Auroras y Crepúsculos de Una Perla Del Pacifico Comprimido
Auroras y Crepúsculos de Una Perla Del Pacifico Comprimido
Auroras y Crepúsculos de Una Perla Del Pacifico Comprimido
auroras y crepúsculos
de una perla del pacífico
isbn: 978-607-737-152-6
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Sergio Manuel Valerio Ulloa
INTRODUCCIóN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Este libro, como toda publicación, tiene una historia. Un comienzo que se re-
monta a poco mas de un lustro y un esfuerzo conjunto de los autores que
completo mas de tres años de formularse interrogantes, retos y desafíos para
cubrir de mejor manera la historia del Puerto de Mazatlán durante el siglo XIX.
Es una publicación que no cubre una exigencia de titulación de grado acadé-
mico y que fue decantándose a partir de la curiosidad y miradas tangenciales
y hasta ingenuas a las fuentes históricas que atestiguan el pasado sinaloense.
La consulta de archivos nacionales para otros propósitos académicos posibilitó
la localización de datos, minucias y evidencias de la vida de este puerto sina-
loense, las que al irse acumulando despertaron intencionalidades más claras y
ambiciosas. Esto condujo a orientar la indagatoria hacia o desde dos espacios
que nos parecían poco explotados para repensar y reescribir el pasado mazat-
leco: las fuentes periodísticas nacionales e internacionales, así como archivos
de corte nacional. Ya en ese camino, también se complementó con acervos
estatales, aunque aparezcan en una magnitud complementaria.
En este proceso de exploración documental, personal del Archivo General
de la Nación fue muy benevolente para facilitar y auxiliar esta búsqueda, no
menos hicieron responsables y custodios de los fondos del Archivo General
del Estado de Sonora, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, La Paz, Baja Cali-
fornia Sur, Archivo Judicial de Durango, Archivo Histórico General del Estado
de Sinaloa, Archivo Municipal de Mazatlán, Archivo de la Casa de la Cultura
Jurídica «Ministro Enrique Moreno Pérez», Mazatlán, Sinaloa y Archivo del
Supremo Tribunal de Justicia de Sinaloa. Para todos aquellos nuestro agrade-
cimiento y reconocimiento por su profesionalismo.
Ahora bien, una institución educativa desempeñó un papel nodal para la
publicación de este libro: la Universidad Autónoma de Sinaloa, nuestro lugar
de trabajo. Sus facilidades y apoyo fueron determinantes para coronar este es-
13
14 agradecimientos
15
16 prólogo
nomía y el poder, así como los aconteceres trágicos y convulsos, pero sin des-
pagarse nunca de lo mundano, del anecdotario, de los flujos de la vida diaria
del Mazatlán decimonónico.
Es un texto que realiza una zambullida en las cotidianeidades, las diná-
micas de corto y mediano tiempo, en las coyunturas, así como en los proce-
sos de largo aliento que fueron dando sentido a la vida porteña sinaloense.
Recreación que se realiza mediante el rastreo de una amplia gama de fuentes
hemerográficas y archivísticas, para escudriñar expresiones sociales y cultu-
rales de diversa índole, tanto de los extranjeros, las elites regionales, así como
el llamado «mundo popular», dando pie a la puesta en escena de toda una
gama de practicas, representaciones e imaginarios que se hicieron presentes
en las costas del Pacifico Norte durante el siglo XIX. Se realiza un amplio re-
corrido por las iniciativas, voluntades, pesares, goces, fantasías de individuos
y sectores sociales que contribuyeron a darle realce e importancia a Mazatlán
durante todo ese siglo. Para mostrar los afanes y el «espíritu» de ese mosaico de
personas que vivieron en ese convulso pero significativa centuria que tomaría
como estandarte el afán de progreso, las ideas liberales y la modernidad en
sus diversos ámbitos. Es una búsqueda por el rostro, pensamiento, creencias,
lenguaje, arte y literatura, costumbres y tradiciones de un amplio espectro
humano que se conglomeraron en este puerto para fincar temporal o defini-
tivamente su existencia, con la expectativa de que estas áreas de playa, costas
y puerto significarían una vida mas satisfactoria y placentera, con un imagi-
nario que apunta a un porvenir que augura expectativas halagüeñas, pero que
los entornos sociales, avatares de la propia existencia pondrían en sus justos
términos, para presentar a un Mazatlán decimonónico, con éxitos, retos, di-
ficultades, decepciones e incertidumbres que generaron formas y niveles de
vida diferenciados y contrastantes, donde la riqueza, el estatus, el privilegio y el
honor toman carta de naturalidad, pero también donde lo trágico, la miseria,
las decepciones y la desolación forman parte del acontecer vivido por no pocos
integrantes de esa sociedad porteña.
Así que en esta obra de expresan, documentan e hilvanan trozos de exis-
tencias múltiples, es una especie de «banquete histórico» donde las estampas,
viñetas, manjares y migajas de la vida porteña se encuentran en esta gran mesa
costera sinaloense, un «menú» que intenta ser lo más completo y sugerente
para el «gusto» del aficionado de las obras y sorpresas que Clío nos depara.
De ahí que se realiza un repaso por el espacio natural, por esa estructura casi
inmóvil —como dijera Fernad Braudel—, para después pasar a la dinámica
18 prólogo
«¡Aquí hasta un pobre se siente millonario, Aquí la vida se pasa sin llorar (...)
Qué lindo es todo lo que hay en Mazatlán!», estas estrofas melodicas si bien
exaltan ánimos e identidades, no se ajustan con toda fidelidad a la vida de este
puerto sinaloense del siglo XIX; guardan cierta distancia a lo ocurrido desde
sus primeros pasos y luego sus trotes en pos del progreso, la vida de esos tiem-
pos fue mas variada, multicolor y contrastante, así como también tuvo lecturas
y reprentaciones de variado cuño, no todas tan grandielocuentes como las es-
trofas con que iniciamos este texto.
Bien, pues esta obra trata de presentar un Mazatlán de muchas tonalida-
des, de contrastes, de tendencias que delinean su fisonomía, un Mazatlán de
sonrisas y rostros adustos, de alegrias y tristezas, de afanes y despropositos, de
sueños y realidades, de vidas y vivencias multicolores, de proyectos anhelados,
realizados y abortados. Pero eso sí, un Mazatlán de vertiginoso paso, de multi-
ples vivencias y de abundante historia, vivida, narrada y recreada.
Un siglo de Mazatlán sobre el que ya ha corrido algo de tinta, a la cual
contribuye este texto, no solo robusteciendo aspectos de ese pasado, sino ma-
tizando, remodelando y presentando otros que habían permanecido ocultos.
Ahora bien, esta obra esta muy jejos de tener tintes o pretensiones eruditas,
se planeo para un publico culto, aficionado a la lectura, así que no está acotada
a un especialista, aunque algo puede serle de provecho. Pero sobretodo, está
pensada en los mazatlecos, en los paisanos del sur sinaloense.
Por otra parte, esta obra no es una historia global ni general del puerto
de Mazatlán durante la centuria decimonónica, lo que las manos, los ojos, la
curiosidad y la mente del lector van a encontrar es un relato y un intento de
explicación basada en fuentes de primera mano, tanto de archivo como perio-
dísticas o relatos de ese tiempo, pero también con el auxilio de la bibliogra-
fía que estuvo disponible e identificada en torno al tema. Un esfuerzo de este
21
22 introducción
Santos Juliá, David Ringrose y Cristina Segura, Madrid. Historia de una capital, Madrid,
1
2
Domingo González Lopo, «La vivencia de la muerte en las ciudades del antiguo régimen:
Santiago en los siglos XVII al XIX» , en Ramón Villares Paz (coord.), La ciudad y el mundo urba-
no en la historia de Galicia, Santiago de Compostela, Torculo, 1988, p 179.
3
Esther Díaz, Buenos Aires. Una mirada filosófica, Buenos Aires, Editorial Biblios, 2000, p.
11.
24 introducción
lectivas e íntimas y privadas, las que de una u otra manera derivaron en una
socialización que se va a petentizar tanto en el trabajo, el consumo, el ocio y la
convivencia.
Asimismo, por su mismo carácter de puerto, la llegada de viajeros o el re-
torno de personas avecindadas en una comarca, era la ocasión más usual para
la propagación de noticias, información, versiones o rumores. Asi que el reca-
bar y recibir la información de los viajeros llegados al puerto a fin de estar al
tanto del acontecer o supuestos hechos, era un medio muy usual al que recu-
rrían tanto la población como las autoridades.
Por otra parte, así como la información llegada del mar generaba conoci-
mientos y certezas, también se dejan al descubierto las angustias, las pasiones
y los miedos latentes o casi inconfesables. Porque, a decir de Serge Bernstein
«el rumor transporta briznas de lo que no nos atrevemos a decir, ni a hacer ni
siquiera a confesarnos tiene la costumbre de encubrir bajo un disfraz de farsa o
de horror las secretas inquietudes de un momento».4 Pues en este flujo diverso
de seres, ideas, presunciones y aprensiones van a presentarse y llegar al puerto
de Mazatlán por su muelles y costas.
En fin, todo esto está marcado por una realidad incontrovertible, esta ciu-
dad de Mazatlán descansa sobre una onmipresente vocación y orientación con
el mar. Así que, las embarcaciones que llegaban y salían de este puerto permi-
tieron el acercamiento y hasta la integración de zonas y poblaciones costeras,
posibilitando la movilidad social, la que poco a poco abandonaría su carácter
de eventual y muy selectiva. A su vez, dicho proceso provocó una potenciación
de la economía y un fenómeno de migración de grandes proporciones, lo que a
su vez, auspiciaría procesos de confluencia, adaptación y contrastes culturales,
e incluso nuevas formas de comunicación que rebasaran los contactos inter-
personales, mediante el activo desarrollo de la prensa.
En general, a lo largo del siglo XIX, Mazatlán experimentó una trasforma-
ción estructural (económica y humana) que fincó su desarrollo con claros afa-
nes e ilusiones de progreso, el establecimiento de nuevos valores y prácticas
que hacen irrupción en espacios públicos, donde actúan tanto las elites como
de sectores bajos, gente ordinaria, o comúnmente llamada muchedumbre. Ac-
tores que adquirieron protagonismo mediante comportamientos colectivos,
donde la convivencia y mezcla de personas e intereses se hizo presente, así
4
Yves-Marie Berce, «Rumores de los siglos modernos», en Jean–Pierre Rioux y Jean Fran-
cois Sirinelli, Para una historia cultural, Taurus, México, 1998, p. 195.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 25
5
Luis Castells y Antonio Rivera, «Vida cotidiana y nuevos comportamientos sociales (El
País Vasco, 1876-1923)», en Luis Castells y Antonio Rivera, «Vida cotidiana y nuevos comporta-
mientos sociales (El País Vasco, 1876-1923)»; en Luis Castells, ed,. Revista Ayer, La Historia de la
Vida Cotidiana, Madrid, Asociacion de Historia Contemporanea and Marcial Pons Ediciones de
Historia, Nº 19, 1995 (3), p. 138.
26 introducción
nas de sus prácticas y conductas las de «gran escala» y las «diarias» o «rutina-
rias», tanto de los individuos prominentes como los de mediana escala, al igual
que los supuestamente «anonimos» e «insignificantes», es decir del conjunto
de los actores históricos del Mazatlán de aquellos tiempos.
Analizar el proceso histórico en el que participan tanto prominentes y
arrogantes comerciantes o extranjeros como pobres y oprimidos empleados,
cargadores o sirvientas. Detenerse en una gama de conductas practicadas a
partir de sus intereses, deseos, circunstancias o hasta temperamentos, donde
sus nexos con la vida material, la vida pública, la raza, sus hábitos y sus expe-
riencias. Hombres y mujeres que actuan tanto en la casa comercial, el muelle,
el club, el salón, la plaza, el malecón o la playa, donde configuran su habitat,
sus relaciones sociales y culturales. En fin, se trata de comprender las prácti-
cas de una colectividad humana asentada en el puerto sinaloense de Mazatlán
durante todo el siglo XIX, que experimenta un vertiginoso, variado proceso de
confluencia, conflictos y contrastes entre sí. Conductas muy marcadas en la
vida porteña porque al ser, en gran parte, el principal centro de la vida econó-
mica y asiento poblacional, lo que le daría un peso exponencial a sus diversos
procesos sociales, ya que
Cuanto más numerosas y diversas son sus relaciones interpersonales, más grupos
se ponen en juego? La familia, la parroquia, el trabajo, e el grupo de edad... [la filia-
ción de raza o nacionalidad, en nuestro caso]... son una suerte de mínimo encua-
dre, al que vendrían a agregarse, el partido político, el club deportivo, la sociedad
de beneficiencia , o lo que pueda imaginarse.6
6
Maurice Agulhon, El círculo Burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848, Buenos Aires,
Siglo XXI Editores, 2009, p. 39.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 27
Los antecedentes del puerto como espacio costero y asiento de núcleos huma-
nos que le dan forma y esencia se remontan a tiempos muy remotos. Desde
tiempos de la exploración y conquista, fuentes españolas recogen este punto
geográfico, al consignar que, durante el segundo lustro de la década de 1540,
el explorador Juan de Campomanes, natural de Astorga, murió ahogado en la
costa de Mazatlán.1 Claro refiere la presencia en este litoral marítimo donde
sucede la tragedia, los flujos humanos van a tomar otros destinos cercanos en
tiempos posteriores.
Así, desde tiempos tempranos a los años coloniales, Rosario fue el asenta-
miento principal en sur sinaloense, asiento de autoridades, caja real, enclave
minero, oficina de recaudación fiscal, en suma, un centro económico, social y
político de fuerte influencia en el sur de Sinaloa y entornos serranos de la sierra
madre occidental,2 donde aprovisionaban de mercancías y productos como la
sal, insumo básico junto al azogue para la minería. En términos fiscales, la caja
del Rosario superó con creces a la caja de Álamos en la provincia de Sonora.3
Por esa razón, no muy lejos de este asentamiento, fue erigido en 1576 el pre-
sidio de San Juan Bautista de Mazatlán, a las orillas del río Mazatlán en el pa-
raje del bajío del cerro Zacanta. Los pobladores serían veinticinco personas en
cuyos habitantes varones descansó las funciones del Real servicio de las armas,
vigilancia, custodia y acompañamiento de las personas y los bienes siendo el
1
Indice de documentos de la Nueva España existentes en el Archivo de Indias de Sevilla, Tomo
IV, México, Monografias Bibliográficas Mexicanas, 1921, p. 11.
2
Benito Ramírez Meza, Economía y sociedad en Sinaloa, 1591-1900, DIFOCUR-UAS, Culiacán,
1993, p. 19.
3
Antonio Nakayama, Documentos para la Historia de El Rosario, Sinaloa, UAS-IIES, Culia-
cán, 2007, Modesto Aguilar Alvarado, Las reformas borbónicas y la minería en Sinaloa, 1750-
1800, COBAES, Culiacán, 1997.
31
32 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
4
Luis Antonio Martínez Peña, Los guardianes de la perla. Historia del presidio de San Juan
Bautista de Mazatlán desde su fundación en 1576 a 1828, Clío, Culiacán, Facultad de Historia/
Universidad Autónoma de Sinaloa, N˚ 18/19, 1997, pp. 99-100.
5
Michael Mathes, Piratas en la costa de Nueva Galicia, Librería Font, Guadalajara, 1976, p. 13.
6
Rafael Valdez Aguilar, Sinaloa: Negritud y olvido, La Crónica de Culiacán, Culiacán, 2004,
pp. 113-114.
7
Gilberto López Castillo y María Isabel Marín Tello, «Piratas en el Mar del Sur: El Rosario y
Mazatlán. Estudio de caso en las costas del occidente novohispano, siglo XVII», Gilberto López
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 33
En tanto que, a mediados del siglo XVIII —1746—, de nuevo se vivió una
época de temor frente a las incursiones de piratas. En aras de implementar
acciones de orientación defensiva frente a la amenaza representada por el ene-
migo, las autoridades novohispanas giraron instrucciones de retirar ganado de
las costas, evacuar la zona y organizar a las fuerzas presidiales para generar una
estrategia defensiva desde Matanchel hasta la costas de Culiacán.8
De ahí que la zona costera de este territorio del noroeste padeció la amenza
persistente de piratas y extranjeros que hostigaban a pobladores locales, lo que
generaba zozobra y temple de sus habitantes. Particilarmente la amenza sobre
los asentamientos costeros sureños fue muy significativa. En islas aledañas los
piratas se refugiaban y amanazaban el macizo continental. Particularmente,
frente a Mazatlán existen dos islas llamadas de Venados y Pájaros, a la entrada
de la bahía de Puerto Viejo, las cuales estuvieron pobladas de esclavos cima-
rrones escapados del poder de sus amos, en ellas se habían amparado y mul-
tiplicado. A la entrada de la bahía del sur están el Crestón grande y el Crestón
chico. Cerca de este último comienza la isla de la Piedra o del portugués, la
cual se prolonga hasta la boca del río Presidio. A decir de Fernand Braudel «en
el camino de las poderosas rutas marítimas, las islas participan en las grandes
relaciones».9 Lejos de estar aisladas, estas islas cumplían una finalidad esencial,
eran lugares de aprovisionamiento, eslabones de circuitos marítimos de em-
barcaciones al realizar navegación costanera a lo largo del Pacífico, o bien, para
navíos desde lugares lejanos como puertos europeos o el continente asiático.
Por tanto, si volteamos la mirada a las costas sinaloenses, encontraremos
que para el siglo XVIII, ya existía una estable población llamada Mazatlán, ubi-
cada tierras un poco más al sur y alejado un tanto de la costa del Pacífico. Sitio
con un núcleo poblacional que por su propia naturaleza experimentaría una
notable movilidad. Como ejemplo de los anterior se tiene que los mulatos del
presidio de Mazatlán participaron en diversas acciones de armas, desde apoyar
en sofocar a los insurrectos de Acaponeta en 1706, las rebeliones yaquis en 1740
Castillo, Luis Alfonso Grave Tirado y Víctor Joel Santos Ramírez, De las labradas a Mazatlán.
Historia y arqueología, Guadalajara, INAH/ Ayuntamiento de Mazatlán, 2014.
8
Guadalupe Pinzon Ríos, Acciones y reacciones en los puertos del Mar del Sur. Desarrollo
portuario del Pacífico novohispano a partir de sus políticas defensivas, 1713-1789, Universidad
Nacional Autónoma de México-Instituto Mora, México, 2011, p. 125.
9
Fernand Braudel, El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 4ta
reimpresión, FCE, México, t. I, 1997, p. 203.
34 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
10
Gilberto López Castillo, «La primigenia territorialidad mazatleca, 1576-1731», Alfonso
Grave Tirado, Víctor Joel Santos Ramírez (coordinadores), Trópico de Cáncer: Estudios de histo-
ria y arqueología sobre el sur de Sinaloa, INAH/COECYT, Guadalajara, 2012, p. 54.
11
Rafael Valdez Aguilar, op. cit, p. 122.
12
Joseph M. Northrop, «Las familias de California (The Families of California)», en The His-
torical Society of Southern California Quarterly, Oakland, University of California Press and The
Historical Society of Southern California, Vol. 43, No. 1, March of 1961, p. 108.
13
«Carta de Eusebio Ventura Beleña a Juan de Pineda, 26 de agosto de 1768», en Cartas im-
portantes para ilustrar la historia de Sinaloa y Sonora. Documentos para la Historia de México,
vol 2, México, Imprenta de Vicente Garde cía Torres, 1856, pp. 91 y 92.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 35
El escenario natural
14
Rafael Mata Olmo, «El paisaje, carácter y percepción social del territorio. Conocimiento,
políticas públicas y experiencias», en Martha Chávez Torres y Martín Checa Artasu (eds.), El
espacio en las ciencias sociales. Geografía, interdisciplinariedad y compromiso, México, El Colegio
de Michoacán-Fideicomiso «Felipe Teixidor» y Monserrat Alfau de Teixidor, Vol. II, 2013 p. 564.
15
Leonidas Hamilton, Border States of Mexico: Sonora, Sinaloa, Chihuahua and Durango,
San Francisco, Bacon & Co., Book and Job Printers, 1881, p. 92.
36 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
El fuerte que conecta el puerto interior con la ciudad está localizado al lado de
una elevada meseta, a cerca de 1500 pies sobre el nivel del mar. En su cumbre, uno
puede disfrutar el bello escenario que se le presenta en frente un panorama de
montañas, bajas cimas onduladas y valles. En este puerto están plantados algunos
cañones anticuados, comandando la ciudad y el puerto. Las calles están trazadas
de manera irregular.16
16
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 37
17
Karina Busto Ibarra, El espacio del Pacífico mexicano: puertos, rutas, navegación y redes
comerciales, 1849-1927, (tesis de Doctorado en Historia), México, Colegio de México/Centro de
Estudios Históricos, 2008, pp. 146-177.
38 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ibíd.
18
19
Enrique Vega Ayala, “Un norte”, Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra (coordinado-
res), Historia de Mazatlán, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facultad de Historia/ H. Ayunta-
miento de Mazatlán, Culiacán, 1998, pp. 26-27.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 39
desde los años coloniales y durante el siglo XIX, lapso en el que se finca esta
investigación.
Pero la existencia mazatleca no se encuentra solamente ligada a costas,
mares e islas también las áreas continentales despeñaron un papel relevante;
espcificamente, la montaña es un elemento natural de gran importancia en la
formación geográfica y socioeconómica en el Pacífico norte mexicano, inclui-
do Mazatlán. Entre las montañas, los hombres se abrían camino para explotar
metales preciosos —oro y plata—, así como maderas tintoreras. De tal forma,
es necesario echar un vistazo a estos espacios. La percepción de región costera
de la zona costera nayarita, así como de las montañas de las inmediaciones,
presentaba puntos de vista diversos. Por ejemplo, Friedrich Ratzel,20 no coin-
cidía con Marvin Wheat, al referirse a las características fisiográficas de dicho
litoral, al exponer «La costa entre Mazatlán y San Blas no presenta ni con mu-
cho los picos montañosos que se ven en el litoral al norte del primero de estos
puertos».21
La Sierra Madre Occidental proporcionaba bosques maderables, cacería y
recursos minerales. Los metales exportados por el puerto de Mazatlán prove-
nían de las negociaciones mineras de Sinaloa, Durango, Zacatecas y Chihua-
hua. La zona montañosa abastecía de suficiente lluvia para la agricultura de
temporal, hasta alcanzar los 1600 milímetros en el extremo de Sinaloa.
Pues bien, con estos múltiples rasgos físicos, conexiones y rutas terrestres,
fluviables y humanas, Mazatlán como puerto y escenario humano se fue con-
figurando.
20
Friedrich Ratzel, Desde México. Apuntes de viajes de los años 1874 y 1875, Editorial Herder,
México, 2009.
21
Marvin Wheat, Travels on the western slope of the mexican cordillera, in the form of fifty-one
letters, descriptive of much of this portion of the Republic of México, of some of its chief cities and
towns, of its productions and capabilities, embracing its commerce, agriculture, manufactures, in-
dustry, mineral and forest desources, as well as the manners and customs of the people, San Fran-
cisco, 1857, pp. 60-61.
40 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Plano del puerto de San Féliz de Mazatlán, 1825. Fuente: Mapoteca Orozco y Berra.
La fisonomía de la ciudad
Mazatlán es una ciudad de reciente construcción , y está destinada a ser muy im-
portante, por ser la llave del golfo de Cortés y la costa del pacífico. El comercio que
se hace en ella es muy considerable, tanto en importaciones como exportaciones.
Su riqueza minera es proverbial, y sus centros mineros Rosario, Copala, Panseco,
Zaragosa y Guadalupe de los Reyes, dan oro, plata, cobre, hierro, plomo y azufre.
Situada en una peninsula, y dominada por todas partes de dos colinas que la de-
fienden, recibe sombra de hermosos cocoteros, estando al pie de la Sierra, siempre
verde, fresca y fértil, poniéndole además en comunicación con California, San Blas,
Guaymas y Panamá, faciles comunicaciones.22
22
El Mundo Militar. Panorama Universal, 7 de julio de 1865
42 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Pero esta mirada extranjera podía sufrir matices o hasta imágenes diferen-
tes si se observan con más detenimiento y a más corta distancia. Por ejemplo,
Ignacio Ramírez tras una breve estancia en el puerto, en noviembre de 1863,
describía y daba impresiones sobre Mazatlán; al tiempo que mencionaba: «la
ciudad desciende del cerro de la Nevería, donde no se conocen los helados,
ciudad caprichosa que da saltos graciosos sobre la colina del cuartel y la casa
de la pólvora; y mojando un pié en Puerto Viejo y otro en las Olas altas, se
inclina para verse sobre las aguas que juegan con mi buque».23
Mientras que cuatro años más tarde, en 1867, Ireneo Paz llegó a Mazatlán
para desempeñar actividades político-administrativas. A punto de arribar al
muelle de Mazatlán, Paz salió a cubierta de la embarcación y efectuó un re-
corrido con la mirada por aquella población, las imágenes que se quedaron
presentes en su memoria son las siguientes:
Las elevadas palmas aquí y allá, se veían sobresalir pintorescamente de las casas
pintadas todas de diversos y alegres colores. Un poco más lejos estaban divisándo-
«Cartas del Nigromante a Fidel (II)», en Ignacio Ramírez, Obras de Ignacio Ramírez, Mé-
23
Pero más allá de estas descripciones espaciales del puerto por parte de Paz y
Ramírez, este último se detenía en la fisonomía material y humana del mismo,
sobre la cual los comentarios no eran tan benévolos, pues agregaba:
El puerto ... será magnifico, cuando se surta de agua potable; cuando se construyan
algunas obras que se opongan á las travesuras de las corrientes atmosféricas y ma-
rinas; cuando se concluyan puentes y diques, que no se han comenzado, cuando los
arsenales y otras obras militares salgan de proyecto; cuando se improvisen baños
y paseos.25
24
Ireneo Paz, Algunas campañas: mwemorias escritas por Ireneo Paz, México, Imprenta y
Litografía de Ireneo Paz, tomo I, 1885, p. 294.
25
Ibíd. p. 366.
26
María del Rosario Vidaca Montenegro, Los circuitos mercantiles en Sinaloa durante el por-
firiato, Culiacán, Facultad de Historia-Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en
Historia, inédita], 2008, p. 129.
27
Felix Brito Rodríguez, «Los origenes del telegrafo en Sinaloa y sus repercusiones econó-
micas, políticas y sociales», en Clio, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facultad de Historia,
Culiacán, N° 13, enero-abril de 1985, p. 77.
28
El Combate. Periódico de política, variedades y anuncios (EC), México, 28 de marzo de 1878,
p. 3.
44 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Justo frente a los cerros de El Crestón, y el Vigía, las islas de Venados y las areno-
sas playas de Palos Prietos y el Puerto Viejo, con el apiñado caserio de la ciudad
que se divisa a lo lejos entre la multitud de esbeltas y cimbradoras palmas-cocos,
presentan a la vista del viajero acuático un pintoresco panorama, de sorprendente
perspectiva, en unas costas que como aquellas, estériles y desnudas de una variada
vegetación, maravillan sus inmensos cocales.31
29
MP, noviembre 28 de 1878, p. 3.
30
La Libertad (LL), 24 de enero de 1879, p. 3.
31
La Patria (LP), 26 de junio de 1889, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 45
como puerta de entrada por mar una gran cantidad de acantilados azul grisá-
ceo y blancos:
Dentro de esos acantilados estaba aplazada la ciudad en una lengua de tierra baja
y saliente, detrás de la cual se ve una planicie arbolada y al fondo una considerable
cadena de montañas. La ciudad en sí está hermosamente situada, como si fuera
un anfiteatro, y ofrece una vista prometedora con sus casitas blancas y amarillas.
Largos y bajos muros se entrecruzan cercando jardines y patios adornados por
conjuntos de palmeras que parecen hermosas coronas de plumas dibujadas contra
el cielo. Una cantidad de botes de nativos se acercan hacia el barco y lo rodean rápi-
damente, al parecer gran parte de la población conoce el arte de navegar a remo. La
mayoría eran jóvenes de cabello lacio y negro hermosamente vestidos. Una corta
visita a tierra me confirmó la impresión que tuviera desde la cubierta del barco.
Encontré la pequeña ciudad realmente agradable y aprecié el gusto de la gente por
los jardines y flores.32
32
Gustav August Eisen, «Un viaje por Guatemala (primera parte)», en Centroamérica ante
los viajeros, Mesoamerica, Guatemala, Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica ,
N° II, 1986 , pp. 156-157.
33
Tomado de Rigoberto Rodríguez Benitez, «Vida cultural en el puerto de Mazatlán durante
el porfirito», en Gilberto López Castillo, Luis Alfonso Grave Tirado y Víctor Joel Santos Ramí-
rez, De las labradas a Mazatlán. Historia y arqueología, Guadalajara, INAH/ Ayuntamiento de
Mazatlán, 2014. p, 113.
46 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
34
EC, 12 de diciembre de 1878, p. 2.
35
Actas de cabildo del ayuntamiento de Mazatlán (ACAM), sesión ordinaria mayo 17 de 1877,
f. 7.
36
Ibíd, sesión ordinaria 10 de agosto de 1877, f. 12.
37
Ibíd, sesión ordinaria 17 de agosto de 1877, f. 16.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 47
38
Ibíd, sesión ordinaria 29 de agosto de 1877, f. 19.
39
Ibíd, sesión ordinaria 11 de septiembre de 1877, f. 22.
40
Ibíd, sesión ordinaria 12 de octubre de 1877, f. 30.
48 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
de petróleo, las cuales serían encendidas por la policía nocturna como parte
de sus actividades.41 Sin embargo, la empresa de alumbrado público no se dio
por vencida. Semanas después presentaron un oficio donde exigían al menos
concluir el año en curso como proveedores del servicio de alumbrado público,
amparados en el contrato celebrado entre ambas partes. Además, solicitaban
fuera reparados o repuestos los faroles dañados. Las autoridades se resistían a
aceptar las condiciones de la empresa de alumbrado de gas y comentaron que
turnarían a la comisión de hacienda la exigencia interpuesta por la empresa.42
Momentáneamente haciendo caso omiso al conflicto en desarrollo con la em-
presa de alumbrado de gas, el cabildo tuvo a bien autorizar la compra de 22
faroles grandes para iluminar la plaza Machado, similar a los instalados en el
inmueble que albergaba el ayuntamiento de Mazatlán.43
Este equipamiento y embellecimiento de inmuebles urbanos en el puerto
convivía con escenas nada gratas, ya que hacia el penúltimo mes de 1881, pe-
riódicos nacionales afirmaba que hasta sus oficinas llegaban noticias las cuales
presentaban a Mazatlán como una ciudad convertida en una verdadera po-
cilga, pues un buen número de cerdos tomaron las calles de la ciudad como
su residencia habitual.44 En la jerarquía de prioridades, no aparecen medidas
apropiadas para eliminarlo, la prioridad eran las obras vistosas que engalana-
ran al puerto.
Por eso, para 1882, se concluyó la iniciativa de dotar de un kiosko a la Plaza
Machado, gracias a la inversión del municipio y de particulares,45 durante los
primeros meses de 1886, al tiempo que desde el extranjero se trajeron decora-
ciones para mejorar el aspecto del mencionado Teatro Rubio, se emprendieron
trabajos para la construcción de un jardín que se situaría al frente del Palacio
Municipal de Mazatlán.46
También se realizaban labores menores para el mejoramiento de la imagen
urbana, como el aseo, remosamiento y la pintura. Por ejemplo, a principios de
1888, la prensa mazatleca destacaba lo siguiente: «el aspecto de la ciudad luce
bien gracias a que fueron pintadas las fachadas de las fincas de la ciudad». 47
41
Ibíd, sesión ordinaria 6 de noviembre de 1877, f. 33.
42
Ibíd, sesión ordinaria 26 de noviembre de 1877, f. 37.
43
Ibíd, f. 37v.
44
LP, 17 de noviembre de 1881, p. 2.
45
El Siglo Nueve (SDyN), México, 1 de julio de 1882, p. 1.
46
LP, 16 de abril de 1886, p. 3.
47
MP, 23 de enero de 1888, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 49
Tres años más tarde, en 1889, un visitante de la ciudad elogiaba las edifica-
ciones del casco urbano: su atención se centró en el Teatro Rubio al que catalo-
gaba como hermoso e imponente, pero no sólo eso sino en general se contaba
con buenos edificios, además de sus plazas públicas, un hospital civil, el hos-
pital militar y la basílica católica que se encontraba en construcción, lo cual
consideraba una obra suntuosa y posiblemente de arte, aunque en eso difería
de la opinión del destacado literato Francisco José Gómez Flores. Como otra
manifestación de progreso material agregaba la existencia del Casino de Ma-
zatlán, y remataba con otra próspera empresa: «El establecimiento tipográfico
del Sr. Retes, movido a vapor, es uno de los más bien montados de los Estados
occidentales, y de sus prensas salen los periódicos El Correo de la Tarde diario,
y la publicación de mayor circulación de aquel Estado, y El Pacífico, decano del
periodismo de Sinaloa».48
En materia de servicios públicos, en diciembre de 1886, se lanzó la iniciativa
desde el poder ejecutivo y legislativo de la entidad a fin de que Mazatlán conta-
ra con agua potable y entubada. El prefecto Bernardo Vazquez y el presidente
Municipal José H. Rico promovieron la junta de vecinos se aprobara dicha
iniciativa, pues implicaba involucrarse con parte de los gastos.49 El acuerdo
fue positivo, pero las tareas para coronar dicha iniciativa y esfuerzo llevaron
su tiempo.
Por ello, a mediados de 1888, el comité de la compañía anónima para la
introducción del agua potable a Mazatlán, solicitó a los accionistas una nueva
emisión de numerario, para alcanzar el completo de 380 000 pesos que costa-
rían las obras señaladas. Expresamente, el agua se tomaría de un punto del río
Siqueiros, ubicado a 10 leguas de la ciudad. Ante la cercana materialización de
esta obra «Hay grande entusiasmo desde los más acaudalados hasta los más
humildes se afanan en tomar acciones y se tiene la seguridad de que por esta
vez será un hecho la realización de una mejora tan importante».50
Finalmente, dicho proyecto se concluyó dos años más tarde, una vez fi-
nalizados los 31 kilómetros de tubería que conectaban al río Siqueiros con el
puerto. Para el acto inaugural se escogió una fecha con significado histórico:
el 5 de mayo de 1890, se inauguró el servicio de agua potable en el puerto
de Mazatlán, mediante un vistoso acto organizado por el Prefecto Bernardo
48
LP, 26 de junio de 1889, p. 3.
49
En Órgano oficial del gobierno (en adelante ES), 18 de diciembre de 1886, p. 1.
50
El Municipio Libre (ML), 7 de julio de 1888, p. 1.
50 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
51
Al respecto véase, ES, 12 de mayo de 1890, p. 1.
52
LP, 24 de julio de 1895, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 51
¿Qué pasa hoy? Si no se riegan bien las plazas públicas, si las calles están sucias,
si la leche tuvo agua, si el cilindro fastidia, si la policía no fué amable, si la lluvia
creó tres ó cinco atascaderos, si el Puente ‘Juárez’’ cayó, sí los casilleros del Mercado
viejo están á punto de derrumbarse y los del nuevo de nunca hacerse…!Gritos¡
¡Reclamos! ¡Amonestaciones! ¡Criticas mordaces¡... !Hasta que se pone remedio al
mal... o no se le hace caso!
Yo prefiero el sistema antiguo porque era más barato: Encontrábase en todo lo
malo é imperfecto un placer, de modo que no se necesitaba dinero para satisfacer
las exigencias públicas y por lo mismo las contribuciones eran insignificantes.
Yo viví esos años perfectamente bien aunque en medio de esos lodazales, esa
mugre, esa falta de civilización y cultura.
¿Pero hoy? Nos estamos arruinando
53
ES, 20 de octubre de 1888, p. 1.
54
Legislación Mexicana (en adelante LM), 16 de diciembre de 1898, p. 481.
55
Boletín de la República Mejicana (en adelante BRM), 1 de diciembre de 1898, p. 49.
52 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
56
El Correo de la Tarde (en adelante CT), 1º de octubre de 1899, p. 1.
57
Ibíd., 8 de diciembre de 1899, p. 2.
58
Ibíd., 21 de diciembre de 1899, p. 1.
59
Ibíd., 24 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 53
60
Ibíd., 1º de octubre de 1899, p. 1.
61
La Voz de México (en adelante VM), 20 de enero de 1881, p. 3.
62
El Tiempo (ET), 14 de octubre de 1883, p. 4.
63
CT, 28 de noviembre de 1899, p. 1.
64
Enrique Canudas Sandoval, Las venas de plata en la historia de México. Síntesis de historia
económica. Siglo XIX, México, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco/Editorial Utopía SA de
CV, tomo III, 2005, p. 1237
54 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Para cumplir con las metas se reformó el contrato para construir dicha red
ferrocarrilera de Sinaloa otorgando 8 mil pesos de subvención por kilometro
construido, a condición de que se construyan los tramos siguientes: Culiacán
a Topia y de Topia a Fresnillo a entroncar con el Ferrocarril Central, para pos-
teriormente extender la línea el norte para su conexión con Sonora y la costa
estadounidense. En su discurso El Occidental se lamentaba de la falta de obras
e inversión del gobierno federal para mejorar las comunicaciones e infraes-
tructura del puerto. Ante ello, los redactores del periodico El Diario del Hogar
les recomendaban «No es desaniméis, algún día será realidad lo que vemos
como sueño».66 Y en mucho no pasó de ser sueño.
Pues, este proyecto ferroviario estaría lejos de concretarse pues la empre-
sa representada por Sebastián Camacho no pudo cumplir con el compromiso
contraído.67 De ahí que, años más tarde —en 1896— se efectuara un nuevo
contrato entre el gobierno federal y el señor Tomás Phillips para que en un
plazo de diez años efectuara la añorada línea férrea para comunicar al puerto
con la ciudad de Durango.68
65
Gaceta de los Caminos de Hierro (GCH), Madrid, 29 de abril de 1883, p. 264.
66
Diario del Hogar (en adelante DH), 4 de febrero de 1892, p. 2.
67
Véase, Anuario de legislación y Jurisprudencia, México., 1886, p. 626.
68
El contrato respectivo se puede consultar en el Periódico Oficial del Estado de Puebla, 29
de diciembre de 1896, p, 57.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 55
Como los trabajos iban atrás de los deseos, el asunto de la obra de este fe-
rrocarril daba pie para que surgieran comentarios y rumores como el referido
a que el Señor C. P. Huntington activaría “la construcción de! Ferrocarril Inter-
nacional Mexicano de Durango á Mazatlán y establecerá una línea de vapores
desde este Puerto á Honolulú, lo cual acortará considerablemente la distancia
entre las ciudades de la costa del Atlántico y Hawái.69
El tiempo seguía su marcha y el asunto del ferrocarril era un tema llevado y
traído. Las noticias fluían con detalles y aristas muy variadas y provenían tanto
de Durango como del puerto o el mismo centro del país. Por ejemplo, durante
los primeros días de noviembre, una misiva proveniente de tierras duranguen-
ses comentaba
la Compañía del Internacional pidió permiso al Gobierno para comenzar los tra-
bajos ferrocarrileros de esta ciudad á ese puerto;- pues dicen los ingenieros haber
encontrado bajada por el rumbo de Ventanas, y se cree con fundamento que co-
menzarán los trabajos dentro de dos meses más ó menos.» 70 En el mismo tenor,
otros comentarios señalaban que al pié de la Sierra, en un punto denominado Los
Ángeles, trabajando activamente y señalando con gruesas estacas la dirección que
deberá seguir la línea en proyecto. 71
Pues justo el día en el cual se emitió dicho comentario, las autoridades es-
tatales de Durango celebraban contrato con el señor Lorenzo M. Jühnson, en
representación de la Compañía del Ferrocarril Internacional Mexicano, para
la prolongación de la línea troncal de la ciudad de Durango al puerto de Ma-
zatlán, del vecino Estado de Sinaloa. Particularmente, se estableció que dicha
empresa construiría una vía férrea desde la Estación de la capital duranguense
hasta los límites de esta entidad con el Estado de Sinaloa72 Nuevos intentos, o
más bien un intento más.
Lo cierto era que, concluyó el siglo y esos trabajos para trazar esta ruta
ferroviaria continuaron. En los dos campamentos que existían desplazados en
el trayecto sinaloense, los trabajadores contratados despidieron el siglo XIX y
recibieron el nuevo. Lo anterior se intuye porque a tres días de inicio de la nue-
69
CT, 16 de octubre de 1899, p. 1.
70
Ibíd., 4 de noviembre de 1899, p. 1.
71
Ibíd., 9 de noviembre de 1899, p. 1.
72
Ibíd., 27 de noviembre de 1899, p, 2.
56 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
73
Ibíd., 4 de enero de 1900, p. 1.
74
DH, 11 de febrero de 1888, p. 3.
75
María del Rosario Vidaca Montenegro, op. cit., p. 124.
76
CT, 30 de octubre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 57
Por otra parte, las últimas décadas del siglo, las imágenes citadinas porte-
ñas son contrastante: mientras que se volvían a difundir –como en años ante-
riores- comentarios respecto a que gran cantidad de cerdos y perros vagaban
por las calles de Mazatlán «sin que a la policía le preocupen esos paseantes de
cuatro patas»;77 Una imagen muy diferente se mostraba en lo correspondiente
al desplazamiento interno, en el puerto de Mazatlán circulaban como medio
centenar de carruajes ya sea destinados al servicio público o de propiedad y
uso particular, aparte de varios guayines.78 Éstos últimos eran tanto para uso
personal como para destinarse al servicio de pasajeros. Así sucedía, por ejem-
plo, con el denominado Guayin de La Noria, propiedad de Tereso Arámbulo,
el cual regularmente se encontraba estacionado en el Mesón «La Colorada»,
destinado al servicio público; desde ese lugar partía los martes, jueves y sábado
con destino a La Noria y desde ese punto a Mazatlán salía lunes, miércoles y
viernes. Es decir tres viajes redondos por semana.79
Lo anterior, daba la idea de un claro progreso. Un ícono de la modernidad
occidental como el tren urbano, hacía acto de presencia de forma relativamen-
te temprana en el puerto de Mazatlán. Para ello, que mejor manera de recal-
car esa noción progresista como ampliar su radio de presencia en las calles
mazatlecas. Para dicho fin, en julio de 1877 Guillermo Harper, administrador
del tren urbano, gestionó ante el cabildo de la ciudad, la dispensa de trámites
y cobros para abrir otro ramal desde el puerto viejo. Su petición fue aprobada
por unanimidad.80 Asimismo, ya para finalizar el siglo XIX, la Comisión de
Mejoras Materiales autorizó a la Empresa del Ferrocarril Urbano de este puer-
to para mejorar el trazo, nivelación de las calles y reparación de la vía herrada,
sobretodo el trazo que iba del Astillero al Muelle.81 Como también se destinó
una gran cantidad de recursos para la construcción del Puente «Juárez». Por
las dimensiones de la obra y las obras de reparación y adecuación limítrofe a
dicho puente, los doce mil pesos presupuestados resultaron insuficientes.82
Las Mejoras del puerto, eran relativizadas por un visitante extranjero (John
Reginald. Southworth), quien sobre el escenario urbano mazatleco mencio-
77
EDH, México, 20 de mayo de 1882, p. 3.
78
ELP, 28 de abril de 1889, p.1.
79
CT, 31de octubre de 1899, p. 1.
80
ACAM, sesión ordinaria 14 de julio de 1877, p. 10.
81
Ibíd., 25 de octubre de 1899, p. 2.
82
Ibíd., 21 de octubre de 1899, p. 1.
58 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
naba que algunas de sus calles eran sumamente irregulares, lo que impedía la
fácil y rápida salida de sus aguas, además de que:
Además, consideraba que la ciudad contaba con varios edificios que no lla-
maban la atención por su arquitectura, sin embargo, destacaba que eran am-
plios y estaban bien aseados. En cambio, ponderaba sus tres plazas públicas,
exaltando sus bonitos jardines y la animación que ahí reinaba regularmente.
Tambien insistía en que en torno al Cuartel existían jardines y fuentes que
convertían al lugar en un un lugar de paseo para los habitantes del puerto,
sobretodo las tardes de los miercoles y sabado, cuando la banda musical del 17
Batallón brindaba excelentes audiciones.84 En general consideraba a la ciudad
importante comercialmente y que estaba en grandes posibilidades de alcanzar
altos nivles de desarrollo.
Esta imagen de una región en expansión y pujanza seguía proyectándose
en la prensa extranjera de distinto origen; particularmente, en 1893, la prensa
madrileña participaba a sus lectores sobre la perspectiva que se abría sobre el
puerto sinaloense y su engarce en el plano extra local. El comentario iba en el
siguiente sentido:
83
Véase, J. R. Southworth, Sinaloa Ilustrado. El Estado de Sinaloa. Sus Industrias Comerciales,
Mineras y Manufactureras, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1980, p. 122.
84
Ibíd, p. 123.
85
El Álbum Ibero Americano (EAI), 14 de febrero de 1893, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 59
86
BRM, México, 1° de diciembre de 1898, p. 37.
87
EAI, 22 de abril de 1893, p. 170.
88
La Vanguardia (LV), 5 de junio de 1901, p. 5.
89
CT, 13 de octubre de 1899, p. 1.
60 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
90
Ibíd., 16 de octubre de 1899, p. 1.
91
Ibíd., 8 de noviembre de 1899, p. 1.
92
Ibíd., 1 de diciembre de 1899, p. 2.
93
Ibíd., 9 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 61
cobre al dueño de la finca una contribución por cada metro lineal. Nadie a
querido poner el cascabel al gato.94
Como también se cuestionaba el mal estado de varios postes de la Empresa
de Luz Eléctrica, ya que estaban están completamente podridos y en peligro
de venirse al suelo.95 O bien, la queja de vecinos por la falta de fluido eléctrico
en espacios públicos. Uno de estos casos fue protagonizado por los vecinos de
de las calle San Germán y El Vigía, quienes se quejaban de que no gozaban de
alumbrado público en una considerable área donde abundan peñascos, hoyan-
cos, y como esta ruta conducía a las afueras de la población se consideraba que
era el sitio donde la vigilancia debería ser más activa.96
A la vez existían otras muestras de carencias de parte de la prensa local,
como el hecho de que se reiteraba una indiferencia de parte de las autoridades
para reparar la cárcel pública.97 En fin, las fallas e ineficiencias se localizaban
con mucha facilidad. Eran finales del siglo XIX y prácticamente las mismas
problemáticas que anualmente ocuparon al cabildo y prefectura desde los años
porfiriano, inclusive, desde lustros atrás, seguían generando discusiones, polé-
micas y malestar en diversos sectores de la sociedad mazatleca.
Aunque, las «manitas de gato» no faltaban y para los festejos del 22 de di-
ciembre (conmemorando el triunfo estatal sobre los franceses en San Pedro,
Culiacán), la Junta Patriótica dispuso que dentro del programa de actividades
figuraran la inauguración de las mejoras realizadas en el Hospital Civil con el
legado del filantrópico Sr. Vicente Laveaga, y las reformas hechas á la Cárcel en
el departamento de Correccionales.98
En lo correspondiente a la inauguración de las obras del Hospital Civil,
ese día 22 se organizó un evento musical a cargo de la Orquesta del Maestro
Pedro Lizardi, interpretándose diez piezas melodías, entre polkas, mazurkas y
vals. Los asistentes escucharon la polka Las Mazatlecas, por P. Betancourt, la
mazurka Hada de rosas, de José Chico, así como la fantasía Rigoletto de Verdi,
entre otras.99
Pero estas reparaciones y acondicionamientos físicos no eliminaban las in-
suficiencias en el espacio urbano mazatleco.
94
Ibíd., 15 de octubre de 1899, p. 1.
95
Ibíd., 16 de octubre de 1899, p. 1.
96
Ibíd., 31 de octubre de 1899, p. 1.
97
Ibíd., 17 de octubre de 1899, p. 2.
98
Ibíd., 17 de diciembre de 1899, p. 2.
99
Ibíd., 21 de diciembre de 1899, p. 1.
62 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Máxime que la última Junta de Mejoras Materiales de ese siglo XIX, la for-
mada para funcionar en 1899, no gozaba de reconocimiento, ni se distinguía
por su eficiencia. El columnista periodístico Zenón, justo el 24 de diciembre,
comentaba tal desempeño de este organismo de la siguiente manera: «Llama la
atención la dificultad con que se tropieza en Mazatlán para organizar cualquier
espectáculo á beneficio de la población, de sus establecimientos de caridad,
etc., y la facilidad con que se forman los ligados directa ó indirectamente con
la Iglesia». Por tal comportamiento, aseveraba que en esos momentos se vivían
«las conmovedoras boqueadas que, en su espantosa agonía está dando la Junta
de Mejoras Materiales», cuyos propósitos se mantenían no por su labor sino
por el auxilio de un grupo de damas quienes promovían eventos artísticos y
musicales para obtener recursos destinados al bien público. Por ejemplo, este
columnista cuestionaba algunas de las obras de dicha Junta:
Me permito recomendar á los que poseen carruaje ó caballo, se dignen ins-
peccionar las calzadas que esa corporación está construyendo antes del Puente
Juárez.
No llamo la atención de los viajeros, porque es imposible -que al pasar so-
bre ellas no griten, si están en autos dé quiénes son los constructores ¡Viva la
Junta de Mejoras Materiales!100
Mientras que ese mismo día, los comentarios de Esteban Flores sobre este
particular iban de «la Junta de Mejoras Materiales, que está en agonía», «la po-
bre Junta seguirá muriéndose de inanición» a opiniones un poco más esperan-
zadoras: «Creo saber que el próximo año integrará gente nueva esa agrupación
que no puede dar gusto á tirios y troyanos, á guelfos y gibelinos, a ver si puede
dar con la cuadratura del círculo, la piedra filosofal, el movimiento continuo,,
etc. etc.»;101 es decir superar las ineficiencias de la Junta de 1899.
Claro que las fallas y mal estado del espacio público no solamente era culpa
de la autoridad o de este tipo de organismos, pues los pobladores tenían parte
de responsabilidad, por prácticas poco civilizadas a los ojos de las autorida-
des, periodistas nacionales y extranjeros así como para quienes detentaban el
poder económico en el puerto de Mazatlán. Una actitud muy reprobable era
arrojar materias fecales en la vía pública, en esa práctica incurrieron Abraham
Mellado y Miguel Torres la noche del 7 de noviembre, con lo que se ganaron la
100
Ibíd., 24 de diciembre de 1899, p. 1.
101
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 63
102
Ibíd., 8 de noviembre de 1899, p. 1.
103
Ibíd., 13 de noviembre de 1899, p. 1
104
Ibíd., 9 de noviembre de 1899, p. 1.
105
Planta cuya raíz una vez procesada es utilizada para provocar el vómito o como expec-
torante.
106
CT, 30 de noviembre de 1899, p. 1.
107
Lila Caimari, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955,
Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores Argentina, 2004, p. 31.
108
CT, 16 de diciembre de 1899, p. 1.
64 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
bién se encarceló al chino Asam, porque justo el día de los festejos de la Batalla
de San Pedro (22 de diciembre) reinició en su condenable conducta de arrojar
aguas sucias a las calles porteñas.109
Todo lo antes mencionado, si bien muestra rasgos de bonanza y prosperi-
dad, al menos como propósito a lograrse, en algunos aspectos obras materiales
utilizadas en la vida cotidiana –iluminación, transporte, drenaje, etc.-, el puer-
to de Mazatlán distaba de estar a la par del esplendor de una ciudad moderna,
como lo serían algunas urbes europeas, como París, Londres, Berlín o ciudades
portuarias como Liverpool en Inglaterra o Bilbao en el norte de España.
109
Ibíd., 23 de diciembre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 65
110
Versión francesa de México 1851-1867, [Colección del Archivo Histórico de la Secretaria
de Relaciones Exteriores], Informes económicos de los cónsules franceses en Mazatlán, México,
1974, p. 45.
66 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
111
María del Carmen Azalia López González, «Reforma y desamortización en Mazatlán
(1859-1889)», Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra (coordinadores), Historia de Mazatlán,
Universidad Autónoma de Sinaloa/Facultad de Historia/ H. Ayuntamiento de Mazatlán, Culia-
cán, 1998, pp. 76-78.
112
Ibíd, p. 83.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 67
ras que adquirieron solares durante esos mismos años, destacan J. Chavon &
Michel.
En 1867, la ciudad se dividía en cuatro cuarteles, el primer cuartel tenía 55
manzanas, el segundo 26, el tercero 21 y el cuarto 18, lo cual arrojó un total de
120 manzanas. El valor total de la propiedad urbana de los cuatro cuarteles,
ascendió a 1 782 002 aproximadamente. En términos de habitantes, el primer
cuartel era el más poblado 4569, el segundo cuartel alojó a 2976 personas, 1686
en el tercero y finalmente en el cuarto cuartel vivían 1424 personas. Al revisar
la función que cumplía cada cuartel, el primer cuartel albergó en la calle prin-
cipal las principales casas comerciales y financieras y por el rumbo de Olas
Altas los hogares de los mencionados. Por lo tanto, no era extraño que la ma-
yoría de sus calles estuvieran pavimentadas y vivieran en las inmediaciones de
la plaza Machado y la iglesia. En términos de habitantes, el primer cuartel era
el más poblado, pero, también el más grande, lo cual contrastaba con los cuar-
teles 2 y 4, donde en menos espacio vivió más gente y en condiciones menos
favorables, respecto a no contar con pavimentación, menor acceso al agua, de-
ficiente iluminación y de acuerdo a un censo estadístico tenía el menor índice
de alfabetización de la ciudad.
El primer cuartel concentró oficios y actividades por las cuales únicamente
personas con capacidad económica podían pagar: sastres, abogados, agrupó
las mejores escuelas donde extranjeros y eclesiásticos eran otra opción en ma-
teria de educación. En base a lo anterior, la organización del espacio urbano
estuvo orientada a satisfacer las necesidades de un sector social cuyas condi-
ciones económicas y políticas, les permitió regular la manera en que la ciudad
y sus inmediaciones iban creciendo, pero siempre cuidando de aislar a indivi-
duos de menor capacidad económica en otros espacios.
En la antesala del porfiriato —1875—, la ciudad creció respecto al número
de cuarteles. De cuatro cuarteles se incrementó a seis. El total de fincas in-
ventariadas fue 1041. El cuartel que tenía mayor valor sus fincas, fue el cuartel
cuarto con 163 fincas y su valor osciló entre 730 000 pesos. El segundo cuartel
pese a tener 204 fincas, su valor fue de casi 360 000 pesos. Los llamados su-
burbios y parte de la zona urbana mazatleca, ya empezaban a figurar de forma
más solida. Ladrilleras, Loma Atravesada, Palos Prietos, Casa Blanca, Cama-
rón, Závalo, Cerritos, Jiotes, San Rafael, Culebra. Otates y Venadillo sumaban
alrededor de 80 fincas cuyo valor era alrededor de 100 mil pesos. Al parecer
no ocurrió un gran crecimiento poblacional, pues en 1867 eran poco más 8000
68 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
113
EC, 28 de marzo de 1878, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 69
y a veces también tienían persianas, «haciendo que la ciudad parezca más bien
una ciudad de prisiones».114
Por otra parte, durante los años porfirianos, tuvo lugar una gran concentra-
ción de la propiedad urbana realizada por los grupos económicos más encum-
brados de la sociedad mazatleca. Ese crecimiento urbano alentaba que perso-
nas como Ramón Paredes ofrecieran sus servicios al cabildo mazatleco para
elaborar placas que identificaran los cuarteles y sus respectivas manzanas que
las integraban.115 Cabe mencionar que entre 1877 y 1910 se realizaron 560 ope-
raciones de compra venta de bienes inmuebles, siendo el capital invertido total
de 1 429 804 pesos. De 1877 a 1880, fue una etapa relativamente floja respecto
al número de compraventas y el valor en pesos: 32 compraventas con un valor
de 108,679 pesos. De 1880 a 1889 se desarrollaron en cuanto al número de com-
praventas de bienes inmuebles 233 operaciones con un monto total de 434,928
pesos. El periodo de 1890 a 1899 tuvo una disminución de aproximadamente
de alrededor de 40 % respecto a la década anterior, pero mantuvo el pulso de
operaciones de bienes inmuebles en buena pauta: 143 compraventas por un va-
lor total de 232 590 pesos. La etapa de 1900 a 1910 registró un ligero incremento
de operaciones de compraventa de bienes inmuebles que cambiaron de mano,
152 operaciones en total, pero, el valor total en pesos supera considerablemente
las más de dos décadas anteriores al sumar 653 120 pesos, lo cual representa un
45.7 % del total del valor total.116
Los números a grosso modo dicen muchas cosas, más allá de número ope-
raciones totales y montos totales. Ahora conviene indagar aspectos como quie-
nes fueron los compradores y vendedores y cuáles fueron los espacios urbanos
donde realizaron sus operaciones de bienes inmuebles, para tener una idea de
cuál fue el uso dado a dichas propiedades. Primeramente están las propiedades
orientadas a cubrir necesidades de comerciantes, industriales, instituciones
bancarias y compañías de transportes marítimos y terrestres asentados en el
puerto, quienes en 19 operaciones en las cuales implicaba más de un bien in-
mueble, sumaron 449 130 pesos, (en 1885 Alejandro Loubet adquirió una finca,
con solar, edificio y maquinaria en 25 000 pesos, mientras que farmacéutico,
vendedor-comprador de bienes raíces y prestamista de ascendencia italiana
114
Leonidas Hamiltón, op. cit., p. 93.
115
ACAM, sesión ordinaria 23 de abril de 1878, f. 80.
116
María de Jesús López López, Terrenos, fincas y propietarios en Mazatlán. 1877-1911, Culia-
cán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 2007, pp. 70-72.
70 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
117
Ibíd., pp. 77-80.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 71
ñas hortalizas. Existían casas con pequeños establos, los cuales sus propieta-
rios algunas veces que dejaban de expender leche, conservaban los animales
para la subsistencia familiar, como el caso de José Bazán quien notificó a las
autoridades municipales que desde «hacía meses ya no vendía leche y conser-
vaba su vaca para consumo familiar».118
Un caso que al parecer creo cierta confusión fue cuando Martín Calde-
rón compró una casa donde además estaba anteriormente ubicado el tendejón
“Antigua Estrella”. Calderón argumentaba que solamente habitaba la casa junto
con su familia y no se dedicaba al pequeño comercio ni expendía productos
pecuarios. Tras dos visitas en varias semanas por parte de un perito nombrado
en cabildo, no se cobró impuestos como giro comercial al nuevo propietario.119
Personas como Tomás Goyeneche, tenían negocios de expendios de madera
para la construcción, giros los cuales para abril de 1878 enfrentaban ciertas di-
ficultades para sobrevivir, a decir del propietario quien presentó una petición
de certificación que cerraría su negocio por las bajas ventas.120
El último año del siglo XIX, un periodista recordaba los rasgos dominantes
de las casas habitación del Mazatlán de antaño, al referirse a los rasgos de la
construcción de fincas, la distribución interior y los muebles, destacaba:
Ya no existen en las salas las cuatro rinconeras de ordenanza con flores de
papel ó de conchas bajo enorme capelo de cristal, ni la mesa redonda del centro
con un platón repleto de frutas de cera más bien mal que bien imitadas, y con
paredes, fantásticamente pintorreadas á brocha gorda, figurando á la altura de
casi dos metros, un guarda polvo de granito ó mármol de clase desconocida.
Los objetos de arte, que con cierto orgullo se ostentaban eran de barro y de los más
corrientes que producía Guadalajara, se intercalaban a veces juguetes chinos y uno
que otro asiento, armario, o mesita de idéntica procedencia, porque se recibían
expediciones celestes. Los ricos chales bordados estaban de moda, sobre todo para
sobre camas.121
118
ACAM, sesión ordinaria 26 de marzo de 1878, f. 73.
119
Ibíd., Sesión ordinaria 4 de mayo de 1878, f. 82v.
120
Ibíd., Sesión ordinaria 5 de abril de 1878, f. 79v.
121
CT, 13 de octubre de 1899, p. 2
72 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
El comedor era mil veces más modesto que todos los demás cuartos de la
casa.—No se cuidaba del estilo de la mesa—de la calidad de los manteles ni de
las servilletas, del número de copas, de la loza en servicio.
Un montón de platos sobrepuestos, formando pirámide ante el anfitrión
que servía, indicaba que la comida iba á ser abundante y en cuanto á vinos, las
botellas simétricamente colocadas, significaban que se bebería fuerte y recio
aunque en la misma copa.
Pero el comentario periodístico esta lleno de nostalgia, así como de una
mordaz crítica a la modernidad que se hacia presente en los hogares del puer-
to, la que modificó costumbres y estilos que eran comunes y cotidianos en
la vida hogareña. Dichos cambios consistían en: «Muebles finos, cortinas por
coquetería, retratos, grabados, fotografías, donde se veían estampas de mil co-
lores á cual más horrendas; platos finos, copas de infinidad de tamaños, jarras
de hielo... ¡mantequillera!».
Respecto a los usos de los espacios internos, los contrastes con los tiempos
ausentes y el de fines del siglo decimonónico giraban en torno a la importancia
que se le daba a todas estas partes que configuraban una casa-habitación de
clase media y alta.
Si antes solo se permitía pasar a la sala, la cual siempre estaba «alzada» –o
sea en términos modernos limpia- por contra por tiene hoy gusto en hacer
pasar a las visitas por el corredor y hasta por alguno de los cuartos. «La sala
[está ahora] repleta de cuadritos de á $ 2 la docena y los corredores con matas
exóticas y muebles de bejuco, de los más costosos ¡Todo eso es apariencia!».
Claro que esta no era la distribución, diseño y adorno único de las casas de
los sectores más favorecidos de Mazatlán. Baste echar un vistazo al salón de la
casa de la familia Careaga a fines de ese siglo.
Esta foto fue tomada a principios de 1897, la amplia sala fue acondicionada
para una recepción con motivo de la unión matrimonial de una integrante de
la familia, de ahí las numerosas sillas acomodadas a lo largo y ancho del espa-
cio; además se puede apreciar el orden, el lujo, como manifestación viva e los
sectores medios y altos de este puerto.
Pero si volvemos a la condena a estos nuevos hábitos del hogar moderno
mazatleco, sostenía que la cultura de una familia no se expresaba en la sala sino
en la cocina y los excusados. Consideraba que era una necesidad y exigencia
que la cocina no tuviera imperfección o inconveniente alguno para garantizar
los alimentos que en ella se elaboraban «para uso propio y de quienes se in-
vita á participar de ellos»; y respecto al excusado se necesitaba que estuvieran
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 73
122
CT, 13 de octubre de 1899, p. 2.
74 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
los que tenían sus propias necesidades; por ejemplo, a fines de siglo, mientras
que una empresa del señor Hoffman ofrecía una mejorada opción para las
fincas de la elite a fin de resolver el vaciado, trasporte y deshecho de materias
fecales y demás deshechos, pues acaba de llegarle del extranjero «un surtido
de mangueras y válvulas para la barrica inodora, [y] me encuentro en condi-
ciones favorables para reducir mis precios; evitando así la añeja costumbre de
conducir esas materias, en pequeños y abiertos barriles de que se desprenden
gases que tanto perjudican la salubridad».123 Mientras que, desde los hogares
humildes de la bolsa situada en la manzana 5 del cuartel primero, se emitían
persistentes quejas porque en ese lugar estaba un escusado en pésimas condi-
ciones, pero las autoridades no les brindaban atención alguna. 124
Pero este problema no era aislado, los escusados nauseabundos eran varios,
tanto así que se afirmaba «No hay barrio en que no se encuentren familias que
diariamente se quejen de que viven en medio de una peste insoportable».125 Y
las autoridades inmóviles y asuntes sus acciones para eliminar esta situación
desagradable. La prensa denunciaba: «En Vano señalan el lugar donde está
rebosando el pestilente desecho; en vano piden se limpie y sele ponga el corres-
pondiente ventilador. ¡Ladridos a la luna! Nadie remedia el mal- Ni las quejas
por escrito valen».126
Aspecto muy relativo, ya que un mes y medio más tarde, la existencia de
un pestilente excusado que existía en la parte baja de la casa que ocupaba la
“«Mutua de Artesanos Zapateros», ya elevada la queja a la policía en varias
ocasiones sin resultados positivos, una vez que la prensa la elevó a denuncia
pública,127 al día siguiente el Prefecto del Distrito ordenó que se procediera
inmediatamente a la limpieza de dicho excusado.128 Pero a lo mejor era una
golondrina….que no hacia verano.
Lo que si era muy enfático por parte de las autoridades municipales eran
sus medidas para que los frentes de los hogares tuvieran buena imagen, por
ello insistían en recordar á los propietarios de fincas que el día 25 de diciembre
de 1899 se terminaba el plazo fijado por la Prefectura para el blanqueo de sus
123
Ibíd, 19 de octubre de 1899, p. 1.
124
Ibíd, 25 de octubre de 1899, p. 1.
125
Ibíd, 29 de octubre de 1899, p. 2.
126
Ibíd, 29 de octubre de 1899, p. 2.
127
Ibíd, 14 de diciembre de 1899, p. 1.
128
Ibíd., 15 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 75
129
Ibíd., 16 de diciembre de 1899, p. 1.
130
Roberto Antonio Mendieta Vega, El puerto de Babel: extranjeros y hegemonía cultural en
el Mazatlán decimonónico, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facultad de Historia,
[Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2010. p. 133.
131
Rigoberto Arturo Román Alarcón, «La inmigración extranjera en el Noroeste de México,
el caso de Sinaloa, siglos XIX y XX», en http://www.mexicanistas.eu/uploads/La%20inmigra-
cion%20extranjera%20en%20el%20Noroeste%20de%20Mexico,%20el%20caso%20de%20Sina-
loa,%20siglos%20XIX%20y%20XX,%20Rigoberto%20Arturo%20Roman%20Alarcon.pdf
132
La Lima de Vulcano (LLV), México, 28 de julio de 1835, pp. 2 y 3.
133
Véase, Suplemento de la Lima de Vulcano, No 90, p. 1
76 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Como afirma Esther Díaz, «Por las imprecisas brumas de la ciudad suele
flotar la no siempre constante memoria del principio. Esa memoria se elude
y se busca de manera intermitente».134 Así que sobre este rasgo de remitirse a
sus orígenes, respecto a estos primeros años del puerto, en 1870, un periódico
local (El Occidental) rememoraba aquellos tiempos tan ausentes, señalando
que en 1818,
en el perímetro que hoy está poblado de hermosos y elegantes edificios, sólo había
una que otra choza, que sus habitantes vivían en un estado casi matriarcal, dedi-
caban a actividades de agricultura y la pesca atravesando en aquella especie de
felicidad los estrechos senderos que conducían al cerro de la Cruz, Astillero y otros
puntos. El lugar que hoy ocupa la aduana marítima estaba por lo regular separado
por un pequeño canal que comunicaba en esa parte con la ensenada de Olas Altas,
no permitiendo por lo tanto la construcción del caserío que hoy se ve en ese peque-
ño istmo que abandonaron las aguas de dicha Ensenada.135
Para esos años ya era conocido el Vigía, que se había establecido en el cerro
donde después se colocaría una capilla, y en la falda oriental del cerro de la Ne-
vería se construyó una casa o galerón que era conocido como la “casa blanca”,
ocupada por los guarda-costas o presidiales enviados por las autoridades del
Real del Rosario como vigilantes.
Para 1821, Bernardo Andrade vecino de la villa de San Sebastián, (hoy Con-
cordia) «construyó en la Puntilla que da frente a la isla de Portugués, que desde
entonces tomó el nombre del Astillero, el primer buque mazatleco que surcó
esos mares, con el nombre de Luisa, siendo su capitán D. Juan Gómez».136
Un insignificante tráfico que entonces se hacia por la ensenada de Puerto
Viejo que llamaban San Fénix, punto que puso limite por aquella parte a la po-
blación de este puerto y mantuvo el movimiento hasta el año de 1823, época en
que aparecieron por primera vez en esta costa una expedición de mercancías
extranjeras. Esto hizo que las autoridades federales establecieran la Aduana
Marítima en el Presidio de Mazatlán, (en Villa de Unión), y fue por ley expresa
abierta al comercio este puerto, según aseguran por influencia de un señor
134
Esther Díaz, Buenos Aires. Una mirada filosófica, Buenos Aires, Editorial Biblios, 2000,
p. 71.
135
Tomado de ESDN, 23 de agosto de 1870, p. 2.
136
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 77
137
Leonidas Hamiltón, op. cit., p. 92
138
Archivo General del Estado de Sonora-Fondo Ejecutivo (AGES-FE), t. 95, exp. 33, Guay-
mas, Sonora, 7 de enero de 1834, docs. 058623-058267, fs. 6-8.
139
Biblioteca Pública del Estado de Jalisco-Fondo Misceláneas (BPEJ-FM), Defensa del puer-
to de Mazatlán y contestación a los libelos que se han publicado en su contra, México, Impreso
por Ignacio Cumplido, 1837, p. 11.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 79
140
Tomado de Carlos Castro Osuna y Mario Cuevas Arámburo «Mazatlán en 1838. Los ma-
zatlecos vistos por un austriaco: Isidore Löwenstern», en Clio, Culiacán, Facultad de Historia/
UAS, 1998, vol. 6, núm. 23/2, 1998, p. 98.
80 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
141
Véase, SDyN, 1° de junio de 1843, p. 1.
142
LM, 16-20 de mayo de 1843, p. 420.
143
José Fernando Ramírez, Noticias Históricas y Estadísticas de Durango, (1849-1850), Méxi-
co, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1851, p. 57.
144
El Demócrata. Periódico político, literario y comercial (ELD), México, 29 de julio de 1850,
p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 81
145
Harold D. Sims, La expulsión de los españoles de México (1821-1828), México FCE-SEP. 1985,
pp. 220-231.
82 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
146
Archivo Municipal de Mazatlán-Ramo justicia (AMM-RJ), Caja 5, Cuaderno 5, 1 de mayo
de 1837, fs. 1-1v.
147
Ibíd. f. 2.
148
Jean Meyer, «Los franceses en México durante el siglo XIX», en Relaciones, Zamora, El
Colegio de Michoacán, Vol. I, Núm. 2, 1980, p. 15.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 83
149
Hector Palacios, «Japón y México: el inicio de sus relaciones y la inmigración japonesa
durante el porfiriato», en México y la cuenca del Pacífico, Guadalajara, Universidad de Guadala-
jara, Vol 15, Nº 44, mayo-junio de 2012, p. 112.
150
Revista Científica y Literaria de Méjico, 1845, Tomo I, p. 247.
151
Tomado de Luis Antonio Martínez Peña, «Miscelánea: ecos mazatlecos y de pueblos cir-
cunvecinos» en Arenas. Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Mazatlán, Facultad de Ciencias
Sociales/Universidad Autónoma de Sinaloa, primavera del 2008, p. 83.
152
José Agustín Escudero, Noticias Estadísticas de Sonora y Sinaloa, México, Tipografía de
R. Rafael, 1849, p.105.
84 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
esa ciudad regularmente contaban con poca concurrencia, pero en los últimos
tiempos había creciido por el continuo tránsito de los americanos que pasaban
a Mazatlán para embarcarse a California.153 Eran personas que solamente llega-
ban al puerto para seguir su ruta hacia un punto final.
La ruta a California vía terrestre de Durango a Mazatlán era una de las más
socorridas por quienes ambicionaban tierras californianas. Un ejemplo de in-
dividuos que realizó esos recorridos fue Samuel McNeil, zapatero de Lancaster,
Ohio quien el 7 de febrero de 1849 se unió a una expedición la cual pretendía
descender desde New Orleáns a Chagres, Panamá, pero la embarcación no
funcionó, donde tomaron un barco de vapor a Brazos, Texas. Entre finales y el
10 de abril se desplazaron de Reynosa a Monterrey, posteriormente descendie-
ron a Saltillo, Parras y Durango donde arribó a Mazatlán tras cruzar cañadas
y barrancos estrechos a finales de abril de 1849. Tras una estancia de alrededor
de 10 días, McNeil decidió embarcarse a San Francisco en la goleta danesa Joa-
na Analuffa, capitaneada por un alemán quien se hizo a la mar junto con 200
pasajeros. Finalmente, un 30 de mayo del año mencionado el zapatero de Ohio
desembarcó en San Francisco tras poco más de tres meses de viaje.154
San Francisco, California era el lugar al cual se dirigieron varios residen-
tes de Mazatlán, varios de ellos se quedaron por aquellos lugares y otros más
retornaron forzadamente. A mediados de 1849, desde el puerto sinaloense se
comentaba que en esos días estaban regresando muchos de los individuos que
emigraron de este lugar a los Placeres, quienes daban noticia el estado lamen-
table en que se encontraban «todos los de la raza española, en razón de que
los americanos les han declarado la guerra a muerte, porque creen que todos
son mexicanos». Resulta que grupos armados expulsaban, robaban, golpea-
ban, incendiaban propiedades y hasta asesinaban para obligarlos a abandonar
dichas tierras. En esta labor destacaban los galgos, una especie de comando
armado formado por alrededor de seis decenas de jóvenes americanos, a los
que mexicanos y otros latinos (chilenos sobretodo) buscaban hacerles frente,155
pero otros más mejor regresaron al puerto sinaloense.
Ahora bien, pese a que el cólera hizo estragos en este puerto durante los
años de 1849 y 1851, según cifras nacionales para 1854 su población censada
alcanzó la cifra de 6773 habitantes de los cuales 231 eran extranjeros, sobreto-
153
José Fernando Ramírez, op. cit., p. 19.
154
Karina Busto Ibarra, Op. Cit, pp. 100-101.
155
ESDN, 31 de agosto de 1849, p. 348.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 85
do europeos (199). Mientras que en los datos del cónsul francés en Mazatlán
Philippe, para principios de 1855, del total de la población porteña, —Los in-
dios puros y los indios mestizos formaban tres cuartas partes o cuatro quintas
partes del total de la población—. Mientras que los extranjeros sumaban 278,
de los cuales 107 eran sus paisanos, es decir franceses.156 El resto de los extran-
jeros eran 14 ingleses, 28 alemanes, 56 españoles, 2 portugueses, 17 italianos, 2
suizos, 2 belgas, 1 holandés, 1 ruso, 32 chinos, 2 africanos, 4 norteamericanos, 2
peruanos, 2 bolivianos, 3 chilenos, 2 cubanos y 1 manilense.157
En lo que corresponde al contenido del censo que presenta los datos de
1854, es de someterse a consideración ya que el censo levantado por el cabildo
local para esos mismos años señala que existían 8 mil habitantes.158
A simple vista, se puede observar de lo anterior, que existían errores al mo-
mento de levantar censos en la población mazatleca, sin embargo, la situación
de entrada y salida de personas, es decir, la existencia de una población flotante
muy significativa en el puerto, producía variaciones demográficas importantes
en la ciudad porteña.
Por otra parte, en lo que e refiere a la estratificaciòn social de dicha pobla-
ción, si se atiende a lecturas historiográficas orientadas a sostener que las capas
medias no eran tan insignificantes en el México decimonónico, ocupando un
porcentaje considerable dentro del volumen total de los centros urbanos exis-
tentes. Como ejemplo de lo anterior, estimaciones de 1854 indican que en el
puerto de Mazatlán, las clases medias y altas alcanzaban el 31 % del total de su
población.159
Esta población fue a la alza, al igual que el número de visitantes. Por ello,
en 1864, la prensa local señalaba que Sinaloa se «esmera por la generosa aco-
gida que dispensa a sus habitantes, trabaja duro para embellecer el puerto de
Mazatlán por poner sus placeres al alcance de todas las fortunas y al capricho
de todos los deseos, toda clase obras públicas se proyectan y se emprenden. Al
156
Moisés González Navarro, «La Ley Juárez», en Historia Mexicana, México, El Colegio de
México, Vol. 55, No. 3, enero- marzo de 2006, p. 948.
157
Versión Francesa, op. cit, p. 34
158
Actas de Cabildo de Mazatlán, 21 de enero de 1857,
159
Tomado de, Walther L. Bernecker «Literaura de viajes como fuente histórica para el Mé-
xico decimonónico: Humboldt, inversiones e intervenciones», Tzintzun. Revista de Estudios
Históricos, N° 38, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolas de Hidalgo/Instituto de In-
vestigaciones Históricas, julio-diciembre del 2003, p. 62. 35-64
86 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
tiempo que presumían que por Mazatlán se cargaban con todas las riquezas
que envían y conducen los mares.160
Aparte de bienes y recursos, del puerto también prtian hombres y mujeres
con muy distintas motivaciones. Por ejemplo a fines de 1863, Ignacio Ramírez
“El Nigromante” describía a parte de sus acompañantes que abordarían el bar-
co que los transportaría a San Francisco California:
Los últimos pasajeros se acercan: son media docena de franceses que van
en busca de provisiones para venderlas á sus paisanos, cuya invasión aseguran
como inminente. Vienen con ellos algunas niñas, que lo fueron hace quin-
ce años, y que aventuran un segundo viaje, creyendo que ellas están todavía
apetecibles, y que en San Francisco escasean las mujeres. Se presentan tam-
bién doce personajes misteriosos; son comisionados del Gobierno general y de
otros caudillos que marchan en busca de recursos para continuar la guerra.161
Ahora que en lo que corresponde a las personas que arribaban a Mazatlán,
no todos sus visitantes eran pacíficos turistas, pues si durante la intervención
norteamericana, poco más de setecientos soldados de esa nacionalidad ocu-
paron el puerto por mas de seis meses (entre noviembre de 1847 y octubre de
1848). Mientras que hacia 1865 y debido a los conflictos ocasionados por la
ocupación extranjera, en Mazatlán se establecieron entre 6 y 7 mil hombres
entre franceses y tropas del rebelde Manuel Lozada.
Justamente, durante el trascurrir de esa primera mitad de esa década, en su
investigación sobre la vida y cultura porteña, Roberto Mendieta resalta a un
escritor y liberal mexicano (Ignacio Ramírez) que en 1863 daba sus impresio-
nes sobre el ser y el deber ser del Mazatlán de esos días «El puerto ... será mag-
nífico ... cuando se fundan en una las cinco seis colonias que dividen la ciudad,
y en vez de alemanes, franceses, yankes, españoles, tepiqueños, durangueños,
paceños, sonorenses, culiches, etc., no haya más que mazatlecas; cuando en
lugar de contrabando tengamos comercio».162
Lo dicho muestra a una población ya considerable pero con carencias in-
fraestructurales. Pero tambien pone de manifiesto a un conglomerado de ha-
bitantes segmentado socialmente, carentes de una identidad y arraigo porteño;
identidad considerada -como dijera Stuart Hall- en el lenguaje del sentido co-
160
El Pacífico (ELP), Mazatlán, 30 de marzo de 1864, p.2.
161
Cartas del Nigromante a Fidel (II), en Ignacio Ramírez, Obras de Ignacio Ramírez, Méxi-
co, Oficina Tipográfica de la Secretaria de Fomento, 1889, p. 365.
162
Roberto Antonio Mendieta Vega, op. cit., p. 180.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 87
163
Stuart Hall, «Introducción: ¿quién necesita «identidad»?», en Stuart Hall y Paul Du Gay
(comps.), Cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2003, p. 15.
164
ELP, 30 de marzo 30 de 1864, p. 2.
165
Diario del Imperio (DI), 11 de agosto de 1865, p. 465.
88 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
A la distancia que nos encontramos no se oyen en nuestra España las fáciles protes-
tas de patriotismo, que todos los días hacemos de palabra; ha llegado ya el momen-
to de confirmarlas con hechos, enviando a nuestros hermanos, bajo la forma de la
suscrición,[sic] un recuerdo, una prueba de que sus desgracias nos llegan al alma,
de que seguimos paso a paso, con el luto en los corazones, la peripecias de la cruel
guerra, que niega lo mas florido de la juventud, y la protesta de nuestro vehemente
deseo de ver un término a tan prolongadas discordias.
166
VM, 26 de junio de 1871, p. 3.
167
La Iberia (LAI), 23 de junio de 1874, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 89
168
Leonidas Hamiltón, op. cit., p. 93.
169
John Leeds Kerr, Destino Topolobampo, México, Siglo XXI, 2003, p. 57; José C. Valadés,
«Topolobampo, la metrópoli socialista de Occidente», en El Trimestre Económico, México, FCE,
vol. 6, N° 23 (3), octubre-diciembre de 1939, p. 373. (349-398)
170
Rigoberto Arturo Román Alarcón, op. cit.
171
Santiago Calderon, 1874, pp. 31-34.
90 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Decimonónico», en Historia Mexicana, México, El Colegio de México, Vol. 62, No. 2 (246),
Octubre-Diciembre de 2012, p. 656.
174
El Tiempo (ELT), 17 de febrero de 1884, p. 3.
175
Industria e Invenciones (IEI), Barcelona, N° 144, 2 de octubre de 1886, p. 157
176
MP, 22 de noviembre de 1877.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 91
tes eran visitadas muy poco por un reciente poblador que figuraba entre esos
miles.
A decir del censo oficial publicado en 1881 la perla del Pacífico tenía 16,745
habitantes, casi doblando en pobladores a Sinaloa, Culiacán, Mocorito, Cosalá
y El Fuerte cuyos números poblacionales oscilaban entre 7500 y casi 10 mil ha-
bitantes. Dicha supremacía poblacional se mantenía pese a presentar al menos
ese año, más defunciones que nacimientos. Respecto a nacimientos se registra-
ron 182 de los cuales 82 fueron hombres y 100 mujeres. Enlaces matrimoniales
asentados en el registro civil, destacan 22 matrimonios. Finalmente, en mate-
ria de decesos se contabilizó y registró un total 309 fallecimientos, siendo 147
hombres y 162 mujeres. Solamente El Fuerte y Mocorito con 156 nacimientos
se acercaban numéricamente ambos núcleos poblacionales al puerto de Ma-
zatlán.177
En lo concerniente a la presencia extranjera en tierras mazatlecas, en el
mismo censo poblacional se anotó la cantidad de 188 en total. De forma deta-
llada, la comunidad española se manifestó con 44 integrantes, norteamerica-
nos y alemanes ambos grupos étnicos estaban empatados con 33 pobladores,
no muy lejos los italianos contabilizaban 31 personas. Los chinos por esos años
ya superaban numéricamente a los franceses contabilizando 22 individuos por
16 de los galos, comunidad extranjera que históricamente había sido impor-
tante su presencia en el puerto de Mazatlán, en esos años se encontraba no-
tablemente disminuida. Los ingleses, otro grupo extranjero que en términos
económicos tuvo momentos importantes, sobre todo en la primera mitad del
siglo XIX contaba con una pobre presencia númerica, al ser siete unicamen-
te quienes figuraron en dicho censo. Concluyendo los datos de la presencia
extranjera en Mazatlán, oriundos de tierras sudamericanas como chilenos y
peruanos presentaban un representante en el censo poblacional de 1881.178
Es de suponerse que esos datos vertidos por la prensa extranjera eran un
poco exagerados ya que cinco años más tarde, censos oficiales hablaban de
que este puerto tenía 15 233 pobladores.179 Aunque, nueve meses antes (fines
de octubbre de 1883) desde Madrid, por raro que parezcan circulaban noticias
sobre los montos de población del puerto, al manejarse que se contaba con
18 mil habitantes, según el censo que habían formado los ingenieros encarga-
177
Mariano Martínez de Castro, op. cit, pp. 98-101.
178
Ibíd, p. 30.
179
El Socialista, (ELS) 30 de julio de 1884.
92 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
dos de practicar los trabajos para introducir en aquella ciudad el agua del rio
Siqueiros,180 datos al parecer no oficiales.
Ahora bien, esta población en ascenso ocurrió no solamente por el arribo y
asentamiento progresivo de grandes y medianos comerciantes tanto extranje-
ros como nacionales, el grueso de los habitantes de este puerto, gran parte de
ellos migrantes pobres provenientes de otros puntos de la entidad y del país, así
como extranjeros que arribaban buscando mejores condiciones de vida. Todas
estas personas que llegaban a Mazatlán se dedicaban a diversos oficios donde
sobresalían jornaleros, labradores, panaderos, albañiles, zapateros, carpinte-
ros, maquinistas, herreros, modistos, marineros, dulceros, músicos, criados,
entre otros. Esto obtenido en un estudio sobre contrayentes matrimoniales en
el puerto durante la séptima década de esa centuria. Datos muestras obtenidos
de poco más de un medio millar de matrimonios, los que dan una aproxima-
ción sobre la realidad demográfica y social de la población porteña. Por lo an-
terior, Margarita Armenta, la autora de estos datos, señala que la apertura del
puerto al comercio exterior, no solo traería un auge económico en Mazatlán
sino que daría lugar a un importante cambio en la demografía, tanto por la
cantidad de habitantes, como por la composición de la población, ya que este
nuevo grupo de personas trajo costumbres e ideas nuevas y diferentes.181
Lo anterior indica que este proceso cambiante y diverso tenía cierto pare-
cido con lo que Sandra Gayol afirma para el caso del Buenos Aires de finales
del XIX; en el Mazatlán porfiriano adquirió una nueva densidad urbana, era ya
un asentamiento poblacional que «había dejado de ser familiar para los “vie-
jos porteños” ... En la ciudad confluía gente que se conoce, desconocidos y
extranjeros. Un espacio social que se llena rápidamente y en desorden de hom-
bres con expectativas múltiples…lo que requirió que se construyeran referentes
comunes que orientar los encuentros, guiar los comportamientos y guiaran sus
comportamientos».182
Un aspecto singular respecto a la variedad migrante y composición pobla-
cional es la actitud de los mazatlecos ante la posible llegada de población de
origen chino al puerto a fin de emplearse en el lugar. Por ejemplo, en abril de
1886, la población porteña protagonizó una verdadero alboroto porque con-
180
La Iberia (LAI), Madrid, 30 de octubre de 1883, p. 2.
181
Margarita Armenta Pico, op. cit, pp. 29-30 y p. 189.
182
Sandra Gayol, Sociabilidades en Buenos Aires. Hombres, Honor y Cafés, 1862-1910, Buenos
Aires, Ediciones del Signo, 2000, p. 11
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 93
fundieron al arribar el vapor Romero Rubio, creyeron que se trataba del Sardo-
nix que trasportaba a los mencionados chinos. Crónicas periodisticas señalan
que un gran contingentde mazatlecos se trasladó al muelle en actitud no muy
pacífica y lanzaron mueras a los chinos; y una vez desengañados que no era el
barco y el pasaje indeseado, «la gente se fue del muelle al interior de la ciudad
y al pasar por la casa de D. Jesús Escobar, agente de la inmigración de chinos,
la apedreó gritando mueras y avivando a distintas personas». Pero los des-
manes prosiguieron y la fonda de chinos que funcionaba en el puerto sufrió
las consecuencias de esa animadversión pública, y no pasó a mayores porque
la oportuna intervención del prefecto Bernardo Vázquez y del general Lojero
disolvieron la muchedumbre. En esta labor también contribuyó el presidente
del Ayuntamiento (I. H. Rico).
La prensa calculaba que para brindarle un hostil recibimiento al Sardonix
y sus pasajeros orientales podían concentrarse en los muelles entre 7 y 8 mil
personas. Mientras que al explicar las causas del rechazo y exaltación de los
porteños se comentaba que el posible arribo de chinos estaba relacionado con
las noticias que les llegaban por mar sobre la experiencia vivida en San Fran-
cisco, California, donde se daba cuenta de los vicios y defectos de esta raza.183
Sobre la actitud expresada por la población que se abalanzó ante el posible
desembarco y demás acciones tumultuosas, la prensa mazatleca comentaba:
Extrañamos al pueblo de Mazatlán que tantas pruebas de civilismo ha
dado, ahora haya tenido que presentar un ejemplo de falta de cordura, y respe-
to a los principios democráticos y a la autoridad oponiéndose, de una manera
escandalosa a la inmigración de los chinos. Si bien es cierto que somos de
costumbres diferentes, pero en un pueblo civilizado no cabe que se le impida la
entrada a nadie tanto mas que escasean los brazos en la agricultura, la minería
ellos no serán un mal para el pueblo sino que vienen a contribuir al desarrollo
de ambos ramos que construye la riqueza del estado.184
Desaprobacióna la que se sumaba también la prensa nacional. El Econo-
mista Mexicano era enfático al condenar abiertamente la conducta de una par-
te de la población mazatleca contra los pocos chinos que existían en el puerto,
así como también a la actitud agresiva asumida para demostrar su hostilidad a
183
La Patria, 16 de abril de 1886, p. 3.
184
El Correo de Occidente (ECO), 1º de abril de l886, p. 3.
94 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
los inmigrantes que se esperaban; se consideraba que tal actitud no tenía escu-
sa y era «una falta absoluta de civismo y sentimientos levantados».185
Parece que los mazatlecos no los querían a los chinos entremezclados con
ellos. Comportamiento no exclusivo de este sector de la población sino de va-
rios estados norteños donde se concentró buena parte de la inmigración china
a México; actitud muy similar contra las porciones de asiaticos que se ubicaron
en el sureste y suroeste del país. En general, rspecto a los chinos prevalecía
«una imagen esterotipada que lo presentaba como un ser perverso, amoral,
degradado por terribles enfermedades y refractario a los valores del progreso
y de la modernidad occidental».186
En cambio, producto de lo atractivo que resultaba Mazatlán, arribaban otro
tipo de personas, que podrían ser consideradas como atípicas, Tal sería el caso
del joven Alfredo Aguilar, de alrededor de 25 años y originario de Elota, quien
padecía de demencia, quien abandonó su pueblo natal con rumbo al sur de la
entidad. Tras casi dos semanas de caminar, con un gran morral repleto de pa-
peles arribó al puerto sinaloense187 por donde deambuló por varios días, para
luego desplazarse a lugares no conocidos.
Era uno de los distritos más poblados de la entidad, siendo más mujeres
que hombres, con una población que a decir de sus fuentes estadísticas casi un
40% sabía leer y escribir. Cabe mencionar que de los casi 38 000 habitantes que
tenía el distrito de Mazatlán, alrededor de 6500 no eran originarios de dicho
distrito, ni de la entidad, sino principalmente de Jalisco, Durango, Chihuahua,
Colima y San Luis Potosí. Analizando lo anterior, jaliscienses y colimenses ra-
dicaron junto con sus esposas o parejas en tierras sinaloenses, mientras que
durangueses y chihuahuenses, al parecer el tiempo que radicaron en la entidad
lo hicieron de manera solitaria.
Los extranjeros era un sector importante en la economía sinaloense des-
de la apertura al comercio de altura del puerto de Mazatlán, a principios del
siglo XIX. Entre sus pobladores extranjeros había alrededor de 190 en 1881.
Tres lustros después, la estadística indica que hubo una disminución, pues se
contabilizaron 170 extranjeros, lo cual podría explicarse que varios de ellos se
encontraban en los distritos de San Ignacio, Cosalá y El Rosario, como pro-
188
Adalberto de Cardona y otros, «México y sus capitales», México, Tipografía y litografía La
Europea de J. Aguilar Vera y Compañía, 1900, Informe leído por el Gobernador del Estado de Si-
naloa C. Mariano Martínez de Castro ante la 15va Legislatura, al abrir esta su -primer periodo de
sesiones ordinarias- El 15 de Septiembre de 1890, Culiacán, [Tip. De Ramírez, Díaz y Cía], 1890
189
Varios de estos casos se encuentran en Archivo Municipal de Mazatlán, Presidencia Mu-
nicipal, Justicia, Cajas 1883, 1884, 1885 y 1887.
190
MP, 23 de enero de 1888, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 97
191
María del Rosario Vidaca Montenegro, op. cit, pp. 141-142.
192
Francisco Cañedo, Memoria General de la Administración pública del Estado de Sinaloa
presentada a la H. Legislatura por el gobernador constitucional C. Gral. Francisco Cañedo, Ma-
zatlán, Imprenta Estereotípica de Tomás Ramírez, 1886, p. 42.
193
La América. Crónica Hispano Americana (LA), Madrid, 13 de diciembre de 1885, p. 11.
98 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
196
ELS, 12 de junio de 1892, p. 2.
197
Ibíd., 19 de junio de 1892, p. 2.
198
Guillermo Ibarra Escobar, «Noticia Histórica sobre la economía de Mazatlán» en Clío,
Culiacán, Facultad de Historia/Universidad Autónoma de Sinaloa, N° 7, octubre 1992-enero
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 99
1993, p. 4.
199
Los Angeles Herald (LAH), Los Angeles, California, 21 of january of 1895, p. 4.
100 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Tomado de Pedro Pablo Favela Astorga, El Poblamiento del puerto de Mazatlán entre 1830
201
y 1860, Zamora, El Colegio de Michoacán, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2014, p. 50.
202
Ibíd., p. 56
203
Margarita Armenta Pico, op. cit, p. 194.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 101
registro civil fueron muy pocos, solamente tres, mientras que los nacimientos
alcanzaron la cifra de 25 (14 varones y 11 mujeres), .
Ahora pasemos al caso de los fallecimientos, solo en julio de 1878 los fa-
llecimientos sumaron 69 casos, 35 hombres y 34 mujeres. Respecto a la clara
disparidad entre nacimientos y fallecimientos, la prensa local señalaba que «La
diferencia se da porque no se acude a registrar a los niños que nacen sino hasta
que fallecen».204
Esto conduce a ponderar otra faceta nada amable de la población mazatle-
ca: su mortandad. la cual se presentaba en buen número durante los primeros
días y semanas del nacimiento.
Este fenómeno se percibe desde los registros disponibles más antiguos
(1849). Tomemos algunos datos de los enterramientos ocurridos en el cam-
posanto de Mazatlan durante el primer semestre de ese año de 1849. De los
138 defunciones, aparte de que casi la mitad fueron por fiebre (67 casos), 31 de
ellas (22.5 % aprox.) fueron niños no mayores de tres años y de éstos, la mitad,
tenían menos de un mes de nacidos.205
Si se amplian un poco mas los lapsos temporales, se encuentra que entre
enero de 1849 y termina en la tercera semana de octubre de 1850, en la parro-
quia de Mazatlán registros parroquiales se registraron 1107 defunciones; de
este monto, esta mortandad de acuerdo a su sexo, indica que 632 eran hombres
y 452 mujeres, las 23 personas restantes no tienen precisada edad ni sexo. 178
de los fallecidos eran niños. Por otra parte, durante esos casi 22 meses, existió
un momento crítico entre el 30 de septiembre de 1849 y el 20 de diciembre de
1849, debido a que se presentó una la fiebre del cólera. En esos 80 días falle-
cieron 407 personas, y de ese monto 338 fue a causa del cólera. Para principios
de febrero, la cifra de fallecidos por esta epidemia se había elevado a 356 per-
sonas.206
Pasando a otras fechas. Al transcurrir el mes de septiembre de 1878, la pren-
sa consigna que dicha mortandad producida por el tétano vulgo mozezuelo se
presentaba en gran número y de manera ordinaria. Al respecto agregaba lo
siguiente: Sabido es que se reconoce como origen el mal tratamiento que se da
204
MP, 5 de septiembre de 1878, p. 3.
205
Véase, Libro de entierros que se verificaron en el camposanto de la Parroquia de Mazat-
lán (1849), https://familysearch. org/pal:/MM9.3.1/TH-1- 159383-141424-46?cc=1473206&wc=
MCMG-LTP:45863801,45863802,46967203
206
Pedro Pablo Favela Astorga, El Poblamiento del puerto de Mazatlán... pp. 64-66.
102 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
por parte de las parteras a los recién nacidos. Bueno sería que la Comisión de
sanidad recomiende al Ayuntamiento medidas para que a las personas siendo
muy ignorantes se les diera alguna instrucción la cual garantice que no encon-
trara ese peligro inminente en las puertas de la vida de los niños.207
Solo para continuar ilustrando lo ocurrido en esta materia, es de detenerse
en la primera mitad del año de 1887. Durante esos primeros seis meses se regis-
traron 295 fallecimientos. De estos 73 eran recién nacidos, su muerte ocurrió
a causa de tétano y asfixia. Otros 25 niños murieron antes de cumplir un año
de edad. Y 29 más fallecieron entre uno y cinco años de edad. Esto indica que
el 43.05 % de los fallecidos no cumplieron su quinto aniversario de vida. En lo
que toca a la muerte en edad adolescente la cifra fue de 5.42 %, mientras que
los decesos de jóvenes se ubicó en 12.20 %, en tanto que la mortalidad en edad
adulta el porcentaje alcanzó un 31.18 %; y finalmente, los fallecidos en edad
anciana se situó en 6.4 %208
Con relación a la información anterior, algo resalta, particularmente so-
bre la mortandad infantil. A pesar de que las evidencias históricas y el razo-
namiento conducen a pensar que la desnutrición ha sido ancestralmente un
problema de salud de carácter colectivo, parece extraño que por siglos nadie se
ocupó de hacer su descripción clínica.
Pasando a otras aristas de este mismo fenómeno, aparte de los fallecimien-
tos por enfermedad, existían otras causas de muerte, por agresión, accidente
y hasta por suicidio. Sobre esto último, vale destacar el caso de un mazatleco
que despidió el siglo XIX sumido en crisis nerviosa; para intentar solucionar
sus problemas psíquicos se trasladó a San Francisco California en los primeros
meses de 1900, se atendió con un galeno local, pero no encontró solución a sus
afectaciones antes bien encontró un fatal desenlace: a fines de mayo de 1900, el
joven Frederic Koerdel, de 19 años, llegó a este puerto californiano procedente
de Mazatlán para atenderse con el Dr. Felipe Martínez, con quien inició tra-
tamiento por postración nerviosa,209 sin embargo, al estarse atendiendo en el
domicilio del médico intentó suicidarse al encerrase en un baño y abrir la llave
del gas, pero fue salvado por el doctor y su esposa. Sin embargo, a mediados de
junio, se encerró con llave en una recamara de una casa de hospedaje, se recos-
209
Es una condición psíquica que se caracteriza sobre todo por la angustia, o sea un estado
de tensión emocional elevado, que se acompaña con una sensación de «aprensión» agobiante.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 103
210
The San Francisco Call, 19 of june of 1900, p. 14.
211
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 2.
II. Riqueza, comercio y ricachones
en el puerto
1
François Xavier-Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones his-
pánicas, Editorial Mapfre-FCE, México, 2000, p. 219.
105
106 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Rubén Salmerón, «La formación de los mercados locales y el surgimiento de las oligarquías
2
en el Estado Interno de Occidente», en Jorge Silva Riquer y Jesús López Martínez [coordinado-
res], Mercado interno en México. Siglo XVIII-XIX, Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora, México, 1998, pp. 95-136, Compendio Histórico Geográfico y Estadístico del Estado
de Sinaloa por el Licenciado Eustaquio Buelna, op. cit., pp. 25-30, Guillermo Ibarra Escobar,
Tres siglos de economía, Culiacán, Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional,
Culiacán, 1993, p. 22-37.
3
Rubén Salmerón, op. cit.,, p. 100.
4
AGN, Fondo Hacienda Pública, Sección Folletería, caja 1, exp. 1, Memoria que el Secretario
de Estado y del Despacho de Hacienda presentó al Soberano Congreso Constituyente Sobre los
ramos del Ministerio de su cargo leída en la Sesión del día 12 de Noviembre de 1823, México,
Imprenta del Supremo Gobierno, 1823, pp. 47-49.
5
Gaceta del Gobierno de México (GGM), México, 16 de junio de 1814, p. 661.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 107
La presencia de este puerto poco a poco era más notoria. Por ejemplo, desde
Madrid -la sede del gobierno colonial- el 30 de enero de 1821, con la finalidad
de fomentar el comercio se determinó la habilitación de puertos de deposito de
primera clase (Valparaíso, Lima, Panamá, Acapulco, San Blas, Veracruz, Bue-
nos Aires, etc.) y de deposito de segunda clase (Tampico, Puerto Rico, Santiago
de Cuba, Santo Domingo, etc.), asimismo, se habilitaron para el comercio na-
cional y extranjero de entrada y salida los puertos de (Tehuantepec, San Diego
de las Californias, Mazatlán de los Mulatos, etc.).6 Ya era un punto reconocido
por el agónico gobierno de la corona española.
Pero esta timidez económica cambiaría durante la primera década de vida
del México independiente, pues para el segundo lustro de la década de los
veintes, las poblaciones de Guaymas y Mazatlán crecieron debido al incremen-
to del comercio de casas mercantiles de ingleses y norteamericanos principal-
mente.
En estos puertos la población se incrementaba, al igual que sus operaciones
mercantiles, lo cual motivó al gobierno mexicano, establecer aduanas maríti-
mas.7 Lo anterior ponía de manifiesto que la formación de un mercado local
en cada una de las dos provincias tenía como eje de articulación la existencia
de puertos mediante los cuales se conectaban al comercio interregional y el
internacional. De ahí que no fuera casual la presencia de buques de matricu-
la extranjera, algunos de ellos tradicionalmente desembarcaban en San Blas,
pero Mazatlán se va convirtiendo en un nuevo punto de arribo. Por ejemplo,
en marzo de 1825, autoridades portuarias se quejaban que dos buques ingle-
ses estaban descargando mercancias en Mazatlán, pese a que San Blas era su
destino inicial, pero optaron por el puerto sinaloense evadiendo las actitudes
hostiles que asumía el comandante responsable de aquel puerto.8 Para evitar
tales desaguisados, en agosto de ese mismo año, el presidente de la comisión
de Lloyds en Londres designó a los señores Herrera y Ritchié de San Blas como
sus agentes en el área de San Blas y Mazatlán, a sugerencia de sus suscriptores
de esttos dos lugares.9 Así que por circunstancias muy singulares o por la nue-
va área de mercado que conectaba, Mazatlán va figurando como un puerto del
Pacifico mexicano con tráfico mercantil y humano.
6
Semanario politico y literario (SPL), México, 16 de mayo de 1821, p. 282.
7
Sergio Ortega Noriega, op. cit, p. 138.
8
El Sol, 25 de marzo de 1825, p. 6.
9
El Sol, 18 de agosto de 1826, p. 4,
108 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
10
El Invitador, 17 de enero de 1827, p. 3.
11
Correo de la Federación Mexicana, 29 de abril de 1828, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 109
polvillo, dos artículos mas adelante (art. 110) se estableció que en los puertos
de Guaymas y Mazatlán continuaría vigente el permiso de exportar oro y plata
en pasta con lo anterior se ratificaba el decreto similar establecido en 1841 y
también se daba continuidad a lo establecido en esta materia desde junio de
1837, cuando se permitió también exportar oro y plata en pasta por estos mis-
mos puertos más el puerto de La Paz.12
En fin, en medio de estas aguas va a fluir la vida del Puerto de Mazatlán
durante el siglo XIX.
Particularmente, el comercio en el golfo de California tendió a incremen-
tarse desde finales del siglo XVIII y principios del XIX; cuyos intercambios
distaban mucho de ser solamente un comercio con la contracosta sonorense,
sino que involucraba intercambios comerciales con embarcaciones extranjeras
y un nutrido intercambio intercolonial con barcos de otros virreinatos. Dicho
comercio se efectuaba de manera ilícita, sin el pago de aranceles, es decir me-
diante el contrabando. Dentro de los casos consignados resaltan las acciones
realizadas por la fragata Dromo, la que realizó venta de productos asiáticos y
europeos en Guaymas y la península de California desde principios del XX (al
parecer en 1802), pero llama particularmente la atención su nueva presencia
entre 1808 y 1809, ya que con permiso de la misma Comandancia de las Pro-
vincias se instaló en Guaymas por varios meses vendiéndoles ropa a comer-
ciantes cercanos y distantes como los que desde Chihuahua llegaban a dicho
lugar atraídos por los productos ofertados. Después de poco mas de dos meses
de estar instalado en ese puerto se trasladó a Mazatlán para «acabar de ven-
der sus cargamentos, que seguramente conseguirá por la inmediación de los
muchos lugares y reales de minas que hay desde este puerto hasta la ciudad de
Durango, de donde han ocurrido muchísimas gentes a comprar».13
Pocos años más tarde, surgieron nuevas noticias sobre la actividad comer-
cial que ya estaba desarrollandose en ese punto costero del territorio sinaloen-
se. A fines de abril de 1815 se consignaba la salida del Puerto de San Blas del
bergantín San Luis Gonzaga, con destino a Mazatlán y de ahí emprendería su
destino a Panamá; dicho buque llevaba dinero (68 000 pesos), 2 cajones de
12
Arancel General de Aduanas marítimas y fronterizas de Mejico: 1843, Madrid. Imprenta
Nacional, reimpresión ,1844, pp. 52 y 72.
13
Tomado de Deni Trejo Barajas, «El puerto de San Blas, el contrabando y el inicio de la
internacionalización del comercio en el pacífico noroeste», en TZINTZUN, Revista de Estudios
Históricos, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, N° 44, julio-diciembre
de 2006, p. 32.
110 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
loza de Tonalá, unos dos de fideos y uno más de dulces.14 Los montos y pro-
ductos que se desembarcaron y embarcaron en Mazatlán no es posible saberlo.
Una labor destaca en este terreno lo desempeñó Vicente Ortigosa Gon-
zález, originario de Laguna de Cameros, en Logroño. este personaje español
estuvo vinculado al comercio y transporte marítimo entre San Blas y Maza-
tlán.15 A su vez, en los puertos del Pacífico norte mexicano, hubo personajes
a quienes tocó desempeñarse como comerciantes-marineros. Particularmente
en el puerto de Mazatlán, hubo tres de ellos los cuales destacan no por ser los
más prominentes, sino por su dinamismo, ellos fueron Antonio Belloc, Alonso
Morgado y Richard Yeoward.
El filipino Alonso Morgado, se encontraba surcando las aguas del Pacífico
en el marco de la lucha independentista. Entre 1817, Morgado en calidad de
propietario y capitán de la fragata María, arribó a Acapulco procedente de
Manila, para comercializar 20 quintales de balas de cobre a los insurgentes. Un
año después, regresó para embarcar caudales y cobrar algunos fletes, por un
valor de 60 000 pesos.16 En enero de 1829, Morgado regresó a Guaymas en la
goleta nacional Veloz Manuela, de la cual era propietario y capitán. El aludido
volvió a San Blas con plata sellada y pasta. La misma embarcación retornó al
año siguiente procedente de Mazatlán, pero Morgado no venía como capitán,
sino el francés Jil Briet.17 El aludido fincó en el puerto de Guaymas su centro
de operaciones mercantiles y crediticias desde donde mantuvo una fuerte rela-
ción con los comerciantes mazatlecos y tepiqueños, pese a las confrontaciones
entre los puertos de Mazatlán y San Blas.
Otro caso de comerciante-marinero fue el francés Antonio Belloc, avecin-
dado en la península de Baja California, específicamente el puerto de La Paz
desde 1817. En 1825, Belloc procedente de Acapulco en calidad de capitán de la
goleta nacional La Carmen (a) La Independencia, se encontraba en el puerto
de San Blas con destino a La Paz y Guaymas, con un cargamento de mercan-
cías de Acapulco y otros efectos nacionales embarcados en tierras nayaritas.18
Federico de la Torre, «Ciencia, industrialización y utopía social: notas sobre Vicente Or-
15
Los negocios parecían ir viento en popa, pues para 1837 Belloc adquirió una
casa y una bodega en el puerto de Mazatlán. Lo anterior no necesariamente le
daba inmunidad frente a situaciones confusas o malos entendidos. Por ejem-
plo, esas mismas fechas fue ser acusado de presunto contrabando de 14 barriles
de mezcal guardados en su casa del puerto sinaloense, los cuales habían sido
desembarcados de la balandra nacional de su propiedad, denominada San José.
Pudo salir avante de la acusación de contrabando, al contar con permiso pro-
visional de guardar esas mercancías, al no tener espacio en su bodega en ese
momento.19
Para mediados del siglo XIX, Manuel Amao poseía 5 fincas en el puerto de
La Paz, 2 de las cuales rentaba a la Comandancia Principal del territorio de
Baja California y otra a la Jefatura Superior de Hacienda. Además, era propie-
tario de un par de embarcaciones, el bergantín goleta Paquete de La Paz y la
balandra “San José”.20 En materia política, Manuel Amao y su hermano, tenían
presencia en La Paz y el mineral de San Antonio. El primero fue diputado por
el territorio de Baja California, mientras Domingo fue elegido sub-comisario
provisional.21 Amao fue distribuidor de mercancías y mercaderías de comer-
ciantes mazatlecos en la península, además de fungir cobrador de préstamos
a autoridades, casas comerciales y particulares realizados por los aludidos a
asentados en tierras californianas. Otro caso notable de ascenso socioeconó-
mico y político en la escena baja californiana, fue Nicolás Lastra. El menciona-
do también tuvo un papel importante en la presencia comercial mazatleca en
la península. En agosto de 1825, zarpó del puerto de San Blas rumbo a Guay-
mas, la goleta nacional Mercedes (a) La Acapulqueña, a cargo de su capitán y
piloto Nicolás Lastra, con efectos nacionales y europeos, con su tripulación y
5 pasajeros, los cuales abordaron en el puerto nayarita.22 Una década después,
en materia política, Lastra fue encargado de la jefatura política del territorio
de Baja California.23
19
AMM-RJ, caja 1, 1837, fs.s/n.
20
Deni Trejo Barajas, «Hacia una economía de mercado (1821-1860)», Edith Gonzales Cruz,
Historia General de Baja California. I La Economía Regional, Plaza y Valdés, UABCS, CONACyT,
SEP, Gobierno del estado de Baja California Sur, México, 2002, pp. 238-239.
21
Marco Antonio Landavazo Arias, Órganos de gobierno y grupos oligárquicos en Baja Ca-
lifornia (1822-1837), (tesis de maestría en Historia Regional), Universidad Autónoma de Baja
California Sur, La Paz, BCS, 1992, pp. 64-65.
22
El Nivel, 28 de agosto de 1825, p. 2
23
Marco Antonio Landavazo Arias, op. cit., pp. 92-93.
112 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
24
Véase, Alfonso Guillén Vicente, «El triangulo de oro del Golfo de California. Mazatlán,
Guaymas y La Paz en la conformación de un mercado regional (1848-1910)», en Región y Socie-
dad, Hermosillo, El Colegio de Sonora, vol XIII, N° 22, 2011, pp. 132-133.
25
Gaceta del Gobierno Supremo de la Federación Mexicana (GGSFM), México, 26 de agosto
de 1824, p. 114.
26
Balanza General del Comercio marítimo por los puertos de la República Mexicana en el
año de 1825, México, 1827, Imprenta del Águila.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 113
ya había superado a San Blas para ese momento. En cuanto al monto total el
puerto sinaloense recaudó un total de 124 298 pesos. El puerto de San Blas
tuvo una disminución importante en su actividad comercial, al menos así lo
evidencian los 94 999 pesos recaudados en total durante ese año. Un descenso
recaudatorio a todas luces evidente.27
Para 1832, San Blas retomó la cabeza en materia de ingresos aduanales al
ingresar a sus arcas 404,712 pesos. Mazatlán nuevamente pasó al tercer lugar
al recaudar un total de ingresos aduanales por 201 393 pesos. Como puede
verse tuvo una disminución por alrededor de 20 000 pesos respecto a cuatro
años anteriores. En el puerto de Guaymas se experimentó un repunte notable
al desplazar al puerto sinaloense y recaudar la cantidad de 207,469 pesos entre
impuestos por importación y exportación en el año mencionado. Hasta ese
momento, el puerto de Acapulco seguía conservando el primer lugar en los
puertos del Pacífico mexicano, pero su importancia empezaba a ser opacada
por los tres puertos aludidos y Manzanillo en el territorio de Colima.28 Un lus-
tro después, la situación se modificó pues Mazatlán desplazó a San Blas, Gua-
ymas, Manzanillo e inclusive Acapulco como el puerto que mayor cantidad
de impuestos en el Pacífico mexicano, inclusive, fue el cuarto puerto a nivel
nacional en materia de impuestos aduanales recolectados.29
En base al seguimiento de 15 años en materia de recaudación de impuestos
aduanales de Pacífico mexicano de los puertos de San Blas, Mazatlán y Gua-
ymas, es posible contextualizar el conflicto escenificado entre los grupos de
poder que detentaban el poder económico y político de los puertos aludidos.
De tal manera, no es casual que Guaymas y San Blas cerraran filas con el apoyo
de los comerciantes de la Ciudad de México, Guadalajara, Colima, Manzani-
llo y Hermosillo en aras de contrarrestar el creciente poderío económico del
puerto de Mazatlán, cerrando el puerto sinaloense al comercio de altura entre
1837 y 1841.
27
AGN, fondo hacienda pública, sección folletería, caja 1, exp. 2, Memoria del Ramo de la
Hacienda Nacional de los Estados Unidos Mexicanos, leída en la Cámara de Senadores por el
Ministro Respectivo el día 4 de Enero de 1827, anexo IV.
28
Ibíd., exp. 4, Memoria del Secretario del Despacho de Hacienda, leída en las cámaras del
Congreso General, el día 20 de Mayo de 1833, México, Imprenta del Águila, 1833, anexo Aduanas
Marítimas.
29
Ibíd., Memoria de la Hacienda General de la República Mexicana presentada a las Cáma-
ras por el Ministro del Ramo en 20 de julio de 1837, México, Imprenta del Águila, 1837, Anexo 2.
114 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
30
Tomado de, Deni Trejo Barajas, «Hacia una economía de mercado (1821-1860)», op. cit.,
p. 239.
31
Bancroft Library-Departamental State Papers-Commissary & Treasury, vol. I, septiembre
11 de 1826, fs. 30-31.
32
Registro Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 28 de julio de
1830, p. 366.
33
El Sol, 14 de octubre de 1830, p. 1.
34
El Sol, 4 de enero de 1831, p. 2 y 11 de marzo de 1831, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 115
35
El Sol, 11 de marzo de 1831, p. 2 y 13 de marzo de 1831, p. 1.
36
El Telégrafo. Periódico Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos (ELTE), 18 de
enero de 1834, p. 2.
37
Ibíd, 2 de febrero de 1834, p. 4.
38
Véase, ROGEUM, 10 de julio de 1830, pp 293-294.
116 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
efectos nacionales como extranjeros.39 Éstas y otras más tenían una ruta muy
recurrente entre Guaymas y San Blas.
Es de señalarse que el arribo a Mazatlán implicaba que nave y tripulación
permanecieran varios días y hasta semanas en el lugar. Como ilustración figura
la fragata Couway, la que a fines de 1834, tras arribar a Guaymas permaneció
veinte y cinco días y regresó a Mazatlán «en donde se demorará lo suficiente
(probablemente otros veinte y cinco días) para poderse hallar de vuelta a S. Blas
el 15 de marzo, de cuyo punto dará la vela el 15 de abril para el Coquimbo»,40
puerto ubicado en territorio chileno.
Además, por esos años salían otras embarcaciones desde Mazatlán con un
material muy preciado. Sobre el particular se extrae una pequeña parte de los
comentarios de los congresistas mexicanos sobre emisión y circulación de mo-
nedas, caudales y minerales de valor. Uno de esos comentarios señalaba: «el
puerto de Guaimas [sic] que es de Sonora, y el de Mazatlán. Son los dos por
donde se extraen todas las platas de los estados internos; pero principalmente
por el segundo».41
En el marco de dicha navegación tan dinámica, no era extraño encontrar
embarcaciones de San Blas. Mazatlán y Guaymas en la Alta California. Los
puertos de origen de los buques mercantes mexicanos en Alta California entre
1821 y 1834, indicó 7 embarcaciones de San Blas, 3 de Guaymas y 1 de Mazatlán.
Para la años de 1835 y 1845, había algunas variaciones importantes. Del puerto
de Mazatlán arribaron 10 embarcaciones por 3 de San Blas. En lo referente a
embarcaciones extranjeras, se remarcó el predominio norteamericano al arri-
bar 79 embarcaciones norteamericanas a Alta California, 32 embarcaciones
inglesas. De las embarcaciones de bandera norteamericana en a Alta Califor-
nia, 3 venían de Mazatlán, por 1 embarcación inglesa de Mazatlán.42 Destacaba
durante estos años la presencia de 14 embarcaciones de bandera francesa en
Alta California, lo cual podría explicarse entre otras cosas, debido a la presión
realizada por Francia entre 1834 y 1838, lo cual desembocó en la Guerra de los
Pasteles. Otro aspecto a destacar es la retirada del Fuerte Ross por parte de los
rusos.43
La presencia de embarcaciones norteamericanas en Alta California y la pe-
nínsula bajacaliforniana, con o sin permiso ya no era novedosa. En 1823, en
San Antonio José Antonio Aguilar avisó al comandante de la Alta California,
teniente coronel José María Ruíz de 2 embarcaciones balleneras con bandera
americana, las fragatas Mot con 28 tripulantes y Jorge Potan con 30 tripulantes,
de fondear en las costas californianas.44 La mayoría de estas embarcaciones
debían hacer su papeleo en la aduana marítima de la Paz, territorio de Baja
California, sin embargo solicitaban su desembarco donde consideraran era ad
hoc a sus intereses.
Labor que continuaría por años, ya que en 1837, pese a que el gobierno de
Anastasio Bustamante decretó que ya no volvería a conceder permiso alguno
para la extracción de pastas de oro y plata fuera de la república, se exceptúo
de tal medida a los puertos de Guaymas, Mazatlán y La Paz, por los que se
cuales se podrá permitir dicha extracción en tanto no se establecieran casas de
moneda o tesorerías de rescate en los puntos oportunos.45 Esa actitud del go-
bierno mexicano de intentar restringir la extracción de metales preciosos por
vía marítima y/o terrestre, fue una constante durante el siglo XIX, situación la
cual no fue enfrentada exitosamente durante décadas.
Asimismo, durante esa década de los treinta, Mazatlán estaba ya descollan-
do en materia de comercio exterior, producto de ello varias casas comerciales
con propietarios de origen extranjero fueron estableciéndose en el puerto46 y
la actividad económica y comercial desarrollada empezaba a impactar en la
zona. Por eso, ante la amenaza del cierre del puerto al comercio marítimo que
se empezó a presentarse desde mediados de esta década, el Ayuntamiento de la
cercana población de Concordia consideraba que con tal cierre «iban a sufrir
males en todos sus ramos no solamente los sinaloenses sino que estos males
son extensivos a todo el estado de Durango, a parte del de Chihuahua, y a parte
del de Zacatecas».
43
Ibíd, pp. 408-410.
44
Archivo Histórico «Pablo L. Martínez», La Paz, BCS (AHPLM), San Antonio, 29 de noviem-
bre de 1823, doc. 491, vol. 16.
45
El Español (EES), Madrid, 15 de octubre de 1837, p. 1.
46
Al respecto véase, Luis Antonio Martínez Peña, Historia del Comercio en Mazatlán, 1823-
1877, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en Historia Regional, in-
édita], 1991, pp. 55 y ss.
118 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Aparte de ello, su rechazo a este cierre del puerto se debía también a que
el contrabando se iba a multiplicar. Agegando también a su argumento lo si-
guiente: Quedará el palo de tinte para hacer leña como en aquellos tiempos;
las maderas preciosas para cercar las labores y hacer corrales de ganado; todo
lo que sea necesario para el consumo de la gente miserable irá a comprar a
Tepic. Es lo que se quiere ser, por nuestro hermano el estado de Jalisco.47 Las
preguntas y quejas iban dirigidas a las autoridades del país.
Era obvio que Mazatlán estaba desarrollándose en medio de pugnas por el
control del comercio por el Pacifico lanzadas desde quienes controlaban buena
parte de tal actividad en el país,48 por eso en marzo de 1837 puertos del Pacifico
del occidente, el noroeste mexicano y California fueron cerrados a dicho co-
mercio (Manzanillo, Mazatlán, La Paz, Loreto, San Diego y San Francisco), de-
jando habilitados en el Pacífico norte únicamente a Acapulco, San Blas, Guay-
mas y Monterey, éste último ubicado en la Alta California;49 esta medida afectó
no sólo los intereses de los comerciantes mazatlecos, sino de la misma pobla-
Véase, Pedro Cázares Aboytes, El contrabando en el Pacifico norte, 1821-1872. Prácticas, dis-
48
50
Pedro Cázares Aboytes, op. cit, p. 119.
51
Diario del Gobierno de la República Mexicana (DGRM), 29 de febrero de 1840, p. 4.
52
SDyN, 23 de agosto de 1870, p. 2.
53
Carlos Castro Osuna y Mario Cuevas Arámburo, op. cit t, p. 100.
120 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
rina en Guaymas que trasportaban a los puertos de Loreto, La Paz San Blas y
Mazatlán, entre otros productos.54
Lo anterior hablaba de un dinálico comercio internacional y nacional don-
de Mazatlán estaba descollando. Por eso, a mediados de agosto de 1840, los
principales dueños de la riqueza en Jalisco se lamentaban que «Guadalajara no
puede hacer ya comercio con los pueblos del poniente. Algunos de sus mora-
dores, bajo la base segura de que mas vale pagar un 15 que un 30 por 100, ocu-
rren directamente a Mazatlán para surtir a todos los habitantes que recibíen
antes los efectos de esa plaza».55 Lo anterior era posible porque la actividad
comercial en Mazatlán se había fortalecido durante la década de los treintas.
Labor en la cual figuraron un importante núcleo de extranjeros residentes en
el puerto.
Por ejemplo, desde principios de 1830, la casa comercial Schneider y Cía.
administrada por alemanes ya funcionaba en esta bahía sinaloense.56 Asimis-
mo, en 1831 Frank Schobert era propietario de un almacén con mercancías por
un valor de poco más de 4000 pesos. En 1835 se establecia en Mazatlán la firma
comercial Kayser-Hayn y Cía, cuyos socios eran los prusianos Franz Altem-
bach, Max Hayn y Robert Kayser-. La representación de dicha firma comercial
dura hasta 1843 en Mazatlán. Su presencia en tierras sinaloenses fue un tanto
azarosa, pero importante. Por ejemplo, Max Hayn uno de sus socios aparecía
como representante consular del reino de Prusia en Mazatlán en 1840. Un par
de años antes de fungir como representante consular, en el bloque francés de
los puertos y embarcaderos del golfo de México y el Pacífico mexicano, a la
compañía Kayser-Hayn se les expropia la goleta “Gertrudis” por conflictos con
el general Paredes.57
Es de destacar que entre 1840 y 1843, la sucursal en Mazatlán de esta casa
comercial Kunhardt Kaiser et Hayn fue administrada por Teodoro Kunhardt.
Una vez cerrada esta representación comercial en el puerto, a partir del año si-
guiente (1844), este personaje estableció su propia negociación comercial aso-
ciado con Eduardo Ewald, dando pie a la empresa denominada Kunhardt et
Ewald. Este inicio empresarial llegó aparejado a responsabilidades diplomáti-
56
Leonor Ludlow, «La formación de las casas bancarias en la ciudad de México durante el
período independiente», en Sociológica, México, UAM-Azcapotzalco, Año 9, N° 26, septiembre-
diciembre de 1994, p. 121.
57
Luis Antonio Martínez Peña, Historia del comercio en Mazatlán, op. cit, pp. 55-56.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 121
cas ya que ese mismo año de 1844, Teodoro Kunhardt recibió el nombramiento
de cónsul de Prusia en Mazatlán. Se mantuvo activo en Mazatlán hasta que a
principios de los cincuentas se trasladó a radicar a Guadalajara, ya casado con
Marina Urrea, originaria de Mazatlán.58
Es precisamente por todo este empuje comercial que desde 1838 Isidore
Löwenstern destacaba el papel creciente de los alemanes en el comercio de
Mazatlán.59
Pero detengamos la vista en otras negociaciones. Por estas fechas Guillermo
Duff y Cía. ya tenía presencia comercial en Mazatlán. Empresa que a mediados
en los cuarentas tenía nexos con el comerciante filipino Juan Nepamuseno Ma-
chado.60 La presencia comercial de Duff se extendía hasta tierras sonorenses,
particularmente en Guaymas.
Asimismo, en 1839, empieza a realizar actividades la firma comercial Hass-
Uhde, conformada por August y William Haas David Gustav Uhde, quién a
la vez fungia como consul de la ciudad libre hanseática de Hamburgo en Ma-
zatlán. Dicha sociedad, aprovecha la presencia de comerciantes de la liga han-
seática para realizar empresas de mayor envergadura. Al darse la disolución
“Hass-Uhde” en 1841, August y William Haas se asocian con Gerard Denghau-
sen, para conformar la firma comercial Hass- Denghausen y Cía.
Lo anterior, les permitió tener un radio de acción importante, entre los que
destacaban el puerto de Colima, territorio de Colima. Las poblaciones de Sa-
yula, Tecolotlán, Zapotlán El Grande y Guadalajara en Jalisco. La villa de Tepic
en la costa nayarita. En el puerto de Guaymas y Hermosillo en tierras sono-
renses. La Paz y Cabo San Lucas, territorio de Baja California. En las zonas
mineras de la sierra Madre Occidental, también tenían presencia, en lugares
como Guadalupe y Calvo en Chihuahua, así como en Tamazula, Santiago Pa-
pasquiaro y la ciudad de Durango.
En tierras sinaloenses su accionar fue importante en San Ignacio, Mocorito,
la Villa de Sinaloa, Culiacán y El Rosario. Los tres socios cumplían actividades
en distintos puntos. Denghausen residía en el puerto de Mazatlán en calidad
58
Gladys Lizama Silva y Sergio Valerio Ulloa, «Redes empresariales en la región de Guadala-
jara durante el porfiriato», en Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, México, Instituto
de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, N° 64, enero-abril de 2006, p. 214.
59
Carlos Castro Osuna y Mario Cuevas Arámburo, op. cit. 101.
60
Araceli Ibarra Bellón, El comercio y el poder en México, 1821-1864: la lucha por las fuentes
financieras entre el estado central y las regiones, México, FCE/ Universidad de Guadalajara, 1998,
p. 398.
122 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
61
Ibíd, p. 57.
62
Ibíd, p. 61.
63
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 123
64
Luis Antonio Martínez Peña, Historia del comercio en Mazatlán, op. cit., p. 93.
65
Ibíd, p. 46.
66
AMM-RJ, caja 3, exp. 3, 1847, fs. s/n, Ibíd, caja 4, 1846-1849, fs. 5,5v.
67
Ibíd, caja 1, 1838, exp. s/n, f. 1.
68
Luís Antonio Martínez Peña, «Vascos en el sur de Sinaloa», en Amaya Garritz [coordina-
dora], Los vascos en las regiones de México, siglos XVI-XX, t. III, Universidad Nacional Autóno-
ma de México-Ministerio de cultura del gobierno Vasco-Instituto Vasco-Mexicano de desarro-
llo, México, 1997, p.236.
124 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
69
Sergio Valerio Ulloa, «De Santander a Guadalajara. Los Somellera, empresarios del siglo
XIX», en Estudios Jaliscienses, [Revista trimestral del Colegio de Jalisco], número 68, Guadala-
jara, mayo de 2007, pp. 44-59.
70
John McMaster, «Aventuras asiáticas del peso mexicano», Historia Mexicana, México, El
Colegio de México, Vol. 8, N 3, enero marzo 1959, p. 382.
71
George P. Hammond, ed., The Larkin Papers for the History of California. Volumen III -
1845, Berkeley, University of California Press – Cambridge University Press, 1952, p. 8.
72
Véase, Archivo Judicial de Durango, Tribunal Mercantil Durango (AJD-TMD), Demanda
de exhorto de J. R. Moller y Cía. al Tribunal Mercantil de Mazatlán, 1845.
73
John McMaster, op. cit, p. 383.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 125
74
Revista Científica y Literaria de Mejico, México, 1845, p. 247.
75
Tomado de Oscar Alatriste Guzmán, «México en la esfera imperial británica, 1763-1848,
Un bosquejo de interpretación», en Decires. Revista de Centro de Enseñanza para Extranjeros,
México, UNAM, volúmen 13, Número 16, primer semestre de 2011, p. 36.
76
Frank A. Knapp, Jr., «Biographical Traces of Consul John Parrott», en California Historical
Society Quarterly, San Francisco, California, University of California Press and California His-
torical Society, Vol. 34, No. 2, June of 1955, p. 117.
126 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
81
Antonio Cortijo Ocaña y Lucrecia Orensanz Source, «Memorias de Mauricio González:
México y Alta California en el siglo XIX», en Historia Mexicana, México, El Colegio de México,
Vol. 49, No. 1, Julio-Septiembre de 1999, p. 180.
82
El Clamor Público. Periódico del Partido Liberal (CP), 20 de enero de 1848, p. 3
83
El Monitor Republicano ( en adelante MR), 17 de febrero de 1849, p. 4.
84
SDyN, 6 de agosto de 1849, p. 636.
128 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
yormente de California, así como de San Blas, Altata y Las islas Marías. Mien-
tras que en esa misma semana salieron del puerto la cantidad de 5 buques: la
embarcación con matricula alemana Teresa, las naves nacionales Adelaida y
Moctezuma, y las de origen americano, como la barca Olga y la ya mencionada
fragata New Belforte; ésta última zarpó después de cinco días de estar anclada
en el muelle de Mazatlán.85
Para mediados del siglo XIX, el puerto y ciudad de Mazatlán Sinaloa apare-
ce en el escenario nacional como un importante punto en el Pacífico mexicano
y dentro del sistema portuario mexicano, tanto así que su aduana marítima era
la tercera en importancia en la entrada de productos (solo debajo de Veracruz
y Tampico)86; su importancia geo-económica, daría como resultado un impor-
tante flujo comercial no tan solo marítimo, sino también terrestre al interior
del país; siendo éstos, algunos de los factores que determinarían la detonación
y consolidación de la economía en el noroeste del país.
Producto de ello, la presencia de comerciantes extranjeros provenientes de
Europa y Estados Unidos fincaron su residencia en el puerto sinaloense, así
como diversos nacionales. Entre los primeros comerciantes extranjeros figu-
raron los hermanos Melchers —de origen alemán— representantes de casas
comerciales de su país de origen, de igual procedencia arribaron Wohler y
Hothoff, a los que se sumaron españoles como Echeguren y estadounidenses
como Feltón, entre otros.
Por tanto, para navíos estadounidenses y líneas de vapores de diverso ori-
gen que cubrían la ruta de la costa del Pacífico, desde San Francisco a Panamá
y Cabo de Hornos, donde Mazatlán se convirtió en punto de arribo y despe-
gue obligado. Así que uno de sus rasgos característicos fue el arribo y salida
de buques que conectaban a esta región sinaloense con el resto del pacifico
mexicano y con otras tierras costeras de países americanos., sobretodo con
tierras californianas. Esto era así porque, para mediados de siglo, el puerto de
Mazatlán adquiría una creciente importancia en la costa del Pacífico, pues era
el único puerto que servía de abasto de alimentos a los grandes buques mer-
cantes que desde América del Sur se dirigían a San Francisco. Para mediados
de siglo, el puerto de Mazatlán adquiría una creciente importancia en la costa
del Pacífico, pues era el único puerto que servía de abasto de alimentos a los
85
MR, México, 3 de agosto de 1849, p. 4.
86
Al respecto véase, SDyN, 1° de septiembre de 1851, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 129
grandes buques mercantes que desde América del Sur se dirigían a San Fran-
cisco. Otro aspecto a resaltar es que y claro, establecidos ahí…comerciaban.
Por ejemplo, a principios de 1849, la goleta nacional Diana, se distinguía
por transportar a California productos nacionales donde figuraban: algodón,
lienzos, rebozos, pañuelos,; así como también arroz, frijol y azúcar, entre otras
cosas.87 Aunque también se efectuaban desplazamientos de mercancías con
otro puerto local, ya que por estas fechas, después de nacionalizados en Ma-
zatlán, productos extranjeros se trasladaban a Altata para enviarse desde ahí a
los estados de Chihuahua, Durango y Zacatecas, ruta que pese a ser mas larga
era un el camino terrestre mas transitable, que el existente entre Mazatlán y
Durango.88
Todos estos rasgos ya señalados respecto a la dinámica mercantil que se
escenificaba en torno a este puerto sinaloense debe relativizarse la afirmación
de Alejandra Moreno Toscano relativa a que los puertos del extremo norte del
Pacifico mexicano se mantuvieron, durante gran parte del siglo XIX, más liga-
dos al destino del comercio con Estados Unidos, que con el interior del país.
Que su mayor beneficio se obtenía del tráfico entre colonias norteamericanas y
su vida empezó a depender más del comercio con California que de su integra-
ción al sistema de ciudades del Altiplano Mexicano.89 Pues, si bien Mazatlán
estaba muy conectado con el mercado ultramarino californiano, su papel no
era simplemente de refresco o abasto de buques con ese o desde ese destino,
pues en torno suyo se construyó un hinterland que integró una significativa
área del noroeste y el norte mexicano, sobretodo, de tipo minero.
Lo cierto es que, hacia distintos puntos, el flujo mercantil era muy dinámi-
co. Derivado de ello, por este puerto sinaloense arribaban productos, hombres
y mujeres, así como noticias. Por eso, a mediados de 1849, los pasajeros de El
Republicano, procedentes de San Blas con destino a California, al hacer escala
en Mazatlán presentaron denuncia ante las autoridades locales contra el cap-
tán de la embarcación por haber actuado de manera inhumana contra un fran-
cés que viajaba de polizón (sin pagar boleto). Ante eso, el captán (N. Patiño)
del buque primeramente intentó arrojar al mar al infortunado galo, pero los
87
MR, México, 17 de febrero de 1849, p. 4.
88
Ibíd, 21 de enero de 1849, p. 1.
89
Véase, Alejandra Moreno Toscano, «Cambios en los patrones de urbanización en México,
1810-1910», en Historia Mexicana, México, El Colegio de México, Vol. 22, No. 2, Oct.-Dic. de
1972, pp 178-179.
130 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
90
La Esperanza, (LAES) Madrid, 18 de junio de 1849, p. 1.
91
El Demócrata (en adelante ED), 26 de julio de 1850, p. 4.
92
SDyN, 8 de enero de 1849, pp. 30 y 31.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 131
93
Ibíd, 3 de noviembre de 1849, p. 557.
94
El Ómnibus (ELO), 24 de enero de 1852, p. 4.
95
Inés Herrera, «Comercio y comerciantes de la costa del Pacífico mexicano a mediados del
siglo XIX», en Historias, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, N˚ 20, Abril-
Septiembre 1988, p. 130
96
El Registro Oficial. Periódico Oficial del Estado de Durango (en adelante RO-D), 1 de fe-
brero de 1846 p. 3.
97
Archivo Mexicano (AM), 1 de abril de 1853, p. 51.
132 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
99
El Constitucional (CONS), 17 de febrero de 1852, p. 4; 18 de febrero de 1852, p. 4; 19 de fe-
brero de 1852, p. 4; y 22 de junio de 1852, p. 4.
100
Al respecto véase, El Universal (en adelante UN), 6 de enero de1852, pp. 1 y 2.; UN, 7 de
enero de 1852, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 133
101
Véase Suplemento de CO, 26 de junio de 1852, p. 1.
102
Sobre todo este incidente se abordan más detalles en el apartado siguiente.
103
AM, 1 de abril de 1853, p. 179 y 180.
104
UN, México, 28 de abril de 1855, p. 4.
105
El Nacional. Periódico del Gobierno de Sonora (ELNPGES), Ures, 11 de mayo de 1855, p. 2.
106
Inés Herrera, op. cit, p. 132
134 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Por los mares del pacifico, Mazatlán se vinculaba con diversos puntos y
puertos, cercanos y distantes de este puerto sinaloense. Múltiples embarcacio-
nes de distinto tamaño y calado surcan estas aguas llevando y trayendo bienes
y productos.
Barcos extranjeros como el bergantin norteamericano Lancaster ofrecia sus
servicios a comerciantes mazatlecos o la Casa Barron, Forbes and Company,
con trayectos que se extendían hasta el continente asiatico. Otros navíos pre-
sentes en las costas del noroeste mexicano eran de nacionalidad inglesa, barcos
tanto comerciales como militares. Dicha presencia de navios de la armada bri-
tánica puede explicarse a partir de lo narrado por un ruso que pasó por estas
tierras señaló que el primer día del año de 1836, en el fondeadero de San Blas se
encontraba un barco militar inglés, listo para zarpar rumbo a Mazatlán y Gua-
ymas, para protección y seguridad de los mercaderes ingleses que transportan
la plata adquirida en estas regiones. Al parecer, todos los años una nave militar
inglesa realizaba el viaje con esta finalidad.107
Ahora bien, un navio muy dinámico era la goleta «Joven Dorotea», pro-
piedad de don Juan N . Machado, radicado en Mazatlán. En 1830, el señor
Machado se dirigió a Cantón en su propia embarcación barco, para establecer
relaciones mercantiles con la casa inglesa que operaba en China; la intención
fue comprar sedas, crespones, té y porcelana y revender estas mercancías en
suelo mexicano.108 Respecto a lo que enviaba a territorio oriental, en febrero
de 1830, el señor Machado embarcó en la «Joven Dorotea», 1245 quintales de
madreperla y 303 pieles curtidas, todo con destino a México. Uno de los puntos
de destino de sus productos fue Durango. Particularmente, en abril de 1841 en-
tregó a Manuel Eusebio Manzanera diversos productos por la suma de 7, 151.19
pesos a pagarse en marzo de 1842, pero en este caso de nuevo enfrentó adver-
sidades: en febrero de ese año de 1842, Manzanera cubrió una buena parte de
su adeudo y quedó pendiente de cubrirse 2, 102.25 pesos (incluyendo el 6% de
intereses). Monto que cubriría con dos partidas de mulas en lugar de dinero,
se comprometio a entregar una primera partida de ciern mulas en mayo de ese
año, pero no cumplió. Meses después Fernando Baca (apoderado de Machado)
arrancó 92 mulas a Manzanera «con dificultad» para abonar a Machado en su
«envejecido y malogrado negocio». El deudor se obligó a dar otra partida de
109
AJD-TMD, Juicio de Juan Nepomuceno Machado, José Vazabilvazo y Martín Echeguren,
Compañía contra Manuel Eusebio Manzanera, 1848-1849,
110
Ibíd, año de 1842. El juicio iniciado por Juan Parrot y Cía se desarrolló entre 1842 y 1846.
111
Ibíd, Juicio de Washington Kerr contra Manuel Valenzuela e Ignacio Díaz, 1844.
136 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Los pleitos judiciales no pararon ahí: ese mismo año de 1844, la misma
Casa Vega y Hermanos la emprendieron contra Ignacio Azúnsolo Ignacio por
331.29 pesos de adeudo, cantidad que se cubrió sin más complicaciones. Al
año sigueinte (1845), Juan Parrot y Cía. de Mazatlán demandó a Juan Ignacio
Urtiagapor el pago de 6669.68 pesos contenidos en ocho letras por mercancías
que se le fiaron al en Mazatlán. A fin de que cubriera su aderudo se le realizó
inventario de la tienda de Urtiaga ubicada en Mapimí y a efectos suyos exis-
tentes en Durango y el propio Mazatlán. Pero no siempre los demandados eran
comercaintes radicados en Durango, entre otros casos, ese mismo año de 1845,
se demandó que el Tribunal Mercantil de Mazatlán ordenará a Lobo Cohen,
de la plaza de Mazatlán, que cubriera cerca de mil pesos pesos por efectos de
comercio que le había dado a crédito José María Verdugo, agente vendedor de
Francisco Murillo. 112
Otro indicador de los flujos mercantiles que en estos tiempos se efectuaban
entre ambos lugares se evidencia con la demanda que José María Vargas em-
prendió en 1847 contra Mariano Gamero, un fletero quien no cumplió en tiem-
po y forma con el traslado de una carga trasportada desde el puerto de Mazat-
lán a la ciudad de Durango. La exigencia era por 795 pesos y fracción, importe
estimado con lo que se cubrirían los perjuicios ocasionados al contratante.113
Pero incidentes como esos no frenaron el ímpetu comercial que ya flotaba
en el ambiente mazatleco y se desplegaba en distintas direcciones: tanto así que
cuando corría el año de 1844, la Jardine, Matheson Company envió mercan-
cías a México por su cuenta y riesgo; ante ello, la casa Scarborough and Com-
pany, de Mazatlán se comunicó por carta a su sede en Cantón, señalándoles
que «Estamos muy preocupados por la suerte de esas mercancías que ustedes
envían.»114 Un año más tarde, en marzo de 1845, la casa Parrott and Company,
de Mazatlán, iniciaron conversaciones con comerciantes en China para enviar-
les cochinilla. Para 1846, otra casa comercial, Mott, Talbot and Company, daba
muestras de tener tratos mercantiles la casa Jardine, Matheson Company en
China. La presencia de esta casa comercial en Mazatlán finalizó en 1852, al tras-
ladarse a San Francisco California. 115 Pero uno se iban y otros llegaban, pues
poco más tarde, la casa Parrott and Company abrió una oficina en Mazatlán,
112
Ibíd, años de 1844 y 1845.
113
Ibíd, Juicio de José María Vargas contra Mariano Gamero, 1847.
114
John McMaster, op. cit, p. 382.
115
Ibíd, pp. 383.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 137
116
Ibíd, pp. 385-386.
117
Archivo Histórico Municipal de Colima (AHMC), caja 77–A, exp. 50, Colima, 27 de mar-
zo de 1843, f. 1.
118
Ibíd, caja 78, exp. 12, Colima, 2 de septiembre de 1843, fs. 1-4, Ibíd, exp. 18, Colima, 30 de
agosto de 1843, fs. 1-2.
138 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
119
ESDN, 21 de junio de 1856, p. 2.
120
La Sociedad. Periódico Político y Literario (en adelante SOC), 30 de abril de 1858, pp. 3 y 4.
121
DI, 18 de septiembre de 1865, p. 3, 21 de febrero de 1866, p. 209.
122
Ibíd, 27 de julio de 1866, p. 90.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 139
los barcos de vapor Republic, Oregon, Sierra Nevada, Panamá y John S. Stevens»,
cuyo tonelaje oscilaba entre las 850 y 1250 toneladas (a excepción del «John S. Ste-
vens» que superaba las 2 mil toneladas)... Otros barcos de gran calado, probable-
mente también vapores, como el Morning List (1713 toneladas) y el Volonter (1040
toneladas) llegaban también a Mazatlán, además de La Paz y Acapulco.123
123
Inés Herrera, op. cit, p. 132,
124
Sacramento Daily Union (SDU), april 1st of 1871, p. 1,
125
Periódico Oficial del Estado de Nayarit, 4 de noviembre de 1886, p. 1.
140 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
126
La Minería (LAM), Madrid, 15 de septiembre de 1873, p. 1.
127
El Foro (ELF), México, 17 de abril de 1880, p. 1.
128
María del Rosario Vidaca Montenegro, op. cit, p. 130.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 141
que desde Guaymas podían hacerse conexiones para el Este y para California,
promocionando que sus los viajes de Mazatlán a Nueva York podían realizarse
en 8 días y medio, a San Francisco en 6 días y a Chihuahua en 5 días. Si un
Mazatleco quería hacer viaje redondo podía optar por un 15 % de descuento, si
efectuaba su regreso en un lapso de hasta 3 meses.129 La embarcación era tanto
para el trasporte de pasajeros como de mercancías, salvo polvora, fulminantes,
fosforos, cohetes o ácidos inflamables.
En general, el flujo de embarcaciones no paraba, llegaban y salían de Ma-
zatlán, muchos de ellos en viajes periódicos o recurrentes. Otro de los navios
familiarizado con el muelle de Mazatlán fue la Pailebote Nacional “Francisca”,
propiedad del señor Antonio Sosa; pequeña embarcación utilizada durante
varios años para transportar mercancías a distintos puntos de la República
Mexicana y del extranjero. Labor detenida antes de concluir el primer semestre
de 1895, cuando la empresa radicada en Colima conocida como Sociedad Ar-
noldo Vogel y Compañía otorgó poder a Jacinto P. Soto, vecino del puerto de
Mazatlán, quien en nombre y representación de la compañía comprara dicha
embarcación.130
Ahora que, las embarcaciones no solamente arribaban al puerto sino que
se producían en sus astilleros. Por ejemplo, ya para finalizar el siglo, concluyó
la construcción y quedó listo para hacerse a la mar el pailebot nacional «Navo-
lato, propiedad de los señores Almada Hermanos, prósperos empresarios del
centro de Sinaloa.131
En general, los tiempos presentes y venideros parecían favorables para
adentra se en actividades ligadas al comercio marítimo, así lo indican las ini-
ciativas para mejorar el muelle de Mazatlán. Para fines de 1898, una revista
especializada en difundir noticias (en varios idiomas) sobre el desarrollo mate-
rial mexicano, informaba sobre la supuesta inmediatez de concluir los trabajos
en dicho muelle, gracias a los cuales la bahía mazatleca podría contener hasta
300 buques.132
129
Periódico Oficial del Estado de Nayarit (POEN), 4 de noviembre de 1886, p. 4.
130
Consuelo Delgado Cortina y José Rafael Sáenz Rangel, «La oligarquía empresarial alema-
na en Colima, siglos XIX y XX», en Juan Carlos Reyes G. (ed.), Memoria. IV Foro Colima y su
Región Arqueología, antropología e historia, Colima, México; Gobierno del Estado de Colima,
Secretaría de Cultura, 2008, p. 16.
131
CT, 4 de noviembre de 1899, p. 1
132
Boletín de la República Mejicana. Revista mensual (BRM), México, 1° de diciembre de
1898, p. 152.
142 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
133
CT, 27 de noviembre de 1899, p. 1.
134
Ibíd, 8 de diciembre de 1899, p. 1.
135
Ibíd, 9 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 143
136
Ibíd, 10 de diciembre de 1899, p. 2.
137
Véase, María del Rosario Vidaca Montenegro, op. cit.,, pp. 93-96.
138
La Vanguardia (LV), 14 de febrero de 1887, p. 997.
144 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
provenía de áreas de mediana distancia, conectada ya sea por tierra o por mar.
Incluso harina, papas y víveres se introducían a este puerto desde el extranjero,
en mucho en buques provenientes del Pacífico sur y San Francisco California.
Otros provenían de ámbitos cercanos, verduras y carnes, psra formar un menu
mazatleco, que seconsumía de acuerdo a sus frados de estructuración social.
Y ya pasando propiamente a dicho menú, el maíz, el frijol, el chile y la cebo-
lla, productos que forman la base de la alimentación en el puerto de Mazatlán,
los cuales eran cultivados en seis pequeñas granjas en los alrededores de la
ciudad en un radio de 12 a 15 kilómetros. La siembra de maíz se hacia a fines
de la estación de las lluvias. La casi totalidad era cosechado en ciernes y era
convertido en forraje. La cosecha se vendía anualmente en 400o o 5000 pesos.
Diariamente se venden al menudeo 30 o 40 pesos. Sería fácil producir canti-
dades más considerables que se venderían fácilmente, pues todos los años falta
forraje en Mazatlán y se ven obligados a traerlo de granjas distantes a precios
muy elevados; en este caso por los enormes gastos de transporte. Una fanega
de semilla cuesta en promedio 2 pesos 4 reales y se considera que rinde en fo-
rraje un producto de 150 a 180 pesos. La horticultura es de una insignificancia
absoluta, a lo más, las legumbres cosechadas. Aun cuando son de las menos
variadas y de una calidad mediana, bastan para el consumo de algunas casas
extranjeras. Los habitantes de la región, no las consumen jamás. En materia de
legumbres, se contentan con los frijoles, y es en las granjas donde el cultivo de
esta legumbre eminentemente nacional se hace un poco en grande.
El guayabo y el plátano, sobre todo el último; todo el mundo hace aquí un
excesivo consumo de plátanos. Este consumo es tal que la producción de los
alrededores de Mazatlán dista mucho de ser suficiente; llegan de Tepic por San
Blas navíos cargados. Todos los años llegan de fuera más de un millón de plá-
tanos al precio medio de nueve pesos el millar o sea nueve mil pesos.
Los bueyes y los toros destinados a la matanza son traídos del interior se-
gún las necesidades. Se matan de 3600 a 3700 por año. La carne es mala por
lo general, principalmente a fines de la estación seca. Los precios por cabeza
de ganado varían desde 14 pesos hasta 25, según el peso presumido. Se matan
varias vacas pero en menor cantidad ellas figuran en el número de animales
indicado antes. Todas las especies son de tamaño pequeño. Los bueyes, toros
y vacas llevados cada año al matadero representan un valor total de 75 000 a
78 000 pesos. Se embarcan en los navíos por valor de algunos miles de pesos;
los que son matados a bordo no figuran en las cifras anteriores. En el curso del
año se venden de 2800 a 3000 cerdos. La manteca, el único condimento que
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 145
se usa en todo el país, es casi la única parte productiva del animal. Se vende de
5 a 6 pesos la arroba; constituye un beneficio neto para los ganaderos de más
de 2000 pesos, pues se considera que el valor de la carne, aunque muy poco
considerable, cubre los gastos de la cría. Para la clase poco acomodada, las
porquerizas ofrecen de hecho preciosos recursos. Nunca se matan becerros; la
costumbre ha prohibido el consumo, que había sido proscrito por los primeros
misioneros en interés de una mayor y más pronta producción. Tal vez no hay
un campesino mexicano que no crea condenado si come ternera. Se consu-
me relativamente poco carnero, a lo más 700 a 800 al año. Los carniceros los
compran a razón de 3 a 4 pesos cada uno, o sea alrededor de 2500 pesos para
el consumo anual.
El precio de la leche sufre muy fuertes variaciones según la estación. La
medida en uso para su venta es la botella bordelesa. En tiempos de lluvias
cuando los pastos están frondosos, la botella se vende en un real (62 centavos)
mientras que en tiempos de sequía se vende al triple o al cuádruple. Tomando
por término medio el precio de dos reales, la venta total al año sería de más
de 8 mil pesos. De donde resulta que una vaca cuesta de 18 a 20 pesos da un
producto de 40 a 45 pesos.
El valor de las gallinas y gallos consumidos en la ciudad diariamente esta-
ba evaluado en 20 pesos. Se consumían al año aproximadamente 17 000, con
valor unas y otras de 3 a 5 reales, o sea un poco más de 7000 pesos. Al mismo
tiempo se consumía una suma igual o aproximada de pollos. El pollo tenía un
costo de 1 real a 1 real y medio; la cifra de 7 mil pesos representaba por lo me-
nos un total de 70 000 pollos. Además se exportaban anualmente a California
por un valor de 2500 a 3000 pesos. Los patos y los pavos eran raros, apenas si
se vendían por un valor de 500 a 600 pesos al año.
A principios de 1867, los señores Pascual Tortolero, J. Noris, M Miramontes,
Calixto Maldonado y otros comerciantes en el ramo de carnes manifestaban
que el administrador del rastro les había notificado una orden de la tesorería
municipal para que en lo sucesivo pagaran una cantidad igual por derechos
del degüello aunque las reses tuvieran más o menos valor, quejándose de que
que de esto resultaba en un perjuicio al público y pidían que se reglamentara
el expresado impuesto sin perjuicio de los fondos municipales ni del público.
Por otra parte, desde esos tiempos existió preocupación por la higiene y el
buen estado de mercancías ofertadas al público. Por tanto en ese mismo 1867,
se levantaron condenas e iniciativas ante el cabildo local contra la venta de
pescado en el mercado local obtenido mediante la pesca con sustancias con-
146 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
sideradas venenosas, como la leche de haba. Sin embargo, dicha iniciativa fue
desechada por la Comisión de Salubridad local al considerar que no afectaba
la salud de los consumidores pero reconocían que lo que si ocasionaba era
acelerar el proceso de descomposición del producto por lo debería acrecentar-
se la vigilancia y supervisión para que se expidiera a la venta pescado en mal
estado. 139
Para el año siguiente, la normatividad municipal obligaba a que los comer-
ciantes del mercado de Mazatlán (así como el resto del puerto) deberían de
barrer diariamente sus negocios y contornos inmedistos desde horas tempras,
para garantizar limpieza en los mismos. Como también, especificamente, to-
dos los expendios de pescado, mariscos, carne y manteca deberían tener debi-
damente lavadas las mesas donde colocaban dichos productos. 140
La supervisión de todas estas medidas estaba a cargo de un inspector de
mercados. Quien no solamnente supervisaba y expedía las multas correspon-
dientes por infringir dichas medidas, o bien retirar del mercado a productos
en lal estado o sin regulación, sino que también controlaba que las pesas y
medidas se ejercieran correctamente por parte de los comerciantes.
Los problemas relativso a la calidad de los productos fue una conbstante
que se prolongó durante toda la segunda mitad del siglo XIX, siendo preocu-
pación y atribución de las autoridades municipales establecer las normas y
observar su cumplimiento. Por ese motivo, al iniciar la última semana de no-
viembre de 1899, el matancero Luis Arcega fué multado con diez y seis pesos,
por vender carne de cerdo con con trichinella, larva que produce la triquino-
sis. Asimismo, el Inspector de Mercados mandó recoger 50 litros de leche a un
conocido expendedor del Mercado, pues la ofrecía al público en mal estado. 141
Asimismo, este mismo lnspector de Mercados continuó con este tipo de accio-
nes, ya que pocos días más tarde solicitó que la policía retirara recogido a todo
dulcero que vendía por las calles con sus bateas descubiertas. 142
Por otro lado, existían otras necesidades que cubrirse por y para los mazat-
lecos. Ya fuera para beber, bañarse, lavar los alimentos, asear la ropa, regar las
plantas, limpiar las moradas y sus alrededores, emplearla en actividades pro-
gunda mitad del siglo XIX a principios del siglo XX, Culiacán, Facultad de Historia/Universidad
Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2014, p. 97.
140
Ibíd.
141
CT, 24 de noviembre de 1899, p. 1
142
CT, 30 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 147
ductivas, la necesidad de contar con agua para dichas actividades y otras más,
representó todo un reto cotidiano para los habitantes del puerto de Mazatlán
y las embarcaciones que descargaban sus mercancías o viajeros, los cuales ha-
cían únicamente la llamada aguada para satisfacer sus necesidades y abastecer-
se en aras de continuar su recorrido.
En 1854 el cónsul francés Philippe Martinett comentaba que la única agua
dulce utilizada tanto para consumo humano y cubrir las necesidades cotidia-
nas, se obtenía de las lagunas cercanas a Mazatlán en un radio de dos kilóme-
tros a la redonda. Para trasladarla a la ciudad se empleaban burros los cuales
llevaban cuatro cántaros en promedio con un peso de 20 litros de agua cada
uno. En aquellos existían 40 aguadores dedicados a realizar viajes y abastecer
al grueso de la población.143
Lo anterior era una opción solventar el problema del abastecimiento del
líquido vital, pero no fue la única. Personas con cierto poder económico se
dieron a la tarea de construir aljibes, barricas o recipientes tipo tinacos con la
finalidad de recoleptar y almacenar agua de lluvias para el consumo del hogar,
negocio o venderla los excedentes entre la población. Al parecer el agua de llu-
via era de mejor sabor que el agua de las lagunas. Por esos años había 18 aljibes
con una capacidad de almacenamiento de diez y ocho toneladas.144
En septiembre de 1859, se firmó el primero de varios acuerdos entre auto-
ridades y particulares para introducir agua potable entubada. Minik D.Casson
acordó con las autoridades del distrito de Mazatlán y ayuntamiento de Mazat-
lán, introducir agua potable proveniente del río Presidio concesión por 50 años
de duración. Para lograr dicho cometido, Casson se trasladó a San Francisco,
California para comprar maquinaria y atraer más inversionistas interesados en
emprender esa tarea, pero al final no prosperó el acuerdo entre empresario y
autoridades mazatlecas. El agua de mejor calidad era proveniente de un arroyo
cercano, pero distaba bastante de ser barata. Un cantaro de agua constaba la
cantidad de 25 centavos.145
A principios de 1867 fue la calidad de agua que se vendía entre los habi-
tantes del puerto. Expresamente, la Comisión de Aguas del Ayuntamiento
supervisó el estanque llamado “Manantial” propiedad de Manuel Fernández,
estanque con una longitud entre 50 y 60 varas y de 20 varas de ancho y ubi-
143
Versión Francesa de México, op. cit. p. 32.
144
Ibíd.
145
Antonio Lerma Garay, Mazatlán decimonónico, edición del autor, 2005, p. 133.
148 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
146
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1867. Tomo I,
Sesión del cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 8 de enero de 1867, p. 7-9.
147
Santiago Calderon, op. cit, pp. 84-85.
148
Ibíd, pp. 85-87.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 149
Toda esta actividad generó que Mazatlán fue un punto atractivo para fincar su
residencia temporal o definitivamente. Desde las primeras décadas del siglo
XIX, así como a lo largo de toda esa centuria para personas de variado origen
y nacionalidad.
Particularmente, la presencia de españoles fue muy temprana y recurrente.
Un ejemplo al respecto se encuentra en Agustín Zarate un español oriundo
de Bilbao, residente en el puerto de Mazatlán, quien efectuaba negocios po-
cos años después de lograrse la independencia nacional. Un acercamiento a
su presencia e intereses en el puerto se puede deducir, tras su fallecimiento a
principios de mayo de 1825. En sus disposiciones testamentarias dejó como he-
redera universal a su madre Catalina Aldecoa, vecina de Bilbao, quien falleció
8 meses después, dejando como heredero a su hijo Bernardino, hermano de
Agustín. Bernardino recibiría fondos de su hermano por un total de 106 000
francos. 149
Pero estos hombres de negocios eran pequeños en comparación quienes
aparecerían hacia mediados del siglo, donde grandes, medianos y pequeños
inversionistas se hicieron presentes en el puerto. Uno de tantos fue el comer-
ciante prusiano Agustín Haas, quien se estableció en Mazatlán a mediados
de la década de 1830 como socio de la firma Haas, Denghausen y Compañía;
como él existían varias decenas de emprendedores, agentes y representantes
149
Jesús Ruiz de Gordejuela Urquijo, La expulsión de los españoles de México y su destino
incierto, 1821-1836, Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas Escuela de Estudios
Hispano Americanos, Universidad de Sevilla, 2006, pp. 168-169.
150 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
tranjeros, nacionales, y oriundos del sur del territorio sinaloense, así como del
resto de la entidad no cejaban en aprovecharse de las ventajas que el puerto les
ofrecía. Por eso, en enero de 1867, el ayuntamiento mazatleco recibió una soli-
citud turnada por Bonifacio Corona relativa al establecimiento de una casa de
empeño (con un capital de trescientos pesos) en ese puerto fue atendida positi-
vamente, fijándose un monto de cuatro pesos mensuales por dicha licencia. 154
Por otra parte, es de señalarse que los extranjeros, y sus actividades comer-
ciales, influían en la política mazatleca. Los comerciantes no participaban en
las acciones políticas de manera directa, sin embargo, las acciones iban en-
caminadas, muchas de ellas, a la protección de dichos intereses comerciales.
Por sus comportamientos estos comerciantes asentados en el puerto actuaban
como algo muy parecido a un circulo de sociabilidad, entendido como un lu-
gar de relaciones y de vinculos elegidos, o bien de afinidades, y activados en un
momento dado por uno de los miembros de una red, en función del análisis
de los intereses del momento, pero tambien en función de las jerarquias o de
las limitaciones que pueden pesar sobre ellos en virtud del o de los proyectos
que se fijan.155
Especificamente, la defensa de sus intereses no solamente se realizaba en
el ámbito local, sino que externaban sus intensiones y deseos ante los poderes
nacionales, por eso se imprimió un cuadernillo en Mazatlán donde se piden
al Congreso de la Unión reformas al arancel, la solicitud se formuló por los
comerciantes, dueños de buques, mineros y propietarios.156
Ahora bien, los comerciantes estaban tan involucrados o al menos relacio-
nado con la conflictiva-política y militar acontecida en la nación y en Sinaloa
que enfrentaron litigios derivados de su comportamiento ante los bandos en
pugna. Específicamente, como la Casa Melchers y Cía de Mazatlán entregó el
importe de unos derechos a los rebeldes los cuales se pronunciaron contra el
Gobierno presidencial de Benito Juárez (y del gobierno de Eustaquio Buel-
na en Sinaloa).157 Restaurado el poder gracias a la acción del general Sostenes
Rocha y sus tropas, las autoridades mexicanas exigieron a la Casa Melchers
pagar de nuevo dichos derechos aduanales. Ante ello, el Ministro de Alemania
154
ACAM, Sesión ordinaria del cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 8 de enero de 1867,
f. 5.
155
Michel Bertrand, «De la familia a la red de sociabilidad», en Revista Mexicana de Sociolo-
gía, México, UNAM, Vol. 61, No. 2, Abril- Junio. de 1999), p. 122.
156
La Ibería (en adelante LI), 25 de octubre de 1870, p. 5.
157
Más información sobre este conflicto se puede obtener en le capítulo siguiente.
152 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
intervino para evitar dicho pago, pero el litigio se turnó ante los tribunales
federales. En dicha instancia, el Ministerio de Hacienda expuso que aunque
los comerciantes deberían de pagar todos los derechos, la presidencia de la
república les condonó las dos terceras partes del monto a cubrir, y los interesa-
dos se habían comprometido á pagar la tercera parte establecida, pero la Casa
de Melchers y otras negociaciones comerciales más no cumplieron su com-
promiso, debido a ello el administrador de la aduana mandó clausurarlas. Se
agregaba que Melchers solo había cubierto el 60% a los rebeldes así que hasta
obtenían ganancias con la disposición girada, así como la inexistencia de un
«doble pago» como ellos esgrimían. Por tanto, la demanda de Casa Melchers
no prosperó.158 Cubrió su pago y las puertas de su negocio se reabrieron.
En general, recurrieron a las típicas actitudes de “a río revuelto ganancia
de pescadores”; ejemplo de ello fue que producto de los conflictos político-
militares que derivaron en que, después de la toma de Mazatlán durante la
segunda mitad de 1872, se les acusó de introducir ilegalmente mercancías al
puerto, y por ello los obligaron a firmar pagarés para cubrir tales impuestos.159
A mediados de julio de 1872 se les redujeron tales impuestos a la mitad pero
pese a ello se negaron a pagar y recurrieron al amparo resultando favorecidos
por el juez de distrito, pero esa historia fue sólo un episodio más ya que tendría
otro desenlace, el cual se dio a conocer hasta en periódicos europeos, desde los
cuales se informaba:
El supremo gobierno, no pudiendo conformarse con un precedente inmo-
ral, que cedería en menoscabo de los fondos nacionales y que seria un incesan-
te atractivo para los revolucionarios de oficio, representó ante la suprema corte
de justicia, por medio de un documento bajo todos conceptos notable, que
honra al Sr. secretario de Hacienda que lo redactó; la corte se ocupó del nego-
cio en sesión plena, y por unanimidad fue revocado el fallo del juez de distrito,
en virtud de lo cual tendrán que .abonarse al tesoro nacional las cantidades
que correspondan. Así sabrán ya los que acostumbraban promover motines en
158
Juan de Dios Arias, Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores que en cumplimiento
del precepto constitucional presentó al Octavo Congreso de la Unión en el primer periodo de sus
sesiones, México, Imprenta del «Eco de Dos Mundos», 1875, pp. 65-66.
159
R. Arturo Román Alarcón, «El contrabando de mercancías por Mazatlán (1871-1872)»,
en Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas Monjardin, [compiladores], Contribuciones a la
historia del Noroccidente Mexicano, Memoria del VIII Congreso Nacional de Historia Regional,
Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1994.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 153
los puertos, para evitarse pagar los derechos fiscales, que nada podrán obtener
en lo futuro por eso medio, mas que su propia ruina.160
Loa beneficios personales se obtenían con argucias y presiones o bien por
amistades, favores y lealtades. En este segundo plano se ubica el trato recibido
por un rico inversionista radicado en Mazatlán: Joaquín Redo. Personaje quien
durante el primer semestre de 1873, recibió de parte del legislativo estatal una
exoneración para el pago de contribuciones por cinco años (de mayo de 1873 a
mayo de 1788) la cual debería cubrir por su establecimiento industrial llamado
Fundición de Mazatlán.161
Por otra parte, varios de estos personajes adinerados de Mazatlán incur-
sionaron en otras áreas económicas. Desplazaron parte de sus capitales a la
minería. Un periódico experto en estos asuntos comentaba al respecto:
160
El Americano (AM), Paris, 23 de junio de 1873, p. 215.
161
Tomado de El Minero Mexicano (MM), México, 12 de junio de 1873, p. 7.
162
Ibíd., 4 de septiembre de 1879, p. 555.
163
LP, 26 de agosto de 1877, p. 3.
154 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
164
Ibíd, 2 de septiembre de 1879, p. 3.
165
María del Rosario Vidaca Montenegro, op. cit, pp. 133-134.
166
Mariano Martínez de Castro, op. cit, p. 33.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 155
167
Tomado de DH, 1 de abril de 1884, p. 2
168
El Foro (EF), 12 de octubre de 1888, p. 287.
169
Ana Isabel Grijalva Díaz, «Comerciantes españoles en Guaymas, 1880-1910», Portales, Bo-
letín electrónico de El Colegio de Sonora, N° 126, 3 de junio de 2005, p. 3; en http://www.colson.
edu.mx:8080/portales/docs/Comerciantes%20espa%F1oles.pdf.
156 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
170
CT, 28 noviembre de 1899, p. 4.
171
Ibíd, 30 de noviembre de 1899, p. 3.
172
Ibíd, 30 de noviembre de 1899, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 157
173
Véase, CT, 9 de noviembre de 1899, p. 1; 10 de noviembre de 1899, p. 1; y 15 de noviembre
de 1899, p. 1
174
v, 24 de noviembre de 1899, p. 2
175
Ibíd, 4 de enero de 1900, p. 1.
176
AJD- TMD, Juicio de José María Mijares contra Mauricio García, 1846.
177
Brígida Von Mentz, et al., Los pioneros del imperialismo alemán en México, México, Edi-
ciones Casa Chata, 1992, p. 501
158 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ibíd, Juicio de demanda de María de Jesús Rodríguez contra Andrés Gándara, Juzgado
178
discretas era La Bota de Oro, esta situada en la Calle Principal, dedicada a fa-
bricar calzado y baúles, empresa propiedad de Coppel Hnos. 180
A la lista de negociaciones de mediano tamaño se puede agregar a Heyman
Sucesores. Dueños de la Mercería Alemana, se expedían artículos de mere-
cería, ferretería, juguetería, quincallería, loza y porcelana, herramientas, cris-
talería, muebles, perfumería. Como también, del mismo ramo a la Mercería
Nueva y de otro ligado más a la ostentación se encontraba la Joyería de Carlos
Uzárraga. Asimismo, por la calle Principal se ubicaba la Joyería y Relojería
Marshall de Heraclio F. Díaz, contaba con un variado surtido de alhajas, relo-
jes, lentes y anteojos de todas clases; además, en este mismo establecimiento lo
mismo se fabricaban toda clase de alhajas que se reparaban relojes y cajas de
música, calle Principal núm. 157,181
O bien ubicado en el ramo del comercio de alimentos y bebidas estaba el
Almacén de Antonio de la Peña, cerveza de Chihuahua (Lager Ber, Standard y
Pilsener) y americana (Frederiscksburs), así como quesos, sobretodo importa-
dos de Holanda, según publicitaba.182
Las negociaciones eran variadas, así que por la calle Principal en el número
459, el Doctor Bustamente ponían en venta tanto a medicos como al mismo
publico en general, una variedad de sueros (antitetánicos, antiestreptococcio,
antidíftérico del Dr. Roux) con los cuales se podía curar la fiebre puerperal,
erisipela (o Drisipela) y el Lupus, entre otros.183
Asimismo, existían otro tipo de pequeñas empresas era la negociación de
Fotografía de Guillermo L. Zuber, establecida en el puerto desde 1865; ubicada
por la calle Diana, era visitada ya sea para tomarse una foto, o bien para adqui-
rir una imagen postal de la gran colección de vistas de la ciudad que ofertaba.
En este mismo ramo, por la calle del Oro en Altos de la casa del señor Juan
Maxemín, estaba también el negocio fotográfico de Reyes y Martínez, quienes
ofrecían 28 retratos tomados en cuatro diferentes posiciones por la cantidad de
un peso. 184 A este mismo tipo de actividades se sumó el fotografo J. W Don-
nel, quien en octubre de 1899, inauguró su establecimiento de fotografía, poco
después de arribar de San Francisco, dotado de equipo y modernas técnicas. 185
180
CT, 28 de noviembre de 1899, p. 2.
181
Ibíd, 11 de diciembre de 1899, p. 4.
182
Ibíd, 1 de diciembre de 1899, p. 3.
183
Ibíd, 28 de noviembre de 1899, p. 4.
184
Ibíd, 27 de noviembre de 1899, p. 1.
185
Ibíd, 28 de noviembre de 1899, p. 3.
160 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
186
Ibíd, 28 noviembre de 1899, p. 1.
187
Ibíd, 14 de diciembre de 1899, p. 4.
188
Ibíd, 1 de diciembre de 1899, p. 2.
189
Ibíd, 8 de diciembre de 1899, p. 1.
190
Ibíd, 16 de diciembre de 1899, p. 1.
191
Ibíd, 10 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 161
ofreciendo sus servicios. 192 O bien los servicios profesionales puestos a dis-
posición del público en la oficina de Luís Rivas García, situada por la calle del
Sacrificio; quien en su calidad de abogado y escribano público, para tramitar y
dar seguimiento a toda clase de negocios judiciales y administrativos, no solo
en el ámbito local sino a cualquier lugar donde el cliente lo solicitara. 193
En tanto que tanto el Dr. J. J. Valadés como su colega Martiniano Carvajal
utilizaban la prensa para ofertar sus servicios profesionales. El primero consul-
taba a sus pacientes tanto en su domicilio como en la Botica Central, mientras
el médico Carvajal atendía a toda hora en la Botica “Económica”. Situada en
la Calle de la Compañía N° 161. 194 Otro colega de ellos era el Dr. Perfecto G.
Bustamante, consultaba en calle principal N° 459. O bien concertar consulta en
el teléfono N° 27. Galeno el cual recibió elogios hasta por medio de la prensa:
José Alfaro agradeció por este medio al Dr. Bustamante por la curación de su
esposa, superando una grave enfermedad que la tenía en peligro de muerte.195
Este profesionista de la salud, a principios de diciembre recibió de Nueva
York un aparato que producía los ya famosos rayos X, que tantos y tan útiles
aplicaciones estaban teniendo en cirugía y medicina; al respecto la prensa co-
mentaba: «La adquisición de esta maravilla de la ciencia es de importancia
para Mazatlán, por la facilidad con que podrán hacerse muchas operaciones
qué antes tropezaban con el escollo de un examen imposible que ahora es la
cosa mas sencilla del mundo».196
En lo referente al tema de las negociaciones ligadas a la atención de la salud,
en esa lista también se encontraba la Botica Italiana, propiedad de la firma L. B.
Canobbio y Cía, establecimiento que para fines de siglo daba gran publicidad
a las Píldoras del Dr. B. Huchard, o el elixir digestivo Pepsina del Dr. Carnier,
así como un remedio asiático para muelas y encías llamado Kolketta. La Botica
Italiana se jactaba de que sus anaqueles eran depósito exclusivo de tan porten-
tosos productos 197
En general, actividades industriales de cierta medianía y la actividad co-
mercial eran los pivotes de la vida económica porteña. Con dinámicas y giros
los cuales marcaban sus propios perfiles como establecimientos, algunos indi-
192
Ibíd, 28 de noviembre de 1899, p. 1.
193
Ibíd, 28 de noviembre de 1899, p. 4.
194
Ibíd, 30 noviembre de 1899, pp. 1 y 3.
195
Ibíd, 13 de diciembre de 1899, p. 1.
196
Ibíd, 5 de diciembre de 1899, p. 1.
197
Ibíd, 5 de diciembre de 1899, p. 3 y 6 de diciembre, p. 1.
162 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
cadores al respecto quizá puedan encontrase en el hecho de que los clientes po-
dían adquirir cajetas y destiladeras de Durango en el almacén de Antonio de la
Peña, mientras que si deseaban golosinas y botanas para Navidad, el Bazar de
la pipa de Juan Maxemín, ofrecía una rica variedad de ellas: castañas italianas,
nueces de Sudamérica y California, dátiles de Persia, pasas de San Francisco,
avellanas, orejones, piñones, frutas cristalizadas, así como un exquisito surtido
de dulces franceses y americanos (bombones, pastillas de almendras, avella-
nas y piñones, almendrones, pepitas, anísillos, grajeas, canelones, pastillas de
goma, etc.), entre otras cosas. Aunque también contaban con productos de
regiones cercanas como higos y pasas de Baja California, al igual que cajetas
de Durango, Celaya y Guadalajara.
Además paladares y bolsillos muy selectos comprarían su jamón america-
no, salchichón italiano, jaleas americanas, jamón del diablo, perdiz trufada,
calamares, bacalao, arenques, salmón, mantequilla danesa, francesa y america-
na, así como queso de Limburgo o vino tinto Zinfandel de California, Whisky,
Jerez u Oporto, entre otros productos. 198
Igual de acotado sería el tipo de clientes deseosos de Champaña W Piper,
elaborado con las mejores uvas del Medoc, así como “vinos espumosos por
su finísimo bouquet, ligereza y pureza”, tenían que dirigirse a su expendedor
exclusivo: «La Bola de Oro» de Goldschmidt Sucs. 199
Como contaste sería acudir después del 15 de diciembre al remate de pren-
das vencidas que cada año realizaba el Antiguo Monte de Piedad200 o bien con-
currir a la negociación de Melchers Sucesores a adquirir una corbata de última
moda o los casimires, corbatas, perfumes o talco para guantes, en la Torre de
Babel.
Este último establecimiento comercial tenía un amplio surtido de produc-
tos, así que los clientes podían encontrar desde un callicida «escriva» hasta
una máquina de coser Domestic de mano o de pedal. Específicamente, entre
1885 y 1899, vendieron 6,158 en el puerto de Mazatlán.201 Obviamente no todas
quedaron en el puerto, pues se abastecía un mercado regional.
En fin, lo cierto es que al finalizar esta centuria, las principales casas co-
merciales establecidas en Mazatlán eran propiedad de extranjeros radicados
198
Ibíd, 8 de diciembre de 1899, p. 4.
199
Ibíd, 6 de diciembre de 1899, p. 3.
200
Ibíd, 6 de diciembre de 1899, p. 2.
201
Ibíd, 10 de diciembre de 1899, p. 6.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 163
Pero los amos del comercio y la empresa no solamente vivían para generar y
acumular dinero, en tanto seres sensibles, portadores de ideas y valores pro-
pios, es decir expresaban un conjunto de pautas y conductas culturales propias
de su identidad; específicamente, tenían sus propios espacios, medios y formas
de vivir en sociedad y expresarse sus pensamientos, deseos y aspiraciones. Su
adherencia con el medio social, más allá de los tratos mercantiles y financie-
ros, se realizaba mediante acciones como la convivencia, la amistad y la fiesta,
entre otras. Claro que mediante muchas de sus actitudes y comportamientos
socio-culturales se expresaba su preponderancia en la pirámide social. De ahí
que tanto en sus eventos privados como públicos se pusiera de manifiesto su
estatus y prestigio.
Sobre este tipo de comportamientos, una descripción muy crítica y hasta
satírica es formulada en 1838 por un visitante de origen austriaco, quien al
describir a los más exitosos habitantes de Mazatlán señaló a negociantes na-
cionales, chinos, americanos y alemanes del lugar, “existe entre estas diferen-
tes naciones el más grande celo por su oficio y la antipatía mas marcada. De
tal manera que todos sus esfuerzos conducen a valorarles la vida, que en este
puerto es en si misma ya tan aburrida, todavía mas desagradable”. Comercian-
tes esmerados, pero desagradables y con una vida nada grata y solazada, así se
cataloga a la elite porteña un viajero que poco más de dos meses de estadía en
Mazatlán. Descripción la cual no escapa de los estereotipos establecidos de que
en estas tierras habitaba gente cuya moral y valores poco tenían que ver con el
espíritu de una Europa culta e ilustrada.
Pero, más allá de las pasiones y el cálculo económico, la elite que se va a
desarrollar en el puerto tendió a patentizarse como una clase exitosa y de re-
nombre. Varios lustros más tarde, justo a inicios del período porfirista, se en-
cuentra una manifestación sobre este particular: precisamente en un gran baile
organizado por los ricos alemanes residentes en este puerto. El baile al cual
164 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
convocaron se realizó en la huerta del Sr. Joaquín Redo. El evento era en ob-
sequio de la oficialidad del buque de guerra que arribó a playas mazatlecas.202
El día de la fiesta, la Colonia alemana en Mazatlán se concentró -desde las 6
de la tarde- en la suntuosa mansión del Sr. Redo, cuya decoración para el even-
to lucía impresionante: «El salón estaba formado por dos columnas paralelas
de cocos que al enlazar sus brazos formaban una hermosa palapa, formando
así una bóveda natural. Había miles de luces artificiales presentándose majes-
tuosa una cabecera el pabellón del imperio alemán y en la cabecera central y
en derredor suyol os de todas las naciones».
Pero no sólo era escenografía, faltaban los actores, a quienes la prensa pre-
senta de manera descoyante:
Las damas ostentaban su exquisito gusto al vestir, El razo blanco como el
armiño, el terciopelo de Utrech, u una variedad admirable de lienzos de seda
tan finos como los anteriores, las piedras orientales en el cuello y riquísima
pedrería en los delicados dedos de algunas de la finas damas daban fé del buen
gusto y la fina elegancia de los que se habían dado cita allí.
Los trajes de punto y gazas transparentes presentaban a las niñas espiri-
tuales, impalpables como envueltas en nubes blanquísimas o dorados celajes
flotando en la inmensidad de los mundos.
Si bien todas las personas y, especialmente, las mujeres recibieron esme-
rado trato, durante esta fiesta las señoras Sowberbuts, Lewels y Heigh, fueron
objeto de atenciones especiales. En sintesis, la selecta fiesta de la elite reunida
en este evento se presentó como todo un evento de fantasía, durante el cual se
chocaron copas rebozando de Champaña por la conservación de las relaciones
del imperio alemán y la república Mexicana.203
Otro ejemplo de ostentación y prestigio se expresa con la fiesta ofrecida,
hacia la última semana de abril de 1891, en el hogar del Sr. Antonio de la Peña.
Sobre el particular, uno de los principales periódicos mazatlecos señalaba a
este personaje: abrió «de par en par las puertas de su espaciosa residencia a sus
numerosos amigos de ambos sexos y estos se apresuraron a gozar la oportuni-
dad de presentar sus respetos al anfitrión y sus felicitaciones a él y a una de sus
hijas por ser el aniversari0o de su natalicio». Obviamente, el baile no podría
faltar en su amplio y adornado corredor.204
202
MP, 25 de abril de 1878, p. 3.
203
Ibíd, 2 de Mayo de 1878, p. 3.
204
CT, 23 de abril 1891.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 165
Son muy agradables y animadas las que la gente del pueblo organiza en la isla de
O`Ryan las tardes de domingueros. Piñata ameniza la fiesta con su arpa tradicional
y suelen venirse al arpa en cuestión un violín una flauta, con lo cual se forma una
205
ELS, 12 de junio de 1892, p. 2.
206
CT, 12 de agosto de 1893, p. 2.
207
Ibíd, 21 de agosto de 1893, p. 2.
166 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
208
Ibíd, 6 de agosto de 1893, p. 2.
209
Ibíd, 5 de septiembre de 1893, p. 2.
210
Ibíd, 4 de agosto de 1893, p. 2.
211
Ibíd, 3 de agosto de 1893, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 167
1893, la prensa local con bombo y platillo anunció el inicio de clases de este be-
llo deporte llamado esgrima para caballeros respetables en las instalaciones del
centro naval.212 El tiro al blanco era una práctica que apasionaba a los varones
con capacidad económica de pagar una membresia que les permitía entre otras
cosas, disfrutar de una jornada de práctica de tiro en el centro naval de la isla
O´Ryan, despreocupados de cualquier asunto cotidiano incómodo o carencia.
La prensa se congratulaba en publicar:
Se formaron equipos para un concurso de tiro al blanco, compuesto por los seño-
res: Alberto fuentes M. Marcelino M, Marcelino Mathier, Dávila, Lic. A. Iriarte, Dr.
Enrique Pérez Arce y Fco Álvarez e hiciera los mejores tiros referidos jefes de parti-
do. Para el siguiente concurso se piensa invitar al señor General, Cañedo, no se ha
podido arreglar, pero parece que no trascurran muchos días sin que se verifique.213
212
Ibíd, 9 de marzo de 1893, p. 2.
213
Ibíd, 13 de mayo de 1893, p. 2.
168 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
216
Sandra Gayol, Honor y duelo en la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
217
Dicho texto establecía que, mientras las clases bajas resolvían sus querellas con puñal o a
golpes a mitad de la plaza, o en cualquier camino o paraje, aquellos considerados de mas distin-
ción o decoro ventilan sus disputas mediante el código de duelo, hacerse respetar por sí mismo.
El duelo era una respuesta a una ofensa pública y privada (Palabra, escrito, dibujo y gesto que
generara burla, difamación o amenaza), así como la ofensa de hecho (herida, golpe, o seducción
a esposa, hija o hermana —las últimas dos si son menores de 25 años—, así como la deshonra y
todo atentado contra el honor y pudor de una dama). Para mayor información véase, Antonio
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 169
Tovar, Código Mexicano del Duelo, México, Imprenta, Lit. y Encuadernación de Irineo Paz, 1891,
pp. 6-50.
218
Pablo Piccato, «La política y la tecnología del honor: el duelo en México durante el por-
firiato y la revolución», en Anuario Instituto de Estudios Histórico-Sociales, Tandil (Argentina),
IEHS, Nº 14, 1999, p. 273.
170 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
221
Ibíd, 11 de diciembre de 1899, p. 1.
222
J. Figueroa Doménech, dir., Guía General Descriptiva de la Republica Mexicana, Barcelo-
na, Imprenta de Herich y Compañía, tomo II, 1899, p. 570.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 171
ejemplo tenemos que a finales del XIX, las hermanas Luz y Fanny Cañedo re-
basaban los ámbitos del puerto mazatleco para proyectar su glamour y distin-
ción utilizando imágenes fotográficas que iban a parar hasta la redacción de
El Mundo Ilustrado, donde aparecían tanto en grupo como individualmente;
después de publicar una imagen de ambas hermanas compartiendo animada-
mente con amistades, este matutino presentó poco después una nueva imagen
de una de ellas, donde la joven se proyecta como una dama moderna y opulen-
ta.223 Fanny, una de las tres hijas del gobernador Francisco Cañedo, era presen-
tada por este órgano periodístico nacional como una destacada señorita de la
223
El Mundo Ilustrado, 2 de enero de 1898, p. 4.
172 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
William Beezley, «El estilo porfiriano: deportes y diversiones de fin de siglo», en Historia
224
Mexicana, México, El Colegio de México, Vol. 33, No. 3, octubre- diciembre de 1983,p. 269.
225
Véase columna de Herberto Sinagawa Montoya en El Sol de Sinaloa, 29 de agosto de 2010
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 173
Juan de Dios Peza, Cantos del hogar, París, Librería de la Vda. C. Bouret, 1916, pp. 142-146.
226
Á Fanny Cañedo.
174 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
227
Francisco Chacón Jiménez y Juan Hernández Franco (eds.), Poder, familia y consanguini-
dad en la España del antiguo régimen, Barcelona, Anthropos, 1992, p. 8.
228
CT, 9 de diciembre de 1899, p. 4.
229
Ibíd, 23 de diciembre de 1899, p. 1.
230
Ibíd, 31de octubre de 1899, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 175
231
Ibíd, 3 de noviembre de 1899. p. 1.
232
Ibíd, 21 de noviembre de 1899, p. 1.
233
Ibíd, 1º de octubre de 1899, p. 2.
234
Ibíd, 25 de noviembre de 1899, p. 1.
176 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
repetiría el doce de diciembre, en honor de la señorita Lupe Vidal, por ser día
de su onomástico.235
Asimismo, las uniones de pareja de este selecto sector social también eran
motivo de confluencia festiva. Muestra de lo enunciado, la noche del lunes
18 de diciembre de 1899, en casa del señor Don Antonio de la Peña, se efec-
tuó la presentación civil y eclesiástica de Miguelina de la Peña, quien contraía
esponsales con el joven Don Benito Sarabia. Un acto muy privado, en el cual
solamente estuvieron presentes algunas familias amigas.236
Aunque no se requerían este tipo de sucesos para que los hogares de las
familias acomodadas se llenaran de regocijo. Diciembre era un mes propicio
para ello, por eso cuatro días más tarde, la casa del sr. Gustavo L. Dóriga era
escenario donde se efectuaba una animada tertulia.237
Y para el último día del año, otra tertulia más se efectuaría en la casa habi-
tación del señor Arturo de Cima, organizada por varios jóvenes ubicados en el
ramo del comercio. Para ello, el salón principal de la residencia se iluminaría
con quinientas luces de colores artísticamente combinadas, darían un golpe de
vista original y deslumbradora. Sobre los asistentes a esta animada fiesta: «Las
señoritas invitadas van á vestir de elegantes trajes de un sólo color y los jóvenes
saco y pantalón negro, corbata roja y choclos de charol».238
El Casino de Mazatlán era el sitio donde tenían lugar las muestras de fas-
tuosidad y reputación se expresaban en las exclusivas festividades acotadas a
esta elite mazatleca realizadas durante mes de diciembre. Una de gran ascen-
dencia y significado era la fiesta de fin de año. A fin de ilustrar sus vivencias,
vale la pena situarse en el especial evento organizado para festejar el cierre del
siglo XIX y la bienvenida del siglo XX. Un periodista local realizó una crónica
del baile y recepción ocurrido la noche del 31 de diciembre de 1899:
Es voz pública que estuvieron soberbios y con mis propios ojos pude admirar el
vasto salón del Casino más hermoso que lo que nunca se ha visto y la cena más
sabrosa que lo que me figuraba, pues en una visita que hice á los diversos departa-
mentos, pasé al ambigú y picotee uno que otro plato de sándwiches, de salchichón,
235
Ibíd, 28 de noviembre de 1899, p. 1.
236
Ibíd, 19 de diciembre de 1899, p. 1.
237
Ibíd, 19 de diciembre de 1899, p. 1
238
Ibíd, 23 de diciembre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 177
239
Ibíd, 7 de enero de 1900, p. 1
240
Bufet o comida, por lo general nocturna, en la que se sirven todos los platos a la vez.
241
CT, 8 de enero de 1900, p. 1
242
Ibíd, 8 de enero de 1900, p. 1
178 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
ra y gallardía de cada una de las lindas pollitas que llenaban el salón y la gracia
y distinción de las señoras es cosa que no intentará mi atrevimiento. Para ha-
cerlo necesitaríase pluma de oro y tinta de estrellas desleídas!».243
Todo este cúmulo de gala y distinguida celebración se realizaba cuando
murió el siglo XIX y traspasó el umbral de la nueva centuria. Eran las cuatro
de la mañana del 1° de enero de 1900 cuando esta esplendida y selecta tertulia
concluyó y los concurrentes se retiraron a sus hogares, todavía con el sabor de
las bebidas en los labios y con el tenue olor de la dicha, que no todos los ma-
zatlecos podían disfrutar.
Todo lo descrito muestra trazos de la vida de las elites socio-económicas
más conspicuas que se desarrollaron en el puerto de Mazatlán durante el siglo
XIX, como vivieron y fueron protagonistas de los procesos sociales y econó-
micos presentados durante dicha temporalidad, sus iniciativas y avatares para
alcanzar riqueza y reconocimiento social. Por ello, las multialudidas elites ma-
zatlecas no solamente patentizaron sus afanes de acumular bienes y fortuna
sino que pusieron de manifestó su prestigio y honor; esto último mediante
un conjunto de códigos y comportamientos con los cuales se desenvolvieron
en sociedad, expresados en su manera de vestirse, hablar, comportarse, tanto
entre quienes compartían un similar nivel social, como hacia los otros, hacia
personas de distinto y más bajo nivel social.
Bajo el entendido de ser una forma de expresar superioridad y dominación,
ya que el prestigio es una valoración individual o colectiva manifiesta median-
te actitudes, signos y símbolos que pueden ser orgánicos (edad, sexo, tempe-
ramento, capacidad física), psíquicos (conocimiento, facultades, educación)
y sociales (status económico y racial, raigambre y reputación familiar, títulos
y cargos públicos, entre otros.)244 Dispositivos los cuales prodigan identidad,
pero también reafirman las diferencias sociales, que se exteriorizan en com-
portamientos, ideologías y discursos públicos.
Los comerciantes, empresarios y los connotados personajes públicos de
Mazatlán, destacaron por su habilidad para realizar negocios, muchos de ellos
patentizaban su supremacía de extranjeros. Se proyectaban como exitosos, for-
jadores de familias sólidas y de arraigo. Pero no solamente el dinero se proyec-
Ibíd.
243
Joseph S. Boucek, «La sociología del prestigio», Revista de Estudios Políticos, Nº 94, Cen-
244
245
Norbert Elias, op. cit, p. 38
III. Las vicisitudes del poder y la política
1
El Fenix de la Libertad, México, 18 de febrero de 1834, p. 2.
181
182 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
2
El Español, Madrid, 21 de marzo de 1836, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 183
3
Archivo Municipal de Mazatlán (AMM), ramo justicia (RJ), caja 1, cuaderno 7, Mazatlán,
13 de abril de 1837, f. 2.
4
Véase, Gerardo Palomo González, «La inestabilidad político-militar, durante la primera
república central, 1835-1839. La lógica del pronunciamiento en la figura del general José Urrea»,
Estudios de Historia Moderna y Contemporanea de México, México, UNAM/IIH, N° 36, julio-
diciembre de 2008, pp. 100-108.
5
El Cosmopolita, 25 de agosto de 1838, pp. 1 y 2.
6
El Cosmopolita, 30 de diciembre de 1838, p. 4.
184 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
con fuerzas que arribaron por mar y levantaban las banderas del federalismo,
pero no pudieron lograr su proposito y tuvieron que retirarse con la derrota a
cuestas. 7
Asimismo, debido a que las rebeliones y asonadas ocurridas en México du-
rante las primeras décadas de vida independiente afectaron bienes e intereses
de nacionales y extranjeros, ciudadanos franceses formularon reclamaciones
ante el gobierno mexicano, las que fueron impulsadas por su embajador, el ba-
rón Deffaudis. El gobierno mexicano rechazó las exigencias franceses y como
reacción, en abril de 1838, fuerzas navales francesas bloquearon algunos puer-
tos y apresaron algunos buques mexicanos. Presentándose la primera inter-
vención francesa en México, mejor conocida como la «Guerra de los Pasteles».
Ocasionando que Mazatlán, que en febrero de 1838 se había rehabilitado al
comercio exterior -el 12 de febrero de 1838-8 para mediados de mayo se cerrará
nuevamente debido a este a bloqueo francés y porque la aduana marítima se
encontraba en manos de enemigos del gobierno.9
Los reclamos de los franceses eran por 600 000 pesos, más 200 000 pe-
sos por gastos derivados del mantenimiento del contingente militar en aguas
mexicanas.10
Producto de lo anterior, en Mazatlán, debido a que anteriormente un fran-
cés había trasladado a su barco varias barras de plata, la cual estaba prohibida
su exportación, motivo por el cual se le decomisaron dichas barras. En febrero
de 1939, el almirante del barco que amenazaba el puerto mazatleco reclamaba
el pago de 30 000 pesos, estimados como valor por el contrabandista.11 Recla-
mación que no aparecía en la lista presentada en 1838 por el ministro pleni-
potenciario francés ante el gobierno de México. Poco después, en marzo de
1839, México y Francia llegaron a acuerdos para resolver las reclamaciones,
finalizando el bloqueo francés.
Pero las problemas con los franceses no concluyeron en ese tiempo, a me-
diados de 1845 en diversos órganos periodísticos extranjeros se difundieron
7
El Cosmopolita, 10 de noviembre de 1838, p. 1.
8
AGN, fondo hacienda pública, sección folletería, caja 8, vol. 8, caja 8, exp 45, 2 de febrero
de 1838, p. 1.
9
AGN, fondo hacienda pública, sección folletería, caja 8, Vol. 8, exp 45, 24 de abril de 1838,
p. 1.
10
Véase, Luis Miguel Díaz, México y las comisiones internacionales de reclamaciones, México,
UNAM, t. II, 1983, pp. 1172-1175.
11
El Instructor: o Repertorio de historia, bellas artes y letras, Londres, febrero de 1839, P. 62
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 185
12
El Español, Madrid, 13 de agosto de 1845, p. 1.
13
SDyN, 27 de enero de 1842, p. 1.
14
El delito de prevaricato sanciona a funcionario judicial o administrativo que dicta resolu-
ciones contrarias al texto de la ley o la funda en hechos falsos. Ese es la línea conceptual de este
delito. Con las variantes en cuanto a los abogados, el Prevaricato no sanciona el yerro sino el
abuso del derecho. Este tipo de delito reviste tres modalidades. 1) El delito de prevaricato implica
la trasgresión de una norma inequívoca, es decir de, una norma cuya interpretación no da mar-
gen a dudas o a criterios u opiniones diversas. 2) La segunda modalidad supone falsear la verdad
invocando hechos falsos o inexistentes o que no hayan sido probados. 3) La tercera modalidad
consiste en invocar leyes inexistentes o que han sido derogadas. En general, la acción prevarica-
dora lesiona el bien jurídico protegido, en concreto el correcto desempeño de los funcionarios
públicos encargados de administrar justicia.
15
Salvador Cárdenas Gutiérrez, «El delito de prevaricato y la defensa de la honra judicial en
el siglo XIX», en Anuario Mexicano de Historia del Derecho, México, UNAM, vol. XVIII, 2006,
p. 181.
186 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Desde principios de los cuarentas, el velo del poder que cubría a Mazatlán
se hacía presente en la prensa. Particularmente, la prensa oficial de Durango
señala que el puerto de Mazatlán presenta un estado brillante en ornato, sa-
lubridad pública y policía; que ya estaba adornado con suntuosos edificios y
que con el tiempo sería uno de los más concurridos de la costa del pacífico, ya
por su buena situación topográfica y ya también por los afanes del ciudadano
encargado en la actualidad de su gobierno (Gral. Francisco Duque titular del
Departamento de Sinaloa).16
Pero lo que también se presentaba en esa década eran los conflictos políti-
cos y militares. Ante el predominio del gobierno centralista de Antonio López
de Santa Anna, en noviembre de 1844, la guarnición militar de Mazatlán se
levantó en armas, desconociendo al gobierno santanista y expresando su adhe-
sión a los federalistas. Particularmente, jefes, oficiales e las fuerzas armadas, así
como particulares se adhirieron al pronunciamiento lanzado por la guarnición
de Jalisco, apoyada por el general D. Mariano Paredes y Arrillaga. Los pronun-
ciados acordaron tener como gobernador y comandante general al teniente
general Juan Ignacio Brambila, sustituido poco después por el general Francis-
co Duque.17 Este movimiento fue nacional y condujo a la caída de Santa Anna.
Años más tarde, el 18 de enero de 1847, se reunieron en Mazatlán los jefes
y oficiales de la guarnición militar, en la casa del segundo cabo Rafael Téllez,
acordando la proclamación a Antonio López de Santa Anna como presiden-
te de la república por quinta vez y establecen que no acataran más ordenes
que las de Santa Anna. Además, decidieron enviar la rentas del estado y de
la aduana Marítima al ejército del norte, de manera mensual. Asimismo, se
nombró al general Ventura Mora como caudillo. E invitaron al gobernador y
la legislatura para que aprobaran su decisión.18 Al concluirse dicha reunión, se
nombró una comisión al seno de dicha junta compuesta por el comandante del
batallón de California, José María Balderas, capitán Rafael Sánchez y teniente
Manuel Cisco, a fin de invitar al Comandante general Ventura a su adhesión
y desempeñar un papel protagónico. Solicitud que aceptó.19 Esto se acordaba
16
RO-D, 30 de octubre de 1842, p. 4.
17
Ibíd., p. 36.
18
MR, 11 de febrero de 1847, p. 2.
19
El Republicano, México, 8 de febrero de 1847, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 187
cuando navíos americanos estaban desde hacia varios días merodeando las
costas mazatlecas.20
Luego vendría el bloqueo del puerto por parte de las fuerzas navales esta-
dounidenses establecidas en el Pacífico. El comodoro James Biddle, coman-
dante de dicha escuadra, declaró el bloqueo de dicho puerto a partir del 4 de
marzo de 1847. Se supone que el bloqueo era para evitar la movilidad de fuerzas
navales nacionales o amigas, pero que los buques pequeños utilizados para la
pesca no fueron molestados.21
Reportes llegados al extranjero indican los desplazamientos efectuados por
la escuadra estadounidense «El 28 de abril se hallaba una división de seis ú
ocho buques delante de Mazatlan, donde debían desembarcar unos mil hom-
bres para tomar aquel punto. En la plaza se hacían grandes preparativos de
defensa; pero era casi indudable que el ataque conseguiría su objeto».22
20
MR,, 11 febrero de 1847, p. 3.
21
El Clamor Público. Periódico del Partido Liberal,, Madrid, 6 agosto de 1847, p. 1.
22
La Esperanza. Periódico Monárquico, Madrid, 5 de julio de 1847, p. 1.
188 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
23
Daily American Star, México, 4 de febrero de 1845, p. 3.
24
MR, 12 de marzo de 1849, p. 3.
25
Véase, UN, 5 de febrero de 1849, p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 189
26
SDyN, 1° de marzo de 1849, p. 238
27
Ibíd., 4 de mayo de 1850, p. 4.
28
SDN, 27 de enero de 1852, p. 4.
29
El Clamor Público. Periódico del Partido Liberal, Madrid, 18 de septiembre de 1852, p. 2.
190 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
30
SDyN, 27 de junio de 1852, p. 3.
31
UN, 13 de junio de 1852, p. 2.
32
Ibíd.
33
MR, 12 junio 1852, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 191
34
SDyN, 12 de junio de 1852, p. 4.
35
Tomado de La España, Madrid, 17 de septiembre de 1852, p. 1.
192 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Días mas tarde –el día 22- el gobernador convocó a los más influyentes co-
merciantes del puerto: José M. Iribarren, Rafael Esquerro, Ignacio Lerdo y José
María Loreto e Ignacio Herrera, comerciantes mexicanos; al Sr. Pedro Fort,
comerciante francés; Francisco Echegurren, Vice-consul de España; y a Agapi-
to Somellera, Lino Arezquita, Antonio Gonzalez y Francisco Pérez Bustaman-
te, comerciantes españoles; se trataba de reunirse para tratar la problemática,
pero como no legaron a acuerdos todos los asistentes fueron arrestados.
El señor Martinet, vicecónsul francés, pidió la libertad del comerciante
galo, Vega se negó porque éste era culpable y podría ser condenado a la pena
de muerte. También se detuvo al representante consular de España por estar
involucrado en el conflicto. Dentro de los detenidos más sonados figuraron
Somrellera, Echeguren, Fort, Esquerro, Herrera, Lerdo y Arisqueta.36
Con la distancia temporal propia que marcaban los flujos de la informa-
ción, la prensa española recogió esta noticia de un periódico neoyorkino don-
de se anunciaba que «los respectivos cónsules de España y Francia han sido
arrestados por orden del Gobernador del estado, bajo la acusación de que to-
maron parte en el último movimiento revolucionario ocurrido en aquella ciu-
dad. Noticia que consideraban grave».37
A los cinco días de las detenciones, un juez criminal se presentó ante los
detenidos y les leyó su condena que —a decir de la prensa extranjera— «había
sido pronunciada contra ellos, no en virtud de un juicio, pues ni aun han sido
interrogados, sino con arreglo al capricho del gobernador, que ha creído obrar
en esto de la manera mas favorable á sus intereses»;38 La pena fue que entre
todos —de manera proporcional- pagarían 20 000 pesos de multa, tras lo cual
serían liberados, salvo algunos que serían expulsados. Los detenidos no acep-
taron pagar dicha multa y, en cambio, demandaron un juez para su defensa.
Ante eñllo, se le incomunicó nuevamente.
Pero no sólo eso, una turba de individuos —al parecer inducidos por las
propias autoridades— arribaron abruptamente a las casas de los comercaiun-
tes detenidos, derribaron puertas y se dedicarpon a saquear sus propiedades,
llevándose objetos que sumaban el doble del valor de la multa en que se les
36
UN, 14 julio de 1852, p. 2.
37
La Época. Periódico Político y Liberal de la Tarde, 18 de agosto de 1852, p. 2
38
La España, Madrid, 17 de septiembre de 1852, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 193
había condenado. Tras este suceso, el 9 de julio, los detenidos fueron liberados
pero se les ordenó que abandonaran Sinaloa.39
En torno al tema, la prensa nacional no tardó en dar opiniones muy varia-
das. El periódicos El Universal consideraba que «La ley que le condena a pagar
tan alta contribución personal, después de restablecido el derecho al consumo,
es una ley injusta, se reúnen pues para pedir su derogación por medio de la au-
toridad municipal».40 Lo que no era un delito, pero negarse a pagar y rebelarse,
era una clara trasgresión a la ley.
Otro órgano de prensa nacional, El Ómnibus, se manifestaba también con-
tra las autoridades sinaloenses; sus frases iban en el siguiente sentido: «Mani-
festamos que en Mazatlán iba a estallar una revolución en contra del congresi-
llo de Sinaloa pues son tan onerosas las contribuciones con que este soberano
legislador ha recargado a los pueblos, que ya no pueden soportarlas».41
Pero los apoyos a los comerciantes mazatlecos no solamente fueron los co-
mentarios de algún periódico, ya que hasta apoyo físco y militar se ganaron...o
lo buscaron.
Dos días después de la salida de prisión de los comerciantes, el 11 de julio,
desde la madrugada se preparó la contraofensiva de los comerciantes y sus
bases de apoyo. Un nutrido contingente humano se dirigió al cuartel militar y
conminó a los soldados para tomar participación y enfrentar al gobernador y
su tropa, Así, a dicha muchedumbre se sumó un contingente de 40 artilleros
que hicieron causa común con los inconformes. El Comandante General del
puerto no apoyó esta tentativa separacionista y —luego de ser apresado mo-
mentaneamente por Valdés— salió de la entidad rumbo a Tepic.
A estas acciones había precedido la realización de una junta del vecindario
porteño y ahí se acordó separarse de Sinaloa y la erección del Territorio de Ma-
zatlán, así como el nombramiento de una diputación provincial con funciones
municipales y gubernativas, compuesta de cinco personas (comerciantes y ve-
cinos reconocidos). Esta junta pediría a los poderes de la nación, la aprobación
de dicha sepación como Territorio de Mazatlán. 42
39
La Voz del Católico. Periódico científico y literario, Madrid, 20 de septiembre de 1852, pp.
890 y 891.
40
UN, 13 de julio de 1852, pp. 1 y 2.
41
El Omnibus, 16 de junio de 1852, p. 2.
42
«Sucesos de Mazatlán», en CONS (suplemento) al Nº 270 del 26 de julio de 1852, p. 1; UN,
México, 27 de junio de 1852, p. 1.
194 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
p. 891.
44
Véase, La Esperanza, Madrid, 18 de septiembre de 1852, p-. 1
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 195
ros sin patria (así se decía), han dado al gobierno de Sinaloa el ejemplo del respeto
á la propiedad; y preciso es decir, de la moderación en medio de la victoria.45
Por tanto, tras la salida del derrotado gobernador del puerto, la hegemonia
local la estableció el comandante del puerto Pedro Valdés aliado a los separa-
tistas, permitió que los comerciantes extranjeros tomaran el control del comer-
cio exterior de y con destino a Sinaloa.
Contrariamente a los argumentos justificadores de Pedro Valdés, para el
editorialista del Siglo Diez y Nueve de lo que se trataba con esas acciones de
insubordinación era «erigir un territorio a mano armada, en que se defraudan
los derechos del erario y se proclama el triunfo del contrabando y el derecho
a la rebelión».46
En un sentido muy similar, el gobernador Francisco de la Vega aseguraba
que este intento de separación de Mazatlán era una confabulación inmoral y
funesta de los comerciantes extranjeros para la descarga de sus mercancías sin
contribuir a las arcas del país, al tiempo que los tildaba de vulgares aventure-
ros, una población transeúnte, orgullosos de su fortuna y con una falsa idea de
superioridad y con un marcado desprecio a México y sus habitantes 47
Sin embargo, mientras que, desde principios de 1852, el gobernador del
estado de Sinaloa consideraba que en El Fuerte, Cosalá y Mazatlán se instala-
rían Juntas Auxiliares, por ser los únicos pueblos que contaban con personas
capaces que cumplir las funciones de socios tales organismos.48 Pese a que no
contaba con muchas simpatías en tierras porteñas.
Manifestaciones de distancia o franco rechazo al clan Vega, se siguieron ex-
presando durante este año de 1852. Específicamente, a noche del 19 de octubre
de 1852 y madrugada del día siguiente fue de pleno regocijo para un amplio
sector de la población mazatleca, por las noticias recibidas desde Culiacán por
el triunfo del señor Valdés sobre el señor Vega. En dicho festejo abundaron la
música, los cohetes, campanas y cañonazos, así como los vivas y mueras des-
tinadas a uno y otro jefe de los bandos en disputa. Claro la borrachera se hizo
presente.49
45
La España, Madrid, 17 de septiembre de 1852, p. 1.
46
SDN, 30 de junio de 1852, p. 1.
47 Tomado de, Walther L. Bernecker, Contrabando: ilegalidad y corrupción en el México del
siglo XIX, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 61.
48
CONS, 19 de febrero de 1852, p. 4
49
MR, 19 de noviembre de 1852, p. 3
196 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ya para 1853, como las aguas estaban menos agitadas, el pailebot Elvira ha
llevado á Mazatlan diez y siete, franceses que las autoridades de Guaymas ex-
pulsaron por precaución.50
Ahora bien, respecto a la conducta de ciertos mazatlecos: en abril de 1853,
ante cuestionamientos del ayuntamiento de Álamos contra el Gral. Miguel
blanco, la editorial del periódico El Siglo Diez y Nueve un texto firmado por
“Varios Sinaloenses” radicados en Mazatlán salieron en defensa de Blanco y
externaron sus deseos de que el Supremo Gobierno designara a este militar
como gobernador y Comandante general de Sinaloa, deseo de «todos los veci-
nos que mana sinceramente la paz y tranquilidad».51
Años más tarde, a fines de 1855, la conflictiva política y militar estaba pre-
sente en Mazatlán y Sinaloa. Al respecto, el comandante general Pedro Valdés
señalaba que el 19 de noviembre debería haber estallado rebelión en cuartel de
artillería del puerto sinaloense a fin de secundar la rebelión de José Inguanzo,
pero que esta intentona pudo sofocarse. Particularmente, se detuvo y embarcó
al puerto de Acapulco a José María Loreto Iribarren, quien –al parecer- era
promotor del motín, «como lo ha sido de todos los desordenes ocurridos en
este Estado desde agosto, es decir es un perturbador del orden público en Si-
naloa y que por lo mismo es indispensable su separación del Estado, por lo
menos mientras desaparecen los movimientos revolucionarios que se notan en
varios puntos y en que ha tenido la parte más activa». 52
Justo en este mismo tiempo se suscitaba un fenómeno similar en el vecino
territorio de Tepic, cuyo conflicto impacto también en tierras mazatlecas. A
mediados de diciembre de 1855 estalló un motin en este cantón de Tepic di-
rigido contra los que sustentaban al gobernador de Jalisco Santos Degollado,
quien reaccionó de maners rápida y se dirigió a Tepic para someter a los con-
servadores levantados en armas. En este levantamiento estaba la firma británi-
ca Barron Forbes y Cía, la más poderosa del occidente de México, colaboraba
también Manuel Lozada,. La acción rebelde era en apoyo del pronunciamiento
de Manuel Doblado, ocurrido a principios de diciembre, en Guanajuato. Se
luchaba contra Juan Alvarez y la ley Juárez que suprimía los privilegios del
clero y del ejército. Al levantamiento se unieron el Comandante General de la
50
La Esperanza. Periódico Monárquico, Madrid, 12 de febrero de 1853, p. 1.
51
SDyN, 27 de abril de 1853, p. 2.
52
SDyN, 5 de febrero de 1856, p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 197
Marina del Sur, José María Espino y el capitán del batallón Libres de Jalisco,
Angel Benítez. 53
Ante el desplazamiento de Degollado rumbo a tierras del Nayar, el 30 de
diciembre, Barron y Forbes, huyeron rumbo a Mazatlán, en el barco Antoñita,.
Para Degollado esta huida rumbo a Mazatlán era una prueba de la culpabi-
lidad de dicha firma británica su huida a Mazatlán. Por su parte, Barron se
defendía ante los representantes británicos diciendo que la enfermedad de su
socio y pariente Guillermo Forbes lo había obligado a viajar a Mazatlán.
A su vez, el gobernador de Jalisco, Santos Degollado, denunció al capitán
de puerto de Mazatlán, Vicente A de la Rosa, por permitir el arribo de la nave
“Antoñita”, supuestamente con papeles falsos firmados por un rebelde. El adi-
mistrador de la Aduana se defiendió con el argumento de que los papeles con
que llegó la tripulación estaban en regla, y no era no s su responsabilidad su
salida de San Blas. 54 Esta controversial nave arribóa Mazatlán el 5 de enero de
1856, trasportaba a Guillermo Forbes, Eustaquio Barrón, Francisco R. Gongo-
ra, Ignacio Ocampo, Juan San Román y un criado.
Y las sublevaciones militares continuaron teniendo a Mazatlán como esce-
nario. El primero de enero de 1858, el comandante militar de Mazatlán, Pedro
Espejo y demás jefes y oficiales establecidos en el puerto se concentraron en el
hogar del primero, donde se dio lectura al Plan de Tacubaya emitido el 17 de
diciembre de 1857 que desconocía a la Constitución de 1857; como resultado se
levantó una acta en la que se establecía el acuerdo de secundar dicho Plan, al
tiempo que se reconocía a José María Yañez como gobernador en funciones de
la entidad y como jefe de la cuarta línea militar de la frontera,55 En esta misma
reunión se nombró una comisión para que apoyara esta medida, Obteniendo
resultados positivos pues, Yañez reconoció también dicha proclama.
En tiempos sucesivos, los conflictos entre liberales y conservadores van a
poner sello a muchas facetas de la vida sinaloense y mazatleca. Para el año de
1959, a esta conflictiva se sumó otra. Los liberales que controlaban el poder en
Mazatlán, establecieron el pago de drechos para extranjeros, particularmente,
el cónsul inglés se rehusó y opusó a dicha disposición, por ello fue reducido a
53
Araceli Ibarra Bellón, «¿“Commercial jealousy” o reforma agraria?: origen y naturaleza del
motín de Tepic (13 de diciembre de 1855)», en Boletín Americanista, Barcelona, Universitat de
Barcelona, Nº 44, 1994, pp. 113.
54
SDyN, 21 de junio de 1856, p. 2
55
SOC, 27 de enero de 1858, p. 1.
198 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
56
La Época, Madrid, 21 de diciembre de 1859, p. 4.
57
La España, Madrid, 5 de febrero de 1860, p. 1.
58
La Correspondencia de España. Diario Universal de Noticias, 8 de julio de 1862, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 199
el artesano se une con el marino, el labriego con el rico propietario, el hombre in-
culto con los que profesan las ciencias del saber humano, es decir, que el pueblo se
levanta potente y amenazador cuando se trata de su existencia política seriamente
comprometida, no las dejara de la mano hasta que no prueben su independencia y
libertad de la patria o sucumba.59
Pero parece que los problemas no solamente eran con «los de afuera» , ya
que el periódico español La Época informaba que para octubre de 1862, según
reportes provenientes de Sinaloa la mayor parte de los pueblos de este esta-
do estaban sublevados en contra del gobierno…juarista. Puntualmente refería
que «Desde Acaponeta hasta el último rincón de Sinaloa, exceptuándose Ma-
zatlán, se han sublevado todos los pueblos».60 Una exageración, seguramente.
Para enfrentar el conflicto armado que se avecinaba, las autoridades de Si-
naloa decretaron una contribución forzosa o subsidio de guerra, el cual se fijó
en 100 000 pesos, a cubrirse de la siguiente manera por cada Distrito: Maza-
llan, 30 000; Rosario, 6000;Concordia, 6000; San Ignacio, 2000; Cósala, 8000;
Culiacan, 20 000; Mocorilo, 4000; Sinaloa, 12 000; y El Fuerte, 12 000. Pero
aún con este dinero para equiparse y contender con el adversario, no se esta-
ba muy seguro de triunfar y defender exitosamente a Mazalían, la capital de
la entidad, por eso, desde octubre de 1863, previendo lo peor, las autoridades
trasladaron los archivos oficiales a Culiacán.61
Es obvio que los prestamos forzosos establecido por el gobernador sina-
loense a comerciantes y mineros no se tomaban con buen agrado, pero la an-
terior afirmación periodística es una exageración, quizá muy a tono con lo se-
ñalado por Eustaquio Buelna sobre el recultamiento forzoso practicado por el
gobernador Placido Vega, quien afirma que por estas acciones: «el gobernador
Vega, que á principios de su administración era el caudillo de la libertad, apa-
recía ya como déspota a los ojos del pueblo, que se horrorizaba y detestaba sus
hechos sangrientos. Se agravaba el descontento con la leva escandalosa».62 In-
conformidad suena creible y natural, pero una sublevación generalizada no da
59
Tomado de María del Rosario Heras Torres, El dilema de la ciudadanía y la lucha por la na-
ción en Sinaloa: sus pugnas y sus actores (1857-1877), Culiacán, Facultad de Historia-Universidad
Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2008, pp. 157-158.
60
La Época, Madrid, 23 de octubre de 1862, p. 3.
61
El Lloyd Español. Diario político independiente, Barcelona, 9 de octubre de 1863, p. 1.
62
Eustaquio Buelna, Breves apuntes para la historia de la Guerra de Intervención en Sinaloa,
Mazatlán, Imprenta y Estereotipia de Retes, 1884. p. 16.
200 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
63
Sobre el particular véase, Ibíd, pp. 20 y ss.
64
La Época, Madrid, 27 de marzo de 1863, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 201
dados que olvidan ya sus privaciones para no pensar sino en los peligros , en la
gloria que les espera Zaragoza, al lado de sus hermanos de armas».65
En fin, durante buena parte de esos años decimonónicos, las variadas con-
flictivas políticas y militares de manera reiterada se hacían presentes en este
puerto sinaloense; como fue el caso de la guerra que se entabló a partir del
establecimiento del imperio de Maximiliano durante la primera mitad de la
década de los sesentas.
Tras el arribo y establecimiento de las tropas galas en el centro del territorio
nacional, marcharon en pos de nuevos espacios. Uno de sus desplazamientos
fue hacia el Pacifico norte, donde se ubica el suelo sinaloense. Sus puntos de
entrada y puntos de conquista militar eran los puertos de la región y de Sinaloa
por ende. Por su significación e importancia, las autoridades estatales se afana-
ron por defender el puerto de Mazatlán del invasor, para ello se recurrió a un
recurso no muy popular: imponer préstamos forzosos entre los comerciantes
y empresarios de la ciudad,66 a fin de cubrir los gastos de la resistencia ante un
eventual ataque.
Las medidas impuestas no siempre fueron acatadas, un ejemplo se encuen-
tra a fines de 1863: un buque de la Marina Real Británica atracado en Mazatlán
se negó a reconocer y acatar este decreto juarista en materia de impuestos,
considerando que su autoridad ya era inexistente. En respuesta las autoridades
del lugar forzaron las puertas del consulado anglosajón y sometieron a sus
súbditos. En consecuencia el comandante del buque inglés dispuso el desem-
65
José María Iglesias, «La cuestión de México. México 2 de abril de 1863», en Revistas Histó-
ricas sobre la intervención francesa en México, México, Editorial Porrua, S. A., 1972, pp. 202 y 203.
66
Entre las prácticas impopulares que el gobierno federal practicó en los puertos del país, fue
la creación de nuevos impuestos o contribuciones a la entrada y salida de mercancías, así como
la reacción de descontento de la población comerciante en dichos lugares. Como ejemplo el día
7 de julio de 1863, la creación de un nuevo impuesto (contribución sobre el comercio marítimo)
y su alto costo, provocaría la inconformidad social de los comerciantes nacionales y extranje-
ros, llegando a formarse una insurrección por parte de los comerciantes extranjeros para atacar
(bombardear) a la ciudad, valiéndose de una corbeta de guerra inglesa, si dicho impuesto de
“costo exorbitante” era puesto en vigencia. SOC, 22 de septiembre de 1863
202 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
69
SOC, 13 de enero de1864,
70
Francisco Gómez Flores, «Operaciones militares en el Estado de Sinaloa durante el perío-
do de la guerra de intervención francesa», en La República Literaria, 1º de marzo de 1889, p. 717.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 203
ello, a los galos residentes en Mazatlán se les internó a 40 leguas de la costa sur
de Sinaloa.71 A su vez, estableció un préstamo forzoso para el comercio por la
cantidad de 200 mil pesos, con la pena de denominarse el duplo, si no se cubría
el pago de las cuotas establecidas. Para el pago del préstamo y la expulsión de
los súbditos franceses se dio un plazo de ocho días.
Asimismo, ante la amenazas de la flota naval francesa, las autoridades de
Mazatlán ordenaron que todos los integrantes de la guardia nacional levanta-
ran una línea de trincheras en la pequeña ensenada llamada Olas Altas, situada
al oeste de la población. En esta labor se emplearon 600 hombres que traba-
jaron todos los días de Semana Santa, pero su labor resultó infructuosa pues
desde la playa los franceses atacaron dicho punto de defensa “a los repiques del
sábado de gloria, hicieron salva con proyectiles disparados sobre las trinche-
ras”, en medio de el cruce de disparos, “fue arrojada desde a bordo una bomba
que incendió el parque depositado en una de las trincheras, que ocasionó la
muerte de algunos oficiales y varias personas”. Esto obligó a que los defensores
abandonaran las trincheras y se trasladaran al cuartel, situado en los suburbios
de la ciudad, en su parte este.72
La amenaza estaba latente y las escaramusas presentes, tanto así que la vida
en la sociedad porteña, parecía que empezaba a adaptarse a sus nuevos ve-
cinos, de vista al mar empezaba a ser común la llegada de fragatas francesas
luciendo sus cañones73, como un símbolo de la afirmación del poder político y
militar que el Imperio impondría en esa parte del estado de Sinaloa.
Pero, en una lógica distinta a las autoridades, algunos sectores de la pobla-
ción mazatleca de alguna forma u otra, no tendían mucha objeción para con la
llegada del ejército francés y el establecimiento de otras autoridades. La prensa
consigna esta actitud de la población local, especialmente de los marineros. Al
parecer los ricos comerciantes, empresarios, clase media y trabajadores que
dependían de la economía marítima en Mazatlán, serían los que menos opo-
sición manifestarían en contra estas fuerzas amenazantes y ocupantes de la
ciudad.74.
Hacia mediados de 1864, la amenaza era mayor, de ahí que las medidas
preventivas estaban al orden del día. Iban desde construir trincheras para la
71
SOC, 25 de abril de 1864, p. 2
72
SOC, 16 de abril de 1864, p. 2.
73
SOC, 2 de mayo de 1864
74
El Pájaro Verde, 2 de mayo de 1864,
204 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Pero, controlados los conflictos internos, la tarea central era sortear exito-
samente la amenaza externa. Para resolver el conflicto que lindaba las costas
mazatlecas se requerían combatientes y armas y había que proveerse de ambos
por cualquier medio. En el marco de esta situación ocurrió la captura de ar-
mamento en San Francisco el cual estaba destinado a nutrir las filas juarista.
Específicamente, el cónsul y agente confidencial del Imperio establecido en ese
puerto californiano informaba sobre la confiscación de mas de 9000 fusiles,
vestuarios, capsules y cantidad de pólvora que el general Placido Vega remitía
para Mazatlán. En ese mismo marco, se capturó la goleta Haze en la bahía Half
Moon cargada de cajas de armas y municiones destinado al parecer al partido
liberal El dueño de la goleta y el cargamento era un individuo llamado Kelly,
hijo del cónsul británico en Mazatlán.84
A mediados de octubre se señalaba la ruta tentativa para tomar el puerto
de Mazatlán. El general francés Douay, llevaba encomendado llegar al territo-
rio de Colima y apoderarse del puerto de Manzanillo y por derivación de sus
recursos económicos cobrados. Al culminar esa parte del plan, se trasladarían
al puerto de Mazatlán comandando una columna expedicionaria fuertemente
armada, cuya misión era monitorear el litoral del Pacífico norte mexicano, con
82
La Iberia, 8 de junio de 1864, p. 2.
83
LS, 5 de agosto de 1864, p. 1.
84
LS, 2 de octubre de 1864, p. 3.
206 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
de 1864, p. 1.
87
LS, 23 de septiembre de 1864.
88
El Pájaro Verde, 21 de noviembre de1864. p.
89
La Correspondencia de España, 4 de octubre de 1864, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 207
que no pudieran o fuera dificil trasladar por tierra.90 La debacle se veía venir,
pero eso no impedía hasta realizar actos de escarnio o venganza anticipada;
de manera que la casa, bienes y mercancías de Fernando Cortés, vicecónsul de
Francia en Mazatlán, fueron expropiadas por las autoridades juaristas del lugar
y sacadas en pública subasta, pero la prensa comentaba que nadie se atrevió a
ofrecer para su adquisición. Ante ello, el jefe de Hacienda que se ofrecieran al
menudeo.91 Incluso, para la tercera semana de septiembre de 1864, circulaba la
noticia de que debido a no encontrar postor para las mercancias confiscadas al
viceconsul, se estaban repartiendo a los empleados civiles y militares a cuenta
de sus haberes.92
Con todo, el panorama para los porteños era desolador, prácticamente es-
taban a la deriva, la inestabilidad política y la desunión de las autoridades libe-
rales y las deserciones daban muestras de ello. Por ejemplo, en octubre de 1864
se propagaban noticias sobre una deserción diaria de entre 15 y 20 soldados
nacionales, en mucho debido a la escasez de moneda, alimentos y falta de ma-
terial de guerra93. Además, el comercio se encontraba alarmado porque temían
ser asaltados por las fuerzas de García Morales, quien por no haber podido
hacer efectivo el préstamo de 100 mil pesos que impuso a principios de dicho
mes; muchos de los desertores se fueron con Corona.94
Así mismo el sentimiento de incertidumbre embargaba a los comerciantes
mazatlecos; por ello, procedieron a paralizar sus actividades, debido al temor
de saqueo de sus establecimientos,95 hasta por parte de las fuerzas armadas del
Estado.
Esto era el preludio del fracaso, los galos acosaban el puerto, contando
con el apoyo no solo de Manuel Lozada sino de personajes como Francisco
Vega, quien se pronunció a favor del gobierno imperialista, acompañado de
700 hombres armados96. Vega y sus hombres llegaron hasta los poblados de
Chametla y de Escuinapa, los que saquearon; así mismo, en un poblado muy
cercano a Mazatlán en el Quelite, otro grupo de sublevados teniendo al frente
un hacendado de dicha población, se pronunciaría a favor del imperio, por
90
LS, 2 de septiembre de 1864, p. 2.
91
LS, 2 de septiembre de 1864, p. 2.
92
LS, 24 de septiembre de 1864, p. 3.
93
LS, 2 de noviembre de 1864.
94
Ibíd., 2 de noviembre de 1864, p. 3.
95
Ibíd.
96
Ibíd., 2 de noviembre de 1864, p. 3
208 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
fue ocupado el dia 13 casi sin resistencia, pues a los primeros disparos de la flotilla
francesa se presentaron los cónsules de varias naciones a avisar que los disidentes
estaban evacuando la plaza. El general Losada, con quien la flotilla no pudo comu-
nicar a causa del mal tiempo, se lanzó en dirección de la ciudad al oír el cañoneo, y
pudo alcanzar y batir la retaguardia del enemigo. Los pertrechos de guerra acumu-
lados allí son de consideración.101
97
Ibíd.
98
El Clamor público. 27 de octubre de1864, p. 2.
99
LS, 2 de noviembre de 1864, p. 3.
100
Ibíd., 8 de noviembre de1864.
101
La Epoca, Madrid, 7 de enero de 1865, p. 4.
102
La Razón, 2 de diciembre de 1864, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 209
103
LS, 3 de diciembre de 1864, p. 2.
104
La Esperanza, 7 de enero de 1865, p. 1, La Correspondencia de España, 6 de enero de 1865,
p. 1.
105
LS, 8 de diciembre de1864
106
La Correspondencia de España, Madrid, 13 de octubre de 1864, p. 2.
210 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
107
Eustaquio Buelna, Breves apuntes para la historia de la guerra de intervención en Sinaloa,
Mazatlán, Imprenta y Esterotapia Retes, 1884, p. 66.
108
Véase, Francisco Gómez Flores, «Operaciones militares en el Estado de Sinaloa durante el
período de la guerra de intervención francesa», en La República Literaria, 1º de marzo de 1889,
p. 730.
109
Ibíd., p. 719.
110
Archivo Histórico del Estado de Colima (AHEC), fondo folletería, caja 2, exp. 7, Ley sobre la
división territorial del Imperio Mexicano, Colima, 26 de marzo de 1865, pp. 25-26.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 211
111
Ibíd, exp. 5, Decretos y reglamentos a que se refiere el estatuto provisional del Imperio
Mexicano, 1ra parte, México, 1865, pp. 77-81.
112
Ibíd, exp. 8, Decreto imperial del 5 de septiembre de 1865 para fomentar la inmigración,
México, 1866, pp. 8-9.
113
Jonathan Aparicio Vázquez, Un sueño monárquico: El proyecto de organización militar del
segundo imperio mexicano (1864-1867), (tesis de licenciatura en Historia, inédita), Universidad
Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras/Colegio de Historia, México, D.F,
2013, pp. 57-65.
114
Ibíd., p. 65.
115
Ibíd.
212 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
configuraban la vida porteña. Por ejemplo, hasta los rostros de sus visitantes
cambiaron, pues sin este proceso, el arribo de extranjeros en busca de bonanza
y de los nacionales en busca de trabajo era práctica común, pero era impensa-
ble lo que ocurrió a principios de 1865, cuando –según dice un periódico es-
pañol- llegaron representantes de “poblaciones pintarreadas”; particularmente
reproducía la noticia que comentaba un órgano de prensa francés, relativa a
que aprovechando la coyuntura militar, habían llegado «a Mazatlán una di-
putación de las tribus salvajes de la Sonora, en la que figuran tres apaches y el
gran jefe de los yaquis. Estas poblaciones, que siempre han permanecido sin
someterse, dice la Patrie, consienten en entenderse con los franceses, y sus en-
viados están encargados de tratar con nosotros las condiciones de su alianza».
Un posible acuerdo favorecía la fuerza y las especttaivas de los ocupantes fran-
ceses, de ahí que era visto con buenos ojos, pero se estaba a la expectativa de
dicha presencia pues se «que el gran jefe de los yaquis no querrá imponernos
condiciones demasiado duras».116
Pero. a partir de este suceso no se puede deducir que la simpatía y colabo-
ración les haya sonreído siempre a los franceses, ya que también enfrentaron
la indiferencia, las resistencias ocultas y abiertas, o simplemente el rechazo o
la respuesta negativa de parte de los sinaloenses. Sobre las actitudes galas y las
reacciones de ciertos habitantes de Mazatlán, ante la petición y exigencia de
que ocuparan puestos públicos. Al Lic. D. Ladislao Gaona, se le ofreció que
se desempeñara como funcionario en el Juzgado del puerto, y su respuesta
fue negativa. Para José María Iglesias, esta actitud de Gaona era un evidente
acto de resistencia que ponía de manifiesto «la falta de conformidad con la
intervención».117
Durante todo ese año, el control frances fue indiscutible. Incluso, la pre-
sencia francesa parecía que estaba sólida. Por tierras y por mar se consideraba
que en el área del Pacífico mexicano todo aparentba ser apacible. Por eso, a
mediados de 1865 la prensa extranjera anunciaba la visita de un naturalista bel-
ga (Thiers), quien organizó una expedición compuesta aproximadamente de
120 alumnos y maestros, los cuales realizarían una serie de investigaciones de
diversas ramas del conocimiento; hasta se destacaba el confort del viaje, donde
José María Iglesias, «La cuestión extranjera. Chihuahua, 30 de abril de 1865», en Revistas
117
Históricas sobre la intervención francesa en México, México, Editorial Porrua, S. A., 1972, p. 589.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 213
118
Revista Hispano-americana, 12 de julio de 1865, pp. 185-187.
119
El Mundo Militar, Panorama universal, Madrid, 2 de julio de 1865, p. 214.
120
Manuel Rivera Cambas, Historia de la Intervención Europea y Norte-Americana en México
y del Imperio de Maximiliano de Hapsburgo, México, Tipografía T. Gonzalez Sucesores, Tomo
3, 1895, p. 8.
121
Ibíd., p. 9.
122
Ibíd., p. 108
214 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
123
Ibíd., p. 151
124
María del Rosario Heras Torres, op. cit., p. 178.
125
The Mexican Times, 2 de diciembre de 1865,
126
Manuel Rivera Cambas, op. cit., p. 151.
127
The Mexican Times, 27 de enero de1866.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 215
128
Ibíd., p. 152
129
Ibíd., p. 204.
130
Ibíd., p. 204-205.
131
El Payaso, 27 de abril de 1866.
216 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
132
Ibíd., p. 245
133
El Payaso, 10 de junio de 1866.
134
Ibíd.
135
Antoine Forest, 31 de julio de 1866, Mazatlán en Versión francesa de México, op. cit, p. 111.
136
Ibíd, pp. 112-113.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 217
137
National Archives/ Despatches From the United States Consuls in Mazatlán (NADUSCM),
Número 159, Vol, III, rollo 3, Carta del cónsul Benjamin Carman, al secretario de Estado en
Washington, Mazatlán, 1 de julio de 1866.
138
La Correspondencia de España, 3 de enero de 1867, p. 3.
139
Elevación y caída del Emperador Maximiliano. Intervención Francesa en México, 1861-1867.
Por el Conde E de Kétratry, (traducida por Hilarión Frías Soto), México, Imprenta de Nabor
Chávez, 1870, pp. 175-178.
218 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
perialistas se volvía una opción implementar la leva como una forma de reclu-
tamiento. Bazaine se mostraba escéptico de dicho mecanismo al manifestar:
El comisario imperial Iribarren, pretendía darme á cuidar y mantener seis-
cientos juaristas, los que estaban prontos, como nadie lo ignora aquí, á volverse
contra nosotros á la primera ocasión, y esto en los momentos en que debemos
evitar armar en el interior un cierto número de enemigos. No puedo aceptar el
mando de soldados tomados de leva, prisioneros á quienes es preciso cuidar de
día y de noche, en el combate y en las ciudades. Con un reclutamiento de esta
especie, la misión de organizar y de instruir es imposible, y solo se formarían
cuerpos en los cuales el elemento francés no encontraría sino un porvenir lleno
de sinsabores. Se ha tomado hombres de leva para formar la guardia” cada ha-
bitante debía tomar las armas, pero mediante aconteció algunos pesos, muchos
han podido esceptuarse. No recibimos sino vagos, enemigos declarados que
es preciso tener encerrados. He aquí con qué elementos cuenta el comisario
imperial para conservar esta ciudad al emperador Maximiliano. Todos se pre-
guntan si es una aberración de espíritu, o proyecto que no se atreve á confesar.
Si no vienen refuerzos, será un crimen dejar aquí un puñalado de franceses,
que serían víctimas de su abnegación. No hay que hacerse ilusiones respecto á
esto; aquí se espera á los liberales, y se preparan fiestas para recibirlos.140
Y como no iba a ser así, si durante la segunda mitad de 1866, los contin-
gentes mperialistas se sostenían solamente a partir de sus fortificaciones del
puerto de Mazatlan y del punto llamado Palos Prietos, situado a unos cuantos
kilómetros de la población. Corona mantenía su cuartel general en el Presidio,
distante 9 leguas de Mazatlán; en cuya población al tiempo que disciplinaba
a su tropa (compuesta por cerca de 3000 efectivos) , obtenía suministros, ya
sea de alimentos o bien, «vistiéndolas con manta que adquiría de la fábrica de
hilados establecida en el Presidio»141 para su tropa compuesta por cerca de tres
mil hombres. Mientras que el Comisario Imperia Iribarren y los 1500 franceses
y 500 mexicanos (encabezados por el general Rivas) que lo secundaban, tenían
un panorama verdaderamente sombrío.
El ambiente era adverso en todos los sentidos: habían emigrado casi la mi-
tad de sus vecinos, arruinados y amenazados hasta en sus vidas. Y de los que
se quedaron, no se tenía confianza en ellos. Y para muestra un botón: en esas
fechas el sr. Andrés Vasabilbaso,fué detenido como acusado de tentativas de
140
Ibíd, pp. 182-183.
141
Ibíd., p. 291.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 219
seducción a la fuerza armada del puerto, la medida fue expatriarlo a San Fran-
cisco California, so pena de ser fusilado; de nada sirvió que el comercio de
Mazatlán intercediera a su favor mediante representaciones al Emperador y al
Mariscal Bazaine.142 Y para colmo, para mediados de agosto, el mismo Comisa-
rio imperial Iribaren constató que de la Aduana del puerto no podía disponer
ni un solo peso.
El desaliento cundía entre todos los partidarios del Imperio, el abandono
del lugar se aproximaba.
En tanto, el general Corona no dejaba de hostilizar a los defensores de la
plaza pertenecientes á la brigada Rivas. El combate más fuerte ocurrió a fines
de agosto en Palos Prietos. Ante el cual «Algunas familias de Mazatlan pasaron
la noche en los consulados, llevando consigo ropa y alhajas».143
Para mediados de septiembre, la decisión de abandonar el puerto estaba to-
mada. La noticia provocó desesperación entre los porteños seguidores del im-
perio, tanto así que comisionaron al Sr. Ulises Lassepas, que fungía de Alcalde
municipal, para disuadir sobre la decisión tomada, el resultado fue negativo.144
En estos tiempos acuciantes, la política local en Mazatlán estuvo signada
por los designios de los personeros del imperio galo, lapso durante el cual no
solamente los liberales fueron «borrados» del mapa, sino las mismas instan-
cias político-administrativas que funcionaban en el puerto. Es obvio que las
medidas de estas nuevas autoridades tuvieron sus efectos sobre la población
local. Por ejemplo, el 24 de septiembre de 1866, en Mazatlán, el comisionado
imperial Iribarren impuso una fuerte contribución sobre «los arrendamientos
de todas las fincas, bajo el mismo orden adoptado para la de alojamientos»,
pagaderas por mitades entre propietarios y arrendatarios. A decir de Eusta-
quio Buelna, esta era «una medida extrema, que significaba el alto grado de
penuria en que se hallaba la administración del Departamentó y lo crítico de
la situación intervencionista».145 Pues bien, dicha medida fue mal recibida por
los sacrificios que impuso al vecindario,146 quienes externaban sus quejas más
142
Ibíd., p. 334.
143
Ibíd., p. 366.
144
Ibíd.
145
Eustaquio Buelna, Breves apuntes para la historia de la guerra de intervención en Sinaloa,
Mazatlán, Imprenta y Esterotapia Retes, 1884, p. 253-254.
146
El Noticioso, 28 de octubre de 1866, p. 2.
220 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Todas las cajas están vacías. El comisario imperial acaba de establecer un impuesto
de los más inicuos, cuyo decreto os envío. Muchas gentes están reducidas á la mi-
seria: diferentes cónsules han protestado, pero todo ha sido en vano. Lo peor que
hay es que todos se imaginan aquí que ese famoso decreto se ha lanzado bajo la
protección de las bayonetas francesas, puesto que estaremos obligados á reprimir
los desórdenes que origine tan deplorable decisión.148
Lo anterior, no era bien visto desde el otro lado del Atlántico, donde los
franceses se encontraban inmiscuidos en distintos frentes de batalla, embar-
cados en finalizar conflictos como la guerra entre Austria y Prusia y conflictos
internos, el enorme gastó que representó la puesta en México de contingentes
humanos tanto galos, belgas y del norte de África, entre otros lugares, no veía
se cumplieran asuntos como el acuerdo Arroyo-Dano, convenio en el cual la
deuda de México con Francia se pagaría con los ingresos de las aduanas marí-
timas de Veracruz, Acapulco, San Blas, Mazatlán y Guaymas.149 De tal manera,
la evacuación de los soldados imperiales debía realizarse a la brevedad posible.
En medio de este escenario, hasta se difundían noticias de cambios en la
composición fuerzas proimpeiales. Quiza, por eso se difundían noticias Y vaya
que lo necesitaban. Ese septiembre de 1866, órganos de la prensa ibérica difun-
dían estas noticias: «Dicen de Méjico que se está organizando ahí una legión
extranjera destinada á reemplazar el cuerpo de Ia ocupación francés. La orga-
nización se efectúa rápidamente en casi todas ias poblaciones importantes^ de
aquel imperio. En Mazatlán solo se han alistado ya mas de 300 voluntarios».150
147
SOC, 18 de octubre de 1866, p. 2
148
Elevación y caída del Emperador Maximiliano. Intervención Francesa en México, 1861-1867,
op. cit,, p. 182.
149
Rosa Félix Matamoros, La política norteamericana hacia México durante el segundo im-
perio, 1864-1867, (tesis de maestría en Historia, inédita), Universidad Nacional Autónoma de
México-Facultad de Filosofía y Letras/Instituto de Investigaciones Históricas, México, D.F, 2013,
p. 186.
150
Diario oficial de avisos de Madrid, Madrid, 9 de septiembre de 1866, p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 221
151
La Correspondencia de España, 3 de octubre de 1866, p. 1, La Esperanza, 1 de octubre de
1866, p. 1.
152
Véase, Diario del Imperio, 14 de noviembre de 1866, p. 406; La Época, Madrid, 19 de di-
ciembre de 1866, p. 3.
153
La Correspondencia de España, 4 de diciembre de 1866, p. 1.
154
SOC, 12 de diciembre de 1866, p. 2.
222 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Fueron recibidos los republicanos por sus partidarios con vivas y aclama-
ciones; muchos salieron a encontrarlos y en la garita una comisión de seño-
ras recibió al general en jefe del ejército de Occidente, le dirigieron una breve
alocución, ornaron las sienes de éste y de los principales jefes y oficiales, con
coronas de laurel y ataron en el brazo derecho de cada soldado una cinta roja
con este lema: «”Premio á la virtud y al valor mexicano”; pusieron en las bocas
de los rifles ramilletes de flores artificiales, llevando cada uno en su centro un
escudo de oro. Recibió después el ejército republicano otras muchas ovaciones,
frente á la escuadra francesa que aun no se hacía á la vela155
El embarcó inició al amanecer del 14 de Noviembre de 1866, las fuerzas
francesas se reembarcaron, acompañados de varios mazatlecos que los apoya-
ron durante los dos años de ocupación de Mazatlán. Al arribo de las fuerzas
nacionales, los contados imperialistas y franceses que se quedaron en este lu-
gar, se refugiaron en los consulados extranjeros. Mientras que la fuerza gala
salió del puerto sin ser molestado por las tropas trunfantes, aunque no las llev-
ban todas consigo, pues una gran parte de los efectivos franceses se componía
de enfermos. La travesia martima de los maltrechos soldados galos fue muy
penosa, pues del conjunto de los desembarcados en San Blas que transitaron a
Tepic, a los 600 soldados enfermos se le agregaron 200 más. 156
Por otra parte, el día del triunfo republicano y el abandono de las fuerzas
francesas, la bandera mexicana que ya ondeaba en el puerto de Mazatlán por
el buque de guerra americano Swanee,
cuyo saludo contestó la plaza; el capitán del buque y la oficialidad fueron á feli-
citar al general Corona, recordándole que la marina norteamericana jamás había
saludado la bandera imperial, Corona pagó la visita y fué recibido oficialmente á
bordo, aunque desconoció al vice-consul Mr. Carman, que había ejercido sus fun-
ciones durante la ocupaciónde la plaza por los franceses.157
155
Manuel Rivera Cambas, op. cit,., p. 454.
156
SOC, 9 de diciembre de 1866, p. 2.
157
Manuel Rivera Cambas, op. cit,., p. 455.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 223
El panorama se modificó tras este abandono y/o expulsión de las fuerzas im-
periales. En virtud de ello, el primero de enero de 1867, se reinstaló el Ayun-
tamiento de Mazatlán, tras una interrupción de dos años producto de dicha
ocupación francesa en el puerto, A su interior se nombraron presidente y vice-
presidente del ayuntamiento, recayendo dicha responsabilidad en Pablo Retes
y Joaquín Redo, respectivamente.158
Claro que con tras el restablecimiento de los poderes locales y naciona-
les no hubo «orrón y cuenta nueva». Por eso, Santiago Rivero se desempeñó
como funcionario público en el puerto durante la administración imperial, el
restablecido poder judicial le instruyó un proceso para juzgarlo como posible
responsable del delito de traición a la patria. Ante tal señalamiento acudió al
Ayuntamiento en búsqueda de documentos oficiales que depuraran su con-
ducta y pudieran salvarlo de la acusación. 159
El restablecimiento del orden, reorganizar e identificar a los presuntos trai-
dores a la patría, tanto nacionales como extranjeros fue una situación la cual
no se realizó en un abrir y cerrar de ojos. De entrada se constituyó una junta
de confiscación de bienes de traidores, instancia la cual preguntó si debía apli-
car el artículo 1ro, fracción 5ta de la ley emitida el 15 de enero de 1862 contra
los traidores a la patria. Como parte de sus tareas, se incluía investigar tanto
a militares como población civil, para ello se integró un consejo permanente
constituido por los abogados Piña como encargado fiscal militar y el licencia-
do Rivas como su asesor.160
Las tareas que debían emprender las autoridades eran variadas, no se re-
sumían solamente a enjuiciar personas. Por ejemplo, se notificó al distrito de
Concordia su separación del distrito de Mazatlán, al cual fue integrado por las
autoridades imperiales. De igual manera, se ordenó al prefecto de Concordia
«conserve en su poder más bestias del traidor Crisanto Zacarías mientras se
dispone otra cosa». Pero no solamente confiscaron sus bestias, el fruto de sus
158
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1867. Tomo I,
Sesión del cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 1 de enero de 1867, p. 1.
159
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1867. Tomo I,
Sesión del cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 8 de enero de 1867, p. 6.
160
ICSGES, legajo 8, noviembre 1866, asuntos 9, 10 y 11.
224 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
parcelas sembradas con maíz, fue recolectado y distribuido entre los integran-
tes de las familias de los soldados fallecidos en acciones de armas enfrentando
a los contingentes galos.161
En materia de recaudación fiscal, las autoridades imperiales en su momen-
to crearon su propia designación de receptorías de rentas, por ello, las autori-
dades mexicanas restauraron la división fiscal anterior, al decretar el cese de
lais oficinas abiertas por las fuerzas invasoras. Situación muy parecida aconte-
ció con la población de Palma Sola, la cual dependió administrativamente de la
juecía mayor del Quelite durante la ocupación extranjera, pero para enero de
1867 volvió a acatar la guía de las autoridades porteñas de Mazatlán.162Intentos
por desarmar contingentes de hombres improvisados como soldados, fue otra
tarea la cual reclamó el concurso de diversas autoridades. Muestra de lo an-
terior, fueron las contínuas órdenes del gobierno sinaloense asentado en Ma-
zatlán, al encargado de la directoría política de Elotapara que recogiera todas
las armas, caballos y equipo militar, recordándole su responsabilidad en dicha
tarea.163
La invasión y asentamiento francés del puerto mazatleco, generó que mu-
chas personas pusieran tierra de por medio y dejaran tanto propiedades como
demás pertenencias, para huir a Estados Unidos como a la península de Baja
California. Ante dicha situación, las autoridades del puerto de La Paz, pregun-
taban al prefecto del distrito de Mazatlán, la mejor forma de enviar a las perso-
nas refugiadas en tierras sudcalifornianas.164 Sobre los mazatlecos avecindados
en el puerto de San Francisco, California se giró la órden a la aduana marítima
de Mazatlán para destinar una partida especialde los ingresos recaudados y
repatriar a los aludidos.165
Las autoridades consulares francesas fueron desterradas. El mobiliario de
la oficina consular mencionada fue incautado e inventariado, ante la presencia
del comerciante alemán Celso Furken, quien fungió como representante de
los intereses franceses en Mazatlán. Comerciantes franceses como Federico
Reynaud, Lorenzo Sestier y Pablo Roux fueron multados económicamente y
161
Ibíd, asunto 17, legajo 2, diciembre 1866, asunto 20.
162
Ibíd, legajo 1, enero 1867, asunto 13.
163
Ibíd, legajo 8, noviembre 1866, asunto 19.
164
Ibíd, legajo 2, diciembre 1866, asuntos 34 y 46.
165
Ibíd, legajo 2, febrero 1867, asunto 7.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 225
166
Ibíd, legajo 8, noviembre 1866, asuntos 15 y 16.
167
Cuentas, gastos, acreedores y otros asuntos del tiempo de la intervención francesa y del im-
perio. Obra escrita y publicada de orden del gobierno constitucional de la república, por Manuel
Payno, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1868.
168
Ibíd, asunto 23.
226 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
169
Ibíd, legajo 5, mayo 1867, asunto 3.
170
Ibíd,legajo 8, noviembre 1866, asuntos 12, 13 y 20.
171
Ibíd, legajo 1, enero 1867, asunto 24.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 227
172
Santiago Calderón, op. cit, pp. 24-27.
173
ICSGES, legajo 2, diciembre 1866, asunto 63.
174
Ibíd, asunto 1.
175
Ibíd, asunto 33.
176
Ibíd, asunto 12.
228 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
179
Ibíd, legajo 4, abril 1867, asunto 43.
180
La Epoca, Madrid. 16 de febrero de 1867, p. 2; La Esperanza. Periódico monárquico, Ma-
drid, 11 de febrero de 1867, p. 4; La España, Madrid, 16 de febrero de 1867, p. 2.
181
La España, Madrid, 17 de febrero de 1867, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 229
182
Ireneo Paz, Algunas campañas: memorias escritas por Ireneo Paz, México, Imprenta y Li-
tografía de Ireneo Paz, tomo II, 1885, P. 11
183
Ibíd., p. 15
184
Ibíd., p. 43.
230 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ibíd., p. 47.
185
Tomado de Daniel Cosío Villegas, «¡Ya viene la bola!», en Historia Mexicana, México, El
186
en el acto se procedió a enganchar gente , pagando desde cinco hasta diez pesos a
cada soldado. Se remitió suficiente dinero a los distritos afines para que cada cual
mandara su contingente de fuerza y se auxilió con una fuerte cantidad a la guar-
nición de Mazatlán. (...) Salieron comisiones y exploradores por todos rumbos,
poniéndose la plaza de Culiacán en pocos días y como por encanto, en magnifico
pie de guerra
188
Ibíd., p. 117.
189
CONS, 27 de abril de 1868, p. 3.
190
La Iberia, 25 de octubre de 1870, p. 5.
232 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
cias a ellos también los pueblos se vieron libres de sufrir las extorsiones de
costumbre».191 Posteriormente, se envió un comisionado (al licenciado Mon-
zón) a Mazatlán para que trabajara con la legislatura, pero este personaje se
pasó con Rubí. Eso hizo que los jefes revolucionarios se reunieran en Cosalá
para invocar un nuevo plan político: Toledo, Granados y Palacio. Suscribieron
un acta que declaraba nulas las elecciones y que se repitieran bajo la adminis-
tración provisional del general Martínez. Esta acta de pronunciamiento tuvo
más popularidad que la primera, luego que circuló en los Distritos, al parecer,
llovieron acatas de adhesión de las rancherías mas insignificantes. El objetivo
militar era claro: la plaza de Mazatlán.
Sin embargo, el gobernador Rubí apoyado por fuerzas procedentes de Du-
rango derrotó de los pronunciados en una batalla escenificada en Villa Unión,
quienes estaban encabezados por el general Martínez, aunque entre los leales
a Rubí se tuvo que lamentar la muerte del coronel Manuel Crespo antiguo pre-
fecto de Mazatlán. Mientras Martínez huía rumbo a Culiacán, otros cabecillas
lo imitaron y se dieron a la fuga, como fue el caso de Toledo y demás jefes pro-
nunciados que establecidos en Mazatlán al conocer la derrota de Villa Unión,
se refugiaron en un buque inglés. Mientras tanto, el ayuntamiento del puerto
se hizo cargo de la seguridad pública, apoyado por patrullas formadas por los
vecinos del lugar.192
Meses más tarde se sucitó un nuevo conflicto. En la ciudad de Mazatlán,
una diferencia de opiniones y al parecer una «descortesía» que los empleados
de la aduana marítima sostendrían con el capitán Bridges de la fragata de gue-
rra inglés Chanticleer, provocaría un conflicto de tipo militar y diplomático,
que generó el cierre del puerto y por lo tanto el bloqueo que este buque militar
inglés que amenazaba con bombardear, si no se le remuneraba de manera eco-
nómica y una disculpa por los agravios que habían sufrido dicho capitán y su
tripulación.193
La prensa extranjera destacaba que este conflicto se originó «á consecuen-
cia de insultos ínferidos al pabellón británico por las autoridades juaristas». El
que detalló en los siguientes términos:
Parece qua los empleados de la aduana registraron é insultaron al capitán
y contador de dicho buque, y habiéndose negado una satisfacción, el capitan
191
La Patria Ilustrada (en adelante PI), 10 de noviembre de 1884, p. 709.
192
CONS, 27 de abril de 1868, p. 3.
193
La Constitución Social, 6 de agosto de 1868.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 233
194
La Nueva Iberia, Madrid, 23 de julio de 1868, p. 3.
234 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
195
CONS, 7 de julio de 1868, p. 2
196
La Nueva Ibaría. Diario Liberal, Madrid, 16 de julio de 1868, p. 3.
197
La Correspondencia de España, Madrid, 29 de julio de 1868, p. 3.
198
La Constitución Social, 20 de agosto de 1868.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 235
199
La Iberia, 9 de febrero de 1872, p. 3.
200
La Baja California (periódico consagrado a los intereses del territorio), 27 de enero de
1872, p. 1.
201
Diario Oficial de Avisos de Madrid, Madrid, 21 de abril de 1872, p. 4.
236 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
La Estrella de Occidente, Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Sonora, 13 de oc-
203
pero, Lozada fue finalmente derrotado en 1873, y con ello desapareció ese fan-
tasma que merodeaba la zona sur del estado y la zona norte del estado de Na-
yarit. Las derrotas de Lozada en esta zona darían un respiro de tranquilidad y
seguridad en el estado de Sinaloa y por supuesto también a Mazatlán.207
Por otra parte, la política buscaba su espacio en Mazatlán. Entre los proce-
sos políticos y campañas electorales previas al porfiriato, se puede hacer men-
ción lo sucedido a mediados de 1873: un documento firmado por poco más de
cien firmas apareción en el periódico El Occidental en el cual se postulaba a
Eduardo Uribe para la Prefectura de Mazatlán. Los postulantes consideran que
si bien Uribe era ajeno a la política, era una «persona honrada y caballerosa y
acreedora por mil títulos a este empleo»208 de Prefecto.
Asimismo en plenas campañas electorales, a mediados de julio de ese año
de 1873, el caos se hizo presente al ocurrir desafortunados eventos llenos de
violencia, desorden y muertes en las calles de la ciudad porteña.209
Pero las elecciones se realizaron y para la Prefectura de Mazatlán el ganador
fue Eduardo Uribe, nada más que el Congreso del Estado anuló el nombra-
miento de Uribe, nombrando en su lugar a José M. Bazan; ante ello, el Ayunta-
miento pide revocación, pero Uribe acepta la decisión y renuncia.210
En general, durante los años setentas, Mazatlán era epicentro de variados
sucesos de orden político y estaba en la tensión y atención no sólo de las auto-
ridades, sino de los principales actores públicos y de la misma prensa nacional.
En estos espacios periodísticos se propagaban, entre otras cosas, las dificulta-
des para el establecimiento de un gobierno estable. Por ejemplo, El Monitor
Repúblicano, a mediados de 1874, daba cabida a una amplia nota de Manuel
Ayala, donde se cuestionaba el papel de Eustaquio Buelna durante los últimos
años como gobernante: «cuando la actitud hostil de los habitantes de Mazatlán
con respecto al Sr. Buelna ha llegado a ser amenazante y contraria a sus torpes
disposiciones oficiales, el gobierno ha emigrado de aquel puerto, yéndose a
instalar en Culiacán, donde se cree más seguro y popular para prolongar su
vida».211 Aspecto que no pudo resolver del todo, porque, como ya se mencionó,
tuvo que renunciar sin terminar su período gubernamental.
207
El Eco de ambos mundos, 6 de febrero de 1873
208
El Occidental (en adelante OCC), 7 de junio de 1873, p. 1.
209
La Colonia Española, México DF, viernes 15 de julio de 1873
210
OCC, 15 de noviembre de 1873,
211
MR, 11 de julio de 1874, p. 1.
238 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
212
El Imparcial. Diario Liberal, Madrid, 9 de julio de 1875, p. 3.
213
El Libre Sufragio, 20 de diciembre de 1879, p. 4.
214
La Patria, 24 de octubre de 1879, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 239
215
SDyN, 16 de febrero de 1874, p. 2.
216
SDyN, 12 de febrero de 1874, p. 3.
217
SDyN, 16 de febrero de 1874, p. 2.
240 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
218
El Monitor del Pacífico (en adelante MP) 1º de agosto de 1877, p. 3.
219
MP, 20 de Junio de 1877, p. 3.
220
El Republicano, 18 de febrero de 1879, p. 3.
221
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 241
mazatleca, tanto así que «el prefecto de la ciudad no podía salir a la calle por-
que lo apedreaban. Lo anterior ocurría pese a que Ignacio Solano, el ayudante
del gobernador identificado por la opinión pública como el asesino material ya
estaba sometido a proceso.». Otro de los señalados como culpables materiales
fue Nicolás Zazueta, El Borrego a quien se decía que a Cañedo le había prome-
tido pagar 500 pesos y dos pistolas, aunque solamente había recibido 30 pesos
y las dos pistolas mencionadas.
Este trágico suceso se volvió un tema de amplia difusión e impacto en la
opinión pública nacional, tanto así que hasta la península de Yucatán, en 1879,
llegó la noticia de que Ignacio Solano, había sido condenado a 20 años como
responsable del asesinato de este periodista sinaloense.222 Pero eso no aplacó la
irritación contra el mandatario Francisco Cañedo.
Fue tanta la indignación y condena contra Cañedo que se vió obligado a
pedir licencia de su cargo, y la Legislatura local designó como gobernador inte-
rino al Lic. Manuel Monzón, Presidente del Supremo Tribunal de Justicia. Pese
a que al juicio popular y los indicios apuntaban a la cúspide del poder estatal,
el 31 de marzo de 1879, el gran jurado del poder legislativo absolvió a Cañedo
de toda responsabilidad.
Cuando surgió dicho dictamen, hacía casi un mes que se había lanzado la
convocatoria al pueblo de Mazatlán para que colaboraran en la edificación de
un monumento a la memoria de Valadés. Uno de los primeros en recoger el
llamado fue la recién desaparecida Sociedad Continental donaron 76 pesos
que quedaron en las arcas del éxtinto organismo. No podía tener mejor destino
dicho monto. 223
Las reacciones en contra no se hicieron esperar. Una de ellas provino de
un periódico del centro del país: El Republicano adoptando una clara actitud
política comentaba que los mazatlecos estaban muy alarmados y con sobrada
razón porque «D. Francisco Cañedo vuelve al gobierno del infeliz Estado de
Sinaloa ¡Horror!».224
Mientras que el periódico local La Tarántula reaccionó de inmediato ante
la absolución a Cañedo; en sus argumentos plasmaba:»antes de que el pueblo
sinaloense vuelva a ponerse bajo el yugo de ese odiado personaje, apelará a
222
La razón del Pueblo. Periódico Oficial del Estado de Yucatán, 12 de noviembre de 1879,
p. 3.
223
MP, 3 de marzo de 1879, p. 1.
224
El Republicano, México, 17 de mayo de 1879, p. 2.
242 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
227
La Patria, 5 de noviembre de 1879, p. 2.
228
Véase, capítulo I: «Las víctimas durante el Porfiriato», en Carlos Moncada Ochoa, Oficio
de muerte: Periodistas asesinados en el país de la impunidad, México, Grijalbo, 2012.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 243
cribir» aclarándoles que no revelarían los nombres de los autores de sus artícu-
los «pues comprendemos el peligro en que pondríamos a aquellos no obrando
así, en lo tiempos de tiranía porque atraviesa la República».229
En fin, el asesinato de Valadés, no sólo fue la eliminación física de un inte-
lectual incómodo, de un crítico y opositor al poder (tanto de Eustaquio Buelna
como de Francisco Cañedo), un atentado contra un personaje de «Un espíritu
agresivo, alérgico a la incondicionalidad»,230 sino un ataque funesto a la liber-
tad de expresión y a la sociedad civil de Mazatlán. Una sociedad local que dejó
momentáneamente sus prácticas cotidianas para sumirse en la indignación y
padecer la amenaza y la agresión. Una sociedad que vivió un lapso de distan-
ciamiento y repulsión al poder.
Lo antes anotado indica que en Mazatlán se vivieron momentos de crisis
del poder y hasta de ausencia de gobernabilidad, aunque esta situación se pre-
sentó solamente en momentos circunstanciales, no fue la norma.
Aunque se presentaron otros incidentes que inquietaron significativamente
la normalidad de la vida sinaloense durante los años porfiristas fue la rebelión
del general Jesús Ramírez Terrón y la aguerrida acción guerrillera de Hera-
clio Bernal, generándose sucesos que impactarían en el puerto mazatleco. El
primero de ellos, el general Ramírez Terrón, apoyado en su figura como uno
de los dirigentes de la llamada revuelta de Tuxtepec en Sinaloa y ostentar el
cargo de gobernador provisional en 1876, para la renovación del poder estatal
de 1880, se lanzó como aspirante, pero se frustraron sus aspiraciones pues el
resultado electoral colocaba a Mariano Martínez de Castro como sucesor de
Cañedo. Ante ello, Ramírez Terrón se hizo seguir de varios descontentos y se
levantó en armas en Copala, en pleno día de los files difuntos de 1879. Su accio-
nar se concentró en el sur de Sinaloa. Coaligado con Heraclio Bernal, tomaron
Mazatlán a mediados de 1880. Al quedar como responsable de la ocupación del
puerto, durante la cual obligó a varios comerciantes para que entregaran vales
al portador (10 vales de las siguinets acntidades: 8 de 500 pesos, uno de 600 y
otro de 452.49); ante ello, las autoridades legales consideraron que los porta-
dores podían estar complicados con los revolucionarios, de ahí que se dispuso
que el prefecto José del Valle procediera a la detención de «toda persona que
229
El Republicano, 18 de febrero de 1879, p. 3.
230
Carlos Mondaca Ochoa, op. cit.
244 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Al día siguiente que se embarcó Corona, hubo música, repiques y cohetes en Ma-
zatlán, solemnizándose el ingreso del general Martínez al poder y expidió este un
programa explicando las razones que le llevaron a empuñar el gobierno de manera
provisional y mientras el Presidente de la República fijaba los términos en que de-
berían repetirse las elecciones, al cual se le fijaba el mayor acatamiento.
231
VM, 29 de julio de 1880, p. 3; La Patria 28 de julio de 1880, p. 2
232
PI, 22 de septiembre de 1884, p. 598.
233
PI, 24 de noviembre de 1884, p. 740.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 245
234
Daily Alta California, October 23 of 1884, p. 6.
235
OP, 4 de febrero de 1888, p. 3.
246 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
enero de 1893, p. 1.
237
Al respecto véase, Gustavo Aguilar Aguilar, «Diferencias en la oligarquía porfirista sina-
loense», en Clío,, Culiacán, UAS/Escuela de Historia, N° 3, agosto de 1991, pp. , pp. 15 −19.
238
CT, 19 de noviembre de 1899, p. 2.
239
CT, 20 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 247
240
CT, 23 de noviembre de 1899, p. 1.
241
CT, 24 de noviembre de 1899, p. 2.
248 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
242
DH, 5 de octubre de 1899, p. 1.
243
El Amigo de la Verdad. Diario Católico, Puebla de los Ángeles, 5 de noviembre de 1889,
p. 1.
Nora Pérez-Rayón Elizundia, «La crítica política liberal a fines del siglo XIX», en Claudia
244
245
CT, 25 de noviembre de 1899, p. 2
246
Ibíd.
247
CT, 27 de noviembre de 1899, p. 1.
250 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
248
CT, 30 de noviembre de 1899, p. 2.
249
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 251
250
CT, 15 de diciembre de 1899, p. 2.
251
CT, 15 de diciembre de 1899, p. 1.
252
CT, 23 de diciembre de 1899, p. 2.
253
CT, 21 de diciembre de 1899, p. 1.
252 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
254
CT, 7 de enero de 1900, p. 1.
255
CT, 7 de enero de 1900, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 253
256
El Universal, 13 de julio de 1853, p. 3.
257
El Universal, 13 de julio de 1853, p. 3.
258
El Universal, 25 de mayo de 1853, p. 3.
259
Margarita Armenta Pico, Matrimonios en Mazatlán: Una mirada sociodemográfica. 1860-
1870, Culiacán, Facultad de Historia-Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en
Historia, inédita], 2006, p. 84
254 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Comerciante de origen peruano que arribó al noroeste mexicano a mediados de los trein-
260
265
El Combate. Periódico de política, variedades y anuncios, México, 28 de marzo de 1878,
p. 3.
266
El Nacional, 16 noviembre de 1882, p. 3.
267
Véase, ISSSEG, Gobernación, 1885-1991.
268
El Lic. Río se retiró de responsabilidades públicas a principios de la década de los noventa,
la vía fue solicitar su jubilación ante el Congreso del Estado, solicitud que en diciembre de 1891
256 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Por el papel desempeñado por dicho personaje, desde las páginas del Moni-
tor Sinaloense se recogen expresiones como está: «El Sr. Vázquez se ha elevado
con su frente descubierta; y escuchado por sus virtudes cívicas, nobles aspi-
raciones y grandes aptitudes, ha recorrido toda la espinosa escala de la cosa
pública, conducido siempre por el buen éxito que corresponde a sus relevantes
cualidades, hasta llegar al primer puesto del Estado».274 Una verdadera oda a
un fiel y diligente auxiliar de Cañedo.
Pero, su estancia al frente de los destinos estatales era temporal y fugaz, su
principal papel en el campo de la política era en su calidad de Prefecto del Dis-
trito de Mazatlán. Posición donde recibía todo tipo de halagos por la elite local:
por ejemplo una corta salida del puerto era aprovechada para organixarle a su
regreso una suculenta comida y recepción (como sucedió el 7 de noviembre
de 1892) en las instalaciones el distinguido Hotel Central, donde los platillos,
vinos y licores franceses se repartían generosamente.275
Aunque en su desempeño como máxima autoridad de la región —al igual
que el general Cañedo— también necesitó de auxiliares, cuando por algún mo-
tivo tenía que ausentarse de Mazatlán. Esto sucedió durante la segunda mitad
de diciembre de de 1892, pues decidió acompañar a su hijo a la capital de la re-
pública a fin de que ingresara a la escuela de jurisprudencia; trayecto que inició
en diligencia hasta Tepic y Guadalajara, para después concluirla en ferrocarril.
Como el viaje duraba algunas semanas, el gobernador nombró a Don Jesús
Escobar como, Prefecto Interino.276 Obviamente, en corto tiempo entrgaría la
estafeta a su detentador inicial.
Es indudable que Vázquez era un actor político muy conectado con la cú-
pula del poder estatal, tanto así que, en 1893, periódicos como La Paria Ilus-
trada ponderaba la figura y trayectoria de Bernardo Vazquez, subrayando su
papel como Prefecto de Mazatlán, resaltando también sus antecedentes como
combatiente contra las fuerzas francesas; en general se le colocaba como «el
personaje más popular del sur de Sinaloa, pese a sus detractores, y presta en
este puerto un valioso contingente a la administración liberal y progresista del
ilustre general Cañedo».277
274
La Patria de México, 28 de octubre de 1892, p. 1.
275
Tomado de Sandra Luz Gaxiola Valdovinos, La cultura alimentaria en Sinaloa. De la se-
gunda mitad del siglo XIX a principios del siglo XX, Culiacán, Facultad de Historia/Universidad
Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2014, pp. 172-173.
276
OS, 5 de enero de 1893, p. 2.
277
PI, 21 de agosto de 1893, p. 3.
258 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
278
La Patria, 25 de marzo de 1892, p. 3.
279
El Partido Liberal. 12 de abril de 1892, p. 2.
280
La Patria, 25 de marzo de 1892, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 259
281
Tomado de El Partido Liberal, México, 12 de abril de 1892, p. 2.
282
La Patria, 27 de mayo de 1893, p. 3.
283
Tomado de Jorge Briones Franco, «Mazatlán y su tradición periodística: El Correo de la
Tarde, 1885-1911», en Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra Escobar (coords.), Historia de
Mazatlán, Culiacán, Ayuntamiento de Mazatlán/Universidad Autónoma de Sinaloa., 1998, p.
258.
260 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
284
1996, p. 75.
285
CT, 13 de noviembre de 1899, p. 2.
286
CT, 15 de octubre de 1899, p. 1.
287
CT, 8 de enero de 1900, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 261
María Cruz Mina Apat, «En tono a la nueva historia política francesa», en Historia Con-
288
temporánea, [La Nueva Historia Política], Vizcaya, Universidad del País Vasco, N° 9, 1993, p. 65.
IV. El «mundo» del trabajo y las sociabilidades urbanas
1
Jean-Louis Guereña, «La sociabilidad en la España contemporánea», en Isidro Sánchez
Sánchez y Rafael Villena Espinosa (coordinadores), Sociedad fin de siglo. Espacios asociativos en
torno a 1898, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1999, p. 22.
263
264 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ibíd. p. 42.
2
Fernando Diez, Utilidad, deseo y virtud. La formación de la idea moderna del trabajo, Bar-
3
«La clase baja es de una especie de léperos, cuya mayor parte vive del deshonor
de sus mugeres y de sus hijas». Incluso, considera que «el populacho, y por los
léperos que infestan aquella ciudad» son fácilmente manipulables por lideres
militares con ambiciones de poder.4 Más allá de dar cuenta de una presencia
ya importante de trabajadores en el puerto, este tipo de descripciones se des-
prenden de juicios que presentan a los pobladores de esta región —y de todo
México— como vulgares, deprabados, ignorantes y sujetos a las mas bajas pa-
siones e instintos. Una verdadera satanización de la pobreza y la marginalidad.
Caracterizaciones muy pero muy alejadas de las formas y tiempos cuando «los
pobres simbolizaban la imagen de Cristo en la tierra y en cuanto medio para
asegurar el más allá y las recompensas celestiales, sus coetáneos tenían la obli-
gación de auxiliarlos y remediar sus necesidades».5
Contrariamente a la visión de un amplio sector social desprovisto de va-
lores, iniciativas creadores y protagonismo, este apartado destaca una imagen
totalmente direfente de los pobres, marginados y trabajadores del puerto de
Mazatlán.
Con ello se intenta atenuar esa minusvaloración de su papel como prota-
gonistas de la vida y sociedad porteña mazatleca y, a su vez, mostrar los acen-
tuados desequilibrios de su orden social, así como la dimensión que tuvo la
precariedad, la penuria y la desdicha en la existencia de un importantes sectror
de habitantes de este lugar.
Trabajar en el Puerto
4
Tomado de Jose María Tornel, «México, ó las Memorias de un viajero: por Isidoro Lowens-
tern, autor de: “Los Estados Unidos y la Habana”. Un tomo en 4*, en francés, impreso en Paris
por Arturo Bertrand», en Ignacio Cumplido, ed. El Museo mexicano ó Miscelánea pintoresca de
amenidades e instructivas, México, Ignacio Cumplido, vol. 2, 1843, p. 253.
5
Elena Maza, Pobreza y beneficiencia en la España contemporánea (1808-1936), Barcelona,
Ariel 1999, p. 16.
266 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Tomado de José Luis Beraud Lozano, «Origenes del monopolio de terrenos urbanos en la
7
9
AGN, ramo hacienda, sección folletería, caja 8, Vol 8, México, 29 de marzo de 1837, pp. 1-12.
10
LM, México, julio 30 de 1840, pp. 723-726.
11
Reglamento de Aduanas Marítimas, fronterizas y de Cabotaje, México, 1849, Imprenta de
las Escalerillas, pp. 67-69
12
SDyN, 26 de febrero de 1850, p. 1.
13
LM, México, 17 de octubre de 1861, pp. 318-320.
268 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
14
BPEJ-FM, El Gobernador Constitucional del Estado de Sinaloa justifica los motivos en
que se fundó para remover en esta capital a varios empleados de la Federación, Tipografía del
Gobierno de M.F Castro, Mazatlán, 1862, fs. 5-7.
15
Ibíd, f. 9.
16
Ibíd, f. 15-17.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 269
temente para obrar en ese sentido, sin que se crea que tal conducta importe
un desconocimiento al supremo gobierno de la nación a quien por mil títulos
deben todos los estados respetar y obedecer, sin fijarse en los medios que serán
buenos siempre que se dirijan a procurar la salvación de nuestra cara indepen-
dencia. Tomando esta medida que he creído justa y necesaria porque entraña
el acuerdo y armonía que es conveniente reine entre las autoridades de todo
orden […] comprometiendo el crédito del gobierno y aún el mío particular,
como lo he hecho otras veces, seguro de que serán respetados mis compromi-
sos por empleados que no están animados del espíritu de oposición y hostili-
dad a mi gobierno como desgraciadamente lo estaban los depuestos.17
Para 1868, en la aduana Marítima de Mazatlán, laboraban 38 personas, in-
cluyendo su administrador y demás personal administrativo (contador, oficial
primero, oficial segundo, Alcalde, Vista y comandante de celadores). El resto
de los trabajadores eran 31, donde figuraban un portero, dos patrones, cuatro
escribientes, doce celadores y otros doce marineros. Éstos últimos contaban
con los sueldos más bajos.18
Hacia mediados de la segunda mitad de esta centuria, esa numeroso núme-
ro de trabajadores laboraban en negociaciones como la fabrica textil La Unión,
la fábrica de hilados y tejidos La Bahía, así como las tambien factorias Dios del
Amor, El Vapor y La Universal, entre otras. Benito Ramírez Meza, consigna
que, alrededor de estas fechas, estas empresas llegaron a emplear una cifra cer-
cana a los nueve centenas de trabajadores: La Unión, 350; Dios del Amor, 154;
El Vapor, 195; y La Universal, 70; y La Bahía, 95 trabajadores.19
Sobre una de estas empresas se dan más detalles ya cerca de la conclusión
del siglo: La fabrica de hilados y tejidos La Bahia, era propiedad de Melchers
Sucesores asociados con el sr. Hermann Evers y desde 1864 se dedicaba a la
elaboración de mantas, driles y lonas; en esa labor contaba con 35 telares ma-
nejados por 75 operarios, de los cuales varios vivían en casas edificadas en las
cercanías de la fabrica,20 patrocinadas por los dueños de la empresa.
17
Ibíd, f. 15.
18
LM, México, 17 de junio de 1868, p. 358.
19
Tomado de Juan Luis Ríos, «Asociaciones obreras en Mazatlán: Sociabilidad, política y
vida cotidiana, 1875-1909», en Gilberto López Castillo, Luis Alfonso Grave Tirado y Víctor Joel
Santos Ramírez, De Las Labradas a Mazatlán. Historia y arqueología, Guadalajara, INAH/ Ayun-
tamiento de Mazatlán, 2014. p, 92..
20
J. R. Southworth, op. cit., p. 147.
270 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Este establecimiento era una de las tres fábricas de hilados y tejidos que
funionaron en Sinaloa durante el siglo XIX. Las otra dos fueron El Coloso, de
los sres. Redo, ubicada en Culiacán; La de Villa Unión, situada a 9 leguas de
Mazatlán, propiedad de los sres. Echeguren, Hermana y Sobrinos. Para prin-
cipios de la última década de esta centuria, entre las tres daban empleo a un
millar de personas, entre mujeres, hombres y jovencitos. 21 No es posible cono-
cer el porcentaje de mano de obra (dedicada a fabricar lona, rayaditos y driles)
que concentraba la Bahía pero debio ser muy superior a las cifras que poseía a
mediados de la sexta década del XIX.
En estos mismos tiempos, otras fuentes informativas se presentaron nuevas
cifras relativas al sector de trabajadores existentes en Mazatlán. Por ejemplo,
información proveniente del último lustro del siglo XIX, muestran que en la
Fundición de Sinaloa laboraban aproximadamente 150 trabajadores, a los que
—según la fuente consultada— se les pagaba de 3 a 4 pesos diarios; además:
«Hay un cuerpo bastante numerosos de aprendices. Estos solo son admitidos
cuando han pasado severo examen demostrando que saben correctamente leer
y escribir y conocen la arimética. Reciben cincuenta centavos durante el primer
año y gradualmente se les aumenta la paga según su conducta y aptitudes».22
Asimismo, mientras que información de mediados de la década de los 90s
del XIX, informó que en la fábrica de cigarros El Dios del Amor _fundada en
1870 por el señor Severo Montero— trabajaban 150 personas de ambos sexos y
cuatro empleados que atendían la administración de la empresa.23 Otra publi-
cación de 1899 proporciona otros datos sobre este establecimiento fabril —re-
gistrada dicha firma como Montero Sucesores—, para el último año del siglo
XIX, empleaba a 200 operarios y estaba por inaugurarse otro departamento
que proporcionaría trabajo a otras 200 personas más.24
En lo que corresponde a las empresas de los hermanos Feltón: en sus fabri-
cas de hielo, fosforos y escobas, así como en sus talleres de herreria y talabarte-
ria, empleaban en su conjunto a un número muy superior a los dos centenares
de trabajadores. Esto sin contar a los numerosos trabajadores que empleaban
en sus propiedades mineras situadas en el vecino Distrito de Concordia.25
23
Ibíd., p. 154.
24
J. Figueroa Doménech, dir., Guía General Descriptiva de la Republica Mexicana, Barcelona,
Imprenta de Herich y Compañía, tomo II, 1899, p. 577.
25
J. R. Southworth, op. cit., p. 130.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 271
Además, en plena cercanía del fin de siglo existían una buena cantidad de
empresas y negocios empleaban una o dos decenas de trabajadores, como sería
el caso del Gran Hotel Central, el cual contaba con una servidumbre com-
puesta de dieciseis criados, recamareras y algunos otros empleados. Los que se
distingían por sus atenciones a sus huspedes.26 Hotel destinado a personas con
buena solvencia económica.
Otra negociación que contaba con un número cercano de empleados era
Melchers Sucesores. Era una de las casas comerciales más antiguas establecidas
en Mazatlán, ya que abrió sus puertas en 1846. Estaba dedicada a la importa-
ción de mercancias de muy variado tipo, así como a la realización de operacio-
nes bancarias en gran escala. Para el último lustro del siglo XIX, los Melchers
cambiaron su residencia a Bremen, Alemania, de ahí que la administración de
su negocio estaba en manos del exconsul alemán Guillermo Sowerbutts y el
consul vigente Emilio Philippi, quienes estaban al mando de una veintena de
dependientes.27
A mediados del siglo XIX —1854—, el vicecónsul francés Philippe Martinet
provee datos económicos importantes para conocer sobre los establecimientos
industriales de artes y oficios así como los establecimientos comerciales esta-
blecidos en el puerto de Mazatlán y que animaban la vida económica y pro-
porcionaron empleo a su población. Un vistazo de forma detenida indicó los
establecimientos siguientes: 2 alfarerías, 1 herrería, 9 peluquerías, 12 talleres de
carpintería, 1 confitería, 6 talleres de cerrajería, 1 imprenta, 5 talleres de joyería,
3 relojerías y orfebrerías, 5 sombrererías, 5 hojalaterías, 3 fábricas de velas, 27
talleres de calzado, 7 talleres de sastres, 3 talleres de encuadernado de libros,
2 talleres de torno, 8 panaderías, 12 fábricas de ladrillos, 7 caleras y 1 fábricas
de cerveza de jengibre. En lo concerniente a establecimientos mercantiles, el
panorama era a como sigue: 8 casas de importación, 2 casas de quincallería al
por mayor, 1 tienda.
En 1874 existian registrados 104 giros mercantiles. Con denominación de
primera eran 11, registrados de segunda clase 15 y de tercera clase 10. El resto
68, eran considerados pequeños giros de los barrios. Resulta interesante que
dos terceras partes de los denominados giros mercantiles atendían las nece-
sidades de abastecimiento del grueso de la población. Las razones mercanti-
les de los establecimientos mercantilIbídes de primera clase eran: Echeguren
26
Ibíd., p. 138.
27
Ibíd., p. 144.
272 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
28
Santiago Calderón, pp. 60-61.
29
J. R. , op. cit, pp. 61-62.
30
Ibíd., p. 154.
31
Ibíd., p. 152.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 273
32
Ibíd., p. 148.
33
Martínez de Castro, 1881, pp. 31-33.
274 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
34
Ibíd, pp. 108-109.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 275
35
VM, 9 de junio de 1891, p. 3.
36
J. Figueroa Doménech, op. cit., p. 93
276 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
res porteños vivian en chozas rústicas elaboradas con «caña brava», habitadas
por lancheros, obreros, trabajadores, pescadores y cargadores,37 el pobrerio
porteño en pocas palabras.
Por su parte, como se menciona en la crónica de Leonidas Hamiltón, el
comercio marítimo demandó otras actividades, ya que la mayoría de las cargas
de barcos eran llevadas a la ciudad en las espaldas de mulas. Burros o mu-
las eran usados «para llevar morteros, ladrillos, trastería, etc; pero también se
usan vagones de mercancías y carretas, tirados también por mulas».38
Asi que, otro número importante de trabajadores ligados a las actividades
del puerto eran los cargadores. Una parte de estos trabajadores se dedicaba a la
carga y descarga de los buques que ancaban en el puerto. Sobre las particulari-
dades de esta labor, sólo señalar que este embarque y desembarque de produc-
tos se realizaba con el auxilio de pangas, unas veces remolcadas a vapor y otras
con el uso de remos. Los dueños de las mercancias tenían que un peso por to-
nelada de carga ó descarga, esto de productos que no fueran carbón de piedra,
que costaba $ 1.50, y material explosivo, cuyo costo era de $2.50 por tonelada.
Para el embarque de buques de gran calado que trasportaban mercancías al
extranjero, se les otorgaban hasta 40 días para realizar esta labor, por lo que los
cargadores podía tener trabajo más o menos continuo por varias semanas.39
Aunque la actividad de este sector de cargadores no solamente estaba com-
puesto por aquellos dedicados a las labores de carga y descarga de mercancias
de los diversos buques que anclaban en el puerto, sino aquellos dedicados a
la transportación de las mismas a lugares ubicados fuera de Mazatlán, algu-
nos situados a largas distancias. Sobre este particular a principios de la última
década decimonónica, un periódico californiano destacaba la labor de estos
trabajadores que desde Mazatlán trasportaban pesadas cargas por las casi in-
transitrables cordilleras existentes entre el puerto y Durango, trayecto durante
el cual, estos acargadores entregan porciones de su carga producto, pues los
dueños de la misma realizan una venta ambulante por los puntos que transi-
tan. Respecto al cargador, se señala que en su largo caminar a veces iba solo y
en otras ocasiones acompañado por su familia y respecto a su atuendo:
Ibíd., p. 97.
37
39
Ricardo de María y Campos, Datos Mercantiles, México, Oficina Tipográfica de la Secreta-
ria de Fomento, 1892, pp. 222-223.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 277
Lleva pantalones de algodón blanco rodados hasta las ingles. Un largo cu-
chillo de carnicero está atascado en la cintura de sus prendas.
Un sombrero de copa alta y sandalias ligeras o guaraches completan su ves-
tido. En sus manos lleva un palo fuerte, su bastón de alpinista, con el cual
supera con éxito las empinadas subidas y bajadas, hecho doblemente peligroso
por la pesada carga que lleva en su espalda.40
40
The Morning Call, 10 de Septiembre de 1893, p. 1
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 279
41
Ibíd.
280 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
42
Archivo Municipal de Mazatlán (AMM), Ramo Justicia (RJ), caja 1, carpeta 1, Libro de
conciliaciones, 1836, fs. 11-14v.
43
Ibíd, cuaderno 4, Libro de conciliaciones del Juzgado de primeras letras, 1840, exp. 1, fs.
110-110v.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 281
44
Ibíd, 1841, exp. 4, fs. 23-24v.
45
Ibíd, fs. 25-27.
46
Ibíd, fs. 27v-30.
282 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
los cuales fueron despojados de una mula cargada de ropa por Juan Lizárraga
celador del Tecomate, distrito de Mazatlán quien acompañado de 12 hombres,
en un paraje emboscó a Quiñones y sus arrieros. Dichas acciones fueron rea-
lizadas pues al parecer los arrieros duranguenses habían despojado de la mula
mencionada a José María Tostado, originario del rancho de Porras, distrito de
Mazatlán.47
En medio de esa confusión, el juez de primera instancia de Mazatlán llamó
a declarar a varias personas de todas las partes implicadas. El primero fue Juan
Lizarraga, quien dijo que alcanzaron a los presuntos ladrones, a quienes les
quitaron la mula y un par de tercios de ropa propiedad de dueños de la mula.
Asimismo, manifestó que marchó camino al rancho de Porras donde devolvie-
ron tanto la mula como la ropa.48
Inmediatamente después, fue el turno de declarar de Eligio Quiñones quien
mostró documentación que entre otras cosas mostraba los nombres de los
arrieros, itinerario a recorrer, número de arrieros, total de animales utilizados
en la travesía de tierras duranguenses al puerto de Mazatlán. Lo anterior, de-
rrumbó la declaración de Lizárraga pues lo anterior vino a esclarecer que tanto
la mula como los tercios de ropa arrebatados de forma violenta a Quiñones
y sus acompañantes, estaban perfectamente amparados como propiedad de
quien inicialmente fue presentado como presunto abigeato.49
Esas y otras vicisitudes enfrentaban las personas dedicadas al transporte
de mercancías y metales preciosos. Casos como incumplimiento del pago de
fletes de mercancías tanto del puerto de Mazatlán a la serranía duranguense
o estados vecinos, robo de bestias mulares, yeguas y caballos de forma vio-
lenta, demandas por no respetar los contenidos de los cargamentos y vender
algunas fracciones en la ruta de arriería, alquilar animales a otros arrieros y
no devolverlos, demandas de arrieros a sus jefes por falta de pagos de salarios
o sueldos incompletos, destacan como algunas de las situaciones recurrentes
que se presentaban en dicha actividad importantísima para la activación del
mercado interno mexicano.
Los arrieros recorrían con sus recuas de animales de carga, en dirección
hacia la zona de la sierra Madre Occidental poblaciones y negociaciones mine-
ras en Canelas, Topia, Sianori, Indé, Santiago Papasquiaro, Guadalupe y Calvo
47
Ibíd, cuaderno 2, 1837, exp. 1, fs. 1-2.
48
Ibíd, fs. 3-4.
49
Ibíd, fs. 5-7v.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 283
50
Ibíd, caja 2, 1837, exp. 3, fs. 7-8, Ibíd, 1842, fs. 11-12, Ibíd, 1843, fs. 34-35v, caja 4, 1843, exp.
1, fs. 26-27, Ibíd, libro de juicios verbales juzgado de primera Instancia, 1844, f. 3, Ibíd, libro de
contestaciones oficiales del juzgado 3ro, 1844-1845, fs. 5-8v, Ibíd, legajo 12, 1846, fs. 7-7v, 8v, caja
4bis, juzgado 2do, exp. 1, 1852, fs. 1v-3v, 20, 29v-30, 36v-37, Ibíd, libro de conciliaciones juzgado
3ro, 1853, exp. s/n, fs. 45-46v, Ibíd, libro de juicios verbales juzgado 1ro, 1853-1854, fs. 6v-7, 16-16v,
17v, Ibíd, libro juicios verbales 1854, fs. 59v-60v, 61-62, 65-65v, 68, 70-70v.
51
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 2.
284 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
cerca de 70 alumnos que no eran adultos sino menores: «Los niños que asisten
á estos establecimientos, son aquellos que trabajan durante él día en las in-
dustrias y talleres, á quienes la Prefectura ha concedido el permiso respectivo
con la condición de que comprueben su matrícula y asistencia á las escuelas
nocturnas».52
Esta nota permite la localización de al menos siete decenas de menores que
formaban parte de la fuerza de trabajo de Mazatlán de fines del siglo XIX; sobre
sus actividades particulares una leve pista la brinda una descripción de un par
de años anteriores relativa a los trabajos de la fabrica de fosforos propiedad de
los hermanos Feltón, donde se menciona que cerca de los operarios adultos,
había una larga mesa donde unos niños y niñas pegaban las etiquetas en las
cajas de los fosforos fabricados.53
Ahora que respecto a números globales de la ocupación infantil en Maza-
tlán, aparte de los setenta aludidos, ¿cuantos más cumplían dicha labor? Es
difícil saberlo.
De lo que si hay certezas es que la Prefectura del Distrito no tomó iniciati-
vas para impedir el trabajo de los menores sino que adoptó medidas que regla-
mentaran su ingreso, por ello, en noviembre de 1899 comunicó a los dueños y
encargados de talleres que no admitieran como trabajadores a menores sin que
éstos acreditaran que habían concluido los estudios que marcaba la ley, ya sea
en oas escuelas oficiales o particulares.54
Aunque, si las autoridades tomaron medidas sobre este particular fue por-
que las negociaciones del puerto incurrían en dicha conducta. Por eso, el 25
de noviembre, el Prefecto suplente Martiniano Carvajal, debido a que algunas
casas, talleres y establecimientos industriales se admitían a menores en edad
escolar, contrariamente a lo que disponía la ley en esa materia; por este motivo
a los infractores se les advirtió que si en diez días no se apegaban a la norma-
tividad vigente se les aplicarían las penas correspondientes (dos a cinco pesos
por niño la primera vez y de cinco a diez pesos en los casos de reincidencia,
o bien el arresto). Dicha normatividad establecía en su artículo 19 que ningún
propietario o administrador de fincas rústicas ó establecimientos industriales,
recibiría en su servicio a menores de catorce años, sino presentan documen-
tanción que demostrara su asistencia a una escuela de la localidad. Asimismo,
52
CT, 10 de enero de 1900, p. 3.
53
J. R. Southworth, op. cit.,, p. 130.
54
CT, 23 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 285
el artículo siguiente (20) establecía que se podían tener a bajo su servicio a me-
nores si en su finca o establecimiento industrial contaban con una escuela para
niños, a la que sus contratados menores asistirían al menos tres horas diarias. 55
Aunque ante la circular de la Prefecíura de Distrito a fin de que los menores
que trabajaran en talleres, concurran á la escuelas, se solicitó de parte de los
contratadores de mrenores que se dispensara de tal obligación a los que asistan
á la escuela nocturna que en este puerto estaba bajo la responsabilidad de la
señoritaprofesora Victoria Molinar, bajo los auspicios da la fábrica La Bahía.
Solicitud que se aprobó por el Prefecto.56
55
CT, 25 de noviembre de 1899, p. 1.
56
CT, 28 de noviembre de 1899, p. 1.
57
María del Rosario Heras Torres, op. cit., p. 200.
58
CT, 8 de noviembre de 1899, p. 1
286 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Otros aspectos ligados a la vida laboral porteña son los conflictos horizon-
tales, riñas o excesos cometidos por y entre los mismos trabajadores, lo que
los colocaba algo distantes de ese «mundo idilico» del gremio obrero. Como
ejemplo existen los casos detectados a fines de noviembre de 1899: el día 29,
cuando al momento de que los obreros ocupados en la construcción de una
obra frente a la Iglesia nueva reanudaron sus labores despúes del lapso para
comer, el albañil Ascensión Espinoza, bajo los efectos del alcohol, injurió y reto
a golpes al oficial de albañilería Idelfonso Ramos, quien contestó las injurias.
Espinoza intentó darle un garrotazo pero Ramos tomó un cuchillo y lo hirió
en la región hepática. Fue trasladado al Hospital Civil donde murió a primeras
horas de la mañana del día 30. Al día siguiente fue sepultado acompañadolo a
su última morada un cortejo compuesto por un nutrido número de obreros. 59
El fallecido era muy adicto a la bebida y había cometido faltas similares
hasta con su padre. Con Ramos tenía disgustos por motivos de trabajo, ya lo
había insultado en otras ocasiones, sin que hubiera respuesta de parte del ofen-
dido. Ramos se entregó a las autoridades, era oriundo de Zacatecas, y llegó a
trabajar al puerto luego de que concluyó su trabajo en la Compañía minera del
Pánuco. En este lugar radicaba con su esposa e hijos, así como su padre y dos
hermanos que salieron con él desde Zacatecas.60
Mientras que en esos mismas fechas, otro trabajador de este mismo oficio
protagonizó una «buena jugada»: un maestro de obras que recibió un anticipo
para la construcción del departamento de correccionales de la cárcel pública,
desapareció de pronto del puerto, llevansose el anticipo en sus bolsillos.61
59
CT, 1 de diciembre de 1899, p. 1.
60
CT, 30 de noviembre de 1899, p. 1.
61
CT, 30 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 287
los talleres artesanales y no en las principales fábricas del puerto. Incluso, poco
despúes de formada, esta agrupación editaba un periódico local llamado El
Obrero de Occidente.
Para la década siguiente ya funcionaban la Unión Juan Escutia, con cerca de
medio centenar de agremiados. Se estimaba que nuevamente estaba compues-
ta por trabajadores que desarrollabvan labores artesanales. También se formó
la Sociedad Mutualista de Zapateros con más de tres decenas de integrantes,
nuevamente emanda de talleres artesanales. Para la última década de esta cen-
turia funcionaban tambien otras cuatro organizaciones de trabajadores: La
Sociedad de Artesanos Zapateros, Sociedad Protectora de Sombrereros, La
Sociedad Mutualista Ignacio Zaragoza y el Gremio de Abastecedores.62 Donde
se confirma el aludido carácter de las agrupaciones obreras decimonónicas de
Mazatlán.
Es de suponerse que eran uniones solidas, ya próximo a la finalización del
siglo XIX, el norteamericano J. R. Southworth, al aludir los rasgos que reves-
tían dichos organismos de cooperación y defensa obrera, destacaba que en este
puerto existían dos o tres sociedades obreras bien organizadas y sobretodo
moralizadas, lo que garantizaba su papel de coadyuvantes con el desarrollo
social y el orden público. Una evidencia de sus fortalezas era que por cuenta
propia de estas organizaciones funcionaban escuelas nocturnas para la educa-
ción de sus agremiados.63
A fin de ahondar un poco en el perfil y funcionamiento de estas organiza-
ciones de trabajadores, pasemos a algunos de sus detalles:
A principios de la década de los setentas de este siglo decimonónico, en
Mazatlan funcionaba la Sociedad Antonio Rosales, de carácter mutualista. A
fin de darse una idea de su funcionamiento interno, es necesario poner aten-
ción a una de sus reuniones ocurrida a principios de 1873: inició a las nueve de
la noche con la asistencia de 15 personas. Dentro de los asuntos a tratar figuró
el conocimiento del oficio girado a la comisión vigilancia pidiendo consigna-
ción del socio Sabás Salazar, Presidente de esta misma sociedad mutualista, a
fin de que fin de dicha comisión turne a la comisión de justicia dicha petición
a fin de definir la responsabilidad que pueda resultar con motivo de extravió
del estandarte de la sociedad. Además, se presentó otro oficio -de los señores
Luís G. Espinoza y Cia.- ofreciendo a pedimento de la corporación la minis-
62
Ibíd., p. 94.
63
Véase, J. R. Southworth, op. cit., p. 27.
288 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
tración de medicinas para los socios enfermos, en las mismas condiciones que
lo hacían las boticas de este puerto para con las otras sociedades mutualistas.
Otro de los oficios leidos fue turnado por la Sociedad Melchor Ocampo de
Guadalupe de los Reyes, quien deseaba entablar relaciones. También se recibió
el informe de los comisionados de recibir las cuentas de los créditos abiertos
en la Cantina del baile en corredores del Palacio Municipal el 28 de febrero,
cuyos recibos tomó para su cobro el sr. Sabás Salazar. Como existe saldo a su
cargo se pide el deslinde de responsabilidades. La reunión concluyó a las 10
½ de la noche. Firmaron : Guillermo Ruiz como vicepresidente y Juan Nazo
como secretario.64
Los años y hasta décádas pasaraon y los trabajadores continuaban en sus
labores y, a su vez, consolidando sus agrupaciones de cooperación mutua. Para
medidados de 1892, I. J. Escudero, uno de los agremiados de la Sociedad Mu-
tualista de Artesanos, le dirigió una misiva a sus directivos los señores Francis-
co Piña y Sixto Villa, señalandoles que como muchas sociedades mutualistas
habían «gestionado el permiso para tener su propio cementerio para brindar
a sus hermanos la garantía mas sagrada que pueda anhelar el hombre ya que
los gobiernos en su afán de perpetuo error se la niega descansar en paz» les
sugería la idea de obtener un panteón donde encuentren el debido respeto y
veneración las nuestra que se van, y para poder brindar el desventurado un
palmo de tierra que llama suyo y no le dan...
Habéis desde prueba de vuestra abnegación y volar con la erección del tem-
plo que estáis al terminar, porque no repetir vuestros sacrificios enana obra
humanitaria que inmortalice vuestros nombres en la sociedad.65
Las sociedades mutualistas mazatlecas no pasaban desaprecibidas en la
vida pública porteña, estaban presentes en gran parte de los aspectos de la diá-
mica social, no sólo impulsando panteones y templos para sus afiliados, sino
hasta en eventos de orden artístico estaban de una u otra manera presentes.
Por ejemplo, A fines del primer mes de 1893, el Teatro Rubio se verificó una
función de teatro en honor de la «Sociedad de Artesanos Unidos»; al publi-
citarla la prensa le deseaba el mejor de los éxitos, al menos que que tuviera
mejor suerte que la que recientemente se habia ofrecido en honor del señor
Benavides, la cual contó con escasa concurrencia.66 En dicho evento fungió
64
El Estado de Sinaloa, 7 de enero de 1873, p. 3.
65
El Socialista, 5 de junio de 1892, p. 1.
66
OS, 29 de enero de 1893, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 289
67
Juan Luís Ríos, op. cit,, p. 99.
68
OS, 5 de enero de 1893, p. 2.
69
Juan Luís Ríos, op. cit., p. 99.
70
CT, 6 de diciembre de 1899, p. 2.
71
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 1.
290 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
O mas obvio aún con la práctica de los trabajadores que constituían el gre-
mio de abastecedores, quienes al tiempo que preparaban una fiesta para el día
25 de diciembre de 1899, para el 1º de enro del mes y año entrante organizaron
“una ruidosa manifestación en honor del Gral. Díaz”, tanto así que contrataron
la banda del Quelite á fin de dar mayor lucimiento a los bailes populares que
festaban preparando. 72 Al evento convocaron a sumarse a toda persona que
tuviera caballo o bicileta, a fon se que formaran la comitiva de una ruidosa
manifestación.
La serie de eventos se programaron para ese día 25, iniciaron desde las 4
de la mañana, pues la Banda del maestro Terríquez recorrería las calles de
Mazatlán anunciando los festejos auspiciados poir este gremio. A las once de
la mañana tuvieron novillada en la Plaza Colón. A las tres de la tarde, en el
edificio del rastro se reunió este Gremio de Abastecedores, así como otras cor-
poraciones obreras, más invitados. A las cuatro iniciaron la procesión cívica,
encabezada por la Banda musical de Terriquez, seguida del Estandarte de la
Sociedad de Abastecedores Unidos con su Estado Mayor, detrás iban jinetes
del gremio, después los ciclistas y luego los representantes de todos los gremios
obreros e invitados, así como el pueblo que los acompañaba.
Durante el recorrido por las principales calles, se detuvieron en las pla-
zas Machado e Hidalgo, donse Teodoro Maldonado y Francisco A. González,
respectivamente, pronunciaron sendos discursos. A las ocho de la noche se
realizó un espectáculo de juegos artificiales y una hora más tarde, la Plaza Co-
lón fue escenario de un baile popular, contando con iluminación veneciana y
eléctrica.73 Así que este gremio era un activo promotor de la política oficial,
utilizando la fiesta y el discurso y acto político.
Aunque, otros trabajadores que formaban núcleos más pequeños se mo-
vían en un ámbito distinto de las asociaciones formales y los actos político-pa-
trióticos, actuaban más en su entorno inmediato y sus propias sensibilidades.
Por ello, por ejemplo, debido a que el 5 de diciembre de 1899 se cumplieron
dos años de existencia una panadería situada en el cerro de las Calaveras, lla-
mada La Flor de la Costa, los panaderos se llenaron de euforia y contrataron
una orquesta, la que les estuvo tocando en dicho establecimiento hasta horas
avanzadas de la noche.74
72
CT, 15 de diciembre de 1899, p. 1.
73
CT, 21 de diciembre de 1899, p. 1.
74
CT, 6 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 291
75
Maurizio Ridolfi, «Lugares y formas de la vida cotidiana en la historiografía italiana», en
Luis Castells, ed., Revista Ayer, La Historia de la Vida Cotidiana, Madrid, Nº 19, 1995 (3), p. 97.
76
Elena Maza, op. cit., p. 17.
292 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
77
OCC, 6 de agosto de 1873, p. 2.
78
CT, 27 de octubre de 1899, p. 2.
79
CT, 29 de octubre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 293
Esas nuevas personas y propósitos son los que los que conducían a este
organismo a practicar la caridad sin distingo alguno.
80
Ibíd.
81
Francisco Ramírez Osuna, «Romanita de la Peña, incansable defensora de los pobres», en
http://sinaloamx.com/romanita-de-la-pena-mujeres-ejemplares-desinaloa/#sthash.pUZ6Sxrj.
dpuf
82
VM, 20 de julio de 1881, p. 3.
294 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Casos como este, así como los de Romanita y la sociedad de la que fue pilar,
evidencian que «La compasión siempre ha sido contingente, un producto de la
historia y de la política, del tiempo y el espacio».83
Efectivamente, estos actos de caridad y generosidad humana se siguieron
expresando. A unos meses de fenecer este siglo decimonónico, jóvenes de alto
status en la sociedad porteña prepararon y presentaron un espectáculo musical
y de comedia destinado a obras de caridad. Los participantes eran varios: las
señoritas Sofía Careaga, María Douglas, Clotilde Douglas, Soledad Zayas, Ro-
salva Lavín, Lupe Mendoza, Laura Hidalgo, Elvira Rivas y á los»jóvenes Ernes-
to Lórda, Abelardo Lavin, Gustavo Patrón, Benjamín Retes jr., Antonio Lavín,
José Luis Reynaud, entre otros.84
El concierto que perseguía dichos fines se organizó con el siguiente pro-
grama: 1ra. Parte: Obertura por la Banda del 17º Batallón dirigido por el prof.
Juan Pérez Tejada; prologo de la gran opera Los Payasos, para barítono,; gran
fantasía de las operas «Hernani» y «Lombardos»,; Aria de la ópera «Macbhet»
cantada por Margarita Rivas, con acompañamiento de orquesta; coro de se-
gadores de la zarzuela «El Rey que rabió»; 2da. Parte: Fantasia ejecutada por
banda; galope a dos pianos y ocho manos, gran aria de la ópera «El Trovador»;
monólogo por el joven Ing. José Antonio Gaxiola; Coro de la popular zarzuela
«La Marcha de Cadiz». 3ra. Parte: Obertura para la orquesta; Duo de la ópera
«Caballería Rustisima» se puso en escena el juguete cómico en un acto, inti-
tulado «Para mentir las mujeres». Acto final, Coro de la zarzuela «El Santo de
Isidra».85
Ahora bien, en la realización de estos eventos y de la caridad en el puerto en
general, el organismo más importante en esta materia era la Sociedad de San
Vicente de Paul. Por estas mismas fechas, esta sociedad de beneficencia orga-
nizó un concierto en beneficio de los pobres del puerto efectuado el último
domingo del mes de octubre de 1899. Con respecto a sus acciones y papel en la
sociedad, la prensa era muy categórica:
La sociedad de San Vicente de Paul. de Mazatlán, es hoy día lo que debe ser: una
sociedad que socorre la miseria a domicilio y especialmente los enfermos, sin ave-
83
James Vernon, El Hambre. Una historia moderna, Valéncia, Universitat de València, 2011,
p. 46.
84
CT, 15 de octubre de 1899, p. 2.
85
CT, 3 de noviembre de 1899, p. 1,
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 295
86
CT, 27 de octubre de 1899, p. 2.
87
CT, 27 de octubre de 1899, p. 2.
88
CT, 22 de octubre de 1899, p. 1.
296 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Los artistas están listos, pero tienen miedo, sobre todo el bello sexo, y para ellos
la función será penosa, pero se conforman con su suerte, confiados en la nunca
desmentida indulgencia y sobre todo generosidad del pueblo mazatleco cuando se
trabaja por la caridad, por el consuelo de sin número de seres mientras encuentran
cama en el Hospital ó sufren sus miserias en silencio, escondidos, porque su posi-
ción social en épocas remotas les inspira todavía respeto para no solicitar socorros
de la caja pública destinada á más pobres aún que ellos.89
Mientras que de parte de los organizadores y artistas era una franca ma-
nifestación de fraternidad y solidaridad con sus vecinos menos favorecidos.
Actitud que involucraba también a varios particulares, por eso la Sociedad San
Vicente de Paul recurrió a la prensa para trasmitir su profundo agradecimien-
to al Ayuntamiento, a las señoritas y caballeros que en formaron parte de ese
concierto, así como al publico asistente por su apoyo y generosidad, pero par-
ticularmente patentizaron su gratitud a «los Sres. F. Martínez Cabrera, Jcan
Pérez Tejada y Paulino García, quienes con un interés digno de todo elogio
prestaron gustosos su valiosa cooperación sin retribución alguna».90
Uno de los colaboradores en dicho evento fue Zenón hizo alusión a este
evento desde su columna dominical destacando que hubo coros, canto, música
de piano y un ameno sainete. Y también hubo otra colaboración: “yo apechu-
go con el monologo», diría Zenón; agregando lo siguiente: «Me es imposible
ofrecer más, pero conmigo se tiene una garantía, cual es que trabajando como
artista en pro de la caridad, fui chiflado. Chiflado sin duda he quedado desde
etitonces, cuando me presento para ser chiflado otra vez».
Tratándose de hacer bien al prójimo, toda crítica y burla me tiene sin cuida-
do. Lo único que siento es que no me metan en el número de los menesterosos
y no me den mi ración.91
La labor emprendida por esta agrupación caritativa posibilitó que para fi-
nes de diciembre de 1899, tuvieran ya concluida la Casa de Salud, proyecto que
estaba su cargo. Para los últimos arrglos, el 19 de ese mes, una comisón inte-
grada por la Sra. Dª Refugio P. de Ramos y la Srita. Concepción Solís, empren-
dieron una colecta entre personajes y comerciantes de la ciudad, obtenbiendo
doscientos pesos destinados a cubir las últimas necesidades que demandaba
ese local. Así todo quedó listo para que «en la próxima venida del Sr, Obispo,
89
CT, 4 de noviembre de 1899, p. 1
90
CT, 7 de noviembre de 1899, p. 1
91
CT, 10 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 297
92
CT, 20 de diciembre de 1899, p. 1.
93
CT, 31 de octubre de 1899, p. 2.
V. Letras e intelectuales en Mazatlán
Prensa y periodistas
1
El Museo Mexicano o Miscelánea pintoresca de amenidades curiosas e instructivas, Mexico,
Ignacio Cumplido, tomo III, 1844, p. 580
2
Tomado de El Mercurio Poblano, 13 de abril de 1844, p. 2.
299
300 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
4
Ireneo Paz, Algunas campañas: mwemorias escritas por Ireneo Paz, México, Imprenta y
Litografía de Ireneo Paz, tomo II, 1885, p. 21.
5
Ibíd, p. 22
6
Ibíd, p. 23
7
Ibíd., p. 31
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 301
8
El Ferrocarril, México, 14 de agosto de 1869, p. 3
9
El Ferrocarril, México, 16 de octubre de 1869, p. 2
10
La Revista Universal de religión, política, variedades y anuncios, México, 10 de septiembre
de 1870, p. 2.
11
El Ferrocarril, 2 de febrero de 1870, p. 3.
12
El Padre Cobos, 3 de septiembre de 1871, p. 4.
13
La América. Crónica Hispano-Americana, Madrid, 28 de septiembre de 1879, p. 5.
302 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
14
Ignacio Ramírez, Combate del Buque de Guerra Francés La Cordelliere contra las fuerzas
de la República Mexicana en las aguas del puerto de Mazatlán los días 28 y 31 de marzo de 1864,
México, s/e, s/f, p. 4.
15
El Estado de Colima, 19 de junio de 1877, p. 216.
16
La Patria, 14 de marzo de 1878, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 303
17
La Gacetilla, México, 10 de abril de 1878, p. 4.
18
MP, 11 de marzo de 1879, p. 2.
19
La Patria, 22 de noviembre de 1889, p. 3.
304 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
1911», en Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra Escobar (coords.), Historia de Mazatlán,
Culiacán, Ayuntamiento de Mazatlán/Universidad Autónoma de Sinaloa., 1998, p. 255.
22
Ibíd., p. 279.
23
La Patria, 27 de noviembre de 1891, p. 3.
24
Revista de Sanidad Militar, Madrid, 15 de diciembre de 1892, p. 384.
25
VM, 29 de julio de 1893, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 305
son dos empresas mercantiles que están al servicio de quien les paga y no podía
sorprendernos que postularan al general Gonzalez. Por otra parte, esos periódicos
ni por si ni por sus redactores tienen importancia alguna en la política del país, ni
siquiera en la del Estado de Sinaloa (...) No vimos en tal acontecimiento más que
un negocio arreglado con el dinero del ejercito por los agentes del general.27
26
La Patria, 24 de junio de 1895, p. 3.
27
El Libre Sufragio. Diario Político, órgano del Partido Nacional Constitucionalista, México,
9 de marzo de 1880, p. 3.
306 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Escritores e intelectuales
Mabel Valencia Sánchez, Una Mirada sociocultural a la prensa de Sinaloa (1885-1910), Cu-
28
Con una presencia más fugaz, durante los tiempos de la intervención, Igna-
cio Ramírez, asentado temporalmente en Mazatlán, puso su aportación para el
mundo de las letras, aparte de pronunció elocuentes discursos en la máxima
tribuna sinaloense: el congreso estatal.
Asimismo, después de la ocupación francesa en el puerto, el abogado, poeta
y escritor Luis del Castillo Negrete fundó El Mosaico, en el género de revista
literaria. Más tarde, aparecieron escritores como Gabriel Pelaez, José Cayetano
Valadés, Pedro Victoria y Alonso Morgado, verdaderos baluertes del periodis-
mo en Mazatlán.
Un recuento periodístico de un poco tiempo más tarde, arroja que en Ma-
zatlán se distrbuian tres periódicos: El Pacifico bajo la dirección de Jesús Pío;
El Occidental, dirigido por el licenciado Gaona; y El Municipio, órgano del
Ayuntamiento de este puerto.
Un periódico de singular presencia en Mazatlán fue La Voz de Mazatlán,
«periódico que ha sido el mas importante y célebre de todos los que hasta hoy
se han publicado en el Occidente de la Nación». Publicación que con sus pági-
nas “despertó las ambiciones de la juventud, inició y desarrolló con filosofía las
ideas liberales que tanta sangre habían costado al Estado y que hasta entonces
no habían tenido un resultado práctico, combatió el absurdo , y se constiyuyó
en un juez imparcial, erudito y sensato de todas las cuestiones de retórica y
poética. Al frente de esa publicación se encontraba Francisco Gómez Flores.30
Asimismo, gracias a la influencia de La Voz de Mazatlán, se insertaron en
las letras mazatlecas Enrique Pardo, Luis L. Blanco, Francisco Sosa y Ávila,
Arturo F. García, José Ferrel y Juan B. Ruiz.
Sin embargo, La Voz de Mazatlán desapareción de la tribuna periodística
conco años después de su primera aparición. Para suplirlo, Francisco Gómez
Flores fundó enseguida El Eco Popular, y pasó después a encargarse de la la
Redacción del Periódico Oficial y La Opinión, y posteriormente dio luz El Oc-
cidental, «importante semanario que se ha constituido en el espejo donde se
reproducen las aspiraciones del pueblo sinaloense».31
30
La Patria, 22 de noviembre de 1863, p. 3.
31
La Patria, 22 de noviembre de 1863, p. 3.
308 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Como puede notarse, la lista de escritores que fincaron sus reales y sus obras
en Mazatlán son varios, pero uno de ellos es el referido Francisco Gómez Flo-
res, quién nació el 9 de febrero de 1856, en la ciudad de México, de ahí que su
bautizo se haya realizado en el Sagrario Metropolitano, donde se le asentó por
nombre Francisco Javier Apolonio; sus padres fueron la sra. Francisca Aguirre
López de la Cerda y el mencionado Lic. Francisco Gómez Flores, persona-
je que brindó a Sinaloa una destacada contribución en materia educativa, así
como en los ramos legislativo y administrativo, debido a su papel como aboga-
do. En Mazatlán fue arbitro de un sin número de auntos de tipo hacendario y
mercantil.El licenciado Gómez Flores también destacó como periodista.
El hijo del Lic. Gómez Flores, también tuvo otros familiares destacados:
su tio Miguel Gómez Flores, poeta y periodista, y su otro tío Bernardo Flores
despeñó importantes cargos públicos durante los gobierno del general Arista y
el general Ignacio Comonfort. Del señor Flores se decía que «era de los pocos
ricos que leen y estudian toda su Biblioteca».32
En mayo de 1856, al contar con 3 meses de edad, el niño Francisco Gómez
Flores fue trasladado a Mazatlán, donde vivió su niñez y parte de su adolescen-
cia. En este puerto recibió su instrucción primaria y elemental, sus maestros
Vicente Pelaez, Alejandro Lacy y Saturnino Ayón. Como localmente no ha-
bía muchas las opciones para estudiar secundaria y prepaeatoria, a la edad de
14 años ingresó al Colegio Naútico, organismo apoyado por el Ayuntamiento
del puerto. En esta institución educativa, para 1873, ya había cursado materias
como Aritmética, Algebra, Trigonometría, Hidrografía, Cronología, Cosmo-
grafía, Pilotaje, Lavado de Planos, Dibujo Topográfico, Inglés y Francés. Sin
embargo, no concluyó dichos estudios en la Escuela Nautica. También estudió
un año en el Colegio Rosales (en ese momento establecido en Mazatlán) cur-
sando las siguientes materias: Geometría Analítica, Dibujo Lineal y Órdenes
Arquitectónicas.
En abril de 1874, Gómez Flores se trasladó al centro del país a emprender
nuevos estudios. Estuvo tomando clases por unos meses en la Escuela Nacio-
nal Preparatoria, pero luego, afectado de salud considero una mejor opción el
pasar al Colegio del Estado de Puebla. Allí ingresó a una Sociedad Literaria
Juan de Dios Peza, Memorias, Reliquias y retratos, París, Librería de la Vda. de Ch. Bouret,
32
1900, p. 274.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 309
33
La Patria, 14 de abril de 1889, p. 2.
34
Revista de México, 9 de febrero de 1890. p. 5.
35
La Patria, 22 de agosto de 1877, p. 1.
36
La Patria, 24 de junio de 1877, p. 1.
310 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
mente del sello que han de impreso a todas nuestras obras, arraigadas costum-
bres y tradicionales principios».37
Como también comentaba textos literarios de variado tipo. Realizaba am-
plias reseñas y crónicas de obras puestas en escena en la capital del país, así lo
hizo con el drama El Conde de Peñalva de José Peón y Contreras, defendiendo
su valía literaria frente algunos artículos periodísticos que dudaban de la cali-
dad del drama.38 También comentó el drama Entre dos deberes escrito en tres
actos y en verso por el poeta jalisciense Ignacio Herrera de León con quien lo
liga estrecha amistad.39 O bien, comentaba un poema de corte bíblico titulado
Las siete palabras de María de José María Rivera, al que le atribuye belleza poé-
tica digna de alabanza, pues «es un poema…que se desliza como un cristalino
arroyo, que serpea y murmura, entre olorosas y matizadas flores…Las figuras
poéticas, son bellas, naturales y enteramente idoneas al espíritu bíblico que
domina y respira en toda la obra».40 Por otra parte, se lamenta que este tipo de
poesía no tenga mucha aceptación «por un equívoco sentimiento de liberalis-
mo», ya que sostiene que nada tienen que ver las cuestiones puramente lite-
rarias con las creencias religiosas, pues en el terreno literario, ambas forman
parte del dominio de la cultura humana.
Pero, si bien era un literato, su apunte editorial lo usó también para expresar
sus opiniones sobre tópicos de la vida pública y legal del país, por ejemplo, al
concluir la primera semana de noviembre de 1877, en su colaboración periodís-
tica no escribió sobre literatura, sino para apoyar la necesidad de modificación
del artículo 29 de la Constitución Política vigente en el país, oponiéndose a la
supresión de garantias de los mexicanos en momentos de excepción, puesto
que sostenía que bajo el amparo de ese artículo se cometían multiples abusos,
aparte de que «Las garantias individuales son la savía de la libertad».41 Con
ese escrito apoyó al Dr. Rico, diputado sinaloense que impulsaba la reforma a
dicho artículo.
Y unos días más tarde, su colaboración periodística versaba sobre una
cuestionable conducta humana presente en todos los niveles sociales: la prác-
tica monomaniaca.
37
La Patria, 27 de mayo de 1877, p. 1.
38
La Patria, 18 de septiembre de 1877, p. 1.
39
La Patria, 23 de septiembre de 1877, pp. 1 y 2.
40
La Patria, 28 de octubre de 1877, p. 1.
41
La Patria, 7 de noviembre de 1877, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 311
... sobre quienes no dejan de hacer su mohína, frunciendo el hermoso ceño, entre
compasivas e iracundas, ante tan súbitas e intempestivas, como iracundas y no
halagüeñas aspiraciones... ¿de donde ha salido esa caterva insípida de graznadores
vates? ¿qué antro, qué abismo, qué diabólica perfidia han podido abortar ese en-
jambre de estrambóticos y ridículos bardos, famélicos de inspiración y sensatez?
Fustiga ante tal conducta, la que cataloga como una calamidad social que
corrompe todo el instinto por lo bello, una plaga y epidemia que se extien-
de con más velocidad y estragos que el tifo, las viruelas y el cólera-mórbus,
cuyos síntomas describe de la siguiente manera: «un activísimo espíritu de
asociación, sin objeto ni trascendencia, una lluvia torrentosa de mamarrachos
poéticos que se desborda de las cataratas de la audacia y la ignorancia ...y una
atmosfera social cargada de soporíficos y cargados gases y de abrumadores
y deletéreos miasmas...» para rematar advvirtiendo un alerta a fin de que la
hiedra de la metro-mania no levante ni una sola de sus monstruosas cabezas
sin que antes la corte e un tarrajazo la justiciera espada de la desaprobación
universal.42
A fin de detallar otra de sus colaboraciones periodísticas, a fines de 1877,
Francisco Gómez Flores narró que el drama en tres actos «O locura o san-
tidad» del dramaturgo José Echegaray lo dejó atónito, que su pensamiento
se volvió un verdadero torbellino, au espiritú sufrió un sobrecogimiento tan
grande que siente «agotadas sus fuerzas para seguir en la contemplación de
lo sublimemente trágico», pero «una vez disipada la encandilación pruducida
por el sol» hace un recuento del primer acto, para luego rematar con el siguien-
te señalamiento:
En general, destaca el gran valor artístico de cada uno de los actos, conclu-
yendo que «el drama de Echegaray es sublime tanto por su estructura como
42
La Patria, 11 de noviembre de 1877, p. 1.
43
La Patria, 30 de diciembre de 1877, p. 2.
312 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
por el análisis psicológico de los personajes y por la habilidad con que enlaza
los elementos artísticos y didácticos ...es una obra que asombra sobremanera
en fuerza de tanta gloria, de tanta luz, de tanta grandeza».44
Respecto a su paso por las aulas y la profesión, colegas suyos lo conside-
raron como una persona que se distinguía por su recto pensar, su cultivado y
sano criterio, el trato constamate con los elegidos del saber, le daban todos los
títulos envidiables y quizá de mejor valimiento que los que traen en rico perga-
mino el sello universitario y la aprobación de varios catedráticos.45
44
Clementina Díaz y de Ovando, Un enigma de los ceros: Vicente Riva Palacio o Juan de Dios
Peza, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994, p. 162-163.
45
Juan de Dios Peza, Memorias, Reliquias y retratos, París, Librería de la Vda. de Ch. Bouret,
1900, p. 275.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 313
bosquejar interesantes fábulas dramáticas, sin definir bien sus contornos ni darles
la última mano, fue la mira de Peón y Contreras al escribir los romances que hoy
publica... Rasgos de figuras que acaso alguna vez destacarán luminosas en el marco
del esacenario; trazos y diseños de cuadros que quizás algún día se trasladarán
a la tela de Melpómene [una de las dos musas del teatro], con más vivos colores
y estudiado dibujo; siluetas y perfiles de aregumentos escenicos que, andando el
tiuempo, aquirirán tal vez acabada forma en obras de más aliento. He aquí lo que
son estos romances... Por su naturaleza y atributos son, pues, estos romances dra-
máticos encantadores bocetos.46
46
José Peón y Contreras, Obras poéticas, Veracruz, Ramón Lainé Editor, 1889. p. 97.
47
Ibíd., p. 101.
314 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Humorismo y crítica por mas que afecte forma ligera y familiar estilo, ha sido tra-
bajada con esmero. Es la filigrana que mientras mas aérea y sutil nos parece, mas
fatigas y empeños costó al curioso artista. No es solo la colección de artículos re-
cortados de las columnas de un periódico y reunidos en un libro para deleite de
50
Revista de México, 9 de febrero de 1890. p. 6.
51
Francisco J. Gómez Flores, Bocetos literarios, México, Tipografía de Gonzalo A. Esteva,
1881, p. 372.
52
Ibíd., p. 7.
53
Manuel Gutierrez Najera, Periodismo y literatura. Articulos y Ensayos (1877-1894), México,
UNAM, Obras IX, 2002, p. 90.
316 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
La critica positiva a este auor es copiosa por parte de este redactor periodís-
tico. Considera que el lenguaje de Gómez Flores «es elegante y correcto en la
forma, subyuga y encanta; el fondo de sus ideas, profundo y filosófico, asombra
y obliga a pensar».
Pero no sólo eso, sino que fijando su mirada en esta obra Humorismo y
Crítica agregra: «con la atmosfera risueña de la sátira, esa amargura y ese des-
encanto que flotan en la atmosfera del siglo ; llora y nos hace creer que lss
lagrimas que enturbian sus ojos, las produce el humo de un cigarro, y la queja
que ha pesar nuestro suele arrancarnos el dolor, sale de su garganta confundi-
da con carcajada sardónica».55
Otro destacado escritor —Juan de Dios Peza— señalaba que esta obra era
una vasta colección de artículos literarios, políticos, de controversia, filosófi-
cos y Festivos, donse se podía necontrar «material para todos los gustos a con-
dición de que éstos no se encuentren estragados. El estilo siempre es galano,
porque es de Gómez Flores y ya he dicho desde hace varios años, que cincela
las frases, que construye filigranas de lenguaje, y en verdad que lo admirable de
su pluma es que no decaiga no se fatigue en la polémica ni en las disertaciones
históricas».56
Para conocedores de las letras de ese tiempo, Humorismo y Crítica fue una
obra que tuvo mayor aceptación que Bocetos, pues la prensa nacional y ex-
tranjera publicó artículos encomiables sobre dicho texto. Por esta obra se le
tipifiica por un escritor dueño de una amplia exposición folosófica doctrinal,
de profundas convicciones, de profundidad de conocimientos y rectitud de ra-
ciocinio. Aunque no escapó de algunas observaciones críticas: «desde el punto
de vista literario, es también una obra de gran mérito; pero es una lastima,y
grande, que se encuentren interpolados en el libro, algunos breves artículos y
chistes, que si bien es cierto, son de gran estimación en un periódico, no tienen
igual representación en un trabajo como Humorismo y Crítica».57
56
Juan de Dios Peza, Memorias, Reliquias y retratos, París, Librería de la Vda. de Ch. Bouret,
1900, p. 282.
57
Revista de México, 9 de febrero de 1890. p. 6.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 317
58
Juan de Dios Peza, op. cit., p. 280.
318 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Tomado de Elizabeth Moreno Rojas, «Crónicas de viaje: un paseo por el Golfo», en Revista
59
país y yo debo agregar que es el único quizá que ha recorrido en México, con éxito
feliz, todo el diapasón de la literatura, las Narrciones y caprichos es una obra sober-
bia, una verddera joya literaria, un eterno modelo de la forma artística, porque en
el libro resplandece, ese estilo esbelto, diáfano, limpio y hermoso que caracteriza a
las obras de los escritores castizos.62
nos dio a cuantos tenemos afición de escribir, algunas útiles noticias en lo tocante a
buen castellano. ¿No fue el quien nos enseñó a decir lucubración? Cunado casi to-
dos decimaos en el país, así como de palabras, como por escrito, elucubración? De-
claro una guerra a la e inicial diciendo que estaba de más y debía ser suprimida.63
Puede considerarse en justicia a Gómez Flores como el verdadero fundador del pe-
riodismo y la literatura sinaloense y su influencia en el movimiento intelectual del
estado durante los últimos años y el desarrollo de las ideas democráticas es inne-
gable. Casi todos los jóvenes que posteriormente a La Voz de Mazatlán han escrito
en Sinaloa han sido estimulados por él, entre los cuales citaremos a los Sres. Sosa
64
Tomado de Clementina Díaz y de Ovando, La Escuela Nacional Preparatoria. Los afanes y
los días, 1867-1910, México, UNAM, tomo I, 2006, p. 71.
65
La Patria, 22 de noviembre de 1889, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 321
y Ávila, Ángel Beltrán, José Ferrel, Herlindo Elenes Gaxiola, Luis Blanco Enrique
Pardo y Agustín Hernández.66
66
La Patria, 14 de abril de 1889, p. 2
67
La Patria, 22 de noviembre de 1889, p. 3.
68
La Patria, 14 de abril de 1889, p. 2.
69
PI, 1º de febrero de 1892, p. 58.
322 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
escogíamos para nuestras reuniones; pero el asiento desde el cual ponía fin con su
dulce calma a una discusión, allí está; el querido amigo, inteligente y modesto nos
ha abandonado.70
Ahora que, sobre el fallecimiento de los dos Gómez Flores, está muy a tono
el fragmento de un poema de la autoría del progenitor:
70
Revista de México, 14 de febrero de 1892, p. 22.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 323
Pero apenas se «retiró» Gómez Flores de la vida pública y literaria del puerto,
así como de la terrenal, cuando un joven escritor arribó al lugar y empezó
a descollar. En 1892, Amado Nervo se despazó de Tepic a Mazatlán, donde
permaneció por espacio de dos años. Al tiempo que trabajaba en el bufete de
un abogado, colabora como reportero en el periódico El Correo de la Tarde.
Escribe breves crónicas o reseñas de sociedad sobretodo de eventos públicos y
aconrecimientos sociales donde no faltaba el ingenio y el humor; sus escritos
aoarecían bajo el seudonimo de Román o El Duque Juan.
Sobre la labor a desplegar por el periodista, en las páginas de la prensa
mazatleca, Nervo señala en términos muy irónicos que ese personaje lleva
una vida llena de restricciones y hasta prohiciones: más allá de las personales,
destaca que a un periodista «Porque corrige lo combaten…Porque enseñan
lo denigran…Porque marca a los pueblos el sendero del proreso, la ingratitud
71
Tomado de Vicente Riva Palacio, El Parnaso Mexicano. Segunda Serie I, México, CNCA/
UNAM/Instituto Dr. José María Luis Mora, 2006, p.
72
Juan de Dios Peza, op. cit., p. 285.
73
La Patria, 6 de octubre de 1894, p. 3.
324 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
74
Amado Nervo, Lunes de Mazatlán... p. 286.
75
Tomado de Gustavo Jiménez Aguirre, “Balbino Dávalos y Amado Nervo, distantes sime-
trias”, en Literatura Mexicana, México, UNAM, vol. 11, Nº 2 2000, pp. 257-258
76
CT, 24 de diciembre de 1899, p. 3.
77
CT, 24 de diciembre de 1899, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 325
Así que la única mujer que colaboraba con textos literarios para este órgano
periodístico fue Haydeé Escobar, quien —con el seudónimo de Cecilia Zadi-
destacó como poetisa— hacia fines de la última década del siglo XIX, escribió
Versos a un Ángel, una colección de poemas que El Correo de la Tarde vendía
en sus talleres a la cantidad de $ 2.50 el ejemplar.78 Respecto a su incursión y
presencia en el campo de las letras, desde Limache, Chile, Edelmira Cortes en-
vía una nota de colaboración al Correo, donde señala que todavía a principios
de la última década del XIX, Haydee estaba dedicada por completo al hogar
en su carácter de esposa y madre, pues «El primer fruto de su amor bendito
abrió nuevos horizontes á su alma delicada i á su espíritu soñador. Consagrada
al ángel de sus amores, su pequeñito, deslizaba su existencia en interminables
dichas maternales». Sin embargo, un suceso cambiò su dinámica de vida: un
día falleció su hijo y de tan grande sufrimiento adquirió la fuerza e inspiración
para escribir. En claro reconocimiento, Edelmira lanzaba una esopecie de afir-
mación y pregunta: «Es Cecilia Zadí la que hoy ocupa el primer puesto en las
letras sinaloenses».79
A fin de detaalar su inspiración y habilidad en el campo de las letras to-
memos una de sus colabiraciones dominicales aparecida en El Corrreo de la
Tarde. El 19 de noviembre apareció el poema Rafaga firmado por Cecilia Zadi,
cuyo contenido es el siguiente:
78
CT, 11 de octubre de 1899, p. 3.
79
CT, 29 de octubre de 1899, p. 2.
326 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
mañana envía
sobre la tierra
nuevo fulgor.
Vuelve espíritu á la dicha
como á lucir vuelve el sol!
alma ! tenga tu agonía
gloria, resurrección!80
nos traen también á José Conde, el autor de las crónicas elegantes y de los mosaicos
rimados; á Retes hijo, el innovador de la poesía ingeniosa, de rima libre, de esencia
exquisita i de absolutismo generoso; á Matilde García» el ermitaño de cánticos
místicos i patrios; á Enrique González Martínez, el poeta dé los desencantos i de
los soles de ocaso, que son encantos i soles primaverales; bienvenidos sean á la
bohemia de mi tierra.82
Un periodista singular
Otro escritor muy reconocido fue el periodista José Ferrel; dueño de un estilo
muy crítico. Producto de ello fue a visitar la cárcel en varias ocasiones. Por
ejemplo, a mediados de marzo de 1891, la prensa nacional anunciaba que el
joven escritor José Ferrel había recuperado su libertad y se encragaba nueva-
Adalberto Garcia Santana, Las letras sinaloenses en el ocaso del porfiriato: La Bohemia
81
83
VM, México, 18 de marzo de 1891, p. 3.
84
El Tiempo, 16 de febrero de 1893, p. 2.
85
El Demócrata, 28 de agosto de 1895, p. 4.
86
La Patria, 27 de junio de 1895, p. 3.
87
Madrid Cómico, Madrid, 1° de octubre de 1892, p. 7.
328 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
88
La Patria, 9 de noviembre de 1898, p. 3.
89
La Patria, 9 de enero de 1900, p. 1.
90
CT, 26 de noviembre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 329
91
Eduardo Báez Macias, Guía del Archivo de la Antigua Academia de San Carlos, 1781-1910,
México, UNAM, 2003, pp. 149-150.
330 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Jacob Carrillo.
Fuente: La Ilustración Española y Americana, Ma-
drid, 15 de octubre de 1879, p. 236.
patriota los lleva a plasmar escenas apoyadas tanto en fuentes literarias como
históricas. Con este influjo, Job participa en la 11ª. exposición anual de la Aca-
demia, organizada entre 1858 y 1859, con el lienzo La Samaritana.92 Sus obras
se dsitinguieron por la brillantez de la composición y el color.
A los veinte años se trasladó a Michoacán para hacerse cargo de las clases
de pintura y dibujo del Colegio Nacional de San Nicolás de Hidalgo. Entre 1862
y 1863 impatía clases en este Colegio, teniendo como colegas de docencia a Oc-
taviano Herrera y Ramón Anzorena; en este plantel tuvo como alumno a Felix
92
Ibíd., p. 183.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 331
ningún hombre de corazón puede contemplar por un momento este lienzo sin des-
cubrir en las clásicas facciones, apacibles cuanto enérgicas, la mirada penetrante
del caudillo, el fuego de la fé y el amor a la humanidad, cuyos atributos se traslucen
en la expresión de su cara, revelando un carácter noble y filantrópico.
...felicitamos pues a nuestro estimado paisano, por haber alcanzado a ese grado
de maestría en que hasta la severa crítica del extranjero le tributa admiración, y
desde aquí lo exhortamos a que continué venciendo las dificultades del arte de
Rafael, Van Dyck y Murillo para honra y gloria de nuestra patria.95
93
Ida Rodríguez Prampolin, La crítica de arte en México en el siglo XIX, México, UNAM, vol.
III, 1997, p. 162.
94
México y sus costumbres, México, 5 de septiembre de 1872, p. 2.
95
Ibíd.
332 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
96
La Ilustración Española y Americana, Madrid, 15 de octubre de 1879, p. 227.
97
La Libertad, 22 de enero de 1879, p. 3.
98
OS, 29 de enero de 1893, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 333
99
OS, 29 de enero de 1893, p. 3.
100
Santos Javier Velázquez Hernández, La representación del mundo en la literatura durante
el cañedismo: símbolos y figuras, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría
en Historia], 2010, p. 58.
101
Ibíd, pp. 63-65.
334 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
102
Cecilia Miranda Cábares, La novela corta en el primer romanticismo mexicano, México,
UNAM, 2ª. Edic., 1998, pp. 409-410
103
Guadalupe Gómez-Aguado, «La búsqueda de la identidad nacional en la novela corta
mexicana (1836-1846)», en Decires. Revista del Centro de Enseñanza para Extranjeros, México,
UNAM, Nueva Epoca, Vol. 7, N° 7, segundo semestre de 2005, p. 101.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 335
influjo de esos momentos, el escritor tapatío Irineo Paz publicó un poema de-
dicado a Mazatlán donde señalaba:
104
Rogelio Guedea (prologo y selección), Los decimonónicos: antología poética colimense del
siglo XIX , Colima, Universidad de Colima, 2001, p. 24.
336 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
blemente las partes mas carnosas de la flaca personalidad del coronel», así que
presuroso de un salto brincó la tapia... «Pero ya era tarde... El espadín había
abierto una ancha herida en un sitio que debemos abstenernos de nombrar».105
Pues bien, la mofa francesa a México —poco después del conflicto bélico du-
rante los años juaristas— el uso de «Mazatlán» como apellido se utiliza para
darle identidad a un personaje mexicano.
Mientras que para principios de la última década de esta centuria, el puerto
mazatleco es uno de los puntos de referencia para construir el perfil de uno de
los personajes construidos por Benito Pérez Galdós en su comedia La loca de
la casa, obra en cuatro actos presentada en el Teatro de la Comedia en Madrid
en octubre de 1892.106
La trama se desarrolla en Santa Madrona, población imaginaria ubicada en
los alrededores de Barcelona, lugar a donde regresa José María Cruz, «Pepet»,
un emigrante que regresa de California y México con un buen caudal de dine-
ro, regresa a su población de origen. Quien pese a su rudeza y sencillez y hasta
torpeza, es visto por su antiguo amo (Juan de Moncada) ahora arruinado como
una opción para casar a una de sus hijas. En uno de las escenas de la obra, en
uno de sus diálogos, al evocar su niñez y salida de su lugar de origen, el señor
Moncada comenta: Cansado de luchar con tu fiereza indómita, tu padre tuvo
que embarcarte. A lo que Cruz señala: «Atado codo con codo, me metieron
en un buque de vela que salió para Mazatlán por el cabo de Hornos». Un viaje
divertido, terciaría en la conversación La Marquesa de Malavella. Ante lo que
el sr. Cruz respondería: «Sí, señora, muy divertido: un viajecito que convendría
á sus hijos de usted para que aprendieran á vivir».107
Este diálogo pone de manifiesto la idea presente de esa California abun-
dante de oro y plata, accesible para todo aquel que se decidiera a ascender
económicamente si se lanzaba en pos de esas tierras, donde Mazatlán era un
obligado punto de escala, pero también de asiento de hombres y mujeres que
buscaban trabajo y progreso. Así lo denota otro dialogo, ahora entre Victo-
ria (hija de Moncada) y Cruz: ella comentaría... «Anteayer, poco antes del
desagradable suceso que nos separó, recibiste una carta de Mazatlán...» Cruz
agregaría: «Sí; anunciándome la muerte del primo Ripoll...», quien desde este
puerto sinaloense había dispuesto en su testamento dejar veinte mil duros para
105
La Correspondencia de España, Madrid, 11 de diciembre de 1874, p. 2.
106
Benito Pérez Galdós, La Loca de la Casa, Madrid, Imprenta de la Girnalda, 1893, p. 2.
107
Ibíd., p. 19.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 337
obras de beneficencia en Barcelona. Pues sí, ha dejado... algo sí... vamos, veinte
mil duros para obras.108
Este tipo de referencias a Mazatlán dan cuenta de la importancia que re-
vestía este puerto del Pacífico como lugar de importancia para inmigrantes
y cómo espacio de oportunidades para la mejoría material de audaces y em-
prendedores. Pues este tipo de obras literarias y dramatúrgicas donde figura
Mazatlán no solamente se distribuía entre la población española mediante su
presentación teatral y su publicación a manera de libro, sino que se difundía
también en partes en los periódicos de esos años.109
Todo antes narrado nos muestra a un Mazatlán dotado un pequeño «mun-
do» literario e intelectual; un espacio atractivo para el asentamiento y desarro-
llo de lecturas sublimadas e idealizadas del entorno y la vida. Figuras conecta-
das con la vida del puerto que tuvieron en este sitio no solamente una fuente
de inspiración sino un punto de lanzamiento para otros escenarios y aventuras
por el universo de las letras y la creación.
Personajes meritorios que intentamos mostrarlos como artistas, escritores
y pensadores, como dijera Krzysztof Pomian,
en este texto no son tratados como genios desencarnados y solitarios que, des-
vinculados de toda práctica, lo extraen todo del poder exclusivo de su espíritu..
[Aquí]... se les trata como seres corpóreos y sexuados, implicados en relaciones
jerárquicas diversas, en juegos de poder en el seno de las instituciones, interesados
sobre todo por las gratificaciones pecuniarias y honoríficas, compitiendo por los
mejores puestos de mando, el reconocimiento de la prioridad y el mayor número
de lectores.110
108
Ibíd., p. 129.
109
Véase, La Vanguardia, 19 de enero de 1893, p. 3; La Vanguardia, 7 de julio de 1893, p. 4..
110
Krzysztof Pomian, Sobre la historia, Madrid, Cátedra, 2007, p. 239
VI. Educación e instrucción porteña
Educación
1
Véase, J. R. Southworth, op. cit., p. 118.
2
José Agustín Escudero, op. cit., p.105.
3
Santiago Calderon, 1874, s.p.e, pp. 78-79.
4
Antonio Lerma Garay, op. cit., p. 59.
339
340 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Memoria que sobre los ramos de la Administración Pública del Estado de Sinaloa, formó
5
9
Antonio Lerma Garay, op. cit., p.59.
10
Santiago Calderón, op. cit., p. 76.
11
OP, octubre 29 de 1887, p. 1.
12
Junta Directiva de Instrucción Pública del Ayuntamiento de Mazatlán, 29 de enero de 1861
342 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
13
María del Rosario Heras Torres, op. cit., p. 126.
14
SDyN, 1º de marzo de 1863, p. 4.
15
SDyN, 20 de marzo de 1863, p. 4.
16
SOC, 7 de marzo de 1864, p. 1.
17
AHM, Actas de Cabildo, 10 de febrero de 1867.
18
AHM, Actas de Cabildo, 30 de noviembre de 1866.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 343
orden cívico, el cual exponía elementos viejos e imperiales, pero con un ma-
quillaje y ropajes aparentemente nuevos y republicanos.
Todavía humeaban los cañones y las bayonetas apenas descansaban del in-
vasor extranjero, pero eso parecía no importar a las autoridades mazatlecas,
quienes se aprestaban a reorganizar el quehacer educativas en las escuelas por-
teñas. Para ello, el cabildo ordenó a la comisión de instrucción pública pasar a
examinar a los niños de la escuela de primeras letras a cargo de Vicente Mar-
tínez, con la finalidad de elegir diez niños que continuarían estudios secunda-
rios en la escuela del profesor Lacy. El comisionado encontró muy aventajados
a los jóvenes Eustaquio Valle, Carlos y Federico Ramírez, pero los hermanos
Ramírez no fueron promovidos al establecimiento educativo del profesor Lacy,
debido a que tenían parentesco con el comisionado de instrucción pública y
procedió a la elección entre los más inteligentes y más pobres y les tocó a los
niños siguientes: Eustaquio Valle, Silvano González, Cosme Rivero, Julián San-
doval, Francisca González, Luis Saavedra, Alejandro Cerisola, Yriberto More-
no, Evaristo Paredes y Miguel Fernández.19
Al parecer el preceptor Vicente Martínez no quedó conforme con la de-
cisión del cabildo y la comisión de instrucción pública, pues envió una carta
donde intercedió por sus alumnos Carlos y Federico Ramírez. Las autoridades
rehusaron categóricamente promover a sus promovidos, dado que señalaban
eran sus sobrinos por la vía materna y señalaban la holgada capacidad econó-
mica del padre Luis Ramírez quien es propietario. El cabildo apoyado en las
observaciones anteriores, insistió en su fallo, pese a la insistencia de la comi-
sión de instrucción pública de apoyar a los alumnos marginados.20
En materia de educación, el cabildo lidiaba con distintas situaciones. Por
ejemplo, Ponciano Ruíz presentó un ocurso a las autoridades aludidas donde
señaló la falta del pago de la renta del local arrendado que ocupaba la 2da es-
cuela de niños. El atraso era de varios meses. Las autoridades le propusieron
pagarle de momento tres meses de renta y lo conminaron a esperar el resto
para otro momento. Cabe mencionar que dicho local lo rentaba a las autorida-
des de agosto de 1863, de tal forma que decidió apelar a la paciencia y tolerar
de momento el resto del adeudo. Ni hablar, debió esperar.Otra situación la cual
reclamó un dictamen de la comisión de escuelas fue el ocurso de Juan Váz-
quez, presentando el 23 de noviembre de 1866, donde solicitó la colocación en
19
Actas de cabildo, Mazatlán, Sesión 15 de enero de 1867, fs. 15-16.
20
Ibíd, Sesión 18 de enero de 1867, f. 19.
344 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
21
Ibíd, fs. 19-20, 23.
22
Al respecto Véase, Diario Oficial del Gobierno Supremo de la República, 24 de junio, 24 de
julio y 25 de julio de 1869,
23
El Ferrocarril, México, 2 de febrero de 1870, p. 3
24
El Ferrocarril, México, 14 de diciembre de 1870, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 345
25
Tomado de Venecia Citlali Lara Caldera, Entre la salvación del alma y de los bienes: testa-
mentos de la elite sinaloense en el siglo XIX. Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facul-
tad de Historia, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2009, p. 212.
26
Santiago Calderon, 1874, p. 38, 74
27
Al respecto véase, Julio Alfonso Ruíz Ramírez, Escuela Náutica de Mazatlán «Cap. Alt.
Antonio Gómez Maqueo». La historia, Bloomington, Palibrio, 2012, pp. 31-44.
28
OCC, 7 de octubre de 1871, p. 3.
29
La Libertad, 19 de marzo de 1878, p. 2.
346 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
30
AHM, Actas de Cabildo, 11 de julio de 1877, f. 4.
31
Ibíd, 10 de agosto de 1877, fs. 11-11v.
32
Ibíd, 14 de agosto de 1877, f. 13.
33
Ibíd, 24 de agosto de 1877, f. 19v.
34
Ibíd, 11 de septiembre de 1877, f. 22v.
35
Ibíd, 25 de septiembre de 1877, f. 26v
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 347
cuando estarían disponibles 150 pesos para pagar la renta de las escuelas.36 Ni
siquiera con descuento el cabildo podía cubrir su compromiso.
El panorama de las escuelas de la municipalidad de Mazatlán, vivía días
complicados a decir del inspector de escuelas foráneas, quien comentó en oca-
siones hasta los preceptores no se presentaban a impartir clases. Ante dicha
situación, se indicó al inspector hiciera un reporte detallado de los maestros
faltistas y las carencias observadas en su recorrido. Pese a lo anterior, había
preceptores los cuales si querían trabajar, tal fue el caso de Alberto Muñoz
quien solicitó una colocación en la escuela nocturna de adultos. La comisión
de instrucción examinó las capacidades como docente del aspirante y decidió
darle trabajo como maestro en la colocación solicitada.37 El cabildo mazatleco
no solamente recibía solicitudes de atención al rezago educativo de la propia
municipalidad. Desde el territorio de Baja California, llegó la solicitud de un
preceptor de educación primaria que atendiera la niñez en La Paz.38
Las casas rentadas como escuelas, no siempre estaban en condiciones óp-
timas. El local donde realizaba sus actividades docentes la escuela 2da, fue
reportada por el preceptor encargado de ella, quien consideró «debido a los
inconvenientes higiénicos se podrían generar una enfermedad epidémica».
La comisión de instrucción pública preguntó sobre el local que anteriormente
ocupaba la escuela 2da, inmueble que al parecer tenía mejores condiciones.
Tesorería recomendó trasladar la escuela mencionada nuevamente al local
anterior. Como de momento eso no era posible, se sugirió realizar algunas
reparaciones a la casa actual. Para dicho fin, la comisón de instrucción pública
contrató un albañil para realizar las reparaciones necesarias que permitieran
tener actividades docentes con normalidad, pero haciendo énfasis en retonar
al local de antes.39
Si bien, el cabildo mazatleco distaba mucho de tener solvencia económica,
a finales de septiembre de 1877, Abraham Ibarra encargado de la comisión de
instrucción pública consideraba necesario abrir una nueva escuela primaria de
hombres. Su propuesta encontró apoyo y se turnó a la comisión de hacienda
36
Ibíd, 17 de agosto de 1877, f. 14.
37
Ibíd, 24 de agosto de 1877, f. 17v.
38
Ibíd.
39
Ibíd, 29 de agosto de 1877, 19-21 y 11 de septiembre de 1877, f. 22v.
348 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
40
Ibíd, 29 de septiembre de 1877, f. 26.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 349
resultados que era de esperar; desde que se abrió, un solo catedrático ha tenido
y de allí no pasa». Al parecer para cubrir adecuadamante con la formación de
pilotos navales hacia falta quien impartiera las cátderas de historia, geografía,
física, química, idiomas, etc, sino se piensa en dispensar a los futuros pilotos
de tales conocimientos.41
Las iniciativas y buenas voluntades no eran suficientes para consolidar un
proyecto educativo, así que para la década siguiente el panorama continuaba
igual de lamentable, por esolas altas autoridades de la Armada Nacional de-
cidieron cerrar la Escuela Náutica de Mazatlán42 el 31 de diciembre de 1894,
debido a la carencia de oficiales preparados para cumplir con éxito esta tarea
educativa.43
Esta institución era de las mas importantes en este ramo, pero no fue la
única en la vida educativa porteña. Otros importantes esfuerzos educativos se
escenificaron desde principios de 1879. La sociedad veía con beneplácito que
la señorita Marina, profesora de educación primaria y secundaria, presentó los
últimos exámenes de un amplio número de alumnas, quienes dejaron cons-
tancia de sus importantes avances y de la misma dedicación de la profesora.
Estas alumnas pertenecientes todas a la escuela lancasteriana que dirigía dicha
señorita.44
Además de lo anterior, se realizaban instrucciones más especializadas y
personalidades. Parte de esa actividad se desarrollaba en el puerto de Mazat-
lán por parte del sr. Jesús Loreto, sobre quien —en septiembre de 1879— se
anunciaba que impartía clases de geografía, historia, algebra y telegrafía; estas
clases eran gratuitas y se ofrecían todos los domingos a todas las personas que
gustaran asistir.45 Una labor de verdadera filantropía.
Para 1880, se ampliaron las opciones formativas para alumnos e interesados
radicados en Mazatlán. Ese año quedó establecida una academia musical para
varones, la que se encontraba bajo la dirección del maestro Sr. Rojas Vértiz.
41
El Tiempo, 17 de febrero de 1884, p. 4
42
También se cerró la Escuela Náutica de Campeche.
43
Marciano Valdez Martínez y Raymundo Bautista Contreras, Militares y marinos destaca-
dos. Héroes y Próceres del Ejército, Fuerza Aérea y Armada de México, México, Secretaria de la
Defensa Nacional/Secreataria Marina Armada de México, 2011, p. 62.
44
La Libertad, 1 de febrero de 1879, p. 3.
45
El Monitor del Pacífico, 20 de Septiembre de 1879, p. 4.
350 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
48
La Patria, 17 de noviembre de 1881, p. 2.
49
DH, 13 de marzo de 1882, p. 4.
50
SDyN, 17 de enero de 1885, p. 3.
51
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1883, Sesión del
Cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 22 de mayo de 1883, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 351
52
Tomado de El Progreso. Revista mensual ilustrada de todos los conocimientos humanos,
Nueva York, septiembre de 1884, p. 162.
53
Ibíd., p. 5.
54
DH, 21 de enero de 1885, p. 3.
352 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
55
La Convención Radical Obrera, 26 de mayo de 1889, p. 2.
56
VM, 13 de mayo de 1891, p. 2.
57
MP, 23 de enero de 1888, p. 3.
58
La Patria de México, 25 de agosto de 1889, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 353
59
El Municipio Libre, México, 15 de noviembre de 1889, p. 3.
60
El Amigo de la Verdad. Periódico religioso y social dedicado a la instrucción del pueblo,
Puebla de los Ángeles, 23 de febrero de 1898, p. 2.
61
CT, 19 de octubre de 1899, p. 2.
62
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 2.
63
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 2.
354 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
En vista del gran número de alumnos que faltan sin motivo á las escuelas oficiales,
fueron citados hoy á la Prefectura varios jefes de familia, para hacerles saber que
quedaban multados en un peso, por no cumplir con las obligaciones que les impo-
ne la ley de Instrucción Pública.
El número de chiquillos ausentes de las escuelas asciende á ochenta, siendo la
núm. 2 la que más faltas de asistencia registra.65
Así que no todo era bonanza en esta materia, pese al numero de escuelas
existentes en la ciudad.
Como también la propia educación impulsada por la Compañía Lancaste-
riana viviría momentos nada gratos, pues en la sesión del cabildo de Mazatlán
donde se aprobó el presupuesto de egresos y los sueldos de los profesores de
64
CT, 21 de agosto de 1899, p. 1.
65
CT, 29 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 355
las escuelas municxipales para el año de 1900, se acordó modificar uno de los
puntos de la propuesta inicial que contemplaba la propuesta de préstamo de 2
mil pesos para dicha institución, la cual se suprimió y npo se les otorgó ningún
empréstito.66
Por otra parte, desde el último lustro del siglo XIX surgió otro tipo de esta-
blecimientos educativos mazatlecos, como sería el caso del Instituto Sinaloen-
se, fundado en 1896 y dirigido por el Ingeniero Carlos A, Ferrer. Sus alumnos
presentaban exámenes bajo la inspección de las autoridades del gobierno esta-
tal, como lo disponía la ley de Instrucción Pública del Estado. Por sus resulta-
dos satisfactorios, el origen de alumnos no se reducía a la ciudad de Mazatlán
sino de otras poblaciones cercanas e incluso algo distantes.
66
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 2.
356 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
67
J. Figueroa Doménech, dir., Guía General Descriptiva de la Republica Mexicana, Barcelona,
Imprenta de Herich y Compañía, tomo II, 1899, p. 575.
68
Ibíd.
69
CT, 14 de octubre de 1899, p. 1.
70
CT, 7 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 357
71
ES, 20 de octubre de 1888, p. 1.
72
CT, 17 de octubre de 1899, p. 1.
358 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
73
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 1.
74
CT, 15 de noviembre de 1899, p. 1.
75
CT, 10 de enero de 1900, p. 3.
76
CT, 6 de enero de 1900, p. 1.
77
CT, 16 de diciembre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 359
78
Arturo Santamaría Gómez, «Escuelas, maestros y estudiantes en el Mazatlán porfiriano»,
en Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra (coordinadores), Historia de Mazatlán, Universi-
dad Autónoma de Sinaloa-Ayuntamiento de Mazatlán, Culiacán, 1998, pp. 225-227.
79
CT, 22 de octubre de 1899, p. 2
80
CT, 16 de noviembre de 1899, p. 4.
360 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Mientras que Francisco Rivas utilizaba la prensa local para publicitar que
en la calle Peñuelas N° 56 del puerto, acaba de inaugurarse su escuela nocturna
donde se impartían clases de instrucción primaria elemental en un horario de
7 a 9 de la noche, a precios convencionales.81 Esta oferta era para un sector de
la población mas amplio.
81
CT, 5 de diciembre de 1899, p. 3.
VII. Lo curioso, lo cotidiano y lo festivo
Tradiciones y costumbres
1
Tomado de Roberto Antonio Mendieta Vega, Op. Cit., p. 160.
2
Tomado de Venecia Citlali Lara Caldera, Entre la salvación del alma y de los bienes: testa-
mentos de la elite sinaloense en el siglo XIX. Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facul-
tad de Historia, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2009, p. 88.
361
362 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
al desembarcar llegaron a una casa como de treinta metros cuadrados, las dos ho-
jas de las rejas estaban decoradas con numerosos adornos de hierro. Al pasar se
encontraba la casa principal con dos habitaciones: una de más de quince metros
cuadrados y la otra más pequeña. Diversas damas agasajaron a los visitantes con
finas atenciones. Posteriormente partieron de ese lugar caminando mucho más de
un kilometro. En la casa de un comerciante les asignaron una habitación de apro-
ximadamente seis metros cuadrados para dormir. En la misma habitación estaban
amontonadas telas de seda y mercancías encajonadas.3
Kiyoshi Irie y Hiromi Yoneda, «Nuevos relatos sobre México (Meshiko Shinwa). Segunda
3
Parte», en Estudios de Asia y África, México, El Colegio de México, Vol. 29, No. 1 (93), Enero.–
Abril de 1994, p. 164.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 363
4
Tomado de Venecia Citlali Lara Caldera, Entre la salvación del alma y de los bienes: testa-
mentos de la elite sinaloense en el siglo XIX. Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facul-
tad de Historia, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2009, p. 40.
5
El Pacífico, 9 de agosto de 1861. p.. 3.
364 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
6
«Carta a Fidel (V)», en Ignacio Ramírez, Obras de Ignacio Ramírez, México, Oficina Tipo-
gráfica de la Secretaria de Fomento, 1889, p. 37
7
Venecia Citlali Lara Caldera, Op. Cit., p. 43.
8
La Patria, 27 de julio de 1886, p. 3.
9
CT, 10 de octubre de 1899, p. 1.
10
CT, 17 de octubre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 365
Siguiendo con el asunto de las mujeres mazatlecas, pero con otros perfiles,
desde principios de la última década de ese siglo, la prensa sugería que la figura
de la mujer mazatleca podía ser modificada si se atendía a las recomenda-
ciones de un médico que desde Inglaterra recomendaba una receta para que
las mujeres aumentaran su estatura «no hay mas que ponerles un corsé, que
apriete mas que un acreedor israelita, un anillo metálico a la cintura, que re-
duzca su circunferencia a la de una caña: hecho esto se suspende a la paciente
en el techo y se le calza de los pies un peso de cincuenta a setenta libras». Se
agregaba que este procedimiento debería aplicarse de cuatro a cinco minutos
todos los días por espacio de seis meses. Cuyo efecto era infalible.11 Esta nota
periodística se publicaba medio en broma, pero da cuenta de la imagen y peso
que habitualmente se le daba a la mujer mazatleca.
Algunos años más tarde, un periodista estadounidense comentaba también
sobre el porte y rasgos de la mujer mazatleca. Destacaba que la plaza y el teatro
eran los únicos lugares donde podía aprecirse a la mejor clase de mujeres, ya
que habían dejado de asistir a las corridas de toros. Sobre estas féminas por-
teñas, subrayaba que en los países latinoamericanos se ponderaba la hermo-
sura de la mujer mazatleca. Lo que confirmaba con su categórica afirmación:
«Mazatlán tiene una gran cantidad de mujeres muy guapas...» A este puerto lo
describía como rodeado de una atmosfera muy especial debido a que cuenta
con «un monopolio de bonitas formas y caras».12
Mientras que Cornish, seudónimo de un colaborador de El Correo de la
Tarde, elogiaba el porte de las mujeres en temporada invernal, cuando «las
pollas sacan su parte de coquetería, pues sus mejillas se ponen» rosadas y su
toilette de invierno las hace más interesantes! La capa en las mujeres, en este
tiempo, es aristocrática, y semejan reinas con mantos esplendentes ante quie-
nes nosotros—despreciables vasallos— debemos inclinarnos haciéndoles pa-
tente nuestra humilde atención!13
Sobre los habitos masculinos para adular a las mujeres porteñas era común
que pequeños grupos de hombres se apostaran en los jardines y las esquinas
de las calles para lanzarles lisonjas y piropos de todo tipo. A fines de octubre
de 1899, el panorama cambió porque la policía del puerto recibió órdenes a fin
11
El Socialista, 5 de junio de 1892, p. 3.
12
Los Angeles Herald, Los Angeles, California, 21 of january of 1895, p. 4.
13
CT, 17 de octubre de 1899, p. 2.
366 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
16
CT, 30 de noviembre de 1899, p. 1.
17
Al respecto véase, Laura Benitez Barba, «El rapto en la Guadalajara porfiriana. La oposi-
ción paterna al matrimonio» , en J. Jesús Gómez Fregoso (compilador), La Guadalajara de ayer
… y de antier, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2006, pp. 167-181.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 367
18
CT, 31 de octubre de 1899, p. 1.
19
Martha Eva Rocha, «Los comportamientos amorosos en el noviazgo,1870-1968. Historia de
un proceso secular», en Historias, México, INAH, N° 35, octubre 1995-marzo de 1996, pp.125-127.
20
CT, 15 de noviembre de 1899, p. 1.
21
CT, 9 de noviembre de 1899, p. 1.
368 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
todo un arco iris de conductas, el respeto y los buenos modales de los hijos
menores se vigilaban y de infringirse eran fuertemente castigados. . En sep-
tiembre de 1893, una jovencita de quince años de edad, perteneciente a la clase
pobre, relató la prensaen sus páginas «una mujer de la vida alegre que se pro-
metía explotarla, intentó fugarse ayer para San Francisco en el Nexubern. La
madre de la muchacha por fortuna tuvo a tiempo noticias del hecho y se quejo
ala prefectura; intervino la capitanía del puerto y se dio una orden para detener
ala fugada que fue conducida de nuevo a tierra en un bote de la capitanía. La
muchacha dijo que se iba porque en su casa la pasaba muy mal».22
La convivencia familiar entre madres e hijas en el puerto, no siempre se
conducía de la mejor manera. Así que, el último domingo de octubre de 1899,
una niña de corta edad, descalza, casi desnuda y sumamente acongojada, se
encontraba sola en una calle de Mazatlán. Por este estado, fue recojida por la
policía y traslada a las oficinas de la Prefectura. La niña se llamaba Carmen
Cordero y su madre, Epifanía Pineda, hacia una cuantas horas, la había gol-
peado, rompiéndole la ropa y corriéndola á la calle. Al preguntarle a la niña los
motivos del comportamiento de su madre hacia su persona la niña respondió:
«Porque tiré un chocolate ajeno, señor». Obviamente era un exceso y, por ello,
el Prefecto del Distrito mandó comparecer a la madre de la infeliz niña, para
escarecer el caso. 23
La línea delgada entre niños hogareños y niños propensos a verse invo-
lucrados en situaciones tipificadas como anómalas, eran mencionadas en la
prensa de forma recurrente. Por ejemplo, el ausentismo a clases de los niños
y las actividades realizadas en ese espacio de tiempo, fueron motivo de queja:
«Hicimos notar hace días que algunos escolares ociosos se ponen a pintar con
lápiz en las esquinas figuras indecentes. Esta mala costumbre se va haciendo
muy general, pues en muchas esquinas hemos visto muchos letreros y figuras
de asquerosos inmoralidad. Llamando de nuevo la atención sobre esto».24
Pero esas situaciones en las cuales menores de edad se vieron involucrados,
no eran las únicas que inquietaban a ciertos sectores de la sociedad mazatleca.
Al parecer, acciones como bromas, no fueron tomadas con buen humor. Hacer
explotar y arrojar cohetes a las personas, le quitó el sueño al menos a un co-
lumnista de la prensa porteña
22
CT, 5 de septiembre de 1893, p. 2.
23
CT, 30 de octubre de 1899, p. 1.
24
Ibíd, 18 de marzo de 1893, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 369
En días pasados llamamos la atención de la policía, para que impidiera que los mu-
chachos traviesos arrojaran tronadores a la plazuela, durante las serenatas. Ayer,
sin embargo, lo hicieron a mansalvo y tantos arrojaron, que era aquel un tiroteo
nutrido. Varias señoritas estuvieron a punto de quemarse. Esperamos que no se
vuelva a repetir esto.25
Si bien, a decir de la nota anterior, se notificó en otra ocasión sobre ese tipo
de actos, ujn mes después – septiembre 1893-, nuevamente fue motivo de noto-
riedad y molestia: «Siguen los muchachos traviesos arrojando tronadores a los
pies de los paseantes, aun cuando sean señoritas, en los paseos públicos, sobre
todo en las serenatas. Los recomendamos con mucha especialidad ala policía».26
Otro tipo de adversidades sufridas por ciertos niños mazatlecos eran los
accidentes caseros u ocurridos en el área pública. Y no sólo por su descuido e
imprudencia sino provocados también por personas mayores. Así ocurrió con
la niña Refugio Beltrán: a fines de octubre de 1899, fue lastimada por una carreta
que Antonio Rodelo conducía velozmente por las calles de Mazatlán. El agresor
fue detenido y conducido a la cárcel. 27 Algo similiar provocó ocurrió a princi-
pios de diciembre, el cocehero Camilo Romero, quien atropelló a una niña en
plena calle, el conductor irresponsablemente no se detuvo tras el atropellamien-
to, pero tras regresar de Los Limones fue detenido por la policía del puerto.28
Aunque hubo casos más trágicos donde la víctima fue una menor. El coche-
ro Reynaldo Sánchez, atropelló a una niña la cual falleció producto de dicho
percance. Fue detenido y juzgado por el delito de homicidio, sentenciado a dos
meses de arresto, por el SupremoTribunal de Justicia en el Estado, lo insólito
no es lo reducido de la pena así se le considerara asesinato imprudencial sino
que inicialmente se le haya concedido libertad por parte del Juzgado Primero
de este puerto. 29
Otro caso que se presentaba en el puerto era el extravío de menores. Al
menos, la presa consigna varios casos ocurridos a principios del último mes
del siglo, tal fueron los casos de Refugio y Paula Bernal, hijas de un modesto
albañil, a quienes las buscaron sus familiares sin encontrar su paradero. Casi al
25
Ibíd,12 de agosto de 1893, p. 2.
26
Ibíd,20 de septiembre de 1893, p. 2.
27
Ibíd., 31de octubre de 1899, p. 1.
28
Ibíd., 5 de diciembre de 1899, p. 1.
29
Ibíd.,, 9 de noviembre de 1899, p. 1.
370 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
mismo tiempo, en la calle Porfirio Díaz se extravió otro niño. Ante estas situa-
ciones, la policía se dedicó a la búsqueda de dichos menores.30
En temas más amables relativos a la costumbre en torno a los hijos, una
práctica común era su temprano bautismo y, acompañado de su festejo. Las
modalidades del agasajo estaban en relación con el nivel de vida y status de los
padres y padrinos. Por ejemplo, un suceso de este tipo que involucraba a per-
sonas de cierto nivel económico era anunciado por la prensa, como sucedió el
28 de octubre de 1899, al anunciarse que ese día por la noche en la casa del Sr.
Enrique Coopel se iba a verificar una tertulia, con motivo de que de uno de sus
hijos recibió las aguas bautismales. Los padrinos del nuevo cristiano fueron el
Sr. Pedro luzunza y la Srita. Alejandra Douglas.31
Ahora bien, siguiendo con costumbres muy competradas con la forma de
ser de los mazatlecos, independientemente del género y la edad, a este corres-
ponsal de prensa extrajera le llama poderosamente la atención la actitud de los
mazatlecos de dejar todo para «mañana». A manera de crítica irónica afirmaba
que para ellos «mañana es el tiempo que viene siempre, pero nunca viene; el
tiempo que nunca ha sido, pero siempre está». Aplazar un negocio, un pago,
un trato, un compromiso era el pan de cada día. Un mañana que se manifiesta
como el fin de los tiempos. Particularmente narra las peripecias de un joven
estadounidense que inició una gestión ante la Prefectura de Mazatlán, cuyo
trámite se prolongó por meses debido a que desde el inicio, si bien fue recibido
con una sonrisa y de buena manera, con el gesto de la mano y la voz se le pro-
porcionaba como respuesta «la palabra mágica, mañana».32
Costumbres festivas
30
CT, 5 de diciembre de 1899, p. 1.
31
CT, 28 de octubre de 1899, p. 1.
32
Los Angeles Herald, Los Angeles, California, 21 of january of 1895, p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 371
33
Op. Armenta Pico, Matrimonios en Mazatlán: Una mirada sociodemográfica. 1860-1870,
Culiacán, Facultad de Historia-Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en Histo-
ria, inédita], 2006, p. 175.
34
Venecia Citlali Lara Caldera, Op. cit., pp. 52-53.
35
Margarita Armenta Pico, Op. cit., pp. 56-57.
372 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
temente, esta instancia municipal instruyó al tesorero que cubriera los gastos
que originara dicho evento.36
Ahora bien, en lo que se refiere a otras costumbres generadas en las áreas
públicas del puerto sinaloense, algo que llegó a convertirse en toda una tradi-
ción local fue su festividad asociada a los festejos de carnaval.
Una de las más distantes referencias sobre las prácticas festivas que pueden
ligarse a las de tipo carnavalesco se puden inferir a partir de los relatos del
comerciante y explorador austriaco Isidore Löwenstern en su obra Memorias
de un Viajero, quien al visitar Mazatlán en octubre de 1838 señalaría «á aquella
ciudad con la historia ridícula de un baile de máscaras».37 Aunque la fecha de
la visita no fue en tiempos previos a la cuaresma que es cuando se organiza el
carnaval, la imagen que proyecta –con todo y su carácter denotativo- puede
estar asociada con dicha festividad.
Años mas tarde, la prensa ya consigna la presencia de los festejos del car-
naval en este puerto sinaloense: curiosamente, a fines de octubre de 1843 se
anunciaba una gran «Tapada de gallos» para los tres días del carnaval, agre-
gando que cada día habría «un Mochiller de quinientos pesos y seis tapados de
trescientos, además de tres milk a la ventaja de los veinte y un Gallos»; aunado
a ello se anunciaba que se contaría con buena música y que, en general, la fun-
ción sería muy lucida. Lo curioso es que todo se anunciaba como parte del «ya
próximo carnaval del año de 1843».38
Ya para mediados de esta centuria, los festejos de carnaval ya tenían viva
presencia. Por ejemplo, para 1848 existen registros documentales donde se se-
ñala que este evento era una celebración propia de los nativos del lugar, quie-
nes efectuaban una procesión con juegos artificiales, se llevaba también una
pieza de artillería de madera que lanzaba confeti, mientras que por las noche
39
Véase, Roberto Antonio Mendieta Vega, Op. Cit., p. 195.
40
Ibíd., pp. 195-196.
41
Ibíd., p. 197.
374 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
42
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1867. Tomo I,
Sesión del cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 6 de febrero de 1894, pp. 10-11.
43
Tomado de Venecia Citlali Lara Caldera, Entre la salvación del alma y de los bienes: testa-
mentos de la elite sinaloense en el siglo XIX. Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa/Facul-
tad de Historia, [Tesis de Maestría en Historia, inédita], 2009, pp. 97-98..
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 375
los cambios en la festividad será el mismo agente del cambio social; esto bajo
la postura maniquea de Civilización o Barbarie.44
Aunque no sólo el carnaval era el espacio festivo mazatleco, las expresiones
populares se hacian presentes en diversos eventos que ocurrían a lo largo del
año, uno muy socorrido era el tradicional baile de fin de año, donde la alegría,
la bebida y el baile eran el epicentro de esas reuniones. En una crónica del baile
en en el Casino de Mazatlán con motivo sel fin de año de 1892, se muestran
los hábitos y rutinas utilizadas por en el baile, así como consejos muy selectas
y elegantes para modificar esas conductas. Asi que, ante la danza en parejas,
se recomendaba que al momento de bailar, los jóvenes deben cuidar utilizar
«guantes porque con la mano derecha desnuda, pues muy lavada y planchada
que la tengan, manchan los vestidos de [su] compañera y hay mucha tela que
aunque no lo parezca cuesta caro, y lo que es peor, no se encuentran aquí».
Obvio la recomedaci;on estaba dirigida a la juventud de la elite mazatleca.
También se sugería que para un adecuado comportamiento en este tipo de
reuniones sociales, los jovenes «y los rabo verde, deben cuidar de no consumir
tanta cerveza, champaña y sándwich y pasteles porque bebiendo y comiendo
así los bailes cuestan un dinero».45 Moderación era el clamor de la prensa ante
la proclividad a los excesos de la masculinidad porteña.
Pero en medio de todos estos hábitos y prácticas festivos, surgieron eventos
hasta cierto punto atípicos, o cuando menos fuera de norma y seguramente
con mucha más moderación de comportamiento por los asistentes. Los espa-
cios y dinámicas festivas de los jóvenes y adultos son diversificados mediante
iniciativas como las del señor. Antonio M. Verdines, Presidente de la Junta
Patriótica del Segundo Cuartel, quien solicitó a las autoridades locales que se
le facilitaran los corredores de la Casa Municipal para organizar una fiesta in-
fantil que se verificaría la tarde del día 15 de octubre de 1899. Quizá por ese
carácter inusual de la petición, el ayuntamiento le otorgó respuesta afirmativa,
esto pese a que tenía contemplado como norma no facilitar ese lugar para fes-
tividades no oficiales, la única indicación fue que no deberían venderse licores
en dicho evento, 46 indicación que resultaba hasta cierto punto innecesaria e
ilógica, por tratarse de una fiesta infantil. Lo cierto es que estos habitantes de
Mazatlán también tenian derecho al disfrute público.
44
Roberto Antonio Mendieta Vega, Op. Cit., p. 197.
45
OS, 5 de enero de 1893, p. 2.
46
CT, 12 de octubre de 1899, p. 1.
376 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Esta noche es la noche de los suaves ensueños y de las piadosas apariciones para
la infancia.
¡Dichosos los que al despertar encuentren á su lado el hermoso regalo del buen
Santa Claus
¡Tristes los olvidados!
Ocio y esparcimiento
Las plazas, la playa y el malecón son los espacios mas socorridos por los mazat-
lecos para salir de la rutina familiar o personal, así como la tensión del trabajo,
y utilizar estos lugares para relajarse, divertirse o simplemente entretenerse.
Esta actitud era adoptada por la diversidad de sectores sociales que daban vida
al puerto. Sitios donde se desarrollaban comportamientos y conductas de las
más variadas, desplazarse por el lugar, sentase en algún sitio, conversar, obser-
var o escuchar música eran parte de las actividades realizadas.
Hacia 1876, una viajero norteamericano procedente de California realiza
una crónica sobre lo aobservado en el puerto destacando como un personaje
local entonaba «sus miserables canciones toda la noche a través de su gratifica-
ción especial»; también dstacaba como una banda completa se hacía presente
en una serenata para deleitar a alguna señorita justo en su día festivo, era tal el
ritmo y el sonido que «el traqueteo de distancia» se escuchaba hasta los albores
de la mañana. Su narración se compelta con otras escenaras:
47
CT, 24 de diciembre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 377
48
Luis Antonio Martínez Peña, Op. Cit., p. 86.
49
CT, 4 de enero de 1900, p. 1.
50
CT, 21 de octubre de 1899, p. 2.
51
CT, 28 de octubre de 1899, p. 1.
378 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
52
CT, 9 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 379
Curiosidades y creatividades
53
La República. Diario Federal, Madrid, 23 de noviembre de 1885, p. 3.
54
CT, 14 de noviembre de 1899, p. 1.
380 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Quién lo dijera! También los que anunciaron para anoche la lluvia de estrellas la
pitaron.
Muchas personas se volvieron á desvelar en espera de la lluvia y nada! El cielo
cubierto de espesa neblina y una luna triste rodando por 61 y alumbrando débil-
mente la tierra; pero ¿meteoros? ¡Ni uno!
Es posible que á causa de la neblina no se hayan visto los meteoros; pero de
todas maneras el público se ha llevado una buena decepción. 57
55
CT, 26 de noviembre de 1899, p. 2.
56
VM, 15 de mayo de 1891, p. 3.
57
CT, 15 de noviembre de 1899, p. 1.
58
CT, 16 de noviembre de 1899, p. 1.
VIII. Entre templos y rezos
El fervor religioso
1
Enrique Vega Ayala, «La religiosidad de los mazatlecos en 1836» en Clío Nº 17, Facultad de
Historia-UAS, Culiacán,1997, p.183
381
382 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
tono más bajo las actividades de tipo sacro, eso no quiere decir que no fueran
creyentes y que no concurrieran a los oficios religiosos y templos.
Uno de los lugares de culto con que contaron se inició su construcción en
1837, el que se inauguró cinco años más tarde. Se le denómino templo o capilla
de San José, el cual al parecer fue proyectado inicialmente por los carmelitas
establecidos en el puerto y se estimó que se llamaría Iglesia de Nuestra Señora
del Carmén, pero como el proyectó se prolongó y otras manos intervinieron
(al parecer contó con el apoyo de comerciantes españoles para su edificación),
el nombré se modificó. Este recinto católico se emplazó en las estribaciones del
cerro de Neveria.
Es de destacarse que aunque el templo estuviera en proceso, los oficos reli-
giosos en el puerto se desarrollaban bajo los auspicios del clerigo establecido
en el área. De ahí que para, principios de los cuarentas, el obispo don Lazaro
de la Garza y Ballesteros instruyera al bachiller José María Yausas para que re-
cogiera todos los caudales correspondientes al ramo de obras pías en Mazatlán
y Rosario.2
Aunque para estas fechas la variada confluencia humana implicaba tam-
bién que se expresaran creencias y filiaciones religiosas igual de diversas, las
que no siempre se expresaron en un ámbito de tolerancia. Como muestra de
ello, en 1843, el comerciante August Hass, de creencias luteranas, inició proce-
dimientos de matrimonio con Rafaela de la Vega, integrante de una importan-
te familia local. Pero dicha unión matrimonial solamente fue aceptada por los
padres de la joven una vez que este inmigrante alemán aceptara convertrirse al
catolicismo. En lo que respecta a al los representantes del clero, procedieron a
informar al novio sobre los deberes y normas que debía cumplir como nuevo
católico, además de imponerle una castigo de expiación o penitencia religiosa
que consistió en vestir atuendo de penitente (una prenda de tela que les cubrie-
ra el pecho y la espalda llamada sambenito y un capirote o capuchón colocado
encima de la cabeza que le cubría casi todo el rostro, excepto los ojos) despla-
zarse hasta la iglesia, golpear la puerte de ese recinto a fin de solicitar que se
le abriera y desde dentro del recinto se le preguntaba ¿quién estaba afuera?,
Hass contestó : «Un pobre pecador perdido que ruega se le vuelva a aceptar en
el seno de la única religión que hace posible la salvación eterna», como parte
Sonia Bouchez Caballero, «Culiacán en el siglo XIX, una sociedad en proceso de secu-
2
3
Tomado de Josep Ignasi Saranyana (Dir.) y Carmen Jose Alejos Grau (coord.), Teología
en América Latina, Vol. III. El siglo de las teologías latinoamericanas (1899-2001), Madrid, Ibe-
roaméricana/ Vervuert, 2002, p. 174-175.
4
Jean Pierre Bastian «Tolerancia religiosa y libertad de culto en México, una perspectiva
histórica», Derecho fundamental de libertad religiosa, Cuadernos del Instituto de Investigaciones
Jurídicas, México, UNAM/IIJ, N° 1, 1994, pp. 29 y 30.
5
Tomado de Moisés González Navarro «La Ley Juárez», en Historia Mexicana, México, El
Colegio de México, Vol. 55, No. 3, enero-marzo de 2006, p. 948.
384 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Las autoridades y la fe
Ahora bien, años más tarde, sobre esta administración eclaciastica local y sus
fieles tendrían repercusiones las leyes restrictivas que en materia religiosa se
establecieron durante los gobiernos liberales, fundamentalmente desde tiem-
pos del presidente Benito Juárez.
Las medidas fueron varias: iban desde acotar los lugares del culto a quitar
la exclusividad en los registros de nacimiento y sitios de la sepultura, pasando
hasta por la intensidad y duración de las campanadas de los templos cuando
llamaban a misa u otro evento religioso.
Retomando el caso de las campanadas, que llamaban a la obediencia de los
fieles creyentes hacia su culto de adoración, pareciera que para la segunda mi-
tad del siglo XIX, en Mazatlán el uso de las campanas de la parroquia porteña
6
Versión francesa de México, p. 33.
7
Karina Bustos
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 385
(por cierto de la parroquia de San José por que no había otra, y que eternamen-
te se anunciaba un nuevo templo) se haría de manera prolongada y hasta un
cierto punto reiterativa y molesta (quizá para algunos vecinos en su momento).
Lo anterior, se daría cuenta en una sesión de cabildo a principios de la década
de los sesenta del siglo XIX. Ya que el uso de las campanas, según en el decreto
de la sesión, se regularía a un espacio de tiempo no mas de 15 minutos8, lo cual
es de suponer a primera vista, que el campanario de la parroquia de San José,
era usado durante periodos más largos de los que se regulaba en dicha acta.
Así mismo, el cabildo mazatleco y de acuerdo a la regulación de tipo secu-
larizadora que en esos años se daba de manera intensiva a los actos de la cor-
poración religiosa (ya fuera a sus actos como principalmente a sus bienes) por
parte del Estado, dichas acciones emprendidas para la regulación de los actos
de los miembros del clero y de sus colaboradores, eran acordes a la política de
separación entre la Iglesia y el Estado en el ámbito público.
De igual manera, estas acciones de regulación de una parte importante en
la celebración de la misa, como una festividad religiosa quizá llevaba implícita
la ordenación por parte del reglamento del bando de policía y buen gobierno
de la ciudad de Mazatlán de esos años, retomando los ideales de conformación
de un Estado fuerte y preponderante sobre las diferente corporaciones, ya fue-
ran estas como la militar y la eclesiástica principalmente.9
Así mismo, la lógica de ordenación en la sociedad mazatleca parecía ser que
buscaba de alguna manera, trastocar la mentalidad y los simbolismos del ritual
en la celebración de la misa en el puerto, que de igual manera esta disposición
de la reducción del tiempo de las campanadas, sería aplicado no solamente en
Mazatlán sino en muchas partes de país. Lo que nos habla del esfuerzo de las
autoridades civiles por implementar medidas de control sobre la Iglesia en sus
celebraciones y rituales.
También es interesante observar, como este tipo de regulaciones se dieron
en ciertas momentos, como por ejemplo, este artículo del reglamento de poli-
cía de la ciudad de Mazatlán, sería aprobado en septiembre de 1861 (aun cuan-
do se publica en octubre del mismo año), de manera curiosa el 17 de septiem-
bre, por lo que también hubiera sido interesante saber si la restricción sobre el
uso del campanario en la parroquia porteña era únicamente en las festividades
religiosas; o si también era aplicado en las del orden cívico. Ya que el uso de
8
Archivo Histórico del Municipio de Mazatlán -LA, 17 de septiembre de 1861.
9
Enrique Florescano, Etnia, Estado y Nación, México, Ed. Taurus, 2002, pp.398-406.
386 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
las campanas para esos años era el anuncio ya fuera para alguna celebración
tanto religiosa como cívica. Fuera permitido o no, el uso del campanario con
su restricción de tiempo máximo de 15 minutos10, la actitud religiosa de las
autoridades o de los vecinos del lugar también formó parte importante de las
características para la celebración de las festividades, en este caso las religiosas.
Para la segunda parte de esa séptima década, los «ojos» de la autoridad se-
guían atentas para el cumplimiento las normas vigentes en materia de cultos.
Por ello, se apelaba a la llamada ley del 4 de diciembre de 1860, en su prohibición
de las expresiones en las afueras de los templos sin un previo aviso a la autoridad
política, la que pudo haber sido omitida en muchas ocasiones o también se pue-
de pensar en que las autoridades dieron el permiso correspondiente para la rea-
lización de una manera plena dicha festividad; permitiendo así las representa-
ciones en vivo de tal festividad o el uso de todos los elementos que conformaban
la festividad de la semana santa, como era el uso de los muñecos llamados Judas.
De lo anterior, en un comunicado expresado en el diario oficial, se daba el
recordatorio que en la ley del 4 de diciembre de 1860 o de libertad de cultos, en
su artículo 11 se establecía que ningún acto religioso pudiera ejecutarse fuera
de los templos y para que esto tuviera lugar, se necesitaba la licencia escrita de
la autoridad política respectivamente.11
En dicho artículo se exhortaba al cumplimiento con toda escrupulosidad las
disposiciones del reglamento, así como los horarios de las festividades públicas
religiosas, el uso de campanas y que las procesiones de la semana santa, llamada
Mayor, fueran cuando mucho dos, una el jueves y otra en viernes de ella, sin
consentir con lo que se le conoce con el nombre de judíos, sayones, espías y
demás representaciones vivas de los acontecimientos de la pasión de Cristo.12
De manera legal, el Estado trató de dar una regulación a las tradiciones o
festividades que por más de tres siglos habían hecho una huella profunda en
las conciencias de los mexicanos, sin dejar de lado a los mazatlecos que profe-
saban con más devoción su fe en el catolicismo.
Creencias que no solamente se limitaban a lo privado y a la subjetividad
del individuo, sino que se extendían hasta a los integrantes de las instituciones
laicas que, supuestamente deverían de acotaro limitar los ámbitos civiles y de-
10
Artículo 54 del reglamento de policía para las poblaciones del municipio, 25 de octubre
de 1861.
11
DOGSR, 7 de abril de 1868
12
Ibíd.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 387
teniendo el matrimonio dos propiedades esenciales una temporal y civil, que era
el contrato, y otra espiritual el sacramento, no era posible que la primera estuviera
sujeta al soberano temporal, es decir, al gobernante, pues todo lo reconocía bajo la
inspección de la iglesia, a quién le otorgaba el derecho de estatuir en el matrimonio,
por haber sido elevado al rango de sacramento.14
Cuatro años más tarde, este mismo sacerdote fue obligado a abandonar
Mazatlán con destino al destierro, por mandato de las autoridades federales.
Mediante circular pública, se establecía que tal decisión provenía del mismo
presidente de la república (Sebastián Lerdo de Tejada) y de las propias autori-
dades civiles y militares en la entidad, presentando como motivos del forzado
exilio la actitud de «menosprecio a las leyes y la moral pública. Ante tal medi-
da, de inmediato varias damas católicas de Mazatlán elevaron su petición ante
las instancias gubernamentales para que se diera marcha atrás en esa decisión,
pero recibieron respuesta negativa».15
13
Refugio I. González (Cabrion), Cartas Diabólicas, México, Imprenta de «El Combate»,
1888, p. 139.
14
Tomado de María del Rosario Heras Torres, Op. Cit., p. 209.
15
Ibíd, pp 209-210.
388 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
16
SDyN, 7 de marzo de 1877, p. 2.
17
La Bandera Nacional, 1º de diciembre de 1877, p. 2.
18
La Bandera Nacional, 10 de diciembre de 1877, p. 2
19
VM, 12 de febrero de 1881,
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 389
Fuente: http://www.galeriamazatlan.com/pics.asp?idg={25822FEE-8B72-4092-
9C44FD1D67DFD1C4}&gal=catedral&foto=capilla%20de%20san%20jose.jpg (Archivo Alfon-
so Patrón)
fierro. Además tiene una torre de un solo cuerpo, dos campanas y una esquila.
El responsable era el Cura Párroco Miguel M. Elizondo, por nombramiento del
Obispo de esta Diócesis.20
20
Oses Cole Isunza, Las viejas calles de Mazatlán, Mazatlán, Visión Impresa Editores, 2004,
p. 75.
390 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
21
El Progreso. Revista mensual ilustrada de todos los conocimientos, Nueva York, septiembre
de 1884, 162.
22
El Tiempo. Diario Católico, México, 6 de enero de 1885, p. 3.
23
Tomado de Juan S. Avilés Ochoa, Mocorito 400 Microhistoria, Culiacán, COBAES, H.
Ayuntamiento de Mocorito, 1997, p. 43
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 391
Catedral de Mazatlán
Fuente: http://www.galeriamazatlan.com/pics.asp?idg={C74261ED-
108B-49EE-B489-7A884ED6F88D}&gal=arquitectura&foto=DONDE%20
QUEDO%20LA%20PLAZUELA%20-%20MGR.jpg
24
El Motín. Periódico satírico semanal, Madrid, 19 de diciembre de 1889, p. 4.
392 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Para la prensa local, las fiestas patronales se convertían en todo, menos fes-
tividades con devoción religiosa, al comentar
Llegó el viernes de dolores, el día clásico de los incendios, cueyados de
fiestas de naranjas y de cortinajes; el día en que la virgen llora con agua fresca,
llanto el mas dulce que se conoce. Sabemos que hay algunos altares en pre-
paración para esta noche y creemos que las familias concurrirán a visitarla y
que por lo mismo las calles de ordinario desiertas en las noches de invierno,
estarán ahora concurridas. Por lo demás el tiempo ha cambiado un poco; los
rosales a cubrirse de flores y ya se siente mas tibio el ambiente.25
Los preparativos de los festejos derivados del remosamiento de la catedral
de Mazatlán, habían generado expectativa entre la prensa mazatleca, órgano
impreso que dio un seguimiento detallado, tratando de estar lo mejor informa-
dos para difundirla entre la feligresía, al mencionar que
Sabemos que mañana alas 4 p.m. serán colocados la cruz y el y el pararra-
yo que forman el remate de la primera vez de nuestra basílica. Se verificara
antes la bendición de la cruz y se rezara esta en seguida. Se nos de que habrá
padrinos, madrinas, música, cohetes, etc. Del suelo al pie de la esfera en que
descansara la cruz de que hablamos , hay 156 pies de altura y no obstante ala
evaluación han trabajado los operarios, no han ocurrido hasta ahora el mas
leve percance.26
Pero más allá de estos sucesos, la práctica religiosa siguió su curso habitual,
así como los esfuerzos de los clérigos en la difusión de la fé y de la misma ins-
titución ecleciastica para mejorar su infraestructura, mediante la nueva iglesia
en largo proceso de contrucción, la que finalmente se concluye en la última
década del XIX.
Una vez concluida la obra, según comenta el periodista Zenón, «en contra
del parecer de la gente devota se pusieron bancas en la Iglesia nueva, se cons-
truyeron confesionarios afiligranados y se admitió el alumbrado eléctrico». Y
respecto a otros de los recursos de este nuevo templo, fue un piano que arribó
del extranjero, el cual lucía magnífico pero se carecía de personal adecuado
para su uso y mantenimiento adecuado, Por ello Zenón recomendaba:
El órgano que tenemos los fieles el gusto de poseer para nuestras fiestas
religiosas, parece acordeón cuando no lo domina un experto. Teniendo entre
nosotros un Profesor que presta sus servicios gratuitos en funciones dedicadas
25
CT, 24 de marzo de 1893, p. 2.
26
Ibíd, 4 de abril de 1894, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 393
27
CT, 19 de noviembre de 1899, p. 1.
IX. El delito y el crimen en el puerto
1
El Sol, 4 de marzo de 1826, p. 1.
2
Santiago Calderon, p. 14.
3
AMM, ramo justicia, caja 1, exp. 15, 1838, fs. 1-1v.
395
396 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
4
Ibíd, exp. 10, 1838, f. 1.
5
Ibíd, exp. 5, 1836, fs. 2-4.
6
Ibíd, exp. 9, 1837, fs. s/n.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 397
7
Ibíd, exp. 7, 1843, f. 14v-15.
8
Ibíd, fs. 19-20.
9
The American Star, 28 de noviembre de 1847, p. 4
398 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
10
Jesús Ruiz de Gordejuela Urquijo, «Emigración vasco-navarra a México a mediados del
siglo XIX. De Santa Anna a Juárez, 1842-1867», Vasconia.. Cuadernos de Historia-Geografia,
Donostia, Sociedad de Estudios Vascos, N° 38, 2012,, p. 397.
400 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
11
El Clamor Público. Periódico Político, literario e Industrial, 28 de agosto de 1844, p. 2.
12
SDyN, 31 de diciembre de 1862, p. 2
13
La España, Madrid, 22 de marzo de 1860, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 401
francés Carlos Magne tenía un pequeño buque con el que pescaba perlas, pero
le fue prohibida tal acción porque su embarcación no contaba bandera nacio-
nal sino colombiana, eso lo obligó a vender el buque para pagar deudas y con
parte de esos ingresos se dedicó a emborracharse y juegos de azar en el puerto.
Sin dinero, se asoció con fines delictivos con el exmilitar italiano Francisco La-
zarini, residente en Mazatlán desde hacia un año y sin ocupación alguna, otro
italiano asociado con Magne fue Alejandro N., quien se dedicaba a vender pan
en el mercado de Mazatlán. Estos tres individuos con intenciones de robo se
embarcaron furtivamente en la balandra nacional Haydee que salió del puerto
de Mazatlán el 30 de abril con rumbo a La Paz, conduciendo mercancías y
16 pasajeros (compuesta hombres, mujeres y niñas), así como 4 integrantes
de la tripulación. El día 5 de mayo, ya cerca de La Paz, estos tres extranjeros
asesinaron a puñaladas a todos los adultos que iban en el buque, salvo los dos
marineros, y cambiaron el destino de la nave con la intención de desplazarse
hacia Centroamérica, tres días después asesinaron a mujeres, jovencitos y ni-
ñas, utilizando armas de fuego, cuchillos y palos. Con esta horrible masacre
sumaron 18 las víctimas fatales.
Sin embargo, sospechando que se les perseguía, los tres asesinos lanzaron
a pique la embarcación y desembarcaron en la costa de Valle de Banderas, en
un extremo del cantón de Tepic; los dos marinos que salvaron su vida porque
conducían la nave denunciaron en hecho al arribar a San Blas y tras una in-
tensa jornada de búsqueda por una abrupta zona de este Valle de Banderas,
se detuvo a Magne y Lazarinni, mientras que el tercero al parecer murió al
despeñarse en un precipicio. El 17 de junio de ese año de 1865, una lancha pro-
cedente de San Blas condujo a estos dos criminales al puerto de Mazatlán, al
desembarcarlos «un gentío inmenso escitado por la curiosidad de conocer á estos
monstruos del género humano, los acompañaba desde el muelle hasta la puerta
de la cárcel.»14 También se encarceló a un empleado de la capitanía del puerto
por complicidad. Por las magnitudes de este lamentable suceso, la noticia se
esparció no solamente en la región y el país, sino hasta parte del suelo nortea-
mericano, especialmente en San Francisco, California, de donde se recogió por
diarios europeos, particularmente españoles.15
Así pues, por estos años, Mazatlán no sólo eran refugio de capitales y sue-
ños de progreso lícito, sino de aprendices y expertos del delito. Estos facine-
14
La España, Madrid, 13 de agosto de 1865, pp. 3 y 4.
15
Véase, también La Correspondencia de España, Madrid, 16 de agosto de 1865, p. 4.
402 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
rosos tenían muchos rostros y sus fechorias multiples variantes. Los delitos
ocurrían tanto en el casco de la ciudad como en sus áreas cercanas. Por ejem-
plo, a principios de marzo de 1869, se consignó al marinero Juan Quevedo por
haber violado cajas y se apropió de algunos productos que llegaron a la bahía
de Mazatlán a bordo de la embarcación norteamericana «Perla». También se
consignó como cómplices a los marineros Domingo Hernández y a otros dos
personajes más apellidados Rodríguez y Marcial, Este delito se cometió en
noviembre de 1868 y se les condenó a principios del año siguiente. Quevedo,
oriundo de Altata, se le condenó a dos años de prisión y obras públicas.16
Respecto a otro tipo de infracciones, el periódico local El Pilluelo señala-
ba que ha fines de esos años sesentas de esa centuria decimonónica con mu-
cha frecuencia se estaban presentando robos en los caminos que conducían al
puerto. Particularmente, durante la primera semana de octubre de 1869 cerca
del Castillo en el camino de Villa Unión robaron a unos arrieros que iban para
Escuinapa, y el miércoles de esta semana fue asaltada la diligencia en el mismo
punto, pero una fuerza del batallón que se encontraba allí cerca, logró aprehen-
der al cabecilla y tres más. Lo anterior conducía a que la población se inquietara
o tuviera temor de desplazarse por esos rumbos, aunque también se presenta-
ron sucesos al interior del mismo puerto que generaban alarma en los pobla-
dores como sucedió esa misma semana a raíz de la fuga de varios soldados con
todo y su armamento.17.
Robos, rapto y distintas fechorias ocurrían en las inmediaciones y hasta en
el mismo puerto, por eso en abril de 1869 un periodico local anunciaba que se
estaba ofreciendo un: Seguro contra los plagios!. Estaba a la venta un remedio
contra esa calamidad, la que se explicaba en que consistía, de manera muy
peculiar:
16
El Derecho. Periódico de Jurisprudencia y Legislación, 25 de septiembre de 1869, p. 204.
17
La Regeneración Social, 14 de octubre de 1869. p. 3.
18
El Padre Cobos, México, 15 de abril de 1869, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 403
19
María del Rosario Heras Torres, Op. Cit., p. 97.
20
ISSSEG, Justicia, junio de 1871, p. 235.
21
El Fénix, 7 de noviembre de 1872, p. 4.
22
La Iberia, 26 de octubre de 1873, p. 3.
404 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
23
OCC, 10 de octubre de 1873, p. 1.
24
ISSSEG, Justicia, mayo de 1874, p. 72.
25
Juan de Dios Arias, Op. cit., pp. 14-18.
26
MP, 22 de agosto de 1878, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 405
Llegaron los tiempos porfiristas, pero el orden no llegaría por arte de magia.
Así que la delincuencia acechaba y dañaba en las inmediaciones del puerto, eso
obligó a que en Mazatlán se formar una «guerrilla de voluntarios» para perse-
guir y disolver las gavillas que actuaban en la zona, cuerpo de voluntarios que
se disolvió a mediados de marzo de 1886, despúes de un exitoso desempeño.27
Pero aunque esto sucedía en el área rural, se supone que ya para los años
porfiristas, el orden y la calma se volvieron más predominantes, sobretodo en
las áreas urbanas. Por eso, las páginas de la prensa local señalaba que los cen-
tinelas de guardia en el Hospital Militar de Mazatlán y algunos retenes esta-
blecidos en la ciudad, importunaban a los transeúntes después de las diez de
la noche con el necio grito de «Quien Vive», nos molesta esa gala soldadesca
estando en santa paz en la ciudad.28
Pero eso no impedía que se presentaran lamentables y fatales sucesos que
agredieron y llevaron a que varios mazatlecos perdieran la vida. A fin de ilus-
trar la presencia del crimen y el delito en el puerto, observemos uno de sus
refrentes. Las sentencias que se decretaron y aplicaron durantre los primeros
10 años del periodo porfirista. Vayamos a los datos.
En 1876, se presetaron dos casos de sentencia por homicidio, uno de ellos
en la modalidad de parricidio, asignandoles condenas de 20 años de prisión.
Para el año sigiente los homicidas sentenciados se elevaron a 5, con penas que
fluctuaron entre los 10 y 20 años de prisión. Para 1878, se redujo nuevamente a
un par de sentencias por homicidio, ambas con penas de 20 años, más un caso
por heridas, que debieron de ser graves pues al culpado se le dieron 8 años de
carcel. Al año siguiente las sentencias por homicidio se redujeron al minimo:
Vicente Suarez fue condenado también a 20 años como autor de dicho delito.
Mientras que en 1880, no apareció ningun caso de condena, pero eso no indica
que no ocurrieran delitos: uno de ellos sucedió durante la segunda semana de
junio de 1880: el zapatero Sabás Salazar asesinó a Dionisio Casillas, oficial de la
oficina Mazzoni de Mazatlán.29 Sabás fue detenido y sentenciado hasta marzo
de 1881, alcanzando una condena de 20 años. Este caso figura entre las cifras de
ese año de 1881, cuando se presentaron 6 sentencias por homicidio y 3 por he-
27
VM, 17 de marzo de 1886, p. 3.
28
El Monitor del Pacifico. 20 de septiembre de 1879, p. 4.
29
VM, 11 de junio de 1880, p. 3.
406 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
30
Memoria General de la Administración pública del Estado, presentada a la H. Legislatura
del mismo por el Gobernador Constitucional C. General Francisco Cañedo, Culiacán, 1886, pp.
117-118.
31
OP, 6 de agosto de 1887, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 407
32
OP, 3 de septiembre de 1887, p. 3.
33
ES, 29 de julio de 1887, pp. 2 y 3.
34
Los datos son tomados de, Memoria General de la Administración Pública del Estado, pre-
sentada a la H. Legislatura del mismo por el Gobernador Constitucional C. Ingeniero Mariano
Martínez de Castro el 15 de Septiembre de 1881, Culiacán, 1881, Memoria General de la Adminis-
tración pública del Estado, presentada a la H. Legislatura del mismo por el Gobernador Consti-
tucional C. General Francisco Cañedo, Culiacán, 1886, Memoria General de la Administración
408 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Pública del Estado, presentada a la H. Legislatura del mismo por el Gobernador Constitucional C.
General Francisco Cañedo, Culiacán, 1895.
35
VM, 9 de junio de 1891, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 409
Pero dejemos las particularidades y volvamos a las cifras, En los datos reco-
pilados de las memorias de gobierno de 1895, hay un incremento considerable
de personas procesadas. Respecto al delito de homicidio, 62 de los 68 procesa-
dos actuaron de manera individual, por 6 que lo hicieron acompañados, des-
tacando el caso de 2 mujeres. En lo que se refiere a los acusados por lesiones,
176 de los procesados presuntamente actuaron en solitario y 2 eran mujeres, y
de los 27 sospechosos restantes, diez eran mujeres. Por último, en cuanto a las
personas encausadas por el delito de robo, 62 de los 80 actuaron individual-
mente; 3 eran mujeres y 2 de esas 3 procesadas en complicidad. Sólo figura un
norteamericano como único extranjero dentro del listado.
Sobre los datos mostrados es conviene aclarar que los registros oficiales
de la criminalidad responden a una postura oficialista y no a la situación que
imperaba realmente: los datos contenidos son de criminalidad presunta, por lo
tanto deben utilizarse con suma cautela. Sin embargo, son los únicos registros
seriales, pues no todos los delitos que se realizaban se denunciaban; además las
autoridades menores como comisarios, síndicos, directores políticos, jueces
menores y prefectos, muchas veces consideraban que ciertos delitos no mere-
cían llegar hasta esas instancias, se daban no pocas veces por compurgados con
penas mínimas, o inclusive sin purgar pena alguna.
Además, a lo anterior deben agregarse los delitos cometidos que no fue-
ron denunciados y los que no fueron castigados. Incluso, las tentativas y frus-
taciones de actos delictivos. En este último rubró se puede situar, las quejas
formuladas por los vecinos de Mazatlán que vivían en las Calles Camichín y
Melchor Ocampo, quienes, a escasos días de iniciarse el siglo XX, denuncia-
ron que aprovechando la obscuridad de la noche, estuvieron a punto de ser
robados por unos maleantes «debido á la falta de luz en aquel lugar, pues ya
hace mucho tiempo que no da chispa el foco que les tocó en suerte», 36 según
señalaba la prensa local.
Los delitos en los espacios abiertos y en áreas marginadas o alejadas de los
flujos y la concentración urbana eran los puntos preferidos por los ladrones
para cometer sus fechorías. Por ejemplo, a fines de este siglo XIX, después del
oscurecer, Guillermo Vázquez (a) El Nango y Andrés Villela (a) El Cola, puñal
en mano se dedicaban a despojar de sus bienes a quienes transitaba por el pan-
teón protestante establecido en Mazatlán.
36
CT, 4 de enero de 1900, p. 1.
410 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Los asaltados en vez de entregar las prendas, corrieron como liebres y die-
ron arte a un agente de policía, quien hoy en la mañana aprendió a Vázquez. Se
espera que pronto caiga el otro pícaro.37 El 20 de noviembre intentaron asaltar
a un filarmónico y otros jóvenes que pasaban por el lugar, les exigieron sus
relojes pero en lugar de atender a la exigencia emprendieron veloz carrera y
dieron parte a la policía, deteniendo a uno de manera inmediata y luego lan-
zarse en busca del otro pícaro.38
Siguiendo con casos particulares, quienes si padecieron las acciones del la-
drones fueron las señoritas Campaña, pues la noche del domingo 3 de diciem-
bre de 1899, les robaron varias prendas de ropa, una jaula con cinco canarios,
era un robo menor que fue resuelto satisfactoriamente ya que se aprehendió a
los autores de la fechoría: Eduwiges García y Juan Olivo (a) El Macano. Este úl-
timo, en el proceso de detención intentó agredir a puñaladas al Jefe de Policía.
Ante ello, la prensa comentaba «Ese Macano debían enviarlo al Yaqui á que se
le quite lo bravo».39
Pero eso no amedrentaba a los ladrones que seguían haciendo de las suyas.
Tanto así que hasta el prestidigitador Rafael A. Velasco, que realizaba presen-
taciones en Mazatlán en diciembre de 1899, fue víctima de robo, pues el mozo
Rafael Casillas le hurtó 31 pesos y un reloj de oro; quien fue aprehendido y
ocupó un lugar en la cárcel municipal. 40
El asunto es que ese tipo de acciones eran una constante y las víctimas no
paraban, claro que algunas corrían con mejor suerte que otras. Por ejemplo, la
madrugada del 6 de diciembre los gritos de auxilio de un joven despertaron a
varios vecinos de la calle Morelos, pues tenía detenido de su coton a un indivi-
duo que intentaba escapar luego arrebatarle una cartera con billetes de Banco
por valor de 35 pesos. Ante el escandalo la policía acudió y detuvo al caco,
quien resultó ser un soldado licenciado. Ante este tipo de sucesos, la prensa
comentaba: Se está haciendo necesario tomar medidas enérgicas para extirpar la
plaga de rateros que nos ha caído encima, pues los casos de robo se suceden con
escandalosa frecuencia.41
37
CT, 21 de noviembre de 1899, p. 1.
38
CT, 21 de noviembre de 1899, p. 1.
39
CT, 5 de diciembre de 1899, p. 1.
40
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 1.
41
CT, 6 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 411
Asi que esa plaga de rateros que actuaban en Mazatlán provenía de esos
pueblos que remitían lo indeseable a la cabecera del Distrito, donde se les daba
manutención a los presos y enfermos, lo que no se consideraba justo ni equita-
tivo. Además de agregar que Por experiencia hemos visto que los soldados licen-
ciados son los que más guerra nos han dado con sus raterías, robos y compañías
de inseguridad. Por esto la prensa demandaba que el H. Ayuntamiento no fuera
tolerante y atendiera esta problemática43.
Una ciudad-puerto como Mazatlán, que se ufanó durante los años porfirianos
de su crecimiento económico y desarrollo urbano, no podía dejar de tener pe-
riódicos. La prensa se dirigió a un público no especializado, en general pasivo
en términos políticos y mucho más interesado en el reportaje del día que en
inteligentes y sesudas reflexiones políticas. A pesar del elevado porcentaje de
analfabetismo, que afectaba a la mayoría de la población, este tipo de prensa
avanzó apoyada en diversos factores, entre los que sobresalen dos: su bajo cos-
to y el hecho de que la cultura oral, de fuerte arraigo entre la población del país,
se encargara de multiplicar la influencia de las páginas escritas. Los reportajes
policiacos ocuparon un lugar prioritario.
42
CT, 8 de diciembre de 1899, p. 2.
43
Ibíd.
412 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
44
Véase, CT, 25 de octubre de 1899, p. 1; 26 de octubre de 1899, p. 1; 28 de octubre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 415
desgracia me siento aliviado ¡Cuánto mejor sería morirme! 45 Claro, este trági-
co suceso ocurrió en el ámbito de la vida privada del agente policial, aunque la
pistola asesina era propiedad del Ayuntamiento.
Esta actitud violenta hacia la pareja no fue privativa de este agente policial,
varios mazatlecos incurrieron en prácticas similares aunque en dimensiones
distintas, por ejemplo, casi un mes y medio después, el cilindrero Irineo An-
drade, agredió a su amasia Jesús Lizarraga con un puñal é injurió á la familia
dond esta mujer se encontraba aquella. 46 Claro, en comparación con el casio
anterior parece cosa menor, pero no por ello igual de violenta.
Por su parte, este suceso contra estas mujeres remite a lo afirmado por Lis-
sette Rivera Reynolds, en el sentido que durante estos años, «El maltrato físico
fue un hecho común en la vida cotidiana de muchas parejas y era tácitamente
aceptado por la sociedad decimonónica, ya que se consideró que formaba parte
implícita de la autoridad masculina y la sumisión femenina, ambos atributos
propios de cada género»,47 el asunto aquí es que en el caso de María del Carmen,
se pasó del típico maltrato y se segó la vida de esta infortunada fémina.
Obviamente no todos los «guardianes del orden» llegaban a cometer delitos
o infracciones de tal magnitud. Los más eran derivados de la naturaleza de su
profesión, y en el entorno donde desarrollaban su labor. Por ejemplo, la prensa
no no dejó pasar por alto la falta de un agente del orden que se encontraba en la
cantina «Las playas», extraordinariamente contento, cantaba, bailaba y gritaba.
La vida es corta.48 Otra ocasión que puso en entredicho la labor de las fuerzas
del orden, fue el caso de un marinero que en estado de ebriedad, puso en jaque
a 2 policías de sereno, los cuales dormían plácidamente hasta que se dieron
cuenta de la presencia del colérico marinero, quien los hizo correr vergonzosa-
mente. Tomar en horas de servicio, quedarse dormido, abandonar el servicio, se
resumían en ocasiones en las fuentes oficiales como inutilidad para el servicio.
Manifestaciones como actitudes con despliegue de violencia innecesaria,
conductas inapropiadas y corrupción, colocaron a las fuerzas de preservar el
45
CT, 31 de octubre de 1899, p. 1.
46
CT, 13 de diciembre de 1899, p. 1.
47
Lisette Griselda Rivera Reynaldos, «Crímenes pasionales y relaciones de género en Méxi-
co, 1880-1910», Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Colloques, mis en ligne le 19 novem-
bre 2006, consultado el 24 septembre 2014. URL : http://nuevomundo.revues.org/2835 ; DOI :
10.4000/nuevomundo.2835. [El apellido correcto es Reynolds en lugar de Reynaldos, que apare-
ce por un error de la publicación]
48
El Popular, 12 de agosto de 1902, p.
416 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
49
CT, 13 de octubre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 417
Ahora corresponde lanzar una mirada a el papel desempeñado por las instan-
cias encargadas de mantener la ley y la justicia en el puerto de Mazatlán. Situan-
dose en los tiempos tempranos del porfiriato, durante su primera década (de
1876 a 1885), los delitos que constantemente fueron atendidos y sentenciados o
castigados por las autoridades fueron los siguientes: a 23 personas por el delito
de homicidio, 5 por robo, 4 personas por heridas y 3 por el delito de lesiones.
Los delitos contra la integridad física de las personas, eran los que recibían
mayor seguimiento durante esos años, así como menores índices de indultos.
Con el paso de los años, dicha tendencia se fue modificando. Los juicios cri-
minales y civiles que se presentaron en Mazatlán a fines del siglo decimonónico
y en los albores del XX (entre 1899 y 1901),52 muestra el panorama siguiente:
50
CT, 15 de octubre de 1899, p. 2.
51
CT, 18 de octubre de 1899, p. 1.
52
El Estado de Sinaloa, 1899-1901.
418 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
53
CT, 16 de octubre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 419
señora; a Fortino Padilla, por robarse una batea con plátanos; a Fernando Ve-
larde, por ebriedad y por agresión a la policía; Basilio Ramírez fue colocado
tres las rejas por propinarle varias bofetadas á Luz López; y Anselmo Ramírez,
simplemente por hacerla de valiente.54 Un día más tarde, trece personas fueron
colocados tras las rejas, de ellos la excepción fue Guillermo Prado por proferir
injurias a teniente de rurales, ya que la docena restante visitaron la cárcel por
ebrios, y uno de ellos, Joaquin, además de los desfiguros propios de la borra-
chera, escenificó actos obscenos en la vía pública.55
Para el siguiente viernes de la semana, los detenciones difundidas en la
prensa alcanzaban la cifra de una decena de personas, dentro de las que fi-
guraban Melquíades Hernández, Trinidad Hernández y Atanasio Solórzano,
apresados «por andar cantando sin licencia en la calle, con una guitarra». Los
demás por ebriedad y riñas, asi como por robos menores: Agustina Manjarrez
por el robo de una unas piezas de manta y Antonio Flores por injurias y el robo
de unas gallinas. 56 En tanto que el domingo 19 de noviembre, solamente siete
fueron los apresados que consigna la prensa local, donde nuevamente riñas,
golpes a mujeres, ebriedad y faltas a la moral, así como los insultos a la policía,
e incluso al Alcalde fueron causas de la detención¿ además de dos meretrices
por incurrir en faltas en el reglamento que normaba su oficio.57
Ahora que si se revisan los datos en esta materia para el último día de ese
mes de noviembre, se encuentra que ese jueves por la noche la policía detuvo y
remitió a la cárcel a treinta y dos personas entre hombres y mujeres, casi todos
por rateros, ebrios y pendencieros. Todos fueron multados y algunos consig-
nados a los juzgados de lo criminal. Entre los detenidos y juzgados estuvieron
los casos de Francisca Hernández, Celedonia Moreno y María Fernández, por
escandalosas y ebrias.58
El arribo a la cárcel por ebriedad y escandalizar eran continuo, aunque va-
riara el número de las detenciones. Así que, sigueindo con los ejemplos, al
amencer del 19 de diciembre de 1899, media docena de individuos estaban tras
las rejas producto de sus infracciones de la noche anterior, todos por estos mo-
54
CT, 30 de octubre de 1899, p. 1.
55
CT, 31de octubre de 1899, p. 1.
56
CT, 4 de noviembre de 1899, p. 1.
57
CT, 20 de noviembre de 1899, p. 1.
58
CT, 1 de diciembre de 1899, p. 1.
420 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
59
CT, 19 de diciembre de 1899, p. 1
60
CT, 19 de diciembre de 1899, p. 1
61
CT, 16 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 421
62
El Fenix de la Libertad, 15 de marzo cd 1834, p. 3.
63
Ibíd, Mazatlán, 1 de diciembre de 1837, f. s/n.
64
AGES-FE, ramo congreso del Estado, t. 95, exp. 8, doc. 058356, Guadalajara, Departamen-
to de Jalisco, 24 de agosto de 1837, f. 1.
65
El Cosmopolita (suplemento), 1 de mayo de 1841, p. 1.
422 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
ban tornaguías y otros manejos indebidos; por eso exhortaba: el gobierno debe
fijar toda su atención en el suceso de Mazatlán, pues una severa inspección de el
lo pondrá al alcance de secretos, que tal vez ni aún sospechamos. Es insufrible, es
indigno, que la nación gima bajo el peso de onerosas contribuciones para saciar
la voracidad de unos cuantos miserables que la venden y la desacreditan.66
Contrabando que en el campo de sus exponentes extranjeros, los ingleses
eran señalados como los principales artífices de dicho contrabando. Hacia
1845, en la prensa podía leerse lo siguiente:
El contrabando de caudales que hacen los buques de guerra ingleses por el
mar del sur, ha llegado al mayor grado de escándalo, con desaforo de la Nación
a que pertenecen y con notables perjuicios de los intereses del tesoro mexica-
no. Los comandantes muchos de ellos de las familias más respetables de Ingla-
terra, los oficiales, los contadores de dichos buques, se prestan a dicho tráfico
ilegal de manera franca y decidida. Las lanchas, los botes, las tripulaciones se
ponen a disposición de los contrabandistas, van a las playas las ensenadas, a
puntos conocidos en el mar a recibir los caudales que se les designa. Van arma-
dos y dispuestos a mantener a todo cauce el contrabando. Ha habido buques
de guerra mandado por un respetado Lord, que ha ido a un punto de la costa,
al norte de Mazatlán, a recibir la enorme suma de 400,000 pesos que venían
de Guadalupe y Calvo. No hay buque de guerra inglés de los que salen todos
los años en los meses de enero y junio, que no lleve dos millones, y algunos
más. De ellos algunos no han pagado un centavo en derechos, y el que más ha
pagado, ha sido sobre sumas insignificantes.67
Aunque esta ilícita actividad también fue un provechoso recurso utilizado
por casa comerciales establecidas en el puerto mazatleco. Por ejemplo, cuando
en 1836, más de un centenar de comerciantes de Guadalajara y Tepic pidieron
el cierre del puerto de Mazatlán, bajo el argumento de no tener las condiciones
naturales para albergar un puerto de altura, además de por la práctica contra-
bando como algo endémico entre los comerciantes de ese lugar. Frente a tales
cuestionamientos, los principales actores económicos de Mazatlán comentan
que tal calificativo se originaba por: «su interés y su mala fe les ha hecho cons-
tantemente afectar que la desconocen, y atribuirla a causas innobles, que si por
junio de 1844, p. 4.
67
La Voz del Pueblo, 8 de febrero de 1845, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 423
desgracia han ecsistido y ecsisten, [sic] son generales a todos los puertos y traen
su origen de la revolución, de las malas leyes y del favoritismo».68
Veladamente, admitían que el contrabando era una práctica endémica en
esos años, pero se desmarcaban de ello. Sin embargo, conforme abundan los
mazatlecos en su defensa, hablan del contrabando como algo generalizado:
«comerciantes y empleados han padecido de la misma enfermedad epidémica
que es general a toda la república». Respecto al señalamiento de casas comer-
ciales contrabandistas en el puerto de Mazatlán, comentan «dos solas casas,
o mejor dicho casa y media, puesto que la una tiene dividido sus intereses y
atenciones».69
Sobre las casas comerciales de Mazatlán, la prensa admitía su involucra-
miento en el contrabando, pero no se dan nombres. Lo que si se subrayaba era
la práctica ilícita, la que se tildaba hasta de inmoral y antipatriota. Sobre este
particular, en 1850, la prensa comentaba:
continúan en este puerto los inauditos desordenes que se han repetido en
aquel lugar tantas veces por fomentar el contrabando. Allí no dominan mas que
los especuladores, quienes por tal de hacer una ganancia pingüe, sacrificarían
sin escrúpulo hasta la nacionalidad del país. El gobierno supremo, que conoce
a los que son causa de todas las faltas que allí se cometen, debería de tomar en
su contra providencias severas, por el bien de la misma población y de la nación
entera.70
68
Ibíd, p. 9.
69
Ibid, p. 13.
70
SDyN, 5 de febrero de 1850, p. 144.
424 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Este tipo de acciones miliatres violentas tenían lugar en San Blas, Mazatlán y
Guaymas. De los tres puertos aludidos, por mucho fue en Mazatlán donde era
una práctica muy regular y en cierto sentido adoptaba un carácter casi institu-
cionalizado. Si bien, en San Blas hubo menos casos, la asonada militar de 1855
colocó a México al borde de un conflicto internacional, al romper relaciones
diplomáticas con Inglaterra, debido a la expulsión de Eustace Barron y Wi-
lliam Forbes, acusados de contrabando de plata
Eustaquio Buelna señalaba al menos seis asonadas militares, además de
realizar señalamientos de contrabando en dichas situaciones, en los años de
1847, 1852, 1854, 1860, 1871 y 1872, mientras Araceli Ibarra Bellon habla de otra
asonada militar en 1854.73 Lo anterior, empezaba a dejar entre diversos sectores
de la sociedad decimonónica, entre ellos la prensa, una especie de práctica
73
Eustaquio Buelna, Apuntes para la Historia de Sinaloa, 1821-1882, Universidad Autónoma
de Sinaloa, México, 1966, pp. 47, 57-59,79, 152-153, Araceli Ibarra Bellon, El comercio y el poder en
México, 1821-1864: la lucha por las fuentes financieras entre el estado central y las regiones, México,
FCE/ Universidad de Guadalajara, p. 259.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 425
mejorada con el paso de los años. La misma prensa oficial identificaba algunas
características de la forma de realizarse las asonadas militares:
74
Diario Oficial de la Federación, 22 de septiembre de 1868, f. 162.
75
Eustaquio Buelna, Apuntes para la Historia de Sinaloa, Op. Cit, p. 46.
76
CDL, t. V, México, 10 de julio de 1846, p. 140.
426 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
BPEJ-FM, Manifiesto que hace el Gobernador Interino del Estado Libre y Soberano de Si-
78
naloa a los habitantes del mismo, 1847, Puerto de Mazatlán, Imprenta del Gobierno a cargo de
Antonio Riestra, p. 4.
79
Ralph Smith, «Contrabando en la guerra con Estados Unidos» en Historia Mexicana, [Re-
vista de Historia del Colegio de México], México, Vol. XI, enero-marzo 1962, número 3, pp.
364-366.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 427
80
Ignacio del Río, Op. Cit. pp. 214-221. (COMPLETAR REFERENCIA)
81
Jaime Olveda, La oligarquía de Guadalajara, Op. Cit, p. 322.
82
Araceli Ibarra Bellon, Op. Cit. p. 116.
83
El Republicano, 21 de abril de 1846, p. 1.
84
Eustaquio Buelna, Apuntes para la Historia de Sinaloa, Op. Cit, p. 56.
428 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
una sección militar. Al aplicarle un reves al gobernador, entte otras cosas, les
regresaron las multas cobradas.85
Desde el centro del país, las medidas coercitivas no se hacen esperar. El pre-
sidente Mariano Arista declara cerrado el puerto de Mazatlán tanto al comer-
cio de cabotaje como extranjero. Arista ordena que quienes pagaran impuestos
de importación, debían pagarlos nuevamente pues estarían contradiciendo el
mandato anterior, por el hecho de encontrarse tomada la aduana marítima de
Mazatlán por fuerzas hostiles al gobierno. Agregaba sobre las embarcaciones
dirigidas a Mazatlán, debían desembarcar sus mercancías en los puertos de
Altata, Manzanillo o San Blas y pagarían los impuestos correspondientes.86
Muy poco duró abierto el puerto de Altata al comercio de cualquier índole,
pues los rebeldes mazatlecos encabezados por Pedro Valdés además de tomar
la ciudad de Culiacán y realizar acciones como apoderarse de caudales, desti-
tuir autoridades y declarar la separación de lo que denominaban el territorio
del Sur junto con el distrito de San Ignacio y nombrar gobernador y jefe de las
fuerzas armadas. En vista de lo anterior, Mariano Arista señalaba la clausura
del puerto de Altata, hasta que los insurrectos fueran sometidos.87
En aras de darle una bandera política a su lucha, los comerciantes de Ma-
zatlán en acuerdo con Pedro Valdés, deciden suscribir el Plan Hospicio pro-
clamado en Guadalajara, situación que obligaba a las autoridades del centro
del país a clausurar el puerto de San Blas, con la finalidad de obstaculizar se
hicieran de recursos económicos las fuerzas insurrectas adeptas a Antonio
López de Santa Anna.88 La clausura de puertos en contextos bélicos, lejos de
amedrentar a los grupos en el poder, sucedía lo contrario, realizaban jugosos
negocios, los cuales no se gravaban fiscalmente.
Las fuerzas de Pedro Valdés realizaban destrozos y saqueos en las propie-
dades de la familia de la Vega, por alrededor de 600,000 pesos. Momentánea-
mente los comerciantes de Mazatlán asestaban un fuerte golpe a los intereses
de sus contrincantes, los comerciantes de Culiacán. El puerto de Altata fue
abierto nuevamente el comercio nacional como extranjero a finales de 1852,89
apertura al comercio internacional que duró menos de un mes, pues el 23 fe-
85
Rigoberto Arturo Román Alarcón, Mazatlán en el siglo XIX, Op. Cit. p. 77.
86
CDL, t. VI, México, 30 de julio de 1852, p. 237.
87
Ibíd, México, 23 de noviembre de 1852, p. 286.
88
Ibíd, México, 27 de octubre de 1852, pp. 280-281.
89
Ibíd, México, 30 de diciembre de 1852, pp. 290-291.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 429
90
Ibíd, México, 22 de febrero de 1853, p. 316.
91
Ibíd, México, 24 de enero de 1853, p. 305.
92
AHPLM-RRC, Vol. 48-BIS, L- 7, 31 de julio de 1852, D- 366, F.1.
93
Eustaquio Buelna, Apuntes para la Historia de Sinaloa, Op. Cit. p. 60, Araceli Ibarra Bellon,
El comercio y el poder en México,1821-1864, Op. Cit, p. 260.
94
Philippe Martinet, Op. Cit, p. 20.
430 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ibíd, p. 47.
95
Araceli lbarra Bellon, El comercio y el poder en México,1821-1864: la lucha por las fuentes
96
financieras entre el estado central y las regiones, México, FCE/ Universidad de Guadalajara, 1998,
p. 430, ¿Comercial jealousy o reforma agraria? Origen y naturaleza del motín de Tepic (13 de
diciembre de 1855), en Boletín Americanista, [Revista de Historia de la Universidad de Barce-
lona-Facultad de Geografía e Historia], Barcelona, año XXXXIV, número 44, 1994, pp. 111-112.
http://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/view/98608/146205 Consultado 15
de marzo de 2012.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 431
97
Marvin Wheat, Op. Cit, pp. 52-53.
98
Araceli Ibarra Bellon, ¿Comercial jealousy o reforma agraria? Op. Cit. pp. 115-116.
99
Walter L. Bernecker, Contrabando, ilegalidad y corrupción en el México del siglo XIX, Op.
Cit, pp. 73-74.
100
Jaime Olveda, La oligarquía de Guadalajara, Op. Cit, p. 373, Araceli Ibarra Bellon, ¿Co-
mercial jealousy o reforma agraria? Op. Cit. p. 116.
101
Araceli Ibarra Bellon, ¿Comercial jealousy o reforma agraria? Op. Cit. pp. 112-113.
432 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
general que fue del Estado de Jalisco, hace a la Representación Nacional para que en calidad de
gran jurado decida sobre su responsabilidad oficial, por haber prohibido a los extrangeros Barron
y Forbes que volviesen a Tepic, entre tanto el Supremo Gobierno resolvía lo conveniente, México,
Imprenta Ignacio Cumplido, 1857, p. 11.
104
George Rude, La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra,
1730-1848, Siglo XXI editores, México, 1998, 225.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 433
105
AGN, fondo hacienda pública, sección folletería, caja 1, Memoria de Hacienda presentada
al Ecsmo. Sr. Presidente de la República por el ciudadano Manuel Payno, México, Imprenta Igna-
cio Cumplido, 1857, p. 26.
106
Edward P. Thompson, Los orígenes de la ley negra. Un episodio de la historia criminal
inglesa, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2010, p. 229.
107
Philippe Martinet, Op. Cit, pp. 71-73.
108
Araceli Ibarra Bellon, ¿Comercial jealousy o reforma agraria? Op. Cit. p. 118.
434 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Forbes, se les indemnizara por los daños a sus propiedades, se realizara una
disculpa pública, castigo para todos los involucrados, tanto autores intelectua-
les como artífices. Además, se dejaba en claro por parte de Lettsom, la ruptura
de las relaciones bilaterales, así como la posibilidad de realizar un bloqueo
naval.109
Finalmente, en noviembre de 1856 Barron y Forbes reciben la autorización
para regresar a Tepic, donde entablan una dura negociación por indemniza-
ción, al argumentar sobre los daños a sus propiedades, los cuales oscilaban
entre los 350,000 pesos, todavía no habían sido cubiertos en enero de 1857.110
Barron & Forbes continuaba realizando actividades comerciales y financieras,
al tratar de comprar importantes empresas mineras.111
Pero avancemos algunos lustros más tarde. Si bien las asonadas militares en
el puerto de Mazatlán dejaban grandes desfalcos al fisco estatal, la revuelta mi-
litar de Francisco Cañedo entre 1871 y 1872, se caracterizaba por arrojar gran-
des pérdidas en materia de impuestos para las autoridades desplazadas con los
rebeldes, con retribución para los comerciantes extranjeros de este puerto, así
como para los adeptos de Cañedo, que nombraban a Juan M. Ferreira como
jefe de rentas federales y administrador de la aduana marítima de Mazatlán.
Entre noviembre de 1871 y mayo de 1872, el desfalco de embarcaciones espa-
ñolas, alemanas e inglesas, ascendía a $ 350,000 pesos, producto de desembar-
car de mercancías vía contrabando.112 El estado de ingobernabilidad durante la
revuelta de Cañedo, también fue un aliciente para la proliferación monederos
falsos, por ejemplo, en el distrito de Concordia, en la población de Camacho,
se tenían fuertes sospechas que Enrique Malcomb era un monedero falso.113
109
Marvin Wheat, Op. Cit, pp. 62-63, Philippe Martinet, Op. Cit, pp. 75-76, Araceli Ibarra
Bellon, ¿Comercial jealousy o reforma agraria? Op. Cit. p. 119.
110
Araceli Ibarra Bellon, ¿Comercial jealousy o reforma agraria? Op. Cit. p. 121.
111
Jaime Olveda, La oligarquía de Guadalajara, Op. Cit, p. 375.
112
Rigoberto Arturo Román Alarcón, “El contrabando de mercancías por Mazatlán (1871-
1872)” en Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas Monjardin, [compiladores], Contribucio-
nes a la historia del Noroccidente Mexicano, Memoria del VIII Congreso Nacional de Historia
Regional, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, 1994, pp. 141-149.
113
AHGES-ICSGES, ramo justicia, mayo 1872, asunto 49, f. 105.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 435
114
Al respecto, véase: ACCJ-MEMP-Mazatlán, serie hacienda, exp. 82, Mazatlán, 27 de oc-
tubre de1866, fs. 1-5,5v, Ibíd, exp. 83, Mazatlán, 27 de octubre de1866, fs.1-4v, Ibíd, serie penal,
sección 10, caja 458, exp. 11, Ibíd, exp. s/n, Mazatlán, 15 de agosto de 1870, fs. 1-5.
115
CDL, t. XI, México, 5 de abril de 1870, p. 33.
X. Entre el dolor, el hambre
y la enfermedad
Desde antes que se llegara a la mitad del siglo, Mazatlán estaba no solamente
concentrando y posibilitado el flujo de personas y mercancías, sino también
de calamidades y problemas que involucraban a buena parte de sus habitantes.
En lo que se refiere a las condiciones materiales e higiénicas prevalecientes en
el puerto, puede decirse que Mazatlán una ciudad insalubre, aspecto que favo-
reció que se presentaran tres epidemias de colera morbus en menos dos déca-
das del siglo XIX. Éstas se presentaron durante los años de 1833, 1849 y 1851,
respectivamente. Pero, pese a ello la ciudad y puerto sinaloense se proyectaba
como sólida y creciente.
Sin embargo, más allá de las iniciativas y voluntades humanas, su creciente
fortaleza se vió amenazada por fenómenos naturales.
Uno de los más distantes eventos naturales con rasgos catastroficos se ubica
en 1839. El primer día de octubre de ese año, doce navíos ubicados en la rada
de Mazatlán fueron sorprendidos por un huracán, provocando que éstos nau-
fragaran.1 Otro de esos fenómenos se presentó en Mazatlán casi al inicio de la
segunda mitad del siglo XIX: al amanercer del 28 de octubre de 1851, se desató
un aterrador huracán que se prolongó por todo el día y causó enormes y la-
mentables estragos.La noticia se propagó por diversas latitudes, el comentario
era más o menos común “un terrible huracán causó innumerables estragos en
1
Revista Científica y Literaria de Mejico, México, 1845, p. 246.
437
438 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
2
El Áncora. Diario religioso-social, económico-administrativo, literario, mercantil, de noticias
y avisos, Barcelona, 11 de enero de 1852, p. 171.
3
El Genio de la Libertad. Periódico de la Tarde, Palma de Mallorca , 15 de enero de 1852, p. 3.
4
SDyN, 18 de noviembre de 1851, p. 1174.
5
Tomado de Roberto Antonio Mendieta Vega, Op. Cit., p. 177.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 439
(entre ellas la barca británica Benjamin Elkin; las barcas Tartar y John Patchet;
el bergantín francés Mannett, la goleta de Prusia Miguel; así como el bergantín
F. Copeland & Co.), todas con grandes perdidas de cargamento.pero, también
tuvieron que lamentarse pérdidas humanas, pues fallecieron 25 personas que
estaban a bordo del Water Witc.6
Poco más de una década despés, a mediados de noviembre de 1868, se pre-
sentó otro evento que llamó poderosamente la atención de pobladores de ma-
zatlán, solamente que ahora no no ocurrió en el mar sino en el cielo. A la una
de la mañana del día catorce de es penultimo mes del año, se presentó un raro
fenómeno que -por la hora- pocas personas presenciaron, al cula la prensa
local catalogó como “uno de esos fenómenos atmosféricos que asombran al
observador, que tanto interesa a la ciencia”; resulta que poco después d ela
media noche en el cielo mazatleco
comenzó a extenderse una bruma negra, pero trasparente, formando una
inmensa faja desvanecida en sus flancos”. Corría paralela y caso debajo de la
línea astronómica que marca el Trópico de Cancer, ocupando quizá unos dos
grados de anchura y de largo hacia el Este y Oeste, no podía calcularse, porque
se veían disueltos sus extremos. En seguida comenzó a verse tilitar pequeños
puntos luminosos que se apagaban brevemente, sucediéndose otros más vivos
y prolongados, todos desprendiéndose de la orilla sur de la bruma que a su vez
se difundía por ese lado insensible y rápidamente.
A la una en punto, toda la atmosfera era inundada por una lluvia de millo-
nes de meteoros o exhalaciones, que descendiendo uniformemente desde una
altura prodigiosa, inconmensurablemente. Formaban largos hilos de lumbre
que parecían tocar la tierra y el mar, apagándose en seguida.
Ocho o diez minutos duró este fenómeno en su grandiosa manifestación.
Pco a poco fueron extinguiéndose las exhalaciones, y una hora después cruza-
ban la atmosfera en todas direcciones una que otra, pero de una magnitud y
duración extraordinaria, si bien de menor velocidad que las anteriores. 7
Vaya descripción del fenómeno! y eso que el tema de los ovnis estaba muy
distante todavía del imaginario y la opinión humana.
Obviamente, los desvelados espectadores de Mazatlán estaban verdadera-
mente conmocionados por el suceso, entrezclandose conductas que iban del
asombro, el miedo hasta el terror, ya que, a decir de la prensa, “recordando los
6
Daily Alta California, july 16 of 1855, p. 2.
7
La Iberia, México, 15 de diciembre de 1868, p. 3.
440 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
8
Ibíd.
9
Daily Alta California, october 23 of 1877, p. 6.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 441
10
Daily Alta California, 23 October 23 of 1877, p. 6.
11
VM, 25 de diciembre de 1880. p. 3.
12
DH, 8 de noviembre de 1881, p. 1.
13
Sacramento Daily Union, august ist of 1884, p. 1
442 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
cosas, el agitado mar subió hasta la plaza Machado y destruyó el Paseo de las
Olas Altas14
Sin embargo, este no fue el útimo desastre natural de esta centuria padecido
por los mazatlecos. Durante los días 6 y 7 de octubre de 1887, azotó un huracán
al puerto que causó destrozos en fincas y árboles; entre los edificios afectados
considerablemente figuraron la Vigía del puerto, el Almacen de Carbón y el
Observatorio Metereológico. La primera destrozada completamente, de la se-
gunda el techado de lámina y del Observatorio, su cúpula fue arrancada y arro-
jada a más de quince metros de distancia. Algunos buques sufrieron averías.
En el casco de la ciudad se derrumbaron varias casas y se inundó la parte baja
del puerto. Los fuertes vientos duraron cerca de una hora y media. Diversas
poblaciones del sur de Sinaloa sufrieron daños similares.
Varios años después, entre el 17 y 18 de septiembre de 1896, se presentó otro
ciclón más, sus efectos destructivos se concentraron en el Golfo de California,
y mientras que los daños de mas consideración se ubicaban en el centro de
Sinaloa, muy especialmente en Altata donde –al parecer; ninguna edificación
soportó la fuerza de lsa tormenta. En el caso de Mazatlán, sus rafagas de aires
y agua ocasionaron que el crecido mar arrojó tierra a dentro a una goleta, que-
dando ésta en seco en medio de la calle principal de la población 15 Pese a afecta-
ciones como la inundación de la mina de San Vicente, situada a una milla de
la parte trasera del puerto, en general Mazatlán resistió sin grandes daños la
fuerza de la tormenta, igual fortuna siguieron cuatro barcos alemanes, que se
desplazaron a lugar seguro y regresaron al puerto dos días después de pasada
la tormenta.16
Pocas semanas mas tarde, los tintes de infortunio seguían presentando en el
mas que circundaban al puerto sinaloenbse. El 6 de noviembre de 1896, la go-
leta Mazatlan (propiedad de dos personas residentes en la capital de la repúbli-
ca) en su trayecto de La Paz al puerto sinaloense se hundió debido, alrededor
de 40 millas de distancia del primero, esto ocurrió por que se vieron envueltos
en una densa niebla y corrientes marinas lo sacaron de su curso, lo que au-
nado a la impericia de la tripulación provocó que se fura a pique, aunque la
tripulación y los 28 pasajeros, pasaron verdaderos momentos de angustia pero
tuvieron tiempo de abandonar la goleta mediante la utilización de lanchas, con
14
El Tiempo, México, 28 de octubre de 1884, p. 3.
15
Revista de Navegación y Comercio, Madrid, 15 de diciembre de 1896, p. 732.
16
Los Angeles Herald, october 18 of 1896, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 443
las que se regresaron para luego ser llevados a Mazatlán en un buque de vapor.
La goleta Mazatlán trasportaba mercancías y pasajeros entre Guaymas, La Paz
y Mazatlán, considerada como una de las mejores de su especie.17
Los ciclones y las lluvias eran la principal afectación natural que padecían
los porteños. Incluso, en el caso de las precipitaciones de agua, en ocasiones se
hacía presente con sus secuelas hasta fuera de la temporada de lluvias, como
sucedió a la noche del 6 de diciembre de 1899 al cer sobre el puerto un fuerte
aguacero, como fue inesperado nadie tomó precauciones, entre las variadas
afectaciones figuran los varios miles de tejas propiedad del Sr. Manuel Gó-
mez Flores que estaban listas para quemarlas, la lluvia las convirtió en lodo; se
dañaron los caños de desagüe del Mercado Viejo, e incluso por rumbos de la
calle Constitución, , empezaron a derrumbarse unos viejos cuartos, obligando
a que las familias tuvieran que salir en pleno aguacero á alojarse en otras fincas
vecinas.18 También se abrió una zanja en el crucero de las calles Camichin y
Constitución, se obstruyó y dañó la cloaca del Hospital Civil, se dañaron al-
gunas calles de barrios apartados,19 así como otros desperfectos ocurridos en
la ciudad causados por esa intensa lluvia que no solo afectó a Mazatlán sino
buena parte de la entidad.
17
Sacramento Daily Union, november 15 of 1896, p. 1
18
CT, 7 de diciembre de 1899, p. 1.
19
CT, 9 de diciembre de 1899, p. 1.
444 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
20
Cosmopolita, México,12 de noviembre de 1842, p. 4
21
Revista Científica y Literaria de Mejico, México, 1845, p. 247.
22
SDyN, 9 de enero de 1849, p. 34.
23
AHM, Actas de Cabildo, 30 de noviembre de 1866.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 445
24
Margarita Armenta Pico, Matrimonios en Mazatlán: Una mirada sociodemográfica. 1860-
1870, Culiacán, Facultad de Historia-Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría en
Historia, inédita], 2006, pp. 54-55..
25
AHM, Actas de Cabildo, 11 de octubre de 1861
26
La Regeneración de Sinaloa, 17 de febrero de 1869
27
Oses Cole Isunza, Las viejas calles de Mazatlán, Mazatlán, Visión Imprenta Editores, 2004,
p.111.
28
La Iberia, México, 15 de diciembre de 1868, p. 3.
446 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
29
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1867. Tomo I,
Sesión delildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 8 de enero de 1867, p. 7-9.
30
OCC, 13 de agosto de 1873, p. 2
31
El Popular, México, 8 de octubre de 1898, p. 1
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 447
Epidemias y calamidades
Pero dicen que las calamidades nunca llegan solas y eso es lo que se puso de
manifiesto a inicios de la octava década del siglo decimonónico; pues, a fines
de septiembre de 1870, en el puerto de Mazatlán sopló un fuerte huracán que
causó innumerables estragos. Las olas crecieron tanto que derribaron algunas
casas ubicadas en las playas.33
Diecisiete años después, en octubre de1887, otro huracán azotó el sur de
Sinaloa. Aunque los daños no se concentraron en la población del puerto, pero
eso no impidió Por que en Mazatlán se organizaron tres kermeses a fin de
recaudar fondos para socorrer a los afectados por tal inclemencia de la na-
turaleza. Se trataba – según Francisco Gómez Flores- este apoyo era un acto
consustancial de una conducta civilizada y filantrópica. 34
Ahora que tambien se vivieron verdaderas tragedias que laceraron el es-
paco urbano mazatleco. Un caso muy sonado fue la explosión de un polvorín
ocurrido cuando corría la segunda mitad del año 1881. Por las dimensiones del
suceso, la noticia cruzó los mares y llego hasta suelo europeo, de manera que
un periodico español señalaba que como secuela de este fatal accidente en el
puerto se habían presentado 25 decesos, 30 heridos y una docena de desapa-
recidos.35 Sobre este incidente, la noticia y las cifras eran variadas, pues otro
32
CT, 10 de noviembre de 1899, p. 1.
33
La Ibería, 25 de octubre de 1870, p. 5.
34
Santos Javier Velázquez Hernández, La representación del mundo en la literatura durante
el cañedismo: símbolos y figuras, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, [Tesis de Maestría
en Historia], 2010, p. 139.
35
Diario oficial de avisos de Madrid. Madrid, 19 de agosto de1881, p. 4.
448 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Esta nota informativa apareció en el periódico La Pulla y fue retomada por El Radical, 26
37
de marzo de 1874, p. 3.
38
La Libertad, 1 de febrero de 1879, p. 3.
39
SDyN, 4 de octubre de 1874, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 449
40
Luis Antonio Martínez Peña, Op. Cit., p. 86.
41
MP, 1° de agosto de 1877.
42
MP, 6 de junio de 1878, p. 3.
43
Las poblaciones que se formaron a partir de la dinámica comercial en los puertos como
Acapulco, San Blas, Altata, Guaymas, Manzanillo y Ensenada de todos los Santos presentaron
características similares de insalubridad y enfermedades, lo que hacía de tales lugares, sitios
habitados por temporadas, ya fueran dictadas por la dinámica comercial del puerto o con poca
afluencia de personas para habitar tales lugares.
450 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
44
Jorge Verdugo Quintero, et al., Historia de Sinaloa, tomo II, Gobierno del Estado de Sina-
loa, SEPyC-COBAES-DIFOCUR, 1997, p.106.
45
Arnaldo J. Cunietti Ferrando, “Las casas de baño porteñas de fines del siglo XIX”, en Histo-
rias de la ciudad. Una revista de Buenos Aires, Buenos Aires, Lulemar Ediciones, N˚ 18, diciem-
bre de 2002, p. 55.
46
Jorge Verdugo Quintero, Op. Cit., p.107
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 451
47
Ana María Carrillo.”¿Estado de peste o Estado de sitio? Sinaloa y Baja California, 1902-
1903” en Historia mexicana, num.216, Universidad Nacional Autónoma de México, Abril-Junio,
2005, pp.1049-1050.
48
MP, 19 de septiembre de 1878.
49
CT, 21 de diciembre de 1899, p. 2.
50
CT, 23 de diciembre de 1899, p. 2.
51
CT, 31de octubre de 1899, p. 1.
452 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
A mediados del siglo XIX, una terrible epidemia de cólera afectó a una parte
del territorio estdounidense, a varios estados del noroccidente y norte de Mé-
xico, así como hasta el mismo centro del país. En Mazatlán sus consecuencias
se presentaron durante el último tercio de 1849 y se extendieron hasata febrero
del año siguiente. Cerca de cuatro meses durante los cuales el cólera dejo la ci-
fra de 356 decesos. De este total, entre octubre y diciembre de 1849, la epidemía
mató a 338 personas, de ellos 80 eran niños.54
Pese a los considerables efectos sobre la población local, la prensa nacional
no le dio el seguimiento tan detallado como si ocurrió en otras reguiones del
país. Por ejemplo, a finales de ese mes de octubre, tan solo se comentaba y
confirmaba “como seguro que el cólera está también en Mazatlán”55 pero la
amenaza era tan real que desde principios de octubre la Junta de Sanidad de
Culiacán para prevenir y atenuar los efectos del cólera elaboró un regalmento
de policía y salubridad que se turnó para la aprobación del gobierno del estado.
56
Se ignora si en Mazatlán se procedió de manera similar.
54
Pedro Pablo Favela Astorga “Morir en el puerto. El cólera de 1849 en Mazatlán, Sinaloa”,
en en Gilberto López Castillo, Luis Alfonso Grave Tirado y Víctor Joel Santos Ramírez, De las
labradas a Mazatlán. Historia y arqueología, Guadalajara, INAH/ Ayuntamiento de Mazatlán,
2014, pp. 79 y 80.
55
SDyN, 30 de octubre de 1849, p. 542; SDyN, 9 de noviembre de 1849, p. 582.
56
SDyN, 10 de octubre de 1849, p. 468.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 453
57
UN, 25 de noviembre de 1849, p. 4
58
SDyN, 24 de noviembre de 1849, p. 638.
59
SDyN, 23 de diciembre de 1849, p. 754.
60
SDyN, 5 de febrero1850, P. 144
61
El Constitucional, 3 de noviembre de 1851, p. 3.
454 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Mireya Blanco Martínez y José Omar Moncada Maya”, El Ministerio de Fomento, im-
63
Zamora y Sr. Carlos Zamora. Así como el integrante de la orquesta, Sr. Santos
Herrera.
Respecto a la famosa cantante fallecida, apenas bajada a la tumba y ya era
motivo de inspiración de escritores mexicanos. Sobre su vida y muerte, Jaco-
bos C. Dávalos escribió un poema que en una de sus partes decía lo siguiente:
Por otra parte, más allá de los fallecidos, otra parte de los enfermos in-
tegrantes de la compañía de Peralta se embarcaron en una pailebot que iba
rumbo a San Blas y otros menos a salieron rumbo a Guaymas y Durango.
Mientras que otros artistas y empleados se quedaron en Mazatlán a padecer
su enfermedad y enfrentar su convalecencia. Estos que permanecieron en el
puerto fueron Antonia Antonietti, soprano;. Guissepina Zeppilli de Villani,
Contralto; Vincenzo Villani, barítono; Clemente Bologna, bajo, al igual que su
esposa; José Rivas, Violín concertante; e Ismael Corona, apuntador. De los in-
tegrantes del Coro: Francisco Servín de la Mora y Manuel Lemus; al igual que
el Administrador, Jaime Germa, y el propio Representante de la Compañía, el
Sr. Julián Montiel y Duarte, esposo de la llamada Ruiseñor Mexicano: Ángela
Peralta.65
En general, más del 90 % de la compañía fueron víctimas de la epidemia
y murieron el 36% del total de los integrantes; mientras que de la guarnición
militar del puerto cayeron enfermos el 98% y sus índices de mortandad alcan-
zaron un 30%,66 esto por citar solamente algunos de los sectores afectados.
En tanto que los montos generales de fallecidos sumaron varios cientos.
Decesos que se dieron de manera fulminante en muy poco tiempos y cuya
64
Tomado de Victoriano Agueros, El Tiempo. Edición literaria, México, Imprenta de la Bi-
blioteca Religiosa, Histórica, Científica y Literaria, Tomo I, 1883, p. 464.
65
García de Alba García, Javier E. y Ana L. Salcedo Rocha, “Fiebre amarilla en Mazatlán,
1883” en Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, Guadalajara, Universidad de Guadalajara,
Vol. XII, No. 35, enero / abril de 2006, p. 131.
66
Ibíd., p. 135.
456 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
67
La Patria, 29 de septiembre de 1883, p. 6.
68
La Correspondencia de España, Madrid, 23 de octubre de 1883, p. 2.
69
SDyN, México, 12 de agosto de 1883, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 457
70
Ibíd., pp. 140-141.
71
El Tiempo, 11 de septiembre de 1883, p. 3.
72
La Iberia, Madrid, 17 de noviembre de 1883, p. 2n.
458 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
73
La Hormiga de Oro, Barcelona, 3ª. semana de febrero de 1884, p. 118.
74
Daily Alta California, 12 of january of 1884, p. 1.¨
75
DH, 1 de abril de 1884, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 459
76
La Voz del Pueblo, 3 de julio de 1884, p.
77
VM, 25 de marzo de 1886, p. 3.
78
VM, 10 de junio de 1885, p. 3.
79
El Monitor. Diario del Pueblo, 23 de septiembre de 1885, p. 2.
460 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
los efectos eran mínimos, ya que de ese monto de enfermos, solo siete de ellos
se reportaban como ocurridos en la zona de Mazatlán y San Blas.80
Sin embargo, para mediados de 1886, varios casos de fiebre amarilla se es-
taban presentando en Mazatlán. Los casos estaban adquiriendo tal dimensión
que el Ayuntamiento del puerto empezó a tomar precuaciones para evitar el
contagio. 81
Aunque estuvo lejos de adquirir las dimensiones de pasadas ocasiones. Así
que para agosto de ese año (1886), se difundió la noticia emanada de El Correo
de la Tarde, relativa a que por lo avanzado de la estación, el calor excesivo y la
presencia de calenturas intermitentes de poca significación hacen creer que ya no
se presentará en este puerto la fiebre amarilla.82
Esta agradable noticia era reforzada en las páginas de La patria la cual seña-
laba que para septiembre de 1886 no se había presentado un solo caso de fiebre
amarilla en Mazatlán.83
En años sucesivos ya no se pesentarón epidemias de esta enfermedad en las
magnitudes de 1883, pero si figuró como causa de muerte de varios mazatlecos.
Por ejemplo reportes llegados a San Diego, California en octubre de 1897 seña-
laban que durante la semana que va del 26 de septiembre y el 2 de octubre se
presentaron nueve muertes de fiebre amarilla en en Mazatlan. Por esa razón, el
vapor mexicano Albion se puso en cuarentena hasta el 4 de noviembre de ese
año. “Hasta que tenga una patente de sanidad limpia”; además, a prensa esta-
dounidense difundía que el Consul de Estados Unidos declaraba que los fun-
cionarios sinaloenses estaban intentando disfrazar la situación real, pese a que
el gobierno mexicano había pedido una estricta cuarentena sobre el puerto. 84
Por otra parte, como los fallecimientos alcanzaban ya cifras nada desdeña-
bles, la modernidad llegó a este rubro. Al finalizar la última década de ese siglo,
el señor Luis Rea estableció una agencia de inhumaciones, poniendo en servi-
cio del público un elegante y modesto carro fúnebre blanco para la conducción
de cadáveres de niños al panteón del puerto, servicio que proporcionaba un
beneficio a la higiene y salubridad pública a la vez a la cultura de la ciudad.
Asimismo, la empresa comentaba que con este servicio funerario se acabaría
80
Daily Alta California, october 6 1885, p. 5.
81
La Patria, 27 de julio de 1886, p. 3.
82
Tomado de El Monitor del Pueblo. Diario Independiente, 19 de agosto de 1886, p. 3.
83
La Patria, 12 de septiembre de 1886, p. 2.
84
Boston Evening Transcript, 27 of october of 1897, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 461
Otros padecimientos
85
CT, 11 de enero de 1900, p. 1.
86
CT, 25 de octubre de 1899, p. 2
87
CT, 25 de octubre de 1899, p. 2
88
CT, 31 de octubre de 1899, p. 1.
462 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
AMM, Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1883.
90
94
Leopoldo Vega Franco, “Hitos conceptuales en la historia de la desnutrición proteico-
energética”, en Salud Pública en México, México, Instituto Nacional de Salud Pública, Vol. 41,
N°. 4, julio-agosto de 1999, p. 329.
95
SDyN, México, 2 de mayo de 1890, p. 3.
96
AMM, Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1883.
Sesión secreta del cabildo del Ayuntamiento de Mazatlán, 11 de octubre de 1887.
97
OS, 5 de enero de 1893, p. 4.
464 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
98
CT, 5 de diciembre de 1899, p. 3.
99
CT, 5 de diciembre de 1899, p. 3, y 6 de diciembre de 1899, p. 1.
100
CT, 9 de diciembre de 1899, p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 465
101
La Patria, 11 de noviembre de 1898, p. 3.
102
El Tiempo, 2 de marzo de 1884, p. 3.
103
CT, 10 de noviembre de 1899, p. 1.
104
CT, 24 de noviembre de 1899, p. 2.
466 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Pero dejando de lado la salud y la enfermedad, otro fenómeno con efectos da-
ñinos para la población de Mazatlán. El hambre entendida no solamente como
la falta de alimentación apropiada para satisfacer una necesidad física, pues
El hambre tiene una historia cultural que oculta su aparentemente consistente
forma material. 107
Ahora bien, si se revisa esta otra gran calamidad humana como lo es el
hambre, ésta también tuvo su específica carta de naturalidad en el puerto, pese
a los esfuerzos del cabildo por erradicar la especulación de los precios de ali-
mentos (pan, carne y semillas) y la calidad de los mismos a principios de los
años 60s del siglo XIX.108
Las penurias economicas eran tantas que a veces algunas de estas mani-
festaciones de carencias se entremezclaban con la maldad; por eso, entre fines
de 1861 y los albores del año siguiente se presentaron reiteradas violaciones de
tumbas en el camposanto, en busca de objetos de valor que tuvieran los cadá-
veres, o simple robo de lápidas. A principios de 1862, por medio de una sesión
de cabildo, se trató el problema de las numerosas inhumaciones109 y se propuso
un nuevo cementerio, sin embargo para noviembre de 1869 se mantuvo esta
problemática, reportándose “una bóveda de los extranjeros que contiene en el
interior cuatro nichos o gavetas había sido rota y violadas tres de dichas gave-
107
James Vernon, El Hambre. Una historia moderna, Valéncia, Universitat de València, 2011,
p. 21.
108
ACM, 25 de octubre de 1861.
109
ACM, 14 de enero de 1862.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 467
tas, habiéndose despedazado los ataúdes y tirado los restos que contenían”. Es
probable que el proposito obedeciera solamente a conductas delictivas.
Pero las carencias económicas y el sustento para numerososas familias ma-
zatlecas continuaba. Uno de los escritores del diario oficial del gobierno de
Sinaloa, Jesús Río, haría mención al problema serio de hambre, a pesar de que
“en Mazatlán hay grandes capitales, esto es una verdad reconocida, sin embar-
go permanecen inactivos por causa que todos conocemos. Hoy al mismo tiem-
po una cantidad de población languidece por la falta de trabajo…he aquí el
hambre, la desnudez y la miseria que aumenta cada día, nos preocupa cuadro
doloroso, cuyos restos es preciso evitar pronto…es nuestro deber aumentar la
laboriosidad y el pauperismo se verá desaparecer, rehaciendo a la vez, el con-
tento y la felicidad”.110 El discurso anterior pone de manifiesto que El hambre
era una cuestión humanitaria y un problema social que media el fracaso del
mercado a la hora de generar el bienestar de las naciones y del estado que no sa-
bía proteger a sus ciudadanos de los reveses económicos sobre los que no podían
tener el menor control .111
Durante los años siguientes el panorama no había cambiado mucho; eso
provocaba que los pordioseros y la demanda de caridad se volvieran parte del
panorama cotidiano del puerto. El problema debió de haber adquirido niveles
significativos para que a mediados de 1873, la Prefectura de Mazatlán optó por
recoger y encerrar a este tipo de personas en la Casa de Beneficencia, especi-
ficamente a todos los que andaban pidiendo limosna en la calle. La prensa se
compalcía con esta decisión pues, en torno a la mendicidad, consideraba que…
”esa pésima costumbre no ha sido ahora nada honrosa para los mazatlecos”.112
La exclusión y el ocultamiento como recursos específicos del disciplinamiento
social de los hambrientos y hacerlos responsables de su miseria; actitud alejada
de considerar y reconocer al hambre como un fenómeno moralmente inacep-
table e inhumano, menos aún de tener visos de crítica política o humanitaria.
El panorama no era nada boyante, la desolación y la precariedad siguieron
formando parte del rostro cotidiano del puerto sinaloense, asi que esta medida
no erradicó el fenómeno de la mendicidad. Imágenes de lo anterior se plasma-
ban en 1875 y se captaban por el periódico local El Porvenir, donde se señalaba
110
RS, 20 de noviembre de 1869.
111
James Vernon, op. cit., p. 17.
112
OCC, 7 de junio de 1873, p. 2.
468 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
115
Véase, Antonio Escobar Ohmstede,“Las ‘sequías’ y sus impactos en las sociedades del
México decimonónico, 1856-1900”, en Virginia García Acosta (coord.), Historia y Desastres en
América Latina, Perú, La RED-CIESAS-ITDG, vol. II, pp. 219-257.
116
MP, 14 de marzo de 1878, p. 3.
117
MP, 25 de abril de 1878, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 469
Tames obtuvo todo el arroz de la concesión, pero este producto conservaba el mis-
mo precio que tenía antes, poco después llegaron 100 cargas para la Sociedad de
Beneficencia, pero están detenidas en la aduana porque pretenden cobrarles dere-
chos, otro tanto va a suceder con 200 cargas de harina que vienen en camino….el
resultado de tales medidas es, que todo el provecho redunda a favor de los espe-
culadores120
118
La Colonia Española, 8 de mayo de 1878, p. 3.
119
SDyN, 24 de mayo de 1878, p. 1.
120
La Patria, 26 de abril de 1878, p. 1.
470 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
121
MP, 2 de mayo de 1878, p. 3.
122
Periódico Oficial del Estado de Nayarit, 28 de julio de 1878, p. 2.
123
MP, 2 de mayo de 1878, p. 3.
124
MP, 2 de mayo de 1878, p. 3
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 471
cremento, las quejas volvieron: en julio de 1878, se afirmaba: “la semana pasada
volvieron a subir los artículos de primera necesidad en el mercado y siguen
subiendo, por los estribos de Cristo”.125
Varios años más tarde, las medidas para paliar la escasez y la carestía con-
tinuaron, A mediados de 1882, el Ayuntamiento de Mazatlán, anunciaba –por
medio de su órgano de expresión Municipio- que como era alarmante la re-
ciente alza de precio del maíz y la carne, “el primero de estos artículos, tan
necesarios para la clase pobre, se expende a 7 reales el almoud y la carne a 18
y 20 centavos [la] libra”, en sesión extraordinaria, el ayuntamiento autorizó a
sus comisiones de Beneficiencia y Mercados para que compraran maíz y reses
por cuenta de los fondos municipales, debiendo realizarse ambos artículos a
precio de costo.126
Mientras que para 1887, el mismo Ayuntamiento declaraba que iba a to-
mar medidas contra la miseria pública que amenazaba de atestar de mendigos
las calles, declaración que la prensa de Culiacán veía con muchas dudas.127 Lo
cierto es que para 1892, el órgano periodístico El Socialista se quejaba de la
desmesurada alza de los artículos de primera necesidad en Mazatlán, agregan-
do que la causa no era la escasez sino “la combinación que pone en práctica
para medrar a la sombra de la miseria”. Ese rostro de la miseria, el hambre y
la penuria de los porteños, a veces no se capta cuando se observa lo azul de su
mar o el empuje de los comerciantes asentados en el lugar. Son las caras que el
progreso no muestra.
Y una de las penurias era la escasez de productos o el alto precio de algunos
de ellos, lo que los hacia inaccesibles. Para octubre de 1899, uno de los mer-
cancías que adquirieron altos costos fue el maíz. Para paliar esta situación se
recurrió a la importación de otras regiones del país. Para mediados de mes,
la prensa comentaba el arribo del buque “Manzanillo» con un cargamento de
maíz que vino á salvarnos de los monopolizadores de este artículo, los cuales,
viendo la escasez de él, lo vendían á un precio exorbitante. 128
Asimismo, se tiene conocimiento de los consumos de la población, me-
diante datos como, por ejemplo, durante el mes de octubre de 1899 en Mazat-
125
MP, 25 de julio de 1878.
126
La Patria, 28 de julio de 1882, p. 1.
127
OP, 30 de julio de 1887, p. 2.
128
CT, 18 de octubre de 1899, p. 2.
lán se consumieron 415 cerdos, 560 reses y 115 cabras, 129 Mientras que para el
mes siguiente los degüellos para el consumo de los mazatlecos fue de 61reses,
401 cerdos, 114 cabras y 30 carneros;130 pero los que no pudieron disfrutar de
un pedazo de esa carne, su presencia y sus padecimientos pocas veces dejan
rastros visibles. Sin embargo -como bien afirma James Vernon-, el flagelo del
hambre, el descontento de los hambrientos y el estatus de bienestar tienen una
importancia tan crucial en toda sociedad que no pueden quedar al margen del
escritinio histórico. Tarea aún pendiente para el caso del pasado sinaloense y
mazatleco. 131 Mientras que para el mes siguiente
Pero dejemos esas imágenes tristes de Mazatlán, para ver otras facetas de
su existencia donde aparece el impudor y el descaro contrastan con la moral y
el orden, un Mazatlán de goces, excesos, invadido por las luces y la diversión.
129
CT, 1º de noviembre de 1899, p. 1.
130
CT, 1 de diciembre de 1899, p. 1.
131
James Vernon, El Hambre. Una historia moderna, Valéncia, Universitat de València, 2011,
p. 30.
XI. El orden, la moral
y las prácticas sociales mazatlecas
1
La prostitución aun cuando fue un tema a mencionar en las diferentes sesiones del cabil-
do mazatleco desde el inicio de la séptima década del siglo XIX (1860´s), este sería regulado o
reglamentado por decreto como práctica en el puerto hasta 1888, sin embargo la prefectura de
Mazatlán desde 1877 mandaría un bosquejo de las sugerencias para la regulación y control de
dicha práctica. Oses Cole Isunza, Las viejas calles de Mazatlán,…, p.169.
473
474 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
El C. Narcio (esta persona era uno de los regidores del cabildo, facultado para
realizar acciones sobre la salud en el puerto) presentó unas proposiciones relativas
a que se nombre un facultativo pagado del fondo municipal para que en unión del
director del Hospital Civil .practiquen un reconocimiento de las mugeres públicas,
que las que resulten enfermas queden curándose en el establecimiento y a las de-
más que espida un documento del resultado de la calificación que el Ayuntamiento
nombre una comición para que propage un proyecto a fin de quitar del centro las
casas de prostitución, y que la policía vigile para prevenir los desordenes y escán-
dalos y evitar el contagio y que tales mugeres se dedique a trabajos honestos. Que
la prefectura forme una lista de las que notoriamente son prostitutas que estas se
reúnan en el hospital el día que se designará. Acordó el Ayuntamiento pasarlas a la
comisión de Peticiones para que dictaminen.2
2
AHMM-LA, 11 de junio de 1861.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 475
por lo que se tenían que evitar, y de esta forma “maquillar” esa imperfección
en la “cara bonita” del puerto.3
Por su parte, un rasgo que se encuentra en la prensa mazatleca de esos años
era su proclividad a brindar lecciones de moral y ciudadanía. Uno de los órga-
nos locales afirmaba que el juego de apuestas que se realizaba en este lugar era
“una pasión vil por su fin, detestable por su fomento, infame por sus medios, y
funesta en sus consecuencias”.4 Su discurso era contundente:
“El goloso no se acuerda de la comida, el mezquino abre sus manos y el avaro sus
talegas, el vano y el orgulloso que se cree superior se humilla al mas vil, cuyos au-
xilios necesita…el juego”.5
A pesar, de que esta actividad lúdica había sido prohibida desde fines de
1861, argumentando los ediles del cabildo porteño, la protección de la liber-
tad de los individuos de divertirse, pero, “no debe tolerarse con perjuicio de
otros, ni de la moralidad y buenas costumbres, se prevé lo siguiente: Sin licen-
cia previa y por escrito de la autoridad política, no podrá haber diversiones
públicas…”.6
En ese mismo año, la prohibición se haría enfocada a ciertos sectores de la
población como lo eran “los artesanos y menestrales de cualquier oficio, en los
días y horas de trabajo, decretando una pena de prisión”.7
Poco más de diez años después, se seguía inisiendo en que las calles de-
berían dar la imagen de orden, pulcritud y bonanza, por eso, al trascurrir el
último tercio del mes de julio de 1873, la prensa porteña condenaba la invasión
–ya por más de cinco días- las banquetas de las calles por parte de las mujeres
de soldados, justo en las inmediaciones de la oficina de la prefectura, obvia-
mente el espectaculo estaba dominado por la presencia de cazuelas, braceros y
jarroes, entre otros enseres. Por tanto los soldados y sus familias convertían a
3
El área en donde fue la llamada “zona de tolerancia para la práctica de la prostitución” fue
en el cuadro formado entre las actuales calles Zaragoza, 5 de mayo, Guillermo Nelson y Luis
Zúñiga principalmente lo que fue en la parte norte del llamado cuartel número 1 en la delimi-
tación que se hizo en 1861 sobre la mancha urbana de la ciudad de Mazatlán. Oses Cole Isunza,
op.cit.
4
El Pacífico, 24 de octubre de 1868. (En lo sucesivo EP)
5
EP, 31 de octubre de 1868.
6
AHM, Actas de Cabildo, 25 de octubre de 1861.
7
ACM, 10 de diciembre de 1861.
476 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
la calle en su morada; ante esto, El Occidental agregaba: nada se les había dicho
hasta que el ayuntamiento tomo cartas en el asunto he hizo que se quitaran de
allí.8
8
OCC, 23 de julio de 1873, p. 2.
9
El Pacífico, 24 de octubre de 1868, p. 3 y 31 de octubre de 1868, p. 2..
10
MP, 12 de junio de 1877, p. 4.
11
MP, 20 de junio de 1877, p. 3.
12
El Socialista, 3 de julio de 1882.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 477
se reunían en una casa de Mazatlán para “rendir pleito homenaje al rey Birjan.”
Ante ello, la prensa se preguntaba ¿las autoridades qué hacen? 13
La pregunta quedaba en el aire, sin respuesta, ya que más de diez años des-
pués, Zenón, columnista dominical de El Correo de la Tarde seguía cuestio-
nando el papel del juego y demandaba su debido acotamiento. Su posición era
relativamente optimista al respecto, al señalar
Hace tiempo que viene acentuándose una resuelta prevención contra él
juego, y no pasarán muchos años sin que surja alguna reforma, bien sea la
prohibición absoluta ó, si esta es imposible, como quieren algunos la regla-
mentación…
Entre tanto sigan los tahúres frente a su tapete, donde caen con las mugro-
sas monedas las maldiciones de muchas familias condenadas á la desespera-
ción y el hambre por la debilidad de los que deberían ser su sostén y amparo, y
por la maraña de mojigaterías y engañifas que tiene en pié sobre los intereses y
conveniencias de la sociedad al honorable caballero Birján.14
El periodista albergaba esperanzas que el panorama cambiaría, ya que por
qué no iba a controlarse y acotarse el juego en Mazatlán, si ya se habían dictado
reglamentaciones contra la embriaguez y la prostitución.
13
La Patria, 27 de julio de 1886, p. 3.
14
CT, 19 de noviembre de 1899, p. 2.
478 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
15
MP, 12 de junio de 1877, p. 3.
16
MP, 1° de agosto de 1877, p. 3.
17
MP, 29 de agosto de 1877, p. 4.
18
MP, 10 de octubre de 1878, p. 4.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 479
en las calles del puerto. La prensa señalaba que eran “los frutos que esta reco-
giendo esta ciudad del abandono con que ha visto la ocupación e instrucción
de las masas populares”. La reglamentación de las meretrices no había logrado
ni mejorar la moral y la salud pública de los mazatlecos.
Respecto a todo esto, la multicitada prensa local era el supervisor más es-
tricto del comportamiento de las autoridades y hasta les indicaba las medidas
a tomar. Por ejemplo, en 1882, se le pedía al prefecto que mandara a sus agentes
a la plaza del mercado, especialmente entorno a las tiendas de Procopio Suárez
y Mariano Amezcua, dónde se observaban “los numerosos espectáculos que
ofrece una numerosa compañía de los discípulos de Baco: con ironía la prensa
señalaba que ahí se apreciaban de todo: juegos de prestidigitación, ejercicio de
esgrima y lecciones orales sobre la elocuencia de taberna. Con que no hay que
faltar que la función es variada.19
Durante el año de 1887, noticias llegadas hasta la capital de Sinaloa señala-
ban que en Mazatlán nuevamente se estaba reglamentando de manera enérgi-
ca a la prostitución, a fin de proteger la salud pública. Aunado a ello, se realiza-
ron otras medidas de mejoramiento del espacio púbico porteño, como pintar
el kiosco, remediar los malos olores de la cárcel, adoptar medidas contra la
miseria pública que amenazaba con de atestar las calles de mendigos las calles,
pero estas noticias llegaban como rumores sin confirmar y la prensa las recogía
como noticia.20
Pese a todo, y quizá contra todo, la prostitución seguía presente en el puer-
to, poco valían los esfuerzos de salubridad y moralidad. Las mujeres públicas
seguían ejerciendo su profesión en medio de la condena y el juicio moral, pero
–al parecer- con la aceptación y el beneplácito de su clientela establecida y
potencial. Por su parte, para fines del XIX, las autoridades cumplían su parte al
establecer una cercana y severa vigilancia sobre dichas mujeres, llegando inclu-
so a prohibírseles tener las puertas de su residencia o lugar de trabajo abiertas
y asomarse á las ventanas. Se les permitía salir á pasear en las plazas públicas
pero desde media noche en adelante, advirtiéndoles que pero si dirigían mi-
radas provocativas o palabras insinuantes a algún transeúnte, se les detendría
y pasarían un día en la cárcel. Medidas que, según la prensa, “No agradaría,
quizá á cierto sospechoso sexo que carece de belleza, buenas maneras y moral
y al que se están tolerando sin número de libertinajes perjudiciales á todas las
19
CO, 20 de septiembre de 1882
20
OP, 30 de julio de 1887, p. 2.
480 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
21
CT, 15 de octubre de 1899, p. 1.
22
CT, 1º de enero de 1900, p. 3.
23
CT, 18 de noviembre de 1899, p. 1.
24
CT, 3 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 481
25
CT, 7 de noviembre de 1899, p. 1.
26
SDyN, 4 de octubre de 1874, p. 3.
27
MP, 7 de noviembre de 1878, p. 3.
28
Aproximadamente el 60% se fabricaba en el Estado y un 40% en Jalisco.
482 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
que equivalía a 30 litros de mezcal por habitante. Pero se estimaba que agre-
gando las bebidas alcohólicas y fermentadas, la clase alta del puerto consumía
90 litros por persona al año;29 es decir medio cuartillo diario.30
Que importaba beber en exceso, si hasta la prensa daba consejos para re-
ponerse de inmediato de una borrachera, El Monitor del Pacífico, a mediados
de julio de 1877, comentaba: El que quiera curarse del apetito inmoderado de
licores espirituosos, lo conseguirá comiéndose diariamente una naranja antes de
almorzar. Esta es una receta sencilla que a nadie le hará el menor daño 31
Décadas más tarde, uno de los pioneros en la elaboración de cerveza en el
puerto no daba consejos, ni recetas, simplemente se publicitaba; para los últi-
mos meses de 1899, en El Correo de la Tarde se leía lo siguiente:
Jacobo Lang ofrece á sus numerosos favorecedores los productos de su fa-
brica “”Cervecería Nacional tanto en la fábrica misma como en su expendio
situado en el centro de esta plaza, esquina de las calles “”Vigía» y “5 de Mayo”
frente Sur á la Casa Municipal y en todas las cantinas de este puerto.
Para pedidos foráneos dirigirse á cualquiera de los expendios ó al apartado
de Correos núm. 56. 32
Asimismo, la Compañía Cervecera de Sonora, sabedora del atractivo mer-
cado de consumidores que existía en Mazatlán, a principios de noviembre de
1899. Envió a dos de sus agentes para que realizaran los necesario a fin de esta-
blecer una fábrica o expendio de cerveza en este lugar. 33
Además de estos establecimientos en Mazatlán exitian varias cantinas y ex-
pedios de cervezas y licores, las que contaban con una nutrida clientela. Una de
las más frecuentadas era la cantina «El 2 de Abril”, aunque la cantina “El Pro-
greso” no se quedaba atrá en la afluencia de parroquianos. Establecimientos
que funcionaban de acuerdo a las reglamentaciones municipales. Una de estas
disposiciones en esta materia fue lo establecido por el Prefecto del Distrito en
noviembre de 1899, referente a que las cantinas cerrarían en lo sucesivo á las
10 de la noche, a menos que los propietarios pagaran al Municipio un permiso
especial para que sus sus establecimientos permanecieran abiertos hasta las
dos de la mañana. 34
29
MP, 20 de diciembre de 1877, p. 1.
30
La Patria, 2 de marzo de 1778, p. 2.
31
MP, 4 de julio de 1877, p. 4.
32
CT, 10 de octubre de 1899, p. 2.
33
CT, 3 de noviembre de 1899, p. 1.
34
CT, 14 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 483
35
CT, 23 de noviembre de 1899, p. 1.
36
CT, 30 de octubre de 1899, p. 1.
37
CT, 10 de noviembre de 1899, p. 1.
484 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Estos eran casos dramáticos derivados, entre los varios casos de infracción
a la ley y actos delictivos que se presentaban semana a semana. Muchos deri-
vados de una clara proclividad a la bebida de buena parte de los mazatlecos.
Y a manera de colofón de este tema, destacar un caso curioso, justo a me-
diados de diciembre de 1899, Fortino Padilla sumamente ebrio fue conducido
a la cárcel, máxiem que en similar estado ya se había fugado de prsión en otra
ocasión; el agente Próspero Zamudío lo detuvo y lo custodiaba rumbo a la
Alcaldía pero justo al llegar frente a estas instalaciones, Padilla lanzó el grito
¡¡libertad ó muerte!! y arremetió a pedradas contra el agente. A duras penas se
le convenció de que voluntariamente pasara a ocupar su lugar tras las rejas. 38
Pero la vida porteña tenía otros rostros y vivencias. Una muestra contrastante
a la fiesta y el gozo se capta en notas de la prensa de 1868, donde se señala
que no eran raros los insultos y las golpizas que se propinaban a personas que
trabajaban como empleados públicos o en las imprentas que publicaban los
periódicos de la época en Mazatlán, los asaltos y muertes en los barrios de
pescadores y alijadores que nunca se esclarecieron de manera pública.39
Mas sin embargo, muy a pesar de la realidad que en el puerto se vivía, o que
por lo menos los diarios de la época expresaba, la búsqueda del orden social
y la tranquilidad en Mazatlán aparecía o daba a descubrir su rostro en ciertas
ocasiones, en ocasiones se daban ciertas notas periodísticas en los diarios (y
algunos de ellos de origen extranjero) sobre la recuperación de la tranquilidad
pública40, por lo que los asuntos públicos parecían retomar el curso que las au-
toridades del puerto necesitaban para su sano funcionamiento tanto político,
económico y social.
Dichas notas al parecer tenían que ver con la recuperación de la imagen de
tranquilidad y orden social que permitió que en décadas pasadas el desarrollo
y progreso se consolidaran en la ciudad de Mazatlán, como centro de negocios
y sede de los poderes en el estado de Sinaloa, por lo que tales notas quizá no del
todo erróneas, mas no describían la realidad de Mazatlán en esos momentos.
38
CT, 15 de diciembre de 1899, p. 1.
39
La Constitución Social, 25 y 31 de agosto de 1868
40
Le Trait d´Union (En lo sucesivo TU), Mexique, 29 juin 1869.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 485
41
TU, 31 diciembre de 1869.
42
Ibíd.
43
La Iberia, 6 de marzo de 1875, p. 3.
44
MP, 12 de septiembre de 1878.
45
MP, 8 de agosto de 1878, p. 3
486 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
46
CT, 10 de noviembre de 1899, p. 1.
47
“Vino en tanto la lluvia”, Amado Nervo, Op cit., p.155.
48
CT, 1 de diciembre de 1899, p. 1.
XII. Entre la vida pública y los festejos
1
María José Garrido Asperó, Fiestas cívicas históricas en la ciudad de México, 1765-1823, Ins-
tituto Mora, México DF, 2006, pp.16-17.
2
Ibíd.
487
488 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
3
AHMM-LA, 13 de agosto de 1861.
4
AHMM-LA, 27 de septiembre de1861
5
AHM, Recaudación municipal del puerto de Mazatlán, 30 de septiembre de 1861
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 489
6
Ibíd.,1˚ de enero de 1861.
7
SDyN, 8 de marzo de junio 1862, p. 4.
8
DOGSR, 14 de septiembre de1867.
490 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
gobierno, que por último, legitimaría dichos actos con el llamado de las cam-
panas de la antigua corporación ya existente, es decir la Iglesia, legitimando así
el nuevo culto patriótico.
De igual forma, la procesión en calles, el uso de juegos pirotécnicos y las
bandas musicales y los discursos en público de las oraciones fúnebres en honor
a los nuevos mártires del Estado era parte esencial en dichas festividades.9
Además de estas festividades, la celebración por el día en que la constitu-
ción que era vigente en ese momento fue jurada, por lo que el día 5 de febrero
sería otra fecha importante en el calendario de festividades cívicas de impor-
tancia para el Estado mexicano, sin dejar de lado, la administración local de la
ciudad de Mazatlán.
Por lo que en la celebración del doceavo aniversario de la promulgación
de la constitución de 1857, en un discurso emitido por el periódico oficial del
gobierno sinaloense en el puerto de Mazatlán10, hacía alusión a “que el pueblo
mexicano se había sacudido definitivamente de la tiranía que lo dominaba,
recibiendo los inalienables derechos del hombre”, lo que según el discurso ofi-
cialista, esto brindaría la felicidad y satisfacción del hombre. Por lo que esto era
necesario para el progreso deseado en las mentes de los liberales de la época.
Por lo que dicha festividad, que daba honra al logro de la democracia y de
los derechos del hombre, así como el establecimiento de leyes que permitían
la igualdad y libertad a los individuos en la nación mexicana, sería recordada
entre las fechas importantes en el calendario de festejos cívicos en el estado y
el puerto de Mazatlán.
También se hacía alusión a la aplicación de las bellas artes para dar realce
a las figuras de los héroes nacionales, por lo que la representación material de
éstos, por medio de estatuas o monumentos, era la demanda que se hacía para
reafirmar o solemnizar las llamadas fiestas cívicas en la memoria de la socie-
dad, en este caso la sociedad mazatleca.11
Otra festividad que sería de gran importancia tanto a nivel nacional como
local, sería la conmemoración del aniversario del 5 de Mayo de 1862, dado que
dicho festejo remarcaría la formación de ciudadanos comprometidos con el
9
Ibíd.
10
RS, 9 de febrero de 1869.
11
Boletín de la 4ta. División militar, Mazatlán, 16-09-1869 (en lo sucesivo 4-DIV y fecha).
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 491
12
DOGSR, 7 de mayo de 1868.
13
DOGSR, 5 de junio de1868.
14
4-DIV, 9 de mayo de1869.
15
4-DIV, 16 de mayo de1869.
16
Ibíd.
492 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
El Estado de Sinaloa Órgano oficial del gobierno, (en lo sucesivo ES) Culiacán, 16 de enero
18
20
Conrado Gilberto Cabrera Cordero, La creación del imaginario del indio en la literatura
mexicana del siglo XIX, México, BUAP, 2005, pp. 303.
21
Santos Javier Velázquez Hernández, Op. Cit., p. 111.
22
DH, 21 de enero de 1885, p. 3.
23
ES, 18 de julio de 1888, p. 1.
494 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
El General Ramón Corona, Gobernador del Estado de Jalisco, fue herido mortalmente de
24
alizaron durante ese par de días.27 En general, por tales actividades sus gastos
ascendieron a poco más de 1,170 pesos.
Pero, antes de que se cerrara esa centuria, se vivió el último de los festejos
patrios en el puerto, la conmemoración de la Batalla de San Pedro, ocurrida el
22 de diciembre. Era rememorar la historia matria de los sinaloenses en torno
a la intervención francesa en suelo nacional. Bien, pues ese 22 de diciembre
de 1899, se efectuaron varias actividades en las que participaron autoridades y
población.
Era costumbre en el pueblo que los días festivos iniciaran muy temprano,
se iniciaban con el recorrido de una banda de música por las calles del pueblo
desde antes que el día aclarara, es decir todavía de madrugada, también se
lanzaban salvas, pero ni una ni otra cosa sucedieron en esta fecha, lo anterior
debido –en opinión de la prensa Se debe á que el día 22 de Diciembre es tam-
bién aniversario del fusilamiento de Morelos, el genio militar más grande que
ha tenido México, y se guarda con este triste motivo medio día de luto, justísimo
homenaje tributado á la memoria de aquel mártir.
Al parecer la ausencia de este recorrido musical que inauguraba y anun-
ciaba los festejos influyó para que no resultara tan vistosa la matinee literaria
que se efectuó en el Teatro Rubio, pues la concurrencia fue escasa y estuvo
compuesta en su mayor parte de niños. Este evento estuvo presidido por el
Prefecto del Distrito, el Jefe interino de las Armas en el Estado, por miembros
de la Junta Patriótica, así como varios oficiales, ediles, empleados del Estado y
Municipales, entre otros.
Dentro del programa figuró la intervención del Capitán Ignacio Félix Día,
quienz leyó el parte oficial de la batalla de San Pedro. Posteriormente hicieron
sucesivamente uso de la voz los Sres. José Aurelio García, Ing. José Antonio
Gaxiola y Vicente González Valadés, unas intervenciones fueron en prosa y
otras en verso. Obviamente, las cuatro lkocuciones recibieron calurosos aplau-
sos. En tanto que durante los intermedios se contó con la intervención de la
Banda del 17° Batallón. El evento se cerró con la interpretación del Himno
Nacional, que fue escuchado de pié por la concurrencia.28
Las actividades se prolongaron durante gran parte del día, e involucraron
a todos los sectores sociales. Era un día festivo y por eso, los talleres y casas de
27
CT, 8 de noviembre de 1899, p. 2.
28
CT, 23 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 497
comercio no abrieron sus puertas, donde si hubo confluencia fue en los paseos
públicos que se llenaron de paseantes.
Entre las acciones oficiales efectuadas figuraron las inauguraciones de me-
joras materiales. Por ejemplo, la comitiva oficial se hizo presente acompañada
de una nutrida congregación de pobladores a fin de inaugurar su nuevo depar-
tamento de correccionales construido en la cárcel municipal. Ya estando en
ese lugar, el señor Prefecto del Distrito mandó poner en libertad á varios presos
correccionales que allí se hallaban detenidos por leves infracciones al Bando de
policía. Tomando antes la palabra el Secretario de la Junta Patriótica, para expli-
carles la causa de aquel acto.
Seguidamente, la comitiva oficial sé dirigió al Hospital Civil, donde al que
en la cárcel, se leyó un informe detallado de todas las mejoras realizadas, obras
en este inmueble gracias a la contribución del señor Laveaga; la concurrencia
visitó el anfiteatro de operaciones, salas, jardines, cocina, y demás lugares ob-
jetos de mejoras. En el departamento de Administración se obsequió cerveza,
coñac y unos pasteles confeccionados en la nueva estufa que se le instaló a la
cocina del Hospital.
Pero toda estas actividades fueron rematadas por una serenata nocturna
verificada la Plaza Machado, la que lucía iluminada y repleta de asistentes.29
En general, las festividades de tipo cívico eran una manera de crear y ali-
mentar un nacionalismo que no existía en la población de todo el país previo a
la segunda mitad del siglo XIX, lo que habla del intento del orden liberal no tan
solo en Mazatlán, sino en todo el país de crear símbolos y héroes nacionales en
los que la confianza de estos individuos podía confiar, o mejor aun, esperando
recibir del llamado culto al nuevo orden constitucional.
29
CT, 23 de diciembre de 1899, p. 1.
498 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
“Gran tapada de gallos. En los tres días del próximo carnaval del año de 1843. Ha-
brá cada día un Mochiller de quinientos pesos y seis tapados de trescientos pesos,
jugandose además tres mil pesos a la ventaja de veinte y un gallos: se efectuaran
careados de bastante interés, pues según convenio, no será obstáculo la diferencia
de dos onzas que pueda haber en los gallos, por alguna de las partes contendientes.
La música será muy buena y la función bastante lucida.30
Los gallos estaban muy ligados a la festividad del mazatleco. Las primeras
evidencias de peleas de gallos reguladas por el municipio databan de princi-
pios de la década de 1840. El “asiento de gallos” como se le llamaba, ponía en
subasta pública por la municipalidad y el mejor postor era a quien se le conce-
día su explotación por un plazo determinado.
Pero las pelas de gallos eran una diversión muy frecuantado por el sector
popular del puerto, eventos quie se efectuaban mientras que las elites locales
tenía sus propios espacios y eventosde esparcimiento. Por ejemplo, afines de
1842, el consul estadounidense John Parrott, organizaba selectas fiestas en na-
víos anclados en el puerto, evento al que concurrían los cónsules establecidos
en la ciudad y los oficiales de los buques extranjeros que se encontraban en el
puerto.31 Era una fiesta por y para extranjeros
Asimismo, desde la década de 1830, las funciones teatrales estaban presen-
tes en Mazatlán. Eventos que se incrementaron en la década siguiente. Una
ventana para atisbar lo que ocurría en estos eventos, está presente en una acta
de cabildo de mediados de 1847, donde Jacinto Barreto se queja de que “ha-
biendo asistido la noche anterior al teatro como privativo, y habiendo notado
que de pocos días a esta parte se altera el orden demasiado al interior del teatro
interrumpiendo los actos puestos en escena, solicitando que el cabildo impida
los desordenes mediante el uso de la fuerza, contando con la fuerza armada”.
Por otra parte, una preocupación recurrente por las autoridades del puerto
fue su embellecimiento. En 1853 el cabildo destinó recursos para acondicionar
la Plaza de Machado, construyéndole un pequeño paseo, banquetas, bancas y
plantándole árboles.32 Solicitud que se había hecho desde el año de 1842 y que
octubre de 1842, p. 4.
31
Frank A. Knapp, Jr. “Biographical Traces of Consul John Parrott”, en California Historical
Society Quarterly, San Francisco, California, University of California Press and California Histo-
rical Society, Vol. 34, No. 2 June of 1955), p. 116.
32
ACM, 6 de octubre de 1853
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 499
no llegó a realizarse porque a los pocos días fue invadida la población por el Có-
lera morbos. Los recursos municipales se destinaron a paliar dicha epidemia.
La medida de acondicionamiento era lógica: en dicha plaza se acostumbraba la
celebración de tres eventos públicos anuales, eran una especie de ferias, una en
la pascua, otra en las fiestas patrias y una mas a finales de diciembre, con mo-
tivo de la navidad, cuya explotación generalmente se remataba al mejor postor.
La plaza y el teatro eran los espacios más utilizados para la recreación de
los diversos sectores de la población mazatleca. Poco importaba si debido a su
constante uso y explotación, el edificio que fungía como teatro en Mazatlán, o
“teatro del Recreo” como se le llamaba, mostraba serias deficiencias de operati-
vidad, ya que según el análisis que el cabildo porteño había realizado, se tenían
que hacer “las reformas indispensables al local para mejor servicio público”,33I
Por estas mismas fechas, se ofertaban otro tipo de diversiones, claro no
todas con el beneplacito pficial.
Una censurada fueron los juegos de azar, al grado tal de que fueron prohi-
bidos a partir de la década de los sesenta del siglo XIX, por parte del cabildo
mazatleco34, pero, ello era aplicado exclusivamente a las clases trabajadoras del
puerto. Las élites necesitaban de la diversión “del azar” entre sus propios círcu-
los de amistades y diversión.
Pero había otras opciones de diversión que recibían el visto bueno de las
autoridades locales. Por ejemplo, en esas fechas llegaban al puerto diferentes
espectáculos como el de “La caja Mágica”, por la que el cabildo cobraba un peso
diario, o también, las funciones de magia con cobro de un porcentaje para el
Ayuntamiento.35 A otras, la condición para que dieran sus funciones era que
debían dar una, a beneficio casi siempre del hospital. Diferentes espectácu-
los se presentaban entre los que figuraban, el de un francés que pide permiso
de poner en el teatro “cuadros plásticos históricos, religiosos y mitológicos”.
Sin embargo, no todos los artistas querían cooperar o pagar, ya que llegó una
compañía de teatro, dirigida por el italiano Eugenio Biarchi y su esposa, que
de antemano decían “no dedicar función alguna a ninguna clase de personal o
corporación”. Cobraban 4 pesos la función, precio que sólo podía cubrir una
reducida élite local. Otros –los muchos- optaban por peleas de gallos y corri-
das de toros.
33
ACM, 17 de octubre de 1861.
34
Actas de Cabildo de Mazatlán, 10 de diciembre de 1861, en los sucesivo ACM y fecha.
35
ACM, 14 de enero 1862.
500 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Ibid.
36
Milo Milton Quaife, Pictures of the Gold Rush, fotocopia proporcionada por Manuel Gó-
37
40
MP, 10 de enero de 1878, p. 3
502 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Libro de Actas del Ayuntamiento de la ciudad de Mazatlán para el año de 1867. Tomo I,
42
Pero los actos de desorden eran los menos, pues se asistía para divertirse
y por glamur. Una práctica que se tenía era que los asistentes a las funciones
de teatro hicieran obsequios a los principales actores o actrices, e incluso el
ayuntamiento en ocasiones hizo estos presentes, como la diadema de oro que
a nombre de la ciudad regaló a Manuela Gómez de Pineda en febrero de 1869,
que tuvo un costo de ciento treinta pesos. No habría dinero para la comida
pero si para este tipo de “detalles”. Esta costumbre también se daba en los tea-
tros de México.45
Teatros que no siempre estaban en las mejores condiciones, ya que para
1869, la prensa local haría alusión al local del teatro como un “local incomodo,
incompleto,”46 pero aún así la concurrencia se hacía presente.
Pero la afición por el teatro, la comedia y la música se siguió manifestando
entre los porteños, lo que provocaba el arribo y presencia de varías compa-
ñías artísticas que hacían una temporada de funciones en Mazatlán. Una de
ellas fue la Compañía Orlandini, la que estuvo presente en el puerto durante
la primera mitd de 1874, hacia el último tercio del mes de mayo, abandonó
el puerto embarcándose rumbo a Sonora en el vapor California, pero para
despedirse dio una última función titulada Hernán de Verdi, teniendo como
participantesr Agata Statess, Beccei, Orlandini y Pardini. El público mazatleco
salió satisfecho de dicha función.47
Poco despues llegaría otro espectaculo al puerto sinaloense. Una compa-
ñía americana que representaba el famoso espectáculo Black Crook,48 teatro
musical donde figuraba comedia y magia, (el cual tuvo cerca de 400 presenta-
ciones seguidas en el teatro Nibloss de Nueva York) se presentó en Mazatlán,
procedente de San Francisco. Tras su presentación, se desplazó a Tepic y Gua-
dalajara. 49
45
Luis Reyes de la Maza, El teatro en México durante el Segundo Imperio (1862-1867), UNAM,
Imprenta Universitaria, México, 1959.
46
RS, 17 de febrero de 1869.
47
OCC, 24 de mayo de 1874, p. 2.
48
Espectáculo donde numerosas coristas bailaban sugerentemente en el escenario vestidas
con estrechos trajes color de rosa que daban la idea de desnudez, con grandes efectos, incluida
la simulación de un huracán. Las bailarinas representaban espírutus y duendes, la historia se
basaba en la leyenda de Fausto. El nombre del espectáculo alude a un hecchicero jorobado que
hece pacto con el diablo; tomado de Paula Fayolle, Los grandes musicales, Barcelona, Ediciones
Robin Book, 2008, p. 16.
49
La Voz de México, 22 de noviembre de 1874, p. 3.
504 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
50
MP, 1º de agosto de 1877, p. 3.
51
MP, 28 de febrero de 1878
52
MP, agosto 8 de 1878, p. 3.
53
MP, 5 de septiembre de 1878, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 505
54
Los Angeles Herald, Los Ángeles, California, 21 of january of 1895, p. 4.
55
El Monitor del Pacifico, 20 de Septiembre de 1879, p. 3.
56
El Correo de Occidente, 25 de marzo de 1886, p. 3.
506 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
57
Diario Oficial del Gobierno Supremo de la República (en lo sucesivo DOGSR ), México, 7
de mayo de 1868,
58
DOGSR, 5 de junio de1868.
59
4-DIV, 9 de mayo de1869.
60
4-DIV, 16 de mayo de1869.
61
CT, “echemos un párrafo”, p.208.
62
4-DIV, 16 de mayo de 1869.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 507
63
La Ibería, 24 de marzo de 1870, p. 3.
64
MP, 19 de diciembre de 1878, p. 3.
65
MP, 20 de septiembre de 1878.
66
MP, 8 de agosto de 1878, p. 3
508 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
acceso era posible sí se podía pagar la entrada, pero existían otro tipo de even-
tos sumamente restringidos. Como el gran baile que los residentes alemanes
que organizaron en honor al sr. Joaquín Redo en mayo de 1878. Una descrip-
ción de este evento habla de que el salón estaba formado por dos columnas
paralelas de cocos que al enlazar sus brazos formaban una hermosa palapa,
formando así una bóveda natural. Había miles de luces artificiales presentán-
dose majestuosamente una cabecera el pabellón del imperio alemán y en la
cabecera central y en derredor suyo los de todas las naciones.
Las damas ostentaban un exquisito gusto al vestir, el razo blanco como el
armiño, el terciopelo de Utrech, finos lienzos de seda, las piedras orientales en
el cuello y riquísima pedrería en los delicados dedos de algunas finas damas
daban fe del buen gusto y la fina elegancia de los que se había dado cita.
Los trajes de punto y gazas transparentes presentaban a las niñas espiri-
tuales, impalpables como envueltas en nubes blanquísimas o dorados celajes
flotando en la inmensidad de los mundos.
Esto solamente se observaba en eventos exclusivos, protagonizada funda-
mentalmente por prominentes extranjeros y unos cuantos nacionales. Como
aquel evento que la prensa recreaba de la siguiente manera: durante el evento
se chocaron copas rebozando la Champaña por la conservación de las relacio-
nes del imperio alemán y la República mexicana.67.
En torno a eventos como éstos, la prensa local muy imbuida en la construc-
ción de opinión pública y con marcadas influencias mutualistas comentaba:
“Cuando la clase proletaria sufre el hambre, el frío y la desnudez, los hombres
de dinero se divierten en bailes y comilonas, cuyo costo habría mejor destinar
al alivio de los pobres; pero como cada uno es libre de emplear su dinero en
lo que mas le acomode, nuestros ricos, prefieren los acordes de la música, al
consuelo de la desgracia.68
67
MP, 25 de abril de 1878, p. 3.
68
MP, 20 de diciembre de 1877, p. 1.
XIII. Entretenimiento, festividad y padecimientos
frente al mar en el ocaso del siglo xix
breves días después de haber sido recibida en este puerto, en medio de gran ova-
ción popular, la inminente artista Sra. Ángela Peralta, yacía rígido su cadáver, entre
blandones, en una de las salas del Hotel Iturbe, donde precisamente había escucha-
do los gritos de júbilo de un pueblo electrizado.1
1
Francisco Gómez Flores “Ángela Peralta”, en Mazatlán Literario. Álbum. Prosa y verso de
los escritores de la ciudad de Mazatlán, Mazatlán, Imprenta y Casa Editorial de Miguel Retes,
1889, p. 20.
509
510 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
2
Pedro Victoria “En la muerte de la eminente artista Ángela Peralta”, en Mazatlán Literario,
p. 90.
3
Victoriano Agüeros, editor, El Tiempo. Edición Literaria, México, Imprenta de la Biblioteca
Religiosa Histórica, Cinetífica y Literaria, Tomo I, 1883, p. 464.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 511
Su muerte se convirtió en una noticia que se propagó por doquier, por eso
a poco más de un mes de su deceso, el director del Conservatorio de Música
y Declamación de Matamoros, Tamaulipas, gestionó ante un empresario de la
zarzuela de la ciudad para que pusiera a su disposición el gran Teatro Msicala,
a fin de que se verificara una velada fúnebre en honor y memoria de la distin-
guida artista Ángela Peralta.4
En fin, el selecto público mazatleco y nacional que disfrutaba de las pre-
sentaciones de la artista, lamentó su intempestida partida. Pero, como dice la
coloquial frase, “la función debe continuar”, así que, por esa misma receptivi-
dad, el arribo de artistas y espectáculos de este tipo continuaron presentándose
en Mazatlán, tanto en el teatro como en otros espacios de expresión cultural.
Por eso mismo, años más tarde, cuando -en marzo de 1888- la compañía
lírica de Isidro Pastor estaba haciendo temporada en Mazatlán, aparte de sus
funciones, promovió una acto de reconocimiento y ceremonia en honor a la
artista fallecida años atrás en ese mismo lugar, A este acto, los mazatlecos acu-
dieron en masa, sin distinción de clases sociales, aunqie destacaban damas que
asistieron con vistosos sombreros y sedas
El día programado, a las cuatro de la tarde inició la marcha desde el pórtico
del teatro acompañada de dos bandas de música, la comitiva se desplazó por la
calle del Recreo para enfilar rumbo al cementerio, se desfilaba paso a paso ante
una muchedumbre que invadía el trayecto. En las ventanas de algunas casas se
exhibían cortinas blancas con crespones negros. Azoteas, balcones y ventanas
estaban llenas de espectadores. Alrededor delas cinco de la tarde la comitiva
llegó al cementerio que ya estaba invadido por una multitud de alrededor de
5 mil personas. Se llegó hasta el sepulcro de la artista y ante el pueblo mazat-
leco y los artistas de la Compañía Pastor. El maestro Arcaraz inició el acto
agradeciendo la presencia de Javier Sánchez, representante de la empresa de
la fallecida e iniciador de dicha manifestación, así como también agradeció la
presencia de Isidro Pastor y su compañía, al igual que a las autoridades civiles
y militares, así como a los cónsules extranjeros. De sus palabras destacaron las
siguientes frases:
4
La Iberia, 13 de octubre de 1883, p. 2.
512 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
La señora Peralta dedicó su clara inteligencia y sus enormes facultades a tan me-
ritoria labor, haciéndose justamente acreedora a la gratitud de sus compatriotas y a
la admiración de los extraños. Consagró integra su existencia al arte, que fue su per-
petua aspiración, su constante anhelo; pero siempre con la idea permanente de que
los laureles por ella conquistados, ornarían más tarde las sienes de la patria, dando a
la vez sombra de inmortalidad y de gloria a su sepulcro. 5
¡Pobre Ángela! La última vez que las argentinas notas de su voz resonaron en el
gran teatro Nacional de México fué cantando la romanza Vorrei Moriré: aún nos
parece escuchar aquella dulce voz diciendo con tristeza irdefinible:
Vorrei morir nella estagion dell”anno
quando é trepida l”aria é il ciel sereno.
Y murió en la estación del año en que es tibio el ambiente y está sereno el cielo,
en el mes de Agosto, pocos días después de su santo, la Virgen de los Ángeles..7
Ahora que, el gusto por el teatro y el espectáculo siguió presente entre los
mazatlecos; asi que, en las proximidades de la última década del siglo decimo-
nónico, Mazatlán seguía llamando la atención por sus espacios culturales, la
actividad artística y eventos recreativos que se desarrollaban. En este aspecto
ocurrieron diversos sucesos: Sí para fines de agosto de 1888, en este puerto de
Mazatlán se fundó el Circo Atayde Hermanos, presentando su primera fun-
5
DH, 13 de marzo de 1888, p. 1.
6
El Álbum Ibero Americano, 30 de diciembre de 1891, p. 2.
7
Ibíd.,, Madrid, 30 de diciembre de 1891, p. 278.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 513
ción en la plaza de toros del lugar,8 para el año siguiente, un escritor que arribó
al puerto procedente de Culiacán consiederaba que una clara manifestación
del alto grado de cultura que prevalecía en el puerto se pónía de manifiesto
con el imponente Teatro Rubio, al que consideraba que como un edificio ver-
daderamente hermoso y de indisputable mérito arquitectónico. Las decoraciones
son excelentes, y creo difícil que se encuentren iguales en los teatros de los grandes
centros como México y Guadalajara. Sobre su concurrencia a dicho inmueble,
sus narraciones fueron las siguientes:
Tuve el gusto de concurrir la noche del domingo a una función dramática dada por la
Compañía Rosado, que actúa actualmente en aquella población; y no tanto fue de mi
agrado el magnifico drama que se puso en escena “La Maitre de Forjes” arreglado de
una conocida novela… No sin razón la Perla del Pacífico es visitada por las mejores
Compañías de Opera, Zarzuela y Dramáticas del país.9
Es indudable que una de las manifestaciones más socorridas eran los con-
ciertos, Por ello, el 18 de octubre de 1891, en el Teatro Rubio de Mazatlán se
realizó un concierto vocal e instrumental ejecutado por las señoritas Macada-
gal, dos destacadas alumnas del Conservatorio Nacional de Música, y por el
barítono Pardini. En días posteriores, el Club Amistad de este mismo puerto
organizó otro concierto.10
Aunque no todas las presentaciones contaban con el mismo éxito y con-
currencia, pues unos meses más tarde en el mismo Teatro Rubio se presento
“El Juramento”, del Sr. Delgado, contándose una concurrencia poco numerosa.
Después presentó “La Marsellesa”, el la cual se volvió a apreciar la participación
de la señorita Pastor, al gual que como había sucedido la temporada pasada,11
cuando esta compañía estuvo una corta temporada en este puerto.
8
Aurelio, Patricia y Andrés Atayde Arieche, “Como nació el Circo Atayde Hermanos”, en
Tramoya. Cuaderno de Teatro, Xalapa, Universidad Veracruzana, N° 60, julio-septiembre de
1999, p. 9.
9
La Patria, 26 de junio de 1889, p. 3.
10
SDyN, 6 de noviembre de 1891, p. 3
11
El Socialista, 12 de junio de 1892, p. 3.
514 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
La cotidianeidad mazatleca
El acontecer de la vida local fluye no sólo en los espacios públicos sino también
lo que ocurre en la vida privada, la cual no es un espacio aislado o eparado el
conglomerado social, pues la vida privada invariablemente, tiene rendijas y
ventanas abiertas para que la vida pública y la sociedad se asomen y puedan
tejer diálogos fecundos con este reducto de la existencia y convivencia huma-
na. Lo anterior indica que la existencia fluye entre lo privado y lo privado, así
que puede presentarse una privatización de ciertos aspectos de la vida pública
y, a su vez, ocurrir una sociabilización de otras manifestaciones que habían
correspondido o se consideraba vida privada. Esto quiere decir que en cierto
tiempo y sociedad aspectos que tienen que ver con la vida privada, también se
mnifestaban socialmente y eran impulsadas desde lo público. Así, comprender
las dimensiones de la vida privada es analizar el acontecer al interior de un es-
pacio en que lo público termina estrechando sus alcances en el cruce de la puerta
que separa la calle, la vereda, de la o las piezas interiores. Más que cruzar la
puerta (y cerrarla tras sí), se penetra a otro espacio y en ese espacio se privatiza
lo público. No se elimina, ni siquiera se supera, pero sí se acomoda, se estrecha,
se singulariza12.
Por otra parte, la vida privada no es sinónimo de vida íntima, entendida
esta última como un ámbito reservado o circunscrito a una persona o grupo
que se protege de cualquier intromisión externa. Mientras que gestos, actitu-
des o comportamientos expresados en la vida privada, como el la familia, pue-
den ser reflejo de sociabilidades imperantes o bien un espacio donde se acota
lo privado y lo público, Por ejemplo, cuando los sentimientos se exteriorizan
y expresan públicamente, indica que estaríamos observando una socialización
de la vida familiar, pero en sentido inverso también puede presentarse una pri-
vatización de la vida familiar. En pocas palabras las cambios, transformaciones
no se presentan con la misma dimensión y efecto en toda una sociedad, a nivel
familiar se puede encontrar un recepción diferencial de rasgos socio-culturales
presentes en la vida pública. En pocas palabras estas relaciones tienen ritmos,
flujos, filtros, mediaciones y manifestaciones diversas. No son reflejos mecá-
12
Eduardo Cavieres F., “El sinceramiento de la vida privada y la recuperación de lo público.
individuos, prácticas y familia a través de testamentos en Valparaíso de 1860”, en Revista de His-
toria Social y de las Mentalidades, Santiago, Departamento de Historia/Universidad de Santiago
de Chile, Vol. 1, Nº 10, 2006, pp. 181-202
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 515
nicos, pero tampoco entes separados, son espacios con diálogos en tonos di-
ferentes,
Ahora bien, existe un pauta de comportamiento que fluye tanto el espacio
público como privado: la cotidianeidad. Una forma de ver y expresar viven-
cias o actitudes donde afloran costumbres, hábitos como las recreadas por el
norteamericano Henry Edwards) en 1875 al describir su hotel pone atención
en su patio central, donde algunos huéspedes daban albergue y alimento a sus
caballos y mulas, impregnando al hotel de un ambiente campirano.
Mientras que traspasando las paredes del hotel un gallo anunciaba el prin-
cipio del día y el trajín de caballos, mulas y jinetes hacia que en la ciudad se
invadiera de ruidos nada recatados. En tanto que ciertas noches y amaneceres
predominaban los estridentes gritos de cargadores del muelle, vendedores am-
bulantes y las tradicionales serenatas mexicanas.13
A este panorama de 1875 (y de varios años posteriores) habría que agre-
gar a transeuntes muy singularles que hasta llamaban la atención de la prensa
aunque solamente para quejarse, pues en calles y playas de Mazatlán se notaba
una abundancia de perros,14 que alterabamn el “ordenado paisaje urbano” y el
ambiente de progreso y civilidad”
Sobre este ambiente de la vida porteña, para mediados de la última década
del siglo, un corresponsal de un periódico californiano señalaba que era muy
razonable los costos y el ambiente local. Para el viajero que llegaba por barco,
desde el lugar del anclaje a dos millas de la costa, era trasportado junto con su
equipaje por lancheros que lo llevaban hasta un hotel por un peso mexicano.
Asimismo, se podía conseguir un hotel con habitaciones limpias y espaciosas,
una buena mesa, y una buena dosis de cortesía por $1,50. Y si en lugar de ca-
minar por el lugar, se optaba por montar a caballo, su costo era 20 centavos
por hora.15
En tanto que para principios de la última década del siglo XIX, la población
de clase media y alta vivía acpntecimientos donde lo privado y lo público ao-
recían plenamente engarzados, una de estas manifestaciones eran las fiestas fa-
miliares donde familia, amigos y habitantes compartían el suceso. Obviamente
cada quien a su manera y nivel. Por ejemplo, El 12 de diciembre de 1892, Don
Tranquilino Peláez celebró su onomástico, ¿cómo se vivió este acontecimiento?
13
Luis Antoio Martínez Peña, op cit., p. 86.
14
Tomado de La Ibería, México, 8 de abril de 1875, p. 3.
15
Los Angeles Herald, Los Angeles, California, 21 of january of 1895, p. 4.
516 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
El lector de la prensa local se enteró que ese día el festejado decidió pasarlo en
el campo acompañado solamente de su familia, con el deseo de evitar las mfeli-
citaciones y demás manifestaciones de aprecio de sus amistades. Sin embargo,
en la misma prensa apareció una lujosa invitación donde el general Ignacio
A. Bravo y Alberto Beteta invitaron a un banquete en su honor a celebarase a
partir de las las 13 hrs. en el Horel Central a celebarase el 25 de diciembre de
ese año en curso. Habían pasado casi dos semanas del día del festejo, pero eso
no disminuyó el ánimo y la convivencia: el evento se amenizó por la Banda del
8º Batallón; los asistentes disfrutaron de cocktail, menú (francés), champán,
jerez y borgoña. La prensa destaca que en este evento de amigos se presentó
algo que resultó sumemente agradable: que no se convirtiera la reunión (2 ½)
en torneo literario. Pues solamente usaron discretamente la palabra, los señores
Bravo, Beleta, Francisco Echeguren y el obsequiado, quienes a pocas frases se refi-
rieron al objeto de la comida y nada más. Más allá de eso, la convivencia giró en
torno a música, vinos, potajes y conversación. Alberto Beteta, en su calidad de
redactor de La Opnión de Sinaloa remata afirmando: Desearían que este acon-
tecimiento fuera mas seguido, pues tiende a estrechar mas los lazos de amistad
y en proporcionarnos ratos de placer, que son por desgracia escasos en la vida.16
Claro, también eran acontecimientos donde se reafirmaba el prestigio y la
ostentación. Pero sobre todo eventos como este son una punto de confluencia
entre la vida privada y la pública. Asimimo, eventos como éste, se ubican en un
campo de sociabilidades donde se entremezclan la afectividad y la proxemia.17
Sociabilidad entendida como un conjunto de relaciones y prácticas organizadas
que se desarrollan en el ámbito intermedio entre el núcleo familiar y las esferas
del Estado y del mercado, altamente formalizadas y con lógicas propias. A nivel
local, las relaciones y prácticas de sociabilidad conforman redes y grupos sociales
Este concepto fue establecido por Edward Hall. Por Proxemia define al uso y percepción
17
que el hombre hace del espacio social y personal, especificamente la distancia que se deben man-
tener en las variadas relaciones humanas En su opinión, la percepción del espacio se deriva de
los órganos sensores comunes en los seres humanos, pero es influido y esculpido por las pautas
de la cultura presente en dicha existencia humana. Por tanto se refiere a la organización y uso
del espacio próximo al ser humano individual o como grupo social. Los sujetos establecen entre
sí y para con los otros una distancia interpersonal, la cual es clasificada como pública, social,
personal e intima. De estas cuatro, en el caso señalado, es la distancia personal la que domina en
este festejo, la que se utiliza –diría Hall- en las relaciones cercanas establecidas entre familiares
y amigos (donde la distancia interpersonal oscila entre 1.5 y 4 pies) Véase, Edward T. Hall, La
Dimensión Oculta, México, Siglo XXI, 26° edic., 1972.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 517
que son dinámicos y variables y se hallan inscritos en las formas de vida cotidia-
na.18 Son formas de sociabilidad donde la interacción, la convivencia igualita-
ria, el clima afectivo, la jocosidad, la alegría y la comensalidad, son elementos
configurantes.
Pero no todo es convivencia y jolgorio, la vida diaria implica la realización
de todo un conjunto de actividades ligadas a la reproducción de la existencia
personal y familiar. Uno de éstos es recreado a inicios de 1895 por un corres-
ponsal de prensa, al atisbar su vista en el mercado local: encuentra que en este
lugar que en este espacio que ocupa la mitad de una plaza, entre las 6 y 9 de la
mañana, se puede localizar a personas de todo tipo, que visitan casi doscientos
pequeños vendedores; pero su descripción se centra en una joven visitante del
mercado: Aquí viene una sefiorita atractiva, con trenzas largas y oscilantes. La
observa hacer su recorrido canasta en mano, dentro de la cual sobresale una
botella de cuello largo para ser llenada con un litro de leche. En su recorrido
compró tres o cuatro huevos, un puñado de frijol, una cuarta parte de un re-
pollo (col) y la misma medida de coco; a su canasta se agregan también dos
plátanos, una media hogaza de pan y un trozo de carne; una rebanada de que-
so, un tallo de apio, cebolla y ajo. Como fruta se lleva una parte de una piña. 19
Con eso concluye una de sus compras diarias.
18
Josepa Cucó i Giner, “Sociabilidades urbanas”, en Ankulegi: girarte antropología aldizkaria
= revista de antropología social, San Sebastián, Asociación Vasca de Antropología, N° 12, 2008,
p. 66.
19
Los Angeles Herald, Los Angeles, California, 21 of january of 1895, p. 4.
518 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
ra, era más importante que los asuntos o problemáticas que la ciudad y puerto
de Mazatlán padecían en aquellos momentos.
Este tipos de situaciones serían plasmadas en las diferentes crónicas del
poeta y cronista Amado Nervo, destacando una serie de características que la
sociedad mazatleca de la época mostraba tanto a propios como extraños, en su
proceder cotidiano, es decir lo que pasaba en la plaza, en la calle, en los este-
ros, en la playa, en los salones de baile, en los lugares oscuros y mal olientes, es
decir, en esa compleja realidad mazatleca de a finales del turbulento pero a la
vez contradictorio siglo XIX de nuestro país.
Como ya se mencionó previamente, la existencia de un ambiente de opu-
lencia y festividad entre la élite porteña, cuya mayoría eran descendientes o de
origen extranjero directo20. La concurrencia a este tipo de eventos, y el carácter
de importancia que estas familias le daban a la asistencia de la misma, era algo
de tomar en cuenta para sus estilos de vida.
El gran asombro que la prensa de la época expresaba sobre la existencia de
2 fiestas o tertulias por semana, así como del ánimo por el baile, sin impor-
tar las bajas temperaturas en el puerto –temporada invernal- no eran excusas
para que no existiera o mejor dicho, no se gozara del baile, del fino licor y de
la admiración hacia “el refinamiento del bello sexo”21 por parte de las familias
notables mazatlecas. Los juegos de azar, el vino y la música eran los “común
denominadores” entre este tipo de fiestas o reuniones de sociedad.
En “Olas Altas”, la abundancia era una las características o por lo menos, era
la idea de apariencia que se trataba de imponer por parte de los asistentes más
pudientes a dicha ocasión, “las mesas cubiertas de excelentes ostiones fres-
cos, pavo relleno, bacalao a la vizcaína”22 eran algunos ejemplos de los mejores
manjares que se deleitaban en tales días dentro de las carpas de la festividad.
De lo anteriormente dicho, es necesario hacer la siguiente aclaración, esto
sólo ocurría entre las clases privilegiadas o adineradas del puerto, es decir, aún
cuando el populacho o las clases menesterosas tenían acceso a la concurrencia
20
Apellidos como O´Ryan, Thomalen, Casal, Kelly, Molins, Silver, Goldbaun, lavín, Eche-
guren, Schober, Haas, Cardinault, Koerdell, Legrant, Díaz de León, Portillo, Rocha, Villaseñor,
De la Peña, Barragán, Hidalgo, Mortero, Dórida, Tapia, Gutierrez, Galán, estarían presentes en
las diferentes tertulias o veladas en el salón principal del Casino de Mazatlán, haciendo lucir sus
mejores sonrisas, perfumes y vestidos.
21
“Lunes de Mazatlán: La tertulia en el Casino”, en Amado Nervo, Lunes de Mazatlán: cróni-
cas (1892-1894), México, UNAM, 2006. p. 94.
22
“Olas Altas”, Ibíd., p.136
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 519
de la festividad, no eran agraciados con tales suculencias de las que gozaban las
clases “refinadas” del puerto.
Sin embargo, todo tiene un fin, es decir, para el caso de las ya antes aludi-
das fiesta llamada Paseos de Olas Altas. En mayo se realizaban esos eventos
festivos, pero los prepatativos empezaban semanas antes, desde fines de abril
se repartian espacios o terrenos en la explanada del Paseo a fin de establecer-
se tiendas de campaña, donde se albergaban gran cantidad de excursionistas
provenientres de diversas partes de la entidad. Muchos de ellos llegaban desde
los primeros días de mayo en los vapores “Altata” y “Mazatlán”, los que ofrecian
precios especiales por el vciaje redondo. Durante los festejos que alcanzaban
fuerza hacia la última semana del mes, en dicha explanada se contaba con la
participación de la música del 8° batallón (generalmente los días miercoles, sá-
bados y domingos). Además, todas las noches había fuegos artificiales. Asimis-
mo, toda la explanada se ilumninaba farolillos de colores y luces de bengala.23
Durante estos festejos, la agitada actividad económica y los ecos de la gente
en la bahía porteña, se convertían en “mutismo” y se reiniciaba la relajada vida
mazatleca, de igual forma, se iniciaba el recuento de las ganancias o las pérdi-
das económicas24 como consecuencia en dicho evento, cuya importancia, iba
desde el nivel local hasta el nacional.
Los sentimientos de nostalgia y fin de las fiestas de Olas Altas era una rea-
lidad. Nervo con su refinado estilo, menciona sobre esto, haciendo mención
de “las agitadas horas que revolotearon a nuestro rededor y después huyeron
veloces yo no sé a dónde”25, era la manera de expresar los momentos de des-
pedida de una de las temporadas más alegres que experimentaba la sociedad
mazatleca durante el año en su ciudad.
Sin embargo, tal “mutismo” no sería eterno. Las festividades cívicas en el
puerto, como es el caso de la festividad del día de la “Independencia” o 15 de
septiembre, daría ese elemento para “resucitar o revivar” al populacho, es de-
cir, existiría un arraigado o fuerte interés por el goce o la diversión en las fe-
chas cívicas de importancia, y el caso del día de la Independencia no sería la
excepción.
23
Al respecto véase, El Correo de la Tarde: 25 de abril de 1892. p. 2; 30 de abril de 1892. p. 2, ;
y 24 de mayo de 1892. p. 2.
24
Lunes de Mazatlán: crónicas (1892-1894)… p.137.
25
Ibid.
520 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
28
Para estudiar más sobre el tema, véase, Víctor Javier Pérez Montes, Op. Cit. Y Margarita L.
Armenta Pico, Op. Cit.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 521
Por motivo del mal clima e inundación de las calles céntricas, no era de
extrañar, que algunos miembros del Cabildo o la administración mazatleca
no estuvieran presentes, de igual forma, los adornos y todo tipo de decora-
do alusivo a la festividad patria, era estropeado por la acción del agua, por lo
que terminarían como mencionaba Nervo en sus crónicas periodísticas: “las
banderolas de gayos colores uniformaban sus tintes, pues mezclado el verde con
el colorado y los dos con el blanco por la acción de la lluvias resultaba un color
indefinido”29
Ya fuera en la casa de gobierno, la Escuela náutica, en la plaza de Machado o
en la plaza Hidalgo, todos estos puntos parecían ser verdaderas islas en el “mar
citadino mazatleco” que sólo se podía tener comunicación mediante “pangas”
29
Amado Nervo, Op. Cit.
522 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
30
“Crónica”, Ibíd., p.184
31
Ídem.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 523
32
Ibíd., p.189.
33
OS, 5 de enero de 1893, p. 2.
34
“La anhelada fiesta”, Ibíd., p.222
524 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
En otras palabras, el gozo y “la diosa fortuna” haría olvidar esos detalles tan
importantes como el arreglo de mejores sueldos a servidores públicos, como
los ya mencionados policías o guardianes públicos, y otros por mencionar a:
Secretarios de oficinas gubernamentales, maestros de escuelas municipales,
trabajadores de limpieza y embellecimiento del puerto y los trabajadores de
mejoras materiales del mismo.
Gozo y festejo que aparecía como una constante y con lo cual los mazatle-
cos cerraban el siglo. Diversiones de todo tipo donde el baile atraía con verda-
dero frenesí a la jueventud mazatleca. Tanto así que a principios de diciembre
de 1899, un prestigiado columnista de la prensa local comentaba: El frío ha
despertado’en algunos jóvenes el deseo de bailar, y se han verificado algunas ter-
tulias muy animadas. Aunque agregaba que para los jóvenes porteño no había
estación que valga para el ritmo y la danza pues: En verano baila porque el calor
le hace hervir la sangre. En invierno porque es bueno un poco de ejercicio para
calentarse.35
Aunque la percepción festiva no era uniforme, el escritor y periodista Es-
teban Flores daba otra impresión, pues una vez descartado un concierto que
se rumoraba se realizaría durante esa primera mitad de ese último mes delaño
y el siglo, comentaba lo siguiente: Párece que no habrá nada y seguiremos en
calma hasta los últimos días del mes en que las fiestas de navidad y el baile del
Casino brillen como luminarias en las negras soledades del invierno. 36
Ahora que, si de festividades y desbordado goce se trata en este espacio
porteño no podían faltar las fiestas de carnaval
35
CT, 3 de diciembre de 1899, p. 3.
36
CT, 3 de diciembre de 1899, p. 3.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 525
37
Ileana Azor “Los carnavales en México: teatralidades de la fiesta popular”, en Beatriz Ara-
cil y Mónica Ruiz, Fiesta religiosa y teatralidad popular en México, América sin nombre., Murcia,
Universidad de Alicante, N. 8, diciembre de 2006, p. 60.
38
Estos objetos eran cascarones de huevo, pintados de colores y rellenos de harina, aunque
también optaban por rellenarlos de añil, tizne, ceniza, etc. El cascaron se podía reventar en la
cabeza de una persona sobre la que se desbordaba el relleno o bien lanzarse como proyectil en
función de la fuerza y puntería del portador, con los mismos efectos sobre el otro.
526 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
39
Luis Antonio Martínez Peña, Op. Cit., p. 88.
40
Carolina Crespo, “ Cuerpos paródicos: la carnavalización de lo carnavalesco”, en Alicia
Martín (comp) Folklore en las grandes ciudades. Arte popular, identidad y cultura, Buenos Ai-
res, Libros del Zorzal, 2005. p. 246.
41
Ileana Azor, Op. Cit., p. 59.
42
Luis Antonio Martínez Peña, Op. Cit., p. 89.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 527
43
La Patria, México, 4 de marzo de 1894, p. 1.
44
Alicia Martín, Fiesta en la calle. Carnaval, murgas e identidad, en el folklore de Buenos
Aires, Buenos Aires, Ediciones Colihue S.R.L., colección SyC, 1997, p. 10.
45
Alicia Martín, Fiesta en la calle. Carnaval, murgas e identidad, en el folklore de Buenos
Aires, Buenos Aires, Ediciones Colihue S.R.L., Colección SyC, 1997, p. 35.
530 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
distinto, donde los reyes del carnaval marcaban ruta sobre los festejos. En este
último carnaval del siglo, sobresalió la presencia del rey Tito I, quien como
parte de su representación, al momento de “expirar” y dejar sus decretos “pós-
tumos”, a su sucesor Tito II (que resultó ser su hijo), el siguiente mandato:
“Visita, dice al hijo, á esa pobre ciudad abandonada de la mano del Gobierno Ge-
neral; es bella, es generosa, tiene un puerto que no vale nada, pero podría conver-
tirse en el primer puerto del Pacífico, porque con todos sus defectos, si vas á Mazat-
lán, notarás que entre San Francisco y Panamá no hay ciudad de tal importancia.”’
“Se trata ahora de que nuestro futuro Carnaval se anuncie con trompeta y tambor,
viendo la luz los programas el día 1º del año. ¡Queremos tener en esos días, en
nuestra buena ciudad, pueblo, pueblo y más pueblo! Para lograrlo, no hay más que
invitar con anticipación y conseguir tarifas especiales para vapores y diligencias. 46
….
Este año vamos á tener un carnaval monstruo. Se necesita prepararlo de ante-
mano para que haya tiempo de encargar á Europa ó los Estados Unidos, á China, á
Filipinas si es necesario, cuanto se necesita.
Mazatlán tendrá este año, como el pasado,. tres días do verdadero placer y ya está
el artista dibujante, el joven Aurelio M. Salazar, trabajando en los programas que
serán más lucidos que los que por primera vez vistos en 1899, pues en 1900 se han
de hacer las cosas mejor.
Está, según parece, resuelto, que dos simpáticas agrupaciones tomaran en esta
ocasión la dirección de las tiestas en vez de dejarla á una Junta de Carnaval especial
46
CT, 15 de octubre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 531
para la que se deben reclutar miembros á toda prisa y salvar dificultades que adop-
tando este nuevo sistema no se presentarán. No se duda ni por un momento que el
comercio cooperará gustoso a estos ordenados y lucidos festejos. 47
47
CT, 4 de enero de 1900, p. 2.
48
CT, 4 de enero de 1900, p. 2.
532 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
una verdadera parodia universal y tiene una rara virtud su oración , de hacernos ver
los objetos bajo una nueva faz no sospechada; y ciertas cosas que siempre las veía-
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 533
mos con admiración, ciertos personajes que nos inspiraban respeto, Mr. Argos, con
la mayor naturalidad del mundo, les planta los arreos de polichinela, y nos los hace
piruetear con gran regocijo nuestro entre carcajadas y aplausos. En este género Mr.
Argos es una majestad titánica.49
49
Alonso Morgado, “La Mesa de Mr. Argos”, en Mazatlán Literario….p. 136.
50
CT, 25 de noviembre de 1899, p. 1.
51
CT, 27 de abril de 1891, p. 2.
534 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
prolongada y sazonada por excelente apetito, a las dos, siesta, a las cuatro calle,
a las seis serenata (ahora Olas Altas), un cacho de conversación con la novia,
después, un helado para mitigar el fuego del amor, a las ocho, cena en una car-
pa, después siguen de paseo y a las doce, el lecho y el sueño ¡Sublime!”52
El párrafo anterior, daría ejemplo de un día de ocio en la clase privilegiada
en Mazatlán, teniendo como referencia el día domingo como el día excelente
en las actividades de diversión y placer en Mazatlán, claro, que no hay que ha-
cer juicios generalizadores, sin embargo, la presencia de un ambiente de fiesta
y ocio en el puerto sinaloense, hace pensar que el grueso de la población (ya
fueran tanto las estratos “menesterosos como elitistas” o combinados entre sí)
tenía la idea del domingo con un sentido de fiesta mundana o placer mundano,
más que el de festividad sacra o religiosa.
De igual manera, las actividades que se realizaban para darle este sentido
“festivo mundano” era la práctica sumamente arraigada de los juegos de azar
entre la población y cómo se mencionó anteriormente, pese a la prohibición en
algunos sectores de la población mazatleca, como los oficiales y trabajadores
de los diferentes talleres porteños.
Sin embargo, los juegos de azar –tan satanizados por la clase política liberal
del siglo XIX y por la doble moral de la clase privilegiada mazatleca-, sería par-
te de la vida de los trabajadores porteños, teniendo el juego de azar, como las
cartas o los dados, el medio de expresión de la vida despreocupada o “relajada”
de los mismos. Todo se toma “al azar, buscando cambiar la vida en un golpe de
suerte”, teniendo esta visión, como contraria a la visión liberal del trabajo or-
denado, sistematizado y sin complejos o vicios de siglos anteriores al siglo XIX.
Lo anterior, se reafirma con la crónica de Nervo, cuya visión crítica enfoca
en este aspecto <tan importante> de la vida cotidiana del mazatleco decimo-
nónico de la siguiente manera: “…el que tenía la ilusión de convertir diez pesos
en quinientos pesos para ir a la exposición de Chicago, se encuentra con que
no tiene ya ni los quinientos y los diez, por obra y gracia de alguna sota mal
intencionada…”53
Lo dicho, la vida, los proyectos, los planes, las ilusiones se jugaban el todo
por el todo, dejando a la diosa Fortuna, jugar con los destinos de los porteños
de aquellos años con todo y capricho.
52
“Domingo y Lunes”, Amado Nervo, Op. Cit., p.140.
53
Idem.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 535
“El señor Errando, ex representante de dos empresas de Teatro, obró ayer muy de
acuerdo con su apellido, errando por completo al suponer que podía tener éxito
una representación cómica en el Teatro de Variedades como se le llama <pompo-
samente> al levantado en el corral de Echeguren en las Olas Altas. Ante un público
mas exiguo, como quien dice en familia se puso en escena una piececita intitulada
“lo positivo” y lo negativo es que la empresa no sacó ni los gastos”56
54
“Olas Altas”, Ibíd., pp.135-136.
55
“La última noche”, Ibíd., p.143.
56
“Mazatlán no está para fiestas” ,Amado Nervo, Op. Cit., p.148
536 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Aún con todo y vocación festiva que los mazatlecos, sí el estomago y las
alacenas estaban vacías o con muy baja dotación, la fiesta, la diversión o el goce
pasaba a segundo termino, de ahí que la sonrisa de alegría y diversión cambia-
ba por una mueca de hambre y dolor.
Aunque para algunos de los pobladores locales la prosperidad y bonanza
parecía sonreirles, y la festividad tomaba su lugar en este sistema social de va-
lores, expresándose en lugares como el Casino del Puerto, el lugar predilecto
de la elite porteña donde daban daban rienda suelta a sus acciones lúdicas; tras
los goces y expresiones chispeantes queocurrían en el salón principal de este
recinto, una crónica de esos tiempos señalaba: “adentro quedaban las luces de
gas que se tornaban pálidas, porque luchan con las principales claridades del
alba, las sillas en desorden y las flores aún yaciendo sobre la blanca lona”57. La
diversión había concluido de momento.
Claro que este casino no era fácil tener como concurrencia a los porteños
pobres, los que si podían abarrotar las plazas o el Paseo de Olas Altas. Sin em-
bargo, sobre este aforo popular, existían voces para quienes esta fiesta popular
era burda y hasta denostaba a los porteños de bien. Adolfo O’Ryan, con el seu-
donimo de Zenón, escribía la columna “Notas de un mazatleco” en El Correo
de la Tarde, y desde ese foro, a pocos meses de que concluyera el siglo, comen-
taba que deberían prohibirse todods los juegos que atentaban contra la moral,
el orden público y el bienestar de las familias, lo que a su juicio proviocaban
las fiestas de Olas Altas, las qiue generaban “venga la desmoralización de sin
fin de jóvenes que pierden su carrera por tahúres, ebrios y escandalosos”. Por
ello declaraba que iba a emprender una campaña formal a fin de que, al igual
que como se prohibió el juego de harina para el carnaval, se impidieran dichos
juegos. Cuestionaba también que en los programas de estas fiestas apareciera
con letras de molde “habrá juegos permitidos”, pues en su opinión- la ruleta, el
monte eran juegos permitidos, “y se miente a la faz de la autoridad por aquello
que se disimula”. Pero en su campaña contra los festejos iba más lejos, pues
aunque se reservaba comentarios sobre los paseos y las carpas, lo que si tenían
claro y lo expresaba abiertamente era que “las ruletas, Ios montes y todas las
mesitas de ladrones que se colocan frente al Hospital Militar, se irán al demo-
nio. Cuestionaba también la moral de quienes establecían esos juegos, al ser
empresarios que iban a la iglesia, se persignaban y arrodillaban; pero más aún:
57
“Crónica”, Ibíd., p.184
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 537
voy á demostrar que quienes nos pervierten son vecinos de Culiacán, quie-
nes haciéndose aparecer como magnates con toda garantía del gobierno tosen
gordo, hablan recio, y se consideran como dueños de este Puerto desde que
pisan el muelle.
Es preciso que en el próximo año demostremos que sin juego sin tahúres
podemos celebrar una fiesta que no pugna con nuestras instituciones.58
La medida no tardó en llegar, unos días después en el El Correo de la Tarde
se comentaba: El hecho de que ahora se prohíba el juego escandaloso que año por
año teníamos que tragar Los sinaloenses en las famosas ferias de Mazatlán y Cu-
liacán, indica que ha colmado la medida de los que por tanto tiempo lo toleraron.
Medida gubernamental catalogada como un acto de arrepentimiento por tole-
rar tantos desmanes en tiempos pretéritos y de superación de debilidades para
colocar la virtud en el campo de la ley. Los juegos de azar eran considerados
como vicios que provocaban la derogación del robo, la prostitución, los crímenes
de sangre, el suicidio, la ruina, la desesperación, decretados implícitamente en los
permisos que autorizaban el juego de azar.59
Ahora que la diversión y el espectáculo no solamente se disfrutaba en las
fiestas y espacios abiertos donde las formas del goce se expresan de mane-
ra más dinámica y sin cortapisas, con expresiones más eufóricas de parte de
las audiencias, pues también se concurría a los eventos organizados en sitios
cerrados, obviamente con el pago de una tarifa por el ingreso. Por ejemplo, a
principios de 1893 el artista sueco Balabrega (su nombre era John Miller), de
amplio recorrido en México y Sudamérica, visitó el puerto de Mazatlán, go-
zando de gran aceptación, tanto él como su esposa Emma Lynden. El prestidi-
gitador Balabrega presentaba un show en el que mezclaba magia, mentalismo
e ilusionismo. Mientras que su esposa era especialista en el manejo de canarios
amaestrados y en la interpretación de instrumentos musicales, generaba me-
lodías con xilófono, vasos, botellas y demás instrumentos. Por lo anterior, la
prensa local realizaba grandes elogios en torno a Miss Emma Lynden.60 Lue-
go de su temporada en el puerto continuarían con su gira por el territorio
mexicano, la cual, a fines de ese año de 1893, participaban como artistas en la
temporada del Circo Orrin en la Ciudad de México; se les anunciaba como la
compañía de excéntricos e ilusionistas llamados los “Tres Bemoles” (Lynden,
58
CT, 8 de octubre de 1899, p. 1.
59
CT, 10 de octubre de 1899, p. 2.
60
El Tiempo, 16 de febrero de 1893, p. 2.
538 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Tomada de Juan Felipe Leal y Eduardo Barraza, 1900: Tercera parte. El circo y el cinemató-
61
grafo. México, Juan Pablos Editor/ Voyeur, Col. Anales del cine en México, 1895-1911, 2009, p. 57.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 539
Aunque disfrutrdado con particular énfasis por los pobladores del puerto
sinaloense, en general, ya sea como espectadores, organizadores o dinámicos
protagonistas en Mazatlán gustaba del festín en grande “costara lo que costara”
sin importar el derroche económico y los gastos que ello implicaría, en otras
palabras el mazatleco del siglo XIX (ya fuera de la élite o del populacho) se
esforzaba por vivir —o aparentar—, el hoy de manera impulsiva, sin importar
el mañana y las prioridades que conllevaban las futuras responsabilidades de
ese mañana, lo importante era el hoy,
Sin embargo, esta apariencia de “relajación” no sólo se expresaba en las
acciones, sino también en la actitud, es decir, las formas en que los mazatlecos
gozaban de la quietud y de los tiempos de ocio y diversión que el panorama
o la geografía natural porteña que se entremezclaba con la citadina, haciendo
lucir un panorama de lo más paradisiaco en los meses del caluroso verano, en
especial en el mes de Julio.
De lo anterior, se muestra la siguiente descripción porteña:
“El domingo en Mazatlán es, por el contrario bullanguero y alegre, los carritos ha-
cen su eterno viaje del Muelle al Astillero llenos de gente. Los coches de sitio pasan
y repasan por todas la calles, la plazuela se ve muy concurrida, y un resto de po-
blación va a interrumpir la quietud continua de los esteros…empiezan a poblarse
aquellas aguas de pequeñas embarcaciones que se dispersan en todos sentidos has-
ta que al caer la tarde vuelven como fatigados a reposar sobre la arena de la playa
pública eternamente por las ondas. El panorama que ofrece el estero en estas tardes
radiosas de julio es, por otra parte, encantador. A la izquierda, Mazatlán medio
oculto por una valla de palmas muestra sus edificios blancos. En la rivera opuesta,
la Isla del Piedra con sus acantilados serenos, su playa llena de ondulaciones, sus
pobres cabañas y arriba en el centro la casita solitaria, desmantelada y triste. En la
orilla izquierda, el panteón prolonga sus muros hasta muy cerca de la playa, y sobre
ellos descuellan los remates de algún sepulcro”.62
62
“El domingo en el Estero”, Ibíd., pp.160-162.
540 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
63
“Novios”, Ibíd., pp.168-169.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 541
64
“Tardes domingueras”, Ibíd., pp.212-213.
65
El Toreo, Madrid, 14 de diciembre de 1896, p. 4.
542 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
66
El Toreo, Madrid, 11 de enero ide 1897, p. 4.
67
CT, 10 de octubre de 1899, p. 1.
68
CT, 20 de agosto de 1899, p. 2.
69
CT, 15 de octubre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 543
70
CT, 26 de octubre de 1899, p. 1
71
CT, 17 de octubre de 1899, p. 1.
72
CT, 30 de octubre de 1899, p. 1.
73
CT, 3 de noviembre de 1899, p. 1.
544 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
74
CT, 7 de noviembre de 1899, p. 1.
75
CT, 11 de noviembre de 1899, p. 1.
76
CT, 13 de noviembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 545
77
CT, 4 de noviembre de 1899, p. 1
78
CT, 18 de noviembre de 1899, p. 1.
79
CT, 20 de noviembre de 1899, p. 1.
80
CT, 6 de diciembre de 1899, p. 2.
81
CT, 27 de noviembre de 1899, p. 1.
82
CT, 25 de noviembre de 1899, p. 2.
83
CT, 27 de noviembre de 1899, p. 1.
546 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
que fue acomnpañado del lanzamiento de objetos a la arena. Sobre este evento,
Zenón ironizaba:
Por fin, después de muchos años, hemos tenido el Domingo pasado una corrida de
toros divertidísima y hemos hecho un ruido infernal como nunca se había oído en
nuestro buen Mazatlan, tan bondadoso y afable queno ha llegado todavía á la altu-
ra de esas respetables ciudades del interior de la República, en las que se destruyen
las bancas de las plazas, se tiran al redondel con barandales, sillas y cortinajes y se
les prende fuego.
Por fortuna, lo que pasó hace ocho días, no fue mas que una manifestación de
buen humor interno y de mal humor externo, en gran parte perdonable porque
todos los que en ella tomaron parte fueron poco más ó menos culpables, incluso el
Juez que sabe tanto de ia noble ciencia de la tauromaquia como los dedos de mis
lengudos pies. . 84
Ahora que, por sucesos como esos, esta fiesta brava era tema de análisis en
el cabildo municipal, específicamente su falta de reglamentación, pues la au-
sencia de normatividad sobre corridas de toros, la Comisión de Diversiones no
tenía criterios en que fincar su actuación cuando presidían dichas funciones.
Para tener referentes sobre el particular pidieron se les enviaran los reglamen-
tos que funcionaban en Durango y México.85
En lo que si intervino el Ayuntamiento de manera muy oportuna fue en
el mejoramiento del redondel de la plaza de toros propiedad del muticitado
Anastasio Lopez. 86 Como también en definir normas y reglas para corridas
de toros, la que se aprobó en ssion de cabildo del 4 de diciembre de 1899 se
aprobaron una Reglas provicionales para corridas de toros; publicada un par
de días desués por el Prefecto de Distrito Matiniano Carvajal para su conoci-
miento y observancia. 87
En fin, todo indica que la llamada fiesta brava tenía mucha popularidad en
Mazatlán y el sur sinaloense, eso quiso ser aprovechado por la cuadrilla que
encabezaba el diestro español Manuel Martínez (á) Feria, quien –a principios
de diciembre de 1899 y luego de dar una función en El Rosario- ofreció cien
84
CT, 10 de diciembre de 1899, p. 1.
85
CT, 24 de noviembre de 1899, p. 2.
86
CT, 1 de diciembre de 1899, p. 2.
87
CT, 8 de diciembre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 547
pesos al propietario de la Plaza Colón a fin de que se la alquilara para dar una
corrida en el puerto; pero como Anastasio Lopez no deseaba competencia no
dio respuesta positiva a dicha oferta.88
Así que prosiguió con sus funciones dominicales de corridas de toros, aun-
que algunas no dejaron muy satisfechos a los asistentes, por eso para mediados
de diciembre reforzó su cuadrilla con el picador Áurelio Arreóla (a) Jaripeo y el
banderillero José Nava (a El Cora, con quines brindó una corrida el domingo
17, obviamente en la Plaza Colón. En su víspera la prensa esperaba que los toros
“salgan buenos para que no se registre otra escandalera. 89 Y así sucedió, pues
en nota del 24 de diciembre se destacaba que la cuadrilla del Niño del Guar-
darse se había reconciliado con el publico, ya que en su última recibió muchos
apausos.90 Por eso, ese día 24 se efectuó otra corrida del Niño del Guarda en la
misma Plaza, amenizada con la banda del Quelite. 91
Además, surgieron otras propuestas de diversión para la población, ya que
el 3 de diciembre de 1899 se inauguró un Palenque de gallos en el Teatro Varie-
dades, el cúal ofrecía a los asistentes que con toda comidad pudieran disfrutar
de este espectáculo y efectuar las acostumbradas apuestas.92
Pero también había otro tipo de espectáculos y diversiones más plácidas.
Existia una Orquesta que amenizaba por las noches en los días martes en la
Plazuela de Hidalgo, también se solicitaba que dieran sus conciertos en la Pla-
zuela de Machado durante los días domingo, ya que “las tardes domingueras
son muy tristes, aun cuando concurren algunas familias a la plazuela, el paseo
no resulta tan animado como anteriormente”93
Es decir, los paseos dominicales por la tarde, necesitaban ser acompañados
por la música, que alegraba a la población que concurría durante las tardes y
noches, por lo que la música era un componente esencial para el desarrollo del
espacio de ocio y entretenimiento en las familias y los individuos mazatlecos
de la época.
Ya sea en lugares públicos, centros de reunión o en domicilios y fincas, la
música entretenía y llenaba de gozo a los mazatlecos de todos los niveles y orí-
genes sociales. Sobre la oferta musical porteña de fines del XIX, es de destacar
88
CT, 7 de diciembre de 1899, p. 1.
89
CT, 16 de diciembre de 1899, p. 1.
90
CT, 24 de diciembre de 1899, p. 1.
91
CT, 23 de diciembre de 1899, p. 2.
92
CT, 18 de noviembre de 1899, p. 1.
93
El Toreo, Madrid, 11 de enero ide 1897, p. 4.
548 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
la presencia de Enrique Navarro, quien contaba con una orquesta y, con varios
miembros de la misma, organizó un cuarteto para bailes, gallos y serenatas.
Muy a doc para eventos de enamorados. Dentro de la promoción efectuada
por el sr. Navarro a favor de su cuarteto era que sus servicios podían obtenerse
a precios reducidos y al alcance de todos; aunado a que, también tenía a dispo-
sición su orquesta para los amantes de Terpsícore, la musa de la danza. 94 Este
cuarteto inició sus actividades con una participación musical en el kiosco de la
Plaza de Hidalgo, función efectuada a las ocho de la noche, contando con una
numerosa audiencia. La aceptación fue tal que la prensa comentaba que se les
pidió repetir por tres veces el vals llamado Bodas de aire, además de ganarse
aplausos por la admirable ejecución de Trovador. 95
Las agrupaciones de Enrique Navarro eran un semilleros de músicos, por
eso el flautista Epigmenio Rivas, quien formaba parte de la orquesta de Nava-
rro, inició - por riesgo propio- la formación de otra orquesta donde cumpliría
funciones de director.
Sobre la oferta de agrupaciones musicales de este tipo, la prensa mazatleca
destacaba la presencia de La Orquesta de Mora, la Orquesta de Navarro, la Or-
questa de Rivas, el Cuarteto Navarro y Los cuatro gatos. 96
Sobre ampliación de la oferta musical, la prensa local resaltaba que en los
últimos seis meses del último año del siglo XIX, estaba presentándose una gran
revolución entre los filarmónicos encargados por el azar de hacernos más grata
la vida, formándose cuartetos, tercetos, orquestas, quintetos, etc. etc. Unos son
llamados “Los Cuatro Gatos,”” otros «Los Tres Ratas,» otros «Los Majalandri-
nes,» á otro cuarteto lo bautizaron, algunos chuscos irrespetuosos con el nombre
de Carteto de los Tiburones”
Estas agrupaciones musicales de pocos integrantes se volvieron preferidas
por el público mazatleco, debido a ello: El pistón P. Higinio M. Sarabia disolvió
su orquesta y formó un cuarteto para poder hacer la competencia á los otros. La
prensa, resaltaba de esta manera la presencia de este tipo de grupos musicales:
¡Los tiempos son de los cuartetos! […] Porque cobran menos... 97
Incluso, como parte de esta vorágine, pese a no haber logrado formar una
orquesta formal, Epigmenio Rivas se despazó desde Panuco a Mazatlán, acom-
94
CT, 9 de noviembre de 1899, p. 1.
95
CT, 10 de noviembre de 1899, p. 1 y 11 de noviembre, p. 1.
96
CT, 10 de noviembre de 1899, p. 1.
97
CT, 20 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 549
98
El Correo de la Tarde, 7 de diciembre de 1899, p. 1.
99
CT, 24 de noviembre de 1899, p. 2.
100
CT, 1 de diciembre de 1899, p. 1.
101
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 1.
550 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
Esta familia como muchas otras más, habían hecho su fortuna gracias a la
condición estratégica en lo político, comercial, económica y geográfica que
presentaba Mazatlán como puerto marítimo a principios del segundo cuarto
del siglo XIX.
En otras palabras, la falta de una administración adecuada y la corrupción
en el servicio tributario sobre el comercio marítimo en el siglo XIX en nuestro
país, en los niveles estatales como federales sobre sus aduanas marítimas102,
daban como resultado una práctica de la importación y exportación ilegal de
mercancías, dando como resultado excedentes monetarios cuantiosos para es-
tos comerciantes extranjeros y algunos mexicanos.
Pero, dejando de lado los orígenes obscuros y perversos de estos “ilustres
y buenos ciudadanos de la patria”, regresando a lo que nos atañe, la familia
Echeguren era el claro ejemplo de la relación económico-político que se desa-
rrollaba en el puerto, es decir, sus fiestas o celebraciones de carácter privado
eran adornadas o financiadas con recursos del erario público, es decir, ya fue-
ran festividades de carácter privado con motivos patrios o de fin de año, las
comisiones de ornato del cabildo mazatleco, hacían lucir “sus buenos gustos
y empeños, para que el Salón principal del Casino se convirtiera esa noche en
una mansión de hadas”103.
Lo interesante de todo esto, es observar la práctica de gastar del erario pú-
blico para el “adorno de una fiesta privada, ofrecida por el Señor Don Francis-
co Echeguren”104, es lógico pensar que siendo la familia Echeguren una de las
familias que financiaba la realización de algunas obras de mejora material en
el puerto, esto diera como resultado una relación político-económico consoli-
dada a finales del siglo XIX.
Quizá esta relación no haya sido del todo mal, es decir, la existencia de una
“reciprocidad” daba beneficios a todos, sin embargo, la situación social, polí-
tica y económica de la inmensa mayoría en el puerto era deplorable, es decir,
la mendicidad, el hambre, el desempleo eran cuadros cotidianos en los que se
hacía silencio u oídos sordos a los lamentos de dolor abdominal y mental por
102
Puertos como Acapulco, Veracruz y Tampico en la zona del Golfo de México también
presentaban este tipo de problemas en sus aduanas marítimas, de igual manera, los puertos del
Pacífico mexicano como San Blas, Mazatlán, La Paz, la Ensenada de todos los Santos y Guaymas
daban muestras del comercio ilegal, así como del contubernio de las autoridades con los mismos
comerciantes en dichos puertos.
103
“Ecos de Sociedad: El último baile del Casino”, Ibíd., pp.230-231.
104
Ídem.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 551
tal situación. Había dinero para adornar más no para educar, vestir y alimentar
a las clases menesterosas mazatlecas, porque esos no eran benéficos a la clase
política porteña.
Pero, junto a los paseos y eventos privados, a fines del siglo XIX fue nove-
dad en el campo de la diversión porteña la presencia de las primeras funciones
de cine. Particularmente, en diciembre de 1897, tres empresas ligadas al cine
hacían temporada en Mazatlán. El 22 de diciembre , en la parte baja del Club
de la Unión, ubicado frente a la Plaza Machado, a las seis de la tarde se inicia-
ron exhibiciones del cineógrafo propiedad de Juan Maxemin en el puerto de
Mazatlán. Los mazatlecos gozaron con : Un circo de caballos, La cascada de
Niagara, Paseos de carruajes, Los veteranos de los Estados Unidos, Un ferroca-
rril y Pugilato entre Corbett y Fitzsimmons. La orquesta Mora amenizaba este
espectáculo. La entrada era por tandas lo que habla de la confluencia de la po-
blación ante tal evento, mientras que los precios eran de 25 y 35 centavos, según
se optara por bancas o sillas. Las exhibiciones en este lugar fueron del 22 al 25
de diciembre. Ese mismo día 25, Maxemin cambió sus funciones al Teatro Va-
riedades las que se mantuvieron hasta fines de año. Este cambio obedecíó a que
el espacio del Club Unión fue utilizado por Henri Moulinié para sus funciones
de cinematógrafo del 25 al 29 de diciembre, se exhibía Una corrida de Toros por
Luis Mazzantini; en ese lapso realizo 24 vistas en tres tandas. Mientras que el
empresario teatral Arturo Buxens llevó sus magniscopio al Teatro Rubio du-
rante los últimos días de ese año de 1897, a fin de cubrir algunos entreactos de
sus funciones de zarzuela.105
Este género musical de carácter escénico tenía buena recepción entre los
pobladores del puerto, era común el arribo de compañías por eso que diversas
empresas de este tipo de teatro musical contemplaban a Mazatlán como parte
de sus giras. Una de éstas llegó ya casi para finalizar el siglo, el primero de no-
viembre de 1899 arribó al puerto la Compañía de zarzuela del artista cubano
Alejandro Rodríguez, para hacer temporada.106 Entre los artistas que confor-
maban tal compañía destacaba el tenor mexicano José Vigil y Robles.
Sin embargo, al parecer, surgieron algunas dificultades entre la Compañía
de Zarzuela Rodríguez y su representante en el puerto; las exigencias de Ale-
105
Juan Felipe Leal, Carlos Arturo Flores y Eduardo Barraza, Anales del cinematógrafo en
México, 1895-1911. 1897: los primeros exhibidores y camarógrafos nacionales,, México, Juan Pablos
Editor/ Voyeur, Vol. 3,2ª. Edic., 2006, pp. 53-55
106
CT, 9 de octubre de 1899, p. 1.
552 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
jandro Rodríguez se elevaron de manera tal que se consideró que las vela-
das de invierno se cubrieran mejor por la Compañía Dramática de Virginia
Fábregas..107
El problema era que Rodríguez quería llegar a Mazatlán sin incertidumbre
por el monto económico que recibiría por su actuación, al parecer pedía un
monto fijo y preestablecido al margen de lo que se recaudara en las entradas.
Ante ello, la respuesta que le daba la prensa mazatleca a la figura principal de
esta empresa del espectáculo:
Nosotros podemos asegurarle que será recibido con los brazos abiertos,
que será aplaudido a rabiar, que si trae en su maleta artística buenos palmitos
no faltará musa que resulte descalabrada; pero ¿asegurarle el bolsillo?.... eso ya
es abusar de la confianza y es preferible que te quedes en Guadalajara y cedas
el paso a la Fábregas, que también nos ve con ojos de piedad. Tal vez en ella se
asome, escrute el horizonte y diga sin tus hondas inquietudes: pues yo no lo
veo tan oscuro. ¡Tienes el corazón del tamaño de un grano de arroz!. 108
Y es que no todos los espectáculos programados se efectuaban, púes con
algunos surgían dificultades e imprevistos. Por eso mismo, en fecha similar
se tuvo que posponer el conierto con fines altruistas que organizó la Sociedad
de San Vicente de Paul, aunque solamente por una semana. En torno a este
anuncio, la prensa comentaba, no sin cierta ironía: No tendremos, pues, ahora
nada en Rubio y las ratas que hay en ese edificio digno de mejor suerte [como la
de que lo renten todo el año y lo doten de nuevas decoraciones] podrán entregarse
tranquilamente á susn trascendentales labores. 109
La posibilidad de que los mazatlecos tuvieran el espectáculo de zarzuela ese
invierno de 1899, siguió latente, aunque al parecer solo quedó en esperanza. Se
exploraron otras opciones como la artista Rosa Fuertes, que por esas fechas es-
taba en Guadalajara, pero no consiguieron el esperado si. La presensa destaca-
ba: ¿qué ganas va a sentir de echarse a andar por esos despeñaderos de Dios;óodel
gobierno, por las pobres ánimas del purgatorio que que aquí sentimos el desplome
de la gran frialdad de! Invierno sin compensación que nos haga llevadera la ca-
tástrofe?. Con esto se agotó posibilidad alguna, pues A!ejai|dro Rodríguez ya
no tienía ni compnñía y Virginia Fabregas llevó su espectáculo a otro punto
107
CT, 26 de octubre de 1899, p. 1.
108
CT, 29 de octubre de 1899, p. 2.
109
CT, 29 de octubre de 1899, p. 2.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 553
110
CT, 26 de noviembre de 1899, p. 2.
111
CT, 18 de octubre de 1899, p. 1.
112
CT, 8 de diciembre de 1899, p. 1.
113
CT, 10 de diciembre de 1899, p. 2.
114
CT, 11 de diciembre de 1899, p. 1.
554 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
115
CT, 17 de diciembre de 1899, p. 2.
116
CT, 7 de enero de 1900, pp. 1 y 2.
117
CT, 16 de diciembre de 1899, p. 1.
118
CT, 17 de diciembre de 1899, p. 2.
119
CT, 14 de diciembre de 1899, p. 1.
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 555
periódicos del interior. La édición nacional del verdadero Frégoli ha sido elogiada
mucho. 120
Con este tipo de eventos se bajó el telón de las funciones de entretenimien-
to de toda esta centuria, solo faltaba la fiesta de fin de año. Con las copas y las
uvasse cerraría el telón de ese año y del propio siglo. La nueva centuría conti-
nuarias con ciertas tramas y sería testigo de nuevas historias.
120
CT, 17 de diciembre de 1899, p. 2.
Comentarios finales
1
María Emilia Sandrín y Nicolás Biangardi (comps.), Los espacios portuarios. Un lugar de
encuentro entre disciplinas, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 2015, p. 9
2
Stuart Hall, “Introducción: ¿quién necesita «identidad»?”, en Stuart Hall y Paul Du Gay
(comps.), Cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2003, p. 17.
557
558 samuel octavio ojeda gastélum y pedro cázares aboytes
códigos y expresiones cívicas, religiosas y morales, así como a las señales que
se conectaban con sus puntos de fuga, sus evasiones, placeres, frustraciones e
imaginarios. Con espectativas que se buscan, se alcanzan, se vuelven inatrapa-
bles para otros, o bien se resignifican.
Flujos humanos que se encontraron al pie del mar que lanzaba a tierra lo
novedoso, lo que posibilitó acercamientos, uniones con lo diverso, lo distinto,
pero que también propició ligazones simbólicas. Personajes de variado cuyo:
algunos pugnaban por la riqueza y el poder, otros –los más- por la supervi-
vencia; los menos, pero con gran calado, fincaban sus anclas en la ciencia, las
artes y las humanidades. Una sociedad multicolor que se desplazaba, fluía por
las arterias urbanas de Mazatlán con sus propias motivaciones, pero que com-
partía momentos y espacios de goce y convivencia. Pero que también estable-
cía limites y divisiones en el trato social en función de intereses económicos,
políticos y morales.
Un puerto y una ciudad decomononica que dio pie a muchos juicios y ana-
temas: se le tildó de vulgar, bizarra, hasta mezquina, desde la mirada distante,
desde la imagen elaborada por el otro; pero que aparecía atractiva, fulgurante,
prometedora y hasta icónica en la ruta de la modernidad y el progreso para
muchos de sus moradores.
Un lugar donde se vive y se piensa diferente a la gran ruralidad del Sina-
loa de ese tiempo. Donde el arribo de enormes cascaras de nuez procedentes
de la inmesidad del océano llega a convertirse en un acontecimiento ordina-
rio; donde la industria y el comercio apuntalan a la ciudad como su principal
destinatario; donde lo ciudadano en su acepción liberal se asoma y se dibuja,
donde el periódico y las diversiones refinadas tienen cabida y aceptación; una
ciudad que prodiga certidumbre, refugio y también angustias y desesperanzas;
pero que va conformándose como una sociedad abierta, donde los vínculos
se amplián más allá de los círculos familiares tradicionales, un espacio con un
amplio horizonte de sentido para fincar la existencia humana. Dotado de un
ideario urbano que es aprehendido con distinta fuerza y sentido por sus habi-
tantes. En definitiva, durante el siglo XIX, Mazatlán es una ciudad de muchos
espejos y reflectores; un reflejo de aquellos que la habitaron y le dieron cauce
y sentido a su devenir
Es la historia de un puerto, de una ciudad, pero sobre todo es una historia
profundamente humana. El pulso y esencia de Mazatlán está constituido por
un conglomerado de personas extranjeras, nacionales (en mucho del noroeste,
norte y occidente de México) y oriundas de Sinaloa que fueron artífices y ar-
auroras y crepúsculos de una perla del pacífico 559
3
Esther Díaz, Buenos Aires. Una mirada filosófica, Buenos Aires, Editorial Biblios, 2000, p.
71.
Anexos
Anexo 1.- Listas de las personas sentenciadas entre 1876 y 1885 en Mazatlán.
Pena y tiempo a que
Nombre Delito Fecha de la sentencia
fue condenado
José María Figueroa Parricidio febrero 15 de 1876 20 años de cárcel
Salomé García Homicidio marzo 4 de 1876 ,, ,, ,,
Hermenegildo Villela ,, ,, febrero 4 de 1877 ,, ,, ,,
Petronilo Burgos ,, ,, febrero 27 de 1877 ,, ,, ,,
Emigdio Miranda ,, ,, marzo 16 de 1877 11 años de cárcel
Ah Shein ,, ,, julio 27 de 1877 20 años de cárcel
Mauricio Gómez ,, ,, diciembre 13 de 1877 10 años de cárcel
Clemente García Heridas marzo 15 de 1878 8 años de cárcel
Antonio Rangel Homicidio marzo 13 de 1878 20 años de cárcel
José María Dávila ,, ,, agosto 22 de 1878 ,, ,, ,,
Vicente Juárez ,, ,, abril 27 de 1879 ,, ,, ,,
Sabás Salazar ,, ,, marzo 9 de 1881 ,, ,, ,,
Jesús Iriarte ,, ,, enero 15 de 1881 5 años y 11
meses de cárcel
Cesáreo Caro ,, ,, mayo 26 de 1881 10 años de cárcel
Antonio Ramos Lesiones agosto 1 de 1881 6 años y 11
meses de cárcel
Eulogio Villegas Homicidio julio 16 de 1881 20 años de cárcel
Ernesto Estrada Heridas abril 26 de 1881 7 años, un mes 10
días de cárcel
561
562 anexos
año 1872, BPEJ-FM, Expediente seguido por la Tesorería General del Estado contra
los señores Melchers Sucesores por el cobro que la misma Tesorería los hace de Qui-
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Archivos
Fondo Ejecutivo
569
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Serie hacienda,
Fondo Misceláneas
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Fondos digitales
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