Teoria Curricular Paradigmas y Elementos Del Curriculum
Teoria Curricular Paradigmas y Elementos Del Curriculum
Teoria Curricular Paradigmas y Elementos Del Curriculum
DEVELANDO EL CURRÍCULO
Bobbitt, influido por los principios básicos de F.W. Taylor, sobre la organización del trabajo en la industria,
trata de aplicar éstos a la escuela y al campo del currículo. Para él la tarea de la enseñanza consiste en
determinar sus productos y eso requiere establecer sus objetivos. Su libro se estructura en 6 secciones y 21
capítulos. Las secciones son:
I - Fines y procesos.
II - Capacitación para la eficiencia ocupacional.
III - Educación para el desarrollo ciudadano.
IV - Educación para la eficiencia física.
V - Educación para el empleo del tiempo libre.
VI - Educación para la intercomunicación social.
El prólogo y los primeros capítulos del libro están referidos a analizar si la educación debe ser general o
especializada, enfatizando la idea de vincular la enseñanza a los problemas de ejecución práctica.
En el campo de la enseñanza, señala Bobbitt, es necesario analizar las actividades "de la vida", es decir, del
ser humano contemporáneo así como preparar a los alumnos para esas actividades.
En el capítulo, donde se abordan los fundamentos del currículo, se expresa que la primera tarea para
construir un currículo científico es determinar las deficiencias sociales, que son el resultado de la falta de
experiencia histórica, literaria y geográfica. Cada deficiencia encontrada es una llamada para una
capacitación específica.
Para este autor un currículo científico se construye a partir del estudio de lo social, del desempeño
profesional, de las deficiencias en el manejo práctico de un saber y de las formas psicológicas en las que un
sujeto aprende.
El criterio para determinar el contenido que debe formar parte de un plan de estudios se realizará a partir de
las exigencias que en la vida adulta se le harán al individuo para que tenga un buen desempeño social; para
lo cual se debe tomar en cuenta también las demandas de los empleadores.
Según Salinas (1992) la influencia más importante del trabajo de Bobbitt está en la serie de supuestos que
plantea -que se han mantenido hasta nuestros días- y que constituyen una forma de racionalidad a la hora
de pensar y actuar en la educación. Entre ellos destaca:
Un proyecto educativo puede y debe ser definido desde la concreción pormenorizada de los
resultados que pretende alcanzar.
Esos resultados previstos serán los objetivos del currículo y, a mayor precisión de los mismos, mayor
control sobre el.
La suma de los objetivos parciales dará como resultado la finalidad última de la escuela.
La enseñanza básicamente es el establecimiento de los medios más adecuados para alcanzar los
objetivos previstos.
La evaluación es la comprobación del grado en que se han alcanzado los objetivos previstos. Y en
ese sentido, la cuantificación de los logros curriculares posibilitará un tratamiento científico sobre la
enseñanza.
En el campo de la enseñanza se establece una división de tareas: hay quien enseña, hay quien
establece los estándares y supervisa para que éstos se alcancen y hay quien elabora las teorías más
adecuadas y científicas para la mejor optimización de los procesos.
En 1949 se publica el libro de R.W. Tyler "Basic Principles of Curriculum and Instruction" que tuvo un gran
impacto internacional, convirtiéndose, en una obra de referencia obligada en la literatura especializada
sobre el tema. Los planteamientos de Tyler se identifican con el paradigma tecnológico, respondiendo a una
ideología utilitarista de la eficacia social. La propuesta de este autor se establece a través de la formulación
de cuatro preguntas "necesarias antes de elaborar cualquier currículo". (Tyler, 1973, 7-8).
De estas preguntas formuladas, que el autor plantea como guía para la elaboración del currículo, se
desprende (como plantea Díaz Barriga, F. 1993) que la identificación precisa de fines y objetivos educativos
es imprescindible y que deben expresarse posteriormente en criterios que guíen la selección del material
instruccional, posibiliten determinar el contenido del programa, elaborar los procedimientos de enseñanza y
preparar los exámenes.
La propuesta de Tyler resulta más compleja y elaborada que la de Bobbitt. Si para este último autor lo
importante es identificar las actividades específicas de la vida del adulto como objetivos del currículo, para
Tyler consiste en operativizar, desde la filosofía y la psicología, los objetivos generales que se desprenden
de las tres fuentes básicas del currículo: el alumno, la sociedad y los especialistas.
Las posibles fuentes de información para elaborar el currículo en el modelo de Tyler son:
En este modelo los objetivos se expresan en términos de conductas del estudiante y la enseñanza es,
fundamentalmente, un proceso de cambio de conductas en estos. En cualquier planificación curricular,
afirma Tyler, se "indicará a un tiempo el tipo de conducta que desarrollará el estudiante y el sector de
contenido o de vida al cuál aplicará ese comportamiento" (1973).
Un análisis crítico de esta concepción nos indica que el lenguaje de la eficiencia es uno de sus aspectos
destacados, donde la búsqueda de los medios eficientes para conseguir unos fines anteriormente definidos
se convierte en la función esencial del currículo. Este modelo de racionalidad administrativa y burocrática
-según sus críticos- despolitiza el currículo y lo descontextualiza histórica y culturalmente.
A partir de las obras de Bobbitt y de Tyler, iniciadores de una teorización sobre la problemática curricular, se
ha venido produciendo un desarrollo de los estudios sobre el currículo que toma un mayor auge a partir de
la década de los 60. El currículo se convierte en un campo de debate, teorización e investigación, el cual es
abordado desde diferentes referenciales teóricos y metodológicos. Un primer aspecto que ha sido y es
objeto de análisis es el propio concepto de "currículo". Este es, probablemente uno de los más
controvertidos de todos los que se encuentran en cualquier análisis sobre la educación.
La polisemia del término (que posee muchos significados) se refleja en su uso indistinto para referirse a
planes de estudio, a programas docentes y a su instrumentación didáctica, entre otros. "La complejidad del
concepto de currículo estriba en que ante cualquier delimitación del mismo siempre hay que definirse con
respecto a una serie de disyuntivas, cada una de las cuales da lugar a distintas repercusiones, tanto en el
plano del análisis como en el de las decisiones para la enseñanza". (Contreras 1990)
¿Debe proponerse lo que se debe enseñar o lo que los alumnos deben aprender?
¿Es lo que se debe enseñar o aprender, o lo que realmente se enseña y se aprende?
¿Es lo que se debe enseñar o aprender, o incluye también el cómo, las estrategias, métodos y
procesos de enseñanza?
¿Es algo especificado, delimitado y acabado que luego se aplica, o es algo abierto, que se delimita en
el propio proceso de aplicación?
Las respuestas a estas y otras preguntas han dado lugar a diferentes definiciones y conceptualizaciones de
currículo. Analizaremos algunas de ellas que reflejan la diversidad de aspectos que abordan.
Tyler (1971) considera el currículo como un documento que fija por anticipado los resultados del
aprendizaje de los alumnos y prescribe la práctica pedagógica más adecuada para alcanzarlos.
Para Jonhson (1981), desde una perspectiva conductual, el currículo es una serie estructurada de
objetivos pretendidos de aprendizaje. Es lo que prescribe de forma anticipada los resultados de la
institución. No se ocupa de prescribir los medios, esto es, las actividades, materiales o incluso el contenido
que debe impartirse para conseguirlos. Al ocuparse de los resultados a conseguir, se refiere a los fines pero
en términos de productos de aprendizaje y no a un nivel más general y remoto. En suma, el currículo indica
qué es lo que debe aprenderse y no el porqué debe ser aprendido.
Para De Alba (1994) por currículo se entiende la síntesis de elementos culturales (conocimientos,
valores, costumbres, creencias, hábitos) que conforman una propuesta político-educativa pensada e
impulsada por diversos grupos y sectores sociales cuyos intereses son diversos y contradictorios, aunque
algunos tiendan a ser dominantes o hegemónicos y otros tiendan a oponerse y resistirse a tal dominación o
hegemonía. Síntesis a la cual se arriba a través de diversos mecanismos de negociación e imposición
social. El devenir curricular es de carácter profundamente histórico y no mecánico y lineal.
Para Stenhouse (1987) un currículo es una tentativa para comunicar los principios y rasgos esenciales
de un propósito educativo, de forma tal que permanezca abierto a discusión crítica y pueda ser trasladado
efectivamente a la práctica.
Según Coll (1992) entendemos el currículo como el proyecto que preside las actividades educativas
escolares, precisa sus intenciones y proporciona guías de acción adecuadas y estilos para los profesores
que tienen la responsabilidad directa de su ejecución. Para ello el currículo proporciona informaciones
concretas sobre qué enseñar, cuándo enseñar, cómo enseñar y qué, cómo y cuándo evaluar.
Tradicionalistas
Esta concepción se caracteriza por una excesiva prescripción (determinar por adelantado) en función de la
eficiencia. El control y la predicción se plantean como necesidades de una dirección “científica” de la
educación. Presenta una concepción ahistórica del currículo que no toma en cuenta el contexto social ni las
influencias políticas e ideológicas que determinan el mismo. Entre sus principales representantes se
destacan las figuras de F. Bobbitt, D. Snedden, W.W. Charters, R. Tyler, H. Taba.
Empiristas conceptuales
Estas concepciones surgen de considerar la necesidad de una enseñanza más inspirada en la estructura de
las disciplinas y en sus procedimientos de investigación. Lo básico para estos científicos es la estructura del
contenido y es así que un grupo de especialistas del comportamiento, matemáticos y representantes de
otras disciplinas, se colocan a la vanguardia de este movimiento y se imponen a los tradicionalistas del
currículo. La obra de J. Bruner (1963) "El proceso de la educación" resulta básica en ese momento.
Hacia finales de la década de los 70 se toma en cuenta a los "expertos" de diferentes disciplinas particulares
en la elaboración del currículo. G. Beauchamp, M. Johnson, J.A. Block, R. Gagné, son algunos nombres
representantes de esta concepción.
Reconceptualistas
Según Pinar los reconceptualistas tienden a considerar la construcción del currículo como un acto
inevitablemente político. Se plantean desarrollar currículos en los que uno de sus objetivos más importantes
sea la liberación, la emancipación del ser humano para que actúe -activa y democráticamente- en su
sociedad. Autores como Mac Donald, Huebner, Pinar, Apple, Giroux, Popkewitz, son figuras representativas
de esta concepción. En este grupo cobra una gran importancia el estudio del currículo oculto, que
abordaremos posteriormente.
Cascante (1995) realiza otra interesante síntesis de las distintas concepciones de currículo recogiendo los
planteamientos más relevantes que se realizaron a lo largo del siglo XX. Clasifica estas concepciones en
cinco categorías y explica que cada una entiende el currículo como:
1. Contenidos de la enseñanza.
2. Plan de instrucción.
3. Tecnología para incrementar la eficiencia de la producción.
4. Conjunto de experiencias.
5. Reconstrucción del conocimiento y configurador de la práctica.
o La posición perennialista
Representada principalmente por R.M. Hutchins quien afirma que el currículo consiste en el estudio de los
“conocimientos permanentes”. Esta posición plantea que el conocimiento se logra de una vez para siempre.
A “la verdad” se le da un rango de universalidad y por consiguiente, tiene validez ahora y siempre. La
institución educativa es la encargada de contribuir a divulgar y perpetuar esa verdad.
o La posición esencialista
Considera que el conocimiento evoluciona, cambia. Por ello se preocupa por transmitir a las nuevas
generaciones el conocimiento sobre los procedimientos de las ciencias y las artes. Los esencialistas, a
diferencia de los perennialistas, valoran la importancia de los modernos laboratorios científicos, de la
educación física, las artes plásticas, la música, los idiomas extranjeros, etc. Sus principales representantes
son: Bester y W. C. Bagley.
Se plantea que en la medida que la ciencia y por tanto el currículo en las universidades se organiza
alrededor de la “estructura de las disciplinas”, en las restantes instituciones educativas debe trabajarse con
esta forma de organización de los contenidos de sus currículos.
El peso de estas ideas ha sido tan fuerte en los sistemas educativos a nivel mundial, que la mayoría de
países tienen estructurados sus currículos por disciplinas o áreas científicas -matemática, ciencias
naturales, biología, lenguaje…- y durante años han ido introduciendo más contenidos a los programas,
precisamente porque ha imperado el pensamiento de que a mayor cantidad de información “científica” en el
currículo, mayor calidad del proceso educativo.
Estas ideas han provocado que los volúmenes de contenidos a cubrir en cada materia no permitan más que
su exposición superficial por parte del educador y su memorización mecánica de parte de las y los
aprendientes.
Un documento del Instituto Tecnológico Superior de Monterrey -ITSM- (2005) se refiere a este problema de
la disfuncionalidad de los contenidos en el proceso educativo, como hipertrofia material:
“Esta situación se produce con el crecimiento progresivo o multiplicación imparable de los contenidos
culturales. Cada disciplina va desarrollando sus campos temáticos con nuevas aportaciones que va
integrando a medida que la potencia explicativa o tecnológica de las ciencias va haciéndose mayor. Por
otro lado las nuevas funciones atribuidas a la escuela como son: el desarrollo democrático, la conexión con
el ámbito internacional, la preparación para las nuevas tecnologías, etc., hacen que cada día aparezca con
más claridad la necesidad de abrir campos nuevos de trabajo escolar como son: educación cívica,
laboratorios, lengua extranjera, prensa, investigación, etc. Si esta apertura se realiza tan sólo a través de la
acumulación de lo nuevo sobre lo antiguo se sobrecargan los programas y se dispersa su función didáctica.
Es aquí dónde se justifica -y se vuelve casi indispensable- una selección de contenidos.”
El currículo como plan de instrucción
En esta perspectiva el currículo se entiende como el conjunto de todas las actividades planificadas para las
y los educandos, concibiéndose como un plan de trabajo. Es una concepción más amplia que la anterior.
Una de las representantes de este movimiento curricular es Hilda Taba, quien señala que “un currículo es un
plan para el aprendizaje” el cual está condicionado por los objetivos así como por la manera de lograrlos.
Otro autor importante en esta concepción curricular es G. Beauchamp. Para éste el currículo consiste en la
organización de las finalidades educativas y de los contenidos culturales, de tal forma que se ponga de
manifiesto cuál es el ritmo de la progresión prevista a lo largo de los distintos niveles de escolarización.
Los orígenes de esta concepción de currículo pueden ser rastreados en las primeras décadas del siglo XX
cuando un grupo de teóricos de la educación basados en la filosofía de los modos de producción de las
empresas intentan ver su utilidad en el interior del sistema educativo. Esta filosofía tecnocrática considera a
la educación como la vía para mejorar la sociedad pero entendiendo esta labor como la elevación de la
eficiencia en la producción, al margen de la ideología y sin relación con los valores.
En esta concepción, como se refirió anteriormente, se enmarcan los primeros intentos de elaborar un
currículo “científico” en consonancia con momentos históricos en que la ciencia positivista, la eficiencia en la
producción y la economía se utilizaron como parámetros para legitimar cualquier realidad. En las obras de
Bobbitt y Tyler, ya mencionadas, se plantean los principales postulados teóricos de esta concepción que se
caracteriza por una posición reduccionista del currículo y de la función de la escuela, donde sólo existe lo
planificado y lo previsto y la tarea del profesor es fundamentalmente lograr los objetivos propuestos sin
cuestionarse su valor.
Esta posición tecnológica del currículo tuvo también entre sus promotores a W.J. Pophan y E.I. Baker
quienes identifican al currículo como los resultados de aprendizajes planificados que van a ser
responsabilidad de la institución escolar.
Según Gimeno Sacristán (1988) el currículo desde esta perspectiva aparece: “Como el conjunto de objetivos
de aprendizaje seleccionados que deben dar lugar a la creación de experiencias apropiadas que tengan
efectos acumulativos evaluables, de suerte que pueda mantenerse el sistema en una revisión constante
para operar en él las oportunas reacomodaciones”.
Uno de los frutos de este movimiento tecnológico del currículo fueron las taxonomías de objetivos, en
especial podemos hacer referencia a la elaborada por Benjamín Bloom la cual tuvo una gran repercusión
internacional y motivó también fuertes críticas.
Este movimiento surge en contraposición a las concepciones del currículo cuyas preocupaciones
fundamentales son los contenidos y las asignaturas. En este caso se priorizan las capacidades, los
intereses y las experiencias que tienen los alumnos en las instituciones educativas. Entre las primeras
definiciones elaboradas en esta dirección está la de Caswell y Campbell (1935) quienes plantean que el
currículo está compuesto por todas las experiencias que los aprendientes tienen bajo la dirección del
profesorado.
Según Cascante (1995) esta concepción del currículo plantea que las capacidades se pueden desarrollar al
margen de contenidos culturales tradicionales. Dentro de esta concepción del currículo se destacan dos
posturas:
Los presupuestos teóricos de esta corriente provienen del psicoanálisis y del campo de la psicoterapia,
especialmente de la psicología no directiva de Carl Rogers. En esta concepción, los currículos dejan de
tener como objetivo la socialización del individuo mediante la reconstrucción de la cultura, para convertirse
en un acto terapeútico o profiláctico (de higiene).
El aprendizaje vivencial o significativo que se propone está basado en un compromiso personal donde se
ponen en juego factores afectivos y cognitivos. Es autoiniciado, no se basa en contenidos predeterminados
sino en la autoselección de los planes de estudio; las tareas no son uniformes para todos sino que cada
educando determina las suyas, el aprendizaje que se logra no consiste en un simple aumento de
conocimientos sino que se relaciona con la vida del aprendiente. El educador se convierte en un facilitador
de las tareas de los educandos.
Esta concepción no directiva ha sido criticada por no tomar en cuenta las estructuras sociales como
condicionantes. También son representantes de esta corriente A.S. Neill y su experiencia de Summerhill.
El currículo como reconstrucción del conocimiento y configurador de la práctica (también conocida como
“currículo crítico”)
Esta concepción curricular toma auge en los años 70. En ella se refleja una influencia de la teoría crítica de
la Escuela de Frankfurt especialmente de los trabajos realizados por Horkheimer, Marcuse, Adorno y
posteriormente Habermas.
Esta tendencia se contrapone a los presupuestos positivistas que sustentan las posiciones tecnocráticas y
eficientistas del currículo. Durante estos años se desarrollan importantes investigaciones en el campo de la
educación que evidencian la falta de una adecuada relación entre las instituciones educativas y la realidad
social.
Como afirma Cascante “el campo del currículo comienza, por consiguiente, a tomar conciencia de que las
instituciones escolares están imbricadas en la sociedad y que los problemas que denominamos educativos
no son únicamente responsabilidad de estas instituciones, sino que están cruzados por otro tipo de
variables estructurales, sociales, económicas, políticas y culturales”. (1995)
Sarup (1990), al distinguir la perspectiva crítica de la tradicional, explica: “La finalidad del currículum crítico
es el reverso de la del currículum tradicional; este último tiende a naturalizar los acontecimientos; aquél
intenta obligar al educando a que cuestione las actitudes y comportamientos que considera naturales. El
currículum crítico ofrece una visión de la realidad como un proceso cambiante y discontinuo cuyos agentes
son los seres humanos, los cuales, por tanto, están en condiciones de llevar a cabo su transformación. La
función del currículum no es reflejar una realidad fija, sino reflexionar sobre la realidad social; es demostrar
que el conocimiento y los hechos sociales son productos históricos y, en consecuencia, que pudieron haber
sido diferentes y que pueden serlo aún.”
Algunas expresiones (Frida Díaz Barriga, 1993) de esta concepción son las siguientes:
o Propuesta de Stenhouse
En contraposición al modelo curricular por objetivos, Stenhouse (1975) considera que es posible un diseño
curricular racional, fundamentado en la especificación de principios de procedimiento.
o Enfoque Reconceptualista
Esta línea de pensamiento, emparentada con el paradigma hermenéutico y la metodología etnográfica y
naturalista (Carlos, 1988), considera de índole práctica y no teórica los problemas que deben definir el
currículo. Hace énfasis en el currículum vivencial y oculto, no en el formal.
El proceder de esta forma no implica un abordaje intuitivo; debe descansar en la utilización del conocimiento
científico, pero bajo los supuestos de una pluralidad teórica, tolerancia a la ambigüedad y coexistencia de
posiciones eclécticas. Pueden considerarse los elementos curriculares que preocupan a los otros enfoques
(objetivos, contenidos, secuencias, métodos, etc.), pero en esta postura no son los elementos principales y,
más bien, quedan subordinados al proceso de solución de problemas actuales de cada sociedad. Por otro
lado, las soluciones son vistas como provisionales, circunstanciales y tentativas.
Esta propuesta se opone al diseño curricular por asignaturas o áreas, que parte de una visión
epistemológica de las disciplinas o campos del conocimiento y que califica como positivista, desarticulada y
fragmentaria. Como contraparte, aboga por el diseño curricular modular organizado en función de objetos
de transformación, que consiste en la integración del contenido -conocimientos y capacidades- a partir de
problemas de la realidad -llamados también objetos de transformación-, que se toman como tales, en su
totalidad y como procesos, para explicarlos por la vía de la acción y mediante el estudio interdisciplinar. Los
conocimientos de las distintas disciplinas se organizan alrededor de los temas y problemas concretos de la
realidad a estudiar y no en función de cada una de las ciencias.
Texto 2
PARADIGMA CONDUCTUAL
PARADIGMA COGNITIVO
PARADIGMA ECOLOGICO
En teoría este modelo quiere dejar todo atado en el aula por medio de la programación y diseño de los
objetivos operativos, que de hecho luego, una vez programados, no le sirven para casi nada al profesor. En
la mayoría de los casos no se da una clara continuidad entre lo programado y lo realizado. Y en otros
casos, los menos, se da una absoluta y mecánica continuidad.
Bijou (1981) precisa en el modelo conductual estos supuestos básicos : - El acento se centra en las
interacciones entre la conducta del organismo y los sucesos ambientales, que son analizados en términos
observables y medibles.
Estas interacciones están sujetas a leyes. Los cambios de conducta de un organismo están en función de
la historia personal de interacciones con el medio y de la situación concreta en que se actúa. Las
interacciones complejas evolucionan a partir de sus formas simples.
Una tecnología es un instrumento abierto y flexible, de forma que se puede agregar un nuevo principio, en
cualquier momento, si reúne las condiciones adecuadas.
Skinner (1953), desde la perspectiva del condicionamiento operante, concreta estos principios :
Por todo ello diremos que el aprendizaje es algo externo al sujeto y que se deriva de la interacción mecánica
con el medio (familia, escuela .... ). Una buena enseñanza lleva necesariamente a un buen aprendizaje. El
sujeto es un receptor pasivo de los estímulos externos que recibe y así aprende.
Gimeno (1982, pg. 162 ss.) critica con dureza este modelo, por las siguientes razones :
Por su parte Eisner (1985, pg. 52) también critica el paradigma conductual y los objetivos operativos, del
siguiente modo:
La cantidad, tipo y cualidad del aprendizaje que ocurre en clase, especialmente cuando existe
interacción entre los estudiantes, es mínimamente predecible.
La dinámica y complejidad del proceso instructivo produce resultados más numerosos que los que
pueden ser definidos de antemano.
En los resultados de tipo cualitativo y la predicción terminal, este paradigma se muestra insolvente.
La secuencia lógica proyectada no siempre coincide con la dinámica psicológica que se produce en
el acto didáctico.
Desde el campo de la psicología podemos citar el enorme avance de las teorías de la. inteligencia, desde
la perspectiva del procesamiento de la información (consideran la inteligencia como potencia capaz de
procesar - estructurar la información). Entre otras : Teoría de los procesos (Hunt, 1971; Resnik, 1981;
Carroll, 1976; Rose, 1980; Pellegrino y Kail, 1982), teoría de los parámetros modales (Detterman, 1982),
teoría triárquica de la inteligencia (Stemberg, 1982).... Un buen resumen de esta situación puede verse
en nuestra obra : Inteligencia y potencial de aprendizaje (1988, Madrid, Cincel, pgs. 21 - 43)
Suponen una búsqueda alternativa a las teorías factorialistas de la inteligencia, por sus planteamientos
estáticos al entender la inteligencia como algo dado e inamovible en la práctica. Frente al modelo estático
de la inteligencia se postula un modelo dinámico, con la pretensión fundamental de mejorar el Cociente
Intelectual y elevar así la competencia intelectual.
La metáfora básica subyacente es el organismo entendido como una totalidad. El ordenador como
procesador de información es un recurso casi contínuo. Es la mente la que dirige la, persona y no los
estímulos externos (conductismo) o los estímulos irracionales (psicoanálisis). La inteligencia, la creatividad,
el pensamiento reflexivo y crítico. . son temas constantes en este paradigma.
El modelo enseñanza - aprendizaje está centrado en los procesos de aprendizaje y por ello, en el sujeto
que aprende, en cuanto procesador de información, capaz de dar significación y sentido a lo aprendido. Las
teorías del aprendizaje significativo (Ausubel), el aprendizaje por descubrimiento (Bruner), el
constructivismo (Piaget), el aprendizaje mediado (Feuerstein) son una importante aportación para
enriquecer este p-aradigma. El modelo de enseñanza se subordina al aprendizaje del alumno y en este
sentido se orienta la mediación del profesor. El alumno posee un potencial de aprendizaje que puede
desarrollar por medio de la interacción profesor - alumno.
El modelo de profesor es el del "profesor reflexivo y crítico". El análisis de los pensamientos del
profesor es una manera de reflexión - acción - reflexión. Pérez Gómez (1987, pg. 205) define este modelo
así: " Pensamientos del profesor son el conjunto de procesos básicos que pasan por la mente del profesor
cuando organiza, dirige y desarrolla su comportamiento preactivo (programación) e interactivo (actuación)
en la enseñanza."
Que el profesor es un sujeto reflexivo, racional, que toma decisiones, emite juicios, tiene creencias y
genera rutinas propias para su desarrollo profesional.
Que los pensamientos del profesor guían y orientan su conducta. (Shavelson y Stern, 1983)
Desde este paradigma el profesor es concebido como "un constructivista que continuamente construye,
elabora y comprueba su teoría personal del mundo." (Clark, 1985, pg. 4) Sus pensamientos no se producen
en el vacío, sino que hacen referencia a un contexto psicológico (teorías implícitas de la educación
derivadas del paradigma vigente, valores, creencias) y a un contexto ecológico (recursos, circunstancias
externas, limitaciones administrativas, tipo de diseño curricular abierto o cerrado .... ). En este sentido los
profesores desarrollan de forma activa sus propias construcciones mentales sobre la educación y éstas
guían las percepciones de los sucesos y acciones que tienen lugar en el aula. De este modo toman
decisiones y procesan la información que reciben. El profesor define (procesa) una situación de
enseñanza y esta definición afecta a su conduca en el aula (toma decisiones).
El modelo de enseñanza - aprendizaje estará por ello centrado en los procesos del sujeto que
aprende. Por tanto debe partir de las habilidades y estrategias básicas que el alumno domina y de los
modelos conceptuales que posee. Desde ellos contextualiza su experiencia (dimensión constructivista del
aprendizaje). Y nos lleva a afirmar que conceptualismo sí (estructuración significativa de los contenidos a
aprender) y constructivismo también (estructuración significativa de las experiencias a conceptualizar y
aprender).
La evaluación estará orientada a valorar los procesos y los productos (no sólo éstos como ocurre en el
paradigma conductual) y será preferentemente Normativa y criterial (el objetivo terminal se convierte en
criterio de evaluación).
A, lo largo de este trabajo volveremos sobre este paradigma que desarrollaremos ampliamente desde la
perspectiva del aprendizaje significativo, estructurando los contenidos y procedimientos a aprender en forma
de redes, esquemas y mapas conceptuales.
Lortie (1973, pg. 485) define el paradigma ecológico como aquel que describe, partiendo de los estudios
etnográficos, las demandas del entorno y las respuestas de los agentes a ellas, así como los modos
múltiples de adaptación.
A nivel escolar este paradigma estudia las situaciones de clase y los modos cómo responden a ellas los
individuos, para así tratar de interpertar las relaciones entre el comportamiento y el entorno.
Frente al análisis individual (como ocurre en el paradigma cognitivo) se prima el estudio del escenario de la
conducta escolar y social. Se subraya la interacción entre individuo y ambiente y se potencia la
investigación del contexto natural.
Utiliza como metáfora básica el escenario de la conducta y se preocupa sobre todo de las interrelaciones
persona - grupo y persona - grupo - medio ambiente. El aprendizaje contextual y compartido sería una de
sus principales manifestaciones. En este sentido el contexto, como conducta vivenciada y significativa para
el sujeto debe ser incorporado al aula y favorecer el aprendizaje significativo. Como tal el contexto se
convierte en vivencia interpretada y conceptualizada. Por ello es un importante recurso favorecedor de la
motivación y facilitador de la conceptualización.
De este modo el proceso de enseñanza aprendizaje no es sólo situacional, sino también personal y psico -
social. El aprendizaje compartido y socializador (Vygotsky) resulta importante para este paradigma.
Este aspecto ha sido tratado por Edwards y Mercer (1988, Barcelona, Paidós) En su obra: El
conocimiento compartido. El desarrollo de la comprensión en el aula.
Medina (1988) trata de evidenciar en esta misma línea los siguientes fenómenos del aula :
Pérez Gómez (1987, pg. 215) afin-na que uno de los aspectos más significativos del modelo ecológico es
su convencimiento de que la negociación se produce siempre, con o sin el convencimiento del profesor.
El proceso de comunicación y negociación del plan de actuación supone un momento de transición entre la
fase preactiva (programación) y la fase interactiva (realización) de la enseñanza.
Etnografía significa "descripción del modo de vida de una raza o grupo de individuos". Se interesa por lo
que la gente hace, cómo se comporta, cómo interactúa. Trata de descubrir sus creencias, valores,
perspectivas, motivaciones.... Y todo ello lo realiza desde dentro del grupo y dentro de las perspectivas de
los miembros del grupo; de ordinario mediante la observación participativa.
La metodología etnográfica aplicada a la escuela permite investigar en temas tales como la gestión de
las escuelas, el modo como se toman las decisiones, las relaciones intemas del personal, el ethos escolar,
la identidad de los maestros y alumnos, sus intereses y biografías, su contexto personal y social,... Para una
ampliación de este tema recomendamos la obra de Woods (1987, Barcelona, Paidós) , La escuela por
dentro: La etnografía de la investigación educativa.
El modelo de profesor que subyace es técnico - crítico y el modelo de curriculum es abierto y flexible.
El profesor ante todo es gestor del aula, que potencia interacciones, crea expectativas y genera un clima de
confianza. Su modelo de enseñanza-aprendizaje está centrado en la vida y en el contexto. Ambos resultan
muy importantes para favorecer el aprendizaje significativo a partir de la experiencia.
La evaluación que defiende este paradigma es sobre todo cualitativa y Normativa. Las técnicas a
desarrollar se centran prioritariamente en los procesos de enseñanza aprendizaje más que en los
resultados. Las técnicas más representativas que utiliza para evaluar son la observación sistemática, las
técnicas y cuestionarios, las escalas de observación y registros de observación, la entrevista.
Para profundizar en este paradigma recomendamos la lectura de Bronfenbrenner (1987), La ecología del
desarrollo humano, Barcelona, Paidós.
En nuestra propuesta de diseño curricular buscamos más la complementariedad que la contraposición entre
paradigmas y en concreto nos parece que ambos paradigmas cognitivo y ecológico pueden de hecho
complementarse para dar significación a lo aprendido. Vygostky (1979) afirma con rotundidad que el
potencial de aprendizaje (di-mensión cognitiva) se desarrolla por medio de la socialización contextualizada
(dimensión ecológico - contextual). Defendemos esta complementariedad de paradigmas por estas
razones:
El paradigma cognitivo se centra en los procesos del pensamiento del profesor (cómo enseña) y el
alumno (cómo aprende), mientras que el paradigma ecológico o contextual se preocupa del entorno y de la
vida de aula y ambos aspectos pueden y deben ser complementarios.
El paradigma cognitivo es más individualista (centrado en los procesos del individuo), mientras que
el paradigma ecológico es más socializador (centrado en la interacción contexto - grupo - individuo y
viceversa), por ello debemos buscar la complementariedad entre arnbos.
Por medio del paradigma cognitivo podemos dar significación y sentido a los conceptos a través de
la elaboración de mapas, esquemas y redes conceptuales para estructurar significativamente los
contenidos. Pero por medio del paradigma ecológico podemos estructurar significativamente la experiencia
y facilitar el aprendizaje compartido.
Desde esta perspectiva afinnamos que tanto Piaget como Bruner (dimensión constructivista del
aprendizaje, a partir de la experiencia que el alumno posee) son perfectamente complementables con
Ausubel (dimensión conceptualista del aprendizaje, a partir de los conceptos que el alumno posee). Sólo
desde esta doble dimensión razonablemente integrada tendrá sentido el aprendizaje escolar. Nuestro
modelo de diseño curricular pretende ofrecer una forma de hacer práctica (constructivista experiencias y
conceptualista) en el que adquieren la máxima significación los "hechos o ejemplos conceptualizables".
En síntesis diremos que el paradigma cognitivo (a partir de una adecuada estructuración significativa de los
contenidos, hechos y procedimientos) favorece el aprendizaje significativo individual, pero que el paradigma
ecológico nos facilita profundizar en la experiencia individual y grupal contextualizada. Y desde esta doble
perspectiva surge el interés y la motivación, lo que facilita la creación de actitudes y valores. Ambos
paradigmas se entremezclan en este trabajo, aunque insistiremos sobre todo en el primero, ya que está más
elaborado.