Analisis Pelicula Claroscuro
Analisis Pelicula Claroscuro
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Se casan y viene el “the end” con una música hermosa y un límpido cielo azul prometedor
de venturosos futuros y fértiles mañanas. Como en los cuentos infantiles, termina con el
casamiento y con la derrota de los malos (¿el padre? ¿los nazis? ¿la psiquiatría? ¿la
sociedad?). Y salimos felices del cine. Hemos recibido un nuevo aliento para seguir
viviendo la vida que a cada uno le toca, nos han hablado de esas cosas que tanto
necesitamos, del amor, de la esperanza, de la bondad, de la confianza, de los sueños.
Y pensé. Pensé que podemos hacer varias lecturas más de esta película, que el gusto amargo
que sentía tenía que ver con que la película da por sentadas algunas hipótesis acerca de las
causas de algunas cosas. Son hipótesis sustentadas en ideas/prejuicios opinables,
controversiales que, sin embargo, son a menudo esgrimidos como certezas:
1) La culpa de los padres. Un lugar común en el dominio de lo “psi” es que hay más
probabilidad de desarrollos patológicos en familias con ‘padre ausente’. Éste es un caso
contrario, un caso en el que un padre asume activamente la educación de sus hijos, está
presente, se hace responsable, no está cansado ni distraído ni desinteresado de lo que sucede
en su familia, no es un inquilino que viene a comer, a dormir y a que le laven la ropa sino
alguien que toma en sus manos las riendas de su gente. No quiero decir con esto que
considero su estilo pedagógico como conveniente o aconsejable. Sólo quiero decir que se
trata de un modelo de padre severo, estricto pero asumido totalmente en su paternidad y en
su intento de inculcar en sus hijos los valores que considera importantes. No se sale
indemne, por cierto, de un padre tan duro como éste. Pero en el mundo hubo muchos padres
similares y no fue una consecuencia necesaria que los hijos hubiesen quedado con severas
perturbaciones psíquicas. De cualquier manera, las personas nos vamos forjando en una
compleja red de relaciones, nunca con una sola persona como parece que nos quieren hacer
ver en la película, simplificando hasta el grado del absurdo, la intrincada dramática de la
vida.
Cuando un hijo está mal, ¿de quién es la culpa? ¿del padre que estuvo desmasiado o del que
estuvo demasiado poco? ¿de la madre que no protegió lo suficiente o la que ahogó a su cría
con la anticipación y el temor? ¿de la misteriosa articulación de las posibilidades genéticas
en su intersección con un contexto hostil o en su encuentro con circunstancias
favorecedoras? ¿de la suerte? ¿de la constelación astral? ¿de qué depende, cómo prevenir, la
desdicha de un hijo? Aunque sepamos algunas cosas, -que el castigo físico no es bueno, que
la victimización, la humillación, la desvalorización minan aspectos esenciales de las
personas, que entre las alternativas de premio/castigo, mejor es optar por el polo del premio,
aunque es siempre preferible predicar con el ejemplo, el propio modelo lo menos
declarativo posible....- aunque sepamos todo eso, digo, es tan sólo una parte. Como insiste
el protagonista, el resto... “es un misterio... es un misterio...”.
Los sufrimientos, la injusticia, la crueldad ¿conducen fatalmente a la patología? ¿Por qué
algunas situaciones son sentencias irreversibles para algunas personas, o desafíos que
estimulan la creatividad y fuerza defensiva para otras?
¿Es acaso cierto aquello de que “los padres comieron dulces y los hijos tienen caries”?
¿Hasta dónde? ¿Y dónde queda nuestra libertad y nuestras decisiones? ¿Somos fatalmente
lo que nos han hecho? ¿No hay salida?
Claro que una cierta lectura tergiversada de las enseñanzas de la psicología viene en nuestro
auxilio con la idea de que la culpa de todo la tienen nuestros padres, los primeros años de
vida nos forjan hasta los más mínimos detalles, luego, no tenemos de qué preocuparnos, no
somos responsables, es “el edipo”, “los traumas”, un “padre cruel”, una “madre
abandónica”, etc.
Infortunadamente para quienes viven tranquilos con estas ideas que los eximen de asumir
las riendas de sus propias vidas, creo que hay mucho que no sabemos todavía; creo también
que el proceso de construcción no cesa nunca, que no es nunca completo, que lo vamos
haciendo constantemente, que somos responsables por nuestra propia vida y por lo que le
hacemos a quienes están cerca.
Los descendientes de la shoá nos preguntamos con insistencia el por qué de lo que vivieron
nuestros padres. Esa pregunta nos lleva a otros por qués lacerantes, por qués que la
humanidad se viene preguntando desde que el primer hombre se enfrentó con la maldad,
con la injusticia, con la arbitrariedad. Con la ajena y también, lo que es mucho más
insoportable, con la propia. ¿Por qué la gente es buena o mala? ¿por qué la gente es severa o
permisiva? ¿por qué la gente es loca o cuerda? ¿por qué tantos perecieron y estos se
salvaron? Acá también, vuelvo a hacer mías las palabras puestas en boca del protagonista:
“es un misterio... es un misterio”.