La Nueva Ciencia
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Por ello, esta obra trata precisamente aquellos temas que juegan un papel clave o
decisivo en la orientación epistemológica y metodológica básica de todo
investigador y, por consiguiente, en la credibilidad y nivel de aceptación de sus
conclusiones.
"Por todas partes se han despertado hoy en las distintas disciplinas tendencias a
poner la investigación sobre nuevos fundamentos".
Michel Foucault, en el prefacio a su famosa obra Las Palabras y las Cosas (1991,
orig. 1966), dice que esta obra nació de un texto de Borges que "le hizo reír
durante mucho tiempo, no sin un malestar cierto y difícil de vencer". Ese texto cita
"cierta enciclopedia china" donde está escrito que "los animales se dividen en: a)
pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e)
sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se
agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de
camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen
moscas"1.
Por lo que explica Foucault, la risa le vino, como a cualquier lector de esta
taxonomía, por "la imposibilidad de pensar esto"; pero "el malestar cierto y difícil
de vencer" se lo produjo el hecho de que esa taxonomía también revela "el límite
de nuestro pensamiento", al volverse incapaz de entender que puede haber una
cultura perspicaz y meticulosa como la china que ordena las cosas de otro modo.
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o diferentes. Y "la ciencia, nuestra ciencia, empieza –según Bronowski (1978)–
con la creencia de que el universo está ordenado o, mejor, de que puede ser
ordenado por el hombre. Esta ordenación consiste en disponer las cosas según
grupos, no de cosas idénticas, sino de cosas que parecen ser o comportarse de
modo semejante" (pág. 65). Vista así, la ciencia sería un proceso de creación de
nuevos conceptos que unificarían nuestra representación del universo.
La cultura china, y la oriental en general, siempre han incluido al sujeto con sus
valores e intereses en la apreciación del mundo exterior, en la construcción de la
imagen de ese mundo. No le interesa tanto lo que son las cosas en sí, cuanto lo
que son para uno. En japonés, por ejemplo, una persona no dice: esto es "bonito",
sino "bonito-mí" (bonito para mí), es decir, se le añade el sufijo que especifica al
perceptor, para quién es bonito. Si a la cita de la enciclopedia china le cambiamos
la forma impersonal "se dividen en" (traducido con mentalidad occidental) por "los
percibimos como", veremos que cambian bastante las cosas, y no nos
asombramos tanto. Es más, nos asombraremos, quizá, más de que nuestra
ciencia haya ubicado a una ballena y a un ratón en la misma clase, y de que un
tulipán y una cebolla pertenezcan no sólo a la misma clase, sino también al mismo
orden y a la misma familia.
Por esto, del énfasis puesto en cada una de estas dos alternativas (mundo en sí o
mundo percibido), se originará también una racionalidad diferente. A lo largo de
este siglo, se puede constatar un movimiento casi ininterrumpido del énfasis
puesto en la primera racionalidad, la clásica y positivista, hacia la segunda: más
cultural, histórica, postpositivista. Y la explicación básica de ello es que la "plena
objetividad" es una ilusión.
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en adelante, los plazos de duplicación se han ido acortando aún más: su
crecimiento sigue una curva netamente exponencial.
Estos conocimientos, que representan las realidades del mundo actual, están
constituidos por una extensa red interdependiente de ideas e imágenes que tienen
como referentes: objetos, seres, actividades, procesos, órdenes abstractos,
sucesos y relaciones. Contemplados desde la perspectiva de las
"especializaciones", se ven ordenados; vistos, en cambio, desde una panorámica
global, presentan contradicciones, desconcierto y hasta caos.
El autor de esta obra ha tenido que enfrentarse con estos desafíos a lo largo de
veinticinco años en cursos de postgrado, donde los estudiantes, con su actitud
cuestionadora y aguda crítica, promovida y fomentada desde la cátedra, han
pedido y buscado soluciones satisfactorias intelectualmente. De este modo, el
contenido de esta obra viene a ser, en cierto modo, el fruto de esos encuentros
académicos.
La epistemología actual ha ido logrando una serie de metas que pueden formar ya
un conjunto de postulados irrenunciables, como los siguientes: toda observación
es relativa al punto de vista del observador (Einstein); toda observación se hace
desde una teoría (Hanson); toda observación afecta al fenómeno observado
(Heisenberg); no existen hechos, sólo interpretaciones (Nietzsche); estamos
condenados al significado (Merleau-Ponty); ningún lenguaje consistente puede
contener los medios necesarios para definir su propia semántica (Tarski); ninguna
ciencia está capacitada para demostrar científicamente su propia base
(Descartes); ningún sistema matemático puede probar los axiomas en que se basa
(Gödel); la pregunta ¿qué es la ciencia? no tiene una respuesta científica (Morin).
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Estas ideas matrices conforman una plataforma y una base lógica conceptual para
asentar todo proceso racional con pretensión "científica", pero coliden con los
parámetros de la racionalidad científica clásica tradicional.
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una teoría que enlaza y da sentido a un grupo de datos (Einstein), el proceso de
su sistematización (Kant) y el proceso por medio del cual se trata de demostrar, a
uno mismo o a otra persona, que esa imaginación es lógica y razonable
(Aristóteles). Es conveniente añadir que estos procesos pueden darse en
cualquier disciplina, ya sea, por ejemplo, física, biología, psicología, historia,
filosofía, teología, etc., cada una según su propia naturaleza; por lo tanto, todas
serían acreedoras de una cierta "cientificidad", aunque este término deba usarse
en forma analógica.
Aristóteles también nos señaló que "el ser nunca se da a sí mismo en su plenitud,
sino sólo según ciertos aspectos o categorías". Por esto, toda disciplina representa
sólo algunos aspectos de sus referentes, y, además, sólo de una manera
hipotética, incompleta y simbólica; pero ésta y no otra es la única forma posible en
que la teoría refiere objetos reales de la manera más objetiva y verdadera posible:
ninguna teoría pinta o retrata directamente un sistema real, porque toda teoría se
construye con conceptos, los cuales sólo refieren algunos aspectos, considerados
relevantes, de las realidades verdaderamente existentes. Toda disciplina intenta
representar la realidad, aunque tal representación no puede ser sino hipotética,
indirecta y parcial, ya que todo conocimiento humano es incierto, inexacto y
limitado.
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todos los medios intelectuales a nuestro alcance, pero siempre conscientes de que
el conocimiento así logrado será sólo una verdad provisional.
Si nuestra crítica ha sido realizada en todas las direcciones y a todos los niveles
que la situación permite y, no obstante, la conclusión a que hemos llegado se
mantiene en pie, podremos considerarla como una "verdad científica" del
presente; es decir, que nuestra ciencia –como decía Kant– no es más que "el
conocimiento logrado a través de un procedimiento rigurosamente crítico y
sistemático".
Wittgenstein aclara, en cierto modo, todo esto con su analogía preferida del
engranaje: lo que podría llamarse –explica él– la "legitimidad" o la "justificación" de
un juego de lenguaje se basa en su integración con actividades vitales. Un
lenguaje (un juego de lenguaje) es como un sistema de ruedas. Si estas ruedas
engranan unas con otras y con la realidad, el lenguaje está justificado. Pero
aunque engranen unas con otras, si no engranan con la realidad, el lenguaje
carece de base.
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etc.) y el objeto o fenómeno en estudio. No existirían, por consiguiente,
conocimientos estrictamente "objetivos". Y esto implica la redefinición de muchos
otros términos como, por ejemplo, lógica, verdad, verificación, significado,
descubrimiento científico, variable, inferencia, generalización, causa y efecto, etc.
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Los estudios epistemológicos se han convertido en el centro de una esperanza de
amplio alcance. Los aportes que ellos están produciendo en muy diferentes
escenarios del mundo intelectual pueden despejar el horizonte nublado y borroso
que nos rodea. Por esto, en las ciencias humanas sobre todo –relacionadas con el
estudio del hombre: su desarrollo, educación, aspectos psicológicos, sociológicos,
culturales, éticos, espirituales, etc.–, desde la década de los años cincuenta en
adelante, se han replanteado en forma crítica las bases epistemológicas de los
métodos y de la misma ciencia.
Una actividad recurrente del investigador prudente debe ser el revisar y analizar la
firmeza del terreno que pisa y la fuerza y dirección de las corrientes de las aguas
en que se mueve, es decir, la solidez de los supuestos que acepta y el nivel de
credibilidad de sus postulados y axiomas básicos. Sólo así podrá evitar el fatal
peligro de construir sobre arena.
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lógico y los soportes de su racionalidad, que marcan los límites inclusivos y
exclusivos del saber científico. Así, uno de los creadores de la teoría cuántica dice
al respecto:
El término ‘paradigma’, aquí, desborda los límites que le fijara Kuhn en su célebre
obra (1978, orig. 1962). No se limita a cada una de las distintas disciplinas
científicas, sino que incluye la totalidad de la ciencia y su racionalidad. Los
resabios positivistas de Kuhn han de ser aquí plenamente superados. No están en
crisis los paradigmas de las ciencias, sino el paradigma de la ciencia en cuanto
modo de conocer.
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conocimiento también estará siempre ligado a un paradigma específico, que le fija
los rieles por cuales ha de caminar, y atado a una función ideológica que le
determina las metas y a la cual sirve. Una investigación neutra y aséptica es algo
irreal, es una utopía.
Ante esta situación, tendremos que penetrar más profundamente y buscar nuevos
métodos: métodos que lleguen a la estructura íntima de los temas vitales
desafiantes, que los capten como son vividos en su concreción; pero estos
métodos llevan implícito un desafío epistemológico.
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La matriz epistémica sería algo así como el trasfondo existencial y vivencial, el
mundo-de-vida y, a su vez, la fuente que origina y rige el modo general de
conocer, propio de un determinado período histórico-cultural y ubicado también
dentro de una geografía específica, y, en su esencia, consistiría en el modo propio
y peculiar, que tiene un grupo humano, de asignar significados a las cosas y a los
eventos, es decir, en su capacidad y forma de simbolizar la realidad. En el fondo,
ésta es la habilidad específica del homo sapiens, que, en la dialéctica y proceso
histórico-social de cada grupo étnico, civilización o cultura, ha ido generando o
estructurando su matriz epistémica.
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finalmente, podremos contemplar la crisis de la modernidad tal como se presenta
en diferentes autores de la postmodernidad actual.
Igualmente, esta situación nos exigirá que examinemos hasta qué punto lo nuevo
que estamos conociendo queda ya determinado por la opción previa del
paradigma elegido o por la matriz epistémica vivida o aceptada, quizá, en forma
acrítica. El mismo Santo Tomás decía que "aquello de lo que se ha estado imbuido
desde la infancia, se afirma con la solidez de lo que es natural y de por sí
evidente" (Suma contra los Gentiles, I, c. 11).
Muy bien pudiera resultar, de estos análisis, una gran incoherencia lógica e
intelectual, una gran inconsistencia de nuestros conocimientos considerados como
los más sólidos y que muchos aspectos de nuestra ciencia social pudieran tener
una vigencia cuyos días estén contados.
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como la que hemos presenciando recientemente en los países de la Europa
Oriental, mueva los fundamentos epistémicos de todo el edificio.
Al intelectual –que, por más esfuerzos que haga por negarlo, vive un mundo de
vida "moderno"– le resulta muy duro desprenderse de la regla epistémica individuo
y situarse en la regla relación para elaborar sus conceptos. En efecto, el intelectual
"moderno" es un práxico de las cosas, no de los valores, de las vivencias, de las
relaciones. Pero su praxis consiste, desde el principio, en ordenar, calcular,
distribuir, sumar, restar, etc., es decir, la extensión rige su pensamiento. La
organización de la cantidad de objetos o individuos como praxis genera la
matemática como regla epistémica del conocer, la matemática en cuanto modo de
conocer. Galileo había presentado esta matemática como el lenguaje del
Universo, porque "Dios había escrito el libro de la Naturaleza en lenguaje
matemático" (Il Saggiatore).
Creemos que para poder captar la naturaleza del nudo gordiano que nos ocupa,
debemos centrar nuestra atención en el hombre como sujeto, y no sólo como
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objeto de estudio; es decir, en el hombre como Persona, con conciencia y libertad,
irreductible a cualquier otra cosa. Sólo así podremos captar parte de ese misterio
que siempre presenta nuevas facetas por conocer y que permanece también
siempre inagotable.
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Cuanto más el hombre, cuanto más la humanidad están regidos por la
individualidad, tanto más el Yo se hunde en la irrealidad (1977, págs. 34, 60).
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La otra forma es la relacional, sistémica, estructural, gestáltica, humanista. Valora
las cosas, los eventos y las personas por lo que son en sí, pero enfatiza la red de
relaciones en que nacen y se desarrollan; es más, considera a este conjunto de
relaciones como constitutivo de su ser íntimo, especialmente al referirse a la
Persona Humana, que será siempre Sujeto, y propicia, con ello, la solidaridad y la
dimensión inmaterial y espiritual del hombre y de las realidades e instituciones por
él creadas. Esta forma de representación, aunque ha existido a lo largo de la
historia, solamente ha tomado auge a fines del siglo pasado y en la segunda mitad
del presente. Como metodología de estudio, utiliza estrategias aptas para captar
los aspectos relacionales, sistémicos y estructurales de las realidades, sirviéndose
para ello, sobre todo, de los métodos cualitativos.
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La reflexión sobre el proceso de crear conocimiento, de hacer ciencia, deberá
examinar críticamente hasta qué punto se justifican los presupuestos aceptados o
si, en su lugar, no se pudieran aceptar otros distintos que nos llevarían por
derroteros diferentes y que, quizá, terminarían en conclusiones también diferentes;
esta reflexión deberá determinar qué nivel de pureza y objetividad de la
observación científica, de los datos y de los hechos, es posible, hasta qué punto
éstos están determinados por las teorías profesadas y cómo interactúan los datos
y la teoría; deberá evaluar las implicaciones de la falta de evidencia en las
relaciones causales, de la injustificabilidad de la inferencia inductiva, de la
imposibilidad de la "verificación empírica" y de la ilegitimidad de ciertas
"definiciones" operacionales; deberá examinar la importancia del contexto de
descubrimiento y del proceso creador, los límites de la racionalidad de las
explicaciones estadísticas o probabilitarias, el nivel de adecuación y homología de
los modelos matemáticos y de otros modelos que se basan en analogías y, a
veces, sólo en metáforas, el uso acrítico de términos como "ley", "control",
"medida", "variable", "inferencia", "verificación", etcétera, en contextos muy
diferentes, y, en una palabra, deberá precisar la justificación lógica del sistema de
reglas del juego científico escogido y de toda la metodología aceptada y el soporte
en que se apoya el paradigma epistemológico elegido.
Este examen crítico podrá poner en evidencia muchos vicios de lógica que se han
ido convirtiendo en hábito en amplios sectores de la vida académica y, sobre todo,
denunciar la falta de racionalidad en que se ha caído en muchos otros al evaluar el
nivel de certeza de las conclusiones de una investigación por el simple correcto
uso de las reglas metodológicas preestablecidas, sin entrar a examinar la lógica, el
significado y las implicaciones de esas mismas conclusiones.
PARADIGMAS EPISTÉMICOS
•Paradigma teológico.
•Paradigma filosófico.
•Paradigma científico-positivista.
•Paradigma pospositivista.
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Paradigma teológico
Paradigma filosófico
Paradigma científico-positivista
La idea central de la filosofía positivista sostiene que fuera de nosotros existe una
realidad totalmente hecha, acabada y plenamente externa y objetiva, y que
nuestro aparato cognoscitivo es como un espejo que la refleja dentro de sí, o
como una cámara fotográfica que copia pequeñas imágenes de esa realidad
exterior. De esta forma, ser objetivo es copiar bien esa realidad sin deformarla, y la
verdad consistiría en la fidelidad de nuestra imagen interior a la realidad que
representa.
20
empíricamente, es decir, si y sólo si hay un método empírico para decidir si es
verdadera o falsa; sino existe dicho método, es una seudoproposición carente de
significado.
Pero fue Descartes quien estableció un dualismo absoluto entre lamente (res
cogitans) y la materia (res extensa), que condujo a la creencia según la cual el
mundo material puede ser descrito objetivamente, sin referencia alguna al sujeto
observador; es más, que la propiedad esencial de los seres corpóreos es la
extensión y que el mejor método para su estudio es el matemático deductivo
(1897,1983).En el capítulo 8 ampliaremos estas ideas de Descartes.
21
han visto severamente puestas en tela de juicio y necesitadas de una revisión
radical.
Pero en las tres primeras décadas del siglo xx los físicos hacen una revolución de
los conceptos fundamentales de la física; esta revolución implica que las
exigencias e ideales positivistas no son sostenibles ni siquiera en la física: Einstein
relativiza los conceptos de espacio y de tiempo (no son absolutos, sino que
dependen del observador) e invierte gran parte de la física de Newton; Heisenberg
introduce el principio de indeterminación o de incertidumbre (el observador afecta
y cambia la realidad que estudia) y acaba con el principio de causalidad; Pauli
formula el principio de exclusión (hay leyes-sistema que no son derivables de las
leyes de sus componentes) que nos ayuda a comprender la aparición de
fenómenos cualitativamente nuevos y nos da conceptos explicativos distintos,
característicos de niveles superiores de organización; Niels Bohr establece el
principio de complementariedad: puede haber dos explicaciones opuestas para los
mismos fenómenos físicos y, por extensión, quizá, para todo fenómeno; Max
Planck, Schrödinger y otros físicos, descubren, con la mecánica cuántica, un
conjunto de relaciones que gobiernan el mundo subatómico, similar al que Newton
descubrió para los grandes cuerpos, ya firman que la nueva física debe estudiar la
naturaleza de un numeroso grupo de entes que son inobservables, debido a que la
realidad física ha tomado cualidades que están bastante alejadas de la
experiencia sensorial directa.
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Si todo esto es cierto para la más objetivable de las ciencias, la física, con mayor
razón lo será para las ciencias humanas, que llevan en sus entrañas la necesidad
de una continua autorreferencia, y donde el hombre es sujeto y objeto de su
investigación.
El observador no sólo no está aislado del fenómeno que estudia, sino que forma
parte de él. El fenómeno lo afecta, y él, a su vez, influye en el fenómeno.
Estas ideas nos llevan a tener muy presente la tesis de Protágoras: "el hombre es
la medida de todas las cosas", y entre esas "cosas" están también los
instrumentos de medición, que él crea, evalúa y repara; pero si el hombre es la
medida, entonces será muy arriesgado medir al hombre, pues no tendremos un
"metro" para hacerlo.
Paradigma pospositivista
La orientación pospositivista comienza a gestarse hacia fines del siglo xix y llega a
su desarrollo pleno en las décadas de 1950 y 1960. La gestación la inician las
obras de autores como Dilthey (en historia y psicología), Wundt, Brentano,
Ehrenfels y William James (en psicología), Husserl (con la fenomenología) y Max
Weber (en sociología). A su desarrollo en el siglo xx contribuyen de manera
fundamental la obra delos físicos durante las primeras tres décadas, la filosofía de
la ciencia de Wittgenstein y la biología de von Bertalanffy en las décadas de 1930
y1940, y las obras de autores como Toulmin, Hanson, Kuhn, Feyerabend, Lakatos,
Polanyi y Popper, entre otros, publicadas, en su gran mayoría, en las décadas de
1950 y 1960. Igualmente, lo hacen de manera sostenida y firme otros autores que
contribuyeron a crear y difundir la psicología de la Gestalt, el estructuralismo
francés, el enfoque sistémico y la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt.
Todos estos autores, de una u otra forma, asientan su ideología sobre la base de
uno o varios de los principios o "postulados" que ilustramos en el capítulo que
sigue y, sobre todo, en el capítulo 6.
23
Pero el autor que testimonia, de manera ejemplar, con su vida y con su obra, el
cambio radical del paradigma positivista al pospositivista, es el vienes Ludwig
Wittgenstein.
En la doctrina del Tratado se apoyaron, como en una Biblia, los miembros del
Círculo de Viena (Schlick, Carnap, Neurath, Feigl, Godel, Hempel, Reichenbach,
Ayer), grupo de filósofos-científicos-matemáticos que lideraba, por medio de la
revista Erkenntnis (conocimiento), la filosofía de la ciencia positivista a nivel
mundial, y de esa doctrina se derivaron también las ideas fundamentales del
"método científico" difundidas en todos nuestros medios académicos.
24
En el capítulo 6, al hablar de los postulados de la "nueva racionalidad" serán
ampliadas las ideas referentes a este paradigma.
En el próximo capítulo veremos más acerca del proceso por el cual llegamos a la
orientación pospositivista.
KENNETH
HOWE
25
Los métodos son vías que facilitan el descubrimiento de conocimientos
seguros y confiables para solucionar los problemas que la vida nos plantea. Este
capítulo constituye una secuencia lógica y ampliación del anterior: partiendo de
una distinción semántica de los términos "cualitativo" y "cuantitativo", y después de
ilustrar brevemente la teoría dialéctica del conocimiento y la naturaleza
constreñidora de los "marcos teóricos", trata de identificar los criterios para elegir
el método más adecuado al emprender una determinada investigación.
Concretamente, señala siete criterios utilizando, como elementos alternos
diacríticos, posibles objetivos de la investigación, los siguientes:
PREMISAS EPISTEMOLÓGICAS
26
De esta manera, la investigación cualitativa trata de identificar la naturaleza
profunda de las realidades, su sistema de relaciones, su estructura dinámica,
aquella que da razón plena de su comportamiento y manifestaciones. Por esto
mismo -como señalamos- lo cualitativo (que es el todo integrado) no se opone a lo
cuantitativo (que es sólo un aspecto), sino que lo implica e integra donde sea
importante.
Por esto, Kant sostiene que llegamos a "la verdad" por medio de juicios sintéticos
a priori, es decir, por medio de la integración o dialéctica de una componente
externa y otra interna.
27
una gran variedad de necesidades, intereses, valores, deseos, temores, fines y
propósitos, propios de cada ser humano. Todo esto haría que un "dato" o señal
que venga de la apariencia de un objeto o interlocutor (o de nuestra memoria)
active un "bloque de información", y éste, al integrarlo en su contexto o estructura,
le conferiría un significado determinado.
Esta realidad nos lleva a pensar que en nuestro aparato perceptivo ocurre una
relación dialéctica entre el significado personal que puede tener una estructura
para nosotros y la presión externa que constituyen su tendencia a la "buena
forma". Podríamos, incluso, ir más allá y afirmar que la mente humana, en su
actividad normal y cotidiana, sigue las líneas matrices de esta lógica dialéctica. En
efecto, en toda toma de decisiones, la mente estudia, analiza, compara, evalúa y
pondera los pro y contra, las ventajas y desventajas de cada opción-alternativa, y
su decisión es tanto más sabia cuantos más hayan sido los ángulos y perspectivas
bajo los cuales fue analizado el problema en cuestión. Lo que se necesita es
elevar su nivel de rigurosidad, tematicidad y criticidad.
Para la discusión viva hay algo de verdad en toda idea. Nada es entera e
indiscutiblemente verdadero; nada es absolutamente absurdo y falso. Al confrontar
las tesis, el pensamiento busca espontáneamente una unidad superior. Cada tesis
es falsa por lo que afirma en forma absoluta, pero verdadera por lo que afirma
relativamente (Bleger, 15""Pag- 264).
28
En esta línea de reflexión, es de considerar muy correcta la distinción que hacen
Lincoln y Guba (1985) entre el paradigma epistemológico positivista y el
pospositivista:
Postura fenomenológica
29
empírica existente, ya que todas las elaboraciones "científicas" posteriores no
pueden ser sino interpretaciones teóricas y abstractas del investigador.
Piaget (1976) define este saber cómo "pensamiento socio-céntrico", por oposición
al pensamiento técnico y científico: "un saber elaborado para servir a las
necesidades, los valores y los intereses del grupo". En este sentido, coincide con
el conocimiento emancípatenos de Habermas, objeto de la "investigación-acción",
y que se opone al "conocimiento instrumental", que es básicamente controlador y
explotador.
Moscovici (1984), por su parte, acentúa todavía más esta postura fenomenológica,
dándole el rango epistemológico de ciencia (frente y en oposición al conocimiento
científico clásico), al considerar las "representaciones sociales" como una forma
de conocimiento social específico, natural, de sentido común y práctico, que se
constituye a partir de nuestras experiencias, saberes, modelos de pensamiento e
información, que recibimos y trasmitimos por la tradición, la educación y la
comunicación social. Las "representaciones sociales" son modalidades de
pensamiento práctico orientadas hacia la comunicación, la comprensión y el
dominio del ambiente social, material e ideal. En este sentido, presentan
caracteres específicos para el plan de organización de los contenidos, de las
operaciones mentales y de la lógica, y para cuya plena comprensión habrá
siempre que referirlas a las condiciones y contextos en que emergen, a las
comunicaciones por las cuales circulan y a las funciones que desempeñan en la
interacción con el mundo y con los otros. Así, pues, "las representaciones sociales
son sistemas cognitivos que tienen una lógica y un lenguaje particular...
destinados al descubrimiento de lo real y a su ordenamiento" (Pág. 380). "La
ciencia-dice Moscovici, 1983- estuvo, en otro tiempo, basada en el sentido común
e hizo que el sentido común fuera menos común; pero, ahora, el sentido común es
la ciencia hecha común".
30
fenómenos, y tratando de entender, a través de la interpretación de su lengua y
gestos, el sentido que las personas dan a sus propias situaciones. En lugar de
parcelar lo real, como hace la explicación, la comprensión respeta su totalidad
vivida; así, el acto de comprensión reúne las diferentes partes en un todo
comprensivo y se nos impone con mayor y más clara evidencia.
31
esencialmente el objeto en su plenitud. Lo mismo se podría decir, en el campo de
la aritmética, del manejo y cálculos numéricos del dinero, donde no hay diferencia
esencial entre el concepto abstracto, por ejemplo, de un dólar, o un peso o un
franco (o cien), y su realidad concreta: ahí, la magnitud de una cantidad lo dice
todo. En estos casos, pudiéramos juzgar que los modelos cuantitativos tienen un
nivel de adecuación casi perfecto con el objeto.
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comportamiento, y en las ciencias humanas en general, ésta es la situación más
común, ya que lo que da sentido y significado a cada elemento o constituyente es
la estructura en que se encuentra y la función que desempeña en ella.
Por otra parte, es necesario tener muy en cuenta que una estructura individual o
universal nunca podrá ser inducida del estudio de elementos aislados en muchas
personas, del mismo modo que no podemos conocer la fisonomía típica de una
determinada raza humana estudiando de manera separada los ojos, la boca, la
nariz, etcétera, sin ver nunca su red de relaciones en conjunto. Por ese camino ni
siquiera reconoceríamos a nuestro mejor amigo. Es precisamente esa "red de
relaciones" la que hace que un rostro o una raza sean diferentes de los demás.
Tanto Aristóteles como el mismo Francis Bacon entendían por inducción, no tanto
la inferencia de leyes universales a partir de la observación de muchos casos
particulares, sino un método mediante el cual llegamos a un punto en el que
podemos intuir o percibir la esencia, la forma, o la verdadera naturaleza de las
cosas, que encierra lo universal.
33
Un instrumento de análisis útil para comprender este carácter es el uso de los
términos comprensión-extensión en su sentido filosófico: la comprensión es el
conjunto de notas, rasgos, características, etcétera, de un concepto; la extensión
es el número de individuos a quienes se puede aplicar dicho concepto. Es
evidente que estos dos términos son correlativos e inversamente proporcionales:
si utilizamos conceptos o estructuras cualitativos de alto nivel de complejidad,
(muy comprensivos, muy ricos de contenido) se aplicarán a poca personas, pues
serán muy individuales, muy ideográficos (tendrán poca extensión); si, por el
contrario, los conceptos o estructura son muy simples, con pocas notas (poco
comprensivos) -como sucede frecuentemente cuando se estudia una variable
cuantitativa-, se aplicarán a muchos individuos, serán muy nomotéticos (tendrán
poca extensión). Los fines de la investigación y los intereses del investigador
determinarán en cada situación cuáles son las opciones mejores, es decir, qué
nivel de generalización (extensión) será el más conveniente y, en consecuencia,
qué grado de significación (comprensión) tendremos.
(Véase una ilustración más amplia de estos conceptos en Martínez M., 1994a,
cap. 7 y 1996b, cap. 7.)
En las ciencias humanas, sobre todo, para que un saber no quede "despojado de
sus propias raíces", es decir, sin sentido, deberá ser tomado en su contexto
humano pleno: con los valores, intereses, creencias, propósitos, sentimientos y
demás variantes que determinan su existencia real y empírica en los seres
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humanos. Esto era -como ya puntualizamos- lo que Weber y Dilthey entendían con
el término verstehen (comprender lo humano), por oposición a erklären (explicar
reduciendo a leyes), que era más adecuado para las ciencias naturales. Para
ellos, los hechos sociales no eran cosas, como pretendía Durkheim, pues el ser
humano entra como sujeto y objeto de la investigación, y su comprensión exige la
sensibilidad y perspicacia propia de la hermenéutica.
En pleno rigor, la "visión del ojo de Dios", o la visión "desde ningún punto de vista",
es decir, la plena "neutralidad" o la plena "objetividad", como se pretendió con la
orientación tradicional lógico-positivista, es simplemente imposible; no podemos
"salirnos de nosotros mismos", ni del mundo, y conducir nuestras investigaciones
fuera de nuestra posición particular en él; nuestra visión del mundo y nuestro
conocimiento del mismo están basados inevitablemente en nuestros intereses,
valores, disposiciones y demás. Por ello, el concepto de "ley" (mecanicista,
determinista), aplicado a las realidades humanas, deberá ser revisado y
redefinido, para no alimentar falsas expectativas e, incluso, "ilusiones". Todo esto
implica que muchas realidades que ordinariamente se consideraban aptas para
ser estudiadas con métodos cuantitativos, son más complejas de lo que se creía y,
por tanto, su estudio requerirá métodos de mayor sintonía con su naturaleza
plena, métodos más integrales, sistémicos, estructurales, es decir, de naturaleza
cualitativa.
¿Qué nivel de adecuación tiene nuestra matemática actual para captar el tipo de
realidades que constituyen nuestro universo?
35
las operaciones inversas de la suma, multiplicación y exponenciación, etc. Todo,
en fin, son sumas más o menos complicadas, aun cuando estemos aplicando
técnicas sofisticadas como las que usan el cálculo integral y las ecuaciones
diferenciales (que trabajan con diferencia de cantidades infinitamente pequeñas):
no hay nada que sea esencialmente diferente de la operación aditiva. Las cosas
se miden por cantidad: siempre serán preferibles 1.001 dólares a 1.000 dólares;
para los valores biológicos, en cambio, eso no es válido: más calcio, azúcar, más
vitaminas, más hormonas, más temperatura, no son" siempre preferibles a menos
calcio, menos azúcar, menos vitaminas menos hormonas o menos temperatura.
Todo depende de los estados de los otros componentes con que interactúan.
36
El objetivo de la generalización
La lógica que aquí se sigue, según Yin (1984), es la misma que sigue el científico
experimental, al pasar de sus resultados experimentales a la teoría; en efecto -
dice este autor-, el científico experimental no escoge experimentos
"representativos"; sencillamente, realiza un experimento, observa el fenómeno,
recoge datos, saca sus conclusiones y teoriza.
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varios centenares de imágenes en el fragmento de película que ocuparía una sola
fotografía convencional, y de tal modo que cada fragmento que contenga la pauta
de difracción completa contiene también la información de la totalidad. De esta
forma, si se rompe el holograma, con cada uno de sus pedazos se puede
reproducir la imagen completa: el todo está en cada parte y éstas, a su vez, están
en el todo.
También vemos este fenómeno en todas las plantas que se reproducen por
estacas, es decir, por partes de una rama. Esto indica que en la estaca, se
encuentra, de alguna forma, la codificación genética del todo.
El método de historias de vida es, en cierto modo, una aplicación de esta idea, y
siempre se distinguió por el concepto central de que es posible estudiar a una
comunidad completa a través del conocimiento profundo de algunos de sus
miembros.
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En los últimos tiempos se ha venido usando cada vez más, en la investigación de
las ciencias humanas, una herramienta heurística de gran eficacia: la
triangulación. El término ha sido tomado de la topografía, y consiste en determinar
ciertas intersecciones o coincidencias a partir de diferentes apreciaciones y
fuentes informativas o varios puntos de vista del mismo fenómeno.
*Triangulación de investigadores.
*Triangulación de teorías.
*Triangulación interdisciplinaria.
Conviene, sin embargo, advertir que no se puede dar, hablando con precisión
epistemológica, una triangulación de paradigmas, como insinúan algunas
personas empleando ciertos procedimientos que llaman "pluriparadigmáticos". No
se puede jugar al ajedrez, ni a ningún otro juego, utilizando dos o más cuerpos de
reglas diferentes o, peor aún, antagónicos. Lo menos que se puede decir de esas
personas es que están usando el concepto de "paradigma" en forma errónea.
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En conclusión, podemos afirmar que la naturaleza es un todo poli-sistémico que se
rebela cuando es reducido a sus elementos, y se rebela, precisamente, porque,
así, reducido, pierde las cualidades emergentes del "todo" y la acción de éstas
sobre cada una de las partes. Este "todo polisistémico", que constituye la
naturaleza global, nos obliga, incluso, a dar un paso más en esta dirección. Nos
obliga a adoptar una metodología interdisciplinaria para poder captar la riqueza de
la interacción entre los diferentes subsistemas que estudian las disciplinas
particulares.
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