Manual Demencia
Manual Demencia
Manual Demencia
RELACIONADAS
MANUAL
DEL
CUIDADOR PRIMARIO
CLUB ALZHEIMER
Medellín
Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer
y Otras Demencias Relacionadas
AUTOR
Dr. J. Montoya Carrasquilla
ÍNDICE
1. EL COMIENZO: DIFERENCIAS DESDE UN PRINCIPIO, 5 4.12. ETAPAS O FASE DE LA EA, 90
Patrones de cambio con la edad en las aptitudes mentales 4.13. TRATAMIENTO DE LA EA EN ATENCIÓN PRIMARIA, 91
2. DEMENCIA, 13 4.13. 1. PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN EN EA, 92
Requerimientos mínimos para el diagnóstico de cualquier tipo de 4.13.2. REHABILITACIÓN EN LA EA, 92
demencia 4.13.3. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO, 92
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS (CIE-10) 4.13.3.1. Modulación del sistema colinérgicos, 93
3. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL, 15 4.13.3.2. Modulación de otros sistemas neurotransmisores, 97
4. ENFERMEDAD DE ALZHEIMER (EA), 16 4.13.3.3. Factores de crecimiento neurotrófico, 97
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS (DSM-IV) 4.13.3.4. Disminución de la reacción celular a la neurodegeneración,
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS NINCDS/ADRDA, 17 98
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS CIE-10, 18 4.13.3.5. Fármacos que reducen el estrés oxidativo, 98
4.1. BIOLOGÍA, 19 5.13.3.6. Estrategia terapéutica sobre la PPA, la vía beta-
4.2. ETIOLOGÍA Y CLASIFICACIÓN, 24 amiloidogénica y otros tratamientos, 99
4.3. EPIDEMIOLOGÍA, 28 4.13.3.7. Inmunización con AB, 100
4.4. COSTO, 31 4.13.4. Tratamiento del trastorno funcional, 102
4.5. FACTORES DE RIESGO, 31 4.13.5. Tratamiento de las manifestaciones psiquiátricas, 102
4.5.1. Factores de Riesgo Bien Establecidos, 31 4.14. ENFERMEDAD MÉDICA, DOLOR Y DEMENCIA, 106
4.5.2. Probables Factores de Riesgo, 31 4.14.1. Evaluando la capacidad del paciente para tomar decisiones,
4.5.3. Factores de Riesgo Controvertidos, 33 106
4.6. NEURODEGENERACIÓN Y EA, 35 4.14.2. Problemas con la adherencia al tratamiento, 107
4.6.1. Acumulación de agregados de proteínas como un evento 4.14.3. Comunicación de los efectos secundarios, 107
primario de inicio de la enfermedad, 36 4.14.4. Riesgo-Beneficio, 108
4.6.1.1. Mecanismos de la agregación, 37 4.14.5. Dolor y demencia, 108
4.6.1.2. Otros agregados de proteínas, 38 4.14.6. Demencia en fase terminal, 110
4.6.1.3. Aproximación terapéutica para inhibir la acumulación de 4.14.7. Antecedentes de los cuidados paliativos, 111
agregados, 38 4.15. FAMILIA Y ENFERMEDAD DE ALZHEIMER, 132
4.6.2. Iniciadores o disparadores de la neurodegeneración y 4.15.1. Organización y funcionamiento familiar, 134
mecanismos conocidos de muerte neuronal, 38 4.15.2. La familia como unidad de cuidado primario, 135
4.6.3. Inflamación y Radicales Libres en EA, 39 4.15.3. Comunicación intrafamiliar, 136
4.6.4. Control de la muerte celular, 45 4.15.4. Buscando soluciones, 137
4.6.4.1. Las Caspasas (Cp) como ejecutoras de la muerte celular, 46 4.15.5. La familia como cuidadora, 139
4.6.4.2. Presenilinas y apoptosis, 48 4.15.5.1. Formar un equipo, 139
4.6.5. Necrosis y neurodegeneración, 48 4.15.5.2. Trabajo en equipo, 144
4.6.6. Neuroprotección (exógena e intracelular), 49 4.16. ESTRÉS DE LOS CUIDADORES, 145
4.7. OTRAS DEMENCIAS Y EL DELIRIUM (TCA), 50 4.16.1. Los cuidadores, 146
4.7.1. Enfermedad de Pick (Ep), 50 4.16.2. Preparándose para ser cuidador, 147
4.7.2. Depresión (Pseudodemencia Depresiva), 51 4.16.3. Signos de estrés en el cuidador, 149
4.7.3. Demencia Vascular (Dv), 52 4.16.4. Algunos consejos generales, 152
4.7.4. Demencia en la Enfermedad de Creutzfeldt-Jacob (ECJ), 56 4.17. PROBLEMAS CONDUCTUALES, 154
4.7.5. Demencia en la Enfermedad de Huntington (EH), 58 4.17.1. Negando y disimulando las pérdidas de memoria, 155
4.7.6. Demencia en la Enfermedad de Parkinson (Dep), 60 4.17.2. Obstinación, 156
4.7.7. Demencia en el SIDA (DeSIDA), 60 4.17.3. Síndrome del sol poniente o crepuscular, 157
4.7.8. Demencia con Cuerpos de Lewy (DCL), 61 4.17.4. Vagabundeo, 157
4.7.9. Demencia en Otras Enfermedades, 65 4.17.5. Repetición, 158
4.7.10. Síndrome Amnésico Orgánico, 66 4.17.6. Ocultando, perdiendo y amontonando cosas, 159
No inducido por alcohol u otras sustancias psicoactivas 4.17.7. Conducta sexual inapropiada, 159
4.7.11. Delirium (Transtorno Confusional Agudo), 67 4.17.8. Conducta persecutoria o de seguimiento, 160
4.8. TRASTORNO COGNITIVO SECUNDARIO A MEDICAMENTOS, 4.17.9. Insultos y acusaciones, 160
74 4.17.10. Problemas con el teléfono, 161
4.8.1. Delirium, 75 4.17.11. Trastornos del sueño, 162
4.8.2 Factores de riesgo de DeM, 76 4.17.12. Ilusiones y alucinaciones, 162
4.8.3. Síntomas relacionados con el DeM, 76 4.18. IDEAS PRÁCTICAS SOBRE CÓMO MANEJAR
4.8.4. Estrategia para recudir la incidencia del TCM, 76 LOS DESAFÍOS COMUNES DE LA EA 163
4.8.5. Demencia persistente inducida por sustancias (DiS), 77 4.18.1. Manejando las actividades de la vida diaria, 163
4.8.6. Medicamentos asociados con el TCM, 77 4.18.1.1. Aseo general, 163
4.9. PROCESO DE DIAGNÓSTICO, 81 4.18.1.2. Vestido, 163
4.10. EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA, 82 4.18.1.3. Baño, 164
4.11. IMPORTANCIA DEL DIAGNÓSTICO PRECOZ, 85 4.18.1.4. Cuidado de los dientes y dentaduras, 165
4.11.1. Trastorno Cognitivo Leve (TCL), 86 4.18.1.5. Incontinencia urinaria y fecal, 166
4.11.2. Marcadores bioquímicos y neuroimagen para el diagnóstico 4.18.1.6. Preparación de las comidas, 167
precoz, 87 4.18.1.7. La comida, 167
4.18.1.8. Cuando el paciente se atraganta, 168 4.18.2.4. El baño, 174
4.18.1.9. Ejercicio, 169 4.18.2.5. El automóvil, 175
4.18.1.10. Actividades recreativas, 170 4.18.2.6. El fumar, 175
4.18.1.11. El tacto y las caricias, 170 4.18.3. Urgencias y otras indicaciones, 175
4.18. 2. Adaptaciones en el domicilio del paciente con EA 4.19. ASPECTOS LEGALES Y FINANCIEROS, 176
y otras actividades, 171 4.20. LA TRANSICIÓN, 177
4.18.2.1. Exterior de la casa, 172 Entre la cordura y la demencia: Ayudando a la persona a dejar su vida
4.18.2.2. Interior de la casa, 173 independiente
4.18.2.3. La cocina, 174 4.20.1. Retiro del trabajo, 178
4.20.2. Dejando de conducir, 178 5.1.4. Estímulo del lenguaje, 191
4.20.3. Delegando los asuntos financieros, 179 5.1.5. Musicoterapia, 192
4.20.4. Diciendo adiós a la vida independiente, 179 5.1.6. Terapia Familiar Continuada, 192
4.21. ASPECTOS GENERALES SOBRE LAS RESIDENCIAS, 182 6. CÓMO EMPEZAR UN GRUPO DE AUTO-AYUDA, 193
4.21.1. Cuando empezar a planear el traslado, 182 6.1. )Cómo comenzar un grupo de auto-ayuda?, 194
4.21.3. Como evaluar una residencia, 184 6.2. Primera reunión, 194
4.21.4. El traslado, 185 6.3. Las reglas básicas, 195
4.21.5. Las visitas, 186 7. CÓMO DESARROLLAR UNA ASOCIACIÓN
4.21.6. Costo de las residencias, 186 DE ALZHEIMER Y OBTENER RESULTADOS, 197
5. REHABILITACIÓN EN DEMENCIA SENIL, 187 7.1. El comienzo, 197
5.1. PROGRAMA DE REHABILITACIÓN, 188 8. BIOGRAFÍA, 199
5.1.1.Actividad física general, 188 9. BIBLIOGRAFÍA, 200
5.1.2. Entrenamiento en Actividades de la Vida Diaria Básicas, 190
5.1.3. Terapia ocupacional, 190
CARTA DE PRINCIPIOS
Para el Cuidado del Paciente con Demencia y sus Cuidadores
(ADI, October 1999)
INTRODUCCIÓN
Este manual facilita, en forma de 3 niveles de complejidad (profesionales de la salud, familiares y otros
cuidadores), información sobre la Enfermedad de Alzheimer (EA) y Otras Demencias Relacionadas. Su
estructura en 3 niveles permite su utilización por cualquier cuidador de pacientes con EA; desde los
profesionales de la salud, que tras su lectura podrán abordar mejor la problemática de la enfermedad y
transmitir la información apropiada a los familiares mediante la utilización de un lenguaje accesible a su
comprensión; desde los familiares, que, con el apoyo de los profesionales, podrán acceder con facilidad al
conocimiento de la enfermedad y a los capítulos correspondientes al cuidado del paciente y al cuidado de ellos
mismos para ayudarles en tan difícil tarea; y desde otros cuidadores, que con la intervención de los
profesionales y los familiares de pacientes con EA, podrán alcanzar el nivel de conocimiento apropiado para
mejorar la calidad de vida del paciente con la enfermedad.
Fue realizado gracias a la colaboración de Alzheimer´s Disease International (ADI) con sus magníficas
publicaciones enviadas desinteresadamente al autor; gracias al invaluable aporte de la Internet y sus
innumerables páginas relacionadas con la enfermedad [(particularmente alzheimers.com, Journals of The AMA,
healthandage.com, medscape.com, eBMJ (bmj.com), Alzheimer Research Forum, etc.]; gracias a los amigos y
colaboradores que se acercaron al autor con libros, artículos y publicaciones sobre la enfermedad y,
especialmente, gracias al aporte y estímulo constante de los miembros de la Asociación de Familiares de
Enfermos de Alzheimer y Otras Demencias Seniles y Preseniles de Medellín (Antioquia, Colombia), CLUB
ALZHEIMER.
La información obtenida y reflejada en este manual proviene mayoritariamente de estas fuentes (ver
bibliografía) y de las propias experiencias de los cuidadores locales y del autor. La mayor motivación que
empujo a acometer tan enorme empresa fue, como en todos los casos que llevan a la elaboración de estos
manuales, el deseo de un cuidado adecuado y apropiado a los pacientes con esta terrible enfermedad y a sus
familiares, desprotegidos mayoritariamente en países en desarrollo como este y con otras prioridades en primer
lugar.
La valoración de las modificaciones que la edad Aper se@ introduce en el ámbito fisiológico y
funcional en el SNC resulta comprometida y particularmente difícil de establecer. No
pudiendo ser atribuidas directamente a una entidad nosológica cualquiera, habría que
considerar a tales modificaciones como norma común de presentación en el sujeto
envejecido. Sin embargo, se corre el peligro de caer en estereotipos tan destructivos para el
individuo como puede ser la idea de asociar envejecimiento a senilidad; o, por el contrario,
más peligroso aún, considerar a cualquier manifestación patológica de una entidad de
reconocida etiología como Aefecto-norma@ del proceso de envejecimiento cerebral en un
sujeto, por lo demás, mayor de 60 años.
Si bien no todos los cambios somáticos y psíquicos que aparecen inexorablemente con el
paso del tiempo tienen las mismas repercusiones sobre la calidad de vida de los individuos,
los que se producen en el ámbito cerebral son quizás los que influyen más profundamente,
tanto sobre la calidad de vida de la persona considerada individualmente como sobre la vida
de las personas que rodean al enfermo (ver diagrama 1).
Trastornos
Confusionales
Ansiedad
Depresión
Otros Trastornos
Por diversa que pueda ser la expresión del paso del tiempo en el ámbito cerebral, los
trastornos conductuales constituyen los elementos de mayor trascendencia para las
personas en su vida diaria con sujetos, por lo demás, mayores de 60 años.
Descubrir los tipos de decremento que tienen lugar con el envejecimiento, especialmente
aquellos que se hacen más evidentes hacia los 60-65 años, son sólo un primer paso para
determinar sus significados para los propios individuos. Así, debemos hacer una serie de
preguntas que son generalmente aplicables a todos los tipos de cambios relacionados con la
edad:
2) )Es ese cambio relevante? ()Altera las actividades de la vida diaria de las personas afectadas?)
Si una persona sufre un decremento en la audición, una afección artrítica lo suficientemente grave
como para hacerle difícil el caminar o simplemente el vestirse, y un trastorno confusional asociado, el
impacto puede ser grave. Aunque los decrementos en distintas funciones cognoscitivas ocurran solo de
forma gradual, y hay veces que no ocurren, y aunque las satisfacciones sustitutivas están a menudo
disponibles, vivimos en una era en la que la noción de crecimiento o desarrollo personales son
extremadamente importantes. El darse cuenta de que no se pueden realizar algunas tareas puede ser
causa de tristeza, especialmente desde el momento en que esto coincide con otras pérdidas, tal como
la muerte de amigos o el reconocimiento de que cualquier otra promoción va a ser probablemente
imposible. Determinar que factores son atribuibles al envejecimiento en sí, y cuáles aparecen como
fruto de los sucesos que acompañan al envejecimiento, no es siempre posible.
3. Idealización del pasado 7. Repetición insistente o 11. Debilitamiento mnésico 15. Conductas de oposición
machaconería
4) )Alteraría el curso del decremento una intervención? )Un procedimiento médico o cualquier otro
tipo de intervención psicosocial sirve para mejorar el problema? )Se mejorarán las relaciones sociales,
el restablecimiento de los sentimientos de significación personal, un aumento en la estimulación
sensorial o cognoscitiva, o cualquier otra intervención planificada puede establecer alguna diferencia?
5) )Hay algún dispositivo mecánico que pueda servir de ayuda? )Puede suavizarse el problema
por medio de lentes correctoras? )Una ayuda para el oído? )Un miembro artificial?
6) )Cómo se enfrenta el individuo a las pérdidas -o a los trastornos- y cómo puede llegar a ser
más capaz para desenvolverse de forma más eficaz? )Son estas estrategias efectivas? )Existen
otras estrategias más efectivas?
Aunque los cambios que se describen frecuentemente tienen una base biológica, cada
organismo afectado es individual, con una historia única, una única constelación de
personalidad y un único conjunto de circunstancias en el presente (cada alteración tiene un
impacto que es único y diferente para cada individuo afectado).
A menudo, los mayores problemas surgen a causa de las reducciones de las capacidades,
siendo sus efectos primarios una menor efectividad del autoconcepto y de las interacciones
sociales con los demás. Estas pérdidas pueden inhibir la conducta de forma rápida,
dependiendo del modo en que han sido afectadas por el cambio en general. La disminución
de la agudeza visual, por ejemplo, si es extrema o no tiene corrección total puede ocasionar
dificultades en la lectura o hacerla imposible, y puede negar el placer de ver películas en la
televisión (disminuye la cantidad y calidad del ocio disponible).
Más aún, cada cambio recuerda el proceso de envejecimiento que está causándolo,
pudiendo ser estos decrementos negros predictores de lo que va a suceder.
Afortunadamente las personas mayores tienen una gran capacidad y la mayoría se
acomodan aceptablemente a estos cambios.
Fenómenos de agresividad, agitación psicomotríz, dromomanías, estados confusionales,
trastornos del sueño (sueño agitado, despertar precoz, inversión del ritmo nictameral) y
perturbaciones emocionales como ansiedad, irritabilidad, tensión y depresión son trastornos
ciertamente frecuentes y comunes a diversas patologías que afectan a la población
geriátrica; no obstante, cualesquiera que sean los aspectos sintomáticos de la enfermedad,
su consecuencia común es la pérdida de la capacidad de adaptación del individuo a su
entorno. Además, y especialmente, los trastornos del comportamiento y del humor
incrementan la carga física y moral de las personas que cuidan de estos pacientes
(fenómeno conocido como Aun día de 36 horas@), agravan las dificultades de contacto y
precipitan la evolución desfavorable de la patología desencadenante del trastorno (ver
diagrama 1).
Las diferencias interindividuales son importantes y sugieren la existencia de patrones heterogéneos del
envejecimiento intelectual. Los patrones diferenciales en las distintas habilidades observadas en los adultos
mayores pueden ser explicadas, al menos en parte, por problemas metodológicos:
1) Existe una notable variabilidad intraindividual, es decir, en las diferencias que un sujeto experimenta
a lo largo de su vida.
2) Diferencias interindividuales en esa variabilidad intraindividual.
3) Las diferencias intergeneracionales (o intercohorte), es decir, las diferencias existentes en la
pertenencia a distintas generaciones, son también importantes.
Una salud física pobre conduce frecuentemente a la soledad, a la pérdida significativa de capacidad para
actuar y realizar tareas normales de la vida diaria, a la incapacitación y a la depresión. Una pobre salud mental
-real o impuesta por el aislamiento y abandono- a menudo reduce la actividad, la capacidad funcional, aumenta
la confusión y muy probablemente disminuya la resistencia a los problemas físicos.
Por otro lado, las personas mayores están sometidas con frecuencia a distintas situaciones causantes de
estrés, presentándose algunas de forma simultánea: entre ellas se incluye la muerte de aquellos a los que
quieren, especialmente cónyuges; cambios en el status de trabajo a causa de la jubilación; traslados a nueva
casa, nuevos vecinos, nuevas comunidades; no saber cómo manejarse con el tiempo libre; enfrentarse con los
problemas físicos, tales como la pérdida de la audición, o una enfermedad crónica; tener que vivir con un
salario reducido (dependencia); enfrentarse con un futuro limitado y con sus consiguientes muertes, etc. Esta
circunstancia con frecuencia produce cambios en las aptitudes mentales.
En definitiva, a pesar de que toda la evidencia suministrada establece un relativo declive en edades avanzadas
de la vida en determinadas actitudes intelectuales, muchos ancianos muestran su sabiduría, la alta calidad de
su especialización, su comportamiento experto y su buen hacer.
Los trastornos visuales y auditivos asociados al envejecimiento son bien conocidos -a veces, incluso, se
constituyen ellos mismos como Aestereotipos@ en el anciano-, así como los efectos de éstos sobre el
funcionamiento intelectual y el área afectiva.
A nivel ocular se describe una disminución paulatina de la agudeza visual, reducción del tamaño pupilar con la
edad, y la consiguiente disminución de la cantidad de luz que llega a la retina, disminución de la capacidad del
ojo para ajustarse a los cambios de luz, disminución de la visión de profundidad (principal razón por la cual
usar un bastón), de la visión periférica y pérdidas en la percepción del color; con todo, el principal causante de
los problemas visuales en las personas mayores es la reducción de la elasticidad del cristalino y de los
mecanismos de acomodación, lo que les hace difícil ver objetos cercanos.
La pérdida de la agudeza auditiva asociada a la edad es especialmente notable para el rango de tonos más
altos, si bien a menudo las pérdidas auditivas distorsionan sólo ciertas frecuencias, con lo que gritar no produce
beneficios, y sí más confusión. Las pérdidas auditivas aíslan a los sujetos de sus grupos sociales en virtud de
las dificultades que producen para mantener una conversación.
Respecto a los trastornos del olfato y gusto, los resultados son inconsistentes, si bien las quejas en este sentido
son frecuentes.
En cuanto a la actuación psicomotríz, es conocida la lentitud motora y los tiempos de reacción más lentos.
Aunque en apariencia simple e irrelevante, la actuación psicomotríz no puede ser considerada en el vacío, sino
que hay que considerarla teniendo en cuenta su interrelación con la función sensorial, con la capacidad
cognoscitiva, la motivación, la personalidad y el marco social. Además, la lentitud perceptiva y motora tienen
un importante papel en el falso decremento apreciado en el funcionamiento intelectual observado mediante
distintos test psicométricos.
La necesidad del anciano para desarrollar una conducta eficaz con la que enfrentarse con sus déficit es
considerable, y mayor aún para los sujetos que tardan más en tener estos cambios. Así, las personas mayores
van convirtiéndose en Aprevisoras@ y tienen mayor precaución en todo tipo de actividades.
La Personalidad
Permanece básicamente igual a lo largo de los años. En el anciano, y con relación al envejecimiento, se
describen algunas características que deberán ser tenidas en cuenta cuando se considere la presencia de un
posible trastorno conductual (ver tabla 1):
1) Aumento de la introversión.
2) Mayor conformismo, menor agresividad y menor competitividad.
3) La sociabilidad disminuye con la edad; los ancianos son más precavidos y menos impulsivos, más
rígidos y menos flexibles, y ven el mundo más complejo y peligroso.
4) A menudo necesitan estar menos con otras personas y frecuentemente encuentran satisfacción en la
soledad, en los recuerdos, en las fantasías, en los sueños y en la meditación. Para el observador esta
conducta puede indicar erróneamente un signo de abandono.
La sociabilidad reducida, la mayor precaución, la menor impulsividad, la mayor rigidez y el aumento del
número de cosas y situaciones percibidas como peligrosas pueden combinarse para confundir al profesional
que se enfrenta ante un sujeto que presenta alteraciones mentales; el diagnóstico diferencial y la orientación
correcta pueden resultar difíciles en una situación en la que, además, no siempre contará con métodos
complementarios adecuados para salir de dudas.
El funcionamiento Intelectual
Por funcionamiento intelectual entendemos el producto de una serie de operaciones internas o ejecuciones
ante determinados test y tareas de las cuales inferimos ciertas habilidades o repertorios básicos de conducta,
que entendemos son producto de la interacción entre el organismo (en su sentido biológico), el ambiente y la
propia conducta, a través de un amplio ciclo vital.
Así entendido, tanto desde la investigación transversal como desde la longitudinal, se pone de relieve que en la
vejez existe un declive del funcionamiento cognitivo. Mientras que las investigaciones transversales
encuentran cambios relativamente importantes y tempranos en el declive intelectual, los resultados
procedentes de investigaciones longitudinales muestran que este declive no se produce sino en edades
avanzadas, al final de los sesenta.
Parece existir un declive general de la inteligencia que comienza en edades anteriores al establecimiento
ocupacional de la vejez (los 60-65 años), y suele ser más acusado cuando se utilizan tareas manipulativas que
verbales; tal declive, además, no se produce en forma homogénea en las distintas dimensiones intelectuales
sino que existen patrones de cambio; los ancianos conservan algunas habilidades -fundamentalmente
verbales, relacionadas con la inteligencia cristalizada-, mientras que se ven afectadas otras, fundamentalmente
relacionadas con la inteligencia fluida. Esto ha sido considerado como el clásico patrón de envejecimiento.
Por otro lado, determinados parámetros de la tarea (la exigencia de un tiempo límite, modo de presentación)
influyen, en parte, en el declive de las funciones intelectuales encontrado, aunque no cabe concluir que estas
sean las únicas fuentes de variación (generalizaciones sobre el declive de la inteligencia con la edad depende
del tipo de test utilizado).
Existen también pruebas que contradicen que el exclusivo responsable del decremento en las funciones
intelectuales, tal como es medido por test de aptitudes, proceda -exclusivamente- del enlentecimiento e
inexactitud asociados a déficit visuales y motores frecuentes en edades avanzadas de la vida. La variabilidad
interindividual es notable, y existen sujetos que no sufren ningún declive mientras que otros muestran más
amplios y extensos decrementos en su funcionamiento intelectual.
A pesar de que los resultados de las investigaciones realizadas sobre la influencia de la edad en el rendimiento
en las escalas de aptitudes hablan del declinar de la inteligencia a lo largo de la vida, la edad no parece poder
explicar más de un 20-25% de la varianza de las puntuaciones diferenciales obtenidas. Así, la edad, con ser
importante en el declive intelectual, no explica sino una porción del total de la varianza del rendimiento
intelectual.
Para la mayor parte de los investigadores del envejecimiento intelectual, la teoría que permite una mayor
integración de los resultados obtenidos en la evaluación del funcionamiento intelectual en ancianos, hasta la
fecha, es la TEORÍA BIFACTORIAL formulada por Cattell en 1963 y ampliada por Horn en 1970, que hace
referencia a dos tipos de inteligencia, fluida y cristalizada.
La Inteligencia Cristalizada (IC) integra aquellas habilidades mentales primarias que están fuertemente
implicadas de un sentido cultural y, por tanto, dependientes de factores socio-históricos y educativos; puede ser
testada por medio de sub-test tales como Avocabulario@ o Aasociaciones remotas@. La Inteligencia Fluida (IF),
con una fuerte implicación biológica, puede ser observada tras el procesamiento de la información en un
contexto de baja significación cultural y muestra importantes cambios a través de la edad (puede ser
operativizada por medio de Amatrices progresivas@ o Aseries de letras@).
El envejecimiento incide especialmente en aquellas tareas que exigen rapidez, atención, concentración y
razonamiento inductivo. Así, mientras la IC se mantendría a lo largo de la vida, la IF sufriría un declive
paulatino a lo largo de la vejez.
La Inteligencia Práctica o Competencia Cognitiva -el producto de, entre otras cosas, la aplicación acumulativa
de los procesos intelectuales ante situaciones específicas- muestra también diferencias de edad comparables
con las que se obtienen en IF.
La Memoria
Las quejas subjetivas de pérdida de memoria, propias de una gran parte de la población de ancianos, son
ciertamente habituales y, en cierto modo, son el estereotipo más frecuente con el que identificamos al sujeto
mayor de 60 años; así, por ejemplo, el olvido del adulto joven -todos tenemos despistes y olvidos- suele
asociarse a un aumento en su distraibilidad, mientras que el olvido del viejo, decimos, Aes por la edad@,
senilidad o el primer signo de una demencia (Apredemencia@ ). El miedo a perder la memoria es grande,
especialmente desde el momento en que la pérdida se asocia con enfermedades degenerativas u otras
pérdidas que amenazan a las personas con dejarlas desorientadas y confusas.
Cambios de memoria en el anciano
Consideraciones diagnósticas
Debido a que el grupo de mayores de 85 años es el que más está creciendo en nuestra sociedad, es muy
importante que el médico conozca los cambios en la memoria asociados a la edad y se los transmita a las
familias para que sean capaces de identificar los cambios precoces asociados al declinar cognitivo. Grandes
progresos se han hecho en los últimos años en la capacidad para diferenciar cambios en la memoria
relacionados con el envejecimiento normal de los trastornos asociados con la demencia, incluyendo EA.
Reasegurar al paciente de que sus quejas de memoria no muestran evidencia de una demencia es importante
y gratificante. La identificación precoz de la demencia es igualmente importante para proporcionar un óptimo
cuidado y un plan para el futuro.
La memoria no es un fenómeno unitario, por el contrario, involucra una serie de procesos específicos, algunos
de los cuales permanecen estables con el envejecimiento y otros muestran cambios relacionados con la edad
(ver tabla). Es importante distinguir entre lapsos temporales en la memoria, los cuales ocurren más
comúnmente en los ancianos, y pérdida de memoria, lo cual implica un trastorno. El concepto de olvidos
benignos del anciano hace referencia a una pérdida de memoria que es mayor que la esperada para una edad
determinada pero que no se acompaña de otros trastornos cognitivos y no es lo suficientemente severa como
para interferir con el funcionamiento diario o sugerir demencia. La demencia es un trastorno adquirido de la
memoria y otras capacidades cognitivas (tales como razonamiento, juicio y comprensión) que afecta
adversamente el funcionamiento de la vida diaria.
MEMORIA Y EDAD
1. Memoria remota
2. Habilidades cristalizadas (conocimiento del mundo, vocabulario)
3. Recuerdo de lo substancial de la información
1. Nuevo aprendizaje (el aprendizaje ocurre de una forma mucho más lenta para muchos tipos
de información)
2. Profundidad del procesamiento (el anciano tiende a procesar la información a un nivel más
superficial)
3. Recuerdo de detalles de información y/o eventos nuevos
4. Memoria no-verbal (p.ej., transpapelar cosas)
A pesar de la posible influencia de las deficiencias visuales y auditivas sobre la ejecución mnésica, las
investigaciones sólo demuestran pequeñas diferencias en la capacidad de identificar estímulos presentados por
un breve espacio de tiempo; su influencia en el proceso de aprendizaje y el recuerdo parece ser mínima ya que
la memoria primaria -el siguiente estadio- se ve prácticamente inalterada. El almacén de memoria secundaria
es el principal responsable del deterioro de la capacidad de memoria de los ancianos.
Cuando la información que alcanza la memoria primaria permanece, se transfiere a la memoria secundaria,
considerada como un almacén de capacidad ilimitada y permanente; no implica necesariamente el intento de
recordar la información en un tiempo futuro, sino que el material está situado en la zona de almacenamiento
para una posterior recuperación. El trastorno apreciable con la edad en este tipo de memoria se debe,
especialmente, a una menor efectividad en los procesos de adquisición de información, lo cual suele ser
debido al fracaso en la transferencia de la información de la memoria primaria a la secundaria.
Contrario a la opinión general, las diferencias en la memoria remota, relativas a la edad, no existen o son
mínimas. Si bien la información se olvida en orden inverso a como fue aprendida (Ley de Ribot), no se ha
encontrado evidencia experimental que apoye esta afirmación en población anciana (no se ha demostrado
superior el recuerdo de acontecimientos lejanos al recuerdo de acontecimientos ocurridos más recientemente).
Más importante para nuestro contexto son las consideraciones respecto a la memoria en funcionamiento. Se
considera a ésta como un almacén de capacidad limitada consistente en códigos de representación que
mantienen temporalmente la información, así como un centro ejecutivo capaz de atender, seleccionar y
manipular la información (a modo de memoria RAM de los computadores). Estudios recientes sugieren que las
dificultades que presentan los ancianos se encuentran más en los aspectos de procesamiento de la memoria
que en los denominados Aalmacenes de memoria@.
Ya que en la vejez el individuo se convierte en más Aolvidadizo@, y los viejos son conscientes de esta falta de
memoria -en ocasiones exagerada por el propio entorno social y afectivo-, están profundamente afectados,
ansiosos y, a veces, asustados; algunos tienen miedo, no completamente injustificado, de que su confusión sea
un signo de una mayor y venidera confusión; otros se preocupan por que se convertirán en personas seniles o
en locos. Finalmente, es claro que los mismos ancianos se creen para ellos mismo los estereotipos que la
sociedad les impone y que ellos imponen a Aotros mayores que ellos@.
Cuando las personas se encuentran a sí misma menos capaces de recordar sucesos, nombres de personas
conocidas o libros que han leído, y cuando se dan cuenta que su conducta resolutoria parece menos efectiva
de lo que era antes, suelen actuar de forma diferente; una respuesta puede ser el retirarse de las actividades o
personas que les producen estrés; otra es irritarse o enfadarse e insistir en que lo que recuerdan es correcto;
una tercera es aumentar la dependencia con respecto a sus familiares, amigos o profesionales con objeto de
compensar sus propios déficit.
Cualquier tipo de reducción hace que haya más probabilidad de que se reduzcan las opciones para el anciano.
De esta forma, la vejez, como problema, ha de ser considerada de forma multidimensional. Esta población,
que por su magnitud y expectativas de crecimiento demanda cuidados asistenciales a todos los niveles, nos
obliga a estrechar nuestra colaboración para ofrecer a estos sujetos un tratamiento adecuado y eficaz,
partiendo de unos conocimientos gerontológicos apropiados como base para evitar iatrogenias innecesarias y,
frecuentemente, funestas.
Por otra parte, el envejecimiento cerebral se asocia inicialmente con sutiles alteraciones funcionales y
morfológicas previas a la pérdida neuronal a gran escala. De hecho, el envejecimiento del SNC en diversas
especies de mamíferos comparte muchos rasgos, tales como atrofia de neuronas piramidales, atrofia sináptica,
disminución de receptores dopaminérgicos estratiales, acumulación de pigmentos fluorescentes,
anormalidades citoesqueléticas y microglia y astrocitos reactivos. Los hallazgos actuales sugieren que el
envejecimiento del SNC podría relacionarse con un perfil de expresión genética indicativo de respuesta
inflamatoria, estrés oxidativo y pérdida de soporte neurotrófico.
Finalmente, no toda pérdida de memoria es demencia, aunque todo paciente con demencia si tiene trastornos
de memoria. Tanto con un 20% de los pacientes tienen condiciones reversibles y un 35% causas tratables. Aún
pacientes con EA pueden tener causas tratables o reversibles de empeoramiento de los trastornos de la
memoria.
2. DEMENCIA
Requerimientos mínimos para el diagnóstico de cualquier tipo de demencia
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS (CIE-10)
Guía diagnóstica
El requerimiento primario para el diagnóstico es la evidencia de un declinar en la memoria y en el pensamiento
de suficiente gravedad como para trastornar las actividades de la vida diaria. El trastorno de la memoria
típicamente afecta el registro, almacenamiento y la recuperación de información nueva, si bien el material
previamente aprendido y familiar también puede verse afectado, especialmente en fases avanzadas de la
enfermedad. Así, la demencia es más que una dismnesia. Hay también un trastorno del pensamiento, con
afectación típica de la capacidad de razonamiento y del flujo de ideas. El proceso para registrar información
nueva está alterado, haciendo que el paciente tenga cada vez más dificultades en atender a varios estímulos al
mismo tiempo (tal como tomar parte en una conversación con varias personas) o cambiar el foco de atención
de un tópico a otro. Si la demencia es el único diagnóstico, se requiere que el nivel de consciencia no esté
afectado. Sin embargo, es posible y común la presencia de un delirium sobreimpuesto a una demencia. El
trastorno y los síntomas descritos deben tener una evolución no menor de 6 meses para que el diagnóstico
pueda ser hecho.
Diagnóstico diferencial
1. Trastorno depresivo: puede exhibir muchos de los rasgos clínicos de una demencia en fase inicial,
particularmente trastornos de la memoria, pensamiento lento y falta de espontaneidad. 2. Delirium; 3. Retardo
mental leve o moderado; 4. Funcionamiento cognitivo subnormal atribuido a factores socioambientales; 5.
Trastorno mental iatrogénico secundario a medicamentos.
La demencia puede aparecer o seguir a cualquier otro trastorno mental orgánico, o coexistir con algunos de
ellos, particularmente delirium.
G2. Conservación del nivel de conciencia (ausencia de claudicación del nivel de conciencia) durante un
período de tiempo suficientemente largo como para una demostración inequívoca de G1. Si hay
episodios sobreimpuestos de delirium, el diagnóstico de demencia debe ser diferido.
G3. Disminución progresiva del control emocional o de la motivación (o cambios en la conducta social)
manifestado al menos por uno de los siguientes: 1. Labilidad emocional, 2. Irritabilidad, 3. Apatía, 4.
Alteración o pérdida de las normas de comportamiento social.
G4. Para un diagnóstico clínico confiable, G1 deberá estar presente al menos 6 meses (un período de
evolución de 6 meses como mínimo); si el período de evolución es más corto, el diagnóstico sólo podrá
ser tentativo.
Comentarios
1. El diagnóstico es posteriormente apoyado por la evidencia de daño a otras funciones
corticales superiores, tales como afasia, agnosia o apraxia.
2. Al juzgar el nivel de independencia o dependencia (y otros factores asociados) deberán
tenerse en cuenta factores culturales y el contexto social.
3. El cuadro demencial aquí especificado debe tener una evolución mínima de 6 meses; esto
es para evitar la confusión con estados reversibles con idéntico trastorno conductual, tal como
hematoma subdural, hidrocefalia de presión normal y trauma cerebral focal o difuso.
3. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Adaptado de:
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders,
Fourth Ed. (DSM-IV), American Psychiatric Association,
Washington, D.C., 1994
1. Comienzo súbito.
2. Hallazgos neurológicos focales (hemiparesia, pérdida sensorial, defecto de
Rasgos clínicos no los campos visuales o incoordinación que aparece de forma precoz en el curso
consistentes, inciertos o de la enfermedad).
no sugestivos de 3. Convulsiones o trastornos de la marcha que aparece de forma precoz en el
PROBABLE EA curso de la enfermedad o al inicio de la misma.
Adaptado de
McKhann, G. et .al.: Clinical Diagnosis of Alzheimer´s Disease:
Report of the NINCDS/ADRDA Work Group, Dept. Of HHS Task Force
on Alzheimer´s Disease, Neurology (1994) 34:939.
Demencia en la EA que se inicia antes de los 65 años. Se asocia a un deterioro relativamente rápido y a un
marcado trastorno de todas las funciones corticales superiores (afasia, agrafia, apraxia y alexia) que se
presentan de forma relativamente precoz en el curso de la demencia en la mayoría de los casos. Los
antecedentes familiares de EA contribuyen al diagnóstico pero no son un factor necesario para el mismo,
como lo son los antecedentes familiares de Síndrome de Down o de linfoma. Los criterios diagnósticos de
investigación son:
1. Los criterios para demencia en la EA deben ser cumplidos en su totalidad y la edad de inicio debe ser
antes de los 65 años.
2. Al menos uno de los siguientes criterios debe ser cumplido:
(a) Evidencia de un inicio y progresión relativamente rápido.
(b) Además del trastorno de memoria, hay afasia (amnésica o sensorial), agrafia, alexia, acalculia o apraxia
(indicando la presencia de compromiso de los lóbulos temporal, parietal y/o frontal).
Demencia en la EA en donde el inicio clínicamente observable es después de los 65 años, usualmente cerca
de los 70 años o después, con una progresión lenta y usualmente con trastornos de la memoria como rasgo
principal. Los criterios diagnósticos de investigación son:
1. Los criterios para demencia en la EA deben ser cumplidos en su totalidad y la edad de inicio debe ser
después de los 65 años.
2. Al menos uno de los siguientes criterios debe ser cumplido:
(a) Evidencia de un inicio muy lento y de una progresión gradual (3 años o más evaluados
retrospectivamente).
(b) Predominio del trastorno de la memoria sobre el trastorno intelectual.
Demencia en la EA que no cumple los criterios de las dos anteriores; se incluye demencia mixta (Alzheimer
y vascular). Se trata de demencias con importantes rasgos atípicos o que cumplen ambos criterios de las
demencias de inicio precoz y tardío.
Cuando la EA fue originalmente descrita pos Alois Alzheimer en 1906, se consideraba que
este trastorno era relativamente raro; con el subsecuente desarrollo clínico y los estudios
neuropatológicos que identificaron las características patológicas de la EA (placas seniles y
ovillos neurofibrilares), el trastorno llegó a ser la causa más común de demencia en los
ancianos. Con el envejecimiento de nuestra población, el manejo y tratamiento de la EA es
probable que llegue a ser un grave problema de salud pública que encarará nuestra
sociedad en el presente siglo. Su causa definitiva sigue siendo poco clara y su cura evasiva.
No obstante, ahora disponemos de intervenciones psicosociales y farmacológicas efectivas
para aliviar los síntomas y el sufrimiento de los pacientes y sus familias.
4.1. BIOLOGÍA
La EA puede ser mejor caracterizada como un síndrome con múltiples variantes
patogénicas, más que como una enfermedad con una sola vía patogénica. Mutaciones en la
PPA, algunas en el gen de la Tau, los cuerpos de Lewy corticales en una sub-población de
casos, las placas corticales y los ovillos, factores ambientales y muy probablemente otros
tipos de patologías pueden resultar en las manifestaciones clínicas de la EA. En la típica EA
(con placas y ovillos) la formación de placas (depósitos AB) representa un evento patológico
precoz, el cual, además, puede contribuir a la fosforilación anormal de la Tau y a la
formación de ovillos. Otros fenómenos patológicos observados en la EA (p.ej., inflamación,
estrés oxidativo, pérdida colinérgica) giran en torno al AB y la Tau (ver
ANeurodegeneración@).
Después de los 50 años casi todos los cerebros contienen unos pocos ovillos
neurofibrilares, particularmente en el lóbulo temporal medial. Muchos de estos cerebros no
contienen placas y otros muchos ovillos. Sin embargo, el índice de carga de ovillos no
distingue claramente los individuos normales de aquellos que sufren de Trastorno Cognitivo
Leve (TCL) o EA en fase inicial. Así, parece que la aparición de unos pocos ovillos y ninguna
placa o pequeños grupos de placas (Aclusters@) es una manifestación del envejecimiento
normal; el incremento en el número y la propagación de los ovillos parece ser un evento
tardío en la cascada patológica de la EA. Por el contrario, una moderada a alta densidad de
placas parece significar un cambio clínico a TCL o EA inicial; además, el incremento en la
carga de placas acelera así mismo la formación y propagación de los ovillos, resultando en
pérdida neuronal y demencia.
Para 1906, Alois Alzheimer no tenía idea de lo que causaba los ovillos neurofibrilares y las
placas seniles; asumió que podían ser la causa del deterioro cognitivo, pero que también
podían ser un efecto de este. Este punto todavía no es claro, aunque la mayoría de los
investigadores se inclinan por la primera (formas oligoméricas solubles de AB,
probablemente estableciendo complejos con otros factores tal como la ApoE, parece ser un
factor de riesgo más relevante que las mismas placas de amiloide para la EA).
PLACAS SENILES
Las placas seniles (ps) son acúmulos de detritos celulares localizados extracelularmente,
frecuentemente rodeados por astrocitos y microglia y centrados por un núcleo del péptido AB,
especialmente AB1-42 o forma de cadena larga. Las placas se clasifican en tres tipos: difusas,
neuríticas o fibrilares y amiloides. Las placas AB1-42 aparecen de forma más precoz que las AB1-40
(en la DCL existe un menor número de placas AB1-40 que en la EA).
Aunque la información disponible sobre el efecto neurotóxico de las placas AB es abundante (poca,
aunque existente, es la información sobre la no-toxicidad del AB), la pérdida neuronal en la vecindad
de placas no es tan clara; la intensidad de esta pérdida parece depender del tamaño y densidad de los
depósitos AB; la mayoría de las placas no parecen afectar la densidad regional de neuronas, sólo un
2% de las placas se asocian con disminución local en la densidad de neuronas; estas placas se tiñen
con tioflavina S, presumiblemente debido a los densos depósito fibrilares de AB1-40 (existen formas
fibrilares y monoméricas de AB); está menor densidad no parece deberse solo a un efecto de espacio o
Aempuje celular@ producido por el AB sino que realmente causan muerte celular. Esta disminución en la
densidad neuronal se limita a las regiones inmediatas a la placa, indicando que no hay una señal tóxica
difusible que emane de las placas. Si esta situación en monos transgénicos es similar en humanos, se
desconoce. La fibrilación es necesaria para observar toxicidad.
Los niveles de AB (formas no solubles o Apre-placa@ y en particular AB1-42) parecen correlacionarse
con el nivel de deterioro cognitivo y pueden preceder la tau-patología en algunas regiones cerebrales
(p.ej., corteza frontal) más no en otras (p.ej., corteza entorrinal). En individuos no demenciados con
TCL, el índice de densidad de placas corticales se correlaciona significativamente con la presencia de
trastorno cognitivo; además, los niveles de AB soluble en el cerebro se correlacionan fuertemente con
el grado de demencia en EA; esto significa que el AB puede producir efectos tóxicos aún antes de su
conversión en agregados y su depósito en las placas.
Se ha demostrado que varias kinasas fosforilan la Tau en sitios en los cuales la Tau es fosforilada en
EA; en EA, varias kinasas están elevadas, mientras que los niveles de fosfatasas están reducidos. Esta
alteración en la relación kinasa/fosfatasa puede ser el principal contribuyente para la formación de PH-
Tau. Los pacientes con EA tienen niveles elevados de una versión malfuncionante y acortada de la
proteína p35. Normalmente la p35 regula la kinasa 5 dependiente de ciclina (Cdk5), una enzima que
cataliza la construcción y el mantenimiento del tejido neuronal durante el desarrollo (las enzimas que
son kinasas, tal como la Cdk5, activan otras enzimas por unir un grupo fosfato a ellas, proceso
conocido como Afosforilación@). La p35 es recortada en 2 proteínas más pequeñas por unas proteasas
que están siendo actualmente activamente buscadas (calpainas), la p10 y la p25; el fragmento p25
mantiene la actividad de la p35 y, a pesar de que pierde un segmento crítico que es contenido en la
p35 (pierde la porción que contiene la señal que le permite anclarse a la membrana plasmática, lugar
donde la Cdk5 normalmente activa otras enzimas), puede activar la Cdk35 y Adeambular@ por el
citoplasma celular Ahiperfosforilando@ otras proteínas, particularmente la proteína Tau.
Así, la proteína Tau alterada es menos capaz de unirse a otras proteínas del citoesqueleto y se agrega
en los letales ONF vistos en la neuronas degeneradas de pacientes con EA. La longitud total de la p35
es normalmente regulada y tiene una vida media muy corta; su degradación normalmente es realizada
por su asociación con la Cdk35, la cual la hiperfosforila. Por otra parte, la p25 es completamente
estable, se acumula en grandes cantidades en EA (10-40 veces más y en las mismas regiones donde
se presentan los ONF; los niveles de Cdk5 y p35 tienen a permanecer estables en EA), mantiene una
activación permanente de la Cdk5 y parece preceder la formación de los ONF. Aún se desconoce la
conexión que existe entre la p25 y la formación de las placas amiloides. Estos hallazgos proporcionan
varias estrategias terapéuticas futuras: alteración del nivel de recorte (clivaje) de la p35,
inhibición/bloqueo de la Cdk5 (enzimas necesaria para el día a día neuronal), bloqueo de la p25 o de la
proteasa que la produce. Otras proteínas (proteína asociada al citoesqueleto, kinasa de adhesión focal,
glutaredoxina, utropina) han sido implicadas como mediadoras en la formación de los ONF o en la
degeneración de las neuronas afectadas.
El posible papel de la Tau en la demencia tomó un lugar central en EA con el descubrimiento de las
mutaciones en el gen de la Tau en el cromosoma 17; la llamada Ademencia fronto-temporal con
parkinsonismo ligada al cromosoma 17" (FTDP-17) incluye un gran número de mutaciones, las cuales
pueden resultar en una variedad familiar de desórdenes demenciantes actualmente conocidos como
ATaupatíasA. Estas incluyen la Demencia Fronto-temporal (caracterizada por atrofia frontal y temporal
anterior), la Enfermedad de Pick (caracterizada por inclusiones intra-neuronales llamadas ACuerpos de
Pick@), la Variante Predominante en Ovillo de la EA (AVPO-EA@, caracterizada por la falta de placas AB
compactas y la presencia de ovillos predominantemente en áreas corticales límbicas y paralímbicas),
la Parálisis Supranuclear Progresiva y la Degeneración Corticobasal.
La forma de las inclusiones Tau (incluida PH-Tau) depende en parte de la mutación causante de la
misma; así, aquellas relacionadas con la PH-Tau produce inclusiones en uno o más sitios anatómicos
desde la corteza cerebral a la médula espinal; además, pueden encontrarse depósitos de Tau en
neuronas, ovillos, cuerpos de Pick o células gliales. La ausencia de placas, particularmente de la
variedad compacta, en muchas de las taupatías sugiere que las anormalidades en la Tau son las
responsables del trastorno demenciante, incluyendo algunas variaciones de la EA (p.ej., VPO-EA). Las
mutaciones conocidas en la proteína Tau producen una reducida capacidad de la Tau para interactuar
con los microtúbulos o una sobre producción de isoformas Tau con 4 repetidos microtúbulos unidos.
Estos conducen al ensamblaje de la Tau en filamentos semejantes o idénticos a aquellos encontrados
en la EA. Varias mutaciones sin sentido también tienen un efecto estimulante sobre la formación de
filamentos Tau inducidos por la heparina. El ensamblaje de la Tau en filamentos puede ser una
ganancia de una función tóxica que se cree es la causa subyacente del fallecimiento de las células
nerviosas afectadas.
ESFERONES ()?)
Proteínas en forma de balón que se transforman en placas de AB; pueden detectarse desde la infancia,
aumentando progresivamente su tamaño a lo largo de los años.
Existe una clara y fuerte asociación entre AAC y lesiones cerebrovasculares (LCV) en la EA,
particularmente microinfartos, hemorragias y lesiones de tipo múltiple (p.ej., infartos corticales grandes,
infartos lacunares). Las LCV son muy comunes en los cerebros de pacientes con EA (entre el 80-95%
de todos los casos de EA tienen acumulaciones amiloideas apreciables en las paredes de los vasos
cerebrales, especialmente en las pequeñas arteriolas), si bien su contribución al cuadro demenciante
es desconocida.
Se trata pues de un proceso patológico adicional y fundamental que contribuye al daño cerebral por
mecanismos aún no claros pero que involucran isquemia.
Todas estas alteraciones se desarrollan especialmente en las partes del cerebro que
controlan la memoria, el recuerdo y el aprendizaje de nueva información [cortex -lóbulos
frontal y parietal-, estructurales mediales del lóbulo temporal -especialmente hipocampo
(afasia dentada) y corteza entorrinal (zona subventricular del bulbo olfatorio)- y núcleo basal
de Meynert].
Posibles causas son: Defecto de la barrera HE, daño asociado a los radicales libres,
activación plaquetaria (ricas en AB y PPA), enfermedad priónica, toxicidad por poliglutamina.
Además de la hipótesis de la casada amiloide como etiología de la EA, aparecen esquemas
alternativos de la misma: perturbación del tráfico vesicular, la red citoesquelética y
distribución del colesterol de las membranas pueden ser también eventos centrales. Con
todo, el papel de la PPA, las presenilinas y de la APOE no está completamente entendido.
Genética y clasificación
El descubrimiento de los factores genéticos (mutaciones) implicados en la EA ha permitido
su clasificación en 2 formas de presentación:
(1) El gen de la Proteína Precursora de Amiloide (PPA) localizado en el cromosoma 21, Amadre@ del
péptido AB y responsable del 5-20% de la EA de inicio precoz; esta proteína está relacionada con el
crecimiento neuronal y la comunicación (se trata de una glicoproteína de transmembrana tipo I). En el
Síndrome de Down existe una producción extra de PPA, siendo indistinguibles los cerebros del Down y
el Alzheimer en autopsia. Un gen anormal para la PPA se asocia a EA entre los 40 y los 65 años (la
primera mutación identificada fue APP692). Cerca de 20 familias identificadas; esta mutación lleva a la
formación de mayor cantidad de AB1-42 (aumento de la relación AB1-42/AB1-40). Recientemente se
ha identificado una nueva mutación (sustitución de un solo nucleótido -guanina por citosina- en el exón
17, alelo 1) que se caracteriza por una edad de presentación mucho más precoz (alrededor de los 30
años) que en la mayoría de las familias que también presentan mutaciones PPA. Se trata de la cuarta
mutación que involucra el codon 717; las otras tres son V717l, V717P y V717G. Las primeras
mutaciones fueron encontradas en los exones 16 y 17 (EA con edad de inicio a los 45-55 años). Estas
mutaciones afectan el procesamiento proteolítico de la PPA, resultando en una mayor producción de
beta amiloide. Se piensa que estas mutaciones cambian la estructura normal de la proteína por lo que
no es reconocida por su enzima metabolizadora, la alfa-secretasa, teniendo que recurrir a vías
alternativas (beta y gama-secretasa). Más de 8 mutaciones erróneas en este gen han sido
identificadas.
(2) El gen de la Pre-Senilina-1 (PS1), localizado en el cromosoma 14, es responsable del 25-50% de
la EA de inicio precoz (30-60 años); cerca de 100 familias y más de 65 mutaciones erróneas en este
gen han sido identificadas. El polimorfismo de PS1 puede hacer que su expresión clínica sea diferente
según la mutación (p.ej., acompañarse de convulsiones, paraparesia espástica, etc.). La PS1 es una
proteína multi-transmembrana con una gran asa hidrofílica cerca a su C-terminal; esta región es
requerida para las conocidas funciones de la proteína; la sintaxina-A, una proteína de membrana
plasmática sináptica, es una de las proteínas que ligan la PS1. Las presenilinas parecen estar
involucradas en la regulación de la proteolisis intramembranosa y clivaje de proteínas tales como la
PPA y la Notch dentro de la membrana;
se ha hipotetizado que la actividad enzimática relacionada a la PS-1 es responsable del clivaje
proteolítico del C-terminal de la proteína intracelular Notch 1 (proteína reguladora del desarrollo),
además de su papel en la formación de AB a partir de la PPA. La actividad enzimática tipo gamma-
secretasa dependiente de la PS-1 es crítica para el procesamiento de la PPA y de la Notch; además, la
vía de activación de la Notch 1 permanece parcialmente activado aun cuando el procesamiento
proteolítico de la Notch 1 y su translocación nuclear estén marcadamente inhibidos. Esto último es
pues importante desde el punto de vista terapéutico con respecto al bloque de la gamma-secretasa.
Los últimos resultados confirman que las PS (PS1 o PS2) son, al menos en parte, esenciales para que
la gamma-secretasa parta la PPA en el proceso de liberación del AB. Los resultados dejan poca duda
que las PS sean la gamma-secretasa (la ausencia de las PS elimina la actividad de la gamma-
secretasa). Puede ser, no obstante, un co-factor necesario para su actividad. La gamma-secretasa
también es una aspartil-proteasa. Recientes trabajos, sin embargo, indican que la PS-1 puede producir
también fragmentos AB, los cuales son procesados como resultado de la actividad de la beta-
secretasa.
La mayoría de la EAF están unidas a mutaciones en PS1 y PS2. Además de modular la producción de
AB, las mutaciones en las PS también producen alteraciones selectivas y altamente específicas en el
influjo de calcio intracelular. Aunque el mecanismo molecular subyacente a estos cambios no es
conocido, un mediador molecular candidato es la calsenilina, una recientemente identificada proteína
ligadora de calcio que se asocia con el C-terminal de ambas PS, sitio que parece estar implicado en la
modulación del influjo de calcio intracelular.
Numerosas mutaciones sin sentido en las PS están asociadas con la forma autosómica dominante de
la EA. Los genes de las PS codifican proteínas de transmembrana politópicas, las cuales son
procesadas por clivaje proteolítico y forman complejos de alto peso molecular bajo condiciones
fisiológicas. Se ha sugerido que las PS están funcionalmente involucradas en la morfogénesis,
respuesta proteica y procesamiento de proteínas específicas tales como la PPA. Aunque el mecanismo
subyacente por el cual las mutaciones en las PS conducen a la EA permanece esquivo, un efecto
consistente mutacional es la sobreproducción de AB. Además, las PS interactúan con la beta-catenina
para formar complejos con las PS.
Es probable que más genes intervengan. Los resultados de estas mutaciones generalmente conllevan
mayor producción de AB1-42 (aumento de la relación AB1-42/AB1-40). La presencia de al menos 2
familiares afectados, siendo uno de ellos de primer grado, junto a una edad de inicio precoz (antes de
los 65 años) y un patrón de herencia autosómico dominante, son sugestivos de EAF.
2. EA esporádica de inicio tardío (EAS): Se presenta después de los 65 años y es las más frecuente,
además, sus factores genéticos relacionados son diferente de la EAF. Se sabe que los antecedentes
familiares de EA aumentan el riesgo de sufrir EA pero, qué tanto, es desconocido; es probable que
varios genes intervengan en este sentido para incrementar el riesgo de EA de inicio tardío. Riesgo del
40-50% en compañero gemelo de EA. Mayor riesgo en ser familiar de EA cercano. Solo un gen ha sido
definitivamente asociado con la EA de inicio tardío:
El más común de los alelos de la APOE es el e-3. La APOE es conocida por su papel en el transporte y
metabolismo del colesterol y otras grasas. Los compuestos que disminuyen el colesterol inducen la
formación de APOE y se ha demostrado que incrementan la cantidad de APOE en pacientes con EA en
un 15% (la APOEe4 no es inducida). Numerosos estudios han demostrado que una dieta rica en grasas
o en colesterol significativamente aumenta los niveles de PPA y AB.
Interacciones de dominio entre Arg-61 y Glu-255 son importantes en hacer que la e4 se porte diferente
de la e2 o e3. La ausencia de APOE endógeno (monos transgénicos) resulta en menos depósito AB
cerebral, con casi ningún AB fibrilar y ninguna neurita distrófica; en presencia de APOE, sin embargo,
abundantes placas tiofalvina S positivas con neuritas distróficas están presentes. La falta de APOE
también disminuye el depósito amiloide vascular. La hipótesis es que la APOE juega un papel crítico en
la conversión del AB a sus formas fibrilares (tóxicas) y que la e4 puede hacer esto más eficazmente
que la e3. Estimular la producción de APOE puede ser útil en tratar la EA; el probucol incrementa la
producción de APOE; en paciente con EA, el probucol incrementa la producción de los niveles de
APOE en LCR (mayor en pacientes sin e4); el estado cognitivo de los pacientes pareció estabilizarse y
hubo una fuerte correlación positiva entre estado cognitivo y niveles de APOE en LCR. La longitud
completa de la APOE muestra diferencias dependientes de la isoforma en la distribución celular de la
proteína; el efecto de la APOE sobre la estructura citoesquelética neuronal (especialmente para la e4)
es consistente con el posible papel de esta proteína en la formación de los ovillos neurofibrilares en
EA.
Algunos otros genes se han asociado a un mayor riesgo de desarrollar EA, si bien la
cantidad de riesgo conferido por estos defectos genéticos, si es que existe, parece ser
menor que con el APOEe4:
4.3. EPIDEMIOLOGÍA
Los estudios de prevalencia realizados en los últimos 70 años (desde 1945) coinciden en
señalar que el aumento progresivo de las demencias corre paralelo con el incremento de la
edad. Así, el número de pacientes con EA será una variable en gran medida dependiente de
la distribución de edades de una población determinada.
1. Valorar el número de casos dentro de una área particular, permitiendo a las autoridades locales y
nacionales y a los servicios de salud públicos y privados planear y organizar servicios adecuados de
atención.
2. Identificar variaciones regionales en la prevalencia de la demencia y sus subtipos, permitiendo de
esta forma que los epidemiólogos desarrollen y evalúen teorías acerca de posibles factores de riesgo
para la enfermedad.
3. Proporcionar una muestra no selectiva de personas con demencia que viven en marcos
comunitarios y permitiendo además conocer sus circunstancias de vida, redes de apoyo y accesibilidad
a los servicios de salud de los pacientes con EA.
4. Publicar y estimular la conciencia pública acerca de la gravedad del problema en una comunidad
determinada.
Con todo, más estudios de prevalencia son necesarios en todos los países y muy
especialmente en los países en desarrollo en todos los continentes. Estos estudios, unidos a
la presencia y variación genética local de la enfermedad, exposición a factores ambientales
y estilos de vida de los habitantes permitirá una mayor comprensión y conocimiento de la
realidad local en relación con las demencias. La identificación de regiones con prevalencias
inusualmente bajas puede proporcionarnos claves importantes acerca de las causas de
estas enfermedades.
En general, se estima una prevalencia del 5-15% después de los 65 años, doblándose este
porcentaje si las formas leves de EA y el Trastorno Cognitivo Leve (TCL) son incluidos; es
muy rara antes de los 50 años si bien su edad de presentación es entre los 40 y los 90 años.
La frecuencia de la demencia es muy dependiente de la edad, doblándose cada 5 años de
un 1 a 2% en las edades de 65 a 70 años, a un 30% y más después de los 85 años; tiende a
disminuir después de los 90 años. La EA es la más común de las demencias, respondiendo
por el 55-65% de todos los casos. La supervivencia, después del diagnóstico, es de 7-10
años, con un rango de 3 a 20 años. Afecta a todos los grupos sociales y no respeta género,
grupo étnico ni lugar geográfico. Aunque no hay diferencias de sexo en la prevalencia global
de las demencias, la EA es ligeramente más frecuente en mujeres.
ÁREA A ÁREA B
La integración de diferentes estudios de prevalencia (ADI, Factsheet 3, Abril 1999) arroja los
siguientes resultados:
65-69 1.4
70-74 2.8
75-79 5.6
80-84 11.1
>85 23.6
Cabe señalar que existen algunas diferencias regionales en cuanto a la frecuencia de
presentación de algunas de las demencias; por ejemplo, la relación Demencia
Vascular/Enfermedad de Alzheimer en Japón varía entre 1:1 a 3:1, mientras que en Europa y
Norte América es 1:2.5. Existe alguna evidencia que sugiere que las demencias pueden ser
menos comunes en áreas rurales que urbanas y en países en desarrollo que en
desarrollados.
Aunque las estadísticas globales son incompletas (poco se sabe acerca de la prevalencia de
la demencia en países subdesarrollados), y de acuerdo a las Naciones Unidas, la población
de los países más desarrollados, para 1990, fue de 1.143 millones, con 143 millones de
mayores de 65 años. Si se aplican las frecuencias de prevalencia tomadas como referencia
(ver tabla), se estima que existen en el mundo cerca de 7.4 millones de personas con
demencia, de los cuales 3.7 millones aproximadamente corresponden a EA. Se estima que
para el 2010 estos números aumentarán un 37%, es decir, cerca de 10.2 millones de
personas con demencia.
En 1995 se estimó que 375 millones de personas (6% de la población mundial) tenía más de 65 años,
siendo esta proporción mucho mayor en Europa (14%) y en Norte América (13%) que en Latinoamérica
(5%) y en África (3%), con un predominio de mujeres (57%) sobre los hombres; en África la relación
mujeres/hombres es prácticamente igual, mientras que en Europa y en América la relación es 3/2. La
población urbana crece rápidamente mientras que los ancianos son dejados atrás, en las áreas urbanas
de muchos países, y las familias tienden a ser predominantemente nucleares, con un incrementado
número de ancianos que viven solos en sus pueblos o en sus apartamentos en los grandes núcleos
urbanos de los países desarrollados. La OMS estima que para el 2020 habrán cerca de 1 billón de
personas mayores de 60 años; esto significa que, inevitablemente, habrá más casos de demencia en el
mundo.
Actualmente existen cerca de 11-18 millones de personas con demencia en los países en
desarrollo y menos de una décima parte del dinero total invertido en investigación es
utilizado en estos países. Diferencias culturales y en la aplicación e interpretación de los
instrumentos de evaluación, problemas económicos y dificultades de evaluación por
territorios dispersos entre otros, así como la falta de apoyo de los gobiernos para la
investigación, son algunos de los problemas más serios de los países en desarrollo.
4.4. COSTO
El costo económico calculado para el manejo y tratamiento de la EA es enorme. Los costos
directos combinados, incluyendo cuidado médico, cuidado a largo plazo y pérdida de
productividad, y los costos indirectos, incluyendo cuidado familiar y pérdida de recursos, se
aproximan a 100.000 Millones de dolares/año. Si el paciente es cuidado en casa, el costo
aproximado es de 12.500 dólares/año por persona; si lo es en una residencia u hogar,
42.000 dólares/año por persona. El costo promedio del cuidado del paciente, desde el
diagnóstico hasta su muerte, es de 174.000 dólares, haciendo de la EA la tercera
enfermedad más costosa en USA después de la enfermedad cardiovascular y el cáncer.
Estos gastos contrastan con el dinero invertido en investigar la EA: tan sólo asciende a 300
millones de dólares al año. Además, también hay un enorme costo emocional para las
familias que sufren tremendamente viendo como su ser querido lentamente pierde su
identidad.
1. Edad Avanzada
Es el principal factor de riesgo: a mayor edad, mayor riesgo, excepto después de los 90 años que
tiende a disminuir.
2. Historia Familiar, Genética y Síndrome de Down (ver antes).
3. Sexo Femenino
Aunque los estudios son contradictorios, las mujeres tienen mayor riesgo de desarrollar EA que los
hombres, si bien este riesgo parece solo aumentar a partir de los 75 años. Por otra parte, el daño de la
sustancia blanca cerebral parece ser más común y más severo en mujeres que en hombres; se
especula que esto podría tener relación con el descenso en el nivel de estrógenos en la mujer
menopausica.
4. Factores Ambientales
Desconocidos.
1. Presencia de APOE-e4
Debido a que la asociación entre APOEe4 y EA es altamente variable, otros factores (genéticos y
ambientales) aumentan o reducen el riesgo asociado de con la APOEe4 (p.ej., dieta, fumar, HTA,
diabetes). Los portadores de APOEe4 que consumen dieta rica en grasas tienen un riesgo aproximado
29 veces mayor de desarrollar EA que la gente de la misma edad no portadora de APOEe4 y con dieta
rica en grasa.
2. Infrecuente Uso de AINES
La relación entre EA y reacción inflamatoria local (microglia) está ampliamente identificada,
considerándose que juega un papel clave en el desarrollo de las placas seniles y los ovillos
neurofibrilares. Por otra parte, los AINES (ibuprofeno, naproxen, indometacina, meclofenamato)
retrasan el deterioro cognitivo del paciente con EA.
3. No Uso de THS
Los estrógenos (modulan los sistemas colinérgicos, serotoninérgicos y catecolaminérgicos, regulan la
sinaptogénesis y la neurogénesis, aumentan la producción de acetilcolina, bloquen el depósito de AB,
mejoran el flujo sanguíneo, tienen efecto antioxidante, mantienen la integridad del hipocampo, mejoran
la memoria verbal y la atención espacial y parecen retrasar la fase de iniciación de la
neurodegeneración) previenen y/o retrasan la enfermedad. Debido a que el 90% de los estrógenos
circulantes en la sangre están unidos a proteínas plasmáticas y no pasan la barrera hemato-encefálica,
los niveles de estrógenos biodisponibles (no unidos a proteínas), si están elevados, parecen reducir el
riesgo de declinar cognitivo en las mujeres.
4. Déficit de Nutrientes Anti-oxidantes
Los hallazgos actuales confirman el importante papel de los radicales libres (estrés oxidativo) en la
génesis de la EA (a diferencia de otros tejidos, el cerebral tiene pocos mecanismos anti-oxidantes). El
estrés oxidativo está estrechamente relacionado con un sutil proceso inflamatorio local y con el
contenido de hierro cerebral. Varios estudios confirman la importancia de los cambios de estilo de vida
en el riesgo de la EA. Cuando la gente envejece, el daño oxidativo acumulado relacionado con el
imbalance del sistema antioxidante/pro-oxidante puede incrementar el riesgo de cambios patológicos
relacionados con la edad, tales como los vistos en EA. Así, algunos estudios sugieren que una dieta
rica en anti-oxidantes podría reducir el riesgo. Algunos estudios consideran que una dieta rica en anti-
oxidantes puede reducir el riesgo de EA hasta en un 25%; este efecto es aún mayor en fumadores y en
portadores de APOEe4.
5. Trauma Encéfalocraneano
Alguna pero escasa evidencia.
6. Hipertensión y ECV
La HTA no solo incrementa el riesgo de demencia vascular sino también el riesgo de EA. La HTA puede
contribuir al riesgo de EA y a otras formas de neurodegeneración a través de varios mecanismos: por
iniciar o mediar procesos relacionados con susceptibilidad genética, inflamación, trastornos en la
permeabilidad de las membranas y entrega de nutrientes. Aunque no es estadísticamente significativa,
la hipotensión también parece asociarse a un mayor riesgo de EA. Reducir los factores de riesgo
cardiovascular pueden proteger contra la Dv en la vida tardía. Los factores de riesgo más importantes
que disminuyen la perfusión cerebral (y que producen atrofia cerebral y poli/leucoacariosis) son:
isquemia cerebral transitoria (ICT), HTA, consumo de tabaco, hiperlipemia y sexo masculino. A partir de
los 70 años, las ICT, la hipertensión y la enfermedad cardíaca empiezan a acelerar el deterioro
cognitivo. La leucoacariosis se inicia incluso antes que el deterioro cognitivo; los ICT, la HTA y la
hiperlipemia se correlacionan más con Dv. Además, la enfermedad cerebrovascular isquémica crónica
puede producir alteraciones conductuales, de aprendizaje visuoespacial y, especialmente, metabólicas
que pueden incrementar el riesgo de EA (p.ej., mediante un trastorno en el metabolismo oxidativo).
7. Enzima convertidora de angiotensina (ECA)
El genotipo D/D de la ECA parece estar relacionado con un mayor riesgo de EA. Se requieren más
estudios que confirmen este hallazgo.
4.6. NEURODEGENERACIÓN Y EA
Agregados de Proteínas, inflamación y radicales libres, Muerte Celular, Apoptosis, Necrosis,
Neuroprotección
La degeneración del SNC puede ser ampliamente clasificada como aguda o crónica. En las
enfermedades neurológicas agudas (p.ej., ECV aguda, trauma cerebral o medular), la mayor
magnitud de la muerte celular ocurre rápidamente después del insulto. Sin embargo, la
muerte celular puede ser detectada hasta 3 semanas después del insulto inicial. En las
enfermedades neurológicas crónicas (p.ej., ELA, EH, EA), la presencia de un estímulo
apoptótico es permanente y, por lo tanto, la muerte celular ocurre en un período de varios
años. En ambos casos, la vía apoptótica mediada por las caspasas es compartida.
De las enfermedades agudas del SNC con muerte celular apoptótica, la isquemia cerebral
es la más ampliamente estudiada y comprendida. Después de la isquemia, se puede
detectar muerte celular apoptótica y necrótica. La muerte por necrosis ocurre en el centro
del área infartada donde el insulto es más severo. Sin embargo, en la penumbra isquémica,
donde el insulto isquémico no es tan severo, los mecanismos de apoptosis son disparados y
las células TUNEL-positivas son claramente identificadas. La velocidad para detectar
muestras de cuerpos apoptóticos está directamente correlacionada con la magnitud del
insulto isquémico. Después de 2 horas de isquemia focal, las células apoptóticas son
detectadas a partir de 6 horas después. Por otro lado, después de 30 minutos de isquemia
global transitoria, las células apoptóticas no son detectadas hasta 24 horas más tarde y
durante un período de 2 semanas después del insulto. Esta margen de tiempo de muerte
celular apoptótica ocurre no solo en isquemia sino también en traumatismo cerebral. La
activación de las vías de muerte celular no es un fenómeno de Atodo o nada@, sino más bien
un proceso gradual donde la magnitud de la activación de las vías apoptóticas es
directamente proporcional a la magnitud del efector de la cascada de muerte. La activación
inicial de la vía de las caspasas no es un proceso irreversible y no siempre conduce a la
muerte celular. Por lo tanto, si la intervención ocurre lo suficientemente temprano, la muerte
celular puede ser abortada, rescatando así población neuronal y mejorando el resultado
neurológico final.
En cada uno de estos casos las inclusiones están compuestas de una proteína que está
íntimamente relacionada con la causa de la enfermedad. Hoy día sabemos que estas
proteínas que se acumulan en inclusiones son capaces de causas neurodegeneración (cada
mutación particular, es decir, alteraciones en la forma biológica de la proteína causa formas
familiares de la enfermedad), si bien, no en todos los casos tienen una relación directa
causa/efecto. Con todo, el papel bioquímico de estos agregados se resiste mostrar su
mecanismo de acción degenerativa.
Por otra parte, cada vez se destaca más la importancia de la disfunción mitocondrial en la
patogénesis de muchas END (Ataxia de Friedreich, Enfermedad de Wilson, paraplejía
espástica hereditaria, ELA, Enfermedad de Huntington, Enfermedad de Parkinson, EA);
debido a que el metabolismo mitocondrial no es solo la fuente más importante de
intermediarios de alta energía, sino también de radicales libres, defectos mitocondriales
heredados o adquiridos podrían tener un efecto causal en la neurodegeneración como
consecuencia del déficit de energía y/o por el daño oxidativo. La disfunción en la cadena
respiratoria mitocondrial se asocia a anormalidades en el DNA mitocondrial y a mutaciones
en genes nucleares directamente involucrados en las funciones mitocondriales (SURF1,
frataxin, paraplegin); los defectos de la fosforilación oxidativa y en incremento en la
producción de radicales libres también han sido observados en enfermedades que no son
debidas a anormalidades mitocondriales primarias (en estos caso es probable que la
disfunción mitocondrial sea un epifenómeno). Además, las mitocondrias han sido unidas a
muerte celular apoptótica y necrótica. Genes mitocondriales anormales (estudiados
realizados en células Acíbridas@) parecen estar unidos con la cascada de apoptosis que
dispara la muerte neuronal y la acumulación de AB. La membrana mitocondrial de estas
células muestra un bajo potencial de membrana, potencial que puede ser restaurado por AO,
y niveles citoplasmáticos elevados de citocromo c. Estos genes mitocondriales anormales en
la EAS intervienen en el estrés oxidativo y en la formación de AB-mediado por la caspasa-3,
con la consiguiente secreción excesiva y depósito de AB.
Debido a que la cinética de la agregación es crítica, cualquier factor que la altere afectará la
progresión de la EA. Las 2 proteínas que han sido identificadas como factores de riesgo
para EA, alfa 2-macroglobulina y APOEe4, afectan la agregación del AB y sus niveles. Los
estudios del complejo APOE/lípidos, el cual se parece más al estado fisiológico de la APOE
(en su forma pura la APOEe4 incrementa la agregación del AB), sugieren que la APOE
normalmente promueve la remoción del AB vía la proteína receptora relacionada con la LDL;
en este sistema, la APOEe4 es menos eficiente en remover AB, facilitando así el depósito de
AB. Tanto la alfa 2-macroglobulina como la APOEe4 parecen actuar de forma semejante en
relación con el AB (agregación del AB).
1. Metales: Una de estas vías es por su capacidad para ligar metales (zinc, cobre, hierro), unión que a
su vez estimula la agregación (p.ej., los quelantes de metales previenen la agregación AB; así como el
AB se acumula, así lo hacen los metales). La importancia de los metales viene dada por su capacidad
para catalizar la conversión de peróxido de hidrógeno a radicales hidroxilo a través de las reacciones
de Fenton (H2O2 + Fe2 OH + OH- + Fe3+) y Haber-Weiss (O2 + H2O2 O2+ OH- + OH). Al
incrementarse la acumulación de AB y metales, la producción de OH- aumenta. Otras agregados de
proteínas (amilina, AS, APrPsc@) también pueden ligar metales y producir neurodegeneración a través
de un mecanismo oxidativo similar.
2. Estimulación mediada por receptor: La unión del AB a receptores específicos, tales como el
RAGE (Areceptor for advanced glycation end products@) o receptores recogedores tipo 2, puede inducir
la producción de radicales libres al estimular la actividad de la forma reducida de las oxidasas
nicotinamida adenina dinucleotido. Por otra parte, la acumulación de aminoácidos excitatorios, tales
como el L-glutamato, pueden inducir muerte celular por sobre-activación de los receptores específicos
del glutamato o por la inducción de eventos oxidativos.
3. Sistema inmune: El AB-40 presente en las placas seniles parece activar la microglia a través de su
unión a los receptores recogedores tipo 2; una vez activada, la microglia produce grandes cantidades
de RLs, contribuyendo así con la carga global de RLs del cerebro afectado por la EA.
La microglia son los macrófagos residentes del SNC y responden por aproximadamente el
10% del total de células del SNC y realizan muchas de las funciones de los macrófagos
periféricos, tales como migración, fagocitosis y producción de moléculas inmunes tales como
citoquinas y quimoquinas. La microglia remueve y metaboliza el AB junto con algunos
tejidos sanos en la vecindad de las placas. La microglia activada produce dos factores: (1)
factor activador de macrófagos, el cual, a su vez, estimula la activación de la microglia, y (2)
componentes del complemento (proteasas serenas), las cuales son producidas y secretadas
por la microglia. La activación de la vía del complemento resulta en una cascada de
reacciones químicas que producen intermediarios dañinos y resultan en la formación de
complejos de ataque a la membrana (MAC). Los MAC matan sus blancos al formar poros en
las membranas. El factor del complemento iniciador, C1q, se une al AB y es activado por
este (el AB activa toda la vía del complemento), favoreciendo además la agregación AB. Los
niveles de C1q, MAC y otros componentes del complemento están elevados en EA y la
mayoría están presentes en depósitos compactos de AB y/o en neuronas en el cerebro EA y
en el cerebro con Síndrome de Down (C1q).
Así, el mecanismo a través del cual el AB ejerce su efecto sobre blancos celulares está más
o menos bien perfilado. Tardíamente en el curso de la EA, cuando las fibrilas AB son
abundantes, interacciones no específicas del amiloide con elementos celulares es probable
que induzcan una amplia toxicidad. Sin embargo, precozmente en la EA, cuando la
concentración de AB es mucho menor y los depósitos extracelulares son infrecuentes, el
mecanismo de la disfunción celular subyacente no ha sido claramente definido. El aspecto
clave es aclarar cuál es el medio por el cual el AB perturba las propiedades celulares
tempranamente y la posibilidad de que la terapia protectora en ese tiempo pueda prevenir la
citotoxicidad en un punto donde el daño es todavía reversible. Dos de los co-factores
celulares involucrados en la perturbación de la membrana inducida por el AB son el RAGE y
la ABAD. Aunque la prueba final para el compromiso de estos dos factores en la disfunción
celular en EA debe todavía esperar, su mayor expresión en cerebros EA sugiere la
posibilidad de una vía específica de perturbación celular inducida por AB la cual podría
proporcionar futuros blancos terapéuticos. Aunque la relación AB-receptor CD40 está en
investigación, se sabe que el receptor CD40 de la microglia es regulado por el péptido AB
(tanto AB1-40 como AB1-42 incrementan su expresión) y media una señal inflamatoria
intracelular, lo que finalmente conlleva a un incremento en la concentración del factor de
necrosis tumoral alfa (alfa-TNF). El bloqueo del recepto CD40 puede así ser una vía para
suprimir la neurodegeneración en la EA.
La IL-1 beta es sobre-expresada por la microglia en EA, especialmente en áreas con mayor
depósito AB; además, induce una excesiva síntesis y procesamiento de la PPA en las
neuronas; también ha sido unida a la propagación de la señal inflamatoria a través de la
inducción del SB100 beta; está sobre-expresión se correlaciona con la transición de AB
fibroso a AB condensado en las placas seniles y es capaz de activar los astrocitos. La
enzima convertidora de IL-1 beta (ICE), enzima que convierte la pro-IL-1beta en su forma
madura y funcional IL-1 beta, también conocida como caspasa-1, está también estimulada
en EA. La sobre-expresión de ICE contribuye al daño del DNA observado en las neuronas
adyacentes a las placas seniles. La IL-1 beta puede además tener un papel directo en la
disfunción colinérgica: la sobre-expresión de IL-1 beta induce la expresión de
acetilcolinesterasa in vivo e in vitro. Finalmente, polimorfismos específicos en varios genes
IL-1 incrementan el riesgo de EA. La IL-6 es una citoquina pleotrófica que media respuestas
inmunes y reacciones PI que afectan el crecimiento celular y la diferenciación; se sintetiza
en los astrocitos y en la microglia; es un pirógeno mayor que incrementa la permeabilidad
vascular (sobreproducción de NO) y la activación de los linfocitos, fenómenos que pueden
apreciarse aumentados en EA; además, los prostanoides (productos finales de la COX-2),
tales como la PGE2, inducen la producción de IL-6 por los astrocitos. Sus niveles están
incrementados en el cerebro, sangre y LCR de pacientes con EA y ha sido implicada en la
transformación de placas difusas a neuríticas.
Por otra parte, la microglia activada expresa en su superficie celular grandes cantidades de
receptores para el complemento e inmunoglobulinas, facilitando así su capacidad para
unirse a blancos opsonizados y fagocitarlos; además, generan grandes cantidades de
productos que son tóxicos a sus blancos, así como a los tejidos que les rodean, en
particular, radicales libres (los radicales libres son constantemente producidos por las
células como resultado del metabolismo oxidativo. El cerebro tiene una alta rata metabólica
por lo que existen muchas especies reactivas de oxígeno AROS@. Cuando el aclaramiento del
ROS está comprometido, el estrés oxidativo aumenta, el cual parece ser el caso en EA.
Marcadores del estrés oxidativo incluyen productos finales glicosilados, malonaldheidos,
aumento de 4-OH noneoles -indicativos de peroxidación lipídica-, aumento de carbonilos
-proteínas oxidadas- y proteínas nitrotirosínicas modificadas); productos secundarios de este
ataque son encontrados en estudios postmortem de cerebros de pacientes con EA. Además,
los isoprostanos F2 (especialmente 8-epi-PGF2alfa), formados por la oxidación catalizada
por radicales libres del ácido araquidónico y reconocidos como un marcador confiable de
peroxidación lipídica (actualmente son usados como un índice muy sensible de estrés
oxidativo in vivo) se encuentran elevados en EA.
Lipoproteínas modificadas por oxidación, glicación, alquilación y nitración son generadas por
estrés oxidativo durante la inflamación, diabetes y suministro inadecuado de anti-oxidantes
dietéticos; una familia de genes, los receptores recogedores o Abasureros@ (también
conocidos como fagocitos no profesionales), reconocen e internalizan lipoproteínas
modificadas, haciéndoles susceptibles a la degradación. El aclaramiento de estas
lipoproteínas modificadas por los receptores recogedores ocurre principalmente en los
macrófagos, células dendríticas y células de Kupffer del hígado, si bien, la expresión
genética de estos receptores también ocurre en otras células: células endoteliales, células
de músculo liso aórtico, neuronas y queratinocitos. El aumento de las LDL oxidadas sin un
mecanismo eficiente para degradarlas y la expresión no contralada de receptores
recogedores puede llevar a la disregulación celular, apoptosis y formación de células
espuma. Enfermedades acompañadas por oxidación de lipoproteínas, tales con
aterosclerosis, EA, glomeruloesclerosis, ataxia con deficiencia de vitamina E y posiblemente
el depósito de lipofuscina edad-dependiente, comparten un rasgo patogénico común.
Se ha sugerido la hipótesis de Aun golpe@ (one-hit hypothesis) para explicar mejor el patrón
temporal de muerte celular en varios modelos de END. A pesar de las obvias diferencias
bioquímicas en la etiología de varias END, se ha sugerido que principios comunes pueden
aplicarse en la muerte de las neuronas. Importante entre estos hallazgos es la Ahipótesis del
daño acumulativo (hipótesis del AB)@, la cual sugiere que la acumulación de sustancias
tóxicas o de macromoléculas destructivas gradualmente dañan las neuronas
individualmente. Se ha presentado evidencia que apoya un modelo en el cual las neuronas
en enfermedades hereditarias existen en un anormal estado estable en el cual un evento
catastrófico raro las conducirá a la muerte celular.
Si el riesgo de que una célula individual muera incrementa con el tiempo (como lo sugiere la
hipótesis del daño acumulativo); esto significaría que la representación gráfica de muerte
celular en una población determinada sería sigmoidal. Por otra parte, si el riesgo de que
cualquier célula individual es constante o disminuye con el tiempo (como lo sugiere la
hipótesis de un golpe), la forma de la curva sería exponencial. Cuando se examinan los
modelos experimentales de END heredadas, así como medidas indirectas de pérdida celular
en pacientes vivos con END como la EH, la cinética de la pérdida neuronal es exponencial
en cada caso. Estos hallazgos se acomodan más fácilmente a la hipótesis de un solo golpe,
en donde las mutaciones imponen un anormal estado estable en las neuronas, el cual puede
ser alterado por un evento ocasional y desencadenar la muerte celular. En este sentido, la
ausencia de daño acumulativo significa que la probabilidad de que una neurona mutante
pueda ser rescatada con tratamiento no disminuye con la edad, aunque pocas células estén
disponibles para su rescate. Así, el tratamiento en cualquier punto de la enfermedad puede
llevar beneficios.
Mientras que hay muchos eventos especiales que ocurren durante la apoptosis (ruptura del
DNA, colapso nuclear, plegamiento de membranas), el único evento que es universal a todas
las formas de apoptosis es la activación de las caspasas; así, son éstas los componentes
celulares centrales de la maquinaria proteolítica especializada que conduce a la muerte
celular. Se trata de proteasas de cisteína que, inicialmente, Aenferman@ la célula y empeoran
progresivamente su función hasta conducirla a la muerte. Se activan tras el daño
mitocondrial y tras la Aactivación@ de receptores Ade muerte@ en la superficie celular. Son
expresadas como pro-enzimas (muchas de ellas permanecen como zimógenos inactivos que
deben ser Aclivados@ para activarse) y contienen 3 dominios: un prodominio N-terminal que
contiene secuencias regulatorias, una larga subunidad catalítica y una pequeña subunidad
catalítica. Se subdividen en 3 clases principales en base a su secuencia de aminoácidos,
estructura y especificidad de substrato (se han identificado 14); algunas comparten uno o
más rasgos diferentes y algunas actúan precozmente (1 y 3) y otras más tardíamente. Las
subfamilias principales incluyen: 1. Caspasas activadoras (2, 8, 9 y 10), que típicamente
tienen prodominios grandes. 2. Caspasas efectoras (3, 6 y 7), con prodominios cortos. 3.
Caspasas inespecíficas (1, 4, 5, 11 12 y 13) con papeles primarios en inflamación más que
en apoptosis. Una vez que la caspasa 8 es activada por unirse a proteínas estimuladoras
(p.ej., FADD), interactúa con receptores de muerte celular y desencadena una cascada
secuencial de activación hasta que el ejecutor final, la caspasa 3, es activado; por otro lado,
la caspasa 3 también puede ser activada por otra vía, aquella mediada por la unión del BAD
desfosforilado al Bcl-2 y la consecuente liberación de citocromo c y factor activador de la
apoptosis. Los factores de crecimiento previenen la apoptosis por una vía que
secuencialmente estimula los receptores de la kinasa-tirosina, fosfoinositido-3-kinasa y
protein-kinasa B (también conocida como Akt); la protein-kinasa B fosforila el BAD, el cual es
un homólogo pro-apoptótico del Bcl-2. La pérdida de estimulación por parte de los factores
de crecimiento conduce a la desfosforilación del BAD, el cual se une al Bcl-2, induciendo la
liberación de citocromo C y la activación de la caspasa 3.
En vista de que las caspasas son las proteínas centrales que orquestan la muerte celular,
los inhibidores de las caspasas pueden llegar a ser de gran valor terapéutico para detener
procesos apoptóticos relacionados con enfermedad. Así, por ejemplo, los virus suelen
desarrollar inhibidores fisiológicos de la apoptosis (p.ej., p35 y CrmA) que suprimen la
respuesta de muerte celular del huésped a la infección viral; la especificidad de éstos varía
entre las diferentes especies de inhibidores fisiológicos de la apoptosis (IFA): el CrmA
bloquea la caspasa 3, mientras que el p35 tiene un espectro más amplio de actividad e
inhibe las caspasas 1 a 7 y 7 a 10; los IFA también pueden afectar las vías de estrés de las
kinasas mediadas por el factor nuclear JNK. Por otro lado, también se han desarrollado
péptidos inhibidores de la apoptosis; el más comúnmente usado es el péptido inhibidor de la
caspasa 3, DEVD; análogos de este compuesto celularmente permeables, tales como el
DEVD-fluorometilcetona, han demostrado bloquear la apoptosis inducida por deprivación
trófica en cultivos cerebrales e isquemia cerebral; el dímero bocaspartil (Ome)-
fluorometilcetona también bloque la apoptosis en cultivos cerebrales y neuronas isquémicas.
Nuevos péptidos y no péptidos inhibidores de la apoptosis, que atraviesen la barrera
hemato-encefálica, están en desarrollo.
Entre los compuestos más útiles identificados hasta la fecha para proteger a las neuronas
contra la toxicidad asociada al estrés oxidativo están los antioxidantes (AO); se trata de
poderosos neuroprotectores que pueden prevenir, in vitro e in vivo, la muerte neuronal por
daño oxidativo. El clásico captador o recogedor de radicales libres alfa-tocoferol (vitamina E)
previene la muerte celular inducida por AB y glutamato y disminuye la progresión de la EA;
de igual forma los estrógenos y otros AO fenólicos también actúan como Aescudos@
neuronales antioxidantes. Aunque su penetración al SNC suele ser pobre, los más nuevos
AO, basados en la estructura de los estrógenos o la melatonina, superan esta limitación.
Los síntomas suelen ser algo diferentes a la EA: existe menos desorientación y pérdida de
memoria en las fases iniciales y más cambios de personalidad, pérdida de las restricciones
sociales y trastornos del lenguaje (especialmente para encontrar palabras); además, suele
ser de inicio más precoz que la EAS y su curso suele ser más rápidamente progresivo; no
obstante, a medida que la enfermedad progresa comparte rasgos de la EA, demencia
profunda con mutismo, inmovilidad e incontinencia. Lo habitual es que el paciente sea
inicialmente diagnosticado de EA para, posteriormente y según la evolución, confirmar el
diagnóstico de Enfermedad de Pick.
Se trata de una demencia progresiva, que comienza alrededor de los 50-60 años, caracterizada por un
cambio lentamente progresivo del carácter junto a un deterioro de la conducta social, seguido de un
transtorno del intelecto, la memoria y de funciones del lenguaje, con apatía, euforia y fenómenos
extrapiramidales ocasionales. El cuadro neuropatológico es el de una atrofia selectiva de los lóbulos
frontal y temporal pero sin la presencia de placas seniles u ovillos neurofibrilares en exceso como los
vistos en un envejecimiento normal. Los casos con inicio precoz tienden a exhibir un curso más
maligno. Las manifestaciones conductuales y sociales a menudo anteceden el deterioro de la memoria.
A diferencia de la EA, los rasgos del lóbulo frontal son más marcado que los de los lóbulos temporal y
parietal.
(1) Con alguna frecuencia no es la tristeza el motivo de la consulta, sino que, en general, los ancianos
deprimidos acuden por tres tipos de circunstancias: quejas físicas, perturbaciones sociales y familiares,
y quejas de tipo económico.
(2) Suele existir una intensa ansiedad, preocupaciones de todo tipo, sensación de soledad y de fracaso
(preocupación por problemas físicos, miedo intenso a sucesos de baja ocurrencia de probabilidad,
etc.).
(3) Son frecuentes las auto-acusaciones, la baja auto-estima, las ideas de ruina y los delirios nihilistas;
pensamientos negativos acerca del pasado, decepción con los hijos. Puede aparecer ideación
autolítica que en general suele ser grave.
(4) Entre los síntomas físicos destacan insomnio, anorexia, estreñimiento, ansiedad, dolores erráticos,
marcha encorvada a pequeños pasos.
(5) Su aspecto es de abatimiento, tristeza, cierto estado de confusión y falta de motivación.
La ECV (Astroke@ o Agolpe de mala suerte@) puede presentarse en 4 formas: 2 de ellas causadas por un
Abloqueo@ al flujo sanguíneo cerebral (isquemia) y 2 secundarias a la ruptura de un vaso sanguíneo
(hemorragia). La ECV isquémica (embolismo o trombosis cerebral) es responsable de cerca del 80%
de los casos de ECV y de estas dos, la más frecuente es la trombosis; la ECV hemorrágica
(hemorragia cerebral y hemorragia subaracnoidea) es menos frecuente pero con mayor mortalidad.
Cerca del 10% de las ECV trombóticas se presentan con AminiECV@ o eventos isquémicos transitorios
(EIT); cerca del 30% de los pacientes que presentan EIT presentarán una ECV en un plazo de 5 años.
La ECV aguda es la tercera causa de muerte en USA; cerca de 500.000 americanos anualmente
presentan ECV, siendo esta enfermedad responsable de 150.000 muertes/año.
De forma característica, los EIT ocurren de forma repentina y no duran más de 5 minutos. Suelen
producir entumecimiento o torpor, síncope, vértigo, marcha inestable y/o pérdida del lenguaje o la
visión, particularmente en un solo ojo. Aunque la mayoría de las personas se recuperan completamente
de los EIT, cada episodio produce muerte cerebral neuronal; si su frecuencia es múltiple, pueden
producir un daño acumulativo de suficiente gravedad como para producir la demencia.
4. Confusión nocturna 1
5. Personalidad conservada 1
6. Depresión 1
7. Síntomas corporales 1
8. Incontinencia emotiva 1
9. Historia de HTA 1
PUNTUACIÓN FINAL:
Puntuaciones por encima de 7 hablan en favor de Dv
Las anormalidades adquiridas de las arteriolas retinales (muescas y estrechamiento
generalizado) pueden ser marcadores de enfermedad isquémica cardíaca, cerebral y de
otros órganos; la relación A/V se asocia a placas carotídeas, marcadores de inflamación y
pequeños infartos cerebrales en la RMN.
Los factores de riesgo más importantes son: HTA, antecedentes familiares de ECV, sexo
masculino, diabetes, tabaquismo, hipercolesterolemia, cardiopatía y raza negra.
La Demencia Vascular (Dv), anteriormente demencia arteriosclerótica, y que incluye la demencia multi-
infarto, se distingue de la demencia en la EA por su forma de inicio, rasgos clínicos y curso
subsecuente. Típicamente existen antecedentes personales de isquemia cerebral transitoria, con
trastornos breves de conciencia, paresias transitorias o pérdida visual. También puede aparecer
después de varias enfermedades cerebrovasculares agudas (ECV) o, menos frecuentemente, después
de una ECV aguda. A partir de ahí, algún trastorno de memoria y pensamiento llega a ser aparente. Su
inicio, usualmente tardío, puede ser abrupto, seguido de un episodio isquémico en particular, o más
gradual. La demencia suele ser el resultado de infartos cerebrales debido a la enfermedad vascular,
incluyendo ECV hipertensiva; los infartos suelen ser pequeños pero con efecto acumulativo. El
diagnóstico presupone la presencia de una demencia (ver antes).
El trastorno de la función cognitiva es comúnmente desigual y puede existir pérdida de memoria,
trastorno intelectual y signos neurológicos focales; la capacidad para darse cuenta de que se está
enfermo (insight) y el juicio pueden estar relativamente bien conservados. Un inicio abrupto o un
deterioro a pasos, así como la presencia de signos y síntomas neurológicos, incrementa la probabilidad
del diagnóstico; en algunos casos la impresión diagnóstica solo puede ser confirmada por TAC o, en
último caso, por examen neuropatológico. Como rasgos asociados se incluyen: hipertensión, soplo
carotídeo, labilidad emocional con humor depresivo transitorio, risas o llanto espontáneo y episodios
transitorios de obnubilación de la conciencia o delirium, a menudo precipitados por infartos posteriores.
Aunque la personalidad está relativamente bien conservada, algunos cambios pueden ser evidentes en
algunos pacientes (apatía, desinhibición o acentuación de rasgo previos como egocentrismo, actitudes
paranoides o irritabilidad fácil).
El diagnóstico diferencial más importante es con la EA, el delirium, los trastornos afectivos, el retardo
mental leve o moderado y el hematoma subdural traumático o no traumático. Por otra parte, la Dv
puede coexistir con la EA (demencia tipo mixto). Se incluye aquí el término Ademencia
arteriosclerótica@.
CRITERIOS CIE-10
DEMENCIA VASCULAR DE INICIO AGUDO
Generalmente se desarrolla después de una rápida sucesión de ECV aguda por trombosis, embolismo o
hemorragia; en casos raros una sola ECV aguda puede ser la causa. Los criterios diagnósticos para
investigación son: A. Los criterios generales para demencia deben ser cumplidos en su totalidad; B. La
demencia se desarrolla rápidamente (usualmente dentro del primer mes y no después de 3 meses) después
de una rápida sucesión de ECV aguda o, más raramente, tras un solo infarto de gran tamaño.
DEMENCIA MULTI-INFARTO
Es de inicio más gradual que la forma aguda, aparece después de episodios isquémicos menores y termina
por producir una acumulación de infartos en el tejido cerebral. Los criterios diagnósticos para investigación
son: A. Los criterios generales para demencia deben ser cumplidos en su totalidad; B. El inicio de la
demencia es gradual (en 3 a 6 meses), siguiendo a un determinado número de episodios isquémicos
menores.
Se presume que hay una acumulación de infartos en el parénquima cerebral. Entre los episodios isquémicos
pueden presentarse períodos de mejoría clínica. Se incluye aquí el término Ademencia predominantemente
cortical@.
Los componentes mixtos, cortical y subcortical, de la demencia vascular pueden ser sospechados desde la
clínica, los resultados de la investigación (p.ej., autopsia) o ambos.
El uso simultáneo de los criterios del NINCDS-AIREN (agudeza diagnóstica del 80%
confirmada en autopsia) y del ADDTC asegura una mayor sensibilidad pero una más baja
especificidad diagnóstica.
La proteína intracelular tirosina kinasa Fyn, que parece intervenir en la formación de los
ovillos neurofibriles debido a su asociación con la proteína Tau, se une con la forma normal
de la proteína priónica (todavía no está demostrada la función de la proteína priónica
normal, opuesta a la forma anormal que se piensa causa la ECJ), una interacción que
también involucra a la proteína Caveolina-1. La Fyn se encuentra en concentraciones
elevadas en las membranas celulares de neuronas y parece estar involucrada en señales de
transducción a través de la membrana. Debido a que ambas proteínas (Fyn y priónica) están
localizadas en diferentes compartimientos, aún se desconoce el intermediario que las une y
que las asocia con la Caveolina-1. La Fyn, además, estimula la vía de fosforilación de la Tau
GSK-3 beta tipo EA.
La ECJ deberá sospecharse en todos los casos de demencia que progresa muy
rápidamente, desde unos meses a 1-2 años, y que es acompañada o seguida de múltiples
síntomas neurológicos. En algunos casos (forma amiotrófica) los signos neurológicos
pueden anteceder el inicio de la demencia. Usualmente hay una parálisis espástica
progresiva de las extremidades acompañada por signos extrapiramidales como temblor,
rigidez y movimientos coreo-atetósicos. Otras variantes pueden incluir ataxia, defectos
visuales o fibrilación muscular y atrofia del tipo neurona motora superior; aunque la
presentación con síntomas psiquiátricos (especialmente depresión) de forma temprana en el
curso de la enfermedad es muy característica de la nueva variante en el Reino Unido, la
depresión puede muy rara vez presentarse como síntoma inicial de la ECJ esporádica. La
siguiente tríada es altamente sugestiva de la enfermedad:
La fase terminal está caracterizada por mutismo y aquinesia. Se puede considerar variante
amiotrófica cuando los signos neurológicos preceden el inicio de la demencia; si a lo anterior
se añade un EEG característico (trifásico), la probabilidad diagnóstica aumenta. El
diagnóstico solo puede ser confirmado por examen neuropatológico (pérdida neuronal,
astrocitosis y cambios espongiformes). Debido al riesgo de contaminación, deberán tomarse
todas las medidas oportunas al caso.
La creatina (fosfato de creatina) parece tener su papel como tratamiento para en enlentecer
los efectos de la EH sobre la conducta y sobre sus hallazgos neuropatológicos; la creatina
actúa como el ATP, almacenando fosfatos de alta energía. Puede, por tanto, ser útil en otras
enfermedades neurodegenerativas, incluida la EA. Con todo, el estrés oxidativo no es un
componente principal del proceso degenerativo que ocurre en la EH, o al menos no es de la
magnitud vista en otras enfermedades neurodegenerartivas.
La proteína gp120 derivada del HIV parece desarrollar un papel neurotóxico importante en la
DeSIDA. La neuropatogénesis en SIDA puede involucran anticuerpos dirigidos con
ganglíosidos asociados a las neuronas (GM1, GD1a y GD1b). La pérdida de neuronas y
sinápsis es común en SIDA.
Del 10 al 20% de los casos de DCL no solo tienen CL corticales sino que no tienen
anormalidades tipo neuritas Tau y muy pocos depósitos AB o placas seniles, por lo que no
llenan los criterios de EA. Estos casos son considerados DCL Apura@ o Aclásica@ o
Aenfermedad difusa con CL@. Así mientras la variante de la EA con CL y la EA tienen
síntomas clínicos y placas neuríticas comunes, generalmente no comparten el mismo grado
de anormalidades Tau neurofibrilares. En los paciente con DCL pura no se ha encontrado
evidencia de una respuesta inflamatoria relacionada con las anormalidades celulares
encontradas (parece que la respuesta inflamatoria se asocia con las placas neuríticas Tau
positivas).
(1) Centrales
Deterioro cognitivo progresivo de suficiente gravedad como para interferir con las AVD o las
actividades ocupacionales. A diferencia del paciente con EA, quien típicamente presenta compromiso
de los procesos de adquisición y consolidación de la memoria, el paciente con DCL puede tener déficit
específicos en la memoria de reintegración. En otros pacientes el problema principal son los trastornos
conductuales con conservación de la memoria. Alteraciones del lenguaje (bloqueos y dificultad para
encontrar palabras), dificultades visuo-espaciales (problemas en seguir una ruta no familiar), falta de
atención, rigidez mental, indecisión, falta de juicio y pérdida de insight pueden aparecer de forma
precoz en el curso de la enfermedad y suelen ser útiles en sugerir la posibilidad de una demencia no-
Alzheimer.
(2) Nucleares
A. Fluctuaciones: Una de las características más importantes que ayuda a diferencia ambas
condiciones (DCL vs EA) es la presencia de fluctuaciones muy llamativas en la competencia cognitiva
del paciente en los estados precoces de la enfermedad (desde lo normal hasta el trastorno global, p.ej,
un día cualquiera el paciente es capaz de mantener una conversación normal y al día siguiente está
mudo, adormecido y distraído; algunos pacientes tienen períodos de franco estupor que obligan a
investigaciones clínicas de urgencia). La variabilidad interindividual e intraindividual en estas
fluctuaciones puede ser significativa. Pueden ocurrir rápidamente (minuto a horas) o lentamente
(semanas a meses); se asocian a somnolencia, confusión y reducida consciencia del entorno, casi
como si el paciente se hubiera Adesconectado@ de su entorno (esto es altamente sugestivo de DCL). La
causa de estas fluctuaciones es desconocida.
B. Alucinaciones: El único rasgo que confiablemente distingue la DCL de la EA es la presencia de
alucinaciones visuales, típicamente complejas y muy elaboradas; alucinaciones de otro tipo (p.ej.,
auditivas) también pueden presentarse, aunque son menos frecuentes; generalmente este tipo de
alucinaciones no asusta al paciente (algunos las disfrutan), quien, por otra parte, puede llegar a
aprender a distinguir entre imágenes reales y no reales; generalmente tienen temas típicos y, muy
frecuentemente, involucran animales o personas que se introducen en la casa del paciente. A veces las
alucinaciones se acompañan de delirios, especialmente del tipo persecutorio, muy establecidos,
elaborados y de fuerte contenido (a diferencia de los pobremente formados de la EA). Los defectos en
la percepción visual (distorsiones de tamaño, forma, movimiento o color), en combinación con defectos
generales como escasa luz externa, confusión y deterioro cognitivo, juegan un papel clave en el
desarrollo de las alucinaciones visuales, las identificaciones erróneas delirantes (p.ej., el paciente cree
que la casa donde está no es su casa o que las figuras de la televisión están o son visitantes en su
propia casa), las agnosias visuales y las incapacidades visuo-constructivas características de la DCL.
Comparada con la EA, las dificultades visuo-constructivas y visuo-espaciales de la DCL son
desproporcionadamente severas; estudios radionucleares (PET y SPECT) han demostrado que el
metabolismo de la glucosa y el flujo sanguíneo están más significativamente disminuidos en los lóbulos
occipitales, incluidas la corteza visual primaria y la corteza de asociación visual, del paciente con DCL
que con EA.
C. Rasgos parkinsonianos: La presencia de síntomas parkinsonianos, de aparición más precoz que
tardíamente, son generalmente de carácter leve: rigidez postural, marcha arrastrada, disminución de
movimientos involuntarios (p.ej., balanceo de los brazos), hipomimia, tendencia a caídas, bradicinecia
(lentitud de los movimientos) y temblor (el menos frecuente).
(3) De apoyo
A. Generales: Caídas, síncope y pérdida transitoria de consciencia. La presencia de mioclonus leve,
espontáneo y multifocal es frecuente; en algunos pacientes puede aparecer precozmente, lo que puede
crear dificultades diagnósticas con la ECJ.
B. Hipersensibilidad a los neurolépticos, desarrollando un parkinsonismo (incluso si no lo
presentaban antes de inicial el tratamiento) prolongado, profundo y ocasionalmente mortal, y otras
veces un síndrome neuroléptico maligno. Por otro lado, presentan una respuesta particularmente
buena a los inhibidores de la colinesterasa.
2. Dos de los criterios siguientes son necesarios para (1) Trastorno cognitivo fluctuante con variaciones
un diagnóstico de DCL probable (un solo criterio para notables en la atención y en el estado de alerta.
posible): (2) Alucinaciones visuales recurrentes muy
detalladas y bien construidas.
(3) Síntomas parkinsonianos espontáneos.
4. El diagnóstico de DCL es menos probable en (1) ECV evidente por signos neurológicos o técnica
presencia de: de imagen (p.ej., TAC cerebral).
(2) Evidencia por examen físico u otras
investigaciones de enfermedad física o trastorno
cerebral que pudiera ser responsable del cuadro
clínico.
La EA con Cuerpos de Lewy y sin Cuerpos de Lewy en sus fases tempranas no puede
distinguirse confiablemente sólo teniendo en cuenta las características clínicas; en fases
avanzadas predomina la hipersomnia diurna y la rigidez en los pacientes con EA con
Cuerpos de Lewy; además, se distinguen subgrupos de EA con Cuerpos de Lewy (con
compromiso predominante del tallo cerebral, corteza límbica o neocortical). La Dv puede
causar todos los síntomas de la DCL antes descritos.
De igual forma que con la EA, actualmente no se cuenta con tests diagnósticos específicos
para la DCL; las pruebas hematológicas son normales; el TAC o la RMN muestran atrofia
generalizada, algunas veces predominantemente frontal. El EEG es característico (lentitud
generalizada del rimo de base; si la enfermedad es rápidamente progresivo el EEG puede
asemejarse al de la ECJ). El diagnóstico definitivo es por biopsia cerebral o autopsia.
Los criterios diagnóstico de investigación del Síndrome Amnésico Orgánico, según la CIE-
10, son:
C. Evidencia objetiva (por examen físico, neurológico y pruebas de laboratorio) y/o antecedentes de un
insulto o enfermedad del cerebro (especialmente que involucre, bilateralmente, las estructuras
temporal medial y diecencefálicas), diferente a la encefalopatía alcohólica, y que razonablemente se
presuma como responsable de las manifestaciones clínicas descritas en el criterio A.
Orientación Puede ser normal; tendencia a la Siempre alterada (al menos para el
confabulación. tiempo); tendencia a los falsos
reconocimientos para lugares familiares
o personas.
Este síndrome también incluye una reducción del nivel de conciencia (tanto en el grado de
alerta, que puede varias desde la somnolencia hasta la hiperactividad del delirio, como en
su contenido, es decir, lo que permite poner en relación al individuo consigo mismo y con el
ambiente; siempre está alterado y constituye el trastorno básico), percepciones sensoriales
falsas, alteraciones en el ciclo sueño-vigilia y en el nivel de actividad psicomotora,
desorientación en el tiempo, en el espacio y en cuanto a las personas, y deterioro de la
memoria.
En los estadios leves o precoces (ver tabla) puede hacerse patente una aceleración o un
enlentecimiento del pensamiento, y en los casos graves, el pensamiento puede estar
totalmente desorganizado. Esta alteración puede apreciarse en un lenguaje vago e
irrelevante, caudaloso e incoherente, con saltos imprevistos de unos temas a otros. El
trastorno de la escritura es la anormalidad del lenguaje más sensible de un TCA: son
llamativos los cambios en el tipo de letra, no acabar las palabras, fusiones de palabras,
errores al deletrearlas, cambios de dirección, etc. También hay un razonamiento defectuoso
y un deterioro de la conducta dirigido a metas. Las alteraciones perceptivas son frecuentes y
son el resultado de interpretaciones falsas, de ilusiones o alucinaciones (también pueden
presentarse: anormal percepción temporal, con yuxtaposición de sucesos; confusión de lo
familiar con lo extraño y paramnesia reduplicativa, es decir, recolocación de personas o
lugares en sitios o identidades que le son impropios). A menudo existe una convicción
delirante de la realidad de las alucinaciones y una respuesta emocional y conductual
congruente con sus contenidos.
Estadio Síntomas
El ciclo sueño-vigilia está casi siempre alterado, lo que con frecuencia implica una
disminución del nivel de conciencia, que va desde la simple somnolencia a los estados de
torpor, estupor o semicoma; otros, en cambio, estarán hipervigilantes y con dificul tades para
dormir. Las pesadillas y los sueños de apariencia real también son frecuentes, y pueden
entremezclarse con alucinaciones. Muchos pacientes están intranquilos o hiperactivos,
amasan o rompen las sábanas de la cama, intentan ponerse de pié, se sorpren den ante
objetos inexistentes y cambian bruscamente de posición. Por otro lado, también puede
observarse un descenso en la actividad psicomotora. No es inusual que su actividad cambie
de un extremo al otro. Es frecuente la desorientación en cuanto al tiempo y al espacio, pero
no en cuanto al reconocimiento de las personas; la desorientación temporoespacial puede
ser el primer síntoma llamativo; siempre existe una alteración de la memoria, especialmente
de la reciente, y relacionada especialmente al trastorno de la atención.
La fluctuación de los síntomas a lo largo del día es una de las características más
definitorias del delirium; es típico que el sujeto empeore en las noches de insomnio y
oscuridad. Los llamados "períodos lúcidos", durante los cuales el sujeto está más atento y
coherente, pueden aparecer a cualquier hora pero son más frecuentes en las mañanas.
Los signos más precoces son habitualmente descubiertos en las notas clínicas de
enfermería o en los aportes del cuidador primario: cambios predominantemente nocturnos
en el comportamiento, inquietud desacostumbrada y desorientación temporoespacial que, en
términos coloquiales, suelen referirse a que el paciente está "demenciado". La norma es que
el paciente no tenga consciencia de la presencia de este trastorno del pensamiento.
El delirium en pacientes con fractura de cadera parece ser un síndrome diferente (en sus
causas y curso) del que se observa en pacientes con otras enfermedades médicas; su
prevalencia es tan alta como un 28-50% de los pacientes con fractura de cadera. El delirium
ocurre en el 11-42% de los pacientes hospitalizados y está asociado a una mayor
mortalidad, retraso en la rehabilitación, prolongada estancia hospitalaria, pobre capacidad
funcional y mayor riesgo de ingreso en residencias. En estos pacientes las causas más
frecuentes del delirium suelen ser: secundario a medicamentos, infección, trastorno
hidroelectrolítico, trastorno endocrino-metabólico, trastorno intracraneal, hipoxia/compromiso
cardiopulmonar, síndrome de abstinencia y trastorno ambiental/sensorial.
Para un diagnóstico definitivo, los síntomas (leves o graves) deben incluir los siguientes:
El inicio es usualmente rápido, fluctuante durante el día y su duración es menor de 6 meses. El cuadro
clínico es tan característico que el diagnóstico es fácil de hacer aún sin que la causa del mismo sea
claramente establecida. Además de los antecedente de enfermedad física o cerebral, la evidencia de
una disfunción cerebral (p.ej., a través de un EEG, que usualmente mostrará, aunque no siempre, un
enlentecimiento de la actividad de base) puede ser necesario si el diagnóstico está en duda.
El término Adelirium@ incluye los términos ASíndrome Cerebral Agudo@, ASíndrome Mental Orgánico@,
AEstado o Transtorno Confusional Agudo (no alcohólico)@, APsicosis Infectiva Aguda@, AReacción
Orgánica Aguda@, ASíndrome Psico-orgánico Agudo@, AEncefalopatía@, ADelirio Tóxico@, APsicosis
Tóxica@, APsicosis Exógena@. El diagnóstico diferencial del delirium incluye, especialmente, la
demencia, y otros trastornos como: Trastorno Psicótico Transitorio o Agudo, Esquizofrenia Aguda,
Trastorno Afectivo, Afasia de Wernike (frecuente inicio agudo, lenguaje sin sentido, respuestas
absurdas a las órdenes dadas, comportamiento anormal y aveces paranoico; no obstante, en este
trastorno la atención y la percepción no verbal es normal).
Los trastornos emocionales, tales como depresión, ansiedad o temor, la irritabilidad, euforia, apatía o
perplejidad, los trastornos de la percepción (ilusiones o alucinaciones, a menudo visuales) y los delirios
pasajeros son típicos pero no indicaciones específicas del diagnóstico.
(1) Determinar la causa subyacente: A pesar de la confusión muchos pacientes permanecen tranquilos
y sólo muestran déficit de atención y memoria; en otros, la conducta está profundamente alterada en
respuesta a un pensamiento psicótico, pudiendo, a veces, llegar a ser muy grave; el comportamiento
violento o auto-destructivo requiere atención a la seguridad del paciente y de la familia. Deberá
investigarse, si es posible, la causa desencadenante.
(2) El mejor tratamiento del delirium es su reconocimiento precoz: De esta forma se evitan situaciones
de urgencia; esté muy atento a las observaciones de la familia y/o la enfermera.
(3) La manipulación ambiental es muy importante debido a que el paciente con delirium es
especialmente sensible a su medio ambiente: la habitación debe ser tranquila y estar bien iluminada; el
uso de luz de noche reduce la desorientación que a menudo empeora durante la tarde y horas de la
noche, momentos en que las percepciones visuales se reducen; los contactos frecuentes y cortos con
un miembro de la familia o un miembro familiar del equipo asistencial, hablándole de forma pausada,
en tono ordenado y reasegurador, además de algún objeto familiar para el paciente (un reloj, un
calendario, objetos del hogar, etc.) ayudar al paciente a calmarle y orientarle. Uno o dos miembros de
la familia como máximo deberán visitar consistentemente al enfermo para darle un sentido de
continuidad y estabilidad; los mensajes sensoriales no deberán ser excesivos; el exceso de individuos
que entran y salen de la habitación aumenta el sentido de confusión; animarle a dar un paseo, siempre
que sea posible, a leer o participar en su cuidado personal son útiles en favorecer una consciencia de
realidad y reduce la respuesta a ideas delirantes; en lo posible, la rutina diaria deberá ser constante,
con mínimos cambios de las personas que intervienen en su cuidado; cada persona no reconocida,
mudanza de habitación, desplazamiento de muebles, modificación de rutinas, etc., deben ser
anticipados para evitar nuevos factores de desorientación y angustia.
(4) La monitorización diaria de la conducta del paciente es esencial: Verle a diferentes horas del día es
importante, especialmente si la dosis fraccionada del medicamento está siendo adecuada a las
necesidades del paciente.
(5) Asuma siempre que el paciente entiende: Reoriéntelo con frecuencia en espacio, tiempo y
tratamiento, informándole y no tomándole examen o interrogándole.
(6) Los antipsicóticos orales son los fármacos de elección: Debe empezarse siempre desde dosis
mínimas efectivas, aumentando progresivamente según respuesta; si el paciente está recibiendo
fármacos estructuralmente semejantes (proclorperazina o metoclopramida), tiene mayor riesgo de
presentar efectos secundarios extrapiramidales.
En casos de urgencia
Aunque no muy frecuentes si se está atento a los cambios precoces, son intensamente angustiantes y
amenazantes para el paciente, para los familiares y para otros. Por esta razón, es importante
desarrollar un "plan de acción" que debe ser conocido por todos los miembros de la familia
involucrados en su cuidado diario, de tal manera que la situación pueda ser efectiva y rápidamente
contenida. Cada esfuerzo hecho debe dirigirse a asegurar al paciente que está fuera de peligro y en un
ambiente protegido. Las explicaciones a otros miembros de la familia son importantes para asegurar su
comprensión y cooperación con la petición de que permanezca en la habitación la persona de mayor
confianza para el paciente. La presencia de un miembro familiar del equipo médico, así como el
cambio a una habitación individual, o el traslado del compañero de habitación (en caso de
hospitalización), también puede ser útil. Deberán retirarse de la habitación los objetos potencialmente
peligrosos si hay riesgo de auto o heteroagresividad. El tratamiento farmacológico invariablemente
será impuesto por el médico, si bien la familia deberá aprender pautas generales en este sentido.
A pesar de que se estima que el medicamento contribuye con un 22-39% de todas las
causas de delirium, en USA, los mayores de 65 años consumen el 30% de los
medicamentos prescritos y el 40% de los medicamentos de mostrador, a pesar de ser solo el
13% de la población; en el Reino Unido, los mayores de 65 años (18%) consumen el 45% de
todas las prescripciones.
Se presenta en el 14-56% de los pacientes ancianos hospitalizados; cerca del 15% de los
pacientes antes de la admisión presentan delirium; del 10-30% presentan delirium en algún
momento de su ingreso y del 25-55% de los pacientes que no presentaban delirium al
ingreso lo hacen durante la hospitalización. Una vez que se desarrolla, su mortalidad es del
10-75%, si bien la muerte suele estar más relacionada con lo avanzado de la edad o a la
gravedad de la misma. Del 32 al 80% de los delirium no son diagnosticados
adecuadamente. Cerca del 15% de los pacientes tienen síntomas residuales del delirium
aún hasta 6 meses después del alta del hospital. El delirium postoperatorio se presenta en
el 10-61% de los casos después de los 65 años, siendo más frecuente en pacientes
ortopédicos; se presenta en el 44-55% de los pacientes con cirugía de cadera y 10-14% en
cirugía general. En UCI y unidades coronarias se presenta en el 2-30%. El delirium en
algunos casos da inicio a un cuadro de demencia o puede ser predictor de la misma. La
probabilidad de desarrollar delirium parece estar inversamente relacionada con la capacidad
de reserva fisiológica del paciente.
Aunque la causa exacta del delirium es desconocida, varias teorías han sido propuestas:
reducción del metabolismo oxidativo cerebral, hiperfunción dopaminérgica y endorfinérgica,
transtorno de neurotransmisores (acetilcolina, dopamina, serotonina, glutamato), incremento
en la actividad del cortisol a nivel del SNC, daño del sistema enzimático neuronal,
disminución en la síntesis y función de los neurotransmisores (especialmente de la
acetilcolina), incremento en la actividad noradrenérgica central, disfunción de neuronas
beta-endorfinérgicas, trastorno en la permeabilidad de las membranas a los iones, trastorno
hidroelectrolítico y del ph cerebral, presencia de falsos neurotransmisores, trastorno en la
síntesis de macromoléculas, desacople entre suministro y demanda metabólica, compromiso
de citokinas, pérdida neuronal.
Las demencias inducidas por sustancias, reversibles con la suspensión del medicamento
responsable, pueden ser mejor entendidas dentro del espectro de los estados confusionales;
por otra parte, las demencias persistentes inducidas por sustancias, es decir, que persisten
a pesar de la suspensión del medicamento responsable, son, de hecho demencias. Con
todo, no hay una definición clara de estas demencias, si bien deberán cumplir con los
criterios establecidos para Ademencia@ (CIE-10, DSM-IV).
La demencia inducida por medicamentos puede ser causa de deterioro cognitivo hasta en un
12% de los pacientes en quienes se sospecha una demencia; el riesgo relativo de la DiS
incrementa proporcionalmente con el número de medicamentos utilizados (a mayor número
de medicamentos, mayor riesgo). Su prevalencia en la población es desconocida. El
medicamento puede producir trastorno cognitivo por un efecto indirecto (p.ej., hipoglicemia),
por alteraciones inmunológicas a nivel del SNC o por interferencias con la transmisión
sináptica. Los medicamentos más frecuentemente asociados con la DiS son las
benzodiacepinas, los antihipertensivos y los anticolinérgicos, medicamentos ampliamente
utilizados en los mayores de 65 años.
Entre los medicamentos más frecuentemente asociados con el TCM (a menudo producen
más de 1 síntoma psiquiátrico), están: aciclovir, anticolinérgicos, atropina,
anticonvulsivantes, antidepresivos tricíclicos, asparginasa, baclofen, barbitúricos,
benzodiacepinas, beta-bloqueadores, buspirona, cafeína, clorambucil, cloroquina, clonidina,
clozapina, citarabina, digitálicos, disulfiram, dronabinol, ganciclovir, anti-H2, ifosfamida,
interleukina-2, ketamina, levodopa, maprotilina, mefloquina, metildopa, metilfenidato,
metrizamida, metronidazol, pergolida, fenilpropanolamina, pilocarpina, propafenona,
quinidina, salicilatos, selegilina, sulfamidas, trazodona, trimetropin-sulfa. Los medicamentos
con más alto potencial de producir efectos sobre el SNC son: pentazocina (confusión,
alucinaciones, euforia, sedación), benzodiacepinas de acción larga (sedación, somnolencia,
ataxia, fatiga, confusión, debilidad), amitriptilina (confusión, delirium, alucinaciones),
doxepina (confusión, delirium, alucinaciones), meprobamato (somnolencia, ataxia),
disopiramida (confusión, delirium, alucinaciones), digoxina (cefalea, fatiga, malestar,
somnolencia, depresión), metildopa (depresión), clorpropamida (si hay hipoglicemia,
confusión, amnesia, coma), antiespasmódicos (confusión, delirium, alucinaciones) y
barbitúricos (somnolencia, letargia, depresión). A esto le siguen, con un potencial menos
alto: indometacina (cefalea, mareos, vértigo, somnolencia, depresión, fatiga), reserpina
(depresión, sedación), difenhidramina (confusión, delirium, alucinaciones), relajantes
musculares (confusión, delirium, alucinaciones), antihistamínicos sedantes (confusión,
delirium, alucinaciones) y trimetobenzamida (efectos secundarios extrapiramidales).
Medicamentos asociado a insomnio, incluyen: descongestionantes nasales, teofilina,
desipramina, ISRS, metilfenidato, IMAOS, beta-agonistas.
Anestésicos
Los anestésicos y la medicación pre-anestésica (anticolinérgicos, sedantes) se asocian a delirium post-
operatorio; el tipo de anestesia (general, espinal) no parece afectar su frecuencia de presentación. El efecto de
los anestésicos sobre la función cognitiva puede persistir 48-72 horas; aquellos con vida media de eliminación
más corta serán de elección en ancianos.
Antibióticos
Entre los más frecuentemente asociados a cambios en el estado mental están: aminoglicósidos (p.ej.,
gentamicina, tobramicina estreptomicina), penicilinas, cefalospurinas, sulfonamidas y fluoroquinolonas (p.ej.,
ciprofloxacino, ofloxacino). La inhibición del GABA parece estar involucrada en el delirium inducido por
penicilina, que también puede inducir psicosis y encefalopatía, y fluoroquinolonas. En estos casos, los factores
de riesgo incluyen trastorno renal, mayor permeabilidad de la barrera hemato-encefálica, dosis altas,
administración intravenosa o intratecal, trastorno psiquiátrico previo, enfermedad grave, acetilador lento, edad
avanzada. Otros agentes anti-infecciosos asociados a TCM incluyen: eritromicina, claritromicina, ketoconazole,
anfotericina B, isoniacida, rifampicina, quinacrina, cloroquina, quinina, trimetropin-sulfa (psicosis aguda,
reacción depresiva catatónica), amantadina, aciclovir, zidovudina.
Anticolinérgicos
Muchos de los medicamentos que cuyo nombre de grupo incluye el prefijo Aanti@ (antihistamínicos,
antidepresivos, antiespasmódicos, antiparkinsonianos, antipsicóticos y algunos antihipertensivos) tienen
propiedades anticolinérgicas. Aunque su mecanismo de acción se relaciona enteramente al bloqueo de la
acetilcolina, en algunos casos, especialmente en ancianos, puede observarse un aumento endógeno de la
actividad anticolinérgica en suero durante el tiempo de estrés (p.ej., enfermedad), la cual suele declinar
durante la recuperación sin importar la medicación utilizada. La probabilidad de desarrollar delirium tras la
ingesta de anticolinérgicos es impredecible y puede depender de otros fármacos concomitantes, estado
cognitivo basal, factores farmacocinéticos o fármacodinámicos, medicamento utilizado y carga anticolinérgica
total. En caso de toxicidad anticolinérgica, la sola suspensión del medicamento y las medidas de soporte
suelen ser suficientes; el valor de los inhibidores de la acetilcolinesterasa en estos casos no es claro, y el uso
de fisostigmina (1-2 mg) no está indicado en ancianos por sus graves efectos secundarios (aumento de
secreciones, broncoespasmo, vómito, aspiración, bradicardia). Este grupo de medicamentos es muy amplio y
de uso frecuente; algunos pacientes pueden inadvertidamente llegar a recibir hasta 3 o más medicamentos con
propiedad anticolinérgicas; incluso medicamentos en colirio con propiedad anticolinérgicas puede llegar a
producir delirium. Se incluyen en este grupo: antihistamínicos de primera generación (p.ej., difenhidramina,
hidroxicina, clorfeniramina, meclizina), antiespasmódicos (p.ej., belladona, difenoxilato, clinidium, diclomina,
hioscina), oxibutina, trazodona, bromuro de ipatropio, antidepresivos tricíclicos (ver más adelante), fenotiazinas
(p.ej., tioridazina, proclorperazina, prometazina, clorpromazina, flufenazina), relajantes musculares (p.ej.,
ciclobenzapirina, orfenadrina), midriáticos (p.ej., atropina, homatropina, tropicamida), difenoxilato, atropina,
antiparkinsonianos (benzotropina, trihexifenidil), antiarrítmicos (disopiramida, quinidina, procainamida). Otros
medicamentos con posible efecto anticolinérgico son: codeína, colchicina, warfarina, digoxina, furosemida,
haloperidol, dinitrato de isosorbide, meperidina, nifedipina, cimetidina, ranitidina, prednisolona, teofilina.
Anticonvulsivantes
Todos los anticonvulsivantes pueden afectar la capacidad cognitiva y causar delirium o demencia, aún en
niveles terapéuticos. Este efecto parece estar relacionado a la dosis. El fenobarbital, la primidona y el
clonazepam tienen un impacto más negativo que el ácido valproico, la carbamazepina o la fenobarbital, la
primidona. El cambio en el estado mental relacionado con el fenobarbital, la primidona y la fenitoína parece
estar relacionado por su capacidad para interferir con el mecanismo de os folatos. Los anticonvulsivantes de
segunda generación parecen tener un bajo impacto sobre el funcionamiento cognitivo.
Antidepresivos
Debido a su potencia anticolinérgica, los antidepresivos tricíclicos (ADT) producen importantes efectos a nivel
del SNC, tales como delirium (más frecuente en mujeres), desorientación, confusión y agitación (5%),
disminución del tiempo de reacción, trastorno en la recuperación de la memoria secundaria, trastorno en el
procesamiento de la información y, especialmente, trastorno de la memoria a corto plazo. Los ADT también
pueden inducir una demencia tipo ECJ. Los que menos efectos secundarios tienen son la nortriptilina y la
desipramina. La trazodona, un AD no tricíclico, también puede producir TCM; la nefazodona, estructuralmente
semejante a la trazodona, suele asociarse a confusión. Por ello, los Inhibidores Selectivos de la Recaptación
de Serotonina (ISRS) y los Inhibidores reversibles de la Monoaminooxidasa (IMAOs), sin efectos
anticolinérgicos, suele está más indicados en los ancianos y, de hecho, pueden mejorar en algún grado el
funcionamiento cognitivo; la fluoxetina ha sido asociada a síndrome cerebral orgánico agudo. Entre las
precauciones más importantes están el desarrollo de hiponatremia inducida por los ISRS y el ASíndrome
Serotoninérgico@ (delirium, inestabilidad autonómica, hiperreflexia, clonus en tobillo, temblor, diarrea y rigidez),
como el que puede presentarse con la asociación ISRS-tramadol.
Antiparkinsonianos
Aproximadamente el 20-30% de los pacientes con Enfermedad de Parkinson (EP) tienen demencia; además, la
misma EP es un factor de riesgo para el TCM. El medicamento más frecuentemente relacionado con el TCM es
la levodopa (5% de los usuario de levodopa desarrollan delirium y en el 60% se presentan algunos otros
síntomas cognitivos; son frecuentes las alucinaciones visuales con consciencia despierta y clara); el signo más
precoz de TCM son los trastornos del sueño (deberá disminuirse la dosis). El mecanismo relacionado al TCM
secundario a la levodopa es un posible exceso de dopamina; mayor riesgo en ancianos, pacientes con
demencia previa y dosis altas de antiparkinsonianos. Si el paciente tiene demencia y se usan anticolinérgicos,
el riesgo de delirium se duplica. Los efectos cognitivos de la amantadina pueden ser dosis-dependiente. Los
agonistas dopaminérgicos potentes, tales como la pergolida, producen con mayor frecuencia delirium (11-33%)
que la levodopa; la bromocriptina puede producir trastornos cognitivos aún en dosis bajas. La selegilina se
asocia con delirium. Como hemos visto, a mayor potencia anticolinérgica, mayor riesgo de delirium. Si el
paciente con EP toma varios medicamentos y presenta delirium, primero deberán ser lentamente retirados los
anticolinérgicos, la selegilina y la amantadina antes que los demás antiparkinsonianos.
Antipsicóticos
Aunque el riesgo de desarrollar TCM puede estar relacionado con la dosis, la edad avanzada es un factor de
riesgo significativo para esta condición. Muchos de los antipsicóticos tradicionales tienen actividad
anticolinérgica (p.ej., tioridazina, clorpromazina, trifluoperazina) y riesgo de deterioro cognitivo y delirium. De
los antipsicóticos atípicos, la clozapina es el que tiene más efecto anticolinérgico. En todo caso de paciente
que desarrolle delirium, deberá descartarse la presencia del Síndrome Neuroléptico Maligno (delirium, fiebre,
disfunción autonómica, síndrome extrapiramidal).
Antihipertensivos y Medicamentos CVS
Este grupo es amplio e incluye: antiarrítmicos -p.ej., digoxina, amiodarona, lidocaína (toxicidad SNC),
disopiramida, procainamida, quinidina, flecainida, mexiletina, propafenona, tocainida-, dipiridamol y algunos
antihipertensivos como los beta-bloqueadores, metildopa, clonidina (acción central), reserpina, antagonistas del
calcio e IECAs (p.ej., captopril). No deberá olvidarse que la HTA per se es un factor de riesgo para el deterioro
cognitivo y la demencia vascular. Clásicamente, la metildopa ha sido asociada con efectos negativos sobre el
funcionamiento cognitivo (delirium, demencia, disminución del rendimiento visuo-motor) pues actúa como un
falso neurotransmisor (metabolizada a alfa-metil-noradrenalina). La reserpina produce un daño irreversible de
los gránulos de almacenamiento noradrenérgico y el dipiridamol se asocia a un abajo registro en el MMSE. Por
otra parte, los efectos sobre el SNC pueden ser los primeros o únicos efectos de la toxicidad por digoxina y
pueden ser más comunes que sus efectos cardíacos, aún en presencia de niveles terapéuticos. La vida media
larga de la amiodarona puede producir un cuadro de confusión prolongada. Los diuréticos pueden producir un
trastorno hidroelectrolítico o en el equilibrio ácido-básico y causar un trastorno confusional, especialmente en el
postoperatorio. Los beta-bloqueadores (p.ej., propanolol) pueden asociarse a un cuadro de pseudodemencia
(toxicidad neuropsiquiátrica del 1 a más del 20%), especialmente con los más hidrofílicos; incluso los beta-
bloqueadores de uso tópico en glaucoma puede producir delirium. El TCM relacionado con los IECAs,
antagonistas del calcio y la amiodarona parece representar un evento idiosincrático
Corticoides
Como hemos visto, una de las teorías etiológicas del delirium es el incremento en la actividad del cortisol a
nivel del SNC; los corticoides exógenos pueden producir un efecto similar, incluso asociarse a trastorno
cognitivo crónico y psicosis; mayor riesgo con dosis altas, enfermedad neuropsiquiátrica previa y sexo
femenino. Dosis altas (>80 mg/día de prednisona) durante un largo período de tiempo, o, su suspensión
abrupta, producen cambios importantes en el estado mental. La exposición a dosis altas, aún por poco tiempo,
pueden afectar de forma reversible la actividad en el hipocampo; si el uso es continuado, el efecto puede ser
permanente. Con todo, el riesgo global de TCM con los corticoides es moderado.
Antagonistas H2
Todos los antagonistas de los receptores tipo 2 de la histamina se han asociado a toxicidad aguda del SNC,
incluyendo delirium. La cimetidina es la que mayor atención ha recibido; parece tener alguna actividad
anticolinérgica pues el delirium asociado a ésta se resuelve con fisostigmina. Con todo, su riesgo total de TCM
es bajo y pueden no existir diferencias entre los diferentes antagonistas de los receptores tipo 2 de la
histamina.
Hipoglicemiantes
Tanto los hipoglicemiantes orales como la insulina puede producir daño cerebral reversible o irreversible
secundario a la hipoglicemia, lo que de hecho produce pérdida cognitiva.
Litio
El litio tiene un alto riesgo de producir TCM: delirium, trastorno psicomotor y de la memoria, demencia tipo
ECJ. Su capacidad para producir demencia parece relacionarse con la inhibición de la protein-kinasa C
(disregulación del proceso de crecimiento y diferenciación neuronal). Su toxicidad es potenciada por diuréticos
y AINES.
Analgésicos opiáceos
Antes de atribuir un TCM a un analgésico opiáceo, deberá reconocerse que un dolor mal controlado es causa
de delirium. El delirium como TCM es frecuente, especialmente en postoperatorios y con más frecuencia
secundarios a la meperidina, fármaco que no debe utilizarse en ancianos por el riesgo de acumulación de
normeperidina, su metabolito neurotóxico (ambos poseen actividad anticolinérgica); no debe usarse en
combinación con cimetidina o anticolinérgicos por el mayor riesgo de toxicidad. El tramadol ha sido asociado al
desarrollo de trastorno confusional.
AINES
El delirium es la principal manifestación de la toxicidad por salicilatos; incluso pueden presentarse cuadros
confusionales con dosis terapéuticas; recuérdese que muchos adultos mayores no consideran la aspirina como
un medicamento y pueden intoxicarse con facilidad. El acetaminofén (paracetamol) solo produce TCM en
casos de sobredosis. Aunque algunos AINES han sido asociados a TCM, por ejemplo, indometacina (riesgo
medio) y sulindaco con trastornos de la memoria y naproxen e ibuprofeno (riesgo bajo) con trastornos de la
concentración, el descubrimiento de que los AINES pueden tener efectos protectores contra el desarrollo de la
EA, ha obligado a revisar el papel de los AINES en el TCM.
Antieméticos e inhibidores de la bomba de protones
La metoclopramida, antiemético de amplio uso, cruza la barrera hemato-encefálica y afecta los sistemas
dopaminérgicos y colinérgicos y se asocia con TCM tipo delirium. La cisaprida, con menos efectos secundarios
sobre el SNC aunque con interacciones medicamentos importantes, ha sido prácticamente retirado del
mercado por su asociación con arritmias y muerte de origen cardiovascular. El omeprazol puede tener efectos
adversos neuropsiquiátricos especialmente en ancianos y pacientes con enfermedad hepática.
Hipnóticos y sedantes
Este amplio grupo de medicamentos incluye las benzodiacepinas (p.ej., flurazepam, diazepam), barbitúricos,
meprobamato, hidrato de cloral, antihistamínicos sedantes. Su toxicidad sobre el SNC es a menudo dosis-
dependiente. Las benzodiacepinas de vida media larga (p.ej., flurazepam) pueden exacerbar o incluso causar
demencia (especialmente sí se usan en dosis altas y por períodos prolongados); las de vida media corta (p.ej.,
diazepam, temazepam) tienen un riesgo medio de producir TCM. Las benzodiacepinas se han asociado con
trastornos en el procesamiento de la información y el aprendizaje visual, trastorno en la memoria inmediata y
retardada y en la adaptación psicomotora; la amnesia anterógrada ocurre más frecuentemente con las
benzodiacepinas de alta potencia y vida media corta (p.ej., triazolam). Los sedantes-hipnóticos diferentes a las
benzodiacepinas pueden disminuir el umbral de los adultos mayores para el desarrollo de delirium o demencia,
incluso los más nuevos como el zolpidem. Por otra parte, los barbitúricos pueden causar un trastorno cognitivo
crónico que puede minimizar la EA.
Teofilina
Aunque ha sido asociada con TCM, es raro que esto ocurra con dosis terapéuticas; la Alocura teofilínica@ sólo se
presenta en caso de sobredosis.
Antiespasmódicos urinarios
Los antiespasmódicos urinarios (p.ej., oxibutina, flavoxato) pueden producir delirium por su acción
anticolinérgico o por producir retención urinaria (ASíndrome Cistocerebral@); los factores de riesgo son
hipertrofia prostática, demencia y diabetes mellitus con disfunción autonómica.
Productos vegetarianos
Según la creencia popular, los productos vegetarianos, al ser naturales, no son tóxicos o no existe el riesgo de
toxicidad; no obstante, varios productos han sido asociados a toxicidad del SNC: manía (cerveza de St. John
´s), encefalopatía y neuropatía (hierbas chinas contenidas en la podofilina), confusión (melatonina) y
neurotoxicidad (GHB o gamma-butirilolactona).
Productos de mostrador (AOver-the-Counter@)
Muchos adultos mayores son consumidores habituales de medicamentos o sustancias conocidas como Ade
mostrador@ (antitusivos, descongestionantes nasales, ayudas para dormir, para las náuseas, el vómito,
reconstituyentes, revitalizantes, etc.), gran parte de ellos conteniendo sustancias anticolinérgicas,
fenilpropanolamina o pseudoefedrina, capaces de producir un trastorno confusional y/o un delirium. Este
amplio grupo de sustancias, muchas veces pasado por alto, deberá ser siempre tenido en cuenta cuando se
valores un cambio súbito en el estado mental en todo adulto mayor.
Síndrome de abstinencia
El delirium asociado a la abstinencia de fármacos centralmente activos como las benzodiacepinas, los
barbitúricos o el alcohol es atribuido a una sobre-estimulación GABAérgica. En ancianos, el delirium tremens
presenta una mortalidad tan alta como del 27% Aunque es importante animar la suspensión de los
anticolinérgicos en ancianos en la mayor medida posible, la rápida suspensión de éstos puede producir un
rebote colinérgico (p.ej., con clozapina).
En este sentido, los mejores candidatos son el Indice EA (Niveles de TauXAβ1-40/Aβ1-42) en LCR y
los niveles de proteína neuronal fibrilar. Los test AD7C y 7C, así como los niveles de Factor
Liberador de Corticotrofina requieren mayor confirmación. Los marcadores colinérgicos (alta afinidad
por la recaptación de la colina, recambio de acetilcolina, acetil-coenzima A y actividad de la
monofosfato guanosina-c) están disminuídos en el paciente con EA, si bien, su medida es difícil y se
requiere de tejido fresco. Los niveles de glutamina sintetasa están significativamente aumentados en
LCR (probablemente relacionados con una fuerte astrogliosis), más no son específicos. El nuevo
marcador molecular de EA, CK-1 (familia de las casein-kinasa-1), se encuentra elevado hasta de 30
veces; la CK-1 se encuentra presente dentro de pequeñas vacuolas en las neuronas de cerebros
afectados por la EA, especialmente del hipocampo. Estas vacuolas, llamadas Acuerpos de
degeneración granulovacuolar@ (GVD) son un rasgo prominente en un 50% de los casos de EA, como
las placas y los ovillos. La CK-1 parece también añadir grupos fosfato a la proteína Tau, proteína que
también se encuentra en los GVD. A diferencia de la mayoría de las proteínas kinasas, la CK-1 parece
funcionar como una enzima constitutivamente activa. El mioinositol (marcador de inflamación), un
compuesto encontrado en niveles elevados en el cerebro de pacientes con EA y problemas cerebrales
leves como el TCL, podría ayudar a identificar pacientes en alto riesgo de EA. Por otra parte, el método
ELISA permite detectar anticuerpos al AB en LCR; los pacientes con EA presentan una reducción del
30% en estos anticuerpos cuando se comparan con controles normales. Esto podría significar una
respuesta inmune deficiente en los pacientes con EA.
Aunque es esencial evaluar otras posibles causas de pérdida de memoria (ver APatrón de
Cambio en la Aptitudes Mentales@), un diagnóstico positivo de posible EA puede hacerse
basándose en las características de la historia referidas por el cónyuge, o un informador de
confianza, junto a las características del examen físico y neurológico. El diagnóstico
diferencial incluye un amplio rango de condiciones que producen demencia y enfermedades
psiquiátricas o metabólicas que simulan la demencia (ver ADiagnóstico Diferencial@).
Finalmente, el X-34, un nuevo derivado lipofílico altamente fluorescente del rojo congo, es
útil como marcado histoquímico de los rasgos patológicos de la EA. El X-34 tiñe
intensamente las placas difusas y la neuritas, los ovillos neurofibrilares, los neuropilos y el
amiloide cerebrovascular.
La historia debe ser obtenida de un informador confiable. En este sentido, se debe prestar
especial atención a los cambios observados en el funcionamiento diario y en la competencia
cognitiva, previos y actuales, forma de inicio del trastorno (insidioso o agudo: el inicio
insidioso es característico de la EA), progresión (lento, rápido; la progresión lenta es típica
de la EA) y duración (es importante repetidamente preguntar sí observaron alguna alteración
precoz que pudiera indicar un cambio).
Deberá interrogarse sobre todas las habilidades cognitivas y dar ejemplos de signos
precoces:
(1) Cuando se evalúe el trastorno de memoria, deberá preguntarse si el paciente ha tenido dificultad
en recordar qué día es, qué es lo que han comido en su anterior alimento o si ha tenido problemas en
mantener el trabajo. No debe olvidarse que los pacientes y sus familiares a menudo enmascaran el
problema y buscan excusas para explicar los trastornos de memoria. No olvide hacer una detallada
historia medicamentosa y pensar siempre en la posibilidad de un trastorno de memoria secundario a
medicamentos.
(2) Para las habilidades del lenguaje, deberá preguntarse si el paciente ha tenido problemas para
encontrar la palabra correcta de las cosas o se equivoca al nombrarlas, pronuncia mal las palabras o si
aprecian que tiene más problemas para expresarse verbalmente.
(3) Para las praxis, es importante preguntar si el paciente ha tenido problemas para usar máquinas o
electrodomésticos que previamente sabía usar o si tiene dificultades en realizar los hobbies previos.
(4) Para la agnosia, determinar si hay problemas en el reconocimiento de objetos comunes (teléfono,
escobas, tostadora, etc.).
(5) Las dificultades con el funcionamiento complejo se manifiestan con la presencia de problemas al
realizar tareas tales como elaborar las comidas, manejo financiero del dinero, etc.
Por otra parte, cuando se pregunte acerca del funcionamiento cognitivo es necesario
investigar el uso reciente o pasado de medicación controlada, uso de alcohol y drogas, y su
relación temporal con el inicio del trastorno.
Hemograma completo, ionograma, calcio, fósforo, pruebas hepáticas y renales, VDRL, T4L, TSH,
niveles de vitamina B12 y ácido fólico, citoquímico de orina, glicemia y perfil lipídico.
Otras pruebas que deberán ser realizadas según la historia clínica incluyen: VSG (enfermedad auto-
inmune), tamizaje para metales pesados (exposición industrial), HIV (presencia de factores de riesgo) y
tamizaje toxicológico (uso de drogas). El EEG suele revelar cambios no específicos y rara vez está
indicado excepto para el diagnóstico de Enfermedad de Creutzfeld-Jacobs (cambios característicos
periódicos) o de encefalopatía hepática (ondas trifásicas); los potenciales evocados pueden aportar
alguna ayuda.
Los estudios de neuroimagen pueden ser realizados como parte del tamizaje para descartar
otras enfermedades neurológicas que puedan haber contribuido al declinar cognitivo, pero
no es requerido para el diagnóstico a menos que lo aconsejen hallazgos inusuales, a menos
que se disponga de los recurso para exámenes especiales (p.ej., RM volumétrica):
(1) Un TAC de cráneo sin contraste es usualmente suficiente para descartar enfermedad cerebro-
vascular, hematoma subdural, hidrocefalia de presión normal o tumor cerebral.
(2) La RMN es más costosa pero es más útil para visualizar pequeños infartos lacunares subcorticales
y atrofia mesial del lóbulo temporal, si bien, existe una tendencia a sobre-representar cambios
vasculares (hiperintensidades de materia blanca subcorticales y periventriculares). Muy importante la
atrofia precoz de la corteza entorrinal y el hipocampo (especialmente la RMN Volumétrica); la dinámica
de la atrofia cerebral parece ser una forma prometedora de evaluar el curso de la EA y puede ser útil
para monitorizar los efectos de un tratamiento determinado; aunque el hipocampo muestra la mayor
frecuencia de cambio atrófico (2.5-7.6% al año), la presencia de errores en la toma de la medida del
mismo es más alta que con la medida total cerebral; las regiones orbito-frontales también muestran
una alta frecuencia de cambio atrófico; algunos estudios señalan que los portadores de APOEe4
muestran un mayor cambio atrófico que los no portadores. La magnitud y la extensión de la activación
cerebral durante tareas de memoria en regiones afectadas por la EA, incluyendo áreas prefrontal,
parietal e hipocampo izquierdo son mayores entre los portadores de APOEe4 que entre los APOEe3.
En general, se requiere mayor activación de áreas cerebrales en pacientes portadores de APOEe4 en
la RM funcional, reflejando que el cerebro intenta compensar estos déficit sutiles. Individuos en riesgo
genético de EA exhiben cambios sutiles en su activación cerebral muchos antes (30 y 40 década) de
que la EA se manifieste clínicamente. Debido a que los cambios más tempranos ocurren el en lóbulo
temporal medial (corteza entorrinal e hipocampo), la transición entre envejecimiento normal, TCL y EA
inicial puede ser seguida por RM cuantitativa. De envejecimiento normal a TCL, la corteza entorrinal
muestra la mayor pérdida de volumen, además, también muestra una mayor y más precoz reducción
metabólica en la FDG-PET (18F-Fluorodeoxiglucosa-PET). De TCL a EA, el hipocampo demuestra la
más rápida reducción en tamaño y actividad metabólica, con reducción adicional del volumen del
lóbulo temporal en el seguimiento. La RM funcional (utiliza los niveles de oxígeno sanguíneo, es decir,
la propia sangre del sujeto, como contraste, permitiendo evaluar cambios en la intensidad de la señal
en áreas que son activadas con la estimulación); debido a que no es invasiva y puede ser
repetidamente utilizada, parece muy prometedora. Otras posibilidades de la RMN son la RM
Microscópica y la Espectroscópica.
(3) La SPECT (tomografía computarizada por emisión de un solo protón) puede ser útil en casos
precoces, atípicos o difíciles; en EA hay una hipoperfusión característica en los lóbulos parietales y
temporales; en la DV los cambios son más parcheados; la Enfermedad de Pick se caracteriza por
marcados defectos de perfusión en lóbulos temporales y frontales. La SPECT suele ser útil para
distinguir EA de DV y demencias frontotemporales, pero debe ser usada selectivamente y sólo como
un procedimiento adjunto a la evaluación clínica y al TAC.
(4) La PET muestra diferencias regionales en el metabolismo de la glucosa (disminución en el
metabolismo de la glucosa en la región tempo-parietal posterior), pero es muy costosa. Un declinar en
el metabolismo cerebral (especialmente en las regiones temporal lateral y parietal inferior), asociado a
la presencia de APOEe4, es predictivo de declinar cognitivo en los siguientes 2 años. Como se ha
señalado, la corteza entorrinal muestra una mayor y más precoz reducción metabólica en la FDG-PET
(18F-Fluorodeoxiglucosa-PET) que otras áreas cerebrales. Además, se ha encontrado baja actividad
cerebral en las mismas áreas que en EA en la FDG-PET de sujetos no demenciados portadores de
APOEe4, siendo mayor en el área cingulada posterior. La utilización de ligandos de marcadores
patológicos de la EA, en asociación con la PET (p.ej., la FDDNP-PET, ligando hidrofílico que parece
unirse específicamente a las placas y ovillos, así como del ligando BSB que se une específicamente al
AB1-40 y AB1-42), es una técnica muy nueva aunque también muy esperanzadora pues permite
visualizar placas amiloides y ovillos en vivo (mayor acumulación y menor aclaramiento en pacientes
con EA que en controles).
(5) Finalmente, queda por esperar los resultados con la Espectroscopia Fluorescente de Infrarrojos
Cercanos y la AMRHSD (AAutomated Magnetic Resonance Hemispheric Surface Display@).
Detallados test neuropsicológicos son también útiles en caracterizar el patrón del trastorno
cognitivo. Son más sensibles que el MMSE en detectar deterioro en sujetos con altos niveles
educativos. También proporcionan medidas cuantitativas, permitiendo de esta manera
evaluar la progresión de la enfermedad con el transcurso del tiempo.
Aunque la reducción del olfato es un concepto que tiene más de 10 años, en pacientes con
TCL la identificación de déficit olfativos, déficit que el paciente no es consciente del mismo
(una especie de anosognosia), parece predecir el desarrollo de EA. El reconocimiento de
déficit olfativos parece estar localizado en estructuras mediales del lóbulo temporal, áreas
que son afectadas precozmente en la EA. Se requieren más estudios que confirmen este
hallazgo.
Los síntomas en la fase inicial de la enfermedad son leves y se superponen con los cambios
atribuídos al envejecimiento. Cambios patológicos menores pueden aparecer décadas antes
de que se presenten los síntomas clínicos y pueden también ser encontrados en la vida
media y en ancianos sin síntomas obvios de EA. Los cambios más precoces incluyen el
desarrollo de ovillos neurofibrilares en la corteza entorrinal con el subsecuente compromiso
del hipocampo; la acumulación AB inicial está confinada al neocortex. Entre los pacientes
con Síndrome de Down, la EA es aparente después de los 40 años y algunos depósitos
amiloides pueden ser vistos a la edad de 10 años. Exactamente cuándo los cambios
neuropatológicos son manifiestos clínicamente, es desconocido. Una de las áreas más
importantes de investigación en EA es la identificación de signos y marcadores biológicos en
su fase pre-clínica. Estudios prospectivos de sujetos sin evidencia clínica de demencia
muestran que síntomas muy sutiles pueden ocurrir muchos años antes de que la demencia
pueda ser diagnosticada. La fase pre-clínica inicial está caracterizada por trastornos leves
en la memoria verbal, lo cual probablemente refleja daño del hipocampo, con compromiso
tardío de áreas que gobiernan el lenguaje, la orientación espacial, la atención, la
concentración y las habilidades psicomotoras.
Las personas sin demencia que están en riesgo de EA, tales como aquellas con TCL,
historia familiar de EA, Síndrome de Down, mutaciones autosómicas dominantes ligadas a la
EAF o portadores de APOEe4, suelen ser estudiadas muy profundamente en un intento de
identificar marcadores biológicos de fase pre-clínica de la EA. Tales estudios revelan que las
concentraciones plasmáticas de AB1-42 están elevadas en portadores pre-sintomáticos de
mutaciones ligadas a la EAF y que el patrón de déficit metabólico identificado con PET
durante períodos de reposo mental es similar en pacientes con EA y en aquellos en riesgo
de EA.
Muchos estudios han examinado los test psicométricos como predictores de demencia entre
los pacientes con TCL; de una gran batería de test psicométricos aplicados en punto basal,
la medida de la memoria (recuerdo) y la función ejecutiva distinguieron mejor entre los
pacientes que progresaban y entre los que no progresaban, con una agudeza de
aproximadamente el 90%. Bajos niveles de adaptación con respecto a las siguientes
habilidades cognitivas han sido asociadas con el subsecuente desarrollo de EA en varios
estudios: Memoria episódica verbal y visuoespacial, Memoria inmediata, Reproducciones
visuales, Asociaciones verbales, Razonamiento abstracto, Aprendizaje de nueva información
y Habilidades verbales (incluyendo categoría y fluidez de lectura, funcionamiento ejecutivo y
visuoespacial). Bajas puntuaciones en el aprendizaje de información nueva, recuerdo,
retención y razonamiento abstracto obtenidos durante un período libre de demencia se
asocian con el desarrollo de EA pre-clínica. Esta fase precede al desarrollo de EA por
muchos años. Medidas en la retención de información y en el razonamiento abstracto están
entre los más fuertes predictores de EA pre-clínica. El período pre-clínico puede, de hecho,
ser un período sub-clínico en el cual el trastorno subyacente que conduce a la EA ya ha
empezado; no hay evidencia directa entre cambios patofisiológicos y EA pre-clínica, si bien,
algunos cambios fisiológicos y patológicos en la EA pre-clínica han sido identificados (p.ej.,
disfunción metabólica temporo-parietal, disminución regional en la perfusión cerebral en el
complejo hipocampo-amigdaloide, girus cingulado anterior y posterior, tálamo anterior y
pérdida de fibras colinérgicas asociadas con placas difusas).
Establecer los límites entre envejecimiento normal y EA en fases muy iniciales (zona gris o
transicional) es pues uno de los grandes objetivos en la investigación clínica ya que gran
parte de las estrategias preventivas en EA están orientadas hacia el desarrollo de
medicamentos (p.ej., inmunización, inhibidores de las secretasas) para prevenir el inicio de
la enfermedad. No obstante, estas estrategias precisan de unos límites muy claros entre
envejecimiento normal y EA en fases muy iniciales. Una de las mayores dificultades en este
sentido está en la caracterización de los pacientes con TCL; debido a que la terminología
usada para describir estos pacientes no es muy clara ()TCL? )Demencia en fases muy
iniciales? )Demencia cuestionable?) y a que los instrumentos utilizados no son concluyentes
(p.e.j, un CDR de 0.5 puede significar un TCL o una EA probable), la mayoría de los autores
coinciden que la entrevista clínica sigue siendo el instrumento diagnóstico más importante,
junto con la interpretación juiciosa de los resultados de los test neuropsicológicos, el
seguimiento y la vigilancia estricta de estos pacientes.
1. )Tiene la persona dificultades progresiva para solucionar los problemas de la vida diaria (p.ej., una
confianza progresiva en otros para solucionar problemas o hacer planes)?
2. )Existen cambios en la forma de conducir que no son secundarios a trastornos visuales (p.ej.,
excesiva y progresivamente precavido, dificultades en tomas decisiones)?
3. )Está la capacidad de juico de la persona tan bien como antes o hay cambios?
4. )Tiene la persona dificultades cada vez mayores en manejar sus asuntos financieros (manejar una
chequera, tomar decisiones financieras complicadas, pagar impuestos)?
5. )Tiene la persona dificultades cada vez mayores en manejar situaciones de urgencia (p.ej., más
inseguro, toma muchos apuntes)?
6. )Tiene la persona dificultades cada vez mayores en realizar las actividades domésticas (p.ej.,
cocinar, aprender a manejar un nuevo electrodoméstico)?
7. )Existe algún cambio en la capacidad de la persona para realizar sus aficiones o hobbies (p.ej.,
disminución en la participación en aficiones complejas, mayor dificultad para seguir las reglas de los
juegos, pérdida de interés por la lectura o necesidad de releer con más frecuencia)?
8. )Requiere la persona de más insistencia para que realice AVD básicas como afeitarse o bañarse?
Debido a que el manejo personal de las actividades financieras es una AVD compleja, su
valoración y cuantificación en demencia en fases iniciales es de gran importancia para el
diagnóstico y detección precoz. Teniendo esto presente, Marson y Colaboradores
(http://archneur.ama-assn.org/issues/v57n7/full/noc90113.html) desarrollaron el Instrumento
de Capacidad Financiera, instrumento que utiliza 14 tareas de habilidad financiera que
comprenden 6 dominios clínicamente relevantes de la actividad financiera habitual:
habilidades monetarias básicas, conocimiento conceptual financiero, transacciones de
dinero, manejo de chequera, manejo de reglas bancarias y juicio financiero. A nivel de
tareas, los pacientes con EA leve realizaron el test igual que los controles en tareas simples
como contar monedas corrientes y comprar comestibles, pero lo realizaron peor que los
controles en tareas más complejas como manejo de la chequera y uso y entendimiento de
las reglas del banco. A nivel de dominio, los EA estuvieron peor en todas las tareas excepto
en habilidades monetarias básicas; los pacientes con EA moderada fallaron en todas las
tareas y dominios.
(1) La neuroimagen para el diagnóstico precoz representan uno de los instrumentos más útiles para
el diagnóstico precoz. Las técnicas de neuroimagen pueden ser usadas para identificar estructuras o
funciones cerebrales alteradas. Medidas cuantitativas del hipocampo (índices volumétricos) permiten
distinguir EA de sujetos ancianos no demenciados; la sola medida del ancho radial del cuerno temporal
del ventrículo lateral de un TAC estándar puede ser útil en distinguir la EA y el TCL de los sujetos
normales no demenciados; la amplia disponibilidad del TAC y la facilidad de obtener esta medida son
testigos de un método que podría fácilmente serr adaptado para su uso clínico. El análisis de la
frecuencia de cambio del volumen cerebral puede proporcionar un índice más sensible de EA que la
observación obtenida por un solo escáner, siendo el método más sensible en este sentido la RM. Así, el
volumen cerebral total o de un área específica puede ser medido para detectar atrofia asociada a
degeneración. La SPECT y la PET, apoyadas en radio-marcadores, se usan para medir trastornos
regionales del metabolismo cerebral. Reducciones del metabolismo en el lóbulo temporal inferior, gyrus
cingulado posterior y anterior y en el tálamo anterior separan los individuos con EA y TCL de los
controles normales. Muchos sujetos normales que más tarde desarrollan EA muestran anormalidades
en el lóbulo temporal y el gyrus cingulado. Además, información proveniente de estudio seriados con
SPECT y RM revelan un patrón de anormalidades iniciales en áreas límbicas (corteza entorrinal,
hipocampo y cingulado anterior) seguido por su extensión a áreas neocorticales (consistentes con la
diseminación de los ovillos neurofibrilares. La Neuroimagen Funcional tiene el potencial de detectar
cambios sutiles de disfuncional neuronal antes que cualquier oro método. El uso de PET durante
períodos de reposo en pacientes con EA revela patrones de déficit metabólico en las áreas pre-frontal,
temporal y parietal; estos déficit incrementan cuando la demencia empeora. Durante la estimulación
cognitiva, el incremento en el metabolismo y en el flujo sanguíneo es similar en pacientes con
demencia leve y en sujetos normales de la misma edad. Sin embargo, la extensión de la activación
está marcadamente reducida en pacientes con demencias más severas. Hay un estado inicial de
respuesta compensatoria en pacientes con EA, seguido de un estado en el cual la respuesta
compensatoria ya no es posible. No es claro si la respuesta compensatoria en la activación cerebral
está presente durante los estados pre-clínicos de la EA, pero es muy probable que se presente antes
de que los síntomas cognitivos lleguen a ser evidentes. Los portadores de APOEe4 parecen necesitar
usar más recursos cerebrales que los no portadores para realizar las mismas tareas. En un subgrupo
de pacientes que fueron valorados 2 años más tarde, el grado de activación cerebral al inicio del
estudio se correlacionó con el grado de declinar en la memoria verbal.
(2) Las técnicas bioquímicas: Como índice de función o número neuronal, metabolitos tales como el
NAA (N-acetilaspartato) pueden ser cuantificados por RM espectroscópica. La combinación de
información de cambios volumétricos cerebrales con los niveles de NAA en varias regiones cerebrales
ayuda a diferenciar la EA (el NAA disminuye especialmente en hipocampo) de la demencia vascular
(más severo en la corteza parietal y frontal con posterior extensión al hipocampo). Moléculas
relacionadas a lesiones o mecanismos de daño en EA (p.ej., AB, PH-Tau) pueden también ser medidos
en ciertos líquidos corporales (p.ej., LCR). Otros marcadores bioquímicos pueden medir inflamación,
oxidación y otras vías que contribuyen a la neurodegeneración. Aunque el LCR está más
estrechamente unido a la patología EA, la sangre o las pruebas de orina también pueden ser evaluadas
debido a su mayor disposición. Los niveles totales de Tau en LCR están elevados en el 60-90% de los
casos de los pacientes con EA vs controles, mientras que los niveles de AB1-42 están reducidos. Los
niveles de Tau y AB1-42 no cambian con la edad o la gravedad de la demencia; estos hallazgos están
aún presentes en TCL; no obstante, niveles elevados de Tau y bajos niveles de AB1-42 también se
encuentran en otras demencias y trastornos neurológicos (p.ej., la Tau del LCR refleja daño neuronal y
está elevada de forma aguda en la ECV), limitando así la especificidad de este marcador. La PH-Tau
es menos probable que se eleve en condiciones sin taupatía que la Tau total. Por otra parte, la
cuantificación de AB en plasma es inconsistente y existir mucho solapamiento entre pacientes con EAS
y controles. Los niveles plasmáticos de AB y en LCR no se correlacionan y no es claro a que grado el
AB plasmático refleja eventos cerebrales. Aunque el daño oxidativo afecta lípidos, proteínas y DNA en
el cerebro del paciente con EA, su cuantificación en líquidos biológicos no ha demostrado ser
confiable; no obstante, los niveles de 8,12-iso-iPF2alfa-VI (un isoprostano F2 específico) en LCR,
plasma y orina de pacientes con EA parece prometedor. Debido a que hay mucha variación de persona
a persona en el rango normal de estos marcadores, es difícil distinguir entre un hallazgo normal y uno
anormal a un nivel individual determinado y ningún síntoma puede ser usado para diferencial las
personas que tendrán demencia de aquellas que no lo harán. La determinación de la frecuencia de
cambio en estos marcadores puede ser una mejor medida de predecir el desarrollo de demencia que
una sola valoración a una edad determinada.
(3) Una combinación de las dos técnicas anteriores: Para detectar los depósitos de AB en pacientes
vivos se han desarrollado varias técnicas: (1) Usando un modelo de ratón transgénico que desarrolla
depósitos AB, científicos de la Clínica Mayo demostraron que las placas neuríticas pueden ser
radioactivamente marcadas mediante la inyección de un marcador AB sintético con un isótopo
radioactivo de yodo (125I-PUT-A-Beta 1-40) que cruza la barrera hemato-encefálica y se une a las
placas neuríticas. Aunque la técnica requiere mejoras, tales como una marcación más eficiente y la
utilización de I123, un marcados más susceptible de ver por imagen, sus posibilidades son
esperanzadoras. (2) Otro marcador de placas seniles, llamado BSB, tras su inyección IV llega al SNC y
se fija exclusivamente en las placas; puede ser visto mediante PET o SPECT. Se esperan sus
resultados en humanos.
Síntomas 0-3
Diagnóstico 1-4
Muerte 3-20
La siguiente división por fases (conocida como AEscala de Deterioro Global de Reisberg@)
sirve como guía para entender el progreso de la enfermedad, para ayudar a los cuidadores a
estar alertas a problemas potenciales y permitir planear las necesidades futuras.
Fase 1: Funcionamiento cognitivo normal (ausencia de trastorno evidentes). Las capacidades funcionales del
paciente en los planos ocupacional, social y en otros marcos (AVD-C) permanecen intactas.
Fase 2: Funcionamiento cognitivo compatible con la edad. Disminución funcional subjetiva, pero no objetiva,
en el desempeño de actividades ocupacionales o sociales complejas (AVD-C). El sujeto olvida nombres,
lugares donde ha guardado objetos y es menos capaz de recordar citas. Los demás no se dan cuenta de los
fallos y el funcionamiento ocupacional o social complejo no está comprometido.
Fase 3: Funcionamiento cognitivo compatible con EA incipiente. Disminución funcional objetiva de suficiente
severidad como para interferir en tareas ocupacionales o sociales complejas (AVD-C). El paciente, por primera
vez, olvida citas importantes; desde el punto de vista psicomotor, pueden perderse en lugares desconocidos
aunque no tienen dificultades en el desempeño de tareas rutinarias (AVD-I).
Fase 4: Funcionamiento cognitivo compatible con EA leve. Deficiente realización en el desempeño de tareas
complejas de la vida cotidiana (AVD-I). En esta etapa los pacientes son incapaces de realizar compras de
manera eficiente (compran artículos y cantidades incorrectas e inadecuadas; cometen errores de contabilidad
importantes por lo que deben de ser supervisados). El funcionamiento en otras áreas complejas también puede
estar comprometido. Es, en esta fase, cuando la familia, alarmada por estos fallos, suele llevar al paciente por
primera vez al médico.
Fase 5: Funcionamiento cognitivo consecuente con EA moderada. Realización deficiente de las tareas básicas
de la rutina diaria (AVD-B). Los pacientes ya no pueden vivir de una manera independiente: se le debe ayudar
no sólo en el manejo del dinero y la realización de compras sino en la elección de la ropa adecuada para el
tiempo y la ocasión, lo que constituye el aspecto patognomónico de esta fase. También se ponen de manifiesto
errores en la conducción de vehículos: el paciente conduce a una velocidad inadecuada, no para ante una
señal de Astop@ o se choca por primera vez en muchos años. En esta fase los pacientes presentan alteraciones
emocionales, hiperactividad y alteraciones del sueño que provocan frecuentes consultas médicas.
Fase 6: Funcionamiento cognitivo consecuente con EA de moderada-severa gravedad. De manera secuencial,
disminuyen capacidades para vestirse, bañarse y asearse adecuadamente. Se distinguen 5 sub-fases:
Fase 6a: Pérdida de la capacidad para vestirse adecuadamente: los pacientes se ponen la ropa encima
del pijama, tienen dificultad en hacerse el nudo del cordón de los zapatos o se confunden de pie
cuando se calzan.
Fase 6b: Pérdida de la capacidad para bañarse de forma independiente: no saben ajustar la
temperatura del agua, ni entrar o salir de él, tampoco saben lavarse y secarse adecuadamente.
Fase 6c: Pérdida de la mecánica del aseo: los pacientes olvidad tirar de la cadena o llave, subirse los
pantalones o secarse las manos.
Fase 6d: Incontinencia urinaria como resultado de la incapacidad de responder adecuadamente a las
urgencias urinarias.
Fase 6e: Incontinencia fecal por el mismo mecanismo.
Fase 7: Fase terminal. Pérdida del lenguaje, locomoción y conciencia. Se distinguen 6 sub-fases:
Fase 7a: El paciente va perdiendo la capacidad de completar frases hasta circunscribirse a menos de
media docena de palabras.
Fase 7b: El vocabulario inteliglible se reduce a una única palabra, como los monosílabos Asi@ o Ano@,
hasta que finalmente queda reducido a gruñidos o chillidos.
Fase 7c: Pérdida de la capacidad ambulatoria. El comienzo es muy variable: algunos pacientes
comienzan a caminar a pequeños pasos o lentamente, mientras otros se torsionan al caminar.
Fase 7d: Pérdida de la capacidad para mantenerse sentados, que se establece aproximadamente 1
año después de perderla capacidad ambulatoria.
Fase 7e: Pérdida de la capacidad de sonreír. A pesar de ser capaces de mover los ojos ante la
presencia de estímulos, ya no son capaces de reconocer objetos o personas familiares.
Fase 7f: Pérdida de la capacidad para mantener la cabeza erguida: los pocos pacientes que
sobreviven deben ser alimentados con pipetas, debido, al menos en parte, a que no son capaces de
reconocer la comida.
Mientras que no hay cura para la EA, hay aproximaciones que permiten mejorar el deterioro
cognitivo y posiblemente retrasar la evolución de la enfermedad, y eficaces tratamientos
para las manifestaciones conductuales y psiquiátricas. Otro importante aspecto del
tratamiento es ayudar al paciente y a la familia con los aspectos legales, apoyando a la
familia a todo lo largo del cuidado, y asistiéndole con decisión acerca de los cuidados a
largo plazo en instituciones especializadas para ello. Mantener la autonomía el máximo
tiempo posible, reducir la incapacidad, hacer las adecuaciones del domicilio y del entorno
inmediato, mejorar la interfase cuidado primario/familia y cuidadores/equipo de atención
básica son otros elementos claves en la aproximación terapéutica de la EA.
4.13.2. REHABILITACIÓN EN LA EA
La Rehabilitación Neuro-Psicológica (REN) en Demencia Senil (DS), fases iniciales
(estadios 1-5 de Reisberg, es decir, sin incontinencia de esfínteres) tiene como propósito
enlentecer el curso evolutivo de la enfermedad y retrasar la incapacidad secundaria a la
misma, permitiendo el mayor tiempo posible de autonomía y la adaptación, integración o
reintegración precoz del paciente en el entorno domiciliario familiar.
Para todas las fases debemos regirnos por el Principio de Conservación: mantener el
mayor tiempo posible aquella función que el paciente todavía es capaz de hacer.
4.13.3. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO (Aproximación terapéutica a la EA)
Actualmente disponemos de varias intervenciones dirigidas a blancos específicos:
Su máximo efecto depende de la medida usada; ninguno parece mostrar más de un 10% de
mejoría en una variedad de escalas cuando la media diferencial del grupo es usada. La
mejoría cognitiva es, en promedio, modesta y puede no ser clínicamente relevante en
muchos pacientes. Sin embargo, algunos pacientes demuestran una mejoría dramática en
los registros cognitivos que puede observarse en las AVD. Algunos IAC se asocian también a
mejorías conductuales, incluyendo depresión, psicosis y agitación, aún en ausencia de un
cambio cognitivo profundo, y mejoría en el desenvolvimiento de las AVD. También se asocian
a un retraso en el internamiento en instituciones especializadas.
Los estudios con IAC generalmente muestran una mejoría inicial de los registros cognitivos
de forma precoz en el curso del tratamiento, con un subsecuente declinar muy semejante a
como lo hacen los pacientes con EA sin tratamiento. Cuando se suspende la medicación, el
deterioro cognitivo retorna a los niveles pre-tratamiento. La falta de respuesta al tratamiento
se asocia a un extenso daño colinérgico. Los efectos a largo plazo o el beneficio de
continuar la terapia llegarán a ser más claros en la práctica clínica. El alotipo APOE parece
que puede afectar la respuesta a los inhibidores de la Ach. Se considera que el beneficio
puede ser por períodos entre 6-8 meses, tanto como duren produciendo acetilcolina las
neuronas remanentes. Tres síntomas psiquiátrico-conductuales responden, además, a estos
agentes: apatía, agitación y síntomas psicóticos, en particular alucinaciones visuales;
algunos otros síntomas también pueden responder: ansiedad, desinhibición, irritabilidad,
depresión, delirios y comportamiento motor aberrante.
Memantina
Familiar de la amantadina, la memantina es un antagonista no competitivo de los receptores NMDA
con actividad neuroprotectora, primero de su grupo como tratamiento de la EA, que puede mejorar los
síntomas de la demencia (mejoría funcional y reducción de la dependencia) en pacientes con
enfermedad moderada a grave. Su tolerancia es buena a dosis de 10-20 mg dos veces al día.
Ginkgo Biloba
Su extracto contiene dos grupos principales de constituyentes, flavonoides y terpenoides, que tienen
propiedades protectoras contra los péptidos derivados del AB (AB1-25/35, AB1-40, AB1-42); además,
su efecto neuroprotector está parcialmente asociado con sus propiedades anti-oxidantes. Los estudios
con Ginkgo Biloba (especialmente con el extracto EGb761) a dosis de 160-240 mg/día son alentadores
en EA y Dv, si bien se requieren estudios más amplios para su completa aceptación.
Alimentos anti-oxidantes (potencia en orden decreciente): uvas pasas, pasas, moras, fresas,
espinacas, frambuesas, coles de bruselas, ciruelas, alfalfa, brócoli, remolacha, naranjas, uvas,
pimientos, cerezas.
En relación con la demencia vascular, los estudios más prometedores son con la
propentofilina, la memantina y el naftidrofuril (bien tolerado), unidos a dosis bajas de ASA,
control de la presión arterial, glicemia y nivel de lípidos y ejercicio regular.
El péptido AB1-42, como vacuna, parece reducir la patología relacionada con la EA, al
menos así lo apoyan los estudios en animales (monos transgénicos APP TG 2576).
Específicamente, cuando los monos fueron inmunizados en edad joven, ellos desarrollaron
muy pocas, si alguna, placas AB con la edad avanzada. Además, la progresión de la distrofia
neurítica (un marcador de la disfunción neuronal) estuvo significativamente reducida en los
animales tratados, sugiriendo que la inmunización tiene efectos benéficos más allá de
simplemente reducir los depósitos de amiloide. Inmunizaciones más tardías, cuando los
animales ya exhibían características neuropatológica semejantes a la EA, mostraron
reducción y en algunos casos inversión de los depósitos AB; la distrofia neurítica y la
astrogliosis también estaban estadísticamente reducidas. Además, el resto de los depósitos
amiloides a menudo fueron activamente metabolizados por la microglia, sugiriendo que el
tratamiento puede, de hecho, prevenir nuevos depósitos amiloides, llevando al aclaramiento
de los ya existentes (la fagocitos Fc-mediada responde en parte de la reducción de los
depósitos b-amiloide). Los niveles de PPA no fueron alterados por la vacunación ni hubo
evidencia de efectos tóxicos.
A la fecha, la vacuna contra la EA superó satisfactoriamente las primeras pruebas en seres
humanos (alrededor de 100 pacientes en USA y Gran Bretaña); sus posibilidades abarcan
tratamiento y prevención. Parece ser bien tolerada en humanos (no es tóxica y no dispara
una respuesta autoinmune que ataque al AB de ocurrencia natural).
)Puede la estimulación periférica del sistema inmune resultar exitosa y atravesar la barrera
hemato-encefálica? Está bien establecido que casi todas las proteínas del suero pueden ser
encontradas en el LCR en niveles cercanos a 0.05-0.3% del nivel plasmático. La entrada de
las proteínas al LCR y al cerebro ocurre en varios sitios a todo lo largo del SNC (p.ej.,
órganos circunventriculares, superficies piales, espacios de Virchow Robin); además,
también se ha establecido que el LCR es una forma altamente diluida de plasma. Aunque la
cantidad de anticuerpos del suero que atraviesen la barrera hemato-encefálica pueda ser
pequeña, con el tiempo tal flujo puede ser suficiente como para alterar el delicado equilibrio
de los depósitos AB; además, una vez que el anticuerpo se ha unido al AB, tiende a ser re-
capturado por los altos niveles de placas amiloides existentes; sus dos únicas formas de
terminar su función son a través de la proteolisis o la fagocitosis. Así, no es sorprendente
que niveles elevados de anticuerpos periféricos generados por la inmunización AB
produzcan efectos biológicos en el SNC del mono PDAPP. Se desconoce si las formas
solubles de AB son alteradas por la inmunización y si la respuesta inmune fue celular o
humoralmente mediada.
Una hipótesis que emerge y se corrobora de los estudios de vacunación AB es que las
placas de AB pueden acumularse en el paciente con EA debido a que sus cerebros son
incapaces de aclarar (Alimpiar@) el AB tan efectivamente como los sujetos normales (el LCR
de pacientes con EA muestra un 30% de reducción en los niveles de anticuerpos AB).
1. Producen gran estrés y esfuerzo en los cuidadores; de hecho, suele ser una de las primeras razones
para que el cuidador piense en el internamiento del paciente en una residencia especializada en su
manejo.
2. Pueden ser útiles en el diagnóstico precoz de la demencia. Los cambios de la personalidad y las
sutiles variaciones en su estado de ánimo tienden a aparecer precozmente, incluso antes de que las
alteraciones de la memoria sean muy manifiestas.
3. Pueden ayudar al diagnóstico diferencial de la demencia. En los pacientes con demencia tipo
Cuerpos de Lewy son notables las alucinaciones visuales y las ideas paranoides; en los pacientes con
demencia vascular la personalidad tiende a estar más conservada y pueden parecer un poco más
deprimidos; los pacientes con demencia fronto-temporal presentan cambios más notables y precoces
de su personalidad asociados a trastornos del lenguaje y apatía.
4. Mientras que los progresos farmacológicos en el tratamiento del déficit cognitivo de la EA son
modestos, los progresos en el tratamiento de los síntomas psiquiátricos y los trastornos conductuales
son importantes.
2. Cuadros psicóticos: Son los siguientes síntomas más comunes e incluyen delirios
(más comúnmente paranoide o de identificación errónea) y alucinaciones
preferentemente visuales; estos cuadros psicóticos también se asocian a un declinar
cognitivo más rápido, tienden a persistir con en el tiempo y reflejan un deterioro
cognitivo y funcional mayor. Los pacientes con síntomas agresivos y delirantes
presentan una significativa y predominante hipoperfusión en la corteza temporal
anterior izquierda (áreas de Brodmann 20, 21 y 38); esta hipoperfusión también está
presente de forma significativa en las cortezas y regiones subcorticales relacionadas
parietal derecha y dorsofrontal bilateral.
Tratamiento de la depresión en la EA
El reconocimiento de la depresión en la EA puede ser complicado por el solapamiento de los síntomas
entre los dos trastornos y el fallo para cumplir los criterios estrictos del trastorno depresivo. Cualquier
paciente con demencia y signos o síntomas depresivos (trastorno del sueño, del apetito, falta de
energía, humor depresivo o irritabilidad, anhedonia, aislamiento social, sentimientos de culpa, deseos
de muerte o ideación suicida o agitación) debe ser considerado candidato para tratamiento
farmacológico aun cuando no cumpla los criterios de trastorno depresivo. Los IRS (inhibidores de la
recaptación de serotonina) son los fármacos de primera linea; son bien tolerados, no tienen efectos
secundarios cognitivos y pueden mejorar la función cognitiva independientemente de su efecto
antidepresivo. La Sertralina tiene pocas interacciones con la citocromo P-450 y poca actividad anti-
colinérgica, por lo que es una buena primera elección para paciente con EA deprimidos, al igual que el
Citalopram. La Fluoxetina tiene una vida media de acción larga y metabolitos activos, por lo que es
menos indicado a menos que la no-adaptación al tratamiento sea un problema. La Paroxetina es el
más anti-colinérgico y, teóricamente, el que tendría más efectos secundarios cognitivos. La
Fluvoxamina tiene una vida meda corta, requiriendo dosificaciones cada 12 horas, por lo que la
adaptación al tratamiento puede ser un problema. La dosis inicial de los IRS deberá ser la mitad de la
dosis del adulto joven (p.ej., 25 mg de Sertralina y 10 mg de Fluoxetina). Los efectos secundarios más
comunes de los IRS son cefalea transitoria, náuseas, vómito, diarrea, ansiedad, inquietud, agitación
psicomotora, insomnio y letargia.
Los antidepresivos atípicos también pueden ser útiles. La Venlafaxina inhibe la recaptación se
serotonina y noradrenalina y no tiene efectos anticolinérgicos secundarios; sus efectos secundarios
más comunes son náuseas, ansiedad, insomnio, mareos, estreñimiento y sudación. El Bupropion tiene
un mecanismo atípico no bien conocido (inhibidor débil de la recaptación de serotonina y potente
inhibidor de la recaptación de dopamina); su efecto dopaminérgico puede ser útil en algunos pacientes
y puede ser estimulante y particularmente efectivo en la apatía; es bien tolerado y sus efectos
secundarios más importantes son insomnio, ansiedad, cefalea, temblor, náuseas, boca seca,
estreñimiento y convulsiones (dosis dependiente). La Mirtazapina, antagonista α2 y antagonista de los
receptores 5HT2 y 5HT3, puede ser muy efectivo en tratar a los pacientes refractarios, si bien causa
sedación y aumento de peso. La Nefazodona, inhibidor de la recaptación de serotonina y antagonista
de los receptores 5HT2a, con dosificación cada 12 horas, también es efectivo; sus efectos secundarios
más comunes son letargia, mareos y boca seca.
Los antidepresivos tricíclicos sólo deberán ser usados si los anteriores no son efectivos o la depresión
es severa y requiere ingreso hospitalario. Los terciarios (imipramina, amitriptilina) nunca deberán ser
usados en pacientes con EA debido a su efecto anticolinérgico. La Nortriptilina es el tricíclico de
elección debido a su baja potencia anticolinérgica; sus efectos secundarios incluyen hipotensión
ortostática, retardo en la conducción cardíaca, retención urinaria, estreñimiento, trastorno cognitivo y
delirium. Durante el curso del tratamiento con antidepresivos deberá monitorizarse la función cognitiva
con la realización del MMSE, re-evaluando el tratamiento periódicamente pues los síntomas
depresivos tienden a disminuir o desaparecer con el progreso de la enfermedad. El tratamiento
farmacológico deberá ser al menos por 6 meses.
El tratamiento efectivo de las manifestaciones psiquiátricas puede mejorar la calidad de vida
de los pacientes y sus familias, disminuir la carga sobre el cuidador, disminuir la utilización
de servicios médicos y retrasar la institucionalización; además, disminuye significativamente
el riesgo de daño al paciente y/o a sus cuidadores.
Debido a que las alteraciones psicopatológicas cambian a lo largo del curso natural de la
enfermedad, el tratamiento deberá ser monitorizado y periódicamente re-evaluado. En vista
de que los síntomas depresivos son de breve duración y no persisten a lo largo del tiempo,
el tratamiento con antidepresivos está indicado. Los síntomas psicóticos son relativamente
persistentes y los anti-psicóticos a largo plazo se asocian a mayor morbilidad y efectos
secundarios; así, su uso deberá ser evitado en la medida de lo posible. Como los trastornos
conductuales son persistentes, su tratamiento a largo plazo es probablemente necesario.
El trastorno en la comunicación efectiva con el paciente añade serios problemas para que
éste interprete y comprenda qué es lo que pretendemos hacer con él; por tanto, deberán
también utilizarse medios de comunicación no verbal -como gestos, dibujos, etc.- para que,
en la medida de lo posible, el paciente pueda entender algo de lo que queremos hacerle y
no se desencadene una reacción catastrófica.
4.14.4. Riesgo-Beneficio
Como en todo paciente con limitada o nula autonomía, los imperativos éticos incluyen el
principio de beneficencia (maximizar el bienestar del paciente) y el de no-maleficencia
(minimizar los riesgos). Así, cualquier riesgo potencial de nuestra intervención en el paciente
con demencia debe estar claramente justificado por los beneficios a obtener de la misma. En
demencia, el factor más común que puede limitar los potenciales beneficios de una terapia
es la disminuida expectativa de vida. Por otra parte, procedimientos que consideramos
como Abenignos@ en otros pacientes (p.ej., sonda vesical o nasogástrica, extracciones de
sangre, inyecciones parenterales, etc.) pueden resultar para el paciente con demencia actos
sin sentido, agresivos y dolorosos que no logra entender, reaccionando entonces con
agitación y agresividad, aunque algunos de estos procedimientos, si son cortos, pueden de
hecho no ser recordados. Las medidas de contención física o la sedación del paciente sólo
pueden verse justificadas si los beneficios potenciales de la intervención son muy grandes.
Aunque mejorar y/o conservar el mayor tiempo posible el funcionamiento cognitivo actual del
paciente es una prioridad clara en el paciente con demencia, ésta nunca deberá ser a un
costo que ponga en riesgo los beneficios; además, también deberá ser evaluada la carga
que la consecución del objetivo pone sobre los cuidadores (la carga impuesta sobre el
cuidador deberá incluirse dentro de los riesgos). Finalmente, la relación riesgo/beneficio no
será siempre la misma; es decir, lo que en fases iniciales puede ser beneficiosos, puede no
serlo en fases terminales, donde es más apropiado el modelo paliativo de cuidados.
(1) Algunos adultos mayores no usan habitualmente la palabra dolor; pueden preferir términos como
"molestia", "inflamación", "presión"; la información del dolor puede ser inaceptable en la cultura del
anciano, y puede combinar el sentido del humor con su descripción del dolor. Así, durante la valoración
del dolor, es necesario preguntar qué palabras usa el paciente para describir su dolor.
(2) Es posible que nieguen su existencia cuando se les pregunta al respecto o no lo recuerden;
(3) Algunos esperan y aceptan el dolor como un resultado natural del envejecimiento; pueden incluso
creer que, a causa de su edad o su enfermedad, los profesionales de la salud ignorarán sus quejas de
dolor; así puede que simplemente dejen de hablar de él.
(4) Algunos pueden creer que el personal sanitario -como especialistas que son- saben cuándo les
duele.
(5) Los comportamientos no verbales del anciano más habituales indicativos de dolor son: gruñidos,
gemidos, cambio en el patrón de vocalización (se tornan más callados), frente fruncida, ojos muy
abiertos o cerrados, boca muy abierta o apretada, o cualquier expresión distorsionada, mover la
cabeza de un lado para otro, acunarse, poner las piernas sobre el abdomen, andar de un lado para otro
(o su incremento), cogerse a la ropa de la cama, aumento de los períodos de descanso, irritabili dad,
disminución de las interacciones sociales, cesación súbita de las actividades habituales (preguntar si
ha habido algún cambio en las actividades de la vida diaria), presencia de un trastorno confusional
agudo no aclarado.
(6) En relación con el inicio, duración, variaciones y ritmo del dolor, deberán preguntarse estas cualida -
des en términos de efecto sobre las actividades de la vida diaria (considerar lo mismo con relación a lo
que causa o incrementa el dolor).
(7) En relación con los efectos del dolor sobre las actividades de la vida diaria, preguntarle al paciente
o a su cuidador que si tuviera una reducción del 50% de su dolor, )qué sería lo que el paciente podría
hacer?
(8) A la pregunta )qué alivia el dolor?, investigar remedios comúnmente usados años atrás y que
fueron efectivos (p.ej., mentol, cataplasmas, etc.).
(9) Respecto al Diario de Control del dolor, adáptelo para su uso y pida al cuidador primario que le
ayude a hacer una lista de los comportamientos que podrían indicar dolor y los que indican bienestar.
(10) No olvide que algunos pacientes pueden olvidar tomar su medicación; por ello sigue siendo útil
pautarlas de acuerdo a actividades específicas que el anciano realiza a lo largo del día.
(11) En relación con la aplicación de calor o frío para aliviar el dolor, no olvide que el anciano o su
cuidador pueden asociar tiempo frío y humedad con aumento del dolor; sugiérales usar una esterilla
eléctrica en otro sitio del cuerpo y explíqueles la técnica de aplicación de frío.
(12) La técnica de revisión de la vida y los animales de compañía suelen ser muy útil en los ancianos
para favorecer la distracción del dolor.
1. Cuidado completo.
2. No resucitar en caso de paro cardio-respiratorio.
3. No resucitar y no trasladar a hospital.
4. No resucitar, no trasladar a hospital y no buscar la causa de la fiebre (solo tratar sintomáticamente).
5. No resucitar, no trasladar a hospital, no buscar la causa de la fiebre (solo tratar sintomáticamente) y
no alimentar por sonda.
El primer rasgo que salta a la vista es su novedad; la forma de morir se opone ahora a todo
lo que le ha precedido, del que es la imagen invertida. Ya nada señala en la ciudad que ha
pasado algo, ya no hay pausas (Ariès, 1987). La muerte de un individuo no afecta para nada
la continuidad del ritmo social: en la ciudad todo continua como si nadie muriese en ella.
Expulsada de la sociedad, la muerte entra por la ventana y vuelve tan rápida mente como
había desaparecido; la gente muere en la televisión, en los medios de difusión pública, con
toda su irrealidad y fantasía.
En 1940 aparece el "mito del cáncer" (cáncer = muerte), se estimula la expresión emocional
del duelo, se eleva la preocupación acerca del costo del funeral y aumenta la cremación
como forma de disponer de los cadáveres. Entre 1940 y 1950 el pronóstico de la
enfermedad sólo era revelado a la familia y no al paciente (Holland, 1989). Los años
cincuenta pueden ser considerados como la época del despertar de la tanatología clínica,
con destacados representantes, circunstancias y hechos que hacen de este período la base
de todo el posterior desarrollo de ésta.
En 1952, W.C. Álvarez en su trabajo "Care of the Dying", recalca la necesidad que tienen los
enfermos terminales de amabilidad, sinceridad, comodidad y alivio de sus síntomas,
particularmente del dolor. Por su parte, J. Farrell (1953), en su libro "el derecho del paciente
a morir", trata también de las necesidades del moribundo. Dos años después, la Asamblea
Eclesiástica para la Responsabilidad Social de la iglesia de Inglaterra publica un artículo
monográfico ("Detalles sobre la vida y la muerte: un problema de la medicina moderna")
donde plantea una serie de cuestiones que aun siguen siendo conflictivas: ")En qué
momento, si es que ese momento existe, el médico y la enfermera deben abandonar la
lucha? )En qué momento se puede dejar morir al paciente y declarar su muerte? En su
opinión, Ala respuesta dependería de varios factores como la voluntad del paciente, su edad,
su estado general, la naturaleza de la enfermedad y las posibilidades de mejorar o de curar @
(Humphry y Wickett, 1989), preguntas todas ellas que nos empujan a pensar en el enfermo
terminal de demencia.
El final de los años cincuenta se caracteriza por las declaraciones del papa Pío XII (1957) a
un grupo internacional de médicos reunidos en el vaticano con relación al uso de analgé -
sicos y calmantes. Con sus declaraciones, algo se hizo para aclarar el tema del control del
dolor en el enfermo moribundo, sin embargo focalizó los problemas de éste en uno sólo de
sus síntomas físicos, sin referencia explícita a su problemática y/o asistencia emocional. Por
otra parte, introdujo oficialmente el "Principio del Doble Efecto" (ver antes).
Hasta los años sesenta el proceso de ir-muriéndose y la muerte eran temas a evitar. A
excepción de algunos médicos, moralistas, abogados y miembros de asociaciones
pro-eutanasia que tenían razones para estudiar el tema, el público en general ignoraba
relativamente la complejidad del problema de la moribundez; el tema de la muerte no solía
aparecer en los medios informativos -excepto de forma caricaturizada y fantasiosa- y se
alejaba a los adultos y en especial a los niños de la realidad de la muerte.
En la década de los sesenta, por el contrario, la muerte fue un tema de discusión más abier-
to; había un particular interés por "muerte y dignidad", y se hacían críticas a la conspira ción
del silencio.
Corifeo ante Prometeo: "Di, infórmame, que incluso los enfermos prefieren conocer de antemano los
dolores futuros" (Esquilo: Prometeo encadenado).
(...) se maquillaba a los muertos y se les colocaba en los "dormitorios" o "habitaciones de reposo" de
las funerarias; se vendían ataúdes con colchones de muelles y camas diseñadas especialmente para
mantener la perfecta postura de los muertos. Los empresarios de pompas fúnebres vendían "moda
para los muertos". Los cementerios eran "lugares de reposo".
Es durante este período de enormes gastos cosméticos cuando se inicia lo que Hostler (1983) llamó la
"Generación pepsi": vidas llenas de energía, vigor y vitalidad. Dientes que brillan, cuerpos que res -
plandecen, aliento que invita. "Muerte" es una palabra sucia.
Durante los años sesenta había pocas personas dispuestas a hacer frente a la definitiva
realidad de la muerte. Así, se descubrió un nuevo método para "permanecer vivo indefinida-
mente", o por lo menos así lo anunciaban aquellos que lo promocionaban: las asociaciones
dedicadas a la criobiología aseguraban la congelación de los cuerpos por un número indefi-
nido de años según fuesen los recursos de aquel que solicitaba tal servicio, hasta que se
descubrieran nuevos métodos para curar toda clase de enfermedades y evitar la muerte
natural.
Los años sesenta son, comparativamente y en cuanto al temor y/o angustia de muerte se refiere, muy
semejantes al renacimiento: un período obsesivo y angustiado.
Durante esta década se pusieron en tela de juicio muchas actitudes tradicionales y otras
fueron rechazadas violentamente, si bien surgieron también otras cuestiones: )Cuál es la
actitud ética a tomar ante los transplantes? )Prolongan los progresos médicos tanto la vida
como la muerte? )Cuál es el sentido de mantener a una persona artificialmente viva cuando
existe muerte cerebral? )Cuándo puede certificarse la muerte y bajo qué criterios? )Qué
sienten los que se van muriendo? )Qué hacer con los moribundos? )Debe decirse toda la
verdad a los enfermos terminales?
Si la muerte era considerada como tabú, este era un tema que ya no podía eludirse por más
tiempo. Desde el punto de vista médico, ético y no menos económico, los problemas de los
enfermos moribundos eran demasiado acuciantes como para no ser seriamente abordados.
Desde 1960 hasta 1969, médicos, abogados, teólogos, moralistas y periodistas publicaron
diversos artículos y libros sobre los enfermos terminales, eutanasia y aspectos legales
relativos al homicidio piadoso. Los psiquiatras y los médicos en general comienzan a
dedicar un mayor interés por las necesidades físicas y emocionales de los pacientes mori-
bundos. Distintos autores abordaron también durante esta década los derechos de los
enfermos a vivir y morir en paz; entre ellos destaca F.J. Ayd ("The hopeless case", 1962),
quien denunció las manipulaciones típicas de que son objeto los moribundos y anticipó
conceptos que se convirtieron en algo corriente unas décadas más tarde ("sí el paciente no
está en condiciones de aceptar el tratamiento, deben ser los familiares o tutores quiénes den
su autorización; un adulto en plenitud de facultades tiene derecho a aceptar o rechazar el
tratamiento que se le propone; el médico no tiene ningún derecho a imponer un tratamiento
arriesgado o un nuevo procedimiento sin causa justa; el médico no está obligado a hacer
esfuerzos constantes para prolongar la vida de un paciente").
En 1969 aparece un artículo de L. Kutner titulado "el proceso adecuado de la eutana sia: el
testamento vital como propuesta"; basándose en el derecho legal del enfermo de aceptar o
rechazar un tratamiento y en el reconocimiento por la ley de la inviolabilidad del cuerpo
humano, Kutner justifica el derecho del enfermo a expresarse, mediante un documento,
mientras esté en posesión de sus facultades físicas y mentales, hasta qué punto accede a
un tratamiento en un futuro. Con la validez incuestionable del derecho del paciente a
rechazar el tratamiento, la persona podría hacer constar su negativa al mismo, aun cuando
el tratamiento fuese a prolongar su vida (Humphry y Wickett, 1989). Este documento
-Testamento Vital o Voluntad de Vida- marca un nuevo hito en la atención de los pacientes
moribundos que, si bien, no obstante, reconocía y devolvía los derechos a los pacientes, se
corría el riesgo de relajar aun más su asistencia. Las declaraciones del papa Pío XII en
1957, en las que hacía una diferenciación entre medios "ordinarios" y "extraordinarios",
anunciaban y complicaban aún más la polémica entorno a cuál era el tratamiento adecuado,
polémica que iría en aumento a lo largo de los 15 años siguientes.
Como hemos visto, anterior a los años sesenta no se habían hecho muchos intentos por
analizar que sentían los enfermos moribundos con respecto a la muerte. Sin embargo, entre
1961 y 1969 el interés por estos colectivos creció enormemente; aparece una mayor
preocupación por las actitudes frente a la muerte, los temores generados, la angus tia, el
desasosiego y la tristeza que embargaba a los moribundos, y la forma en que su entorno
debería afrontarlas y enfrentar al propio enfermo.
Las aportaciones de J.M. Hinton ("Dying") marcan otro hito en la historia reciente de la
tanatología clínica. En su profundo análisis de la situación del moribundo planteaba las
siguientes cuestiones: )Proporcionamos los cuidados necesarios a los moribundos? )Qué
hacer por aquellos que se sienten más angustiados de lo habitual? )Es más apropiado cui-
darles en casa o en el hospital? )Qué es lo que más temen, la muerte o el sufrimiento físico?
)Pueden los médicos aliviar su tristeza?
Hinton destaca el temor que sienten los moribundos por la impotencia y la soledad, especial-
mente la de aquellos que permanecían aislados en las unidades de cuidados intensivos o en
los "lugares" destinados a los enfermos terminales [resalta, de esta forma, la "ubicación
física y psicológica" para aquel que se muere]; la importancia del trabajo de Hinton reside
precisamente en que estos aspectos nunca se habían tratado antes, por lo que su trabajo
abrió el camino a posteriores investigaciones encaminadas a aliviar la angustia de los
enfermos.
Por su parte, C.K. Aldrich, en su trabajo "la tristeza del moribundo" (1963), aprecia que tanto
el enfermo moribundo como su familia sentían la misma pena al saber que la muerte estaba
próxima. Aldrich señaló que la actitud de los pacientes a la enfermedad y la tristeza
dependían de su disposición a aceptar la realidad de su muerte, dependiendo esta disposi-
ción a su vez de la calidad y el alcance de las relaciones afectivas del paciente, del uso que
hiciese de la negación, y del grado de regresión y retracción de los límites de su ego, subor-
dinado a la enfermedad [con Aldrich comienza a darse una mayor importancia al efecto del
entorno sobre el enfermo moribundo y a las modificaciones intrínsecas del primero ante la
realidad de la muerte del otro].
Desde otra perspectiva, B.J. Glaser y A.L. Strauss, en un estudio realizado en 1965
-"awareness of dying"- destacaron el comportamiento y el efecto del trabajo con pacientes
moribundos en el personal sanitario, particularmente sobre los médicos; previamente, en
1963, D. Sudnow inicia su extraordinario trabajo en dos hospitales americanos y que daría
como resultado su posterior libro "la organización social de la muerte", publicado en 1967.
Como reflejo de la conflictiva situación de esta década y la sensibilidad del público a esta problemática,
en 1967 se desató una violenta reacción pública en contra de la política de reanimación cardiopulmonar
de un hospital de Londres, el Neasden Hospital, ante un aviso que decía textualmente: "Pacientes que
no deben ser reanimados: los ancianos por encima de los 65 años, enfermos de cáncer maligno, enfer-
mos con afecciones pulmonares crónicas, enfermos renales crónicos. En la parte superior de la hoja
amarilla de tratamiento debe indicarse que el paciente no debe ser reanimado" (Humphry y Wickett,
1989).
Los aporte de Kübler-Ross al desarrollo de la tanatología clínica han sido de la más enorme
importancia, sin olvidar que su trabajo aún hoy continua produciendo una mayor
comprensión del proceso de ir-muriéndose. De su primer trabajo podemos destacar lo
siguiente:
(1) Con sus entrevistas, Kübler-Ross estableció una red de comunicación que a personas socialmente
muertas les devolvía de nuevo el sentimiento de ser miembros valiosos de la sociedad; esto es, pone
de manifiesto dos de los más grandes problemas del moribundo: el de la comunicación y el de ser
"todavía seres vivos motivo de un intercambio conversacional".
(2) Pone en evidencia la resistencia de los profesionales sanitarios a establecer una relación con el
paciente moribundo.
(3) Desvela algunas de las circunstancias que involucra la dimensión individual en el proceso de
ir-muriéndose.
(4) Señala la necesidad de establecer un modelo de enseñanza-aprendizaje para aquellos que trabajen
con pacientes moribundos, particularmente estudiantes de medicina.
(5) Ofrece la oportunidad de reconsiderar al paciente como un ser humano, hacerle participar en
diálogos y aprender de él lo bueno y lo malo de la asistencia ofrecida en los hospitales.
(6) Propone una aproximación psicoterapéutica.
(7) Sienta las bases que definen la dinámica del proceso de ir-muriéndose (etapas por las que el
moribundo puede o no transcurrir en su totalidad, orden o complejidad).
El trabajo de Kübler-Ross, y sus posteriores publicaciones, elevaron el tema de la muerte y
el ir-muriéndose a otro nivel. Este tema, considerado durante tanto tiempo como un misterio,
dejó de ser el gran tabú (en 1970 aparece OMEGA -International Journal of Dying and
Death-, la primera publicación especializada en el tema).
La década de los años setenta se caracterizó por la polémica ética y legal del derecho de
los enfermos a morir. La preocupación por la muerte era alarmante, como si nadie hubiese
afrontado o investigado el tema de forma adecuada y extensa. Así, persis tía un extenso
abismo -tal como hoy- entre lo que la gente consideraba como sufrimiento intolerable del
moribundo y las condiciones reales del mismo.
Durante este período (1974) se funda el primer hospicio oficial en Estados Unidos; apare ce
también la primera guía hospitalaria para el cuidado del moribundo (1976), se define la
muerte legal y se reafirma el derecho a detener todo esfuerzo para continuar manteniendo la
vida (se legaliza en Estados Unidos el Testamento Vital).
El apetito público americano por el tema de la muerte estaba siendo alimentado por numerosos libros,
revistas y artículos en los periódicos; cursos y simposium sobre la muerte y el moribundo se hacen muy
populares en colegios y universidades. Un grupo de jóvenes alumnos que se auto-denominaban "Tana-
tólogos" organizó más de 200 cursos a mediados de los años setenta en Estados Unidos; la opción de
este tema pasó a ser importante en las facultades de medicina. La Fundación de Tanatología de New
York organizaba regularmente conferencias sobre la muerte y el proceso de morir; en Filadelfia (USA)
un grupo de profesionales constituye el "ARTS MORIENDI", institución con el objeto de investigar sobre
la muerte "como parte de la vida y la salud del individuo", y, en la Universidad de Minesota (USA), se
funda un centro para la investigación y educación sobre la muerte (Humphry y Wickett, 1989).
En 1979, durante la ruptura entre la Asociación del Derecho a Morir y el Consejo para la
Educación de la Eutanasia -brazos separados del movimiento norteamericano sobre la
eutanasia-, la Asociación pro-eutanasia Voluntaria de Londres -por aquél entonces llamada
EXIT- planteó el proyecto de publicar una guía práctica sobre el suicidio racional para los
moribundos [al más puro estilo de la antigüedad clásica]. En virtud de los conflictos por los
cuales esta institución se encontraba, la asociación Escocesa EXIT se adelanta y publica su
propia guía ("Cómo Morir con Dignidad"), basada en el modelo londinense, ya que allí no
existían leyes específicas en contra del suicidio asistido (Humphry y Wickett, 1989).
"Debe tenerse en cuenta, en primer lugar, los deseos expresos del paciente y su actitud frente a la
muerte y el proceso de morir, ya sea ésta de tipo religiosa, cultural, familiar o personal; en segundo
lugar, la edad y las responsabilidades y perspectivas de calidad de vida del paciente; en tercer lugar, el
estado mental y/o físico previo a la enfermedad; en cuarto lugar, la seguridad de la aplicación de todos
los tratamientos razonables disponibles al momento, y en quinto lugar, los recursos económicos del
paciente y su familia".
A medida que transcurren los años setenta las posturas se hacen más radicales y la
ambivalencia ante la muerte y el proceso de ir-muriéndose predice el clima que dominará el
final de los años setenta y el principio de los ochenta. La muerte se aborda ahora como
concepto y como acontecimiento, señalándose sus tres dimensiones clásicas: psicológica,
social y física. También se puso énfasis en aspectos tales como el miedo a la propia muerte
o a la influencia de los factores culturales en la experiencia de la muerte.
Así mismo, se empieza a dar más énfasis a las transformaciones de la imagen de la muerte
en las diferentes culturas, desde la muerte-acontecimiento natural hasta la obligación de
buscar sofisticados sistemas capaces de mantener vivo al ser humano, rechazando la
muerte a cualquier precio. Otros autores se centraron en la opinión de los profesio nales
sanitarios, especialmente los médicos, y en los cuidados de los enfermos terminales.
Durante esta década de los ochenta se presta también más atención a los estragos
psicológicos que padecían los médicos y el personal asistencial que trabajaba con enfermos
moribundos, considerando que el sufrimiento de los enfermos afectaba de muy distinta
manera a los médicos y a las enfermeras y que no siempre era posible evaluar o cuantifi car
su efecto (se populariza el término "burnout"). Por otro lado, continuaba la polémica entorno
a los derechos legales a la "muerte natural" y las condiciones en las cuales no se justificaba
ninguna maniobra para la resucitación cardiopulmonar.
La Asociación médica del Estado de New York (USA) publicó en 1982 las primeras
directrices para que se dejara de practicar la reanimación de emergencia a los enfermos
moribundos que hubieran sufrido un paro cardíaco o respiratorio. Aunque tales directrices
carecían de autoridad legal, y tenían un carácter estrictamente consultivo, la asociación
médica local aconsejó que se utilizaran como "defensa legal":
"Para que un médico sepa cuando debe poner en práctica la orden de no reanimar a un paciente, se
estipula lo siguiente:
(1) El médico deberá emitir un parte por escrito. La orden de que no se reanime al enfermo que sea
verbal o se haya comunicado por teléfono, no puede justificarse desde el punto de vista médico y legal.
(2) El médico es el responsable de asegurar que la orden se consulte con el personal del hospital.
(3) Los hechos y consideraciones referentes a la orden deben constar en la historia médica del
paciente.
(4) La orden debe estar sujeta a revisión en cualquier momento y también puede rescindirse en
cualquier momento".
Para Humphry y Wickett, un número reducido pero cada vez mayor de pacientes y familiares van más
allá del acuerdo tácito y convienen en lo que se denomina una "muerte negociada": el hospital planifica
la muerte del paciente discretamente, con un mínimo de trámites legales y sin llamar la atención de la
opinión pública, a instancias del propio paciente, del médico o de la familia. Este tipo de muerte fue
considerado durante esta década como la única alternativa humana posible, puesto que ni la ley ni la
ciencia médica parecían haber previsto una solución a la problemática del moribundo.
En 1975 el número de hospicios en Estados Unidos podía contarse en una mano; para 1989 su número
era mayor de 1500, y para Mayo de 1990, había más de 2000 de estos programas en funcionamiento.
Una situación semejante ocurre en Europa, particularmente en Gran Bretaña: para 1985 había 100
hospicios, y en Mayo de 1990, 120. En 1987 se funda el primer hospicio Alemán (Latorre, 1989;
Lamers, 1990).
Según Lamers, existen al menos seis factores que juegan un papel importante en la rápida
aceptación del concepto de hospicio: sociodemográfico, económico, terapéutico, tanatoló-
gico, analgésico y humanitario /holístico. Junto a estos, cabría añadir dos factores más:
organizacional y familiar.
"La Clínica Terminal afirma la vida. Esta institución tiene por objeto asistir y apoyar a los enfermos en la
fase terminal de una enfermedad incurable para que terminen sus días de la mejor forma posible. La
Clínica Terminal contempla la muerte como un proceso normal, tanto si es el resultado de una enfer-
medad como si no lo es. La Clínica Terminal no acelera ni prolonga la muerte. Estas instituciones han
sido creadas con la esperanza y el convencimiento de que, mediante los cuidados apropiados y la
ayuda y la comprensión de la sociedad, los pacientes y los familiares puedan lograr la preparación
mental y espiritual necesaria para aceptar la muerte de forma satisfactoria".
El epíteto popular de "casa de la muerte" no es correcto desde el punto de vista objetivo, no
sólo porque allí muere un número reducido de los individuos sino también porque una de
sus prioridades es mantener y permitir en lo posible la muerte del paciente en su domicilio.
Por otro lado, y como señalara Ahmedzai (1990), en una reciente investigación realizada en
los 120 modelos de hospicio ingleses, en donde se hicieron varias preguntas a sus directo -
res, entre otras, que describieran la filosofía de sus propios servicios al escoger un número
de opciones que variaban desde una "casa fuera de casa" a "un centro especializado en el
alivio del dolor", la amplitud de respuestas condujo a la conclusión de que no hay, al menos
en Inglaterra, un solo modelo de hospicio acerca del cual sus directo res puedan estar de
acuerdo (dificultad ya señalada varios años antes en el congreso de Montreal referido por de
Conno).
La diversidad de los cuidados ofrecidos por el hospicio -en respuesta a las necesidades de
los pacientes y sus familias- se expresa en el polifacético modelo de asistencia encontra do
en distintos países; en Gran Bretaña, el modelo más común es el de unida des de pacientes
ingresados, el cual es usualmente independiente del sistema de seguridad social, con
facilidades adjuntas de hospital de día y asistencia a domicilio. En Norteamérica se basa
fundamentalmente en la comunidad (asistencia a domicilio) y la prevalencia de pacientes en
cuidados de ingresados es más baja que en Gran Bretaña; en Europa, sin embargo,
predominan las unidades de cuidados paliativos y los programas de asistencia a domicilio;
en Australia, el cuidado de hospicio esta en paralelo con las bases académicas en el control
del dolor, y, en los países subdesarrollados, se basa en la aplicación de principios simples,
como la guía analgésica de la OMS y guías de cuidado paliativo.
Aunque algunos médicos y enfermeras, sometidos a la gran presión ejercida por el continuo
progreso médico, concentran sus esfuerzos sobre todo en lograr aquellos cuatro objetivos,
estos son una minoría cuando se reconoce que tales objetivos carecen de prioridad en unos
pacientes en los que cualquier tratamiento que tienda a modificar el curso natural de la
enfermedad es inadecuado, mientras que el único objetivo real que debe conseguirse es el
de mejorar la calidad de vida restante. Si no se logra desligar tales objetivos en un prin cipio,
el resultado son las maniobras de distanciamiento, el apasionamiento terapéutico, la frustra-
ción del equipo y el estrés del profesional.
Para alcanzar este objetivo es necesario superar el modelo médico de asistencia tradicional;
la experiencia de los últimos 20 años, sobre todo en los países anglosajones, ha demostrado
que existe un gran potencial de ideas y recursos que podrían concretarse en lo que se
define como "Unidades de Asistencia Continuada o Unidad de Cuidados Paliativos":
Se trata de una estructura abierta, en la que el enfermo permanece durante breves períodos de tiempo
y que se fundamenta en un servicio de asistencia domiciliaria. Este modelo de asistencia encuentra su
mayor expresión en Europa, y para Rodríguez López y Colb. (1990), entre otros, es el modelo más
eficaz y adaptado a la realidad sanitaria española.
La filosofía del cuidado tipo hospicio puede describirse en términos de sus prioridades:
(1) Prioridad en el Control de los Síntomas: La evaluación y cuidado se centra en las cambiantes nece -
sidades del paciente y su familia, empezando con los síntomas físicos y el dolor; el manejo exitoso del
dolor crónico es la piedra angular de este tipo de cuidados, sin embargo, la valoración repetida de los
síntomas y las modificaciones necesarias del plan de cuidados son las que aseguran el énfasis puesto
en mantener la calidad de vida. Se insiste en el desarrollo y mantenimiento de un medio ambiente
humano de apoyo al paciente, ya sea en su domicilio o en régimen de ingreso.
(2) Los Servicios son fácilmente disponibles: El hospicio reconoce que las necesidades del paciente y la
familia pueden cambiar en cualquier momento; para ello, el programa de asistencia domiciliaria cuenta
con un servicio de enfermería de guardia de 24 horas diarias, estando otros miembros del equipo
disponibles cuando se precise. Existen, por otro lado, arreglos contractuales con las unidades de
ingresados cuando la hospitalización es necesaria.
(3) El Cuidado es proporcionado por un Equipo Interdisciplinario: El equipo asistencial cuenta además
con la presencia de voluntarios cuidadosamente seleccionados, entrenados y supervisados por el
hospicio, formando un grupo integrado cuya característica fundamental es la comunicación abierta y
clara, trabajando juntos a todo lo largo del curso del cuidado del enfermo, buscando vías creativas para
satisfacer las necesidades de los pacientes y sus familias, y haciendo uso de los recursos familiares y
comunitarios existentes.
(4) Se respeta el Estilo de Vida del paciente y su familia: Las características del cuidado son
generalmente señaladas por el paciente y su familia, basados en una discusión abierta con los
miembros del equipo de tratamiento. La persona y la familia son consideradas de forma total, en todas
sus dimensiones (física, social, espiritual, psicológica y económica); cada persona es un individuo, y
usualmente le toma tiempo al paciente confiar y compartir sus esperanzas y temores con los miembros
un equipo asistencial que, conscientes de ello, acepta la variabilidad individual y el concepto del "interlo-
cutor elegible".
(5) El Hospicio facilita la Comunicación: Bajo la tensión de una enfermedad grave, la comunicación de
los individuos sufre. El hospicio se esfuerza en mejorar el nivel y la calidad de la comunicación dentro
de la Unidad paciente/familia, así como entre estos y los proveedores del cuidado. Por otro lado, se
está alerta a la tendencia de algunos pacientes y familiares a fomentar un paternalismo benevolente en
sus cuidadores. Como prioridad, se reconoce la necesidad de ayudar a los pacientes en su
participación en las decisiones que afectan su cuidado. Se estimula, además, el desarrollo de objetivos
razonables para la mejoría del dolor y otros síntomas, ya que la ausencia de mejoría física y emocional
del paciente erosionan su autonomía si sus objetivos particulares no son realistas.
(6) El Grupo paciente/familia es la Unidad de Cuidado: El hospicio se esfuerza en preservar la unidad
de la familia como cuidadores y asistentes primarios del paciente: ellos son a su vez recipientes y
co-proveedores del cuidado. A la familia se le enseña y estimula en asistir y proporcionar el cuidado
rutinario en su domicilio, y se desestimula la conspiración del silencio, siempre y cuando las
condiciones y circunstancias del enfermo exijan una comunicación clara de su situación real y/o las
consecuencias de esta conspiración sean mayores que sus beneficios, particularmente cuando genera
mayor angustia y dolor en el enfermo y en la propia familia. Se reconoce además la necesidad del
familiar de descansar de una responsabilidad de 24 horas/día y se le ofrece un soporte de respiro. El
retiro abrupto del apoyo a la familia en el tiempo de la muerte de su ser querido no coincide con los
objetivos del cuidado tipo hospicio.
(7) Se enfatiza el Cuidado en el Domicilio: Si bien algunos pacientes pueden requerir una corta hospi-
talización, la mayor parte del cuidado es dispuesto en el domicilio. No obstante, la hospitalización
prolongada, a petición del paciente y/o de la familia -siempre y cuando las condiciones que la exigen
sea razonables para el bienestar del enfermo y la salud de la familia-, es también una de las
posibilidades ofrecidas por este tipo de cuidado.
(8) El Seguimiento del Duelo es esencial: Las reacciones de pérdida varían grandemente dependiendo
de un número de circunstancias que incluyen la edad de los supervivientes, su participación en el
cuidado del paciente, la duración de la enfermedad terminal, la aflicción anticipatoria, sus sistemas de
soporte internos y externos, entre otros. Aun cuando la aflicción normal y el duelo usualmente no
requieren intervención profesional, los sistemas de facilitación del duelo e identificación de los casos de
alto riesgo de reacciones anormales han probado ser efectivos para muchos supervivientes. El cuidado
tipo hospicio estimula el seguimiento del duelo, habitualmente durante todo el primer año después de la
muerte del paciente.
* Los objetivos razonables favorecen la Calidad de Vida, y la esperanza en el logro de estos es siempre
una posibilidad escalonada, mayor que cero. Con todo, la esperanza del moribundo es también un
suceso dinámico, que cambia según sus circunstancias. Es por lo tanto necesario replantearla según
sea el proceso de ir-muriéndose y los objetivos que el paciente se plantea: en principio, puede ser la
curación; más adelante, la autonomía; posteriormente, el control del dolor, y, finalmente, el sueño y el
reposo. La esperanza puede ser revisada, pero la confianza, una vez empañada o rota, no es fácil de
restaurar.
* Los objetivos no razonables terminan por erosionar la confianza del paciente y de la familia [no
olvidemos que el enfermo es un "experto" en promesas no cumplidas]. El paciente con enfermedad
avanzada puede aferrarse a una esperanza que los asistentes juzgan no razonable. Por otra parte,
algunas veces tendemos a confundir la esperanza con la negación y sentimos la urgencia de forzar la
confrontación con una realidad que anula cualquier esperanza. El hospicio es respetuoso de la
esperanza y de la realidad y reconoce que no es necesariamente patológico mantener la esperanza aún
frente a una catástrofe segura.
Las unidades de cuidados paliativos en el contexto hospitalario -con una media de 2-3
camas por cada cien de enfermos agudos- admiten distintos pacientes cuya característica
común asiente en que cualquier tratamiento ulterior que tienda a modificar la historia natural
de la enfermedad es inadecuado; tienen prioridad para su admisión los enfermos que
reciben asistencia domiciliaria y los ingresados en otros servicios del hospital que presentan
dificultades en el control de los síntomas o problemas psicosociales. Como se ha señalado
en las prioridades del hospicio, algunas veces se considera como indicación para el ingreso
el bienestar de la familia, que puede así recuperarse y obtener beneficios de un reposo
temporal en sus 24 horas/día de cuidados continuos.
El proceso de admisión tiende a crear una atmósfera familiar que permita al enfermo sentirse acogido
como persona en un lugar que pretende ser "una casa fuera de casa", lo cual, a nivel organizativo y
físico, suele significar libertad de horario de visitas, animales de compañías y facilidades de cocina y
alimentación preferida por el paciente.
El Servicio de Asistencia Domiciliaria suele estar destinado tanto a los enfermos en lista de
espera para el ingreso en la unidad como para los dados de alta y aquellos que aún siguen
en tratamiento antitumoral. La asistencia prestada se extiende desde el control de los sínto-
mas a cualquier otro problema de orden psicológico, espiritual, económico y práctico, con la
ayuda de todos los componentes del equipo. La finalidad fundamental de este servicio
consiste en mantener al paciente en su domicilio el mayor tiempo posible, e incluso morir en
su propia cama si así lo desea, y proporcionar ayuda y apoyo a la familia.
(1) Ayuda a la familia psicológica y materialmente durante el período que antecede a la muerte; (2)
Obtiene la colaboración de la familia como parte integrante del equipo que se ocupa del enfermo; (3)
Acepta y se adapta a los requerimientos del enfermo y familiares; (4) Humaniza la asistencia para
hacer más dignos los últimos días de vida, llenándolos de plenitud y significado hasta el último instan te;
(5) Promueve encuentros entre los familiares y los demás miembros del equipo para elaborar
conjuntamente las mejores estrategias dirigidas a resolver los problemas presentes y futuros, con
objeto de mantener al máximo nivel posible las facultades del enfermo que van declinando progresiva-
mente; (6) Evaluación continuada de los síntomas y posibilidad de ingreso en la unidad de cuidados
paliativos para un control más satisfactorio de los mismos; (7) Participar como elementos claves en los
inevitables momentos de desconsuelo y depresión de los familiares antes y después de la muerte del
enfermo; (8) Seguimiento del duelo, y (9) Realizar una acción de formación permanente con todos los
asistentes, las organizaciones sociales y las instituciones con las que se entra en contacto en el curso
de la actividad asistencial.
En este orden de cosas, es preciso identificar los principios que subyacen al cuidado y
asistencia del hospicio, una vez que su opción ha sido considerada, y evaluar si ellos
pueden ser aplicados en otras áreas de la salud. Como señala Ahmedzai, para el paciente y
para sus cuidadores la pregunta importante es: )puede el hospicio ayudar a recuperar, o al
menos preservar, una calidad de vida que rápidamente empeora? En tal caso, el cuidado
tipo hospicio es la opción más apropiada a la muerte negociada ya mencionada, y la
alternativa más humana en la asistencia de estos enfermos. En caso contra rio, se hace
preciso re-evaluar los objetivos y planteamientos iniciales y proceder a su correcta adminis -
tración.
Los defensores de la eutanasia sostienen que ambas opciones son importantes para el
enfermo moribundo; en realidad, los miembros de ambos movimientos coinciden en muchos
aspectos, sin embargo, los promotores del movimiento hospicio consideran innecesaria la
eutanasia gracias al perfeccionamiento de las técnicas para controlar el dolor y otros
síntomas, mediante una compleja variedad de medicamentos y abordajes.
No obstante, los defensores de la eutanasia mantienen que tal opción no es tan sencilla, ya
que el dolor y otros síntomas que producen gran angustia, aunque, si bien, pueden con-
trolarse o disminuirse en gran medida, no pueden eliminar las consecuencias psicológicas. A
pesar de ello reconocen que la permanencia en el hospicio es una alternativa más aceptable
que muchas otras.
Ambas posturas reflejan más bien la presión que existe sobre el problema de "cómo morir y dónde
morir"; no puede pretenderse que el problema del ir-muriéndose tenga una sola solución.
La asistencia tipo hospicio no es ciertamente la única alternativa para todos los enfermos
moribundos. Simplemente es otra alternativa para el paciente y su familia. El factor más
importante en la elección de este cuidado es la satisfacción de las necesidades del paciente
y su familia; hay enfermos que a pesar de las complicaciones que el hospital puede
interponer a su ir-muriéndose se sienten más seguros y cómodos en dicha institución. De
igual forma, hay familias que prefieren y se sienten más cómodas dejando la responsabilidad
del cuidado de su ser querido al ambiente y personal hospitalario.
Con anterioridad al siglo XX se escribió muy poco sobre el cuidado de los moribundos. Las
enfermedades producían más muertes, sobre todo de forma más aguda que en la
actualidad, especialmente debido a la ausencia de fármacos apropiados, de agentes
quimioterápicos y de los sofisticados procedimientos médicos actuales. Es cierto que la
muerte se producía antes. Sin embargo, los adelantos tecnológicos de este siglo han
transformado drásticamente esta situación en sólo una cuantas décadas. Las enfermedades
infecciosas, que antes amenazaban la existencia, ahora pueden curarse y las enfermeda des
crónicas y degenerativas se han convertido en las causas predominantes de la muerte, junto
al mal de las sociedades industrializadas y civilizadas del siglo XX, la violencia, el hambre y
los accidentes de tráfico.
Estos adelantos tecnológicos, a su vez, han tenido una gran influencia en la asistencia de
los enfermos y moribundos, y, por la disposición de estos, en el lugar físico de la muerte. En
los casos en que su aplicación no ha evitado la muerte, ha contri buido a variar la forma de
morir, para bien o para mal.
En los años cincuenta, las técnicas que se habían desarrollado con el propósito de servir a
los intereses humanos -y que a menudo obtenían resultados brillantes-, empezaron, desde
el punto vista moral, a prescindir de las prioridades humanas e incluso a desplazarlas,
pudiendo el sujeto "consciente" llegar a estorbar la eficacia técnica a nivel mecánico (p.ej.
respirador mecánico en las UVI), precisando entonces "anular" la conciencia del individuo
para su correcto funcionamiento. De esta forma, los intentos de la medicina por prolongar la
vida condujeron a un concepto cada vez más positivista y mecanicista del hombre, conside-
rado ya como una máquina biológica, al igual que lo fue a finales del siglo XVIII.
No hay duda que la tecnología a cambiado la forma de morir, y con ello, la actitud del
médico; en las facultades de medicina se les enseña a los estudiantes a utilizar la tecno logía
-y a su vez la relación objetal parcial con el enfermo- a consecuencia de una sobre-
valoración de los logros científicos, del temor a las denuncias judiciales, de los métodos de
indemnización, de las prioridades nacionales (Salud para el Año 2000) y del temor a la
muerte. Como se ha dicho, pocas veces se enseña lo que hay que hacer -puesto que desde
el punto de vista tecnológico así es- cuando ya no hay nada que hacer por la enfermedad de
un paciente.
El médico está sujeto a presiones similares: para estar a la altura de lo que el enfermo
espera de él, a menudo va más allá de lo necesario o deseable.
Una vez finalizados sus estudios, la mayoría de los médicos optan por la especialización.
Ello significa que, a diferencia de la antigua relación que existía entre el paciente y su
médico, en la que el enfermo y su patología se abordaban en conjunto, hoy en día el médico
tiende a explorar el área específica que le interesa, el órgano o el funciona miento de la parte
del cuerpo que le corresponde como especialista. Desde el punto de vista económico y, para
algunos, dentro de la misma jerarquía médica, el médico general, habitualmente utilizado
como referencia de una medicina humanizada, paradójicamente a perdido valor, tanto
económico como científico: el ser humano en cuanto persona ya no que enfermedad, es
poco atractivo científicamente y poco rentable desde el punto de vista económico.
Aun cuando el enfermo con patología terminal acabara muriendo, en muchos casos esta
muerte sobreviene después de una agresiva intervención médica. Si bien muchos de los
sistemas y técnicas disponibles para el tratamiento de las enfermedades son de gran
utilidad, con demasiada frecuencia se emplean porque están ahí, y porque suelen apoyar la
creencia de que es posible esquivar la muerte de forma indefinida.
Cuando el paciente sigue aferrándose a la vida, queda todavía una cuestión por resolver: )
En qué momento puede éste rechazar el tratamiento y decir basta? En Estados Unidos, al
parecer, muchos enfermos se han atenido a las declaraciones que hizo el papa Pío XII en
1957 acerca de la diferencia entre medios ordinarios y extraordi narios para decidir cuál es el
tratamiento más apropiado. Para algunos, los "medios ordinarios" son aquellos tratamientos,
medicamentos y operaciones que ofrecen una esperanza razonable de recuperación, y que
pueden ser utilizados sin demasiados gastos, sufrimientos o cualquier otro inconveniente;
los "medios extraordinarios" incluirían aquellos que ocasionan siempre demasiados gastos,
sufrimientos o demás inconvenientes, o que no ofrecen una esperanza razonable de
recuperación.
Aunque los intentos por definir los distintos tipos de tratamiento son admirables, se prestan
a muchas interpretaciones, ya que es evidente que lo que puede ser costoso, doloroso o
inconveniente para un paciente puede no serlo para otro. De la misma forma, lo que un
enfermo puede considerar como ordinario, otro puede considerarlo extraordinario. La
ambigüedad de estos términos ha hecho que muchos autores recomienden su no-utilización
hasta no tener una definición clara de lo que los mismos pretenden especificar.
Para Twycross y Lack (1983), el tratamiento médico es como una línea continua en uno de
cuyos extremos está la asistencia para curar al enfermo, en el centro los cuidados paliati vos,
y en el otro extremos el control de los síntomas; esta línea continua de tratamiento, con los
tres elementos descritos, no establece límites dentro del mismo que permitan la
desafortunada costumbre de "etiquetar" al paciente con uno u otro tratamiento. Por el
contrario, es la situación del enfermo la que dicta la pauta a seguir.
Si frente a situaciones orgánicas límite pretendemos mantener una "vía venosa abierta y
permeable" ante cualquier eventualidad posible, )por qué, en idéntica situación, nos
resistimos a mantener una "vía emocional" abierta y permeable? Quizá esto provie ne, entre
otras cosas, del desconocimiento del paciente moribundo, y del concepto que actualmente
tenemos del médico con espíritu científico, donde el enfermo es ya un "cuerpo muerto", ya
en cierto modo un "cadáver" portador de enfermedad. De esta forma, cerramos la vía de
comunicación y asistimos, de una u otra forma, a un proceso de vivir en solitario, incomuni -
cado, en lo más esencial para el enfermo: su propia muerte (Soria y Montoya, 1990).
A pesar de nuestra conciencia de "morir desde el momento en que nacemos", considerada
por algunos como la más profunda conciencia de lo humano -la dolorosa verdad de la finitud
de la propia existencia que es sentida por todos los hombres-, la sociedad occidental emplea
generalmente la palabra "moribundo" para designar una clase muy restringida de estados y
personas, y gracias a ello, al menos en parte, no enfrentamos un gran conflicto cuando
decimos de alguien que "se esta muriendo", si bien no admitimos este hecho respecto de
nosotros mismos. Es importante señalar que las afirmaciones "está muerto" y "se está
muriendo" -así como las variantes lexicográficas del ambiente hospitalario -son el producto
de procedimientos de determinación, es decir, constituyen el resultado de indagaciones más
o menos detalladas, emprendidas por individuos implicados de hecho en las consecuencias
que el descubrimiento de tales resultados permite prever (Sudnow, 1971).
"Nos proponemos largas travesías y un lejano retorno a la Patria, después de haber recorrido playas
extranjeras; nos prometemos campañas militares y las remotas recompensas de los méritos de guerra,
gobiernos de provincia y ascensos de cargos, y, mientras, llevamos la muerte a nuestro lado, en la cual
sólo pensamos en la persona de los demás (...)" (Séneca, carta CI).
Desde el punto de vista sociológico, "estar muerto" o "muriéndose" significa ser así
considerado por aquellos que rutinaria y legítimamente se hallan implicados en las determi-
naciones de estos estados y establecen cursos de acción, tanto para otros como para sí
mismos, sobre la base de estas determinaciones. Sin embargo, no parece haber un acuerdo
claro sobre lo que es un paciente terminal.
De este modo se confirma un grupo de enfermos cuya supervivencia puede variar desde
pocas semanas a algunos meses y en los que las terapias oncológicas (o farmacológicas)
específicas o tratamiento activo dejan paso a un tratamiento paliativo; De Conno establece
cinco criterios para limitar la continuación de los tratamientos causales (enfermo terminal):
González Barón y Colb. (1989) hablan de la enfermedad terminal como el estado clínico que
provoca expectativa de muerte en un breve plazo: dado que la situación del enfermo
terminal viene producida o acompañada de una serie de síntomas que pueden producirse
por distintas etiologías, pensamos que es más correcto referirnos al "Síndrome de Enferme-
dad Terminal". Sus criterios diagnósticos incluye:
Nótese que la demencia cumple los requisitos de enfermedad terminal en tales criterios, excepto por el
tiempo establecido como límite de Aterminalidad@; en otras palabras, la demencia sería una enfermedad
terminal inusitadamente larga.
Para otros, "terminal" hace referencia a no más de seis a doce meses en tal situación,
aunque suele ser muy difícil establecer tal paso: de curable a incurable. Para Linn y Colb.
(1982), la enfermedad terminal ("end-stage") es definida como una situación de incurabilidad
debida a metástasis objetivadas a órganos distantes o tejidos y cuya supervivencia es menor
de doce meses.
Como puede verse, la situación no es tan fácil de defi nir, y, si bien, algunos se centran
específicamente en cuestiones somáticas relacionadas a la enfermedad y/o tratamiento,
otros añaden criterios relacionados al paciente en cuanto sujeto.
Cabe señalar que al igual que la "muerte social" antecede a la "muerte real" en toda situación de
moribundez, la "terminalidad" es siempre y primeramente una circunstancia social antes que individual.
Partiendo de ello, se considera "enfermedad terminal" aquella situación que suscita una expectativa de
muerte, a corto plazo, en el entorno más inmediato del individuo portador de tal circunstancia, de por sí
incurable. El "enfermo terminal" sería, entonces, el sujeto adscrito a tal situación. La EA produce, en
este caso, una muerte social precoz o, como señalan algunos familiares, Acuidar a un familiar enfermo
de EA es como asistir a un muerto en vida@.
El criterio "tiempo" -o expectativa de vida- parece ser muy complejo, y quizá insoluble, como
se refleja en los distintos tiempos de supervivencia señalados por los autores antes citados.
El problema parece más bien deberse a la imbricada relación que existe entre tiempo y
muerte, considerados por algunos como eufemismos de un mismo concepto: el sello de la
limitación que toda la especie humana lleva desde su llegada al mundo, utilizando las
palabras de Nestares Guillén.
"En esta carrera rapidísima del tiempo, primero perdemos de vista la infancia, después la adolescencia,
después aquella edad, como quieras llamarla, que media entre la juventud y la ancianidad, puesta en
los confines de estas dos; después los mejores años de nuestra senectud; sólo al final comienza a
anunciar el acabamiento común a todo el linaje humano. Somos tan insensatos que lo tomamos por un
escollo, cuando en realidad es un puerto al cual un día u otro tenemos que arrumbar, que nunca hemos
de rechazar y al cual, si alguien llega en sus primeros años, no debe quejarse más que un pasajero de
haber hecho una rápida travesía" (Séneca, carta LXX).
Para Sudnow, las bases médicas, biológicas y fisicoquímicas para determinar que una
persona está "moribunda" no son del todo claras: "notar la muerte" es un tipo de actividad
conceptualmente muy diferente de la de notar una hemorragia o fibrilaciones, o bien emplear
una categoría de enfermedades por un lado y de los estados y procesos biofísi coquímicos
por el otro: "morir no es, al menos en el sistema de medicina norteamericano, una respuesta
apropiada a preguntas del tipo de )qué tengo, doctor? Así, morir es esencialmente un térmi-
no predictivo".
Como bien señala J. Motlis (1989), el adjetivo terminal significa término, final:
")Podemos predecir el final, el término de algo o alguien? )terminal es final? )es ella correcta, exacta?
)cuándo un paciente es terminal? )Cuándo se haya en estado de coma prolongado, o en insuficiencia
cardíaca grave, o con un cáncer y múltiples metástasis? O sea, nosotros, el equipo médico, lo
calificamos terminal, )basados en qué? )en la gravedad de sus síntomas y signos? )en la prolongación
de un estado que requiere cuidados de enfermería especiales? O, simplemente, )en un diagnóstico o
estadísticas que a veces contribuyen a la verdad?"
"Quizá no resulte del todo imposible imaginar una situación donde "morir" no sea un asunto del que se
ocupen las personas, donde ésta simplemente muera por diversas razones, y donde, el momento de la
muerte, no se pretendiese localizar retrospectivamente; donde sería extraño intentar establecer el
momento en que se inició la muerte y, por ejemplo, establecer que "comenzó a morir en tal año". El
concepto filosófico de que se "comienza a morir cuando se comienza a vivir", pareciera relacionarse
con este proceso de localización arbitrario, sino sin sentido de la muerte".
Si tenemos en cuenta lo que morir, moribundo, muerte, terminal implican como procesos
para los médicos dentro del mundo del hospital y la medicina, parece que tienen muy poco
en común con las actividades, actitudes y comportamientos, ya sea anticipatoriamente
organizados o no, por el paciente y su familia, para quiénes la cuestión "tiempo" tiene una
vivencia totalmente diferente.
Es pues improbable, y quizá incorrecto, establecer desde nuestro punto de vista un "tiempo
de moribundez" que no englobe el tiempo del propio paciente. Si bien el acuerdo puede ser
negociado o tácito, es primordial contar con el paciente -sus vivencias, su circunstancia, sus
expectativas y esperanzas-, así como con su familia, para encontrar un momento en el cual
nuestra postura frente al sujeto enfermo se corresponda a la de los individuos involucrados
en el proceso de moribundez.
Aunque el objetivo de que el enfermo que va a morir acepte su situación de modo que lo que
le quede de vida, y aún el mismo proceso de su muerte, no carezca de sentido humano, no
sea una tarea exclusiva del médico, es preciso desconfiar de los objetivos que pretendemos
que el paciente alcance, ya que estos nos podrían dar lugar para forzar al paciente a conse -
guirlos. Nadie tiene porqué forzosamente aceptar o "llevar bien" su propia moribundez; el
propósito es asistir al proceso mismo de ir-muriéndose, de tal manera que el paciente
encuentre sus propios objetivos, tanto si acepta su muerte como si no: tratar de que el
paciente nos permita acompañarle, en su tiempo y su vivencia, durante los últimos días de
su existencia; esto debe ir acompañado, por supuesto, de nuestra propia aceptación y
conformidad de acompañarle.
Con todo, y como dice Ahmedzai, aún dentro del concepto Británico de Hospice, el uso de
términos tales como "cuidado paliativo", "continuo", "terminal", como sinónimos o eufemis-
mos unos de otros, no revela la diversidad subyacente de aproximaciones. Si bien es
aceptable que dentro de la filosofía del sistema hospicio el cuidado terminal tenga una
significación conceptualmente muy diferente, corre el riesgo de estigmatizar y minimizar
unos cuidados y tratamientos que siguen siendo tan médicos y de enfermería como cual -
quier otro, salvo que el sujeto de los mismos -como sucede con toda etapa del ciclo vital- es
biológica, afectiva y humanamente diferente.
La "muerte negociada" y el "código lento" (lo cual significa que no hay que precipitarse a la
hora de adoptar medidas de resucitación para salvar a un paciente) son situaciones que
pueden parecernos extrañas, pero que, sin embargo, son de vivencia diaria en la práctica
médica hospitalaria y, tal vez, en la ambulatoria. Mientras no existan regla mentos precisos,
mientras los hospitales no establezcan normas fijas que protejan las necesidades de los
pacientes y sus familias y mientras no se nos eduque en cuestiones tanato lógicas, viviremos
de forma individual y soterrada nuestras propias angustias, temores e impotencias ante la
muerte del otro.
"Muchas veces tenemos que morir por deber y no lo queremos; tenemos que morir por fuerza y no lo
queremos. No hay nadie tan ignorante que no sepa que un día u otro habrá de morir, pero cuando ve
vecina la muerte le vuelve la espalda, tiembla y llora. )No te parecería el más necio de todos aquel que
llorase por no haber vivido mil años atrás? (Séneca, carta LXXVII).Tengo por cierto que serías más
valeroso si contigo murieran muchos miles de hombres; pero muchos miles de hombres y de animales
rinden su espíritu en el momento en que tú lo rindes. )Y tu no pensabas que tenías que llegar algún día
allí donde en todo momento te encaminabas?" (Séneca, carta LXXVII).
Además del impacto emocional, una grave y sobre todo larga enfermedad trastorna y cambia
la vida del resto de las personas que viven con el enfermo; una insistente preocupación por
las consecuencias futuras -soledad, encamamiento, trastornos de conducta, economía fami-
liar, etc.-, sentimientos de impotencia y desesperanza y, otras veces, la miseria física y
mental a que ha conducido la enfermedad establecen un conjunto de emociones lo sufi-
cientemente intenso como para explicar gran parte de los cambios que se presentan.
A parte del sufrimiento subjetivo que el deterioro mental del otro supone, existen diversos
aspectos prácticos que derivan de la misma situación y que con frecuencia son matizados
por un rechazo a emprender, o incluso planear soluciones futuras. Además, habitualmente
recaen sobre el familiar-cuidador primario una serie de responsabilidades que pueden ser
excesivas para sus posibilidades reales, disminuidas a su vez por el impacto emocional de
la situación.
Con el estrés psicológico como telón de fondo, la existencia de la familia cambia y debe
forzosamente desarrollar nuevos modelos o estrategias de afrontamiento y convivencia: las
constantes visitas al médico, análisis y tratamientos, sus insultos y acusaciones, el
vagabundeo, largas noches al lado del enfermo y, frecuentemente, la atención constante a
aquel, día y noche, etc., trastornan el funcionamiento familiar. Estas actividades, además,
deben hacerse compatibles con las inevitables actividades de la vida diaria; la alimentación
se hace irregular, el descanso desaparece y los períodos de ocio y placer (si es que alguno
queda) son aprovechados para recuperar tareas domésticas acumuladas, vigilancia y
crianza de los hijos, etc.
Las familias con sistemas de comunicación abierta y efectiva, que expresan y comparten sus
sentimientos, tienen mayores posibilidades de adaptación que otras con un patrón de
negación, ocultamiento y conspiración del silencio en sus sentimientos. La capacidad de la
familia para reorganizar roles importantes (distribuir las distintas tareas que se llevan a cabo
dentro del medio familiar), a fin de continuar funcionando, depende en parte de las tareas
realizadas hasta entonces por el paciente. No obstante, la asignación de tareas y el
desempeño efectivo de los roles depende de la flexibilidad y habilidades individuales de
aquellos comprometidos en estos acuerdos. Las familias con un buen sistema de
comunicación y con la costumbre de asignar roles equitativamente, son las que mejor se
adaptarán a la crisis de la EA.
Aspectos como el trastorno del ritmo de vida familiar, la adapta ción constante a estos
cambios y a la perspectiva cada vez más cercana de una Alarga, difícil y miserable
enfermedad@, los problemas financieros directos o indirectos de la enfermedad, los
trastornos confusionales (delirium) y la perspectiva de la Apérdida@ del ser querido (mental y,
posteriormente, física) se unen a las mayores exigencias de todo orden que habitualmente
recaen sobre el familiar más responsable. La frustración que la enfermedad conlleva, tanto
si se expresa como si se reprime, suele despertar sentimientos de inutilidad, culpa bilidad e
impotencia que hacen que miembros de la familia comiencen a sentirse evasivos unos con
otros -en lugar de discutir las razones de esa agresividad-, favoreciendo así un mayor
aislamiento.
Por otro lado, las modificaciones en el comportamiento de algunos de los miembros del
grupo familiar pueden causar graves conflictos intra-familiares debido a que las creencias
individuales están habitualmente relacionadas a su propia familia de origen y no son
necesariamente compatibles unos con otros en la familia actual.
Bien es cierto que las familias no se agotan tanto física y emocionalmente si pueden
participar de algún modo en el cuidado de su enfermo; tal colaboración, y el hecho de formar
parte del "equipo de tratamiento activo", puede serles útil en su propio proceso de
adaptación a la enfermedad al permitirles reflexionar, no sólo sobre el apoyo que su
presencia supone sino también en la comodidad y bienestar que le proporcionan con sus
cuidados.
Por otra parte, la carga financiera sobre las familias, aún cuando los gastos médicos sean
cubiertos en su mayor parte por el estado, puede llegar a ser asombrosa (fármacos y
alimentación especial, taxis, ayudas domiciliarias, pérdida significativa en sus ingresos debidos
a la enfermedad, absentismo, cambio a trabajos menos remunerados pero con mayor disponi-
bilidad de tiempo, etc.).
Los cambios en el modo de ser habitual de la familia que se vayan a emprender deberán ser
lo suficientemente flexibles como para satisfacer el espectro de necesidades del paciente y
de los miembros de la familia comprometidos en su cuidado, y lo sufi cientemente específicos
como para abordar y manejar los problemas identificados. Algunos cambios pueden, de
hecho, ser incompatibles. La flexibilidad y la rotación periódica de las funciones asignadas
permiten una mayor satisfacción de las distintas necesidades.
Cuando los problemas o creencias implícitas son hechas explícitas, y las diferencias entre el
pasado y el presente son señaladas, pueden ser más fácilmente manejadas, la tensión suele
disminuir y el comportamiento llega a ser más apropiado. Cuando no lo son, causan un
estrés continuo en cada uno de sus miembros. Una vez que se establecen y se llama la
atención sobre los aspectos comunes de su problema, es posible desarrollar métodos de
apoyo mutuo para los momentos de tensión que el futuro pueda deparar.
El primer obstáculo para hacer frente a los inevitables cambios que se van a producir en la familia
suele iniciarse en los momentos alrededor del diagnóstico, cuando la incomunicación parte de la discu-
sión de la enfermedad y las implicaciones que conlleva. Esto puede ser difícil incluso para familias con
un buen nivel de comunicación e imposible para aquellas no acostumbradas a expresarse libremente
entre ellas.
Evitar la incomunicación entre los miembros de la familia es una de las tareas más esen ciales. Con
frecuencia, el cuidador primario u otro miembro de la familia tendrá que hacer de interprete y mediador,
y explicar a unos individuos lo que otros piensan y saben, las causas de su enojo o retraimiento y cómo
perciben su situación y la de otros. De esta forma se puede lograr establecer un área de comprensión
compartida como base para continuar la interacción. Uno de los aspectos de mayor importancia para
mejorar la comunicación en la familia es el facilitar la expresión de sentimientos entre los miembros del
grupo, legitimizando (considerar como legítimo, propio, adecuado y normal) la presencia de emociones
como el enojo, la tristeza, la impotencia, la incertidumbre y el deseo de acabar pronto o de llevar a su
familiar a una residencia de ancianos o cualquier otra institución.
Con bastante frecuencia, los familiares tienden a sentirse inhibidos para expresar sus sentimientos ante
lo que sucede, piensan que no tienen derecho a sus sentimientos debido a que ellos están sanos (por el
temor de angustiarse más así mismos, a otros y al enfermo), que sus costumbres familiares no pueden
seguir siendo mantenidas debido a que el enfermo necesita todos los cuidados. También suelen pensar
que la angustia y los trastornos que están experimentando son únicos y vergonzosos. Finalmente,
suelen mantener muchos pensamientos y sentimientos ocultos, tanto a ellos como entre ellos mismo.
Como hemos visto, cuando lo implícito se hace explícito se proporciona una mejoría inmediata de la
tensión interna y los miembros descubren que los trastornos y las ambivalencias son comunes a todos,
que ellos como individuos tienen derecho a necesidades complejas en estos momentos, que como
familia son reconocidos y respetados y, finalmente, que también tienen derecho a afligirse. De esta
forma se fortalece el sentido de familia y de grupo.
Cuando los problemas son muchos, como suele ser habitualmente, es preciso examinar cada problema
directa y frecuentemente; esto permite redefinir y reducir los problemas a un tamaño manejable, y
evaluar si las soluciones propuestas han sido o no efectivas y entonces planear nuevas soluciones. Al
compartir las preocupaciones se puede controlar y prever la impa ciencia, y sugerir varias direcciones y
propósitos que reflejen la comprensión del problema. Al animar la expresión de sentimientos
reprimidos, permitiendo la ventilación de las dudas, recelos y confusiones, se establece un ambien te de
comprensión donde la distracción y el respiro temporal pueden establecerse como formas de permitir el
descanso sin malentendidos.
Así, una suma de personas, por sí misma, no constituye un equipo. Desde un principio debe
dejarse claro que un conjunto o suma de personas -reunidas, muy motivadas y formadas,
interesadas y con gran cantidad de medios- por sí solo no constituyen un equipo. Y es que
pasar a un concepto de equipo es algo más que limitarse a decir que un grupo de personas
se llamará en adelante un "equipo".
Además, la formación de equipos no se limita al momento en que se agrupa por primera vez
un nuevo equipo; es más bien algo que hay que realizar continuamente para procurar que el
trabajo en equipo siga siendo eficaz; se trata de una comunidad en continuo aprendizaje: los
equipos de trabajo se fabrican mientras que el trabajo en equipo se organiza.
Otro aspecto importante es el hecho de que los miembros del equipo deben mantener una relación de
amistad; ciertamente, si dos personas se están tirando los trastos continuamente a la cabeza
difícilmente podrán llegar a formar un equipo de trabajo y por tanto llegar a trabajar en equipo. Si el
grupo de personas que forman el equipo no llegan a tener cierta relación emocional entre ellos,
difícilmente se va a poder formar un equipo que funcione con cierta racionalidad.
Finalmente, todos aquellos que deseen integrarse a un equipo deben tener claro que existe un
responsable que es el que coordina y fomenta actitudes de cooperación, conformidad y cohesión (el
cuidador primario). Las ambiciones personales no integradas (es decir, no se busca el bien común sino
lo que a cada uno le conviene: sólo se tiene en cuenta el crecimiento personal y no el colectivo como
grupo), el afán de poder (incluso no respetando el rol del jefe o responsable) o personalismo (sin tener
en cuenta a los demás miembros del equipo), las tendencias personales competitivas (no trabajar sobre
la base de que la cooperación es prioritaria sobre la competencia) y la impaciencia (no entender que
los equipos se van cohesionando con el tiempo, que se tienen que ir quemando etapas y que no se
puede conseguir todo de entrada) pueden hacer fracasar el desarrollo y crecimiento del equipo: hay
que tener en cuenta que una sola persona manteniendo estas actitudes puede llevar al resto de los
miembros del equipo a una serie de enfrentamientos y romper la dinámica de los mismos.
El responsable del equipo tiene que saber que si una persona desea incorporarse al equipo lo hace
porque le interesa un turno de trabajo determinado -además de que no están preparados, no tienen
interés por los objetivos a conseguir o tienen una personalidad autosuficiente, etc.- puede llevar
irremediablemente al fracaso del equipo.
1.2. Funcionamiento
Como todas las transformaciones importantes, el desarrollo de equipos exige esfuerzo, compromiso y,
sobre todo, comunicación. Además, hay que cumplir ciertas condiciones o "principios de organización"
para que el desarrollo de equipos resulte un éxito:
Un aspecto importante de este principio es el respeto por las diferencias: por muy dispares que sean
los miembros del equipo en cuanto a su experiencia pasada, capacidad y motivación, todos han de
aceptar que los demás tienen algo que aportar. En realidad, las diferencias entre los miembros del
equipo deberían considerarse beneficiosas (compartir estrategias). Los equipos "homogéneos",
formados por personas de características muy similares, no suelen dar resultados innovadores.
Los equipos, con todo su potencial de cooperación y de sacar partido de la diversidad, representan un
factor crucial para pasar a este nuevo modo de trabajar.
Además, todo equipo eficaz debe estipular de común acuerdo los procesos de toma de decisiones. Si
los miembros del equipo se encuentran con límites, reglas básicas o papeles en los que no pueden
influir, pueden sentir que no tienen autoridad y perderán autoestima: las personas que sienten que no
tienen poder suelen rebelarse para obtener algún tipo de control dentro del equipo, aunque sea un
poder destructivo. La toma de decisiones basada en el consenso es una de las técnicas más útiles pero
menos asumida del trabajo en equipo.
Con todo, es evidente que la toma de decisiones por consenso no siempre es lo más conveniente
(p.ej., cuando se dispara una alarma de incendio porque el familiar con EA encendió fuego no es
momento para que el cuidador primario pida la opinión de los demás sobre lo que tiene que hacer):
siempre habrá momentos en los que no hay posibilidad de discutir en equipo, y los cuidadores tienen
que aplicar una decisión de alta dirección. Esto no tiene que desmotivar al equipo, a menos que
esperase participar en ese campo en particular. Los problemas aparecen cuando un equipo espera que
le consulten, y el cuidador principal les presenta un hecho consumado; esto puede crear una relación
de padre-hijo entre el cuidador principal y los otros cuidadores. A veces es difícil ver dónde empieza y
dónde acaba este círculo de desconfianza. Para que un equipo funcione bien, tiene que romper este
círculo de algún modo; a veces es cuestión de encontrar un equilibrio entre la democracia y la dirección
activa.
D. Principio de cohesión.
Es funcional cuando se basa en la unidad, en la solidaridad, en las metas en común, en el orgullo de
pertenecer al grupo y en la motivación mayoritaria, o disfuncional cuando conlleva el sacrificio de la
persona, cuando existe un fuerte control social, un triunfalismo desmesurado, una sensación peligrosa
de exceso de seguridad o una rutina en el funcionamiento. Tiene que existir coherencia entre los
medios y recursos utilizados y los objetivos que se persiguen, siendo fundamental el respetar las reglas
del juego, el funcionamiento y el consenso una vez que se ha establecido éste. Todas las personas que
van a formar parte del equipo tienen que estar convencidas de que la cohesión es necesaria y
saludable para la formación del mismo; tanto el hecho de "obedecer" como el de "mandar" deberían ser
dos formas de servir y ser coherentes con el bien común del grupo, identificándose con él.
El consenso real significa que cada miembro del equipo debería sentirse escuchado y comprendido.
Esto resulta más fácil si todos los miembros se sienten libres de hablar abiertamente; también resulta
útil que los cuidadores primarios puedan compartir sus propios dilemas con el equipo. Para mantener la
cohesión del equipo todos deberían estar seguros de que tienen al menos una oportunidad de influir en
la decisión final y sentirse capaces de apoyarla.
Aunque el trabajo en equipo puede utilizarse para eliminar jerarquías inadecuadas y derribar los
obstáculos para el trabajo cooperativo, tiene que operar dentro de unos límites fijados cuidadosamente;
así, por ejemplo, las reuniones de los equipos suelen resultar más productivas si están estructuradas en
asuntos del orden del día. Hay que definir cuidadosamente cada asunto a tratar. Además de permitir a
los miembros del equipo concentrarse con exactitud en el asunto que les ocupa, también les permite
comprobar si progresan; debe fijarse un límite de tiempo para la discusión y tener una idea de los
resultados esperados. Otro tipo importante de límites para que los equipos sean eficaces son las pautas
de comportamiento aceptable. Para el funcionamiento de cualquier equipo es esencial que haya unas
reglas de base claras y explícitas que rijan el comportamiento.
Los límites tienen una importancia especial en el momento de definir los distintos papeles dentro del
equipo. A veces, los equipos deciden negociar los papeles de los miembros individuales dentro del
equipo. En este caso, no debería haber un "trato" definitivo hasta que todos los miembros del equipo
estén satisfechos con su papel. Las reglas de este tipo son vitales cuando llega el momento de decidir
quién debe dirigir el grupo. Las reglas de base para el comportamiento dentro de un grupo deberían
también contemplar para qué temas hay que consultar con todo el grupo y obtener su aprobación, y
para cuáles basta con informar al grupo. Es evidente que hay una inmensa diferencia entre las reglas
básicas acordadas por el equipo y las que son impuestas por el líder o por la organización. Este último
tipo de reglas no resulta útil. Para ser realmente valiosos, los límites y las reglas básicas tienen que
haberse comentado y acordado entre todos los miembros del grupo.
H. Principio de participación.
Si los componentes de una organización admiten ser coordinados en sus actividades, lo hacen cuando
se sienten miembros de un grupo en el que participan como personas, en el trabajo en común y en la
consecución de unos fines comunes personalmente aceptados. La participación se mueve en diferentes
terrenos: participación en el trabajo y en el esfuerzo, en la información de todo lo que se hace y afecta
a la calidad de su colaboración y aportación, en la toma de decisiones que le afecten, en las
responsabilidades que se derivan de la acción individual y colectiva, y en los resultados de la entidad.
Este principio exige un cambio de actitud de sus miembros y de la calidad de las relaciones
interpersonales, además de honestidad o claridad de las relaciones: los miembros de un equipo tienen
que ser honestos, tanto a nivel de lo que sucede en el equipo como a nivel de lo que sucede en la
organización en su conjunto. Sólo de este modo podrá responder el equipo a las necesidades de sus
propios miembros y a las de la organización.
La franqueza y la seguridad de que se considerarán todas las contribuciones son esenciales para que el
trabajo en equipo de resultados. Los miembros del equipo tienen que sentir que tienen un "espacio
seguro" donde pueden comentar los problemas y examinar los asuntos. Tienen que poder expresar su
alegría y su preocupación, reconocer la incertidumbre y manifestar las diferencias de opinión de un
modo constructivo (la claridad puede servir para demostrar a las personas que no son las únicas que
tienen miedo y preocupaciones); deben reconocer que todos somos humanos (y no dioses), y que en el
funcionamiento en equipo se sufre un desgaste, que por otra parte es inevitable. Además, lo que en un
momento fue un buen consenso interno inicial puede cambiar ante cualquier circunstancia. Si tenemos
en cuenta la erosión que se va a producir en los equipos, y la asumimos (asumimos nuestra propia
imperfección), la descubriremos a tiempo y actuaremos en la corrección de dichas desviaciones,
consiguiendo que el equipo siga funcionando.
Para lograr dividir las tareas hay que delegar funciones en una serie de personas con las cuales se
tiene una mínima confianza, es decir, que sabemos lo que podemos esperar de ellas y que están
cualificadas y motivadas para lograr los objetivos o metas encomendados. Un elemento importante
para esta confianza es la seguridad; ésta hace referencia a la responsabilidad que se le debe exigir a
esa persona en función de la confianza que se ha puesto en ella. La confianza sin exigencia o
responsabilidad no es funcional y por tanto puede hacer fracasar el trabajo en equipo. No debemos
olvidar que al entrar a formar parte de un grupo de trabajo perderemos parte de nuestra libertad
personal ya que no podremos actuar por libre.
La clave para el desarrollo del equipo se encuentra en el equilibrio entre dos factores: el enfoque
externo del equipo, es decir, las exigencias operativas de la UCA, y su enfoque interno, es decir, las
interacciones entre los miembros del equipo; tiene que estar claro que todos los miembros de un
equipo de trabajo deben seguir la misma dirección con un buen consenso interno del grupo en primer
lugar y luego un consenso externo con otros grupos (Asociaciones locales de Alzheimer). Aunque
dentro de la dinámica del trabajo en equipo hay una serie de "movimientos de expansión" -distribución
del trabajo, proyección del equipo hacia el exterior-, también hay "movimientos de concentración"
-planificación, previsión de dificultades, apertura de nuevos planteamientos, etc.- y "movimientos de
retrospección" -evaluación y reflexión de lo realizado, de los progresos y los errores cometidos-.
Finalmente, para que un equipo funcione es necesario que en su seno se equilibren los movimientos de
cambio que pueden surgir y los de conformidad; sin lo primero es imposible el éxito, y sin lo segundo
es imposible la supervivencia, la disciplina y la continuidad del equipo.
Finalmente, y con respecto al equipo de trabajo, hay que decir que el número de sus miembros no
debe ser muy alto: es ideal entre 7 y 10 miembros. Si el número es mayor, deberá considerarse la
creación de subgrupos que funcionen como tal (equipos interfuncionales).
Para que un equipo trabaje correctamente hay una serie de puntos que son fundamentales para
conseguir los objetivos compartidos:
(1) La división del trabajo es imprescindible para el funcionamiento del equipo. Si se sobrecarga en
exceso a algunos miembros puede hacer que se quemen. Es responsabilidad del cuidador principal el
repartir estas tareas.
(2) Es prioritario recordar constantemente los objetivos a compartir y conseguir y revisar los consensos
internos e incluso cambiarlos cuando sea necesario.
(3) Es muy importante fomentar constantemente la relación entre todos los miembros, siendo delicados
en la relación con los demás.
(4) En el grupo deben existir unos canales de comunicación continua entre todos los miembros, sin
cerrar ningún canal de comunicación. Todos debemos de conocer los logros y fracasos del equipo de
trabajo.
(5) Si logramos cada uno de nosotros trabajar en mayor o menor grado por el equipo, debemos repartir
los resultados, tanto si son buenos como si son malos.
Como hemos visto, los grupos de trabajo son más capaces de conseguir resultados que cada uno de
sus miembros por separado (efecto sinergia), o que todos los recursos juntos pero sin organización.
Para potenciar el efecto sinergia y el desarrollo del equipo, es fundamental la figura del responsable: su
forma de tener claro su papel es fundamental para el nacimiento, organización y mantenimiento de un
equipo de trabajo.
(1) Debe tener el suficiente carisma entre los demás miembros del equipo para no sólo mandar
realmente sino tener además una autoridad moral.
(2) Debe mostrar en su comportamiento que es el primero en respetar la situación y no saltarse a la
torera las reglas preestablecidas.
(3) Tiene que estar permanentemente atento para lograr el ensamblaje entre los diferentes miembros
-interviniendo para corregir aquellas desviaciones mencionadas en la formación, crecimiento y
desarrollo del equipo, evitando de esta forma que se rompan si continúan mucho en el tiempo- y jugar
un papel decisivo en la selección de los mismos.
(4) Debe aportar la máxima información posible para que se trabaje sobre ella y motivar a la gente
sobre la misma.
(5) Debe de influir decisivamente sobre la motivación y cohesión del equipo y que el trabajo sea eficaz.
(6) Debe evitar los personalismos manteniendo un equilibrio entre la acción individual y la colectiva del
grupo, haciendo respetar la estructura y/u objetivos de la organización. Es el responsable quien debe
fomentar el trato con el resto del equipo, sin dejarse influir por ninguno en particular, tomando las
decisiones que afecten al funcionamiento del equipo consultándolo con todos los miembros. Como
hemos visto, no se debe rechazar ninguna opinión ni aportación, aunque no coincida con lo que
nosotros pensamos. Incluso aunque personalmente no estemos convencidos de una aportación la
defenderemos si vemos que es bueno para el resto del equipo. Es decir, el responsable debe mantener
un estilo determinado en su funcionamiento con los demás.
(7) Su función es diferente a la del resto del grupo: se debe preocupar además de que su equipo sea un
instrumento eficaz para conseguir los objetivos compartidos.
La competencia desmedida con otros grupos o dentro del mismo grupo, los celos entre los miembros y
el no tener claro los objetivos a compartir, e incluso que estos sean contradictorios, pueden llevar al
fracaso del trabajo en equipo. La lealtad, aspecto íntimamente relacionado con la confianza y la
seguridad, se refiere a que uno está de acuerdo con una serie de objetivos a conseguir y reconoce la
responsabilidad del jefe y está de acuerdo con su línea de trabajo. La deslealtad por ambicione
personales y afán de protagonismo, como hemos visto, han hecho fracasar a muchos equipos. Cuando
uno no está de acuerdo con alguno de los objetivos, o la manera de conseguirlo, debe luchar dentro del
grupo para aportar las ideas que enriquezcan a todos sus miembros. No es ético poner zancadillas para
conseguir nuestro objetivo aunque los demás no estén de acuerdo. Lo más responsable es que si en un
momento determinado no estamos de acuerdo con el funcionamiento del mismo, y no entramos en la
dinámica de grupo, debemos de tener la gallardía de separarnos.
Cada equipo de trabajo debe tener sus propias funciones: planificación y organización del trabajo,
análisis de la realidad, programación de los objetivos a conseguir, realización de actividades,
coordinación y autogestión (planificación de sus propios descansos y vacaciones, distribución de las
tareas para cubrir las ausencias), interconexión y proyección hacia el exterior, evaluación y
seguimiento, formación, control de calidad, resolución de problemas, etc., y otros asuntos que
anteriormente sólo incumbían a los supervisores. Si se forman subgrupos con un alto grado de
autonomía y responsabilidad (equipos interfuncionales), hay que procurar especialmente que la
comunicación sea clara, y permitir que éstos participen en la elaboración de las políticas de la unidad.
Finalmente, señalar que también existen una serie de situaciones menores que deben tenerse en
cuenta:
(1) Todo trabajo en equipo, al conseguir mejores resultados, genera cierta hostilidad en otros grupos, en
la sociedad o en otras personas que no funcionan como tal.
(2) No debe olvidarse que la sociedad actual es muy individualista y se prima sobre todo el
enriquecimiento personal y la competitividad; estos factores pueden influir decisivamente nuestra
conducta y producir en nosotros cierta resistencia al trabajo en equipo.
(3) La crítica destructiva hacia el trabajo con enfermos de Alzheimer es frecuente y debemos procurar
que no nos afecte.
(4) Debido a que no estamos acostumbrados a trabajar en equipo, debemos ir aprendiéndolo poco a
poco (ver impaciencia).
(5) En el trabajo con enfermos de Alzheimer también suelen recibirse presiones desde el exterior, tanto
de los medios de comunicación (que por su propia estructura tienden a ser exclusivos) como de la
sociedad en general.
(6) Tenemos que tener en cuenta todos estos peligros y luchar todos juntos para evitarlos.
Si bien este perfil es de países donde los cuidados organizados a los pacientes con EA
están plenamente desarrollados, la situación para países dónde no se contemplan servicios,
donde casi nadie sabe nada sobre los cuidados al paciente con EA y a su familia, donde el
estado no se preocupa por ello, donde no existen recursos y ayudas
comunitarias(Asociaciones de Alzheimer, Centros de Día, Servicios de Salud, programas de
Comida Sobre Ruedas, Servicios de Transporte Para Adultos Mayores, Hogares o
Residencias, Servicios Seculares o Religiosos de apoyo), la situación de los cuidadores y de
los mismos pacientes no puede ser menos que dramática y desastrosa.
Pena: Se trata de una respuesta normal y natural para alguien que haya experimentado una pérdida.
Por causa de la EA puede sentir que ha perdido un compañero, un amigo o a uno de sus padres y
lamentar lo que esa persona fue y lo que ahora es. Justo cuando usted se está adaptando a los
cambios, la persona vuelve a cambiar de nuevo, llegando a ser devastador cuando su familiar ya no le
reconoce. En esto caso, los grupos de auto-ayuda pueden ser muy útiles para algunos cuidadores.
Culpa: Es frecuente sentirse culpable por tener sentimientos de incomodidad por el comportamiento de
la persona, por enojarse y desesperarse por su comportamiento irracional o por sentir que ya no puede
continuar más y pensar en su internamiento en una institución. No se culpe ni haga lo mismo con el
paciente por los problemas que atraviesa. Recuerde que la causa es la enfermedad. Si su relación con
otros familiares o amigos se está deteriorando, no se culpe ni los culpe; trate de buscar las causas de la
ruptura y discútalas con ellos. No deje que las cosas se queden como están pues su relación con otros
es una fuente importante de apoyo para usted. En estos casos puede serle muy útil hablar con otros
cuidadores y amigos sobre estos sentimientos y darse cuenta que lo que usted siente y piensa es una
verdad de todos los cuidadores.
Enojo: Se trata de un sentimiento que tiene múltiples direcciones: puede estar dirigido al paciente, a
usted, a sus otros familiares por dejarlo solo con la pesada carga, a la vida y a Dios por el trabajo
impuesto, al médico o a la situación misma. Siempre será importante que establezca las diferencias
entre su enojo por el comportamiento del paciente-producto de la enfermedad y su enojo con el propio
paciente. Trate de descargar constructivamente su enojo: haga ejercicio, golpee con fuerza una
almohada o saco de boxeador, grite con fuerza en un lugar cerrado que usted previamente rotulará
como Acuarto o habitación de desahogos@, rompa algo que no sea muy costoso. Si aún así persiste su
enojo, busque ayuda profesional o de su grupo de auto-ayuda.
Vergüenza: Es normal que usted sienta vergüenza en todos los casos en que su familiar tiene un
comportamiento inapropiado en público. Su incomodidad puede desaparecer si comparte sus
sentimientos con otros cuidadores y si sus amigos y vecinos conocen la situación.
Soledad: Es tal la absorción que imponen a veces los cuidados en EA que muchos cuidadores se
aíslan y apartan de la sociedad. Esta soledad, por otra parte, dificulta el sobrellevar los problemas. Así,
siempre es importante que mantenga sus contactos sociales; los grupos de auto-ayuda son una
excelente fuente de apoyo en este sentido.
Para lograr los mejores resultados, todo posible cuidador debe considerar:
El funcionamiento en la fase positiva del estrés tiene como resultado vitalidad, entusiasmo,
optimismo, perspectivas positivas, resistencia a la enfermedad, vigor físico, lucidez mental,
relaciones humanas óptimas, alta productividad y creatividad. Por el contrario, en la fase
negativa del estrés estamos propensos a padecer fatiga, irritabilidad, falta de concentración,
depresión, pesimismo, enfermedades, accidentes, dificultades de comunicación y baja
productividad y creatividad.
Nuestra posición en esta Acurva del estrés@ es dinámica y varía en función de numerosos
factores, que incluyen la hora del día, la naturaleza de los estresores y la eficacia de
nuestras estrategias de afrontamiento. Cada uno de nosotros posee distintos umbrales de
euestrés y las características cinéticas de la curva difieren de un individuo a otro. No
obstante, todos tenemos un punto traspasado el cual el estrés deja de ser un recurso para
convertirse en un inconveniente para la salud y el rendimiento.
Un cúmulo de estresores encontrados a lo largo del día pueden hacer que nuestro ascenso por la curva
del estrés se acerque a niveles peligrosos. Si no somos conscientes de ello y no reconocemos los
signos del aumento del estrés, podemos situarnos gradualmente en la parte negativa de la curva. El
objetivo no consiste en eliminar el estrés, lo que además de imposible no sería deseable, sino en
permanecer en la fase positiva, determinada por el grado idóneo de estrés.
Todos los cuidadores experimentados coinciden en que cuidar a un paciente con EA es muy
estresante y que cada cuidador reaccionará de forma individual. La siguiente es una lista de
preguntas con posibles reacciones que usted puede tener; si su respuesta es afirmativa,
estará sufriendo del estrés del cuidador. A mayor número de respuestas afirmativas, más
cerca estará usted de estar Aquemado@ (Burn Out).
Dentro del grupo de síntomas psicológicos de estrés que conforman este síndrome (absentismo laboral,
abuso de drogas, aumento de conducta violenta, comportamientos de alto riesgo, distanciamiento
afectivo, irritabilidad, recelos, incapacidad para concentrarse, baja autoestima, deseos de abandonar el
trabajo, ideación suicida, negación de las emociones, atención selectiva sobre los clientes, ironía,
racionalización, desplazamiento de afectos), y en relación a los cuidados en EA, puede extrapolarse:
a) "Síndrome del odio a los cuidados", caracterizado por falta de entusiasmo por los cuidados; dificultad
para levantarse e iniciar los cuidados; depresión, tensión, irritabili dad, frustración; cinismo y negativis-
mo asociado a falta de "sintonía" con el medio, reducción de las horas de trabajo efectivo, relajación de
las obligaciones y el tópico característico ")por qué molestarme si esto no tiene cura?".
b) "Síndrome del debo hacerlo todo", caracterizado por un excesivo compromiso y dedicación, aumento
de las horas diarias de trabajo aunque con menor productividad, disminución de la sensibilidad a las
necesidades emocionales del paciente y de otros, adelanto de trabajo que puede ser aplazado para
otro momento y tópicos característicos como "sólo yo lo hago bien", "sólo yo trabajo".
Cambios de comportamiento no habituales, cambio de actitud hacia los pacientes que pueden ser
vistos, por primera vez, como difíciles, pesados, no cooperativos, problemáticos, etc.; cambio de
actitud en relación a otros cuidadores; rechazo a iniciar los cuidados; intensificación de los mecanismos
de defensa; disminución de la autoestima; rigidez de conducta; cambios físicos (fatiga emocional y
física, aumento de la tensión arterial, jaquecas, tensión muscular, niveles bajos de energía, pérdida de
interés); cambios emocionales (depresión, fatiga, tristeza, insatisfacción, sensación de estar
emocionalmente "vaciado", falta de energía para afrontar un nuevo día, sensación de incapacidad o de
dar más de sí); trastornos en los hábitos de vida (trastornos del sueño, del apetito y sexuales).
1. Vivir con un familiar afectado por EA es una prueba para la que usted no está preparado: conserve la
calma y busque información. Recuerde que la persona que usted cuida es todavía un individuo con
sentimientos, por ello, evite discutir su condición delante de ella.
2. Frecuentemente usted se sentirá irritado, nervioso, desasosegado y con ganas de que Atodo acabe
pronto@ por la conducta de su familiar: no se encolerice. Esto no le sirve de nada pues su familiar no
se comporta según las reglas habituales de convivencia (familiares y sociales) por que las olvida. Su
conducta no responde ya a una lógica reconocida. El paciente no tiene la intención de ponerle en una
situación desagradable o disgustarle. Reacciona simplemente en función de un estado mental que
no es como el suyo.
3. Si usted adopta una actitud agresiva, corre el riesgo de desencadenar una reacción desmesurada. El
paciente reaccionará a su enfado encolerizándose, gritando, agitándose sin proporción a la causa
que ha desarrollado esta reacción. Es su manera de reaccionar ante una situación que ya no domina.
Estas reacciones desmesuradas (que pueden parecerle a usted incomprensibles o verdaderos
despropósitos) incrementarán el estrés y le harán la vida imposible. Trate, al máximo, de no
desencadenarlas. En fin, usted necesitará de toda su calma para hacer frente a las situaciones
inesperadas que, a veces, pueden poner en peligro la vida de su familiar.
4. No intervenga sistemáticamente en su manera de vivir: dejele realizar actividades caseras
aunque las lleva a cabo mal o de una manera que a usted no le gusta. Ya llegará el momento en que
no será capaz de hacerlas. Evite llamarle la atención por algún fracaso y mantenga la calma. El enojo
empeora la situación. Recuerde que es la enfermedad y no la culpa del enfermo. Muchas veces, por
nuestro afán de protegerles, los enfermos permanecen postrados, inactivos y olvidan mucho más
rápidamente las costumbres de la vida cotidiana. NO GENERE MÁS INCAPACIDAD. En su lugar,
intente mantener su independencia el mayor tiempo posible y estimule la salud física y de los órganos
de los sentidos (que oiga y vea bien); esto le ayudará a mantener su auto-estima y disminuye la carga
que deberá soportar sobre usted mismo.
5. Mientras la actividad del paciente no sea peligrosa para él o para los demás miembros de la familia,
déjele libertad para continuarla, incluso si su actitud es extraña o inhabitual. Si quiere acostarse con
su sombrero, déjele. Si ella juega con una muñeca creyendo que se trata de su hija, permítaselo.
6. Manténgase firme impidiéndole actividades que pueden llegar a ser peligrosas.
7. Déjele tiempo para realizar lo que ha pedido hacer. La gente suele creer que la pérdida
progresiva de la memoria y de los hábitos se disminuye si se somete al enfermo a estímulos
permanentes. Es un error. Si usted le pide a su familiar demasiado (muchas preguntas, actividades
muy difíciles o muy continuadas) se encolerizará, gritará y romperá objetos. Esta es la manera de
reaccionar ante una situación que no puede, ya, controlar.
8. Déjele respirar: déjele tiempo para colocar sus útiles de aseo aunque tarde más de media hora. No
encadene las actividades unas tras otras. Si le pregunta, dele tiempo para comprender la pregunta y
para formular la respuesta. Conserve una comunicación adecuada: hable claro, despacio, cara a cara y
mirando los ojos; demuestre cariño a través de abrazos si esto le es cómodo a la persona; preste
atención al lenguaje corporal del enfermo (las personas que tienen el habla deteriorada se pueden
comunicar a través de formas no verbales) y sea consciente de su propio lenguaje corporal; investigue
qué combinación de palabras, señales y gestos se necesitan para comunicarse efectivamente con la
persona; asegúrese de tener su atención antes de hablarle.
9. Siempre será bueno que se sienta integrado en las actividades de la casa, que tenga la noción de
sentirse útil. Si bien, no le sobrecargue.
10. Ingénieselas para encontrarle actividades sustitutorias a comportamientos no efectivos o que
pueden crearle complicaciones al paciente, a usted o a los vecinos.
11. Organice su vida de forma rutinaria: debido a que pierde poco a poco la memoria y que
progresivamente es menos capaz de aprender nuevos comportamientos, la única solución es echar
mano a una rutina precisa para el desarrollo de sus actividades (comer, lavarse, vestirse, etc...). Así,
establezca rutinas pero mantenga las cosas normales. Una rutina puede disminuir la toma constante de
decisiones y traer orden y estructura a la vida diaria, que de otra forma resultaría un tanto confusa. Una
rutina puede, además, representar seguridad para la persona con EA. En la medida en que lo permita
la situación cambiante, trate a la persona de la misma manera que lo hacía antes de la enfermedad.
12. Cuando se vista, preséntele la ropa siempre de la misma manera, en el orden en que debe
ponérsela.
13. Cuando se le vaya a bañar, hágalo de manera que los acontecimientos se desarrollen siempre
a la misma hora, que se desnude siempre siguiendo un orden, que tenga siempre su cepillo de
dientes, su jabón y su toalla en el mismo sitio.
14. Evítele el tener que elegir. Trate de simplificar al máximo las cosas presentadas al paciente. )Qué
chaqueta hay que ponerse con un determinado pantalón?, )qué corbata?, etc... No le ofrezca
demasiadas posibilidad para elegir o bien elija por él.
15. Evítele que tenga que acordarse de los sitios donde están las cosas: Estas Aayudas-memoria@
pueden serle útil para recordar y ayudarlo a prevenir la confusión (serán menos útiles en las fases
avanzadas de la enfermedad). Tendrá que ingénieselas para lograrlo: exhiba fotos grandes, claras y
con los nombres de la familia para que la persona los reconozca; ponga etiquetas en las puertas de las
habitaciones con palabras y/o dibujos brillantes). De esta forma le será a usted más fácil llevar a cabo
las actividades cotidianas con tranquilidad y sin nerviosismo.
16. Las decisiones que tendrá que tomar serán múltiples y diferentes: algunas relacionadas con la
economía de la familiar, otras relativas a la vida en común y a los hijos e, incluso, decisiones Amédicas@
(p.ej., poner una sonda para alimentar al enfermo). Busque apoyo en otros miembros de la familia, en
el equipo asistencial o en la Asociación de Alzheimer local.
17. Ante decisiones graves lo más angustioso es encontrarse solo, no poder intercambiar opiniones o
escuchar consejos. Si usted no es el único familiar que tiene el enfermo, prevenga esta eventualidad.
Constituya con sus hijos, sus hermanos y hermanas y, eventualmente, con otros familiares y amigos,
un grupo que pueda apoyarle a usted en las decisiones. Así, al menos, éstas habrán sido discutidas,
sopesadas y, finalmente, compartidas.
18. Simule situaciones (tan angustiosas como usted se pueda imaginar) y desarrolle planes de acción:
siempre es difícil reaccionar con eficacia ante una situación imprevista. La improvisación, sobre todo
en un contexto angustioso, es mala compañera. La pérdida de coordinación física y de la memoria
aumentan las posibilidades de lesionarse; por eso debe mantener su casa lo más segura posible.
19. Cuídese: la persona que cuida a un enfermo de EA trabaja ciento sesenta y ocho horas semanales,
)cuánto tiempo resistiría usted si no se concediera plazos par a descansar, para dormir o, simplemente
para tener un respiro? En este caso, pensar en uno mismo no es egoísmo: los cuidados y la atención
que usted presta al enfermo será de mejor calidad si está en forma para realizarlos. Recuerde que
usted es importante para usted mismo y para la vida de su ser querido: sin usted la persona se sentiría
perdida; esta es la razón más importante para que usted se cuide. Organícese en función de sus
posibilidades y de las que ofrecen las Asociaciones de familiares de Enfermos de Alzheimer y Otras
Demencias Relacionadas.
20. Comparta sus problemas: Es necesario que comparta con otros sus sentimientos y experiencias
como cuidador. Si se los guarda para sí mismo, puede ser más difícil cuidar a su familiar con EA. Si
puede ver que lo que usted está viviendo es una respuesta normal y natural a su situación, le será más
fácil el manejo. Trate de aceptar ayuda cuando otros se la ofrezcan, aunque tenga la sensación de que
esto lo pueda molestar. Trate de pensar con anticipación y tener a alguien a quien recurrir en caso de
urgencia.
21. Doce pasos para los cuidadores primarios (usted):
1.Aunque usted no pueda controlar el proceso de la enfermedad, necesita recordar que sí puede
controlar muchos aspectos de cómo le afecta a su familiar. No obstante, necesitará saber hasta dónde
llegan sus límites: )Cuánto más puede aguantar antes de que sea demasiado? Antes de que suceda
una catástrofe, que el cuidado lo derrumbe, se enferme o su vida se vuelva insoportable, pida ayuda
para evitar la crisis.
2.Necesita tener tiempo para usted y para atenderse a sí mismo(a), de esta forma podrá seguir
haciendo las cosas que son sumamente importantes de hacer, y usted es una de ellas.
3.Necesita simplificar su modo de vida para que su tiempo y energía estén disponibles para las cosas
que son realmente importantes en este momento.
4.Necesita cultivar el don de dejar a otros que le ayuden, porque el cuidar a su familiar es un trabajo
muy grande para ser hecho por una persona. Además, le ayudará buscar asesoramiento sobre su
situación cambiante y los cambios que le ocurren a su ser querido.
5.Necesita tomar un día a la vez en lugar de preocuparse acerca de lo que puede o no suceder en el
futuro.
6.Necesita estructurar su día porque un horario regular hace la vida más fácil para usted y su familiar.
7.Necesita tener sentido del humor: la risa ayuda a poner las cosas en una perspectiva más positiva.
Ríase con la persona con EA y no de ella. El humor puede aliviar el estrés.
8.Necesita recordar que su familiar no está siendo difícil a propósito: recuerde que su comportamiento
y las emociones están distorsionados por la enfermedad.
9.Necesita centrarse en y gozar lo que su familiar todavía puede hacer en lugar de constantemente
lamentar sobre lo que está agotado.
10.Necesita cada vez más depender de otras relaciones para el amor y el apoyo.
11.Necesita recordarse con frecuencia que está haciendo lo mejor que puede en este mismo momento.
12.Necesita obtener inspiración de la Potencia Más Alta que crea está a su alcance.
REGLA N1
Conserve la calma y busque información. No se encolerice
REGLA N2
Dejele realizar actividades caseras. No genere más incapacidad
REGLA N3
Manténgase firme impidiéndole actividades que pueden llegar a ser peligrosas
REGLA N4
No le pida demasiado
REGLA N5
Intente mantener el mayor tiempo posible aquella función que el paciente todavía es capaz de hacer
REGLA N6
Busque actividades sustitutorias
REGLA N7
Organice rutinas
REGLA N8
No le haga elegir
REGLA N9
Simule situaciones y desarrolle planes de acción
REGLA N10
Cuídese usted mismo
Como norma general, en todo problema conductual considerar las A6 R@: restrinja, reafirme,
reconsidere, re-canalice, reasegure y revise (Nancy Mace y Peter Robins: The 36-Hour
Day).
Restrinja: Lo primero que debe hacer es tratar de detener la conducta problemática; persuada, tiente e
insista siempre que sea posible (p.ej., ofrézcale su comida, juego o actividad favorita). Cuanto más
peligrosa sea la conducta más firme deberá actuar, si bien, no es conveniente que varias personas
actúen al mismo tiempo: esto podrá agitar más al paciente
Reafirme: Deberá usted preguntarse: )hay alguna razón para este comportamiento? )puede ser una
reacción secundaria de un medicamento? )un cambio súbito en su entorno o una situación
displacentera? )frustración por su incapacidad para llevar a cabo una actividad o acción? )se debe a
su insistencia para que realice un actividad determinada? Aunque el paciente con EA puede tener
explosiones súbitas de irritabilidad, generalmente estas se deben a un problema o conflicto real:
investigue posibles causas.
Reconsidere: Trate de ver la situación desde el punto de vista del paciente. Recuerde que su mundo
se vuelve progresivamente incomprensible y desconocido, donde cualquiera puede ser un extraño. Una
habilidad presente en el paciente hace un mes puede actualmente estar ausente, y no es porque el
paciente sea perezoso. No se extrañe porque el paciente presente ansiedad, irritabilidad u obstinación;
pueden estar asustados y muy confundidos ante un mundo cada vez más incomprensible.
Re-canalice: Trate de re-dirigir la conducta problemática a una más segura y socialmente más
aceptable (p.ej., si el paciente destruye el periódico del día, ocúltelo y ofrézcale el del día anterior).
Reasegure: Debido a que el paciente vive en un mundo que no entiende muy bien, rodeado de una
serie de personas que hacen cosas por él, de actividades que no maneja, de personas que no
reconoce, necesitará que se le reasegure con frecuencia, que se le diga que se le quiere y que está en
el lugar apropiado y rodeado de personas que le quieren y le cuidan.
Revise: Establezca una rutina y plan de acción que permita revisar con frecuencia la situación o
situaciones problemáticas y los pasos anteriormente descritos y disponga los correctores oportunos.
También es importante que se perdone y perdone a otros, tal vez aquellos de los que usted
esperaba más. Si usted fue hábilmente engañado por su ser querido al esconderle los
problemas de memoria, y esto fue descubierto por otro familiar, admita su error y perdónese.
Es normal negar los problemas del ser querido hasta que el deterioro es tal que la situación
ya es innegable; recuerde que lo que se niega no son los problemas en sí, sino más bien la
terrible perspectiva de futuro que significa el admitir los problemas. Si fue usted el que
insistió en la gravedad de los problemas, incluso le llamaron paranoico y no fue creído por
otros familiares, olvídelo. La EA produce suficientes problemas como para que se resientan
unos con otros por diferencias de opinión u observación, especialmente si tenemos en
cuenta que esto suele suceder en las fases iniciales de la enfermedad.
4.17.2. OBSTINACIÓN
Una memoria vacilante, la pérdida progresiva de las propias capacidades, el aumento de
dependencia a otros para las actividades más mínimas y el miedo a un futuro incierto hará
que muchas personas se vuelvan más obstinadas. Es esta una respuesta perfectamente
normal.
El comportamiento que debe tener con su familiar enfermo de EA no es muy diferente del
que se tiene con los niños pequeños: los sobornos son una buena opción ( Asi caminamos
tantos metros, calles o cuadras, te daré tu postre favorito@) a pesar del temor que va
asociado a ellos (p.ej., posibilidad de que el paciente opte siempre por el soborno para
realizar una determinada conducta, o de que tal conducta sea aprendida por los niños o
adolescentes; no obstante, la posibilidad de que esto suceda en la EA es nula: la
perspectiva de futuras recompensas no puede darse cuando el mismo presente ya se olvida,
además, al paciente pronto se le olvidará que usted le ofreció un premio si realizaba una
determinada conducta). Si esta aproximación falla, no insista, déjela para un poco más tarde
y repítala.
4.17.4. VAGABUNDEO
Es una de las características más notables de la EA. Es potencialmente peligroso para el
paciente y sus cuidadores, es desesperante y produce pánico y sentimientos de culpa. A
menudo es producido por una sensación de hallarse perdido y/o porque algo distrae al
paciente. Los lugares nuevos, desconocidos para el paciente, incrementan la probabilidad
del vagabundeo por tratarse de lugares no familiares. Algunos pacientes vagabundean de
día, otros de noche, y a veces por ninguna razón aparente. Algunos vagabundean por
sentirse físicamente inquietos, por lo que largas y agotadoras caminadas pueden ayudarles
a relajarse; una vez en casa, el reasegurales sobre su seguridad y comodidad terminará por
calmarles. Cuando el paciente aparece, evite demostrar el enojo y háblele pausadamente y
con cariño.
Otras veces, vagabundean cerca de un Centro de Día (o del lugar donde suele cuidársele);
para evitar esto, considere:
Para evitar que se escape de casa sin que usted se dé cuenta de ello, mantenga las puertas
cerradas e instale seguros apropiados (contra-niños) en porches, balcones, sótanos y
garajes; recuerde que las cerraduras deben ser de fácil manejo para los otros adultos y/o
niños que habitan la casa; lo más apropiado será que investigue el mercado para encontrar
la más apropiada para su casa. No olvide asegurar las ventanas pues algunos pacientes
pueden escaparse por allí. Intente cambiar su calzado pues algunos pacientes solo
vagabundean con determinada clase de zapatos. Debido a que las personas pueden pensar
que su ser querido con EA puede estar borracho, drogado o loco, póngale un brazalete o
una etiqueta donde aparezca su número de teléfono y el diagnóstico de la enfermedad (p.ej.,
paciente con Enfermedad de Alzheimer) y/o péguele una escarapela en la espalda con los
mismos datos (de esta forma el paciente no puede quitársela, destruirla o tirarla).
Alerte a sus vecinos, policía y/o tenderos sobre la posibilidad del vagabundeo de su familiar
(muéstreles y/o déjeles una foto reciente del mismo); asegúrese de que ellos ya le
reconocen y que conocen sus datos (nombre y teléfono) en caso de urgencia.
4.17.5. REPETICIÓN
Se trata de una conducta que de alguna forma es opuesta al vagabundeo: en lugar de
hallarse distraído, el paciente se queda Afijado@ en una tarea o no es capaz de dejar de
hacerla (p.ej., doblar toallas, lavarse las manos, pasear, apagar y encender las luces). El
deterioro cerebral es tal que el cerebro se queda Abloqueado@ en una conducta. Si la
conducta repetitiva no es peligrosa, puede dejársele que continúe tanto tiempo como pueda
hacerlo.
Si usted desea que tal conducta termine, a veces el decirle Apara o detente@ puede o no
funcionar. Otras veces, puede abrazarle o cogerle cariñosamente del brazo para que
interrumpa la actividad mientras se le habla suavemente agradeciéndole la actividad que
estaba realizando y ofreciéndole otra actividad.
La masturbación en público suele ser muy trastornadora para la familia y los vecinos.
Aunque no es maliciosa o pervertida y produce en el paciente sentimientos placenteros, y se
trata de otra manifestación de la enfermedad, el paciente puede haber olvidado que no debe
hacerlo en público. Indicaciones y correcciones comprensivas en este sentido son
apropiadas. Los vecinos entenderán mejor esta actitud si conocen el origen de la misma y su
expresión no discriminada. El acoso sexual a los adultos y/o a los niños es otro
comportamiento molesto y trastornador. Recuerde que también se trata de otra
manifestación de la enfermedad y obedece, en la generalidad de los casos, a una mal-
identificación de las personas (se equivoca o confunde a la persona-objeto de sus
intenciones).
Cualquier conducta sexual inapropiada deberá abordarse con calma, sin brusquedad (esto
sólo agitará más al paciente), conduciendo al paciente a un lugar privado y hablándole con
tranquilidad sobre lo inapropiado del lugar para realizar tal conducta. En caso de difícil
manejo, lo más apropiado es que consulte a su grupo de apoyo, Asociación de Alzheimer
local y/o a un especialista.
Por otra parte, aunque la EA no afecta a las relaciones sexuales del paciente, su actitud si
que puede alterarse. Abrazarle cariñosamente puede ser mutuamente satisfactorio y le dará
la pauta de sí la persona quiere o es capaz de intimar más. Recuerde que la persona puede
no responder como antes o puede aparentar falta de interés. Es de sabios ser paciente.
Otras veces, la persona puede demandar sexo excesivamente o comportarse de tal manera
que usted se sienta incómodo/a; si este es el caso, pida ayuda a otros cuidadores o
profesionales de su confianza. No se sienta culpable al desear o necesitar dormir en camas
o habitaciones separadas.
Si usted necesita ir al baño, tomar una ducha o simplemente quiere unos minutos para
usted, es doloroso tener que recordar que la seguridad de su ser querido depende de usted.
No obstante, no tiene que sacrificarse completamente, más bien, organícese: comprométalo
en una actividad que llame su atención y le distraiga (p.ej., ver televisión si es el caso,
escuchar música, realizar algún juego, etc.) mientras usted realiza aquello que desea hacer;
cierre la puerta y use seguro contra-niños si es necesario. Antes de dejarle solo, asegúrese
de que el lugar no ofrece ningún peligro para su ser querido (no olvide que cualquier cosa
que para usted puede ser segura y sin peligro, puede serlo para su ser querido; piense en lo
que dejaría si su ser querido fuese un niño de 2 años). En último caso, necesitará la ayuda
de otro cuidador para poder descansar.
Lo primero que habrá que hacer es mirar más allá del insulto (o detrás del mismo) e intentar
descubrir qué es lo que esconde o cuál es su significado. Esto no será una tarea fácil pues
es difícil saber lo que puede estar pasando dentro de la cabeza de una persona con EA.
Puede ser que Austed me está robando@ signifique Aesta enfermedad me está robando toda
mi vida@ o A)porqué no me dan comida?@ signifique Atengo hambre@, y así.
Como regla general, no discuta con el paciente cuando este le insulte: no sirve de nada
explicarle que está equivocado. Cuando el paciente le diga Ame están envenenando@ no
responda Anadie te está envenenando@, en su lugar, diga Ase que tienes miedo@; cuando el
paciente le diga Aeres cruel conmigo@ no responda Ano soy cruel contigo y eso que piensas
me hace mucho daño@, en su lugar, diga Alo se: la vida ha sido últimamente muy cruel
contigo@. Discutir con el paciente solo logrará que se agite y moleste más; la forma más
adecuada, a pesar de los insultos, es a través de palabras suaves y tranquilizadoras y
utilizando alguna técnicas que re-dirija la atención del paciente hacia otra cosa.
Manejar los insultos llega a ser doblemente difícil cuando tal conducta se da en público
Respire muy profundamente y explíquele a su entorno la situación: AMi ser querido tiene la
EA y los insultos son una pequeña parte de la enfermedad@. No tiene porqué avergonzarse
ni sentirse culpable. Es, en verdad, una manifestación de la EA.
Otras veces el paciente podrá estar enojado, agresivo y violento. Sus causas pueden ser
múltiples: molestias físicas (p.ej., estreñimiento, dolor, incomodidad), pérdida de control
social y discernimiento, incapacidad para expresar sin violencia sus sentimientos negativos,
incapacidad para entender las acciones y habilidades de otros, desorientación, miedo y
angustia. En todo caso, siempre se tratará de un comportamiento difícil de manejar; para
ello, intente mantener la calma y trate de no mostrar miedo o alarma; re-dirija su atención a
una actividad serena, concédale más espacio e intente averiguar qué causó esa reacción y
trate de evitarla en un futuro. Si su comportamiento violento persiste, busque ayuda.
Otras veces, mientras usted habla con el paciente y le pide que haga algo, este puede dejar
el teléfono descolgado y olvidarse que usted estaba allí. Una forma de evitar esto es con un
teléfono portátil; no obstante, el paciente también puede olvidar dónde ha dejado el teléfono
(algunos teléfonos tienen localizadores, pero debe estar usted allí para encontrarlo).
Si usted vive con el paciente, el teléfono también puede causarle problemas. El paciente con
EA puede ser capaz de responder al teléfono adecuadamente aun cuando ya no sea capaz
de reaccionar correctamente a las llamadas. Por otra parte, se les olvida dar mensajes, dan
información incorrecta y a veces le cuelgan a las personas que llaman. Dos estrategias
pueden evitarle estos problemas: un contestador y un teléfono celular. El contestador
registrará todas las llamadas y usted podrá contactar con aquellos que le llamaron en otro
momento; además, de esta forma el paciente no responderá a sus llamadas telefónicas. Por
otra parte, el teléfono celular estará siempre a su mano.
Los trastornos del sueño asociados al vagabundeo pueden ser altamente peligrosos para el
paciente: puede caer por las escaleras o a través de una ventana; por tanto, además de lo
señalado anteriormente, instale puertas en las escaleras y asegure las ventanas
adecuadamente. Si los trastornos del sueño persisten a pesar de las medidas anteriores, el
siguiente paso es la medicación hipnótica (para dormir); su elección deberá ser muy
cuidadosa pues la mayoría de ellas exacerban la confusión y los trastornos de memoria,
además de producir irritación. Consulte a su médico. La restricción física es una medida
excepcional y sólo podrá hacerse con el apoyo y la consulta de su médico y/u otras fuentes
sociales. Un último recurso es el internamiento del paciente en una institución especializada
en los cuidados del paciente con EA.
Las siguientes son algunas sugerencias para facilitar el manejo de ciertas actividades de la
vida diaria que pueden llegar a ser complicadas de realizar por o hacia el paciente con EA.
Puede resultarle difícil llevar a cabo alguna de ellas. Recuerde que nadie es perfecto. Usted,
el cuidador, sólo puede hacer lo mejor que esté a su alcance.
4.18.1.2. VESTIDO
La persona con EA a menudo se olvida de cómo vestirse y puede no reconocer la necesidad
de cambiar de ropa; otras veces aparece en público con ropas inadecuadas. Además, puede
irritarse cuando tiene que escoger algo entre muchas opciones; por ello, limite su vestuario a
un pequeño número de posibilidades y no le dé la opción de escoger: escoja usted por él.
Limite los colores de forma tal que sus pantalones, camisas, medias, faldas, etc, siempre
combinen. Mantener medias compañeras del mismo color puede llegar a ser un problemas,
por ello, compre 10 pares de medias iguales, de esta forma siempre habrá pares iguales.
Preséntele la ropa en el orden en que debe ponersela y procure que tenga independencia al
vestirse el mayor tiempo posible, aunque esto signifique para usted tener que esperar un
buen rato. Toda vez que sea necesario, repita las indicaciones.
Elimine el mayor número de Aaccesorios@ posible (cinturones, corbatas, joyas, etc.) y vístale
lo más sencillo que pueda; utilice pantys y faldas con banda elástica. La ropa de ajusta flojo
es la más adecuada, especialmente en lo relacionado con la ropa interior: es más fácil de
manejar.
Intente comprar ropa que no requiera planchado o cuidados especiales (ya tiene usted
bastante trabajo como para ponerse a planchar y cuidar ropa especial) y manténgale
siempre limpio y bien aseado.
Los botones y los cierres pueden llegar a ser muy frustrantes para los pacientes; además, si
es usted quien le viste, esto le quitará más tiempo; si es posible, remplácelos por velcro. Lo
mismo puede decirse de los zapatos: son preferibles los mocasines o todo aquel zapato que
pueda atarse con cintas de velcro. Busque camisas, chaquetas o sueter de doble cara
(reversibles); de esta forma siempre estarán bien puestos. Deseche sujetadores (sostenes) y
medias pantalón para las pacientes con EA; utilice preferentemente camisetas.
4.18.1.3. BAÑO
El baño, aunque parece una actividad muy simple, es una actividad muy compleja (preparar
el baño, quitarse la ropa, cerrar la puerta del baño, prepara el agua, abrir las llaves del agua
y meterse en la ducha, mojarse todo el cuerpo, enjabonarse, etc.) y a medida que la
enfermedad progresa será más y más difícil, desanimante y trastornadora para el paciente y
para su cuidador. Para facilitar su realización, fraccione la actividad en componentes más
simples, realizándolos paso a paso y dándole tiempo a realizar la actividad sin que se sienta
acosado; por ejemplo, no le diga Ahora de bañarse@, más bien diga: Aquitate los pantalones;
ahora, la camisa; bien, ahora entra al baño@. Intente siempre que el baño sea un momento
de placer y relajamiento; no lo agobie, permita que la persona se maneje sola lo más
posible.
Es muy frecuente que los pacientes se resistan al baño y puede llegar a ser muy
trastornador y agotador el conseguir realizar tal actividad. Si llega a ser muy problemático,
recuerde que el paciente no tiene que bañarse todos los días; evite en lo posible toda
discusión respecto a la necesidad o no de bañarse: el paciente se rige por una lógica
diferente a la suya y esto sólo conseguirá que se agite, tanto el paciente como usted.
Cuando llegue el momento del baño, simplemente guíelo a través de la actividad como ya se
ha señalado. Evite todos los productos accesorios al baño (p.ej., burbujas, aceites) que
pueda hacer muy resbaladiza la superficie del suelo. Recuerde que el baño es una de las
habitaciones de la casa más peligrosas. Si a pesar de sus esfuerzos se resiste al baño,
pruebe más tarde, cuando esté de buen humor o se la haya olvidado.
Entrar o salir del baño puede ser difícil para los pacientes, especialmente sí son muy
pesados, lentos o torpes; para facilitar esto, recuerde que en el comercio existen diferentes
ayudas para implementar en el baño (barras de agarre, superficies antideslizantes,
banquetas plásticas, guantes-esponja para el baño, duchas tipo teléfono, etc.) y/o deberá
realizar modificaciones en el mismo para facilitar su uso. Es útil comprobar cual es la
profundidad más adecuada del agua pues algunos pacientes pueden tener miedo a
ahogarse; deje que toque el agua antes de entrar a la misma; así comprobará que no quema
y que no hace daño. Una vez dentro del baño, siéntelo en la banqueta con los pies
introducidos en un barreño y proceda a bañarlo con el guante-esponja y agua muy tibia; en
su lugar puede utilizar la ducha tipo teléfono. Si el paciente presenta una resistencia
insalvable al baño, aséelo con una esponja. Asegúrese de que quede bien seco después del
baño y mantenga la piel bien seca, especialmente en los pliegues (ingles, debajo de los
senos); puede utilizar maizena o polvos indicados para ello. Puede llegar a ser difícil e
incómodo el aseo de los genitales del paciente con EA, tanto si es mujer como si es hombre,
pero hay que hacerlo; de otro modo pueden aparecer pequeñas infecciones de la piel
(candidiasis, salpullidos, etc).
Nunca deje a un paciente con EA solo en el baño. Esto solo le traerá problemas. Si suena el
teléfono, déjelo sonar; si es una llamada importante, ya volverán a llamar. También puede
poner el contestador, llevar una extensión del teléfono hasta el baño o utilizar un teléfono
inálambrico.
Finalmente, trate de conservar la rutina del baño que tenía antes de que comenzara la
enfermedad. Si el paciente se bañaba en las mañanas, continúe haciéndolo así. Si en esta
tarea siempre tiene problemas, consiga a otra persona para que lo haga.
Otros consejos:
1. El armario del baño debe estar vacío de medicamentos, incluso de aquéllos que usted juzgue
inofensivos.
2. Bañera y ducha: equiparlas con tapetes antideslizantes del mismo color que el suelo para no
sobresaltar al familiar. En lo posible, será mejor que quite las bañeras y deje sólo una placa.
3. Poner barras en las paredes de la ducha y a los lados de la bañera para que el familiar pueda
ayudarse al entrar o salir.
4. El sanitario debe estar equipado con una luz que quede encendida por la noche y con barras
laterales que le permitan sentarse y levantarse con facilidad. Se colocarán a la altura más apropiada y
sólidamente fijadas a la pared.
5. Los objetos de limpieza serán reducidos estrictamente al mínimo (una toalla, un jabón, un cepillo de
dientes, un tubo de crema de dientes) para facilitar su utilización. Los demás objetos sólo se
proporcionarán cuando haya necesidad (champú; máquina eléctrica de afeitar siempre que sea posible;
etc.) y se recogerán después de su utilización para ser colocados y vueltos a colocar en el mismo lugar,
de manera que se cree una indispensable rutina. El familiar no debe buscarlos, sino que debe
encontrarlos de manera automática.
6. Los tapetes de baño deben eliminarse excepto en el momento de la salida de la ducha y a condición
de estar seguros de que no hacen resbalar.
Antes de tomar las medidas oportunas será preciso descartar problemas médicos
responsables de la incontinencia (fecal y/o urinaria); si el paciente presenta cualquiera de
las dos por primera vez, deberá consultarse al médico y seguir siempre un control periódico;
recuerde que la incontinencia es el último eslabón de una actividad muy compleja: recordar
que micción o defecación significa acudir al baño, encontrar el baño, encender la luz, cerrar
la puerta, levantar la tapa del sanitario, bajarse la ropa, orinar o defecar, limpiarse, tirar de la
llave, subirse los pantalones, arreglarse la ropa, lavarse las manos, secarse, abrir la puerta,
apagar la luz y retornar a la actividad previa; esto significa que, antes de que el paciente se
vuelva incontinente, deberá primero olvidar los pasos previos de tan compleja actividad. Es
decir, el paciente con EA no se vuelve incontinente de un momento a otro a menos que un
problema añadido esté presente.
Una actitud habitual en respuesta a la incontinencia urinaria es reducir el aporte de líquidos
al paciente; esto siempre será un error a menos que una condición cardiovascular así lo
amerite. La hidratación adecuada es necesaria para el bienestar del paciente y cualquier
grado de deshidratación solo lleva a mayor confusión y agitación, la última cosa que se
desea en el paciente con EA. Si la incontinencia está relacionada con un problema de
movilidad (no alcanza a llegar al baño), considere la disposición de Aorinales@ o Acuñas@
estratégicamente dispuestos alrededor de la casa, especialmente en la habitación del
paciente y en los lugares más frecuentados por este. Si el problema es de la ropa que usa el
paciente (botones, cierres, hebillas, grapas y demás artilugios de difícil manejo), considere
sustituirlas por velcro o bandas elásticas. Algunas veces el paciente con EA no logra
encontrar el baño, especialmente si el lugar no le es conocido o no se ha habituado a él; una
estrategia útil es pintar la puerta del baño con colores llamativos para que se le haga más
fácil encontrarlo. Otras veces, confunden el sanitario con las cestas de basura; para ello,
asegure las tapas de las mismas o retírelas de su vista. Finalmente, algunas veces no saben
cómo usarlo. Puede serle útil dejar la puerta abierta para facilitar encontrarlo.
Deberá estar atento a las formas particulares e idiosincrásicas que tienen los pacientes
para referirse a su deseo de ir al baño, especialmente cuando su lenguaje y capacidad de
construir oraciones se va reduciendo lentamente. En cualquier caso, y como rutina, lleve al
paciente al baño (orinar y defecar) cada 2-3 horas. Los pañales desechables de adulto
serán tarde o temprano la única alternativa a medida que la enfermedad progresa. No
obstante, siempre será bueno que envuelva los colchones, muebles o sillones con cubiertas
plásticas para evitar su deterioro. Debido a que la incontinencia urinaria termina por producir
un olor molesto que impregna las ropas y las habitaciones, puede tratar de minimizarse
dándole al paciente jugo de arándanos (cambia el olor de la orina) y/o cualquier otra
estrategia recomendada para ello.
Debido a que las comidas suelen ser momentos de interacción social con complicados
procesos de pensamiento para el paciente con EA (alimentarse, conversar, etc),
especialmente si hay muchas personas, sirva simplemente la comida y no someta al
paciente a la tertulia que gira alrededor de las comidas. Como en muchas de las actividades
señaladas anteriormente, intente seguir siempre la misma rutina de alimentación que el
paciente venía llevando antes de la EA ajustándose al gusto del paciente. Mientras cocina,
en ningún momento deberá dejarse solo al paciente en la cocina; si el timbre sueña, lleve al
paciente con usted o instale un interfono (inter-comunicador) en la cocina.
4.18.1.7. LA COMIDA
El comedor deberá estar bien iluminado, ser agradable y atractivo. Utilice los contrastes de
los diferentes colores para llamar su atención: por ejemplo, un mantel rojo hace un plato
blanco más visible, o una sopa de espinacas en un cuenco blanco será más visible. Retire
los platos de porcelana y/o cerámica y utilice platos irrompibles de plástico; utilizar vasos y
platos que sean más grandes que la porción del alimento. Si la persona riega con frecuencia
la mesa, utilice platos, vasos o tazas con copas de succión (visite las tiendas de productos
para bebes); en relación con los cubiertos, utilice cuchillos sin filo, tenedores de puntas
redondeadas o cubiertos de plástico.
En vista de que el paciente con EA puede sentirse confundido al servirle un plato con 3 o
más diferentes comidas, será mejor que sirva una cosa por vez, dándole tiempo para que
termine cada plato (recuérdele que coma despacio); además, cada plato deberá ser servido
en piezas pequeñas (cortado en pequeños trozos); en las últimas fases de la enfermedad, y
para prevenir el atragantamiento, es mejor licuar la comida o dársela en forma de puré.
Siempre deberá comprobar la temperatura de los alimentos calientes; asegúrese de que el
paciente pueda comerlos sin riesgo de quemaduras. Si es usted quien alimenta al paciente
con cuchara, no colme la misma; considere el uso de un pitillo de luz amplia. Para muchos
pacientes con EA la utilización de los cubiertos puede llegar a ser muy complejo; si este es
el caso, anímele a comer con los dedos, sirviéndole comida que pueda ser ingerida más
cómodamente de esta forma. El desorden y la suciedad durante la alimentación serán
mayores a medida que la enfermedad progresa; recuerde que no es su culpa. Si utiliza
manteles de plástico (son de fácil limpieza) y baberos, su trabajo posterior se verá facilitado.
Algunos pacientes dejarán comida por toda la casa o la esconderán en lugares a veces
sorprendentes. Esto generalmente se debe a que, por su ansiedad, les gusta Apicar@ y
pueden estar preocupados por no poder hacerlo en otros momentos. Deje fruta y algún otro
tipo de comida en una cesta visible y recuérdeselo a menudo.
4.18.1.9. EJERCICIO
El ejercicio tiene reconocidos efectos benéficos sobre la salud, y en el cuidado del paciente
con EA facilita su cuidado pues su efecto más importante es el de actuar como calmante; por
lo demás, contribuye a una mejor calidad y duración del sueño, ayuda a preservar el
equilibrio y la coordinación, mejora el estreñimiento y proporciona sentimientos de
competencia y capacidad física.
Antes de iniciar un programa de ejercicios se deberá consultar al médico para que este
indique cuál es el ejercicio más apropiado para el paciente y su condición médica. El
caminar, si es posible, es un excelente ejercicio para el paciente con EA; los objetivos serán
siempre en base a metas pequeñas pues no se trata de una competencia sino más bien en
un mantenimiento y en una actividad terapéutica. Incremente la duración y fortaleza del
ejercicio muy lentamente.
Como en toda actividad programa con el paciente con EA, el ejercicio deberá ser una rutina
diaria (p.ej., una caminada antes de almorzar; la rutina de ejercicios utilizados en pacientes
con Enfermedad de Parkinson da buenos resultados en pacientes con EA, adaptándolos
siempre a las capacidades del paciente; ver
http://geocities.com/Heartland/Estates/9451/parkinson.htm) y deberá realizarse siempre en
compañía de un familiar (en la sala o donde esté el televisor o el radio, o en el parque más
cercano), intentando realizar con más frecuencia aquellos ejercicios que fuerzan más las
partes que el paciente tiene más afectadas. Puede acompañarse con música la sesión de
ejercicios o bailar después de ellos (este es un ejercicio muy completo, al igual que lo es la
risa y el humor). Cada vez que se hagan los ejercicios, intentar forzar un poco más los
movimientos, de manera que la articulación recupere su total amplitud de movimiento.
Combine ejercicios, cree su propia rutina e invente los suyos. Todo lo que se pueda mover,
deberá moverse, adaptándose al progreso de la enfermedad (ver ARehabilitación@).
Como las capacidades del paciente se irán deteriorando poco a poco, adapte las actividades
o busque sustitutas de las mismas que sean menos complejas para él (p.ej., empujar un niño
en un columpio, usar el cubo de arena con la pala, escuchar música antigua, ver libros de
paisajes, pasear en carro, cantar, etc.). El ver televisión requiere gran agilidad de
pensamiento pues es preciso seguir con rapidez las diferentes pinturas o imágenes que esta
presenta, además de prestarle atención a lo que dice y no dice; por tanto, no es una
actividad recreativa apropiada a medida de que la enfermedad progresa; en este sentido,
vale señalar que será el paciente quien, generalmente, comenzará a perder interés por la
misma cuando esta llega a ser muy compleja para él. Si se ha de utilizar, se preferirán
películas relacionadas con la naturaleza (bosques, montañas, animales pastando, lagos, el
mar, etc.).
Limite el número de personas que visitan al paciente a 1 o 2 por vez; explíqueles a los
amigos y familiares que no le preguntes sobre cosas del pasado que hallan tenido con él (el
paciente puede no recordarlas) y que se limiten más bien a hablar sobre cosas del presente,
a comer un pastel, a caminar juntos o a realizar alguna actividad recreativa juntos (p.ej.,
algún juego).
1. Hágalo gradualmente, pieza por pieza, problema a problema. No trate de resolver todo al mismo
tiempo.
2. Utilice el sentido común y la imaginación. Muchas situaciones no están descritas en estas páginas.
Recurra a su sentido común y a su imaginación para resolverlos.
3. Evite las transformaciones bruscas que pueden aumentar el sentimiento de inseguridad. Evite, por
ejemplo, redecorar su pieza, pintarla en colores vivos o poner un suelo muy brillante.
4. Fíjese tres objetivos:
a) Disminuir el riesgo de accidentes: su familiar no se da cuenta del peligro del que corre o que
hace correr a otros.
b) Facilitar el desarrollo de la vida de su familiar: las rutinas deben volverse la base de sus
actividades. Usted sabe que él no aprenderá nada nuevo; trate de conservar, al máximo, los
automatismos que ha adquirido y los hábitos que ha creado.
c) Facilitar su propia vida: las precauciones que usted haya tomado (las situaciones que haya
simulado), antes de que pueda llegar un accidente, le permitirán escapar a la tensión
permanente que pesa sobre usted. Todo mejoramiento en la vida del enfermo es una
simplificación de su propia vida.
Será prioritario que realice las adaptaciones oportunas para evitarle caídas o accidentes:
1. Retire o pegue al suelo todos los tapetes pequeños (o pegue los bordes de los grandes),
especialmente el del baño y de su pieza.
2. Recortar o fijar los cables eléctricos sueltos para que no arrastren por el suelo.
3. Eliminar los muebles con picos sobresalientes o con cristales (o acolchar los picos).
4. Retire las sillas inseguras o aquellas de las que sea difícil levantarse.
5. Retirar todos los obstáculos que puedan dificultar la circulación en los pasillos (sillas, mesillas,
armarios, etc...); esto es especialmente útil para evitar caídas nocturnas.
6. Si existen escalas en su casa, tome la precaución de fijar bandas antideslizantes sobre el borde de
los escalones. Ponga una barrera al principio o al final de la escalera para impedir el paso al hueco de
la misma.
7. Asegúrese de que las piezas tengan una buena iluminación durante el día y que algunas de ellas
estén equipadas de lámparas de noche.
8. Los siguientes objetos no deben dejarse a su alcance (guardar bajo llave): batidora, afilador,
máquina corta-césped, cuchillos eléctricos, tostador, fósforos, candelas y velas encendidas, armas de
fuego, llaves del carro, productos tóxicos o peligrosos (límpido, detergentes, pinturas, disolventes,
insecticidas, medicamentos, incluso los que le puedan parecer más inofensivos).
9. Será conveniente que retire los cerrojos interiores (p.ej., puerta del baño) de manera que el familiar
no pueda encerrarse.
10. Las puertas que den al exterior y las ventanas deberán estar provistas de un dispositivo de
seguridad que impidan al familiar (! y no a usted () abrirlas sin ayuda.
11. No le deje coger pequeños objetos que pueda tragarse (botones, agujas, etc.).
12. Regule usted mismo la temperatura del agua para evitar el agua demasiado caliente y aísle los
tubos de agua caliente que estén al aire o señale con pintura roja los puntos en donde es posible
quemarse.
El lugar donde su familiar vive no debe estar sobrecargado de muebles, de objetos o de
adornos. Simplifique las cosas de manera que deje espacio por donde pueda andar
libremente de un lado a otro, sin tropezar y sin tirar las cosas.
1. Evite el ruido y la confusión: apague la radio o el televisor cuando se acabe la emisión. Evite la
música estruendosa, pero respete los gustos del enfermo. No sirve de nada aburrirle con música
clásica si nunca le ha gustado.
2. Quite o cubra los espejos. Al verse en éste puede que no se reconozca y piense que se trata de un
extraño. Su miedo y su angustia aumentarán.
3. No conserve más que los objetos de uso cotidiano y siempre en el mismo sitio. El desorden no hace
más que aumentar su confusión.
4. Coloque un reloj de pared o de péndulo de números grandes, que pueda leer con facilidad, así como
un calendario de gran formato en el que usted puede marcar los días.
5. Señale los recorridos, por ejemplo, el que lleva a su baño. El se sentirá mejor con ello.
6. Utilice carteles con dibujos sencillos para recordarle dónde se encuentran las cosas.
7. Compre un tablero y colóquelo en la pared para que esté siempre en el mismo sitio. En el usted
escribirá claramente lo que él tenga que hacer (nunca demasiado texto) cuando usted se vaya.
La organización de su habitación debe ser tan sencilla como sea posible para facilitarle la
vida:
1. Quitar todos los adornos, revistas, objetos que sean susceptibles de distraerle o de producir caídas.
2. Pegar o fijar la lámpara del noche de manera que pueda encenderla y apagarla sin tirarla, o bien
haga que le instalen en la pared una luz con interruptor fácilmente accesible.
3. No olvide fijar al suelo el tapete de la habitación.
4. Puede llegar a ser necesario instalar una luz que permanezca encendida durante la noche.
5. Colocar bandas fosforescentes en el suelo que le señalen el camino de la habitación al baño para
que no se pierda si debe levantarse por la noche a orinar. Se pueden utilizar carteles con dibujos
sencillos para indicar su habitación, el baño, el armario, etc.
6. Reorganice su armario de ropa basándose en los siguientes principios:
-Guardar solamente la ropa indispensable. Elija por él, no le obligue a escoger.
-Seleccione la ropa que sea fácil de poner y quitar; con cierres de velcro mejor que con
botones, sueter de una pieza, camisetas cerradas mejor que camisas, zapatos sin cordones y/o
ropa que pueda ponerse al derecho o al revés.
7. Colocar la cama de tal manera que el enfermo pueda subir y bajar sin molestias por los dos lados.
Aunque el término Aseguro contra-niños@ no se aplica a los pacientes con EA, el concepto es
el mismo (cerradura de seguridad). Como hemos visto, hay infinidad de cosas en la casa de
cada uno que no poseen peligro para las personas con todas sus facultades mentales en
pleno rendimiento pero que pueden ser muy peligrosas cuando se sufre de la EA. Aunque es
imposible adaptar una casa a las necesidades del paciente con EA y hacerla completamente
segura, si hay algunas cosas que deberemos tener en cuenta para minimizar los riesgos.
Los aspectos siguientes se refieren a ello.
Disminuya la temperatura máxima de su calentador de agua para que no haya riesgo de que
el paciente se queme. Mantenga la puerta del sótano cerrada con llave. Ya sea en el sótano
o en un armario bajo llave, mantenga bien guardadas y rotuladas pinturas, insecticidas,
disolventes y otros venenos potenciales; puede serle muy útil mantener el número de
teléfono del centro de control de intoxicaciones local y/o del hospital más cercano (busque
en el directorio telefónico y/o en los teléfonos de urgencias). Instale cerrojos contra-niños en
los armarios del sótano y en las puertas que conducen al mismo. Compruebe que todas las
escaleras tienen pasamanos bien aferrados a las paredes y no con simples tornillos.
Las áreas alfombradas pueden ser problemáticas; si están sueltas, el paciente puede
tropezarse y caer; asegúrelas bien al suelo (ya sea con pegantes o bordes y tornillos
especiales para estas). En todo caso, piense en retirarlas definitivamente pues conservarán
su riesgo potencial. Retire y guarde adecuadamente todo tipo de antigüedades. Busque
todos aquellos muebles que posean borde agudos y cúbralos con espuma y cinta pegante.
En la medida de lo posible, cambie cristal por plástico irrompible. Debido a que el paciente
con EA es un poco torpe y derramará líquidos con gran facilidad sobre sus muebles, tapetes
y demás, considere una protección especial sobre los mismos. Por otra parte, investigue si
los elementos de decoración de su casa son o no resistentes al fuego; en caso contrario,
considere cambiarlos o retirarlos. Todas las ventanas de la casa deberán ser aseguradas
para evitar el riesgo de caídas (existen sistemas de seguridad que solo permiten abrir las
ventanas unos centímetros no más, permitiendo la entrada de aire y evitando el riesgo de
caída). Si usted tiene radiadores para el invierno, protéjalos adecuadamente con muebles
diseñados para ello.
Mantenga su caja de costura fuera del alcance del paciente: puede tragarse los botones y
otros elementos, además de lastimarse con los alfileres. Debido a que el paciente con EA
puede comerse sus plantas ornamentales, y algunas de estas pueden ser tóxicas, haga una
lista de todas sus plantas e investigue su grado de toxicidad y el antídoto respectivo. Elimine
aquellas que son potencialmente peligrosas. Finalmente, considere instalar cerraduras en
todos sus armarios.
4.18.2.3. LA COCINA
Debido a que la EA deteriora hasta el olvido la capacidad de la persona para cocinar,
siempre será importante evaluar en que medida la persona puede preparar su propia
comida. En todo caso, disfrute de la comida como una actividad compartida y nunca lo deje
solo en la cocina. Las estufas y los hornos son particularmente peligrosos para los pacientes
con EA: pueden quemarse u originar incendios. Una medida útil, tanto si la estufa es de gas
como eléctrica, es retirar los botones de encendido y guardarlos en lugar seguro; de esta
forma no podrá encenderlos; también puede optar por instalar un cierre de seguridad para
su instalación eléctrica que bloquee el encendido de la estufa o fogón. Las cerillas o fósforos
deberán estar en lugar seguro, lejos del alcance del paciente. Mantenga cerrados los
armarios con seguros contra-niños, especialmente si contienen cuchillos u otros objetos
corto-punzantes. Cambie su vajilla de cerámica por una de plástico irrompible. Debido a que
el paciente suele dejar la puerta de la nevera abierta, instale una cerradura contra-niños en
la misma para evitar su deterioro y el de la comida allí almacenada. El encerado del piso de
la casa lo convierte en resbaladizo y peligroso, especialmente si está húmedo (y muy
especialmente el de la cocina), por tanto, evite esta actividad. Además, vigile que el suelo
siempre esté seco; a menudo los enfermos tiran líquidos (agua, leche, etc.) lo olvidan, no lo
limpian, lo que hace que el suelo se haga resbaladizo. Ciertos aparatos propios de las
cocinas (tostadoras, trituradores, licuadoras, cuchillos eléctricos, etc.) son peligrosos y
pueden causar accidentes graves, por tanto, almacénelos fuera del alcance del paciente.
Guarde bajo llave los licores.
4.18.2.4. EL BAÑO
Como hemos visto, y vale la pena recordarlo de nuevo pues el baño es la habitación más
peligrosa de la casa, el paciente con EA puede encerrarse en el baño y ser incapaz de salir
de él; así, no olvide retirar pasadores y seguros de las puertas del baño. Ponga siempre
cerraduras a su armario de medicamentos. Si la persona tira cosas por la tasa del baño,
asegúrela de forma que le sea difícil el abrirla. Instale siempre pasamanos o agarraderas en
la ducha y alrededor de la taza sanitaria y antideslizantes en el piso de la ducha. Considere
firmemente la eliminación de las bañeras (son muy peligrosas por el alto riesgo de caídas).
Finalmente, puede llegar a ser necesario elevar la taza del baño (existen en el mercado
aditamentos para ello) para facilitar su utilización; en su defecto, disponga de orinales o
vacinillas en el baño del paciente. Se debe instalar una luz nocturna permanente para que el
paciente se pueda orientar durante la noche. Los grifos (llaves) de agua fría y caliente
deben estar claramente identificados y fijados a una temperatura determinada.
4.18.2.5. EL AUTOMÓVIL
Cuando la EA progresa, eventualmente el paciente dejará de conducir. En caso que desee
conducir, piénselo dos veces antes de dejarlo ir solo conduciendo. En todo caso, y una vez
hecho el diagnóstico de EA, no es conveniente que conduzca pues, además de las
exigencias de todo tipo que impone el conducir, sus reflejos serán más lentos. Pueden
liberar el freno de emergencia, encender o apagar las luces en el momento más inapropiado
o realizar alguna otra travesía potencialmente muy peligrosa. Los elevalunas eléctricos
(ventanas de cierre electrónico) son peligrosos: allí pueden quedar atrapados los dedos del
paciente, su pelo y aún su cabeza entera, por tanto, inhabilite los cierres eléctricos en el
lado que suela sentarse el paciente. Por otra parte, y con el vehículo en movimiento, el
paciente puede quitar el seguro de la puerta y abrirla mientras el carro o coche está en
movimiento. Si su vehículo no tiene puertas con seguros contra-niños, consulte a un
mecánico e instálelos.
Los pacientes con EA en fases iniciales tienen mayor riesgo de accidentes de tránsito. El
riesgo es equivalente al de los conductores de 16 a 21 años y del de aquellos que se han
tomado algunas copas pero cuya alcoholemia aún está en límites permisibles. A pesar de
ello, en USA aproximadamente el 4% de los hombres conductores activos mayores de 75
años tienen demencia. En este sentido, la Academia Americana de Neurología desarrolló
unas guías que pueden asistir a los profesionales y cuidadores en manejar el problema de la
conducción de vehículos en pacientes con EA. Así, por ejemplo, los pacientes con CDR de
0.5 (Clinical Dementia Rating Scale) poseen un riesgo ligeramente mayor que el de otros
conductores ancianos y deberán ser evaluados cada 6 meses; los pacientes con CDR de 1.0
no deberán conducir.
4.18.2.6. EL FUMAR
Nadie debería fumar y especialmente nadie con EA pues puede empezar un fuego con el
cigarrillo, las cerillas o el mechero; por otra parte, el tabaco es un factor de riesgo vascular
que podría contribuir a un mayor deterioro cognitivo del paciente. Así, desestimule el deseo
de fumar. Si el paciente, a pesar de todo, desea fumar, nunca lo deje solo mientras fuma:
puede quemarse o producir un incendio. En cuanto al alcohol, no existe ningún problema si
el consumo de alcohol es bajo, excepto contraindicación médica.
Usted se dará cuenta de que puede reaccionar con realismo y eficacia. Tenga a mano
(pegado en la pared cerca del teléfono) el teléfono de la policía, de un familiar o amigos
cercanos que puedan ayudarle, el médico que trata al familiar, su servicio de urgencias o
EPS. Conozca bien dónde se encuentra la llave general del agua y del gas. Sepa cómo se
manipulan los sistemas de cierre que haya hecho instalar en las puertas y en las ventanas.
Prevenga a sus vecinos del estado de su familiar pues cuando tenga necesidad de ellos, en
un caso de urgencia, no será el momento de darles explicaciones.
1. Terrazas y balcones.
2. Bordes de una piscina, de un charco o de un estanque. Aunque haya sido un buen nadador, su
familiar puede no acordarse de cómo nadar, y ahogarse en poca agua
3. El coche o carro, donde, cuando esté detenido, puede soltar el freno de mano, intentar utilizar el
cambio, lesionarse los dedos con las puertas o la guantera, etc.
N 1: No crea lo que le dice su familiar sin antes comprobarlo. (Hágalo siempre con cualquier cosa que
el le diga!
N 2: Conserve la calma: los accidentes llegan siempre en el momento en que está usted más irritado,
nervioso o cuando usted se siente al límite de su resistencia. Tómese tiempo para hacerse dueño de la
situación. No se consumen más que unos minutos, mientras se recobra la calma. De su tranquilidad
depende la tranquilidad del familiar, y, quizá su vida.
N 3: Recuerde que el enfermo puede tomar a mal sus iniciativas: puede irritarse, rebelarse y acusarle
a usted de querer matarlo cuando usted solo intenta salvarlo. Esté dispuesto a continuar con su idea a
pesar de su hostilidad e irritabilidad.
El momento más apropiado para iniciar las gestiones correspondientes será una vez el
diagnóstico de EA es establecido, cuando todavía el paciente tiene suficiente capacidad
para tomar decisiones por sí mismo y recuerda donde tiene sus ahorros y propiedades. Los
asuntos financieros y económicos a tener en cuenta, incluyen: dinero, joyas, colecciones
(arte, monedas antiguas, estampillas, antigüedades, etc.), otros valores, cuentas de banco,
pensiones y documentos de la seguridad social, seguros, cajas de seguridad y depósito,
acciones, títulos, sociedades, mutualidades, documentos, escrituras, testamentos,
propiedades funerarias, otros negocios.
Usted puede esperar hasta que el paciente sea legalmente incompetente, pero si lo hace le
puede quedar muy difícil encontrar las cuentas, propiedades y demás asuntos financieros y
legales, llegando a ser su manejo tremendamente complicado. Dada la complejidad de esta
situación, lo más apropiado es que busque el consejo de un especialista de confianza,
acuda a su Asociación de Alzheimer local y/o se asesore por una firma reconocida.
4.20. LA TRANSICIÓN
Entre la cordura y la demencia: Ayudando a la persona a dejar su vida independiente
Aunque el camino de la EA conlleva muchas pérdidas, aquellas más tempranas suelen ser
las más dolorosas debido a que el paciente todavía tiene suficiente funcionamiento cognitivo
como para entender -y sentir miedo- lo que le acontece y le espera. Las pérdidas tempranas
son también duras para los cuidadores debido a que la adaptación al diagnóstico es un
proceso lento, especialmente si lo que se espera (perspectiva de futuro) es desastroso.
Aunque las pérdidas tempranas pueden ser múltiples (retiro del trabajo, dejar de conducir,
delegar los asuntos financieros a otro familiar, etc.), una de las más duras es el decir adiós a
la vida independiente. La pregunta que se nos viene ahora es )Cuándo? Es imposible
generalizar. Serán los cuidadores (apoyados por profesionales especializados en el tema)
quienes determinarán cuándo será el momento apropiado; un indicador podrá ser la
capacidad del paciente para desenvolverse en las AVD-Instrumentales. Las actividades
deberán mantenerse mientras el paciente sea capaz de realizarlas adecuadamente, con
seguridad y sin llegar a producir un trastorno adicional en el propio paciente.
Dependiendo del trabajo realizado, el paciente todavía podrá ser capaz de continuar
trabajando por un tiempo y/o el que sea transferirlo a un trabajo con menos exigencias y
responsabilidad. Eventualmente, y bajo la supervisión del empleador, los profesionales de la
salud involucrados en el cuidado del paciente y/o el médico de la empresa y la familia,
determinarán cuándo será el momento en que el paciente deberá abandonar el trabajo.
Cuando esto sucede, la noticia será muy dura y aterradora; en un principio, la persona se
resistirá pues gran parte de nuestra identidad, autoestima y competencia depende de
nuestra capacidad de trabajar. El paciente insistirá en que está bien y que son otros (p.ej.,
familiar, jefe inmediato, compañeros) quienes no le quieren y le persiguen por razones que
el desconoce. En este momento necesita el apoyo de toda la familia y de otras personas de
confianza; espere ser acusado de persecución y querer hacerle daño al paciente. Si el
paciente no quiere retirarse de trabajar, el empleador podrá entonces optar por despedir del
trabajo a su ser querido; esta situación, muy embarazosa para muchas personas, podrá
forzar a un retiro voluntario del paciente. El retiro, por otra parte, conlleva profundas
consecuencias económicas y es necesario que el paciente y su familia sean asesorados por
especialistas en este sentido (jubilación, pensión de invalidez, seguros, etc.), especialistas
que puede o no proveer la asociación de Alzheimer local. A medida que la enfermedad
progresa, los recuerdos del trabajo y sus apegos al mismo irán desapareciendo, hasta su
total desaparición.
Si a pesar de todo su ser querido se resiste a dejar de conducir, opte por una de las
siguientes estrategias: 1. Dígale a su médico que le insista al paciente que deje de conducir;
de esta forma Ael malo@ será el médico y no usted. Algunas leyes exigen a los médicos que
reporten determinadas enfermedades que contraindiquen el conducir: investigue en su
localidad. 2. Esconda las llaves del vehículo o inmovilícelo. 3. Venda el vehículo.
Si la familia no dispone del recurso para contratar un conductor, el retiro del permiso para
conducir marcará el final de una etapa y un posible riesgo potencial, pero también dará
inicio a otra complicada tarea: la de ser el conductor personal del paciente. Para evitar
sobrecargarse con esta otra tarea, reclute conductores en la familia, investigue facilidades
de Centro de Día y/o utilice con frecuencia taxis o conductores particulares; aunque esta
última alternativa puede ser costosa, mayor costo tendría el mantenimiento del coche del
paciente, las reparaciones, seguros y demás gastos asociados a los accidentes mayores o
menores provocados directa o indirectamente por el paciente. Cuando la enfermedad
progresa, el interés del paciente por conducir irá desapareciendo.
Aunque no hay una línea clara que demarque el momento de la asistencia completa (del
final de la vida independiente), tenga en cuenta los siguientes signos:
1. Mayor confusión (p.ej., pérdida de objetos o almacenamiento de los mismos en lugares totalmente
equivocados, por ejemplo, su pijama en el refrigerador);
2. Cambios en el cuidado y aseo personal (p.ej., usar ropa sucia o rota, ponerse la ropa al revés,
andar descalzo);
3. Cambios en los hábitos alimenticios (p.ej., dejar la comida sin comerla o en lugares extraños,
comidas muy quemadas, comida cruda que ha sido probada, la estufa abierta, etc.);
4. Un gran número de notas para recordar cosas que, al final, no se llevan a cabo;
5. Cambios en el cuidado de la casa (p.ej., abandono de las tareas domésticas, desorden,
calefacción en verano, ventanas abiertas en invierno o con lluvia, etc.);
6. Cambios relacionados con el teléfono (p.ej., conversaciones cada vez más vagas, llamadas a
horas inapropiadas o muy reiterativas o, por el contrario, ninguna llamada, etc.);
7. Deterioro de la escritura (a medida que la enfermedad progresa la capacidad para escribir se va
deteriorando);
8. Vagabundeo (p.ej., usted se encuentra a su ser querido caminando por lugares extraños sin saber
para dónde va o dónde está, le ve caminando de arriba a bajo sin entrar a su casa porque no la
reconoce).
Indice de Independencia
No Un poco Bastante Mucho
1. Mayor confusión 0 1 2 3
7. Deterioro de la escritura 0 1 2 3
8. Vagabundeo 0 1 2 3
TOTAL
Puntuaciones por encima de 8 son indicativas de una intervención y evaluación más detallada
por especialistas en el cuidado del paciente con demencia). Esta tabla es un diseño personal del autor y no ha sido validada.
Una vez que usted (preferentemente usted y el resto de la familia) toma la decisión de que
su ser querido no puede seguir viviendo independientemente, será usted (preferentemente
usted y el resto de la familia) quien haga los arreglos pues el paciente no podrá hacerlo. Si
usted vive lejos de su ser querido con EA, la situación será sumamente complicada; en este
caso, contacte con la asociación de Alzheimer más cercana al domicilio del paciente: ellos
podrán ayudarle y orientarle en relación con los recursos disponibles para su caso.
Finalmente, el médico debe juzgar la competencia del paciente en unión a otras personas y
siguiendo los estándares legales, aunque algunos de estos sean más clínicamente
relevantes que otros. Instrumentos de competencia estandarizada, que incorporen
estándares legales específicos, tales como el Instrumento de Valoración de la Capacidad de
Consentir el Tratamiento (CCTI), pueden proporcionar a los médicos un importante apoyo en
que soportar sus decisiones. Los juicios de competencia personal están asociados a la
capacidad del paciente para entender la situación del tratamiento y a su capacidad para
proporcionar razones racionales para elegir un tratamiento. Los médicos necesitan ser
entrenados para fortalecer su capacidad en valorar la competencia del paciente. Esto
permitiría mejorar la capacidad de los médicos para valorar la disfunción cognitiva de los
pacientes.
Es cierto que nadie quiere a su familiar tanto como usted y que nadie le dará los cuidados
con tanto amor como usted, pero una buena residencia, especialmente las especializadas
en cuidados del paciente con demencia, si podrán ofrecerle lo más cercano a los cuidados
dados por usted, con la ventaja de ser personas altamente especializadas y dedicadas por
completo a estas funciones.
Es normal sentirse un poco culpable por Aabandonar@ a su familiar en una casa que no es la
suya Apues ella o él le criaron y cuidaron durante muchos años@. No obstante, usted no está
abandonando a la persona, le está dando la oportunidad de ser cuidada por personas
especializadas en ello, con tres turnos diarios y dedicadas en exclusiva a su familiar. Esto no
significa que usted no podrá estar con ella el tiempo que usted desee. También se sentirá
triste por la separación, como toda separación; además, recuerde que la EA es una
enfermedad muy deprimente, especialmente cuando progresa de moderada a severa,
sentimientos que se añaden a los de la separación.
La EA es una enfermedad progresiva y, salvo algún tratamiento milagroso, más tarde o más
temprano tendrá que plantearse con seriedad el ingreso o no de su familiar en una
institución. No niegue esta posibilidad; encárela y discútala con sus familiares. La
institucionalización de su familiar no es inevitable pero sí muy probable. Visite algunas de
ellas; es probable que haya pocas cerca a su casa y que algunas sean mejores que otras;
de eso no hay duda. Las mejores usualmente tienen listas de espera y serán muy costosas;
por otra parte, muy escasas serán las dedicadas exclusivamente a pacientes con demencia.
Si usted empieza a buscar pronto, es más probable que vea muchas y tenga mayor opción
de escoger la que más se adapte a su familiar y a usted por sus programas, calidad,
localización y precio. Será conveniente que inscriba a su familiar en la lista de espera (si es
que la tiene) para que, dado el momento de ingresarlo, cuente con el espacio disponible.
Esta planificación previa también le ahorra el trauma de tener que hacerlo precipitadamente
en una situación de crisis. La adaptación al ingreso nunca será fácil para usted, pero si lo
planifica podrá adaptarse mejor, y cuanto más adaptado esté usted, mejor para su familiar
(recuerde que su agitación y confusión suele proyectarse al paciente). La improvisación
también va acompañada de mayores costos económicos.
Las principales variables asociadas con la institucionalización del paciente con demencia son:
1. Sociales: estados marital, disponibilidad de cuidadores.
2. Grado de sobrecarga para los cuidadores.
3. Gravedad de la enfermedad en términos de transtorno funcional y cognitivo.
Para encontrar qué tipo de residencia se encuentra cerca a su casa, llame a organizaciones
locales, hable con el sacerdote de su iglesia y/o con un trabajador social, consulte con la
Asociación de Alzheimer local y/o asociaciones de pensionados o pregúntele a sus amigos,
vecinos o a su médico. Esta información podrá servirle como punto de partida. Las
preguntas iniciales son (vía telefónica): )Están abiertos? )Tienen lista de espera? )Me
pueden enviar información por correo o darme un folleto informativo? )Cuál es su costo? )
Cuál es la forma de pago? )Reciben todo tipo de personas mayores? Una vez recogida esta
información, junto a la recibida por correo, el siguiente paso será visitarlas y evaluarlas
personalmente.
4.21.4. EL TRASLADO
El momento del traslado siempre será muy duro, aunque más para el familiar que para el
propio paciente. Usted estará dolorosamente consciente de lo que está pasando y
posiblemente esté estresado y tenga sentimientos de culpa y ambivalencia. Con todo, su
familiar no tiene mucha idea de lo que está pasando.
)Deberá hablarle a su familiar del traslado? Eso depende de su relación y del grado de
afectación cognitiva; encontrará respuestas diversas: desde la indiferencia hasta las
acusaciones de querer hacerle daño o secuestrarlo o la falta de corazón. Si el paciente con
EA tuvo la oportunidad de visitar con frecuencia un Centro de Día durante un período de
tiempo prudencial es probable que agradezca la información referente a su traslado
definitivo a la residencia. Si la enfermedad está avanzada, el paciente será incapaz de
entender la transición, por lo que es mejor dejarlo sin ninguna información. Sea que se le
diga o no, no se sienta mal al decirle al paciente Avamos a dar un paseo o a hacer una
visita@. Algunos se resistirán y, cuanto más ambivalente esté respecto a dejarlo, más le
dolerá. Recuerde: usted si tiene corazón y está haciendo un tremendo esfuerzo porque su
ser querido tenga lo mejor o más aproximado a sus capacidades. Por otra parte, deberá
asegurarse de que posee la autoridad legal para ingresar al paciente a la institución;
consulte a su abogado de confianza.
Cuando traslade al paciente, recoja todo aquello que le gusta al paciente y llévelo con él
(fotografías, radio, almohada y manta favorita, etc.), intentando personalizar la habitación lo
que más pueda sin crear un desorden.
Establezca una rutina de visitas semanales, intentado ser constante en ella, de forma que su
familiar espere su visita. Cuando la enfermedad progresa y su familiar ya no puede
reconocerle ni espera su visita o no le presta atención a la misma, el dolor será intenso y la
situación extraña. A pesar de esta situación tan dolorosa, no deberá interrumpir sus visitas
pues aún pacientes con EA avanzada se tornan tranquilos con la visita de su familiares,
momento que puede ser aprovechado por el familiar para iniciar y/o aumentar
progresivamente su comunicación con el paciente a través del afecto y el tacto, la última
sensación que se pierde. Cuando la enfermedad está muy avanzada, puede ser difícil saber
qué hacer. El paciente puede no hacer mucho y con el tiempo no hará nada, pero usted sí.
El tacto será tan importante como el estar ahí. Consulte al equipo asistencial sobre lo que a
su familiar le gusta y hágalo con él (caminar o comer juntos, escuchar música, cogerse de
las manos), aunque sólo sea sentarse en una mecedora. Puede que no le reconozca y
piense que es alguien extraño, no se angustie, no le corrija ni tampoco discuta con él.
Simplemente sígale el juego y aproveche el momento.
1. Mantener la atención
2. Mantener la movilidad e independencia
3. Mantener la comunicación
4. Crear automatismos
5. Integración en el medio
Para todas las fases debemos regirnos por el Principio de Conservación: mantener el
mayor tiempo posible aquella función que el paciente todavía es capaz de hacer.
1. Mantener la atención
La inhibición y la falta de interés por lo que le rodea es una de las características de las demencias, por
ello, el intentar mantener la atención del enfermo deberá ser prioritario en el tratamiento de
rehabilitación. El contacto con familiares y amigos, salir a la calle, ver TV, e incluso, acudir a
espectáculos que le hagan recordar su infancia o juventud, serán medios que le hagan mantenerse
Adespierto@ y en contacto con el medio exterior.
2. Mantener la movilidad e independencia
Bien conocidas son las alteraciones que se presentar en las demencias, tanto en deambulación como
en la realización de las actividades de la vida diaria. El re-entrenamiento a la marcha, con técnicas
específicas, y el desarrollo de actividades manuales que le permitan la ejecución independientemente
de estas actividades esenciales, serán también objetivo primordial del tratamiento de rehabilitación.
3. Mantener la comunicación
Teniendo presente que las alteraciones del lenguaje van ha ser progresivas, desde el principio
debemos intentar mantener la comunicación con estímulos constantes, bien con técnicas
logofoniátricas, o con conversaciones en las que hagamos participar al enfermo. Al mismo tiempo,
podemos hacerle leer en voz alta o cualquier otro sistema que estimule el desarrollo de la palabra.
4. Crear automatismos
Si el deterioro psicomotor es profundo, el propósito será crear reflejos automáticos, tanto para la
marcha como para el desarrollo de las actividades de la vida diaria.
5. Integración en el medio
Con estos objetivos (1-4) se pretende mantener la integración del enfermo en el medio que le rodea, ya
sea externo (con sus amistades) o interno (en el ámbito familiar).
a) Ayudarle en las AVD, reforzar sus potencialidades, corregir su deficiencias en la medida de lo posible
y conseguir la independencia en el comer, lavarse, vestirse, arreglarse, deposición, micción, ir al baño,
traslado al sillón/cama, deambulación, subir y bajar escaleras.
b) Mejorar su capacidad residual.
c) Animarle y estimularle para conseguir su integración en el medio.
Es posible encontrar alguna actividad que estimule habilidades creadoras latentes, con lo
que se conseguirá una gran respuesta (también puede que sea en este tiempo cuando el
paciente pueda realizar todas aquellas actividades que anteriormente no había tenido
ocasión de hacer). No debemos olvidar que la selección y el desarrollo de estas actividades
deben proceder exclusivamente del propio enfermo y, en general, es conveniente que se
realicen en grupo. Lo más importante sigue siendo el saber aprovechar el tiempo libre,
organizar la vida cotidiana y la utilización sabia de los recursos disponibles, incluídos los
culturales.
Las actividades que se realicen no deben ser necesariamente simples ocupaciones: pueden
tener una significación social y ser plenamente satisfactorias desde el punto de vista afectivo
y ser reconocidas por todos como de gran validez, en razón de su utilidad. La búsqueda de
nuevas actividades debe ser iniciativa de cada uno. Saber buscar las experiencias creativas
propias es fundamental. No son las actividades en sí las que determinan una buena
adaptación del paciente, sino el significado que cada uno les da, el interés con que las
realiza.
a) Mecánica correcta del fuelle respiratorio: adiestramiento del enfermo para conseguir una respiración
costo-diafragmática adecuada, logrando una automatización del ritmo.
b) Mantener un buen tono de la musculatura laríngea con ejercicios de soplo y respiración nasobucal,
además de masajes armónicos laríngeos y/o electroterapia laríngea.
c) Higiene ambiental evitando polvos y gases irritantes.
d) Climatoterapia.
Por otra parte, y como hemos visto, la EA deteriora de manera progresiva la capacidad de
usar y comprender el lenguaje, y produce una pérdida constante de vocabulario. Es decir, la
EA progresivamente impedirá la comunicación con el paciente. Para adaptarse a estas
dificultades, considere:
La comunicación no verbal:
(1) La comunicación verbal y no verbal deben coincidir. La mirada y la expresión facial no deben
mostrar preocupación, ya que cuando la enfermedad impide la comunicación verbal la no verbal toma
más relevancia.
(2) Se debe transmitir al paciente la sensación de seguridad y no se le debe poner nerviosa, ni física ni
verbalmente. Tocarle, acariciarle y abrazarle son formas de transmitir seguridad.
(3) Gesticular poco a poco.
(4) Los pacientes suelen ser extremadamente sensibles al interpretar el estado de ánimo de los demás.
El humor de las personas que le rodean tiene un efecto directo sobre su estado de ánimo.
La comunicación verbal:
(1) Hablar de forma suave y pausada transmite seguridad.
(2) Se debe adecuar el lenguaje a las nuevas y constantes limitaciones que la enfermedad impone. Los
discursos o explicaciones muy extensas se deben evitar pues sólo confundirán más al paciente.
(3) Los comentarios hechos con sentido del humor suelen ser más eficaces que el uso de imperativos.
(4) A pesar de que la capacidad de entender y de seguir una conversación irá disminuyendo, es
importante incluir al enfermo en las conversaciones con otros y en las que este pueda participar en
alguna medida.
(5) Ante preguntas o explicaciones sin sentido se debe evitar la discusión. Es mejor cambiar de tema o
seguirle la corriente, pero sin añadir elementos que puedan confundirle más.
En general:
(1) Para comunicarse con el paciente, hablarle en sitios donde no haya demasiadas distracciones ni
ruido de fondo; ponerse siempre delante del enfermo, presentarse y mirarle a los ojos; utilizar frases
concretas y cortas y utilizar un lenguaje sencillo.
(2) Para hacerse entender, dejarle tiempo para pensar; intentar enseñarle visualmente lo que se le
quiere decir; decir las cosas de manera sencilla.
(3) Para entenderle, concentrarse en una palabra o frase y repetirla para que aclare lo que no se
entiende; poner atención al tono emocional con que habla; mantener la calma y ser pacientes.
(4) )Qué no se debe hacer? Ni discutir ni dar órdenes; decirle qué es lo que no puede hacer (es mejor
decirle las cosas en positivo que en negativo); utilizar un tono paternalista ya que despertará
sentimiento de inutilidad, de inadecuación, de rabia y de frustración; hacer preguntas directas que
exijan de una buena memoria para responderlas.
5.1.5. Musicoterapia
La musicoterapia, especialmente sistematizada (p.ej, sesiones de 30-40 minutos 5 días a la
semana), mejora la conducta y los problemas del sueño (por sí misma incrementa los niveles
de melatonina circulante). También pueden realizarse ejercicios rítmicos con música o
tocando el mismo enfermo los instrumentos musicales.
Aparte de los cuidados que deben tenerse con cualquier enfermo crónico en el domicilio,
como son las normas higiénicas y de aseo, de alimentación (alimentos que pueda digerir y
masticar bien, evitando los excesos y la glotonería) y regulación de la incontinencia urinaria
(llevar al paciente a orinar cada 2 horas) y fecal (llevar al paciente al menos 2 veces a
defecar), se deberá instruir a la familia para que colabore estimulando al enfermo con
conversaciones, juegos, lectura, recuerdos familiares y de épocas juveniles, para estimular
la memoria, etc. También se le recomendará que mantenga la movilidad, con paseos fuera
de casa (si la situación lo permite) o, al menos, en el interior del domicilio. Por último, la
ayuda que se le preste para la práctica de las AVD ha de ser mínima y sólo la
imprescindible, estimulándole a que realice por sí mismo la mayor cantidad de ADV-B.
Se le mantendrá ocupado la mayor parte del día, con lecturas, música -preferentemente de
sus años jóvenes-, radio, televisión, costura, labores de punto y, en definitiva, todas aquellas
actividades a las que haya sido aficionado. Se deberá evitar que el paciente cambie
frecuentemente de domicilio familiar (reparto de tiempo entre varios hijos) pues ello
contribuye a una mayor desorientación. La solución alternativa, en caso de problemas
familiares, deberá estar en los Centros de Día, dejando sólo las Residencias Asistidas para
aquellos pacientes sin familia directa o abandonados, o con graves problemas familiares.
Los grupos de auto-ayuda, también conocidos como grupos de apoyo, son reuniones
estructuradas de personas que cuidan de familiares o amigos que sufren de alguna de las
formas de la demencia. Su propósito es proporcionar apoyo a sus miembros y de esta
manera permitirles sobrellevar mejor la situación:
Su función básica es el apoyo mutuo, aunque sus miembros deseen realizar otras funciones
independientes como recoger fondos, realizar campañas de información, mejorar los
servicios prestados por el grupo o la Asociación de Alzheimer local, etc. Deberá quedar claro
que el grupo no puede resolver todos los problemas ni cuidar totalmente al enfermo por el
familiar ni remplazar al médico u otro profesional, además, puede no ser útil para todas las
personas, pues algunos se sienten incómodos al compartir sus sentimientos con otros, no
obstante, se le señalará que las puertas del grupo permanecerán siempre abiertas para
cuando lo desee.
Antes de convocar y empezar la primera reunión, es importante determinar cuáles serán las
metas del grupo; esto le ayudará a explicar sus ideas a otros y obtener su colaboración.
Estos objetivos iniciales, que serán revisados por el grupo ya formado, pueden ser simples:
1. El permitir a los cuidadores que se reúnan periódicamente para darse apoyo mutuo.
2. El ofrecer a los cuidadores la oportunidad de conocer a otras personas en su misma situación, que
comparten sus sentimientos y experiencias.
3. El proporcionar a los cuidadores la oportunidad de aprender más sobre las demencias y los cuidados
especiales que requiere el enfermo.
El lugar para realizar la reunión dependerá del número y tipo de personas con que
inicialmente cuente; no obstante, será apropiado disponer de un lugar amplio, bien
ventilado, cómodo, central y accesible. Consulte parroquias, escuelas, centros comunitarios
o religiosos y pregunte si tiene o no algún costo su utilización; es probable que entre sus
amistades o las de sus amigos cuente con alguien que pueda facilitarle gratuitamente el
espacio. El lugar elegido deberá ser siempre el mismo, de esta forma si alguien falta a una
reunión, sabrá dónde tendrá lugar la siguiente.
Durante la primera reunión también se establecerá la periodicidad de las mismas, el día y la
hora de realización. Todo dependerá de la conveniencia del grupo. Un problema puede ser
encontrar la hora oportuna y conveniente para todos; si los miembros intercambian sus
números de teléfono, cuando falten a una reunión siempre tendrán un medio de mantenerse
en contacto con los demás. La hora elegida será la que el consenso decida.
Aunque todo grupo de auto-ayuda debe ser gratuito, se puede optar por dar una mínima
cuota para los refrescos y las fotocopias que sean necesarias; de esta forma los gastos no
recaerán sobre una o dos personas.
Una de las decisiones más importantes para constituir un grupo de auto-ayuda efectivo es la
elección del líder para el grupo. Su papel es vital para el éxito del mismo. Pregunte entre los
miembros del grupo si existe alguien que se sienta cómodo hablando en público y que reúna
al menos las siguientes cualidades:
1. Capaz de estimular la participación de los miembros, asegurándose que todos aquellos que así lo
desean tengan la oportunidad de participar activamente.
2. Capaz de escuchar sin juzgar.
3. Comprometido en asegurar que las normas acordadas sean respetadas.
4. Capaz de compartir información acerca de la enfermedad y del cuidado de los pacientes.
5. Capaz de identificar aquellos cuidadores que pueden necesitar más apoyo y asistencia de lo que el
grupo es capaz de ofrecer.
6. Capaz de ceder en caso de que el grupo contravenga sus opiniones.
7. Capaz de compartir el liderazgo en caso de necesidad.
1. Bienvenida a todos los miembros, sin olvidar que estos pueden ser de diferentes estratos sociales y
con mayor o menor disposición a compartir información de carácter personal. Su recepción será
amistosa y facilitándoles que se sientan bien acogidos y cómodos.
2. Elección de un voluntario como secretario de la reunión.
3. Descripción del objetivo del grupo.
4. Establecimiento y aceptación de las reglas.
5. El arte de aprender a través de la experiencia de otros.
6. Breve información sobre situaciones que puedan ser de interés para el grupo.
7. Breve información proveniente de los miembros del grupo sobre situaciones que puedan ser de
interés para el grupo.
8. Presentación individual.
9. Comienzo de las discusiones (Podrá comenzarse la discusión hablando sobre el punto anterior o
sobre otro cualquiera que haya llamado la atención del grupo. Dependiendo del tema y su reacción,
podrán extenderse sobre éste o sobre cualquier otro. Las siguientes preguntas pueden ser de utilidad
para facilitar la discusión: )Qué apoyo ha tenido? )Tiene algún problema en especial sobre el que
quisiera recibir alguna información? )Cómo ha cambiado su vida desde que se ha visto enfrentado a la
demencia? Permita y estimule el intercambio activo entre los miembros).
10. Resumen: Poco antes de terminar la reunión, el líder pedirá a uno o varios miembros que den su
opinión e impresiones sobre la reunión. El secretario/a de la reunión podrá resumir las discusiones y
sus respectivas conclusiones, así como los posibles y futuros temas de discusión.
11. Elección de la fecha y hora de la próxima reunión.
12. Refrigerio.
7.1. El comienzo
Investigue si en su ciudad o país ya existen asociaciones similares (Ministerio de Salud, ADI,
OMS, OPS, Residencias, Programas de Salud a la Tercera Edad, etc); si en su ciudad ya
existe una asociación, diríjase a ésta, únase a ella o consulte la opción de crear un capítulo
de la misma en otro sector de la ciudad bajo su asesoría. En este caso, acuda a un centro
donde pueda encontrar un volumen importante de pacientes con EA (Residencias, Clínicas
de la Memoria, Centros Neurológicos, Grandes Hospitales, etc.), pregúnteles si estarían
interesados en realizar una reunión con el ánimo de constituir una Asociación, tome sus
nombres y teléfonos de contacto y programe la primera reunión; incluya otros cuidadores y
profesionales de la Salud. También puede publicar anuncios en clínicas, centros
hospitalarios, residencias, centros comunitarios, iglesias, etc. y/o en prensa y radio locales.
El resultado de esta reunión deberá ser el acuerdo de constituir una Asociación.
Siguiendo la misma sistemática utilizada para la constitución del grupo de auto-ayuda, las
decisiones a tomar en esta primera reunión son:
Como toda entidad que presta servicios y apoyo sin ánimo de lucro, la Asociación requerirá
de unos fondos para su funcionamiento; las razones más comunes para obtener estos son:
contratar una línea telefónica, comprar un contestador-fax, gastos de correo, alquiler de una
oficina, compra de un computador e impresora o de una máquina de escribir, fotocopias,
gastos de papelería/librería, publicación de boletín informativo, personal a contratar (una
secretaria medio tiempo).
Dentro de los tipos de servicios y apoyo práctico para los cuidadores que la Asociación
puede proveer, se contemplan el servicio de información y consejos prácticos a través del
teléfono o por correo, grupos de auto-ayuda, centros de atención diurna, servicio de
acompañantes (voluntarios capacitados en el cuidado del paciente con demencia),
asistencia legal y de financiamiento y talleres educativos.
8. BIOGRAFÍA
Alois Alzheimer (1864-1915)
Patólogo y psiquiatra alemán nacido en Alemania (Marktbreit) el 14 de Julio de 1864.
Estudiante de medicina en la Universidades de Berlín, Tübingen y Würzberg. En ésta última
(1887) completó su tesis doctoral titulada AÜber die Ohrenschmalzdrnsen@ (ASobre las
glándulas ceruminales@).Comenzó su carrera profesional en diciembre de 1888 como
residente en el Hospital para Enfermos Mentales y Epilépticos de Frankfurt am Main, donde
alcanzó la posición de médico jefe.
Alzheimer llevó a cabo investigaciones sobre una amplia gama de temas incluyendo las
demencias de origen arteriosclerótico y degenerativo (p.ej., fue quien describió los cambios
histopatológicos de la enfermedad de Pick) y las psicosis, la psiquiatría forense y el control
de la natalidad. Su interés por las demencias y los daños asociados del SNC fue compartido
con su colega Franz Nissl, de quien Alzheimer aprendió procedimientos histológicos
novedosos para el estudio de trastornos nerviosos.
A pesar de que dejó Frankfurt en 1903 y, luego de una corta estadía en Heidelberg, se
instaló en la Clínica Psiquiátrica Real de Munich, cuyo director era el ya mencionado
Kraepelin. Alzheimer continuó interesándose en la evolución de AAuguste D.@ hasta la muerte
de la paciente en Frankfurt el 8 de Abril de 1906. Luego del fallecimiento de AAuguste D.@,
Alzheimer encaró el estudio de las lesiones cerebrales de la paciente. Para ello logró que el
cerebro de Auguste fuese enviado a Munich. 6 meses después realizó la ya mencionada
presentación en el congreso de Tübingen. En 1907 Alzheimer publicó sus hallazgos con el
título ASobre una enfermedad específica de la corteza cerebral@ (Alzheimer A. Über eine
eigenartige Erkrankung der Hirnrinde. AIIgemeine Zeitschrift für Psychiatrie und Psychisch-
Gerichtliche Medizin 1907; 64: 146-48).
9. BIBLIOGRAFÍA
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-Como Empezar un Grupo de Auto-Ayuda. Septiembre 1996
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