2.2. Percepción
2.2. Percepción
2.2. Percepción
LA PERCEPCIÓN
Los primeros psicólogos, dentro de una orientación filosófica, se preocuparon por desgajar los
elementos iniciales de nuestro conocimiento del mundo exterior. Para ellos, por una parte, existíamos
nosotros, el yo y por otra la realidad exterior, el mundo. Gracias a la sensación conectamos con el
mundo. La organización en nosotros de varias sensaciones daría lugar a la percepción. La percepción
supone la interpretación de los estímulos recibidos.
Hoy en día, máxime después de los estudios realizados por los llamados Psicólogos de la Forma,
se considera menos importante analizar, atomísticamente, los elementos de nuestro conocimiento de la
realidad, para insistir en las formas o totalidades que captamos de manera unitaria. Se habla más de
percepción y menos de sensación. .
TIPOS DE PERCEPCIÓN
Para que tengamos percepción necesitamos un objeto exterior que captar. De lo contrario se
habla de alucinación. La alucinación es la percepción sin objeto. Según sean los objetos percibidos,
hablaremos de tres tipos de percepción:
- Percepción real o percepción de objeto físico (ejemplo: percepción de un billete, de un bolígrafo,
etc.).
- Percepción personal o percepción de una persona (ejemplo: percepción de Juan; el objeto perci-
bido es a su vez, perceptor -me percibe a mí-).
- Percepción social o percepción de grupos y realidades sociales (ejemplo: percepción de los ame-
ricanos, percepción de la Iglesia Católica, etc.).
COMPONENTES DE LA PERCEPCION
El proceso sensorial
"Nada llega a nuestro conocimiento si antes no llega a nuestros sentidos". Este aforismo clásico
nos recuerda el valor de las sensaciones para lograr la percepción. El primer contacto con el mundo
circundante lo tenemos a partir de las sensaciones.
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LA PERCEPCIÓN
Al hablar de sensaciones hemos de tener cuidado con el contenido que les damos. En la
expresión "qué sensación tan placentera", bien que hablemos de sensación, nos referimos a la
percepción de placer, al acto complejo de contacto total de nosotros con la realidad.
Las sensaciones son puras abstracciones cuando se las individualiza. Las sensaciones como
elementos aislados e independientes no existen: Sólo existen integradas dentro de procesos cognitivos
más complejos, cual es la percepción.
Por otra parte, no cabe hablar de hecho sensorial sino del proceso sensorial, pues no recibimos
el estímulo sensorial de modo aislado, sino de forma compleja. Así en la experiencia visual recibimos
simultáneamente distintas estimulaciones sensoriales: colores, formas, movimientos, etc.
Aún más, a veces corremos el peligro de considerar que la estimulación sensorial la recibimos
pasivamente, como si los estímulos vinieran a nosotros. Hoy se sabe que el hombre no sólo recibe, sino
que también busca estimulación. Es, pues, un proceso activo.
El proceso simbólico
Así cuando vemos un perro, nuestros procesos receptores nos permiten distinguir un objeto con
determinadas características de estructura, color, tamaño, etc., que resalta en el campo perceptivo que
le rodea. Pero simultáneamente percibimos que es un "perro". El concepto de perro lo asocia a
propiedades que sobrepasan la información que nos proporcionan los estímulos sensoriales (sensa-
ciones).
El proceso afectivo
Así, la percepción de un gato puede resultarnos agradable o desagradable, según hayan sido
nuestros anteriores contactos con los gatos.
Cuando el objeto de la percepción es una persona, fundamentalmente son válidos los principios
anteriormente estudiados. Pero el hecho de que sea una persona percibida por otra persona, introduce
particularidades importantes.
Además percibimos al otro no sólo como objeto físico, sino como persona. Y queremos, por
consiguiente, penetrar en su interioridad (intenciones, actitudes, motivaciones...) cuando le percibimos.
En la vida diaria estamos constantemente percibiendo a los demás y adaptamos nuestra conduc-
ta relacional según los resultados de tales percepciones.
Veamos cuáles son las limitaciones y los elementos que influyen en la exactitud de nuestra
percepción de otra persona.
1. La percepción de otra persona es un acto complejo. Para que la percepción sea correcta,
ajustada a la realidad, necesitamos conocer la situación del otro y su comportamiento en tal
situación. El beso puede ser tanto expresión de cariño como contraseña de traición (beso de
Judas). Además, la percepción del otro está influenciada por el estado psicológico del perceptor
en el momento. de percibir, así como por las actitudes fundamentales de su personalidad.
2. En la percepción personal pretendemos penetrar en la interioridad del otro. Ahora bien, el otro
casi nunca se manifiesta de modo directo. Hemos, pues, de basar nuestra percepción del otro en
signos indirectos.
3. Con facilidad nos dejamos influir por los estereotipos (juicios aceptados sin espíritu crítico sobre
personas, acontecimientos o cosas) y entonces generalizamos un conjunto de rasgos a partir de
indicios parciales.
4. En la percepción del otro, influye la actitud favorable o desfavorable que, a priori, tenemos para
con él.
Cuando percibimos a alguien, lo importante es obtener una percepción lo más exacta posible de
la real percepción del otro.
El grado de competencia para formular juicios exactos sobre otra persona depende tanto de las
características del perceptor, como de las características del percibido. En cuanto a las características
del otro, podemos destacar las siguientes:
1. La nitidez: con que se manifiesta, nitidez que le permite sobresalir dentro de un contexto o
situación particular. El lloro de una persona nos manifiesta nítidamente su tristeza. En cambio
con una expresión facial serena no sabemos si la persona está alegre o no.
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LA PERCEPCIÓN
2. La frecuencia con que repite los mismos indicios. Si cada vez que encontramos a Pedro oímos
que critica duramente las actividades de su esposa, concluiremos -con poco margen de
equivocación- que sus relaciones matrimoniales no son armoniosas.
3. La información recibida durante el primer contacto tenido con la persona, dicha información
condiciona grandemente nuestra percepción del otro.
El que nuestra percepción -poniéndonos en situación de perceptor- sea más o menos exacta
dependerá:
3. De la actitud receptiva del perceptor, actitud que le permite estar "a la escucha" del otro y saber
interpretar los indicios observados.
4. De las vivencias conjuntas que hayan tenido perceptor y percibido. Así dentro de un mismo
grupo étnico o religioso los individuos se suelen juzgar entre sí con bastante precisión, pues
disponen de unos mismos puntos de referencia en el pasado.