Apuntes para La Historia Del PGT PDF
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INTRODUCCION
A mediados del año pasado, el camarada Huberto Alvarado puso a disposición del Comité Central y de varios
cuadros del partido, el trabajo que ahora se publica. La idea original del autor, era publicar dicho trabajo con
ocasión del XXV aniversario de fundación de nuestro Partido, para lo cual deseaba contar con la opinión
colectiva de los miembros del CC y de los cuadros a quienes se les entregó.
A finales del 1974, el camarada Alvarado fue asesinado junto a otros destacados y queridos dirigentes y
militantes de nuestro Partido, lo cual dejó el trabajo truncado. El criterio general de las opiniones recibidas
coincidía en que el proyecto constituye un buen aporte en el esfuerzo por sistematizar la historia de nuestro
partido y que bastaría con mejorar algunas de sus formulaciones, introducir algunas ampliaciones, suprimir
algunos aspectos y de ser posible evitar las extensas transcripciones de texto que el material contiene, a fin de
darlo a publicidad.
El asesinato del Secretario General del Partido, dejó inconcluso el referido trabajo, cuya elaboración colectiva
hubiera contribuido a introducirle las mejoras sugeridas, sin alterar el contenido principal del proyecto. En
esta oportunidad, la Comisión Política del Comité Central del Partido, está de acuerdo en publicar el proyecto
original de dicho trabajo bajo el título de APUNTES PARA LA HISTORIA DEL PARTIDO
GUATEMALTECO DEL TRABAJO. Esta publicación se hace con ocasión del XXVI aniversario de nuestro
Partido y constituye un justo homenaje a la memoria de su autor, publicarlo tal y como él lo presentó
originalmente. A partir de aquí, puede iniciarse su amplio estudio y discusión para el futuro contar con una
elaboración más acabada de la historia del PGT. El estudio y la discusión colectiva en el seno del Partido,
permitirá incluso mejorar el proyecto original tal como era el propósito del autor. Contribuirá, además, a
elevar el nivel ideológico y político de nuestros militantes; en cuyas manos se pone una descripción
documentada de los duros y difíciles años de lucha recorridos por el destacamento organizado de la clase
obrera guatemalteca, desde sus primeros antecedentes. Los apuntes llegan hasta mediados de 1974.
Es muy probable que resulte algo incómoda la extensa trascripción de párrafos tomados de nuestros
documentos fundamentales. Pero ello sólo es una limitación de forma que, por otro lado, tiene el mérito de
poder contar con una recopilación sistematizada de tales documentos, facilitando su estudio, manejo y
conocimiento, actualizándolos. Algunos de estos documentos prácticamente ya no están en circulación, como
sucede con los del II y III Congreso. Las largas transcripciones que se hacen de la Resolución Fundamental
del IV Congreso (EL CAMINO DE LA REVOLUCION GUATEMALTECA), actualizan importantes
cuestiones cuya discusión está a la orden del día, como consecuencia de los infundados y calumniosos ataques
de que se hace objeto al Partido, lo que obliga a toda la militancia a pertrecharse cada vez más en el
inagotable tesoro del marxismo-leninismo, aplicado a nuestra realidad nacional. Ello nos pone, a todos los
niveles, en mejores condiciones para poder librar exitosamente una frontal y abierta lucha ideológica contra
aquellas posiciones ajenas al marxismo-leninismo.
La Comisión política del Comité Central del Partido al editar el trabajo original del camarada Huberto
Alvarado bajo el título de APUNTES PARA LA HISTORIA DEL PARTIDO GUATEMALTECO DEL
TRABAJO, lo hace así por dos razones: primera, porque son, efectivamente, unos APUNTES que pueden
servir de base para trabajos posteriores; y segunda, porque es una manera de conservar vivo el pensamiento de
uno de nuestros más queridos y respetados dirigentes que dedicó los mejores años de su vida a la lucha por la
emancipación de la clase obrera guatemalteca y que, al participar como uno de los fundadores del Partido, dio
el paso más firme y decisivo para alcanzar ese gran objetivo histórico que representará, ni más ni más ni
menos, que la emancipación de todo el pueblo trabajador de Guatemala.
Todos los militantes, cuadros y dirigentes del PGT, estamos en la obligación y el deber de persistir en el
ejemplo que nos han legado nuestros dirigentes caídos al fragor de la lucha por el triunfo de las ideas del
socialismo en Guatemala. En lo que tenemos que poner cada vez más atención es en la elaboración teórica y
científica de los principales problemas que nos plantea la Revolución Guatemalteca, a la luz del marxismo-
leninismo. A esa importante tarea, el camarada Huberto Alvarado le dedicó muchos y renovados esfuerzos y
resultado de ello es una buena cantidad de trabajos teóricos en que está contenido su pensamiento de
convencido e inclaudicable luchador revolucionario de la clase obrera. Uno de esos trabajo lo constituyen los
presentas APUNTES que se publican para que sean estudiados y discutidos en todo el partido. Aparecen con
ocasión del XXVI aniversario de la fundación del partido. Su publicación, además, es un homenaje a quien,
hasta el 20 de diciembre de 1974, fuera el Secretario General del Comité Central de PGT, camarada Huberto
Alvarado, vilmente asesinado por las llamadas fuerzas de seguridad de la camarilla reaccionaria que usurpa el
poder en Guatemala.
Comisión Política del Comité Central del Partido Guatemalteco del Trabajo
I. ANTECEDENTES DEL
PARTIDO COMUNISTA DE
GUATEMALA (1920-1932)
A la caída de la tiranía de Manuel Estrada Cabrera, en 1920, los trabajadores guatemaltecos comenzaron a
realizar una serie de acciones reivindicativas. Su participación en el derrocamiento de la tiranía cabrerista fue
muy importante si bien la dirección política del movimiento “unionista” que derrocó al tirano la tuvieron en
sus manos los representantes de la oligarquía terrateniente-burguesa. Centenares de obreros artesanos, con las
armas en la mano, liberaron la batalla decisiva contra Estrada Cabrera, a lo que seguirían años de intensa
actividad.
El movimiento “unionista y el gobierno del terrateniente Carlos Herrera, que sucedió a Estrada Cabrera, eran
reaccionarios, pero bajo la presión de las masas se abrieron limitadas posibilidades de lucha democrática, lo
cual permitió el aparecimiento del movimiento sindical. En 1921 surgen los primeros sindicatos, de zapateros,
panificadores, albañiles y de carpinteros. La primera huelga en demanda de mejores salarios, la ferroviaria,
paralizó todos los ferrocarriles. A pesar de la represión gubernamental, alcanzó la victoria: se realizó en 1920.
El movimiento sindical en esos años era una mezcla de asalariados y de artesanos dueños de pequeños talleres
que compartían la dirección de los sindicatos. La principal conquista del movimiento sindical de la década de
1921 a 1931 fue la jornada de 8 horas de trabajo ya que imperaban las jornadas de 10, 12, y 14 horas diarias.
Los primeros en lograrla fueron los carpinteros y los albañiles. En 1921 se celebró por primera vez en
Guatemala el 1º de mayo.
Las luchas de los trabajadores guatemaltecos se ven estimuladas por la influencia de la revolución proletaria
en la Rusia Soviética y la labor desarrollada en escala mundial por la III Internacional Comunista que lleva a
los países latinoamericanos las ideas socialistas y, como consecuencia, el surgimiento de los grupos y partidos
marxistas.
El auge de la lucha sindical, condujo en 1921 a la creación de la Unificación Obrera Socialista en la que se
agruparon obreros, artesanos y pequeños propietarios. La Unificación Obrera Socialista aprobó una
declaración de principios y un programa mínimo; se planteó como tarea inmediata la organización sindical de
los trabajadores. El golpe militar del 5 de diciembre de 1921 dado por el general José María Orellana,
apoyado por el imperialismo de Estados Unidos, dio lugar a la disolución de la Unificación Obrera Socialista
por parte del gobierno militar.
En 1922 se publicó el primer órgano de prensa del Partido, EL COMUNISTA, que fue clausurado por el
gobierno al poco tiempo debido a su lucha contra el régimen reaccionario y los patronos. En 1925, apareció
un nuevo órgano del Partido llamado VANGUARDIA PROLETARIA, con un tiraje semanal de 1,000
ejemplares, lo que para aquellos tiempos era muy importante.
El partido se mantuvo principalmente como un grupo de propagandistas de las ideas socialistas con el
objetivo de trabajar progresivamente la estructuración de la organización y llegó a contar con unos 100
miembros.
Ante la agrupación mutualista denominada Federación Obrera de Guatemala para la Protección Legal del
Trabajador, que contaba con el apoyo oficial, los comunistas constituyeron en 1924 la Federación Regional de
Trabajadores de Guatemala, a través de la cual impulsaron la organización sindical y la lucha por las
demandas de los trabajadores. Así en 1924, promovieron la huelga de los muelleros de Puerto Barrios y otra
huelga ferroviaria, ambas violentamente reprimidas por el gobierno con empleo de tropas; impulsaron las
huelgas de panificadores, zapateros, costureras y la primera huelga de mujeres trabajadoras que laboraban en
el Beneficio de Sola; organizaron sindicatos y comités de fábricas en los aserraderos, Cementos Novella,
velas y jabón, vendedoras de los mercados, inquilinos y cesantes.
La Federación Regional de Trabajadores de Guatemala también participó con una delegación integrada por
Alfredo Toledo y Luis Villagrán, en la fundación de la Confederación Obrera Sindical de Trabajadores
Latinoamericanos realizada en Montevideo en 1929.
Internacionalismo Proletario
1. La posición internacionalista del Partido Comunista de Guatemala se expresaba en el periódico en
cuyas páginas se recoge la vigorosa solidaridad con la Unión Soviética, que por aquellos años vivían
acosada por el cerco capitalista.
2. En el 1 de Mayo de 1927, los trabajadores guatemaltecos, junto a sus demandas locales, desfilaron
expresando su solidaridad con la Unión Soviética que llegaba a su décimo aniversario. En 1925 se
organiza el Socorro Rojo Internacional, Sección Guatemala, para concretar la solidaridad con los
pueblos y los revolucionarios en sus luchas.
3. En 1927 la filial guatemalteca de la Liga Antiimperialista de las Américas, impulsó las actividades
de apoyo solidario a la batalla del patriota y guerrillero nicaragüense Augusto César Sandino; la
lucha por salvar la vida de Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti, electrocutados injustamente en 1927
por el gobierno de los Estados Unidos, y la solidaridad a favor del combate por la independencia de
Marruecos encabezada por Abd el Krim.
El partido Comunista solicitó su afiliación a la III Internacional y el dirigente Antonio Cumes participó como
delegado en el VI Congreso de la Internacional celebrado en Moscú en 1928.
En el país, a lo largo de la década de 1922 a 1932 los militantes del PCG impulsaron manifestaciones
masivas, con permiso o sin él, luchando por las demandas de los obreros y el pueblo en general; aumento de
salarios; reducción de la jornada de trabajo; contra los empréstitos, los impuestos municipales a las locatarias,
la acción criminal de la policía, las vejaciones, deportaciones y encarcelamientos, contra los allanamientos
que a cada poco sufría el local e imprenta del Partido Comunista, ubicado en la 18 calle, entre 10 y 11 avenida
de la zona 1, como señala Antonio Obando Sánchez en sus “APUNTES PARA LA HISTORIA DEL
MOVIMIENTO OBRERO DE GUATEMALA” (Guatemala, 1961, Imprenta Graphos).
El primer Secretario General del Partido fue el panificador Francisco Castro de 1922 a 1923, le sucedió en el
cargo Néstor J. Juárez de 1924 a 1926, que fue reemplazado en 1927 por el carpintero Max Melgar González
y en 1930 fue electo el carpintero Antonio Obando Sánchez.
La Represión Ubiquista
A finales de 1931 el General Ubico lanzó una de sus olas represivas enfilada especialmente contra los
comunistas y encarceló a los miembros del Comité Central: Alberto del Pinal, Antonio Cumes, Luis
Villagrán, el camarada Hondureño Juan Pablo Wanright, el salvadoreño Miguel Angel Vásquez, José León
Castillo Juárez, otros dirigentes comunistas como Juan Luis Chigüichón y decenas de elementos
democráticos.
En enero de 1932 fue detenido el Secretario General Antonio Obando Sánchez. El 18 de febrero de 1933 fue
fusilado Juan Pablo Wanright que horas antes de morir con su propia sangre escribió en las paredes de su
celda: VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE GUATEMALA, VIVA LA INTERNACIONAL
COMUNISTA.
También en 1933 fue fusilado Bernardo Gaytán, joven panificador Secretario General de la Juventud
Comunista. Ubico se disponía a fusilar a todos los dirigentes comunistas, pero la campaña política realizada
por la III Internacional Comunista y la situación política interna obligaron al dictador Ubico a conmutar la
pena máxima por una especie de cadena perpetua, ya que Obando Sánchez y sus compañeros estuvieron 13
años en la cárcel y lograron la libertad hasta que Ubico fue derrocado del poder en 1944.
UN BREVE BALANCE
Aunque los comunistas jugaron un papel importante en el movimiento democrático de la década de 1921 a
1931, especialmente en lo que se refiere al movimiento sindical y al inicio de la divulgación de las ideas
socialistas en Guatemala, no se consiguió echar las bases de un verdadero Partido Comunista, dado que no
lograron consolidarlo. Las debilidades y errores del Partido y la brutalidad de la tiranía de Ubico aplastó por
completo el intento realizado.
1. Falta de ligazón de la ciencia marxista con el movimiento obrero. Las características sociales de los
militantes, cuadros y dirigentes, artesanos con escaso nivel cultural, se reflejó en su escaso
conocimiento del marxismo-leninismo y su aplicación a las condiciones concretas de nuestro país.
2. La copia dogmática y mecánica de las orientaciones y resoluciones de la III Internacional Comunista,
que llevó al Partido a posiciones izquierdizantes y sectarias en la organización de los sindicatos y al
planteamiento de consignas como el establecimiento de soviets en Guatemala y a la realización
inmediata de la revolución socialista en el país.
3. Métodos artesanales de trabajo que junto al limitado desarrollo ideológico los condujo al trabajo
individual, al practicismo y al empirismo, en lugar de realizar un trabajo colectivo, organizado y
planificado.
4. Falta de lucha ideológica interna y en el seno de las masas, especialmente para combatir las
tendencias oportunistas de derecha vinculadas al imperialismo yanqui y las posiciones
izquierdizantes que enarbolaron los anarco-sindicalistas que, bajo la influencia española, difundieron
sus tesis de “apoliticismo” y dividieron y debilitaron al movimiento sindical al fundar el Comité de
Acción Sindical.
Los camaradas que lucharon por construir el Partido Comunista de Guatemala de 1921 a 1931 pagaron con el
exilio, la cárcel y la vida su decisión de servir a la clase obrera y los campesinos, pero su esfuerzo y espíritu
revolucionario sembraron la semilla que después, en otras condiciones históricas, fructificó.
Bernardo Alvarado Monzón, Secretario General del PGT desde mayo de 1954 hasta el 26 de septiembre de
1972, afirmó: “La lucha firme y heroica de los comunistas y las organizaciones populares y revolucionarias
que en la década de 1920 a 1950 levantaron en nuestro país la bandera del socialismo, constituyen un glorioso
antecedente de nuestro Partido aunque, lamentablemente, no haya logrado vertebrarse entonces, en forma
definitiva, el partido marxista-leninista de la clase obrera guatemalteca”. (La penetración imperialista, la lucha
de clases y las primeras organizaciones marxistas en Guatemala, EXPERIENCIAS, números 6, 7 y 8
diciembre de 1961 y enero-febrero de 1962).
II. LA REVOLUCION DE
OCTUBRE, EL SURGIMIENTO, LA
ACTIVIDAD Y LA UNIDAD DE LOS
GRUPOS MARXISTAS
En las postrimerías de la segunda guerra mundial, Guatemala seguía siendo un país semifeudal y dependiente,
pero a pesar del estancamiento económico había aparecido una débil burguesía nacional tanto comercial como
industrial y agrícola y como consecuencia de tal surgimiento y de las inversiones extranjeras que habían
crecido, aunque poco, la clase obrera urbana y rural, las capas medias habían aumentado en número y en
influencia política.
El gobierno de Jorge Ubico (1931-1944) llegó a obstaculizar el endeble crecimiento económico de Guatemala
y a golpear y afectar sucesivamente a casi todos los sectores sociales. Esto ocurrió al mismo tiempo que la
batalla contra el fascismo, encabezada por la Unión Soviética, impulsaba la lucha democrática de todos los
pueblos. Los factores internos e internacionales permitieron la más amplia unificación de las fuerzas
antidictatoriales que, bajo la bandera de las libertades democráticas, dieron nacimiento al movimiento civil y
armado contra Ubico y sus sucesores que encabezó en junio y octubre de 1944 la juventud estudiantil y
militar, dirigida por la pequeña burguesía democrática y la burguesía nacional, apoyadas por la clase obrera y
el pueblo en general.
La incipiente burguesía guatemalteca había intentado en el siglo pasado, bajo las banderas del liberalismo,
desarrollar al país por la vía del capitalismo y no había alcanzado su propósito ni con el movimiento liberal de
Mariano Gálvez y Francisco Morazán en la década de 1850 a 1840, ni con la reforma liberal de Justo Rufino
Barrios (1871-1885). Era necesario intentar nivelar las nuevas fuerzas productivas que se habían desarrollado:
las burguesas con sus relaciones de producción correspondientes: capitalistas. Esta fue la causa fundamental
de la revolución nacional iniciada el 20 de octubre de 1944 con la instauración de la Junta Revolucionaria
integrada por el mayor Francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Arbenz y el comerciante Jorge Toriello.
En 1946 los grupos marxistas que surgen en el movimiento sindical, entre los estudiantes universitarios, los
periodistas y en el seno de los partidos políticos de la pequeña burguesía democrática, fueron definiendo y
concretando sus actividades. En torno a la Confederación de Trabajadores de Guatemala y con la
participación de los comunistas salvadoreños Daniel Castañeda y Virgilio Guerra se aglutinó un grupo de
obreros artesanos: sastres, zapateros, carpinteros y alguno que otro estudiante, entre ellos: Antonio Sierra
González, el hondureño Antonio Ardón, Pedro Fernández, José Luis Ramos, Huberto Alvarado Arellano y
otros, que adoptaron el nombre de Comité Organizador del Partido Comunista de Guatemala, contando con la
colaboración de la intelectual salvadoreña Matilde Elena López, los profesores Víctor Manuel Gutiérrez y
Mario Silva Jonama, dirigentes del Sindicato de Trabajadores de la Educación que confluían también en la
C.T.G., como delegados de los maestros. Proveniente de las inquietudes aparecidas en la Facultad de Derecho
nació la Asociación Socialista, cuyas cabezas más visibles fueron Bernardo Alvarado Monzón y Carlos René
Valle y Valle, quienes se relacionaron con la Federación Sindical de Guatemala e incorporaron a su grupo a
los tipógrafos José Alberto Cardoza y Octavio Reyes Ortiz. Vinculado con los intelectuales salvadoreños
como Pedro Geofroy Rivas, que trabajaba en la Radio Nacional, se formó otro grupo entre quienes se contaba
Alfredo Guerra Borges. Aunque desligados de los anteriores, en el Frente Popular Libertador se coordinaba
un grupo que se orientaba hacia el marxismo, entre quienes se contaba José Manuel Fortuny, Carlos Manuel
Pellecer, Humberto Sosa, Carlos Arias y otros.
En los inicios, los principales grupos marxistas se mantenían en una actitud que se situaba entre el
acercamiento y el recelo. Las actividades conjuntas en el movimiento sindical y la necesidad de adoptar una
posición común ante los acontecimientos políticos hicieron necesario el establecimiento de relaciones entre
los elementos más capaces de los grupos marxistas. En esa tarea contribuyeron dirigentes comunistas de otros
países como Julio Fausto Fernández, entonces Secretario General del Partido Comunista de El Salvador y la
destacada comunista ecuatoriana Nela Martínez.
Así, desde el principio se planteó en nuestro país la relación entre la ciencia marxista y el movimiento obrero,
reflejado en la participación de la intelectualidad revolucionaria en las tareas prácticas del movimiento
sindical y obrero. La necesidad de dotar a la clase obrera de su partido político se convirtió en la principal
labor de tales grupos que, actuando clandestinamente, acordaron celebrar una conferencia de representantes
de los mismos, a fin de unificar su esfuerzo y sentar las bases de un futuro Congreso constituyente del Partido.
La reunión fue denunciada al gobierno, que en aquellos momentos se veía en la necesidad de suspender las
garantías constitucionales en razón de una conspiración reaccionaria. Arévalo aprovechó la ocasión para
incluir en el decreto correspondiente el hecho de que se tenía conocimiento de la proyectada conferencia
marxista y adoptó medidas represivas contra algunos dirigentes obreros como Antonio Sierra González,
Virgilio Guerra y otros que fueron encarcelados o expulsados del país. No obstante, en septiembre de 1947 se
constituyó VANGUARDIA DEMOCRATICA GUATEMALTECA, cuya finalidad fue realizar el trabajo
necesario para constituir el Partido.
1. Actuó dentro de los partidos democráticos de la pequeña burguesía, especialmente el Partido Acción
Revolucionaria, las centrales sindicales la Confederación de Trabajadores de Guatemala y
Federación Sindical de Guatemala y principalmente en la primera que poco a poco llegó a ser el
centro rector del movimiento sindical y campesino.
2. Los camaradas fueron organizados en células (actualmente Comités de Base) donde se cumplían los
requisitos mínimos de organización leninista. Las células fueron organizadas en los principales
frentes de acción de masas: sindical, juvenil, político, aunque el funcionamiento de las
organizaciones partidarias era deficiente todavía.
3. Existió una dirección centralizada: la Comisión Política integrada por los responsables de los
distintos frentes de lucha y actividad partidaria interna. Se dieron frecuentes informes sobre la
situación política del país y se hicieron discusiones sobre los problemas más importantes del
movimiento revolucionario. Se iniciaba la utilización del método crítico y autocrítico en el análisis
de la actividad partidaria.
4. Desarrolló el impulso al movimiento reivindicativo y organizativo de las masas trabajadoras de la
ciudad y el campo, especialmente entre los trabajadores ferroviarios, bananeros del norte y el sur,
muelleros, textiles, etc. La mayoría de militantes de Vanguardia Democrática Guatemalteca eran
dirigentes de organizaciones de masas en la capital y en el interior del país.
5. Criticó la actitud del Presidente Arévalo que poniendo en práctica la equivocada orientación de
exportar la “revolución” formó y financió la Legión del Caribe, financió y armó al movimiento
figuerista contra el gobierno de Costa Rica, organizó incursiones contra Trujillo en Santo Domingo y
los Somoza en Nicaragua.
6. Fundó el 21 de diciembre de 1948 la organización democrática y amplia de las masas juveniles,
Alianza de la Juventud Democrática Guatemalteca. En 1949 la organización de los estudiantes
universitarios democráticos, Movimiento Universitario Reformista.
7. Divulgación de las ideas socialistas por medio de la publicación de folletos, distribución de libros y
materiales sobre la teoría marxista, la realidad y los éxitos de los países socialistas.
8. Con las armas en la mano, sus militantes lucharon contra la conspiración reaccionaria (sólo contra
Arévalo hubo más de 30 intentos complotistas) y representada por el levantamiento armado del
Cuartel Guardia de Honor de julio de 1949.
I CONGRESO DEL PARTIDO
El auge del movimiento revolucionario guatemalteco, el surgimiento de divergencias en el seno de
Vanguardia Democrática y la necesidad de constituir el Partido de la clase obrera para su acción política
independiente, plantearon la necesidad de celebrar el Primer Congreso.
El Congreso se inauguró el 28 de septiembre de 1949 a las 20:30 horas en una casa de la Colonia Santa Ana,
hoy parte de la zona 5 de la ciudad capital, con la participación de todos los miembros activos de Vanguardia
en ese momento, que sumaban 43. Por la política antipartido de Arévalo el Congreso se efectuó en la
clandestinidad y por la inexperiencia de los participantes su duración se prolongó de tal manera que las
reuniones se fueron realizando los fines de semana, sábados y domingos, días feriados o por las noches de los
meses de octubre, noviembre hasta la clausura efectuada el 18 de diciembre de 1949 en el local de la entonces
Confederación de Trabajadores de Guatemala, 2a. Avenida 10-52 Zona 1.
Las reuniones de las comisiones se realizaban en casas particulares, escuelas públicas y las plenarias en
locales sindicales como en el Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG), situado en la 5a. Calle entre
9a. y 10 Avenida de la hoy Zona 1 y en la CTG.
El Primer Congreso discutió tres informes presentados a nombre de la Comisión Política de Vanguardia
Democrática:
1. Procedimientos para el aparecimiento público del Partido y formas de proceder para el retiro de los
comunistas del Partido Acción Revolucionaria y el papel de los Comités de Acción Política de los
trabajadores;
2. Características y composición social del Comité Central.
El camarada Victor Manuel Gutiérrez sostenía la opinión que había que retirarse inmediatamente del Partido
Acción revolucionaria y que los Comités de Acción política de los trabajadores, fundados a partir del 28 de
julio de 1948 con nuestra participación, debían ser transformados en el Partido de la clase obrera. La tesis de
la mayoría del Congreso que encabezaba José Manuel Fortuny era que la lucha por la independencia política
de la clase obrera era una tesis justa, pero los pasos a dar para el aparecimiento público del Partido y el retiro
de los comunistas en los partidos pequeño-burgueses tenían que ser medidas adoptadas de acuerdo con la
situación concreta que permitieran una acción política propia y favorable al desarrollo del Partido.
El Congreso resolvió el retiro oportuno de los comunistas del PAR, mientras se daban los pasos para
garantizar la actividad del Partido y desechó la idea de transformar a los Comités de Acción Política de los
trabajadores en el Partido ya que eso hubiera significado abrir las puertas a infinidad de oportunistas y
elementos no debidamente seleccionados. Y acordó ratificar la posición de que tales Comités no eran un
partido político de la clase obrera sino un organismo de “orientación política de los obreros, de los
campesinos y de los sectores populares” y un “vehículo de unidad nacional revolucionaria” que permitieran a
los comunistas vincularse a las masas, y que su función era transitoria, en tanto el Partido Comunista salía a la
luz pública.
El camarada Gutiérrez sostenía que si el Partido era el partido de la clase obrera forzosamente sus dirigentes
deberían de ser obreros. Era la tendencia obrerista que en varias ocasiones, especialmente entre los camaradas
que militan en el movimiento sindical, trató de formar cuerpo en el seno del Partido pero que siempre ha sido
derrotada.
El Congreso consideró que en el Partido no hay diferencias por el origen social de sus militantes, cuadros y
dirigentes pues todos guían su acción por el marxismo-leninismo y están sujetos a una misma orientación
política y disciplina y tienen iguales derechos y deberes. Y que en nuestros países atrasados los obreros tienen
poco acceso al conocimiento y asimilación del marxismo-leninismo, el cual liga a la clase inicialmente desde
fuera y lo llevan los intelectuales revolucionarios que, adoptando el marxismo, se incorporan a las filas del
proletariado y militan en las filas de su Partido.
El compañero Gutiérrez, que no estuvo de acuerdo con la táctica aprobada en el Primer Congreso, presentó en
enero de 1950 su renuncia al cargo de miembro del Comité Central y a su militancia en el Partido.
A mediados de 1950 se consideró que había llegado el momento de salir a la luz pública. No se podía
continuar más tiempo en el Partido Acción Revolucionaria. Habían madurado las condiciones para que un
grupo de miembros del Partido aparecieran públicamente como organizadores de éste, quedando clandestina
el resto de la organización, a fin de impedir que medidas represivas del gobierno arevalista pudieran
aplastarla.
El documento público en que por primera vez en Guatemala (después de la década de 1922-1932 y de la
revolución de 1944) se anunció el propósito de fundar el Partido Comunista se tituló: “Por qué renunciamos
del PAR” y apareció el 20 de mayo de 1950. Por decisión del Comité Central lo suscribieron: José Manuel
Fortuny, Mario Silva Jonama, Bernardo Alvarado Monzón, Alfredo Guerra Borges, José Luis Ramos,
Antonio Ardón, Pedro Fernández, Carlos René Valle y Valle, Ignacio Humberto Ortiz y Rogelio López. El
documento hace un análisis de la situación nacional; fundamenta la necesidad de impulsar el movimiento
revolucionario hacia la realización de la revolución agraria y antiimperialista como un paso hacia el
establecimiento del socialismo; señala las limitaciones de los partidos democráticos burgueses y pequeños
burgueses y razona la necesidad y urgencia de la organización política independiente de la clase obrera y
declara la firme decisión de los firmantes de dedicarse a cumplir esos objetivos.
Al aparecer los comunistas anunciando públicamente sus ideales y propósitos, el compañero Gutiérrez y
algunos marxistas que coincidían con sus posiciones políticas junto a otros elementos, decidieron el
aparecimiento público del Partido Revolucionario Obrero de Guatemala (PROG) el 1o de julio de 1950. En
esta organización había algunos marxistas convencidos y honestos. Al lado de ellos estaban también
elementos oportunistas.
Se corrió el peligro de sembrar la confusión en el movimiento obrero, al presentarse ante los trabajadores dos
entidades que proclamaban tener el marxismo como guía de su acción. Durante 1950 ambas organizaciones
desarrollaron sus actividades independientemente sin ninguna relación y fue el año de mayores discrepancias
políticas entre el Partido y el PROG.
El 21 de junio de 1950 apareció el primer número del semanario “Octubre” con la consigna “Por un gran
partido comunista, vanguardia de los obreros, los campesinos y el pueblo” que jugó importante papel como
educador, organizador y movilizador de las masas y del propio partido. Impreso, de tamaño tabloide llega a
sacar ediciones de 16 páginas y más de 15,000 ejemplares. En la capital, los comités de base del Partido se
constituyeron en grupos de voceadores del periódico y lo llevaron a la calle, a los centros de trabajo y a todo
lugar de concentración de masas. En las tareas de divulgación de la prensa del Partido se combinaba el trabajo
individual y colectivo incorporando a los candidatos a miembros del Partido, a los colaboradores y
simpatizantes.
En el interior del país en torno a los agentes de “Octubre” se organizaron los revolucionarios más firmes,
consecuentes y decididos y junto al trabajo organizativo impulsado por otros canales, van surgiendo las
organizaciones partidarias entre los obreros agrícolas y los campesinos. En “Octubre” se publican reportajes
sobre las condiciones de los trabajadores en fincas, fábricas, barrios, etc. etc., se divulgan las ideas socialistas,
se impulsan tareas de solidaridad (nacional e internacional) al mismo tiempo que se da la orientación política
sobre los acontecimientos más importantes de la vida nacional. El primer aniversario de “Octubre” se celebra
con el primer mitin de masas del Partido efectuado en el Cine Variedades (4a. Av. y 6a, Calle Zona 1) y se
proclama el 21 de junio como el día de la prensa comunista guatemalteca.
El 11 de septiembre de 1950 es clausurado “Octubre” por el gobierno arevalista, pero se le gana la batalla y
“Octubre” sigue viendo la luz pública hasta el 2 de agosto de 1953 cuando es sustituido el 5 de agosto de ese
año por “Tribuna Popular” que como diario del Partido continua la tradición de lucha siendo clausurado como
consecuencia de la derrota del gobierno arbencista en junio de 1954. “Tribuna-Popular” se edita en sus
talleres de impresión propios establecidos sobre la base de una campaña financiera de carácter nacional donde
masas de trabajadores contribuyeron hasta con un día de salario.
El 1o de septiembre de 1950, en el primer local público del PCG (Av. Centroamérica entre 17 y 18 calle Zona
1), se abre la Escuela “Jacobo Sánchez” que imparte cursillos de educación y orientación a miembros del
Partido, colaboradores y simpatizantes al mismo tiempo que sirve de local para la distribución del periódico,
lugar de reuniones y contactos entre las distintas organizaciones y militantes del Partido. La escuela es
clausurada en el mismo mes de septiembre de 1950 por el gobierno arevalista; más de 50 de sus alumnos
encarcelados y entonces las tareas de educación se desarrollan por charlas y reuniones de estudio impartidas
en los comités de base, en círculos de estudio, en grupos de colaboradores y simpatizantes.
En ese período se funda la librería del Partido con el nombre de “Futuro” donde se vende gran cantidad de
publicaciones (libros, folletos, revistas) marxistas-leninistas a bajo precio a cuyo frente trabajó el c. Roberto
Valle de la Peña. La librería “Futuro” es clausurada y los libros tirados al mar al triunfar la intervención
imperialista y el golpe del ejército en 1954.
Al plantearse el conflicto laboral de los trabajadores de la United Fruit Company (bananeros y muelleros) y de
la IRCA (los ferrocarrileros) y la celebración del 1o. de mayo de 1951, se reconoce públicamente la existencia
del Partido Comunista de Guatemala por medio de declaraciones firmadas por su Comité Central.
Para organizar y dirigir el trabajo Partidario de acuerdo con las necesidades se forman las comisiones de
trabajo del Comité Central, (organización, finanzas, educación, propaganda sindical, agraria, juvenil y
femenina).
Se pasa a la actividad organizada, planificada y controlada que cobra mayor fuerza por medio de campañas
nacionales y emulaciones que comprenden tareas esenciales en los frentes de propaganda (volantes, carteles,
pintas, mítines, venta de publicaciones especialmente el periódico) de organización (funcionamiento de las
organizaciones partidarias, control de la militancia, reclutamiento de nuevos militantes, etc.), finanzas
(cotización, recaudación de ayudas permanentes, campañas de masas). Se inicia la publicación de “El
Militante” como boletín interno del Partido. Organizaciones intermedias, especialmente comités
departamentales y seccionales, crean sus propios órganos de expresión como “El Comunista”, “Vanguardia
Proletaria” etc.
Se realizan varias reuniones nacionales con el fin de analizar problemas concretos de la situación del país y la
actividad partidaria interna: Las Conferencias de Organización (el 8 y 9 de agosto de 1953), de educación y
propaganda, agraria, de unidad sindical, contra ‘la intervención imperialista, etc., etc.
Se impulsa en forma decidida la lucha por las demandas de los sectores populares y se crean sus propias
organizaciones. Dentro de ella se destacan la actividad desarrollada por la Unión de Compradores de Lotes, la
Liga de Inquilinos que logra la emisión de leyes específicas en defensa de sus intereses y el Comité de lucha
de los Desocupados.
El impulso y desarrollo del movimiento sindical plantea las tareas de su unidad de una central única. Este
esfuerzo fue coronado del 12 al 14 de octubre de 1951 con la formación de la Confederación General de
Trabajadores de Guatemala (CGTG) que llega a contar con varias federaciones, decenas de sindicatos y de
organizaciones campesinas. Al mismo tiempo se fortalece la Confederación Nacional Campesina de
Guatemala (CNCG) con gran cantidad de organizaciones campesinas. Entre la CNCG y la CGTG se
desarrollaban en el último período de su existencia tareas y pláticas unitarias que hubieran llevado a la
formación de una sola central de obreros y campesinos con más de 800 organizaciones y cerca de 500,000
afiliados.
La lucha de los obreros industriales y agrícolas fructificó en sensibles aumentos de los salarios, de mejoras en
las condiciones de trabajo, destacándose los conflictos huelguísticos de los ferroviarios, los bananeros, los
muelleros; los trabajadores de transporte aéreo, de los campesinos de las fincas Concepción y el Pilar, como
ejemplo de alta organización, certera dirección, solidaridad de todas las organizaciones democráticas con los
trabajadores en lucha. En esa forma es posible lograr la reprobación del Escalafón Magisterial, reformas al
Código de Trabajo que contenía muchas limitaciones especialmente en relación con el derecho de huelga y la
supresión de los obstáculos existentes para la libre organización de los campesinos.
El Partido y el PROG
Desde la época de Vanguardia Democrática se consideró necesaria la creación de un organismo de orientación
política pública de los obreros, de los campesinos y los sectores populares tomando en cuenta que la
formación del partido de la clase obrera estaba en su proceso inicial. Así se fundó bajo los auspicios del
movimiento sindical el Comité de Acción Política de los trabajadores el 28 de julio de 1948, que empezó a
jugar su papel en la segunda mitad de 1949, ante la necesidad de una amplia participación de la clase obrera
como tal fuera de los marcos de los partidos burgueses y pequeño-burgueses, se impulsó la creación de
Comités políticos que desembocaron en la Convención Nacional Política de los Trabajadores efectuada el 21
y 22 de enero de 1950 y en la creación del Comité Político Nacional de los Trabadores (CPNT). En la citada
convención se declaró el apoyo a la candidatura de Arbenz, pero la lucha entre el oportunismo y las
posiciones del Partido se vieron perjudicadas por la división creada entre los marxistas por el funcionamiento
del PROG, al grado que la dirección del CPNT quedó en manos de elementos oportunistas como Manuel
Pinto Usaga, Secretario General y el arribista y reaccionario Arturo Morales Cubas, relegando al propio
compañero Gutiérrez al cargo de Secretario de Propaganda. Al crearse nuevas condiciones políticas que
consolidaron las posiciones partidarias, el CPNT fue disuelto en marzo de 1951.
En 1951 se organizó una comisión de enlace para discutir problemas de la unidad del movimiento sindical y
aproximar los puntos de vista del Partido Comunista y del PROG en una serie de cuestiones, con el propósito
de conseguir también la unidad de todos los marxistas en el seno de un Partido Político único de la clase
obrera. El trabajo dio fructíferos resultados para la unidad sindical. En octubre de 1951 nació la
Confederación General da Trabajadores de Guatemala, central sindical única, encabezada por el camarada
Gutiérrez.
Es de la mayor importancia que la unidad de los marxistas se haya forjado al mismo tiempo que se luchaba
por la unidad sindical de los trabajadores. La unidad de la vanguardia política se impulsó al mismo tiempo
que la unidad del movimiento sindical.
El ascenso del movimiento revolucionario, la consecuente política unitaria del Partido Comunista y la
honestidad personal de Gutiérrez fueron permitiendo que, en el transcurso de 1951, el compañero Victor
Manuel Gutiérrez fuera comprendiendo la necesidad de la unidad orgánica y política de la clase obrera en un
solo partido: El Partido Comunista de Guatemala. Y así Gutiérrez a principios de 1952 propició la disolución
del PROG, que se produjo el 2 de febrero de ese año y retornó a las filas del PCG, invitando a los demás
miembros del PROG a ingresar al Partido. Algunos lo siguieron y otros volvieron a los partidos burgueses.
Victor Manuel Gutiérrez en el II Congreso del Partido hizo la autocrítica de su papel en el PROG y el
reconocimiento de los errores cometidos. Por su actitud y consecuencia fue electo miembro del Comité
Central por el II Congreso, cargo que desempeñó hasta su asesinato el 6 de marzo de 1966.
Las fuerzas motrices fueron: las capas medias acomodadas y un sector de la burguesía nacional con el apoyo
activo de la clase obrera urbana y los campesinos. El enemigo principal fue siempre el imperialismo
norteamericano que se apoyó en su alianza con los terratenientes semi-feudales y la burguesía reaccionaria.
Las tareas que impulsó la revolución fueron: el ejercicio de las libertades y derechos democráticos; una
política social y cultural nacional y popular; una política económica que propugnó por el desarrollo de un
capitalismo moderno en el país mediante la realización de la reforma agraria para liquidar el semifeudalismo
y pasos iniciales en la lucha contra la opresión imperialista y el intento de realizar una política exterior
independiente.
Estos objetivos se realizaron en dos fases que están interrelacionadas aunque tienen cada uno sus propias
características en cuanto a las tareas que cumplieron y la influencia de las fuerzas motrices.
La primera fase de la revolución de octubre realizada por el gobierno de Juan José Arévalo (1945-1951) tuvo
una orientación reformista y la influencia predominante fue la del pensamiento y los intereses de la burguesía
nacional y la pequeña burguesía democrática.
Las tareas principales fueron políticas y sociales y estaban inspiradas en la constitución de 1945, que aunque
tenía un carácter burgués terrateniente, por cuanto consolidaba los intereses fundamentales de clase, contaba
también con la influencia democrática y varios aspectos de compromiso. Por tal razón aparecen en tal carta,
además de las libertades políticas algunos de los derechos económicos y sociales que corresponden a las
mayorías como el derecho al trabajo, a la seguridad social y una tendencia proteccionista para las mismas
masas trabajadoras e igualmente un intervencionismo estatal tendiente a favorecer el desarrollo económico del
país dentro de los marcos capitalistas.
La constitución de 1945, que tendía a superar una realidad semi-feudal y dependiente, tiene un carácter
burgués y nacionalista.
El gobierno burgués de Arévalo aplicó una política interior democrática, aunque con limitaciones en lo que se
refiere al derecho de organización de los trabajadores agrícolas y de los campesinos y al partido marxista-
leninista, decretó un Código de Trabajo (1947) que recogió las más urgentes demandas de los obreros de la
ciudad y el campo, estableció un sistema de Seguridad Social (1948) que aunque limitado era un paso
progresivo y su política social y cultural favoreció a las masas populares al mejorar un tanto el nivel de vida,
la atención a la salud pública y prestar impulso a la educación en sus diversos niveles.
El gobierno arevalista hizo una limitada resistencia al imperialismo norteamericano, que resguardó las
riquezas del subsuelo guatemalteco como el caso del petróleo.
En la medida en que la clase obrera creció numéricamente y se organizó sindical y políticamente (junto al
desarrollo industrial y agrícola del país), empezó a jugar un papel político más activo e influyó en las masas a
fin de llevar hacia adelante el proceso revolucionario luchando por profundizar el contenido antifeudal y
antiimperialista de la revolución. De esta manera los logros del gobierno de Arévalo estaba estrechamente
vinculados a la lucha del pueblo y las masas.
Así se abrió, con el gobierno de Jacobo Arbenz (1951- 1954), una segunda fase de la revolución en la cual, las
fuerzas motrices fueron siempre el sector de la burguesía nacional, la pequeña burguesía democrática, la clase
obrera y los campesinos, jugando el papel dirigente la pequeña burguesía acomodada. Sin embargo, la clase
obrera imprimió su sello a muchas de las conquistas revolucionarias de este segundo periodo.
Los objetivos anteriores sólo podrían alcanzarse mediante la liquidación de la propiedad feudal en el campo y
las relaciones de producción que origina y desarraigando de la economía nacional la opresión imperialista. La
reforma agraria, decretada el 17 de junio de 1952, pretendía concluir con el semifeudalismo en el campo y
abrirle paso al desarrollo capitalista en la agricultura y en la industria. En dos años de reforma agraria, se
entregó tierra a cerca de 100,000 familias campesinas, es decir a medio millón de guatemaltecos.
En cuanto a la política antiimperialista de Arbenz en el campo económico no adquirió el mismo carácter que
la lucha antifeudal, sino que se llevó a cabo dentro de un camino de competencia con los monopolios yanquis
con la idea de poder así excluirlos de la economía nacional, mediante la construcción de la carretera al
Atlántico para romper el monopolio de la empresa estadounidense de ferrocarriles (IRCA), la construcción del
puerto nacional de Santo Tomás de Castilla para dar a Guatemala una salida propia para el comercio
internacional y terminar con el control de Estados Unidos sobre los muelles de Puerto Barrios y la edificación
de la hidroeléctrica de Jurún Marinalá, que al producir más de 45,000 kilovatios concluiría con la influencia
decisiva en la industria, de la compañía, yanqui Electric Bond and Share dueña de la empresa de energía
eléctrica.
Por otra parte, en la década de 1944 a 1954, se acordaron diversas medidas proteccionistas para la industria
nacional.
La aplicación de la política económica fue hecha con los recursos nacionales, evitando, los empréstitos y
“ayudas” norteamericanas que sólo servirían para entregar el país a los imperialistas.
La preparación y celebración del Congreso se hizo aplicando las normas leninistas que aseguraron la
participación de los miembros del Partido en la discusión y aprobación de los documentos fundamentales;
celebración de asambleas generales en todas las organizaciones partidarias; elección de delegados al Congreso
en los comités de base sobre base de representación proporcional.
El II Congreso del Partido fue celebrado abiertamente y el acto de clausura fue un acto de masas, pleno de
entusiasmo y combatividad, al cual asistieron delegaciones de otras organizaciones democráticas,
especialmente políticas y sindicales, y delegados de partidos comunistas hermanos. El Congreso se desarrolló
de acuerdo con la siguiente orden del día:
1. Discusión y aprobación del informe sobre la actividad del Partido presentado por el Comité Central
que, dentro de las conclusiones más importantes que el informe contenía, planteó el análisis de clase
de los gobiernos de Arévalo y Arbenz y la orientación estratégica y táctica del Partido como
expresión dirigente de los intereses de los obreros, los campesinos y el pueblo.
“Por medio de la más amplia lucha de masas, fortaleciendo su unidad, organización, su participación en el
movimiento democrático, fortaleciendo la organización y la lucha de los obreros y los campesinos, forjando
una firme alianza obrero-campesina, desarrollando el Frente Democrático Nacional por la dirección y por la
base, luchar por una cada vez mayor amplitud del gobierno hasta lograr la instauración de un gobierno
integrado por la clase obrera, los campesinos, en el sector patriótico de la burguesía nacional y la pequeña
burguesía, gobierno en el que la clase obrera, por su mayor conciencia política, nivel organizativo y futuro
histórico, debe conquistar la hegemonía y la dirección”.
2. Discusión y aprobación del Programa del Partido “El camino guatemalteco del progreso, el bienestar
popular y la independencia nacional” que además de señalar los objetivos concretos de nuestra lucha
en los aspectos económicos, político, cultural, social, las reivindicaciones específicas de los obreros,
los campesinos y demás sectores populares, concretara sus objetivos así:
“El PGT tiene objetivos principales inmediatos la defensa de la paz mundial, el mantenimiento y: ampliación
del régimen democrático en nuestra patria, el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, la
liberación de los campesinos de la opresión feudal, el desarrollo económico independiente de Guatemala y la
plena, independencia nacional.”
“El PGT tiene como objetivo final (expresado ya públicamente en dicho Programa) la construcción en nuestro
país de una sociedad superior más justa y humana, la sociedad socialista en la que no existan explotados ni
explotadores.”
3. Discusión y aprobación del informe organizativo cuya conclusión fue la aprobación de los nuevos
Estatutos del Partido, que reglamentaron en su conjunto las normas partidarias de vida interna
basándose en la aplicación de los principios leninistas de organización a las condiciones propias de
nuestro movimiento revolucionario, al grado de desarrollo de la clase obrera y del propio Partido.
4. El II Congreso acordó el cambio de nombre del Partido por las siguientes razones:
1. El movimiento revolucionario de masas se desarrollaba con un atraso político de las masas,
sometidas al “anticomunismo” por centenares de años, lo que hacía que las masas
mecánicamente temieran a la palabra comunismo sin dejar de atender la justa orientación de
los comunistas,
2. La Constitución de 1945, prohibía la existencia de organizaciones internacionales, principio
asentado en la lucha contra el fascismo y el marxismo, pero que los reaccionarios y el
imperialismo utilizaban a su modo, impidiendo en esa forma una mejor y mayor actividad
del Partido al frente de masas. Sin cambiar su esencia marxista-leninista, desde esa fecha el
Partido adoptó el nombre de Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). El 18 de diciembre
de 1952 el Partido se inscribió legalmente.
5. Elección del Comité Central encabezado por Manuel Fortuny. (La historia del Partido recoge los
nombres de todos los integrantes de ese Comité Central que, por razones obvias, ahora no se
publican).
“La línea del II Congreso, dice el informe del CC al III Congreso, fue, en lo fundamental acertada. En su
aplicación el Partido realizó un trabajo de gran envergadura venciendo numerosas dificultades derivadas del
hecho de que el Partido estaba en aquel período en los primeros años de su construcción, con una gran escasez
de cuadros y un nivel político e ideológico marxista-leninista bastante bajo”.
Sin embargo en la aplicación de tal línea cometimos algunos errores importantes, siendo los principales:
No mantuvimos informadas a las organizaciones del partido y a las masas de la actividad, los problemas y los
obstáculos del Frente Democrático Nacional (alianza no consolidada de los partidos democráticos, la
Confederación de Trabajadores de Guatemala y la Confederación Nacional Campesina).
“El Partido no prestó atención a ganar para el frente único a los pequeños comerciantes e industriales, algunos
sectores de artesanos, y otros sectores de las capas medias urbanas, fuertemente influidos por la reacción; no
prestó la debida atención a desvanecer las calumnias con que han envenenado por muchos años a los católicos
contra los comunistas.”
EL PARTIDO Y ARBENZ
“Nuestro Partido brindó amplia y decidida colaboración al gobierno del Presidente Arbenz, quien escuchó con
atención las opiniones del Partido y lo respetó en reconocimiento de la lealtad con que defendía los intereses
del pueblo y de Guatemala”.
“En una serie de casos muy importantes de la Revolución el PGT, expresión política independiente de la clase
obrera, llevó la iniciativa y se destacó entre todos los partidos democráticos; por ejemplo, en el planteamiento
y desarrollo de la reforma agraria, la ampliación de las libertades democráticas para el pueblo trabajador, la
elevación de los salarios, la defensa que la soberanía nacional, etc.”
Respecto a la experiencia de la relación entre el Partido y el Presidente Arbenz la conclusión del informe del
III Congreso es que “Cuando la clase obrera tiene un partido político que expresa sus intereses, organiza el
trabajo con las masas y colabora con las personalidades que, dentro de un gobierno democrático burgués
nacionalista, como el del Presidente Arbenz, están animadas de la voluntad de impulsar la Revolución, ésta
avanza con paso firme en el camino de las realizaciones que verdaderamente benefician a las masas”.
Sin embargo, en la aplicación de la línea seguida respecto al gobierno de Arbenz el partido cometió algunos
errores importantes. El PGT “no hizo la debida crítica de dicho gobierno, en el que no todos sus miembros
eran sinceros y demócratas ni revolucionarios honestos”.
“Sabiendo que la posición democrática y antiimperialista del Presidente Arbenz, dice el informe al III
Congreso, no era compartida por una parte de su gobierno, de los dirigentes de los partidos que integraban
éste, y por los altos jefes y oficiales del ejército, el Partido siguió la orientación de vigorizar el respaldo de
masas a Arbenz como una manera de reafirmar la posición de éste en el seno de su gobierno y frente al
ejército. Tal política era completamente acertada. No obstante, incurrimos en extralimitaciones, al mismo
tiempo, no la completamos con la debida crítica al oportunismo y al arribismo de muchos políticos y
miembros del gobierno; de los fenómenos de corrupción política y de enriquecimiento ilícito que se
multiplicaban en las esferas oficiales; de las posiciones capituladoras frente a la ofensiva de la reacción
interna y el imperialismo, etc.”
La lección que se desprende de todo esto es que “La política de frente único que el Partido debe seguir en
relación con un gobierno democrático burgués nacionalista, como el del Presidente Arbenz, debe combinar la
lucha por el fortalecimiento de “las posiciones democráticas y revolucionarias del gobierno, con la crítica de
los errores y los fenómenos negativas de éste, el oportunismo y arribismo de otros y desde luego de las
posiciones reaccionarias. De esta manera el Partido preserva su independencia dentro del frente único con
dicho gobierno”.
“Desde el inicio del proceso revolucionario el imperialismo yanqui, fomentó, financió y dirigió, en diverso
grado y en diversa forma, la actividad de la reacción y su labor conspirativa para derrocar al gobierno de
Arévalo y después de Arbenz. Pero a medida que la lucha revolucionaria se desarrollaba y que la tensión
internacional crecía aumentaron los esfuerzos del imperialismo norteamericano para imponer un cambio de
rumbo a Guatemala. Cuando habían fracasado diversos intentos el Departamento de Estado en defensa de los
intereses del United Fruit Company, afectados por la Reforma Agraria, apoyándose en la Agencia Central de
Inteligencia, decidió intervenir de manera abierta y brutal en Guatemala”.
“La causa fundamental de la intervención norteamericana en Guatemala fue que los objetivos nacionales,
populares y democráticos, chocaban necesariamente con el imperialismo, con los terratenientes semifeudales
y la burguesía reaccionaria que se apoyan en el imperialismo y son, a la vez, su principal base social en el
país”.
Los medios usados por el imperialismo yanqui durante el período previo de la intervención fueron:
“En esta campaña se destacó el papel jugado por la Iglesia Católica, que, utilizando los sentimientos
religiosos para fines políticos reaccionarios, se empleó a fondo en la lucha contra los gobiernos de Arévalo y
Arbenz,” no sólo falseando la fe, sino utilizando en vía pública las imágenes religiosas para “condenar al
comunismo”.
“Al mismo tiempo, el imperialismo organizó, financió, dio armas y entrenamiento a un ejército mercenario
con base en Honduras. En el momento dado, se dio a este ejército la orden de invadir Guatemala,
utilizándosele principalmente como un medio de presión sobre los cobardes jefes militares traidores para
acelerar el golpe de Estado; y también para acentuar las tendencias capituladoras de los sectores más
atemorizados y vacilantes del gobierno y de las fuerzas democráticas”.
“Los planes de los imperialistas norteamericanos tuvieron éxito por haber concurrido diversos factores que
impidieron que el pueblo, junto con los elementos patrióticos del gobierno y de la dirección de los partidos
democráticos, pudiera librar la lucha abnegada que estaba dispuesto a librar. Los factores principales que
concurrieron son los siguientes:
“ En los días de la intervención directa de Estado Unidos, el debilitamiento del Frente Democrático Nacional
obedeció a las vacilaciones y el acobardamiento de muchos dirigentes de los partidos democráticos, a las
profundas disensiones internas de algunos de esos partidos, a la presencia en ellos de algunos dirigentes muy
incapaces, arribistas, muy poco dignos de confianza, y al hecho de que no le prestamos la debida atención a
cohesionar mucho más al FDN, con el objeto de que sirviera para movilizar a las masas y le diera más firme
respaldo al gobierno.
“En el frente los jefes de operaciones se negaron a pelear y empezaron a pactar con los invasores mientras que
los obreros, los campesinos, los estudiantes demandaban entrenamiento militar y armas. Cuando Arbenz fue
conminado por jefes militares reaccionarios a renunciar, el Presidente pidió contingentes a los partidos
democráticos y a las centrales sindicales y campesinas y “ordenó que se les entregara y proveyera de armas,
pero los jefes del ejército desatendieron la orden y la sabotearon”. Este fue quizá el elemento más decisivo de
la derrota de la Revolución guatemalteca”.
“Sin la traición de los jefes militares reaccionarios, que impidieron armar al pueblo y sustrajeron al ejército de
la lucha contra les invasores, se hubiera podido derrotar a éstos en corto tiempo y aplastarlos”.
En los lugares donde se actuó militarmente (Gualán, Puerto Barrios, Chiquimula) las masas y el Partido
fueron los elementos principales en la derrota de las bandas reaccionarias.
El coronel Arbenz, señala el informe del CC al III Congreso, demostró que tenía un pensamiento político
avanzado, firmeza revolucionaria y antiimperialista; y en algunas situaciones históricas decisivas, como
octubre de 1944 y julio de 1949, dio muestras de su valor como jefe revolucionario.
“Sin embargo, la traición de los jefes militares, que comprometía seriamente el desenlace de la lucha, lo
desmoralizó, le hizo perder la fe en que podía derrotarse la intervención y mantenerse en pie la política
revolucionaria a que ciñó sus actos de gobernante. Frente a aquella traición no tomó la decisión de enfrentarla
con la probada firmeza con que lo había hecho en 1949; no cohesionó en torno suyo a los dirigentes
democráticos, a los colaboradores de su gobierno, que no hubieran sido ganados por el espíritu de
capitulación, y a aquellos oficiales del ejército que estaban dispuestos a luchar. Al proceder así, y subestimar
el papel que las masas podían jugar en la solución de la crisis, puso de manifiesto que junto a su pensamiento
político avanzado y su consecuencia revolucionaria, actuaron en él su formación militar y burguesa”.
La renuncia de Arbenz que “constituyó un serio error de graves consecuencias” causó “un efecto
desconcertante y desmoralizador en el pueblo”.
Años más tarde, el reconocer el error que había constituido su renuncia, Arbenz precisaba que uno de sus
principales errores había sido confiar en el ejército y transmitir esa confianza al pueblo.
Sin embargo, en la crisis de junio de 1954 el Partido cometió varios errores importantes y adolecía de algunas
debilidades:
1. “El Partido sin una apreciación completa y profunda de la complejísima
situación de aquellos días, y, además, no aplicó firmemente una política de
masas, no definió las FORMAS CONCRETAS que debió de haber adoptado la
lucha de masas para hacerle frente a la situación, particularmente al
consumarse la traición de los jefes militares.”
“En el momento crítico el Partido hizo algunas proposiciones al Presidente Arbenz, pero incompletas y no
bien fundamentadas”.
CONCLUSIONES BASICAS
El informe del CC al III Congreso precisa como dos conclusiones importantes las siguientes:
“La experiencia guatemalteca enseña también que en situaciones como la que vivió el país en 1954, en que la
participación de amplias masas es muy activa, se crean rápidamente condiciones para que la clase obrera
asuma el papel dirigente de la lucha revolucionaria, nacional y patriótica de todo el pueblo”.
“Por ello, en tales condiciones es un deber del Partido de la clase obrera hacer los máximos esfuerzos para
conquistar tal dirección, sobre la base de una política que de clara respuesta a los principales problemas de la
lucha, de una acertada política de frente único y de preservar dentro de éste la independencia del Partido.”
IV. LA CONTRARREVOLUCION
EN EL PODER Y LA RECUPERACION
DEMOCRATICA (1954-1959)
LA RESTAURACION
Como resultado de la intervención norteamericana, la contrarrevolución volvió a recuperar el poder político y
se constituyó en julio de 1954 un gobierno que representó los intereses del imperialismo de Estados Unidos,
de los terratenientes semifeudales y de la burguesía reaccionaria, que aplicó una política antinacional,
antidemocrática, anti-popular y desató el terror anticomunista.
Al desplomarse el gobierno democrático el 27 de Junio de 1954 y desatarse contra las fuerzas democráticas y
revolucionarias una furiosa persecución que significó la muerte, el encarcelamiento y el destierro de millares
de obreros, campesinos, empleados, intelectuales y estudiantes, cundieron la confusión y las corrientes
derrotistas. En este sentido tuvo gran importancia el primer manifiesto de nuestro Partido aparecido el 17 de
julio de 1954, en que se señaló el carácter transitorio de la derrota sufrida, se mostró acertadamente la
naturaleza de clase del régimen contrarrevolucionario y se llamó a los trabajadores y a los sectores populares
a luchar en defensa de la libertad, la soberanía nacional y las conquistas alcanzadas en el decenio
democrático.
El gobierno de Castillo Armas liquidó la reforma agraria; ilegalizó a los partidos democráticos y
revolucionarios, a las centrales sindicales y campesinas; mutiló el Código de Trabajo recortando los derechos
de los trabajadores; derogó la legislación que protegía los intereses de los inquilinos, aplastó las libertades
democráticas; suscribió un tratado de asistencia militar con los Estados Unidos; promulgó una Ley de
Petróleo que puso a los recursos petroleros nacionales en manos de las compañías norteamericanas; devolvió
las tierras que habían sido expropiadas a la United Fruit Company; refrendó los viejos contratos de tal
empresa y le hizo nuevas concesiones; inició la carrera del endeudamiento externo de Guatemala contratando
onerosos préstamos con bancos y agencias internacionales al servicio del imperialismo yanqui.
EL PARTIDO EN LA CLANDESTINIDAD
El núcleo de dirigentes que se quedó en el país encabezados por el Secretario General Bernardo Alvarado
Monzón, Mario Silva Jonama, Secretario del Comité Central, y Carlos René Valle y Valle, miembro de la
Comisión Política del CC, tomaron inmediatamente medidas para la reestructuración del Partido y la Juventud
en diversas escalas y en el plano nacional. Esta tarea fue difícil dado que el Partido no tenía ninguna
experiencia de trabajo clandestino y no estaba preparado para desarrollar su actividad interna y externa en
condiciones tan duras. Fue necesario aprender en la propia lucha y esto significó errores y debilidades, aunque
los aspectos positivos del trabajo garantizaron primero la supervivencia del Partido y después la continuidad
de su labor revolucionaria. En el propio 1954 apareció el periódico clandestino “VERDAD” como órgano del
Comité Central y reapareció “El Militante” como boletín interno.
“En la lucha contra el gobierno de Castillo Armas, dice el informe del CC al III Congreso, el Partido se
preocupó desde un principio en encontrar la coincidencia con todos los sectores de la oposición democrática;
se interesó en levantar las reivindicaciones de todos esos sectores, así como las reivindicaciones justas de
aquellos sectores que estaban influidos por la demagogia “liberacionista” y confundidos por la desenfrenada
campaña anticomunista”.
“Dentro de ese esfuerzo se interesó en formular una plataforma mínima que pudiera ser común a todos los
sectores democráticos, así como en determinar la perspectiva de la situación económica, para señalar las
consecuencias que traería la política aplicada por el gobierno de Castillo Armas”.
“En estas dos direcciones, aunque con fallas importantes, se elaboró la orientación política del Partido en
documentos tales como el Informe de la Comisión Política de diciembre de 1954, el Informe y la Declaración
de la Comisión Política de marzo de 1955 y el resumen de la discusión de la Comisión Política de junio de
1956.”
En esa época se hizo público el análisis sobre la caída del gobierno de Arbenz contenido en la resolución de la
Comisión Política del Comité Central de junio de 1955: “La intervención norteamericana y el derrocamiento
del régimen democrático”.
“En aquel período, al principio fueron muy fuertes las tendencias de algunos sectores democráticos a aislar al
Partido. Sin embargo, el Partido consiguió siempre cultivar relaciones con elementos de esos sectores y
encontró formas de acción y de coincidencia política con éstos.”
“Fue de la mayor importancia que el Partido se orientara desde el primer momento a luchar por la
reorganización del movimiento sindical, sobre la base de las reivindicaciones fundamentales de los
trabajadores y sin que importara que durante todo un período, debido las circunstancias imperantes, los
sindicatos estuvieran bajo la dirección de elementos impuestos por el gobierno castilloarmista. Esta
orientación se fundamentó en la Resolución de la Comisión Política sobre “La actividad sindical y el trabajo
de los comunistas entre la clase obrera y las masas trabajadoras del país, adoptada en julio de 1956, que
estuvo en vigor hasta que se aprobó una nueva resolución en agosto de 1959: “La situación del movimiento
sindical y las tareas principales para su fortalecimiento”.
El papel jugado por los estudiantes universitarios fue muy importante. Ellos abrieron amplias brechas en el
duro camino de la recuperación democrática. Fueron de gran significación la denuncia de la farsa electoral de
diciembre de 1955 y la conmemoración del 25 de junio de 1956, que al ser reprimida por el gobierno
castilloarmista (que precisamente en esa oportunidad proclamó por boca de Mario Sandoval Alarcón la
política de la “Violencia organizada”), significó el asesinato de los estudiantes Álvaro Castillo, Julio Juárez,
Salvador Orozco y otros en la 11 Calle y 6a. Av. de la Zona 1.
Importante papel jugó el periódico “El Estudiante” que libró luchas democráticas apreciables y ejerció amplia
influencia política.
En la oposición democrática el sector que tuvo más importancia en esos años fue el grupo clandestino llamado
“Recuperación Democrática”, que buscaba, al igual que otros elementos democráticos de la pequeña y
mediana burguesía, la actividad complotista con los círculos descontentos del ejército. Tal orientación afectó
en determinadas ocasiones al propio Partido de la clase obrera. Sin embargo, el hecho importante es que se
lograron algunos entendimientos con los grupos de la oposición democrática que formaron con el Partido una
alianza de las fuerzas democráticas que hizo varios pronunciamientos públicos
El pueblo rechazó con indignación el fraude electoral con que se pretendió imponer a Ortiz Passarelli. En la
lucha por la anulación de las elecciones coincidían las más diversas fuerzas desde los sectores de la oposición
de derecha, encabezada por el candidato presidencial general Miguel Ydígoras Fuentes, la oposición
democrática, hasta los comunistas.
Bajo la acción común de las masas se aceleraron los procesos de división dentro del ejército y el gobierno de
González López fue derrocado por una Junta Militar integrada por los coroneles Yurrita, Lorenzana y
Mendoza. La embajada norteamericana, a través del agregado militar, coronel Culberton, intervino y logró
que la Junta entregara el poder al segundo designado presidencial coronel Guillermo Flores Avendaño para no
romper el orden constitucional reaccionario.
Las elecciones del 19 de enero de 1958 constituyeron un nuevo fracaso del imperialismo de Estados Unidos y
la embajada yanqui, como señaló el informe de la Comisión Política del 2 de marzo de 1958, “admitió la
imposibilidad de imponer al coronel José Luis Cruz Salazar (candidato de los “liberacionistas”), buscó el
compromiso con el general Ydígoras y, en consecuencia, impuso a las facciones reaccionarias el pacto
Ydígoras Fuentes-Cruz Salazar”.
CAUSAS, FALLAS Y LIMITES DE LA POLITICA DE
CONCILIACION NACIONAL
El informe de la Comisión Política del 2 de marzo de 1958 precisó las complejas condiciones del arribo al
poder de Ydígoras Fuentes; el significado del desplazamiento de una facción reaccionaria del gobierno por
otra; las contradicciones entre las mismas; la confusión de importantes sectores populares por las promesas
democráticas y nacionalistas de Ydígoras Fuentes; y la crítica situación económica del país. Ese conjunto de
circunstancias llevaban a la conclusión de que el gobierno “podría ser obligado a hacer concesiones, de tal
suerte que se ampliaran las posibilidades de lucha democrática; pero tal objetivo podría alcanzarse solamente
a condición que el pueblo reforzara su lucha y si “las fuerzas democráticas permanecen unidas y se impide
que los dirigentes oportunistas desvíen la lucha de sus justas posiciones”.
En esas condiciones la Comisión Política, según señala el informe al III Congreso, consideró necesario tener
presente “el origen terrateniente y reaccionario de la candidatura de Ydígoras”, así corno la participación del
imperialismo en el pacto Ydígoras-Cruz Salazar, con el objeto de que “la gente no se haga ilusiones” y se dio
la orientación de combatir las medidas reaccionarias del gobierno Ydígoras. Por otra parte, se señala que lo
principal debía ser la exigencia para que Ydígoras cumpliera sus promesas y aplicara la política de
conciliación nacional demandada por amplios sectores populares y que Ydígoras había prometido a fin de
ganarse el apoyo de esos sectores.
“El Partido definió, a su vez, lo que debía entenderse por conciliación nacional, indicando que esta era en
esencia una política que permitiera el libre desenvolvimiento político y social del país. Esta demanda estaba
en consonancia con la situación histórica concreta de aquellos días y “debía ir acompañada en todo momento
de la lucha contra las medidas contrarias a la conciliación nacional; contrarias a los intereses populares, a la
economía y la independencia nacionales” (Resolución de la Comisión Política, noviembre de 1958).
“Al exigir al gobierno el cumplimiento de la promesa que había hecho Ydígoras durante la campaña electoral,
nuestro Partido evitó distanciarse de los sectores populares que creían en esas promesas y no tenían una
conciencia más clara del curso que debía seguir el país. El Partido ponía su confianza en que los hechos
probarían a esos sectores su equivocación como ocurrió efectivamente en el curso de un solo año”.
“Al mismo tiempo, el Partido continuó su lucha contra los partidos reaccionario-anticomunistas, su lucha por
la organización y el desarrollo de las fuerzas democráticas, manteniéndose vinculado de esta manera a los
sectores populares más concientes”
“La lucha por la aplicación de una política de conciliación nacional dio varios resultados positivos: se avanzó
en el “campo de las libertades políticas; se respetó la formación y funcionamiento de los partidos
democrático-burgueses; se consolidó y amplió la oposición a los planes subversivos del MLN y otros grupos
reaccionarios; etc.”.
“Sin embargo, estos resultados no fueron de mayor consideración debido, principalmente, a que la presión de
las masas sobre el gobierno no ha sido más fuerte, entre otras razones porque todavía están saliendo de las
primeras etapas de su recuperación de la derrota de 1954.”
1. Dimos lugar a que se pensara que la conciliación nacional era la demanda que
expresaba toda nuestra orientación política, aunque la Resolución de
noviembre de 1958 había subrayado que aquella era solamente un elemento
demagógico del gobierno y que por nuestra parte se debía impulsar con vigor
todas las demandas del Partido y de las masas”.
2. Dimos una explicación insuficiente y tardía sobre lo que la política de
conciliación nacional significaba, sus limitaciones, su razón de ser. El
comportamiento del gobierno dio lugar a que con frecuencia y con bastante
facilidad se perdiera de vista, en qué condiciones históricas se planteaba esa
demanda. Una explicación completa y persistente hubiera permitido que el
Partido y los sectores populares ejercieran más presión sobre el gobierno, con
lo que se hubieran conseguido resultados positivos más importantes.
3. Explicamos con bastante retraso los cambios introducidos gradualmente en la
línea política del Partido, en consonancia con los cambios de la situación y de la
política del gobierno. Las declaraciones de la Comisión Política, en que tales
cambios se reflejaban, debieron haberse acompañado de una labor de
esclarecimiento por distintos medios”.
Ydígoras Fuentes, para consolidarse políticamente y ante el creciente repudio a su política antinacional y
antipopular, acudió al fraude en las elecciones del 6 de diciembre de 1959 para renovar el Congreso de la
República. En esas condiciones se inició en 1960 el despertar de la lucha de masas.
V. EL ASCENSO
REVOLUCIONARIO Y EL PARTIDO
(1960-1966)
EL III CONGRESO
Después de un agudo período de clandestinidad y persecución sistemática el Partido realizó el 20, 21 y 22 de
mayo de 1960 su III Congreso en condiciones de estricta clandestinidad.
“El III Congreso, dice el informe del CC al IV Congreso, hizo el análisis del período anterior, abordó los
principales problemas del momento y sentó las bases de la orientación futura del Partido: reflejó
correctamente el cuadro de la situación económica y política, y por primera vez, señaló la crisis de estructura
que atenazaba al país”. Esto tiene una “gran significación para la historia del movimiento revolucionario de
nuestro país y dotó al Partido y al pueblo de instrumentos básicos para continuar la lucha”.
El III Congreso señaló que la “estructura dependiente y semi-feudal de la economía guatemalteca ha hecho
crisis. Esta crisis de estructura constituye la base de las luchas políticas de nuestro país. La revolución de
Octubre estaba dirigida a resolver dicha crisis, pero el triunfo de la contrarrevolución cerró temporalmente
este proceso. En consecuencia, la revolución democrática-nacional sigue planteada como una necesidad
histórica” dado que la “contradicción principal de desarrollo de Guatemala es la contradicción entre las
nuevas fuerzas productivas que pugnan por abrirse paso y las viejas relaciones semifeudales de producción y
la dominación imperialista que le cierran el paso a aquellas”.
Partiendo de esa fundamentación, el III Congreso precisó que “el objetivo estratégico del Partido es la
realización de la revolución-democrático nacional y la formación de un gobierno revolucionario democrático
y patriótico en el que se encuentren representadas la clase obrera, los campesinos, la pequeña burguesía y la
burguesía nacional, o sea, las clases que representan las nuevas fuerzas productivas que pugnan por abrirse
paso en nuestro país”.
A fin de que dicho gobierno alcance el grado de consecuencia revolucionaria que es indispensable, es
“necesario que la clase obrera, a través de su Partido marxista-leninista, sea la fuerza dirigente de tal
gobierno”. La revolución democrático-nacional, es decir agraria y antiimperialista, es la primera fase de un
proceso único cuya segunda parte es la revolución socialista, pero la realización de la misma se garantiza
solamente con el papel hegemónico de la clase obrera.
El III Congreso indicó que el Partido “está en disposición de utilizar cualquier forma de lucha, en consonancia
con la situación concreta” y dado que las clases reaccionarias estaban orillando el pueblo hacia la violencia
dijo que sobre tales sectores “recae toda la responsabilidad de la violencia en los casos en que el pueblo se ve
obligado a hacer uso de ella para abrirle paso a la revolución” y por lo tanto el Partido “debe adoptar medidas
concretas para estar preparado, en lo fundamental, para tomar parte en la lucha, cualesquiera que sean las
formas que ésta adopte”.
En el informe del CC al IV Congreso se dice que las principales limitaciones y errores del III Congreso fueron
el “análisis poco profundo del papel de las clases sociales. Así, hizo un trasplante esquemático de la
formulación de los comunistas chinos sobre las cuatro clases, incluyendo a la burguesía nacional como una de
las fuerzas motrices de la revolución, a la que, sin situarla como clase dirigente y señalando sus limitaciones,
se le daban ciertas posibilidades revolucionarias. No ahondamos en nuestra experiencia y sobre la actitud de
la burguesía nacional durante y después de triunfo de la revolución cubana”.
“La mayor limitación del III Congreso está en la orientación estratégica trazada, que no recogió correctamente
las tendencias hacia la vía violenta que principiaban a aparecer y no pudo prever el desarrollo revolucionario
que nos abocaría a nuevas situaciones, no obstante, acordó la utilización de todas las formas de lucha. En
cuanto a la lucha de masas, las resoluciones del Congreso se principiaron a cumplir; se inició la elaboración
de los problemas de la violencia revolucionaria y se tomaron algunas medidas prácticas en estos aspectos,
pero hubo limitaciones evidentes. Aún así, el III Congreso jugó un papel decisivo, especialmente en lo que se
refiere a la reestructuración del Partido. El III Congreso se celebró cuando el PGT estaba reconstruido en lo
fundamental.”
LA LUCHA DE MASAS
1960 marcó un viraje en la situación política de Guatemala con el despertar de la lucha de masas, cuyas
principales acciones correspondieron a las huelgas de los empleados del Instituto Guatemalteco de Seguridad
Social, de los maestros de educación primaria y secundaria; la de los estudiantes de segunda enseñanza; la
lucha contra los impuestos y otras. En tales luchas se denunció la persecución política, la corrupción
administrativa y se manifestó simpatía y solidaridad a la revolución cubana.
El auge de la lucha de masas se dio con las características generales siguientes, según precisa el informe al IV
congreso.
1. Las acciones reivindicativas, incluso la de sectores particulares por demandas
económicas y sociales, adquirían carácter político planteando la necesidad del
cambio del gobierno reaccionario por un régimen democrático y
revolucionario.
2. Tales acciones se transformaban en un movimiento general de numerosos
sectores de la población, con la participación activa de sus capas más
radicalizadas y la simpatía y el apoyo de las mayorías populares.
3. Ante la violencia desatada por el gobierno, con el propósito de detener la lucha,
caracterizadas por los choques callejeros, a veces espontáneos, con poca
preparación militar y sin una dirección única.
En ese contexto fue un hecho significativo la frustrada intentona de un grupo de jóvenes revolucionarios,
entre ellos algunos comunistas, de tomar la base militar de Cobán (Alta Verapaz) el 16 de julio de 1960 y que
encabezaron el licenciado Alejandro Silva Falla, asesinado por la reacción en febrero de 1968 y el teniente
Guillermo Lavagnino.
EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 13 DE
NOVIEMBRE
“El descontento y la oposición al gobierno de Ydígoras Fuentes llegaron al mismo ejercito donde “un grupo
de jefes y oficiales organizó la llamada “compañía de Jesús” con el propósito de derrocar a Ydígoras, sin
ninguna orientación revolucionaria. Los elementos honestos del movimiento apenas pretendían acabar con la
corrupción administrativa, el desprestigio del gobierno y dar algunas libertades democráticas. La mayoría
participaron motivados por ambiciones personales de llegar al poder”.
En las primeras horas del 13 de noviembre de 1960 se efectuó el levantamiento militar en el Cuartel General,
en la capital, y después los alzados tomaron la Base de Zacapa. Por una serie de fallas militares, entre ellas la
traición de elementos comprometidos, la sublevación fue derrotada en dos días, durante los cuales los rebeldes
se negaron a entregar armas al pueblo.
Después, una parte de los militares alzados pactó con el gobierno, otros salieron al exilio y los más
consecuentes, como Alejandro de León, Marco Antonio Yon Sosa, Luis Augusto Turcios Lima, Luis Trejo
Esquivel, Vicente Loarca, retornaron al país con el propósito de organizar otro complot para lo cual entraron
en contacto con los diversos partidos políticos de oposición, especialmente con los de derecha y después, en la
medida que no lograban apoyo, hicieron relación con los partidos reformistas y, finalmente, con el PGT.
El PGT les brindó importante solidaridad y ayuda material e inició un trabajo político con tales elementos que
encontró escollos en la “deformación anticomunista, los recelos y aprehensiones en contra del Partido”.
Vinculados a la lucha contra el gobierno fueron obteniendo una relación directa con los problemas del pueblo,
su trato con las fuerzas de la izquierda revolucionaria, especialmente el Partido, y experiencias internacionales
fueron radicalizando el pensamiento del núcleo principal y modificando sus concepciones de lucha. En esas
condiciones, aportaron de inmediato al proceso revolucionario, que se encaminaba por la lucha armada, un
valioso equipo de militares que, aunque sin mayor formación política entregaban sus conocimientos
profesionales y su firme decisión de combatir, y así se agruparon en el Movimiento Revolucionario 13 de
noviembre.
Durante esa época el Comité Central del Partido, en plenos ampliados, por encargo del III Congreso,
desarrolló el problema de la vía de la revolución, discusión que culminó en mayo de 1961 con la aprobación
de la resolución “Táctica General, desarrollo y formas de lucha de la revolución guatemalteca”, que señaló
por primera vez la vía violenta del proceso revolucionario del país y acordó una serie de recomendaciones al
respecto, cuya justicia pusieron de manifiesto los acontecimientos posteriores.
JORNADAS PRE-INSURRECIONALES DE MARZO Y
ABRIL DE 1962
Los movimientos de masas que se desarrollaron y las acciones violentas que aparecieron en ellos, culminaron
en las históricas jornadas de marzo y abril de 1962, creando una situación pre-insurreccional que marcó un
desarrollo en el movimiento revolucionario y señaló el camino violento de la revolución.
El informe al IV Congreso dice al respecto que “En la rebelión popular de marzo y abril de 1962, que
principió con los planteamientos estudiantiles y la protesta contra el fraude electoral, se llegó a pedir, con el
respaldo de la mayoría de los sectores del país, la renuncia de Ydígoras Fuentes de la Presidencia y se hizo
tambalear al gobierno. En esa situación, como señala el “Balance de las luchas de marzo y la táctica del
partido” (abril de 1962), hecho por la Comisión Política del Comité Central, ni las fuerzas revolucionarias
tuvieron fuerza suficiente para derrocar al ydigorismo ni el gobierno tuvo la capacidad para aplastar al
movimiento revolucionario. Las condiciones objetivas maduraban, pero las condiciones subjetivas marchaban
con retraso”.
“El gobierno pudo maniobrar las clases dominantes, viendo en peligro su dominio económico y político,
utilizaron al ejército que dio el primer paso hacia un control más directo del poder mediante la formación de
un gabinete militar que dejó a Ydígoras Fuentes dirigiendo el aparato administrativo del Estado, mientras el
ejército tomó de hecho las palancas decisivas del poder”.
Allí cayeron heroicamente los comunistas Octavio Reyes Ortiz miembro del Comité Central, Mauro de León,
Francisco Barrios de León, Brasil Hernández, Marcial Asturias, Amado Izquierdo, Alfonso Jocol, Roberto
Cáceres; los jóvenes comunistas Guerrilleros Grajeda Zetina, Rodolfo Heller Playa y Carlos Toledo y los
miembros del PUR: Moisés Quilo y Jaime Facundo Reyes.
El Partido combatió a todas las candidaturas y fuerzas reaccionarias y señaló los peligros y las raíces
anticomunistas y proimperialistas de Arévalo y al mismo tiempo denunció públicamente la inminencia del
golpe militar en declaración de la Comisión Política del Comité Central del 4 de febrero de 1965 y propuso a
los partidos arevalistas Revolucionario Ortodoxo, Nacional Revolucionario, de Unidad Revolucionaria, a la
Unión Revolucionaria Democrática y a otras organizaciones, la concertación de una política común para
hacerle frente al golpe militar. Tales proposiciones no encontraron la debida respuesta, ya que la mayoría de
tales partidos llegaron a considerar que el ejército sería supuestamente garante de las instituciones
democráticas y respetaría el desarrollo del proceso electoral.
“El golpe de marzo, dice la resolución del Comité Central del PGT del 20 de diciembre de 1963, no tuvo la
forma de las asonadas militares tradicionales; no fue solamente el golpe de una camarilla, sino la utilización
del ejército, como tal, como brazo armado de la reacción e institución representativa por excelencia del
Estado reaccionario, al que se encargó la función de gobernar en tanto se buscaba la solución que no habían
encontrado las clases reaccionarias y que hasta el momento, no hallan aún. La implantación de la dictadura
militar fue la salida que dichas clases encontraron para impedir que el proceso político de nuestro país fuera
más allá y para prevenir un cambio revolucionario como el país necesita”.
El golpe militar del coronel Enrique Peralta Azurdia contó inicialmente con la simpatía y el respaldo de todas
las fuerzas contrarrevolucionarias y de la mayoría de los candidatos a la Presidencia. Se derogó la
Constitución de la República y se convocó a una constituyente para elaborar una nueva carta magna a la
medida de los intereses de la oligarquía y el imperialismo yanqui.
“En definitiva las fuentes de la violencia son LA INJUSTICIA SOCIAL, LA CONCULCACION BRUTAL
DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES DEL PUEBLO, EL SOMETIMIENTO Y LA ENTREGA DE LA
SOBERANIA NACIONAL”
La expresión de la voluntad popular fue burlada en diciembre de 1959 mediante el fraude electoral; la lucha
de masas por sus intereses políticos fue violentamente reprimida; la decisión del pueblo por un cambio de
gobierno fue brutalmente aplastada en marzo y abril de 1962, cayendo asesinados decenas de ciudadanos;
ante el temor de ser desplazados por partidos tímidamente reformistas en las elecciones las clases dominantes
respondieron con el golpe militar de marzo de 1965; ilegalizaron a los partidos democráticos burgueses;
persiguieron a las organizaciones sindicales, campesinas y estudiantiles; establecieron el estado de sitio
permanente; anularon el ejercicio de los derechos democráticos.
En esas condiciones la constitución de las Fuerzas Armadas Rebeldes, por el Movimiento Revolucionario 15
de Noviembre, el Movimiento 12 de abril y el Partido Guatemalteco del Trabajo, es decir que obreros,
campesinos, estudiantes y militares democráticos que se proponían establecer un gobierno democrático,
patriótico y revolucionario y responder a la violencia reaccionaria (que cerraba el paso a los intentos pacíficos
por impulsar el proceso democrático), con la violencia revolucionaria era el único camino del pueblo
guatemalteco.
En junio de 1963 Marco Antonio Yon Sosa, que había sido nombrado Comandante en Jefe de las FAR, se
internó con un destacamento integrado por miembros del 13 de Noviembre y campesinos comunistas en las
montañas de Izabal y adoptaron el nombre de “Alejandro de León”, en homenaje a un oficial del Movimiento
Revolucionario 13 de Noviembre asesinado por la policía política ydigorista en agosto de 1961. En octubre de
ese mismo año, el Comandante Luis Augusto Turcios Lima, encabezando a un grupo formado principalmente
por jóvenes comunistas, se internó en la Sierra de las Minas y terminó por ubicarse en la parte de la misma
correspondiente al departamento de Zacapa y adoptaron el nombre de “Frente Guerrillero Edgar Ibarra”, en
homenaje a un joven estudiante comunista caído e, las primeras escaramuzas dirigidas por Yon Sosa. Se
iniciaron así las actividades guerrilleras en Zacapa e Izabal, actividades que en 1964 fueron adquiriendo
mayor importancia al efectuarse propaganda armada, ajusticiamiento de esbirros y comisionados militares y
choques con el ejército. Comenzaron a realizarse también acciones de sabotaje en la capital, las cuales,
sumadas a la simpatía general con la que el pueblo veía la lucha armada como expresión de repudio a la
dictadura militar, elevaron el entusiasmo y la iniciativa que radicalizaron la actitud política de las
organizaciones revolucionarias.
EL PAPEL PROVOCADOR Y DIVISIONISTA DEL
TROTSKISMO
Tal situación fue aprovechada por un reducido grupo do trotskistas, agentes de la Agencia Central de
Inteligencia, como el guatemalteco Francisco Amado Granadas, el mexicano Felipe Galván, que, bajo la
dirección de una de las secciones de la IV Internacional que preside Jaime Posadas, se infiltraron en el
Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre aprovechando la escasa formación política de sus principales
integrantes y dirigentes. En julio de 1964 apareció el periódico “Revolución Socialista” como vocero del
MR13; hizo pública la vinculación de tal movimiento con el trotskismo, meses después de haber sido
descubierto por el Partido. Por sus relaciones estrechas con el Frente Guerrillero Edgar Guerra (FGEl), el
MR13 confió firmemente en que tal destacamento se sumaría a ellos. Y aunque Turcios vaciló al principio y
llegó a firmar la Declaración de la Sierra de las Minas en enero de 1965, la posición del destacamento en su
conjunto impidió en definitiva que la GEI cayera bajo el control del trotskismo.
En el informe al IV Congreso se dice que el “Trotskismo como instrumento del imperialismo norteamericano
se trazó como objetivo estratégico la liquidación del movimiento armado en Guatemala para interrumpir el
proceso revolucionario, destruyendo a la vez, a su expresión más firme y consecuente: El PGT. Para ello se
propuso, entre otras cosas:
“Los trotskistas mexicanos y el guatemalteco Francisco Amado fueron expulsados en agosto de 1966
públicamente del MR13 entre otras cuestiones derivadas de las contradicciones internas, por el robo de
fondos. Los hechos y los resultados no dejan dudas sobre el papel aventurero, provocador y divisionista del
trotskismo como agente del imperialismo norteamericano”.
“Después del golpe militar de marzo de 1963 se dieron condiciones para una nueva aproximación de las
fuerzas democráticas y revolucionarias y se creó, con la participación de la izquierda revolucionaria, el Frente
Unido de la Resistencia (FUR)”.
“El FUR expresó la oposición democrática y popular contra la dictadura. Pero las diversas concepciones,
intereses políticos y la táctica a seguir, en medio de la agudización de la lucha, sumada a una actitud sectaria
de un sector de las Fuerzas Armadas Rebeldes, donde se manifestaba ya la tendencia izquierdizante y estrecha
en las relaciones con otras fuerzas, hizo que el FUR se convirtiera en un comité inoperante hasta su extinción.
Los esfuerzos del Partido para evitarlo no surtieron efecto. De esta manera la misma izquierda en armas
contribuyó a su propio aislamiento que, en el periodo de ascenso, no se hizo notorio por la activa simpatía
popular, pero que a la hora de los reveses fue evidente” “(Informe al IV Congreso)”.
Las FAR resurgieron “como una organización político-militar, con una dirección marxista-leninista, pero
amplia en su base, con el objetivo de incorporar a las masas populares a la lucha armada”.
“La radicalización de la lucha, le competencia de hecho con el trotskismo y la actitud izquierdizante de las
nuevas fuerzas que se sumaron al combate fueron factores influyentes en el hecho de que los documentos
fundamentales de las FAR y su actitud se caracterizaron por su posición sectaria y militarista. El Partido no
supo contrarrestar con firmeza esa posición incorrecta”.
“La dictadura fue perdiendo base social en medio de una amplia oposición que abarcó desde la izquierda
revolucionaria hasta la ultraderecha. Tal situación pero fundamentalmente el ascenso de la lucha armada, y
especialmente del movimiento guerrillero, principió a preocupar seriamente al imperialismo yanqui que
comenzó a reforzar su asesoría al ejercito gubernamental y a impulsar una participación más directa de sus
elementos en la lucha contra las fuerzas revolucionarias en armas.”
“Las Fuerzas Armadas Rebeldes realizaron durante ese período (1965-1966) importantes acciones armadas en
diversas regiones del país como lo fueron el ajusticiamiento de conocidos esbirros militares, policías,
comisionados militares, civiles; sabotaje económico dirigido contra empresas norteamericanas, estatales y
propiedades de los elementos más recalcitrantes de la oligarquía; hostigamiento a cuarteles menores de
policía; emboscadas a unidades del ejército, Sunzapote la más importante; toma de algunas poblaciones en el
nor-oriente durante varias horas; propaganda armada en numerosas aldeas en las zonas guerrilleras;
recuperación de dinero destinado al financiamiento del movimiento revolucionario mediante secuestros a
connotados representantes de las clases dominantes, golpes de mano contra empresas norteamericanas o
privadas, contra propiedades de elementos reaccionarios y secuestro de altos funcionarios de la dictadura:
Romeo A. de León, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Héctor Hernández de la Riva, vicepresidente
del Congreso de la República y Baltasar Morales de la Cruz, Secretario de Información de la Presidencia, con
el propósito de desenmascarar al régimen de Peralta Azurdia como responsable del asesinato de los
revolucionarios desaparecidos en marzo de 1966.”
“Por su parte el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, que mediante algunas acciones armadas exitosas había
acrecentado su prestigio, pudo burlar dos ofensivas lanzadas por el ejército y logró mantener sus vínculos en
una apreciable cantidad de poblados del nor-oriente del país. El Frente se extendió en su región y otros
regionales se desarrollaron. Se registró un ascenso revolucionario, aunque, como se evidenció posteriormente,
fue un auge sin una perspectiva clara y sin una base sólida que dificultó su consolidación y no sentó las
condiciones suficientes para resistir la furiosa y criminal embestida del enemigo a la altura de 1967”.
“Ya no se trataba únicamente de hacer frente al trotskismo que en ese momento, en lo fundamental estaba
derrotado, sino a diversas corrientes e influencias ajenas al marxismo-leninismo, a los peligros del
izquierdismo militarista y al conservadurismo apegado a formas esquemáticas tradicionales. Se planteó
entonces la lucha ideológica en la dirección del movimiento revolucionario armado”.
“Las limitaciones y debilidades, del Partido y particularmente de su Comité Central fueron un factor negativo
en todo este proceso”. Veamos algunas de estas: nos abocamos a la lucha armada sin una concepción definida
de la misma. La dirección del Partido descuidó su formación militar. Los métodos de trabajo eran
burocráticos y poco operativos para las nuevas condiciones, y la adaptación a las formas de organización y de
lucha armada fue lenta, a la par que existió vacilación y falta de audacia en la solución de algunos problemas
del movimiento revolucionario”.
“Los grupos fraccionalistas presentaron algunas opiniones sobre el proceso revolucionario en el documento
del Frente Guerrillero Edgar Ibarra en octubre de 1964 y en el material elaborado desde La Habana a
principios de 1967 y aparecido en Guatemala en abril de ese año. Tales exposiciones se basaron en el
trasplante, mecánico de la experiencia revolucionaria de la isla antillana, en la que destacan las tesis del foco
matriz del movimiento guerrillero; la subordinación de lo político a lo militar; la desestimación total de la
lucha de masas y por lo tanto de todas las fuerzas que no están con las armas en la mano; la acción constante;
el desprecio por la organización; la liquidación del Partido existente ya que el verdadero Partido surgiría
después como consecuencia del triunfo y sobre la base de las guerrillas; la supervaloración del papel del
grupo, de dirigentes y la escasa atención a la vital necesidad de la incorporación de las masas a la guerra, etc.
etc.”
“Los compañeros del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, muchos de ellos salidos de las filas de la Juventud y
contando ya con una concepción unilateral de la lucha armada y una posición antipartido, trabajaron por ganar
a la dirección y a los cuadros de la JPT a sus posiciones. Esta labor se facilitó por el grave error del Partido de
haber descuidado el trabajo con su propia juventud la que había venido jugando un papel, importante junto al
Partido en la clandestinidad y al iniciarse la lucha violenta.”
“La Conferencia Nacional se realizó en un momento de ascenso revolucionario frente a la dictadura militar,
pero el Partido se encontraba envuelto en contradicciones internas y en medio de una crisis de dirección. La
unidad del Partido estaba minada y su prestigio deteriorado, no tanto por sus fallas superables y en parte
superadas, sino por la insidiosa y constante campaña de los izquierdizantes en contra suya. La necesidad de
salvar al Partido y su unidad, en medio de la agudización de la guerra revolucionaria y la reorientación de la
lucha interna dentro de los canales organizativos propios, sentando bases sólidas para la unidad, fueron las
causas que motivaron la conferencia. La principal contradicción interna que había que resolver era la
contradicción entre el Partido de un lado y el Frente Guerrillero Edgar Ibarra y la dirección de la Juventud
Patriótica del Trabajo del otro. El objetivo concreto, en ese momento, era la elección de una dirección más
acorde con las necesidades de la lucha armada que evitara la división del Partido y de las Fuerzas Armadas
Rebeldes.”
LA TENDENCIA CONSERVADORA
“El informe y la resolución de la Conferencia Nacional de febrero de 1966 señalaron las consecuencias de las
disposiciones extremas, igualmente negativas: la tendencia izquierdizante representada por compañeros de la
Guerrilla Edgar Ibarra y de la Juventud y la tendencia conservadora representada por algunos compañeros del
Partido.”
“La discusión amplia y libre de los problemas de la unidad tuvo, en medio de los riesgos, el mérito de sacudir
al Partido y a las filas revolucionarias, aumentando el estudio y el conocimiento más detenido de los
problemas de la revolución. Fue en gran medida reflejo del desarrollo revolucionario y de la convulsa
situación que vivimos. Nuevos problemas, nuevas fuerzas y nuevos métodos exigían un enfoque vivo y una
profundización del análisis marxista-leninista ajeno a todo dogmatismo.”
“Las posiciones conservadoras y tradicionalistas se formaron principalmente en el período que siguió a los
peores años de la represión contrarrevolucionaria, a partir de 1954, cuando, venciendo grandes obstáculos y
con lentitud, volvía a recuperarse el movimiento democrático y revolucionario y se reorganizaba el Partido en
medio de una rigurosa clandestinidad y con débiles y muy indirectos vínculos con las masas.”
“Tal tendencia también expresaba cierto reformismo que acusaba una posición de oportunismo de derecha
manifestándose en la lucha política en la sobreestimación del “juego político”, las alianzas y tácticas
electorales y en cierto economismo y unilateralidad en la utilización de formas legales para el trabajo de
masas.”
“Las posiciones conservadoras estaban diluidas en general en el Partido, en sus cuadros y dirigentes e influían
mucho en su Comité Central; sobre todo, antes de 1965, dificultaban precisar y decidir correctamente la línea
del Partido estorbaban su labor práctica con los métodos artesanales, burocráticos y rutinarios.”
“Tal tendencia conservadora, aunque superada en lo ideológico, persistió como ideas y actitudes
incongruentes con la línea del Partido, entorpeciendo su aplicación, pero no llegó a cobrar forma fraccional y
acató las normas del centralismo democrático”.
“Esta tendencia tiene su raíz de clase en la pequeña burguesía y, particularmente, en los artesanos, empleados,
intelectuales, capas medias de condición económica más estable e inclusive en la capa relativamente
acomodada de la clase obrera”.
LA TENDENCIA IZQUIERDlZANTE
“Las posiciones izquierdizantes surgieron después del auge de las luchas de 1962, influyendo en su
nacimiento las jornadas de marzo y abril, la frustración de las ilusiones insurreccionalistas; de una manera
más concreta la labor del trotskismo y fueron estimuladas por las divergencias del movimiento comunista
internacional”.
“Las tendencias izquierdizantes que se desarrollaron dentro y fuera del Partido, particularmente en los
jóvenes, tenían como atracción el triunfo de la revolución cubana. Reaccionan contra el conservadurismo con
gran subjetivismo y voluntarismo, ignoran las tradiciones de lucha del Partido y se despreocupan de la
elaboración teórica del marxismo y de la aplicación del mismo a las realidades de la época y del país,
substituyéndolas por apreciaciones subjetivas”.
“Las posiciones izquierdizantes se presentan como un revolucionarismo pequeño-burgués que se orienta por
darle de una vez carácter socialista a la revolución; desconocen la realidad económica y social de Guatemala;
no hacen distinción entre las distintas capas de la burguesía; subestiman la correlación de fuerzas, el trabajo
de masas y tienden a no reconocer la necesidad de etapas en el avance del movimiento revolucionario; no le
dan importancia a la organización, al esfuerzo de construir una organización clandestina; se orientan más a la
agitación; en general a descansar en grupos de colaboradores en lo práctico y descuidan el trabajo ideológico
y político”.
“Se caracteriza por su concepción militarista de la lucha, de la organización y de los métodos; sustituyen el
burocratismo por la precipitación y la falta de planificación; convierten en administrativas las cuestiones
orgánicas y hacen prevalecer el aparato sobre la organización o substituyéndola”.
“Destaca el culto al individuo, al jefe; el sectarismo de grupo; el núcleo y, como consecuencia, el monopolio
de la guerrilla para éste o sea “el foco” y la idealización con respecto al campesinado”.
“El izquierdismo es la expresión del sector radicalizado de la pequeña burguesía empobrecida: la juventud,
los estudiantes, los intelectuales sin posibilidades en la crisis crónica de la economía guatemalteca; es una
capa que toma más fácilmente conciencia aunque no más sólida conciencia de la necesidad de luchar contra el
imperialismo y a la vez explora la desesperación del campesino pobre: sin tierra, sin salario, sin derechos y
también de algunas capas medias urbanas que sufren el desempleo y la inseguridad”.
“Tal tendencia izquierdizante realizó por primera vez en nuestro Partido el trabajo fraccional impulsado en el
seno del Frente Guerrillero Edgar Ibarra y en la dirección de la Juventud Patriótica del Trabajo”.
“El triunfo de cualquiera de estas tendencias hubiera conducido a la disolución del Partido; al abandono de las
posiciones básicas del marxismo-leninismo; a relegar el papel de la clase obrera en la revolución. El
izquierdismo, como más tarde se hizo evidente, conducía a la liquidación del Partido por el camino de diluirse
en las FAR y del aventurerismo. El conservadurismo fue señalado justamente como el peligro principal
debido a sus fuertes raíces en la organización y en la actitud mental de muchos miembros del Partido; impedía
la renovación del PGT y tendía a marginarlo de los principales combates revolucionarios y lo apartaba de
hecho de los problemas fundamentales del pueblo y de la revolución. El conservadurismo nos hubiera
reducido de hecho a una secta de marxistas diletantes al margen del cauce revolucionario y este era otro
camino para liquidar al Partido. Correctamente la Conferencia Nacional señaló que “para el futuro las
actitudes, posiciones y concepciones izquierdizantes constituirían el mayor peligro para el movimiento
revolucionario y para el Partido”. (Resolución de la Conferencia Nacional del PGT, febrero de 1966).
BALANCE DE LA CONFERENCIA
“La Conferencia Nacional condenó los brotes fraccionalistas, pero en aras de la unidad, no lo hizo con
suficiente vigor y por sus propias limitaciones no pudo acordar las medidas necesarias para cerrarle el paso a
la labor fraccional”.
“La Conferencia Nacional tenía un objetivo dentro de complejas condiciones. El Comité Central; con una
política flexible, defendió la unidad no sólo por principios, sino por razones políticas y prácticas derivadas de
la lucha en ese momento y de la situación del Partido. La dirección no se hizo la ilusión sobre que la unidad
sería eterna, aunque tenía confianza en darle una base más sólida y duradera. Si en aquel momento se produce
la división, no sólo hubiera incidido negativamente en el ascenso revolucionario, sino el Partido hubiera sido
seriamente afectado en su estructura y en sus vínculos con las masas y le hubiera costado mucho trabajo
rehacerse”.
“El hecho de la división en sí es el mismo e igualmente sirve al enemigo, pero los resultados y las
consecuencias políticas en dos situaciones históricas son completamente diferentes”.
“La precaria unidad lograda en la Conferencia Nacional fue útil en ese momento para llevar adelante el
ascenso revolucionario y evitar un rompimiento en condiciones más perjudiciales para el Partido y para el
pueblo”.
“El Partido, como cuestión de principio, buscó la unidad luchando contra las posiciones incorrectas, lo cual
requería elaborar más profundamente su línea política, elevar su combatividad en la lucha y para eso era
preciso recoger lo positivo que cada tendencia aportaba. La tendencia conservadora se escudó en la
independencia del Partido y defendió el papel de la clase obrera con sectarismo y sin perspectiva. La
tendencia izquierdizante pretendió avanzar en la vía armada y en la renovación de la actividad revolucionaria,
aunque sin concepción ni métodos correctos. El propósito de la dirección fue crear un nuevo Comité Central
que combinara la experiencia política de probados dirigentes con el impulso y el espíritu de cambio y avance
de las generaciones jóvenes comunistas”.
“La Conferencia Nacional, juzgada en su conjunto tiene aspectos negativos y positivos. Fue positiva en
cuanto, aunque con una precaria unidad, permitió impulsar el proceso revolucionario durante un período;
evidenció los peligros de las tendencias conservadoras e izquierdizantes; puso en guardia al Partido contra
ambas; le dio cierto tiempo a fin de prepararse para la división de las FAR y superar la crisis interna que
pudiera provocar la labor fraccional y liquidadora del grupo más radical de los izquierdizantes. Fue negativa
dado que, en aras de la unidad, se llevó al Comité Central, al lado de probados dirigentes y jóvenes
revolucionarios honestos, a elementos que desde el exterior y en el interior del país y desde sus órganos
nacionales dirigieron la labor fraccional y liquidadora del Partido, aprovechándose de la situación que les
brindaban los cargos dirigentes; la existencia en la práctica de dos centros de dirección del movimiento
revolucionario y a que su actividad fuera factor influyente para que se cometieran errores de izquierda.”
“Las condiciones políticas nacionales e internacionales, el origen de clase de las tendencias, las debilidades
del Partido y de sus principales dirigentes, condicionadas por la propia debilidad del proletariado
guatemalteco y de la composición social de nuestra organización, no permitieron que los dirigentes y cuadros
con espíritu de partido realizaran una labor política firme, flexible y audaz, capaz de aislar a los oportunistas
de izquierda, ganar a los elementos con actitudes izquierdizantes hacia las posiciones partidarias y reencausar
a las Fuerzas Armadas Rebeldes en su conjunto por el camino correcto evitando el rompimiento de las
mismas”.
Dada la división de la derecha en el poder y la de la oposición en dos candidaturas, Julio César Méndez
Montenegro, apoyado por el Partido Revolucionario, que “surgió como una fuerza política intermedia entre la
contrarrevolución encabezada por la dictadura y las fuerzas revolucionarias en armas, logró capitalizar el
descontento, la confusión y la ilusión de las masas y obtuvo el triunfo electoral que significó la Presidencia
para Méndez Montenegro. Y como toda fuerza intermedia que llega al poder, el PR y su candidato se
convirtieron rápidamente en una fuerza contrarrevolucionaria”, indica el informe al IV Congreso.
Partiendo de estas consideraciones y como una forma de confundir a las masas y salirle al paso a la lucha
armada, la embajada de Estados Unidos presionó al ejército y a la oligarquía para que se le entregara la
Presidencia a Julio César Méndez Montenegro, mediante el pacto anticomunista que dejaba las palancas
decisivas del poder en manos del ejército como instrumento de las clases dominantes. El Partido y las FAR,
en diversas declaraciones, denunciaron públicamente tal componenda y llamaron a las masas a exigir a
Méndez Montenegro el rechazo de tal pacto”.
“A través de esta maniobra el imperialismo logró instalar otra dictadura sumándole nuevas fuerzas políticas y
sociales, dándole etiqueta constitucional y democrática y neutralizando los golpes de la derecha”.
Tal como lo precisó la resolución del pleno del Comité Central del 10 de junio de 1966, “Impulsar la lucha
revolucionaria”, desde “el punto de vista de clase, las fuerzas que han estado en el poder desde 1954 son la
oligarquía burguesa terrateniente, particularmente, la burguesía proimperialista, pero ahora se promueven
otras fuerzas, que son un sector de la burguesía que podemos llamar burguesía conciliadora (porque no es la
alta burguesía directamente asociada al imperialismo, pero tampoco tiene intereses definidamente nacionales
y contrapuestos a los del imperialismo) y la capa mayoritaria de la burguesía nacional que, a pesar de sus
contradicciones importantes con el imperialismo, tiende cada vez más a plegarse a éste por temor a la
revolución”. Es decir, el imperialismo como enemigo principal, estaba representado y prevalecía en el
gobierno del PR. “El nuevo gobierno, indicaba la citada resolución, será una nueva forma a la que recurren los
imperialistas; un gobierno que utilizará dos armas distintas: la violencia y la represión, por un lado, y la
demagogia y las reformas mínimas por otro”.
LA SUSPENSION DE HOSTILIDADES
Pero las masas no vieron desde el principio la situación así dado que el nuevo gobierno había triunfado desde
la oposición levantando demagógicamente la bandera de la Revolución de Octubre y contaba inicialmente con
cierta simpatía popular y la ilusión por un cambio, y que mediante la maniobra imperialista, secundada por la
oligarquía, sumaba nuevas fuerzas políticas y sociales.
“La izquierda revolucionaria en armas, indica el informe al IV Congreso, se encontraba ahora aislada
políticamente por las razones objetivas expuestas, por su actividad sectaria y erróneas acciones en el terreno
militar. Sólo más tarde el gobierno se desenmascaró y apareció ante el pueblo como una dictadura militar
constitucional”.
“Las FAR se habían convertido en una organización con gran prestigio, pero le faltaba consolidarse política y
organizativamente. La influencia política alcanzada no correspondía a su grado de desarrollo. Fue en estas
condiciones y con el propósito de consolidarse organizativamente que el Centro de Dirección Revolucionaria
de las FAR acordó el 9 de septiembre de 1966, la suspensión temporal de las acciones militares, exceptuando
los ajusticiamientos de reconocidos esbirros y responsables de crímenes contra el pueblo. En este acuerdo
unánime jugo un papel decisivo el Comandante Turcios, quien hizo la proposición concreta y elaboró un
comunicado para las organizaciones de las FAR, donde se fundamentó dicha decisión”.
“Previamente el Pleno del Comité Central del 10 de junio de 1966 y posteriores reuniones de la dirección del
Partido y las FAR habían aprobado planes concretos de tareas organizativas, militares, educativas, políticas y
propagandísticas de realización inmediata a fin de estar preparados para la ofensiva que se preveía sería
lanzada en cualquier momento.” En la resolución de junio del CC se concretaba: “Impulsar las tareas de
guerra, especialmente en lo que se refiere a la consolidación de la organización clandestina, la capacitación y
entrenamiento político y militar, las zonas guerrilleras en preparación, el autoabastecimiento, y desarollar las
acciones de propaganda armada y actividades de propaganda con protección amada debidamente
planificadas”.
Se inició la operación de “pacificación” del país que comenzó por transformar al ejército mediante la
actividad señalada en unas fuerzas armadas esencialmente antiguerrilleras y los cuerpos represivos adoptaron
métodos para un mejor control de la población. El objetivo era claro: mediante la ofensiva militar y terrorista
destruir al movimiento revolucionario armado, neutralizar a las fuerzas democráticas y sembrar el temor entre
la población para restarle apoyo a los sectores revolucionarios.
El Frente Guerrillero Edgar Ibarra había logrado evadir dos intentos de cerco del ejército apoyándose en la
organización de la población y, aplicando una táctica correcta evitando los golpes del enemigo. La tercera
ofensiva contra el Frente se preparó a principios de 1966; se empezó a llevar a cabo desde el ángulo político
en julio del mismo año; entró en su fase operativa en septiembre y continuó durante los primeros ocho meses
de 1967. Esta nueva ofensiva combinó medidas políticas y militares y aprovechó la nueva situación creada
con la instalación de un gobierno constitucional, que contaba con cierto apoyo popular.
El Comandante Luis Augusto Turcios Lima, que ingresó al Partido el 10 de junio de 1966, murió en un
accidente automovilístico en la ciudad de Guatemala el 2 de octubre de 1966. Días antes se había iniciado el
cerco contra el Frente Guerrillero Edgar Ibarra.
El ejército se propuso el control de la población, la destrucción de las guerrillas y la liquidación física de los
integrantes de las organizaciones de las FAR en la región nor-oriental. Y al mismo tiempo se lanzó una
ofensiva terrorista en las regiones del país donde las fuerzas revolucionarias tenían mayor influencia.
Aunque se aprobaron planes para hacerle frente a la ofensiva enemiga bajo la orientación de “concentrarnos,
prepararnos creciendo y ampliarnos”, se hicieron esfuerzos para crear condiciones para la formación de más
unidades, se realizaron entrenamientos de nuevos combatientes y de exploración de otras regiones, se
cometieron errores como señala el informe al IV Congreso:
“Tales aspectos son parte del error fundamental: la falsa apreciación de la etapa en que se encontraba el FGEI,
de los objetivos que debía realizar y de las tareas que era necesario realizar.
Utilizando esos medios y sus recursos y aprovechando los errores cometidos y “la táctica incorrecta aplicada
por el FGEI, el ejército logró sorprender e interceptar a varias unidades guerrilleras y, como resultado,
aniquilar unas y dispersar a otras. Y, completando su ofensiva, las bandas terroristas aniquilaron a los
integrantes de gran parte de los diversos comités clandestinos en las aldeas. La muerte del capitán Rolando
Herrera en octubre de 1966 inició el ciclo de la ofensiva contra el FGEI que concluyó el 19 de marzo de 1967
con la captura y fusilamiento del poeta Otto René Castillo, miembro del PGT, y la joven guerrillera comunista
Nora Paiz Cárcamo.”
Centenares de militantes, cuadros y dirigentes (19 miembros del Comité Central del PGT) han caído luchando
heroicamente, o asesinados después de salvaje s torturas y sus cuerpos lanzados al mar, a los cráteres de los
volcanes, a los ríos, a las carreteras o a las calles. Entre 1966 a 1968 la mayoría de los órganos intermedios
del Partido fueron afectados por el genocidio.
“La división fue el resultado de la lucha por la dirección del movimiento revolucionario, entre las corrientes
pequeño-burguesas, representadas por el Frente Guerrillero Edgar Ibarra y las posiciones marxistas
expresadas por el PGT. La base de la misma está en las diversas concepciones sobre el carácter de la
revolución, la estrategia y la táctica de la guerra revolucionaria del pueblo, el papel del Partido de la clase
obrera, las relaciones internacionales y los diversos métodos de trabajo y dirección.”
Los dirigentes del Frente Guerrillero Edgar Ibarra creyendo arrastrar a la mayoría de los dirigentes, cuadros y
militantes comunistas y revolucionarios, sobrevaloraron sus fuerzas y posibilidades y provocaron el
rompimiento públicamente en enero de 1968, y en febrero se unieron con el Movimiento Revolucionario 13
de Noviembre, aunque meses más tarde se separaron, pero se quedaron utilizando el nombre de Fuerzas
Armadas Rebeldes.
En esas condiciones el Comité Central del PGT acordó en enero de 1968 la separación de algunos de los
miembros del FGEI y la Juventud electos para ocupar cargos en el CC en la Conferencia Nacional de febrero
de 1966, y de los militantes que desde posiciones liquidacionistas se ponían al margen del Partido y su
disciplina, quedando excluidos de las filas partidarias. La mayoría de los dirigentes, cuadros y militantes del
Partido y de la Juventud e importantes cuadros, combatientes militantes de las FAR, aceptaron las decisiones
del Partido y se quedaron en sus filas o trabajando bajo su dirección.
“A pesar de la significación e importancia de la resolución de marzo de 1965, hay que señalar que es limitada
e incompleta, no profundiza en la realidad nacional, no precisa los rasgos particulares que de acuerdo con esta
situación caracterizan a nuestra lucha y en la práctica no se desarrollaron los aspectos concretos de esta línea,
ni se elaboraron en forma completa los problemas estratégicos y tácticos de la misma.”
Con las limitaciones señaladas, lo más negativo lo constituye el hecho de que no se hicieron serios esfuerzos
por aplicarla correctamente, por el contrario:
“En la aplicación de esta resolución se cayó en una seria desviación de izquierda y militarista, se descuidó el
trabajo político en general, la labor de frente único fue abandonada y no se dio la debida importancia al
trabajo de masas en el seno de las mayorías obreras y campesinas. Si bien es cierto que esa tarea era cada vez
más difícil por la persecución sistemática y después de la ola terrorista gubernamental, con una mejor
orientación política y organizativa y un trabajo más paciente y tenaz, se hubieran podido utilizar las mínimas
condiciones de lucha que se presentaron, combinando acertadamente las formas de lucha económica,
ideológica, política y militares y formas de organización clandestina y más limitadamente legales”.
“En el terreno militar, sin contar ciertas acciones correctas, se desenvolvió, impulsada por las tendencias
izquierdizantes y militaristas, una táctica equivocada, la cual se aplicó especialmente en el Frente Guerrillero
Edgar Ibarra, parte del Regional de Oriente y en el Regional del Norte, en contradicción con la línea de la
guerra del pueblo.”
“La tendencia izquierdizante dificultó impulsar las tareas armadas de acuerdo con las condiciones concretas
de cada región del país. Se subestimo la función de la resistencia y se pretendió instalar guerrillas,
precisamente sin la preparación política, ideológica y organizativa necesarias para el éxito de las mismas”.
“La táctica que aplico la guerrilla Edgar Ibarra, en cuyas decisiones militares el Partido nunca tuvo mayor
influencia, se basó fundamentalmente en la creación y desarrollo de un foco guerrillero matriz en la Sierra de
las Minas (Zacapa), hacia donde se concentraron casi unilateralmente los principales esfuerzos (aspecto este
en el que el Partido si tiene responsabilidad); el desenvolvimiento casi absoluto de los aspectos militares y la
pretensión de aspirar a quebrar el poder militar del enemigo para obtener el triunfo a un plazo relativamente
corto”.
“Esa táctica y los errores políticos, organizativos y de métodos cometidos por la Guerrilla Edgar Ibarra
facilitaron el éxito de la tercera ofensiva contrarrevolucionaria contra el Frente Guerrillero y condujeron a la
derrota temporal del movimiento guerrillero”.
Estas mismas tendencias izquierdizantes y militaristas, llevan después a la división del movimiento
revolucionario guatemalteco.
LOS ERRORES DE DERECHA EN EL TERRENO
MILITAR
Según el informe al IV Congreso los errores de derecha en las tareas militares fueron entre otros los
siguientes:
Se han señalado crítica y autocráticamente, principalmente errores y fallas del Partido con el fin de pe la
experiencia sirva para corregirlos en lo que a la actividad del PGT corresponde, pero también es necesario
dejar constancia de que tanto los éxitos y aciertos como las fallas y errores de todo tipo fueron comunes a
todo el movimiento revolucionario en el periodo y en los aspectos que se reseñan.
“Sin embargo de 1965 a 1967 se llevó a cabo un proceso de dilución del Partido en el seno de las FAR, por
las siguientes circunstancias:
“Pero la unidad por sí misma, sin una sólida base de principios, sin comunidad de intereses, voluntades y
confianza se convierte en una traba para el trabajo. Eso sucedió en el seno de la dirección nacional del Partido
de las FAR. Se llegó a una situación en la cual la unidad era completamente artificial y que, en lugar de
ayudar, frenaba. En esas condiciones, en determinado momento sobrevaloramos la unidad en detrimento de
importantes tareas para la consolidación del Partido y tratamos de forjar una unidad orgánica que no
correspondía a la realidad”.
“La sobreestimación de la capacidad militar de los dirigentes de la GEl y de otros compañeros que se habían
destacado en acciones armadas, ante la impreparación del Comité Central electo en 1960 fue uno de los
factores que contribuyeron a sobrevalorar la unidad”.
“Cuando la tendencia izquierdizante y divisionista actuó abiertamente y del ataque a las posiciones
conservadoras, pasó a luchar contra una parte de la dirección y después contra el Partido, acusándolo de
ineficaz e innecesario, precisando su orientación liquidacionista y por lo tanto se puso en peligro la propia
existencia del Partido ante la labor fraccional, entonces los miembros del Comité Central con formación
partidaria, adoptaron las medidas necesarias a fin de estar preparados para la división de las FAR, superar la
crisis interna y combatir los intentos de liquidación del Partido como tal”.
La fuente de tal error está en las debilidades ideológicas y políticas de algunos de los componentes del Comité
Central que le dificultan a éste una interpretación más correcta de la realidad guatemalteca a la luz del
marxismo-leninismo; en el conocimiento incompleto de esa realidad y en el subjetivismo que impregna las
diversas apreciaciones de los miembros de la dirección del Partido.
Fueron los sectores más conscientes y avanzados de las capas medias, de los campesinos pobres y medios y
de la clase obrera urbana y rural los que prestaron una colaboración activa y se incorporaron en diversa
medida al movimiento armado; pero el hecho fue que las principales batallas las dio sólo la vanguardia, la
cual, sin el respaldo efectivo del pueblo, se fue desgastando.
Las masas en su conjunto fueron, más que todo, espectadoras y no actoras del proceso revolucionario que se
aceleró por condiciones objetivas, pero no fue correspondido en su totalidad por las condiciones subjetivas:
masas, conciencia, organización y decisión de lucha. La guerra revolucionaria popular supone la
incorporación paulatina de las masas mediante un serio trabajo ideológico, político organizativo y militar.
Pero tal trabajo no se realizó con toda la profundidad necesaria y, por lo mismo, no se alcanzó el objetivo de
incorporar a las masas y en determinado momento, al producirse el descenso revolucionario, se fue
acentuando la separación entre la vanguardia y las masas.
En algunos períodos, como las jornadas de marzo y abril de 1962, y en fases del ascenso de la lucha armada
(1965-1966) existió una mayor vinculación entre la vanguardia y la masa, pero tales relaciones no se
desarrollaron ni consolidaron. La derrota temporal del movimiento armado y su actual estancamiento, entre
otras causas, obedece al hecho de que la vanguardia está desvinculada de la masa.
Una lección muy importante es que, si bien es cierto que necesitamos multiplicarnos, estar vinculados a las
masas y a las batallas revolucionarias, lo fundamental es mantener sólido, firme e imbatible al Partido, no con
un criterio estrecho y dogmático, sino con un alto espíritu combativo y creador, en medio de un intenso
trabajo revolucionario. En el curso de la guerra, como base esencial de la hegemonía y el papel dirigente del
Partido, debemos crear nuestra propia fuerza armada, integrada por camaradas de sólida formación marxista-
leninista, única garantía del papel dirigente del Partido en el trabajo de frente único y de su influencia en las
masas.
EL IV CONGRESO
Bajo severas condiciones de clandestinidad se celebró el IV Congreso del PGT, el 20, 21 y 22 de diciembre de
1969.
En su principal conclusión “El Camino de la Revolución Guatemalteca”, como se titula la resolución sobre la
orientación fundamental del IV Congreso, dice:
“Es evidente que, desde hace tiempo, la estructura económica-social de Guatemala está en crisis, que
constituye la base material de la revolución, se expresa en términos generales, en la contradicción abierta
entre las posibilidades para impulsar el desarrollo del país y sacar a nuestro pueblo de la miseria e ignorancia,
por un lado, y la rigidez de las estructuras tradicionales apuntaladas por las clases dominantes y el
imperialismo, que mantiene el atraso de la nación, por el otro. Esto se da dentro de la crisis general del
capitalismo”.
“La descomposición de las relaciones precapitalistas de producción y el lento y deformado desarrollo del
capitalismo esencialmente dependiente del imperialismo norteamericano, que conforman esta estructura, se
expresan ya no en forma de estos cambios cuantitativos en el terreno económico y social, sino abierta y
violentamente en el terreno político. Tal es uno de sus signos, que abarca a toda la sociedad en un conjunto”.
“Las manifestaciones concretas de esta crisis en el terreno económico (a cuyos rasgos principales nos hemos
referido anteriormente), pueden resumirse en los siguientes puntos: el estancamiento económico; una crisis
crónica de la agricultura, renglón principal de la economía, tanto en la producción de artículos de consumo
como en las limitaciones a los productos de exportación. Una industrialización artificial ajena a nuestras
posibilidades y a los requerimientos esenciales del pueblo y de la nación. El deterioro constante de los
términos de intercambio y el desmesurado endeudamiento externo que se refleja en un constante déficit de la
balanza de pagos. Todo lo cual se manifiesta periódicamente en las dificultades económicas y financieras del
país, en las graves condiciones de vida de la población y, en el campo político, en la inestabilidad y la crisis
del poder reaccionario”.
“Se trata, pues, de una crisis permanente de todas las ramas de la economía, con manifestaciones negativas
aún en los períodos o coyunturas de “auge” y es insuperable de no ser por un radical cambio revolucionario”.
(Págs. 17 y 18).
“Las fuerzas de la contrarrevolución, a pesar de haber recurrido a todos los métodos y formas de represión y
opresión, tampoco han logrado consolidarse, ni mucho menos. La crisis del poder reaccionario es una
manifestación de la crisis que vive la nación. En los últimos años, mediante la derogación de constituciones,
golpes militares, elecciones fraudulentas, juntas de gobierno, “presidentes electos”, las distintas facciones
contrarrevolucionarias se han turnado en el poder, sin lograr salir de su crisis”.
“Las clases dominantes afrontaron la crisis económica explotando aún más al pueblo. En las condiciones
actuales del país, el recrudecimiento de la explotación de las masas trabajadoras se da en un clima de
represión terrorista”.
“No existe libertad para que las mayorías protesten por medios legales. Las constituciones de corte fascistoide
solo permiten el funcionamiento de los partidos más reaccionarios. Los partidos revolucionarios están
ilegalizados y los democráticos de orientación reformista sufren limitaciones de toda índole y, a veces,
presiones rayanas en la violencia. Las elecciones son verdaderas farsas, o bien son motivo de negociaciones
realizadas a espaldas del pueblo, en las que siempre arbitran los agentes del imperialismo norteamericano. No
hay libertad para manifestar ni para reunirse, ni verdadera libertad de expresión y difusión del pensamiento.
Y, para lograr sostenerse en el poder y “estabilizar” temporalmente la situación, las clases explotadoras,
encabezadas por la oligarquía y el imperialismo norteamericano, han recurrido a la violencia reaccionaria
constante. Pero, en realidad, no han estabilizado nada, porque el poder reaccionario también ha caído en una
situación de emergencia permanente”. (Págs. 38 y 39).
CARACTER DE LA REVOLUCION
“Si la estructura económico-social del país se caracteriza por la existencia de relaciones semifeudales de
producción en descomposición, dice “El camino de la revolución guatemalteca”, y por el lento y deformado
desarrollo del capitalismo, esencialmente dependiente del imperialismo norteamericano, salta a la vista que
las cuestiones básicas que hay que afrontar y resolver, como el nudo de las contradicciones principales de
nuestro desarrollo, son: el problema agrario (el injusto y anticuado sistema de tenencia de la tierra) y el de la
dominación imperialista. La solución de estos problemas, con la participación popular, es la que determina el
contenido y caracteriza la revolución guatemalteca en esta etapa.”
“Estas contradicciones, por el carácter de nuestra época; se expresan a través de la lucha de clases entre los
obreros urbanos y rurales, los campesinos y las capas medias, de una parte, y la oligarquía burguesa-
terrateniente y el imperialismo norteamericano, de la otra”.
“Guatemala necesita un cambio revolucionario que resuelva esas contradicciones que frenan su desarrollo,
que modifique radicalmente su estructura dependiente, concluya con las relaciones precapitalistas, conquiste
la independencia nacional y ponga fin al atraso, la opresión y la miseria en que vive el pueblo”.
“Tal cambio solo puede llevarse acabo mediante la realización de un proceso revolucionario único efectuado
en dos etapas estrechamente entrelazadas”.
“En su primera etapa, la revolución; es, por su contenido, agraria, antiimperialista y popular”.
“Es agraria, porque tiene que romper remanentes semifeudales entregando la tierra a quienes la trabajan,
dando así capacidad de consumo a las masas campesinas que de esta manera amplían el mercado interno, base
para impulsar el desarrollo industrial del país”.
“Es antiimperialista, porque tiene que erradicar la explotación de los monopolios extranjeros sobre los cursos
del país y sobre los guatemaltecos, terminar con el dominio político del imperialismo norteamericano sobre
Guatemala y reafirmar su soberanía, e impulsar el desarrollo económico independiente de la nación”.
“Es popular, porque está siendo hecha, por las clases mayoritarias en beneficio de todo el pueblo”.
“La realización de la revolución agraria, antiimperialista y popular abre el camino a la segunda etapa: la
revolución socialista. Puede decirse que cada una de las dos etapas que integran el proceso único de la
revolución guatemalteca tiene históricamente un carácter estratégico”. (Págs. 49.y 50).
FUERZAS MOTRICES, DIRECCION Y ALIANZAS
Las fuerzas motrices de la revolución son: los obreros urbanos y agrícolas, los campesinos pobres y medios,
las capas medias asalariadas y los pequeños industriales, comerciantes y agricultores no especuladores, que
forman la base de las fuerzas productivas creadoras de los bienes y servicios, de los bienes materiales y
espirituales de la nación.”
La clase obrera, por estar indisolublemente ligada a las formas superiores de la producción, por ser la clase
más avanzada de la sociedad contemporánea, es la clase dirigente. Por su peso específico en la producción,
por el carácter de la etapa revolucionaria y por su número, las grandes masas trabajadoras del campo
constituyen la fuerza fundamental de la revolución. “La alianza obrero-campesina es el eje de todo el sistema
de alianzas de las fuerzas revolucionarias y es la garantía de su desarrollo y de su triunfo. A ella se suman las
demás fuerzas populares y todas las organizaciones políticas interesadas, total o parcialmente, en el curso de
la revolución.
“La alianza obrero-campesina es el eje de todo el sistema de alianzas de las fuerzas revolucionarias y es la
garantía de su desarrollo y de su triunfo. A ella se suman las demás fuerzas populares y todas las
organizaciones políticas interesadas, total o parcialmente, en el curso de la revolución. Esta sistema de
alianzas necesarias no se da de una vez, completo: se va forjando en el trabajo de la lucha a través de
entendidos parciales y va adquiriendo de acuerdo con el desarrollo de la lucha, formas orgánicas que van
constituyendo la base de un amplio frente nacional en el plano político”. (pág. 57)
La clase obrera urbana y rural, como clase dirigente, en estrecha alianza con los campesinos pobres y medios
y con la participación de las capas medias urbanas, debe luchar por el establecimiento de un poder “patriótico
porque lucha por los intereses fundamentales de la nación; revolucionario porque realiza cambios profundos
en la estructura del país; y populares porque el poder está en manos de las clases mayoritarias que lo ejercen
en beneficio del pueblo: los obreros urbanos y rurales, los campesinos y las capas medias urbanas”.
(PROGRAMA DE LA REVOLUCION POPULAR, pág. 19).
VIA DE LA REVOLUCION
“El IV Congreso ratificó los planteamientos que nuestro Partido ha venido haciendo en documentos internos y
al fijar su posición en documentos internacionales, en el sentido de diferenciar las formas de lucha de la vía de
la revolución. Considera que, si bien las formas de lucha que adopta el movimiento en consonancia con
determinados períodos o momentos corresponden a una orientación táctica, la determinación de las vías de la
revolución, o sea el camino que ésta tendrá que recorrer para alcanzar el poder de acuerdo con las tendencias
objetivas de la realidad, es una cuestión estratégica que debe examinar junto con el objetivo fundamental y la
disposición de fuerzas”. (Pág. 58)
“Desde el III Congreso nuestro Partido viene elaborando, entre discusiones internas y combates
revolucionarios, su orientación y ha llegado a la conclusión de que, en las actuales condiciones históricas, la
salida que se ha impuesto al país es la vía violenta, el camino armado de la revolución guatemalteca”. (Pág.
60).
“Nuestro pueblo ha sido enfrentado a la represión constante de las fuerzas de la contrarrevolución que las han
llevado a extremos criminales. Las fuerzas populares, han recurrido a la violencia revolucionaria para
defenderse y abrirle paso a la revolución: Es en el curso de ella que nosotros aprovecharemos y utilizaremos,
de acuerdo con las circunstancias, las más variadas formas de organización y de lucha, como en otros países
de condiciones parecidas al nuestro en que la lucha armada de los pueblos por resolver sus problemas
fundamentales y alcanzar la plena liberación nacional adquiere la forma de una guerra revolucionaria del
pueblo”. (Págs. 61 y 63).
“Para el inicio de la guerra revolucionaria del pueblo, aunque siempre tiene gran importancia el momento, no
es necesario que exista una situación revolucionaria concreta, la que indudablemente se dará en el momento
culminante de la lucha. Si se necesita que existan las manifestaciones de una crisis nacional o cierta situación
revolucionaria latente como Lenin la vió en Rusia en 1905 y en Europa en 1915, o como la que, en general, se
ha vivido en América Latina, en la década de 1960 a la fecha”.
“En Guatemala, aunque las fuerzas revolucionarias atraviesan de momento un período crítico de
reorganización, de preparación en diversos terrenos, de una seria división, y el enemigo mantiene la ofensiva
terrorista, existe en general una situación revolucionaria potencial que se caracteriza por la presencia de
condiciones objetivas y de posibilidades de lucha, aunque las condiciones subjetivas no hayan madurado
plenamente”. (Pags. 64 y 65).
Por ahora existe una correlación de fuerzas desfavorables a la revolución, pero las “guerras revolucionarias
generalmente se inician con una correlación de fuerzas desfavorables para el pueblo, lo cual es un factor de su
carácter prolongado. Solo una estrategia y una táctica justas y acertadas permiten ir incorporando a la masa y
neutralizando la superioridad del enemigo, ganándole pequeñas batallas en todos los terrenos. En nuestro caso
la continuación de la lucha se lleva a cabo después de un período de descenso revolucionario, con una
situación militar desfavorable y una situación política sumamente compleja. Vivimos un período agudo de
contrarrevolución”.
“En el plano internacional, Guatemala no es una isla política. El desarrollo de su revolución está relacionado
con la situación internacional y con el desenvolvimiento de la lucha de otros pueblos por su liberación. De
acuerdo con el carácter de nuestra época, se puede decir que en el plano internacional la correlación de
fuerzas es favorable, en general, para el movimiento revolucionario. Este es un factor de primera importancia
para la victoria y consolidación de la revolución en varios países. Pero el imperialismo es todavía una fuerza
considerable que alienta a la reacción en todas partes”. (Pág. 69).
La guerra revolucionaria es la guerra de las masas y la condición principal para el éxito es la participación de
las masas en la misma, pero la incorporación del pueblo a la contienda activa es un proceso complejo de
combates y tareas políticas, económicas, sociales, ideológicas y militares. Tal incorporación sólo puede
hacerse real mediante la organización de las masas en las más diversas formas: legales e ilegales; públicas y
clandestinas; económicas, sociales, culturales, políticas y militares, desde sus grados inferiores hasta los
superiores, y en la medida en que se lucha por los intereses inmediatos del pueblo y se le educa en la
necesidad de cambios profundos.
“El carácter popular de la guerra revolucionaria guatemalteca implica la incorporación activa, organizada y
unitaria del pueblo a la lucha que fusiona los intereses clasistas de la mayorías populares con los intereses
nacionales” (Pag. 80).
“La correlación de fuerzas desfavorables, durante cierto período, condiciona el carácter relativamente
prolongado del movimiento revolucionario; a su vez, los avances objetivos y reales de este irían
contribuyendo a modificar a su favor esa correlación de fuerzas”. (Pág. 80).
“Ese carácter relativamente prolongado, en resumen, se deriva, entre otros factores, de:
“El desarrollo multilateral y desigual de la guerra está relacionado con el diverso grado y desarrollo
económico, social y político y con las condiciones naturales de cada región, e implica una diferente
evaluación específica de las etapas de la guerra, por cuanto nos enfrentamos también a una disposición de
fuerzas distintas, en cada región o zona. (Pag. 86)
“El desarrollo desigual en las diferentes regiones, el grado distinto de influencia de nuestras organizaciones, la
aplicación de los métodos y las formas de lucha de acuerdo a cada realidad particular, e inclusive la influencia
de los períodos de ascenso o reflujo, darán, como resultado inevitable, un desenvolvimiento de la lucha más
acelerada en unas regiones que en otras. Pero aunque en algunas regiones maduren más que en otras las
condiciones para desarrollar la guerra popular, el hecho de ser ésta un proceso único trae como consecuencia
la influencia mutua entre unas y otras regiones, entre unas y otras zonas y el entrelazamiento de las etapas, lo
que hará que los objetivos políticos, y militares vayan cambiando y las tareas, una vez cubiertas, permitan
pasar a fases superiores de acuerdo con la realidad del lugar y del momento pero en definitiva, a pesar de sus
diversos niveles, el conjunto expresa el curso de la batalla revolucionaria que se va generalizando” (Pág. 87).
“Las diversas y multiformes manifestaciones de la lucha de clases, expresadas en los terrenos económico,
social, político, militar e ideológico, se integran en el curso de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo en un
proceso esencialmente político”. (pag. 87).
“El contenido de toda lucha revolucionaria, cualquiera que sea la vía determinante o las formas en que se
exprese en un momento u otro, es político”. (Pág. 88).
El carácter integral de la guerra revolucionaria popular puede resumirse en los siguientes puntos:
“Es con este criterio, y partiendo de varios años de experiencia en el desarrollo de la lucha armada, que vemos
la guerra revolucionaria popular guatemalteca como un proceso continuo que se desarrolla en varias etapas,
obedeciendo a cambios que se van operando en la correlación de fuerzas. Las etapas de la lucha están
determinadas por su propio carácter prolongado. Ningún proceso surge a la vida en una fase de madurez.
Ahora bien como hemos señalado, las etapas no se dan, en la vida, fijas, concatenadas con una lógica fría e
irreversible, es más, dentro de cada etapa se cubrirán fases de ascenso o descenso con sus peculiares
características objetivas.” (Págs. 94 y 95).
“Si tuviéramos que resumir muy concretamente los objetivos de las etapas señaladas, podríamos expresarlo
así: primera etapa: preservar, acumular y acrecentar nuestras fuerzas; segunda etapa: aislar, golpear y
desgastar al enemigo y, tercera etapa: derrotar al enemigo, tomar el poder y aplastar a la contrarrevolución. Se
comprende que nos referimos a la tendencia principal en cada una de ellas y no a todos los objetivos de la
misma.” (Pág. 101).
Para entender mejor el proceso de la guerra revolucionaria del pueblo y sus etapas conviene tener presentes
los siguientes elementos:
LA REVOLUCION POPULAR
El IV Congreso aprobó el PROGRAMA DE LA REVOLUCION POPULAR que contiene los objetivos de la
revolución agraria, antiimperialista y popular y una plataforma de lucha por las demandas inmediatas del
pueblo.
“LA DEMOCRACIA significa libertad para todo el pueblo, es decir, para los obreros, los campesinos y las
capas medias urbanas; igualdad de derechos y deberes; respeto y defensa del derecho de todos y del propio”.
VII. LA AGUDIZACION DE LA
CRISIS ECONOMICA Y POLITICA
(1970-1974).
El gobierno de Arana representó los intereses de la oligarquía burguesa-terrateniente y del imperialismo
norteamericano y se mantuvo en el poder aplicando una política terrorista con el propósito de aplastar al
movimiento revolucionario y democrático.
El rasgo fundamental de las fuerzas reaccionarias que hicieron gobierno con Arana Osorio, señala la
resolución del CC sobre “La situación política nacional y la orientación táctica” de marzo de 1972, es su
tendencia hacia el establecimiento de un “Estado más centralizado, autoritario y represivo, un régimen de
inspiración fascista que garantice los intereses de la oligarquía y del imperialismo.
Las características principales del gobierno de Arana fueron la sistematización del terror, la agravación de la
crisis de estructura y, como consecuencia, las contradicciones entre las diversas facciones de los terratenientes
y la burguesía y la agudización de la crisis del poder reaccionario.
En la resolución del Comité Central de agosto de 1973 titulada “Elementos de nuestra táctica ante las
elecciones”, se dice que:
“Mientras tanto, los problemas se siguen acumulando y agravando: la carrera del endeudamiento exterior
prosigue, como lo demuestra el hecho que la deuda pública asciende actualmente a 316 millones y la mayor
parte de ellos corresponde a la deuda pública externa, lo que hace que por cada dólar recibido en 1972 por
exportaciones y servicios se tengan que pagar 48 centavos de los pasivos externos anuales. Los impuestos
directos sólo representan el 14 por ciento del total. Esta incapacidad del Estado de generarle más ingresos al
fisco no gravando directamente las utilidades de las clases dominantes, echa cada día más peso sobre los
recargados hombros del pueblo y aumenta el endeudamiento externo. El hecho de que sólo producimos el 20
por ciento de lo que consumimos es un indicador muy claro en que la economía del país ha llegado a
depender de los monopolios transnacionales. La desocupación y la subocupación siguen creciendo, como lo
indica el hecho de que el 15 por ciento de la población económicamente activa sufre desempleo y los sectores
llamados “marginales” aumentan tanto en la ciudad como en el campo. El costo y la escasez de artículos
alimenticios aumentan en forma constante: según el Fondo Monetario Internacional, de enero a mayo de 1973
el alza de los precios de los artículos de consumo fue en nuestro país de 14.3% con relación a 1972, lo que da
a Guatemala uno de los índices más altos del continente. (La relación de 1973 respecto a 1974, según el
mismo Fondo, fue de 24.7% y el aumento en el costo de la vida fue calculado por el Instituto de
Investigaciones Económicas de la Universidad de Guatemala en un promedio de 150%, pero en varios
artículos llego hasta el 250%. La inflación apareció, se acentuó y, como afirma el propio gobierno, tiende a
adquirir gradualmente cierto sentido de continuidad o permanencia. Prosiguen las pugnas por la complicada
reestructuración del Mercado Común Centroamericano en crisis. Las devaluaciones de dólar y las
reevaluaciones de monedas europeas y de la japonesa han producido, en general, un aumento del 10% de los
productos importados, que se estima seguirá en ascenso durante los próximos 4 o 5 años a un ritmo de 6%
anual. Los mismos fenómenos no solo produjeron la contradicción del poder adquisitivo de la moneda
nacional devaluada automáticamente junto con el dólar, sino también un aumento de más de 40% en los
precios de bienes y servicios procedentes de Europa y Japón. Como lo señala la SIECA, (Secretaria
Permanente del Trabajo General de Integración Económica Centroamericana), ese aumento de los precios ha
afectado seriamente el proceso de capitalización interna, como se puede medir por la lentitud del crecimiento
de la inversión privada y la disminución de las entradas netas de capital privado para los mismos fines. Esto
nos da una idea de la complejidad que han alcanzado en el país las expresiones del subdesarrollo”.
“Todos los hechos enumerados en el párrafo anterior son manifestaciones concretas, unas coyunturales, otras
permanentes, de la crisis de la estructura económico-social de Guatemala.”
“Por otra parte, el plan de Desarrollo Económico Nacional, como dice el Subcomité de Asuntos del
Hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, no es más que un
paliativo y no conduce a ningún cambio social ni producirá un desarrollo económico”.
Además, y según cálculos preliminares de sectores oficiales; este plan, en dos años, se ha cumplido sólo en un
30 por ciento y tendrá que sufrir serios reajustes como resultado de la gravedad de la situación económica,
según lo ha declarado la propia Comisión Nacional de Planificación Económica
“Es tan limitado el sector que se ha beneficiado con esa “atenuación” que el Colegio de Economistas afirma
en un estudio que la bonanza de divisas de que se habla en las esferas públicas, es una bonanza que beneficia
exclusivamente al pequeño sector productor exportador, en menoscabo del consumidor guatemalteco” y que
el “sector exportador no sólo ha venido aprovechando el sobre-precio (inflado) de los mercados
internacionales para los productos guatemaltecos de exportación, sino que también aprovechan la escasez
provocada por sus sobre-exportaciones, para elevar los precios internos en un inteligente mecanismo que
enriquece rápidamente a unas minorías y empobrece al asalariado, cuyo ingreso permanece en el mismo nivel
(GRAFICO, 8 de julio de 1973). Y agrega el Colegio que la “política económico-financiera a manos de los
hombres de negocios” que sólo tienen un “único móvil”: “antes que el interés colectivo y antes que el país; es
la ganancia”.
“Esto explica que el gobierno de Arana, como fiel servidor de las clases dominantes, afirma que, a pesar de
las difíciles condiciones de vida del pueblo, éste todavía tiene que aprender a vivir” con un grado de
crecimiento de los precios superior a los últimos años, en una situación que no tiene “visos de una solución
inmediata” como declaró el ministro de Economía” (Prensa. Libre, 27-6-73).
“Las contradicciones que surgen entre las diversas facciones de los terratenientes y la burguesía: industriales y
agricultores en diversas ramas (algodoneros medianos y pequeños textileros; productores de insumos contra
avicultores y lecheros, etc.); grandes cafetaleros con intereses bancarios contra medianos y pequeños
cafetaleros; grandes ganaderos exportadores monopolistas con vínculos con algunos funcionarios aranistas
contra ganaderos no exportadores; industriales ligados a las empresas estadounidenses y empresas
transnacionales contra industriales guatemaltecos, etc., se dan dentro de un Estado al servicio de tales clases,
razón por la cual los diversos gobiernos reaccionarios buscan la conciliación de los intereses o favorecer en
primer lugar los intereses imperialistas y de la oligarquía, y sólo afectar a las facciones menos poderosas de
las clases explotadoras. Sin embargo, es necesario seguir de cerca las consecuencias de tales contradicciones
en la esfera política, donde puede reflejarse el proceso de diferenciación que empieza a producirse entre tales
facciones a pesar del entrelazamiento de sus intereses”.
“Uno de los cambios más significativos que registra la sociedad guatemalteca, y que es necesario estudiar, es
el ascenso de un grupo militar a los más altos niveles de la actividad económica y la ampliación numérica de
ese grupo. En las contradicciones no antagónicas de las clases dominantes esos militares participan como
terratenientes y capitalistas. La política de algunos grupos militares ya no es la de un sector asalariado a la
expectativa de un cuantioso soborno. Es la de un grupo que ha transformado sus sobornos del pasado en
bienes reproductivos y ha ocupado un lugar entre las clases explotadoras en función de su situación de
propietarias de medios de producción”.
“Esos queridos camaradas, dice la declaración del Comité Central del PGT de diciembre de 1972, realizaron
un trabajo anónimo, paciente y laborioso y velaron con celo por la unidad, la cohesión y la independencia de
nuestro Partido. Su fidelidad a la causa de la clase obrera y de los campesinos guatemaltecos y al movimiento
comunista internacional son prenda de orgullo que debemos portar todos los militantes del PGT, a fin de
forjar un Partido cada vez más combativo, respetado y admirado”.
“Como muchos revolucionarios, nuestros camaradas desaparecidos no llegaron a tener una tumba. Sin
embargo, con todo lo que esto hiere los sentimientos de nuestro pueblo, no la necesitan porque viven en el
corazón y en el pensamiento de todos los que luchan en Guatemala contra la explotación, la opresión y todos
los males que las mismas generan y agudizan, y luchan también por terminar con la pesadilla de la
dependencia y el subdesarrollo”.
Aplicando consecuentemente tal política, aún en los momentos más agudos de la división y cuando los grupos
ultraizquierdizantes atacaban al Partido y a su dirección, se prestó ayuda material y moral, dentro del más
amplio espíritu de solidaridad, a las organizaciones o elementos revolucionarios que lo necesitaban,
incluyendo a la sectorizada dirección de las Fuerzas Armadas Rebeldes de 1968 a 1970.
A partir de 1971 se inició una aproximación con los elementos más unitarios de las Fuerzas Armadas
Rebeldes que continuó en forma más regular en 1972 y desembocó en 1973 en la formalización de un proceso
de alianza política entre el Partidos Guatemalteco del Trabajo y las Fuerzas Armadas Rebeldes. Así, en la
declaración conjunta, suscrita el 15 de septiembre de 1973, titulada: ¡UNIDAD REVOLUCIONARIA PARA
COMBATIR A LA OLIGARQUIA y EL IMPERIALISMO!, se dice que a fin de alcanzar sus objetivos “el
Partido Guatemalteco del Trabajo y las Fuerzas Armadas Rebeldes comprenden que es indispensable trabajar
por la unidad en forma tenaz, paciente y progresiva. La unidad del pueblo y de sus organizaciones
revolucionarias es necesaria para derrotar la política de terror de la reacción que ha masacrado a los sectores
populares y a sus organizaciones progresistas”.
La política de acercamiento y alianza entre el PGT y las FAR (rebeldes), se fundamenta, según precisa el
comunicado conjunto del 1º de mayo de 1974, en una común concepción científica y metodológica: el
marxismo-leninismo y en la coincidencia general de objetivos estratégicos y tácticos.
Por otra parte el PGT y las FAR (rebeldes) hicieron constar que respecto a las concepciones estratégicas y
tácticas “existen coincidencias y diferencias, pero en la situación actual del movimiento revolucionario, sin
desconocer ni ignorar las divergencias políticas e ideológicas, es más importante poner el acento en lo que
une a las organizaciones revolucionarias y no en aquello que las separa”.
“El procedimiento para precisar coincidencias y diferencias, a fin de ir aproximando los puntos de vista
comunes, es la discusión abierta, franca y detenida de las concepciones estratégicas y de los planteamientos
tácticos”.
El PGT y las FAR (rebeldes) consideran que, al desarrollarse la alianza política, debe “desembocar en el
frente único de organizaciones, grupos y personalidades revolucionarias que luchan por los intereses de la
clase obrera urbana y rural, los campesinos pobres y medios, las capas medias asalariadas, y se proponen la
conquista del poder político para realizar cambios profundos que en un proceso único conduzcan al
establecimiento del socialismo en Guatemala”.
“La política de unidad revolucionaria entre el PGT y las FAR (rebeldes) parte del principio de independencia
política y orgánica de cada organización y del respeto mutuo “comprendiendo que tal proceso unitario
alcanzará en el futuro formas más integradas de trabajo en todos los aspectos. Y para que la política unitaria
pueda desarrollarse, consideran que tienen que “librar una lucha ideológica y política contra el oportunismo
de derecha y el oportunismo de izquierda; es decir, contra las influencias burguesas por un lado y, por el otro,
contra las posiciones aventureras de la pequeña burguesía ultraizquierdizante”.
Sólo cabe añadir que el PGT ha sido y es fiel a sus compromisos en lo que respecta al proceso de alianza con
los compañeros de las FAR (rebeldes) y aplica consecuentemente su política de unidad en cuanto al
movimiento revolucionario en su conjunto
En la declaración de la Comisión Política del CC del PGT del 28 de enero de 1974 titulada: “VOTAR
CONTRA EL CONTINUISMO REACCIONARIO y LA REPRESION” se dice:
“Las clases opresoras se encuentran montando otra farsa electoral. En Guatemala, las elecciones no son más
que el manejo de las masas populares, especialmente campesinas, de parte de las clases dominantes, por
medio de los procedimientos fraudulentos y coercitivos a fin de imponer su voluntad. Los sectores populares
votan inconscientemente contra sus propios intereses. La pequeña burguesía democrática, que no tiene mayor
vinculación con el pueblo ni se define en la lucha por sus intereses, maneja igualmente a las masas en las
elecciones”.
“Las elecciones se realizan en Guatemala bajo el amparo de una de las constituciones más reaccionarias que
han sido dictadas en la historia de nuestro país. Tal constitución fue inspirada en el propósito de la oligarquía,
del imperialismo, del ejército y de todas las fuerzas conservadoras, de mantener el actual estado de opresión y
explotación favorable a la reacción”.
“Las elecciones son totalmente antidemocráticas. En ellas sólo vota una minoría de los guatemaltecos. En
efecto, de los ciudadanos con derecho a votar, están inscritos menos de la mitad y a las urnas acude menos de
la mitad de los inscritos que cuentan con cédula de ciudadanía; o sea que vota una cuarta parte de los
ciudadanos y, a partir de 1958, el candidato victorioso sólo ha logrado una mayoría relativa, que por lo
general, representa aproximadamente a la décima parte de los ciudadanos aptos para votar”.
En cuanto a los partidos dice el manifiesto: “La coalición reaccionaria Movimiento de Liberación Nacional y
Partido Institucional Democrático (MLN-PID), representa los intereses de la burguesía y los terratenientes,
que ante la crisis económica, política y social del país, acelerada por la crisis mundial del capitalismo, viendo
que ya no pueden gobernar como antes, temerosos del desarrollo del movimiento revolucionario popular y
ante los avances de la democracia y el socialismo en escala mundial, tratan de instaurar en Guatemala un
régimen más centralizado, autoritario y represivo inspirado en el neofacismo. “
“La camarilla dirigente del Partido Revolucionario ha convertido a tal partido en un instrumento que cumple
el papel que las clases dominantes le asignan, ya sea de pantalla de una dictadura constitucional, como en el
caso de Méndez Montenegro, ya sea de división de la oposición democrática pequeño-burguesa, como en el
caso de la candidatura del coronel Ernesto Paiz Novales y Carlos Sagastume Pérez. El PR es un puente para
las maniobras del imperialismo de los Estados Unidos, de las clases reaccionarias y para el aprovechamiento
del atraso de nuestro país”.
“Ninguna de las direcciones de los partidos reformistas, como la Democracia Cristiana y el Frente Unido
Revolucionario Democrático, pueden en este momento llegar al gobierno y sostener en él la coyuntura
democrática que el pueblo necesita para, reorganizarse y luchar legal y abiertamente. Las dirigencias
reformistas tienden a ceder con demasiada rapidez en toda negociación con la ultraderecha y el imperialismo;
no están dispuestas a salir a pelear en las calles cualquier triunfo que pudieron obtener en las urnas; temen
aliarse con las fuerzas revolucionarias que pudieran suscribir y poner temporalmente a prueba un programa
democrático y buscan a cualquier precio y a espaldas del pueblo un respaldo militar e imperialista”.
“El imperialismo yanqui continúa jugando en el proceso electoral con todas las cartas: ofrece apoyo a todos
los presidenciables y “trabaja” a todos los partidos burgueses y pequeño-burgueses a fin de utilizarlos e
incluso se entiende con los posibles golpistas. En caso de problemas, los imperialistas de los Estados Unidos
actuarán de mediadores o promoverán el golpe de Estado cuando lo consideren necesario”.
“Las consecuencias de la grave situación económica, política y social, han penetrado en el instituto armado y
han puesto más en evidencia su carácter de instrumento político de las clases dominantes. Todos los partidos
burgueses y pequeño-burgueses reaccionarios, asimismo los reformistas, terminaron levantando la figura de
un militar, para colocar al ejército como arbitro de la situación. Pero ninguno de los candidatos de los partidos
que los apoyan representa peligro alguno para el papel de guardián de las clases dominantes y del
imperialismo que juega el ejército”.
“Las elecciones son una forma de negociación del conjunto imperialista, burgués, terrateniente, burgués
medio y pequeño-burgués acomodado. El pueblo no debe hacerse ninguna ilusión respecto al resultado de las
elecciones, sino confiar únicamente en su propia fuerza. Debe lanzarse a ganar sus objetivos inmediatos,
luchando tenazmente contra el terror y la represión, contra el alto costo de la vida y el carecimiento de los
artículos alimenticios, por un aumento general de salarios en la ciudad y en el campo, por la tierra, el crédito y
la ayuda técnica para los campesinos y por el respeto a los derechos democráticos. Luchando por tales
demandas inmediatas, la clase obrera, los campesinos, los empleados, los estudiantes y los intelectuales deben
cerrarle el paso a su enemigo principal en estas elecciones, al instrumento más descarado y sanguinario de las
clases dominantes y el imperialismo que es la coalición MLN-PID y su comparsa la camarilla dirigente del
PR. Y aquella resolución precisó un llamamiento a “VOTAR CONTRA EL CONTINUISMO
REACIONARIO y LA REPRESION” que representan la coalición reaccionaria MLN-PID y sus comparsas
de la camarilla dirigente del PR. El pueblo no debe votar por quienes han asesinado y asesinan a los
guatemaltecos, agudizan el hambre, la miseria y la ignorancia de los trabajadores; han entregado el país a los
monopolios de Estados Unidos y niegan los derechos políticos a considerables sectores de la población”.
La Comisión Política del CC del PGT en su declaración del 15 de marzo de 1974 señalaba que a pesar de la
manipulación política ideológica de la coacción y las amenazas en toda la república (especialmente en el
nororiente del país); de los numerosos asesinatos y “desaparecidos” durante la campaña; del uso de millares
de cédulas electorales falsas; de las viejas patrañas anticomunistas lanzadas con abundancia por todos los
medios de difusión y del llamamiento desesperado y fuera del orden de Arana Osorio pidiendo votar por el
candidato oficial, la coalición reaccionaria MLN-PID fue derrotada en el país.
Sin embargo con todo tipo de maniobras, ocultando y deformando datos, asesinando, corrompiendo y con la
asesoría directa del dictador nicaragüense Anastasio Somoza, el gobierno de Arana consumó de la manera
más burda y torpe el fraude electoral para lo cual fue necesario aumentar en forma escandalosa casi 100,000
votos a los candidatos reaccionarios general Kjell Eugenio Laugerud García y Mario Sandoval Alarcón y
disminuir parecida cantidad al Frente Nacional de Oposición.
“El fraude electoral, señala la CP del CC del PGT, es un acto desesperado de la coalición oficial que confirma
la crisis del poder reaccionario porque se lleva a cabo a la vista de todo el mundo y violando las normas más
elementales de la burguesía, formal y limitada democracia representativa. Las clases dominantes sólo son
capaces de mantener su dominio mediante la opresión y la explotación del pueblo y con este fin acuden al
terror, a la ilegalidad, al fraude y a todos los medios tortuosos a su alcance. La ultraderecha ya no es capaz de
entregar pacíficamente el poder ni siquiera a otra facción de la propia burguesía. Las clases opresores ya no
pueden consolidar su dominio, sino que viven definitivamente en un período de inestabilidad inevitable”.
“La gran lección que debe sacar el pueblo es que cuando el poder está en manos de la ultraderecha, los
eventos electorales ya no permiten ni el ascenso al poder de la pequeña y mediana burguesía reformista, y si
bien es cierto que “sólo el pueblo salva al pueblo”, el pueblo sólo se puede salvar si responde a la violencia
reaccionaria con la violencia revolucionaria”.
“El 3 de marzo de 1974 la mayoría de los guatemaltecos que votaron manifestaron su repudio a la política de
terror mal llamada de pacificación, de alto costo de la vida, de bajos salarios, de enriquecimiento de unos
pocos ricos locales y extranjeros y de atropellos a los derechos democráticos que aplican las clases
dominantes”.
“Obreros urbanos y agrícolas, empleados públicos y privados, maestros profesionales, pequeños y medianos
comerciantes e industriales en todas partes de la república, al votar por el Frente Nacional de Oposición
dieron un NO rotundo a los asesinos de los guatemaltecos, al gobierno corrompido de Arana Osorio y a su
política antidemocrática, antipopular, entreguistas y antinacionales.
Aunque varios sectores populares se dispusieron a luchar contra el fraude y el malestar por la imposición de
Laugerud García llegó a las filas del propio ejército, no fue posible imponer el respeto a la voluntad popular
expresada en las urnas por la “vacilación” del Frente Nacional de Oposición a lanzarse a una inmediata acción
de masas para impedir que el fraude gubernamental se consumara “legalmente”; las limitaciones propias de
los partidos nacional-reformista para encabezar con métodos revolucionarios al pueblo y dificultades aún no
superadas del movimiento revolucionario hicieron que no fuera posible impedir la acción fraudulenta del
aranismo en su primera fase postelectoral”.
“Pero, como agrega en su declaración la CP del CC del PGT, la “virulencia que adquirió la campaña electoral,
los resultados de las elecciones, el fracaso parcial de la coacción y de todos los demás medios utilizados para
realizar la farsa electoral, y la necesidad de acudir al fraude descarado para imponer a los candidatos
reaccionarios, confirman que se agrava la crisis del poder reaccionario. Esta, a su vez, es producto de la
estructura económico-social de Guatemala y de sus manifestaciones concretas, especialmente ahora, de la
inflación con la consiguiente elevación del costo de la vida, el mantenimiento de bajos salarios y el aumento
del enriquecimiento de unos pocos ricos locales y extranjeros. Pero la crisis económica y política del país
hace más graves las contradicciones de la oligarquía burguesa-terrateniente y de los monopolios de los
Estados Unidos con la mediana y pequeña burguesía y las pugnas entre las clases dominantes y los obreros
urbanos y rurales y las capas medias asalariadas. En otras palabras, en Guatomala se agudiza la lucha de
clases como hecho inevitable”.
“Estos son hechos objetivos que, aunados a la decisión de las masas de luchar contra el alto costo de la vida,
por aumentos de salarios e ingresos, contra la represión por la defensa de los derechos humanos y contra el
fraude y la imposición, abren posibilidades para que los obreros urbanos y rurales, los campesinos, las capas
medias asalariadas, la pequeña y mediana burguesía puedan unirse en un amplio frente de acción y lucha
organizada y conjuntamente para lograr un ascenso del movimiento democrático que desemboque en el
desplazamiento de las fuerzas reaccionarias del poder”.
“Es evidente, precisa la CP del CC que algunos sectores de la pequeña y mediana burguesía sólo aspiran a
lograr el desplazamiento de la ultraderecha del poder para reemplazar a un equipo de personas por otras en los
cargos públicos, y continuar aplicando una política que, aunque se proponga algunas reformas limitadas, en
esencia es la misma y que incluso puede llegar (en un plazo que los acontecimientos determinan) a darle
continuidad a un gobierno represivo y antipopular. Aunque esto es probablemente lo más seguro, las fuerzas
democráticas y revolucionarias tienen que luchar por ese objetivo común: el desplazamiento del poder de la
coalición reaccionaria MLN-PID, acuerpada por una reducida camarilla de altos y enriquecidos jefes del
ejército, que orienta con el apoyo del imperialismo de los Estados Unidos. Una vez alcanzado ese objetivo,
dependerá de las masas trabajadoras manuales e intelectuales impulsar la lucha por abrirle paso a un nuevo
ascenso revolucionario que permita crear condiciones para luchas de mayor envergadura que conduzcan un
verdadero triunfo revolucionario con la instauración de un poder popular capaz de realizar las
transformaciones profundas que la nación necesita”.
Y en esa lucha es necesario pasar a la resistencia activa y utilizar todos los medios legales e ilegales, pacíficos
y violentos de lucha, en una continuada, permanente y tenaz batalla a fin de incorporar a todas las fuerzas
sociales interesadas en cerrarle el paso a la represión, al hambre, a la corrupción, al atropello a los derechos, y
a la imposición fascista.
VIII. 25 AÑOS DE LUCHA POR
GUATEMALA, LA REVOLUCION Y EL
SOCIALISMO.
NUESTRA VOCACION NACIONAL E
INTERNACIONALISTA
El Partido Guatemalteco del Trabajo por ser el Partido de esencia más automáticamente nacional, por
representar los sentimientos, pensamientos y aspiraciones de los obreros, de los campesinos y de la
intelectualidad revolucionaria responde a los intereses vitales del pueblo guatemalteco. Pero, por su propia
vocación revolucionaria y patriótica, los comunistas guatemaltecos han sido y son los más fervientes
internacionalistas que conjugan la lucha por los intereses nacionales de Guatemala con las aspiraciones de
todos los pueblos y han respondido siempre al llamado de Carlos Marx y Federico Engels
de:¡PROLETARIOS DE TODO EL MUNDO UNIOS!
Tanto en la década de 1922 a 1932, como desde el aparecimiento de los primeros grupos marxistas en 1946 y
la fundación del Partido el 28 de septiembre de 1949, hasta la fecha, los comunistas guatemaltecos han
enarbolado las banderas del internacionalismo proletario y se han esforzado por hacer presente su combativa
solidaridad con todos los pueblos que luchan en cualquier forma por su liberación nacional, por romper el
yugo del capital y con los pueblos que como vanguardia de la humanidad construyen el socialismo y el
comunismo.
Así, desde las protestas contra el asesinato de Sacco y Vanzetti en 1927; las solidaridad con Augusto César
Sandino; la lucha contra el cerco imperialista alrededor de la Unión Soviética, acciones efectuadas en la
década de 1922 a 1932; la condena del crimen contra los esposos Rosemberg; la lucha activa por la paz
mundial; la solidaridad contra los heroicos combatientes coreanos y vietnamitas; el repudio a las
intervenciones yanquis e imperialistas en América Latina, África y Asia; la defensa de la revolución cubana y
la denuncia abierta del papel del gobierno de Ydígoras Fuentes en la agresión a Cuba, hasta la condena de los
fascistas que asesinan al pueblo chileno, el Partido Guatemalteco del Trabajo ha cumplido con sus tareas de
solidaridad internacional.
Nuestro pueblo ha recibido, a lo largo de sus luchas, una fervorosa solidaridad internacional, tanto en la lucha
por salvar la vida de los dirigentes encarcelados en 1932 por el dictador Jorge Ubico, como cuando nuestro
país fue víctima de la intervención de los Estados Unidos en 1954 y en todos los continentes sonó el grito de
¡MANOS YANQUIS FUERA DE GUATEMALA! y la multiplicada denuncia y condena de la ola de terror
que la reacción ha desatado contra nuestro pueblo desde 1958 hasta la fecha.
Nuestro Partido y su Juventud Patriótica del Trabajo han participado en numerosos eventos internacionales
del movimiento comunista internacional y propugnamos por la unidad de todas las fuerzas progresistas y
revolucionarias contra el imperialismo.
En el IV Congreso se trazaron los lineamientos de las posiciones internacionales del Partido y se precisó que
en las “condiciones actuales del movimiento no puede ni debe existir un centro único de dirección como en
los tiempos de la III Internacional, ni varios centros de dirección (policentrismo), como acertadamente lo
señala la Resolución de Moscú de junio de 1969. Las relaciones entre los partidos comunistas y obreros deben
basarse en el respeto mutuo a la independencia de los mismos; en la no ingerencia en sus asuntos internos y
en los del movimiento revolucionario de cada país; en el intercambio de experiencias, a través de encuentros
bilaterales y regionales, y de conferencias mundiales que recojan esas experiencias, examinen conjuntamente
el curso de la lucha y den perspectivas claras y generales al movimiento. Todo ello no excluye la franca y
abierta discusión de los problemas que pudieran suscitarse o que fueran necesario analizar para una más
amplia y profunda comprensión y colaboración entre los comunistas”.
“El reconocimiento de estos principios como base para las relaciones entre los partidos y para reconstruir la
unidad, no significa el desconocimiento del papel que, como primera potencia socialista, juega la Unión
Soviética ni la valiosa ayuda que ha prestado y presta a la lucha de los pueblos por su liberación y en su
enfrentamiento con el imperialismo norteamericano”.
“Dentro de este espíritu, nuestro Partido, que se ha esforzado por elaborar un criterio propio e independiente
frente a los distintos problemas, no siempre ha coincidido plenamente con algunas posiciones del P.C.U.S.,
pero mantiene y, desarrollará constantemente los fuertes lazos de amistad fraternal que unen a nuestros dos
partidos. Consideramos necesaria esta afirmación cuando, al calor de las divergencias o pretextando nuevos
criterios independientes; se manifiestan abiertamente tendencias antisoviéticas que le hacen el juego al
imperialismo y que nosotros condenamos firmemente”. (Pag. 137).
NOTA: Esta es una transcripción, hecha en el año 2006 por el autor de este blog, de una versión impresa
proporcionada por el licenciado Romeo Alvarado Polanco quien, además, dio su anuencia para la presente
publicación. Siendo una transcripción, puede contener errores, omisiones e imprecisiones adicionales a las
que pudiera haber contenido el original. Adicionalmente a lo anterior, este blog impone condiciones de
formato que no corresponden a las de la transcripción ni a las del original impreso.-