Este documento describe a Amarilis, una niña diferente que asiste a un estricto colegio de monjas. Amarilis viene de un lugar exótico lleno de selva y no puede hacer filas ni mantener los márgenes de sus cuadernos, lo que frustra a la madre Pétrea. Un día, Amarilis desaparece durante la clase de gimnasia y es encontrada cabalgando por el portón del colegio.
Este documento describe a Amarilis, una niña diferente que asiste a un estricto colegio de monjas. Amarilis viene de un lugar exótico lleno de selva y no puede hacer filas ni mantener los márgenes de sus cuadernos, lo que frustra a la madre Pétrea. Un día, Amarilis desaparece durante la clase de gimnasia y es encontrada cabalgando por el portón del colegio.
Este documento describe a Amarilis, una niña diferente que asiste a un estricto colegio de monjas. Amarilis viene de un lugar exótico lleno de selva y no puede hacer filas ni mantener los márgenes de sus cuadernos, lo que frustra a la madre Pétrea. Un día, Amarilis desaparece durante la clase de gimnasia y es encontrada cabalgando por el portón del colegio.
Este documento describe a Amarilis, una niña diferente que asiste a un estricto colegio de monjas. Amarilis viene de un lugar exótico lleno de selva y no puede hacer filas ni mantener los márgenes de sus cuadernos, lo que frustra a la madre Pétrea. Un día, Amarilis desaparece durante la clase de gimnasia y es encontrada cabalgando por el portón del colegio.
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Ana María del Río azul marino, blusas blancas con un lacito
en el cuello, boinas azul marino y
Amarilis guantes. Ilustraciones de Marta Carrasco Paseaban guiadas por la madre Pétrea, que tenía cara de piedra. La madre ALFAGUARA Pétrea vestía un hábito negro muy 2 caluroso y una cofia blanca almidonada, muy tiesa, crespita en los bordes, que la 1. Un colegio muy estricto hacía parecida a un cuadro antiguo. El colegio era muy estricto y los papás Había una vez, hace tiempo atrás, un estaban muy contentos porque sus colegio de monjas en el centro de una niñitas andaban siempre en fila, se ciudad de Europa. Y había en ese peinaban con una partidura al medio y colegio una clase con quince niñitas de andaban derechitas y ordenadas. uniforme azul marino que venían de todas partes del mundo, porque este era 6 un colegio internacional. Había niñas de Italia que echaban de menos el sol 7 dentro de las uvas y los campos verdes con olivos. Había niñas de 2. Una niña diferente 3 La más pequeña de todas las niñas del Inglaterra que echaban de menos los colegio se llamaba Amarilis. altos edificios oscuros de Londres y los Amarilis era distinta. Había sido la última buses rojos de dos pisos. Había niñas de en llegar ese año al colegio. No se había Chile que echaban de menos la gran presentado en un auto con chofer como Cordillera de los Andes. Todas las demás niñas, sino galopando en un estaban internas. Estudiaban en el hermoso caballo alazán, seguida por su colegio, tomaban desayuno, almuerzo, té papá, que era campeón de polo, y por un y comida en el colegio y dormían allí secretario que llevaba el equipaje en una mismo. desteñida Una campana las despertaba muy 8 temprano en la gran sala de dormir, llena de camas. Hacían fila para lavarse los maleta castaña. Todas las niñitas se dientes cada mañana Hacían fila habían quedado mirando por las altas para bajar a ventanas cómo Amarilis desmontaba de 4 un salto, agitaba su pelo y entraba con su maleta al colegio, a grandes pasos, Tomar desayuno. como una princesa aventurera. Hacían fila para sacar su taza y entrar al Amarilis tenía los ojos verde-amarillos y comedor. el cuerpo elástico de una pequeña Se ponían una por una sus quince pantera. Y era muy linda, con su pelo servilletas. El colegio era inmenso, muy oscuro y su piel mate. antiguo y muy estricto. Había muchísimas salas de clase, muy 9 altas y frías con ventanas angostas y corredores que tenían eco, donde los Amarilis venía de un lugar que las pasos de las niñas habrían sonado como profesoras llamaban «exótico», lleno de el galope de un caballo, si las niñas árboles de hojas enredadas unas con hubieran podido correr. otras, lianas cruzando los árboles, 5 ardillas voladoras, pájaros de siete colores y monos cruzando por entre las Pero nadie corría en ese colegio. ramas. Las niñitas debían ir siempre paso a paso y siempre en fila. Había ríos inmensos y anchos A veces, salían en fila por la ciudad, como mares sin olas, avanzando vestidas todas iguales, con sus como una cabellera larga y verde por uniformes gruesos de faldas tableadas el medio de la selva plagada de ruidos y de seres que se movían. los recreos detrás de la fuente de piedra al fondo del parque. Algunas niñas 10 venían a ver la función.
Amarilis venía de un país sudamericano, 16
de una ciudad en medio de la selva más impenetrable del mundo, donde los 17 arboles no dejaban ver el sol. Aunque Amarilis era distinta, podía 11 hacer casi todo lo que exigían en aquel estricto colegio. Pero... había dos cosas A Amarilis no la asustaban las noches de que Amarilis no podía hacer. tormenta, porque venía de un lugar en Una de ellas era hacer filas. que a veces se dejaban caer los rayos Amarilis simplemente no podía. Se salía sobre los árboles, calcinándolos. de la fila, iba siempre al lado de las niñas en vez de ir atrás. A toda la fila de niñas del colegio le asustaban mucho las tormentas. Y los -» rayos y truenos. Para asustarlas más todavía, Amarilis les contaba historias de 18 niñas que habían desaparecido en los bosques en noches de relámpagos. No sabía tomar distancia con las manos Y toda la fila de niñas temblaba y gozaba ni marchar al mismo paso que las otras. escuchando los cuentos de Amarilis. Se tropezaba con los talones de la niña más próxima y toda la fila comenzaba a 12 tropezarse. Corría por los pasillos en vez de caminar 13 educadamente saludando a las otras madres. A Amarilis le encantaba la clase de 19 gimnasia: se tiraba por las cuerdas y las barras y daba triples saltos mortales “No sabe hacer filas” Escribió en rojo la para terminar subida arriba de la lámpara madre Pétrea en su libreta de del gimnasio. Y toda la fila de niñas y la anotaciones. madre Pétrea se quedaban mudas del La otra cosa eran los márgenes. susto. Amarilis no podía guardar los márgenes Las niñas encontraban a Amarilis muy de los cuadernos. Todos los márgenes distinta. Tenía útiles diferentes a los de de sus cuadernos estaban repletos de ellas: unas acuarelas de cien comas dibujos de jaguares con manchas, tijeras para la mano izquierda, unos panteras con la boca abierta, monos lápices de colores que se veían en saltando de un árbol a otro y serpientes la noche y una lapicera de tinta invisible. enroscadas luchando con cocodrilos. Amarilis era generosa y los prestaba “No sabe guardar márgenes” siempre. Escribió la madre Pétrea en su libreta de anotaciones y lo subrayó. 14 20 15 21 A Amarilis no le asustaban los ratones porque venía del campo, de una vieja Una noche, la madre Pétrea había casona donde había muchos. sorprendido a Amarilis caminando a pata A toda la fila de niñas le asustaban pelada en camisa de dormir por el pasto mucho los ratones. Pero a Amarilis no. húmedo del parque. Iba dormida. Había amaestrado a dos, muy blancos, y Cuando la despertaron, no sabía nada los hacía jugar en un aro de papel en de lo que había pasado. “Tiene un sueño irregular” Escribió la madre Pétrea en su cuaderno Y las quince niñas corrían felices a de Problemas con las niñas. Desde montarse a caballo. entonces, cerraba las cortinas para que la luz de la luna no viniera a llamar a 28 Amarilis y trancaba las ventanas para que no pudiera salir. 4. Una noche terrible
22 Esa noche, después que la última niña
de la fila se sacó la última de las 23 zapatillas, se puso el último pijama frente a su cama y cerró el último de los ojos 24 para dormir, la madre Pétrea apagó la luz del gran dormitorio de las internas y 3. Una clase de gimnasia se fue a dormir. Otro largo día había terminado en el Un día, en clase de gimnasia, todas las colegio. Estaba muy cansada. Corrió las niñas estaban en fila listas para saltar inmensas sobre el caballete. Sólo faltaba Amarilis. 29 —¿Dónde está esa niña? —dijo la madre Pétrea. cortinas de las inmensas ventanas para que no entrara la luz de la luna y cerró 25 fuertemente las ventanas con pestillo. No estaba en los camarines. Nadie se atrevía a moverse en aquel Ni en los baños. colegio después que la madre Pétrea Ni en ninguna parte. apagaba la luz. Muy preocupada, la madre Pétrea ya iba Era un colegio muy ordenado. Pero esde a tomar el teléfono para avisar a la que había llegado Amarilis, la madre policía cuando en eso vieron, por el Pétrea se cansaba más. Muchísimo más. portón del colegio, entrar a Amarilis, con Ponía la cabeza en su almohada su largo pelo suelto al viento. almidonada y se quedaba dormida como piedra. 26 Pero esa noche...A medianoche, la madre Pétrea se despertó. Pero no venía sola. ¡Venía galopando Sentía un ruido en el dormitorio de las sobre un hermoso caballo! Un niñas. campesino de los alrededores la seguía «Esto es algo totalmente irregular», se corriendo, con la cara muy colorada. dijo. «A la hora de dormir NO DEBE haber Amarilis se dio impulso y, ¡zas! El caballo ruidos»; saltó un montón de colchonetas azules. Se puso una bata y subió a la pieza de —Ese caballete no me gustaba —dijo las niñas. Encendió la luz y fue Amarilis—. Era un caballo de mentira. Yo descorriendo una por una las quince sé manejar caballos de verdad. cortinitas que separaban una camita Las niñas se quedaron mudas unos de la otra. Allí estaba la fila de camitas segundos. Y luego, todas gritaron a la de niñas durmiendo, no pasaba nada. vez: Excepto en la cama de Amarilis. —¡No más caballete! ¡Queremos un 30 caballo de verdad! 27 31
—Yo les enseño a subirse —dijo Amarilis lloraba sin parar.
Amarilis—. Pónganse aquí y levanten la —¡Me duele la guata! —gritaba. pierna izquierda. Entonces, la madre Pétrea le puso el La madre Pétrea se tocó la toca. termómetro y le tomó el pulso. Amarilis Había comenzado de nuevo su dolor de tenía fiebre y el pulso muy rápido. cabeza. —Debe haber sido la clase de gimnasia Esa niña... tan irregular. —dijo la madre Pétrea—. Te agitaste mucho. Todas las niñitas del colegio se —¿Qué le pasa a Amarilis? — levantaron esa medianoche y fueron a la preguntaban las niñas una tras otra, en cama de Amarilis. fila, muy ordenadas y tristes. Las niñas miraron preocupadas a Amarilis que se quejaba con las manitos 35 en la panza.Y pensaron: «Esto le pasa a Amarilis porque: —Es muy sencillo —dijo la madre 32 Pétrea—. Amarilis tiene apendicitis y la operaron. No sabe hacer filas. Estará unos días en el hospital. Iremos a No tiene la falda tableada. verla el día de visitas. No sabe guardar márgenes. Anda siempre con los calcetines abajo. 36 Se sube como un mono a los árboles. Amaestra ratoncitos blancos. 5. En el hospital Cuenta cuentos de miedo». «Tal vez ser tan desordenada duele», El jueves llegó el día de visitas. La fila de pensaron. quince niñas, con sus faldas tableadas y La madre Pétrea llamó al doctor. sus blusas blancas y sus boinas y sus El doctor vino. Traía un maletín lazos azul marino, fue a ver a Amarilis al redondito. Y miró a Amarilis. hospital. Era una fila muy chueca. Le miró la guata. Le miró la garganta. Las niñas conversaban entre ellas. Se La hizo levantar la pierna derecha y tropezaban. Amarilis dio un grito de dolor. 37 Movió la cabeza. Llamó por teléfono. —Orden, orden, mantengan la fila por Vino una ambulancia con luces en la favor, ¿qué les pasa hoy? cabeza y una gran cruz roja en la puerta —decía la madre Pétrea. blanca. A la entrada compraron un gran ramo de Y se llevaron a Amarilis, muy pálida, en flores. Cada niñita sacó una flor. una camilla al hospital. La madre Pétrea Amarilis estaba tendida con unos tubos dijo: que le entraban por el brazo y otros por 33 un tajo abierto en la panza. Las niñas la miraron horrorizadas. —Una terrible noche —y se llevó las Amarilis las llamó y se levantó el pijama. manos a la cabeza para arreglarse la —Miren —dijo—, éste es el tajo que cofia, y en ese momento se dio cuenta tengo en la guata, por donde me sacó el de que se le había olvidado ponérsela. doctor el dolor. «Algo completamente irregular», pensó. Eso es una operación. Ya no me duele «¿Qué está pasando en este colegio?». nada. Al día siguiente, las quince niñitas Las niñas se acercaron en fila. salieron a pasear en fila por la ciudad. Una por una, en fila, las niñitas le dieron Era una fila muy triste. Faltaba Amarilis. su flor a Amarilis. Una a una le miraron la barriga a 34 Amarilis.
Nadie se subía a los árboles colgándose 38
de las ramas. Nadie se escondía en la escalera del 39 Metro. Nadie amarraba las trenzas de dos —No duele nada. Es magnífico —dijo niñas. Amarilis a sus compañeras—. Me ponen Nadie iba al lado de las niñas unos polvos mágicos que se llaman enchuecando la fila. Faltaba, sulfas y que hacen que no me duela faltaba, faltaba Amarilis nada. Estaba contenta, medio recostada en una gran cama que subía y bajaba como un ascensor y se doblaba si uno le apretaba una palanca. Era una cama ANA MARÍA DEL RÍO espectacular. Ana María del Río, conocida autora Amarilis les enseñó a bajar y subir la chilenade libros para adultos, incursiona palanca de su cama. Amarilis las hizo también en la subirse una por una a su cama y subir y literatura para niños. Ana María es bajar con ella. Estaba contenta. licenciada en Ya no le dolía la panza ni lloraba. Pedagogía en Castellano por la —El doctor es muy bueno —explicó—. Universidad Se llevó mi dolor de guata y lo guardó en Católica y se especializó en literatura un frasco. Se llamaba apéndice. Me lo Latinoamericana en Estados Unidos. Ha regalará. publicado en esta misma colección La bruja bella y el 40 solitario (1999), La historia de Manú (2004) y Lita, Luego, Amarilis repartió los juguetes que la niña del le habían mandado por correo sus papás fin del mundo, (2004). Actualmente vive que estaban de viaje por el mundo. Las en el campo niñas en fila jugaron toda la tarde con cerca de Talagante, el pueblo donde casas de muñecas, osos a cuerda, nació. Allí caballitos con ruedas que galopaban, escribe, cultiva la tierra y los fines de bailarinas de porcelana que bailaban, semana cajas de música y otras cosas muy recibe la vi lindas. sita de sus tres hijos y su nieta Después, se despidieron de ella y se volvieron en fila al colegio.
41 6. ¡Totalmente irregular!
Las niñas volvieron muy calladitas.
Comieron muy calladitas. En la noche, muy calladitas, subieron en fila hacia el dormitorio. Se acostaron muy calladitas en sus camas. 42 A medianoche, la madre Pétrea se espertó. Había un ruido totalmente irregular en la pieza de las niñas. Sin ponerse su bata, corrió hacia allá y encendió la luz. Todas las niñas estaban entadas llorando en sus camitas.
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—¡Me duele la guata! —gritaban en
desorden. —¡Tenemos apendicitiiiiis! —decían todas al mismo tiempo. —¡Oh, no! —dijo la madre Pétrea—.