El Valor de La Gratitud
El Valor de La Gratitud
El Valor de La Gratitud
Viviendo el valor
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó
ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la
memoria ese acto de generosidad. Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud
amable de quien lo hizo.
Aprende a dar las gracias
Ya hemos visto qué es la responsabilidad: aplicarnos con dedicación a lo que nos corresponde; por ejemplo, que el
señor barrendero limpie la calle sin dejar un solo papel. Ya vimos también qué es la generosidad: cuando damos más
allá de lo que nos corresponde. Por ejemplo, el maestro que se preocupa por explicarnos de nuevo lo que todos ya
entendieron.
La alegría que esos favores despiertan en nuestro corazón se llama gratitud. Se manifiesta hacia afuera cuando
decimos “gracias” con una sonrisa, cuando le hacemos saber a la persona que nos ayudó lo importante que fue para
nosotros ese detalle inesperado (no importa si fue un objeto, un consejo o un pañuelo desechable cuando nos vieron
llorar). Pero la gratitud no se reduce a una palabra ni se queda en la superficie: enriquece y transforma nuestra vida
cuando mantenemos presente ese acto de afecto para con nosotros. A través de ella nos sabemos queridos por los
demás. A través de ella, sabemos querer a los demás.
Para la vida diaria
·Aprende a usar la fórmula que no falla. “Por favor” indica que pedimos algo especial. “Gracias” indica que
reconocemos la ayuda.
·Piensa y reconoce todo aquello que recibes de los demás. Exprésalo a tu estilo: con palabras, con un abrazo, con un
carta.
·Ve construyendo una cadena de favores: cuando tu recibas uno, haz otro, y pide a esa persona que siga extendiendo
la red de ayuda y gratitud.
·No agradezcas sólo los bienes materiales. La ayuda que va más allá de los objetos es tal vez la más valiosa.
Visión judía[editar]
En el judaísmo, la gratitud es una parte esencial del acto de culto y forma parte de todos los aspectos de la vida
del creyente. De acuerdo con la visión del mundo hebreo, todas las cosas vienen de Dios y debido a esto, la
gratitud es extremadamente importante para los seguidores del judaísmo. Dos ejemplos que se incluyen en
el Libro de los Salmos son: "Señor, Dios mío, voy a dar gracias a ti por siempre", y "Voy a dar gracias al Señor
con todo mi corazón" (Sal. 30:12;. Salmo 9:1). Las plegarias judías también suelen incorporar gratitud,
empezando por el Shemá, donde el creyente profesa su gratitud, "Amarás al Eterno, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deuteronomio 6:5). La oración conclusiva, el Aleinu,
también habla de la gratitud, agradeciendo a Dios por el destino particular del pueblo judío. Junto con estas
oraciones, los fieles adoradores recitan más de cien bendiciones llamadas berakhots a lo largo del día.13
Visión cristiana[editar]
Se ha dicho que la gratitud moldea y da forma a la vida cristiana. Martín Lutero se refirió a la gratitud como "la
actitud básica cristiana" y hoy en día todavía se la menciona como "el corazón del evangelio."14 Dado que los
cristianos creen que han sido creados por un Dios personal, se les recomienda alabar a su creador. En la
gratitud cristiana, a Dios se le ve como el dador generoso de todas las cosas buenas y debido a esto, hay un
gran vínculo de compartir entre cristianos, la configuración de todos los aspectos de la vida de un creyente. La
gratitud en el cristianismo es un reconocimiento de la generosidad de Dios que inspira a los cristianos a dar
forma a sus propios pensamientos y acciones en torno a tales ideales.15 La gratitud cristiana no se ve como un
mero sentimiento, sino como una virtud que da forma no solo las emociones y pensamientos, sino también a
acciones y hechos.14 Según el teólogo protestante Jonathan Edwards en su “A Treatise Concerning Religious
Affections”, el amor y la gratitud hacia Dios están entre los signos de la verdadera religión. Debido a esta
interpretación, las tendencias modernas de espiritualidad religiosa incluyen evaluaciones de agradecimiento y
gratitud hacia Dios. Allport (1950) sugiere que las intenciones religiosas maduras provienen de los sentimientos
de profunda gratitud y Edwards afirmó que el "sentimiento" de gratitud es una de las maneras más precisas de
encontrar la presencia de Dios en la vida de una persona. En un estudio realizado por Samuels y Lester (1985)
se encontró que en una pequeña muestra de monjas y sacerdotes católicos, el amor y la gratitud fueron las
emociones hacia Dios más experimentadas, de un grupo de 50 emociones distintas.13
Visión islámica[editar]
El libro islámico, el Corán, está lleno de la idea de la gratitud. El Islam alienta a sus seguidores a ser
agradecidos y dar gracias a Dios en todas las circunstancias. La enseñanza islámica insiste en la idea de que
aquellos que sean agradecidos serán recompensados con grandes placeres. Un dicho islámico tradicional
afirma que: "Los primeros en ser convocados al paraíso son los que han alabado a Dios en todas las
circunstancias,+ç++ En el Corán también se afirma en la Sura 14, que a los que sean agradecidos, Dios les
dará mayores placeres. El profeta Mahoma también dijo: "La gratitud por la abundancia que se ha recibido es la
mejor garantía de que la abundancia va a continuar." Muchas de las prácticas de la fe islámica también están
destinadas a fomentar la gratitud. El pilar del Islam, llamando a la oración diaria anima a los creyentes a orar a
Dios cinco veces al día con el fin de darle las gracias por su bondad. El pilar del ayuno durante el mes de
Ramadán se hace con el propósito de colocar al creyente en un estado de gratitud.
Según Cicerón, "la gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás." Múltiples
estudios han demostrado la correlación entre la gratitud y el aumento de bienestar no solo para el individuo, sino
para todas las personas involucradas.2637 El movimiento de la psicología positiva ha adoptado estos estudios y
en un esfuerzo por aumentar el bienestar general, ha comenzado a hacer un esfuerzo para incorporar ejercicios
para aumentar la gratitud en el movimiento. Aunque en el pasado, la gratitud ha sido descuidada por la psicología,
en los últimos años se ha avanzado mucho hecho respecto al estudio de la gratitud y sus efectos positivos.
Vemos con los alumnos de la UBA Económicas al Adam Smith del libro “Teoría de los Sentimientos Morales”, que
parece ser diferente del autor de “La Riqueza de las Naciones”. Muchos han planteado una contradicción entre la
visión que Smith tiene del ser humano en uno y otro texto. ¿De dónde salió este problema? Bueno, parece estar
presente ya en el primer párrafo del primer capítulo de la Teoría. Dice así:
“Por más egoísta quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos de su naturaleza que lo hacen
interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga,
a no ser el placer de presenciarla. De esta naturaleza es la lástima o compasión, emoción que experimentamos ante la
miseria ajena, ya sea cuando la vemos o cuando se nos obliga a imaginarla de modo particularmente vívido. El que con
frecuencia el dolor ajeno nos haga padecer, es un hecho demasiado obvio que no requiere comprobación; porque este
sentimiento, al igual que todas las demás pasiones de la naturaleza humana, en modo alguno se limita a los virtuosos
y humanos, aunque posiblemente sean éstos los que lo experimenten con la más exquisita sensibilidad. El mayor
malhechor, el más endurecido transgresor de las leyes de la sociedad, no carece del todo de ese sentimiento.”
¿No es, acaso, Adam Smith quien nos habla de que las personas persiguen su interés personal, que no esperamos de
la bondad del carnicero que éste tenga en su comercio la carne que necesitamos para nuestra comida de hoy? ¿Qué
no apelamos a su bondad sino a su interés? Gran parte de la economía parece haberse quedado en estos aportes del
autor y profundizado su visión del individuo egoísta denominado “maximizador de utilidad” y, en particular, de utilidad
monetaria.
Ya veremos en siguientes posts opiniones diferentes, señalando desde distintas perspectivas que no hay tal
contradicción. Una de esas interpretaciones es la que da mi amigo y profesor Walter Castro, aquí en esta breve
conferencia: http://newmedia.ufm.edu/gsm/index.php?title=Castromercados
Para él, la moral es un “proceso de mercado”, un proceso evolutivo que se desarrolla a través de intercambios, y si
hay intercambios, entonces, la relación entre lo que se entrega y lo que se recibe bien podría llamarse un precio.
Serían, por ejemplo, de benevolencia por gratitud o magnanimidad por admiración. Para entender bien el punto
pensemos en nuestras propias actitudes, ¿cuánto tiempo seguiremos haciendo favores a alguien si no recibimos
ningún tipo de agradecimiento?
También habría otro tipo de “intercambios”, que llama de justicia, del tipo: no me matas, no te mato; no me robas,
no te robo. Un tercer tipo sería el de “vindicación por daño”, ya que quien se siente dañado (no ya físicamente, sino
moralmente) demanda una vindicación. Se intercambian sentimientos, comportamientos, juicios de aprobación.
Estos “intercambios” pueden explicarse a partir del concepto de “simpatía” que Adam Smith presenta en la TSM, esa
atracción que tenemos hacia otros y esa aprobación que buscamos por parte de los otros hacia nuestros actos. “Como
si estuviéramos esperando la aprobación del otro”. La “simpatía” se produce de una forma particular, nos ponemos
en el lugar del otro y entendemos sus penas y sus alegrías, pero nunca lo serán en la misma intensidad de quien las
tiene. Por eso, rebajamos el “tono” de nuestras pasiones para que el otro pueda aceptarnos.
Esa “simpatía” hacia los demás se va haciendo más débil a medida que nos alejamos en las relaciones, pero en el
centro está uno mismo. De allí su pareja, familia, hijos, parientes, amigos, y se va inevitablemente debilitando a medida
que nos alejamos del centro, que somos cada uno de nosotros. Como los demás también se posicionan ellos mismos
en su centro, tenemos que “bajarnos” de allí, moderar nuestras pasiones, para encontrarnos a un nivel similar, que
nos permita recibir su aprobación.
Es el proceso de socialización, el beneficio es que nos aprueben, el costo es que tenemos que bajar las pasiones y
moderarlas, gracias a este gran proceso de intercambios. ¿De qué? De valores. Cuando un intercambio de ese tipo se
hace general, es decir, que lo comparto con personas con las que incluso apenas tengo relación, se convierte en una
norma social, por ejemplo, la condena general al asesinato.