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UNIVERSIDAD EVANGÉLICA DE LAS AMÉRICAS

FE CRISTIANA Y CULTURA

Curso: TS 653 Filosofía en el contexto de la teología

Profesor: Msc. Thomas Soerens

Elaborado por: Jose Acosta M

2010
FE CRISTIANA Y CULTURA

Sin embargo, no hay comparación entre el pecado de Adán y el regalo que


Dios nos ha dado. Por culpa de Adán, muchos murieron; pero por medio de
Jesucristo Dios nos dio un regalo mucho más importante, y para el bien de muchas
personas. (Rom 5:15 BLS)

Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz.


Extiende tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón. (Salmo
36:9-10 NVI)

Introducción

Históricamente las relaciones entre el cristianismo y el orden secular han variado según la época. En
el período medieval el cristianismo dominó por completo el orden secular, con sus virtudes y defectos
“influenció” cuanto pueblo pudo y dejó sus marcas y cicatrices principalmente en toda Europa.
Con la reforma el punto de vista se afecta positivamente, los Reformadores eran partidarios de un
cristianismo reflexivo, saludable y firme; no eran ellos ni excéntricos ni seres extraños, ni les era extraña las
expresiones humanas, además no cometieron el error de reprobar las cosas naturales como si fuesen
impuras; “creían en la restauración, la purificación y la consagración de lo natural, no en su negación o
castigo. Por medio de la Reforma la relación mecánica de la naturaleza y la gracia fue suplantada por una
relación ética, de manera que la restauración de la ley de Dios en todas las esferas de la vida se convirtió en
el punto de interés del creyente,” (Van Til, 2002, pág. 5) sin embargo no logró hacer una conexión con los
asuntos relacionados con la cultura.
Con el renacimiento y luego la ilustración las cosas se invierten y el cristianismo pasa a un segundo
plano y el humanismo domina la línea de pensamiento. El cristianismo es racionalizado para acomodarlo
dentro de los sistemas filosóficos de pensamiento. La razón se convertiría en el único árbitro de la verdad.
En ese contexto la iglesia tiene que luchar para recuperar su propia identidad al margen de la cultura
secular.
También se puede hablar de un paralelismo entre el cristianos oficial y el orden secular, sobre todo
en Hispanoamérica, donde la “intelectualidad y la religiosidad son realidad que no van juntas”. (Mackay,
1984, pág. 171). Es decir el cristianismo en lo suyo y los filósofos, políticos, y entidades vivas de la
comunidad en lo suyo.
Desde las primeras décadas del siglo XX hasta hoy en día, el cristianismo parece ser rechazado con
vehemencia en medio de una espiritualidad que parece avivarse. Lo que se repudia, según Mackay, (pág.
172) es el concepto cristiano fundamental de la vida, en el que se encierran los valores morales que se
derivan del cristianismo”.
El concepto de cultura

Aunque al hablar del término cultura podemos comenzar desde tres perspectivas – ontológica1,
antropológica y tradicional – 2 para efectos de este breve ensayo utilizaré la siguiente definición:
La cultura es una abstracción, es una construcción teórica a partir del
comportamiento de los individuos de un grupo. Incluye las diversas costumbres,
prácticas, códigos, normas, reglas, vestimenta, religión, rituales, normas de
comportamiento y sistemas de creencias y demás expresiones del ser humano.
(Herrero, 2002, pág. 1)

Sin embargo como apuntan los antropólogos cada ser humano tiene su propia guía de
comportamientos (mapa mental) que a la vez está estrechamente relacionada al mapa mental de otros
individuos, lo que conocemos como la sociedad. Desde ese punto de vista no se puede hablar de cultura sin
hablar de los individuos dentro de un contexto de sociedad.

Cultura se refiere a los comportamientos específicos e ideas dadas que


emergen de estos comportamientos, y Sociedad se refiere a un grupo de gente que
“tienen, poseen” una cultura. (Suarez, 2008)

Pero considerando que la cultura no es estática y por ende tampoco la sociedad, entonces me
pregunto ¿Qué es lo que viene a modelar las reglas de comportamiento dentro de una sociedad?
La cultura nace de la expresión propia del ser humano pero a la vez es moldeadora de los individuos.
Algo que caracteriza a la cultura humana es la diversidad y los cambios. Dentro de este círculo aparecen
reacciones culturales que afectan de manera significativa el desenvolver de la sociedad dentro de un
contexto específico.
Cada cultura está condicionada a su propio mundo, a su propio tiempo donde expresa sus
aspiraciones, sus tendencias, así como las imágenes y los patrones que rigen sus comportamientos. Este
acto de auto-expresión sirve a cada época para entenderse a sí misma, cada época configura sus propios
valores, su propia concepción de la vida según ese mapa mental de múltiples creadores de cultura que
surgen en un espacio y en un tiempo específico. (Belloso, 1988)
Toda expresión cultural viene a provocar un efecto en el ámbito cultural algo así como el “efecto
mariposa”. Es ahí donde elementos como la fe cristiana provocan un desequilibrio en la “homeostasis
cultural”. No obstante la fe no se puede entender como un elemento ajeno y exento de influencia cultural.
Ambos son universales y están en constante renovación y cambio, y dependen, cada una con sus propias
particularidades del persistente ejercicio para mantenerse y progresar.

1
Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales.
2
El punto ontológico hace acepción a la eterna contraposición entre la natura y la cultura y define ésta última como el fruto de la
capacidad simbólica, exclusiva de los seres humanos. El significado antropológico entiende por "cultura" las formas de
comunicación y de organización vital de una comunidad determinada de individuos, mientras que el sentido clásico hace referencia
a la acción de "cultivarse", intelectualmente hablando
La relación entre cultura y fe
La Biblia da evidencia de que Dios se ha valido de la cultura humana para darse a conocer. Después
de todo ¿de que otra manera pudo ser?, no podría decir que Dios ha respetado la historia humana sino más
bien que Dios, creador de cielo y tierra nos ha hecho participes en su historia donde nuestra propias
manifestaciones del ser, expresadas como cultura han sido instrumento en manos de Dios para
revelársenos. Pero si la cultura es parte inevitable e intrínseca del ser humano ¿Qué papel juega la fe
dentro de ella?
No podría continuar sin antes mencionar los funestos efectos de la caída y la consecuente entrada
del pecado en el ser humano. La ruptura que se produjo con la caída vino a desvirtuar el ideal de Dios para
su creación y sus criaturas. La cultura “santa” que debieron de desarrollar Adán y Eva nunca fue o por lo
menos se vio truncada casi inmediatamente según los narra el corto relato bíblico que encontramos en los
3 primeros capítulos del Génesis. Así, lo que debió ser tuvo que ser recreado o como diría Albert Wolters
recuperado según el deseo de Dios.
Pero el pecado no forma parte necesaria de la naturaleza humana. Tampoco el pecado “ha destruido
la relación que como criatura el hombre tiene con su Hacedor, quien le hizo una criatura cultural con el
mandato de poblar y sojuzgar la tierra. El pecado no ha destruido el impulso cultural en el hombre para
regir, puesto que el hombre es un portador de la imagen del Soberano de cielos y tierra. (Van Til, 2002, pág.
9)
El hombre fue creado sin pecado, Jesús, fue hombre, sin embargo no pecó en nada, es decir el
hombre puede vivir sin pecado pues no forma parte del ideal de Dios. Si el pecado está ahora en el hombre,
entonces la cultura ha sido desvirtuada, e inmediatamente entra dentro del plan de restauración de Dios.
La estructura simbólica de la fe, que recuerda el acontecimiento de la
salvación y anticipa lo prometido, la hace apta no tan sólo para «señalar» los
bienes futuros que esperamos, sino incluso para «recibir y contener» un anticipo
de esos mismos bienes, todos ellos concentrados en Dios mismo. (Belloso, 1988,
pág. 18)

¿Qué vendría a regular la conciencia del ser humano y sus manifestaciones que inevitablemente son
culturales?
La fe cristiana tiene como fundamento las escrituras las cuales no es meramente un correctivo, sino
que es regulativa. (Van Til, 2002, pág. 5) Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje
que se oye es la palabra de Cristo.* (Rom 10:17). Es el logos de Dios como la “palabra creadora que creó y
recrea constantemente el mundo, del Espíritu de poder y vida que dinamiza el mundo natural y humano.
(Bonino, 1995, pág. 118)
Una teología cristiana no puede segregar la palabra y el Espíritu de Dios del Jesús, quién fuera
hombre y Dios, de su enseñanza, muerte, resurrección y señorío a la diestra de Dios ya que esas son las
marcas de la fidedigna Palabra y del Espíritu del Dios del pacto.

Por la vara de la presencia de Dios en él se mide toda supuesta presencia de


ese Dios en la historia humana; allí se afirma lo genuino y se repudia lo idolátrico
en toda religión y toda cultura humana (Bonino, 1995, pág. 118)
¿Qué papel juega la fe dentro de la cultura?

La fe cristiana puede ser entendida como confianza viva, certera y personal en el Dios, trino y único
que envió a su hijo Jesucristo a morir por los pecados de la humanidad. La fe es colectiva e individual.
La fe apunta a Dios, nos “adhiere a él” y nos incorpora a su propósito. Proviene de Dios y tiene sus
cimientos en el actuar de Dios en la historia. Ahí es donde aparece la Biblia como aquél patrón que regula,
alimenta y proyecta nuestra fe en el marco de la voluntad eterna de Dios. La Biblia que de por sí está
cargada de diversos elementos culturales viene a ser ese bastión que impacta la fe y por ende la cultura
toda, cristiana o no.
La fe viene a ser el don y fruto que no solo viene a acercar a Dios al corazón humano y viceversa sino
que al participarnos nos ha convertido en sus testigos. Entonces somos mensaje de Dios a la humanidad
que procura exponer quien es Dios y cuál es su propósito para el ser humano.
La fe debe verse como una expresión colectiva y no individual, aunque esa es la tendencia
contemporánea. La fe es mucho más que un discurso cultural, trasciende la cultura pero no la anula sino
que se sirve de ella como vehículo de su expresión.
La fe inicia un camino que estará acorde a la corriente cultural del momento o no, que será como la
respuesta o, tal vez, un crudo reclamo a la cultura del momento, pero que debe tener una voz más fuerte
que la cultura. La fe debe imponerse a las oscilaciones culturales y con sagacidad dar forma a la expresión
del ser humano.
Las nuevas corrientes de pensamiento amenazan, así lo creen muchos, los fundamentos de la fe. El
pluralismo, nuevas corrientes hermenéuticas, la decadencia de los absolutos van definiendo una era
dudosamente denominada como postmoderna, que no se sabe si es transición o puerto de llegada. “Cabe
recordar que la cultura por sí sola, “tiene miles de limitaciones, por ser obra humana”, y “una fe que no se
hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada ni fielmente vivida.” (Jaramillo,
2009)
Sin embargo debemos de recordar que,
Desde los orígenes, el anuncio de la fe ha sido siempre expresado en el
ámbito de la cultura propia de aquellos a quienes va dirigido. Con eso no se ha
tratado jamás de cambiar el Evangelio, sino sólo de hacer comprensible, en las
categorías contemporáneas a cada generación, el único mensaje de salvación.
(Jaramillo, 2009, pág. 3)
En este contexto la iglesia se pregunta si la fe debe de ajustarse al cambio cultural del momento,
como obviando que siempre ha sido así. “Pero el pensamiento cristiano experimenta, sin duda, una gran
dificultad para acercarse a la posmodernidad en lo que ésta tiene de nihilista.”3 (Belloso, 1988, pág. 72)
Así es como la iglesia se quiere entender, como una (sub)cultura que opera en una dirección
independiente a la cultura humana caída. Pero eso produce una gran tensión en el creyente, recordando la
oración de Jesús narrada en Juan, quedamos con la duda inocente de que como no somos del mundo

3
El nihilismo, del latín nihil (nada) e ismus (doctrina, movimiento, práctica de) es una doctrina filosófica que, basándose en
la inexistencia de algo permanente, sostiene la imposibilidad de cualquier conocimiento
debemos apartarnos por completo de él, después de todo “nada de lo que hay en el mundo --los malos
deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida-- proviene del Padre sino del mundo. (1
Jn 2:16 ).
Esto constituye la base del perenne problema involucrado en la discusión de
la cultura Cristiana. Debido a que los creyentes no son del mundo, siempre ha
habido muchos cristianos que han asumido una actitud negativa hacia la cultura.
Ellos entienden que el llamado Cristiano consiste exclusivamente en proclamar la
salvación por medio de Cristo a los hombres perdidos en un mundo moribundo.
Únicamente miran ese mundo agonizante como yaciendo bajo la sentencia de
muerte y de juicio final. (Van Til, 2002, pág. 1)
El deseo de Dios, expresado a través de toda la Biblia es tener un pueblo santo, especial tesoro, que
le reconozca y que manifieste en Espíritu y Verdad al mundo sus maravillas. Exo 19:6
Por eso el apóstol Pedro añade: Pórtense bien cuando estén con gente que no cree en Dios. Así,
aunque ahora hablen mal de ustedes, como si fueran unos malvados, esa gente verá el bien que ustedes
hacen y alabarán a Dios el día en que él les pida cuentas a todos. (1Pe 2:12)
La manifestación de nuestra fe va más allá que un simple aspecto moral, es parte del plan eterno de
Dios de reconciliar al mundo consigo mismo (2 Cor 5:18.20). Entonces la fe tiene que afectar el amplio
abanico que representa la cultura, valores y tradiciones familiares, educativos, laborales, informativos,
manifestaciones artísticas, manifestaciones populares (estilos y formas del convivir) política, económica.
Volviendo a nuestro contexto de inicios del siglo XXI, podríamos preguntarnos si la fe cristiana
realmente está trascendiendo e impactando al mundo o si simplemente a quedado relegada a la vitrina de
creencias religiosas, dispuesta a ser probada y desechada si no se requiere más.
¿Acaso las verdades de Dios que sustentan el cristianismo tendrán que ser preservadas en un museo
(la Iglesia) como una reliquia valiosa que a uno que otro le puede interesar? ¿Es nuestra actividad
misionera y misional una simple propaganda que invita “al museo” de la fe verdadera, como objeto
estimulante pero de dudosa procedencia?
Es aquí donde la Iglesia debe continuar cuestionándose su papel como testigo (mártir) de Dios en
medio de tan enmarañada diversidad cultural, que quizás no presenta una novedad de problemas pero que
si cuenta con el ingrediente de una historia, de fracasos, decepciones, frustraciones, prueba y error que no
ha dado resultado y donde para muchos la cristiandad ha sido uno de sus principales actores y que
generalmente aparece como villana.
Las mismas manifestaciones culturales parecen volcarse contra la fe, ignorando sus postulados e
reduciendo al Señor de la vida a nada más que un hecho histórico que no participa de su creación.
Evangelizar la cultura

La cultura cristiana no tiene que ser una “subcultura” incompatible con otros segmentos de la
cultura, fenómeno que es casi una constante. La iglesia como cuerpo no puede enajenarse en su (sub)
cultura, y más bien debe participar activamente con los no creyentes cumpliendo su labor profética dentro
de la cultura y no al margen de ella, es decir en un tipo de “periferia cultural”.
La fe expresada en la Iglesia debe no adaptarse al mundo sino impactar a la humanidad, trastocando
cada una sus manifestaciones, ya sea anulándolas como recuperándolas para la gloria de Dios. La cultura es
pues un vehículo, instrumento, para acercarnos a Dios, para expresar nuestra adoración y para “en manos
de la fe” presentar el evangelio de Jesucristo de la manera más sabia y pura posible.
La fe afecta la cultura positivamente, debe ser así y siempre debe buscar dialogar con la cultura del
contexto manteniéndose firme en los fundamentos cristianos.
El discurso, culto, vida en comunidad, las actitudes y prioridades que provienen de la fe cristiana
deben ser abiertos, inclusivos y contextualizados para lograr un impacto sobre la sociedad siendo
testimonio fiel del evangelio.
Las escrituran instan de principio a fin que “que los hombres serán conocidos por sus frutos, que la fe
sin obras es muerta, que la calidad de la conversión de un hombre puede ser probada solamente por la
pureza de su vida, que lo que agrada a Dios es la obediencia. (Van Til, 2002, pág. 4)
Aunque “la Iglesia Cristiana debe mucho a la cultura, debe ser siempre la crítica de la cultura y de
todo lo humano, pues solo la iglesia comprende la suprema verdad en Cristo,” y el propósito de Dios para
su creación. (Mackay, 1984, pág. 171)
La antítesis cualitativa entre la iglesia y el mundo, lo espiritual y material, lo santo y lo no santo,
aunque parece siempre presente en la cultura, nos debe llevar a cuestionarnos si esta dicotomía forma
parte del proyecto de Dios, o si en otro sentido debe la fe prioritariamente enfocarse en expresarse en la
cultura para impactar las vidas y no solo para diferenciarse per se.
Cristo hizo completo al hombre, redimió los agentes culturales, transformando también así la cultura.
(Van Til, 2002, pág. 7)
Ningún logro cultural puede por sí mismo rescatar al ser humano de su condición caída, solo la fe en
un Jesucristo vivo puede redimir nuestro ser.
Bibliografía

Belloso, J. M. (1988). Fe y cultura en nuestro tiempo. Editorial SAL TERRAE.


Berkouwer, G. (1973). Incertidumbre Moderna y la Fe Cristiana. Ediciones evangélicas europeas
(Barcelona) .
Bonino, J. M. (1995). Rostros del protestantismo Latinoamericano. Buenos Aires: Nueva Creación.
Hernández, N. M. (2006). ¿Qué es cultura?
Herrero, J. (2002). ¿Qué es cultura?
Jaramillo, A. (2009). “Quién educa a la mujer, educa a la sociedad”.
Machen, J. G. (1974). El cristianismo y la cultura. Asociación cultural de estudios de la literatura
reformada.
Mackay, J. A. (1984). Prefacio a la teología cristiana. México: Casa Unidad de Publicaciones.
Suarez, J. E. (2008). ¿Cultura, herencia o imposición?
Van Til, H. R. (2002). El Concepto Calvinista De La Cultura (5 ed.).

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