Huella Ecológica

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Huella Ecológica

La huella ecológica (ecological footprint, en inglés) es una medida de impacto ambiental de


la mano del hombre en los distintos ecosistemas, de cara a la capacidad de la Tierra de
renovar sus recursos.

¿Para qué sirve? Se trata de un indicador ecológico clave para medir la sustentabilidad de
las actividades humanas, evaluando su impacto sobre la naturaleza. Así, se puede medir la
huella ecológica de una ciudad, una región, una persona, una actividad industrial,
dependiendo de la escala en que se aplique.

De esta manera, la huella ecológica permite establecer comparaciones entre el impacto, el


riesgo y el beneficio de ciertas actividades humanas o ciertas formas de organización social,
estableciendo así un lenguaje para optimizar su sustentabilidad.

Además: 10 Características del Impacto Ambiental

Características de la huella ecológica

¿A qué se refiere?

En principio, la huella ecológica representa el área de recursos naturales (tierra, aire, agua)
ecológicamente activos, que utiliza una actividad, comunidad o proceso de reabsorción de
residuos a lo largo de un período de tiempo.

Este cálculo puede ser realmente complejo dependiendo de la escala en la que se aplique,
por ejemplo, se estima que a cada ser humano de la Tierra le corresponderían 2,7 hectáreas
de terreno para satisfacer sus necesidades enteras durante un año.

Historia

El concepto de huella ecológica se originó en 1996, fruto de los estudios de William Rees y
Mathis Wackernagel, interesados en hallar un lenguaje ecológico propio que permitiera
medir la sustentabilidad de las formas de vida humanas y su relación directa e indirecta de
las capacidades naturales de renovación. Lo hicieron a través de una serie de algoritmos.

Desde entonces se ha intentado implementar en métodos de medición globales, como la


Global Footprint Network, que evalúa las distintas regiones del globo para establecer qué
tan grande es su huella ecológica en comparación con el resto del mundo.

¿Cómo se calcula?
El cálculo de la huella ecológica se basa en una matriz de necesidades estipuladas para cada
individuo, entre las que figuran terreno para sembrar, para pastoreo, superficies forestales
para absorción de CO2, superficie marítima aprovechable, superficie terrestre para
aprovechamiento directo (como la construcción) y una reserva de biodiversidad que se
estipula en un 12% de cada territorio total.

Estas necesidades de superficie se contrastan con actividades indispensables para la


humanidad como la agricultura, ganadería, pesca, bienes de consumo, consumo energético,
etc.

A partir de allí, puede medirse el consumo en toneladas de materia o gigajulios de energía,


dividiendo la superficie total entre los índices de productividad. De esta manera puede
calcularse si, por decirlo de alguna manera, el sacrificio ecológico “vale la pena”.

Escala

La huella ecológica se mide en una escala del 0 al 11, repartida entre las distintas
actividades humanas productivas, una de las cuales es, principalmente, la absorción de
residuos (como los gases producto de la quema de combustibles fósiles).

Igualmente, la huella puede medirse continental, regional, nacional, zonal, familiar o


individualmente, ya que se trata de un modelo de medición comparativo.

Sobregiro ecológico
La deforestación
de bosques tiene un alto impacto ambiental.

De este método de medición se deducen nociones como el sobregiro ecológico, que es la


demanda excesiva, muy superior a la capacidad ecológica de una superficie, de recursos
naturales de un ecosistema.

En estos términos se piensa igual que el sobregiro de una tarjeta de crédito: no hay de
dónde más extraer capacidades, pues las disponibles están copadas y se genera una suerte
de “deuda” que cancelan otros individuos o naciones.

Tipos de huella ecológica

Existen tres tipos:

Huella ecológica directa. Aquella que contempla la acción directa, sin intermediarios, sobre
las capacidades de la naturaleza.

Huella ecológica indirecta. Aquella que no incide directamente sobre las capacidades de la
naturaleza, pero genera efectos que indirectamente sí lo hacen.

Huella ecológica colectiva. Aquella que es resultado de comunidades y regiones amplias, en


las que se genera tanto huellas directas como indirectas a la vez.

¿Cómo se mide?

Las mediciones globales de huella ecológica apuntan a una realidad muy dispar en cuanto a
necesidades productivas y, por lo tanto, a responsabilidades ecológicas. Algunos territorios y
formas de vida consumen muchos más recursos de los que les ofrece la superficie que
ocupan, teniendo entonces que importar de otras regiones o “exportar” sus desechos, es
decir, disponer de ellos lejos de sus propias superficies.

El mapa de la huella ecológica humana se divide en (2007):


Regiones de alta demanda (huella entre 10 y 8). Territorios altamente industrializados y con
gran demanda de materia prima y de energía, como los Estados Unidos, Europa, Australia,
Japón, Escandinavia, Uruguay y Rusia.

Regiones de media demanda (huella entre 7 y 4). Territorios en vías de desarrollo, con
sociedades aún no integradas al mundo industrial y que sobreviven de la venta de materia
prima, pero con abundantes regiones verdes y refugios ecológicos, como Sudamérica (en
especial Brasil), ciertos países del Asia mayor y menor, así como del Norte africano o del
medio oriente.

Regiones de baja demanda (huella entre 4 y 0). Regiones pobres, poco habitadas o
desigualmente habitadas, con sociedades preindustriales, subdesarrolladas, de bajísimo
índice de desarrollo humano. El África subsahariana, India, Pakistán y la micronesia están en
esta categoría.

Huella ecológica por actividad mundial

Las actividades que mayor huella ecológica generan mundialmente son (2003):

Quema de combustibles fósiles: 47,5%

Agricultura intensiva y extensiva: 22,0%

Consumo de madera, pulpa y papel: 7,6%

Pesca: 6,7%

Ganadería: 6.3%

Energía nuclear controlada: 3,6%

Importancia

La huella ecológica tiene la importancia de haber brindado al mundo ecologista una


herramienta teórica útil para comprender la distribución y el tipo del daño ecológico a nivel
mundial, permitiendo pensarlo de manera integrada a las actividades productivas y desde
una perspectiva más realista, que no esté negada a los procesos vitales de la sociedad
posindustrial, pero que esté dispuesta a evaluar el precio a pagar.

Conclusiones

La aplicación de este método de análisis ha arrojado conclusiones preocupantes sobre el


modo en que habitamos el planeta, como que harían falta dos planetas Tierra adicionales
para que cada habitante del planeta pueda vivir como lo hace un ciudadano francés
promedio. Esto ha reforzado numerosos estudios sobre la sustentabilidad de las sociedades
como un mandamiento para la construcción del mundo que viene.

¿Cómo citar?

"Huella Ecológica". Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última edición: 27
de septiembre de 2017. Disponible en: https://www.caracteristicas.co/huella-ecologica/.
Consultado: 29 de junio de 2019.

Ciudades Sostenibles en España

Las ciudades sostenibles son aquellas que se autoabastecen energéticamente


aprovechando sus residuos convirtiéndolos en nuevas materias primas. El objetivo es
reutilizar la energía del propio espacio de la ciudad, utilizando transportes sostenibles como
los vehículos eléctricos híbridos, mejorar la utilización del agua y las instalaciones de
calefacción y aire acondicionado o aprovechar la energía solar y la energía eólica con
instalaciones no contaminantes, entre otras soluciones.

Según el estudio “25 ciudades españolas Sostenibles” realizado aproximadamente en el año


2012, Madrid es la ciudad más sostenible de España. Para determinarlo, se han analizado los
principales parámetros medioambientales sobre gestión urbana, que son las emisiones de
CO2, la energía eléctrica, movilidad, residuos, agua y aire. El objetivo del estudio es realizar
un análisis del impacto medioambiental y social de las principales ciudades españolas. La
mayor parte de las ciudades analizadas tiene programas para mejorar su rendimiento
energético y cumplir con la estrategia 20-20-20 para mejorar la gestión energética.

Medio Ambiente

Cambio climático acorta las playas de Costa Rica

Localidades de Limón, Guanacaste y Puntarenas están en riesgo debido al mar

Michelle Soto. 4 junio, 2014

La concatenación de una serie de fenómenos derivados del cambio climático están


acortando metros a las playas del país y poniendo en riesgo las comunidades costeras
cuando el mar toque a las puertas de sus pobladores.

Así lo evidencia un estudio realizado por investigadores del Programa de Cambio Climático y
Cuencas del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) para el
proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .

No es solo que el turista ya no tendrá dónde asolearse o las tortugas marinas no encuentren
dónde desovar, sino que la pérdida de costa y el alza en el nivel del mar afectarán las
actividades agrícolas, los servicios públicos, como el abastecimiento de agua potable, los
caminos y los asentamientos humanos.
Según el estudio del Catie, y tras evaluar las vulnerabilidades de 59 distritos costeros, 13
tienen un riesgo alto o muy alto de afectación en sus vías de comunicación.

La mayoría de los distritos costeros dependen de la pesca como una forma de subsistencia.
Con el aumento de la temperatura del agua, los arrecifes se verán impactados y con ello, la
cuna de especies marinas de interés comercial.

Humedales y acuíferos también se verán dañados por la salinización, lo cual comprometerá


la disponibilidad de agua dulce.

Aunque varían en metodología, lo dicho por el Catie coincide con la información recabada
durante 20 años por investigadores del Módulo de Información Oceanográfica del Centro de
Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica
(UCR).

Más del 40% de las playas de Puntarenas, Limón y Guanacaste presentan erosión: el mar
está carcomiendo sus bordes. Eso se ve en las pronunciadas gradas de arena y el colapso de
la vegetación, como palmeras arrancadas de raíz.

En 12 de esas playas, y según Omar Lizano del MIO-Cimar-UCR, el problema es grave. Este es
el caso de Brasilito y Marbella en Guanacaste, Tárcoles, Herradura y Caldera en Puntarenas,
así como Cahuita en Limón, entre otras.

Cahuita

“La actualización del atlas digital del país contrastó los límites de costa registrados en las
hojas cartográficas del siglo pasado con los observados en imágenes satelitales recientes y
documenta 30 alteraciones en ambas costas”, se lee en el estudio del Catie.
Erosión costera. Existe una estrecha relación entre los océanos y la atmósfera, que es
evidente en el transporte de calor.

Los gases de efecto invernadero (GEI) que se acumulan en la atmósfera, producto de la


combustión de hidrocarburos y otras fuentes, aumentan la temperatura superficial del agua
e incrementan el nivel del mar debido al deshielo de los polos.

Esto provoca una expansión del agua y esta tiende a “robarle” metros a la costa. “Son
milímetros (mm) al año y la gente dirá que es algo pequeño, pero en masa de agua eso
significa metros de retroceso en la costa; es el mar metiéndose entre dos y seis metros”,
dijo Lenín Corrales, experto del Catie.

Según las proyecciones para el período 2010-2040, realizadas por el equipo de Catie, la
expansión térmica alcanzará 2 mm al año en el Pacífico y 2,8 mm en el Caribe.

El alza de la temperatura del mar también incrementa los sistemas de alta y baja presión, lo
cual acelera el viento. Esto, a su vez, genera más energía en las olas que rompen con más
fuerza en la playa, empeorando la erosión.

La situación se agrava con el deterioro de los manglares y arrecifes, que amortiguan el


oleaje, debido a la contaminación y sedimentación que acarrean los ríos.

Las áreas silvestres protegidas también funcionan de barrera natural a los embates del mar,
pero sufren amenazas por la degradación.

“El tema de adaptación al cambio climático en lo marino costero pasa por una atención
urgente a las amenazas no climáticas, que en el país siguen siendo sistemáticas. Hablar de
cambio climático nos pone como país a hablar de una política más integral y no el cambio
climático como una cuestión sectorial”, comentó Corrales.

Cambio climático acorta las playas

Según Corrales, en la primera comunicación nacional que se realizó de la Convención sobre


Cambio Climático , que data del 2000, se dieron una serie de recomendaciones, como pedir
a los desarrolladores construir a 600 metros de la costa y a 200 metros de los manglares.

“También se habla de la necesidad de que la agricultura se retire de las zonas de humedales,


porque –si por adaptación natural– los humedales se quieren mover pues van a chocar con
arroz o palma africana”, señaló Corrales.

Proyectos de ley. Ni la ley que segregó al pueblo de Manzanillo del Refugio de Vida Silvestre
Gandoca, ni la ley sobre zonas urbanas litorales incluyeron los escenarios climáticos que se
avecinan.

“Esas son las grandes contradicciones. Tenemos la evidencia de que en las últimas dos
décadas el mar en el Caribe se ha expandido y está erosionando el sur de Limón, pero
aprueban una ley para segregar Manzanillo para que la gente viva cercana al mar”, dijo
Corrales.

Tampoco los contempló el proyecto de ley sobre territorios comunales costeros, también
conocido como Tecocos.

Este plan pretende dar una concesión comunitaria en la Zona Marítimo-Terrestre (ZMT) a
más de 200.000 personas de 75 comunidades costeras, quienes ya viven allí, y así evitar el
desalojo.

“Conforme el mar va ‘tragando’ tierra, se va corriendo la línea y evidentemente la concesión


se mantiene”, comentó Franklin Corella, diputado del Partido Acción Ciudadana (PAC).

Para Omar Lizano, oceanógrafo del Cimar, la ZMT debe ser dinámica por una cuestión de
seguridad, y para ello, se debe contar con un registro continuo del nivel medio del mar. La
última medición se hizo en la década de 1980.

En los últimos 20 años, el mar le ha ganado terreno al lugar donde antes estaba la casa de
guardaparques en el Parque Nacional Cahuita. | MAYELA LÓPEZ

“La ZMT dice que 1,15 metros sobre el nivel medio del mar se determina el inicio de los 50
metros públicos. Eso depende del nivel medio del mar y si estamos hablando de que está
aumentando, la zona pública debería subir también”, dijo.

Corella confía en que el plan regulador de las municipalidades incorpore este tema
ambiental.

“A diferencia de la ley de ZMT que exige la expulsión inmediata de quienes allí viven,
Tecocos habla de reubicación con apoyo municipal”, agregó Rónald Vargas, diputado del
Frente Amplio.
Luis Zúñiga, líder comunal, admitió que el plan de ley carece de los escenarios climáticos.

“Tecocos se empezó a gestar hace 10 años y tiene seis en la corriente legislativa.


Evidentemente no voy a pedirle que considerara, con el rigor científico que se ocupa, el
tema”, manifestó Zúñiga.

Eso sí, el líder comunal urgió al Gobierno a emprender procesos de planificación y


priorización hacia futuro. “Hay casos muy serios y las consecuencias son a muy corto plazo”,
recalcó Zúñiga.

Según Lizano, en menos de 10 años se verán los impactos en esa zona pública de 50 metros.

Costa Rica ya lidia con los efectos del cambio climático

Enfermedades, escasez de agua y pérdida de alimentos, entre los impactos

Michelle Soto. 1 abril, 2014

La escasez de agua podría generar conflicto entre sus diferentes usos: consumo humano y
animal, electricidad y riego de cultivos. La deforestación y degradación de suelos repercute
en esta disponibilidad de líquido. | CARLOS VARGAS

Las consecuencias del cambio climático no vienen, ya se están viviendo en todo el mundo y
en Costa Rica, estas se reflejan en el desabastecimiento de agua, los recortes de electricidad
y el incremento de enfermedades.
En Centroamérica , la temperatura aumentó entre 0,7 °C y 1 °C desde 1970, mientras que las
lluvias decrecieron un milímetro por día desde 1950.

Esas condiciones más calurosas y secas propician que la distribución geográfica del
mosquito Aedes aegypti , transmisor del dengue, se amplíe. De esta manera, la enfermedad
ya está presente en lugares donde antes no era tan común porque el frío le representaba
una barrera natural.

Otro impacto de ese calor que favorece la evaporación y carencia de lluvias, se relaciona con
el abastecimiento de agua para consumo humano, la irrigación de cultivos y la generación
de electricidad. El 90% de esta producción viene de plantas hidroeléctricas.

En el escenario futuro, estos y otros impactos podrían acentuarse porque se prevé que la
temperatura aumente entre 1,6 °C y 4,0 °C mientras que las lluvias podrían disminuir hasta
un 22% en 2100.

Así lo dio a conocer el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático


(IPCC) en su informe Cambio climático 2014: impactos, adaptación y vulnerabilidad .

Este fue redactado por el Grupo de Trabajo II del IPCC, integrado por 243 autores, 436
colaboradores y 66 editores de 70 países, quienes son expertos en ciencias naturales y
sociales, ingenierías, desarrollo y políticas públicas.

Este reporte corresponde a uno de los tres capítulos que integrará el Quinto Informe de
Evaluación del IPCC, el cual se dará a conocer al público en Dinamarca en el mes de octubre.

Ya el Grupo de Trabajo I, encargado del capítulo científico, entregó su informe en 2013 y


solo resta que el Grupo de Trabajo III, encargado de los temas de mitigación, dé el suyo la
segunda semana de abril.
Con el cambio climático viene un aumento de enfermedades respiratorias, cardiovasculares
e insuficiencia renal crónica, así como las transmitidas por vectores (dengue, fiebre amarilla
y malaria) y virus o bacterias asociadas al agua (diarreas, cólera y rotavirus). | GESLINE
ANRANGO

Vulnerables. Para el IPCC, no es solo que el cambio climático tiene sus impactos sobre los
ecosistemas, sino que estos pueden agravarse debido a las decisiones tomadas por
Gobiernos y personas.

Siguiendo con el ejemplo del dengue, no es solo que el mosquito está presente en más
lugares sino que si no se habilita la infraestructura sanitaria requerida y se mejora la
educación de las personas para eliminar los criaderos, la situación podría derivar en un alza
en el número de casos, convirtiéndose en una emergencia de salud pública.

“La desigualdad económica se traduce en desigualdad en el acceso a agua, sanidad y una


vivienda adecuada, particularmente para los grupos más vulnerables, lo cual deriva en
menos capacidades de adaptación al cambio climático”, dicta el último reporte del IPCC.

En este sentido, la lucha contra el cambio climático consiste en disminuir las emisiones de
gases efecto invernadero (GEI) que se liberan a la atmósfera y a reducir las vulnerabilidades
para para no empeorar las cosas.

“Esta es una historia con dos desenlaces, uno que habla de ‘inacción’ y otro ‘del momento
para hacer cambios’. El desenlace, sin duda, está determinado por nuestras elecciones de
hoy”, declaró la costarricense Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención del
Clima de Naciones Unidas, a AFP .
El blanqueamiento de los corales en el Caribe, debido a la temperatura del mar, dejará sin
hábitat a especies de interés para la pesca. Asimismo, las inundaciones y las sequías traerán
consigo pérdida de cosechas. | LUIS NAVARRO

Aprender a adaptarse. El cambio climático no se puede detener y por eso el IPCC habla de
adaptación para aprender a vivir en el nuevo escenario.

El informe señala la necesidad de que las ciudades modifiquen sus planes de urbanismo y la
infraestructura para tratar y distribuir el agua. En agricultura, se deberán buscar variedades
más resistentes a condiciones de sequía o lluvias extremas.

Otra medida es fortalecer las áreas silvestres protegidas para seguir contando con servicios
ambientales como captura de GEI, protección de fuentes de agua y biodiversidad.

Medio Ambiente

Cambio climático alterará el paisaje de Costa Rica en 2080

En 66 años, muchos lugares perderán su verdor y otros estarán bajo el agua. Esto ocurrirá
debido al aumento de la temperatura y la variación en el patrón de lluvias previsto para el
2080 por el Instituto Meteorológico y el PNUD.

Michelle Soto. 14 octubre, 2014

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) identificó a Costa Rica como uno
de los “puntos calientes” donde las condiciones atmosféricas modificarán el paisaje que
actualmente conocemos.

Desde la década de 1990, las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) del país vienen
creciendo. Esa acumulación de gases en la atmósfera provoca un efecto invernadero que
causa que la temperatura tienda a la alza.

Así, y según las previsiones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), la temperatura en el
2080 aumentaría entre 3 °C y 6 °C con respecto al período 1961-1990.
La temperatura promedio, dato basado en cuatro modelos dinámicos, pasaría de 22 °C en el
2014 a 28 °C en el 2050, 29 °C al 2070 y 30 °C al 2090.

“Se evidencia con claridad el desarrollo de temperaturas medias que no existían en el clima
actual. Por ejemplo, el nuevo rango de temperatura entre 28 °C y 30 °C en las zonas bajas y
costeras”, indicó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el
informe con motivo de 10 [[BEGIN:INLINEREF LNCINF20141014_0005]]simulaciones
fotográficas[[END:INLINEREF]].

Estas fueron realizadas por el Centro de Tecnología y Artes Visuales (Cetav), a petición del
PNUD, y destacan cómo se verían 10 sitios en Costa Rica en el 2080. Para ello, Cetav tomó
como base los escenarios climáticos elaborados por el IMN para el 2080.

De esta forma, la temperatura máxima que se experimenta actualmente durante abril en el


Pacífico Central se extendería hasta mayo en el 2080.

En el Caribe, el mayor incremento en la temperatura sería en octubre y el menor en marzo.

Así se vería Bagaces, en Guanacaste, en el 2080 según los escenarios climáticos elaborados por el
IMN. | CORTESÍA DE CETAV/PNUD

En la cordillera de Talamanca así como en los volcanes Irazú y Turrialba, donde las
temperaturas hoy rondan los 8 °C y 10 °C, llegarían a registrar temperaturas entre 12 °C y 14
°C en el 2080.

Este incremento de la temperatura y su consecuente variación en el patrón de lluvias se


vería reflejado en la estructura del bosque seco de Guanacaste, el cual empezará a
reemplazar especies de plantas con hojas caducas por otras con hojas más suculentas como
los cactus, que tienen capacidad de acumular agua.

Para el 2020 se prevé que desaparezca el bosque de páramo (propio de las zonas altas como
el Chirripó) y vaya extinguiéndose el bosque pluvial montano, montano bajo y premontano
así como el bosque muy húmedo montano.
Otros tipos de bosque aparecerán a partir del 2080 como el muy seco tropical y el seco
premontano.

Así se señala en el reporte sobre impacto del cambio climático en la biodiversidad (serie
técnica 8), el cual fue elaborado en el marco del proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .

La modificación del paisaje tiene repercusiones en los servicios ambientales que proveen los
ecosistemas como regulación del calor, protección de acuíferos y suelos, así como proveer
de hábitat a la biodiversidad cuya observación se ha convertido en fuente de ingresos de
comunidades que apuestan al turismo como motor de desarrollo.

“El cambio climático es el desafío más importante para la humanidad en nuestros tiempos.
Ya está perjudicando la vida humana en todas las esferas y nos está afectando a todos
nosotros, no solo a algunos. Nuestra actuación hoy frente al cambio climático va a definir
cuan vivible va a ser nuestra tierra para nuestros hijos y nietos ”, comentó Yoriko Yasukawa,
representante de PNUD en Costa Rica.

Para Damiano Borgogno, oficial del programa de cambio climático en PNUD-Costa Rica, es
importante integrar la información científica con la toma de decisiones en el ámbito político.

“Por ejemplo, y a partir de estos datos, no tendría sentido construir una represa
hidroeléctrica en Guanacaste y si se va a construir una carretera en el Valle de la Estrella, lo
mejor sería hacerla con materiales más resistentes a las inundaciones. Pero solo integrando
todos los aspectos es que se puede tomar la mejor decisión”, dijo Borgogno.

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