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Catulo
Catulli
Carmina
Texto, traducción y notas de
Rosario González Galicia
Mañana es Arte
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Catulli Carmina
Rosario González Galicia
Noviembre 2001
Revisado Marzo 2002
Volumen nº7
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R.G.G.
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ÍNDICE
1.- Presentación...............................................................................................................................pp. 5
2.- Introducción
2.1.- Catulo: un 'yo' reflejado en muchos 'tú'..................................................................... 6
2.2.- Breve apunte sobre la tradición manuscrita de la colección catuliana.................16
3.- Advertencias.................................................................................................................................. 17
4.- Agradecimientos........................................................................................................................... 18
5.- Traducción
- poemas I - IV.......................................................................................................19
- V - VIII.................................................................................................................20
- IX - XI...................................................................................................................21
- XII - XIV..............................................................................................................22
- XIV - XVII...........................................................................................................23
- XXI - XXIII.........................................................................................................24
- XXIV - XXVIII...................................................................................................25
- XXIX - XXXI......................................................................................................26
- XXXII - XXXV...................................................................................................27
- XXXVI - XXXIX................................................................................................28
- XL - XLIII............................................................................................................29
- XLIV - XLVI.......................................................................................................30
- XLVII - LI............................................................................................................31
- LII - LVI...............................................................................................................32
- LVII - LXI............................................................................................................33
- LXII.......................................................................................................................36
- LXIII.....................................................................................................................38
- LXIV......................................................................................................................39
- LXV.......................................................................................................................46
- LXVI......................................................................................................................47
- LXVII................................................................................................................... 48
- LXVIII..................................................................................................................49
- LXIX - LXXII......................................................................................................52
- LXXIII - LXXVII...............................................................................................53
- LXXVIII - LXXXIII..........................................................................................54
- LXXXIV - LXXXIX..........................................................................................55
- XC - XCVI...........................................................................................................56
- XCVII - CI...........................................................................................................57
- CII - CVIII...........................................................................................................58
- CIX - CXV...........................................................................................................59
- CXVI.....................................................................................................................60
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1.- PRESENTACIÓN
José Antonio Enríquez González,
profesor de latín de la Universidad Complutense de Madrid
Justificar hoy una nueva versión del poemario de Catulo, el poeta más
fervorosamente intimista de la literatura universal, no resulta difícil ni exige
argumentos demasiado alambicados. En primer lugar, la tarea fundamental del
filólogo clásico -y a mayor abundamiento, si imparte docencia- es la de acercar los
textos a sus alumnos y a los lectores de hoy, pero acercarlos sin menoscabo de la
fuerza y la autenticidad del original latino. Si admitimos la máxima de que todo
traductor es en alguna medida traidor, el poemario que nos presenta Rosario
González Galicia es un alarde de justeza y precisión, en el intento de recoger
fielmente las fórmulas de expresión de Catulo. En algún momento, el castellano
chirría, pero sin estridencias, en aras de esa fidelidad; por contra, en otros momentos
la sensibilidad femenina de la traductora sabe dar alcance justo a la pasión catuliana
con fórmulas y metáforas de una gran profundidad. Pero, por encima de todo, se
debe valorar en la obra el trabajo constante y metódico, y la dedicación con que
Rosario ha realizado su traducción. En la introducción hay una puesta a punto de
carácter general, habida cuenta del alcance de esta edición, de los problemas
filológicos que el corpus catuliano y la biografía del poeta siguen presentando hoy; la
completa una bibliografía de uso, que no de consumo, seleccionada con tino y
oportunidad.
Quien se decida a leer los poemas gozará con Catulo y agradecerá a la
traductora su trabajo y su dedicación al poeta.
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2.- INTRODUCCIÓN
Los datos sobre la vida y la obra de Catulo son pocos y en general discutidos:
discutidos son la fecha de su nacimiento y de su muerte y su nombre completo, así
como la estructura de la colección de poesía que se nos ha transmitido; seguros son,
sin embargo, los datos referentes a su patria y a su familia. Pasemos a exponerlos
brevemente.
Es S. Jerónimo en su Crónica (p. 150, 24; 154, 22 ed. Helm) quien nos da la
noticia -cuya fuente probablemente haya sido Suetonio- de que Catulo nació en el 87
a.C. y vivió treinta años, lo cual significa evidentemente que murió en el 57 a.C. Pero,
al menos, la fecha de su muerte es errónea por una razón incuestionable: varios de
sus poemas se refieren a hechos ocurridos después del 57, concretamente en el 55 o a
lo sumo en el 54; estos hechos seguros son las campañas de César en las Galias y
Britania (poemas XI, XXIX, XLV), la construcción del Paseo de Pompeyo y su
segundo consulado (LV y CXIII, respectivamente), el discurso de Calvo contra
Vatinio (LIII). Para resolver el problema con las fechas se han dado dos soluciones: o
que S. Jerónimo confundiera el primer consulado de Lucio Cornelio Cina (87 a.C.)
con el cuarto (84 a.C.); o que, cuando dice que el poeta vivió treinta años, utilizara
esta cifra de forma aproximativa, como queriendo decir que vivió unos treinta.
En lo que respecta a los tria nomina del poeta no hay unanimidad sobre su
praenomen, aunque sí en cuanto a su nomen y cognomen. El praenomen oscila entre el de
Gaius, que es al que se da mayor crédito -transmitido por Apuleyo en Apología, 80 y
por la Crónica (p.150, 24 ed. Helm) de S. Jerónimo- y el de Quintus -defendido por
algunos eruditos y que sólo aparece en la inscripción de manuscritos interpolados-.
El nomen, Valerius, no ofrece dudas; lo han transmitido Suetonio en Vida de los doce
Césares: Julio César, 73 y Porfirión, escoliasta de Horacio (escolio a Sátiras 1, 10, 18); lo
confirman, además, inscripciones sobre los Valerii Catulli y los Valerii de Verona,
inscripciones que señalan a esta familia -probablemente una rama patricia de la gens
Valeria de Roma- como bien afianzada desde antiguo en la ciudad de la Galia
Cisalpina. Tampoco ha planteado dudas el cognomen: basta con el buen número de
veces que el propio poeta lo menciona en sus poemas.
Su patria fue Verona. Así lo dice el propio Catulo explícita o implícitamente
(poemas LXVII, 34; XXXV, 3; LXVIII, 27). Así también lo señalan los testimonios
de Ovidio (Amores 3, 15, 7), Marcial (11, 195) y S. Jerónimo (Crónica, p. 150,24 ed.
Helm). El apelativo Veronensis, con el que se denominaba al poeta, al parecer era
corriente entre el público y, desde luego, aparece en los mejores códices de la
tradición manuscrita.
Su familia, probablemente -como ya hemos señalado- una rama de la gens
Valeria de Roma, debió de gozar de bienestar económico y de renombre. Parece ser
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que ésta, además, mantenía buenas relaciones con la clase política romana, pues
consta, al menos por el testimonio de Suetonio (Vida de los doce Césares: Julio César, 73),
que César fue huésped del padre de Catulo durante su proconsulado en la Galia
Cisalpina. La buena posición económica de su familia permitirá al poeta llevar en
Roma una vida dedicada a la poesía y a la participación en los círculos literarios, cosa
que para muchos de los jóvenes de la época no pasó de ser más que esnobismo y
frivolidad; una vida volcada en el cultivo de sus amistades, en la búsqueda del amor y
en la profundidad de sus odios. De otro lado, ese respaldo económico familiar le
permitirá escapar fuera de la Urbe y de su ritmo agitado y buscar refugio y
tranquilidad en su tierra, ya sea en su ciudad natal ya sea en Sirmión, o cerca de
Roma, en su finca de Tíbur. Sin embargo, nada nos dice el poeta sobre la situación o
los miembros de su familia, si exceptuamos el delicado y hondo epigrama funerario
que dedica a su hermano (CI) y las quejas que profiere por la muerte de éste en LXV,
1-12 y LXVIII, 19-26 y 91-100.
Con referencia al corpus de Catulo, hay que señalar que presenta muchos
problemas y abre muchos interrogantes: si es un solo libro (en el sentido de una sola
agrupación de poemas) o la mezcla de varios, si fue el poeta quien organizó alguna
vez su poesía para la publicación o si fue algún otro quien la sacó a la luz tras la
muerte de Catulo, si presenta unidad temática, si la dedicatoria del carmen I a su amigo
Nepote es la de toda la colección que actualmente conocemos o si más bien es la de
un pequeño librillo (libellus, como dice Catulo) formado exclusivamente por
composiciones breves a las que el poeta califica de nugae ("naderías"). Con la
colección de Catulo han solido hacer los estudiosos tres partes, atendiendo
exclusivamente a su forma externa: la primera, del poema I al LX, compuesta por
piezas cortas de métrica variada (diversos tipos de yambos y de versos de la métrica
eólica); la segunda, del LXI al LXVIII, agrupa las composiciones de larga extensión;
la tercera, del LXIX al CXVI, está formada por los poemas en dísticos elegíacos. Sin
embargo, no hay en este reparto ni unidad temática ni unidad por géneros literarios.
Queremos con esto decir que hay poesías breves de caricatura y escarnio o que no
buscan más que la sonrisa o la complicidad tanto en la primera parte como en la
tercera, claro que unas veces escritas en yambos o en endecasílabos falecios y otras
en dísticos (éstos, como ya se ha señalado, sólo en la tercera parte). Que la
manifestación del 'yo', fundamental en Catulo, aparece en cualquiera de las partes de
esta división: en las poesías breves y en las largas (concretamente en la LXV y
LXVII y en algunas partes de la LXVIII); en dísticos elegíacos que narran amores y
desgracias (versos de la llamada propiamente poesía elegíaca, en la que Catulo destaca
por su fuerza por encima de Ovidio, Propercio y Tibulo, el trío de los grandes
elegíacos romanos), en yambos cojos (como, por ejemplo, los de las composiciones
XXXI, XXXVII o XLIV) o en estrofas de métrica eólica, métrica que logra por
primera vez asentar en la lengua latina Catulo, aunque sea ya simplemente la
adaptación literaria de la antigua poesía lírica de Safo y Alceo, poesía cantada con el
acompañamiento de la lira. Que de los dos epitalamios -nombre de la tradición griega
para la canción de boda- de Catulo, el LXI está compuesto en estrofa de cuatro
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recuerda: ayer... nos divertimos mucho en mis tablillas... Escribiendo versillos...; de Cecilio
refiere en el XXXV que está componiendo un poema; a Cornificio le reprocha en el
XXVIII que no le diga palabras de consuelo, aunque sean más tristes que las de
Simónides, poeta que debía de ser bien conocido para estos jóvenes aficionados a
leer poesía griega; a Varo, como amigo experto en literatura, le manifiesta en el XXII
su parecer sobre uno que se jacta de ser poeta: Ese Sufeno... hace muchísimos versos... ese
mismo es más grosero que un grosero campesino en cuanto pone la mano en los versos, pero... nunca
es igual de feliz que cuando escribe un poema...; de su querido Cina cuenta en el XCV que
por fin, después de nueve años de composición, ha publicado su poema Esmirna; a
Alio le escribe en el comienzo epistolar del LXVIII: me es grato, porque me consideras
amigo tuyo y, en consecuencia, me pides los dones de las Musas..., y le confiesa más adelante:
Me perdonarás, pues, si los dones que mi aflicción me arrancó, ésos, no te los proporciono porque no
puedo. Pues, el hecho de no tener conmigo una gran cantidad de poetas se debe a que vivimos en
Roma.... En otros poemas emplea Catulo con sus amigos el tono jocoso o la ironía
fina, para compartir con ellos la comicidad de un suceso personal o de algún chisme
de la calle: a Catón le hace, en el LVI, partícipe de una comprometida situación
vivida por el poeta, de la que éste ha salido muy airoso; celebra en el LIII la
elocuencia de su amigo Calvo, poeta y orador, y en el X las conquistas amorosas de
Varo (aunque termine arrepintiéndose de haber conocido a la amante de su amigo y
llegue a insultarla). Con otros amigos le unen unos lazos de mayor intimidad:
sentimientos de afecto y confianza mutuos entre el poeta y Licinio Calvo empujan a
Catulo a revelarle a su amigo en el L: entusiasmado por tu encanto y tus gracias, Licinio,... no
me aprovechaba el alimento, ni el sueño cubría mis ojos con el descanso... desasosegado de delirio, me
revolvía por toda la cama...; amistad fraternal es la que deja ver el poeta con sus amigos
Veranio y Fabulo, cuando se alegra del regreso del primero en el poema IX, envía al
segundo invitación a cenar recomendándole sin disimulo que se traiga la cena (XIII),
o lamenta, en XXVIII y XLVII, la suerte de ambos en la cohorte de Pisón; un trato
frecuente y franco permite las procacidades del XXXII, poema en el que, entre
halagos y bromas, confiesa el poeta a su amiga Ipsitila sus urgencias sexuales y le pide
un favor: invítame a ir a tu casa a echar la siesta...; también en esta faceta de relación
profunda, aunque con el muy distinto tono de la pena, entra el poema XCVI, en el
que Catulo llora con su amigo Calvo la muerte de la esposa de éste. No podían faltar,
debido precisamente a ese mismo trato de familiaridad y confianza entre amigos, los
poemas de reproche o, incluso, de decepción por la amistad traicionada: suaves
reproches dirigidos a Cornificio en el XXXVIII porque, en medio de la mala
situación que atraviesa el poeta, no es capaz, siendo su amigo, de consolarle; en
contraste, la dureza de las palabras del XXX y la apelación a la venganza divina
contra su amigo Alfeno (quizá el mismo al que llama Varo en los poemas X y XXII)
por su traición y deslealtad. Por último, una muestra especial de delicadeza y ternura,
de expresión profunda de dolor, surge en los versos dedicados a su hermano, muerto
en Troya, de quien dice en el LXV: hermano más querido para mí que la vida;... siempre te
querré, siempre cantaré cantos de duelo por tu muerte,..., o en el LXVIII: al tiempo que tú han
perecido todas nuestras alegrías, que, en vida, alimentaba tu dulce amor...; como asimismo
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barca que se pone a hablar para presumir de sus cualidades. Pide el poeta en el
XXXV a un papiro que le sirva de recadero con su amigo Cecilio: Al delicado poeta, mi
colega Cecilio, querría, papiro, le dijeras que venga a Verona.... En el XLII busca Catulo la
ayuda de sus amigos los endecasílabos (forma de llamar a los endecasílabos falecios)
para que acosen a la mujer que le ha robado unas tablillas. De forma delicada o
sentida -en cualquier caso, íntima- descarga el poeta su pesar en el gorrión de su
amada: ¡Ojalá pudiera yo, como ella, jugar contigo y aliviar las tristes cuitas de mi alma! (II); y
deplora en el III la muerte de ese mismo gorrión porque acarreará la pena de Lesbia.
Para que no falte nada en esta galería de figuras protagonistas de la poesía
catuliana, contamos con las composiciones en las que el poeta se convierte en personaje de
su poesía. Y, aunque muchos son los poemas de la colección en los que encontramos
el nombre propio de Catulo, por no decir que prácticamente en la totalidad aparece la
primera persona poética, aquí sólo vamos a comentar en unas pocas palabras
aquellos en los que Catulo se convierte en segunda persona, en los que se vuelve
personaje -uno más entre tantos de su poesía- al que el 'yo' anima o critica o desdeña.
Catulo, el poeta, se confiesa con Catulo, el personaje. Hay poemas en los que lamenta
su suerte o recrimina su conducta, como en el VIII: Desdichado Catulo, ¡que dejes de hacer
tonterías...!; o en la última estrofa del LI, estrofa con la que el poeta amonesta al
personaje para que éste vuelva a poner los pies en la tierra tras sus ensoñaciones y
vuelos al Olimpo en las estrofas anteriores; de la misma manera que se queja en el
LXXIX de su suerte en amores cuando declara que Lesbia prefiere a Lesbio antes que a
ti y a toda tu familia, Catulo; también nos permite comprobar su desánimo ante una
situación política que manejan y controlan personajes indeseables, cuando exclama en
el LII: ¿Qué ocurre, Catulo? ¿Qué esperas para morir?. De muy distinto cariz es el XLVI,
poema de alegría y entusiasmo por poder cambiar un lugar odioso por otro muy
deseado: Dejemos, Catulo, las llanuras frigias...: volemos a las ilustres ciudades de Asia.... Y,
como cumbre de las composiciones dirigidas a su alter ego, el LXXVI, poema en el
que aflora una compleja emotividad: a un Catulo íntegro, honrado, leal, habla el poeta
en un intento de consolarlo y reconfortarlo, y para realzar unas cualidades que,
aunque de momento no le han traído más que disgustos y penas, algún día le
procurarán compensación y dicha: Si algún placer tiene el hombre al recordar sus buenas
acciones del pasado,... muchas alegrías permanecen preparadas para ti a lo largo de tu vida, Catulo,
por este amor desagradecido; y luego vienen los consejos y las advertencias que sólo un
amigo da a un amigo: ¿Por qué no te consolidas en tu espíritu...? Difícil es dejar de repente un
largo amor... pero consíguelo como sea: ésa es tu única salvación...; en la parte final del poema,
como si los sentimientos que lo inundan se hubieran desbordado, Catulo el personaje
toma la palabra para pedir desesperadamente a los dioses: volved los ojos a este desdichado
que soy,... arrancadme esta peste y esta perdición: ¡ay!, penetrándome hasta lo más profundo de mis
entrañas como un letargo, expulsó de todo mi corazón las alegrías.
Tras este recorrido por la poesía más intimista de Catulo, hemos de hacer un
comentario sucinto -pues esta introducción no es el lugar apropiado para un análisis
minucioso y exhaustivo- de los poemas largos del poeta, los de mayor complejidad
formal. Dos corrientes nuevas entran en la poesía de la época de Catulo: la de la
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poesía didáctica, inaugurada por Lucrecio con su De rerum natura, obra que representa
una vehemente exposición y defensa de la doctrina de Epicuro; y la de Catulo y sus
compañeros, corriente poética por la que fueron motejados por Cicerón de neotéricos
o poetae noui, nombre con el que, sin embargo, pasarían a la fama. Acertó Cicerón con
este nombre, a pesar de lo despectivo, pues este grupo literario tenía entre sus metas
la innovación en la poesía latina; y, aunque sabemos que una generación literaria
anterior, la del círculo de Lutacio Cátulo, había ya vuelto su mirada hacia la poesía
alejandrina, son precisamente los poetae noui los que van a constituir un amplio grupo
con unos mismos gustos y aficiones, con un mismo ideario poético, y los que van a
aunar la línea de la poesía tenida por tradicional con la corriente llegada de la poesía
alejandrina. Catulo, uno de los integrantes importantes -si no el más- de este grupo,
se inspira en modelos alejandrinos, especialmente en Calímaco, y escribe una poesía
preciosista, llena de referencias eruditas y que fija su atención sobre todo en los
temas mitológicos. Esta es la faceta por la que recibió el nombre de poeta doctus, por
ese ramillete de composiciones, pequeñas joyas dentro de su obra, en las que pueden
encontrarse modelos concretos alejandrinos o rastrearse las huellas de géneros
cultivados desde los más antiguos poetas griegos. De su muy admirado Calímaco (al
que menciona en el LXV y CXVI con el epíteto de Batíada) hace en el LXVI una
versión de La cabellera de Berenice, poema narrativo de glorificación de Berenice
(princesa de Cirene y reina de Egipto al casarse con Ptolomeo III) plagado de
eruditos conocimientos de astronomía. Prólogo de La cabellera de Berenice es el LXV,
elegía dirigida por Catulo a su amigo Órtalo para anunciarle: te envío estos versos del
Batíada traducidos para ti; en esta elegía introduce un tema personal, la muerte de su
hermano, al que llora el poeta en tristes versos, comparados -en referencia
mitológica- con los cantos llenos de tristeza de Procne por el destino de Ítilo. Por
contra, el LXVII, diálogo entre Catulo y una puerta, muestra un tono chismoso, a
modo de parodia de las composiciones con el tema recurrente de la puerta que recibe
las quejas amorosas de los enamorados rechazados por la amada. En este puñado de
textos, contamos también con dos epitalamios, los poemas LXI y LXII, que
contienen todos los lugares comunes de la canción de boda, aderezados con los tintes
característicamente romanos que aporta Catulo. Por el LXIII conocemos una
variante de la tragedia de Atis y, por añadidura, un aspecto de los mitos en torno a
Cibeles; esta composición, frenética por el ritmo de sus versos -los galiambos- y por
su desarrollo in crescendo, es un ejemplo rayano a la perfección de la conjunción entre
forma y fondo. El LXIV es un bellísimo epilio, subgénero de la épica muy cultivado
entre los alejandrinos, construido -a excepción de los versos del final, que valen de
conclusión del poema- con una de las fórmulas más recurrentes de la epopeya, la
construcción en anillo; es en esta composición, la más larga del poemario de Catulo,
en la que más abundan las referencias y alusiones mitológicas: el tema fundamental es
la narración de las bodas de Tetis y Peleo, pero dentro de él, como descripción del
cobertor del lecho nupcial, se cuenta la historia de Teseo y Ariadna. Por último, el
poema de mayor hondura y emotividad de este grupo de los largos, el LXVIII, es una
elegía encerrada entre un comienzo y un final epistolares, elegía que tiene como eje
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mítico los amores entre Protesilao y Laodamía, con quien Catulo compara a su
adorada Lesbia. Si no nos extendemos más en el comentario sobre estos poemas, es
porque se puede encontrar en las notas a la traducción un desarrollo y una
explanación mayores de estas composiciones, obritas independientes dentro del
poemario de Catulo, elaboradas con sabiduría y mimo, como si la mano de un
delicado orfebre o de un relojero de precisión hubiese intervenido en el perfecto
acabado de la pieza o el ajuste del mecanismo.
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3.- ADVERTENCIAS
De dos cosas deseo aquí dejar constancia a modo de avisos: primero, que la
edición latina utilizada ha sido la de Werner Eisenhut del año 1983 en la Biblioteca
Teubneriana, aunque he tenido en cuenta las variantes y conjeturas de otros filólogos,
sobre todo las de Bardon y Goold. Y, segundo, que en la transcripción de los nombres
propios de origen griego he mantenido las formas muy generalizadas y casi totalmente
asentadas en nuestra lengua, a sabiendas de que, por ejemplo, formas como Pégaso o
Cíbele serían las correctas frente a las habituales Pegaso y Cibeles; en los casos de
nombres menos conocidos me he guiado por las pautas del libro de Manuel Fernández
Galiano La transcripción de los nombres propios griegos..
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4.- AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, deseo dar las gracias a José Antonio Enríquez, amigo y
profesor, por brindarse a presentar este libro y hacerme las oportunas correcciones a la
traducción; a Agustín Blanco, compañero y amigo, que me ha prestado su inestimable
ayuda en las cuestiones de la Informática. Y, por supuesto, a los que me han soportado
durante la elaboración de esta obrita, especialmente mi hermana Felipa y Manuel.
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5.-TRADUCCIÓN
I
¿A quién regalo mi ingenioso librito recién aparecido, pulido hace nada con la
árida piedra pómez(1)? A ti, Cornelio(2); pues tú solías considerar que de algún valor
eran mis naderías, ya entonces, cuando te atreviste tú el único de los ítalos a desarrollar
la historia toda en tres tomos sabios, ¡por Júpiter!, y trabajosos.
Por eso, acepta cualquier cosa que esto de librillo sea y lo que valga, que, ¡oh
doncella protectora(3)!, ojalá permanezca sin menoscabo más de un siglo.
II
Gorrión(4), capricho de mi niña, con el que acostumbra ella jugar, tenerlo en su
regazo, ofrecerle la punta de su dedo tan pronto se le acerca y moverle a agudos
picotazos, cuando al radiante objeto de mi desasosiego le agrada jugar a no sé qué cosa
querida y solaz de su dolor; entonces -creo- se le calmará su ardiente pasión.
¡Ojalá pudiera yo, como ella, jugar contigo y aliviar las tristes cuitas de mi alma!
II a(5)
(...) Tan grato es para mí como cuentan que fue para la veloz muchacha(6) la
manzana de oro que desató su cinturón de siempre negado.
III
¡Llorad, oh Venus y Cupidos(7) y cuanto hay de hombres refinados! El gorrión
de mi niña ha muerto; el gorrión, capricho de mi niña, a quien ella más que a sus ojos
quería; pues era dulce como la miel y la conocía tan bien como una niña a su madre, y
no se movía de su regazo, sino que, saltando alrededor unas veces por aquí, otras por
allá, piaba sin parar a sola su dueña; y que ahora va por un camino tenebroso hacia allí
de donde dicen que no vuelve nadie.
¡Malhaya a vosotras, malvadas tinieblas del Orco(8), que devoráis todas las cosas
bellas!: tan hermoso gorrión me habéis arrebatado. ¡Oh desgracia! ¡Pobrecillo gorrión!
Ahora, por tu culpa, los ojitos de mi niña, hinchaditos, enrojecen de llanto(9).
IV
Esa barca(10) que veis, huéspedes, presume de que fue la más rápida de las
naves y de que el empuje de ningún navío sobre las ondas pudo dejarla atrás, bien se
tratara de volar a remo o a vela. Y dice que esto no lo niegan la costa del amenazador
Adriático o las islas Cícladas ni la famosa Rodas ni la espantosa Propóntide Tracia o el
terrible golfo del Ponto, donde ésta, luego barca, fue antes melenudo bosque: pues, en la
cumbre del Citoro(11) a menudo silbó con su habladora cabellera.
Amastris del Ponto y Citoro que produces bojes, para ti esto fue y es
conocidísimo -presume la barca-. Desde su más lejano origen dice que se asentó en tu
cumbre, que empapó sus remos en tu superficie y de allí avanzó como dueña por tantas
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V
Vivamos, Lesbia(13) mía, y amemos, y las habladurías de esos viejos tan rectos,
todas, valorésmoslas en un solo as(14). Los soles pueden morir y renacer: nosotros, en
cuanto la efímera luz se apague, habremos de dormir una noche eterna.
Dame mil besos, luego cien, luego otros mil, luego cien una vez más, luego sin
parar otros mil, luego cien, luego, cuando hayamos hecho muchos miles, los
revolveremos para no saberlos o para que nadie con mala intención pueda mirarnos de
través(15), cuando sepa que es tan grande el número de besos.
VI
Flavio(16), a Catulo querrías hablarle de tu capricho, si no fuera sosa y basta, y
no podrías callarte. Pero no sé qué clase de febril y enfermiza puta te ha encandilado:
eso te avergüenza confesarlo.
Pues, que tú no pasas las noches viudas lo grita tu estancia, en vano callada, que
derrama aroma de guirnaldas y de aceites sirios(17), y las almohadas, ésta y aquélla,
aplastadas, y el crujido quejumbroso de tu temblequeante lecho y sus meneos.
De nada sirve callar tus adulterios, de nada(18). ¿Por qué? No arquees tus
costados, tan consumidos, ni hagas tantas tonterías. Por eso, lo que tengas de bueno y
de malo, dímelo: quiero a ti y a tus amores pregonaros hasta el cielo con mis graciosos
versos.
VII
Me preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia, me son bastante y de sobra. Cuan
gran número de arena libia se extiende por Cirene, rica en laserpicio(19), entre el oráculo
del tempestuoso Júpiter y el sepulcro del antiguo Bato(20). O cuantas estrellas
contemplan, cuando calla la noche, los furtivos amores de los hombres. Tantísimos
besos le son bastante y de sobra besarte al loco de Catulo, que ni podrían contar los
curiosos ni embrujar(21) con su mala lengua.
VIII(22)
Desdichado Catulo, ¡que dejes de hacer tonterías y lo que ves que se ha
destruido lo consideres perdido! Brillaron un día para ti radiantes los soles, cuando
acudías una y otra vez a donde tu niña te llevaba, querida por mí(23) cuanto no lo será
ninguna. Y allí tenían lugar entonces aquellos múltiples juegos que tú querías y tu niña
no dejaba de querer. Brillaron, es verdad, para ti radiantes los soles.
Ahora ya ella no quiere: tú, como nada puedes hacer, tampoco quieras, y a la
que huye no la persigas, ni vivas desdichado, sino resiste con tenaz empeño, manténte
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firme. ¡Adiós, niña! Ya Catulo está firme, y no te buscará ni te hará ruegos en contra de
tu voluntad. Pero tú te lamentarás cuando nadie te haga ruegos. ¡Criminal, ay de ti! ¿Qué
vida te espera? ¿Quién se te acercará ahora? ¿A quién le parecerás bella? ¿A quién
querrás ahora? ¿De quién se dirá que eres? ¿A quién besarás? ¿A quién morderás los
labios?
Pero tú, Catulo, resuelto, manténte firme.
IX
Veranio(24), el preferido para mí entre todos mis trescientos mil amigos(25),
¿has regresado a casa, a tus penates y a tus queridísimos hermanos y tu anciana madre?
Has regresado. ¡Noticia dichosa para mí(26)! Volveré a verte sano y salvo y te oiré
hablar de los lugares, las hazañas, los pueblos de los iberos, según tienes por costumbre,
y, abrazándome a tu cuello, besaré tu deliciosa boca y tus ojos. ¡Oh, cuanto hay de
hombres más dichosos!, ¿quién hay más alegre o más dichoso que yo?
X
Mi amigo Varo(27), como estaba yo sin hacer nada, me había llevado desde el
foro a ver a su amor, una putilla, según me pareció al pronto, nada sosa ni falta de
encanto.
En cuanto llegamos allí, tocamos conversaciones diversas, entre las cuales
hablamos de cómo era en ese momento Bitinia(28), qué tal se estaba allí, con cuánto
dinero me había yo beneficiado. Respondí tal y como era: que ni ellos mismos ni los
pretores ni la cohorte habrían sacado nada con lo que volver con la cabeza mejor
perfumada, sobre todo si tenían por pretor a un mamón a quien le importaba un bledo
la cohorte. "Pero, al menos, -me dicen- comprarías lo que se dice es típico de allí: para la
litera de un hombre(29)."
Yo, para hacerme el más feliz del mundo delante de la chica, dije: "No me fue
tan mal, porque hubiera caído en una mala provincia, como para no poder comprar
ocho hombres de buena planta." (Y la verdad es que yo no tenía ni uno, ni aquí ni allí,
que pudiera echarse al hombro la pata rota de un catre viejo).
Entonces ella, como corresponde a una más que pendón, dijo: "Por favor,
querido Catulo, préstamelos un rato, pues quiero que me lleven al templo de
Serapis(30)." "Aguarda -dije a la chica-, respecto a eso que hace poco te había dicho que
yo tenía... me he equivocado: mi compañero -o sea, Gayo Cina(31)-, él es quien los
compró para sí. Pero, sean de él o míos, ¿a mí qué? Me sirvo de ellos igual que si los
hubiera comprado para mí. Pero tú andas por la vida hecha una desgraciada y una
impertinente, y contigo no puede uno descuidarse."
XI(32)
Furio y Aurelio(33), compañeros de Catulo, bien llegue hasta los confines de la
India(34), donde la ola del mar de Oriente de gran bramido golpea la costa; bien hasta
los hircanos o los muelles árabes o los sagas o los partos, armados de flechas, o hasta
las llanuras que tiñe el Nilo de siete brazos; o bien encamine sus pasos más allá de los
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elevados Alpes, para visitar los testimonios del gran César(35), el Rin de la Galia, el mar
que causa horror y los más alejados britanos. Puesto que estáis preparados a visitar
todos esos lugares juntamente conmigo, cualquiera que sea la voluntad de los dioses,
comunicadle a mi niña estas pocas palabras no agradables: viva y disfrute con sus
adúlteros, los trescientos(36) a los que tiene abrazados a la vez sin amar de verdad a
ninguno, sino rompiéndoles a todos las entrañas cara a cara; que no vuelva como antes
sus ojos a mi amor, que por su culpa sucumbió como la flor del prado más recóndito
tras haberla herido el arado al pasar.
XII
Asinio Marrucino(37), no usas bien tu mano izquierda en medio del juego y del
vino: robas a los descuidados sus servilletas(38). ¿Te crees que eso es gracioso? Te
equivocas, idiota. La cosa es de lo más mezquina y falta de gracia. ¿No me crees? Pues
cree a tu hermano Polión, que querría comprar tus hurtos hasta por un talento(39), y
eso que él es un muchacho experto en bromas y chanzas. Así que, o aguarda trescientos
endecasílabos(40) o devuélveme la servilleta, que no me interesa por su valor, sino
porque es un souvenir(41) de un amigo, pues desde Iberia me enviaron de regalo unas
telas de Sétabis(42) Fabulo y Veranio(43), y tengo que quererlas como quiero a mi
Veranito y a mi Fabulo.
XIII
Cenarás bien, mi querido Fabulo(44), en mi casa dentro de pocos días (si los
dioses te son propicios), si traes contigo una cena buena y abundante, y no faltan una
deslumbrante muchacha y vino y sal y toda clase de carcajadas. Si, como te digo, te traes
eso, guapo mío, cenarás(45) bien, pues la despensa de tu Catulo está llena de arañas. Eso
sí: en respuesta, recibirás puro cariño o algo más delicado y elegante: pues te daré un
perfume que regalaron a mi niña las Venus y los Cupidos(46) y que, en cuanto lo huelas,
rogarás a los dioses, Fabulo, que te hagan todo entero nariz.
XIV
Si no te quisiera más que a mis ojos, mi muy encantador Calvo(47), por ese
regalo te odiaría con el odio dirigido contra Vatinio(48). Pues, ¿qué he hecho yo o qué
he dicho para que me agobies con tantos poetastros? ¡Que los dioses concedan muchas
desgracias al protegido ese tuyo que te envió tan gran cantidad de abominaciones! Y si,
según sospecho, ese novedoso repertorio te lo obsequia el maestro Sila(49), no me
parece mal; al contrario: bien y enhorabuena, porque no se echan del todo a perder tus
esfuerzos. ¡Grandes dioses!, ¡horrible y maldito librito ese que tú enviaste a tu querido
Catulo, sin duda para que de inmediato pereciera en las Saturnales(50), el más
maravilloso de los días!
Pero no, esto no quedará así, simpático: pues, en cuanto amanezca, correré a las
estanterías de los libreros, cogeré a los Cesios, a los Aquinos, a Sufeno(51), haré una
recopilación de todos los venenos y te recompensaré con estos castigos. Entretanto,
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vosotros id con bien de aquí, marchaos al sitio de donde salisteis con mal pie(52),
escoria del siglo, pésimos poetas.
XIV a(53)
Los que quizá seáis lectores de mis tonterías y no os horroricéis de acercar
vuestras manos a mí (...)
XV
Mi persona y mis amores te los confío a ti, Aurelio(54). Te pido un discreto
favor: si en tu corazón has anhelado guardar un deseo casto y puro, presérvame
púdicamente a este muchacho(55), no digo de la gente (nada temo a los que pasan de
largo por las calles de acá para allá ocupados en sus asuntos), de ti tengo miedo y de tu
pene, peligro para los muchachos, tanto honrados como disolutos. A ése tú menéalo
por donde quieras, como quieras, cuanto quieras, cuando esté fuera preparado: a éste
solo lo exceptúo, discretamente, según creo. Porque, si un mal pensamiento o una
insensata locura te empujan, canalla, a tan gran desatino como para acosar mi cabeza
con tus trampas, entonces ¡ay de ti, desdichado y de mala estrella, que, con las piernas
separadas, por la puerta abierta, te acosarán rábanos y mújoles(56)!
XVI(57)
Os daré por el culo y me la vais a chupar, Aurelio comevergas y Furio(58)
julandrón, que, por mis versitos, como son lascivos, me habéis considerado un
desvergonzado. Es, de hecho, procedente que el poeta honorable sea personalmente
casto; no es necesario que lo sean sus versitos, que, en definitiva, tienen sal y gracia si
son lascivos y desvergonzados y pueden provocar la comezón, no digo a los
muchachos, sino a esos peludos que no pueden mover sus duros lomos.
¿Vosotros, porque habéis leído muchos miles de besos(59), me consideráis poco
macho? Os daré por el culo y me la vais a chupar.
XVII
Oh colonia(60), que ambicionas jugar en un puente largo y tienes pensado
brincar en él, pero temes las endebles patas de ese puentecillo sostenido en unos
ejecillos reutilizados, no vaya a irse patas arriba y a caer en las profundidades del
pantano. ¡Ojalá se construya para ti un buen puente a tu gusto en el que incluso se
aguanten las danzas de los salios(61)!
Concédeme, colonia, este regalo que da muchísima risa: cierto paisano mío
quiero que se precipite desde tu puente y entre hasta el fango de pies a cabeza, pero por
donde de todo el lago y del fétido pantano el remolino está más encenagado y es más
profundo. Es un hombre completamente necio y tiene menos inteligencia que un niño
de dos años que duerme en los acunadores brazos de su padre. Porque, estando casada
con él una muchacha en la flor de la edad (una muchacha más delicada que un tierno
cabritillo, a la que hay que guardar con más celo que a las uvas más maduras), la deja
divertirse a su gusto, y no le importa un bledo ni se altera por su parte, sino que, tal
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como un aliso está tendido en un hoyo cortado por un hacha lígur(62), apreciándolo
todo como si ella no existiese, este tal asombro mío nada ve, nada oye, quién sea él
mismo, o si es o no es, ni eso sabe.
Ahora a éste quiero enviarlo desde tu puente de cabeza, a ver si es posible
arrancarle de golpe su estúpida modorra y que deje en el espeso cieno su indolente
espíritu, como una mula deja en un hoyo pegajoso su herradura(63).
XXI
Aurelio(64), padre de las hambres, no sólo de éstas sino de cuantas han sido,
son y serán en los años venideros, quieres dar por el culo a mis amores. Y no a
escondidas: pues estás a su lado, bromeáis juntos y, pegándote a su costado, lo intentas
todo. En vano: porque a ti, que me tiendes emboscadas, te haré yo primero que me la
chupes.
Y, si lo hicieras estando harto, me callaría; pero ahora me lamento por eso
mismo, porque mi niño va a aprender a pasar hambre y sed. Por eso, déjalo mientras te
sea posible hacerlo decentemente, no sea que pongas fin a ello pero después de
chupármela.
XXII
Ese Sufeno(65) que conoces muy bien, Varo(66), es un hombre guapo y
simpático y educado, y, además, hace muchísimos versos. Yo creo que tiene escritos mil
o diez mil o más, y no como suele hacerse, transcritos en un palimpsesto: hojas de lujo,
libros nuevos, varillas nuevas, correas rojas para pergamino, todo ello con líneas rectas a
plomo y pulido con la piedra pómez(67). Cuando te pones a leerlos, ese guapo y
educado Sufeno te parece, en cambio, sólo un ordeñador de cabras o un enterrador: tan
distinto es y tanto ha cambiado.
¿Qué pensaríamos que es eso? Quien hace nada parecía un hombre de mundo,
o si hay algo más refinado(68) que eso, ese mismo es más grosero que un grosero
campesino en cuanto pone la mano en los versos, pero ese mismo nunca es igual de
feliz que cuando escribe un poema: tanto se deleita en sí mismo y tanto se admira. No
es extraño: todos metemos la pata por igual, y no hay nadie en quien no puedas ver en
cierto sentido a un Sufeno. A cada cual se le concedió un defecto, pero no vemos el
seno de la alforja que llevamos a la espalda(69).
XXIII
Furio(70), que no tienes ni esclavo ni arca ni chinche ni araña ni lumbre, pero sí
un padre y una madre cuyos dientes pueden comer hasta piedras, te va perfectamente
con tu padre y con ese leño de la esposa de tu padre. Y no es extraño: estáis realmente
todos bien de salud, digerís bien, nada teméis, ni incendios ni grandes catástrofes ni
crímenes ni las trampas del veneno ni otros azares de peligro. Tenéis, desde luego, unos
cuerpos más secos que un cuerno o si hay algo todavía más apellejado por el sol y el frío
y el hambre.
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XXIV
Tú que eres la flor de los Juvencios(73), no sólo de los de ahora sino de cuantos
han sido y serán luego en los años venideros, preferiría yo que hubieras dado las
riquezas de Midas(74) a ese que no tiene ni esclavo ni arca(75) a que te dejaras querer
por él. "¿Por qué? ¿No es un hombre guapo?", dirás. Lo es: pero este guaperas no tiene
ni esclavo ni arca. Esto tú déjalo aparte y dale toda la poca importancia que quieras: es
igual, ése no tiene ni esclavo ni arca.
XXV
Talo(76) julandrón, más blando que el pelo de un conejo o el tuetanillo de un
ganso o el lobulillo de la oreja o el pene fláccido de un viejo o un lugar lleno de
telarañas; y, además, Talo, más rapaz que una tempestuosa tormenta en cuanto la diosa
señala a los mujeriegos pasmados(77), devuélveme, el manto que me robaste y el
pañuelo de Sétabis y los bordados bitinios(78), que sueles lucir en público como si
fueran de tus abuelos; despégalos ya de tus uñas y devuélvemelos, no sea que tus
costaditos de lana y tus blanditas manos queden horriblemente garabateados con
correas pasadas por el fuego, y te agites sin control como una barca diminuta atrapada
en alta mar por un viento furioso.
XXVI
Furio(79), tu pequeña quinta no está expuesta al soplo del austro ni del favonio
ni del crudo bóreas ni del afeliota(80), sino a quince mil doscientos sestercios. ¡Ay,
viento cruel y apestoso!
XXVII
Muchacho escanciador del añejo falerno(81), sírveme copas de vino más fuerte,
como manda la ley de la reina Postumia(82), más cargada que los cargados hollejos. Y
vosotras, marchad de aquí a donde os plazca, aguas claras, perdición del vino; emigrad
junto a los serios: aquí hay tioniano puro(83).
XXVIII
Compañeros de Pisón(84), empobrecida cohorte, de maletuchas apropiadas y
ligeras, maravilloso Veranio y tú, mi querido Fabulo(85), ¿qué andáis haciendo? ¿Es que
no habéis pasado con ese pillo bastante frío y hambre? ¿No incluís en el registro de
ganancia vuestro gasto, como yo, que, tras haber acompañado a mi pretor, anoto por
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ganancia lo gastado? ¡Oh Memio(86), qué bien y cuánto tiempo a mí, puesto boca
arriba, me forzaste a chupártela, pegándote a mí con fuerza con tu viga entera!
Pero, por lo que veo, os ha pasado la misma desgracia: pues estáis hartos de una
picha nada menor. ¡Anda, busca amigos nobles! ¡Y a vosotros, que os castiguen con
muchos males los dioses y las diosas, vergüenzas de Rómulo y Remo!
XXIX
¿Quién puede ver esto, quién puede aguantarlo, a menos que sea un crápula, un
devorador y tahúr, que Mamurra(87) posea lo que antes poseía la Galia Cabelluda(88) y
los confines de Britania?
Rómulo julandrón(89), ¿verás y soportarás esto? Y él ahora, ensoberbecido y
empavonecido, ¿recorrerá los cuartos de todos como un blanco palomo o un
Adonis(90)? Rómulo julandrón, ¿verás y soportarás esto? Eres un crápula, un devorador
y tahúr.
¿Y con esas credenciales, general sin igual, estuviste en la más lejana isla de
occidente para que esa vuestra fláccida minga devorara doscientos o trescientos mil
sestercios?
¿Qué otra cosa es que funesta generosidad? ¿Derrochó poco o acaso poco
dilapidó? Lo primero, acabó con los bienes paternos; luego, con su botín del Ponto; en
tercer lugar, con el ibérico, que conoce el aurífero Tajo; ahora se teme por la Galia y por
Britania.
¿Por qué protegéis a este malvado? ¿Qué puede hacer éste más que devorar
pingües patrimonios? ¿Y con esas credenciales, dueños y señores de la ciudad, suegro y
yerno(91), habéis echado todo a perder?
XXX
Olvidadizo Alfeno(92) y falso con tus compañeros queridísimos, ¿ya no te
compadeces nada, insensible, de tu dulce amiguito? ¿Ya no dudas en abandonarme, en
traicionarme, desleal?
Los actos perversos de los hombres mentirosos no gustan a los habitantes del
cielo; y eso tú lo desprecias, y, ¡desdichado de mí!, me abandonas en medio de mis
desgracias. ¡Ay! ¿Qué pueden hacer -dime- los hombres, o a quién pueden tenerle ley?
Y tú, injusto, bien que me exigías entregarte mi alma, arrastrándome a quererte,
como si para mí todo estuviera asegurado. Ahora, de la misma manera, te retraes y dejas
que todas tus palabras y tus actos se los lleven vanos los vientos y las nubes arrastradas
por el aire. Si tú te has olvidado, en cambio, los dioses se acuerdan; se acuerda la
Lealtad(93), que hará que de tu acto te arrepientas un día.
XXXI
Sirmión(94), joyita de las penínsulas y de las islas, cualesquiera que en los claros
estanques y en el inmenso mar sostienen los dos Neptunos(95). Con qué gusto y qué
alegre te contemplo, casi sin creerme yo mismo que he dejado atrás Tinia y las llanuras
bitinias(96) y que te veo estando en situación segura.
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¿Qué hay más dichoso que verse libre de preocupaciones, cuando el corazón se
alivia de su carga y, cansados de sufrir en tierra extraña, llegamos a nuestro hogar y
descansamos en nuestro ansiado lecho? Esto es lo único que importa en premio de tan
grandes penalidades.
¡Salud!, preciosa Sirmión, y alégrate con tu señor; y alegraos vosotras, ondas
lidias(97) del lago; reíd, carcajadas, cuantas hay en casa.
XXXII
Por favor, dulce Ipsitila(98) mía, mi capricho, mi encanto, invítame a ir a tu casa
a echar la siesta. Y, si me invitas, procura una cosa: que nadie eche la falleba de la puerta,
y a ti no se te vaya a antojar salir; quédate en casa y prepara para nosotros nueve polvos
seguidos. Pero, si piensas hacerlo, invítame en seguida: pues recién comido estoy echado
y satisfecho, boca arriba, agujereo la túnica y el manto(99).
XXXIII
Tú, el mayor ladrón de los baños, Vibenio padre, y el bujarrón de tu hijo(100)
(pues, si el padre tiene la mano derecha más corrompida, el hijo el culo más voraz), ¿por
qué no marcháis al exilio a alguna maldita costa, supuesto que los robos del padre son
notorios para el pueblo y tú, su hijo, no puedes vender ni por un as tus peludas
nalgas(101)?
XXXIV(102)
En la devoción de Diana estamos, muchachas y muchachos puros. A Diana
cantemos, muchachos y muchachas puros.
¡Oh hija de Latona!, excelso vástago del supremo Júpiter, a quien tu madre junto
al olivo de Delos parió, para que fueras señora de los montes y de los lozanos bosques y
de los recónditos sotos y de los sonoros torrentes.
A ti Juno Lucina te llaman en sus dolores las parturientas, a ti te llaman Trivia
poderosa y Luna por tu luz prestada.
Tú, diosa, en el curso de los meses midiendo el camino del año llenas de buenos
frutos la rústica morada del labrador.
Sé consagrada con cualquier nombre que te plazca, y protege con tus buenas
influencias, como has acostumbrado desde antiguo, la raza de Rómulo.
XXXV
Al delicado poeta, mi colega Cecilio(103), querría, papiro, le dijeras que venga a
Verona(104), tras abandonar las murallas de Como la Nueva y la ribera del lago Lario.
Pues quiero que se entere de ciertos proyectos de un amigo suyo y mío. Por lo cual, si
tiene juicio, devorará el camino, aunque una deslumbrante muchacha mil veces lo llame
y lo llame al marcharse y, echándole los brazos al cuello, le ruegue que se quede; una
muchacha que ahora, si mis noticias son ciertas, muere por él con un amor desesperado.
Pues, desde el momento en que leyó su esbozado poema de la Señora de Díndimo(105),
desde entonces, a la pobrecilla un fuego le devora las entrañas.
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XXXVI
Anales de Volusio(107), escritos de mierda, cumplid el voto por mi niña. Pues ha
prometido solemnemente a la sagrada Venus y a Cupido que, si yo volvía a ella y dejaba
de dispararle terribles yambos, daría al dios de paso tardo(108) lo más escogido de los
escritos del peor de los poetas para que se quemara sobre leña maldita: y la perversísima
muchacha ve divertido y gracioso ofrecer eso a los dioses.
Ahora, oh tú, nacida en el azulado ponto, que habitas la sagrada Idalio y la
abierta llanura de Urio, y Ancona y Cnido rica en cañas, y Amatunte y Golgos, y
Dirraquio, antesala del Adriático(109), acepta y recibe el voto, si no es una fea y
desagradable ofrenda.
Y vosotros, entretanto, ¡id al fuego, Anales de Volusio, llenos de garrulería y
estupideces, escritos de mierda!
XXXVII
Picante taberna, la de la novena columna tras los hermanos del píleo(110), y
vosotros, sus parroquianos, ¿os creéis que vosotros solos tenéis polla, que a vosotros
solos os está permitido joderos a todas las mozas que haya y considerar a los otros unos
cabrones? ¿O es que, porque estáis sentados(111) uno detrás de otro como idiotas cien
o doscientos, creéis que no voy a atreverme a llenaros la boca de una vez a los
doscientos espectadores? Pues creedlo: porque inscribiré la fachada de toda vuestra
taberna con pichas. Pues mi niña, que ha huido de mis brazos, a la que yo quiero tanto
como nadie querrá a ninguna, por la que me he peleado grandes guerras, se sienta ahí.
Todos la amáis, tan honrados y dichosos, pero, desde luego (¡qué vergüenza!), sois todos
unos miserables chulos de callejón; y tú por encima de todos, único entre los barbudos,
hijo de la conejera Celtiberia, Egnacio(112), a quien hace guapo una espesa barba y una
dentadura refregada con meado ibérico.
XXXVIII
Mal le va, Cornificio(113), a tu Catulo; le va mal, ¡por Hércules!, y a trancas y
barrancas, y más y más de día en día y de hora en hora. Y tú (¡con lo poquito y lo fácil
que es!), ¿con qué palabras lo estás consolando? Estoy enfadado contigo. ¿Así tratas mi
cariño? Poco te cuesta cualquier palabra, más triste que las lágrimas de Simónides(114).
XXXIX
Egnacio(115), por tener blancos los dientes, sonríe continuamente en todas
partes. Si se acerca al banquillo de un acusado, cuando el orador provoca el llanto, él
sonríe. Si hay lamentos junto a la pira de un buen hijo, cuando la madre, desolada, llora
a su único hijo, él sonríe. Sea lo que sea, dondequiera que sea, ocurra lo que ocurra,
sonríe: tiene esa enfermedad ni elegante, según creo, ni educada. Por eso, tengo el deber
de darte un consejo, buen Egnacio.
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XL
¿Qué mala idea, pobrecito Rávido(117), te lleva de cabeza contra mis
yambos(118)? ¿Qué dios no bien invocado por ti te lanza a provocar una discordia
insensata? ¿Acaso para andar tú de boca en boca? ¿Qué quieres? ¿Deseas que te
conozcan a toda costa? Lo serás, puesto que has pretendido querer a mis amores a pesar
de un largo castigo.
XLI
Ameana(119), esa chica requetefollada, me ha pedido la suma de diez mil
sestercios(120); esa niña de nariz feúcha, amiga del dilapidador de Formias(121).
Parientes que os preocupáis de esta moza, reunid a amigos y a médicos: esta
chica no está en su cabales, y no suele preguntarse cómo es; está alucinada(122).
XLII
Acercaos, endecasílabos(123), todos cuantos hay por todas partes, todos
cuantos hay. Una desvergonzada adúltera me toma a broma y dice que no me devolverá
nuestras tablillas, creyéndose que podéis aguantarlo. Vamos a perseguirla y a pedírselas
con insistencia.
¿Preguntáis quién es? La que veis andar indecentemente, la que, como una actriz
de mimos, con desfachatez se ríe, con una boca de cachorro galo(124). Rodeadla y
pedidle con insistencia: "Corrompida adúltera, devuélvenos los escritos. Devuélvenos
los escritos, corrompida adúltera." ¿Que te importa un bledo? ¡Ay, fango, lupanar, o
algo más corrompido si puede haberlo! Pero no hay que confiar en que esto baste. Si no
puede ser de otra manera, saquémosle los colores en su férrea cara de perro. Gritad a
coro otra vez con voz más alta: "Corrompida adúltera, devuélvenos los escritos.
Devuélvenos los escritos, corrompida adúltera."
Pero, no hacemos ni un progreso, sigue como si tal cosa. Tenemos que cambiar
el método y la forma, a ver si podéis progresar un poco: "Virtuosa y honrada,
devuélvenos los escritos."
XLIII
¡Salud!, niña ni de nariz pequeña ni de hermosos pies ni de negros ojitos ni de
dedos largos ni de boca sana ni, sin duda, de demasiado elegante lengua, amiga del
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XLIV
Finca mía, seas sabina o tiburtina (pues aseguran que tú eres tiburtina los que no
tienen en su corazón herir a Catulo; pero quienes sí, se empeñan con cualquier clase de
prueba en que eres sabina(127)); pero, seas sabina, o, con más razón, tiburtina, me sentí
estupendamente en tu quinta de las afueras y expulsé del pecho la mala tos que me
produjo mi estómago no sin merecerlo, mientras asisto a espléndidas cenas. Pues, por
querer ser convidado de Sestio, he leído su discurso contra el candidato Ancio(128),
lleno de veneno y de pestes. Por culpa de esto, un escalofriante catarro y una frecuente
tos me sacudieron de inmediato, hasta que huí a tu refugio y me curé con descanso y
ortigas(129).
Por ello, repuesto como estoy, te doy las más profundas gracias, porque no me
has hecho pagar mi delito. Ya ni te pido que, si acepto los nefastos escritos de Sestio, el
frío haga agarrar catarro y tos no a mí sino al propio Sestio, que sólo me invita cuando
he leído su mal libro.
XLV
Mientras Septimio tenía a Acme(130), su amor, en sus brazos, le dijo: "Mi
querida Acme, si no te quiero con locura y no estoy preparado para quererte en adelante
cada día todos los años como para ser capaz hasta de morir, que yo solo me enfrente en
Libia y en la abrasada India con un león de verdiazules ojos."
Cuando dijo esto, Amor, como antes por la izquierda, estornudó por la derecha
en señal de aprobación(131).
Y Acme, echando suavemente hacia atrás la cabeza y besando con su purpúrea
boca los ojitos embriagados de su dulce niño, dijo: "Sí, vida mía, Septimillo. A este solo
dueño siempre sirvamos, tal como un fuego mucho mayor y más penetrante me arde en
mis tiernas entrañas."
Cuando dijo esto, Amor, como antes por la izquierda, estornudó por la derecha
en señal de aprobación.
Ahora, partiendo de un buen auspicio, quieren y se quieren con deseos mutuos.
El pobrecito Septimio prefiere sólo a su Acme antes que a las sirias y a las britanas(132).
Sólo en Septimio la fiel Acme tiene su delicia y su placer. ¿Quién puede ver a hombre
alguno más dichoso? ¿Quién un amor con mejores auspicios?
XLVI
Ya la primavera trae sus tibios calores, ya la furia del cielo invernal empieza a
callar ante las dulces brisas del Céfiro(133).
Dejemos, Catulo, las llanuras frigias y el fértil campo de la abrasada Nicea(134):
volemos a las ilustres ciudades de Asia(135). Ya desbocado mi corazón ansía viajar, ya
mis pies se robustecen ufanos de entusiasmo.
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Adiós, dulce compaña de amigos, a los que, tras haber marchado a un tiempo
lejos de casa, caminos distintos, con variada fortuna, traen a ella.
XLVII
Porcio y Socratión, las dos izquierdas de Pisón(136), sarna y hambre del mundo,
¿ese despellejado Príapo(137) os prefirió a mi Veranito y a mi Fabulo? ¿Vosotros
ofrecéis con suntuosidad espléndidos banquetes durante el día? ¿Y mis amigos buscan
en la calle invitaciones?
XLVIII
Esos ojos tuyos de miel, Juvencio(138), ¡quién me diera besarlos sin parar! Sin
parar los besaría trescientas mil veces, y me parecería que nunca quedaría satisfecho, ni
aunque la mies de nuestros besos fuera más apretada que las espigas maduras.
XLIX
El más elocuente de los descendientes de Rómulo, cuantos hay y cuantos hubo
y cuantos habrá luego al correr de los años, Marco Tulio, a ti te da las más encarecidas
gracias Catulo, el peor de todos los poetas, tanto el peor de todos los poetas cuanto tú el
mejor abogado de todos(139).
L
Licinio(140), ayer, como estábamos desocupados, nos divertimos mucho en mis
tablillas, jugando a ser refinados -según habíamos convenido-. Escribiendo versillos los
dos nos divertíamos, bien en un metro, bien en otro, replicándonos mutuamente entre
bromas y vino.
Y de allí me marché entusiasmado por tu encanto y tus gracias, Licinio, hasta tal
punto que, ¡pobre de mí!, no me aprovechaba el alimento, ni el sueño cubría mis ojos
con el descanso, sino que, desasosegado de delirio, me revolvía por toda la cama ansioso
de ver la luz, para hablar contigo y estar juntos. Y, después de que mis miembros,
agotados por el cansancio, se dejaron caer medio muertos en la cama, te hice, encanto,
este poema, por el cual percibieras mi dolor.
Ahora, ojitos míos, no te enorgullezcas y no menosprecies -te lo pido- mis
ruegos, no vaya a vengarse en ti Némesis(141); es una diosa violenta: guárdate de
ofenderla.
LI
Me parece a la altura de un dios y que, si es lícito decirlo, está por encima de los
dioses el que, sentándose frente a ti, te mira y te oye mientras ríes dulcemente; lo cual a
mí, desdichado, me arrebata todo el sentido: pues, en cuanto te contemplo, Lesbia, ni
un hilo de voz queda en mi boca, la lengua se me entorpece, una tenue llama fluye bajo
mis entrañas, tintinea en mis oídos un característico zumbido, mis ojos se cubren con
una noche gemela.
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LII
¿Qué ocurre, Catulo? ¿Qué esperas para morir?
En la silla curul se sienta ese tumor de Nonio(143), por su consulado jura en
falso Vatinio(144).
¿Qué ocurre, Catulo? ¿Qué esperas para morir?
LIII
Me reí con la gracia de no sé quién, que hace poco, desde el auditorio del
tribunal, tras haber explicado maravillosamente mi querido Calvo(145) los delitos de
Vatinio, dijo admirándose y alzando sus manos al cielo: "¡Grandes dioses, qué elocuente
pichita brava(146)!"
LIV(147)
El capullo de Otón es muy muy pequeño, las toscas piernas de Herio están a
medio lavar, el pedo de Libón, liviano y flojo; si no todo, quisiera yo que esas cosas te
disgustaran a ti y a ese viejo recocido de Suficio(148).
Otra vez te indignarás con mis yambos(149) inocentes, general sin igual.
LV
Te pedimos, si no es demasiada molestia, nos muestres dónde está tu
escondrijo. Te hemos buscado en el Campo Menor, en el Circo, en todas las librerías, en
el sagrado templo del magno Júpiter. Además, en el paseo del Grande(150) detuve,
amigo, a todas las mujerzuelas a las que vi, no obstante, con el rostro sereno; y así yo,
personalmente, reclamaba: "¡Para mí Camerio(151), horribles muchachas!" Una dijo,
dejando desnudo su pecho: "Aquí lo tienes, se oculta en mis rosadas tetas." Es que
soportarte es ya un trabajo de Hércules(152). ¿Con tan gran altanería te me niegas,
amigo?
Dime dónde vas a estar, muéstrate en público con todo el atrevimiento,
entrégate, manifiéstate a las claras. ¿Ahora son tus dueñas unas niñas de leche? Si
mantienes la lengua en boca cerrada, vas a echar a perder todos los frutos de tu amor:
Venus disfruta con una lengua locuaz. Pero, si quieres, puedes echar el cerrojo a tu
boca, con tal de que yo sea partícipe de tu amor.
LVI
¡Ay, cosa risible, Catón(153), y cachonda y digna de tus oídos y de tus
carcajadas! Ríe, Catón, tanto como quieres a Catulo: la cosa es risible y muy cachonda.
Hace poco pillé a un chaval que se estaba tirando a una chica: a él yo, con perdón de
Dione(154), le aticé de un golpe con la mía tiesa.
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LVII
Guapamente les va a esos depravados bujarrones: al comevergas de
Mamurra(155) y a César. Y no es extraño: iguales manchas para los dos, unas en Roma,
otras en Formias, grabadas se mantienen y no se borrarán; enfermos por igual, como
gemelos los dos, en un solo lechecito instruiditos ambos, no éste más voraz adúltero
que aquél, socios incluso rivales por las niñitas.
Guapamente les va a esos depravados bujarrones.
LVIII
Celio(156), nuestra Lesbia, la Lesbia aquella, aquella Lesbia a la que, a ella sola,
Catulo ha querido más que a sí mismo y a todos los suyos, ahora en las encrucijadas y en
las callejas se la pela a los descendientes del magnánimo Remo.
LVIII a(157)
Ni aunque me convirtiera en aquel guardián de los cretenses, ni aunque fuera
arrebatado en el vuelo de Pegaso, ni me volviera Ladas o Perseo, el de alas en los pies, ni
la nívea y rápida biga de Reso(158); añade a esto los plumípedos y los voladores, busca
además el curso de los vientos que, atados, podrías consagrarme, Camerio(159): me
habría agotado hasta lo más profundo de mis entrañas y me habría consumido de
tantísima debilidad buscándote para mí, amigo.
LIX
Rufa, la de Bolonia, esposa de Menenio, se la mama a su Rufito(160), esa a la
que habéis visto a menudo en los cementerios robar comida del túmulo mismo, cuando,
yendo tras un pan que caía rodando del fuego, se dejaba golpear por un medio rapado
incinerador(161).
LX
¿Acaso una leona de los montes de Libia, o Escila(162), que ladra desde la parte
más baja de sus ingles, te parió con tan dura y abominable alma como para que
despreciaras los gritos de un suplicante en esta recentísima desgracia, ay, tú, de corazón
demasiado cruel?
LXI(163)
Vecino del monte Helicón, raza de Urania, que arrebatas para el esposo a una
tierna doncella. ¡Oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo(164)!
Ciñe tus sienes con flores de la suavemente olorosa mejorana, toma el velo.
Alegre aquí, aquí ven, calzando la sandalia color de azafrán en tu níveo pie.
Y animado en este día jovial, cantando con tu sonora voz los cantos
nupciales(165), golpea el suelo con tus pies, agita con tu mano la antorcha nupcial de
madera de pino(166).
Pues Vinia viene a Manlio igual que Venus, que habita Idalio, vino al juez
frigio(167). Con favorable presagio se casa una buena muchacha,
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resplandeciente como los mirtos de Asia de floridas ramas, que las diosas
hamadríades(168) crían con húmedo rocío para su disfrute.
Por eso, ¡ea!, encaminando tus pasos hacia aquí, apresúrate a abandonar las
grutas aonias de la roca tespia, que la ninfa Aganipe riega por arriba refrescándolas(169).
Y llama a casa a la dueña, atando con el amor su corazón ávido de su reciente
esposo, como tenaz hiedra que aquí y allá se enreda errante al árbol.
Y vosotras también a un tiempo, castas doncellas, a quienes espera un día
semejante, llevad el ritmo, cantad: "¡Oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo!",
para que con más ganas, al oír que se le llama para su obligación, dirija aquí sus
pasos el guía de la propicia Venus, el enlazador del buen amor(170).
¿Qué dios deben buscar más los amantes amados? ¿A qué habitante del cielo
venerarán más los hombres? ¡Oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo!
Tembloroso te invoca para los suyos el padre, en tu honor las doncellas dejan
libre de ceñidor su regazo. Inquieto, acecha tu llegada, con anhelante oído, el reciente
marido.
Tú mismo pones en las manos del joven fiero a la muchachita adornada de
flores, apartándola del regazo de su madre. ¡Oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo!
Sin ti Venus no puede obtener ningún provecho que la buena tradición apruebe:
pero puede, si tú quieres. ¿Quién se atrevería a compararse a este dios?
Ninguna casa puede sin ti dar hijos, ni padre hallar apoyo en su linaje: pero
puede, si tú quieres. ¿Quién se atrevería a compararse a este dios?
No pueda la tierra que carezca de tus ritos dar protectores a sus fronteras: pero
que pueda, si tú quieres. ¿Quién se atrevería a compararse a este dios?
Abrid los cerrojos de la puerta, la doncella se acerca. ¿No ves cómo las
antorchas agitan sus espléndidas cabelleras? ¿Por qué te entretienes? El día se va:
¡adelante, recién casada!
No vuelvas los ojos a la casa que fue tuya, ni a tus pies(171) los retrase un
natural pudor. Y ella, prestándole demasiada atención, llora porque hay que ir.
Deja de llorar. No hay peligro para ti, Aurunculeya, que ninguna mujer más
hermosa ha visto llegar un día tan brillante del Océano(172).
Tal suele erguirse en el variopinto jardincillo de un dueño rico la flor del jacinto.
Pero te entretienes, el día se va: ¡adelante, recién casada!
¡Adelante, recién casada!, si ya te parece, y escucha nuestras palabras. Mira cómo
las antorchas agitan sus cabelleras de oro: ¡adelante, recién casada!
Tu inconstante esposo, inclinado a malos adulterios o a andar buscando
vergonzosas deshonras, no querrá dormir solo lejos de tus tiernas tetillas,
sino que, igual que la flexible vid se enreda en los árboles plantados al lado, se
enredará en tu abrazo. Pero el día se va: ¡adelante, recién casada!
Oh estancia que, digna de todos los amores, ha adornado Tiro con purpúrea
colcha y la India sostiene con blanco pie del lecho marfileño(173),
¡lo que viene para tu dueño, cuántas alegrías, lo que puede disfrutar en el
transcurso de la noche, en medio del día! Pero el día se va: ¡adelante, recién casada!
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Levantad las antorchas, esclavos: veo venir el velo. ¡Ea!, cantad todos a una: "¡Io
Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!"
Que no calle por más tiempo la procaz chanza fescenina(174) y que no niegue
nueces a los esclavos el favorito al oír que su señor ha abandonado su amor.
Da nueces a los esclavos, favorito holgazán: ya te has divertido bastante tiempo
con las nueces; ya es el momento de servir a Talasio. Favorito, reparte nueces(175).
Las campesinas te resultaban despreciables, favorito, hoy y ayer. Ahora al
peluquero le toca afeitarte la cara. Desdichado, ay desdichado favorito, reparte nueces.
Dicen que tú, perfumado marido, dejas de mala gana a tus depilados esclavos:
pero, déjalos. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Sabemos que tú has conocido sólo los placeres lícitos(176), pero para uno que
ya es marido ni ésos lo son. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Y tú, novia, lo que tu hombre te pida no se lo niegues, no vaya a ir a buscarlo a
otro sitio. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Ahí tienes la casa -¡cuán poderosa y rica!- de tu hombre: deja que ella te sirva -
¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!-
hasta que tu canosa vejez, moviendo trémulas tus sienes, diga sí a todo para
todos(177). ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Haz a tus pies de oro traspasar el umbral con augurio propicio y entra por la
pulida puerta. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Mira cómo tu único hombre, recostado en el sitial tirio(178), se abalanza todo
entero sobre ti. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
A él no menos que a ti le arde en lo más profundo del corazón una llama, pero
más a lo hondo. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Suelta el bien torneado brazo de la muchachita, joven acompañante. Que se
acerque ya al lecho del marido. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Vosotras, honradas mujeres(179), de reconocida fidelidad a vuestros ancianos
maridos, poned en su sitio a la muchachita. ¡Io Himen Himeneo io, io Himen Himeneo!
Ya puedes pasar, marido: tu esposa está en el tálamo con su cabeza llena de
flores, resplandeciente como la blanca manzanilla o la roja amapola.
Pero tú, marido, -¡válganme los dioses!-, no eres menos guapo ni Venus te hace
de menos. Pero el día se va: apresúrate, no te entretengas.
No te has entretenido mucho, ya vienes. La propicia Venus te ayude puesto que
abiertamente deseas lo que deseas y no ocultas tu honrado amor.
Que saque antes la cuenta de las arenas de África y de las brillantes estrellas el
que quiera contar los miles y miles de vuestros juegos(180).
Jugad como os plazca y pronto dadnos hijos. No está bien que un apellido tan
antiguo se quede sin hijos, sino que por siempre continúe reproduciéndose.
Quiero que un pequeño Torcuato(181), tendiendo sus tiernas manos desde el
regazo de su madre, ría dulcemente a su padre con su boquita entreabierta.
Que sea igual que su padre Manlio y fácilmente lo reconozcan los desconocidos,
y que en su rostro muestre el pudor de su madre.
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Que, gracias a su honrada madre, una gloria tal pruebe su linaje, como una fama
incomparable dura para Telémaco(182), el hijo de Penélope, por su excepcional madre.
Cerrad las puertas, doncellas(183): ya hemos jugado bastante. Y vosotros,
honrados esposos, vivid bien y aprovechad vuestra robusta juventud en vuestro deber
continuado.
LXII(184)
(Muchachos)
Véspero(185) se acerca. ¡Muchachos, levantaos! Véspero, desde el Olimpo, eleva
apenas por fin sus luces, tanto tiempo esperadas. De levantarse es ya tiempo, ya de dejar
las colmadas mesas; ya va a venir la novia, ya va a cantarse el himeneo.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo(186).
(Muchachas)
¿Veis, doncellas, a los jóvenes? ¡Levantaos en contra! Claramente el Lucero
vespertino muestra sus fuegos desde el Eta(187). Así es en verdad: ¿no ves con qué
vivacidad se han puesto en pie? No por casualidad lo han hecho: cantarán porque les
interesa vencer.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
(Muchachos)
Compañeros, no se nos ha puesto fácil la victoria: daos cuenta de cómo las
muchachas rememoran lo que han cavilado en su interior. No cavilan en vano; tienen
algo que puede ser digno de recuerdo. Y no es de extrañar, que ellas se esfuerzan con
ahínco con toda su alma.
Nosotros hemos separado a un lado la cabeza y a otro los oídos; así que nos
vencerán con justicia: la victoria ama el esmero. Por eso, ahora al menos fijad vuestra
atención: van a empezar a cantar ya, habrá que responder de inmediato.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
(Muchachas)
Héspero, ¿qué fuego se mueve en el cielo más cruel que tú, que serías capaz de
arrancar a una hija del regazo de su madre, arrancar del regazo de su madre a una hija
que a él se aferra y regalarla casta muchacha a un fogoso joven? ¿Hacen algo más cruel
los enemigos tras tomar una ciudad?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
(Muchachos)
Héspero, ¿qué fuego luce en el cielo más portador de dicha que tú, que sellas
con tu llama los esponsorios prometidos que pactaron los varones(188) y, de antemano,
pactaron sus padres, aunque no los ataron antes de levantarse tu fulgor? ¿Qué cosa más
deseable conceden los dioses que esta hora feliz?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
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(Muchachas)
Héspero, compañeras, se llevó a una de nosotras. Con su llegada,
verdaderamente, nos trae a todas peligros. De noche todos lo temen excepto los que
persiguen lo ajeno, a quienes tú, Héspero, te apresuras a aguijonear con tus persuasivos
rayos. Pero les toca a los muchachos ensalzarte con injustos elogios. ¿Qué, si te elogian
a ti, de quien pronto todos tendrán miedo?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
(Muchachos)
Héspero, ahora las muchachas te atacan con falsas imputaciones(189). Pues con
tu llegada la guardia está siempre vigilante. De noche se esconden los ladrones a los que
tú a menudo, en tu retorno, Héspero, sorprendes cambiando tu nombre en Lucero
matutino(190). Pero ¡cuánto gusta a las muchachas, con fingidas quejas, zaherirte! Pero,
¿qué importa, si zahieren al que andan buscando con intenciones no confesadas?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
(Muchachas)
Como una flor nace oculta en cercados jardines, inaccesible para el ganado, por
ningún arado herida, y que acarician las brisas, fortalece el sol, hace crecer la lluvia;
muchos muchachos la desean, y muchas muchachas. Pero, cuando arrancada con fina
uña se ha marchitado, ningún muchacho la desea ni muchacha alguna: así, la doncella,
mientras permanece pura, mientras, es grata a los suyos; cuando ha perdido, tras
manchar su cuerpo, su casta flor, ni resulta encantadora a los muchachos ni grata a las
muchachas.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
(Muchachos)
Como una viña solitaria que nace en un campo yermo nunca crece, nunca
produce dulce uva, sino que, doblando su leve cuerpo por el peso que la empuja hacia el
suelo, ya casi toca con su raíz lo más alto del sarmiento, y ningún campesino, ningún
novillo la cultivan; pero, si por suerte ella misma está unida en maridaje con un olmo, la
cultivan muchos campesinos y muchos novillos: así, la doncella, mientras permanece sin
que nadie la toque, mientras, envejece sin cultivo; cuando ha conseguido un casamiento
adecuado a su debido tiempo, es más grata a su marido y menos enojosa para su padre.
Y tú, doncella, no luches con un esposo de tal valía. No es justo luchar contra
aquel a quien tu propio padre te entregó, tu propio padre con tu madre, a quienes debes
obedecer. Tu virginidad no es completamente tuya, en parte es de tus padres: un tercio
es de tu padre, otro tercio corresponde a tu madre, sólo un tercio es tuyo(191); no
luches con los dos, que entregaron a un yerno sus derechos juntamente con la dote.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.
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LXIII
Sobre profundos mares llevado Atis(192) en raudo navío, en cuanto tocó el
bosque frigio(193) ansiosamente con paso acelerado y alcanzó los umbríos parajes de la
diosa(194), ceñidos de bosques, aguijoneado allí por un frenesí de poseso, extraviada su
mente, se arrancó con una piedra afilada el peso de su entrepierna.
Y entonces, apenas se dio cuenta de que sus miembros se le habían quedado sin
virilidad, manchando el suelo de la tierra con su sangre todavía caliente, tomó,
rápida(195), con sus manos de nieve el ligero tamboril, tu tamboril, Cibeles, el de los
misterios, Madre, de tu culto; y, golpeando la hueca piel de toro con sus delicados
dedos, se dispuso, trémula, a cantar así a sus compañeras:
"Ea, id juntas, Galas(196), a los profundos bosques de Cibeles; id juntas,
rebaño errante de la diosa de Díndimo, vosotras que, buscando cual desterradas parajes
desconocidos, siguiendo mi huella acompañantes mías y yo vuestra guía, habéis
atravesado el raudo mar y las amenazas del piélago y habéis despojado de virilidad
vuestro cuerpo por un odio desmedido al amor. Alegrad el ánimo de vuestra señora con
los rápidos giros de vuestra danza.
"Ceda ante vuestra decisión la perezosa lentitud; id juntas, seguidme al
templo frigio de Cibeles, a los bosques frigios de la diosa, donde suena la voz de los
címbalos, donde retumban los tímpanos, donde el flautista frigio arranca a su caña curva
graves sonidos, donde las Ménades(197) cubiertas de yedra agitan con violencia su
cabeza, donde celebran los sagrados misterios con agudos alaridos, donde acostumbra
revolotear el famoso cortejo errante de la diosa, adonde es oportuno que nos
apresuremos con rápidas danzas."
En cuanto Atis, falsa mujer, cantó esto a sus compañeras, el cortejo danzante
de repente empieza a aullar con sus trepidantes lenguas, el ligero tamboril brama, los
cóncavos címbalos rechinan, rápido el coro con acelerado paso se dirige al verdeante
Ida. Poseída y ansiosa, errante y sin resuello va Atis al frente a través de los umbríos
bosques, acompañada del tamboril, como una novilla indomable que no se somete al
peso del yugo: veloces siguen las Galas a su guía de pies ligeros. Y, en cuanto,
agotaditas, tocaron el templo de Cibeles, tras el excesivo esfuerzo, las vence un sueño
sin Ceres(198). Un sopor que da pereza cubre sus ojos con resbaladiza languidez: en la
dulce quietud se les va el rabioso arrebato de su alma.
Pero, cuando el Sol(199) de dorado rostro iluminó con sus ojos radiantes el
blanco éter, la dura tierra, el fiero mar, y expulsó con sus vigorosos caballos de
resonantes cascos las sombras de la noche, entonces a Atis, ya despierta, la abandona,
huyendo raudo, Sueño, a quien la diosa Pasítea(200) acogió en su regazo palpitante. Así,
tras la dulce quietud, sin el agitado frenesí, en cuanto la propia Atis trajo a la memoria
sus actos y vio con claridad sin qué y dónde estaba, con el alma abrasándosele, volvió de
nuevo sus pasos hacia la playa. Allí, contemplando el vasto mar, con los ojos llenos de
lágrimas, habló así en medio de sus desgracias con triste voz a su patria:
"¡Oh patria que me diste la vida, oh patria madre mía!: abandonándote,
¡desdichado de mí!, como suelen a su señor los esclavos fugitivos, dirigí mis pasos a los
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bosques del Ida, para vivir cerca de la nieve y de las heladas huras de las fieras y
acercarme, poseída, a todas sus guaridas, ¿dónde, en qué parajes puedo creer que te
encuentras, patria? Mis propias pupilas anhelan dirigir a ti su mirada, mientras por poco
tiempo está libre mi alma del fiero frenesí. ¿Me llevarán hasta estos bosques alejados de
mi casa? ¿Voy a estar lejos de mi patria, de mis bienes, de mis amigos, de mis padres?
¿Voy a estar lejos del foro, de la palestra, del estadio y de los gimnasios? Desdichado,
desdichado de mí, he de quejarme una y otra vez, alma mía. ¿Qué clase de aspecto hay
que yo no haya tomado? Yo, mujer; yo, mozo; yo, efebo; yo, niño; yo, del gimnasio, he
sido la flor, y era yo entonces la gloria de la palestra. Mis puertas estaban concurridas,
mis umbrales tibios, mi casa coronada de guirnaldas de flores, cuando, a la salida del sol,
tenía yo que abandonar mi alcoba. ¿Ahora me considerarán servidora de los dioses y
esclava de Cibeles? ¿Yo una Ménade, una parte de mí, un hombre sin hombría seré?
¿Habitaré yo los parajes del verdeante Ida vestidos de helada nieve? ¿Voy yo a pasar mi
vida al pie de las altas cimas de Frigia, donde la cierva selvática, donde el jabalí
correbosques? ¡Hasta qué punto me lamento de lo que he hecho, hasta qué punto me
arrepiento!"
En cuanto el veloz lamento de sus labios de rosa alcanza los oídos gemelos(201)
de los dioses llevándoles esta inesperada revelación, Cibeles, soltando el yugo uncido a
los leones(202) y azuzando al de la izquierda, enemigo del ganado, habla así: "¡Ea! -dice-,
avanza fiero, haz que lo atormente la locura, haz que acosado por el arrebato encamine
al bosque sus pasos ese que con demasiado atrevimiento pretende escapar de mis
mandatos. ¡Ea!, sacúdete los lomos con tu cola, aguanta tus latigazos, haz que los parajes
todos retumben con tu atronador rugido, agita fiero tu melena roja en tu musculoso
cuello."
Esto dice la amenazadora Cibeles y desata de su mano las riendas. La fiera,
espoleándose, infunde rabia a su corazón, avanza, ruge, rompe las zarzas con sus pasos
sin rumbo. Y, cuando llegó a los húmedos parajes de la playa de blanca arena y ve a la
tierna Atis cerca de la marmórea superficie del piélago, la ataca; ella, enloquecida, huye a
los bosques salvajes: allí siempre fue esclava durante toda su vida.
Gran diosa, diosa Cibeles, diosa señora de Díndimo, lejos de mi casa quede,
señora, todo tu arrebato: enloquece a otros, pon frenéticos a otros.
LXIV(203)
Cuentan que pinos nacidos antaño en la cumbre del Pelión surcaron las líquidas
olas de Neptuno hasta la corriente del Fasis y los territorios de Eetes, cuando jóvenes
escogidos, flor y nata de la juventud argiva, que deseaban arrebatar el vellocino de oro a
los de Cólquide(204), se atrevieron a navegar el salobre mar con su rápida popa,
barriendo la azulada superficie con su remos de abeto. A ellos la diosa que tiene su
bastión en lo más alto de las ciudades(205), ella misma, les hizo un carro que volaba con
ligera brisa, uniendo maderas de pino entretejidas a la combada quilla, la cual, la primera,
inició en la navegación a la inexperta Anfitrite(206); y, en cuanto hendió con el espolón
el mar movido por los vientos y las olas erizadas por el remo encanecieron de espumas,
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emergieron del brillante torbellino unos rostros serenos, las marinas Nereidas, que se
admiraban del prodigio. Aquel día y no otro vieron los mortales con sus ojos a las
Ninfas marinas(207) con el cuerpo desnudo, que emergían hasta el pecho del blanco
torbellino. Se cuenta que entonces Peleo se encendió de amor por Tetis, que Tetis
entonces no desdeñó la boda con un humano, y el Padre mismo(208) pensó entonces
que Peleo debía unirse a Tetis.
¡Oh héroes nacidos en la más añorada época de los siglos, salud, estirpe de
dioses, noble descendencia de madres nobles, salud otra vez, salud! A vosotros, a
vosotros, sí, a menudo en mi canto invocaré, y muy especialmente a ti, encumbrado por
felices nupcias, Peleo, columna de Tesalia, a quien el propio Júpiter, el propio padre de
los dioses te concedió a su amada. ¿No fue acaso tu dueña la bellísima Tetis, hija de
Nereo? ¿No te autorizó Tetís a que te casaras con su nieta y Océano(209), que abraza la
tierra entera con el mar?
Tan pronto como llegaron esos días deseados, cumplido el plazo, Tesalia entera
llena en tropel la casa, de alegre reunión se colma el palacio: llevan en sus manos regalos,
muestran la alegría en su rostro. Queda desierta Cíeros, abandonan Tempe de Ptía, las
casas de Cranón y las murallas de Larisa; van juntos a Farsalia, pueblan las casas de
Farsalia(210). Nadie cultiva los campos, los cuellos de los novillos se aflojan, no se
limpia la viña a ras de suelo con los curvos rastrillos, el toro no remueve los terrones
con la inclinada reja del arado, la hoz de los podadores no amengua la sombra del árbol,
una sucia herrumbre se cría en los arados abandonados. En cambio, la morada de Peleo,
por dondequiera que se extiende el opulento palacio, resplandece con el fulgor del oro y
de la plata. Brilla el marfil en los suelos, relucen las copas de la mesa, la casa entera goza
con las espléndidas riquezas reales. Se coloca en medio del palacio el gran lecho nupcial
de la diosa, que, limado con colmillos de la India, cubre una púrpura teñida con el
rosáceo jugo de la concha. Este cobertor, en colores bordado con antiguas imágenes de
hombres, muestra las cualidades de los héroes con admirable arte.
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hubo salido de las sinuosas costas del Pireo para atracar junto al palacio gortinio del
injusto rey(215).
Pues cuentan que antaño Cecropia(216), obligada por una peste cruel a expiar la
muerte de Androgeón(217), solía dar como festín al Minotauro(218) jóvenes escogidos
y la flor de las doncellas. El propio Teseo, como su estrecho recinto amurallado estaba
oprimido por estos males, eligió entregar su cuerpo en defensa de su querida Atenas
antes que se llevaran a Creta tales cortejos fúnebres de Cecropia sin cadáveres. Y así, en
su ligera nave y con las suaves brisas, llegó junto al magnánimo Minos y a su imponente
morada.
En cuanto lo contempló con ojos de deseo la todavía doncella hija del rey, a la que
un casto lecho que exhalaba delicados olores alimentaba en el tierno regazo de su
madre, como los mirtos que crían las corrientes del Eurotas(219) o los variados colores
que la brisa primaveral hace brotar, no apartó de él sus ojos ardientes antes de recibir
hasta lo más hondo en todo su cuerpo la llama y encenderse toda ella en lo más
profundo de sus entrañas.
¡Ay, tú, que, desgraciadamente, avivando locuras con tu inflexible corazón,
sagrado niño(220), mezclas con las penas las alegrías de los hombres; y tú que reinas en
Golgos y en la frondosa Idalio(221)!: ¡a qué oleajes habéis arrojado a esa niña de alma
ardiente, que suspiraba día a día por su rubio huésped! ¡Cuántos temores sufrió ella en
su abatido corazón! ¡Cuánto más pálida se quedó muchas veces que la amarillez del oro,
en tanto que Teseo, ansioso por luchar contra el cruel monstruo, andaba buscando o la
muerte o el premio de la gloria! A los dioses hizo promesas y votos que, aun con labios
callados, no fueron infructuosos ni vanos.
Pues, igual que en la cumbre del Tauro(222) a una encina que bate sus ramas o a
un pino de resinosa corteza cargado de piñas un indomeñable remolino, doblando con
su soplo su resistencia, los sacó de cuajo (arrancados de raíz, caen a lo largo en un
vuelco, quebrando cualquier cosa que haya por delante); así, Teseo echó al suelo,
domeñando su corpulencia, al monstruo, que en vano lanzaba cornadas a los vacíos
vientos. Luego, a salvo y con inmensa gloria, desanduvo el camino, guiando sus errantes
pasos con un hilo transparente, no fuera a ser que, mientras salía de los recovecos del
laberinto, lo engañaran los rodeos inobservables del palacio.
Pero, ¿a qué, apartándome de mi primer canto, voy yo a recordar más cosas?:
cómo la hija, renunciando a la presencia de su padre, a los abrazos de su hermana(223),
en fin, a los de su madre que, desorientada, se alegraba por su pobre hija, antes que
todas estas cosas prefirió el dulce amor de Teseo. O cómo en una nave llegó a la
espumante playa de Día y, vencidos sus ojos por el sueño, su prometido, de ingrato
corazón, la abandonó alejándose.
Cuentan que ella, enloquecida, con el corazón abrasándosele, muchas veces
profirió resonantes gritos desde lo más profundo de su pecho; y que unas veces, triste,
subía a los escarpados montes y, desde allí, dirigía su mirada al inmenso oleaje del
piélago; y que otras se lanzaba corriendo contra las olas del estremecido mar que le
salían al paso, subiéndose el ligero vestido hasta las pantorrillas desnudas; y que llena de
pena dijo con queja postrera dejando salir helados sollozos de su rostro humedecido:
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"Por eso, vosotras que castigáis las acciones de los varones con
vengador castigo, Euménides(229), cuyas frentes coronadas con cabellos de serpientes
muestran las iras que escapan de vuestro pecho, aquí, venid aquí, oíd mis quejas, que yo,
¡ay desdichada!, me veo obligada a echar de lo más profundo de mis entrañas,
impotente, abrasada, ciega por una loca pasión. Como ellas nacen verdaderas de lo más
profundo de mi corazón, vosotras no dejéis que se pierda en vano mi llanto, sino, con el
propósito con que a mí me dejó sola Teseo, con ése, diosas, lleve a la perdición a sí
mismo y a los suyos."
Después que profirió de su abatido corazón estos gritos, reclamando, ansiosa,
castigo para las acciones crueles, el que rige a los dioses asintió con inquebrantable
movimiento de cabeza. Con este movimiento la tierra y las erizadas superficies del mar
se estremecieron y el firmamento hizo estremecerse a las brillantes estrellas. Y el propio
Teseo, sembrada su alma de sombrías tinieblas, dejó escapar de su distraído
pensamiento todas las órdenes que mantenía antes con recuerdo firme, y no mostró que
llegaba sano y salvo al puerto de Erecteo izando las señales queridas para su afligido
padre.
Pues cuentan que antaño, cuando Egeo confiara a los vientos a su hijo, que
abandonaba con su flota las murallas de la diosa(230), abrazándolo, le dio al joven estas
órdenes:
"Único hijo mío, que me alegras mucho más que la vida, hijo, me veo
obligado a enviarte a peligrosos destinos a ti, que me has sido devuelto hace nada en el
límite último de mi vejez, precisamente cuando mi suerte y tu ardiente valía te me
arrancan sin quererlo yo, que todavía no tengo saciados mis abatidos ojos con la querida
presencia de un hijo(231); no te enviaré yo, gozoso, con el ánimo alegre, ni te dejaré
llevar señales de fortuna próspera, sino que, primero, sacaré de mi alma mis muchas
cuitas manchando mis canas con tierra y derramando polvo encima; luego colgaré del
errante mástil lienzos teñidos para que el oscuro lino ibero señale con su color de
púrpura mi luto y el fuego de mi alma. Por eso, si la habitante del sagrado Itono(232),
que consiente en proteger nuestra estirpe y el palacio de Erecteo, te concediere bañar tu
diestra con la sangre del toro, entonces en verdad has de procurar que estas órdenes
estén vivas bien guardadas en la memoria de tu corazón y que el tiempo no borre
ninguna, de modo que, en cuanto tus ojos avisten nuestras colinas, las antenas dejen
caer completamente su vestidura funesta y las torcidas escotas icen velas blancas, para
que, nada más yo verlas, me permita gozar con espíritu alegre cuando un día feliz te
traiga de regreso."
Estas órdenes abandonaron a Teseo, que antes las retenía con recuerdo
constante, como las nubes empujadas por el soplo de los vientos abandonan la elevada
cumbre de un monte nevado. Y su padre, como desde lo alto de la ciudadela dirigía sus
miradas, consumiendo sus ojos ansiosos en un llanto continuo, en cuanto vislumbró los
lienzos de la hinchada vela, se lanzó de cabeza desde lo más alto de las rocas, creyendo
que había perdido a Teseo por culpa de un hado inflexible. Así, al entrar bajo el techo
de su casa, desolada por la muerte del padre, el orgulloso Teseo sufrió en su persona un
dolor tal como el que había producido, por su ingrato corazón, a la Minoida, quien,
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y sus manos iban recorriendo según el rito la eterna labor. La izquierda sostenía la rueca,
llena de suave lana; la derecha, bien moviéndose con ligereza con los dedos hacia arriba
iba formando los hilos, o bien retorciéndolos en el pulgar vuelto hacia abajo movía el
huso nivelado con el redondeado tortero, y, así, los dientes, mordiendo la labor, la
igualaban continuamente, y a los labios resecos se pegaban mordiscos de lana que antes
habían quedado sobresalientes en la superficie del hilo. Ante sus pies, los cestillos de
mimbre guardaban los blandos vellones de la lana que caía. Entonces ellas, mientras
iban arrancando los copos, con sonora voz profirieron esta clase de hados en un
profético canto, en un canto que después ninguna época acusará de falto a la verdad:
"¡Oh tú, que aumentas tu insigne nobleza con grandes cualidades,
defensa de Ematia(244), tú, el preferido para el hijo de Ops(245)!, escucha el verdadero
oráculo que en este día alegre te revelan las hermanas. ¡Pero vosotros corred llevando la
trama que siguen los hados, corred, husos!
"Vendrá ya Héspero(246) trayéndote las cosas deseadas para los
maridos, vendrá con estrella propicia tu esposa para inundarte el corazón con su amor
irresistible y disponerse a compartir contigo apacibles sueños, poniendo sus delicados
brazos alrededor de tu cuello robusto. ¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"De vosotros nacerá Aquiles(247), desprovisto de miedo, conocido para
el enemigo no por su espalda, sino por su valiente pecho, quien muy a menudo,
victorioso en la incierta liza de la carrera, aventajará las llameantes huellas de una cierva
veloz. ¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"A él ningún héroe se comparará en la guerra cuando las llanuras frigias
manen con sangre teucra y cuando, sitiando las murallas de Troya en una guerra larga,
las devaste el tercer sucesor del perjuro Pélope(248). ¡Corred llevando la trama, corred,
husos!
"De él eximias cualidades y famosas hazañas muchas veces proclamarán
las madres en el entierro de sus hijos cuando suelten de su cana cabeza su desaliñada
cabellera y manchen de ceniza con sus débiles manos sus pecho marchito. ¡Corred
llevando la trama, corred, husos!
"Pues igual que el segador, cortando apretadas espigas, siega los campos
que amarillean bajo un sol ardiente, él derribará con su hierro hostil los cuerpos de los
nacidos en Troya. ¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"Serán testigos de sus grandes cualidades las aguas del Escamandro, que
en desorden van a desembocar en el rápido Helesponto(249), cuyo curso, estrechado
por montones de cadáveres, entibiará las profundas corrientes con sangre mezclada.
¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"Finalmente será también testigo el botín otorgado a su muerte cuando
su cónica pira, amontonada en un elevado túmulo, reciba los blancos miembros de una
doncella inmolada. ¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"Pues, tan pronto como la Suerte(250) haya concedido a los agotados
aqueos desatar las cadenas de Neptuno de la ciudad dardania(251), su elevado sepulcro
quedará rociado con la sangre de Políxena(252), quien, cual víctima que se desploma por
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el hierro de doble hoja, dejará caer su cuerpo roto doblando las rodillas. ¡Corred
llevando la trama, corred, husos!
"Por eso, ¡ea!, juntad los deseados amores de vuestra alma. Que el
esposo reciba a la diosa con alianza dichosa, que se le entregue al marido, que la desea
desde hace tanto, la novia. ¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"La nodriza, al volverla a ver cuando despunte el día, no habrá podido
rodear su cuello con el hilo de la víspera(253). ¡Corred llevando la trama, corred, husos!
"Ni la desasosegada madre, entristecida porque su disconforme hija ha
estado apartada del lecho, abandonará la esperanza de tener queridos nietos. ¡Corred
llevando la trama, corred, husos!"
Profetizando antaño tales felices presagios de Peleo, los cantaron las Parcas
de pecho profético. Pues los habitantes del cielo solían visitar antes en persona las
castas moradas de los héroes y mostrarse en las reuniones de los hombres, cuando el
amor a los dioses aún no había sido despreciado. A menudo el padre de los dioses,
cuando volvía de nuevo a su brillante templo, al haber llegado los sagrados ritos
anuales de los días de fiesta, contempló cómo caían en tierra cien toros. A menudo
Líber, vagando por lo más alto del Parnaso, condujo a las Tíades, que gritaban
¡evohé!, con los cabellos sueltos, cuando en Delfos, saliendo a porfía en carrera de
toda la ciudad, recibían alegres al dios con sus altares humeantes(254). A menudo
Mavorte(255), en la mortífera disputa de la guerra, o la señora del rápido Tritón(256)
o la doncella Ramnusia(257) en persona han arengado a grupos de hombres armados.
Pero, después que la tierra se llenó de nefandos crímenes y todos desterraron la
justicia de su ambicioso corazón; los hermanos bañaron sus manos con la sangre del
hermano; el hijo dejó de llorar a sus padres desaparecidos; el padre deseó la muerte
de su hijo en lo mejor de la vida para, libre, gozar de la flor de una madrastra virgen;
la sacrílega madre, acostándose con su hijo ignorante, no temió, sacrílega, mancillar a
los dioses familiares; todas las cosas lícitas mezcladas por una dañina locura con las
ilícitas han apartado de nosotros el corazón justiciero de los dioses. Por eso no se
dignan en visitar tales reuniones ni permiten que la clara luz los toque.
LXV(258)
Aunque a mí, abatido por un continuo dolor, la preocupación me aparta de las
sabias vírgenes(259), Órtalo(260), y la disposición de mi ánimo no puede producir los
dulces frutos de las Musas (en tan grandes desgracias se agita mi alma: pues hace nada la
corriente que mana del remolino del Leteo(261) bañó el pálido pie de mi hermano, él a
quien, arrancado a mis ojos, la tierra de Troya deshace al pie de la costa del Reteo(262).
Te hablaré, pero nunca te oiré contar tus cosas, nunca podré ya verte, hermano más
querido para mí que la vida(263); pero, en verdad, siempre te querré, siempre cantaré
cantos de duelo por tu muerte, como los que bajo las espesas sombras de las ramas
canta la de Dáulide, lamentando el destino del desaparecido Ítilo(264)); sin embargo, en
medio de tan grandes tristezas, Órtalo, te envío estos versos del Batíada(265) traducidos
para ti, para que no creas acaso que tus palabras, confiadas en vano a los vientos
errantes, se han escapado de mi memoria, como la manzana(266), enviada por el
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LXVI(267)
El que distinguió una por una todas las lumbres del gran firmamento, el que
descubrió la salida y el ocaso de las estrellas, cómo se oscurece el llameante resplandor
del rápido sol, cómo los astros se retiran en momentos fijos, cómo un dulce amor,
alejando a hurtadillas a Trivia bajo las rocas de Latmo(268), la hace descender de su
ronda aérea; ese mismo, el famoso Conón(269), por voluntad celestial, me vio
resplandeciendo de claridad a mí, cabellera de la cabeza de Berenice, a quien ella
prometió, alzando sus delicados brazos, a muchas de las diosas, en aquella ocasión
cuando el rey, lleno de vigor por unas bodas recientes, había ido a devastar los
territorios asirios, llevando las dulces huellas de la pelea nocturna que había sostenido
por el botín de la virginidad.
¿Es acaso la pasión motivo de odio para las recién casadas? ¿No se burlan ellas
de las alegrías de sus padres con lágrimas falsas que derraman con abundancia tras el
umbral de la habitación nupcial? ¡Que los dioses me asistan!: no son de verdad sus
gemidos. Eso me lo enseñó mi reina con sus muchas quejas cuando su reciente marido
iba a iniciar fieros combates. ¿No es verdad que tú, abandonada, no lloraste por tu lecho
huérfano, sino por la lamentable partida de tu querido hermano(270)? ¡Cómo devora la
preocupación hasta lo más profundo tus apesadumbradas entrañas! ¡Cómo entonces tú,
con la angustia dueña de toda tu alma, arrebatados los sentidos, perdiste la cordura!
Pero yo, bien es cierto, te sabía valiente desde que eras pequeña. ¿Te has olvidado acaso
de la brillante acción por la que conseguiste una boda real, y a la que no se ha atrevido
ninguno más fuerte? ¡Qué palabras tristes dijiste entonces al despedir a tu marido! ¡Por
Júpiter, cuántas veces te secaste los ojos con tus manos! ¿Qué dios tan grande te ha
cambiado? ¿Es porque los amantes no quieren estar lejos del cuerpo que adoran?
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LXVII(285)
(El poeta)
Oh agradable para un delicado marido, agradable para un padre, salud, y que
Júpiter te favorezca con su buena mano, puerta, que -dicen- has servido
beneficiosamente a Balbo(286) antaño, cuando él mismo, anciano, poseyó la casa, y que
-cuentan, en cambio- has servido dañinamente a su hijo, después que te has convertido
en casada, una vez enterrado el anciano. ¡Anda!, dime por qué se cuenta que,
transformada, has abandonado la antigua lealtad hacia tu dueño.
(La puerta)
(Válgame Cecilio, a quien ahora se me ha entregado). No es culpa mía, aunque
se dice que lo es, ni nadie puede decir que yo he cometido falta alguna, pero para la
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gente todo lo hace la puerta(287) y, dondequiera que se encuentra algo no bien hecho,
todos gritan contra mí: puerta, la culpa es tuya.
(El poeta)
En ese punto no es bastante que tú lo digas con sólo las palabras, sino que hagas
que cualquiera lo sienta y lo vea.
(La puerta)
¿Cómo puedo? Nadie pregunta ni se molesta en saberlo.
(El poeta)
Yo lo quiero: no dudes en decírmelo.
(La puerta)
Primero, pues, eso que se cuenta de que se me ha entregado una doncella es
falso. A ella no la habrá tocado el primero su marido, cuyo puñalito, que le cuelga más
lacio que una acelga tierna, nunca se le levantó ni a la mitad de la túnica; dicen, en
cambio, que fue el padre quien violó el lecho de su hijo y mancilló la desgraciada casa,
bien sea porque su perverso corazón ardía de ciego amor, bien porque el hijo era
impotente y de semen estéril y se tuvo que buscar por donde fuera algo con más garra
que pudiera desatar el cinturón virginal.
(El poeta)
Me hablas de un padre extaordinario por su admirable amor filial, ya que él
mismo ha meado en el regazo de su hijo.
(La puerta)
Pero no sólo eso dice que tiene conocido Brixia, situada al pie de la atalaya
cicnea, por la que corre el dorado Mela con su suave corriente, Brixia, amada madre de
mi Verona, sino que habla de Postumio y del amor de Cornelio(288), con los que ella
cometió un vil adulterio. A esto dirán una cosa: "¿Cómo? ¿Sabes tú esas cosas, puerta,
tú, que nunca has podido alejarte del umbral de tu dueño ni escuchar a la gente, sino
que aquí fijada a la viga no haces otra cosa que cerrar y abrir la casa?" A menudo la oí
contar entre cuchicheos, sola con sus esclavas, sus pecadillos y decir por su nombre a
los que he dicho, porque fiaba ella en que yo no tenía ni lengua ni oreja. Además, añadía
a otro de quien no quiero decir su nombre para que no levante el rojo entrecejo; es un
hombre alto a quien antaño el falso parto de un vientre mentiroso acarreó un gran
proceso.
LXVIII(289)
El hecho de que me envíes esta pequeña carta, escrita con tus lágrimas,
abrumado tú por una suerte y una desgracia amarga, para que, como a un náufrago
zarandeado por las espumantes olas del mar, te salve y te arranque del umbral de la
muerte, pues ni la sagrada Venus te deja descansar con muelle sueño, abandonado en
lecho célibe, ni las Musas te deleitan con el dulce canto de los viejos escritores, cuando
tu corazón angustiado anda en vela: eso me es grato, porque me consideras amigo tuyo
y, en consecuencia, me pides los dones de las Musas y de Venus.
Pero, para que no te sean desconocidos mis pesares, mi querido Alio, ni creas
que yo aborrezco el deber de hospitalidad(290), entérate en qué vaivenes de la fortuna
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me debato yo mismo, para que no pidas en adelante de este desdichado que soy felices
dádivas.
En el tiempo en que por primera vez se me entregó la vestidura blanca(291),
cuando mi edad en flor disfrutaba de una primavera radiante, jugueteé bastante con el
amor. No me desconoce la diosa que mezcla con las cuitas una dulce amargura(292);
pero la aflicción por la muerte de mi hermano me arrancó todo el empeño. (¡Oh
hermano, arrancado a mí, para mi desdicha!; tú con tu muerte has roto mi sosiego, tú,
hermano; al tiempo que tú ha quedado enterrada nuestra casa entera, al tiempo que tú
han perecido todas nuestras alegrías, que, en vida, alimentaba tu dulce amor(293). Pues,
con tu desaparición, he ahuyentado yo de mi alma entera estas aficiones y todos los
goces del espíritu). Por ello, eso que escribes(294) de que es humillante para Catulo estar
en Verona, porque, aquí, cualquiera de alcurnia puede entibiar sus helados miembros en
la habitación que ha abandonado, eso, mi querido Alio, no es humillante, es más una
desgracia. Me perdonarás, pues, si los dones que mi aflicción me arrancó, ésos, no te los
proporciono porque no puedo. Pues, el no tener conmigo una gran cantidad de libros se
debe a que vivimos en Roma: aquélla es mi casa, aquélla mi residencia, allí se consume
mi vida; hasta aquí me sigue, de mis muchos, un solo cofrecillo. Como esto es así, no
querría que te hicieras la idea de que yo obro con mala intención o con un espíritu no
demasiado noble, porque a ti, que me lo has pedido, no te he proporcionado ninguna de
las dos cosas: espontáneamente te las ofrecería si tuviera alguna posibilidad.
No puedo callar, diosas, en qué asunto me ayudó Alio ni con cuán grandes
servicios me ayudó, no sea que la fugacidad de la vida con el olvido de las generaciones
cubra con ciega noche estos desvelos suyos; sino que os lo diré a vosotros, vosotros
luego decídselo a muchos miles y haced que este papel, de viejo, hable, para que viva en
mis versos incluso después de la muerte(295) y que, muerto él, se haga conocido más y
más, y la araña que teje en lo alto su tela transparente no cumpla su tarea sobre el
nombre, desconocido, de Alio. Pues sabéis qué preocupación me trajo la doble diosa de
Amatunte(296) y en qué tipo de fuegos me abrasó cuando ardía yo tanto como la roca
Trinacria y el manantial del golfo Maliaco en las Termópilas del Eta(297), y, afligidos,
mis ojos no dejaban de consumirse en un llanto continuo ni mis mejillas de
humedecerse con triste lluvia de lágrimas.
Como límpido en la cumbre de un elevado monte brota de una piedra musgosa
un arroyo, y, cuando ha rodado entre las peñas desde un valle inclinado, atraviesa por el
medio de un camino de frecuente gentío, dulce alivio para el fatigado viajero en su
sudor, cuando agobiante el verano agrieta los campos abrasados; o como, zarandeados
en negro remolino, en ese momento a los marinos les llega una brisa favorable que
sopla muy suavemente, implorada ya con preces a Pólux, ya a Cástor(298): un socorro
tal fue para mí Alio. Él abrió con ancha linde un campo vallado, y él me dio una casa y
una dueña junto a la cual entregarme a amores recíprocos. Hacia allí se dirigió mi blanca
diosa(299) con delicado pie y, apoyando su resplandeciente planta en el gastado umbral,
se detuvo sobre sus parlanchinas sandalias, como en otros tiempos, ardiendo de amor
por su esposo, llegó Laodamía(300) a la casa de Protesilao, en vano comenzada, cuando
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una víctima con su sagrada sangre aún no había apaciguado a los señores celestiales.
(¡Que nada me agrade en absoluto, virgen Ramnusia(301), lo que se emprende contra la
voluntad de los dioses!) Hasta qué punto un altar ayuno puede desear una sangre
piadosa lo aprendió Laodamía, tras perder a su marido, obligada a dejar escapar el cuello
de su reciente esposo antes que la llegada de sucesivos inviernos hubiese saciado en sus
largas noches su ávido amor hasta el punto de poder vivir con su matrimonio roto:
porque las Parcas(302) sabían que desaparecería en no largo tiempo, si se iba como
soldado a la muralla iliaca; pues entonces, por el rapto de Helena, Troya empezaba a
traer hacia sí a los principales varones de los argivos, Troya -nombre maldito-, sepulcro
común de Asia y Europa, Troya, amarga ceniza de varones y de todas las valentías, que
incluso acarreó a mi hermano una deplorable muerte. (¡Ay, hermano arrancado a mí,
para mi desdicha; ay, luz gozosa que te han arrancado, pobre hermano! Al tiempo que
tú ha quedado enterrada nuestra casa entera, al tiempo que tú han perecido todas
nuestras alegrías, que, en vida, alimentaba tu dulce amor(303). A él ahora tan lejos, no
entre sepulcros conocidos ni cerca de cenizas de parientes enterrado, sino en la siniestra
Troya, en la funesta Troya, lo retiene sepultado en el confín del mundo una tierra
extraña). Cuentan que, por dirigirse entonces hacia ella desde todas partes en tropel, la
juventud griega abandonó los hogares familiares, para que Paris, ufano con el robo de la
adúltera, no pasara un pacífico descanso en un tálamo sosegado. Esta desgracia, a ti,
bellísima Laodamía, te arrebató entonces un marido más dulce que tu vida y tu alma: la
pasión del amor, tragándote en tan gran torbellino, te había arrastrado hasta un
desgarrado abismo, como el de Féneo, cerca de Cilene, que -dicen los griegos- seca el
fértil suelo, evaporado el pantano, y que -es fama- en otro tiempo excavó, horadando las
entrañas del monte, el falso hijo de Anfitrión, en la época en que, por mandato de un
amo inferior, mató con su certera saeta a los monstruos de Estinfalo, para que la puerta
del cielo fuese hollada por más dioses y Hebe no tuviera una larga soltería(304). Pero tu
profundo amor fue más profundo que aquel abismo, amor que te enseñó a ti, entonces
indómita, a soportar el yugo.
Pues ni para un abuelo de avanzada edad tan querida es la presencia de un nieto
tardío que cría su única hija, nieto que, encontrado por fin para heredar las riquezas del
abuelo, apenas ha incluido su nombre en el registro del testamento, quita al pariente
burlado las perversas alegrías y hace alejarse al buitre de la cana cabeza. Ni tanto ha
gozado de un blanco palomo ninguna compañera que -dicen- le arranca siempre besos
con su mordiente pico con menos vergüenza que la que es mujer especialmente
insaciable. Pero tú sola has superado los grandes arrebatos de éstos, en cuanto te uniste
a tu rubio esposo. Digna rival entonces en todo o casi de ti, la luz de mis ojos(305) se
refugió en mis brazos; y corriendo a menudo Cupido a su alrededor de acá para allá,
refulgía radiante, con su túnica de azafrán. Aunque ella no se contenta sólo con Catulo,
soportaremos las escasas traiciones de mi reservada dueña para no ser demasiado
enojosos a la manera de los necios: a menudo incluso Juno, la más grande de los
habitantes celestiales, cuece la ira encendida por los pecados de su esposo, sabedora de
los muchísimos amoríos del insaciable Júpiter(306). Pero no es justo comparar a los
hombres con los dioses(307). No vino, sin embargo, ella, guiada hasta mí por la diestra
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paterna, a una casa que exhalaba perfume asirio, sino que me dio sus furtivos regalillos
una noche maravillosa, robados de los brazos mismos de su propio marido. Por lo cual,
ya es bastante si a mí solo se me concede ese día que ella señala con piedra más
blanca(308).
LXIX
No te extrañes, Rufo(311), de que ninguna mujer quiera tenerte sobre sus
delicados muslos, ni aunque la seduzcas con el regalo de un vestido especial o con el
capricho de una piedra preciosa. Te hace daño cierta mala habladuría, según la cual
dicen que un feroz macho cabrío habita bajo el valle de tus sobacos. A ése lo temen
todas, y no es extraño: pues es un animal muy malo, y con él una chica guapa no se
acostará. Por eso, o matas esa peste cruel para la nariz, o deja de extrañarte de que
huyan.
LXX
La mujer mía(312) dice que prefiere no entregarse a nadie más que a mí, ni
aunque el propio Júpiter se lo pida. Lo dice: pero lo que una mujer dice a su amante
ansioso, debe escribirse en el viento y en una corriente de agua.
LXXI
Si a alguien, con razón, le ha sido una molestia el maldito macho cabrío de los
sobacos, o si a uno, merecidamente, un tardío mal de gota lo desgarra, ese rival tuyo,
que se trabaja sin descanso a tu amor, milagrosamente ha obtenido de ti uno y otro mal.
Pues, cuantas veces jode, tantas castiga a ambos: a ella la agobia con su olor y él muere
de ataque de gota(313).
LXXII
Decías tiempo atrás que tú conocías sólo a Catulo, Lesbia, y que no querías,
cambiándolo por mí, ser dueña de Júpiter. Te amé tanto entonces, no como uno a su
amiga, sino como ama un padre a sus hijos y yernos. Ahora te conozco: por eso, aunque
me quemo con más vehemencia, sin embargo me resultas mucho más despreciable y
frívola. "¿Cómo puede ser?", dices. Porque un engaño de esa clase obliga al amante a
estar más enamorado pero a bienquerer menos.
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LXXIII
Deja de querer merecer nada de nadie o de creer que alguien puede resultar leal.
Todo es ingratitud, nada aprovecha haber obrado buenamente; es más: incluso hastía y
perjudica más. Así me pasa a mí, a quien nadie atormenta más dura y amargamente que
el que hasta hace poco me tuvo como solo y único amigo(314).
LXXIV
Gelio(315) había oído que su tío solía censurar a todo el que hablara de sus
goces o se dedicara a ellos.
Para que eso no le pasara a él mismo, se dedicó a sobetear a la propia esposa de
su tío y lo convirtió en un Harpócrates(316).
Consiguió lo que quería: pues, aunque ahora se la dé a chupar a su propio tío,
éste no dirá una palabra.
LXXV
A tal situación ha llegado mi alma por tu culpa, Lesbia mía, y de tal modo ella
misma se ha perdido por su fidelidad, que ya no es capaz de bienquererte, aunque te
vuelvas la mejor, ni de dejar de desearte, hagas lo que hagas.
LXXVI
Si algún placer tiene el hombre al recordar sus buenas acciones del pasado,
cuando piensa que él es íntegro, que no ha violado la sagrada lealtad, ni en ningún pacto
ha hecho mal uso de la divinidad de los dioses para engañar a los hombres, muchas
alegrías permanecen preparadas para ti a lo largo de tu vida, Catulo, por este amor
desagradecido.
Pues todo lo que los hombres pueden decir o hacer en favor de alguien, eso tú
lo has dicho y lo has hecho. Todo ello pereció, confiado a un corazón desagradecido.
Por eso, ¿por qué vas a crucificarte ya más? ¿Por qué no te consolidas en tu espíritu y te
alejas de una vez de ahí y, ya que tienes a los dioses contra ti, dejas de ser desgraciado?
Difícil es dejar de repente un largo amor. Difícil es, pero consíguelo como sea:
ésa es tu única salvación, ésa debe ser tu victoria; hazlo, puedas o no puedas.
¡Dioses!, si es propio de vosotros sentir compasión, o si a alguno alguna vez en
el instante último, ya en el momento preciso de su muerte, le prestasteis ayuda, volved
los ojos a este desdichado que soy, y, si he pasado mi vida honradamente, arrancadme
esta peste y esta perdición: ¡ay!, penetrándome hasta lo más profundo de mis entrañas
como un letargo, expulsó de todo mi corazón las alegrías. Ya no deseo eso, que ella a su
vez me quiera, o, lo que no es posible, que quiera ser pudorosa: yo sólo deseo estar bien
y abandonar esta horrible enfermedad. ¡Dioses!, concedédmelo por mi amor a vosotros.
LXXVII
Rufo(317), a quien en vano e inútilmente he creído mi amigo (¿en vano? Mucho
peor: a un precio grande y doloroso), ¿así te infiltraste dentro de mí y, abrasándome
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completamente las entrañas, arrancaste a este desdichado que soy toda nuestra dicha?
Me la arrancaste, ¡ay!, cruel veneno de nuestra vida, ¡ay!, peste de nuestra amistad.
LXXVIII
Galo(318) tiene dos hermanos, de los cuales uno tiene una esposa muy atractiva,
el otro un hijo atractivo. Galo es un hombre primoroso, pues une dulces amores,
cuando acuesta con el muchacho primoroso a la muchacha primorosa. Galo es un
idiota, y no cae en la cuenta de que él es un hombre casado que, en su faceta de tío, llega
a mostrar el adulterio a costa de un tío.
LXXVIII a(319)
... Pero ahora lamento esto: que tu sucia saliva haya meado los besos puros de
una muchacha pura. Pero eso no te lo vas a llevar sin castigo: pues todos los siglos te
conocerán y la vieja fama dirá qué clase de hombre eres.
LXXIX
Lesbio(320) es guapo. ¿Cómo no? A él Lesbia lo prefiere antes que a ti y a toda
tu familia, Catulo. Y, sin embargo, que ese guapo ponga en venta a Catulo con su
familia si ha encontrado tres besos de sus conocidos.
LXXX
¿Qué voy a decir, Gelio(321), de por qué esos rosados labios tuyos se vuelven
más blancos que la nieve de invierno, cuando de mañana sales de casa y cuando la hora
octava(322) te saca de la muelle tranquilidad en los días largos?
No sé qué hay de cierto: ¿o es verdad lo que susurran las habladurías de que tú
devoras la crecida tiesura de la entrepierna de un hombre? Es cierto, sí: lo gritan los
costados, rotos, del pobrecito Víctor(323) y tus labios marcados con suero ordeñado.
LXXXI
¿Es que entre tanta gente, Juvencio(324), no pudo haber ningún hombre guapo
del que te fueras tú a enamorar, en vez de este huésped tuyo, del moribundo lugar de
Pisauro(325), más pálido que una estatua amarillenta? Ese que ahora es tu delirio, a
quien te atreves a anteponer a mí: no sabes lo que haces haciendo eso.
LXXXII
Quintio(326), si quieres que Catulo te deba sus ojos o algo, si lo hay, más
querido que sus ojos, no le arrebates lo que le es mucho más querido que sus ojos o lo
que pueda ser más querido que sus ojos.
LXXXIII
Lesbia, en presencia de su marido(327), echa un montón de pestes contra mí:
eso a ese insensato le produce la máxima alegría. ¡Mulo!, no te enteras de nada: si, por
haberse olvidado de mí, callase, estaría curada; en realidad, como gruñe e injuria, no
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sólo se acuerda de mí, sino, lo que es mucho más revelador, está encolerizada: o sea,
se quema y lo cuenta.
LXXXIV
Jarto(328) cuando quería decir harto y por hambre jambre, decía Arrio(329), y
pretendía que había hablado maravillosamente cuando había dicho jarto cuanto más
podía.
Creo que así hablaba su madre, así su tío por parte de madre, así su abuelo
materno y su abuela.
Desde el momento en que lo enviaron a Siria, los oídos de todo el mundo
habían descansado. Esas mismas palabras las oían suave y ligeramente pronunciadas y
no temían para sí tamañas barbaridades en adelante, cuando, de repente, se anuncia una
noticia horrible: el mar Jónico, tras haber ido Arrio hasta allí, ya no es Jónico sino Jojónico.
LXXXV
Odio y amo. Por qué hago eso acaso preguntas. No sé, pero siento que ocurre y
me atormento.
LXXXVI
Quintia(330) es para muchos hermosa, para mí deslumbrante, alta, bien
plantada; eso es así cosa por cosa, yo lo confieso. Pero digo que en conjunto no es
hermosa: pues ningún encanto, ni una pizca de sal hay en un cuerpo tan grande.
Lesbia es hermosa y es, no sólo bellísima toda entera, sino que, única como es,
arrebató a todas todos los atractivos.
LXXXVII
Ninguna mujer puede decir que la han querido de verdad tanto como yo te he
querido a ti, Lesbia. No hubo nunca en ningún pacto una lealtad tan grande como la
que yo he puesto de mi parte en mi amor por ti.
LXXXVIII
¿Qué hace, Gelio(331), el que se quita los picores con su madre y su hermana y
pasa la noche en vela con la túnica quitada? ¿Qué hace el que no deja ser marido a su
tío? ¿Sabes qué gran delito precisamente comete? Comete uno tan grande, Gelio, que ni
la lejana Tetís ni Océano(332), el padre de las Ninfas, pueden lavarlo: pues no hay delito
que vaya más lejos ni aun devorarse uno a sí mismo con la cabeza gacha.
LXXXIX
Gelio(333) está consumido: ¿cómo no? Si a él le vive una madre tan buena y tan
robusta, y una hermana tan atractiva, y un tío tan bueno, y todo su entorno está tan
lleno de primas mozas, ¿cómo va a dejar de estar demacrado? Aunque no atiente más
que lo que no está permitido tentar, encontrarás todas las razones que quieras de por
qué está magro.
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XC
Que nazca un mago de la nefanda unión de Gelio(334) y su madre y aprenda el
arte adivinatoria persa: pues es forzoso que se engendre un mago de una madre y su
hijo, si es verdad la sacrílega religión de los persas(335), para que ese hijo(336) venere a
los dioses con plegarias rituales mientras derrite en las llamas un grasiento redaño.
XCI
Gelio(337), no esperaba que tú fueras a serme leal en este desgraciado amor
mío, en este perdido amor, porque te conociera bien o te considerara firme o capaz
de apartar tus pensamientos de un vergonzante ultraje, sino porque veía que no eran
ni tu madre ni tu hermana aquellas cuyo gran amor me comía; y, aunque me unía a ti
un trato profundo, había creído que eso no era para ti razón suficiente. Tú sí lo
consideraste suficiente: sólo encuentras satisfacción en cualquier clase de daño donde
hay algo de crimen.
XCII
Lesbia siempre echa pestes contra mí y no calla nunca: ¡que me muera si Lesbia
no me quiere! ¿Por qué señal lo conozco? Porque otras tales son las mías: la maldigo
todos los días, pero ¡que me muera si no la quiero(338)!
XCIII
No me afano nada en absoluto, César, en querer agradarte ni en saber si eres
hombre blanco o negro(339).
XCIV
"Minga(340) se dedica a la jodienda." Claro, a la jodienda se dedica la minga. Ése
es el dicho: "La propia olla escoge las legumbres.(341)"
XCV
La Esmirna(342) de mi Cina, por fin después de nueve siegas desde que la
comenzó y después de nueve inviernos, se ha publicado, mientras Hortensio(343)
entretanto ha compuesto quinientos mil versos en uno solo.
La Esmirna llegará hasta lo más profundo de la honda corriente del Sátraco(344);
por mucho tiempo los encanecidos siglos leerán la Esmirna. Pero los Anales de Volusio
morirán a las puertas mismas de Padua(345) y con frecuencia servirán de flojas
envolturas a las caballas.
Que me queden en mi corazón los pequeños monumentos de mi amigo y que la
gente disfrute del hinchado Antímaco(346).
XCVI
Si a los mudos sepulcros puede llegar, Calvo, de nuestro dolor algo grato o
bienvenido, con qué añoranza recordamos los antiguos amores y lloramos las amistades
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perdidas de antaño, con toda seguridad Quintilia no siente tanto dolor por su muerte
prematura como gozo por el amor que le muestras(347).
XCVII
¡Que los dioses me asistan! No creí que tuviese importancia alguna distinguir
entre oler la boca o el culo de Emilio(348). No más limpio éste, no más sucia aquélla,
pero acaso el culo es más limpio y mejor, pues no tiene dientes; y la boca(348 bis) tiene
unos dientes de pie y medio, unas encías de carro viejo y además una abertura tan ancha
como suele tener el coño una mula cuando mea en la calorina. ¿Y éste se folla a muchas
y se hace el guapo, y no se le manda al molino ni de asno(349)? Y la mujer que lo
atienta, ¿no vamos a creer que ésa es capaz de lamer el culo de un verdugo enfermo?
XCVIII
Contra ti, si contra alguien, podrido Victio(350), puede decirse eso que se dice a
los charlatanes y a los fatuos: que con esa lengua, si se te llegara el caso, podrías lamer
culos y sandalias de cuero basto. Si quieres perdernos totalmente a todos nosotros,
Victio, abre la boca: lograrás completamente lo que deseas.
XCIX
Te robé, mientras jugabas, Juvencio(351) de miel, un besito más dulce que la
dulce ambrosía(352). Pero no me lo llevé impunemente, pues, más de una hora,
recuerdo haber estado clavado en lo alto de una cruz mientras me justifico ante ti sin
poder, con mis lágrimas, amenguar un poquito tu crueldad. Pues, en cuanto te besé, te
enjugaste con todos los dedos los labios anegados de gotas, para que no quedara rastro
alguno de mi boca, como si fuera la sucia saliva de una sucia puta.
Además, no tardaste en entregarme, pobre de mí, a las torturas de Amor y de
atormentarme por todos los medios, para que, de ambrosía, se me transformara
inmediatamente aquel besito en más amargo que el eléboro(353) amargo. Ya que
ofreces este castigo a mi amor desdichado, nunca ya en adelante te robaré besos.
C
Celio(354) y Quintio(355), la flor de la juventud de Verona, mueren uno por
Aufileno, el otro por Aufilena(356); el primero por el hermano, el segundo por la
hermana. O sea, lo que se dice en verdad "una dulce cofradía fraternal". ¿Por quién me
interesaré más? Por ti, Celio, pues tu amistad hacia mí ha dado pruebas, por tus
actos(357), de ser única cuando una llama de locura me abrasaba las entrañas.
¡Que seas feliz, Celio, que tengas buena mano en tus amores!
CI(358)
Tras recorrer muchos pueblos y muchos mares, me acerco a estas desdichadas
exequias tuyas, hermano, para obsequiarte con el postrer regalo que se debe a los
muertos y dirigir, aunque sea en vano, mis palabras a tus mudas cenizas, puesto que la
fortuna me ha arrebatado tu presencia, ¡ay!, pobre hermano indignamente arrancado a
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mí. Pero ahora, entretanto, esto, que según la antigua costumbre de los antepasados he
traído como triste regalo para tus exequias, recíbelo empapado en el llanto de tu
hermano. ¡Y para siempre, hermano, recibe mi saludo y adiós!
CII
Si algo se ha confiado por parte de un amigo a alguien callado y leal, cuya lealtad
de intención se ha conocido a fondo, encontrarás, Cornelio(359), que yo me he
consagrado con ese tipo de conducta, y piensa que me he convertido en un
Harpócrates(360).
CIII
O devuélveme, por favor, los diez mil sestercios, Silón(361), y luego sé, cuanto
quieras, cruel e insufrible, o, si te gusta el dinero, deja -te lo ruego- de ser un alcahuete y
al tiempo cruel e insufrible.
CIV
¿Crees que yo he podido maldecir de mi vida, que me es más querida que mis
propios ojos? No he podido, y, si pudiese, no la querría tan perdidamente. Pero tú y
Tapón(362) de todo hacéis prodigio.
CV
Minga(363) trata de escalar el monte de Pipla(364): las Musas lo arrojan monte
abajo empujándolo con garios.
CVI
Quien ve al pregonero con un chico guapo, ¿qué otra cosa puede creer, excepto
que desea con todas sus ganas venderse(365)?
CVII
Si a quien desea algo ardientemente le ha cabido en suerte sin esperarlo, eso le es
especialmente grato a su corazón. Por eso es grato también para mí, más precioso que el
oro, que vuelvas otra vez, Lesbia, a mí que te anhelo. Vuelves otra vez a mí que te
anhelo y no lo esperaba, vuelves a mí por tu propia voluntad. ¡Oh día de señal más
blanca(366)!
¿Quién vive más feliz que yo y sólo yo, quién podría decir que hay algo más
deseable que esta mi vida(367)?
CVIII
Cominio(368), si por sentencia del pueblo tu canosa vejez, ensuciada con
viciosas costumbres, acabase en la muerte, no me cabe la menor duda de que, lo
primero, esa enemiga de los honrados, tu lengua, cortada, sería echada a un buitre
devorador; tus ojos, arrancados, los devoraría con su negra garganta un cuervo; tus
entrañas los perros; el resto de tus miembros los lobos.
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CIX(369)
Gozoso, vida mía, me haces ver que será este amor nuestro e imperecedero.
¡Grandes dioses!, haced que pueda ella prometerlo de verdad y que lo diga sinceramente
y de corazón, para que nos esté permitido mantener durante la vida entera este eterno
pacto de sagrada amistad.
CX
Aufilena(370), siempre se elogia a las buenas amigas: reciben su paga por lo que
deciden hacer. Tú, como prometiste y has faltado a tu palabra, eres mi enemiga:
cometes un atropello porque no das pero a menudo recibes. Es de mujer noble cumplir,
de decente pudo ser no haber prometido, Aufilena; pero apoderarse de lo que te den
engañando es una acción peor que la de una prostituta avara que se prostituye con su
cuerpo entero.
CXI
Aufilena(371), vivir contenta con un solo hombre, de las casadas es gloria de
privilegiada distinción; pero acostarse con cualquiera y cuanto se quiera es mejor que el
que tú, como madre, engendres primos de tu tío.
CXII
Muy hombre eres, Nasón(372), pero no es contigo muy hombre el que se te
agacha: Nasón, eres también un gran mamón(373).
CXIII
En el primer consulado de Pompeyo(374), dos, Cina(375), frecuentaban a
Mecilia(376); ahora, en su segundo consulado, siguen los dos, pero han crecido en mil
por cabeza. ¡Fecunda en adulterio la semilla!
CXIV
A tu fronda de Firmo(377), Minga(378), se la tiene, no sin razón, por rica,
porque hay en ella tantas cosas magníficas: caza, toda clase de peces, prados, sembrados
y animales salvajes. En vano: con los gastos sobrepasa las ganancias. Por eso, que sea
rica, lo admito, si todo le falta. Elogiemos la fronda, con tal de el dueño sea un
indigente.
CXV
Minga(379) tiene unas treinta yugadas(380) de prado, cuarenta de sembrados, el
resto son aguas. ¿Cómo no va a poder superar a Creso(381) en riquezas él, que posee en
un solo terreno tantas cosas buenas: prados, sembrados, enormes bosques y sotos y
pantanos que llegan hasta los hiperbóreos(382) y el mar Océano(383)?
Grande es todo esto; pero mucho más grande es el dueño: no es un hombre,
sino una gran minga amenazante.
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CXVI
A pesar de buscar una y otra vez para ti, con empeñado ánimo de cazador,
versos que poder enviarte del Batíada(384), con los que te ablandaras conmigo y no
trataras de lanzar contra mi cabeza constantemente dardos hostiles, ahora veo que me
tomé ese trabajo en vano, Gelio(385), y que desde ese momento no han servido mis
ruegos. Por contra, evito esos dardos tuyos con el manto, pero tú, atravesado por los
míos, llevarás tu castigo.
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10.- En latín, phaselus: especie de bajel que no se aventuraba a viajes largos más que en
buen tiempo. Los barcos de uso exclusivo de viajeros eran, además de los phaseli, las
uictoriae y las orariae (estos últimos así llamados porque hacían viajes costeros). Catulo
dedica a Cástor y a Pólux la barca en que hizo la travesía desde Bitinia a Italia.
11.- Los lugares que se mientan son las etapas del viaje de Catulo enumeradas al revés: el
Adriático (E. de Italia), las islas Cícladas y Rodas (en el Egeo, al E. de Grecia), la
Propóntide Tracia (mar de Mármara), el golfo del Ponto (mar Negro), el Citoro (monte
de la región de Paflagonia, al E. de Bitinia), Amastris (ciudad a los pies del Citoro, en la
frontera misma con Bitinia).
12.- Aparecen aquí Cástor y Pólux, los Dioscuros, el primero de ellos hijo de Tindáreo y
el segundo de Zeus, ambos, hijos de Leda. Son hermanos de Helena y Clitemnestra, y
protectores de la navegación.
13.- Aparece por vez primera el sobrenombre de la amada de Catulo. Con este
sobrenombre parece, muy probablemente, que el poeta alude a Clodia, hermana del
tribuno Publio Clodio Pulcro y casada con Quinto Metelo Céler (pretor en el 63 a.C.,
gobernador de la Galia Cisalpina en el 62, cónsul en el 60, que murió en el 59). Esta
mujer pertenecía a la gens Claudia; por consiguiente, era de una familia de rancio
abolengo.
14.- El as, de bronce, era la moneda de valor más bajo. Las expresiones como 'valorar
en un as' equivalen a las nuestras del tipo 'importar un bledo'.
15.- Es la traducción del latino inuidere. Los romanos creían en el mal de ojo; si alguien
conocía el número de las cosas (como aquí el de los besos), podía, por envidia, causar
dicho mal.
16.- Es un personaje sin identificar amigo de Catulo.
17.- La mayor parte de los perfumes que llegaban a Roma procedían de Oriente (sobre
todo, de Siria y de Arabia).
18.- Elijo la variante textual nam nil stupra ualet.
19.- El laserpicio es una planta utilizada en medicina y perfumería, y, al parecer, bastante
apreciada. Esta planta es de la región de la Cirenaica; de allí se exportaba a Roma.
Actualmente ha desaparecido.
20.- Cirene representa, como ciudad, a la Cirenaica, provincia de África al O. de Egipto.
El oráculo de Júpiter hace referencia al templo de Júpiter-Amón (en el oasis de Siwah)
entre Egipto y Cirene. El sepulcro de Bato está en Cirene; Bato, que pertenece al grupo
de los descendientes de los Argonautas, fue el fundador de dicha ciudad.
21.- Vuelve a aparecer el mal de ojo, en este caso con la palabra propia para ello
(fascinare), y por la misma circunstancia que en el poema V: el número de besos.
22.- Poema de desencanto respecto al amor que Catulo siente; lleno de dudas, al final
resuelve desistir del amor por Lesbia. Todos los poemas dedicados a esta mujer señalan
los vaivenes entre la exaltación y el desencanto.
23.- El poeta se dirige a sí mismo con el 'tú', pero aparece abruptamente el 'yo'
enamorado y dolido.
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24.- Veranio, junto con Fabulo (que aparece también en poemas posteriores), había
estado en Hispania, al parecer formando parte del séquito de Pisón (vid. nota 84). De
estos amigos de Catulo no se tienen más referencias que las de los poemas.
25.- Uso hiperbólico de un numeral, cosa corriente también entre nosotros.
26.- En latín: o mihi nuntii beati!. Merece que lo destaquemos por tratarse de un genitivo
exclamativo, cuyo uso en latín es muy reducido y que quizá se dé por influencia del
griego (cf. ERNOUT-THOMAS, op.cit., pág. 61).
27.- Varo ha sido identificado con Alfeno Varo (el mismo de los poemas XXI y XXX),
jurisconsulto y político; y también con Quintilio Varo, amigo de Virgilio y de Horacio
(en este caso el XXX no aludiría a él, ya que el personaje de este poema aparece
nombrado como Alfeno).
28.- Catulo regresó de Bitinia (situada en Asia Menor, lindando con el estrecho del
Helesponto) en el 56 a.C. Allí estuvo a las órdenes del pretor Memio (vid. nota 86).
29.- La compra de una litera y de porteadores en Bitinia debía de ser muy barata.
30.- Se trata de una divinidad egipcia cuyo culto fue introducido en Grecia en tiempo
de los Ptolomeos, y en Roma a la vez que el de Isis. Poseía todas las atribuciones de
Zeus y, en sus relaciones con los hombres, los libraba de sus dolencias por medio de
oráculos; de ahí que se le confunda con Asclepio.
31.- Se refiere a G. Helvio Cina, del grupo de los poetae noui, autor del epilio Zmyrna (vid.
XCV).
32.- El poema se divide en dos mitades que aparecen comparadas: en la primera Catulo
habla de las dificultades que entrañan los viajes a lugares tan lejanos como los que cita;
en la segunda, de la empresa imposible de su amor por Lesbia.
33.- Furio y Aurelio, personajes conocidos sólo por la poesía de Catulo, no debían de
ser precisamente muy apreciados por el poeta: por eso les hace un encargo
desagradable.
34.- Los lugares mencionados están en los confines mismos del mundo conocido por
los romanos (E.: la India, O.: Britania) o entre esos confines: hircanos, habitantes de la
costa meridional del mar Caspio, vecinos de los partos; sagas, nombre que se daba a los
escitas, pueblo situado al sur del mar de Aral; el Rin, límite de la Galia.
35.- El calificativo "gran" que Catulo dedica a César puede entenderse como irónico,
puesto que César fue muy criticado por Catulo (cf. XXIX y LVII); o como sincero, si el
poema está escrito después de la reconciliación que César intentó con el poeta (vid. nota
339).
36.- El numeral está usado de forma hiperbólica (cf. IX).
37.- Es un hermano de Asinio Polión (a quien se alude un poco más adelante), el amigo
y protector de Virgilio. "Marrucino" es el apodo de este individuo; con dicho apodo
Catulo indica que Asinio no procedía de la Urbe (efectivamente, los marrucinos eran de
la región del Samnio oriental) y, de paso, señala el carácter grosero de este hombre.
38.- He traducido lintea como "servilletas" y, más adelante en este mismo poema, sudaria
como "telas". Parece ser que las palabras linteum y sudarium aluden a la misma cosa
(servilleta o pañuelo), pero la primera hace referencia al tipo de tela ('de lino'), mientras
que la segunda alude a la utilización de dicha tela ('secar', 'enjugar'). Los romanos
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trajeron de Egipto, Siria y Cilicia materias para confeccionar los vestidos: una era el lino,
que se apropiaron las mujeres para sus vestidos interiores y que, en la última época de la
República, también usaban algunos jóvenes; los romanos de la alta sociedad lo usaban
únicamente para sus pañuelos de bolsillo (sudariola). Linteolum, linteum son palabras
genéricas que, según el contexto, pueden significar 'servilleta', 'trapo', 'moquero', etc.
También se usan los términos sudariolum y orarium.
39.- Era la moneda de más alto valor.
40.- De nuevo este número en uso hiperbólico (cf. IX y XI).
41.- Traduzco mnemosynum por "souvenir" para poder mantener una cierta equiparación
entre una palabra griega usada en el latín con una palabra francesa usada en el castellano.
42.- Sétabis, la actual Játiva, era famosa en la Antigüedad por sus tejidos.
43.- Para estos personajes, vid. nota 24.
44.- Vid. nota 24.
45.- Los romanos hacían tres o cuatro comidas al día: ientaculum: tomado como
desayuno, consistía en un poco de pan mojado en vino o rociado de aceite y sal y
untado de ajo; a veces tomaban miel, leche, huevos, fruta fresca o seca. Prandium: se
hacía al mediodía; consistía en una colación ligera de cualquier cosa que hubiera sobrado
del día anterior. Merenda: solían tomarla los trabajadores del campo para hacer una
parada en mitad de la tarde. Cena: era la comida principal; tenía lugar al final de la
jornada, sobre las cuatro de la tarde; podía alargarse mucho porque durante ella, además
de comer y beber, los comensales charlaban, escuchaban lecturas o se enteraban de las
novedades y los acontecimientos públicos.
46.- Vid. nota 7.
47.- Es G. Licinio Calvo, famoso orador, del mismo círculo literario que Catulo y amigo
íntimo suyo.
48.- Vid. nota 144.
49.- Era un cliente de Calvo. Como durante las Saturnales los romanos tenían la
costumbre de hacerse regalos, parece que Sila, por quedar bien con Calvo, le envía una
antología de poetas malos; y Calvo, a su vez, se la envía a Catulo.
50.- Eran unas fiestas en honor de Saturno. Primero se celebraban un solo día (el 19
de diciembre), luego los días de celebración fueron en aumento. En esos días los
romanos solían felicitarse y hacerse regalos (como se hace hoy en la época de
Navidad); eran fiestas de continua alegría y de buenas comidas; se gozaba de gran
libertad, hasta el punto de que los esclavos se sentaban a la mesa para que sus amos
les sirvieran.
51.- Son poetastros.
52.- "Pie" hace también alusión al pie métrico.
53.- El manuscrito V lo une con el poema anterior. Los filólogos Guarinus y Avantius
(s. XVI) lo consideraron ya como fragmento. Schmid (1.974) pone el IIa detrás de éste.
54.- Vid. nota 33.
55- Quizá se trate de Juvencio, joven amado por Catulo, que aparece en varios poemas
(vid. nota 73).
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62.- Los lígures habitaban la parte de la Galia Cisalpina lindante con el Tirreno y quizá
también una gran parte del valle superior del Po. Según se desprende del texto, debían
de fabricar hachas o de ser buenos leñadores.
63.- La laguna que hay entre este poema y el siguiente (es decir, según la numeración,
entre el XVII y el XXI) ha recibido entre los filólogos diversas soluciones. Sobre ello,
vid. aparato crítico.
64.- Cf. XV. Para el muchacho al que se alude en el poema y el término irrumatio, vid.
notas 55 y 57 respectivamente.
65.- Vid. nota 51.
66.- Vid. nota 27.
67.- Términos sobre los tipos de libros y su composición: palimpseston: pergamino o
papiro en que se ha borrado lo escrito para volver a escribir encima; cartae: hojas de
papiro o pergamino; libri: no eran como los de ahora, sino, generalmente, rollos de
papiro; umbilici: cilindros de madera o marfil sobre los que se arrollaba el papiro,
terminados a veces en borlas; lora: correas o cintas para atar el rollo, en las que se
escribía el título; membranae pergaminos; plumbum: plomo; pumex: piedra pómez para
alisar los extremos del papiro. (Para las menciones de libros y libreros, vid. los poemas I
y XIV y la nota 1).
68.- La traducción "refinado" corresponde a la variante tersius.
69.- Alusión a la conocidísima fábula de las alforjas de Esopo (Haysrath 229, Chambry
303) que luego retomaría Fedro (4, 10).
70.- Vid. nota 33.
71.- La sal es un elemento de amplio simbolismo: representa el cambio tanto físico
como moral y espiritual; el alimento espiritual (como se evoca en la liturgia del
bautismo); el valor de comunión, de lazo de fraternidad, de incorruptibilidad (que se
encuentra entre los hebreos). Entre los antiguos griegos y romanos, como también entre
hebreos y árabes, la sal es el símbolo de la amistad, de la hospitalidad, porque se
comparte, y de la palabra dada, porque su sabor es indestructible (vid. CHEVALIER-
GHEERBRANT, op. cit. s.v.).
Entre los romanos debía de ser muy importante el cuidado de la sal y de los
saleros. Así, Horacio, Odas II, 16, 13-14: Vive bien con poca cosa aquel en cuya sobria mesa
brilla el salero de sus padres (traducción de Vicente Cristóbal López, Epodos y odas, Alianza
Editorial, Madrid 1985). En Plauto, Persa, 266-267 encontramos: Porque no deja de tener
gracia, al fin y al cabo, hincarles bien el diente a esos requeteavaros, vejestorios, roñosos, de penosa vida,
que guardan bajo llave el salero con la sal a buen recaudo de los esclavos (traducción mía).
72.- El sestercio era una moneda de plata equivalente a dos ases y medio.
73.- Lo único que se sabe de los Juvencios es que procedían de Túsculo y quizá también
de Verona; era una familia vieja y distinguida. Aquí el poeta hace referencia a un joven
amado por él, Juvencio, que aparece en varios poemas: en unos, al parecer, como
"muchacho" (cf. XV y XXI); y en otros con su nombre (cf. XLVIII, LXXXI y XCIX).
74.- Rey de Frigia, héroe de varias leyendas populares, la más conocida de las cuales es la
del don que le concedió Dioniso, como recompensa por haber reintegrado a Sileno a su
séquito, que consistía en convertir todo lo que tocase en oro.
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75.- Clarísima alusión a Furio y en los mismos términos que en el poema XXIII. Para
este personaje, vid. nota 33.
76.- Personaje desconocido, que, por la forma en que Catulo se dirige a él, parece de
baja condición social (cf. el tono de este poema con el del XII).
77.- El texto, no seguro, es de difícil interpretación. He elegido la variante diua mulierarios
ostendit oscitantes, a la que corresponde la traducción y que puede entenderse como que
Talo se dedica a robar cuando la diosa de la Luna le señala con su luz a los que andan
por la noche en busca de mujeres.
78.- Pallium ('manto') es el himátion griego; se ponía sobre la túnica y era más sencillo y
corto que la toga. Es un vestido griego, pero parece que los romanos lo usaban
habitualmente; era de lana. También lo usaban las mujeres. Sobre los pañuelos de
Sétabis, vid. notas 38 y 42. Sobre Bitinia, vid. nota 28.
79.- Furio sigue con sus problemas económicos (cf. XXIII y XXIV). Para este nombre,
vid. nota 33.
80.- El austro, viento del sur, el favonio, del oeste, el bóreas, del norte, y el afeliota, del
este, señalan los cuatro puntos cardinales.
81.- Era un vino muy famoso, procedente de la Campania.
82.- Postumia puede ser la esposa de Servio Sulpicio Rufo (cónsul en el 51 a.C.). Fue
amante de César y famosa por su forma de vida. Como las matronas romanas no
tomaban parte en un banquete de hombres jóvenes, el hecho de que Postumia sí
participe viene a reforzar el carácter independiente de esta mujer.
En los banquetes romanos, la sobremesa o velada nocturna (comissatio), que se
hacía a veces después de la cena propiamente dicha, era un segundo banquete en el que
había cabida para juegos, discursos, lecturas, recitaciones, conversaciones, música, bailes,
etc. Los comensales se ceñían la cabeza con guirnaldas de flores, hiedra o laurel, en la
creencia de que con el olor de estas plantas neutralizaban los efectos del vino. Se
nombraba un director del banquete (rex o magister conuiuii) que ejercía de árbitro en el
reparto de la bebida (arbiter bibendi) y que tenía la delicada labor de conocer las
condiciones de resistencia de los convidados ante el vino y, según éstas, indicaba las
veces que debían beber y la proporción de agua para el vino.
83.- "Tioniano" es un epíteto de Dioniso, procedente de Tione, nombre que también se
le daba a su madre Sémele. Al decir "tioniano puro" Catulo quiere decir vino sin mezcla
de agua.
84.- Puede tratarse de L. Calpurnio Pisón Cesonino, suegro de César, procónsul de
Macedonia en los años 57 a 55 a.C.
85.- Vid. nota 24.
86.- Fue propretor de Bitinia en 57 y 56 a.C.; Catulo sirvió en su séquito. Es el mismo a
quien Lucrecio dedica su De rerum natura.
87.- Era comandante de ingenieros (praefectus fabrum) de César en las campañas de las
Galias, y su protegido y amante. También sirvió a las órdenes de Pompeyo en la guerra
contra Mitrídates en el 63 a.C., hecho al que se alude con "su botín del Ponto". Contra
este personaje van dirigidos muchos poemas de Catulo: en unos (éste y LVII) aparece
con su nombre, Mamurra; en otros (éste, XCIV, CV, CXIV y CXV) con el apodo de
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Mentula ("Minga"); y en otros (XLI, XLIII y LVII) con el gentilicio Formianus ("de
Formias") por ser Formias donde había nacido.
88.- De aquí en adelante se hace mención de los lugares donde Mamurra cometió
abusos: la Galia Cabelluda, nombre que se daba a la Galia Transalpina; Britania; el
Ponto, donde parece que estuvo en la guerra contra Mitrídates a las órdenes de
Pompeyo; el Tajo, con cuya mención se hace referencia a la primera campaña de César
en la península Ibérica contra los lusitanos (61-60 a.C.).
89.- Con este apelativo, el poeta puede querer indicar en general la degeneración de lo
romano. Pero, además, bien puede dirigírselo a César, al que un poco más adelante
llama "general sin igual" (imperator unice), epíteto que probablemente usaban los
partidarios de César y con el que Catulo busca la ironía (cf. LIV).
90.- Adonis representa la juventud y la belleza.
91.- Son, respectivamente, César y Pompeyo, quienes habían emparentado por el
matrimonio de Julia, hija de César, con Pompeyo.
Para la traducción "dueños y señores" he utilizado la variante o potissimei.
92.- Hay que entender que ha tenido una relación amorosa con Catulo y que la ha roto.
Para Alfeno, vid. nota 27.
93.- En latín Fides, que es la personificación de la Palabra Dada. Se la representa como
una anciana con cabello blanco, más vieja que el propio Júpiter, con lo que se pretende
indicar que el respeto a la palabra dada es el fundamento de todo orden social y político.
94.- Es una pequeña localidad situada en una península que se adentra en el lago de
Garda, donde Catulo tenía una quinta. Está muy cerca de Verona (vid. nota 104).
95.- Neptuno es el dios del elemento húmedo. En la tradición romana, Neptuno tenía
una páredro llamada Salacia (personificación del agua salada) o Venilia (madre de Turno,
divinidad que representa el agua que llega a la orilla). Puede ser que al decir "los dos
Neptunos" el poeta quiera hacer referencia al agua salada y a la dulce.
96.- El poema lo escribe Catulo a su regreso de Bitinia (vid. nota 28).
97.- La lectura Lydiae (corregida, entre otras cosas, como limpidae: "cristalinas") puede
tener el sentido de que la región del lago de Garda perteneció al imperio etrusco, pueblo
al que se atribuía un origen en Lidia.
98.- Sobre este nombre hay muchas conjeturas, la más aceptada de las cuales es Ipsitilla,
que podría ser un diminutivo afectivo de ipsa en el sentido de 'dueña', 'señora' (al
parecer, los esclavos llamaban al amo ipsimus o ipsisimus. Para esto, vid. Historia de la vida
privada. Taurus. Madrid 1987. Tomo 1, pp. 71-72).
99.- La túnica es el vestido interior de hombres y de mujeres; al principio sin mangas,
luego con ellas hasta el codo y después hasta las manos; sólo tenía aberturas para meter
la cabeza y los brazos. Para manto, vid. nota 78.
100.- Personajes desconocidos.
101.- En el amor homosexual (que en Grecia se realizaba entre un hombre mayor y un
muchacho libres, y en Roma estaba bien visto sólo con esclavos o prostitutos), el
muchacho, cuando empezaba a hacerse hombre, dejaba de interesar (vid.
CANTARELLA, op. cit., pp. 58 y ss.). Aquí se indica que el hijo de Vibenio es un
prostituto. La homosexualidad con prostitutos parece ser que era habitual en la Roma
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109.- La diosa nacida en el mar es Venus, identificada con Afrodita. Aquí Catulo utiliza
la versión hesiódica, según la cual Afrodita nació en el mar de la espuma surgida
alrededor de los genitales de Urano tras la castración que éste sufrió por mano de su
hijo Crono.
Se hace enumeración de los santuarios más importantes del culto a Venus:
Idalio (vid. LXI 17 y LXIV 96), Amatunte y Golgos, en Chipre; Urio y Ancona, en Italia;
Cnido, en Asia Menor; Dirraquio, en Iliria.
110.- En píleo era un gorro o casquete más o menos alto y redondeado en la punta; el
de los sacerdotes se confeccionaba con la piel de la víctima inmolada; los esclavos lo
toman en el momento de su liberación, con lo cual pasa por ser un símbolo de libertad.
A Cástor y Pólux (vid. nota 12) se los representaba armados de lanza y tocados con el
píleo; en Roma su templo estaba en el Foro, y la taberna de que trata el poema está
situada nueve columnas más allá de dicho templo.
111.- En este poema Catulo hace un juego de palabras con sedetis (v. 6): "estáis
sentados", sessores (v. 8): "espectadores" y consedit (v. 14): "se sienta"; términos todos que,
tanto en la literatura latina como en la lengua popular, señalan la postura erótica de
'montar a otro'. Respecto a la palabra sopio (v. 10), traducida aquí como "pichas", no se
ha precisado definitivamente su significado; WALDE-HOFMANN, Lateinisches
Etymologisches Wörterbuch, Heidelberg 1938-1956 la relacionan con el sánscrito sápah,
equivalente de penis y uulua; ERNOUT-MEILLET op. cit. s.v. señalan que es una palabra
de significado oscuro, que se interpreta como penis y que se relaciona con prosapia
('descendencia', 'generación'). ADAMS, op. cit., pp.64-65, apunta que la frase donde
aparece esta palabra podría ser una amenaza: hacer representaciones de falos como
señal de desprecio o como un signo apotropaico usado de forma hostil contra alguien.
112.- De la península Ibérica, tierra muy abundante en conejos, procedía este tal
Egnacio, que debió de ser un rival de Catulo en su relación con Lesbia. Contra él y sus
costumbres (la de lavarse los dientes con orina, que, al parecer, era una medida
terapéutica entre los iberos: vid. Diodoro Sículo 5, 33, 5 y Estrabón, Iberia 3, 4, 16) dirige
Catulo furibundos ataques.
113.- Amigo de Catulo y poeta de su mismo círculo literario.
114.- Simónides de Ceos (556-468 a.C.) desarrolló su labor poética en su isla natal, en la
corte del tirano Hipias de Atenas y en la de Hierón de Siracusa, ejerciendo la poesía
como profesión. Cultivó muchos géneros, pero es famoso por los epigramas destinados
a conmemorar acciones bélicas de los griegos y por sus trenos (como el fragmento de la
composición de Dánae y Perseo en el mar: PMG 543).
115.- Vid. nota 112.
116.- Enumeración geográfica bastante detallada, que parte de Roma, pasa por los
sabinos y los tiburtinos, ambos muy próximos a Roma; los umbros, cuya región se sitúa
al N. del Lacio, entre Etruria y el Piceno; los etruscos, al NO. del Lacio; los lanuvinos,
del Lacio; y termina en la tierra de Catulo, la Galia Traspadana, llamada así por estar al
otro lado del Po (Padus), que dividía en dos la Galia Cisalpina. A todos estos habitantes
de la península Itálica, de buenas e higiénicas costumbres (según el poeta), se opone uno
solo con las suyas: Egnacio, de la península Ibérica (cf. poema XXXVII).
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132.- Por lo que dice el poeta, las sirias y las britanas debían de ser muy guapas, o tal
vez se las apreciaba por su exotismo.
133.- Es el viento del O., suave y tibio, que anuncia la primavera. También se le llama
"favonio" (cf. XXVI).
134.- Frigia, región de Asia Menor donde estaba Troya, limitaba con Bitinia (vid. nota
28), cuya capital era Nicea.
135.- En recuerdo de los poetas que en ellas nacieron o vivieron, Catulo alude a
ciudades como Éfeso, Mileto, Colofón, etc., en el continente; Mitilene, en la isla de
Lesbos; Rodas, en la isla de Rodas.
136.- Son dos subordinados de Pisón (vid. nota 84), como también lo fueron Fabulo y
Veranio (vid. nota 24), los amigos de Catulo. Algunos comentaristas han señalado que
Porcio es G. Porcio Catón, tribuno en el 56 a.C. El hecho de llamarlos "manos
izquierdas de Pisón" es porque éste los utilizaba para sus robos.
137.- El término uerpus (traducido como "despellejado"), aplicado aquí a Pisón, puede
sugerir la imagen de éste como figura itifálica que amenaza metafóricamente a sus
subordinados con la pedicatio o la irrumatio (cf. XVI, vid. nota 57). Verpus parece reunir tres
significados: el de circuncidado, el de pene con el pellejo hacia atrás como resultado de
la erección y el de alguien con una excesiva actividad sexual (vid. ADAMS, op. cit., págs.
13-14).
Príapo, dios asiático, generalmente considerado hijo de Dioniso y Afrodita. Se le
representaba en forma de un personaje itifálico cuya misión era guardar viñas y jardines.
Tenía como atribución esencial desviar el mal de ojo y anular los maleficios de los
envidiosos que trataban de perjudicar las cosechas. Como símbolo de fecundidad servía
de ejemplo por magia simpática a las plantas del jardín donde se encontraba.
138.- Vid. nota 73.
139.- Se trata, naturalmente, de Cicerón. Puede ser que Catulo le dé sinceramente las
gracias por algún favor recibido de él; pero, además, se puede sentir la ironía del poeta
cuando dice de sí mismo "el peor", pues Catulo, como representante de los poetae noui y
de la poesía de corte alejandrino, no era del agrado de Cicerón (en Tusculanas III, 19, por
ejemplo, los llama despectivamente cantores de Euforión, poeta éste perteneciente a la
escuela alejandrina).
140.- Vid. nota 47.
141.- Personifica la 'Venganza divina'; es, normalmente, el poder encargado de suprimir
toda 'desmesura'. En otros poemas (LXIV 395, LXVI 77, LXVIII 77) aparece bajo el
epíteto de Ramnusia (vid. nota 257).
142.- Excepto la última parte, en la que Catulo se dirige a sí mismo, este poema es una
traducción del 31 de Safo, que dice así (traducción de A. Bernabé Pajares):
Me parece que es igual a los dioses // aquel varón que frente a ti // se sienta, y de cerca te oye
// hablarle dulcemente
y reír de forma encantadora. Eso, bien es verdad, // me sobresalta el corazón en el pecho. //
Pues así que te miro un instante, ya no me es posible // decir ni una palabra,
sino que la lengua rompe su punta y un sutil // fuego enseguida corre bajo mi piel. // Con
mis ojos no veo nada // y me zumban los oídos.
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De arriba a abajo me posee un sudor frío y el temblor // se apodera de mí entera. Estoy más
pálida que el pasto // y me parece que a mí misma poco me falta // para estar muerta.
Pero no hay que arriesgarse a todo, pues también a un pobre (...)
143.- La silla curul (sella curulis), una de las atribuciones de los magistrados superiores
(edil curul, pretor, dictador, cónsul, etc.), representaba el poder judicial. Era fija o
plegable, cuadrada y con las patas curvadas; su armazón era de marfil.
La mayor parte de los comentaristas señala que este Nonio es L. Nonio
Asprenas, protegido de César, que en este momento ostentaba alguna magistratura
curul.
144.- Es otro de los protegidos de César, muy atacado por Cicerón y por Licinio Calvo
(vid. nota 47); había ostentado varios cargos, pero el consulado sólo lo consiguió en el 47
a.C., año en que Catulo ya había muerto; por consiguiente, lo que aquí dice el poeta es
que Vatinio jura en falso por un consulado que no tiene, jactándose de conseguirlo
inmediatamente.
145.- Para Calvo, vid. nota 47. Para Vatinio, vid. nota 144.
146.- He traducido el término salaputium como "pichita brava", basándome en la
interpretación que hacen algunos en el sentido de que procede de salax-putium (y putium
< praeputium). Esta interpretación, sin embargo, no es del todo clara (sobre esta palabra y
esta cuestión, vid. ADAMS, op. cit., pág. 65).
147.- El texto de este poema presenta, en su transmisión, muchas dificultades. El
filólogo Ellis supone, tras los tres primeros versos (i.e., detrás de "el pedo de Libón
liviano y flojo"), una laguna de dos versos, después de la cual coloca el fragm. 3 de
Catulo, que dice: at non effugies meos iambos ("pero no escaparás de mis yambos"); luego
supone otra laguna de dos versos, coloca detrás los dos versos referidos a Suficio, otra
laguna de un verso y, finalmente, los dos últimos. Por su parte, Mazzoni coloca el
fragm. 3 detrás del último verso.
148.- Los personajes, desconocidos, parecen ser protegidos de César a quien claramente
se refiere el apelativo irónico "general sin igual" (vid. nota 89).
La expresión "viejo recocido" debió de ser proverbial en Roma, por influencia
de la cultura griega. Alude a las artes mágicas de Medea, la cual prometió rejuvenecer a
Pelias cociéndolo en una caldera.
149.- Cf. XXXVI y XL y nota 118.
150.- El Campo Menor era, quizá, el que había en la colina del Celio. El Circo puede
referirse al Máximo. El templo de Júpiter estaba en la colina del Capitolio. El paseo del
Grande alude al que había detrás del teatro de Pompeyo (el Grande), inaugurado en el
55 a.C.; este paseo era frecuentado por prostitutas y su clientela.
151.- De este hombre sólo se sabe que era amigo de Catulo.
152.- Se menciona a Hércules (Heracles) como paradigma de sufrimiento y penalidades
por los doce trabajos que tuvo que llevar a cabo por encargo de la diosa Hera (vid. nota
304). Justamente detrás de esta frase muchas ediciones intercalan el poema aquí
numerado como LVIIIa; otras lo intercalan más adelante.
153.- En general los comentaristas dicen que puede ser Valerio Catón, del círculo de los
poetae noui y amigo de Catulo.
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154.- La mención de Dione puede ser por identificación de ésta con Venus/Afrodita,
pues, según algunas tradiciones, Afrodita es hija de ella.
155.- Vid. nota 87.
156.- Quizá sea M. Celio Rufo, rival y sucesor de Catulo en el amor de Lesbia. Cicerón
lo defendió en el Pro Caelio de las acusaciones de su ex-amante Clodia/Lesbia.
157.- Respecto a los problemas filológicos que plantea este poema, vid. nota 152.
158.- El guardián de Creta era un gigante de bronce llamado Talo. Todos los días daba
tres veces la vuelta a la isla para que no saliese de ella ningún habitante ni entrase ningún
extranjero sin autorización de Minos.
Pegaso nació, según una tradición, cuando Perseo le cortó el cuello a Medusa.
Es un caballo alado que, al nacer, voló al Olimpo, donde se puso al servicio de Zeus
para llevarle el rayo.
Ladas fue un famoso corredor griego que había triunfado en los juegos
olímpicos y cuya velocidad se había hecho proverbial.
Perseo, hijo de Zeus y de Dánae. De mozo, por orden de cierto rey, tuvo que ir
en busca de la cabeza de Medusa; en esta empresa lo ayudaron Hermes y Atenea, y las
Ninfas le dieron unas sandalias aladas y otros objetos; al cortarle la cabeza a Medusa,
surgieron un caballo alado, Pegaso, y un gigante, Crisaor.
Reso, rey de Tracia que luchó al lado de los troyanos durante la guerra de Troya
y dueño de unos velocísimos caballos. Lo mataron Diomedes y Ulises (la captura de los
caballos y la muerte de Reso se narran en Iliada X 438 y ss.).
159.- Para este nombre, vid. nota 151.
160.- No se sabe quiénes pueden ser estos personajes.
161.- Al quemar un cadáver también se quemaban con él los manjares que se ofrecían a
los Manes de los difuntos. En los cementerios trabajaban como incineradores esclavos
que iban con la cabeza medio rapada, en señal del castigo al que se les sometía por estar
acusados de graves delitos.
162.- Monstruo marino, oculto en el estrecho de Mesina. La mitad superior de su
cuerpo era de mujer, pero de ingles abajo su cuerpo lo formaban seis perros feroces que
devoraban cuanto encontraban a su alcance (cf. Odisea XII 80-100).
163.- Esta composición es una canción de boda en honor de L. Manlio Torcuato y de
Vinia Aurunculeya. Este género de canción fue muy cultivado en la poesía alejandrina, y
Catulo y los poetas de su círculo lo rescatan y renuevan. Contiene todos los tópicos del
género: alabanza de Himeneo, felicitación a los novios, elogios a la novia por su belleza
y al novio por sus virtudes, deseos de que tengan una pronta y feliz descendencia...
Además, presenta algunas características particularmente romanas: el lanzamiento de
nueces (de variada simbología), el rapto de la novia (deductio), las canciones de tono
desenfadado y obsceno (fescennina iocatio), la perpetuación de la gens.
164.- Himeneo es el dios que preside el cortejo nupcial. Aquí aparece como hijo de
Apolo (que habitaba con las Musas el monte Helicón, en Beocia) y de Urania, una de las
Musas. "¡Oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo!" es un estribillo de invocación que
se repite al final de bastantes estrofas.
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165.- Himeneo viene vestido como una novia (el flammeum nuptiale era un velo de color
azafrán con el que la desposada se cubría) y entona las canciones de boda.
166.- La antorcha nupcial es símbolo del matrimonio. En el cortejo nupcial,
acompañaban a la novia tres muchachos vestidos con la toga propia de la infancia
(praetexta), a los que se llamaba praetextati: uno llevaba el huso, otro la rueca, símbolos del
trabajo doméstico, y el tercero una antorcha.
167.- Se trata de Paris, quien, en la disputa entre Hera/Juno, Atenea/Minerva y
Afrodita/Venus por el título de la belleza, dio el premio a Afrodita/Venus.
Idalio (también aparece en XXXVI y LXIXV 96) es una ciudad de Chipre, isla
en la que Venus era muy venerada.
168.- Ninfas de los árboles, que nacen con el árbol y comparten su destino.
169.- Aonia es un nombre mítico por Beocia, donde está el monte Helicón; Tespias es
una ciudad vecina a dicho monte. Aganipe es la ninfa de una fuente del Helicón que
lleva su mismo nombre (vid. nota 207).
170.- Vuelve a referirse a Himeneo (vid. nota 164).
171.- La traducción que va desde "¿Por qué te entretienes?" hasta "ni a tus pies"
responde a la conjetura de Goold en una laguna de cuatro versos que aparece en las
ediciones.
172.- Sobre los nombres de la novia, hay variantes. Aurunculeya aparece también como
Arunculeya y Vinia (vid. supra en la traducción) como Junia.
Sobre Océano, vid. nota 209.
173.- La traducción "digna... marfileño" responde a una nueva conjetura de Goold
(laguna de tres versos en las ediciones).
174.- La fescennina iocatio, compuesta en versos amebeos, sin metro determinado, parece
que pudo tener en el ritual nupcial romano la función de alejar el mal de ojo; pero
también puede simplemente haber sido una manifestación jocosa, muy punzante y
licenciosa, de felicidad y buen augurio para los esposos. Sobre el origen que los romanos
daban a esta palabra, vid. ERNOUT-MEILLET, op. cit. s.v.
175.- Talasio es la representación del dios del matrimonio. Realmente, es un grito ritual,
de significación oscura, que se profería en el momento en que la joven desposada era
conducida al umbral de la casa del novio.
El reparto de nueces simboliza varias cosas: señal de buen agüero (próspera
boda, fecundidad); abandono de la niñez; y abandono de la relación sexual entre el amo
y sus esclavos, concretamente su esclavo concubino, que es el encargado del reparto
(sobre esto último, vid. CANTARELLA, op. cit., págs. 166-167).
176.- Se insiste en lo anterior: el favorito deberá cortarse el pelo, como los demás
esclavos, y empezar a trabajar; el amo tiene que abandonar a sus depilados esclavos (vid.
CANTARELLA, op. cit., pág. 167).
177.- Los viejos, por enfermedad o por costumbre, suelen mover la cabeza como si
estuvieran afirmando algo. En cualquier caso, lo que dice aquí Catulo puede que haya
sido entre los romanos una expresión proverbial.
178.- Al llegar la novia y el cortejo a la casa del novio, él entregaba a la mujer aceite para
ungir los goznes de la puerta y un copo de lana, símbolo del trabajo doméstico. Luego él
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le hacía la pregunta: ¿Quién eres tú?, y ella respondía con la fórmula: Donde tú eres Gayo, yo
soy Gaya (Vbi tu Caius, ego Caia). Entonces los que la acompañaban, generalmente, la
levantaban en peso para que no tocase el umbral con los pies, pues tocarlo se
consideraba de mal agüero. El marido la recibía en un sitial recubierto de púrpura,
colocado en el atrio, y allí entregaba a su esposa el agua y el fuego.
179.- Normalmente en el cortejo acompañaban a la novia tres muchachos (vestidos con
la toga praetexta) que actuaban a modo de padrinos. Estos jóvenes eran considerados
como protegidos y favoritos de los dioses; para su elección se tenía en cuenta sus
cualidades personales, su hermosura, su pureza y el hecho de ser libres. También
acompañaban a la novia matronas que, casadas o viudas, sólo hubiesen tenido un
esposo y fuesen de reconocida reputación (uniuirae); ellas eran las encargadas de llevar a
los esposos a la habitación nupcial.
180.- Este tipo de hipérboles es muy del gusto de Catulo (cf. V, VII, XVI y XLVIII).
181.- La función principal del matrimonio romano es la perpetuación de la especie,
pero, sobre todo, el mantenimiento de la gens, de la casta. Los Torcuatos eran una de las
familias patricias de más rancio abolengo.
182.- Se menciona aquí la fama de Telémaco, no por sí mismo, sino por la excelencia de
su madre, Penélope, quien, como es sabido, esperó fielmente el regreso de su esposo
Ulises desde Troya.
183.- Con esto se indica la despedida del cortejo.
184.- Canción de boda sin destinatario especial. Se enfrentan un coro de muchachos y
otro de muchachas.
185.- Véspero (entre los griegos Héspero) es la personificación de la estrella de la tarde.
La leyenda lo hace hijo de Eos (Aurora). Los autores helenísticos confundieron a
Héspero con la estrella de la mañana, llamada por los griegos Eósforo y por los
romanos Lucifer. Hay que obsevar que Catulo lo nombra con diversos nombres:
Véspero (Vesper), Lucero de la noche (Noctifer), Héspero (Hesperus), Lucero de la mañana
(Eous).
186.- De nuevo un estribillo semejante al del poema LXI. Sobre Himeneo, vid. nota 164.
187.- Como si la escena se desarrollase en Grecia, se mencionan dos montes de Tesalia:
el Olimpo (que aparece al principio del poema) y el Eta.
188.- Los esponsales los pactan los patres familias. Durante la República, el paterfamilias
contrataba la esposa para sus hijos, muchas veces contra el parecer de éstos. Los
esponsales, que precedían al matrimonio, eran la mención o promesa de las nupcias
futuras, de donde venía a los prometidos el nombre de sponsus y sponsa. Para los
esponsales no se necesitaba la presencia de los prometidos, cuya edad para esta
ceremonia no está definida, aunque no deben tener menos de siete años.
189.- Goold suple una laguna de siete versos, cuyo texto, en la traducción, va desde
"Con su llegada" (parlamento de las muchachas) hasta "con falsas imputaciones"
(primera frase de los muchachos).
190.- Vid. nota 185.
191.- Sobre el reparto tripartito de la virginidad, al parecer no hay otros testimonios.
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192.- Sobre la figura de Atis hay varias leyendas. Una de ellas, la que nos transmite
Ovidio, dice que era un hermoso joven de los montes de Frigia del que se enamoró
Cibeles. La diosa decidió hacerlo guardián de su templo con la condición de que él se
mantuviese virgen; pero Atis tuvo relaciones sexuales con una ninfa. Cibeles lo volvió
loco y él, en medio de una crisis violenta, se castró; después de su emasculación, Cibeles
volvió a aceptarlo como servidor suyo.
En el poema de Catulo la leyenda varía un poco: Atis no es frigio, sino
extranjero, concretamente griego, como se comprueba en las quejas que éste proferirá
más adelante (vv. 63-64): "Yo... efebo... ; yo, del gimnasio, he sido la flor y era yo
entonces la gloria de la palestra.". Además, se castran él y los sacerdotes de Cibeles no
por amor a la diosa, sino por odio a Venus (como también puede leerse más adelante en
el poema).
193.- Se refiere al bosque del monte Ida, en la Tróade (NO. de Asia Menor). Este
monte vuelve a aparecer en este mismo poema en los vv. 30 y 70.
194.- La diosa es Cibeles, quien a lo largo del poema recibe este nombre y también los
de Madre y diosa de Díndimo (monte de la parte E. de Frigia).
Cibeles es la gran diosa de Frigia; con frecuencia se la llama Madre de los Dioses
o Gran Madre (cf. XXXV). Su poder se extiende sobre la Naturaleza toda, cuya potencia
vegetativa personifica. Es honrada en las montañas de Asia Menor; desde allí su culto se
difundió por todo el mundo helénico y luego por el romano, cuando, en 204 a.C., el
Senado romano decidió traer de Pesinunte la piedra negra, símbolo de la diosa, y erigirle
un templo en el Palatino. La importancia de Cibeles se debe sobre todo al culto de tipo
orgiástico desarrollado en torno a su divinidad y mantenido hasta época tardía bajo el
Imperio romano.
195.- Atis aparecerá por todo el poema como masculino, mientras sea o se sienta
hombre (antes de la castración y cuando vuelve en sí de la posesión divina); y como
femenino, tras castrarse y cuando se sienta poseído por la diosa.
196.- Los sacerdotes de Cibeles se castraban. Recibían el nombre de Galas.
197.- Las Ménades (palabra que significa 'posesas') son del cortejo de Dioniso;
personifican los espíritus orgiásticos de la naturaleza. Aquí, Catulo las hace pertenecer al
cortejo de Cibeles.
198.- Ceres es la diosa de la agricultura. "Un sueño sin Ceres" significa un sueño sin trigo,
sin haber probado bocado.
199.- El Sol (Helio) es hijo del titán Hiperión y de la titánide Tía; es hermano de Aurora
(Eos) y de la Luna (Selene). Se le representa como un joven de gran belleza; su cabeza
está rodeada de rayos que forman una cabellera de oro. Recorre el cielo montado en un
carro que arrastran unos velocísimos corceles; camina durante todo el día y, al
anochecer, llega al Océano; bajo tierra o bien en una barca sobre el Océano, que rodea
el mundo, hace el trayecto entre Occidente y Oriente para volver a montar en su carro y
recorrer el cielo durante el día.
200.- El Sueño (Hipno) es una de las divinidades más antiguas; es hijo de Noche y
Érebo, y hermano gemelo de Tánato. Pasítea es una Cárite que Hera entrega como
esposa a Hipno por un favor prestado por él.
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201.- Algunos han interpretado "los oídos gemelos de los dioses" como que éstos tienen
uno para el bien y otro para el mal.
202.- Como es bien conocido, Cibeles va en un carro tirado por leones.
203.- Este poema es un epilio (nombre que se da a las composiciones de épica
mitológica), género muy practicado por los alejandrinos y los poetae noui. El tema central
es el de las bodas de Tetis y Peleo, pero dentro de él se engarza, como descripción del
cobertor del sitial nupcial, el tema del abandono de Ariadna por Teseo. La estructura del
poema es la que se conoce como en anillo, de tal manera que se comienza con el tema
principal -las bodas de Tetis y Peleo-; entre medias aparece el tema del abandono de
Ariadna, continuado con la narración del viaje de Teseo a Creta y la muerte del
Minotauro, y cerrado de nuevo con el abandono de Ariadna; se vuelve otra vez a las
bodas; hay, por último, como remate, una reflexión final sobre el olvido en el que los
hombres han dejado caer a los dioses y la religión en general.
204.- El Pelión está en la región de Tesalia. Los pinos de ese monte sirvieron para
fabricar la nave Argo, en la que Jasón y sus compañeros hicieron la travesía hasta la
Cólquide.
Fasis es un río de la Cólquide que desemboca en el mar Negro. En Eea, cuya
capital era Fasis, a orillas del río del mismo nombre, reinaba Eetes, hijo del Sol y de la
oceánide Perseis; hermanas de este rey eran la maga Circe y Pasífae, esposa de Minos.
Hasta Cólquide, región situada al pie del Cáucaso, a orillas del mar Negro,
navegaron Jasón y sus compañeros en la nave Argo en busca de la piel de oro de un
carnero propiedad del rey Eetes. Para conseguir la piel, Jasón se sirvió de la ayuda de
Medea, hija del rey; a cambio le prometió casarse con ella, pero, después de huir juntos y
de traicionar ella a su familia, Jasón no cumplió su promesa y Medea se vengó dando
muerte a los hijos de ambos.
205.- Se trata de Atenea, que tenía su templo en la acrópolis de Atenas.
206.- Es una de las Nereidas. Se la considera reina del mar por ser esposa de Poseidón.
207.- Las Nereidas eran divinidades marinas hijas de Nereo y Dóride. Aquí Catulo las
llama también Ninfas marinas, aunque en realidad se entendía por Ninfas a muchachas
pobladoras de los bosques y las aguas dulces y que, generalmente, tenían como amantes
a los espíritus masculinos de la naturaleza: Pan, los Sátiros, Príapo, etc.
208.- "El Padre mismo" se refiere a Júpiter/Zeus, quien se disputaba con Poseidón a
Tetis (hija de Nereo y de Dóride); Temis (o, según otras versiones, Prometeo) les
predijo que el vástago que naciera de la unión con Tetis sería más poderoso que su
padre; entonces, los dos dioses renunciaron a su pretensión y buscaron a un mortal con
quien casar a la diosa. Hay otra versión que cuenta que Tetis se niega a unirse a Zeus
por respeto a Hera, que la había criado. Sea como fuere, los dioses resolvieron darle por
marido a Peleo (rey de Ptía, en Tesalia); ella trató de escapar pasando por distintas
transformaciones, pues tenía ese don por ser divinidad marina, pero no lo consiguió; la
boda se celebró en el monte Pelión; de esta unión nació Aquiles.
209.- Tetís es una de las divinidades primordiales; personifica la fecundidad femenina del
mar; es la más joven de las hijas de Urano y Gea; crió a Hera. Océano es la
personificación del agua, que, según las concepciones helénicas primitivas, rodea la
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Tierra como un río; es el mayor de los Titanes; forma pareja con su hermana Tetís, con
quien engendró a los Ríos y a las Oceánides. Más tarde se reservó el nombre de Océano
para el Atlántico, límite occidental del mundo antiguo.
210.- Todos estos lugares son de la región de Tesalia. Recuérdese que Peleo era rey de
Ptía.
211.- Día es el nombre antiguo de la isla de Naxos.
212.- A partir de aquí se cuenta, empezando por el final, la historia de Ariadna y Teseo.
Ariadna, hija de Minos y Pasífae, cuando, con intención de matar al Minotauro, llegó a
Creta Teseo, se enamoró locamente de él y lo ayudó a no perderse en los recovecos del
Laberinto entregándole un ovillo de un hilo transparente. Luego huyeron juntos, pero
Teseo, en una escala en la isla de Naxos (o Día), abandonó a Ariadna. Pronto llegaron a
la isla Dioniso y su cortejo, y, fascinado el dios por la belleza de Ariadna, se casó con
ella y la llevó al Olimpo.
Teseo, héroe del Ática, hijo de Egeo y Etra, se embarcó hacia Creta para matar
al Minotauro, pues tiempo atrás Atenas, asolada por una peste que le enviaron los dioses
como castigo por la muerte de Androgeón, hijo de Minos, no pudo defenderse ante el
ataque del propio Minos; éste, tras vencer a los atenienses, les exigió como tributo la
entrega de siete muchachos y siete muchachas cada nueve años. Al partir Teseo, su
padre Egeo le había dado un juego de velas negras para el funesto viaje y otro de velas
blancas para que las izase en caso de haber cumplido con éxito la empresa. Después de
matar al Minotauro gracias a la ayuda de Ariadna, de huir con ella y de, al final,
abandonarla, Teseo se olvidó del encargo de su padre, y éste, al avistar desde lo alto de
la Acrópolis las velas negras, se arrojó de cabeza y se mató.
213.- Ariadna, que recibe este nombre por ser hija de Minos.
214.- Es Venus, que tenía un santuario en el monte Érix, en Sicilia.
215.- Catulo sitúa el palacio de Minos en la ciudad cretense de Gortina, en lugar de
situarlo en Cnoso.
216.- Según una antigua tradición, Atenas había sido fundada por Cécrope; de ahí este
nombre.
217.- Vid. nota 212.
218.- Monstruo con cabeza de hombre y cuerpo de toro, hijo de Pasífae, la esposa de
Minos, y de un toro. Minos encargó a Dédalo la construcción de un laberinto para
encerrar allí al Minotauro. El monstruo devoraba a los jóvenes que Atenas pagaba como
tributo (vid. nota 212).
219.- Río de Laconia, región del SE. del Peloponeso, cuya capital es Esparta.
220.- Cupido (o Eros).
221.- Vid. nota 109.
222.- Monte de Licia, antigua comarca de Asia Menor, situada entre Caria, Frigia,
Pisidia, Panfilia y el Mediterráneo; las ciudades principales de esta comarca son Telmiso,
Janto, Patara, etc.
223.- Se trata de Fedra.
224.- Se refiere al Minotauro.
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225.- Las Sirtes son las arenas del golfo de Sidra (N. de África, actualmente Libia). Escila
es una roca del estrecho de Mesina; Caribdis es el remolino de dicho estrecho. Además,
en la mitología, Escila y Caribdis son dos monstruos de gran voracidad que vivían en el
mencionado estrecho (cf. LX y vid. nota 162).
226.- En latín, Fors, personificación del azar o la casualidad. Forma pareja con Fortuna.
227.- Tal vez a Teseo se le llame "huésped" en su calidad de príncipe o porque hubiera
ido, ocultando sus planes, como embajador de los jóvenes que iban a ser devorados por
el Minotauro.
228.- Se trata del Ida de Creta.
229.- Euménides es un sobrenombre de Erinias, sobrenombre que significa
'Bondadosas', con el que se las invocaba para no reclamar su cólera. (Los romanos las
identificaron con las Furias). Nacieron de las gotas de sangre caídas en la tierra tras la
castración que sufrió Urano a manos de su hijo Crono. Son análogas a las Parcas, y a
ellas obedece incluso el propio Zeus. Se las representa como genios alados con
serpientes entremezcladas en su cabellera; llevan en su mano antorchas o látigos. Su
misión esencial es la venganza del crimen y del perjurio.
230.- Erecteo es un rey mítico de Atenas. Egeo es el padre de Teseo. Atenea es la diosa
protectora de Atenas.
231.- Egeo sólo supo que Teseo era hijo suyo cuando ya era viejo.
232.- Monte de Beocia donde Atenea tenía un templo.
233.- Yaco es uno de los nombres de Dioniso. En el cortejo de este dios van los Sátiros,
genios de la naturaleza, a los que suele representarse con la parte inferior del cuerpo
como la de un macho cabrío y la superior como la de un hombre; llevan una larga cola,
muy poblada, semejante a la de un caballo, y tienen un miembro viril de gran tamaño,
siempre en erección; aparecen bailando en el campo, bebiendo con Dioniso,
persiguiendo a las Ménades y a las Ninfas. Generalmente, los Silenos se identifican con
los Sátiros en su vejez, pero aquí Catulo los pone como grupo aparte. En la mitología
hay un personaje llamado Sileno que pasa por haber sido educado por Dioniso; tenía
una gran sabiduría, pero no la revelaba a los humanos más que por la fuerza; era muy
feo, tenía la nariz chata y la mirada de toro y una gran barriga; acostumbraba a estar
borracho; se le solía representar cabalgando sobre un asno.
El lugar originario del culto a Baco es Nisa, que, según distintos autores, está
situado en Tracia, en Arabia, en Etiopía o en la India. En el cortejo de Dioniso están
también las Bacantes; se las representa desnudas o vestidas con ligeros velos; llevan
coronas de hiedra y en la mano un tirso, a veces un cántaro; tocan la doble flauta o un
tamboril y se entregan a una violenta danza; representan los espíritus orgiásticos de la
naturaleza.
234.- Vid. nota 133.
235.- Vid. nota 199.
236.- Quirón es el más célebre, juicioso y sabio de los Centauros. Vivía en una caverna
del monte Pelión. Era buen amigo de los hombres, prudente y benévolo. Educó a
Aquiles, a Jasón, a Asclepio y a otros. Su enseñanza comprendía la música, el arte de la
guerra, el de la caza, la moral y la medicina.
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253.- Según los comentaristas, esto se basa en la creencia popular de que, tras la pérdida
de la virginidad, el cuello de las mujeres ensancha.
254.- Líber, antiguo dios itálico, aparece identificado con Baco, y las Tíades con las
Ménades.
Según una tradición de Delfos, Tía es una ninfa de allí que fue amada por Apolo
quien le dio un hijo, Delfo, epónimo de la ciudad. Tía fue la primera en celebrar el culto
de Dioniso en las laderas del Parnaso; en memoria de este hecho, se cuenta que las
Ménades llevan el nombre de Tíades.
255.- Mavorte, antiguo nombre de Marte, es el dios de la guerra y se le identifica con el
Ares helénico. Pero el Marte itálico es muy antiguo y es, además de dios de la guerra,
dios de la vegetación. Los romanos lo tienen por fundador de su pueblo, pues es padre
de Rómulo y Remo.
256.- Se trata de Atenea, quien -según algunas versiones- había nacido a orillas del lago
Tritón, en Libia. Atenea/Minerva es diosa de la guerra.
257.- El epíteto "Ramnusia" procede de Ramnunte, pequeña ciudad del Ática donde
Némesis tenía un santuario famoso. Para esta diosa, vid. nota 141.
258.- Este poema es una carta que Catulo envía a Órtalo como introducción del LXVI,
versión de la Cabellera de Berenice de Calímaco (vid. nota 265).
259.- Se trata de las Musas (nombre que el poeta utiliza un poco más adelante). Según
unas tradiciones, las Musas son hijas de Zeus y de la titánide Mnemósine; según otras,
son hijas de Zeus y de Harmonía o de Urano y Gea. Hay dos grupos principales: las de
Tracia, vecinas del Olimpo, que son las Piérides; y las de Beocia, ocupantes de las
laderas del Helicón. Generalmente, se considera que son nueve; son las cantoras divinas
y, además, presiden el Pensamiento en todas sus formas. Los poetas las invocan al
comienzo de su obra para que la protejan (vid. I y nota 3).
260.- Se trata de Q. Hortensio Órtalo, famoso orador rival de Cicerón, que escribió un
poema sobre la guerra contra los marsos.
261.- El Leteo es el río del Infierno de cuyas aguas bebían los muertos para olvidar su
vida terrestre.
262.- El Reteo es un promontorio de Tróade sobre el Helesponto.
263.- El hermano de Catulo murió en Troya. Su pérdida afectó bastante al poeta, que
vuelve a tratar de él en el LXVIII y le dirige el CI.
264.- Dáulide es una ciudad de la Fócide donde reinó Tereo; "la de Dáulide" es Procne
e Ítilo es su hijo.
Según la leyenda, Filomela y Procne son hermanas. Su padre, Pandión, rey de
Atenas, obtuvo la victoria frente al tebano Lábdaco gracias a Tereo; en recompensa, le
dio en matrimonio a su hija Procne; de este matrimonio nació un hijo: Ítilo. Pero Tereo
se enamoró de Filomela, la violó y, para que no pudiera contar nada, le cortó la lengua;
pero ella se las arregló para poner al corriente a su hermana Procne. Esta última, para
castigar a Tereo, mató a su propio hijo, cocinó su carne y se la sirvió a su esposo. Tereo,
cuando al fin se enteró de todo lo sucedido, persiguió a las dos hermanas y las alcanzó
en Dáulide. Ellas rogaron a los dioses que las salvaran: los dioses transformaron a
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templo en el promontorio del Cefirio, cerca de la ciudad de Canopo (N. de Egipto); por
eso se la llama la Cefirítide.
276.- La corona de oro que Dioniso regaló a Ariadna cuando la hizo su esposa (vid. nota
212) fue convertida en constelación.
277.- Descripción de la situación en el cielo de la Cabellera de Berenice: entre dos
constelaciones zodiacales, Virgo y Leo; Calisto (más conocida como Osa Mayor) y el
Boyero o Bootes.
Calisto, hija de un héroe arcadio llamado Licaón, fue transformada en osa por
Hera, celosa de sus amoríos con Zeus; luego Zeus la transformó en constelación.
278.- La morada de los dioses está en lo más alto del centro del universo.
279.- En el seno de Tetís, la esposa de Océano, se sumergen los astros durante el día.
Para estos nombres, vid. nota 209.
280.- Vid. nota 257.
281.- Esta parte presenta muchas dificultades textuales. Parece que lo que quiere decir es
que Berenice, antes de casarse, no era muy aficionada a los perfumes finos y caros.
282.- En frascos de ónice solían guardarse los perfumes y ungüentos.
283.- Ante la dificultad del texto, he optado por la variante de Bardon.
284.- Orión y Acuario son dos constelaciones muy distantes entre sí.
285.- La composición es un diálogo en tono difamatorio entre Catulo y la puerta de una
casa cuyo dueño acaba de casarse.
286.- Balbo es el padre de Cecilio (que aparece más adelante), personajes ambos
desconocidos, aunque algunos comentaristas creen que Cecilio puede ser el mismo del
XXXV.
287.- En el v. 12 he utilizado la variante de Bardon: uerum istis populis ianua quidque facit.
288.- Brixia es la actual Brescia, ciudad de la Galia Citerior y -según Catulo- fundadora
de Verona (vid. nota 104). El calificativo "cicnea" (conjetura en un pasaje de difícil
interpretación) puede aludir a Cicno, hijo de un rey de los lígures (pueblo que ocupó la
región de Brixia), que estaba enamorado de Faetonte, cuya muerte lloró, y que fue
transformado en cisne. El río Mela no atraviesa precisamente la ciudad, pero corre muy
próximo.
Postumio y Cornelio son personajes desconocidos.
289.- La discusión que a la crítica plantea este poema es doble: su unidad y el
destinatario. El problema del destinatario estriba en el hecho de que en unos versos
aparece con el vocativo Malli y en otros con Alli; pero bastantes filólogos han corregido
Malli por mi Alli, lo cual significaría un único e idéntico destinatario. Si se admite esta
solución, la unidad del poema no presenta realmente problemas, porque se puede
entender esta composición como una elegía en honor de un amigo encerrada entre un
comienzo y un final de tipo epistolar.
290.- Por todas partes puede encontrarse que entre los antiguos el deber de hospitalidad
es cosa sagrada. Se conoce que Alio y Catulo han sido huéspedes en el pasado.
291.- La toga viril, totalmente blanca, frente a la toga de la infancia, que llevaba orla de
púrpura, la tomaban los romanos a los diecisiete años aproximadamente.
292.- Se trata de Venus.
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293.- La muerte de su hermano (vid. nota 263, cf. CI) es una de las cosas que impide
escribir a Catulo.
294.- Catulo está contestando a una carta anterior de Alio, escrita desde Roma (por ello,
hic: "aquí", del v. 28, lo interpreto como en Roma). Le pide excusas por no mandarle
consuelo con sus poemas, porque el poeta está en Verona (vid. nota 104) y ha dejado en
Roma la mayor parte de su material.
295.- Desde "para que viva" hasta "después de la muerte" es la traducción del v. 47,
conjeturado por Goold.
296.- Vid. nota 109.
297.- Trinacria es Sicilia; por tanto, "la roca Trinacria" es el Etna. El golfo Maliaco está
al S. de Tesalia; aquí se hace alusión a una fuente termal de las Termópilas, entre dicho
golfo y el monte Eta (vid. nota 187).
298.- Vid. nota 12.
299.- Es una manera de nombrar a Lesbia.
300.- Laodamía se casó con Protesilao (héroe de la ciudad tesalia de Fílacas) antes de
que él partiera hacia Troya. Parece ser que en la ceremonia nupcial no se habían
realizado los sacrificios exigidos por el ritual y, como castigo por este sacrilegio,
Protesilao murió en Troya a manos de Héctor. Laodamía sufrió enormemente por la
pérdida de su esposo, hasta el punto de que -según una leyenda-, habiendo vuelto
Protesilao del Hades por unas horas, ella, como no podía resistir perderlo de nuevo, se
suicidó para poder seguirlo; otra leyenda narra que Laodamía había mandado fabricar
una estatua de cera, reproducción de Protesilao, a la que besaba y abrazaba a ocultas,
pero el padre de ella, habiendo descubierto su secreto, arrojó la estatua al fuego y
Laodamía, por seguirla, pereció abrasada.
301.- Vid. nota 257.
302.- Vid. nota 243.
303.- Catulo repite exactamente las palabras que ha escrito un poco antes (cf. vv. 22-24)
304.- "El falso hijo de Anfitrión" es Hércules (Heracles); el poeta dice "falso" porque en
realidad era hijo de Alcmena, esposa de Anfitrión, y de Júpiter, que había suplantado al
marido. Una de las hazañas atribuidas a Hércules fue la de desecar el pantano próximo a
Féneo, ciudad de la Arcadia, cercana al monte Cilene; dicha hazaña la llevó a cabo
mientras realizaba el quinto trabajo impuesto por Euristeo (mencionado aquí como "un
amo inferior"): matar las aves de Estinfalo, en Arcadia, bien porque dichas aves estaban
arrasando la región, o bien porque se alimentaban de carne humana. Tras la realización
de los doce trabajos, Hércules, en recompensa, fue recibido en el Olimpo donde se le
entregó como esposa a Hebe, diosa de la juventud.
305.- Se refiere a Lesbia quien, como si se tratase de la mismísima Venus, va
acompañada por Cupido. Anteriormente, en este mismo poema, Catulo ha hablado de
Lesbia como "mi blanca diosa" (vid. nota 299).
306.- Catulo disculpa las traiciones de Lesbia que él tiene que soportar haciendo un
paralelismo con las que Juno tuvo que soportar por los amoríos de Júpiter.
307.- Detrás de estas palabras la edición utilizada incluye una laguna de dos versos y
pone el verso 142 entre cruces. Dicho verso no está incluido en la traducción; sin
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embargo, generalmente se cree que es un inciso que Catulo se dirige a sí mismo y cuya
traducción podría ser: quítate la ingrata tarea propia de un padre tembloroso.
308.- Los días felices se señalaban con una marca blanca (cf. CVII).
309.- Temis, como hija de Urano y Gea, pertenece a la raza de los Titanes. Figura entre
las esposas divinas de Zeus, con quien engendró a las Horas, a las Parcas, a la virgen
Astrea y a las ninfas del Erídano. Es la personificación de la Justicia. Es consejera de
Zeus y tiene el honor de vivir entre los Olímpicos por haber inventado los oráculos, los
ritos y las leyes.
310.- Para la traducción "y el... su tierra" he utilizado la conjetura de Ellis y de Bardon: et
qui principio nobis terram dedit hospes. Este verso y el siguiente (157-158), en cualquier caso,
son de difícil interpretación. Se puede pensar que se trata de una tercera persona o del
propio Alio, quien, como se ha dicho anteriormente (vid. nota 289), ha ofrecido
hospitalidad a Catulo. Se puede pensar también -como señalan algunos comentaristas-
en una imagen del náufrago que por fin llega a tierra.
311.- Se le identifica, aunque sin ser seguro, con M. Celio Rufo (vid. nota 156).
312.- Se refiere a Lesbia (vid. nota 13).
313.- Puede entenderse que en el poema se hace alusión a tres personajes: Rufo, a quien
aquí Catulo caracteriza de la misma manera que en el LXIX; el propio Catulo, a quien se
refiere el "tuyo" y que es rival del anterior en amores; y Lesbia, es decir, "ella", que es
contra quien de hecho va dirigido el ataque del poema por soportar al insoportable
Rufo.
314.- El tema de este poema, el de la amistad traicionada, aparece también en el XXX,
dirigido a Alfeno, y en el LXXVII, dirigido a Rufo.
315.- Según los comentaristas, las referencias que nos da Catulo de este personaje
apuntan con mayor verosimilitud a Lucio Gelio Publícola, del círculo de Clodio (vid.
nota 320), cuya madre se llamaba Pala, su hermana Valeria y cuyo tío era quizá el Gelio
atacado por Cicerón en el Pro Sestio.
316.- Harpócrates es el Horus niño, representado como un muchacho con el dedo
índice junto a los labios, a quien los griegos consideraban como el dios del silencio y la
discreción (cf. Varrón, De lingua Latina V 57).
317.- Vid. nota 311.
318.- Personaje desconocido.
319.- Este poema aparece en los códices unido al anterior, pero es de todo punto
imposible que formen una unidad. Los filólogos lo han colocado detrás del LXXVII o
del LXXIX, o dentro del LXXXVIII, etc. Pero lo más probable es que sea un poema
independiente al que le falta el comienzo; Goold lo completa con dos versos: Lesbi, non
quererer te foedis moribus esse, // si turpes tantum pollueres socios, (Lesbio, no me quejaría de tus
horribles costumbres, si mancharas únicamente a tus viles amigos,).
320.- Lesbio, sobrenombre que Catulo da al hermano de Lesbia, tiene el cognomen de
Pulcer, palabra que en latín significa 'guapo'; el juego de palabras y la alusión son
clarísimos. Publio Clodio Pulcro fue tribuno y enemigo de Cicerón, mantuvo relaciones
incestuosas con su hermana, relaciones de las que lo acusa Cicerón en el Pro Caelio y en
el Pro domo.
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341.- El dicho parece querer indicar que a cada cual le corresponde lo suyo, lo que le es
propio.
342.- Epilio de C. Helvio Cina (vid. nota 31) que trata de los amores de Esmirna o Mirra
con su padre, llamado Cíniras o Tías; de estos amores nació Adonis, después que
Esmirna fuera convertida, por su ruego a los dioses, en el árbol de la mirra.
343.- Puede que sea Hortensio Órtalo, a quien Catulo dedica el poema de la Cabellera de
Berenice (vid. nota 260).
344.- Río de Chipre en el que, según la leyenda, murió y resucitó Adonis.
345.- Al parecer, Volusio (vid. nota 107) era de Padua.
346.- Antímaco de Colofón (s. V a.C.) escribió un largo poema épico, la Tebaida, que no
era precisamente del gusto de Calímaco (vid. nota 265) y sus seguidores posteriores, los
poetae noui.
347.- Calvo (vid. nota 47) escribió unas elegías, hoy perdidas, a la muerte de su mujer
Quintilia.
348.- Personaje desconocido.
348 bis.- En el v. 5 elijo la variante est. os dentis.
349.- En el molino trabajaban los esclavos, especialmente los que tenían que cumplir
algún castigo.
350.- Personaje desconocido.
351.- Vid. nota 73.
352.- La ambrosía es el alimento de los dioses.
353.- Era una planta empleada en la Antigüedad contra diversas enfermedades, sobre
todo contra la locura.
354.- Si se trata del mismo Celio del LVIII, rival de Catulo en el amor de Lesbia (vid.
nota 156), el final del poema hay que interpretarlo como un sarcasmo por parte del
poeta.
355.- Quizá sea el mismo del LXXXII.
356.- No se sabe quién es esta Aufilena, que también aparece en CX y CXI, ni tampoco
su hermano.
357.- La traducción "ha dado pruebas, por tus actos," corresponde a la variante textual
per facta exhibita est.
358.- Epigrama funerario. Catulo visita la tumba de su hermano, que murió en Troya,
para cumplir con los ritos. El tema de la muerte de su hermano aparece también en
LXV 5-14 (vid. nota 263) y en LXVIII 19-26 y 89-100 (vid. notas 293 y 303
respectivamente).
359.- Quizá se trate de Cornelio Nepote (vid. nota 2).
360.- Vid. nota 316.
361.- De este personaje sólo se sabe que es un alcahuete o que, en esta ocasión, actúa
como tal. La suma que Catulo le ha proporcionado es elevadísima; debía de ser el precio
por el que se vendían, en la época del poeta, las prostitutas muy caras (cf. XLI y vid. nota
120).
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7.- BIBLIOGRAFÍA
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- AA. VV. Historia de la vida privada I (Del Imperio romano al año mil). Madrid: Taurus, 1987.
- J. ADAMS. The Latin Sexual Vocabulary. Baltimore: The Johns Hopkins University
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titulada Puntos de partida). Barcelona: Muchnik Editores, 1993.
- E. CANTARELLA. Según Natura. La bisexualidad en el mundo antiguo. Madrid: Akal
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- J. CHEVALIER, A. GHEERBRANT. Dictionnaire des symboles. Paris: Éditions Robert
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1970.
- A. ERNOUT, A. MEILLET. Dictionnaire Étymologique de la Langue Latine. Paris:
Éditions Klincksieck, 1932.
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- M. FERNÁNDEZ GALIANO. La transcripción castellana de los nombres propios griegos.
Madrid: Sociedad Española de Estudios Clásicos, 1969 (2ª edición).
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- J. GUILLÉN. Vrbs Roma (I.- La vida privada. II.- La vida pública. III.- Religión y ejército).
Salamanca: Ediciones Sígueme, 1977.
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1984 (6ª edición).
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I
Cui dono lepidum nouum libellum
arida modo pumice expolitum?
Corneli, tibi: namque tu solebas
meas esse aliquid putare nugas,
iam tum, cum ausus es unus Italorum 5
omne aeuum tribus explicare cartis,
doctis, Iuppiter, et laboriosis.
quare habe tibi, quicquid hoc libelli,
qualecumque; quod, o patrona uirgo,
plus uno maneat perenne saeclo. 10
II
Passer, deliciae meae puellae,
quicum ludere, quem in sinu tenere,
cui primum digitum dare adpetenti
et acris solet incitare morsus,
cum desiderio meo nitenti 5
carum nescio quid libet iocari
et solaciolum sui doloris,
credo, tum grauis acquiescet ardor.
tecum ludere sicut ipsa possem
et tristis animi leuare curas! 10
IIa
(............................)
Tam gratum est mihi, quam ferunt puellae
pernici aureolum fuisse malum,
quod zonam soluit diu negatam.
III
Lugete, o Veneres Cupidinesque
et quantum est hominum uenustiorum!
passer mortuus est meae puellae,
passer, deliciae meae puellae,
quem plus illa oculis suis amabat: 5
nam mellitus erat suamque norat
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IV
Phaselus ille, quem uidetis, hospites,
ait fuisse nauium celerrimus,
neque ullius natantis impetum trabis
nequisse praeterire, siue palmulis
opus foret uolare siue linteo. 5
et hoc negat minacis Adriatici
negare litus insulasue Cycladas
Rhodumque nobilem horridamque Traciam
Propontida trucemue Ponticum sinum,
ubi iste post phaselus antea fuit 10
comata silua: nam Cytorio in iugo
loquente saepe sibilum edidit coma.
Amastri Pontica et Cytore buxifer,
tibi haec fuisse et esse cognitissima
ait phaselus; ultima ex origine 15
tuo stetisse dicit in cacumine,
tuo imbuisse palmulas in aequore
et inde tot per impotentia freta
erum tulisse, laeua siue dextera
uocaret aura, siue utrumque Iuppiter 20
simul secundus incidisset in pedem;
neque ulla uota litoralibus deis
sibi esse facta, cum ueniret a marei
nouissime hunc ad usque limpidum lacum.
sed haec prius fuere: nunc recondita 25
senet quiete seque dedicat tibi,
gemelle Castor et gemelle Castoris.
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V
Viuamus, mea Lesbia, atque amemus
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis!
soles occidere et redire possunt:
nobis cum semel occidit breuis lux, 5
nox est perpetua una dormienda.
da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
dein, cum milia multa fecerimus, 10
conturbabimus illa, ne sciamus
aut ne quis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
VI
Flaui, delicias tuas Catullo,
nei sint inlepidae atque inelegantes,
uelles dicere nec tacere posses.
uerum nescioquid febriculosi
scorti diligis: hoc pudet fateri. 5
nam te non uiduas iacere noctes
nequiquam tacitum cubile clamat
sertis ac Syrio fragrans oliuo,
puluinusque peraeque et hic et ille
attritus, tremulique quassa lecti 10
argutatio inambulatioque.
nam nil ista pudet, nihil, tacere.
cur? non tam latera ecfututa pandas,
nec tu quid facias ineptiarum.
quare, quidquid habes boni malique, 15
dic nobis: uolo te ac tuos amores
ad caelum lepido uocare uersu.
VII
Quaeris, quot mihi basiationes
tuae, Lesbia, sint satis superque.
quam magnus numerus Libyssae arenae
lasarpiciferis iacet Cyrenis,
oraclum Iouis inter aestuosi 5
et Batti ueteris sacrum sepulcrum,
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
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VIII
Miser Catulle, desinas ineptire,
et quod uides perisse, perditum ducas.
fulsere quondam candidi tibi soles.
cum uentitabas, quo puella ducebat
amata nobis, quantum amabitur nulla! 5
ibi illa multa tum iocosa fiebant,
quae tu uolebas nec puella nolebat.
fulsere uere candidi tibi soles.
nunc iam illa non uult: tu quoque, inpotens, noli
nec, quae fugit, sectare nec miser uiue, 10
sed obstinata mente perfer, obdura.
uale, puella. iam Catullus obdurat
nec te requiret nec rogabit inuitam.
at tu dolebis, cum rogaberis nulla.
scelesta, uae te! quae tibi manet uita? 15
quis nunc te adibit? cui uideberis bella?
quem nunc amabis? cuius esse diceris?
quem basiabis? cui labella mordebis?
at tu, Catulle, destinatus obdura.
IX
Verani, omnibus e meis amicis
antistans mihi milibus trecentis,
uenistine domum ad tuos penates
fratresque unanimos anumque matrem?
uenisti. o mihi nuntii beati! 5
uisam te incolumem audiamque Hiberum
narrantem loca, facta, nationes,
ut mos est tuus, applicansque collum
iocundum os oculosque suauiabor.
o quantum est hominum beatiorum, 10
quid me laetius est beatiusue?
X
Varus me meus ad suos amores
uisum duxerat e foro otiosum,
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XI
Furi et Aureli, comites Catulli,
siue in extremos penetrabit Indos,
litus ut longe resonante Eoa
tunditur unda,
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XII
Marrucine Asini, manu sinistra
non belle uteris in ioco atque uino:
tollis lintea neglegentiorum.
hoc salsum esse putas? fugit te, inepte!
quamuis sordida res et inuenusta est. 5
non credis mihi? crede Pollioni
fratri, qui tua furta uel talento
mutari uelit: est enim leporum
disertus puer ac facetiarum.
quare aut hendecasyllabos trecentos 10
expecta aut mihi linteum remitte,
quod me non mouet aestimatione,
uerum est mnenosynum mei sodalis.
nam sudaria Saetaba ex Hibereis
miserunt mihi muneri Fabullus 15
et Veranius: haec amem necesse est
ut Veraniolum meum et Fabullum.
XIII
Cenabis bene, mi Fabulle, apud me
paucis, si tibi di fauent, diebus,
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XIV
Ni te plus oculis meis amarem,
iocundissime Calue, munere isto
odissem te odio Vatiniano:
nam quid feci ego quidue sum locutus,
cur me tot male perderes poetis? 5
isti di mala multa dent clienti,
qui tantum tibi misit impiorum.
quodsi, ut suspicor, hoc nouum ac repertum
munus dat tibi Sulla litterator,
non est mi male, sed bene ac beate, 10
quod non dispereunt tui labores.
di magni, horribilem et sacrum libellum!
quem tu scilicet ad tuum Catullum
misti, continuo ut die periret,
Saturnalibus, optimo dierum! 15
non non hoc tibi, salse, sic abibit:
nam, si luxerit, ad librariorum
curram scrinia, Caesios, Aquinos,
Suffenum, omnia colligam uenena
ac te his suppliciis remunerabor. 20
uos hinc interea ualete, abite
illuc, unde malum pedem attulistis,
saecli incommoda, pessimi poetae!
XIVa
Si qui forte mearum ineptiarum
lectores eritis manusque uestras
non horrebitis admouere nobis
(.............................)
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XV
Commendo tibi me ac meos amores,
Aureli: ueniam peto pudentem,
ut, si quicquam animo tuo cupisti,
quod castum expeteres et integellum,
conserues puerum mihi pudice, 5
non dico a populo (nihil ueremur
istos, qui in platea modo huc modo illuc
in re praetereunt sua occupati),
uerum a te metuo tuoque pene
infesto pueris bonis malisque. 10
quem tu qua lubet, ut lubet, moueto,
quantum uis, ubi erit foris paratum:
hunc unum excipio, ut puto, pudenter.
quodsi te mala mens furorque uecors
in tantam impulerit, sceleste, culpam, 15
ut nostrum insidiis caput lacessas:
a, tum te miserum malique fati,
quem attractis pedibus patente porta
percurrent raphanique mugilesque!
XVI
Pedicabo ego uos et irrumabo,
Aureli pathice et cinaede Furi,
qui me ex uersiculis meis putastis,
quod sunt molliculi, parum pudicum.
nam castum esse decet pium poetam 5
ipsum, uersiculos nihil necesse est;
qui tunc denique habent salem ac leporem,
si sunt molliculi ac parum pudici
et quod pruriat incitare possunt,
non dico pueris, sed his pilosis, 10
qui duros nequeunt mouere lumbos.
uos, quod milia multa basiorum
legistis, male me marem putatis?
pedicabo ego uos et irrumabo.
XVII
O colonia, quae cupis ponte ludere longo
et salire paratum habes, sed uereris inepta
crura ponticuli axulis stantis in rediuiuis,
ne supinus eat cauaque in palude recumbat;
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XVIII-XX
(Vide adnot. crit.)
XXI
Aureli, pater esuritionum,
non harum modo, sed quot aut fuerunt
aut sunt aut aliis erunt in annis,
pedicare cupis meos amores.
nec clam: nam simul es, iocaris una, 5
haerens ad latus omnia experiris.
frustra: nam insidias mihi instruentem
tangam te prior irrumatione.
atque id si faceres satur, tacerem:
nunc ipsum id doleo, quod esurire 10
+me me+ puer et sitire discet.
quare desine, dum licet pudico,
ne finem facias, sed irrumatus.
XXII
Suffenus iste, Vare, quem probe nosti,
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XXIII
Furi, cui neque seruus est neque arca
nec cimex neque araneus neque ignis,
uerum est et pater et nouerca, quorum
dentes uel silicem comesse possunt:
est pulcre tibi cum tuo parente 5
et cum coniuge lignea parentis.
nec mirum: bene nam ualetis omnes,
pulcre concoquitis, nihil timetis,
non incendia, non graues ruinas,
non facta impia, non dolos ueneni, 10
non casus alios periculorum.
atqui corpora sicciora cornu
aut si quid magis aridum est habetis
sole et frigore et esuritione.
quare non tibi sit bene ac beate? 15
a te sudor abest, abest saliua,
muccusue et mala pituita nasi.
hanc ad munditiem adde mundiorem,
quod culus tibi purior salillo est,
nec toto decies cacas in anno, 20
atque id durius est faba et lapillis;
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XXIV
O qui flosculus es Iuuentiorum,
non horum modo, sed quot aut fuerunt
aut posthac aliis erunt in annis,
mallem diuitias Midae dedisses
isti, cui neque seruus est neque arca, 5
quam sic te sineres ab illo amari.
'quid? non est homo bellus?' inquies. est:
sed bello huic neque seruus est neque arca.
hoc tu quamlubet abice eleuaque:
nec seruum tamen ille habet neque arcam. 10
XXV
Cinaede Thalle, mollior cuniculi capillo
uel anseris medullula uel imula oricilla
uel pene languido senis situque araneoso,
idemque Thalle turbida rapacior procella,
cum +diua mulierarios ostendit oscitantes+ 5
remitte pallium mihi meum, quod inuolasti,
sudariumque Saetabum catagraphosque Thynos,
inepte, quae palam soles habere tamquam auita.
quae nunc tuis ab unguibus reglutina et remitte,
ne laneum latusculum manusque mollicellas 10
inusta turpiter tibi flagella conscribillent,
et insolenter aestues uelut minuta magno
deprensa nauis in mari uesaniente uento.
XXVI
Furi, uillula uostra non ad Austri
flatus opposita est neque ad Fauoni
nec saeui Boreae aut Apheliotae,
uerum ad milia quindecim et ducentos.
o uentum horribilem atque pestilentem! 5
XXVII
Minister uetuli puer Falerni,
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XXVIII
Pisonis comites, cohors inanis
aptis sarcinulis et expeditis,
Verani optime tuque mi Fabulle,
quid rerum geritis? satisne cum isto
uappa frigoraque et famem tulistis? 5
ecquidnam in tabulis patet lucelli
expensum, ut mihi, qui meum secutus
praetorem refero datum lucello?
o Memmi, bene me ac diu supinum
tota ista trabe lentus irrumasti! 10
sed, quantum uideo, pari fuistis
casu: nam nihilo minore uerpa
farti estis. pete nobiles amicos!
at uobis mala multa di deaeque
dent, opprobria Romulei Remique! 15
XXIX
Quis hoc potest uidere, quis potest pati,
nisi impudicus et uorax et aleo,
Mamurram habere quod Comata Gallia
habebat ante et ultima Britannia?
cinaede Romule, haec uidebis et feres? 5
et ille nunc superbus et superfluens
perambulabit omnium cubilia
ut albulus columbus aut Adoneus?
cinaede Romule, haec uidebis et feres?
es impudicus et uorax et aleo. 10
eone nomine, imperator unice,
fuisti in ultima occidentis insula,
ut ista uostra diffututa mentula
ducenties comesset aut trecenties?
quid est alid sinistra liberalitas? 15
parum expatrauit an parum elluatus est?
paterna prima lancinata sunt bona;
secunda praeda Pontica; inde tertia
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XXX
Alfene immemor atque unanimis false sodalibus,
iam te nil miseret, dure, tui dulcis amiculi?
iam me prodere, iam non dubitas fallere, perfide?
nec facta impia fallacum hominum caelicolis placent;
quae tu neglegis ac me miserum deseris in malis. 5
eheu, quid faciant, dic, homines cuiue habeant fidem?
certe tute iubebas animam tradere, inique, me
inducens in amorem, quasi tuta omnia mi forent.
idem nunc retrahis te ac tua dicta omnia factaque
uentos irrita ferre ac nebulas aerias sinis. 10
si tu oblitus es, at di meminerunt, meminit Fides,
quae te ut paeniteat postmodo facti faciet tui.
XXXI
Paene insularum, Sirmio, insularumque
ocelle, quascumque in liquentibus stagnis
marique uasto fert uterque Neptunus,
quam te libenter quamque laetus inuiso,
uix mi ipse credens Thyniam atque Bithynos 5
liquisse campos et uidere te in tuto!
o quid solutis est beatius curis,
cum mens onus reponit ac peregrino
labore fessi uenimus larem ad nostrum
desideratoque acquiescimus lecto? 10
hoc est, quod unum est pro laboribus tantis.
salue, o uenusta Sirmio, atque ero gaude
gaudete uosque, Lydiae lacus undae,
ridete, quicquid est domi cachinnorum!
XXXII
Amabo, mea dulcis Ipsitilla.
meae deliciae, mei lepores,
iube ad te ueniam meridiatum.
et si iusseris, illud adiuuato,
ne quis liminis obseret tabellam, 5
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XXXIII
O furum optime balneariorum,
Vibenni pater, et cinaede fili
(nam dextra pater inquinatiore,
culo filius est uoraciore):
cur non exilium malasque in oras 5
itis, quandoquidem patris rapinae
notae sunt populo, et natis pilosas,
fili, non potes asse uenditare?
XXXIV
Dianae sumus in fide
puellae et pueri integri:
<Dianam pueri integri>
puellaeque canamus.
o Latonia, maximi 5
magna progenies Iouis,
quam mater prope Deliam
deposiuit oliuam,
tu Lucina dolentibus
Iuno dicta puerperis,
tu potens Triuia et notho es 15
dicta lumine Luna.
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XXXV
Poetae tenero, meo sodali
uelim Caecilio, papyre, dicas,
Veronam ueniat, Noui relinquens
Comi moenia Lariumque litus:
nam quasdam uolo cogitationes 5
amici accipiat sui meique.
quare, si sapiet, uiam uorabit,
quamuis candida milies puella
euntem reuocet manusque collo
ambas iniciens roget morari, 10
quae nunc, si mihi uera nuntiantur,
illum deperit impotente amore.
nam quo tempore legit incohatam
Dindymi dominam, ex eo misellae
ignes interiorem edunt medullam. 15
ignosco tibi, Sapphica puella
musa doctior; est enim uenuste
Magna Caecilio incohata Mater.
XXXVI
Annales Volusi, cacata carta,
uotum soluite pro mea puella:
nam sanctae Veneri Cupidinique
uouit, si sibi restitutus essem
desissemque truces uibrare iambos, 5
electissima pessimi poetae
scripta tardipedi deo daturam
infelicibus ustilanda lignis,
et hoc pessima se puella uidit
iocose lepide uouere diuis. 10
nunc, o caeruleo creata ponto,
quae sanctum Idalium Vriosque apertos
quaeque Ancona Gnidumque arundinosam
colis quaeque Amathunta quaeque Golgos
quaeque Durrachium, Hadriae tabernam, 15
acceptum face redditumque uotum,
si non illepidum neque inuenustum est!
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XXXVII
Salax taberna uosque contubernales,
a pilleatis nona fratribus pila,
solis putatis esse mentulas uobis,
solis licere quicquid est puellarum
confutuere et putare ceteros hircos? 5
an, continenter quod sedetis insulsi
centum an ducenti, non putatis ausurum
me una ducentos irrumare sessores?
atqui putate: namque totius uobis
frontem tabernae sopionibus scribam! 10
puella nam mi, quae meo sinu fugit,
amata tantum quantum amabitur nulla,
pro qua mihi sunt magna bella pugnata,
consedit istic. hanc boni beatique
omnes amatis, et quidem, quod indignum est, 15
omnes pusilli et semitarii moechi;
tu praeter omnes une de capillatis,
cuniculosae Celtiberiae fili,
Egnati, opaca quem bonum facit barba
et dens Hibera defricatus urina. 20
XXXVIII
Male est, Cornifici, tuo Catullo,
male est, me hercule, et laboriose
et magis magis in dies et horas.
quem tu, quod minimum facillimumque est,
qua solatus es allocutione? 5
irascor tibi. sic meos amores?
paulum quidlubet allocutionis,
maestius lacrimis Simonideis.
XXXIX
Egnatius, quod candidos habet dentes,
renidet usque quaque. si ad rei uentum est
subsellium, cum orator excitat fletum,
renidet ille. si ad pii rogum fili
lugetur, orba cum flet unicum mater, 5
renidet ille. quicquid est, ubicumque est,
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XL
Quaenam te mala mens, miselle Rauide,
agit praecipitem in meos iambos?
quis deus tibi non bene aduocatus
uecordem parat excitare rixam?
an ut peruenias in ora uulgi? 5
quid uis? qua lubet esse notus optas?
eris, quandoquidem meos amores
cum longa uoluisti amare poena.
XLI
Ameana, puella defututa,
tota milia me decem poposcit,
ista turpiculo puella naso,
decoctoris amica Formiani.
propinqui, quibus est puella curae, 5
amicos medicosque conuocate:
non est sana puella nec rogare
qualis sit solet est imaginosa.
XLII
Adeste, hendecasyllabi, quot estis
omnes undique, quotquot estis omnes!
iocum me putat esse moecha turpis
et negat mihi nostra reddituram
pugillaria, si pati potestis. 5
persequamur eam et reflagitemus!
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XLIII
Salue, nec minimo puella naso
nec bello pede nec nigris ocellis
nec longis digitis nec ore sicco
nec sane nimis elegante lingua,
decoctoris amica Formiani. 5
ten prouincia narrat esse bellam?
tecum Lesbia nostra comparatur?
o saeclum insapiens et infacetum!
XLIV
O funde noster, seu Sabine seu Tiburs...
(nam te esse Tiburtem autumant, quibus non est
cordi Catullum laedere: at quibus cordi est,
quouis Sabinum pignore esse contendunt);
sed seu Sabine siue uerius Tiburs, 5
fui libenter in tua suburbana
uilla malamque pectore expuli tussim,
non inmerenti quam mihi meus uenter,
dum sumptuosas appeto, dedit, cenas.
nam, Sestianus dum uolo esse conuiua, 10
orationem in Antium petitorem
plenam ueneni et pestilentiae legi.
hic me grauedo frigida et frequens tussis
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XLV
Acmen Septimius suos amores
tenens in gremio: 'mea' inquit 'Acme,
ni te perdite amo atque amare porro
omnes sum assidue paratus annos,
quantum qui pote plurimum perire, 5
solus in Libya Indiaque tosta
caesio ueniam obuius leoni.'
hoc ut dixit, Amor, sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
XLVI
Iam uer egelidos refert tepores,
iam caeli furor aequinoctialis
iocundis Zephyri silescit aureis.
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XLVII
Porci et Socration, duae sinistrae
Pisonis, scabies famesque mundi,
uos Veraniolo meo et Fabullo
uerpus praeposuit Priapus ille?
uos conuiuia lauta sumptuose 5
de die facitis? mei sodales
quaerunt in triuio uocationes?
XLVIII
Mellitos oculos tuos, Iuuenti,
si quis me sinat usque basiare,
usque ad milia basiem trecenta,
nec numquam uidear satur futurus,
non si densior aridis aristis 5
sit nostrae seges osculationis.
XLIX
Disertissime Romuli nepotum,
quot sunt quotque fuere, Marce Tulli,
quotque post aliis erunt in annis:
gratias tibi maximas Catullus
agit, pessimus omnium poeta, 5
tanto pessimus omnium poeta,
quanto tu optimus omnium patronus.
L
Hesterno, Licini, die otiosi
multum lusimus in meis tabellis,
ut conuenerat esse delicatos.
scribens uersiculos uterque nostrum
ludebat numero modo hoc, modo illoc, 5
reddens mutua per iocum atque uinum.
atque illinc abii tuo lepore
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LI
Ille mi par esse deo uidetur,
ille, si fas est, superare diuos,
qui sedens aduersus identidem te
spectat et audit
LII
Quid est, Catulle? quid moraris emori?
sella in curuli struma Nonius sedet,
per consulatum peierat Vatinius:
quid est, Catulle? quid moraris emori?
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LIII
Risi nescioquem modo e corona,
qui, cum mirifice Vatiniana
meus crimina Caluos explicasset,
admirans ait haec manusque tollens:
'di magni, salaputium disertum!' 5
LIV
Otonis caput oppido est pusillum,
Heri rustica semilauta crura,
subtile et leue peditum Libonis,
+si non omnia displicere uellem
tibi et Sufficio, seni recocto. 5
irascere iterum meis iambis
inmerentibus, unice imperator.
LV
Oramus, si forte non molestum est,
demonstres, ubi sint tuae tenebrae!
te in campo quaesiuimus minore,
te in circo, te in omnibus libellis,
te in templo summi Iouis sacrato. 5
in Magni simul ambulatione
femellas omnes, amice, prendi,
quas uultu uidi tamen sereno,
+auelte+ sic ipse flagitabam:
'Camerium mihi, pessimae puellae!' 10
quaedam inquit, nudum reduc<ta pectus>:
'en hic in roseis latet papillis.'
sed te iam ferre Herculei labos est.
tanto te in fastu negas, amice?
dic nobis, ubi sis futurus, ede 15
audacter, committe, crede luci.
num te lacteolae tenent puellae?
si linguam clauso tenes in ore,
fructus proicies amoris omnes:
uerbosa gaudet Venus loquella. 20
uel si uis, licet obseres palatum,
dum uestri sim particeps amoris.
LVI
O rem ridiculam, Cato, et iocosam
dignamque auribus et tuo cachinno.
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LVII
Pulcre conuenit improbis cinaedis,
Mamurrae pathicoque Caesarique.
nec mirum: maculae pares utrisque,
urbana altera et illa Formiana,
impressae resident nec eluentur: 5
morbosi pariter, gemelli utrique,
uno in lecticulo erudituli ambo,
non hic quam ille magis uorax adulter,
riuales socii et puellularum.
pulcre conuenit improbis cinaedis. 10
LVIII
Caeli, Lesbia nostra, Lesbia illa,
illa Lesbia, quam Catullus unam
plus quam se atque suos amauit omnes:
nunc in quadriuiis et angiportis
glubit magnanimi Remi nepotes. 5
LVIIIa
Non custos si fingar ille Cretum,
non si Pegaseo ferar uolatu,
non Ladas ego pinnipesue Perseus,
non Rhesi niueae citaeque bigae;
adde huc plumipedas uolatilesque, 5
uentorumque simul require cursum,
quos iunctos, Cameri, mihi dicares:
defessus tamen omnibus medullis
et multis langoribus peresus
essem te mihi, amice, quaeritando. 10
LIX
Bononiensis Rufa Rufulum fellat
uxor Meneni, saepe quam in sepulcretis
uidistis ipso rapere de rogo cenam,
cum deuolutum ex igne prosequens panem
ab semiraso tunderetur ustore. 5
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LX
Num te leaena montibus Libystinis
aut Scylla latrans infima inguinum parte
tam mente dura procreauit ac taetra,
ut supplicis uocem in nouissimo casu
contemptam haberes, a, nimis fero corde? 5
LXI
Collis o Heliconiei
cultor, Vraniae genus,
qui rapis teneram ad uirum
uirginem, o Hymenaee Hymen,
o Hymen Hymenaee, 5
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ut lubentius, audiens
se citarier ad suum
munus, huc aditum ferat
dux bonae Veneris, boni
coniugator amoris. 45
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LXII
Vesper adest: iuuenes, consurgite! Vesper Olympo
expectata diu uix tandem lumina tollit.
surgere iam tempus, iam pinguis linquere mensas:
iam ueniet uirgo, iam dicetur hymenaeus.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee! 5
cernitis, innuptae, iuuenes? consurgite contra!
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LXIII
Super alta uectus Attis celeri rate maria
Phrygium ut nemus citato cupide pede tetigit
adiitque opaca siluis redimita loca deae,
stimulatus ibi furenti rabie, uagus animis,
deuolsit ilei acuto sibi pondera silice. 5
itaque ut relicta sensit sibi membra sine uiro,
etiam recente terrae sola sanguine maculans
niueis citata cepit manibus leue typanum,
typanum tuom, Cybele, tua, Mater, initia,
quatiensque terga tauri teneris caua digitis 10
canere haec suis adorta est tremebunda comitibus:
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LXIV
Peliaco quondam prognatae uertice pinus
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LXV
Etsi me assiduo defectum cura dolore
seuocat a doctis, Ortale, uirginibus,
nec potis est dulcis Musarum expromere fetus
mens animi (tantis fluctuat ipsa malis:
namque mei nuper Lethaeo gurgite fratris 5
pallidulum manans alluit unda pedem,
Troia Rhoeteo quem subter litore tellus
ereptum nostris obterit ex oculis.
alloquar, audiero numquam tua facta loquentem,
numquam ego te, uita frater amabilior, 10
aspiciam posthac; at certe semper amabo,
semper maesta tua carmina morte canam,
qualia sub densis ramorum concinit umbris
Daulias absumpti fata gemens Itylei)...
sed tamen in tantis maeroribus, Ortale, mitto 15
haec expressa tibi carmina Battiadae,
ne tua dicta uagis nequiquam credita uentis
effluxisse meo forte putes animo.
ut missum sponsi furtiuo munere malum
procurrit casto uirginis e gremio, 20
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LXVI
Omnia qui magni dispexit lumina mundi,
qui stellarum ortus comperit atque obitus,
flammeus ut rapidi solis nitor obscuretur,
ut cedant certis sidera temporibus,
ut Triuiam furtim sub Latmia saxa relegans 5
dulcis amor gyro deuocet aerio,
idem me ille Conon caelesti numine uidit
e Bereniceo uertice caesariem
fulgentem clare, quam multis illa dearum
leuia protendens bracchia pollicita est, 10
qua rex tempestate nouo auctus hymenaeo
uastatum finis iuerat Assyrios,
dulcia nocturnae portans uestigia rixae,
quam de uirgineis gesserat exuuiis.
estne nouis nuptis odio uenus? anne parentum 15
frustrantur falsis gaudia lacrimulis,
ubertim thalami quas intra limina fundunt?
non, ita me diui, uera gemunt, iuerint!
id mea me multis docuit regina querelis
inuisente nouo proelia torua uiro. 20
an tu non orbum luxti deserta cubile,
sed fratris cari flebile discidium?
quam penitus maestas exedit cura medullas!
ut tibi tunc toto pectore sollicitae
sensibus ereptis mens excidit! at te ego certe 25
cognoram a parua uirgine magnanimam.
anne bonum oblita es facinus, quo regium adepta es
coniugium, quod non fortior ausit alis?
sed tum maesta uirum mittens quae uerba locuta es!
Iuppiter, ut tristi lumina saepe manu! 30
quis te mutauit tantus deus? an quod amantes
non longe a caro corpore abesse uolunt?
atque ibi me cunctis pro dulci coniuge diuis
non sine taurino sanguine pollicita es,
si reditum tetulisset: is haut in tempore longo 35
captam Asiam Aegypti finibus addiderat.
quis ego pro factis caelesti reddita coetu
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LXVII
O dulci iocunda uiro, iocunda parenti,
salue, teque bona Iuppiter auctet ope,
ianua, quam Balbo dicunt seruisse benigne
olim, cum sedes ipse senex tenuit,
quamque ferunt rursus nato seruisse maligne, 5
postquam es porrecto facta marita sene:
dic agedum nobis, quare mutata feraris
in dominum ueterem deseruisse fidem.
'non (ita Caecilio placeam, cui tradita nunc sum)
culpa mea est, quamquam dicitur esse mea, 10
nec peccatum a me quisquam pote dicere quicquam:
uerum +istius populi ianua qui te+ facit!
qui, quacumque aliquid reperitur non bene factum,
ad me omnes clamant: Ianua, culpa tua est.'
non istuc satis est uno te dicere uerbo, 15
sed facere, ut quiuis sentiat et uideat.
'qui possum? nemo quaerit nec scire laborat.'
nos uolumus; nobis dicere ne dubita.
'primum igitur, uirgo quod fertur tradita nobis,
falsum est. non illam uir prior attigerit, 20
languidior tenera cui pendens sicula beta
numquam se mediam sustulit ad tunicam;
sed pater illius gnati uiolasse cubile
dicitur et miseram conscelerasse domum,
siue quod impia mens caeco flagrabat amore, 25
seu quod iners sterili semine natus erat
et quaerendus (... + ...) unde foret neruosius illud,
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LXVIII
Quod mihi fortuna casuque oppressus acerbo
conscriptum hoc lacrimis mittis epistolium,
naufragum ut eiectum spumantibus aequoris undis
subleuem et a mortis limine restituam,
quem neque sancta Venus molli requiescere somno 5
desertum in lecto caelibe perpetitur,
nec ueterum dulci scriptorum carmine Musae
oblectant, cum mens anxia peruigilat,
id gratum est mihi, me quoniam tibi dicis amicum
muneraque et Musarum hinc petis et Veneris. 10
sed tibi ne mea sint ignota incommoda, mi Alli,
neu me odisse putes hospitis officium,
accipe, quis merser fortunae fluctibus ipse,
ne amplius a misero dona beata petas.
tempore quo primum uestis mihi tradita pura est, 15
iocundum cum aetas florida uer ageret,
multa satis lusi; non est dea nescia nostri,
quae dulcem curis miscet amaritiem:
sed totum hoc studium luctu fraterna mihi mors
abstulit. o misero frater adempte mihi, 20
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LXIX
Noli admirari, quare tibi femina nulla,
Rufe, uelit tenerum supposuisse femur,
non si illam rarae labefactes munere uestis
aut perluciduli deliciis lapidis.
laedit te quaedam mala fabula, qua tibi fertur 5
ualle sub alarum trux habitare caper.
hunc metuunt omnes; neque mirum: nam mala ualde est
bestia, nec quicum bella puella cubet.
quare aut crudelem nasorum interfice pestem,
aut admirari desine, cur fugiunt. 10
LXX
Nulli se dicit mulier mea nubere malle
quam mihi, non si se Iuppiter ipse petat.
dicit: sed mulier cupido quod dicit amanti,
in uento et rapida scribere oportet aqua.
LXXI
Si cui iure bono sacer alarum obstitit hircus,
aut si quem merito tarda podagra secat,
aemulus iste tuus, qui uostrum exercet amorem,
mirifice est +a te+ nactus utrumque malum.
nam quotiens futuit, totiens ulciscitur ambos: 5
illam affligit odore, ipse perit podagra.
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LXXII
Dicebas quondam solum te nosse Catullum,
Lesbia, nec prae me uelle tenere Iouem.
dilexi tum te non tantum, ut uulgus amicam,
sed pater ut gnatos diligit et generos.
nunc te cognoui: quare etsi impensius uror, 5
multo mi tamen es uilior et leuior.
'qui potis est?' inquis. quod amantem iniuria talis
cogit amare magis, sed bene uelle minus.
LXXIII
Desine de quoquam quicquam bene uelle mereri
aut aliquem fieri posse putare pium.
omnia sunt ingrata, nihil fecisse benigne
prodest, immo etiam taedet obestque magis:
ut mihi, quem nemo grauius nec acerbius urget, 5
quam modo qui me unum atque unicum amicum habuit.
LXXIV
Gelius audierat patruum obiurgare solere,
si quis delicias diceret aut faceret.
hoc ne ipsi accideret, patrui perdepsuit ipsam
uxorem et patruum reddidit Harpocratem.
quod uoluit fecit: nam, quamuis irrumet ipsum 5
nunc patruum, uerbum non faciet patruus.
LXXV
Huc est mens deducta tua, mea Lesbia, culpa
atque ita se officio perdidit ipsa suo,
ut iam nec bene uelle queat tibi, si optima fias,
nec desistere amare, omnia si facias.
LXXVI
Si qua recordanti benefacta priora uoluptas
est homini, cum se cogitat esse pium
nec sanctam uiolasse fidem, nec foedere nullo
diuum ad fallendos numine abusum homines:
multa parata manent tum in longa aetate, Catulle, 5
ex hoc ingrato gaudia amore tibi.
nam quaecumque homines bene cuiquam aut dicere possunt
aut facere, haec a te dictaque factaque sunt:
omnia quae ingratae perierunt credita menti.
quare cur te iam amplius excrucies? 10
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LXXVII
Rufe mihi frustra ac nequiquam credite amice
-frustra? immo magno cum pretio atque malo-,
sicine subrepsti mi atque intestina perurens
ei misero eripuisti omnia nostra bona?
eripuisti, eheu nostrae crudele uenenum 5
uitae, eheu nostrae pestis amicitiae!
LXXVIII
Gallus habet fratres, quorum est lepidissima coniunx
alterius, lepidus filius alterius.
Gallus homo est bellus: nam dulces iungit amores,
cum puero ut bello bella puella cubet.
Gallus homo est stultus nec se uidet esse maritum, 5
qui patruus patrui monstret adulterium.
LXXVIIIa
(........................................)
sed nunc id doleo, quod purae pura puellae
sauia conminxit spurca saliua tua.
uerum id non impune feres: nam te omnia saecla
noscent et, qui sis, fama loquetur anus.
LXXIX
Lesbius est pulcer: quid ni? quem Lesbia malit
quam te cum tota gente, Catulle, tua.
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LXXX
Quid dicam, Gelli, quare rosea ista labella
hiberna fiant candidiora niue,
mane domo cum exis et cum te octaua quiete
e molli longo suscitat hora die?
nescioquid certe est: an uere fama susurrat 5
grandia te medii tenta uorare uiri?
sic certe est: clamant Victoris rupta miselli
ilia et emulso labra notata sero.
LXXXI
Nemone in tanto potuit populo esse, Iuuenti,
bellus homo, quem tu diligere inciperes,
praeterquam iste tuus moribunda ab sede Pisauri
hospes inaurata pallidior statua?
qui tibi nunc cordi est, quem tu praeponere nobis 5
audes: et nescis, quid facinus facias.
LXXXII
Quinti, si tibi uis oculos debere Catullum
aut aliud si quid carius est oculis,
eripere ei noli, multo quod carius illi
est oculis seu quid carius est oculis.
LXXXIII
Lesbia mi praesente uiro mala plurima dicit:
haec illi fatuo maxima laetitia est.
mule, nihil sentis. si nostri oblita taceret,
sana esset; nunc quod gannit et obloquitur,
non solum meminit, sed, quae multo acrior est res, 5
irata est: hoc est, uritur et loquitur.
LXXXIV
'Chommoda' dicebat, si quando 'commoda' uellet
dicere, et 'insidias' Arrius 'hinsidias',
et tum mirifice sperabat se esse locutum,
cum, quantum poterat, dixerat 'hinsidias'.
credo, sic mater, sic +liber+ auunculus eius, 5
sic maternus auus dixerat atque auia.
hoc misso in Syriam requierant omnibus aures:
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LXXXV
Odi et amo. quare id faciam, fortasse requiris.
nescio, sed fieri sentio et excrucior.
LXXXVI
Quintia formosa est multis, mihi candida, longa,
recta est. haec ego sic singula confiteor,
totum illud 'formosa' nego: nam nulla uenustas,
nulla in tam magno est corpore mica salis.
Lesbia formosa est, quae cum pulcerrima tota est, 5
tum omnibus una omnis subripuit ueneres.
LXXXVII
Nulla potest mulier tantum se dicere amatam
uere, quantum a me, Lesbia, amata mea es;
nulla fides ullo fuit umquam foedere tanta,
quanta in amore tuo ex parte reperta mea est.
LXXXVIII
Quid facit is, Gelli, qui cum matre atque sorore
prurit et abiectis peruigilat tunicis?
quid facit is, patruum qui non sinit esse maritum?
ecquid scis, quantum suscipiat sceleris?
suscipit, o Gelli, quantum non ultima Tethys 5
nec genitor nympharum abluit Oceanus:
nam nihil est quicquam sceleris, quo prodeat ultra,
non si demisso se ipse uoret capite.
LXXXIX
Gellius est tenuis: quid ni? cui tam bona mater
tamque ualens uiuat tamque uenusta soror
tamque bonus patruus tamque omnia plena puellis
cognatis, quare is desinat esse macer?
qui ut nihil attingat, nisi quod fas tangere non est, 5
quantumuis quare sit macer inuenies.
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XC
Nascatur magus ex Gelli matrisque nefando
coniugio et discat Persicum aruspicium:
nam magus ex matre et gnato gignatur oportet,
si uera est Persarum impia religio,
gratus ut accepto ueneretur carmine diuos 5
omentum in flamma pingue liquefaciens.
XCI
Non ideo, Gelli, sperabam te mihi fidum
in misero hoc nostro, hoc perdito amore fore,
quod te cognossem bene constantemue putarem
aut posse a turpi mentem inhibere probro,
sed neque quod matrem nec germanam esse uidebam 5
hanc tibi, cuius me magnus edebat amor;
et quamuis tecum multo coniungerer usu,
non satis id causae credideram esse tibi.
tu satis id duxti: tantum tibi gaudium in omni
culpa est, in quacumque est aliquid sceleris. 10
XCII
Lesbia mi dicit semper male nec tacet umquam
de me: Lesbia me dispeream nisi amat.
quo signo? quia sunt totidem mea: deprecor illam
assidue, uerum dispeream nisi amo.
XCIII
Nil nimium studeo, Caesar, tibi uelle placere
nec scire, utrum sis albus an ater homo.
XCIV
'Mentula moechatur.' moechatur mentula certe.
hoc est, quod dicunt: 'ipsa olera olla legit.'
XCV
Zmyrna mei Cinnae nonam post denique messem
quam coepta est nonamque edita post hiemem,
milia cum interea quingenta Hortensius uno
(.....................................)
Zmyrna cauas Satrachi penitus mittetur ad undas, 5
Zmyrnam cana diu saecula peruoluent.
at Volusi annales Paduam morientur ad ipsam
et laxas scombris saepe dabunt tunicas.
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XCVI
Si quicquam mutis gratum acceptumue sepulcris
accidere a nostro, Calue, dolore potest,
quo desiderio ueteres renouamus amores
atque olim missas flemus amicitias:
certe non tanto mors immatura dolori est 15
Quintiliae, quantum gaudet amore tuo.
XCVII
Non -ita me di ament- quicquam referre putaui,
utrum os an culum olfacerem Aemilio.
nilo mundius hoc, nihiloque immundius illud,
uerum etiam culus mundior et melior:
nam sine dentibus est, hoc dentis sesquipedalis, 5
gingiuas uero ploxeni habet ueteris,
praeterea rictum, qualem diffisus in aestu
meientis mulae cunnus habere solet.
hic futuit multas et se facit esse uenustum,
et non pistrino traditur atque asino? 10
quem si qua attingit, non illam posse putemus
aegroti culum lingere carnificis?
XCVIII
In te, si in quemquam, dici pote, putide Victi,
id quod uerbosis dicitur et fatuis:
ista cum lingua, si usus ueniat tibi, possis
culos et crepidas lingere carpatinas.
si nos omnino uis omnes perdere, Victi, 5
hiscas: omnino quod cupis efficies.
XCIX
Surripui tibi, dum ludis, mellite Iuuenti,
suauiolum dulci dulcius ambrosia.
uerum id non impune tuli: namque amplius horam
suffixum in summa me memini esse cruce,
dum tibi me purgo nec possum fletibus ullis 5
tantillum uestrae demere saeuitiae.
nam simul id factum est, multis diluta labella
guttis abstersti omnibus articulis,
ne quicquam nostro contractum ex ore maneret,
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C
Caelius Aufilenum et Quintius Aufilenam
flos Veronensum depereunt iuuenum,
hic fratrem, ille sororem. hoc est quod dicitur illud
'fraternum' uere 'dulce sodalicium'.
cui faueam potius? Caeli, tibi: nam tua nobis 5
+perfecta est igitur est+ unica amicitia,
cum uesana meas torreret flamma medullas.
sis felix, Caeli, sis in amore potens!
CI
Multas per gentes et multa per aequora uectus
aduenio has miseras, frater, ad inferias,
ut te postremo donarem munere mortis
et mutam mequiquam alloquerer cinerem,
quandoquidem fortuna mihi tete abstulit ipsum, 5
heu, miser indigne frater adempte mihi!
nunc tamen interea haec, prisco quae more parentum
tradita sunt tristi munere ad inferias,
accipe fraterno multum manantia fletu
atque in perpetuum, frater, aue atque uale. 10
CII
Si quicquam tacito commissum est fido ab amico,
cuius sit penitus nota fides animi,
meque esse inuenies illorum iure sacratum,
Corneli, et factum me esse puta Harpocratem.
CIII
Aut sodes mihi redde decem sestertia, Silo,
deinde esto quamuis saeuus et indomitus:
aut, si te nummi delectant, desine quaeso
leno esse atque idem saeuus et indomitus!
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CIV
Credis me potuisse meae maledicere uitae,
ambobus mihi quae carior est oculis?
non potui, nec, si possem, tam perdite amarem:
sed tu cum Tappone omnia monstra facis.
CV
Mentula conatur Pipleium scandere montem:
Musae furcillis praecipitem eiciunt.
CVI
Cum puero bello praeconem qui uidet esse,
quid credat, nisi se uendere discupere?
CVII
Si quicquam cupido optantique optigit umquam
insperanti, hoc est gratum animo proprie.
quare hoc est gratum nobis quoque, carius auro,
quod te restituis, Lesbia, mi cupido,
restituis cupido atque insperanti, ipsa refers te 5
nobis: o lucem candidiore nota!
quis me uno uiuit felicior aut magis +hac est+
+optandus+ uita dicere quis poterit?
CVIII
Si, Comini, populi arbitrio tua cana senectus
spurcata inpuris moribus intereat,
non equidem dubito, quin primum inimica bonorum
lingua execta auido sit data uulturio,
effossos oculos uoret atro gutture coruus, 5
intestina canes, cetera membra lupi.
CIX
Iocundum, mea uita, mihi proponis amorem
hunc nostrum inter nos perpetuumque fore.-
di magni, facite, ut uere promittere possit
atque id sincere dicat et ex animo,
ut liceat nobis tota perducere uita 5
aeternum hoc sanctae foedus amicitiae.
CX
Aufilena, bonae semper laudantur amicae:
accipiunt pretium, quae facere instituunt.
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CXI
Aufilena, uiro contentam uiuere solo,
nuptarum laus est laudibus eximiis:
sed cuiuis quamuis potius succumbere par est,
quam matrem fratres <te parere> ex patruo.
CXII
Multus homo es, Naso, neque tecum multus homo est, qui
descendit: Naso, multus es et pathicus.
CXIII
Consule Pompeio primum duo, Cinna, solebant
Maeciliam; facto consule nunc iterum
manserunt duo, sed creuerunt milia in unum
singula. fecundum semen adulterio!
CXIV
Firmanus saltus non falso, Mentula, diues
fertur, qui tot res in se habet egregias,
aucupium, omne genus piscis, prata, arua ferasque.
nequiquam: fructus sumptibus exuperat.
quare concedo sit diues, dum omnia desint; 5
saltum laudemus, dummodo ipse egeat.
CXV
Mentula habet instar triginta iugera prati,
quadraginta arui: cetera sunt maria.
cur non diuitiis Croesum superare potis sit
uno qui in saltu tot bona possideat,
prata, arua, ingentis siluas saltusque paludesque 10
usque ad Hyperboreos et mare ad Oceanum?
omnia magna haec sunt, tamen ipse est maximus ultro,
non homo, sed uero mentula magna minax.
CXVI
Saepe tibi studioso animo uenante requirens
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I 2 arida Serv., plurimi edd. ⋅ arido V Kr., alii || 8.9 libelli; qualecumque, sic interp. P.
Piernavieja Estud. clás. 18, 416 || II 7 locus multum tractatus et V Schw., Kr., My., Len., Wei.,
alii ⋅ ut σ, Schu., Pi., alii; alia alii || 8 locus desperatus: ut cum... acquiescet V Pi. ⋅ ut tum...
acquiescet Ok. 10sq. ⋅ ut tum... acquiescat Guar., Schw., My., Qu., alii ⋅ et tam... acquiescet
Bard. ⋅ tum... acquiescet Bae., Frie., Kr., alii ⋅ ut cum... acquiescit Len. cruce posita || IIa ante
carm. IIa, ad ultimum versum carminis II, scripsit A. Guarinus 'post hoc carmen in codice
antiquissimo et manu scripto ingens sequitur fragmentum'. carm. XIVa et carm. IIa coniungenda esse
contendunt Frie. et Schmid. carm. II et carm. IIa carmen et fragmentum carminis esse cum G. Guar.
permulti vv. dd. censent, sed alii codicibus, ut falso opinantur, nixi carm. II et IIa coniungunt. sed
codices Catulli nullius momenti ad existimandum sunt utrum carmina seiungenda sint necne || 3
negatam O G Wei., Bard., alii ⋅ ligatam R M D Schw., Kr., permulti edd. || III 12 illuc
permulti edd. ⋅ illud V def. Zicàri StI 29, 250sqq. et 35, 250sq. || 16 o factum male! o miselle
passer! η, plurimi edd. ⋅ o f. male, quod, m. passer, tua n. opera Goold Phoe. 23, 186sqq. ||
IV 8 Thraciam edd. ⋅ Thracia (i. e. uento ex Thr. flante) Thomson CR 64, 90 || 20 uocaret
aura R4 edd. ⋅ uagaret aura La. || 24 nouissimo D ζ, η, Kr., Len., My., Bard., alii || VI 8
ac Syrio edd. ⋅ asirio V ⋅ Assyrio Len., Pi. | fragrans D ⋅ fragrans vel fraglans σ ⋅ flagrans V
Schz. Beitr. I 13, Bard. ad Schu. (sed aliter in ed.) || 9 et hic et illic σ, Bard., Ok. 17sq. || 12
locus multum tractatus nam nil ista pudet Pi. em. I ⋅ nam ni ista praeualet G R M ⋅ nam ni
stupra ualet Scal. ⋅ nam nil stupra ualet Hau., Schw, Kr.; alia alii | tacere] fateri Pi. || 14
nec V Pi. ⋅ nei vel ni plurimi edd. || VIII 6 tum M Kr., Wei. ⋅ cum O Lu.280 || IX 4
anumque Fae. ⋅ piamque λ || X 10 quaestoribus Mur. || XI 3 resonans Sta. || 7 qua η,
Lach. || 11-12 locus multum tractatus sed haudquaquam expeditus horribile aequor ultimosque
Hau., Schu., My. alii ⋅ horribilesque ultimosque V Bard., Len., Pi., alii ⋅ horribilem usque in
ultimos Ronconi StI 29, 264 ⋅ horribilem niue ultimos Meurig-Davies CQ 44, 31 ⋅
horribilem gelu ultimosque Hudson-Williams CQ 46, 186; alia alii || XII 4 falsum O R M
|| XIII 6 inquam A edd. ⋅ unquam V ⋅ umquam R || 9 meos O || XIV 15 opimo V
|| 16 salse G def. Ver., Ok.24, Buchheit Herm.104, 337 adn.32) ⋅ false O R M Schu., My.,
Bard. || XIVa cum praecedentibus versibus, ut solet, coniungit V. fragmentum esse iam B. Guarinus
et Avantius intellexerunt; cf. Ok. 24sq. 'in codice antiquo non leguntur hic (i.e. hi tres versus)' in codice
Parisino lat. 8458 saec. XV exeuntis scriptum invenitur et similia in codice Romano Corsiniano
43.D.20 (teste Mynors). Schmid post carm. XIVa ponit carm. IIa, qua re unum carmen construit (cf.
ad carm. IIa) || XV 5 pudicum Bae. || 13 prudenter G1 R2 M2 || XVI 8 sunt Plin., edd. ⋅
sint V || XVII 21 merus Pass., My. || XVIII-XX inter carm. XVII et XXI Muretus contra
codicum auctoritatem editioni suae (a. 1554) tria carmina Priapea inseruit, quem editores ante
Lachmann, qui ista carmina insitiva eiecit (a. 1829), sequi solebant. J.W. Zarker TAPhA 93, 502
sqq. contendit haec carmina Catulli esse || XXI 9 atqui Av., Ald.1, Wiman Er. 61, 29 || 11 me
me V hunc locum vv. dd. vario modo sanare studuerunt: a te mi Mun., Kr., Schu. ⋅ a temet Frö. ⋅
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a(h) me me Scal., Hau., Bard. ⋅ uae me mi Len. ⋅ uae meme Frie. mellitus El., Wiman ⋅ me
minus vel potius nummorum Ok. 29sq. || XXII 5 palimpseston Marc. ⋅ -stos Bae. ⋅
palimpsesto Parm., El., My. || 13 tristius V, corr. vario modo vv. dd.: tritius Lach., El., Bard.,
alii ⋅ scitius Mü., Kr., My., Ok. ⋅ tersius Mun. || XXIII 10 facta G ⋅ furta Hau., permulti
edd. || 17 muccusve V ⋅ muc(c)usque plurimi edd. || 23 possis σ, Frö. || XXIV 7 qui G
R M || XXV 5 versus desperatus: ne diua quidem quis sit constat, aut Venus aut Lauerna (dea
furum) aut 'diua mulierum' (Diana, Cybele) aut dea Murcia ⋅ mulier aries O D ⋅ mulier alios (os
in ras.) G1 ⋅ mulier aues R1 ⋅ mulier alites Copley Lat. 35, 416sqq. ⋅ munerarios Lach., Schw.
⋅ mulierarios Hau. et cruce addita Schu. ⋅ mulier aries crucibus add. El., My., Kr. ⋅ balnearios
Rie., Herrmann ⋅ uestiarios Laf. | ostendit R M ⋅ ostendet O ⋅ intendit Colin REL 32,
106sqq. || 10 natisque Scal. || XXVI 1 uostra vel uestra O ⋅ nostra G R M (dubitant edd.,
e.g. uo- Bard. ad Schu., no- Bard.) || XXVII 4 ebriose acino V tres correctiones reperiuntur:
ebrioso acino Schw., Rie., Kr., Mun., alii ⋅ ebriosa acina Lach.,El., Mü., alii ⋅ ebria acina Bae.,
Schz., Frie., Bard., alii || XXVIII 6-8 locum suspectum putat My. || XXIX P R.Young CJ
64, 327sq. autumat versus 1-10 et 11-24 separandos esse, i.e. carm. XXIX re vera duo carmina esse.
sed Schwabe coniecit vv. 23-24 post v. 10 collocandos esse; olim Mommsen vv. 21-24 eodem ponendos
dixit, sed solum in primis edd. operis 'Röm. Gesch.' || 4 ante Sta., plurimi edd. ⋅ cum te V ⋅ uncti
Fae., El., My. Bard. ⋅ unctum Scal., similia alii ⋅ aeque ('sensus est: item ut u. Br.') Ok. 38sq. ||
13 uostra vel uestra D ζ, plurimi edd. ⋅ nostra V Kr., Bard. || 15 alid Sta., plurimi edd. ⋅ alit V
Deroux Lat. 28, 497, Bard. (qui quid est? alit s. l. interp.) || 19 scit O ⋅ sit G R M D ⋅ unxit
Wiman || 20 nunc γ, edd. ⋅ hunc V ⋅ et hunce Spe., Pi. ⋅ et huncne Deroux 488sq. |
timetur Frö., plurimi edd. ⋅ timet V ⋅ comestur Wiman ⋅ et timent Britanniae Spe., Pi.,
Deroux; alia alii. totum v. exp. Scal., Cazz. || 23 orbis Hau. | opulentissime V def. Minyard
174sqq. et Deroux Rev. Belge Phil. et Hist. 55, 65sqq. (significari Crassum) ⋅ o putissimei Mü.,
Cazz. ⋅ o lentissimi Ok. 42sq. ⋅ o lautissimi Herrmann Lat. 37, 199 ⋅ utilissimi Allen CJ 68,
177sqq.; alia alii || XXXI 13 gaude O ⋅ gaudente Bergk, My., Thom. | lidie V ⋅ o Lydiae
Kr., My., Bard. ⋅ limpidae Av., Goold 198 ⋅ o luteae Fröhner Phil., 582sq. ⋅ lucidae B.Guar.,
Thom. || XXXII 1 ipsitilla σ, edd. ⋅ ipsithila G ⋅ ipsi thila R M ⋅ ipsi illa O vv. dd. nomen
illius puellae coni. vario modo: Ipsitilla plurimi edd. ⋅ Ipsimilla Bae. ⋅ Ipsililla Len. ⋅ Ipsulilla Pi. ⋅
Ypsipyle Ver. 97 || 4 adiubeto Turnebus Advers. 1564 ⋅ et iubeto vetus coni. testibus Bard. et
Thom. || XXXIV 3 om. codd., sed versum 'in vetustiore exemplari inventum' restituit Pal. || 23
antique V ⋅ antiquam Ven. Ancique Scal., Pi. || XXXVI 10 ioco se lepido Scal. ⋅ iocosis
lepide Rie., Qu. || 12 utriosque G, al' uriosque sscr. G2 ⋅ Vriosque portus Hei., Hau. ||
19 ruris Pal., edd. ⋅ turis V def. Putnam CPh 64, 235sq. || XXXVII 10 ropionibus Peiper ⋅
scorpionibus η, λ, Lach., El., Hau. || XXXVIII 7 iuuet Hei. || XXXIX 11 parcus V
El., Kr., Schu., alii ⋅ pinguis My., Bard., alii ⋅ porcus Scal. ⋅ fartus Cazz. || 19 defricare V ⋅
pumicare Bard. || XL 1 raude σ, Fae. ⋅ Raui Frie. ⋅ rauule Ver. 97 || XLI 1 a me an a V
⋅ Ameana Sta., plurimi edd., sed 'vix sanabile' My. ⋅ a uesana Ok. 52; alii alia || 7-8 nec
rogare qualis sit solet et ymaginosum V ⋅ nec rogare qualis sit solet. est imaginosa Frie. ⋅
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nec rogate, qualis sit: solide est imaginosa Hau. ⋅ nec rogate, qualis sit: solet esse
imaginosa Schw., Kr., Wei. ⋅ nec rogare, qualis sit, solet aes imaginosum Frö., El., My.,
Schu., Bard. (aliter Bard. ad Schu.), quam coni. def. Ok. 52sq. || XLII 4 nostra D2 Av. Tr.,
Lach., alii ⋅ uestra V Ven., Schw., Bard., alii || 14 potest λ, ζ, Ven., Bard., alii ⋅ potes V
Bae., Schw., Le., My. || 16-17 post v. 23 transp. et scr. quo si Wph., Rie. || 22 nobis V Kr.,
Schu., Wei., alii ⋅ uobis Lach., El., My., Bard. || 23 potestis] putatis Schw. in app. || XLIV
7 malamque p. expuli tussim unus cod. (Edinensis a. 1495) ⋅ ex(s)pui Scal., El., Cazz. ⋅
aliamque p. expulsus sim V (sum Ven.) || 13 grauido V Schw., Schu., Frie., alii || XLV 8
sinistra ut ante V ⋅ s. et a. Birt Ph. Woch., 572sqq. ⋅ sinistra amatae Wiman 31sq. || 9
dextram ζ, η, El. || 18 dextram V, corr. A, edd. || XLVI 11 diuerse uarie uie V (fere
semper codd. e non ae, e scr. solent) quod vario modo ab edd. explicatur: diuersae uarie uiae B.
Guar., My., Bard., alii ⋅ diuersae uariae uiae Lach., El., Hau. ⋅ diuerse uariae uiae Scal., Wei.
|| XLVII 2 mundae Buecheler, Schz., Bae. in ed. ⋅ nummi Bae. in comm. ⋅ saecli Frie. ||
XLVIII 4 nec numquam V Schu., My., Bard. ⋅ nec mi umquam Sta., El., Thom. || XLIX
7 omniums (s del.) R ⋅ omnium's El. | patronus O omnes recc. edd. ⋅ patronum G || L 2
'an in tueis?' Schw. || LI carmen multum tractatum, quod cum ex Sapphus carminibus conversum
sit (Sappho 31 Lobel-Page), tum quarta stropha Catulli tota est. id potissimum quaeritur, utrum vv.
13-16 sint coniungendi cum prioribus an separandi. illud plurimi vv. dd. credunt, sed vv. 15-16 frg.
carminis deperditi esse iam Statius censuit || 8 om. V, suppl. uoce locuta in marg. Drec ⋅ uocis in
ore Döring ⋅ Lesbia, uocis Frie., Wei.; alii alia || LII 3 perierat D A plurimi edd. ⋅ perierat V
Schu. || LIII 5 salaputium D2 plurimi edd. ⋅ salapantium V al'salapputium sscr. R2 M2
(Salaputis nom. propr. CIL VIII 10570, cf. Mommsen Herm. 15, 1880, 393) || LIV 'Carmen
invectivum non integrum traditum habetur, et praeterea nonnulli versus fortasse deciderunt', Ok. 58. de
nominibus propriis opinatur Bickel RhM 93, 13sqq. || 2 et eri O G ⋅ et heri R M ⋅ Heri Mur. ⋅
Hirti Ok. 59; alia alii || post v. 3 lacunam posuit Ellis et inseruit frg. 3 (at non effugies meos
iambos), quem v. posuit post v. 7 Mazzoni Atene e Roma 18, 207 sqq. || 5 Fu(f)icio Scal., Hau.
⋅ Fufidio Kr., Bickel || LV cf. ad carm. LVIIIa || 2 latebrae Giardina Museum criticum 8,
202 || 3 quaesivimus in V quia lectio codd. a metro abhorret, vv. dd. coni.: quaesiuimus Scal.,
Schw., Kr., My., alii ⋅ quaesimus in Birt, Len., Schu., Bard., alii || 4 libellis V ⋅ ligellis B.
Guar., Bianco RCCM 6, 34 (= tuguriolum), Bard. ⋅ in aedibus Cibellis L. Herrmann probante
Khan AC 36, 119 ⋅ tabernis σ, Av. Ald., Ok. 59sq. || 8 sereno β, D2 ⋅ serena V ⋅ serenas
D δ || 9 auelte (l eras. R) V locus desperatus, quem vario modo vv. dd. sanare studuerunt. at
lectionem codd. servat Condorelli Helikon 5, 469sqq. ( = auellite, quod habet Ven.) || 11 reduc (-
ce D) V versum vario modo vv. dd. complere studuerunt: reclude pectus Frie., Bard. ⋅ reducta
pectus El., Ok. 60, Foster ⋅ reduce pectus Len. ⋅ reclusa pectus Wiman ⋅ sinum reducens
Av. em., Laf., Bianco ⋅ sinum recludens Rie. || 13 sed te quaerere iam Herculis Bianco
37sqq. | v. 13 verba puellae esse affirmat Copley AJPh 73, 295sqq. || 17 num σ, Frie., Kr.,
Wei., alii ⋅ nunc V ⋅ quae Wiman || 22 uestri (vel uostri) sim Schw., My., Bard., alii ⋅ uestri
sis V ⋅ nostri sis Schu., Laf., alii || LVI 6 cris(s)antem in marg. R2 σ ⋅ crusantem Bae. ⋅
criisantem Schm. | Dianae Wph. || LVII 6 tenelli Hau. || 7 lecticulo O My., Bard., alii ⋅
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lectulo G R M Scw., Kr., Schu. ⋅ alueolo Bickel RhM 93, 20sqq. || 9 socii et codd., Schu.,
Wei., Bard. ⋅ et del. Av. Tr., Scal., Kr., My., multi || LVIII 5 magnanimi Remi omnes fere edd.
⋅ magnanimos Remi unus cod., Cal., Bard. || LVIIIa Sunt qui hoc fragmentum carmini LV
adiungant (Scal.) aut inserant, e. g. post v. 12 pauculi codd. recc., Guar., Ok. 60; post v. 13 Rom.,
Lach., Len.; post v. 14 Frö., Schw. || 1-4 non] nam Khan 130sq. || 4 niueis citisque bigis
Mur., Bianco 41sq. ⋅ niueas citasque bigas et 5-6 del. et 7 iunctas Khan AC 36, 130sq. || 7
iunctos plurimi edd. ⋅ uinctos M D Bard. ⋅ uictos O || LIX 1 rufum codd., quod vario modo
corr. studuerunt vv. dd.: Rufulum plurimi edd. ⋅ Rufum anus Mun.; alia alii || LXI 8 post
laetus interp. My., Bard. || 16 iunia G R M ⋅ uin- vel iun- O ⋅ iulia η, λ ⋅ Vibia D2 ⋅ utrum
Vinia (La., Kr., alii) an Iunia (El., My., Bard., alii) diiudicari non potest || 31 sq. post uoca
interp. Schu., Wei., alii; post noui Schw., My., Bard., alii || 46-47 anxiis - est Hau. ⋅ magis ac
magis - est B. Guar. ⋅ a maritis - est Fröhner Phil. 14, 584 || 68 nitier β ⋅ uicier G R M ⋅
uities O ⋅ uincier D Lach. || 79-82 lacunam (quattuor versuum: edd.) supplet Goold. in codd. non
est spatium || 95 om. V, suppl. Av. Ald.1, edd. || 98 uideri ut O ⋅ uiden ut G R M ex quo
coni. vv. dd. aut uide ut (Schw., Kr., Wei.) aut uiden (My., Bard., Fedeli) || 106 sed O Bae.,
Laf., My., alii ⋅ quin Av. Tr., Kr., Frie., alii ⋅ qui Av. Ald.1, Lach., alii || 112-114 lacunam
(trium versuum: edd.) supplet Goold. in codd. non est spatium || 122-125 ordo versuum in codd. hic
est: 122. 124. 125. 123; sed 125 om. O; ordinem restituerunt edd. || 147 soli Skutsch BICS 16,
40 || 158 seruit V, corr. edd. ⋅ sine fine seruit D ⋅ sine fine erit Av. em., Lach. || 171 unus
V Schu., Wei., Bard. ⋅ intus Sta., Kr., My., multi edd. antiquiores ⋅ imus vel unctus vel udus alii
|| 178 sed perit en magis Skutsch BICS 16, 40 || 186 uiris unus cod. rec., Sta., permulti edd. ⋅
unis V ⋅ bonis Pass., Bae. || 196-200 post 205 collocavit V, huc revocavit Scal. || 204 cupis
cupis O G R ⋅ cupis capis M || LXII Hoc carmen invenitur etiam in cod. Thuaneo; in marg.
versuum: 1 Turba uirorum || 6 Puellae || 11 Puellae inepte || 20 Puellae || 26 Iuuenes
|| 32 Puellae || (33 nihil) || 39 Puellae || 49 Iuuenes || 7 ignes Pal., edd. ⋅ imbres T ⋅
imber V | Oetaeas obtendit N. umbras Sta. || 9 uincere Av. em., B. Guar. ⋅ uisere V T
El., Frie., alii || 17 com(m)ittite V || post v. 32 lacunam esse perspexit Av. Tr. Goold lacunam
septem versuum supplet || 35 Eous plurimi edd. et vv. dd. ⋅ eodem V perpauci edd. (Bard.) ⋅
eospem T || 40 contusus M, in ras. G2 R2 || post v. 41 unum versum excidisse putat Spe. ||
53 et 55 iuuenci] coloni Bae. || post v. 58 ephymnium add. Muretus et permulti edd. || LXIII
5 deuolsit Hau. ⋅ deuoluit V | deuoluit ilia acuto sibi pondere silicis Bianco Stud. Florent.
Ronconi obl., 35sqq. || 9 cybel(l)es σ ⋅ cibeles V ⋅ Cybebe(s) post Be. permulti (e. g. Schw., Kr.,
My., Bard.), etiam in vv. 20. 35. 84 || 18 erae citatis Av. ⋅ aere citatis Lach. || 20 Cybebes
Be. (cf. ad v. 9) ⋅ Rheae Mü. (cf. v. 68) || 21-24 delendos esse putat Schmid || 42 excitam
Lach., Bae., My., alii ⋅ excitum V Schu., Bard., alii. idem vv. dd. aut fem. aut masc. posuerunt in
versibus 45. 88. 89 || 45 ipsa B. Guar. ⋅ ipse V, cf. ad v. 42 || 47 tetulit Cal., edd. ⋅ retulit V
Bard. (cf. ad v. 52) || 52 retuli G R M (cf. ad v. 47) || 54 omnia V ⋅ amica Mur. ⋅ operta vel
opaca Mü, Thom. ⋅ opaca Goold, Qu. || 68 deum V ⋅ Rheae Mü. (cf. v. 20) ⋅ deae Rie. ||
74 hinc V ⋅ huic θ, El., Kr., My., alii ⋅ hic λ, ζ,, Schw. | lacunam expleverunt: citus Be., plurimi
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edd. ⋅ celer Lach. ⋅ grauis Ok. 66 | abiit eta, Lach., El., My., Bard., alii || 75 deorum V def.
Kr. ⋅ Matris Lach. || 88 teneramque Lach., alii (cf. ad v. 42) ⋅ tenerumque V || 89 illa
Lach., alii (cf. ad v. 42) || 93 rabidos θ, omnes fere edd. ⋅ rapidos V Frie., Schu., Thom. (cf. v.
85) || LXIV 11 prima D σ, edd. ⋅ primam G R M ⋅ post eam O ⋅ proram in marg. O2
Bae., Len., Qu. ⋅ illa rudens cursu proram Massimi GIF 12, 263sqq. || 13 incanuit Av.
Ald., My., Bard. || 14 freti plurimi edd. ⋅ feri V Qu., def. Vah. II 761 et Schu. Marg. 97sq. ||
21 sanxit Pontanus || 23 mater O G R M, al' matre G2 R2 M2 ⋅ Marte Bae. ⋅ matrum
progenies saluete iter schol. Veron. || 23b om. V, iterum suppl. Hau. (secundum Verg. Aen. 5,
80) ⋅ saluete bonarum suppl. Goold || 28 Nereine Hau. ⋅ neptunine Ven., Schz. I, Bard. ||
35 Cieros edd. ⋅ scyros η, Ven., Bard., def. Ellis et Giangrande Liverpool Cl. Month. 1, 111sq.
|| 48 aedibus A. Guar. || 64 nudatum Scw.; alii alia || 72 ferens codd. Nonii et codd. Cat.
recentissimi || 73 ferox quo ex σ, edd. ⋅ feroxque et V | qua robore Frö. || 75 tecta Pal.,
plurimi edd. ⋅ templa D4 ε, Av. Ald.1, Schz. Beitr. I 11, My., Bard. || 83 nec funere Sta. ⋅
cum funere Bae. in app. || progignunt θ ⋅ perg- V ⋅ praecingunt Bae., My. | mirtos O ⋅
mirtus (vel -y-) G R M My. || 100 quanto V def. Vah. II 770 ⋅ quam tum Fae., Cazz. ||
102 appeteret O ⋅ oppeteret G R M def. Vah. II 771 || 104 succepit Sta., plurimi edd. ⋅
succendit V El., Pi., Bard. || 109 lateque cum eius V, quod vv. dd. corrigere studuerunt: late
quaecumuis Kr., Schu., alii ⋅ late quaeuiscumque El., My., alii ⋅ lateque cacumen it Fink
AJPh 84, 72sqq., Bard.; alii alia || 119 laetabatur Lach., edd. ⋅ lamentata est El. ⋅
lamentatur Buecheler, Pi. || 121 rati Pass. ⋅ ratis V || 127 in ante pelagi add. ζ, η, plurimi
edd. | per tenderet Bae., Le., Sch., Bard., alii ⋅ pretenderet O G ⋅ protenderet R M || 135
deuote Slater Cl. Rev. 17, 26 || 139 blanda O, plurimi edd. ⋅ nobis G R M Vah. II, 772,
El., Hau. ⋅ non haec Sta. || 140 miser(a)e V Ok. 68 ⋅ miseram Ven. ⋅ misera Bae. || 143
nunc B. Guar. ⋅ tum V ⋅ hinc Frö. || 148 meminere Czwalina (cf. Goold Phoe. 12, 105) ||
164 conqueror η, θ, plurimi edd. ⋅ conquerar V pauci edd. || 178 Idaeosne B. Guar., edd.
recc. ⋅ Idomeneosne edd. vett. ⋅ idoneosne O R M D | at Mur., My. || 179 ubi del. Av. Tr.
|| 184 litus codd. ⋅ colitur My. ⋅ laetast Birt || 204 inuicto α, Av., edd. ⋅ inuito V Sta., Pi.
em. II 42 || 211 ereptum V, corr. Vossius, edd. (sive Erechtheum Schw., Bard., alii, sive -cth-
Bae., Kr., My., alii) || 215 longe plurimi edd. ⋅ longa V My., Bard. || 227 decet Lach.,
vetustiores edd. || 229 ac ζ, edd. ⋅ has V || 237 aetas] sors, quod in R m. recentissima sscr., A.
Guar. ⋅ fors Av., Pi. || 243 infecti B. Guar., Bae., Schw., Bard., alii || 254 locus nondum
evidenter expeditus qui tum V crucem add. Schw., sed sanare studuerunt alii: quae tum omnes fere
edd., qui etiam lacunam unius v. coni. (lacunam quinque vv. Hering 552sqq.) ⋅ qui cum Pi. em. II
(qui ex v. 255 duos vv. fecit scribens euoe bacch<antes trepidanti Maenades ore / euoe
clam>antes euoe) ⋅ quicum alacres Bard. || 271 sub limina D3 β, Ven., Kr., Bard., alii ⋅
sub lumina Bae., alii || 273 que om. G R M ⋅ lenique Frö. || 280 quodcumque V, corr. R3
edd. || 282 parit in ras. G ⋅ aperit Housman || 287-288 versus multum vexati insanabiles
videntur || 287 minosim V ⋅ Meliasin Wei., Eisenhut olim ⋅ Naiasin Hau., Laf. ⋅
Mnemonisin Gonçalves Euphrosyne 2, 77sqq. ⋅ umbrosae Wiman 33sq. ⋅ Minois Ok. 69sqq. ⋅
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Peneisin Len., Paratore, Bard.; alii similia vel longe alia | doris V ⋅ claris σ ⋅ doctis Stat. ⋅ diuis
Schw.; alia alii || 288 non acuos V ⋅ non uacuos Bergk (=-us B. Guar.) || 296 silici codd. ⋅
Scythica Rie. ⋅ in Scythia Schw. ⋅ triplici Bae. || 300 ydri (idri) V edd. || 309 roseae niueo
A. Guar. ⋅ roseo niuee V Laf., Pi., My., Bard. || 320 uellentes Bae., Schw., Kr., alii (nota
alliterationem) ⋅ pellentes V El., My., Bard., alii ⋅ pectentes Stat. ⋅ pernentes vel carpentes
Camps AJPh 94, 132sqq. || 324 clarissime D || 326 facta O || 330 flexanimo mentem
p. amore Mur., plurimi edd. ⋅ flexo animo mentis p. amorem V Frie., Len. || 344 campi
D2 Sta., edd. ⋅ trunci in marg. Drec, β ⋅ riui Cal. ⋅ sentes Walter Ph. Woch., 476 || 350 versum
emendavit Bae., quem secuti sunt plurimi edd. cum in cinerem canos s. a. u. crines D sigma,
Vah. II 779sq. ⋅ cum incuruo canos s. a. u. crines El. ⋅ cum cinere intinctae s. a. u. crines
Massimi 267sqq. || 353 cultor G M || 368 madefient D4 η, Parm., edd. ⋅ madescent O G
R M ⋅ mitescent D Lach. || 378 secl. permulti edd. (non Eisenhut, Bardon) || 384 post Parcae
praesentes interp. Postgate CPh 446 || 387 residens Bae. 'an renidens?' Schw. in app. || 393
laeti diuum] Latonigenam Hei. || 395 R(h)amnusia λ, Ven., El., Kr., Schu., alii ⋅
Amarunsia Bae., My., alii || 402 poteretur eta, edd. ⋅ potiretur V || 404 penates Drec El.,
Schw., My., Bard., alii || LXV 1 defectum Bae., Schu., Wei., Bard., alii ⋅ confectum R M
Schw., Kr., My., alii || 7 troia D ⋅ Lydia Pi. || 9 om. O G R, habent D β, spurium iudicant
Stat., Bae., Kr., My., alii; servant Frie., Schu., Bard., alii || 9-14 spurios esse putat Schw. || facta
D edd. ⋅ uerba cod. rec. (Lond.), sscr. D3 ⋅ fata cod. rec. (Ambros.) || LXVI 1 lumina codd., def.
Traglia, Studi in onore di Funaioli, 436sq., alii ⋅ limina Rehm Phil. 89, 385sq., alii || 2 obitus
D edd. ⋅ habitus V Pi. Aevum 18, 25; em. I 43 || 7 numine V ⋅ in lumine multi ⋅ lumine ζ,
Kr., Traglia 437sq. ⋅ in limine Hei., Bae. in comm. || 8 e Bereniceo pauci ⋅ e Beroniceo
plurimi edd. || 11 auctatus (propter hiatum) Goold Phoe. 23, 186sqq. || 21 an λ, Schw., Kr.,
alii ⋅ et V El., Laf., My., Thom. ⋅ at D σ, Bae., Bard., Ok. 76 || 23 quam Be., multi ⋅ cum V
El., Pi., Bard., Ok. 76 || 27 quo Av. Tr., edd. ⋅ quum Fae., Pi., Bard. || 45 peperere η,
permulti edd. ⋅ rupere D2 A. Guar., Bae., Schu., Pi. ⋅ pepulere Stat. || 50 fingere O Bae.,
Schu. ⋅ fringere G R M ⋅ frangere D ⋅ stringere Schw., Kr., My. || 53 nictantibus Martyn
Er. 72, 193sqq. || 58-59 versus desperati (v. 59 insanabilis videtur) || 58 Graiia Bae., plurimi
edd. ⋅ gratia V ⋅ grata λ, Cal. | canopicis G R M ⋅ conopicis O ex quibus Canopitis Sta.,
Schu., My., alii ⋅ Canopeis Kr., Qu. ⋅ Canopieis Rom., Bae., El., Bard., alii || 59 hi dii uen
ibi V ⋅ hic dii Laf., Pi. Aev. 31, Bard. ⋅ hic, niuei Bae. ⋅ hic liquidi Frie. ⋅ inde Venus Qu. ⋅
gentibus hic Schu. ⋅ siderum ibi Ok. 79; alia alii | numine V Mette Herm. 83, 500sqq. ⋅
lumine γ, vulgo ⋅ limine in marg. D3 ⋅ limite in marg. Drec || 63 a fluctu V Schu., My., Bard.,
alii ⋅ a luctu Bae. ⋅ a fletu Schw. ⋅ afflatu Ok. 79sq. || 70 restituit Lach., edd. ⋅ restituor
Parm., Pi., Bard. || 77-78 versus multum vexati (cf. et alios et Axelson Studi in on. Castiglioni,
15sqq., et Herter Fest. für Heinschkel u. Artelt, 54sqq., et Kidd Antichthon 4, 44sqq.). lect. codicum
def. Kidd || 77 quondam] curis Hau., Mü. | fuit omnibus] muliebribus Skutsch BICS 16,
41 | omnibus] ominis Rehm RhM 90, 346sqq. ⋅ Hymenis Bickel RhM 93, 96 || 78 uilia
Lobel, Schu., My., alii ⋅ mil(l)ia V multi edd. (e. g. Bard.) ⋅ mitia Ciresola ⋅ melina Ok. 82 |
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aliter: unguenti Syrii Hau., Mü., Bae. ⋅ nuptarum unguentis, uilia Pi. || 79 quas Cal., Kr.,
My., Bard., alii al'quam sscr. R2 M2 ⋅ quom Corr. de Allio, Hau., Schw., alii ⋅ queis Sta., Bae.
|| 80 prius B. Guar. ⋅ post V Lach., qui in v. 82 quam in quin mutat || 91 unguinis Be.,
plurimi edd. ⋅ sanguinis V El., Len., Pi., Bard. | esse, interp. Len., Bard. || 93-94 distichon
nondum explanatum || 93 cur iterent V def. Kidd et Pi. em. I ⋅ corruerint Lach., Schw., Kr.,
My., Wei. ⋅ cursum iterent Len., Bard. (corruerint et iterent: interp. post utinam) || LXVII
5 nato Frö., plurimi ⋅ uoto V Schw., def. Giangrande Quad. Urbin. di cultura class. 9, 85sq. (=
'marriage') ⋅ natae Bae. || 6 es Av. Ald.1, edd. ⋅ est V | est prouecto f. m. Helenae Wiman
34sq. || 7 agedum Cal., edd. ⋅ age de V Laf. | nobis A edd. ⋅ uobis V Laf. || 12 versus
desperatus: istius populi V ⋅ isti populo Pi. em. I ⋅ est uox populi Bae. ⋅ istis populis Bard. ⋅
est ius populi Len., Ok. 85 | qui te V ⋅ quae ipse Pi. em. I ⋅ cuncta Bae. ⋅ quanta Schw. ⋅
quidque Sta., Len., Bard. ⋅ quicque Schu., Wiman ⋅ rite Ok. 85 || 20 attigerit V permulti edd.
⋅ attigerat D nonnulli || 23 illius V ⋅ ipsius Mur. ⋅ ille sui Scal. ⋅ illusi Bae.; alia alii || 27
quaerendus unde V ⋅ q. is unde Bae., Schw. ⋅ q. homo unde Lach., Schu., Len. ⋅
quaerendust unde Terzaghi Suppl. Rend. Acc. Lincei, 1sqq. ⋅ quaerendum unde unde Stat.,
My., alia alii || 31-34 verba poetae esse non ianuae contendit post alios Pi. em. II 44sqq. || 32
Cycneae supposita speculae Kr., Len., Cazz., My. ⋅ chinea suppositum spelunca V ⋅
Cycneae suppositum speculae Schu., Wei. ⋅ Cycnea supposita in specula Bae. ⋅ chinea sub
positum specula Bard. ⋅ chinea sub posita specula Pi. || 33 percurrit V Zicàri Rend. Ist.
Lomb. 86, 380sq. ⋅ praecurrit multi edd. || LXVIII 11 mi Alli Schu. Nachl. 48sqq., Wei.,
Bard., alii ⋅ malli Drec α ⋅ Mani Lach., Kr., My., alii || 16 om. O, sed inser. post v. 49: quem v.
16 post v. 49 repetunt G R M || 21-24 subditivos putabat Frö. || 27 catullo D η, ζ, edd. ⋅
catulle V Len., Wei., Bard. || 29 tepefactet multi edd. ⋅ tepefacit V ⋅ tepefactat Wei., Bard.,
Qu. ⋅ tepefaxit Lach. || 30 mali V (cf. ad v. 11) || 39 posta] facta D ⋅ aperta Bae. ⋅ parta
Schw. ⋅ praesto Frö. || 41 qua me Allius Scal. ⋅ quam Mallius σ, Mer., Len. || 47
interstitium nullum O, unius versus G R M; versum facere studuerunt vv. dd., e. g. uiuat uti nostro
notus iam carmine grato Frie. ⋅ uersibus ut nostris etiam post funera uiuat Goold; alia alii
|| post 49 v. 16 inser. O (cf. ad v. 16) || 50 alli O Scal. (cf. ad v. 11) || 52 torruerit Bae.,
Schu. Nachl. 50sq., My., Bard., alii ⋅ corruerit codd. Schw., Kr. (in comm.), alii || 55 lumina θ,
edd. ⋅ pupula El. || 56 cessarent D θ, edd. ⋅ cessaret El. || post 56 lacunam octo versuum
putat Hering Acta class. 8, 41 || 59 ualle D edd. ⋅ ualde V ⋅ Alpe Laf. || 61 lasso η, Parm.,
edd. ⋅ basso V ⋅ crasso Bae. in ed. || 63 hic G R M ⋅ ac σ, Schu., Wei., alii || 65 implorata
η, edd. ⋅ implorante Stat., Pi. || 66 allius O ⋅ manlius G R M D ⋅ Manius Lach. || 67
classum G R M ⋅ laxum Scal. || 68 dominam V El., Laf., Pi., alii ⋅ dominae Frö., Bae.,
Schw., Bard., multi alii. vv. dd. inter se multum de hoc loco disceptabant || 69 ad quam codd. ⋅
atque ubi Laf. || 75 incepta V, corr. Turnebus ⋅ incepto Frö. || 85 scirant Mü., Bae., Schw.
| abesse ζ, η, Mun., My. ⋅ obisse Bae. || 91-100 vide ad vv. 21-24, 93-96 || 91 quaene
etiam Hei., edd. ⋅ qualiter id El. || 93-96 subditivos putabant Frö., Birt, alii; sed Wohlberg CPh
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50, 42sqq. censet vv. 91-100 postea a Catullo factos esse, ut ex partibus unum carmen fieret || 98
cineres D σ || 101 simul D σ, Schw., Schu., alii ⋅ om. V ⋅ lecta My. ⋅ cuncta Frö., Pi. ||
112 audit Palmer ⋅ audet V ⋅ gaudet Weis || 118 tuum domitum V quod vv. dd. corrigere
studuerunt, e. g. tunc indomitam Corr. de Allio, Schw., Schu. ⋅ toruum dominum Bae. ⋅ durum
domitam Lach. ⋅ dominum domitum El. ⋅ tamen indomitam My., Bard. || 128 quam
quae Av. Tr., edd. ⋅ quam cum El. || 139 concoquit iram Lach., Schw., Schu., alii ⋅ concipit
iram Bae. ⋅ contudit iram Pi., Wiman 36 ⋅ condidit iram Laf. ⋅ cohibuit iram Laf. in app.,
Bard. || 140 furta D multi edd. ⋅ facta V El. | perfida pacta Bae. || 141 locus desperatus.
lacunam post v. 141 statuit Marcilius, quem edd. fere omnes sequuntur; negant Bard., Hering | atque
θ, edd. ⋅ atque V ⋅ at quia D A El. | componere V ⋅ componier Cal., edd. plerique |
aequum est transp. in finem lacunae i. e. ante v. 142 ingratum et post componere add. fas est
Schu., Wei. || 143 tandem Bae. || 144 fragrantem D edd. ⋅ flagrantem V (cf. carm. VI, 8)
|| 145 mira] rara Hau., Kr. ⋅ muta Rie. || 150 Alli Scal., edd. ⋅ aliis V ⋅ mi Alli Bard. ||
156 in qua nos Sch., Qu., alii ⋅ ipsa in qua D Laf., My., Bard. ⋅ ipsi in qua σ, Stat., Len. ||
157 locus nondum sanatus | aufert V ⋅ hospes El., Bard. ⋅ haustis Bae., Schu., Wei. ⋅ auspex
Ok. 87sq. ⋅ audens Frie. | terram dat et aufert Len. | nobis te tradidit auspex Cremona
Aevum 41, 258sqq. ⋅ nobis terram dedit, Aafer (Afer Mun.) Schmid 74sq. || 158 hiatus
vitandi causa commendant: nobis omnia Cal. ⋅ primo sunt omnia Ok. 88 || LXIX 3 non si
illam rarae Av. Ald.1, plerique edd. ⋅ non si illam Coae Bae. in comm. || 10 cum Frö. |
fugiunt G R M ⋅ fugiant ζ, Mun., nonnulli || LXXI 1 iure Pal. ⋅ uiro V ⋅ Virro B. Guar.,
El., Bae. | sacer alarum Cal. (qui carm. LXIX, 6 et Hor. epod. 12, 4sq. adfert) ⋅ sacratorum O
⋅ sacrorum G R M | siquoi uirum, Oto, ac sacer alarum Pi. cr. || 2 quem θ, edd. ⋅ quam
V || 4 mirifice est a te V edd. ⋅ mirifico est fato Hau. ⋅ mirifice est fato Schu. ⋅ mirifice est
apte Ok. 90 | a te] certe Peiper ⋅ ad te Cazz., Wal. ⋅ actu Av. ⋅ astu Mur. ⋅ Alli Kr. in comm.,
Wei. ⋅ crucem ante a te pos. Kr., My. || LXXII 7 quis potis es Ven., Cal. | est, inquis? interp.
My. || LXXIII 1 quicquam D ζ ⋅ quisquam O G R El., Pi. || 4 immo etiam taedet
obestque magisque magis V ⋅ prodest immo e. t. obestque magis Av. Tr., plurimi edd. ⋅
immo etiam taedet, taedet obestque m. Av. Ald.1, Vah., Bard. || 6 qui] quae Birt Phil. 63,
469; Sk. Met. 41sq. || LXXV 1 nunc est mens diducta Lach. | mea, L., culpa interp. My.
|| LXXVI 9 omnia quae plurimi edd. ⋅ omniaque V Mü., Len., Laf. || 10 cur te iam O G
R ⋅ iam te cur (hiatus vitandi causa) D ζ, η, Ven., complures edd. ⋅ te iam cur Pi. ⋅ cur tete iam
Goold Phoe. 23, 188 || 11 istinc teque edd. ⋅ istinc te ipse El. || 18 extremo iam ipsa in
nonnulli edd. ⋅ extremo iam ipsam V ⋅ extremam iam ipsa in plurimi edd. ⋅ extremo iam ipsa
Ok. 93 || 21 hei Lach., alii ⋅ seu V ⋅ heu σ ⋅ quae Cal., My., Bard. || LXXVII 3 mi Ven.,
edd. ⋅ mei V || LXXVIIIa fragmentum in codd. cum praecedentibus versibus coniunctum (quae res
est nullius momenti: cf. ad carm. IIa et XIVa). carm. LXXVIIIa carmini LXXVII agglutinavit
Scal., carmini LXXIX Ok., carmini LXXXVIII ('tertia stropha' huius carminis) Schm. 92sq. alii
alibi carm. LXXVIIIa ponere conabantur, immo vero carmen supplere studebant || 2 sauia R M D
Bae., Schw., Schu., Bard., alii ⋅ sania O G ⋅ suauia λ, My. || LXXIX 4 notorum O plurimi
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edd. ⋅ natorum G R M pauci edd. | sania O ⋅ suauia D lambda, My. (cf. carm. LXXVIIIa, 2)
|| LXXXI 6 quid V ⋅ quod D ζ, My. || LXXXIII 6 loquitur codd., def. Bae., Bard. ad
Schu.; habent multi edd. ⋅ coquitur Bae. (cf. comm.), Schw., Kr., Laf., alii || LXXXIV 5 Liber
(nom. prop.) σ, El., Kr., alii ⋅ Cimber Hei. ⋅ Vmber Rie. ⋅ libere (i. q. 'sine impedimentis', 'sine
metu', 'proprie', 'ultro') Ok. 94sq. || LXXXVII 2 es Scal., Cazz. ⋅ est codd., plurimi edd. | 4
meo Frö. ⋅ illo Bae. in comm. || LXXXVIII ad ea, quae Schm. putat, cf. ad carm. LXXVIIIa
|| 6 lympharum Mü. || XC 5 gratus Mü., Bae., Laf., My. ⋅ gnatus V Bard. ⋅ natus σ ||
XCII 3 eadem Rie. ⋅ itidem Schm. || XCIII 1 belle Usener RhM 21, 426, Bae. in textu,
retractat in comm. || XCIV 1 moechatur mentula? certe. interp. My., Bard., Thom., alii ||
XCV 4 neque intervallum neque signum in V ⋅ versum finxerunt Parth., Frö., Len., Pi. cr., alii.
totum carmen excidisse contenderunt Lach., Hau., alii || 5 cauas ζ, η ⋅ canas V || 9-10 seiunxit
Sta., quem My., Thom., alii secuti sunt || 9 sodalis om. codd., habent in marg. Rrec, Av., Ald.1,
Schw., alii ⋅ laboris D Ven., Parm. ⋅ lubenter Schm. 278sq., alia alii || XCVI 4 missas V ⋅
amissas Av. Tr., Sta. ⋅ scissas Schw. || XCVII 3 immundior illo D ⋅ immundior ille Lach.,
Kr., Cazz. || 5 est hic dentis os ζ ⋅ est. os dentis Frö., Schw., Cazz., Qu. ⋅ hic. dentis os
Len., Bard. || 12 nom. prop. suspicati sunt: Agroti vel Argoti Sta. ⋅ Agroici Pi. || XCVIII 1
et 5 uicti V plurimi edd. ⋅ Vetti Sta. ⋅ Vecti Frie. Vitti Hau. || XCIX 8 mollibus Qu. || C
6 locus desperatus, quamquam sententia uix dubia perfecta est igitur est O R M ⋅ perfecta est
exigitur est G ⋅ per facta exhibita est Lach., permulti edd. ⋅ per facta exigitur Schu. in app. ⋅
per facta ingenita Wiman 36 ⋅ perspecta egregie est Bae. ⋅ perspecta est igni tum Palmer ⋅
perspecta ex igni est My., Bard. (igni perspici et sim. in proverbio est, cf. Ok.) || CI 6 misero
Av. Tr. || 8 tristis munera θ, Lach., Rie. || CII 1 si cui qui Pi. cr. | tacite Mun. || 3
meque V ⋅ me aeque Gran. | Indorum Bae. ⋅ mystarum Len. ⋅ hilorum Herrmann La nouv.
Clio 6, 240sq. || CIV 4 cum tappone V ⋅ cum caupone ζ, Ven. || CVI 1 esse O G
plurimi edd. ⋅ ipse R M ⋅ ire Schw. in app. || CVII 1 quicquam D ε, Ok. 98sq. ⋅ quicquid G
R M ⋅ quoi quid Schu. || cupidoque Av. Ald.1 (hiatus vitandi causa) | optigit O My., Schu.,
alii ⋅ obtigit G R M plurimi edd. || 2 insperati Hei. || 3 et inprimis 7-8 loci conclamati |
nobisque hoc Sta., Pi. ⋅ nobisque est Hau., Schw. ⋅ mi bis quoque Ok. 98sq. || 7.8 hac res
est optandus O ⋅ me est optandus G R M ⋅ hac res optandas Lach., Bae., Schu. ⋅ hac re
optandam (in uita) Kr. magis hac quid optandum Bard., Wiman 36sq.; alia alii || CVIII 4
execta ζ, Lach. ⋅ exercta O ⋅ exerta G R M Ven. ⋅ excepta D ⋅ excerpta El. || CIX 6
alternum Ven. ⋅ aeternae... sancte Wei. || CX 4 et B. Guar., plurimi edd. ⋅ nec V Pi.,
Paratore ⋅ sed Ok. 100 | saepe] turpe Av. Pi. || 7 est facinus Frie., Schu., Pi. ⋅ officiis Bae.,
My., Wei., Ok. 100 ⋅ effectis El. ⋅ est ficti Schw. || 8 toto D γ ⋅ tota V || CXI 2 est
laudibus eximiis V ⋅ ex laudibus eximiis Pass., Scal., Kr., Wei. ⋅ est laudibus ex nimiis Bae.,
Schu. || 3 par D ζ, edd. ⋅ fas Ven. || 4 versum truncum quam matrem fratres ex patruo alii
aliter supplent, lacunam indicant Kr., My. ⋅ ex patruo parere sigma ⋅ te parere ex patruo Frie.,
Schu., Bard., Cazz. ⋅ efficere ex patruo Ven., Pi. ⋅ ex patre concipere Wiman 37, Ok. 101sq.
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⋅ ex patruo patier Schm. || CXII 1 homo est qui Scal., plurimi edd. ⋅ homo sed D ⋅ homo
qui El., Pi. ⋅ homo est quin Schw., My. ⋅ homo alter Wiman 37 ⋅ homo una Ok. 102 ⋅ o
multus homo, est quin Khan, Homm. à Renard I, 9sqq. || 2 te scindat Schw., My. || CXIII
2 meciliam G ex quo Maeciliam cum Lach. permulti edd. ⋅ Moeciliam Len., Bard. ⋅ Moecillam
Mü., Bae., Pi. ⋅ Mucillam Schw. || CXIV 1 firmanus saluis V, corr. Av., multi edd. ⋅
Firmano saltu Av. Ald.1, My., Khan, Thom., Bard. ⋅ Firmanus saltu Pal., El., alii | 6
dummodo ipse V (hiatum def. Schu. Marg. 105sq. et Schz. I 15) ⋅ dummodo et ipse Len. ⋅
dummodo is ipse Ok. 103sq. ⋅ dum modio ipse Thom. ⋅ dummodo tu ipse egeas Frö.; alia
alii. crucem posuerunt Schw., My. || CXV 1 istar O ⋅ noster Av. Tr. ⋅ iuxta Scal. ⋅ saltum
Housman, Khan (dubitatur de longa syllaba habet, cf. Ok. 104sq.) || 4 bona Av. Ald.1 ⋅ moda
V || 5 altasque paludes D Khan ⋅ saltusque uastasque Pleitner, sed v. hyperm. (cf. carm.
LXIV, 298 et XXXIV, 22) servandus est || 8 uere Parth., Schm. 23 || CXVI 1 uenante]
ueni ante Birt, Pi. || 4 tela Mur. ⋅ telis G R M D | infestum D Ven. | meum add. Mur.,
plurimi edd. ⋅ mihi add. Bae., Bard. om. V || 6 hinc V Schw., Kr., Len., def. Ok. 106 ⋅ hic D ζ,
plurimi edd. ⋅ huc Mur., Frö. || 7 contra nos] contorto Camps 136sq. | amictu ε, edd. ⋅
amicta V (def. Ok. 106sq. dicens id P.P.P. verbi amicire esse) ||8 at fixus ζ, plurimi edd. ⋅
affixus O G R M D Pi., Bard. ⋅ afflixus M
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PERIODICA. CORPORA
SIGLA CODICVM
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11.- FRAGMENTOS
FRAGMENTA
APPARATVS
Traducción
1.
Este bosque te lo dedico y consagro, Príapo, por la ley por la que es tuya la morada
de Lámpsaco y la de Príapo(1), pues a ti especialmente venera en sus ciudades la ribera
del Helesponto, más rica en ostras que las demás riberas.
2.
... es mi deseo saborear de lo mío
3.
pero no escaparás de mis yambos
Notas
1.- Lámpsaco y Príapo, ciudades de Asia Menor en la costa del Helesponto, famosas por
su culto al dios Príapo.
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Incluimos aquí los nombres propios, así como los adjetivos relacionados con
ellos, los gentilicios, etc. Citamos su nominativo en latín y el número del poema y del
verso de procedencia según la edición utilizada. Los asteriscos indican que la escritura
del texto latino es dudosa.
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