Los Primeros Pobladores Del Perú
Los Primeros Pobladores Del Perú
Los Primeros Pobladores Del Perú
DEL PERU
El desarrollo de los primeros grupos humanos que habitaron el Perú es uno de los temas
más importantes de la arqueología mundial. En los Andes Centrales se desarrollaron
civilizaciones reconocidas entre las más antiguas y originales del planeta. En este capítulo
estudiaremos la génesis de la cultura andina, desde las huellas más remotas de los
cazadores nómades, hasta el surgimiento de las primeras sociedades complejas de
nuestra patria.
Los periodos arqueológicos más antiguos del Perú son: el Lítico y el Arcaico. El Periodo
Lítico (15 000 a.C.-7 000 a.C. aprox.) es llamado también Pre-agrícola, pues sus grupos
humanos representantes tenían una economía parasitaria o depredadora, desconocían las
técnicas de producción agropecuaria, sus fuentes de alimentación provenían de la cacería,
la recolección y la pesca. En el Periodo Arcaico (7 000 a.C.-2 000 a.C. aproximadamente)
se inicia y se desarrolla la agricultura y la domesticación de animales. Este periodo se
divide en Arcaico Inferior y Arcaico Superior.
Los principales arqueólogos llaman Arcaico Inferior o Temprano al periodo en que surgen
las primeras aldeas de horticultores y pastores de camélidos; y Arcaico Superior o Tardío
al periodo de la Revolución Agropecuaria en los Andes, caracterizado por la
sedentarización de los pueblos de economía productiva, desarrollo de la arquitectura
ceremonial, la especialización artesanal, el surgimiento de las clases sociales y el estado
teocrático incipiente.
Muchos estudiosos actualmente engloban los periodos Lítico y Arcaico con el nombre de
“Precerámico” (15 000 a.C.-2 000 a.C.). En palabras del arqueólogo Duccio Bonavia: “El
periodo Precerámico va desde la llegada del hombre al continente sudamericano hasta el
momento en que aparece la cerámica… (los grupos humanos) practicaron la caza y la
recolección, luego pasaron a una agricultura incipiente y a sociedades organizadas que
darían origen a la civilización andina”.
El advenimiento de las técnicas de cerámica en los Andes Centrales (2 000 a.C.) marca
convencionalmente el final del Periodo Arcaico y el inicio del Periodo Formativo, donde se
desarrollaron las Altas Culturas.
PERÍODO LÍTICO
EL HOMBRE DE PACAICASA
En 1969 un equipo dirigido por Richard Mac Neish inició estudios arqueológicos en el
distrito de Paccaicasa (Ayacucho). Fue en la cueva de Piquimachay donde encontró
huesos de animales de megafauna (del Pleistoceno tardío) y artefactos líticos toscos que
Mac Neish ubicó en la llamada Fase Paccaicasa (18 000 a.C.).
Según Mac Neish hace 20 000 años habitaron esta zona bandas de cazadores nómades
con una industria lítica aún incipiente. Sin embargo, diversos arqueólogos (Lynch, Cardich,
Bonavia) han desconocido la existencia de la fase Paccaicasa, descartando la intervención
humana en los “instrumentos” y su asociación con los huesos de paleofauna ubicada en
Piquimachay. Argumentan que los utensilios que Mac Neish asocia a esta fase, son
simplemente rocas fracturadas de la misma cueva por algún movimiento telúrico.
En la actualidad la mayoría de estudiosos reconoce la Fase Ayacucho (14 000 a.C.) del
Complejo Paccaicasa. A esta fase corresponden chancadores, raspadores y puntas
unifaciales y son las evidencias de manufactura más antiguas del Perú. Estos remotos
habitantes se alimentaban de osos perezosos (megaterios) y armadillos gigantes
(gliptodontes), así como de roedores y plantas silvestres.
EL HOMBRE DE PANALAUCA
El arqueólogo peruano Ramiro Matos Mendieta demostró que esta caverna ubicada en las
frías punas de Junín fue habitada por cazadores de paleofauna pleistocénica (megaterios,
caballos, etc.) unos 13 000 años a.C. Los hombres de Panalauca habitaban en los
alrededores del Lago Chinchaycocha y complementaban su dieta con aves y algas
lacustres. Las evidencias líticas son instrumentos tipo puntas de proyectil, asociados a
restos óseos de fauna extinguida.
EL HOMBRE DE HUARGO
EL HOMBRE DE TOQUEPALA
El arte rupestre del antiguo Perú es muy importante para el estudio de las bandas de
cazadores y su proceso de aprendizaje del ciclo vital de los camélidos andinos. Otros
lugares importantes por presentar pinturas rupestres son: Sumbay (Arequipa),
Pampacancha (Junín), Chaclaragra (Huánuco), Cuchimachay (Lima), entre otros.
EL HOMBRE DE LAURICOCHA
Otros sitios arqueológicos serranos característicos del Periodo Lítico son: El Cumbe
(Cajamarca), Ichuña (Moquegua), Quishqui Punco (Ancash), Escomarca (Lima), Piedras
Gordas (Pasco).
EL HOMBRE DE CHIVATEROS
Los habitantes del Río Chillón vivieron en los inicios del Periodo Holoceno caracterizado
por el retroceso de los hielos, la extinción de la megafauna y la abundancia de camélidos,
zorros y venados veloces que abundaban en las lomas cercanas. Las puntas de lanza
bifaciales de la fase Chivateros II fueron eficaces en la cacería de estos animales. La dieta
de estos habitantes se complementaba con la recolección de vegetales y animales
marinos, sobre todo peces y mariscos.
EL HOMBRE DE PAIJÁN
En la Pampa de los Fósiles (Pacasmayo-La Libertad), Rafael Larco Hoyle descubrió en
1948 un complejo lítico donde destacan las puntas de proyectil delgadas con pedúnculo.
Estos instrumentos de 12 a 15 cms. de largo fueron utilizados por pescadores y cazadores
del Holoceno Temprano.
El arqueólogo Luis G. Lumbreras sostiene que este complejo forma parte de una gran
tradición lítica que es llamada “Paijanense”. Forman parte de esta tradición sitios
arqueológicos como: El Inga (Ecuador), La Luz-Ancón (Lima), y Paiján (La Libertad). En el
Paijanense predominaron puntas pedunculadas bifaciales de alta calidad así como
cuchillos y raederas unifaciales.
En 1975 Claude Chauchat descubrió en la zona dos entierros de suma importancia. Un
adolescente y una mujer adulta fueron inhumados, hace diez mil años, con las
extremidades flexionadas y recostadas sobre una capa de ceniza. Estos entierros son
considerados los más antiguos del Perú, pues sus fechados alcanzan hasta 8 000 años
a.n.e. Los grupos humanos de Paiján se alimentaban, principalmente, de peces y mariscos
del litoral liberteño. También de cérvidos, aves, cañanes y vegetales silvestres del valle de
Chicama.
EL HOMBRE DE LA CUMBRE
EL HOMBRE DE SICHES
Al norte del río Chira en Piura, el arqueólogo James Richardson descubrió y de mesetas
con abundante pastos y valles interandinos propicios para el establecimiento de los grupos
humanos, por sus ecologías ricas en especies animales. En el litoral los cambios también
fueron grandes. El crecimiento del nivel del mar, ocasionado por los deshielos holocénicos,
trajo consigo el estrechamiento de la franja costera y la progresiva desaparición de la flora
y fauna de lomas. Las nuevas características de la sierra y la costa impulsaron a ciertos
grupos a experimentar nuevas formas de subsistencia: el pastoreo de camélidos y la
horticultura, respectivamente.
EL PERÍODO ARCAICO
Es el periodo en que el hombre andino empezó a abandonar progresivamente su
economía depredadora para reemplazarla por una economía de producción de cultígenos
y de pastoreo de camélidos. Estos avances permitieron el crecimiento demográfico, la
sedentarización, la especialización artesanal y las primeras formas de estratificación social
que caracterizaron la Revolución Agropecuaria en los Andes Centrales.
Diversos grupos humanos, desde el séptimo milenio antes de nuestra era, experimentaron
el tránsito de la vida cazadora y recolectora predominantemente nómade hacia una
economía de producción agrícola y pastoril. El transito de viejas formas económicas hacia
una nueva, impulsó la creación de instrumentos y técnicas que ampliaron las fuerzas
productivas y aceleraron la sedentarización. Se produjo un gran crecimiento demográfico,
lo que agudizó la crisis en las relaciones sociales y el desarrollo de complejas formas de
control, aprovechamiento y especialización de la fuerza de trabajo, todo esto característico
de la llamada Revolución Agropecuaria, que en los Andes Centrales, corresponde al
Periodo Arcaico Tardío.
Los arqueólogos Ramiro Matos y Róger Ravines sostienen que en este proceso “las
nuevas formas de producción exigen necesariamente un cambio en el manejo económico.
La población aumenta y las necesidades igualmente. La economía de caza y recolecta era
ya insuficiente para satisfacer la demanda, fue entonces conveniente asumir nuevas
formas económico-sociales. Esta transición de una economía extractiva, muchas veces
depredadora, de caza y recolecta, hacia una productiva, de subsistencia, racional y
controlada, es lo que caracteriza al periodo Arcaico.”
A nivel social el Periodo Arcaico se caracteriza por el surgimiento de las primeras tribus.
Algunos grupos humanos que se fueron especializando (pastores, horticultores,
pescadores) y que incrementaron fuertemente su población debieron complementar sus
recursos a través del intercambio y protegerlos mediante alianzas. Las antiguas bandas
cedieron lugar al surgimiento de las tribus. Fue la necesidad de formar una comunidad
grande y fuerte. Esto aseguraba protección y bienestar; además una gran ventaja sobre
las pequeñas bandas nómades que competían por los recursos.
Las tribus son grupos relativamente amplios de gente ligada por vínculos de parentesco y
congregadas en un mismo territorio. La necesidad de producir los alimentos agropecuarios
y defender sus excedentes, condicionó el forjamiento de grupos humanos cada vez más
amplios y estables. La vida en las aldeas agrícolas y pastoriles se fue organizando en
torno a lazos de consaguinidad y de territorialidad, vínculos básicos que aseguraban la
cohesión, defensa y bienestar del grupo.
En las nuevas condiciones de convivencia los miembros que poseían más conocimientos
agrícolas y ganaderos fueron reconocidos como jefes o patriarcas, con experiencia y
sabiduría para dirigir, normar y arbitrar en la vida económica y social de la aldea. El
surgimiento de las tribus debió ser paralelo al surgimiento de las familias nucleares, donde
un aldeano es responsable de su mujer e hijos. El jefe y la comunidad le asignan una
parcela de suelo cultivable y se van estableciendo relaciones de reciprocidad y
redistribución cada vez más complejas. Esto debió cumplirse en las comunidades que
alcanzaron mayor desarrollo agropecuario y excedentes productivos.
Este difícil reto fue afrontado por nuestros antepasados ingresando a un proceso de
experimentación que desembocó en el desarrollo de una incipiente agricultura de huerto y
la domesticación de camélidos como la llama y la alpaca.
El arqueólogo Kauffman Doig explica que “en un principio ante la precariedad de la caza y
la pesca fluvial acostumbradas, debió intensificarse el patrón de acopio de vegetales
comestibles, buscándose nuevas variedades y experimentándose diversas formas de
aprovechamiento que luego derivarían en formas de cultivo elementales, estas últimas, a
lo largo de milenios, fueron adquiriendo complejidad, con la invención de técnicas agrarias,
la domesticación de un creciente número de cultígenos y la adopción de patrones
culturales sedentarios más avanzados” .
Los estudios en Guitarrero revelaron que la vieja economía depredadora dio paso a una
nueva forma de subsistencia, basada en la producción de algunos cultígenos como
legumbres, ajíes y calabazas.
EL HOMBRE DE TELARMACHAY
La caverna de Tres Ventanas fue ubicada y estudiada por el arqueólogo Federico Éngel en
Huarochirí, sierra de Lima. Aquí, Éngel encontró abundantes utensilios líticos y algunos
esqueletos humanos. Sin embargo, la importancia de este lugar se debe más al
descubrimiento de camotes, ollucos y calabazas domesticadas. En el Arcaico Temprano,
los habitantes de las alturas de Lima eran horticultores que abandonaban lentamente sus
antiguas prácticas de subsistencia parasitaria.
EL HOMBRE DE JAYHUAMACHAY
EL HOMBRE DE PIQUIMACHAY
Santo Domingo es una pampa cercana a la península de Paracas, en la región Ica. Aquí el
arqueólogo Federico Éngel ubicó restos humanos envueltos en cestos junto a restos de
pallares, frijoles y calabazas domesticadas. Asimismo, encontró restos de una antigua red
de pescar y una flauta de hueso.
Los hombres de Santo Domingo eran aldeanos de economía mixta. Construían chozas de
troncos, carrizo, huesos de ballena y paja. Además de los cultígenos mencionados
aprovechaban los recursos hidrobiológicos de litoral. Parte de su dieta lo conformaban los
pescados, cangrejos, mejillones (choros), aves y lobos marinos.
Muy cerca de Santo Domingo, en Paracas, Éngel descubrió el “osario” de Cabeza Larga
con restos humanos incompletos de hasta 60 individuos colocados entre capas de esteras
y pieles de animales.
EL HOMBRE DE CHILCA
Chilca se ubica al sur de Lima. Aquí Federico Éngel encontró restos de aldeas de
horticultores y marisqueros conformadas por 100 familias aproximadamente. Las aldeas
estaban conformadas por chozas cónicas de base circular, hechas a bases de cañas
amarradas con sogas de junco.
Este sitio arqueológico, ubicado en Ancón (Lima), fue estudiado por Edward Lanning y
Michael Moseley. Estos arqueólogos sostienen que sus habitantes eran aldeanos que
dependían fuertemente de los recursos marinos y complementaban su dieta consumiendo
calabazas y zapallos que cultivaban. También es importante señalar que estos
marisqueros y horticultores aún no abandonaban sus cacerías periódicas en las lomas
cercanas.
Con el tiempo estos nuevos jefes reforzaron los sentimientos mágico-religiosos de los
aldeanos (agricultores, pastores, pescadores, artesanos). Idearon complejos rituales,
adoptaron suntuosas parafernalias y crearon mitos que justificaban su supremacía, se
convirtieron, pues, en “reyes sacerdotes”.
En un inicio los jefes debieron ser elegidos por las comunidades y su autoridad debió
temporal y limitada; sin embargo, en algunos casos estos líderes comenzaron a
desprenderse del control comunal e idearon y difundieron mitos y leyendas que
justificaban un poder semidivino, perpetuo, hereditario. Este proceso iba acompañado de
la consolidación de una creciente red de funcionarios que controlaban la fuerza laboral y
los excedentes de los aldeanos tributarios.
Fue a fines del Arcaico Tardío cuando se produjo la transición de las sociedades de
“jefatura” a los “estados prístinos” o “protoestados”. En estos, el grupo dirigente cuenta con
mecanismos ideológicos que justifican y fortalecen una autoridad vitalicia y hereditaria;
pero aún carecen de un aparato militar especializado y permanente que se encargue de
protegerlo de cualquier amenaza interna o externa.
En el Perú las jefaturas más desarrolladas del Arcaico Tardío como Caral y Chuquitanta
pueden ser consideradas como “estados prístinos”. En palabras del antropólogo Fernando
Silva Santisteban: “es menos que una línea, un tenue matiz, el que separa a las jefaturas
avanzadas de los estados prístinos, y la mejor manera de expresar esta transformación no
es como un salto cualitativo o un cambio de una forma a otra forma, sino como la
continuidad de una progresión, cuando se consolidan los factores que caracterizan al
Estado”.
Las evidencias arqueológicas indican que en el Perú, el Estado, como aparato de gobierno
respaldado en una fuerza militar permanente, el ejército, surgió a fines del Periodo
Formativo (Paracas, Salinar, Vicus) y se consolidó en el Intermedio Temprano (Mochica,
Nazca, Recuay).
Se puede deducir que las poblaciones del Periodo Arcaico poseían mitos de generación y
fertilidad y practicaban rituales agradeciendo a la Madre Tierra ser la generadora de la vida
y los alimentos. En el pensamiento mágico-religioso de estas sociedades ella era la
dadora de los benditos frutos que brotaban de su fecundo vientre. Es evidente la
simbología en torno a la reproducción de la vida, de ahí que también es probable que en
muchas de las civilizaciones también se adoraban a dioses de atributos masculinos,
dioses que fecundaban la tierra, dioses del agua y del rayo. Estos atributos, en el mundo
andino, están asociados al poderoso dios Wiracocha, de gran difusión a partir del Periodo
Formativo.
Es importante también, conocer los criterios que usan los arqueólogos para establecer el
nivel de sedentarización de un grupo humano y ubicarlo en el Arcaico Superior. El
especialista Peter Kaulicke explica: “La modificación de la superficie ocupada permite
determinar el tipo de ocupación. Así, una estadía prolongada se refleja en la calidad o
durabilidad de las viviendas construidas y en las modificaciones de estructuras requeridas
por el uso, probablemente acompañadas por un crecimiento del sitio, en relación con el
número de viviendas ocupadas simultáneamente. Una serie de instalaciones secundarias,
de diferentes formas y dimensiones, estaría normalmente asociadas a las viviendas, en
forma de hoyos o construcciones adosadas, así como los implementos o artefactos desde
piezas de desgaste (productos de los desechos de talla) hasta objetos pesados como
batanes. Finalmente, los miembros del grupo social se encuentran enterrados dentro o en
la cercanía de las viviendas, En suma, la arquitectura del espacio ocupado es el mejor
indicador del grado de permanencia en el lugar”.
CERRO PALOMA
Esta aldea se ubica cerca de Pucusana, al sur de Lima. Aquí el arqueólogo Federico Éngel
desenterró viviendas de pobladores sedentarios que usaban bloques de piedra y barro en
sus construcciones. Su antigüedad aproximada es de 4000 años a.C.
La mayor importancia de este sitio arqueológico está en sus recintos de servicio público.
Construcciones no usadas como viviendas domésticas, sino como centros destinados a un
grupo dirigente que planificaba las tareas agrícolas o artesanales y que convocaba y
organizaba a los aldeanos que las ejecutaban.
Las evidencias arqueológicas sugieren el inicio de una jerarquización social que, con el
incremento del excedente productivo, el crecimiento demográfico y la especialización
artesanal, se hizo cada vez más compleja.
EL HOMBRE DE HUACA PRIETA
El descubrimiento de Huaca Prieta, en 1946, es un hito fundamental en la historia de la
arqueología peruana. Por primera vez se reconocía la existencia de un periodo de
agricultores pre-cerámicos que construían habitaciones semisubterráneas, practicaban el
arte textil y utilizaban mates pirograbados unos 2500 años a.C. Los restos arqueológicos
más antiguos descubiertos hasta entonces no sobrepasaban los 1200 años a.C. y eran
asociados a la Cultura Chavín. Huaca Prieta conmocionó la cronología arqueológica
peruana. Además, sus restos fueron los primeros en ser sometidos a la novedosa técnica
del Carbono 14, para precisar su antigüedad.
Huaca Prieta se ubica a 5 kms al norte de la desembocadura del río Chicama, provincia de
Ascope, departamento de La Libertad y fue descubierta por un equipo de arqueólogos
encabezados por Junius Bird.
Los hallazgos más importantes corresponden a los restos de tejidos de algodón que
contienen bellas representaciones iconográficas. Es famosa la imagen del Cóndor de
Huaca Prieta con una serpiente enroscada en el estómago. También destaca la imagen de
la serpiente bicéfala estilizada con formas geométricas. Estos tejidos se realizaban con las
técnica del entrelazado, aún se desconocían los telares.
Asimismo, es famoso el mate pirograbado decorado con incisiones que dan forma a un
rostro felínico antropomorfizado. Eran utilizados como vasijas o recipientes ante el
desconocimiento de las técnicas alfareras propias del periodo Formativo.
EL TEMPLO DE EL ASPERO
En la desembocadura del Río Supe, al norte de Lima, se ubica este centro ceremonial que
tiene como descubridor y principal estudioso al arqueólogo Robert Feldman.
El conjunto ceremonial consta de seis pirámides la mayor de las cuales tiene 18 metros de
alto. Además, se descubrió un gran “anfiteatro” donde se realizaban grandes ceremonias
religiosas públicas y un “altar del fuego sagrado”, posiblemente de acceso restringido.
Las evidencias arqueológicas indican que Caral fue la sede de un “estado prístino”, donde
se realizaban actividades gubernamentales, religiosas, administrativas, artesanales e
inclusive comerciales. A nivel socio-político, Caral fue una sociedad con sectores sociales
diferenciados de acuerdo a su papel en la producción, control y distribución de los
excedentes. Esta sociedad era dirigida por autoridades permanentes (sacerdotes-
astrónomos especializados) que contaban con un eficaz medio de control coercitivo
ideológico y religioso.
Se sabe que los habitantes de Caral aun no conocían las técnicas de cerámica, pero eran
excelentes fabricantes de mates, y sobretodo de tejidos y redes de pescar. El cultivo de
algodón y la fabricación de tejidos de calidad, habrían convertido a esta ciudad arcaica en
un gran centro manufacturero y núcleo de una amplia red mercantil interregional.
Otro descubrimiento importante del equipo dirigido por la Doctora Shady es el conjunto de
flautas traversas, instrumentos musicales hallados muy cerca del Anfiteatro. También
destacan las estatuillas de ídolos femeninos, posiblemente vinculadas a la Pacha Mama,
divinidad agrícola de gran difusión en el mundo andino.
Ruth Shady escribe: “Hace 5 millones de años que los seres humanos iniciaron el
poblamiento del planeta, pero sólo 5 mil años atrás empezaron a construir centros urbanos
y a integrar redes de interacción a largas distancias. Seis sociedades en todo el mundo
pudieron cambiar sus modos de vida y generar las condiciones que hicieron posible la
civilización, el Estado y la formación de las ciudades: Mesopotamia, Egipto, India, Perú,
China y Mesoamérica. Es importante conocer cada una de estas civilizaciones porque
ellas influyeron en el desenvolvimiento de otras poblaciones contemporáneas y tuvieron un
rol fundamental en el desarrollo de las sociedades que las sucedieron en el tiempo. Pero a
diferencia de las civilizaciones del viejo mundo, que mantuvieron entre ellas un sistema de
interacción e intercambio de bienes y conocimientos que les permitió aprovechar de las
experiencias del conjunto, en el Perú el proceso se dio en total aislamiento, pues Caral se
adelantó en, por lo menos, 1 500 años a Mesoamérica, el otro foco civilizatorio del Nuevo
Continente”.
A fines del año 2005 la arqueóloga Ruth Shady anunció el descubrimiento de un quipu en
las ruinas de Caral, que según todas las evidencias, corresponde al auge de esta famosa
Ciudad Sagrada, unos 2500 años a.C. Este descubrimiento revolucionará el estudió de la
historia andina. Los quipus son ramales de cordeles y nudos de diferentes formas y
colores que se utilizaban para guardar la contabilidad de las poblaciones y recursos, en el
antiguo Perú. Se sabe que también servían para guardar memoria de hechos de la historia
sagrada y real en el Imperio de los Incas. El quipu que se consideraba más antiguo, data
del año 600 de nuestra era. El hallazgo del “Quipu de Caral” ratifica el alto grado de
desarrollo cultural de nuestros ancestros del Arcaico, a la altura de los grandes focos
civilizatorios del planeta.
TEMPLO DE BANDURRIA
Este yacimiento arqueológico se ubica a 10 kms. de Huacho (norte de Lima), cerca del
mar, las lomas y una albufera, ricos en flora y fauna costeñas. A fines del 2005 un equipo
dirigido por el arqueólogo peruano Alejandro Chu, descubrió en Bandurria un conjunto de
viviendas de piedra y barro que formaron parte de una gran aldea de pescadores y
marisqueros. La antigüedad de los restos es de 2 500 años a.C. Poco después se
confirmó el hallazgo de un centro ceremonial con plaza circular hundida. La construcción
piramidal era la residencia del grupo dirigente que administraba la región de Huacho y
oficiaba importantes rituales para los dioses.
El hallazgo a sido resaltado por la arqueóloga Ruth Shady, quien plantea que los hombre
de Bandurria abastecieron de recursos marinos a la Ciudad Sagrada de Caral. Hay
indicios de caminos que conectan Bandurria con Caral. Además, los habitantes de litoral
huachano usaban canastas y bolsos de junco y totora para transportar el pescado y los
mariscos a grandes distancias.
TEMPLO DE CHUQUITANTA
Conocido también como El Paraíso, fue uno de los establecimientos ceremoniales más
antiguos de la costa central del Perú. Fue descubierta por Federico Engel cerca de la
desembocadura del río Chillón, en el departamento de Lima.
El sitio arqueológico consta de varias fases de ocupación, de las cuales la más antigua se
denomina “Kotosh Mito” al que pertenece el famoso “Templo de las Manos Cruzadas”. El
templo fue construido con piedras semilabradas unidas con argamasa de barro. Tiene
forma cuadrangular y en su cámara principal cuenta con un fogón cilíndrico que recibía
aire a través de ductos de ventilación subterráneos. Los arqueólogos consideran que es
muy probable que el fuego haya sido objeto de un culto traído por grupos provenientes de
la floresta amazónica.
Las paredes del templo cuentan con nichos u hornacinas trapezoidales debajo de las
cuales se logró rescatar dos pares de “manos cruzadas” esculpidas en barro arcilloso y
secado al sol.
TEMPLO DE LA GALGADA
Este complejo ceremonial se ubica en la provincia de Pallasca, al norte del departamento
de Ancash. Los arqueólogos Alberto Bueno Mendoza y Terence Grieder ubicaron e
investigaron este templo pre-cerámico desde el año 1981.
La Galgada consta de una pirámide escalonada de piedras, barro, cañas y madera. Tiene
patios circulares, tumbas y nichos trapezoidales con paredes revestidas de yeso.
Característico de este templo son sus plantas cuadrangulares con esquinas redondeadas.
En este sitio arqueológico también se descubrió los tejidos más antiguos de la sierra. Se
trata de telas de algodón con rica iconografía: variedades de aves y serpientes estilizadas
en forma geométrica. La antigüedad promedio de todas éstas evidencias arqueológicas es
de 2 300 años a.C.
TEMPLO DE HUARICOTO
Este templo de origen pre-cerámico fue descubierto y estudiado por Richard Burguer en la
provincia de Carhuaz, en Ancash. Burguer ubicó varias fases de ocupación. La más
antigua, la fase Chaukayan, corresponde a la Tradición Religiosa Kotosh del Arcaico
Tardío.
La estructura principal cuenta con un fogón central alrededor del cual se practicaban
complejos rituales religiosos a cargo de los sacerdotes astrónomos que dirigían esta
sociedad de economía agrícola y pastoril.
TEMPLO DE PIRURO
Este templo también presenta todas las características de la “Tradición Religiosa Kotosh”.
Se ubica en el valle de Tantamayo, provincia de Huamalies, departamento de Huánuco. Su
descubridora y principal estudiosa es la arqueóloga Elizabeth Bonnier.
Sus estructuras son de piedra semi-labrada y posee las esquinas redondeadas. Posee un
altar y un fogón central donde se realizaban incineraciones rituales a cargo de sacerdotes
astrónomos que dirigían una sociedad de agricultores y pastores pre-cerámicos.
SÍNTESIS DE LA ETAPA PRECERÁMICA
Unos dos mil años antes de la era cristiana llegó al Perú, procedente de tierras
ecuatoriales una innovación técnica muy importante: la elaboración de cerámica. Con su
implantación en el Perú se inicia el Periodo Formativo. El advenimiento de la cerámica
contribuyó a que en los Andes Centrales se desarrollen sociedades de compleja
organización socio-política y gran refinamiento artístico, las Altas Culturas.
La cerámica llegó al Perú cuando teníamos 5 mil años de economía productiva, con una
continua transformación del medio ambiente y un gran desarrollo tecnológico y artístico.
En tierras peruanas ya se desarrollaba agricultura de regadío, existían impresionantes
pirámides escalonadas donde residían reyes sacerdotes, expertos astrónomos y eficientes
administradores.
Los aldeanos se organizaban en ayllus y desarrollaban faenas comunales dirigidas por sus
respectivos jefes o curacas. Existían hábiles artesanos: tejedores, escultores, fabricantes
de mates, redes de pescar y ornamentos de piedras y conchas. Los principios de
reciprocidad y redistribución regulaban las relaciones socio-económicas y políticas. Las
sociedades eran dirigidas por jefaturas o estados prístinos con sede en hermosos
complejos urbanos y sagrados.