Resumen Cap.2 y 6 Beck

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Cap.

2 Conceptualización Cognitiva

Esta conceptualización provee al terapeuta el marco necesario para comprender al paciente.


Al iniciar un caso, el terapeuta se plantea estas preguntas:
- ¿Cuál es el diagnóstico del paciente?
- ¿Cuáles son sus problemas actuales, como se desarrollaron y como persisten en este
momento?
- ¿Qué pensamientos y creencias disfuncionales se asocian con los problemas? ¿Qué
reacciones se asocian con estos pensamientos?
Modelo Cognitivo
La terapia cognitiva se basa en el modelo cognitivo, esta plantea la hipótesis de que las
percepciones de los eventos influyen sobre las emociones y los comportamientos de las
personas. Los sentimientos no encuentran determinados por las situaciones mismas, sino
más bien en el modo como las personas interpretan esas situaciones.
- Por ejemplo: una situación en la cual varias personas están leyendo un texto básico
sobre terapia cognitiva. Cada uno tendrá respuestas emocionales diferentes según lo
que pase por su mente mientras lee.
Los sentimientos de las personas están asociadas con su forma de pensar e interpretar
una situación. No es la situación misma la que determina en forma directa lo que sienten.
La respuesta emocional está condicionada por la percepción de la situación. El
terapeuta se interesa especialmente del pensamiento que opera simultáneamente con el
pensamiento superficial, que es el más evidente.
- Por ejemplo: usted que lee este texto, puede identificar distintos niveles en sus propios
pensamientos. Una parte de su mente se concentra en la información que aparece en
el texto, está comprendiendo e integrando los datos facticos que este provee.
En otro nivel, es posible que usted este desarrollando una actividad rápida de
evaluación. Esta actividad corresponde a los llamados pensamientos automáticos, que no
surgen de una deliberación o un razonamiento, sino que parecen brotar de manera
automática y suelen ser veloces y breves. Es posible que uno no sea consciente de estos
pensamientos y que solo tome conciencia de la emoción que surge de ellos. Es por esto
que muchas veces los pensamientos automáticos son aceptados como ciertos, sin ser
sometidos a ninguna clase de crítica. No obstante, es posible aprender a identificar los
pensamientos automáticos por medio de la observación de los cambios afectivos.
Si es capaz de identificar sus pensamientos automáticos, probablemente, podrá
evaluar la validez de ellos. Si da cuenta de una interpretación errónea y logra corregirla, se
dará cuenta de que su estado de ánimo mejora.
Las creencias
Desde la infancia las personas desarrollan ciertas creencias de ellas mismas, de las otras y el
mundo.
- Las ideas centrales son ideas tan fundamentales y profundas que no se suelen
expresar, ni siquiera ante uno mismo. Estas ideas se consideran para las personas
como verdades absolutas, creyendo que es así como las cosas “son”.
- Por ejemplo: el lector E que pensaba que era demasiado tonto como para comprender
el texto, posiblemente tenga una creencia central que le diga: “soy incompetente”.
Esta creencia puede activarse, o bien solamente cuando este deprimido, o bien la
mayor parte del tiempo. Cuando se activa esta creencia central, el lector E interpreta
las situaciones a través de la lente de esta creencia, aun cuando la interpretación pueda
ser, a la luz de un análisis racional, completamente falsa. El lector E, además, tiene a
centrarse selectivamente en aquella información que le confirma su creencia central,
dejando de lado o despreciando la información que la contradice. De esta manera, el
mantiene su creencia, a pesar de que sea equivocada y disfuncional.
- Estas creencias centrales constituyen el nivel más esencial de creencia. Son globales,
rígidas y se generalizan en exceso. Los pensamientos automáticos, que son las
palabras e imágenes que pasan por la mente de la persona, son, en cambio, específicos
para cada situación y se considera que constituyen el nivel más superficial de la
cognición.
Actitudes, reglas y presunciones
Están las creencias intermedias que tienen lugar entre los pensamientos automáticos y las
creencias centrales.
Las creencias centrales inciden en el desarrollo de una clase intermedia de creencias, que
consisten en actitudes, reglas y presunciones, a menudo expresadas. Estas creencias influyen
en la forma de ver una situación, y esa visión a su vez influye en el modo como piensa, siente
y se comporta. Se describe, a continuación, la relación entre las creencias intermedias, las
centrales y los pensamientos automáticos

Creencias centrales

Creencias intermedias
(Reglas, actitudes y presunciones)

Pensamientos automáticos
Las interacciones que se tienen con el mundo y con los demás, los llevan a ciertos
aprendizajes que conforman sus creencias y son variables en cuanto a su grado de exactitud
y funcionalidad. Existen creencias disfuncionales pueden ser “desaprendidas” y en su lugar
se pueden aprender otras creencias basadas en la realidad y más funcionales.
El tratamiento en la terapia cognitiva implica en los inicios poner énfasis en los pensamientos
automáticos, que son conocimientos más cercanos a la conciencia. El terapeuta enseña al
paciente a reconocer, evaluar y modificar sus pensamientos para lograr un alivio de los
síntomas. Luego, el tratamiento se centra en las creencias y pensamientos que subyacen en
las ideas disfuncionales. Aquellas creencias intermedias y centrales que resultan relevantes
son evaluadas de distintas maneras, y más tarde, son modificadas para lograr un cambio en
las conclusiones que saca el paciente a partir de sus percepciones de los hechos.

Relación entre la conducta y los pensamientos automáticos


Modelo cognitivo explicado hasta el momento:

Creencias centrales

Creencias intermedias

Situación pensamiento automático emoción

Las creencias subyacentes de una persona influyen sus percepciones, y esto se expresa
por medio de pensamientos automáticos específicos para esa situación. Estos pensamientos,
a su vez, inciden sobre las emociones. Estos pensamientos automáticos influyen en la
conducta y pueden llevar a respuestas fisiológicas. Ver cuadro de abajo
Por ejemplo: el lector que pensaba: “es demasiado difícil. Nunca lo comprenderé”.
Se siente mal, experimenta una sensación de pesadez en el abdomen y cierra el libro. Por
supuesto, si él hubiese tenido la posibilidad de evaluar sus pensamientos, entonces sus
emociones, su fisiológica y su comportamiento se habrían modificado en forma positiva.
Este lector en especial presento estos pensamientos dado a sus creencias centrales no
expresadas, referidas a su incompetencia, las que influyeron en su percepción de la situación.
En contrario a otros lectores que no lo hicieron de esta forma.
El terapeuta se enfoca en trabajar en un objetivo específico, un pensamiento
automático, una creencia o un comportamiento, que técnica seleccionar y como mejorar la
relación terapéutica.
Creencias centrales
Soy incompetente

Creencias intermedias
Si no comprendo algo a la perfección, soy tonto

Situación pensamiento automático Reacciones


Lectura de este libro Es demasiado difícil Emocional
Malestar
Comportamiento
Cerrar el libro
Fisiológica
Pesadez en el abdomen
Modelo Cognitivo
Es importante que el terapeuta se ubique en el lugar del paciente para que pueda
desarrollar empatía respecto de la situación que está atravesando, comprender como se siente
y percibir el mundo a través de sus ojos. Las conductas, las percepciones, los pensamientos
y emociones del paciente se harán comprensibles a partir de su historia y su conjunto de
creencias.

Cap. 6 Identificación de los pensamientos automáticos

En este capítulo se describirán las características de los pensamientos automáticos y


las técnicas para identificarlos en los pacientes, explicarlos y diferenciar entre pensamientos
automáticos e interpretaciones y enseñar al paciente a identificarlos.
Características de los pensamientos automáticos
Los pensamientos constituyen un flujo de pensamiento que coexiste con otro fluyo de
pensamiento más manifiesto. Esto no solo se presenta con trastornos psicológicos, sino son
común a todos.
La mayoría de las veces no se tiene registro de ellos, pero con algo de entrenamiento se
pueden traer a la conciencia. Ya que si somos conscientes de nuestros pensamientos y no se
padece de ningún trastorno psicológico, automáticamente se puede controlar su grado de
realidad.
- Por ejemplo: un lector de este texto, mientras está concentrado en la lectura, puede
tener el siguiente pensamiento automático: “no comprendo esto” y sentirse
ligeramente ansioso. Sin embargo, es posible que responda a este pensamiento
espontáneamente (sin una conciencia explícita) de una manera productiva: “En
realidad comprendo algunas partes. Intentemos leyendo nuevamente este apartado”

Esta comprobación automática de la realidad y respuesta a los pensamientos negativos es


una experiencia frecuente. Aquellas personas que presenten una alteración no realizan esta
clase de examen crítico.
La terapia cognitiva les provee entonces las herramientas para evaluar sus pensamientos
de una manera consciente y estructurada, especialmente cuando se sienten perturbados.
- Por ejemplo: mientras lee un capítulo de economía, tiene el mismo pensamiento que
el lector del párrafo anterior: “No comprendo esto”, pero sus pensamientos se tornan
más exagera dos: “Y nunca lo comprenderé”. Ella considera correctos estos
pensamientos y se siente bastante triste. Después de adquirir las herramientas de la
terapia cognitiva, en cambio, puede utilizar esa emoción negativa como una pista para
buscar, identificar y evaluar pensamientos y, a partir de esas acciones, desarrollar una
respuesta más adaptativa: “Un momento, no es necesariamente cierto que nunca
entenderé esto. Ahora tengo algunos problemas, pero si lo vuelvo a leer o lo retomo
cuando esté más despejada, podré comprenderlo mejor. De todas maneras, entender
esto no es algo crucial para mi supervivencia y, en caso necesario, puedo pedirle a
alguien que me lo explique”.

Una vez que el paciente logra identificar las creencias subyacentes, se vuelven bastantes
predecibles. El terapeuta cognitivo se interesa en la identificación de los pensamientos
disfuncionales, es decir, de aquellos que distorsionan la realidad, son emocionalmente
perturbadores y/o interfieren con la capacidad del paciente para alcanzar sus objetivos.
Los pensamientos automáticos disfuncionales casi siempre son negativos, a menos que
el paciente sea maniaco o hipomaniaco, narciso o drogadicto.
Los pensamientos automáticos suelen ser breves, y el paciente está más consciente de la
emoción que experimenta como consecuencia del pensamiento que de este en sí mismo.
- por ejemplo, mientras lee un capítulo de economía, tiene el mismo pensamiento que
el lector del párrafo anterior: “No comprendo esto”, pero sus pensamientos se tornan
más exagera­dos: “Y nunca lo comprenderé”. Ella considera correctos estos
pensamientos y se siente bastante triste. Después de adquirir las herramientas de la
terapia cognitiva, en cambio, puede utilizar esa emoción negativa como una pista para
buscar, identificar y evaluar pensamientos y, a partir de esas acciones, desarrollar una
respuesta más adaptativa: “Un momento, no es necesariamente cierto que nunca
entenderé esto. Ahora tengo algunos problemas, pero si lo vuelvo a leer o lo retomo
cuando esté más despejada, podré comprenderlo mejor. De todas maneras, entender
esto no es algo crucial para mi supervivencia y, en caso necesario, puedo pedirle a
alguien que me lo explique”.

La emoción que experimenta el paciente está conectada de manera lógica con el


contenido del pensamiento automático. Por ejemplo, Sally piensa: “Soy muy tonta. En
realidad no comprendo lo que [mi terapeuta] está diciendo” y se siente triste. En otro
momento piensa: “Está mirando el reloj. No soy más que otro caso para él” y se siente
ligeramente enojada. Cuando piensa: “¿Y si la terapia no funciona, qué haré?”, se siente
angustiada.

Los pensamientos automáticos pueden aparecer en forma verbal, visual (imágenes) o de


ambas maneras. Además de su pensamiento verbal automático (¡Oh, no!), es posible que
Sally haya tenido una imagen de sí misma, sola en su escritorio en la noche, ocupada en sus
tareas para la terapia (véase capítulo 13 para una descripción de pensamientos automáticos
en forma de imágenes).

Los pensamientos automáticos se pueden evaluar según su validez y su utilidad. La mayor


parte de ellos están distorsionados de alguna manera y se producen pese a que existan
evidencias objetivas que indiquen lo contrario.

Un segundo tipo de pensamientos automáticos son adecuados, pero el paciente extrae de


ellos conclusiones distorsionadas. Por ejemplo: “iNo hice lo que le prometí [a mi compañera
de cuarto]” es un pensamiento válido, pero la conclusión “Por lo tanto, soy una mala persona”
no lo es.

Un tercer tipo de pensamientos automáticos también son correctos, pero decididamente


disfuncionales. Por ejemplo, Sally estaba estudiando para el examen y pensaba: “Iba va a
tomar horas aprender esto. Estaré levantada hasta las tres de la mañana” . Este pensamiento
era indudablemente correcto, pero aumentaba su angustia y disminuía su concentración y su
motivación.

Una manera razonable de enfrentarlo sería analizar su utilidad. “Es verdad que me tomará
mucho tiempo, pero puedo hacerlo. Ya lo he hecho antes. Pensar en lo mucho que me va a
tomar me hace sentir desgraciada y me impide concentrarme bien. De esta manera, voy a
tener que estudiar aún más tiempo.

Para resumir, los pensamientos automáticos coexisten con un flujo más manifiesto de
pensamientos, aparecen espontáneamente y no se basan en la reflexión o en la deliberación.
Las personas habitualmente son más conscientes de la emoción que se asocia con ellos que
de los pensamientos mismos, pero con un breve entrenamiento pueden lograr llevarlos a la
conciencia.
Explicar los pensamientos automáticos a los pacientes

Es ilustrativo explicar los pensamientos automáticos utilizando los propios ejemplos


del paciente. En el capítulo 3 aparece la transcripción de un ejemplo. A continuación
mostramos otro.
Terapeuta: Me gustaría dedicar ahora unos minutos a hablar de la relación entre los
pensamientos y los sentimientos. ¿Puedes pensar en algunos momentos de esta semana en
que te hayas sentido mal?
Paciente: Sí, esta mañana, cuando iba a la clase.
T: ¿Cuál era el sentimiento? ¿Tristeza, angustia, enojo?
P: Tristeza.

T: ¿Qué cruzaba por tu mente en ese momento?


P: Estaba mirando a otros estudiantes, que conversaban y se divertían en el parque.
T: ¿Qué pasaba por tu mente mientras los mirabas?
P: Que nunca sería como ellos.
T: Está bien. Acabas de identificar algo que llamamos pensamien-tos automáticos. Todas las
personas los tienen. Son pensa-mientos que aparecen de pronto en nuestra mente. No estamos
tratando de pensar en eso deliberadamente. Por eso los llamamos automáticos. La mayor
parte de las veces suceden muy rápido y somos más conscientes de la emoción —en este
caso, la tristeza-— que del pensamiento. Muchas veces esos pensamientos están
distorsionados de alguna manera, pero reaccionamos como si fueran ciertos.
P; Humm.

T: Lo que haremos será enseñarte a identificar tus pensamientos automáticos y a evaluarlos


para ver si son correctos. Por ejemplo, ahora evaluaremos el pensamiento: “Yo nunca seré
como esos estudiantes”. ¿Qué piensas que ocurriría con tus sentimientos si descubrieras que
tus pensamientos no eran verdaderos y que cuando tu depresión desaparezca, te darás cuenta
de que tú eres como los otros estudiantes?

P: Me sentiría mejor. Aquí el terapeuta sugiere una situación alternativa para ilustrar el
modelo cognitivo. Más adelante en la misma sesión usará el cuestionario socrático para
analizar con la paciente ese pensamiento y lograr que ella desarrolle su propia respuesta
adaptativa. En la parte que sigue, hace escribir a Sally el pensamiento automático,
enfatizando el modelo cognitivo (Ver Figura 1).

T: Anotémoslo en este papel. Cuando piensas “Nunca seré como esos estudiantes”, te sientes
triste. ¿Te das cuenta de que tu pensamiento está influyendo sobre lo que sientes?
P: Ajá.
T: Eso es lo que llamamos el modelo cognitivo. En la terapia te enseñaremos a identificar tus
pensamientos automáticos cada vez que percibas que tu estado de ánimo ha experimentado
un cambio. Ese es el primer paso. Seguiremos practicándolo hasta que te resulte fácil. Luego
aprenderás a evaluar tus pensamientos y a cambiarlos cuando no sean completamente
correctos. ¿Está claro?
Figuera 1

P: Creo que sí.


T: ¿Qué te parece si lo escribimos?
Paso 1: Identificar los pensamientos automáticos. Paso 2: Evaluar y responder a los
pensamientos. ¿Podrías decirme con tus propias palabras la relación que existe entre los
pensamientos y los sentimientos?

P: A veces tengo pensamientos que son equivocados y me hacen sentir mal... pero, ¿y si los
pensamientos son correctos?
T: Esa es una buena observación. En ese caso recurriremos a técnicas de resolución de
problemas o averiguaremos qué tiene de malo que sean correctos. Sin embargo, me parece
que encontraremos muchos errores en tu pensamiento, porque estás deprimida y eres
negativa. El pensamiento negativo siempre forma parte de la depresión. En todo caso,
averiguaremos juntos si tus interpretaciones están equivocadas. ¿Puedes contarme alguna
otra ocasión en que te hayas sentido mal esta semana, para que identifiquemos más
pensamientos automáticos?
Al final de esta sesión, el terapeuta realiza un nuevo control para observar el grado de
comprensión del modelo cognitivo que ha alcanzado la paciente.
T: Recapitulando un poco, ¿puedes decirme qué entiendes ahora de la relación entre
pensamientos y sentimientos?
P: Bien, a veces los pensamientos automáticas aparecen en mi mente y los acepto como
verdaderos. Entonces me siento...como sea: triste, preocupada...
T: muy bien
Indagar sobre los pensamientos automáticos

Aprender a identificar los pensamientos automáticos es un proceso semejante al del


aprendizaje de cualquier otra habilidad. Algunos pacientes (y terapeutas) lo captan fácil y
rápidamente. Otros requieren más ayuda y más práctica para identificar estos pensamientos
e imágenes. Los dos apartados que siguen describen procedimientos para indagar los
pensamientos automáticos (resumidos en la figura 6.2).

1. El primer procedimiento consiste en identificar los pensamientos automáticos que el


paciente genera en la sesión.
2. El segundo método trata de investigar los pensamientos automáticos que el paciente
ha tenido en situaciones problemáticas que se presentaron entre sesiones, por medio
de la evocación, la imaginería, las dramatizaciones o el planteo de hipótesis.
Identificar la situación problemática

A veces, además de no lograr identificar pensamientos automáticos asociados con una


emoción dada, el paciente tiene problemas hasta para reconocer la situación o problema, más
difícil para él (o cuál es la parte más molesta). Cuando esto ocurre, el terapeuta puede ayudar
a encontrar la situación más problemática presentándole una cantidad de problemas
existentes, pidiéndole que los elimine de a uno y observando el grado de alivio que obtiene
en cada caso. Una vez que se ha identificado una situación específica, resulta más sencillo
descubrir los pensamientos automáticos asociados a ella.

Diferenciar entre pensamientos automáticos e interpretaciones

Cuando el terapeuta indaga sobre los pensamientos automáticos del paciente, en


realidad busca las palabras e imágenes exactas que han pasado por su mente. Sucede que
muchos pacientes, hasta que aprenden a reconocer esos pensamientos, en realidad refieren
interpretaciones, que pueden o no reflejar el verdadero pensamiento. En la transcripción que
sigue, el terapeuta guía a la paciente para que refiera sus pensamientos.

T: Cuando viste a esa mujer en la cafetería, ¿qué pasó por tu mente?


P: Creo que yo estaba negando mis verdaderos sentimientos.
T: ¿Qué pensabas, concretamente?
P: Me parece que no entiendo bien lo que me pide.
En este diálogo, la paciente refirió una interpretación de lo que estaba sintiendo y pensando.

En el que sigue, el terapeuta intenta nuevamente, centrándose en la emoción y realzándola.


T: Cuando la viste, ¿qué sentiste?
P: Creo que estaba negando mis sentimientos.
T: Ajá. ¿Qué sentimientos estabas negando?
P: No lo sé.
T: Cuando la viste, ¿te sentiste contenta o entusiasmada? (Sugiriendo una emoción opuesta
a la que supone que debe evocar la paciente)
P: No, en absoluto.
T: ¿Puedes recordar el momento en que entraste en la cafetería y la viste? ¿Puedes buscar
una imagen mental de eso?
P: Ajá.
T: ¿Qué sientes ahora?
P: Creo que tristeza.
T: Mientras la miras, ¿qué pasa por tu mente?
P: Me siento verdaderamente triste, con un vacío en la boca del estómago.
T: ¿Qué pasa por tu mente ahora?
P: Ella es muy inteligente. Yo no soy nada comparada con ella.
T: (Anota los pensamientos) Está bien. ¿Alguna otra cosa?
P: No, fui hacia la mesa y comencé a conversar con mi amiga.
Diferenciar entre pensamientos automáticos útiles y menos útiles

Hasta que el paciente aprende a reconocerlos pensamientos automáticos específicos


que lo perturban, es posible que refiera otra serie de pensamientos. Algunos de ellos son
sencillamente descriptivos y resultan inocuos o irrelevantes en relación con sus problemas.
Los pensamientos automáticos relevantes suelen estar asociados con un marcado malestar.
Al igual que en el apartado anterior, el terapeuta trata de determinar cuáles son aquellos
pensamientos sobre los cuales se podrá trabajar de una manera más productiva.

Especificar pensamientos automáticos insertos en el discurso

Los pacientes necesitan aprender a especificar las palabras exactas que pasan por su
mente, para poder evaluarlas de una manera efectiva. Consignamos algunos ejemplos de
pensamientos insertos en el discurso y de las verdaderas palabras que lo expresan
El terapeuta ayuda amablemente al paciente para que identifique las palabras exactas
que pasaron por su mente.

Reformular los pensamientos telegráficos o en forma de pregunta

Los pacientes muchas veces refieren pensamientos sin expresarlos en forma


completa. Como es bastante difícil evaluar esos pensamientos telegráficos, el terapeuta debe
guiar al paciente para que los exprese de una manera más completa.

T: ¿Qué pasaba por tu mente cuando anunciaron la fecha de entrega de la monografía?


P: Sólo pensé: “¡Uy!”.
T: ¿Puedes expresarlo mejor? “ ¡Uy!” significa...
P: Nunca lograré entregar el trabajo a tiempo. Tengo demasiadas cosas que hacer.
Si el paciente no logra hacer explícito el pensamiento, el terapeuta puede hacer un nuevo
intento proveyéndole un pensamiento opuesto: “¿Acaso ‘ ¡Uy!’ significa ‘ ¡Qué bueno!’?

Los pensamientos automáticos muchas veces se presentan en forma de pregunta y esa


modalidad dificulta su evaluación. Por esa razón, el terapeuta trata de guiar al paciente para
que lo exprese en forma de enunciación, antes de comenzar a evaluarlo.

T: ¿Te sentías angustiada? ¿Qué era lo que pasaba por tu mente en ese momento?
P: Pensaba: “¿Aprobaré ese examen?”
T: Está bien. Antes de evaluar ese pensamiento, veamos si lo podemos expresar como una
afirmación, para trabajar más fácilmente. ¿Estabas pensando que probablemente aprobarías
o que probablemente no aprobarías el examen?
P: Que no aprobaría.
T: Está bien. Entonces, ¿podemos volver a expresar ese pensamiento en esta forma: “Es
probable que no apruebe el examen”?
Enseñar a los pacientes a identificar sus pensamientos automáticos

Tal como se describe en el capítulo 4, el terapeuta puede comenzar desde la primera


sesión a enseñar al paciente la habilidad de identificar los pensamientos automáticos. En este
caso, el terapeuta acaba de explicar el modelo cognitivo, valiéndose de los ejemplos provistos
por la paciente.

Resumiendo, las personas que padecen trastornos psicológicos cometen ciertos


errores predecibles en su pensamiento.

El terapeuta cognitivo les enseña a identificar su pensamiento disfuncional, y luego,


a evaluarlo y modificarlo.
1. El proceso comienza con el reconocimiento de pensamientos automáticos
específicos en situaciones determinadas.
2. La identificación de pensamientos automáticos es una tarea que resulta sencilla y
natural a algunos pacientes, mientras que a otros les presenta dificultades.
3. El terapeuta debe escuchar atentamente para asegurarse que un paciente está
refiriendo los pensamientos actuales y, en aquellos casos en que aparezca una
dificultad, debe modificar el tipo de preguntas.

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