Autogestion

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Autogestión

y anarcosindicalismo en la España revolucionaria es la historia


de la única revolución europea en la que los trabajadores con los medios de
producción en sus manos amenazaron, de forma efectiva, con imponer su
criterio por encima de cualquier línea política que no fuera promovida por
ellos mismos. Mejor aún, la historia de los resultados de la revolución, las
colectividades que comenzaron a organizarse desde el mes de julio de 1936,
aprovechando la legitimidad de la derrota de los insurrectos (en ciertas
partes del país) y el consiguiente vacío de poder que dejó el proceso
revolucionario. Una historia no exenta de contradicciones en la que su
principal protagonista político, el movimiento anarcosindicalista, se vio
atravesado por peleas intestinas que lo llevaron a un estado de progresiva
impotencia y en la que las diferentes izquierdas demostraron que tras su
aparente unidad se escondían intereses políticos y de clase bien distintos a
los de sus propósitos proclamados de transformación social. Frente a una
imagen que permanentemente opone república a dictadura, antifascismo a
fascismo, las colectividades, formadas la mayor parte de las veces por
cenetistas y ugetistas escasamente disciplinados con respecto a sus líderes,
fueron la expresión material del deseo popular de dirigir la economía y con
ella su destino. Su experiencia, la experiencia de sus éxitos y sus fracasos y
la de la gigantesca alianza enemiga a la que tuvieron que hacer frente, es el
testimonio actual de cualquier época que atraviese acontecimientos tan
decisivos como los de la guerra y la revolución.

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Frank Mintz

Autogestión y anarcosindicalismo en
la España revolucionaria
Análisis y críticas, 1931-2005

ePub r1.2
Hoshiko 08.11.14

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Título original: Autogestión y anarcosindicalismo en la España revolucionaria
Frank Mintz, 2006
Diseño/Retoque de cubierta: Traficantes de Sueños

Editor digital: Hoshiko


ePub base r1.1

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Omnia sunt communia! o “Todo es común” fue el grito colectivista de los
campesinos anabaptistas, alzados de igual modo contra los príncipes protestantes y el
emperador católico. Barridos de la faz de la tierra por sus enemigos, su historia fue la
de un posible truncado, la de una alternativa a su tiempo que quedó encallada en la
guerra y la derrota, pero que sin embargo en el principio de sus exigencias permanece
profundamente actual.
En esta colección, que recoge tanto novelas históricas como rigurosos estudios
científicos, se pretende reconstruir un mapa mínimo de estas alternativas imposibles:
los rastros de viejas batallas que sin llegar a definir completamente nuestro tiempo,
nos han dejado la vitalidad de un anhelo tan actual como el del grito anabaptista.

Omnia sunt communia!

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Prólogo

Algún día llegará en que será preciso resumir las lecciones de la experiencia de
nuestra revolución.
Abad de Santillán, Por qué perdimos la guerra, Madrid, 1975, p. 78.

Los propios anarquistas, que eran y son los más interesados en publicar la labor
de las colectividades, han producido en el mejor de los casos, sólo informes muy
limitados. Los testimonios de los testigos presenciales tienen además un valor
fragmentario que dificulta la generalización.
Brademas, Stephen John, Revolution and Social Revolution. Contribution to the
history of the Anarcho-Sindicalist of Movement in Spain: 1930-1937, Oxford, tesis
dactilografiada, 1953, p. 313 [ed. cast.: Anarcosindicalismo y revolución en España
1930-1937, Ariel, 1974, p. 190 (la traducción de la cita no es fiel a la frase inglesa,
mantengo mi versión)].

La Revolución por la emancipación de los trabajadores, de acuerdo a una práctica


no tarada, tiene que ser buscada cerca de nosotros, en la España de 1936-1939, cuyos
aspectos sociales comienzan ahora a conocerse […]. Millones de trabajadores
controlaban las fábricas y cosechaban y cuidaban los campos, transformando la
economía de consumo capitalista en una economía de guerra, a pesar del sabotaje de
los burgueses republicanos. Trabajadores en plena revolución, con sus
contradicciones, sus discusiones, que sabían que ya no querían sufrir más, que
trataban de conseguir una nueva vida, con el rechazo, de antemano y por experiencia,
de la aprobación automática a sus dirigentes, porque en tales circunstancias «el orden,
la disciplina» no es más que el arma de los traidores que desean desarmar al pueblo y
restablecer la policía que protegerá sus propiedades. La Revolución sólo puede ser
juzgada de acuerdo a un criterio: la situación de los trabajadores, el nivel de vida y el
poder de los mismos. Y fue únicamente en España donde los propios trabajadores
tuvieron bastante lucidez y fuerza, gracias a la formación anarcosindicalista, como
para concretar en el ámbito de la economía su ideal de emancipación.
Prefacio a la traducción francesa de Enseñanzas de la Revolución española de Vernon
Richards, 1975, retocado en 2005.

Estas tres citas dan cuenta de una doble realidad: la falta de información y la

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desinformación intencionada.
Inmersos en su ámbito cerrado de lucha antifranquista, titubeando entre la
esperanza de evolución o de revolución, los anarcosindicalistas españoles se
olvidaron, excepto contados casos, de propagar la obra de la autogestión, tal y como
lo supieron hacer sus hermanos desterrados de la URSS veinte años antes.
Los periodistas e historiadores oficiales —retribuidos por los amos de la riqueza
capitalista o por los partidos comunistas, Moscú ayer, Pekín hoy— no se pueden
permitir el hecho de propagar y alabar los periodos de la historia en los que millones
de habitantes se organizaron desde la base y sin cúpulas, sin partidos ni dirigentes
formados en la universidad o en los comités centrales.
Desde los balbuceos de la organización humana y las pinturas rupestres hasta la
actualidad, nos es impuesto un sistema social jerárquico como presunto y único
modelo, posible y eficiente. Es el dominio del hombre blanco rico, con algunas
hembras que se cuelan de cuando en cuando para aliviar y solazar la labor masculina.
La autogestión en España, impuesta desde la base, fue en gran parte la tarea de las
mujeres, los ancianos, los jóvenes, los discapacitados (anexo VIII).
Esta hazaña es de todos. Desde la gesta de Espartaco hasta los rechazos diarios
contra el capitalismo en todos los continentes, la lucha de clases se va repitiendo con
fases mínimas y otras ingentes (Ecuador, Bolivia y Argentina en 2001-2005). Ésta es
la aportación constante de los luchadores: conocer su pasado e inspirarse en él para
improvisar en el día de hoy.

* * *

Las ideas anarquistas (la oposición al poder de una cúpula) o libertarias (a favor
de la igualdad económica y social, siempre negada en la democracia vacía del
capitalismo) permiten deshacer el mito manipulador de la jerarquía sabia e
incriticable —compuesta por la misma gente, al igual que los padres respecto de unos
eternos adolescentes— para que el poder y la organización de la sociedad sea de
todos, de modo horizontal y rotativo.
La experiencia de Ucrania durante la revolución soviética escapa a una aplicación
estrecha, dogmática, de las ideas anarquistas. El grupo anarquista de Guliay Polie
orientado por Makhno se impregnó de las necesidades de la población campesina y
obrera. Propuso y discutió una orientación anarquista no a partir de la ideología, sino
de la mejor solución a los problemas planteados por una situación concreta. La
afirmación de las capacidades de los propios asalariados, el hecho de alentar que
decidan en asamblea teniendo en cuenta los otros colectivos de trabajadores, y si hace
falta, con intervención de los anarquistas con el fin de evitar desviaciones egoístas
(que ellos también se corrigen entre sí, si se da el caso), acabaron por dar a un gran

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número de trabajadores una conciencia de sus capacidades autónomas creativas.
Estas experiencias ucraniana y española corresponden al sentido de los mensajes
de Bakunin y Kropotkin en textos dirigidos a todo el mundo.

[Para tener el derecho de ingresar en la Internacional] no hace falta más que la


unión de todas las asociaciones obreras locales y nacionales en una asociación
universal, la gran Asociación Internacional de los trabajadores de todos los países.
Si tú sientes, si has comprendido bien, y si quieres realmente todo eso, ven con
nosotros cualesquiera que sean tus creencias políticas y religiosas. Pero para que
nosotros te podamos aceptar, nos debes prometer: 1) subordinar desde ahora tus
intereses personales y aun los de tu familia así como tus convicciones y
manifestaciones políticas y religiosas al interés supremo de nuestra asociación: la
lucha del trabajo contra el capital, de los trabajadores contra la burguesía en el terreno
económico; 2) no transigir jamás con los burgueses por un interés personal; 3) no
buscar jamás elevarte individualmente, sólo por el beneficio de tu propia persona por
encima de la masa obrera, lo que haría inmediatamente de ti mismo un burgués, un
enemigo y un explotador del proletariado, puesto que toda la diferencia entre el
burgués y el trabajador es ésa: que el primero busca su bienestar siempre fuera de lo
colectivo y que el segundo no lo busca ni lo pretende conquistar más que
solidariamente con todos aquéllos que trabajan y son explotados por el capital
burgués; 4) tú siempre seguirás fiel a la solidaridad obrera puesto que la mínima
traición a ella es considerada por la Internacional como el mayor crimen y como la
mayor infamia que un obrero pudiera cometer. En una palabra, debes aceptar
francamente, plenamente nuestros estatutos generales y tomar el solemne
compromiso de conformar a ello tus actos y tu vida. […]
«La emancipación de los trabajadores será obra de ellos mismos» dice el
preámbulo de nuestros estatutos generales. Tienen mil veces razón al decirlo. Es la
base principal de nuestra gran Asociación. Pero el mundo obrero permanece todavía
ignorante de una teoría que le falta aún completamente. Así no le queda más que una
sola vía, la de su emancipación por la práctica. ¿Cuál puede y debe ser esta práctica?
No hay más que una. Es la de la lucha solidaria de los obreros contra los patrones y
su carácter fundamental: la organización y la federación de los sindicatos de
resistencia. […]
La Asociación Internacional de los Trabajadores, fiel a este principio, no prestará
jamás la mano a una agitación política que no tenga por fin inmediato y directo la
completa emancipación del trabajador, es decir la abolición de la burguesía como
clase económicamente separada de la masa de la población, ni a ninguna revolución
que, desde el primer día, la primera hora, no inscriba en su bandera la liquidación
social.

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Pero las revoluciones no se improvisan. No las hacen arbitrariamente ni los
individuos ni aun las poderosas asociaciones. Independientemente de toda voluntad y
de toda conspiración, son llevadas a cabo siempre por la fuerza de las cosas. Se las
puede prever, algunas veces se puede presentir su aproximación pero jamás se acelera
la explosión.
Convencidos de esta verdad, nos hacemos una pregunta. ¿Cuál es la política que
la Internacional debe seguir durante este período más o menos largo que nos separa
de esta terrible revolución social que todo el mundo presiente actualmente?
Prescindiendo, como se lo ordenan los estatutos, de toda política nacional y local,
ella proporcionará a la agitación obrera en todos los países un carácter esencialmente
económico, poniendo como fin la disminución de las horas de trabajo y el aumento de
los salarios; como medios, la asociación de las masas obreras y la formación de cajas
de resistencia[1].

Todo el movimiento obrero ha caído en manos de los políticos, que lo ahogan,


como ya ahogaron el primero de mayo revolucionario. ¿Por qué? Porque los
anarquistas somos muy pocos, y los que están se apartan del movimiento obrero,
incluso cuando los obreros no se apartan de nosotros, en lugar de ir hacia ellos;
incluso durante las huelgas, algunos encuentran «very anarchistic» no unirse a los
huelguistas, y continúan trabajando. Mantienen la pureza de los principios, se quedan
fuera, no interviniendo en ningún asunto social, lo que no trae ningún mérito ni
ninguna ventaja. Hay que mantener los principios trabajando con los demás, en
medio de los otros[2].

Vestimentas, casas habitables. No despilfarrar nada, organizarse de inmediato


para llenar todos los vacíos, atender todas las necesidades, satisfacer todas las
necesidades producir, ya no para dar beneficios a nadie sino para que la sociedad viva
y se desarrolle. […] «¡Pan, la revolución necesita pan!» ¡Que otros se ocupen de
lanzar circulares de versos rimbombantes! ¡Que otros se cuelguen todos los galones
que sus hombros puedan soportar! ¡Que otros finalmente hagan peroratas sobre las
libertades políticas! […] Nuestra tarea específica será la de obrar de manera tal que
desde los primeros días de la revolución y mientras ésta dure no haya un sólo hombre
en el territorio insurrecto a quien le falte el pan[3].

Todos tenemos que comprender que en cuanto empiece un movimiento


revolucionario en un país la única solución razonable consistirá en que los obreros de
las fábricas y de los talleres, los campesinos y todos los ciudadanos de por sí tomen,
desde el principio del movimiento, toda la economía nacional en sus propias manos,
que la organicen ellos mismos y que dirijan sus esfuerzos hacia un aumento rápido de
la producción[4].

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Ucrania y España son ejemplos de aplicación de la sensatez que Bakunin y
Kropotkin habían observado entre los trabajadores de diferentes naciones.
En el futuro, las vías de acceso a otra sociedad pueden ser múltiples, pero es
seguro que los desórdenes sociales obligarán a dar con ellas. La extensión del
neoliberalismo y el conjunto de los desequilibrios que provoca, el deterioro del clima
y las catástrofes consiguientes, son consecuencias directas de la lógica del capital. La
amplitud de sus fechorías afecta directamente a los pobres, a los explotados. La forma
que tomará la oposición cada vez más clara al capitalismo, a su violencia y a sus
fuerzas de represión no es previsible, ni en Estados Unidos ni en otros países.
La actualidad de un cambio social profundo para poner fin a la pobreza creciente,
tanto en los países denominados del primer mundo como en los países
subdesarrollados, esto es, mantenidos en la esclavitud económica, para decir las cosas
tal y como son, es vital.
Nadie lo cuestiona. Pero algunos estiman que el capitalismo es mejorable. Si
fuera verdad, el capitalismo de los siglos XX y XXI no adoptaría la misma lógica que
en el siglo XIX. La implosión que sufrió la URSS provenía del hecho que estaba
calcando el capitalismo y que las clases dirigentes estaban impacientes por cambiarse
de chaqueta. Las élites capitalistas se embriagan con el poder hasta el punto de
contaminar su propia atmósfera.
Es posible que, tras numerosas confrontaciones violentas, una saturación
recíproca de explotados y explotadores haga evolucionar la situación.

* * *

Me formé no con una vocación de historiador profesional, sino por la necesidad


de esclarecimiento y de crítica del pensamiento anarquista, tanto en Francia como en
España, en su variante anarcocomunista crítica (y luego anarcosindicalista), que yo
había adquirido en el grupo Noir et Rouge.
Por otra parte, cuando leía descripciones de los koljoses y de las comunas chinas,
tenía la impresión de leer textos ingenuos o que mezclaban verdades y mentiras. Pero
leyendo las evocaciones de los colectivos libertarios españoles en autores
reconocidos como Leval o Peirats, me invadía el mismo sentimiento. Estos
compañeros estaban tan convencidos que se olvidaban de demostrar sistemáticamente
los progresos económicos.
En 1963, presenté un estudio universitario en castellano sobre la colectivización
durante la guerra civil española 1936-1939, adoptando un enfoque resueltamente
crítico, sin triunfalismo en las estimaciones cifradas y con descripciones de las
contradicciones eventuales entre la teoría y la práctica. La traducción se publicó en
francés en 1969, en 1976 añadiendo más documentación y el texto español fue

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publicado ampliado en 1977 en Madrid, La autogestión en la España revolucionaria.
En 1999 hice en francés una síntesis, reduciendo los cuadros económicos y dando
más espacios a la reflexión. La obra actual pretende reunir lo mejor de los escritos
precedentes.
Paralelamente, seguí trabajando en la edición de análisis que no obedeciesen a
tabú alguno, como la participación en la edición de las Enseñanzas de la revolución
española de Vernon Richards, con el grupo editor La Hormiga (1971)[5], que logré
que se publicase en francés en una buena editorial (1976). Pude seguir planteando y
dando a conocer con estudios, antologías y traducciones, varias cuestiones sobre el
movimiento libertario español y otras más generales (en francés Berneri, Malatesta,
Kropotkin, Chomsky, Pano Vasílev, revista Noir & Rouge, Max Nettlau, Patagonia
rebelde de Osvaldo Bayer, y en castellano Kropotkin, Abad de Santillán, reseñas
críticas sobre el movimiento libertario español), con o sin seudónimos (Israel Renov
o Martín Zemliak). Era una precaución necesaria debido a la vigilancia del
contraespionaje búlgaro (1965-1989) —estando casado tras catorce meses de
búsqueda de enchufes (sin dejaciones) con una búlgara, hermana de un compañero
anarcocomunista emigrado político en Francia. Al ver la asimilación del marxismo
leninismo y del «socialismo real» desde el interior[6], al igual que al conocer por
dentro el capitalismo europeo y latino americano, quedé persuadido de la estupidez
económica y social de ambos (sin ver mejoras para la gente de a pie entre 1950 y
2005).
Como docente en la periferia de París y ahora jubilado, he alternado este trabajo
con la militancia sindical en la CNT de Francia (desde 1994). Mi ideología no es el
anarquismo que suele reunir en un mismo conjunto tendencias dispares, con
inevitables roces y frenos para unas y otras. Prefiero decirme anarcosindicalista,
sabiendo que la conducta solidaria y de acción directa importa más que la etiqueta, tal
y como se vio en la España de 1936 y se nota en la Argentina actual. Me adhiero a
una meta común con los demás: la lucha contra el capitalismo y la explotación social
para establecer el comunismo libertario (esto es una sociedad organizada de abajo a
arriba, sin Estado ni supeditación de los trabajadores a cualquier jerarquía). Ya lo dijo
mucho mejor un compañero: «Cada obrero serio es necesariamente un revolucionario
socialista puesto que su emancipación no puede efectuarse sino mediante el
derrocamiento de todo lo ahora existente. Esta organización de la injusticia, con todo
su muestrario de leyes inicuas y de instituciones privilegiadas debe perecer o las
masas obreras permanecerán condenadas a una esclavitud eterna[7]».

Frank Mintz, noviembre de 2005

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Desde mis primeros pinitos en la cuestión de la revolución española en
1963 estoy agradecido al grupo Noir et Rouge, en especial a Christian Lagant
y a Todor Mítev, a los colegas Aristide Rumeau, Rafael Pujol Marigot, Josep
Fornas, a los compañeros anarquistas o anarcosindicalistas Antonia
Fontanillas, Fernando Gómez Peláez, Gueorgui Balkanski, Rudolf de Jong,
Renée Lamberet, José Llop, Valerio Mas, Liberto Sarrau.

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Capítulo 1

Presentación del movimiento anarcosindicalista


CNT

La revolución rusa, esta misma revolución que constituye la primera


experiencia histórica de la huelga general, no sólo no rehabilita la anarquía,
sino que además desemboca en una liquidación histórica del anarquismo[1].
(1905)

El campesino español es más individualista aún que el campesino francés:


es más altivo, tiene más orgullo[2].
(1927)

Ambas citas, la primera de un marxista y la segunda de un cooperativista burgués,


quedaron ridiculizadas por los posteriores acontecimientos históricos. Nos enseñan
los límites de análisis presuntamente científicos o universales, que no son sino
pretextos para juicios personales, subjetivos (cuando no puras mentiras como pasa
con los informes «científicos» que justifican los alimentos transgénicos, niegan el
recalentamiento del planeta, etc.).
Antes que dar fechas y datos sobre el anarcosindicalismo español, es preferible
exponer cómo y por qué llegó a ser tan fuerte.

Desde fuera y desde dentro: Causas de la persistencia


del sindicalismo anarquista (anarcosindicalista a partir
de la década de 1930) en España a través de miradas
ajenas y de miradas internas

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Una cuestión lógica es preguntarse por qué el anarquismo fue tan fuerte en
España desde finales del siglo XIX hasta 1936, cuando ya había desaparecido en
muchos países. Mucho más claro resulta el problema cuando se observa que el
movimiento obrero de la misma época en EE UU era también anarquista, como los
mártires de Chicago, y lo seguirá siendo de hecho con los IWW, que no se
reivindican de ninguna ideología y de ningún partido político sino de la acción directa
y de la solidaridad de la clase obrera («un ataque contra uno de nosotros es un ataque
contra todos»).
En España existió un anarquismo obrero, social, al igual que en EE UU. No es el
anarquismo de los intelectuales bohemios, de los individualistas del culto al ombligo.
A finales del siglo XIX y a principios del XX, primero en Francia y luego en Rusia con
los soviets de 1905, las tácticas obreras son la acción directa y la desconfianza hacia
los partidos de izquierda. Tal es el rechazo que en abril de 1917, Lenin tuvo que
oponerse al comité central de su partido e imponer el eslogan anarquista de «Todo el
poder a los soviets» para hacerse con el poder, mediante manipulaciones (los
liberados y sedicentes dirigentes obreros como Trotsky) y la creación de la Tcheka en
1917 para acabar con la idea de la revolución horizontal de los trabajadores en
beneficio de los propios trabajadores y para establecer una «nomenklatura» (clase
privilegiada dentro o dependiente del Partido) con la NEP[3] y los privilegios de la
nueva clase roja.
El anarcosindicalismo y los espartakistas surgieron en Alemania entre 1918 y el
final de la década de 1920, hasta que fueron barridos por el socialismo y la derecha
armados además de la presión nazi y capitalista.
Y si el anarquismo obrero y social desapareció, o casi, del movimiento proletario
en muchos países como EE UU, Francia y la URSS fue a causa de los asesinatos, las
condenas y las enormes multas, de los jueces y de los patrones, la corrupción y las
presiones mafiosas de los sindicatos reformistas y los gulags del socialismo real.
La influencia anarcosindicalista en España se explica primero por la composición
de la CNT, el origen político y social de sus afiliados, la voluntad y la organización,
sin las cuales nada duradero se construye. Si los objetivos de CNT son el
comunismo libertario, tal y como fue definido por Bakunin y Kropotkin entre otros,
el sindicato se abre sin embargo a todos los trabajadores sin distinción política y
religiosa. Se observa que los trabajadores españoles efectuaron una elección en el
abanico táctico libertario contra la oligarquía. La influencia sobre los artistas y los
escritores y la pequeña burguesía, fue menos fuerte que en Francia. El terrorismo
estuvo igualmente menos presente en España que en Francia, Italia o Rusia. El
individualismo y las tentativas de generar comunas escasearon al contrario que en
Rusia y Bulgaria.
Para silenciar la represión del anarquismo en muchos países, los historiadores

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plantean la pregunta de por qué la influencia anarquista fue tan fuerte en España (en
el caso de los marxistas véase el anexo XIV).
Gerald Brenan, buen hispanista inglés, y en lo que se refiere al anarquismo
plagiario de Díaz del Moral (cuyas ideas aparecen en esta parte), afirmaba que el
anarquismo corresponde con el milenarismo, con un ansia del igualitarismo medieval,
y Hugh Thomas, James Joll, Eric Hobsbawm (éste último con salsa marxista),
Nazario González, lo han repetido concienzudamente sin citarle. Incluso, es criticable
la visión que los anarquistas tienen de las razones de su éxito. Al lado de un análisis
general bastante exacto de Renée Lamberet, que destaca las divisiones geográficas
naturales propicias a las ideas federalistas, el peso de la explotación inicua en el
ámbito industrial y agrícola o la seriedad de los trabajadores españoles, se encuentran
explicaciones estrafalarias sobre el «anarquismo temperamental de los españoles»[4],
por no citar artículos de prensa que hablan de la inmortal CNT, el fénix renaciendo de
sus cenizas, etc…
Brenan intentó con cierto éxito delinear y separar geográficamente a los
anarquistas y a los socialistas. También parece que la división por clases sociales
atrajo a ciertos estudiosos: «En Valencia y Castellón los prósperos campesinos
pertenecían a las derechas católicas o bien al partido republicano, al igual que los de
la fértil Granada pertenecían al Socialismo[5]».
La realidad no se deja apresar por moldes deterministas: los tipógrafos eran
ugetistas en Madrid y cenetistas en Barcelona; los mineros asturianos socialistas con
una fuerte minoría cenetista y sus compañeros en Aragón y en Cataluña cenetistas;
los portuarios en Barcelona y Gijón cenetistas y en Sevilla comunistas[6].
Se podría alargar la lista con los campesinos pobres, cenetistas en Aragón,
republicanos autonomistas en Cataluña, ugetistas en Castilla y cenetistas y ugetistas
en Levante…
Para nosotros se combinan dos factores explicativos. El sindicalismo de acción
directa fue una táctica que respondía a las necesidades de los trabajadores. Este
sindicalismo fue el primero en España, y dejaba poco espacio para el desarrollo de los
otros movimientos.
Nada mejor que algunos opositores para valorar las cualidades y defectos del peso
del sindicalismo de corte bakuninista que se afianzó en la Península ibérica a partir de
1868. Tres testigos ajenos al sindicalismo (un republicano masón, un marxista
soviético y uno de los fundadores del POUM —véase la nota 20—) dan opiniones
útiles (con su visión peculiar y su confusión entre anarquismo y anarcosindicalismo)
sobre el arraigo del anarcosindicalismo español entre finales del siglo XIX y principios
del siglo XX.

Con notorio desacierto se ha inculpado al anarquismo por sus tremendos errores

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de táctica. Aparte del terrorismo y la acción individual, que constituyen su baldón,
¿hubiera sido eficaz en Andalucía otro cualquiera? ¿Qué otra escuela social hubiera
logrado movilizar en tan breve tiempo, las grandes masas de asalariados, en esta raza
imaginativa e inculta, cuya apatía no cede sino a resortes de entusiasmo? Las voces
socialistas, secas y frías, a mil leguas del corazón de los trabajadores, hubieran
tardado un siglo en despertar a los dormidos. El republicanismo había gastado
rápidamente sus mitos. Sólo una doctrina de tipo religioso y utópico, con sus
numerosos y fervientes apóstoles, con su ardiente y copiosísima predicación, con su
impulsivo sectarismo, con su entusiasmo delirante, con sus enseñanzas ingenuas,
primitivas, simplísimas, tan cerca, por eso, de la sensibilidad y del entendimiento de
las masas andaluzas, tan conformes con su contextura psíquica y con sus latentes
anhelos, tenía virtud bastante para operar el milagro. […] Para el anarquismo, el
problema social es un problema de conocimiento: en épocas de lucha, y en los
sectores medios al menos, se piensa, como Sócrates, que es imposible conocer el bien
y no practicarlo, que el mal proviene del error; sólo ignorando las doctrinas ácratas se
puede adoptar una posición indiferente o contraria a ellas. De aquí su fervor
propagandista y su confianza absoluta en la eficacia de la palabra. Ni los socialistas,
ni los republicanos, ni ningún partido de los que aspiran a la conquista del alma
popular puede compararse en este aspecto a los anarquistas. A principios del siglo se
editaron en español casi todas las obras de los más reputados inspiradores de la
escuela; abundantes folletos traducidos u originales de militantes indígenas
difundieron profusamente las enseñanzas libertarias; la prensa ácrata llegó a los más
apartados rincones de España; numerosos agitadores, animados de ardiente
sectarismo, recorrían ciudades, villas y aldeas predicando la buena nueva […] Por
otra parte, su enseñanza y sus propagandas están matizadas de ordinario por temas
moralizadores. El respeto a la mujer y la igualdad de los sexos en el hogar y en la
sociedad, el amor a la naturaleza y a la cultura, la lucha contra el alcoholismo, el
tabaco y el juego de azar son motivos constantes de sus artículos periodísticos y de
las peroratas de sus mítines. Finalmente, el ácrata ibero acoge con fervor y alía
estrechamente a su credo todas las corrientes sociales marcadas por el sello de la
novedad. [… A propósito de una huelga de jornaleros andaluces en 1919]: el anhelo
vehemente de aprender invadió a las masas como en 1903. Se leía incesantemente: de
noche en los caseríos, de día en la besana; durante los descansos (cigarros) se
observaba siempre el mismo espectáculo un obrero leyendo y los demás escuchando
con gran atención. Un periódico era el regalo más agradecido que podía hacerse a un
obrero que estuviera de varada. Con la comida llevaban los jornaleros en las alforjas
algún folleto o algún periódico. En cualquiera de los pueblos sindicalistas se recibían
muchas centenas de ejemplares de la Prensa de sus ideas, que compraban hasta
algunos que no sabían leer[7].

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Otro motivo importante del robustecimiento y del crecimiento de la influencia
anarquista en España fue su propio carácter organizativo: las agitaciones anarquistas
fueron fundamentalmente flexibles, relacionadas con las formas nacionales
tradicionales de organización y de lucha, adaptadas al nivel de conciencia de los
revolucionarios, y hasta de las masas no maduras. […]
De este modo, en España, el anarquismo no se limitó a la propaganda de las
utopías sociales y de los actos terroristas. Propagó las acciones de masas y obtuvo
algunos éxitos prácticos. Después de un desarrollo de medio siglo, esta misma
tradición del movimiento anarquista se convirtió en una fuerza material seria, factor
del robustecimiento posterior de su influencia[8].

En los cuarenta y un años que median entre la escisión socialista-anarquista en el


congreso de La Haya y la revolución rusa, el movimiento anarquista fue batiéndose
en retirada ante el avance socialista en todas partes, menos en España (y Portugal), en
donde el anarquismo, en el siglo XIX, y el anarcosindicalismo, en los comienzos del
siglo actual, fue siempre más numeroso y fuerte que el movimiento socialista. Las
razones para que el proceso fuese en España distinto que en los otros países son
varias:
Primera. Los anarquistas españoles comprendieron el problema campesino
mucho antes que los socialistas, y arraigaron, desde los primeros tiempos, en
Andalucía, que es el crisol de la cuestión agraria española.
Segunda. Los anarquistas establecieron su base principal en Barcelona, que era el
centro industrial del país, mientras que los socialistas lo asentaron en Madrid.
Tercera. Los anarquistas eran propagandistas formidables e incansables.
Publicaban periódicos, revistas y folletos en abundancia. A comienzos de siglo, el
semanario Tierra y Libertad, que se editaba en Madrid, se transformó en diario,
siendo sin duda el primer diario anarquista que se publicó en el mundo. La editorial
Sampere-Prometeo, de Valencia, dirigida por Blasco Ibáñez, publicaba a precios
populares toda la literatura anarquista de la época. Los socialistas no concedieron
nunca una importancia especial a la propaganda impresa; se contentaban con publicar
tres o cuatro semanarios en todo el país.
Cuarta. Los anarquistas, aunque el número de intelectuales que formaron parte
de sus organizaciones fue muy reducido, hicieron una inteligente política de atracción
de ellos, invitándoles a colaborar en sus revistas y periódicos. La llamada generación
del 98, que inició una nueva fase en la vida intelectual de España a comienzos de
siglo, era intuitivamente anarquista. Los socialistas, en cambio, hasta la segunda
década del siglo, desconfiaron de los intelectuales, rechazándolos.
Quinta. Los anarquistas eran más combativos que los socialistas. Las

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insurrecciones campesinas en Andalucía, en el último cuarto del siglo pasado, aunque
elementales y equivocadas las más de las veces, encendían la llama de una ansiada
liberación, cuyo rescoldo, después del fracaso, no se extinguía nunca. Al calor de ese
rescoldo se agrupaban los humildes campesinos y escuchaban la lectura de los
folletos de Malatesta y La Conquista del Pan de Kropotkin.
Sexta. Los anarquistas comprendieron la importancia que tiene la educación de la
juventud para formar los luchadores de mañana, y crearon las escuelas racionalistas,
cuyo principal propulsor, Francisco Ferrer, al ser fusilado, en 1909, dio al santoral
anarquista un mártir con aureola internacional.
Séptima. Los anarquistas practicaron el terrorismo como arma política, y si en
algunos casos los resultados fueron negativos, en otros fueron positivos, siendo
siempre terribles.
Octava. Los anarquistas, perseguidos sin parar, adquirieron la práctica de actuar a
la sombra, en la clandestinidad, mientras que los socialistas procuraban no infringir
las leyes establecidas.
Novena. La dualidad Madrid-Barcelona, Castilla-Cataluña, favorecía a los
anarquistas, cuya oposición a Madrid coincidía con la de la clase media catalana.
Décima. El anarquismo, un poco místico, quijotesco, aventurero, individualista,
estaba mucho más cerca de las características psicológicas del pueblo español, que no
el socialismo: frío, esquemático, formulista, disciplinado, reglamentario.
Undécima. La primera guerra mundial determinó un rápido desarrollo industrial
en Cataluña, con el consiguiente crecimiento del movimiento obrero, encuadrado y
dirigido por el anarcosindicalismo.
Duodécima. Los anarcosindicalistas comprendieron antes que los socialistas la
conveniencia de transformar las sociedades de oficio en sindicatos de industria. La
aparición del Sindicato Único (sindicato de industria) fue revolucionaria y dio a los
anarcosindicalistas un tal impulso que alrededor de la Confederación Nacional del
Trabajo gravitó la mayoría de la clase trabajadora española.
Décima tercera. Y, último pero no lo último, los anarquistas dieron pruebas de
una imaginación de la que caecían los socialistas[9].

La eficacia, la adaptación y la inventiva de la CNT en el tiempo y en el espacio


son evidentes en esas citas, más allá de las apreciaciones sobre el fondo religioso o
utópico, inherente a cualquier «ismo» empezando por el capitalismo. La propia visión
cenetista explica el impacto.

Esencia ideológica del sindicalismo


En las organizaciones obreras cuyos componentes no hayan hecho de su
estómago el regulador de todos sus actos, hay, como en todas las cosas de la vida, una

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parte material y otra esencial, espiritual o ideológica, llámese como mejor plazca. Si
sólo desarrolla la material, o sea la conquista de dinero y la disminución de horas,
no pasará nunca de ser una especie de aperitivo o regulador estomacal y una
imitadora del burro de noria o del caballito del «tiovivo»; es decir que, después de
varios siglos de lucha tenaz sus componentes seguirán siendo como el día que
empezaron: una masa de asalariados explotados que apenas pueden cubrir sus más
perentorias necesidades. Y ha de ser así forzosamente; el trabajador es productor y
consumidor, y si no ataca en sus cimientos el injusto derecho de propiedad particular
que permite a unos apropiarse del producto de los otros, haciendo imposible la
igualdad económica, base de armonía y fraternidad humana y fuente de la verdadera
libertad y justicia, todo el dinero que consiga como productor le será arrebatado
inmediatamente como consumidor, porque, a mayor coste en la mano de obra, más
precio en el producto puesto en venta, resultando que al fin de los años, habrán
perdido el tiempo en escaramuzas y luchas intestinas para hallarse estancada en el
círculo de asalariado explotado. […]
No se puede predicar fraternidad y luego ser un quisquilloso, vengativo, criticón,
camorrista, difamador o envidioso. No se puede presumir de amante de la libertad y
luchador por la emancipación, y luego ser un intransigente y amigo de imponerse en
sus tertulias, reuniones y relaciones sociales, y en el hogar, con su compañera e hijos,
un tirano e inquisidor, cuando no un miserable explotador[10].

Sindicalismo de acción directa y Salvador Seguí (pintor de brocha gorda,


Barcelona):

—Pero los demás jefes del sindicalismo, ¿dicen otro tanto? O por lo menos, ¿lo
aseguran con ese ademán resuelto con que usted me ha respondido?
—Sí, claro está. Lo aseguran también. Al menos indican que el llegar a diputado
significa que dejaron de dirigir el sindicalismo. Yo no respondo por ellos porque ellos
se bastan para responder por sí mismos.
Y no es odio al Parlamento; es sencillamente que nos hemos dado cuenta de que
el sistema fiscal parlamentario es completamente inútil. Eso hay que dejarlo como
una cosa sobre la que no vale la pena ocuparnos. ¡Créame! Nosotros tenemos resuelto
ese punto con volver la espalda al tema.
—Sí; la táctica que siguen ustedes en su organización no requiere el concurso
parlamentario. [Seguí me mira un tanto irónico, dándome a entender que a él tiene
que hacérsele la pregunta con toda franqueza. Ahí no cabe la insinuación. Yo insisto
claramente].
—¿Cuál es la táctica que llevan ustedes?
—Pues muy sencillo. Las organizaciones anteriores a las que existen ahora no

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eran prácticas; por lo menos no eran del todo prácticas. Las conquistas que se
realizaban en favor del obrero eran tan lentas e insignificantes que se imponía el crear
nuevos organismos. Nosotros educamos al trabajador en un ambiente de confianza en
la propia voluntad y en el propio esfuerzo. Que cada uno se baste para cumplir su
misión humana. Les enseñamos, sencillamente, a luchar contra todos los que sean sus
enemigos. La gente cree que nosotros sólo pedimos una peseta más de jornal y una
hora menos de trabajo, por ejemplo. Están equivocados. Nosotros queremos
emanciparnos como trabajadores y destruir, por tanto, la ley del salario. ¡Pero que
trabajen todos, todos, iguales todos! Con los Sindicatos vamos a la lucha, sí, y por
esto los hemos organizado adecuadamente.
—La organización, admirable. Ya la conocen todos. La táctica, ¿cuál es la táctica?
—¡Pues ésta! Lo otro es consecuencia de lo uno. No crea usted que nosotros
preferimos la cantidad a la calidad. Nos interesó al principio tener diez trabajadores
capacitados, dignos, conscientes de sus deberes y de sus derechos y no tener diez mil
obreros que no supiesen resistir la persecución, el atropello, el hambre, la cárcel, toda
esa lista de infamias con la que se nos ha intentado amedrentar. Porque nosotros
sabíamos que el ejemplo de esos diez sería bastante para educar a las masas en una
escuela de mejoramiento social. Así la lucha con nosotros tiene que ser imposible.
Caídos esos diez, surgen otros diez y así sucesivamente llegamos a esos diez mil. El
atropello no puede alcanzar ya esa proporción, por terrible y por monstruoso que sea.
Buscando sólo la calidad, nos hemos encontrado con la cantidad, que ha abrumado a
los gobiernos y a los patronos en el último movimiento catalán. Muchos de los
trabajadores que vinieron a la huelga puede que no supieran concretamente el íntimo
sentido del sindicalismo. Pero el odio al patrono que explota y que veja, el atropello
que se repite diariamente, el caso de abnegación y de desinterés que les daban los
otros trabajadores era bastante. Con que supieran cómo debía proceder en caso de
continuar la huelga, ya era bastante. —Sí, esto ya lo dijo ayer Pestaña.
—Pues no es más que eso. Nosotros les enseñamos a defender la propia vida.
¿Cree usted que se tarda mucho en aprender esto? Y una vez aprendido, ¿cree usted
que se necesita llevar al trabajador de aquí para allá, decirle mañana a las cinco
rebélate, a las siete resígnate, a la nueve rebélate de nuevo y a las doce resígnate, a las
nueve rebélate de nuevo y a las doce resígnate una vez más? No, esto no es posible.
La cuestión social no es más que eso: llegar a aprender cómo se defiende la vida.
Nosotros no damos al obrero grandes cosas ni le regalamos jardines con nuestra
palabra. Los jardines están al alcance de su mano, como lo están al alcance de la
codicia burguesa. Dentro y fuera, todos somos iguales, y crea usted que no porque
hoy se saquea un Banco el proletariado gana. Al día siguiente sigue explotado por el
patrono. […]
La opresión de los más, la limitación del poder, la conservación del hecho de

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fuerza, el disfrute de los valores creados por otros, eso, eso mientras persista, no hará
más que obligarnos a la sindicación, que irá tomando formas diversas; pero siempre
violentas si se las fuerza a la violencia. Creados los organismos para resistir, bien
pueden por sí solos ser suficientes para atacar. Así educamos nosotros al obrero; le
hacemos que tome hábitos de cohesión y de disciplina. Que todos los sindicalistas,
cuando sea el momento, sean como un solo hombre. Me parece que lo hemos
conseguido en Cataluña. […][11]

El malestar en que se hallan las multitudes, que es producido por su estado de


miseria y esclavitud, las impele a aceptar a ciegas aquellas ideas que se le ofrecen
como un sedante, como un bálsamo, como una antítesis del mundo actual. Pero ¿es
que van más allá las multitudes? ¿Es que tienen conciencia de cómo han de
libertarse? Nosotros decimos que no. A lo sumo, saben que deben libertarse; pero no
es suficiente. Hay que tener una visión más clara, una idea más concreta, del orden
que se va a establecer, y cuando menos, para intentar una renovación tan profunda
como nosotros queremos hacer de la vida, hay que llevar al cerebro de la multitud los
principales postulados en que se afirma la justicia, para crear así una conciencia
nueva. Ésa es la educación que nosotros creemos debe preceder a toda acción
decisiva.
Si pensamos un poco detenidamente en lo que debe ser nuestra revolución,
veremos que no puede seguir otro camino, porque no queremos que el pueblo realice
un esfuerzo para cambiar de tutela, sino para sustraerse a la influencia de todas ellas.
Por eso pretendemos fortalecer al individuo educándole. Lo gregario debe
desaparecer de la Humanidad. Si no pensáramos así no nos llamaríamos libertarios,
porque la libertad que anhelamos no puede existir allí donde haya quienes tengan la
voluntad —si a eso puede llamarse voluntad— de obedecer inconscientemente las
órdenes de una minoría.
No sabemos el tiempo que podrá tardar en educarse el pueblo. Para nosotros eso
depende de la voluntad que pongamos en ello; pero sí afirmamos que mientras no se
eduque no se podrá hablar de verdadera emancipación, y que sostener lo contrario es
engañarse o engañar a los demás[12].

Los anarquistas en los sindicatos. Labor a realizar


Algunos anarquistas, cuando creen que la organización no ha de ser estatal, ¿qué
pretenden? Dirán que hacen prácticas de Anarquismo para llegar a una casi
perfección. ¿Y no puede ser, no podría ser, que los compañeros del 68 y del 73, en sus
Congresos, y a pesar de sus manifestaciones sectarias, previeran y comprendieran que
el aspecto económico del Anarquismo tuviera una inmediata realización? Yo creo que
sí.

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Ciertos aspectos de los problemas que el Anarquismo plantea, pueden realizarse.
¿Quiénes, si no los trabajadores, estaban en condiciones de comprender nuevas
concepciones del Pensamiento? ¿Quiénes, si no los trabajadores, pueden llevar a cabo
un movimiento de renovación?
Mas dudo haya nadie que crea asistir a la derrota de los valores económicos del
mundo capitalista y burgués; que asista al derrumbamiento de las falsas y viejas
concepciones, burguesas también, sustituyendo valores y concepciones como los
problemas que en su integridad plantea el Anarquismo. Digamos, porque a la verdad
nos debemos, que vamos al planteamiento de los problemas parciales del
Anarquismo.
La misión de los anarquistas, está en los Sindicatos para velar por la vida de éstos
y orientarlos. No desamparando la acción sindical, más influencia ejercerán; más
libertarias serán las organizaciones; antes precipitarán el advenimiento de una nueva
sociedad. Los anarquistas deben hacer práctica de la concepción anarquista dentro de
los Sindicatos. El apartamiento de los anarquistas de las agrupaciones profesionales,
es un suicidio. Todo debe y puede hacerse en los Sindicatos.
De ninguna manera quiere eso decir que aquéllos disuelvan los grupos que
tuvieren constituidos. No; de ninguna manera. Por el contrario, pueden integrar los
Sindicatos. Cuando más influencia ejerzan, más Anarquismo y más anarquistas harán.
Hoy no asusta, como en otro tiempo, el Anarquismo, y ello es debido a los trabajos de
convencimiento realizados. Gracias a la influencia ejercida por los anarquistas, pudo
darse el caso de que la organización sindicalista aceptara, en los Congresos Regional
de Cataluña y Nacional de los años 1918 y 1919 respectivamente, la declaración
terminante de que nos dirigíamos a la conquista del comunismo libertario, cosa que
quizá se hubiera rechazado en el año 1914 por el apartamiento de los anarquistas de
las organizaciones.

El Estado ruso. La función de los Sindicatos


No son los grupos anarquistas, ni las organizaciones estatales, quienes tienen que
organizar y regularizar la producción. Son los Sindicatos.
No somos leninistas porque no creemos que el Estado sea, por más revolucionario
y socialista que se titule, quien debe usufructuar los elementos de producción. Quien
únicamente tiene solvencia para ello son los Sindicatos. En primer lugar porque son
más morales. Después, porque son más competentes. El Estado ruso, por
esencialmente socialista que sea, no es el llamado a distribuir la producción. Eso sería
tanto como hacer creer a los hombres en un factor sobrenatural. Ya en Alemania se
han producido varios fracasos con un Estado socialista. Y aun cuando la situación no
sea la misma allí que en Rusia, es significativa la incompetencia del Estado[13].

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Ángel Pestaña (relojero) no era menos directo:

De todas cuantas cuestiones se plantean en los Sindicatos, acaso sea ésta, la de los
permanentes o individuos a sueldo para la administración y secretaría, la que origina
más serias y graves dificultades. […] La experiencia de otros países debe servirnos de
guía, para no mantener con nuestros céntimos tan duramente recaudados, el animal
dañino que nos devora: el burócrata.
¿Cómo evitar el inconveniente, rompiendo el círculo en que la necesidad nos
encierra? Cambiando el procedimiento usado en los otros países. En éstos, el
permanente siempre lo es el secretario general del Sindicato, que tiene a su cargo la
organización y dirección del mismo, llegando a convertirse en un buen señor que se
impone al Sindicato.
El método que nosotros debemos aceptar, ya que no podamos pasarnos sin tener
permanentes, es que éstos sean empleados solamente, en el estricto sentido de la
palabra. Sin voz ni voto en las reuniones de junta, asistiendo a ella para levantar acta
y exponer su opinión cuando se le pregunte. Debe ser funcionario, nada más que
funcionario.
El secretario general, como el tesorero, como todos cuantos compongan la junta,
deben trabajar, ir todos los días al taller, para no perder el contacto con los obreros y
demostrar además que no viven de cotizaciones del Sindicato. Y que si hay quien
cobra un sueldo de esas cotizaciones, no es la junta precisamente, sino un compañero
empleado, que las necesidades exigen, pero sin influencia en las decisiones del
Sindicato.
Otro tanto debe hacerse en la Federación Local y Confederación regional.
En la Confederación Nacional es más difícil aplicar este procedimiento: pero, en
cambio, debe renovarse el secretario general en cada Congreso, sin que el saliente
pueda ser reelegido dos veces consecutivas, aunque sí alternadas. El peligro, en este
caso, es mucho menor, y todo cuanto sea amontonar obstáculos para evitarlo o
aminorarlo, cuando suprimirlo no es posible, debe aceptarse[14].

El sindicato único
Es ésta una de las cuestiones más interesantes que el Congreso ha planteado. Su
gran trascendencia, la reconoció el Congreso mismo, ya que para su discusión y
aprobación se hubieron de emplear dos sesiones enteras. La unanimidad con que se
tomó el acuerdo, demuestra claramente las ansias de renovación que siente el
proletariado en el orden de la cuestión orgánica de las agrupaciones obreras. Era una
anomalía que núcleos de trabajadores, no ya de un ramo o industria similar, sino de
un oficio o profesión determinada, constituíanse dentro de una misma localidad dos o
tres o más sindicatos, de aquella profesión u oficio. Los inconvenientes de tal sistema

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de organización quedaron patentes en múltiples ocasiones, en que aquellos
organismos fueron derrotados por la burguesía, o bien en aquellas otras que sin llegar
al fracaso, estuvo comprometido el éxito de nuestras luchas por la carencia de unión
que el Congreso ha creído oportuno hacer, por el acuerdo de los Sindicatos únicos del
Ramo e Industrias, más compacta y estrecha entre los trabajadores.
Es indudable que esta reforma en los métodos de la organización es tan
importante, que sería pueril afirmar que podemos llegar a su completa realización en
un plazo brevísimo como algunos han insinuado. Esto no será posible en algunos
ramos o industrias, mientras y tanto no se labore con verdadero entusiasmo y sin
interrupción para llegar al fin deseado. No es, pues, cuestión de eliminar en asunto
tan trascendental el factor tiempo. […]
Además creemos que esta forma de organización es futurista, puesto que por su
simplicidad permitirá, llegado el caso, poder realizar estadísticas completas de la
producción total y también realizar el reparto de esa misma producción.
Se comprende, pues, que los Sindicatos únicos son la más fiel expresión del orden
constructivo, ofensivo y defensivo que los productores perseguimos.

Su constitución orgánica
Es condición indispensable para la constitución de los Sindicatos de ramos e
industrias, que la mitad por lo menos de las secciones (hoy sindicatos aún) quieran
constituirlos. Supongamos que existen en una localidad cualquiera seis secciones de
un ramo organizadas. Hay tres partidarias de la fusión y tres que no lo son o no están
predispuestas de momento a seguir el ejemplo de las tres que se fusionan. Éstas, pues,
deben ir, tan pronto como les sea posible, a la constitución del Sindicato único; en
todos los casos, es de suma conveniencia no desentenderse de aquellas secciones que
no ingresen de momento al nuevo organismo, sino que por el contrario es de
necesidad que las primeras pongan en antecedentes a las segundas de todos los
trámites y de toda la situación que aquéllas realicen; creemos que por este
procedimiento de continua y amigable relación podrá sacarse más provecho para el
fin que se persigue, que no aislándose, lo que supondría ahondar más las diferencias
que antaño existieran, y que descontamos eran la causa eficiente para no llegar a una
buena inteligencia. Nada de declarar al margen ni mucho menos amarillas a las
secciones que no se fusionen en principio. Amarillas sólo pueden conceptuarse las
organizaciones que abiertamente traicionen la causa de los trabajadores con motivo
de huelgas, por delaciones o por otros motivos graves por los que justamente pueda
aplicarse tal calificativo. […] Creemos interpretar fielmente en este asunto los
acuerdos del Congreso, ya que si bien reconocemos la necesidad: del factor tiempo
para llegar en principio a la adopción de dichos acuerdos, entendemos también que se
concreta debidamente con esta sucinta explicación el plazo prudencial; con el cual se

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harán imposibles las gestiones interminables que el personalismo perturbador pudiera
eternamente suscitar.
Demos tiempo a la constitución de los Sindicatos Únicos, pero constituidos éstos
pongamos también el plazo, fijado como medio único de que los no adheridos puedan
recapacitar y rectificar su actuación, antes de ser puestos al margen del movimiento
general de los trabajadores.

Algunos acuerdos del congreso

Tema 7. En las luchas contra el capital y el trabajo, los sindicatos adheridos a la


Confederación vienen obligados a ejercer de un modo preferente el sistema de acción
directa, mientras circunstancias de verdadera fuerza mayor, debidamente justificadas,
no exijan el empleo de otras fórmulas distintas.
Temas 19 y 22. Los políticos profesionales no podrán representar nunca a las
organizaciones obreras, y éstas deben procurar no domiciliarse en ningún Centro
político.
Tema 21. Es una obligación ineludible de los sindicatos procurar por todos los
medios lícitos la organización en sindicatos de las mujeres —compañeras, hijas, etc.
— que, empleando su actividad en alguna industria u oficio, convivan con ellos.
En los sindicatos mixtos las juntas administrativas deberán ser mixtas también, a
fin de que la mujer se interese por sus luchas y defienda directamente su
emancipación económica.
Tema 26. Mientras haya en la localidad una casa que pague a sus operarios a
tarifa y emplee obreros asociados, ningún sindicato podrá encargar trabajo alguno a
otro patrono que no lo realice en estas condiciones. No obstante, cuando la obra a
realizar sea tal que beneficie directamente a la organización, podrá rebajarse la mano
de obra, de conformidad con los compañeros que hayan de realizarla y del sindicato a
que pertenezcan.
Temas 40, 43, 44 y 50:
a) Es un deber de todo asociado impedir como fuere la explotación de los
menores de edad.
b) No se trabajarán horas extraordinarias bajo ningún pretexto en ramo alguno,
mientras hayan parados del mismo oficio, y si el sindicato a que pertenezcan los
compañeros a quienes se obliga a realizar exceso de labor se considera fuerte para
ello, no permitirá que se trabajen horas extraordinarias en ningún caso.
c) Aquellos oficios que hayan conseguido implantar como máximo la jornada de
ocho horas ayudarán a los demás a obtener dicha mejora, y luego, a criterio de las
Federaciones, podrá irse a la implantación del jornal único, a medida que las

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circunstancias lo permitan.
Tema 47:
a) Las entidades que no sean una agrupación de profesión u oficio para la
resistencia al capital, no deben intervenir directamente en los asuntos que afecten a
los sindicatos; pero el Congreso ve con simpatía que aquéllas que sustentan un ideal
social en consonancia con los intereses del proletariado, trabajen al margen de los
sindicatos en pro de la emancipación de la clase productora.
b) Habiendo los maestros racionalistas prestado muchos servicios a la clase
proletaria, y siendo un elemento necesario para la lucha por la emancipación, podrán
intervenir directamente en las cuestiones de los sindicatos, siempre que se organicen
corporativamente.
Tema 48. Para cuanto afecte a comités y federaciones, en la localidad, no podrá
nombrarse a ningún compañero que no sea del oficio y de la localidad; pero cuando
se trate de congresos o asambleas regionales, puede delegarse a un compañero de la
localidad en que resida el sindicato delegante o de aquélla en que el acto se celebre.
[…]
Tema 37. La ponencia entiende que el medio más práctico de dignificar y elevar
la actitud y la personalidad de los compañeros «Inválidos», estriba en que el Comité
Regional intervenga cerca de las organizaciones de inválidos apoyándolas
materialmente, interviniendo en los centros de producción establecidos o a establecer
por los inválidos que se dedican a labores manuales, y la intervención, también con
carácter general y permanente, en las agrupaciones artísticas y musicales.

Creemos que por este procedimiento y acercando a nosotros esta organización,


podrá evitarse, en gran parte, la mendicidad, y podrá, por otro lado, dignificarse
también la situación de aquéllos que por su condición tengan que ejercer su profesión
en la vía pública. Es condición previa que los comités locales ingresen en el seno de
la organización general de los trabajadores a estos compañeros, arrancándolos, de
momento, a las entidades protectoras y reaccionarias, que actualmente los mangonean
a su antojo.
En consecuencia, esta ponencia cree de suma utilidad la implantación de talleres
colectivos. Dichos talleres deben funcionar bajo la salvaguardia administrativa de la
organización obrera.
Y para el funcionamiento técnico desde el punto de vista industrial, los que sean
llamados a esta tarea deben ser inválidos conocedores de las diferentes industrias que
puedan ejercitarse en dichos talleres.
Las dificultades que para el buen desarrollo y desenvolvimiento pueden
presentarse, estriban en la distribución y venta de los artículos confeccionados, y para

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que esta dificultad desaparezca, habría necesidad
de obtener del Municipio, a instancias de la clase
trabajadora, unos puestos fijos en los puntos de
más tránsito de la ciudad, sin que estos puestos
sean obstáculo al ornato público y a la circulación
de los ciudadanos, y también a las puertas de los
mercados, en las condiciones análogas que más
arriba expresa esta ponencia. En consecuencia,
pues, estimamos que para acabar con la
mendicidad pública se impone la creación de esos
talleres y de esos puestos fijos, adonde el público
pueda dirigirse a realizar las compras de los
artículos elaborados. En cuanto al funcionamiento
interno de dichos talleres, ha de variar de lo que
pudiéramos considerar como talleres colectivos.
Entendemos para ello que lo primordial estriba
en proporcionar a los inválidos materia prima y que el producto íntegro de esta
materia elaborada, salvo un pequeño descuento, que habría de realizarse para gastos
de comisión, luz y alquiler de los talleres, debe ir al individuo elaborante[15].

De estas declaraciones se desprende un análisis económico de las


reinvindicaciones que apuntan a la supresión de la explotación en otra sociedad;
rechazo de los políticos y de los leninistas, que tienen que seguir el sindicalismo de la
CNT; una capacidad de concienciar a los asalariados con metas concretas, a cargo
de sindicalistas dedicados y constantes, capaces de resistir la represión; un cuidado
por la aplicación detallada y práctica de los acuerdos; una visión amplia que
abarcaba a las mujeres, a los niños y a los inválidos.
Se colige que los dirigentes anarcosindicalistas fueron plenamente conscientes de
su papel revolucionario y de los peligros que les rodeaban, dotándose de herramientas
sólidas.
El sindicato único agrupaba a todos los trabajadores de una misma empresa o de
una misma localidad, cuando ésta era pequeña. Existía una comunidad de intereses y
de solidaridad entre los obreros cualificados, los especialistas y los peones, cuyo
grado de cualificación y cuya diferencia de remuneración tendían a separarlos, a
dividirlos. La solidaridad no se limitaba al eslogan mítico de «proletarios de todos los
países, uníos», como en UGT y en el sindicalismo de tipo europeo (muy olvidado hoy
en Francia, Alemania, etc.), los obreros eran solidarios a pesar de las separaciones
laborales.

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Breve evocación del marco histórico
Sabiendo cómo obraban los cenetistas se comprende la pujanza pasada del
anarcosindicalismo en España.
Las ideas de la Internacional penetraron en España gracias a un diputado italiano
enviado por Bakunin (porque podía viajar gratis en tren) que confundió las ideas
globales de la Internacional con las de Bakunin, que a su vez buscaba el desarrollo
sindical de los propios trabajadores a través de la Alianza.[16]
La denuncia de esta confusión por parte de los marxistas originó una escisión, con
la aparición de la UGT: Unión General de Trabajadores. La UGT se desarrolló
rápidamente: 57.000 militantes en 1905, 148.000 en 1913.
Entre 1900 y 1931, numerosos acontecimientos marcaron la historia del
movimiento español. La guerra colonial en Marruecos provocó la sublevación de los
reclutas de Barcelona en 1909, a raíz de la cual Francisco Ferrer, el pedagogo
anarquista, fue fusilado. Los grupos anarcosindicalistas, presentes desde la
introducción de las ideas socialistas de la Asociación Internacional de Trabajadores
en 1868, acabaron por coordinarse. Por eso desde su fundación en 1911, la CNT
(Confederación Nacional del Trabajo) contó con 30.000 afiliados.
Una evidente equivocación de CNT fue ignorar la explotación colonial en la zona
española marroquí y no luchar por y con los explotados magrebíes. Únicamente
Ángel Pestaña fue capaz de plantear el problema —sin haber presentado una
ponencia a través de su sindicato—, durante el congreso de 1931[17].
La Primera Guerra Mundial tuvo como consecuencia que la industria española
abasteció a los beligerantes, y, por lo tanto, arreció la explotación de los asalariados.
En agosto de 1917, CNT y UGT tomaron contacto y decidieron llevar a cabo una
huelga general revolucionaria. Fue un fracaso a causa de las maniobras de los
socialistas, sintetizadas por Indalecio Prieto en las Cortes: «Es cierto que dimos
armas al Pueblo, pero no es menos cierto que no le dimos municiones[18]».
Para fomentar y coordinar los futuros conflictos laborales, la CNT se dotó del
sindicato único.
La eficacia de la nueva táctica se corroboró en 1919. La fábrica eléctrica de
Cataluña La Canadiense fue paralizada por una huelga de solidaridad con ocho
empleados de la contabilidad (debido a una rebaja de sueldo al pasar a la plantilla
fija)[19], después la solidaridad se extendió a las numerosas fábricas de electricidad y
a las fábricas textiles. El gobierno decretó el estado de excepción en Cataluña
movilizando a los trabajadores, que a pesar de esto se negaban a trabajar. Las
reivindicaciones eran el aumento de los salarios, la jornada de ocho horas y el pago
de la mitad de los días de huelga. La huelga empezó en enero en La Canadiense y a
finales de febrero afectaba a toda Cataluña. La huelga continuó durante el mes de

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marzo, y entre el 24 de marzo al 7 de abril se llegó a una situación de huelga general.
El 14 de abril, el sindicato patronal aceptó todas las reivindicaciones, incluida la
liberación de 3000 trabajadores detenidos. En la huelga de Cataluña participaron
100.000 trabajadores.
Esta huelga llevada a cabo por completo por la CNT es un ejemplo de la eficacia
de esta central que agrupaba ese mismo año a 755.000 miembros, es decir casi el 10%
de la población activa. Sólo en Cataluña, la CNT tenía 252.000 miembros en 1920 y
UGT 211.000, en toda España.
En 1922, con la formación de la III Internacional en Moscú una delegación de la
CNT fue enviada allí y decidió no adherirse, dada la situación de los anarquistas y de
los trabajadores rusos. Dos marxistas que se encontraban en esta delegación dejaron
CNT. Eran Andrés Nin y Maurín, que más tarde pasarían al POUM[20].
Pero se desarrollaban acontecimientos más graves: la patronal catalana, para
vengarse de la huelga de La Canadiense, armó pistoleros que liquidaron a los
responsables sindicales, entre los cuales a quien había inspirado la táctica en la
huelga, Salvador Seguí. Era el pistolerismo (la lucha de los sicarios de la patronal
contra los sindicalistas). Para responder, se formaron grupos de defensa. De 1919 a
1923, la lucha fue feroz.
La patronal española necesitaba un régimen fuerte. Era la época de Mussolini y
de las dictaduras militares en Europa (Hungría, Bulgaria). El general Primo de Rivera
tomó el poder en 1923, sin que ningún grupo político se moviera en su contra. CNT
prefirió disolverse y conservar su estructura en la clandestinidad, si bien a nivel local
los sindicatos continuaron su actividad algunas veces bajo otra etiqueta.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, el PSOE (Partido Socialista Obrero
español) y la UGT, no sólo no se opusieron al régimen, sino que colaboraron con él.
Esto se explica porque el modelo mussoliniano seguido en España no excluía la vida
parlamentaria; la otra motivación era eliminar a CNT, por medio del fomento estatal
de la UGT. Por eso, el secretario general de esta central, Largo Caballero, fue incluso
consejero de Estado en el ministerio de Trabajo. Pero la dictadura no tenía proyecto
sindical. Los trabajadores no se dejaron engañar; la UGT, entre 1920 y 1926 se quedó
estancada con un mínimo aumento de afiliación de 211.000 a 219.000 miembros.
La posición de los cenetistas era una incógnita para sus adversarios. De hecho,
desde 1927, además de la CNT, existió una federación anarquista, la FAI (Federación
Anarquista Ibérica, con la esperanza de incluir a Portugal, algo que no se llegó a
consumar debido a la represión de la dictadura de Salazar), cuyo objetivo era
apuntalar el desarrollo de las ideas anarquistas en la CNT y en el país.
La dictadura no dejó satisfecha a la patronal española, que aceptó mal el
dirigismo económico del modelo de Mussolini, los partidos políticos de izquierda se
movilizaron y comenzaron a arreciar los conflictos laborales. El periodo 1930-1931

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fue clave porque el régimen permitió cierta reorganización sindical, sin duda a causa
de posibles tensiones debidas a la crisis de 1929. UGT se quedó con 277.000
miembros hacia 1930.
La CNT, tras las gestiones de Pestaña, obtuvo del ministro de Interior el derecho
de organizarse. Siendo ministro el general Mola, futuro organizador del golpe de
Estado de 1936 y en particular de las órdenes de ejecuciones masivas inmediatas y
sin proceso de los responsables de izquierda.
En esta atmósfera tuvieron lugar las elecciones municipales de abril que dieron
una clara victoria a los republicanos, y así el 14 de abril de 1931, se proclamó la
República. El rey Alfonso XIII no deseaba, al igual que la patronal, tener que hacer
una prueba de fuerza directa. Abdicó y dejó el país. Dado que una tentativa de golpe
de Estado militar de izquierda había sido reprimida duramente en diciembre de 1930,
la derecha prefería que la izquierda se desacreditara y sufriera los efectos de la crisis
de 1929 que ya empezaban a sentirse en el país. Como no fue el caso, estas mismas
fuerzas se valieron de la violencia en 1936. Más allá de los problemas en las cúpulas
sindicales (en las que profundizaré en las páginas siguientes), los trabajadores se
sindicaron en masa: UGT llegó a tener 1.200.000 afiliados y la CNT alcanzó al
menos los 800.000 adherentes. Con tal cantidad de afiliados, el secretario del Comité
Nacional era oficialmente el único liberado, pagado por la Confederación (véase en
«falsa pirámide» una indispensable matización). De hecho sólo había una veintena de
compañeros, poco en comparación con la UGT socialista.

La CNT como conjunto armónico y como falsa pirámide


Los responsables, tanto los cuadros de CNT como los de la FAI procedían de la
misma clase trabajadora, a través del molde anarcosindicalista. Y aparecen desde el
principio, ya con la Primera Internacional en España, en la década de 1870, surgen
Anselmo Lorenzo, Tomás González Morado (ambos tipógrafos), etc. Con la creación
de la CNT, en 1911, se distinguen Galo Díez, José Negre (ferroviario), Manuel
Buenacasa (carpintero). En los años 1916-1918 se forman militantes como Salvador
Seguí (pintor de brocha gorda), Ángel Pestaña (relojero), Juan Peiró (obrero
vidriero). Durante la dictadura de Primo de Rivera descuella el grupo de Ricardo
Sanz, Buenaventura Durruti (metalúrgico), Juan García Oliver, Francisco Ascaso

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(ambos camareros), Antonio Ortiz (carpintero), etc. Con la implantación de la
República, destacan Mariano R. Vázquez (obrero de la construcción), Cipriano Mera
(albañil), David Antona… Durante la guerra civil, José Peirats (albañil), los
hermanos Sabater (Quico era fontanero), Raúl Carballeira, etc., que morirán entre
1948 y 1960 en la lucha antifranquista.
Sin interrupciones, de 1870 a 1936, y más tarde, se suceden generaciones de
sindicalistas, fogueados y experimentados, todos ellos de extracción proletaria.
Aquellos setenta años de militancia, de autodidactismo proletario en las ciudades y en
el campo, de Andalucía a Asturias y a Cataluña, constituyeron la fuerza de la CNT.
Una fuerza poderosa, incomparable, totalmente diferente a la existente en Rusia.
En esta última, en el curso del siglo XIX, sólo aparecen tres focos de agitación: al
principio, los llamados dekabristas (conspiradores antizaristas de la burguesía
ilustrada); los exilados de esta misma clase, convertidos al socialismo como Herzen y
Bakunin; y, finalmente, los narodniki o populistas, hijos de burgueses que se dirigían
al pueblo con ideas sociales muchas veces puramente teóricas.
Prácticamente, los trabajadores sólo tuvieron tiempo para formar sus propios
cuadros en veinticinco años, los que van de 1880 a 1907. La represión posterior
diezmó a la gente formada y dejó poco margen para que destacaran nuevos jóvenes,
al menos hasta 1917. Y entre los líderes revolucionarios, ninguno era de origen
proletario, sino intelectuales pequeño burgueses como Lenin, Trotsky, Bujarin, etc.,
cuya principal preocupación fue la de devorarse los unos a los otros a expensas de los
trabajadores, tal y como predijera Majayski[21] ya en 1905.
Los responsables de origen burgués no plantearon ningún problema porque
fueron poquísimos[22] en la CNT: los médicos Vallina y Puente.
El segundo elemento que explica la fuerza de CNT era su organización fundada
en tres factores: acción directa y sindicato único, federalismo y globalismo.
La acción directa, pensada y expuesta por los anarcosindicalistas franceses a
principios del siglo XX, consiste en rechazar la intervención del Estado en las
negociaciones con el patronato, exigiendo la satisfacción de todas las
reivindicaciones. Ante ello, a los patronos les quedaban dos respuestas: ceder, lo que
constituía una victoria del sindicato que le aportaba más afiliados; o resistir, lo que
solía provocar una reacción en cadena de huelgas. Muchas veces el amo contrataba
esquiroles, rompehuelgas, a los que había que persuadir para que fuesen solidarios. A
menudo a la violencia patronal de convocar a los esquiroles se respondía con la
presión violenta de algunos grupos o individuos para convencer al patrón de que
aceptara lo que se le pedía.
Ejemplo típico, ya expuesto, es la huelga de «La Canadiense». Entre 1931 y 1936
se siguió haciendo uso de las mismas tácticas. Cuando los empleados de Telefónica
en toda España se declararon en huelga, el sindicato de campesinos de Ronda decidió

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apoyarlos y sus militantes cortaron gran parte de los postes telegráficos de la región.
Eran afiliados, analfabetos en su mayoría, pero tenían una visión política clara y
eficaz. Mucha gente muy culta, desde el criterio de la cultura burguesa y oficial,
carecía de esta conciencia práctica.
El federalismo procuraba una gran flexibilidad de acción, indispensable dado las
diferencias regionales. Cada comité comarcal o local podía tomar iniciativas sin tener
que consultar a comités centrales, más o menos al corriente de los problemas. Un
ejemplo notable se dio en 1934: CNT y UGT disentían en cuanto a la táctica común.
Sin embargo, en Asturias las dos regionales de CNT y UGT firmaron un pacto de
alianza (lo que señala la influencia de las tácticas anarcosindicalistas en la UGT).
Pero en el seno de esa misma regional asturiana, la Federación local de CNT de La
Felguera rechazó el acuerdo. Lo que a primera vista parece una contradicción y un
debilitamiento, correspondía a la situación y a las realidades locales de la UGT y de
la CNT. En Aragón, en 1934-36 se impulsaron cooperativas y actividades agrícolas
desconocidas en otras regionales.
Tercer aspecto particularmente diferenciador es lo que llamo globalismo. CNT
no se limitó nunca al sindicalismo y en sus locales había cursos de alfabetización o
escuelas del tipo Ferrer i Guardia para los niños. Después del fusilamiento de Ferrer i
Guardia en 1909, sus escuelas continuaron su labor dentro de la CNT, en toda España
(con la diferencia de que se dirigían a hijos e hijas de obreros, y Ferrer se dirigía
también a los hijos de la burguesía)[23], con la ayuda económica de algunos sindicatos
y con maestros que normalmente eran militantes que enseñaban después de las horas
de trabajo. Era muy popular también el estudio del esperanto, el vegetarianismo, la
medicina natural, la propaganda anticonceptiva, la educación sexual (desde 1910), la
emancipación de la mujer, las giras. Actividades todas ellas que se reflejan en
revistas, además de en la prensa sindical, de la que doy un botón de muestra en lo que
respecta a 1932: Solidaridad Obrera (Barcelona, diario), Tierra y Libertad
(Barcelona, semanario), La Tierra (Madrid, semanario simpatizante), La Revista
Blanca (Barcelona, mensual), Nosotros (Valencia, mensual), Redención (Alcoy),
Acción (Cádiz). Además de las nuevas publicaciones: CNT (Madrid, diario), Orto[24]
(Valencia), Solidaridad Proletaria (Sevilla), La Voz del Campesino (Jerez), etc. Sin
olvidar tampoco la edición de folletos a cargo de sindicatos o individuos, y ediciones
afines como La Novela Ideal (mensual).[25]
Esta actividad polifacética no era ni superflua ni pletórica. Se oponía punto por
punto a la cultura católica: primero, desde el nacimiento con los nombres personales
—Acracio, Floreal, Germinal, Helios, etc., y Luz, Libertaria, Alba, Acracia, etc.—
frente a Jesús, Salvador, Ignacio o Iñaki (Ignacio de Loloya, fundador de los jesuitas)
o para las mujeres Covadonga (primera victoria —sin realidad histórica— contra los
musulmanes con la aparición de Santiago matamoros, asesino de creyentes de otra

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religión), Amparo (protección de la Virgen), Soledad, Dolores (sufrimientos de la
Virgen), sin contar los múltiples lugares de revelación de la Virgen: Pilar, Begoña,
Guadalupe, Monserrat, Nuria, etc. Hasta, la separación en la muerte, los ateos y
malos cristianos estaban excluidos del cementerio católico. Incluso, autores literarios
como Tolstoy y Zola, Multatuli y Panait Istrati eran distintos[26].
También el marxismo era blanco de la crítica (la vertiente leninista), su teoría y su
práctica en la URSS, presentado tal cual es: la ideología nueva de las clases
explotadoras para continuar dominando a los trabajadores. Las enseñanzas de
Bakunin, Kropotkin, Reclús, Rocker, Nettlau se publicaban en libros y en folletos. Y
numerosos libros y folletos estudiaban el marxismo desde el punto de vista teórico
(Bakunin, Kropotkin, Cafiero, Rocker) y práctico (escritos de los anarquistas rusos
Yarchuk, Gorelik, Volin, Archinov, Makhno) y los de algunos cenetistas que fueron a
Rusia (Pestaña, Pérez Combina, Martín Gudell, Horacio Prieto). Hay que señalar
también la propaganda que venía de América latina, con la que las relaciones eran
estrechísimas (México, Argentina, Uruguay).
Sin embargo la CNT distaba mucho de no tener defectos, de ahí la idea de falsa
pirámide.
En los sistemas jerarquizados, el poder y la clase dirigente están en la cumbre y la
mayoría, los explotados forman la base. El conjunto se puede simbolizar con una
pirámide, un conjunto de órdenes que bajan de arriba abajo.
¿Qué relación tiene esto con la CNT que en teoría funciona horizontalmente?
Hay aspectos históricos que evidencian anomalías: la creación de la FAI que
preveía el estudio de la Plataforma de Archinov, esto es, el control del sindicato por
un cuerpo externo y foráneo (véase el anexo IV), los contactos aliancistas de la
década de 1920, la polémica deletérea entre faístas y treintistas. Comentando el
último hecho, se explican los dos precedentes.
Ciertos cenetistas sospecharon regateos ocultos entre un grupo acusado de
reformismo (Peiró y Pestaña, y los llamados treintistas) y los republicanos. La FAI se
convirtió en la base de los ataques contra el reformismo. De hecho, se generó una
tercera tendencia, el grupo de Durruti, Ascaso, García Oliver, etc., que querían la
revolución social, que aprovecharon la popularidad de la FAI, creando un grupo que
no estaba controlado por nadie.
¿En qué se diferenciaba esta discrepancia de la de los trotskistas y los estalinistas
en la misma época?
Los leninistas de cuño estalinista o los de linaje trotskista, que estaban en el gulag
con el ex trotskista italocroata Antón Ciliga, peleaban en torno a cuestiones relativas
a las tácticas y las acciones para adueñarse de los ejes de la organización, manipular
reuniones y congresos, como si la base, los trabajadores —que todos pretendían
representar y dirigir— no tuvieran cerebro ni tampoco pudieran comunicar sus

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opiniones[27].
Dentro de la CNT, se daba la consulta de hecho de todos los afiliados.
La táctica de las intentonas revolucionarias, precedida por múltiples iniciativas
espontáneas protagonizadas por la base (véase el anexo II) mostró que parte de los
afiliados seguían a la FAI, pero que la preparación ofensiva era muy deficiente y muy
criticable.
En efecto, la izquierda española no se atrevió a aplicar los cambios sociales y
económicos que requería el país tanto desde un punto de vista capitalista
evolucionado, aunque sólo sea por una simple consideración médica y de mínimo
respeto a la vida de la mayoría de la población. Los trabajadores que estaban
sedientos de cambio socioeconómicos inmediatos, reales y definitivos, no entendían
el compás de caracol. Las masas anhelaban el cambio, esperaban la revolución social.
En la base, en Asturias, en 1934, la alianza se había establecido, se ha visto,
oficialmente entre UGT y CNT. Y con la insurrección organizada por los socialistas,
surgió espontáneamente la alianza de los trabajadores, la UHP, Unión de Hermanos
Proletarios. UHP vino a ser sinónimo, entre todos los trabajadores, de un cambio
social revolucionario e inmediato.
Todo ello hizo que los improperios y la mutua calumnia entre los notables (jefes
estables, muy poco o nada controlados por la base) cenetistas fueran cediendo espacio
a la mutua reconciliación en el congreso de Zaragoza de mayo de 1936. Pero la
separación entre la base y los dirigentes no fue abordada al igual que tampoco lo fue
la rotación de tareas —ausente de la práctica cenetista, pero provocada
involuntariamente por la policía al tener los sindicatos que suplir las detenciones de
compañeros.
De hecho, había dos enfoques de la revolución y del comunismo libertario en la
CNT (véase el anexo V): el de los notables que apuntaba una revolución desde arriba
y con una fecha elegida por ellos mismos, el de los afiliados de base con la acción
directa inmediata con el fin de promover un cambio social profundo en el lugar de
trabajo, en el barrio o en el pueblo.
A partir de las actitudes manifiestas en 1936-39 y 1944-48, se puede deducir que
los notables creían en el valor de la alianza con parte de la burguesía —e incluso,
luego, con la monarquía— para orientar y potenciar a la CNT. Un absurdo total, que
les hubiera sido patente si hubieran recapacitado realmente sobre los textos y las
experiencias de Bakunin, Kropotkin y de los anarquistas emigrados de la URSS. Más
absurdo aún cuando habían sido testigos de las traiciones de los socialistas y
sindicalistas afines alemanes con el fin de liquidar a los trabajadores revolucionarios
(espartaquistas y partidarios de la acción directa), además de las intervenciones de EE
UU en su coto de América central.
Los notables exhibían un anarcosindicalismo y un anarquismo de fachada (anexo

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VI, también IV y V) que explica su entrada fácil y duradera en los gobiernos de
Cataluña y de España (septiembre de 36 / mayo de 37, y noviembre de 36 / mayo de
37, luego abril de 38 / marzo de 39).
Es significativo que el análisis de la colaboración gubernamental de 1936-1939
no se haya hecho, ni en el exilio (a la espera de un congreso en España) ni en la
Península (por la necesidad de organizarse primero, evitando polémicas) por esta
razón continúan las polémicas y permanece la confusión teórica. Y por eso es
importante conocer realmente el número de militantes pagados por la Organización a
partir de un texto de Pestaña:

Por otra parte, afirmar públicamente que no queremos cargos retribuidos y,


privadamente, en el funcionamiento normal de la organización, tenerlos realmente,
me parece una hipocresía impropia de quien como nosotros tiene en todo momento el
valor de reivindicar la plena responsabilidad de los actos que realiza.
Oficialmente, hoy no tenemos cargo alguno retribuido, sino son los redactores de
Solidaridad Obrera.[28] Extraoficialmente, por bajo mano que diríamos, hay dos
cargos permanentes retribuidos en el Comité Nacional; uno o dos —más semanas
dos que uno— en el Comité Regional de Cataluña; dos cargos retribuidos en la
Federación Local de Barcelona; y varios Sindicatos de Barcelona, también, que
retribuyen algunos hasta dos y tres cargos. Pero, lo repetimos, extraoficialmente,
justificando estas retribuciones con el supuesto de comisiones que se desempeñan.
Y no sólo es en la organización catalana donde se dan los casos de retribuciones,
es casi en general en todas las regiones españolas[29].

Una treintena de militantes retribuidos sobre un conjunto de unos 550.000 y con


un radio de influencia doble es deleznable en relación con las ventajas materiales,
pero es enorme en influencia y adquisición de poder sobre los demás.
Esta situación se opone al Congreso de 1919, que había decidido que sólo el
secretario general tendría sueldo (más o menos el de un obrero especializado). Pero
«el rechazo de la política de sueldos elevados permitió que sólo quedasen los
responsables más conscientes, hombres que no poseían nada y se aferraban al
postulado de no medrar[30]». Y queda que la mayoría de los responsables
confederales cumplían su labor sindical después del trabajo, debiendo pagarse a veces
los viajes indispensables para las relaciones.
Otra debilidad era el rechazo, por temor a la burocratización, de las federaciones
de industria propuestas por algunos militantes. Según estos últimos aquéllas debían
ser organizadas como trusts (industrias de la metalurgia, del transporte, etc., con
todos los sindicatos concernidos), horizontales y verticales, más adaptadas a la
concentración capitalista y, a la par, germen preparatorio para la gestión de la

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economía por los propios trabajadores. Sin lugar a dudas, hubieran permitido una
visión más clara de lo que había que colectivizar. Y los libros y los folletos de
propaganda del comunismo libertario (sobre todo el de Isaac Puente, inspirado en
Besnard) describían una organización de la post-revolución por y para los
trabajadores, sin el período transitorio de los marxistas, con federaciones de
industrias y del campo y conjuntos regionales relacionados entre sí.
Otro factor negativo fue el seguidismo, el liderismo, sin burocratización. Esto se
manifestaba en la cultura, en los conocimientos, tanto económicos como políticos y
técnicos (fabricación de explosivos), que algunos militantes habían adquirido pese a
las jornadas agotadoras, a los sueldos míserables… Estos militantes tenían una
experiencia que superaba muchas veces a la de los burgueses en su propio terreno
(como hizo Pestaña cuando desenmascaró los chanchullos policíacos en los años del
pistolerismo en Barcelona) y por lo tanto ejercían un dominio intelectual sobre
muchos afiliados[31]. De hecho, se trata de un fenómeno banal en la sociología de
grupos que se comprueba en el caso José Díaz, que pasó de la CNT al Partido
Comunista con los afiliados de su sindicato, los portuarios de Sevilla; Andrés Nin y
su influencia en Lérida; Stalin y los georgianos; Trotski y los judíos rusos, etc. La
estructura y la formación anarcosindicalista no bastaron, pues, para contrarrestar esa
desviación, aunque la limitaron: la sucesión de militantes que hemos señalado prueba
que la existencia de un líder no impedía la formación de los responsables.

Víspera de aurora y miopía


UHP y todas las tentativas revolucionarias desde enero de 1932 representaban el
anhelo profundo de los trabajadores españoles. Más allá de las querellas de partidos,
de tendencias y de capillas en cada tendencia, la realidad exigía el cambio social.
Los trabajadores españoles no habían conocido cambios profundos en la
estructura feudal y católica de la propiedad de la tierra debido a la ausencia de
protagonismo de la burguesía, a diferencia de lo que había ocurrido en los demás
países europeos. La ausencia de una política de derecha o izquierda y la táctica
timorata, tímida y torpe de los gobiernos republicanos desde 1931 acentuaban la
impaciencia. La II república de 1931 se autoproclamaba como: «República
democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en un régimen de Libertad

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y Justicia» (artículo I). Afirmaba: «El Estado español no tiene religión oficial» (art. 3)
y que «España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional». Y un
largo etcétera de medidas de cierto interés. Era una fórmula huera sin igualdad
económica y con la represión brutal e incluso criminal de las fuerzas del orden. Pero
los pobres tomaron al pie de la letra que la República era una realidad que iba a
realizar obras por ellos.
En ese clima de espera y reinvindicaciones, de cambio social, los fracasos
aparentes del comunismo libertario en 1932, en enero y en diciembre de 1933, UHP
en Asturias en 1934, resultaban de hecho luces de esperanza, intentonas realizadas
con el fin de dar lugar a nuevos ensayos revolucionarios.
En 1936, en las elecciones, la izquierda se unió para vencer. La CNT recomendó
discretamente que se votara, y las cifras indican claramente su influencia: en 1933, la
izquierda recogió 3.200.000 votos, el 20%; en 1936, 4.800.000, el 35%, esto es,
1.600.000 votos más. Desde luego, hay que incluir en esta cifra el retorno de algunos
emigrados económicos —a causa de secuelas de la crisis mundial de 1929— y la
parte del electorado joven, recién incorporado, la participación de las mujeres, legal
desde 1931.
¿Cuál pudo ser la influencia cenetista? La cifra de 1.000.000 de votos promovidos
por la CNT, me parece aceptable.
La izquierda obtuvo una ligera mayoría de un 1,1%, con 53 escaños[32] sobre la
derecha gracias a la forma proporcional del escrutinio. De hecho, la derecha mantuvo
un peso enorme.
El cambio más notable fue la progresión del partido comunista: 14 diputados
frente a 1 en 1933. Si examinamos los resultados: Málaga, 12.900 votos en 1933,
52.750 en 1936; Cádiz, 3000, después 97.000; Oviedo, 16.830, y 170.500 después,
etc., se desprende una paradoja poco comprensible puesto que los afiliados del
Partido, según sus propias fuentes, se situaban entre 17.000 y 30.000[33], con un total
nacional de votos de 1.800.000. La única explicación es que se benefició de votos
cenetistas, y en efecto, de los 14 diputados, 13 vienen de regiones con mayoría
anarquista.
Esta equivocación política de los cenetistas (robustecimiento del enemigo
ideológico más encarnizado) puede explicarse por los rencores contra la UGT y el
PSOE.
El Frente popular fue acogido con alborozo y la presión popular consiguió la tan
ansiada liberación de los presos políticos. Las grandes reformas de fondo no fueron
anunciadas, como en 1931. La policía continuó disparando sobre los trabajadores. El
gobierno era incapaz de tomar medidas eficaces. Los atentados de la derecha se
multiplicaban por obra de la Falange, grupo pro mussoliniano animado por el hijo del
dictador de 1923-27: José Antonio Primo de Rivera. Las tensiones eran fuertes dentro

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de la izquierda como lo subrayaban los titulares de Solidaridad Obrera del primero al
18 de julio:

Si la UGT no resuelve rápidamente a la llamada cordial del Congreso


Extraordinario de la CNT, la responsabilidad de lo que ocurra incumbirá
exclusivamente a los socialistas[34]. La empresa es potente, y más contando con los
trapecistas del POUM. Pero vuestro entusiasmo, y la presión confederal, os
conducirán a la victoria[35].
Una caricatura de Gallo: unas manos que tiran de los hilos de un maniquí con las
siglas UGT[36].
Otra caricatura de Gallo: una mujer amordazada —la prensa revolucionaria— un
hombre con hoz y martillo que le dice que se calle; detrás de él, un monstruo con
esvástica[37].
¡Basta ya! Sólo los locos y los agentes de provocadores pueden establecer puntos
de contactos entre el fascismo y el anarquismo […]. Vayan con cuidado los señores
del Frente popular[38].
La falta de visión en los momentos culminantes y la conducta
contrarrevolucionaria del marxismo español abrió las puertas al fascismo[39].
Una última caricatura de Gallo: dos pistolas —UGT y CNT— que se apuntan una
hacia otra leyenda: «¡No!»)[40], a propósito de la huelga de la construcción CNT en
Madrid, feudo de UGT.

El golpe de Estado militar fue el resultado lógico de la pasividad del gobierno


republicano, sin embargo CNT había previsto unos meses antes el cariz que iban a
tomar los acontecimientos.

[…] Los elementos derechistas están dispuestos a provocar una militarada


[…] Marruecos parece ser el foco mayor y epicentro de la conjura […] Si los
conjurados rompen el fuego, hay que llevar el gesto de oposición a las
máximas consecuencias, sin tolerar que la burguesía liberal y sus aliados
marxistas quieran detener el curso de los hechos, en el supuesto de que la
rebelión fascista sea derrotada a las primeras intentonas. […] O fascismo o
revolución social. […] ¡Ojo avizor camaradas[41]!

El 18 de julio de 1936 reunió contra el enemigo común a los enemigos de siempre


(burguesía e izquierda autoritaria contra los libertarios, con algunas excepciones).

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Capítulo 2

Cataluña como modelo: aparece la autogestión en


Barcelona, las primeras paradojas

Fue allí donde el anarcosindicalismo se organizó mejor en la base, con un


alejamiento de la cúpula cenetista, una conducta que se convirtió en pauta en otras
regiones.
La CNT-FAI y los guardias civiles y de Asalto principalmente, así como algunos
militantes catalanistas y del POUM, vencieron a los militares. El gobierno de
Cataluña, la Generalitat, con Companys a la cabeza, que sin embargo en 1934 había
protagonizado un conato de insurrección, se mostraron incapaces de luchar: «Se armó
el mismo proletariado. Nosotros no contábamos con una cantidad de armas que darle
al proletariado[1]».
El Comité Regional de la CNT catalana se encontró el 20 de julio con el hecho de
que controlaba casi totalmente la situación. ¡Se convocó deprisa y corriendo un pleno
regional de locales y comarcales por la tarde! Tras las intentonas de 1932, enero y
diciembre de 1933, Asturias en 1934, la propaganda por el comunismo libertario y el
dictamen del Congreso de Zaragoza de mes y medio antes, la línea a seguir era
evidente, pero las decisiones siguieron la lógica del comunismo libertario de Horacio
Prieto.
Marianet (Mariano Vázquez, secretario del Comité Regional de Cataluña)
escribió después: «[La CNT-FAI] no se dejó impresionar por el ambiente, ni se
emborrachó por la victoria rápida, terminante, rotunda, que había logrado. Y en
medio de este dominio absoluto de la situación, la militancia examinaba el panorama
y exclamaba: A conquistar las poblaciones que tiene el fascismo. No hay comunismo
libertario. Primero hay que batir al enemigo allá donde se encuentre[2]».
Durante una reunión que agrupaba a unos 2000 militantes, el 21 o 22 de julio,
ante las declaraciones de Vázquez y García Oliver de abandono del comunismo
libertario, José Peirats hizo una declaración muy crítica que fue interrumpida por
Juanel[3], quien le insultó. Ante esta cerrazón mental, Peirats se fue, acompañado por
los compañeros de Hospitalet de Llobregat, excepto Xena. Federica Montseny les
amenazó con hacerles perseguir[4].
Si bien los líderes elegían la alianza con la burguesía republicana y postergar los
anhelos anarquistas, apoyándose en Horacio Prieto, la base, según el concepto de
Isaac Puente, no se preocupaba de estas orientaciones. Esto explica la aparición de la
autogestión, a pesar de todo y de todos los jefes.

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El Solidaridad Obrera del 21 de julio, en primera página, publicaba el siguiente
comunicado del Comité Regional:

En la grave hora que se atraviesa, se impone que cada cual se atenga


exclusivamente a las consignas generales de este comité. Hay un enemigo común
[ilegible], el fascismo. Contra él vamos. Contra él luchamos, a él tenemos que
aplastar. No hay ni más ni menos. Al propio tiempo, conscientes de nuestra
responsabilidad, hemos determinado que todos los servicios indispensables de
abastecimientos funcionen de igual forma que las comunicaciones, a fin de que no
falten al pueblo los alimentos necesarios y que la relación precisa no se rompa.
Comité Regional de Barcelona, 20 de julio de 1936.

Nota: esta mañana ya dimos por la radio, la orden de reintegrarse al trabajo a los
panaderos, lecheros, empleados de mercados, etcétera, a fin de que no falten las
sustancias más precisas […]

Este documento afirmaba, pues, la vuelta a una economía casi normal, cosa que
disentía de las repetidas consignas de comunismo libertario de las intentonas pasadas.
Muy pronto se delinearon dos consignas: Vuelta al trabajo[5] y Contra los
pillajes[6].
Al mismo tiempo se llevaban adelante dos campañas: 1) alianzas con los demás
sectores contra los militares, pese a los rencores que antes se hacían notar y que
todavía seguían[7] y 2) Respeto de los bienes extranjeros ante el peligro de una
intervención caso de no hacerlo[8].
Paralelamente, apenas vencidos los militares en Barcelona, la CNT-FAI decidió
organizar milicias para liberar Zaragoza. Como los sindicatos se habían adueñado de
los sectores vitales de la economía —metalurgia, transporte, fuentes de energía,
comunicaciones, comercios, abastecimientos— fue posible equipar a unos 2500
hombres y mujeres desde el 24 de julio.

Metalurgia. Solidaridad Obrera del 22 de julio, p. 2, anunciaba que el sindicato


único de la metalurgia invitaba a los militantes de «las secciones de caldereros en
hierro y sopletistas» a tomar los centros de producción para «el blindaje de los
camiones y otros trabajos necesarios».
Un periodista del Boletín de información CNT-FAI constataba el 12 de agosto:
«En las empresas metalúrgicas, y como resultado de los sucesos de julio, han surgido
dos formas nuevas de administración. La una implica la dirección obrera sin
restricciones de ninguna clase, a través de la incautación. La otra representa una
forma de administración burguesa muy atenuada a través del control de comités

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obreros de fábricas».
Como ejemplos de incautación, tenemos la
Casa Torras que empleaba 500 trabajadores y
que en quince días a partir del 20 de julio blindó
seis camiones; como ejemplo de control obrero
hay varias fábricas, lo que nos incita a pensar
que era la forma más propagada.
La S. A. Barret, con 2000 obreros, no se
incautó porque: «El consulado belga nos hizo
constar que la empresa está constituida por un
80% del capital del país que representa[9]». Se
infiere de la descripción que no se utilizaba para
el blindaje. En Casa Girona —1500 trabajadores
— de finales de julio al 6 de agosto salieron
cuatro camiones blindados; en Casa Vulcano
520 operarios, con un comité mixto CNT-UGT, se blindaban camiones y se hacía
«jornada ininterrumpida».
Cabe explicar que la Generalitat, con fines demagógicos evidentes, había
decretado la jornada de cuarenta horas y un aumento del 15% en los salarios[10]. La
CNT protestó contra esta disminución de las horas de trabajo en tiempos de guerra y
del aumento de los salarios en tiempo de estrechez económica.
Es normal que entre ambas tendencias, no pocos trabajadores y colectivos hayan
elegido el menor esfuerzo, acentuado por la impresión muy lógica de que la guerra
sólo era una cuestión de semanas, puesto que en dos días el golpe derechista había
fracasado en la mitad del país.
Así en las fábricas reseñadas, aplicaban generalmente las medidas de la
Generalitat.
En Casa Vulcano, como en la Maquinaria Terrestre y Marítima, la UGT
participaba en el comité. La CNT tomaba las iniciativas y la UGT ayudaba después
de cierto tiempo[11].

Transporte. En Cataluña existían tres compañías de ferrocarriles: la red Madrid-


Zaragoza-Alicante (MZA), la red del Norte y los ferrocarriles catalanes.
Compañía MZA. En 1936 la empresa era deficitaria, pero era debido, sobre todo,
a los elevados sueldos de los directores. Fue incautada por la UGT y la CNT Con la
división de España por la guerra, el tráfico disminuyó en un 70%. La misma
fuente[12] señala que hubo una nivelación de salarios y una reducción de la tarifa de
viajeros.
Ferrocarriles catalanes. Tenían beneficios y el mismo fenómeno de salarios altos

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para la directiva.
Ferrocarriles del Norte. Un subdirector
cobraba, por lo menos 41.000 pesetas al año y
un mozo 5,5 pesetas al día (aproximadamente
1650 al año); un obrero industrial, según
diversas fuentes, cobraba de 10 a 12 pesetas al
día, 3000 ó 3200 al año.
En estas condiciones, era necesaria la
unificación interna de las tres compañías,
mayormente en tiempos de guerra. Se hizo en
pocos días, rehaciendo los horarios,
centralizando el material, reajustando los
salarios de acuerdo al principio de equidad, etc.
En un artículo «La futura estructuración del
ferrocarril[13]», se proyectaba la electrificación
de los ferrocarriles españoles, cosa que se realizó muchas décadas después.
Los transportes en Barcelona presentaban características semejantes: se
centralizaron[14], se instauró la nivelación de los salarios[15], se redujeron las horas
para dar trabajo a los parados[16], se otorgaron pensiones a los jubilados[17].

Fuentes de energía. En los primeros tiempos, la gasolina se distribuyó gratis. Fue


sólo a partir de mediados de agosto que tuvo precio y se racionó[18]. Nos parece
extravagante que se pueda apuntar la unificación de los ferrocarriles y al mismo
tiempo se despilfarre gasolina. Una explicación plausible pudiera tener su causa en
las diferencias de capacidad entre sindicalistas.
Las compañías de agua, gas y electricidad fueron incautadas por los sindicatos a
finales de julio[19].

Comunicaciones. La Telefónica, empresa Bell norteamericana, estaba controlada


por la CNT-UGT. Este hecho vino a ser un pretexto político en mayo de 1937.

Comercio. Grandes almacenes como «El Siglo» y «El Águila» fueron


incautados[20]. Las barberías y peluquerías se colectivizaron a mediados de agosto[21].

Abastecimiento. La cervecería Damm, 610 obreros, reorganizó su nómina


bajando los salarios altos y dando 70 pesetas de jubilación en lugar de 35[22].
Un comité obrero procedió a la apertura de una fábrica de pastas alimenticias
cerrada por quiebra[23].
El punto neurálgico del abastecimiento de Barcelona, y al mismo tiempo la mayor
realización, fue la del mercado del Borne en pleno centro.

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Espectáculos públicos. Casi tras el golpe se reunieron músicos, actores,
tramoyistas, etc., y decidieron ingresar en la CNT crearon el sindicato de
Espectáculos, y resolvieron el problema del paro (500 músicos parados sobre 1500),
del favoritismo, de los salarios. El escritor anarquista argentino Rodolfo González
Pacheco representó algunas obras y se realizaron numerosos documentales
cinematográficos sobre la guerra y la autogestión[24]. Después de estas breves
descripciones, se produce un freno enorme, a causa de la acción deletérea de la
dirección de la CNT-FAI, la no incautación de la banca. Quedó en vilo el problema de
si globalmente la autogestión fue o no espontánea. La cronología nos ofrece una
posibilidad de determinar este problema, ya que si muchas empresas aparecen en
fechas próximas, se puede inferir que hubo una orden desde arriba y una aplicación
de la base; si por el contrario no tenemos una visión ordenada, se puede inferir que en
cada fábrica o taller se discutió, se esperó, se vaciló hasta llegar a un acuerdo.
Esta cronología tiene dos etapas: el período de ausencia de poder legal hasta el 8
de agosto, que abre el restablecimiento de la Generalitat con una serie de decretos de
incautaciones de empresas, lo que, por lo tanto, respaldaba la actuación de los
comités en la base.
Días Empresas
19 de [25]
julio Tranvías, muebles
Casa Torras, Casa Girona, Metales y Platería Ribera, Hispano Suiza,
20 de [26], Ferrocarriles del Norte,
julio Maquinaria Terrestre y Marítima, Casa Vulcano
almacén El Siglo
21 de
M. Z. A.
julio
22 de
Metro
julio
23 de
Espectáculos Públicos
julio
24 de
Ferrocarriles catalanes[27]
julio
25 de [28] [29]
julio Transatlántica , aguas
27 de [30]
julio Casa Xalmet
28-31
de Luz y Fuerza[31], organización sanitaria[32]
julio
1 de
Calderería industrial García García[33]
agosto

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2 de
Librería Pompeia[34]
agosto
3 de [35]
agosto Publicidad Gabemet
5 de
Sociedad General Española de Librería[36], Editorial Escampa-Unión[37]
agosto
7 de
Publicitas[38], Construcciones metálicas Field[39]
agosto

Aparecen 26 empresas: 9 en la metalurgia, 6 en el transporte y 11 en los servicios,


en sectores muy diferentes y en momentos escalonados. En la Casa García García, el
patrono ofreció su empresa a los trabajadores.
En lo que se refiere al período posterior, se podría pensar que las incautaciones se
fueron multiplicando. En realidad fueron progresivas, e incluso lentas.

Sector metalúrgico y del automóvil[40]. 11 de agosto-31 de agosto: once casos,


con el acta del comité de control; seis para la CNT, uno para la UGT, tres para CNT-
UGT, uno indeterminado. Septiembre: veintitrés casos: ocho para la CNT, ocho CNT-
UGT, siete indeterminados. De estos treinta y cuatro casos, observamos catorce
comités CNT, uno UGT, once CNT-UGT, ocho indeterminados. Para nueve casos, el
motivo invocado es la ausencia de patrón, lo que corresponde a seis comités CNT y
tres CNT-UGT. En ocho casos, el patrón hace una donación voluntaria a sus obreros
(dos comités CNT y seis sin filiación política).
En varios casos las empresas estaban en la misma calle, pero la actuación no fue
similar: calle Pedro IV número 6, 172 y 295: incautación el 27 de julio CNT; el l de
septiembre CNT-UGT; el 15 de septiembre indeterminado. Igual fenómeno se da en
la calle de Corts en los números 419, 533, 570 y 674, tenemos: 28 de agosto CNT,
finales de agosto UGT, 10 de septiembre CNT-UGT y 28 de septiembre CNT-UGT.

Sector de la industria del vestido. Actas sin fecha, quince; tenemos tres para la
CNT, once para CNT-UGT y una para CNT-UGT y otra organización. Agosto: once
casos, a partir del día 12 del mes; cinco CNT, tres CNT-UGT, uno CNT y otro
organismo, dos indeterminados. Septiembre: diecinueve casos, dos CNT y diecisiete
CNT-UGT. Así en cuarenta y cinco actas, hay treinta y un comités CNT-UGT y diez
CNT.
En tres casos, los patrones donan o participan. Como en la industria, se observan
diferencias en una misma calle: Ronda de San Pedro, cinco casos CNT-UGT, en
agosto, el 20 de septiembre y el 8 y 13 de octubre; Trafalgar números 6, 15, 36 y 80,
un comité CNT y tres CNT-UGT, el 31 de agosto, 7, 9 y 14 de septiembre.

Sector de artes gráficas y papelerías. Agosto: veintinueve casos a partir del día

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13 del mes, veintiún UGT, siete CNT-UGT, uno CNT-UGT-POUM. Septiembre:
treinta y nueve casos, la mayoría en la primera quincena, treinta y dos UGT, siete
CNT-UGT. Por lo tanto, en sesenta y ocho casos, la UGT domina en cincuenta y tres
comités, frente a catorce CNT-UGT y uno con la CNT y el POUM.
La hegemonía de la UGT no suprime los rasgos precedentes: en lo que se refiere a
los patronos hay un caso en que pasa a «ser director técnico», en lo que se refiere a
las calles es igualmente distinto en cada empresa: Ronda Universidad, dos casos el 21
de agosto, uno el 26, uno el 1 de septiembre —los tres UGT— y el 22 de este mes,
CNT-UGT.
Si bien destaca la ausencia de directrices, en cambio no deja de ser sospechosa la
calificación de «donación voluntaria» del patronato. El miedo y el oportunismo debió
jugar un gran papel. Sin embargo, hay que subrayar la actitud de la «Federació de
patrons perruquers i barbers de Barcelona i Pobles limítrofs», que contactó con el
sindicato único de obreros barberos de CNT el 9 de agosto para discutir de la
colectivización; después, el día 11 se dio una asamblea extraordinaria de esta patronal
sobre el asunto de la colectivización:

Después de un pequeño debate y hechas ciertas aclaraciones acerca del


mismo, se procedió a la votación, quedando aprobado por unanimidad sin
reserva alguna y por aclamación el contenido de dicho documento en todo su
articulado. Al mismo tiempo quedó aprobado, que al entrar en vigor la
colectivización quedarán disueltas las mencionadas asociaciones patronales,
de una manera automática, pasando ipso facto a formar parte sus componentes
del Sindicato Único de Barberos de Barcelona y sus Contornos con todos los
derechos y deberes inherentes al mismo.

El 14 de septiembre, la colectivización de la industria se decretaba oficialmente,


pasando los bienes de la patronal y de una Mutua de accidentes a dicha
colectivización.
De esta enumeración, deducimos que la CNT, junto a la UGT[41], incautaron los
puntos neurálgicos de la economía barcelonesa, lo que confirmó las decisiones
tomadas por el Comité Regional. ¿Cuál fue el efecto político de esas medidas?
Veamos declaraciones de miembros de la UGT y de la CNT[42], y de la
Generalitat, el News Chronicle preguntaba a Companys:

Supongamos que la voluntad del pueblo catalán se declarara por el


anarcosindicalismo, ¿estaría conforme con esto el Gobierno de Cataluña?
—Yo lo veo de esta manera. La burguesía democrática, limpia de todo interés del
capitalismo financiero, no tiene derecho a imponerse a nada que sea la voluntad del

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pueblo. Si así ocurriese, la burguesía habría de aceptarla por fuerza[43].

En cuanto a la CNT, el domingo 9 de agosto hubo un gran mitin anarquista en


Barcelona, con la participación de Vázquez, Montseny y García Oliver, donde dieron
públicamente las normas que iban a ser las propias del anarquismo oficial, de los
notables:

Se nos obliga a ir más lejos de lo que nosotros nos proponíamos, visto el


abandono de gran número de industrias necesarias para la reconstrucción
económica de la revolución. Recogemos esta responsabilidad abandonada
para sacar el menor provecho de ella[44].

Dicho de otro modo, señores burgueses, si hay comunismo libertario, es asunto


de la base, pero desde la dirección de la CNT, la frenamos lo más posible.

En el orden internacional, se nos amenaza con intervenciones extranjeras


[…] Sin embargo, no damos pretexto […] Cuando los cónsules han venido a
nosotros, rápidamente hemos avalado las casas extranjeras para evitar que
nadie pudiera intervenir en ellas. Y cuando se ha deseado, incluso hemos
mandado nuestros guardias para evitar que nadie dejara de respetar aquellos
intereses extranjeros[45].

O sea, somos frenos y bomberos fiables de las empresas multinacionales frente a


la clase obrera.

Pido a todo el proletariado que continúe en los lugares de producción y que no


escatimen sacrificios; hemos de tener en cuenta, de un modo especial, que nuestros
hermanos en el frente no ponen límites a estos sacrificios[46].
No son horas de andarse pidiendo jornadas de cuarenta horas y aumentos del 15%
[47].

Es decir, disciplina y acatamiento, por el pseudo qué dirán de los milicianos de


una parte, los capitalistas de otra. No es extraño que Peiró, ex treintista, dijera:

Es preciso recoger la entereza de ánimo del compañero García Oliver


encarándose con la realidad del presente y del futuro. Es seguro que muchos
de los que oyeron el discurso de este compañero en el mitin del domingo, no
le perdonarán la sinceridad de declarar que en la hora presente —y en las del

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futuro inmediato, añadiremos— no es posible pensar en la semana de treinta y
seis horas, ni en la de cuarenta[48].

Era nula, por lo tanto, la voluntad de confirmar y perennizar las conquistas de los
medios de producción por parte de los trabajadores, como se deduce de las citas de
las declaraciones de la dirección —en todos los sentidos— de la CNT. El problema
era el de la reacción de los afiliados y de los trabajadores. La propia aparición,
continuación y progresión de la autogestión —horizontal y anarcosindicalista—, a
diferencia de la voluntad de los notables, ya es una respuesta.

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Capítulo 3

Breve evocación de la autogestión en otras


regiones, extrañas paradojas

¿Autogestión forzosa o voluntaria?

La coacción es la lógica de los brutos para seguir explotando a la gran mayoría de


los ciudadanos, como hizo la república española con la guardia civil de la monarquía,
mantenida y reforzada, con la creación de la guardia de Asalto para defender a los
latifundistas y a los capitalistas. En la URSS, para mantener la nueva explotación, la
nueva clase dirigente acordó medidas para perennizar su poder (ejército rojo de Lenin
y Trotsky, creación de la Cheka por Lenin en diciembre de 1917, con los campos de
concentración, mejorados por Stalin), bajo el pretexto de preparar el advenimiento del
«hombre nuevo» y de la futura nueva sociedad igualitaria.
Algunos historiadores en favor del capitalismo o del leninismo acusan a los
cenetistas de haber impuesto el comunismo libertario con violencia y a punta de fusil,
actuando como sicarios y matones, es decir con la conducta habitual de los
correligionarios de esos mismos historiadores. Es una técnica habitual de los
polemistas echar en cara sus propios defectos a los demás, consciente o
inconscientemente.
Como la verdad es revolucionaria, es preciso estudiar esta cuestión en el Aragón
de 1936, la única región en que pudo haber coacción cenetista para imponer el
comunismo libertario, con la llegada de las columnas confederales.
Dos criterios principales, ya considerados, permiten percatarse de la realidad del
deseo de los colectivistas: una cronología incierta y zigzagueante (ajena a una orden
cursada desde un comité central, como la colectivización soviética de Stalin) y la
implantación previa de sindicatos CNT.
En el estudio anterior, el de 1975-77, hice un cuadro detallado a través de 20
colectividades agrícolas creadas entre julio y septiembre de 1936, citadas en la prensa
y en las publicaciones confederales. Mejor expuestos ahora destacan los siguientes
datos.

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Provincia de Huesca: 9 colectivos, 6 representados en el congreso de la CNT en
mayo de 1936 de Zaragoza, 3 creados entre el 31 de julio y el 5 de agosto, uno con
presencia de milicia de CNT; 4 entre el 13 y el 28 de agosto, 1 con la presencia de
una columna y otro con un intento previo de comunismo libertario en 1933; 2 del 18
de septiembre —con presencia de una columna— y el 16 de octubre. Se puede inferir
que la presencia de columnas cenetistas no influye en la aparición rápida de
colectividades ni tampoco se vislumbra una directiva.
Provincia de Teruel: 7 colectividades, 3 en el congreso de Zaragoza (4 creadas
entre finales de julio y el 5 de agosto, dos con columnas, como Calanda[1] que
experimentó un ensayo de comunismo libertario en 1933; uno el 9 de agosto con
presencia de una columna y con un intento anterior de comunismo libertario; 2 en
octubre y uno con presencia de una columna y con un ensayo de comunismo
libertario en 1933). Se colige también que las columnas no suponen un apoyo
particular puesto que estaban en tres pueblos en los que sobraba su presencia puesto
que la CNT ya había tenido una influencia decidida en 1933.
Provincia de Zaragoza: 4 colectividades sin representaciones en el congreso de la
CNT de mayo de 1936 en Zaragoza, 4 creaciones tempranas, 4 con presencia de la
columna Durruti. La presión eminentemente persuasiva es evidente.
¿En qué consistía la presión sobre los habitantes? ¿Cómo eran las relaciones con
la CNT?
Vamos a empezar por la provincia de Zaragoza.
A Lécera llegó el 6 de agosto una columna y constituyó una colectividad para
recibir abastos, ya que la organización del pueblo no lo permitía. El primer punto del
bando de Durruti consideraba la necesidad de empezar la cosecha. En Bujaraloz, otro
bando de Durruti del 11 de agosto de 1936 rezaba, «a partir de la aparición del
presente bando queda abolida la propiedad privada sobre la tierra de los grandes
terratenientes» y en cuanto a las milicias «los ciudadanos de Bujaraloz [3000 en total]
les prestarán apoyo entusiasta e incondicional tanto en lo material como en lo
moral[2]».
La fórmula es muy afirmativa: el entusiasmo es espontáneo y natural, no como en
esas actuaciones de encargo con la claqué de turno. En Gelsa, 2500 vecinos, los
campesinos propusieron la recolección inmediata del trigo y «a fin de que el pueblo
en masa responda a este llamamiento, ha sido publicado un bando en el que se hace
resaltar que el que no entregue en depósito toda clase de productos alimenticios y de
vestir, y que se los reserve para lucrarse, o para el caso de que la existencia fuese
pequeña, será castigado con la pena máxima[3]».
En tiempos de guerra, medidas de este tipo son corrientes por parte de un ejército
invasor. Me choca que el comportamiento cenetista no tuviera el cuidado, como
proponían los makhnovistas, de denunciar de antemano los abusos posibles e incluso

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de otorgar el derecho a la población de matar agresores sedicentes milicianos[4].
Para las otras provincias, tenemos el relato de un observador (marxista crítico) en
Fraga:

Por ellos [unos campesinos] supe detalles de lo que había ocurrido. No


fueron los del pueblo personalmente los que organizaron las ejecuciones, sino
la columna Durruti cuando llegó allí. Detuvieron a todos los sospechosos de
tener actividades reaccionarias y se los llevaron en camiones y los fusilaron
[…] ¿Qué se hizo con los bienes de estos ejecutados? Las casas, desde luego,
habían sido requisadas por el comité, las tiendas de comestibles habían sido
utilizadas para alimentar a la milicia […]. Era evidente que en este pueblo la
revolución agraria no llegaba cómo resultado de la apasionada lucha de los
campesinos, sino como consecuencia casi automática de las ejecuciones[5].
«Las cuales no eran sino un incidente más en la guerra civil[6]».

De pasada, el problema de los sospechosos en el campo republicano se agudizó


cuando se conocieron las masacres fascistas de Badajoz, Sevilla, las matanzas de
«rojos» de acuerdo a una orden previa. «Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser
en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo que es fuerte y bien
organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos
políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos
ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o
huelgas[7]». Tolerar las familias de contrarrevolucionarios, como fue el caso en
muchos colectividades, tenía mucho mérito (véase a continuación el ejemplo de
Utrillas).
No todos los pueblos tenían milicias confederales; en el frente de Aragón había
también columnas del POUM (leninistas anti URSS) y del PSUC (PC catalán).
Tenemos un ejemplo de colectividad anarquista para cada caso.
En Sariñena (3600 habitantes) el mismo testigo[8] se dio cuenta de que la iglesia
había sido quemada, que había habido ejecuciones y quemas de la documentación
notarial, pero que los anarquistas no habían requisado todas las propiedades,
limitándose a expropiar cuatro heredades de gran extensión. Los campesinos
utilizaban las máquinas agrícolas requisadas, puestas a disposición de todos: «Todo
mostraba la ausencia de obligación en este acuerdo para el uso colectivo de las
máquinas expropiadas».
Y, entre tanto: «Las relaciones entre el pueblo anarquista y la milicia del POUM
estaban lejos de ser buenas. Pero a pesar de esto, con muchas menos muertes, el
núcleo anarquista había logrado mejoras considerables para los campesinos y era
además lo suficientemente inteligente como para no intentar forzar la colectivización

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a la parte renuente del pueblo, sino esperar a que el ejemplo de los otros surtiera su
efecto[9]».
Es de notar que si Fraga no tenía delegación en el Congreso de Zaragoza,
Sariñena tenía en representación a 45 afiliados[10]. En Tardienta, centro de la columna
del PSUC, el corresponsal de Pravda hizo mención de la formación de una
colectividad anarquista[11]. Tardienta tenía 135 afiliados de 1900 vecinos en mayo de
1936, cuando tuvo lugar el Congreso de Zaragoza[12].
En Utrillas, 2500 vecinos, sin presencia de milicias, se decidió en asamblea
pública fundar la colectividad. Es importante destacar la diferencia de actitud
respecto de los opositores, algunos fueron fusilados por decisión tomada en asamblea
y otros fueron dejados en libertad. Una parte ganó las líneas fascistas, por lo que se
detuvo a 150 sospechosos. Por votación, se liberó a muchos, permanecieron
detenidos 32. Según el folleto de donde sacamos estos informes plausibles:

Algunos milicianos que estaban en el frente se enteraron de que todavía


estaban detenidos y trataron de influir en el pueblo, pues opinaban que siendo
enemigos había que fusilarlos, pero como el pueblo decidió que no, respetaron
tal decisión[13].

Vemos, por consiguiente, que un núcleo anarcosindicalista por reducido que fuera
podía sin ayuda exterior y con el beneplácito de la población establecer una
colectividad. Pero eso sólo se podía llevar a cabo en localidades de importancia
reducida, porque en Barbastro, 10.000 habitantes y 444 cenetistas[14], la labor fue
mucho más lenta.

«Cuanto más grande es la población, menos colectivizada está. Cuanto


más pequeño el pueblo, tanto más hondo es el espíritu comunista[15]».

No había, pues, un plan de conjunto, se improvisaba en cada pueblo, con o sin


milicia. En Alcolea, 2350 vecinos, la colectividad empieza en septiembre; en Mas de
las Matas, 2300 habitantes, se esperó el respaldo legal de octubre, mientras que en
Binéfar, 5000, y Lagunarrota, 600, se formó en agosto de 1936. En cambio, en Graus
fue en octubre, así como en Barbastro, y en esta ciudad, hubo, progresivamente, en
octubre una colectividad agraria, en noviembre panaderías, zapaterías y tipografías y
en diciembre medicina, farmacia, carpinterías, etc[16].

Un hecho interesante y útil es, en Aragón, la reutilización del espacio


dentro de los monumentos que se dedicaban al culto religioso. En ex

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conventos hubo una caballeriza, una sala de lectura (Alcañiz), y escuelas
(Alcorisa y Calanda). En antiguas iglesias se habilitaron depósitos de víveres
(Alcañiz, Oliete, Calanda y Mosqueruela), a veces con tiendas (carnicería en
Calanda, ultramarinos y quincallería en Mosqueruela, un restaurante en
Bujaraloz) o cines (Alcorisa, Peñalba, Alcampel)[17].

De la reseña impresa del pleno regional del 20 de septiembre de 1936 en Alcañiz


de faístas aragoneses, dos intervenciones completan la visión de Borkenau:

Fraga dice que no hay que confundir la revolución social con la revolución de
tendencias […]. Nosotros no queremos imponer una dictadura, sino impedir que se
nos imponga […].
[Puebla de Híjar] Dice que algunos pueblos están disconformes con la mala
administración que tienen, y que algunos de los compañeros que ocupan puestos en
comités deben apartarse de la situación creada y no deben ser autoritarios, puesto que
siéndolo no serían anarquistas[18].

Deduzco que el representante de Fraga (un célebre maestro racionalista, Alberola)


afirmaba que el comunismo libertario se dirigía a todos y que no debía haber trabas
que lo limitasen. Y el de la Puebla de Híjar recalcaba abusos de los propios
cenetistas, que se denunciaban en los pueblos. Por lo tanto había críticas abiertas
desde fuera y desde dentro de CNT.
De esta documentación saco la conclusión de que la colectivización se impuso
por la fuerza en pocos casos, por parte de cenetistas forasteros, y que los colectivos
con presencia de columnas exteriores no confederales sufrían una fuerte coacción
limitativa.
Al contrario, los cenetistas aragoneses, conocedores de la situación, aprovecharon
el momento con pocos abusos (véase el anexo XI) y consiguieron poner en práctica
sus ideas con la aprobación de la mayoría de los campesinos; en las ciudades y
sectores comerciales, la colectivización fue más lenta. Cuando estaba la UGT
también concretó sus planes, había colectividades mixtas CNT-UGT.
La tendencia de los notables provocó una de las primeras protestas contra las
desviaciones:

[Señalando que el 9 de agosto ya se organizó un pleno comarcal de sindicatos de


Valderrobres]. Lo hemos dicho en todos los lugares. Lo dijimos también en el pleno
regional de sindicatos de Caspe: hemos de tener en cuenta, de no olvidar, lo que
ocurrió en Rusia a nuestros camaradas anarquistas de allí […]. Yo no sé si Aragón
está o no en condiciones de implantar el comunismo libertario. Yo no sé si ha llegado

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el momento de acabar con todo vestigio del anterior y caduco sistema. Lo que sí sé es
que en todo el Bajo y Alto Aragón, por propia voluntad, por deseo unánime, se
organiza la vida de comunidad y dentro de la mayor libertad posible. Y ello sin hablar
para nada de comunismo libertario.
Nunca hubiéramos creído que precisamente fuera el diario anarquista Tierra y
Libertad, el que tratara de echar sobre Aragón unos jarros de agua fría, como ya lo
hiciera en el pleno de Caspe, el compañero Marianet [M. R. Vázquez, secretario del
CN]. Es fácil [decir] que los confederales de Aragón, Rioja y Navarra hayamos
olvidado las tácticas confederales; lo que no hemos olvidado ni olvidamos es que
vivimos una realidad que nadie puede negar. Después de tanto tiempo propagando
que en España era posible implantar un régimen de Libertad y de Justicia, creemos
firmemente que es hora de demostrarlo. Que es lo que estamos haciendo ni más ni
menos. El movimiento hay que demostrarlo andando[19].

Por supuesto, las cursivas son mías y tanta razón tuvieron los compañeros
aragoneses que consiguieron cambios de mentalidad. Entre los miembros de la
colectividad de Alcorisa, hasta su final con la ofensiva franquista de marzo de 1938,
figuraban un abogado y un veterinario, uno de ellos con una pierna inválida a causa
de un tiro que le dispararon los cenetistas del pueblo durante la intentona de 1933.
Aquellas personas de origen intelectual y burgués, que pudieran tener motivos
profundos de animadversión contra el nuevo orden, participaron por completo en la
colectividad, ayudando a su reorganización después del paso de Líster. Una explicaba
así la autogestión a los críticos individualistas que querían repartirse las tierras del
colectivo: «Antes tenía mis tierras, ahora cuando me subo al alto, las tengo todas,
porque todo está colectivizado». Desgraciadamente, no fue comprendido[20].
La autogestión en Aragón fue económica y socialmente distinta de la de otras
regiones. Allí se vivía pobremente y la agricultura no presenta tantos elementos
complejos como en Levante (exportación internacional, gran variedad de
producción). La autogestión propuesta por la CNT se acompañó de la atención
médica y un auge de la educación, dos servicios que en los pueblos eran muy
precarios antes de julio de 1936. En el plano global de la autogestión, se dio la unión
entre los 300.000 colectivistas y los 150.000 habitantes que no lo eran y esto con un
frente muy próximo y la necesidad estratégica de mantener a los milicianos.

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La dialéctica del general Líster
En enero de 1937 hubo elecciones municipales, con los siguientes resultados: la
CNT, ostentaba un 51,5% de los ediles frente al 27,1% de la UGT y el resto para los
partidos políticos. Entre éstos, Izquierda Republicana tenía el 9%, el Frente Popular
—sin más especificación— un 6,5%, el PSOE 2,4%, Unión Republicana 2%, y el
partido comunista con el 0,75%. El PC se repartía así: 0,8% en Huesca, 0,4% en
Teruel y 2% en Zaragoza —concretamente sólo en Caspe tenía un 5,55%[21].
Datos interesantes porque en agosto de 1937, en una aplicación maravillosa del
materialismo dialéctico, la división del general comunista Líster intervino para
disolver el Consejo de Aragón y destruir las colectividades con una orden oral del
socialista Indalecio Prieto. Era una intervención presuntamente liberadora[22].
Líster restablecía la pequeña
propiedad agrícola (kulak en el
vocabulario del PC) que en el mismo
periodo en la URSS acababa de ser
anulada con un casi total exterminio de
este tipo de campesinado. No pocas
colectividades se volvieron a formar tras
la salida de Líster, pero el entusiasmo
había decaído.
La intervención de Líster fue un
problema, incluso para los propios
comunistas como lo evidencia este
testimonio (con la debida diplomacia
propia de un texto oficial) de 1937 de
José Silva, secretario general del
Instituto de Reforma Agraria:

Cuando el Gobierno de la
República disolvió el Consejo de
Aragón, el Gobernador General quiso dar satisfacción al hondo malestar que
latía en el seno de las masas campesinas disolviendo las colectividades. Tal
medida constituyó un error gravísimo que produjo una tremenda
desorganización en el campo. Los descontentos con las colectividades, que
tenían razón para estarlo si se tienen en cuenta los métodos empleados para
constituirlas, amparándose en la disposición del gobernador, se lanzaron a su
asalto, llevándose y repartiéndose todos los frutos y enseres que tenían, sin
respetar a las que, como la de Candasmo, habían sido constituidas sin

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violencia ni coacciones, tenían una vida próspera y eran un modelo de
organización. Cierto que el gobernador perseguía reparar las injusticias que se
habían cometido y llevar al ánimo de los trabajadores del campo la convicción
de que la República les protegía. Pero el resultado fue completamente
contrario. La medida acentuó aún más la confusión y las violencias se
ejercieron del otro lado. Como consecuencia, se paralizaron casi
completamente todas las labores del campo, y, a la hora de llevar a cabo la
sementera, una cuarta parte de la tierra no estaba preparada para recibirla[23].

Esta declaración se puede reforzar con tres elementos. La propaganda anterior del
PC afirmaba que los aragoneses estaban oprimidos por la autogestión. Pero después
del paso de Líster el PC recogió algunos testimonios[24], que eran tan pocos que no
los publicó. Así, el informador comunista de Castejón de Monegros afirmaba:
«Mariano Olona, presidente de la CNT, elemento peligrosísimo. Presente en esta
localidad y en su domicilio se hospedaban los de la seguridad con el fin de implantar
el comunismo». (Otra prueba de que el PC admitía derechistas en sus filas).
Oficialmente el PC de Aragón dio lugar a un retroceso: «Los comunistas no
podemos negar nuestra esencia revolucionaria y hoy, por lo tanto, debemos prestar la
mayor atención a la organización colectiva del trabajo, como primer paso para la
creación de una España libre y fuerte[25]».
En el acta mecanografiada de una «reunión de delegados sociales de Aragón» en
Caspe, 7-II-1937 se lee: «[Delegado de Huesca] Se han cobrado 35.000 pesetas de las
60.000 que debía una colectividad en el pueblo de Sena. Respecto a las colectividades
que se disuelvan por sus métodos condenables, hay que aprovechar antes de su
disolución para cobrarles o hacerles pagar los débitos que tengan con el Instituto, ya
que de no aprovechar esta ocasión no habrá medios de cobrarles». «[Delegado de
Mora de Rubielos] En Monteagudo del Castillo el Consejo de Individualistas
devuelve el ganado y las tierras a los facciosos y les recogen 6000 pesetas a los
colectivistas, que le habían entregado “bajo pretexto y el miedo de que vinieran los
otros”. Pide que en la prensa se den orientaciones de cómo deben organizarse las
Juntas Calificadoras para que en los pueblos se enteren de esto, ya que hay muchos
que no lo saben». «[Delegado de Zaragoza] Se han reorganizado colectividades en:
Bujaraloz, en Candasnos, en Peñalba, la Almalda, Castejón de Monegros, Lécera,
Azuara, Pina, Sástago y otros[26]». Tenemos tres afirmaciones fundamentales: la
continuación, en febrero de 1938, de la campaña anti-colectivista, la desviación
política que provocó y la persistencia de la autogestión pese a los obstáculos.
Es importante subrayar las opiniones en los testimonios (anexos VI y XI) de que
las colectividades que se rehicieron eran mejores, con gente más decidida y, allí
donde pudo haber excesos, fue casi imposible recrearlas. Con respecto a este último

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punto, se puede reproducir la lista de
colectividades que se formaron de nuevo
—de acuerdo a fuentes cenetistas—:
Alcolea, Alcorisa, Calanda, Gelsa, Más
de las Matas, Peñalba, Pina[27] y la
comarcal de Barbastro con unos treinta
colectivos.
Esta reorganización es más
admirable aún cuando se piensa que la
CNT dejó hacer, como lo declaró el
mismo Joaquín Ascaso: «Pese a la
opinión derrotista de la CNT, habríamos
defendido con las armas en la mano
nuestro Consejo, porque así entendemos
la revolución, y hemos quedado hoy los
mismos anarquistas y revolucionarios
que éramos antes[28]».
Con un reduccionismo que descarta
todos los factores específicos de Aragón,
podemos tomar la crítica del anarquista francés André Prudhommeaux: «Allí donde
el reparto por su sencillez puede tomar el aspecto del trueque, allí donde los poblados
se reducen a unas familias, al pueblo, a los campos, la expropiación capitalista ha
sido completa. Los campesinos no han demostrado con ello su superioridad
ideológica, sino que se han encontrado en condiciones generales tales, que la
organización colectiva de la producción sólo se podía conseguir con la normalización
comunista del reparto. Es el reparto de los productos agrícolas lo que ha guiado a los
campesinos en la sindicalización de la producción. No podían actuar de otro
modo[29]».
Justamente, los cambios que se pueden introducir en ciertas situaciones son
fáciles, con el fin de pasar de la miseria, impuesta por el capitalismo, a la satisfacción
de una serie de necesidades urgentes y elementales diarias. No decía otra cosa el
Comunismo libertario de Isaac Puente. La colectivización aragonesa estaba basada en
la producción agrícola nacional —trigo, azúcar de remolacha—, con una población
sin necesidades «modernas» (bienes de consumo refinados, distracción, reposo, etc.).
El trueque, la economía de guerra, podía aplicarse bastante fácilmente (pero no hay
que exagerar en este sentido). Levante y Cataluña, en cambio, eran regiones con
clases sociales menos contrastadas, con exportaciones e importaciones nacionales e
internacionales, agrícolas e industriales, en las que la colectivización planteó
problemas más difíciles, y por lo tanto más interesantes.

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Valencia según el esquema cenetista catalán
Allí el 19 de julio tuvo un cariz muy particular, los militares estaban sitiados en
sus cuarteles, sin salir ni rendirse, ante las fuerzas populares, que realmente no podían
atacar ya que no tenían armas. Había sido declarada la huelga general y se había
formado un comité integrado por el Frente Popular y la CNT. El Gobierno aseguraba
que la guarnición era leal y mandó una Junta pidiendo el cese de la huelga.
Mientras tanto, el Comité Nacional de la CNT en Madrid pedía armas al
Gobierno; ante la negativa del mismo, la CNT del Centro y de Cataluña mandaron
pertrechos a Valencia. Allí tanto la Junta como el Comité no querían armar al pueblo.
Más aún «la CNT y la UGT habían ordenado la vuelta al trabajo» a excepción de los
obreros del Transporte. Pero los trabajadores se negaron a cumplir la orden. La
decisión confederal de ir al asalto de los cuarteles despejó definitivamente la
situación. Deducimos de estos hechos significativos que el Gobierno hizo cuanto
pudo para frenar y controlar todo poder extraño al suyo. Como en Cataluña, la CNT
se preocupó más por las alianzas que por las conquistas sociales, decidiendo el
retorno al trabajo, que tuvo que aplazar ante la exigencia de los obreros de atacar.
Paradoja inquietante en un organismo proletario.

Teniendo en cuenta que la ponencia que dictaminó sobre el problema del campo
de Cataluña abarca en gran parte los deseos de los campesinos de Levante, esta
ponencia, suscribiéndola, ha acogido los puntos que ha considerado favorables y los
somete a la aprobación o consideración del Congreso.
1. La Federación Regional de Campesinos declara incompetente al Instituto de
Reforma Agraria en lo que se refiere a las incautaciones, y expone que las
incautaciones y facilitaciones de créditos y jornales sean controladas y facultadas por
la CNT y la UGT, cuyos organismos formalizarán un convenio para el total control de
la industria campesina. […]
6. Si se tiene la posibilidad de establecer en el pueblo la socialización sin peligro
de rozar con las dificultades que hemos señalado, deberán proceder a establecerlo con
carácter general e inmediato, y si la mayoría de los campesinos de un pueblo no
comparte o haya quien no comparta el criterio, los sindicatos respetarán el cultivo de
los pequeños propietarios en la forma dicha (*) y procederá a la incautación del resto
de las tierras bajo el control de los sindicatos.

(*) se les respetará en principio el cultivo de las tierras siempre que esto
no obstruya o dificulte el desarrollo debido a los núcleos que se socialicen.
[…]

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8. Como final del dictamen y como fiel interpretación del amplio federalismo que
defendió siempre la CNT, cree oportuno esta ponencia recabar la más amplia libertad
para cada localidad campesina, para la elección de forma y oportunidad de llevar a
cabo los anteriores acuerdos[30].

El pleno de noviembre de 1936 en Valencia es seguramente el más interesante de


los que fueron reseñados por la prensa libertaria durante la guerra civil, ya que
Fragua Social publicó integramente el resumen de los debates, aún los más
engorrosos (algo que se le reprochó después[31]).
La Confederación Nacional del Trabajo de Levante tenía entonces 300.000
afiliados, mientras que en mayo tenía 50.000, 20.000 tras la escisión. Y ocurrió que
en las votaciones, las ponencias sobre la abolición del salario (séptimo punto) y las
milicias (segundo punto) tuvieron un carácter marcadamente anti o no cenetista:

Maderas de Alcoy dice que la mayoría de las delegaciones que han votado el
séptimo punto lo han hecho por ser de reciente creación y desconocer las normas
confederales. Y son los pueblos que las conocen los que tienen que levantarse para
impugnar[32].
[Segorbe sobre el punto segundo] yo tengo que decir que todo este pleno,
desgraciadamente mal orientado por el Comité Regional, se está desenvolviendo en
un ambiente netamente reformista[33].

Vilanesa: esquema de mayo de 1937


Una crítica importante y repetida del pleno de noviembre fue: «Los obreros se
han incautado de las industrias y no han beneficiado en nada la situación económica
de los pueblos». «El burgués de ayer se convierte en los cuarenta burgueses de
hoy[34]».
Esta última crítica se ha de entender en el sentido de que, por ejemplo, en una
empresa de cuarenta empleados la autogestión sin solidaridad y dedicación podía
generar cuarenta egoístas. Una exageración para señalar el mayor sacrificio de los
cenetistas del campo. En la visión nacional se ve que también pudo haber
desviaciones criticables en el campo.

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Y en un pleno campesino de diciembre de 1936: «Las diferencias entre el
campesinado y los trabajadores de la capital no deben de seguir[35]».
Unos meses después, las críticas dejaron paso a las armas. El motivo partió,
curiosamente, del Ministerio de Comercio, a cuya cabeza estaba el cenetista levantino
Juan López. Un decreto suyo incautaba todas las exportaciones al extranjero. Los
colectivistas no lo aceptaron y el gobierno mandó la fuerza pública.
Para darse cuenta del nerviosismo y la mutua desconfianza entre policías y
colectivistas, entre colectivistas y la CNT, ofrecemos una descripción de este
choque[36].
El día 8 de marzo de 1937 en Vilanesa (Valencia)
hubo tiros entre policías y cenetistas a causa de la
propiedad de un local. Al cabo de unas horas las
cosas se apaciguaron y los policías se fueron del
pueblo. Mientras tanto, otros cenetistas de la
comarca habían acudido, y al ver a los guardias los
atacaron. Valencia mandó refuerzos y llegaron más
cenetistas. El Comité Nacional de la CNT, que se
encontraba al igual que el gobierno en Valencia,
mandó una delegación para que cesara el fuego y se
puso al habla con el ministro de la Gobernación
Angel Galarza, poco amigo de la CNT. Pese a que
todo ocurriera en un radio de unos 15 kilómetros y
que funcionasen los medios de transporte y de
comunicación [«de Valencia al lugar de los hechos
hay diez minutos de coche»], horas después seguía el asunto como en el primer
momento, entre tiros y treguas. En Vilanesa, Alfara, Moncada y Gandía había
tiroteos; en Utiel se daba órdenes de huelga. La Columna de Hierro amenazaba con
volver a la retaguardia[37].
Finalmente se llegó a un acuerdo (el resultado práctico fue 4 muertos entre los
cenetistas y 11 entre los policías) no sin reticencias:

Anteriormente, habíamos cursado las órdenes precisas a la Región para


que cesaran las actitudes hostiles de los camaradas. Pero en alguna parte no se
creían ni acataban. La comarcal de Gandía contestaba telefónicamente
sublevándose, y lanzando una serie de epítetos que ponían en mal lugar al
Comité Nacional y al Regional.

A los pocos días se convocaba un pleno para estudiar la situación. Empezó el 16


de marzo con unos 46.000 afiliados representados, cuando había un total de

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120.000[38]. Después de algunos «momentos de nerviosismo» se llegó a un acuerdo
para pedir la liberación de los presos, la movilización al frente de la guardia de Asalto
y la devolución de las armas. Antes, el Comité Nacional había justificado su postura
y pedido disciplina («órdenes […] no se creían ni acataban»). El funcionamiento
interno de la CNT se hacía pues autoritario.
Paralelamente a estos acontecimientos, el Partido Comunista había emprendido
una campaña de agitación antianarquista[39], con el apoyo de la burguesía
republicana. De las polémicas verbales y escritas se pasó a verter sangre. Se hizo
evidente en mayo de 1937 en Barcelona, con el asesinato de Camilo Berneri y su
guardaespaldas Francesco Barbieri[40], portavoz de la oposición anarquista a las
dejaciones y los compromisos de la CNT-FAI.
Como en mayo de 1937 en Barcelona mostró que el CN de CNT dejaba hacer, en
Aragón los cenetistas aragoneses no tomaron las armas para defenderse (anexo XI).

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Capítulo 4

Organización nacional de la autogestión

Trasfondo económico
La CNT-FAI había previsto la aplicación inmediata de su programa económico-
social. Se usaba un adjetivo, «totalitario», cuyo sentido en la época no tiene nada que
ver con el actual; significaba global, total. Pese al cambio de orientación de las altas
esferas, la base siguió fiel al criterio anarquista:

Creemos que un proyecto de colectivización debe contener un sentimiento


totalitario en cuanto al programa del mismo, pero en cuanto a su orden
ejecutivo debe seguir un proceso de períodos escalonados, a realizar por
etapas consecutivas con solución de continuidad[1].

Desgraciadamente, los esfuerzos locales sólo pudieron confrontarse a partir de


enero de 1937, mucho después de que los dirigentes de la CNT-FAI pusieran a los
militantes ante los hechos consumados de la colaboración gubernamental, esto es, de
la supeditación de la economía a la burguesía republicana.
Los organismos nacionales se formaron tarde, en junio de 1937 para la
agricultura, y sólo en enero de 1938 hubo un pleno económico ampliado en que se
plantearon los problemas de la nueva economía: «Este año y medio de retraso fue de
fatales consecuencias para una de las más bellas experiencias de la historia
revolucionaria[2]».
¿Cuál fue la base económica de la autogestión? Malísima en conjunto, dado que
el país conocía ya un paro forzoso muy importante. No parece que Madrid y
Barcelona hayan prestado gran atención al mismo. Los llamamientos a filas fueron
resolviendo el problema, a la par que planteaban un problema de déficit de mano de
obra en algunas industrias, principalmente las dedicadas a la guerra. En efecto, la
división de España en dos zonas dio al traste con los intercambios económicos
tradicionales. Con los bombardeos, la energía eléctrica fue limitada a las fábricas de

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guerra. Las citas que siguen son el eco de estos problemas acuciantes:

Las tres quintas partes de los mercados de consumo interiores están en manos de
los facciosos […]. Casi las dos terceras partes de nuestros trabajadores (en Cataluña)
viven en régimen de subsidio más o menos disimulado[3].
[En Cataluña] hay una cantidad extraordinaria de empresas colectivas y
particulares cuyos obreros se pasan la mayor parte de la jornada sin hacer nada[4].

Pleno de la industria del textil y anexos de España: «[Delegado catalán] no es


posible evitar el colapso, por carecer de fluido eléctrico, colorantes y lanas». Pero
definiendo la cuestión, afirma que la verdad «no es otra que la de que es preciso
dirigirnos al gobierno. Nosotros no tenemos trabajo. El gobierno no tiene divisas, y si
tiene son para material de choque. Ésta es la realidad invariable[5]».
Además de la lucha militar, estaban los antagonismos políticos, la autogestión
tropezó enseguida con ciertos abusos, pronto soliviantados y apoyados por el PC.
Varios titulares de la prensa confederal permiten seguir esta realidad:

Sea por escasez de víveres, o motivado por el espíritu egoísta de los comerciantes,
el precio de los artículos de consumo ha aumentado en una proporción notable desde
que empezó la lucha contra el fascismo[6].
El escandaloso precio de las subsistencias[7].

Una síntesis se puede encontrar en el artículo de Agustín Souchy, «Problemas


económicos de la revolución[8]». cuyas directrices son:

Hay fenómenos que nos recuerdan el desbarajuste capitalista y que son los
siguientes […]:
1. Los campesinos y colectividades agrarias no reciben por sus productos más que
lo que recibían antes del 19 de julio de 1936 […]. Los precios de los productos
industriales están subiendo de una manera vertiginosa.
2. Las diferencias injustificadas entre los ingresos de los trabajadores. Las
empresas colectivizadas pagan 120 o a lo sumo 140 pesetas de jornal semanal y las
colectividades rurales, 70 pesetas en promedio. Los obreros de las industrias de
guerra cobran 200 y más pesetas semanales. No sería nada extraño, por consiguiente,
que las colectividades pierdan [sic] fuerza de atracción entre los trabajadores.
3. Muchas mercancías no pueden obtenerse en el comercio público […]. Nuestra
economía no es, además, tan uniforme y completa como la rusa[9], porque nuestras
colectividades, nuestras cooperativas, etc., en la ciudad y en el campo, apenas

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abarcan la mitad de toda la economía del país. Una parte considerable está aún en
manos de la pequeña burguesía. Claro está que la situación de ésta no es, en muchos
casos, hoy día mejor que la de los trabajadores; pero sus maquinarias comerciales se
sustraen al control de las organizaciones proletarias. El letrerito de «controlado por
UGT-CNT» es, en la mayoría de los casos, más ficticio que efectivo.

Pese a cierta exageración al final, el juicio de Souchy es justo y las


contradicciones económicas que denuncia son el lógico resultado de los continuos
retrocesos.

El problema de los salarios


La I Internacional ya había conocido
el debate entre colectivistas y
comunistas, éstos últimos sostenían que
sólo la fórmula «de a cada uno según sus
posibilidades» podía arrancar de cuajo la
desigualdad económica que volvería a
surgir en el colectivismo «de a cada uno
según su capacidad». Kropotkin en la
Conquista del Pan, explicó
clarísimamente la postura de Bakunin
denunciando a Marx como partidario de
la jerarquía de los salarios, en la Crítica al programa de Gotha.[10] Con los salarios
en los colectivos autogestionados en España se planteó de nuevo el debate marxismo-
anarquismo.
Los cenetistas defendían en parte la postura de Kropotkin, aboliendo la moneda
en muchos pueblos de Aragón. Pero de hecho sostenían el mantenimiento del salario
quitándole su carácter de aliciente y de diferenciador entre los trabajadores. Las citas
reproducidas a continuación muestran el pragmatismo de los colectivistas.

¿Pensáis establecer como definitivo este sistema de consumo [ausencia de


moneda]?

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—Esto no se puede precisar. Desde luego que lo más seguro es que se modifique
algo a base de superar el sistema. Todo lo que se ha hecho ha sido inmediatamente y
como ensayo. Durante los primeros días se daban vales para poder adquirir lo que se
necesitaba. Más adelante se hizo este papel moneda (el cual nos enseña), y ahora
hemos adoptado la forma del carnet de productor. Hasta ahora, esto es lo mejor de
cuanto hemos puesto en práctica[11]. no debiendo buscarse el estímulo de los
trabajadores en la producción por el sistema de una mayor retribución según
categoría de trabajo a realizar, ya que hay otros medios de obtener del productor su
normal rendimiento, según sus fuerzas y capacidad, desvinculados en absoluto del
que implicaría hacer depender esa atención de necesidades de la suerte de un
acoplamiento en jerarquías mejor retribuidas en la escala de salarios. Y decimos
suerte, por cuanto en el caso de una especialización cada vez más generalizada la casi
totalidad de los obreros llegarían a estar en condiciones de exigir tales retribuciones
[…][12].

A este concepto kropotkiniano pertenecen los ensayos de salario único en varias


empresas de Barcelona, que no convencieron a todos, como se deduce de la memoria
del congreso de la regional catalana en febrero-marzo de 1937: «Hay quien no puede
desprenderse de esos prejuicios y no puede considerar que un arquitecto o un albañil
pueda ganar lo mismo que un campesino. Mientras no nos desprendamos de estos
conceptos egoístas no habremos hecho en definitiva nada en sentido práctico[13]».
Frente a casos extremos de antiburocratismo («Los miembros del consejo
administrativo cobran quincenalmente 22 pesetas menos que el resto de los
colectivistas[14]») y de antijerarquización («Badalona pide sea abolida la categoría de
peón. No se toma en consideración[15]»), apareció la aplicación generalizada del
salario familiar:

El sueldo de justicia es el familiar, porque es la forma de llegar a la justicia. El


sueldo familiar siempre será una ventaja para todos aquéllos que verdaderamente
estén necesitados[16].
El milagro tan esperado y sentido por todos, el jornal familiar[17]. Se mantuvieron
las disparidades de salario entre hombres y mujeres. Algunas de éstas pidieron el
salario igual, pero no se pudo lograr, a pesar de que en la asamblea hubo mayoría
para aprobar esta idea. La cosa dependía del consejo de Economía y de la
organización sindical, pues debía ser una medida general y no de una sola
empresa[18].

En Espectáculos de Barcelona «el salario era también igualitario entre hombres y

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mujeres[19]». Un ex cenetista explicó «pagábamos diez céntimos a las mujeres y
quince a los hombres. Pagaba menos la mujer, porque por regla general, la mujer en
aquella época estaba considerada inferior al hombre y ganaba menos que el hombre.
Que cobrara menos la mujer era una injusticia porque tenía las mismas necesidades
que el hombre. Pero la CNT también recogía esto[20]».
Gastón Leval recoge el parecer de la época:

Una conquista de enorme importancia fue el derecho de la mujer a la vida,


sean cual fuesen sus funciones sociales. En la mitad de las colectividades
agrarias, el salario que se le atribuía era inferior al del hombre, en la otra
mitad equivalente; la diferencia se explicaba teniendo en cuenta que la mujer
soltera pocas veces vive a solas[21].

La gran crítica es que las mujeres nunca fueron consideradas como iguales a los
hombres, pese a algunos reproches de Mujeres Libres.[22] Las comunistas y
socialistas también protestaron, en balde. De todos modos, la igualdad de salarios
entre el hombre y la mujer tiene que ir acompañada de la participación de los
hombres en las faenas de la casa y la educación de los hijos, para que la igualdad sea
real.
Hubo oposición de algunos trabajadores de la CNT, sea por discrepancia teórica,
sea por la presión del nivel de vida. Así en Paret del Valles, dos jornaleros de la CNT
se dieron de baja de la misma y de la colectividad para ingresar en la UGT «porque
no querían trabajar por seis pesetas diarias[23]». En Carabaña (Madrid) la colectividad
aumentó los jornales hasta 15 pesetas, cuando en las otras era de 6 u 8; después por
intervención de la federación regional se redujeron a 10 para evitar un desequilibrio.
Pero el problema más grave fue el de los técnicos: se formó un doble movimiento.
Por una parte, hubo cierto resentimiento de los trabajadores manuales, que se
manifestó bajo la forma de reprochar a los técnicos los altos salarios cobrados antes
del 19 de julio, y de negarse, por lo tanto, a aceptar más aumentos para los técnicos:
«Otro delegado de Cataluña se lamenta de que una vez más, entre las muchas que ya
se han dado, van a ser los técnicos quienes sufran más perjuicios que nadie, pues
desde el 19 de julio de 1936 son a los únicos a quienes se les ha rebajado el
sueldo[24]».
Por otra parte, la política de la UGT de alza de los salarios elevados dio lugar a
una «maniobra» «para fomentar que se marchen éstos y dejen solos a los obreros
manuales[25]».
Se adoptó una solución mixta cuyo exponente es la de ferrocarriles de Cataluña:
a) remuneración única de 5000 pesetas al año; b) a fin de preservar un interés para el
personal técnico, se establece un suplemento de 2000 pesetas anuales[26].

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La CNT siguió y justificó esta directriz durante el congreso económico ampliado
de enero de 1938 en Valencia:

Reconociendo necesidades
complementarias entre las diversas categorías
profesionales, propugnamos, igualmente, el
reconocimiento circunstancial[27] de las
mismas, si bien debiendo tender en el
porvenir a borrar las diferencias retributivas
entre los trabajadores.
Por lo tanto, en atención a estas
elementales consideraciones, proponemos al
pleno […]:

Categoría base. Peón X.


Primera categoría superior. Oficial: 20%
de aumento.
Segunda categoría superior. Oficial
especializado: 40% de aumento.
Tercera categoría superior. Técnico
auxiliar: 70% de aumento.
Cuarta categoría superior. Técnico director: 100% de aumento[28].

Ahora bien, la realidad superó con mucho el dictamen. En la construcción de


Barcelona la escala salarial en mayo de 1938 era: peón, 150 pesetas semanales;
operario cualificado, 180 (12% de aumento); delineante, 675 (450% de aumento) y
arquitectos e ingenieros 1500 (100% de aumento[29]).
En la autogestión agrícola se observa la misma tendencia.
Si el jornal en el campo en Levante oscilaba entre 1,50 y 4 pesetas en abril de
1937 (con un salario mensual máximo respectivo de 39 y 104 pesetas), los miembros
del comité regional de la FAI cobraban 400 (1025% y 384% con respecto a los
mínimos y máximos salariales de los jornaleros[30]).
Por comparación, en un congreso de la FNTT-UGT (Federación Nacional de los
Trabajadores de la Tierra-UGT) de febrero de 1938 en Alicante, los secretarios
cobraban 750 pesetas[31]; dado que el jornal entonces debía ser de 6 a 8 pesetas,
mensualmente tendríamos 156 y 208 pesetas, lo que arroja un 480% y un 350% más
respectivamente.
Justo es reconocer que en el Centro, la federación campesina no alcanzó estos
porcentajes, dado que el secretario general cobraba 560 pesetas frente a 933 de un

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agrónomo en febrero de 1939[32].
La UGT no podía experimentar las mismas contradicciones que la CNT, puesto
que el marxismo acepta el escalonamiento de los salarios. Así en Cataluña, antes del
tercer congreso de la UGT se escribía: «El congreso se ha de pronunciar
categóricamente contra el salario único y contra el llamado salario familiar, por
considerarlos antieconómicos y en contradicción absoluta con las necesidades de la
vida diaria de los trabajadores[33]».
Se observa el retraso de dicha orientación, ausente en 1936. Una crítica más clara
es la siguiente:

El salario único quita el estímulo de la capacitación en los obreros, ya que


no ven compensación. En Lérida tenemos el ejemplo de la Construcción. Al
hacerse la colectivización se estableció el salario igualitario entre todos los
trabajadores, pero con el curso de los días, los obreros calificados, no querían
la responsabilidad de su trabajo específico […] con el salario familiar, no sólo
se niega la recompensa y la retribución del obrero capacitado y la posibilidad
de capacitarse, sino que aquéllos que están faltos de cultura media se
preocuparían de tener un número de hijos para poder cobrar más, descuidando
las consecuencias que ello podría producir no sólo sobre la misma familia
sino sobre la economía en general[34].

Si la crítica de la falta de estímulo se puede admitir, resulta curiosa la apreciación


sobre los obreros «de cultura media» que se pondrían a tener más hijos para tener
dinero, esto supone un primitivismo mental totalmente separado de la conciencia
política que permitió julio de 1936 y la apropiación de los medios de producción por
parte de los obreros, inclusive y sobre todo los «de cultura media».
Los afiliados de la UGT fueron sin duda bastante reacios a esta propaganda, dado
que un folleto del Primer congrés de la federació siderometalúrgica de Catalunya de
1938 subrayaba de nuevo el mismo asunto. Se explicaban cómo mejorar la
producción, mediante primas primero y luego con «otros medios de estímulo», como
«los campeonatos, apuestas de emulación, brigadas de choque, ascensos, promoción a
carreras de mayor responsabilidad, de mejor retribución, menciones en la prensa,
permisos, viajes, etc[35]».
Es la descripción banal del arsenal del marxismo-leninismo (tan similar al del
capitalismo) perfeccionado por Stalin:

No se puede tolerar que un laminador de la siderurgia gane lo mismo que


un barrendero. No se puede tolerar que un maquinista de ferrocarriles reciba
igual salario que un copista. Marx y Lenin dicen que la diferencia entre el

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trabajo cualificado y el no cualificado existirá aun bajo el sistema socialista, e
incluso después de la supresión de las clases que solamente bajo el
comunismo deberá desaparecer esta diferencia. Por esto, incluso bajo el
socialismo, «el salario» debe ser pagado según el trabajo rendido y no según
las necesidades[36].

La existencia de la autogestión española, es decir, la madurez de los trabajadores,


desmiente la necesidad de un control, de estímulos tan rígidos, sobre todo cuando
constatamos que en casi todas las decisiones económicas y políticas los dirigentes,
tanto anarquistas como marxistas, cometieron errores burdos e incomprensibles.
El planteamiento real no es el aliciente, sino el poder del trabajador. Si la base
controla, entonces sabe sacrificarse. Si no tiene el poder, la base no admite que la
sacrifiquen. Por eso protagoniza la insurrección, cuando ya no aguanta más, como en
Berlín Este en 1953, Polonia en 1956, Hungría el mismo año, etc. A la propaganda
marxista leninista del Este, de Cuba y de Asía (sin olvidar la Yugoslavia titista), se
puede contestar con el testimonio del exiliado cubano Nelson P. Valdés:

La baja productividad, el absentismo laboral y la llamada indisciplina no


son el resultado de la baja conciencia de los hombres y mujeres que laboran
diariamente, sino la consecuencia directa de un gobierno revolucionario que
ha distribuido beneficios sociales, pero no ha distribuido el poder. Como los
trabajadores no toman decisiones, no sienten responsabilidad. Al igual que
antes, reciben órdenes desde arriba y venden su trabajo a los que controlan los
medios de producción[37].

La organización de la autogestión
Muy pronto, la CNT trató de definir su postura en un plano global de economía
privada y autogestionada. «Las organizaciones obreras, particularmente la CNT, así
como el movimiento anarquista, deben aprestarse a realizar toda una obra de
reconstrucción económica, que habrá de ir desde la colectivización hasta la
socialización de las tierras, de las minas y de las industrias[38]».
Peiró definió mejor el concepto:

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Si la socialización es operada por el Estado, entonces no es más que un
hecho de nacionalización; si son los sindicatos los que producen la
nacionalización de la riqueza, es decir, de sus fuentes creadoras,
indudablemente, el hecho es igual a socialización. La diferencia, en todo caso,
consiste en que de hecho lo opere el Estado o lo produzcan los sindicatos, a
este propósito, no hay más problema que éste que los sindicatos se pongan en
condiciones de capacidad […]. ¿Están los sindicatos en condiciones para la
magna función socialista? […]. Yo digo resueltamente que no. Y no lo están
porque la economía de las industrias, estrechamente ligada con la economía
del agro, es una sola en y para todas las latitudes de España. Una buena
prueba de ello la tenemos en los fenómenos económicos que está produciendo
la guerra, pues la desarticulación de la economía del país […], más que a la
guerra en sí, débese a que económicamente media España está incomunicada
con la otra mitad […]. Las federaciones Nacionales de Industria, concebidas y
tantas veces propulsadas en los medios confederales, han sido adoptadas por
la UGT, lo que quiere decir que, admitiendo que esta central sindical llegara a
desentenderse del Partido Socialista Obrero Español, los sindicatos ugetistas,
caso de decidirse éstos a ir a la socialización al margen del Estado, estarían
bien situados para llevar a cabo esta obra transformadora […]. Cuando
hablamos de socializar, sólo contadas industrias localistas pueden escapar a la
necesidad de realizar el hecho nacionalmente, y en este caso lo primero en
que hay que pensar es en los órganos adecuados para la socialización: las
Federaciones Nacionales de Industria, para no ir más allá de esa parte de la
economía[39].

Hasta este momento la CNT se vertebraba en sindicatos únicos de ramo, lo que no


englobaba a todas las actividades económicas: «Por ejemplo, la rama del transporte,
que más bien era una actividad solidaria de las diversas industrias a que servía,
subsistía como entidad sindical autónoma[40]».
Con la preparación de las Federaciones de Industria hubo problemas de
rivalidades, rencillas, más o menos profundas, entre gremios distintos: «Ya he dicho
antes que al estructurar los sindicatos únicos tropezamos con las mismas cosas. Cada
uno defendía su capillita, como pudiéramos decir. Ahora, al tratar de la estructuración
de los sindicatos de industria, surgen las dificultades[41]».
Pero el problema más profundo e inquietante fue la desviación de la «economía al
sólo nivel de la empresa»: «Son muchas las empresas colectivas que han tenido como
preocupación primordial el aumento de los salarios y hasta la disminución de las
horas de trabajo, cobrando salarios correspondientes a jornales no trabajados. Se
obraba como si la lucha contra la empresa burguesa continuase[42]».

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La reacción vino de la misma base:

El sindicato de la Madera (de Barcelona), con un sentido amplio de


responsabilidad, dándonos cuenta del momento, quisimos no tan sólo seguir la
marcha de la revolución; quisimos encauzarla teniendo en cuenta nuestra
economía, la economía del pueblo. A tal efecto recogimos todos los pequeños
propietarios, aquellos patronos insolventes, sin medios propios de vida y nos
hicimos cargo de los microscópicos talleres, compuestos de insignificante
número de operarios, sin preguntarles a qué central sindical pertenecían, no
viendo más que obreros que estaban inactivos, perjudicando la economía […].
Montamos talleres confederales de doscientos o más trabajadores, como
jamás existieran en Barcelona y poquísimos en el resto de España […].
Nosotros aceptamos la colectivización de todas las industrias, pero con una
sola caja, llegando al reparto equitativo. Lo que no aceptamos es que haya
colectividades pobres y ricas.[43]

La misma pujanza la encontramos con creces en la concentración de los talleres y


centros de trabajo (de los ferrocarriles a los barberos de Barcelona) en las ciudades
y en el campo (uso de maquinaria, creación o extensión del regadío, exportación
unificada de agrios), en la solidaridad y el apoyo mutuo dentro de una Federación y
entre federaciones (el Consejo de Aragón, principalmente) y en la coordinación para
resolver los conflictos y aunar los esfuerzos.
A nivel global, dado el momento revolucionario, la solidaridad fue mayor que el
egoísmo. Pero los cenetistas son a veces muy severos, y damos lo que sigue como un
testimonio, no como una verdad:

En Barcelona y en casi todas las ciudades de Cataluña, cada fábrica trabaja y


vende sus productos por cuenta propia; cada una busca clientes y compite con las
fábricas rivales. Ha nacido un neocapitalismo obrero. La fábrica que encontró en los
almacenes del capitalista o del patrono incautado, o asimilado como técnico por el
comité de gestión, abundantes materias primas, produce a pleno rendimiento; otras,
menos afortunadas, disminuyen la producción y el standard de vida de los
trabajadores; otras, por fin, deben cerrar, y el gobierno catalán paga a los trabajadores
por no hacer nada.
En el comercio el mismo neocapitalismo aparece a escala menor. Los comités
nacen en todos los negocios, en todas las casas comerciales. Forma parte inclusive el
ex-propietario, y empleados y propietarios reunidos se ponen de acuerdo para
explotar al cliente.
El comité aparece por consiguiente con todos sus defectos, que no es el caso de

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ocultar. Pero, en este primer período sin embargo es la única manifestación de
continuidad de la vida, ya que los patronos por un lado y los sindicatos por otro no
emprenden nada. Y la vida no puede pararse. […]
Conocemos casos, en Barcelona, en que los representantes del sindicato que
trataban de tomar contacto con los comités de fábrica deficitarios y que no tenían que
serlo —fueron recibidos con las armas en la mano. En otros casos, en que la
intervención estaba justificada por un excedente de beneficios que habrían podido
utilizar para ayudar empresas involuntariamente deficitarias, ocurrió lo mismo […].
La gran lección de esta experiencia, que se extiende sobre tres años, es que en su
conjunto (admitiendo sin embargo que hubiera algunas excepciones de las que no
tuvimos conocimiento) los comités nacidos de la revolución […] dieron resultados
absolutamente negativos que llevaban la economía a la ruina y daban vida a nuevas
formas de egoísmo y de explotación. Por lo que respecta a los sindicatos, cuando
osaron socializar, sea en Madrid como en Levante o en Cataluña, se comprueban
satisfactorios éxitos en la economía, la libertad, la justicia[44].

Es evidente que este juicio está impregnado de un anarcosindicalismo dirigista, en


oposición a los comités «sin etiquetas», que lleva en sí el germen de la desviación
marxista o autoritaria de creer que la masa se equivoca siempre si no está dirigida por
el comité dirigente de tal o cual grupo. Así pasó con la CNT con los colectivos —que
se defendieron como vamos a ver— y con los militantes.
La consecuencia lógica de atribuir una perversión inherente a la base (como
piensan los dirigentes católicos, los capitalistas y casi todos los marxistas, con o sin
leninismo, sobre todo con los campesinos) fue instituir la libreta de obrero o libreta
profesional. Es un sistema de control de la capacidad, de la moral y de los lugares en
los que ha trabajado una persona. La creación parece corresponder al Segundo
Imperio francés, y su aplicación fue esencialmente policiaca hasta su abolición en
1890. Ahora bien, a partir de la década de 1930, los fascismos italiano y alemán
aplicaron de nuevo este sistema. Horacio Prieto lo presentaba como una solución en
el nuevo régimen revolucionario (véase el anexo V). M. R. Vázquez los juzgaba así:
«El carnet profesional facilita el control al Estado de todos los obreros y le concede
un fichero excedente para hacer uso en el momento oportuno, eliminando del estado
social a quienes le estorben[45]».
De pronto, a principios de 1937, las dos sindicales UGT y CNT empezaron a
decidirse por la libreta profesional. Primero fue el carnet de identidad confederal en
el que debía aparecer «la industria donde trabaja, lugar de nacimiento, fecha en que
empezó a trabajar en la industria mencionada[46]».
Luego Madrid y Barcelona impusieron el certificado de trabajo a todos los
ciudadanos[47].

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Y, en la CNT, a finales de 1937 comenzó una propaganda a favor de un
certificado de trabajo confederal, con el lema y pretexto de que: «A ningún verdadero
trabajador puede importarle que se exijan todos los informes necesarios para
comprobar su adhesión a la causa del pueblo[48]».
Lenin había escrito casi lo mismo: «Cada obrero tiene un carnet de trabajo. No le
humilla este documento, aunque hoy, indudablemente, es un documento acreditativo
de la esclavitud asalariada capitalista[49]», lo que cuadraba con su teoría del sindicato
único y obligatorio y explica la aplicación de la libreta profesional en todos los países
que se proclaman marxistas.
El último paso se dio en el congreso económico ampliado de 1938 en Valencia: en
caso de ser despedido varias veces —¡de las fábricas confederales!—, al obrero «se le
registrarán sus antecedentes en los carnets del trabajo y sindical, dejando a discreción
del sindicato afectado las sanciones de suspensión temporal en el trabajo que haya de
imponerle, expediente que se recomienda en última instancia[50]».
Tantas creaciones de Federaciones de Industria y tanto control de militantes se
llevaban a cabo sin que nadie controlara a los dirigentes. UGT, que más que
discrepancias como ocurría en la CNT y en la FAI, sufría de una escisión (el PSOE ya
la conocía entre Caballero y Prieto), entre la rama caballerista y colectivista y la rama
comunista favorable a la industria privada.
No obstante, la comisión ejecutiva de la UGT decretó «tomar medidas enérgicas
contra los sindicatos que incumplan lo establecido por el gobierno[51]». Por su parte,
M. R. Vázquez —crítico y luego fanático de la libreta de trabajo— anunciaba a las
regionales «la militarización de la electricidad y la reintegración de las compañías de
capital al extranjero[52]».
La prueba de que la base no tenía ningún control aparece en el siguiente juicio de
M. R. Vázquez: «En España había dos potencias económicas: una de los judíos y la
otra de los jesuitas. La de los judíos era capital extranjero casi todo. La de los jesuitas
aparecía en la mayoría de los casos como capital nacional[53]».
Cualquier militante hubiera dicho que la generalización étnica era absurda, ya que
la mujer de Kropotkin era judía, que Nettlau —historiador anarquista especializado
en España— lo era también, que muchos judíos formaban grupos anarquistas en EE
UU, que los hubo en las guerrillas de Makhno. El error personal se convirtió en culpa
colectiva cuando M. R. Vázquez rechazó en nombre de la CNT una posibilidad de
atraer a los judíos de izquierda, con un enfoque claramente racista: «Es necesario
puntualizar que nosotros no podemos levantar bandera ni trabajar para derogar el
viejo edicto que determina la expulsión de los judíos de España y abrir las puertas de
ésta a todos los que quieran venir y establecerse aquí. Y no puede ser porque sería
indudablemente una de las decisiones más antirrevolucionarias que pudiéramos
adoptar. Sabemos perfectamente que de inmediato se establecería un capitalismo de

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enorme importancia aquí, reviviendo por ello, y en su consecuencia, los viejos
sistemas de explotación […]. Al margen de este problema de principio, puede hacerse
todo el trabajo de atracción, propaganda y divulgación que se quiera en el ambiente y
medios sefardíes, aunque tenemos que convenir que ningún judío es fascista[54]».
Es demencial que un líder cenetista pueda defender un edicto de 1492 de los reyes
católicos, que iba acompañado de otro que imponía la Inquisición a todo el reino.
Cierto número de sefardíes había vuelto a España con la Segunda República y
algunos lucharon con los republicanos, como el turco J. M. Estrugo[55].

Base versus cúpula


La autogestión organizada desde la
base se dio espontáneamente, o mejor
dicho, aplicó enseguida la propaganda
anarcosindicalista, es decir, tres
orientaciones: las estadísticas (para
controlar la economía), las nuevas
técnicas (para la reestructuración
económica) y la cultura (para tener una
nueva visión del mundo).

Cullera dice que se debe crear una comisión de estadísticas que debe
regirse por partidas, y éstas, aunadas, formar la local, rigiéndose por
federaciones comarcales, provinciales y regionales[56].

Se introdujeron nuevas técnicas que consistieron, primero, en la transformación


de la industria de producción de bienes de consumo en industria de guerra, lo que no
ocurrió sólo en Cataluña, sino también en Madrid (el periódico Ferrobellum del PC lo
describe en parte) en Levante y Andalucía[57]. Al mismo tiempo que se concentraba
la industria del transporte y se unificaba la exportación de agrios, muchas industrias
seguían esta misma evolución.
Se aplicaron varias técnicas totalmente desconocidas en España, como el «gas a
alta presión en botellas transportables» en los automóviles[58], los secadores de frutas

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en Levante, secciones de cría de gallinas y conejos en muchos pueblos, sin contar la
repoblación forestal y el regadío, que también se acentuaron.
La obra cultural es inseparable de la guerra en la medida en que es gracias a la
posibilidad de autogestión y a la lucha contra el capital por lo que pudo realizarse.
Así, en la mente del colectivista todo coexistía en un mismo plano: autogestionar el
pueblo, alistarse en las milicias, crear una escuela de tipo Ferrer i Guardia y dar
clases sobre anticoncepción.

Castelserás manifiesta que una de las primeras cosas que se han tenido en
consideración en este pueblo, ha sido la puesta en marcha de las escuelas, ya que los
niños de hoy, que serán los hombres de mañana, deben ser debidamente orientados y
educados[59]…
…adaptar la escuela al niño y no éste a aquélla, como ha venido ocurriendo […].
Nuestra escuela no necesita hacer prosélitos de una doctrina ni de un credo
determinado; le basta hacer hombres de las condiciones antes señaladas y con un
fuerte sentimiento de libertad, porque tenemos la seguridad de que siendo así
necesariamente estarán a nuestro lado, formando en nuestras filas[60].

La labor de la Escuela Nueva en el Centro y en Cataluña (CENU, Consejo de la


Escuela Nueva Unificada) estaba aún por hacerse, lo mismo que la lucha contra la
prostitución y la obra de Mujeres Libres. Pero destaca la repugnancia a imponer la
misma cerrazón mental que se acusa en los autoritarios capitalistas y marxistas. A
veces se cayó en el puritanismo (véase el anexo XI), tal y como ironizaron Ehrenburg
y Kaminsky[61], pero se olvidaban de que «lo más importante del movimiento
anarquista fue la tremenda dignidad que le dio al hombre. El anarquismo llegó a creer
completamente en este hombre. No quiso ayudar, sino hacer. Un ejemplo. Existían las
damas que ayudaban al pobre borracho; el anarquista desencadenó una campaña
contra el alcoholismo. Esto es atacar el mal de raíz[62]».
Por eso, otro desmán del PC fue atacar las escuelas racionalistas, como pasó con
la 82 Brigada de Montaña, que prohibió la escuela de la colectividad de Ademuz para
115 niños[63].

* * *

La organización y la orientación de las sindicales chocaba forzosamente con la


mentalidad de los colectivistas. Además, la guerra era el gran pretexto que permitía
exigir y acallar: «Y que no piense nadie ahora en aumentos de salarios ni en
reducciones de horas de trabajo. El deber de todos los trabajadores, especialmente los

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de la CNT, es el de sacrificarse, el de trabajar lo que haga falta[64]».
La primera gran crítica fue la de los campesinos:

Los obreros industriales han sido favorecidos económicamente aun


cuando algunos no hagan nada: los campesinos en cambio no han sido
ayudados en lo más mínimo, siendo éstos los que en realidad han trabajado
cuantas horas les ha sido posibles […] Ni el comité regional ni nadie ha
explicado lo que es la municipalización; y como nadie lo ha explicado, los
campesinos no saben a que atenerse […]. Ya pasó igual cuando se habló de la
constitución de municipios, que no se nos dijo cuál era su «papel», y lo
mismo ha pasado con la constitución de los sindicatos agrícolas[65].

El neo capitalismo denunciado a nivel de las empresas también fue percibido en


los colectivos agrícolas, tanto desde su propio seno como desde los comités:

[Grupo FAI de la colectividad de Villena] Vemos que ha desaparecido el


comerciante individual y que hemos dado cabida al comerciante colectivo. Vemos
que un pueblo trata de engañar a otro pueblo con su mercancía, y esto es
lamentable[66].
Esteban, del comité regional de Levante, se adhiere a las manifestaciones de
Gadea y dice que en los pueblos se ha creado un espíritu egoísta que es
lamentabilísimo. Los pueblos traen los productos a la Federación cuando no pueden
venderlos a la burguesía o al Estado. Se deben cuatro millones a la Federación, y si
esto no se subsana se va a la deriva y a la desorganización[67].

Aquella desviación no explica, sin embargo, el autoritarismo económico que


apareció con la creación de la Federación Nacional Campesina: «Sus acuerdos son
obligatorios para todos sus componentes y adheridos» (artículo 14). «[Las
colectividades y organismos campesinos] estarán subordinados a los acuerdos
nacionales de la Federación Nacional Campesina y de su Secretariado General en
cuanto se refiere a obtener un mejor rendimiento de los cultivos, evitar la
propagación o aparición de plagas en el campo y la transformación o sustitución de
aquellos cultivos que económicamente no convenga cultivar» (artículo 26a[68]).
A partir de finales de 1937 se desarrolla una campaña anticolectivos, en el sentido
de que:

La colectividad no debe ni puede ser otra cosa que el órgano económico de la


revolución y de la nueva sociedad creada por la misma cuyo órgano nace en el seno

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del sindicato. El sindicato, creador de la colectividad, tiene el deber de controlar a
ésta a los efectos de que no sean mistificados los principios revolucionarios que
llegaron a crearla y darle vida[69].
Con violencia o sin violencia, las colectividades deben depender del sindicato,
formando el verdadero concepto sobre el régimen de propiedad que ha de
prevalecer[70].

Por supuesto hubo casos en los que la huelga —el arma natural de los explotados
— fue la solución:

Los carpinteros se declaran en huelga por no estar de acuerdo con la


administración de la colectividad, y la Junta del Ramo de la madera CNT-UGT, dice
que ante el hecho repugnante de dejar el trabajo todos los operarios del citado ramo
sin causa justificada ni previa solicitación de ninguna clase, además de condenar el
acto en sí, cree que esta maniobra sólo puede ser llevada a cabo por elementos
emboscados, fascistas e inconscientes[71].
Pasados unos días, Comorera publicó el decreto de intervención (de espectáculos
públicos) y nuestra respuesta fue la huelga general de la industria […]. La inmensa
mayoría de los compañeros rechazaba la intervención […] y propusieron consultar al
Comité Ejecutivo creado por la Organización de Cataluña. Este organismo, del cual
era presidente García Oliver, nos contestó que debido a las circunstancias debíamos
aceptar la intervención[72].

En lo que se refiere a UGT, en los talleres ferroviarios de Gerona, varios


trabajadores amenazaron con una huelga por la supresión de una prima —ni siquiera
un paro— y por eso fueron condenados a 6 y 8 años de cárcel por derrotismo[73].
Tanta autoridad contrastaba con la pasividad frente al sabotaje y la prohibición
del CLUEA (anexo XII) y la destrucción por la fuerza del Consejo de Aragón. Por
eso, sin duda, no se llegó realmente a las sanciones, ya que un año después se debatía
aún que medidas adoptar respecto a los sindicatos y colectividades que no cumplían
los acuerdos nacionales[74].
Si bien los comités se equivocaban o actuaban tarde (así el Consejo de Aragón se
preocupó de estadísticas en junio de 1937, según su boletín), habían acordado
medidas indispensables, como la unificación de la contabilidad en Levante. Pero,
salvo excepciones, parece que los colectivos se encerraron en su labor, sin responder
a las circulares oficiales: «La revolución triunfará con la estadística[75]». «Hace falta
que los campesinos comprendan el alcance de las estadísticas, pues no puede
aconsejarse que se efectúen las compras, las ventas y los intercambios sin

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control[76]». «El valor de las estadísticas en el campo[77]». «Sección de estadísticas:
circular (las colectividades no contestan debidamente[78])».
La UGT parece haber tenido tantos problemas como la CNT, tal y como resalta
una circular del Bajo Llobregat, sin duda de febrero-marzo de 1938: «Estimados
camaradas: Como estaba anunciado celebróse el pleno de los sindicatos de nuestra
comarca. Este pleno hubo necesidad de suspenderlo el pasado día 26 por falta de
asistencia de la mayoría de los sindicatos que integran esta federación comarcal y
hubo necesidad de celebrarlo el día 2 del presente, faltando también un buen número
de sindicatos […]. Causa vergüenza constatar que, después del tiempo transcurrido,
el 80% de los sindicatos de la comarca aún no ha cumplido con esta obligación tan
necesaria para la buena marcha de este comité».
De todos modos, la dificultad de recoger estadísticas no explica la incapacidad de
cada sindical y del propio gobierno republicano para dar cifras globales sobre el
número de colectivos en los diferentes sectores de la economía y sobre los
colectivistas y sus familias. Sin embargo sí hubo encuestas[79], pero parece que nadie
publicó los resultados. Huelga decir que las cifras barajadas en el exilio[80] son
fantasiosas.

Problemas de los colectivos: viajes, pequeños


propietarios, conflictos, abusos
Empezaremos por un problema menor: el de los viajes, el de las salidas de las
colectividades, ya que este tema fue falsificado por un periodista católico belga muy
influenciado por la propaganda del PCE (como lo suelen ser los intelectuales
limitados). Escribe Emile Hambresin —en una revista católica de izquierda— a
propósito de una mujer enferma que no había recibido autorización para salir de la
colectividad de Membrilla para ir a Ciudad Real:

Uno puede, con este ejemplo, darse cuenta de la intolerable dictadura


ejercida por los comités. Los menores actos de la vida estaban sometidos a su
control. Muchos campesinos estimaron que la nueva dictadura anarquista era
tan insoportable como la antigua dictadura feudal[81].

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Observaciones: Hambresin tomó este dato en fuentes anarquistas —pero sin
citarlas— equivocándose de colectividad [!]. En efecto, cuenta Souchy que en la
colectividad de Albalate de Cinca una mujer quería ir a Lérida para consultar a un
médico especialista y que el comité exigía que tuviese un certificado del médico de la
colectividad, alegando que la gente solía abusar de los permisos para salir. Souchy
concluía que la opinión del médico hubiera resuelto el problema[82].
Ahora bien, en Membrilla ocurrió precisamente lo contrario, el narrador escribe
que una mujer pidió permiso para consultar a un especialista en la capital y «sin
tergiversaciones burocráticas recibió inmediatamente el importe de su viaje[83]».
Además, refiere Kaminsky[84] para Alcora, que se podía viajar sin dificultades. En
abril de 1937 se dio curso a una circular de la federación regional de Aragón para
pedir que cada colectivista que cambiara de colectivo fuera con una autorización con
el fin de evitar conflictos[85]. Campo Libre, describiendo la colectividad de Villas
Viejas[86], precisaba que los viajes considerados útiles se reembolsaban y los demás
estaban a cargo del viajero.
Este detalle falsificado demuestra otra vez la oposición deliberada a la
autogestión.
El problema fundamental, piedra de toque de todos los incidentes, fue el de los
pequeños propietarios. Claro está, el PC provocó discrepancias, pero la autogestión,
como forma económica, se proponía y se propone eliminar la pequeña propiedad. Por
lo tanto es importante evitar las generalizaciones que compliquen o simplifiquen un
problema ya bastante falseado por el leninismo con la teoría de que los campesinos
primero quieren la tierra individualmente y sólo después aceptarían la cooperación.
Una primera constatación es que en no pocos casos los colectivistas eran
pequeños propietarios que reunían sus tierras. Ahora bien, es verdad que eran una
minoría a la que siguieron, al principio, los otros campesinos, ya sea por entusiasmo,
ya por presión y oportunismo. Se trata de una primera etapa que llega grosso modo
hasta 1937.
A partir de 1937, debido a la actitud de los republicanos y del PC, debido también
a las leyes, ya no es obligatorio u oportunista seguir a la minoría colectivista.
Comprobamos que surgen conflictos (Vilanesa, la Fatarella, Cullera) sin embargo los
colectivos no sólo se mantienen sino que se multiplican en Castilla, Santander y
Levante.
Por lo tanto, la autogestión fue una realidad aceptada y adaptada a cada situación.
El mismo hecho de que el gobierno de Madrid y el PCE recurriera a un general para
deshacer la colectivización de Aragón es demostrativo de las profundas raíces que
tenía la colectivización. Otra prueba consiste en los libros de actas de las
colectividades: en los tres consultados de Salamanca observamos ingresos tardíos,
progresivos, lo que demuestra que con la reflexión y la experiencia los campesinos se

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convencían. La Torre (Valencia) constituida el 17 de septiembre de 1937, tuvo
ingresos el 14 de octubre de 1937, el 2 de diciembre de 1937, el 22 de diciembre de
1937, 20 de enero de 1938; Villacañas (Toledo), colectivo CNT-UGT tuvo ingresos el
25 de abril de 1937 y el 26 de diciembre de 1938; Campo Leal (Ciudad Real) tuvo un
ingreso el 26 de enero de 1939. Se ha acusado a los colectivos de no ceder las tierras
de los excolectivistas que volvían a la vida individual. De los documentos
consultados, parece que, por el contrario, hubo una amplia y total libertad[87]. Sin
embargo, en la UGT de Alicante en un congreso de febrero de 1938, se dio la
decisión de no ceder «nada de las tierras colectivizadas a los descontentos que
quieran separarse de la misma por causa que no tenga una justificación reconocida
por dicha colectividad[88]».
De hecho, de la misma documentación del PC de Aragón, se desprende que
fueron los que salían de los colectivos quienes abusaban, llevándose más de lo que
aportaron.
Otro problema grave fue el de los conflictos entre colectivos, sobre todo
indirectamente. Los conflictos directos fueron el de Albalat del Luchador ya citado y
otro, inventado en el exilio para J. Llop: «Si Balsareny y Ascó hubieran realizado
enteramente sus proyectos hidráulicos […] podía llevarnos a un conflicto mayúsculo
por la disputa del líquido blanco[89]». Los conflictos indirectos fueron —según
nosotros— la oposición entre regiones (lo que no concierne a la autogestión) Aragón
y Cataluña en torno, por ejemplo, a la electricidad[90] y, finalmente, el comercio que
mantenían varias colectividades con el Estado en lugar de hacerlo a través de la
comercialización sindical[91].
Los abusos económicos entre colectivistas[92] y de poder en el colectivo tuvieron
su importancia. Antes, no debemos olvidar que, como en Liria, no todos los
colectivos eran perfectos: hubo «confusionismo» en Teresa de Cofrentes[93],
«caricatura de colectividad» en Corral de Almaguer (Toledo)[94], pero en conjunto la
crítica es rara.
El problema del abuso del poder por parte del comité de la colectividad se habría
planteado a la larga y ya aparece en los estatutos:

Serán obligatorios para los cooperadores los acuerdos adoptados por el consejo de
administración[95].
El consejo será elegido por plazo de cuatro años y se renovará (la mitad en
diciembre de 1939 y la otra en diciembre de 1944).

Este modelo parece que estaba vigente en Castellón. En Castilla, Andalucía o


Aragón, no existían tales derechos dictatoriales del comité.

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Las sanciones que aparecen en los libros de actas son comprensibles
(alcoholismo, «imprudencia con una compañera») o francamente inquietantes: «Se
aprueba sea sancionado con una peseta [el jornal era 5 o 6] a todo colectivista que
falte a las asambleas que semanalmente se vienen celebrando»; «por su forma de
comportarse para con el consejo en la presente reunión», «expulsado por indeseable».
Pero haría falta tener un muestrario mayor.
¿Defectos provisionales a causa de la guerra? ¿Comitecracia inevitable? No se
puede zanjar el problema. Estos problemas existieron y se combatieron en un marco
económico indiscutiblemente más justo y más rico que el de antes de la autogestión.

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Capítulo 5

Ataques contra la autogestión

Muchas veces la guerra fue el pretexto para una presunta unidad contra el
fascismo, guardando armas en la retaguardia para atacar al futuro enemigo de
mañana.
Dos ejemplos, el primero de septiembre de 1936 en Aragón que vale tanto para la
retaguardia como para la vanguardia.

Yo no quiero recibir más golpes de teléfono a la una y a las dos de la madrugada


diciendo que aquel pueblo se ha levantado, que aquel otro pueblo también. Yo creo
que ha llegado el momento de tomarse en serio la guerra. Lo mismo que se está
tomando en serio en las avanzadas, debe de tomarse en la retaguardia y cuando hablo
de retaguardia hablo desde el primer pueblo que está a la retaguardia de la avanzada
hasta la Plaza de Cataluña [en Barcelona]. […] A mí me sorprende las pocas veces
que salgo del frente, salgo para Lérida, cuando me dicen: Durruti, esto no puede
seguir así. Estamos preparados y vamos a andar a tiros. ¿Qué es esto? […] Anoche
mismo estábamos estudiando la forma de ayudar a los compañeros, como habíamos
quedado de venir desde Monte Aragón a ayudar a los compañeros de la parte de aquí
de Perdiguera y de Peciña. Me llamaron a la una de la mañana. Durruti, aquí un
pueblo, Barbastro. ¿Qué pasa? Nada. Han venido doscientos aguiluchos [faístas] y
aquí estamos todos dispuestos a armar jaleo. ¿Qué ocurre? Pues que ha salido de
Barbastro guardia civil y carabineros y aquí se va a armar la de Dios. Les digo: sois
unos idiotas, estamos aquí mirando de llevar trescientos hombres a la sierra a jugarse
la vida y vosotros me estáis creando dificultades en la retaguardia. Les insulté y he
tenido yo por teléfono que arreglar la cuestión. […]
Rovira [POUM]. Lo que yo digo, es que si sé que tratáis mal a uno de los míos,
cogeré una centuria y os vendré a buscar. Durruti. Si lo tratamos mal…
García Oliver. No mejicanicemos la lucha[1].

Segundo, hacia febrero de 1937, en el Gobierno republicano, según Largo


Caballero —primer ministro desde septiembre de 1936 hasta mayo de 1937—, una
fase clave en la que los elementos apenas variaron:

La operación se iniciaría atacando Peñarroya, apoderándose del ferrocarril


de Córdoba a Extremadura y, entrando en esta región, cortar las

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comunicaciones con la provincia de Madrid. Al mismo tiempo se
desencadenaría otra ofensiva por Guadalupe para cortar las carreteras
próximas a la capital. Para esa operación doble podíamos reunir cuarenta mil
hombres. Los rusos que me visitaron todos los días para hablar de la guerra y
darme noticias sobre el envío de armamento, vieron bien el proyecto y me
propusieron nombres de jefes de brigada, todos ellos comunistas, para los
mandos de las unidades que debían operar. Pero el Estado Mayor y yo ya
teníamos designadas las personas para dichos mandos. Se preparó lo
necesario: depósitos de material, intendencia, sanidad, etc. Encargué que
pidieran al jefe efectivo de aviación [los aparatos, los pilotos y los jefes eran
soviéticos] una nota escrita del número de aparatos que se podrían emplear y
contestó que podíamos contar con diez aviones. Para cooperar a una ofensiva
del ejército de cuarenta mil hombres y diez aparatos; lo interpreté como una
manifestación de represalia por no haber facilitado mandos a los
comunistas[2].

La presión de la URSS disolvió la táctica social del partido comunista de España


que había participado en el alzamiento de Asturias y mantenía en aquel entonces una
actitud insurreccional:

Nuestra tarea es atraernos a la mayoría del proletariado y prepararlo para


la toma del poder […] Ello significa que hemos de concentrar nuestro
esfuerzo en la organización de Comités de obreros y campesinos y en crear
soviets[3].

En julio de 1936, por motivos de política internacional y nacional, por intereses


rusos totalmente ajenos a la situación española, declaraba la misma persona, Dolores
Ibárruri:

Es la revolución democrática burguesa que en otros países, como Francia,


se desarrolló hace más de un siglo, lo que se está realizando en nuestro país
[…] Nosotros, comunistas, defendemos un régimen de libertad y democracia;
al lado de los republicanos, de los socialistas y de los anarquistas,
impediremos, cueste lo que cueste, que España camine hacia atrás, que
marche de espaldas al progreso[4].

Concretamente, los comunistas se opusieron en todo lo posible a las medidas de


incautación:

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En los primeros momentos de confusión, al producirse el levantamiento
faccioso, ninguna organización, excepto el Partido Comunista, se atrevió a
gritar el respeto a la pequeña propiedad[5].

Ahora se observa con esta cronología escueta y seguramente incompleta, el


ascenso del PC y de la URSS en el poder a través de la multiplicación y agudización
de los choques. Se destaca igualmente que la participación de la CNT en los
gobiernos catalán y republicano no mitigó nada.

30 de octubre de 1936: los comunistas disparan sobre miembros de la Columna


de Hierro —defensora de la autogestión— mientras estaban en un entierro (más
de cien bajas[6]).
13 de noviembre de 1936: tiroteo en Fortuna (Murcia) entre —cenetistas y
comunistas[7].
1 de enero de 1937: disolución de los comités obreros de Abastos organizados
por la CNT y la UGT en Barcelona[8].
Finales de enero de 1937: incidentes entre colectivistas en la Fatarella
(Tarragona).
3 de febrero de 1937: la Generalitat declara ilegal la colectivización de la
industria lechera[9].
3 de febrero de 1937: incidentes entre cenetistas y ugetistas en la colectividad de
Cullera (Valencia)[10].
8 de marzo de 1937: choques en Vilanesa (ya descritos).
17 de abril de 1937: tiroteo anti cenetista en Puigcerdá (importante colectividad
de CNT).
Mayo de 1937 intervención policial armada para desalojar la telefónica de
Barcelona mantenida por ugetistas y cenetistas, pasividad de la CNT,
intervención de los ministros bomberos Montseny y García Oliver, fuertes
presiones para que los cenetistas armados no vinieran de Aragón a ayudar a los
compañeros de Cataluña[11].
Junio de 1937: atropellos contra las colectividades de Mora, Mascarate, Perales
de Río (Toledo) de la brigada de Líster[12].
Julio de 1937: incidentes en Ascó (Tarragona) tras el paso de la brigada Líster
(anexo VII).
Agosto de 1937: destrucción de colectividades en Aragón por parte de la brigada
Líster y supresión del Consejo (evocado).
Octubre-noviembre de 1938: incautación gubernamental de la industria de
guerra catalana.
Enero de 1939: Líster se olvida de destruir una fábrica militar de material

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aeronáutico[13].

Estas efemérides enseñan la incompatibilidad de convivencia entre los sectores


colectivizado y no-colectivizado, la imposibilidad de alianzas políticas entre
ideologías encontradas y sobre todo la duración que tuvo este ensayo de autogestión,
duración que se debe completamente al entusiasmo de la base, de los trabajadores, y
no a las consignas demagógicas de la comitecracia, como el morir de pie y no vivir de
rodillas, jamás aplicadas por quienes las pronunciaron (empezando por Dolores
Ibárruri, años y años bajo la suela de Stalin).

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Capítulo 6

Los resultados de la autogestión: conclusiones y


estimaciones generales

Es preciso estimar el total de la población activa en la España republicana de


acuerdo a la evolución de los frentes. Hasta la pérdida de la parte norte en marzo de
1937, se puede estimar en seis millones y después, en cinco. A partir de la caída de
Aragón en marzo de 1938, hay que considerar 4.200.000 trabajadores. Son cifras
hipotéticas que nos van a permitir sacar porcentajes globales.
Primero hay que recalcar que casi todos los datos provienen de CNT, a pesar de
que la UGT tuvo también en muchas provincias tanta, aunque no más, importancia.
Por lo tanto, mis cálculos son mínimos y provisionales.
Por otra parte, la gran carencia actualmente es la ausencia de datos de conjunto
para la autogestión industrial y en especial para la industria de guerra; faltan también
estudios sobre las realizaciones de la UGT.
A pesar de todo, puedo ordenar así los datos:

Andalucía. La cifra mínima de colectividades agrícolas es de 120 y la máxima de


300, tomando un promedio de 210 con 300 personas en cada una, serían 63.000
personas.
Aragón. La cifra de 450 colectividades con 300.000 habitantes es aceptable.
Además, la UGT tenía cierta fuerza, por ejemplo 31 colectividades en Huesca[1].
Cantábrico. Los datos citados, aunque sean mínimos, se pueden reseñar: un
centenar de colectivos agrícolas con 13.000 personas.
Cataluña. El dato mínimo de colectividades agrícolas es de 297 y el máximo de
400. Si tomamos 350 con 200 personas de promedio, tenemos 70.000. Para la
autogestión industrial, según la ley, el conjunto de los obreros estaba definido, aunque
el paro era importante. Tomando el 80% de los 700.000 obreros que había en la
provincia, tenemos 560.000 personas, esto es, con sus familiares, un mínimo de
1.020.000.
Centro. Colectivos agrícolas CNT con 23.000 familias, esto es, un mínimo de
67.992 personas, aproximádamente, a lo que habrá que agregar los colectivos UGT,
de por lo menos otro tanto, esto es 176.000 en la agricultura. Existieron muchas
colectividades industriales en las capitales y en los pueblos. Me parece lógico
considerar un mínimo de 30.000 personas afectadas.
Extremadura. La cifra de 30 colectivos con 220 personas de media, esto es, 6000

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personas, debe ser considerada como un máximo para la CNT y la UGT.
Levante. Nuestra estimación es de 503 colectivos como mínimo en la agricultura,
que afectarían a 130.000 personas. En la industria la cifra mínima e hipotética es de
30.000, que como en el caso del Centro es razonable.
Total. 758.000 colectivistas en la agricultura y 1.080.000 en la industria.
Tenemos, por lo tanto 1.838.000, cifra mínima como explicamos al principio.

Esta estimación corrige la que publicamos en 1970 (2.440.000 y 3.200.000), y


corresponde con las de V. Richards (1.500.000), pero se oponen radicalmente a las de
G. Leval, tres millones, y luego «seis, siete, ocho millones[2]». Como referencia,
tomo tres periodos de cálculo con sus respectivos porcentajes en los que se toma el
total de asalariados en empresas autogestionados en relación con el conjunto de la
población activa, que además hay que adaptar al proceso evolutivo autogestionario y
bélico.
Para la fase julio de 1936 / marzo de 1937, hay que considerar que empezó
realmente a funcionar a mediados de octubre (sin Castilla que se organiza a partir de
finales de 1937), esto es 1.632.000 para seis millones de personas: un 27,2%.
Para la fase marzo de 1937 / marzo de 1938 (sin el Cantábrico y con el Centro a
medio camino), se llega a 1.725.000 sobre 5.000.000, un 34,5%.
Por fin la fase marzo de 1938 / enero de 1939 (pérdida de Cataluña, desaparición
de Aragón, merma en Levante con la ruptura del frente, pero con el Centro en plena
actividad), 1.450.000 sobre 4.200.000, un 34,5%.
La autogestión fue el puntal de la economía y un símbolo revolucionario, a pesar
de los pesares, desde el principio hasta el final de la guerra, que ganaron los anti
autogestionarios (con etiqueta franquista y los variopintos saboteadores, con el PC y
los soviéticos a la cabeza).

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Capítulo 7

Conclusiones sobre la autogestión en 1936-1939 y


reflexiones generales

El 18 de julio las fuerzas de derecha provocaban el golpe. La fecha estaba bien


elegida, ya que la izquierda se encontraba dividida, tanto los trabajadores como, en el
fondo, la CNT.
Sin embargo, en numerosos casos, los trabajadores politizados y conscientes, casi
siempre de la CNT opusieron una resistencia extrema, y llegaron a vencer a los
golpistas en Cataluña, Asturias, Castilla y Levante. El 21 de julio dos Españas se
recortaban en el mapa, con la negativa consecuencia para los cenetistas de que
Galicia y parte de Aragón y de Andalucía se habían perdido. Además, las fuerzas de
izquierda se sentían obligadas a acallar los conflictos con el fin resistir —en teoría—
al enemigo. Así nació la alianza involuntaria de republicanos, guardias civiles (fieles
durante los primeros momentos), bastantes oficiales del ejército, socialistas,
comunistas y sindicalistas ugetistas y cenetistas; unidos por primera y última vez,
bajo el mítico UHP.
Efectivamente, algunos acataban el gobierno y cumplían con su deber (el general
de la guardia civil en Barcelona Aranguren, Miaja, etc.). Otros seguían su instinto de
clase y se sumaban a las filas del franquismo (el intelectual Gregorio Marañón
cenetista en el verano de 1936, muchos guardias civiles). Desamparados, los
burgueses republicanos se negaron a apoyar la revolución del pueblo y anhelaron una
negociación con los rebeldes para mantener la jerarquía capitalista. Los socialistas
competían entre sí y con los republicanos por conseguir una parte del poder. El PC de
la mano de la URSS afirmaba (en total contradicción con sus propias declaraciones
de unas años antes, véase el anexo XIV) que era la revolución burguesa (un 1789
español) lo que se estaba dando en España y los trabajadores tenían que esperar a que
acaeciese el devenir futuro de la Historia. Los cenetistas de base y no pocos ugetistas
y trabajadores sin etiquetas protagonizaron la revolución social mientras que los
notables de la CNT se aliaban con los políticos, aplazando el cambio social para
después de la victoria militar (como si los combatientes y la economía fuesen a
posibilitar la victoria sin un cambio social inmediato).
De esa confusión, nacieron los malentendidos y los conflictos armados en el
propio campo republicano, guerra civil para unos y revolución para otros.
La reacción de los rebeldes, de los fascistas o de los franquistas, masacrando a
miles de izquierdistas y de trabajadores, arropados bajo el estandarte de la guerra de

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religión con la bendición papal[1], cometiendo un auténtico genocidio de clase, con el
auxilio del fascismo italiano y alemán y la complicidad de Gran Bretaña y EE UU,
repitieron la política del aniquilamiento aplicada a los presos de la Comuna de París
por Thiers y el general Gallifet (unos 30.000 fusilados entre niños, mujeres y
hombres, sin contar las detenciones y deportaciones a Nueva Caledonia). Una guerra
social para mantener el capitalismo amenazado por un cambio revolucionario,
saboteado desde dentro por la hegemonía militar soviética que congeló su ayuda en
1938 para afianzar su pacto firmado con los nazis en 1939.
En la base, entre los trabajadores ugetistas y cenetistas, estos problemas eran
menos sensibles. Se creía que la guerra iba a ser asunto de pocas semanas, lo
pregonaba Durruti y la gente se preparaba de acuerdo a esta idea. Había que asegurar
el funcionamiento de la industria para transformarla en industria de guerra y al mismo
tiempo había que asegurar el abastecimiento de las ciudades. Y así se hizo; no
faltaron ni leche ni pan (tal y como pide Kropotkin en La Conquista del Pan).[2] En
Barcelona, la CNT y la FAI dieron pautas ya desde el 24 de julio, al organizar una
columna de 3000 milicianos voluntarios para luchar en Aragón, con camiones
blindados, pertrechos, servicio de intendencia y de socorro, etc.
Tan sólo una semana antes los trabajadores llevaban una vida rutinaria y la gran
mayoría había ido a pasar un domingo de julio normal[3].
En Francia, un mes antes y en plena euforia por la victoria electoral de la
izquierda, los trabajadores ocupaban las fabricas para abandonarlas rápido,
engatusados por las promesas sobre la semana de cuarenta horas y una ley sobre
vacaciones pagadas.
Una observadora privilegiada[4] subrayaba:

Sin duda, en los grandes momentos, el entusiasmo desborda las fronteras; se pudo
constatar en aquel mes épico de junio de 1936, y se vio cómo la ocupación de las
fábricas no sólo se intentaba en Bélgica, sino que traspasando el océano hallaba en
Estados Unidos una extensión inesperada. Sin duda también se vio algunas veces una
gran lucha obrera parcialmente sostenida por suscripciones remitidas desde el
extranjero. No obstante no hay estrategia concertada, las planas mayores no unen sus
armas y no plantean la unidad de sus reivindicaciones; incluso, se comprueba a
menudo una ignorancia sorprendente con respecto a lo que pasa fuera del territorio
nacional. El internacionalismo obrero es hasta ahora más verbal que práctico[5].

Los delegados aparecieron poco a poco entre los obreros como una emanación de
la autoridad sindical, y los obreros, acostumbrados desde hace años a obedecer
pasivamente, poco formados en la práctica de la democracia sindical, se habituaron a
recibir sus órdenes. […] En Lille, cuando el comité del sindicato decidió la

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generalización de la huelga, convocó a los delegados para transmitirles la directiva. A
un delegado que ordena un paro en el sector que representa, se le obedece
inmediatamente. Así los delegados tienen un doble poder; poder de cara a los
patrones, porque pueden apoyar todas las reivindicaciones, hasta las más ínfimas o
más absurdas, con la amenaza de la huelga; poder respecto a los obreros, ya que
pueden a su antojo apoyar o no la petición de tal o cual obrero, prohibir o no que se le
imponga una sanción, algunas veces incluso pedir su despido[6].

La CGT francesa de la época, amoldada por el PC y antes por los reformistas


chovinistas durante el primer conflicto bélico mundial, funcionaba, desde luego, de
arriba abajo. Por eso, faltaron la acción directa, las iniciativas horizontales, incluso
cuando, prácticamente, desapareció de golpe la autoridad patronal en el verano de
1936. En España, en cambio, de forma innegable, la estructura de la CNT, la
formación global que daba a los militantes, explica la rapidez y la madurez de la
organización social que sustituye al régimen capitalista. Aunque parecía —y parece
— simplista para los notables cenetistas y los economistas capitalistas[7], el esquema
del comunismo libertario, era suficiente (y además no pretendía resolverlo todo) para
convencer a los militantes de sus posibilidades de iniciativa y de creatividad.
Por ejemplo, en Barcelona había varias compañías de transporte, que fueron
unificadas, al menos la principales, después del golpe. Había también varias
compañías de ferrocarriles, que también se unificaron, en las que los propios
trabajadores resolvieron, en cada caso, los problemas de horario, de contabilidad, de
la cantidad y calidad de las piezas a fabricar —o cuya fabricación habría que prever si
el extranjero no las proporcionase—, además de un nuevo conjunto de problemas
(creación del retiro de vejez, actividades culturales, transporte escolar y militar
gratuito).
En Barcelona, se abrieron naves y espacios higiénicos promovidos por CNT y en
parte por la UGT para acabar con los talleres de mala muerte (tal y como había
previsto Anselmo Lorenzo, anexo V) que siguen funcionando, hoy en día, en todo el
planeta, con el aval capitalista neoliberal o con el visto bueno marxista leninista
chino.
Al mismo tiempo los asalariados mejoraron las condiciones de trabajo (grupos
colectivos en la agricultura; cadencias adaptadas a la industria). Tomaron
espontáneamente medidas culturales (creación de escuelas, de bibliotecas), ya que el
analfabetismo era elevado[8]. En el plano sanitario, se dieron grandes progresos, sobre
todo en la agricultura, en Aragón la medicina era gratuita y el médico vivía en la
colectividad. Los trabajadores viejos cobraban un retiro (lo que actualmente en
España y en Francia dista mucho todavía de ser regla).
Un punto importante fue la ausencia de odio: Kropotkin y los escritos sobre el

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comunismo libertario destacaban que la colectivización era para todos, incluidos los
enemigos de la víspera (anexo V). En los pueblos en autogestión se respetaron e
integraron a las viudas, a la familia de los guardias civiles y de los facciosos matados
durante el golpe; todos podían abastecerse normalmente en el almacén de la
colectividad.
De forma muy diferente actuaron y actúan los marxistas leninistas con su
obsesión por el complot y por el sabotaje de los agentes del capitalismo. Encasillan,
fichan, apartan a las generaciones de ex burgueses (como hicieran durante siglos los
católicos españoles con los judíos conversos) y crean categorías sociales de parias (de
origen burgués o kulak, campesino acomodado) cuya redención pasa por la
prostitución moral y física cerca de los peces gordos del Partido. Una práctica banal
en cualquier régimen de tipo medieval y brutal de cualquier época.
Los anarcosindicalistas españoles se valían, ante todo, del ejemplo y de la
fórmula de la I Internacional de que la emancipación de los trabajadores debe de ser
obra de los propios trabajadores. Por eso, se esforzaron en borrar las desigualdades
sociales creando una caja común de compensación entre colectivos pobres y
colectivos rico, entre colectivos agrícolas y colectivos industriales y de servicios. Así
la colectividad de peluqueros de Barcelona financió la adquisición de un motor para
instalar agua corriente en el pueblo de Ascó (Tarragona), motor que sirvió aún
después de 1939.
En cualquier caso no se trató de imponer un conjunto en el que todos tuvieron la
misma dedicación y la misma conciencia. También hubo defectos. Señalo los
principales.
Primero, se dio un ensimismamiento psicológico de cierto número de colectivos
tanto agrícolas como industriales, que tendían a repartirse los beneficios olvidándose
de la situación de guerra y de la oposición a la autogestión. Una suerte de
neocapitalismo de los colectivos que se puede definir como el paso de un patrón a
muchos, la totalidad del grupo de autogestión en algunas empresas. Los sindicatos
anarcosindicalistas reaccionaron estableciendo relaciones entre los colectivos, bajo
amenaza de establecer sanciones como la supresión de suministros. Fue una realidad
y se corrigió.
Otra traba fue la falta de compañeros cualificados para dirigir la contabilidad. Se
organizaron cursillos. En este ámbito, como en la organización y la comunicación de
las estadísticas indispensables para establecer relaciones horizontales y verticales,
hubo deficiencias a causa de la formación inadecuada en el sistema escolar, de la
pérdida de tiempo en contrarrestar la propaganda anti-autogestión, de la presión
incesante de la guerra con las salida continua de hombres a los frentes.
No obstante, se mantuvo la producción agrícola (que no dependía de materias
primas o de piezas procedentes del extranjero, como en la industria) gracias al trabajo

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de los jóvenes de ambos sexos, de las mujeres y de los ancianos.
El marco global de la autogestión dependió de tres factores: la dirección de CNT,
las leyes y el retorno de la burguesía.
El abandono de la autogestión por parte de la dirección de la CNT-FAI fue una
de las múltiples concesiones cuyo resultado se puede sintetizar en esta confesión
pública de mediados de septiembre de 1936:

Si tuviéramos que hablar al desgaire de todo lo que podía hacerse y no se


ha hecho en estos dos meses trágicos, si tuviéramos que hablar al desgaire de
la posibilidad que ha habido de tener todos los elementos ofensivos que no se
han tenido, mientras en Madrid, en el Banco de España, hay millones y
millones de oro almacenado; si tuviéramos que decir cuál ha sido nuestra
rabia, cual ha sido nuestra impotencia […] diría demasiadas cosas y prefiero
no decir ninguna[9].

Segundo, la legislación republicana y catalana que discriminaba o subordinaba


la autogestión (la ley de colectivización de octubre de 1936 en Cataluña, los
tejemanejes del ministro comunista de agricultura), que no reconocía la existencia
legal del hecho revolucionario de la toma de tierras para un uso colectivo,
dificultaban las posibilidades de ayuda financiera.

Por último, las jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona, supusieron la


potenciación de la pequeña burguesía sobre la economía, de la mano de los partidos
comunista y catalanista, el ataque a los sindicalistas ugetistas y cenetistas. Un hecho
confirmado poco después, en agosto, con las presiones de la división del general
comunista Líster con el fin de sabotear y destruir la economía autogestionada de
Aragón, en plena época de siega del trigo.

* * *

Confrontada a la experiencia internacional, la autogestión durante la revolución


española es un modelo insoslayable para todos. Un ex comunista y después socialista
español comentó:

A medida que se aleja más la guerra civil y la revolución de 1936-1939, lo


más importante de su legado histórico, lo que conserva mayor actualidad e
interés teórico en la lucha actual para el comunismo, es el intento
autogestionario realizado por el proletariado español, bajo el impulso y la
iniciativa, en la mayor parte de los casos, de los anarcosindicalistas. […]

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Kropotkin podía decir, poco antes de morir en Moscú (febrero de 1921), que
la experiencia bolchevique mostraba «cómo no hay que hacer la revolución».
Pero ¿cómo hacerla de manera que los medios puestos en práctica para
liquidar la vieja sociedad no se conviertan en otros tantos obstáculos a la
evolución hacia la sociedad comunista? Tal es el gran problema de nuestra
época, y adquirir conciencia de él es la primera condición, el primer paso,
para resolverlo[10].

El planteamiento es bueno pero se queda rezagado respecto de las respuestas


dadas sobre la marcha, a principios del siglo XX en la URSS.

Kronstadt: resoluciones de la asamblea general de las tripulaciones de la 1ª y 2ª


escuadras de la flota del Báltico celebrada el 1 de marzo de 1921.
Tras escuchar los informes de los delegados enviados a Petrogrado por la
asamblea general de las tripulaciones para dar cuenta de la situación, la Asamblea
decide que es necesario: 1. Dado que los soviets actuales no expresan la voluntad de
los obreros y de los campesinos, que se proceda de inmediato a la reelección de los
soviets por medio de escrutinio secreto. La campaña electoral previa deberá
desarrollarse con entera libertad de palabra y de propaganda entre los obreros y los
campesinos.
2. Establecer la libertad de palabra y de prensa para todos los obreros y los
campesinos, para los anarquistas y para todos los partidos socialistas de izquierda.
3. Garantizar la libertad de reunión para las organizaciones sindicales y
campesinas[11].

Los makhnovistas son trabajadores que levantaron el estandarte de la revuelta


contra Denikin, contra cualquier yugo, toda violencia y mentira, venga de donde
venga. Los makhnovistas son aquellos trabajadores cuya labor enriquece, engorda y
propicia el reino de la burguesía en general y por ahora a la burguesía bolchevique en
particular. […] Los mismos trabajadores tienen que elegir libremente sus soviets;
soviets que cumplirán la voluntad y las decisiones de estos trabajadores, o sea soviets
ejecutivos y no autoritarios. […][12]

El mensaje que se desprende del pasado es la conciencia y la creatividad de los


trabajadores rusos a través de sus soviets libres y coordinados según las necesidades y
las decisiones horizontales. Y antes de esto, también en gran parte, obraron así los
campesinos mexicanos entre 1910 y 1917, de acuerdo a sus tradiciones colectivas
indias y a la impronta anarquista del partido liberal de los hermanos Flores Magón.
En la España de julio de 1936 no existía, por lo tanto, ninguna duda posible sobre la

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línea a seguir con respecto de los políticos. Sin embargo, la mayoría de los dirigentes
cenetistas, bajo influencia o no de la FAI, colaboró con gente que ya se había
mostrado incapaz en relación con los asalariados.
¿Por qué se condujeron en abierta contradicción con respecto de los afiliados de
base? Porque se impregnaron de un enfoque de cúpula y de pensamiento autoritario y
no comprendían el sentido real de una revolución libertaria. Según consideraciones
muy diferentes, un cenetista que se opuso desde julio a las claudicaciones y traiciones
recapacitaba así:

Nadie quiere minorizar la importancia del problema planteado a los anarquistas el


20 de julio de 1936 cuando se vieron con la situación en las manos sin saber que
hacer con ella. Lo que se les reprocha no es la renuncia a la dictadura anarquista sino
haber optado por la contrarrevolución. El dilema que esgrimían: o dictadura o
colaboración gubernamental, es falso. Del punto de vista anarquista la dictadura y la
colaboración gubernamental son una cosa parecida. Y dos cosas parecidas no pueden
constituir dilema. Contrarrevolucionaria es la dictadura y contrarrevolucionario es el
Estado. Ahora bien, si en el gobierno figuran los anarquistas, se refuerza por una
parte el poder contrarrevolucionario del gobierno al tiempo que se debilita la
oposición revolucionaria. De lo que se infiere que el sólo hecho de no colaborar los
anarquistas en el gobierno hubiese reforzado la oposición revolucionaria y hubiese
debilitado al mismo tiempo la capacidad contrarrevolucionaria del Estado.
¿Que se hubiese perdido la guerra más pronto? En primer lugar habría que
demostrar que el Estado hizo algo para ganarla desde que vio la posibilidad de poder
acabar con la revolución. […] Sustituyamos, pues, la pregunta «¿Qué es lo que se
podía hacer?» por esta otra: «¿Qué es lo que no se debió hacer?», y tendremos la
mitad de la cuestión resuelta[13].

Ahora bien, la claridad del mensaje era acorde con el de Bakunin:

[…] para que nosotros te podamos aceptar, nos debes prometer: 1) subordinar
desde ahora tus intereses personales y aun los de tu familia así como tus convicciones
y manifestaciones políticas y religiosas al interés supremo de nuestra asociación: la
lucha del trabajo contra el capital, de los trabajadores contra la burguesía sobre el
terreno económico; 2) no transigir jamás con los burgueses por un interés personal; 3)
no buscar jamás elevarte individualmente, sólo en provecho de tu propia persona por
encima de la masa obrera, lo que haría inmediatamente de ti mismo un burgués, un
enemigo y un explotador del proletariado, puesto que toda la diferencia entre el
burgués y el trabajador es ésa: que el primero busca su bienestar siempre fuera de lo
colectivo y que el segundo no lo busca ni lo pretende conquistar más que

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solidariamente con todos aquéllos que trabajan y son explotados por el capital
burgués; 4) siempre serás fiel a la solidaridad obrera puesto que la mínima traición a
ella es considerada por la Internacional como el mayor crimen y como la mayor
infamia que un obrero pudiera cometer.[…][14]

Si la Internacional pudiera organizarse en Estado, nos convertiríamos, nosotros,


sus partidarios convencidos y apasionados, en sus enemigos más encarnizados. […]
La Asociación Internacional sólo podrá convertirse en una herramienta de
emancipación para la humanidad, cuando se haya emancipado primero de sí misma.
Sólo lo será cuando, dejando de estar dividida en dos grupos: la mayoría de los
instrumentos ciegos y la minoría de los maquinistas sabios, habrá hecho penetrar en
la conciencia y la reflexión de cada uno de sus miembros la ciencia, la filosofía y la
política del socialismo[15].

Es luchando contra la jerarquía, contra la separación entre obreros manuales e


intelectuales, exigiendo la rotación de las funciones administrativas, la revocación de
los responsables, como se puede limitar —eliminar— la burocratización, que es
siempre la antesala de las dejaciones y de la represión.
¿Qué pasa hoy y qué nos aporta la autogestión española?
Frente al discurso manipulador de la democratización cada vez más fuerte de los
Estados, de la necesaria cogestión del capitalismo —que los malabaristas de la
política bautizan como «autogestión»— con un parcheo rosa o verde o peronista,
frente a la imbricación de las economías, la multiplicidad del consumo y la
complejidad del cuerpo social, los hechos tercos y la realidad diaria responden que la
miseria y la explotación de un 80-90% de la población del planeta permanecen,
lamentables e implacables.
Sólo la orientación de base de la Rusia de 1917-21 y de la España de 1936-39 nos
da una brújula para escapar a las perversiones económicas que nos imponen.
Y desde hoy mismo varios comportamientos son posibles:

Negarse a seguir las normas del consumismo y del capitalismo (trabajar,


descansar, comprar idioteces sin duración), estar con los explotados como
escribe Bakunin, significa construir una vida con un sentido social y colectivo,
estar dispuesto a arriesgarse en una lucha con los demás, priorizar la militancia y
no ceder largas horas a pseudo liberaciones (alcohol a litros, drogas a kilos,
libros sin más, fijación en la defensa de animalitos, el esperanto, las comunas
sexuales, etc.).
La autogestión puede penetrar en grupos importantes si se exige como
funcionamiento social y económico: rechazo de los responsables permanentes a

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tiempo completo y obligación del trabajo asalariado a media jornada en la
profesión de origen, rotación obligatoria para todo el mundo, cada seis o diez
meses (según la dificultad de la tarea), revocación por la base, en caso de
diferencias de criterios que ya no permiten avanzar.
La autogestión, es también volver a una constatación de los socialistas del siglo
XIX, a cada aumento de salario sigue una recuperación por la patronal con
aumentos de los precios de los bienes de consumo. Por lo tanto, el aumento de
salarios debe acompañarse de una reducción de horarios, de productividad y
años de cotización para el retiro, y del alza de las jubilaciones y pensiones.
La utilización de la informática permite la multiplicación de la información y el
control y el uso por un número indeterminado de grupos o colectivos.
La autogestión —más allá de la toma de conciencia de la lucha contra el
autoritarismo social y económico— es negarse a aceptar los despilfarros, (miles
de medicamentos cuando con dos centenares bastan, sobrealimentación a base
de carne y transgénicos, objetos y maquinaria con duración efímera, etc.), un
nivel de vida desequilibrado y desigual en el planeta.
La confianza en las posibilidades de los asalariados desde la base. La
experiencia española es un ejemplo permanente en cualquier situación de
tensión. En uno de los últimos textos de Solidarność antes del golpe de Estado
militar de diciembre de 1981 en Polonia, un responsable sindical escribía: «La
duda en cuanto a las capacidades de la clase obrera polaca y de la sociedad civil
de organizarse oculta la sumisión al poder burocrático. En 1936, después de que
las masas populares aplastaran la rebelión franquista, y tras la fuga de los
patronos que eran parte de la misma, en Cataluña, y también en otras regiones de
España, los sindicatos y los comités obreros tomaron en su mano y socializaron
la mayoría de las empresas industriales, comerciales y de transporte[16]».
Mayo de 1968 en Francia, agosto en Checoslovaquia, diciembre 1970-enero
1971 en Polonia. Un sinfín de saqueos de tiendas y supermercados
protagonizados por pobres y marginales tanto en países tercermundistas como en
Estados Unidos y en Europa en las décadas de 1980 y 1990. Las intervenciones
de las masas en situaciones de transición y vacío de poder: 1967-1969 en China,
1974 en Portugal, finales de 1980 en Irán, 1981 en Polonia hasta llegar a la
Argentina de los días 19 y 20 de diciembre de 2001, surgen como imprescindible
desahogo, liberación del hastío, del agobio del consumo, del trabajo, de la
explotación, de las verdades impuestas y como nuevo sentido para la vida
personal.
La liberación de todos a través de la autogestión de las vidas, del medio social,

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para tener trabajos útiles y dignos, ya es construir otra sociedad, rechazando la
integración en el capitalismo, como han hecho los hermanos indios desde la
invasión española.

Frank Mintz 1970-2005.

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Anexos justificativos
De estos anexos, los tres primeros demuestran que se estaban rompiendo las
trabas sociales e individuales tradicionales: la religión, el miedo a las fuerzas
represivas y a la reorganización de la sociedad después de derribar el régimen de
opresión (I. Apuntes sobre el catolicismo español en la década de 1930; II. Las
insurrecciones revolucionarias de 1932-34; III. Ejemplo de reforma monetaria y
esquema de la circulación fiduciaria en una economía social).
Los dos anexos siguientes (IV. CNT y FAI: los grupos de presión; V. Los dos
comunismos libertarios, o partido libertario versus Anarcosindicalismo) muestran las
lacras del movimiento confederal que iban a infectar y cercenar la extensión de la
autogestión, inflándose hasta el punto de llegar al gubernamentalismo.
El VI. La colaboración gubernamental sintetiza las pseudo necesidades del
colaboracionismo, rápidamente convertidas en boca de todos los notables en calidad
definitiva del anarcosindicalismo hispano.
La acción constructiva revolucionaria de los trabajadores estaba demostrada en
casos concretos, desde las simples unidades a los grandes colectivos, con distintas
fases agrícolas e industriales, como se puede ver en los anexos: VII. Testimonio sobre
las colectividades de Ascó, Flix (Tarragona) y barberos de Barcelona; VIII. La
colectividad de campesinos de Madrid; IX. La colectividad de pescadores de Adra;
X. La colectividad de Artesa de Lérida; XI.
La Federación Regional de Colectividades de Barbastro; XII. El CLUEA (UGT-
CNT y los agrios levantinos) y XIII. Implantación, desarrollo y funcionamiento de la
colectividad de cerrajeros y puertas onduladas de Barcelona y su radio.
Suprimí dos reflexiones de la edición en francés de 1999 sobre el dinero y la
protección social, por repetitiva ya que lo esencial se ha incorporado en el texto.
Los dos anexos finales abordan algunas interpretaciones históricas y de la España
actual (XIV. Marx, Engels, el PC, el consejismo y la España revolucionaria, y XV.
Franquismo, transición democrática e ideas de gestión colectiva).

I. Apuntes sobre el pseudocatolicismo del pueblo


español

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No tenemos que olvidar que el catolicismo como religión única fue impuesto por
la fuerza por los Reyes Católicos y por el sistema de la Inquisición a partir del siglo
XV. Antes transcurrieron largas épocas de tolerancia entre el islamismo, el judaísmo y
el cristianismo, que normalmente correspondían con periodos de engrandecimiento
económico y cultural. Si la guerra contra Napoleón se hizo con los curas, en 1835
observamos que en los levantamientos populares contra la miseria, y durante las
epidemias, se incendiaron los conventos considerados focos de explotación y de
infección. De ahí vino la oleada de quemas de edificios religiosos y asesinatos de
curas, monjas, etc., en la zona republicana entre 1936-1939. En no pocos casos los
cenetistas se opusieron, uno de los primeros Durruti que tuvo como secretario a un
cura salvado de la furia popular en un pueblo aragonés[1]. La religión fue siempre una
posibilidad cómoda de empleo: «De las minas de Alén nos fuimos a Castro Urdiales,
y desde esta población, yo iba para los diez años, me llevó mi padre a Ponferrada […]
Hombre práctico, quería que su hijo no fuese un burro de trabajo como lo había sido
él —eran sus palabras— y concibió la idea de hacerme estudiar para cura». Este
comentario de Ángel Pestaña («Lo que aprendí en la vida») se aplica a 1896 y puede
relacionarse con numerosos testimonios de la literatura, tanto en España como en
Francia, como Rojo y negro de Stendhal.
El impacto de la crisis mundial y la aparición de la República tuvieron drásticas
consecuencias sobre el catolicismo español.

La debilitación de la fe de las familias, que en las clases obreras iba


tomando los caracteres alarmantes de una apostasía en masa. […] Aquel año
[antes de 1930, por deducción] explicaba el problema agrario en España y
dediqué unos meses a exponer ante mis alumnos que eran los de los tres
últimos años de Teología, el socialismo agrario de Henry George. Y al
terminar, exploré el resultado preguntándoles. ¡Cuál sería mi espanto al
advertir que sin saberlo ni quererlo, los había hecho socialistas agrarios! […]
quise saber por qué y no encontré otra explicación que el origen popular de
mis alumnos. La mayor parte eran hijos de familias modestas. […] Por eso, a
poco que se rasque sobre la superficie del alma de un seminarista aparece un
tribuno de la plebe, y aparecería un revolucionario social sin la fuerte
formación espiritual que en el Seminario recibe[2].

Dejando aparte el interés del análisis de ese teólogo y sociólogo católico para
comprender el papel de ex curas procedentes de medios populares en la revolución
francesa y en la emancipación latinoamericana del siglo XIX y recientemente con la
teología de la liberación, nos interesa aquí el abandono de la religión de los propios
seminaristas, en teoría futuros cuadros de la fe.

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Número de parroquias sin sacerdotes en cada provincia eclesiástica en 1934[3] (en
cursivas las zonas republicanas):

Aragón: Zaragoza 206.


Andalucía: Granada 103, Sevilla 8.
Castilla: Burgos 583, Ciudad Real 12, Toledo 323, Valladolid 221.
Galicia: Santiago 372.
Levante: Tarragona 156, Valencia 32.
Sólo Cataluña y el Cantábrico parecían «provistos».

Número de seminaristas que dejaron los estudios en 1934:


Provincias Nº semin. 1930 1934 % de abandonos
Aragón
Zaragoza 1597 972 625 39,1
Andalucía
Granada 830 534 296 35,3
Sevilla 898 572 326 36,3
Castilla
Burgos 2006 1338 668 33,3
Ciudad Real 116 60 56 48,2
Toledo 1295 760 535 41,3
Valladolid 401 689 712 50
Galicia
Santiago 1916 926 990 51,6
Levante
Tarragona 1720 993 727 42,2
Valencia 1052 557 495 47
Además: «No toda la desbandada de los seminaristas es efecto de la revolución.
Aunque más lentamente, estaban ya perdiendo vocaciones, y en el quinquenio
anterior a la revolución habían disminuido en más del 20%».
Las causas eran para Aznar: 1) la pobreza del clero (¡sic!); 2) las ofertas
comerciales y 3) el debilitamiento de la fe.
El cardenal Gomá declaraba en 1935: «Creímos vivir en medio de un pueblo
profundamente religioso, distraído si se quiere en el cumplimiento de sus deberes
para con Dios y la Iglesia, y en tal forma se han multiplicado los casos de fobia hacia
las cosas divinas y tal ha sido el relajamiento del sentido religioso en el país, incapaz
de reaccionar ante los más grandes desacatos, que hemos debido rectificar un juicio
que la historia primero y la rutina después nos habían hecho formular como expresión
justa del valor espiritual de nuestro pueblo».

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El mismo Gomá redactó durante la guerra la Carta colectiva del clero español de
apoyo total a Franco y exclamó: «¿Por qué no tenemos que creer que el Dios de
nuestros padres vive, aunque oculto, en el fondo del alma popular?»[4]
¡Es obvio cualquier fe, desde el apartheid de África del Sur hasta el leninismo,
puede ser popular si la represión y la reeducación escolar y policial son eficaces!

II. Las insurrecciones


revolucionarias en España
1932-34
Ya hemos visto la esperanza que
desencadenó el advenimiento de la
república en España en abril de 1931. Y
se sabe también el fuerte antagonismo
con respecto del análisis del momento
que llegó a separar en dos a los
dirigentes de la CNT. Lo que falta es
conocer el ambiente social en el que se
vivía.
Las cifras son reveladoras: la CNT de la clandestinidad pasó a tener 800.000
sindicados (cifras de Pestaña) en 1931; la UGT de los 277.011 de diciembre de 1930
alcanzó el 1.041.539 en junio de 1932. Un aspecto a tener en cuenta, es la fundación
de la FNTT (la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra) en abril de 1930
con 27.340 afiliados y que alcanzó los 392.953 en junio 1932, es decir casi el 40%
del total de afiliados de la UGT[5].
Para derribar la muralla secular de odio y miseria, los trabajadores más
conscientes acudieron a la idea de organizarse para modificar la sociedad en su favor.
El historiador inglés Paul Preston anotó, con referencia a la Castilla de los primeros
años de la república, una observación que hago extensible a todo el país: «[…] Había
poca diferencia entre los anarquistas y los miembros de la FNTT. En muchos pueblos,
la organización local de los braceros estaba ingenuamente afiliada a UGT, CNT y al
partido comunista[6]. En todas partes, el hecho que los braceros analfabetos se
adhirieran a la FNTT no les convierte en marxistas diplomados de la noche a la

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mañana y había poca diferencia de madurez política o de aspiraciones entre ellos y
los miembros de CNT[7]».
Desde luego lo «ingenuo» estaba en la cabeza de Preston, es evidente que estos
braceros estaban hartos de sufrir la explotación social, tenían sed de un cambio
definitivo de la sociedad y por eso estaban en las tres organizaciones que en esa
época parecían portadoras de la revolución, teniendo así la seguridad de que al menos
una iba a emprender la lucha.
El propio Preston muestra cómo las reivindicaciones obreras estimulaban a la
UGT y al PSOE, lo que provocó una encolerizada nota del primer ministro Azaña en
su diario (a finales de 1931): «Si la presencia de tres ministros socialistas en el
Gobierno no puede impedir una huelga, ¿para qué sirve?[8]».
El campo conoció una larga serie de invasiones espontáneas de latifundios y
protestas sociales. Los casos típicos son los de Castilblanco (Badajoz) el 31 de
diciembre de 1931 (agradable presente para empezar el año) y de Arnedo (La Rioja)
el 5 de enero de 1932 en zonas de poca conflictividad social y con manifestaciones de
la UGT. En ambos casos la guardia civil disparó sobre manifestantes que no la
hostigaban, un muerto vengado con creces con la masacre de cuatros guardias por
parte de los campesinos en el primer caso, once muertos y treinta heridos en el otro.
Y en este escaso lapso de tiempo hubo también tiroteos y muertos (ocho) en Zalamea
de la Serena, Épila (Zaragoza), Safor (Valencia)[9].
Deducción personal: las reivindicaciones banales de los asalariados de cambiar
algo chocaban con la cerrazón mental de los amos y sus fuerzas de represión.
Otro dato: 20 días después del tiroteo de Castilblanco, los días 18-25 de enero de
1932 en Figols (Barcelona) se sucede una cadena de eventos muy característicos.
Las fábricas textiles de la zona del Llobregat están en huelga y en Figols el
Somatén (la guardia armada patronal catalana) amenaza a los huelguistas (entre los
que había muchas mujeres) que actúan pacíficamente. Una delegación del textil pide
la intervención de los mineros (del carbón de lignito) del pueblo. Éstos desarman a
los somatenistas, ocupan el ayuntamiento y lanzan una huelga para pedir mejoras en
la explotación minera. Al día siguiente, día 19, la huelga general se extiende, se
proclama el comunismo libertario, sin ninguna violencia. Se suprime el dinero y se
instauran intercambios con vales. En Figols, en una asamblea general en la que
«votan hombres y mujeres y los chicos mayores de dieciséis años» se designa a nueve
delegados para organizar la comuna. El ejército interviene y al percatarse de que
están solos, los insurgentes dejan las armas sin violencia[10]. El ejemplo había
cundido por Berga, Sallent, Cardona, Balsareny, Navarcles, Suria. El ejército
restableció totalmente el orden el 25 de enero. Hubo algunos pueblos que se lanzaron
a la huelga general en Aragón (cuatro) y en Valencia (uno)[11].
La evocación de Casanova de la insurrección en la cuenca minera de Figols en

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enero de 1932 es excelente porque, sin que al autor le interese destacarlo, brota toda
la fe en la revolución que surgirá de nuevo en 1936. «No hubo preparativos […]
fuerza insospechada […]. En Berga, Sallent, Cardona, Balsareny, Navarcles y Suria,
pararon las minas, cerraron los comercios. En Manresa, piquetes de trabajadores
impedían el acceso a fábricas y talleres. […] el comité revolucionario […] difundió
por la zona la noticia de que “el comunismo libertario había llegado”. Y no eran
poblaciones insignificantes» Berga (7000), Cardona (6000), Figols (900 obreros),
Sallent (4653), Suria (3194), según la enciclopedia Espasa Calpe de 1920.
También en los movimientos mal coordinados que lanzó la CNT en diciembre de
1933, Arnedo, víctima de la guardia civil, conoció una tentativa pacifica de
comunismo libertario por parte de unos treinta hombres. Una demostración de los
anhelos de la población.
Tanto en 1932 en Figols o en Asturias en 1934, como en julio-agosto de 1936,
tenemos un número creciente de trabajadores que al igual que en la época de los
soviets libres de Rusia no esperan el visto bueno de cúpulas, ni siquiera las consultan
y actúan para cambiar su trabajo diario, como si conocieran los estatutos de la AIT de
1864 y los escritos de Bakunin. ¿Cómo era posible?
Sencillamente porque la CNT propagó —con sus militantes y su ejemplo— entre
todos los trabajadores el espíritu de acción directa, de iniciativa e independencia. Y
los faístas, que aparecen como los «malos de la película», tanto para José Peirats
como para la mayoría de los historiadores «sensatos», cosechaban el seguimiento de
la juventud consciente revolucionaria. Que no escatimara ésta sus criticas por los
errores de preparación de los confederales, no suprime el hecho de que el cambio
revolucionario inmediato era el objetivo de las clases sociales explotadas, tal y como
se vio en Asturias en 1934 y paulatinamente en la España republicana a partir de
1936.
Después del espontaneísmo campesino, hubo intentonas de organizaciones en este
terreno abonado para que estallara la revolución.
A pesar de la división de hecho de la CNT (anexos siguientes), con sus
incoherencias organizativas internas, la FAI incitó a la CNT a lanzar una insurrección
armada. El pueblo se mostró indiferente o más bien «acogió el movimiento con
grandes reservas[12]». Los treintistas no participaron en este movimiento ni en el
siguiente y no les dispensaron ningún tipo de solidaridad. Sin embargo, en Levante
—Bétera, Bugarra, Pedralba, Ribarroja, pueblos de 1500 habitantes (Bugarra) a 4400
(Ribarroja)— hubo casos de comunismo libertario, que Peirats[13] analiza
atinadamente en cinco puntos:

1. Toma insurreccional del Ayuntamiento, sin víctimas.


2. Sitio del cuartel de la Guardia Civil, que se rinde o huye.

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3. Establecimiento del comunismo libertario: «Se iza la bandera rojinegra. Los
archivos de la propiedad son quemados en la plaza pública, ante los grupos de
curiosos. Se hace público un bando o pregón declarando suprimidas la moneda, la
propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre».
4. «Llegada de refuerzos de guardias y policía. Los sublevados resisten más o
menos, según tardan en darse cuenta de que el movimiento no es general en toda
España y de que se encuentran aislados en su magnífico propósito».
5. Los presos son torturados por las fuerzas de represión.

Se podría añadir un sexto punto: que en ningún lugar se cometieron violencias por
parte de los cenetistas triunfantes contra los propietarios o contra los guardias y
policías. Este movimiento fue trágicamente subrayado por la represión de Casas
Viejas (Cádiz, hoy en día Benalup de Sidonia). La guardia civil cercó la casa del
cenetista Francisco Cruz Gutiérrez, apodado seis dedos. La familia estaba allí
reunida. La guardia civil terminó por incendiar la casa matando 8 personas. Además,
los guardias detuvieron a mucha gente y contestaron las puyas con 12 muertos por
bala. La derecha se valió del escándalo, como la CNT, contra el gobierno de Azaña.
Éste se justificó argumentando que si la rebelión de Casas Viejas hubiera durado un
día más, toda la provincia de Cádiz hubiera ardido[14]. El rumor público propagó una
frase atribuida a Azaña «tiros a la barriga». Triste fama para los republicanos.
Después de la intentona de implantación del comunismo libertario de enero de
1933 escribía un faísta de corazón, sin ser afiliado:

Hemos de dar una importancia capital al campo porque el campesinado


está maduro para la revolución: no les faltaba nada más que un ideal que
canalizara su desesperación. Y con el comunismo libertario lo han encontrado.
Nuestra revolución será una revolución profundamente humana y campesina.
[…]. En nuestra acción no hay blanquismo ni trotskismo, sino una clara idea
de que la marcha es larga y hay que hacerla moviéndose, andando[15].

Para las elecciones de noviembre de 1933, la CNT llevó una intensa campaña de
abstención: «Frente a las urnas, la revolución social». Si las derechas triunfaban en el
escrutinio se desencadenaría la insurrección. Pero pocas enseñanzas se había sacado
de enero de 1933.
Al decidirse la fecha del movimiento, sólo las federaciones regionales aceptaron
ir a la pelea, ya que las otras recordaban aún la represión de enero de 1933. Por lo
tanto, el levantamiento del 8 de diciembre de 1933 quedó reducido a Aragón, La
Rioja, Extremadura y Andalucía.
El esquema de enero se aplicó a diciembre de 1933. En Aragón, en Valderrobres

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(Teruel), según un participante[16], pasó de esta manera: «…compañeros cumplían la
tarea de quemar archivos de propiedad, eclesiásticos, municipales, etc. […] el pregón
público de que en adelante quedaba anulada la circulación de la moneda. […] Cinco
días vivimos en comunismo libertario, contando con la conformidad del pueblo y con
la zozobra o el pánico del enemigo. Incluso algunos contrarios míos se presentaron a
los sindicatos pidiendo en plena asamblea que les explicáramos el significado del
comunismo libertario, adhiriéndose algunos de ellos al mismo».
Este relato está confirmado por la prensa del momento: quema de archivos y
abolición de la moneda[17]. En Logroño, muchos pueblos implantaron el comunismo
libertario[18]. En Fuenmayor dictaron un bando que corresponde al punto cuarto del
esquema: «Acaba de implantarse el comunismo libertario en toda la Península
ibérica», pero el recuerdo de la represión de enero se refleja: «Y todo aquél que no
obedezca al nuevo régimen será fusilado […][19]».
El movimiento fue reprimido por el ejército.
Los movimientos habían tenido éxito en los pueblos. En Teruel se trataba de
pueblos que iban de los 800 vecinos aproximadamente (Arenys de Lledó, Fornoles,
Torre del Compte) a los 3000 (Beceite, Valderrobres). En Logroño, iban de los 2000
habitantes (todos excepto uno) a los 8000 (Haro). En las ciudades, a excepción de
Zaragoza y Granada, no se fue más allá de la huelga general. En ninguna parte, según
nuestra documentación, las fuerzas de izquierda secundaron los movimientos, hasta el
extremo de que el ministro de la Gobernación pudo anunciar que la UGT daba la
orden de trabajar durante la huelga de solidaridad de la CNT[20].
El balance era muy negativo. Pero a raíz de la derrota electoral de las izquierdas,
a principios de 1934, el partido socialista y la UGT, impulsados por Largo Caballero,
tomaron una actitud «revolucionaria» en el sentido de que hablaban de alianzas
obreras, de toma del poder.
Esta corriente halló ecos en la CNT, aunque la mayoría desconfiaba de Largo
Caballero (entonces Presidente del Partido Socialista y Secretario de la UGT). Éste
había sido consejero de Estado de Primo de Rivera y la UGT había aceptado la
Dictadura. En Asturias, la federación regional de la CNT, contra la opinión de las
demás federaciones y a excepción de la federación local de La Felguera (prueba
excepcional de federalismo) en su seno, decidió firmar un pacto de alianza con la
UGT de Asturias en marzo de 1934.
El partido socialista y la UGT estaban preparando un movimiento insurreccional.
El 4 de octubre de 1934, Gil Robles y otros dos diputados de la CEDA
(Confederación Española de Derechas Autónomas) participaron en el gobierno
Lerroux. El 6 de octubre se iniciaba el movimiento. Cataluña y Asturias fueron los
centros neurálgicos.
En Cataluña se avisó a la Confederación dos días antes de los sucesos[21], y

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apenas en el poder los catalanistas pusieron a la CNT-FAI fuera de la ley[22]. Unos
días después, el poder central restablecía el orden.
En Asturias no sólo triunfó el levantamiento en las pequeñas localidades, sino que
los mineros y obreros tomaron Oviedo (con una fábrica de armamento) y Gijón. En el
resto de España hubo huelgas, pero reinaba la mayor confusión. La directiva
socialista parecía desinteresarse de lo que había provocado. La CNT, escarmentada
por la experiencia de Cataluña y la actitud socialista, no apoyaba a Asturias de
manera total[23]. El confusionismo de la UGT y del PSOE dio al traste con la
sublevación, reprimida por el tercio (legión extranjera) con tropas coloniales
marroquíes.
Me parece que en realidad las intenciones socialistas eran las de crear un bastión
militar disciplinado en Asturias como instrumento de presión para el chantaje
político. Una mezquina maniobra politiquera, sin reflexión alguna sobre la derrota
colosal de los partidos socialista y comunista en la ya entonces Alemania nazi. La
prueba la veo en este suceso:

Del 5 al 6 de octubre se tomó un


pueblecito y un concejal socialista
nos dio las gracias por la gesta,
comunicándonos que hacía tres
meses, previendo lo que sucedería,
habían nombrado el Comité
Revolucionario. […] Nosotros nos
opusimos, y los socialistas que
luchaban desautorizaron al concejal
y se nombró el Comité
Revolucionario en aquel momento.
Son hechos elocuentes,
demostrativos de que una vez
iniciada la revolución, con los
obreros, aun siendo socialistas, se
puede contar[24].

En efecto el movimiento fue unitario


y se popularizó el eslogan UHP (Unión
de Hermanos Proletarios), que tanta ilusión sembró después y durante la revolución.
Otra característica del movimiento de Asturias fue que por primera vez
comunistas (del PC y del futuro POUM) y socialistas unidos a los anarquistas
aplicaron en España sus teorías revolucionarias, parecidas a los ensayos libertarios de

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1932 y 1933:

La moneda es abolida, reina un «comunismo de guerra» completo. La


distribución de mercancías está dirigida y controlada por los comités obreros que
publican hojas de papel «vale por un kilo de pan», etc. Se prohíbe la venta de bebidas
alcohólicas[25].
En medio del fragor de la pelea, los comités revolucionarios atendían incluso a las
obras de tipo social. Apenas logrado el control en los pueblos, se creaban
instituciones de auxilio y atención a los niños y ancianos […]. Se combatía y se
creaba simultáneamente[26].
El orden revolucionario aparece en todos los terrenos. Queda abolida la moneda.
Cada familia podrá adquirir determinada cantidad de alimentos, según el número de
individuos que la componen[27].

Típico y conmovedor es el estilo de estos tres autores marxistas que valoraban y


admiraban esta nueva «Comuna de París»: «Se combatía y se creaba
simultáneamente». Tres años más tarde, estaban a tiros entre ellos, porque las
direcciones anteponían sus intereses a los de los trabajadores.

No fue una casualidad que en Asturias aparecieran tribunales populares en


los sectores comunistas al mismo tiempo que hubo tolerancia y buenos tratos
en las localidades anarquistas[28].

Pero globalmente, enero de 1932, enero de 1933 y diciembre de 1933


evidenciaron la necesidad de alianza con el movimiento anarquista. Del
levantamiento de 1934 Federica Montseny sacaba esas conclusiones en 1936:

UHP. Pero no es posible que renunciemos, en aras de un mito que puede


convertirse en peligroso, a la crítica y al análisis. La primera de las
sugerencias desprendidas de este ensayo de revolución popular es la acción de
los comunistas estatales, aprovechando el tiempo del combate y la ausencia de
los libertarios, en primera línea siempre, para estructurar a su manera —
estatalmente— la nueva sociedad que habría surgido del triunfo
revolucionario. Asturias, con su fracaso, ha de sernos también
aleccionadora[29].

Bellas palabras muy mal aplicadas algunos meses después de redactadas.

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III. Ejemplo de reforma monetaria y esquema de la
circulación fiduciaria en una economía social

[Este proyecto fue redactado por ingenieros y obreros cenetistas de la


industria textil de Cataluña a finales de 1936]

La primera etapa de la revolución actual será una revolución económica y


monetaria o no será tal revolución. La modificación del sistema monetario es tanto
más importante que la ordenación de la economía si queremos una transformación
biológica y viable de la sociedad.
El sistema monetario es un sistema de medida y comparación del valor de las
cosas, exactamente igual que el sistema métrico es un sistema de medida y
comparación de las dimensiones de las cosas.
No es posible, pues, la supresión de la moneda en una sociedad organizada, ya
que la necesidad de comparar e intercambiar entre sí todas las cosas es evidente para
el hombre, incluso para el solitario. Como todos los sistemas de medida y
comparación, el sistema monetario descansa sobre una base arbitraria. Es este
fundamento arbitrario del sistema monetario el que es posible cambiar o reformar
radicalmente, exactamente igual que la base arbitraria del sistema métrico reemplazó,
en ciertos países, a la base arbitraria de los sistemas de medida y comparación de las
dimensiones de los objetos existentes antes de la Revolución francesa.
Hay que comprender que reemplazar el sistema monetario actual por un sistema
de bonos no es suprimir la moneda; es simplemente cambiar la base arbitraria actual
por otra base arbitraria de intercambio. ¿Se puede creer seriamente que unos bonos
—forzosamente diferenciados para cada uno de los usos a que son destinados—
pueden reemplazar con éxito el sistema monetario y financiero actual, casi perfecto,
considerado como ciencia de la medida del valor de las cosas, si no fuera por la
continua intervención de las pasiones humanas?
Es necesario comprender que el sistema monetario y financiero actual tiene que
ser reformado en un sentido que deje subsistir todas sus ventajas, resultado de las
experiencias económicas de muchas generaciones humanas, y haga desaparecer en lo
posible los defectos que el maquinismo ha puesto francamente en evidencia.
El sistema monetario actual no puede dar salida a la producción cada día mayor
de la técnica moderna por carecer de reservas oro, primeramente, y, después, por
causa del acaparamiento individual —y durante largos períodos— de importantes
reservas oro y de divisas.
Es preciso, con las mismas reservas oro actualmente existentes, construir un

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sistema monetario más flexible. La revolución económico-social que nos impone el
maquinismo no será un hecho humanamente posible hasta el día en que se comprenda
que, por vez primera en la historia de la humanidad, la producción sobrepasa de tal
manera el consumo permitido por nuestras finanzas actuales que el desequilibrio
económico-social nace de querer conservar un sistema monetario tal que, para
permitir el consumo normal de las riquezas producidas y acumuladas, necesitaría
unas reservas oro o de otros metales preciosos tan fantásticamente grandes que no es
posible pensar en su existencia.
Es necesario un sistema monetario que por la rapidez del signo monetario, y por
el automatismo casi instantáneo de las compensaciones bancarias, permita la mínima
garantía fiduciaria necesaria, exclusivamente con las actuales reservas de oro y de
metales preciosos.
La reforma monetaria radical —que permitiría, pues, a la vez destruir el
capitalismo en su causa principal y construir una economía social sana y fuerte en sus
fundamentos— tiene que basarse sobre la separación práctica y real de estos dos
conceptos: medios de consumo y medios de producción.
La destrucción del poder fetiche del dinero no será un hecho hasta que el sistema
monetario vigente obligue a todos a comprender esta separación de conceptos que
nos imponen los instintos primarios del hombre y la complejidad de la economía
moderna. El instinto de propiedad en el hombre es consustancial con su naturaleza: es
necesario favorecer la satisfacción de este instinto, en cuanto a los medios de
consumo necesarios al hombre para realizar plenamente su libertad humana, y
reforzar la tendencia innata en él de poner en común los medios de producción, para
obtener un rendimiento más alto.
Todas las reservas oro y de metales preciosos existentes puestas a la disposición
de la Nueva Economía Social representarán la garantía internacional del sistema
fiduciario que impone la ya señalada separación práctica y real de las causas y de los
efectos sociales de la producción y del consumo.
Sobre la reserva-oro y de metales preciosos que las contingencias de la guerra y
de la Revolución dejen en poder de los pueblos ibéricos, hay que crear el sistema
fiduciario siguiente: distinto en cuanto a la manipulación de los medios e
instrumentos de producción y en cuanto a la compra y usufructo de la propiedad y de
los medios de consumo, pero único en cuanto a su valor relativo de intercambio.

1. Moneda de consumo. Facilitará la libre manipulación, compra, pago y


usufructo de la propiedad y de los medios de consumo, y será el instrumento de la
conquista del poder económico mínimo por todos y cada uno de los individuos libres,
siéndoles pagados en moneda de consumo el salario familiar y las primas a la
producción que eventualmente se establezcan.

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La moneda de consumo tendrá circulación monetaria visible y uniforme bajo
forma de papel-moneda de valor variable con el tiempo, al objeto de impulsar el
consumo y evitar el atesoramiento, sin destruir completamente el ahorro personal o
familiar. El papel moneda de consumo será descontable por términos vencidos de un
porcentaje anual o trimestral a fijar, según sean anuales o trimestrales las emisiones
de billetes.
El papel moneda de consumo permitirá solamente el intercambio de la propiedad
y de los medios de consumo, a excepción absoluta de los medios e instrumentos de
producción.
El valor real del papel-moneda de consumo será fijado y convertido
inmediatamente en moneda de producción a su reingreso en el ciclo de la producción:
industrias de consumo, servicios de sanidad y cultura, cajas de seguros personales,
comercio al detalle, transportes de personal y su impedimenta. El signo monetario
será radicalmente neutralizado y destruido una vez hechas las diferentes
compensaciones bancarias en moneda de producción.
Cada año, según el índice de riqueza colectiva del país y las posibilidades de la
producción, será fijada la cantidad total y máxima de la propiedad personal y familiar
de consumo, y será hecha una lista de los medios de consumo que pueden ser normal
y libremente manipulados y utilizados con el papel-moneda de consumo.
La manipulación de los capitales de consumo será libre, su posesión permitirá
solamente el consumo en la Nueva Economía Social.

2. Moneda de producción. Será la unidad de intercambio en todas las


transacciones industriales, comerciales, financieras y bancarias de los medios de
producción, sin absolutamente ninguna excepción.
La moneda-unidad de producción no tendrá circulación monetaria visible y
uniforme, pero su valor será constante y fijo, y no estará sujeta a especulación alguna.
El uso de la moneda de producción será obligatorio en todas las transacciones de
los medios de producción por mediación de estimaciones escritas (cheques, letras,
etc.), firmadas por los sindicatos profesionales, vendedor y comprador, y controladas
por su departamento bancario, de acuerdo con las normas bancarias generales.
Todas las compensaciones bancarias se harán normalmente y por los
procedimientos más rápidos de acuerdo con la ley de contabilidad bancaria de la
Nueva Economía Social.
La manipulación de los capitales de producción estará precisa y totalmente en
manos de los sindicatos profesionales, y no se permitirá la utilización por ninguna
otra persona natural o jurídica, como no sean los servicios económicos de los
organismos políticos, sociales y judiciales estrictamente necesarios en la nueva
sociedad.

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3. En el mercado internacional, la base de Comercio Exterior será el intercambio,
y el oro y los demás metales preciosos serán en todo caso considerados como
mercancía de intercambio hasta que se llegue a la creación de una moneda
internacional.

IV. CNT y FAI: los grupos de presión

[1998, revisado en 2005]

Al existir muchas imprecisiones sobre esta cuestión, tanto entre los historiadores
profesionales (la mayor parte a favor de una jerarquía capitalista o marxista) como
entre algunos militantes anarcosindicalistas y como entre determinados cenetistas
españoles (que comparten a veces el concepto de jerarquía, por ser políticos natos o
por caer en la fijación de que el sindicalismo es en sí reformista y que le hace falta
una protección impuesta), es preciso trazar directrices sólidas.
La lógica subyacente es simple, hay que demostrar que en el plano ideológico el
anarcosindicalismo es un movimiento asimilable, comparable a los demás. Como se
suele pensar que el sindicalismo tiene que ser un apéndice de un partido político, la
FAI es el partido y la CNT la correa de transmisión. El ejemplo que suelen aducir
tirios y troyanos es la Alianza de Bakunin en la AIT[30]. Bakunin veía la revolución
desde la misma perspectiva y desconfiaba de las tendencias centralizadoras de Marx
y de Mazzini (partidario del Estado nacional). Para contrarrestar ambas desviaciones,
grupos de militantes escogidos debían estar ojo avizor, pero por medio del
asesoramiento y la palabra, sin cheka ni jesuitismo.
La posición que establece una complementariedad entre la CNT y la FAI es
históricamente inexacta. Sin embargo, es defendida por numerosos cenetistas
españoles que quieren dar así una visión triunfalista de su organización.
Aparentemente la FAI fue creada en marzo de 1927 en Valencia en España, con el
deseo de incluir a Portugal, en tiempos de la dictadura (de ahí el nombre de
Federación Anarquista Ibérica). Desde el inicio existe una ambigüedad, la idea viene

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sugerida por los grupos anarcosindicalistas emigrados a Francia y por un punto del
orden del día que concernía a la Plataforma de Archinov (favorable a que una minoría
encauzara el sindicalismo)[31].
Ahora bien, los grupos representados en Valencia no tenían esta visión. No
conocían la Plataforma (ni tuvieron tiempo de discutir este punto[32]), se limitaban a
coordinar las actividades anarquistas de los grupos, sin preocuparse de la CNT. De
hecho, como fuerza dentro de CNT, sólo aparece en 1929, éste es su nacimiento real.
Es interesante constatar cómo influyó la Plataforma en las conclusiones de
Horacio Prieto en su folleto Anarco-Sindicalismo. Cómo afianzaremos la revolución
de 1932, con su insistencia en el ejército revolucionario disciplinado que luego «se
disolverá casi automáticamente» y su oposición a los anarcoindividualistas, al
«anarquismo hermético, las ortodoxias anarco metafísicas[33]». La tesis de Prieto
supone una asimilación del papel dirigente del grupo anarquista plataformista en el
sindicato, trasladado a un comité nacional de la CNT que dirige a los trabajadores en
nombre del interés de los mismos.
Creo que aquella idea fue el motor de las actuaciones de las dos tendencias que
nacieron dentro de la Confederación, la manipulación con el fin de descartar a su
contraria, sin explicar la motivación y las orientaciones que se tenían.
Cuando el clima político evolucionó rápidamente en la España de 1929-1930, la
FAI cobró una envergadura muy distinta. Estaba dominada por una tendencia que
apuntaba a una línea de luchas duras, con la idea de excluir de los puestos clave de
CNT a los militantes preocupados por un talante puramente reivindicativo.
El congreso de la CNT de 1931 nos permite deducir el rechazo de los políticos de
izquierda y una fuerte penetración de la FAI:

[Arín del Comité nacional] Se nos invitó a que formáramos parte, antes del
movimiento de diciembre [1930], del posible Gobierno provisional de la segunda
República. […] había que terminar fuera como fuera con aquello, pero en un sentido
eminentemente popular y de acción directa.
[Peiró] Tomo parte en este debate al ver que se levantan voces pidiendo poco
menos que la cabeza del Comité Nacional. Esto es injusto. Esto no puede pedirse. He
pedido la palabra para decir, para afirmar, que desde el año 1923 ni un solo Comité
Nacional, ni un solo Comité Regional ha dejado de estar en contacto con los
elementos políticos, no para implantar la República, sino para acabar con el régimen
de ignominia que nos ahogaba a todos. […] Cuando se dio el golpe en el mes de
enero [1931] sin haber avisado previamente a la Confederación, nos encontramos en
Barcelona con el problema planteado con ocho horas de anticipación. El domingo nos
dicen: «Mañana se va el movimiento»; y entonces el Comité Nacional llama a los
compañeros y hace la necesaria preparación. Y como lo convenido era que la CNT no

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se moviera sin ver a los militares en la calle, y a las plazas de artillería, cuando
vinieron a decirnos que fuéramos con nuestras fuerzas a la calle, como no se había
cumplido lo que nosotros habíamos exigido, dijimos que no. […] Los políticos
estaban interesados en no establecer ningún compromiso con la CNT, porque sabían
que la CNT tenía que establecer inteligencia a base de imposiciones, y una de ellas
tenía que ser la de proporcionar armas al pueblo[34].
Como decía Arín, en aquellos momentos el Comité Nacional fue forzado a
establecer contacto con los elementos políticos, llevados por esos individuos que se
decían representantes de la FAI.

[Arín, en 1929-1930] a pesar del acuerdo tomado, los camaradas de la


Regional catalana, sin antes haber consultado al Comité Nacional, y
representando a la FAI y a la Regional, se atribuyeron nuevamente una
representación que el Comité Nacional no les había conferido[35].

Dos enfoques me parecen sanos: una perspectiva de la base con el fin de no


dejarse manipular por los políticos; un rechazo de la presión faísta. El Congreso no
zanjó el problema. Peor, desde fuera de la Confederación salió el manifiesto de los
treinta (Pestaña, Peiró, Juan López y otros destacados militantes[36]), de agosto de
1931, que desprestigiaba a los faístas:

Siendo la situación de honda tragedia colectiva; queriendo el pueblo salir


del dolor que le atormenta y mata, y no habiendo más que una posibilidad, la
revolución, ¿cómo afrontarla? [Para unas minorías] todo se confía al azar,
todo se espera de lo improvisto, se cree en los milagros de la santa revolución,
como si la revolución fuera alguna panacea y no un hecho doloroso y cruel
que ha de forjar el hombre con el sufrimiento de su cuerpo y el dolor de su
mente. […] Frente a este concepto simplista, clásico y un tanto peliculero, de
la revolución, que actualmente nos llevaría a un fascismo republicano, con
disfraz de gorro frigio, pero fascismo al fin, se alza otro, el verdadero, el
único de sentido práctico y comprensivo, el que puede llevarnos, el que nos
llevará indefectiblemente a la consecución de nuestro objetivo final. […] un
movimiento arrollador del pueblo en masa, de la clase trabajadora caminando
hacia su liberación definitiva, de los sindicatos y de la Confederación,
determinando el hecho, el gesto y el momento preciso de la revolución.

La respuesta vino unas semanas más tarde de la pluma de Durruti:

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Nosotros, los hombres de la FAI, no somos ni de lejos lo que piensa
mucha gente. Se ha hecho en torno de nosotros una especie de aureola
inmerecida, que hemos de desvanecer cuanto antes mejor. […] Naturalmente
que el manifiesto publicado últimamente por Pestaña, Peiró, Arín, Clará,
Alfarache y otros ha satisfecho mucho a los gobernantes burgueses y a los
sindicalistas de Cataluña. […] Se tenía que ir mucho más adelante de lo que
se fue [en abril de 1931], y ahora los obreros pagamos las consecuencias.
Nosotros, los anarquistas, somos los únicos que defendemos los principios de
la Confederación, principios libertarios, que parece han olvidado los otros. La
prueba de esta afirmación es que [se] abandonó la lucha en el momento que
tenía que comenzar más fuerte. Se ve claramente que Pestaña y Peiró han
contraído compromisos morales que les dificultan su actuación libertaria. […]
Se ha de hacer la revolución, se ha de hacer cuanto antes mejor, puesto que la
República no ha dado ninguna garantía al pueblo ni económica ni política.
[…] Si en lugar de situarse, como ha hecho [un responsable catalán], entre el
capital y el trabajo se hubiera inclinado definitivamente hacia el lado obrero,
el movimiento libertario de Cataluña se habría extendido por toda España y
por toda Europa e incluso hasta en la América Latina habría logrado
adeptos[37].

García Oliver intervino también:

Sin precisar fecha, nosotros propugnamos el hecho revolucionario,


despreocupándonos de si estábamos o no preparados para hacer la revolución e
implantar el comunismo libertario, por cuanto entendemos que el problema
revolucionario no es de preparación y sí de voluntad, de quererla hacer, cuando las
circunstancias de descomposición social como las que atraviesa España abonan toda
tentativa de revolución. […]
En el orden ideológico la FAI, que es la exaltación del anarquismo, aspira a la
realización del comunismo libertario. Y tanto es así, que si después de hecha la
revolución en España se implantase un régimen parecido al de Rusia o al
sindicalismo dictatorial que preconizan Peiró, Arín y Piñón, la FAI entraría
inmediatamente en lucha con esos tipos de sociedad, no para hundirlos en un sentido
reaccionario, sino para conseguir de ellos la superación necesaria para implantar el
comunismo libertario[38].

Paradójicamente, los militantes considerados representantes de la FAI no


formaban parte de la misma[39]. Pero Durruti, Ascaso, García Oliver hablaban a pesar
de esto en nombre de la FAI, en el sentido de la revolución inmediata. Resulta

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evidente que el grupo Los Solidarios compuesto por Ascaso, Durruti, etc., ejercía
presiones para que la CNT y la FAI fueran a un enfrentamiento contra el Capital. Se
estaba en plena práctica de calado plataformista con la CNT nucleada por la FAI y
ésta orientada por un grupo cerrado.
Se puede constatar que Makhno (que conoció algunos cenetistas en el exilio) y
Malatesta, encerrado en la Italia fascista, pero buen conocedor de los problemas de
España y de la CNT, antes de la polémica, tenían una posición parecida a la de la
FAI:

No debe ralentizarse el ritmo de la acción revolucionaria de las masas. Es


necesario acelerar la ayuda a las masas populares para obligar por la fuerza (si no hay
otra vía o medio) al Gobierno republicano provisional a que desista en su papel de
domar la revolución con decretos absurdos. […] Es preciso auxiliar a los trabajadores
para que se pongan enseguida en sus puestos de trabajo para crear su economía local
y social autogestionada o de soviets libres, y también regimientos armados para la
defensa de estas medidas sociales revolucionarias, que los trabajadores,
concienciados y habiéndose arrancado las cadenas de su situación de esclavos,
convertirán oportunamente en realidad. […] No deben temer tomar en sus manos la
dirección organizacional y revolucionaria-estratégica del movimiento popular. Por
supuesto, deben soslayar cualquier alianza con los partidos políticos en general y, en
particular, con los comunistas bolcheviques, porque pienso que los comunistas
bolcheviques españoles son iguales y similares a sus camaradas rusos[40].
A mi parecer, habría que aprovechar los primeros tiempos cuando el gobierno está
débil y desorganizado, para arrancarle al Estado y al capitalismo lo más posible.
Luego la asamblea constituyente y el poder ejecutivo intentarán retomar al pueblo las
ventajas conseguidas, y sólo respetarán las conquistas populares que encontrarán
demasiado peligrosas de contrarrestar[41].

Un testigo imparcial como el anarquista ruso Alexandre Shapiro juzgó la


situación global de la CNT en 1933, justo después de la intentona de enero de 1933.
Constató primero la misma confusión orgánica entre cenetistas y faístas, como en
1929-30:

El secretario del CN de la CNT que era al mismo tiempo el secretario del CN de


Defensa, le declara que como representante de la CNT, se oponía a un movimiento
tan precipitado, pero que en tanto que militante y anarquista, coincidía del todo con
ellos. […] creyendo que la decisión del Comité Regional de Defensa se había tomado
en pleno acuerdo con el Comité regional confederal —lo que no era el caso—, el
secretario del CN de la CNT mandó, en su calidad de secretario del CN de Defensa,

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un telegrama a varias regionales notificándoles que Cataluña se levantaba. […]
Varios compañeros anarquistas, cuya valentía y denuedo están fuera de duda para
todos, pero que son del todo inconscientes de lo que puede significar un movimiento
revolucionario, se dejaron llevar por su impaciencia claramente subjetiva. Quisieron
el golpe de Estado, quisieron «hacer la revolución social» sin interesarse en absoluto
en si las condiciones del ambiente eran propicias o no, y sobre todo, sin tomar de
ningún modo en consideración los intereses de la Confederación Nacional del
Trabajo. […]
No cabe duda, además, de que el espíritu de rebeldía es tan poderoso en el seno
de las masas proletarias, y sobre todo en las masas campesinas, que incluso una
derrota como la del 8 de enero no ha podido menguar el entusiasmo y el fervor de las
grandes masas de los confederales. No hay en ninguna parte la menor señal de
desaliento. La desorientación momentánea, producida por lo inesperado de los
acontecimientos, sólo fue visible entre los militantes de Barcelona. […]
Hay que decir que ni siquiera en el seno de la Confederación los problemas de la
Revolución han sido discutidos en serio. La única tentativa de acercarse a la
preparación práctica de la post-revolución era la decisión tomada por el pleno
nacional de diciembre de 1931 de elaborar una estadística nacional de la organización
obrera del país, así como su producción agrícola e industrial. […]
Menos aún se ha tratado de esos problemas entre los miembros de la FAI Allí
reina una doble corriente: la FAI dirige la CNT, y para que la FAI pueda dirigir bien
hace falta que la CNT esté enteramente acaparada por los elementos de la FAI. Tal
ideología, que recuerda el famoso «plataformismo» bolchevizante, está hoy en día
declinando. Se han dado cuenta de que es sólo a la CNT a quien corresponde dirigir
el movimiento y la que debe dirigirlo. […]
Los compañeros de los «Treinta» deben reponerse y percatarse del peligro que
corren y hacen correr a la CNT. Hay malos pastores entre sus filas, cuya meta si no es
netamente escisionista tiende sin embargo a «encauzar» a la CNT en una dirección
evolucionista. […]
No hay que olvidar que todos los miembros de la FAI lo son de la CNT. Bastaba
pues, a mi parecer, que todos los anarquistas afiliados a la CNT hicieran una
propaganda, tan violenta como lo pudieran desear, en el seno de su sindicato
respectivo, para oponerse a la infiltración del reformismo. Nadie habría tenido el
derecho de hacer la menor objeción. Pero nuestros compañeros de la FAI no lo
entendían así. Consideraban que la FAI, en tanto que FAI, tenía el derecho, y el deber,
de inmiscuirse oficialmente, orgánicamente, en las actividades múltiples de la
Confederación, de sus organismos nacionales, regionales y locales.
Todas las luchas consecutivas, todas las disensiones intestinas que lastimaron la
CNT desde el congreso extraordinario de 1931, se reducen a esta injerencia.

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Digamos enseguida que la segunda equivocación vino de Pestaña y sus amigos
que, mientras eran aún los «dirigentes» de la CNT, publicaron en un momento
psicológicamente inoportuno, su famoso manifiesto, llamado «Manifiesto de los
Treinta» que no podía dar más que un único resultado: el de todavía más amargura
entre los unos y los otros, obligando más que nunca a la FAI a hablar y a despotricar
contra el peligro reformista. […]
La FAI quería imponer su ideal. No se ha dado cuenta de que la misma anarquía,
por muy hermosa que sea, perdería todo su valor si se ponían a imponerla. La FAI
creía que bastaba con proclamar la revolución social para que se hiciera realmente.
Aquella mentalidad de imposición hizo un daño terrible. Se impusieron a la
Confederación organismos mixtos compuestos de miembros de la CNT y miembros
de la FAI y como en casi la mayoría de los casos, los miembros de la CNT eran ellos
mismos, miembros de la FAI o entusiastas de la FAI sin ser miembros de la misma, la
CNT acabó por tener organismos mixtos que no eran ni más ni menos que Comités de
la FAI[42].

Como el informe de Shapiro permaneció en la confidencialidad y sin traducción


al castellano, no tuvo efecto en España.
El grupo de García Oliver, Durruti, etc., se había convertido en un grupo de
presión. Si no lo fue más, es porque otro grupo dominó la FAI en un sentido mucho
más próximo a los contactos políticos, al igual que los treintistas (Abad de Santillán)
y que, por otra parte, existían diferencias de apreciación entre Durruti y García
Oliver. El período comprendido entre julio y noviembre de 1936 ilustra
perfectamente esta situación, Durruti no habló nunca a favor de un Gobierno con
cenetistas.
Objetivamente, la mayoría de los jóvenes militantes cenetistas, y sin duda de
CNT, compartían completamente la visión de la revolución social inmediata.
¡Fue preciso cierto número de fracasos (1932, enero y diciembre de 1933, 1934) y
la nueva situación después de las elecciones de 1936 para que se produjera un
acercamiento entre trentistas, faístas y el grupo de Durruti! Pero el mal había echado
raíces: todos buscaban apoyos en las cúpulas de los sindicatos. La manipulación se
había convertido en regla.
Las crisis violentas, que precedieron y siguieron mayo de 1937, tienen su origen
en estas prácticas.

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V. Los dos comunismos libertarios, o partido libertario
versus anarcosindicalismo

[1997-98, revisado en 2005]

El enfoque de la destrucción del régimen capitalista y la instauración inmediata


de otra sociedad por y para los propios trabajadores está en Bakunin, esbozado en un
primer folleto del bakuninista James Guillaume Ideas sobre la organización social en
1876 (la revolución universal, con la evocación de colectivos libremente federados a
nivel comarcal, regional, provincial, nacional e internacional; las estadísticas, el
ejemplo de colectividades anarquistas agrícolas para convencer progresiva y
paulatinamente el campesinado, etc.). La Conquista del Pan de Kropotkin (véanse las
citas de la introducción) brinda una brillante exposición.
En España, ya en 1872, en una resolución del congreso de Zaragoza de ese mismo
año, tal y como cita Anselmo Lorenzo en El Proletariado militante[43], se lee una
evocación premonitoria:

Todos los grandes instrumentos de trabajo reunidos hoy en unas cuantas manos
ociosas, podrían ser de la noche a la mañana transformados por una fuerza
revolucionaria y puestos inmediatamente en usufructo a disposición de los
trabajadores que hoy los hacen producir. Estos obreros con sólo organizarse en
Asociación, si no lo estaban ya, y ofreciendo las garantías necesarias a los Consejos
locales, entrarían en el pleno goce de los instrumentos del trabajo. […] Nuestros
Consejos locales, que serían ya la legítima representación de todos los productores,
transformados en Consejos de administración, serían responsables ante los Consejos
comarcales de todo lo que pertenece a la colectividad; éstos ante los regionales, y
éstos ante el internacional […]
Hay pequeños talleres de costura, zapatería […] donde el trabajo se halla
diseminado y los obreros se ven obligados a pasar la mayor parte de su tiempo sin luz
ni ventilación y en las peores condiciones higiénicas, que podrían muy bien
inventariarse y trasladarse interinamente a las iglesias y a los palacios de los
príncipes[44].

Desde la época de Anselmo Lorenzo, el militante español ha tratado de


conceptualizar la sociedad anarquista. En la bibliografía de la historiadora y militante
anarquista Renée Lamberet[45], seleccionando los libros relativos a este tema,

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encontré 9 para el periodo de 1882 a 1900; 11 para el de 1901 a 1910; 2 para el de
1911 a 1920; 3 para el de 1921 a 1930; 27 para el de 1931 a 1936. Es llamativo el
tirón de 1931-1936 tras el estancamiento 1911-1930. Estos libros son traducciones
sobre la revolución rusa o, en general, vulgarizaciones y adaptaciones de Guillaume y
luego de Besnard.
En 1930 Pierre Besnard publicó Les syndicats ouvriers et la révolution sociale, un
libro que iba a ser respaldo ideológico del anarcosindicalismo español y que el
Comité nacional de CNT mandó traducir[46]. El esquema era el siguiente:

Industria: «Comités de talleres, consejo de fábrica, sindicato obrero de industria,


uniones locales y regionales; federaciones nacionales e internacionales de
industria; consejo económico del trabajo [cada organismo] será revocable en
cada momento por estas asambleas o congresos».
Agricultura (granjeros y arrendatarios): «Habrá que esforzarse por hacerles
entender la necesidad de la explotación común y colectiva. […] De este modo,
sólo quedarán dos formas de explotaciones agrícolas: las explotaciones
colectivas y las explotaciones artesanales. […] La supresión de la herencia hará
desaparecer por entero la segunda categoría al cabo de una generación».
Intercambio internacional: «El trueque y el pago en moneda […] El oro no será
más que un medio, un instrumento de evaluación y nada más».
Intercambios nacionales: «Conocemos demasiado las distorsiones del dinero
para continuar utilizándolo en los intercambios. [La distribución se hará] con la
presentación de la libreta de trabajo o de individualidad. [Los precios serán
invariables y se evaluarán en antigua moneda y no habrá pago real] será un
juego de letras».
Conclusión: «No vengan, sobre todo, por incapacidad o pereza, a afirmar otra
vez, como se ha hecho hasta ahora, que la improvisación bastará para todo y que
es inútil prever».

Este libro despertó un gran interés, como todo lo publicado sobre el mismo tema.
La obra de Besnard no llegaba a la mayor parte de los afiliados. El papel del folleto
siempre fue esencial. Y por eso la visión del cambio revolucionario aparece
defendida bajo esta forma en dos autores, con textos esenciales: El comunismo
libertario de Isaac Puente (1933) y Anarco-Sindicalismo - Cómo afianzaremos la
revolución (1932) de Horacio Prieto.
El comunismo libertario de Isaac Puente se define así:

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El COMUNISMO LIBERTARIO es la organización de la Sociedad sin Estado y
sin propiedad particular. Para esto no hay necesidad de inventar nada, ni de
crear ningún organismo nuevo. Los núcleos de organización, alrededor de los
cuales se organizará la vida económica futura, están ya presentes en la
sociedad actual: son el Sindicato y el Municipio libre[47]. […] El MUNICIPIO
LIBRE, asamblea de antiguo abolengo […] ofrece cauce a la solución de todos
los problemas de convivencia en el campo.

E insistía en el plano económico: «La coacción económica es el nexo social. Pero


es y debe ser también la única coacción que la colectividad debe ejercer sobre el
individuo. Todas las otras actividades, culturales, artísticas, científicas, deben quedar
al margen del control de la colectividad y en manos de las agrupaciones que sientan
afán por su culto y fomento».
Puente refutaba en ocho puntos los prejuicios contra el comunismo libertario y
me parece útil resumirlos.

Prejuicio 1. Atribuir carácter pasajero a las crisis. El Capital y el Estado son dos
viejas instituciones en crisis mundial, progresiva e incurable.

Prejuicio 2. Suponer que el Comunismo libertario es fruto de ignorancia. Porque


lo ven propuesto por gentes que tienen fama de ignorantes y de incultas, por gentes
sin título universitario, suponen que el Comunismo Libertario es una solución
simplista que desconoce la complejidad de la vida y las dificultades inherentes a un
cambio de esa envergadura. Este prejuicio lleva inherente el que mencionaremos
después.
Colectivamente, el proletariado tiene más conocimiento de la sociología que los
sectores intelectuales, y por ello, más visión de sus soluciones. Así, por ejemplo, a los
médicos o a los abogados, o a los farmacéuticos, no se les antojan ni ocurren otras
soluciones para la abundancia de profesionales, que la de limitar el ingreso en las
Facultades […]
Los obreros, en cambio, se atreven a proponer de acuerdo con sus escarceos en
los libros de sociología, soluciones que: no se limitan a una clase, ni a una generación
de una clase, sino a todas las clases de la sociedad.

Prejuicio 3. La aristocracia intelectual. Al pueblo se le considera como


incapacitado para vivir libremente y, por lo tanto, como necesitado de tutela. Por
sobre ellos, los intelectuales quieren hacer valer privilegios aristocráticos, como los
que hasta ahora disfrutó la nobleza. Pretenden ser dirigentes y tutores del pueblo. […]
Lo que llamamos buen sentido, rapidez de visión, capacidad de intuición, iniciativa y

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originalidad, no se compran ni se venden en las universidades, y las poseen lo mismo
intelectuales que analfabetos.

Prejuicio 4. Atribuirnos desdén por el arte, la ciencia o la cultura. Lo que


hacemos es no comprender que a estas tres actividades les sea preciso, para brillar,
asentarse sobre la miseria o sobre la esclavitud humana. Para nosotros deben ser
incompatibles con este dolor evitable. Si para brillar han de necesitar del contraste
con la fealdad, con la ignorancia y con la incultura, podemos declararnos desde ahora
incompatibles con ellas, sin que temamos decir ninguna herejía.
El arte, la ciencia o la cultura, ni se compran con dinero ni se conquistan con
poder. […] Florecen espontáneamente en cualquier parte, y lo que precisan es no
tener obstáculos. Son frutos de lo humano, y el simplismo está en creer que se
contribuye a ellas creando, gubernamentalmente, una oficina de inventos o un
galardón para la cultura. […]

Prejuicio 5. Incapacidad para estructurar la nueva vida. La nueva organización


económica precisa de la colaboración técnica, como del obrero especializado y del
simple trabajador. Del mismo modo que hoy, hasta las fuerzas revolucionarias
cooperan a la producción, mañana se ha de hacer también entre todos. Es decir, que
no se ha de juzgar de la nueva vida por las capacidades que reunamos los
revolucionarios, como si fuéramos un partido político redentor, sino por las
capacidades que existan en la colectividad entera. Lo que impulsa a trabajar al
técnico es la coacción económica y no su amor a la burguesía. Lo que impulsará
mañana a cooperar a todos en la producción será también la coacción económica que
se ejercerá sobre todos los ciudadanos aptos. No confiamos solamente en los que
hagan por devoción o por virtud. […]

Prejuicio 6. Creencia en la necesidad de un arquitecto social. Es un prejuicio


fomentado por la política, ése de creer que la sociedad precisa de un poder ordenador
o que una multitud se desmandaría si no hubiese unos polizontes para evitarlo. Lo
que sostiene a las sociedades humanas, no es la coacción ni la inteligente previsión de
sus gobernantes, sino el instinto de sociabilidad y la necesidad de apoyo mutuo. […]

Prejuicio 7. Anteponer el conocimiento a la experiencia. Es tanto como querer


que preceda la destreza al entrenamiento; la pericia al ensayo, o los callos al trabajo.
Nos piden desde el principio un régimen perfecto, garantía de que las cosas se
harán así y no de este otro modo, sin coscorrones, sin tanteos. […]
Viviendo en comunismo libertario será como aprenderemos a vivirlo.
Implantándolo es como se nos mostrarán sus puntos débiles y sus aspectos
equivocados. Si fuéramos políticos pintaríamos un paraíso lleno de perfecciones.

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Como somos hombres y sabemos lo que es lo humano, confiamos en que el hombre
aprenda a andar solo del único modo que es posible aprender: andando.

Prejuicio 8. Mediación de políticos. El peor de todos los prejuicios es creer que


un ideal puede realizarse por la mediación de unos hombres, aunque éstos no quieran
llamarse políticos. […]
A la acción política, escamoteadora y engañosa, oponemos nosotros la acción
directa, que no es otra que la realización inmediata del ideal concebido, habiéndolo
hecho tangible y real y no ficción escrita e inaprehensible ni promesa remota. Es la
ejecución de un acuerdo colectivo por la colectividad misma, sin ponerlo en manos
de ningún mesías ni encargárselo a ningún intermediario.
El comunismo libertario será realizable en la medida que se haga uso de la acción
directa y en la medida que se deje de echar mano de los intermediarios.

Además de esos puntos, presentaba un cuadro comparativo de la organización


política y de la organización sindical en once puntos. Su claridad y racionalidad eran
sin duda alguna de mucho efecto sobre los lectores, aunque no se trataba más que de
un folleto.
La gran ventaja de esta teoría era que al racionalizar la sociedad tal como era, y
con la fuerza del ejemplo convenciendo a los demás, se instauraba el comunismo
libertario sin mayores obstáculos.
El folleto de Horacio Prieto se publicó en enero de 1932, en el mismo momento
en que cenetistas de Figols declaraban espontáneamente el comunismo libertario.

Todo el poder al pueblo, decimos nosotros, los anarcosindicalistas. Esta fórmula


nos parece la más justa y procuraremos interpretar del modo más fiel a nuestra
conciencia, y que creamos más eficiente, para una rápida y benigna introducción del
comunismo libertario en un próximo futuro. […]
Los individualistas, tanto el burgués como el anarquista; los primeros por motivos
desviacionistas, para así perpetuar el privilegio, y los segundos porque no tienen fe en
la humanidad y de este modo se rescatan del esfuerzo y de la lucha. Los dos pecan
con sus actitudes; pero mucho más los segundos, los anarco-individualistas, que con
su olímpico desprecio a la masa se hacen consortes inconscientes de los tiranos.
Frente a ese absolutismo ideológico nos emplazamos los revolucionarios y ofrecemos
al pueblo, que pide nueva justicia social, un sistema de ataque y substitución de la
burguesía, bastante lógico, y que cuaja en la psicología del pueblo español, pero que
es muy posible de ser modificado […]
Tan pronto como el proletariado se adueñe de la situación, después de haber
eliminado en lo posible a la burguesía y a los elementos principales que la sostienen;

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tan pronto como el sistema autoritario es liquidado totalmente, en cuanto la huelga
revolucionaria carezca de objetivo, todos los productores en general deben
reintegrarse a sus puestos de trabajo y reconstituir así la situación prerrevolucionaria
hasta que las estadísticas, el examen sereno de las circunstancias, establezcan normas
factibles de empezar el trasiego de los productores, de objetos inútiles y de coerción,
para incorporarlos a las nuevas demandas del trabajo social. […]
El pueblo entero queda obligado a ser trabajador y legislador, productor y
conservador del orden social. Inclusive los grupos revolucionarios deberán disolverse
por sí mismos y canalizar sus energías en construir rápidamente el crisol social que
funda el viejo mundo y nos lo transforme saturado de la moral libertaria. […]
Los mismos trabajadores serán los que designen a sus mandatarios en el seno de
las fábricas, talleres, edificaciones y campos, en sus secciones autómatas, al igual que
hoy lo hacemos, y tendrán la potestad de regular el trabajo; de imponerse el horario,
de crear sus comités de fábrica, de imponer sanciones disciplinarias a la holgazanería
y al sabotaje, a la inmoralidad, de estimular y de premiar la diligencia y el estudio;
fomentarán la propaganda, organizarán grupos de choque, de actividad, e
impregnarán el ambiente de una sana moral, siempre procurando dar buen remate a
las más apremiantes necesidades de la producción y a los preceptos de la nueva ética
revolucionaria.
En el campo existirá el mismo principio de organización fundamental, tanto en
política como en economía: habrá que especializar los trabajos o incorporarlos a las
industrias superiores. Pero al mismo tiempo se crearán granjas agrícolas y ganadoras,
que estarán ligadas por igual sistema de autonomía y federalismo al común de
productores, en sus relaciones locales, comarcales y nacionales, con sus federaciones
de producción específica y sus comités de estadística y hermanadas a las cooperativas
de distribución.
Inútil decir que cada localidad atenderá primeramente a sus necesidades
peculiares y que la ética revolucionaria las determinará a proceder con igual ardor
que para sí mismas, atendiendo a cubrir lo más perfectamente posible, con el exceso
de sus riquezas a las necesidades de las demás comunas y del país en general.
En este sistema federalista no hay, no puede haber manifestaciones autoritarias;
todo quedará condicionado al bienestar general que será la autoridad suprema. Según
la naturaleza de nuestros sentimientos libertarios todos los comités, órganos
representativos, lo son de relaciones, simbolizan la simplificación de las tareas y
serán renovados según la voluntad del pueblo lo manifieste; pero, como tales
organismos de responsabilidad, serán investidos, de grado, de una fuerte prestancia
moral y en el desempeño de sus obligaciones se les rendirá el más profundo respeto.
[…]
Los seres humanos, en relaciones sexuales serán completamente libres; todas las

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uniones serán legitimadas por la moral pública, es decir, aquéllas que se hacen por
atracción recíproca de los sexos y que respondan en sus orígenes y en sus fines, a la
más pura moral natural. Los placeres contra natura serán sancionados como
degradantes y encontrarán justa represión en la reacción psicológica del pueblo. […]
Al mismo tiempo [el asalariado] tendrá un carnet de identidad de productor, que
será la moneda circulante del país para adquirir todo cuanto el productor necesite para
satisfacer las exigencias personales y familiares, de nutrición y confort. En él se
inscribirán los individuos y sus oficios respectivos, número de familiares
incapacitados para el trabajo, etc., y habrá hojas especiales sobre las que las
cooperativas inscribirán las entregas que se hagan al portador y las cuales darán al
demandante según sus necesidades. En una sección especial del carnet, los comités de
fábrica y de taller constatarán la capacidad de trabajo del identificado, su moral, etc.,
para que practiquen los obreros en sus asambleas y tertulias un régimen de
reconvenciones mutuas, de sanas coacciones morales que pongan a los reacios al
trabajo en el trance de prodigarse en el esfuerzo y de evitar la vergüenza de ser
tildados de saboteadores[48].

La última cita plasma el molde polifacético impuesto a la sociedad: igualdad


económica, sanciones latentes, moral omnipresente. Muy curiosamente, Horacio no
se planteaba que los trabajadores hubieran podido desear mantener la huelga
revolucionaria, o instituir la holgazanería, incluso «la inmoralidad» y cambiar desde
ya la economía capitalista.
La conclusión era delirante, dirigismo vertical: «Lo importante es abandonar “el
concepto empirista de la improvisación en los momentos de la revuelta” e ir
esfumando, pronto y bien, la excesiva confianza en la iniciativa popular que nos
infundieron los más prestigiosos propagandistas del anarquismo tradicional[49]».
Saltan a la vista dos pilares que sustentan todo el pensamiento de Horacio Prieto:
el comunismo libertario es para el futuro, no es inmediato y el día siguiente de la
revolución será regulado desde arriba por la cúpula de la CNT, la moral es esencial y
el criterio de la mayoría (idéntico en apariencia al del Comité nacional) es esencial,
siendo sancionados los desviados. Asoma claramente la afirmación dirigista,
disciplinada y centralizadora frente a «los más prestigiosos propagandistas del
anarquismo tradicional».
Es evidente que los enfoques de Puente y de Prieto no tienen nada en común. La
CNT ya era en 1932-1933 la yuxtaposición de dos conceptos antagonistas de la
revolución popular: espontánea y horizontal versus rígida y vertical. Uno tenía que
desaparecer o en caso contrario iban a combatirse mutuamente, como pasó de hecho
en 1936-1939. La visión de Puente fue reforzada por el colectivismo de Costa, que
pronto fue reivindicado como teórico lejano, aún cuando se fundaba en pensadores

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burgueses y reformistas sin hacer nunca mención alguna de los anarquistas[50]. En
Aragón, Alejandro Díez Torre ha demostrado cómo los costistas y su partido
(aragonés) tuvieron actuaciones comunes con los cenetistas, a partir de 1930.
Con la confianza adquirida, se llegó a escribir una historia ficticia e inventada,
pero con una visión segura de la realidad:

El colectivismo agrario es tradicional en la Península ibérica y en


Berbería, como en Rusia, cuyo inextinguible mir tiene un origen remoto.
Costa y Reparaz han presentado numerosísimos casos de colectivismo agrario
ibérico. […] La historia nos enseña que antes de la invasión romana había en
la Península un comunismo de carácter libertario. […] Fue en la época de los
Reyes Católicos cuando toda España empezó a sentir de modo decisivo el
poder del Estado y de la iglesia. […] Pero ni aun con eso, ni aun con cinco
siglos de regímenes antinaturales, antieconómicos, e incluso antigeográficos
se ha conseguido que de España desaparezca la espontánea inclinación hacia
el Municipio libre, hacia el colectivismo libertario […] [51]

A la inversa, el punto de vista centralizador y plataformista de Horacio Prieto era


defendido por muchos notables y pensadores influyentes.
Gastón Leval, inspirador de numerosos compañeros españoles, escribía:

Ni económica ni humana ni política ni moralmente puede considerarse


como un adelanto federalista lo que está consignado en Campos, Fábricas y
Talleres [de Kropotkin] en materia económica, ni lo que a este respecto se
expone como feliz evolución de la sociedad contemporánea. [Sobre la libertad
de experimentación] tendríamos el más abigarrado mosaico que puede
señalarse. He aquí cómo una reivindicación muy lógica, en el dominio de la
teoría abstracta, resulta una utopía tan pronto escudriñamos la realidad[52].

Era la voluntad de un evidente centralismo subyacente, la negación de todos los


análisis de Bakunin y Kropotkin en pro de una pseudo eficacia sindical.
Joan Peiró explicaba en La revolución social y el comunismo libertario (artículos
escritos en abril de 1933) que desde el inicio de la revolución los sindicatos debían
reorganizar la producción y la defensa del país, cerrando las fronteras para impedir la
huida de los técnicos, como en la URSS. Había que ganarse la simpatía de éstos antes
del momento revolucionario. Subrayaba Peiró la importancia de la disciplina, de
abajo arriba, para la producción económica. Precisaba un punto esencial que él
mismo no pidió que se aplicara en julio de 1936: «Y no se puede admitir que al
operarse la revolución social de tipo libertario, fuera el pueblo a respetar la propiedad

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de los capitalistas extranjeros». Otras ideas desperdiciadas eran la necesidad de
prever una reacción armada contra las agresiones del capitalismo internacional, así
como la formación de “grupos de guerrilleros”. Peiró pensaba que la libre
organización de «Las comunas locales, no sólo suplantarán las Federaciones locales
[= sindicatos], como antes dijimos. Suplantarán, también, a los actuales Municipios,
que en la sociedad comunista estarán vinculados a todo el sistema de la
socialización». Por fin, insistía en la imposibilidad de suprimir el dinero en los
intercambios[53].
Peiró era menos tajante que Horacio Prieto y dejaba bastante autonomía a los
colectivos de base. El problema, nunca planteado por Peiró, era la imbricación
posible de la autonomía en las directivas sindicales. De ahí dos lecturas posibles: la
base con el poder real, o la dirección sindical con el poder global.
Pestaña trató indirectamente del comunismo libertario al abandonar la CNT para
crear un partido sindicalista (que Horacio Prieto imitará luego). Su juicio sobre la
intentona de enero de 1933 es inequívoco:

Estos hombres han caído en plena lucha, que si lo hubiesen sido luchando
en otros planos la opinión quizá los hubiera llamado héroes, han sufrido
tremendo error, error que, mírese como se quiera, los hace dignos de la
conmiseración. […] hombres a quienes empuja a esos extremos la llama viva
del fanatismo por un ideal. Pruébalo su concepto simplista de la revolución,
que en el fondo es igual el concepto que tenían los cristianos primitivos por el
triunfo de sus ideas. […] las revoluciones no se hacen así. Que quienes lo
piensen son enfermos. Enfermos de la cabeza o del corazón. Cerebros
sugestionados por ideas simplistas. En el fondo, cristianos, creyentes
fervorosos en los ejemplos del sacrificio. Sacrifíqueme yo —dicen— y los
otros seguirán el ejemplo[54].

La misma tendencia autoritaria estaba en un autor exageradamente valorado por


Daniel Guerin[55] y Noam Chomsky, Diego Abad de Santillán (Sinesio Braulio
García). En El organismo económico de la revolución (publicado en 1936 justo antes
de julio[56], pero en parte conocido por extractos en la revista Tiempos Nuevos), el
autor rechaza «el localismo económico […] el capricho en la producción […] las
“Arcadias felices”[57]».

La industria moderna es un mecanismo que tiene su ritmo propio. El ritmo


humano no es el que marca el de la máquina, sino que es el de la máquina el
que determina el humano. Se suprime con la revolución la propiedad privada
de la fábrica: pero si la fábrica ha de existir y, según nosotros, perfeccionarse,

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hay que reconocer las condiciones de su funcionamiento. […] Pero la fábrica
sigue su labor con su propio ritmo. […] La característica de la vida económica
moderna es la cohesión por, sobre todas las fronteras […] En la fábrica no
buscamos la afinidad, como en el matrimonio, o en la amistad, y en el
ambiente del trato social; en la fábrica nos interesa, sobre todo el compañero
de trabajo que conoce su labor y la ejecuta sin producir complicaciones con su
inexperiencia o su impericia en la marcha del conjunto.[58]

Es un lenguaje y una distancia de empresario a ejecutantes y se anuncia, a las


claras una gestión —¡sindical!— desde arriba:

Y los que conocen la vida gremial, los organismos de los trabajadores,


saben cuántos medios de coacción puede tener un sindicato, sin necesidad de
recurrir al aparato policial, judicial o militar. No queremos decir que con el
nuevo organismo económico que propiciamos, no será posible la coacción, el
autoritarismo: es posible esa desviación si las necesidades lo exigen[59].

El autor planteaba problemas importantes como el bloqueo de España por las


naciones capitalistas en caso de revolución. Pero ostentaba un optimismo científico,
que suponía un dominio cultural que, por cierto, faltaba en la España de la época.

No hay dificultad técnica insuperable, toda esas contingencias han sido


vencidas por la ciencia moderna. [… con cinco años de trabajo serio en la
agricultura] España se convertiría en un vergel[60].

En mayo de 1936, el congreso de Zaragoza adoptó una ponencia sobre «Concepto


confederal del comunismo libertario» que distaba mucho de ser un resumen-síntesis
de las publicaciones anteriores. Se establecía que el dinero —base de la acumulación
capitalista— sería sustituido por el carnet de productor. Pero eso suponía (con la
hipotética adhesión de las demás corrientes), en el plano internacional, una reserva
abundante de oro y la posibilidad de alimentarla, y productos canjeables en el
mercado (esto es, la posibilidad técnica de seguir explotando los yacimientos
minerales sin asistencia capitalista o extranjera)[61]. El congreso de Zaragoza (mayo
de 1936) difícilmente se puede separar del pleno peninsular de la FAI celebrado el 30
de enero y el 10 de febrero de 1936, que no sólo reorganizaba sus fuerzas sino que
reafirmaba su concepto de reorganización social y anunciaba «una guerra civil
inevitable y de duración imposible de prever». Por eso y dada la falta de stocks de
armas se proponía el estudio del «modo de transformar en determinadas zonas

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estratégicas las industrias de paz, fábricas de
productos químicos, establecimientos
metalúrgicos, etc., en industrias proveedoras de
material de combate para la revolución».
También se preparaba material de propaganda en
árabe[62] que visiblemente no pasó a la realidad.
Estas afirmaciones son muy importantes en el
sentido de que explican la reacción fulminante
del proletariado de Barcelona y, por otra parte,
demuestran la poca firmeza de los dirigentes
cenetistas, que dejaron propagar el mito de una
victoria rápida en lugar de poner a la gente ante
sus responsabilidades, es decir, no admitir las
contradicciones económicas, (ausencia de control
de la banca, cierto despilfarro de materias primas,
etc.) para resistir mejor ante la posibilidad de una guerra prolongada.
La revolución se dirigía a todos, sin excluir los ex partidarios de la explotación,
con el esquema de Kropotkin evocado en La Conquista del Pan: «Nos parece que el
pueblo, siempre enemigo de las represalias y magnánimo, compartirá el pan con
todos los que hayan permanecido en su seno, ya sean expropiadores o expropiados. Si
se inspira en esta idea, la revolución no habrá perdido nada; y cuando se reanude el
trabajo, se verá a los combatientes de la víspera reencontrarse en el mismo taller[63]».
Así Macario Royo, evocando la tentativa de establecer el comunismo libertario
durante algunas horas en un pueblo aragonés en diciembre de 1933, describía que los
revolucionarios habían dado café a los guardias civiles detenidos. «Los guardias
quisieron pagar y se les dijo que la moneda ya estaba abolida, por lo que no
cobrábamos nada a ellos y a nadie. ¡Ojalá, exclamó el cabo, triunfe en toda España
del régimen que ustedes han implantado hoy aquí! […] Mucho se ha escrito sobre la
posibilidad o no de implantar el comunismo libertario. Negar la posibilidad de
instaurar este régimen es absurdo. En todos los movimientos habidos desde la
implantación de la república de la pequeña burguesía, los pueblos que han tomado
parte han implantado el comunismo libertario. Sólo falta, pues, decisión y
coordinación en los movimientos[64]».

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VI. La colaboración gubernamental
La influencia de la plataforma de Archinov, el espejismo de las relaciones con
políticos[65], la ceguera intelectual anarquista al rastrear autoridad en cualquier
ademán[66], el sindicalismo del comunismo libertario desde arriba eran un cúmulo de
influencias que apuntaban hacia el juego político.
El Congreso de la CNT de Zaragoza de mayo de 1936 dio por terminada la
escisión sin explicaciones de las diferencias tácticas o de denuncias de errores
doctrinales:

…circunstancias de tipo puramente formal fueron determinantes de un


hecho de escisión que no puede fundarse en desacuerdo fundamental con los
principios básicos de la CNT. El proceso revolucionario a partir de entonces,
y las actuales circunstancias revolucionarias, han determinado la desaparición
de aquellas diferencias de interpretación y la coincidencia formal de la
situación del momento[67].

Rehuyendo comprender el porqué de las discrepancias —para no agrietar la


Organización sindical— fue cómo se llegó a romper, durante los hechos bélicos, la
propia organización. Los dirigentes de la CNT reaccionaron a la vorágine de los
eventos con una constancia: la política de los hechos consumados asestada, clavada
tercamente en la afiliación, con una prensa cada vez más aborregada y bolchevizante
(en su procedimiento periodístico y en su enfoque de la URSS).
La consecuencia fue que los trabajadores ya no se sintieron concernidos y
adoptaron una de estas dos actitudes. O dejarse llevar por los pastores de turno (si
indirecta o directamente cosechaban algún beneficio) o tirar coces y embestir.
Algunos notables contradijeron con aplomo sus hechos y declaraciones
anteriores. Uno de los artífices de la entrada de la CNT-FAI en los gobiernos de la
Generalitat y de Madrid, Mariano R. Vázquez, secretario del Comité Nacional de la
CNT desde finales de septiembre de 1936 hasta la derrota, escribió en julio de 1936
un artículo cuyo titular era «Conozcamos, intervencionismo estatal equivale a
fascismo[68]».
Se dejaba ver la publicación de un artículo sobre «La inutilidad del Gobierno»[69],
la propuesta de un Consejo de Defensa, pero el 27 de septiembre de 1936 la CNT-FAI
entraba a formar parte del Gobierno de la Generalitat y se disolvía el Comité de
Milicias. Abad de Santillán, especialista en cometer lo peor, siempre después con
pruritos críticos, definió la evidente aberración:

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Nos mostramos dispuestos a disolver el Comité de Milicias, es decir, a
abandonar una posición revolucionaria que nunca había tenido el pueblo
español hasta entonces. Todo para conseguir armamento y ayuda financiera
para continuar con éxito nuestra guerra. Sabíamos que no era posible triunfar
en la revolución si no se triunfaba antes en la guerra, y por la guerra lo
sacrificábamos todo. Sacrificábamos la revolución misma, sin advertir que ese
sacrificio implicaba el sacrificio de los objetivos de la guerra[70].

No hubo ninguna ventaja en pertrechos y armamentos para Aragón, pero los


notables siguieron en sus trece.
El día del anuncio de la entrada de la CNT en el gobierno de Madrid —cuando
Solidaridad Obrera escribía que era «uno de los hechos más trascendentales que
registra la historia de nuestro país[71]»— Línea de Fuego, órgano de la Columna de
Hierro, comentaba:

La CNT gubernamental.
El telégrafo nos da la noticia, que insertamos en su lugar, de que la CNT va a
entrar a formar parte en el Gobierno. Es decir que se acepta, lo que siempre se atacó,
destrozando la base de nuestras ideas. Desde ahora ya no se hablará de libertad, sino
de sometimiento a «nuestro gobierno», único organismo capacitado para dirigir la
guerra y la vida económica. Cuatro son los ministerios que a la organización
confederal se le asegura, sin que ninguno de ellos responda a las razones que se
argüían para crear el Consejo Nacional de Defensa. Cuatro ministerios secundarios
desempeñados por cuatro individuos que jamás se preocuparon de los asuntos que
ahora se les va a plantear. Veremos a un afiliado al Sindicato Fabril y Textil, muy
experto en cosas de guerra, en el ministerio de Justicia; a una oradora y escritora de
temas amorosos y sociales en Sanidad, y a un propagandista de profesión en
comercio. […][72]

El mismo periódico denunciaba:

Se está hablando, y precisamente por los que no lo efectúan, con una repetición
machacona del sacrificio de todos nosotros, del ahorro y de la intensificación de la
producción […]. El mismo resultado negativo se obtiene y se está obteniendo en lo
que se puede denominar en términos técnicos la epidemia de la «Comitecracia», esa
nueva burguesía formada al calor de estas convulsiones.
No consiste el fascismo en el sentido lato y amplio de la palabra, en los signos,
las maneras de proceder de los regímenes que se denominan como tales, sino que su
área de acción, su terreno de práctica es mucho más amplio y extenso que el que está

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demarcado por los Hitler, por los Mussolini o por los Francos; es la autoridad bajo
sus diferentes formas y manifestaciones la que da origen y es la génesis del
fascismo[73].

De hecho, el único diálogo entre parte de la base (los voluntarios cenetistas en el


frente, o sea los más curtidos y entregados) y la cúpula tuvo lugar en febrero de 1937
(al cabo de un trimestre de colaboración en el Gobierno central y cinco meses en el
catalán) durante el pleno de columnas confederales y anarquistas, convocado de
modo horizontal y en un momento tildado de «ilegal», véase a continuación la
alusión de Cipriano Mera:

Pellicer de la columna de Hierro, dice: «No vamos a hacer historia, que la


creemos innecesaria, de lo que nos ha pasado a nosotros y está pasando a todos. El
boicoteo del Estado creemos que no debe continuar y debemos expresar nuestra
disconformidad a que en ningún frente las columnas de la CNT y FAI no sean
atendidas como se debe». […]
Hoy va comprobando la división Ascaso este hecho, y las cosas siguen igual;
mucha intervención de mandos militares rusos, que intervienen en la dirección de las
prácticas de la guerra, pero ante esto yo tengo que repetir una frase que dije no hace
muchos días: «Muchos rusos, pero pocas cosas de Rusia». […]
[Comité nacional] Nosotros hemos hecho cuanto nos ha sido posible para
lograrlo, y Largo Caballero ha dicho bien claramente que CÓMO VA A DARNOS
UNAS AMETRALLADORAS QUE UNA VEZ EN NUESTRAS MANOS NO SE
LAS DEVOLVERÍAMOS.
La organización confederal no tiene más armas que las que en un principio sacó
de los cuarteles, y el mismo García Oliver presentó la dimisión en la Junta de Guerra
por no estar conforme con el saboteamiento de Largo Caballero a nuestras fuerzas, y
muy especialmente a Cataluña.
Pero el Gobierno no quiere darse cuenta de ello, o es inepto para dárselas.
El militarizarse es el acuerdo de un Pleno Nacional de Regionales.
Es porque hemos visto que las columnas, con los comunistas en sus puestos de
mando, iban con formidables elementos de guerra, mientras nosotros cada vez
quedábamos más destrozados.
Yo, personalmente, pregunté a Largo Caballero, por qué era eso, y me contestó:
Porque las fuerzas confederales no querían organizarse en brigadas y el Gobierno
había perdido la confianza en los milicianos. […] Lo que hace falta son MOROS[74];
hay que hacerlos ir y no discutamos si debemos o no admitir ésta o aquella forma.
[…]
Esto dije hablando como delegado, pero ahora habla personalmente el compañero

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Mera[75] y pregunta al Comité si de una forma confederal se pensó consultar a los
compañeros del frente como se debía, no sólo ante este grave problema de la
militarización, sino cuando entraron en el Gobierno ministros suyos y ante otros
problemas.
Ante esto que para nada se nos ha tenido en cuenta, el CN no tiene derecho a
decir que esta reunión es anormal o irregular, ni nada por el estilo. Si no se ha hecho
lo que no se ha hecho hasta aquí, es preciso que se haga. El Comité [Nacional] se
comportó de una forma anticonfederal, al no consultar los problemas ante los
sindicatos y sí imponiendo sus acuerdos a los compañeros del frente de una forma
dictatorial, sin consulta ninguna, acuerdos que resuelven internamente entre ellos, en
un plan digámoslo familiar. Si el hijo pequeño, por ser menor de edad, no tiene
derecho a reunirse con su hermano sin permiso del padre, antes debía el padre de
haberse preocupado de cómo estaban sus hijos en las trincheras.
El Comité Nacional y los Comités Regionales están pensando en una forma que
estrangula la revolución y esto no debe ocultarse a los combatientes.
Aceptamos lo que podemos decir «AUDACIA» y admitir la militarización, pero
protestamos de que la Organización nos haga tragar una cosa porque un ministro lo
quiera, y claramente lo diré: a mí no me interesa la Organización en este plan. Esto lo
digo como Mera.
Representación del Comité Nacional dice:
«Con la más grande amargura os estoy oyendo al ver como cargáis todas vuestras
censuras sobre nosotros, y yo, francamente, os digo que si la solución de todo este
problema que presenta el Pleno está fusilando al Comité Nacional, fusilarlo aunque
esta posición se tache por alguien de llorona[76]. […] El compañero Mera dice: «En el
primer punto de la militarización, de acuerdo; pero debemos militarizarnos bajo un
punto netamente confederal. Militarizarnos por nuestra Organización en milicias
homogéneas confederadas. Un batallón —entre los marxistas— de los nuestros, es la
muerte de la CNT con un mando marxista. Como también dos batallones nuestros y
dos marxistas, con el mismo mando, serán la muerte de la CNT, como lo vemos en la
práctica. […]
El compañero Raquel Castro [Columna de Hierro] pregunta si el Comité podría
garantizar si aceptando la militarización nos entregarían las armas y no pase lo que en
algunos sectores, que después de aceptarla no las han logrado.
El Comité Nacional contesta: nosotros nos debemos a nuestra organización y no
podemos garantizar nada, pero os aseguramos que pondríamos todo nuestro interés en
lograr que así fuera[77]».

Infiero que por la presión de la guerra y de la revolución, lo primordial era


conseguir armamento, sea cual sea el procedimiento, y la solución de la participación

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gubernamental no era satisfactoria.
El único punto positivo de la colaboración fue la ley catalana de autorización del
aborto del ministro de sanidad cenetista Pedro Herrera[78], que a mi parecer nunca
aplicó la ministra de Sanidad de la república Federica Montseny[79].
Emma Goldman ofrece una conclusión:

Estoy profundamente persuadida, segurísima, que si la CNT-FAI, teniendo


todo en sus manos y bajo su dependencia, hubiese bloqueado los bancos,
disuelto y eliminado guardias de asalto y guardias civiles, puesto candado a la
Generalitat en vez de entrar en ella para colaborar, dado un golpe mortal a
toda la vieja burocracia, barrido a los adversarios vecinos y lejanos, hoy, se
puede estar seguro, no sufriríamos la situación que nos humilla y nos hiere,
porque la revolución hubiera tenido para consolidarse lógicos desarrollos.
Dicho esto, no entiendo afirmar que los compañeros hubieran podido realizar
la anarquía, pero sí encaminarlo, aproximarse lo más posible a ese comunismo
libertario del que se habla aquí[80].

VII. Testimonio sobre las colectividades de Ascó, Flix


(Tarragona) y Barberos de Barcelona[81]
Estuve los primeros meses en el frente, fui herido, tuve que pasar a la retaguardia.
Tuve ocasión de vivir en tres colectividades: primero la de barberos en Barcelona
donde yo era militante del sindicato y, hasta cierto punto iniciador de esta
colectividad, después volviendo ya del frente tuve necesidad de un tiempo de reposo
y de tranquilidad, estuve en Ascó en Tarragona. Allí se vivía en una colectividad
fundada sobre el principio del comunismo libertario. En principio engloba dicha
colectividad al pueblo entero, más tarde una buena parte podríamos decir más o
menos la mitad se apartaron de la colectividad porque no sentían las ideas, porque
creían que por sí mismo individualmente, el hombre era más libre, o por antipatía a la
revolución…
Allí vivimos hasta que el gobierno central envió tropas a Barcelona por los
hechos de mayo y después de Barcelona se escamparon por toda la provincia de
Tarragona, y por Aragón la columna de Líster. Es decir que aquello duró siete u ocho

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meses en este pueblo, en Ascó. Yo soy hijo de allí, pero durante diez, doce o quince
años había vivido en Barcelona pero que después al regresar del frente para buscar un
poco de tranquilidad para mi enfermedad que era más nerviosa que nada estuve allí.
Allí se vivía en carácter de comunismo libertario, todo el mundo que estaba en
posibilidad, trabajaba, luego no cobraba jornal alguno y se iba a buscar lo necesario
para vivir él y su familia en el almacén de la colectividad. No sé, tengo mis dudas si
aquello se hubiera prolongado si eso hubiera tenido que cambiar; porque la gente y
no tan sólo la gran mayoría que era arrastrada por las simpatías sino los propios
militantes no estaban a la altura, no digo estábamos porque yo me eliminaba, estaba
ajeno a todo aquello, por eso empleo la palabra de los otros. No estaban los
compañeros a la altura de vivir un comunismo libertario.
—Es decir que tenían, por ejemplo, egoísmo, envidia los unos para con los
otros…
—No. Era simplemente lo que has dicho tú cierto egoísmo, el hombre, antes el
compañero, se hace propósitos, después a la práctica, es más difícil llevar los
propósitos éstos en realidad. Esto es muy difícil, […] cuando había posibilidad de ir a
buscar de algo se apresuraba todo el mundo sobre todo las mujeres. ¿Comprendes? Es
decir que la economía no habría bastado a satisfacer. Los primeros meses se pudo
hacer, duró siete meses o diez, pero a la larga esto quizás, estoy seguro que se habría
tenido que adaptar otras modalidades. Es decir que aquello que en principio decíamos
cada cual según sus fuerzas, y cada cual según sus necesidades, esto se habría tenido
que modificar porque la economía no habría sido bastante para satisfacer todas las
necesidades que el hombre se imponía.
Allí la colectividad, por los hechos de mayo, fue disuelta.
—¿Fue una orden del gobierno central o fue imposición de un partido? ¿Cómo
fue exactamente?
—Aquello fue exactamente de la siguiente forma. En Cataluña llegaron las
fuerzas del Centro, del gobierno central, Líster y estas fuerzas se trasladaron a
Aragón. En Aragón estaban las colectividades de esta forma. Y Ascó está en el límite
de Aragón y Cataluña, es decir que Ascó recibía el impulso ideológico de Aragón. Y
fue una de las primeras que las tropas disolvieron. El objeto de las tropas era destruir
las colectividades que tenían un carácter revolucionario.
En cambio las otras colectividades como las industriales en Barcelona, como una
colectividad que había (después yo estuve en ella) en Flix, a unos 6 kilómetros,
aquélla la dejaron porque no tenía el alcance ideológico que tenía la de Ascó.
Es decir que se cebaron en aquéllas que eran una adaptación en realidades de lo
que se había propuesto la Organización por la implantación del comunismo libertario.
—Es decir que eran colectividades confederales. Porque la de Flix… —Sí. Eran
todas confederales.

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—Pero tenía un carácter que era más o menos una cooperativa, que era menos
adelantado entonces.
—La diferencia que había entre una y otra de dos pueblos limítrofes, es que Ascó
estaba en minoría como en compañeros como en hombres de ideas, al lado de Flix.
Pero que en Flix tuvieron un concepto más bien adaptado a las realidades; es decir
que crearon la colectividad agraria al lado de la colectividad de la fábrica de
productos químicos que existe aún. En síntesis, había dos colectividades: una
colectividad industrial y la otra, colectividad agraria.
En Flix, a diferencia de Ascó, el compañero que estaba en la colectividad ganaba
un jornal a la semana con arreglo a lo que estaba estipulado por los obreros
industriales. Es decir que el compañero en fin de semana cobraba su semanada, su
salario y hacía de él lo que le parecía.
Ya ves la diferencia que había de una colectividad a la otra: el jornal era lo
esencial, lo que hacía que la colectividad de Ascó tuviera carácter más avanzado, ya
que la colectividad de Flix se adaptaba más a lo que la Organización había estipulado.
Las colectividades industriales de Barcelona eran también de esta naturaleza.
Cada fábrica, o en todo caso, todo un ramo como los barberos en Barcelona, estaba
colectivizado. Había mil y pico peluquerías que fueron transformadas en 200 o 250,
se juntaron y eso tenía carácter global. Pero había otras industrias, por ejemplo, de
tintorería o de ligaduras, en que las colectividades tenían solamente carácter en la
fábrica. Había colectividades en las fábricas y después en conjunto había relaciones
entre unas y otras, y había la posibilidad de ayudarse, con organismos adecuados.
Es decir que el carácter que tenían las colectividades industriales cambiaba
mucho de él de las colectividades agrarias, sobre todo las de Aragón, y Ascó era
limítrofe de Aragón. Valencia, no lo conozco más que por lo que he leído. No puedo
decir nada, pero al parecer tenían un carácter menos revolucionario.
—Es decir que desde lejos, interpretando, tenían quizás una especie de gestión,
pero limitándose al trabajo; quedando totalmente aparte las relaciones fuera del
trabajo.
—Totalmente. Lo que caracterizaba más en aquellos momentos la colectividad o
una colectividad de las otras, era el jornal que se percibía. Las colectividades de
carácter ideológico, impulsadas, que se habían plasmado en el comunismo libertario,
eran a base de la aportación voluntaria del individuo, sin coacción, y después el
individuo o la familia podía retirar todo lo que necesitaba del conjunto.
Lo que diferenciaba unas colectividades de las otras, en la realidad de cada día era
esto: mientras que en unas no había moneda y había una caja central, que si uno
necesitaba desplazarse para ir a Barcelona por ejemplo, pasaba por el comité, que le
daba lo necesario para desplazamiento; las otras tenían carácter de economía familiar,
le pagaban a la semana lo estipulado, el jornal era igual.

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En Flix, en la colectividad agraria, que era, en este aspecto, igual que la
colectividad industrial, cada compañero cobraba su semanada, exactamente igual, si
era especializado o no especializado no importaba.
Más tarde, sí, el jornal estaba estipulado de una manera general para todos.
Cuando llegó la penuria en todo aquello que había en la colectividad como leche
(tenía un establo de 60 vacas y había abundancia de leche), aceite, legumbres, todo lo
que tenía la colectividad estaba repartido no ya igual para todos, sino según las
necesidades de cada familia. Es decir que si era un matrimonio percibía 1 litro de
aceite y si era un matrimonio con 2 hijos percibía 2. No puedo precisar la manera
exacta, pero estaba constituido de esta manera.
Para la colectividad de Ascó, yo digo que si no hubiera venido desde fuera la
causa que la disolvió, habrían tenido que ser los compañeros desde dentro, que
habríamos tenido que ser (porque al fin, yo me integré en la colectividad) nosotros los
que habríamos tenido que cambiar la forma.
—¿Por qué unos abusaban de las facilidades?
—Esto es.
—¿Y entonces, pasaron las tropas de Líster y acabaron con la colectividad de
Ascó y la de Flix?
—En Flix no tocaron nada. Yo que estaba en la colectividad de Ascó como
avicultor (habíamos creado una granja allí), al apoderarse de la granja las tropas y los
que salieron con las tropas, yo quedé allá y me dijeron si quería continuar pero yo no
quise continuar.
Con mi familia nos fuimos a Flix, en Flix había otra granja y me integré.
Es allí que pasé hasta que la retirada de Aragón nos obligó a salir en 38. Pasamos
como un año allí en la colectividad de Flix. Y en la colectividad de Flix, se vivía en
un carácter completamente diferente de el de Ascó.
—Pero, entonces, después del paso de Líster en Ascó, ¿se dejaron las cosas tal
cual y no hubo ensayos para volver a lo anterior?
—Sí, hubo un ensayo en el cual yo intervine pero que dio unos resultados muy
efímeros. Al marcharse las tropas de Líster, se reconstituyó la colectividad pero en
vez de 300 jefes de familia, se integraron unos 35-40.
—¿Y quiénes eran esos 35-40?
Los más, compañeros, los más simpatizantes con nosotros. Pero tenía otro
carácter. La primera colectividad estaba basada en las propiedades individuales de
cada uno. Allí casi no hay individuos desprovistos de tierras. Hay o había entonces,
una forman de completar: el que tenía una pequeña propiedad que no daba para poner
todo su esfuerzo allí, se ponía de acuerdo con un propietario, y no en arriendo sino a
medias, cogía la propiedad, la trabajaba y el producto era repartido entre el
propietario y el trabajador de la tierra.

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Después, al venir la primera colectividad, estas tierras pertenecían a los que eran
conceptuados como fascistas en el pueblo. Entonces estas tierras las trabajaba la
colectividad. Es decir que las mejores tierras las tenía la colectividad. Mientras que
después estas tierras pasaron, no al propietario sino que pasaron al individuo que
antes la trabajaba como mediero, es decir que a la colectividad quedaron algunas pero
la mayoría salieron de la colectividad y el aspecto básico, económico de la
colectividad cambió bastante.
Además de ser menos las tierras, eran menos los útiles, porque todos los enseres
de trabajo, caballerizas, etc., también se dispersaron. Es decir que la segunda
colectividad, que duró hasta que hubo la retirada de Aragón, fue ya una sombra de lo
que había sido la primera colectividad en Ascó basada en el comunismo libertario.
Para la colectividad de barberos en Barcelona, antes de la guerra tenía [el ramo]
unos trabajadores, o teníamos porque yo pertenecía, de los más atrasados referente al
salario en comparación con otros obreros de las industrias como construcción,
metalurgia y arte fabril. Cuando se convirtió en colectividad la industria de barberos
de Barcelona, no tan sólo se mejoró en salarios, que se elevaron al nivel de los otros
compañeros, sino que se disminuyeron las horas de trabajo.
En Barcelona antes del 18 de julio, los barberos trabajaban un promedio de 8
horas al día, y esto debido a reivindicaciones que se habían ganado. Y cuando se
colectivizó la industria de Barcelona, se trabajó 6 horas, esto hay que tenerlo en
cuenta.
Es decir que en el aspecto constructivo, el valor de la colectivización, allí quedó
bien visto, mientras que antes con la pequeña industria cada cual procuraba arreglarse
y en realidad los patronos, igual que los obreros eran unos expoliados, porque la
jornada era muy larga y los jornales muy cortos.
Cuando se colectivizó toda la ciudad, entonces no tan sólo aumentaron los
salarios de los obreros que pertenecían a la colectividad, sino que se incluyó a los
patronos. Porque antes el patrono peluquero en Barcelona era un obrero más, ya que
tenía que trabajar. Cuando se colectivizó, todos los patronos entraron también a
formar parte de la colectividad. Es decir que eran unos compañeros más que estaban
en la colectividad. La colectividad logró esto, ponerlos al mismo nivel que los
obreros en Barcelona, y por otro lado disminuir de 8 a 6 horas el trabajo diario. Esto,
a base de la buena organización que se dio al trabajo colectivo que antes, los
patronos, por sus cosas, sus desavenencias, sus intereses particulares, eran incapaces
de acordar y que la colectividad realizó.
Por ejemplo, el horario ya no era como antes, que los patronos habían estipulado
abrir a las 8 de la mañana y trabajar hasta las 8 de la noche, sino que en las
colectividades según el sector que ocupaba el salón de peluquería estaba abierto más
temprano o más tarde. Es decir que los obreros dentro de este lapso de tiempo más

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largo de la abertura del establecimiento, hacían su jornada de 6 horas, y aquellas
horas en que el público tenía facilidades de afluir. Así una peluquería que estaba en el
sector del Borne [mercado céntrico], abría a las 6 de la mañana y no esperaba las 8,
porque la afluencia del público allí era por la mañana precisamente. Cerraban pronto
en la tarde. Aquellas horas eran de trabajo intensivo. Esto no era otra cosa que
organización que se supo dar al trabajo colectivo, lo que no supieron dar los patronos
anteriormente.
—Dijiste que había unos mil salones antes y que después pasaron a 200-250.
—Sin precisar el número, había 1200 y quedaron reducidos a unos 300-350.
—¿Cómo quedó reducido: en un barrio en que había 10 ó 12 se redujo a lo
necesario?
—Se centralizaron. Las peluquerías, el material se centralizaron en peluquerías
que estaban situadas en lugares mejores, y allí afluían todos los trabajadores.
Yo no pude vivirlo porque a los pocos días del mes de agosto del 36 me marché al
frente y después en el mes de octubre caí herido y tuve que regresar. No obstante, con
mis visitas y mis estancias en Barcelona, comprobé todo lo que te digo.
—¿Hubo un cambio después de mayo de 37?
—No. Continuó, porque las colectividades de Barcelona no fueron tocadas lo más
mínimo por la invasión del poder central y del poder de la Generalidad de Cataluña.
Las que fueron tocadas fueron las colectividades agrarias que estaban fundadas en
una forma de acuerdo con las colectividades de Aragón.
En las colectividades, en Ascó, estaban todas las familias de aquéllos que habían
sido condenados como fascistas. Estaban sometidas al mismo régimen que todos los
compañeros. Tenían exactamente las mismas facilidades. Tenían que aportar su
concurso al trabajo y después podían retirar lo que necesitaban como lo hacía la
familia de cualquier compañero.
Allí ocurrieron como en toda España, en Barcelona donde yo viví entonces,
aspectos que algunos consideran como criminales.
—¿En el sentido de la fuerza que se tuvo que emplear para instaurar un nuevo
régimen?
—Se tuvo que emplear la violencia, sí, aunque después de instaurada ya, según el
concepto de unos la violencia se habría tenido que dejar, según el concepto de otros
—que se llamaban la revolucionarios también—, no y continuaron empleándola.
Esto, a mi parecer, ha sido lamentable, porque según dichos compañeros partidarios
de la violencia era sacarle posibilidades al enemigo empleando la violencia de
antemano. Según yo, ya no lo consideraba antes y menos ahora, lo que sé es que la
criminalidad humana ajena a las pasiones revolucionarias, dejó de existir. La
moralidad del hombre en este aspecto fue elevada. No había el por qué, no vería por
qué el individuo tenía que ir a robar al otro, si con lo poco de que disponía, tenía lo

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bastante. Porque en esos momentos vestidos y diversiones quedaron, sino anuladas,
bien mitigadas.
Yo me acuerdo de que en una Barcelona, ciudad industrial, y que estaba al día en
la forma de presentarse, el hombre iba vestido de una manera somera. Los coches que
circulaban eran de los servicios que se habían formado, pero no eran individuales. En
este caso no había el por qué coger dinero para comprar un auto. Es decir lo que en
momentos normales incita al individuo a poseer dinero para comprar, se mitigó
mucho en todos los gastos superfluos que el hombre podía realizar.
Además, no tengo conocimiento que se hubiera producido ningún acto de
expropiación o de atentar a la vida del otro para apoderarse del dinero.
—… en Ascó y entonces cuando volviste en el 36 a vivir en la colectividad ¿no
hubo nada de robo?
—No. Durante los 5-7 meses que estuve en Ascó, no hubo ninguna cosa de esta
índole. Hubo casos, sí, de que te he hablado, que obedecen a la pasión revolucionaria.
—Es decir, ¿para los fascistas?
—Para aquéllos que sin serlo, sin decirse fascistas, estaban enfrente de la CNT,
que era mayoritaria en Ascó. Todos los descontentos al principio optaron por la
colectividad, pero formaron otro núcleo y núcleos diferentes para enfrentarse con la
Organización. Indudablemente allí hubo algún choque entre unos y otros. Esto no se
puede considerar un caso de índole individual, como apropiarse de un semejante o
atentar a su vida para apoderarse de lo que posee. En este aspecto no hubo nada.
—¿Y tampoco en Flix?
—No, menos. En Flix, menos aún porque en Ascó los partidarios organizados
frente a la CNT hacían que entre los cenetistas y los de enfrente hubiera cierta
enemistad.
—¿Enemistad de antes?
—No. Enemistad creada por la diferente concepción que había de las cosas.
Mientras unos querían que se siguiera paso a paso los conceptos revolucionarios en la
vida económica, otros eran partidarios del estado anterior de las cosas. Es decir que
habían llegado, por ejemplo, a repartir las grandes propiedades, pero repartirlas entre
los pequeños trabajadores. Tenían otro concepto y no llegó el momento de enfrentar
estas dos posiciones y discutirlas, que yo con el tiempo he considerado que habría
sido lo mejor. Verdaderamente en contra, contrarrevolucionario en el sentido de
querer poner lo que existía antes, no había, era la diferente interpretación. […]
En Flix, antes de la guerra, la mayoría de antifascismo que había era de la CNT.
Yo no sé si en la fábrica de productos químicos, que es lo esencial de la vida
económica del pueblo, había un sindicato de la UGT. Lo que puedo decir es que
después cuando yo estuve en Flix entre los diferentes partidos antifascistas y la CNT
había una buena ententa [buen entendimiento]. […]

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[En Ascó] los compañeros de la CNT, al producirse el alzamiento, fueron para la
colectivización íntegra del pueblo. No podríamos decir que fue a la fuerza porque no
se empleó la fuerza. Fue un acuerdo de todos. Pero había una parte que entró en la
colectividad sin sentirse colectivista. Esta parte al fomentarse los partidos políticos en
Cataluña, PSUC, etc., se aglutinaron y basándose en las decisiones del gobierno de la
Generalidad, de libertad de pertenecer o no a la colectividad, se retiraron. […]
—Y en Flix, ¿ocurrió lo mismo?
—No ocurrió nada en Flix. Se colectivizó la fábrica, es decir que era una
colectivización industrial como en Barcelona, donde habían colectivizado las
industrias y todos los obreros con ellas. Un obrero no tenía opción de salirse de la
colectividad porque era la forma de trabajo. Habría sido tanto como retirarse de su
trabajo. En cambio, la colectividad agrícola en Flix, tenía de buenas a primeras el
carácter libre.
—¿Unas tierras quedaron exactamente igual que antes?
—Las tierras de los fascistas fueron las que tuvo la colectividad hasta última hora,
como el establecimiento de sesenta vacas que había y que era propiedad de uno que
había sido considerado como fascista. Los obreros que trabajaban allá estaban dentro
de la colectividad.
—Pero uno que tuviera una propiedad media, ¿éste fue tocado?
—No. Me acuerdo bien de que yo estuve en una reunión del sindicato agrícola de
Flix y el presidente era un compañero, un pequeño propietario, que tenía tierras. Era
el presidente del sindicato agrícola, al que pertenecía la colectividad, y aportaba sus
productos, aceitunas, aceite, y recibía todo lo que necesitaba. […]

VIII. La colectividad de campesinos de Madrid[82]

[La colectividad tuvo su origen el día 9 de mayo de 1936 al ser


despedidos por un patrono cuatro compañeros hortelanos pertenecientes al
Sindicato Único de Oficios Varios[…]. El Sindicato tomó el acuerdo de
hacerse cargo de la finca, entregándola a los campesinos […]. Pasados ocho
días hubo necesidad, debido a su desarrollo, de colocar en la misma hasta un
número de doce compañeros[83]].

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Fui miembro de la colectividad de
Madrid. Éramos unos mil: la mitad
éramos hombres, muchos analfabetos,
puesto que había numerosos inválidos de
la guerra y viejos. Y, sin embargo, se
realizó una labor admirable.
En su origen fue una granja de tipo
deportivo incautada en la Elipa (Este de
Madrid) que se canjeó por unos eriales.
Después, la colectividad empezó con un
préstamo de 15.000 pesetas del Comité
Regional del Centro. Y al final de la
guerra puede decirse que había en caja
más de cien millones de pesetas.
La colectividad tenía varios parques
de conejos y otros de pollos y de
gallinas, con aproximadamente el mismo
número de animales, que estaban
clasificados según las castas de estos animales.
Estos alimentos estaban destinados a los heridos del frente, a las mujeres en
estado y a las parturientas. Ni un colectivista comía huevos o pollo. Para poder
beneficiarse de una sobrealimentación hacía falta la autorización de un médico, con el
visto bueno de una inspección de médicos del servicio de racionamiento y, a veces,
de una segunda inspección. Se hacía esto para evitar los favores que los colectivistas
podían hacer o prestar a sus familiares o amigos.
Roque Provencio, murciano de Mula, fue el iniciador y el alma de la colectividad
por sus iniciativas y su formidable trabajo, aunque era analfabeto. Después de una
jornada de doce o catorce horas se dormía con el mosquetón entre las piernas porque
había que proteger los productos de las fuerzas de destrucción.
Esta colectividad de mil trabajadores funcionaba con tres cargos retribuidos: el
secretario, Roque Provencio, el contable (¿Salomón Vázquez?) y una mecanógrafa
indispensable para redactar lo que dictaba Roque Provencio, el cual firmaba con su
tampón.
Las numerosas delegaciones extranjeras que nos visitaban se extrañaban del
aspecto y del lenguaje áspero de Roque Provencio, tan distintos de los jefes políticos
o de los empresarios. Era un diamante bruto, nacido de la revolución.
El trabajo se realizaba sin capataz, puesto que se suprimió este cargo a petición de
un colectivista[84]. Cuando la colectividad necesitaba de algo, se valoraba en dinero y

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se intercambiaba con otra colectividad, por ejemplo, Ocaña.
No se sabe qué sucedió con las propiedades de la colectividad al caer Madrid en
manos de los nacionales.
A treinta años de aquellos hechos parece mentira que gente analfabeta
acometieran una obra de tal naturaleza. Y esto cuando se proclama hoy en día a
bombo y platillo que el pueblo español no está maduro para la democracia. Tal como
me ves, tullido y todo, no habría podido vivir, si no hubiera tenido este sentimiento de
superación.

IX. La colectividad de pescadores de Adra[85]


En los periódicos, mensuales, que durante algún tiempo ha venido publicando la
Regional Andaluza (Nervio y El rebelde) he escrito algunos artículos relacionados
con la Industria Pesquera de Adra, los cuales, aunque carentes de méritos literarios,
podrían ayudarte a comprender mejor la vida de los pescadores. Voy a contestar, lo
mejor que pueda a tu cuestionario.
En agosto de 1936, una Asamblea celebrada en el cine «Capitol» de Adra, en la
que había alrededor de 1000 pescadores y algunos armadores, o sea, dueños de los
barcos, decidió por unanimidad la incautación de todos los barcos «Traiñas» y su
colectivización inmediata.
Las organizaciones representadas en aquella Asamblea eran la Unión General de
Trabajadores (UGT) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La primera
contaba con un porcentaje del 10% de la población pesquera y el 90% restante
pertenecían a la CNT, pero conviene hacer notar que no surgió problema alguno de
divergencias ni de desacuerdos entre las dos centrales sindicales en lo que se refería a
la puesta en marcha de la colectividad ni a la forma de funcionamiento. Cualquiera
era libre de dejar la embarcación colectivizada o de ingresar en la misma; de acuerdo
con las necesidades, es decir, si una embarcación necesitaba 25 hombres, por
ejemplo, y tenía nada más que 24, el primer llegado podía cubrir la vacante.
¿Existía dinero? Sí, no podíamos prescindir de la moneda y tanto el Sindicato
como el Comité de la Industria Pesquera, que era el que controlaba todo el complejo
de la industria, tenía que trabajar inteligentemente para que esa obra revolucionaria
puesta en marcha por los propios pescadores no fuese un fracaso.

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El producto de la pesca de cada barco, se repartía entre los tripulantes después de
haber depositado en el Comité una pequeña cantidad, que se dedicaba a renovar
cualquier utensilio deteriorado o roto. También se pasaba una cantidad, aprobada por
los pescadores, al antiguo dueño de la embarcación.
No recuerdo que surgiera ningún problema digno de mención entre los
pescadores, y los únicos obstáculos con los que tropezábamos eran el no poder estar
surtidos debidamente, a causa de la guerra, de los materiales necesarios para la pesca,
que era abundante en aquella época.
Las mejoras fueron considerables en todos los aspectos. El pescador empezó a
recobrar su dignidad, ya no era un esclavo. Antes de la guerra el patrón o armador se
llevaba el 50% del producto de la pesca más tres quintas partes del resto. Uno de los
zánganos más grandes era el «vendedor», individuo que una vez se ha desembarcado
el pescado lo subasta y por cuyo «trabajo» se llevaba el 12,5% de la venta global.
Nosotros suprimimos todas esas injusticias. Durante el funcionamiento de la
colectividad el «vendedor» cobraba el 2,5%, y ya ganaba bastante. La colectividad
fue un gran éxito en todos los sentidos. Ese éxito se consiguió por el dinamismo y el
entusiasmo que todos los jóvenes libertarios, inspirados en las ideas del
anarcosindicalismo, desplegamos en aquellos momentos álgidos y gloriosos preñados
de promesas.
La Colectividad duró nada más que hasta marzo de 1937. El filocomunista
Gabriel Morón Díaz, gobernador civil de Almería. Por aquel entonces (era socialista
pero en Méjico se quitó la careta y se pasó a los comunistas) mandó un escrito a la
compañía de Asalto estacionada en Adra (aprovechando que como consecuencia de la
pérdida de Málaga la mayoría del pueblo estaba refugiada) en el que se daba por
«desaparecido» el sindicato de la industria Pesquera de Adra y se ordenaba que se
hiciese entrega inmediata de los barcos a sus antiguos dueños. En aquella fecha se
encontraba en Adra la 6.ª Brigada Mixta compuesta por comunistas y mandada por el
comandante Luis Gallo, actualmente secretario del partido comunista italiano. Los
compañeros más destacados tuvimos que salir huyendo porque nos buscaban para
fusilarnos.
Después se fue normalizando un poco la situación y pudimos recuperar la
influencia que la CNT ejercía, pero la mayoría de los pescadores habían sido
movilizados y llevados al frente, y nos fue imposible recomenzar la labor de poner en
marcha nuevamente aquella gran obra revolucionaria y humana.

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X. La colectividad de Artesa de Lérida[86]
Como tú dices es cierto: «Hasta ahora no ha habido en nuestros medios una
exposición, una presentación concreta de hasta dónde abarcó la colectividad en
España». Como movimiento económico dentro de un sistema de economía
socializada, nos encontrábamos en la excavación del suelo en el cual queríamos
sentar la cimentación del edificio que nos proponíamos construir. No hubo, pues,
sistema colectivista, hubo ensayos de colectivización.
Sobre este tema tendremos que reconocer (yo el primero) que con referencia a los
datos que nos proponemos narrar es necesario tener en cuenta que, como ocurre con
todo lo que pasa a la posteridad, el tiempo extiende su velo y va borrando de nuestra
memoria muchos detalles que de poder narrarlos con toda objetividad serían
interesantísimos. Debemos inclinarnos a lo evidente.
A tu primera cuestión: «La Colectividad de Artesa de Lérida» y respecto al
Comité Revolucionario, es necesario que aclare, para que no haya ya confusionismo
de ninguna clase, que el Comité que sustituyó al Comité Municipal fue el primer
Comité que se formó en los primeros momentos del levantamiento faccioso y el
Consejo Municipal sustituido era el que representaba al régimen republicano, que
estaba legalmente constituido de acuerdo con el resultado de las elecciones
celebradas en febrero de 1936. Dije Consejo porque en Cataluña el Consejo
Municipal era lo que en otras regiones es el Ayuntamiento.
Digamos igualmente de paso, para que quede bien sentado, que en los primeros
momentos en los que el pueblo triunfó sobre el ataque faccioso no había más que
pueblo, puesto que el pueblo estaba en la calle, dueño de sus destinos y sin autoridad
representativa, ya que hasta la más alta representación del pueblo, el Gobierno, había
abandonado la dirección que se le había confiado. El pueblo era dueño de sí mismo
hasta que, no habiendo formación política, social o económica que tomara la
dirección de lo que él había conquistado, se empezaron a crear los Comités de
Defensa y tuti quanti con representación de todos los organismos que se habían
opuesto al levantamiento de la reacción. En Artesa, pues, como en todos los pueblos
rurales, el primer Comité estaba compuesto de hombres del pueblo, nombrados
libremente por el pueblo y sólo hubo un porcentaje representativo cuando se quiso
dar legalidad al caos que había producido el levantamiento.
—¿Estabas en la localidad cuando se formó la colectividad?
—No, cuando se formó la colectividad estaba ausente de la localidad (ausencia
que aún dura). El levantamiento me sorprendió en Barcelona discutiendo las bases de
trabajo con la empresa para la que trabajaba y cuyo personal estaba en huelga. El
mismo día 19, considerando que mi deber era estar en Lérida, busqué los medios de
trasladarme a mi residencia en la cual pernocté aquella noche, trasladándome a Lérida

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al día siguiente por la madrugada quedando sorprendido al enterarme de que los
fascistas eran dueños de la situación. Cuando se les atacó, la resistencia duró pocos
momentos, puesto que los soldados devolvieron las armas y se pusieron al lado del
pueblo.
—¿Hubo estatutos escritos o simplemente unas reglas orales?
—Sí. En la colectividad de Artesa hubo estatutos como los hubo en todas las
colectividades. El estatuto era lo más simple posible y en muchas ocasiones eran el
reflejo de unos acuerdos que se tomaban libremente entre los reunidos, que a veces ni
siquiera eran todos colectivistas. Tal era el caso donde existían sindicatos de la CNT,
ya que el organismo confederal representaba al controlador y al consejero de la obra
revolucionaria. El Secretariado Provincial de Lérida puso a punto un modelo de
estatuto que podemos llamar estándar, donde sólo era necesario poner el nombre de la
localidad, y, si resultaba insuficiente a vista de los interesados, se le añadían artículos
suplementarios concordantes con el deseo expresado.
—¿Cuál era la proporción de colectivistas y sus familiares con respecto al total
de población?
—Es necesario tener en cuenta que en Cataluña, y en este caso Lérida, el
minifundismo o pequeña propiedad está muy extendida, al extremo de que son pocos
los braceros que viven exclusivamente de su salario diario. Si la proporción de
desheredados es considerable, no es menos cierto que la mayor parte trabajan
independientemente en una explotación familiar, recurriendo al procedimiento de
tomar tierras en arriendo, aparcería, medianías u otros varios contratos que varían
según las regiones.
El ensayo colectivista fue posible por el levantamiento de la reacción, pero no era
total sino que el pueblo aprovechaba la ocasión que se le ofrecía para poner en
práctica este sistema, aunque el minifundismo no ofrecía ninguna ventaja para su
asimilamiento, para la adhesión al mismo. No obstante, el porcentaje de colectivistas
en la localidad que nos ocupa sería del 20 al 25%, y el de los partidarios de este
sistema, en los primeros momentos, sería del 50 a 60%, lo que daría un 25% de
contrarios y de indiferentes. Añadamos que a medida que la contrarrevolución
extendía sus tentáculos el barómetro iba bajando, pero quedó un buen porcentaje que
no perdió la fe y seguía tan entusiasta como en los primeros momentos.
—¿Cuál era la proporción de colectivistas y familiares con respecto a la
población activa de la localidad?
—La localidad contaba con alrededor de 6000 habitantes, aproximadamente 400
colectivistas, y la proporción colectivista con respecto a la población variaría poco
del porcentaje dado en la contestación anterior.
—¿Hubo jubilación para los ancianos, escuela para los niños, creación de una
biblioteca o, mejor aún, cursillos de alfabetización u obras de tipo cultural?

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—En el primer caso, no. No hubo jubilación. Los ancianos eran completamente
libres y se dedicaban a su gusto a trabajos secundarios, que eran en el fondo tan útiles
como los demás. Su labor comprendía la poda del olivo durante la época favorable
para este menester, así como la de los demás árboles frutales. Hago constar que para
este trabajo el anciano, por su práctica, es un artista, ya que no sólo hay que saber
cortar ramas sino que hay que saber cuáles son las que no se han de cortar para el
desarrollo del árbol y para facilitar la producción y la calidad del producto. Con
respecto a las demás actividades, se dedicaban a los trabajos más fáciles y menos
pesados.
En la cuestión educativa funcionó la escuela municipal como anteriormente, y, si
no se puede decir que era racionalista, se impuso al maestro el deber de emplear un
sistema de pedagogía racional.
Sí, se creó una biblioteca: la mía particular que ofrecí al sindicato (sindicato y
colectividad se constituyeron a un mismo tiempo y guiados por un mismo espíritu).
Luego se le añadieron una buena cantidad de ejemplares, producto de entregas
voluntarias, que estaba al servicio de todos los que querían dedicarse a la lectura.
Sobre la biblioteca hay una anécdota que no quiero pasar sin contarla. En cierta
ocasión (marzo del 37) el elemento reaccionario, camuflado en la UGT y que
respondía a las directrices del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña),
apoyado por la «Legión Roja» estacionada en el pueblo, hicieron levantar a las
mujeres para atacar el sindicato de la CNT. Invadieron el local y todos los libros
saltaron por el balcón haciendo con ellos un auto de fe. Sólo se salvó de la quema el
Hombre y la Tierra y La Nueva Geografía Universal de Reclús y de Zeraceda,
respectivamente. Éstos fueron los únicos cursillos de alfabetización que recibieron los
hijos de Artesa de Lérida.
Desde el punto de vista económico, después de nombrar algunos pueblos
colindantes con Artesa de Lérida me preguntas si hubo intercambio más
particularmente con ellos o más bien con el pueblo que pagaba más, aunque no
existiera colectividad.
Ninguna de las colectividades tenía todas sus necesidades cubiertas por sus
propios medios; también era necesaria la relación entre ellas. Es de suponer que la
relación con respecto a los intercambios, estando ligadas por un mismo espíritu, no
tenía preferencia de ninguna clase, y en más de una ocasión, para los efectos de
relación, intervenía el organismo provincial o comarcal. La valoración de los
productos entre las colectividades tampoco se hacía teniendo en cuenta el valor
comercial. Por ejemplo: la colectividad de Artesa de Lérida, que era deficitaria en la
producción de vino, se ponía en relación con otra que era superproductora, y el
intercambio se hacía libremente: tanta cantidad de vino por tanta de cereales para
pienso o panificables, y así sucesivamente se operaba con todos los productos.

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No, en ningún caso puede considerarse a la Colectividad como una entidad
comercial y, por esta razón, no le interesaba comercializar sus productos con pueblos
u otras colectividades que pagaban más. Todos esos productos elaborados,
manufacturados, naturales o de importación eran distribuidos por la Consejería de
Abastos del Gobierno Autónomo de Cataluña, que a su vez, junto con los productos
de control nacional que recibía del Gobierno Central, los repartía a las consejerías de
Abastos comarcales (las provincias en Cataluña habían sido suprimidas), y así
sucesivamente hasta llegar a los consumidores. La diferencia residía en que los no
colectivistas continuaban como en el pasado sirviéndose en casa del tendero y
pagando con moneda contante y sonante, mientras que los colectivistas se servían en
la cooperativa —considerada como centro de distribución para el reparto— con sólo
la presentación del carnet familiar de colectivista, y después de haber anotado en el
libro de registro los efectos servidos y si eran comestibles pagaba con la moneda o
cupón exclusivo de la colectividad. La moneda del Estado estaba colectivamente
abolida y no tenía ningún valor como moneda de cambio.
A medida que la lucha en los frentes de combate se intensificaba tomando cada
día más incremento y a causa de la llamada a los frentes de nuevos contingentes de
productores se debilitaba la producción, el entusiasmo decaía, las dificultades iban en
aumento y el ambiente se hacía cada día más raro, situación que aprovechaba la
contrarrevolución, la Roja y la Negra, a veces cobijada en la misma madriguera. A
causa de la situación, la necesidad de un control más cerrado se hacía cada día más
necesario, y las colectividades se vieron obligadas a entregar el sobrante de sus
productos al organismo regional de abastos.
—¿El intercambio entre las colectividades debía hacerse teóricamente con avales
y sin dinero? ¿En Artesa de Lérida fue siempre así al igual que en las otras
colectividades que pudiste conocer?
—Ya he dicho anteriormente que se estaban haciendo ensayos de colectivismo.
En Cataluña (en otras regiones ya se había constituido la Federación de
Colectividades Agrícolas) no hubo una orientación uniforme basada en un
federalismo. Cada colectividad, pues, vista su producción, su posición geográfica, su
clima, que influye en que se dediquen a la explotación de cultivo adecuado, lo mismo
en lo agrario que en lo pecuario, así como en las costumbres y en el carácter de sus
moradores, al no estar ligados por un organismo coordinador geográfico, cada
colectividad era un organismo independiente, que conservaba el principio de hacer
sus transacciones prescindiendo del dinero como medio de cambio. Sólo lo empleaba
en aquellos casos que no podía hacerlo de otra manera: la relación con el mercado,
etc.
En Artesa de Lérida, como en la mayor parte de las colectividades con que me fue
posible tener relación, se partía del principio de prescindir de la moneda fiduciaria,

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causa por la que en la mayoría de las colectividades se había imprimido un cupón
especial para adquirir en la cooperativa colectiva todo cuanto la colectividad no podía
adquirir por medio del intercambio. Claro, no hubiese sido necesario si el sistema que
se ensayaba hubiese sido integral, puesto que el valor de los productos hubiese
descansado sobre el valor trabajo y producción.
—¿Qué tipo de ayuda hubo de y para la colectividad de Artesa de Lérida?
—La colectividad de Artesa de Lérida no tuvo necesidad de ayuda alguna.
Cuando tomó la decisión de constituirse en colectividad para poner en explotación las
propiedades que habían sido abandonadas por los que habían huido durante el
levantamiento, juntando las tierras de los pequeños propietarios que habían aceptado
el sistema de explotación en común, era la época de la recolección de la cosecha de
cereales, por lo que la colectividad se encontró con un medio de vida propio y
natural. A continuación se procedió a la recolección de los demás productos: los
forrajeros, la vendimia y la aceituna. Al mismo tiempo se procedía a la preparación
de las tierras para la cosecha venidera, que debía ser superior a la anterior. Como
sucedió en el 38, a pesar de que los colectivistas más jóvenes y entusiastas habían
sido llamados a filas.
Hagamos notar que la explotación en común, bien dirigida y dividida en zonas de
cultivo adecuado de acuerdo con la calidad de la tierra, es más rentable.
Hubo, es cierto, colectividades que necesitaron ayuda. Todo apoyo solicitado fue
entregado por el Comité de la Federación Regional y jamás por organismos oficiales.
El Comité poseía un fondo de dinero que le fue entregado por los sindicatos de
industria, destinado a la ayuda y el desarrollo del colectivismo en el agro. La entrega
de la cantidad solicitada, después del informe de la dirección de la colectividad, se
efectuaba con el solo formulismo del acuse de recibo y sin ningún interés. En cuanto
a los abonos agrónomos, las colectividades y los individualistas los recibían de la
Consejería de Abastos de la Generalidad, y no como ayuda, puesto que a las
colectividades y a los cenetistas se les recargaba un porcentaje que en algunos casos
alcanzaba más del 75%.
Esta clase de abusos, denunciados por varias colectividades y cenetistas, fue
constatada por la Federación Regional durante un viaje efectuado por toda la Región
recogiendo en cada una de las cuatro provincias, y comarca por comarca, una buena
cantidad de facturas y de recibos que eran los comprobantes del atropello de que se
hacía víctimas a nuestros compañeros. Recopilados todos los datos, se hizo un
informe que fue entregado al subsecretario de Agricultura del Gobierno Central y
presentado en Consejo de Ministros.
El resultado fue que, comprobada la irregularidad, por acuerdo ministerial y la
oposición de los ministros comunistas se acordó que la organización confederal
catalana estaría desglosada del control de la Generalidad, haciendo una estadística de

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las tierras que los 94.000 afiliados a la CNT tenían en explotación para determinar la
cantidad de abonos, piensos, semillas, etc. que les correspondería.
—¿En Artesa de Lérida se dio, como en otros pueblos, la creación contra la
colectividad de un presunto sindicato UGT que de hecho reunía a los enemigos del
colectivismo?
—Ya he respondido a esta pregunta en la contestación hecha sobre si hubo
cursillos de alfabetización, bibliotecas, etc., cuando señale el auto de fe cometido con
los libros del sindicato. Pero me interesa hacer constar que, a pesar de que los que
cometieron tal barbaridad se decían ugetistas, en la colectividad de Artesa de Lérida
había una familia que era ugetista, pero de la UGT española, no de la catalana.
—¿Pasó por allí la columna Líster?
—No. Pero pasó la «Legión Roja», de tan triste memoria para los vecinos de
Artesa de Lérida como la columna Líster en Aragón, puesto que una y otra
pertenecían a la misma caterva.
A pesar de que la colectividad fue víctima del elemento reaccionario que se sabía
apoyado por la Legión y empujado por ella para que destruyera la obra colectivista,
sindicato y colectividad continuaron su obra hasta la llegada de los fascistas.
—¿De dónde provenían la fábrica de extracción hidráulica del aceite de oliva, la
trilladora y los aperos de labranza: de incautaciones, de compras o eran cedidas por
otras colectividades?
—A decir verdad ni cedidos, ni comprados, ni incautados, más bien recogidos
porque habían sido abandonados por sus propietarios. En Artesa había cuatro fábricas
de aceite, otras tantas trilladoras, y la colectividad, de acuerdo con la mayoría de la
localidad, puso en explotación una fábrica hidráulica y otra de extracción por medio
del ácido sulfúrico del aceite que queda en el marco de las aceitunas.
—¿Cuánto tiempo estuviste como secretario de la Federación Regional de
Campesinos de Cataluña? ¿De que fecha a que fecha?
—Precisar exactamente la fecha no me es posible. Recuerdo que fui nombrado en
representación de la provincia de Lérida en el primer Congreso Regional que se
celebró en septiembre del 36, pero debido a mis ocupaciones en la provincia no me
fue posible integrarme a la Regional hasta junio del 37. Integrado en el Comité
Regional, en reunión del mismo, se acordó que debería ocuparme del control de las
colectividades de la región para cumplimentar los acuerdos del Congreso. Pues me
ocupé de poner en índice y por orden de importancia económica las que ya
funcionaban, hasta noviembre del mismo año, en que tuve que hacerme cargo como
suplente del secretariado Regional para reemplazar al titular que, por incompetencia,
según él, había cedido el cargo. Aproximadamente, ocupé el cargo de secretario de la
Regional Catalana de Campesinos desde noviembre del 37 a noviembre del 38, en
que se procedió a la constitución de la Federación Regional de las industrias

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Agropecuarias y de la Alimentación.
—¿Sabes si se llevó a cabo la encuesta estadística de mayo de 1937?
—A pesar de que fui nombrado en el Pleno Regional celebrado en febrero del 37
para representar a la Regional Catalana en el seno de la Federación Nacional de
Campesinos, no me fue posible integrarme al puesto que se me había confiado por
razones orgánicas de la región y por los contratiempos de la guerra. Por esta razón no
me es posible contestar con objetividad a esta pregunta.
—¿Qué se hizo del archivo de las colectividades y del de las federaciones
campesinas? ¿Quedaron allí o están con los archivos generales de la CNT y de la
FAI en Amsterdam?
—En el plano regional, lo mismo que en el nacional, me es completamente
desconocido cómo operaron con la documentación las demás regionales.
En lo que respecta a Cataluña, después de la constitución de la Federación
Regional de la industria del ramo, como era normal al establecerse una nueva
administración, todo el archivo del primer período fue guardado aparte y clasificado
para reducir su volumen. Pocas horas antes de la entrada de las tropas fascistas en la
capital, puesto que nos era imposible cargar con tanto lastre y como nadie había
previsto seguro para guardarlo y con los pocos medios de transporte de que
disponíamos para evacuar el personal responsable, para que no cayera en manos de
los fascistas y para evitar las represalias que podían derivarse, fueron completamente
destruidos.
—¿Conoces otras colectividades en la provincia de Lérida que no sean:
Albaterreche, Albesa, Alcarraz, Alguaire, Bellpuig de Urgell, Castellsea, Granadella,
Guimerá, Isona, Josa de Cadi, Llardecans, Mayals, Omells de Nogaya, Os de
Balaguer, Peramola, Poal, Pobla de Ciérvoles, Seros, Tremp, Val’ gorra, Verdú?
—Sí, puedes añadir a la lista las siguientes: Lérida, Arbeca, Puigvert de Lérida,
La Portella, Liñola, Solerás, Torres de Segre, Cerviá, Cervera, Montoliu de Lérida y
Vinaixa.

XI. La Federación Comarcal de colectividades de


Barbastro[87]
De seguida, una vez estallado el movimiento y establecidos los frentes se

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montaron las colectividades, pero hubo una parte que eran de guerra. O sea que con la
presión, la atmósfera de la guerra se dieron colectividades en casi todos los pueblos,
pero era más mucho por miedo que por convicción. Porque la convicción sobre las
colectividades era una minoría como en todas las cosas, siempre es una minoría la
que es el terreno. El resto es masa. Y claro al estallar el movimiento pues se montaron
colectividades por todo, pero hubo muchas que hubo de deshacerlas, porque no
respondían al espíritu, a la conciencia libre de una colectividad.
—Cuando dices muchas, ¿piensas en la comarcal de Barbastro o hablas en
general?
—Sí en general la comarcal de Barbastro, y había otras comarcales, por ejemplo
la de Monzón. Huesca no cuenta: estaba en manos de los fascistas, pero se montó la
comarcal de Angüés […]
Había quien especulaba con las colectividades, porque hubo pequeños
propietarios que se pusieron en la colectividad y si por ejemplo la riqueza era el vino
y si aquel año veían que iba a haber buena cosecha de vino, se salían de la
colectividad con los pequeños trozos [de tierras] que tenían. Y después de coger el
vino, volvían.
Y claro pues nos dimos cuenta de todo eso. Como en todas las cosas la
colectividad es una función y solamente el ejercicio, la práctica es la que determina la
manera de andar y de funcionar, y se va perfeccionando como un oficio, cuando
coges una herramienta, no te sabe servir, pero practicándola, te viene a la mano. Es
allí nuestro secreto, nosotros entendemos que el mundo tiene que vivir una era de
libertad y en esa era de libertad, tiene que haber libertad de ejercicio en el trabajo y
en la vida. Solamente, sobre la marcha, te dará la razón; te dirá eso va bien, eso va
mal, lo dejamos de lado. Es sobre la vida, sobre la marcha, que ves el modo de vivir
mejor.
Por ejemplo nosotros tenemos establecidos un objetivo: comunismo libertario. La
CNT persigue el comunismo libertario, pero supongamos que en España, decimos
bueno a partir de hoy es el comunismo libertario. Tendrías que coger de la mano a
todo el mundo y tendrías que decirle cómo habría que hacer. Ya sería un régimen
impuesto. O sea que el comunismo libertario es un ejercicio de libertad en política
libre, y comunismo quiere decir que todo lo que existe en el aire, el sol, la tierra es
propiedad de todo el mundo y de nadie. Ninguno tiene derecho de explotarlo sino
todo el mundo. Eso es el comunismo libertario y por eso nosotros estamos en contra
de la política, cuando dicen «Oh, llevamos un programa, cuando vayamos al
gobierno…» Cuando suben al gobierno resulta, que después el gobierno no puede
hacer nada porque económicamente, como está pasando en España, el dinero está
marchándose. […]
—¿Qué cambios o que mejoras hubo en compra de material o para cultivar más

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terreno?
—Por ejemplo en Barbastro había un terreno que era todo pequeñas huertas y
había una gran explanada de huertas de particulares. Y la colectividad —porque había
un 25% de terreno que se perdía: un camino por aquí, otro por allí— y con las
máquinas lo labró, lo cultivó todo e hizo un campo. Y es entonces cuando se empezó
a explotar la remolacha azucarera, que había una fábrica en Monzón. Y la comarcal
compró 3 ó 4 máquinas cosechadoras de trigo, y cuando se seca el trigo, por ejemplo
en la montaña le cuesta más de secarse que en la llanura; de un pueblo a otro había
una diferencia de un día o de más días. Y claro pues en los pueblos de la comarcal
que el trigo estaba presto para cosecharlo, pues iba allí la máquina y después hacía la
cosecha y pasaba al otro pueblo, al otro pueblo, y así. O sea que estaba al servicio de
la comarca.
Teníamos un plan de establecer teléfono por todos los pueblos de la comarca,
pero no lo pudimos realizar. Estábamos en relación con los compañeros de teléfonos
que nos hicieron un plan, un presupuesto porque queríamos que hubiera teléfono en
todos los pueblos. Porque en un pueblo, por ejemplo, pasa una desgracia y como no
tienes teléfono, pues venían a pie o en bicicleta (no había automóvil entonces). Y
queríamos nosotros hacer esta ventaja. No pudimos organizar eso pero estaba, en el
plano de hacerlo. Claro, hay que tener en cuenta las condiciones en que funcionaban
las colectividades. La juventud estaba en el frente. La mayor parte la trabajaban con
los viejos. Y a pesar de todo eso, la producción aumentó. Aumentó por todo.
Por ejemplo hubo un año en que hubo por Barbastro mucha oliva. Y claro la
aceituna para recogerla cuesta bastante trabajo manual. Y como no había juventud,
pues recogimos las hijas de los ricos que no trabajaban, porque llevaban todos dinero,
pues vivían de él. Había muchos que venían a la colectividad porque allí a lo menos
comían. Porque fuera de la colectividad, pues no había el comercio y escaseaba todo.
Y tenían dinero y no podían comer. […]
Porque pasa una cosa, como decía antes, querer transformar una sociedad en 48
horas es ridículo, es inútil, es soñar. Para transformar la sociedad, hay que
transformarla sobre la marcha, por medio de la práctica y de la evolución del tiempo.
No por la fuerza, porque por la fuerza no se hace nada. Sabíamos nosotros lo que nos
habían hecho: contra más nos perseguían, contra más nos encarcelaban, más
simpatías tenía la gente y trabajaba con nosotros. Yo gozaba de una gran simpatía allá
en Barbastro pero ¿por qué? Me habían puesto cinco veces en la cárcel ¿Por qué me
metían? La gente se hacía este análisis, esta conjetura, esta idea. O sea que sabiendo
que cuanto más se persigue una idea, cuanto más se persigue una persona, más valor,
más importancia se le da; por eso digo que nosotros estamos en contra de toda
opresión y de todo hecho de fuerza para practicar no importa qué.
—Y allí durante tu gestión como responsable de colectividades ¿qué problemas

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se plantearon, por ejemplo entre las colectividades o colectivistas?
—Recuerdo que hubo un pueblo en que se deshizo 3 o 4 veces la colectividad. En
El Grado (no sé si hoy no ha desaparecido con un pantano que han hecho).
—Y allí en El Grado ¿de dónde venía el problema? ¿Eran personalismos?
—Problemas personales, personalismos. Había quienes no se sentían bien en la
colectividad. Otros que por ejemplo tenían un hijo en el frente, pues al estar en el
frente le pagaban. Era un ingreso. A lo mejor, pues, entraban en la colectividad padre
e hijo, y después el hijo se marchaba, y el padre pues claro entonces había que
rescatarle; que se le daba en nombre del hijo porque el hijo estaba en el frente, ya
estaba remunerado. Muchas cosas, muchos detalles que ejercitándoles se ven los
defectos, ciertas imposiciones […]. Hemos nacido en un régimen autoritario y a pesar
de que nos decimos libertarios, poseemos ciertos prejuicios que hemos heredado del
ambiente. O sea que los verdaderos libertarios serán aquéllos que nazcan dentro de un
régimen de libertad, en que no hay ningún síntoma de tiranía ni ningún síntoma de
autoridad, porque más o menos el que nace a pesar de que se diga libre, tiene ciertos
prejuicios de la sociedad que le rodea, del dinero, y así.
—Justamente a propósito de dinero ¿allí se organizó todo sin dinero o hubo
necesidad en algún momento de restablecerlo?
—Sí, había colectividad en que no existía el dinero para el interior del pueblo,
para el interior de la colectividad. El dinero lo poseía el comité o la junta que viene a
ser lo mismo, que es la que hacía los intercambios con el exterior. Porque los médicos
estaban pagados. Si había necesidad, para algún enfermo, se llevaba al hospital, no
pagaba nada. Estaba el médico al servicio de Guerra. O sea que lo mismo asistía a un
militar que a un civil. Y era el comité, si por ejemplo se tenía necesidad por algún
colectivista, por cualquier circunstancia, de ir fuera, por ejemplo a Cataluña, a otra
parte (si no tenía automóvil, que tenía que ir en tren) que le daba el dinero para que
pudiera llevar a cabo la necesidad que le obligaba al dinero.
Y había otras colectividades que se repartía todo por la carta familiar. Pero los
viejos estaban acostumbrados a ir al café y beberse un café, un litro de vino jugárselo
a las cartas… la costumbre. Era un viejo y decirle: a recomenzar de nuevo, respondía
«Bu, estoy acostumbrado a eso». O sea es feliz a su manera tal como ha vivido. Y se
les daba un poco de dinero para los vicios.
—Pero ¿eso era distinto según los pueblos?
—En la misma comarca y en las mismas colectividades. O sea que era una
Federación de colectividades, pero en el interior, los de la colectividad, por asambleas
generales habían establecido una forma libremente, ellos mismos.
En cambio, había otras colectividades que habían llegado hasta a tener un camión.
Eran pueblos que eran más ricos que otros. Había pueblos que vivían del trigo, pero
había otros que vivían del aceite y del vino, y tenían más recursos; por ejemplo en el

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del vino si había una helada perdían la cosecha y tenían que vivir todo el año. Pero
claro para que no le faltara de nada, allí estaba la comarca porque la comarcal era un
depósito, y teníamos nuestra contabilidad: cada colectividad tenía un libro abierto y
cuando llegaba el abastecimiento, hacíamos el reparto, por ejemplo como teníamos
una estadística de la cantidad de fumadores que había en cada colectividad, pues
repartíamos el tabaco en relación. Pues así se hacía para todo. O sea que si un pueblo
aquel año no había tenido cosecha y no podía pagar, no podía contribuir con lo que
había consumido, continuaba viviendo de lo que la comarcal le suministraba. Y luego
después, cuando tenía medios para poder amortizar, pues lo hacía, que no tenía, pues
no importa, a partir del momento que era colectivista. O sea que en cada localidad los
beneficios se los organizaba la local. Pero en el área comarcal, no se podía permitir
que un pueblo no pudiera vivir, no pudiera comer, no pudiera trabajar porque, no
había tenido medios de riquezas.
—O sea que el apoyo mutuo se aplicaba lo mismo entre los colectivistas que
dentro de las colectividades.
—Y como he dicho, había una o dos colectividades que tenían camión. Una
colectividad en el pueblo de Naval. Y en Naval el terreno permite, hacer sal. Y claro
como tenían este camión, ellos expedían bastante sal a Cataluña y había una relación
de comercio, de intercambio, que se le daba la libertad a este camión para que fuera
por todo y vendiera; estaba en relación con otras colectividades las fábricas y locales.
O sea que no teníamos un camión solamente por comarcal, pero había dos pueblos
que tenían su camión: Naval y Salas Altas.
—A nivel anecdótico, tuvo que pasar y tuviste que ver a Gastón Leval en algún
momento y quizá a Agustín Souchy, que seguramente pasó por Barbastro.
—Mi hija tiene un libro de Gastón Leval, que lo que dice Leval soy yo el que se
lo he dado. Vino a la comarca y se lo dije, las colectividades que había, la cantidad de
colectivistas aproximadamente, en fin todo. Antes de la revolución, yo conocía a
Leval porque escribió uno o dos libros y me interesé de seguida porque trata de los
problemas económicos. Y claro cuando vino a Barbastro, pasó por la comarca y le di
todos los detalles porque yo me había hecho inclusive un mapa. Cada pueblo donde
estaba y todo, con carreteras. Y tenía un fichero, que lo primero que hice cuando
estalló el movimiento fue hacer una estadística de todo lo que tenían en cada pueblo,
de gallinas, tocinos, todo eso que es necesario para vivir pero que son medios
económicos interesantes. Sabía los medios económicos que contaba cada pueblo y
cada comarcal. […]
—¿Qué pasó en Barbastro cuando Líster disolvió el Consejo de Aragón?
—Líster fue por otra parte. A Barbastro vino otra fuerza. Y empezaron a deshacer
las colectividades. Teníamos una casa de un rico abandonada por su propietario para
las oficinas de la CNT. La asaltaron. [El compañero estuvo de viaje a Barcelona a

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principios de los hechos de mayo de 1937].
Y afortunadamente que no hicimos resistencia. Si hacemos resistencia, no sé lo
que hubiera pasado. Porque como había tres divisiones de la CNT en el frente de
Huesca y si hubiéramos empezado, si hubiera venido el choque entre nosotros
defendiendo el edificio donde estaba la CNT y las fuerzas del gobierno que asaltaron
la casa, pues seguramente hubiera estallado como en Cataluña. Pero como yo me di
cuenta que cuando desde Madrid, cuando en Cataluña nos dijeron alto el fuego, y
todo el mundo tranquilo: primero ganar la guerra. Claro, después cuando vinieron las
fuerzas por la parte de Barbastro a deshacer las colectividades y asaltar las casas de la
CNT, pues yo fui uno de los que dije, no hay que hacer resistencia. Porque había
mucha juventud: todos tenían armas. Había quienes estaban en el frente y dos o tres
veces bajaban a Barbastro a pasar quince días en su familia. Pues tenían armas.
Nosotros no tiramos un tiro, al contrario, bajé y había un conserje. Le dije: abre la
puerta. Y abrió, y como yo era con el conserje de los primeros que fuimos allí, un
guardia de Asalto me dijo «hijo de puta» a mí y me pegó de un empujón.
Conque nos cogieron a todos y nos llevaron a la cárcel. No hubo lucha. O sea es
una cosa bien significativa: yo que en el período de la república había estado cinco
veces preso […] Y me acuerdo de ese señor que iba de guardia de Asalto y me dijo
«hijo…» queriendo decir fascista. Yo fascista que antes de la revolución era el que
había dado la cara para luchar contra el fascismo. Y me tuve que callar porque si
viniera la discusión, hubieran podido los revólveres y hubiera sido peor para nosotros
que para él; que ellos viven de eso y nosotros pensamos que no valía la pena por
defender una casa de perder una vida.
—¿Cómo terminó este asunto? Porque se dice que en muchas partes las
colectividades se formaron después.
—Nos pusieron en la cárcel y estuvimos tres meses. […] Y a los tres meses nos
sacaron a todos porque se daban cuenta de que sin nosotros no marchaba la cosa.
Porque en aquellos días hubo un bombardeo una vez en Barbastro. Pues los que
salieron a coger la mayor parte de los muertos, voluntarios, fueron con los carros de
las colectividades nuestras. Porque bombardearon pero no había responsabilidad,
todo el mundo se escapó, se escondía y los nuestros compañeros, a pesar de que
estábamos en la cárcel, salieron ellos a recoger todos los muertos. Y con eso se dieron
cuenta los de la UGT y los comunistas que tenían necesidad de nosotros, que sin
nosotros no se podía.
—Y las colectividades mientras tanto, mientras estabais los responsables en la
cárcel, ¿continuaban?
—Sí. Hubo algunos pueblos que las deshicieron pero se volvieron a montar,
porque no encontraron material porque en la comarcal de Barbastro empleé una
táctica: había un pueblo o dos en los que predominaban los comunistas, no había en

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Aragón, pero un pueblo o dos en la comarca en que había comunistas.
El pueblo de Estadilla. Y cuando montamos la comarcal, los llamamos a todos, y
se dijo aquí somos colectivistas, aquí ni hay comunistas ni cenetistas. Aquí somos
todos colectivistas y trabajando en colectividad; los intereses son todos para la
colectividad y el libre acuerdo debe existir para las relaciones de intercambio y de
comercio.
Y claro eso nos favoreció porque los mismos de la colectividad comunista estaban
en contra de que nos pusieran en la cárcel a nosotros.
—¿Pero continuaron las colectividades?
—Sí. La mayoría continuaron en más o menos cantidad, pero continuaron.
—Y donde había comunistas, en Estadilla ¿también continuó?
—Sí, continuó. La comarcal, puedo yo asegurar, que cuando se perdió la guerra
en Aragón, continuaban las colectividades con excepción de 2 ó 3.
—Era para situar porque hasta ahora sólo encontré 6 o 7 casos y yo siempre tuve
la duda, a ver si es demagogia de que se formaron de nuevo, o hubo 7 casos y
subentendido los demás nada.
—Eso que me dices me ha dado una idea que pasó. Binéfar empezó a organizar
como en Barbastro el sindicato. Y había un fuerte sindicato y había buenos militantes.
Pero durante el período de las colectividades cometieron cierto error, hubo algunas
imposiciones de tipo autoritario de la parte nuestra y cuando pasaron las fuerzas
comunistas de Cataluña, pues allí los militantes, inclusive algunos colectivistas,
fueron echados.[…]
Y ésos de Binéfar vinieron escapados y se refugiaron en Barbastro. Los tuvimos
que tener escondidos porque los buscaban para, y eran de la CNT también. Eso es un
hecho para dar una explicación, porque yo cuando sabía que en un pueblo la
colectividad no marchaba bien. No había otro remedio que disolverla y volverla a
montar. Si había uno, tres o cuatro que se querían marchar, que se marcharan. Porque
yo les decía: el gusano cuando ha de hacer mal a una planta, es dentro que se mete y
la va, royendo y se la va comiendo. Y mata la planta. Uno que está en una
colectividad y no tiene la conciencia colectivista, no hace más que hacerle mal.
Los de fuera no nos dan miedo, porque cuando criticaban las colectividades los de
los partidos políticos, yo les decía: ¿por qué no montáis una colectividad vosotros? Y
si la vuestra es mejor que la nuestra es con los hechos que me demostráis qué es lo
que tiene que ser una colectividad. Es muy cómodo de criticar una cosa, lo que una
persona hace y no se es capaz de hacer nada. […]
—Si en tal asamblea libre en una colectividad, la gente empezaba a criticar a un
compañero de la CNT ¿cómo te portabas?
—Yo no juzgaba a los individuos. Los individuos y los actos, los juzgaban los de
la misma colectividad. Cuando se creaba un problema que ponía en desequilibrio, que

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se tenía que deshacer la colectividad, entonces intervenía en la discusión y sobre lo
que decía una parte y lo que decía otra, la tesis que defendía, pues no habíamos
diferencia porque no iba solo. Íbamos un comité, luego estaban los del pueblo, que
los había tan competentes como yo, porque del comité comarcal sólo estaba yo. En
cambio, el de transporte era de las Cellas; el que tenía de Agricultura era de Ponzán,
y había otro de Economía que era de Lagunarrota.
—En el congreso de Caspe en febrero de 1937, la comarcal de Barbastro aparece
con 31 colectividades y 7963 afiliados, y para Barbastro 113 afiliados: ¿se calculó
contando sólo los cabezas de familia o se incluía absolutamente todos los familiares?
—Para Barbastro, eran 113 cabezas de familia. Estoy persuadido de que se
contaron los cabezas de familia. Pero para Peralta, se contaron todos los miembros.
—¿Y sobre la supresión de la prostitución?
—Es verdad pero se decidió con el acuerdo de todos los partidos. Y fue un gran
problema con los milicianos que venían del frente, pero tuvieron que ir a otra parte.
Las prostitutas se incorporaron a la vida corriente como cocineras, costureras, etc.

XII. El CLUEA
La exportación de agrios, en especial, de naranjas en 1936 es excepcionalmente
grave. Aportaba muchas divisas y la situación era caótica. En tiempo normal, las
naranjas palestinas, sudafricanas y norteafricanas, compradas respectivamente por
Inglaterra y Francia, constituían ya una amenaza para España, para el mercado
español. Por eso disminuían gradualmente las ventas y la producción de naranjas (en
miles de quintales métricos): 1930, 11.963; 1931, 12.042; 1932, 11.710; 1933, 9672;
1934, 9098.
Casi toda la producción se exportaba, lo que suponía un volumen importante de
divisas: para una cosecha de 11.200, el 90% se exportaba, y aportaba 320 millones de
pesetas oro. Para la campaña 1933-34, con la misma tasa de exportación, hubo 180
millones. Según la Dirección General de Aduanas, la media de aportación en
millones de pesetas oro para el período 1931-35 fue de 150, lo que representaba el
21,07% de las exportaciones totales.
Para el período 1931-35: los principales compradores eran Inglaterra, 30%;
Francia 25% y Alemania 20%, con un total del 75% de las exportaciones. Las

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exportaciones se hacían por medio de negociantes locales que daban anticipos a los
propietarios de naranjos y luego pagaban según los precios internacionales. De facto
actuaban como caciques, explotando a los propietarios.
Al aproximarse la campaña naranjera de 1936-37 (octubre-mayo grosso modo),
como la guerra seguía y se anunciaba larga, los republicanos pensaron en esta fuente
de divisas. Así, en septiembre, el pleno regional de campesinos de la CNT acordó
organizar comisiones de exportación.
El mismo mes, UGT y CNT constituían los CLUEF (Comités Locales Unificados
de la Exportación de Frutas), para evitar la evasión de capitales, organizar el
transporte marítimo y terrestre dentro de las posibilidades sindicales, enviar a cada
mercado lo que puede consumir, valorizar el fruto, reducir los gastos de venta,
organizar la propaganda genérica[88]. Los encabeza el CLUEA (Comité Levantino
Unificado de Exportación de Agrios[89]) que coordinaba los delegados de los
Sindicatos de campesinos, Portuarios, Administrativos, técnicos de exportación,
Banca, Ferroviarios, Transporte, Transporte Marítimo, Comisionistas, Materiales de
confección, Secretariado Provincial de la UGT y Federación Local y Comité regional
de la CNT[90]. Estos organismos se proponían suprimir los intermediarios y regular
las expediciones a fin de mejorar la situación de los productores. El CLUEA señalaba
al gobierno la necesidad de exportaciones unificadas para resistir la competencia y de
búsqueda de nuevos mercados para suplir la ausencia de Alemania. El CLUEA
esperaba obtener la exclusiva de la exportación y el apoyo financiero del Gobierno,
pero éste se lo negó en octubre.
La prensa confederal daba pruebas de esa situación:

Es hora de que el CLUEA rompa su silencio […] acabar de una vez para siempre
con la desvalorización de nuestra fruta, con la escandalosa evasión de capitales, con
la desorganización de transporte terrestre y marítimo[91].
Las cotizaciones están mantenidas porque uno de nuestros cuidados es no
congestionar los mercados con lo cual evitamos que la oferta sea superior a la
demanda y por lo tanto que los precios se relajen. Por otra parte, nuestra sección de
Propaganda se afana en llevar a cabo su cometido […] con el gobierno […] siempre
quedábamos en eso, en promesa[92].
La incomprensión con que tropieza el CLUEA perjudica a nuestro comercio y a
los campesinos. Calvario de negociaciones con Hacienda[93].

El CLUEA hizo publicar resultados concretos a comienzos de febrero de 1937:


«El CLUEA no ha vacilado en hacer sus cuentas a la luz del día, a ver quien le
imita». Eran las cifras de exportaciones entre el 1-XI-1936 y el 30-I-1937 hacia Gran
Bretaña, Francia, Bélgica, Holanda, Noruega, Suecia 2.943.449 bultos habían sido

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vendidos (sin precisiones de peso), quedaba 2.361.161 y la suma cobrada era de 41
millones (41,879,046, 63 pesetas)[94]. Representaba aproximadamente un tercio de la
media de los años precedentes.
Sin embargo, Madrid no desatendía el problema, y los días 2, 20 y 25 de
noviembre tomaba medidas para limitar los anticipos dados a los campesinos por los
organismos de exportación y autorizar la formación de cooperativas con los mismos
privilegios que los sindicatos agrícolas.
Esta última medida se destinaba a la recién fundada Federación Provincial de
Campesinos, que reunía a los excomponentes de los sindicatos agrícolas católicos y a
los adversarios del CLUEA. La FP de C era obra del Partido Comunista, y el ministro
de Agricultura era Vicente Uribe, miembro del Comité Central.
Eran inevitables los choques y la confusión, como ocurre siempre que hay
entidades diferentes para una misma función. Una vez más el antagonismo político
redundaba en perjuicio del bando republicano.
Hubo mutuas acusaciones de estafa y sabotaje, y finalmente quedó claro el
abandono del CLUEA por parte del Gobierno para la campaña de 1937-38. Fue
sustituido por una Central de Exportación de Agrios, que era la misma organización
pero bajo control gubernamental y comunista.
Este ejemplo muestra que al querer aunar la exportación, colectivizarla, los
sindicatos aportaban una solución económica más lograda que la realidad del
momento. Al mismo tiempo, esta concepción beneficiaba tanto a los productores
como a los consumidores. Pero una presunta unión política dio al traste con esta obra.
El arroz fue también campo de batalla económico entre anarcosindicalistas y
comunistas.
El experimento del CLUEA no tendría mucho interés si los problemas que
quisieron resolver los sindicalistas no se plantearan con la misma agudeza hoy en día:
competencia entre las compañías exportadoras españolas contra los intereses
vulnerados de los productores.

XIII. Implantación, desarrollo y funcionamiento de la


colectividad de cerrajeros y puertas onduladas de
Barcelona y su radio[95]

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Sofocado el movimiento fascista en Barcelona, los compañeros cerrajeros[96]
acordaron en reunión de militantes implantar la colectividad[97]. Esta sección de
cerrajeros no contaba con medios económicos para el pago de los obreros que debían
dedicarse a la construcción o reconstrucción de los talleres, que luego formarían la
colectividad.
Para tal efecto se acordó una cuota de dos pesetas semanales y por socios de la
sección. El 19 de julio de 1936 la militancia vieja de la sección desapareció
totalmente, o al menos una buena parte de ella. Después de que se sofocase el
movimiento en Barcelona, esta militancia estaba enrolada, o bien en el frente, o en
cargos de responsabilidad de los consejos de fábricas de armamento, como los
talleres Labora, que absorbieron a una buena parte de ellos[98], o bien en los consejos
económicos de la Generalitat de Cataluña. Como se verá luego, el papel que
desempeñaron estos compañeros fue muy importante para la colectividad, por el
cargo que ostentaban.
Se requirió a un compañero [Ramón Safón] que estaba dedicado al blindaje de
coches y camiones, en los talleres de Construcciones Torras, de la barriada de Pueblo
Nuevo, para que se hiciera cargo de las construcciones —o reconstrucciones— de los
talleres colectivos.
Este compañero no pudo abandonar los trabajos de blindaje, porque no había
bastantes obreros para formar los tres turnos de 8 horas en los trabajos más
apremiantes, como era la defensa del país.
Tan pronto pudieron organizar los turnos, este compañero se organizó para el
turno de las 20 horas a las 4 de la madrugada, con el fin de poder, junto con un
ingeniero, dirigir y controlar los trabajos del primer taller colectivo.
Este taller, que fue llamado núm. 1, estaba situado en la calle Sepúlveda 76. Era
una nave grande propiedad de un fabricante de ropa, que tenía las fábricas en el
pueblo de Tarrasa y despachos en las Rondas de la Universidad. Esta nave estaba
ocupada y nosotros nos instalamos allí, ya que el patrón se marchó al extranjero.
Ya tenemos nave, estatutos para regirnos, junta administrativa, compañeros de
buena voluntad, pero ninguna herramienta. El compañero que dirige los trabajos, se
entrevista con el compañero Bayarrá, delegado general de los talleres Labora (donde
fueron a parar todas las herramientas de los almacenes de maquinaria requisados).
Este compañero era un militante de la sección de cerrajeros y puertas onduladas.
Se expone el caso de la falta de maquinaria y herramientas para empezar el
montaje del Taller núm. 1. «Coge una tiza y ven conmigo» me dice. Le sigo y me
lleva a una grande nave donde tiene todas las herramientas. «Ves marcando todo
cuanto haya necesidad y que el Taller núm. 1 funcione lo más rápido posible». Todo
lo que marqué, al día siguiente estaba en la calle Sepúlveda, y el montaje se hizo muy
rápido, ya que había muchos compañeros voluntarios, que después de las horas de

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trabajo de sus talleres, venían a trabajar al montaje del Taller núm. 1. Un buen día, a
las 9 de la mañana, se pone en marcha el primer motor colectivo. Para nosotros fue
una gran satisfacción, pues parecía que ya estaba solucionado todo el problema.
Se requisaron 20 obreros, los más hábiles en el oficio, y se les trasladó al Taller
núm. 1. Se pasó comunicado al sindicato de la Construcción y de la Madera, ya que
éstos son los más afines a nuestro oficio.
Pero la materia prima está controlada por el Estado, y no dan mercancía más que
para la industria de guerra; pero la sección tiene compañeros en todos los estamentos
y resuelve el problema.
En unas dependencias del Taller núm. 1, se instalan lo que luego serán las
oficinas centrales, donde se controlará toda la labor de la colectividad y saldrán de
allí todas las normas a seguir: presupuestos, planos y dibujos para los diferentes
talleres. Este nombramiento fue hecho por la junta de sección sindical que operaba
como administración colectiva. Al compañero que dirige los trabajos del Taller núm.
1 se le requisa para nombrarle delegado general de toda la colectividad. Misión de
este compañero: verificar todos los talleres de Barcelona que pudieran colectivizarse
y que reúnan buenas condiciones de higiene y de luz, que con pocos trabajos puedan
estar en buenas condiciones; suministrar los materiales para las colectividades;
procurar que tanto los obreros como los patrones quieran colectivizar; estar en
contacto con todos los sindicatos, para que todos los trabajos vayan dirigidos a la
colectividad; desmontar los talleres colectivizados que no reúnan condiciones y
engrandecer los talleres que por su capacidad lo permitan.
Muchos patrones, acogiéndose a la ley de la Generalitat de Cataluña, con respecto
a la colectivización, no querían colectivizarse: esto se resolvió no dándoles trabajo y
obligándoles a pagar a los obreros. En pocos días, todos los talleres estaban
colectivizados. Si el taller colectivizado reunía buenas condiciones y el
emplazamiento era bueno, entonces se le hacían las reparaciones necesarias y se le
ponían máquinas más adecuadas si eran necesarias y más obreros si tenía capacidad
para ello; la administración de este taller pasaba inmediatamente a las oficinas
generales y se nombraba un delegado de taller, en asamblea del mismo taller. En
cambio, si el taller no reúne ninguna condición, entonces los obreros van a trabajar al
taller más próximo a su vivienda y al patrón se le destina a las oficinas centrales,
¡suponiendo que quiera trabajar y pueda! No se le deja abandonado, de una forma u
otra, gana lo mismo que los obreros. Este taller se desmonta, y todo lo útil se traslada
al Taller núm. 21, que se encuentra en la barriada de Sants.
Vamos a detallar el Taller núm. 21: como se comprenderá, entre el Taller núm. 1 y
el 21, hay 19 talleres colectivizados que reúnen buenas condiciones, ya naturales de
los mismos, o bien arreglados por la colectividad.
Pero antes quiero señalar un detalle, por creerlo interesante: la sección de

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cerrajeros de Barcelona CNT controlaba la mayoría de los cerrajeros, o sea un 95%,
pero se dio el caso que, en un taller que iba a colectivizarse, había obreros
pertenecientes a la UGT, y este organismo no quería colectividad. Se convocó a una
reunión de juntas de las dos sindicales para ponerse de acuerdo en este punto.
Después de las asambleas regulares, se acordó que, en el taller que fuera mayoría
CNT, los de la UGT retirarían a sus socios y viceversa, pero con libertad para el
obrero de cambiar de organización.
El Taller 21… Hoy no puedo precisar la capacidad métrica que podía tener.
Solamente puedo decir que daba a cuatro calles, eso es, toda una manzana. Este
recinto había sido una fábrica de vigas de cemento armado, pero que no trabajaba
desde hacía bastantes años. El único edificio que había era la planta baja, las oficinas
y el piso del conserje, el cual todavía estaba allí, y allí quedó cuando nosotros
abandonamos. El resto del terreno era campo. Este taller se montó con el objeto de
hacer la fábrica de artículos de ferretería y con una capacidad de 500 obreros.
La fábrica se montó con la voluntad y esfuerzo de todos los compañeros y
compañeras de la sección, pues sábados y domingos, por la mañana, eran muchas las
veces que no sabías dónde colocar tanto personal con la particularidad de que nadie
cobraba nada por estas horas. Durante la semana los albañiles preparaban todo para el
sábado y domingo, y en poco tiempo se organizaron cuatro naves de 40 metros por
12. Cuando estaba ya lista, se montaban las máquinas para empezar la producción.
Cuando abandonamos el país trabajaban 125 obreros y obreras. Estaba la sección de
prensas, la sección de tornos, la sección de fraguas, la sección de niquelaje, la sección
de montaje, la sección de matrices, la sección mecánicas de reparación, la sección de
cilindros para las puertas onduladas y almacén de materia prima.
El Taller 21 estaba dotado de cocina, comedor, vestuario, duchas, lavabos, water.
Por cada sección había un delegado de producción. Este delegado era nombrado en
asamblea de la fábrica, y todos los delegados se reunían una vez por semana después
de las horas de trabajo. En estas reuniones semanales, estaba presente el delegado
general de la colectividad, con voz y voto. También tenía que estar presente un
delegado de la administración colectiva. Se levantaba acta por triplicado, una para el
consejo administrativo, una para la fábrica, y otra para el sindicato de la metalurgia.
La administración de la fábrica estaba a cargo de las oficinas centrales, desde allí
pasaban los pedidos para la fabricación; y las oficinas de la fábrica (que solamente
había dos compañeros) lo pasaban al delegado de sección correspondiente. La misión
de estos dos compañeros de oficina de fábrica era el control de la materia prima que
entraba y el control de la mercancía fabricada, así como el control de las entradas y
salidas del personal.
No recuerdo bien los estatutos que regían en la colectividad con todos los
detalles, pero puedo señalar que todos los colectivistas estaban a cubierto de

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enfermedades, operaciones, todos los aparatos ortopédicos, vista y boca, y el semanal
entero; para las mujeres encinta, tres meses antes del parto y tres meses después, si
había intervención médica estaba todo cubierto, con el correspondiente semanal.
La semana de 44 horas eran pagadas para todos los colectivistas a 95 pesetas
semanales, igual las mujeres, oficinistas, delegados, consejo, ingeniero. Esta
colectividad nunca estuvo controlada por el Estado, ni ningún estamento oficial, pero
después de los hechos de mayo, la vida se le hacía difícil, ya que el control comunista
cada vez cerraba más el cerco, pero no llegaron a cerrar del todo. Por este motivo,
muchos compañeros marchaban a trabajar en talleres de industria de guerra, pues
tenían racionamiento y eran movilizados en el trabajo.
La colectividad de cerrajeros de obra y puertas onduladas de Barcelona y su radio
fue organizada por la sección sindical de cerrajeros de la metalurgia de Barcelona
CNT. Esta misma junta sindical, o sea el consejo administrativo, representaba por una
parte los intereses colectivos y por la otra los intereses sindicales, ya que era la junta
sindical, nombrada en asamblea.
Se reunieron los militantes de la sección y la junta, y después de una reunión muy
agitada, se acordó que la junta debía de adoptar, o bien junta administrativa, o
sindical. Adoptaron por administración, y en asamblea general presentaron la
dimisión de la junta sindical.
Entonces, la misma asamblea tiene que modificar la forma de junta sindical, pues
si todos los obreros son colectivistas, ¡la junta sindical no tendrá los problemas que
tenía cuando la patronal! Hubo bastante debate y finalmente se pasa a tratar este
asunto en reunión de militantes de la sección, con delegación del sindicato
metalúrgico, ya que este problema era de tipo general. En la reunión de militantes se
adopta (en principio) nombrar dos delegados sindicales con la potestad de junta
sindical, hasta el primer pleno sindical, ya que era este asunto de orden general de
organización. El delegado general de los talleres colectivizados fue nombrado
momentáneamente delegado sindical.

XIV. Marx, Engels, el PC, el consejismo, los


historiadores y la España revolucionaria
El anarquismo ha sido en la historia española reciente el foco de casi todas las

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agitaciones sociales, hasta el punto de que todas las organizaciones y partidos
políticos de izquierda se originan en él.
A raíz de la escisión de la Alianza bakuninista en
1872 y de la salida de los marxistas, Pablo Iglesias y
sus partidarios fundaron el Partido Socialista Obrero
Español y, después del fracaso de una primera
tentativa sindical, la Unión General de Trabajadores
(UGT).
En España, tras la revolución rusa, hubo
discusiones violentas entre sindicalistas libertarios (la
palabra anarcosindicalista sólo se popularizó a finales
de la década de 1920) y elementos marxistas. Nin y
Maurín dejaron la CNT para formar con otros
elementos el partido comunista. Aquellos militantes
después de su expulsión del PC crearon varios grupos
que acabaron por reunirse en el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) en
1935, con la vista puesta en las elecciones de 1936.
Ya hemos zanjado el falso problema de la presunta diferencia de la importancia y
magnitud anarquista en el movimiento sindical español, destacando la presencia
libertaria a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en casi todos los grandes
países industriales y la represión antianarquista por parte de capitalistas y leninistas.
La mayoría de las interpretaciones marxistas actuales se fundan en el hecho de
que España es diferente, particular, etc., y siendo el anarquismo un movimiento
«extravagante» es normal que haya sido fuerte en España.
No obstante, otra era la interpretación de Carlos Marx que escribía en 1856:

Las clases medias de Europa se ven obligadas a comprender que no tienen


más que dos caminos: o someterse a un poder político al que odian y
renunciar a las ventajas de la industria y el comercio moderno y a las
relaciones sociales basadas sobre ellos, o bien sacrificar los privilegios que la
organización moderna de las fuerzas productivas de la sociedad, en su fase
primaria, ha otorgado a una sola clase. Es tan impresionante como inesperado
que esta lección se dé incluso en España[99].

Y la satisfacción de Marx proseguía: «La próxima revolución europea encontrará


a España madura para colaborar con ella. Los años 1854 a 1856 han sido fases de
transición por las que tenía que atravesar para llegar a esta madurez[100]».
La penetración en 1868 —a causa de la relativa liberalización política— de las
ideas de la Primera Internacional confirman la visión de Marx, que Bakunin también

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compartía. Más aún, España se convirtió en la sección más poderosa de la Asociación
Internacional de los Trabajadores, con 40.000 afiliados en junio de 1870, 25.000 en
diciembre de 1872, justo después de un período de prohibición, y 50.000 en 1873.
Ahora bien, el desarrollo espectacular del movimiento de los trabajadores
españoles —obreros y campesinos unidos— se hizo casi exclusivamente bajo el
asesoramiento de los anarquistas. Hubo una tentativa de organización marxista bajo
la propia dirección del yerno de Marx, Pablo Lafargue —refugiado de la Comuna de
París en España y particularmente preparado, debido a que por haber nacido en Cuba
entendía el castellano. La actuación de Lafargue constituyó una tentativa real de
destrucción, ya que publicó los apellidos de los militantes destacados de la
Internacional so pretexto de que eran bakuninistas. De hecho los publicó para que la
policía los conociera… ¡Buena aplicación de la ética del suegro!
Pese a esa traición, la sección española de la Internacional de tendencia
bakuninista mantuvo su unidad y su crecimiento, alcanzando los 50.000 miembros,
cuando la organización paralela organizada por Lafargue se tuvo que disolver por
falta de fuerza en 1873.
Aquella situación de fracaso para el marxismo en España explica el tono del texto
de Federico Engels, Los bakuninistas en acción, de 1873, folleto clásico de las
propagandas soviética, china y trotskista de varias siglas.

España es un país muy atrasado industrialmente, y, por lo tanto, no puede


hablarse aún de una emancipación inmediata y completa de la clase obrera.
[…una insurrección de republicanos o burgueses federalistas contra burgueses
centralistas] sólo podía aprovecharse mediante la intervención política activa
de la clase obrera española[101].

Aparecía así un análisis del país que ligaba el desarrollo político con el industrial,
algo que Marx descartaba. Además la afirmación de Engels de unir la evolución
política al movimiento de los trabajadores está en contradicción con la propia historia
del movimiento de los trabajadores españoles hasta 1873: quemas de fábricas textiles
en 1835, primera huelga general en Cataluña y en la Península en 1855, primera gran
insurrección campesina en Andalucía y reparto de tierras entre más de 10.000
campesinos en Loja (Granada) en 1863. Es decir que en ningún momento se buscó la
alianza con la burguesía, y hasta 1873, si los estadistas españoles dejaron algo claro,
fue justamente su incapacidad para realizar reformas.

De esta ignominiosa insurrección, lo único que nos interesa son las


hazañas todavía más ignominiosas de los anarquistas bakuninianos […]
Durante veinte horas se batieron 5000 hombres [bakuninistas] contra 32

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guardias y algunos burgueses armados; los vencieron después de que ellos
hubieron agotado las municiones y perdieron en total diez hombres, nada más.
Se conoce que la Alianza [de Bakunin] inculca a sus iniciados aquella sabia
sentencia de Falstaff de que «lo mejor de la valentía es la prudencia». […] En
una palabra, los bakuninistas españoles nos han dado un ejemplo insuperable
de cómo no debe hacerse una revolución[102].

El bakuninista James Guillaume contestó así a Engels: «Se sabe que los obreros
sólo tenían por armas unos mil fusiles de todo tipo y de variado calibre; les faltaban
municiones; sus contrarios burgueses, respaldados por la policía municipal, bien
armados, bien parapetados, ocupaban el ayuntamiento y las casas inmediatas; para
desalojarles, se tuvo que incendiar varias casas, y Engels por añadidura se burla de
ello. […] ¿Acaso puede leerse algo más asqueroso que esas burlas frías sobre
cadáveres? Engels es un rico manufacturero alejado de los negocios; está
acostumbrado a mirar a los obreros como carne de máquinas y carne de cañón; ello
explica sus doctrinas y su estilo[103]».
Dura observación[104], pero además de la fruición por la derrota de los
trabajadores, Engels usa la patraña (o la ignorancia) como análisis político: en
Valencia, con «los internacionales auténticos» [los marxistas], hubo «una lucha
enconada».
De hecho eran trabajadores tan bakuninistas como los que criticaba Engels, que
agregaba más hiel: «En Cartagena, el gobierno dio suelta a los 1800 reclusos del
penal de aquella ciudad, los peores ladrones y asesinos de toda España. Que esta
medida revolucionaria le fue sugerida por los bakuninistas, es cosa que no admite
duda después de las revelaciones del informe sobre la “Alianza”. En él se demuestra
cómo Bakunin se entusiasmaba ante el “desencadenamiento de las malas pasiones” y
cómo proclamaba al bandolero ruso modelo de verdaderos revolucionarios[105]».
Tal evidencia sólo está negada por la realidad, porque no había bakuninistas en
Cartagena.
En cuanto a la opinión de los propios trabajadores españoles, así la presentaba la
comisión federal: «Algunos de nuestros hermanos de Italia creyeron que el
movimiento cantonalista, esto es, de los republicanos federales intransigentes, era un
movimiento internacional, cuando sólo era un movimiento político, creado por los
políticos y sin contacto previo con los internacionalistas. Dada la falta de generosidad
de los federales intransigentes y dado su programa casi idéntico al de los benévolos
(sus adversarios), se deduce que sólo acuden a las armas para satisfacer sus
ambiciosos deseos, sus designios personales[106]».
Ante la amalgama de Engels, James Guillaume concluía: «Ahora vemos
claramente que los Marx, los Engels y sus secuaces no constituyen una escuela

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socialista con una doctrina más o menos errónea: son pura y simplemente la reacción,
igual que Mazzini, Bismarck, Castelar y Thiers[107]».
Científica y dialécticamente Engels seguía afirmando en 1878: «Podemos
predecir sin temor a equivocarnos que en cuanto una comisión política cualquiera
brinde a los obreros españoles la posibilidad de desempeñar nuevamente un papel
activo, la nueva lucha no será iniciada por esos charlatanes “anarquistas”, sino por la
pequeña organización de obreros conscientes y enérgicos que en 1872 permanecieron
fieles a la Internacional[108]».
De hecho, la central anarquista fue siempre mayoritaria 52.000 afiliados frente a
15.200 de la UGT en 1900; si en 1911 la UGT tenía 80.000 miembros frente a los
30.000 de la CNT en su fundación, en 1919 la UGT tenía unos 200.000 y la CNT
755.000. La lentitud del crecimiento del socialismo español destaca en comparación
con otros países: «A finales de siglo, cuando sus correligionarios del continente daban
la “tónica” a la política europea, en España no se había logrado llevar al Congreso ni
un solo diputado[109]».
Y tal lentitud afectó también al desarrollo del partido comunista dependiente de
Moscú y del otro, también marxista pero opuesto a Moscú. Las justificaciones de los
comunistas se empapaban en el análisis y en el determinismo profético de Engels
(olvidándose de que el mesías anunciaba el auge marxista para finales de siglo XIX,
sin percatarse de la profunda semejanza entre la España de la época y la Rusia de
1917):

Atraso económico y social de España[110].


El lento desarrollo industrial del país[111].
Es un hecho que el anarquismo no ha tenido influencia más que en los países de
escaso desarrollo industrial[112].
Nada de extraño tiene esta victoria en este país en que tantos vínculos unen al
obrero industrial con el campesino sin tierra[113].

La esperanza aparecía a finales de la década de 1920:

Y el anarquismo, que ha dado ya todo lo que podía dar, que ha demostrado


su incapacidad fundamental como avanzada del proletariado revolucionario,
desaparecerá de uno de los pocos reductos que le quedan[114].

El consejismo, una variante no leninista del marxismo, no supo apreciar la


experiencia española. Las pocas páginas que Antón Pannekoek, su mejor exponente,
dedicó a España aparecen en Los consejos obreros, y su interpretación se puede

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resumir en esta cita:

[En Barcelona] los grupos armados, dominando las calles, velaban por el
orden y el abastecimiento y, mientras las principales fábricas seguían
funcionando bajo la dirección de los sindicatos, llevaban la guerra contra los
ejércitos fascistas en las provincias inmediatas. Con esto, los líderes entraron
en el gobierno de la república democrática de Cataluña, integrado por
republicanos pequeños burgueses aliados con políticos socialistas y
comunistas. Aquello significaba que los trabajadores, en lugar de luchar por
su clase, tenían que combatir por la lucha común y alinearse en ella[115].

Dicha opinión descarta totalmente la envergadura de la colectivización en toda la


España republicana, así como las reacciones violentas de los trabajadores y
colectivistas contra los acuerdos desde arriba (Vilanesa, Mayo, etc.). Como hizo notar
Bricianier —autor de la antología de Pannekoek que citamos— «Pannekoek no
parece haber calibrado todos los aspectos de la guerra civil española».
Mattick hizo observaciones más interesantes:

La idea de que la revolución solamente puede hacerse desde abajo,


mediante la acción espontánea y la iniciativa autónoma de los trabajadores
está anclada en esta organización, a pesar de que a menudo pueda haber sido
violada[116].

Pero Helmut Wagner en El anarquismo y la revolución española diferencia en


parte las posturas antisindicalistas de los comunistas bolcheviques y de los
consejistas. Las similitudes son múltiples:

Afirmaciones doctorales: «El anarquismo es incapaz de resolver los problemas


de la lucha de clase revolucionaria. […] Consideramos nuestro deber mostrar, a
partir del ejemplo español, que la argumentación anarquista contra el marxismo
es errónea; que, por el contrario, es la doctrina anarquista la que ha fracasado».
Medias verdades históricas: «[…] que los trabajadores de Cataluña no hayan
constituido la dictadura del proletariado no es culpa suya. La razón principal hay
que buscarla en la confusa situación internacional […] Solamente una pequeña
parte del proletariado es conscientemente revolucionaria».
Reduccionismo ideológico «[…] las teorías del “comunismo libre” que son, en
última instancia, concepciones de Proudhon, adaptadas por Bakunin a los

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métodos modernos de producción. La concepción proudhoniana del socialismo,
elaborada cien años antes, no es más que una concepción idealista de la pequeña
burguesía que consideraba la libre competencia entre pequeñas empresas como
el objetivo ideal del desarrollo económico[117]».

Las diferencias son palpables:

Idealización: «La única organización que da una respuesta concreta es el


POUM. Propugna la elección de un congreso general del cual emergería un
gobierno realmente proletario».
Identificación con el anarquismo —sin citarlo— en relación con el dinero: «El
hecho de que todo pueda ser adquirido con dinero, y de que el dinero sea el
poder mágico para abrir todas las puertas, desaparecerá. Una de las primeras
acciones de los trabajadores será, sin duda, la creación de una especie de tarjeta
de trabajo. Solamente quienes realicen un trabajo útil obtendrán la tarjeta».
Para la producción de una visión original (siempre que no se suponga un control
a lo bolchevique): «El consumo de cada trabajador no se determina desde
“arriba”, cada trabajador por sí mismo determina por su propio trabajo lo que
puede pedir a la sociedad. […] es realmente sencillo calcular el promedio del
tiempo de trabajo socialmente necesario dividiendo la suma total de tiempo de
trabajo utilizado por la suma de productos obtenidos[118]».

De hecho, el consejismo —hasta hoy— se ha mostrado incapaz de desprenderse


de su ganga leninista al enjuiciar el anarquismo. Karl Korsch suele asociarse a los
consejistas. Es un error manifiesto como lo enseñan las citas reproducidas a
continuación.

[En relación] el problema más complejo del socialismo que es la colectivización


de la agricultura, los trabajadores habían preparado un programa totalmente realista
no desvirtuado por la urgencia, la exageración o los prejuicios. La resolución sobre la
colectivización de la tierra del congreso de la CNT de Madrid (junio de 1931) […]
fue una guía práctica para la acción de julio y agosto de 1936 para los obreros
agrícolas y los pequeños agricultores, que quedaron enteramente libres a su propia
iniciativa, sin la interferencia de ninguna autoridad o tutela extrañas. […] Nuestro
principal interés en este primer periodo de la colectivización española se centra en el
importante papel jugado por el peculiar tipo de sindicatos más característicamente
representativos de los trabajadores de Cataluña y Valencia, que hasta hace poco eran
atacados y despreciados por los prósperos sindicatos británicos y las poderosas

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organizaciones marxistas del Centro y Este de Europa, como una expresión utópica
condenada al fracaso ante cualquier situación comprometida. Estas formaciones
sindicalistas, antipartido y anticentralistas, estaban totalmente basadas en la libre
acción de las masas trabajadoras. […] La enérgica actitud antiestatal del proletariado
revolucionario español, espoleado por organizaciones creadas por ellos mismos y sin
trabas ideológicas, explica su sorprendente éxito en la superación de todas sus
dificultades[119].
2. Todos los intentos de restablecer íntegramente la doctrina marxista en su
función original de teoría de la revolución social de la clase obrera son hoy utopías
reaccionarias.
4. El primer paso que hay que dar para reiniciar una teoría y una práctica
revolucionaria es romper con la pretensión del marxismo de monopolizar la iniciativa
revolucionaria y la dirección teórica y práctica.
5. Marx es hoy simplemente uno de los muchos precursores, fundadores y
continuadores del movimiento socialista de la clase obrera. No menos importantes
son los socialistas llamados utópicos, desde Tomás Moro a los actuales. No menos
importantes son los grandes rivales de Marx, como Blanqui, y sus enemigos
irreconciliables, como Proudhon y Bakunin. No menos importantes, en cuanto a
resultado final, los desarrollos más recientes tales como el revisionismo alemán, el
sindicalismo francés y el bolchevismo ruso[120].

El POUM no alentó la autogestión, que sus militantes practicaron en pocos


casos[121].

De ningún modo podemos arriesgamos a hacer ensayos que podrían dar


un resultado negativo; dentro de nuestra economía agrícola, es necesario que
el día que queramos empezar a trabajar colectivamente tengamos medios
económicos y técnicos para asegurar un buen resultado[122].

Los historiadores oficiales, esto es burgueses, con el fin de adaptarse a las normas
jerárquicas universitarias, suelen ostentar un enfoque similar al de los marxistas. La
mayoría de los enfoques consiste en negar cualquier importancia e interés a la
autogestión[123], valiéndose de dos procedimientos polémicos ya presentes en la
propaganda del PC español de 1936-1939: el reduccionismo al fracaso y la
asimilación al primitivismo económico.

Esa «política» agraria de tipo anarquista tuvo en Cataluña como


consecuencia un progresivo descenso de la producción agrícola y el abandono

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del campo por una parte no pequeña de los campesinos. La catástrofe en el
aspecto del abastecimiento fue evitada por la energía del Partido Comunista
de España y del PSUC en atajar los desmanes, a los que prácticamente
lograron poner fin al aplastar el movimiento de mayo de 1937[124].

Borkenau, marxista crítico, argumentó serenamente:

Lo que realmente importa es qué oportunidades de triunfo tienen estas


unidades económicas y, en consecuencia, qué posibilidades tienen de atraer al
campesino en un futuro razonablemente cercano. Creo que, en este caso, el
escepticismo de los comunistas está bastante justificado. Se necesita un
capital que haga rentables las grandes propiedades colectivizadas y no sólo
eso, también ayuda técnica y dirección competentes. No se cuenta con nada
de esto, dadas las condiciones de guerra civil. Tal y como se plantean las
cosas, las colectivizaciones agrícolas prematuras son más bien los últimos
residuos de la vieja fe anarquista, la cual intentó basar una nueva sociedad
sólo en el entusiasmo moral y la fuerza, sin respetar las condiciones prácticas
económicas[125].

Esta opinión carece de base porque se fija en las colectividades agrarias,


olvidando el CLUEA, que era una tentativa de obtener capitales y desatendiendo los
colectivos industriales.
Gerald Brenan calificó la colectivización de «retorno a las instituciones
medievales no sólo en el orden económico sino también en el político[126]». Brenan
citó dos casos de colectividades, sacados de un libro de Langdon Davies más turístico
que político, Ansó (Huesca) y Port de la Selva (Gerona). Poca materia y pocos
estudios para autorizar la generalización y ¿a qué tradición medieval se relacionan las
colectivizaciones de los ferrocarriles o el CLUEA? Y, por el contrario, Brenan parecía
apreciar el matrimonio, la democracia y las instituciones jurídicas, etc., anteriores
incluso a la época medieval…
H. Thomas, en un ensayo interesante y documentado, concedió que hubo éxito
«desde el punto de vista social», pero observó el mismo escepticismo elitista,
leninista, sobre los resultados económicos: «Es difícil imaginar un incremento de la
producción nacional a largo plazo». «Se habrían desintegrado ellas solas». «Un
período de un año o dos no es suficiente para juzgar». «Resulta difícil imaginar cómo
podría haber funcionado». «A largo plazo no parece probable[127]».
La multiplicación de las dudas sobre una evolución truncada es un absurdo en sí.
«En las obras de historia recientes, esta revolución esencialmente anarquista, que
condujo a un importante cambio social, es tratada como una especie de aberración, un

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molesto contratiempo que impedía la victoriosa prosecución de la guerra y la
protección del régimen burgués amenazado por la rebelión franquista[128]». Y Gabriel
Jackson, con un criterio aberrante como lo demostró magistralmente Noam Chomsky,
reiteró sus anteojeras: «Nunca respondí a Chomsky por escrito […] cualquiera que
lea lo que dije de hecho sobre las colectivizaciones y lo que dice Chomsky puede ver
que yo soy bastante más escéptico sobre la viabilidad a largo plazo de esas
colectivizaciones[129]».
En el campo «faccioso» o fascista, la colectivización debía provocar reacciones.
La primera fue la de Santiago Montero Díaz[130]. Para el autor se pueden distinguir
dos momentos en la situación de los trabajadores del bando republicano, primero la
euforia revolucionaria:

El hampa, algunos grupos de criminales y una buena parte de los


dirigentes políticos y sindicales mejoraron su vida. Los trabajadores que
permanecieron al margen del crimen y del robo no elevaron en lo más mínimo
el nivel de su mediocre vida.

Después vino la realidad económica por medio de medidas varias y del bloqueo
de los salarios:

No hay economía, por


colectivista que pretenda ser, capaz
de resistir meses y meses la acción
conjunta del derroche, el saqueo, la
mala administración, el terror
policiaco, las levas militares y la
entrega constante de materias primas
y oro a dos grandes potencias
insaciables[131].

La colectivización fue el blanco directo de un libro de Manuel Roldán[132]:

El proceso de destrucción de las COLECTIVIZACIONES en Cataluña


merece un estudio serio y minucioso, por lo que en sí representó en el orden
económico y moral, y por sus consecuencias verdaderamente catastróficas
[…] Cuando estalló el conflicto había la certidumbre en la Banca judaica y en
el Kremlin de que esta guerra habría de dar por fruto la desaparición de
España en cuanto a potencia mediterránea, tal como ocurrió al antiguo

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imperio del Mogreb. […] La industria catalana durante los tres años de terror
rojo, puede decirse que no existió[133].

La amalgama con un supuesto complot internacional cuadra con la visión


derechista habitual, y se acompaña de un reduccionismo a la propiedad, valor de la
derecha.

Cada comité quería tener una fórmula para hacer rápidamente dinero. Pero
las fórmulas no alteraron nada, ya que era inútil ofrecerles una fábrica a
quienes no querían trabajar. Y como no hubo ningún nuevo Lenin, las
circunstancias que se presentaron en Rusia no se repitieron en Cataluña, bien
pronto los aspirantes a millonarios se convirtieron en serios defensores de la
propiedad usurpada. Otros, como los de los monopolios y servicios públicos,
¿no adoptaron actitud de violencia frente a las intromisiones de la
Generalidad? ¿Qué fue la sangrienta semana de mayo de 1937, sino la defensa
de la propiedad usurpada?[134]

No dejó de reconocer Roldán el empuje de la colectivización, si bien la redujo a


la imitación del sistema anterior (sin poder explicar el por qué de su aceptación, si era
igual que el pasado):

El movimiento colectivizador con los apoyos del exterior y los traidores


del interior avanzaba de una forma arrolladora. […] Repetimos: la explotación
de clase no había cambiado de orientación, como se decía frecuentemente;
estaba sencillamente regida en todos los ramos por los mismos postulados
económicos de los tiempos burgueses. Lo único que cambió fue el tipo de
jornal, las horas de trabajo y el precio de coste de la vida[135].

No podemos dejar de citar la opinión del anarquista Horacio M. Prieto, cuyo


criterio antiautogestión notamos en 1932. Fiel a sí mismo declaró en agosto de 1936
al llegar a Barcelona:

Esto me parece imposible: habéis ido demasiado lejos y lo vamos a pagar


muy caro; estoy del todo convencido de que perderemos la guerra porque la
intervención extranjera tendrá lugar[136].

De paso se puede notar el absurdo de considerar que los extranjeros —o sea


ejércitos de los países capitalistas con capacidad imperialista— iban a intervenir a

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causa de la buena o mala conducta de los trabajadores, cuando ya lo hacían en la
época contra las pequeñas burguesías de los países de sus zonas predilectas en cada
época: EE UU en Cuba, Nicaragua, Haití, etc.
Más tarde, en una conferencia en pro de un partido político anarquizante negó el
alcance revolucionario de la autogestión:

El colectivismo que vivimos en España no es el colectivismo anarquista,


es la creación de un nuevo capitalismo más inorgánico que el viejo sistema
capitalista que acabamos de destrozar; y es un nuevo capitalismo con todos
sus defectos, con todas sus inmoralidades, que se reflejan en el egoísmo
permanente de los trabajadores que administran una colectividad[137].

E incluso, en la emigración, le atribuyó un factor del todo negativo:

Así aparecieron las colectividades libertarias sin contar con el consejo de


los organismos directivos de la Confederación Nacional de Trabajo (CNT),
que no lo hubieran podido dar, por no estar preparada para un trance tan
excepcional; y fue la implantación súbita de las colectividades la que impidió
que la CNT pudiera formalizar nada serio y positivo en el orden de la
reconstrucción económica[138].

Son afirmaciones sin respaldo estadístico, digna de un partidario del comunismo


libertario desde arriba, cuyo reduccionismo resulta muy semejante al de los demás
opositores de la autogestión.

XV. Franquismo, transición democrática e ideas de


gestión colectiva

[1997-98]

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El franquismo no se sirvió nunca de la concepción del trabajo social colectivo.
Sin embargo algunas realizaciones económicas oficiales son interesantes como el
movimiento cooperativista en todo el país y las cooperativas de Mondragón (País
Vasco), creadas e impulsadas por católicos, con las huelgas de los presuntos
miembros de la base frente a la cúpula. Se trataba de soluciones alternativas limitadas
promovidas por una minoría de la clase dirigente.
Visiblemente, las elites franquistas
guardaban una sorda desconfianza hacia
el colectivismo en sí, después del ejemplo
de la capacidad de los trabajadores de
autogestionar la economía.
Ciertas transformaciones económicas
fueron impuestas por el Opus Dei
(armónica mezcla de masonería, éxito y
actividades bancarias más o menos
corruptas) —con el visto bueno de Franco
caudillo por la gracia de Dios— fórmula
inscrita en las monedas acuñadas con su
efigie (y jamás cuestionada por los papas,
aunque Franco no fue ni rey ni enviado
divino). Con el Opus, España salió
simultáneamente de la autarquía
mussoliniana (pero sin las autopistas y la
electrificación de los ferrocarriles del
fascio italiano) y de la atrofia económica,
herencia del catolicismo inquisitorial. El
país se abrió a los capitales extranjeros, como los otros países en vías de desarrollo.
Se usaba el mismo esquema económico: ventajas fiscales y seguridad en la
repatriación de una gran parte de los beneficios, paz social obligatoria. Esta política
comenzó en 1956. Curiosamente, el mismo año, el partido comunista de España
anunció el abandono de la lucha armada y la elección de la lucha democrática en el
seno de la España franquista.
Unos años antes la apisonadora del terror había diezmado las organizaciones de
izquierda durante y después de la guerra civil. Una ley contra el comunismo
englobaba en su definición a los libre pensadores, los masones, los socialistas, los
anarquistas, los anarcosindicalistas y los comunistas, aplicada desde 1938 contra los
individuos y los escritos. El divorcio se anuló de modo retroactivo en 1939, por ende
hubo que regresar a la situación de 1931 y el matrimonio civil fue abolido, siendo

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obligatoriamente sustituido por la ceremonia religiosa. Por supuesto los nombres
revolucionarios pasaron por cambios decentes «Nardo» «Bernardo», «Libertad»
«María Concepción», etc.
La mano de hierro de la represión de los rojos impuso la responsabilidad colectiva
familiar, el recuerdo y la angustia (a veces la maldición) de serlo. En sentido inverso,
era igual que lo sucedía en la URSS y en sus colonias. Las ideas relacionadas con la
izquierda en general fueron enterradas por los propios izquierdistas que prefirieron
callarse antes que sufrir y hacer sufrir a sus familiares. Las escasas excepciones no
modificaron esa desertificación ideológica: el legado de generaciones de trabajadores
desapareció. Fue sustituido por una mezcla de catolicismo, de individualismo
arribista y de ausencia de civismo, que fraguó un tipo de individuo acomodaticio y
mutante, camaleón como el caudillo, con una tolerancia para la corrupción que
persiste hasta hoy[139].
Por lo tanto, seguro de controlar a los asalariados, el régimen aceptó el
enfrentamiento social pacífico, a partir de 1962 con la vetustez de las minas
asturianas de carbón y las protestas conjuntas de los empresarios y trabajadores. El
conflicto se extendió a casi toda España, bajo la forma de reivindicaciones por el
aumento de los salarios. Una gran parte fue satisfecha. El mismo año dos ministros
del Opus Dei firmaban la demanda de ingreso de España en el Mercado Común.
Incluso el monopolio del sindicalismo obligatorio para los amos, los ejecutivos y
técnicos y los trabajadores (imitación del sistema corporativista catolico-
musoliniano) fue menguado por las actividades, más o menos de izquierdas, de las
HOAC (Hermandades de Obreros de Acción Católica). Sin embargo, se mantenía la
legislación militar contra las huelgas. Los eufemismos de conflicto laboral y paro
laboral fueron oficiales.
A partir de esta fecha, aparecen una serie de tensiones:

El nacimiento de las Comisiones Obreras ilegales, pero toleradas, que agrupaba


a los opositores en el medio laboral.
El incremento del comercio con los países marxistas leninistas, como durante las
huelgas de los mineros de carbón en 1963 (entrega de carbón polaco) y con la
firma secreta del primer contrato comercial con la URSS (durante el proceso y la
ejecución del dirigente comunista Julián Grimau, líder de una tendencia que
molestaba a la dirección del PC español; su muerte respaldaba igualmente a
franquistas y comunistas oficiales).
Publicación de escritos críticos de opositores intelectuales, primero en catalán,
luego en castellano.
Polémicas visibles entre los grupos dirigentes franquistas opusdeistas,

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monárquicos, carlistas (rama rival de los Borbones oficiales) y falangistas.
Aparición progresiva del terrorismo vasco y afirmación prudente de la
catalanidad.

Todos estos elementos ignoraban las economías colectivas. Tras el 68, carlistas y
falangistas reivindicaron la autogestión, con algunos grupos anarquistas.
Los militantes anarcosindicalistas del exilio ignoraban los nuevos datos
económicos de España. La agricultura transformada por el éxodo rural y la
emigración al extranjero, incluso el turismo en algunas regiones (verdadera gallina de
los huevos de oro). La multitud de capitales foráneos invertidos.
A partir de 1970-72, la tendencia actual de la organización de los trabajadores en
el plano sindical se fue configurando. Si había un centenar de militantes de la UGT y
otros tantos para la CNT, cerca de un millar del PC en 1970, a partir 1972 se produjo
un profundo cambio. El número de liberados y rentados sindicales de la UGT
retribuidos por los fondos de la social-democracia europea superaba el del PC, frente
al estancamiento de la CNT.
El régimen franquista eligió su sucesión, a cambio —por supuesto— de un cuerpo
de bomberos sindicales fogueados, sedicentes de izquierda, pero dispuestos a acallar
y apaciguar los conflictos, a cambio de una parte del poder y de reformas banales al
estilo de Europa —democratización de las enseñanzas, estatuto de la objeción de
conciencia, permisividad sexual generalizada, etc.—, escandalosas para algunos
franquistas.
Una tentativa falangista de subsindicalismo fue el acuerdo CNT-CNS
(Confederación Nacional Sindicalista) de 1965, o sea el sindicato franquista único y
obligatorio, con retoques liberalizantes. Para algunos falangistas, se trataba de alejar
la influencia creciente del PC en la CNS y sustituirla por la de un anarcosindicalismo
emasculado. Para ciertos cenetistas, el anticomunismo justificaba la bajeza de aliarse
con la extrema derecha con la meta de ocupar una dirección sindical. El acuerdo fue
denunciado por el conjunto de los cenetistas y de los falangistas.
En 1975, el franquismo otorgó el derecho de huelga (con un procedimiento largo
y sinuoso) estableciendo oficialmente el primero de mayo como fiesta del trabajo, y
no ya como la de San José artesano.
Y vino la transición democrática (amable eufemismo para designar el chaqueteo
de las clases dirigentes), durante la cual no hubo tentativas de denuncias judiciales
contra los policías y los militares asesinos, ni recuperación de bienes ilegalmente
adquiridos por individuos derechistas. Era evidente que quienes lo hicieran perderían
la vida a balazos. Cierto auge de las clases acomodadas y la extensión del trabajo
sumergido sirvieron de amortiguadores económicos.
En Argentina, en cierta medida en Chile, fue posible cuestionar en gran parte la

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fase de la transición democrática, con escasos resultados reales, porque la presión del
empobrecimiento creciente de los sectores más pauperizados fomentó una toma de
conciencia duradera y contestataria, asociada a la denuncia del neo liberalismo.
La idea de autogestión sólo apareció para administrar algunas empresas en ruina.
La UGT borró todo su pasado de autogestión revolucionaria de 1936-39 para
competir con las Comisiones Obreras —parecidas al sindicalismo europeo más
reformista— aliándose con la patronal y el gobierno. La tendencia se plasmó en los
Pactos de la Moncloa de octubre de 1977 con reformas democráticas para el conjunto
de la sociedad a cambio del mantenimiento de la producción por parte de los
trabajadores con el fin de acelerar el ingreso en el Mercado Común.
Es sintomático que en 1976, el año de todos los despertares sociales
antifranquistas, 40 años después del inicio la guerra civil, la gestión colectiva fue la
gran ausente de todos los conflictos y reivindicaciones, en todos los movimientos de
izquierda y de extrema izquierda.
Por cierto, muchos pueblos autogestionados aragoneses, catalanes y castellanos
de 1936-39 quedaron casi como vestigios del pasado, tras el éxodo rural y la
emigración al extranjero del periodo 1950-70. Quedaban, no obstante, pueblos
relativamente activos en Castilla y sobre todo en la costa mediterránea, pero el vino y
el turismo eran la solución del momento. Además, para la exportación de agrios y la
situación de las fábricas, los problemas económicos (menos en el plano sanitario y
aún menos para la cultura) seguían como en 1936. En cambio, las reivindicaciones y
la toma de conciencia eran mucho menos fuertes que en 1936.
La CNT tenía la baza de la acción directa para salvar a los trabajadores de la
trampa del productivismo callado y del consumismo ciego. Pero en lugar de volver a
la cultura proletaria, los cenetistas más formados se perdieron en oscuras luchas de
capillas, donde resulta difícil desenmascarar la influencia de la policía política (el
atentado Scala de Barcelona organizado por un denunciante, con gente excitada
incapaz de prever la manipulación), los casos de desequilibrios psicológicos (la caza
de los cincopuntistas, por el número de los artículos del acuerdo CNT-CNS,
inexistente en su aplicación), la política masónica de paz social (seguramente de
Esgleas y Montseny), la violencia física contra los cenetistas de otras tendencias.
Además de la guerra intestina, el movimiento anarcosindicalista conoció
discrepancias sobre la acción: la cuestión de la participación activa en la vida sindical
(participación en las elecciones de delegados); el reparto del patrimonio sindical fruto
de decenios de cuotas de trabajadores, más los bienes incautados en 1936-1939,
distribuidos con cuentagotas por los gobernantes; las siglas CNT que se disputaban
dos sectores. Al final la etiqueta CNT fue atribuida por vía jurídica a la CNT-AIT (la
menos presente en las luchas), que había denunciado el problema ante los tribunales
(¡!); la otra CNT, se convirtió en la CGT. De forma paralela, se formó Solidaridad

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Obrera (presente sobre todo en el metro madrileño) como puente posible entre las dos
fracciones.
Desde entonces la CNT-AIT se dividió en Cataluña, y cada parte publica su
propio Solidaridad Obrera. Existe una visible vuelta al sindicalismo de CNT-AIT
desde finales de la década de 1990. Solidaridad Obrera sigue el objetivo de superar el
diferendo CNT-AIT / CGT. CGT continúa su andadura y cuenta con unos 50.000
afiliados cotizantes.
La ausencia de formación ciudadana, el asistencialismo —fruto de cuarenta años
de verticalismo católico falangista, análogo a los setenta años y pico en la URSS— y
el temor a la represión eran más fuertes que el deseo de cambio social. Se vio durante
el golpe del 23 de febrero de 1981 de Tejero y compañía. Tentativa aparentemente
lograda (alza de remuneraciones y modernización otorgadas a los militares
profesionales), dada la limitación real de las penas de cárcel (en prisiones doradas) y
la negativa de buscar a los instigadores ocultos. El conjunto de los militantes del
PSOE, de los PCs (eurocomunista, pro-Moscú, maoísta), UGT, CNT, los grupúsculos
marxistas leninistas, tuvieron el miedo de su vida (destrucción de archivos, abandono
de los domicilios, salidas para ir con amigos no politizados o al extranjero),
inactividad terrorista de ETA. No pocos jóvenes tuvieron una crisis nerviosa
pensando en limpias y liquidaciones de izquierdistas y familiares suyos. En poco
tiempo, el proletariado en armas de julio de 1936 se borraba ante la imagen fija de las
fosas comunes y de los paredones, señal de la eficacia de la represión católico-
fascista del franquismo. Peor, el rey, tras vacilar durante varias horas y ante una
notable ausencia de iniciativas, pudo aparecer, frente a la mieditis nacional, como un
salvador.
La apisonadora de la represión, como en la URSS y en EE UU, hizo desaparecer
el militantismo mayoritario dentro de las filas del anarcosindicalismo. La transición
instauró un sindicalismo entreguista, siempre de acuerdo con la patronal desde 1976,
a pesar de los focos locales con conflictos duros (astilleros del Cantábrico, metalurgia
de Sagunto, etc.). Es a partir de un nuevo militantismo constante y serio, con una
toma de conciencia creadora, cómo puede renacer la gestión colectiva revolucionaria.
Fuera de estas condiciones, la gestión colectiva sólo es una manipulación de las
clases dirigentes para ganarse el apoyo de los trabajadores con el fin de acallar
críticas (como es el caso de la Alemania de la cogestión, como lo fue en la
Yugoslavia del inicio de la autogestión, impuesta y encasillada en el único ámbito
laboral por el partido de Tito).

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FRANK MINTZ (Montpellier 1941). Nace de una madre de Auvernia y de un padre
apatrido (ex-ciudadano de la URSS de origen judeo-alemán y ruso).
Los escritos de Frank Mintz están relacionados con la historia del anarcosindicalismo
durante la Revolución social española de 1936. Es también traductor (del italiano y
del español hacia el francés) de obras sobre este tema. Ha escrito antologías sobre
figuras importantes del anarquismo como Camillo Berneri o Errico Malatesta.
Hoy en día está jubilado después de 34 años ejerciendo como profesor de lengua
española y aprovecha su tiempo libre para seguir y participar en los debates y
corrientes del anarcosindicalismo tanto en Europa como en América latina.
De un punto de vista político, Mintz está cercano a las orientaciones sindicalistas
revolucionarias desarrolladas por la Sveriges Arbetares Centralorganisation (SAC) en
Suecia y la Confederación General del Trabajo en España.

www.lectulandia.com - Página 181


Notas

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Prólogo
[1] Bakunin, Mijail «Política de la Internacional», publicado en agosto de 1869, en

Discusión con Bakunin, Buenos Aires, 2006; no traducido por Santillán en los 5
tomos en castellano de sus obras completas. <<

www.lectulandia.com - Página 183


[2] Carta en ruso de 1897, P.A. Kropotkin i ego utchenie [Kropotkin y su enseñanza],

Chicago, 1931, traducida en Kropotkin La Moral, Madrid, 2003, p. 78 (traducción


revisada). <<

www.lectulandia.com - Página 184


[3] La Conquista del pan, 1892. <<

www.lectulandia.com - Página 185


[4] Postfacio de diciembre de 1919 a la edición rusa, Moscú, 1921, de Palabras de un

rebelde.<<

www.lectulandia.com - Página 186


[5] La obra —traducción del compañero chileno Laín Díez— había sido rechazada

por la editorial Proyección de Buenos Aires por criticar demasiado a la CNT.<<

www.lectulandia.com - Página 187


[6] He conocido a gente excelente, ex leninistas o todavía leninistas, tolerante y
solidaria, que estaba de acuerdo conmigo en denunciar la opresión y a la burguesía, a
consecuencia de su ideología. Mi crítica va al cuerpo doctrinal, no a los que luchan
por un mundo mejor (y eso es extensible a los creyentes de cualquier religión, si son
tolerantes y solidarios). <<

www.lectulandia.com - Página 188


[7] Bakunin «La política de la Internacional» en Discusión… op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 189


Capítulo 1
[1] Luxembourg, Rosa, Grève de masse, parti et syndicats, París, p. 94. <<

www.lectulandia.com - Página 190


[2] Gide, Charles, La coopération dans les pays latins 1926-1927, París, p. 144.<<

www.lectulandia.com - Página 191


[3] NEP Novata Ekonomicheskaya Politika, Nueva Política Económica, instituida por

Lenin liberando el comercio individual, o sea la pequeña burguesía, porque la


economía del Partido no era bastante eficaz. <<

www.lectulandia.com - Página 192


[4] Peirats, José, La CNT en la revolución española, tomo I. <<

www.lectulandia.com - Página 193


[5] Romeu, Fernanda, Las clases trabajadoras en España, Madrid, 1970, p. 40.<<

www.lectulandia.com - Página 194


[6]
Según Romero Maura, «The Spanish Case», en Government and Opposition,
1970. <<

www.lectulandia.com - Página 195


[7] Díaz del Moral Historia de las agitaciones campesinas andaluzas – Córdoba

(antecedentes para una reforma agraria) (texto de 1923, editado en 1928, a causa de
la dictadura de Primo de Rivera, padre del fundador del partido fascista español José
Antonio Primo de Rivera) Madrid, reeditado en 1967, pp. 447-448, 170-171, 182,
285-286. <<

www.lectulandia.com - Página 196


[8] Maidanik K. L. Испански пролетариат в националъно-революционной воине

1936-1939 [Ispanski proletariat v natsionalno-revoliutsioni voine; el proletariado


español en la guerra nacional-revolucionaria], 1936-1939 Moscú, 1960, p. 35. <<

www.lectulandia.com - Página 197


[9] Maurín, Joaquín, Epílogo de 1964 a Revolución y contrarrevolución en España

[1935], París, 1966, pp. 242-244.<<

www.lectulandia.com - Página 198


[10]
Galo Díez, Esencia ideológica del sindicalismo, Gijón, 1922, pp. 10, 38, la
cursiva es mía. <<

www.lectulandia.com - Página 199


[11] Artículos madrileños de Salvador Seguí, Madrid, 1978, pp. 67-70 [entrevista en

El Heraldo, prensa burguesa, Madrid, octubre de 1919]. <<

www.lectulandia.com - Página 200


[12] Op. cit., pp. 135-136 [Vida Nueva, 12-VI-1922]. <<

www.lectulandia.com - Página 201


[13] Op. cit., p. 184-185 [conferencia «Anarquismo y Sindicalismo» en la cárcel de la

Mola, en Mahón el 31-XII-1920]. <<

www.lectulandia.com - Página 202


[14] Pestaña, ¿Sindicato único? (Orientaciones sobre organización sindical), Madrid,

1921, pp. 19-21. <<

www.lectulandia.com - Página 203


[15] Memoria del congreso de Sants en 1918. Nuestro parecer sobre algunos de los

acuerdos adoptados [el Comité Nacional comenta el congreso regional de Sants


1918], extractos en Manuel Lladonosa, El congrés de Sants, El congrés de Sants,
181, 184-185. Gran parte de los acuerdos fueron adoptados en el pleno nacional del
congreso de CNT de 1919. <<

www.lectulandia.com - Página 204


[16] La Alianza era una coordinación de militantes seleccionados para acelerar y
fortalecer las conquistas de los propios trabajadores y alejarlos de los políticos
durante el momento revolucionario, que se veía y creía al alcance de la mano. Marx y
Engels pensaban que al menos al principio todo tenía que ser confiado a la lucha
política (incluso durante varios años o decenios). No creían en la capacidad obrera,
tal y como lo elaboró Lenin, el Partido debe dar la ciencia y la conciencia, o sea
órdenes y castigos. Bakunin se oponía a futuras estructuras dirigentes: «Si la
Internacional pudiera organizarse en Estado, nos convertiríamos, nosotros, sus
partidarios convencidos y apasionados, en sus enemigos más encarnizados». en
Discusión… op. cit. Por eso la Alianza nunca fue un partido de tipo leninista. <<

www.lectulandia.com - Página 205


[17] Pestaña dijo: «Yo propongo que la Confederación reclame para la zona del
protectorado en África las mismas condiciones políticas y sociales, absolutamente las
mismas que tendrán las demás regiones de España. Que los moros del Protectorado
español sean considerados ciudadanos como nosotros, con los mismos derechos, con
los mismos deberes, que se les respete igual que a nosotros. Que sea aplicada allí toda
nuestra legislación social, que no se considere que dentro de España hay una región
cuyos habitantes estén en situación de inferioridad […] la influencia de este acuerdo
sería revolucionaria porque esto produciría un malestar constante en los marroquíes
que están bajo el dominio de otros países». Memoria del Congreso extraordinario
celebrado en Madrid los días 11 al 16 de junio de 1931, Barcelona, 1932, pp. 85-86.
<<

www.lectulandia.com - Página 206


[18] Peirats, La CNT en la revolución española, Toulouse, 1953, tomo I, p. 18. <<

www.lectulandia.com - Página 207


[19] Balcells, Albert, El sindicalisme a Barcelona (1916-1923), Barcelona, 1961, p.

69. <<

www.lectulandia.com - Página 208


[20] El POUM, Partido Obrero Unificado Marxista, unión de cuatro grupos marxistas

activos desde 1930. Uno estaba dirigido por Andrés Nin, que entre 1921 y 1929 en la
URSS apoyó los bolcheviques disidentes y a Trotsky, aunque rompió con éste en
1933 cuando exigió el ingreso en el PSOE. La unión se realizó para formar un PC que
no estuviese bajo la tutela de Moscú. Se hizo efectiva en 1935, tras un año de tensas
discusiones con la vista puesta en las elecciones de 1936. El PC de la URSS
consideró al POUM como un grupo de traidores trotskistas y fascistas, y Trotsky
como revisionistas burgueses. <<

www.lectulandia.com - Página 209


[21] Machaevski o Majayski, consideraba que los militantes de origen burgués iban a

copar el poder para sí mismos, con el pretexto de apoyar a los trabajadores. Véase
Skirda, Alexandre, Le socialisme des intellectuels, Jan Waclav Makhaiski, París,
2001 <<

www.lectulandia.com - Página 210


[22] Federica Montseny sólo se afilió en la década de 1930, ya que estaba en una línea

crítica del anarcosindicalismo. <<

www.lectulandia.com - Página 211


[23] Ferrer i Guardia era masón y por eso defendía una unión de hecho entre la

burguesía atea de izquierda y el movimiento obrero, una visión absurda ya que no


había una búsqueda real de la de revolución social y de la abolición del salariado. Los
masones fueron bastante numerosos en la CNT. Una resolución del congreso de
Zaragoza en 1936 —que no aparece en la reseña publicada en el exilio en Francia—
recomendaba que los masones no ostentaran cargos de responsabilidad, de acuerdo
con los testimonios escritos agosto de 1983 de Manuel Fabra cenetista masón y
Ramón Álvarez cenetista antimasón). <<

www.lectulandia.com - Página 212


[24] Orto, aparición de la luz del sol, no tiene nada que ver con el sentido de la palabra

en Argentina. <<

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[25] Lamberet, Renée, Mouvements ouvriers et socialistes (chronologie et
bibliographie) l’Espagne (1750-1936), París, 1953 <<

www.lectulandia.com - Página 214


[26] Holandés el primero y rumano el segundo, conocidos por los viejos militantes

cenetistas. <<

www.lectulandia.com - Página 215


[27] Lógico posicionamiento leninista, similar al de los políticos burgueses cuando se

produce el rechazo electoral de sus propuestas. Pero en la URSS, los trabajadores ya


sabían mucho, de ahí la sensatez de la observación en Ciliga, Antón, En el país de la
mentira desconcertante, diez años detrás del telón de acero, ed. francesa, París,
1977,p. 200 y ss. [Escrito en 1938]. <<

www.lectulandia.com - Página 216


[28] En el congreso de 1931, aparece para la administración de la Soli. Administración

de la Soli: cuerpos de redacción, tres empleados; cuerpo de administración, tres


empleados; personal de imprenta cinco (¿?); cuerpo de colaboradores, tres; en el
extranjero, tres; total entre 12 y 17. Memoria, congreso extraordinario celebrado en
Madrid del 11 al 16 de junio 1931 [sl, sd, emigración en Francia, multicopiado],
undécima sesión, p. 108. <<

www.lectulandia.com - Página 217


[29]
Ángel, Pestaña, Solidaridad Obrera, num. 409, 24-IV-1934. Reproducido en
Ángel Pestaña, Trayectoria sindicalista [prólogo de Antonio Elorza], Madrid, 1974,
pp. 678-679. <<

www.lectulandia.com - Página 218


[30] Romero, Maura, en Government and Opposition, 1970. <<

www.lectulandia.com - Página 219


[31] En el congreso de 1931, un atinado observador francés (de hecho belga de origen

ruso), Nicolas Lazarevitch, había anotado: «En cuanto al Comité Nacional, se le


reprochaba no haber intervenido con bastante vigor y firmeza con motivo de la
represión ejercida en Sevilla. Las intervenciones habían sido muy violentas, se habían
formulado argumentos muy duros. A pesar de esto, bastó con que Peiró, el director de
Solidaridad Obrera se presentase deprimido, adoptando la postura de un acusado ante
un tribunal, reconociendo al máximo los errores, para que la cuerda sentimental de
los delegados fuera tocada; acabaron por decidir no proceder a ningún cambio en los
colectivos dirigentes de la organización». Nicolas L., A travers les révolutions
espagnoles, París, 1972, p. 20 [publicado en La Révolution Prolétarienne, num.121,
noviembre de 1931]. <<

www.lectulandia.com - Página 220


[32] Cruells, El 6 d’octubre a Catalunya; Tusell, Las elecciones del Frente Popular,

Madrid, 1971 <<

www.lectulandia.com - Página 221


[33] Historia del Partido Comunista de España, París, Varsovia, 1960, p.111. <<

www.lectulandia.com - Página 222


[34] Cruells, El 6 d’octubre a Catalunya; Tusell, Las elecciones del Frente Popular,

Madrid, 1971 <<

www.lectulandia.com - Página 223


[35] 12-VII-1936, a propósito de la huelga en Sardañola en la fábrica Uralita (chapa de

cemento). <<

www.lectulandia.com - Página 224


[36] 14-VII-1936, p.1. <<

www.lectulandia.com - Página 225


[37] 15-VII-1936, p.1. <<

www.lectulandia.com - Página 226


[38] 16-VII-1936, p.1, titular. <<

www.lectulandia.com - Página 227


[39] 17-VII-1936, p.1, titular. <<

www.lectulandia.com - Página 228


[40] 17-VII-1936. <<

www.lectulandia.com - Página 229


[41] Manifiesto del Comité nacional de la CNT, 14-II-1936, reproducido por Peirats,

op. cit. tomo I. Según la revista Noir & Rouge, num. 41, p.16, el autor del manifiesto
era el secretario nacional de CNT, Horacio Prieto. Es interesante comparar esta visión
con la de Pestaña, jefe del partido sindicalista: «Pregunta: ¿Es seria la amenaza
derechista —golpe de Estado— por ejemplo? Pestaña: ¡No!, ha pasado el momento
propicio. El periodo de inestabilidad —muy inquietante en ciertas épocas— ha
terminado para las derechas. La depuración del ejército y de los aparatos del Estado
les quitará toda posibilidad de actuación. Su actual forma de actividad, atentados y
gestos terroristas, prueba su flaqueza». (Entrevista del 18-V-1936, publicada en La
Révolution prolétarienne, 10-VI-1936, p. 224). Una anécdota, en el testimonio de
José Robuster, en Víctor, Alba, Los Colectivizadores, confirma la corta visión de
Pestaña en relación con el 18 de julio en Barcelona. <<

www.lectulandia.com - Página 230


Capítulo 2
[1] Companys a News Chronicle, traducido en Fragua Social (en adelante F.S.), 23-

VIII1937, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 231


[2] Mariano R. Vázquez, a la sazón secretario del C. R. de Cataluña, hacia finales de

agosto, cooptado —o casi— secretario del C. N. de la CNT, en De julio a julio, pp.


207 y 208. <<

www.lectulandia.com - Página 232


[3] Declaraciones de compañeros de Burdeos al autor en 1974. <<

www.lectulandia.com - Página 233


[4] Íbidem. La misma militante, que ostentó luego un anarquismo acendrado, declaró

en la emigración: «Estábamos en el gobierno, pero la calle se nos escapaba».


Publicado en 1970 en Ni Dieu ni Maître, tomo IV, de D. Guérin. <<

www.lectulandia.com - Página 234


[5] Boletín de Información, CNT-FAI (B.I.), 24-VII-1936; S. O VII-1936 (en Peirats,

I, p. 169); 28 -VII-1936, p. 4; 31-VII-1936, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Página 235


[6] Por radio 25-VII-1936 (en Peirats, vol. I, p. 181); «los autos requisados que deben

ser devueltos», S. O., 26-VII-1936, p. 3; «Compañeros nuestros procesados por el


atraco de “La Escocesa” han hecho entrega al Gobierno de la Generalidad del importe
de lo incautado en las iglesias y la catedral de Vich […]» B.I., 28-VII-1936;
«Procederemos a fusilar a todo individuo que se compruebe que ha realizado actos
contra el derecho de gentes» B. I, 29-VII-1936 y S. O., 30-VII-1936 (en Peirats, vol.
I, pp. 182-183). <<

www.lectulandia.com - Página 236


[7] «Los periódicos La Humanitat, La Publicitat, El Diluvio y casi toda la prensa que

ha salido hoy […] procuran disminuir el peso de la Confederación Nacional del


Trabajo y de la FAI en las luchas», S. O., 23-VII-1936, p. 2; «La falta de nobleza en
quienes coincidan en la lucha antifascista puede acarrear funestas consecuencias
[…]», S. O., 16-VIII-1936. <<

www.lectulandia.com - Página 237


[8] Buques de guerra extranjeros cerca de Barcelona, B.I., 26-VII-1936 (en Peirats,

vol. I pp. 179, 180); «El cónsul inglés se dirige al Comité Regional [un funcionario]
ha entregado una lista de todas las casas británicas en Barcelona, y en nombre del
cónsul ha pedido al secretario que haga algo […] para que no intervengan ni requisen
las mencionadas casas. El secretario se lo ha agradecido al enviado, pues el deseo del
Comité Regional es también el de que se respeten todas las casas extranjeras», B.I.,
27-VII- 1936, p. 1.<<

www.lectulandia.com - Página 238


[9] B. I, 13-VIII-1936, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Página 239


[10]
24-VII-1936, Butlletí Oficial de la Generalitat de Catalunya, 26-VII-1936;
reproducido en Revista del Banco Comercial de Barcelona; 25-VII-1936, Butlletí
[…], 26-VII 1936, ibídem. <<

www.lectulandia.com - Página 240


[11] Collectivisations. L’œuvre constructive de la Révolution espagnole, 1937, p. 51.

<<

www.lectulandia.com - Página 241


[12] S. O., 11-VIII-1936, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Página 242


[13] S. O., 28-VIII-1936, p. 11. <<

www.lectulandia.com - Página 243


[14] Para los tranvías el acta de expropiación es del 24-VII- 1936 y de unificación de

las compañías el 30 de julio de 1936, documentos citados por Walter Tauber : Un cas
d’autogestion les tramways, 1975. <<

www.lectulandia.com - Página 244


[15] Tranvías Leval Gastón, Né Franco né Stalin. Le colletività anarchiche spagnole

nella lotta contro Franco e la reazione staliniana, Milán, 1952, p. 111 y ss., S.0., 31-
VII-1936, p. 4; autobuses, S. 0., 1-VIII-1936, p. 3, 4-VIII-1936, p. 5; metro, S.0., 6-
VIII-1936, p. 2, B.I., 4-XI-1936, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 245


[16] S.0., 22-VII-1936, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Página 246


[17] S.0., 15-X-1936, p. 11, Collectivisations, op. cit., pp. 58-62. <<

www.lectulandia.com - Página 247


[18] B.I., 12-VIII-1936, p. 1, S. 0., 13 de agosto de 1936, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 248


[19] B.O., 13-VIII-1936, p. 6, Leval, op. cit., p. 127, Peirats, vol. 1, p. 169. <<

www.lectulandia.com - Página 249


[20] S.0., 21-VIII- 1936, p. 4, S. 0., 1-XI-1936, pp. 4, 5. <<

www.lectulandia.com - Página 250


[21] S.0., 23-XI- 1938, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Página 251


[22] F.S. 21-III- 1937, p. 7; S. 0., 19-I-1937, p. 2; Nouvelle Espagne Antifasciste, 18-

VIII 1938, p. 7; B.I. (en francés), 27-II-1937. <<

www.lectulandia.com - Página 252


[23] S.0., 21-X-1936. <<

www.lectulandia.com - Página 253


[24] Tierra y Libertad, marzo de 1937, reproducido por T. y L., México, julio de 1970.

<<

www.lectulandia.com - Página 254


[25] S.O., 19-VIII-1939, p. 12, dice el 19 y Colectivizaciones el 24, siendo vitales

estos transportes, la fecha del 19 parece aceptable; para Muebles, A. Lapeyre, Le


problème espagnol, 1946, pp. 22-24. <<

www.lectulandia.com - Página 255


[26] Ferrocarriles del Norte, almacén El Siglo M. Z. A. <<

www.lectulandia.com - Página 256


[27] S.O., 22-VII-1936, p. 2 (para Casa Vulcano, B.I., 12-VIII-1936, dice el 22). <<

www.lectulandia.com - Página 257


[28] S.O., 15-X-1936, p. 11 (S.O., 18-VIII- 1936 Colectivizaciones escribe el 27). <<

www.lectulandia.com - Página 258


[29] Peirats, vol. I, p. 169. <<

www.lectulandia.com - Página 259


[30] Calle Pedro IV, número 6, Barcelona, Archivo de Salamanca (A. S.). <<

www.lectulandia.com - Página 260


[31] Peirats, vol. I, p. 361. <<

www.lectulandia.com - Página 261


[32] Leval, op. cit., p. 122. <<

www.lectulandia.com - Página 262


[33] A.S., Puig Xiriguer, número 9, Barcelona. <<

www.lectulandia.com - Página 263


[34] A.S., calle Conde Casanas, 5; Rambla Flores, 4. <<

www.lectulandia.com - Página 264


[35] A.S., calle Pelayo, 62. <<

www.lectulandia.com - Página 265


[36] A.S., calle Bárbara, 14-16 bis. <<

www.lectulandia.com - Página 266


[37] A.S. <<

www.lectulandia.com - Página 267


[38] A.S. <<

www.lectulandia.com - Página 268


[39] A.S. <<

www.lectulandia.com - Página 269


[40] Para todo lo que sigue A.S. <<

www.lectulandia.com - Página 270


[41] UGT participaba pero no solía tomar la iniciativa, Collectivisations…, p. 52. Es

notable que en las afueras, en Tarrasa las colectivizaciones aparecen a partir del 11 de
agosto para terminar hacia el 5 de octubre de 1936, como se deduce de Ragón, Tres
anys difícils de guerra civil, 1972, Terrassa. <<

www.lectulandia.com - Página 271


[42] Pleno Nacional del Transporte (UGT), Valencia; Abad de Santillán Por qué…,

pp. 68, 69. <<

www.lectulandia.com - Página 272


[43] F. S., 23 de agosto de 1936, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 273


[44] Montseny S. O., 11 de agosto de 1936, pp. 4-5. <<

www.lectulandia.com - Página 274


[45] Vázquez, ibídem. <<

www.lectulandia.com - Página 275


[46] García Oliver, ibídem. <<

www.lectulandia.com - Página 276


[47] Vázquez, ibídem; Borkenau, Franz, buen observador de los hechos, afirma en The

Spanish cockpit, Londres 1937 (p. 92; trad. esp. p. 73), no haber encontrado esta cita
en Solidaridad Obrera, lo que es error suyo. <<

www.lectulandia.com - Página 277


[48] Perill en la Reragarda, p. 22 (traducido del catalán). <<

www.lectulandia.com - Página 278


Capítulo 3
[1] Calanda, célebre por su banda, es el pueblo de Buñuel y su familia; pese a que el

cenetista y artista surrealista Ramón Acín financió su primera película Las Hurdes,
con un premio de lotería que había cobrado el propio Acín, Buñuel no tuvo especial
inclinación por la Confederación. <<

www.lectulandia.com - Página 279


[2] S.O., 14-VIII-1936, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Página 280


[3] S.O., 16-VIII-1936, p. 12. <<

www.lectulandia.com - Página 281


[4] Volante y fragmento del punto 2, Alexandrovsk, 7-X-1919, «Sin inmiscuirse en la

vida civil de la población, el ejército insurreccional tomará algunas medidas


imprescindibles en contra de la clase burguesa rica, así como los denikinistas y sus
seguidores. Estas medidas se ejecutarán de modo organizado. Las personas que se
presentan para requisar y detener en nombre de los makhnovistas, sin mandato ni
matasellos ni firma del comandante de unidad y de la del servicio de control del
ejército, tienen que ser inmediatamente puestas en estado de detención y mandadas
ante la plana mayor de la unidad o del servicio de control. La misma actuación tiene
que aplicarse a los saqueadores y agresores que incluso podrán ser ejecutados en el
mismo lugar». En Skirda Alexandre Nestor Makhno le cosaque libertaire 1888-1934
la guerre civile en Ukraine 1917-1921, París, 4ª edición, 2005. pp. 455-456. <<

www.lectulandia.com - Página 282


[5] Jackson, Gabriel, La República española y la guerra civil, p. 248, n. 18, «en una

conversación aparte que tuve con dos terratenientes monárquicos, uno de ellos
profesor universitario y el otro abogado, escuché una enérgica defensa de la activa
oposición de Durruti a los asesinatos» (véase el anexo 14). <<

www.lectulandia.com - Página 283


[6] Borkenau, The Spanish cockpit 1937, trad. española, París, p. 197, 12-VIII-1936,

pp. <<

www.lectulandia.com - Página 284


[7] General Mola, 25-V-1936, el golpe estaba previsto primero en junio de 1936,

citado en Casanova, Julián, Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa,


1936-1938, Madrid, Siglo XXI, 1985, p. 103. El mismo historiador dirigió Morir,
matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, 2002, en el que
declara que hubo 50.000 rojos ejecutados y unos 10.000 niños entregados a familias
de derecha (p. 27) y el historiador Francisco Espinosa denuncia que «la represión en
esa zona obedeció a un plan de exterminio y terror, a un genocidio cuidadosamente
preparado». <<

www.lectulandia.com - Página 285


[8] Ibídem, 13-VIII-1936, p. 102 y ss. <<

www.lectulandia.com - Página 286


[9] Ibídem, p. 103. <<

www.lectulandia.com - Página 287


[10] S.O., 6-V-1936, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 288


[11] Koltsov Mijail Diario de la guerra de España [1937], París 1963, 13-VIII- 1936,

p. 25 y ss. <<

www.lectulandia.com - Página 289


[12] S.O., 6-V-1936, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 290


[13] Op. cit., p. 47. La colectividad de Utrillas está citada en Cultura y Acción, 24 de

octubre de 1936, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Página 291


[14] S.O., 6 de mayo de 1936, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 292


[15]
Souchy, Entre los campesinos de Aragón. El comunismo libertario en las
comarcas liberadas, Barcelona, 1937; Fragua Social, 18 de julio de 1937, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Página 293


[16] Leval, op. cit., p. 247. <<

www.lectulandia.com - Página 294


[17] Catllar Bernard, Problèmes de la construction et du logement dans la Révolution

espagnole 1936-1939: Barcelone, Aragon (Documents recueillis et traduit par


l’auteur), Toulouse, junio 1976, multicopiado. Véase la cita de Anselmo Lorenzo en
el anexo V. <<

www.lectulandia.com - Página 295


[18] Memoria, Barcelona, 1936, pp. 11-12. <<

www.lectulandia.com - Página 296


[19] Julián Floristán, Valderrobres (Teruel), 6 de septiembre de 1936, S. 0., 9 de

septiembre de 1936, p. 3; la alusión final remite al folleto de Isaac Puente, El


comunismo libertario, citas pp. 52-53. <<

www.lectulandia.com - Página 297


[20] Según el ex colectivista Vicente y publicado en Autogestion, 1972, num. 18, p.

155; reproducido, sin fuentes, en Ratgeb, De la grève sauvage à l’autogestion, París,


1974, pp. 96-97, matizado con un anticomunismo gratuito: omisión y deformación
¿gérmenes de un leninismo latente? <<

www.lectulandia.com - Página 298


[21] Kelsey Graham, Sindicalismo y Estado en Aragón 1930-1938 ¿Orden público o

paz pública?, Madrid, Gobierno de Aragón / Institución Fernando el Católico Exma


Diputación de Zaragoza / Fundación Salvador Seguí, 1994, 555 pp. <<

www.lectulandia.com - Página 299


[22] Líster, Enrique, Memorias de un luchador I. Los primeros combates, Madrid,

1977, 263. <<

www.lectulandia.com - Página 300


[23] La revolución popular en el campo, citado por Bolloten, op. cit., pp. 202-203. <<

www.lectulandia.com - Página 301


[24] Archivo de Salamanca 397 B. <<

www.lectulandia.com - Página 302


[25] Boletín Interior, Comité Provincial del P.C., impreso, agosto 1937.<<

www.lectulandia.com - Página 303


[26] A.S. 373 B. <<

www.lectulandia.com - Página 304


[27] Peirats, Espoir, 31 de agosto de 1969, CNT, Toulouse, 16 de noviembre de 1952,

A. S. para Gelsa, Más de las Matas y Pina. <<

www.lectulandia.com - Página 305


[28] L’Espagne Nouvelle, 29 de octubre de 1937 [retraducido del francés].<<

www.lectulandia.com - Página 306


[29] L’Espagne Nouvelle, 24 de diciembre de 1937 (sin firma). <<

www.lectulandia.com - Página 307


[30] CNT-AIT Congreso regional de campesinos de Levante, Valencia, 18/20-IX-1936.

<<

www.lectulandia.com - Página 308


[31] F. S., 8-XII- 1936, p. 9, columna A. <<

www.lectulandia.com - Página 309


[32] Ibídem, 13-XI-1936, p. 6. <<

www.lectulandia.com - Página 310


[33] Ibídem, 14-XI-1936, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 311


[34] F. S., delegado de Albalate dels Sorells, 20-XI-1936, p. 6. <<

www.lectulandia.com - Página 312


[35] F. S., delegado de Puerto de Sagunto, 6-XI-1936, p. 10. <<

www.lectulandia.com - Página 313


[36] Informe del Comité Nacional de la CNT, firmado por Vázquez, Valencia, 22-III

1937, reproducido por la Regional catalana en la convocatoria a una conferencia


regional, firmada por Valerio Mas, Barcelona, 27-III-1937.<<

www.lectulandia.com - Página 314


[37] Peirats op. cit., II, 78. Esta columna, en octubre, había dejado el frente para atacar

en la retaguardia las bases de la burguesía (archivos, guardias civiles). Véase Peirats,


I, 242, Bollotten, La Revolución española (sus orígenes, la izquierda y la lucha por el
poder durante la guerra civil), Barcelona, 1980. <<

www.lectulandia.com - Página 315


[38] Informe op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 316


[39] Se ha atribuido a Pravda aquella cita de que «por lo que a Cataluña se refiere, ya

ha empezado la limpieza de elementos trotskistas y anarcosindicalistas, y será llevada


adelante con la misma energía que en la URSS». La cita está en Camilo Berneri
«Carta abierta a la compañera Federica Montseny» y se repite en la propaganda
anarquista como Rusia y España de García Pradas, p. 71. Incluso los historiadores
ratifican la «verdad» de la cita reproduciéndola: Thomas, The Spanish Civil War,
Londres 1977, p. 302; Brenan, El laberinto español, París, 1962, p. 245; Joll, Los
anarquistas, p. 245.
Ahora bien, dicha cita es falsa puesto que el texto ruso de Pravda (17 de diciembre de
1936, num. 346, p. 5) de Koltsov es: «En los últimos acontecimientos en Cataluña y
fuera, reconocemos las provocaciones de los trotskistas seguidos de los mismos
compañeros que, con la ayuda de la policía hitleriana, mataron en la Unión Soviética
al camarada Kírov. Pero, afortunadamente, sabremos hacer fracasar las maniobras de
los trotskistas en nuestro país. Hace mucho tiempo que nuestro pueblo sabe reconocer
sus enemigos lo mismo en el frente que en la retaguardia».
La Batalla del POUM publicó en primera plana el 5 de enero de 1937 un despacho de
la agencia mejicana Febus fechado en Moscú según la cual «toda la prensa soviética
abriga la esperanza de que la acción de depuración emprendida en Cataluña contra los
trotskistas y anarcosindicalistas españoles, será realizada con la misma energía que en
la Unión Soviética». La falsificación era de fuente leninista anti URSS.
La versión dada por La Batalla fue desmentida el 8 por una nota del consulado
soviético firmada por A. Korobizin: «En la prensa soviética no hay ni puede haber
lugar para ningún ataque contra el movimiento fraternal de los trabajadores de
España agrupados en la CNT» (!!!).
Con todo, la adulteración de este texto premonitoria de los hechos de mayo
correspondía exactamente a la mentalidad que tenían los comunistas españoles, ya
que varios militantes del PSUC declararon a Ilyá Ehrenburg —intelectual y enviado
de Stalin en España— en 1936: «Antes los fascistas como con los anarquistas».
Extracto de sus memorias en Odyssey Review, Nueva York, diciembre de 1962, p. 50;
traducción de Novi Mir, Moscú, 1962.<<

www.lectulandia.com - Página 317


[40] Berneri era anarquista, ex profesor de filosofía en Italia, refugiado político en

Francia, después voluntario en España. Redactor del periódico Guerra di classe,


publicado en Barcelona, se hizo célebre por sus análisis del imperialismo soviético y
por sus críticas de famosos cenetistas. Véase Carlos M. Rama, Camillo Berneri;
Guerra de clases en España, 1936-1937, Barcelona, 1977. Barbieri participó con Di
Giovanni en la lucha antifascista en Argentina, luego se refugió en Europa y fue a
España para ayudar en la revolución. <<

www.lectulandia.com - Página 318


Capítulo 4
[1] Federación de la industria textil catalana, material de estudio, principios de 1937,

Archivos privados. <<

www.lectulandia.com - Página 319


[2] Peirats, Examen
crítico-constructivo del movimiento libertario español, p. 90,
Combat Syndicaliste, 22 15-X-1964. <<

www.lectulandia.com - Página 320


[3] Fábregas, Vuitanta dies al govern de la Generalitat, p. 85 (trad. del catalán). <<

www.lectulandia.com - Página 321


[4] Butlletí Interior de la UGT, 15-I- 1937 (trad. del catalán). <<

www.lectulandia.com - Página 322


[5] Memoria, A.S., noviembre de 1938, pp. 20, 21. <<

www.lectulandia.com - Página 323


[6] S.O., 27-IX-1936, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 324


[7] F.S., 10-XII-1936, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 325


[8] S.O., 2-II-1938, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 326


[9] La alusión a la URSS como modelo económico es característica del reformismo y

de la politización a expensas de los trabajadores. <<

www.lectulandia.com - Página 327


[10]
Kropotkin y también Majayski aluden a «Esta fuerza de trabajo que se
materializa, pues, durante los mismos periodos de tiempo, en valores relativamente
más elevados. Este valor superior a lo normal se traduce, lógicamente, en un trabajo
superior». El Capital T. 1., p. 158, La Habana, 1965. [«La producción de la plusvalía
absoluta», capítulo del trabajo y su puesta en valor]. <<

www.lectulandia.com - Página 328


[11] Bujalance, provincia de Córdoba, 25-9-1936, S. O., 2-X-1936. <<

www.lectulandia.com - Página 329


[12] Memoria del pleno nacional de Agua, Gas, septiembre de 1937, p. 39. <<

www.lectulandia.com - Página 330


[13] Memoria op. cit, p. 58. <<

www.lectulandia.com - Página 331


[14] Tomelloso (Ciudad Real) Campo Libre, 11 de septiembre de 1937, p. 5. <<

www.lectulandia.com - Página 332


[15] Pleno de Luz y Fuerza, enero de 1937, p. 53. <<

www.lectulandia.com - Página 333


[16] Op. cit., p. 51. <<

www.lectulandia.com - Página 334


[17] Pleno de locales y comarcales campesinas del Centro, 25-X-1937, p. 45. <<

www.lectulandia.com - Página 335


[18] Alba, Víctor, Los Colectivizadores, Barcelona, 2001, La España Industrial,
fábrica textil, p. 218. <<

www.lectulandia.com - Página 336


[19] Op. cit., p. 268. <<

www.lectulandia.com - Página 337


[20] Vilanova, Mercedes, Las mayorías invisibles (explotación fabril, revolución y

represión), Barcelona, 1996, p. 336. <<

www.lectulandia.com - Página 338


[21] Leval, Né Franco… op. cit., p. 315. Punto 4 de «Principios y enseñanzas de la

revolución española» que el autor no introdujo en las versiones en francés y en


castellano. <<

www.lectulandia.com - Página 339


[22] Mary, Nash, Mujeres Libres, Barcelona, 1976, p. 153. <<

www.lectulandia.com - Página 340


[23] 9 de noviembre de 1936, A.S., 2 052.<<

www.lectulandia.com - Página 341


[24] Pleno nacional de Agua, Gas, septiembre de 1937, p. 43. <<

www.lectulandia.com - Página 342


[25] Pleno de Luz y Fuerza, enero de 1937, p. 73. <<

www.lectulandia.com - Página 343


[26] Guerra di classe, 17-X- 1936, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 344


[27] El empleo de este adjetivo suele justificar las dejaciones. Salvador Seguí en 1919,

en Peirats, Los anarquistas en la crisis política, p. 24-, Manifiesto del partido


sindicalista, 1934, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 345


[28] Acuerdos del pleno económico ampliado. El Ier congreso nacional de carácter

constructivo celebrado en la España antifascista desde el 19 de julio, cuyas sesiones


han tenido lugar desde el 15 al 23 de enero de 1938, Barcelona, 1938, pp. 10 y 11; en
Peirats, T. III. <<

www.lectulandia.com - Página 346


[29] Boletín del Sindicato único del Ramo de la Construcción, 15 de marzo de 1938.

<<

www.lectulandia.com - Página 347


[30] Memoria del pleno de la F.A.I. de Levante, abril de 1937, pp. 95-96. <<

www.lectulandia.com - Página 348


[31] Op. cit., p. 73. <<

www.lectulandia.com - Página 349


[32] A. S., 170 M, febrero.<<

www.lectulandia.com - Página 350


[33] Butlletí Interior de la UGT, 15-IX- 1937. <<

www.lectulandia.com - Página 351


[34] UGT, Lérida trad. del catalán, 24 de agosto de 1937, informe p. 29. <<

www.lectulandia.com - Página 352


[35] Memoria, p. 74, trad. del catalán. <<

www.lectulandia.com - Página 353


[36] Cuestiones del leninismo, Moscú, 1931, pp. 420-421. <<

www.lectulandia.com - Página 354


[37] «Burocracia y socialismo en Cuba», en Aportes, París, enero de 1972, p. 51. <<

www.lectulandia.com - Página 355


[38] S.O., 5-VIII-1936, p. 3, «Cuál ha de ser la actitud de la FAI en el momento

presente». <<

www.lectulandia.com - Página 356


[39] S.O., 17-I-1937, «Necesitamos saber lo que hacemos». <<

www.lectulandia.com - Página 357


[40] Peirats, op. cit., II. <<

www.lectulandia.com - Página 358


[41] Memoria del congreso de sindicatos de Cataluña, marzo de 1937. <<

www.lectulandia.com - Página 359


[42] Butlletí Interior de la UGT, noviembre de 1937, num. 21-22. <<

www.lectulandia.com - Página 360


[43] Peirats, op. cit., I. <<

www.lectulandia.com - Página 361


[44] G. Leval: L’attività sindacale nella transformazione sociale, Milán, 1948, pp. 36-

40. <<

www.lectulandia.com - Página 362


[45] S. O., 11-VII-1936, «Intervencionismo estatal equivale a fascismo». <<

www.lectulandia.com - Página 363


[46] Memoria del congreso de sindicatos de Cataluña, 2-III-1937, p. 395. <<

www.lectulandia.com - Página 364


[47] S.O., 23-II-1937, p.6. Butlletí Interior UGT, n° 11-14, pp. 20-21. <<

www.lectulandia.com - Página 365


[48] B. I.,8-X-1937, Nosotros 14-X-1937. <<

www.lectulandia.com - Página 366


[49] ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?, septiembre de 1917, en Adler,

Consejos obreros y revolución, México, Grijalbo, 1972, p. 127.<<

www.lectulandia.com - Página 367


[50] A.S. 1863 M, octubre de 1938. <<

www.lectulandia.com - Página 368


[51] A. S. 1863 M, octubre de 1938. <<

www.lectulandia.com - Página 369


[52] A.S. 593 M, mayo de 1938. <<

www.lectulandia.com - Página 370


[53] Ibídem. <<

www.lectulandia.com - Página 371


[54] 20 de mayo de 1938, A.S., 811 B. <<

www.lectulandia.com - Página 372


[55] Véase Los Sefardíes, La Habana, 1958, p. 33. <<

www.lectulandia.com - Página 373


[56] Congreso regional campesino CNT de Levante, septiembre de 1936, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Página 374


[57] Informe CNT-AIT, noviembre de 1938, A. S., 568 B. <<

www.lectulandia.com - Página 375


[58] Memoria del pleno nacional de Agua, septiembre de 1937, p. 45. <<

www.lectulandia.com - Página 376


[59] Pleno regional FAI, Alcañiz, 20-IX-1936, p. 18. <<

www.lectulandia.com - Página 377


[60] Ponencia de la regional de Asturias, mayo de 1937, A. S. <<

www.lectulandia.com - Página 378


[61] «Han quitado el antiguo café; los colectivistas, puritanos, veían en él una
institución frívola». Souchy, op. cit., p. 73; Erenburg Estampas de España, abolición
de la prostitución, pp. 18-19; Kaminsky, Ceux de Barcelone, París 1937; se puede
consultar S. O., X-1936, Cultura y Acción, 18-II-1937, p. 4; Agitación, 19-II-1937, p.
3; Tierra y Libertad, 3-IV-1937, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 379


[62] F. Candel, Ser obrero no es ninguna ganga, Barcelona, 1968, pp. 72, 73. <<

www.lectulandia.com - Página 380


[63] Nosotros, VI /XI-1937, p. 3 (atribuido a Durruti); misma idea Butlletí interior

UGT, 15-XII-1936. <<

www.lectulandia.com - Página 381


[64] Memoria del congreso de sindicatos de Cataluña, febrero/marzo de 1937, pp. 23-

24. <<

www.lectulandia.com - Página 382


[65] Op. cit., p. 23, 24 y 58. <<

www.lectulandia.com - Página 383


[66] Memoria del pleno regional FAI de Levante, abril de 1937, p. 93. <<

www.lectulandia.com - Página 384


[67] Pleno de comarcales y sindicatos campesinos de Levante, 5-IX-1937, p. 12 <<

www.lectulandia.com - Página 385


[68] S.O., 25 de junio de 1937, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 386


[69] Federación regional de campesinos de Andalucía, op. cit., 20-X-1937, p. 27. <<

www.lectulandia.com - Página 387


[70] Juan López, El sindicato y la colectividad, 1938, p. 12. <<

www.lectulandia.com - Página 388


[71] Trad. del catalán, Ragón, op. cit., 1-XI-1937, p. 248, Tarrasa. <<

www.lectulandia.com - Página 389


[72] M. Alcón, enero de 1938, citado por V. Richards, op. cit., pp. y ss. <<

www.lectulandia.com - Página 390


[73] Godicheau, La guerre d’Espagne République et Révolution en Catalogne (1936-

1939), París, 2004, p. 286. <<

www.lectulandia.com - Página 391


[74] F.S., 2-X-1938, p. 2; Vida, 15-X-1938, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Página 392


[75] F. S., 1-XI-1936, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 393


[76] S.0., 29-IV-1937, p. 9. <<

www.lectulandia.com - Página 394


[77] Vida, 22-X-1938, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Página 395


[78] Campo Libre, 14-I-1939, p. 7. <<

www.lectulandia.com - Página 396


[79] CNT en F.S., 29-V-1937, p. 16, repetido en S.0., 9 de diciembre de 1937, p. 7;

Instituto de reforma agraria, en F.S., 15-VI-1937, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Página 397


[80] Espoir, julio de 1975. <<

www.lectulandia.com - Página 398


[81] Esprit, febrero de 1938, p. 687. <<

www.lectulandia.com - Página 399


[82] Op. cit., p. 92. <<

www.lectulandia.com - Página 400


[83] Colectivizaciones, p. 214. <<

www.lectulandia.com - Página 401


[84] Kaminsky H. E., op. cit., París, 1937. <<

www.lectulandia.com - Página 402


[85] Nuevo Aragón, 22-IV-1937, p. 6.<<

www.lectulandia.com - Página 403


[86] 25-XII-1937, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Página 404


[87] Alcorisa, 1-XII-1936; Cuevas de Cañart, 24-IX-1937; A. S., 373 B. <<

www.lectulandia.com - Página 405


[88] Memoria, p. 66. <<

www.lectulandia.com - Página 406


[89] R. Porté CNT, 10-IX-1950, p. 2; para J. Llop la afirmación de Leval, op. cit., p.

130 de que en Flix estaba en construcción un embalse, es errónea. <<

www.lectulandia.com - Página 407


[90] Pleno de Luz y Fuerza, enero de 1937, p. 75 y ss. <<

www.lectulandia.com - Página 408


[91] La misma constatación en un pleno nacional de la industria textil, noviembre de

1938, p. 23. <<

www.lectulandia.com - Página 409


[92] Como Ascó, Tivisa, en Monde Libertaire, julio de 1963, Alcorisa, Fraga en Leval,

op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 410


[93] García García, op. cit., p. 19. <<

www.lectulandia.com - Página 411


[94] A.S., 910 M. <<

www.lectulandia.com - Página 412


[95] A.S., impreso en 1561 M y en dos folletos para Castellón y Segorbe. <<

www.lectulandia.com - Página 413


Capítulo 5
[1] Verbatim report of meeting of political and military leaders on the Aragon Front

[informe taquigráfico de una reunión de responsables políticos y militares en el frente


de Aragón], Hoover Institution, EE UU, pp. 9-10. <<

www.lectulandia.com - Página 414


[2]
Largo Caballero, Correspondencia secreta, Madrid, 1961, p. 275, [escrito en
1946]. <<

www.lectulandia.com - Página 415


[3] D. Ibárruri, finales de 1933 en Moscú, citado por Bolloten, op. cit., p. 89. <<

www.lectulandia.com - Página 416


[4] Ibídem, p. 87, Mundo Obrero, 30 de julio de 1936. <<

www.lectulandia.com - Página 417


[5] Mateu Julio, Por qué se constituye la Federación Provincial Campesina, 1937. <<

www.lectulandia.com - Página 418


[6] Línea de Fuego, num. 37. <<

www.lectulandia.com - Página 419


[7] A.S., 1061 B, carta del C. N. de la CNT a F. Montseny. <<

www.lectulandia.com - Página 420


[8] L’Espagne Nouvelle, 17-IX-1937, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 421


[9] A.S., 1340 B, L’Espagne Nouvelle, 17-IX-1937, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 422


[10] García García, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 423


[11] Umanitá Nova, Roma, 20 de diciembre de 1964, p. 2, testimonio de Marzocchi.

<<

www.lectulandia.com - Página 424


[12] Confederación, 11 de junio de 1937, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Página 425


[13] Marcet Coll, José María, Mi ciudad y Yo, Barcelona, 1963, p. 37, «sus
instalaciones, de tan evidente interés militar, cayeron sin daño alguno en manos
nacionales, con todo su magnífico utillaje, entre el que figuraba el mejor material de
la época». El hecho se tiene que enmarcar en el próximo acuerdo que la URSS y la
Alemania nazi iban a firmar y que facilitó seguramente la liberación de presos
soviéticos en las cárceles franquistas. <<

www.lectulandia.com - Página 426


Capítulo 6
[1] Colectivismo, octubre de 1938. <<

www.lectulandia.com - Página 427


[2] V. Richards, Enseñanza de la revolución española, p. 88. <<

www.lectulandia.com - Página 428


Capítulo 7
[1] Pío XII, el 16 de abril de 1939, quince días después de haber terminado la guerra,

lanzó un radiomensaje a los españoles (el primer radiomensaje del Papa Pío XII al
mundo después de haber sido elegido Pontífice de la Iglesia Católica), en el que
dirigiéndose a la “católica España”, se expresa en los siguientes términos: «Con
inmenso gozo, hijos queridísimos de la católica España, nos dirigimos para expresar
nuestra paternal congratulación por el don de la paz y de la victoria con el que Dios
se ha dignado a coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad, probados en
tantos y tan generosos sentimientos. Anhelante y confiado esperaba nuestro
predecesor esta paz providencial, fruto, sin duda, de aquella fecunda bendición que en
los albores mismos de la contienda enviaba a cuantos se habían propuesto la difícil
tarea de defender y restaurar los derechos de Dios y de la Religión. Y no dudamos de
que esta paz ha de ser la que él mismo desde entonces auguraba, anuncio de un
porvenir de tranquilidad en el orden y de honor en la prosperidad. Los designios de la
Providencia, amadísimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la
heroica España. La nación elegida por Dios como principal instrumento de
evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe acaba de dar
a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que
por encima de todo están los valores eternos de la Religión y del espíritu […]». En
http://galeon.hispavista.com/razonespanola/r116-cru.htm <<

www.lectulandia.com - Página 429


[2] Cita de la introducción de este trabajo. <<

www.lectulandia.com - Página 430


[3] Ejemplo: Jordi Arquer, dirigente del POUM (entrevista inédita) y el grupo de Reus

de su partido se reunieron para una «gargolada» (caracoles cocinados a la brasa). <<

www.lectulandia.com - Página 431


[4] Simone Weil, profesora de filosofía que —para conocer la vida obrera— se fue a

trabajar, entre 1932 y 1937, a varias fábricas de Bourges, una ciudad marcada por el
catolicismo y la industria de armamento, y luego a París y al norte del país. Fruto de
esta experiencia es el libro La condición obrera del que se recoge esta cita. <<

www.lectulandia.com - Página 432


[5] Redactado el 30-09-1937 y desmentido por los 30.000 voluntarios franceses que

combatieron en España, la autora había estado varios meses como voluntaria en una
columna de la CNT en Aragón y después en Barcelona, lo que paradójicamente no
menciona aquí. <<

www.lectulandia.com - Página 433


[6] La condition ouvrière, París 1951, pp. 271-272, junio de 1936. <<

www.lectulandia.com - Página 434


[7] Se puede responder que lo esencial de la economía capitalista actual sólo depende

de la especulación, de datos ficticios (dobles contabilidades empresariales, gastos


nacionales inflados para tapar los robos de las cúpulas) y de la guerra (por hacer o ya
hecha), lo demás es patraña. <<

www.lectulandia.com - Página 435


[8] Un hecho que se reflejó, en Barcelona, en julio de 1936, en donde los documentos

de creaciones de colectivos firmados con huellas dactilares rondaba el 50-60%. <<

www.lectulandia.com - Página 436


[9]
Discurso de Federica Montseny del 20 de septiembre de 1936, F.S., 22 de
septiembre de 1936. El oro en cuestión desapareció en dirección a la URSS el 25 de
octubre de 1936. <<

www.lectulandia.com - Página 437


[10] Fernando Claudín, Movimiento Libertario Español, 1974. <<

www.lectulandia.com - Página 438


[11] Skirda, Kronstadt 1921 prolétariat contre bolchévismea, pp. 179-181. <<

www.lectulandia.com - Página 439


[12] Panfleto makhnovista, 27-IV-1920, Alexandre Skirda Nestor Makhno op. cit., pp.

459-460. <<

www.lectulandia.com - Página 440


[13] Peirats, José, en la revista publicada en el exilio en París, Presencia, num. 5,

septiembre-octubre de 1966. <<

www.lectulandia.com - Página 441


[14] «La política de la Internacional» 1869, en Discusión…. op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 442


[15] «La Organización de la Internacional», 1871, en Discusión…. op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 443


[16] Kowalewski Zbigniew M., en Samizdat 82, Lausana, p.35. <<

www.lectulandia.com - Página 444


Anexos
[1] Véase Mosén Jesús Arnal, Por qué fui secretario de Durruti, Andorra, 1972. La

dedicatoria es: «En memoria del que fue mi amigo y protector Buenaventura Durruti
Domingo, en prueba de agradecimiento y afecto». Y tras declarar que Durruti no era
ni bebedor, ni mujeriego ni sanguinario concluye sobre su personalidad: «Más bien
me pareció un buen compañero para todos los que le rodeaban», e incluso llegó a
escribir: «¡Gracias Durruti!, y que Dios, al juzgar tus defectos, haya tenido en cuenta
esta gran delicadeza tuya hacia este sacerdote. ¡Muchas gracias!». Un ejemplo: «Yo
presencié algunos interrogatorios de personas de derechas traídas a la Columna y
jamás el interrogatorio fue sobre sus ideas, fue sobre su actuación. Tampoco el
interrogatorio era solamente al presunto reo; casi todo se dirigía a los acusadores de
los pueblos que venían a entregarlos. Si en algún caso, el desenlace fue el asesinato,
más culpa pueden echar, sin temor a equivocarse sobre los dirigentes de los pueblos,
como ya indiqué en otra parte, por ser el proceder de muchos comités. […]
Fueron traídos a Bujaraloz a presencia del Jefe y acompañando al presunto reo,
algunos vecinos de su pueblo. La primera pregunta que se hizo fue ésta: —¿Cómo se
ha portado este hombre en el pueblo? —¡Muy bien!, fue la contestación unánime y
sin vacilar. —¿Y con los obreros a su cargo? La respuesta fue idéntica. La sentencia
del Jefe no se hizo esperar. —Si se ha portado bien con el pueblo, si se ha portado
bien con los obreros, ¿qué hemos de hacer? ¿Matarlo sólo porque es rico? Eso es una
idiotez, y, volviéndose al presunto reo, le dice: —Comprendo que no vas a trabajar en
el campo como éstos, porque no estás acostumbrado, pero sí puedes hacer algo en el
pueblo, como, por ejemplo, encargarte de la escuela, y así ya tienes ocupación, y con
esto quedó solucionado el caso». (Véase también la num. 101). <<

www.lectulandia.com - Página 445


[2] Aznar Severino, La revolución y las vocaciones eclesiásticas, Madrid, 1949, pp.

41, 24-25. <<

www.lectulandia.com - Página 446


[3] Todos los datos proceden de la obra de Severino Aznar. <<

www.lectulandia.com - Página 447


[4] Op. cit., p. 61. <<

www.lectulandia.com - Página 448


[5] Memoria y orden del día del XVII congreso ordinario que se celebrara en Madrid

los días 14 y siguientes de octubre de 1932, Madrid, 1932. p. 61; Malefakis Reforma
agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Barcelona, 1971, p. 338.
<<

www.lectulandia.com - Página 449


[6] Un eslogan provisional de PC fue «Nuestro lema es “todo el poder a los obreros,

campesinos, trabajadores”; si no se toma el poder no hay salvación contra la miseria,


el hambre y el sufrimiento, la opresión y la represión». Textos españoles traducidos al
ruso, 1933, reproducidos y traducidos en Mintz, La Autogestión…, p. 267. <<

www.lectulandia.com - Página 450


[7]
Preston, Paul, The coming of the Spanish civil war (reform, reaction and
revolution in the second republic), Londres, 1978, p. 61. <<

www.lectulandia.com - Página 451


[8] Op. cit., p. 66. <<

www.lectulandia.com - Página 452


[9]
Todos los datos están en Casanova, Julián, De la calle al frente (el
anarcosindicalismo en España), Barcelona, 1997. <<

www.lectulandia.com - Página 453


[10] Eduardo de Guzmán [periodista cenetista en la década de 1930] en la revista

Tiempos de Historia, Madrid, num. 14, 1976. <<

www.lectulandia.com - Página 454


[11]
Casanova Julián, De la calle al frente (el anarcosindicalismo en España),
Barcelona, 1997. <<

www.lectulandia.com - Página 455


[12] Peirats, La CNT en …, I, pp. 64-65. <<

www.lectulandia.com - Página 456


[13] Op. cit., I, p. 65. <<

www.lectulandia.com - Página 457


[14] Véase la obra de Jerome R. Mintz, The Anarchists of Casas Viejas, Chicago,

1982. <<

www.lectulandia.com - Página 458


[15] Durruti en La Voz Confederal, en Paz, Abel, Durruti, p. 249. <<

www.lectulandia.com - Página 459


[16] «El 8 de diciembre de 1933 y la comarcal de Valderrobres», por Miguel Foz, Le

combat Syndicaliste, París, 28 de enero de 1965. <<

www.lectulandia.com - Página 460


[17] El Sol, diario burgués, 12-XII-1933, p. 3; 16-XII-1933, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Página 461


[18]
Ibídem,12-XII-1933, pp. 3 y 4, Briones, Cenicero, Fuentemayor, Haro, La
Bastida, San Asensio y San Vicente de la Sonsierra. <<

www.lectulandia.com - Página 462


[19] Ibídem, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Página 463


[20] Ibídem, p. 10. <<

www.lectulandia.com - Página 464


[21] El Congreso Confederal de Zaragoza, [Francia], 1955, p. 134. <<

www.lectulandia.com - Página 465


[22] Ibídem, p. 135. <<

www.lectulandia.com - Página 466


[23] Ibídem,
p. 125. «En Granada […] hicimos todo lo posible para secundar el
movimiento»; «en Zaragoza no se secundó Octubre porque no se manifestaba como
movimiento revolucionario», p. 126. <<

www.lectulandia.com - Página 467


[24] Ibídem, p. 151. <<

www.lectulandia.com - Página 468


[25] Conze, Edwards [trotskista], Spain today 1936, revolution and counter-revolution,

Londres, 1936, p. 100. <<

www.lectulandia.com - Página 469


[26] Jesús Hernández [comunista], Negro y Rojo. Los anarquistas en la revolución

española, Madrid, 1946, p. 127. <<

www.lectulandia.com - Página 470


[27] Joaquín Maurín, op. cit., p. 156. <<

www.lectulandia.com - Página 471


[28] Díaz, Nosty, La comuna asturiana, revolución de octubre de 1934, Madrid, 1974,

p. 283 y ss. Solano Palacio, La revolución de octubre. Quince días de comunismo


libertario en Asturias, Barcelona, 1936, pp. 140-95. «En Mieres se dio el caso de que
manifiestos aprobados por el Comité Revolucionario, al parecer impresos, estuviesen
totalmente desfigurados. […] José María Martínez, alma del movimiento
revolucionario en Gijón, fue muerto durante la lucha de manera misteriosa» pp. 140,
95. <<

www.lectulandia.com - Página 472


[29] Conclusión de Montseny a la obra de Palacio, op. cit., pp. 195-196. <<

www.lectulandia.com - Página 473


[30] Véase el núm. 23. <<

www.lectulandia.com - Página 474


[31] El punto 8 «Anarquismo y Sindicalismo» de la Plataforma proponía: «La tarea de

los anarquistas en las filas del movimiento obrero revolucionario sólo podrá
cumplirse siempre que esté vinculada y coordinada su militancia con la actividad de
la organización anarquista exterior al sindicato. Dicho de otro modo, tenemos que
ingresar en el movimiento laboral revolucionario como una fuerza organizada,
responsable del trabajo cumplido en los sindicatos ante la organización anarquista
general, y orientada por ésta. […] Sin limitarnos a la creación de sindicatos
anarquistas, debemos buscar ejercer nuestra influencia teórica en todo el sindicalismo
revolucionario y bajo todas sus formas (los IWW, las uniones profesionales rusas,
etc.). Esta meta, sólo la podremos alcanzar poniéndonos a la obra como colectivo
anarquista rigurosamente organizado, pero de ninguna manera como pequeños grupos
artesanales, sin vínculos organizacionales, ni convergencia teórica» [traducido del
ruso]. <<

www.lectulandia.com - Página 475


[32] Testimonio de José Llop, entrevistado por F. Mintz, en Movimiento Libertario

Español, París, 1974. <<

www.lectulandia.com - Página 476


[33] Op. cit., pp. 39, 6, 37-38. <<

www.lectulandia.com - Página 477


[34] Memoria del Congreso Extraordinario celebrado en Madrid los días 11 al 16 de

junio de 1931, Barcelona, 1932, pp. 50, 66, 68-69. <<

www.lectulandia.com - Página 478


[35] Ibídem, pp. 69, 58. <<

www.lectulandia.com - Página 479


[36] De hecho el grupo era muy heterogéneo: muchos compañeros participaron en la

revolución, Cortada pasó al PSUC y fue asesinado en abril de 1937. Tras la guerra, en
1940-41 Fornells y Clará pasaron a la Falange; en 1965, Alfarache, Cortés, López
tuvieron contactos como CNT con la CNS, el sindicato único y vertical franquista,
según Movimiento Libertario español, 1974, p. 302. <<

www.lectulandia.com - Página 480


[37] Op. cit. pp. 304-306, 2-IX-1931 en La Tierra. <<

www.lectulandia.com - Página 481


[38] Ibídem, pp. 312-313, 2-X-1931 en La Tierra. <<

www.lectulandia.com - Página 482


[39] Revista Presencia, París, num. 7, p. 45, 1967. «Alguien pidió explicaciones
[sobre la intentona de enero de 1933] en el seno de la Federación local de Grupos
anarquistas de Barcelona. La respuesta fue que Ascaso, Durruti y García Oliver no
estaban controlados por la FAI. Personalmente tuve confirmación de esta
despampanante respuesta cuando en 1934, o sea el año siguiente, fui secretario
general de dicha Federación. Efectivamente, aquellos compañeros no pertenecían a
ninguno de los grupos controlados por la F.A.I. de Cataluña. Y, sin embargo, en las
tribunas eran los que llevaban la voz cantante de la organización específica».<<

www.lectulandia.com - Página 483


[40] «Carta a los anarquistas españoles» [dirigida a Carbó y Pestaña], 29-IV-1931,

traducción cotejada con el original en la selección de Alexandre Skirda Nestor


Ivanovich Majno Na Chusbine (zapiski i stati 1923-1934), [Néstor Ivanovich Makhno
en el extranjero (notas y artículos) París, 2004, pp. 136-137, publicada en la revista
Probuzdenie, num. 23-27, junio-octubre 1932. <<

www.lectulandia.com - Página 484


[41] Malatesta carta del 9-6-1931, reproducida en Articles Politiques, París, 1975, p.

418.
Malatesta denunciaba también la aprobación del historiador anarquista Nettlau a «una
colaboración entre los anarquistas [españoles] y cualquier gobierno, para hacer durar
un Estado de libertad relativa que permita la propaganda y la organización de las
fuerzas revolucionarias. Se ha olvidado de lo que por ser historiador tiene que
conocer mejor que los demás, o sea quien se enseñorea del poder —incluso nuestros
revisionistas— hace lo imposible para menguar y cercenar cualquier libertad, y sólo
lo frena y lo detiene en su obra liberticida el temor o la realidad de una insurrección
del pueblo». Malatesta op. cit., p. 424, 7-3-1932. Documento de Nettlau: «Incluso
para el interés general humano, ni victorias nacionales completas ni sindicalistas, ni
siquiera una apropiación demasiado firme del suelo por los cultivadores, son de
desear». Carta a Federica Montseny, 30-8-1931, reproducido en Mintz La
autogestión… op. cit., pp. 256-257.<<

www.lectulandia.com - Página 485


[42] Shapiro Alexandre, redactor de AIT. Rapport sur l’activité de la
CONFÉDÉRATION NATIONALE DU TRAVAIL d’Espagne 16 décembre 1932-26
février 1933 STRICTEMENT CONFIDENTIEL Aucune partie de ce rapport ne doit
être rendue publique. Exemplaire num. 24 [Informe sobre la actividad de la
Confederación Nacional del Trabajo de España 16 de diciembre de 1932 – 26 de
febrero de 1933. Estrictamente confidencial. Ninguna parte de este informe puede ser
publicada. Ejemplar num. 24]. <<

www.lectulandia.com - Página 486


[43] Lorenzo, Anselmo, El Proletariado militante, Madrid, 2005, pp. 295-296. Esta

relación entre Lorenzo y la actualidad es una constatación del anarquista búlgaro


Pano Vasílev, que militó unos años en Argentina, en Ideiata na savetite [la idea del
soviet], Sofía, 1933, pp. 33 y ss. El mismo año fue asesinado a tiros por sicarios de la
patronal, al salir de una imprenta con octavillas para el Primero de mayo. <<

www.lectulandia.com - Página 487


[44] Véase lo realizado en Aragón, núm. 113. <<

www.lectulandia.com - Página 488


[45] Lamberet, op. cit., París, 1953. <<

www.lectulandia.com - Página 489


[46] Op. cit. (nota 30). <<

www.lectulandia.com - Página 490


[47] Puente El Comunismo libertario, p. 6, reedición Toulouse M. L. E., 1947. <<

www.lectulandia.com - Página 491


[48]
Prieto, Horacio, Anarco-Sindicalismo – Cómo afianzaremos la revolución,
Bilbao, 1932, pp. 7, 6, 13, 29-21, 28-29, 34-35. <<

www.lectulandia.com - Página 492


[49] Op. cit., p. 36. <<

www.lectulandia.com - Página 493


[50] Sólo cita a Fourier y a Abreu, Colectivismo agrario, Madrid, 1915, pp. 246- 247.

<<

www.lectulandia.com - Página 494


[51] Campo libre, p. 1, 25 de enero de 1936, véase también, en el mismo periódico, los

artículos «Posibilidades del comunismo libertario en España» (de enero a julio de


1936). <<

www.lectulandia.com - Página 495


[52] Leval, Gastón, Estructura y funcionamiento de la sociedad comunista libertaria,

Barcelona, 1936 [antes de julio], p. 20. <<

www.lectulandia.com - Página 496


[53] Pere, Gabriel, Joan Peiró escrits 1917-1939, Barcelona, 1975, pp. 406, 417. <<

www.lectulandia.com - Página 497


[54] Ángel Pestaña Trayectoria Sindicalista, [24-I-1933], Madrid, 1974, pp. 678-679.

El reduccionismo al simplismo y al primitivismo —prejuicio 2 denunciado por


Puente— es pura polémica, aplicable a él, aprendiz de político. No había análisis
social ni denuncia de la miseria, ni relación con los numerosos estallidos sociales
(anexo II). <<

www.lectulandia.com - Página 498


[55] Véase nuestra discusión en la revista Autogestion de París en 1971. <<

www.lectulandia.com - Página 499


[56] «¿Habiendo visto este libro la luz allá por abril de 1936, han sido tenidas en

cuenta sus instrucciones en la hora de la Revolución? Yo creo que los Sindicatos no


se acordaron mucho de ellas cuando llegó el ansiado momento propicio para plasmar
en realidad práctica algunas de las varias sugerencias del autor. Procedióse a hacer la
Revolución sin un plan económico —y político— y cada cual se arrancó por el aire
flamenco que le vino en gana: unos por seguidilla, otros por soleares» Jacinto Toryho,
véase la núm. 311, reseña de Organismo Económico de la revolución, en Timón, 1-7-
38, p. 204, cuyo director era el propio Santillán. <<

www.lectulandia.com - Página 500


[57] Abad de Santillán, El organismo económico de la revolución, Madrid, 1978, pp.

92, 95, 210, 212. <<

www.lectulandia.com - Página 501


[58] Op. cit, pp. 210, 212. <<

www.lectulandia.com - Página 502


[59] Ibídem, p. 191.Las cursivas son mías. <<

www.lectulandia.com - Página 503


[60] Ibídem, pp. 75, 69. <<

www.lectulandia.com - Página 504


[61] Elorza, Antonio, Diego Abad de Santillán. El anarquismo y la revolución en

España. (Escritos 1930-1938), Madrid, 1976, p. 291, también en Tiempo Nuevos (1-
6-1936). Santillán criticó esta resolución sobre el comunismo libertario: «¿En que
quedamos? ¿Han de ser las organizaciones de los productores o han de ser las
comunas quienes administrarán la riqueza social? Caben las dos posibilidades, pero el
dictamen no nos dice nada concreto. […] Esta tesis de la conveniencia de la autarquía
económica de las comunas es indicio de desconocimiento lastimoso de las exigencias
que corresponden al grado de cultura y de civilización a que hemos llegado». Una
mentalidad, como se vio, despreciativa de las iniciativas de la base. <<

www.lectulandia.com - Página 505


[62] Memoria impresa en febrero de 1936, pp. 20-21 y 29. <<

www.lectulandia.com - Página 506


[63] Kropotkin, La Conquista del pan, Buenos Aires, 2005, p. 11. <<

www.lectulandia.com - Página 507


[64] Royo Macario, Cómo implantamos el comunismo libertario en Mas de las Matas

(Bajo Aragón), Barcelona, 1934, pp. 17, 28. <<

www.lectulandia.com - Página 508


[65] «Así, observé sobre todo después de los eventos del 8 de enero [1933], y de las

heridas infligidas a García Oliver, un llamamiento, otra vez de esta misma


compañera» [Federica Montseny], publicado en La Tierra de Madrid y cuyo carácter
histérico habría debido ser públicamente censurado por nuestro movimiento. Saco
este pasaje:
«Apelo a la humanidad, a la generosidad de todos los periodistas y de todos los
intelectuales de Madrid; a la generosidad —¿por qué no?— de los señores Casares
Quiroga [Ministro de Interior], Esplá [subsecretario de Estado el Interior], y del
mismo Azaña [Presidente del Consejo]… Por la honra de todos los españoles, por el
prestigio de la nación española a los ojos del mundo civilizado; por el prestigio
mismo de la autoridad, es preciso que el drama de la Prefectura de Policía de
Barcelona no quede sin una severa sanción».
La anarquista Federica Montseny que intenta salvar el prestigio de la autoridad es el
colmo de un estado de espíritu cuya multiplicación sería excesivamente peligrosa
para nuestro movimiento. Felizmente todos los compañeros a quienes hablé estaban
francamente indignados por este incalificable descaro». Traducido del francés en
Alexandre Shapiro, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Página 509


[66] «Así, vi en Valencia el anuncio de una conferencia de Federica Montseny en el

Sindicato de la Construcción sobre “El Sindicalismo es la última y más peligrosa


manifestación de la autoridad”» (sic). Alexandre Shapiro op. cit.; otro ejemplo una
carta de Toryho (ardiente colaboracionista y futuro director autoritario de S.O.) a
Federica Montseny, el 5 de junio de 1936: «Aprovecho esta ocasión para decirte que
hallo exagerados tus temores acerca de la iniciación de una especie de liquidación de
las ideas anarquistas dentro de la CNT. Porque esa iniciación no es de ahora, sino que
viene de lejos. La decadencia anarquista dentro de los Sindicatos es consecuencia de
que en Barcelona hay muy pocos anarquistas metidos en los órganos de lucha de
clases. Muchos se apellidan así, pero son más marxistas y autoritarios que los
conocidos por tales». A.S. B 809. <<

www.lectulandia.com - Página 510


[67] El congreso confederal de Zaragoza, op. cit. pp. 92-93. <<

www.lectulandia.com - Página 511


[68] S.O., 11-VII- 1936, p. 8 (última). <<

www.lectulandia.com - Página 512


[69] Era una traducción de un texto de André Prudhommeaux a partir de Carta a un

francés de Bakunin en Espagne Nouvelle, como él mismo lo explicó en Volontà, anno


VIII, número 11, 15-III-1955, p. 612. <<

www.lectulandia.com - Página 513


[70] Abad de Santillán, Por qué…, p. 116. <<

www.lectulandia.com - Página 514


[71] S.O., 4 de noviembre de 1936, p. 1 (editorial); Peirats 1, p. 231. <<

www.lectulandia.com - Página 515


[72] 4 de noviembre de 1936, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 516


[73] Ibídem, 6 de noviembre de 1936, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Página 517


[74] Delegado de columna del Centro: «Permitidme que os diga que no debemos

llamar MOROS a una parte de nuestro Pueblo, que no tenemos derecho a ello. Que
nosotros mismos lo censuraríamos de no haber salido de boca de un ministro de la
CNT [¿García Oliver?] y por esta razón todos la usamos. Pero yo repito que llamar
moros a unos hermanos nuestros está reñido con nuestros principios», pp. 22-23. <<

www.lectulandia.com - Página 518


[75] Cipriano Mera: albañil, llegó al grado equivalente de general de división, gracias

a él, entre otros mandos, se ganó la batalla de Guadalajara, participó en el golpe de la


Junta Casado en marzo de 1939 para acabar con la presión comunista y lograr una
rendición honrosa. Logró lo primero, perdió lo segundo. En la emigración, albañil
como antes, decía «mi mayor victoria la paleta». <<

www.lectulandia.com - Página 519


[76] Típica reacción de político avezado. <<

www.lectulandia.com - Página 520


[77] CNT-FAI Acta del Pleno de Columnas Confederales y Anarquistas celebrado en

Valencia el día 5 de febrero de 1937, Valencia, 1937, pp. 9, 15, 21- 22, 40-41, 50, 58.
<<

www.lectulandia.com - Página 521


[78] Decreto del 13-I-1937, en Peirats, II, «se consideran motivos justificados para la

práctica del aborto, las razones de orden terapéutico, eugénico, neomaltusiano o


ético», editorial de S.O. <<

www.lectulandia.com - Página 522


[79] En su balance ministerial Mi experiencia en el ministerio de sanidad y asistencia

social conferencia pronunciada el 6 de junio de 1937, en el teatro Apolo, Valencia, no


aparece nada al respecto. Luego en la emigración reivindicó el hecho sin aducir
ningún dato global ni unos hospitales o clínicas o regiones donde se hubiera
practicado. <<

www.lectulandia.com - Página 523


[80] Azarreto Manuel, Las pendientes resbaladizas (los anarquistas en España),
Montevideo, 1939, p. 246); extracto de una entrevista en Il Risveglio Anarchico de
Ginebra, 23 de octubre de 1937 [cotejada con el original italiano, la traducción resulta
fiel; he corregido «comunismo anárquico» por «comunismo libertario» como en
italiano y en la época]. <<

www.lectulandia.com - Página 524


[81] Entrevista a José Llop, Vauhallan, 1964-65, inédita en castellano; publicada en

parte en francés en la revista Noir et Rouge, núm. 30/31-32, 1965-66. José Llop
participó en la reunión fundadora de la FAI en 1927, su testimonio —parte de la
entrevista sobre colectividades— fue publicado en El Movimiento Libertario
Español, París, 1974, pp. 288-290 y Gómez Casas lo utilizó en su libro sobre la FAI.
<<

www.lectulandia.com - Página 525


[82] Resumen de una discusión con Manuel Armario, en San Lúcar de Barrameda, 18

de julio de 1971. <<

www.lectulandia.com - Página 526


[83] Colectividades de Castilla, CNT-AIT, Madrid, s. d. [1937 ?], p.57. <<

www.lectulandia.com - Página 527


[84] El mismo autor. <<

www.lectulandia.com - Página 528


[85] Resumen de una discusión con Antonio Vargas, Londres, noviembre de 1970. <<

www.lectulandia.com - Página 529


[86] Entrevista con R. Oriol, Roanne, 10 de diciembre de 1966. <<

www.lectulandia.com - Página 530


[87]
Entrevista a Eugenio Sopena, Chevry-Cossigny junio y diciembre de 1976,
inédita en castellano. <<

www.lectulandia.com - Página 531


[88] F. S., ibídem <<

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[89] Se nota al principio un titubeo al final de las siglas entre «Agrícola» y «Agrios».

<<

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[90] F. S., 31-I-1937, p. 15. <<

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[91] F.S., 9-XII-1936, p. 11. <<

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[92] F. S., 12-I-1937, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Página 536


[93] F. S., 4-II-1937, p. 3. <<

www.lectulandia.com - Página 537


[94] F.S., 7-II- 1937, p. 3. <<

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[95] Entrevista a Ramón Safón (padre) en Massy, Diciembre de 1975, publicada en la

revista Cenit, 2003. <<

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[96] La sección de cerrajeros de Barcelona y su radio estaba en CNT y agrupaba a

1400 afiliados. Habría unos veinte en UGT [la sección no aparece con su nombre en
los datos del congreso de Zaragoza de mayo de 1936]. Antes había sociedades de
oficio de cerrajeros que por el año 1918 se incorporaron a CNT. El treintismo no
cundió. Hubo problemas con los comunistas, que se iban introduciendo en los cargos.
Se tomó el acuerdo de que ningún cenetista con tendencia política podía ostentar
cargos. Hubo dos responsables destituidos entre los cerrajeros. <<

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[97] «Yo no estaba allí» cuando se propuso la idea de colectivizar y convocar a una

reunión, estaba en el blindaje de coches y camiones. Trabajé 54 horas seguidas,


porque no había suplentes en la Casa Torras. Allí se fabricó el primer camión,
llamado King Kong, con tres torres de ametralladoras. El chófer era el amo del
camión y ambos fueron al frente de Aragón. <<

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[98] De mi quinta para abajo (la de 1934), todos fueron llamados a filas. Sólo
quedaban los indispensables para el trabajo. Los viejos cerrajeros tomaron los puestos
en los órganos de dirección y en los talleres de guerra. En los talleres Labora, el
director era un cerrajero. Y el secretario de los metalúrgicos, Serra, era un cerrajero.
<<

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[99] La Revolución española, Moscú, s. d., p. 150. <<

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[100] Ibídem, p. 157. <<

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[101] Reproducido en Marx, Engels, Lenin, Acerca del anarquismo y el
anarcosindicalismo, Moscú, s. d. [1973], p.112-113. De hecho, Engels, al igual que
Bakunin, creía en los caracteres étnicos de los obreros. De ahí juicios absurdos y
racistas, en ambos pensadores. «Los obreros alemanes tienen dos ventajas esenciales
sobre los obreros del resto de Europa. La primera es la que pertenecen al pueblo más
teórico de Europa […] La segunda ventaja consiste en que los alemanes han sido casi
los últimos en incorporarse al movimiento obrero. [Para evitar los errores ajenos] hay
que hacer justicia a los obreros alemanes por haber aprovechado con rara inteligencia
las ventajas de su situación. Por primera vez desde que existe el movimiento obrero,
la lucha se desarrolla en forma metódica en sus tres direcciones concertadas y
relacionadas entre sí: teórica, política y económico-práctica (resistencia a los
capitalistas). En este ataque concéntrico, por decirlo así, reside precisamente la fuerza
y la invencibilidad del movimiento alemán». Prefacio de 1874 a La guerra campesina
en Alemania.<<

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[102] Op. cit., pp. 111, 120, 130. <<

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[103] 9-XI-1873, citado por G. Ribeill, Marx/Bakounine socialisme autoritaire ou
libertaire, París, 10/18, 1975, pp. 365-366. <<

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[104] Engels trata a los trabajadores bajo influencia libertaria como malditos, como

enfermos incurables. Es una condena definitiva, como si ellos no pudieran cambiar de


ideas. Los marxistas en general, y los leninistas en particular, mejoraron la actitud de
Engels. Ficharon individualmente a todos los ciudadanos de un país, apuntando los
elementos desafectos y pequeños burgueses, a sus familiares, para discriminarlos en
los estudios y en el trabajo. El sistema se aplicó en la URSS desde 1921 y en sus
colonias desde 1946/48 hasta el colapso (1989 y 1991). Supongo que en Corea del
Norte, China, etc., debe de seguir existiendo. <<

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[105] Op. cit., pp. 126-128. Engels, despreciando la consecuencia social del
capitalismo y de la miseria sobre la delincuencia, escribió, en 1870 en el prefacio a
La guerra campesina en Alemania: «El lumpemproletariado, esa escoria integrada
por los elementos desmoralizados de todas las capas sociales y concentrada
principalmente en las grandes ciudades, es el peor de los aliados posibles. Ese
desecho es absolutamente venal y de lo más molesto. Cuando los obreros franceses
escribían en los muros de las casas durante cada una de las revoluciones: “Mort aux
voleurs!” ¡Muerte a los ladrones!, y en efecto fusilaban a más de uno, no lo hacían en
un arrebato de entusiasmo por la propiedad, sino plenamente conscientes de que ante
todo era preciso desembarazarse de esta banda. Todo líder obrero que utiliza a
elementos del lumpemproletariado para su guardia personal y que se apoya en ellos,
demuestra con este solo hecho que es un traidor al movimiento».
Debo la cita a Raúl Zibechi en Genealogía de la revuelta, Argentina: la sociedad en
movimiento, La Plata, 2003, p. 128. Para Bakunin, el lumpen es capaz de alcanzar
una conciencia política como se vio en la Columna de Hierro, cenetista, que integraba
a una parte de los ex delincuentes liberados en julio de 1936. Uno de ellos dio un
testimonio en Nosotros (12-13, 15-17 de marzo de 1937) que conmovió a Bollotten y
que a su vez lo reprodujo casi entero:

Soy un escapado de San Miguel de los Reyes, siniestro presidio que levantó la
monarquía para enterrar en vida a los que, por no ser cobardes, no se sometieron
nunca a las leyes infames que dictaron los poderosos contra los oprimidos. Allá me
llevaron como a tantos otros, por lavar una ofensa, por rebelarme contra las
humillaciones de que era víctima un pueblo entero, por matar, en fin, a un cacique.
Joven era, y joven soy, ya que ingresé en el presidio a los veintitrés años y he salido,
porque los compañeros anarquistas abrieron las puertas, teniendo treinta y cuatro.
¡Once años sujeto al tormento de no ser hombre, de ser una cosa, de ser un número!
Conmigo salieron muchos hombres, igualmente sufridos, igualmente doloridos por
los malos tratos recibidos desde el nacer. Unos, al pisar la calle, se fueron por el
mundo; otros, nos agrupamos con nuestros libertadores, que nos trataron como
amigos y nos quisieron como hermanos. Con éstos, poco a poco, formamos la
«Columna de Hierro»; con éstos, a paso acelerado, asaltamos cuarteles y desarmamos
a terribles guardias; con éstos, a empujones, echamos a los fascistas hasta las agujas
de la sierra, en donde se encuentran…
Nadie o casi nadie nos atendió nunca. El estupor burgués al abandonar el presidio ha

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continuado siendo el estupor de todos, hasta estos momentos, y en lugar de
atendernos, de ayudarnos, de auxiliarnos, se nos trató como a forajidos, se nos acusó
de incontrolados, porque no sujetamos el ritmo de nuestro vivir que ansiábamos y
ansiamos libre, a caprichos estúpidos de algunos que se han sentido, torpe y
orgullosamente, amos de los hombres al sentarse en un ministerio o en un comité, y
porque, por los pueblos por donde pasamos, después de haberle arrebatado su
posesión al fascista, cambiamos el sistema de vida, aniquilando a los caciques feroces
que intranquilizaron la vida de los campesinos, después de robarles, y poniendo la
riqueza en manos de los únicos que supieron crearla: en manos de los trabajadores
[…]
Yo estuve en el cuartel, y allí aprendí a odiar. Yo he estado en el presidio, y allí, en
medio del llorar y del sufrir, cosa rara, aprendí a amar, a amar intensamente. En el
cuartel casi estuve a punto de perder mi personalidad, tanto era el rigor con que se me
trataba, queriendo imponérseme una disciplina estúpida. En la cárcel, tras mucho
luchar, recobré mi personalidad, siendo cada vez más rebelde a toda imposición. Allá
aprendí a odiar, de cabo hacia arriba, todas las jerarquías; en la cárcel, en medio del
más angustiante dolor, aprendí a querer a los desgraciados, mis hermanos, mientras
conservaba puro y limpio el odio de las jerarquías mamado en el cuartel. […]

<<

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[106] Libro Copiador de la Federación Regional Española, traducido del francés, N

1040, 447-9, citado por Miklós Molnar en Anarchici e Anarchia nel mondo
contemporaneo, Turín, 1971. <<

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[107] Los obreros de la URSS y sus colonias, de China, etc., sintieron en carnes

propias la represión que representa el marxismo leninismo. <<

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[108] Marx, Engels, Lenin Acerca del […],p.150. <<

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[109] Romeu, Fernanda, op. cit., p.11. <<

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[110] Ibárruri, Dolores, A los Trabajadores anarquistas, México, 1953, p. 5. <<

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[111] Historia del Partido Comunista de España, París, 1960, p. 14. <<

www.lectulandia.com - Página 556


[112]
Nin, Andrés, 1928, en Balcells, El arraigo del anarquismo en Cataluña,
Barcelona, 1973, p. 115. <<

www.lectulandia.com - Página 557


[113] Broué-Témime, La révolution et la guerre d’Espagne, París, 1961, p. 41. <<

www.lectulandia.com - Página 558


[114] Nin Andrés, op. cit., p. 120. Se nota que él no conocía el vaticinio de 1905 de

Rosa Luxembourg, num. 12. <<

www.lectulandia.com - Página 559


[115] Bricianier, Pannekoek et les conseils ouvriers, París, EDI, 1969, p. 280. <<

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[116] Expectativas fallidas (España 1934-1939). El movimiento consejista ante la
guerra y la revolución españolas artículos y reseñas de Korsch, Mattick, …,
Barcelona, Adrede, 1999, p. 42. <<

www.lectulandia.com - Página 561


[117] Op. cit., pp. 77-79, 83-84, 96. <<

www.lectulandia.com - Página 562


[118] Ibídem, pp. 87, 91, 100, 99. <<

www.lectulandia.com - Página 563


[119] Ibídem, pp. 144-146. <<

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[120] «Diez tesis sobre el marxismo», 1950, en Cuestión, núm. 1, agosto de 1971,

Buenos Aires (traducción ligeramente corregida). <<

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[121] La colectividad agrícola de Raimat, Lérida, es el caso más citado. <<

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[122] Antoni Ferrer en Avant de Figueras, 13-I-1937, p. 7. <<

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[123]
Los cooperativistas silencian los hechos: Annales de 1’économie collective,
1936-39. De 1939 en adelante no hubo alusiones. Fauquet es una excepción. <<

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[124] Historia del Partido Comunista de España, París / Varsovia [misma tipografía],

1960, pp. 176,178. <<

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[125] Op. cit., p. 204 (esp. 162). <<

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[126] El laberinto español, París, 1962, p. 271. <<

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[127] Carr, Estudios sobre la república y la guerra civil, pp. 318-319. <<

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[128] Chomsky, Noam, Movimiento libertario español, París, 1974, p. 50; American

power and the new Mandarins, Pelican, 1969, p. 65. <<

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[129] En la revista española Triunfo, 8 de marzo de 1975. <<

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[130] La política social en la zona marxista, Bilbao, 1938. <<

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[131] Op. cit., pp. 39-41; se trata de Rusia y Francia. <<

www.lectulandia.com - Página 576


[132] Las colectivizaciones en Cataluña (dos años y medio de destrucción de vidas y

riqueza), Barcelona, 1940. <<

www.lectulandia.com - Página 577


[133] Op. cit., pp. 10, 30. <<

www.lectulandia.com - Página 578


[134] Ibídem, pp. 83-84. <<

www.lectulandia.com - Página 579


[135] Ibídem, pp. 91, 93. <<

www.lectulandia.com - Página 580


[136] El anarquismo español en la lucha política, p. 6, citado por C. Lorenzo, Les

anarchistes espagnols et le pouvoir, p. 120, retraducido del francés. <<

www.lectulandia.com - Página 581


[137] 6 de enero de 1938, texto taquigráfico, p. 6. <<

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[138] Posibilismo libertario, Francia, 1966, p. 75. <<

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[139] Según el psiquiatra Castilla del Pino en El País, edición internacional, 25-XI-85.

<<

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