Finales, Consecutivas y Comparativas
Finales, Consecutivas y Comparativas
Finales, Consecutivas y Comparativas
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THESAURUS:
Sintaxis, semántica, pragmática, latín, subordinación, correlación, finales,
consecutivas, comparativas, modales, posibilidad, factualidad, prospectividad,
intención, cantidad, grado, cualidad, manera, superioridad, inferioridad, igualdad,
consecutio temporum.
ESQUEMA:
1. ORACIONES FINALES Y CONSECUTIVAS: 1.1. Definición de consecutivas y
finales. 1.2. Rasgos semánticos: 1.2.1. Posibilidad / Factualidad; 1.2.2. Intencionalidad.
Control. Animacidad; 1.2.3. Prospectividad. 1.3. Nivel sintáctico: 1.3.1. Status
sintáctico; 1.3.2. Rasgos con implicaciones sintácticas: 1.3.2.1. Correlación y
conjunción introductora; 1.3.2.2. Negación; 1.3.2.3. Tiempo verbal; 1.3.2.4. Función
sintáctica y nivel de integración. 1.4. Rasgos pragmáticos: 1.4.1. Posibilidades de
focalización; 1.4.2. Ordenación y funcionalidad pragmática.
2. ORACIONES COMPARATIVAS: 2.1. Tipos. Características generales. 2.2.
Comparativas de cantidad: 2.2.1. Definición. Elementos de una estructura
comparativa; 2.2.2. Comparativas de igualdad o ecuativas; 2.2.3. Comparativas de
superioridad. 2.2.4. Comparativas de inferioridad. 2.2.5. Estructuras pseudo-
comparativas. 2.3. Comparativas modales: 2.3.1. Partículas que las introducen; 2.3.2.
Función y nivel de la oración en la que se integran.
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1. ORACIONES FINALES Y CONSECUTIVAS
De manera habitual (Bennett 1910: 296; Ernout-Thomas 1953: 34; Bassols 1967:
317), las oraciones consecutivas se definen desde un punto de vista semántico como
aquellas cuyo significado da a conocer el resultado —real o previsible— de la acción o
estado expresados en la oración principal. Por su parte, las finales expresan el fin o
intención (Ernout-Thomas 1953: 342; Bassols 1967: 313), pero también el resultado
buscado, por medio de un subjuntivo que mantiene su sentido propio de [+intención] o
de voluntad. El rasgo [+intención] y, como consecuencia [+control] con un Sujeto
[+humano] en la oración principal, y el contenido virtual (no factivo) y prospectivo en la
subordinada son características prototípicas de las oraciones finales (Torrego 2001:
629-630). (1) y (2) son ejemplos, respectivamente, de una oración consecutiva y final:
(1) tanta opibus Etruria erat ut iam non terras solum sed mare etiam per totam
Italiae longitudinem… fama nominis sui implesset (“el poder de Etruria era tal que la
fama de su nombre había llenado… no sólo la parte del interior sino también la
marítima a lo largo de toda Italia”, Liu. 1,2,5)
(2) ab aratro abduxerunt Cincinnatum, ut dictator esset (“trajeron a Cincinato desde
su labor de arado para que pudiera ser dictador”, Cic. fin. 5,96)
Por lo que respecta a las consecutivas prototípicas, los rasgos asociados más
pertinentes son: la ausencia de [+control] y la indiferencia en el rasgo [+intención] en la
principal; en la subordinada, la tendencia a un mayor grado de factividad que en las
finales, con las que comparten de forma general el rasgo [+prospectividad]. Hay, por lo
tanto, situaciones intermedias que permiten constatar un continuum semántico entre
consecutivas y finales.
Sintáctica y formalmente, ambos tipos de oración son introducidas, sobre todo,
por la conjunción ut y emplean el modo subjuntivo. Las consecutivas, además, suelen
presentar un elemento correlativo (sic, ita, adeo, etc.) pero las finales lo hacen (ideo,
eo, propterea, etc.), con menor frecuencia (cf. § 1.3.2.1). Existen otras estructuras con
formas no finitas que pueden expresar también un valor final: ad/propter/ob +
gerundio/gerundivo en acusativo, causa/gratia + gerundio/gerundivo en genitivo,
gerundivo en dativo/genitivo, supino en –um, participio de futuro o infinitivo (cf. Tema
16, §§ 2.2, 3, 4 y 5).
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Además de las oraciones de relativo con valor final o consecutivo (Tema 18), otros
introductores ‘relativo-conjuncionales’ de cierta frecuencia son, para las finales, quo, y
para las consecutivas, quin. Quo se ha ligado habitualmente a construcciones en las
que está presente una forma comparativa —(3a)—, pero los textos muestran que no
es así de modo obligatorio ya desde época temprana —(3b)—:
(3a) id amabo adiuta me, quo id fiat facilius (“ayúdame, por favor, para que lo logre
más fácilmente”, Ter. Eun. 150)
(3b) hanc simulant parere, quo Chremetem absterreant (“simulan que ella está
pariendo, para espantar a Cremes”, Ter. Andr. 472)
Como es de suponer, quo no comparte todos los contextos con ut final; así, p.e.j., el
origen y la naturaleza relativa de quo lo hace incompatible como subordinante cuando
la relación se sitúa en el plano de la enunciación (cf. § 1.3.2.4), ya que en tal caso la
ausencia de relación significativa entre el enunciado principal y la cláusula
subordinada implica que el relativo no tiene nada que le pueda llenar de contenido
(Torrego 1998).
Quin, por su parte, va ganando terreno en época tardía, aunque su presencia es
clara ya en latín arcaico:
(4) numquam tam mane egredior neque tam uesperi / domum reuortor quin te in
fundo conspicer / fodere aut arare aut aliquid ferre denique (“nunca salgo tan de
mañana ni vuelvo a casa tan tarde que no te vea cavar o arar o, en fin, acarrear alguna
cosa en la finca”, Ter. Haut. 67-69)
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1.2. Rasgos semánticos
Por una parte, se ha presentado la idea (Griffe 1985) de una oposición global ut +
subjuntivo/ ut + indicativo, en el sentido de que en el primer caso el subjuntivo
expresaría valores modales propios, frente al carácter factivo del indicativo. A su vez,
el subjuntivo de consecutivas y finales subsumiría contenidos modales diferentes:
potencial en un caso y yusivo-volitivo en otro (Woodcock 1959: 120-121); o lo que es
lo mismo —en la formulación de Touratier (1982: 327-331)— nos encontramos ante
dos morfemas homónimos en el subjuntivo: posibilidad y voluntad. A favor de un valor
potencial en las consecutivas, al menos en origen y desde una perspectiva diacrónica,
estaría el hecho de la presencia de verbos que lexicalizan la modalidad potencial en
no pocos ejemplos del latín arcaico. De todos modos, en un ejemplo como (5) possum
parece expresar una modalidad radical o dinámica (“no podía” = “no era capaz”) más
que epistémica (“no podía” = “no era posible/probable”):
(5) apud Antiphonem uterque, mater et pater, / quasi dedita opera domi erant, ut
nullo modo / intro ire possem quin uiderent me (“en casa de Antifón, ambos, padre y
madre, estaban allí como a propósito, de tal manera que yo no podía entrar de
ninguna forma sin que me vieran”, Ter. Eun. 840-842)
Pero lo cierto es que, ya desde Plauto y Terencio, las consecutivas con subjuntivo
expresan habitualmente un hecho factivo, lo cual hace suponer una pérdida de la
consciencia del valor primitivo del subjuntivo, haciendo de este modo verbal una pura
necesidad morfológica.
En conclusión, más allá de consideraciones diacrónicas, mientras que en época
clásica el subjuntivo de las oraciones finales está modalmente motivado —esto es,
resulta congruente con los valores de volición, virtualidad y prospectividad inherentes a
este tipo de subordinada—, en el caso de las consecutivas se ha convertido en una
mera marca de subordinación.
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La presencia de intencionalidad constituye, por tanto, uno de los rasgos más
relevantes cuando se trata de la distinción entre finales y consecutivas: aunque en
algunos casos no resulte evidente, el rasgo [+intención] es prototípico de las finales
mientras que las consecutivas se muestran indiferentes al respecto; por consiguiente,
habrá ejemplos de estas últimas en que haya intención y otros en los que tal intención
esté ausente. Veamos el siguiente ejemplo de consecutiva:
(6) hos agmine uenientes T. Herminius legatus conspicatus, interque eos insignem
ueste armisque Mamilium noscitans, tanto ui maiore quam paulo ante magister
equitum cum hostium duce proelium iniit, ut et uno ictu transfixum per latus occiderit
Mamilium et ipse inter spoliandum corpus hostis ueruto percussus, cum uictor in castra
esset relatus, inter primam curationem exspirauerit (“el lugarteniente Tito Herminio, al
verlos venir en columna y reconocer entre ellos a Mamilio, lanzó contra el general de
los enemigos un ataque más violento que el que había lanzado, hacía poco, el jefe de
la caballería, de tal manera que al primer choque le atravesó el costado a Mamilio y le
dio muerte, y él mismo, alcanzado por un dardo mientras despojaba el cadáver de su
enemigo, al ser trasladado como vencedor al campamento, murió cuando se le
practicaban los primeros auxilios”, Liu. 2,20,8-9)
(7) canes interdiu clausos esse oportet, ut noctu acriores et vigilantiores sint
(“conviene que los perros estén encerrados de día, para que de noche estén más
vigilantes y fieros”, Cato agr. 124)
1.2.3. Prospectividad
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(8) usque eo ergo commutatio ipsa locorum grauis non est ut hic quoque locus a
patria quosdam abduxerit (“pues hasta tal punto el propio cambio de lugares no es
algo difícil que incluso este lugar ha separado a algunos de su patria”, Sen. dial.
11,6,5)
Rasgos Oraciones
consecutivas finales
1. Factualidad + (-) - (+)
2. Prospectividad + (-) +
3. Control ø + (-)
4. Animacidad ø + (-)
5. Intención ø + (-)
La distinción entre los dos tipos de oraciones, como se ve, no puede realizarse en
el nivel semántico de forma tajante. Se trata —exceptuando el rasgo de Prospectividad
en las finales — de características asignables a las construcciones en términos de
prototipicidad.
La determinación del status sintáctico de las oraciones finales y, sobre todo, de las
consecutivas, constituye una cuestión aún abierta para los estudiosos. El problema se
encuentra básicamente ligado al origen morfológico-estructural que se propone para
dichas construcciones: común para unos (p.ej., la gramática tradicional: Ernout-
Thomas 1953: 332, 343-345; Bassols 1967: 317-318; Hofmann-Szantyr 1965: 630-
631) o/y diferenciado para otros (p.ej., Hamp 1982).
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Así, se entiende un origen común de ut paratáctico en estructuras correlativas (cf.
Tema 16, § 2.1) con adverbios de corte semántico local (eo… quo, i-ta… *u-ta (ut)),
como paso previo a una construcción hipotáctica, donde el adverbio puede ser
portador bien de una relación relativa, bien de una modal; en un último estadio, el
adverbio alcanzaría el valor de conjunción. La distinción entre finales y consecutivas
residiría en la presencia/ausencia de correlación (Leumann 1940: 230-233).
En este sentido Haudry señala (1973: 152) que las estructuras correlativas —tipo
sintáctico antiguo— se sitúan en un estadio intermedio entre parataxis e hipotaxis; el
hecho de que la correlación se exprese por medio de significantes idénticos dispuestos
en paralelo en algunas consecutivas explicaría que cada una de las dos partes de la
enunciación sean independientes. Haudry defiende además la existencia de la
subordinación como estructura sintáctica ya desde antiguo.
Por su parte, la idea de una génesis distinta para finales y consecutivas —a partir (i)
de la diferente negación originaria que usan finales (ide. *me; gr. mhv) y consecutivas
(ide. *ne, gr. ouj) y (ii) de la difícil relación del elemento introductor ut con un valor
relativo (ide. *kwo-, *kwi-)— implica un origen de auténtica subordinación para el caso
de las finales mientras que las consecutivas procederían de oraciones independientes
contiguas.
En cualquier caso, en lo que respecta a la relación ente los tipos estructurales
fundamentales (coordinación – correlación – subordinación), así como entre otros
intermedios, los estudios tipológicos (p.ej., Kortmann 1997) proporcionan cada vez
más datos a favor de una relación no discreta entre esos tipos que coexisten, además,
en sincronía. En este sentido, resulta ilustrativa la propuesta de escala (Villa 2000:
127) que cruza algunos de los tipos sintácticos que pueden codificar diversos grados o
estadios de relación interoracional (eje vertical) con los rasgos que caracterizan la
dependencia oracional (eje horizontal), una escala que, en términos generales, puede
ser asumida para la lengua latina:
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De acuerdo con esta gradación, consecutivas y finales podrían situarse entre los
grados 4 y 5 respectivamente, dependiendo de su grado de prototipicidad. Esta
propuesta resulta coherente con el mayor grado de independencia propuesto para las
consecutivas (cf. § 1.3.2.3).
(9a) ita sunt turpes, credo ecastor Venerem ipsam e fano fugent (“son tan feas que,
pienso, por Cástor, harían huir a la propia Venus de su santuario”, Plaut. Poen. 323)
(9b) anne parentum frustrantur falsis gaudia lacrimulis, ubertim thalami quas intra
limina fundunt? Non, ita me diui, uera gemunt, iuerint (“¿acaso las alegrías de los
padres se hacen engañosas por falsas lágrimitas, que derraman abundantemente
dentro de sus aposentos? No, los dioses no se lamentan de lo real para ayudarme”,
Catull. 66,18)
1.3.2.2. Negación
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(10) ita me sibi fuisse inimicum ut ne honorem quidem a se accipere uellem (“hasta
tal punto he sido enemigo suyo que no quería recibir ningún honor que viniera de él”,
Cic. Att. 9,2,1)
(11) ergo his institutis provinciae iam tum, (…), homo non acerrimus nec fortissimus,
C. Norbanus, in summo otio fuit: perfacile enim sese Sicilia iam tuebatur, ut ne quod
ex ipsa bellum posset exsistere (“pues establecidas ya entonces las instituciones de la
provincia, (…), un hombre ni muy valiente ni muy vigoroso, Gayo Norbano, estuvo
totalmente relajado: pues ya entonces tenía bajo cuidado muy fácilmente a Sicilia para
que no pudiera surgir una guerra de allí mismo”, Cic. Verr. 5,8)
(12) illi malitia et furore caecantur, ne uideant (“ellos son cegados de tal manera por
la malicia y el furor que no ven”, Lact., inst. 5,13,2)
(13a) et faciem tuam laua ut non uidearis hominibus ieiunans (“y lava tu cara para
que no parezca ante los hombres que ayunas”, Itala, Matth. 6,18)
(13b) et faciem tuam laua ne uidearis hominibus ieiunans (y lava tu cara para que
no parezca ante los hombres que ayunas”, Vulg. Matth. 6,18)
Las oraciones finales son, por así decir, “modélicas” en el cumplimiento de las
reglas de la consecutio temporum (cf. Tema 23, §§ 1.4, 1.5): se construyen con
presente y con imperfecto de subjuntivo si dependen de un tiempo de pasado; sólo
cabe hablar de una “excepción”: la no utilización de la perífrasis –urus sim/essem
debido a su rasgo inherente de prospectividad. Frente a ellas, las consecutivas
presentan algunas anomalías, que se manifiestan sobre todo en el empleo de perfecto
de subjuntivo en dependencia de tiempos de pasado. Mucho menos frecuente resulta
el empleo del presente en esas mismas condiciones, limitado al parecer a verbos en
dependencia de perfectos con valor resultativo o bien exigidos por el contexto. Por su
parte, los usos del imperfecto de subjuntivo en dependencia de principal en presente
aparecen de forma muy esporádica, y son explicables por el valor atemporal de dicho
presente.
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Por lo tanto, el problema principal lo representa la explicación de la alternancia
entre imperfecto y perfecto cuando el tiempo de la principal es de pasado. Para la
resolución de esta cuestión son varias las hipótesis propuestas (cf. Cabrillana 1997 y
1999), la mayoría de las cuales sólo se muestran apropiadas para algunos casos.
Las hipótesis alternativas más plausibles y no mutuamente excluyentes justifican la
aparición del perfecto en virtud de (i) la influencia del tiempo perfecto que aparece en
la principal y (ii) la del tiempo posible en indicativo en una construcción no
subordinada. Dicho de otro modo, el verbo de la principal ejercería una especie de
atracción temporal sobre el de la subordinada, ya sea cuando éste se encuentra
léxicamente expreso en una consecutiva con una formulación lingüística normal, o
cuando se tuviera presente una hipotética articulación paratáctica de las mismas. Los
ejemplos (14a) y (14b) muestran casos de la incidencia del tiempo verbal principal:
habuerunt → perfecto de subjuntivo interierint; pluscuamperfecto de indicativo
(obsederat) → imperfecto de subjuntivo morerentur. Por su parte, la influencia del
tiempo posible en una oración no dependiente se ejemplifica en (15):
(14a) inclusum in curia senatum habuerunt Salaminum ita multos dies ut interierint
non nulli fame (“tuvieron encerrado al senado salamino en la curia durante tantos días
que algunos murieron de hambre”, Cic. Att. 6,2,8)
(14b) inclusum in curia senatum Salamine obsederat, ut fame senatores quinque
morerentur (“en Salamina tenía asediado al senado en la curia, de modo que cinco
senadores murieron de hambre”, Cic. Att. 6,1,6)
(15) consuli (…) redeunti et obuiam itum frequenter ab omnibus ordinibus est, et
gratiae actae (sunt) quod de re publica non desperasset: adeo magno animo ciuitas
fuit (“a su regreso el cónsul (…) fue recibido por gente de todas las clases sociales y
se le dieron las gracias por no haber perdido la confianza en la república: tan grande
fue el ánimo de la ciudad”, Liu. 22,61,14)
(16) consciorum nemo, cum diu socios consilii torqueretur, aut latuit aut fugit:
tantum illis in uirtute ac fide Theodoti fiducia fuit (“ninguno de los cómplices, a pesar
de ser torturado durante mucho tiempo, o se escondió o huyó: tan grande era su
confianza en el valor y la lealtad de Teódoto”, Liu. 24,5,14)
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Lo que trata de mostrarse es que se habrían empleado las formas correspondientes
del modo indicativo que aparecen en la expresión de la consecutiva. Dicho de otro
modo: en la consecutiva real aparecen las formas de subjuntivo temporalmente
correspondientes a las de indicativo de la oración no subordinada equivalente. Se trata
de una hipótesis lógica si se tiene en cuenta el status más independiente postulado
para las consecutivas que para las finales con respecto a la oración considerada
principal (Pinkster 1995: 35, n. 5; Cabrillana 1999: 104-106).
Con el paso del tiempo, el indicativo iría ganando terreno al subjuntivo en textos de
juristas, Itala, Tertuliano, Peregrinatio, Casiodoro, Gregorio de Tours, etc., aunque la
coexistencia de ambos modos en consecutivas y finales no llega a desaparecer. La
introducción del indicativo puede venir determinada por la influencia del griego, la
pérdida del sentido de la estricta subordinación básicamente en las consecutivas y la
presencia cada vez más fuerte de quod —que se va convirtiendo en conjunción
universal— + indicativo, propiciando así la desaparición de ut.
(17a) flexit uiam Brutus… ne obuius fieret (“Bruto dio un rodeo… para no
encontrarse con él”, Liu. 1,60,1)
(17b) haec cum recitata essent, cum tanto clamore ad arma discursum est ut
praetores inter tumultum pauidi abequitauerint Syracussas (“cuando escucharon esto
corrieron a las armas con tal griterío, que los pretores, llenos de miedo, aprovecharon
el tumulto para marcharse al galope a Siracusa”, Liu. 24,31,10)
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hablante de dicha situación; un ejemplo como (18) (tomado de Villa 2000: 150)
ilustraría, al parecer, un caso de final de la Proposición:
Más claros son los ejemplos de finales en el nivel de la Ilocución; en estos casos, la
subordinada no expresa la finalidad por la que se realiza la oración, sino que incorpora
información relativa a la finalidad del mensaje: son los casos que Pinkster (1995: 43-
44) denomina “Satélites pseudo-finales”, y que se sitúan en la periferia de la
predicación como Disjuntos:
(19) immo ut meam iam scias sententiam, / neque ego ignosco neque promitto
quicquam neque respondeo/ priu’ quam gnatum uidero (“es más, para que sepas cuál
es mi opinión, ni perdono ni prometo nada ni respondo antes de haber visto a mi hijo”,
Ter. Phorm. 1042-1045)
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Así, y a diferencia de otras construcciones adverbiales, la consecutiva no admite
una focalización formal sin dejar de ser gramatical o perder su propia condición de
consecutiva —(20b)—:
(20) tantum ualuit (sc. Roma) ut in quadraginta deinde annos tutam pacem haberet
(Liu. 1,15,8):
a. “(Roma) cobró tanto vigor que tuvo la paz asegurada durante los siguientes
cuarenta años”
b. *”fue consecuencia que tuvo (Roma) la paz asegurada durante los siguientes
cuarenta años porque cobró tanto vigor”
(21) eo dico, ne me thensauros repperisse censeas (“te lo digo para eso, para que
no creas que yo he encontrado tesoros”, Plaut. Aul. 240)
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Al menos para el caso del latín, la cuestión requiere una investigación más amplia
en la que se tenga en cuenta el nivel de integración de la cláusula. Así, por ejemplo,
independientemente de las finales que no expresan la finalidad real del evento descrito
por la oración independiente (esto es, oraciones finales en el nivel de la Ilocución: cf. §
1.3.2.4), existen casos de anteposición en los que la funcionalidad pragmática no es
siempre fácil de establecer; así, en el ejemplo (22), la posición de la final parece
obedecer más bien a factores de estilo: el deseo de evitar una repetición de la
conjunción en oraciones demasiado próximas, con diferente valor semántico:
(22) tali dum pugnatur modo, lente atque paulatim proceditur, crebroque, ut sint
auxilio suis, subsistunt, ut tum accidit (“mientras se lucha de tal modo, se avanza
lenta y paulatinamente, y con frecuencia se detienen para servir de auxilio a los suyos,
como entonces sucedió, Caes. civ. 1,80)
Por lo que respecta a la posición del elemento subordinante, los datos tipológicos
generales poseen un alcance relativo, ya que frente al universal lengua VO ⇒
conj.+or. // lengua OV ⇒ or.+conjunción, la mayoría de las lenguas europeas muestran
preferencia por la posición inicial para el elemento subordinante, e incluso utilizan sólo
esa posición (cf. Dryer 1992).
En el caso del latín, elementos de una oración final —(23)— o consecutiva —(24)—
pueden preceder a la conjunción que introduce dicha subordinada, es decir, pueden
aparecer en “anástrofe conjuncional”; en tales casos, dicho elemento está o puede
estar focalizado:
(23) pater curauit uno ut fetu fieret, / uno ut labore absoluat aerumnas duas (“pero,
en atención a Alcmena, mi padre ha hecho que esto ocurra en un solo parto para que
con un solo dolor ponga fin a dos malos ratos”, Plaut. Amph. 487-489)
(24) sin dormitet, ita dormitet, seruom sese ut cogitet (“pero si duerme, que duerma
de forma que no olvide que él es un esclavo”, Plaut. Aul. 591)
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2. ORACIONES COMPARATIVAS
(1) tu eruditior quam Piso (“tú eres más culto que Pisón”, Cic. Pis. 62,14)
(2) ut sementem feceris, ita metes (“como hayas sembrado, así cosecharás”, Cic.
de orat. 2,161)
(3) quis est tam in scribendo impiger quam ego? (“¿quién es tan diligente
escribiendo como yo?”, Cic. fam. 2,1,1)
(4) tam ille apud nos seruit, quam ego nunc hic apud te seruio (“tanto él es esclavo
en mi país, como aquí y ahora yo soy esclavo en el tuyo”, Plaut. Capt. 312).
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(5) lacrima nihil citius arescit (“nada se seca más rápido que una lágrima”, Cic. inv.
1,109,29)
(6) quos tam bene nouerat quam paedagogos nostros nouimus (“a los que
conocía tan bien como nosotros conocemos a nuestros pedagogos”, Sen. epist. 27,5).
Tanto las comparativas de cantidad como las modales se caracterizan por el modo
verbal indicativo. Esto revela que ambas estructuras conservan su carácter oracional
en un grado muy alto, y no se han visto sometidas al proceso de “degradación”
oracional típico de la subordinación, uno de cuyos indicios en latín es la aparición del
subjuntivo de subordinación (Tema 16, § 1.2). También existen comparativas en
subjuntivo, pero éste tiene en tal caso su valor propio de no realidad, como en las
denominadas comparativas hipotéticas o condicionales (Cabrillana 2002):
(8) tamquam si claudus sim, cum fustist ambulandum (“como si fuera cojo, he de
caminar con un bastón”, Plaut. Asin. 427)
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2.2. Comparativas de cantidad
Se indica en este caso que el comparado posee cierta propiedad —expresada por
un adjetivo, un sustantivo, un adverbio o un predicado verbal— en la misma medida
que el estándar. Las partículas más frecuentes son de origen relativo, en algunos
casos fosilizadas (tam… quam) y en otros aún con flexión (idem… qui; talis…qualis;
etc.). Dentro de la comparación de igualdad existen algunas variantes:
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(9) Pompei autem auctoritas… tanta est quanta esse debet (“el poder de Pompeyo
es tan grande como debe ser”, Cic. Flacc. 14).
(10) quot homines, tot sententiae (“tantas personas, tantas opiniones”, Cic. fin. 1,
5,15).
(11) ita quo clarior erat, eo magis anxius erat (“así, cuanto más famoso era, tanto
más angustiado estaba” Sall., Iug. 55,4).
(12a) laetamur amicorum laetitia aeque atque nostra (“nos alegramos con la
alegría de los amigos igual que con la nuestra” (Cic. Fin. 1,67,10)
(12b) parem hic sapientiam habet ac formam (“este posee igual sabiduría que
belleza”, Plaut. Mil. 1251)
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palabras SOV. Es raro que ambos se utilicen simultáneamente. Es más, las lenguas
que presentan los dos tipos parecen haber pasado históricamente del primero al
segundo. También en latín el procedimiento propiamente clásico y carente de
restricciones es el de la partícula, mientras que el ablativo tiene un uso limitado: p. ej.
sólo aparece cuando el comparado está en nominativo o acusativo, siendo su empleo
como complemento de otros casos sobre todo poético. Esta restricción se debe tal vez
al deseo de evitar ambigüedades, dado que el ablativo también es marca de otras
funciones (Torrego 2002).
La comparación de superioridad puede expresarse también de forma léxica, en vez
de gramatical, mediante el “comparativo de exceso” (Asensio 2002). Se trata de una
oración simple con un verbo transitivo cuyo significado es “aventajar” (superare,
praestare, anteire, antecedere, etc.) y que toma como Objeto el estándar. También
incluye un sintagma en ablativo (ablatiuus limitationis) que presenta la cualidad
respecto a la cual se establece la comparación:
(13) muli, pretio qui superant equos… (“las mulas, que superan en precio a los
caballos”, Plaut. Aul. 494)
(14) uidetis ergo non esse eam tam occupatam quam putabatis (“Veis, por lo tanto,
que no está tan ocupada como pensabais”, Cic. nat. deor. 3,39,93).
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reinterpretarse como equivalente a un superlativo cuando incluye pronombres o
adverbios negativos (nullus, nihil, numquam, etc.):
(15) nihil est autem tam uolucre quam maledictum, nihil facilius emittitur (“Nada hay
tan volátil como la maledicencia, nada se emite con más facilidad”, Cic. Planc. 57,4).
(16) dem potius aurum quam illum corrumpi sinam (“le daría el oro antes que
permitir que se eche a perder”, Plaut. Bacch. 1040)
(17) Celer tuus disertus magis est quam sapiens (“tu amigo Céler es elocuente,
más que inteligente”, Cic. Att. 10,1,4)
(18) contemnebat potius litteras quam nesciebat (“despreciaba la literatura, más
que ignorarla”, Tac. dial. 2,2)
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2.3.1 Partículas que las introducen.
Las comparativas modales sólo están caracterizadas por el marcador del estándar.
En muchas lenguas, p. ej. en español, se emplea el mismo marcador del estándar
ecuativo: “Es tan alto como su padre” / “Se viste como un rey / como su padre le
aconseja”. En latín existen varias posibilidades: la correlación ecuativa fundida en
tamquam; las conjunciones ut, sicut, uelut, y desde época clásica los sintagmas
fosilizados quemadmodum y quomodo, forma conservada en las lenguas romances
(esp. como; it. come; fr. comme; etc.); menos frecuente es la partícula ceu, usada en
poesía generalmente en comparaciones sintagmáticas; y quasi, que junto con
tamquam —cf. el ejemplo (8)— se especializó en la introducción de comparativas de
carácter hipotético:
(19a) et accipies sepias minutas sic quomodo sunt cum atramento suo (“y
cogerás unas sepias pequeñas tal como están, con su tinta”, Apic. 5, 3, 3)
(19b) quicquid tangebam, crescebat tamquam fauus (“lo que tocaba, crecía como
un panal”, Petr. 76, 9, 1)
(19c) aedes totae confulgebant tuae, quasi essent aureae (“toda tu casa brillaba
como si fuese de oro”, Plaut. Amph. 1096)
prototipo de esa forma de actuar. Suelen ser expresiones idiomáticas, pues remiten al
acervo cultural de cada lengua (fortis tamquam Orcus “valiente como un demonio”,
Petr. 62,3; pellucet quasi lanterna Punica “es transparente como un farol de Cartago”,
Plaut. Aul. 566), etc. y tienen un carácter intensivo, más que propiamente comparativo.
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En el nivel representativo de la oración, su función prototípica es la de complemento
circunstancial de Modo o Manera, que responde a la cuestión “¿cómo?”. Esta función
puede ser realizada también por otros tipos de constituyentes, p. ej. sintagmas en
ablativo, adverbios, participios, gerundios, etc. con los cuales las comparativas pueden
aparecer coordinados:
(20) quid tu? recten atque ut uis uales? (“¿Y tú qué? ¿te encuentras bien y como
deseas?”, Plaut. Aul. 183)
En algunas lenguas esta función está lexicalizada de forma diferente que la función
Manera: He works like a slave (Manera) / as a slave (Calidad). En otras, como el
español o el latín, no hay indicios formales que permitan distinguirlas: Habla como su
padre (= igual que su padre, pero no es su padre; Manera) / Habla como su padre (=
en calidad de padre, y es su padre; Calidad). No obstante, es posible reconocer la
función Calidad porque el sintagma que la desempeña designa una clase de entidades
a la cual pertenece efectivamente el elemento del que se predica: en el ejemplo (20)
Vespasiano es emperador. La función Calidad expresa identidad, no comparación.
Desde un punto de vista pragmático, las comparativas pueden marcar el Foco, es
decir, el elemento más relevante de la información. Muchos de los ejemplos
tradicionalmente etiquetados como de matiz causal pueden entenderse como
portadores de la función pragmática Foco:
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(23) te istic invitum non esse vehementer gaudeo et, ut illud erat molestum, sic
hoc est iucundum (“Me alegro enormemente de que no sea contra tu voluntad, y de la
misma forma que aquello me molestaba, esto me agrada”, Cic. fam. 7,13,2)
(24) haec… catulos suos, ut auctor est Cicero, cottidie transfert (“[la comadreja],
según cuenta Cicerón, traslada a sus crías diariamente”, Plin. nat. 29,60)
(25) ita uiuam ut maximos sumptus facio (“así viva yo, como [es cierto que] estoy
haciendo los mayores gastos”, Cic. Att. 5,15,2)
También pueden entenderse así las comparativas que en las gramáticas suelen
clasificarse como “aposición restrictiva” (Bassols 1956: II, 297). Se trata de información
adicional que el hablante intercala en la oración para precisar el significado de algún
elemento de la misma:
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correctamente. Es, en definitiva, un limitador de su validez y, por tanto un disjunto
actitudinal.
Por último, las comparativas modales pueden funcionar como modificadores del
acto de habla o disjuntos de Estilo (Pinkster 1995: 42). Con ellos el hablante realiza
alguna observación acerca de su discurso, p. ej. remite a un momento anterior o
posterior, justifica su forma, etc.:
(28) sentiunt id maria et terrae, multae uero et ferae, ut suis locis diximus (“este
fenómeno lo notan los mares y las tierras, y también muchos animales, como
explicamos en su momento”, Plin. nat. 18,270)
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS (además de los manuales de sintaxis: Bassols
1967; Bennett 1910, Ernout-Thomas 1953; Hofmann-Szantyr 1965; Pinkster 1995;
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