Familias Disfuncionales

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FAMILIAS DISFUNCIONALES

1. Familias disfuncionales

"He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor,
grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos,
y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la
tierra con maldición." (Malaquías 4:5-6)

La familia es la primera y más importante estructura de autoridad que


experimentamos todos nosotros. Por tanto, nuestro carácter, nuestro
concepto de autoridad, y nuestra actitud hacia ella, son básicamente
formados en la familia. Pero también las heridas más profundas de
nuestra vida, generalmente son las que provienen de nuestra niñez y de
nuestra familia.

Una familia que funciona mal, ejerce una presión constante que deforma
emocionalmente de por vida a aquellos que se crían en ella.

Además, la familia es la célula básica de la sociedad. Por tanto, los


problemas y las disfunciones de la sociedad se reflejan en la familia, y las
disfunciones de las familias se proyectan en la sociedad. Un número
"suficiente" de familias disfuncionales hace que la sociedad entera se
vuelva disfuncional.

Lo malvado de esta influencia es que pasa desapercibida. El niño que


crece en una familia disfuncional, por lo general no se da cuenta de que
su familia no es normal.

Principios bíblicos

Pueden existir diferentes definiciones de lo que es una familia


disfuncional; pero desde el punto de vista cristiano tenemos que describir
como disfuncional a cada familia cuyos miembros no asumen el papel que
Dios ha provisto para ellos.

Es Dios quien ha inventado la familia, entonces tenemos que recurrir a él


para saber cómo funciona una familia sana.

En forma muy resumida, podemos encontrar los siguientes


principios:

El papel del esposo consiste en amar a su esposa y entregarse por


ella. Esto lo declara el apóstol Pablo en Efesios 5:25, donde Pablo
compara el amor de un esposo con el amor de Cristo por su iglesia. ¡Esto
significa la máxima entrega de la cual un ser humano es capaz!

El papel de la esposa consiste en respetar y apoyar a su esposo. "No es


bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él." (Gén.2:18)

"Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. ... y la
mujer respete a su marido." (Ef. 5:22 y 33) - Cuando el esposo demuestra
a su esposa amor y entrega "como Cristo", la sujeción y el respeto de la
esposa es una respuesta lógica.

El papel de los padres consiste en proveer para la familia y educar a los


hijos: "Pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres
para los hijos." (2 Cor.12:14) - "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira
a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor."

(Ef.6:4) "Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se


desalienten." (Col.3:21) Esto implica que los padres demuestren respeto
por sus hijos. Dios no nos autoriza para administrar castigos arbitrarios o
humillantes, ni para insultar o ridiculizar a los niños.

"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando
por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes." (Deut. 6:4-7) Los
padres son responsables de instruir a sus hijos constantemente en la
Palabra de Dios.

El papel de los hijos consiste en honrar a sus padres, y, mientras son


niños, obedecerles: "Niños, obedeced a vuestros padres en el Señor,
porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa..." (Ef.6:1-2) Aunque la versión Reina-Valera
traduce "Hijos, obedeced ..."; el texto original dice "Niños". Hay una
diferencia sutil entre "obedecer" y "honrar"; lo primero se aplica
solamente a los niños, mientras lo segundo se aplica a los hijos durante
toda su vida.

A través de toda esta enseñanza observamos un equilibrio entre derechos


y deberes. Cada miembro de la familia tiene sus derechos y también sus
deberes.

Debemos entender, en particular, que estos principios no dan a nadie el


derecho de maltratar a alguien, o de abusar de su autoridad. Aunque dice
que las casadas "estén sujetas a sus maridos", en ningún lugar dice que
los esposos puedan obligar o forzar esa sujeción. Es una exhortación
dirigida a las esposas, no un permiso para que los esposos se enseñoreen
de sus esposas. Más bien, a los esposos se dirige la exhortación de "amar
a su esposa y entregarse por ella". El uso correcto de estos pasajes
consiste en que cada parte cumpla lo que se dirige a ella; no que levante
exigencias contra la otra parte.

Es obvio que los principios bíblicos acerca de la familia exigen mucho da


cada miembro. De hecho, humanamente es imposible cumplirlos a
cabalidad. Necesitamos la ayuda de Dios para edificar una familia. Él es
la fuente del amor y de la autoridad en la familia, y necesitamos aprender
a beber constantemente de esta fuente.

Cuando un solo miembro de la familia empieza a salir del propósito sano


de Dios, todos los demás miembros tienen que hacer ajustes para
compensar lo que falta. Como resultado, toda la familia se vuelve
disfuncional.

Por ejemplo, si el padre es alcohólico, deja de asumir su papel


correspondiente como padre y esposo, como proveedor y educador.
Entonces, los otros miembros de la familia se ven obligados a contribuir
más de lo que deben.

Cada miembro de la familia se siente obligado a asumir un papel que no


le corresponde y que por tanto no puede cumplirlo a cabalidad. En un tal
hogar, muy pronto se hacen sentir la falta de amor y ánimo. Todos sienten
que están viviendo en un desastre, todos se sienten culpables dentro de
ellos, pero nadie quiere admitirlo.

Entonces se echan la culpa unos a otros: el padre a la madre, la madre a


los hijos, y los hijos entre ellos. Además, todos conspiran para esconder
hacia afuera el problema del padre alcohólico, y parecer una familia sana.

Lo mismo sucede en familias con otra clase de problemas: familias donde


se comete maltrato o incesto, familias donde los padres viven separados,
familias de delincuentes, etc.

El machismo

Como señala Alberto Mottesi en su libro "América 500 años


después", el machismo, un rasgo tan típico de la cultura
latinoamericana, se puede explicar como una consecuencia de los abusos
sexuales cometidos por los conquistadores.
Los "hogares" mestizos que se formaron en aquel entonces, no merecen
ser llamados "hogares", pues no había unión de matrimonio, sino la mujer
indígena era considerada propiedad del varón blanco. Según el mismo
patrón de pensamiento racista, los hijos mestizos se consideraban
inferiores a su padre, pero superiores a su madre, a la cual trataban como
a una esclava.

Al pasar los siglos, la mezcla de las razas avanzaba y las diferencias


raciales disminuían, pero los patrones enfermizos de la relación entre los
sexos persistían.

El machismo se expresa también en la irresponsabilidad del padre frente


a las necesidades de su esposa e hijos. Mottesi escribe:

"La raíz del problema es un trágico engaño: el hombre se cree incapaz de


controlar su propia naturaleza.

Este fatalismo le roba su hombría e imposibilita su madurez de carácter,


convirtiéndolo en esclavo de sus pasiones, incapaz de ser dueño de sí
mismo. ... La incontinencia sexual de los hombres produce un patrón
latinoamericano de paternidad irresponsable, de hijos ilegítimos y familias
abandonadas.

Esto trae gravísimas consecuencias morales, legales y psicológicas. Las


uniones ilícitas producen hijos ilegítimos que son prácticamente
huérfanos. La miseria física, emocional y espiritual es la consecuencia de
la irresponsabilidad paterna."

(Alberto Mottesi, "América 500 años después")

Podemos entender, de esta manera, que el machismo ha impedido


desarrollar un concepto sano de lo que es la familia. ¿De dónde pueden
saber las familias peruanas qué es una familia sana, si el prototipo de la
familia peruana es un padre conquistador y una madre conquistada?
Violencia familiar

La consecuencia más obvia, y más devastadora, del patrón descrito, es la


violencia familiar. En 1999, en Lima Metropolitana, se hizo la siguiente
pregunta en una encuesta: "¿Conoce Ud. de una mujer vecina, familiar o
amiga, que haya sufrido maltrato en los últimos 12 meses?" - 82% de las
personas entrevistadas respondieron que sí.

En otra investigación, en el año 2000, 39% de las mujeres dijeron haber


padecido algún tipo de violencia física durante los últimos 12 meses; 19%
de manera frecuente. Además, 67% dijeron haber sufrido violencia
psicológica.

En 1993 hubo en Perú 142'970 madres adolescentes (entre 12 y 19 años).


En la mayoría de estos casos, los hijos de estas adolescentes son producto
de una violación. Estas madres con sus hijos poblarían juntos una ciudad
del tamaño de Cusco o de Piura. ¿Es posible imaginarse la tragedia de
estas vidas?

Los miembros más vulnerables de cada sociedad son los niños. Ellos son
los que con más frecuencia son víctimas de abuso. Esto empieza desde el
hogar. ¡Cuántos padres (y madres) no conocen otro método educativo
que los golpes! Aun en las escuelas, todavía son demasiado frecuentes
los casos de niños maltratados por sus profesores.

Otros niños no reciben golpes, pero tampoco reciben atención de parte de


sus padres. Son dejados solos, pueden hacer todo lo que quieren (hasta
emborracharse y drogarse), y no reciben corrección. Aunque tienen a sus
padres, viven en abandono.

Ambas clases de niños, los niños maltratados y los niños abandonados,


tienen algo en común: No reciben amor de parte de sus padres. Tienen
un gran vacío dentro de ellos y tratan de llenarlo de alguna manera: con
alcohol, drogas, robar, juntarse con una pandilla, actividad sexual
prematura, etc. - y eso destruirá su vida por completo.

Un trato "colonial" con los niños

Quizás el rasgo más llamativo de la educación en muchas familias


peruanas es su incoherencia.

Los niños reciben alternadamente unas muestras de cariño excesivo, y


unos castigos excesivos. Y parece completamente imprevisible cuándo
recibirán lo uno o lo otro.

Mayormente, eso parece depender del estado de ánimo momentáneo del


padre o de la madre: Si está de buen humor, los niños reciben cariño; si
está de mal humor, castigos. Particularmente los castigos, raras veces
están relacionados con que el niño haya hecho algo que objetivamente
está mal.

Mucho más peso tiene los caprichos y las emociones momentáneas del
padre o de la madre: "¡Te he dicho que dejes de jugar con esa muñeca!"
"¡Me estás haciendo renegar!"

Este trato refleja muchos rasgos del gobierno colonial, donde los
caprichos de los gobernantes tenían mayor peso que todo derecho o ley.

(Y también los gobiernos actuales siguen todavía cargando con esta


herencia. ¿Nos extraña que las familias sigan el mismo ejemplo?)

Parece que muchos padres educan a sus hijos, no para el bien de los hijos,
pero para que ellos cumplan las aspiraciones de los padres. Eso explica
por qué los hijos pueden pasar de un momento a otro, de príncipes y
princesas adorados, a prisioneros y esclavos, y vice versa: En un
momento, el padre ve en su imaginación a sus hijos como futuros
profesionales, cuyo éxito levantará el orgullo del padre.

Así que los levanta sobre un pedestal y quiere brindarles las "mejores
oportunidades" (desde el punto de vista del padre; pero no le importa
cómo se ve la cosa desde el punto de vista del niño.) Este motivo es tanto
más fuerte, cuanto más frustrado se siente el padre respecto a sus propios
sueños.

Quizás dice: "Quiero que mis hijos tengan una vida mejor que yo." Pero
en el fondo, la idea es: "Me siento insatisfecho porque no logré mis metas.
Quiero que mis hijos me devuelvan esta satisfacción, cumpliendo en mi
lugar lo que yo no alcancé."

Y en otro momento, el padre o la madre siente algún deseo que sus hijos
deben cumplirle ahora; entonces los degrada repentinamente a esclavos:
"Estoy saliendo; ¡tú cuida a tus hermanitos y cocina para ellos!" - O los
padres se sienten avergonzados por algo que sus hijos hacen, o por algo
que no saben hacer, entonces cargan toda su frustración sobre ellos:
"¡Cómo no supiste responder a la pregunta de la tía! ¡Me has hecho
quedar mal ante todo el mundo! ¡Ahora vete a tu cuarto y no salgas hasta
que yo te lo ordene!"

Quizás la herencia colonial explica por qué también en el ámbito cristiano,


son muy populares los libros que promueven una educación
extremamente autoritaria y conductista.

(El conductismo es una corriente psicológica que se basa en métodos de


recompensa y castigo para "acondicionar" al niño a que haga todo lo que
sus educadores quieren.
Considera que la meta de la educación consiste en conformar al niño con
las exigencias de sus educadores. Pasa por alto la personalidad individual
y única del niño, su necesidad de libertad personal, y de aprender a hacer
decisiones y a ejercer discernimiento, por ejemplo, cuando reciben una
orden dañina o moralmente mala.)

Tales libros definen la obediencia por ejemplo de esta manera: "Obedecer


es hacer lo que se dice: Sin desafíos; sin excusa; sin demora."

Ya que existen tales libros que pretenden ser cristianos, tenemos que
examinar este concepto a la luz de la Biblia. ¿Es éste el concepto bíblico
de "obediencia"?

"Pero ¿qué piensan? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero


dijo: 'Hijo, anda hoy a trabajar en mi viña.' Pero él respondió: 'No quiero.'
Pero más tarde, arrepentido, se fue. Y acercándose al otro, dijo de la
misma manera. Y él respondió: 'Yo, señor [, iré].' Y no se fue. ¿Cuál de
los dos hizo la voluntad del padre?" - Le dicen: "El primero." (Mateo
21:28-31)

Jesús usa este ejemplo para enseñar a los sacerdotes y ancianos que "los
cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en
el reino de Dios" (v.31).

El hijo obediente contradijo a su padre, y demoró en cumplir la orden. Sin


embargo, Jesús lo presenta como un ejemplo de obediencia. ¡El concepto
de Jesús acerca de la obediencia es mucho más benigno que el de muchos
autores de libros sobre educación cristiana!

Además, existen situaciones donde no hay que obedecer en


absoluto. "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres"
(Hechos 5:29). No hay que obedecer cuando los padres ordenan a los
hijos a mentir, a engañar, a hacer daño a alguien, o a dañarse a sí
mismos. Una orden que contradice a lo que Dios dijo, no hay que
obedecer.

El apóstol Pablo escribe acerca de ciertos líderes, "a los que ni por una
hora cedimos en sumisión" (Gálatas 2:5). Hay "autoridades" a quienes no
hay que obedecer, porque exigen cosas contrarias a la voluntad de Dios.

La única persona en el mundo que podría exigir una obediencia "inmediata


y sin cuestionar", es Dios mismo. Solamente él es infalible; solamente él
es digno de nuestra confianza ilimitada. ¡Pero ni siquiera Dios exige una
tal obediencia! - De Moisés dice que él fue "el hombre más manso de
todos los que había sobre la tierra" (Números 12:3).

Pero cuando Dios lo llamó para ir a hablar con el Faraón, Moisés le


cuestionó y le contradijo durante más de un capítulo entero (Éxodo,
capítulos 3 y 4): "¿Quién soy yo para que yo vaya al Faraón ...?" - "...si
ellos me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?" - "Pero
ellos no me creerán ..." - "...Pero yo soy tardo en hablar y torpe de
lengua."

Dios responde pacientemente a cada uno de estos cuestionamientos, y da


a Moisés unas señales sobrenaturales para validar su llamado. Solamente
al final, cuando Moisés sigue negándose a ir, dice que "Dios se enojó".

Pero aun en ese punto, Dios le hace una concesión: le libra de la carga de
tener que hablar al pueblo y al Faraón directamente. En su lugar, le
permite ir acompañado por Aarón quien iba a ser su portavoz.

Si Dios permitió al "hombre más manso de todos", discutir de esta manera


con él, y le hizo concesiones, ¿quiénes somos nosotros, meros humanos,
para exigir de nuestros hijos una obediencia "inmediata y sin cuestionar"?

La obediencia de por sí misma no es ningún valor bíblico.

La Biblia valora la obediencia hacia Dios, y la obediencia reflexionada, la


obediencia responsable, la obediencia por el bien de otra persona, la
obediencia de fe (=confianza) ... pero no la obediencia "por obedecer" y
nada más.

Tampoco existe justificación bíblica para ejercer una autoridad caprichosa


y abusiva. Hemos visto en los capítulos anteriores, que cada autoridad
humana es puesta para servir a los que están a su cuidado. Y cada
autoridad humana está sujeta a leyes y principios de justicia.

¡Cuánto más en la familia, se debe priorizar el bienestar de los niños,


antes que los caprichos de los padres! Es tiempo que los cristianos se
deshagan de esos vestigios coloniales en sus hogares, y en los libros sobre
educación.

Problemas de comunicación

Entraremos ahora en algunos asuntos más sutiles, pero que igualmente


dañan la personalidad de los niños.
Los miembros de una familia disfuncional, por lo general sufren de una
autoestima baja. Entonces tratan de levantarla, a expensas de los demás.

Una manera de lograr esto es avergonzar a los demás. Cuando "paso


vergüenza" a otra persona, entonces yo mismo me siento un poco
superior. ¿Qué niño no escucha muchas veces al día: "¿Eres un tonto, un
burro, un mentiroso, un malcriado, un inútil, un imbécil, ...”?

Pero ¿cuál es la consecuencia de este comportamiento? Si avergüenzo a


los demás, en realidad no me estoy levantando a mí mismo; solamente
estoy rebajando a los demás. Y seguramente en algún momento ellos me
van a devolver mal por mal y me van a rebajar a mí. Al final de cuentas,
todos se están rebajando unos a otros y se hunden en un abismo de
vergüenza.

Desde un punto de vista espiritual, las palabras que avergüenzan son


maldiciones. Cuando digo estas palabras malas a otra persona, la estoy
"mal-diciendo". Pero Dios quiere que estemos bendiciendo ("bien-
diciendo"), no maldiciendo. ¿Cuántos (o cuán pocos) niños escuchan de
sus padres palabras como estas: “Yo te amo?" - "Me alegro de que eres
mi hijo/a." - "Eres muy precioso/a para mí."?

Esto no significa que no debemos corregir a los niños. Pero la corrección


debe apuntar al comportamiento del niño, no a su valor como persona.
Decir "Malcriado" a un niño, no es una corrección sino una maldición. Y el
niño muy probablemente seguirá comportándose como un malcriado,
para confirmar lo que dicen de él.

Una corrección se puede expresar de esta manera: "Estás haciendo


demasiada bulla. Si no vas a estar más tranquilo, tendré que mandarte a
tu cuarto." - "No has secado los platos; tú sabes que esto es tu tarea." –

"Los juguetes no se tiran al suelo; no quiero que vuelvas a hacer


esto."

Todas estas declaraciones hacen referencia al comportamiento del niño;


y entonces el niño puede responder cambiando su comportamiento. Su
valor como persona no está puesto en duda.

Una fuente particular de vergüenza para los niños es cuando se les dice:
"Dios te castigará". Dios mismo ha encargado a los padres con la
educación y disciplina de sus hijos; entonces ¿por qué tienen que echar
la responsabilidad otra vez sobre Dios? Esto es lo que la Biblia llama "usar
el nombre de Dios en vano", y por tanto es una forma de abuso espiritual.
Los mecanismos de vergüenza están tan arraigados, que la gente hace
un sinnúmero de cosas ridículas para "no pasar vergüenza".

Evitan a todo costo toser o estornudar en público. Prefieren aparentar no


haber escuchado una pregunta, que correr el riesgo de dar una respuesta
equivocada o una que podría ser mal interpretada. Cuando su hijo se
porta mal en presencia de otras personas, no lo corrigen ante ellos porque
"sería una vergüenza"; quizás tratan de disimular la situación dando un
caramelo al niño.

(Por supuesto el niño sabe esto y se aprovecha de la situación.) Al tener


que hablar con una persona "importante", no dicen lo que quieren decir,
sino lo que piensan que la "persona importante" quiere escuchar. ¿Será
exagerado decir que el temor a la vergüenza es el motivo más poderoso
detrás de las acciones de los peruanos?

No son solamente las palabras pronunciadas a voz alta que avergüenzan.


Existen otras formas más sutiles. A continuación, mencionaré algunas
características adicionales de "sistemas que avergüenzan". Partes de esta
sección son resumidas de los libros de Jeff Van Vonderen, "Tired of trying
to measure up" (Cansado de intentar cumplir las exigencias), y "El poder
sutil del abuso espiritual".

Los sistemas que avergüenzan (por ejemplo, una familia disfuncional),


envían los siguientes "mensajes" a sus miembros:

- que no son amados ni aceptados


- que ni siquiera son dignos de ser amados ni aceptados
- que solamente son amados y aceptados cuando se portan bien
- que no son capaces de portarse bien; que no son valiosos ni dignos
- que están muy solos, que en realidad no pertenecen a ningún lugar, a
nadie o a ningún grupo.

Estos "mensajes" se transmiten a través de patrones de comportamiento


como los siguientes:

Los sistemas que avergüenzan no permiten hablar de los problemas.


Los sistemas que avergüenzan no permiten que uno muestre sus
verdaderas emociones.

Los sistemas que avergüenzan ponen énfasis en el rendimiento; hay que


"ganarse" el amor y la aceptación.
Los sistemas que avergüenzan usan una comunicación cifrada.
Puesto que está "mal visto" que uno diga directamente lo que piensa o
desea, la gente empieza a usar claves secretas para cifrar lo que quiere
decir. Por ejemplo, los padres dicen: "¿Podrías hacerme un favor ...?",
cuando en realidad quieren decir: "¡Te ordeno que lo hagas!" (y esperan
que los niños lo interpreten de esta manera).

Los sistemas que avergüenzan practican la "comunicación en triángulo".


Un niño dice a su mamá: "Dile a mi hermano que comparta sus juguetes
conmigo." Este niño evade la comunicación directa y sincera con su
hermano; en vez de ello involucra a su mamá. Si la mamá hace caso a
este "juego", entonces impide que el niño desarrolle una relación sana
con su hermano.

La mentira como "medio educativo"

Realmente me choca ver cuántos padres y madres recurren a la mentira


para conseguir que sus hijos les hagan caso. Esta clase de "educación"
tiene muchas consecuencias destructivas:

- Los niños pierden la confianza en sus padres, y por consecuencia, en las


personas en general.

- Se dejan guiar por temores y supersticiones irracionales, en vez de tener


razones sensatas para sus actos.

- Los niños. aprenden que se puede usar la mentira para conseguir lo que
uno quiere (entonces usarán el mismo método frente a sus padres).

- Los padres pierden la autoridad porque su palabra ya no es creíble.

La comunicación con los niños es vital. El factor que más influencia en el


desarrollo intelectual de un niño, es la cantidad de conversación personal
y significativa que recibe de sus padres, especialmente en los primeros
dos años de su vida.

Jesús sabía cuán importante era la comunicación abierta con sus


discípulos.

El les dijo: "Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no
les llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero
les he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se las
he dado a conocer." (Juan 15:14-15).
Jesús nunca disimulaba ante sus discípulos, ni les mentía, ni los
manipulaba. Los discípulos sabían que eran amados, que estaban seguros
en la gracia de Dios, y que eran capaces de cumplir algo.

Negligencia y sobreprotección

Las incoherencias en la educación de los niños se pueden manifestar


también en una mezcla paradójica de irresponsabilidad y negligencia, por
un lado, sobreprotección y posesividad por el otro lado. Para mencionar
algunos ejemplos:

A los niños pequeños se les permite cometer cualquier ofensa y hablar


cualquier grosería, "porque todavía no entienden". Pero cuando llegan a
la adolescencia y a la edad adulta, los padres les impiden buscar su propio
camino.

Les imponen la elección de su carrera y de su trabajo; si son cristianos


les obligan a la fuerza a participar en las actividades de la iglesia (y crean
de esta manera un rechazo al cristianismo); y aplican métodos de
corrección como el famoso "chicote", que podría quizás haber sido
apropiado para niños pequeños, pero de ninguna manera para hijos
adolescentes y adultos. De esta manera, los hijos permanecen "niños"
durante toda su vida y nunca maduran.

Muchos jóvenes arrastran este tipo de problemas en su propio


matrimonio: Aun después de casarse, no dejan de ser "el niño (o la niña)
de mamá". No se respeta la Palabra de Dios que dice: "Por tanto, dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer..." (Génesis
2:24).

En estos hogares nunca se sabe quién manda en realidad: ¿los esposos,


o sus padres y suegros? Cuando vienen los niños, no está claro quién está
realmente a cargo de su educación: ¿sus padres o sus abuelos? Estas
relaciones enredadas dan lugar a un sinnúmero de problemas y conflictos.

Demasiado elevado es el número de niños que desde temprana edad son


dejados al cuidado de empleadas de casa, tíos, abuelos u otros familiares,
o en instituciones estatales (casa cuna, jardín).

De esta manera, sus propios padres se convierten en extraños para sus


hijos, y los niños crecen en un ambiente donde el concepto de "familia"
prácticamente no existe.
Pero aun después de abandonar de esta manera su responsabilidad
paternal, muchos padres no dejan de considerar a sus hijos como su
"propiedad". Siguen esperando que sus hijos les hagan caso, les sirvan
(hasta que ganen plata por ellos), y pueden aparecer en cualquier
momento sin aviso previo en la casa de los familiares donde dejaron a
sus hijos, para llevarlos de sorpresa a otro lugar.

Creo que no es exagerado llamar los fenómenos descritos con el nombre


de "abuso": Las personas en autoridad (los padres) no ejercen su
responsabilidad, pero esperan que sus sujetos satisfagan los deseos de
ellos.

Escolarización temprana

Quiero entrar en este tema con más detalle, porque existe demasiada
información falsa y conceptos equivocados sobre este asunto. La
tendencia actual consiste en entregar a los niños cada vez más temprano
al cuidado del Estado. Cuando nuestro primer hijo tenía dos años, ya nos
preguntaban algunos amigos: "¿A qué jardín lo están mandando?"
En realidad, la mejor estimulación temprana consiste en la interacción
entre el niño y sus padres.

Cuando el niño preescolar es separado de sus padres y del ambiente


familiar conocido, sufre traumas que afectan todo su posterior desarrollo
emocional e intelectual. Ya en el año 1975, el doctor Raymond Moore ha
coleccionado los resultados de más de cien investigaciones científicas
hechas en diferentes países del mundo, acerca de los efectos de la
escolarización temprana.

Todos estos estudios confirmaron unánimemente que los niños que entran
en la escuela más tarde (a partir de los ocho años), se desarrollan mejor.
Los niños que habían sido educados en el hogar por un tiempo
prolongado, por lo general mostraban mejores habilidades intelectuales,
un mayor equilibrio emocional, y más cualidades de liderazgo.

La única excepción eran los niños que venían de hogares muy


problemáticos. Pero aun en este caso no debemos equivocarnos: Así como
el abuso y maltrato sucede en las familias, ¡sucede también en
instituciones estatales!

A menudo la escolarización temprana se justifica con la situación


económica: "las madres tienen que trabajar". Pero nadie pregunta cuánto
le cuesta al Estado la implementación de tantos jardines y "wawa wasis"
(casa-cunas) para preescolares, y más adelante la recuperación de tantas
familias disfuncionales y niños dañados en su desarrollo.

En realidad, la educación en casa es más económica para la sociedad. El


doctor Moore menciona varios proyectos piloto donde se demostró que
los educadores profesionales podían aconsejar a los padres acerca de la
educación de sus hijos, en vez de juntarlos en un jardín de niños. No sólo
los niños se desarrollaron mejor; también el costo era menos.

Estos datos están disponibles por lo menos desde el año 1975, cuando
apareció la versión original (inglesa) del libro del doctor Moore. Pero los
ministerios de educación en los diversos países ignoran estos datos, y
siguen moviéndose en la dirección opuesta. ¿Es esto solo ignorancia, o es
tal vez un plan concebido para dar al gobierno el control total sobre las
mentes de la próxima generación?

Por otro lado, los niños pueden aprender un montón de cosas de sus
padres, de una manera informal y natural. Aprenden a vestirse, a barrer,
a lavar su ropa, a cocinar, a arreglar cosas en la casa, etc, mientras hacen
estas cosas juntos con sus padres.

El niño tiene una curiosidad natural que lo incita a explorar su medio


ambiente, experimentar con lo que encuentra, y hacer muchas preguntas.

Lo único que necesitan hacer los padres es responder a esta curiosidad,


proveer al niño oportunidades para experimentar, y tomar en serio sus
preguntas.

(¡Estamos otra vez hablando del asunto de la comunicación!)


(La obra de los Moore, "Mejor tarde que temprano", contiene muchas
sugerencias para actividades que estimulan el aprendizaje y que los
padres pueden realizar de manera muy sencilla con sus hijos.)

Todo esto funcionará solamente si hay a la vez un cambio en la actitud


de los padres.

Los padres tienen que darse cuenta que ellos son los responsables de
educar a sus hijos, no solo de delegar la educación a otras personas y
después exigir "resultados" de ellos.

No es lógico, como padre, exigir de manera posesiva que mis hijos sigan
el camino que yo les estoy trazando, y a la vez de manera negligente
dejar toda su educación en manos de otras personas.
Conociendo a Dios Padre

Hay un significado profundo en el hecho de que Dios se llama "Padre" a


sí mismo. Algunos psicólogos han difundido la idea de que el concepto de
Dios no es nada más que una imaginación humana: el niño toma la
imagen de su propio padre y la "proyecta hasta el cielo" para imaginarse
un "súper-padre" al cual llama "Dios".

En realidad, la relación es al revés: Dios se ha proyectado a sí mismo


abajo hasta la tierra, al crear al hombre según Su propia imagen y
semejanza (Génesis 1:26). Y la institución humana que refleja la imagen
y el carácter de Dios más que cualquier otra, es precisamente la
paternidad. Efesios 3:14-15 dice, traducido literalmente: "Por esto doblo
mis rodillas ante el Padre, del cual tiene su nombre toda paternidad en
los cielos y en la tierra."

Dios se llama "Padre" no porque nosotros nos lo imaginamos así. Más


bien, el padre humano tiene derecho de llamarse "padre" porque Dios
Padre lo ha creado según Su imagen.

Pero los mencionados psicólogos no están del todo equivocados. Las


experiencias de un niño con su padre influencian mucho en la forma como
el niño se imagina a Dios; y aun en la edad adulta estas experiencias
pasadas influencian en su relación con Dios.

Mientras el niño crece en una familia sana, no hay nada de malo en esto.
El niño experimenta al padre como una persona grande y fuerte; entonces
puede imaginarse que Dios es todavía mucho más grande y fuerte, que
es todopoderoso.

El niño experimenta que el padre gobierna los asuntos del hogar, y que a
veces tiene que hacer justicia en las peleas entre hermanos; entonces
puede imaginarse que Dios gobierna sobre todo el mundo en justicia. El
niño experimenta cariño, amor y ánimo de parte de su padre; entonces
puede imaginarse que el amor de Dios es todavía mucho más grande que
el amor de su papá.

Pero ¿qué sucede con un niño que es maltratado por su padre? ¿No se
imaginará este niño a Dios como una persona cruel, iracunda, y en quien
no se puede confiar? - ¿Y qué del niño que fue abandonado por su padre?
¿No llegará a pensar que Dios no se interesa por él, que Dios se ha alejado
de él y que no es posible relacionarse personalmente con él?
Estos padres han representado a Dios de una manera muy mala y
distorsionada. Entonces al niño no le ayuda en nada decirle que "Dios es
como un padre". Al contrario, este niño tiene que aprender que Dios
es muy diferente de su padre - y aprender esto es mucho más difícil.

¿De dónde puede saber este niño qué es un buen padre, si nunca ha visto
un ejemplo de uno? Estas experiencias levantan barreras entre el niño y
Dios; y estas barreras persisten hasta la edad adulta.

Floyd McClung ha escrito un precioso libro sobre "El corazón


paternal de Dios". En uno de sus capítulos describe siete esferas en las
cuales nuestro concepto de Dios puede ser trastornado por causa de
malas experiencias en la niñez.

Voy a citarlas de manera resumida:

Autoridad

Como un perrito acobardado, a veces nosotros nos evadimos de la


autoridad del nuevo Padre Dios, porque damos por sentado que será como
las otras autoridades que hay en nuestra vida. Pero Él no es así. Dios es
el amor perfecto.

Confianza

Tal vez de niño fuiste abandonado por tus padres. Ahora te resulta difícil
no dudar de la fidelidad de Dios, siendo su hijo. No puedes borrar las
memorias de tantas promesas rotas.

No obstante, tu Padre celestial estaba presente cuando comenzaste a


andar; como también cuando sufriste heridas y desilusiones en los años
de tu adolescencia; y también estaba presente en ese momento.

Como dice 2 Timoteo 2:13: "Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no


puede negarse a sí mismo."

Valores

Nuestros hogares modernos están atestados con un mobiliario y unos


aparatos frágiles y caros que representan un campo minado de rechazo
potencial para el pequeño y titubeante investigador. ... Los niños están
siempre oyendo acerca de la importancia y del valor de las cosas.

No obstante, son muy pocas las veces que oyen las palabras "Te amo
mucho".
Dios no es tacaño, ni posesivo, ni materialista. Nosotros a veces
usamos a las personas como si fueran cosas; por el
contrario, Dios usa las cosas para bendecir a las personas.

Afecto

Muchos niños, particularmente los varones, reciben muy poco afecto físico
de su padre, y ninguna compasión genuina cuando sufren. ... No obstante,
el amor de Dios cura las heridas tanto de los hombres como de las
mujeres. Al ser nuestro Padre, El siente nuestro dolor más profundamente
que nosotros, porque su sensibilidad al sufrimiento es mucho mayor.

Presencia

Dios está contigo en cada momento, y te da su atención íntegramente.


Un niño estuvo trabajando toda una tarde clavando clavos en un trozo de
madera . Cuando por fin su padre llegó a casa, el entusiasmado niño
enseñó orgullosamente su obra de arte: un barco de guerra de tres pisos.
Pero su papá apenas levantaba la mirada de la calculadora. Papá nunca
miraba, pero Dios sí. El siempre lo hacía, siempre se deleitaba con el
trabajo de las manos del niño.

Aceptación

Vivimos en una sociedad basada en los logros que hacemos. Muchos


padres transmiten inconscientemente el mensaje de que si logras entrar
en el equipo de fútbol, si traes a casa buenas notas, si eres
bonita, entonces los demás te aceptarán y te "amarán". No obstante, Dios
es un Dios de amor incondicional.

Comunicación

En cierta ocasión una chica me dijo que no podía hablar con Dios, que
sentía como si sus palabras chocaran contra la pared. ... Cuando oramos
juntos, se dio cuenta de que se imaginaba a Dios como si fuera su propio
padre, bueno y sincero, pero callado y tímido.

Este era un hombre que apenas había hablado con sus hijos y nunca les
había dicho que los amaba. Cuando ella admitió que su padre había sido
débil, y que incluso le había fallado, pudo perdonarlo y aceptarlo tal y
como era. Este reconocimiento abrió ante ella toda una nueva dimensión
en su relación con Dios. ... Pronto comenzó a sentir la guía y la presencia
de Dios en su vida.
(Floyd McClung, "El corazón paternal de Dios")

Es una aventura emocionante, ir a la búsqueda de las características de


Dios Padre a través de la Biblia. Como comienzo, recomiendo leer el
Salmo 103 y el Salmo 145, y meditar sobre la personalidad de Dios tal
como se nos presenta en estos Salmos.

Pero no es suficiente con solamente saber esta información. Para que esta
información transforme nuestras vidas y nuestra relación con Dios,
necesitamos una revelación sobrenatural de Dios donde El mismo nos
muestre como es El en realidad. Podemos usar los textos bíblicos
mencionados como punto de partida para buscar esta revelación.

La revelación de Dios hará Su persona tan real en nosotros que podemos


refugiarnos en El, y El llenará en nosotros el vacío que dejó la ausencia
de un padre verdaderamente bueno

El padre pródigo

Jesús nos contó la historia del hijo pródigo. Pero en la sociedad peruana
parece que es más común el fenómeno del "padre pródigo": Padres que
abandonan a su esposa, sus hijos y su casa, para llevar una vida
irresponsable. Y aun entre los padres que se quedan con su familia, hay
muchos que abandonan a sus hijos emocionalmente. Es una característica
común de casi todos los jóvenes con problemas emocionales, que
dicen: "Yo nunca sabía lo que significa tener un padre".

En 1993, en un 23% de hogares peruanos el jefe del hogar era una mujer
(entonces el padre era obviamente ausente). Casi un millón de niños
peruanos viven con sus abuelos, más de 430'000 con otros parientes,
120'000 con personas que no son sus parientes, cerca de 15'000 trabajan
como empleados/as de casa, y casi 10'000 figuran como "jefe del hogar",
lo que significa que obviamente ninguna persona adulta se preocupa por
ellos. (Fuente: Página web del INEI).

Muchos adolescentes y jóvenes buscan un sustituto del amor paternal que


no recibieron, en un enamorado o una enamorada. De esta manera
proyectan expectativas irreales en su pareja, y preparan el suelo para una
próxima generación de familias disfuncionales. El joven que primero fue
buscado como "padre sustituto" por su enamorada, de pronto no
aguantará la carga de la verdadera paternidad y se convertirá a su vez en
un "padre pródigo".
Autoridad y amor

En aquellos hogares donde el padre y la madre están ambos presentes, a


menudo hay un concepto extraño de una "paternidad dividida": La madre
está encargada de amar a los niños, consolarlos, y alimentarlos. El padre
está encargado de "disciplinarlos" (lo que por lo general se limita al
castigo físico), y cuando se excede en cuanto a la disciplina, la madre
tiene que interceder ante él por sus hijos.

Esto produce en el pensamiento común una fuerte división entre el


concepto de "autoridad" y el concepto de "amor". Se cree que el que ama
nunca disciplina, y que el que disciplina no puede amar. Con este
concepto, nunca puede haber comprensión y confianza entre una persona
en autoridad y sus seguidores, porque "si es autoridad, no se puede
esperar nada bueno de él; hay que desconfiar". Por otro lado, si un líder
trata a sus seguidores con amor, pierde su autoridad.

Esta división influencia también en la imagen que el niño tiene de Dios. A


menudo se imagina a un Dios distante, duro y autoritario, al cual no se
puede acercar directamente; mientras que el amor y la ternura son
representados por María. Así se crea una imagen de una "familia celestial
disfuncional", según el ejemplo de la familia terrenal. Pero este no es el
Dios verdadero.

Por esta razón, debe ser muy difícil entender la verdadera naturaleza de
Dios. ¡Es que Dios reúne perfectamente en Su persona tanto la autoridad
como el amor! Él es la autoridad suprema, el Rey todopoderoso, el que
da sus órdenes al sol y los planetas. Pero él es a la vez el amor supremo,
el que dio su propia vida por nosotros.

La disciplina por lo general se confunde con "castigo", porque se cree que


es un acto de autoridad, por tanto, no puede proceder del amor. La clase
de "disciplina" que se practica en muchos hogares, es en realidad una
forma de venganza. Es una manera del padre (o de la madre) de decir al
niño: "Me has hecho sentir mal, entonces yo también te hago sentir mal."

En la Biblia, "Disciplina" tiene un sentido muy diferente. En Hebreos 12:7-


11 leemos:

"¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? Si a ustedes se les deja sin
la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos
legítimos. Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos
disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor
razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?
En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como
mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que
participemos de su santidad. Ciertamente, ninguna disciplina, en el
momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin
embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes
han sido entrenados por ella."

Observamos lo siguiente:

- La disciplina es una parte integral y necesaria de toda educación.

- Hay una diferencia significativa entre la disciplina aplicada por un padre


humano, y la disciplina aplicada por Dios: El padre humano disciplina
"como mejor le parece", según su propio criterio que a veces es
equivocado. En cambio, Dios siempre nos disciplina para nuestro bien.

- Dios no necesita "vengar" nuestro mal comportamiento. Su disciplina


tiene un buen propósito: que dejemos de pecar, porque eso nos hace
daño a nosotros mismos.

- Aunque la disciplina impuesta por Dios duele, sin embargo, no hace


daño. Al contrario, el resultado a largo plazo siempre es agradable.

En el contexto amplio de la Biblia, vemos que la disciplina incluye mucho


más que sólo la corrección. La buena disciplina empieza dando amor y
libertad. Dios comenzó su historia de "disciplina" con el pueblo de
Israel, liberándolos de la esclavitud en Egipto.

Este fue el prerrequisito indispensable, antes de dar los Diez


Mandamientos (vea Éxodo 20:2). El derecho a disciplinar tiene
que ganarse primero.

A eso siguió la instrucción. En los Diez Mandamientos (y otras leyes),


Dios aclaró sus expectativas desde el inicio.

También en la familia, no puede haber corrección si no se han aclarado


antes las reglas. Y estas reglas no pueden cambiar cada rato. También a
la familia se aplica el principio "Lex Rex".

Después vemos que Dios entrena a su pueblo. El dice: "Yo soy el Señor
Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el
camino que debes seguir." (Isaías 48:17) El no sólo señala el camino,
sino camina con nosotros.
El entrenamiento implica dar el ejemplo, explicar, animar, y sobre todo,
darse el tiempo necesario para estar al lado del niño. Este es el amor que
se expresa en la disciplina.
Cuando el pueblo, a pesar del entrenamiento, vuelve a desobedecer, Dios
tiene que advertir las consecuencias de la desobediencia. Encontramos
tales advertencias en el capítulo 28 de Deuteronomio, y en grandes partes
de los libros proféticos.

De la misma forma, los padres tienen que advertir a sus hijos acerca de
las consecuencias de un mal comportamiento. Tienen que darles la
oportunidad de reconocer su error y arrepentirse.

Cuando el pueblo por mucho tiempo pasaba por alto las advertencias de
Dios, él tuvo que llevar a cabo el castigo anunciado. Eso no fue nada
agradable. Pero en algunas situaciones fue necesario para que el pueblo
no se extraviase más. "Cuando no se ejecuta rápidamente la sentencia de
un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo."

(Eclesiastés 8:11)

De la misma manera, los padres tienen que cumplir con sus advertencias
si el niño sigue desobedeciendo. Nunca deben usar advertencias o
amenazas que no tienen la intención de cumplir, solamente para asustar.

En vez de amenazas, se deben usar reglas que se establecieron de


antemano, de una manera justa.

Ahora debemos tomar en cuenta que esos ejemplos se refieren al trato


de Dios con un pueblo adulto. Disciplinar a adultos no es más fácil, es
más difícil que disciplinar a niños. En un adulto, sus inclinaciones
pecaminosas son mucho más desarrolladas que en un niño. Por eso dijo
Jesús: "Con seguridad les digo: Si ustedes no se arrepienten y se vuelven
como los niños, de ninguna manera entrarán al reino de los
cielos." (Mateo 18:3). Un niño siente todavía una necesidad natural de
recibir instrucción, y de seguir la dirección de alguien.

Por eso no necesita medidas disciplinarias tan fuertes como las que puede
necesitar un adulto delincuente. Podemos contar con que el niño
normalmente está de nuestro lado, no es nuestro enemigo, aun en
asuntos disciplinarios. Por lo menos cuando la relación entre padres e
hijos es sana. Por tanto, debemos rechazar aquellos consejos que
sugieren tratar a los niños como si fueran nuestros enemigos. Eso no trae
"corrección"; más bien daña la relación entre padres e hijos, y puede
producir rebeldía en el corazón de un niño.

(El educador suizo Heinz Etter ha elaborado su "pedagogía de la


confianza" sobre esta necesidad natural de los niños de ser instruidos y
de seguir a una autoridad. Si los padres confían en que los niños
normalmente son "de su lado", experimentarán una relación mucho más
armoniosa con sus hijos, y podrán ahorrarse muchas de las "medidas
disciplinarias" que propone la educación autoritaria y conductista.)

Sólo me pregunto: ¿Dónde están las iglesias cristianas en esta


problemática? ¿Cuántas (o cuan pocas) iglesias ayudan a los padres de
familia con principios bíblicos para la educación de sus hijos? ¿Cuántas
iglesias ayudan a sus miembros a conocer al verdadero Dios Padre, tal
como él es? ¿Cuántas iglesias proveen alguna ayuda para los niños que
están sufriendo en su situación familiar?

El director de un orfanatorio cristiano me comentó una vez que era casi


imposible encontrar a familias cristianas sanas que podrían adoptar a uno
de esos niños abandonados: Muchas familias cristianas trataban a los
niños de la misma manera mala como las familias no cristianas.

En la iglesia del Nuevo Testamento, nadie podía ejercer alguna forma de


liderazgo, si no había demostrado primero sus cualidades en la educación
de sus propios hijos (1 Tim.3:4-5). Y tengamos presente que en aquellos
tiempos existían mayores oportunidades para observar y conocer la vida
familiar de otros hermanos.

Es que la iglesia del Nuevo Testamento no se reunía en edificios


especiales, institucionales: se reunía en los hogares. (Vea Hechos 2:46,
8:3, y otros.) Así no era posible que algún líder se escondiera detrás de
una "apariencia de púlpito": Si su vida familiar era un desastre, por lo
menos los hermanos que se reunían en su hogar, se iban a dar cuenta.

Dios nos muestra en su palabra que él tiene un interés particular en la


familia y la paternidad, porque él es el Padre por excelencia. Pero hace
falta que la iglesia cristiana lo descubra.

2. Iglesias disfuncionales

"¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra


propia vida? ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de
cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben
morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi
pueblo que escucha la mentira?

Por tanto, así ha dicho el Señor: He aquí yo estoy contra vuestras vendas
mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras
manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras
cazáis volando. Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré mi
pueblo de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano;
y sabréis que yo soy el Señor.

Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no


entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase
de su mal camino, infundiéndole ánimo, por tanto, no veréis más visión
vana, ni practicaréis más adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra
mano, y sabréis que yo soy el Señor." (Ezequiel 13:18-23)

Abuso espiritual

La Biblia describe con frecuencia la iglesia en términos de una familia.


Somos "hijos de Dios" (Rom.8:16), parte de la "familia de Dios "(Ef.2:19).
y hermanos unos con otros (Mat.23:8). De hecho, gran parte de la vida
de la iglesia primitiva se desarrollaba en las casas (=familias).

De allí podemos concluir que los principios espirituales y psicológicos que


rigen una familia, se aplican también a la iglesia, especialmente a la
congregación local.

El consejero Jeff Van Vonderen ha aplicado, con éxito, muchos principios


de la psicoterapia de sistemas de familias (evaluados bajo una perspectiva
bíblica) a la situación de iglesias locales. Los resultados lo llevaron a
identificar el fenómeno del "abuso espiritual".

Podemos definir el abuso espiritual como el abuso del nombre de Dios, o


de una posición de liderazgo religioso, para alcanzar sus propios fines
egoístas. La gente es presionada, o avergonzada, en el nombre de Dios,
para asistir a cultos, ofrendar más, o apoyar proyectos específicos, solo
para dar a sus líderes un sentimiento de satisfacción.

Van Vonderen dice que el abuso espiritual es lo mismo, al nivel


espiritual, como el incesto al nivel físico.

"En un sistema familiar sano, los padres ayudan, apoyan y capacitan a


los hijos. Utilizan su posición de autoridad para preparar a sus hijos para
la vida; sirviéndoles, animándoles, y dándoles las experiencias, mensajes
y relaciones que necesitan.

Pero en muchas familias uno no se preocupa por lo que piensan los niños,
lo que sienten, lo que desean o necesitan. Las necesidades de los niños
no son satisfechas. En estos sistemas familiares trastornados, los niños
están para satisfacer las necesidades de los adultos. Cuando esto sucede
en el área sexual, se llama incesto. ... El lugar que debería brindar
la mayor seguridad para un niño, le ofrece la menor seguridad.

En un sistema sano de una iglesia, Dios es la fuente de aceptación, amor


y valor. El pastor, los líderes y maestros están para ayudar a los miembros
y capacitarlos. Su tarea es preparar a los miembros para el ministerio;
sirviéndoles, edificándoles y dándoles las experiencias, mensajes y
relaciones que necesitan.

Pero existen sistemas religiosos donde no importa lo que la gente piensa,


siente o desea. Sus necesidades no son satisfechas. En estos sistemas
trastornados, los miembros están para satisfacer los deseos de los líderes.
Si esto sucede en el área espiritual, se trata de abuso espiritual. ...

Cuando alguien utiliza su posición de poder o autoridad para forzar a otros


al rendimiento, manipulándolos y avergonzándolos, esto causa daño
espiritual (y también daño emocional). La víctima es herida. Y el lugar
que debería brindar la mayor seguridad para las personas, les ofrece
la menor seguridad."

Autoritarismo: Las raíces

Para trazar la historia del autoritarismo en las iglesias peruanas, tenemos


que aclarar primeramente la relación entre la iglesia y la conquista.

La conquista fue apoyada, y a menudo incentivado, por el clero católico.

Las voces de protesta en contra, como el ejemplo de Bartolomé de las


Casas, eran una pequeña minoría.

Es más: La iglesia católica enseñaba, ya desde hacía casi trescientos años


antes de la conquista, que la iglesia (y el papa) tenía tanto el poder
espiritual como el poder temporal (político) sobre el mundo. Esto fue
decretado en el IV Concilio de Letrán bajo Innocencio III, en 1215, y
confirmado nuevamente por Bonifacio VIII en 1302.
Lo que sigue es un extracto de lo que fue decretado en el IV Concilio de
Letrán:

"Excomulgamos y declaramos anatema toda herejía que se exalta contra


la fe santa, ortodoxa y católica, condenando a todos los herejes, no
importa bajo qué nombre sean conocidos ... Los tales sean entregados a
los poderes seculares, para que reciban el castigo debido. ...

Los poderes seculares de todo rango y grado sean advertidos, inducidos,


y si es necesario forzados por la censura eclesiástica, a jurar que se
ejercerán a lo máximo en la defensa de la fe, y que extirparán a todos los
herejes denunciados por la Iglesia que se encuentren en sus territorios. Y
cualquier persona cuando asuma un gobierno, sea espiritual o temporal,
será obligada a seguir este decreto.

Si algún señor temporal (secular), después de haber sido requerido y


advertido por la Iglesia, descuide el limpiar su territorio de la corrupción
herética, el metropolitano y los obispos de la provincia se unirán para
excomulgarlo. Si permanece obstinado por un año entero, el hecho se
reportará al Pontífice Supremo, el cual declarará a todos sus súbditos
liberados de su lealtad a partir de este momento, y asignará el territorio
a católicos para que lo ocupen, bajo la condición de exterminar a los
herejes y preservar dicho territorio en la fe."

Fue a base de esta enseñanza, la enseñanza oficial de la iglesia católica


romana, que los conquistadores se sintieron completamente legitimados
para destruir el imperio incaico, matar a sus reyes y príncipes, y
adueñarse de sus tierras y posesiones.

España era también el país que produjo la institución más cruel de la


iglesia católica: la inquisición. En Perú se ejercía la inquisición hasta el
siglo XIX.

En la época de la independencia, poco a poco fue posible que entrasen al


Perú representantes de iglesias no católicas. Pero por lo general fueron
perseguidos por parte de la iglesia católica. Mencionaremos algunos
ejemplos de estas persecuciones.

A fines del siglo XIX, el metodista Francisco Penzotti predicaba en Lima.


Sacerdotes católicos presionaron al gobierno para clausurar su local de
reuniones y expulsarlo del país.

En julio de 1890 fue encarcelado bajo la acusación de violar la


Constitución, la cual prohibía el ejercicio público de alguna otra religión
aparte de la católica romana. Su proceso duró hasta enero del año
siguiente, y solo cuando la opinión pública internacional se volvió en
contra de Perú, Penzotti fue finalmente absuelto, a base de que sus
reuniones no habían sido públicas.

En 1913, el predicador adventista indígena Manuel Zuñiga Camacho


empezó a levantar escuelas y una clínica en el departamento de Puno.
Los sacerdotes católicos amenazaron con encarcelar a cualquiera que
trabajaba en la construcción. En marzo del mismo año instigaron a 200
indios para atacar a los adventistas. Ellos entraron a los ambientes a la
fuerza, destruyeron los materiales didácticos, mezclaron las medicinas y
se llevaron los aparatos eléctricos.

El obispo acusó a Zúñiga Camacho como el gran corruptor de los


indios.

En su defensa, Zúñiga Camacho no tuvo más que comparar las


borracheras que fomentaban las fiestas religiosas, y el cambio que
operaban en la vida de la gente el evangelio y la educación. - El obispo
hizo azotar y encarcelar a él y sus colaboradores.

Alrededor de 1930, el entonces presidente Leguía firmó un decreto que


hizo clausurar a todas las escuelas, tanto públicas como privadas, que no
enseñaban la religión católica romana. En consecuencia, se cerraron
muchas escuelas evangélicas, entre ellas 80 escuelas adventistas que
estaban educando a más de 2000 indios.

(Resumido de: Juan B.A. Kessler, "Historia de la evangelización en el


Perú")

¿Habrá cambiado la situación? - Ya no se escucha de persecuciones


sangrientas iniciadas por la iglesia católica; y la Constitución promete
libertad religiosa. Sin embargo, queda todavía un largo camino para andar
hasta que los cristianos no católicos tengan los mismos derechos como
sus conciudadanos católicos.

La ciudad y región de Ayacucho alcanzó una fama triste por la agrupación


terrorista "Sendero Luminoso" que centraba sus operaciones en esa
región. Un blanco preferido de los terroristas, aparte de las autoridades
civiles, eran las iglesias evangélicas.

Pero, además, Ayacucho es también una de las fortalezas del catolicismo


romano en el Perú. Según el testimonio de pastores que trabajaban en
Ayacucho durante aquel tiempo, hubo más iglesias evangélicas que se
vieron obligadas a cerrar por causa de la influencia del clero católico, que
por el terror de "Sendero Luminoso".

Poder en el sistema educativo

Cada año, miles y quizás millones de alumnos de escuelas públicas se ven


obligados a participar en los ritos católicos de la primera comunión y de
la confirmación. Niños de familias evangélicas dejan de asistir a las
reuniones de sus iglesias porque "en el colegio nos estamos preparando
para la primera comunión, y nos tomarán examen de esto."

Cuando un niño se atreve a dar a conocer su fe cristiana, distinta a la


religión católica, a menudo es ridiculizado e insultado por sus propios
profesores (y no estoy hablando de los profesores de religión, sino de los
profesores de lenguaje, matemáticas, etc.)

En teoría, los alumnos no católicos tienen el derecho de ser exonerados


del curso de religión católica. Pero en la práctica, si se hacen exonerar, a
menudo tienen que sufrir desventajas y discriminación por ello, por
ejemplo, que se les rebaja el promedio total de sus notas.

Incluso escuché que escuelas privadas, no católicas, fueron obligadas a


pagar cuotas para fiestas religiosas católicas.

¿Dónde está entonces la libertad religiosa, si los niños, los más


vulnerables de la sociedad, son obligados desde temprana edad a
conformarse con el molde católico, no importa dónde se encuentren en el
sistema educativo?

En la enseñanza que se da en las escuelas, se altera la misma Palabra de


Dios. Uno de los textos claves de la Biblia, los Diez Mandamientos, se
enseña a los niños peruanos en una versión muy distorsionada:

- El primer mandamiento, que dice: "No tengas otros dioses fuera de mí"
(Exodo 20:3, "La Biblia Latinoamérica"), se les enseña en esta forma:
"Amarás a Dios sobre todas las cosas". Al formularlo de esta manera, el
niño católico no verá ningún pecado en el "tener otros dioses", mientras
tan solamente los ama un poco menos que a Dios.

- El segundo mandamiento se pasa completamente por alto: "No te hagas


estatua ni imagen alguna ... No te postres ante esos dioses (el texto
hebreo dice solamente "ante ellas"), ni les des culto ... " (Exodo 20:4-5,
"La Biblia Latinoamérica"). Sería demasiado obvio que la iglesia católica
está quebrantando diariamente este mandamiento.
- En vez del cuarto mandamiento, que dice: "Acuérdate del día del
Sábado, para santificarlo. ... El séptimo día es día de descanso,
consagrado a Yavé, tu Dios..." (Exodo 20:8-10); en vez de este
mandamiento se enseña: "Honrarás las fiestas" - obviamente para
justificar las fiestas patronales paganas que han sido incorporadas en las
costumbres de la iglesia católica.

Autoritarismo en iglesias evangélicas

Las iglesias evangélicas se derivan indirectamente de la Reforma. La


Reforma enseña que las Sagradas Escrituras son la máxima autoridad
para la enseñanza y práctica de la iglesia. O sea, ningún líder puede
imponer su interpretación particular sobre otras personas.

Cada cristiano puede y debe analizar las enseñanzas que escucha, a base
de la Biblia; y debe llamar la atención a quienes enseñan o actúan en
contradicción contra la Biblia.

Se esperaría entonces que una iglesia que se basa en la Reforma, sería


menos autoritaria. Pero después de mis experiencias (vea capítulo 4)
tengo que decir que en la práctica, la mayoría de las iglesias evangélicas
no aplican los principios de la Reforma. En la práctica, toman la palabra
de sus pastores como una "autoridad" superior a las Escrituras.

Demasiadas veces he escuchado cosas como estas: "Tienes que


obedecerme porque yo soy el pastor." - "No toques al ungido de Dios." –

"El pastor tiene que saber todo de tu vida personal." - "¿Quién eres tú
para cuestionar a tu pastor?"

A partir de los años 70 del siglo pasado, en los Estados Unidos


comenzaron a surgir unas enseñanzas y prácticas extremamente
autoritarias, bajo los nombres de "discipulado",
"pastoreo" ("shepherding"), y "cobertura espiritual".

Se enseñaba, por ejemplo, que cada cristiano debía "rendir cuentas" a un


líder en particular, acerca de cada detalle de su vida.

También se enseñaba que "la voz del líder es la voz de Dios para ti". O
sea, que un cristiano debía obedecer a su líder aun en los detalles de su
vida privada, tales como la elección de sus amigos, el uso de su tiempo
libre, aun con quién casarse, dónde vivir, y en qué trabajar. Los cristianos
que cayeron bajo esa influencia, se convirtieron prácticamente en
esclavos de sus líderes. Y si alguien protestaba contra esas prácticas, fue
etiquetado de "rebelde", fue "puesto en disciplina", y a menudo aun
calumniado y puesto bajo maldiciones.

Se enseñaba también que si un cristiano no hacía caso a las exigencias


arbitrarias de sus líderes, que perdía la protección de Dios y se volvía
vulnerable hacia los ataques y las tentaciones del diablo.

No existe base bíblica para ninguna de estas enseñanzas y prácticas. (Más


abajo examinaremos algunos pasajes bíblicos que usan los líderes
autoritarios en sus intentos de fundamentar sus enseñanzas.)

Unos exponentes bien conocidos de esas ideas en el mundo evangélico,


fueron los "cinco de Fort Lauderdale": Derek Prince, Bob Mumford,
Charles Simpson, Don Basham, y Ern Baxter. Su influencia se extendía
muy rápidamente, especialmente entre las iglesias pentecostales y
carismáticas. Bajo esa influencia, las iglesias comenzaron a organizarse
de manera más autoritaria y más jerárquica, más según el ejemplo de la
iglesia católica romana. Sus seguidores fueron obligados a firmar "pactos"
y "compromisos de rendir cuentas" a sus líderes; y se estableció una
vigilancia estricta de sus vidas privadas.

Ya en 1975, estas enseñanzas y prácticas fueron criticadas públicamente


por cristianos prominentes como Demos Shakarian (fundador de una red
internacional de empresarios cristianos), los evangelistas Pat Robertson
y Kathryn Kuhlman, y Thomas F. Zimmerman (el entonces
superintendente general de las Asambleas de Dios).

En 1986, cuatro de los cinco iniciadores de ese movimiento (Prince,


Mumford, Basham y Baxter) se arrepintieron públicamente de sus errores,
y liberaron a todos quienes habían entrado en una relación de "sumisión"
debajo de ellos. En uno de sus últimos libros, "Protection From Deception"
("Protección contra el engaño", 1996), Derek Prince analizó
detalladamente las causas de sus propios errores anteriores.

Entre las raíces espirituales de esos movimientos autoritarios, él


diagnosticó, entre otras, la mundanalidad, el orgullo, las ambiciones
personales, y una apertura para espíritus ajenos aparte del Espíritu Santo.

(Fuente de las informaciones anteriores: Spirit Life Mag, y los artículos


"Shepherding Movement" y "Derek Prince" en Wikipedia, en inglés.)

Pero el daño ya estaba hecho. Muchos otros líderes evangélicos habían


recibido y difundido esas enseñanzas sin evaluarlas bíblicamente. Muchos
evangélicos empezaron a creer que esa era la verdadera forma de vivir la
vida cristiana: en dependencia completa de un líder quien les ordenaba
cada paso que debían dar. Surgieron otros líderes como Bill Gothard y
César Castellanos, quienes seguían elaborando y radicalizando las
enseñanzas y prácticas del autoritarismo.

El autoritarismo corrompe el carácter de quienes caen bajo su influencia.


Un pastor, al que yo había conocido como un hombre sumamente íntegro,
comenzó a seguir una de esas corrientes autoritarias. Entonces comenzó
a hacer exigencias irrazonables a los miembros; después a cometer
irregularidades financieras y a alterar la verdad; y finalmente a amenazar
y maldecir a quienes descubrieron y confrontaron sus malos manejos.

Otro pastor, después de involucrarse con la misma corriente, tuvo una


aventura extramatrimonial y después se vio obligado a dejar su
ministerio.

Sucesos similares se pueden observar dondequiera que se da lugar a


prácticas autoritarias. Es que el autoritarismo convierte a los líderes en
pequeños papas a quienes nadie puede contradecir, y que no necesitan
rendir cuentas a nadie acerca de sus enseñanzas y sus actos.

Ante el trasfondo de la mentalidad colonial y católica-romana, que hemos


explorado en capítulos anteriores, no extraña que las enseñanzas
autoritarias hayan encontrado tan amplia entrada en las iglesias
evangélicas de las antiguas colonias españolas.

La mayoría de los evangélicos, aunque siguen algunas enseñanzas


reformadas, en el fondo siguen teniendo una mentalidad católica-romana.
De hecho, la última consecuencia del autoritarismo es el papado.

La entera Reforma, y los movimientos evangélicos que le siguieron,


fueron una "rebelión" contra el liderazgo instituido, la jerarquía romana.
Quien dice ser heredero de la Reforma, y al mismo tiempo defiende el
autoritarismo, o ignora completamente los principios de la Reforma, o es
un hipócrita y un mentiroso. Todavía hace falta que la Reforma llegue a
lo que fueron las colonias españolas.

En esta situación es muy necesario, examinar a fondo y bíblicamente las


enseñanzas autoritarias que están tan difundidas en tantas iglesias
evangélicas.
Cuando la rama alemana de la misión JUCUM se dio cuenta de que el
autoritarismo estaba surgiendo en sus propias filas, empezaron a trabajar
sobre el tema y elaboraron unas pautas para un liderazgo sano.

Se mencionan 21 características que indican un uso equivocado


de la autoridad:

1. El insistir en compartir todos los bienes materiales.

2. Negar toda autoridad a las mujeres.

3. Exigir obediencia absoluta hacia los líderes espirituales, aun en asuntos


de decisiones personales respecto al lugar de residencia, trabajo,
matrimonio, ministerio a tiempo completo, etc.

4. Cambio frecuente de colaboradores.

5. El líder se justifica siempre, especialmente cuando está bajo presión.

6. La iglesia o el grupo se cree un grupo "exclusivo" que es mejor que las


otras iglesias.

7. El líder tiene el deseo de dominar sobre otras personas.

8. Se exige conformidad entre todos los miembros del grupo.

9. Se hace sentirse culpables a aquellos que salen del grupo.

10. Los líderes consideran a los colaboradores como su "propiedad".

11. Hay un ambiente de desconfianza; énfasis en reglamentos de


comportamiento, control y vigilancia de parte de los líderes. A los
miembros que quieren salir por no estar de acuerdo, se les niega la
oportunidad de salir en paz.

12. Actitud defensiva del liderazgo frente a cualquier pregunta y crítica.

13. Sobrecargar a los colaboradores.

14. Impureza moral de parte de los líderes.

15. Se usa la consejería para dar órdenes, en vez de presentar principios


bíblicos.
16. Las decisiones se imponen desde arriba, en vez de involucrar a los
miembros en la toma de decisiones.

17. Énfasis exagerado en la responsabilidad humana, en vez de la gracia


de Dios.

18. El líder intenta asumir el papel del Espíritu Santo en cuanto al corregir
a los miembros y convencerlos del pecado.

19. A los miembros se les niega el derecho de buscar consejos de


personas de afuera del grupo.

20. Los líderes se niegan a reconocer errores y debilidades.

21. El líder exige obediencia absoluta "porque es el enviado de Dios".

Con frecuencia se usan citas bíblicas fuera del contexto para


"fundamentar" una doctrina autoritaria.

Falsas enseñanzas y falsas interpretaciones como las siguientes


se encuentran en muchas iglesias con un liderazgo autoritario:

- "El líder es la voz de Dios para ti."

Algunos grupos enseñan que los líderes son encargados de dar a los
cristianos la dirección de Dios para sus decisiones personales (dónde vivir,
en qué trabajar, qué amigos elegir, con quién casarse, etc.) Lo
fundamentan con algunas historias bíblicas donde efectivamente Dios dio
órdenes por medio de ciertas personas especiales.

En la Biblia encontramos dos clases de personas que fueron encargados


por Dios para transmitir Su palabra a los hombres: los profetas del
Antiguo Testamento, y los apóstoles del Nuevo Testamento. Ellos fueron
los únicos que pudieron decir con toda autoridad: "Así dice el Señor". Hoy
en día ya no existe nadie que pudiera dar órdenes a otra persona "en el
nombre del Señor".

Mas bien, en el orden del Nuevo Testamento, Dios quiere hablar y guiar
a cada creyente personalmente, sin la interferencia de un líder: "Mis
ovejas oyen mi voz..." (Juan 10:27). Los hijos de Dios son "enseñados
por Dios" (Juan 6:45), "guiados por el Espíritu Santo" (Rom.8:14). Un
cristiano maduro y sabio puede aconsejar a otro; pero no puede dar
órdenes "en el nombre de Dios", más allá de lo que las Sagradas
Escrituras mandan explícitamente.

- "No se puede criticar al pastor."

Con eso a menudo se cita Salmo 105:15: "No toquen, dijo, a mis ungidos,
ni hagan mal a mis profetas." Vale la pena leer este versículo en su
contexto. El salmo habla del pacto de Dios con Jacob (Israel) y sus
descendientes. De ellos dice, antes de su liberación de Egipto: "...siendo
ellos pocos hombres en número, y extranjeros en ella. Y anduvieron de
gente en gente, de un reino a otro pueblo.

No consintió que alguien los agraviase, y por causa de ellos castigó los
reyes." (v.12-14) Entonces los "ungidos de Dios", en este contexto, ¡son
el pueblo entero de Dios! No un líder autoritario es el "ungido", sino el
pueblo humilde que anda como extranjeros "de un reino a otro pueblo".

¿Y a quiénes dice Dios "No toquen a mis ungidos"? ¡A los reyes de las
otras naciones! No tenemos aquí ninguna fundamentación del
autoritarismo.

Al contrario, este verso es una promesa de Dios, de que Él protege aun al


miembro más humilde de Su pueblo, contra los abusos que podrían
cometer los "reyes" contra él.

En el reino de Dios no se hace acepción de personas; no existen privilegios


jerárquicos. Todo cristiano, independientemente de su función en el
cuerpo de Cristo, no es más que un hermano entre hermanos (Mateo
23:8). Así debe también ser amonestado de manera fraternal, si peca o
si enseña mal. Todo hermano tiene derecho de hacer esa amonestación,
si tiene un fundamento bíblico para hacerlo.

- "Nunca hay que hablar mal de un líder."

Eso se suele fundamentar con las advertencias bíblicas contra los chismes
y las calumnias (Salmo 15:3, Proverbios 16:28, 26:20). Líderes
autoritarios enseñan que todo el que dice algo malo acerca de ellos,
comete el pecado del "chisme" o de la "calumnia".

Con eso evitan que las víctimas de sus abusos busquen ayuda, y que los
problemas se discutan abiertamente. Quienes sufren abuso, y están bajo
esta clase de enseñanza, a menudo no se atreven a hablar con nadie
acerca de lo sucedido. El pecado de los líderes se mantiene en lo oculto,
y así pueden seguir pecando.
La verdad es, que el decir la verdad nunca es calumnia. Las malas
acciones deben reprenderse y traerse a la luz (Efesios 5:11). No hay
diferencia si el que comete la acción mala es un "miembro común" o un
líder. - Pablo escribe a Timoteo: "Alejandro el herrero me ha hecho mucho
mal; que el Señor le dé [lo merecido] según sus actos.

Cuídate tú también de él, porque fuertemente se ha opuesto a nuestras


palabras." (2 Timoteo 4:14-15). ¿Está Pablo cometiendo el pecado de
"chismear" o "calumniar"? No, está dando una advertencia necesaria,
para proteger a Timoteo.

De manera similar, el apóstol Juan "habla mal" de Diótrefes en su tercera


carta. Si una persona es un peligro para otros (por ejemplo si es un
depredador sexual o un psicópata), esos otros tienen que ser advertidos.
Un truco similar de unos líderes abusivos consiste en exigir que toda
confrontación sea "en privado".

A veces imponen incluso muchas condiciones previas que alguien


supuestamente debe cumplir, para "ganarse el derecho" de confrontar al
líder: "¿Estás seguro de que tú mismo estás sin culpa? - ¿Has verificado
si todo lo que dices es la absoluta verdad? - ¿Es tu motivación pura, o
estás actuando por amargura?" (Como si el sentirse amargado por una
ofensa sufrida, fuera pecado...)

Si esos líderes tuvieran que cumplir todas estas condiciones ellos mismos,
nunca podrían ejercer su liderazgo; porque ellos mismos confrontan,
exigen, critican y acusan constantemente a sus "súbditos", y eso con una
motivación muy cuestionable. Pero en la cosmovisión del autoritarismo,
las reglas valen solamente para los "súbditos"; los líderes pueden
quebrantarlas tantas veces como quieren. Eso en contradicción contra
todas las instrucciones bíblicas de no hacer acepción de personas.

Es cierto que en Mateo 18:15-17 dice que se debe primero confrontar al


ofensor en privado, "si tu hermano peca contra ti".

Pero eso no aplica en los siguientes casos:

- Cuando el pecado es público. Los pecados privados se deben reprender


en privado, pero los pecados públicos en público. Por eso, Pablo tuvo que
reprender a Pedro ante todos los presentes (Gálatas 2:14), porque su
hipocresía había influenciado a todos. Lo mismo aplica a alguien que
difunde falsas enseñanzas públicamente: en este caso es correcto
refutarlo públicamente.
- Cuando el ofensor es un líder, y hay por lo menos dos o tres testigos. (1
Timoteo 5:19-20).

- Cuando la víctima se encuentra en una situación vulnerable ante el


ofensor. Es un principio bíblico importante, proteger a los débiles y
vulnerables. "Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los
vulnerables. Abre tu boca, juzga justicia, y el derecho del pobre y del
menesteroso." (Proverbios 31:8-9).

Sería irresponsable y contrario al Espíritu del Señor, exigir por ejemplo


que una jovencita confronte al hombre que la violó, a solas y detrás de
puertas cerradas. Ningún pasaje bíblico prohíbe a una víctima de abuso
de cualquier clase, buscar la ayuda de otras personas para protegerse
contra abusos futuros.

- "Hay que obedecer al líder, aunque esté equivocado."

Se ha intentado fundamentar esta enseñanza con la historia de David y


Saúl. Cuando David vivía escondido en el desierto, en dos oportunidades
podría haber matado a Saúl, pero decidió perdonarle la vida (1 Samuel
capítulos 24 y 26).

David dijo: "El Señor me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el
ungido del Señor, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido
del Señor." (1 Sam.24:6). Y: "¿Quién extenderá su mano contra el ungido
del Señor, y será inocente?" (1 Sam.26:9).

De allí dicen los líderes autoritarios que "David se sometió a Saúl, aunque
Saúl estaba actuando mal; así también los cristianos tienen que
someterse a sus líderes, aun en el caso de que los líderes estén
equivocados." Y también: "Nunca hay que criticar a un líder, porque eso
sería extender la mano contra el ungido del Señor."

¿Corresponde esta interpretación con el contenido y la enseñanza de las


historias bíblicas mencionadas?

Recordemos que David era un siervo de Saúl. Pero cuando entendió que
Saúl le quería matar, huyó donde Samuel. (1 Sam.19:11-19) Estando al
servicio de Saúl, ¡David no tenía el derecho de escaparse!
Recordemos también que David era claramente un rebelde en los ojos de
Saúl.
De otro modo, no lo hubiera perseguido. Aun después de la primera vez
que David perdonó la vida de Saúl, Saúl no tomó esto como una señal de
sumisión, porque volvió a perseguir a David.

La segunda vez, Saúl dijo a David que vuelva con él, y le prometió no
hacerle ningún mal (1 Sam.26:21). Pero David no volvió con Saúl. ¡No le
obedeció!

Sin embargo, toda la historia deja claro que Dios estaba del lado del
"rebelde" David, y en contra de "su ungido" Saúl.

Veamos también qué significan las palabras "extender su mano contra el


ungido del Señor". Se trata de que los hombres de David le
aconsejaron matar a Saúl. Pero algunos "pastores" hoy en día no
soportan ni siquiera que uno los critique con palabras: inmediatamente
se quejan de que uno esté "extendiendo su mano contra el ungido del
Señor".

¡Hay una diferencia abismal entre criticar y matar!


David sí criticaba a Saúl muy abiertamente y en público: "¿Por qué oyes
las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? ... ¿Tras
quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto?
¿A una pulga? El Señor, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea
y sustente mi causa, y me defienda de tu mano." (1 Sam.24:9.14-15).

Entonces, tomando el ejemplo de David, tenemos todo derecho de criticar


a un líder que actúa mal. Y tenemos también el derecho de desobedecer
a un tal líder, si obedecerle significaría cometer un pecado o sufrir un daño
nosotros mismos.

Un último aspecto: Un líder que usa la "sumisión" de David como ejemplo


para sus seguidores, ¿con quién se compara él mismo? Obviamente con
Saúl, el perseguidor, el rey que estaba él mismo en desobediencia contra
Dios. El líder que usa este ejemplo, se delata a sí mismo como un rebelde
contra Dios.

Otros han usado el ejemplo de Sara, quien fue obligada por Abraham a
mentir (Génesis 12:11-13, 20:13), y lo presentaron como un "buen
ejemplo de la sujeción bajo su esposo". Dicen que "en este caso, Dios no
juzga a Sara, porque ella fue obediente; solamente juzga a Abraham,
porque él es la autoridad y el responsable."

Pero ¡la palabra de Dios no dice en ninguna parte que Sara obró bien al
mentir! Los mandamientos de Dios son claros: "No darás falso testimonio"
- sin importar quién te lo ordene. Y: "Hay que obedecer a Dios antes que
a los hombres" (Hechos 5:29). La palabra de Dios es también clara en
que cada uno será juzgado por lo que hizo, personalmente. "Porque todos
nosotros debemos mostrarnos ante el tribunal de Cristo, para que cada
uno reciba [lo que merece] según lo que practicó por medio del cuerpo,
sea bueno o sea malo." (2 Corintios 5:10). Ante el trono de Dios, nadie
podrá disculparse diciendo: "Mi esposo me ordenó hacerlo", o "mi líder de
iglesia me lo ordenó".

Después de la Segunda Guerra Mundial, en los juicios contra los


funcionarios nazis que habían torturado y matado a muchos judíos,
muchos de ellos se defendieron diciendo: "Mis superiores me ordenaron
hacerlo." A eso llega el autoritarismo: Mata la conciencia individual de sus
súbditos y los convierte en robots, que hasta torturan y matan gente "por
obediencia". Pero eso no los exime de la culpa.

- "Obedeced a vuestros pastores"

Otro pasaje que se cita a menudo para fundamentar enseñanzas


autoritarias, es Hebreos 13:17. En la traducción Reina-Valera (1909), este
verso dice: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque
ellos velan por vuestras almas, como aquellos que han de dar cuenta..."

- Desafortunadamente, esta es una traducción sesgada. Primeramente,


el texto original no habla de "pastores", habla de "guías" (haegoúmenoi);
la misma palabra que usa Jesús en Lucas 22:26 para enseñar que el
"líder" debe ser alguien que sirve, no alguien que exige obediencia de
manera autoritaria. En el mismo capítulo Hebreos 13, en el verso 7, dice
además acerca de los "haegoúmenoi": "Miren el resultado de su
comportamiento, e imiten su fe/fidelidad".

Se trata entonces de personas cuyo ejemplo de vida es digno de imitar.


Nadie puede reclamar tal autoridad, solamente por ocupar una posición
de liderazgo en una organización que lleva el nombre de "iglesia". Como
mínimo, su pretensión de autoridad debe ser respaldada por el testimonio
de una vida agradable al Señor.

Después, también las palabras traducidas como "obedeced" y "sujetaos",


en el texto original no son las que corresponden normalmente a estas
palabras españolas. "Obedecer" en griego es hypakoúo; pero en nuestro
versículo se encuentra la palabra peíthomai, que significa "dejarse
convencer". Y "sujetarse" en griego es hypotássomai; pero en nuestro
versículo dice hypeiko, que significa "dar lugar", "ceder" (a algo o
alguien), o "adaptarse" - no obligado por tener una posición inferior, sino
por decisión voluntaria. En ambos casos, el original tiene entonces una
palabra mucho menos fuerte de lo que la traducción da a entender.

No se trata de que "tienes que sujetarse porque él es la autoridad". Mas


bien se trata de "dejarse convencer" por alguien que realmente nos
convence, con el ejemplo de su vida y con su madurez espiritual.

Algunos líderes quieren de nuestro versículo sacar además la enseñanza


de que "tienes que rendir cuenta a tu líder acerca de todo lo que haces".

Pero la gramática del versículo es clara: "aquellos que han de dar cuenta"
son los líderes, no "vuestras almas". Son los líderes quienes tendrán que
dar cuentas a Dios, acerca de la manera cómo ejercieron su liderazgo.

- "La rebelión es uno de los peores pecados."

Como ejemplo se cita frecuentemente a Saúl, a quien Samuel dijo:


"Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar
atención que el sebo de los carneros. Porque como pecado de adivinación
es la rebelión, y como ídolos e idolatría el infringir." (1 Samuel 15:22-23)

- El problema con esta interpretación es, que el texto se refiere a la


rebelión contra Dios, no contra un hombre. Sigue diciendo: "Por cuanto tú
desechaste la palabra del Señor, él también te ha desechado para que no
seas rey." Este es el tema de todos los pasajes bíblicos que condenan la
"rebelión": siempre se trata de la rebelión contra Dios, no contra un
liderazgo humano.

Por supuesto que los líderes autoritarios quieren hacernos creer que sus
órdenes son idénticas a las órdenes de Dios. Pero esa identidad se da
solamente cuando la palabra de Dios escrita dice lo mismo. Por eso, las
Escrituras nos exhortan a examinar todo lo que dice un líder, y a rechazar
lo que no es conforme a las Escrituras.

- "No tienes la protección de Dios si no estás bajo una 'cobertura'


(un liderazgo humano)."

Como sustento se suele citar Mateo 8:9, donde el centurión de


Capernaum dice: "Porque también yo soy un hombre bajo autoridad, y
tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: 'Ve', y va; y al otro:
'Ven', y viene; y a mi siervo: 'Haz esto', y lo hace." Así fundamenta el
centurión su convicción de que Jesús tiene autoridad sobre las
enfermedades, y que, por la sola palabra de Jesús, su siervo va a sanar.
Entonces - según el razonamiento del autoritarismo -, cada cristiano tiene
que someterse a una "cadena de mando" jerárquica, de la misma manera
como el centurión está sujeto a la cadena de mando en el ejército.
Esta interpretación intenta sacar del pasaje una aplicación que no está
ahí. El versículo se refiere a la cadena de mando del ejército romano, y a
la autoridad de Jesús sobre las enfermedades (no sobre las personas).

El centurión ve una analogía entre estas dos clases de autoridad, porque


el ejército romano es la única estructura de autoridad que él conoce por
experiencia propia. Hasta aquí, la comparación es legítima, y Jesús alaba
al centurión por su fe (pero notemos bien, por su fe en la persona de
Jesús; no por su fe en una cadena de mando.)

Pero si queremos basar en eso una enseñanza acerca de la estructura de


liderazgo de la iglesia, nos extraviamos. ¡La iglesia no está de ninguna
manera dentro del horizonte de este pasaje! No tenemos aquí ningún
fundamento para decir que la iglesia deba estar organizada de la misma
manera como el ejército romano, o que los centuriones romanos deban
enseñarnos cómo estructurar la iglesia.

Si queremos saber lo que dijo Jesús (o los apóstoles) acerca de la


autoridad en la iglesia, ¡entonces tenemos que consultar aquellos pasajes
donde ellos están efectivamente hablando de la iglesia! Jesús dice, al
contrario:

"Pero ustedes no se hagan llamar Rabí; porque uno es vuestro


Maestro, el Cristo; y todos ustedes son hermanos. (...) Pero el
mayor de ustedes sea su siervo. Y cualquiera que se eleva a sí
mismo será humillado, y cualquiera que se humilla será elevado."
(Mateo 23:8)

Por lo demas, la idea de que un hombre (o la obediencia hacia un hombre)


pueda ser nuestra protección espiritual, es ajena a las Escrituras. Al
contrario, las Escrituras nos advierten en contra del poner nuestra
confianza en un hombre: "Maldito el varón que confía en el hombre, y
pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor.

Pues será como la retama en el desierto, y no verá cuando viniere el


bien..." (Jeremías 17:5-6). Dios es nuestra protección, nuestro "escudo y
fortaleza". "Bendito el varón que se fía del Señor, y cuya confianza es el
Señor. Porque él será como el árbol plantado junto a las aguas..."
(Jeremías 17:7-8) Es una extrema presunción cuando un líder quiere
hacernos creer que la protección de Dios sobre nosotros dependa de
nuestra actitud hacia él, un mero humano mortal.
- "Cede tus derechos."

Jesús llamó a Sus discípulos a "negarse a sí mismos, tomar su cruz, y


seguirle" (Mateo 16:24 y otros). Los proponentes del autoritarismo han
tomado eso como pretexto para exigir que un cristiano "se rinda"
completamente ante las exigencias de sus líderes religiosos: "Cede tu
derecho de decidir sobre tu propia vida; haz lo que tu líder te ordena.

Cede tu derecho de escoger a tus amigos, tu trabajo, tu lugar de vivir,


con quién casarte, ... obedece a la dirección de tu líder. Cede tu derecho
de tener la razón; no contradigas a tu líder." Y si alguien protesta contra
las exigencias de los líderes, le dicen que no está llevando una vida
"entregada".

El asunto aquí es que Jesús habla únicamente de rendirse a Él, al Señor;


no a hombres. Dios es el único que tiene un derecho de propiedad sobre
nuestras vidas, porque Él nos creó y Él nos redimió, dando Su propia vida
por nosotros. Ningún hombre en la tierra hizo eso por nosotros. Por eso,
ningún hombre en la tierra puede reclamar de otro esta "rendición" que
solamente el Señor merece.

El Señor sí tiene el derecho de dirigirnos en todos los aspectos de nuestra


vida. Pero lo hace personalmente, no por medio de humanos falibles: "Mis
ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Juan 10:27). Y
podemos confiar en que Él lo hará con amor, para nuestro bien; no de la
manera desconsiderada de los líderes autoritarios.

- "No juzgues."

Cuando un líder abusivo es confrontado por causa de sus abusos


cometidos, a menudo se defiende con esta palabra (Mateo 7:1).

Pero primeramente, los mismos líderes que se defienden con esta cita,
¡están juzgando todo el tiempo! ¿O acaso no es juzgar, el clasificar a sus
hermanos por "obedientes" o "rebeldes", según si hacen caso a todas las
exigencias del líder o no? ¿No es juzgar, el censurar y excluir a un
hermano, solamente porque dijo algo que no le gustó al líder? ¿o incluso
porque descubrió un pecado del líder?

Existen algunos líderes tan hipócritas, que acusan a sus hermanos de


"juzgar", de tener un "espíritu crítico", "vengativo", o "de amargura", y
de ser "rebeldes", cuando esos hermanos no tienen ningún poder ni
influencia para hacer algo que realmente afectaría la posición de poder
del líder, dentro de la estructura piramidal autocrática que el líder erigió.
Y a menudo, esos mismos líderes se aseguran con anticipación de que
dentro de esa estructura no exista ninguna instancia que efectivamente
pudiera juzgarlos o exigirles que rindan cuentas. Y al mismo tiempo, esos
líderes pronuncian constantemente sentencias de "disciplina", de censura,
de exclusión, de maldiciones, de prohibición de contactos, etc, contra
hermanos que se atrevieron a cuestionarlos. Así que ese argumento del
"no juzgar" se vuelve efectivamente en contra de los mismos líderes que
lo usan.

La palabra de la paja y de la viga (Mateo 7:1-5) se refiere a un pequeño


error en la vida de mi hermano que yo pretendo corregir, sin que ese
error me haría daño a mí. (La paja en el ojo de mi hermano solamente le
afecta a él mismo; no hiere a nadie más.)

Las enseñanzas autoritarias y el abuso del poder están en una categoría


completamente distinta: infligen daños y heridas a muchos hermanos. Por
tanto, son pecados que tienen que confrontarse según las instrucciones
bíblicas al respecto.

Donde hay pecado o falsas enseñanzas, allí sí se debe "juzgar" (1


Corintios 5:3-5, 6:5, 14:29). Eso se debe hacer con justicia y equidad,
basado en la palabra de Dios.

- Mandamientos de hombres y leyes secretas.

En consecuencia, de las enseñanzas autoritarias, diversas congregaciones


y organizaciones religiosas han establecido muchos mandamientos y
reglamentos para sus miembros, acerca de asuntos que van mucho más
allá de los mandamientos de Dios. Por ejemplo, códigos de vestir
detallados; normas de cómo actuar al cantar en las reuniones, al pararse
y sentarse; qué títulos usar al dirigirse a los líderes; y otros similares.

El resultado suele ser que en tales grupos, el pecado se extiende aún más.

Es que no da buen fruto cuando unos líderes o una organización creen


ser más sabios que Dios, y lo creen necesario añadir sus propios inventos
a los mandamientos de Dios. Ese fue el error de los fariseos, quienes
pensaban crear discípulos "perfectos", sometiéndolos a un sinnúmero de
reglas y leyes adicionales. Pero hoy como entonces, ese método es más
propenso a producir hipócritas e "hijos del infierno".

No son los reglamentos ni la vigilancia de algún líder que nos protegen


del pecado; es el Señor mismo quien protege a los suyos. Cuando
desviamos la mirada del Señor y la dirigimos hacia alguna "cobertura"
humana, allí es donde perdemos la protección de Dios. Incontables
víctimas de sistemas autoritarios pueden testificar de ello.

Aun peor es cuando se imponen normas de conducta que ni siquiera se


declaran abiertamente. En un tal ambiente hipócrita, se da la apariencia
de libertad; y solo mediante indirectas se da a entender al "transgresor"
que violó alguna ley secreta, por ejemplo, porque se dirigió al "pastor"
con su nombre, en vez de llamarlo "reverendo".

O cuando es un secreto a voces que el "pastor" tiene una amante, o que


se apropia de manera ilegítima de los bienes de la iglesia; pero todos
saben que no se puede hablar de eso, porque de otra manera ellos
mismos serán "disciplinados" y expulsados como "rebeldes".

Los cristianos verdaderos son hijos de luz, actúan en la luz (o sea de


manera abierta y transparente), y traen a la luz las obras infructuosas de
la oscuridad (Efesios 5:11-13, 1 Juan 1:5-8). En un ambiente
verdaderamente cristiano no hay lugar para indirectas, leyes secretas, u
otras formas de comunicación torcida.

- "Si sufriste abuso, es tu propia culpa."

Esa idea no tiene ni el más mínimo sustento bíblico. Y sin embargo,


algunos líderes autoritarios son expertos en hacer sentirse culpables a sus
víctimas. "Si te sientes deprimido o abusado, es porque tú mismo has
dado lugar a malas actitudes en ti." - "Tú has desobedecido a tus
autoridades, por eso te sucedió esa desgracia." - "Si fuiste violada, es por
la manera como te vistes."

La verdad es que, en cada delito, ¡el delincuente es el culpable, no la


víctima! Eso vale para una violación o un robo, igual como la explotación
laboral o el abuso de poder en una congregación que se llama
cristiana. Nada de lo que puede haber hecho la víctima, da a otra persona
el derecho de abusar de ella.

Aun si la víctima estuviera en pecado y tuviera que ser reprendida por


ello, eso no disminuye la culpa de su agresor. Si se diera este caso, el
pecado de la víctima y el pecado que comete el abusador son dos casos
distintos, que deben tratarse por separado. O acaso, si alguien fue robado
y denuncia el robo, ¿la policía rechazaría su denuncia si descubre que el
denunciante fue multado hace unas semanas por una infracción de
tránsito? De ninguna manera.
El primer caso no está relacionado con el segundo, y no impide que el
caso del robo sea investigado y sancionado.

- "Si abandonas nuestro grupo, estás en apostasía y bajo el juicio


de Dios."

Esta enseñanza abusa el concepto de la "apostasía" para mantener a los


miembros atados al grupo abusivo, y para impedir que busquen ayuda o
siquiera contactos afuera del grupo. Pero en el Nuevo Testamento,
"apostasía" significa abandonar la comunión con el Señor Jesús, no con
un grupo determinado de cristianos. La apostasía es un asunto de la fe
personal y del corazón, no de la pertenencia a este o aquel grupo. Incluso,
cuando un grupo es dominado por falsas enseñanzas y prácticas (como
las del autoritarismo), un verdadero cristiano debe abandonar ese grupo,
por razones de conciencia y para preservar su propia salud espiritual.

- Hacer "pactos" con organizaciones religiosas o sus líderes.

Algunas organizaciones requieren que sus miembros firmen ciertos


"pactos" y compromisos, por ejemplo, de obediencia hacia los líderes, o
ciertos compromisos financieros.

Esta práctica tampoco tiene base bíblica. Las Escrituras nos instruyen a
entrar en un pacto con Dios, pero con nadie más. Incluso nos aconsejan
en contra del hacer promesas: "Mejor es que no prometas, a que
prometas y no cumplas" (Eclesiastés 5:5). Ninguna iglesia mencionada en
el Nuevo Testamento requería de los hermanos algún "compromiso de
membresía" o similar.

En la Biblia, la lealtad y el compromiso de un cristiano es siempre con el


Señor, no con un liderazgo terrenal. Las advertencias de Pablo en 1
Corintios 1:12-13 y 3:3-4.21-23 se dirigen no solamente contra la
formación de "partidos" y denominaciones; se dirigen también contra las
prácticas de prometer a un líder una lealtad que corresponde únicamente
a Cristo. Un cristiano es propiedad de Cristo con todo lo que es y tiene;
entonces no puede al mismo tiempo entregarse a un líder terrenal con un
"pacto de obediencia" o similar.

Tales prácticas tienen mucha similitud con los votos monásticos de la


iglesia romana, donde también se exige un voto de obediencia
incondicional hacia los superiores. Nos haría bien, en este contexto, volver
a las enseñanzas de la Reforma y escuchar las palabras de Lutero. Lo que
él dice respecto al papado, tendría que decirlo hoy en día también a
muchas iglesias evangélicas:
"Que quede bien claro: ni el papa, ni los obispos, ni hombre alguno tienen
derecho a someter al cristiano a la ley ni de una sílaba si no media el
consentimiento de éste. Es tiránica cualquiera otra forma de actuar. ...

Ahora bien, el sujetarse a estas leyes y ordenanzas tiránicas es lo mismo


que adscribirse a la servidumbre de los hombres.

... A los cristianos no les pueden imponer leyes en justicia hombres ni


ángeles, a no ser en la medida en que los mismos cristianos lo deseen;
estamos totalmente liberados. ... Por eso dirijo mi acusación contra el
papa y contra todos los papistas, y les digo que si no retiran sus cánones
y sus tradiciones, si no restituyen a las iglesias de Cristo su libertad, si no
hacen que esta libertad se proclame, se están haciendo reos de la
perdición de todas las almas que perecen en este cautiverio miserable, y
el papado no será más que el reino de Babilonia y del verdadero
anticristo."

(Martín Lutero, "La cautividad babilónica de la iglesia", 1520)

En el Nuevo Testamento, la autoridad de un líder en el pueblo de Dios


para "mandar" se limita a aquellas situaciones donde la Biblia da
instrucciones claras. "De manera que no juzguen nada antes del tiempo,
hasta que venga el Señor.

(...) Y esto, hermanos, apliqué a mí y a Apolos por ustedes, para que en


[el ejemplo de] nosotros aprendan a no pensar más allá de lo que está
escrito, para que ninguno se vuelva presuntuoso por causa de un [líder
y] contra el otro." (1 Corintios 4:5-6)

En particular, un líder espiritual no tiene el derecho de controlar o mandar


en asuntos del llamado personal de sus miembros, en cuanto a su trabajo,
lugar de residencia, matrimonio, o involucramiento en un ministerio
espiritual. Cada creyente tiene la promesa de escuchar personalmente la
voz del Señor, y debe ser animado a buscar personalmente la voluntad
de Dios. "Mis ovejas oyen mi voz" (Juan 10:27).

Vea también acerca de este punto: ¿Someteos a vuestros pastores? -


Un breve análisis de Hebreos 13:17.

Manipulación y engaño

Si regresamos a las raíces históricas, encontramos las bases del abuso


espiritual en la persona y las enseñanzas de Ignacio de Loyola. El era
contemporáneo de los conquistadores, y sus enseñanzas influyeron
mucho en ellos y en los religiosos que venían después para "cristianizar"
el Perú. Su principio dominante era la ciega obediencia a la Sede Romana:
"Seamos como un cadáver, que de sí mismo es incapaz de movimiento,
o como el bordón de un ciego."

La insistencia en una obediencia ciega es la base de todos los sistemas


autoritarios. Pero Ignacio de Loyola va todavía más allá.

En su obra principal, los "Ejercicios Espirituales", dice lo siguiente:

"Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo,
creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina."

En otras palabras, la iglesia católica tiene el "derecho" de obligar a sus


seguidores a creer en la mentira. Esto abre las puertas para
manipulaciones ilimitadas. El católico fiel que se somete a este sistema,
pierde su derecho y su capacidad de observar y razonar por sí mismo.

Por supuesto que esta es la contradicción completa al verdadero Espíritu


de Dios, quien inspiró estas palabras del profeta Isaías: "¡Ay de los que a
lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y
de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, ¡y lo dulce por
amargo!" (Is.5:20)

¿Cuánto habrán heredado las iglesias evangélicas de esta ética torcida? -


En su enseñanza oficial, derivada de la Reforma, no hay lugar para tales
maniobras. La Reforma pone la autoridad de la Palabra de Dios escrita
por encima de toda interpretación humana. Por tanto, las iglesias
evangélicas tienen - por lo menos en la teoría - el mejor potencial para
ser un refugio contra el abuso de todo tipo.

Pero me he encontrado también con líderes evangélicos que creen que


pueden mentir, engañar o cometer irregularidades financieras, cuando es
"para el bien de la obra del Señor".

El principio de que "el fin santifica los medios", tiene sus seguidores
también en el campo evangélico. ¡Pero este no es ningún principio
divino! "Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de
impureza, ni fue por engaño", dice el apóstol Pablo.

"Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni


encubrimos avaricia; Dios es testigo" (1 Tes.2:3-5) - "Pues no
somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios,
sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios,
hablamos en Cristo." (2 Cor.2:17)

Desconfianza y denunciantes

Cada sacerdote católico, a raíz de la institución de la confesión, tiene la


posibilidad de adueñarse de los secretos personales de otras personas, y
utilizarlos para manipular y ejercer influencia. ¿Uno puede imaginarse el
poder que está en las manos del confesor de un líder político? En un
sistema de abuso, es imposible traer ante la justicia o pedir cuentas a
alguien que conoce tus secretos personales; y los líderes religiosos lo
saben.

De manera parecida, las órdenes monásticas tienen por lo general una


regla que obliga a cada miembro a reportar secretamente a sus superiores
cada falta (verdadera o supuesta) que observa en sus compañeros. De
esta manera se destruye la confianza mutua, los superiores adquieren un
poder absoluto sobre los miembros, y se provee la oportunidad para
cualquier tipo de calumnia y conspiración.

Al enterarme de estas cosas, no pude evitar recordar el sistema de


denunciantes, y el abuso que se hacía de la "consejería", en la iglesia
donde yo servía un tiempo como misionero.

Era el mismo sistema, solo adaptado al ambiente de una iglesia


evangélica. En realidad, estos métodos no son ni "católicos" ni
"evangélicos", sino simplemente diabólicos y no deberían tener lugar en
ninguna iglesia que se llama "cristiana".

Las "relaciones en triángulo", de las cuales hablamos en el capítulo


sobre la familia, también entran en acción en las iglesias. Muchos
creyentes, al tener un problema con un hermano, no le hablan
directamente, sino hablan al pastor.

Muchos pastores entran en este juego, algunos por ignorancia, pero otros
porque les da cierta satisfacción poder "controlar" de esta manera las
relaciones interpersonales entre los miembros de su iglesia. Como
consecuencia, los hermanos "aprenden" a depender del pastor en vez del
Señor, y a evadir la confrontación directa según Mateo 18. Y esto es lo
que les da la oportunidad a los líderes abusivos a levantar un sistema de
denunciantes al estilo comunista.

Si eres un líder religioso, te pido considerar sinceramente ante Dios, si


alguna vez has usado la debilidad de alguien en su contra: para rebajarlo
como persona, para debilitar su posición, para manipularlo, o para refutar
sus argumentos. Si es así, tienes que arrepentirte ante el Señor, y tienes
que hacer todo lo posible para enmendar la situación de la persona que
has dañado de esta manera.

Los niños: ¿"Forzadlos a venir"?

El bautismo de infantes, tal como se practica en la iglesia católica, es por


sí un abuso del poder. El recién nacido es incorporado a la iglesia sin ser
preguntado, y sin tener la oportunidad de decir no. Más tarde se le dice
que es católico, que siempre lo ha sido, y que es un pecado mortal
"cambiar de religión".

La gran mayoría de los católicos todavía están presos de esta mentira;


sin embargo, es una mentira. La verdad es que el catolicismo romano fue
impuesto al pueblo peruano a la fuerza, y que hasta hoy el catolicismo
romano es impuesto a la fuerza a cada bebé que es bautizado.

Las iglesias evangélicas, en su gran mayoría, enfatizan la decisión


personal de pertenecer a Jesucristo (y por tanto, a una iglesia cristiana).
El Señor no quiere "miembros obligados" en su pueblo, solo voluntarios.
Pero en su práctica, muchas iglesias evangélicas son bastante
inconsecuentes en este punto. En la Escuela Dominical, los hijos de padres
cristianos a menudo son tratados como si todos ellos también ya fueran
cristianos. Los maestros les enseñan a comportarse "como cristianos".

Los padres les hacen entender que la familia hace ciertas cosas (como ir
al culto, orar, leer la Biblia) "porque somos evangélicos". De esta manera,
se practica la "incorporación automática" de los niños en la misma manera
como lo hace la iglesia católica.

Unos años después, siendo adolescentes o jóvenes, muchos de ellos


empiezan a cuestionar lo que se les ha enseñado como niños, y muchos
descubrirán que estas enseñanzas no corresponden de ninguna manera
con la realidad de su vida - porque nunca tuvieron una verdadera relación
personal con el Señor. Entonces empiezan a alejarse de la iglesia y a "caer
en pecado", y los padres y los líderes de la iglesia se preguntan
alarmados: "¿Por qué estamos perdiendo a tantos de nuestros jóvenes?".

La realidad es que no los estamos perdiendo ahora, es que nunca fueron


salvos.

Nuestra enseñanza debe enfrentar a las personas - incluyendo a los niños


- con la necesidad de entregarse personalmente a Jesucristo; pero sin
imponerles algo ni manipularlos, dejando abierta la opción de decir sí o
no. Toda enseñanza que no hace esto, es solamente "socialización
cristiana", pero no tiene nada que ver con enseñanza y evangelización
bíblica.

La inmoralidad del celibato

En la teoría, el sacerdote y el monje católico son el ejemplo extremo de


la castidad sexual. En la práctica, sin embargo, parece que sucede todo
lo contrario.

Juan A. Mackay cita al historiador peruano Sebastián Lorente:

"Reprendido un indio porque vivía en el concubinato, preguntó con cierta


extrañeza, si el amancebamiento era pecado, y como le respondiesen que
sí, replicó resueltamente: 'Pues yo creía que no lo era; porque está
amancebado el cura, amancebado el corregidor, amancebado el
encomendero.' "

"Un sacerdote español muy notable que ha trabajado por muchos años
en Chile en diferentes parroquias, hacía al autor de este libro (Mackay),
en 1929, la siguiente declaración: ' ... De unos seiscientos sacerdotes que
he conocido en diferentes países sudamericanos, calculo que apenas un
cinco por ciento observan pureza sexual.' "

(Juan A.Mackay, "El otro Cristo español")

Algo muy similar sucede en aquellas organizaciones evangélicas que


restringen drásticamente los contactos entre hombres y mujeres,
particularmente entre los jóvenes, por miedo de que "podrían caer en
pecado": Los casos de fornicación aumentan. Es que los líderes dejaron
de confiar en Dios quien puso un nuevo corazón en los verdaderos
cristianos. En su lugar, confían en sus propias artimañas humanas para
"cuidar la apariencia".

Sacerdotalismo

Un sacerdote es una persona que se interpone entre Dios y los hombres.

En el Antiguo Testamento, los sacerdotes presentaban los sacrificios del


pueblo ante Dios, intercedían por el pueblo ante Dios, y transmitían al
pueblo las palabras y leyes de Dios.

En el Templo en Jerusalén, la presencia de Dios fue simbolizada por el


"lugar santísimo", el ambiente interior del Templo, que fue cubierto con
un velo. Solo el sumo sacerdote podía entrar allí. Cuando Jesús murió,
este velo en el Templo se rasgó desde arriba hasta abajo (Mateo 27:51).

Esta era una señal visible de Dios, de que desde ahora el acceso directo
a su presencia quedaba abierto. (Hebreos 4:14-16, 10:19-22)

El Nuevo Testamento enfatiza el sacerdocio de todo el pueblo de Dios, o


sea ahora los cristianos: "Vosotros también, como piedras vivas, sed
edificados como casa espiritual y sacerdocio santo ... Mas vosotros
sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios ..." (1 Pedro 2:5,9) Lo mismo es confirmado en
Apocalipsis 1:6, 5:10 y 20:6. Las cinco citas mencionadas son
las únicas donde se usa la palabra "sacerdote" o "sacerdocio" en
referencia a miembros de la iglesia cristiana.

Esto nos demuestra claramente que es antibíblico hablar de un


"sacerdocio" dentro de la iglesia cristiana, distinto a la totalidad de los
cristianos.

Cada cristiano verdadero tiene el mismo acceso directo a Dios, y por tanto
la autoridad de "ministrar" a otras personas.

Sin embargo, a lo largo de la historia surgió nuevamente una clase de


"sacerdotes" que se atribuían a sí mismos el privilegio de actuar como
mediadores entre los demás cristianos y Dios. En la iglesia católica
romana, esto es muy obvio: No se puede confesar los pecados
directamente a Dios; hay que confesarlos al sacerdote. No se puede leer
y entender la Biblia por sí mismo; el sacerdote tiene que interpretarla.
Todos los sacramentos son administrados exclusivamente por el
sacerdote.

Otra vez se ha interpuesto un "velo" que impide el acceso directo del


creyente común a Dios.

¿Difieren las iglesias evangélicas en este punto? Muy poco, según me


parece. ¡La misma enseñanza heredada del catolicismo romano, se
predica también en la mayoría de las iglesias evangélicas! "El pastor
ministra al creyente en lugar de Dios"; "Es el pastor quien transmite al
creyente la Palabra de Dios"; "La sumisión al pastor es tu "cobertura" y
protección"; etc.

En casi todos los asuntos, la persona del pastor se interpone en la relación


personal del creyente con Dios.
En consecuencia, muy pocos creyentes evangélicos leen personalmente
la Biblia y ponen en práctica lo que leen. Y donde una iglesia no tiene
pastor que cumpla este papel "sacerdotal", la vida espiritual decae muy
rápidamente, porque los creyentes no saben como mantener su relación
personal con Dios.

El sacerdotalismo de las iglesias evangélicas se puede también observar


en los "tiempos de ministración" que muchas iglesias ofrecen como parte
de su culto. En sí es una buena idea, ofrecer una oportunidad para orar
por las necesidades y problemas de los creyentes. Pero esta idea es
pervertida cuando se crea la expectativa de que la gente recibirá ahora
una "bendición especial" porque una "persona especial", el pastor, está
orando por ellos.

(Es verdad que la Biblia pone una responsabilidad particular sobre los
ancianos de la iglesia, en cuanto a la oración por los enfermos (Santiago
5:14). Pero el mismo párrafo dice también: "Confesaos vuestras
ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados."

(5:16). Esto significa que cada creyente puede y debe participar en esta
forma de ministración.)

Personalmente fui llamado en varias oportunidades a orar por las


personas que pasaron adelante en un tiempo de ministración. Al
preguntarles la razón por qué habían venido adelante, la mitad de las
personas no sabían decir para qué habían venido. Estaban allí con la
misma expectativa supersticiosa que caracteriza a los creyentes católicos
que esperan "la bendición" de su obispo o sacerdote.

Consideremos, a la luz de lo dicho, lo que dicen Johnson y Van Vonderen


sobre una característica de las iglesias abusivas, a la cual llaman la
"Lealtad mal asignada":

"La siguiente característica de sistemas abusivos es que se incentiva y


demanda un sentido de lealtad mal asignada. No estamos hablando
acerca de la lealtad hacia Cristo, sino de la lealtad hacia cierta
organización, iglesia, o cierto líder.

Una forma frecuente como esto se logra es por medio de un sistema


donde la deslealtad o el desacuerdo con los líderes es interpretado como
idéntico con la desobediencia hacia Dios. ¡Cuestionar a un líder, se dice,
es igual a cuestionar a Dios! Después de todo, el líder es la autoridad, y
la autoridad siempre tiene la razón. De esta manera, la gente pone su
lealtad de una manera equivocada en un líder, una iglesia o una
organización."

(David Johnson y Jeff Van Vonderen, "El poder sutil del abuso espiritual")
Aquí vemos que falta un solo paso, para que un sistema sacerdotalista se
convierta en un sistema abusivo. Solo falta sacar la última consecuencia:
Si el pastor o líder es el "sacerdote" que representa a Dios ante nosotros,
entonces cuestionar al líder equivale a cuestionar a Dios.

De esta manera se impide que el creyente desarrolle una relación personal


con Dios, porque todo su acercamiento a Dios tiene que ser "canalizado"
y controlado por el líder. Esto se refleja en un comentario que han hecho,
en varias oportunidades, personas que han visitado por primera vez una
iglesia evangélica: "Allí tienen al pastor como su dios."

El complejo del super-líder

Por otro lado, el pueblo que no conoce otro tipo de liderazgo, está siempre
buscando a un líder "fuerte". De esta manera se desarrolla una dinámica
peligrosa entre los seguidores y su líder.

Al inicio, parece que ambos, el líder y sus seguidores, están "de acuerdo"
con que al líder le corresponde dominar al pueblo, y que al pueblo le
corresponde depender del líder.

Pero la gente dependiente raras veces desarrolla iniciativa. El líder


difícilmente encontrará a personas que apoyen su obra por iniciativa
propia. Como resultado, el líder encuentra que más y más cosas tiene que
hacerlas él solo. O si no las hace sólo, por lo menos tiene que estar
constantemente tras las personas que lo hacen, para controlar si
realmente cumplen. El líder tiene que convertirse en el "hombre orquesta"
con la capacidad de hacer toda clase de trabajos simultáneamente.

Mucha gente espera exactamente esto de su líder: que sea su "ídolo",


capaz de hacer todo, para justificar la admiración que le brindan sus
seguidores. (Y esto justifica el hecho de que los seguidores no hacen
nada.)

Pero de esta manera se pone una presión tremenda sobre los hombros
del líder: Se espera que él sea perfecto, el ejemplo en todo, y que nunca
se equivoque. Si el líder mostrase alguna debilidad o cometiese un error,
inmediatamente caería de su pedestal; perdería su autoridad y el respeto
de sus seguidores. Así se piensa por lo menos.
Entonces muchos líderes empiezan a disimular la verdad ante sus
seguidores. Aunque estén cansados o frustrados, siempre tienen que
mostrar una sonrisa y buen ánimo hacia afuera. Cuando se equivocan,
tienen que tapar el error, justificarse de alguna manera, o echar la culpa
sobre otra persona. Tienen que seguir manteniendo la apariencia del
"super-líder". Y además es probable que empiecen a aumentar la presión
sobre sus seguidores, en un intento de sacarlos de su irresponsabilidad.

Pero la gente se vuelve más y más descontenta, porque se dan cuenta de


que algo no está bien. Se sienten "usados". Poco a poco empiezan a
descubrir las debilidades del líder, a pesar de sus intentos de disimular.

Entonces se apartan, desilusionados, y buscan a un nuevo "super-líder"


que cumpla sus expectativas.

¿Y qué puede hacer un líder, para no caer en la trampa del complejo del
"super-líder"?

Quiero responder con las palabras de Dale Kauffman, el fundador de


"King's Kids", quien dijo en una conferencia lo siguiente:

"Como líderes debemos ser abiertos en cuanto a lo que somos y lo que


nos falta aprender todavía. Así liberamos a nosotros mismos y a los demás
de muchas presiones. Si aparentamos estar muy seguros de lo que
hacemos, cuando en realidad no lo somos, ponemos a los demás bajo
presión; ponemos cargas pesadas sobre los hombros de los hombres sin
moverlas ni con un dedo (Mat.23:4). Esto proviene del temor a los
hombres. Debemos admitir que todos, incluso nosotros mismos, estamos
luchando con el pecado.

Si somos transparentes, algunas personas nos menospreciarán y no nos


aceptarán como líderes. (Los que no nos aceptarán son normalmente
aquellos que no son transparentes ellos mismos, sino orgullosos.) Pero es
Dios quien nos mantendrá en nuestra posición donde nos ha llamado, y
él actuará en las vidas de los que nos critican. (A veces es aún preferible
que se aparten de nosotros.) No debemos hacernos esclavos de ellos. -
También a los niños y a los adolescentes es mejor decirles: "Vamos a
aprender juntos", en vez de:"Aprended de mí."

Asuntos de conciencia

Dios nos ha dado una brújula para ayudarnos a navegar por en medio de
las tentaciones y los engaños de la vida. Esta brújula es la conciencia
(Rom.2:15). Pero no debemos pensar que esta brújula sea un
instrumento infalible. El apóstol Pablo dice en cierta oportunidad:
"Porque, aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy
justificado; pero el que me juzga es el Señor." (1 Cor. 4:4) Con esto, el
apóstol reconoce que su conciencia le puede fallar.

La iglesia es la encargada principal de fortalecer las conciencias; pero las


iglesias disfuncionales son las principales destructoras de conciencias.
La conciencia es limpiada por la sangre de Cristo (Hebreos 9:14), o sea,
por el perdón que recibimos a causa de su sacrificio. Cuando la iglesia
enseña correctamente sobre los beneficios del sacrificio de Cristo, sus
miembros vivirán en la seguridad de una conciencia limpia.

La conciencia se fortalece cuando aprende a reaccionar correctamente


según la Palabra de Dios, y a dejarse influenciar solamente por Dios, no
por los hombres. Una conciencia fortalecida en el conocimiento y la
confianza en Dios, es la mejor defensa contre al abuso. La iglesia fortalece
la conciencia cuando enseña correctamente la Palabra de Dios, y cuando
anima a sus miembros a temer a Dios, no a los hombres.

Lástimamente, en algunas iglesias sucede lo contrario. Fue


probablemente la decepción más grande en mi vida como cristiano,
cuando descubrí que incluso unos cristianos eran capaces de vender sus
conciencias a otros líderes cristianos. Hoy entiendo que probablemente la
mayoría de los miembros de las iglesias nunca nacieron de nuevo; por
tanto, no es de esperar que actúen como cristianos.

Si regresamos por un breve momento a la época de la conquista, creo


que podemos comprender mejor el asunto. Los conquistadores se
apoyaron en una "legitimación divina".

¿No tenían el respaldo del papa, el representante de Dios en la tierra? Y


su victoria sobre un pueblo mucho más numeroso que ellos, al parecer
les daba la razón. Entonces, someterse a los conquistadores era "bueno",
y resistirles o protestar contra sus abusos, era "malo". La iglesia, con
pocas excepciones, predicaba lo mismo.

La conciencia de los conquistados se hizo dependiente de estos señores


tan poderosos.

Esta desviación de las conciencias empieza, de una manera muy sutil,


cuando se iguala la enseñanza del pastor (una interpretación humana)
con la Palabra de Dios.
El próximo paso consiste en someter a represalias y avergonzar a aquellos
que se atreven a usar su propio juicio para examinar las palabras y
acciones de sus líderes en base a la Biblia. Entonces se crea un ambiente
de miedo: los miembros ya no actúan por una decisión de su conciencia,
sino por miedo a los líderes

Mentalidad de jaula

Me parece que el pastoreo en las iglesias peruanas, en su gran mayoría,


se ha adaptado a la disposición psicológica del Perú, la cual podríamos
llamar "la mentalidad de la jaula".

Como pastor, uno puede quedarse asustado y abrumado por la gran


"facilidad" con la cual los hermanos caen en pecado, especialmente
pecados sexuales. Entonces uno se esfuerza mucho por "proteger" a sus
"ovejas".

(Por fin, se dañan también la autoestima y la reputación del pastor si los


miembros caen el pecado, y hay que guardar su reputación ...) Se percibe
el mundo alrededor como algo peligroso y amenazante, y la iglesia como
una "jaula segura" donde uno está protegido contra estas amenazas.

Entonces el pastor empieza a "enjaular" a sus miembros con muchas


reglas de comportamiento que no se encuentran en la Biblia.

Por ejemplo: "Si te das cuenta de que estás empezando a enamorarte,


inmediatamente tienes que informar a tus pastores." - "No queremos que
los jóvenes se visiten unos a otros en sus casas." - "Todos los feriados
tiene que haber alguna actividad especial en la iglesia, para que los
jóvenes no vayan a otros lugares donde podrían ser tentados."

En cierta oportunidad, los fariseos reprocharon a Jesús: "¿Por qué tus


discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las
manos cuando comen pan." Jesús les respondió: "¿Por qué también
vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?"
Después cita al profeta Isaías: "Este pueblo de labios me honra, pero
su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando
como doctrinas, mandamientos de hombres." (Mat.15:1-9)
¿Se dan cuenta de algo? Los fariseos tenían esta misma mentalidad de la
jaula. Para impedir que la gente siquiera se acerque a la posibilidad de
quebrantar algún mandamiento, empezaron a rodear los mandamientos
de Dios con un "cerco" mucho más extendido de mandamientos humanos.
El resultado no es una mayor resistencia al pecado; al contrario. Las
personas que se acostumbran a esta forma de "protección pastoral", poco
a poco pierden el sentido de responsabilidad por su propia vida (si alguna
vez lo tenían). Siempre hay alguien que decide por ellos, que distingue
entre el bien y el mal por ellos, que traza el camino por ellos.

Ya no tienen necesidad de reflexionar, de examinar las cosas y de decidir


en responsabilidad propia. Y esto es justamente lo que les hace más
propensos a caer en las tentaciones, tan pronto como se encuentren en
una situación donde la "protección pastoral" no les alcanza.

El acercamiento de Jesús es completamente diferente. Nunca vemos de


Su parte un intento de enjaular a los discípulos. En cambio, El apunta
directamente a sus corazones.

Su enseñanza empieza con el Sermón del Monte, donde El nos enfrenta


con mandamientos tan radicales que cada persona sincera tiene que
admitir: "Yo no soy capaz de cumplir esto." Es que estos mandamientos
no se pueden cumplir tan solamente según la apariencia, con acciones
externas. Tienen que ver con la actitud del corazón.

Este es el punto donde Jesús quiere que lleguemos: Admitir que nuestro
corazón es malo, que no somos capaces de cumplir Sus mandamientos,
y que dependemos completamente de la ayuda de Dios.

Nadie puede salvarse del pantano del pecado, jalándose de sus propios
cabellos.

Dependemos de Jesús para ser salvos, y también para vivir una vida que
agrade a El. Y el pastor depende completamente de El para la protección
de su rebaño.

Solo Jesús puede poner en el corazón del creyente la convicción de su


propio pecado. Solo Jesús puede darle un corazón que ame Sus
mandamientos y aborrezca el pecado. Solo Jesús puede darle la fuerza de
decir "No" a la tentación.

Ningún "cuidado pastoral" puede hacer esto; al contrario: El "pastoreo"


tal como descrito arriba, desvía los ojos del creyente de su Señor quien
le podría fortalecer, y pone su atención en un hombre y en lo que los
hombres podrían pensar de él. Esto es lo que las Escrituras llaman "el
temor al hombre".
"El temor al hombre pondrá lazo; pero el que confía en el Señor
será exaltado."

(Prov.29:25-26)

"Hay que mantener la apariencia"

La Biblia nos enseña que Dios mira el corazón. El tuvo que exhortar al
profeta Samuel que no se deje desviar por la apariencia externa de los
hijos de Isaí (1 Samuel 16:8). Jesús reprendió a los fariseos: "Sois
semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad,
se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de
muertos y de toda inmundicia." (Mateo 23:27)

Sin embargo, en muchas iglesias se enseña a cuidar más la apariencia


exterior y la tradición de la denominación, que el verdadero estado del
corazón. Después de pocos años de existencia de una iglesia, ya tiene su
tradición: su orden sagrado de como se celebra el culto, su manera
particular de hablar entre hermanos, su manera particular de vestirse, y
mucho más. Y muy pronto aprenden también a despreciar a las otras
iglesias que tienen una tradición un poco diferente.

Cristianos discuten e iglesias se dividen por asuntos como el estilo de


música que se utiliza para alabar a Dios, la forma como el local de la
iglesia debe ser adornado, o la pregunta si las mujeres deben pintarse o
no. Miembros de iglesias se sienten bajo una obligación de vestirse de
una manera determinada, como si esto influenciaría en su reverencia
hacia Dios.

Johnson y Van Vonderen escriben sobre este énfasis en lo exterior:

"Esta concentración en lo trivial, en el detalle de poco o nulo significado


espiritual, sirve en realidad para distraer de los asuntos reales. Esta es
otra característica de un sistema de abuso espiritual. Lo insignificante se
vuelve relevante, mientras que lo relevante se hace insignificante."

Este énfasis en lo exterior se manifiesta también en la variante cristiana


de la regla "Disimula tus emociones". En algunas iglesias se entiende que
"humildad" significa andar siempre con la cabeza agachada. Otras iglesias
tienen el lema "Más que vencedores"; entonces uno tiene que mostrar
siempre una apariencia victoriosa, no importa si en realidad uno acaba de
sufrir una derrota. Sea por el uno o por el otro lado: no se permite a los
hermanos simplemente ser como son.
A veces son los mismos pastores los que dan este ejemplo. Algunos creen
que perderían su autoridad si alguna vez se mostrasen cansados o tristes
ante sus hermanos. Otros creen que no pueden asistir a ninguna reunión
sin saco y corbata. Y otros dan mucha importancia a su título de "pastor"
o "reverendo". Es una ironía de la vida, que exactamente aquel pastor en
nuestra ciudad que daba más importancia a su apariencia exterior que
cualquier otro, era el que vivía en adulterio e intentaba adueñarse de las
propiedades de la iglesia

Pero esta clase de enseñanza atrae muchos seguidores en Perú. A los


líderes les gusta escuchar enseñanzas sobre cómo mantener su
apariencia.

Yo sé más sobre ti de lo que sabes tú mismo"

Una persona sumergida en su problema, es como un hombre que se


perdió en un pantano y no sabe por dónde salir. Una persona parada
encima de un cerro cercano puede ver mejor por donde está la salida.

Esta es la perspectiva del consejero: Tiene mayor distancia, y por tanto


una perspectiva más amplia.

Pero esta situación tiene también un potencial para el abuso. La persona


que busca consejería, se hace dependiente del consejero en cierto grado.

Un consejero puede abusar de esta situación para obligar a la persona a


hacer lo que él quiere. Puede olvidar que él es solamente un hermano que
ayuda a otro hermano a encontrar su camino con Dios, y ponerse a sí
mismo en la posición de Dios.

Una forma frecuente de manipulación en la consejería consiste en que el


consejero hace aseveraciones sobre los motivos y las intenciones secretas
de su hermano, y le obliga a aceptar su interpretación como correcta: "En
realidad tú estás haciendo esto para ..." - "La verdadera raíz de tu
problema es que ..." - "Debe haber un pecado secreto en tu vida." - Como
resultado, la persona se siente culpable de algo que ni siquiera sabe que
lo cometió, pero hará todo lo que le dice el consejero para disminuir esta
culpabilidad. Así, el consejero está transmitiendo el mensaje: "Yo sé más
sobre ti de lo que sabes tú mismo."

La verdad es que nadie puede conocer el corazón del hombre sino Dios
mismo (Jeremías 17:9-10). Solo Dios puede revelar las intenciones
secretas del corazón (1 Cor.4:5). Y él dice que debemos examinarnos a
nosotros mismos, no que el consejero debe examinarnos (1 Cor.11:28, 2
Cor.13:5). Esto significa que Dios quiere tratar con cada uno
personalmente en cuanto a los asuntos secretos del corazón. (Vea
también 1 Tes.2:4).

Dios puede utilizar la opinión de un consejero para confirmar algo que él


mismo nos está revelando, pero nunca para imponernos una
interpretación de motivos ocultos de los cuales Dios nunca nos ha
hablado. - "Examinadlo todo, retened lo bueno." (1 Tes.5:21). Estoy bajo
la obligación de examinar la palabra del consejero. Si hay algún motivo
oculto, entonces Dios no lo va a decir solamente al consejero, sino lo va
a mostrarme a mí mismo también. Es el Espíritu Santo quien convence
del pecado (Juan 16:8).

La meta de la consejería no es dependencia, sino llevar al hermano a


asumir su propia responsabilidad ante Dios. El consejero debe sobre todo
animar al hermano a que él mismo busque la respuesta de Dios a su
situación. Le puede ayudar mostrando una perspectiva bíblica de la
situación, pero no debe decidir en lugar de él. El hermano se fortalece en
su fe cuando experimenta que Dios le responde personalmente a su
búsqueda, y cuando asume la responsabilidad de hacer una decisión y
escoger el camino de Dios por voluntad propia.

Dios no hace copias, solo originales

Estuve conversando con una joven profesional que se había graduado de


la universidad pocos años atrás. La pregunté en qué forma ella pensaba
involucrarse en la obra cristiana, y cuál era el llamado de Dios para ella.
Me respondió: "Cuando yo era todavía adolescente, he recibido varias
profecías de parte de mis líderes, de que yo era llamada al ministerio y
que debía ingresar al instituto bíblico.

Pero yo di más importancia a mis estudios, y seguí adelante hasta


terminar mi carrera. ¿Quizás ya habré perdido mi oportunidad?" -
"Mencionaste unas profecías de parte de tus líderes - pero ¿qué te habló
el Señor a ti personalmente? ¿Qué piensas tú misma que puedes hacer
para él?" - Obviamente, la pregunta la sorprendió.

Pero resultó que en realidad ella tenía un concepto bastante claro de sus
dones y talentos, y del propósito de Dios: "Dios me ha dado una facilidad
de relacionarme con todo tipo de personas. ... Sobre todo, quiero ayudar
a personas que tienen problemas, personas en crisis; tanto creyentes
como no creyentes."
Aquí estaba ella, con una preparación maravillosa para una tarea
magnífica en la cual podía glorificar a Dios; pero obviamente la iglesia no
le había brindado la oportunidad de desarrollar sus talentos específicos.

"El llamado de Dios", para sus líderes, se limitaba a asistir al instituto


bíblico de la denominación, y después reproducir exactamente el modelo
de la iglesia central en alguna de las iglesias de su denominación. Si ella
no estaba lista para ser transformada en una "copia" de sus líderes,
entonces tenía que preguntarse si "había perdido su oportunidad".

No estoy en contra del ministerio a tiempo completo (yo mismo también


soy ministro a tiempo completo). Hay una gran necesidad de obreros
entregados para el servicio en las iglesias y en los campos misioneros, y
es bueno incentivar a los jóvenes a considerar esta opción. Es una forma
en la cual se puede manifestar el llamado de Dios, pero no es la única.

Otras personas son llamadas a glorificar a Dios por medio de su profesión,


o por medio de su influencia en la sociedad. De hecho, cada persona tiene
un llamado específico de parte de Dios; no existe ningún cristiano "sin
llamado".

También creo que Dios puede de vez en cuando dar a un líder una palabra
de confirmación acerca del llamado de uno de sus seguidores. Pero es
muy peligroso emitir esta palabra antes de haber animado al miembro a
que él mismo busque la dirección de Dios. El líder puede opinar y
confirmar la dirección de Dios en la vida de un miembro; pero no es el
líder quien da la dirección.

El caso es muy diferente si el miembro ya ha buscado la dirección de Dios


para sí mismo, ha llegado a una conclusión, y después la palabra de su
líder confirma esta conclusión; esto sí es algo muy hermoso cuando Dios
confirma Su dirección "por medio de dos o tres testigos" (2 Cor.13:1).

¡Cuán hermoso es el retrato del "Cuerpo de Cristo" que nos presenta el


apóstol Pablo!

"Los dones son repartidos [de maneras variadas], pero vienen del mismo
Espíritu; y los servicios son repartidos [de maneras variadas], pero vienen
del mismo Señor; y los efectos son repartidos [de maneras variadas],
pero vienen del mismo Dios quien efectúa todo en todos. Y Dios dio a
cada uno la evidencia del Espíritu para beneficio.

...Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora
son muchos miembros, pero un solo cuerpo. Y el ojo no puede decir a la
mano: 'No te necesito'; ni la cabeza a los pies: 'No les necesito'. Al
contrario, los miembros del cuerpo que nos parecen más débiles, son
mucho más necesarios ..."

(1 Corintios cap.12)

Dios ha creado a cada uno de nosotros como un original, con dones y


talentos únicos y con un llamado único. Y nos necesitamos unos a otros
para complementarnos, porque mi hermano puede hacer con sus talentos
lo que yo no puedo hacer. ¡Qué triste es cuando un líder trata de forzar a
todos los miembros según el mismo molde!

Los padrinos ricos

Muchas iglesias se han acostumbrado, desde su fundación, a que "la plata


viene del extranjero". Esta plata les ha ayudado a levantar edificios y
ministerios que de otra manera no podrían haber levantado. Pero esto les
ha enseñado que "recibir es más bienaventurado que dar", volteando de
cabeza las palabras del Señor. Así han surgido iglesias cuyos miembros y
líderes no sienten ninguna responsabilidad por el apoyo económico de la
obra de Dios y de los hermanos necesitados.

Escuché acerca de una iglesia que tiene un edificio bastante grande,


construido con fondos de una misión extranjera. Los misioneros volvieron
a su país, y la iglesia siguió reuniéndose en el edificio que poco a poco se
estaba deteriorando. Por treinta años no hicieron ninguna mejora ni
arreglaron daños en el edificio, porque siempre esperaban que viniera
otro misionero que lo pagara.

¿Qué tiene esto que ver con el tema del abuso?

En primer lugar, vimos que una consecuencia del abuso es la mentalidad


de dependencia y la falta de voluntad para la independencia. Esta misma
mentalidad se perpetúa en las iglesias e instituciones que dependen del
dinero extranjero. Permanecen en dependencia porque esto les resulta
más cómodo, y no aprenden a realizar sus propias posibilidades. Por
tanto, tampoco llegan a desarrollar su verdadera capacidad de
organización y liderazgo.

Además, esta situación da lugar a todo tipo de maniobras manipulativas.


Hay personas que se acercan a los misioneros con sus necesidades
(verdaderas o fingidas) para asegurar que recibirán el "pedazo de la torta"
más grande. Por otro lado, hay misioneros que han descubierto que el
dinero en sus manos es un medio muy eficaz para conseguir que las
iglesias les hagan caso. En estas relaciones enredadas, a veces no es fácil
determinar quien manipula a quien.

No es fácil sugerir una salida de este dilema. Un líder africano, que


observó situaciones similares en su país, dijo una vez a un misionero:

"Para ustedes, la gente en los países desarrollados, sería lo mejor que


envíen todo su dinero a Africa, porque el mucho dinero corrompe vuestros
países y les aleja de Dios. Pero para nosotros, los africanos, sería mejor
que todo este dinero se hundiese en el mar, porque a nosotros también
nos corrompe."

Glenn Schwartz, un director de misiones, hace las siguientes sugerencias


para vencer la dependencia:

"En las iglesias establecidas por misiones extranjeras ... el dar (o diezmar)
procede desde una obligación, no desde el gozo del Señor.

1. Uno de los primeros pasos consiste en cambiar el énfasis en la


enseñanza bíblica: Ya no enfatizar "la ley del diezmo", sino "el gozo de
dar". Considere la construcción del tabernáculo en los tiempos de Moisés
(Exodo 35-36), la construcción del Templo (1 Crón.29), la reconstrucción
de los muros de Jerusalén (Neh.3). La gente no fue obligada a ofrendar o
diezmar, sino que practicaron el gozo de dar.

2. Un tesorero elegido con el consentimiento público de la iglesia, o de


preferencia más que una sola persona, debe revelar todas las fuentes de
ingresos, y en qué se gasta el dinero. Las sospechas sobre la cantidad de
dinero que ingresa, y dónde está yendo el dinero, pueden ser la causa
más importante por qué la gente ofrenda poco . ...

3. La integridad de aquellos que administran los ingresos de la iglesia es


de suma importancia. Si hay la más mínima señal de una administración
inapropiada (y lástimamente existen muchos ejemplos), la gente dejará
de dar.

4. Donde ha habido décadas de subsidios externos, una de las soluciones


más eficaces puede ser que los líderes declaren que ya no desean ni
necesitan subsidios. Esto ha sucedido en varios casos. Esto es preferible
a la situación donde los misioneros extranjeros deciden algún día que "es
tiempo para nacionalizar la obra" y arbitrariamente cortan los subsidios.
... Supongamos por un momento que todos los proyectos de ayuda y
fondos extranjeros se corten, y el sistema completo entre en quiebra.

(Esto podría suceder cuando haya un "terremoto económico" en Estados


Unidos.) En este caso, los líderes locales tendrían que decidir cuáles
proyectos querrán reconstruir con sus propios recursos limitados.

Todo lo que ellos decidirían reconstruir, sería realmente propiedad local y


legítimamente "nacional". Todo lo que no sería reconstruido,
probablemente nunca era una necesidad verdadera de la iglesia o
comunidad. - Este escenario suena duro, pero es uno de los caminos para
asumir una verdadera propiedad local y llegar al auto sostenimiento."

(Glenn Schwartz, "Cutting the Apron Strings", en la revista "Mission


Frontiers" Ene.-Feb, 1997)

Los evangélicos y la política

Algunas iglesias evangélicas se mantienen por principio alejadas de la


política, porque "la política es sucia" y "el poder corrompe". Con la última
declaración estoy (casi) de acuerdo; demasiados cristianos han caído en
la tentación de hacer mal uso del poder que les fue otorgado.

Sin embargo, me pregunto: ¿No existirán por lo menos unos cuantos


cristianos íntegros y capaces de resistir a estas tentaciones, como lo
lograron José y Daniel en el Antiguo Testamento? A la primera
declaración, de que "la política es sucia", respondió una vez Alberto
Mottesi: "Si la política es sucia, entonces tenemos que limpiarla." Esta
sería la tarea de los políticos evangélicos.

¿Lo están haciendo? Según lo que se conoce en público, parece que muy
poco. El pueblo evangélico dice: "Por fin hay alguien en el Congreso que
levanta la voz en nuestro favor" - y se contenta con esto. Sí, es bueno y
necesario que alguien represente los intereses de los evangélicos.

Pero, ¿con eso ya estamos limpiando la política? Si un político evangélico


consigue que se dé un mejor trato a las iglesias evangélicas, quizás es un
paso hacia un trato más justo con las minorías en general, y hacia menos
discriminación. Pero puede ser también que solamente se esté
remplazando el favoritismo existente (a favor de la iglesia católica) por
otra clase de favoritismo (a favor de las iglesias evangélicas).

"Limpiar la política" significaría mucho más: Proyectar leyes que reflejen


principios bíblicos en todas las materias. Promover un uso justo del poder,
y luchar para que las mismas autoridades también tengan que
responsabilizarse ante la ley, en vez de ponerse por encima de la ley. Y
(no debería ser necesario mencionarlo) vivir personalmente una vida
íntegra, sin participar en la corrupción ni sacar provecho personal del
poder que se le ha otorgado.

Lo mismo podemos aplicar a los contactos que mantienen pastores y


líderes evangélicos con las autoridades políticas. A veces Dios permite que
un líder evangélico "caiga en gracia" ante un alcalde o un congresista, y
que se establezca una relación de confianza entre los dos.

No creo que tengamos que rechazar estas oportunidades, pero la gran


pregunta es: ¿Qué hará el líder evangélico con este contacto?
¿Lo aprovechará para conseguir "favores", como rebajas de alquiler,
fondos públicos para proyectos de su iglesia, etc.? Entonces ya está
participando en el juego sucio de la corrupción y del "tráfico de
influencias". - ¿O quizás el líder evangélico se deja influenciar por el
político para promocionar el partido de aquel en su iglesia? En este caso
se está ensuciando la iglesia, y el líder evangélico se degrada a un títere
del poder.

¿O aprovechará el líder evangélico su contacto para influenciar al líder


político para que actúe con más justicia y transparencia, le confrontará
con la Palabra de Dios y le aconsejará con principios bíblicos? Creo que
esto es lo que Dios espera en tales casos.

En el Antiguo Testamento, parece que el profeta Natán tenía una relación


de mucha confianza con el rey David, y en varias oportunidades le afirmó
y le animó en su gobierno. Sin embargo, cuando Dios le reveló el pecado
del rey, Natán no dudó en confrontarlo. Eso podría haber resultado en la
pérdida de la confianza, o incluso la persecución, de parte del rey. Pero
eso es lo que Dios espera de Su pueblo: que no seamos "arrimistas"
buscando favores, sino profetas.

Después de haber dicho todo esto, tengo que advertir contra un


malentendido: No estoy atacando el cristianismo. Al contrario: Solamente
el verdadero Jesucristo, el Rey legítimo del cielo y de la tierra, puede
liberarnos de los abusos de autoridad y de sus consecuencias. Jesús
estableció una autoridad justa. El abuso de esta autoridad (sea dentro o
fuera de la iglesia), es del diablo.

No podemos echar la culpa de estos abusos al cristianismo. Justamente


por eso hay que exponer los engaños y abusos que se cometen en su
nombre, para contrarrestarlos y para reivindicar el buen nombre de
Cristo. Es en el propio interés de las iglesias, limpiarse de los abusos que
se cometen dentro de ellas.

3. Génesis: Adán y Eva

La gente peca, y el pecado produce disfunción en la familia; pero el Señor


puede usar a estas familias para Su gloria.

Una marca especial de inspiración bíblica es el hecho que los autores no


trataron de esconder las fallas de los personajes históricos de la fe. La
gente peca, y el pecado produce disfunción en la familia.

Al presentar los pecados de incluso el pueblo de Dios en toda su fealdad,


la Biblia hace resplandecer más la gracia y santidad infinita de Dios
mientras Él obra a través de estas familias disfuncionales para llegar a la
reconciliación con el hombre. De esto se trata esta serie de lecciones.
¿Qué podemos aprender de las familias disfuncionales de Génesis para
ayudarnos a amar más a Dios y a aquellos que han sido hechos a Su
imagen?

¿Cómo se rompió la relación de Dios con el hombre al principio? Considere


el poder maravilloso de la palabra de Dios. Cuando Dios dijo “Sea la…”,
algo pasó. Las cosas obedecieron. Dios moldeó la tierra, el cielo y el mar
y los llenó de seres vivos que reproducen según su género.

La única criatura con la cual Dios no llenó la tierra fue la que Él formaría
según Su propia imagen, en Su propia semejanza (Génesis 1:26-27; 2:7).
Él dio al hombre y la mujer la soberanía sobre la tierra y la responsabilidad
de llenarla. El hombre es el representante de Dios en la tierra, así que
llenar la tierra implicaba esparcir la gloria de Dios en ella.

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Sin embargo, una criatura no estaba bajo el control del hombre—la


serpiente. Esta criatura astuta tentó a Eva para desobedecer a Dios al
torcer las palabras de Dios. Este “padre de mentira” (Juan 8:44) plantó la
semilla de duda en la mente de Eva: “¿Conque Dios os ha dicho: ¿No
comáis de todo árbol del huerto?”.
Eva respondió: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero
del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis
de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3:1-3).
Luego la serpiente presentó su ataque mortal: “No moriréis; sino que sabe
Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis
como Dios, sabiendo el bien y el mal” (vss. 4-5). Ella fue tentada a
enfocarse en lo que no tenía, en vez de considerar los dones de gracia
que tenía.

La serpiente causó que ella dudara de la palabra de Dios. Cuando


dudamos de la Palabra de Dios, comenzamos a dudar de Dios mismo.
Pensamos que Él debe estar escondiendo algo. La serpiente básicamente
dijo: “Él no quiere que tengas lo que Él tiene”.

El universo físico obedeció a Dios, pero Sus criaturas más responsables


se rebelaron. Toda la creación de Dios cayó en disfunción. Satanás ganó
ese día, pero no ganó la eternidad. La esperanza de la humanidad vendría
a través de la Simiente de la mujer (Génesis 3:15).

¿Cómo se puede relacionar esta historia a las familias disfuncionales


modernas? Dios había dicho a Adán que no comiera del árbol prohibido.
Suponemos que él transmitió estas instrucciones a Eva. Compare la
instrucción a Adán con lo que Eva dijo a la serpiente.

¿Puede ver la diferencia? Eva dijo que ella no podía “tocar” el árbol. Para
no quebrantar el mandamiento, ella añadió un segundo mandamiento.
¿Fue esta su interpretación o la interpretación de Adán? No lo sabemos.
De cualquier manera, ella cambió la palabra de Dios. Dios no dijo: “No
toquéis”. Él dijo a Adán que labrara y guardara el huerto (Génesis 2:15).

Esto pudiera implicar que el hombre necesitaría tocar al árbol.

Al final, Eva fue engañada (1 Timoteo 2:14), pero Adán pecó sabiendo.
Muy probablemente él estaba con su esposa (vs. 6), y falló en protegerla
de la serpiente. A la comunidad feminista puede no gustarle, pero el
Sociólogo real quiere que los esposos sean los líderes espirituales y que
protejan a sus esposas de Satanás (Efesios 5:25-26).

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