Objeciones Contra La Inspiración Bíblica

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Objeciones contra la inspiración bíblica

Daniel Iglesias, el 9.08.11 a las 11:53 AM

En este artículo presentaré y refutaré sucesivamente cuatro objeciones corrientes contra la


inspiración bíblica.
1. La veracidad de la Biblia
Los críticos anticristianos manejan una gran cantidad de objeciones contra la veracidad de la Biblia.
Responder aquí detalladamente cada una de sus objeciones sería imposible, porque requeriría
demasiado espacio y tiempo. Sin embargo, es posible refutar globalmente la gran mayoría de esas
objeciones, concretamente las objeciones que no toman en cuenta la finalidad religiosa de la Biblia, ni
sus géneros literarios, ni su contexto histórico y cultural.
Las objeciones mencionadas se inscriben típicamente dentro de un conjunto de problemas bien
conocido, que dio en llamarse “la cuestión bíblica”, muy debatida entre los estudiosos de la Biblia
desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XX. Después de un tiempo de maduración, los principios
generales de la solución de la cuestión bíblica fueron aceptados oficialmente por la Iglesia Católica en
1943, por medio de la encíclica Divino Afflante Spiritu del Papa Pío XII. De modo que lo menos que
puede decirse de estas objeciones anticristianas es que están bastante pasadas de moda.
La gran mayoría de los argumentos contrarios a la veracidad de la Biblia pueden ser esquematizados
así en forma de silogismo:
• Premisa mayor: Si la Biblia es Palabra de Dios, entonces no enseña ningún error.
• Premisa menor: Pero la Biblia contiene muchos textos que enseñan cosas falsas, contradictorias
entre sí o con verdades demostradas por las ciencias naturales o históricas.
• Conclusión: Por lo tanto, la Biblia no es Palabra de Dios.
La premisa mayor es verdadera, pero la premisa menor es falsa; por lo tanto, la conclusión es
inválida.
Analicemos más de cerca la premisa menor. Ella supone implícitamente una interpretación
fundamentalista de la Biblia, es decir algo muy diferente de la interpretación católica de la Biblia. El
fundamentalismo (propio de muchas comunidades eclesiales de origen protestante y de algunos
grupos semi-cristianos) rechaza el estudio histórico-crítico de la Biblia y da a la Sagrada Escritura una
interpretación simplista y superficial, atada al sentido aparente de los textos. La exégesis católica,
en cambio, utilizando la fe y la razón, se empeña en un estudio científico de la Biblia iluminado
por la fe cristiana.
Ilustraré esto con un ejemplo. El capítulo 1 del Génesis relata la creación del universo por obra de
Dios. Según este relato, Dios empleó seis días para crear todo lo visible y lo invisible; en el sexto día
Dios creó al ser humano y en el séptimo día descansó. Una interpretación fundamentalista de este
capítulo lleva a rechazar todos los descubrimientos científicos que suponen una evolución cósmica y
biológica de miles de millones de años previa a la aparición del hombre sobre la Tierra. La
interpretación católica, en cambio, se basa en los siguientes dos principios:
“Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, se sigue
que los Libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar
en dichos libros para salvación nuestra.” (Concilio Vaticano II, constitución dogmática Dei Verbum, n.
11).
“El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice e intenta decir, según su tiempo y cultura, por
medio de los géneros literarios propios de su época.” (Ídem, n. 12).
Vale decir que la interpretación católica de la Biblia distingue la verdad salvífica transmitida por la
Escritura de los recursos literarios utilizados como medio de transmisión de dicha verdad. En el
ejemplo citado es muy claro que, por medio de Génesis 1, Dios no pretende enseñarnos una
cosmología arcaica, sino verdades de orden religioso tales como las siguientes: Todo lo que existe ha
sido creado por Dios. Todo lo que Dios ha creado es bueno. El ser humano es la cumbre del universo
material. El hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios.
La necesidad de tomar en cuenta el género literario de un texto para darle una interpretación
racional es muy clara. No es correcto interpretar una narración épica del mismo modo que un poema,
un drama o un ensayo filosófico. Sería absurdo rechazar la verdad de la parábola del hijo pródigo con
base en que históricamente no existió aquel “padre que tenía dos hijos". Este error es semejante al
cometido en la clase de argumentos críticos que estamos comentando.
Es muy importante comprender bien el sentido de la doctrina católica sobre la inerrancia de la
Biblia. La Iglesia Católica cree que la Biblia enseña sin error la verdad que Dios quiso transmitirnos
(a nosotros los hombres) para nuestra salvación. Por lo tanto estamos tratando en principio acerca de
verdades religiosas, no de verdades científicas. La lectura de la Biblia permite conocer la cosmología
de los antiguos hebreos, pero también permite conocer algo infinitamente más importante: la verdad
sobre Dios y la verdad última sobre el hombre, sobre su origen, su fundamento, su vocación y
su destino.
La Biblia no es un manual de ciencia y ni siquiera, hablando estrictamente, un libro de historia, sino
un libro que nos transmite verdades religiosas importantes para nuestra salvación por medio de
géneros literarios propios de una cultura de la Antigüedad. Muchas veces la Biblia nos transmite su
mensaje de salvación por medio de la narración de una historia, pero se trata entonces de una
“historia teológica", o más bien de una “teología histórica", un descubrimiento profético de la Palabra
de Dios a través de los sucesos históricos.
Como escribió el Cardenal Baronio hacia el año 1600: «El propósito del Espíritu Santo, al inspirar la
Biblia, era enseñarnos cómo se va al Cielo, y no cómo va el cielo.» Si los críticos quieren emitir un
juicio sobre la veracidad de la Biblia, deben elevar su mirada y apuntar al verdadero objeto de la
enseñanza bíblica, una verdad propiamente religiosa. Al leer la Biblia desde esta perspectiva –la
única correcta– se desvanece la falsa impresión de que la Biblia enseña cosas contradictorias. Las
afirmaciones aparentemente falsas, referidas a cuestiones científicas, históricas, etc., son medios
literarios que los autores sagrados utilizan para transmitir verdades religiosas que son siempre
verdaderas y coherentes entre sí.
2. La autoría humana de la Biblia
Esta objeción tiene la siguiente forma:
• Premisa mayor: Si la Biblia es Palabra de Dios, entonces no tiene autores humanos.
• Premisa menor: Pero la Biblia tiene autores humanos, como se demuestra por ejemplo por medio
de la influencia de los mitos babilónicos en los relatos bíblicos de la creación y el diluvio.
• Conclusión: Por lo tanto, la Biblia no es Palabra de Dios.
La premisa mayor es falsa; por lo tanto, a pesar de que la premisa menor sea verdadera, la
conclusión es inválida.
La Biblia es un conjunto de libros escritos por autores humanos inspirados por Dios. Dios es el
autor principal de la Biblia; no obstante, los hagiógrafos o escritores sagrados, aunque escribieron
todo y sólo lo que Dios quiso que escribieran, son también verdaderos autores.
Los cristianos no creemos que nuestra Sagrada Escritura haya sido escrita en el cielo, como creen
los musulmanes respecto del Corán y los mormones respecto del Libro del Mormón. Tampoco
imaginamos la inspiración bíblica como una especie de trance espiritista. Si bien Dios es la causa
principal de la Biblia y los hagiógrafos son sus causas instrumentales, éstos no fueron utilizados por
Dios del mismo modo que un músico usa su instrumento musical. Los hagiógrafos obraron como
instrumentos de Dios, pero conscientes y libres. Cada autor sagrado escribió siguiendo un plan
determinado, conforme a su propio estilo de pensamiento y de escritura, utilizando unos géneros
literarios escogidos por él dentro del marco de la cultura de su época y de su ambiente. La inspiración
bíblica consiste en que el Espíritu Santo iluminó las mentes de los hagiógrafos y los asistió para que
transmitieran por escrito y sin error la Divina Revelación. Ni siquiera es necesario que los autores
sagrados fueran siempre conscientes de esta inspiración divina mientras escribían la Biblia.
3. La santidad de la Biblia
Esta objeción tiene la siguiente forma:

• Premisa mayor: Si la Biblia es Palabra de Dios, entonces no aprueba el pecado.


• Premisa menor: Pero la Biblia aprueba el pecado, como por ejemplo en el relato del incesto de las
dos hijas de Lot, en Génesis 19.
• Conclusión: Por lo tanto, la Biblia no es Palabra de Dios.
La premisa mayor es verdadera, pero la premisa menor es falsa; por lo tanto, la conclusión es
inválida.
La falsedad de la premisa menor es evidente. El hecho de que la Biblia narre un pecado no implica
que lo apruebe. A lo largo de toda la Biblia se advierte claramente un rechazo radical del pecado.
Esto no es obstáculo para reconocer que la revelación bíblica fue gradual, particularmente en lo que
se refiere a la doctrina moral del Antiguo Testamento.
4. La historicidad de los Evangelios
Esta objeción tiene la siguiente forma:

• Premisa mayor: Si la Biblia es Palabra de Dios, entonces los Evangelios son biografías exactas de
Jesús.
• Premisa menor: Pero los Evangelios no son biografías exactas de Jesús, como se demuestra por
ejemplo por medio de las diferencias entre los distintos relatos evangélicos de la pasión, muerte y
resurrección de Jesús.
• Conclusión: Por lo tanto, la Biblia no es Palabra de Dios.
La premisa mayor es falsa; por lo tanto, a pesar de que la premisa menor es verdadera, la conclusión
es inválida.
La Iglesia Católica ha afirmado siempre con firmeza la historicidad de los Evangelios. Sin
embargo, esto no equivale a afirmar que los Evangelios son “biografías exactas” de Jesús, en el
sentido moderno de esta expresión. Conocer la crónica periodísticamente completa y exacta de la
vida y las obras de Jesús de Nazaret no es necesario para nuestra salvación. Por eso no debe
preocuparnos el hecho de que los Evangelios no nos permitan reconstruir con plena certeza la
cronología y la topografía de las andanzas de Jesús.
Los Evangelios narran la historia de una persona determinada en un lugar y una época
determinados. La concordancia de las narraciones evangélicas con la geografía, la historia, la
lengua y la cultura de la Palestina de comienzos del siglo I es tan perfecta y completa que sitúa a los
Evangelios a una distancia abismal de cualquier mitología. Aunque a veces no podamos saber con
total seguridad si unas palabras determinadas son las mismísimas palabras originarias de Jesús, los
Evangelios nos transmiten la doctrina de Jesús sin deformaciones. La imagen que nos ofrecen de
Jesús es la de un personaje singularísimo, inmediatamente reconocible.
Los Evangelios nos ofrecen un testimonio de fe sobre Jesús de Nazaret. Fueron escritos por
cristianos con la intención de transmitir a otros el Evangelio o Buena Noticia de Jesucristo, el Hijo de
Dios. Pero esto no quita nada del valor histórico de dicho testimonio. Los Evangelios en general, y los
relatos de la pasión, muerte y resurrección de Cristo en particular, deben ser considerados
testimonios sustancialmente fidedignos desde el punto de vista histórico. Esto se puede demostrar
aplicándoles los mismos criterios de historicidad que son utilizados para juzgar los documentos de la
historia profana.
(Daniel Iglesias Grèzes, Razones para nuestra esperanza. Escritos de apologética católica,
Centro Cultural Católico “Fe y Razón”, Montevideo 2009, Capítulo 7; libro disponible
en: http://stores.lulu.com/feyrazon).

Categorías : Biblia

« La historicidad de los Evangelios según la doctrina católica “En el principio era el Logos” – Prólogo »
7 comentarios

Luis Fernando
Muy buen artículo, Daniel.

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DIG: Muchas gracias, Luis Fernando.


09/08/11 12:15 PM

Quique Fernández
Uno de los mejores artículos que he leído en todos estos años en Infocatólica (y han sido unos cuantos de muy
buenos).
Felicito a Daniel Iglesias porque nos ha acercado de una manera muy didactica "Dei Verbum" (Constitución del
Concilio Vaticano II), "La interpretación de la Biblia en la Iglesia" (Documento de la Pontificia Comisión Bíblica)
y "Verbum Domini" (Exhortación Apostólica Postsinodal de Benedicto XVI)
Muchas gracias!!!

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DIG: Muchas gracias, Quique.


09/08/11 1:25 PM

JuanArgento
En adicion a los documentos mencionados en el comentario anterior, es util tener en cuenta a la instrucción
«Sancta Mater Ecclesia» de la Pontificia Comisión Bíblica del 21 de abril de 1964 sobre la verdad histórica de
los Evangelios. En el sitio del Vaticano está solo en italiano ("Curia Romana" > "Congregaciones" > "Pontifica
Comision Biblica" bajo "Doctrina de la Fe"), y la unica traduccion que pude hallar es:

http://www.eltestigofiel.com/dialogo/publicaciones.php?ide=169
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DIG: Gracias, Juan. ¡Buen aporte!


09/08/11 6:45 PM

Ricardo de Argentina
Excelente también por la clara exposición de un tema de por sí complejo. Gracias Daniel.

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DIG: Gracias a ti. Es reconfortante saber que lo que uno ha escrito ha servido de algo.
10/08/11 1:46 AM

rastri
La Biblia es la exhortación constante que Dios hace a los hombres, individual y colectivamente. Y por ende lo
primero que debe de hacer el interesado en la Biblia, si quiere sacar sano provecho, es establecer la prioridad
de valores individuales y colectivos que de ésta se desprenden y a él se ajustan, y obrar en consecuencia.

Para leer la Biblia lo primero que hay que tener es sana intención de aprender y saber dónde y cómo, uno
como lector interesado, se encuentra en la misma. Y después, libre de prejuicios propios y ajenos,lo dicho:
obrar en consecuencia. Lo cual no es fácil

- Y lo más importante curarse en sustos de enagenación mental. Admitiendo que la Biblia es un libro vivo que
procede de un Dios vivo. Y que por ende en lógica circunstancia de modo de tiempo y lugar, por el poder de
Dios, este libro puede ser corregido o cambiado.

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DIG: "Tu palabra, Señor, es la verdad y la luz de mis ojos" (Salmo). "Los cielos y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán" (Jesucristo).

10/08/11 9:03 AM

ezequiel
Aunque en la mayoria de mis comentarios en su blog no hemos coincidido,creo que ahora si.Por eso me
gustaria hacer una aportacion en cuanto a lo que ha mencionado de Genesis.

Los seis dias creativos no son dias de 24 horas¿porque lo sabemos? La propia Biblia nos da la solucion:
(Génesis 2:4) . . .Esta es una historia de los cielos y la tierra en el tiempo en que fueron creados, EN EL DIA
que Jehová Dios hizo tierra y cielo. . .

Podemos decir que este texto resume todos los dias creativos anteriores,englobandolos en uno solo, PARA
ELLO USA DE NUEVO LA PALABRA DIA.Es evidente que la palabra dia no se usa para 24 horas,sino como
unidad de tiempo y de duracion diferente,dependiendo el caso.

Ademas:
(2 Pedro 3:8) . . .que un día es para con Jehová como mil años, y mil años como un día.

DIOS NO MIDE EL TIEMPO COMO NOSOTROS.


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DIG: Bien, pero mi punto es que Génesis 1 es un texto escrito para enseñar religión, no cosmología.
11/08/11 12:41 PM

ezequiel
Olvide decir,que de esta forma la ciencia y la Biblia estan en armonia en el caso de Genesis y la Creacion.

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DIG: Gracias, Ezequiel, pero me temo que tu línea interpretativa va en el sentido del concordismo. Por favor lee
mi siguiente post.
11/08/11 12:59 PM

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