Huella Ecológica
Huella Ecológica
Huella Ecológica
¿Para qué sirve? Se trata de un indicador ecológico clave para medir la sustentabilidad de
las actividades humanas, evaluando su impacto sobre la naturaleza. Así, se puede medir la
huella ecológica de una ciudad, una región, una persona, una actividad industrial,
dependiendo de la escala en que se aplique.
¿A qué se refiere?
En principio, la huella ecológica representa el área de recursos naturales (tierra, aire, agua)
ecológicamente activos, que utiliza una actividad, comunidad o proceso de reabsorción de
residuos a lo largo de un período de tiempo.
Este cálculo puede ser realmente complejo dependiendo de la escala en la que se aplique,
por ejemplo, se estima que a cada ser humano de la Tierra le corresponderían 2,7 hectáreas
de terreno para satisfacer sus necesidades enteras durante un año.
Historia
El concepto de huella ecológica se originó en 1996, fruto de los estudios de William Rees y
Mathis Wackernagel, interesados en hallar un lenguaje ecológico propio que permitiera
medir la sustentabilidad de las formas de vida humanas y su relación directa e indirecta de
las capacidades naturales de renovación. Lo hicieron a través de una serie de algoritmos.
¿Cómo se calcula?
El cálculo de la huella ecológica se basa en una matriz de necesidades estipuladas para cada
individuo, entre las que figuran terreno para sembrar, para pastoreo, superficies forestales
para absorción de CO2, superficie marítima aprovechable, superficie terrestre para
aprovechamiento directo (como la construcción) y una reserva de biodiversidad que se
estipula en un 12% de cada territorio total.
Escala
La huella ecológica se mide en una escala del 0 al 11, repartida entre las distintas
actividades humanas productivas, una de las cuales es, principalmente, la absorción de
residuos (como los gases producto de la quema de combustibles fósiles).
Sobregiro ecológico
La deforestación
de bosques tiene un alto impacto ambiental.
En estos términos se piensa igual que el sobregiro de una tarjeta de crédito: no hay de
dónde más extraer capacidades, pues las disponibles están copadas y se genera una suerte
de “deuda” que cancelan otros individuos o naciones.
Huella ecológica directa. Aquella que contempla la acción directa, sin intermediarios, sobre
las capacidades de la naturaleza.
Huella ecológica indirecta. Aquella que no incide directamente sobre las capacidades de la
naturaleza, pero genera efectos que indirectamente sí lo hacen.
¿Cómo se mide?
Las mediciones globales de huella ecológica apuntan a una realidad muy dispar en cuanto a
necesidades productivas y, por lo tanto, a responsabilidades ecológicas. Algunos territorios y
formas de vida consumen muchos más recursos de los que les ofrece la superficie que
ocupan, teniendo entonces que importar de otras regiones o “exportar” sus desechos, es
decir, disponer de ellos lejos de sus propias superficies.
Regiones de media demanda (huella entre 7 y 4). Territorios en vías de desarrollo, con
sociedades aún no integradas al mundo industrial y que sobreviven de la venta de materia
prima, pero con abundantes regiones verdes y refugios ecológicos, como Sudamérica (en
especial Brasil), ciertos países del Asia mayor y menor, así como del Norte africano o del
medio oriente.
Regiones de baja demanda (huella entre 4 y 0). Regiones pobres, poco habitadas o
desigualmente habitadas, con sociedades preindustriales, subdesarrolladas, de bajísimo
índice de desarrollo humano. El África subsahariana, India, Pakistán y la micronesia están en
esta categoría.
Las actividades que mayor huella ecológica generan mundialmente son (2003):
Pesca: 6,7%
Ganadería: 6.3%
Importancia
Conclusiones
¿Cómo citar?
"Huella Ecológica". Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última edición: 27
de septiembre de 2017. Disponible en: https://www.caracteristicas.co/huella-ecologica/.
Consultado: 29 de junio de 2019.
Medio Ambiente
Así lo evidencia un estudio realizado por investigadores del Programa de Cambio Climático y
Cuencas del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) para el
proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .
No es solo que el turista ya no tendrá dónde asolearse o las tortugas marinas no encuentren
dónde desovar, sino que la pérdida de costa y el alza en el nivel del mar afectarán las
actividades agrícolas, los servicios públicos, como el abastecimiento de agua potable, los
caminos y los asentamientos humanos.
Según el estudio del Catie, y tras evaluar las vulnerabilidades de 59 distritos costeros, 13
tienen un riesgo alto o muy alto de afectación en sus vías de comunicación.
La mayoría de los distritos costeros dependen de la pesca como una forma de subsistencia.
Con el aumento de la temperatura del agua, los arrecifes se verán impactados y con ello, la
cuna de especies marinas de interés comercial.
Aunque varían en metodología, lo dicho por el Catie coincide con la información recabada
durante 20 años por investigadores del Módulo de Información Oceanográfica del Centro de
Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica
(UCR).
Más del 40% de las playas de Puntarenas, Limón y Guanacaste presentan erosión: el mar
está carcomiendo sus bordes. Eso se ve en las pronunciadas gradas de arena y el colapso de
la vegetación, como palmeras arrancadas de raíz.
En 12 de esas playas, y según Omar Lizano del MIO-Cimar-UCR, el problema es grave. Este es
el caso de Brasilito y Marbella en Guanacaste, Tárcoles, Herradura y Caldera en Puntarenas,
así como Cahuita en Limón, entre otras.
Cahuita
“La actualización del atlas digital del país contrastó los límites de costa registrados en las
hojas cartográficas del siglo pasado con los observados en imágenes satelitales recientes y
documenta 30 alteraciones en ambas costas”, se lee en el estudio del Catie.
Erosión costera. Existe una estrecha relación entre los océanos y la atmósfera, que es
evidente en el transporte de calor.
Esto provoca una expansión del agua y esta tiende a “robarle” metros a la costa. “Son
milímetros (mm) al año y la gente dirá que es algo pequeño, pero en masa de agua eso
significa metros de retroceso en la costa; es el mar metiéndose entre dos y seis metros”,
dijo Lenín Corrales, experto del Catie.
Según las proyecciones para el período 2010-2040, realizadas por el equipo de Catie, la
expansión térmica alcanzará 2 mm al año en el Pacífico y 2,8 mm en el Caribe.
El alza de la temperatura del mar también incrementa los sistemas de alta y baja presión, lo
cual acelera el viento. Esto, a su vez, genera más energía en las olas que rompen con más
fuerza en la playa, empeorando la erosión.
Las áreas silvestres protegidas también funcionan de barrera natural a los embates del mar,
pero sufren amenazas por la degradación.
“El tema de adaptación al cambio climático en lo marino costero pasa por una atención
urgente a las amenazas no climáticas, que en el país siguen siendo sistemáticas. Hablar de
cambio climático nos pone como país a hablar de una política más integral y no el cambio
climático como una cuestión sectorial”, comentó Corrales.
Proyectos de ley. Ni la ley que segregó al pueblo de Manzanillo del Refugio de Vida Silvestre
Gandoca, ni la ley sobre zonas urbanas litorales incluyeron los escenarios climáticos que se
avecinan.
“Esas son las grandes contradicciones. Tenemos la evidencia de que en las últimas dos
décadas el mar en el Caribe se ha expandido y está erosionando el sur de Limón, pero
aprueban una ley para segregar Manzanillo para que la gente viva cercana al mar”, dijo
Corrales.
Tampoco los contempló el proyecto de ley sobre territorios comunales costeros, también
conocido como Tecocos.
Este plan pretende dar una concesión comunitaria en la Zona Marítimo-Terrestre (ZMT) a
más de 200.000 personas de 75 comunidades costeras, quienes ya viven allí, y así evitar el
desalojo.
Para Omar Lizano, oceanógrafo del Cimar, la ZMT debe ser dinámica por una cuestión de
seguridad, y para ello, se debe contar con un registro continuo del nivel medio del mar. La
última medición se hizo en la década de 1980.
En los últimos 20 años, el mar le ha ganado terreno al lugar donde antes estaba la casa de
guardaparques en el Parque Nacional Cahuita. | MAYELA LÓPEZ
“La ZMT dice que 1,15 metros sobre el nivel medio del mar se determina el inicio de los 50
metros públicos. Eso depende del nivel medio del mar y si estamos hablando de que está
aumentando, la zona pública debería subir también”, dijo.
Corella confía en que el plan regulador de las municipalidades incorpore este tema
ambiental.
“A diferencia de la ley de ZMT que exige la expulsión inmediata de quienes allí viven,
Tecocos habla de reubicación con apoyo municipal”, agregó Rónald Vargas, diputado del
Frente Amplio.
Luis Zúñiga, líder comunal, admitió que el plan de ley carece de los escenarios climáticos.
Según Lizano, en menos de 10 años se verán los impactos en esa zona pública de 50 metros.
La escasez de agua podría generar conflicto entre sus diferentes usos: consumo humano y
animal, electricidad y riego de cultivos. La deforestación y degradación de suelos repercute
en esta disponibilidad de líquido. | CARLOS VARGAS
Las consecuencias del cambio climático no vienen, ya se están viviendo en todo el mundo y
en Costa Rica, estas se reflejan en el desabastecimiento de agua, los recortes de electricidad
y el incremento de enfermedades.
En Centroamérica , la temperatura aumentó entre 0,7 °C y 1 °C desde 1970, mientras que las
lluvias decrecieron un milímetro por día desde 1950.
Esas condiciones más calurosas y secas propician que la distribución geográfica del
mosquito Aedes aegypti , transmisor del dengue, se amplíe. De esta manera, la enfermedad
ya está presente en lugares donde antes no era tan común porque el frío le representaba
una barrera natural.
Otro impacto de ese calor que favorece la evaporación y carencia de lluvias, se relaciona con
el abastecimiento de agua para consumo humano, la irrigación de cultivos y la generación
de electricidad. El 90% de esta producción viene de plantas hidroeléctricas.
En el escenario futuro, estos y otros impactos podrían acentuarse porque se prevé que la
temperatura aumente entre 1,6 °C y 4,0 °C mientras que las lluvias podrían disminuir hasta
un 22% en 2100.
Este fue redactado por el Grupo de Trabajo II del IPCC, integrado por 243 autores, 436
colaboradores y 66 editores de 70 países, quienes son expertos en ciencias naturales y
sociales, ingenierías, desarrollo y políticas públicas.
Este reporte corresponde a uno de los tres capítulos que integrará el Quinto Informe de
Evaluación del IPCC, el cual se dará a conocer al público en Dinamarca en el mes de octubre.
Vulnerables. Para el IPCC, no es solo que el cambio climático tiene sus impactos sobre los
ecosistemas, sino que estos pueden agravarse debido a las decisiones tomadas por
Gobiernos y personas.
Siguiendo con el ejemplo del dengue, no es solo que el mosquito está presente en más
lugares sino que si no se habilita la infraestructura sanitaria requerida y se mejora la
educación de las personas para eliminar los criaderos, la situación podría derivar en un alza
en el número de casos, convirtiéndose en una emergencia de salud pública.
En este sentido, la lucha contra el cambio climático consiste en disminuir las emisiones de
gases efecto invernadero (GEI) que se liberan a la atmósfera y a reducir las vulnerabilidades
para para no empeorar las cosas.
“Esta es una historia con dos desenlaces, uno que habla de ‘inacción’ y otro ‘del momento
para hacer cambios’. El desenlace, sin duda, está determinado por nuestras elecciones de
hoy”, declaró la costarricense Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención del
Clima de Naciones Unidas, a AFP .
El blanqueamiento de los corales en el Caribe, debido a la temperatura del mar, dejará sin
hábitat a especies de interés para la pesca. Asimismo, las inundaciones y las sequías traerán
consigo pérdida de cosechas. | LUIS NAVARRO
Aprender a adaptarse. El cambio climático no se puede detener y por eso el IPCC habla de
adaptación para aprender a vivir en el nuevo escenario.
El informe señala la necesidad de que las ciudades modifiquen sus planes de urbanismo y la
infraestructura para tratar y distribuir el agua. En agricultura, se deberán buscar variedades
más resistentes a condiciones de sequía o lluvias extremas.
Otra medida es fortalecer las áreas silvestres protegidas para seguir contando con servicios
ambientales como captura de GEI, protección de fuentes de agua y biodiversidad.
Medio Ambiente
En 66 años, muchos lugares perderán su verdor y otros estarán bajo el agua. Esto ocurrirá
debido al aumento de la temperatura y la variación en el patrón de lluvias previsto para el
2080 por el Instituto Meteorológico y el PNUD.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) identificó a Costa Rica como uno
de los “puntos calientes” donde las condiciones atmosféricas modificarán el paisaje que
actualmente conocemos.
Desde la década de 1990, las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) del país vienen
creciendo. Esa acumulación de gases en la atmósfera provoca un efecto invernadero que
causa que la temperatura tienda a la alza.
Así, y según las previsiones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), la temperatura en el
2080 aumentaría entre 3 °C y 6 °C con respecto al período 1961-1990.
La temperatura promedio, dato basado en cuatro modelos dinámicos, pasaría de 22 °C en el
2014 a 28 °C en el 2050, 29 °C al 2070 y 30 °C al 2090.
“Se evidencia con claridad el desarrollo de temperaturas medias que no existían en el clima
actual. Por ejemplo, el nuevo rango de temperatura entre 28 °C y 30 °C en las zonas bajas y
costeras”, indicó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el
informe con motivo de 10 [[BEGIN:INLINEREF LNCINF20141014_0005]]simulaciones
fotográficas[[END:INLINEREF]].
Estas fueron realizadas por el Centro de Tecnología y Artes Visuales (Cetav), a petición del
PNUD, y destacan cómo se verían 10 sitios en Costa Rica en el 2080. Para ello, Cetav tomó
como base los escenarios climáticos elaborados por el IMN para el 2080.
Así se vería Bagaces, en Guanacaste, en el 2080 según los escenarios climáticos elaborados por el
IMN. | CORTESÍA DE CETAV/PNUD
En la cordillera de Talamanca así como en los volcanes Irazú y Turrialba, donde las
temperaturas hoy rondan los 8 °C y 10 °C, llegarían a registrar temperaturas entre 12 °C y 14
°C en el 2080.
Para el 2020 se prevé que desaparezca el bosque de páramo (propio de las zonas altas como
el Chirripó) y vaya extinguiéndose el bosque pluvial montano, montano bajo y premontano
así como el bosque muy húmedo montano.
Otros tipos de bosque aparecerán a partir del 2080 como el muy seco tropical y el seco
premontano.
Así se señala en el reporte sobre impacto del cambio climático en la biodiversidad (serie
técnica 8), el cual fue elaborado en el marco del proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .
La modificación del paisaje tiene repercusiones en los servicios ambientales que proveen los
ecosistemas como regulación del calor, protección de acuíferos y suelos, así como proveer
de hábitat a la biodiversidad cuya observación se ha convertido en fuente de ingresos de
comunidades que apuestan al turismo como motor de desarrollo.
“El cambio climático es el desafío más importante para la humanidad en nuestros tiempos.
Ya está perjudicando la vida humana en todas las esferas y nos está afectando a todos
nosotros, no solo a algunos. Nuestra actuación hoy frente al cambio climático va a definir
cuan vivible va a ser nuestra tierra para nuestros hijos y nietos ”, comentó Yoriko Yasukawa,
representante de PNUD en Costa Rica.
Para Damiano Borgogno, oficial del programa de cambio climático en PNUD-Costa Rica, es
importante integrar la información científica con la toma de decisiones en el ámbito político.
“Por ejemplo, y a partir de estos datos, no tendría sentido construir una represa
hidroeléctrica en Guanacaste y si se va a construir una carretera en el Valle de la Estrella, lo
mejor sería hacerla con materiales más resistentes a las inundaciones. Pero solo integrando
todos los aspectos es que se puede tomar la mejor decisión”, dijo Borgogno.