T Alavez, Seucuritizar

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO

PROGRAMA DE POSGRADO EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad


Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE:

Maestro en Estudios Latinoamericanos

PRESENTA:

JESUS FERNANDO ALAVEZ SALAZAR

TUTOR PRINCIPAL:

Dr. JOSÉ MARÍA CALDERÓN RODRÍGUEZ

CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS (CELA) FCPYS, UNAM

Ciudad Universitaria, Ciudad de México, agosto 2019.


UNAM – Dirección General de Bibliotecas
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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

A los pueblos mermados de Colombia, Venezuela y México, y que


resisten.

A Rosy, mi segunda madre.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Mapa de los territorios continentales de la República de Colombia y la República


Bolivariana de Venezuela (incluyendo el Esequibo reclamado por Venezuela ante la
Organización de Naciones Unidas desde 1962), tomado en el contexto de “proyecto
mapa”, donde artistas colombianos y venezolanos expresaron a través de tal
cartografía la hermandad entre ambos pueblos y que no existen fronteras entre
ellos. 1

1 Proyecto Mapa. Publicado 5 de noviembre de 2015. Disponible en línea en:


https://www.fotografiacolombiana.com/proyecto-mapa/ Consultado 8 de enero de
2017.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad de


confesar yo mato para robar. Las guerras siempre invocan nobles
motivos: matan en nombre de la paz, en nombre de dios, en nombre
de la civilización; en nombre del progreso, en nombre de la
democracia y por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí
están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar
enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un
gran manicomio y un inmenso matadero.

Eduardo Galeano, discurso pronunciado en la Marcha Mundial por la


paz y la no violencia, 2009.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

¡Gracias!

Cuando estudié la licenciatura escuché que si no te transformas


esencialmente como persona en un proceso de instrucción educativa
tan formal como -en este caso- la maestría; significa que realizaste
un esfuerzo malogrado. La maestría trastocó profundamente a mi
persona, sin duda.

El producto que aquí se lee no hubiese sido posible sin el apoyo


colectivo e individual de personajes sumamente importantes en mi
vida: en primer lugar quiero agradecer a mi hermana mayor, Rosa G.
Alavez Salazar, mi segunda madre, su amor y apoyo en poco más de
tres décadas me ha mantenido aquí. A mi tío, Eduardo Salazar, quien
siempre me ha rescatado del precipicio. A mi padre, pese a las
grandísimas diferencias entre ambos.

A Rodolfo Aramoni, creía que no volvería a tener un mejor amigo. A


Edith Vargas, sus lecturas y, sobre todo, sus rigurosas correcciones
de estilo fueron de gran ayuda para la presente investigación. A
Berenice Ramírez por las múltiples charlas sin tabúes. A Juan
Gastiazoro por esas discusiones aleccionadoras que se vuelven
vínculo. A Carlos(Charlitros)Rodríguez Gómez, por su amistad. A
Compañeros y amigos de la maestría que sin duda aprecio y aprendí
de ellos: Yoslaine González, Francisco Disentis, Irma Otero, Andrea
Abarca, Emmanuel Méndez y Aldo Limón.

A Olimpia Martínez: no solo leyó y corrigió la investigación, sino


especialmente por volver, sin duda una grandiosa amistad. A Ángeles
Hernández, mi querida güera. A Belem Soriano. A Gina Sponal, por
tanta catarsis en momentos indicados. A Irais Carrillo, por toda su
ayuda.

A Ireri Sanvicente y Juan Yabrudy, mis primeros amigxs en la


República Bolivariana de Venezuela: gracias por recibirme, apoyarme,
enseñarme y abrirme las puertas de la militancia más consecuente del
chavismo. A mi más grande maestro venezolano, Amílcar Figueroa
Salazar: ni el Departamento del Tesoro ni ninguna otra institución
del Estado imperial detienen su compromiso político con la
transformación de las sociedades de este continente.

Al Frente Cultural de Izquierda (FCI): Eliot Cairos y Antonio


Hernández, mis compañeros de habitación y amados hermanos;
innumerables pláticas y enseñanzas me brindaron. A mi amigo Ángel

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Álvarez, por tanta ayuda académica: tremendo profesional de las


relaciones internacionales y militante. A José Guzmán Tato y a Thaís
Rodríguez, queridos amigxs, internacionalistas que me ofrecieron
debate y análisis abundantes. A Andy Hernández, economista y
militante excepcional. A Daniela Salas y a Ananda Guimar, por siempre
darme una visión distinta desde la mirada de las mujeres militantes
venezolana en plena crisis. A Gabriela Márquez y Tamayba Lara, por
tanto amor y alegría a la distancia. A todxs ellxs, camaradas, mi
admiración y respeto por su capacidad, resistencia y fortaleza, por
su resiliencia y por no flaquear. Siempre teniendo en el horizonte
más inmediato la utopía, no como algo inalcanzable sino como algo
inagotable: ¡Hasta la victoria siempre!

A Julián Poveda Rey y a su madre, por recibirme incondicionalmente


en Bogotá y al Sistema Jesuita de Refugiados (SJR), por abrirme sus
instalaciones en la costa del Pacífico colombiano. A los
investigadores del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de la
Universidad de Antioquia (UdeA), especialmente al Mtro. Wilmar Arley
Martínez mi cotutor y amigo en Colombia.

A mi querido amigo, Ricardo García, tanta charla desde Cartagena de


cualquier tema. A Daniela Ramírez, mi querida costeña: gracias por
todo. A Juan Arturo Tobón, por recibirme en el Urabá antioqueño,
pocos periodistas tan comprometidos como él. A Juan Pablo Montoya,
querido amigo paisa. Gracias por esas tarde de plática con tanta
preguntadera, viendo el cielo rosado de Medellín.

A Juliana Granados y Carlos García y a sus padres que me recibieron


con tanto afecto en Bogotá. A Juliana García, por mostrarme la visión
del sur colombiano desde la antropología. Al Dr. Armando Rendón
Corona, por permitirme trabajar en sus esfuerzos de investigación:
las lecturas sobre Cuba, Colombia y Venezuela fueron de gran ayuda
para este proyecto. A mi director y a mis lectores: Dr. José María
Calderón, Dra. María José Rodríguez Rejas, Dr. Daniel Inclán, Dr.
Rodrigo Páez y Dra. Adriana González Gil, gracias por todo.

A la universidad pública que me sigue acogiendo: esta vez tuve la


oportunidad de estudiar en la UNAM. A lxs que olvidé mencionar.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad


Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Foto: La Prensa/Mundo.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Índice

Introducción

0.1 La problematización: 10

0.2 El plan de trabajo: 13

Capítulo Primero

Seguridad nacional y democracia en América Latina: 22

1.1 Seguridad nacional en América Latina: 23

1.1.1 Democracia, sí, pero ¿de qué tipo?: 30


1.2 Neoliberalismo y seguridad nacional: América Latina un enclave
geoestratégico: 34

1.2.1 Proyecto hemisférico-seguridad hemisférica, continuidad de


la Doctrina de seguridad nacional: 40

1.3 La encrucijada colombo-venezolano y sus antecedentes en


Centroamérica y El Caribe: securitizar la democracia: 42

1.4 Reflexiones capitulares: 54

Capítulo segundo

Colombia y la Seguridad Democrática, el producto mejor logrado de


la Doctrina seguridad nacional: 56

2.1 Réspice Polum y el problema de siempre: tierra, despojo y


conflicto en la República de Colombia: 57

2.1.1 “El capitalismo de la guerra contra las drogas”:67

2.1.2 Operación “baile rojo”. Siempre volver a las armas: 74

2.2 El Plan Colombia y la internacionalización del conflicto: el


triunfo del modelo policiaco-militar: 77

2.3 “Mano dura, corazón grande” o la militarización de la democracia:


81

2.3.1 Operación Orión y la derrota de la guerrilla en la


ciudad: 87

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

2.3.2 “La teoría del pez”: paramilitarismo, narcotráfico y la


perversa tergiversación de la unidad cívico-militar:94

2.3.3 ¿Populismo neoconservador paramilitar?: la


transfiguración del sujeto político en Colombia con la Seguridad
Democrática: 104

2.4 Veedurías ciudadanas, lo que no ha podido ser: 111

2.5 Conclusiones del capítulo: 116

Capítulo tercero:

Monroe vs Bolívar: la Unidad Cívico-militar y la guerra clave por


los recursos estratégicos del continente: 119

3.1 Del perezjimenismo a la Doctrina Betancourt: anticomunismo para


evitar la reforma agraria: 121

3.1.1 Mirar al norte o ”tomar el cielo por asalto”: la histórica


relación de los militares con la insurgencia venezolana y el
movimiento popular, en el Pacto de Punto Fijo: 132

3.2 ¿Desencadenamiento histórico y triunfo del outsider?: 140

3.2.1 Un zambo llega al poder: el nacimiento de la moderna


Unidad Cívico-militar y el papel de los círculos bolivarianos:
150

3.2.2 Contrarrevolución, securitización y paramilitarismo: del


golpe de Estado fallido de 2002 a la Operación Daktari: 155

3.3 Los Consejos Comunales y la Doctrina de seguridad bolivariana:


La conjugación del poder popular para una revolución pacífica pero
no desarmada: 164

3.3.1 Populismo y democracia participativa: la Revolución


bolivariana y sus contradicciones internas: 183

3.4 Conclusiones del capítulo: 197

Consideraciones finales: 200

Bibliografía: 208

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

No hay quien pinte con colores verdes. Todo es anaranjado. Si soy


algo soy violencia. Los colores rayan el silencio y crean animales
deteriorados. Luego alguien intentará escribir un poema. Y será
mediante las formas, los colores, el desamor, la lucidez (no continúo
porque no quiero asustar a los niños). Alejandra Pizarnik, Del
silencio.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Introducción

0.1 La problematización

En la actualidad existen dos categorías sociales que se han ido


reconfigurando a la luz del dinamismo socio-político de la región
latinoamericana: seguridad y democracia. Por supuesto no debemos
soslayar de ninguna manera la relación que ambas guardan con el
Estado; esta relación no es sencilla de entender y mucho menos de
explicar, lo que nos obliga a precisar tanto la noción de seguridad
como la de democracia a la que nos referimos en el presente estudio.

En primer lugar, y en cuanto a la categoría medular de seguridad que


encarna esta investigación, nos referimos a la seguridad nacional,2
la cual es entendida como las políticas, leyes, normativas y acciones
que procuran la estabilidad, la paz y el desarrollo de un Estado;
así como los recursos y estrategias para conseguirla. Sin embargo,
existe una contradicción entre tal definición y la condición real
de lo que es el Estado, solo basta cuestionarnos si en realidad se
procura la estabilidad, la paz y el desarrollo, y si es así para
quién o quiénes se procura. Por lo tanto, es necesario analizar de
manera obligada la redefinición que ha sufrido este concepto, para
comprender a partir de dónde parte la investigación desarrollada:
principalmente en los siglos XVIII, XIX y principios del XX (periodo
de la llamada guerra clásica o guerra de primera generación) eran
objetivos tradicionales de la seguridad nacional prevenir o rechazar
amenazas militares de Estados extranjeros.

Con el paso del tiempo ha ido cambiando sus objetivos a la par del
de las necesidades estratégicas del capitalismo, tales como la
renovación de la concepción del terrorismo, los riesgos
medioambientales, la globalización, la seguridad social, y los
fenómenos de escala global como las migraciones masivas. Es decir,
los aparentes nuevos riesgos y amenazas nombrados así, no son más
que el producto de la desigualdad, la pobreza, la exclusión social

2 La conceptualización de la seguridad nacional no fue retomada de un autor en


particular por el problema de la heterogeneidad del concepto, sin embargo, podemos
darnos un panorama general de la conceptualización de la seguridad nacional en
América Latina en: Ugarte, José Manuel. “Los conceptos de defensa y seguridad en
América Latina: sus peculiaridades respecto de los vigentes en otras regiones, y
las consecuencias políticas de tales peculiaridades”, LASA, 2001. Disponible en:
http://lasa.international.pitt.edu/Lasa2001/UgarteJoseManuel.pdf Consultado 1 de
febrero de 2017.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

y la acumulación voraz y sin fin de unos cuantos, estas son las


llamadas nuevas guerras o las guerras de cuarta generación.3

Esto es una traducción del carácter contrainsurgente de lo que


algunos autores llaman capitalismo de guerra y en la presente
investigación lo aterrizamos a la securitización de la democracia.
Entendemos por securitización4 el hecho de englobar los llamados
“nuevos” riesgos y amenazas como los principales enemigos de la
democracia, estos elementos son proyectados como un todo de la vida
nacional y son afrontados, la mayoría de las ocasiones, de manera
abiertamente militarizada.

En segundo lugar, y con respecto a la democracia, existe hoy un


debate inacabado en torno a su entendimiento, el cual nos obliga a
distanciarnos de la democracia sin apellidos, para poder visualizar
que existe un tipo de democracia promovido hegemónicamente y que
responde a cuestiones meramente procedimentales y a mecanismos de
representación,5 pero también existe otro que ha sido desarrollado
y encausado por varios países latinoamericanos, el cual se centra
en la promoción de la participación y capacidad de organización de
los ciudadanos de a pie.6 En el caso que nos ocupa, entendemos a la
democracia como un ejercicio de lucha y de derechos tanto
individuales como colectivos, un ejercicio no necesariamente liberal
pero sí incluyente, participativo y radical.7 Ambos procesos, la

3 Lind, William S. “Understanding Fourth Generation War”. Antiwar. Publicado 15


de enero de 2004. Disponible en línea en:
https://original.antiwar.com/lind/2004/01/15/understanding-fourth-generation-
war/ Consultado 6 de octubre de 2018. Para entender las guerras de segunda y
tercera generación, es decir las guerras totales (desde la revolución industrial
y la revolución francesa) cuya experiencia inicial fue la primera guerra mundial,
y las guerras tecnológicas iniciadas en la guerra de Kosovo, respectivamente,
consultar: Aznar Fernández-Montesinos, Federico y González Martín, Andrés. “Las
generaciones de guerras. Guerras de segunda y tercera generación (II)”.
Institutito Español de Estudios Estratégicos. Publicado 30 de diciembre de 2015.
Disponible en línea en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2015/DIEEEA59-
2015_GeneracionesGuerraxIIx_FAFM.pdf Consultado 3 de enero de 2016.
4 El concepto será abordado de manera cabal en el capítulo 1.
5 Lijphart Arend. Modelos de democracia. Formas de gobierno y resultados en treinta

y seis países. Ariel, México D.F., 2004.


6 Rendón Corona, Armando. La consulta al pueblo. Formas de la democracia
semidirecta. Ítaca, UAM-I, México D.F., 2010.
7 Suárez-Iñiguez, Enrique (coord.). Enfoques sobre la democracia. Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, México D.F., 2003.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

seguridad nacional y la democracia, están enmarcados por el lugar


donde converge todo el poder político: el Estado, que es el ente que
en sendas ocasiones vela las contradicciones del capitalismo y su
patrón de acumulación vigente, haciendo pasar como derechos o
concesiones universales los intereses de la clase dominante, bajo la
bandera de los principios democráticos liberales.8

Desde hace poco más de treinta años se ha hecho más visible que
América Latina se ha convertido en escenario de disputas políticas
y económicas, por lo que la seguridad nacional –con sus variantes
conceptuales y de aplicación- se transformó, ya no en la
sistematización de la defensa de un territorio, sino en la protección
de proyectos regionales de corredores estratégicos, es decir,
adquirió un carácter geopolítico y geoeconómico. Es por ello que la
importancia de estas políticas ha ganado terreno en un número
considerable de ciencias y/o disciplinas, y ni qué decir en el
terreno político-diplomático. Es la modificación en el capitalismo
mediante su estrategia de control.

Así, se observan dos grandes líneas conceptuales en torno a la


seguridad y a la democracia: la primera de ellas se refleja en
Estados que dan seguimiento a la agenda hegemónica estadounidense,
y no en menor medida europea, es decir, que se guían con los mandatos
establecidos por algunos organismos (mal llamados internacionales)
como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial
(BM), por mencionar algunos. Por otro lado, la redefinición de
seguridad nacional se ha fortalecido al albor de la necesidad de
algunos países latinoamericanos, que al distanciarse de dicha agenda
hegemónica, han debido desarrollar nuevos entendimientos del
concepto, que permitan contrarrestar el embate a la soberanía y la
autodeterminación de dichas naciones. Esto necesariamente implica
procesos democráticos de otra índole, con base en la proyección,
según el Estado que los desarrolla, de objetivos de diversa
naturaleza.

De ahí que en la actualidad resulte de fundamental importancia la


reflexión en torno a esta relación, para que a partir de dicha

8 Poulantzas, Nicos. Poder político y clases sociales en el Estado capitalista.


Siglo XXI Editores, México, 1976.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

abstracción sea posible comprender las realidades en las que se está


aplicando y la manera en que se está llevando a cabo esta reflexión
teórica, para luego observar si éstas se alejan o acercan de sus
objetivos ideales y fundamentales.

Debe recordarse que la construcción conceptual de la seguridad


nacional no tiene una homogenización en las diversas disciplinas que
la estudian, tampoco en las normativas oficiales de los Estados-
nacionales, por ello no podemos esperar similitudes en todas las
variantes de aplicación. Además, debemos considerar también que no
se puede entender la categoría sin otros conceptos como soberanía,
Estado, territorio, pueblo, poder político, gobierno, orden,
desarrollo y democracia, entre otros conceptos que serán tomados en
cuenta a lo largo de la presente investigación. En este sentido los
dos Estados que constituyen nuestro objeto de estudio: la República
de Colombia y la República Bolivariana de Venezuela han hecho
variantes tanto conceptuales como de aplicación en materia de la
seguridad de sus Estados, asimismo la tesis es, en cierta medida,
coyuntural debido a los tiempos políticos que viven nuestra América.

0.2 El plan de trabajo

Es una tesis que nos resultó por demás vivencial, un estudio


inspirado en la máxima del clásico del materialismo histórico, Karl
Marx, que dicta que la manera cómo se presentan las cosas no es la
manera cómo son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia
entera sobraría, aplicada a la encrucijada colombo-venezolana
actual. Esta coyuntura continental, anclada en los territorios
colombianos y venezolanos, es la muestra de la imperante necesidad
de hacer una pausa en el camino y estudiar el pasado inmediato para
tratar de comprender la vorágine de acontecimientos con los que
actualmente nos bombardean los medios masivos de difusión

La seguridad nacional en Colombia y Venezuela se nos muestra como


un conjunto de elementos heterogéneos que no puede desmontarse de
manera analítica y simplificadora. Teniendo siempre en cuenta la
diversidad política y cultural de las dos sociedades que convergen
en dos Estados que también son distintos entre sí, intentamos poner
en común los elementos más fundamentales: la securitización de la
democracia la advertimos desde la revisión de documentos oficiales
de carácter nacional y regional para cada caso (sin duda los
Documentos de Santa Fe I, II y IV, la Ley de Defensa y Seguridad
Democrática y la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación son la

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

columna vertebral del estudio) y, entonces, dar cuenta de cómo esta


concepción se tradujo en estrategias, políticas, legislación e
instituciones tanto en Colombia como en Venezuela.

Así, enfocaremos la presente investigación en el estudio de cómo la


seguridad nacional, en la República de Colombia y la República
Bolivariana de Venezuela, ha ido desarrollándose por diferentes
caminos pero desde la misma premisa: la caracterización de la defensa
de la democracia que ha desembocado en sus propias estrategias de
securitización.

Los riesgos y las amenazas son muy distintos para ambos Estados,
(para Colombia el conflicto armado interno y para Venezuela el embate
injerencista luego del triunfo del chavismo son los de mayor
prioridad y tienen mucha relación con el control de los llamados
recursos estratégicos en la actualidad) pese a ser geográficamente
muy cercanos y compartir una frontera terrestre de 2,219 kilómetros.
Es menester, por ello, estudiar el impacto que ha tenido la
reinterpretación del concepto seguridad nacional y cómo se ha
vinculado con la democracia en las realidades de estos Estados,
específicamente en sus tejidos sociales y en las formas de
organización y participación política de ambas sociedades, ya que
consideramos que es en estos dos Estados andinos y en este periodo
en que se debatió el modelo democrático a través de sus políticas
de seguridad estatal y donde se expresaron las dos grandes líneas
de integración y alineamiento político que hoy polarizan a la región.
Es una relación de influencia externa y élites orgánicas receptivas,
la pregunta es ¿cuánto hay de arrastre interno y cuánto de influencia
externa?

El contexto actual presenta una inminente reconfiguración del orden


mundial: enfrentamos una crisis financiera que no es más que el
síntoma de una crisis más profunda del sistema capitalista como tal;
ésta tal vez no implique la destrucción del capitalismo pero sí por
lo menos su reajuste. A ello se suma la escasez del recurso sobre
el que ahora se fundamenta nuestro paradigma energético, el petróleo,
y finalmente un nuevo embate de la hegemonía estadounidense en la
región. Todo ello presupone un impacto en Latinoamérica, sobre todo
con el fortalecimiento de las fuerzas opositoras que apelan a la
vieja tradición oligárquica y servil hacia Estados Unidos, como en
los casos hondureño (2009), paraguayo (2012), brasileño (2016) y
argentino (el único en este periodo por la vía electoral, 2015).

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Asimismo, fenómenos de observación más actuales –y por la vía de las


urnas- tenemos que añadir el regreso del uribismo en Colombia con
la presidencia de Iván Duque (2018); sumado al ascenso de la extrema
derecha en Brasil con el triunfo de Jair Bolsonaro (2018).Debemos
agregar, tristemente, la actual situación venezolana, asfixiada por
la mezcla de los ambiciosos intereses transnacionales y los errores
de los gobiernos chavistas.

En efecto es de suma importancia detectar las estrategias de


securitización de la democracia en los dos países que representan
ambos lados de las contiendas políticas y, en cierta medida,
económicas de la región sudamericana y que conectarían a todo el
hemisferio: Colombia y Venezuela. El primero ha sido proyectado como
una de las supuestas democracias más estables de la región, pero
también ha sido convertido en el mayor desestabilizador de la llamada
Revolución bolivariana. Mientras que Venezuela impulsó, con todos
sus obstáculos y contradicciones internas, la democracia
participativa como defensa del asedio no solo colombiano sino de la
IV flota naval y el Comando Sur estadounidense, apoyados por las
bases de la OTAN en el Caribe que, sin empacho; abren frentes con
nuevas estrategias, por los recursos estratégicos venezolanos.

El estudio centra su punto neural en el proceso llamado Seguridad


Democrática del lado colombiano, en los periodos del expresidente
Álvaro Uribe Vélez. Para el caso venezolano nos concentraremos en
los periodos presidenciales de Hugo Chávez Frías, especialmente
desde el fallido golpe de Estado del año 2002, que consolida la
Unidad Cívico-militar.

En ambos modelos las políticas programáticas basadas en seguridad


nacional parten desde una defensa discursiva de la democracia, ya
sea por la vía conservadora o progresista, respectivamente. Los
problemas, sin embargo, se advierten cuando estas políticas
programáticas chocan, o no, con el sentido de seguir facilitando la
acumulación de capital. Por lo tanto, podemos observar que se ha
producido convulsión social, desestabilidad política–institucional
y crisis económica, por decisiones tomadas para la seguridad del
Estado. Ello obedece a que el sentido práctico de la seguridad
nacional en ambos Estados ha tenido que adaptarse a exigencias que
no precisamente provienen de sus intereses nacionales. La llamada

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

acumulación por desposesión9 -para algunos autores un concepto


limitado pues consideran que la desposesión no acumula- se hace
presente al securitizar la democracia: nuevas formas de guerra para
reproducir las variantes de la acumulación del capital.

Se percibe, entonces, una problemática al plantear los siguientes


cuestionamientos: ¿la seguridad nacional propicia paz y estabilidad
a las sociedades colombianas y venezolanas, respectivamente? ¿Existe
una contradicción entre la seguridad nacional y los factores
político-sociales, incluso, económicos en ambos Estados?

El estudio de esta empresa se traduce como un desafío. Comenzaremos


con un capítulo donde se expresa la relación entre la seguridad
nacional, la democracia y el Estado, todo en el marco del
capitalismo-neoliberal en la región latinoamericana. La seguridad es
un paradigma en Nuestra América y la transformación de la Doctrina
de seguridad nacional hacia la securitización se enuncia plenamente
en la encrucijada colombo-venezolana, donde la democracia resurge y
no como un instrumento de utilería con el que se adorna la
desigualdad, el despojo y la violencia neoliberal. Las relaciones
hemisféricas encuadran este encuentro al volcarse a la
securitización: la seguridad hemisférica. La inmediatez es el
recurso más elemental del análisis pero también su mayor obstáculo,
aunque los procesos que estudiamos no son del todo innovadores,
tienen sus antecedentes en Centroamérica y el Caribe. Para este
capítulo utilizamos principalmente fuentes secundarias teórico-
conceptuales.

En el segundo capítulo abordamos la seguridad nacional en Colombia,


la cual exige un tratamiento histórico que se aleje de lugares
comunes, especialmente con un conflicto armado tan largo y que ha
diversificado a sus actores. La Doctrina Réspice Polum se torna
significativa respecto al carácter de las relaciones internacionales
de la República de Colombia.

El Estado colombiano pasó de una lucha marcada por el combate y


persecución del enemigo interno –influenciada directamente por la

9
Harvey, David. “Neoliberalism as Creative Destruction”, en The Annals of the
American Academy of Political and Social Science, vol. 610, núm. 1, Los Ángeles,
Sage Publications, pp. 21-44. Y: Harvey, David. El ´nuevo´imperialismo:
acumulación por desposesión”, Socialist register, CLACSO, Buenos Aires, 2005. pp.
99-129.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Doctrina de la seguridad nacional estadounidense- que se expresaba


en las guerrillas insurgentes, a la categorización tergiversada y
poco clara de los riesgos y amenazas que significaban cada uno de
los mezclados actores del conflicto armado: autodefensas
paramilitares, grupos armados de narcotráfico, además de las
guerrillas y las fuerzas armadas colombianas. Esta ambigüedad fue
fruto de las nuevas dinámicas internacionales que vieron su cumbre
a partir del 11 de septiembre del 2001, consolidando lo que Dawn
Paley llama el capitalismo de la guerra contra las drogas o la
alianza entre neoliberalismo y violencia que describe Renán Vega
Cantor.10.

Operaciones como “baile rojo” y, posteriormente, “Orión” fueron la


eliminación sistemática de núcleos de resistencia al orden político-
social y económico colombiano dominante, abriendo la puerta al
paramilitarismo, cualquiera que haya sido su manera de proceder,
obligaba al regreso a las armas y al conflicto.

Estudiamos la Seguridad Democrática cual heredera privilegiada de la


Doctrina de seguridad nacional en Sudamérica, no sin antes exponer
que en el Plan Colombia figura la columna vertebral de la política
uribista, aquella que prometía tener mano dura pero un corazón grande
y que más bien ha sido la militarización de la democracia en el país
andino, apuntalando un populismo neoconservador. Así, con un
contexto tan convulso, beligerante y por momentos muy difuso,
Colombia personifica -si no el más importante- uno de los modelos
centrales en materia de securitización en América Latina, sin pasar
siquiera por una dictadura militar extensa. Aunque los resultados de
todo este proceso no han sido distintos de países perjudicados y
atravesados por conflictos de esta naturaleza: pobreza, despojo,
desplazamiento forzado, asesinatos selectivos, secuestros,
desapariciones forzadas, masacres, etc. producto de la disputa por
los recursos estratégicos y la acumulación y centralización de
capitales, podemos cuestionarnos varios elementos pero todo parte
desde una interrogante toral: ¿a quién y de qué se defiende el Estado
colombiano?

10 Vega Cantor, Renán. “Neoliberalismo y Violencia.” Topía. Un sitio de


psicoanálisis, sociedad y cultura. Disponible en:
https://www.topia.com.ar/articulos/neoliberalismo-y-violencia Consultado 15 de
abril de 2018.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Para este segundo capítulo utilizamos fuentes primarias con


documentos oficiales tanto normativas de Colombia, como documentos
de instituciones hemisféricas, así como documentos desclasificados
de instituciones estadounidenses. Al tiempo, realizamos una estancia
de investigación en Colombia, donde aplicamos entrevistas dirigidas
tanto a académicos-investigadores, como a periodistas y
desmovilizados del conflicto armado. Indagamos, de la misma manera,
en una amplia variedad de estudios sobre la violencia y el conflicto
colombiano, principalmente en el Instituto de Estudios Políticos de
la Universidad de Antioquia (UdeA) en la ciudad de Medellín, es
decir, obtuvimos una vasta partida de fuentes secundarias.

En el tercer y último capítulo estudiamos la relación muy particular


que los militares han tenido con los movimientos populares en
Venezuela. Desde tiempos de Ezequiel Zamora, esta relación, se pensó
como una estrategia de resistencia y tal corresponsabilidad dio paso
a la Unidad Cívico-militar. En su fase moderna esta alianza surge a
raíz de uno de los embates más violentos del imperialismo: el fallido
golpe de Estado de 2002.

Antes Venezuela tuvo que transitar desde el Pérezjimenizmo, el


Acuerdo de Punto fijo, hasta el Caracazo como la locución más cruenta
de las políticas de austeridad neoclásicas y el intento fallido de
golpe de Estado comandados por el militar Hugo Rafael Chávez Frías.

Se trataba de un zambo recién llegado al poder que no solo constituyó


la alternancia de cara al dualismo entre el Comité de Organización
Política Electoral Independiente (COPEI) y Acción Democrática (AD),
sino que desarrolló toda una estrategia pedagógica que impactó en
el impulso de la cultura política del venezolano de a pie y encarnó
sobre los hombros de Simón Bolívar el rechazo renovado al Destino
manifiesto estadounidense:11 Monroe vs Bolívar. El año 2006 también
inspiró la Doctrina de seguridad bolivariana en el esplendor del
chavismo que ya era una posición política fuerte en el continente:
mantener la política de paz pero, al mismo tiempo, mantener lo más

11“Los Estados Unidos-USA recogen la herencia milenaria del destino-manifiesto, y


después de bautizarla (“manifést destiny”), la promulga para los siglos XIX y XX”,
y “Algunos testimonios sobre el destino manifiesto úsense en España y en nuestro
Continente, y su visionario rechazo por el Libertador Simón Bolívar”, en: Cabaldón
Márquez, Edgar. Los Destinos Manifiestos. Exploración histórica de la doctrina
mítica y milenial, que ha promovido y justificado los imperialismos. Casuz
editores, Caracas, 1977, pp. 101-114 y 119-127.

18
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

modernizada y armada a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB),


en tanto la relación con las organizaciones populares también
presenta una parte armada para la defensa de la Revolución
bolivariana, es decir, una revolución pacífica pero no desarmada.
Esta doctrina no ha podido consolidarse pero tuvo como columna
vertebral la Unidad Cívico-militar. Esta investigación y,
especialmente, el capítulo sobre Venezuela pretenden aportar a la
compresión de la situación venezolana actual, desde las
contradicciones internas del chavismo, la importancia de los
Consejos Comunales, hasta la securitización actual.

Por último, con su muerte, Chávez anunció la peor crisis que vendría
sobre su pueblo: asfixio financiero internacional, bloqueo,
aislamiento y migración forzada es lo que ha tenido que enfrentar
su sucesor Nicolás Maduro. La Doctrina de seguridad bolivariana ha
quedado de lado por atender la coyuntura. Los recursos estratégicos
venezolanos son la fuente de la disputa en un siglo XXI donde tales
riquezas lo son todo. La securitización también se hace presente
como en todo contexto que abrace el neoextractivismo, y en Venezuela
no es la excepción.

Para este tercero y último capítulo utilizamos fuentes primarias del


gobierno venezolano, así como de instituciones hemisféricas como
documentos desclasificados estadounidenses. Realizamos también una
práctica de campo en la República Bolivariana de Venezuela, donde
aplicamos entrevistas dirigidas a militantes de diversas
organizaciones chavistas (tanto de Consejos Comunales como de
colectivos), académicos simpatizantes con el chavismo y opositores
a este, legisladores de la Asamblea Nacional y miembros de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB). Asimismo, para fuentes
secundarias tuvimos oportunidad de hacernos de una amplia
bibliografía sobre el tema, debido a la política que prima en las
editoriales estatales de Venezuela.

Las apologías no caben en nuestra investigación pero no negamos la


objetividad posicionada de la cual partimos, no pretendemos defender
ningún sofisma entre procesos militarizados. Tal como menciona
Alejandro Castillejo:

La investigación social, cuando no busca el ilusorio ideal de la


objetividad —que, por cierto, nunca pasa de contar muertos y denunciar
criminales virtuales en su imagen, pero despiadadamente reales—,
implica también oír la voz de quienes viven la guerra. Y este sencillo

19
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

problema hace del texto académico, al menos desde nuestra


perspectiva, un texto político: no porque tome partido —aunque, como
dijo alguien, parece que le faltara el ojo derecho—, sino porque […]
se inserta en los entramados de poder[…] Se rompe así la reducción a
la cifra, la distancia –al menos parcial e idealmente– que existe
con la experiencia vivida de la guerra […]. Esto resulta tan cotidiano
que incluso ya circula un discurso que sigue neutralizando la cercanía
de la muerte. Es como si nuestra sociedad se rehusara a sentir la
guerra “encima”, a suponer que eso es aún un problema de seres que
habitan otros mundos.12

Lejos de intentar definir tesis irrefutables, procuramos presentar


una modesta pero consistente problematización, dando paso a temas
que pueden profundizarse más adelante. Conocemos los límites de
nuestro estudio pero no restringimos sus alcances de cara a la vasta
bibliografía que aborda los temas que abordamos, sabiendo la
dificultad que resulta la empresa de sumar novedades al tratamiento
de los temas que aquí expresamos. Por último, buscamos con esta
tesis, abonar al sentido de latinoamericanidad que dichas
estrategias académicas pueden brindar a la región.

12Castillejo Cuellar, Alejandro. Poética de lo otro. Hacia una antropología de la


guerra, la soledad y el exilio interno en Colombia. Una trilogía sobre la
violencia, la subjetividad y la cultura. Volumen 1. Universidad de los Andes, 2ª
Edición, Bogotá, 2016. p. 24.

20
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Las cuestiones más sencillas son también las más complejas cuando
son verdaderas.

Nicos Poulantzas, “Introducción”, Estado, poder y socialismo.

21
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Capítulo primero

De la Doctrina de seguridad nacional al proyecto hemisférico: la


seguridad como paradigma

Los Estados latinoamericanos fueron constituidos bajo las premisas


republicanas y, especialmente, liberales,13 por tanto, la seguridad
resultó uno de los principios esenciales, impulsando su acción desde
el mismo aparato estatal.14 Esta seguridad siempre fue vinculante con
el Estado y fue hasta el siglo XX, en plena Guerra Fría que se
consolidó el modelo de la llamada seguridad nacional, con especial
énfasis en América Latina. Estas mismas condiciones, ante la avanzada
difusión del socialismo científico y la posterior vigorización de lo
que llamaron para otras latitudes el socialismo real, desembocaron
en el matrimonio entre el liberalismo y la democracia; es decir, la
forma de gobierno por excelencia debía reposar sobre la democracia,
sin apellido, que con el tiempo derivó en una democracia mínima,
reducida a un único derecho universal: el voto.15

Esta relación fue potencializada en tiempos recientes neoliberales,


marcada “[…] por el asedio y recomposición conservadora que mengua
paulatinamente las posibilidades de lo que se nombró como geopolítica
del Sur, en la que se agrupan los países con estrategias alternativas
a la ortodoxia neoliberal y a la dependencia de EU en sus distintos
campos”.16 Atomizamos así la idea del “patio trasero”: al recuperar
peso las estrategias y políticas de seguridad nacional especialmente

13 La filosofía política adquiere especial relevancia en esta interpretación,


debido a que no fueron homogéneos los pilares fundamentalmente políticos
provenientes del liberalismo. La gran mayoría de estos factores esenciales
vertieron en dos direcciones: la categorización política y la categorización
económica del Estado, sin embargo, con el pasar de las décadas se velaba que ambos
enfoques presentaban su base en la filosofía política. Véase: Rubio Carracedo,
José. Paradigmas de la política. Del Estado justo al Estado legítimo (Platón,
Marx, Rawls, Nozick). Editorial Anthropos. Barcelona, 1990.
14 Uno de los historiadores y politólogos que ha estudiado el desarrollo del Estado

en América Latina con un andamiaje teórico y metodológico muy serio es Marcos


Kaplan. Véase: Kaplan, Marcos. Estado y Sociedad. UNAM, 2ª reimpresión, México,
1983.
15 Agustín Cueva realizó un texto dónde problematiza con baste claridad este

debate en torno a la democracia. Véase: Cueva, Agustín. “La cuestión democrática


en América Latina: algunos temas y problemas”. Instituto de Estudos Avançados,
Universidad de São Paulo (USP), Sao Paulo, mayo-junio 1987. Disponible en
línea en: http://www.scielo.br/pdf/ea/v2n1/v2n1a04 Consultado 3 de enero de
2016.
16 Rodríguez Rejas, María José. La norteamericanización de la seguridad en América

Latina. Akal, México, 2017. p.7.

22
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

robustecidas en la región latinoamericana en los últimos 25 años,


readecuan tácticas que podemos cotejar bajo el carácter de Estado
de seguridad, damos cuenta de “[…] lo que representa América Latina
como territorio y reserva de recursos estratégicos en el campo de
competencia del capitalismo global del siglo XXI”.17

En este tenor, la encrucijada colombo-venezolana nos muestra el


panorama más concreto en torno a las dos posiciones políticas,
ideológicas y estratégicas que reúnen los proyectos más importantes
en disputa de la región: por un lado el neoliberalismo militarizado
que hallamos en la llamada Seguridad Democrática colombiana y que
encuentra sus antecedentes regionales, no solo en las llamadas
dictaduras de seguridad nacional del cono sur, sino en el Tratado
Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica. Mientras que por el
otro lado, hallamos un signo contrapuesto en el entonces incipiente
propósito de la Doctrina de seguridad bolivariana, apelando, además
del papel importante que en ella juegan las fuerzas armadas, a su
referente regional inmediato: los Comités de Defensa de la Revolución
(CDR) en Cuba.

1.1 La seguridad nacional en América Latina

Para estudiar la seguridad nacional como paradigma debemos tener en


claro que el conflicto siempre está presente. Este es un elemento
importante para explicar los contextos en los que se desarrolló la
Doctrina de seguridad nacional y sus variantes, las cuales se dieron
en la llamada etapa de transición a la democracia en nuestro
subcontinente. Ya sea desde una justificación ideológica y de
dominación o una interpretación crítica de las políticas
programáticas, el conflicto siempre está vigente al asimilar la
seguridad nacional.

La Doctrina de seguridad nacional se formula, entonces, desde


aspectos iniciales teóricos relacionando la guerra, la dominación
(como producto draconiano de la guerra) y los intereses de lo que
se concibe como nación.18 Es en este último elemento donde se hallan
los mayores obstáculos, no solo teóricos, sino de aplicación de las

17Ibíd. p. 9
18Oliva Posada, Javier. “Democracia: entre la libertad y la seguridad”, en: Retos
teóricos e históricos de la democracia en México, Ítaca, Instituto nacional de
investigación, formación política y capacitación en políticas públicas y gobierno,
México, 2017, p. 116.

23
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

políticas programáticas en función de la seguridad de un Estado


determinado. Debates amplios se han dado en torno a discutir el
significado de lo nacional; y aunque es fundamental el carácter
abstracto de lo nacional pues permite que en su nombre se realicen
muchas cosas; no abundaremos en ello,19 lo que nos corresponde es
identificar cómo desembocan estas dificultades en el sistema
político y la manera en que se intentan superar, porque de ahí
podemos observar la relación tan estrecha entre la seguridad y los
sistemas políticos democráticos, todo en el marco de coerción que
el Estado pudiera brindarle a tal relación.

Intereses Seguridad
nacionales nacional

Elaboración propia.

Así, encontramos que el paradigma de la seguridad nacional surgió


luego de la Segunda Guerra Mundial, en América Latina tuvo especial
fuerza en América del Sur, con Brasil como su principal promotor
latinoamericano.20 Fueron los Estados Unidos quienes impulsaron esta
doctrina, teniendo como referencia la National Security Act de 1947,
aprobada por el Congreso de aquel Estado norteamericano y promovida
por el presidente Harry Truman. Empero, la seguridad del Estado desde
una visión total, es decir, vista desde enfoques económicos,
políticos y militares nació y se fue desarrollando a la par de la
expansión de los Estados Unidos de América.

En los años setenta del siglo XX y la tormentosa década de los años


ochenta con su crisis petrolera mundial -pero más allá del análisis
macroeconómico del que se han escrito ríos de tinta desde diferentes
enfoques- hallamos la consolidación de un paradigma de coerción
social, en algunos casos medianamente silencioso y en otros
abiertamente avieso: los modelos de seguridad estatal. Este
paradigma no lo podemos comprender sin la relación tan compleja que
a lo largo de poco más de dos siglos han tenido los Estados Unidos
de América con el resto del continente, desde la Doctrina Monroe con

19 Para profundizar en el tema véase: Zavaleta, René. Lo nacional Popular en


Bolivia. Siglo XXI Editores, México, 1986.
20 Tapia Valdés, Jorge A. El terrorismo de Estado. La doctrina de la seguridad

nacional en el cono sur. Nueva Sociedad. México, 1980.

24
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

su lema “América para los americanos”, que no implicó un simbolismo


romántico sino que más bien se basó en las adversidades que
personificó el colonialismo europeo y que abogaba por una América
para su propia población, pero sin evidenciar de qué América y de
qué americanos hablaba.21

La coerción social basada en los modelos de seguridad estatal que


han sido atravesados por los cambios de patrones de acumulación –y
que no han sido ajenos a estos- han pasado de la llamada “política
del garrote”, las tácticas militares que aprendieron muy bien los
estadounidenses de la diplomacia de las cañoneras europea, seguido
de la Política del buen vecino, pero siempre han sido atravesados
por la dependencia económica; entonces es cuando comenzamos a
escuchar, hablar y leer sobre una doctrina de seguridad,
específicamente en América Latina.22

No olvidemos que estamos en el contexto de las dictaduras de segunda


generación, las cuales (como se ha difundido ampliamente) iniciaron
en Santiago de Chile en el año de 1973, de la mano de operaciones
contrainsurgentes como la Operación Cóndor,23 que no solo exhibió la
intervención estadounidense con la sistematización de la
contrainsurgencia paramilitar, 24 sino que también demostró la
importancia que tuvo la organización de las oligarquías locales.
Empero, también debemos mencionar que golpes de Estado como el
brasileño o el guatemalteco que derrocó al expresidente Arbenz
-entre las décadas de 1950 y 1960- ya se encontraban dentro de la
esfera de la Doctrina de seguridad nacional. Mientras tanto Roger
Trinquier, aquel general francés que aprendió de la batalla perdida
de Den Bien Phu, coordinaba un manual de contrainsurgencia mundial:

21 Veáse: Romano, Silvina María. ¿América para los Americanos? Integración


regional, dependencia y regionalización. Ruth Casa Editorial, Barcelona, 2013.
22 Una referencia muy clara y obligada para entender este periodo y el asentamiento

del anticomunismo en la región, es el texto “Tiempos de oscuridad…” Véase: Roitman,


Marcos. Tiempos de oscuridad: Historia de los golpes de Estado en América Latina.
Akal, Madrid, 2013.
23 Un estudio profundo y crítico sobre la Operación Cóndor, lo hallamos en: Calloni,

Stella. Operación Cóndor, pacto criminal. Fundación editorial el perro y la rana,


Caracas, 2016.
24 López y Rivas, Gilberto. Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos.

Manuales, mentalidades y uso de la antropología. Ocean Sur, 2ª edición, México,


2013. Asimismo, pese a que desarrolló su estudio basado en Argentina, Federico
Finchelstein enmarca la construcción de procesos autoritarios y la idea de la
contrainsurgencia en América Latina del siglo XX, en: Finchelstein, Federico.
Orígenes ideológicos de la “guerra sucia”. Fascismo, populismo y dictadura en la
Argentina del siglo XX. Sudamericana, Buenos Aires, 2016.

25
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La guerra moderna,25 donde el común denominador era el comunismo como


enemigo.

En este contexto, los modelos de seguridad nacional en América Latina


fueron evidentes con el expresidente estadounidense Reagan, quien
reglamentó un modelo de seguridad basado principalmente en
estrategias geopolíticas que intentaban recomponer las relaciones
hegemónicas unilaterales.26 Así transcurrieron más de cuatro décadas.

Sin embargo, las luchas de independencia y liberación nacional que


se dieron en las latitudes más desprovistas por el colonialismo y
el imperialismo -bajo la dinámica de la Guerra Fría- eran
ensimismadas en el bloque de la Unión Soviética, especialmente en
la segunda mitad del siglo XX. La Doctrina de seguridad nacional
normalizó los mecanismos para combatir estas luchas emancipadoras
que los regímenes occidentales consideraban como amenazas y, en
consecuencia, América Latina fue (y es) una de las regiones que más
padeció dicha doctrina. Finalmente, con la URSS venida a menos desde
finales de la década de los años setenta del siglo pasado, los
riesgos y amenazas se renovaron, por lo que el expresidente de los
Estados Unidos, Ronald Reagan, impulsó con especial énfasis, entre
1982 y 1986, la guerra contra el narcotráfico como uno de los pilares
estratégicos de la Doctrina de seguridad nacional,27 (Afganistán y
las repúblicas de Colombia y México son ejemplos ilustrativos de lo
anterior).

Este giro estratégico basado en la parvedad de un adversario erigido


se complementó con la remasterización del concepto de terrorismo, el
cual fue visto unilateralmente como: “Violencia premeditada, con
motivación política, perpetrada contra objetivos no combatientes por
grupos no estatales o por agentes estatales clandestinos,
habitualmente con el propósito de influir en una población”.28 Aunque
esta conceptualización tuvo su relanzamiento internacional en el

25 Trinquier, Roger. La guerra moderna. Rioplatense, Buenos Aires, 1976.


26 Ezcurra, Ana María. “La Doctrina Reagan de seguridad. Ideología y conflictos de
baja intensidad”, en: Intervención en América Latina. Los Conflictos de Baja
Intensidad. I.D.E.A.S., México, 1988. pp. 63-171.
27 Chabat, Jorge. “Seguridad nacional y narcotráfico: vínculos reales e
imaginarios”. Política y Gobierno, vol.1, número 1, enero-junio, México, 1994.
28 Escuela de las Américas. Manual de contra terrorismo. Disponible en línea en:
http://www.derechos.org/nizkor/la/libros/soaGU/index.html Consultado 17 de
diciembre de 2016.

26
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

nuevo siglo, se observa que esta visión hegemónica y unilateral sobre


terrorismo buscó perfeccionar con este segundo disidente de la
democracia liberal las que, en general, serían consideradas las
grandes amenazas globales hasta nuestros días y fue, por ende, un
imaginario que se difundió ampliamente desde el derrumbe de las
torres gemelas en Nueva York.

Sin embargo, en este punto es necesario realizar una distinción que


será fundamental para el resto del estudio y que Gilberto López y
Rivas apuntala de la siguiente forma:

La anterior definición olvida algo fundamental: la situación latente


en el lugar del acto catalogado como terrorista, y, en consecuencia,
la naturaleza defensiva u ofensiva del acto violento. Tal definición
también olvida referirse al Estado como una entidad que puede infundir
terror directamente y no de forma sólo “clandestina”. Con lo anterior,
los estrategas estadounidenses (a los que hay que sumarles los
europeos), intentan evadir su responsabilidad en sus acciones
violentas dirigidas contra otras naciones en sus lances
neocolonialistas e imperialistas.29

Esta distinción se torna significativa para el papel que juega


Colombia en su lucha orgánica y frente a Venezuela, especialmente
porque se contrapone a otras definiciones de terrorismo, como la
surgida en la Convención de la Organización de la Conferencia
Islámica sobre la lucha contra el terrorismo internacional,
celebrada en 1998, la cual define que: “La lucha de los pueblos,
incluida la lucha armada contra el invasor extranjero, la agresión,
el colonialismo y la hegemonía, que persigue la liberación y la
autodeterminación de acuerdo con los principios del derecho
internacional no se considerará un crimen terrorista”.30

Bajo estas reflexiones, se precisa apuntar que el 11 de septiembre


de 2001 Estados Unidos y sus aliados no solo demostraron abiertamente
un “nuevo” enemigo señalado de la democracia y la libertad que esta
enarbola, el terrorismo, sino que su respuesta también encarnó un
atentado a la construcción de la memoria histórica y al legítimo
derecho a resistir, procurando borrar la evocación del 11 de
septiembre de 1973 en Chile y divulgar masivamente solo un memorial

29 López y Rivas, Gilberto. Elementos de la Contrainsurgencia de Estados Unidos.


Editorial Trinchera, Caracas, 2012, pp. 4-5.
30 Ibíd. p. 4.

27
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

del 11 de septiembre en torno a los intereses nacionales y de


seguridad de Estados Unidos.

Este hecho también apuntaló la aplicación de los abusos en las


llamadas guerras asimétricas.31 Asimismo, se pluralizaron las
amenazas contempladas por los programas de seguridad nacional en los
países de América Latina. Es decir, de forma hipotética el carácter
militar omnipresente quedaba en segundo término. Lo anterior lo
podemos entender a plenitud en la reflexión de Gerardo Rodríguez:

La agenda de seguridad en América Latina es muy compleja por la


diversidad regional, geopolítica, económica y social que se observa
a lo largo de todo el continente. Por ejemplo, para las pequeñas
islas del Caribe, amenazadas cada año por la temporada de huracanes,
no existe espacio en la agenda de riesgos para temas como el
terrorismo o el narcotráfico. En contraste, para México, que se ha
visto seriamente vulnerado al compartir una frontera con un país tan
poderoso como Estados Unidos, temas como el tráfico de drogas, armas
y personas, así como la inseguridad pública son considerados
prioritarios en su agenda de seguridad nacional, mientras que un
huracán o un terremoto pasan a segundo término porque no ponen en
riesgo la supervivencia del Estado per se.32

En la opinión pública internacional se hizo creer que 2001 fue un


parteaguas y no una continuidad parcial de estrategias
contrainsurgentes asumidos por varios países de América Latina a
través de las cumbres de las Américas. Empero, los enfoques actuales
de la seguridad nacional Latinoamericanos sean socio-económicos y
político-diplomáticos principalmente, y las propuestas resolutivas
para dichas problemáticas no abandonan en ningún momento el carácter
militar. Las potencias económicas y militares abanderan la lucha
estratégica y logística contra el narcotráfico y el terrorismo a
nivel internacional, mientras sus aliados hacen lo propio al interior
de sus fronteras.

Por otro lado, en la academia el concepto –totalmente heterogéneo-


de seguridad nacional avanzó y se desarrolló en un concepto de

31 Galán Vera, Cristián. La camaleónica naturaleza del conflicto posmoderno.


Instituto geográfico militar, Santiago, Chile, 2004.
32 Rodríguez Sánchez Lara, Gerardo. “Antiguas y nuevas amenazas a la seguridad de

América Latina”. Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, México,


2007. pp.15-18. Disponible en línea en:
http://www.fundacionpreciado.org.mx/biencomun/bc152/gerardo_rodriguez.pdf
Consultado el 15 de marzo de 2017.

28
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

protección de derechos humanos universales, sin embargo, en la


práctica no se han considerado dichos aspectos; las técnicas y
políticas respecto a la seguridad nacional con enfoque de derechos
humanos no se han englobado por la mayoría de los Estados
latinoamericanos, lo han reducido al aspecto geoestratégico militar.

La mayoría de los discursos de los mandatarios estatales de la región


acusan que los riesgos y amenazas se encuentran lejos de los
parámetros militares propios de la Guerra Fría,33 pero la realidad
dice lo contrario, mientras que los conceptos de seguridad nacional
ampliados obedecen al desarrollo de la conceptualización única y
exclusivamente de la academia, donde el agente social en torno al
que gira todo el propósito de seguridad es el propio ser humano y
no el Estado-gobierno. Encontramos aquí, una contradicción que
obedece al sentido pragmático que le da la razón de Estado a la
seguridad nacional, la cual anula, generalmente, el derecho a la
resistencia contra un orden estatal aniquilador.

33En un discurso sobre la política estadounidense en el hemisferio en la sede de


la Organización de Estados Americanos en Washington, copatrocinada por Diálogo
Interamericano, John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos (2013-
2017), subrayó que la era de la Doctrina Monroe se ha acabado, ya que “la relación
que buscamos… no se trata de una declaración de Estados Unidos sobre cómo y cuándo
intervendrá en los asuntos de otros estados americanos. Se trata de cómo todos
nuestros países se perciban como iguales, compartiendo responsabilidades,
cooperando sobre asuntos de seguridad, y adhesión no a una doctrina, sino a las
decisiones que tomamos como socios para promover los valores y los intereses que
compartimos”. Texto extraído de la nota Brooks, David. “La relación con AL ha
cambiado; se acabó la Doctrina Monroe: Kerry”.La Jornada. Publicado 19 de noviembre
2013. Disponible en línea en:
http://www.jornada.unam.mx/2013/11/19/mundo/024n1mun Consultado 6 de enero de
2018.

29
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Intereses nacionales

Razón de Estado Seguridad Nacional Pragmatismo

Intereses nacionales. Elaboración propia.

La Doctrina de seguridad nacional se deriva en dos vías: por un lado,


nació y se desarrolló con un propósito policiaco-militar, que se
traduce en conseguir información, identificar y eliminar a toda
oposición del régimen en turno. Por otro lado, ya en el marco de la
llamada globalización34 se intentó restablecer la economía abierta
internacionalmente, ya que los capitales debían encontrar nuevos
mercados. No es, entonces, una eventualidad que el inicio más
violento de las políticas programáticas neoclásicas coincidiera con
el intento de diversificación de los riesgos y amenazas de aquellos
regímenes que se asumen herederos de tal doctrina. La
contrainsurgencia era y sigue siendo el corazón de las políticas
securitarias.

1.1.1 Democracia, sí; ¿pero de qué tipo?


La seguridad nacional corresponde al Estado, de ahí que la razón de
Estado resulte cardinal en relación al sentido que cada gobierno le
da a sus políticas de seguridad. Sin embargo, en sendas ocasiones
se tergiversa el interés nacional a favor de las elites gobernantes

34 Entendemos por globalización lo que Saxe-Fernández escribe: “como categoría


científica, es decir, como un concepto cuyo referente histórico y empírico está
centrado en el largo proceso multisecular de la internacionalización económica
que se observa en el periodo posrenacentista, y que adquirió gran fuerza después
de la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la segunda revolución
industrial y la multiplicación de grandes unidades empresariales de base nacional
que, con los antecedentes de las compañías mercantiles de siglos anteriores,
empezaron a operar internacionalmente”. Véase: Saxe-Fernández, John.
Globalización: crítica a un paradigma. Instituto de Investigaciones Económicas,
UNAM, Plaza y Janés, México, 1999. p. 9 La globalización, entonces, no es entendida
ni abordada en la presente entrega como “una fuerza benéfica [cuyo] potencial es
el enriquecimiento de todos, especialmente de los pobres” Véase: Stiglitz, J. El
malestar de la globalización. México, Punto de lectura, 1ª reimpresión, México,
212. pp.13-14.

30
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

y las clases dominantes , “este Estado gestor para las clases


dominantes es un Estado fuerte que usa los aparatos jurídicos,
policiales y militares en defensa de ese orden”.35 Esta ecuación
queda enmarcada por un pragmatismo muchas veces más que perverso.

La forma gubernamental que sirvió para cultivar esta relación fue


la democracia representativa. José Luis Orozco manifiesta esta
correlación de la siguiente manera:

Ajena a las disyuntivas trágicas entre derecha e izquierda, entre


dogmatismo y escepticismo, la conversación pragmática brinda la
oportunidad de recuperar el sentido profundo, dialogal, entre
liberalismo y la democracia al margen de perversiones de una historia
dada por cancelada.36

La seguridad y la libertad son fundamentos esenciales para asegurar


una democracia plena, sin embargo, la inversión pragmática de los
llamados regímenes democráticos de segunda mitad del siglo XX rebasan
por mucho la discusión filosófica en torno a este vínculo. El debate
entre la seguridad y la libertad es el corazón de una doctrina de
seguridad moldeada por una supuesta democracia triunfante.

Aspectos de la ciencia política, la sociología, la administración


pública y las relaciones internacionales entonces se volvieron
notables para darle sentido a un paradigma que proporciona más
preguntas que soluciones puntuales: ¿hasta qué punto la seguridad
contrarresta libertades y/o conquistas sociales en nombre de la
democracia? Oliva Posada lo expresa de la siguiente manera:

La tarea de relacionar democracia con seguridad […] consiste en


elaborar un concepto y referente práctico de la democracia
constituido no solo por la necesaria discusión filosófica y
politológica, sino también por su puesta en práctica como
administración pública, creación y cumplimiento de las leyes y
desarrollo de la competencia electoral, sin faltar a la dinámica y
características del trabajo legislativo y la vida parlamentaria.37

Si bien la democracia representativa no abraza a todas las luchas


de resistencia y movimientos sociales, la democracia ha sido siempre
plasmada como el horizonte o la salida inmediata frente a los

35 Rodríguez Rejas, María José. Op. Cit. pp. 118-119.


36 Orozco, José Luis. El siglo del pragmatismo político. Fontarama, México, 2004.
p. 11.
37 Oliva Posada, Javier. Op. Cit. p. 110.

31
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

procesos político-sociales de confrontación, especialmente los


coercitivos que han vivido los Estados y sociedades
latinoamericanas. Un ejemplo claro fue el respiro inmediato que
significó la causa democrática de cara a las dictaduras de seguridad
nacional en Centro y Sudamérica, caracterizadas por la democracia
representativa, o la Revolución Cubana, cuyos primeros años se asumió
como una revolución democrática. Además, también se debe señalar a
la Revolución bolivariana chavista que, al igual que Cuba, sienta
sus bases en otro modelo de democracia: la democracia participativa,
sin abandonar nunca los principios de la representación y la
representatividad.

Por lo tanto, si la seguridad depende fundamentalmente del Estado


por el hecho de ser el fiador de la reproducción de las dinámicas
del capital, su respaldo y legitimidad radican en el poder nacional.
“El poder nacional es la categoría de origen; la definimos como un
vasto sistema de capacidades de decisión y de ejercicio en el plano
de la ejecución.”38 Estas decisiones se aplican en los espectros
económico, militar, político y social.

Cuando la razón de seguridad proviene de un Estado seguidor de las


dinámicas neoclásicas y la democracia representativa como nociones
unitarias, apelará a restringir libertades y conquistas sociales en
nombre de la democracia y los intereses de la nación, contra enemigos
internos y externos, no importando que sean construcciones
artificiales o influencias propagandísticas externas. Estos modelos
se caracterizan por tener una línea muy porosa y, en varios casos,
por carecer de un marco jurídico constitucional que enuncie
claramente el papel, los límites y los alcances de las fuerzas
armadas frente a su población, en el contexto de seguridad pública.

Lo anterior significa que no existe claridad entre la diferencia


conceptual y de aplicación de la seguridad nacional y la seguridad
pública, producto de velar el carácter contrainsurgente de las
políticas programáticas de seguridad. Sus entornos son militarizados
y gran parte de su economía se basa en la llamada economía de
guerra.39 El estado de derecho se convierte en instrumento caviloso

38 Garduño Valero, Guillermo J.R. El ejército mexicano entre la guerra y la


política, UAM-I, México, 2008. p.36.
39 La economía de guerra ya sea por conflictos internos u hostilidades externas,

siempre termina beneficiando a los Estados que más producen y venden armas. Mapeo
de Datos de Armas. El comercio de armas pequeñas y sus municiones, es un ejercicio

32
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

y la sociedad en la que se desarrolla presenta una cultura política


pobre y tendiente al neoconservadurismo,40 “la apuesta por la
seguridad y la democracia ha sido una constante, no sin
interpretaciones y usos pragmáticos, […] mediante exclusión
ideológica, marginación intelectual, la imposición política y el
exterminio de detractores verdaderos o ficticios, inmediatos y
potenciales”.41

La diferencia reside cuando un modelo de seguridad estatal, y a la


vez de democracia, prescinde de la razón de Estado en su forma más
liberal. Se entiende que la razón de Estado –según Herman Heller-
bajo la correspondencia entre el liberalismo y el derecho positivo,
se utiliza de la siguiente manera:

[La razón de Estado tiene] derecho a afirmar –aunque solo con


referencia al Estado moderno- que la legalización de un derecho de
resistencia contra un orden estatal que se estima éticamente
reprobable no significaría otra cosa sino la legalización, en sí
llena de contradicciones de la anarquía. Y el abandono de toda
seguridad jurídica conduciría el aniquilamiento tanto del individuo
como del Estado.42

Por el contrario, cuando la decisión y cohesión dentro de los cuatro


campos del poder nacional se planifican para tener como fin
aterrizarlos en el pueblo, pese a los obstáculos estratégicos,
logísticos, históricos y políticos, se monta un modelo de seguridad
estatal basado en una democracia participativa. Frente a la
desigualdad en cuanto a capacidad militar y económica,
principalmente, se fortalecen los aspectos sociales incentivando el
trabajo político-ideológico en la población. En este caso, la
seguridad nacional depende, en última instancia, de las capacidades
organizativas de su pueblo.

que recoge información de la importación y venta de armas en todos los países del
planeta. Los datos están sistematizados desde el año 1992 hasta el 2014 y se
dividen ambos esquemas entre armas militares, armas civiles [armas no exclusivas
de las fuerzas armadas] y no especificado. Véase: Mapping Armas Data. The trade
in small arms an their ammunition. Disponible en línea en:
http://nisatapps.prio.org/armsglobe/index.php Consultado 1 de marzo de 2017.
40 Velázquez Delgado, Jorge. El ocaso del neoconservadurismo. Ediciones del lirio,

México, 2012. Y, Rodríguez Rejas, María José. “La simbiosis liberal-


(neo)conservadora en la reproducción del orden social” Op. Cit. pp.78-84.
41 Orozco, José Luis (Coord.) Democracia fallida, seguridad fallida. UNAM,
Fontamara, México 2022, p. 8.
42 Heller, Herman. Teoría del Estado. FCE, México, 1998. p.244.

33
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

1.2 Neoliberalismo y seguridad nacional: América Latina como enclave


geoestratégico

El siglo XX dio cuenta de un desarrollo de las fuerzas productivas


como nunca antes en la historia había sucedido, dicho proceso
obedeció a una constante ya centenaria: el modo de producción
capitalista. Sin embargo, fueron los patrones de acumulación los que
presentaron un dinamismo en la acumulación, que se expresó en el
cambio de los paradigmas energéticos y, por ende, económico-
comerciales a través de dos guerras mundiales.43 Lo anterior
desembocó en un Estado benefactor -principalmente en Europa y Estados
Unidos- o desarrollista en América Latina (porque nunca se
consolidaron los derechos sociales elementales como universales ni
fue un proceso homogéneo en el subcontinente) que fue sellado por
el bipolarismo de la Guerra Fría.

En América Latina, paradójicamente, nada tuvo de fría dicha etapa;


al contrario, fue muy “calientito” el conflicto. Para fines de los
años sesenta del siglo XX, el patrón de acumulación neoliberal44
comenzó a visibilizarse en todo el mundo. En América Latina se
percibió a partir de las políticas monetarias aplicadas en Brasil
(a partir del golpe de Estado en 1964 contra João Goulart en el
marco del anticomunismo de la Guerra Fría)45 y en Bolivia (ese mismo

43 Véase: Ceceña, Ana Esther y Barreda, Andrés. Producción estratégica y hegemonía


mundial. Siglo XXI Editores, México, 1995. Asimismo, una visión distinta al estudio
de las formaciones económico-sociales desde el materialismo histórico es la que
estudia el periodo de entre guerras desde el cambio de paradigmas energéticos, es
decir, el cambio del carbón al petróleo. Esta expresa que, en parte, como resultado
de esta transición se dieron las dos Guerras Mundiales. Aunque representa un
estudio desde el periodismo de investigación y no es básicamente un análisis
estructural podemos ver claramente esta idea en: Roberts, Paul. El fin del
petróleo. Ediciones Diario Público. Biblioteca de pensamiento crítico, México,
2004.
44 Para entender la reorganización del Estado, el reacomodo productivo y las

consecuencias en las mediaciones sociales en el neoliberalismo, Véase: Harvey,


David. Breve historia del neoliberalismo. Akal, Madrid, 2007. Vega Cantor, Renán.
Los economistas neoliberales: nuevos criminales de guerra. El genocidio económico
y Social del capitalismo contemporáneo. Periferia Prensa Alternativa, Colombia,
2010. Y: Osorio, Jaime. “La despolitización de la política y la ciudadanía” y
“Neoliberalismo y globalización”, en: Despolitización de la Ciudadanía y
gobernabilidad. UAM-Xochimilco, México, 1997. pp. 15-27 y 89-98.
45 Razonemos que estamos bajo el argumento de las dictaduras de segunda generación,

cuyas características fueron: fuerte presencia militar en la dirección del


gobierno y el Estado, aunque no en el gabinete económico, impulso de políticas
neoliberales y restricción de garantías constitucionales. Por ello, consideramos
el golpe de Brasil en 1964 como el precursor, rompiendo la idea de la gestación
de estos modelos de securitización con el golpe pinochetista en 1973. Para la

34
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

año), también se manifestó en los golpes en Chile y Uruguay en 1973


y en Argentina en 1976; además, en Centroamérica y el Caribe las
principales décadas de dictaduras y golpes militares fueron entre
1950 y 1970 con lo que se continuó y se profundizó la larga lista
de intervenciones imperialistas.46 Todo lo anteriormente señalado se
entiende como una implementación del capitalismo-neoliberal a base
de sangre y fuego. Así que cuando llegó el tiempo de la democracia,
el miedo por retornar a regímenes con militares a la cabeza hizo que
se votara por políticos que exacerbaron el cambio de patrón de
acumulación hacia un neoliberalismo voraz. Incluso para los países
que no tuvieron dictaduras militares las técnicas fueron distintas
pero el objetivo fue el mismo,47 pues este proyecto político-
económico debía asegurarse: el neoliberalismo debía expresarse a
través del buen control geopolítico de la región mediante la
instalación de trasnacionales principalmente estadounidenses.

Todo proceso de apuntalamiento estatal está situado, generalmente,


en dos elementos: una constitución y un ejército regular que avale
esas letras jurídicas. De esta manera el mundo contemplaba los
inicios de la etapa de mayor concentración y centralización de
capitales, con la figura del Estado como mayor promotor y medio de
resguardo de la lógica de la acumulación, la cual no tiene fin.

Este telón de fondo personificó el horizonte más inmediato para la


gran mayoría de los países latinoamericanos rumbo al siglo XXI. Pero
el aspecto militar no fue suficiente; también se hizo trabajo

referencia de la aplicación de las políticas neoclásicas en Brasil después del


golpe de Estado, véase: Osorio, Jaime. Op. Cit. p 90. También para indagar sobre
el papel de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y
de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por
sus siglas en inglés) en el golpe de Estado de 1964, puede consultarse: Golinger,
Eva. El Código Chávez. Descifrando la intervención de los Estados Unidos en
Venezuela. Editora de Ciencias Sociales, La Habana, 2015. p. 20.
46 Una cronología rica y detallada de las intervenciones extranjeras en
Latinoamérica desde finales del siglo XVIII la encontramos en: Selser, Gregorio.
Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina. 5 vols. UNAM-
CEIICH, UACM-CAMeNA, México, 2010.
47 No debemos soslayar el papel fundamental del Banco Mundial (BM) y del Fondo

Monetario Internacional (FMI) en dicho proceso: ambos organismos internacionales


desde sus mecanismos particulares –como los programas para combatir la pobreza y
las cartas de intención, respectivamente- profundizaron las políticas de
austeridad que, como dogma, están tatuadas en el neoliberalismo. Un análisis del
estudio del papel de estos organismos internacionales en algunos países de América
Latina desde la perspectiva estructural, monetaria y financiera lo hallamos en:
El FMI, el Banco Mundial y la crisis latinoamericana. Sistema Económico
Latinoamericano SELA, Siglo XXI Editores, México, 1986.

35
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

ideológico, principalmente desde la propaganda, que solidificó la


ideología dominante, la cual fue acompañada por un cambio en el
patrón de consumo que volvía a millones de personas en masas
deseantes: el patrón de acumulación neoliberal y su fase gerencial
de Estado estaban consolidándose. Es decir:

El Estado dejó de cumplir su función distribuidora para hacerse cargo


de la gestión en pro de los intereses empresariales y la seguridad
interna y externa del capital. Lejos de la retórica, el Estado en el
neoliberalismo nunca ha sido ni débil ni mínimo, simplemente abandonó
las tareas de igualación social […].48

Asimismo, tres nociones colmadas de historia son las que afligieron


y vanagloriaron las intensas décadas del siglo XX: guerra, revolución
y crisis, como menciona Rivas Nieto:

“Revolución” y “guerra” son dos conceptos usados con frecuencia,


especialmente para hablar de ciertos períodos del siglo XX. Parece
que la historia contemporánea –especialmente en lugares como
Iberoamérica o Asia, tan remotos uno del otro en el espacio y en las
costumbres– estuviera marcada por la lucha organizada y recurrente –
la guerra– y por la vocación levantisca y transgresora del orden
establecido –la revolución.49

Las relaciones político-económicas y sociales se debatieron entre


estas tres dinámicas. Sin embargo, se precisa aquí hacer una
distinción fundamental que es que, aunque todavía se hablaba de una
guerra clásica entre Estados –al menos hasta la primera mitad del
siglo XX-, no se concebía un mismo concepto de revolución, pues las
revoluciones burguesas de siglos anteriores y hasta la Revolución
Mexicana del siglo XX mediaron en la consolidación del Estado Liberal
Oligárquico en América Latina. Sin embargo, no fue un proceso
homogéneo en todo el continente, tal como lo expone Agustín Cueva:

En efecto, conviene recordar que la edificación de un estado nacional


no se realiza jamás en el vacío, ni a partir de un maná que se
llamaría “madurez política”, sino sobre la base de una estructura
económica-social históricamente dada y dentro de un contexto
internacional concreto, factores que no sólo determinan las

48Rodríguez Rejas, María José. Op. Cit. p.79.


49Rivas Nieto, Pedro. “La política de armas. Conflicto armado y política en tiempos
de insurrección”. Revista Enfoques, Vol. VIII, Nº13, 2010, pp. 31-50.

36
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

modalidades históricas de cada entidad estatal mas también la mayor


o menor tortuosidad del camino que conduce a su constitución.50

Entonces, fue hasta el triunfo de aquella revolución en Rusia en


1917 cuando se diseminaron los cuestionamientos no solo contra el
Estado Liberal, sino contra el mismo modo de producción capitalista,
y, aunque incipiente, se dio el influjo del socialismo científico
en Latinoamérica.51 Así transcurrieron las primeras tres décadas del
siglo XX hasta el crack del 29 y la Gran Depresión, cuando el
paradigma económico, combinado con el periodo de entre guerras,
anunciaba otro cambio en el patrón de acumulación: “La crisis del
29 tiene como antecedentes dos choques mayores que afectan el
conjunto de la vida, económica, social y política del periodo entre
las dos guerras: la Revolución rusa y la Primera Guerra Mundial”.52

El cambio tanto de un modelo de sociedad como de las relaciones


económicas internacionales se robusteció junto con las ideas de John
Maynard Keynes. Conocemos así el Estado benefactor europeo-
estadounidense53 y una amalgama entre las tesis de Keynes y nuevos
paradigmas surgidos en América Latina, como el enfoque histórico-
estructural, según Bulmer-Thomas:

A principios de la década de 1950 y aún más al término de la Guerra


de Corea, las repúblicas latinoamericanas se enfrentaron a una clara
alternativa: optar explícitamente por un modelo de desarrollo hacia
adentro, que redujera sus vulnerabilidades a los choques externos, o
seguir adelante con el crecimiento guiado por las exportaciones,

50 Cueva, Agustín. “La problemática conformación del estado nacional”, en: El


desarrollo del capitalismo en América Latina. Siglo XXI Editores, 12ª edición,
México, 1988. p. 32
51 Con base en el modelo de recepción del pensamiento socialista, en 1980 se publicó

una de las obras fundamentales de la recepción del marxismo/socialismo en América


Latina, por parte de José Aricó. Horacio Crespo explica “que su libro efectivamente
abrió una perspectiva radicalmente novedosa en un espacio de reflexión y debate
en torno a un problema capital y, por cierto, hoy vigente a través de bocetos
nuevos, originales y en verdad polémicos: las formas específicas de la recepción
del socialismo en América Latina”, véase: Crespo, Horacio. “El marxismo
latinoamericano de Aricó. La búsqueda de la autonomía de lo político en la falla
de Marx”, en: Aricó, José M. Marx y América Latina. FCE, Buenos Aires, 2010.
52 Guillén Romo, Héctor. “La crisis de 1929 y la Gran depresión”, en: Las crisis.

De la Gran Depresión a la primera gran crisis mundial del siglo XXI. Ediciones
ERA, México, 2013. p. 125.
53 María José Rodríguez Rejas acusa que incluso en Estados Unidos la distribución

de riqueza nunca fue general y estuvo sectorizada. Ver. Rodríguez Rejas, María
José. Op. Cit. p.79.

37
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

sobre la base de alguna combinación de intensificación y


diversificación de las mismas.

Esta decisión no se tomó en el vacío. Cada opción favorecía a


diferentes grupos de la sociedad, por lo que la mayoría de los
argumentos económicos tenían un cariz político. Al mismo tiempo,
diversas instituciones internacionales y regionales presionaban para
influir sobre la decisión.54

Así, las naciones que habían alcanzado cierto nivel de


industrialización optaron por el desarrollo hacia adentro, pese al
55

riesgo que representaba, principalmente político.

Más tarde, con la caída del muro de Berlín y la extinción de la URSS,


ya en pleno impulso neoliberal en el mundo entero, la Doctrina de
seguridad nacional perdió uno de sus componentes fundamentales: el
enemigo inmediato. En este punto se debe observar que el efecto
democrático estaba en todos los discursos y legitimaciones
ideológicas -algunas tan burdas- de la economía de libre mercado y
la democracia, que remataban su arraigo académico con El fin de la
historia, de Fukuyama. Otro ejemplo ilustrativo de las
justificaciones ideológicas se puede observar en El choque de
civilizaciones, de Samuel P. Huntington, donde, al igual que
Fukuyama, se montaba en una postura de visionario y señalaba que las
nuevas guerras serían culturales.56 El Estado Democrático de Derecho
“era una realidad”, pero si el enemigo y la amenaza por excelencia,
el socialismo real, había sido derrotado, ¿qué deparaba el futuro?

La democracia y el libre mercado no encontraron durante una década


exacta (1991-2001) un enemigo declarado. Recordemos, además, que el
proceso imperialista repuntaba y discursivamente se calificaba de

54 Bulmer-Thomas, Victor. “El desarrollo hacia adentro en el periodo de posguerra”,


en: La historia económica de América Latina desde la independencia. FCE, 2ª
edición, México, 2010. p. 309.
55 Representó el segundo periodo de industrialización donde no se pudieron subir

todas las naciones latinoamericanas, solo las tres grandes economías del
subcontinente pudieron hacerlo: México, Argentina y Brasil, sin embargo,
únicamente el gigante brasileño pudo terminarlo, de ahí que tengamos muy nítida
la diferencia de industrialización: el primero, México, es en la actualidad un
armador manufacturero, pero Brasil, además de armar, también produce los
componentes.
56 Francis Fukuya y Samuel P. Huntington en sus respectivos textos también comparten

un entendimiento básico de los procesos históricos, además de un uso indiscriminado


y poco ético de las categorías sociales utilizadas para justificar su posición
política-ideológica.

38
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

multilateral: la democracia mínima era exportable. No soslayamos


tampoco las guerras en este periodo donde la población civil siempre
fue la más afectada, por ejemplo el giro que dio el conflicto en la
parte central del continente americano, donde la última gran batalla
militar en el contexto de la Guerra Fría; fue la llamada “ofensiva
hasta el tope” con el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional
(FMLN) sitiando a San Salvador y otras ciudades de El Salvador en
enero de 198957, la primera Guerra del Golfo con la operación tormenta
del desierto y la Guerra de Kosovo, remate de la desintegración de
Yugoslavia; esta última “fue el prototipo de las ´intervenciones
humanitarias´ bajo auspicio de la ONU y liderazgo estadounidense”.58
Debemos sumar el detonante de la violencia con el tráfico de
estupefacientes, especialmente en Colombia y Afganistán –aunque en
condiciones sociales diferentes- estos procesos bélicos antecedieron
a los “nuevos adversarios de la democracia”.

Luego del 11 de septiembre de 2001 la agenda internacional en materia


de seguridad, así como los riesgos y las amenazas, ya no se
desarrollaría solo con base en la dinámica de fronteras hacia
adentro; tampoco se reduciría a brindar el apoyo necesario para que
Estados Unidos combatiera internacionalmente al comunismo: la agenda
se llevaba a cabo a la sazón del combate al terrorismo y al
narcotráfico, a los riesgos medioambientales, a las migraciones, a
la corrupción, entre otros riesgos que lejos estaban, en el nuevo
contexto, de llamarse problemas estructurales, pero que se
presentaban nombrados de distinta manera: los nuevos riesgos y
amenazas que de nuevos tienen poco. Esto pudo concretarse gracias
a los ejercicios del keynesianismo militar, el cual quitó el velo a
la concepción de que la guerra y la economía caminaban por senderos
distintos.59 Era imprescindible mezclarlos y hacer creer que el
neoliberalismo era un proyecto netamente económico.

En este contexto, es necesario que recordemos que América Latina


siempre ha tenido importancia fundamental en el juego de relaciones
político-económicas internacionales establecidas con Estados Unidos
y también, actualmente, la tiene para otros que compiten por la

57 López Fernández, Julio. La batalla del volcán. El Salvador/México, 2018.


58 Rodríguez Rejas, María José. Op. Cit. p. 121.
59Beinstein, Jorge. “La ilusión del metacontrol imperial del caos. La mutación
del sistema intervención militar de los Estados Unidos”. Mundo siglo XXI, CIECAS-
IPN; núm. 30, vol. VIII, México, 2013. pp. 27-35.

39
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

hegemonía de este, por ejemplo, China y Rusia. Sin embargo, la actual


lucha imperialista entre estas tres potencias no se compara con el
impulso del bloque soviético, en el marco de la Guerra Fría, por la
expansión. Brasil, por su parte, también entra en el juego
geoestratégico, pero con un peso más regional, tanto en América
Latina como en África, en este caso compitiendo con China y el
neocolonialismo francés.60

Como observamos, América Latina ha tenido históricamente un peso


geoestratégico importante: sus recursos naturales, su localización,
entre otros elementos, dan cuenta de ello. Pero también ha padecido,
al mismo tiempo, cambios duros de patrones de acumulación y de
modelos de contención social que van siempre de la mano. Así Nuestra
América es un comprobado espacio en querella. Su lacerante realidad
es producto de encontrarse entre la zona inmediata de influencia
estadounidense y la potencialidad de sus vastos recursos
estratégicos.61

1.2.1 Proyecto hemisférico-seguridad hemisférica, continuidad de la


Doctrina de seguridad nacional

Las políticas de seguridad estatal, como advertimos anteriormente,


no pueden ser concebidas sin un enfoque multidisciplinar coordinado
desde la geopolítica, la geoeconomía y la industria militar. Esto
conlleva, por ende, a razonar estas estrategias bajo las relaciones
hemisféricas, las cuales se caracterizan por una perspectiva
unipolar y hegemónica que impulsan contextos militarizados y
restrictivos,62 además de que crean dependencias económico-

60 Arancón, Fernando. “La Francáfrica o el imperio neocolonial francés”. El orden


mundial. Publicado 12 junio de 2015. Disponible en línea en:
https://elordenmundial.com/2015/06/12/la-francafrica-imperio-neocolonial-
frances/ Consultado 3 de abril de 2017. Y, Pérez, Juan. “El potencial económico
de África”. El orden mundial. Publicado 29 de septiembre de 2013. Disponible en
línea en: https://elordenmundial.com/2013/09/29/el-potencial-economico-de-
africa/ Consultado 4 de abril de 2017.
61 Véase: Delgado, Giancarlo. “América Latina: reserva estratégica en disputa” en:

Salinas Figueredo, Dario (Coord.) América Latina: nuevas relaciones hemisféricas


e integración. CIALC,UNAM, Universidad Iberoamericana, México, 2016. pp.119-144.
Y, Saxe-Fernández, Jonh. “América Latina: ¿Reserva estratégica de Estados
Unidos?”, CLACSO, Osal, año X, núm. 25, Argentina, abril 2009. Disponible en línea
en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/osal/osal25/02sax.pdf Consultado 6
de marzo 2018.
62Salinas Figueredo, Darío. “América Latina y Estados Unidos: Hegemonía y contra-
hegemonía en las tendencias políticas hemisféricas”; en: Salinas Figueredo, Dario
(Coord.) Op. Cit. pp. 35-73.

40
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

comerciales, generalmente en condiciones asimétricas, como da cuenta


Rodríguez Rejas:

La concepción del enemigo, el combate al terrorismo y las drogas, la


definición de controles internos, la guerra total y preventiva, y las
intervenciones en casos de Estados fallidos son parte de los
lineamientos y estrategias que EU impone en los territorios en
disputa. La diferencia con América Latina es que se ha creado, a
través de los acuerdos económicos y de seguridad, una arquitectura
institucional y legal compartida. Está no solo reproduce la
dominación y dependencia con una eficacia revestida de legalidad y
legitimidad, como se había visto en América Latina, sino que dicha
institucionalización cambia la forma y el nivel de la dependencia,
así como las posibilidades de subvertirla. También modificó las
formas de intervención y desestabilización (“golpes institucionales”,
“intervenciones multilaterales latinoamericanas”, “guerras contra el
narcotráfico”).La ofensiva es ahora total.63

En efecto, no podemos separar para su disertación y conocimiento,


el inicio y avance de la Doctrina de seguridad nacional en nuestra
región sin las iniciales relaciones hemisféricas, como la Alianza
para el Progreso o la Operación Cóndor, por ejemplo. En el contexto
de nuestra investigación estas relaciones son más acabadas como el
intento fallido del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA)
–que después se convirtieron en acuerdos particularizados-, teniendo
como antecedente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), siguieron la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de
América del Norte (ASPAN), el Plan Colombia, La Alianza del
Pacífico, entre otros. El proyecto hemisférico es la seguridad
hemisférica y descansa en un Estado de excepción global64, matizado
por la matriz propagandística del Smart power65, producto de la

63Rodríguez Rejas, María José. Op. Cit.


64Véase:Agamben, Giorgio. Estado de excepción. Homo sacer, II, I. Adriana Hidalgo
Editora. Buenos Aires, 2005. Y: Arroyo Ramírez, Tania. “Hacia la instalación de
un Estado de Excepción global” en: Seguridad nacional, terrorismo y
telecomunicaciones: el impacto de la nueva estrategia hegemónica en la América
Latina del siglo XXI. Tesis doctoral Inédita. Dirigida por Raquel Sosa, PPELA,
UNAM. México, 2014. pp. 53-58.

65El llamado poder inteligente o Smart Power fue acuñado por la entonces secretaria
de Estado Hillary Clinton: “En lo referente a la política exterior estadounidense,
la Secretaria de Estado Hillary Clinton ha señalado: ´Debemos usar el Smart Power,
es decir, valernos de todos los mecanismos a nuestra disposición: los diplomáticos,
los económicos, los militares, los políticos, los legales y culturales, sabiendo
escoger el mecanismo correcto, o bien la necesaria combinación, adecuada para cada

41
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

presidencia de Barack Obama. Así se legitimaban y justificaban las


mal llamadas guerras preventivas y continúan las estrategias que
discursivamente se dicen lejanas junto a la Doctrina de seguridad
nacional.

1.3 Securitizar la democracia: la encrucijada colombo-venezolana y


sus antecedentes en Centroamérica y El Caribe

Se dice que las comparaciones son ociosas, sin embargo, resultan


fructíferas cuando se cotejan las similitudes y no las diferencias.
A esto le llamamos “poner en común”. En ese sentido, la presente
investigación no busca un paralelo burdo, sino poner en común las
políticas programáticas de seguridad nacional y su relación con los
procesos democráticos de la República de Colombia y la República
Bolivariana de Venezuela, desde sus modelos llamados Seguridad
Democrática y Doctrina de seguridad bolivariana, respectivamente.
Esta dualidad forma la que consideramos es, desde hace poco más de
diez años, la gran disputa en nuestro subcontinente, pues estos dos
países no solo son sumamente importantes por ser la puerta de
encuentro entre Centroamérica y el sur del continente; también lo
son porque Colombia es el segundo territorio de mayor biodiversidad
en América, mientras que Venezuela es el sexto y además tiene
reservas de recursos energéticos que ambiciona la mayoría de
potencias occidentales -por ello Jonh Saxe-Fernández menciona que si
Venezuela fuese exportadora de zanahorias, seguramente no padecería
el actual estrangulamiento-.

En Colombia y Venezuela, y en prácticamente todo el mundo, luego de


exponer el perfeccionamiento de las tácticas de dominación definidas
como proyecto hemisférico, la securitización se ha coronado como la
médula de todos los debates de la sustancia nacional. La afanosa
globalización y la diversificación de riesgos y amenazas han
producido que las “razones de seguridad nacional” se mencionen de
nueva cuenta y de manera recurrente –si es que alguna vez dejaron
de citarse- la securitización de la vida se pone en marcha:

ocasión”. Véase: Morales Lama, Manuel. “Smart Power´ en la política exterior”.


Listín Diario. Publicado 4 de febrero de 2011. Disponible en línea en:
https://listindiario.com/puntos-de-vista/2011/2/3/176093/Smart-Power-en-la-
politica-exterior Consultado 3 de agosto de 2016. También está fundamentado
teóricamente en los trabajos de Joseph Nye, Bound to Lead y The Power to Lead.
Véase: Nye, Joseph. “el poder blando y la política exterior americana.” Relaciones
internacionales, número 14, UAM, Madrid, 2010. pp. 117-140.

42
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Uno de los conceptos analíticos más interesantes para comprender las


dinámicas sociales contemporáneas que ha aportado la teoría de las
relaciones internacionales en los últimos años es el concepto de
securitización. En síntesis, la securitización sería el proceso
mediante el cual un determinado problema social comienza a
considerarse un problema de seguridad, es decir, un problema de vida
o muerte que pone en riesgo a un determinado grupo (un país, una
nación, una clase social).

Para los primeros autores que construyeron esta teoría (Barry Buzan,
Ole Waever) la securitización es siempre un acto discursivo.
Básicamente, alguien con capacidad para construir discursivamente los
problemas sociales (normalmente un gobierno) empieza a hablar de él
como un problema de seguridad, es decir, algo que amenaza con poner
en riesgo nuestra estabilidad, el orden legal, el sistema económico
o cualquier otro absoluto mitológico que mantiene nuestra vida como
colectivo.66

Ni los esfuerzos anti-hegemónicos pueden escaparse de la también


llamada seguridización,67 pues es una herramienta estrechamente
ligada a la arenga democrática –muchas veces a modo-: la seguridad
ha sido legitimada por encima de la democracia. Asimismo, la
securitización acompaña la protección de prácticas extractivistas.

Podemos estudiar con esta misma categoría a la República de Colombia,


con gobiernos totalmente volcados a los intereses imperialistas, y
a la República Bolivariana de Venezuela que, aunque contestataria,
no puede desechar la securitización debido a su extractivismo
monoproductivo y dependiente. No existe una cartografía de procesos
securitarios militaristas positivos y negativos. Así, desde

66 Medina Mateos, José. “Securitizar los problemas políticos”. Plataforma 2015.


Publicado 26 de noviembre de 2015. Disponible en línea en:
http://www.otromundoestaenmarcha.org/la-batalla-del-
conocimiento/2015/11/26/securitizar-los-problemas-politicos/ Consultado 6 de
enero de 2017.
67 Securitización es el anglicismo de seguridización.” “Seguridizar" en términos de

John Gledhill, ha significado desplegar una estrategia de seguridad con la


intención de desmovilizar, contener y castigar a los inconformes, a las clases
peligrosas, y con esta construcción que se dirige prioritariamente hacia los
sectores pobres, le legitiman detenciones arbitrarias o el desplazamiento de
poblaciones que obstaculizan nuevas inversiones de capitales privados, nacionales
o transnacionales, en rubros tales como las actividades extractivistas,
energéticas, de turismo o inmobiliarias, entre las más relevantes.” Valladares de
la Cruz, Laura R. (Coord.) Nuevas violencias en América Latina Los derechos
indígenas ante las políticas neoextractivistas y las políticas de seguridad. UAM-
Iztapalapa, Juan Pablos Editores, México, 2014. p. 10.

43
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

diferentes trincheras políticas, ideológicas y, en su momento,


económicas, los gobiernos de los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y
Hugo Rafael Chávez Frías, asumieron la securitización como fiadora
democrática: el primero desde una democracia mínima representativa
y el segundo desde postulados de una democracia participativa con
plena soberanía y característica de no intervención extranjera.
Aunque –según Gledhill- la securitización o seguridización debe
abordarse desde el:

[…] uso de la fuerza represiva, la formación de grupos armados no


oficiales, el papel de los intereses privados en el contexto
neoliberal y la subjetividad de los actores. El análisis sugiere que
la raíz de los problemas en los dos contextos no es la ausencia de
Estado sino la naturaleza de su presencia.68

En el contexto de nuestro continente, en los imaginarios sociales


sobre la Doctrina de seguridad nacional, Sudamérica es la región en
que se piensa automáticamente, pues se cree con fe ciega que la
edificación de seguridad nacional fue norte-sur (EUA-Sudamérica) y
que su diligencia se dio de manera inversa: de Sudamérica al resto
de Latinoamérica. En Centroamérica y el Caribe, sin embargo, hallamos
los antecedentes más sustanciales de las técnicas de securitización
a las que se adscriben Colombia y Venezuela, como explicaremos a
continuación.

Recién iniciado el siglo XXI, al inicio de la presidencia de Álvaro


Uribe (2002) en Colombia se comenzó a hablar de la Seguridad
Democrática, este modelo de seguridad concernía a la vinculación
apremiante de, por lo menos, dos elementos de influjo extranjero:
el Tratado Marco de Seguridad Democrática para Centroamérica
(TMSDCA) y el Plan Colombia. El primero sirvió como antecedente
directo desde Centroamérica, con lo que Colombia adaptaría esta
experiencia y la convertiría en un programa de guerra total frente
a las dos grandes organizaciones guerrilleras insurgentes: las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Ejército del Pueblo
(FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN); sin embargo,
esto no hubiese sido posible sin el Plan Colombia, transcrito como

68Gledhill se refiere a los contextos de México y Brasil, sin embargo, no difieren


en demasía con las realidades de Colombia y Venezuela. Véase: Gledhill, John.
“Seguridizar, reprimir, pacificar: una crítica de las nuevas guerras en América
Latina”, en: Valladares de la Cruz, Laura R. (Coord.). Op. Cit. p. 31.

44
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

la mayor actualización y financiamiento de las fuerzas armadas


colombianas hasta convertirse en el ejército al que más se le
invierte en América Latina.69 Ambos dispositivos tuvieron un promotor
en común: los Estados Unidos de América.

Derivado de esto, la Seguridad Democrática colombiana procuró


generalizar a los grupos armados con entrenamiento militar, aunque
no formaban parte, oficialmente, del grueso de las fuerzas armadas
colombianas. Se trataba de potencializar las experiencias
paramilitares de Córdoba y la región del Urabá con sus Autodefensas
Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), y la usanza del resto del
Departamento de Antioquia con sus Cooperativas de Vigilancia y
Seguridad Privada para la Autodefensa Agraria (CONVIVIR),70
respectivamente (estas últimas incitadas por el entonces gobernador
Álvaro Uribe Vélez). El resultado de todo ello fue la unificación
denominada Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Cabe recordar también que la mayoría de los países atendió esta


perorata e hizo suya la innovadora conversión de las políticas de
seguridad nacional a la Seguridad Democrática. Solo excepciones como
México, Brasil y Cuba siguen, hasta el día de hoy, hablando de
seguridad nacional como Doctrina: el primero por su influencia
estadounidense -recordemos que la seguridad nacional estadounidense
se traduce siempre en seguridad regional y/o internacional- el

69 “Colombia invierte en 2002 3,5% del PIB en gastos militares, sin embargo, de
acuerdo con Walters este debería alcanzar por lo menos 7% debido a que el gasto
estadounidense es de 12% en tiempos de guerra. El tema de la militarización en
Colombia no solamente involucra a Colombia y a Estados Unidos, sino que este
estrecho vínculo en Colombia es percibido con reticencia por países vecinos y por
organismos de cooperación regional como es el caso de la UNASUR. El tema de la
influencia militar norteamericana en Colombia suscita tanta controversia que en
2009 Colombia amenazó con dejar la organización debido a que los países miembros
de esta última no dudan en expresar su preocupación frente a la presencia
estadounidense, sin embargo, no brindan ningún apoyo que garantice la estabilidad
y la seguridad para Colombia.” Tamayo, Elena. “Colombia: un ejército para la
guerra y para la paz”. ScienciePo. Observatoire Politique de l'Amérique latine et
des Caraïbes Disponible en línea en:
https://www.sciencespo.fr/opalc/content/colombia-un-ejercito-para-la-guerra-y-
para-la-paz Consultado 15 de abril de 2017.
70 Recordemos que Colombia tiene una histórica tradición de autodefensas,
especialmente campesinas. Las FARC-EP tuvieron en sus inicios esta denominación
de resistencia armada. Sin embargo, el conflicto armado, la disputa por tierras,
la violencia de Estado y el narcotráfico fueron factores para que las autodefensas
tergiversaran su accionar al paramilitarismo. Se mencionan a estas dos
experiencias paramilitares por representar uno de los puntos neurales en las
conformación de las AUC, empero existen otros antecedentes como las Autodefensas
Campesinas del Magdalena Medio y las Autodefensas de Puerto Boyacá.

45
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

segundo por la condición de clase de sus fuerzas armadas y por su


burguesía con alto sentido de nacionalismo, y el caso cubano que
tiene un ejército con un alto componente popular, lo que permite que
se maneje siempre como garante del orden interno y esté presto a
enfrentar a cualquier amenaza externa.

La política de Seguridad Democrática es, pues, un modelo que plantea


una cuestión más inclusiva de los ciudadanos en la lucha del Estado
contra sus enemigos y que dice no ser una consecuencia de la Doctrina
de Seguridad Nacional. En la carta de presentación de la Política
de Defensa y Seguridad Democrática, escrita por el expresidente
Álvaro Uribe Vélez, se fundamenta este planteamiento:

La Seguridad Democrática se diferencia de las concepciones de


seguridad profesadas por regímenes autoritarios, partidarios de la
hegemonía ideológica y la exclusión política. Este Gobierno no hace
suyas concepciones de otras épocas como la "Seguridad Nacional" en
América Latina, que partía de considerar a un grupo ideológico o
partido político como "enemigo interno".

Nosotros predicamos que todos son bienvenidos en la democracia. La


oposición, los que disientan de las ideas del Gobierno o de su
partido, serán protegidos con el mismo cuidado que los amigos o
partidarios del Gobierno. No hay contradicción entre seguridad y
democracia. Por el contrario, la seguridad garantiza el espacio de
discrepancia, que es el oxígeno de toda democracia, para que disentir
no signifique exponer la seguridad personal. Pero hay que trazar una
línea nítida entre el derecho a disentir y la conducta criminal. Sólo
cuando el Estado castiga implacablemente el crimen y combate la
impunidad hay plenas garantías para ejercer la oposición y la
crítica.71

Como podemos observar, la Seguridad Democrática solo se aparta del


recurso discursivo del comunismo como enemigo –aunque de manera
recurrente lo mencione- cuando Uribe expresa que: “También
necesitamos la solidaridad de otros países, en especial de la región,
para frenar el terrorismo y su aliado el narcotráfico”.72 Se entiende
que se vuelca a la tipificación, en nombre de la democracia, de los
dos nuevos enemigos. Se trata de nuevas formas de colonialismo
disfrazadas de solidaridad multilateral. Asimismo, debe observarse

71 Política de Defensa y Seguridad Democrática. Presidencia de la República,


Ministerio de Defensa Nacional, Colombia, 2003. p. 5.
72 Ibíd. p.6.

46
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

cómo se depositó demasiada responsabilidad en la población con la


idea de la construcción del Estado comunitario, pero que es más bien
un Estado de seguridad que promueve la conversión de cada elemento
poblacional en un agente:

La seguridad no se alcanza sólo con los esfuerzos de la Fuerza


Pública. Este va a ser un esfuerzo de todo el Estado, de todos los
colombianos. Una estructura estatal fuerte, apoyada en la solidaridad
ciudadana, garantiza el imperio de la ley y el respeto de los derechos
y libertades.73

La supuesta corresponsabilidad entre los ciudadanos y la fuerza


pública solo produjo huecos de poder que fueron aprovechados por
grupos armados, muchas veces bajo el amparo institucional y otras
peleando junto a las fuerzas armadas. El gobierno de Álvaro Uribe
abandonó la responsabilidad estatal74 en los crímenes que estaban por
venir, al diversificar constitucionalmente a los actores en el
conflicto armado. Sin embargo, una estrategia contrainsurgente con
uso de paramilitares no era nueva en la región. Colombia la arropó
de manera hemisférica desde el año de su más reciente Constitución,
en 1991, cuando se sumó al Compromiso de Santiago de Chile de Defensa
de la Democracia,75 con lo que estudió de cerca cómo estas tácticas
completas –no solo de corte militar- ganaban terreno desde la llamada
década de transición a la democracia centroamericana y que, cuatro
años más tarde, se veían reflejadas en el Tratado Marco de Seguridad
Democrática para Centro América (TMSDCA).

73 Ibíd. p.7.
74 El gobierno colombiano con Álvaro Uribe al frente, y apuntalado por la maquinaria
mediática, acuñó la idea del narco-terrorismo. Con esto aglutinaba varios
propósitos en medio del conflicto armado: 1) Luego de que las organizaciones
narcotraficantes perdieran presencia, logró unir en una sola frase a los dos
nuevos enemigos de la democracia y remató la idea mencionando al comunismo. Esto
retomó fuerza para fabricar su más grande falsedad: el castro-chavismo. 2) Repartió
responsabilidades jurídico-penales frente a los mal llamados daños colaterales de
la guerra, pues al acotarse a la idea de terrorismo estadounidense, anuló el
terrorismo de Estado, el cual siempre se adecua a los intereses imperialistas. 3)
Negó la posibilidad de personificación jurídica, política y hasta ideológica de
las FARC-EP, de ahí la encarnizada oposición a los acuerdos firmados en La Habana.
Para profundizar en la concepción de la responsabilidad estatal, véase: Orduña
Trujillo, Eva Leticia. “La responsabilidad internacional del Estado”, en: La
responsabilidad internacional de los estados latinoamericanos ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, México, CIALC-UNAM, 2015. pp. 19-44.
75 Rodríguez Rejas, María José. “La sistematización de las nuevas amenazas: los

antecedentes de la “seguridad democrática” y la declaración sobre seguridad de


las Américas”, Op. Cit. p.246.

47
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Asimismo, de Centroamérica también rastreamos la aplicación de la


estrategia antisubversiva aplicada desde la guerra de Vietnam
nombrada “tierra arrasada”, esta táctica fue llevada a cabo por las
fuerzas armadas guatemaltecas para cometer genocidio en el conflicto
armado de la nación centroamericana.76 “Tierra arrasada” sería
acoplada a la “teoría del pez” que estudiaremos a profundidad en el
capítulo sobre Colombia.

En nombre de la democracia se promovía la política de seguridad en


bloques, para securitizar al norte y centro de América, justamente
cuando el TLCAN ya había entrado en vigencia. Colombia sería la punta
de lanza en la parte más septentrional de Sudamérica.

Mientras que los obstáculos más grandes en América Central al


generalizarse esta política regional fueron las tremendas
desigualdades en una zona, de por sí, golpeada por los conflictos
armados. Maximizaban principalmente los desencantos del triunfo de
la revolución sandinista en Nicaragua77 y el “empate” en El Salvador,
del cual también aprendió el gobierno colombiano cuando llamó empate
negativo al escenario que tuvo con las FARC-EP y que desembocó en
las negociaciones de Oslo y La Habana. También en nombre de la
democracia y la seguridad, se exaltaba como ejemplos a seguir el
desarrollo democrático de Costa Rica o el crecimiento económico de
Panamá, soslayando totalmente que estas dos circunstancias se habían
dado con todo el cobijo estadounidense.

En cuanto al compromiso de fortalecimiento de la democracia la


experiencia de los países ha sido distinta. Costa Rica, por ejemplo,
ha mantenido instituciones democráticas por más de cincuenta años, y
se considera una de las democracias más estables del continente.
Otros países, como El Salvador y Guatemala, inician procesos de
democratización de sus instituciones en los años noventa, como
producto de los acuerdos de paz que pusieron fin a sus conflictos
internos (Jácome, 2004). Para el caso de Panamá, pese a sus logros
evidentes en materia de democratización, existen problemas de
corrupción y censura parcial de los medios de comunicación. Como caso
grave en el debilitamiento de la democracia y el estado de derecho

76 Falla, Ricardo. Masacres de la Selva. Ixcán, Guatemala (1975-1982). Latino


Editores, El Salvador, 1992.
77 Véase: Ramírez, Sergio. Adiós muchachos: una memoria de la revolución
sandinista. Aguilar, México, 1999.

48
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

está el golpe militar que sacó del poder al presidente de Honduras


Manuel Zelaya, en 2009.78

El TMSDCA dio paso igualmente a la complejidad de riesgos y amenazas;


los acuerdos de paz trajeron más violencia estructural,79
precisamente porque no era su esencia la búsqueda de la paz. Las
expresiones de violencia, que estaban veladas por el dualismo de la
Guerra Fría lucían por todas partes. El narcotráfico, la corrupción,
la inseguridad pública, la movilización social, el desempleo, la
migración y, sobre todo, las pandillas eran los principales objetivos
que enfrentaba la securitización, por lo que se veía con más encono
a la pobreza, pues las brechas de desigualdad se volvieron
abrumadoras. Entre el rechazo a las dictaduras y la pérdida de
identificación con las luchas armadas, el terreno era fértil para
la veterana oligarquía militar y para los socialdemócratas y
socialcristianos. Entonces con la securitización solo agudizaron y
criminalizaron las contradicciones del capitalismo en su reciente
fase neoliberal, sin que estas pudieran ser matizadas con la
aspiración democratizadora, como se estaba intentando. Esto sucedió
no solo en América Central, como lo menciona Ruy Mauro Marini:

El rasgo más dramático de esta situación fue, sin embargo, el


crecimiento espantoso de las poblaciones marginales urbanas,
aglomeradas en las villas miseria, en las favelas, en las barriadas.
Sin una posición definida en el sistema de producción, ya que vive
de trabajos ocasionales, ese subproletariado —que llega a superar,
en ciertas ciudades, la tercera parte de la población total— ni
siquiera ha podido sumarse a la reivindicación básica del
proletariado industrial (la extensión horizontal del empleo, o mejor
dicho del derecho al trabajo) y se limitó en la mayor parte de los
casos a reivindicaciones de consumo. Se ha convertido, así, en el
medio de maniobras políticas demagógicas por excelencia y, por su
imposibilidad objetiva de desarrollar una conciencia de clase,
representó uno de los soportes fundamentales del populismo.80

78 Blanco Miranda, Judith. “Apuntes críticos al Tratado Marco de Seguridad


Democrática de Centro América”. Económicas, CUC, Barranquilla, Colombia, 2012.
p.300.
79 Véase: Martínez Cunill, Daniel. “En Centroamérica, después de la paz vino la

violencia”, en: López Castellano, Nayar. Democracia y Política en la Centroamérica


del siglo XXI.UNAM, México, 2016. pp.45-70.
80 Marini, Ruy Mauro. Subdesarrollo y revolución, Siglo XXI Editores, 5ª edición,

México, 1974.

49
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Como referencia regional a la Seguridad Democrática, el TMSDCA es


del mismo modo un intento de dominio basado en las relaciones
hemisféricas, pues no puede entenderse sin los Acuerdos Esquipulas
I y II que dieron paso a Contadora81 y el Sistema de Integración
Centro Americana (SICA).

El final del siglo XX y las vísperas del XXI trajo también la


posibilidad de que algunos personajes que estaban fuera de las
primeras esferas de la política profesional, los llamados outsiders,
pudieran obtener la presidencia en algunas latitudes de
Latinoamérica. No fue por la vía armada –aunque lo intentaron-,
tampoco fue asentado en un cambio económico-social. Las oligarquías
nacionales y burguesías internacionales no cometerían el mismo error
de 1959 en Cuba,82 ni dejarían a los “azares de la historia” que un
militar propusiera un modelo, principalmente económico, distinto a
lo establecido: nos referimos al triunfo electoral del militar Hugo
Chávez en Venezuela en el año 1998.

Aunque mantuvo hasta el final de sus días un discurso


antiimperialista –discurso que mantiene su sucesor Nicolás Maduro
Moros-, Venezuela no ha logrado apartarse de la dependencia rentista
energética-petrolera. No pretendemos de manera alguna restar los
logros en materia de justicia social que la Revolución Boliviariana
y sus aliados han obtenido y que hoy se encuentran en profunda
crisis; sabemos de antemano que no se trata de una contingencia
voluntarista.

El fallido golpe de Estado de 2002 en Venezuela, nos dejó dos


lecciones importantes: 1) Que, si bien las experiencias
antiimperialistas no rechazan la securitización, pueden
estructurarla de manera distinta con el pueblo como un elemento
activo, esto obedece a una necesidad de renombrar dichos procesos,
pues “La batalla está, también, en el terreno de la desecuritización:

81 Para ahondar sobre las negociaciones de paz de manera particular por cada país
centroamericano, véase: Martínez, Daniel. “¿Logró la paz con justicia la
negociación en Nicaragua?”, Sanz, Miguel “La negociación: solución política al
conflicto armando en El Salvador” y Monsanto, Pablo. “El proceso de paz en
Guatemala”, en: Regalado, Roberto. Insurgencias, diálogos y negociaciones.
Centroamérica, Chiapas y Colombia. Ocean Sur, México, 2013.
82 La operación militar Urgent Fury, que no fue más que la exagerada invasión de

Granada en 1983, el asfixiante asedio a Nicaragua por la Contra basado en el


Manual de Entrenamiento en la Explotación de Recursos Humanos; luego del triunfo
de su revolución y la invasión a Panamá en 1989 denominada Operación Just Cause,
son muestras claras de ello.

50
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

resistir a esta lectura del problema y construir otras alternativas


es clave no sólo para resolver el problema (porque ningún problema
es solo policial; es pues un problema político) sino para hacerlo
con algo de dignidad”,83 y 2) En función de la primera lección, vimos
en aquel abril que aun con las nuevas formas de hacer la guerra,84
se pueden obtener triunfos significativos.

Tuvieron que presentarse los acontecimientos del golpe de Estado del


11 de abril de 2002, con el derrocamiento y secuestro por parte de
la oligarquía apátrida aliada con imperialismo yanqui del Comandante
Chávez, para que de una manera coyuntural se diera la ansiada alianza
cívico-militar: pueblo y fuerzas armadas se aliaron para restablecer
el gobierno revolucionario y rescatar al Comandante Chávez.

A partir de este momento histórico la revolución venezolana se


comienza a consolidar amparada en esa alianza, que tiene rango
constitucional en el principio de la corresponsabilidad en la Defensa
Integral de la Patria estipulado en el artículo 326, que nos obliga
a mancomunar esfuerzos para dar cumplimiento a los principios de
independencia, democracia, igualdad, paz, libertad, justicia.

El principio de corresponsabilidad se ejerce sobre los ámbitos


económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y
militar. Por otra parte esta alianza cívico-militar comienza a tener
expresión institucional con la creación de la Milicia Nacional
Bolivariana.85

Luego de aquellos días de abril de 2002, la Asamblea Nacional


reglamenta la Unidad Cívico-militar y la vuelve ley orgánica, que a
la letra dicta:

Artículo 5. El Estado y la sociedad son corresponsables en materia


de seguridad y defensa integral de la Nación, y las distintas
actividades que realicen en los ámbitos económico, social, político,
cultural, geográfico, ambiental y militar, estarán dirigidas a

83 Medina Mateos, José. Op. Cit.


84 Irala, Abel. “Ana Esther Ceceña: Las nuevas formas de hacer la guerra”. Alainet.
Publicado 21 de agosto de 2017. Disponible en línea en:
https://www.alainet.org/es/articulo/187552 Consultado 3 de diciembre 2017.
85 Montiel Acosta, Nelson. “La unidad cívico-militar: garantía de la Defensa

Integral de la patria.” Misión Verdad. Publicado 16 de febrero de 2014. Disponible


en línea en: http://misionverdad.com/hugo-chavez/la-unidad-c%C3%ADvico-militar-
garant%C3%ADa-de-la-defensa-integral-de-la-patria Consultado 15 de abril de 2017.

51
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

garantizar la satisfacción de los intereses y objetivos nacionales


plasmados en la Constitución y las leyes.86

América Latina, pese a la creencia generalizada, es una región que


ha erigido, exportado y mejorado -según las circunstancias-
doctrinas político-sociales de vanguardia. Dos de estas ideas son la
Unidad Cívico-militar y la Comuna. El encuentro colombo-venezolano
basado en la securitización se asienta, desde diferente enfoque, en
la primera, pero discrepa con la segunda: la Seguridad Democrática
es una alianza civil y militar discursivamente unida por la
participación ciudadana. Por su parte, la Comuna y el sentido popular
de la participación en Venezuela es una correlación histórica87 y
constituye el sentido medular de la Unidad Cívico-militar
venezolana, la cual se institucionalizó en el año 2006 con la ley
de los Consejos Comunales. La comuna en Colombia actualmente no
rebasa el ámbito administrativo territorial, debido a que la
corresponsabilidad que conformaría el Estado comunitario88 fue
colmada por la securitización.

Mientras la unión cívico-militar colombiana justificaba


constitucionalmente al paramilitarismo, la República Bolivariana de
Venezuela la apuntalaba desde la democracia participativa. Mientras
han vendido los modelos de seguridad democrática como planteamientos
innovadores en las Américas, pocos difunden la labor titánica de
construir una Unidad Cívica-militar, comunitaria, democrática,
participativa y protagónica; por ello, la Revolución bolivariana ha
sido una de las expresiones antihegemónicas que mejor ha reivindicado
la Unidad Cívico-militar en la región. Así, en Venezuela esta
trasciende en la historia al chavismo, ya que supone una estrategia
centenaria, proveniente de los tiempos de Ezequiel Zamora, quien se
respaldaba con los sectores populares antioligárquicos en armas.89
Entonces, la correspondencia entre las fuerzas armadas de Venezuela

86 Ley Orgánica de Seguridad de la Nación. Gaceta Oficial Número: 37.594 del 18-
12-02. República Bolivariana de Venezuela, 2002.
87 López Sánchez, Roberto. El protagonismo popular en la historia de Venezuela.

Raíces históricas del proceso de cambio. Editorial Trinchera, Caracas, 2015.


88 Rodríguez, Federmán. Seguridad, democracia y Seguridad Democrática. Disponible

en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=lk-1dhb6l5c Consultado 25 de


diciembre de 2017.
89 Véase: López Calero, Iván. Ezequiel Zamora y la Rebelión Popular de 1846-1847.

Fundación editorial el perro y la rana. Caracas, 2017. Y, ___Ezequiel Zamora.


Líder popular y estratega militar. Centro Nacional de Historia. Colección Memorias
de Venezuela, Guarenas, Venezuela, 2017.

52
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

y la población ha sido una característica distinta al resto del


continente.

Por la lucha armada, la salvaguarda de la Revolución bolivariana y


la misión de arraigar la Comuna en Venezuela han pasado muchas
personas y experiencias que les han aportado,90 pero, sin duda, son
los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubanos, sus
antecedentes regionales más concretos.91 Los CDR creados en
septiembre de 1960 motivaron la creación de los Círculos
Bolivarianos. Ambas causas han sido acusadas de perversiones
paramilitares, empero el trabajo ideológico y formativo de base –
menos acabado en Venezuela- fundamentó la respuesta ante los
señalamientos.

Los CDR como fuerza de contención o de choque lo mismo en la


vanguardia que en la retaguardia o como fortalezas invencibles en la
comunidad fueron difíciles de homologar en otros países que
emprendieron la senda socialista y hoy se han apartado de ella.92

Asimismo, para algunos, el giro proviene de las enseñanzas que el


derrocamiento de Salvador Allende también aportó a la causa
venezolana, si bien el chavismo gana sus mayores batallas en las
urnas, no es una revolución desarmada, no escapa, por lo tanto, a
la securitización.

90 Véase: ____De punto Fijo a la Revolución Bolivariana 1958-2003.Centro Nacional


de Historia, Colección Memorias de Venezuela, Caracas, 2012. Y, Prieto, Alberto.
“Del Caracazo al Gobierno de Chávez en Venezuela”, en: Procesos revolucionarios
en América Latina. Ocean Sur, México, 2009. pp. 287-293.
91 Un estudio riguroso sobre los CDR lo hallamos en: Carballido Pupo, Ventura y

Ávila Ávila, Rafael. Los CDR savia de pueblo. Instituto cubano del libro,
editorial José Martí, La Habana, 2008.
92 Véase: “Los CDR: aporte cubano a la defensa de una Revolución por las masas”,

en: Carballido Pupo, Ventura y Ávila Ávila, Rafael. Nacimiento entre Petardos.
Instituto de Historia de Cuba, La Habana, 2009. p.

53
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

1.4 Reflexiones capitulares

Intentamos desarrollar de manera teórica e histórica cómo la Doctrina


de seguridad nacional mutó, así como se transformaron las dinámicas
de la acumulación de capital y, por ende, las formas de hacer la
guerra. Nuestra región se afianza como uno de los territorios de la
guerra93 frente al interés total de controlar todo el hemisferio y
sus recursos estratégicos por parte de los Estados Unidos.

Ponemos en común la confluencia de armar al pueblo en dos países


latinoamericanos con altos índices de violencia, pero con objetivos
totalmente distintos: Colombia simbolizó la unificación de las
relaciones hemisféricas y la securitización de bloques, siendo un
importante bastión para el Estado de excepción global. Mientras que
la Venezuela chavista se resistía a esto, enarbolando los principios
de soberanía y autodeterminación. Muchas de sus tácticas de
resistencia, hasta la fecha, reposan en legitimar el proceso mediante
comicios electorales, demostrando que puede desarrollarse otro tipo
de modelo democrático y que, a su vez, puede beneficiarse a la
población local con los propios recursos estratégicos de la nación.
Estas prácticas no son nuevas en Nuestra América: así lo dicta la
aguda experiencia centroamericana y la digna tenacidad del pueblo
cubano. Es en Colombia y Venezuela donde se disputa la batalla por
el control de la totalidad del hemisferio, para pocos es desconocido
que en Venezuela están las más grandes reservas probadas de petróleo94
siendo el principal surtidor de combustible en el hemisferio y el
cuarto surtidor de petróleo más grande del mundo: “el puerto de
América del Sur”, y que Colombia es el más grande aliado militar de
Estados Unidos en la región: el producto mejor logrado de la Doctrina
de seguridad nacional.

93 Ceceña, Ana Esther. “Los territorios de la guerra, las guerras del territorio”
en: Los territorios de la guerra. América Latina en movimiento, Observatorio
Latinoamericano de Geopolítica, núm., año 41, segunda época, Ecuador, 2017. pp.1-
5
94 El servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés)

cita el documento “COUNTRY COMPARISON: CRUDE OIL - PROVED RESERVES” de la CIA en


el que exponen que la República Bolivariana de Venezuela cuenta con reservas
probadas de 300,900,000,000 barriles de crudo al 1 de enero de 2017. Disponible
en línea en: https://www.cia.gov/library/publications/the-world-
factbook/rankorder/2244rank.html Consultado 7 de enero de 2018.

54
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿No habrá manera


de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de
vivir? Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces
profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se
volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.

Gonzalo Arango, Elegía a Desquite. Obra negra.

55
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Capítulo segundo

Colombia y la Seguridad Democrática, el producto mejor logrado de


la Doctrina de seguridad nacional

La segunda mitad del siglo XX latinoamericano estuvo marcada por el


papel que desempeñaron los llamados tres grandes en América Latina:
Brasil, Argentina y México. Los dos primeros tuvieron una historia
manifiesta de dictaduras militares; el último, desplegó el hito
histórico del partido hegemónico de Estado: el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), el cual tampoco escapó de
periodos cruentos de violencia política sistemática. Sin embargo,
para una comprensión cabal de las dinámicas latinoamericanas, es
necesario preguntarnos: ¿qué pasó entonces en los Estados que
desarrollaron un sistema político hegemónico con los militares a la
sombra pero con mucho poder, como fue el caso de Colombia?

Desde el llamado “bogotazo”, pasando por el Plan Lasso, la Alianza


Americana Anticomunista y el Plan Colombia, los cuales estuvieron
enmarcados por las posteriores guerras contra las drogas y el
terrorismo, Colombia es, por antonomasia, el caso ejemplar para
entender las guerras de “baja intensidad” o, incluso, la llamada
Guerra Civil Posmoderna.95 Además, Colombia también ha despertado el
interés del estudio de la guerra desde postulados como la Polemología
(o la sociología de las guerras), conceptualización teórica del
francés Gasthón Bouthol, el cual define a las guerras como un
fenómeno social susceptible de observación, desde un ejercicio
objetivo y científico.96

A partir de la investigación realizada, nos fue posible encontrar


en la República de Colombia periodos de violencia metódica desde
antes de la mitad del siglo pasado, lo que nos hace pensar que en

95 Denominada así a partir de los estudios de la guerra basados en los esfuerzos


teóricos de Carl Schmith, y la crítica incisiva que Jorge Giraldo le hace desde
un trabajo con un profundo rigor ético, en el que nos invita a no situarnos
necesariamente en escenarios de conflicto que pueden describirse como nuevos, sino
más bien a observarlos como la continuación (más acabada) de conflictos
característicos de las formas de dominación tradicionales. Giraldo Ramírez, Jorge.
Guerra Civil Posmoderna. EAFIT, Universidad de Antioquia, Editores Siglo del
Hombre, Bogotá, 2009.
96 Bouthol, Gastón. “Tratado de Polemología. Sociología de las guerras”. Y,
Álvarez Rubio, Ariel. “El conflicto en Colombia. Una perspectiva desde la
polemología”. Estudios de Seguridad y Defensa, Academia Nacional de Estudios
Políticos y Estratégicos, Número 2, Chile, 2013. pp. 17-50.

56
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

este país sudamericano se desarrolló primero la contrainsurgencia y


luego, como consecuencia (mas nunca como causa), se organizó la
insurgencia. Sin embargo, la dificultad que implica investigar estos
temas en y sobre Colombia se traducen como una empresa delicada no
solo por su natural riesgo, sino por la abundante bibliografía
especializada sobre los periodos de violencia, hecho que complejiza
la articulación “historia-análisis” y hace necesario decidir los
ejes fundamentales para el presente estudio, sorteando, además, el
riesgo de caer en lugares comunes.

Por tanto, es preciso rescatar el sentido metodológico de aquel texto


histórico de Orlando Araujo, Venezuela violenta (no podemos entender
a Colombia sin estudiar a Venezuela y viceversa), donde expone que
es posible que algunos se sientan defraudados al no leer en su texto
la personificación de la violencia. Estas palabras se pueden aplicar,
transversalmente, a toda esta investigación, pero en especial al
presente capítulo: aquí los lectores no hallarán un estudio encarnado
(y que tanto disfrutan buena parte de los que construyen la
literatura violentóloga en Colombia y actualmente en México, con el
fenómeno de la guerra contra el narcotráfico) de las guerrillas
colombianas, las organizaciones paramilitares, los personajes
gubernamentales y los miembros de las organizaciones
narcotraficantes, sino como referencia general. El eje articulador
del presente capítulo se centra en la violencia97 como fenómeno
estructural y permanente, junto con las formas de dominación
contrainsurgentes y, por lo tanto, es el estudio que demanda nuestros
mayores esfuerzos.

2.1 Réspice Polum y el problema de siempre: tierra, despojo y


conflicto en la República de Colombia

Para comprender la política de securitización por bloques -la cual


hemos planteado en esta investigación- debemos tener claro que la
República de Colombia ha significado, hasta ahora, la más valiosa
puerta a Sudamérica para Estados Unidos. ¿Cuál es el sustento de
esta afirmación? En primer lugar, Colombia es un Estado que
desarrolló de manera sumamente endeble su nacionalismo e incluso,
así como en el pasado, en la actualidad sus élites y un número
considerable de su población siguen teniendo, en el horizonte
aspiracional, su mirada hacia el polo, es decir, hacia el norte. De

97 Inclán, Daniel. “Violencia”. IES, UNAM, Ciudad de México, 2018. pp. 1-21.

57
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

esta manera, la migración sur-sur resulta un mito para los


imaginarios colombianos.

La Doctrina Réspice Polum, fundamentación ideológica de la política


exterior colombiana gestada en los primeros años del siglo XX,
proyectada desde los gobiernos estadounidenses y aplicada en su
versión mejor lograda en Colombia, advierte la característica de
dominación y servilismo que ambos Estados concebían respectivamente:
“mirar hacia el norte”, dictaba el sentido etimológico de la doctrina
que configuró el colombiano Marco Fidel Suárez en 1914 y que
enmarcaría la actuación política, regional e internacional del
Estado colombiano en el resto del siglo XX. De esta manera, las
relaciones internacionales colombianas se enunciaban desde
Washington con un soterrado componente militarista, lo que la
distinguía de los casos sudamericanos, centroamericanos y caribeños
donde la centralización, concentración y acumulación de capitales
era aterrizada con una imposición abiertamente militarista.98

Para ahondar en esta comprensión, es necesario entender la


importancia fundamental de la geopolítica y remontarnos hasta la
finalización de la guerra de los mil días99 y el posterior arrebato
del departamento especial de Panamá. El 3 de noviembre de 1903
significó más que una perdida geopolítica para Colombia con base en
intereses geoestratégicos. Autores como Luis Bigott han rastreado,
en el congreso Anfictiónico de Panamá, desde casi un siglo antes a
la independencia panameña, la gestación de lo que en el siglo XX se
conocería como la doctrina Réspice Polum: “En el fracaso de Panamá
encontramos el inicio del drama; la conformación –una vez rota la
utopía bolivariana y balcanizada la región- de una aristocracia
santanderiana que mirará siempre hacia el norte en la búsqueda
desquiciada del anexionismo”.100

98 La etiqueta como “el campeón del anticomunismo en América” otorgada al General


Trujillo cuando detentaba el poder en la República Dominicana es uno de los
ejemplos más ilustrativos.
99 La guerra de los mil días, desarrollada por el conflicto de las élites
colombianas, propició la separación de Panamá sin mayores resistencias. Para
profundizar en el tema, véase: Rubiano Muñoz, Rafael. “Guerra, nación y derechos
a los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)”. Opinión Jurídica, Vol.
10, N° 20-175 Julio-Diciembre de 2011, Medellín, Colombia. pp.175-192.
100 Bigott, Luis A. “Sobre bases militares y sobre todo Obama (El Imperio), Uribe

(La Colonia)”, en: Otra vez y ahora sí. Bolívar contra Monroe. Editorial Trinchera,
Caracas, 2010. p. 43.

58
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

En este contexto, debemos observar que la lucha por el control de


la tierra y las reconfiguraciones territoriales son centrales e
innegable en todas las facetas del conflicto colombiano, sea como
sea calificada: tal fenómeno fue constante desde la lucha
bipartidista, pasando por la emergencia de las guerrillas
insurgentes colombianas y su lucha armada contra el Estado. En otras
palabras, la disputa por la tierra y la lucha frente al despojo se
configuraron como elementos sustanciales para que el conflicto
detonara: el problema histórico de siempre a pesar de que se han
modificado sus actores en las etapas de desarrollo del conflicto
armado.101 Aunque quizá este hecho fue más visible desde el llamado
“primer periodo de violencia”,102 donde la Réspice Polum, sin duda,
empataba sus intereses con el Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR) que en 1947103 modulaba a todos los ejércitos del
continente bajo la tutela del Pentágono y, sobre todo, de la Doctrina
Truman estadounidense, germinada en 1946. Si observamos
detenidamente, resulta evidente que ambas estrategias perseguían el
expansionismo y utilizaban la seguridad y la prosperidad como punta
de lanza. En este tipo de análisis es primordial entender el control
territorial, especialmente si se desenvuelve en un Estado
hipotéticamente débil en dicho control y además, paradójicamente, en
un territorio constituido por la colonización interna,104 como es el
caso de Colombia.

Las consecuencias de lo enunciado anteriormente se manifiestan al


observar que en Colombia al menos tres generaciones han vivido y
padecido el discurso de la seguridad nacional a través de la vida
militarizada. Del Pacífico a la Costa, de los Llanos al eje cafetero,
del altiplano a la Guajira, del Putumayo al Catatumbo, de la selva
del Guaviare al Urabá, es difícil encontrar a algún colombiano que

101 Para profundizar puede consultarse: Reyes Posada, Alejandro. Guerreros y


campesinos. El despojo de la tierra en Colombia. Norma, Bogotá, 2009.
102 La presente investigación utiliza la denominación “primer periodo de violencia”

sin embargo, la historiografía colombiana generalmente le llama “La Violencia”,


refiriéndose al conflicto abierto entre liberales y conservadores entre 1946 y
1966, cuyo detonante homogéneo es el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Este
alejamiento en la denominación se debe a la cronología utilizada en el presente
capítulo. Cabe señalar que la violencia ha sido permanente.
103 En este mismo año se crea la Central Intelligence Agency (CIA).
104 Para entender más a profundidad lo que Molano conceptualizó como “las columnas

en marcha”, respecto a la colonización de tierras en Colombia, véase: Molano,


Alfredo. Selva adentro. Una historia oral de la colonización del Guaviare. El
Áncora Editores, Bogotá, 1986.

59
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

no padeciera el conflicto armado, lo cual resulta contradictorio al


observar que Colombia ha buscado el camino civilista, lo cual está
reflejado en la cita de Francisco de Paula Santander que a la letra
dicta: “Colombianos, las armas os han dado la independencia, pero
solo las leyes os darán la libertad”, ubicada en el edificio del
palacio de Justicia105 en la plaza Bolívar de la ciudad de Bogotá.
Esta cita nos recuerda las diferencias históricas entre el prócer
colombiano y Simón Bolívar.106

Asimismo, es un lugar común comenzar a estudiar el inicio de la


violencia en la república colombiana desde el asesinato de Jorge
Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. No es para menos: el llamado
“bogotazo”, además de haber sido una expresión clara de la lucha de
clases, comprobó la premisa de Luis Suárez, debido a que ese mismo
año, y unos días antes de ser asesinado el líder liberal, se
constituyó en Bogotá la Organización de Estados Americanos (OEA),
única institución de carácter hemisférico en América hasta la
actualidad. Suárez menciona que la OEA nació manchada de sangre

105 El Palacio de Justicia en Bogotá, no solo enmarca en estas letras la histórica


visión contrapuesta de ambos próceres (Bolívar y Santander) y los respectivos
gobiernos de los países andinos, sino también el conflicto armado orgánico: el
intento de la toma del palacio por el grupo insurgente M-19, el 6 de noviembre de
1985 en el gobierno de Belisario Betancur, representa una herida social todavía
abierta. El signo de aplastar cualquier expresión insurgente, sin importar el
costo político nacional e internacional, mostró al mundo, a través de la operación
“Antonio Nariño por los derechos del hombre”, llevada a cabo por el comando “Iván
Marino Ospina”, el neoconservadurismo militarizado colombiano. El entonces coronel
del ejército colombiano, Luis Alfonso Plazas Vega, responsable de la contratoma
militar del Palacio de Justicia, afirmó que el incendio que calcinó los archivos
de las investigaciones sobre narcotráfico y que tenían como objetivo extradiciones
hacia Estados Unidos, fue producido deliberadamente por miembros del M-19,
haciendo visible el discurso de los enemigos de la democracia fusionados en un
mismo actor: el narcotráfico y el terrorismo. Además, en nombre de la democracia,
el coronel y el general Arias (responsable directo de la participación de las
fuerzas armadas) posicionaban al poder militar por encima de cualquier otro poder,
sin respetar siquiera las reglas de combate internacionales, pues la operación
policiaco-militar para retomar el Palacio de Justica, jamás puso por encima la
vida de los magistrados y demás civiles ahí presentes, enmarcadas en la frase del
gobierno de entonces: ”dialogamos pero no negociamos…”. Las investigaciones
oficiales siguen siendo demasiado opacas para aclarar lo sucedido en la toma y,
sobre todo, en la retoma. El canal de televisión colombiano Caracol realizó un
documental sobre la toma del Palacio de Justicia, véase: “Toma del Palacio de
Justicia”, Caracol televisión. Disponible en línea en:
https://www.youtube.com/watch?v=NPE1PBJ_tcQ Consultado 26 de noviembre de 2017.
106 Bushnell, David. “Santanderismo y bolivarismo: Dos matices en pugna”. Desarrollo

Económico, Vol. 8, No. 30/31, América Latina #4, (Jul. - Dec., 1968), Instituto
de Desarrollo Económico y Social. Buenos Aires, 1968. pp. 243-261. Disponible en
línea en: http://www.jstor.org/stable/3466010 Consultado 6 de agosto de 2017.

60
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

colombiana,107 mientras que los señalamientos oficialistas acusaban


que el “bogotazo” fue obra de Moscú, como una muestra más del
anticomunismo en la naciente Guerra Fría. Existen tres fechas que
también pueden ser abordadas como parte del inicio de la violencia:
a) la llega al poder de Enrique Olaya Herrera en 1930, la cual marcó
el final de cinco décadas de dominio conservador b) la fallida Ley
de tierras: la “ley 200” de 1936, donde comenzó a operar legalmente
la extinción de derecho y dejó intacta la gran propiedad agraria108
y c) la presidencia de Mariano Ospina Pérez (1945-1950) periodo
ampliamente difundido tanto al interior como al exterior de Colombia
como el inicio de La Violencia.

Cualquiera que sea la fecha que sustente la estrategia analítica,


si hay algo que nos ha mostrado la historia es que ésta no es lineal
ni espontánea y que la disputa por la tierra, sin la pretensión de
colocarla como el eje exclusivo detonante del conflicto, siempre ha
tenido un peso central. Siempre está presente. Tenemos, por lo tanto,
la obligación ética e histórica de abordar el contexto de la lucha
bipartidista de la segunda mitad del siglo XX, sin caer en análisis
maniqueos.

Es necesario observar así que la noción de seguridad estatal en


Colombia comenzó a fraguarse hasta la posguerra fría, pero tuvo
antecedentes, como advertimos, durante todo el siglo XX. Por esta
razón la República de Colombia figuró como un bastión importante
para implementar políticas de seguridad militarizadas y
antisubversivas, especialmente de manufactura estadounidense desde
la segunda posguerra: los llamados “pájaros” y sus alianzas con la
policía Chulavita gestaban la persecución en campo a liberales y
comunistas.109 Además de ello, las hostilidades políticas, sociales
y militares por más de medio siglo dan cuenta de que las políticas

107 Suárez Salazar, Luis. Un siglo de terror en América Latina. Crónica de crímenes
de Estados Unidos contra la humanidad. Melbourne. Ocean sur, Caracas/La Habana,
2006.
108 La crisis del 29, la poca circulación de papel moneda, la caída de los precios

del café y la disminución de las exportaciones fueron factores para que tal reforma
agraria se llevara a cabo. Véase: Caicedo Escobar, Eduardo. “Cincuentenario de la
ley de tierras (1937-1987)” Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas,
Universidad Pontificia Bolivariana, No. 78, Medellín, 1987. pp. 35-58.
109 Guzmán, Campos; G. Borda, Fals; Umaña, E. La Violencia en Colombia. Estudio de

un proceso social. Tomo I. Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1962. Y Guzmán, G;


Borda, Fals.; Umaña, E. La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social.
Tomo II. Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1980.

61
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

programáticas en materia de seguridad articularon y reconfiguraron


a tres enemigos en las llamadas tres guerras implícitas: el combate
al comunismo, la lucha antidrogas y la guerra antiterrorista.

En este primer apartado hablaremos únicamente de la primera guerra


implícita: la contención comunista, ya que es uno de los intereses
que perseguimos de momento. En relación con ésta, debemos destacar
que el anticomunismo en Colombia tuvo sus precedentes en los años
veinte del siglo pasado; prueba de ello fue “la masacre de las
bananeras” (1928), una matanza que tenía el objetivo de perseguir
comunistas y socialistas. Esta persecución, de índole institucional,
estuvo respaldada por la ley “heroica” número 69110; en esta masacre
se vio el poder de la United Fruit Company (UFCO) en Colombia y, al
mismo tiempo, significó el inicio de la lucha y organización sindical
colombiana.111 Empero, fue hasta la década de los cincuenta cuando
Colombia se situó en el mapa bélico y militarista internacional, por
ejemplo, con su presencia en la Guerra de Corea.112 Lo anterior se
entiende a partir de la injerencia estadounidense en territorio
colombiano, la cual estuvo marcada desde la misión conjunta del
Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA),
el Columbian Surveys Team, desarrollado en el gobierno de Alberto
Lleras Camargo:

En octubre de 1959, el gobierno de los Estados Unidos envió un "Equipo


Especial de Estudio", compuesto por expertos de contrainsurgencia
para investigar la situación de seguridad interna de Colombia. Entre
otras recomendaciones de política del equipo estadounidense, informó
que "con el fin de proteger los intereses tanto de las autoridades
colombianas y de los Estados Unidos contra "intervencionistas"
cualquier ayuda especial atención de la seguridad interior iba a ser
estéril y encubierta en la naturaleza." En febrero de 1962, el “Equipo
de Estudio", un Fort Bragg de alto nivel del equipo Especiales de
Estados Unidos, visitó Colombia para una segunda encuesta. La guerra

110 Pernett, Nicolás. “La recurrente masacre de las bananeras”. Razón Pública.
Publicado 2 de diciembre de 2013. Disponible en línea en:
https://www.razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/7218-la-
recurrente-masacre-de-las-bananeras.html Consultado 28 de octubre 2016.
111“Bananeras, el eco de una masacre 90 años después”. El Espectador. Publicado 6

de diciembre de 2018. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=5vjzZW0CPZE


Consultado 6 de diciembre de 2018.
112 Atehortúa Cruz, Adolfo León. “Colombia en la guerra de Corea”, Revista Folios,

Segunda época, No. 27, primer semestre de 2008. pp. 63-76.

62
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

estaba encabezada por el Centro de Guerra Especial y el comandante


General William P. Yarborough.113

Dicha mancuerna punteó la pauta para la sistematización de una


montura anticomunista y reorientó a las fuerzas armadas colombianas
hacia la seguridad interna.114 Así, tal misión acogió, no solo lo
aprendido por los estadounidenses en la guerra de Corea, sino sobre
todo, los primeros años de la guerra de Vietnam. Con esto incluso
se anticipó el desarrollo de estrategias de la llamada “guerra
moderna”, que fueron aplicadas por los boinas verdes en países del
cono sur. Todo ello en un contexto que transformó la violencia
bipartidista en una estrategia anti-insurgente con un enemigo –hasta
ahora interno- declarado (pero que podía atacar desde afuera): las
recientes vanguardias armadas de autodefensas, posteriormente
convertidas en guerrillas tanto política, estratégica y
programáticamente.

Abrimos el presente capítulo cuestionando las dinámicas internas en


materia de seguridad en países que no tuvieron una dictadura de
seguridad nacional o de segunda generación prolongada en sus
gobiernos centrales. Colombia tuvo, sin embargo, una junta militar
en su gobierno nacional, la cual sucedió a la dictadura del general
Gustavo Rojas Pinilla (quien llegó al poder tras llevar a cabo un
golpe de Estado en 1953). La junta militar, aunque breve (10 de mayo
de 1957 - 7 de agosto de 1958), tuvo un gran impacto político, pues
preparó el terreno para lo que se conoció como el Frente Nacional:
un ritmo de alternancias pactadas en el gobierno nacional y llevadas
a cabo por el bipartidismo clásico colombiano (el Partido Liberal y
el Partido Conservador), que buscaba así contener la violencia
desatada por su propia lucha de intereses en lo que se ha denominado
el “primer periodo de violencia”.

Se ha difundido que Chile ha sido el mayor experimento en América


Latina para la imposición del neoliberalismo en su fase abiertamente

113 EcuRed. “Inicio de la aplicación práctica del Plan LASSO”. Disponible en línea
en:
https://www.ecured.cu/Inicio_de_la_aplicaci%C3%B3n_pr%C3%A1ctica_del_Plan_LASSO
Consultado 26 de febrero 2016.
114 Rempe, Dennis M. (1995) “Guerrillas, bandits, and independent republics: US

counter‐insurgency efforts in Colombia 1959–1965”. Small Wars &


Insurgencies, número 6, volumen 3, 1996. pp. 304-327.

63
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

violenta y belicosa: el golpe de Estado de 1973.115 Pero si Chile fue


una de las regiones en donde, a través de las contingencias que
promovían el terrorismo desde el Estado contra el individuo, buscaron
producir políticas neoliberales con el mínimo de obstáculos, las
políticas programáticas de seguridad en Colombia (con distinto
cariz, pues hablar de la imposición del patrón de acumulación
neoclásico en el país andino durante estos años sería un anacronismo)
fueron una de las vanguardias que no necesitaron de estas
”eventualidades”, aunque sí las transmitieron a partir del
terrorismo de Estado y de la psicología social de masas: la imperante
necesidad histórica de las cúpulas políticas y las oligarquías
colombianas de construir permanentemente un enemigo interno es un
hecho contundente.

En este contexto, surgieron en Colombia las Organizaciones Agrarias


de Campesinos (1953), tras negarse a recibir la amnistía promovida
por Rojas Pinilla, la cual de ninguna forma invitaba a solucionar
el problema agrario. Estas organizaciones trastocaban seriamente los
intereses de los latifundistas, debido a que, si las operaciones
contrainsurgentes colombianas tenían su punto de inflexión en la
Réspice Polum, las autodefensas campesinas hallaron una marcada
influencia en la Revolución cubana, especialmente cuando adquirió el
carácter político-ideológico marxista-leninista.

Entonces, siguiendo la línea metodológica que enmarca la presente


investigación, el gobierno del militar Marco Pérez Jiménez y el
posterior Pacto de Punto Fijo plasmaron el sostén de las relaciones
hegemónicas provenientes de Norteamérica mediante el anticomunismo
para Venezuela. En Colombia el general Rojas Pinilla, la junta
militar y el posterior Frente Nacional fueron el mejor caldo de
cultivo donde se promovió la eliminación sistematizada de la
resistencia campesina en su fase de lucha contra el despojo de
tierras, bajo el discurso anticomunista y la colonización de tierras
dirigida y realizada por el Frente Nacional. La Réspice Polum
encontraba en estos gobiernos su punto más álgido. Bigott lo expresa
de la siguiente manera:

115
La periodista canadiense Naomi Klein documenta, con sus asegunes, el hecho en
su texto La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Paidós,
Barcelona, 2007.

64
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Es necesario señalar que entre 1958 y 1962 se implementa el Frente


Nacional, una especie de Pacto de Punto Fijo colombiano expresado en
la alianza de los diversos sectores de la burguesía con el capital
trasnacional, el alto clero y las fuerzas armadas, con el respaldo
incondicional del gobierno de los EEUU. En el olvido quedaron el
asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, las muertes en el Bogotazo y el
asesinato de más de trescientos mil campesinos.116

Podemos deducir, entonces, que en Colombia surgió antes la


contrainsurgencia que la insurgencia. Lo anterior se concluye al
observar los documentados manuales estadounidenses y la relación,
siempre transversal y de mutuo acuerdo de dominación, que existe con
los Estados Unidos de América. Por el contrario, intentar comprender
el conflicto colombiano desde sus componentes orgánicos insurgentes
mudados ya en guerrillas, soslayando su inicial etapa de autodefensas
campesinas es realizar un estudio malogrado, adoleciendo de recursos
analíticos muy enriquecedores.

Los documentos mencionados anteriormente son los siguientes: Estudio


del asesinato y Manual Kurback, aplicados en Colombia entre 1947 y
1956 con el componente significativo de 2,026 militares colombianos,
los cuales fueron formados con ambos manuales en la Escuela de las
Américas.117 Además se apuntaló el Plan Simpático (1965),118 cúmulo de
investigaciones socio-antropológicas promovidos desde los llamados
think tanks para Colombia. Dicho Plan fue realizado por la
Organización de Investigación para Operaciones Especiales (SORO, por
sus siglas en inglés) y su objetivo era “estudiar las reacciones de
la población nativa ante programas de acción cívica puestos en vigor
con ayuda de organizaciones cívico-militares norteamericanas en
Colombia y Perú, respectivamente”,119 con conocimiento y
participación del gobierno nacional.

116 Bigott, Luis A. Op. Cit. p.51.


117 La Escuela de las Américas tiene sus antecedentes en el Centro de Entrenamiento
Latinoamericano, la posterior transformación en United States Army School of the
Americas (USARSAS). Véase: Bigott, Luis A. Op. Cit. p. 46.
118 Hernández Romero, Ramiro. “El proyecto Simpático en Colombia en 1965-1966”. La

haine. Publicado 28 de junio de 2018. Disponible en línea en:


https://www.lahaine.org/mundo.php/el-proyecto-simpatico-en-colombia Consultado 4
de noviembre de 2018.
119 Selser, Gregorio. Espionaje en América Latina. El pentágono y las técnicas

sociológicas. Ediciones Iguazú, Argentina, 1966. p. 163.

65
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

El rediseño institucional de los aparatos de seguridad colombianos,


aunque no fue radical, presentó horizontes distintos, pues se enfocó
principalmente en inteligencia y contrainsurgencia. El surgimiento
del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) en 1960 fue la
enunciación de este proceso120 y el anticomunismo fue erigido como
doctrina de seguridad y política de Estado. Precisamente fue esta
institución coercitiva del Estado la que heredó el combate contra
los dos enemigos restantes, el narcotráfico y el terrorismo,
concretando así las otras dos guerras, mediante estrategias
antisubversivas que contenían soterrados señalamientos comunistas
contra núcleos de resistencia que se encontraban alejados de tal
posición política-ideológica. Incluso en la actualidad, aún podemos
identificarlas, pese a que el DAS tenga carácter de extinto.

Bajo este entendido, el conflicto armado se hizo complejo con el


correr del tiempo hasta que asumió oficialmente a los supuestos dos
nuevos enemigos declarados de los regímenes llamados democráticos –
luego de la extinción de la URSS-, a los que Eduardo Pizarro llamó
“los actores armados no estatales”:121 las guerrillas insurgentes y
el narcotráfico. Las primeras, hasta poco antes del Acuerdo Final
para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz
Estable y Duradera,122 producto de las negociaciones en Oslo y La
Habana, se encontraban en el vaivén del otorgamiento de su
personalidad política y eran consideradas, en general, por los
gobiernos nacionales y la gran mayoría de los gobiernos extranjeros,
como terroristas. Por otro lado, el profundo problema del
narcotráfico fue un factor que, sin olvidar su relación directa con
el paramilitarismo, afectó (hasta hoy en día) a la región y, en
especial, a Colombia.

120El DAS tuvo un antecedente inmediato en el gobierno del militar Gustavo Rojas
Pinilla, el llamado Servicio de Inteligencia Colombiana (SIC), surgido en 1953.
121Pizarro LeonGómez, Eduardo. “Los actores armados no estatales: hacia un callejón
sin salida”; en: Una democracia asediada. Balance y perspectiva del conflicto
armado en Colombia. Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2004. pp. 81-130.
122Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz
Estable y Duradera. Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Publicado 24 de
agosto de 2016. Disponible en línea en:
http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/procesos-y-
conversaciones/Paginas/Texto-completo-del-Acuerdo-Final-para-la-Terminacion-del-
conflicto.aspx Consultado 25 de noviembre de 2017.

66
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La doctrina Réspice Polum enmarcó la primera guerra implícita en


Colombia, fundamentada en el panamericanismo y especialmente en el
anticomunismo, lo que impactó en la cultura política de Colombia y
en la implementación de políticas militaristas antisubversivas. El
fenómeno que se dio, por lo tanto, fue el rechazo de la propuesta
de Alfonso López Michelsen, titulada Réspice Simili (mirar a los
semejantes). Con esta negación, Colombia soslayó las relaciones sur-
sur;123 política - dicho sea de paso- que la república sudamericana
no asume hasta la actualidad en materia de política exterior.
Finalmente, debemos entender que la Réspice Polum también fue la
antesala para la “segunda guerra implícita”, que significó el flagelo
regional: la lucha contra las drogas.

2.1.1 “El capitalismo de la guerra contra las drogas”

Existe un contexto específico en el que se dio la fusión de los dos


enemigos: el interno, pero que hipotéticamente tenía fuerte
influencia externa, el comunismo, y el externo, el narcotráfico. En
Colombia dicho momento tuvo lugar a finales de la década de los años
setenta del siglo XX, cuando se llevó a cabo la supuesta
diversificación de los enemigos internos y externos, que tenía como
telón de fondo a la geopolítica de las drogas sustentada al otro
lado del mundo, en Afganistán.

La “segunda guerra implícita” que la República de Colombia vivió se


encuadra en la sistematización regional del Plan Latin American
Security Operation (LASSO), entre 1962 y 1964. Pese a que existe un
debate en torno a su comprensión y aplicación semántica, el plan
LASSO O LAZO fue, en términos programáticos y políticos, el
antecedente directo de la política de Seguridad Democrática. Este
plan no abandonó las matrices anticomunistas dirigidas por el
gobierno estadounidense, pero comenzó a contemplar otros riesgos y
amenazas como el narcotráfico.

Aunque los militares colombianos aseguran que se trata de dos planes


diferentes, hay quienes aseguran lo contrario. Lo cierto es que hubo
en efecto un plan Lasso para América Latina diseñado en Washington y

123Tokatlián, J.G. “La mirada de la política exterior de Colombia ante un nuevo


mileno: ¿ceguera, miopía o estrabismo?”. Revista Colombia Internacional,
Universidad de los Andes número 48, Bogotá, 2000. pp. 36-37.

67
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

que impulsó el gobierno de John F. Kennedy con la Alianza para el


Progreso. Este proyecto global se "españolizó" bajo el nombre de Lazo
en la también llamada Operación Soberanía contra Marquetalia y el
resto de los enclaves comunistas. En otras palabras, Laso con "ss"
fue el diseño estratégico elaborado por los expertos del Departamento
de Defensa

en Washington y Lazo con "z" fue la adaptación táctica en el terreno


de batalla realizada por el Estado Mayor del Ejército Nacional.124

Francisco Leal Buitrago analiza el “Plan Lazo” como el más efectivo


plan táctico contra la violencia, emanado del Pentágono y destaca
que “aparte de los aspectos puramente tácticos, lo más importante
fue la política de acercamiento a la población civil, denominada
“acción cívico-militar”. Esta idea había sido ya presentada por la
dirección militar de los Estados Unidos a la consideración de los
ejércitos latinoamericanos”.125

Por consiguiente, Colombia política y socialmente, arropó y fue


arropada por la pinza del panamericanismo anticomunista: el TIAR y
la Alianza para el Progreso. Sin embargo, en términos estratégicos,
el Plan LAZO fue reglamentado a través de los manuales Operaciones
contra las fuerzas irregulares (FM-31-15), Instrucciones de Combate
de Contraguerrilla, Instrucciones Generales para Operaciones de
Contraguerrilla y el reglamento de Combate de Contraguerrillas (EJC.
3-10).

Además de ello, dentro del escenario de la diversificación de los


enemigos internos y externos y la geopolítica de las drogas, la lucha
internacional contra el narcotráfico no podía provenir de un Estado
que no tuviera capacidad para construir un andamiaje de una guerra
con semejantes características a mediano plazo. En plena Guerra Fría,
los países del Tercer mundo (o no alineados) estaban excluidos de
dicha posibilidad. Así pues, el sustento político y legal del
“capitalismo de la guerra contra drogas” lo hallamos en la National
Security Act (1947) estadounidense, luego de décadas de mantener la
lucha internacional exclusivamente anticomunista.126 Sin embargo,

124 EcuRed. Op. Cit.


125 Leal Buitrago, Francisco. Estado y Política en Colombia. Siglo XXI-CEREC, 2ª.
Edición, Bogotá, 1989. p. 226.
126 Morales, Waltraud. “The War on Drugs: A New U.S. National Security Doctrine?”,

Third World Quarterly, número 11, volumen 3, julio 1989. pp. 147-169.

68
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

oficialmente la guerra contra las drogas fue declarada hasta 1969,


durante el mandato del expresidente estadounidense Richard Nixon.
Esta guerra antinarcótica escondía una feroz estrategia anti
insurreccional que sufrieron directamente las organizaciones
afroestadounidenses127 y que después se organizó de manera regional
a partir de los documentos de Santa Fe, los cuales simbolizaron la
estrategia antisubversiva pensada para América Latina desde los
Estados Unidos. De lo anteriormente expresado, rescatamos dos
elementos de la segunda y la tercera propuestas del texto Santa Fe
I:

La política de Estados Unidos debe consistir en estimular y apoyar


tales acuerdos de seguridad regional. Lo anterior está en claro
contraste con las políticas actuales, que han estado dirigidas a
desanimar tales mecanismos. El fracaso del acuerdo de seguridad
regional de Centroamérica (CONDECA) es un buen ejemplo. Esta
organización de seguridad regional ha sido y es un obstáculo
importante para la subversión cubano-panameño-norteamericana (sic.
N. del. E.) de los gobiernos bajo ataque: El Salvador, Honduras y
Guatemala.

Reactivar, como el tercer elemento de nuestro sistema hemisférico de


seguridad, nuestras tradicionales vinculaciones militares en el
continente, ofreciendo entrenamiento militar y ayuda a las fuerzas
armadas del continente americano, con un énfasis particular en los
oficiales más jóvenes y en los suboficiales. Ofrecer ayuda técnica y
psicológica a todos los países de este Hemisferio en su lucha contra
el terrorismo, independientemente del origen de este último.128

El documento Santa Fe I remarcó el militarismo intervencionista en


Colombia, apuntalando de nueva cuenta a la doctrina Monroe y acotando
las dinámicas contextuales. Mientras tanto, ocho años después, el
documento Santa Fe II reconfiguró como riesgos y amenazas, las
respuestas a la exclusión social y la desigualdad, sin importar que
fuesen disidencias partidistas, vanguardias armadas, movimientos
sociales en defensa del territorio; todos cabían en tres fenómenos
a combatir (aún con el fantasma del comunismo envolviendo el

127 Tabor, Michael “Cetewayo”. “Capitalismo + droga= genocidio.” Subversiones.


Agencia Autónoma de Comunicación. Publicado 27 de abril de 2017. Disponible en
línea en: https://subversiones.org/archivos/128327 Consultado 3 de marzo de
2018.
128 Bouchey, Francis, et. al. (Eds). DOCUMENTO SANTA FE I. Las relaciones
interamericanas: Escudo de la seguridad del nuevo mundo y espada de la proyección
del poder global de Estados Unidos, EE.UU., 1980.

69
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

discurso): narcotráfico, terrorismo y pobreza, y su tratamiento


sería también de manera militarizada: “la red comunista subversiva
y terrorista se extiende de Chiapas en la parte sur de México hasta
Chile, haciendo toda la costa del Pacífico, al sur del Río Grande,
un escenario de conflicto abierto”.129

A finales de la década de los años setenta y sobre todo en la década


de los años ochenta, comenzamos a escuchar en la región
latinoamericana (México y Colombia principalmente),130 aquella
categorización periodística: “cárteles”,131 que personificaba los
problemas estructurales. El cártel de Guadalajara, el cártel de
Medellín y el cártel de Cali fueron blancos y/o protagonistas de
operaciones como la operación Irán-Contra.132 Fue en Colombia,
además, donde de manera interna ambas amenazas fueron mezcladas y
perseguidas selectivamente, acopladas en el Estatuto de Seguridad
(1978-1982), dictado por el presidente Turbay, en el que amparaba
el Estado de sitio frente a la amenaza interna.133

Frente a esta categoría, coincidimos con la premisa de Oswaldo Zavala


quien -aunque niega la geopolítica- en un serio análisis, concluye
que “los cárteles no existen”.134 Existe, pues, la violencia de Estado

129 Documento de Santa Fe II. Una estrategia para América Latina en la década de
1990. Comité de Santa Fe, 1988. p. 23.
130 No soslayamos que las dinámicas del tráfico de estupefacientes que se
desarrollaron en este periodo en ambos territorios son particularmente distintas.
Véase: Vargas Velásquez, Alejo. “Narcotráfico: ¿Colombia y México comparables?”.
ALAINET. Publicado 6 de agosto de 2009. Disponible en línea en:
https://www.alainet.org/es/active/32219 Consultado 30 de abril de 2017.
131 Astorga, Luis. El siglo de las drogas. Espasa, México, 1996.
132El 3 de noviembre de 1986 la revista libanesa Ash-Shiraa publicó por primera
vez la información de la venta en secreto de armas por parte del gobierno de
Ronald Reagan a Irán a cambio de la liberación de rehenes. Las ganancias de esta
transacción serían invertidas en la Contrarrevolución nicaragüense. Los cárteles
de Medellín y el Cártel de Guadalajara proporcionaron armas y logística de
transportes en dicha operación, toda orquestada por la CIA y la DEA. Véase:
Hernández Anabel. Los señores del narco. Random House Mondadori, Proceso,
Grijalbo, Volumen 1, México, 2012. pp. 112-113.
133 “Turbay dicta polémico Estatuto de seguridad (1978 - 1982)”. El Tiempo.
Publicado 20 de septiembre de 2010. Disponible en línea en:
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7934302 Consultado 6 de abril de
2018.
134 Zavala, Oswaldo. “Introducción. La invención de un enemigo formidable”, en: Los

cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México. Malpaso ediciones, México,


2018. pp. 9-24.

70
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

producto del tráfico de drogas; existen también personajes


dispuestos a nutrir esta violencia movidos por aspiraciones
lumpenizadas de movilidad social, quienes debido a la desigualdad y
la violencia estructural económica-social permanente –especialmente
en sociedades tan pauperizadas como la colombiana y la mexicana-
encuentran, en la personificación de dicho flagelo, la ruta menos
comprometida (pero más lucrativa) para la más vulgarizada
acumulación. Esta personificación ha tenido, dicho sea de paso, un
fuerte impacto cultural y psico-social que ha trascendido la región,
pero debemos advertir que no es un problema de lumpenización
exclusivamente como tanto se difunde en los medios masivos de
difusión.

Entonces, “el capitalismo de la guerra contra las drogas” ha


justificado una guerra donde se han perseguido luchas por la vida y
por el territorio, últimos obstáculos frente al capitalismo-
neoliberal que despoja salvajemente a los marginados y vulnerables.

La guerra contra las drogas es una solución a largo plazo de los


problemas del capitalismo, combinando el terror con la política
pública en una experimentada mezcla neoliberal, forzando la apertura
de mundos sociales y territorios cerrados al capitalismo global […]
en esta guerra, el terror se usa en contra de las poblaciones en
ciudades y zonas rurales, y cómo, paralelo a este terror que conduce
al pánico, se ponen en vigor políticas que facilitan directamente la
inversión extranjera y el crecimiento económico. Esto es el
capitalismo de la guerra contra las drogas.135

La maniobra de entrelazar ambas guerras (la lucha anticomunista y


la guerra contra las drogas) pretendía estabilizar un problema de
salud pública (sin tratarlo como tal), para establecer el consumo
de estupefacientes como un problema de seguridad. La “bonanza
marimbera” en los años setenta -alta producción de marihuana
producida principalmente en el norte de Colombia- fue el detonante,
pero fue la hoja de coca y su producción industrial, la cocaína, las
que posicionaron a Colombia en el escenario de la guerra
internacional contra el narcotráfico.

La decadencia del financiamiento del comunismo internacional,


proveniente de la URSS y de Cuba, obligó a los actores armados

135 Ibíd. p. 23.

71
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

insurgentes a ver, en la producción de narcóticos, el control de


tierras y el cobro de impuestos como un pingüe financiamiento (por
ejemplo, el impuesto al gramaje realizado por las FARC-EP era
distinto a las llamadas vacunas realizadas por el paramilitarismo).
Pese a que no existen muestras contundentes de que las guerrillas
se dedicaron a la distribución de drogas, floreció la etiqueta de
“narcoguerrillas”.

El diario El Espectador del 4 de junio de 1999 publicó un informe


del Departamento de Estado; señala el documento la necesidad de
solapar, utilizando el rótulo de «narcoguerrilla», los objetivos y
las actividades de las Forward Operating Locations que funcionan en
las bases militares norteamericanas en Colombia; expresan las
estrategas que «las nuevas bases antinarcóticos localizadas en
Ecuador, Aruba y Curazao, serán puntos estratégicos para vigilar muy
de cerca los pasos de la guerrilla y sus continuas incursiones hacia
Venezuela, Panamá, Brasil, Perú y Ecuador».136

El conflicto armado se hizo complejo, la disputa ya era total. “El


capitalismo de la guerra contra las drogas” y sus frentes de guerras
eran geoestratégicos. Mientras tanto, las organizaciones
narcotraficantes desarrollaron canales programáticos hacia la
política profesional colombiana; esto les permitió ser un potente
adversario. Mientras tanto el aparato punitivo se enfocó en dos de
los eslabones de la cadena de las drogas: la prohibición cayó sobre
los consumidores y la guerra abierta, discursivamente, bajó a los
productores. Los cultivadores (generalmente campesinos pobres)
quedaron –como hasta ahora- a merced de los grupos paramilitares,
narcotraficantes, grupos insurgentes y fuerzas armadas corrompidas.
Los llamados “paros cocaleros”137 (especialmente las movilizaciones
de 1994, 1995, 1996 y recientemente en 2013, en zonas que hoy siguen
nombrándose como los puntos más convulsos de la geografía colombiana:
el Putumayo, oriente antioqueño, el Catatumbo, etc.) son el ejemplo
de la vulnerabilidad del último eslabón de esta cadena.138

136 Bigott, Luis A. Estrategia de los EEUU para América Latina. Documentos de Santa
Fe y Plan Colombia. Instituto Municipal de Publicaciones, Caracas, 2005. pp. 27-
28.
137
Sobre las marchas cocaleras, véase: Ramírez, Clemencia. Entre el estado y la
guerrilla: identidad y ciudadanía en el movimiento de los campesinos cocaleros
del Putumayo. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá, 2001.
138 Pinto Ocampo, María Teresa. “Entre la represión y la concertación: los cocaleros

en el Chapare y en el Putumayo.” Informe final del concurso: Movimientos sociales


y nuevos conflictos en América Latina y el Caribe CLACSO, 2004. Disponible en

72
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Cultivadores

Consumidores

Productores

Cadena de la droga. Elaboración propia.

Lo anterior muestra una salida claramente no estructural, pues


prácticamente todos los gobiernos nacionales han tenido una política
de sustitución y/o erradicación de cultivos ilícitos, pero pareciese
ser de carácter discursivo, lo que obedece pues, al anclaje que
Colombia ha tenido históricamente con la economía de estupefacientes
ilícitos y la economía de guerra.

En el caso de Colombia, vale la pena anotar, además, que ya existía


previamente un contexto favorable en el cual las economías del
contrabando, las rutas del tráfico de la marihuana y la explotación
de esmeraldas como prácticas ilegales fueron abriendo paso a un
contexto social e institucional, en que la economía de la droga y
sus métodos violentos se fueron integrando y aceptando de manera
transitoria en la estructura de la sociedad.139

La guerra, entre todos los actores armados, se trasladó del contexto


rural al mundo clasemediero citadino y tocó a los núcleos urbanos
colombianos más importantes: los carros bomba en Bogotá realizados
por las organizaciones terroristas, el control del narcotráfico y el
asedio de la guerrilla a Medellín y Cali. Aunado a lo anterior, el
acecho paramilitar en Cartagena hizo cada vez más sólido el discurso
del enemigo interno, además, desarrolló el sofisma de la lucha contra
el narcotráfico: solo atacar a las organizaciones armadas. ¿Cómo se
construyó esto? El imaginario social más recurrente nos lleva a
pensar en los atentados del 11 de septiembre de 2001, sin embargo,
si profundizamos –como hasta ahora- podemos observar que la “guerra
contra las drogas” viene de más atrás: en un primer momento, durante
los ochenta hallamos el impulso de dominio intitulado “política

línea en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/becas/2002/mov/pinto.pdf


Consultado 4 de enero de 2018.
139 López, Andrés. "Narcotráfico, ilegalidad y conflicto en Colombia", en:
Gutiérrez, Francisco; Wills, María Emma y Sánchez, Gonzalo [Coords.]. Nuestra
guerra sin nombre. Transformaciones del conflicto en Colombia. Instituto de
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI)/Norma, Bogotá, 2006. p.
409.

73
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

certificadora”, que reposa en la National Security Decision


Directive y la Antidrug Abuse Act. Como un segundo trance, a finales
de la década de los ochenta y los primeros años de los noventa,
tenemos el surgimiento, a nivel subregional (Colombia, Perú y
Bolivia), de la construcción de la Andean Drug Strategy (1989) y la
Andean Trade Preference Act (1991) (la cual selló esta estrategia
con estímulos económicos). Aunado a ello, observamos que la Defense
Policy Guidanse, escrita en 1992, constituye el proyecto que
sustenta, hasta nuestros días, tal guerra: la multilateralidad. Y,
finalmente, observamos la aparición de la National Security Strategy
for a New Century (1998) coronando la táctica antidrogas
continental.140

La ruta anterior no es más que la comprobación de la frase escrita


en Santa Fe I: “[…] el buen vecino está de regreso y se va a
quedar”.141

2.1.2 Operación “baile rojo”. Siempre volver a las armas

En la década de los años ochenta y en medio de toda la vorágine


social del conflicto armado, la discusión de la insurgencia se
debatía entre tomar la ruta de la arena política o continuar con las
armas; en ese momento todo parecía inclinarse hacia la primera,
debido a varios factores. En primer lugar, el gobierno de Belisario
Betancur, junto con las FARC, abrió una ventana para que la política
negociadora se impusiera sobre la política punitiva y, entonces, la
reacción contestó articulando un partido político entre 1984 y 1985:
la Unión Patriótica (UP), pese a que dos años antes, en 1982 las
FARC-EP en su séptima conferencia habían articulado el Plan
estratégico para la toma del poder donde dejaban para siempre la
dinámicas de autodefensa.142 La UP surgió con el deseo social de
lograr la desmovilización de las organizaciones insurgentes,
especialmente de la más grande: las FARC-EP, quienes cumplían dos
décadas en armas. Tres años antes la organización armada insurgente
maoísta Ejército Popular de Liberación (EPL) impulsó el movimiento

140 “La sistematización de las nuevas amenazas: los antecedentes de la “seguridad


democrática” y la declaración sobre Seguridad de las Américas”, en: Rodríguez
Rejas, María José. Op. Cit. P. 246-249.
141 Documento de Santa Fe II. Op. Cit. p. 4.
142
Véase: Ávila, Ariel. “Las FARC”. Ariel Ávila Explica. Publicado 12 de enero 2019
Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=i5JkD8wJbbg Consultado 12
de enero de 2019.

74
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Esperanza, Paz y Libertad, con el objetivo de incorporarse como


civiles a la contienda política, es decir: desmovilizarse. 143

La experiencia democrática electoral de la UP se presentó como un


horizonte esperanzador, principalmente después de los resultados de
las elecciones de 1986.144 Su estrategia fue realizar un partido en
el que se integraran otro movimientos y, entonces, fluyeron diversas
vertientes críticas en el partido (algunas clandestinas, otras
provenientes de la llamada sociedad civil) que no necesariamente
compartían la estrategia guerrillera, pero comprendían que podían
formar una oposición más organizada a través del partido. Con esta
estrategia organizativa, la UP rompió el paradigma electoral
bipartidista que seguía vigente, aunque disimuladamente. Sin
embargo, coloquialmente es difundido que la esperanza es un error:
el arraigo y aceptación social de la UP fue también su condena,
debido a que no recibió una acogida recíproca por parte del aparato
estatal. Para entender este suceso, es necesario que analicemos la
composición orgánica de la subversión que la estrategia
contrainsurgente realizó: 145

143 Otálvaro, Elizabeth y Valencia, Natalia. “Sobrevivientes de Esperanza, Paz y


Libertad buscan reparación colectiva para Urabá”. Hacemos Memoria. Publicado el
13 de junio de 2017. Disponible en línea en:
http://hacemosmemoria.org/2017/06/13/sobrevivientes-de-esperanza-paz-y-libertad-
buscan-reparacion-colectiva-para-uraba/ Consultado 15 de abril de 2017. Agudelo,
Mario. Comunicación personal. Universidad de Antioquia, Medellín, 1 de diciembre
de 2017.
144 Los resultados de dichas elecciones fueron los siguientes: 14 representantes

de la UP en el Congreso legislativo, entre ellos dos comandantes de las FARC, 18


diputados para 11 asambleas departamentales (cuerpos legislativos regionales) y
335 concejales municipales para 187 ciudades y pueblos.
145El martes 28 de octubre de 2017, a las 15.00 hrs, tuve la oportunidad de
entrevistar en las instalaciones de la Brigada XVII del Ejército, en Carepa,
Antioquia, a Danis Daniel Sierra Martínez, alias “Samir”, quien fuera el segundo
al mando del Quinto Frente de las FARC-EP y que tenía operaciones en el Urabá
antiqueño, el norte del Departamento del Chocó y el suroeste del Departamento de
Córdoba. Por razones de seguridad no me permitieron grabar audio, mucho menos
video, sin embargo existe la autorización expresa de citar la entrevista. Sierra
Martínez, Danis Daniel. Comunicación personal, 28 de octubre de 2018.

75
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Brazo armado de la subversión

Brazo desarmado de la subversión

Composición
Orgánica de la Brazo político de la subversión
subversión

Brazo jurídico de la subversión

Población civil insurgente

Composición orgánica de la subversión. Elaboración propia.

La lucha armada se había trasladado del campo a la ciudad, pero


también en las instituciones gubernamentales-estatales comenzaba a
librarse una batalla para no permitir que la UP accionara. La
significativa colusión entre Estado y narcotráfico, con el respaldo
político al más alto nivel, dio pauta a la promoción y mantenimiento
de fuerzas paramilitares que, junto con las fuerzas armadas regulares
e instituciones de contrainteligencia estatales, como el DAS,
realizaron el ataque, siempre frontal, del que asumían como enemigo
interno. Este tenía (y sigue teniendo) como objetivos pujanzas
democráticas, opositoras, con postulados de izquierda y,
principalmente, con bases populares, las cuales sufrieron una
injustificada persecución e, incluso, el exterminio. A esto se le
conoció como la Operación “baile rojo”146.

“Baile rojo” fue una de las tantas operaciones orquestadas por el


Estado colombiano, pero tuvo una particularidad: ya no atacó
únicamente al brazo armado de la subversión, sino también a sus otros
componentes. Los asesinatos selectivos, las ejecuciones
extrajudiciales, los atentados, las amenazas de muerte, las
desapariciones forzadas y los exilios políticos fueron sus

146Campos Zanoza, Yesid. El baile rojo. Relatos no contados del genocidio de la


UP. Icono, Códice Producciones. Colombia, 2014. Y, Campos, Yesid. El Baile Rojo:
Memoria de los Silenciados. Partido Comunista de Venezuela. Publicado 10 de mayo
de 2012. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Pwgudt5l0ZY Consultado 6
de noviembre de 2017.

76
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

características principales. “Baile rojo” se convirtió, entonces, en


un foco internacional que alumbró el exterminio selectivo de
militantes de la UP. Entre los más visibles se encontraban el
excandidato presidencial Jaime Pardo Leal, asesinado en Cundinamarca
y el candidato presidencial de la UP, Bernardo Jaramillo Ossa,
eliminado en Bogotá en 1990.147 Además, por medio de “baile rojo”
también les arrebataron la vida a once congresistas del mismo
partido.

El debate en torno a si esta operación fue la que retornó a las armas


a la más grande organización guerrillera es amplio (recordemos que
la experiencia del movimiento Esperanza, Paz y Libertad surgida del
EPL también fue perseguida sistemáticamente). Cierto es que la
guerrilla resultó robustecida ante el embate del extermino
neoliberal en Colombia, mientras el proyecto gubernamental Una
política de cambio para la reconciliación, la normalización y la
rehabilitación, que prometía una supuesta reconciliación por medio
del Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), quedaba en un intento más
por terminar una parte del conflicto promoviendo mecanismos
democráticos.

2.2 El Plan Colombia y la internacionalización del conflicto: el


triunfo del modelo policiaco-militar

El predominio de los actores orgánicos en el conflicto armado


colombiano se terminó con la aplicación del Plan para la paz, la
prosperidad y el fortalecimiento del Estado, comúnmente conocido
como Plan Colombia, que desde 1999148 se configuró como el proyecto
de mayor asistencia militar, por parte de los Estados Unidos, a un
Estado que no pertenecía al medio oriente.

En 1999, Colombia se convirtió en el principal país receptor de ayuda


militar y de asistencia policial de Estados Unidos, reemplazando a
Turquía, puesto que Israel y Egipto pertenecen a diferente categoría.
Colombia recibe más ayuda militar de Estados Unidos que el resto de

147 En 1989 es asesinado Luis Carlos Galán, candidato presidencial por el partido
Liberal. El 26 de abril de 1990 también fue asesinado Carlos Pizarro, candidato
presidencial de lo que fuera el M-19. Todos los asesinatos políticos han sido
señalados con participación del DAS. Véase: “Los magnicidios y el DAS”. Semana.
Publicado el 1 de septiembre de 2010. Disponible en línea en:
https://www.semana.com/nacion/articulo/los-magnicidios-das/111760-3 Consultado 3
de marzo de 2016.
148 Es en este mismo año que se crea el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de

la Policía Nacional colombiana.

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

América Latina y el Caribe juntos. El total para 1999, alcanzó


aproximadamente US$300 millones, además de US$60 millones en venta
de armas, un incremento tres veces mayor con relación a 1998.149

El Plan Colombia internacionalizó abiertamente el conflicto,150 pues


dejó atrás la falta de reconocimiento del conflicto armado, el más
añejo de la región, que Colombia vivía. Por ello, dicho Plan
simbolizó la coronación de la supuesta guerra contra el narcotráfico
y el terrorismo bajo la idea del multilateralismo, y develó también
el papel crucial de los Estados Unidos en Colombia y en la región.
Este Plan no dejó dudas sobre el laurel del modelo de seguridad
basado en estrategias policiaco-militares de contrainsurgencia; al
mismo tiempo se convirtió en el promotor central de la Seguridad
Democrática. Ya no eran los tiempos de la guerra de Vietnam, pero
este conflicto volvía a la memoria como un referente: el apoyo
estadounidense se transfiguraba de las asesorías a una posible
presencia más abierta.

El componente esencial al cual atacaba Colombia a través del Plan


Colombia era el narcotráfico, magnificando su impacto; sin embargo,
aunque la contrainsurgencia se reforzaba, se encontraba fuera de los
discursos principales.

El fortalecimiento de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas


mediante un proceso de modernización, reestructuración y
profesionalización es un paso esencial para que una y otras adquieran
la capacidad de restablecer el estado de derecho y restaurar la
seguridad de los colombianos en todo el país, y al tiempo impedir las
incursiones de grupos irregulares y de grupos delictivos,
especialmente los grupos asociados con el narcotráfico.151

Con el Plan Colombia se resolvió el debate de la elección sobre el


modelo de negociación del conflicto, cuyas opciones eran el europeo,

149 Chomsky, Noam. “Plan Colombia”. INNOVAR, Revista de Ciencias Administrativas y


Sociales. No. 16, Julio Diciembre de 2000. p. 9.
150
Existe otra corriente que acusa que la internacionalización del conflicto armado
colombiano se dio desde el 11 de septiembre del 2001. Véase: Bordán Gúzman, Sandra.
“La internacionalización del conflicto armado después del 11 de septiembre ¿la
ejecución de una estrategia diplomática hábil o la simple ocurrencia de lo
inevitable?”, en: Rettberg, Angelika (Comp.) Conflicto armado, seguridad y
construcción de paz en Colombia. Universidad de los Andes, Departamento de Ciencia
Política, Bogotá 2010. pp. 129-158.
151 Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado (Plan
Colombia). Carpeta informativa, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública,
junio, 2007. p. 16.

78
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

el cual buscaba una salida negociada, y el estadounidense, que se


inclinaba hacia lo armamentístico y el conflicto frontal. Los
gobiernos colombianos optaron por este último. Se trataba de dos
maneras distintas de hacer diplomacia con respecto al conflicto y
con base en un par de herramientas: la Unión Europea impulsó los
“laboratorios de paz”152, orquestados en una primera fase en el
Magdalena medio y en su segunda versión en el Oriente antioqueño,
justo los epicentros paramilitares. Por tanto, la edición
militarista estadounidense se aplicó en primer lugar en el
Putumayo.153

El Plan Colombia y su aplicación como política programática, nombrada


Seguridad Democrática, no encontró mayores obstáculos para ser
arropado por la sociedad colombiana, en parte debido a las
negociaciones en la zona despejada de militarización en San Vicente
del Caguán, Departamento de Caquetá, entre el gobierno nacional de
Andrés Pastrana y las FARC-EP. De esta manera, si la guerrilla salió
fortalecida con las negociaciones fallidas con el gobierno de
Betancur y volvió a las armas, entre otras causas, por la persecución
y el exterminio de la operación “baile rojo”, en San Vicente del
Caguán aprovechó la coyuntura y se convirtió en una autoridad
paralela al Estado colombiano, aprovechando la llamada presencia
diferenciada del Estado, con la cual buscó legitimidad en el contexto
urbano, aunque en el rural, donde comenzó el conflicto, en la
actualidad sigue permeando la ausencia estatal. Además, mermó
cualquier posibilidad de un acuerdo equivalente con el ELN:

De forma paralela, se levantaba la Mesa de Conversaciones del Caguán,


con las FARC-EP y fue imposible volver a retomar los contactos con
el ELN que aseguró que el gobierno estaba incumpliendo sus acuerdos
además de dejarlos en un segundo plano. Es sabido, que la prioridad

152 González Gil, Adriana. “Hacia una nueva dinámica regional: El Laboratorio de
Paz como pretexto”, en: “Viajeros de ausencias”: desplazamiento forzado y acción
colectiva en Colombia. Tesis doctoral Inédita. Dirigida por Dra. María Luisa
Revilla Blanco. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e
Historia Madrid, 2009. pp. 155-167.
153 González Gil, Adriana. Comunicación personal. Universidad de Antioquia,
Medellín Colombia, 11 de octubre de 2017.Véase: Romero, Marco Alberto. "La nueva
internacionalización del conflicto y los procesos de paz", en: Estrada Álvarez,
J. Plan Colombia. Ensayos críticos. Unibiblos, Bogotá, 2001. pp. 235-277.

79
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

de las negociaciones del periodo Pastrana fue la negociación con las


FARC-EP. En definitiva, ninguno de los dos procesos prosperó.154

Lo anterior justificó la asistencia del Plan Colombia y la aceptación


de la Seguridad Democrática. El resultado fue que ambos procesos
incrementaron la capacidad punitiva del Estado colombiano, pero no
atendieron las causas del conflicto armado.

La internacionalización del enfrentamiento mediante el Plan Colombia


tuvo, además, un territorio aledaño como objetivo, un país vecino
que recién vivía un cambio político significativo y luchaba por
configurar nuevas dinámicas de justicia social: Venezuela. La
recientemente refundada República Bolivariana de Venezuela fue
colocada como un Estado hostil y potencialmente enemigo. Esto
significó, entonces, la formalización de la posterior inclusión de
Venezuela en la lista que George W. Bush coloquialmente bautizó como
el “eje del mal”.155 Sin embargo, este listado no inauguró lo que se
conoce desde el año 2001 como “nueva política de seguridad”, ya que
esta última la hallamos, por ejemplo, en el apartado del Documento
Santa Fe I “Una estrategia para el régimen democrático. Bases para
una política democrática”. Así llegamos al imaginario social
internacional securitario que todos conocemos actualmente, en la que
se inscribe la Seguridad Democrática y su “mano dura, corazón
grande”.

154 “Procesos de paz anteriores (FARC-EP Y ELN)”. CIDOB. Barcelona Center for
International Affairs. Disponible en línea en:
https://www.cidob.org/publicaciones/documentacion/dossiers/dossier_proceso_de_pa
z_en_colombia/dossier_proceso_de_paz_en_colombia/procesos_de_paz_anteriores_farc
_ep_y_eln Consultado 6 de diciembre de 2017.
155 Bigott, Luis A. Plan Colombia: objetivo Venezuela. Informe a los parlamentos

Andino y Latinoamericano, Caracas, noviembre de 2000. El 29 de enero de 2002 el


expresidente estadounidense George W. Bush en el tradicional Discurso del Estado
de la Unión categorizó al “Eje del Mal”, teniendo en un primer momento a Irán,
Irak, y Corea del Norte como países que apoyaban a los terroristas y que
representaban una amenaza para la seguridad del mundo. Véase: “DISCURSO DEL
PRESIDENTE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN”. Disponible en línea en:
https://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/releases/2002/01/20020129-
11.es.html Consultado 6 de diciembre de 2017.

80
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

2.3 “Mano dura, corazón grande” o la militarización de la democracia

No podemos tener más un país amenazado por guerrillas o defendido por


paramilitares. Necesitamos control central.

Álvaro Uribe Vélez, discurso pronunciado el 18 de noviembre de 2004.

Un dicho coloquial común es aquel que dicta que en política no


existen coincidencias. Con este supuesto, podemos observar que
mientras las torres gemelas en Nueva York eran derrumbadas y se
potenciaba, mas no se renovaba, la premisa de los “nuevos enemigos
de la democracia”, el exgobernador del Departamento de Antioquia,
Álvaro Uribe Vélez, presentaba públicamente sus aspiraciones
presidenciales.156 Y aunque el actual senador y expresidente
colombiano no comenzó muy bien su camino hacia la casa de Nariño,
fungió como la pieza clave para llevar a cabo el perfeccionamiento
de las estrategias de seguridad regionales que eran impulsadas desde
Washington. También resultó ser el enclave perfecto para la fusión
con los intereses de las oligarquías colombianas. Por ello, la
Seguridad Democrática con su “mano dura y corazón grande” encuadra,
hasta la actualidad, la tercera guerra implícita que apuntala
Colombia.

Para analizar lo anterior, debemos entender que el contexto general


fue la guerra antiterrorista.

La antípoda de la política democrática es el terrorismo, que pretende


imponer por la violencia su voluntad sobre los otros, al costo de la
vida de miles de civiles. […]Frente al terrorismo sólo puede haber
una respuesta: derrotarlo. Quienes persistan en el uso de esta
práctica criminal, soportarán todo el peso de la ley.157

Bajo esta premisa, la política de Seguridad Democrática se expresó


como la muestra concreta de la militarización de la democracia; es
decir, como la securitización de todos los aspectos de la vida
nacional de los ciudadanos colombianos. Sin embargo, es importante
recalcar que las amenazas no fueron nombradas directamente, sino que

156“Así vivió Álvaro Uribe la caída de las Torres Gemelas”, El Espectador.


Publicado 10 de septiembre de 2016. Disponible en línea en:
https://www.youtube.com/watch?v=d-zFcRCL59k Consultado 11 de septiembre de 2017.
157Política de Defensa y Seguridad Democrática. Presidencia de la República.
Ministerio de Defensa Nacional. p. 6.

81
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

se desglosaron de manera ambigua en el segundo apartado de la


Política de Defensa y Seguridad Democrática, clasificadas de la
siguiente manera: el terrorismo, el negocio de las drogas ilícitas;
las finanzas ilícitas; el tráfico de armas, municiones y explosivos;
el secuestro y la extorsión, el homicidio.158

En este contexto, la llamada “mano dura” llegó desde el proceso de


campaña uribista, la cual enarbolaba el estandarte de la guerra
contra el pueblo: al no tener definiciones claras sobre los riesgos
y amenazas para Colombia, todos eran (y siguen siendo) sospechosos.
Esta, en definitiva, es una estrategia marcadamente
contrainsurgente, pero no abiertamente visible. Empero, para ese
momento aún no quedaba claro a qué o a quiénes hacía referencia el
concepto “corazón grande”.

Existen dos vías para entender la concepción de la política


programática que, en términos de seguridad, ha sido la más frontal
en la historia colombiana. La primera es observar que la Seguridad
Democrática tuvo su apoyo externo en los documentos de Santa Fe,
especialmente en Santa Fe VI (ya hemos expuesto cuál fue el impulso
de Santa Fe I y Santa Fe II en la región) escrito en el año 2000.
Además, los documentos de Santa Fe fueron nutridos anteriormente por
dos textos de suma importancia: Remarks Annoucing the Enterprise for
the Americas, escrito en 1990,159 y National Security Strategy for a
New Century,160 fechado en 1998. El primero representa el marco
referencial del periodo intitulado “transiciones a la democracia”,
impulsado en la década de los años ochenta. A grandes rasgos, dicho
texto dicta que “el futuro de América Latina radica en mercados
libres y gobiernos libres”.161 La conjugación de todo este engranaje
económico, político y jurídico-institucional proyectado para América
Latina constituye lo que dice Rodríguez Rejas:

158 Ibíd. pp. 24-31.


159
También conocido en su versión en español como Iniciativa para las Américas.
153 A National Security Strategy for a New Century. White House, EUU, octubre,
1998.
161 Remarks Announcing the Enterprise for the Americas Iniciative. American
Presidency Project, Publicado 27 de junio de 1990. Disponible en línea en:
http://www.channelingreality.com/documents/1990_bush_enterprise_for_the_americas
.pdf Consultado 7 de octubre de 2017.

82
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Si el nivel de intervención, militarización y promoción de la


contrainsurgencia sucede a escala global, esto mismo vamos a
encontrar, con sus variantes, en América Latina, con la
particularidad de que ahora hay una institucionalidad y legalidad de
carácter multilateral que no tiene precedentes en la región.162

Los supuestos riesgos y amenazas no fueron cambiando conforme a las


nuevas dinámicas que imponía la globalización, como dictaba el
discurso posterior al 11 de septiembre de 2001, sino que se fueron
adecuando a la arenga en defensa de la democracia, sin perder nunca
el componente contrainsurgente. El dilema entre seguridad y libertad
se hizo nuevamente presente.163 El resultado fue que se pasó del
comunismo como enemigo total a la articulación entre subversión y
terrorismo, como da cuenta el documento de Santa Fe I, que abre
justificando esta correspondencia: “la relación entre subversión y
el terrorismo es la misma que existe entre el todo y sus partes”.164
El resultado es que veinte años después la Seguridad Democrática no
dista nada del discurso que se propagó en ese momento.

La Seguridad Democrática, en los dos periodos del gobierno uribista,


se entendió como sinónimo de guerra total y permanente, bajo la
falacia internacional de “guerra preventiva”, que fue cobijada por
la perorata de la potencialidad de los enemigos internos.165 Por esta
razón, la Seguridad Democrática durante este periodo bien puede
nombrarse también como Estado de excepción metaconstitucional, el
cual fue llevado a cabo desde un ejercicio particular de autoridad
que caracterizó al expresidente Uribe.

Otro derrotero para entender la secuencia contrainsurgente,


característica de la Seguridad Democrática, lo hallamos en lo
planteado por Rafael Ballén en su texto La pequeña política de

162 Rodríguez Rejas, María José. “La concepción de seguridad hemisférica y la


norteamericanización de la política de seguridad hacia América Latina”, Op. Cit.
p.237.
163 Isaza, José F. et. al. “Libertad y seguridad: Un falso dilema”, en: Libertad
o seguridad: un dilema contemporáneo. Fundación Seguridad y democracia, Colombia,
2005. pp. 17-46.
164 Bouchey, Francis, et. al. Op. Cit. p.1
165 Donelly, Th. Rebuilding America´s Defense. Strategy, Forces and Resources for

a New Century. Project for the American Century, 2000. Disponible en línea en
http://www.informationclearinghouse.info/pdf/RebuildingAmericasDefenses.pdf
Consultado 6 de octubre de 2018.

83
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Uribe,166 en el cual menciona las etapas antinsurgentes: en primer


lugar las cinco fases del Plan Lazo, en segunda instancia el Plan
Andes (1968), posteriormente el Manual Provisional para el
Planteamiento de la Seguridad Nacional (1974), al cual le siguió la
Estrategia Nacional contra la Violencia (1991), y finalmente el Plan
Colombia (1998). Así, esta ruta desembocó en lo que los militares
estadounidenses llamaron la “nueva arquitectura militar”, la cual
estuvo afianzada por el Plan Patriota (2003). Así pues, vemos una
mixtura para la región entre andamiajes de dominación externa (de
manufactura principalmente militar) y bisagras internas, articuladas
con políticas programáticas que, generalmente, hacían explícita la
necesidad histórica de Colombia de construir un enemigo interno.

Por tanto, la Seguridad Democrática fue una doctrina militar y


política-cultural de sometimiento que se aplicó en Colombia y que
no puede separarse de la estrategia subregional y continental
fraguada por los Estados Unidos. Además, la Seguridad Democrática
tiene su columna vertebral afianzada en diversos textos publicados
en los últimos años, como mostramos en el siguiente esquema:
Seguridad Democrática

Plan Colombia (1999)

Documento de Santa Fe IV (2000)

Plan Patriota (2003)

Acuerdo Complementario para la Cooperación y Asistencia técnica en


Defensa y Seguridad entre los Gobiernos de la República de Colombia y de
los Estados Unidos de América (2009)

Documentos que nutrieron a la Seguridad Democrática. Elaboración propia.

166Ballén,Rafael. “La pequeña política de Uribe y sus grandes simulaciones”.


Derecho y Realidad, Núm. 14, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UPTC,
Tunja, Boyacá, 2º semestre de 2009. pp. 37-148.

84
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La Seguridad Democrática es el paso hacia la seguridad internacional


de Estado; la cual representa el gozne ideal entre guerra y libre
comercio, lo que el profesor Renán Vega Cantor conceptualiza como
neoliberalismo armado.167 Esta guerra no tiene como objetivo
primordial el reforzamiento democrático, sino la dominación
estratégica de los recursos naturales de Colombia, con miras a toda
Centro y Sudamérica: el petróleo y sus derivados energéticos,
principalmente. La Seguridad Democrática, por lo tanto, es la más
feroz estrategia militar, económica e ideológica llevada a cabo por
el Estado colombiano y sus aliados internacionales; estrategia que
Mauricio Uribe López denomina como guerra civil prolongada,168 en
coalición con la guerra prolongada en Afganistán, la invasión a Irak
y la guerra sin fin por el petróleo en el África Subsaharania.169
Esto solo demuestra que a quienes impulsan el flujo neoliberal jamás
les ha interesado, de la misma manera, los procesos demócratas sino
solamente como retórica demagógica: la democracia participativa es
un estorbo para el neoliberalismo.

Profundizando un poco en las concurrencias del Plan Patriota y el


Documento de Santa Fe, tenemos que ambos tienen como eje la búsqueda
del aniquilamiento del enemigo (ahora total): las FARC-EP, en las
cuales depositaron los bríos renovados de los riegos y amenazas de
la democracia. Para ejemplificar lo anterior, nos permitimos incluir
una cita larga del Documento de Santa Fe IV que expresa la idea
anterior:

Décadas después de que la guerrilla izquierdista colombiana adoptara


el narcoterrorismo como su medio principal para lograr sus objetivos
políticos sigue beneficiándose de un extraño caso de “ceguera
voluntaria” entre los norteamericanos encargados de trazar políticas.
A pesar de una aceptación general del Zar de las drogas, Barry
McCaftrey, mientras testificaba en el Congreso y en muchas otras
ocasiones que el prob1ema de Colombia había alcanzado proporciones

167
“Guerra y Libre comercio: el ejemplo colombiano”, en: Vega Cantor, Renán y Martín
Novoa, Felipe. Colombia y el imperialismo contemporáneo. Un eslabón geoestratégico
de los Estados Unidos. Ocean Sur, China, 2014. p.32.
168 Uribe López, Mauricio. “El institucionalismo histórico y la Economía Política

del desarrollo: Enfoques para el estudio de un caso de guerra civil prolongada”,


en: La nación vetada: Estado, desarrollo y guerra civil en Colombia. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2013. pp.47-67.
169 Hernández, Luis Humberto (Coord.) Petróleo y conflicto. Durante el Gobierno de

la Seguridad Democrática (2002-2010).Universidad Nacional de Colombia, UNIJUS,


Grupo de investigación Seguridad y Defensa, Bogotá, 2011. pp. 21-104.

85
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

de emergencia, la administración Clinton y el Congreso parecen


incapaces de manejar la situación. Tanto las soluciones ofrecidas
por el Congreso como por la Secretaria de Estado Madeleine Albright
para la guerra desatada en Colombia serían adecuadas para un conflicto
político, pero la lucha en Colombia no es de corte político, sino
por dinero y por el poder que éste da, y está librada por una
despiadada organización delictiva internacional.

Por cierto, los poderosos tentáculos de los narcoterroristas


colombianos están amenazando con convertir a la más antigua
democracia sudamericana en su primera narcocracia, planteando así una
amenaza de seguridad para todo el continente. Como todos lo sabemos,
se ha cobrado decenas de miles de vidas de colombianos inocentes, a
la par que corrompía las instituciones políticas del país y arruinaba
su economía. Sin embargo, en lugar de plantear una guerra
incondicional para liberar a Colombia de esta amenaza, se ha optado
por conversaciones de paz para resolver un conflicto criminal y para
tranquilizar a peligrosos criminales que se encubren bajo una agenda
política, la cual, si se la observara de cerca, revelaría un plan de
pesadilla tendiente a que criminales despiadados, en camino hacia el
Palacio Presidencial, impusieran un gobierno totalitario. Como es
lógico, los previos intentos norteamericanos de ayudar con las
negociaciones han fracasado, y hay escasas expectativas de que la
futura ayuda norteamericana o la intervención diplomática cambien la
situación.170

La cita es prolongada, porque evidencia claramente el pensamiento de


ese momento: no hay otra salida, supuestamente, más que el ataque
frontal militarizado para contener un (aparente) riesgo de una
“narcocracia” que desestabilizaría al continente. Por esta razón se
puso en marcha el Plan Patriota, la ofensiva militar más grande en
Colombia desde tiempos de Bolívar, tutelada por el United States
Southern Command (USSOUTHCOM).

El Plan Patriota se fraguó en el sur de Colombia, principalmente


porque este territorio presentaba dos características sustanciales:
ahí se encontraba la retaguardia muy poco mermada -para entonces-
de las FARC-EP y también existía una mayor cantidad de recursos
naturales estratégicos del país andino. Este Plan, además, se
complementó con más operaciones militares como el Plan estela de
honor, el Plan consolidación y la Operación Jaque, en la que lograron

170 Tambs (ed.) Santa Fe IV. Op. Cit. pp. 12-13.

86
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

liberar a la excandidata presidencial Íngrid Betancourt. El


resultado fue que no solo la retaguardia de la guerrilla más antigua
del continente fue diezmada considerablemente, sino también que para
el año 2008 las FARC-EP habían perdido a las dos voces más fuertes
de su Secretariado, Tirofijo y Édgar Devia Silva, alias Raúl Reyes.
Este último fue abatido en la Operación Fénix o el Bombardeo de
Angostura, en el que murieron los estudiantes mexicanos Soren Ulises
Avilés Ángeles, Fernando Franco Delgado, Juan González del Castillo
y Verónica Natalia Velásquez Ramírez; se trató, pues, de una
operación con marcadas violaciones a los derechos humanos, a las
normas internacionales de conflicto y guerra y a la soberanía
nacional de Ecuador.171

La Seguridad Democrática no representó una democracia más segura y


en paz, sino la (para)militarización de la democracia procedimental.
Se dieron, pues, duros golpes en campo abierto, los cuales fueron
inaugurados por la máxima campaña militar en zona urbana: la
Operación Orión.

2.3.1 Operación Orión y la derrota de la guerrilla en la ciudad

La guerrilla más grande del continente, las FARC-EP, había producido


un andamiaje político, jurídico y militar paralelo al Estado
colombiano en los albores del nuevo milenio. Por ello, las FARC-EP
estaban convencidas de que faltaba poco para la toma del poder y
debían estar listas. Planificaron un programa al que denominaron
“pulsar la fuerza”.172 Sin embargo, con varias guerrillas
desmovilizadas casi una década atrás con el proceso constituyente de
1991 y con la aplicación del Plan Colombia que se traducía en la
modernización y robustecimiento de las fuerzas armadas, el control
de la zona petrolera y de la zona industrial más importante del país
era crucial para dichos intereses: la franja de concentración más
importante del ELN estaba en el primer frente (Norte de Santander y
la frontera colombo-venezolana), las FARC representaban el segundo.
Estas modificaron entonces su estrategia, cambiando de bloques a
grupos pequeños. En esta coyuntura se inscribe, por ejemplo, el

171 Bautista Zane, Refugio et. al. Sucumbíos, historia de una infamia. Universidad
Autónoma de Chapingo, UACM, México, 2011.
172 Sierra Martínez, Danis Daniel. Op. Cit.

87
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

asedio a la ciudad de Medellín, que a continuación procedemos a


explicar con mayor atención.

Entre los años 2001 y 2002 la Comuna 13 San Javier, de Medellín


sufrió veintiuna incursiones militares.173 Su principal objetivo era
la eliminación de las bases guerrilleras en el territorio urbano al
occidente de la capital de Antioquia, la cual representaba la punta
de lanza de la recuperación territorial por el Estado colombiano –
estandarte discursivo del uribismo-, en este caso de carácter urbano.
Pero no solo eso; Orión fue la investidura de un embate más grande,
el cual fue construido con operaciones militares como: Amanecer,
Anzuelo, Potestad, Contrafuego, Sirirí, Otoño I, Otoño II,
Mariscal174 y Antorcha.

El 16 de octubre del año 2002 dio inicio la Operación Orión, con una
primera fase de guerra total abierta que duró hasta el día 19 del
mismo mes. Orión fue, según la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación y el Centro Nacional de Memoria Histórica, la mayor
maniobra castrense urbana de la cual se tenga registro en Colombia:175
agentes del DAS, Policía Nacional, Cuerpo Técnico de investigación
(CTI), Fiscalía, el Grupo de Fuerzas Especiales Urbanas (FUDRA), el
batallón contraguerrillero perteneciente a la IV Brigada del
Ejército nacional y, sobre todo, las Fuerzas Especiales
Antiterroristas conformaron –oficialmente- 1500 efectivos en campo,
acompañados de tanquetas y helicópteros de la Fuerza Aérea

173 Lemoine, Maurice. “Operación Orión: la orden de Uribe que puede enredarlo duro
con la justicia”. Las 2 Orillas. Publicado 17 de octubre de 2015. Disponible en
línea en: https://www.las2orillas.co/la-verdad-sobre-la-operacion-orion/
Consultado 23 de diciembre de 2017. Posada, Juan y Vergara, Alejandra. “La
operación Orión, antes, durante y después.” De la Urbe. Publicado 18 de agosto de
2015. Disponible en línea en: http://delaurbe.udea.edu.co/2015/08/18/la-
operacion-orion-antes-durante-y-despues/ Consultado 2 de octubre de 2016.
174 La operación Mariscal (29 de mayo de 2002) fue uno de los dos antecedentes

inmediatos a la Operación Orión. Mientras las milicias guerrilleras pudieron


repeler el embate de 900 efectivos –oficialmente- de las fuerzas armadas, la
presión de los medios masivos de difusión, la opinión pública y el improvisado
cubrimiento de banderas blancas de la población de la comuna 13 ante la avanzada
militar, hizo que Mariscal durará tan solo unas horas. Luego de la toma de posesión
de Álvaro Uribe Vélez como presidente, 7 de agosto de 2002, este ordenó la
Operación Orión.
175 Informe del grupo de Memoria Histórica. Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación, Medellín, 2001. Y “Orión nunca más”. Centro Nacional de Memoria
Histórica. Publicado 14 de octubre de 2016. Disponible en línea en:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/noticias/noticias-cmh/orion-nunca-mas
Consultado 14 de octubre de 2017.

88
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

artillados, los cuales fueron captados disparando. La población


civil fue la más mermada pues quedó presa del fuego cruzado.

La Comuna 13 está ubicada al oeste Valle de Aburrá, esta zona era


disputada por las FARC con sus mayores competidores por el
territorio, el ELN y los Comandos Armados del Pueblo (CAP) ya con
el desdibujamiento del cártel de Medellín. “El último bastión de la
guerrilla” –según el discurso oficial- cayó, pero las acciones
punitivas de carácter policiaco-militar durante la Operación Orión
no fueron una capitulación urbana de la guerrilla a secas, solo
sustituyó un componente de violencia por otro.

Debido a estos hechos, el Estado colombiano presumía que estaba


recuperando el control territorial en un lugar en el que
prácticamente nunca había existido: el occidente de Medellín. A estos
hechos también debemos sumar los cruentos episodios de violencia que
se suscitaron en el corregimiento San Cristóbal, en su vereda La
Loma,176 colindantes con la comuna 13. Estos territorios son
estratégicos, pues quien los controlaba también fiscaliza las
carreteras rumbo a la subregión del Urabá antioqueño y al norte del
Departamento del Chocó; es decir, hacia las dos salidas más
septentrionales de los dos océanos que bañan a la República de
Colombia. Se entiende, entonces, que por estas razones los
enfrentamientos y sus cruentas consecuencias entre la guerrilla y
los bloques paramilitares de las AUC y/o las fuerzas armadas
regulares eran recurrentes, debido a que la zona no estaba controlada
completamente por los grupos armados del cártel de Medellín ni,
posteriormente, por las organizaciones paramilitares, pero donde el
Estado tampoco cubría las necesidades más elementales.

El entonces alcalde de Medellín Luis Pérez Gutiérrez, convertido


prácticamente en vocero del uribismo y de la Seguridad Democrática,
catalogó a la Operación Orión como “el triunfo de la
institucionalidad sobre la delincuencia”. Desde su interpretación,
Orión fue la prueba empírica de que la guerra ya estaba de lleno en
las ciudades, pero, al mismo tiempo, terminó con ella e hizo recular

176Pareja, Deisy Johana. “La Loma: land of war and oblivion” El mundo. Publicado
17 de mayo de 2013. Disponible en línea en:
http://www.elmundo.com/portal/noticias/derechos_humanos/la_loma_tierra__de_guerr
a_y_olvido.php#.W9FCmNczYdU Consultado 8 de octubre de 2017.

89
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

a la guerrilla de nuevo al contexto rural y a la selva. Orión fue


la guerra táctica contrainsurgente generalizada y no más la guerra
focalizada en supuestos núcleos delincuenciales citadinos. Bajo el
eufemismo de la “pacificación”, Orión fue la señal en el mundo de
que no había obstáculo que las fuerzas armadas regulares y
paramilitares no pudiesen combatir, ante las pretensiones
modernizadoras de Álvaro Uribe Vélez y su política de Seguridad
Democrática.

La Operación Orión fue también la apertura, por parte de fuerzas


policiales y militares del Estado, al paramilitarismo en la Comuna
13, en Medellín, en Antioquia y en otros grandes territorios urbanos
y rurales de Colombia. El bloque Metro y, especialmente, el bloque
Cacique Nutibara de las ACCU y a la postre de las AUC rescataron los
llamados combos armados que, descabezados luego de la muerte de Pablo
Escobar, seguían vigentes en los barrios más marginales del Valle.
Mientras el bloque Metro –a través de su líder Carlos Mauricio García
Fernández, alias “Doble Cero”- de 1996 al año 2000 ofreció a los más
jóvenes de los barrios excluidos la justificación ideológica
contrainsurgente, el bloque Cacique Nutibara, al tomar el puesto del
bloque Metro, les mantenía vivo el horizonte de las pretensiones de
movilidad social lumpenizadas. Ambos bloques paramilitares cubrieron
el hueco de poder que dejó la guerrilla. El conflicto armado estaba
lejos de terminar.

La relación estrecha entre los grupos paramilitares y las fuerzas


armadas regulares y de inteligencia del Estado colombiano también se
exhibió en la fotografía de Jesús Abad Colorado, en los días más
crudos de la Operación Orión, los días en que sus habitantes no
podían salir a otras partes de la ciudad.

90
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Fotografía de Jesús Abad Colorado, 2002.

En la imagen anterior se observa la estrategia antinsurreccional


coloquialmente conocida como “chivatón”: un civil vestido de militar
pero sin insignias, sin portar armas y con el rostro cubierto señala
domicilios y personas previo trabajo de inteligencia realizado.

Diego Fernández Murillo, alias “Don Berna”, fue el líder del bloque
Cacique Nutibara, al ser extraditado a Estados Unidos en el año 2008
por narcotráfico tuvo a bien dar declaraciones sobre la Operación
Orión como la que a continuación citamos:

El Cacique Nutibara hizo inteligencia, logró la ubicación de


guerrilleros, se infiltró dentro de la población civil y todos estos
datos se les adjudicaron a las Fuerzas Militares […]. Varios de
nuestros hombres fueron allá, muchos de ellos iban encapuchados, se
identificó a varias personas, algunas fueron dadas de baja, otros
fueron capturados y después desaparecidos.177

177Declaración hecha por Diego Fernández Murillo, el 28 de noviembre de 2008 en


el marco de la ley de Justicia y Paz, pocos meses después de ser extraditado.
Guarnizo, José. “La foto que destapó los desmanes de la operación Orión”. Revista
Semana. Publicado el 15 de agosto de 2015. Disponible en línea en:
https://www.semana.com/nacion/articulo/la-foto-que-dejo-al-descubierto-los-
desmanes-de-la-operacion-orion/438656-3 Consultado 6 de diciembre de 2017.

91
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Las confesiones de “Don Berna” son producto, al mismo tiempo, de la


desprotección de algunos jefes paramilitares de la ley de Justicia
y Paz,178 consolidada en 2005 por el gobierno nacional y que promovía
la desmovilización, principalmente, de organizaciones paramilitares.
Asimismo, hizo gala de la colusión entre las fuerzas armadas
regulares y el paramilitarismo, relación orquestada por el General
Mario Montoya responsable militar de la maniobra.179

La Operación Orión se inscribe en la estrategia de la escuela militar


francesa del llamado control de población. Ya habíamos citado la
obra de Roger Trinquier La guerra moderna, cuyos planteamientos
fueron complementados por el coronel –también francés- Lacheroy.180
La derrota en Ðiện Biên Phủ no la iban a vivir una vez más en las
acciones de resistencia descolonizante en Argelia,181 por ejemplo, y
esta sistematización estratégica fue tan exitosa que se difundió por
el mundo gracias a la escuela militar estadounidense, la cual tutela
a la milicia colombiana.

Las operaciones basadas en el control de población tienen el objetivo


de castigar y demostrar abiertamente el dolor. Orión fue más que
eso; figuró como un golpe de autoridad, legitimidad y fuerza del
gobierno nacional entrante; además, también representó un
espaldarazo a la política de Seguridad Democrática y al Plan
Colombia. No obstante, esto también tuvo cruentos resultados:
desapariciones forzadas, desplazamientos forzados, ejecuciones
extrajudiciales, por nombrar algunas.182

178 El Bloque Cacique Nitubara fue supuestamente desmovilizado con el Acuerdo de


Santa Fe de Ralito, firmado el 15 de julio de 2003, que impulsó el Gobierno
Nacional.
179 “Wikileaks: lo que EE.UU. pensaba de Mario Montoya”. Revista Semana. Publicado

25 de febrero de 2011. Disponible en línea en:


https://www.semana.com/nacion/articulo/wikileaks-eeuu-pensaba-mario-
montoya/236008-3 Consultado 3 de abril de 2016.
180 de Rouville, Guillaume. “Dommages Collatéraux: la face cachée d’un terrorisme

d’État”. L´idiot du village. Publicado 3 septiembre de 2012. Disponible en línea


en: http://lidiotduvillage.org/2012/09/03/dommages-collateraux-la-face-cachee-
dun-terrorisme-detat-par-guillaume-de-rouville/ Consultado 6 de diciembre de
2017. Véase: Escuadrones de la muerte. Escuela francesa. Publicado 3 de julio de
2014. Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=s2g5ApEI5uE
Consultado 2 de noviembre de 2017.
181 Véase: La battaglia di Algeri. Disponible en línea en:
https://www.youtube.com/watch?v=ealtTSPNGg4 Consultado 2 de octubre de 2018.
182 Posada, Juan; Vergara, Alejandra. Op. Cit.

92
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La relación con los paramilitares se gestó en la segunda parte de


Orión, directamente en el control territorial y el patrullaje por
parte del bloque Cacique Nutibara. El Pacto de Ralito sellaba la
hegemonía paramilitar en Colombia. Dicho documento, titulado como
confidencial y secreto, fue firmado por varios jefes militares y
algunos políticos y ganaderos al margen del conocimiento del entonces
presidente Andrés Pastrana, aunque también fue rechazado por el jefe
máximo de los grupos paramilitares, Carlos Castaño. Ralito tenía el
objetivo expreso de refundar la patria a través de la búsqueda de
un nuevo contrato social, mantener la integridad territorial por
medio de la defensa de la propiedad privada y promover la
participación de todos los colombianos en tales actos.183 Así pues,
Ralito era el inicio de la operación o Plan Birmania, intento de
grupos paramilitares para que, a mediano plazo, tomaran el control
absoluto del país en colusión con algunos civiles y políticos; es
decir, pretendía desprenderse de la tutela estatal emulando lo
ocurrido en Myanmmar y su dictadura militar.184

Orión nació y se proyectó desde la misma ciudad de Medellín, cuando


recién Álvaro Uribe había comenzado funciones como presidente; este,
junto con la entonces Ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez
presidieron el Consejo de Seguridad, decidieron la implementación
de las medidas de control; también avalaron lo aquí descrito. Si con
Orión lograron una dinámica distinta en el conflicto armado, pues
la guerrilla recejó a la defensiva, también dieron paso a la
bautizada “parapolítica” a nivel nacional.

183 “Texto del ´acuerdo de Ralito”. Revista Semana. Publicado 19 de enero de 2007.
Disponible en línea en: https://www.semana.com/on-line/articulo/texto-del-
acuerdo-ralito/83002-3 Consultado 23 de marzo de 2017.
184 “La profecía de Carlos Castaño”. El Espectador. Publicado 17 de mayo de 2008.

Disponible en línea en:


https://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso-profecia-de-
carlos-castano Consultado 3 de marzo de 2018.

93
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

2.3.2 “La teoría del pez”: paramilitarismo, narcotráfico y la


perversa tergiversación de la unidad Cívico-militar

No se puede ser consecuente con la paz ni hablar de paz mientras no se combate


efectivamente a los grupos paramilitares ni se castigue ejemplarmente a los
miembros del Estado comprometidos en la violencia contra la población civil.

Bernardo Jaramillo Ossa185, encuentro por la paz. Ibagué, 17 de febrero de 1987.

Explicamos anteriormente que las FARC-EP habían desarrollado a


cabalidad una ley de guerra: la ley de proporcionalidad de medios,
la cual había ayudado a pulsar su fuerza frente al Estado colombiano.
Medio siglo llevó para que militar, política y hasta jurídicamente
el conflicto armado tuviera una guerra de espejos entre sus
oponentes, la cual se potenció en 2008 con el Plan renacer de masas
articulado por las FARC-EP (sin soslayar que las FARC no eran la
única guerrilla en armas);186 sin embargo, el fenómeno paramilitar
fue distinto, su crecimiento exponencial se desplegó de diferente
manera, como procedemos a explicar en los siguientes párrafos.

La contrainsurgencia en América Latina ha estado muy tendiente a


atacar el principio maoista que dicta: “la guerrilla, apoyada por
el pueblo, se desenvuelve dentro de éste como pez en el agua.”187
Esta táctica de guerra de guerrillas fue realizada teóricamente por
Mao Tse-Tung y por Truong Chinh, líder del Partido Comunista chino
y de la República Popular de China y secretario general del Partido
comunista de Vietman, respectivamente.188 Bajo esta misma premisa,

185 Candidato presidencial por el partido Unión Patriótica (UP), asesinado en


Bogotá el 22 de marzo de 1990.
186 Uno de los trabajos con mayor rigurosidad sobre la historia de las FARC-EP y

el ELN lo hallamos en: Medina Gallego, Carlos. FARC-EP Y EL ELN una historia
política comparada (1958- 2006). Tesis doctoral Inédita. Dirigida por el Dr.
Carlos Miguel Ortiz. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias
Humanas, departamento de Historia. Bogotá, 2010. También, para profundizar en la
historia del resto de guerrillas colombianas, véase:”Multiplicidad guerrillera en
Colombia”, en: Prieto, Alberto. Procesos revolucionarios en América Latina. Ocean
Sur, México, 2009. pp. 267-275.
187 “Quitar el agua al pez”. Entrevista exclusiva con Pastor Alape, comandante

guerrillero del Bloque Magdalena Medio de las FARC-EP. Segunda parte. Rebelión.
Publicado 27 de agosto de 2001. Disponible en línea en:
https://www.rebelion.org/hemeroteca/sociales/emanuelsson270801.htm Consultado 4
de enero de 2018.
188 Tse-Tung Mao. “problemas Estratégicos de la guerra de guerrillas contra Japón”,

en: Obras escogidas de Mao Tse-Tung. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín,


1976. Disponible en línea en:
https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/PSGW38s.html Consultado 23 de

94
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

surge la pregunta de qué pasa entonces cuando no se puede atrapar


al pez (la guerrilla). Con respecto a esto, uno de los eufemismos
más grandes de las políticas securitarias colombianas se basó en
“quitarle el agua al pez” como estrategia principal, que consiste
en aislar poblaciones enteras por parte de las fuerzas regulares,
con la finalidad de cortar la posibilidad de aprovisionar de vínculos
logísticos a la guerrilla.

Esta táctica fue vigorizada en Colombia con el desarrollo y


financiamiento de grupos armados de concepción política-ideológica
de ultraderecha: autonombrados autodefensas, tergiversaron y, con
ello, reconfiguraron el sentido político de esta figura de
resistencia, sobre todo con un alto componente campesino. El
resultado de ello fue que en los imaginarios de los colombianos de
a pie, al escuchar o leer sobre las autodefensas, ellos se remiten,
generalmente, al paramilitarismo. Esto se debió principalmente a la
denominación jurídica que les colocó el gobierno, nombrándolas
“grupos de justicia privada”. El complejo militar tanto colombiano
como estadounidense les comenzó a llamar “autodefensas”, borrando de
la memoria histórica el significado de esta categoría como propuesta
reivindicativa de otras organizaciones armadas (el componente
ideológico está más que presente en este análisis). Entonces,
socialmente se advirtió que eran agrupaciones con entrenamiento
militar, pero que se movían al margen de cualquier normatividad;
nombrándolas tal cual son, organizaciones paramilitares.189

Esta misma nomenclatura tripartita ha propiciado problemáticas en


torno a su clasificación como delito; por ejemplo, en 1987, la
Comisión de Estudios sobre la Violencia clasificó al paramilitarismo
en su actuar como crimen organizado, grupos de justicia privados y
escuadrones de la muerte.190 La década de los años ochenta vio surgir
al terrorismo de Estado llamándolo paramilitarismo. Puerto Boyacá
fue el bastión para perseguir al supuesto enemigo interno desde este
frente, lo cual no fue casualidad: la inteligencia de las fuerzas

febrero de 2016. Y, Chinh, Truong. “La resistencia vencerá”, en: Chinh, Truong y
Giap, Vo Nguyen. Estrategia y Táctica de la Resistencia Vietnamita. Editorial
oveja negra, Bogotá, 1972. pp. 1-89.
189 Bigott, Luis A. ”El terrorismo de Estado o un país llamado Colombia”, en: Otra

vez ahora sí. Bolívar contra Monroe. Op. Cit. p. 72.


190 Comisión de Estudio sobre la violencia. Colombia: violencia y democracia.

Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1987.

95
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

armadas estadounidenses en territorio colombiano dieron cuenta de


que la región del Magdalena medio era la zona estratégica para
tergiversar la unidad cívico-militar.

Para esta guerra fueron escogidos lugares y hombres convenientemente


estudiados y analizados por expertos militares en la guerra sucia
(norteamericanos e israelíes). Por eso los militares escogieron el
Magdaleno Medio. Allí nacieron los pájaros de nuevo cuño: los Paras.191

El Magdalena medio estaba rodeado por ricos latifundistas con grandes


extensiones de terreno, proveía agua y tenía un paraguas militar
tanto de las fuerzas armadas regulares colombianas como,
posteriormente –luego del acuerdo Torrijos-Carter-192 de las Forward
Operations Locations (FOLs). Así se consolidaron siete bases
militares estadounidenses en territorio colombiano, como ilustramos
en el siguiente mapa:

Mapa tomado de la nota de Carlos Chirinos “La importancia militar de


Colombia para EE.UU.” BBC Mundo, Washington, 2009.

191 Guachetá. “Historia del Paramilitarismo en Colombia Del País del Cóndor a ´La
República Paramilitar de Colombia”. El Comunero. Órgano de Difusión Política,
Social y cultural De los Refugiados y Asilados Colombianos. No. 8, Berlín, RFA.
192 Firmado en 1977 por los mandatarios Omar Torrijos y Jimmy Carter de Panamá y

Estados Unidos, respectivamente, acordaba que las bases militares estadounidenses


se retirarían de Panamá, por tanto la estrategia fue no focalizarlas más y
diversificar sus posiciones.

96
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Por tanto, el paramilitarismo que surgió en los años ochenta


constituyó un manto entre los intereses de las oligarquías
colombianas y los intereses imperialistas estadounidenses en la
región; la destreza que los unió fue el control poblacional: los
aprendizajes adquiridos en Laos, Camboya, Vietnam, Argentina y
Chile, pulidos con la Contra en Nicaragua y El Salvador, fueron
puestos en práctica con nuevos bríos en Colombia. Pero esta
tergiversación de la unidad cívico-militar no fue nueva: ya existía
desde el decreto número 3398 del gobierno nacional colombiano,
dictado en 1965 en su artículo 65, el cual dice a la letra:

Todos los colombianos, hombres y mujeres no comprendidos en el


llamamiento al servicio militar obligatorio, podrán ser utilizados
por el gobierno en actividades y trabajos con los cuales contribuyan
al restablecimiento de la normalidad.193

La respuesta inmediata se dio un año después: la segunda Conferencia


Constitutiva Guerrillera hizo surgir a las FARC-EP, pasando de
autodefensas a guerrilla. Un año después bajo los postulados maoístas
surgió el EPL.194 Vemos una vez más que la contrainsurgencia dio un
paso a la vinculación organizativa de las guerrillas y no al revés,
como se ha interpretado de manera constante.

El paramilitarismo oficialmente constituido en los años ochenta


también sostuvo a la triple A: la Alianza Anticomunista Americana,
formada por militares adscritos al Batallón de Inteligencia y
Contrainteligencia Charry Solana (BINCI). El sacerdote jesuita
colombiano Javier Giraldo Moreno, en su página nombrada Desde los
márgenes, escribió un texto titulado “El paramilitarismo en
Colombia, ayer y hoy”, en este rescata una nota del 29 de noviembre
de 1980 del diario mexicano El Día, el cual citamos a continuación:

La Carta publicada en El Día, de México, originalmente dirigida al


Presidente de la República (Turbay), al Procurador, al Parlamento, a
la OEA y a organismos de DDHH, revela quiénes participaron en la

193 Decreto No. 3398. “Por el cual se organiza la defensa nacional”. Ministerio de
Justicia y del Derecho. Decretado 24 de diciembre de 1965. Publicado en Diario
Oficial 25 de enero de 1966. Disponible en línea en:
https://www.minjusticia.gov.co/portals/0/MJD/docs/decreto_3398_1965.htm
Consultado 6 de noviembre de 2018.
194 Prieto, Alberto. Op. Cit. p. 267.

97
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

TRIPLE A (Acción Anticomunista Americana); qué atentados y crímenes


perpetraron; cómo los planearon; quiénes asumieron las tareas
concretas. Aparecen allí comprometidos oficiales que ocuparon u
ocupan altos puestos de mando: los generales: Bedoya Piarrro, Ruiz
Barrera, Cardona Orozco, Iván Ramírez Quintero, Mario Montoya Uribe
(entonces Teniente) y muchos otros. También hay varios civiles y el
Juez 3° de Instrucción Criminal Luis Eduardo López Zuluaga, quien
“legalizaba” lo que se podía con órdenes “ex post facto”. Entre las
actividades hay bombas en medios de comunicación, desapariciones y
secuestros (el estudiante de Tunja Hernando Benítez; el estudiante
de Bogotá Claudio Medina); amenazas a magistrados, abogados y
periodistas; torturas (José Manuel Martínes Quiroz, líderes del M-19
en la Escuela de Comunicaciones de Facatativá, en unas cavernas).195

La teoría militar de “quitarle el agua al pez”, como ya mencionamos,


se ocupa de aislar poblaciones para suprimir los vínculos logísticos
de la guerrilla; sin embargo, la Doctrina de seguridad nacional y
sus continuidades en la política de seguridad hemisférica advierten
que al enemigo hay que aniquilarlo. De este modo, quienes finalmente
han hecho el trabajo sucio han sido las organizaciones paramilitares.

Esta malversación de la figura política de la unidad cívico-militar,


sumada a la visión de que cualquiera puede ser sospechoso (enemigo
interno), la hallamos en los documentos Instrucciones de Combate de
Contraguerrilla, Instrucciones Generales para Operaciones de
Contraguerrilla y el Reglamento de Combate Contraguerrilla.196
Asimismo, también las encontramos en el ya citado Manual FM-31-15,
que dictaba en 1962:

Para disminuir el requerimiento de unidades militares, se ha visto


que es de gran ayuda el empleo de policía civil, de unidades semi-
militares y de individuos de la localidad que sean simpatizantes con
la causa amiga (…) cuando la política y la situación lo permiten,
los individuos de la localidad de ambos sexos que han tenido
experiencia o entrenamiento como soldados, policías o guerrilleros,
deben ser organizados dentro de la policía auxiliar y dentro de las
unidades de voluntarios de cada ciudad. Aquellos que no posean tal
experiencia pueden emplearse individualmente como trabajadores,

195 Giraldo Moreno, Javier. “El paramilitarismo en Colombia, ayer y hoy”. Desde
los márgenes. Publicado 19 de marzo de 2003. Disponible en línea en:
http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article77 Consultado 6 de marzo de 2016.
196 Ibíd.

98
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

informantes, agentes de propaganda, guardias, guías, rastreadores,


intérpretes y traductores.197

Las organizaciones paramilitares, especialmente la gran aglutinadora


de la mayoría de los bloques armados, las AUC –con sus antecedentes
directos: ACCU y las Convivir- son responsables del 60% de las
masacres y 40% de las muertes producto del conflicto armado. Según
el informe Basta ya. Colombia: memorias de guerra y dignidad, del
Centro Nacional de Memoria Histórica, los paramilitares cometieron
8,902 asesinatos selectivos, 1,166 masacres con 7,160 muertos, 371
casos de tortura y sevicia, más de 1,000 niños reclutados y el
despojo de 800,000 hectáreas de tierra. Si a esto le sumamos los
2,399 asesinatos selectivos, las 158 masacres con 870 muertos, los
182 ataques a bienes civiles, los 71 muertos civiles en acciones
bélicas, un número por determinar de casos de detenciones
arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas (hechos que
perpetraron las fuerzas armadas regulares colombianas), estamos ante
una de las mancuernas más sanguinarias que han existido en América
Latina: fuerzas armadas regulares-fuerzas armadas paramilitares,198
y que hicieron de la “teoría del pez” su columna vertebral en el
conflicto armado.

Fueron los israelíes los que comenzaron a dar entrenamiento militar


a organizaciones armadas paramilitares en el Magdalena medio; es
aquí donde encontramos el contacto directo entre paramilitarismo y
narcotráfico, pues el general Yair Klein entrenó a personajes
vinculados con Pablo Escobar y Rodríguez Gacha.199 Empero, mientras

197Ibíd.
198El informe también arrojó que las guerrillas realizaron 24,482 secuestros;
3,900 asesinatos selectivos; más de 700 víctimas civiles en acciones bélicas, 854
ataques a poblaciones, 77 atentados terroristas, 343 masacres, más de 4,323 ataques
a bienes civiles y despojo de cerca de 800,000 hectáreas de tierras, además de
casi 4,000 niños reclutados. Es decir, la guerrilla (especialmente las FARC-EP)
también tiene responsabilidad, aunque menor, en la aplicación de la “teoría del
pez” al “forzar el agua al pez” pues en varias ocasiones el apoyo era obligado y
lo citado anteriormente es parte del resultado de este ejercicio de la violencia.
Véase: Basta ya. Colombia: memorias de guerra y dignidad. Centro Nacional de
Memoria Histórica. Disponible en línea en:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/
Consultado 15 de septiembre de 2016.
199
Bigwood, Jeremy. “Haciendo el trabajo sucio de Estados Unidos. Israel y los
paramilitares colombianos”. Rebelión. Publicado 15 de agosto de 2003 Disponible
en línea en: https://www.rebelion.org/hemeroteca/plancolombia/030815bigwood.htm
Consultado 8 de enero de 2016.

99
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

más poder adquirían los paramilitares, su contención era más difícil.


En tan solo diez años el paramilitarismo en Colombia se expresaba a
través de ejércitos, bloques y frentes de guerra.

Fue el tutelaje estatal –sumado al componente ideológico- el que


marcó la porosa distinción entre las organizaciones narcotraficantes
y las paramilitares en Colombia. El gran poder económico y político
que acumulaban los cárteles, especialmente el de Medellín, hizo que
los miembros más visibles de estos recurrieran al ejercicio de la
política profesional. Más por miedo a la extradición hacia los
Estados Unidos que por ser benefactores sociales, se ungían en una
demagogia populista que aprovechaba las altercaciones internas, los
contrastes ideológicos, los ímpetus, la vivencia del conflicto en
gradual intensidad en diversas regiones y la desdicha humana. Fue
entonces cuando surgieron (en los ochenta) “los extraditables”.
Mientras las teorías pluralistas del Estado en la academia impulsaban
como explicación a dicho fenómeno la tesis de la “debilidad estatal”,
también comenzaba a construirse socialmente el mito en torno a Pablo
Escobar.

En un contexto internacional permeado por las llamadas transiciones


a la democracia, por el ajusticiamiento político y, sobre todo, por
el secuestro con fines políticos por parte de grupos armados
insurgentes, este era prácticamente intolerable de manera social.
Impulsado por el aparato de los medios masivos de difusión, Colombia
no estuvo exenta de dicho fenómeno. Transfiguró la opinión pública
cercenando el componente político del secuestro, que reposaba en
privar de la libertad a un declarado enemigo de clase y, con el pago
de su rescate, seguir financiando las operaciones de sobrevivencia
y a los militantes de las guerrillas. Los medios de difusión masiva
mezclaban este tipo de secuestro selectivo con los que realizaba la
delincuencia común y el narcotráfico, los cuales tenían como objetivo
la acumulación monetaria por la vía más sencilla.

Las FARC-EP han sido señaladas como la guerrilla que más secuestros
políticos cometió, los cuales realizaron desde un cambio interno de
militantes tripartito. En primer lugar, se encontraban los
militantes guerrilleros dedicados a la instrucción formal y militar
y al trabajo comunitario (postulantes a los mandos medios y
posiblemente al Secretariado del Estado Mayor Central de la
guerrilla). Como segundo eje estaban los militantes que solo

100
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

dedicaban su vida al trabajo y tenían, medianamente, una instrucción


militar. Finalmente, existían militantes que no tenían una formación
educativa, ni militar, ni realizaban trabajo comunitario, en ellos
reposaban los delitos más comunes de los cuales se le acusaba a la
guerrilla.200 Producto de su crisis ideológica que también llevó a
la degradación de la guerra, este tercer tipo de militantes llevaron
a cabo las llamadas “pescas milagrosas” (que acompañaba otro par de
estrategias, “el vacío de poder” y el “boicot electoral”), pues para
llevar a cabo estos secuestros masivos, no selectivos, no requerían
tanto trabajo de inteligencia del objetivo a secuestrar. Las “pescas
milagrosas” también produjeron la desaprobación social a dicha
práctica, profusa por los medios masivos.

En este contexto, y como consecuencia del secuestro de Martha Nieves


Ochoa por los bolivarianos del M-19, en 1981 surgió el grupo Muerte
a Secuestradores (MAS), la organización de paramilitares financiada
formalmente por el narcotráfico. Los paramilitares, entonces, se
constituyeron en ejércitos mercenarios de personajes adinerados;
esta es la versión más naturalizada y difundida del paramilitarismo
en Colombia, incluso el Portal Verdad Abierta cataloga al MAS
atribuyéndole “los orígenes del paramilitarismo”.201 Además, aunque
parezca que la dinámica política institucional de las organizaciones
narcotraficantes y la llamada “parapolítica” presentan la misma
raíz, el supuesto enfrentamiento entre ambas fue inminente. Rondando
el ambiente internacional, se comenzaba a hablar de gobernanza y
gobernabilidad en las esferas políticas y académicas; el cártel de
Medellín pasó de ser un velado aliado,202 a ser declarado y perseguido
como riesgo y amenaza para la estabilidad colombiana e internacional.
Cuando sucedió esto, fue cuando se puso en práctica la Operación
Heavy Shadow, aprobada por George Bush (padre) desde 1989 y
orquestada por la CIA y la DEA estadounidenses. En Colombia dicha
operación fue conocida como el Bloque de Búsqueda, que desembocó en
la muerte de Pablo Escobar. En el transcurso de esta operación, los

200
Sierra Martínez, Danis Daniel. Op. Cit.
201 “Muerte a secuestradores MAS: Los orígenes del paramilitarismo”. Verdad
Abierta. Publicado 23 de septiembre de 2011. Disponible en línea en:
https://verdadabierta.com/muerte-a-secuestradores-mas-los-origenes-del-
paramilitarismo/ Consultado 4 de noviembre de 2018.
202 El MAS, aunque supuestamente atacaba todo tipo de secuestros, en realidad se

configuró como la colusión contrainsurgente más grande entre el Estado y las


organizaciones armadas no regulares (narcotráfico y paramilitares).

101
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

vínculos financieros y narcotraficantes de los hermanos Castaño,


caciques de las Autodefensas Unidas de Colombia, pasaron del cártel
de Medellín al cártel de Cali, denominándose Perseguidos Por Pablo
Escobar (PePEs). Cuando este último cártel también cayó, el
paramilitarismo se convirtió en heredero único de la
contrainsurgencia y del narcotráfico, exhibiendo lo que Verdad
abierta ha denominado “Las relaciones incestuosas entre el Das y los
paras”.203

Desde los dogmas más liberales, las organizaciones paramilitares


empataron sus ideales con lo promulgado por la Seguridad Democrática.
En realidad era una relación que tuvo sus momentos álgidos, pero
nunca perdió su verticalidad. De ahí el desdibujamiento y detrimento
de liderazgo cuando se impulsaba el Plan Birmania, pues, por un lado,
los líderes más duros y visibles de la AUC se alineaban a la
institucionalidad del Estado, mientras que otros deseaban
profundamente detentar todo el poder y veían al paramilitarismo como
un trampolín muy serio para sus propósitos.

El conflicto armado había dado un giro: la Seguridad Democrática era


el vehículo que posicionaba al Estado colombiano a la ofensiva. Con
la operación Orión había mostrado al mundo su capacidad, sus límites,
su objetivo y su doctrina, pero necesitaba un hecho que vinculara
su compromiso con la paz y que no fuese de corte militar. El impulsor
de la Seguridad Democrática advirtió esta variación en el liderazgo
paramilitar. De esta manera, Mauricio Romero nombró a este suceso
como la “fragmentación y tensiones entre civiles y militares, y entre
el centro y la periferia”.204 En el año 2003 mediante el acuerdo de
Santa Fe de Ralito, firmado el 15 de julio, se pretendió la
desmovilización y desarme de estos. En noviembre de ese mismo año,
34 bloques de las AUC comenzaron a acudir a este llamado, iniciado
con el icónico bloque Cacique Nutibara de Medellín y terminando en
2006 con el bloque Elmer Cárdenas.

203 “Las relaciones incestuosas entre el DAS y los paras”, Verdad Abierta. Publicado
21 de octubre de2008. Disponible en línea en: https://verdadabierta.com/las-
relaciones-incestuosas-entre-el-das-y-los-paras/ Consultado 6 de enero de 2018.
204
Romero, Mauricio. “Fragmentación y tensiones entre civiles y militares, y entre
el centro y la región”, en: Paramilitares y Autodefensas. Universidad Nacional de
Colombia, IEPRI, Colombia, 2003. pp. 223- 261.

102
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La Ley 782 (2002), el Decreto 128 (2003), el Decreto 3360 (2003) y


el Decreto 2767 (2003) simbolizan la plataforma jurídica que acompañó
la supuesta desmovilización paramilitar, pero esta estructura
jurídica no trajo beneficios a los desmovilizados, ya que no se
trataba de un corte de justicia transicional, como lo presentado en
la Ley 975 o Ley de Justicia y Paz en 2005. La consecuencia directa
fue que la búsqueda de la verdad por parte de las organizaciones
paramilitares en conflicto armado, ha sido lenta y muy opaca; además
de que ha alimentado la hipótesis de que el gobierno de la Seguridad
Democrática es el gobierno de las fosas comunes y los “falsos
positivos”. A lo que hace referencia este último término es a las
ejecuciones extrajudiciales realizadas por las fuerzas armadas
regulares que, ante las necesidades de difundir en los medios masivos
golpes militares a las guerrillas, y aprovechando que al iniciar la
política de Seguridad Democrática el conflicto armado se encontraba
acechando los cinturones de miseria que abrazan a las principales
ciudades colombianas, los ejecutados extrajudicialmente fueron
jóvenes a quienes disfrazaban de guerrilleros para, posteriormente,
reclamar incentivos económicos por ellos. En relación con esto, el
caso de las ejecuciones extrajudiciales de los jóvenes de Soacha,
municipio conurbano al sur de Bogotá, fue uno de los más
alarmantes.205

En este contexto, los “falsos positivos” se acercan más a las tesis


contrainsurgentes de limpieza y control social y a la “teoría del
pez” que a la ya funestamente clásica criminalización como salida
ante la crisis política, debido a que no son solamente estrategias
pragmáticas sino instrumentos conllevan un alto componente de
crueldad con un objetivo aleccionador. Por esta razón, el miedo, la
pobreza y la crisis ética transfiguraron al colombiano de a pie,
como analizaremos en el siguiente apartado.

205Cárdenas,Ernesto y Villa, Edgar. “La Política de Seguridad Democrática y las


Ejecuciones Extrajudiciales”, Vnivisitas Económica. Pontifica Universidad
Javeriana, Bogotá, 2012. pp. 1-18. Disponible en:
https://cea.javeriana.edu.co/documents/153049/2786252/Vol.12_10_2012.pdf/4ec7917
0-3aae-4d4c-abe8-e4f2bf5db174 Consultado 6 de noviembre de 2018. Y, “Así
recordaron en Ocaña las madres de Soacha”. Centro Nacional de Memoria Histórica.
Publicado 26 de octubre de 2018. Disponible en línea en:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/noticias/noticias-cmh/asi-recordaron-
en-ocana-las-madres-de-soacha Consultado 4 de noviembre de 2018.

103
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

2.3.3 ¿Populismo neoconservador paramilitar?: la transfiguración del


sujeto político en Colombia con la Seguridad Democrática

El 8 de noviembre de 2012 Quitman cabeceó una nota publicada en el


periódico colombiano El Tiempo con una pregunta muy seria: ¿quién
te enseñó a odiar a las FARC?206 Esta interpelación es la pilastra
de este penúltimo apartado. Mientras Quitman advierte que el odio a
las FARC-EP no había sido tan marcado en la sociedad colombiana como
lo ha sido desde los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, también damos
cuenta de que esta reconfiguración del sujeto social colombiano va
acompañada de ciertas estrategias que tienen como objetivo la cultura
política.

Uribe Vélez representa –hasta la fecha- la investidura en la opinión


pública colombiana del neoconservadurismo, la cual se acopla a la
perfección a la perorata antiterrorista remasterizada, producto del
11 de septiembre de 2001, desde entonces “la mano dura” ha surtido
efecto, lo que se puede apreciar en ciertos coloquialismos, como por
ejemplo las frases: “el mejor presidente que Colombia ha tenido”,
”es que Uribe sí que le da duro a esos delincuentes (generalmente
refiriéndose a la guerrilla)”, “con Uribe ya podemos viajar
tranquilos”. Esto no es más que la simpleza conservadora expresando
que, si bien la Seguridad Democrática hizo que el Estado colombiano
ganara presencia territorial (la operación militar Libertad I fue
muestro de ello, pues cedió el acecho de 11 estructuras de las FARC-
EP que rodeaban Bogotá207. Esta derrota –aunque no fue táctica sino
estratégica- se utilizó para difundir la supuesta derrota de la
guerrilla), lo hizo a costa de la exacerbada militarización, pues
no estaba encausada hacia la búsqueda de la justicia social.

El título de una de las políticas programáticas más famosas en el


subcontinente nos invita a reflexionar: ¿Seguridad Democrática o
populismo conservador paramilitar? Las dos categorías centrales de
la presente investigación se encuadran en la política programática

206 Quitman. “¿Quién te enseño a odiar a las FARC?”. Publicado 8 de noviembre de


2012. Disponible en línea en: http://blogs.eltiempo.com/blogota/2012/11/08/quien-
te-enseno-a-odiar-a-las-farc/ Consultado 6 de octubre de 2018.
207 “Operación Libertad Uno: El debilitamiento del centro de despliegue y
estratégico de las FARC frente a la capital de la nación”, en: Uyabán Ampudia,
Mauricio (Dir.) Operaciones militares en Colombia: Un camino histórico en la
modernización de sus Fuerzas Militares y su doctrina. Escuela Superior de Guerra,
Centro de Investigación sobre el Conflicto y la Memoria Militar, Colombia, 2016.
pp. 51-62.

104
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

colombiana: seguridad y democracia. Ambos conceptos se configuran en


una fusión que construye un anhelado deseo de bienestar colectivo,
pero sobre todo individual.208

La Seguridad Democrática en Colombia desplegó tres ejes en los que


la militarización de la democracia se hizo evidente:

1. Presentó una política de reestructuración de las fuerzas armadas,


apuntalada principalmente por el Plan Colombia y por el Acuerdo
Complementario para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa
y Seguridad, entre los Gobiernos de la República de Colombia y de
los Estados Unidos de América (2009);209 en este último basta ver su
índice para asimilar que Colombia quedó totalmente subordinada a los
intereses estadounidenses.

2. Reformuló el sujeto político social en una sociedad conservadora


y tradicionalista que no presentó obstáculo alguno para interiorizar
el discurso de abatimiento que promovía la Seguridad Democrática.
Así, encontramos en la opinión pública de los colombianos de a pie,
fecunda desde los medios masivos de difusión, los textos
gubernamentales y las publicaciones académicas no críticas,
imaginarios como “el triunfo de la institucionalidad territorial en
Colombia” o “la consolidación del estado de derecho en Colombia”,210
soslayando los objetivos reales y, sobre todo, los costos sociales.

3. Promovió la participación ciudadana, que no fue más que


ambigüedad, pero esta vez institucionalizada por la unidad cívico-
militar y que consistía en tener a civiles apoyando las tareas de
las instituciones armadas regulares frente a la insurgencia, bajo el
argumento de la construcción del Estado comunal. Asimismo, incluyó
la participación de la seguridad privada en los asuntos de Estado,
aprovechando la clásica y porosa distinción entre la esfera de lo

208Vinokur, Annie. Mundialización, competitividad y seguridad humana. EADI, 8º


Conferencia General, Viena, septiembre, 1996. pp. 11-14.
209 Acuerdo complementario para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y
Seguridad entre los Gobiernos de la República de Colombia y de los Estados Unidos
de América. Publicado 3 de noviembre de 2009. Disponible en línea en:
http://www.latinreporters.com/colombieEtatsUnisAccordMilitaireSigneLe30102009Esp
agnol.pdf Consultado 4 de abril de 2018.
210
“Consolidar el control territorial y fortalecer el Estado de Derecho en todo el
territorio nacional”, en: Política de Consolidación de la Seguridad Democrática
(PCSD). Ministerios de Defensa Nacional, República de Colombia, 2007. pp. 31-36.

105
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

público y lo privado. Esta alianza jurídicamente está sostenida por


el Decreto 3222 de 2002, el cual buscaba garantizar un trabajo
coordinado entre la seguridad privada y la Policía Nacional.211

El “soplón” fue lo que la Seguridad Democrática entendió como


participación ciudadana; sin embargo, es importante distinguir que
la discusión no es moral. Consideramos que más bien debe basarse en
los principios que alientan tales prácticas. Desde el día uno del
mandato de Uribe, este articuló una ley de informantes y
“cooperantes”, pasando de 1,220 en el Plan Neiva a 1,600,000 en menos
de 2 años.212 La Política de Defensa y Seguridad Democrática instaló
en la sociedad colombiana la seguridad como necesidad para forjar
los derechos democráticos213 y, desde entonces, se ha intentado
exportar el modelo, es decir, existe un componente simbólico muy
grande, acompañado de cambios en la vida cotidiana. Quitman menciona
al respecto:

Para el caso recuerdo la lapidación pública sufrida por el prelado


del Valle cuando abogó por la Majestad del Estado en la operación
contra Alfonso Cano. Su llamado de atención merecería una
investigación judicial (¡estamos hablando de la probidad del status
quo!) y no meramente un ejercicio intelectual jurídico: el número
uno de las Farc debió ser detenido, enjuiciado y -seguramente-
condenado, no abatido cuando la asimetría de fuerzas era de 1000 a
1.

Lo que resulta significativo es la elección de enemigos que hizo la


sociedad colombiana: poca -o casi nula- animadversión para los
narcotraficantes (incluso hasta telenovelas se les hacen y mucho me
temo que existe ambigüedad en su condena), una ojeriza tibia hacia

211 “La Seguridad Privada: clave en la política de la Seguridad Democrática.”


Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, Ministerio de Defensa.
Publicado 9 de febrero de 2007. Disponible en línea en:
https://www.supervigilancia.gov.co/publicaciones/1442/la-seguridad-privada-
clave-en-la-politica-de-la-seguridad-democratica/ Consultado 6 de diciembre de
2017.
212 “Efectividad de la política de Defensa y Seguridad Democrática”, Ministerio de

Defensa, Bogotá, 2004. Y, “Redes de cooperantes”. Política de Defensa y Seguridad


Democrática. Presidencia de la República, Ministerio de Defensa Nacional,
República de Colombia, 2003. p. 31.
213 Muñoz Tejada, Julián Andrés. “El discurso de la seguridad democrática: la

configuración de un programa de política criminal”, en: Saber y poder en la


política de criminal de la seguridad Democrática, 2002-2006. UdeA, Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas, Medellín, Colombia, 2015. pp. 107-116.

106
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

los paramilitares (que registran hechos tanto o más condenables que


los de la violencia guerrillera) y toda la rabia hacia las Farc (otro
filón de análisis es porqué el ELN no despierta tanto furor en
contra).214

El afianzamiento neoconservador en la cultura política colombiana


también puede rastrearse desde un ejemplo muy claro: la respuesta
social ante el secuestro político, acción que constituyó la derrota
política más grande para las guerrillas. A este respecto, poco se
difundió que, generalmente, este hecho tenía su base, como
advertimos, en un componente político-ideológico: seleccionar a un
adversario de clase como blanco secuestrable. El secuestro político
fue potenciado por los medios masivos de difusión como un ejercicio
amoral, debido al desdibujamiento de una sociedad fundamentada
ideológicamente en los principios de la meritocracia y las historias
individuales de éxito, lo cual desembocó en opiniones maniqueas y
moralistas causadas por la subinformación. Lo más perverso fue que
podía tolerarse (tolerar bajo la figura de un ejercicio de autoridad)
la guerra como expresión concreta de la violencia, pero el secuestro
ya no.

Como hemos observado, las guerras que libra Colombia no son más que
el retoque de un mismo objetivo, empero estas no se ganan solo
militarmente, pues, como postulan prácticamente todas las escuelas
militares, un triunfo militar no puede separarse de un triunfo
político y cultural. Y en el caso de Colombia, este elemento lo
proporcionó los documentos de Santa Fe, ya que en ellos hallamos lo
que Rodríguez Rejas define como “la dimensión de la guerra cultural
y mediática”.215

Estados Unidos no puede interesarse solo por procesos democráticos


formales, sino que debe establecer programas para apoyar la
democracia entre la burocracia permanente, incluidas las Fuerzas
Armadas y la cultura política.216

La Carta Democrática Interamericana del año 2001 reforzó de manera


hemisférica los componentes ideológicos que la OEA ha utilizado a
modo, dependiendo del país en cuestión al cual se le aplique la

214 Quitman. Op. Cit.


215 Rodríguez Rejas, María José. Op. Cit. p. 241.
216 Documento de Santa Fe II. Op. Cit. p. 6.

107
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

carta. Por supuesto, Colombia ha sido uno de los mayores impulsores


de las sanciones que pueda justificar este texto.

Artículo 26

La OEA continuará desarrollando programas y actividades dirigidos a


promover los principios y prácticas democráticas y fortalecer la
cultura democrática en el Hemisferio, considerando que la democracia
es un sistema de vida fundado en la libertad y el mejoramiento
económico, social y cultural de los pueblos. La OEA mantendrá
consultas y cooperación continua con los Estados Miembros, tomando
en cuenta los aportes de organizaciones de la sociedad civil que
trabajen en esos ámbitos.217

Dos años después (2003), la Seguridad Democrática hizo suyos los


elementos de la Declaración sobre Seguridad de las Américas, que a
la letra dicta:

k) Las nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos a la seguridad


hemisférica son problemas intersectoriales que requieren respuestas
de aspectos múltiples por parte de distintas organizaciones
nacionales y, en algunos casos, asociaciones entre los gobiernos, el
sector privado y la sociedad civil, todas actuando de forma apropiada
conforme a las normas y principios democráticos y las normas
constitucionales de cada Estado. Muchas de las nuevas amenazas,
preocupaciones y otros desafíos a la seguridad hemisférica son de
naturaleza transnacional y pueden requerir una cooperación
218
hemisférica adecuada.

Ambos textos son el complemento regional del Act Patriot,219 que es


la estrategia antiterrorista estadounidense luego de los hechos
ocurridos el 11 de septiembre de 2001. Con esto, podemos observar
que tanto el brazo ideológico-cultural como el brazo militar
(constituidos desde el exterior) estaban ya puestos en marcha y, al

217 Carta Democrática Interamericana. OEA. Publicada 11 de septiembre de 2001.


Disponible en línea en: http://www.oas.org/charter/docs_es/resolucion1_es.htm
Consultado el 3 de abril de 2016.
218 Declaración sobre Seguridad en las Américas. OEA, Conferencia Especial sobre
Seguridad. Ciudad de México, 27-28 de octubre de 2003. Disponible en línea en:
https://www.oas.org/36ag/espanol/doc_referencia/DeclaracionMexico_Seguridad.pdf
Consultado el 5 de noviembre de 2018. p. 4.
219
The USA PATRIOT Act: Preserving Life and Liberty. Department of Justice, EE.UU.
Disponible en línea en: https://www.justice.gov/archive/ll/highlights.htm
Consultado 6 de diciembre de 2016.

108
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

juntar los intereses internos de las oligarquías de grandes


terratenientes y de la gran burguesía de servicios en Colombia, dio
como resultado la Política de Defensa y Seguridad Democrática.

Asimismo esta articulación jurídica, política y militar permitió que


en Colombia comenzara a trabajar, al mismo tiempo, el soft power,
por medio de la USAID (U.S. Agency for International Development),
la cual oficialmente impulsa el proyecto de “emprendizaje” y de
“ciudadanización democrática”:

El gobierno de los Estados Unidos, a través de la Agencia de Estados


Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), apoya los esfuerzos
de los colombianos para: 1) promover la prosperidad económica a través
de la economía lícita, especialmente en el sector agrícola; 2) mejorar
las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables, incluidos
afrocolombianos e indígenas; 3) promover el respeto por los derechos
humanos y la justicia; y 4) enfrentar las amenazas naturales generadas
por el cambio climático y proteger los ecosistemas y la biodiversidad
existentes en Colombia.220

La USAID es también una organización que funciona como apéndice


ejecutor del Departamento de Estado y de la CIA en América Latina.
Humberto Cárdenas ha realizado un trabajo de rastreo que demuestra,
precisamente, que donde la USAID opera en Colombia, a través de los
programas llamados MIDAS (Más Inversión para el Desarrollo
Alternativo Sostenible), “coincidiendo” con los megaproyectos de
muerte, desplazamiento y despojo en Colombia (los “nuevos corredores
comerciales”), nunca impulsan a profundidad la ciudadanización ni la
cultura política democrática de los colombianos, a menos que sea en
los procesos democráticos formales y en la difusión doctrinaria
ideológica neoconservadora, la cual propicia que pueda seguir
operando. Esa misma manera de ver el mundo que, desde los Estados
Unidos ha magnificado y alimentado la xenofobia hacia los habitantes
de Medio Oriente, es la misma construcción que el uribismo ha
inducido en los colombianos bajo etiquetas como el inexistente
“castrochavismo” y el miedo a la “venezolanización de Colombia”.

220 USAID. Colombia. Disponible en línea en:


https://www.usaid.gov/es/colombia/history Consultado 4 de marzo de 2016.

109
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

En el año 2003 el politólogo Nazih Richani publicó Sistemas de


Guerra,221 texto en el que estudia a Colombia a través de tres ejes:
1) El fracaso de las instituciones y de los mecanismos políticos
para mediar conflictos; 2) Un nivel de éxito de los antagonistas en
el conflicto, haciendo gradualmente responsables a todas las partes
del conflicto armado colombiano por sostener una economía de
guerra,222 lo que ha sido un obstáculo para no modificarse el
escenario de guerra total en el que está inmersa Colombia; 3) Los
dos elementos anteriores dan como resultado un impasse cómodo.

Los dos primeros ejes dan cuenta de las contradicciones políticas,


ideológicas, sociales y económicas de la Seguridad Democrática. El
último representa lo que algunos autores colombianos llaman el
“empate negativo”; es decir, militarmente ninguna de las partes pudo
declararse victoriosa completamente, por lo que recurrieron entonces
a la arena política. “Pulsar la fuerza” tuvo su relativo éxito por
parte de las FARC-EP y propició que se abriera la puerta para los
acuerdos de Paz y el posterior plebiscito, donde la cultura política
aquí descrita impulsó el triunfo del “no”, acontecimientos ocurridos
en el gobierno de Juan Manuel Santos.

Entonces, esta cultura política transfigurada de lleno en los


gobiernos uribistas parece que sostiene más a un populismo
neoconservador basado en el panoptismo, con poca indignación ante
el escándalo de la “parapolítica”, pero donde, señalando a la
guerrilla, se impulsó el falso dilema de “los buenos somos más”,223
lo que desemboca –hasta la actualidad- en el impulso de buscar acabar
con “los terroristas” más no con el terrorismo.224
Esa misma cultura política, con sus respectivos matices, parece
soportar menos a una sociedad pluralista, digna de “la democracia
más estable y antigua del continente”. Insistimos, en política y

221 Richani, Nazih. Sistemas de guerra: la economía política del conflicto en


Colombia. Universidad Nacional de Colombia, Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales, IEPRI, Bogotá, 2003.
222
No solo económica y militarmente, sino aún más grave: promoviendo la aceptación
y naturalización de la violencia por parte de los grandes núcleos sociales
colombianos –especialmente urbanos.
223 Muñóz Tejada, Julián Andrés. Op. Cit. pp.124-135.
224 “Un deslizamiento semántico: acabar con el terrorismo o acabar con los
terroristas”, en: Angaritas Cañas, Pablo Emilio, et. al. La construcción del
enemigo en el conflicto armado colombiano 1998-2010. UdeA, Instituto de Estudios
Regionales, Medellín, Colombia, 2015. pp. 89-101.

110
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

economía es casi improbable que existan casualidades, al final de


los dos gobiernos uribistas la Seguridad Democrática desmembró la
ley de víctimas y restitución de tierras225 que hubiese sido un
significativo avance democrático y un pilar a la solución del
conflicto armado colombiano.
2.4 Veedurías ciudadanas, lo que no ha podido ser

La República de Colombia se orientó hacia la llamada participación


ciudadana, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX, por
esta razón, la constitución colombiana más reciente (1991) está
enmarcada por la promoción de la participación. Lo anterior se
explica a partir del conflicto armado, el cual apremiaba este
importante giro a través de las instituciones estatales, para tener
un control social enorgullecido por el apuntalamiento de la
democracia.226 Esto era una necesidad imperante, luego del mal logrado
ejercicio que significó la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar
(CGSM), que aglutinó a las más representativas organizaciones
armadas insurgentes como las FARC-EP, el ELN, el EPL, el M-19, el
PRT y el Movimiento Armado Quintín Lame, aunque el esfuerzo perduró
poco (de 1987 a 1991). Entonces, los adeptos sociales de la lucha
vanguardista armada se iban perdiendo.

El país andino no estuvo exento de los llamados procesos de


democratización, los cuales buscaron entonces, a través de la
descentralización (producto de la desarticulación del Frente
Nacional), dar cuenta de dos crisis que se han tratado de desvincular
pero que presentan la misma raíz: la crisis político-social y la
violencia proveniente del narcotráfico. Fue en la década de los
ochenta cuando ya se acusaba con mayor vigor a los agentes
insurgentes organizados como narcoterroristas; también fue el tiempo
en que se mostró al mundo el afianzamiento del músculo armado de las
organizaciones que traficaban estupefacientes y el arraigo de las

225 “Uribe dice que ley de víctimas igualaba a militares con terroristas”. El
Espectador. Publicado 20 de junio de 2009. Disponible en línea en:
https://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo146855-uribe-dice-ley-de-
victimas-igualaba-militares-terroristas Consultado 20 de octubre de 2018.
226 Gallo Acosta, Jairo. ”La fetichización de la democracia en Colombia”, Revista

Teoría y Crítica de la Psicología, número 8, Michoacán, México, 2016. pp. 125-


133.

111
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

organizaciones paramilitares que ocupaban tierras que llamaban


“liberadas”.227
Frente a un modelo securitario policíaco-militar que combatía
principalmente a las guerrillas y a los nombrados cárteles, la
nutrida participación popular de los años ochenta, que no se agotaba
en la aglutinación institucional del partido político Unión
Patriótica –pues había expresiones políticas que no buscaban
formalizar en el sistema político colombiano pero que tampoco
pretendía tomar las armas-,228 perfilaba hacia lo que muchos autores
consideran la configuración del estado moderno colombiano: la
Constitución de 1991.

Por esta fecha, los vínculos programáticos estatales y


gubernamentales en Colombia habían sido articulados totalmente desde
lo institucional, además se tornaban insuficientes e ineficaces,
especialmente para las comunidades más remotas afrocolombianas e
indígenas. Por ello, la nueva constitución política permitió que la
población colombiana se encausara por vías que intentaran fortalecer
su participación; nos referimos a las veedurías: mecanismos de
participación y supervisión, así como de control social que fungieron
como contralorías. Para los efectos que persigue el presente acápite,
hablaremos exclusivamente de las veedurías ciudadanas; es decir, las
exclusivas de participación política, las cuales surgieron como un
proceso semiinstitucional. Rendón Corona lo expresa de la siguiente
manera:

La democracia local y el control democrático del poder público han


sido objetivos de los movimientos sociales, pero tuvieron buena
acogida por las clases dirigentes para desahogar la conflictividad
social. Paralelamente desde los centros de poder del capitalismo
global se lanzó la consigna a los países dependientes del FMI y Banco
Mundial, de hacer reformas institucionales en el sentido de

227Para profundizar en el tema del despojo de tierras por los grupos paramilitares,
véase: Gutiérrez Sanín, Francisco y Vargas Reina, Jennifer (Eds.) El despojo
paramilitar y su variación: quiénes, cómo y por qué. Universidad del Rosario,
Bogotá, 2016.
228Velásquez, Fabio E. “La veeduría ciudadana en Colombia: en busca de nuevas
relaciones entre el Estado y la sociedad civil”. En: Bresser Pereira, Luis Carlos
y Nuria Cunill Grau (editores), Lo público no estatal en la reforma del Estado,
Paidós-Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, México, 1998.
pp. 257-290.

112
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

desconcentrar y descentralizar las funciones del Estado, coherente


con la estrategia de adelgazamiento del Estado periférico.
Descentralización y participación podían dar salida a la presión
popular demandante de democracia efectiva que no se podía alcanzar
con la mera democracia representativa, que sin embargo se ofreció
como único modelo capaz de sustituir al fracasado modelo de dictadura
militar en los años ochenta.229

Las veedurías ciudadanas encuentran su antecedente y fundamentación


participativa en las Juntas de Acción Comunal (JAC), vigentes
actualmente y desde las cuales se articulan los mecanismos de la
llamada paz participativa y transformadora. Las JAC provienen de la
legitimación del Frente Nacional y son el único vínculo institucional
entre la gran mayoría de la sociedad y las instituciones estatales.
La diferencia sustancial entre ambos procesos es que las veedurías
buscan no ser un nicho del clientelismo electoral y estimular el
actuar popular frente a las instituciones gubernamentales y su
proceder. La corrupción política es el núcleo que se combate desde
tal figura democrática participativa, pero también vigila la no
violación de derechos humanos. Las veedurías ciudadanas surgieron
como una propuesta vinculante participativa que contemplaba a los
más vulnerables y que no articulaba mecanismos armados para una
reconfiguración del Estado colombiano. Eran vanguardistas en ese
sentido:

Paralelamente a las diferentes formas participativas que existían entonces,


Comités de Defensa de la Revolución en Cuba (1960) y Presupuesto
Participativo en Brasil (1988), surge la experiencia colombiana, en su
momento una de las más prometedoras de la democracia participativa
latinoamericana, con la peculiaridad de que se abría paso en condiciones de
violencia política y delincuencial de larga data, como una salida desde la
sociedad civil de esa dinámica destructiva.230

Las veedurías ciudadanas son un recurso político que no pugna por


una “tercera vía” a través de falsos profetas para desviar la
atención de los proyectos nacionales en disputa, pero que no han
podido ser.

229Rendón Corona, Armando. “Veedurías ciudadanas en Colombia”, en: Poder Popular.


Instituciones de participación ciudadana en Colombia, Brasil, Bolivia, Venezuela
y Cuba. Texto en proceso de edición y publicación. Consultado 6 de junio de 2018.
230 Ibíd. p.14.

113
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Los diálogos infructuosos con las insurgencias en las presidencias


de Belisario Betancur (1982-1986) y Virgilio Barco (1986-1990)
fueron los antecedentes inmediatos de la Asamblea Nacional
Constituyente (ANC) de 1991. En medio del descontento de las
oligarquías dominantes se logró impulsar un referéndum para iniciar
la redacción de la nueva constitución. El contexto que la envolvía
fue la desmovilización de grupos completos o grandes núcleos de
insurgencias armadas: el Movimiento Armado Quintín Lame, que tuvo un
importante papel en su desmovilización y participación
constituyente, al plasmar derechos constitucionales de los pueblos
originarios y afrocolombianos. El Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT) también se desmovilizó en 1991 y, desde la década
de los ochenta, el Ejército Popular de Liberación (EPL) se debatía
entre involucrase de lleno solo en la lucha política pero sin
abandonar la guerra. El partido político Alianza Democrática M-19
(ADM-19) tuvo un papel especial en la constituyente, fue la
representación del otrora grupo guerrillero bolivariano y
socialdemócrata Movimiento 19 de abril (M-19), la segunda delegación
más grande solo por debajo de la del Partido Liberal.231

Esta carta magna dio también cuerpo jurídico a la estructura política


de participación que no se sustentaba en las armas: las veedurías.
Si bien la constitución de 1991 se presentó como un ejercicio
constituyente de avanzada, la propuesta de la democracia
participativa colombiana estaba anclada en los mismos principios
liberales que las relaciones sociales que pretendía transformar.

Imperante es, y sigue siendo, la batalla frontal contra la corrupción


política y social, pero ni la ley 136 (1994), ni la ley 489 (1998),
ambas alimentadoras de la ley 850 (2003) que es el mayor sustento
jurídico-político de las veedurías ciudadanas, pudieron
visibilizarlas como un ejercicio nacional. Las veedurías ciudadanas
admitidas con frenesí a principios de la última década del siglo

231Salgar Antolínez, Daniel. “Los exguerrilleros que escribieron la constitución”.


El Espectador, 29 de junio de 2016. Disponible en línea en:
https://colombia2020.elespectador.com/politica/los-exguerrilleros-que-
escribieron-la-constitucion Consultado 27 de junio de 2017.

114
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

pasado “hoy son prácticamente inexistentes”.232 El conflicto insta,


y las veedurías ciudadanas brillan por su ausencia en los relatos
de la mayoría de los colombianos.

Tres de las más importantes acciones organizativas que las veedurías


buscan lograr son: las Comisiones municipales de policía y
participación ciudadana, las juntas de vigilancia -especialmente
ante actores no estatales- y los comités de veeduría popular. Empero,
una serie de acontecimientos dinamitaron sus posibilidades; a saber:
la transfiguración ideológica del sujeto político, la solidificación
del neoconservadurismo en la sociedad colombiana, la tergiversación
de la categoría social “participación ciudadana” hecha por el
uribismo desde la llamada Seguridad Democrática y el autoritarismo
subnacional categorizado por Edward L. Gibson233 como control
político-social local en regímenes llamados democráticos cuando el
Estado recula:234

[...] la Constitución de 1991 suponía un sujeto político ya formado,


o en proceso, que asumiera espontáneamente su participación en los
nuevos espacios institucionales. “Sin embargo, la realidad demostró
que ese ciudadano virtuoso, respetuoso de la ley, simplemente no
existía: había que moldearlo.” El autor afirma que ha habido una
ausencia de capital social, “definido como la capacidad para
asociarse, para crear redes de solidaridad, confianza y reciprocidad,
no sólo dentro y entre los miembros de los diferentes grupos sociales,

232 Romero, Mauricio. “Paz, reformas y cambio en la sociedad civil colombiana”,


en: Panfichi, Aldo (coord.). Sociedad civil, esfera pública y democratización en
América Latina: Andes y Cono sur. Pontificia Universidad Católica del Perú-Fondo
de Cultura Económica. México, 2002. P. 352.
233 Existe una disyuntiva entre las teorías pluralistas del Estado para nombrar a

la crisis democratizadora en niveles locales: por un lado están los que, como en
los casos latinoamericanos mexicano o colombiano, parten de la premisa de la
“debilidad estatal”, la cual nutre hipótesis como los “estados fallidos”. Sin
embargo, existe otra herramienta analítica llamada “autoritarismo subnacional”,
que es resultado del conflicto entre las élites autoritarias en el poder y sus
oponentes locales. Este se configura a través de 3 elementos: la parroquialización
del poder, la nacionalización de su influencia y la monopolización de los vínculos
institucionales entre lo nacional y lo subnacional. Véase Gibson, Edward L.
“Autoritarismo subnacional: estrategias territoriales de control político en
regímenes democráticos”. Revista Desafíos, número 14, semestre 1, Bogotá,
Colombia, 2006. pp. 204-237.
234 En Colombia ha sido llevado a cabo por las guerrillas y sobre todo por las

organizaciones paramilitares. Actualmente es desarrollado por las trasfiguraciones


de estos últimos, difundidas en Colombia como Bandas Criminales (BACRIM),
disidencias de insurgencias, cárteles del narcotráfico como el llamado “clan del
Golfo”.

115
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

sino entre los potenciales ciudadanos y las distintas organizaciones


estatales”.235

El resultado es que el control ciudadano sucumbió ante el control


hegemónico del Estado sobre la sociedad en Colombia, especialmente
desde la Seguridad Democrática: la participación ciudadana solo fue
moldeada de una sola manera, la de delator. El poder organizativo
popular se cortó de tajo antes de que floreciera debido a que no
estaba basado en la movilización popular (que representa la
protección y el ejercicio de los derechos colectivos), sino en una
ciudadanía individualista y voluntarista, presa fácil de la
cooptación y el amedrentamiento. La violencia justificaba la
persecución sistemática de otras formas de organización política,
incluso si estuvieran alejadas de las armas, fruto de la
securitización.

El conflicto armado y los actores insurgentes que en él intervienen


tienen responsabilidad del poco desarrollo y promoción, ya no solo
del pensamiento crítico, sino también de figuras como las veedurías.
Ninguna posición político-ideológica en Colombia ha decidido
arroparlas de nuevo, especialmente si consideramos que las veedurías
son un producto citadino pensado para llevarlo a los lugares más
marginales de Colombia, esto favorece a los que son visorados: los
funcionarios públicos, sean de izquierda, del (mal llamado) centro
o de derecha, sumando a la mal información y subinformación, que
están por dilapidar a las veedurías.
2.5 Conclusiones del capítulo

Podemos observar que la noción del enemigo interno reposa en


componentes establecidos por las políticas programáticas de
seguridad estatal en Colombia, pero que estos no siempre obedecían
a los intereses orgánicos del pueblo colombiano, sino históricamente
a los de sus oligarquías. Esto es una continuidad, matizada pero
continuidad al fin:236 persistencia de estrategias contrainsurgentes

235Romero, Mauricio. “Sociedad civil, cooperación y movilización por la paz en


Colombia”. Op. Cit. pp. 378-379, citado en: Rendón Corona, Armando. Op. Cit.
p.43.
236Por ejemplo: en la Política y Defensa de Seguridad Democrática también se
articularon los textos Plan Maestro Visión Colombia 2019 que realizó el
Departamento Nacional de Planeación que comulga con los textos de manufactura
norteamericana Joint Vision 2010, Joint Vision 2020 y la Estrategia para la
seguridad de los EE.UU (NSS), sin embargo, los efectos de esta bisagra continua

116
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

que poco han impulsado los procesos democráticos plenos, incluso los
más liberales. Un agravante de securitización. Decía Luis Antonio
Bigott que hay que aprender a separar al pueblo colombiano de sus
oligarquías y de sus fanáticos gobernantes que mantienen un control
férreo de dominio y control social. Entendemos, entonces, que la
seguridad y la democracia son una relación prácticamente indisoluble
en la historia de Colombia, pues han marchado juntos por más de medio
siglo. La historia de Colombia poco puede entenderse sin el contexto
regional. Esta misma correspondencia es la que ha propiciado que
esta República andina sea una nación vetada, como la nombra Mauricio
Uribe López: vetada de sí misma, vetada de sus recursos naturales,
vetada de una democracia participativa interna.

La llamada Seguridad Democrática es el producto mejor acabado del


perfeccionamiento de la Doctrina de seguridad nacional, aunque el
expresidente Álvaro Uribe lo haya negado. Es también el artejo entre
la lucha por el control de los recursos estratégicos regionales a
través de la defensa hemisférica militarizada, un portaviones
terrestre, como nombra Vega Cantor, y un recipiente del
conservadurismo que parece impenetrable, bastión de derechas frente
a las intenciones integracionistas no neoliberales que se han
impulsado en América Latina. Una política en la cual la seguridad y
la democracia son lo que menos trastoca, para bien, a la gran mayoría
de los colombianos de a pie, pero cuyos valores se presentan
arraigados en gran parte de ellos, una contradicción social. La
Seguridad Democrática es la imposición político-ideológica
militarista que busca que la insatisfacción organizada solo corra
por la vía de la democracia procedimental pero que, al mismo tiempo,
no ofrece alternativas políticas para la búsqueda de la justicia
social.

pudimos observarlos, con sus respectivos matices, en los gobiernos de Juan Manuel
Santos.

117
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Maravilloso país en movimiento

Maravilloso país en movimiento

donde todo avanza o retrocede,

donde el ayer es un impulso o una despedida.

Quien no te conozca

dirá que eres una imposible querella.

Tantas veces escarnecido

y siempre de pie con esa alegría.

Libre serás.

Si los condenados

no arriban a tus playas

hacia ellos irás como otros días.

Comienzo y creo en ti

maravilloso país en movimiento.

Víctor Valera Mora ”el chino”, ”Ola bolivariana”, Colección de


antología de poesía social, colección de poesía crítica entre los
poetas míos…, 2014.

118
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Capítulo tercero

Monroe vs Bolívar: la Unidad Cívico-militar y la guerra clave por


los recursos estratégicos del continente

El documento de Santa Fe I abre con un párrafo que enmarca este


último capítulo:

La política cambia, pero la geografía no. Este Hemisferio es todavía


la mitad del globo, nuestra mitad, la mitad americana. Nuestro futuro
geoestratégico, económico, social y político debe estar asegurado por
un sistema hemisférico de seguridad. Los sueños de Simón Bolívar y
Thomas Jefferson son tan válidos en la actualidad como lo fueron en
1826.237

Desde tiempos de Bolívar, los proyectos políticos en torno a la


integración de la región latinoamericana se han encontrado de frente
con los planes expansionistas estadounidenses. El intento más
reciente lo realizó la República Bolivariana de Venezuela, que desde
su expresidente Hugo Chávez Frías impulsó lo que aquí titulamos como
la perene disputa entre Monroe y Bolívar. Esta querella no solo es
de pensamiento, está atravesada por un cúmulo de particularidades
que no podemos entender sin relacionar a Venezuela con Colombia y a
su vez con los Estados Unidos de América.

Cabe cuestionarnos ¿la estrategia llevada a cabo por la Revolución


bolivariana es securitización de la democracia? si es así, esta
última tiene distintos matices: es una relación histórica entre la
violencia y las transformaciones estructurales del capital, como
menciona Daniel Inclán o como advertía Orlando Araujo al cerrar su
referente texto Venezuela Violenta “Este movimiento no quiere la
guerra por la guerra misma, ni tiene una vocación morbosa de
violencia. Tiene la tranquilidad, la fuerza y el dinamismo de las
determinaciones históricas.”238 La securitización de la democracia
en Venezuela, por lo tanto, en tiempos de Chávez se presta en esta
investigación -bajo el entendimiento de la relación anterior- como
una consecuencia, debido a que rompe con el impulso del
neoconservadurismo desde el Estado pero no puede escapar de
reproducir las dinámicas de extractivistas.

237Bouchey, Francis, et. al. (Eds). Op. Cit.


238Araujo, Orlando. Venezuela violenta. Fundación editorial el perro y la rana,
Caracas, 2010. p. 202.

119
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

El chavismo impulsó una doctrina de seguridad distinta a lo


estipulado por los textos hegemónicos de manufactura estadounidense,
la Doctrina de seguridad bolivariana, la cual no escapa de la
securitización pero su desglose es diferente. La Doctrina de
seguridad bolivariana tiene como columna vertebral la Unidad Cívico-
militar que, como advertimos, no es exclusivamente venezolana y, lo
más importante, es que en tiempos de Chávez procuró siempre que lo
militar no rebasara lo político.

La Unidad Cívico-militar tiene un profundo arraigo latinoamericano,


pero en Venezuela hallamos su origen en los próceres Simón Rodríguez,
Simón Bolívar y Ezequiel Zamora; desde entonces encontramos que la
lucha insurgente activa principalmente en la década de los años 60
y 70, ha compartido cierta empatía con facciones de las fuerzas
armadas regulares venezolanas y con las movilizaciones populares.
Hugo Chávez es producto de esta correspondencia y diferente visión
armada, en contraposición de la clásica formación prusiana
castrense.

Este enfoque distinto proveniente de la perspectiva no solo de un


miembro de las fuerzas armadas, fue fruto también de las condiciones
estructurales, del impulso abrupto de la receta neoliberal o “el
gran viraje” -como lo llamó entonces el gobierno de Carlos Andrés
Pérez- en la década de los años 80 que desembocó en el Caracazo de
1989 y que fue gradual en la década posterior pero nunca perdió su
esencia. De igual manera, fue producto del agotamiento del modelo
bipartidista surgido del acuerdo de Punto Fijo.

La Unión Cívico-militar venezolana moderna tiene sus antecedentes en


los círculos bolivarianos, en las enseñanzas del golpe fallido del
año 2002 y en el apuntalamiento de la democracia participativa
acompañando las misiones sociales que pudieron lograrse gracias a la
bonanza petrolera.

Si al estudiar Colombia uno de los mayores retos fue escoger la data


y bibliografía más seria que diera cuenta de nuestra investigación
en un mar de alta producción teórica, en Venezuela resulta aún más
sensible el tema. Estudiar la securitización de la democracia en
Colombia adquiere su natural carácter de riesgo, estudiar el mismo
fenómeno en la República Bolivariana de Venezuela no resta ninguna
inseguridad. Asimismo, guardar sana distancia de Hugo Chávez en un
país con tradición de caudillos y, sabiendo la importancia que guarda
su figura política e ideológicamente en el continente, no nos fue

120
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

sencillo, como dicen Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez: “Hugo Chávez
Frías, ese ser humano[…] ante quien, definitivamente, no se puede
ser imparcial.”239

3.1 Del perezjimenismo a la Doctrina Betancourt: anticomunismo para


evitar la reforma agraria

Malambo, Palanquero, Apiay, Tumaco, Bahía Málaga, Tolemaida y Fuerte


Larandia, siete nombres que podrían pasar perfectamente por localidades
de nuestra geografía venezolana, nombres que podrían identificar con
mayor ahínco los lazos históricos de nuestra región (porque no dejan de
ser parte de nuestra geografía espiritual), ahora pasan a ser nombres
planificados para la entrega del territorio, la soberanía y la dignidad.
Y no solo es atentar contra la dignidad del hermano pueblo colombiano,
sino de Nuestra América toda. ¿Tiene justificación alguna de cara al
concierto de naciones latinoamericanas? ¿Existen posibilidades de hacer
creíble tal usurpación territorial para la 'lucha contra el
narcotráfico'? ¿No es acaso la renovación de la misma presunta doctrina,
hija de la Internacional de las Espadas, de la Seguridad Nacional,
llámese ahora como se llame? Primero fue contra el comunismo, ahora se
trocan en el terrorismo y el narcotráfico que el mismo imperio fomenta,
¿o no es acaso el principal consumidor? Que no le quepa ninguna duda a
todos los pueblos hermanos que la geoestrategia yanqui sigue en pie,
incentivando, además, el reacomodo de las oligarquías locales, o mejor
dicho, burguesías consulares como planteaba el sociólogo brasileño Helio
Jaguaribe.

Hugo Rafael Chávez Frías, ¡Colombia, Colombia! Discurso por el inicio de


los Cuadros Políticos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), 6
de agosto de 2009.

1947 y 1948 fueron años cruciales para los Estados Unidos de


Venezuela (denominación oficial desde 1864 hasta 1953), el primero
no solo es considerado el año en que por primera vez, en el siglo
XX, se llevaron a cabo elecciones presidenciales bajo los principios
cabales de la democracia liberal procedimental240, resultando

239 Elizalde, Rosa Miriam y Báez, Luis. Chávez Nuestro. Casa Editorial Abril. La
Habana, 2005. p. 8.
240 La primera elección presidencial bajo los principios electorales de la
democracia liberal (voto universal, directo y secreto) en Venezuela fue en 1860,
pero luego del triunfo de los federalistas en la Guerra Federal, y promulgando la
constitución de 1864, el presidente ya no era elegido de manera directa, esto
cambió hasta la elección de Rómulo Gallegos. Empero, en el siglo XX, las
limitaciones de la elección presidencial libre tuvieron matices distintas: estaba
destinada para los mayores de 21 años que supieran leer y escribir, esto fue uno

121
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

presidente electo Rómulo Ángel del Monte Carmelo Gallegos Freire;


por el Partido Acción Democrática (AD). El gobierno de Rómulo
Gallegos, sin embargo, no tuvo tanto beneplácito como sus novelas:
en 1948 un golpe de Estado terminó con apenas 9 meses de su gobierno,
viéndose obligado al exilio.

Este golpe de Estado no solo terminó con lo que se conoce como el


“trienio adeco” (1945-1948), considerado por varios autores como el
inicio de la democracia en Venezuela:241

En cierta forma, el trienio adeco ejecutó el programa de la


federación, en lo que respecta a la instauración de la democracia
liberal burguesa. Ese es el mérito histórico de AD. Los adecos
resolvieron en 1945 el problema del poder, que la izquierda no había
podido abordar desde el año 36. Los comunistas actuaron sin vocación
de poder, como, nuevamente, lo repetirían en 1958. La alianza de AD
con los sectores oficiales jóvenes de las Fuerzas Armadas resolvió
el estancamiento político que vivía la lucha popular, su audacia les
permitió derrocar a Medina y dar inicio a la instauración de la
democracia liberal, claro anhelo del pueblo desde 1810.242

Además, el golpe de Estado dio paso a una junta militar teniendo


como cúpula a Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis
Llovera Páez, los dos primeros aliados de AD en el golpe de Estado
de 1945.

La junta militar tuvo un momento álgido al ser secuestrado y


asesinado Delgado Chalbaud el 13 de noviembre de 1950. La crisis
política del único magnicidio registrado en la historia venezolana
hizo que la junta militar se transfigurara en una junta de gobierno,
con Germán Suárez Flamerich al frente. Esta trasformación de la junta
de gobierno con un mando civil resultó ser una simulación, pues los
militares seguían teniendo el control del gobierno central: Pérez
Jiménez se hizo presidente de facto impulsado por la junta de

de los motivos del golpe de Estado de 1945, orquestado por Marco Pérez Jiménez,
Carlos Delgado Chalbaud, y Rómulo Betancourt (quien sería presidente provisional
en lugar del derrocado Isaías Medina Angarita), en el que también participó Rómulo
Gallegos. Véase: García Bazó, Catherine. “El golpe que los adecos llamaron
´Revolución”. Aporrea, publicado 18 de octubre de 2010, disponible en línea en:
https://www.aporrea.org/actualidad/a110419.html Consultado 3 de marzo de 2017.
241 Véase: Arráiz Lucca, Rafael. El "trienio adeco" (1945-1948) y las conquistas
de la ciudadanía. Alfa, Caracas, 2011.
242
López Sánchez, Roberto. “El despertar de la lucha popular en la Venezuela
petrolera”, en: El protagonismo popular en la historia de Venezuela. Raíces
históricas del proceso de cambio. Trinchera, Caracas, 2015. p. 68.

122
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

gobierno en 1952 luego de desconocer los resultado electorales del


mismo año, obligando a exiliarse a los dirigentes de los partidos
políticos Acción Democrática (AD), el Comité Organizador Pro
Elecciones Independientes (COPEI) y Unión Republicana Democrática
(URD)y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) -estos últimos
actuaban en la clandestinidad- un año más tarde se convertía en
presidente constitucional.

Venezuela caminó de la mano del proceso modernizador impulsado por


las fuerzas castrenses, un caso que no era único en el continente
en la década de los años 50 del siglo XX.

Con relación a los gobiernos militares de Gustavo Rojas Pinilla en


Colombia y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, los mismos ascendieron
al poder con un amplio apoyo de los sectores poderosos de la sociedad
y formaron parte de una tendencia más amplia de orden continental
durante la década de 1950, que coincide con la vuelta al poder del
partido republicano en los Estados Unidos y a la militarización de
su política exterior. La necesidad de obstaculizar la emergencia al
poder de los sectores populares que ponían en peligro, no sólo al
capital privado interno sino también a las inversiones
internacionales en momentos de paranoia internacional propia de la
Guerra Fría, se convirtió en un imperativo, no sólo en Colombia y en
Venezuela sino en muchos países del hemisferio, tanto en la región
del Caribe y Centroamérica; Haití, Cuba, República Dominicana,
Nicaragua, Guatemala, Honduras, Panamá, como en los Andes; en el Perú
de Odría y en el Cono Sur con su variable peronista.243

A la par del golpe de Estado que derrocó a Jacobo Arbenz en Guatemala


en 1954, la junta militar venezolana, paradójicamente autonombrada
junta militar revolucionaria, surgida del golpe de Estado de 1945
-antecedente inmediato del perezjimenismo- se dio cuando apenas
comenzaban a repartirse los hemisferios frente a las influencias de
las dos potencias triunfantes de la segunda guerra mundial: la
extinta URSS y los Estados Unidos de América, entonces, el
perezjimenismo en plena génesis de la Guerra Fría, se consolidaba
como una doctrina securitaria basada en el nacionalismo, el

243Manrique Murgueitio, Carlos Alberto. “Los gobiernos militares de Marcos Pérez


Jiménez y Gustavo Rojas Pinilla: nacionalismo, anticomunismo y sus relaciones con
los Estados Unidos (1953 – 1957)”. Revista Historia y Espacio, número 25, Cali,
2005. Disponible en línea en:
http://www.dintev.univalle.edu.co/revistasunivalle/index.../2666 Consultado 6 de
enero 2018.

123
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

desarrollismo y el alineamiento anticomunista de influencia


extranjera. El militar venezolano compartía con Gustavo Rojas
Pinilla en Colombia, el modelo que Arturo Sepúlveda conceptualizó
como militarismo desarrollista.244 El gobierno de Pérez Jiménez tuvo
una visión desarrollista particular que desplegó por dos vías: no
procuró la industrialización que soportara un crecimiento nacional
sostenido, pero incentivó el capitalismo de Estado con base en un
escueto proyecto de sustitución de importaciones, sostenido por la
extracción y exportación de materias primas.

En el contexto de la doctrina Truman la cual sentó las bases para


la posterior Doctrina de seguridad nacional245, las políticas
programáticas del perezjimenismo estaban cargadas ideológicamente de
anticomunismo arropando todas las estrategias de contención, acusaba
a gobiernos de Acción Democrática que lo antecedieron, tanto el de
Rómulo Betancourt (1945–1948)como el de Rómulo Gallegos (1948) de
populistas o socialistas, persiguió a los núcleos del PCV y no
únicamente abolió los partidos de oposición, sino que articuló una
persecución sistematizada e indiscriminada –característica del
anticomunismo- hacia lo que Pedro Pablo Linárez llamó el auge del
movimiento popular246, para ello echó mano de la institución moldeada
en la década de los gobiernos militares, la Dirección de Seguridad
Nacional (DSN).247

Este militarismo desarrollista a nivel regional tendió redes de


apoyo, vio nacer entonces, en primer lugar a la logia de las espadas,
la que después sería bautizada por Rómulo Betancourt en su exilio
como la “internacional de las espadas”. Esta fue la militarización
de la política, el control de una de las fuerzas armadas regulares,
el ejército, sobre el poder político de gran parte de los Estados
caribeños en los años 50 del siglo XX.

244 Sepúlveda, Arturo. "El militarismo desarrollista en América Latina", Revista


Foro Internacional, Vol. XIII, Nº1, julio-septiembre, México, 1972. p.45
245 Kenna, George. “The Sources of Soviet Conduct”. Foreign Affairs, 1947. pp.566-

582.
246 Linárez, Pedro Pablo. “Resistencia de todos los tiempos”, en: La lucha Armada

en Venezuela. Universidad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 2006. pp. 12-23.


247 La ruta como moldearon este organismo fue la siguiente: en 1938 surge el Cuerpo

de Investigación Nacional, en 1948 a raíz del golpe de Estado se convierte en la


Dirección de Seguridad Nacional, no sin antes haber sido utilizada como policía
secreta en el golpe de Estado de 1945.

124
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Si a Cuba se le conoce coloquial e históricamente como “la llave de


las Américas” por su posición geográfica en el Caribe, Venezuela
cuenta con una posición similar, si bien no es Colombia (único país
sudamericano con salida a los océanos Pacífico y Atlántico) sus
vastos recursos naturales y su costa caribeña casi frente a los
Estados Unidos, hacen que las estrategias contrainsurgentes y de
control territorial estén siempre acechando y, por ende, la
violencia. Daniel Inclán menciona que si desvinculamos la violencia
de la trayectoria de las transformaciones estructurales del
capitalismo pareciera que son dos fenómenos de distinta naturaleza,
que caminan por diferentes sendas.248 Así como lo hicimos para el
caso colombiano, entendemos los periodos de violencia en Venezuela
-desde el anticomunismo- más que como un proyecto ideológico, como
políticas programáticas antisubversivas que estaban acompañadas por
la lucha y el control de la tierra.

En ese sentido, la “internacional de las espadas” tuvo mayor impacto


en lo que se conoce como el gran Caribe249: Nicaragua, República
Dominicana y Venezuela con Somoza, Trujillo y Pérez Jiménez militares
al mando de los gobiernos, respectivamente. Las dictaduras de primera
generación. Esta red de cooperación militar no era exclusivamente de
corte ideológico anticomunista a partir de la seguridad continental,
como generalmente se ha difundido, pues el papel central de las
estrategias contrainsurgentes y de control territorial tenían un
peso de mayor importancia. En Venezuela, por ejemplo, el latifundio
ha sido el corazón de la histórica disputa por el territorio, y en
el gobierno de Pérez Jiménez no fue la excepción, “el latifundio
tendría que evolucionar hacia la explotación agrícola capitalista y
la artesanía tendría que avanzar hacia una dimensión
manufacturera” , pero nunca con una reforma agraria integral. El
250

perezjimenismo continuó el modelo de colonización de tierras –que


también existía en Colombia- surgido en el llamado “gomecismo”251 con

248 Inclán, Daniel. “La violencia como fin”. Mexelects. Publicado 1 de marzo de
2018. Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=obJ3wtHKhzM
Consultado 24 de diciembre de 2018.
249
Véase: Reyes, Nahem. “Una apreciación histórica sobre la Internacional de las
Espadas como expresión de cooperación regional en el Gran Caribe”. Tierra Firme,
N° 101, Año 26, Vol. XXVI, Caracas, Venezuela, 2008. pp. 243-260.
250 Araujo, Orlando. Op. Cit. p. 53.
251 El gomecismo fueron 27 de años de gobierno dictatorial de Juan Vicente Gómez

(1908-1935) en Venezuela, con un característico estilo hacendario.

125
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

el objetivo de forjar campesinos acomodados que sirvieran de


contención ante levantamientos sociales.252

La cercanía venezolana y estadounidense se concretó en la X


conferencia interamericana de la OEA, realizada en Caracas en 1954;
gestando como producto ideológico la “declaración de Caracas” contra
el comunismo, así se fraguó el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz
presidente de Guatemala en ese mismo año, y daba paso al Sistema
Interamericano, pero a diferencia del caso colombiano; Venezuela
gozaba de cierta autonomía frente al influjo estadounidense, Vivas
Gallardo nombrándola “los prolegómenos de la nueva política de
clientelización con los Estados Unidos”, lo desglosó de la siguiente
manera:253

Subordinación consentida

Autonomía heterodoxa

Estrategia del trueque (político-diplomático)

Prolegómenos de la nueva política de clientelización con los Estados


Unidos, de Vivas Gallardo. Elaboración propia.

La proximidad antes descrita se vio mermada un año después en la


fallida invasión venezolana-nicaragüense de 1955 a Costa Rica, la
influencia venezolana en el Caribe se veía amenazada y los gobiernos
de Pérez Jiménez y Dwight D. Eisenhower respectivamente, presentaron

252
Rodríguez Rojas, José E. “La cuestión agraria marxista y la política agraria
venezolana, 1950-2008.” Cuadernos del CENDES, Universidad Central de Venezuela,
vol.30, n.84, Caracas, 2013. pp. 29-55.
253 Vivas Gallardo, Feddy. Venezuela: política exterior y proyecto nacional, el

pretorianismo perezjimenista (1952-1958): la política exterior y las relaciones


internacionales de Venezuela durante la guerra fría en el gobierno del General
Marcos Pérez Jiménez. Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1999. Pp. 92-96.

126
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

algunos roces diplomáticos.254 Roces que venían desarrollándose desde


1951 cuando la Ley de Seguridad mutua –impulsada por los Estados
Unidos hacia la gran mayoría de los Estados latinoamericanos- se
tambaleaba ante la negativa venezolana del dominio militar
estadounidense.

El no estar totalmente a merced de los intereses estadounidenses,


permitió la avanzada programática –emulando el New Deal- del Nuevo
Ideal Nacional (NIN) proyecto modernista y nacionalista del
perezjimenismo. Mientras el anticomunismo, desde el modelo del
enemigo interno, apuntalaba el carácter ideológico del NIN, la
inserción abrupta a las relaciones económicas capital-trabajo
pretendían mejorar las condiciones materiales de la sociedad
venezolana. En términos políticos, la representación de la
democracia moderna basada en los partidos políticos poco se
vislumbraba en el gobierno de Pérez Jiménez, pues las fuerzas
armadas, se creía, eran la única institución capaz de articular el
orden social y el progreso económico a través del llamado Estado
productor, pero que más bien figuró en desarrollo de infraestructura
urbana que hasta la fecha prevalece. De ahí que el perezjimenismo
sea considerado la punta de lanza de la forma petroriana255 de los
gobiernos miembros de la “internacional de las espadas”, así como
el modelo que también dio forma a las dictaduras desarrollistas.256

Otro lugar común que Gustavo Rojas Pinilla en Colombia y Pérez


Jiménez en Venezuela compartieron, fue la relación cívico-militar,
en ambos casos el argumento era muy similar; aludían a los gobiernos
de transición, los cuales representaban un eufemismo, y se
responsabilizaba a la poca capacidad de los partidos políticos
antecesores de los gobiernos militares. En realidad se atacaban las

254 Véase: Salcedo Ávila, Gustavo Enrique. “Conflictos en el Caribe: Eisenhower y


Pérez Jiménez, historia de cooperación y enfrentamiento.” Politeia, No. 48, Vol.
35, Enero-Junio, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2012. pp. 33-62.
Aunque sus conclusiones apuntan contrariamente al grueso de difusión sobre los
intereses estadounidenses en sus intervenciones en el siglo XX, considera que la
posición del gobierno norteamericano en la fallida invasión venezolana-
nicaragüense a Costa Rica e, incluso, el apoyo al gobierno de Rómulo Betancourt
fueron a favor de la democracia.
255 El pretorianismo es el carácter preponderante militarista de los gobiernos.

Véase: Koeneke, Herbert. “Pretorianismo, Legitimidad y Opinión Pública”. Nueva


Sociedad, No. 81, enero-febrero, Caracas, 1986, pp. 69-76.
256 López Portillo, Felicitas T. El perezjimenismo: génesis de las dictaduras
desarrollistas. UNAM, México, 1986.

127
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

prebendas políticas y sociales que los gobiernos anteriores a las


juntas militares otorgaron a sus respectivas poblaciones. En
Venezuela el ascenso del militarismo fue incluso más violento, pues
la base y apoyo popular estaba profundamente asociado al papel que
AD tuvo en el golpe de Estado de 1945, desvincular esto era objetivo
primordial.257 Autores como Carlos Murgueitio, colocan al
perezjimenismo como la locución securitaria y protagonista de los
militares en la política venezolana:

De esta manera, el carácter mesiánico de los militares, en especial


de los cuadros de alta jerarquía establecen como objetivo la captura
del elemento decisorio, el poder ejecutivo, con el fin de cumplir
con el legado histórico encomendado a los hombres de armas desde los
albores de las guerras de independencia y los conflictos civiles
entre caudillos durante el siglo XIX. Este tipo de regímenes basan
sus fundamentos teóricos en un nacionalismo de fachada fundamentado
por tesis geopolíticas y de destino manifiesto, que buscan otorgarle
a las Fuerzas Armadas un papel protagónico en la vida política
nacional e internacional de cada país, dándole el reconocimiento de
actor válido para la toma de decisiones en nombre del pueblo. Al
mismo tiempo le apuestan a la construcción de un complejo industrial
nacional propio y al desarrollo de infraestructura y vías de
comunicación, que como fin último, tienen la incorporación de
regiones alejadas de los centros productivos y la generación de un
mercado nacional incipiente. Por otro lado, la seguridad sería una
prioridad, mostrando una tendencia constante al incremento desmedido
del gasto militar; incrementando los efectivos, desarrollando o
comprando nuevas armas y generando códigos geopolíticos nacionalistas
inspirados en las glorias del pasado con el fin de materializarlas
de manera providencial en el presente.258

El perezjimenismo, consideramos, aunque fue una expresión de asalto


político-gubernamental militarizado por parte de las oligarquías
locales y los intereses extranjeros, tuvo su columna vertebral en
el nacionalismo, esto permitió que la posición soberana frente a las
pretensiones estadounidenses en la región se viera fortalecida,
además el buen momento de la producción y exportación petrolera259

257 López Sánchez, Roberto. “El despertar de la lucha popular en la Venezuela


petrolera” Op. Cit. pp. 65-69.
258 Murgueitio Manrique, Carlos Alberto. Op. Cit. p. 4.
259
La presente investigación rastreó, al menos, cuatro periodos conocidos como boom
petroleros en Venezuela durante el siglo pasado: el primero entre 1927 y 1939,
Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras eran los presidentes venezolanos,
respectivamente. El segundo boom petrolero lo ubicamos en los gobiernos de Rómulo

128
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

le daba mayor impulso de cara a la presencia de las llamadas “siete


hermanas petroleras.”21 El enfrentamiento diplomático por el proyecto
de política económica tratando de marcar cierta distancia con los
Estados Unidos, se dio en la reunión de presidentes en el marco de
la cumbre de la OEA, en 1956 en Panamá.

Pérez Jiménez aprovechando este arrastre político decidió impulsar


un plebiscito en 1957, con el cual buscaba ostentar otros cinco años
el poder y no llamar a elecciones generales como dictaba la
constitución venezolana de 1953, sin embargo, esto precipitó la
movilización cívico-militar desde el 21 de enero de 1958 con la
huelga general, que desembocó en el golpe de Estado del 23 de enero
del mismo año (fecha significativa en Venezuela), con gran
participación popular como dice Pedro López: “El 23 de enero de 1958,
nuevamente, el movimiento popular recobra la iniciativa política,
expresada, al igual que en 1936 y 1945 en las acciones promovidas
por los principales partidos políticos: Acción Democrática, el
Partido Comunista, URD y COPEI”.260 El derrocamiento y exilio de Pérez
Jiménez dio pauta también a otra junta de gobierno, un Frente
Nacional y el posterior acuerdo conocido como Pacto de Punto Fijo261
(ruta muy similar a lo ocurrido en Colombia luego del gobierno de
Rojas Pinilla: una junta militar y el posterior Frente Nacional).

El gobierno de transición desarrollado en la junta de gobierno no


tuvo, en otro contrasentido de la historia venezolana, a los líderes
medios y dirigentes de los partidos exiliados que conformaban la
Junta Patriótica, debido a que tanto los líderes civiles –
provenientes de los partidos políticos- como los sectores de las
fuerzas armadas que se unieron, se vieron desbordados por el

Gallegos y Marcos Pérez Jiménez, una década exactamente duró: 1948-1958. El tercero
de los boom petroleros –y el más referido históricamente- es el que se dio entre
1973 a 1984 Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campíns fueron los
presidentes en Venezuela, respectivamente. El cuarto boom petrolero se dio entre
2004 a 2014 ya con la Revolución bolivariana puesta en marcha. Salas-Bourgoin
expone que el rentismo petrolero venezolano, además de sostener una relación
unidireccional con el Estado, dio paso a la modernización sin la concreción de
una sociedad venezolana moderna. Véase: Salas-Bourgoin, María Andreina. “Sociedad,
Estado y renta petrolera en Venezuela: una relación unidireccional” Revista
Geográfica Venezolana, Universidad de los Andes, vol. 57, núm. 2, Venezuela, 2016.
pp. 2-24.
260
López Sánchez, Roberto. Op. Cit. p. 71.
261 Nombrado así por ser firmado el 31 de octubre de 1958 en la residencia bautizada

como Puntofijo ubicada en la ciudad de Caracas y cuyo propietario era Rafael


Caldera, dirigente fundador de COPEI.

129
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

movimiento popular –bautizado tiempo después como el “espíritu del


23 de enero”- que ni ellos mismos esperaban. Una insurrección fue
lo que ocurrió aquellos días de finales de enero de 1958 en varias
ciudades venezolanas: “las dos amenazas más serias para cualquier
régimen político y, en particular, para el gobierno ilegítimo de
Pérez Jiménez, tomaban forma en 1958: la oposición militar y el
rechazo popular abierto.”262 Empresarios y el alto mando militar
dirigieron esta junta de gobierno de transición.

El Acuerdo de Punto Fijo tiene su antecedente en 1957 con el “acuerdo


de Nueva York” de carácter crítico, fue producto de las negociaciones
entre las renacientes fuerzas políticas de aquel entonces: AD, COPEI
y URD. El “acuerdo de Nueva York” se reconfiguró un año después ya
con un carácter moderado en el Pacto de Punto Fijo, y el gran excluido
fue el Partido Comunista de Venezuela (PCV) a pesar de haber sido
el mayor impulsor y organizador de la Junta Patriótica que se
concretó en 1957: “bloque único” bajo la consigna de unidad popular,
aglutinó a las organizaciones populares, sindicales, estudiantiles,
a la base eclesiástica y algunos sectores militares que no compartían
sus posturas con Pérez Jiménez, y que tenía como punta de lanza los
cuatro partidos políticos; AD, URD, COPEI y el ya citado PCV. La
Junta Patriótica se orquestó desde la radicalización de los mandos
medios de estos partidos en Venezuela y la agitación política
contraria al régimen perezjimenista que llevaban a cabo los líderes
de los mismos partidos desde el destierro, es decir: “la revolución
de los manifiestos” se organizó entre la clandestinidad y el exilio
buscando el retorno a la vida democrática, la conquista de derechos
político-sociales y el respeto a los mismos.263 Esta exclusión no fue
nada extraña, pues aunque incipiente, el llamado retorno a la
democracia en Venezuela no estaba separado del anticomunismo.264

262 De Punto Fijo a la Revolución Bolivariana 1958-2003. Centro Nacional de


Historia, Colección Memorias de Venezuela, Caracas, 2012. p. 29. Pérez Jiménez
inició su gobierno de 1958 con un intento de levantamiento por parte de las fuerzas
armadas realizado por el coronel Hugo Trejo y por un memorando de Rómulo Fernández,
entonces jefe del Estado Mayor General expresando el ejercicio personalista del
poder. Pérez Jiménez intentó revertir esta situación asumiendo el Ministerio de
Defensa.
263 “Fin del Perezjimenismo”, en: De Punto Fijo a la Revolución Bolivariana 1958-

2003. Op. Cit. pp. 17-34.


264 Linárez, Pedro Pablo. “Situación pre-insurreccional (1959-1961)” Op. Cit. pp.

23-37.

130
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Empero, lo que se modificó fue la política exterior, ya con Rómulo


Betancourt en la presidencia, el 13 de febrero de 1959 el nuevo
presidente civil venezolano dictaba las directrices que cimentarían
el proceder regional e internacional del nuevo gobierno ante el temor
de un nuevo embate y, al mismo tiempo, un retroceso de corte militar.

En apariencia, la Doctrina Betancourt era un logro de la democracia


en la región, romper relaciones con regímenes considerados
dictatoriales no sonaba para nada descabellado. Sin embargo, esta
doctrina se enfrentaba por un lado a la utilización a conveniencia
del concepto de democracia por parte del gobierno de los Estados
Unidos, empapados en la lucha anticomunista en plena Guerra Fría y,
sobre todo, al principio de no injerencia y/o intervención que, por
su parte, apelaban los gobiernos autoritarios surgidos
principalmente por las armas. A la llegada de las dictaduras de
segunda generación, la Doctrina Betancourt cedía terreno, pues
aplicarla a cabalidad hacía que Venezuela perdiera aliados en la
región. Con locuciones mínimas de las herramientas democráticas
procedimentales bastaba.

Con la muerte de Kennedy cualquier simpatía en Washington hacia la


Doctrina Betancourt fue borrada de un plumazo por la administración
Johnson. El 7 de junio de 1964 el nuevo Secretario Asistente para
Asuntos Interamericanos, Thomas Mann, anunciaría que los Estados
Unidos no debían meterse “en una camisa de fuerza doctrinaria de
aplicación automática de sanciones a todo régimen inconstitucional
en el hemisferio con la obvia intención de dictar a otros países
[sus] acontecimientos políticos internos”.

El uso de la Doctrina Betancourt quedó entonces limitado a Venezuela,


en un vecindario cada vez más pululado por dictaduras militares (al
punto que sus detractores internos argumentaban que la Doctrina
aislaba más a Venezuela que a los propios gobiernos de facto).265

Asimismo, Betancourt se convirtió en aquellos años en el “Presidente


de la Reforma Agraria”, explicamos por qué: promovió la Ley de
Reforma Agraria en 1960 que, hipotéticamente, atacaría directamente
las relaciones de propiedad-apropiación y daría un duro golpe al
modelo latifundista y colonizador de tierras. Con la presión e
influencia del PCV sobre los campesinos, la reforma agraria fue un

265Salcedo Ávila, Gustavo. “Lém de la doutrina Betancourt: ajuda secreta como


instrumento da política externa do Venezuela durante a Guerra Fria (1959-64)”
OPSIS, Catalão-GO, v. 14, n. Especial, Brasil, 2014. p. 84.

131
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

programa de clientelismo que engrosó las filas del autodenominado


“Partido del Pueblo”; Acción Democrática, además como señala
Coronil:

Con la expansión de la producción petrolera, el centro de gravedad


de la economía se desplazó de la tierra cultivada hacia el subsuelo,
que estaba dado naturalmente; y de los productores agrícolas privados
hacia el Estado como propietario de tierras. A la renta del suelo
agrícola, que se distribuía mediante la competencia económica entre
los productores regionales de café y cacao, la sustituyó ahora la
renta del suelo minero, monopolizada y distribuida a discreción por
el Estado central266

Así, luego de zanjar el último ciclo dictatorial militarista en la


historia de Venezuela, pasarían cuatro décadas en que el nuevo
sistema político venezolano sería soportado por el bipartidismo de
Punto Fijo.

3.1.1 Mirar al norte o ”tomar el cielo por asalto”: la histórica


relación de los militares con la insurgencia venezolana y el
movimiento popular; en el Pacto de Punto Fijo

Cuando el 23 de enero de 1958 cae, con sacrificio de vidas humildes, una


dictadura militar, las viejas esperanzas se renuevan y como en los
tiempos del catire Páez, y como en los tiempos del malogrado Zamora, y
como en los tiempos de los líderes estudiantiles Villalba y Betancourt,
las masas campesinas se movilizan y la violencia popular de nuevo asedia
la paz de los oligarcas. Esas masas vuelven a confiar en sus conductores
del año 36, refrenan la espontaneidad de sus ímpetus y aceptan el camino
de las urnas electorales para conquistar pacíficamente su irrenunciable
objetivo histórico.

Orlando Araujo, “A cien años de Ezequiel Zamora”, Venezuela violenta,


1968.

Mencionamos ya la locución histórica del papel de los militares en


la política venezolana, esta viene desde tiempos independentistas de
la Gran Colombia. Conocido como “el pensamiento militar venezolano
originario”, encuentra sus pilares en tres próceres: Simón Narciso

266 Coronil, Fernando. El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en


Venezuela. ALFA, Caracas, 2013. p. 98.

132
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

de Jesús Carreño Rodríguez, Simón José Antonio de la Santísima


Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco y Ezequiel Zamora.267

Así, se entiende -desde el discurso oficial en tiempos de la


Revolución bolivariana- que el “árbol de las tres raíces” nutre al
pensamiento militar venezolano de solidaridad, antiimperialismo,
republicanismo, nacionalismo, integracionismo, pacifismo y tendiente
a ser libertario.268 Después se agrega a Sebastián Francisco de
Miranda y Rodríguez Espinosa, y Antonio José Francisco de Sucre y
Alcalá.

Es precisamente en Ezequiel Zamora que la Unidad Cívico-militar se


gesta en los imaginarios venezolanos. Zamora era un estratega militar
poco común, pues también fue un líder popular, cualidades que le
brindaron un papel central en la Guerra Federal del siglo XIX. Zamora
le dio voz y causa a “todos los sectores que frente al poder no
tenían ninguna posibilidad”269, basado principalmente en una
propuesta de reforma agraria y una defensa popular armada (de negros
y campesinos principalmente).270

Los principios arriba descritos del pensamiento militar venezolano


no estuvieron cohesionados del todo desde la independencia de la
Gran Colombia hasta la actual República Bolivariana de Venezuela.
Cabe señalar que el ejército venezolano no ha tenido un desarrollo
similar a la consolidación del resto de fuerzas armadas en América
Latina: en Venezuela ha existido una relación de simpatía entre los
sectores populares movilizados y algunos sectores de las fuerzas
armadas. Es decir, la Unidad Cívico-militar ha estado presente -de
una u otra manera- en la historia de Venezuela: el protagonismo
popular y el de los elementos castrenses con mayor conciencia
política parecen inherentes y se vincularon de manera más visible
en este periodo. Es en el contexto de la Guerra Fría y el Pacto de
Punto Fijo en que esta relación se hace más evidente.

Buscando conciliar a las clases sociales, el dividendo de los


petrodólares fue la base principal de la “paz social” que buscaba

267
Prieto, Alberto. “Del Caracazo al Gobierno de Chávez en Venezuela”. Op. Cit. p.
288.
268 Chávez Frías, Hugo. El libro azul. Ministerio del Poder Popular para la

Comunicación y la Información, Caracas, 2013.


269 Ezequiel Zamora. Líder Popular y Estratega militar. Op. Cit. pp 47-50.
270 “Ezequiel Zamora lideró un proyecto alternativo ante dos bloques hegemónicos”,

en: Ezequiel Zamora. Líder Popular y Estratega militar. Op. Cit. pp. 57-58.

133
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

el acuerdo de Punto Fijo, el cual se constituyó desde las tesis


liberales del Estado en el que AD y la democracia cristiana
aglutinada en COPEI inquirieron dislocar todo protagonismo popular,
surgiendo así el Pacto obrero-patronal firmado en 1958 con el que
buscaban controlar el sindicalismo venezolano. Además desarmaron a
las milicias populares provistas espontáneamente el 23 de enero de
1958.

Los partidos políticos se fortalecieron al fragor de la enajenación


de la aportación popular y sustituyeron en este periodo a las fuerzas
armadas como la institución capaz de hacer frente a la situación
político-social y económica que Venezuela vivía en aquel periodo. En
un primer momento, pese a ser excluidos del poder en el Pacto de
Punto Fijo, el PCV se alineó a los esfuerzos que el bipartidismo
ejercía bajo las tesis etapitas del marxismo dogmático. Blanco Muñoz
lo menciona de la siguiente manera:

El movimiento popular venezolano se equivocó totalmente al valorar


la situación originada por la caída de Pérez Jiménez, y fue víctima
de una especie de mistificación grotesca que se llamaba la teoría de
las etapas… El partido que había inventado la táctica y había tenido
el mérito de derrocar a la dictadura con su política, el PC, fue al
mismo tiempo el más culpable de haber supuesto que hubiera necesidad
de ulteriores transformaciones.271

La búsqueda de la institucionalización de los movimientos populares,


profusa por el desprecio hacia las masas y el principio
delegacionista hacia los partidos políticos, fue de la mano con el
fortalecimiento de la mirada hacia el norte, robusteciendo las
relaciones político-diplomáticas con los Estados Unidos, “como se
sabe Betancourt estaba claramente identificado con la política
Yankee desde su exilio en Puerto Rico donde se deslastró de su pasado
pseudocomunista.”272

Las políticas contrainsurgentes se vigorizaron con el presidente


Rómulo Betancourt, estas buscaban la provocación y la confrontación
directa con los movimientos populares para justificar la represión
y así cohesionar de mejor manera a las fuerzas armadas que no habían
quedado muy bien paradas luego de la caída de Pérez Jiménez. Esto

271
Blanco Muñoz, Agustín. La lucha armada: Hablan tres comandantes. Entrevista a
Moíses Moleiro y Lino Martínez. Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1982.
p. 195.
272 Linárez, Pedro Pablo. Op. Cit. p. 20.

134
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

propició que varios exmilitares se volvieran guerrilleros, al mismo


tiempo el triunfo de la revolución cubana en 1959 y su táctica de
vanguardia armada influyó de manera directa para el surgimiento de
las guerrillas venezolanas. La insurgencia armada venezolana se
inscribe en lo que Marshal McLuhan llamó simultaneidad
multidimensional en la década de los años 60 en el mundo entero.

Según Linárez este surgimiento tuvo dos momentos: en primer lugar


la ”situación pre- insurreccional” de 1959 a 1961 en la que el
movimiento estudiantil tuvo un papel central, con personajes como
Livia Gouverneur -encumbrada por el poeta Humberto Cuenca como la
“La Virgen Roja de los estudiantes”- bajo el influjo del comité
militar del PCV y sus llamados “Aparatos Especiales” corazón de la
Unidad Cívico-militar venezolana, así como una fracción de URD
(partido que en 1962 abandonaba el acuerdo de Punto Fijo por su
doctrina de política exterior que buscaba sancionar a Cuba). La
conformación del Directorio Venezolano Revolucionario (DIREVE), la
primera escuela guerrillera y los aguiluchos fueron parte de este
primer momento que repercutió especialmente en la capital, “la
Caracas roja”.273

El primero de los viajes al extranjero de Fidel Castro Ruz –luego


del triunfo de la revolución cubana- fue a Caracas invitado por la
comisión universitaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV),
para celebrar el primer aniversario del derrocamiento de Marco Pérez
Jiménez y el fin de las dictaduras en Latinoamérica y el Caribe274,
esto terminó de motivar la escisión del ala revolucionaria y juvenil
de AD que se encontraba en desacuerdo por el rumbo tomado del
gobierno de Betancourt. Esta ruptura constituyó bajo la consigna “no
somos comunistas, somos la izquierda revolucionaria” el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1960. Asimismo germinaba la mal
llamada “cubanización” de Venezuela.

El segundo momento es el nombrado “insurreccionalismo” a partir de


1962: la conversión del DIREVE en guerrilla, el brote de insurgencias
armadas en los estados Lara, Portuguesa, Yaracuy, Mérida y las
guerrillas en la zona conocida como los Llanos, propiciaron los
choques frontales con las fuerzas armadas regulares.275 La Unión

273 ”Situación Pre-insurreccional (1959-1962)”. Ibíd. pp. 23-37.


274 De Punto Fijo a la Revolución Bolivariana 1958-2003. Op. Cit. p. 38.
275 Linárez, Pedro Pablo. “”Insurreccionalismo”. Op. Cit. pp. 38-61.

135
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Cívico-militar intentó renacer cuando facciones de las fuerzas


armadas con convicciones políticas de izquierda tuvieron simpatía
con la insurgencia armada en el “insurreccionalismo”, esta
correlación tuvo su punto más álgido en los levantamientos de
Carupano “el carupanazo”, en el estado Sucre el 4 de mayo de 1962 y
en Puerto Cabello estado Carabobo “el porteñazo”, los días 2 y 3 de
junio de 1962, intentando que los levantamientos de las vanguardias
militares fueran secundados por levantamientos populares. La
estrategia insurreccionalista se completaba con formaciones armadas
urbanas que principalmente organizaban boicots electorales
(particularmente el intento frustrado de 1963) y, por último,
guerrillas rurales promoviendo la lucha a largo plazo.

Empero -como menciona López Sánchez- si bien la izquierda se dio


cuenta de la languidez analítica y de discusión para abordar la
realidad venezolana en aquel entonces, su cambio de rumbo presentó
el mismo vicio debido al impulso modernista que continuaron los
gobiernos del Pacto de Punto Fijo, Venezuela era un país que ya no
presentaba arraigo al ámbito rural. Es decir:

La izquierda pasó de la conciliación de clases en 1958 a un


radicalismo fuera de tiempo en los años 60, demostrando con esto su
incapacidad para interpretar la realidad de este país. El momento
culminante del auge popular había quedado atrás en el 58, pero la
izquierda no percibió esto, y creyendo poseer una fuerza social que
solo existía en su imaginación, se lanzó a una serie de combates
decisivos que generaron una desastrosa derrota cuyas repercusiones
duraría décadas.276

En este escenario es que los gobiernos del Pacto de Punto Fijo


responden con las “bandas armadas” promovidas por AD y “los
cabilleros” de COPEI, grupos de choque que confrontaban, desde el
terrorismo de Estado a la base sindical no alineada, al bipartidismo,
a los estudiantes organizados y a los sectores urbanos guerrilleros.
Las fuerzas Armadas (La brigada “cazadores” cuerpo militar especial
antiguerrillero, la Guardia Nacional, francotiradores y cuerpos
policiales) también estuvieron involucradas en la persecución
urbana, la “operación canguro” ordenada por el entonces presidente
Rafael Caldera, buscaba someter a la organización estudiantil, el 30
de octubre de 1969 bajo el eufemismo de una “toma preventiva”, se

276 López Sánchez, Roberto. Op. Cit. p 74.

136
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

allanó la UCV y los bosques adyacentes conocidos como el jardín


botánico.277

Pese al escenario poco alentador de la lucha armada, en 1963 se


forman las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) –brazo
armado del Frente de Liberación Nacional y los primeros frentes
guerrilleros- hechas por militantes del PCV y del MIR. Además, en
un intento por cambiar de estrategia, las guerrillas que surgieron
en el “insurreccionalismo” configuraron uno de los frentes
guerrilleros más significativos en la historia venezolana, el Frente
Simón Bolívar. La crítica al interior de estas organizaciones
respecto a la forma de ejecutar sus intenciones político-militares
llevó a una escisión del PCV en 1966, de la cual surge el Partido
de la Revolución Venezolana (PRV) apoyado por Fidel Castro -en el
impulso de financiación y entrenamiento de las guerrillas en América
Latina por parte de Cuba- considerado como el semillero de la
Revolución Bolivariana actual.278 El anticomunismo injerencista
también se hizo vigente con la financiación de la CIA a
organizaciones como Wegner Green en Venezuela, que desde la caída
del perezjimenismo fue gestándose con la visita del vicepresidente
estadounidense Richard Nixon a Caracas, el 13 de mayo de 1958.

El PRV en 1966 y tras advertir el injerencismo anticomunista propone


“el viraje táctico”279, estrategia que buscaba infiltración político-
ideológica en los mandos medios de las fuerzas armadas regulares y
apuntalamiento del sindicalismo.

Los fracasos insurrectos armados en la década de los años 60 no


pueden explicarse solo desde la derrota militar, la cual se ha
sostenido que se debió principalmente por el asalto a “El Garabato”,
bodega de producción armamentística de los cardinales frentes
guerrilleros, realizado por las fuerzas armadas el 29 de octubre de
1965. Es cierto que la estrategia anticomunista se basaba en:

277 Dos días antes fue cercada la Universidad de los Andes por la Guardia Nacional.
Arráiz Lucca, Rafael. Historia Contemporánea de Venezuela, 13. Larense. pp. 243-
244.
278 El más fuerte ideólogo de este movimiento político y de la posterior Revolución

bolivariana (que ya no pudo observar en vida) fue Kléber Ramírez Rojas. Figueroa,
Amílcar. Comunicación personal. Caracas, 24 de diciembre de 2017.

279Véase: Roque Rivero, Félix Miguel. Jerónimo…sigo siendo rebelde. (Carlos E.


Betancourt: repica y réplica). Trinchera, Caracas, 2017.

137
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

desapariciones políticas280 que tenían como objetivos a


sindicalistas, líderes estudiantiles y guerrilleros, ejecuciones
extrajudiciales con tácticas como vuelos de la muerte y las
sistemáticas “razzias” que sometían mayoritariamente a los
campesinos; realizadas por la Dirección General de Policía
(DIGEPOL), el Servicio de inteligencia de las fuerzas armadas (SIFA)
y los Teatros de Operaciones militares antiguerrilleros, todo en el
contexto de la Doctrina de seguridad y Defensa venezolana.281

Sin embargo, las fuertes derrotas en este periodo también pueden


hallar un esclarecimiento debido a que la Unidad Cívico-militar ha
sido históricamente jerárquica y desigual, es decir no horizontal,
por ende ha dejado el papel popular en un plano secundario a la
sombra de la vanguardia partidista y, posteriormente, armada y
provocando desorganización. Por otro lado, la estrategia pensada por
la Unión Cívico-militar y que acometía “tomar el cielo por asalto”
no vio venir el boom petrolero más conocido en la historia venezolana
–que favoreció a los primeros gobiernos de Rafael Caldera y Carlos
Andrés Pérez- y que concretó el cambio de la característica
reaccionaria, propia de los gobiernos militares principalmente del
perezjimenismo, a la singularidad progresista del desarrollo
capitalista282 que se afianzó en los gobiernos de Punto Fijo,
fraguando patrones de consumo en sectores de la población venezolana
que despobló al campo y que pendían de una modernización basada en
el rentismo petrolero. En otras palabras, la izquierda armada tuvo
responsabilidad política de que el bipartidismo, desde sus inicios,
proyectara legitimidad. La lucha armada en Venezuela, pese a estar
impulsada por las políticas antipopulares de los gobiernos del Pacto
de Punto Fijo (reducción presupuestal del gasto social, disminución
del salario mínimo, represión y persecución sistemática, la
segregación de la izquierda en el sistema político venezolano,
postura entreguista respecto a las riquezas nacionales y carácter
oligárquico de la acumulación de tierras) fue el subterfugio del

280Arzola, Agustín. La desaparición forzada en Venezuela 1960-1969. Tropykos,


Caracas, 2005.

281 “Yes, Sir! La subordinación a los Estados Unidos”, en: Velázquez, Krystel;
Yabrudy, Juan y González, Nelcy. Abril 97 Desencadenante Histórico. Las decisiones
que viabilizaron 20 años de historia para la Revolución Bolivariana. Ministerio
del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Caracas, 2017. pp. 22-
24.
282
Cueva, Agustín. El desarrollo del capitalismo en América Latina. Siglo XXI,
México, 2007. p. 148.

138
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

ideal revolucionario del año 1958.Sin embargo, también es en este


periodo donde la Unidad Cívico-militar progresista se hace más
evidente en Venezuela.

Estos fracasos fragmentaron más a la izquierda venezolana, ya en la


década de los años 70 la estrategia se bifurcó: por un lado se
promovió la lucha institucional y, por otro, se continuó la lucha
armada con base en la tesis de la Guerra Prolongada. Surge en 1971
el Movimiento Al Socialismo (MAS) de otra escisión del PCV crítica
de la estrategia de corte soviético y apoyo cubano que, mal lograda,
llevaban a cabo los grupos insurrectos. Lo que quedaba del PCV y del
MIR optaron por promover la lucha institucional. AD tuvo otra
escisión que dio vida en 1968 al Movimiento Electoral del Pueblo
(MEP). La lucha armada siguió siendo promovida por el PRV, las FALN,
Bandera Roja (BR) y la Organización de Revolucionarios (OR), estas
dos últimas organizaciones producto de otro rompimiento del MIR y
del frente guerrillero Antonio José de Sucre, en 1970,
respectivamente. El apoyo cubano a algunos grupos insurgentes
armados se desdibujó pronto pero apoyó a otras organizaciones, así
se constituyó en 1966 el grupo Punto Cero, disidencia del PRV.

Esta bifurcación fue, de igual manera, poco exitosa tanto en el plano


electoral como en la vía armada, pues ambas visiones tenían como
principio fundamental el papel protagónico del partido. Podemos
decir, por lo tanto, que las dos primeras décadas del Pacto de Punto
Fijo tuvieron resistencia estudiantil y un intento anacrónico de
lucha armada en los años 60: una multiplicidad guerrillera
prácticamente estéril frente al bipartidismo que se vio ampliamente
beneficiado de la renta petrolera, y un endeble contrapeso electoral
al puntofijismo en la década de los años 70.

139
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

3.2 ¿Desencadenamiento histórico y triunfo del outsider?

¡Quiénes mejor que los venezolanos pueden conocer la historia de América,


si los venezolanos hicieron la historia de América!

Fidel Castro Ruz, discurso por la celebración del primer aniversario del
derrocamiento de la dictadura perezjimenista y por el fin de las
dictaduras en América Latina y El Caribe, Plaza Aérea de El Silencio,
Caracas, Venezuela, 23 de enero de 1959.

En 1968 el PCV se legalizó -arrastrando su historia de promotor de


unidad pero también de semillero fragmentador de la lucha armada-
desmantelando el frente guerrillero Simón Bolívar con miras a
participar en las elecciones presidenciales de ese mismo año a través
de la Unión Para Avanzar (UPA). Estas elecciones dieron el triunfo
al fundador del partido de la democracia cristiana, Rafael Caldera,
quien promovió en su primer periodo de gobierno la “pacificación
guerrillera”. Esta estrategia no era tan pacífica ni incluyente al
sistema político, se basaba en promover la legalización e inserción
al sistema político de los partidos que decidieron tomar las armas
y actuar en la clandestinidad, también ofrecía amnistía. Un anzuelo
político que se prestaba atractivo ante la decadencia de la lucha
armada y que podía servir de repliegue y refugio para las
organizaciones en armas. La “pacificación guerrillera” también
promovió delaciones en el seno de las guerrillas que facilitaron el
aniquilamiento sistemático por parte de las fuerzas armadas, forzó
el “exilio dorado” de varios líderes guerrilleros que, pese a
encontrarse en la estrategia del “viraje táctico”, continuaban
desligados de la organización popular.

Era, por un lado, la continuación de la política pacifista que


encubría los métodos fuertemente represivos en contra de los
movimientos armados de liberación nacional. Por otro lado, el proceso
de rectificación táctica de aquellos grupos insurgentes que, por su
propia cuenta y frente a las duras condiciones que la lucha
revolucionaria imponía, decidía “bajar de las montañas”.283

El primer gobierno de Rafael Caldera además de asegurar la


alternancia bipartidista puntofijista, pasaba a la historia entre la

283“los matices de la pacificación guerrillera”, en: De Punto Fijo a la Revolución


Bolivariana 1958-2003. Op. Cit. p. 84.

140
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

“fascistización del régimen”284 y el “pacificador religioso” de


Venezuela.

La lucha armada en Venezuela culminó con saberes orgánicos285, entre


ellos, que la toma del poder no necesariamente es a largo plazo y
que esta no puede ser sin la participación conjunta de fracciones
de las fuerzas armadas debido a las particularidades venezolanas,
entonces se orientaron hacia la conformación -el 9 de noviembre de
1973- de la Liga por los derechos del pueblo y del socialismo, la
liga socialista, con lo que restaba de militancias de varias de las
organizaciones mencionadas y buscando, en un primer momento
continuar la lucha armada con la creación de los Grupos de Comandos
Revolucionarios (GCR) que pretendían impulsarse a través del
secuestro político. La lucha armada en Venezuela terminó de ser
apagada entre los años 1973 y 1975 (a pesar de que el frente
guerrillero Antonio José de Sucre continuó actividades militares
hasta 1979). Ya este primer periodo presidencial de Calos Andrés
Pérez, conjugó al más dedicado anticomunista y el esplendor del boom
petrolero; la domesticación de las diversas vertientes de izquierda
no tuvo obstáculos.

Conjuntamente con las enseñanzas de la fallida lucha armada


venezolana, el 11 de septiembre de 1973 un golpe de Estado derrocaba
y asesinaba al presidente chileno Salvador Allende, estábamos ante
el encumbramiento de las dictaduras de segunda generación
(dictaduras de seguridad nacional) y ante la formación del
“gorilismo”, término usado a los militares golpistas inscritos en
este tipo de dictaduras. Dos años después, la resistencia vietnamita
triunfa. Ambos hechos influenciaron a varios de los jóvenes militares
egresados en 1975 de la promoción “Simón Bolívar II”, entre ellos
Hugo Rafael Chávez Frías. Fue una promoción militar particular porque

284 Teniendo asesoría del anticomunista cubano Luis Posada Carriles. Linárez Pedro
Pablo. Op. Cit. pp. 183-184.
285 El vaivén ideológico del MAS y su posterior fragmentación hasta llegar a la

llamada “causa R” y la fundación de las vanguardias comunistas, debemos tenerlas


presentes como enseñanzas porque estas organizaciones llegarían hasta la
denominada Revolución bolivariana. Por un lado, “Causa R” es el antecedente directo
del actual partido Patria Para Todos (PPT) y, por otro lado, las vanguardias
comunistas y su máximo líder en la lucha armada, Guillermo García Ponce, figuró
como soporte político de los llamados “comandos de la revolución”, luego del golpe
de Estado fallido en 2002.

141
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

“surge [con] el Plan de Estudios Andrés Bello, con el propósito de


formar oficiales de más nivel académico y cultural.”286

El presidente Carlos Andrés Pérez nacionaliza el petróleo y las


principales minas en 1976 y ordena la creación de la Compañía
Nacional Petróleos de Venezuela (PDVSA) la cual ya venía trabajándose
desde un año atrás con la Ley Orgánica que reserva al Estado la
Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Sin embargo, esta
nacionalización solo buscó la flexibilización de las concesiones
privadas para la extracción y producción. Las arcas del gobierno se
llenaron sobremanera, la nacionalización fue tergiversada y PDVSA se
volvió el motor del rentismo petrolero bajo la figura de la “apertura
petrolera” una política entreguista en el pico más alto de la
exportación petrolera, cuando los ingresos por esta acción se
quintuplicaron permitiendo fortalecer a la pequeña y mediana
burguesía y apuntalar un sistema de industrialización que
sustituyera las importaciones con alta participación estatal que
solo acrecentó la deuda externa.

Era 1977 y en el seno de las fuerzas armadas es que se gestan dos


embrionarios proyectos clandestinos, el Revolución 83 (R-83),
posteriormente rebautizado como Alianza Revolucionaria de Militares
Activos (ARMA) impulsado por Willians Izarra -el cual poco tiempo
después fue descubierto y desarticulado- y el Ejército Bolivariano
de Liberación del Pueblo de Venezuela (EBLPV), promovido por Hugo
Chávez Frías, “era mayor la cantidad de letras de las siglas –según
Chávez Frías- que la cantidad de soldados que tenía aquél
ejército.”287 En 1979, ambos proyectos tienen acercamientos con los
dirigentes del PRV, sin embargo, al chocar ideológicamente –producto
también de los aprendizajes de la moribunda lucha armada- recurren
al estudio y difusión del “árbol de las tres raíces”288, mientras
Bandera Roja realizaba el último suspiro armado con el Frente Américo
Silva (FAS), que tendría operaciones hasta 1982. Bandera Roja, el
PRV y la Liga Socialista son las últimas organizaciones guerrilleras

286 Sánchez Otero, Gérman. Hugo Chávez y la resurrección de un pueblo. Ciencias


Sociales, La Habana, 2014. p. 67.
287 Chávez Frías, Hugo Rafael. “El Ejército Bolivariano de Liberación del Pueblo
de Venezuela (EBLPV)”, en: El discurso de la unidad 15 de diciembre de 2006.
Socialismo del siglo XXI, Caracas, 2007. p. 14.
288
Ya con formación más sólida apoyado por José Esteban Ruiz Guevara profesor de
la Universidad de los Andes.

142
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

en pacificarse en 1979, ese mismo año se hacía triunfante el Ejército


Sandinista de Liberación Nacional (ESLN) en Nicaragua.

Llegó entonces la década de los años 80 y con ella la caída de los


precios internacionales del petróleo que puso fin a la luna de miel
entre la falaz nacionalización de hidrocarburos y la bonaza
petrolera. PDVSA ya era para entonces un “Estado dentro del Estado”
venezolano, sobrepasando al Ministerio de Energía y Minas, no pagaba
impuestos al Estado que lo creó, acrecentando la poca capacidad para
enfrentar la crisis del modelo rentista distribuidor, que detonó el
18 de febrero de 1983 nombrado el Viernes Negro. Un año antes, en
1982, el EBLPV siguió la línea histórica venezolana de la Unidad
Cívico-militar y se configura aún en la clandestinidad, con su
paulatino crecimiento con sumatorias de miembros de ARMA y de
militares que estuvieron en la insurrección de 1958, en el Movimiento
Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200).289

El puntofijismo atravesaba su segunda mitad en plena crisis: el


bolívar (moneda oficial venezolana) se devaluó considerablemente y
el mercado interno se desplomó. La legitimidad de los partidos del
bipartidismo era muy endeble. La relativa pasividad social que el
bipartidismo logró con la distribución de los petrodólares se
terminaba con el “marzo merideño”290 que reactivó las movilizaciones
estudiantiles en 1987, mientras las masacres de Yumare y El Amparo
realizadas en 1986 y 1988, respectivamente, por agentes de las
fuerzas de seguridad reafirmaron el terrorismo de Estado
anticomunista llevado a cabo por el puntofijismo. 291

En las elecciones presidenciales de 1988, la izquierda partidista


siguió desunida no solo entre sus organizaciones sino con los
movimientos populares y continuó haciendo papeles electorales
mediocres. Carlos Andrés Pérez se hizo presidente de su segundo
mandato en medio de unas polémicas elecciones, en su campaña fue
manipulada –aunque no directamente por el candidato- la nostálgica
idea de un retorno imposible de “la Arabia Saudí latinoamericana”,
mote que adquirió el país sudamericano en su primer gobierno. Luego

289 El 200 es inspirado por el bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar.


290
Protestas por el asesinato de un estudiante en la Universidad de los Andes en
el estado de Mérida. López Sánchez, Roberto. “El renacimiento de la lucha popular
a partir de 1987”Op. Cit. p. 79.
291 “La masacre de Yumare: 25 años de impunidad”, en: De punto fijo a la Revolución

Bolivariana 1958-2003. Op. Cit. pp. 108-112.

143
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

de anunciar en la campaña presidencial una serie de acciones


populistas y desarrollistas, cuando asumió el cargo presidencial,
Carlos Andrés Pérez comenzó una serie de medidas económicas
antipopulares basadas en la ortodoxia neoclásica conocidas
coloquialmente como el paquetazo neoliberal (presentado el 16 de
febrero de 1989) y que tenían como pilares las cartas de intención
del Fondo Monetario Internacional (FMI), que no eran más que la
liberación de cargas del Estado. Debemos sumar que la política de
internacionalización de PDVSA dejaba fuera de los alcances del
gobierno las ganancias petroleras y el presidente saliente Jaime
Lusinchi anunció que Venezuela no estaba en condiciones de seguir
pagando su deuda externa.

Estas contradicciones políticas, económicas y sociales de la


Venezuela petrolera que se profundizaron en los gobiernos de Luis
Herrera Campis, Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez, nos llevan
hasta los hechos de 1989 que, al igual que en Colombia -su vecino
país andino- fue un año álgido con sus particularidades
respectivas.292 Los días 27 y 28 de febrero de 1989, Venezuela
despertó con una insurrección popular que hacía recordar la gesta
del 23 de enero de 1958. El Caracazo, también conocido como El
Sacudón, fue una vasta movilización popular que, de nueva cuenta,
los dirigentes de los partidos de izquierda y los militares que
buscaba la Unión Cívico-militar progresista no vieron venir y
terminaron excluidos, como bien menciona Roberto López Sánchez “el
pueblo se lanzó a la revolución sin avisarle primero a los
revolucionarios.” Tal movilización popular, que comenzó en la
terminal de transporte Guarenas-Guatire estado Miranda, fue
desarrollada en varias ciudades de Venezuela y expresaba el
descontento con la simuladora democracia liberal representativa, la
desigualdad social fruto de la crisis económica -pese a ser uno de
los países petroleros con más ingresos en el mundo- y la corrupción.
Los detonantes fueron el 30% de alza en el precio del gas, la gasolina
y el transporte público, la escasez, acaparamiento y especulación de
productos básicos desde dos semanas antes del estallido, en tanto
se proyectaba la más grande inflación en la historia de Venezuela.

292
“La herencia de 1989”. Semana. Publicad0 10 de marzo de 2019. Disponible en
línea en: https://www.youtube.com/watch?v=iPP-odLjSNY Consultado 10 de marzo de
2019.

144
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Entre saqueos, enfrentamientos armados espontáneos con las fuerzas


armadas y “destrucciones” de propiedad privada, especialmente
vinculadas a la producción -pese al control de protestas de la
Central de Trabajadores de Venezuela (CTV)- El Caracazo también
hizo recordar (advirtiendo todas las diferencias) al ludismo inglés
decimonónico, que puede ser explicado desde la espontaneidad, la
falta de un programa político de la protesta masiva y la ausencia
de canales institucionales para distensar los malestares populares.
El Caracazo, “el día en que bajaron los barrios”, fue la reacción
popular más visible frente al formulario neoliberal en América
Latina: Venezuela, después de Chile, se asumía como el segundo país
latinoamericano en que estás medidas económicas se aplicaban con tal
firmeza y sin la necesidad de una dictadura gorilista. Las protestas
populares fueron respondidas por las fuerzas armadas con el plan
Ávila293, la militarización se prolongaría hasta el 7 de marzo.
Asimismo, el gobierno de Carlos Andrés Pérez decretó el Estado de
emergencia y se suspendieron las garantías individuales. Las cifras
oficiales señalan 300 muertos, sin embargo, existen otras fuentes
que marcas más de dos mil ejecutados extraoficialmente.

Mientras tanto, pasaron 10 años de la conformación del MBR-200 para


que realizaran el golpe de Estado infructífero del 4 de febrero de
1992, y el aliento moral que, ya preso Chávez, otorgó al segundo
asalto militar el 27 de noviembre del mismo año con una nutrida base
de oficiales de medio rango de todas las fuerzas armadas pero con
una visión mesiánica del objetivo a conseguir. Lo que poco se
advierte es que fue una intentona con un componente de la búsqueda
de justicia social, aunque no del todo clara programáticamente,
frente a los mecanismos de la democracia procedimental y mínima que
solo afianzan la brecha de la desigualdad, y que tuvo su máxima
expresión en El Caracazo. Martínez Meucci lo expone de la siguiente
manera:

Veamos en primer lugar la coyuntura u oportunidad política que


facilitó la ejecución de los dos golpes de estado. Las consecuencias

293 El plan Ávila es la estrategia de contingencia que las fuerzas armadas


venezolanas llevan a cabo en caso de una inminente desestabilización del orden
civil y político. Para el caso de la aplicación del plan Ávila en el Caracazo
véase: Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso del Caracazo Vs. Venezuela.
Sentencia de 11 de noviembre de 1999. Disponible en línea en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_58_esp.pdf Consultado 26 de
febrero de 2018.

145
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

que tuvo “El Caracazo” para la vida social y política de Venezuela


en los años noventa se tradujeron en un ambiente de gran malestar
social con respecto al sistema político. La situación internacional
marcada por los lineamientos del Consenso de Washington, la nueva
agenda económica que el gobierno de Pérez implementó de manera
repentina y sin consensuar políticamente, el descontento que ello
generó en muchos sectores sociales, la consiguiente represión del 27
y 28 de febrero de 1989, y los cambios significativos en la
reestructuración del Estado (proceso de descentralización) fueron los
factores clave que configuraron una coyuntura u oportunidad política
muy definida para el desarrollo de los golpes de estado de 1992.294

Esta característica es poco común en los golpes de Estado llevados


a cabo por militares, el componente político-ideológico del burlado
golpe de Estado lo posicionaba distante a los discursos golpistas
militares en el continente y en Venezuela. Si para muchos el
expresidente Álvaro Uribe Vélez era el hombre indicado en el momento
indicado para los intereses que perseguía el binomio de los gobiernos
estadounidense y colombiano junto a las oligarquías colombiana y
trasnacionales, Hugo Chávez lo fue para el caso venezolano. La
lección más grande de ambos intentos de golpes de Estado fue que la
participación popular –los intentos de golpes de Estado no estaban
apoyados por el alto mando militar- era indispensable para la toma
del poder. La politización se hizo presente de manera significativa
en el horizonte más inmediato de los cambios políticos que estaban
por venir en Venezuela, pero también la polarización.

La fuerte movilización popular de El Caracazo no halló un sólido


cause y prácticamente su impulso no esperado también fue su
expiación. Carlos Andrés Pérez había asumido la candidatura de AD
sin el apoyo de la cúpula de AD, su partido, esto sumado a la grave
crisis social que se expresó de manera clara con El Sacudón hizo que
saliera del círculo de corruptelas puntofijistas que se cuidaban las
espaldas mutuamente: en el mes de marzo de 1993 una acusación de
peculado doloso se convirtió en un antejuicio de méritos por
malversación de fondos por 17 millones de dólares en esa época, el
21 de mayo, el juicio político se concretó y por primera vez en la
historia de Venezuela un presidente era sustituido. Fue, por un lado,
el “chivo expiatorio” para intentar limpiar la cara al puntofijismo,

294MartínezMeucci, Miguel Ángel. “Golpes de Estado en Venezuela durante el período


1989-2004: Evolución del conflicto y contexto sociopolítico”. Análisis político,
nº 64, septiembre-diciembre, Bogotá, 2008. p. 7.

146
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

su sucesor electo fue Rafael Caldera exfundador de COPEI pero que


ahora llegaba de la mano de otro partido, Convergencia Nacional, así
Venezuela pasaba de las cartas de intención del FMI a la “Carta de
intención con el pueblo de Venezuela” que promovía Caldera. Por otro
lado, abrió la puerta para indagar que esos fondos fueron a dar a
la campaña de Violeta Chamorro, cuando el gobierno sandinista salió
del poder debido a toda una estrategia de desestabilización.295 Un
año después, 1994, Venezuela se hundía en una crisis bancaria donde
el gobierno tuvo que rescatar a un tercio de la banca privada.

Luego de recibir la amnistía, fruto de la presión que sectores


populares imprimieron al presidente Rafael Caldera y no como un
irresponsable error político de éste, que propició el ascenso del
futuro presidente venezolano296. El 27 de marzo de 1994, Hugo Chávez
salió de su confinamiento militar a cambio de darse de baja de las
fuerzas armadas, no así otros miembros que también fueron detenidos
luego del intento de golpe de Estado. Al tiempo, aún con el miedo y
el escepticismo de las dictaduras gorilistas o de seguridad nacional
en el cono sur, “el huracán bolivariano” se echó a andar: el MBR-
200 salió de la clandestinidad y se dedicó a consolidar la Unidad
Cívico-militar (la fusión concreta entre el Ejército Bolivariano
200 que aún tenían algunos elementos en las fuerzas armadas y el
Movimiento Popular Bolivariano) que estaba siendo malograda, y que
tuvo un subjetivo impulso cuando Chávez aceptó y asumió la
responsabilidad del fallido golpe de estado el 4 de febrero de 1992,
cuyas declaraciones fueron transmitidas en cadena nacional, en medio
de un contexto de una comunicación social inexistente. Los
encuentros, las “asambleas patrióticas” y los “consejos patrióticos”
desarrollaron esa fusión. Así, el recién liberado excoronel viajó a
La Habana, Cuba en diciembre de 1994 y a Bogotá, Colombia, para

295
“La conexión Nicaragua-Venezuela”, en: Golinger, Eva. El código Chávez.
Descifrando la intervención de los Estados unidos en Venezuela. Editorial de
Ciencias sociales, La Habana, 2005. pp. 15-19.
296 Gustavo Tovar realizó un documental ampliamente difundido en el que asumen,

por dos vías, que el chavismo en una peste: por un lado es una analogía malograda
con el hallazgo en 1990 de 130 cadáveres en el sector de La Peste, Caracas, una
fosa común de anónimos cadáveres del Caracazo: “La Peste del 27 de febrero”.
Supuesto Negado. Publicado 2 de febrero de 2019. Disponible en :
https://supuestonegado.com/la-peste-del-27-febrero/ Consultado 27 de febrero de
2019. Y por otro lado, se considera que el chavismo es una enfermedad, una peste
que hay que erradicar: véase: Tovar Arroyo, Gustavo. El chavismo la peste del
siglo XXI | Documental. Factores de Poder. Publicado 18 de junio de 2018.
Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=VeYeMCTzFew Consultado 17
de marzo de 2019.

147
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

conocer las experiencias de 35 años de la Revolución cubana y de la


Asamblea Nacional Constituyente de 1991297, respectivamente.

La asamblea extraordinaria del MBR-200 realizada en el mes de abril


de 1997 es considerada el “desencadenante histórico” del posterior
triunfo electoral y el inicio de la Revolución bolivariana, al
derrotar la propuesta por la vía electoral por encima de la
insurrección popular armada –debido al abanico heterogéneo que
después de estar Chávez libre concurría en el seno del movimiento-
el MBR-200 mutaba hacia el Movimiento Quinta República 200 (MVR-200)
para convertirse en la entidad política que abrazara la candidatura
de Hugo Chávez (y porque la ley electoral impedía utilizar la palabra
“bolivariano” debido a que tiene raíz directa de referencia al prócer
de la patria). “Por a la constituyente, Chávez presidente” así
comenzaban, desde la campaña presidencial, a impulsar el discurso de
la reconfiguración del Estado venezolano rumbo a una quinta república
venezolana. A través de los mapas estratégicos se trazó la línea de
masas del MVR-200, la cual incluía el proceso popular constituyente,
la defensa de la soberanía nacional y la defensa de la calidad de
vida para desembocar en el Plan Nacional Simón Bolívar. 298

El triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998 fue la victoria de un


outsider, un personaje que no provenía de las altas cúpulas militares
-pese a que el ejército siempre se ha considerado una parte sólida
del Estado venezolano- ni políticas de Venezuela, que no estaba
vinculado a las élites gobernantes oligárquicas de su país, que no
tuvo un puesto político ejecutivo ni legislativo con anterioridad y,
sin colocarlo en el falso debate maniqueo entre “el líder que el
pueblo venezolano esperaba para el desencadenamiento histórico
revolucionario” y “el sediento de poder”, logró su victoria electoral
gracias a tres factores importantes: el primero y el más difundido,

297 Es en este contexto que se toma una fotografía con Gustavo Petro, ex candidato
presidencial colombiano y que ha representado su escarnio político en Colombia.
Serrano, Sebastián. El día que Petro y Chávez se fueron de paseo al puente de
Boyacá. Pacifista TV Publicado el 15 de febrero de 2018. Disponible en línea en:
https://pacifista.tv/notas/el-dia-que-petro-y-chavez-se-fueron-de-paseo-al-
puente-de-boyaca/ Consultado 15 de febrero de 2019.
298 La primera república se advierte de 1810 a 1812, la segunda república de 1813

a 1814, la tercera república 1817-1819. La cuarta república se considera desde la


desintegración de la Gran Colombia en 1830 hasta le triunfo de Hugo Chávez Frías.
Rodríguez, Thaís. “Abril 97, desencadenante histórico”. Publicado 22 de septiembre
de 2017. Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=i0NMGGIes1k
Consultado 3 de abril de 2018.

148
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

el desdibujamiento del Pacto de Punto Fijo que oficialmente duró


hasta el primer gobierno de Rafael Caldera pero de facto continuó y
terminó con el triunfo de Chávez, que no representaba únicamente el
bipartidismo, también aplicó la reelección presidencial dentro de
ese mismo bipartidismo, por medio de alianzas de gobernabilidad y
conciliación de élites como el acuerdo de “Ancha Base”.299

El segundo elemento importante, es que el MVR-200 pudo articular y


adoptar gran parte de las demandas populares, aunque también incurrió
en el vicio de la Unidad Cívico-militar vertical con la vanguardia
militar que hizo un mal diagnóstico de la realidad y que no obtuvo
apoyo popular en los fracasados golpes de Estado de 1992. Su opción
electoral lejos estaba de ser “un mal menor”, era la vía para la
continuidad de la participación popular que no logró concretar una
agenda ni programa político después de El Caracazo, en ese sentido,
la negación popular de las estructuras institucionales tradicionales
del Estado venezolano, dejaba excluidos de este proceso a los
partidos de izquierda (que se legalizaron con la “pacificación
guerrillera”) y que quedaron –la gran mayoría- como espectadores,
algunos ya incorporados de lleno al gabinete de Caldera como el MAS
liderado por Teodoro Petkoff.

El tercer elemento fue la disputa en que se debatió gran parte del


electorado venezolano ente la continuidad y el cambio radical, donde
la primera representaba la incertidumbre económica producto de la
caída del precio del crudo y la crisis que se asomó de manera directa
desde 1993. El obstáculo más grande que presentaba el cambio radical
era el entorno de antipolítica que permeaba en los venezolanos de a
pie.

Un zambo llanero llegó al poder en un país que tenía el 80% de su


población sumida en la pobreza, con 12% de desempleo, 50% de
subempleo, que importaba el 90% del consumo intermedio nacional y
que no tenía control de su paraestatal petrolera más importante.

299Acuerdo entre élites políticas y económicas con el que gobernaría el presidente


Raúl Leoni y antesala al primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.

149
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

3.2.1 Un zambo llega al poder: el nacimiento de la moderna Unidad


Cívico-militar y el papel de los círculos bolivarianos

Algún historiador recogerá, tal vez, la historia real de este drama. Es


posible, también, que algún hombre se ponga el verdadero uniforme dentro
del ejército y lo rescate para la revolución y la historia.

Emilio “Saro” Salazar Romero, “Tacarigua”, Historia novelada, 1974.

El partido político MVR-200 tuvo su primer gran reto al salir a


recorrer Venezuela y tratar de obtener el apoyo popular para el
candidato Chávez Frías rumbo a las elecciones presidencial de
diciembre de 1998. Era un desafío que para gran parte de sus
militantes significaba una contradicción y una traición al mismo
tiempo, un ala nutrida del MVR-200 llevaba tiempo invitando al
abstencionismo (incluido el propio Chávez) y creyendo en la vía
armada a través de la Unión Cívico-militar. Empero -como mencionamos-
la opción de la llamada “ventana táctica” (el proceso electoral)
triunfó en el seno de la corriente bolivariana, pese a que en América
Latina la opción electoral para las vertientes progresistas era muy
endeble como nos muestran los siguientes ejemplos:

México 1988, 1994 (Cuauhtémoc Cárdenas-PRD); Brasil 1989, 1994 (Lula


Da Silva-PT); Uruguay 1989 (Líber Seregni-FA), 1994 (Tabaré Vásquez-
FA); Nicaragua 1990, 1996 (Daniel Ortega-FSLN); Perú 1990 (Henry
Pease-IU); Venezuela 1993 (Andrés Velázquez-Causa R); Colombia 1994
(Antonio Navarro AD-M19); El Salvador 1994 (Rubén Zamora
Convergencia), 1998 (Facundo Guardado-FMLN)300

El Movimiento Quinta República-200 fue entonces el articulador más


grande del Polo Patriótico, una coalición electoral que aglutinaba
a las fuerzas políticas de las izquierdas no tradicionales rumbo a
las elecciones legislativas y presidenciales de finales del año 1998.
Partidos políticos que provenían del periodo de la “insurrección” y
que se institucionalizaron en la “pacificación guerrillera” como el
MAS (fracciones que no apoyaban a Teodoro Petkoff y la incorporación
del partido al último gobierno puntofijista), Partido Patria para
Todos (PPT, el cual venía de Causa R), Movimiento Electoral del
Pueblo (MEP) y el PCV acompañaron al MVR-200 en la conformación del
Polo Patriótico. No fue un transitar tranquilo, la persecución estuvo

300Regalado, Roberto. América Latina entre siglos. Dominación, crisis, lucha


social y alternativas políticas de la izquierda. Ocean Press, Australia, 2012. p.
233.

150
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

siempre latente sobre el MVR-200. Esta conquista de la vía electoral


sobre la vía armada por medio de la Unidad Cívico-militar en el seno
de los bolivarianos, hizo que se reconfigurara la manera de nombrar
a los hechos del 4 de febrero de 1992, llamándolos desde entonces
insurrección militar, asimismo la narrativa apuntaba que estos
hechos eran la herida de muerte al Pacto de Punto Fijo.

El 6 de diciembre de 1998, Hugo Rafael Chávez Frías triunfa en las


elecciones presidenciales obteniendo el 56.5% de los votos, pese al
último suspiro que las fuerzas puntofijistas realizaron por dos vías:
en primer lugar adelantaron las elecciones (8 de noviembre de 1998)
para senadores, diputados y gobernadores y, en segundo lugar, a
escasos cinco días de la elección, unificaron esfuerzos electorales;
retirando el apoyo a sus candidatos Irene Sáez Conde y Alfaro Ucero
de COPEI y AD, respectivamente para apoyar a Henrique Salas Römer
impulsado por la entonces asociación civil Primero Justicia (PJ) y
Proyecto Venezuela (PRVZL) partido que fue escisión de COPEI. El
bipartidismo puntofijista, que constituyó una de las democracias
representativas más bendecidas por los gobiernos estadounidenses en
América Latina, estaba moribundo. Mediante el voto popular y como
civil, Hugo Chávez y el Polo Patriótico concretaron el “por ahora”
frase del discurso que Chávez dio en cadena televisiva a nivel
nacional, cuando había sido aprendido debido al intento del golpe
de Estado que, junto a la Brigada de Paracaidistas coronel Antonio
Nicolás Briceño y otros elementos de las fuerzas armadas, intentaron
el 4 de febrero de 1992.

Desde la campaña presidencial, el proyecto político del MVR-200 tenía


como transversalidad la refundación del Estado venezolano,
especialmente a través de la convocatoria a una asamblea
constituyente, remate de la Agenda Alternativa Bolivariana.301 Dos
meses después de asumir el cargo como presidente, el zambo barinés
que llegó al poder impulsó el referéndum para convocar a una Asamblea
Nacional Constituyente (ANC) con carácter vinculante. El triunfo del
“sí”, para dejar atrás la constitución política venezolana de 1961
dio paso a nuevas elecciones, esta vez en julio de 1999 para
conformar la ANC, obteniendo el 95% de la votación el naciente
chavismo. Seis meses después; ya con la redacción de la propuesta
constitucional terminada, el 15 de diciembre de 1999, se convocó a

301“Ante la Agenda Venezuela: Agenda Alternativa Bolivariana”, en: Velázquez,


Krystel; Yabrudy, Juan y González, Nelcy. Op. Cit. pp. 84-87.

151
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

los venezolanos para otro referendo, esta vez para aprobar o no la


nueva carta magna, el triunfo fue con el 71.78% de aprobación. Nacía
entonces la República Bolivariana de Venezuela con un horizonte
político basado en un constitucionalismo alternativo que buscaba
sortear el burocratismo, con miras en la búsqueda de la justicia
social que beneficiara a las mayorías invisibilizadas, la República
Bolivariana de Venezuela asumía con seriedad liquidar la deuda social
histórica, además agregó –con el tiempo- dos nuevos poderes a la
tradición republicana, el poder ciudadano (que con la radicalización
del proceso se reconfiguraría al poder popular) y el poder electoral:
la nueva constitución venezolana hacía surgir a la democracia
participativa y protagónica como nuevo paradigma.302

El Anteproyecto Nacional Simón Bolívar -que se rescata en la


cronología del texto de entrevistas Chávez Nuestro303- escrito en la
antesala del golpe de Estado fallido en 1992, se convirtió desde el
27 de febrero de 1999 en el Plan Bolívar 2000. La principal
característica del Plan Bolívar 2000 eran los programas sociales por
medio de la Unidad Cívico-militar. A partir del 27 de febrero de
1999, se llevó a los militares en batallones agrícolas y de sanidad
a las calles para fortalecer el vínculo con los marginados bajo la
idea del “pueblo soldado”. Este episodio representa el nacimiento
de la Unidad Cívico-militar moderna venezolana, una unión que buscaba
por un lado construir un nuevo Estado con base en lo que a la letra
dictaba la nueva constitución y, en segundo lugar, darle otro rol
social a las fuerzas armadas después de cuatro décadas de
bipartidismo. Se pasó de concebir la fallida Unidad Cívico-militar
para tomar el poder, a usarla para construir un nuevo Estado. Se
pasó de intentar no pensar a los militares desde el “gorilismo” o
como los verdugos latinoamericanos304, como menciona Miguel Bologna,
a fortalecer la idea de los militares junto al pueblo, como menciona
Martha Harnecker.305

302
Este nuevo paradigma constituyó, de igual manera, la visibilización de la mujer
como sujeto social, partiendo desde una redacción no sexista e incluyente.
303 Elizalde, Rosa Miriam y Báez, Luis. Op. Cit. p. 373.
304 Bologna, Miguel. “Los verdugos latinoamericanos. Las Fuerzas Armadas: de la

contrainsurgencia a la globalización.” CIVILIZACIÓN O BARBARIE Encuentro


internacional “Desafíos y problemas del mundo contemporáneo”, Universidad de
Buenos Aires, Buenos Aires.
305 Harnecker, Martha. Militares Junto al Pueblo. Entrevista a nueve comandantes

venezolanos que protagonizaron el retorno de Chávez a la Presidencia de la

152
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La idea de que los militares no estuvieran exentos de la realidad


venezolana llegó de inmediato en los deslaves conocidos como el
“desastre de Vargas”, el peor desastre natural en la historia
venezolana cuando –coloquialmente- “la montaña avanzó hasta el mar”:
desgajamientos de tierra en el estado costero de Vargas producto de
las fuertes lluvias, que dejaron entre 3 mil y 20 mil fallecidos y
decenas de miles de desplazados.306 El “desastre de Vargas” trajo
consigo una importante decisión geopolítica tomada por el presidente
Hugo Chávez: se negó a aceptar la ayuda de logística militar que
había encaminado el gobierno de los Estados Unidos. El eufemismo de
la ayuda humanitaria estaba presente debido a que tal ayuda no había
sido solicitada.

El Plan Bolívar 2000 estaba distribuido en tres ejes, el primero el


llamado proyecto país (Propaís) enfocado en asistencia urgente a la
población venezolana en pobreza o extrema pobreza. El Segundo eje
fue el Proyecto Patria (Propatria) que atendería el desempleo e
involucraría a la burocracia en la atención a la población. El tercer
eje fue el Proyecto Nación (Pronación) que se gestó bajo la
estrategia estructural de la renta petrolera para que impactara a
la educación masificada y a la agricultura.

Al iniciar el nuevo milenio fue anunciado el Plan Nacional de


Desarrollo Económico y Social (2001-2007): Buscaba dejar de depender
totalmente del petróleo y fortalecer la productividad, impulsar una
democracia más participativa y que la intervención estatal cubriera
la totalidad del territorio venezolano así como recuperar la
soberanía nacional. Sin embargo, estos dos últimos puntos aún con
la mayoría de las fuerzas armadas desplegadas presentaban grandes
obstáculos para su concreción. Fiel al impulso de la participación
popular se crearon las condiciones para que surgieran los comités
bolivarianos, que no fueron una idea espontanea, fueron las
enseñanzas del aglutinamiento de fuerzas políticas, luego del
diagnóstico de los dos golpes de Estado fallidos en 1992, en el

República, luego del fallido golpe del 11 de abril de 2002. Ministerio de


Comunicaciones, Caracas ,2005.
306
Altez, R. “Muertes bajo sospecha: Investigación sobre el número de fallecidos
en el desastre del estado Vargas, Venezuela, en 1999”. Cuad. med. forense, n.50
Málaga, 2012. pp.255-268. También puede consultarse: Los efectos socioeconómicos
de las inundaciones y deslizamientos en Venezuela en 1999. CEPAL-PNUD, México, D.
F. 2000. Véase: Rodríguez, Thaís. Comandante Chávez. Capítulo 4 La Refundación de
la Patria. Publicado 13 de septiembre de 2017. Disponible en línea en:
https://www.youtube.com/watch?v=k1wLvKKZecs Consultado 15 de diciembre de 2017.

153
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

contexto de la creación del MVR-200. También fueron pensados desde


los Comandos de Áreas Revolucionarias (CAR) que ya había articulado
el EBR-200, antes de ser Cívico-militar. Asimismo, recogieron las
experiencias populares vecinales y estudiantiles que durante el
puntofijismo se ejercieron principalmente desde la clandestinidad.
La naciente Revolución bolivariana se pensaría desde el Estado pero
se soportaría desde la organización popular.

Los comités bolivarianos se convirtieron en los círculos


bolivarianos el 17 de diciembre de 2001, cuando el presidente Hugo
Chávez los juramentó. Los círculos bolivarianos “constituyen el
sistema de organización básica del pueblo de Bolívar para activar y
dirigir la participación de los individuos y comunidades en el
proceso revolucionario con la finalidad de construir la sociedad y
la nación libre, independiente y próspera que soñó el Padre de la
Patria.”307 Potenciando sus grandes limitaciones y poca capacidad
comunicativa, fueron tildados como “ordas chavistas armadas”, los
círculos bolivarianos fueron atacados desde su concepción, dejando
en un muy lejano segundo plano la difusión y el análisis del
potencial trabajo barrial, vecinal, popular-campesino, sindical y
estudiantil. Los círculos bolivarianos, a la letra, chocaban de
frente con la concepción delegativa de la democracia clásica, sin
apellido y mínima, la cual no deja espacio para otro tipo de
concepción participativa. Eran debatidos en extremos maniqueos entre
la virtud y el vicio.308 Las grandes mayorías excluidas al ser
visibilizadas y, peor aún, invitadas desde el poder a organizarse
afloraron todo el racismo, clasismo y elitismo de los grupos sociales
venezolanos.

Finalmente, los círculos bolivarianos sirvieron de defensa frente


a la ofensiva contrarrevolucionaria que estaba por venir.

307 “Círculos Bolivarianos”, Comando Supremo Revolucionario Bolivariano. Caracas,


2001. p.3.
308Arenas, Nelly y Gómez Calcaño, Luis. “Los círculos bolivarianos: el mito de la

unidad del pueblo”, en: Carrera Damas, Germán; Leal Curiel, Carole; Lomné, Georges
y Martínez, Frédéric (ed.) Mitos políticos en las sociedades andinas. Orígenes,
invenciones, ficciones. Institut français d’études andines, Caracas, 2006. pp.
363-388.

154
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

3.2.2 Contrarrevolución, securitización y paramilitarismo: del golpe


de Estado fallido de 2002 a la Operación Daktari

El petróleo hasta ahora ha sido un arma para dominar a los pueblos.


Nosotros planteamos el petróleo como arma para liberarnos.

Hugo Rafael Chávez Frías, discurso por la fundación de Petrocaribe


en Puerto La Cruz, Venezuela, 29 de junio de 2005.

El documento de Santa Fe IV “la agenda política-militar para América


Latina” -en letras de María José Rodríguez Rejas- marca “las nueve
D” como los grandes riesgos y amenazas actualmente desde la recta
final de la administración del expresidente estadounidense Bill
Clinton: defensa, drogas, demografía, deuda, desindustrialización,
democracia populista posterior a la Guerra Fría, desestabilización,
deforestación y declinación de los de EU.309 Este documento vigoriza
las intenciones que, desde el Plan Colombia, se advertían en lo que
James Petra estudia como “el Triángulo radical”:310 Colombia, Ecuador
y Venezuela. La República Bolivariana de Venezuela comienza a figurar
-con base en los riesgos y amenazas arriba definidos- como un
potencial obstáculo para la hegemonía estadounidense en los
corredores estratégicos de Latinoamérica.

Mientras que EEUU sigue un camino casi exclusivamente militar con


Colombia (acompañado por pequeños incentivos financieros incorporando
a las ONGs al trabajo sobre cultivos alternativos), en Venezuela
Washington intenta evitar precipitar prematuramente una gran
confrontación. El Departamento de Estado entiende que el equilibrio
de fuerzas dentro de Venezuela son desfavorables para cualquier
acción político militar.311

Lo anterior se desarrolló en el contexto de dos vías, por un lado


la actualización de las fuerzas armadas estadounidenses conocida
como doctrina Rumsfeld-Cebrowsky y cuya columna vertebral era la
guerra en red desde los años 90 y, por otro lado, la planificación
del neoliberalismo de guerra con base en la geopolítica del petróleo:

309 Tambs, Lewis A. et al. “Las nueve D”, en: SANTA FE IV. El futuro de las
Américas: temas para el nuevo milenio, EE.UU., 2000. pp. 3-29.
310 Petras, James. “El Plan Colombia y el Triángulo radical”, en: La geopolítica

del Plan Colombia. Disponible en línea en:


http://www.insumisos.com/httpdocs/articulos/La%20geopol%EDtica%20del%20Plan%20Co
lombia.pdf Consultado 15 de septiembre de 2017. pp. 2-4.
311 Ibíd. pp.6-7.

155
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Primeramente, en los años 1980 y 1990, tuvo lugar la destrucción de


la región africana de los «Grandes Lagos». Lo que se recuerda de
aquello es el episodio del genocidio perpetrado en Ruanda y sus 900
000 muertos, pero el hecho es que toda la región fue devastada por
una serie de guerras que arrojaron un total de 6 millones de muertos.
Resulta sorprendente comprobar que, a 20 años de aquellos hechos,
numerosos países de la región aún no logran restaurar su soberanía
sobre el conjunto de sus territorios. Ese episodio es anterior a la
doctrina Rumsfeld-Cebrowski, así que no sabemos si el Pentágono había
previsto lo que allí sucedió o si concibió su plan mientras destruía
aquellos Estados.

Posteriormente, en los años 2000 y 2010, vino la destrucción del


«Medio Oriente ampliado», ya después de la doctrina Rumsfeld-
Cebrowski. Por supuesto, es posible creer que lo sucedido en esta
otra región fue una sucesión de intervenciones «democráticas», de
guerras civiles y de revoluciones. Pero, además de que las poblaciones
implicadas cuestionan la narración dominante de esos acontecimientos,
también podemos comprobar en este caso que las estructuras de los
Estados fueron destruidas y que no ha sido posible restaurar la paz
después del fin de las operaciones militares. Actualmente, el
Pentágono está retirándose del «Medio Oriente ampliado» y se prepara
para desplegarse en la «Cuenca del Caribe».312

La gira que Hugo Chávez, ya como presidente ratificado en las “mega


elecciones” venezolanas del año 2000, realizó a los Estados miembros
de La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) donde
se acordó imponer la banda de precios del barril de petróleo (22
dólares mínimo- 28 dólares máximo) confirmó lo que James Petras
señalaba y que, de igual manera, Luis Antonio Bigott tituló como
Plan Colombia: objetivo Venezuela. La concordancia entre la Doctrina
Monroe y la tesis de la guerra preventiva tan divulgada desde el año
2001, argumentando la injerencia extranjera a conveniencia, acechaba
desde entonces a Venezuela, el chavismo ya se encontraba como un
enemigo a erradicar a la par del Movimiento Sin Tierra (MST) de
Brasil, los movimientos campesinos ecuatorianos, Cuba y la
“colombianización” de la región.

312Meyssan,Thierry. ¿Pueden Venezuela y sus vecinos sobrevivir a la guerra que ya


se anuncia? Red Voltaire. Publicado 12 de febrero de 2019. Disponible en línea
en: https://www.voltairenet.org/article205146.html#nb3 Consultado 13 de febrero
de 2019. Para profundizar, véase: Barnett, Thomas P. The Pentagon’s New Map.
Putnam Publishing Group, Berkley, 2004.

156
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La Unidad Cívico-militar no representaba, en sí misma, un riesgo


latente para los intereses de las burguesías nacionales y
trasnacionales en la República Bolivariana de Venezuela, tampoco lo
era para la parte de la población venezolana que desde un inicio fue
opositora a la candidatura de Chávez, sí lo era, sin embargo, lo que
intentaba instrumentarse a través de esta. Mediante la Ley
Habilitante el entonces presidente Hugo Chávez realizó en 2001, 49
decretos que incluían la creación, modificación y aplicación de la
Ley de Pesca y Acuicultura, la Ley de Zonas Especiales de Desarrollo
Sustentable, la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Tierras y Desarrollo
Rural. Conocidas como las “leyes habilitantes”, trastocaron de
inmediato intereses de minorías propias y extrañas pues en general
se buscaba al menos el 51% de participación estatal y gravar con un
impuesto de 30% las utilidades extranjeras en los ámbitos
estratégicos de la economía venezolana. Debemos agregar el Decreto
1011, dedicado a retomar, por parte del Estado, el control integral
de los planes de estudio de todas las instituciones educativas
públicas y privadas.

La escisión del reformismo en el seno del MVR-200 por la aplicación


de la nueva carta magna, la oposición de la iglesia católica ante
el decreto 1011, debido a que tenía gran parte del control en los
centros educativos privados (promoviendo la campaña mediática “con
mis hijos no te metas”) y la reacción frenética de la pequeña y gran
burguesía junto con la oligarquía terrateniente ante las leyes
habilitantes, fueron la base para la reacción contrarrevolucionaria
golpista que estuvo apuntalada desde el exterior.

La respuesta no se hizo esperar ante lo que fue bautizado como


“radicalismo populares” en el nuevo concepto de seguridad
hemisférica.313 Lo anterior constituyó que la relativa desatención en
la relación entre Estados Unidos y Venezuela en los primeros dos
años del gobierno de Chávez, comenzara a tambalear. Esa concerniente
desatención estaba basada en los siguientes elementos:

Entre otros factores, por la sólida victoria obtenida por el


comandante Chávez en las elecciones de 1998 (56,20% del voto popular),

313Chillier, Gaston y Freeman, Laurie. El nuevo concepto de seguridad hemisférica


de la OEA: una amenaza en potencia. WOLA Security Brief. Disponible en línea en:
https://www.wola.org/sites/default/files/downloadable/Regional%20Security/past/E
l%20nuevo%20concepto%20de%20seguridad_lowres.pdf Consultado 5 de diciembre de
2018. p. 6.

157
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

por contar con un amplio respaldo mayoritario en el estamento militar,


por la parálisis de los viejos partidos –debido al desconcierto
provocado por la pérdida de un poder que habían ostentado durante
mucho tiempo- y porque buena parte de los sectores económicos
dominantes abrigaban la esperanza de que los cambios prometidos
quedaran en la nada.314

La estrategia contrarrevolucionaria echó mano de la expedición


mundial de la noción de guerra y sus actualizaciones, en el interior
de Venezuela la oposición revivió viejas estrategias del
puntofijismo como el “Pacto de Gobernabilidad” que sucedió al
llamado a la huelga general, por 48 horas que de inmediato se
tornaría indefinida hasta que Hugo Chávez dejara la presidencia, por
parte de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y
Producción de Venezuela (FEDECAMARAS) y la dirigencia de la
Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) en el año 2002 con
miras a un gobierno de transición y, bajo el discurso anacrónico de
la nostálgica unidad que derrocó la dictadura militar en 1958, se
aglutinó la llamada “Coordinadora Democrática”315, la cual agrupó a
todas las posiciones políticas opositoras a la Revolución
bolivariana. Esta pinza dio pie a diversos mecanismos de alto impacto
-de los cuales se ha escrito en cantidad considerable- especialmente
entre los años 2001 y 2004: el “paro cívico” aprobado el 28 de
noviembre de 2001 y que inició el 10 de diciembre del mismo año, el
golpe de Estado frustrado de abril de 2002 (que generó por 28 horas
el gobierno de facto más corto de la historia venezolana), el paro
petrolero entre 2002 y 2003, un paro patronal empresarial en 2003,
la búsqueda en 2003 por parte de la oposición de un referendo
revocatorio realizado en 2004 y la desarticulación de un intento de
magnicidio en 2004, dejando al desnudo incursiones paramilitares en
territorio venezolano como la operación Daktari.

Los actos antes descritos, evidenciaron la articulación entre los


intereses extranjeros principalmente estadounidenses y colombianos
con FEDECAMARAS (declarada en rebeldía ante el Instituto Agrario
Nacional producto de la Ley de Tierras),la CTV, la alta burocracia
petrolera no chavista conocida como “la meritocracia de PDVSA”, la
iglesia católica, la hoy extinta policía metropolitana, miembros de

314
Figueroa Salazar, Amílcar. “De la revolución política a la revolución social”,
en: ¿Reforma o Revolución en América Latina? El proceso venezolano. Ocean Sur,
Querétaro, 2009. pp. 5-6.
315
Antecedente inmediato de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)

158
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

la Guardia Nacional (GN), altos mandos de las fuerzas armadas


venezolanas que eran de mayor rango y eran egresados de promociones
anteriores a la de Hugo Chávez (nunca lo aceptaron como comandante
en jefe ni coincidían con sus proyectos políticos. Pese a la
propuesta de darlos de baja antes del golpe de 2002 por considerarlos
una amenaza, Hugo Chávez los mantuvo) y, ante el desdibujamiento de
los partidos tradicionales del Pacto de Punto Fijo, dos de los
partidos políticos más recientes y visibles de la oposición
venezolana –tendientes a prácticas contrainsurgentes que rozan el
fascismo, como ejemplo tenemos el asedio que aplicaron a los miembros
de la embajada de Cuba en Venezuela el 11 de abril de 2002-: Primero
Justicia (PJ) y Voluntad Popular (VP),316 financiados, promovidos y
capacitados por la United States Agency International Development
(USAID),el Instituto Republicano Internacional (IRI), Development
Alternatives Inc. (DAI) y la National Endowment for Democracy (NED)
esta última, dicho sea de paso, tenía su segundo teatro de
operaciones de desestabilización más grande, luego de Nicaragua en
el año 1990.317

Asimismo, estas estrategias contrarrevolucionarias han sido


sostenidas mediáticamente con mecanismos sin precedentes –
especialmente el golpe de Estado de 2002- Tania Arroyo titula este
pasaje como “los medios como actores políticos” y “el primer golpe
de Estado mediático en la región.”318Veamos lo que Luis Britto expone
sobre la cuestión:

En Venezuela se ha acentuado hasta la exageración lo que nos puede


suceder con la libertad de expresión y el derecho a la información
en los países bajo regímenes de democracia representativa y economía

316 Bartley, Kim y Ó Briain, Donnacha. Chávez: inside the Coup. (documental),
Radio Telefís, 75 min. Irlanda-Venezuela Disponible en línea en:
https://www.youtube.com/watch?v=2scI4Pn_cFk Consultado 2 de enero de 2016.
317 Golinger, Eva. “La conexión Nicaragua- Venezuela” e “IRI da origen a Primero

Justicia”, en: “El Código Chávez. Descifrando la intervención de los Estados


Unidos en Venezuela. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005. pp. 15-19 y
41-54.
318 Arroyo Ramírez, Tania. Medios como actores políticos y gobiernos como actores

comunicacionales: Venezuela un caso de Estudio. Tesis de maestría Inédita,


Dirigida por Dra. Raquel Sosa, PPELA, UNAM. México D.F., 2009. pp. 99-128. Y,
Arroyo Ramírez, Tania. “Venezuela 2002: Afinando la estrategia, el primer golpe
de Estado mediático en la región”, en: Seguridad nacional, terrorismo y
telecomunicaciones: el impacto de la nueva estrategia hegemónica en la América
Latina del siglo XXI. Tesis doctoral Inédita. Dirigida por Dra. Raquel Sosa,
PPELA, UNAM. México D.F., 2014. pp. 258-278.

159
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

de mercado: su secuestro por las élites mediáticas al servicio de la


oligarquía empresarial local y un conglomerado de multinacionales.319

El golpe de Estado de 2002 fue un parteaguas para la Revolución


bolivariana y para la Unidad Cívico-militar, la narrativa
contrarrevolucionaria que reposa en el gran aparato mediático no
solo interno sino del enemigo histórico externo, difundió por un
lado, supuestas violaciones graves a los derechos humanos producto
de la respuesta gubernamental ante la polarización, la aplicación
del Plan Ávila y los hechos ocurridos en el puente Llaguno fueron
la punta de lanza.320 Por otro lado, el espectro mediático incentivaba
la lucha de clases de una manera alarmante con titulares como el del
periódico El Universal en su edición extraordinaria del 11 de abril
de 2002, el cual rezaba “la batalla final será en Miraflores”.
Asimismo la respuesta de la irrupción popular con más de un tercio
de la población movilizada y la recuperación del Palacio de
Miraflores por parte de la banda de guerra de la Guardia de Honor
Presidencial, dieron origen discursivo a la Unidad Cívico-militar
moderna, en tanto, la “tercera vía de Blair” -producida teóricamente
por el artífice del “nuevo laborismo”, Anthony Giddens y llevada a
cabo desde el gobierno británico por Tony Blair la cual intentaba
fusionar a la socialdemocracia y al progresismo liberal- que sedujo
en un primer momento al gobierno de Chávez Frías, proponiendo “la
vía venezolana”, se dejó atrás con la ofensiva golpista.

En tanto, el posterior paro “cívico-nacional” petrolero iniciado el


2 de diciembre de 2002, el cual buscaba salvar a Venezuela del
“castrocomunismo”, propició la recuperación de la paraestatal
petrolera a manos del Estado venezolano (en un contexto internacional
donde el barril de crudo se vendía a 35 dólares) y, junto al
apuntalamiento del alza en el precio del petróleo producto de la
cumbre de la OPEP en el año 2000(después de 25 años sin tener una
cumbre entre presidentes de los Estados miembros), la deuda social
histórica venezolana con las clases sociales marginadas intentaba

319 López Calvo, Manuel. América Latina a través del espejo mediático español. El
caso venezolano (2002-2004). MINCI, Colección Análisis, Caracas, 2006. p. 8.
320 Véase: La Guerra de los Tiburones: cronología de un golpe. (Documental) 29:04

min. Publicado 11 de abril de 2012. Disponible en línea en:


https://www.youtube.com/watch?v=ren5RviDHp8 Consultado 13 de abril 2016. También
véase: Palacios, Ángel (Dir. Y Prod.) Puente Llaguno: Las claves de una masacre.
(Documental) Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres y Alternativos
(ANMLA, 2004. 105 min. Publicado 10 de abril de 2012. Disponible en línea en:
https://www.youtube.com/watch?v=D-K1dkN4faU Consultado 13 de abril de 2016.

160
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

saldarse respondiendo con la Misiones sociales por medio de la Unidad


Cívico-militar: la vía heterodoxa de la revolución social, pese al
gran déficit fiscal de más de 15 mil millones de dólares que
significó el sabotaje a la industria de los hidrocarburos,
principalmente en la refinación, distribución, paro de muelles y
buques.321 El paro petrolero estuvo acompañado de un sabotaje
alimentario, se paró la producción y de destruyeron las mercancías
para que no llegaran a la venta por órdenes de la burguesía que se
dedicaba a la importación y, en menor medida, producción de
alimentos.

La visión geoestratégica de Chávez -que tanto subrayó su mentor


militar Jacinto Pérez Arcay- llevó la experiencia cubana como punta
de lanza para el embate a la desatención médica (Misión Barrio
adentro), el analfabetismo (Misión Robinson y Misión Robinson II),
la deserción y buscar la ampliación de la matrícula en educación
media superior y superior (Misión Rivas y Misión Sucre,
respectivamente), atacar la no soberanía alimentaria (Misión
Mercal), cedulización de la mayoría de la población (Misión
identidad) -y para los fines que esta investigación persigue- dos
Misiones tuvieron gran huella en el rumbo que tomó la Unidad Cívico-
militar venezolana, nos referimos a la Misión Miranda que buscaba
renovar las reservas militares después de las escisiones militares
desde el golpe de Estado de 2002, y la Misión Vuelvan Caras donde
la organización popular endógena ya se asomaba. Las acusaciones a
esta réplica con señalamientos de populismo clientelar no se hicieron
esperar, especialmente por haber sido comenzadas en vísperas del
referendo revocatorio, en tanto los Círculos bolivarianos, única
defensa popular frente a la guerra híbrida que vivía desde entonces
la República Bolivariana de Venezuela, se presentaban en la narrativa
opositora como “círculos del terror”, la antipolítica se reconfiguró

321
La consecuencia directa fue una crisis de gasolina y gas L.P en el país
considerado el mayor distribuidor de hidrocarburos en el continente. Más de 600
MDD fueron importados en gasolina. El sabotaje petrolero comenzó a hacer agua
cuando miembros de las fuerzas armadas tomaron por asalto el emblemático buque
petrolero Pilín León, el 14 de diciembre de 2002. El presidente Hugo Chávez
calificaría al sabotaje petrolero como “La puñalada al corazón de la patria”, al
tiempo que, parafraseando a León Trotsky, adjetivaba a este periodo
contrarrevolucionario como el látigo de la contrarrevolución que toda revolución
necesita. Véase: Rodríguez, Thaís. ”La puñalada en el corazón de la Patria”, en:
Comandante Chávez. Capítulo 6. 37:06 min. Vive Televisión. Publicado 31 de julio
de 2015. Disponible en línea en: https://www.youtube.com/watch?v=5HllbogreI4
Consultado 15 de septiembre de 2018.

161
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

en las clases medias que separaban la sociedad civil del grueso de


la población venezolana, las afrentas contrarrevolucionarias eran la
expresión del carácter irreconciliable de la lucha de clases que se
hizo evidente en América Latina en territorio venezolano.

Dos años después de haber vencido el intento de golpe de Estado, se


hace pública la desarticulación de un intento de magnicidio conocido
como el Daktari Ranch Affair (operación Daktari). Con la operación
Daktari también se hacen visibles los procesos de privatización de
la guerra contra la Venezuela bolivariana por medio de mercenarios
y paramilitares que ya operaban en la zona fronteriza con Colombia
desde el puntofijismo, así como la consolidación de la República de
Colombia en un Estado Proxy, es decir, un Estado que sustituye a
otro en un conflicto –uno de los ejemplos más significativos fue el
papel que jugó Irak en su guerra de 8 años que tuvo frente a Irán-
en el contexto de la guerra híbrida.322
En artículo del 25 de enero de 2004 en Últimas Noticias alerté que «el plan
maestro de Estados Unidos es que Venezuela le pelee su guerra en Colombia,
y que Colombia le entregue el petróleo venezolano». El 9 de mayo de 2004
Hugo Chávez Frías anuncia en la edición 191 de su programa Aló Presidente
que, en el Sector Gavilán del municipio Baruta de la zona metropolitana de
Caracas, han sido detenidos 130 civiles colombianos con uniformes militares
venezolanos, muchos de ellos reservistas, y que más de medio centenar ha
escapado. Los paramilitares estaban acuartelados en barracas en la hacienda
Daktari en El Hatillo, del venezolano de origen cubano Robert Alonso.323

Luego de que Hugo Chávez ganara el revocatorio, en una de las máximas


muestras de democracia participativa en el continente en la que la
participación popular fue medular a través de las “unidades de
batalla electoral”324, el gobierno bolivariano continuó las Misiones
sociales, vinieron entonces Misiones que hoy siguen siendo

322 Hybrid Wars: the indirect adaptive approach. To regime change. Universidad
de Rusia, Moscú, 2015.
323 Pérez Pirela, Miguel Ángel y Britto García Luis. “Paramilitares”, en: La

invasión paramilitar. Operación Daktari. Correo del Orinoco, Caracas, 2012. p.


71.
324 La oposición venezolana incentivó la “operación reparo” con la que presionó al

Consejo Nacional Electoral para que validara el porcentaje de firmas necesario


para solicitar el referéndum revocatorio, a pesar de que las firmas contaban con
múltiples irregularidades. La reunión con los observadores internacionales exhibió
a una oposición venezolana altamente intolerante y no democrática. En tanto los
resultados del triunfo de Chávez en el referendo fueron avalados por la OEA, la
ONU y el Centro Carter (siendo este último quien declarara que no existían
evidencias de fraude electoral) la oposición venezolana no los reconoció y
comenzaron a surgir amenazas de escisiones territoriales en suelo venezolano.

162
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

estandarte de la Revolución bolivariana como la Misión vivienda,


Misión Guaicaipuro (atención de comunidades indígenas), Misión
Zamora (lucha contra el latifundio), Misión Cultura (impulsa la
producción artística popular) entre otras, y que sirvieron para que
las instituciones hemisféricas e internacionales reconocieran el
avance social que la República Bolivariana de Venezuela estaba
gestando.

Este reconocimiento hemisférico y de instituciones internacionales


ha sido muy velado, desde entonces la aplicación de la carta
democrática de la OEA y las “misiones de mantenimiento de la paz”
rondan Venezuela, concretada desde la Conferencia Especial sobre
Seguridad en el año 2003, la declaración de Nuevo León en 2005, con
base en la Carta Interamericana sobre la defensa hemisférica de la
democracia procedimental y el intervencionismo multilateral de la
declaración sobre Seguridad de las Américas.

Al tiempo, Condoleeza Rice -entonces secretaria de Estado de Estados


Unidos- mencionó en el contexto de la cumbre de las Américas de 2005,
que el presidente venezolano era “una amenaza negativa en la región”,
en una remasterización del “eje del mal”, ahora con los “puestos de
avanzada de la tiranía en el mundo.”325 La respuesta del gobierno de
Chávez Frías fue que en 2005 se expulsa a la Drug Enforcement
Administration (DEA) de territorio venezolano326, es entonces que la
estrategia contrarrevolucionaria mostró su rostro totalmente
contrainsurgente. Gran parte de elementos del gobierno bolivariano
que ascendió al poder en 1998 no pertenecían a las esferas políticas
tradicionales, las condiciones y relación con el protagonismo
popular que emanaban del gobierno de Chávez y la poca capacidad de
la oposición hicieron un caldo significativo para que la relatoría
que dictaba que el gobierno bolivariano estaba íntimamente
relacionado con el narcotráfico y las dos grandes guerrillas
colombianas (FARC-EP y ELN) se difundiera de manera rápida y sin
mayores obstáculos sociales. El intervencionismo, la

325 “Condoleezza Rice llama 'fuerza negativa' a Hugo Chávez y dice que lo vigilará”.
Crónica. Publicado 19 de enero de 2005. Disponible en línea en:
http://www.cronica.com.mx/notas/2005/162759.html Consultado 4 de abril de 2016.
326 Causa Popular. “Chávez echa a la DEA de Venezuela”. Red Voltaire. Publicado 13

de agosto de 2005. Disponible en línea en:


https://www.voltairenet.org/article126813.html Consultado 3 de enero de 2018.

163
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

desestabilización, la violencia social y económica fueron desde


entonces el día a día de la República Bolivariana de Venezuela.327

La Unidad Cívico-militar se institucionalizó como la segunda línea


estratégica de las filas castrenses venezolanas en 2004, no obstante,
la consecuencia de tales embates fue que la incipiente Unidad Cívico-
militar moderna, la cual contrarrestó el golpe de Estado y sustentó
la Misiones sociales, se prestara con un rumbo securitario como
derivación ante tales riesgos y amenazas, paradójicamente por
razones de seguridad nacional el Estado venezolano no tuvo la
capacidad o la voluntad política para abandonar la verticalidad de
la Unidad Cívico-militar pese a la radicalización del proceso que
estaba por venir.

3.3 Los Consejos Comunales y la Doctrina de seguridad bolivariana:


La conjugación del poder popular para una revolución pacífica pero
no desarmada

Pero había vigilantes sobre las sombras. Y caminaron sobre sus pasos,
y delante de ellos […] Escudos invisibles pararon esos golpes
alevosos, y dirigieron por fecunda vía a aquellas masas móviles y
atentas.

Jesús Guanche Pérez y José Antonio Matos Arévalos, Fernando Ortíz.


Contra las razas y los racismos.

Hallamos dos hipótesis en torno al camino que siguió la denominada


Revolución bolivariana a partir del año 2006: la primera –y la más
conocida- es la que acusa que se radicalizó328, y la segunda –más
analítica- dicta que el gobierno de Chávez se fue quedando sin
capacidad negociadora y/o voluntad política frente a las fuerzas de
oposición. Ambos elementos estuvieron presentes en este camino en el
que el discurso socialista era mucho más fuerte. Soportada por el
cuarto boom petrolero en la historia venezolana, la Revolución
bolivariana echó a andar el Plan de Desarrollo Económico y Social
de la Nación 2007-2013 (Plan Nacional Simón Bolívar o Plan
Socialista) y tuvo afanosa proyección a nivel regional, pues mientras

327
Rodríguez Rejas, María José. “La estrategia hacia América Latina, una estrategia
contrainsurgente”, en: La Norteamericanización de la seguridad en América Latina.
Akal, Ciudad de México, 2017. pp. 309-339.
328 Lalander, Rickard. ”Venezuela 2010-2011: Polarización y radicalización del

proyecto socialista”. Revista de Ciencia Política, volumen 32, Nº 1, Santiago,


2012. pp. 293 – 313.

164
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Venezuela impulsaba proyectos geoestratégicos como el Acuerdo


Energético de Caracas (2000), Petrocaribe (2005)329, la aplicación en
2006 del Protocolo de Adhesión al Mercado Común del Sur (MERCOSUR)
y “Médicos por petróleo” (2007), concretaba de la misma manera un
intento de integración sudamericana y caribeña teniendo como aliados
a dos de los llamados tres grandes de América Latina: Brasil con
Lula da Silva en la presidencia y Argentina, primero con Néstor
Kirchner y después con Cristina Fernández de Kirchnner como
presidentes, respectivamente. Asimismo, venía una fuerte
participación en el Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre,
Brasil (2005) y de abanderar la victoria en la cumbre de Mar del
Plata, Argentina en el mismo año, frente al proyecto del Área de
Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsado por los gobiernos
norteamericanos desde la cumbre de las Américas del año 2001
realizada en Canadá –y donde Chávez logró lo que Ernesto Che Guevara
no pudo en el ya lejano agosto de 1961 en Punta del Este, Uruguay-
la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado
de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) pensada desde 2004 y la Unión
de Naciones Suramericanas (UNASUR), gestada en 2008 pero comenzando
funciones en 2011, también fueron parte de estos esfuerzos de
integración regionales que la República Bolivariana de Venezuela
empujaba con sus aliados: la nueva geopolítica nacional y la nueva
geopolítica internacional desde una Venezuela líder en materia
energética, pues en el año 2007, por medio del decreto 5200, se
concretó la nacionalización de la Faja petrolífera del Orinoco
pasando a manos de PDVSA, teniendo así el Estado venezolano plena
soberanía sobre los hidrocarburos, con ello se pensó impulsar
Petroandina y Petrosur.

A nivel internacional, el mismo boom petrolero le permitió tener


acercamientos con China principalmente y combatir el carácter
hegemónico de la política exterior estadounidense al acercarse a la
Federación Rusa, sumado al asesoramiento cubano, principalmente en
inteligencia y en proyección de las misiones sociales, estas alianzas
geopolíticas estratégicas se han convertido en la genealogía de
materialidad que, hasta la fecha, mantienen en pie a la Revolución
bolivariana, pues no solo es la resistencia y organización del pueblo
chavista.

329Hidalgo, Jonny. El planteamiento geoestratégico de Petrocaribe. Guardagujas


producciones. Estado Trujillo, República Bolivariana de Venezuela, 2016.

165
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Empero, en lo interno, las organizaciones de las diversas izquierdas


fueron las únicas acompañantes del proceso, mientras la polarización
con el neoconservadurismo se acrecentaba. Con todas estas pujanzas
democráticas participativas, la reconfiguración del Estado
venezolano y los contrapesos regionales e internacional que hemos
descrito, la seguridad y promoción del régimen necesitaba concretar
un modelo mejor desarrollado. La Unidad Cívico-militar seguiría
siendo la columna vertebral de este modelo bajo el principio de la
Seguridad y Defensa Integral, y la bonanza petrolera soportaría la
diversificación de las políticas en las que se intentó consolidar
la Unión Cívico-militar en tiempos de Chávez: fortalecimiento de las
fuerzas armadas regulares y profundizar las relaciones cívico-
militares por medio de mayor participación popular en la Defensa
Nacional, eran las consignas.

El principio de Seguridad y Defensa Integral se apuntaló


políticamente de la siguiente manera: en el año 2006 -luego de los
saberes del golpe de Estado errado de 2002 y de la desarticulación
de la operación Daktari en 2004- se impulsó la Ley de Comunas, por
medio de la Ley Habilitante, permitiendo iniciar la
institucionalización de los Consejos Comunales y su producto más
acabado, las Comunas. En segundo lugar se desarrolló el gozne de las
Regiones de Defensa Integral (REDI), las Áreas de Defensa Integral
(ADI), las Zonas de Defensa Integral (ZODI), y los Órganos de
Dirección para la Defensa Integral (ODDI), en este último reposa
primordialmente la Unión Cívico-militar.

Lo político seguía prevaleciendo por encima de lo militar.

Así, ostentamos que no podemos entender esta investigación si


desligamos el desarrollo de los Consejos Comunales con la Doctrina
de seguridad bolivariana, pues desmontar la falsa premisa de que el
pueblo venezolano ha sido históricamente violento nos obliga a
manejarnos metodológicamente cual dicho coloquial “ver todo el
bosque, no solo el árbol”. La democracia participativa y protagónica
venezolana no caminó en un sendero distinto al principio de Defensa
Integral.

Acerca del primero de estos tres elementos, debemos decir que existe
una amplia gama de investigación sobre los Consejos Comunales
entendidas como expresiones populares democráticas, también la hay
desde el punto de vista que los ha considerado clientelismo político.
Recordemos pues que la democracia participativa venezolana no se

166
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

agota en los Consejos Comunales, como advertimos, las cooperativas


de trabajadores, las mesas de electricidad, los comités de cultura
y salud, los comités de tierra urbana y, sobre todo, los comités de
seguridad ciudadana nutren también al gran proyecto: las Comunas,
éstas en el contexto más urbano y citadino, especialmente en el
municipio Libertador del Distrito Capital de la ciudad de Caracas:
La Piedrita, Alexis Vive, Tendencias Unificadas Para Alcanzar el
Movimiento de Acción Revolucionaria Organizada (Tupamaro) que
también es partido político desde 2004, Movimiento Revolucionario de
Liberación Carapaica, Frente Revolucionario Augusto César Sandino,
la Coordinadora Simón Bolívar, por mencionar algunos, son
organizaciones herederas de la lucha armada en Venezuela, la mayoría
surgidas en la década de los años 80 y otras a raíz del golpe de
Estado de 2002, han sido estudiadas desde la mirada más
iusnaturalista e iuspositivista de los derechos humanos.

Coloquialmente conocidos como colectivos, estudios como el del


Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS)330 solo se
enfocan en la parte armamentista y no en el resto de procesos que
constituyen las Comunas y en las cuales está cimentado el poder
popular.

Caracas no solo es la capital donde se centraliza el poder político


y económico de Venezuela, es literal su valor, quien controla Caracas
controla Venezuela, a pesar de su vasta riqueza en prácticamente
todas sus zonas: Los Llanos, la cordillera merideña (zona andina) y
principalmente en la zona del lago Maracaibo, en el estado Zulia,
el foco industrial en la cordillera central, especialmente en la
ciudad de Valencia, capital del estado Carabobo y la “joya de la
corona” la franja petrolífera del Orinoco en la gran Sabana y la
Guyana venezolana. Los llamados colectivos son una derivación
securitaria de defensa ante lo que Frank Hoffman llama la “guerra
híbrida”331: Estimulado por las enseñanzas de la segunda guerra del
Líbano en el año 2006, la guerra híbrida es desarrollada en las
grandes urbes a través de conflictos contrahechos no solo entre
fuerzas armadas regulares, la criminalización popular es uno de sus
pilares fundamentales, como sugiere Reinaldo Iturriza López:

330 Informe Manifestantes en la mira de Colectivos Paramilitares VENEZUELA.


Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), Caracas, 2015.
331 Hofffman, Frank G. Conflict in the 21 th Century: The Rise of hybrid wars.

Potomac Institute for Policy Studies, Arlington, Virginia, 2007.

167
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La irrupción del chavismo en la arena política es indisociablemente


ligada a su criminalización. […] de manera que cuando el chavismo
entra en escena no puede aparecer más que como un sujeto criminal,
bárbaro irracional, violento. Sin este discurso que estigmatiza,
transfigura e incluso oculta al sujeto chavista no hay relato opositor
sobre el chavismo.332

Por tanto, en general lo que el chavismo desarrolle para la defensa


de la Revolución bolivariana será criminalizado desde su proyecto.
Los colectivos y el provén securitario de la Doctrina de seguridad
bolivariana son los ejemplos más persuasivos en la narrativa
mediática internacional.

Foto de Jorge Negrón Valera en La Piedrita, parroquia 23 de enero, Caracas.

La configuración del poder popular a través de los Consejos Comunales


en la República Bolivariana de Venezuela no se sustentó en
ocurrencias del expresidente Hugo Chávez. En un Estado donde reinaba
la antipolítica, el impulso estatal y la base popular hizo que los
Consejos Comunales representaran un signo de cambio pero también de
polarización en las dinámicas de la sociedad venezolana.

Los Consejos Comunales son una restructuración institucional del


poder, en ese sentido, recogen experiencias de pasadas juntas

332
Iturriza López, Reinaldo. “El chavismo violento, esa redundancia”, en: El
chavismo salvaje. Trinchera, Caracas, 2016. p. 265.

168
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

vecinales donde la participación popular era el pilar central de


dichas organizaciones, los Consejos soportarían las políticas
programáticas que la constitución de 1999 dictaba para la
constitución de Estado comunal.

Si en Colombia la distribución del control y poder territorial se


dio con las políticas contrainsurgentes y militaristas de la
Seguridad Democrática, en la República Bolivariana de Venezuela fue
a través, como mencionamos, de la Unidad Cívico-militar, por medio
del poder popular/comunal sustentado jurídica, constitucional y
políticamente en la ley de Comunas333 aterrizada a los Consejos
Comunales: el resultado fue una distribución del poder,
principalmente territorial, pues es el territorio uno de los cinco
frentes de batalla para la construcción del socialismo según el
pensamiento chavista sistematizado por Pedro Sassone.334

Esta distribución del poder con alta participación popular se


enfrentaba al clásico andamiaje de gestión de gobiernos estatales y
municipales, además la lucha de clases se exteriorizó cuando los
grupos oligárquicos dominantes vieron afectados de lleno sus
intereses. Margarita López Maya expone lo siguiente sobre la
concepción del Estado comunal a través de los Consejos Comunales:

Analizar y evaluar el proceso de implantación de un Estado comunal


en Venezuela no es, ciertamente, una tarea fácil. Cualquier abordaje
en ese sentido está condicionado por una permanente polémica
política, ideológica e incluso académica, que ha venido dificultando
la confiabilidad de la información –que es dispersa y sesgada– y de
las interpretaciones que se difunden tanto dentro como fuera del
país. Esta realidad se añade a la complejidad, en términos
conceptuales y metodológicos, que muestran las innovaciones
participativas para su debida comprensión.335

La institucionalización de los Consejos Comunales se dio


principalmente a través del tutelaje estatal del gobierno de Hugo

333 La primera ley de Comunas se publicó en 2006, pero llegó, por medio de la Ley
Habilitante, a la constitución un año después porque el resultado fue desfavorable
en referéndum. La actual ley se publicó en 2010.
334 Sassone, Pedro. Tesis Políticas del comandante Chávez. Fundamentos para el

debate. Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Ecuador, Quito, 2017.


pp. 214-216.
335 López Maya, Margarita. “Socialismo y Comunas en Venezuela”. Nueva Sociedad.
Democracia y política en América Latina. No. 274, marzo-abril, Buenos Aires, 2018.
p. 59.

169
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Chávez –y posteriormente con su sucesor Nicolás Maduro-, por medio


del Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Protección Social
(MPPCPS). Es en los Consejos Comunales y en las Comunas donde radica
la gran distinción de colocar de manera errónea a la Revolución
bolivariana en el mismo nivel analítico del resto de gobiernos
progresistas/reformistas de América Latina, en la bautizada “década
ganada”: Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador. Si bien, por un lado
coincidieron en el paternalismo estatizado y en algunos rasgos
particularmente populistas, el proceso venezolano estaba
desarrollado bajo un principio pedagógico que ejercía el presidente
Chávez, el programa televisivo Aló presidente, es el ejemplo más
ilustrativo.336 Los Consejos Comunales y las Comunas figuran como el
brazo ejecutor del poder popular en la Venezuela chavista.

La innovación que representa esta forma participativa es


significativa por ser protagonizada por las clases dominadas que han
logrado desplazar de diversas maneras el poder de las clases
dominantes, el empoderamiento de los sectores populares ha producido
una redistribución del poder. El proceso de empoderamiento social ha
sido muy intenso y rápido, se experimenta, se corrigen sobre la marcha
los procedimientos organizativos, hasta lograr en la práctica
remodelar el orden social en pocos años. Observando su evolución en
la primera década vemos el tamaño de la tarea realizada, han cambiado
de manera significativa las relaciones sociales y económicas de
dominación pero el capitalismo sigue vigente, la clase dominante ya
no dirige pero conserva una esfera de poder económico, político y
cultural. No debe soslayarse que la redistribución del poder ha sido
resistida permanentemente por las clases dominantes, con sus
episódicas descargas de violencia. Pero es un poder declinante, y esa
es la razón de su subordinación completa al imperialismo.337

La Revolución Bolivariana –especialmente en los gobiernos del


presidente Hugo Chávez- potenció las posibilidades para que la
organización popular pudiese desarrollarse con los menores
obstáculos posibles, los Consejos Comunales y, sobre todo, las
Comunas son producto de esta relación. Empero, este proceso no deja
de estar soportado desde el Estado pues fue este quien otorgó cierta

336 El golpe de Estado de 2002 aleccionó la imperante necesidad de crear canales


comunicacionales que acompañaran al canal de Venezolana de Televisión, en ese
contexto en 2003 se crea Vive Televisión para cubrir la audiencia nacional y en
2005 se crea Telesur, pensado como proyecto regional.
337
Rendón Corona, Armando. Poder popular. Instituciones de participación ciudadana
en Colombia, Brasil, Bolivia, Venezuela y Cuba. Op. Cit. p. 184.

170
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

autonomía y competencias diferentes de la estructura oficial


gubernamental.

Los Consejos Comunales, que actúan en las parroquias -entidad


política-administrativa y territorial más pequeña del Estado
venezolano- son la estructura menor en una organización que se
desglosa de la siguiente manera: a nivel nacional existen los
Consejos Estatales de Planificación y, a nivel local, los Consejos
Municipales o Locales de Planificación. Los primeros tienen vínculo
directo con el Consejo de Planificación Nacional. La primicia de la
participación popular en Venezuela descansa en el nivel micro, es
decir en el municipio, donde existen dos subniveles: las Juntas
Parroquiales y los Consejos Comunales. Su actuar no solo es
propositivo sino ejecutivo también.

Por tanto, los Consejos Comunales y las Comunas están directamente


vinculados a la Defensa Integral por medio de la Unidad Cívico-
militar desde el artículo 58 de la Ley Orgánica de las Comunas, que
expone los sistemas de agregación de las Comunas, uno de ellos es
el de la seguridad y defensa de la soberanía nacional. Las funciones
ejecutorias en materias de control social, están fundamentadas en el
artículo 59 de la misma ley. Los Consejos Comunales son, entonces,
parte esencial de la lucha versus la contrarrevolución y la inserción
del paramilitarismo y el narcotráfico en las parroquias.338 Asimismo,
están en condiciones de combatir el delito común si se desarrolla
el artículo 56 respecto a la justicia comunal y el artículo 57
referente a la jurisdicción especial comunal.339 Además, en caso de
una coyuntura de mayor magnitud, constituyen la base de las Milicias
territoriales, las cuales procedemos a explicar.

338 En la estancia de investigación que desarrollamos en la República Bolivariana


de Venezuela, tuvimos la oportunidad de conocer y estudiar las experiencias de
algunas Comunas y Consejos Comunales ejerciendo, junto con las instituciones
encargadas en materia de seguridad nacional, seguridad interior y seguridad
pública el llamado “Plan República”, que se basa en otorgar seguridad ante los
procesos electorales –en este caso se desarrolló en las elecciones municipales de
diciembre de 2017- desde la Unidad Cívico-militar. La entrevista que aquí se cita
fue realizada al colectivo Frente Revolucionario Augusto César Sandino que trabaja
en la parroquia Antímano, ciudad de Caracas. Crespo, José Ramón. Comunicación
personal. Caracas, 4 de enero de 2018.
339 Ley Orgánica de las Comunas. Asamblea Nacional de la República Bolivariana de

Venezuela. p. 23. Disponible en línea en:


http://www.cne.gov.ve/onpc/web/documentos/Leyes/Ley_Organica_de_las_Comunas.pdf
Consultado 6 de enero de 2017.

171
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Hemos dicho que hay dos elementos que, generalmente, sustentan de


facto a un Estado moderno: fuerzas armadas regulares y una
constitución. Al configurarse un nuevo Estado con la constitución de
1999 de la naciente República Bolivariana de Venezuela, también se
recofiguraron sus fuerzas armadas. La Unión Cívico-militar quedaba
plasmada constitucionalmente:

Título VII

Capítulo II

Artículo 326: La Seguridad de la Nación se fundamenta en la


corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil para dar
cumplimiento a los principios de independencia, democracia, igualdad,
paz, libertad, justicia, solidaridad, promoción y conservación
ambiental y afirmación de los derechos humanos […] El principio de
la corresponsabilidad se ejerce sobre los ámbitos económico, social,
político, cultural, geográfico, ambiental y militar.340

Chávez lo que hizo fue quitar el velo eufemístico de las fuerzas


armadas regulares vistas como “neutrales” ante los procesos
políticos orgánicos e internacionales, bajo el dogma de la lealtad
patriótica. Los altos mandos de las fuerzas armadas, en cualquier
Estado hacen política, la diferencia radica en la forma en la que
la hacen.

Con un alto componente popular, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana


(FANB) luchó –y sigue luchado- contra el espectro elitista de las
fuerzas castrenses venezolanas antes de la Revolución bolivariana,
más que una contradicción parecía una incongruencia que la FANB
tuviera en la mayoría de sus filas a personal que generalmente venía
de estratos sociales bajos pero no estuviera al servicio del pueblo
según el pensamiento bolivariano, la correlación de fuerzas se
inclinó hacia el bolivariano que no se contraponía al pensamiento
crítico social.

340
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela 1999. Ediciones de la
Presidencia de la República, Caracas, 2013. p. 236.

172
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

El bolivarianismo se presenta en la realidad política venezolana,


del siglo pasado y el actual, en dos versiones distintas y
contradictorias. Una primigenia, desde la década de 1930, anti-
bolchevique o de derecha o de centro-derecha y luego, desde finales
del siglo XX e inicios del XXI otra peculiarmente socialista o de
izquierda. Ambas autoproclamadas auténticamente bolivarianas.341

Después de la promoción militar “Simón Bolívar II”, de cual egresó


Hugo Chávez, este componente popular en mandos medios y altos tuvo
un significativo repunte. Asimismo, las críticas recayeron por un
lado, en el miedo –no tan divorciado de la realidad- de una alta
esfera militar de la FANB totalmente involucrada en la política
profesional, no cumpliendose el mandato constitucional también
descrito en 1999 en el artículo 328, en el que se dictaba que la
FANB no tendría militancia política, nombrando a esto como
“ideologización y partidización política”,342 el presidente Chávez
Frías pretendío sortear este advenimiento con alta rotación en el
Comando Estratégico Operacional (CEO) y en el Ministerio del Poder
Popular para la Defensa. Por otro lado, también se acusaba de la
pérdida de identidad (distinción entre Fuerza aérea, Ejército,
Marina Armada y Guardia Nacional), frente a lo que Chavéz llamó en
2004 la unicidad de la Fuerza Armada. Es esta unicidad la que
finalmente ha procurado que la FANB no sea fragmentada ante los
embates especialmente después de 2002. Asimismo, el tratamiento
escandalizado ante la incorporación del estudio de teorías sociales
críticas en la formación de la FANB y la influencia de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba era muy evidente, a este último
aspecto lo nombraron “cubanización”343.

Esta molestia se acrecentó después de que Chávez no renovó, desde


2001, el acuerdo de cooperación militar bilateral con los Estados
Unidos, vigente desde cinco décadas atrás,344 desde que Venezuela
firmó y entró al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR) en 1947, promovido por Estados Unidos en el contexto de la

341 Domingo, Irwin y Buttó, Luis Alberto. Bolivarianismos y Fuerza Armada en


Venezuela. Los bolivarianismos en la mirada de las ciencias sociales. Nouveau
Monde Mondes Nouveaux. Publicado 18 de enero de 2006. Disponible en línea en:
https://journals.openedition.org/nuevomundo/1320 Consutlado 6 de marzo de 2017.
342 “La Fuerza Armada Nacional ´Bolivariana´. Estructura de funcionamiento actual”,

Estudio de Caso I. Control Ciudadano. Un observatorio venezolano de Seguridad y


Defensa, Venezuela, 2016. p.6.
343 Ibíd. p. 5.
344 Golinger, Eva. Op. Cit. p 36.

173
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Guerra Fría y la formación de un escudo continental frente a la


posibilidad de un ataque extracontinental hacia un Estado americano.
La “cubanización” se hizo presente en el discurso opositor desde el
viaje que Hugo Chávez realizó, luego de salir de prisión, a La Habana
Cuba en 1994.

Nos preguntamos ¿acaso no denominar a las cosas por su nombre


apelando a la ambigua diplomacia castrense es también
ideologización? Lo evidente es que se constituyó una FANB que solo
potenció el sentido antimperialista en los grupos castrenses
venezolanos, el cual era visible desde la época de la lucha armada.

Así, los componentes de la FANB a cargo del Ministerio del Poder


Popular para la Defensa y del poder Ejecutivo (Comandante en Jefe)
quedaron de la siguiente manera:345
Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB)

Comando Estratégico Operacional


(CEO)

Ejército Bolivariano, Armada


Bolivariana, Aviación Militar Guardia de Honor
Bolivariana, Presidencial y Milicia
Guardia Nacional Bolivariana Bolivariana (reservistas)
(Seguridad Interior)

Constitución de la FANB. Elaboración propia.

345El cuadro lo realizamos con base en la Ley Orgánica de la FANB, la cual ha sido
reformada en cinco ocasiones: dos por vía de la Asamblea Nacional (2005 y 2009) y
tres por decreto presidencial (2008, 2011 y 2014). El Cuadro está basado en el
resultado de las modificaciones a la Ley hasta 2011. La reforma de 2014 rebasa
nuestro periodo de estudio, sin embargo es en esta última reforma existe un
escalafón por encima del CEO que es el Estado Mayor Superior de la FANB.

174
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

La FANB está articulada para realizar funciones en torno a la


seguridad nacional (Ejército, Marina Armada y Aviación), coordinada
desde el Comando Estratégico Operacional (CEO), debemos sumar la
reconversión, entre 2009 y 2010, de la extinta Dirección Sectorial
de Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) al Servicio
Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), organismo de
inteligencia y contrainteligencia en materia de seguridad interior
y seguridad nacional. La Guardia Nacional Bolivariana (GNB) seguía
siendo la institución encargada de la Seguridad interior. En materia
de seguridad pública, se creó en el año 2009 el Cuerpo de Policía
Nacional Bolivariana (CPNB), adscrita al Ministerio del Poder
Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, reconfigurando
así, la antigua Policía Metropolitana acusada de ser sumamente
corrupta y de participar en el golpe de Estado de 2002. De todas las
naciones que liberó Bolívar, es su Venezuela natal la que no contaba
con un organismo policiaco civil de carácter nacional y federal,
chocando con el modelo de seguridad del prócer. Debemos agregar
también –en materia de seguridad pública y seguridad interna- al
Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas
(CICPC) nacido en el año 2001 al reconfigurar a la extinta Policía
Técnica Judicial (PTJ). Toda esta aclaración del andamiaje formal de
las instituciones encargadas de la seguridad nacional, seguridad
interior y seguridad pública en Venezuela es sumamente importante,
debido a que se imponen en la opinión pública internacional críticas
que muchas veces soslayan las distinciones para buscar una
justificación ideológica con base en una (inexistente) dictadura
militarizada.

Los riesgos y amenazas a la paz y seguridad de la República


Bolivariana de Venezuela no son los mismos que enfrenta Colombia –
como lo mencionamos desde la introducción- pese a coincidir en
algunas características. Los embates que la Revolución bolivariana
recibe han sido desde diversas estrategias y de heterogénea
intensidad, no obstante, aquí es dónde la securitización se hace
presente sin que necesariamente el venezolano –en tiempos de Chávez-
sea un régimen militarista/armamentista: la Doctrina de seguridad
bolivariana, cuyo epicentro es de perfil geopolítico, no es hija de
la Doctrina de seguridad nacional, empero, surge por la necesidad
de defenderse también de un enemigo externo: el imperialismo
estadounidense, pero debido a que el conflicto es altamente
asimétrico, no está en las tesis de la Doctrina de seguridad
bolivariana aniquilar a su enemigo y a sus aliados venezolanos. La
175
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Doctrina de seguridad bolivariana y la Defensa Integral se basan en


el principio de la guerra de todo el pueblo, desarrollada en Vietnam
y aplicada en Cuba, para el caso venezolano se da bajo la estrategia
del Método Táctico de Resistencia Revolucionaria (MTRR).

La parte interna del enemigo imperialista, la oposición venezolana


-aglutinada en la MUD- incapaz de cohesionarse desde la política
institucional, ha recurrido a dispositivos de terror que en Venezuela
son conocidos coloquialmente como “guarimbas”.

Aunque sabemos que la inmensa mayoría del pueblo venezolano tiene


claro la definición conceptual de las guarimbas no está mal seguir
puntualizando en el tema. Podríamos señalar que "son acciones
foquistas y aventureras que ha puesto en práctica la irresponsable
oposición venezolana con el fin de tomar el poder por la violencia
ante las continuas derrotas electorales". Otra definición nos dice
que las guarimbas son: "expresiones violentas y desestabilizadoras
de la ultraderecha de Venezuela quienes en un acto de desesperación
y disociación apelan a métodos violentos para llegar al poder
violentando la Constitución".

En tal sentido las guarimbas es una trasnochada práctica politiquera


de la oposición en su desmedido afán de llegar al poder a como dé
lugar, sin importar las consecuencias que esto acarrea. Es indudable
que todas estas acciones guarimberas se producen en la lucha de clases
por la disputa del poder. Donde dos modelos se disputan la hegemonía.
La propuesta neoliberal, excluyente, colonial y pro-imperialista que
ya gobernó al país durante más de cuarenta años. Y el modelo de
inclusión social, socialista y de soberanía petrolera […]346

Britto García y Pérez Pirela tiene una definición no distinta de la


anterior sobre las guarimbas:

La oligarquía y sus medios llevan años perdiendo elecciones, y años


intentando arrebatar por cuartelazo o intervención foránea. Al perder
la posibilidad de reunir firmas para el referendo revocatorio buscan
arrebatar con los disturbios en las urbanizaciones para privilegiados
llamados guarimbas, y si no logran crear perturbaciones internas no

346Guevara, Euribes. “¿Qué son las guarimbas?” Aporrea. Publicado 2 de marzo de


2015. Disponible en línea en: https://www.aporrea.org/actualidad/a203596.html
Consultado 6 de enero de 2016.

176
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

vacilan en importarlas. Venezuela es un mar de petróleo, y nunca


faltarán candidatos para intentar arrebatarlo.347

Divulgadas en todo el mundo por los medios masivos de difusión como


protestas pacíficas contra el gobierno bolivariano, al explicar “las
guarimbas” soslayaban la estrategia de estas. El laurel de esta
difusión masiva –hasta nuestros días- yace en primer lugar en apelar
a los sentimientos, luego tergiversan el posicionamiento político de
la no-violencia: el manual Sharp, escrito por el politólogo Gene
Sharp, muestra la aplicación inventiva del método de la no violencia
a través de tres bloques (protesta, no cooperación e intervención)
y cinco pasos (ablandamiento, deslegitimación, calentamiento de
calle, combinación de formas de lucha y fractura institucional) sin
embargo, este manual está enfocado en derrumbar gobiernos que no
comulgaran con la idea democrática representativa liberal. Las
“guarimbas” se inscriben en lo que Gene Sharp nombra como “desafío
político”348 perteneciente al primer bloque al menos a tres pasos,
especialmente “el calentamiento de calle”. El método Sharp fue
aplicado en las llamadas revoluciones de colores y tuvo un peso
geopolítico significativo. Por último, usan a modo las tesis más
liberales de los derechos humanos que buscan la no radicalización
de los movimientos populares. Los informes de Human Rights Watchs y
de la organización venezolana Provea –ambos publicados en 2014- dan
cuenta de lo anterior: “uso ilegítimo de la fuerza”, “connivencia
con pandillas armadas partidarias del gobierno”, criminalización de
la protesta, etc. parecen más consignas políticas que descripciones
“neutrales” en busca de un estado de derecho.349

347Pérez Pirela, Miguel Ángel y Britto García Luis. “Paramilitares”, en: La invasión
paramilitar. Operación Daktari. Correo del Orinoco, Caracas, 2012. p. 71.
348 Sharp, Gene. “Aplicando el desafío político”, en: De la dictadura a la
democracia. Un sistema conceptual para liberación. Instituto Albert Einstein,
Estados Unidos, 2001. pp. 61—68.
349 Véase: Castigados por protestar. Violaciones de derechos en las calles, centros

de detención y el sistema de justicia en Venezuela. Human Rights Watch. Estados


Unidos, mayo 2014. Y, Venezuela 2014. Protestas y Derechos Humanos. Programa
Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA), Venezuela, 2014. En
el primero rastreando sus fuentes podemos observar el camino político del informe.
En el segundo, la orientación política de todas las instituciones que participaron
en él nos advierte del contenido. “El presente informe es el resultado del esfuerzo
conjunto de las organizaciones Civiles Derechos Humanos, Espacio Público, Foro
Penal Venezolano, Asociación Civil Justicia, Solidaridad y Paz (FUNPAZ) del estado
Lara, Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA) y de
la Comisión Inter-Institucional de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia, la Escuela de Derecho de la

177
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Estos informes presentan una intención clara de la utilización


política-ideológica del discurso sobre los derechos humanos, otras
visiones de organizaciones de derechos humanos en Venezuela
profundizan en el carácter del tipo de protesta, demostrando el uso
de armas por parte de algunos elementos de las protestas y la
intencionalidad de la arenga hegemónica mediática internacional.
Advierten, además, que los derechos humanos no están desprovistos de
lecturas político-sociales y, sobre todo, ideológicas y cuestionan
la “neutralidad” de la institucionalización iusnaturalista de las
grandes organizaciones de derechos humanos que son financiadas por
organismos internacionales.350 Bajo esta mirada, los dos periodos de
gobierno de Chávez no son fundados en violaciones sistemáticas a los
derechos humanos.

Las “guarimbas” nos introducen a uno de los grandes debates en torno


a los posicionamientos políticos dentro de la lucha de clases en el
siglo XXI, Luis Navarrete Orta, al hablar sobre la importante
distinción del fascismo como régimen y el fascismo como oposición,
caracteriza a las “guarimbas” disfrazadas de protestas estudiantiles
con un mecanismo de terror con un alto componente clasista y
racista.351 Las “guarimbas” fueron desarrolladas en las zonas de clase
media y clase media alta de las ciudades más acaudaladas de la
República Bolivariana de Venezuela, asimismo han referido su
intensidad proporcional a la crisis económica mayoritariamente

Universidad Rafael Urdaneta y la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de


Abogados del estado Zulia de presentar al país una visión lo más integral posible
de la situación de los derechos humanos vivida durante las protestas que se vienen
realizando desde febrero del presente año. Asimismo, este trabajo cuenta con el
valioso aporte de organizaciones como el Centro de Derechos Humanos de la
Universidad Católica Andrés Bello (CDH-UCAB), el Observatorio Venezolano de
Conflictividad Social (OVCS) y el Comité Paz y Vida por los derechos humanos del
estado Barinas que autorizaron compartir buena parte de la información levantada
por ellos, para que fuera empleada como insumo en la elaboración de este informe.”
Venezuela 2014. Protestas y Derechos Humanos. Op. Cit. p. 7.
350
Véase: Barrios, Ana y Caguaripano, Marieva. “Derechos humanos en Venezuela: la
intención del discurso” en: Carioso, Alba (Comp.) Tiempos para pensar.
Investigación social y humanística hoy en Venezuela. Tomo I. CLACSO, Caracas,
2015. pp. 183-192.
351 Navarrete Orta, Luis. El fascismo, vanguardia extremista del capitalismo.

Universidad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 2013. P. 18. Para entender las


tendencias fascistas de las “guarimbas” en años posteriores a 2002 también puede
consultarse a: Figueroa, Amílcar. “Tendencias fascistas en la derecha venezolana.”
Aporrea. Publicado 30 de octubre de 2012. Disponible en línea en:
https://www.aporrea.org/ideologia/a153320.html Consultado 24 de diciembre de
2017.

178
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

inducida desde el exterior y apuntalada por la burguesía venezolana352


(con todos sus componentes: deuda no reestructurada, tipo de cambio
paralelo, inflación galopante, especulación, acaparamiento,
contrabando de extracción y que se recrudecía en los últimos años
del gobierno de Chávez) pues así los sectores populares se tornan
más vulnerables ante el ejercicio de la violencia.

La presente investigación indagó estas expresiones tácticas de


terrorismo contrainsurgente –más nunca de protesta social
espontánea- desde el año 2002. A continuación exponemos la intensidad
y duración de las “guarimbas” en el periodo comprendido de estudio.353

2009
Media
2007 intensidad-
Baja intensidad- duración corta
2004 duración corta

2002 Baja intensidad-


Baja intensidad- duración corta
duración media

Desarrollo e intensidad de las “guarimbas”. Elaboración propia.

La correspondencia entre la duración y la intensidad de las


“guarimbas” no debe obviarse, también dependieron de la injerencia
externa. En el año 2002, por ejemplo, la baja intensidad y la
duración media de las iniciales “guarimbas” fueron de la mano del
intento de golpe de Estado y el paro petrolero. En tanto en 2004,
el cubano-venezolano Roberto Alonso moduló el plan denominado “la
guarimba” a través de la llamada Coordinadora Democrática,
proyectando desde la tergiversación de la desobediencia civil la
violencia en las calles de las principales ciudades venezolanas,
buscando la respuesta represiva de las instituciones de seguridad
del Estado venezolano para imponer la narrativa, por un lado, de la

352
Véase: Curcio, Pasqualiana. “La mano visible del mercado. Guerra económica en
Venezuela.” 15 y último. Publicado 9 de noviembre de 2016. Disponible en línea
en: http://www.15yultimo.com/2016/11/09/la-mano-visible-del-mercado-por-
pasqualina-curcio-curcio/ Consultado 9 de diciembre de 2017.
353 Figueroa, Amílcar. Comunicación personal. Op. Cit.

179
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

violación sistemática de los derechos humanos por parte del gobierno


de Chávez y, por otro lado, el discurso de la ingobernabilidad. Esta
táctica venía cocinándose desde dos años atrás, esta vez buscaba
hacer presión para que se validaran las firmas de la oposición ante
el referendo en el que se solicitó que el presidente Chávez pusiera
a disposición su cargo.354

Otro ejemplo, en 2007 y 2009, en pleno auge del mal llamado bloque
progresista en América Latina, las ”guarimbas” en Venezuela tuvieron
una intensidad baja con duración corta y media intensidad con
duración corta respectivamente, sin embargo, es en estos dos momentos
donde expandieron su rango territorial, creando así, las condiciones
para las “guarimbas” más difundidas a nivel internacional las del
año 2014355 y, sobre todo, las del año 2017.

Guevara ostenta de nuevo sobre las “guarimbas”:

Las guarimbas son la negación de la Constitución y del estado de


derecho, en tanto pisotean a diario el texto madre […] Son viudas del
fracasado puntofismo adeco-copeyano. Las guarimbas son expresión de
la irracionalidad política, ya que tratan de lograr por la violencia
lo que el pueblo les ha negado con el voto. Las guarimbas es odio,
destrucción, pánico y muerte. (Sic)

Con las guarimbas la oposición se quita por completo la máscara, ya


que no han tenido el coraje de condenar esa nefasta forma de hacer
política. Las guarimbas es un experimento de los laboratorios de
guerra de los EEUU, aplicado con éxito en otros países. Las guarimbas
reciben fuerte financiamiento del exterior a través de las cacareadas

354Golinger, Eva. “La guarimba” Op. Cit. pp. 136-137.


355En el 2014, incluso las fuerzas bolivarianas de liberación (FBL), grupo
guerrillero que procuró en los gobiernos de Chávez no ser beligerante, se movilizó
frente a la embestida de las “guarimbas” y sus dirigentes violentos. Véase: “Basta
de miedo y complicidad: ¡¡¡ Luchemos contra la alianza oligárquica y rojiburguesa.
Que la crisis la paguen los que la ocasionaron!!!” Documento Político de las
Fuerzas Bolivariana de Liberación, F.B.L. Publicado 5 de junio de 2014. Disponible
en línea en: http://fuerzasbolivarianasdeliberacion.blogspot.com/ Consultado 25
de diciembre de 2017. 2014 es el año en que las “guarimbas” fueron mejor llevadas
a cabo de la convocatoria nombrada “la salida”, sin embargo, expusimos que fue
gradual esta estrategia pues no surgieron en ese año. Existe hipótesis –por claras
razones no comprobadas- de que los servicios de inteligencia israelíes (MOSSAD),
británicos (M-16) y estadounidenses (CIA) están detrás de la organización de las
“guarimbas”, asimismo en aspectos de financiación se menciona a la National
Endowment for Democracy (NED)estadounidense. Véase: Campos, María. “Nicaragua no
es Venezuela ni los tranques son guarimbas”. Subversiones. Publicado 18 de junio
de 2018. Disponible en: https://subversiones.org/archivos/132655 Consultado 7 de
agosto de 2018.

180
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

ONG. Las guarimbas son expresiones de una minoría de disociados pero


que tienen mucho poder económico y mediático. Locura total.

La canalla mediática reseña las acciones violentas de los guarimberos


como "pacificas manifestaciones del movimiento estudiantil ".Lo que
buscan en última instancia las guarimbas es provocar un golpe de
estado […]. Las guarimbas son secuelas del oprobioso y decadente
fascismo.356

Con lo anterior, podemos deducir que las “guarimbas” son el ejercicio


perverso del gozne estratégico contrainsurgente. Guevara empata su
pensamiento con lo que expone James Petras sobre el principio de
extraterritorialidad proyectado desde la beligerante política
exterior estadounidense,357 también con la exposición de Luis Antonio
Bigott al estudiar lo que el expresidente estadounidense Barack Obama
bautizó como “la nueva doctrina de la política exterior de los
EE.UU.” cuando acusa que “[…]en el desarrollo de una estructura
socio-política pueden surgir golpes constitucionales, golpes
´benévolos´ o golpes democráticos[…]”358, esto a raíz de que el
conflicto político-ideológico, social y económico no es hipotético,
es visible y tangible.

Es en este contexto (2006) en que se moderniza tecnológicamente a


la FANB. Asimismo, surgen las Regiones de Defensa Integral (REDI),
las Áreas de Defensa Integral (ADI) y las Zonas de Defensa Integral
(ZODI), todas fajas geoestratégicas de carácter de seguridad
nacional. Es en este mismo año que las tesis anticolombianas resurgen
en el seno de la FANB, en el declive de las relaciones diplomáticas
con el gobierno colombiano presidido por Álvaro Uribe Vélez, mientras
los opositores más críticos a la Revolución bolivariana difundían el
supuesto objetivo geoestratégico que Colombia representaba para el
gobierno de Hugo Chávez Frías.

Luego entre 2007 y 2008 nacen por Ley Habilitante las Milicias
bolivarianas: estas no fueron un capricho militarista de Hugo Chávez,
mucho menos un invento del expresidente venezolano359, fueron una
respuesta securitaria a la estrategia golpista progresista inscrita

356 Guevara, Euribes. Op. Cit.


357 Petras, James. Estado imperial, Imperialismo e Imperio. Instituto de
Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, Caracas, 2011. p.5.
358 Bigott, Luis A. Otra vez y ahora sí BOLIVAR CONTRA MONROE. Op. Cit. p. 19.
359 El antecedente inmediato de la Milicia Bolivariana –y en el que Chávez se basó-

era la reserva del ejército, creada en 1990 y que contaba con 15 batallones.

181
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

en una guerra de cuarta generación. Su papel es de reservistas de


la FANB, bajo los principios de “un pueblo en armas” y guerra popular
prolongada. Es decir, la milicia también juega un papel –aunque
menor- en las tácticas y estrategias de la Defensa Integral de la
Revolución bolivariana, pero no son un cuerpo armado, aunque
discursivamente sean el cuerpo de combatientes. La Milicia en los
Consejos Comunales conforman las Milicias territoriales. Esta
estrategia ha sido aceptada hasta por los más críticos de este viraje
doctrinal. Por ejemplo, la organización Control Ciudadano considera
que la sustitución de la División como gran unidad de combate de
cualquier Ejército por unidades más pequeñas como la brigada o los
comandos de zona, acompañados de comandos conjuntos a distintos
niveles, son los adecuados para los conflictos actuales (de guerra
de cuarta generación y/o de guerra híbrida).360

Todo este andamiaje no es tan difícil de explicar –a pesar del


particular apuro de exponer la estructura del Estado venezolano- las
REDI son de carácter exclusivo de operaciones de los componentes
originales y centrales de la FANB (Ejército, Armada, Aviación). En
las ZODI y en las ADI confluyen el actuar de todos los componentes
formales de la FANB sumado a la Milicia Bolivariana, esta conjunción
está administrada en los Órganos de Dirección para la Defensa
Integral (ODDI), los cuales representan el espacio de articulación
más pequeño (en las parroquias), pero de mayor carácter popular, de
la Defensa Integral pues además en los ODDI es donde también
participan los Consejos Comunales y las Comunas (por medio de las
Milicias territoriales) es entonces, el corazón de la Unidad Cívico-
militar y una arteria central del poder popular.

Bajo una lluvia de incesantes señalamientos de paramilitarismo,


régimen militarista, irrisorias supuestas similitudes del gobierno
de Chávez con el de Mussolini361, la Milicia –hasta la actualidad-
no ha logrado configurarse como un componente más del andamiaje
securitario venezolano, es más simbólica, aunque tiene formación

360Ejércitos como el ruso están girando también a esta estrategia. Veáse: “La
Fuerza Armada Nacional ´Bolivariana´. Estructura de funcionamiento actual”,
Estudio de Caso I. Op. Cit. p.29.
361Teixera, Duda. “As milícias fascistas de Chávez”. Exame. Publicado 13 de octubre
de 2009. Disponible en línea en: https://exame.abril.com.br/blog/instituto-
millenium/as-milicias-fascistas-de-chavez/ Consultado 6 de abril de 2017.

182
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

política e ideológica presenta muchas limitaciones respecto a su


empoderamiento y capacitación.

El poder popular a través de la Unidad Cívico-militar es la fórmula


con la que Hugo Chávez intentó resolver el problema del sujeto
revolucionario en la Venezuela del siglo XXI, especialmente porque
en la constitución teórica clásica del sujeto revolucionario,
incluso en las actualizaciones desarrolladas en América Latina, se
contrapone con arduo menoscabo respecto a Venezuela, debido a la
clase obrera menguada y al poco arraigo al campo que se gestaron en
el país andino debido a la renta petrolera: la cultura del trabajo
no ha podido superar la cultura rentista.362 Es también, sin duda,
como menciona Miguel Mazzeo “un proceso agitado y contradictorio.”363

3.3.1 Populismo y democracia participativa: la Revolución


bolivariana y sus contradicciones internas

Todo lo político comienza (y termina) por la participación.

Enrique Dussel, Democracia participativa, disolución del Estado y


Liderazgo Político.

La Revolución bolivariana no estuvo exenta de contradicciones


internas -como todo proceso revolucionario- que se convirtieron en
limitaciones de la misma. Abordar estas contradicciones es de
imperante necesidad para dejar de enarbolar estudios que idealicen
al proceso bolivariano debido al latente riesgo de volverse panfletos
ideológicos. Sin duda, la Venezuela presidida por Hugo Chávez en la
bonanza petrolera atrajo las miradas del mundo entero. Nutridas y
diversas corrientes de posiciones políticas de izquierda militantes,
periodísticas y académicas (desde el pensamiento progresista más
moderado hasta la izquierda más radical) fijaron su mirada en el
llamado “socialismo del siglo XXI”. Asimismo, desde el triunfo de
Chávez, la oposición interna y exterior no cesó de articular embates

362 Figueroa Salazar, Amílcar. “Entre ´la política como el arte de lo posible´ y
el ´seamos realistas: conquistemos lo imposible´, en: ¿Reforma o Revolución en
América Latina? El proceso Bolivariano. Ocean Sur, Querétaro, 2009. p. 3. También
veáse: Brito Figueroa, Federico. La Aristocracia del Dinero en Venezuela Actual
(1945-1985) Fondo Editorial Bureauía, California, 1986.
363 Mazzeo, Miguel. “un proceso agitado y contradictorio”, en: Introducción al

poder popular. El sueño de una cosa. Fundación editorial el perro y la rana.


República Bolivariana de Venezuela, 2016. pp. 272-278.

183
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

para la restauración del orden, político-social que prevaleció en


Venezuela hasta la llegada de la Revolución bolivariana.

Si bien la República Bolivariana de Venezuela está sostenida por la


politización a través de la democracia participativa, las
contradicciones son igual o más fuertes, sembrando una olla de
presión política, social y económica de la cual no fue totalmente
responsable el gobierno de Chávez Frías. Estas contradicciones son
multidimensionales, aunque la columna vertebral de éstas yace en lo
político. Para empezar, pese a que Chávez ganó la presidencia a
través de procedimientos democráticos, legales y constitucionales,
el arribo al poder de un militar -en cualquier parte del mundo- será
visto con muchas reservas, especialmente porque, por un lado, la
gran mayoría de experiencias históricas han demostrado cuestionables
resultados en gobiernos militares y, por otro lado, porque las tesis
hegemónicas liberales de la democracia procedimental rigen el
concierto internacional del análisis político:

El control de los militares es una dimensión crítica en cualquier


proceso de democratización: las Fuerzas Armadas comandan los medios
de coerción de una sociedad y tienen, en consecuencia, la capacidad
de darle un vuelco al tablero de juego en cualquier momento durante
una transición democrática. La subordinación de los militares y su
responsabilidad frente a la autoridad civil son esenciales para
lograr dos dimensiones fundamentales de la democracia: la protección
de los derechos y libertades civiles, junto con la garantía de la
rendición de cuentas.364

Además el expresidente venezolano tenía la particularidad de ser un


golpista.365 Sin embargo, lo que se niega en la mayoría de análisis
críticos a la Revolución bolivariana es la histórica relación
triangular entre facciones de las fuerzas armadas, la insurrección
armada y los movimientos populares, ya descrita en nuestra
investigación. En cambio, reducen las contradicciones a un
mesianismo ecléctico que acomodan los críticos a los intereses que
persiguen, producto del fuerte liderazgo que siempre proyectó el
presidente bolivariano. Este carácter mesiánico ecléctico declina,

364 Bejarano, Ana María. “la fierecilla domada: subordinar a los militares y afirmar
la supremacía civil”, en: Democracias precarias. Trayectorias políticas
divergentes en Colombia y Venezuela. Universidad de los Andes, Bogotá, 2011. p.
185.
365 López Maya, Margarita. Venezuela: el gobierno de Hugo Chávez y sus fuerzas

bolivarianas. Instituto Federal Electoral, México D.F., 2009. p. 9.

184
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

en muchos casos, en la derivación ideológica de “dictador”, y ha


sido parte fundamental de la matriz comunicacional que los medios
masivos de difusión han divulgado desde la llegada al poder de Chávez
Frías (la misma matriz comunicacional que ha impulsado la idea de
que su sucesor, Nicolás Maduro, es una persona inadaptada
socialmente). Cierto es que ni la vocación pedagógica que Chávez
desarrolló se escapó de utilizar figuras retóricas religiosas, pero
esto obedecía a las siguientes razones: al objetivo de comunicar de
forma más digerible los problemas políticos que su gobierno padeció
y a que adoptó al cristianismo originario como uno de sus pilares
ideológicos, junto con el bolivarianismo y el colectivismo. Lejos
estaba de ser una manipulación de masas.

El liderazgo de Chávez no reposaba en una de las tipologías


weberianas sobre el liderazgo: el liderazgo carismático, más bien se
debate entre la propuesta de Dussel Ambrosini que tituló “la aporía
entre la democracia y el líder carismático”:

El tema de los líderes carismáticos (y a veces ni líderes ni


carismáticos, como los dictadores militares latinoamericanos
impuestos por el Pentágono y el Departamento de Estado desde la época
de Henrry Kissinger desde la década de los 70s) solo se ha usado para
criticar a los dictadores fascistas de derecha, pero no para situar
a los líderes revolucionarios de izquierda en referencia a un
ejercicio democrático. La derecha, por su parte, confunde
manipuladamente el liderazgo legítimo con las aberraciones
dictatoriales. 366

El debate en torno al liderazgo político que ejerció Chávez se


inscribe –según lo que propone Dussel- en que si es posible una
democracia participativa con liderazgo político, entonces el
liderazgo político debe estar al servicio de la participación
democrática. El problema resultaba cuando la abrumadora sombra
protagonista del liderazgo presidencial no dejaba ver claras las
contradicciones del proceso venezolano. Hugo Chávez tuvo la
capacidad de cimbrar, más no mermar del todo, las relaciones de poder
que existían en Venezuela desde más de cuatro décadas atrás. Este
liderazgo carismático apuntaló, a su vez, a un populismo particular.

366 Dussel Ambrosini, Enrique. Democracia participativa, Disolución del Estado y


Liderazgo político. Radicalizar la democracia. Cuadernos del movimiento. Vol. II.
Tinta Roja Tinta Negra, México, 2012. pp. 51-52.

185
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Ningún populismo367es similar entre sí, el que acompañó –mas no


desarrolló- a la Revolución bolivariana, estaba sostenido –además de
las políticas sociales ya descritas- por el nacionalismo con base
en un discurso antiimperialista, características de las posiciones
políticas de movimientos bolivarianos y que poco después se convirtió
en socialista, este populismo encontró dos cauces como sostén: la
primera, como menciona Horacio Cerutti, la caída en el concierto
internacional de la aceptación del marxismo clásico –que dicho sea
de paso llegó de manera tardía a Venezuela, comparado con otras
latitudes latinoamericanas- y el “socialismo real”368 y la segunda,
como menciona Margarita López Maya, en la concreción de una izquierda
en América Latina que se basaba en la centralidad que Hugo Chávez
estampó asentado en una de las vertientes del bolivarianismo.369 La
Revolución bolivariana además de reconfigurar al Estado venezolano
con una nueva constitución y con las llamadas leyes habilitantes,
ejes de la revolución política sin precedentes, también intentó
impactar en la cultura política desde los canales de identidad que
hoy existen en los imaginarios de los venezolanos de a pie: a la
bandera nacional se le agregó una estrella y se renombró la república
fruto de la historia bolivariana, de igual manera se modificó el
escudo de armas agregándole el caballo blanco indómito.370 Pero, sin
vacilación, el mayor aporte a la cultura política en Venezuela fue
la politización, sorteando las “mieles del poder” que desde muy
temprano surtieron efectos en cuadros medios y la dirigencia del
entonces MVR-200 y después de manera significativa en el Partido
Socialista Unificado de Venezuela (PSUV).

El populismo que acompañó a la República Bolivariana de Venezuela


–en tiempos de Chávez- ha sido duramente criticado, pero la narrativa
detractora al proceder del gobierno de Chávez Frías, es sostenida

367 “En América Latina se denomina populismo al tipo de régimen o de movimiento


político que expresa una coincidencia inestable de intereses de sectores y
elementos subordinados de las clases dominantes y de fracciones emergentes, sobre
todo urbanas, de las clases populares. Este populismo enmarca el proceso de
incorporación de las clases populares a la vida política institucional...” Vilas,
Carlos (Comp.) La democratización fundamental. El populismo en América Latina.
CONACULTA, México, 1995. p. 37.
368 Cerutti, Horacio. Populismo. UNAM, IES, México D.F., 2009.
369 López Maya, Margarita. “¿Qué tipo de izquierda es el bolivarianismo?”. Op. Cit.

pp. 10-19.
370
Cambios propuestos en el programa televisivo presidencial Aló Presidente. Véase:
Aló Presidente, número 241. Publicado 22 de febrero de 2015. Disponible en línea
en: https://www.youtube.com/watch?v=cJ4frjnvqIY Consultado 2 de enero de 2018.

186
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

principalmente por discursos que aposta homologan programas sociales


con clientelismo y omiten la distinción entre este último y el
capital político. El clientelismo fue la característica de los
gobiernos del Pacto de Punto Fijo (especialmente en los gobiernos
de AD), en cambio el capital político fue articulado desde la Unidad
Cívico-militar en la República Bolivariana de Venezuela, el problema
es que la Unidad Cívico-militar, hasta la actualidad, no ha perdido
su característica de verticalidad y, mientras más embates enfrente
la Revolución Bolivariana sean internos o externos, será más
complicado que esta relación mude, mermando su capacidad de
respuesta, aumentando sus limitantes y profundizando un
empoderamiento unilateral. Edgardo Lander -uno de los mayores
críticos del chavismo- expone sus razones sobre el punto anterior
de la siguiente manera:

La tensión entre los imaginarios y prácticas del poder popular y la


auto-organización desde abajo, por un lado, y políticas de
inspiración leninistas de control desde arriba y la toma de todas
las principales decisiones desde la cúpula del Estado-partido que
luego son informadas a la población a través de transmisiones
conjuntas de radio y televisión. De esta manera se va socavando la
confianza en las capacidades de auto-gobierno del pueblo organizado
[…] La contradicción entre la ampliación de la democracia y el impulso
de sus modalidades participativas, por un lado, y por el otro una
cultura militar de mando vertical no deliberativo que ha aportado la
fuerte presencia militar en todos los ámbitos del Estado
(ministerios, instituciones y empresas públicas, gobernaciones,
alcaldías) y del partido de gobierno.371

Los procesos electorales han sido parte fundamental de la Revolución


bolivariana, es en ellos donde se ha expresado la politización pero
también la polarización de los venezolanos de a pie. Con un marcado
mejoramiento del sistema electoral venezolano –reconocido por el
Centro Carter como el más transparente del mundo- la Revolución
bolivariana ganó 12 de 13 elecciones que se realizaron entre 1998 y
2012, sobresaliendo los triunfos del referendo constituyente de
1999, las “mega elecciones” donde Chávez ratificó su presidencia en
el año 2000 ya con una nueva constitución, el referéndum revocatorio

371Lander, Edgardo. “Venezuela: el fracaso del proceso bolivariano.” Aporrea.


Publicado el 18 de agosto de 2018. Disponible en línea en:
https://www.aporrea.org/ideologia/a267859.html Consultado el 19 de agosto de
2018.

187
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

impulsado por la oposición en 2004, la reelección presidencial en


2006, el referéndum sobre modificar los límites a la reelección en
2009 y la última reelección de Chávez en 2012 impulsado por el Gran
Polo Patriótico Simón Bolívar (GPP). Perdiendo solo el referéndum de
2007 que promovía modificaciones constitucionales para implementar
el Estado socialista venezolano. Esta primera derrota electoral del
chavismo posicionó, hipotéticamente, al movimiento estudiantil como
la vanguardia opositora, una verdad a medias.

El movimiento académico-estudiantil se transfiguró en la Revolución


bolivariana en dos vías: en primer lugar, si bien es cierto que pasó
de ser el último bastión de resistencia de la izquierda en el
alzamiento del 4 de febrero de 1992, la matriz comunicacional,
interna e internacional, difundió que dicho movimiento se alzó como
el más importante núcleo de resistencia antichavista. Esto solo fue
la amplia difusión mediática de los grupos mayoritariamente
reconocidos internacionalmente en los circuitos académicos,
provenientes principalmente de la Universidad Central de Venezuela
(UCV), es decir, se volvió un pilar fundamentalmente neoconservador
en tanto se radicalizaba la Revolución bolivariana.

Por otro lado, en el proceso de masificación de la educación en


Venezuela, a través de la democratización de centros universitarios
como la Universidad Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas
(UNEFA), la Universidad Nacional Experimental de las Artes
(UNEARTE), la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), entre
otras y acompañadas de la Misión Sucre, la educación universitaria
aumentó su matrícula de alrededor de 800 mil a 2 millones de
estudiantes, esto estuvo escoltado de un proceso político que implicó
la conformación de un movimiento estudiantil bolivariano que,
ciertamente, fue minoritario en las universidades clásicas y más
reconocidas internacionalmente, pero que era masivo y mayoritario si
se considera la totalidad de las universidades venezolanas.

La propuesta del presidente Chávez tenía el propósito de modificar


69 artículos constitucionales y con ello trastocaba fuertes
intereses y privilegios. Algunas de las modificaciones propuestas
eran: la no financiación de organizaciones políticas por parte de
entidades extranjeras (artículo 67), el derecho al trabajo (artículo
87), la reducción de la jornada laboral a 6 horas (artículo 90), el
impulso de unidades económicas estatales y comunales (artículo 112),
hacer constitucionales las cinco formas de propiedad (social,

188
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

pública, mixta, colectiva y privada. Artículo 115), la prohibición


de los monopolios en propiedad privada y la exclusividad de brindar
servicios públicos básicos por parte del Estado (artículo 113),
institucionalizar las Misiones Sociales (artículo 141), la
modificación del periodo presidencial de 6 a 7 años (artículo 230),
el total control del Estado sobre toda la cadena productiva y
distributiva de los hidrocarburos (artículo 302), garantizar la
seguridad alimentaria (artículo 305), el cambio de gravamen de
tierras ociosas; prohibición del latifundio y expropiación de tierra
con siembra de cultivos ilícitos en pro de la seguridad de la nación
(artículo 307), la no autonomía del Banco Central de Venezuela (BCV)
que se formulaba pasara al control del poder Ejecutivo (artículo
321).

La necesidad de corregir la contradicción inicial de haber dejado


prácticamente intactas las relaciones económicas y de producción
capitalistas en la constitución de 1999, llevó a la búsqueda de la
construcción del “Estado comunal” que sorteara los obstáculos
burocráticos, produjo que algunos cambios se concretaran por la vía
de la Ley Habilitante pese a la derrota electoral sufrida, por
ejemplo el que suscitaba la modificación del artículo 11
constitucional que le daba atribuciones al presidente para decretar
Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI), la modificación al
artículo 70 en la que buscaba institucionalizarse a los Consejos
Comunales y la institucionalización del poder popular propuesto en
el cambio de los artículos 18 y 136. Esto provocó que la crítica se
hiciera más encarnizada y que se nombrara, entre otros calificativos,
como “deriva autoritaria”372 a estos cambios donde se consideraba se
había roto el hilo institucional y legal. No era para menos, la
disputa era ya total entre dos modelos adversos que se prestaban
como antípodas, incluso en la arena de la discusión por el tipo de
democracia. Los señalamientos no necesariamente atacaban las
contradicciones de la Revolución bolivariana porque no estaban en el
mismo canal de intereses, con salvedades ambiguas basadas en la
democracia representativa-delegativa se defiende la alternancia bajo
la tesis de la obstaculización, por parte del liderazgo unipersonal;
de la emergencia de líderes jóvenes disyuntivos: la reelección es

372Margarita López Maya rastrea la “deriva autoritaria” desde la experiencia del


golpe de Estado de 2002. Véase: López Maya, Margarita. “El 11-A y la deriva
autoritaria de Venezuela”, en: Díaz, Luis Carlos. Golpe al vacío. Reflexiones
sobre los sucesos del golpe de 2002. Lugar Común, Chacao, 2012.

189
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

perturbadora para estas posiciones políticas y ni qué decir sobre


la centralización estatal.

La democracia participativa y protagónica que impulsaba el chavismo


corría el riesgo de convertirse en una democracia plebiscitaria o
de referéndum, es decir a modo, cayendo en el bonapartismo. Rendón
Corona menciona doce puntos titulados “los temas del debate” en los
que ostenta los trances de quiebre entre un mecanismo y otro, estos
son: mecanismo autoritario, procedimiento manipulable,
debilitamiento del sistema de partidos, debilitamiento del gobierno
representativo, rigidez del sistema de mayoría, los derechos y las
libertades de las minoría son más susceptibles de ser violados,
polarización versus cultura del compromiso, control por parte de los
grupos de interés poderosos, el pueblo es incompetente para
comprender la significación de lo que se somete a consulta, interés
reducido, baja participación, sirve más al electorado conservador
que a la innovación democrática.373

Estos puntos no fueron las características de las querellas


electorales que se han dado en la Revolución bolivariana, no obstante
las múltiples conjeturas que no terminan por demostrarse, incluso de
algunos de los “temas del debate” estuvo totalmente alejada la
Revolución bolivariana y su proceso democratizador. Empero, a pesar
de la disputa entre el modelo conservador de la democracia y la
democracia participativa, existen, en ambas, los dispositivos por
los cuales la acumulación neoliberal puede desarrollarse, aún con la
centralización del poder en el Estado. Es decir, ambas vías pueden
representar el mejor camino al neoliberalismo, “el haber arribado al
gobierno por vía pacífica, manteniendo el Estado de derecho y el
apego a la Constitución, ha sido una limitante para salir del viejo
aparato estatal burocrático.”374 El anterior planteamiento se hace
más claro si lo relacionamos con el hecho de que en los gobiernos
de Chávez, especialmente en los de la bonanza petrolera y teniendo
el control de PDVSA (quien controla PDVSA controla la renta
petrolera), se incentivó, por medio de políticas de subsidio, el
consumo y no la sustitución de importaciones a través de la

373
Rendón Corona, Armando. “Los temas del debate”, en: La consulta al pueblo.
Formas de la democracia semidirecta. Ítaca, México, 2010.pp. 17-42.
374 Figueroa Salazar, Amílcar. “Limitaciones, carencias y desafíos”, en: ¿Reforma

o Revolución en América Latina? El proceso venezolano. Ocean Sur, Querétaro, 2009.


p. 16.

190
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

producción industrial y agrícola, esto produjo una tolerancia


endeble, pues las mediaciones sociales estaban contenidas por el
consumo que los petrodólares soportaban en las llamadas clases medias
criollas que desde el puntofijismo han sido de gran volumen en
Venezuela y su protagonismo también es amplio, en contraste con el
protagonismo popular histórico en el país andino. Cuando vinieron
los embates asfixiantes contrarrevolucionarios, la radicalización y
la caída de los precios del barril de crudo, evidenció una
polarización que no estaba basada del todo en una politización: un
efecto de rebote con base en el aumento de la capacidad ociosa
sustentada en la política de expropiaciones por parte del Estado,
la cual estuvo acompañada por niveles bajos de inversión por parte
del sector privado. La economía social no fue una alternativa sólida,
la Revolución bolivariana soportó un proyecto antineoliberal pero no
concretó su fase anticapitalista, la propiedad privada continuó
siendo la preponderante pese al impulso de la propiedad social,
comunal, pública y estatal.

Amílcar Figueroa externa su explicación de dicho fenómeno de la


siguiente manera:

Al haberse destinado buena parte de la transferencia de recursos


(democratización de los recursos) al fomento de la pequeña propiedad,
y a la propiedad privada cooperativizada, tal vez sin proponérnoslo,
se ha operado un proceso de crecimiento de la pequeña burguesía –de
por sí numerosa en nuestra sociedad-, con la consiguiente presencia
de sus valores culturales: el consumismo, el individualismo, el
egoísmo y otros.

También se han venido formando nuevos grupos económicos en el país,


algunos de ellos a la sombra misma del proceso bolivariano, la
presencia de estos factores en el aparato estatal es un obstáculo
real para el avance de la revolución social, y ello debe ser objeto
de un atento estudio.375

Asimismo se solapó, y en cierta medida se consintió, a una burguesía


venezolana parasitaria (quienes importaban más del 70% de insumos
básicos para la gran mayoría de la población), con el mecanismo de
los dólares preferenciales que exacerbó –como menciona Manuel

375
Figueroa Salazar, Amílcar. “Limitaciones, carencias y desafíos”, en: ¿Reforma o
Revolución en América Latina? El proceso venezolano. Ocean Sur, Querétaro, 2009.
p. 15.

191
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Sutherland- a un empresariado importador e improductivo.376 Cuando


se procuraba corregir este apalancamiento entre los negocios
petroleros y la burguesía parasitaria, los fantasmas de los “presos
y perseguidos políticos” se magnificaban. Esta mancuerna de
contradicciones nos invita a mirar el comportamiento del ciclo
rentista venezolano, cuando existe un alza en el precio del petróleo
los gobiernos tienden a rasgos populistas y fue cuando Venezuela se
endeudó más. Lander exterioriza el fenómeno de la siguiente manera:

Han sido igualmente severas las limitaciones de un proceso de


trasformación social concentrado en las dinámicas político
organizativas e institucionales, sin una correspondiente alteración
de la estructura económica de la sociedad. Se dan pasos en la
dirección de mayor democracia política, sin que esto esté acompañado
de la democracia en el ámbito de la producción. Sin base productiva
propia, las organizaciones populares no pueden dejar de depender del
Estado. De esta manera se acentúa el Estado-centrismo verticalista
rentista y clientelar de esta sociedad, lo cual es poco conducente a
la ampliación de la democracia.377

Con base en lo anterior, de algo no hay duda: la Revolución


bolivariana no está basada en una política productiva sino rentista,
el discurso enarbolado por los gobiernos de Chávez Frías que
sustentaba el sello anticapitalista y pluricultural del proceso,
chocó de frente ante la vigorización del extractivismo minero, la
disputa por las tierras agrícolas y el rentismo petrolero. Empero,
estas críticas incisivas niegan por un lado, la capacidad de
politización y organización autogestiva, inherentes a los sectores
sociales populares (en la que se basa la principal resistencia ante
los embates contrarrevolucionarios) y, por otro lado, la relación
entre la crisis económica inducida (que se potenció después de la
muerte de Chávez) y los hechos políticos. Negar esto es evadir el

376 Sutherland, Manuel. “La burguesía en Venezuela: especulación, poca industria y


escasas empresas en manos del Estado.” ALAINET. Publicado el 12 de septiembre de
2012. Disponible en línea en: https://www.alainet.org/es/active/57913 Consultado
15 de septiembre de 2017. Estos mecanismos no son exclusivos de los gobiernos de
Hugo Chávez, el vicio se torna de manera seria desde el gobierno del expresidente
Lusinchi, a través de los dólares preferenciales administrados por la oficina de
Régimen de Cambio Diferencial (RECADI), y que fue uno de los elementos para
intentar ocultar la grave situación económica venezolana que se evidenció en el
ya citado “viernes negro”. Véase: ____De punto Fijo a la Revolución Bolivariana
1958-2003. Op. Cit. p.115.
377
Lander, Edgardo. Op. Cit.

192
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

signo geopolítico que la Revolución bolivariana tiene, núcleo de la


Doctrina de seguridad bolivariana.

Pasqualina Curcio es una de las politólogas que ha apuntalado la


relación entre la crisis económica inducida y los intentos políticos
de desestabilización al interior, ante el debate citado, expone lo
siguiente:

La hiperinflación es un fenómeno político que se origina a través de


la manipulación de variables económicas, específicamente el valor de
la moneda. Arma que ha sido encubierta con el manto monetarista y
que han utilizado para inducir hiperinflaciones y con ella, derrocar
revoluciones socialistas o garantizar, cada vez más, la hegemonía
del dólar en el sistema monetario internacional a través de las
dolarizaciones.[…]

En un inicio, entre 1999 y 2005, las acciones para derrocar el


gobierno bolivariano fueron abiertas y frontales. A partir del año
2006, comenzaron a ser encubiertas, especialmente las agresiones
económicas: el desabastecimiento programado y selectivo de los bienes
esenciales a través de la alteración de los mecanismos de
distribución, el bloqueo financiero internacional, el embargo
comercial, y el ataque a la moneda forman parte de la lista de las
armas de guerra no convencional y veladas empleadas por el
imperialismo para derrocar la revolución bolivariana. Armas que
intensificaron a partir del año 2013, luego del fallecimiento de Hugo
Chávez.378

Es cierto que la crisis de la Revolución Bolivariana no puede ser


explicada exclusivamente desde la variable imperialista, pero no
deja de tener el mayor peso al dar cuenta de esta. Dejar de lado la
afrenta hegemónica extranjera en un contexto internacional donde por
un lado, la Revolución bolivariana se radicalizaba y por otro, asumía
el gobierno de los Estados Unidos un afroestadounidense (Barack Obama
2009-2017) que vendió la idea de la suavización del imperialismo a
través del smart power, solo demuestra, por medio de la aplicación
de las tesis de Joseph Nye, el triunfo del pensamiento neoconservador
en la región el cual tiende a confundir estas políticas con el cese
de la expansión militar estadounidense. Los periodos presidenciales

378Curcio, Pasqualina. “Hiperinflación: Arma imperial (III)”. Pasquialina Curcio


Curcio. Publicado el 15 de agosto de 2018. Disponible en línea en:
https://pasqualinacurcio.wixsite.com/pasqualinacurcio/hiperinflacion-arma-
imperial Consultado 16 de septiembre de 2018.

193
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

de Barack Obama ratificaron las tesis de Franz Fanon en su clásico


texto de 1952 Piel negra, máscaras blancas.379

Fanon nunca prestó mucha atención a Estados Unidos [una vez sólo lo
tachó de una nación de linchadores], pero murió allí –al ir [por
primera y única vez] a recibir el tratamiento por leucemia– y hoy es
la realidad estadunidense que quizás mejor confirma la actualidad de
sus teorías políticas/sicoanalíticas[…]380

Las críticas a la tesis de Curcio se han ensamblado en otra verdad


a medias, en la omisión de las contradicciones internas del
“socialismo del siglo XXI” exasperando el discurso del enemigo
externo imperialista, sin embargo el complejo militar-industrial
estadounidense y todos los conductos de su componente geopolítico
hegemónico que, desde el final de la segunda guerra mundial, han
desarrollado -más allá de sus propios inalcances y condicionantes-
no sufrieron cambios significativos entre los años 2009 y 2017. La
presidencia de Barack Obama es una de las expresiones de seguridad
estadounidense en el ciclo neoconservador, en palabras de María José
Rodríguez Rejas.

Por último una de las contradicciones más importantes es la que a


continuación desarrollamos: la figura presidencial de Chávez, la
cual además de romper con el modelo acartonado de la investidura
presidencial que por décadas dominó en Venezuela y en la región, fue
multifacética y propositiva, este punto es demasiado polémico: Simón
Rodríguez acuñó una oración muy difundida en Nuestra América, “o
inventamos o erramos”381, esta frase ha sido utilizada por diversas
posiciones políticas en Venezuela y ha desatado muchos monstruos
pues se ha utilizado a conveniencia –hasta la actualidad-
justificando la improvisación política, estratégica y programática,
anteponiéndose “una de las leyes de la política: se piensa y se hace
para la realidad concreta; no para lo que idealmente se tenga en la
cabeza[…] teniendo en cuenta la ´revolución posible”.382 Sin embargo,

379 Fanon Deuvres, Frantz. Peau noire, masques blancs. La Décuverte, Paris, 2011.
380Wisniewski, Maciek “Piel negra, máscaras blancas”. La Jornada. Publicado el 24
de marzo de 2017. Disponible en línea en:
https://www.jornada.com.mx/2017/03/24/opinion/028a2pol# Consultado el 13 de
noviembre de 2017.
381 Rodríguez, Simón. “Sociedades Americanas, 1842,”en: Inventamos o erramos.
Monte Ávila Editores, Caracas, 2004.
382 Figueroa Salazar, Amílcar. “entre ´la política como el arte de lo posible´ y

el ´seamos realistas: conquistemos lo imposible”, en: ¿Reforma o revolución en


América Latina? El proceso venezolano. Ocean Sur, Querétaro, 2009. p. 4.

194
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

después de la radicalización del proceso en 2006 y del golpe de timón


en 2012383 (de donde surge la frase “comuna o nada”), los proyectos
políticos quedaban irresueltos de contenido político concreto, pese
al desarrollo intelectual que Chávez forjó en el poder, lo que
Amílcar Figueroa llama “la permanente búsqueda creadora.”384 Las
leyes rebasaron la capacidad organizativa del poder popular en la
realidad y se hacía más evidente este hecho con el crecimiento de
la heterogeneidad de los Consejos Comunales, este binomio permitió
que la oposición política (principalmente AD y PJ) penetraran en
ellos. El PSUV -propuesto el 15 de diciembre de 2006 y creado al año
siguiente- es un proyecto político malogrado de la Revolución
bolivariana; pese a que sorteó el debate en torno a no gestarse como
un frente político, no pudo puntualizar la estructura “desde abajo”,
tampoco no ser únicamente un partido electoral, además al ir
excluyendo a los sectores más revolucionarios, el horizonte de buscar
ser el partido “más democrático de la historia venezolana” se fue
diluyendo.385 Hasta entonces no existía un partido revolucionario en
el concierto pluripartidista del sistema político venezolano, el
PSUV tampoco cubrió ese hueco.

Veamos lo que menciona Amílcar Figueroa al respecto:

El movimiento V República nunca tomó en serio la tarea de construir


los consejos comunales, no solo por haber nacido y, en buena medida,
estar concebido como un aparato electoral –esfera que se desempeñó
con mucha eficiencia, por cierto- sino porque nunca tuvo entre sus
preocupaciones establecer una correcta línea de trabajo social. De
esta forma, la construcción de los consejos comunales se desarrolló
como una política de Estado, organizada y dirigida por las
instituciones del Estado, a la cual, a decir verdad, el partido aportó
muy poco.386

383
El “golpe de timón” se le conoce al discurso realizado por el presidente Hugo
Chávez Frías ante los ministros explicando la necesidad de profundizar el carácter
socialista de la Revolución bolivariana en el año 2012. Véase: Mazzeo, Miguel.
“Comuna o nada”, en: El espíritu de la comuna y la transición al socialismo
Reflexiones sobre la revolución Bolivariana. Kavilando. Revista de Ciencias
Sociales, Vol. 7, número 2, Medellín, 2015. pp. 172-173.
384
Figueroa Salazar, Amílcar Jesús. Chávez: la permanente búsqueda creadora.
Trinchera, Caracas, 2013.
385
Chávez Frías, Hugo. El discurso de la unidad 15 de diciembre de 2006. Op. Cit.
386 Figueroa Salazar, Amílcar. “limitaciones, carencias y desafíos”, en: ¿Reforma

o Revolución en América Latina? El proceso venezolano. Ocean Sur, Querétaro,


2009. p. 14.

195
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

No obstante, en el contexto de la última batalla electoral


presidencial que Hugo Chávez encabezó, desde el PSUV se impulsó la
Unidad Bolívar Chávez (UBCH):

ARTÍCULO 22: DE LA UNIDAD BOLÍVAR CHÁVEZ (UBCH)

La Unidad Bolívar Chávez (UBCH), es la organización esencial y base


de articulación de las patrullas socialistas para la ejecución
coordinada de los planes de acción política y social en un radio de
acción determinado. La Dirección Política Nacional del Partido
determinará su organización y podrá agrupar varias UBCH para crear
la red de articulación político-social y del sistema de formación
ideológica del PSUV.387

Las UBCH también fueron señaladas coloquialmente y desde la oposición


como las “unidades de batalla Chávez”, de igual manera las UBCH se
pretendían desde la Unidad Cívico-militar, debido a que eran la
propuesta central de la distribución territorial de los órganos del
partido: un Comité Popular de Lucha (CPL) podía ser formado hasta
por cuatro UBCH, por ende están totalmente vinculadas a los Consejos
Comunales y a la Milicia. Las UBCH no han podido superar el carácter
electoral de su accionar y, paradójicamente, han sido una zancadilla
para la concreción del GPP que coexiste casi de nombre.

El socialismo en la experiencia de la Revolución bolivariana es el


mayor proyecto pendiente –entendiendo incluso que es un proceso de
largo aliento- y con él la Doctrina de seguridad bolivariana se
convirtió en el ilustrativo ejemplo de estos elementos políticos
inacabados pues mantuvo a la Unidad Cívico-militar en un plano
vertical y declinante a enfrascarse en lo discursivo debido a que
tampoco generó apuntalamiento teórico, abriendo paso a la
securitización de la democracia. Es por ello que el título de nuestra
investigación se centra en poner a debate la Seguridad Democrática
con la Unidad Cívico-militar, no así con la Doctrina de seguridad
bolivariana.

387 ___Libro Rojo. Documentos Fundamentales. PSUV, Venezuela, 2010. p. 65.

196
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

3.4 Conclusiones del capítulo

La disputa entre Bolívar y Monroe nunca ha estado sepultada, solo


encuentra momentos revitalizantes (como la Cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) del año 2011). La Unidad
Cívico-militar no ha perdido el carácter enhiesto en la República
Bolivariana de Venezuela, eso es evidente, pero ha tenido un cariz
particular. Por un lado, la composición de clase de las fuerzas
armadas no solo del grueso de las líneas militares sino en sus mandos
altos y medios, es condicionante para explicar estas
particularidades. Por otro lado, el antiimperialismo germinaba desde
antes de la caída del perezjimenismo, este llevó a la histórica
relación entre elementos de las fuerzas armadas y grupos armados
insurgentes.

Empero, la Unidad Cívico-militar y la Doctrina de Seguridad


bolivariana no deben escapar al tratamiento de la propia Revolución
bolivariana, heredera de los malogrados diagnósticos de la izquierda
tradicional en Venezuela y –como sentencia Roberto López Sánchez-
sin tener conciencia de sus debilidades programáticas e ideológicas.
Como corolario la puerta fue abierta a la securitización de la
democracia, pero debemos subrayar que, principalmente, como
consecuencia ante los ataques de la bisagra entre la burguesía
nacional y los intereses externos.

La Doctrina de seguridad bolivariana es un proceso inconcluso, y


arrastra con ella a la Unidad Cívico-militar, la cual engloba no
solo las contradicciones internas de la Revolución bolivariana sino
las contradicciones históricas de Venezuela que el chavismo no pudo
sortear: un siglo de influencia de economía rentista petrolera y
minera, la cual trastocó todos los cantos de la vida nacional
venezolana desde el Estado, pasando por el fortalecimiento de la
característica parasitaria de la burguesía cuyo nacionalismo
venezolano poco impactó en ella ( y con esta una frustrada clase
obrera), el fortalecimientos casi por rebote de la pequeña burguesía
y de la cultura política aspiracionista soportada por clases sociales
medias. Estos elementos fueron caldo de cultivo, aunque no
definitorio, para la crisis y, a su vez, presa fácil para la
utilización de la oposición que alimenta y difunde, a conveniencia,
la tesis de la crisis humanitaria.

La incapacidad de las burguesías trasnacionales de imponer su


hegemonía en Venezuela desde la llegada de la Revolución Bolivariana,

197
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

ha hecho que sus afrentas sean cada vez más violentas, estando
generalmente al frente de prácticamente todas las
desestabilizaciones que el proceso venezolano ha sufrido. La
narrativa del enemigo externo imperialista ha sido sustancialmente
repetida por los dirigentes bolivarianos para acusar los embates
exteriores que no dejan de ser reales, pero también para apaciguar
las consecuencias de las contradicciones internas del mismo proceso.

A pesar de estas contradicciones internas, la República Bolivariana


de Venezuela alcanzó las metas del milenio en 2008 antes del periodo
establecido, marcado para 2015.

198
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Los colombianos y nosotros somos la misma mierda, somos costilla


pero tenemos una culebra y por cualquier vaina nos queremos caer a
coñazos.

Frase escuchada de la voz de una mujer en la estación Petare del metro de


Caracas, 10 de enero de 2018.

199
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Consideraciones finales

Cuando iniciamos este proyecto de investigación no fue difícil


vislumbrar la complexa coyuntura regional que se forjaría en la
encrucijada colombo-venezolana, especialmente en el contexto que
está viviendo nuestro subcontinente. Sin embargo no advertimos lo
relevante del proceso (debido a las actuales circunstancias que se
viven tanto en Colombia como en la República Bolivariana de Venezuela
y su huella en América Latina) y, por ende, del estudio. Lo anterior
tuvo un impacto directo en el escudriñamiento de la problematización
aquí planteada: complicó los lapsos de investigación y redacción
debido a la imperante necesidad de estampar la mayor seriedad
posible, pues los tiempos políticos que estamos viviendo lo demandan.

Las siguientes conclusiones expresan la sistematización de lo ya


planteado por un lado, y por otro un breve esbozo que conecta con
los acontecimientos más actuales, tanto en Colombia, Venezuela como
a nivel continental.

SECURITIZAR LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA

América Latina está posicionándose, de nueva cuenta, como el


epicentro de la remasterización de la Doctrina Monroe, luego del
repliegue que los Estados Unidos están teniendo en otras partes de
mundo como Medio Oriente, por ejemplo. Sin embargo, la multipolaridad
hegemónica también es palpable en Latinoamérica, China y Rusia
principalmente tienen intereses y grandes inversiones en países como
Venezuela, Nicaragua y Cuba (“la Troika del mal” según Donald Trump),
entre otros. La llamada geopolítica del sur (la relación antagónica
norte-sur) se desdibuja ante una versión actualizada de la Guerra
Fría.388 Todo esto en el contexto del capitalismo neoliberal de guerra
que produjo el reajuste de los mecanismos, técnicas y estrategias
de lo que fue la Doctrina de seguridad nacional y es lo que aquí
nombramos como la securitización de la democracia: la defensa y
promoción de la seguridad en nombre de la democracia a través de
procesos militarizados con miras al control de los recursos
estratégicos. Esta tiene su columna vertebral en la

388Romano Silvina; Tirado, Arantxa y Lajtman, Tamara. “EE. UU. Y RUSIA: GUERRA
´FRÍA´ EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE”. Centro Estratégico Latinoamericano de
Geopolítica (CELAG). Publicado 6 de abril de 2019. Disponible en línea en:
https://www.celag.org/eeuu-rusia-guerra-fria-america-latina-caribe/ Consultado 6
de abril de 2018.

200
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

contrainsurgencia donde la violencia y la militarización son


inherentes al patrón de acumulación, seguido del característico
ascenso al poder de la extrema derecha en el subcontinente.

Camila Vollenweider lo resume de la siguiente manera:

Los éxitos electorales de la ultraderecha son una significativa


novedad en el contexto latinoamericano. Durante todo el siglo XX el
temor a la izquierda en el poder, el rechazo a la subversión del
orden patrimonial y patriarcal, y la necesidad esgrimida de seguridad
y eficiencia económica fueron algunas de las principales razones para
que las élites -y parte importante de la sociedad- avalaran golpes
militares si el Gobierno no se conseguía por medio del voto. En
general, la corporación castrense actuó como brazo armado de
intereses civiles (empresariales y financieros locales y foráneos)
con los que coincidía ideológicamente. Sin embargo, pasados alrededor
de 30 años del fin de las dictaduras del “Plan Cóndor”, la
ultraderecha participa y gana elecciones. Ahora, también, con
candidatos provenientes de las Fuerzas Armadas.389

LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA Y LA UNIDAD CÍVICO-MILITAR: ENTRE LA


GLOBALIZACIÓN Y EL IMPERIALISMO

Mientras observamos una entrevista que Juan Carlos Monedero le


realizaba a Atilio Borón, una frase de la introducción del analista
ibérico llamó poderosamente nuestra atención:

recuerdo que en mis tiempos de estudiante en Alemania pensaba que la


palabra imperialismo y oligarquía eran dos palabras gastadas que
utilizaban perezosos pensadores para dar cuenta de su continente,
hasta que llegué a América Latina y gente como nuestro invitado me
enseñó que sin la palabra imperialismo y sin la palabra oligarquía,
no entendemos ese continente [sic].390

La frase viene a colación debido a que la Política de Defensa y


Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar venezolana, los dos

389 Vollenweider, Camila. “Del cuartel a las urnas: militares y elecciones en


América Latina”. ”. Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
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de abril de 2019.

201
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

grandes objetos de estudio de nuestra tesis de investigación, no


pueden entenderse por un lado sin la necesidad histórica de las
oligarquías por contener las fuerzas populares y, por otro lado, por
el dominio extraterritorial, principalmente proveniente de los
Estados Unidos. Estos procesos constituyen la bisagra que da cuenta
de la problematización de la encrucijada colombo-venezolana, entre
dos proyectos democráticos contrapuestos entre sí, pero con
mediaciones sociales no tan distintas.

La securitización de la democracia en la República de Colombia ha


sido altamente militarizada, paramilitarizada y subordinada, con
objetivos y horizontes concretos, pero matizada por los procesos
democráticos institucionales formales que, al mismo tiempo, censuran
procesos organizativos populares. El perfil del líder político que
impulsó, al interior de Colombia, la Seguridad Democrática, Álvaro
Uribe Vélez, es el rostro de la securitización, con una Unidad
Cívico-militar contrainsurgente.

En tanto, la securitización de la democracia en la República


Bolivariana de Venezuela fue embrionaria en los gobiernos del
expresidente Hugo Rafael Chávez Frías (esta securitización que es
totalmente visible en los mandatos de Nicolás Maduro Moros, no es
contrainsurgente pero sí advierte un poder como nunca antes a los
militares y ha degradado a la Fuerza Armada y los procesos
organizativos populares, al tiempo que la reconexión con el
neoconservadurismo es latente). La securitización ha sido
principalmente corolario de las acometidas de una oposición que desde
muy temprano no se comportó de ninguna manera de forma democrática,
y que ha sido dirigida desde el exterior. La Unidad Cívico-militar
fue más evidente en Venezuela porque se hizo de esta el ente central
de la defensa de la Revolución bolivariana y porque Chávez era
militar de carrera. Venezuela es una República que ha tenido en sus
entrañas el pensamiento militar, pero esto es inadmisible ante un
pensamiento dominante que reniega cuando lo militar no sirve a sus
intereses.

SECURITIZAR LA DEMOCRACIA EN LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

Cuando revisamos la historia de América Latina, hallamos que Colombia


ha sido llevada por sus gobiernos nacionales a una suerte de Estado
ariete en torno a los intentos de integración continental que no son
propuestos por el hegemón. Luego de Venezuela, lo que sucede en

202
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Colombia es el otro gran tema de la región (más allá de la presidencia


de Bolsonaro en Brasil).

Las problematizaciones de la mal llamada Seguridad Democrática que


entregamos, advierte la continuación histórica del enemigo interno
que, hasta la fecha, se sigue atacando con políticas
contrainsurgentes que se prestan no solo como una continuación mejor
acabada de la Doctrina de seguridad nacional; sino como un agravante
securitario. La Seguridad Democrática en Colombia logró juntar el
conservadurismo, la contrainsurgencia y el autoritarismo sin mayores
obstáculos político-sociales.

Luego del llamado “empate negativo” que dejó la Seguridad


Democrática, el gobierno de Juan Manuel Santos buscó una salida
negociada al conflicto armado colombiano con la guerrilla más grande
y añeja de América Latina, impulsados principalmente desde el
exterior, los mal nombrados “acuerdos de paz” y el “posconflicto”
albergaban esperanza a un pueblo que lleva más de seis décadas de
guerra. Empero, también sumó a Colombia como socio global de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), brazo armado de
trasnacionales estadounidenses y europeas como la describe Nicola
Hadwa Shahwan.

El regreso al poder del uribismo de la mano de Iván Duque, ha hecho


que Colombia sea el ejemplo más ilustrativo de las Guerras
Recicladas, tesis de María Teresa Rondero, desde entonces comenzamos
a escuchar a las BACRIM (Bandas Criminales), modernización del
paramilitarismo. Se asoma la Seguridad Democrática 2.0 con el
agregado de las proyecciones expansionistas, viendo a la República
Bolivariana de Venezuela ya en crisis, como su gran enemigo(no solo
hacia Venezuela, también retoma la añeja pretensión sobre las costas
centroamericanas). El detonante es la mal nombrada “diáspora
venezolana”, punta de lanza para consolidar ahora un enemigo externo,
sostener la estrategia contrainsurgente regional (velando incluso
que cuando Venezuela vivió su último gran boom petrolero, seis
millones de colombianos migraron hacia la República Bolivariana de
Venezuela) y capitalizar el mito de la “venezolanización de
Colombia”. El uribismo se siente cómodo con la nueva geografía
política del continente, pareciera que Colombia está convertida
abiertamente en un Estado proxy, y con las FARC-EP desmovilizadas,
el enemigo interno ya no es de características políticas, entrando
de lleno sin matices, a la “guerra contra el narcotráfico y el

203
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

terrorismo” que no son enemigos políticos, homologándose así al


concierto internacional. También ha hecho del Centro Democrático, un
partido político signo del despojo, del neoconservadurismo
paramilitar y de la guerra, dentro de un pluripartidismo falaz, que
bien hace recordar la Ley de hierro de la oligarquía de Robert
Michells. El panorama no es alentador, la maquinaria y la economía
de guerra siguen prácticamente intactas en Colombia, y la narrativa
del enemigo interno también, aún queda el ELN. Como menciona Carolina
Sanin, los imaginarios de gran parte de los colombianos se basan en
la añoranza de la seguridad a través de un paternalismo autoritario
y, de manera ficticia, participativo, que la Seguridad Democrática
encarnó en Uribe Vélez.

El Estado colombiano poco ha cumplido sus compromisos en los acuerdos


con las FARC-EP, y gran parte de los desmovilizados, además de correr
riesgos inminentes, han retornado a las armas ya sin el componente
ideológico. El conflicto armado ha degenerado aún más, los gobiernos
colombianos, su oligarquía y burguesías y la subordinación hacia los
Estados Unidos, están condenando a Colombia a aferrarse a ser un
mercado de la violencia muy lucrativo. Una nueva guerra, una guerra
reciclada.

SECURITIZAR LA DEMOCRACIA EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

La pugna entre Monroe y Bolívar está más vigente que nunca, en un


contexto que demuestra que la centralidad del Estado no ha perdido
vigencia y que los mecanismos hegemónicos y de dominación se dicen
de otras maneras pero no han degenerado su esencia. La joya de la
corona –como dice Pasqualina Curcio- de este proceso es, en nuestros
días, Venezuela.

La securitización de la democracia se abrió paso en la última


revolución del siglo XX(la Revolución bolivariana). Existe un lugar
común en la gran mayoría de académicos, periodistas y analistas que
abordan la situación actual de Venezuela y las múltiples corrientes
que buscan sustentar las causas de tal crisis. Críticos o no,
coinciden en que la muerte de Hugo Chávez Frías fue un parteaguas
en la Revolución bolivariana. Cierto es que desde la desaparición
física del último referente de la izquierda continental, el
tratamiento de la Doctrina de Seguridad Bolivariana y la relación
entre la FANB, los Consejos Comunales, las Comunas y los colectivos
adquirió un cariz más duro debido a los embates que también se
recrudecieron principalmente dirigidos desde el exterior, pues la

204
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

oposición local sigue siendo incapaz de diagnosticar la realidad del


país que aspira a gobernar. Carola Chávez tiene unas palabras que
describen de mejor manera este episodio:

Con Chávez hicimos un máster en guerras no convencionales. La guerra


mediática la teníamos descifradita, los bloqueos, las revoluciones
de colores, los infiltrados, las ONG como máscaras de la CIA, del
Departamento de Estado, del Pentágono. Nos hicimos expertos en
detección de fake news, por ser su objetivo principal. Más tarde,
supimos del law fare y vimos hacia dónde van los tiros. Entonces
llegó la guerra.391

También es cierto, que tales acometidas se tradujeron en retrocesos


significativos de la Revolución bolivariana en contraste con los
primeros dos gobiernos de Hugo Chávez; los cuales se han intentado
matizar con el exasperado discurso antiimperialista, esto propició
que la falta de cohesión también se diera en el seno de las izquierdas
que nutren al chavismo que, dicho sea de paso, se busca por todos
los medios atribuirle “todos los lastres y la miseria del
capitalismo.”392

Luego del juramento colectivo simbólico a raíz de la ausencia física


del presidente electo venezolano, el 10 de enero de 2013, vinieron
los choques más cruentos, desde la “Salida” promovida en 2014 que
dio paso a las “guarimbas” de ese mismo año, la pérdida del poder
legislativo en el año 2015, las “guarimbas” más violentas en el año
2017, hasta llegar a todos los acontecimientos de lo que va del 2019,
podemos decir que dichas combinaciones hicieron de la securitización
de la democracia una de las características más visibles del primer
gobierno y los pocos meses del segundo mandato de Nicolás Maduro
Moros, presidente constitucional de la República Bolivariana de
Venezuela: desde el “Estado Neoliberal Militar”393 hasta el
(inexistente) “castrochavismo militarista”, la oposición interna y
externa no cesa de adjetivar los diversos momentos que ha vivido la

391
Chávez, Carola. “Lo que la guerra se lleva”. Insurgente.org. Publicado 16 de
noviembre de 2018. Disponible en línea en: https://insurgente.org/carola-chavez-
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392 Rodríguez, Thaís. “Nuestro referente es Chávez”. Publicado 10 de agosto de

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393 Revete, Guido. “Del Estado Liberal Burgués al Estado Neoliberal Militar”.

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205
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Revolución bolivariana y sus estrategias para defenderse, intentando


descifrar el dilema “¿militares en el gobierno o gobierno
militar?”.394 En tanto, la misma Revolución bolivariana se debate
entre una revolución radical o la restauración neoliberal. La
paradoja es más sólida pues siendo un civil el sucesor de Hugo Chávez
propició que lo militar rebasara lo político.

También la guerra híbrida se hizo más evidente aunque,


paradójicamente, más difícil de explicar especialmente para la
academia, dolencia que no es exclusiva en América Latina. Pareciera
que los tiempos políticos están muy adelantados a los esfuerzos de
los cientistas sociales. La frase de Karl Rove, asesor del
expresidente estadounidense George W. Bush expresa de la mejor manera
la idea anterior:

La gente cree que las soluciones provienen de su capacidad de estudiar


sensatamente la realidad discernible. En realidad, el mundo ya no
funciona así. Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos
nuestra propia realidad. Y mientras tú estás estudiando esa realidad,
actuaremos de nuevo, creando otras realidades que también puedes
estudiar. Somos los actores de la historia, y a vosotros, todos
vosotros, sólo os queda estudiar lo que hacemos.395

Y ni qué decir de los llamados gobiernos progresistas de la


denominada “década de plata”, sus malogradas batallas contribuyeron
a dejar sola a la República Bolivariana de Venezuela y abrirle,
indirectamente, la puerta a la securitización de la democracia.
Retomemos otras palabras de Carola Chávez:

Una vez partió Chávez, la fuerza de sus compañeros continentales se


diluyó en edulcorantes cálculos políticos que buscaban la distancia
de Maduro, que “está como una cabra” -decía con soberbia el viejito
humilde con cholas, mirando a Nicolás por encima del hombro, como lo
hacen sus más rancios enemigos-. Lula hizo otro tanto, y patinó en
el “Maduro no es Chávez”, pidiendo para Venezuela un gran gobierno
de consenso, como el que se montaron en Brasil junto a la derecha
evangélica, que en un parpadeo les sopló, a Lula y a Dilma, el Bistec.

394 Jácome, Francine. “Venezuela: ¿un nuevo tipo de régimen militar?”, en: Foreign
Affairs Latinoamerica. El poder del ejército en América Latina. Volumen 7, número
4, Octubre 2017-enero 2018, Ciudad de México, 2017. pp.44-52.
395 Suskind, Ron. “Whitout a doubt: faith, certainty and the presidency of George

W. Bush”, The New York Times. Publicado 17 de octubre de 2004. Disponible en línea
en: https://www.nytimes.com/2004/10/17/magazine/faith-certainty-and-the-
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206
Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Cristina, más al sur, se deslizó en silencio y algunos compañeros


peronistas muy desorientados, hoy comparan a modo de chiste malo,
las desgracias del gobierno de Macri con el de Venezuela, igualando
así, a lo bestia, a su aliado con el enemigo.

Ahora vemos a cada uno de estos líderes en las garras del enemigo al
que quisieron agradar. Los vemos peleando a cada uno por su lado,
cada uno en su pequeña pelea, en la soledad que escogieron. […] Y
ahí persisten con su salvaje terquedad sudamericana, el dictador
populista Evo, y su amigo, el ídem Nicolás.396

Esta pinza político-académica sella una penosa claudicación


regional, pero abre la discusión ante el dilema de la posibilidad
de hacer la revolución en estos tiempos.

Puede acusarse a la presente investigación de ser una tesis


militante, somos conscientes de ello, pero la realidad es innegable
y esta puede evadirse, matizarse o tergiversarse de la manera más
conveniente, como ventaja del voluntarismo individual
neoconservador. La securitización de la democracia es hija de la
violencia y la contrainsurgencia, hermana del neoconservadurismo, es
la enunciación consumada del papel del Estado frente a enemigos que,
en el discurso, ya no son políticos pero en el fondo se disimula
sobremanera tanto la no intervención estatal, como la militarización
de la lucha de clases en un mundo en el que nos han dicho una y mil
veces que esta ha sido superada.

396Chávez, Carola. “La buena, los tibios y los malos”. Como te iba contando
blablabla. Publicado 16 de marzo de 2018. Disponible en línea en:
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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

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Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Securitizar la democracia en América Latina: la Seguridad


Democrática y la Unidad Cívico-militar a debate

Imagen: EcoDiario.es

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