Bolilla XV - Ineficacia Del Acto Juridico
Bolilla XV - Ineficacia Del Acto Juridico
Bolilla XV - Ineficacia Del Acto Juridico
1. Ineficacia del acto jurídico. Distintos supuestos de ineficacia: estructural y funcional. Sus efectos
sobre las relaciones jurídicas originadas.
Es la privación o disminución de los efectos propios del negocio jurídico, vale decir, de los efectos que las
partes persiguen de manera inmediata al otorgarlo.
La ineficacia es un concepto jurídico amplio que abarca diversas situaciones en la que los actos carecen de
valor, fuerza o eficiencia para lograr sus efectos propios.
Los tipos: -Ineficacia estructural: son las causales de ineficacia que provienen de vicios existentes en el
momento mismo de la formación del negocio jurídico y que atañen a su estructura, es decir, que se localizan
dentro del mismo. El acto jurídico nace defectuoso. Sus elementos esenciales están viciados. Tiene 3
supuestos: Nulidad, Inoponibilidad, Inexistencia.
-Ineficacia funcional o dinámica: son aquellos casos de ineficacia que adquieren relevancia con
posterioridad a la celebración del acto y en virtud de causas que se hallen fuera de su estructura. El acto nace
bien pero cuando empieza a funcionar aparece el vicio. Tiene 3 supuestos: Resolución, Rescisión,
Revocación.
El acto indirecto
Art. 385. Acto indirecto: Un acto jurídico celebrado para obtener un resultado que es propio de los efectos
de otro acto, es válido si no se otorga para eludir una prohibición de la ley o para perjudicar a un tercero.
Clasificación:
a) nulidades absolutas y relativas:
Art. 386. Criterio de distinción: Son de nulidad absoluta los actos que contravienen el orden público, la
moral o las buenas costumbres. Son de nulidad relativa los actos a los cuales la ley impone esta sanción
sólo en protección del interés de ciertas personas.
La nulidad es absoluta cuando el acto afecta el orden público o es contrario a la molar o buenas costumbres.
Aunque esta distinción no es demasiado precisa ya que puede suceder que se afecten normas de orden
público y el acto sea de nulidad relativa. Tal es lo que sucede con el acto otorgado al menor de edad: las
reglas sobre capacidad son de orden público pero el interés protegido es exclusivamente individual. El orden
público se vincula con la tutela del interés colectivo, el orden económico social, en el que está interesada
toda la comunidad. También pueden dar lugar a la nulidad absoluta, los actos que importen la violación de
normas que protegen intereses particulares, cuando ese interés privado este en función del reconocimiento
de intereses generales. Lo dicho demuestra que el tipo de ley que rige el caso no basta para calificar la
nulidad. Solo el examen del fundamento y fin de una disposición legal determinada permite afirmar si está
afectado de nulidad absoluta o relativa el acto que la infringe.
Art. 387. Nulidad absoluta. Consecuencias: La nulidad absoluta puede declararse por el juez, aun sin
mediar petición de parte, si es manifiesta en el momento de dictar sentencia. Puede alegarse por el
Ministerio Público y por cualquier interesado, excepto por la parte que invoque la propia torpeza para
lograr un provecho. No puede sanearse por la confirmación del acto ni por la prescripción.
Debe ser declarada de oficio por el juez, si es manifiesta en el momento de dictar sentencia; puede invocarse
por todos los que tengan interés legitimo para hacerlo, excepto que la parte que invoque su propia torpeza
para lograr un provecho; puede ser alegada por el MP; no es susceptible de confirmación; la acción es
irrenunciable e imprescriptible.
La nulidad es relativa cuando la sanción esta impuesta solo en protección del interés de una persona. Por
ello, se ejemplifica siempre con la nulidad de los actos otorgados por incapaces. Aunque también lo son las
causadas en los vicios del acto voluntario, el error o el dolo causan la nulidad, pero la nulidad está
establecida en beneficio de la víctima del error o del dolo de la contraparte por lo que pueden confirmar el
acto y la acción de nulidad es prescriptible.
Art. 388. Nulidad relativa. Consecuencias: La nulidad relativa sólo puede declararse a instancia de las
personas en cuyo beneficio se establece. Excepcionalmente puede invocarla la otra parte, si es de buena fe y
ha experimentado un perjuicio importante. Puede sanearse por la confirmación del acto y por la
prescripción de la acción. La parte que obró con ausencia de capacidad de ejercicio para el acto, no puede
alegarla si obró con dolo.
No corresponde que el juez la declare de oficio; solo puede invocarse por aquellos en cuyo beneficio ha sido
acordada, excepcionalmente puede invocarla la otra parte si es de buena fe y ha experimentado perjuicio; no
puede ser invocada por el MP; el acto viciado puede ser confirmado; la acción es renunciable y prescriptible.
b) nulidad total y parcial: según la extensión de la sanción, la nulidad será total o parcial. En el primer
caso, todo el acto resultara ineficaz; en el segundo, solo la clausula o disposición viciada.
Art. 389. Principio. Integración: Nulidad total es la que se extiende a todo el acto. Nulidad parcial es la que
afecta a una o varias de sus disposiciones. La nulidad de una disposición no afecta a las otras disposiciones
válidas, si son separables. Si no son separables porque el acto no puede subsistir sin cumplir su finalidad,
se declara la nulidad total.
En la nulidad parcial, en caso de ser necesario, el juez debe integrar el acto de acuerdo a su naturaleza y
los intereses que razonablemente puedan considerarse perseguidos por las partes.
Nulidades implícitas
La nulidad implícita es la que se declara no estando la sanción de nulidad prescripta específicamente por la
ley, pero debe declararse la nulidad, debido a la vigencia de las pautas atenuadoras del principio de
legalidad.
Art. 391. Hechos simples: Los actos jurídicos nulos, aunque no produzcan los efectos de los actos válidos,
dan lugar en su caso a las consecuencias de los hechos en general y a las reparaciones que correspondan.
La nulidad priva al negocio de sus efectos “normales”, por lo que subsistiendo como hecho jurídico, puede
producir otros efectos: concretamente la obligación de reparar el daño causado a quien celebro el acto
jurídico de buena fe. El código de Vélez disponía que los actos anulados aunque no produzcan los efectos de
los actos jurídicos producen los efectos de los actos ilícitos o de los hechos en general cuyas consecuencias
deben ser reparadas. De ello derivaba que si el acto era anulado y además se daban los presupuestos de
responsabilidad civil, quien había causado la nulidad debía reparar los daños sufridos por la contraparte. El
CCyC mejora el texto manteniendo el principio de que el acto declarado nulo si bien no produce sus efectos
propios es susceptible de ser subsumido en otro supuesto jurídico, constituyendo un hecho jurídico
propiamente dicho, un simple acto lícito o un acto ilícito. Si del acto anulado resulta un daño no justificado,
atribuible a una de las partes, esta debe reparar el daño causado. Un caso claro de daño indemnizable
aparece cuando no se puede cumplir la obligación de restituir.
El efecto de la declaración de nulidad comprende 2 variantes: frente a las partes y ante terceros. Esta ultima
situación puede resumirse en los siguientes términos: si el tercero (subadquirente), a quien el adquirente por
acto anulado ha transmitido o constituido un derecho real o personal sobre un inmueble registrable, se ve
privado o no de esos derechos como consecuencia de la declaración de nulidad.
La cuestión es abordada por el art. 392: “Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros
sobre un inmueble o mueble registrable, por una persona que ha resultado adquirente en virtud de un acto
nulo, quedan sin ningún valor, y pueden ser reclamados directamente del tercero, excepto contra el
subadquirente de derechos reales o personales de buena fe y a título oneroso. Los subadquirentes no
pueden ampararse en su buena fe y título oneroso si el acto se ha realizado sin intervención del titular del
derecho”
Para que funcione la protección del subadquirente que establece el art. 392, deben reunirse los siguientes
requisitos: debe ser invocada por un subadquirente(este es quien recibe por un acto valido un derecho real o
personal de un sujeto que, a su vez, lo adquirió en razón del acto nulo); se debe referir a los derechos sobre
inmuebles o muebles registrables; ha de tratarse de derechos reales o personales; el acto en razón del cual se
constituyen los derechos reales o personales a favor del subadquirente debe ser un negocio jurídico oneroso.
Este art. se menciona al subadquirente de buena fe, que se refiere a la buena fe creencia, es decir, aquella
que se predica de quien se persuade de la legitimidad de su titulo.
El caso de las enajenaciones a “non domino”. Interpretación doctrinaria y jurisprudencial
La trasmisión a non domino es aquella causada en un acto que ha sido otorgado por quien no es titular del
derecho real de propiedad transmitido, sino otra persona que se hace pasar por él. Es decir que el verdadero
propietario no participa del negocio, sino que mientras descansa en su casa (o en el cementerio, como ha
ocurrido muchas veces en la realidad), alguien ocupa su lugar (corrientemente con un documento falso),
para suscribir una escritura de venta. La cuestión que se planteaba bajo la vigencia del Código Civil
reformado por la ley 17.711 era si el subadquirente estaba o no amparado por el art. 1051. Si bien el debate
doctrinario fue arduo y la jurisprudencia al principio vacilante, lo cierto es que predomino el criterio según
el cual el subadquirente no podía invocar la protección del art. 1051, aun cuando fuera de buena fe y a titulo
oneroso, pues la ley no podía convalidar los “robos de inmuebles”
Esta tesis ha venido a quedar consagrada de manera definitiva en el art. 392, segundo párrafo, conforme el
cual “Los subadquirentes no pueden ampararse en su buena fe y titulo oneroso si el acto se ha realizado sin
intervención del titular del derecho”.