Perlongher
Perlongher
Perlongher
Apuntes de clase
Perlongher pretende romper binarismos: “no nos interesa el gheto gay” --> teoría de la
deriva (Deleuze, Guattari: devenir mujer).
Ensayos de Prosa plebeya (del 83 al 89: vuelta a la democracia, pero igual el aparato
represor seguía funcionando, edictos policiales):
1. “Nena, ponete el saquito”
2. “El sexo de las locas” --> cita a Freud
> hablar de homosexualidad en la Argentina no es solo
hablar de goce sino de terror: prácticas del terror que
anteceden al genocidio de la dictadura y contribuyen a
explicarlo.
3. “Los devenires minoritarios” (Deleuze: devenir mujer). El devenir es el espacio
del entre.
4. “Matan a un marica”.
El deseo como algo nunca fijo, siempre móvil. Deriva del yo, errancia del sujeto que
está disponible.
Austria-Hungría: primer libro, 1980 – editado por Tierra baldía (editorial de Fogwill).
poema central: diálogo entre dos locas, Austria y Hungría, que se debaten sobre la
invasión de los germanos. Referencialidad histórica bastante extraña: ¿qué
tiene que ver con Argentina? También hay en los poemas una geografía
exótica.
NEOBARROSO: neobarroco pasado por el barro del Río de la Plata, hundido en el lodo.
Amaneramiento.
Austria-Hungría:
I. “Escenas de la guerra”. Epígrafe: llegan los soldados. // II. ¿Por qué seremos tan
hermosas?. Momento de escritura: dictadura militar. Austria y Hungría (las locas,
son invadidas ---> hay cierto placer y goce en la invasión) // germanos
(fachos/machos que invaden). Dice Palmeiro que es un libro sobre la dictadura,
aunque no haya referencias a eso. Opresión y resistencia: maricas resistiendo los
embates del Estado. “Libro dividido en dos partes con respectivos subtítulos:
“Escenas de la guerra”, que tiene como epígrafe “llegan los soldados”, y “Por qué
seremos tan hermosas”, título también del primer poema de esta serie. Esa
organización marca los dos movimientos del libro: la opresión y la resistencia”. La
lectura de Palmeiro es complaciente y dicotómica: ¿el rizoma dónde está?
Referencias históricas que no parecen armar sistema. Las referencias invitan a
anclar sentidos, pero ruido, agua (excepto la guerra en sí).
Emoción del devenir mujer --> voces femeninas.
Historia en polvorosa --> lo antiguo (polvo), el polvo sexual, el polvo de maquillaje,
el polvo de la guerra: sentidos que se abren, polisemia, polifonía. Dice
Palmeiro: “tres posibilidades: polvo como maquillaje, artificio femenil, máscara,
simulacro; polvo como metáfora bíblica de la muerte (que en Perlongher
estará siempre ligada a la sexualidad) y finalmente, según el habla coloquial,
como acto sexual, coito. De hecho, esos tres flujos de sentido que manan del
polvo conforman la máquina de guerra que, articulada en el lenguaje, dará
como resultado la barrosidad de la escritura. “El polvo” es entonces un
puente entre una y otra parte de Austria-Hungría, y uno de los poemas de
mayor interés para esta lectura, porque constituye un programa para una política
sexual”.
“La murga, los polacos”. Murga: elemento rioplatense (la afirma y niega en el
poema. Polonia que no es, no es--> como diciendo “no se tomen esto al pie de la
letra”, advertencia contra una lectura referencial).
Sí hay un eje que recorre los textos: la violencia: violencia sexual y política.
“Canción de amor para los nazis en Baviera”: penetración con una esvástica:
sexualidad y violencia, sexualidad y riesgo, sexualidad y muerte. Suerte de
juego masoquista, experiencia del goce, violencia y placer, erotización del
nazismo. Violencia exacerbada que lo convierte en objeto erótico. Violencia sádica
(vinculación con “Matan a un marica” y ensayo sobre los mishés). Sontag:
fascinante fascismo: ¿por qué carga erótica y sexual del fascismo?. Bataille:
sexualidad vinculada con las prohibiciones y las restricciones; erotismo vinculado
con lo transgresor, vinculación sexualidad y muerte, temor de un desenfreno
sexual (erotismo) --> la sexualidad se normativiza o se vuelca al erotismo.
Erotismo y conciencia de la muerte: la sexualidad humana se diferencia de la
sexualidad de los animales porque tenemos conciencia de la muerte, entonces
nos entregamos a la sexualidad en una suerte de búsqueda desesperada
motivada por la necesidad de trascender. Orgasmo: pequeña muerte, acabar.
Austria-Hungría como una épica sensual, una historia alucinada del deseo.
Poema de la herida: imposible de anclar en un sentido único. Campo de la guerra.
Ano (sexo): sentidos vinculados al tratamiento de la sexualidad --> idea de la
sustitución como procedimiento, palabras que están cerca (no se termina de decir,
pero se sugiere. No se trata de metáforas sino más bien de resonancias, no son
metáforas porque no hay traducción, no hay dos referentes en cruce o
sustitución exacta, la metáfora siempre es referencial, en cambio estas imágenes
son autónomas y no reclaman dimensión externa). Figura de la madre/ de los
padres.
el Neobarroso es, para Perlongher, antes que nada, un modo de vivir una época (los
años 80). Es decir, “Neobarroso” es el nombre que, promediando esa década, Perlongher
encuentra para vivir. Y vivir, en este caso, significa hacer vivible, sobrevivir, pero también
escribir, trabajar, transitar e incluso dejar de vivir. En el Neobarroso se integran,
coagulan todas las búsquedas y los temas anteriores y posteriores de Perlongher.
El punto de articulación es, siempre, el deseo, la pregunta es, siempre, por los
modos de negatividad que es posible sostener y el horizonte es, de un modo u otro,
la guerra, el presente como guerra (Barroco de trinchera).
Perlongher supo hacer una política no sólo con lo suburbano, lo minoritario y lo lumpen,
sino que le dio una dimensión poética a la lengua de las locas. Hacer con toda
deliberación que la lengua enloquezca, pero hacer también que la poesía definitivamente
hable la lengua de las locas.
La mirada de Perlongher es siempre una mirada desde abajo, la mirada que desanda y
destruye el empinamiento del orden jerárquico allí donde éste se forma o se solaza. Por
eso no es anecdótica su mordaz polémica con los intelectuales que han apoyado a los
militares en la suicida guerra de las Malvinas, cuando el orden de la dominación coincidía
con el asesino interés del Estado. Es el machismo visceral de los militares o de los
militantes de izquierda, el que siempre se recompone y resurge, no como un agregado
periférico inocuo de la política, sino como un rasgo esencial de su accionar. La loca y la
lengua de la loca, más que replicar en negativo el machismo al que se subordinaría, es la
provocación que se ríe tanto de la fuerza del dominio como de su propia y aparente
fragilidad frente al dominador.
El arte, más que retratar lo real, pone a lo real en movimiento, alterando el criterio con que
se lo juzga, la política, a través del arte, se revela como estilo. Ya no consiste en el
combate por tomar el poder de un gobierno central según la estrategia marxista que
definía y guiaba la lucha de clases. Más bien se configura a través de un lente
microscópico, que ilumina cualquier conflicto singular. El poema no se ocupa de política.
La política, reinventada, emigra al poema.
Foucault (2008): el sexo es esa cosa imaginaria inventada por el dispositivo de sexualidad
(y no al revés) que al instalarlo como prohibido no hizo sino volverlo más deseable (de allí
la proliferación de discursos que conducen a su regulación), entonces quedará instalado
el límite inmediatamente naturalizado entre lo normal legítimo y lo anormal abyecto. Este
límite, a la manera de un corte tajante, efectúa una división binaria que permite la
clasificación de sujetos de acuerdo a un sistema sexo-genérico: “matriz heterosexual de
inteligibilidad” la que instaura una linealidad de deseo, género y sexo en los sujetos.
En Perlongher, la literatura al límite supone que se escribe al límite del discurso de las
ciencias sociales, al límite de las lenguas (español – portugués), al límite de los territorios
(Argentina – Brasil), al límite de lo legible o inteligible, al límite de la captación sensorial, al
límite de los géneros (sexuales y literarios), al límite de las funciones personales (poeta,
intelectual, profesor, activista, antropólogo, ensayista): todos estos espacios delimitados y
a veces opuestos, pero siempre heterogéneos, son llevados y puestos al límite extremo
de sí mismos y exhiben así sus propias limitaciones como tales que, consecuentemente,
posibilitarán su corrosión, su desplazamiento y su apertura. En este sentido, las funciones
y/o figuras del intelectual, del poeta, del militante, del ensayista, del investigador social,
del ‘brujo’, precisamente en y por su proliferación, lejos de escandirse o escindirse, se
superponen y se solapan obsesivamente, revelando así el límite extremo en el que son
ejercidas y encarnadas, como un borde filoso, al borde de su propia disolución, y dan
lugar así a un espacio expandido en el que esos límites fueron socavados, por lo cual lo
que delimitaban pierde (ya perdió) su identidad definitoria. La obra y la escritura de
Néstor Perlongher pueden ser pensadas en un espacio de la suspensión categorial.
Uso concreto de un léxico: términos que habiendo nacido como injurias o estigmas
son reapropiados festivamente: loca, puto, marica, sodomita, etc. Perlongher no sólo
que se los reapropia sino que, en el caso concreto de Austria- Hungría, les cambia el valor
o los devuelve: “tu daño me place”, “sodomita sos vos”. Pero además, el límite en el que
se escribe Austria-Hungría no es sólo el límite de lo extremo allí donde ya no se
puede más, sino que también es el límite análogo en el que los territorios se
enrarecen como soporte de una idea de nación y de una identidad cultural: el
recurso mismo a “Austria- Hungría”, con la complejidad que suponen en su
relación identidad-territorio, la resonancia en torno a las guerras mundiales, la
representación misma de una guerra que se alterna a través de los poemas dejan
“huellas en este poemario, de un problema en torno al cuestionamiento de los
límites territoriales.
No se trata tampoco de una negación perpetua (o sea, ‘ni’ masculino ‘ni’ femenino, que
también podría aplicarse a ‘ni’ homosexual ‘ni’ heterosexual). Es preciso entonces,
considerando además la lógica opositiva con la que lo estamos exponiendo, subrayar la
sustracción respecto de la mera negatividad y señalar lo afirmativo, a saber, algo
que está más allá, en un lugar no reconocible, y que para que advenga, para que el
hallazgo o el encuentro ocurra, es preciso suspender el límite – afirmando la
suspensión- y situarse más allá de él (lo cual, otra vez, no significa situarse ‘afuera’).
Se trata de la potencia afirmativa de lo abierto: la escritura del sexo no tiene por qué
obedecer a los límites genéricos (poesía, ensayo, tesis académicadisciplinar, etc.)
que establecen hasta dónde llegan cada uno.
La novedad neobarroca en la literatura argentina hay que buscarla en tres lados a la vez:
+ Por un lado, en el valor históricamente contradeterminante de su irrupción en la escena
literaria. La expectativa, condicionada por la singular coyuntura política y cultural de
finales de la dictadura militar iniciada en 1976 y terminada con la asunción del mando del
nuevo presidente constitucional, Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983, parecía estar
dirigida hacia la aparición de una nueva poesía comprometida, un renovado coloquialismo
realista y militante, próximo a las enseñanzas de Juan Gelman y entroncado con la
tradición emblemáticamente representada por Raúl González Tuñón. Sin embargo, y
contraria a esa expectativa, la novedad —que por definición es contraria a la
expectativa— proviene de un grupo de poetas cuya tradición hacía base en algunas de
las proclamas, ideas y autores favoritos del grupo Literal.
+ El segundo lado en el que hay que buscar la novedad que el neobarroco importa en la
literatura argentina tiene que ver, precisamente, con el carácter de su biblioteca que es
eminentemente nacional y no mixturadamente nacional y europea o nacional y
norteamericana, como fueron históricamente las bibliotecas argentinas de vanguardia. Los
neobarrocos, en cambio, muy rápidamente establecen vínculos con la biblioteca
latinoamericana.
Particularmente el grupo Eros, dentro del FLH, proponía en la década del 70 “una
revolución anarquista en el orden del deseo”, y reivindicaba la figura de la marica
escandalosa, andrógina, desestabilizadora de los modelos de masculinidad y femineidad,
y desafiante del orden policial y militar. Tesis de que la marica es la contracara del
machismo: los textos de Perlongher durante toda su producción, aunque más
especialmente durante los 70 y los tempranos 80, defienden a la mariquita como
resistencia contracultural frente al machismo, en la medida en que la marica asume
voluntariamente los atributos de la mujer: devenir homosexual y devenir mujer. En
el contexto de la experiencia de la dictadura, la figura de la marica refuerza su papel
protagónico en el campo de las resistencias corporales, en tanto el cuerpo es el lugar de
ejercicio de la autoridad pero también de la subversión.
Austria-Hungría (1980): Es, sin duda, un libro sobre la dictadura, aunque toda
intención referencial haya sido desarticulada en función del trabajo con la lengua
(barroquización, embarramiento y trasheo, primacía del significante). Pero es en esa
resistencia a la significación que la historia emerge como ruina, la experiencia
histórica y política como destrucción. Es entonces la experiencia corporal que resiste a
la referencialidad de la lengua pero que trae la historia (la “realidad”) de vuelta al plano de
la poesía. Podríamos hablar de dos series: la serie histórica y la poética (puramente
musical) en una tensión permanente que tiene como centro la experiencia del
cuerpo, materialidad que vincula la poesía y la vida.
Libro dividido en dos partes con respectivos subtítulos: “Escenas de la guerra”, que tiene
como epígrafe “llegan los soldados”, y “Por qué seremos tan hermosas”, título también del
primer poema de esta serie. Esa organización marca los dos movimientos del libro: la
opresión y la resistencia.
El libro abre con “La murga, los polacos” inaugurando una serie poética que resiste a la
tentación del realismo desde la imposibilidad de la murga en Varsovia (yuxtaposición de
un elemento característico rioplatense y un locus imposible), el poema siguiente, “Los
orientales”, se vuelve hacia el presente en una topografía difusa, poco referencial. En
la ciudad como margen, espacio privilegiado de lo trash, el río aparece como
imagen de “locus amoenus” vuelto abyecto (olor ácido, podredumbre); se presenta, de
forma fragmentaria y a partir de indicios –a la Borges–, un paisaje rioplatense
extrañado, recorrido por la prostitución masculina: la idea del margen se abre a sus
múltiples sentidos geográficos, sociales, sexuales. La figura de la marica sale de aquí
y aparece en varias imágenes a lo largo del libro. “Canción de amor para los nazis en
Baviera” despliega y extrema el estereotipo de la marica masoquista: la violencia
militar se conjuga con el goce que le hace frente. Como correlato, la voz transviene:
hace suya la voz de Marlene Dietrich en una especie de travestización de la palabra y su
tono.
“Por qué seremos tan hermosas” --> devenir mujer, que es al mismo tiempo un transvenir
y un contravenir. El sujeto del poema no se define por una identidad objetiva, ni siquiera la
del vacío pronominal del yo, sino por una serie de atributos que son en realidad gestos
hiperbólicos (modificados por el adverbio “tan”) y que sugieren una subjetividad en fuga
respecto de los cánones de la moral y el decoro: “perversas”, “mezquinas”, “derramadas”,
“abiertas”, “sentadoras”, “bonitas”, “pizpiretas”, “charlatanas”, “solteronas”, “dementes”,
“disparatadas”, “brillantes”, “despatarradas”, “obesas”, “entregadas”, “masoquistas”,
“gozosas”, “gustosas” (forma portuñol de gostosas), “superficiales”, “ligeras”, “sirenas”,
“reinas”, “lánguidas”, “magras”. Esa proliferación de atributos (porque hasta los
sustantivos, “sirenas”, “reinas”, funcionan como adjetivos en la serie) delinea los rasgos
de ese colectivo como un crossdressing camp que se produce a partir del rescate y
trasheo de un léxico moralizante, regulador de la “femineidad” tradicional, en un contexto
dislocado y descocado: el de la lengua de las locas. Bajo la lógica colectiva y serial, la
sexualidad de las locas –sexualidad loca, abierta, queer– y la lengua de las locas no
construyen identidad: se trata de cuerpos en proceso de transformación (y
deformación respecto de la genitalización).