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Checa Historia

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CHECA

PREHISTORIA

Siendo el Ecuador parte de la placa Sudamericana, en el período Mesozoico, estuvo


totalmente rodeada por el mar.

Con la subducción de la placa de Nazca, se fueron formando la cordillera de los Andes

El volcán Puntas, en esa época sobrepasaba los 6.000 metros. Hace 65 millones de años, el
volcán reventó y terminó con la vida de los dinosaurios que moraban en esta parte del
Ecuador.

Hace 15.000, con la erupción del Puntas, Pululahua y Pasochoa se extinguió la megafauna del
sector. (Mastodontes, tigres dientes de sable, osos perezosos gigantes).
Checa está a 20 km al oriente de Quito, cerca del Volcán Cayambe. Los primeros habitantes de
los que se tiene vestigios en la zona de Checa fueron los Chilpes dentro de la nación de los
Quitu Caras. Con la llegada de los mitimaes, se formó el cacicazgo de Yaruquí, y la comuna de
Iguiñaro con los Tupizas llegados de Bolivia.

En 1913 se designó a esta jurisdicción el nombre de coronel Feliciano Checa y Barba en honor
al mayor prócer de la Independencia, que tuvo el mayor tiempo en lo militar, de 1808 hasta
1835. Este fue propietario de la hacienda Chilpe Grande, la que fue escenario de reuniones de
los patriotas en plan de alcanzar la Independencia del yugo español.

La iglesia parroquial y el parque central, son algunos de los atractivos turísticos de la zona. La
artesanía y la pintura son expresiones culturales de este pueblo.

Los orígenes de esta parroquia, -a decir de los historiadores- se remontan a la época pre inca
de los Quitu Caras y de los Cayambi. Estos, sustentan sus estudios en base a los objetos
encontrados en el sector, como son: vasijas, objetos de cerámica, utensilios de obsidiana,
cuarzo, basalto, lanzas, cuchillos, etc.

Checa Sus habitantes primitivos formaron parte del cacicazgo de Yaruquí. Con la llegada de los
españoles, se construyó el Camino Real, el cual existe hasta la actualidad.

Durante la época de La Colonia se edificaron hermosas haciendas. Una de ellas es La Tola,


donde funciona actualmente una florícola.

Checa se encuentra al oriente del Distrito Metropolitano de Quito. Es una gran planicie
cortada por profundas quebradas que bajan del cerro Puntas, con 4.452 metros sobre el nivel
del mar, hasta las riberas de los ríos Urabía y Cartagena.

Estuvo habitada por pobladores pre-incáicos, prueba de ello son los objetos encontrados en el
sector tales como vasijas, piezas de cerámica, utensilios de obsidiana, cuarzo, basalto, lanzas,
cuchillos, entre otros.

La historia cuenta que Yaruquí fue una de una de las cuarenta parcialidades indígenas que
formaron el Reino de los Quitus y más adelante, el de los Shyris, con la llegada de los Caras en
el siglo X de la era Cristiana.
Yaruquí tuvo su fundación eclesiástica el 8 de septiembre de 1570, y su fundación civil el 29 de
Mayo de 1861.

Actualmente, en la parroquia Yaruquí, aún se conservan varias de sus tradiciones, que se las
puede apreciar en las diferentes épocas del año como los solsticios y equinoccios, y en otras
festividades mestizas. Es en estas ocasiones, que se pueden mirar representaciones artísticas
que rememoran el pasado. Aparecen personajes como: Shamanes, Bocineros, Quiperos,
Pingulleros, Copleros, Taquidores, Flauteros y las infaltables Bandas de Pueblo, que ponen las
notas musicales en las fiestas tradicionales.

Reseña Histórica

En 1913 se designó a ésta jurisdicción con el nombre de Checa con la categoría de parroquia
civil, en honor a uno de los próceres de la independencia, el Coronel Feliciano Checa y Barba;
quién fue propietario de la Hacienda Chilpe Grande, la casa de arquitectura eminentemente
colonial y majestuosa que fue escenario de reuniones de los patriotas en plan de alcanzar la
independencia del yugo español.

Referentes Culturales

Los primeros habitantes de los que se tiene vestigios en la zona de Checa pertenecían al
cacicazgo de Yaruquí. Históricamente, desde la Colonia, Checa estuvo vinculada en términos
político-administrativos a la Parroquia El Quinche.

La zona en la que se asienta la parroquia de Checa fue parte del gran cacicazgo de Yaruquí,
sitio por el que pasó el Camino Real de los españoles y del cual aún quedan restos visibles.

La tribu principal de este territorio fueron los Tupiza que mantuvieron relaciones cercanas con
los Cayambis, ubicados hacia el norte del cacicazgo.

Dicha relación permitió la sepultura de los muertos en Tolas; entre éstas, la más importante
fue la del cacique Chilpe, en su honor se construyó una tumba en forma de tola, que a inicios
del siglo XX fue saqueada y usurpada por los “huaqueros”, buscadores de tesoros.
Con la llegada de la conquista, el territorio será el epicentro de dos haciendas: Chilpe Grande y
la Tola. Se tratará de lugares en los que se implementará el régimen autoritario sobre las
poblaciones y los recursos naturales. Ya en tiempos independentistas, la hacienda Chilpe
Grande, cuyo propietario Feliciano Checa nació en 1779, se convierte en uno de los lugares de
encuentro de los “patriotas”; ciudadanos que buscaban derrotar a las tropas españolas y su
administración sobre dichas tierras. Tras la fundación de la República en 1830, las haciendas
pasan a ser conducidas por criollos, quienes reproducen el trato inhumano sobre los indígenas
que habitan y trabajan en ellas.

El 3 de diciembre de 1913, el Ilustre Municipio de Quito reconoce la re-fundación de estas


tierras con la denominación de parroquia rural y con el nombre de Checa. Todo ello, producto
de la gratitud que tienen las autoridades y el pueblo con el Coronel Feliciano Checa, prócer de
la Independencia.

Desde inicios del siglo XX estos territorios con población mayoritariamente indígena, sostenían
su economía en base a la relación entre terratenientes y huasipungueros. En 1969, en el marco
de la primera reforma agraria, varios huasipungueros compran la hacienda de San Pedro de la
Tola y la parcelan en pequeñas propiedades individuales para dedicarse a las labores de
agricultura y ganadería.

Con el agua del Cerro Puntas, la producción de cebada, maíz, morocho (variedad de maíz),
arveja, papas y el cuidado de animales menores, los habitantes de la ex-hacienda cubrían sus
necesidades básicas de alimentación. Durante la ejecución de políticas neoliberales, la tierra, el
clima, el agua y su gente, tanto de la parroquia de Checa como del barrio de San Pedro de la
Tola se convierten en proveedores de mano de obra barata para la agroindustria de flores,
palmito y pollos.

A inicios de los años ochenta, se instala la empresa PRONACA, cuya labor se caracteriza por
entregar líneas de financiamiento a campesinos del sector para criar pollos de engorde y
ofrecerles comprar su producción. En la década de 1990, empresas florícolas compran las
mejores tierras del sector y atestan el paisaje natural de Checa y el barrio de la Tola de
invernaderos. Ambas empresas concentran grandes cantidades de agua y mano de obra.

En la actualidad

Checa, por su gran biodiversidad es parte de la Reserva Ecológica Cayambe-Coca, lo que


permite a las autoridades locales generar políticas de cuidado del medio ambiente. Sin
embargo, este hecho no detuvo la contaminación del agua, causada por las empresas florícolas
durante más de 20 años en el sector.

En 1974, Checa contaba con una población de 2.532 personas; en 2010, sus habitantes
ascienden a 8.980 y estaban compuestos por 50% de hombres y 50% de mujeres. La mayor
parte de su población se encuentra en edad de trabajar –entre los 15 y 49 años–. Las
principales actividades económicas a las que se dedican los habitantes de su parroquia son:
40% trabaja en la agricultura y ganadería; 10% se dedica a la industria manufacturera; 9%
pertenece al sector de la construcción; 9%, al comercio; 3% se emplea en el transporte y
almacenamiento; y el resto se ocupa en actividades varias.

El tipo de agricultura que se practica en el sector es de subsistencia y algunos pequeños


campesinos se dedican a la producción de leche. Según el censo de población de 2010, 70% de
los habitantes de Checa está por debajo de la línea de pobreza. En el barrio de San Pedro de la
Tola, esta cifra tiende a subir por falta de ingresos económicos debido al abandono de los
campos que provocó la dependencia inducida por las empresas florícolas al ocupar la fuerza de
trabajo en este lugar.

Nueve años atrás, la producción de frutilla se convirtió en alternativa para los agricultores. Sus
resultados preliminares hacían prever el éxito del monocultivo a pequeña escala. Sin embargo,
tres años después, la alta dependencia de fertilizantes y de semillas, el desgaste del suelo, el
agua contaminada y la falta de espacios para la comercialización, arrastraron a muchos
productores de la fruta a la quiebra.

En los últimos dos años el turismo comercial, religioso y ecológico empieza a convertirse en
una de las fuentes de ingresos para los operadores turísticos en Checa; no así para aquellos
pequeños campesinos que tienen poca tierra –promedio de 1 hectárea– y que se debaten
entre las pocas oportunidades de trabajo que les ofrece la ciudad y el trabajo en la tierra.

Investigado y copilado por Prof. Fausto Vicente Vizuete Arce.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente


dirección:http://www.elcomercio.com/actualidad/quito/parroquia-historia-
independentista.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y
haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido.

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