Trabajo Jorge Mamani - Proceso Cautelar
Trabajo Jorge Mamani - Proceso Cautelar
Trabajo Jorge Mamani - Proceso Cautelar
FACULTAD DE DERECHO
CURSO:
SEMINARIO DE DERECHO CIVIL Y PROCESAL CIVIL
PROCESO CAUTELAR
ALUMNO:
INTRODUCCION
Uno de los mecanismos necesarios y trascendentales en el proceso civil, qué duda
cabe, es la tutela cautelar, que tiene por objeto asegurar la eficacia y efectividad de la
decisión final que emite el juez en la sentencia. Este objeto se torna necesario como
consecuencia del trascurrir del proceso, la dilación de los plazos procesales, la
indebida actuación de algunos abogados litigantes, la excesiva carga procesal, así
como la carencia de recursos técnicos en los órganos de justicia, que, combinados,
hacen que el proceso se prolongue más allá del tiempo que la norma prevé para la
solución de aquel conflicto de intereses o incertidumbre jurídica.
A esta realidad no escapa la norma procesal. Por ello, el Estado faculta al órgano
jurisdiccional, previa solicitud de la parte interesada, a adoptar medidas destinadas a
asegurar el resultado del proceso mientras este va transcurriendo. Sin embargo, no
basta con el pedido o la pretensión cautelar para obtener una resolución en tal sentido.
Se requiere, además, de determinados presupuestos para lograrlo: el fumus boni iuris
y el periculum in mora.
Por su parte Allorio señala que sin atacar directamente la autonomía procesal de la
cautela, esta se encuentra fuera de la injerencia propia del derecho procesal. En
efecto, sostiene que todo aquel que sea titular de un derecho material o que reclame
serlo tiene a su vez y sobre ese mismo derecho, otro denominado derecho sustancial
de cautela.
1. CONSIDERACIONES GENERALES
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Las primeras medidas cautelares puestas de manifiesto, de manera científica en
obras del Derecho sistematizado ocurrieron en la década de los 80, cuando se
trataron de medidas cautelares suspensivas en tema de amparo que había
regulado la Constitución de 1979.(1) pues antes de describió al embargo como la
única medida típica en cautelar de modo exegético (2).
Las medidas cautelares suspensivas se habían regulado por ley en materia de
procesos de amparo, que se desarrollaron a partir de 1983 (3) permitiéndose que
los jueces civiles puedan dictar la suspensión de cualquier acto o resolución
violatoria de garantías constitucionales previstas ya en la novísima Constitución
d 1979 dando lugar a que cuando se pretendió nacionalizar o estatizar al sistema
bancario y financiero del país en el primer gobierno del Presidente García Pérez,
los jueces de Lima principalmente, prácticamente dicten medidas cautelares ,
impidieron la aplicación de tal voluntad política de entonces, dispuesta por
legislación que nunca pudo concluirse.
Las medidas cautelares no sólo las aplican los jueces y otras autoridades que
por leyes tienen competencia para ello (5) La cautela como su nombre lo indica
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es atributo de todo sujeto cauteloso para llevar a cabo cualquier negocio, así
como la contra cautela es propia de todo vendedor, prestamista o acreedor en
general como lo destacó y anticipó el maestro Couture en los años anteriores a
su fallecimiento
En nuestro país se elaboran ponencias de modo serio sobre este epígrafe, como
o el que sirve de base a este trabajo presentado por Nelson Ramírez Jiménez
(8) que destacó la frecuencia de malicia y temeridad en cuanto medidas
cautelares se refiere, pues siendo noble la Institución deviene en innoble su uso
señalando como posibles causas:
1. La actitud omisiva de la Corte Suprema
2. Participación pasiva de la OCMA
3. Papel nulo de los Colegios de abogados
4. Ser un problema del propio proceso que radica en:
a) Normatividad insuficiente (Arts 611, 612, 613, 621, 630, 637 y 639 del
CPC vigente.
En el Art. 613, porque es un tercero “el Juez” quien debe graduar y otorgar o no
la solicitud cautelar
1.- el mismo criterio debiera aplicarse cuando es el órgano revisor quien declara
infundada la demanda.
2.- Que para cuando la sentencia declara improcedente la demanda; y
3.-Impugnación de la resolución que ordena la cancelación procedencia y sus
efectos.
Respecto al Art. 637 que establece que al término de la ejecución, se notifica al
afectado, sólo a partir de ese momento puede apelar, acotando:
1. Si la apelación se concede sin efecto suspensivo ¿Porque no admitir, la
apelación de manera inmediata?
2. Nulidad de la medida cautelar como remedio. La tramitación depende la
discrecionalidad del Juez.
3. La revisión debe tener preferencia procesal pues se ha dictado “inaudita
par”.-
4. Propone crear una Sala superior, con competencia para las medidas
cautelares o de tutela urgente.
Finalmente en relación al Art. 639, declara que cuando dos o más medidas
afectan un mismo bien, , se atenderá la prelación surgida de la fecha de su
ejecución; sino se pudiese precisar la fecha se atenderá la naturaleza de los
derechos que sustentan la pretensión, acotando:
1. Revisar el parámetro de la fecha de ejecución
2. La norma atiende a la problemática de las medidas que no se excluyen
entre sí, se pregunta como se soluciona el caso de medidas de diferente
naturaleza que afectan un bien?.
3. Se podrá aplicar el parámetro del Art. 2022 del Código Civil.?
4. Con esta misma remisión, salió al frente y discrepando Eugenia Ariano
Deho (9) quien considera que es la carencia del “contradictorio” el origen de las
fallas en las medidas cautelares, no previstas en el vigente CPC sobre este
Tema; a los que se agrega la falta de precisión en el CPC vigente sobre la
“competencia” .
Nosotros agregamos que como lo hemos acotado en libros comentarios del CPC
vigente, que es la falta de exposición de motivos del vigente CPC que agudiza
sus críticas en la teoría y en
El Profesor Juan Monroy Gálvez principal autor y revisor del Código Procesal
Civil propone “Reformar la materia cautelar (11) los hace este año, esto es, a
casi 16 años de la vigencia del Código Procesal Civil y después que el Poder
Ejecutivo haya dictado las Reformas del 2008 (12) con vigencia inmediata en
algunos de los dispositivos y a partir del 29 de diciembre del año pasado en tres
de los artículos.
Dispositivo por dispositivo modificado, según Monroy Gálvez comparado con los
del CPC de 1993 no tiene mayor trascendencia (15)
Considerando en el Art. 687 comentado que la modificación es de lo más
absurda, pues la anterior tenía como objetivo permitir al demandante solicitar
una declaración de “Statu quo como al momento de la presentación de una
demanda y no antes.
2. EL PROCESO CAUTELAR
Autonomía del procedimiento cautelar
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Es importante poner en consideración que la tutela cautelar cuenta con una autonomía
procedimental en cuanto a su trámite, forma de presentación, requisitos, concesión por
parte del juez, forma o manera de ser concedida, ejecución, etc.; lo cual dista de la
pretensión principal que detenta el demandante en un proceso principal, cuyo trámite
secuencia y plazos no se encuentran vinculados al procedimiento cautelar (salvo en la
medida cautelar fuera de proceso), ello porque que el objeto en cada caso difiere el
uno del otro en razón de lo que buscan en cada caso.
Conforme precisa el artículo 635° del Código Procesal Civil, todos los actos relativos a
la obtención de una medida cautelar, conforman un proceso autónomo para que se
forme cuaderno especial.
Esta autonomía es esencial ordenar mejor el proceso y para una tramitación más
rápida, evitando el entorpecimiento mutuo de ambos procesos, garantizar además la
reserva de los actos procesales necesarios para el dictado oportuno de la medida
independientemente de la demanda principal
Se debe, además, dictar inaudita parte, es decir, sin audiencia del afectado, para así
evitar la posible frustración por parte del demandado. Sin embargo, esto último viene
siendo discutido por quienes consideran que ello puede resultar arbitrario y perjudicial,
planteando por ello la postura tendiente a que, previo al dictado de la misma, se
conceda audiencia al futuro ejecutado y se garantice el derecho de defensa y el debido
proceso.
4. Juez competente
Sobre la competencia del juez que dicta la medida cautelar fuera de proceso, resulta
interesante leer el comentario que realiza Rivas al respecto:
El artículo 608 del CPC no significa sino atribuir al juez el poder jurídico de dictar tales
medidas, pero no que por su sola adopción puede fijarse definitivamente la
competencia, alterándose la regla fundamental prevista al efecto. No obstante ello, el
artículo 608 tiene otro significado, ya que sirve para posibilitar que aun siendo
incompetente, en caso de urgencia o de necesidad, el magistrado requerido puede
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dictar la medida cautelar sin perjuicio de la ulterior radicación ante el juez competente.
En todo caso tendrá la posibilidad de declarar su incompetencia oficiosamente, de
acuerdo a los términos del artículo 35 y la parte afectada, la de cuestionarla
oportunamente al saber de la medida trabada.[3]
Es importante que el juez que conozca del proceso principal sea el que también
conduzca el procedimiento cautelar. Si bien el trámite de ambos no lo vincula, ya que
existe como hemos visto una autonomía, quién más que el juez que conoce del
proceso principal para que tenga todos los elementos necesarios a fin de otorgar o no
la medida cautelar solicitada en base a los hechos acontecidos en el proceso principal.
Le permite tener una mejor visión del comportamiento de las partes en el proceso y la
necesidad en el dictado de la tutela cautelar.
5. Oportunidad
Respecto de la oportunidad en que puede operar la medida cautelar, esta puede ser
solicitada y concedida antes del proceso o con posterioridad al inicio este. En el primer
supuesto, esta medida está sujeta a la condición de formular su pretensión dirimente
ante la jurisdicción dentro de los diez días posteriores a la ejecución (artículo 636 del
CPC). Igual exigencia corre para el caso de medidas cautelares dictadas antes del
inicio del procedimiento arbitral.
El citado artículo 636 del CPC establece claramente en primer lugar la materialización
de la ejecución de la medida dictada y, en segundo lugar, la presentación de la
demanda dentro de los diez días posteriores a dicho acto (ejecución). Se deberá tener
en cuenta aquí si la pretensión principal resulta ser materia conciliable o no a fin de
poder exigir el requisito de la conciliación.
6. Finalidad
Siguiendo a Carnelutti y a Calamandrei[4] podemos decir que la medida cautelar tiene
como función “evitar que se realicen por el demandado, durante el curso del proceso,
actos que impidan o dificulten la efectividad de la satisfacción de la pretensión que se
ejercita”. De esta manera se busca que el demandado, al conocer el proceso en su
contra, no pueda disponer de los bienes respecto de los cuales pudiera recaer la
ejecución de la decisión principal y tornarla en inejecutable, impidiendo la
materialización de la tutela jurisdiccional en la fase ejecutiva.
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7.2. Peligro en la demora (periculum in mora)
Esto permite decir que si el objeto de la medida de no innovar tiene como finalidad
asegurar la pretensión dineraria, ella no resulta adecuada, porque perfectamente
puede recurrirse para tales fines a las medidas propias de una futura ejecución
forzada. El aseguramiento de un bien, con el solo objetivo de la posterior ejecución
forzada, no conlleva a la necesidad de la inmutabilidad del bien o de la cosa, ya que
incluso pueden ser sustituidos por otros bienes en cuanto puedan responder a la
eventual y posterior ejecución.
9. La contracautela
9.1. Concepto
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como aseguramiento preventivo del eventual derecho al resarcimiento de los daños,
que podría surgir si en el juicio definitivo la medida provisoria es revocada, a favor de
aquel contra quien ha sido ejecutada.[6]
9.2. Naturaleza
Debe tenerse en cuenta que la contracautela no es más que una garantía procesal
fijada por la ley con la finalidad de obtener un resarcimiento para el ejecutado en caso
sea perjudicado con el dictado de la decisión cautelar. En tal sentido, no es un
presupuesto para el otorgamiento de la medida cautelar. Así también lo señala
Peyrano al indicar que la prestación de la contracautela no es un requisito para su
procedencia, sino solo un presupuesto para que resulte viable su ejecución[7]
9.3. Clases
Contracautela real
En este tipo de contracautela, el demandante solicitante de la medida cautelar propone
la afectación de un bien, sea este mueble o inmueble con la finalidad de asegurar el
cumplimiento de los daños que pudiera causar la medida cautelar solicitada por esta
parte.
Contracautela personal
Con relación a la contracautela de naturaleza personal viene a estar constituida por
aquella promesa de pago en una suma de dinero. Esta puede resulta de realización
cierta o no, así tenemos:
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El art. 311 del Nuevo Código Procesal Civil (en adelante CPC) se refiere a dos
aspectos de las medidas cautelares civiles, los requisitos (parágr. I) y sus
presupuestos (parágrs. II y III).
El demandante debe indicar la medida concreta que pide, sobre qué bienes o
derechos del demandado recaerá y el alcance. Es el solicitante quien fija lo que
pide, pero el juez puede, en atención al principio de proporcionalidad, modular
su alcance e incluso modificarla (art. 314.I CPC). Este principio (mencionado
en el art. 320 CPC) guarda relación con el principio de igualdad en cuanto que,
si bien el actor tiene derecho a la protección de una eventual sentencia
estimativa de su pretensión, el solicitante, al no haber recaído aún un
pronunciamiento judicial definitivo en su contra también tiene derecho a que no
se grave innecesariamente su patrimonio produciéndose, de esta manera, un
real y efectivo mayor perjuicio, que el eventual beneficio del solicitante.
Sea como fuere, lo cierto es que el art. 311 CPC solo se refiere a los dos de
ellos, ya que la contracautela solo es obligatoria en los casos de intervención
judicial (art. 320 CPC), pudiendo concederse sin ella en los demás casos.
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La apariencia de buen derecho se exige como una justificación necesaria de la
cautelar, ya que solo podrá otorgarse a quien, por lo menos en apariencia,
podría ser el beneficiado con una sentencia favorable. Evidentemente la
definición de la contienda judicial se hará en la sentencia con la declaración del
juez. Pero no podemos esperar hasta tener certeza plena del derecho (la
sentencia) para otorgar una cautelar, en este estadio procesal pierde sentido,
ya que, más bien se abre paso a las medidas ejecutivas y procederá, si
contiene una obligación de condena y así lo pide la parte, la ejecución del
fallo3. Si la cautelar busca asegurar que dicha sentencia pueda cumplirse debe
otorgarse desde el inicio mismo de la contienda judicial, e incluso antes, como
lo permite el CPC.
La expresión latina fumus boni iuris describe muy bien este presupuesto. No es
necesario probar el “fuego”, eso se hará en el transcurso del proceso y en el
periodo probatorio. Por ahora, solo es necesario el fumus. Si existe humo,
previsiblemente habrá fuego.
Hoy el legislador es más claro y establece este presupuesto entre las normas
generales aplicables al proceso cautelar y, además, en un artículo específico
relativo a los requisitos y presupuestos de procedentica (art. 311 CPC). Esta
norma parte de (1) la pendencia del proceso (hecho actual), pero a la vez exige
que este, (2) previsiblemente (hecho futuro), pudiese causar perjuicio o
frustración en la efectividad de la posible sentencia estimatoria de la
pretensión. Junto a estos dos elementos la Ley pide que la cautelar solicitada
(3) sea indispensable para asegurar la tutela principal o el resultado de la
sentencia. Estos tres elementos deben concurrir y demostrarse para la
obtención de la tutela cautelar.
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sustento y fundamento de las cautelares precisamente porque,
lamentablemente la sentencia (momento culmine del proceso) no se dicta de
modo inmediato una vez presentada la demanda, ya que es necesaria -por
ejemplo- la actividad probatoria para lograr el convencimiento del juzgador
sobre la veracidad de los hechos y titularidad del derecho alegado en la
demanda, y todo esto se desarrolla en un periodo de tiempo más o menos
largo. Sobre ello el TCP se pronunciaba en estos términos: “el periculum in
mora, que importa el riesgo de dilación en la tramitación del proceso e
ineficacia de la resolución en la que concluya” (SCP 0339/2012 de 18 de junio;
SCP 1805/2014 de 19 de septiembre; SCP 1435/2015-S2, del 23 de diciembre;
SCP 1265/2015-S2, del 13 de noviembre, SCP 0402/2015-S2, del 20 de abril,
SCP 0242/2015-S2, del 26 de febrero; SCP 0201/2015-S2, del 25 de febrero).
El segundo de los elementos exigidos por el art. 311.II CPC es que existan
situaciones (naturales o jurídicas) que pudiesen hacer ineficaz la sentencia (su
ejecución). Este es un presupuesto sine qua non para otorgar una cautelar.
Textualmente la norma citada indica que se otorgarán “siempre que exista
peligro de perjuicio o frustración del mismo por la demora del proceso”. La
locución latina utilizada por la doctrina para referirse a él lo expresa en tres
palabras: periculum in mora. En otras palabras, que la extensión temporal del
proceso sea un peligro para el actor.
La norma indica que el riesgo (peligro) debe referirse a un posible (1) perjuicio
(daño) o (2) frustración del proceso (ejecución de la sentencia). No dice más.
Pero la doctrina se ha encargado de hacer una determinación más concreta.
Así por ejemplo, una situación de insolvencia amenaza una ejecución genérica,
la venta de un bien inmueble la de una acción declarativa de dominio, la
pérdida u ocultación de una cosa amenazan una ejecución específica5. Es
decir, la pendencia del proceso debe estar relacionada con una concreta
situación de peligro que se intenta evitar.
Por último, la medida solicitada debe ser indispensable para conjurar el peligro
alegado. A este elemento debemos agregar que la cautelar sea proporcionada
(art. 320 CPC) a la tutela principal solicitada.
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3. Prueba documental de los presupuestos.
Por esto llama particularmente la atención la exigencia del art. 311.III CPC en
cuanto a la necesidad de justificar documentalmente los presupuestos de las
cautelares (apariencia de buen derecho y peligro en la demora). Esto porque el
documento no es el único medio por el que se demuestran los hechos en el
proceso civil6.
Por otro lado, el art. 311 CPC impone como condición que la cautelar (1) sea
indispensable para la protección del derecho y (2) que exista peligro de
perjuicio. Es decir, en muchos casos se tratará de una previsibilidad de hechos
futuros que ocasionarían, también previsiblemente, algún daño. Considero que
esta concreta situación es más difícil de probar mediante documentos, incluso
la apariencia de buen derecho.
En conclusión, soy del criterio que las cautelares no pueden estar sujetas a
requisitos tales que hagan de ellas un medio de imposible o difícil acceso.
Precisamente el equilibrio en la facilidad de acceso a la medida lo daba la
exigencia de caución, hoy no del todo obligatoria conforme el art. 320 CPC.
CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFIA
4. TORRES VASQUEZ Aníbal. Teoría General del Contrato, Tomo I. Primera edición.
Pacifico Editores S.A.C., Lima 2012
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ANEXOS
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