Freud Tomo Xiv
Freud Tomo Xiv
Freud Tomo Xiv
En el texto “Pulsiones y destinos de pulsión” escrito por Freud en 1915 se pretende establecer la
importancia del concepto de pulsión llenándolo de contenido, apoyándose de otros sectores.
En primer lugar lo diferencia del concepto de estímulo y esquema de reflejos proporcionado por la
fisiología, según el cual un estímulo aportado desde el exterior a la sustancia nerviosa es emanado hacia
el exterior mediante la acción.
Después, Freud hace mención de la pulsión como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático.
Es el representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan lo anímico.
Más adelante hace algunas observaciones para dejar más en claro la diferenciación de estos conceptos:
1) Las pulsiones no provienen del mundo exterior, sino del interior del cuerpo, por lo cual actúan de
forma diferente sobre lo anímico y requieren de distintos actos para suprimirlas. Mientras que en el
estímulo, basta con huir o sustraerse de este.
2) A diferencia del estímulo, la pulsión no opera como una fuente impulsiva transitoria, sino como una
fuerza constante. Y al no proceder del exterior, la huida es inútil contra ésta.
Freud llama al estímulo pulsional “necesidad” y lo que la cancela es la “satisfacción” de la fuente interior
del estímulo pulsional y sólo puede alcanzarse mediante una modificación del mundo exterior, apropiada a
la meta (adecuada).
Continuando con el texto, Freud introduce algunos conceptos utilizados en relación con la noción de
pulsión.
Comenzando por Esfuerzo (Drang) el cual se refiere al factor motor, entendiéndose como la suma
de fuerza o el monto de exigencia que una pulsión representa. Esta cualidad constituye la esencia
de las pulsiones, ya que una pulsión es una dimensión de actividad en sí.
El objeto (objekt) es aquel por medio del cual la pulsión puede alcanzar su satisfacción. Este no se
encuentra ligado directamente a la pulsión, más bien depende de ella, ya que el objeto se ajusta
para lograr la satisfacción. No tiene que ser algo exterior al sujeto y puede ser sustituido por otro
mientras exista la pulsión. También el mismo objeto puede servir para satisfacer diferentes
pulsiones, recibiendo el nombre de confluencia de las pulsiones. A si mismo cuando la pulsión se
liga de forma más especial al objeto se habla de una fijación, la cual, por lo regular, tiene lugar en
etapas muy tempranas del desarrollo de las pulsiones, y no permite la movilidad de la pulsión,
resistiéndose a la separación del objeto.
Por Fuente (Quelle) se entiende aquel proceso somático, que se dá en un órgano o parte del
cuerpo y que se representa anímicamente por la pulsión. Realmente no es de gran relevancia el
estudio de las fuentes ya que la pulsión no es revelada en lo anímico si no por sus fines. Por otro
lado las pulsiones no poseen cualidades diferentes debido a la fuente de la que provienen, es su
efecto el cual varía dependiendo de la cantidad de excitación que contienen.
Ahora se abordará los tipos de pulsiones, distinguiendo dos grupos de pulsiones principales: el de las
pulsiones del yo o pulsiones de conservación y el de las pulsiones sexuales.
Las primeras están del lado de la necesidad interior, el individuo es lo principal, éste aprecia a la
sexualidad y a la satisfacción sexual como una necesidad. Y en las segundas el individuo es un
complemento temporal y pasajero de las fuentes genéticas de un organismo para las próximas
generaciones. La libido es la fuerza en la cual se exterioriza la pulsión sexual.
Las pulsiones sexuales se apoyan en un principio en las pulsiones de conservación, pero luego se
independizan. De ellas podemos decir en términos generales que: son numerosas, provienen de varias
fuentes orgánicas, que en un principio actúan por separado teniendo como fin el placer de órgano, pero
después se unen siendo la meta la procreación. Se caracterizan por la facilidad con que cambian de objeto
y se remplazan unas a otras, lo cual las hace aptas para funciones muy apartadas de sus actos finales
originales, a este proceso se le llama sublimación.
Tomando en cuenta que se ha hablado más a fondo sobre las pulsiones sexuales, nos basaremos
en estas para estudiar los destinos de las pulsiones, de los cuales se han observado los siguientes:
La trasformación en lo contrario (alcanza solo a los fines de la pulsión)
La orientación contra la propia persona (aquí cambia el objeto)
La represión.
La sublimación.
Debido a que el fin del texto no es hablar sobre sublimación y la represión se trata en un capítulo aparte,
nos enfocaremos en los dos primeros destinos.
La transformación en lo contrario se divide en dos procesos, la transición de una pulsión desde la actividad
a la pasividad y la transformación del contenido.
Para el primer proceso tomaremos de ejemplo los pares contrapuestos “sadismo-masoquismo” y “placer
visual-exhibición”, aquí solo se tocan los fines de la pulsión.
En los pares, el fin activo es atormentar y ver, respectivamente, luego se sustituye por un fin pasivo, ser
atormentado y ser visto.
La orientación hacia la propia persona queda clara cuando reflexionamos que el masoquismo es un
sadismo vuelto hacia el propio yo y la exhibición lleva a mirarse el propio cuerpo. Vemos que cambia el
objeto pero se mantiene intacta la meta.
La transformación de contenido se muestra en la conversión de amor– odio. Estos dos sentimientos
muchas veces surgen orientados hacia un mismo objeto, mostrándonos así su lado ambivalente.
En cuanto a la vida anímica Freud nos comenta que está gobernada por 3 polaridades:
Sujeto (yo)-Objeto (mundo exterior).
Placer-displacer.
Activo-pasivo.
La primer antítesis es impuesta al sujeto muy tempranamente por la experiencia de que puede hacer parar
un estímulo exterior mediante una acción motora, siendo falto en cambio de defensa contra los estímulos
interiores.
La polarización placer – displacer es acompañada por una serie de sensaciones, la cuales tienen gran
importancia en la decisión de nuestros actos.
En la tercera oposición el yo se conduce pasivamente en relación al mundo exterior mientras recibe de él
estímulos, y activamente cuando responde a tales estímulos. Dicho de otra forma el yo-sujeto es pasivo en
relación a los estímulos exteriores y activo por sus propias pulsiones.
Estas polaridades se enlazan entre sí. Freud dice que originalmente el yo se encuentra investido de
pulsiones que es capaz de satisfacer en sí mismo, es decir, en un estado de narcisismo con una
satisfacción auto erótica. En este momento lo placentero coincide con el yo-sujeto y el mundo exterior con
lo indiferente y como fuente de estímulos con lo displacentero; aquí se puede ver la primera oposición en
que se halla el amor, sólo se ama
así mismo y es indiferente al mundo exterior.
Pero las pulsiones de auto conservación introducen experiencias y objetos del mundo exterior, sintiéndose
estos estímulos pulsionales interiores como displacenteros. Luego bajo la influencia del principio del placer
se introyectan los objetos ofrecidos que son fuente de placer y aleja de sí lo que en su interior es motivo de
displacer.
Se pasa de un yo real que ha diferenciado el interior del exterior a un yo de placer que pone el carácter
placiente por encima de cualquier otro y aparece la coincidencia de las dos polaridades:
Yo-sujeto coincide con placer.
Mundo exterior - objeto coincide con displacer (antes indiferencia).
Para finalizar Freud concluye que los destinos de pulsiones consisten básicamente en que “los
movimientos pulsionales son sometidos a la influencia de las tres grandes polarizaciones que dominan la
vida anímica”. Y clasifica las tres polarizaciones de la siguiente manera:
Actividad – pasividad = La Biológica.
Yo – mundo exterior = La Real.
Placer - displacer = La económica.
Bibliografías: