se invisibffiza y descalifica el rol de otras mujeres, como los

recursos sociales siempre disponibles, los que tanto en relación con las alternativas

anticonceptivas como en otros aspectos que hacen al cuidado/atención de la salud

constituyén lo que Eduardo Menéndez (1990) denomina el "modelo de autocúidado de la


salud", el primer nivel real de atención de la salud.

Expresando la hegemonía que como clase o sector los/as profesionales de la salud ejercen

sobre los conjuntos sociales subalternos, y en el caso que nos ocupa especialmente sobre

las mujeres, la violencia simbólica se manifiesta toda vez que restan validez a sus saberes,
cuestionan sus prácticas, y rechazan o se burlan más o menos abiertamente de sus

referencias e incluso sus motivos para someterse a la ligadura:

No, lo que vos tratás de hacer en ese momento es, 25 años con un solo hijo, si no tiene

ninguna indicación médica de que no puede tener más hijos, no sé, porque tiene una

insuficiencia cardiaca o una insuficiencia renal, ¿viste? Si es que realmente porque se le

164
ocurre, o porque la amiga o la vecina le dijo "mirá que en el [hospital "de referencia"]

ligan las trompas y si te las ligás nunca más tenés hijos, y ni el DIU ni..." Es decir, que
vienen con esa mentalidad, uno trata de revertir esa mentalidad que tienen las pacientes

[...] y ver cuál es la realidad y por qué ella se quiere ligar las trompas, porque hay millones
ae éxcuas T,ór iaspi l pácienÍes ie quieren iiár las trompas. Lasqie vienen que, - - -
desde que el marido quiere que se ligue las trompas, o que ella, porque tuvo un parto o un
embarazo y un parto traumático y no quiere más tener hijos, este... (Médica residente,
obstetricia, 6)

Lo hacen por moda, no lo hacen porque realmente lo piensan. (Médico obstetra, de


guardia, 5)

Es que la mujer generalmente lo separa. Su salud reproductiva es una cosa, quieren la


solución rápida, inmediata y permanente. Y no lo relacionan con el control ginecológico.
Lo separan... Para nosotros a veces es una buena excusa para que a lo mejor tenga su
primer control ginecológico, y control clínico, porque para hacer esta intervención se piden
estudios cardiológico, clínicos, de laboratorio, y a véces encontramos cosas, ¿no? Diabetes
oculta, trastornos de la coagulación, pacientes con HIV. (Ginecólogo, jefe, 10)

Estos fragmentos muestran que se desvalorizan los saberes, las expectativas, las
experiencias y los contextos de vida cotidiana de los que emerge la decisión de recurrir a

esta práctica por parte de las mujeres. En el último de ellos se revelan otras cuestiones en

juego: sin considerar la inserción de las experiencias de estas mujeres en procesos

socioeconórnicos, políticos e ideológicos de amplio alcance, las prácticas profesionales

tienden a responsabilizar individualmente a las mujeres por la falta o déficit de controles

médicos de la salud. Ello implica, al mismo tiempo ocultar el modo de organización de la

formación y el ejercicio del propio saber biomédico, que se expresa en la estructura

institucional de este hospital: como se describió, el consultorio de salud reproductiva

funciona exclusivamente en el servicio de obstetricia, mientras que el servicio de

ginecología se dedica a la prevención, diagnóstico y tratamiento de la patología


génitomamaria.

Durante las consultas que observé, pero también durante las conversaciones en sala de

espera con las mujeres que se habían ligado las trompas, las mujeres que solicitaron la

165
ligadura expresaron que no querían tener más hijos, y algunas agregaron que no querían
arriesgarse a volver a quedar embarazadas -como ya les había pasado- por cuidarse con
otro método. Otras justificaron su decisión, además, mencionando problemas de salud
propios o de sus hijos/as, las complicaciones padecidas en los embarazos anteriores, y las
dificultades económicas para tener una familia más numerosa.

Fueron, como dije, muy pocas las ocasiones en que se incluyó en el espacio de la
"consejería en anticoncepción" la mención de la ligadura, y en ningún caso a la mujer que
consultaba pareció resultarle una alternativa conveniente. Mis notas no registran sus
características, apenas mi sorpresa por el hecho de que se informara acerca de su
disponibilidad. No obstante, teniendo en cuenta que fue en la segunda etapa, esto tanto
podría ser efecto de mi presencia en ese espacio -cuando, con la "devolución" se hizo más
claro, como expresaron, que constituían mi "objeto de estudio"- como el paso del tiempo,
que paulatinamente iría permitiendo modificar sus prácticas cotidianas.

Al desvalorizar, como se vio, las experiencias que motivan la decisión de las mujeres de
recurrir a la ligadura, y vinculando su pedido a la calidad de la información que tienen las
mujeres acerca de esta práctica, un médico reivindicó la capacidad de los/as profesionales
para evaluar los pedidos:

Todavía no vienen con una información que podamos decir realmente que sea buena. Por

eso es que el médico, frente a ese pedido, el rol del médico, yo quiero jerarquizarlo, que

debe brindarle la información y, obviamente, debe evaluar si esa paciente realmente por un
capricho o realmente por una necesidad real es que solicita este procedimiento. (Médico
ginecólogo, jefe, 10)

Así, una vez removida legalmente la indicación terapéutica como cláusula que
condicionaba el acceso a esta práctica, el rol profesional se reubica en torno a la habilidad
para discernir la naturaleza de los pedidos, distinguiendo aquellos que son planteados
"por un capricho", "por comodidad" de los que obedecen (y deben ser atendidos) a una
"necesidad real" o "mayor conveniencia". Se advierte aquí la moralización de la sexualidad no
reproductiva, cuya experiencia no admite -legítimamente- comodidad ni rapidez, tal como

expresó el mismo entrevistado (citado páginas arriba), al tiempo que habilita el control a

166
partir de criterios técnico morales de la biomedicina.

Por su parte, la ginecóloga que atendía consultas por ligadura, muy pocas veces incluyó
referencias al impacto o consecuencias de la ligadura en la vida sexual. En esas
efá ñpórfáhté cúidársé ñ1aftiédida qfidllffábaF
disfrute de las relaciones sexuales, "que se ven afectadas por tantas otras cosas: cansancio,
trabajo, preocupaciones cotidianas... porque la idea es disfrutar de la sexualidad,y la ligadura es
una forma" (notas de campo). Así, la promoción de medidas anticonceptivas —entre ellas la
ligadura— se justifica más recientemente vinculándola a la posibilidad de vivir la
sexualidad de un modo placentero. Entonces, es el exigido comportamiento
"responsable", como tantas veces explicitaron los/as profesionales ante las mujeres que
atendieron, expresado a través de la adopción de medidas anticonceptivas, lo que habiita
el legítimo disfrute de la sexualidad. Y al mismo tiempo habilita el control, que se expresa
toda vez que son los/as profesionales quienes evalúan para quién "la ligadura es una
forma", y para quien no.

El tiempo dedicado para la "consejería para ligadura" fue referido por los/as profesionales
como esencial para la toma de decisión por parte de la mujer:

El tema del arrepentimiento es lo que se trata de ir viendo eh, con la consejería, por eso no

es que en un día se define. O sea, viene alguien y plantea, sobre todo las embarazadas. En

el embarazo como tenés 9 meses por delante, o 5 meses por delante, la citás más seguido y
lo vas charhndo. En la que viene no embarazad-a -no--la vez tan frecuentemente. Trat-ás de

plantearlo, pero el tema no es "bueno, querés ligadura, se te hace". Viene la consejería [ ... ]

pero entonces por eso hay que tomarse tiempo en la consejería. (Médica obstetra, de planta,
4)

Así, los pedidos planteados en los primeros meses del embarazo posibilitarían que la
"consejería" se de como un proceso de información que permita establecer la convicción
de la mujer con respecto a la ligadura a lo largo de las consultas, a fin de evitar atender a
un pedido "poco meditado" por parte de la mujer que luego de lugar al arrepentimiento.
Con este argumento —"que no sea un recurso de desesperación sino una decisión realmente",
según dijo la médica recién citada— los/as profesionales se resisten a dar curso a los

167
pedidos planteados en coyunturas particulares recientemente experimentadas,
entendiendo que éstas dan lugar a "demandas poco reflexionadas ", tales como la reciente
notificación de un resultado positivo para el test de VJH, o transitando, un embarazo que
no había sido planeado. -

Pero, en ocasiones, las mujeres llegan a pedir la ligadura cuando están ya cerca del
término del embarazo. Esto genera malestar entre los/as profesionales, como pude
observar cuando asistí, sin proponérmelo, a una consulta de una joven en el hall de la sala
de la maternidad con dos médicas obstetras: le dijeron que no podían asegurarle si
terminaría en parto o en cesárea, y que lo principal era controlar su diabetes para llegar a
término en buen estado. Sobre lo que parecía el final del encuentro la joven dijo que le
había comentado a su médico del centro de salud donde controlaba su embarazo que
quería hacerse la ligadura. Las profesionales enmudecieron un momento, y luego, en
primer lugar le preguntaron su edad. (...) Una de las médicas -la jefa del servicio- que
estaba ya retirándose, volvió hacia ella y le dijo que le darían un material para leer, para
informarse sobre la práctica, "para que lo compartas con tu mamá, tus hermanas, amigas, con
quien vos quieras, o no lo compartas si no querés". Una vez camino a su despacho, esta
profesional, con una mirada que transmitía cierta sospecha me dijo en voz baja y sin
disimular su molestia -"y viene ahora, por primera vez..." Retomé las palabras de la joven,
quien le habría comentado al médico con el que se atendía su intención de ligarse, a lo que
me respondió "Sí, pero la debe haber rajado, y viene acá porque sabe que acá hacemos... Por más
joven que sea, yo por mí se la haría: diabética, con tres chicos, uno discápacitado... pero es un tema
con estas chicas tan jóvenes que quieren ligarse" (notas de campo). Expresó así, la molestia por
la afluencia de mujeres a las que, momentos después, se refirió como "paracaidistas, que
caen así, con la pretensión de ligarse".

También, la ligadura fue sugerida por los/as propios profesionales, durante el embarazo
de las mujeres o incluso al momento del parto, siempre que se tratara de una cesárea. Y
algunas mujeres también plantearon su pedido en la instancia misma de la cesárea. Esta
situación -en la que se refirieron a las mujeres como "las que entran por la ventana"- es
especialmente problematizada por los/as profesionales, en parte por considerar que es un
momento que "supone un estado emocional muy particular". Esta apreciación puede ser

168
asimilada a la construcción del "estado puerperal" como un momento de revolución

hormonal e irracionalidad que expresa la locura latente del funcionamiento normal del
organismo femenino (Daich, en Tarducci, 2008).

Eh üÍt Srffidó distinto, deaüerdb ón la ex15éñehcia eñ la dífürdéiihi dlánédicás

obstetras entrevistadas, el embarazo es el contexto en el que mayormente surge en las


mujeres la intención de practicar la ligadura, a la vez que ésta se presenta como una
decisión asentada, sostenida en el tiempo de gestación y a posteriori. Sin embargo, muchas

mujeres que conocí en la sala de espera desconocían que se pudiera realizar esta

intervención en otro momento distinto de la cesárea. Resta explorar en qué medida esto

contribuye a que la mayor parte de las intervenciones fueran realizadas al cabo del
embarazo. 221

La ligadura en espacios "privados" de atención médica

El acceso a la ligadura tubaria se encontraba "desde siempre" disponible a través del

mercado de servicios médicos, sin que resultara públicamente problematizado. Cabe

resaltar que todas las intervenciones realizadas en estas circunstancias fueron Preferidas
por su carácter clandestino, 222 apelando a una prohibición total establecida por las normas

antes vigentes que, como se vio en el capítulo II, consideraban situaciones excepcionales
que implicaban su despenalización.

La práctica de esta intervención a nivel privado asumía, por un lado, ciertas características

comunes a otro tipo de bienes y servicios no legales (arreglo de honorarios, estricto

Para los años 2005 y 2006, sólo el 8% de las ligaduras se habían realizado en mujeres que no habían estado
221

embarazadas recientemente; mientras que el 62% fue practica intracesárea y el 30% en el puerperio inmediato.
Más del 90% de loas mujeres que se operaron hicieron su pedido durante su embarazo. Datos que surgen de
un trabajo del equipo de profesionales de salud reproductiva del servicio, presentado en las VII Jornadas
Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y Población, organizadas por el Área Salud y Población del
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, en
agosto de 2007.
222
Puesto que si bien se realizaba en instalaciones y dentro de la estructura administrativa de instituciones de
obras sociales y clínicas privadas, el acuerdo siempre era entre el médico/a y la mujer, honorarios mediante.

169
manejo del secreto que implica no dejar constancia en documentos, entre otros), al tiempo

que la administración de su acceso también se realizaba desde ciertos criterios médicos

que organizaban las rutinas profesionales en las instituciones sanitarias públicas, desde

-- los cuales se definen "candidatas" a la práctica. - -

En cuanto al motivo de elección de esta práctica entre las mujeres que contaban con
suficientes recursos como para poder costearla, un profesional expresó:

Y, en privado.., eh, viendo los casos que yo veo, eh, acceso a la anticoncepción tienen, por

ahí el tema de la ligadura es algo cómodo... y te olvidás, no tenés ni que tomar la pastilla

todos los días, ni estar pendiente del DIU, que si te baja y demás. O sea, tiene esas ventajas.
Las desventajas de la irreversibilidad, pero hay mujeres que ya la tienen muy clara, 6

chicos, que se quedaron embarazadas por mala suerte para ellas, según ellas. Está bien, es
válido. (Ginecólogo, de guardia, 3)

Las dificultades para el acceso y la adopción de otros métodos anticonceptivos


transitorios, muchas veces entendido como escenario en el que las mujeres que se

atienden en el sector público se inclinan por la ligadura, no son experimentadas por las

mujeres que pueden recurrir a otros sistemas de atención de la salud y, eventualmente, al

pago de honorarios profesionales por esta práctica. En cuanto a ellas, el argumento de la


comodidad, repudiado en caso que lo planteen las que concurren a los servicios públicos,

se revela un fundamento de la elección de práctica como técnica anticonceptiva, incluso


como condición para el disfrute de la sexualidad no reproductiva.

La posibilidad de verse envueltos/as en litigios —inherente, como reconocen, al ejercicio de

la medicina— es vinculada por ellos/as al carácter necesariamente público de las prácticas

profesionales asistenciales en el ambiente hospitalario, mientras que el ejercicio de la

medicina en el espacio "privado" permite la gestión del seTi'eto (como se explicó en la


última nota al pie de página).

Expresiones de los/as médicos más reticentes, refuerzan el argumento de la inseguridad,

la incertidumbre o la ambigüedad legal con una caracterización peyorativa de las mujeres

de los sectores más desfavorecidos, las que procuran atención en los servicios públicos,
•1 entendiendo que "esta legislación es como para países con otro nivel, acá hay que educar a las

170
mujeres ", durante el encuentro en el que participó como invitada la jefa del servicio "de
referencia" (notas de campo).

Así, este escenario se completaba con la imagen de la mujer arrepentida: aquella que tiempo
-
fadéf rh5ié dé
contra el/la profesional que atendió su pedido. Y parecen ser exclusivamente las mujeres
que se asisten en los servicios públicos de salud las que podrían tomarse una amenaza.
Por el contrario, ninguno de los/as entrevistados se refirió a las mujeres que consultaban
de manera privada en términos de potencial amenaza, caso cambiaran de opinión después
de ligarse las trompas. Sin embargo, comentaron los "recaudos" basados en el manejo del
secreto que rutinariamente se tomaban a fin de minimizar su exposición. Estos incluían la
terminación del embarazo con la programación de una cesárea, para evitar dejar cicatrices
que no pasarían desapercibidas ante la mirada de otros/as colegas, o la institución médica
de previsión social o prepaga (ya que así esta práctica queda solapada en el acto
quirúrgico de la cesárea).

Por otra parte, la provisión efectiva de la ligadura en este espacio se basaba, en parte, en la
consideración de las circunstancias que rodeaban a la mujer que solicitaba la práctica y
que permitían comprender su decisión:

[ ... ] Lo que pasa es que la hacés igual por un arreglo personal. Vos tenés una relación

médico-paciente en privado mucho más estrecha quizás que en el hospital, entonces vos
sabésa quien se la vas a hacer. No es una paciente que vino por primera vez y la viste y te
pidió la ligadura, porque no se la hacía. Se la hacías en una paciente que seguiste nueve

meses su embarazo o que la conocías previamente, y que entendías la situación y el

contexto... [ ... ] (en voz baja, con tono grave). Si la paciente te denunciaba.., eso no se lo
hacías a cualquiera. (Ginecóloga, de planta, 2)

La acción de cierta empatía entre los/as profeinales con las mujeres que atendían en este
ámbito, surgida de la mayor proximidad en el espacio social —en comparación con la
distancia social que supone la relación médico-paciente en los servicios públicos— junto al
beneficio económico, contribuían a tensionar las normas legales de manera diferencial en
los espacios "públicos" y "privados" a través de las prácticas profesionales cotidianas.

171
Como sostuve en otro trabajo (del Río Fortui-ia, 2009), discursivamente, esto se expresó en
presentaciones que contrastaban las dinámicas institucionales de estos espacios.
Asimismo, la caracterización estereotipada de las mujeres que asistían a uno y otro, y que
daba lugar a un vínculo también confrastado en cada uno de ellos, organizaba las -
prácticas y rutinas profesionales de modo diferencial, al tiempo que reforzaba la
vigilancia del acceso a la ligadura en el caso de las mujeres de los sectores más
desfavorecidos.

Con la nueva legislación, que estableció formalmente el acceso gratuito a esta práctica en
todos los subsectores del sistema sanitario, su realización en instituciones de carácter
privado o semipúblico implica pasar por una serie de instancias burocráticas y de
evaluación a cargo de distintos profesionales:

A nivel privado, eh, sí, están llegando los pedidos, y las obras sociales y prepagos (se

interrumpe), me ha llegado una carta de un prepago, en la cual si tuviera alguno de esos

casos tendría que derivarlo a la obra social para vehiculizarlo (imitando cierto tedio) a
través de psicóloga, auditoría médica, una cantidad de vueltas, o sea que no queda en mí, a

pedido del prepago, la decisión final. Que en realidad no es lo que marca la ley.

(Ginecólogo, 10)

Las complicaciones y la demora que implica tal circuito podría llevar a las mujeres que
cuenten con los recursos económicos necesarios a incurrir en gastos de bolsillo (como
antes) a fin de agilizar la resolución. Así, con ésta entre otras estrategias profesionales, se
reconfiguraría el mercado en torno a esta práctica. Pero lo que este fragmento también
muestra, es la consideración por parte del profesional del poder decisivo que debería
tener su opinión frente al pedido de esta práctica. Por el contrario, la disposición de
nuevos mecanismos de evaluación por parte de las empresas de salud y entidades de
seguridad social implican una suerte de desplazamiento, que opera a través de la
dispersión de la capacidad de decisión —más allá de la decisión manifiesta de la mujer,
cabe recalcarlo— entre una variedad de actores que podrían actuar a partir de una

172
diversidad de criterios en sentidos contrapuestos. 223

Se observa, entonces, que los términos público y privado empleados por los/as profesionales
de la salud, retoman pero exceden las referencias a la organización del sistema sanitario
réitñét
diferenciales de clandestinidad, penalidad y caracterización de las mujeres que atienden
en uno y otro. Tales nociones, entonces, deben ser entendidas como multívocas y
relacionales.

Sexualidad, anticoncepción y responsabilidad

El problema el aborto, planteado en términos del impacto en la morbimortalidad materna,


fundamenta la estrategia sanitaria que enfatiza la promoción de la anticoncepción. En este
sentido, cuando hacia final de 2008 peligraba la provisión de insumos del Programa
debido a la demora en la ejecución de una compra, desde su coordinación se insistió en la
necesidad de contar con los datos de los métodos entregados a la población bajo
programa, como principal herramienta de defensa del Programa. Al mismo tiempo, se
expresó que "la estrategia pasa por llamar la atención hacia la tasa de mortalidad materna —sobre
todo por aborto— y embarazo no deseado que, se su pone, acompañan el movimiento de
disponibilidad o no de insumos en anticoncepción ".

Este argumento, presente desde los años '60, cuando se desarrollaron las primeras
actividades de planificación familiar, más recientemente contribuyó a legitimar la
ligadura tubaria como método seguro y eficaz de evitar la concepción y, así, los riesgos
del aborto. Así, el problema del aborto constituye el contrapunto en el que se fundamenta
el recurso de la ligadura tubaria compartido, como se vio, por distintos actores sociales, al
tiempo que encierra sentidos disputados acerca de la naturaleza femenina, su sexualidad

223 Si bien en estos niveles de atención pueden establecerse mecanismos como éstos, que limiten el acceso a las

prácticas de anticoncepción quirúrgica —que desde que rige la ley 26.130/06 deben ser provistas gratuitamente
a los/as beneficiarios de obras sociales y prepagas, sus intereses se deben haber visto afectados por la
modificación de la regulación legal de esas prácticas. De ahí el lobby que opusieron a su sanción (Página 12,
28/06/06).

173
y la maternidad.

A diferencia de los argumentos que remiten al aborto en términos de problema de salud

pública, es su concepción como crimen "contra la vida" lo que llevó al sacerdote que
BiéTid oyafJá há1uiitái6ñ d

circunstancias. También la ginecóloga que participa del equipo de profesionales del


consultorio de salud reproductiva, es una declarada objétora de conciencia en relación con

el aborto. Asimismo, varias mujeres que se ligaron las trompas y otras que se mostraron a

favorables a su legalización, fundamentaron el recurso a ella desde una la condena moral

del aborto. Resta explorar en qué medida esto expresa un proceso de incorporación de la

perspectiva médica y los cánones morales tradicionales que bien puede resultar

estratégica a la hora de solicitar una práctica cuyo acceso es dirimido por los/as
profesionales de la biomedicina.

No obstante el entusiasmo que expresó la jefa del servicio en relación a las realización de

actividades de consejería preaborto (e incluso de interrupción del embarazo en


circunstancias legalmente permitidas), 21 4 cuando en las reuniones del equipo a cargo de

consultorio de salud reproductiva alentó el trabajo en esta línea —"a la uruguaya ", como
refirió_225 la recepción, sin embargo, generó cierta incomodidad y el tema fue abandonado

sin darse discusión alguna. A pesar de que la suya no representaba una posición

mayoritaria al interior del equipo, lentamente otras profesionales parecían inclinarse a

sostener esta perspectiva. En este sentido, participó junto a otras profesionales del servicio

de reuniones en el Ministerio de Salud de Nación para legitimar la "consejería pre y

posaborto" que resultaron en la guía de procedimientos publicada por este organismo. Se

mostró orgullosa a la vez que ansiosa: "si todo sale bien vamos a empezar a trabajar menos en

En este sentido, hacia finales de 2007, festejó la publicación de una guía práctica para la atención del aborto
no punible, y resalió que ésta incluye la interrupción del embarazo en cualquier caso de violación (cláusula
presente en el Código Penal que es interpretada, las más de las veces, en sentido restringido).
225
La ley 18.426, de Defensa del derecho a la salud sexual y reproductiva de Uruguay, sancionada el 1° de
diciembre de 2008, contempla la "consejería pre y posaborto" -que incluye recomendaciones, prescripción de
antibióticos, información acerca de maniobras que no se deben realizar, y sobre las "señales de alarma" ante
las cuales procurar atención médica- aun cuando la interrupción voluntaria del embarazo continúa siendo
definida como un delito.

174
las sombras ", y este momento sería, segúi-i ella "cuando la gente entienda que es para la

reducción de daños. Ese argumento no se puede objetar, porque no se trata dehacer un aborto, sino
de evitar mayores riesgos para la que quiera abortar ". (notas de campo).

reiidd éfa tkis-Táñfb iéríará lá ñtérpci6ffvcilÜñtirrdi


embarazo, como el aborto en casos no punibles- estarían ligadas a la necesidad de velar

por la salud -procurando evitar peores consecuencias- y no tanto al derecho a al


autodeterminación y disposición del propio cuerpo. Éstas son reivindicaciones

incorporadas en la noción de "derechos sexuales y reproductivos" de acuerdo con las

demandas del movimiento de mujeres de donde surgió este concepto, como se vio en el
capítulo H. Sin embargo, cuando algunas profesionales del equipo aluden a esta consigna,
los sentidos contenidos alli no coinciden con aquellas. Constituyen, sí, un elemento para la

distinción discursiva, a la vez que orientan su trabajo cotidiano en una perspectiva

todavía muy resistida, y que se expresa en las prácticas asistenciales que efectivamente

despliegan, que tanto se expresan en la provisión de ligadura como en la implementación


del programa de "calidad de la atención del aborto en curso", 226 entre otras actividades.

Es posible extraer otras conclusiones de la estrategia de promoción de la anticoncepción a


partir del tratamiento que el aborto en curso tiene en el servicio (haya sido espontánea o

provocada la pérdida del embarazo). Como parte del programa de atención posaborto,

los/as profesionales señalaron el éxito en la adopción de medidas anticonceptivas por

parte de las mujeres que atravesaron recientemente un aborto, con una importante

cantidad que se inclinó por el DIU, que les fue colocado en el mismo acto quirúrgico de
completar el aborto, previa solicitud de su consentimiento.

La presentación de un trabajo sobre esta práctica en un congreso de especialistas, motivó

226
Esta actividad se inició con una investigación sociomédica realizada por un centro de estudios (CEDES)
acerca de las condiciones de atención del aborto en curso, que fue seguida de una instancia de capacitación
para sus profesionales. Así, el servicio se proponía una conducta asistencial que se alejara de los malos tratos
que, como la bibliografía sociológica señala (Checa y Rosenberg, 1996; Ramos y Viladrich, 1993, entre otros), y
como organizaciones de mujeres continúan denunciando, signan el pasaje de las mujeres por las instituciones
de salud en estas circunstancias, donde son acosadas con interrogatorios, sospechadas, castigadas, y
culpabilizadas tanto de provocar la interrupción del embarazo como de no procurar atención médica a
tiempo.

175
cuestionamientos, según comentó una residente durante una de las reuniones del equipo
profesional de salud reproductiva. Las objeciones, dijo, asumían que en tales condiciones
las mujeres no habrían tenido tiempo suficiente para decidirse por este método, y podrían

.J_g2_ psmosi -
sorprendida.

De la observación de consultas surge que la promovida elección del anticonceptivo por


parte de la mujer, se inserta en una relación asimétrica en la que los/as profesionales
detentan el recurso legítimo del saber. A partir de esta posición están en condiciones de
orientar -o elegir no hacerlo- la decisión de las mujeres que atienden de diversas y más o
menos sutiles formas. En este sentido, son significativas, además de la omisión de ciertas
opciones (como se vio, la anticoncepción quirúrgica y la de emergencia, consideradas
excepcionales por motivos distintos), la omisión de los efectos adversos de algunos
métodos, que podrían desalentar su elección: en el caso del DIU, casi nunca se menciona
la rara posibilidad de que la maniobra de colocación provoque una lesión en el útero, ya
que en ese caso "nadie se lo pondría", dijo una profesional. 227

Al tiempo que se enfatiza la necesidad de evitar la "reincidencia" de las mujeres que


atravesaron un aborto, y siendo que el DHJ una vez colocado no requiere mayor
compromiso que un par de controles al año para garantizar su eficacia anticonceptiva, la
promoción de este método y la celebración de la cantidad de estas mujeres que se
inclinaron por su adopción, sugiere el cuestionamiento de la "responsabilidad" de
aquellas. Así, la provisión del DIIJ, mediada por la presentación de ese método entre las
opciones, se revela más que como resultado de un proceso de elección de la mujer, como
una forma de control sobre su cuerpo.

La ligadura tubaria, por su parte, es la intervención anticonceptiva que elimina de manera


permanente la posibilidad de que la mujer vuelva a resultar embarazada, y con ello, que
recurra al aborto. La historia de Ramona, una mujer de cerca de 50 años que conocí en la

22 'Quientampoco mencionó los efectos adversos de la medicación para provocar un aborto. En cuanto al DIU,
la única vez que se informó al respecto, estaban a cargo del consultorio profesionales que proveen este método
en menor medida que sus colegas.

176
sala de espera, y que se había ligado las trompas en el servicio cuando tenía 44 años,

expresa este sentido:

Le pregunté por qué se había ligado: "Y, 11 chicos, 3 fallecidos, diabética. ¿Y cómo supiste?

pgüwt-A ijt
era peligroso. ¿Y no se te había ocurrido antes? —Sí, pero antes no era como ahora, que con
6 chicos te ligan. No, me sacaron cagando antes [en el mismo hospital].

A: ¿Y te explicaron cómo era la operación? ¿Qué te iban a hacer?

R: Sí, sí, me cortaron, no me ligaron, no me ataron las trompas, me las cortaron, yo lo pedí
$ así porque ya no quería saber nada. El último embarazo me arruinó la vida, yo ya no
quería. Ellos me embarazaron.

A: ¿Cómo es eso?

R: Sí, porque ella (señalando hacia el consultorio) me venía dando inyecciones, y un tiempo
que ella no estuvo viniendo porque tenía a la madre enferma yo vine a pedir más [la
doctora le daba 4 ó 5 cajas y Ramona se las hacía aplicar en la salita]. Y acá me mandaron a
la salita, y ahí me dijeron que cómo me estaban dando eso, que tenía mucha hormona, que
no era para mi. Y al final me dieron unas pastillas, pero por 4 meses no me bajó, y ahí ya
estaba embarazada... y me vine acá. Yo estaba remal, con una depresión, no quería saber
nada... y vine como loca, porque yo no quería eso, y lloraba, y lloramos juntas con la
doctora... ella enseguida pone el hombro, y me dijo "y qué le vas a hacer, ya está mami, lo
tenés que aceRtar." Le mostré lo que me habían dado, porque me quedó de recuerdo la
cajita que estaba tomando. No podía creer que me habían dicho eso "pero cómo no te
dieron !". Además allá sólo te dan pastillas (con gesto de expendio) en cambio la doctora
...

me hacía ecografías, todo. Y ahora, que ya no tengo nada que ver con esto (señalando el
consultorio) vengo igual, porque la doctora me conoce...

Según refiere Ramona, fueron la cantidad de hijos —algunos de ellos fallecidos

prematuramente— y su enfermedad, lo que habría llevado a los/as profesionales a

plantearle la alternativa de ligarse las trompas, cuando atravesaba un embarazo que había

intentado evitado. Frente a un embarazo que "le arruinó la vida", la ligadura tubaria fue

entonces la garantía de no volver a atravesar la experiencia de la maternidad, límite que

había procurado antes, y le fue negado.

177
e
El próximo y último capítulo de esta tesis, se detiene eit el análisis de las rutinas
profesionales y las construcciones sociales en que aquellas reposan, y que implican, frente

a cada mujer, contemplar la posibilidad de presentar esta práctica como una posibilidad,
una indicación médica o una medida altamente inconveniente.

178
CAPÍTULO VI

RUTINAS PROFESIONALES, DISPOSITIVOS Y TENSIONES: SENTIDOS

ACERCA DE LA TÉCNICA EN RELACIÓN CON LA PERSONA

En este capítulo analizo los procedimientos rutinarios en la atención cotidiana en el

consultorio de salud reproductiva vinculadas al acceso a la práctica de ligadura tubaria en


el servicio de obstetricia desde que rigen las nuevas condiciones legales para él. Recupero

aquí los discursos de los/as profesionales y la observación de otras prácticas, y analizo una

serie de dispositivos que organizan las actividades asistenciales: la "consejería" y la


administración del consentimiento informado, el "semáforo" y la interconsulta con

colegas del equipo de salud. Atendiendo especialmente -a los modos de ofrecimiento y


resolución de los pedidos de ligadura tubaria, centro la mirada en el problema de la

relación entre la técnica y la construcción de la persona desde la perspectiva de los/as


profesionales de la salud.

Retomando la noción de "técnicas corporales" de Marcel Mauss (1979), en este capitulo

focalizo algunos aspectos que permiten entender la práctica de ligádura tubaria como una

actividad técnica que tiene lugar en la vida cotidiana de las personas. Esa noción se basa

en la ampliación del concepto de técnicas más allá de la adopción de instrumentos y su


despliegu-e en - esferas productivas, y supone que-hasta las -acciones-más--nimias-de. la
vida-
cotidiana aprehendidas socialmente implican un desempeño técnico del cuerpo, que

compromete tanto la transformación de lo morfológico (el cuerpo en su materialidad)


como del comportamiento, dado por el habitus. Así, las técnicas no sólo modifican

materialmente a quien las ejecuta —evidenciando el carácter maleable del cuerpo— sino que
involucran la transformación de las relaciones sociales con los otros.

En tanto la ligadura tubaria es una de entre otras alternativas anticonceptivas, la noción

de "elecciones técnicas" del etnógrafo francés Pierre Lemonnier (2002) es útil para el

problema que analizo. Este autor planteó que las representaciones acerca de la técnica —y
la elección entre las posibilidades técnicas disponibles— se imbrican en otras

179
representaciones, es decir, se insertan en y resultan compatibles con el universo social y

simbólico más amplio que implica consideraciones "no técnicas"; lo que en rigor —señala-

lleva a cuestionar las distinciones entre lo "técnico" y lo "social". Desde ahí es que cabe
indagar ¿qué significados adquiere la práctica entre los/as profesionales de la salud? ¿con

cuáles representaciones sociales se articula la representación de esta técnica particular?

¿cuáles lógicas y en qué sentidos orientan su elección (o no)? Para ello, describo y analizo

los sentidos que los/as profesionales asignan, promueven y cuestionan en torno a la

ligadura tubaria y que contribuyen a delinear los modos de intervención biomédica de los
cuerpos femeninos.

La definición biomédica de la "conveniencia" y los "factores de arrepentimiento"

Como se vio en el capítulo II, durante los debates de los proyectos de ley sobre

anticoncepción quirúrgica, la cantidad y el "perfil" de las mujeres que solicitan la

ligadura, fueron los datos aportados désde jurisdicciones que ya venían proveyendo esta
práctica para contrarrestar la inquietud de quienes, oponiéndose a la liberalización de esta

práctica, pronosticaban una "avalancha" de jovencitas demandando esta intervención. En


este sentido, la jefa del servicio de obstetricia esperaba que el "perfil gineco obstétrico" de

las mujeres que se ligaron l trompas allí antes y después de que entrara en vigor la ley
26.130/06 expuesto en unas jornadas científicas, 228 contribuyera a erradicar esa "fantasía",

según refirió a esta posibilidad. Sin embargo, pese a la mntencÍón de alentar a otros

servicios a funcionar de acuerdo con lo que la ley promueve —el derecho de las mujeres a

decidir sobre su propio cuerpo en materia de capacidad reproductiva a través del recurso

a esta práctica— la presentaciónde las características de las mujeres que se operaron como

si se tratara de las características del universo de mujeres que solicitaron la ligadura,


encubría el lugar decisivo de los/as profesionales de salud a la hora de recibir sus pedidos
y evaluar si realizar o no tal intervención.

228
vJJ Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y Población, Instituto de Investigaciones
Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2007.

180
Así, la relativa estabilidad 229 del número de prácticas realizadas, y la persistencia del
"perfil" —1caracterizado por la edad y la cantidad de hijos/as de las mujeres al momento de

la operación— obliga a dirigir la atención hacia los criterios con que se dirime la
"conveniencia" de realizar esta práctica, puesto que "la media de edad de las mujeres que
accedieron al método es de 34,5 años (22-47 años). El promedio de hijos en este grupo es de 6 (0-
14)".230 Para mediados del año 2007, la edad media de las mujeres operadas fue 33,4 años,
y el número promedio de hijos era 5.3 (310).231

Como se vio, el "semáforo" establece criterios para el proceder profesional frente a las
solicitudes de ligadura a fin de estandarizar la evaluación de los pedidos de ligadura
tnbaria, a través de una serie de preguntas, y en función de los "factores de
arrepentimiento" :232

[ ... ] el tema no es "bueno, querés ligadura, se te hace". Viene la consejería [ ... ] pero entonces

por eso hay que tomarse tiempo en la consejería. Pero el semáforo sí, generalmente uno a

veces.., piensa en el semáforo (en voz baja, como dudando) "esta mujer se puede

arrepentir", y eso es lo que se anota. Pero no significa que con eso no vaya a ligadura.

Porque después se pone el ok o sí, o no. Pero es como que es una alerta para ver en las

siguientes consultas qué puntos tratar. Si tenemos un semáforo con muchos amarillos o

muchos rojos y sigue pidiendo ligadura tenés que seguir hablando mucho y machacando

mucho en cada consulta a ver realmente qué quiere. Y lo que es conveniente para ella. Es

más que nada a nivel, ahora el semáforo funciona más que nada a nivel de guía para la

.c-on-sejería futura. (Méd.ica.obstetra, depianta,4) (elesaltadorne pertenece)

La "consejería" —y dentro de ella, la implementación del "semáforo"— aparece aquí

expresamente vinculada a otra intención: la de orientar la decisión profesional acerca de si

121Porque existe un leve aumento, producto de la demanda acumulada que recién con la sanción de la ley ve
facilitado el acceso a la práctica en cuestión.
° La base (n= 182) corresponde a los años 2005 y 2006, sin que varíe significativamente de un año a otro.
231 Sobre la base de 21 mujeres de las que se tenían los datos, de las 24 mujeres operadas ese año. De éstas 24,
sólo una era soltera, y casadas o en uniones estables las otras 23. El estado civil no fue consignado en las
planillas de los años anteriores.
232 Estos, se recuerda, son: mujer joven, menor de 30 años; con pocos o sin hijos, y con todos los hijos del
mismo sexo. Para más detalles, ver capítulo III.

181
practicar o no la ligadura a pedido de la mujer, teniendo en cuenta las chances de

"arrepentimiento". Como se adelanta aquí, el arribo a la decisión tomará más tiempo -


"tenés que seguir hablando mucho y machacando mucho"— si el dispositivo de colores no arroja
una franca luz verde,osi alguna/s características de la mujer se reconocen como "factores

de arrepentimiento". Estos factores establecen cierto "perfil" de mujeres que se

constituyen en una suerte de "candidatas al arrepentimiento". Con la noción de

"candidatura" —retomando la propuesta de Susana Margulies (1998)_233 quiero mostrar los

procedimientos y prácticas rutinizadas en el abordaje clínico de mujeres particulares, a

partir de la articulación con "riesgos estadísticos" (en este caso, de cara al

"arrepentimiento"). Esta noción se opone a la categoría nativa de "candidatas" (a la

ligadura), tal como acostumbraron a referirse los/as profesionales, identificando así

unánimemente a las mujeres para quienes un próximo embarazo implicara un riesgo para

su salud o su vida en función de los antecedentes obstétricos (sobre todo, la cantidad de

cesáreas, pero también el número de embarazos, así hayan terminado en partos


vaginales 234 ) y/o patologías preexistentes (padecimientos coronarios, renales, diabetes,

hipertensión arterial, etc.). Así, la "conveniencia" de recurrir a esta práctica estaba todavía

asociada a los criterios en los que se basaba la "indicación terapéutica". Estos criterios,
como se verá, remiten al saber técnico de la biomedicina desde el que se establece el
"riesgo clínico" 23 al tiempo que encubre valoraciones sociomorales, puesto que se fundan

en, y refuerzan, construcciones sociales acerca de la sexualidad, la maternidad y el "ser


mujer".

Como se adelantó, distintos actores sociales expresaron su confianza en el "semáforo"

como instrumento para dirimir la conveniencia de realizar la práctica de ligadura: además

La autora retomaba allí la noción de "candidatura" planteada por Ronald Frankenberg (1994) en relación
231

con los análisis profesionales del riesgo.


234
Si bien los/as profesionales reconocen que la multiparidad es un factor reconocido de morbimortalidad
materno-infantil, el análisis revela que ésta conileva otros sentidos. -

Es en virtud de estos criterios que durante el tiempo que estuvo cerrada la maternidad se gestionaba
23-1

ágilmente la derivación de algunas mujeres que atendían allí su embarazo, y que se ligarían las trompas al
momento del parto (estrategia a la que me referí en el capítulo IV): fue a mujeres con varias cesáreas y otras
viviendo con VIH, que la jefa del servicio extendió una nota dirigida al director de otro nosocomio,
priorizando de esta forma la atención de mujeres que, de embarazarse nuevamente, enfrentarían mayores
riesgos vitales.

182
de los/as profesionales del servicio y del hospital, personal de la Defensoría y

organizaciones de mujeres. Una en particular, 236 participaba activamente del circuito de

derivación de mujeres para ser operadas en este hospital, previa aplicación del

"semáforo", tal como expresó orgullosamente su presidenta durante la entrevista. Las

mujeres eran referidas allí con una carta. Transcribo a continuación ana de ellas,

adjuntada a la historia clínica:

Htal. [...]/Dra. [ ... ]: nos dirigimos a Ud. a fin de informarle la situación de la señora...., de
años de edad, DNI..., la cual se presenta en nuestra institución el día ... solicitando se
articulen los medios para la realización de una ligadura tubaria bilateral. Se la derivo al
hospital local, encontrándose el mismo de paro por tiempo indeterminado. La sra.
manifiesta haber usado métodos anticonceptivos, los cuales no le han proporcionado
resultados positivos. Además la sra. ... tiene ... hijos. Ante esta situación, solicitamos a ud.
tomar en cuenta los motivos expresados por la señora y efectivizar la realización de la
ligadura. La sra. ... ha sido informada de las consecuencias de dicha práctica, completando
la ficha de ligadura tubaria bilateral y el semáforo (lo cual se adjunta), frente a lo cual ha
manifestado su consentimiento. Agredeciéndole su atención y descontando que a la sra.
se le garantizaran sus derechos en su hospital, la saludamos con mucho afecto." (firma la
presidenta de la ONG). 237

Así, tanto la nota como la ficha adjuntada y la propia implementación del "semáforo"

sugiere que, a pesar de los términos en los que la ley reconoce el derecho universal al

acceso, como se anunciaba en el cartel que exhibe esta fundación, sólo algunas mujeres

eran derivadas al servicio para operarse, de acuerdo con criterios que no se distinguían,

entonces, de los que organizaban las prácticas médicas, expresados en la exposición de los

236
Un cartel en -su sede que anuncia: "Ligadura tubaria bilateral o 'atarse las trompas' es -un derecho humano, la ley
26.130 dice que todas tenemos derecho a esto en el hospital público y gratuitamente. consúltenos!!!" (subrayado en el
origini). -
237
En otra carta, con similar formato, firmabá una de las abogadas que integra la fundación. La ficha que se
adjunta recoge los datos personales —nombre y apellido; edad; cantidad de hijós; cantidad de embarazos— un
formulario que indaga si está embarazada (y fecha probable de parto); problemas de salud y dificultades en
embarazos previos; servicio donde realiza controles de salud ginecológica; utilización actual y previa de
métodos anticonceptivos y dificultades experimentadas; si le fue sugerida la ligadura, por quién y qué
información le fue brindada. Se adjunta -el "semáforo" propiamente dicho (que señala con cruces en los
casilleros "verdes" para todas las respuestas), no el consentimiento.

183
datos que estos documentos recogen. Veamos a continuación de qué modos la noción de
"candidatas" organizaba las actividades de la "consejería".

Acerca de la indagación y la información, o de cómo opera el semáforo

Al planteo de las mujeres que consultaron con motivo de la ligadura, tanto en el


consultorio de "consejería para ligadura" como en el espacio general del consultorio de
salud reproductiva, le siguió la exploración de sus motivos y la ponderación de las
respuestas al "interrogatorio" de rutina, que incluyó, como se vio, la indagación
sistemática acerca de la opinión de la pareja siempre que la mujer se hubiera presentado
sola a la consulta.

En el consultorio dedicado exclusivamente a la "consejería para ligadura", la ginecóloga a


cargo preguntaba, mientras comenzaba a completar la historia clínica: "Por qué querés la
ligadura?". Luego acostumbraba indagar por el tamaño ideal de familia imaginado por las
mujeres.

Durante una consulta, al completar la historia clínica, lá ginecóloga le preguntó cuántos


hijos soñaba tener antes de empezar a tenerlos y la joven —que tenía 3 hijos— le dijo,

riendo, que ninguno. Intentó, entonces, profundizar en la respuesta que la sorprendió, y la


joven agregó que simplemente no se lo había imaginado. Aquel interrogante revela que la
médica asumía la existencia de un proyecto de maternidad de larga data. Por el contrario,
la ausencia de este proyecto entre los varones no le resultaba llamativa: a un paciente que
consultó con intenciones de hacerse una vasectomía, le hizo esta pregunta y ante el gesto
de indiferencia de él por respuesta, ella agregó: "do no pensabas en eso?". Y luego,
mirándome: "aviste? los varones no piensan en eso... las mujeres sí". La operación de
representaciones sociales que identifican la maternidad como proyecto naturalizado para
las mujeres y que habilitan para los varones otras opciones, se expresa asimismo en la

información que la profesional les brindaba a éstos cuando consultaban por la vasectomía:
la médica destacaba que la intervención no interferiría en "las funciones del hombre", en
el funcionamiento del pene y su capacidad eréctil, asumiendo así la centralidad de la

184
experiencia de la sexualidad masculina.

Luego, solía seguir el planteo de ciertas situaciones o escenarios hipotéticos: " Y qué
pasaría si dentro de x tiempo querés que tu hijo tenga un hermanito? " Y si cambiás de pareja y
",

e7ñjó

maternidad podría reinstalarse más adelante, sólo fueron planteadas a las mujeres más
jóvenes238 y a las que tenían "pocos hijos/as". Se guiaba, así, de acuerdo a los criterios

señalados en el dispositivo, lo que muestra la intención de reducir la incertidumbre


médica, o "la necesidad de control de lo que no se sabe" (Margulies, 1998: 58).

En virtud del carácter radical —por definitivo— de la ligadura, las/os profesionales


expresaron que era imprescindible para las mujeres contar con información y tiempo de
meditación para tomar la decisión de practicarla. Sin embargo, durante las consultas
observadas, la información acerca de lo que ésta implica no fue generalmente objeto de un
especial tratamiento, aunque siempre se enfatizó el carácter definitivo y quirúrgico. En
este sentido se explicaba que se trataba de una operación que no tenía vuelta atrás, y que
la única posibilidad —si algún día se arrepintieran y quisieran volver a quedar
embarazadas— sería recurrir a una costosa operación que no estaba disponible en el
hospital público. 239 En ellas, poco se dijo acerca de los cambios fisiológicos que pueden o

no experimentarse. Las alternativas quirúrgicas para realizar la ligadura, sólo fueron


explicadas por la ginecóloga especializada en el consultorio de "consejería para ligadura",
aunque no siempre, como se verá más adelante.

El espacio de tiempo dedicado a la "consejería" fue más amplio frente a mujeres cuyos
"perfiles" no cuadraban con los criterios establecidos en el dispositivo (los que se ordenan
en la caja de colores y/o los "factores de arrepentimiento"), al tiempo que incluyó
información sobre métodos transitorios y reversibles. No obstante, la información en

238
El "corte" suele trazarse en los treinta años —siguiendo el "semáforo"— pero resulta más conflictivo cuando
la mujer está próxima a los veinte.
239
Durante mi segunda etapa de trabajo de campo la información brindada fue más exhaustiva que en la
primera fase. Caben aquí las mismas hipótesis que planteé en el capítulo anterior acerca de la incorporación
de la ligadura entre los métodos anticonceptivos disponibles al momento de realizar la "consejería en
anticoncepción".

185
torno a la práctica en cuestión no fue más exhaustiva. Sólo en esos casos se observó la

puesta en acto de la proclamada imperiosa necesidad de dedicarle tiempo a la

"consejería" antes de avalar la realización de la práctica a través de la extensión de los


. __.. 9_Ç _la modificación irreversible
cuerpo.

Por el contrario, otra fue la rutina cuando se trató de mujeres con características que las

convertían en "candidatas" para la ligadura: durante la atención a una mujer alrededor de

40 años, madre de ocho hijos, la doctora le preguntó si en algún momento se había

cuidado. La mujer respondió que casi nunca: sólo en una oportunidad había tomado

pastillas, pero durante la enfermedad de su padre se olvidó y quedó embarazada. Levantó

los hombros, como si fuera toda lo que pudiera decir. La profesional opinó: "seguramente
información no te faltaba, por el medio donde trabajás" [era enfermera en un hospital público

de la ciudad] y la mujer no encontró nada para decir. La médica le aclaró, como


tranquilizándola: "no digo nada, sólo te estoy preguntando", y agregó que tendría que

cuidarse hasta que llegue el momento de la operación, porque si resultara embarazada en


el medio no se podría operar (notas de campo).

En esa, su primera consulta, le fue entregado el formulario de consentimiento informado,

con indicación de leerlo detenidamente, compartirlo si así lo deseaba con quien quisiera, y

firmarlo, con la aclaración de que sólo su firma era necesaria (a diferencia, como se vio,

del procedimiento antes corriente de solicitar la firma del marido). Asimismo, a aquellas

mujeres consideradas "candidatas" se les entregó la "hoja de ruta" y las órdenes para los

estudios prequirurgicos, habilitandolas de esta forma a practicar el procedimiento

solicitado, sin dedicar más que unos pocos minutos a la "consejería", que no incluyó

información ni promoción de otros métodos (reversibles) más que para garantizar que no

fueran a embarazarse en el lapso de tiempo que les tomaría realizar los estudios previos a

la operación. Al mismo tiempo, el espacio para la atención de dudas fue diferido a

próximas consultas. Las profesionales que atendieron demandas y consultas espontáneas

de ligadura derivaron a las mujeres a la ginecóloga para más detalles acerca de la

186
intervención, sin siquiera desplegar la información disponible en el consentimiento
entregado. 240

Los tiempos de la "consejería" se veían acotados, también, cuando eran las hijas de las

servicio cuestionó la práctica de aceptar realizar y programar la ligadura sin detenida


consideración, y bogó por: "tener en cuenta que es una decisión suficientemente importante
como para que se tomen media hora, charlar". Así, problematizó la rápida admisión que, se
puede suponer, obedecía en parte a las relaciones movilizadas, de cierta familiaridad y

conocimiento, además de las características atribuidas a ellas, que remitían al "riesgo

social". En efecto, este constituye otro criterio que contribuye a definir el "perfil" de las
"candidatas", desde el cual justifican la realización de la ligadura:

Antes era un tema, cada vez que me veían aparecer a mí con una paciente para ligadura

era... de terror. Una paciente, en general pacientes o familiares de acá, de gente del

hospital, que tenía 5, 6 hijos, con un sueldo que, también lo económico. O sea, no es

solamente el riesgo de vida, el riesgo de, social de un chico que nace y no tiene ni para

comer, ¿me entendés? (Ginecóloga, de planta, 2)

Como se observa en este fragmento, las condiciones materiales de existencia configuran

un factor de "riesgo social", noción que no atañe estrictamente a la mujer sirio, y sobre

todo, a su descendencia. Las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres que acudían al

hospitaL según refieren los/as profesionales, frecuentemente se expresaban en dificultades

de distinto orden para el acceso a métodos anticonceptivos reversibles. En su opinión,


C algunas de estas dificultades se vinculaban con obstáculos situados a nivel de los propios

servicios públicos pero que remitían a distintas lógicas (resistencia ideológica de las

autoridades de servicios y/u hospitales, y demoras en la gestión o distribución de los

240
Esta debilidad de la comunicación de la naturaleza de la operación, fue manifestada por algunas de las
mujeres que se operaron: durante una consulta de control pos operatorio, presencié las dudas que planteó una
- - mujer, acerca de la operación y su eficacia. La profesional se puso seria y le preguntó si había leído el
consentimiento, que para eso se lo dieron con tiempo —le dijo— para que lo leyera tranquila y se sacara las
dudas. La mujer, sonriendo, se disculpó alegando no ser una gran lectora: "lo que leo me entra y me sale". La
profesional le explicó que con el método que emplean para realizar esta operación es altamente improbable
que se pueda embarazar, aunque no pueden decir —porque la jefatura no les permite— que es 100% seguro, y la
mujer se mostró aliviada por la alta eficacia.

187
.

insumos hacia los servicios). Otras veces, en esas mismas condiciones de existencia, se

contemplaba también la operación de relaciones de género que impedían la adopción de


métodos reversibles.

la intervención solicitada, en función del "riesgo social". Así, de acuerdo con la posición

social de la mujer, con cierta cantidad de hijos ("grandes multíparas") se consideraba

conveniente realizar la ligadura, en parte en función del riesgo clínico, procurando así

ponerla a salvo y con ello garantizar el ejercicio de las funciones maternales para con sus
hijos.

Vale señalar que entre los expedientes de la Defensoría el único informe médico que daba

cuenta de esta dimensión en la evaluación del pedido de una mujer de recurrir a esta
práctica, correspondía a este servicio de obstetricia. 241 La consideración de las dificultades

de existencia, que en aquella situación involucraba relaciones violentas, muestra que la

mirada de los/as profesionales de la medicina también incluye aspectos que no remiten

sólo a las condiciones clinicas de las mujeres a la hora de contemplar la posibilidad de

practicar la ligadura tubaria, al tiempo que los "criterios clínicos" están atravesados por
apreciaciones morales.

Al referirse a las "pacientes hospitalarias" —entre quienes la alta paridad se da en un

contexto social de precariedad— una profesional del servicio de ginecología caracterizó a


.
estas mujeres por las condiciones de pobreza en que viven, su "falta de educación" y

"promiscuidad" y halló razonable, incluso, realizar el procedimiento de manera

inconsulta: "Ahora, si viene una mujer, no sé, de 39 años, con 8 hijos, que tiene un montón (se
interrumpe) y, creo que ahí hace falta ni preguntarle si está de ac-, hay que hacerlo".

Así, sea que se recomiende, se niegue, o se llegue a justificar la práctica compulsiva de la

ligadura, se evidencia el carácter moral inmerso en la calificación de las decisiones


reproductivas (y de las prácticas sexuales implicadas). Se trata de una moral clasista que

241
Se trata de la actuación 10.860/02.

188
.

ignora la diversidad de sentidos que la reproducción adquiere entre otros grupos sociales
y las dificultades objetivas para satisfacer las decisiones reproductivas entre los conjuntos
sociales más vulnerables, distinguiendo conductas moralmente aceptables (propias de
"nosotros") de las inaceptables, las de "los otros". Así, se preservan las relaciones sociales
vigentes y, en ellas, su lugar privilegiado. Es necesario, pues, extender la propuesta de

Standirig (1992) acerca del abordaje antropológico de las prácticas que de cuenta del
significado cultural específico, del contexto socioeconómico y político más amplio y de las
formas de expresión de la sexualidad, para incluir también en el análisis, los contextos
cotidianos en que se insertan la maternidad y las decisiones (no) reproductivas.

***

Fue la jefa del servicio de obstetricia quien problematizó la modalidad de implementación


de este dispositivo por parte de los/as profesionales. En varias reuniones del equipo
manifestó que eran cada vez más frecuentes los "arrepentimientos a último momento", esto

es, que en momentos previos inmediatos a la intervención, mujeres internadas para ser
operadas cambiaron de opinión y desistieron de ligarse las trompas. Interpretó estas
situaciones como "un semáforo, una advertencia, para nosotros ", que debía obedecer a la
"relajación" en el empleo del dispositivo, según dijo. Expresó que esto podría evitarse
con"un buen trabajo de comunicación y prevención", a la vez que destacó la necesidad de
estudiar los factores asociados a este cambio de parecer a fin de orientar la "consejería". El
énfasis en estudiar estadísticarnente a la población que asisten fue expresado en relación a
otras cuestiones. Por un lado, el servicio acostumbra (como se vio en el capítulo IV)
elaborar trabajos a partir de la clínica. Por otra parte, esta expectativa de generar
información sobre cuestiones que resultan problemáticas, puede vincularse con la
necesidad de generar rutinas que contribuyan a reducir la incertidumbre en la práctica
asistencial cotidiana, en el sentido planteado por Berg (1992).

En este sentido, durante una conversación informal me transmitió su preocupación: "es


como que en seguida, bue, se acepta hacer la ligadura, y después salta que no estaba segura". Y
manifestó la necesidad de reforzar el proceso de evaluación: "Eso hay que verlo antes, no se
puede dar salida tan a la ligera",y me relató una de esas situaciones. Cuando le pregunté

189
(asumiendo una respuesta afirmativa), si aquella mujer —protagonista de su relato— había
tenido una evaluación favorable, me dijo "Sí, pero por ella".242 Pregunté si no habría sido

conveniente que otro/a profesional charlara con ella sobre su motivación, tal vez alguien
del capop cemos así", me respondió sin más. No obstante, en situación de -
entrevista subrayó el malestar que generaba a los/as médicos un cambio de opinión a

última hora, en virtud de la dedicación que, destacó, el equipo ponía a la "consejería" :243

Y, nos da mucha bronca (se ríe). Básicamente nos da bronca porque, justamente, por todo
este proceso del compromiso que ponemos en la consejería, en que lean, en que compartan,
en el famoso semáforo y en todo esto que ponemos y que, en un minuto.., qué sé yo. Hubo
dos casos que fueron de pánico antes de entrar a quirófano. Bueno, habrá que trabajar con
alguien que haga stress prequirúrgico, qué sé yo... no, volvieron y se fueron con un DIU
muy contentas. (Médica obstetra, jefa, 12)

A la luz de la opinión que expresó en otras oportunidades acerca de los diagnósticos de


profesionales del área psi —"se limitan a indicar 'orientada en tiempo y espacio y de eso
cualquiera puede darse cuenta, además de que eso no ayuda a decidir si está en condiciones de
ligarse "- y la respuesta taxativa a mi sugerencia, cabe relativizar la propuesta que se lee en

este fragmento. Tanto de éste como del intercambio que cité arriba, surge que el

"semáforo" constituye para los/as profesionales un instrumento idóneo a fin de evaluar la

realización de la práctica de cara a una decisión firme y sostenible en el tiempo (con muy

bajas chances de "arrepentimiento"). Situaciones como la relatada revelan justamente la

eficacia normalizadora de este dispositivo, que resulta de la rutinización de las prácticas

profesionales, al tiempo que reproduce y valida esos mismos cursos de acción (Berg,

1992): la "seguridad de la norma" que brinda el "semáforo" se expresa en la "crisis" que

pueden implicar tales situaciones para los/as médicos, en las que el cuestionamiento se

dirige, primero hacia la mujer, y luego hacia aquellos/as. En este sentido, contribuye al

242
Vale resaltar que, aunque la decisión de la mujer puede reconfigurarse a la luz de diversos factores, un/a
profesional debió habilitarla a realizar la práctica. Dada la dinámica asistencial corriente aquí analizada, es
posible que habiendo sido considerada una "candidata", la instancia de la "consejería" durante la consulta de
esta mujer no haya merecido especial o suficiente atención. Abona esta posibilidad el argumento que
desarrollo a continuación, acerca de la confianza en el "semáforo".
243
Y seguramente los contratiempos y reajustes que implica en cuanto a la asignación de los recursos del
servicio.

190
disciplinamiento profesional, al cuestionar sus modos de implementación en el marco de

la "consejería en anticoncepción", como se manifiesta en el siguiente fragmento:

Esta sensación de que está automatizado viene a raíz de una mujer que era muy joven, 22
u -----
utilizado otro método, y que la mina exigía por su derecho, y [nombre de pila de una
profesional] le había firmado el semáforo verde, lo cuál no estaba mal. Pero en realidad lo

que estaba mal era que la mujer no había tenido oportunidad de conocer nada y que estaba
evidentemente frente a una situación que la desbordaba, que era un hijo a continuación del
otro, que no estaba previsto ( ... ) el momento de la decisión no era adecuado ¿entendés?. A
raíz de eso volvimos a reunirnos y a ver que bueno, que eso era una columna amarilla:
nunca usó un método anticonceptivo, eh. Eso no era para decirle (con tono diligente,
despreocupado) "ok, sí, chau, te ligo", sino para repensar la situación ¿entendés? [ ... ]

Repensar, volver a la consej ería, esto significa. Que siempre decimos, no le negamos a la
mujer, nunca le decimos "no te lo vamos a hacer". Le decimos "tenés que pensarlo mejor,
¿qué te parece si por un tiempo podés usar otra cosa ... ?", ¿entendés? Tomar en cuenta

también esta nueva experiencia por ahí, que nos pasó con una mujer arrepentida que está
feliz con el DIU: la siguen viendo en el centro de salud, y la mina está bárbara, y "ah que
suerte que no me hice eso!" (Médica obstetra, jefa, 1) (el resaltado me pertenece)

Aquí, al tiempo que expresó su confianza en este dispositivo, la jefa del servicio cuestionó

la forma en la que otra profesional había resuelto su implementación. De ahí que justificó
su revisión, y luego la estrategia de "repensar (...) volver a la 'consejería ", al tiempo que -

aclaró— no se trataba de negar el acceso a la práctica. Y es que el propio disposflívo génera

una serie de tensiones e incluso contradiccioneS, 244 tales como la limitación del acceso que

se supone fruto de una decisión "autónoma" a la necesidad de antes haber adoptado

algún otro método anticonceptivo (aunque no siempre), o bien, que la pareja esté de

acuerdo. Estas tensiones se expresan particularmente en lo que los/as profesionales

definieron como "grandes casos" o "casos difíciles". Así, ante situaciones en las que
"proceder con la ligadura [implicaba] transgredir las recomendaciones del semáforo ", según

244
En el mismo sentido, Alejandra Roca (2009) analiza el despliegue de dispositivos que permiten lidiar con el
carácter "híbrido" del embrión en los centros especializados en su producción, al tiempo que encubren una
serie de tensiones.

191
planteó la jefa del servicio, se pusieron en acción otros dispositivos: una mayor dedicación

a la "consejería", en la que se reforzó el "interrogatorio" y la presentación de los métodos

anticonceptivos reversibles; la revisión por parte de colegas (como en la situación recién


analizada) , el recurso de la participación de prof esionales de otras disciplina& Estos dos

últimos dispositivos sólo fueron desplegados muy excepcionalmente, en situaciones que

aún resuenan, y que fueron objeto de los relatos construidos durante mi trabajo de campo.

Cabe suponer que estas modalidades de abordaje hayan sido movilizadas por la

insistencia de las mujeres en su pedido. En cambio, de acuerdo con los datos elaborados a

partir de mi observación, situaciones similares fueron tratadas a través del manejo de la

información, la indagación sistemática de la opinión de la pareja, y la entrega (o no) del

consentimiento impreso y las prescripciones de estudios prequirúrgicos, como se vio


hasta aquí. A continuación me dedico al análisis de las principales tensiones identificadas
en los modos de ofrecimiento y resolución de los pedidos de ligadura tubaria, y los

sentidos que subyacen a las prácticas profesionales referidas y observadas.

Las ténsiones

El "caso" de las jóvenes

La decisión expresa de las mujeres jóvenes se convierte en objeto de una atenta mirada.

Especialmente, un tratamiento también especial, merecen los pedidos planteados por

estas mujeres si tienen "pocos hijos": si bien generalmente se refieren a un hijo/a, en

ocasiones se incluye en esta categoría a mujeres con dos hijos/as, aun cuando entienden

que se trata de situaciones cualitativamente diferentes. Sólo a ellas, les fueron planteados

los escenarios hipotéticos antes referidos y la posibilidad de implementar otros métodos,


nunca experimentados, antes de llegar a uno definitivo como la ligadura.

En una consulta, frente a una mujer de veinte y pocos años, la profesional enfatizó la

irreversibilidad de la práctica, pero no mencionó que constituyera una intervención

192
quirúrgica. Como la joven nunca se había cuidado, la profesional comenzó a explicar,
pausada y cuidadosamente, que la ligadura es algo definitivo, y que si bien estaba en su
derecho y si seguía queriendo se la irían a hacer, convenía que antes probara con alguno
de los miles de métodos que le permitirían dejarlos si no se sintiera bien o no le gustarai
También le dijo que teniendo en cuenta que tenía dos bebés chiquitos, y que ella misma
era muy chiquita, podría cambiar de opinión y más adelante podría querer tener otro hijo
—"a todas las mamás nos pasa, que con el parto y mientras el bebé es chiquito decimos que este es el
último, pero después los chicos crecen y a veces queremos tener otro"— y para eso la ligadura no

tenía retorno. "Por eso quiero que lo pienses un poquito más, y mientras tanto buscamos otra
forma de cuidarte, yo ahora te voy a contar qué métodos hay y elegimos uno para que pruebes
mientras pensás lo otro un poco más. Después podés venir y decirme que el método no te gustó, que
estás segura y querés hacerte la ligadura ". Explicó, entonces, en términos llanos cuáles eran
los otros métodos anticonceptivos, y luego le indicó uno de ellos.245 Al día siguiente la
joven se presentó en el servicio acompañada por su marido y diciendo que lo había
pensado más y que quería que le realizaran la ligadura, entendiendo que era una práctica
de consultorio 246 (notas de campo).

El cuestionamiento que recibió este pedido por parte de mujeres jóvenes y con pocos hijos
implicó, según observé, la interpretación de sus vínculos personales (que remiten a otras
mujeres) en términos de presiones, restándole convicción y autonomía a su decisión de
practicar la ligadura. Así, cuando otra mujer joven con dos hijos explicó que no quería
tener más, y que una de süs cuñadas lé dÍjo que podría hacerse una ligadura, la

profesional le dijo varias veces que la decisión la tenía que tomar ella, que su cuñada no
podía decidirlo por ella, que la decisión debía "salir de su corazón ". Luego le preguntó si lo
había hablado con su marido o si se había mandado sola, por su cuenta. " Y él que piensa
de esto? —Me dijo que tenía que hacer lo que a mí me pareciera. —Claro, es tu decisión, no la de tu
cuñada ". Luego le preguntó cuántos hijos era su sueño tener: "uno apenas" respondió la

245
En la historia clínica se lee la dificultad experimentada por la profesional a la hora de comunicar la
naturaleza de esta intervención y la resolución temporal de la solicitud: "Solicita ligadura tubaria. Se realiza
consejería. La paciente nunca utilizó ningún método anticonceptivo en su vida sexual. Se trata de explicar que es un
método definitivo. Se instruye sobre ACO de lactancia. La paciente acepta, se cita 1 mes".
246
Según me comentó, unos días más tarde, la profesional que la atendió en esta segunda instancia

193
joven (notas de campo). Tiempo más tarde, al cabo de la devolución que realicé al equipo
de profesionales de este servicio, y debido a que uno de los aspectos crítkos allí señalados
se refería a estas cuestiones, volvió sobre el caso de aquella joven: " te acordás? Pobrecita,
vino porque la mandaron las cuñadas.... Cuñadas con las que aquella mujer vivía, todas ellas

y sus parejas —habían migrado desde Bolivia— empleados en un taller textil y en el que se
alojaban, muy probablemente en condiciones de hacinamiento, junto a sus hijos/as.

Resulta evidente que este modo de interpretación de las referencias con que las mujeres
llegan a solicitar la ligadura, conileva un ejercicio tutelar del saber-poder profesional que
refuerza su subordinación, restándoles potestad para decidir. Esta posición fue
fundamentada por una de las obstétricas entrevistadas, como se observa a continuación:

Bueno, nosotros trabajamos mucho con respecto a que es su derecho. Creemos que,

estamos convencidos de que esto es así, por eso a lo mejor nos enojamos bastante cuando

vemos que vienen a (imitando tono de reclamo) "( ... ) es un derecho!" Hay situaciones muy
especiales, muy especial, en la cual por detrás del derecho de esta mujer pero tratás de

trabajar otras cosas para que bueno, este derecho esté bien adquirido, ¿si? Que no tenga

un efecto traumático a futuro. Pero.., son situaciones muy especiales, y no de todos los
días. En general la mujer viene con un convencimiento claro, que se trató en el consultorio,

que justamente el semáforo te abre o te cierra la puerta del acceso para la ligadura, ¿si? Así

que bueno, cuando la mujer llegó a la anticoncepción quirúrgica es porque está bien claro
que es el cierre de su etapa reproductiva. Que hay situaciones muy puntuales
que a lo
mejor uno (busca la palabra) palea para adelante para ir trabajándolo, no por el hecho de
no hacerse cargo, al contrario, es hacerse más cargo del tema. Porque no hacerse cargo es

"vos lo querés? Listo". Es una forma de hacerse más cargo de la situación de la paciente

(se corrige) la mujer, no de la paciente. Yo creo que para una mujer eh, no es fácil decidir
realmente "no voy a tener más hijos", ¿si? Eh... es un deseo pero en este momento

realmente ella tiene claro de no querer tener más por lo que significa tener un hijo, por su

historia social. Pero esto es como si te sacaran el útero: sabés que nunca más (se

interrumpe) a ver, qué dura que soy diciendo esto, ¿no?, pero eh... la mujer es
esencialmente, a lo mejor, maternal, ¿si? Esa cosa de decir, bueno, cuando surgen estos

arrepentimientos, tal vez eh, una cosa es lo que uno puede decir y otra cosa es lo que

realmente me pasa, y lo que quisiera a lo mejor es irme castrada con esa posibilidad. (Lic.
Obstétrica, de guardia, 7) (el resaltado me pertenece)

194
Así, esta profesional destacó la ftmción de velar por "una buena adquisición del derecho".
Para ella, la consideración de los criterios incorporados al "semáforo" y la dilación eran
las estrategias que permitían dilucidar la conveniencia o no de realizar la práctica
solicitada. Estas_prácticas se justificaban en virtud del carácter "esencialmente inaternal"de
las mujeres que exige "minimizar" la chance de "arrepentimiento" ante una decisión
radical. Es así que, a partir de la naturalización de la vocación maternal de las mujeres se
construye el deber o compromiso profesional con la definición de la pertinencia o no de la
anticoncepción quirúrgica frente a cada mujer que plantea la intención de irse "castrada".
Simultáneamente, se expresa el disgusto que provoca la situación en la cual es
cuestionada la autoridad profesional desde la apelación al derecho de algunas mujeres
que expresaron su deseo de ligarse las trompas.

Otra profesional justificó la resistencia a ligar las trompas a mujeres jóvenes en los
siguientes términos:

No, no, él, por eso te digo, muy lógica la postura de él [el sacerdote católico que integra el
Comité de Bioética del hospital]: en esos casos de muchos chicos, de una mujer en un mal

medio social, etc., etc, él también estaba de acuerdo (hace una pausa) Y es lo que pensamos
todos, creo que pensamos todos, (bajando la voz) no les voy a preguntar el pensamiento de
ustedes, pero (alzando la voz) ante una mujer joven uno se lo plantea, realmente. Lo mismo

que nosotros vemos que tiene un cáncer de ovario, fíjense la comparación que les voy a
hacer: un cáncer de ovario en una mujer joven. La conducta en un cáncer de ovario es sacar

todo lo que más se puede. Pero si esiina mujer joven, y que puede llegar a-tenerhijos, uno,
a pesar de que estamos hablando de un cáncer, trata de ser conservador. Entonces cuando

uno toca este tema de la ligadura de trompas, sabiendo que no va a poder gestar más,

tenemos, es una cosa como que uno está (busca la palabra) forzado a explicar y a que ella
esté bien segura de lo que va a hacer. ¡Porque estamos a favor de la vida! (Ginecóloga, jefa,

9)

Al exponer la dificultad que experimentan los/as profesionales para acceder a la solicitud


de una joven de practicar la ligadura tubaria, esta médica se refirió, por analogía, al
criterio conservador que opera en la cirugía oncológica y se proclamó "pro vida". Así,
unificó los sentidos del mismo efecto bajo situaciones completamente distintas: en un
caso, fruto de la decisión de practicar una intervención justamente con el fin de evitar la

195
concepción a futuro; en otro, un efecto colateral de un procedimiento quirúrgico frente al
diagnóstico de cierta patología.

Así, los pedidos de las más jóvenes suelen ser seguidos de una prolongada indagación:

M: Porque a veces uno ve que hay mujeres con pocos hijos, muy jóvenes, y uno les plantea

las posibilidades, les da los pro, los contras. También por el tema de que la maternidad a
veces, el deseo de maternidad aparece en una mujer de 24, 25 años, ¿viste? Tiene una vida
reproductiva bastante larga. Pero bueno, es un derecho y muchas lo plantean: "es mi

derecho", y uno bueno, tiene que darle el abanico de posibilidades, hacer una buena

consejería, pero si realmente ella lo decide, bueno [...] De pronto, 18 años, (con gesto de

complicación) también hay que ver la edad, los factores, qué es lo que la motivó a eso.
Quizás habría que darle terapia, ver si tuvo alguna experiencia, o algo que la llevó a esto.

Es muy importante esto ¿viste? Cuando vienen estas cosas como medio descolgadas, fuera

de, de lo que uno imaginaría, eh... y ahí uno se mete medio en el lugar, pero ¿viste?,

tampoco es indiscriminadamente: (con tono desinteresado) "Ah, porque es ley, se lo hago


total no me pueden... acusar". No, ahí uno tiene que pensar en la mujer como mujer, más
allá de que haya una ley, y bueno, indagar un poquito más, tomarse un tiempito, darle un

método mientras tanto como para que no se embarace, pero ver si hay un temor al
embarazo por algo específico, algún trauma que vivió...

A: ¿Les tocó tratar alguna situación así?

M: De 18 no, había sí una de 22 años, este, con un solo, uno o dos hijitos. Y sí, se estuvo

haciendo tratamiento psicológico y demás {...] hasta que finalmente bueno, se decidió, pero
se le dio un tiempo, se le dio un método, se le habló mucho, se hizo una consej ería (relata

con ritmo lento) muy lenta, indagando en muchas cosas, viendo cómo se manejaba ella,
cómo iba tomando ella la decisión, cómo iba asumiendo las cosas. (Médica obstetra, de
planta, 4) (el resaltado me pertenece)

Los datos relevados muestran que las situaciones que involucran la demanda de esta
práctica por parte de mujeres jóvenes resultan especialmente dilemáticas para los/as
profesionales, y por ello ameritan más tiempo. Su juventud es definida en términos de la
etapa reproductiva que les resta y deben transitar. Así se instala sobre ellas la sospecha de

una profunda perturbación, y el deseo de no volver a atravesar la maternidad biológica es

196
patologizado, ya que contradice al que se supone natural y que se espera que "aparezca"
más adelante: el deseo de ejercer la maternidad.

El cuerpo femenino completo, teóricamente dotado de capacidad reproductiva, aparece

destino de la mujer: de ahí que se considera que la clausura de la etapa reproductiva


transforma radicalmente la experiencia personal de la mujer. En este sentido, como se, vio,
los/as profesionales justificaron la necesidad de velar por la conservación de su cuerpo
completo, aun contra la intención manifiesta de la mujer, porque éste se asume como

fundamento de relaciones constitutivas de la persona. Y no sólo de las relaciones de las


que efectivamente participa (en tanto madre de sus hijos/as, pareja de su compañero,
entre otras) sino también de las que podría participar. En este sentido, de cara al potencial
ejercicio de la maternidad (y en relación con otras posibles parejas) se prioriza la

conservación de las funciones reproductivas del cuerpo femenino. En esta perspectiva,


que naturaliza la maternidad como destino femenino, parecen fundarse tanto la sorpresa
y el detenido escrutinio que siguen a estos pedidos, como la mención de la situación más
conflictiva que, imaginan, podrían llegar a enfrentar: el pedido planteado por mujeres que
aún no han sido madres biológicas. 247 En este sentido, las referencias a las mujeres que

siendo jóvenes y aim sin haber experimentado la maternidad biológica requieren esta
práctica aparecen, al igual que los juicios por mala praxis, como una posibilidad temida
que la ley vigente habilita, aunque contraste con el "perfil" de las mujeres que
efectivamente solicitan la ligadura en el hospital:

Y sí... hay mujeres que piden la ligadura y no han tenido hijos. No acá, en este hospital en

especial, pero a veces hemos escuchado de afuera de mujeres que no quieren tener hijos y,

o sea, no me ha pasado acá adentro en el hospital [ ... } las que vienen acá obviamente son las
que tienen varios hijos o cesáreas o que no tienen ningún método o porque ningún

momento le sirvió, pero no es el caso así, por lo menos a mí no me ha pasado, si lo he


escuchado afuera y, y realmente (sonriendo) hace ruido. (Lic. Obstétrica, de planta; 6)

247
Cabe señalar que tanto en los expedientes de las Defensorías, como en las consultas, todas las mujeres que
solicitaron la práctica ya tenían hijos/as.

197
Hasta aquí se vio en detalle cómo opera la consideración de la relación que hace de la
mujer una madre, y colateralmente, cómo se contempla el vínculo de pareja. Éste
constituye otro de los núcleos de tensión en la gestión del acceso a la ligadura tubaria, que
trato a continuación.

El lugar de la pareja en el acceso a la práctica

Distintas profesionales se refirieron a la situación en la que una mujer expresó, justo antes
de entrar al quirófano, que su marido no acordaba con la decisión que ella había tomado.
Al tomar conocimiento de la disidencia, la situación se tomó particularmente
problemática para los/as médicos, quienes solicitaron la intervención de una especialista
de trabajo social. Su participación en esta ocasión, contrastó con la que, de rutina, había
tenido lugar en un período anterior (a la que se refirió "como un trámite en vano ", en tanto
su evaluación no difería de la que realizada por los/as médicos). Relató, cómo sigue, el
tratamiento del "caso":

L: [ ... J hubo un caso de un arrepentimiento en donde por ahí yo me quedé por ahí

cuestionando mi intervención, porque [nombre de pila de la jefa de obstetricia] me

manifiesta que ella [la paciente] quería ligarse y que el marido no la dejaba. "Entonces
bueno —me dice— fijate, hacele la entrevista". Y bueno, hablé con ella y me contó más o
. menós esto. Entonces yo (hace una..hreve pausa) le hablé. ..por....teléfono. Sí, y ah.í...es donde.

creo que está mi error ¿no? Porque, no para citarlo, sino [que] tuve la intención de

convencerlo ¿si? Y ahí es donde yo critico mi intervención ¿si? No era ni la manera de

abordaje ni la forma ¿si? Y obviamente el señor muy enojado me respondió que ella podía
ligarse, pero que él la dejaba...

A: ¿Y entonces?

L: Bueno, yo le ofrecí obviamente que viniera, porque además (baja la voz) se había

internado para ligarse, ya estaba acá. Y su argumento era, porque era una paciente, ponele,
de 28 años, o 29, y él tenía 50 largos, entonces él decía que él se iba a morir, porque tenía

problemas de salud y que ella tenía la posibilidad de tener este, de enamorarse de nuevo y
tener hijos. Eso es lo que él decía. Obviamente que estaba, había ahí una cuestión de poder

198
digamos, porque por un lado "sí, vos hacé lo que quieras... pero yo me voy". Entonces
viste, no era muy coherente su discurso con su actitud. Y no se ligó. [...]

A: Frente a una situación similar ¿qúé te parece que podrías hacer ahora?

L: Me parece que, primero seguir hablando con ella, por ahí hacerle una entrevista ( ... ),
en otro contexto, que ella ya venía con esto. Como que ella nos tiró la pelota a nosotros,
porque ella sabía de esta situación. [...J Igul vino a internarse ¿si? Entonces me parece que
no era ese el momento para resolverlo, y nos tiró a nosotros la pelota, estaba buscando
que nosotros lo hiciéramos, (ríe) y yo la agarré, mal pero la agarré. Este, bueno, entonces
me parece que, quizás no estaba demasiado también trabajado con ella, para que ella lo
pudiera haber hablado con su pareja de mejor manera, digo, porque obviamente plantearlo
así... Te digo más, me acuerdo patente que era así, como que estaba por entrar más o
menos (ríe) una cosa así, "ay, pero mi esposo me dijo que si yo me lo hago él se va, me deja
y entro en una crisis de angustia".

A: Y si ella no hubiera dicho nada, no hubiera hablado de la oposición de la pareja,


¿hasta dónde llega el servicio de salud indagando en la situación de la pareja?

L: ( ... ) quizás hay otras mujeres que tampoco los maridos comparten, pero ellas tienen la
decisión ¿si? No necesariamente tienen que compartirla, pero si no lo dicen... Por lo general
las doctoras creo que lo preguntan esto.., si es una decisión conjunta, si él sabe, me parece
¿no? que forma parte (asiento) pero si ella miente, porque puede mentir, puede decir que
sabe.., el tema fue, porque me acuerdo, fue así, a segundos, y donde ella antes había dicho
otra cosa, pero en -ese momento apunto de ser llevada,- -lo ma-n-i-fiesta Porque sí, sí, me
acuerdo que me llamaron así "tenemos esta dificultad" [ ... J ellos estaban ante esa
emergencia, ¿si? (Trabajadora social, de planta, 11) (el resaltado me pertenece)

La situación relatada se tomó una "emergencia", según esta entrevistada, experimentada

por el equipo de salud en términos dilemáticos: admitir como una expresión de

autonomía el consentimiento previamente brindado y el acto mismo de haberse internado

para realizar la ligadura (y, en ese caso, operar), o bien, atendiendo a su angustia a raíz

del desacuerdo y las amenazas de su pareja, suspender la cirugía. Al tiempo que

responsabilizó a la mujer por el malestar generado en el equipo de salud, señaló la

debilidad del proceso de tratamiento del pedido de esa mujer, en el que había resultado

199
avalada por el dispositivo empleado en el servicio.

En ui-la situación similar, 248 lo que aquí la trabajadora social interpreta como relaciones de

poder en la pareja que implicaban la subordinación de la mujer, fueron entendidas como


cuidad rla jefa d

No está bien eso de plantear esta posibilidad por el lado de la violencia. Como en el caso de
una chica joven de 30, casada con un señor mayor, de 60, tenían hijos y ella se quería ligar
aunque él no quería: él decía que ella era joven, que él podía morirse pronto pero ella
podría tener otra pareja y tener la posibilidad de tener más hijos con otro. ¡Ojalá a mi me
violentaran de esa forma! Al final, esta mujer se fue con un DIU y está chocha. Cuando la
vi me dijo, 'Pensar que me quería ligar, ¡si así estoy bárbara con él DIU!'. (notas de campo)

Así, durante una conversación informal, esta profesional, sin cuestionar la resolución que

tuvo, minimizó el conflicto que el "caso" generó, y que había suscitado un diagnóstico de

violencia. Lo que uno y otro relato muestran, es que en el dispositivo de evaluación de los

pedidos persisten las tensiones que se expresan en la regulación del acceso a la

anticoncepción quirúrgica femenina: en este caso, la que supone poner en relación la


autonomía de la mujer a decidir sobre su cuerpo, y la opinión/decisión de su pareja al

respecto. Esta tensión hace que sólo en ciertas circunstancias tome lugar una evaluación

interdisciplinaria, desestimada como recurso a ser implementado de rutina (la cual,


cuando lo fue, se vio supeditada a la hegemonía biomédica). -

La ligadura tubaria como "indicación terapéutica": su tratamiento en situación de "urgencia


médica"

El "descubrimiento" de cierto riesgo para la mujer ante un futuro embarazo, y la

posibilidad de evitarlo a través de la práctica de la ligadura de trompas en ese mismo

momento exige, de acuerdo con los/as profesionales, una rápida respuesta a fin de

248
No puedo afirmar que se trate del mismo "caso". A pesar de las diferencias, permite iluminar las diversas
perspectivas con que pueden ser caracterizadas y abordadas situaciones similares.

200
aprovechar la instancia quirúrgica. En tales circunstancias no hay lugar al tiempo de

meditación que se recomienda, por aplicación del "semáforo", y a los fines de consentir la

práctica previamente informada:

vos entrás a una cesárea, más que tenés la ventaja que la paciente está despierta, ahí sí
existe el consentimiento que se firma después a veces. Si hay una indicación médica, que
vos, es no sé, su 42 o 3Q cesárea, vos abrís la pared abdominal y encontrás un útero que está

( ... ), que está abierto de lo adelgazado que está... ya que, otro embarazo más significaría
que quizás tenga una ruptura uterina y tenga una urgencia que operar ahí mismo y
termine en histerectomía, es decir, de sacarle el útero. Entonces sí hablás de la, con la
paciente en el mismo acto quirúrgico y le decís "mirá, (con tono diligente) por indicación
médica te tendríamos que ligar las trompas porque no tenés más indicación de tener otro
embarazo por el estado de tu útero y bla, bla, bla", y ella da el consentimiento en ese
momento este, después bueno, se pide el consentimiento después por una cuestión de, de
legalidad. (Médica residente, obstetricia, 6)

Como esta médica comienza por señalar, la ligadura "por indicación médica" constituye

un tipo distinto de práctica. Frente a situaciones como la relatada, la posibilidad de

arrepentimiento no es siquiera considerada, siendo el imperativo evitar el riesgo que

implicaría un futuro embarazo. Así, cuando se plantea "no tenés indicación de tener otro
embarazo", impone condiciones de existencia que excluyen otras opciones por parte de las
propias mujeres.

En una conversación informal con la jefa del servicio de obstetricia, cuando le pregunté a

qué se refería la categoría "otras situaciones" en las que, según la estadística del servicio,
una ligadura había sido realizada, 249 expresó con cierta crítica que:

Se trató de un embarazo ectópico. 21 Al momento de la operación se le ofreció a la mujer,

grande, muchos hijos, digamos, paridad cumplida, si no quería que la liguemos. La

249
En relación al evento del embarazo. Las otras categorías eran las ya comentadas: "intracesárea", "posparto"
e "intervalo".
° Embarazo inviable puesto que la anidación del óvulo fecundado tuvo lugar en las trompas de Falopio.

201
hicimos fuera de la norma [..] porque no le dimos tiempo para reflexionarlo, tenía todas las
condiciones para una indicación médica, pero no era lo ideal, podría haberse arrepentido,
pero no, la mujer está feliz..." (notas de campo).

avanzada de la mujer y la cantidad de hijos/as que ya tenía —"paridad cumplida"— lo que

constituyó el fundamento de la "indicación médica". La situación, como puede leerse, no

resultó demasiado problemática, y de hecho se reforzó la adecuación de la recomendación


y la realización de la ligadura con la evaluación posterior: "la mujer está feliz ". Sin embargo

—como reconoció esta médica— supuso la violación de las normas de aplicación del

consentimiento que implican la reflexión previa a la toma de decisión a fin de evitar el

"arrepentimiento", que en este caso fue despreciado en función de los criterios con los

cuales los/as profesionales aconsejaron la práctica. No obstante, contrasta claramente con

ciertas situaciones en que las mujeres solicitan la práctica recién en la instancia quirúrgica,
aquellas que "entran por la ventana", retomando su categorización. E n estos casos, se

planteó indispensable disponer de un tiempo previo a la toma de decisión. En situación

de entrevista con esta profesional se pudo profundizar en los sentidos que organizan

diferencialmente la resolución de uno y otro tipo de circunstancias:

M: [...] uno también necesita estar razonablemente seguro y tranquilo con la decisión del
otro. Creo que nadie debería hacer nada así, ¿entendés? Ni una cirugía de nariz. Uno no va

al cirujano "buenas, sacame la nariz". Se dialoga, se habla, qué esperás, qué querés, qué
problemas podrían ocurrir, ¿entendés? Ninguna cosa médfca así, de cierto peso en el
futuro, uno debería tomarla así. No es lo mismo, no es una apendicitis, que no importa,
que no importa si te conozco o no, que cuando antes te opere mejor. O un antibiótico para
una infección urinaria. Esto es una cosa que uno puede darse un plazo para pensarlo.

A: Sí, sin embargo a veces los plazos no están cuando en el medio de una cesárea se
encuentran con algo que indica que... ¿qué pasa ahí?

M: Eso es como más sencillo de resolver. ¿Cómo te podría explicar? Si yo encuentro un


útero roto, y yo sé que en un próximo embarazo va a estar o muerta o con un chico

flotando en el abdomen, muerto el niño y muerta la madre, ahí como que no hay duda
digamos de... a ver, si yo te tengo que amputar una pierna por diabetes, y te digo "te la

202
amputás...". Vos ahí podés elegir: "me la amputo, no me la amputo, me tomo medio día
para pensarlo o no lo pienso". Deberías poder pensarlo. Nosotros le avisamos a la mujer,
no es que de repente le ligamos y después cuando se despierta le decimos (con tono
relajado) "buenas, te ligamos". En el mismo momento es (con serenidad y calidez) "mirá,
encontramos esto... ¿te parece?". En general nos dicen que sí.Y después completamos la
información. Pero hay un riesgo cierto, que podemos certificar. Si vos encontrás una rotura

uterina, de múltiples cesáreas y todo eso, es como que mucha duda no te queda de qué es
lo necesario...

A: No, no, es que estoy pensando que tal vez a la mujer sí le queden dudas por haber

tenido que tomar una decisión que en el momento, frente a la propuesta médica,
también le pareció razonable, por eso dijo que sí, pero que podría haber tenido...

M: Hay que ver.., es que, ¿qué vamos a hacer? ¿La vamos a cerrar y lá vamos a abrir más
tarde? Es complicado. Esto es como una urgencia, o una emergencia, como quieras decirle:
estás ahí, y en ese momento había que tomar decisiones que uno siempre las hace en su
mejor buena fe, digamos, basado en sus conocimientos. Otra cosa es cuando es algo que
uno puede elegir, y que es algo que vos definís. No. No hay. No debería haber mucho
ruido con eso, ¿entendés? Tanto para la mujer como para nosotros. [ ... ]

A: Y cuando durante la cesárea encuentran una situación que amerita una ligadura, ¿les
pasó de proponerla y que las mujeres digan que no?

M: (asiente) No, no, te da mucha bronca. Porque decís (sonríe irónica) ¡pero cómo está
arriesgando suvida!, pero no- entiende, no -lo entiende. -Pero bueno, -pasa, a--m-i me pasó
Mujeres con 11 chicos, con placenta previa, diabéticas, que vos decís ¡por Dios, señora, se lo
pido por favor!, y no, no, no. Y hace poco hubo otra persona [...J que nos miraba, pero
horrorizada ¡por qué nosotros le decíamos esto! (Médica obstetra, jefa, 12) (el resaltado me
pertenece)

La decisión de realizar la ligadura en esa instancia, aun cuando —se reconoció— no eran

condiciones que garantizaran su convicción para consentir esta intervención, obedeció a

los dictados de criterios técnico morales. Así, desde una racionalidad técnica que define la

203
emergencia o la "urgencia médica", 251 se justificó la decisión de practicar la ligadura

surgida durante la instancia quirúrgica dejando de lado la decisión de la mujer. Tanto esa,
como la rutina a seguir cuando la opinión médica no aconseja proceder y que implica la
dilación de la práctica (puesto que, se argumenta, es indispensable un tiempo para
meditar al respecto), encubren la subordinación social y técnica de las mujeres a la
hegemonía del saber biomédico (Menéndez y Di Pardo, 1996). Esto se expresa, asimismo,
cuando frente a mujeres que no son concebidas como "candidatas", el curso de acción a
seguir es "cerrar y volver a abrir". Y lo mismo ocurre cuando -aun ya prescrita la

práctica- el estado de salud de la criatura recién nacida es delicado: en tales


circunstancias, como ya señalé, se posterga la realización de la ligadura hasta que el/la
recién nacido esté fuera de peligro. Apelando a saberes de otras disciplinas: según
advirtió la jefa del servicio, se tiene en cuenta "eso que las psicólogas llaman 'reposición de

hijos Ç que suena horrible pero parece que si el bebé se muere es probable que lo quieran reponer con
otro" (notas de campo).

Así, los pasos previstos para el acceso a esta práctica a través de la implementación del
consentimiento informado, como para otras, 252 se revelan insertos en rutinas profesionales

modeladas por representaciones, valores y prescripciones que se expresan -con las


tensiones analizadas- en el despliegue del dispositivo del "semáforo". Rutinas
informadas por sentidos y valoraciones que construyen y reproducen modos legítimos de
ser -generizados - y del ejercicio de la sexualidad.

La disposición de información acerca de esta técnica entre otras opciones en


anticoncepción, sus contenidos y omisiones, y en sentido más amplio el proceso que
conduce al consentimiento, puede ser entendido como un efecto del dispositivo de la
"política de la superficie corporal" (Butler, 2003) que vela por la adecuación de los

$
Sobre la operación de esta noción en manto a la intervención quirúrgica para "corregir" la ambigüedad
25 1

genital, ver Lavigne (2009).


252
Para un análisis de la implementación de la serología para VIH en la atención obstétrica ver García y
Margulies, (2007).

204
cuerpos y la sexualidad femenina a la matriz heterosexual reproductora, esquema que
torna inteligibles los cuerpos sexuados y las marcas de género. Esta matriz -que supone

un campo cultural con jerarquías de género y heterosexualidad reproductora obligatoria-


conileva, corno mostré, dificultades para que los distintos actores sociales perciban y
accedan a esta técnica tal y como la legislación vigente propone, 253 ya que ésta se inserta y
está mediada por condiciones materiales, técnicas, simbólicas, morales.

En principio, la técnica o práctica de ligadura tubaria señala un limite, un punto de


inflexión problematizado y siempre vinculado por parte de los/as profesionales a la

pérdida de la capacidad reproductiva que contemplan a la mujer en el seno de relaciones


sociales que se verían afectadas (de filiación, de pareja).

Otros efectos de la alteración somática en los comportamientos de las mujeres una vez
suprimida la posibilidad de embarazo, fueron señalados por algunos/as profesionales. Por
un lado, plantearon la "pérdida de pacientes": con esto se refirieron al riesgo de que,
después de la operación, las mujeres dejaran de realizar los controles más o menos
periódicos de su salud, sobre todo en lo que hace a los chequeos de su salud
ginecomamaria, muchas veces realizados exclusivamente a propósito de los embarazos
(es decir, a partir del contacto de las mujeres con el servicio de salud con motivo de los
controles prenatales). Por otra parte, sugirieron que aquellas dejarían de implementar
medidas preventivas frente a infecciones de transmisión sexual y VIH una vez que
"desapareciera" para ellas la preocupación del embarazo. Sin embargo, paradójicamente
los/as profesionales reconocieron que el control periódico no es una práctica extendida
entre estas mujeres, ni el preservativo el método adoptado.

Se revela, así, una mirada y abordaje biomédico de los cuerpos, construidos desde una
óptica biologizante, ahistórica y asocial (Menéndez, 1990) que estima los riesgos para el

organismo a partir de aquellos comportamientos. Desde esta perspectiva, el cuerpo es


aislado, desvinculado, de las condiciones materiales y simbólicas de existencia. En otras

251En términos de una técnica anticonceptiva -entre otras- pero de carácter definitivo, que no requiere de
"indicación médica" ni debe supeditarse al ejercicio efectivo de la maternidad biológica o una edad mínima
(más allá de la establecida para el alcance de derechos civiles plenos).

205
palabras, se ignora a quien "encarna" el proceso, al ser el propio cuerpo el agente activo
de la experiencia y parte esencial del self (Good, 1994), que a su vez "corporiza" las
relaciones sociales en las que se encuentra (Csordas, 1994).

el cuerpo es usurpadiiñ
lo experimenta, restándole potestad para decidir sobre él. Pero por otra parte, el cuerpo
(teóricamente dotado de capacidad reproductiva) es reintroducido como parte esencial de
la persona velando, aun contra la decisión manifiesta de la mujer, por su conservación: el
cuerpo femenino completo aparece aquí como soporte de relaciones constitutivas de la
persona, tanto efectivas como potenciales. No obstante, el compromiso subjetivo con la
técnica, en tanto la modificación del cuerpo afectaría un aspecto central en la constitución
$ de la persona generizada, sólo es contemplado cuando, a criterio del/a médico, no cabe
practicar la operación. Caso contrario —sea que apelen al "riesgo clínico", "riesgo social" o
"riesgo reproductivo", o "paridad cumplida"— se prioriza la supervivencia del cuerpo a
ser intervenido, desconsiderando tanto los procesos subjetivos que pueden acompañar la
práctica quirúrgica, como aquellos efectos considerados clínicamente adversos. Así, la
vigencia de discursos que esencializan la identidad femenina en base a una inclinación
maternal inmanente conlleva el control del género (Butler, 2003) que se manifiesta tanto
en la dilación o la negación por parte de los/as profesionales de la realización de esta
técnica como en el ofrecimiento o prescripción de esta práctica a fin de asegurar la
supervivencia de una mujer que "cumplió" con la maternidad.

En el despliegue de la administración política del acceso a la ligadura tubaria, la


representación de esta técnica y sus efectos (imaginados, supuestos, temidos, deseados) se
imbrican, tal como sostiene Lemonnier (2002) en otras representaciones, que remiten a
distintas dimensiones de la vida social: valorización de la maternidad y representación
social de la mujer como ser instintivamente maternal; legitimidad y primacía del cuerpo
como organismo, objeto de saber-poder de la biomedicina; cuestionamiento de la
legalidad/ilegalidad de la intervención, y prejuicios y prerrogativas de clase, entre otras.
Sin embargo, la disponibilidad y la elección de esta técnica no parecen radicar, como este
autor, plantea, en la compatibilidad o coherencia de ésta con la producción simbólica más
amplia (aunque la coherencia de la elección técnica pueda ser establecida desde la óptica

206
particular de cada actor social). El escenario es tanto más complejo, y las tensiones
asociadas a la administración del acceso a la anticoncepción quirúrgica se renuevan y
manifiestan de manera paradigmática en un servicio reconocido como "referente" en
- cuanto apovisión de esta práctica.

207
CONCLUSIONES

En esta tesis procuré mostrar los modos complejos en que se gestiona la sexualidad de las
mujeres a través del caso de la ligadura tubaria. El análisis de esta gestión en el nivel en
que se dirime concreta y cotidianamente el acceso a esta práctica se centró en las rutinas
médico institucionales y las prácticas discursivas de los/as profesionales a partir del
trabajo de campo intensivo en un servicio de salud constituido en proveedor referencial
de esta intervención.

La construcción de esta práctica como un problema político y de política la revela como


un dispositivo que, entre otros, participa de procesos de control y regulación de la
población y la reproducción social. En su despliegue, el Estado opera de modos
frecuentemente contradictorios, a través de sus distintos poderes, agencias y sujetos, en
permanente interlocución con otros actores sociales.

Debido a la dificultad de tratar en profundidad las prácticas y perspectivas sobre la


temática de todos los actores sociales involucrados, me centré especialmente en el equipo
de profesionales de la salud que se desempeñan en el mencionado servicio; en la
actuación de una agencia de control y defensa de derechos —la Defensoría del Pueblo de la
Ciudad de Buenos Aires— por su persistente aunque variable intervención en tomo a esta
temia, y más claterlmente, en las mujres que se atiencen en el servicio, en el que

varias de ellas realizaron, solicitaron o estaban tramitando la ligadura tubaria. Otras voces
fueron recuperadas en cuanto el análisis de las diversas aristas del problema de
investigación lo requería, entre ellas, las de profesionales de otros servicios y hospitales
públicos de esta ciudad; funcionarios/as; legisladores/as; militantes de organizaciones de
mujeres, y representantes de la curia católica.

El- abordaje etnográfico, histórico y relacional resultó adecuado para el estudio de las
articulaciones entre las prácticas y sentidos que distintos sujetos otorgan a la ligadura
tubaria, y el contexto normativo-institucional en el que se desenvuelven. Éste permitió
una comprensión más compleja de la interacción social que supone el despliegue de una

208
política pública que remite a la atención médica (indispensable para la intervención
quirúrgica en cuestión), al tiempo que se revela como dispositivo de regulación del
ejercicio de la sexualidad y la reproducción de la población, así como a la regulación de
género.

A partir de este abordaje se tornaron visibles otras modalidades de implementación de las


políticas de sexualidad en el campo de la salud reproductiva. Como se vio, el
posicionamiento de las autoridades de los servicios de salud "tiñe" el desempeño
asistencial cotidiano de sus profesionales en función de la organización administrativa y
jerárquica que caracteriza esas instituciones. A su vez, estos espacios se presentan como
campos de disputa por capitales de distinto orden que, desde la perspectiva profesional,
remiten a un conjunto heterogéneo de problemáticas, tales como la autoridad, el
reconocimiento simbólico, las asignaciones presupuestarias y los recursos humanos y

materiales (insumos, tecnología, espacios). El análisis también mostró intersticios de


discrecionalidad que, de hecho, fueron iluminados como parte de la estrategia de
presentación de un posicionamiento personal particular.

En este sentido, el servicio donde realicé el trabajo de campo, en base a su capacidad


técnica y la disposición favorable de las autoridades más recientes y parte del equipo

profesional —involucrado activamente en la disputa por modificar las condiciones


jurídicas previamente vigentes— construyó cierta trayectoria como "amigable" o
"referente" para esta práctica. Así, adquirió reconocimiento entre diversos actores
sociales, aunque cargado de distintos y variables sentidos, ocupando un lugar particular
en el escenario sanitario institucional de la ciudad.

El recorrido a través de los hitos jurídico normativos que regularon las prácticas
asistenciales en materia de salud reproductiva, reveló las disputas, negociaciones,
intereses, y apropiaciones inherentes a estos procesos políticos que refieren a la
sexualidad y la reproducción y que devinieron "derechos" vinculados a la salud de la
población. En ese recorrido, se evidencia el problema de la incidencia y las consecuencias
epidemiológicas del aborto inseguro como condición habffitante, primero, de los métodos

209
anticonceptivos modernos —reversibles— aún en un contexto sociopolitico adverso al
control de la natalidad.

Progresivamente, y a pesar de la resistencia persistente de la Iglesia católica, en la ciudad


ilidid ose -

medidas de regulación de la fecundidad, estrategia gubernamental privilegiada para


reducir el impacto del aborto, hasta hace poco principal causa de muerte materna, cuya
distribución expresa procesos de desigualdad social que afecta principalmente a las
mujeres más pobres. Éstos fueron parte de las medidas que procuraban la satisfacción de
los "derechos reproductivos" primero, y luego los "derechos sexuales" surgidos de las
demandas del movimiento de mujeres/feminismos, reivindicación adoptada por éstos
grupos a nivel local más visiblemente desde la recuperación de la democracia. A pesar de
su reconocimiento explícito en las normas, desde la perspectiva de éstos grupos, la
legalización/despenalización del aborto siguió —y continúa— constituyendo una demanda
insatisfecha.

También la más reciente liberalización del acceso (formal) a la ligadura tubaria se fundó
tanto en el derecho a la "autonomía" en materia de sexualidad y reproducción —en el
marco del reconocimiento explícito de los "derechos reproductivos" y los "derechos
sexuales"— como en la necesidad de evitar el impacto del aborto en la población, por sus
consecuencias en la salud y la vida de las mujeres a la vez que para la salud familiar.

Pero las normas, como surge del análisis de las prácticas de los distintos actores sociales,
conllevan permanentemente la posibilidad de interpretación, disputa, apropiación y
resignificación. Por un lado, como se vio, es común la referencia a la modelación
diferencial que el marco jurídico ejerce sobre las prácticas profesionales, según el ámbito
de desempeño. De acuerdo con esta perspectiva, el ejercicio asistencial en el sector
"público" de salud aparece como indefectiblemente expuesto a los mecanismos
reguladores del Estado, mientras que las prácticas en el sector "privado" lo hacen dotadas
de la capacidad de sustraerse a sus normas. Paralelamente, el análisis recupera sentidos
subyacentes que vinculan las prácticas en uno y otro sector, de manera no mecánica, a las
representaciones acerca del ser mujer y ser madre que rige (o debe regir?) en los distintos

210
sectores sociales. A partir de allí, los términos público y privado se revelan multívocos:

retoman pero exceden las referencias a la organización del sistema sanitario en


subsectores, para connotar los efectos diferenciales, aunque no sin similitudes, de
clandestinidad, penalidad y caracterización de las mujeres que atienden en uno y otro. Al
mismo tiempo, las modalidades particulares que adquiere el proceso de tramitación de la
ligadura en la atención "pública" y "privada", no sólo constituyen parte de los contextos

vitales de las mujeres según su pertenencia de clase, sino que modelan sus recorridos y
experiencias.

Por otra parte, ante la redefinición jurídica de las condiciones de acceso a la ligadura en
una particular correlación de fuerzas —que estableció que la práctica de ligadura tubaria
no está supeditada al criterio de los/as profesionales de la salud— asistimos a
"desplazamientos" de argumentaciones que sugieren resistencias a las nuevas
condiciones legales.

La presencia cotidiana de mujeres que procuraban la ligadura en este servicio, al tiempo


que expresaba el posicionamiento de otros actores sociales, permitió reconocer las
tensiones cotidianas que esta práctica genera en un servicio "referente" en cuanto a su
provisión. El análisis de las rutinas profesionales en torno a esta práctica —el manejo de la
información o la "consejería"; la implementación del consentimiento informado; la
indagación de acuerdo al "semáforo"; la interconsulta profesional— revela las tensiones de
estos dispositivos de disciplinamiento y normalización social. Si bien las nuevas
condiciones legales suponen la elección de esta práctica por parte de la mujer, el
despliegue de esos dispositivos por parte de los/as profesionales de la biomedicina es
informado desde criterios técnico morales, que implican problematizar, redefinir y
resignificar los cuerpos y la experiencia de la sexualidad reproductiva y no reproductiva

de las mujeres de modos particulares.

Asistimos, en efecto, a uit reposicionamiento del poder médico que obliga a relocalizar su
expertise, a la que era imprescindible apelar cuando la condición legalmente definida para

el acceso a esta práctica era la "indicación médica". La autoridad médica, según surge del
análisis, aparece ahora más abiertamente informada —porque siempre lo fue— desde

211
construcciones sociales, culturales y político-ideológicas, a partir de las cuales la
biomedicina sigue regulando el orden moral de la población. Es desde este lugar que
los/as profesionales reclaman ser quienes velen por tomar las medidas más
"convenientes" para las mujeres, y esto tanto aiando aceptan o sugieren como cuando
demoran o rechazan practicar la ligadura.

En este sentido, el análisis etnográfico revela la dificultad experimentada por los/as


profesionales de la salud, particulafnente interpelados por las nuevas reglas por el hecho
de ser proveedores potenciales de la práctica en cuestión. Se vio que, no obstante un
posicionamiento que expresa cierta intemalización de las normas (a partir del
reconocimiento explícito del derecho de las mujeres a decidir practicar esta intervención y
su provisión efectiva en muchos casos), esto acontece en la interacción social, atravesada
por construcciones sociales y relaciones de poder material y simbólico. Por ello deben
considerarse la multiplicidad y complejidad de procesos que atraviesan y constituyen a

los sujetos involucrados en el despliegue de las políticas, ya que éstas no se dan en el


vacío, sino que se insertan en relaciones de desigualdad social, económica, política y
técnica.

La dimensión moral, se evidencia como un aspecto presente en las prácticas sociales de


los sujetos. Como revela el análisis, ésta se expresa incluso en los criterios que hacen al
"riesgo clínico" o "riesgo reproductivo", toda vez que el recurso a la ligadura se justifica,
desde la perspectiva biomédica, a fin de garantizar la supervivencia de la riujer. Este
énfasis en la conservación del organismo, es un rasgo característico del orden político
contemporáneo, que el antropólogo Didier Fassin (2001) denomina biolegitimidad, en el
que el plano de lo biológico —representado por el cuerpo sufriente— constituye la fuente
última de legitimidad, es decir, por sobre el reconocimiento de las relaciones sociales,
políticas, económicas del cual emergen las condiciones de desigualdad.

La apelación al "derecho a la salud" e incluso, como se vio, a la "salud familiar", que se


vería afectada por la muerte de la mujer, viene a justificar la necesidad de garantizar su
supervivencia. Incluso, es el hecho de tener hijos/as —en todos los casos las mujeres que

212
solicitaron la ligadura de sus trompas eran madres— lo que, en buena medida, toma
meritoria la protección de la salud y, sobre todo, de la vida de la mujer.

Este argumento se ftmda en la construcción social que naturaliza el mandato social a


aa l_T1ínfinto mñl"Çffidinter, T981TGibfl194)TKéF
fédlaapelión ideológíc---
se asocian ciertas actividades sociales también naturalizadas: en principio y sin duda aquí,
la capacidad y responsabffidad exclusiva por el cuidado de los hijos/as (y, en líneas más
generales, por los cuidados que requieren algunos miembros del hogar o de la comunidad
más próxima).

En este purto sigo el planteo de Reis Mota (2005), quien entiende que, en un marco de
principios jerárquicos y desiguales que coexisten con principios igualitarios e
individualistas (refiriéndose al sistema jurídico brasileño tal como lo plantea de Kant de
Lima (1995, 2002), pero lo mismo puede decirse de la organización sociopolítica y el
sistema de relaciones de género aquí vigentes), la ciudadanía es, más que un beneficio
universal, una concesión del Estado y de sus agentes mediadores. Estos últimos se
constituyen como los "legítimos detentadores de los mecanismos de administración de
conflictos y producción de verdad, protegiendo los derechos de los 'hiposuficientes', de
los no ciudadanos" (Reis Mota, 2005:187). Para ciertos grupos o individuos el
reconocimiento de los derechos, entonces, "dependerá de la dimensión de la consideración
que es atribuida a una persona o en relación a una identidad colectiva" (Reis Mota,
2005:187, el resaltado es del autor).

El acceso a la ligadura de trompas, en caso de juzgar la existencia de los mencionados


riesgos, estaría dado a fin de viabilizar la continuidad de la mujer en el desempeño de
actividades "maternales" sociales e ideológicamente naturalizadas. Desde ahí, es posible
aceptar y conceder la realización de una práctica que, si no es revertida ni se recurre a
técnicas de fertilización asistida, le imposibilitará tener más hijos.

Otras condiciones, como se vio, hacen de la ligadura una opción viable. La noción de
"riesgo social", no sólo asume la identificación de la mujer con la maternidad, sino que
conileva la valoración moral de los contextos y los modos de ejercicio de esa maternidad.
Así, las condiciones de vulnerabilidad que atraviesan muchas mujeres y sus familias

213

e
constituyen el fundamento de la intervención que limitará su descendencia. Subyace aquí,
la noción de "responsabilidad" que acompaña la definición de los "derechos" en materia
de sexualidad y reproducción. Esta implica un juicio desde una ética centrada en el
individuo, que ignora las condiciones objetivas de desigualdad, a la vez que aísla el
ejercicio de la sexualidad y la reproducción del contexto tanto material como simbólico en
el cual su experiencia tiene lugar.

Tratándose de una técnica anticonceptiva de efectos permanentes que instala la


posibilidad de la experiencia de la sexualidad no reproductiva sin necesidad de
compromiso con otras medidas (a estos efectos) en la vida cotidiana, la posibilidad de
vivir "cómodamente" la sexualidad sin consecuencias reproductivas es problematizada.
Ésta, y cada vez más y en más servicios, resulta habilitada en las circunstancias recién
revisadas con la pretensión de evitar aquellos riesgos. Cuando no se puede apelar a
ninguno de ellos, la noción del "arrepentimiento" —que asume la "naturaleza maternal
femenina"— obtura esta alternativa en anticoncepción. Esta tensión se expresa de manera
paradigmática en un servicio referencial, toda vez que el umbral para el acceso a la
práctica, lo constituye la noción de "paridad cumplida", como condición indispensable
para "el cierre de la etapa reproductiva ".

Así, en el despliegue de esta política de control que vela por los limites corporales
legítimos —siempre porosos— en función de la matriz que los atraviesa y organiza, el gesto
menos admitido, el más ilegítimo, consiste en la liberación de la sexualidad femenina. Tal
vez sea allí donde la figura siempre hipotética, fantasmagórica, de la mujer que siendo
muy joven se niega a la maternidad, cobra sentido, no sólo representando lo abyecto, sino
proyectando su sombra sobre cada mujer que desea para sí esta intervención.

De los datos etnográficos construidos en esta investigación, cabe un análisis que debería
enfocar la operación de procesos de sujeción-subjetivación en los que, como plantean
Shore y Wright (1997), el despliegue de politicas implica la construcción de sujetos.

Como mostré, la exposición de sí por parte de las mujeres que acceden al consultorio de
salud reproductiva —de sus motivos, sus malestares, sus expectativas, su biografía (en
términos de antecedentes reproductivos), sus preferencias en cuanto a anticonceptivos-
1
214
o tiene lugar en una secuencia de exhibiciones que, especialmente cuando se trata de
mujeres interesadas en la ligadura tubaria, comienza en la interacción con personal
administrativo.
4

de los criterios y las pautas médico institucionales en la interacción con los/as


profesionales que, para el caso estudiado, se expresa en ciertos modos de exposición de la
intención de ligarse las trompas: desde apelar al padecimiento de los últimos embarazos,
las acuciantes limitaciones económicas, o la presencia de la pareja en la consulta.

Así, la realización de la ligadura a pedido de las propias mujeres implica la manifestación


de gestos y deseos que tanto adoptan como impugnan la expresión de género coherente
con los cuerpos femeninos, en una arena todavía dominada por la matriz heterosexual
reproductora. De acuerdo con Butier (1993), la desnaturalización y movilización de los
significados de género a través de las "parodias de género" —su caso emblemático, el
travestismo— confronta contra la afirmación de identidades de género esencialistas que
promueve la cultura hegemónica. Frente a ellas, por el contrario, cabe admitir la identidad
de género como ana formulación, una puesta en acto. Obviamente esto no se da en el vacío,

sino que supone significados culturalmente aceptados, prácticas imitativas (de género),
relaciones de desigualdad, es decir, coacciones estructuradas pero pasibles de ser
subvertidas. La ligadura tubaria podría representar una alternativa en el repertorio de
estas parodias. Para ello se impone un abordaje que conjugue técnicas y teorías que
excedieron el alcance de esta tesis pero que bien vale llevar adelante.

De los hallazgos de esta investigación surgen nuevos interrogantes que plantean algunas
líneas que merecen ser abordadas etnográficamente.

En tanto las políticas contribuyen —a través de las prácticas de distintos actores sociales
involucrados en su despliegue— a definir los contextos en que se inscriben las biografías
de los sujetos, puesto que suponen experiencias diversas y desiguales de disponer de su
cuerpo, su sexualidad y su reproducción, cabe indagar de qué modos se configuran en
condiciones particulares de existencia para los sujetos y los conjuntos sociales, y cómo
éstos las experimentan en su vida cotidiana.

215
Asimismo, cabe profundizar el análisis de las acciones de demanda colectiva y los
sentidos que le asignan a esta práctica los grupos que disputaron politicamente su
redefinición jurídica. Al mismo tiempo, la elaboración de trayectorias de mifitarites de
estos movimientos podrá arrojar alguna luz sobre los vaivenes de la construcción de estas
políticas.

Los recorridos de las mujeres aquí esbozados ponen de manifiesto las dificultades y
obstáculos varios que éstas afrontaban —y aún hoy afrontan— al iniciar este camino.
Camino que bien puede torcerse por estos u otros motivos, entre los que habrá que
considerar, también, la operación de los deseos, las expectativas, los temores, etc. Así, la
reconstrucción de las trayectorias individuales, las estrategias con que tramitaron la
práctica y los sentidos que las mujeres asignan a sus cuerpos una vez que, en distintas
circunstancias, perdieron su capacidad reproductiva, son problemáticas que merecen ser
indagadas a la luz de procesos los procesos de normalización y construcción de sujetos
que el despliegue de las políticas implica. Éstas son cuestiones que abordaré en la etapa
de investigación posdoctoral que iniciaré en breve, para la que me propongo continuar el
abordaje de algunos aspectos que excedieron el recorte de la problemática trabajada y de
otros que no alcanzaron a ser profundizados aquí. Así, espero contribuir aportando al
terreno de conociminto dadó por la articulación de las trayectorias de estudio ya clásicas
del campo de la antropología médica, con la más reciente "antropología de las políticas".

Por último, y simulando el cierre de una etapa que anhelo continuar, vale retornar la
propuesta de Mariza Peirano (1992): confío en la temporalidad de las explicaciones que
concilian rigor cinético-académico y "ruido" etnográfico, para volver sobre éstos y la
cantidad de detalles y datos etnográficos que, en virtud de otra temporalidad —que hace a

las condiciones en que se practica la antropología— no alcancé a revisar. Amerita volver


sobre ellos, perennes, para llevar el análisis algo más lejos.

216
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