Templo de Las Inscripciones
Templo de Las Inscripciones
Templo de Las Inscripciones
Pasaron más de mil doscientos años para que fuera descubierta la tumba de Pakal. En 1949, el
arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier encontró en una losa de la parte superior del Templo de las
Inscripciones doce agujeros en forma simétrica que parecían haber sido hechos para soportar el
trono del gobernante. Al percatarse que había un espacio hueco bajo dicha losa, comenzó a escarbar
y encontró los escalones (67 peldaños) de la escalera interna de la pirámide, cuyo paso estaba
totalmente obstruido. El domingo 15 de junio de 1952, tras haber retirado toneladas de piedra y
escombro, el equipo de arqueólogos logró penetrar, la escalinata interior que conduce primero
hacia el poniente, siguiendo el movimiento solar. Después de un descanso, continúa hacia el oriente,
trayecto que sigue el Sol en el inframundo, para llegar finalmente frente al acceso de la cámara
mortuoria de 7.00 m de largo por 3.73 m de ancho y 6 m de altura, que lleva por nombre “La casa
de las nueve lanzas afiladas”.
El sarcófago con un peso aproximado de 20 toneladas, estaba cubierto por una lápida tallada en
altorrelieve de siete toneladas de peso y con medidas aproximadas de 3.80 m de longitud, 2.20 m
de ancho y 25 cm de espesor.
El cuerpo de Pakal en esta lápida reposa sobre el gran mascarón del Dragón Celeste Nocturno o
Monstruo Cuatripartita, cuyo cuerpo, formado por una banda astral, se extiende a los lados de la
lápida. Así, esta deidad, dragón bicéfalo en sus aspectos celeste diurno y celeste nocturno, acoge e
impregna de sacralidad al gobernante muerto, para situarlo en el nivel de las deidades.
Ofrenda
En noviembre de 1952, después de suspender la lápida que cubría el sarcófago hallaron en
su interior una lápida secundaria con forma de pez o de útero. Finalmente, al ser abierta
esta segunda lápida, se descubrió la osamenta de Pakal, la cual estaba cubierta de cinabrio
(sulfuro de mercurio) cuyo color rojo los mayas identifican con el oriente, lugar por donde
resucita el sol cada mañana, de esta forma se alude a la inmortalidad y rodeada de múltiples
teselas y cuentas de jade.
El hallazgo fue de gran relevancia, pues hasta entonces se desconocía que las pirámides
mesoamericanas hubiesen sido utilizadas como mausoleos, tal y como lo acostumbraban
hacer los egipcios.
Seis esqueletos, cinco hombres y una mujer, se encontraron en la entrada de la cripta. Estas
víctimas sacrificadas estaban destinados a seguir Pakal en el Xibalbá.
La fastuosa ofrenda localizada al interior está compuesta por más de tres mil piezas de jade:
un tocado, una máscara, collares, pulseras, anillos, un pectoral y diversas figurillas.
Pakal portaba una diadema sobre la frente y orejeras compuestas, así como un complejo
pectoral de cuentas tubulares o en forma de calabaza. Le colocaron un dado y una esfera
de jade en las palmas de las manos, así como anillos en cada dedo. El cinturón ceremonial
contenía dos pequeñas máscaras, ambas representan al Dios Itzamnaaj. La primera de ellas
en su advocación de sabiduría y experiencia como un hombre viejo, y la segunda de ellas en
su advocación de juventud y fuerza como un hombre joven.
La máscara mortuoria de Pakal es otra extraordinaria pieza encontrada en la tumba, hecha
de 340 placas talladas, pulidas y perfectamente ensambladas de jade, mientras que los ojos
se componen de conchas, madreperla, y obsidiana. Las proporciones de la máscara y el
cráneo son las mismas, así que se trata de un retrato fidedigno del gobernante en vida.
Mide 25.6 cm de alto, 18.8cm de ancho y 10.6 cm de profundidad.
Bajo la lápida principal y junto a la entrada del psicoducto, que en este sitio remata con la
figura de una cabeza de serpiente, se encontraron dos esculturas realizadas en estuco que
representan a Pakal. La primera de ellas muestra a un Pakal adolescente con los labios más
delgados, posiblemente a la edad de doce años, cuando fue entronizado. La segunda cabeza
representa a un Pakal como hombre maduro con una edad aproximada de treinta años, su
tocado evoca al Dios del maíz.