Concepto de Alfabetización
Concepto de Alfabetización
Concepto de Alfabetización
EL CONCEPTO DE ALFABETIZACIÓN
¿Qué significa alfabetizar? ¿Qué es hoy estar alfabetizado? Estas preguntas han sido
respondidas de formas diversas a lo largo de los muchos siglos en que, día a día, los
maestros se han abocado a la tarea de enseñar a leer y a escribir a niños, pero
también a jóvenes y adultos que no han tenido la oportunidad de acceder a las
prácticas de la lectura y la escritura en tiempo y forma.
Sabemos que en diversas épocas, las sociedades han atribuido diferente valor a las
prácticas de la lectura y han depositado en la escuela la tarea de distribución de este
bien cultural. La institución escolar ha formado a las futuras generaciones en la
apropiación de estas prácticas de tal modo que su adquisición les permita incluirse
plenamente en la vida social. En efecto, la lectura y la escritura promueven distintas
formas de sociabilidad, de acceso al saber, de apropiación de la lengua, de
construcción de la propia identidad, elementos todos necesarios para convertirse en
un ciudadano activo en estas épocas en que la escritura resulta requerida para
múltiples funciones.
Cuando hoy nos referimos a la alfabetización, no consideramos únicamente el
aprendizaje del código escrito, sino que la definimos como:
Continuum de habilidades de
lectura y escritura necesarias
para la apropiación de la cultura
escrita
Cultura escrita:
Apropiación: Los conocimientos de la ciencia, el arte y los
Las habilidades son necesarias para hacer propios lenguajes simbólicos que la humanidad ha
y por tanto recrear los saberes, y que sin ellas se producido a lo largo de su historia, y que se
veda a las personas esa posibilidad. transmiten y aprehenden a través de textos
escritos.
Vale la pena señalar que el concepto mismo de lo que significa estar alfabetizado (es
decir, lo que un individuo necesita saber leer y escribir para desenvolverse en la vida
ciudadana) es relativo a los requerimientos históricos y culturales. En efecto, la gran
complejidad de nuestras sociedades, los materiales escritos ligados al mundo del
trabajo, la gran cantidad de información a la que hoy podemos tener acceso a través
de textos escritos, el gran nivel de especificidad de los diversos textos requeridos para
el empleo y la vida ciudadana, van elevando paulatinamente el listón de lo que
significa estar alfabetizado. En síntesis: no es lo mismo estar alfabetizado hoy que
hace un siglo, lo que implica entre otras cuestiones, la necesidad de la extensión de la
escolarización.
1
Diuk, Beatriz (2011) “El proceso de alfabetización: adquisición del sistema de escritura”
conozcan y comprendan los distintos conocimientos involucrados en la
alfabetización inicial.
Holly Scarborough (2002) representó de este modo el “tejido” de la
alfabetización a partir de múltiples “hilos”.
Procesos de
nivel
superior: el
desarrollo de:
La
comprensión
de textos
La
producción
de textos
Procesos de
nivel
inferior:
El desarrollo
de la lectura
y la escritura
de palabras
Al ingresar a 1er grado, los niños cuentan con conocimientos sobre el mundo, dominan
el vocabulario y las estructuras lingüísticas que les permiten comunicarse en distintas
situaciones de la vida cotidiana y, si han vivido experiencias de lectura y escritura en el
hogar y en el nivel inicial, conocen algunas de las funciones de la escritura y hasta
distinguen entre los cuentos y otros textos (por ejemplo, las enciclopedias, las noticias,
las listas para recordar cosas, etc.). Los niños que no han asistido al nivel inicial o que
no cuentan con esas experiencias con el mundo de la escritura en el hogar no tienen
estos conocimientos, pero sí los demás saberes presentes en esa parte de la cuerda,
por el solo hecho de ser hablantes y de pertenecer a una cultura. Todos los niños,
hayan o no ido al jardín, pueden comunicarse y comprender; sin embargo el grado de
desarrollo en este sentido es sumamente variable y dependiente de sus experiencias
tempranas.
En relación con la lectura y escritura de palabras, si han participado en juegos como
rimas o canciones, tienen un grado incipiente de conciencia fonológica (saben que
además de transmitir significados, el lenguaje tiene sonidos), pero en general no
conocen las correspondencias entre sonidos y letras (correspondencias fonema
grafema) ni saben cómo se hace para leer y escribir (estrategias de lectura y escritura
de palabras) y no suelen distinguir todos los sonidos que es necesario representar a la
hora de escribir una palabra.
A medida que avanzan en 1er ciclo, los niños van logrando enlazar todos los hilos
(pueden coordinar la comprensión con la lectura y la producción con el trazado y la
escritura de palabras, pues lo hacen con cierta fluidez) y es esperable que al
finalizarlo todos puedan leer textos adecuados a su edad y escribir textos breves y de
manera completa. La comprensión y producción de textos avanza a lo largo del 2º
ciclo, pero ya en ese momento, las habilidades de lectura y escritura de palabras
deben estar logradas (por ejemplo, no omitir letras al escribir y leer con suficiente
fluidez para comprender de manera autónoma textos sencillos).
Para concluir, una cita de Michael Pressley, un reconocido investigador que por
décadas se ha ocupado de pensar en una perspectiva equilibrada de la alfabetización:
Michael Pressley (2004) Reading Instruction That Works. The Case for Balanced
Teaching. Nueva York: The Guilford Press.
LAS METAS DEL PROCESO DE ALFABETIZACIÓN
Teniendo en cuenta que cada grupo de niños y cada niño tienen diversos puntos de
partida, el establecimiento de metas es altamente complejo. Por otra parte, resulta
sumamente importante considerar que las metas que nos demos tienen como
propósito guiar la enseñanza.
En este sentido, una primera advertencia es que esas metas de ninguna manera
tienen que tener como conclusión la repitencia de quienes no las alcanzan. Si la
alfabetización es un proceso y no todos comienzan con los mismos puntos de partida,
pensar las metas como orientación de la repitencia provoca injusticia para quienes
pueden necesitar un poco más de tiempo.
Pero también resulta injusto no darse metas. Justamente, su ausencia puede llevar a
una pedagogía de la espera, lo cual resiente severamente el derecho de los niños a
aprender y la responsabilidad de las escuelas por enseñar.