Mendicidad

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¿Lástima o solidaridad?

La pobreza los obliga, la sociedad los margina y las ansias de sobrevivir los impulsa a no dejarse
vencer, a no atemorizarse por nada, a continuar pidiendo un par de céntimos en diversas calles
de Chiclayo.

La mendicidad es un problema que se acrecienta día a día. Cada vez son más los niños y
adultos que usan las calles o avenidas como centro de “labores” a la merced de los peligros, el
clima y las mofas, de las cuales muchos de ellos son víctimas.

La avenida San José es una de las más transcurridas de Chiclayo, es por esto que la han
señalado como suya -con documentos o no- decenas de comercios, vendedores ambulantes y
mendigos. Especialmente estos últimos que dependen de cuánta gente transite por las calles,
ya que se verifico que si no hay gente en este lugar se movilizan a otras zonas como el
mercado Modelo, el parque principal, centros comerciales, la plazuela Elías Aguirre, Luis
Gonzales, Arica, Augusto B. Leguía en donde los menores se dedican a pedir dinero y
alimentos.

Vida dura - A pura voluntad

No es sarcasmo, puesto que pedir limosna no es fácil, un ejemplo de ello, tenemos el


testimonio de algunos mendigos que se encuentran en la ciudad de Chiclayo:

- “hay gente que simplemente te ignora”


- “Hay veces que uno no tiene qué comer, hay veces que quisiera que mis hijos me
apoyen, pero no puedo esperar sentado a que me ayuden, tengo que salir a buscarla
yo solito”
- “Mis hijos viven lejos, no tienen tiempo para cuidarme, para cocinarme. A veces el
mayor me viene a visitar y me trae algunos regalos”
- “La gente mayor nos ignora, pero los jóvenes son los que más me ayudan”
- “La gente es buena, me ayuda siempre, ya saben que, aunque sea con una moneda de
diez céntimos me pueden ayudar”.

Mendicidad de los niños y adolescentes

La realidad del trabajo infantil en nuestro país debe indignarnos. La cifra de un millón
seiscientos cincuenta mil niños y niñas que trabajan para sobrevivir nos increpa sobre qué
estamos haciendo para que esta situación se mantenga. No podemos considerarnos un país en
desarrollo si tenemos, además, a ochocientos mil niños que trabajan, incluso sin tener la edad
mínima, 14 años, para hacerlo, y lo hacen poniendo en riesgo su integridad y su vida,
empujados por sus difíciles circunstancias.

Si no podemos garantizarles a nuestros niños y niñas sus derechos mínimos, entonces estamos
fracasando como sociedad y como Estado. El desarrollo económico debe servir para superar
esta realidad y hacer que ellos y ellas puedan dedicarse a estudiar y jugar. Nos toca hacer
esfuerzos concretos para revertir esta situación, enfocándonos en mejorar las políticas de
educación, salud, seguridad y lucha contra la pobreza, para evitar que nuestros niños y niñas
sigan creciendo en la incertidumbre

En la ciudad de Chiclayo se ha identificado a un aproximado de 200 niños en situación de


mendicidad y explotación infantil que operan en puntos estratégicos de esta parte del país,
informó el prefecto regional de Lambayeque, Rafael Aíta Campodónico.
“El registro permitirá que una vez identificado el caso y sea reiterativo, los niños puedan ser
puestos a disposición de los juzgados de familia para que determinen su situación legal”,

Sorprendentemente, estos hechos ocurren en pleno siglo XXI y en un contexto en el que se


proclama la defensa de los derechos humanos.

¿Qué hace que una adolescente que debería estar disfrutando de su juventud caiga en las
redes de trata, para ser explotada sexualmente?

¿Por qué hay niños y adolescentes varones que en vez de jugar terminan trabajando durante
más de catorce horas en minas o canteras de piedras, sin implementos de seguridad y sin
percibir un sol?

Por ejemplo, nos indica que el mecanismo más utilizado para captar a los niños, niñas y
adolescentes es la necesidad de un trabajo que les permita subsistir, así como apoyar la
precaria situación económica que padecen sus familias. Por ello, la ausencia de oportunidades
laborales se constituye en un terreno fértil para los tratantes, cuyo único norte en la vida es
lucrar a toda costa, inclusive destruyendo vidas.

Asimismo, es imprescindible que este sistema de protección se extienda a las víctimas de


explotación laboral, de mendicidad, de venta de niños y niñas, así como a cualquier otro tipo
de explotación, pues en la actualidad solamente tienen protección las víctimas de trata. Es
necesario, además, que las penas para estos delitos sean aumentadas.

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