Templo de Las Inscripciones

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Templo de las Inscripciones (Palenque, Chiapas)

Se encuentra en la zona arqueológica de Palenque (Lakamha’, “Lugar de las Grandes


Aguas”), ubicada en la parte noroeste del estado de Chiapas. Es una pirámide escalonada
con una altura de 22.8 metros, de ocho niveles más el templo, simbolizando los nueve
niveles del Xibalbá (inframundo), el templo consta de dos cámaras: la primera es un pórtico
con cinco entradas sus pilares están decorados en el exterior con relieves hechos de estuco
y la segunda tiene un cuarto central y dos laterales, originariamente estaba pintado de rojo,
zonas con el famoso azul maya y amarillas. El techo remataba en una crestería, al pie de la
escalinata exterior se sitúa un altar circular tetrágono (figura geométrica de cuatro lados).
Esta pirámide se construyó por órdenes del gobernante maya o ahau K 'inich Janaab' Pakal,
que significa "Escudo Ave-Hanab de Rostro Solar" también llamado Pakal el Grande (603 d.
C. - 683 d. C.) Fue entronizado por su madre Sak K'uk a la edad de doce años, gobernó desde
el año 615 hasta el 683.
Muchos años antes de su muerte, Pakal ordeno construir su sepultura recreando sobre ella,
en la forma de una alta pirámide de nueve niveles, el espacio infraterrestre, que se concebía
como una pirámide invertida de nueve estratos por los que su espíritu habría de descender
hasta llegar a su última morada, en lo alto de la pirámide erigió un templo donde mandó
escribir la historia de su linaje, a lo anterior debe su nombre el templo de las inscripciones
se trata de tres tableros con jeroglíficos, conocidos como el Tablero Este (96), el Tablero
Central y el Tablero Oeste, constituyen una de las inscripciones mayas conocidas más larga
(617 glifos).
En 1949, el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier encontró una escalinata oculta (67 peldaños)
que partía desde el templo superior y descendía hasta una cripta funeraria.
El descubrimiento más reciente se dio el año pasado (2016), cuando al realizar trabajos de
conservación arquitectónica, se descubrió un sistema hidráulico subterráneo ubicado justo
debajo de la cámara funeraria (a 1.70 m por debajo del umbral de su pared norte). El
conducto es casi cuadrado (50 x 40 cm), su piso es de roca caliza tallada y tiene una longitud
aproximada de 17 m. Al momento de su descubrimiento se observó que el agua aún sigue
su curso.
La hipótesis más sólida es aquella relacionada con la existencia de un manantial que guiaría
la construcción de la tumba de Pakal II y cuyas aguas fueron canalizadas por esa vía.
Sarcófago

Pasaron más de mil doscientos años para que fuera descubierta la tumba de Pakal. En 1949, el
arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier encontró en una losa de la parte superior del Templo de las
Inscripciones doce agujeros en forma simétrica que parecían haber sido hechos para soportar el
trono del gobernante. Al percatarse que había un espacio hueco bajo dicha losa, comenzó a escarbar
y encontró los escalones (67 peldaños) de la escalera interna de la pirámide, cuyo paso estaba
totalmente obstruido. El domingo 15 de junio de 1952, tras haber retirado toneladas de piedra y
escombro, el equipo de arqueólogos logró penetrar, la escalinata interior que conduce primero
hacia el poniente, siguiendo el movimiento solar. Después de un descanso, continúa hacia el oriente,
trayecto que sigue el Sol en el inframundo, para llegar finalmente frente al acceso de la cámara
mortuoria de 7.00 m de largo por 3.73 m de ancho y 6 m de altura, que lleva por nombre “La casa
de las nueve lanzas afiladas”.

El sarcófago con un peso aproximado de 20 toneladas, estaba cubierto por una lápida tallada en
altorrelieve de siete toneladas de peso y con medidas aproximadas de 3.80 m de longitud, 2.20 m
de ancho y 25 cm de espesor.

En su cara principal se representa al gobernante como un hombre joven aparece recostado de


espalda, con sus joyas, faldellín y cinturón; sobre su nariz hay un símbolo que representa la
exhalación del pixán, que se produce con la muerte del cuerpo. Personifica al dios Unen-K’awiil
(relacionado con el maíz), y sale de las fauces descarnadas de la entidad Sak B’aak Naah Chapaat (el
wahy o alter ego de esa deidad). En su camino ascendente desde las profundidades del inframundo
(Xibalbá) al que ha descendido, sigue, como el Sol, el curso que le marca un árbol cósmico axis mundi
(La idea expresa un punto de conexión entre el cielo y la tierra en el que convergen todos los rumbos
de una brújula), formado con serpiente bicéfalas, una con mandíbula de cuentas de jade tubulares,
la otra con cuerpo flexible formado por cuentas de jade, y grandes cabezas con mandíbulas abiertas,
de las que salen dos figuras de deidades, el Dios Bufón y K’awiil, númenes de los atributos del
gobernante, la diadema y el cetro maniquí, respectivamente. Ambas serpientes son símbolo del
Dragón Celeste, Itzamnaaj. Este árbol- dragón-axis mundi conducirá al espíritu del gobernante hasta
las alturas celestiales, donde se posa, sobre otra cabeza de serpiente con mandíbula de cuentas
tubulares de jad Muut Itzamnaaj (pájaro serpiente, dios supremo celeste), el numen se representa
con largas plumas de quetzal, rasgos del dios K’awiil en la cabeza y, sobre ella, el signo yax (agua,
fertilidad, verde, azul). Del pico de Muut Itzamnaaj pende un símbolo jade-petate, “poder precioso”.
El simbolismo del descenso al mundo de los muertos, seguido por el ascenso al cielo, parece mostrar
la deificación del gobernante.

El cuerpo de Pakal en esta lápida reposa sobre el gran mascarón del Dragón Celeste Nocturno o
Monstruo Cuatripartita, cuyo cuerpo, formado por una banda astral, se extiende a los lados de la
lápida. Así, esta deidad, dragón bicéfalo en sus aspectos celeste diurno y celeste nocturno, acoge e
impregna de sacralidad al gobernante muerto, para situarlo en el nivel de las deidades.
Ofrenda
En noviembre de 1952, después de suspender la lápida que cubría el sarcófago hallaron en
su interior una lápida secundaria con forma de pez o de útero. Finalmente, al ser abierta
esta segunda lápida, se descubrió la osamenta de Pakal, la cual estaba cubierta de cinabrio
(sulfuro de mercurio) cuyo color rojo los mayas identifican con el oriente, lugar por donde
resucita el sol cada mañana, de esta forma se alude a la inmortalidad y rodeada de múltiples
teselas y cuentas de jade.
El hallazgo fue de gran relevancia, pues hasta entonces se desconocía que las pirámides
mesoamericanas hubiesen sido utilizadas como mausoleos, tal y como lo acostumbraban
hacer los egipcios.
Seis esqueletos, cinco hombres y una mujer, se encontraron en la entrada de la cripta. Estas
víctimas sacrificadas estaban destinados a seguir Pakal en el Xibalbá.
La fastuosa ofrenda localizada al interior está compuesta por más de tres mil piezas de jade:
un tocado, una máscara, collares, pulseras, anillos, un pectoral y diversas figurillas.
Pakal portaba una diadema sobre la frente y orejeras compuestas, así como un complejo
pectoral de cuentas tubulares o en forma de calabaza. Le colocaron un dado y una esfera
de jade en las palmas de las manos, así como anillos en cada dedo. El cinturón ceremonial
contenía dos pequeñas máscaras, ambas representan al Dios Itzamnaaj. La primera de ellas
en su advocación de sabiduría y experiencia como un hombre viejo, y la segunda de ellas en
su advocación de juventud y fuerza como un hombre joven.
La máscara mortuoria de Pakal es otra extraordinaria pieza encontrada en la tumba, hecha
de 340 placas talladas, pulidas y perfectamente ensambladas de jade, mientras que los ojos
se componen de conchas, madreperla, y obsidiana. Las proporciones de la máscara y el
cráneo son las mismas, así que se trata de un retrato fidedigno del gobernante en vida.
Mide 25.6 cm de alto, 18.8cm de ancho y 10.6 cm de profundidad.

Bajo la lápida principal y junto a la entrada del psicoducto, que en este sitio remata con la
figura de una cabeza de serpiente, se encontraron dos esculturas realizadas en estuco que
representan a Pakal. La primera de ellas muestra a un Pakal adolescente con los labios más
delgados, posiblemente a la edad de doce años, cuando fue entronizado. La segunda cabeza
representa a un Pakal como hombre maduro con una edad aproximada de treinta años, su
tocado evoca al Dios del maíz.

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