Los Otros También Cuentan, de Alfonso Torres
Los Otros También Cuentan, de Alfonso Torres
Los Otros También Cuentan, de Alfonso Torres
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cuentan
Elementaspara la recuperación
colectiva de la historia
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Alfonso Torres C.
Lola Cendales G.
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Los otros
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cuentan
Elementos para la recuperación
colectiva de ¡a historia
Alfonso Torres C,
Lola Cendales G.
23 Edición Marzo de 1992
Introducción ................................................................................................ 7
1. Presupuestos metodológicos................................................................
2. El proceso de la Recuperación Colectiva de la H istoria....................... 113
2.1 Fase preparatoria........................................................................... 114
2.2 Fase de ejecución........................................................................... 117
2.3 Fase de socialización de los resultados del trabajo .....................132
3. La memoria oral y el uso de técnicas ....................................................138
I
d im e n /ló n
e d u c a tiv o
INTRODUCCION
" L a mem oria colectiva es más poderosa que cualquier dictadura, que cualquier
inquisidor por malo que sea, que cualquier verdugo por eficaz que parezca."
Eduardo Gafeano
Los sectores populares son mucho más que sus problemas y carencias;
son diversidad y potencialidad, son historia y son futuro; son debilidad y
también fuerza. Han sobrevivido y resistido milenariamente a pesar de las
condiciones desfavorables que les ha planteado el poder hegemónico. La
realidad popular incluye la conciencia y la cultura desde la cual asumen y
actúan sobre su realidad; !a ¡ntersubjetivídad de sus actores forma parte
esencial de la realidad popular. Su vida individual y colectiva se ha edificado
en la creación y recreación permanente de tácticas de resistencia, de supervi
vencia y de liberación.
En esa lucha por supervivir y organizar, han ido construyendo una me
moria colectiva, una versión 'no oficial' de su historia y la de su país; una
singular manera de ver la política y tos políticos, un modo propio de asumir
2 F R E IR E , Pauto, "L a alfabetización com o elem ento de la form ación ciudadana" en A lfa b e tiz a
ción ¿a favor de quién? CEDECO Q u ito , 1989.
8
la salud, la eticidad, la felicidad, etc., que permanentemente se mezcla, com
pite, negocia y entra en conflicto con la ideología dominante.
g
Agradecemos la valiosa colaboración que prestó el educador e investiga
dor Jorge Posada, quien aportó parte de los materiales que constituyeron la
materia prima de este libro, e hizo acertadas observaciones a las versiones
preliminares del mismo.
Los autores
10
CAPITUL01
Tantos informes
tantas preguntas
Bertolt Brecbt
1. ¿A qué (lamamos historia?
" Y o creo que te gusta la historia como me gustaba a m í cuando ten ía tu edad,
porque se refiere a los hombres vivos, y todo lo que se refiere a los hombres, a
cuantos más hombres sea posible, a todos los hombres del m undo en cuanto se
unen entre ellos en sociedad y trabajan, luchan y se mejoran! a sí mismos...".
A n to n io Gramsci (Carta a su hijo)
" N o hay discurso histórico cuya eficacia sea puiam ente cognoscitiva; todo dis
curso histórico interviene (se inscribe) en una determ inada realidad social donde
es más o menos útil para las distintas fuerzas en pugna".
Carlos Pereyra
14
metodológicos que las caracterizan. Claro está que en las ciencias sociales los
enfoques conceptuales y las opciones metodológicas tampoco son ¡nocen-
tes; detrás de determinadas posturas metodológicas se encuentran escondidas
claras posiciones políticas. Algunas tesis, como la de la ''marginaíidad", han
surgido o han estado abiertamente ligadas a los sectores hegemónicos de una
sociedad o al servicio de intereses imperialistas.
" E l pasado es siempre una ideología creada con un propósito, diseñada para
controlar individuos o m otivar sociedades o inspirar clases. Nada ha sido usado
de manera tan corrupta como los conceptos del pasado".
J. H. Plum b
15
16
"...selecciona y ordena los hechos del pasado de forma que conduzcan
en su secuencia hasta dar cuenta de la configuración del presente, casi
siempre con el fin, consciente o no, de justificarla"1,
Desde sus orígenes en la antigüedad griega, pasando por los anales me
dievales, las crónicas coloniales y las academias oficiales, hasta los institutos
de investigación y universidades contemporáneas, la historia escrita ha ten
dido a identificarse o ha sido indiferente (cómplice) con el proyecto históri
co de las clases en el poder.
F O N T A N A , Joseph, H istoria. A nálisis del pasado y pro y e c to social, C rítica, Grijalbo. Barcelo
na, 1982, página 7.
17
sino de la voluntad de estos personajes. Hechos como la conquista de Améri
ca o las guerras de independencia, aparecen causados por el espíritu intrépido
o las cualidades excepcionales de los caudillos, que en su momento represen
taban el hombre blanco y poderoso.
18
hercúleos monumentos erigidos en su honor por sus descendientes de clases,
hoy en el poder {*)
Partiendo del supuesto de que 'los hechos hablan por sí mismos', los
positivistas continuaron el mismo tipo de interpretación de acontecimientos
que sus antecesores, sin cuestionar la concepción de historia que la ilumina
ba. Pretendiendo ser 'autónomos' e 'imparciales', despreciaron el uso de teo
rías, la búsqueda de explicaciones y más aún la preocupación por interpretar
los hechos descritos.
La aparentemente ingenua posición positivista, se convertía en una jus
tificación solapada de la concepción elitista de la historia y afirmaba el
carácter parcializado y parcial de la historiografía tradicional; bajo el velo de
rigurosidad y neutralidad los héroes se hacen más humanos, pero igualmente
imprescindibles en el destino de las sociedades.
El análisis descontextualizado de los mismos hechos, trabajados por la
historia tradicional romántica, junto con la ausencia de análisis críticos, con
tribuyeron a fortalecer la imagen mitificada del pasado cosechada por este
enfoque histórico.
19
los temas a estudiar, los medios sociales donde se realiza la investigación y los
procedimientos analíticos de que pueden disponer para realizar su obra per
sonal. Desde las comunidades primitivas, el control de la información e inter
pretación del pasado se concentró en manos de quienes detentaban el poder.
Caciques y sacerdotes van a mantener el privilegio de aprender y narrar los
mitos y leyendas fundantes de sus grupos culturales; estas 'historias' están
también cargadas de las ideologías del presente desde donde se narran.
2. M O R A , Jorge, De ios griegos a M a rx, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, 1986, página 10.
20
desde entonces de construir una historia patria que sustentara los valores c í
vicos requeridos por las clases dominantes y nuestros estados autoritarios.
4. La historiografía científica
21
la explicación del devenir de la sociedad, mientras que la Europa de comien
zos de siglo se convulsionaba por las guerras internacionales y los movimien
tos sociales internos, la historia romántica seguía campante-en los sitios de
batalla y en los palacios de gobierno.
22
Del mismo modo, ampliado el campo de acción del historiador, éste
debe ensanchar el tipo de fuentes y métodos ¡empleados; a los documentos
escritos se le han venido sumando toda clase de huellas del pasado; monu
mentos, instrumentos de trabajo, memoria oral, obras de arte, fotografías,
etc. Y a las técnicas de indagación y verificación de fiabilidad de las fuentes,
el investigador en historia añade métodos y técnicas utilizados por otras
disciplinas como la demografía, la estadística, la geografía y la antropología.
3 FLO R ESCAÑO, E nrique, ” De la m em oria del po der a la m em oria com o e x p lic a c ió n ", en La
H istoria ¿Para qué?, Siglo X X I, M éxico, 1985, página 117.
23
La enorme influencia que sobre historiadores no marxists y marxistas,
ha tenido et estructuralismo llevó a que la historiografía europea y la que en
nuestros países se ha llamado "Nueva Historia"4, tuvieran preferencia por el
estudio del lento transcurrir de las estructuras demográficas, económicas y
sociales.
24
r
general
A ESTO ES LO(JUE
ustedes LLAMAN
H¡sroRÍA<?
25
4.3 La historia científica: ¿Ruptura o continuidad?
Sin embargo, al igual que sus viejos antecesores se han dejado absorber
por la lógica del poder dominante. Si bien es cierto que en un comienzo reac
cionaron no sólo contra la vieja concepción historiográfica, sino también
contra la opción política que ella significaba, la tendencia de su actuación
práctica ha ido en contravía. Poco a poco han venido compartiendo con sus
predecesores cargos estratégicos en el ambiente académico y en las esferas
de gestión del establecimiento.
5. Dos buenas síntesis sobre el debate entre 'vieja' y "n u e v a ' historia son el fo lle to 'A p ropósito de
una polém ica', editado por E ditorial Estudio (Bogotá 1986) y el a rtic u lo de Hernán SU AR E Z
"L a enseñanza de la H istoria en el b a n q u illo ". En la Revista Educación y C ultura No. 18 (Bo
gotá, 1989).
26
tación y dominación adquieren características alarmantes y en donde irrum
pen movimientos sociales alternativos que deben enfrentarse a los intentos
de sometimiento violento de los gobiernos, el pretender hacer una investiga
ción social ajena a las contradicciones sociales es un cuento de niños. Cree
mos que la historia debe contribuir a develar la génesis y desenvolvimiento de
las estructuras del poder actuales, y no limitarse a un ejercicio intelectual
develador de secretos pretéritos.
6 C E R T E A U , Michel, " L a operación histórica" en Hacer la h isto ria, L A IA 1976, página 236.
27
formas de reclutamiento, de hecho favorecen a determinadas corrientes de
pensamiento y admiten unas investigaciones y excluyen o tras"8.
28
mr-
X
fio en peldaño hasta llegar a los niveles "más bajos": manuales escolares,
obras de divulgación, series televisivas, etc. La elítización y concentración
de posibilidades económicas y políticas se reproduce en la historiografía
oficial. Al pueblo se le niega la posibilidad de rescatar y difundir su propia
historia desde sus intereses.
29
una idea superada, pero hoy, son pocos los historiadores profesionales que
reconocen el papel que cumple su labor dentro del juego de fuerzas actuales
de poder.
"U n a historia popular no es —o no debería ser— una sencilla cuestión de tem áti
ca d istinta, sino más bien una manera diferente de exam inar el conjunto de la
sociedad".
Raphaef Samuel
La búsqueda de una historia que deje de ser una memoria dei poder y
una justificación del presente para convertirse en herramienta de análisis
crítico del orden establecido y factor de fortalecimiento de la memoria
colectiva popular, cuenta con valiosas experiencias. Tales intentos renovado
res provienen tanto de la autocrítica de algunos historiadores del papel social
31
•Usted váne aquí habiendo de América latina, pero esto no tiene ninguna importancia. Nada importante viene
det Sur. La Historia nunca ha sido hecha en et Sur. El efe de la Historia comienza en Moscú, pasa por Bonn,
llega a Washington y sigue hacia Tokio. Lo que pueda pasar en el Sur carece de imponencia.-
32
jugado por su disciplina, como de grupos y organizaciones de base popular
que han visto en la recuperación histórica un medio de fortalecer sus pro
yectos.
Es necesario reconocer la influencia de trabajos bistor iográficos que desde un interés académi
co han intentado asumir lo popular com o fundam ento m etodológico paia la com prensión de
algunos m ovim ientos sociales europeos. En tal sentido vale la pena mencionar a Jacques le G off,
George Rude y E.P Thom pson.
33
dase o de reducidos grupos sociales. Se perdía la visión de totalidad y la
producción de conocimientos históricos seguía siendo labor individual de
especialistas.
Sin negar el aporte de estos intentos por hacer una historia popular, y
el valor que sus resultados tienen para escribir historias desde lo popular,
debemos reconocer que no se constituyeron en una verdadera ruptura con la
concepción y quehacer historiográficos desarrollados desde el poder domi
nante. Van a ser las experiencias que, desde una perspectiva de educación
popular, de investigación acción participativa, adelantan muchos grupos de
base y los trabajos creativos de algunos investigadores sociales, los que han
¡do permitiendo aclarar los presupuestos ideológicos, conceptuales y meto
dológicos que inspiran la recuperación colectiva de la historia.
34
La apropiación colectiva del bagaje conceptual e instrumental elaborado
desde la propia disciplina histórica exige la socialización del proceso mismo
de investigación; no se trata solo de colectivizar los resultados, sino todas
las fases de construcción del discurso historiográfico. A llí, el diálogo entre
los saberes del especialista y los saberes populares es fundamental en la cons
trucción de una propuesta propia de recuperación colectiva de la historia.
35
7, Para qué una Historia popular
36
Con lo dicho no queremos plantear que el estudio del pasado es inútil.
No podemos comprender el hoy si ignoramos el ayer. El ayer está presente
en el hoy. Las prácticas culturales de los sectores populares contemporáneas
hunden sus rafees en un pasado muchas veces remoto; las modalidades de
explotación como las de resistencia no surgen de la nada, se encuban y desa
rrollan en largos períodos que es necesario desentrañar.
37
patrio, la unidad nacional. Trabajar por la patria es olvidarnos de las diferen
cias, de las desigualdades sociales y regionales.
También hay que recordar que somos mestizos, que somos una nueva
raza 'cósmica' con una cultura propia forjada en ia lucha por la supervivencia
y bajo la hegemonía blanca. La mayor parte de la población de países como
Colombia es mestiza, las etnias negra y aborigen están localizadas regional
mente: si se quiere reivindicar una identidad étnica, habría que resaltar lo
mestizo que somos en sus múltiples manifestaciones regionales y locales,
39
de trabajo similares: e! ser ama de casa, joven, viejo, campesino o poblador.
Hay que buscar y ayudar a construir io popular latinoamericano en esta
diversidad de actores sociales.
7.2.3 E l estudio de ¡a historia nos hace ver que no existen pueblos superio
res y pueblos inferiores.
40
Tanto en el pasado como en el presente algunos pueblos o naciones han
conquistado y dominado a otros y se han aprovechado durante largas épocas
y siguen beneficiándose de sus riquezas, saqueándolas, y del trabajo de otros
pueblos, explotándolos, para enriquecerse y desarrollarse ellos. Ese! caso de
Europa, Estados Unidos y Japón. A expensas de los países que ellos han
dominado han hecho crecer su riqueza y eso les ha permitido tener mayor
desarrollo y lograr más poderío.
41
La afirmación de la identidad nacional es una tarea popular, ya que las
clases en el poder se encuentran más identificadas con los intereses y la cultu
ra de la metrópoli de la cual dependemos. Su mentalidad y sus intereses son
verdaderamente "extranjerizantes"; su ideal de hombre y sociedad es el de
los países neocolonialistas.
42
43
-va
La historia del pasado no es una simple evocación para hacer espectacu-
lares presentaciones de "Luz y sonido". Las cuestiones del pasado deben ser i
abordadas en el terreno en el cual se plantean realmente: el de la eficacia
política y no el de la erudición. En la historia lo que está en juego es la polí
tica, El rigor científico, hemos dicho, no es una exigencia intelectual abstrac
ta, sino una de las condiciones de un análisis pol ítico coherente.
Esta realidad nos debe llevar a estudiar la historia de otros pueblos para
aprender de su experiencia histórica. Las teorías revolucionarias no han sali
do de la imaginación fecunda de nadie, smo que han ido acumulando la expe
riencia (práctica reflexionada) de los pueblos en su lucha cotidiana para
realizar las transformaciones sociales necesarias para asegurar el bienestar de
todos. Es además un estímulo para nuestra propia lucha por el cambio.
44
continente.
Los factores internos y externos son indivisibles. Aunque hay que dar
prioridad a los factores internos, con todo, hay que crear en el movimiento
popular una gran sensibilidad por los problemas y luchas de otros pueblos.
En definitiva la solidaridad es una nueva frontera y campo de lucha en la
liberación de los pueblos. La solidaridad es "la ternura de los pueblos" según
ja expresión de Tomás Borge. La solidaridad significa "no quedarse sólo y
no dejar solo al pueblo hermano" ha dicho García Márquez.
45
CAPITULO 2
Pablo Neruda
'L a historicidad de lo social es más profunda que aquello que nuestros instru
mentos teóricos nos perm iten pensar y nuestras políticas encausar'.
Ernesto Lac/au *
50
Nuestro propósito es más modesto; es presentar, como aporte al trabajo
de recuperación colectivo de la historia desde una óptica popular, algunos
elementos conceptuales que nos permiten acercarnos a la investigación de
fenómenos particulares de la dinámica social, con una visión de totalidad
coherente. Para ello, presentaremos inicialmente el aporte dado por el propio
Marx en su trabajo explicativo-crítico de la sociedad capitalista, para luego
mostrar e! estado actual de las discusiones sobre algunas categorías y proble
mas centrales de la concepción materialista de la historia: totalidad concreta,
modo de producción, formación económico-social, clases sociales y lucha de
clases, ideología, cultura y vida cotidiana.
En ese intento por construir una ciencia social histórica tuvo que
enfrentarse y superar la historiografía,alemana en general y la filosofía hege-
liana de la historia en particular, las cuales desconocían en su interpretación
del pasado, la base material sobre la que acaecían:
1 M A R X , Carlos y EN GELS, Federico, ¿a ideología alemana. E dito ria l Herrera Hermanos, página
39.
2 M A R X , Carlos y ENGELS, Federico, La Sagrada Fam ilia, Obras completas. E dito ria l Progreso,
Tom o I, página 257.
51
Frente a las concepciones románticas e idealistas de la historia, Marx se
propuso elaborar una teoría científica de la dinámica social que en lugar de
desconocer, privilegiara las condiciones materiales de ia vida social. Excluir
del análisis histórico toda referencia a fuerzas exógenas de la historia real
para interpretarla desde tos fundamentos mismos de la existencia social sé
convirtieron en un reto para Marx.
52
A pesar de ello, el aporte de Marx a las ciencias sociales y a los movi
mientos revolucionarios contemporáneos es imponderable. Con respecto a lo
que nos ocupa, la concepción de ta historia real, logró precisar algunos con
ceptos; otros, claves de su teoría social (por ejemplo 'relación de producción'
'clases sociales' e 'ideología'), quedaron sin escribirse. La concepción marxts-
ta de la sociedad ha tenido hoy que reconstruirse con base en sus manuscri
tos y sus obras publicadas.
53
fiero, en diversas ocasiones, al destino de los plebeyos en la antigua
Roma. Al principio eran campesinos independientes que cultivaban sus
propias tierras. En el curso de la historia romana fueron expropiados:
El mismo proceso que les separó de sus medios de producción y subsis
tencia dio origen a la gran propiedad territorial y al gran capital finan
ciero. En un momento determinado había, pues, hombres libres priva
dos de todos, con excepción de su fuerza de trabajo, por un lado, y los
propietarios de toda esta riqueza acumulada, en condiciones de explotar
el trabajo de aquellos, por otro lado. Ahora bien, ¿Qué ocurrió des
pués? Los proletarios romanos no se convirtieron en asalariados sino en
una m ultitud ociosa, más abyecta todavía que los antiguos 'pobres
blancos' del sur de los Estados Unidos. Al margen de ellos se desarrolló
un sistema de producción que no era capitalista sino basado en la escla
vitud. Vemos, pues, que hechos muy parecidos pero ocurridos en con
textos históricos diferentes produjeron resultados muy diversos.
5 Carta de M arx a M ijailovsky (28 de diciem bre de 1876). En M arx, Carlos y Engels Federico,
Obras com pletas, E d ito ria l Progreso.
55
mucho menos, la de identificar regularidades o tendencias en la dinámica .1
social6.
Las reflexiones hechas por el filósofo checo Karol Kosik7 nos ayudan a
esclarecer la manera como el marxismo aborda el problema de la totalidad
social histórica. En primer fugar nos reafirma la importancia de una concep
ción de la sociedad como presupuesto de su conocimiento.
56
tanto su complejidad interna como sus nexos con el todo social. Más que el
recuento y descripción de sucesos vividos por los pobladores, se trata de ir
descubriendo los nexos que existen entre estos hechos y la' lógica urbana
predominante en la ciudad, con los conflictos de clase que atraviesa ia socie
dad, las pugnas en el plano ideológico y cultural entre clases subalternas y
sectores hegemónicos: además ir desentrañando la compleja trama de institu
ciones, relaciones y prácticas sociales que se van gestando en el barrio, ubica
das en su adecuado contexto económico, político y cultural.
58
lugar á conglomerados sociales singulares, las cuales alrededor de la lucha en
defensa de sus intereses se van constituyendo en clases sociales9.
Sin embargo, sea cual sea la acepción que le demos, la definición del
modo de producción no nos permite, por sí sola, comprender ningún objeto
histórico concreto. Esta categoría abstracta solo cobra sentido real si la con
frontamos con la evidencia empírica proporcionada por la investigación.
59
Este concepto, también llamado 'formación social histórica', nos p e r-i!
mite el análisis de realidades históricas singulares en una época determinada. í|'
Tales sociedades concretas, poseen estructuras complejas donde no es sen- - i
cilio identificar el modo de producción imperante, dado que coexiste con v
residuos de otros precedentes y con gérmenes de nuevos modelos de relación
social subordinadas o alternativas a aquel.
A pesar de ia importancia capital del concepto de formación eco- V ,
nómico-social para la investigación histórica, éste se halla aún en vías de
elaboración por parte de la historiografía marxista. Dentro del marxismo
contemporáneo coexisten, por io menos tres maneras principales de concebir
la formación económica social11: í
11 Buena parte de las discusiones actuales pueden am pliaise en Cuadernos de Pasado v Presente,
N o. 39, Siglo X X I, página 1973.
60
Al
1
En todas (as formas de sociedad existe una determinada producción que
asigna a los demás su correspondiente rango e influencia. Es una ilumi
nación general en la que se bañan todos los colores y que modifica tas
particularidades de éstos. Es como un éter particular'que determina el
paso científico de todas las formas de existencia que a llí toman relieve.
62
negada-, la participación de los hombres en el devenir histórico. A la luz de
los esquemas impulsados por un marxismo dogmático, que tuvo especial
desarrollo durante la era stalinista y que redujo a esquemas el materialismo
histórico, se enfatiza la fuerza de tas estructuras con respecto a la voluntad
de los sujetos. Desde esta óptica, es el desarrollo de las fuerzas productivas
el que moldea tanto las relaciones sociales de producción como el conjunto
de procesos dentro de una sociedad. Así, será la dinámica de la base econó
mica la que determina el cambio histórico.
14 tb id ., página 265.
63
devenir social, frente a las concepciones idealistas de la historia. Además
en 'El 18 brumario de Luis Bonaparte' afirmó que 'los hombres hacen la
historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por
ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se éncuentran direc
tamente, que existen y les h3n sido legadas por el pasado'15.
'V III. La vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios que
64
desvían la teoría hacia el misticismo encuentran su solución racional en
la práctica humana y en la comprensión de esta práctica'.
65
sociedad, estas minorías asumieron el camino del foquismo y la conspiración
heróica como camino único de la liberación social.
"La historia se hace ella misma de modo tal que el resultado final pro
viene siempre de conflictos entre gran número de voluntades individua
les, cada una de las cuales, ha llegado a ser lo que es, por un cúmulo de
condiciones particulares de vida. Así, pues, hay innumerables fuerzas
que se entrecruzan, un paralelogramo in fin ito de fuerzas que dan origen
a una resultante: el hecho histórico. A su vez, éste puede considerarse
como producto de una fuerza que, tomada en su conjunto, trabaja in
conscientemente y sin evolución. Pues lo que desea cada individuo es
obstaculizado por otro, resultando algo que nadie q uería"18.
No podemos concebir los individuos por fuera del sistema social en que
viven, ni como entidades singulares 'libres' de todo condicionamiento econó
mico, social, político o cultural. La individualidad no es una esencia que per
manezca igual, independiente de las relaciones y circunstancias sociales en
donde se configura. Individuo y relaciones sociales forman una unidad,
donde éstas son fundamentales en la comprensión de aquel.
67
El punto de partida del movimiento histórico es la praxis social, en
todas sus dimensiones (económico-políticas e ideológico-culturales), en las
cuales, necesariamente se desenvuelve ia actividad individual y de la cual
recibe su contenido la voluntad y la conciencia de los agentes históricos.
Esta posición reafirma nuestra aseveración anterior, según la cual la sociedad
es un todo estructurado, un sistema dinámico de relaciones e interacciones
entre los grandes agentes sociales que actúan en ella.
69
mos propugnando por una historia despersonalizada y masificante. Por el
contrario, al hacerlo así(j valorizamos el aporte de tantos y tantos que han
actuando silenciosa y anónimamente en el devenir social y que a la luz de la
concepción individualista, no son tenidos en cuenta.
Aunque de esta afirmación se dec^ce que una sota clase o grupo dentro
de la sociedad no puede, definir en su conjunto el devenir histórico, en este
error han incurrido varios estudios historiográficos. En efecto, si nos deja
mos llevar por ei relato de los acontecimientos de los textos escolares o de las
noticias de prensa, parecería que son las clases "dirigentes” las que llevan la
iniciativa en todos los avances y logros de la sociedad; la economía del país,
sus reaciones diplomáticas y políticas, la producción científica y cultura!
parecieran recaer exclusivamente sobre los hombres de magnates, mandata
rios, altos funcionarios y élites intelectuales.
71
El gran mérito de Marx al respecto fue el haber pasado de la descrip.
ción de las clases sociales y sus conflictos en el pasado histórico reciente,
a construirlas como categorías de análisis básicas del devenir social, como
lo evidencian varios de sus escritos históricos y teóricos; sin-embargo, Marx
nunca tuvo oportunidad para expresar su modelo interpretativo de un modo
acabado; incluso, el capítulo de El Capital dedicado ai tema no alcanzó a
redactarlo.
72
su profesión, función en e! sistema político o protagonismo en las luchas
sociales; así, en la actualidad, podemos señalar como ejemplos, entre otros,
la burocracia, los abogados, e! clero, la juventud y los pobladores barriales.
Por otro lado, mencionábamos cómo las grandes clases sociales funda
mentales a un modo de producción, tampoco son entidades homogéneas; en
ellas coexisten fracciones y sectores de clase, resultado de la existencia de las
diversas áreas económicas, del desarrollo de diferencias regionales o de cual
quier otro factor histórico. Por ejemplo, dentro de la burguesía, existe una
burguesía financiera, una burguesía comercial e incluso, una burguesía agra
ria; también podemos diferenciar las diversas burguesías regionales y una alta
burguesía de una burguesía media.
73
trucción de los intereses propios también atravieza diversos momentos que
van desde la percepción y lucha por intereses inmediatos {costo de vida,
nivel de salario, altos arrendamientos) hasta la identificación de intereses
estratégicos ligados a proyectos políticos orgánicos {superación de las rela
ciones sociales y políticas vigentes).
Esta consideración para las clases sociales también es válida para otros
conglomerados y categorías sociales; para constituirse en sujetos históricos,
deben -e n un proceso de lucha— reconocer su identidad social y consolidar
su proyecto histórico propio. Es por ejemplo, el caso de los pobladores ba
rriales: el compartir experiencias comunes en su lucha por el derecho a los
servicios urbanos y a un ingreso estable, irá, poco a poco afirmando su iden
tidad social como pobladores; ésta se hará más clara, ligada a la creación de
organizaciones locales y municipales que representen sus intereses coyur
rales y estructurales.
Con lo dicho, puede inferirse, que las clases sociales son entidades his
tóricas fundamentales en la comprensión estructural de una sociedad, pero
que no son los únicos actores en la escena histórica y que no son estáticos y
acabados, sino que se van conformando en la lucha por unos intereses pro
pios y en ia toma de conciencia colectiva de dichos intereses.
74
75
marxistas no son para él un sistema abstracto e inmutable; por el contrario,
su amplitud y flexibilidad las hace apropiados para la investigación de pro- r
cesos, e incluso, en el momento de ser confrontados con los hechos reales,
adecúan su forma o su contenido.
Este es el caso del concepto de 'clase social', cuyo origen mismo se deri
va de la observación e interpretación del proceso social a lo largo del tiempo
y no es una deducción de una Filosofía Universal de la historia; "sabemos
que hay clases, porque ia gente se ha comportado de una manera clasista".
La regularidad en las respuestas a situaciones y condiciones similares, la crea
ción de instituciones propias y de una cultura con connotaciones de clase,
evidencia la existencia de una clase social.
Así, el concepto de 'clase social' hay que asumirlo como una categoría
heurística para interpretar procesos sociales donde la evidencia de su existen
cia no es tan nítida; mientras en las sociedades capitalistas desarrolladas no es
d ifíc il hallar instituciones, partidos y conflictos de clase, en sociedades pre-
industriales y de ia periferia capitalista actual la correspondencia de la reali
dad con la categoría es más d ifíc il y no agota la comprensión del conjunto
social.
76
Hemos puntualizado que las clases sociales no existen como entidades
estáticas, acabadas que luego encuentran otras clases y comienzan a luchar;
por el contrario, es la misma lucha social la que hace posible su constitución
como clase, como lo señala claramente Thompson;
"las gentes se encuentran en una sociedad estructurada en modos deter
minados {crucialmente, pero no exclusivamente en relaciones de pro
ducción), experimentan la explotación (o la necesidad de mantener el
poder sobre los explotados), identifican puntos de interés antagónico,
comienzan a luchar por estas cuestiones y en el proceso de lucha se
descubren como clase y llegan a conocer este descubrimiento como
conciencia de clase"22.
Desde estos presupuestos, la clase y la conciencia de clase son las últi
mas, no las primeras fases de un proceso histórico. Para los historiadores, los
problemas de conciencia de clase son inseparables de las clases mismas: éstas
solo llegan a existir plenamente en el momento histórico en que el colectivo
histórico asume concientemente su identidad social. De este modo, no pode
mos creer que la clase obrera en nuestros países y su conciencia se derivaron
automáticamente con la creación de la industria capitalista en los centros
urbanos a comienzos de siglo; su existencia histórica, más bien, ha estado li
gada a su experiencia histórica de lucha como asalariados, en sus prácticas y
movimientos sindicales, en la confrontación económica; social y política con
los empresarios y con las instituciones privadas o públicas que los repre
sentan.
Afirmar que las clases sociales son resultado de procesos y experiencias
ligadas a la Mucha de clases', no significa desconocer los determinantes eco
nómicos o estructurales que las sustentan. Tras de casi todos los conflictos,
manifiestos (huelgas, movilizaciones, paros cívicos) o no, no podemos per
der de vista las contradicciones de fondo que las sustentan, así no todas
estén ligadas a la explotación. Así por ejemplo la lucha de los barrios por los
servicios públicos, evidencia una crisis estructural a nivel urbano, y los mo
vimientos y paros cívicos regionales, ponen de manifiesto el desarrollo
desigual del capitalismo dentro de un país dependiente, etc,
Tampoco sobra aclarar que no existe un modelo preestablecido de
'comportamiento de clase' n¡ de 'conciencia de clase'. Cada experiencia
histórica trae consigo, condiciones previas y procesos particulares a todo
nivel, donde las peculiaridades culturales de los involucrados es fundamental:
La lucha de clases y las clases acaecen "al vivir los hombres y las mujeres sus
relaciones de producción y al experimentar sus situaciones determinantes,
dentro del conjunto de relaciones sociales, con una cultura y unas especta-
tivas heredadas y al moldear estas experiencias en formas culturales"23.
22 TH OM PSON, E.P. Tradición, revuelta y conciencia de clase, Ed. C rítica, Barcelona, 1985, pági
na 37,
77
Las consideraciones hechas para las clases sociales y la lucha de clases
también tienen validez para explicar la constitución de otros sujetos sociales
y explicar sus conflictos. La simple existencia material de mujeres, habitantes
barriales, jóvenes o indígenas no garantiza su presencia en el acontecer histó
rico como entidad social particular; van a ser los conflictos y las experiencias
de lucha por la afirmación o conquista de sus intereses (los cuales también
se van definiendo en la confrontación), los que contribuirán a su constitu
ción e identificación como sujetos sociales. Asimismo sus formas de concien
cia sus modalidades de lucha, sus contradictores y aliados no existen 'a
priori' sino que van surgiendo y afirmándose a lo largo de su interacción con
flictiva.
78
sino del diálogo entre los esquemas conceptuales que se elaboren y la eviden
cia empírica de las investigaciones.
Algo que nos puede dar luces para comprender la compleja trama de las
relaciones y conflictos sociales es una adecuada posición frente a lo cultural
y lo popular en la historia; de ello nos ocuparemos a continuación.
¡ Más que una moda 'pol ítica' o 'teórica', son razones históricas las que
nos explican ese interés por las culturas populares: la crisis dei discurso p o lí
tico y científico sobre lo popular, la reducción en los países del tercer
mundo del peso cuantitativo de la clase obrera y, principalmente, la apa
rición de nuevos sujetos sociales y políticos y, con ellos, una multiplicación
de los conflictos y los movimientos sociales.
Como lo veremos luego, las perspectivas anal íticas constru idas desde el
poder y desde la izquierda para interpretar a los sectores populares latino
americanos, se ha quedado corta en la comprensión de movimientos cultu
rales, sociales y políticos originales e inesperados (pobladores barriales, jó
venes, mujeres, cristianos, etc.) con demandas propias, espacios y modalidades
de lucha inéditos que cuestionan y ponen en peligro el orden social de dom i
nación e injusticia imperante.
24 V er G u ille rm o S unkel, R azón y pasión en ia prensa p o pufa r, Estudios fí-E T , Santiago de C hile,
1986.
79
80
■J?
por Gramsci por la separación de los grupos sociales de los partidos tradicio
nales: las adhesiones partidistas pierden fuerza y el sistema partidario deja
de representar a quienes dice representar.
81
propia de una nación; quitado su ropaje universalista, lo cultural sigue lim j*
tándose a los rasgos espirituales de cada nación.
25 C itado por Guy Rochar, in tro d u c c ió n a la sociología. H erder, Barcelona, 1973, página 143,
plique los intercambios, conflictos y subordinaciones culturales. Nos identi
ficamos entonces, con el concepto de cultura que últimamente antropólogos
y comunicadores latinoamericanos emplean para el estudio de movimientos
sociales y de prácticas políticas, comunicativas y sociales de los sectores
populares y que tratamos de explicitar a continuación26.
26 Para A m érica La tin a se destacan los investigadores N éstor García C anclini, Carlos Monsivats,
G u ille rm o S unkel y Jesús M a rtín Barbero, cuyos estudios aparecen en la B ib lio g ra fía de este
lib ro .
83
En un excelente estudio sobre la producción artesanal de una región
indígena de México, García Cancliní28 demuestra cómo el mismo objeto
cultural, una artesanía en barro, tiene un sentido bien diferente para quien
lo fabrica con fines de uso, para el que lo produce para corhercializarlos o
para quien lo compra para adornar su sala o para llevarlo de souvenir a sus
amigos.
Del mismo modo, la manera como los diversos grupos sociales viven
materialmente, mediatiza ni tip o de mensajes y productos culturales que
circulan en la sociedad. Una propaganda de automóviles lujosos no es sentida
28 G A R C IA , C a n c lin í, N éstor, Las cu ltu ra s po pulares en el cap ita lism o , Casa de las A m éricas, La
H abana, 1984.
| del mismo modo por un m illonario que por un habitante de un barrio popu-
í lar; el significado que dan las clases económicamente dominantes a la diver
sión o a la muerte, se diferencia de otros grupos sociales en gran medida por
las condiciones materiales y las posibilidades económicas que poseen.
El contenido del nivel ideológico comprende para estos autores dos sis
temas:
28A A R C H IL A , M auricio, "A q u í' nadie es fora s te ro ". C ontroversia. Nos. 1 3 3 - 134. C1NEP, Bogotá,
1986.
85
1. Los sistemas de ¡deas -representaciones sociales-, es decir las ideas íS
políticas, jurídicas, morales, religiosas, estéticas y filosóficas de una *
sociedad. Martha Harnecker coloca como ejemplo la religión, que con el
sentido de sufrimiento resigna a las clases explotadas a su condición de :
explotados.
86
Incultura representa y reproduce la estructura social; también desde ella se
¡generan prácticas cuestionadoras del orden social. La religiosidad, por ejem
plo, no puede concebirse hoy en América Latina, como el opio del pueblo,
s¡ conocemos las valiosas experiencias de la iglesia popular y la teología de la
liberación en las últimas décadas.
Por último, vale la pena precisar las distancias de! concepto de cultura,
que hemos asumido con el de mentalidades colectivas puesto en moda ú lti
mamente por la historiografía 'científica'. Michel Vovelle, uno de sus más
importantes exponentes, presenta esta nueva tendencia historiográfica
como:
Por un lado, las mentalidades han tendido a verse como realidades dia-
crónícas duraderas, que atrapan a las sociedades a lo largo de siglos, como
estructuras inamobibles que superviven a otros cambios históricos, que mira
dos desde la perspectiva de las mentalidades, son insignificantes. El enorme
peso asignado a las estructuras de pensamiento, a las costumbres, a la rutina
cotidiana minimiza el papel de las rupturas, de los cambios de las revolucio
nes culturales.
87
Femad Brandel precursor de los estudios de 'larga duración' de las mentf
dades las define como "innumerables gestos heredados, acumulados confié
m ente, repetidos de manera infinita hasta nuestros días, nos ayuda a viy|P;í
nos encierra y deciden por nosotros durante toda su existencia. Son ¡ n c ^ f í
ciones, modelos, formas y obligaciones que actúan, que se remontan, y txfá'-'l
a menudo del que suponemos a la noche de los tiempos32. \ ,
Por otra parte, ia mayor parte de los estudios sobre mentalidades
tienden a quedarse en el análisis exhaustivo de sus expresiones, de sus rrfe. :
nifestaciones, descontextualizadas del todo social, o relacionándolas 'armó-
nicamente' con éste. Así, en las mentalidades, no sólo no existirían rupturas I
discontinuidades, sino que tampoco estarían afectadas por las contradiccí¿ 1
nes y conflictos de las otras instancias sociales: Habría correspondencia ;
funciona! entre las mentalidades colectivas y las estructuras de existencia 1
material.
32 C itado por H ow ard HÜda, La vida cotid ia na, serie El A u to rita ris m o y sus alternativas, Santiago,
1988.
34 Lo que sigue es una síntesis de la parte correspondiente del a rtíc u lo de Jorge A lejandro Gonzá
lez, "C u ltu ra s populares h o y " en C om u nicación y C u ltu ra N o, 10, M é xico , agosto de 1983.
88
Tres condiciones deben tenerse en cuenta para comprender el interés"'
de Gramsci por la cultura, en particular el de las clases subalternas ÍVernu
mera! 5.3):
Para lo que nos ocupa, es claro que Gramsci opera una ruptura con las
concepciones limitadas y economicistas de la ideología. Para él, ésta significa
'una concepción del mundo que se manifiesta explícitamente en el arte, en el
derecho, en la actividad económica, en todas las actividades de vida indivi
dual y colectiva'35. En contraste con el uso generalizado por los marxismos
del siglo XX, la ideología de Gramsci, se equipara a nuestra noción de cultura.
90
¡j p organizan las colectividades humanas, forman el terreno donde ios honv
] bres comprenden, reproducen y transforman la estructura social y lu-
' chan por la hegemonía.
6. Cada grupo social posee su propia visión de! mundo; esto no significa
que todo elemento cultural sea necesariamente clasista, ni que toda la
ideología de una clase sea siempre autoelebadora e impermeable a las de
las otras clases. Indudablemente, entre las culturas de los diversos gru
pos sociales se da un constante intercambio, negociación y préstamos.
Desde la circulación en las formas y estilos de vestir, de hablar o comer,
hasta el clientelismo p o lítico y el sincretismo artístico, los conflictos y
relaciones sociales invaden el mundo cultural.
91
do a juicio de García Canclini, las aproximaciones más significativas $<£,
lo popular en América Latina.
36 M A R T IN Barbero Jesús, "P u e b lo y masa en la c u ltu ra : de los debates a los com bate s'’ , Revista
Tarea, Lim a, Perú No, 13, p. 4,
92
Ilustrados y románticos coinciden en ver, lo popular en el pasado y
^ considerarlo una esencia ahistórica, es decir, inalterable. Mientras que los
^.primeros se preocupan por superar ese pasado bárbaro representado por
Ag| pueblo, los segundos se obsesionan por la "pérdida de la identidad" y el
l rescate de las raices populares, identificados con lo campesino y en América
r; Latina, con lo indígena.
#i
j- 3.5.2 Inductivismo y deductismo
.93
sustituyó el de pueblo, dada su coherencia con el modelo analítico estruct^®
ral que permitía desde las relaciones de producción comprender la diferen-
dación social. El proletariado se define exclusivamente como clase con |a
contradicción antagónica generada en la producción: capital vs, trabajo.
94
Rescartado por 'contaminado', se le contrapone un popular -ide a l, portador
I Ife la "verdadera" liberación. Esta auténtica cultura popular se le identificó
} la conciencia proletaria y con todo lo que significara resistencia y con-
; ^posición explícita a la dominación: la canción protesta, el arte contesta-
torio, la movilización obrera, etc.
95
96
3 ¡c
de las diferentes clases y grupos en la producción y el consumo. Lo cual
significa no desconocer los determinantes macrosociales que determinan
ta existencia 'objetiva' de los sectores populares (ya sea explotación,
exclusión del mercado laboral, marginación en la distribución de bie
nes, etc.).
97
de lo popular, la veta más rica para sus análisis es su relación cultural con t0
hegemónico como lo afirma Stuart Hall40:
'Lo que nos importa no son los objetos intrínsecos o fijados histórica
mente de la cultura popular: hablando francamente y con exceso de símplj.
ficación: lo que cuenta es la lucha de clases en la cultura y por la cultura'.
41 CIRESE A lb e rto , "E nsayo sobre las culturas subalternas", en Cuadernos de Casa, M é xico 1980,
p. 51.
98
I .
lííundo, no es fácilmente asimilable a la de clase obrera; tampoco su sistema
, [jg representaciones simbólicas es único, sino que es matizado por la pluraíi
■ tfad de sujetos sociales que los conforman jóvenes, viejos, campesinos, obré
is , pobladores, el 'bajo mundo', etc.
99
A pesar de que en el núcleo inicial del pensamiento marxista estuvo (a J
preocupación por la vida cotidiana, en particular por la enajenación de ¡avj* ■
da corriente de los trabajadores, la tradición historiográfica marxista dió
prioridad a los estudios de historia económica, a las estructuras sociales, y aj
conflicto de clases sociales a nivel macro; cuando tuvo en cuenta lo subjetivo
en la historia, lo redujo a la ideología de las clases dominantes; las culturas
populares y su cotidianidad, poco interesaban.
"La cotidianidad, es ante todo la organización día tras día, de la vida in
dividual de los hombres; la reiteración de las actividades vitales se fija en la
repetición de cada día, en la distribución diaria del tiempo. La cotidianidad
es la división del tiempo y del ritm o en que se desenvuelve la historia de cada
cu al"43.
42 En especial Agnes Heller, (H istoria y vida co tid ia n a ) (G rija lb o , 1972) y S ociología de la vida co
tid ia n a (península 1976), Carel K osik, D ialéctica de lo con creto (G rija lb o , 1979) Henry Lefe-
bvre, el pensam iento m arxista y la ciudad (m im eo) y C rític a de la vida cotidiana (Anagrama,
1984),
100
■cíón del trabajo, los intercambios de bienes materiales y culturales, la vida
‘privada y la pública, las distracciones, el consumo y la espiritualidad.
101
muchos investigadores sociales, ha llevado a considerar lo cotidiano comoT
ahistórico, lo alienado e intrascendente para la lucha política. 'De la mí§t
manera, en las organizaciones de izquierda sólo les interesó de la vida de 1
clases populares lo que tenía que ver con las acciones de reivindicación y
organizaciones de esa lucha"43.
. -
102
103
José Nun, distingue tres dinámicas complementarias de la vida cotidiana de ios
sectores populares;
104
grupos sociales que la integran. En palabras de Lefevre "Cambiar el mundo
eri lugar de interpretarlo, significa no solamente cambiar el mundo exterior
sino sobre todo, cambiar la cotidianidad" 45
45 C itado po r Carlos Sánchez Casas, la vida cotidiana en el pensamiento marxista. Revista Viejo
top o No. 36, Barcelona.
CAPITULO 3
La recuperación
colectiva de la historia
NO VO LVERA EL PASADO
No volverá el pasado
Ya todo es de otro modo
Todo de otra manera
N i siquiera lo que era es ya como era
Ya nada de lo que es será lo que era
Ya es otra cosa todo
Es otra era
No volverá el pasado
No volverá el pasado
A un la misma palabra pasado tiene ya otro sentido
Y lo mismo la historia y la palabra historia
Porque la historia no era ya sino pasado
Historia ya estancada, fosilizada
Desde 1936 estaba detenida, empantanada
Era ya historia muerta, historia sin historia
f Historia en la que ei pueblo no contaba
; pero la historia es ya otra historia, nueva historia
f puesta de nuevo en marcha por ei Frente
[' puesta de nuevo en marcha por ei pueblo
| Ya es sólo historia lo que el pueblo quiera
i Ya es sólo historia lo que el pueblo diga
| Ya es sólo historia lo que el pueblo haga
j la historia ahora cambiará de nombre
Tal vez se llame simplemente pueblo
fa! vez se llame simplemente vida
Tal vez Revolución, Verdad, Justicia
Tal vez se llame sólo Nicaragua
Detrás de esto hay una posición que reserva para unos pocos el trabajo
intelectual, la capacidad de investigar, el poder de decisión, negando a los
otros la posibilidad de pensar autónomamente, de conocer la realidad y des
cubrir nuevas posibilidades.
Es cierto que hay campos sobre todo de las ciencias naturales que re-
111
quieren para su estudio de altos niveles técnicos y de especialistas; pero
también hay aspectos de la vida persona! y social donde el pueblo tiene un
saber, tiene una experiencia que aportar y es en este ámbito donde es posible
la investigación partidpativa, con métodos y técnicas adecuadas para perso-
ñas y grupos no especializados; métodos que se fundan en la identidad entre
el sujeto y el objeto de estudio y en la posibilidad de valorar toda la expe
riencia, potencialidades y recursos del sujeto. Lo que pasa es que dentro de
una concepción elitista y academicista, seguimos vinculando lo científico con
lo complejo e indescifrable.
112
fflayor comprensión de la realidad, cambio de actitudes, etc., que en defini
tiva pueden tener una mayor trascendencia.
113
fíquen el trabajo: contrastación y análisis de las diferentes versiones |a •
rigurosidad en los datos, la autenticidad de los documentos, etc. Todo esto '
desde una óptica diferente pues, por dar un ejemplo, un documento por ej
hecho de ser original no quiere decir que diga la verdad; hay elementos qe|
contexto, del carácter de clase que son determinantes.
114
I En este momento se pueden tener en cuenta: el trato informal con los
Reinos, las visitas familiares para ir observando e ir recogiendo opiniones,
■ detalles de la vida cotidiana; la presencia en reuniones formales de las orga
nizaciones: padres de familia, Acción Comunal, etc. Sería importante tener
en cuenta en esta parte del trabajo, el aporte del método etnográfico; el dia
rio de campo, o un sistema de fichas para consignar la información resultan
muy útiles para ir organizando la información.
4. Preparación iniciaI
115
i
A nivel teórico, hallaremos temas que habrá que replantear y discutir-
El modelo de investigación o de trabajo que se va a implementar, la educa
ción popular y el movimiento popular, la historia regional en relación con ia
historia nacional...
Por otra parte habrá que aproximarse a un trabajo documental que per
míta ir reuniendo información: estudios realizados por entidades oficiales o
privadas, planes del gobierno para la zona; información que haya aparecido
en periódicos locales, en documentos de la iglesia, en oficinas de planeación
en el SENA, en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, en Bienestar Fami
liar, etc.
En síntesis, esta primera fase está orientada por parte de los educado
res a la conformación de un equipo con personas de las organizaciones popu
lares que estén interesadas en adelantar el trabajo; a crear un ambiente de
confianza en la comunidad; a elaborar una propuesta, diseñar un proceso que '
sea discutido con las organizaciones, con quienes también se definirán los ]
recursos y se establecerá un calendario aproximado.
116
2.2 Fase de ejecución
117
¿Cuál era la infraestructura de servicios ai nacer el barrio? ¿Cómo fueron
solucionando cada una de las carencias de servicios? ¿En forma individual?
¿En forma colectiva?
U B IC A C IO N D E L IM IT A C IO N D E F IN IC IO N DE LOS
DEL TEM A DEL PROBLEM A ASPECTOS D E L PR O B LEM A
118
tendrá como límites temporales su creación y el momento actual u otro
considerado significativo para el equipo {cambio de orientación, disolución,
etc.); el espacio de las luchas campesinas en determinada región estará ligado
a los sitios donde evidentemente hubo conflictos.
2. Las Hipótesis
119
Las hipótesis juegan un papel clave en la investigación puesto que la
ayudan a estructurar. La elaboración de instrumentos de recolección de in
formación (como cuestionarios, etc.} y la utilización de técnicas de sistema
tización se hacen teniendo en cuenta las hipótesis iniciales que se plantean
en el trabajo.
120
!i
121
que formalmente riguroso, donde lo importante no son sólo hipótesis par
comprobar, sino aproximarse a la búsqueda de información que haga ver los
procesos, las relaciones, las estructuras que generalmente son contradictorias
inestables y asimétricas. Las condiciones no pueden ser controladas ni prel
fijadas pues ios cambios que se van, operando son objeto de! trabajo.
3. Establecimiento de fuentes
Públicos
ESCRITAS D ocum entos P o lític o s (Actas de Sesiones).
(Manuscritas e impresas! E conóm icos (Presupuestos del Estado).
Ju ríd ico s (Colecciones legislativas).
C uan titativos (Estadísticas, Censos...).
_ Privados: De partidos, sindicatos, bancos. .)
c
Indirectas: L iteratura.
3. TU Ñ O N DE L A R A Manuel, Por qué la historia. C olección Temas Ctave No. 13, E dito ria l
Sal va t , Navarra 1984, p. 18.
122
Las fuentes atrás mencionadas podemos considerarlas como 'conven
cionales' en el trabajo de los historiadores profesionales. La recuperación
*colectiva de procesos y movimientos populares nos plantea el problema de la
^usencia de estas fuentes convencionales; cuando existen, expresan general
mente ei punto de vista de otros grupos sociales en especial de ios dominan
tes. Podemos señalar 3 clases de fuentes para el estudio de movimientos de
carácter popular:
2. Com unicados:
— Denuncias por falta de agua, luz, te lé fo n o ...
— Notas de solidaridad con otros grupos que luchan.
Respecto a las fuentes escritas hay que constatar que el pueblo no lleva
archivos y que las organizaciones populares son bastante descuidadas en esto.
Una labor de los educadores debería ser el hacer conciencia de la importancia
de conservar la memoria, e instrumentar con técnicas sencillas sobre el mane
jo de archivos y de memoria escrita: actas memoriales, invitaciones, comuni
cados, etc.
a * . - D IA R IO D E L H U IL A - JU EVE S 24 DE A B R IL DE 1986
124
En algunos casos, las personas u organizaciones poseen formas inusuales
Typropias de "guardar" la información; por ejemplo álbumes fotográficos con
"comentarios a las fotografías o "talegos" (chuspas) donde van 'archivando'
papeles debajo del colchón.
Por últim o no sobra anotar que así se hayan establecido en esta fase las
posibles fuentes a utilizar, puede ser que a lo largo de la investigación surjan
otras no previstas y haya que descartar algunas de las seleccionadas al co
mienzo.
Por ser este un trabajo que se adelanta con los sectores populares, en la
mayoría de los casos, la fuente de información ha sido de carácter oral; por
tal razón, dedicamos al final del capítulo algunas consideraciones sobre sus
peculiaridades.
4. Recolección de la información
En esta parte del trabajo que generalmente lleva un poco más del tiempo
[previsto, habrá que tener en cuenta:
- La selección de técnicas
- La elaboración de instrumentos
- Su aplicación
Hay técnicas cuantitativas como podría ser una encuesta; y hay técnicas
más de tipo cualitativo como podría ser un testimonio; todo depende del
125
tipo de información que se requiera.
Creo que esto ilustra sobre los condicionamientos que podemos tener ,
por nuestra formación académica y el desconocimiento de la cultura, de las
formas que utiliza el pueblo para comunicarse; para sistematizar por ejemplo, 1
un refrán o un chiste pueden ser la síntesis de toda una reflexión. !
126
Nombre det autor:
T itu lo de la publicación:
Lugar:
Fecha - año:
Páginas:
127
Trabajo de Recuperación Histórica
Barrios sur-orientales
Neiva
Entrevista No____________
Entrevistador_________________ Entrevistado,
Fecha________________________
Dirección_________________________
Cuestionario
128
Sistematización y análisis de la información
129
es la Versión' popular sobre una zona y un tiempo'determinado. Es la
versión que hacemos en equipo el investigador y los campesinos".
130
^
131
• La situación económica. La lucha por la sobrevivencia a unos les impe
día asistir a reuniones o asumir compromisos y a otros los lleva a asistir
a todo, viniera de donde viniera, a ver qué se podía conseguir.
133
Hay trabajos que han concluido con una obra de teatro, una fotono-
vela, un juego, canciones, programas en cassettes, folletos ilustrados
audiovisual, video, dependiendo en gran parte de las características de lá
comunidad y de los recursos con que se cuente.
El siguiente gráfico resume las fases del proceso descrito a lo largo del
capítulo. Como se ha señalado, en la práctica, las fases no obedecen a una
secuencia lineal; algunas pueden suprimirse; otras pueden darse simultánea
mente y sufrir innovaciones.
136
Preparación • Clarificación teórica.
z X
inicial • Trabajo documental.
Delim itación y Ubicar temas,
• Elaboración de form ulación del problema aspectos sustantivos
un plan
¡ Garantizar un m ín im o de
Conform ación del
^ estabilidad, crear j
equipo de trabajo
1 am biente favorable ^ D elim itació n: espacio Ver posibilidades
y tiem po reales J
X
Constituc. del equipo ' C larificar objetivos "1
prom otor de la investig. y motivaciones
------------
\
ñeorientac. de los trabajos
P R E P A R A C IO N
z
inform ación
I_____________________ I
I • Ordenar, clasificar, categorizar
j «R elacio nar con: contexto, fines
Sistematización y . marco teórico.
análisis • Encontrar: causas, consecuencias
I posibles soluciones.
1 Com plementac. de le información
S O C IA L IZ A C IO N
1 profundización teórica
138
constituyen su valor, pues "la subjetividad forma parte de la historia oral
como los hechos más visibles"7.
Además las fuentes escritas también son distantes, sólo que se presentan
como inmodificables como si de por sí no presentaran distorciones respecto
al hecho.
La persona recuerda las cosas no como fueron sino como quiso que
fueran o como desde el presente pensó que sucedieron, en un relato que no
es sistemático pues forma parte de un imaginario colectivo que viene a la me
moria cuando se necesita explicar experiencias pasadas. Esto hace que la
memoria oral no se agote totalmente, pues siempre quedarán personas y
aspectos por indagar.
1. P O R T IE L L l, Alessandro, "P eculiaridades de la historia o ra l", en R evistaT area No. 11, Lim a ,
Perú, 1985 p. 13,
8 Ib íd e m , p. 15.
139
El lenguaje. En e1 ;aso de la narración oral, está compuesto por un con
junto de rasgos; todos elfos portadores de significado: el tono, el volumen; e!
ritm o del habla popular tiene muchas connotaciones de clase, que no pueden
ser reproducidas en la escritura.
140
F-
■ La memoria oral generalmente se expresa en género narrativo; luego
l su análisis debe tener en cuenta categorías elaboradas desde la teoría litera-
t ria; mucho más si ésta incluye canciones, refranes, etc.
9. V er página siguiente.
10. V er los lib ro s " Técnicas pa rtic ip a tiv a s pa ra la E ducación P opu la r (V o l. 1 y 2). A lfo rja , Costa
Rica. 1986.
141
Sistematizar
Técnicas F A S E S Recolectar analizar, Socializar
y fuentes información complementar,
profundizar
Testim onio XX X
Biografía XX X
A u tíb iog rafía, historias de vida XX
Entrevistas: individual, colectiva X
Sociodrama XX X
Dibujo XX X
Mapas X X X
Fotografías XX X
Fotonovela XX
Casete - Foro X XX
V id eo X XX
Audiovisual X XX
Obra de teatro XX
Docum ento X X
Conferencia X X
Cartilla ilustrada XX
Museos X X
Agendas X X
Archivo XX
Juegos de simulación XX X
Historietas X
Cuadros y diagramas XX
Planillas para vaciar inform ación XX
La observación participativa X
Diario de campo X X
Fichas X
Inform es X
Coplas X
Canciones
Encuesta X
142
Lecturas complementarias
i
LA U T IL ID A D DE LA HISTORIA
W IL F R E D O KAPSOU
144
Ahora, en cuanto a la función ideológica, la historia es disciplina que
aún antes de ser ciencia cumplía un rol activo. Los hombres del pasado,
■carentes de escritura y grafía no dejaron de recurrir a la historia; lo hicieron a
través de la tradición oral, seleccionando y cimentando conocimientos que
iban transmitiendo en forma popular, de boca y de oídas a fin de que los
hombres y las generaciones impregnen en su conciencia aquello que el grupo
o una clase suministraba. Así el mito, la leyenda, y el cuento, han sido moda
lidades encubiertas de formación de la conciencia histórica local o nacional.
148
explicarse y explicándose actuar con una lógica que haga tolerante el sistema
u opten por un rol y una actitud que apueste por el cambio, por la supresión
del orden y la dependencia vigente.
EDUARDO G A LE A N O
147
LA REVELACION DE LA CARA OCULTA
148
¿que interesan a! futuro. Un sistema asesino del mundo y de sus habitantes,
que pudre el agua, aniquila la tierra y envenena el aire y el alma, está en vio-
‘lenta contradicción con culturas que creen que la tierra es sagrada porque
sagrados somos nosotros, sus hijos: esas culturas, despreciadas, ninguneadas,
tratan a la tierra como madre y no como insumo de producción y fuente de
renta. A la ley capitalista de la ganancia oponen la vida compartida, la reci
procidad, la ayuda mutua que ayer inspiraron a Tomás Moro para crear su
utopía y hoy nos ayudan a descubrir la imagen americana del socialismo, que
hunde en la tradición comunitaria su más honda raíz.
, ¿Qué oscura amenaza irradian los indios de las Américas? ¿Qué amena-
| za, porfiadamente viva, a pesar de los siglos del crimen y del desprecio? ¿Qué
i fantasmas exorcizan los verdugos? ¿Qué pánicos?
í A fines del siglo pasado, para justificar la usurpación de las tierras de los
indios siouxs, el Congreso de Estados Unidos declaró que "la propiedad co
munitaria resulta peligrosa para el desarrollo del sistema de libre empresa". Y
; en marzo de 1979 se promulgó en Chile una ley que obliga a los indios mapu-
I ches a parcelar sus tierras y convertirse en pequeños propietarios desvincuía-
: dos entre sí: entonces el dictador Pinochet explicó que las comunidades son
incompatibles con el progreso de la economía nacional. El Congreso estado-
| unidense no se equivocó. Tampoco se equivocó el general Pinochet. Desde el
punto de vista capitalista las culturas comunitarias, que no divorcian al hom-
;br de los demás hombres ni de la naturaleza, son culturas enemigas. Pero el
; punto de vista capitalista no es el único punto de vista posible.
149
historia vuelve sin cesar, transfigurada por los desafíos y las necesidades de
la realidad. Nuestra identidad está en la historia, no en la biología, y la hacen
las culturas, no las razas; pero está en la historia viva. El tiempo presente no
repite el pasado: lo contiene. Pero, ¿de qué huellas arrancan nuestros pasos?
¿Cuáles son las huellas más hondamente marcadas en las tierras de América?
Mal que le pese, la historia oficial revela una realidad que la contradice.
Esa realidad, quemada, prohibida, mentida, asoma sin embargo en el estupor
y el horror, el escándalo y también la admiración de los cronistas de Indias
ante esos seres jamás vistos que 'Europa, aquella Europa de la Inquisición,
estaba "descubriendo".
150
f'
151
tungsteno. Los indios sufren, como antaño, la maldición de la riqueza de las
tierras que habitan. Habían sido empujados hacia los suelos áridos; la tecno
logía ha descubierto, debajo, subsuelos fértiles.
152
El caso más revelador
! 153
i
Para dar vuetta a las cosas
Quizás la próxima celebración de los 500 años pueda servir para ayudar
a dar vuelta a las cosas, que tan patas para arriba están. No para confirmar e!
mundo, contribuyendo al autobombo, al autoelogio de los dueños del poder,
sino para denunciarlo y cambiarlo. Para eso habría que celebrar a los venci
dos, no a los vencedores. A los vencidos, y a quienes con ellos se identifica
ron, como Bernardino de Sahagún, y a quienes por ellos vivieron, como
Bartolomé de las Casas, Vasco de Quiroga y Antonio Vieira, y a quienes por
ellos murieron, como Gonzalo Guerrero, que fue el primer conquistador con
quistado y acabó sus días peleando del lado de los indios, sus hermanos ele
gidos, en Yucatán.
Y quizás así podamos acercar un poquito e! día de justicia que los guara-
níes, perseguidores dei paraíso, esperan desde siempre. Creen los guaraníes
que el mundo quiere nacer de nuevo, y por eso el mundo suplica al Padre
Primero que suelte el tigre azul que duerme bajo su hamaca. Creen los guara
níes que alguna vez ese tigre justiciero romperá este mundo para que otro
mundo, sin mal y sin muerte, sin culpa y sin prohibición, nazca desús ceni
zas. Creen los guaraníes, y yo también, que la vida bien merece esa fiesta.
Fuente: El te x to fue tom ado del suplem ento del d iario La Jornada, M éxico D .F., 12 de O ctubre de
1988.
154
CATECISMOS PATRIOS
R O D O L F O R .D E R O U X
1 Consulta realizada entre 1983 y 1984; en ella p a rtic ip é com o coo rd in a d o r y re dactor del In fo r
me fin a l. Una exposición sumaria de los objetivos, m e to d o lo g ía y conclusiones de esta consulta
puede verse en R o d o lfo de R o u x , " A pro p ó sito de la historia que se enseña a los niño s” . Educa
ción y C u ltu ra , revista de la Federación C olom biana de Educadores, B ogotá, diciem bre de 1985.
155
Puesto que es m ínim o el análisis de procesos históricos y de estructuras
sociales, la memoria es la facultad a la cual más apela este aprendizaje. El
niño debe aprender una serie cuantiosa de fechas, batallas, hazañas de héroes
militares, realizaciones de los presidentes de la república, en fin, un cortejo
de datos que parecen no tener relación entre sí ni con el presente.
¡
2 M u ta tis m u ta n d is tam bién nos concierne la siguiente certera banderilla de don A n to n io Macha
d o : "L o s que us hablan de Esparte com o de una razón social que es preciso a toda costa acredi- j
tar y defender en e! m ercado m u ndial, esos para quienes el reclam o, el jaleo y la o cu lta ció n de '
vicios son deberes p a trió tic o s , podrán m erecer, y o lo concedo, el títu lo de buenos patriotas; >
de n ing ún m o d o el de buenos españoles". Juan de Mairena, A lianza E d ito ria l, M a d rid , 1986.
¡
l
156 !
a los mismos héroes, pero unánimemente se persigue la inculcación de una
moral patriótica a través de un santoral propio.
Para sorpresa de todos los presentes, los colegas peruanos sacaron a relu
cir como personaje clave a un suboficial que sólo ellos conocían (claro que
de la existencia de Córdoba sólo dábamos razón los colombianos). Al pregun
tarles de quién se trataba, nos respondieron sonrojados: "L o que pasa es que
como el Perú fué un bastión realista hasta el últim o momento, nos resulta
muy d ifíc il encontrar modelos patrióticos para los niños".
3 Son testim o nio m uy diciente las ilustraciones de una muestra de siete textos escolares de los
cua tro países participantes en la consulta. Hay que tener en cuenta que las ilustraciones tienen
una gran im portancia pues, además de ocupar en prom edio el 40°/o de los textos, impactan
visualm ente al n iño y le ayudan a fija r una determ inada concepción de la historia . El cuadro
resume los resultados de Jas siguientes relaciones:
A . N úm ero de ilustraciones de hombres sobre número de ilustraciones de mujeres.
B. N úm ero de ilustraciones de m ilitares y p o lític o s sobre núm ero de ilustraciones de o tro tip o
de personajes ilustres (por ejem plo, c ie n tífic o s ).
C. N úm ero de ilustracionen de la to ta lid a d de personajes ilustres sobre núm ero de ilustraciones
de pueblo com ún y corriente.
D. Núm ero-de bustos de personajes sobre núm ero de ilustraciones de personajes de cuerpo en
tero.
157
tener en cuenta que a lo largo de! siglo XIX los políticos eran, con frecuen
cia, militares.
E. Número de ilustraciones de bustos y personajes de cuerpo entero pero estáticos, sobie nú
mero de ilustraciones de personajes en acción.
A ) Hombres 302-Mujeres 6. Bb Mrl-Pol 2 8 7 -otros ilust. 21. cb llust 308-Pueblo 7 D):
Bustos 278-Cuerpo entero 16. Eb Busto+Cuerpo Entero 294 Personajen en acción 21.
4 Sobre el caso de B olívar véase E¡ c u lto a B olívar, del histonadoi venezolano Germán Caí reta
Damas.
Existen en Venezuela cantos populares en los que se considera a Bolívar como la teiceru perso
na de la Santísima Trin id ad, y otros en los que se proclama "la segunda venida" del Libertador
para volver a poner las cosas en su sitio y enjuiciar a los dirigentes que han malbaratado su le
gado.
158
P que los hechos no se producen únicamente por la voluntad del héroe indivi
dual, sino que surgen en un contexto que los permite y les da cauce. Se pasa
: así por alto la explicación de las circunstancias en las que actuaron estos pro
hombres; los intereses que los movían-, cómo, con quién y para quién gober
naron; cuáles eran los procesos históricos y las estructuras sociales de las que
j ellos mismos formaban parte.
i .
Visto el mundo como obra de individuos tan superiores y extraños ai
. . -
j común de los mortales, tales enseñanzas tienden a convertirnos en espectado-
. res de las obras de otros, no sólo para el pasado sino también para el pre-
; sente.
r
j Una historia de bronce
j
Con ironía no exenta de gracejo, a este tipo de historia se la llama de
bronce"5. Sus características son bien conocidas: recoge los acontecimientos
] que sueien celebrarse en fiestas patrias y en el seno de instituciones oficiales,
j se ocupa de las personas "importantes"; presenta tos hechos desligados de
i causas, como simples monumentos de imitación.
j
; La historia de bronce se usa como una especie de predicación moral, fiel
y segura acompañante del civismo, apta (al menos esa es la ilusión) para pro-
| mover el espíritu patriótico de las jóvenes generaciones, con la secreta espe
ranza de que una buena dosis de estatuaria es lo mejor para forjar buenos
: ciudadanos.
5 Esta historia es un derroche de estatua''a (véase la nota 3). La abundancia de bustos ervtreg
a) niño pedazos de personas y le transmita una visión estética y de museo.
i 6. Paul Valéry, "D e l ’H ístoire" en fíegards sur le monde actué! et autres essais. C ailim ard, 1945,
i P. 35.
159
hombres es el medio más poderoso para la reforma de las costumbres, que
como ciudadanos debemos nutrirnos de la sangre más noble de todos los
tiempos, que las hazañas de nuestros héroes y presidentes, bien contadas por
los historiadores, harán de cada criatura un niño héroe o un perfecto ciu
dadano7.
Una vez entrados en el período republicano, los países vecinos sólo apa
recen por motivo de conflictos limítrofes, que no se analizan sino que sirven
para avivar un nacionalismo enfermizo. Vaya un ejemplo:
7 Los párrafos sobre ta historta de bronce siguen de cerca las reflexiones del historiador mejicano
Luis González en la obra colectiva H istoria ¿para qué? Siglo X X I Editores, M éxico, 1980.
8 El proyecto de aquellos historiadores era el m ismo, aunque tenían que ayudar a forjar identi
dades nacionales diferentes. Como lo ha señalado Germán Colmenares, los historiadores suda
mericanos del siglo X IX habían form ado una especie de república de las letras: el argentino
Bartolom é M itre sostenía correspondencia con los chilenos Benjam ín Vicuña Mackenna y Diego
Barros Arana; éste conocía a José M aría Restrepo, colom biano relacionado con el venezolano
Rafaei M aría Baralt. EJ boliviano Gabriel Rene Moreno había sido alum no del chileno Miguel
Luis Am unategui; el peruano Felipe Paz intercambiaba puntos de vista con M itre y Vicuña
Mackenna, y el ecuatoriano Federico González Suárez frecuentaba al colom biano José Manuel
G root, Véase Germán Colmenares, Las convenciones contra la c u ltu ra , Bogotá, Tercer Mundo
ed ito rial, 1987, 202 p.
160
Toda la zona comprendida entre los ríos Putumayo y Ñapo pasó a
poder de Colombia. Este país cedió vilmente estos territorios al Perú,
que en estos territorios nos envuelve por el Oriente y por el Sur.
Con razón opinaba uno de nuestros más ilustres poetas que el Ecua
dor se parecía a Cristo, crucificado en medio de dos ladrones'."y.
9 E n c ic lo p e d ia E c u a to r ia n a , s e x to u n id o , c o le c c ió n l. t\i.S , C u e n c a , sin le c h a , p, 9 0 .
161
A través de la enseñanza de la historia se comunica un cierto saber y
se consolidan determinadas actitudes respecto a la propia patria y respecto
a los demás países. Además, la historia que se enseña a los niños ilustra tanto,
o más, sobre los problemas actuales de un país que sobre su pasado, pues no
existe educación "neutra" alguna que transmita los hechos históricos y su
interpretación sin pasarlos por el tamiz de una concepción de la sociedad que
se toma por "normal", lo que implica unas determinadas ideas e intereses
pol íticos.
Hay que tener en cuenta que en casi todos los países se superponen
varias historias. A lo largo del tiempo y en diversas culturas vemos cómo la
historiografía nace de muchos focos, en los que se difunden discursos dife
rentes por sus formas, por sus normas, por sus funciones.
Ante todo hay una historia institucional u oficial que reina porque ex
presa o legitima una ideología, un régimen. Al servicio de Cristo o de ia Re
pública, de una Iglesia o de un partido, dicha historia pretende ser única, aun
cuando sea múltiple. Los textos de enseñanza forman parte de esta historia
11 Marc Ferro, a quien estos párrafos deben m ucho, ofrece abundantes ejemplos en su lib io
Com m ent on raconte l'h is to ire aux enfants á travers le monde entier, Payot, París, 1981, 318 p.
162
oficial; quien pretenda innovar en la materia sepa que los resquicios son es
casos y delicados. Como anota Marc Ferro y confirma la experiencia: "para
denunciar las perversiones e infringir los silencios o prohibiciones de la histo
ria oficial, sólo una institución puede disponer de la fuerza y de la duración
que le permitan sostener un discurso paralelo, de hacerse escuchar. De lo
contrario, está ahí el terror, que reina y hace desaparecer las voces ¡nconfor-
mes"12.
i
j Esto no impide, sino que por el contrario estimula, la existencia de
j contra-historias, que corren paralelas a la historia de los vencedores y que
| también terminan formando parte de la historia que se enseña. Por supuento,
y para evitar en lo posible los controles a los que el poder somete el discurso
sobre la realidad, estas contra-historias recurren a la transmisión privada y
oral, o a las expresiones literarias (cuentos, novelas, poesía, cantos).
Por supuesto que, con Skinner o sin él, podemos estar seguros de que
nuestros alumnos seguirán bostezando mientras nuestra enseñanza no suscite
el ejercicio de la inteligencia, el juicio crítico (perdón por la redundancia) y la
pasión por comprender cuáles han sido los procesos que han gestado el mun
do en que vivimos, para buscar así aumentar las probabilidades de construir
lúcidamente el mundo en que quisiéramos vivir.
12 Marc Ferro, L 'h is to ire sous surveillance. Calmann-Lévy, Parts, 1985, p. 77. Libro en el que
Feno explica cóm o et contenido, los procedimientos y la función de una obra histórica varían
consideiablemente según sea el foco {" fo y e r") que ía produce: Estado, memoria popular,
etc. Es, pues, un esludio sobre los modos de producción histórica.
163
5, no obligan a nadie... pero sin ellas no se hace nada sólido. Como expresa-
a Lucíen Febvre:
4, N u llo nobis saeculo m te td ic tu m em, m om ina a itm n ufm n esi.si m agnitudm e anuni eijredi bu-
manae ím be cilitatis angustias libet, m u ltu m per quucl spatiemui ternporis ttst. (De brevitate
vitae, 14, 1 i
64
Otro elemento valioso que aporta el conocimiento histórico es el de
situarnos dentro de una totalidad. Mommsen comienza su Historia de Roma
recordando que (a historia de toda nación es un vasto proceso de incorpora
ción y que así como la curva ascendente de una colectividad está signada por
la incorporación y la totalización — en el sentido de que cada individuo y
cada grupo se sabe y se siente parte de un todo, de manera que lo que vulne
ra al todo afecta a cada cual, y viceversa— , la decadencia ocurre cuando las
partes de la colectividad, los grupos, Ion individuos, no están comprometidos
con el destino común, dejan de sentirse a sí mismos como partes de un todo
y, en consecuencia, dejan de compartir los sentimientos y las experiencias de
los demás.
165
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Las ilustraciones y fotografías fueron tomadas de:
• "Papel Periódico Ilustrado". Edición facsimilar limitada publicada por Carvajal, Calí,
Colombia, 1978.
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