El Ángel Que Baila Con El Diablo
El Ángel Que Baila Con El Diablo
El Ángel Que Baila Con El Diablo
Capitulo 1:
Había una vez una hermosa y curiosa ángel que bajaba a la tierra de su familia, los
humanos para espiarlos, su nombre era Anaciel. Ella amaba su música, bailes y fiestas,
ya que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban prohibidas.
Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas
observaba a aquel pueblo desde la oscuridad del bosque que estaba junto a él.
Así, esperaba a que la música comenzara y bailaba en soledad entre medio de aquellos
árboles.
Un día fue descubierta por un demonio que también visitaba la tierra en busca de
diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado Noré. A
él le entretenía verla bailar, le parecía graciosa y muy bella. Como todo Diablo era un
maestro del engaño y por ende podía tomar la forma que él quisiese, así que se
transformaba en diferentes animales para estar cerca sin que Anaciel lo notase, hasta el
momento en que decidió hacerse presente ante ella. Le confesó que hacía un tiempo la
observaba en secreto y le preguntó que buscaba en la tierra, ya que sabía que las leyes
de los angeles eran más rigurosas y tenían prohibido el contacto con los humanos, no así
los demonios que podian hacer y deshacer a su gusto.
Ella tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder participar
en ninguna permanecía oculta allí para admirarlos de lejos. Fue entonces cuando una
idea cruzó la mente de Noré - Yo puedo ir y venir entre los humanos, con mi magia logro
cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo hacer lo mismo contigo - le propuso
- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió ella
- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió él
Anaciel no podía evitar dudar, desde pequeña le habían enseñado que no debía confiar
en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar en una de
esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su propuesta.
Así el diablo uso su magia, ocultó las alas de ella y cambió su color de cabello, luego hizo
lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos. Anaciel estaba
sorprendida, nunca había visto una habilidad así, definitivamente él era un ser poderoso.
Noré la tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo cada vez
más fuerte en el pecho de ella.
Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos
clientes siempre estaban dispuestos a celebrar.
Ella no podía ocultar el brillo en sus ojos y él, galante, la invitó a bailar
- Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Anaciel
- Sólo déjate llevar...- le susurró Noré mientras con el brazo derecho tomaba su cintura, y
con la izquierda su delicada mano.
Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que la miraba a los
ojos de forma seductora. Ella no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían perfectos con
los de él. No tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era una joven pareja,
ninguno de los presentes podía jamás imaginar que un ángel y un diablo bailaban en el
medio del salón.
Luego de ello, Noré la invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos, él se
desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la primera vez
que lo hacía.
Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Anaciel había pasado
una velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.
Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al
bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias
- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi... confieso que
al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a cambio fuese bailar -
dijo ella
- ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él
- ¿Qué quieres decir? -
Noré se acercó rápidamente a ella, le tomó el rostro y de sus labios robo un tierno beso.
Anaciel quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente inesperado,
provocando que se sonrrojara por completo
- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tu y simplemente me
conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro
- Yo... no...- continuaba ella sin poder ordenar sus pensamientos
- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi mente
-
- Pero... no puede ser...-
- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti?, soy
un Diablo, las normas no van conmigo - continuó seduciéndola.
Ella, avergonzada, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente por que era
consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenua y que aquel atrevido
Diablo sólo estuviese jugando con ella, después de todo era la primera vez que tenía
contacto con uno de ellos.
- Por favor mírame y dime que sientes - insistió Noré mientras volvía a acercarse
- Lo siento, será mejor que me vaya... - respondió ella, se dio media vuelta y lentamente
comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.
Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verla irse le dijo
en voz alta - ¡Sí deseas volver a vivir lo de esta noche sólo ven aquí!, Siempre estaré
esperándote... -
Anaciel volteó por última vez sólo para ver que la observaba con un gesto de satisfacción
en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía que pensar, si creer o no en sus
palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de engañar no quería decir que todo en
él fuese falsedad pues, como todo ser, también poseía un corazón.
Al día siguiente la mente del ángel estaba llena de sentimientos encontrados, trató de
reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior, y si debía ser completamente honesta
consigo misma tenía que aceptar que había disfrutado mucho de la compañía de Noré,
incluso de aquel beso robado. Así que, llenándose de valor, decidió ir al mundo humano
esa noche, sin si quiera tener certeza de que él estaría allí.
Así fue como inicio aquella historia de amor prohibido, que echaba raíces en la tierra de
los humanos. Con el paso del tiempo aquellos sentimientos se fortalecieron más, a su
lado aquel Diablo aprendió lo que era amar, y ella comprendió que nunca debía dejarse
guiar por los que otros pudiesen asegurar, ya que sólo con sus propios ojos debía ver
para poder juzgar.
Era su mayor secreto, nadie podía saber de su amor, sus encuentros en el mundo
humano eran puro romance y pasión. Ella amaba su rebeldía y desparpajo, y él su dulzura
y alegría. Podían entregar el corazón en las manos del otro sin dudar. Pero por más
cuidadosos que fuesen sabían que en algún momento alguien de sus mundos podría
descubrirlos, así que vivían su relación como si no hubiese un mañana, llegando incluso a
hacer el amor una noche que se hospedaron en el pueblo.
No sabían que sería de ellos en un futuro, pero decidieron dejarse llevar por sus
sentimientos.
Hasta que aquello tan temido por Noré ocurrió, esa noche, simplemente, Anaciel no llegó.
Él la esperó nervioso en aquel bosque, pero nunca apareció, y así varios días más. El
Diablo se sentía morir por dentro, necesitaba saber que había ocurrido con su amada
pero no quería iniciar un conflicto con los ángeles, necesitaba pensar claramente las
cosas. Hasta que finalmente ella un día regresó a él.
Allí le contó que sus superiores la habían descubierto, pero que creían que mantenía una
relación con un humano, como castigo por ello la encerraron por unos días para que
reflexionase. Pero en cuanto pudo nuevamente escapó. Noré sabía que los ángeles eran
muy rigurosos con quienes rompían las normas y que los próximos castigos sólo serían
peores. A él nada le ocurriría, pues en su mundo era un príncipe y se hacía su voluntad.
Pero la peor parte la llevaría ella y no podría hacer nada para salvarla pues su límite era
entrar en guerra con ellos.
Aquella situación despertaba toda la furia del Diablo pero Anaciel con su dulzura lograba
aplacarlo diciendo que podía soportarlo. Esa noche ella le pidió que no pensase en nada
más que amarla y Noré respeto cada uno de sus deseos.
Cuando llegó el momento de despedirse - No te vayas, quédate aquí conmigo. Si
regresas ahora a tu mundo temo no volver a verte...- le pidió él
- Te prometo que pase lo que pase regresaré... por favor espérame aquí mañana... -
respondió ella mientras acariciaba su mejilla y se marchó.
El día siguiente fue eterno para el Diablo, la incertidumbre oprimía su pecho evitando que
pudiese pensar en otra cosa, hasta que la oscuridad nuevamente cayó en la tierra de los
humanos. El tiempo pasaba y ella no llegaba, Noré comenzaba a ponerse nervioso, no
podía imaginar que le había ocurrido. Hasta que en un momento, de la nada, Anaciel
apareció. Angustiada, se abrazó con fuerza a él, esto llamó su atención - ¿Anaciel, que
ocurre?, ¿Sucedió algo? - preguntó
- Noré...-
De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendola - Anaciel si no
regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenada al destierro! - exclamó -
No puede ser, es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, Haz perdido la cabeza?!
-
Noré estaba dispuesto a enfrentarse con él pero ella lo detuvo - No lo hagas Noré... no te
involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra es que
vengas a estas tierras para reunirte con un demonio, es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a encerrarme
jamás - dijo ella con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se marchó .
- Anaciel... - susurró Noré
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó ella
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas
identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Anaciel?... No
puedes perder tus alas por esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo Noré...- respondió
ella mientras se abrazaba a él.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo posible
con Noré.
Aquel Diablo la amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de ella era
suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que llegaron
a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Anaciel que no dudaría en
entregar sus alas con tal de estar al lado de Noré. Pero pronto descubriría que los
sacrificios por amor tenían un límite.
Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en esa
ocasión persiguió a Anaciel. ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?, no, todo
estaba a punto de volverse más difícil.
Un día llegó a manos de ella una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso. Al
leerla quedó impactada, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre Anaciel?, ¿Qué
dice? - preguntó Noré que estaba junto a ella.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no hacerlo
mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un pecado de
deshonor familiar...- respondió afectada
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te dejan ir? -
- Es por que soy candidata a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine nuestra
sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevada a un palacio en mi mundo donde se me
prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí por que me gustaba
ver las cosas humanas y me lo permitían. Pero seguramente jamás creyeron que podría
encontrar el amor en esta tierra y mucho menos que sería un Diablo - explicó ella
- Anaciel...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no concibo
otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado Noré...- confesó mientras acariciaba el
rostro de él
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de mi alas
hasta quitármelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi culpa, y mucho
menos si son mis padres. Estoy segura de que no saben nada de todo esto...-
- ¿Como lo sabes? -
- Porque si están tratando de convencerme de regresar es porque quieren solucionarlo
entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...-
Anaciel entristeció su mirada - Perdóname Noré... Pero ese es mi límite...-
El Diablo la rodeo con sus brazos, presionándola contra su pecho - No tienes que pedirme
perdón, lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que sepas que lo
que siento por ti es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...-
suspiró ella
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos porque somos
diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros
mundos...- terminó él.
Anaciel decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amándose en esa
pequeña libertad. Antes de irse Noré le pidió bailar una última vez, pero siendo ellos
mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran, solos entre esas cuatro paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el
bosque en el medio de la noche como ella prometió, se entregaría por propia voluntad.
Allí la estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarla de regreso. Iban
tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo que le habían
dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Anaciel, no quería soltar la mano de su amado,
él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignada, se colocó frente a él, aunque
casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se detuvo,
volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Noré.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía ella entre sollozos
- Por favor no llores Anaciel... sabes que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Ella lloraba sin consuelo, Noré se sentía culpable por aquella situación, pensaba que si no
la hubiese buscado, si no la hubiese ilusionado desde un primer momento, Anaciel no
tendría que pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió tomar una drástica decisión,
había una sola cosa que podía hacer para ayudarla - Mírame Anaciel...- le dijo con una
voz serena y la besó apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón
estaré aquí... esperándote - sonrió él
- A que te refiere- - intentó preguntar ella y de repente Noré besó su frente, haciendo que
cayera inconsciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! - preguntó
indignado a aquel guardián que lentamente se acercaba a él cargando a Anaciel para
luego entregársela - Ella está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía
conmigo...- explicó
- Quieres decir que ella no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Noré, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Cómo pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el corazón de
un ser tan puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en sus
manos para siempre mi corazón - dijo señalándola.
El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia -
dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para
que nos dejasen en paz. Pero sé que ella no quería que nadie saliese herido por nuestra
causa -
- Eres muy arrogante al afirmar algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -
- ¿Por qué haces esto? -
- ... Porque la amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mía para siempre, pero
hasta ese entonces esto es lo mejor para ella. Todo es por su bien - dijo por último Noré y
desapareció en la oscuridad.
El ángel miró a Anaciel que aún permanecía inconsciente y murmuró para sí - Quien diría
que un ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y
regresó al paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Anaciel no recordaba nada de lo sucedido prácticamente
hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores
decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso
hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de ella por la música humana despertó, haciéndola
regresar a esa tierra, esta vez seguida a escondidas por un guardián. Pero al constatar
que no había rastros del Diablo la dejaba ir en soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Anaciel, como si hubiese olvidado algo que
era muy importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba hasta
donde ella estaba bailaba sola entre medio de los árboles, o quizás no tan sola, si no en
compañía de un pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba
rondándola en el lugar, llegando incluso a posarse en sus manos. Anaciel, ni siquiera
aquel guardián, podían imaginar que esa ave era Noré que, cumpliendo su promesa, cada
noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarla desde la distancia, en silencio.
Verla sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque la amaba tal cual era, con sus
hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que ella
hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel
se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en
ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar
juntos.
A veces amar de verdad significa dejar en libertad, y la libertad en algunas ocasiones
implica tener que olvidar.
Capitulo 2:
Capitulo 3:
Capitulo 4:
Capitulo 6: