Legado CAF Betel

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Legado: Alguien en quién vaciarte.

Objetivo del Tema:

1. Fundamento bíblico a las ideas de mentoría, paternidad espiritual y legado.


2. Como solo la verdadera paternidad trasciende generacionalmente
3. El discipulado como experiencia práctica del legado y La honra como principio
fundamental para un legado sano.

Presentación.

La Biblia entera gira alrededor del paradigma Padre – Hijo. Es decir, toda la historia bíblica,
los personajes que ahí se presentan, e incluso el mensaje de Cristo se refirió a Dios como Padre. De
aquí es importante comprender que la idea de familia y sus correspondientes derechos, facultades
y obligaciones nacen por la dimensión eterna de paternidad y filiación.

¿Quién es mi Padre? ¿De quién soy hijo? Dos preguntas, dos caras de una misma moneda
que determinan nuestra funcionalidad en el ámbito del espíritu.

Algunas ideas claves:

 Paternidad y filiación. Somos hijos por voluntad divina. Juan 1:12-13.


 Herencia. Término que en griego y en hebreo da la idea de posesión, propiedad, legado que
una persona deja luego de fallecer a sus descendientes. Es notable señalar que una herencia
es una acción de favor a otra persona, una muestra de Gracia. No es ganado ni merecido,
sino por el solo hecho de ser descendiente del causante.
 Herencia Espiritual. “El SEÑOR nuestro Dios tiene secretos que nadie conoce. No se nos
pedirá cuenta de ellos. Sin embargo, nosotros y nuestros hijos somos responsables por
siempre de todo lo que se nos ha revelado, a fin de que obedezcamos todas las condiciones
de estas instrucciones.” (Deuteronomio 29:29) Aquí debemos distinguir dos temas:
o Misterio: Las cosas que Dios se reserva y no comparte con nosotros. (“Ahora
conocemos en parte”) Muchas cosas siguen siendo misterio a pesar de que las
conocemos mentalmente o podamos experimentarlas en nosotros o en otros.
Ejemplo: Nuevo nacimiento, dones del espíritu. Los misterios son manejados
plenamente por Dios.
o Revelación. Cada generación ha recibido cierta luz. Según lo señala el versículo de
Deuteronomio, nuestros padres y nosotros como hijos somos responsables de lo
que recibimos. Veamos algunos ejemplos prácticos de una buena transmisión de
legado y una de mala transmisión.
 Moisés. Designado por Dios para liberar a Israel e introducir al pueblo a la
tierra prometida. A pesar que no logró entrar, su legado fue (1) Designó 70
jueces que poseían su espíritu (Éxodo 18:13-27) (2) Estableció el sacerdocio
levítico por orden de Dios (3) Levantó un sucesor, Josué, que lo acompañó
prácticamente toda su vida en el desierto, que lo instruyó concretamente
en todo lo que debía hacer una vez que cruzaran el rio Jordán.
 Josué. Designado por Dios como sucesor de Moisés, era un hombre que
poseía el espíritu de su mentor (Números 27:18) Pero que no fue eficiente
en la comunicación del legado (1) No estableció justicia ni gobierno en Israel
(2) No preparó una generación continuadora y (3) lo peor, termina sus días
desligándose de Israel y limitando la adoración solamente a su casa (Pero
yo y mi casa serviremos al Señor)
 Transmisión. Es la comunicación de la revelación recibida por una generación hacia la
próxima, de tal manera que “su techo sea el piso de la próxima”. Al periodo intermedio que
se genera en esta comunicación revelacional, se le denomina “transición”.
 Transición. Periodo de tiempo durante el cual existe la comunicación de la revelación de
una generación a otra. La transición puede ser a nivel personal, familiar, congregacional.

1. DIOS DESEA LEVANTAR GENERACIONES QUE ENTIENDAN Y FUNCIONEN CON


MENTALIDAD DE LEGADO.
“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes
sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los
amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” (Josue 24:15)

Josué tenía una obligación: El debia conducir a Israel por el resto de su vida, debia
administrarlo. Pero al final de sus días, abdica a esta obligación y termina señalando que se
preocupará solamente de su casa.

 ¿A quién preparó Josué para sucederlo? Leamos lo que dice Josue 2:8, 10 y 11 “Pero murió
Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años.(…) Y toda aquella generación
también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no
conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Después los hijos de Israel hicieron
lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus
padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses
de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a
Jehová.” Una vez que murió Josué, no hubo nadie quién condujera a Israel en la fe. Todos
se desviaron. Es cierto, hoy tenemos al Espíritu Santo dentro nuestro, por tanto no
dependemos de una persona para ser “guiados” propiamente tal, esa función la cumple El
Consolador dentro de nosotros; pero aun asi, la instrucción de levantar generaciones santas
para Dios sigue aun vigente.
 Donde no hay legado que comunicar, hay ciclos, familiariedad e infertilidad. Luego de la
muerte de Josué y antes del reinado de Saúl, Dios levantó “jueces” que se alzaron contra la
opresión de las naciones que atacaban a Israel. No eran gobernantes (aunque Samuel si
ejerció cierto poder) sino que liberaban a Israel de sus enemigos y en algunos casos, también
los aconsejaban. Uno de estos jueces fue Gedeón. Gedeón es un ejemplo claro de lo que
significa una ausencia de legado: A pesar de tener una gran victoria contra su enemigo,
Gedeón no formó a nadie ni entrenó a otros para la batalla. Es decir, no basta con ser “un
hombre/mujer de Dios”, es importante vaciarse en otros para que lo recibido por gracia
pueda ser comunicado hacia las próximas generaciones. Sino, al igual que Gedeón, deberás
resguardar tus graneros para que no te asalten, no te destruyan y vivas en mediocridad.
¿Quién le creía a Gedeón? Nadie estaba con él. Cuando no se está pensando en un legado
no hay quién ame al hombre/mujer de la Visión. Simplemente no hay respeto.
 El llamado de un solo hombre no es suficiente para traspasar generaciones. Hay dos ideas
que debemos tener presente: Inspirar y equipar. Muchos hombres y mujeres de Dios son
inspiración para nosotros mediante sus llamados, dones, frutos; es decir, son admirables,
pero no alcanzan a ser ejemplo para los demás, ¿Por qué? Porque no se están vaciando en
otros. Josué siempre tuvo problemas para comprender este punto. Existe una historia que
se nos cuenta en Números 11:29, que antes de Dios enviar una “lluvia de carne” a Israel,
pidió que les apartaran 70 hombres. Moisés oró por ellos y todos comenzaron a profetizar.
La Biblia dice que Josué le reclamó a Moisés porque ellos profetizaban, a lo que Moisés le
responde “no seas celoso. Ojalá todos lo hicieran”. Es decir, Josué siempre tuvo una
mentalidad para el ahora, pero no pensando en el mañana. ¿Qué pasará cuando Moisés
muera? ¿Qué pasará cuando yo muera? Es una pregunta que Josué nunca se hizo y nunca
resolvió.
 Necesitas funcionar de acuerdo a tu llamado divino, no tu elección personal. ¿Qué hacía un
hombre como Josué limitando su legado a una familia, cuando tenía una nación que
conducir? ¿Qué haces tu limitando “dirigir” tu familia, teniendo vecinos, villas y ciudades a
las que debes enseñar a andar a la Luz de Dios? Es cierto, difícilmente podrás volcarte en
muchos y ser efectivo al mismo tiempo, de hecho la recomendación es que puedas tener y
formar pocos, pero que transmitan tu legado. Así como Cristo: Era seguido y enseñado por
multitudes, comía con unas decenas, pero solo a los discípulos les explicaba las parábolas
del Reino. ¿Cuántos esperaron la venida de la promesa? 120 personas. No fueron los 12. Es
decir, aunque tu círculo íntimo sea, quizás pequeño, no dejes de considerar la trascendencia
de formar bien a unos pocos porque el impacto que tendrá será global.

“Le escribo a Timoteo, mi querido hijo (…)

Timoteo, doy gracias a Dios por ti, al mismo Dios que sirvo con la conciencia limpia tal como lo
hicieron mis antepasados. Día y noche te recuerdo constantemente en mis oraciones. Tengo muchos
deseos de volver a verte porque no me olvido de tus lágrimas cuando nos separamos. Y me llenaré
de alegría cuando estemos juntos otra vez. Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe
de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme
en ti. Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te
impuse mis manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y
autodisciplina.” (2 Timoteo 1:2-7)

 Transicionar de una mentalidad de “mentor” a “Padres”. “Porque aunque tengáis diez mil
ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio
del evangelio.” (1 Corintios 4:15) Pablo reconoce en Timoteo no solo un discípulo, sino que
un “verdadero hijo en la común fe”. Es tremendo este concepto porque rompe con la idea
de un vinculo relacional por afinidad con otra persona, o quizas, por interés, sino que es un
verdadero vinculo de amor, de entrega del uno por el otro. Hace una década, comenzó una
revolución en cuanto al discipulado y la formación. Se entendió que los miembros de
nuestras congregaciones debían ser formados y acompañados. Aquí surgió el término
“mentor”, que, aunque es una buena idea, no es precisa a la hora de hablar de legado.
o Un Mentor te vincula a sí mismo, un padre te vincula a una Casa y a una Visión.
o Un mentor es alguien que puedes aceptar o rechazar, un padre es una voz
autorizada en tu vida.
o Un mentor transmite conocimiento, un padre transmite vida.
o Un mentor te guía a sí mismo como fuente de soluciones, un padre te guía a Cristo.
o Un mentor no es autoridad, un padre si lo es.
o Un mentor te instruye, un padre te forma.

Paternidad no “es un gran logro” en si mismo. Nosotros como hijos e hijas de Dios
expresamos una sola y gran paternidad, que es la paternidad de nuestro Padre Celestial. Hoy
por hoy, todos los que estamos reunidos aquí funcionamos habilitados por la paternidad
apostólica que fluye desde nuestros apóstoles Samuel y Patricia, y por consiguiente, de cada
uno de los pastores, lideres y aprendices de esta Casa CAF Betel. Necesitamos aprender a
reconocer a los padres para funcionar correctamente en paternidad.

 Reconocerme como un verdadero hijo en la fe, con un legado de fe del cual soy responsable.
Asi como Timoteo tenía una carga espiritual, así nosotros también la poseemos. ¿Cómo es
posible que funcionemos en dones profeticos, de ciencia, en Palabra, en sabiduría, en
sanidad…? Esto se debe al Espíritu que como Casa poseemos. Todos estos años nuestros
apóstoles han estado construyendo un legado espiritual del cual todos nosotros somos
responsables. Hágamonos la pregunta que no se hizo Josué: ¿Qué pasará cuando nuestros
apóstoles ya no estén con nosotros? ¿O cuando el equipo ministerial actual no tenga la
capacidad para poder trabajar todas las semanas elaborando el discipulado? ¿Qué sucede
cada vez que nos piden orar por otras personas? ¿Cuántos de los que estamos aquí reunidos
sabemos que poseemos dones pero no los trabajamos debido a nuestra vergüenza? Estos
son ejemplos prácticos de si (1) entendemos el peso del legado que estamos recibiendo y
(2) funcionamos de acuerdo a nuestra fuerza y no de acuerdo a la Gracia.
 Hay una generación que levantar: Timoteo tenía una familia de fe. Pablo encontró a un Silas
que lo formó. Un Bernabé que se volvió su compañero en la fe con el que también fue
entrenado. Un hijo, Timoteo, que fue dejado para levantar liderazgo. Es decir, si no
pensamos en las próximas generaciones (entendidas tanto como las personas mas jóvenes
como los que dia a dia se van incluyendo a la Iglesia independiente de su edad) entonces
estamos próximos a desaparecer como voz profética dentro de nuestras ciudades.

2. DISCIPULADO ES CLAVE PARA LEVANTAR GENERACIONES DE RELEVO. Volvamos a leer el


texto de Timoteo. Observemos las siguientes ideas:
 Necesito aprender la responsabilidad en el legado. Pablo afirma que él servía al Señor “con
una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados” (2 Tim. 1:3, NVI). Al reconocer a
nuestros mentores espirituales con gratitud nos damos cuenta que tenemos una
responsabilidad para hacer por la próxima generación lo que otros hicieron por nosotros.
Nuestro lugar en el reino de Dios es una mayordomía temporal y nuestro éxito depende de
la formación de los que vienen atrás.
 Aprender a invertir en otros sabiamente. Como mencionamos anteriormente, el apóstol
Pablo, como el mismo Jesús, predicó a multitudes, colaboró con un grupo más reducido de
compañeros ministeriales, e invirtió su alma y corazón en unos pocos. No podemos estar
disponibles para todo el mundo, pero sí lo debemos ser con algunos. La paternidad
generacional conlleva una relación estrecha: escuchando la historia personal de nuestros
discipulos, entendiendo sus fortalezas y debilidades, apoyando sus sueños,
acompañándolos en tiempos de prueba, creyendo en la obra de Dios en sus vidas,
disponiendo de nuestro tiempo para apoyarles, y orando por y con ellos. La paternidad
ejercida correctarmente ayuda a formar el carácter y producir la integridad.
 Comprometerse con el discipulado es comprometerse con el futuro de nuestros hijos.
Pablo le encargó a Timoteo varias responsabilidades de alta importancia, y después lo siguió
apoyando con consejos mientras enfrentaba los desafíos de los problemas ministeriales,
aún cuando Timoteo ya se había establecido como un líder maduro. Los Padres siguen
invirtiendo en el proceso de desarrollo de liderazgo, y pueden disfrutar del éxito de sus
aprendices.
 Discipulado no es solo entregar un tema. Los líderes de permanencia corta no conocen el
gozo y el poder de las relaciones a largo plazo, pero el compromiso de un padre produce
influencia para toda la vida. Durante algunas temporadas de su vida Pablo y Timoteo
disponían de muchas horas para conversar cara a cara, mientras en otros momentos su
comunicación fue más esporádica y a larga distancia. Necesitamos aprender a disfrutar
todas las instancias con los discípulos, desde compartir juntos una escuela o retiro hasta los
tiempos jugando futbol o viendo una película. Todo el tiempo estamos siendo discipulados
y todo el tiempo estamos comunicando algo a alguien. La formación tomará tiempo, años.
Y nosotros debemos estar disponibles, siempre.

3. LEVANTANDO UNA CULTURA DE HERENCIA.

Hemos aprendido que la herencia que poseemos es una riqueza espiritual que se va dando tras
la dinámica “misterio – revelación”. Lo que hoy vemos, ayer pudo ser hasta algo rechazado por
nosotros. Y lo que hoy vemos, quizás mañana nos reiremos de las cosas en las que creíamos. ¿Por
qué sucede esto? La razón es porque, por Gracia de Dios, estamos comenzando a ver
verdaderamente. Estamos disfrutando un poco mas las riquezas que tenemos en Cristo y esto
definitivamente provocará transformaciones y testimonios poderosos en nosotros.

Hay un factor muy importante a recordar en cuanto a la edificación a la Iglesia y que es relevante
tocar para avanzar en este topico y es lo que señala efesios 4:11-13 “Ahora bien, Cristo dio los
siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros.
12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios
y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos
alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el
Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.”
- La edificación de la Iglesia le corresponde a cada hijo e hija nacida de nuevo. El ministerio
quíntuple entrega las herramientas para que ellos lo hagan.
- En otras palabras, la herencia espiritual no es lo que nuestro apóstol nos dejará cuando
fallezca, sino que es un ámbito que nosotros como Casa estamos construyendo, todos
juntos.

De aquí, la importancia de levantar una cultura de herencia.

¿Qué es una Cultura de Honra? Bill Johnson lo define en la siguiente idea: Se fundamenta en la
capacidad de celebrar la grandeza, la unción y las victorias de los demás. La cultura de honra es
una expresión de pura gracia. Imaginemos esto: Si tienes un huerto que diariemaente te preocupas
de su cuidado, y al final de su temporada logras comer de su fruto, eso no es gracia, es esfuerzo. Y
está bien! Es lo esperado.

Ahora, una verdadera cultura de herencia evitará que los celos y las envidias se levanten.
No hay mérito en lo que hacemos. Si comenzamos a cuestionar el ¿Por qué él y yo no…? ¿Por qué,
si trabajo tanto…? Entonces no es gracia, sino que justicia propia.

Es lo mismo con la familiariedad. Cuando no levantamos una cultura de herencia, vamos a


actuar como la gente de Nazareth con Jesús. No ocurrirá ningún milagro porque creemos conocer a
Dios y no celebraremos lo que Dios está haciendo en un hombre como Jesús.

¿Podrías hacer este ejercicio mental: la cantidad de veces que has criticado a CAF en algún
sentido vs las palabras de honra que le has entregado?

Levantar una Cultura de herencia es levantar una cultura de Honra. Por definición, la honra es
una virtud que proviene del corazón de Dios. En hebreo es “Kabod” que quiere decir “peso, gloria”
mientras que en griego “time, doxaso” que es algo o alguien digno, que merece atención. Ap. Pablo
Salazar señala “La honra no es una ley, es la expresión de una vida y naturaleza que me lleva
naturalmente a respetar los absolutos de Dios, incondicionalmente, y velar para que Su corazón se
expanda en la tierra”

Aplicando la Ley de la primera mención, la Palabra honra aparece en el decálogo, los 10


mandamientos: “Honra a tu padre y a tu madre.”

- Trasciende al viejo hacia el nuevo pacto. (Efesios 6:2)


- Es una orden directa de rechazo a la crítica hacia las generaciones predecesoras.
- No se trata de juzgar lo bueno o malo en ellos, sino de recibir su herencia espiritual.
- Orden de prestar atención.

Aprendamos a honrar a nuestros padres y madres:

- Un hijo siempre acude a su padre, prioriza su relación el/ella.


- No posterga la comunión con su formador.
- Un hijo encontrará deleite en menguar a sus deseos personales para cumplir los deseos de
su formador.
¿Cómo honrar a otros de una manera práctica?

 Se agradecido con el don dado al Cuerpo que son tu apóstoles, pastores y líderes. Cada vez
que tengas oportunidad.
 Desecha la calumnia y la crítica de nuestros antepasados, aun cuando fuera cierto.
 Rechaza participar en conversaciones livianas en donde otras personas hacen críticas a los
demás.
 Aprender la historia es valioso para no repetir los mismos errores.
 Que todas nuestras acciones sean para traer honra al Espíritu Santo.

4. HIJOS CONTINUADORES. ¿Quiénes son aptos para continuar un legado?


- Alguien que ama a su formador, no a la Visión. Si, esto puede ser contradictorio. En primer
lugar, es cierto, los discípulos no son nuestros, pero son nuestros asignados y tenemos una
responsabilidad con ellos. En segundo lugar, mucha gente ama la visión pero no quién la
porta. Ama las células, las actividades, las reuniones, pero a la hora de que el apóstol o
predicador compartirá el mensaje, se va al baño, se mete a redes sociales, o comienza a
conversar.
- Alguien que ama a su formador, no a su don. Muchos aparecen una vez que el formador
comienza a tomar notoriedad, pero un verdadero hijo que comunicará el legado no
abandona en medio de la peor oscuridad del formador, porque no esta conectado con el
por el don, sino a su persona.
- Un hijo que protege a su formador y su casa. Habla bien de ella y además, evita los ataques
contra ella.
- Alguien que ama a su formador mas que al poder. Si es discípulo de la hermanita fulanita,
funciona mediocremente. Pero si es discípulo de un pastor, funciona antes que él pida
cualquier cosa. Una persona asi está automáticamente descalificada para ser portador del
legado de la Casa.
- Estará dispuesto a morir por su formador.

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