El documento discute la confiabilidad de la Biblia. Explica que la inerrancia implica que la Biblia no contiene errores, mientras que la infalibilidad significa que la Biblia logrará su propósito de salvación aunque contenga errores. Muchos eruditos evangélicos creen en la inerrancia, mientras que la mayoría de eruditos no evangélicos la rechazan. También aborda la autoridad de la Biblia y cómo ha sido cuestionada en la era moderna.
El documento discute la confiabilidad de la Biblia. Explica que la inerrancia implica que la Biblia no contiene errores, mientras que la infalibilidad significa que la Biblia logrará su propósito de salvación aunque contenga errores. Muchos eruditos evangélicos creen en la inerrancia, mientras que la mayoría de eruditos no evangélicos la rechazan. También aborda la autoridad de la Biblia y cómo ha sido cuestionada en la era moderna.
Descripción original:
Se habla sobre la confiabilidd de la Biblia. Del Libro EL ORIGEN DE LA BIBLIA
El documento discute la confiabilidad de la Biblia. Explica que la inerrancia implica que la Biblia no contiene errores, mientras que la infalibilidad significa que la Biblia logrará su propósito de salvación aunque contenga errores. Muchos eruditos evangélicos creen en la inerrancia, mientras que la mayoría de eruditos no evangélicos la rechazan. También aborda la autoridad de la Biblia y cómo ha sido cuestionada en la era moderna.
El documento discute la confiabilidad de la Biblia. Explica que la inerrancia implica que la Biblia no contiene errores, mientras que la infalibilidad significa que la Biblia logrará su propósito de salvación aunque contenga errores. Muchos eruditos evangélicos creen en la inerrancia, mientras que la mayoría de eruditos no evangélicos la rechazan. También aborda la autoridad de la Biblia y cómo ha sido cuestionada en la era moderna.
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¿ES CONFIABLE LA BIBLIA?
Los conceptos de inerrancia e infalibilidad surgieron en las discusiones teológicas concernientes a la
inspiración de la Escritura. Los teólogos se preguntaron cómo un libro que “Dios espiró” sería diferente de los demás libros. 1-) La Inerrancia e Infalibilidad de la Biblia Infalibilidad (Imposibilidad de que una cosa o una persona se equivoque o falle) es la consecuencia subjetiva de la inspiración divina; osea si Dios es el que habla, imposible que falle. Como consecuencia, La Biblia nunca le fallará o engañará a nadie que confíe en ella. Inerrancia, es un concepto relacionado pero menos aceptado en general. Implica que la Biblia no contiene errores de hechos (errores en el material) ni contradicciones internas (errores formales). La inerrancia trata más específicamente de la transmisión exacta de los detalles de la revelación. Algunos eruditos argumentan que la Biblia puede ser infalible (lograr el propósito de Dios = Salvación) sin tener que estar libre de error. Proponen una doctrina más dinámica de infalibilidad que continuaría operando aun si se descubrieran errores bíblicos. La mayoría de los eruditos no evangélicos rechazan aplicar ambos conceptos a la Biblia y no ven ningún mérito en tratar de separarlas. ATENCION: Hablando debidamente, la inerrancia se atribuye solamente a los escritores originales o “autógrafos” de la Escritura, los cuales ya no existen. Los eruditos bíblicos concuerdan por lo general que los manuscritos de la Biblia que existen contienen algunos errores cometidos por los que los copiaron. Por lo tanto, si algunos de los errores de los copistas han sido detectados en los manuscritos existentes, también pueden existir otros más difíciles de detectar. La Escritura parece presuponer su propia inerrancia, sin declararla explícitamente, puesto que de otra manera el Espíritu Santo sería el autor de error. Recordemos que Jesús aceptó las Escrituras del A.T. como completamente confiables aun en sus detalles. Sobre estos términos han existido mucha controversia. Algunos lamentan que se le de mucha atención a la inerrancia y están preocupados pues la ven más como una amenaza a la unidad evangélica que como un asunto teológico importante. Se cree que Lutero y Calvino ni asumían ni admitían errores en la Escritura (podría interpretarse que daban por sentada la inerrancia). Además, ellos no hicieron de la inerrancia una prueba de la ortodoxia (aceptar o rechazar en el ceno de la iglesia a los que creían o no en la inerrancia de la Biblia), porque la pregunta todavía no había sido formulada en esos términos. Los intentos para demostrar que la Biblia no tiene ningún error material o contradicciones interna requieren interpretación bíblica. Muchas declaraciones bíblicas se refieren a asuntos que no pueden ser probados ni desaprobados. Sin embargo, muchas supuestas contradicciones han sido resueltas, o reducidas considerablemente, por medio de una exégesis competente. Por ejemplo: Las aparentes discrepancias en las genealogías de Jesús (Mateo 1; Lucas 3), las varias narraciones de la conversión de Pablo (Hechos 9; 22; 26), el supuesto error de la liebre como animal que rumia (Levítico 11:6), el sol que se detuvo en Gabaón (Josué 10:12-14). Aunque todavía quedan dificultades lógicas y científicas, es imposible decir si esas dificultades son, estrictamente hablado, errores o sólo contradicciones aparentes, faltas de un copiador o traductor, o un problema de la brecha cultural, retórica y/o histórica entre el escritor y el lector. La iglesia medieval reafirmo la inspiración verbal y la infalibilidad pero daba autoridad a la tradición a la par que a la Escritura. Lutero y otros reformadores trataron de combatir la exaltación católica de la tradición a un estado igual o aun superior a la Escritura. Por lo tanto, la Reforma no produjo declaraciones explícitas afirmando la inerrancia o infalibilidad, pero los sucesores de Lutero y Calvino sí hicieron tales afirmaciones explícitas. Después de la Reforma surgió el racionalismo y en el siglo XVIII estaba caracterizado por una confianza en el razonamiento humano critico y un desdén (desprecio o indiferencia) por las influencias sobrenaturales en los asuntos humanos. Allí se formuló las primeras afirmaciones serias de que la Biblia era como cualquier otro libro humano y por lo tanto falible. Las dudas contemporáneas de parte de eruditos evangélicos, a menudo nacen de un deseo de reconocer o de llegar a cierta clase de arreglo con el método histórico de estudiar la Biblia. Sin embargo; muchos piensan que ese método comienza con la suposición de que la Biblia no puede ser lo que afirma ser. La iglesia Luterana de Missouri tomó la siguiente postura: Identificó y repudió todo el método histórico crítico, como la raíz de donde crecen todas las controversias contemporáneas sobre la inerrancia. En si lo que rechazaron es toda “investigación” en la que las presunciones impiden aceptar la Biblia como cualquier otra cosa que no sea un libro humano. Los que apoyan la inerrancia sostienen que el caso contra ella parte del prejuicio contra lo sobrenatural, el cual repudiará no simplemente la inerrancia sino cualquier superintendencia o inspiración divina. El debate con frecuencia se reduce a elegir, si se toleran problemas categorizandolas como “Las Preguntas no Contestadas” o si transfiere a la categoría de “Errores Demostrados.” Esa decisión refleja la actitud inicial de la persona hacia la Escritura y hacia los métodos críticos; o la acepta como Palabra de Dios inspirada e infalible o como simplemente un libro humano falible. Entonces, la persona debería considerar la posibilidad de que el reconocimiento de error en la Escritura es la consecuencia de una decisión anterior de juzgar a la Biblia (predisposición). Los así llamados errores científicos a menudo surgen de una comprensión impropia del significado real de oscuros textos hebreos o griegos. Todavía quedan algunas dificultades, sin embargo, muchas que parecían enormes hace 50 años, fueron resueltas cuando se obtuvo nueva información arqueológica, textual y/o científica. Concluyo este punto con la advertencia que hizo el obispo Pole en el siglo XIX en cuanto a contemporizar con la infalibilidad e inerrancia bíblica: “Una vez que permitimos que el gusano carcoma la raíz, no debemos sorprendernos si las ramas, las hojas y el fruto se pudren poco a poco.”
2-) La Autoridad De La Biblia
Toda la autoridad y el poder de los seres creados provienen de la autoridad y el poder de Dios; es un fideicomiso divino, una mayordomía. Lamentablemente la autoridad paternal, la autoridad material, la autoridad política, la autoridad académica y la autoridad eclesiástica son puestas en duda. En algunos aspectos, el poner en duda la autoridad en esta época tiene una base moral legítima y es altamente encomiable (elogiable, plausible, loable). El siglo XX ha sido testigo del asenso al poder de tiranos crueles y que proceden con arbitrariedad, imponiendo reglas totalitaristas en ciudadanías políticamente esclavizadas. El poder de las corporaciones ha sido manipulado para obtener ventajas institucionales poco beneficiosas para la población. Algunos filósofos, con un punto de vista totalmente secular, han afirmado que Dios y lo sobrenatural son conceptos imaginarios y que la verdadera realidad consiste de eventos y procesos naturales. El secularismo radical defiende y apoya la autonomía humana y la creatividad individual, diciendo que el hombre es su propio señor, y el inventor de sus propios ideales y valores. Vive en un universo supuestamente sin propósito, que presumiblemente ha sido formado por un accidente cósmico. Por lo tanto, los seres humanos son libres para imponer en la naturaleza y en la historia cualquier criterio moral que prefieran. Por lo tanto insistir en verdades y valores divinamente trascendentales sería reprimir la autorrealización y retardar el desarrollo creativo personal, restringiendo al espíritu humano autónomo. Cualquier lector de la Biblia reconoce el rechazo a la autoridad divina y a una revelación definitiva de lo que es bueno o malo como un fenómeno antiguo. No es algo nuevo que el hombre considere que ha llegado “a la mayoría de edad”; esto se vio cuando Adán y Eva fueron en contra a la voluntad de Dios y siguieron sus preferencias egoístas. Pero su rebelión fue reconocida como pecado (fallar el blanco) y no fue racionalizada como “GNOSIS” filosófica en las fronteras del avance evolucionista. El rechazo contemporáneo de los principios bíblicos no descansa en ninguna demostración lógica de que el caso del teísmo bíblico es falso; más bien se basada en una preferencia subjetiva de puntos de vista alternativos de “la vida buena.” (Ellos crean su propio concepto de lo que es una vida buena, basados en lo que piensan, sienten o creen, y por allí encaminan sus vidas). El Creador también revela su autoridad en el cosmos, en la historia y en la consciencia interior (Romanos 1:18-20; 2: 12-15). La supresión rebelde de esa “revelación general divina” no consigue evitar completamente el temor de tener que rendir cuentas al final (Romanos 1: 32). Pero es la Biblia la que con más claridad confronta nuestra rebelión espiritual contra la autoridad de Dios. Publica en forma objetiva el criterio por medio del cual Dios juzga a los individuos y a las naciones, así como las maneras en que se pueden recobrar moralmente y ser restaurados a la comunión personal con él. Por lo tanto, el respeto por la Biblia es decisivo para la humanidad. La autoridad de la Biblia es el centro de la tormenta entre la controversia sobre la religión revelada y el conflicto moderno sobre los valores de la civilización. En el sigo XX, la discusión sobre la autoridad bíblica fue ensombrecida tanto por las afirmaciones generalizadas del criticismo alto (nombre dado a los estudios críticos de la Biblia que buscan investigar su origen literario (autor, fecha, composición y autoridad). (recomiendo investigar mas para que tenga claro este concepto)), de parte de críticos no evangélicos, como por aseveraciones extravagantes que han hecho polémicos evangélicos acerca del tema. No hace mucho tiempo muchos eruditos rechazaron la historicidad de los relatos patriarcales, negaron que en los tiempos de Moisés existiera la escritura y le atribuyeron los Evangelios y las Epístolas a escritores del siglo II. Pero el criticismo alto ha sufrido algunos contratiempos, principalmente debido a hallazgos arqueológicos. Ya no se afirma que las glorias de la época del rey Salomón son una fabricación literaria; que “Yahweh”, el Dios redentor de los hebreos, fuera desconocido antes de los profetas del siglo VIII a.C.; o que las representaciones de Esdras en cuanto a la cautividad babilónica son ficción. John T. Robinson, un crítico del Nuevo Testamento, dijo en 1906 que las fechas tardes que se le han atribuido al N.T. son totalmente imposibles de aceptar pues el hecho de que los Evangelios y las Epístolas no mencionaran la destrucción del Templo en el año 70 d.C. es evidencia de que los escritos se completaron antes, porque de otra manera ese acontecimiento hubiera sido mencionado apologéticamente por los autores. El punto de vista “documentario” de las Escrituras, es la teoría de que las narraciones del A.T. son un producto de la “redacción” de editores que combinaron registros separados en una sola narración. Y esta ha tenido, hasta hace poco, el apoyo de casi todos los eruditos prestigiosos del A.T. fuera de los círculos evangélicos. Pero esta teoría ha estado bajo ataque. Por ejemplo, Cyrus H. Gordon, un distinguido erudito judío, rechazó la noción de que el uso de “Elohim” y “Yahweh” como nombres divergentes de Dios implica fuentes literarias diferentes. Investigaciones lingüísticas recientes apoyan el argumento de que las variaciones de estilo reflejan el ritmo y el tono de las narrativas. Entonces, los puntos de vista más antiguos que atribuyen la enseñanza de las Escrituras a redactores editoriales posteriores y no a los “hombres originalmente recipientes de la revelación divina”, están cayendo bajo nuevo criticismo. Algunos eruditos conservadores han repudiado todo el criticismo histórico como enemigo de la autoridad bíblica y han decidido distinguir quienes son los verdaderos o los falsos cristianos basados en si aceptan o no la “inerrancia bíblica.” Para el criticismo alto, que muy a menudo se basó en presunciones arbitrarias que promueven conclusiones injustificables, el evangélico debe responder con un criticismo fidedigno que procede de suposiciones legítimas y provee veredictos defendibles. El cristianismo evangélico debe defender la inerrancia de las Escrituras con un compromiso teológico sano. Pero no es necesario que repudie la integridad cristiana de todos los que no comparten ese compromiso y que los considere apóstatas sin esperanza. J. Gresham Machen, brillante apologista evangélico de las décadas de 1920 y 1930 y defensor acérrimo de la inerrancia bíblica, escribió “Hay muchos que creen que la Biblia es correcta en su punto central, en su relato de la obra redentora de Cristo y, sin embargo, creen que contiene muchos errores. Esos hombres no son realmente liberales sino cristianos, porque han aceptado como verdadero el mensaje sobre el cual depende el cristianismo” Sin embargo, insistía que un punto de vista “intermedio” de la Biblia no es sostenible. “Los modernistas,” quienes afirman honrar la autoridad de Jesucristo más que la autoridad de las Escrituras, contradicen las enseñanzas de Jesús, puesto que el mismo Jesús tenía un concepto muy alto de las Escrituras. El rechazo de la total confiabilidad de las Escrituras puede finalmente guiar a alguien a asignarle a Jesús una vida y propósito diferentes de la idea bíblica de que murió y resucitó corporalmente para ser la fuente de perdón divino para los pecadores. J. i. Packer comentó “Mantener la inerrancia e infalibilidad de la Biblia es simplemente confesar fe en 1) el origen divino de la Biblia, y 2) la veracidad y confiabilidad de Dios. El valor de estos términos es que conservan los principios de autoridad bíblica; porque las declaraciones que no son absolutamente verdaderas y confiables no podrían ser absolutamente autoritativas.” Argumento demostrando que Cristo, los apóstoles y la iglesia primitiva, todos estuvieron de acuerdo que el A.T. era absolutamente confiable y verdadero. Siendo el cumplimiento del A.T., el N.T. no tenia menos autoridad. Cristo les impartió su misma autoridad a sus discípulos en sus enseñanzas, así que la iglesia primitiva las aceptó. Algunos eruditos han comprometido la autoridad de las Escrituras, pues queriendo reconciliar diferencias, han estado dispuestos a aceptar la infiltración de enseñanzas que dependen de la cultura. Obviamente, la enseñanza bíblica coincide con la tradición judía en algunos puntos. Pero cuando la tradición hebrea era elevada al estado de norma considerada superior o que modificaba y contradecía las Escrituras, Jesús siempre criticaba esa tradición. Una vez que el principio de la “dependencia cultural” se introduce en el contenido de la enseñanza bíblica, es difícil establecer criterios objetivos para distinguir entre lo que es supuestamente autoritativo y no autoritativo en la doctrina apostólica. Ejemplo la homosexualidad, la posición de la mujer, la autoridad jerárquica, o también el mismo asunto de la autoridad de las Escrituras. Han buscado atribuirles a las Escrituras sólo una autoridad “funcional,” como un estimulante de transformación de la vida interior, dejando de lado su autoridad conceptual-proposicional. Algunos rechazan la finalidad de cualquiera de los puntos de vista divergentes y los acepta igualmente (sin importar lo conflictivos o contradictorios que puedan ser). Las afirmaciones de la autoridad externa están subordinadas a una supuesta autoridad interna que altera dinámicamente la vida de la comunidad de la fe. Pero una vez que la validez de la enseñanza bíblica en su totalidad o en parte es dejada de lado, no queda ninguna razón persuasiva de por qué la vida de una persona debe ser transformada. La vida de alguien puede ser transformada en patrones alternativos y aun expresamente opuestos; o ajustada algunas veces de una forma y otras veces de otra. La Escritura es autoritativa porque es la Palabra de Dios. Los profetas y apóstoles elegidos, algunos de ellos llamados por Dios a pesar de su propia indiferencia o aun hostilidad (ejp Jeremías y Pablo), testificaron que recibieron la verdad de Dios por inspiración divina. La religión judeo-cristiana se basa en la revelación histórica y en la redención; pues la Biblia mantiene un punto de vista distintivo de historia linear ajeno al de las religiones y filosofías antiguas.
3-) Consecuencias Del Rechazo a la Autoridad
Los jóvenes son tentados, especialmente en una época moralmente permisiva, a tomar como supersticiones las afirmaciones de las Escrituras. Cristianos adultos sienten incomodidad en cuanto a la Biblia: están condicionados a enfrentar algunas de sus afirmaciones autoritativas con grades reservas. Debido a que viven 2mil años después de Jesús, algunos pensadores contemporáneos tienden a rechazar las confiadas afirmaciones de la autoridad de la Biblia que se encuentran en las confesiones históricas cristianas. Les parece contrario a la tendencia moderna, o aun repulsivo, reconocer a las Escrituras como la regla divina de fe y conducta. La autoridad bíblica ha sido oscurecida innecesariamente colocando en la Biblia toda clase de autoridades secundarias y terciarias -libros apócrifos, tradición eclesiástica e interpretación cúltica. Algunos eruditos mediadores revisaron a veces ciertas doctrinas bíblicas, y otros críticos rechazaron completamente los artículos de fe que chocaban con la tendencia de su época. En nuestro propio siglo, la autoridad bíblica ha sido totalmente repudiado en algunos lugares. Los regímenes declarados oficialmente ateos en países comunistas, usan todos los recursos políticos y académicos para menoscabar el punto de vista teísta. Pueden reprimir el testimonio cristiano y el evangelismo, y castigar a los que no apoyan el absolutismo estatal sin críticas, y en el mejor de los casos, permiten una distribución muy restringida de la Biblia. En otras partes del mundo, eruditos críticos han precipitado dudas en muchas comunidades académicas influyentes.
4-) Cómo Se Ve La Biblia A Sí Misma
El hecho de que se puede entender la voluntad de Dios por medio de las verdades válidas reveladas, es el punto central o la base de la autoridad de la Biblia. La tradición evangélica cree que la Biblia es objetiva y su contenido son verdades universal validas, no son conceptos aislados que pueden tener significados diversos. La formula de los profetas del A.T. “Así ha dicho el Señor” y la de Jesucristo “Pero yo os digo” introducen frases lógicamente formadas que presentaban como la verdadera palabra o doctrina de Dios. Pero una teología neo-protestante más reciente insistió que la autoridad de las Escrituras debe ser experimentada internamente como un testimonio de la gracia divina que engendra fe y obediencia. La Biblia es autoritativa porque está autorizada divinamente; en sus propios términos, “Toda la Escritura es inspirada por Dios” quiere decir que todo el A.T. (o cualquier elemento de él) es inspirado divinamente. En el N.T. los escritos de Pablo son catalogados con “las demás Escrituras” (2 Pedro 3: 15-16). Bajo el encabezamiento de “Escritura”, 1 Timoteo 5:18 cita Lucas 10:7 junto a Deuteronomio 25:4 (compare 1 Corintios 9:9). El libro de Apocalipsis, además, reclama origen divino (1:1-3) y emplea el término “profecía” en el sentido del A.T. (22:9-10, 18). Los apóstoles declararon que su proclamación inspirada era la Palabra de Dios (1 Corintios 4:1; 2 Corintios 5:20; 1 Tesalonicenses 2:13) (recordar la lección anterior sobre “La inspiración de la Biblia”) Conclusión Sin embargo, la Biblia permanece como el libro que más se imprime, más se traduce y es leído con más frecuencia en el mundo. Los que han recibido sus dones de sabiduría y promesas de nueva vida y poder al principio eran hostiles a la naturaleza de su mensaje redentor, y muchos eran enemigos de sus enseñanzas y demandas espirituales. En todas las generaciones ha sido demostrado su poder de desafiar a gente de toda raza y nación. Los que aman este libro porque provee esperanza futura, trae significado y poder al presente y correlaciona un pasado pecaminoso con la gracia perdonadora de Dios no experimentarían tal recompensa interior si no hubieran conocido la verdad revelada autoritativa y divinamente. Para el cristiano evangélico, las Escrituras son la Palabra de Dios dada en forma objetiva de verdades proposicionales por medio de los profetas y apóstoles divinamente inspirados, y el Espíritu Santo es el dador de fe a través de esa Palabra.