Diálogos I
Diálogos I
Diálogos I
Introducción
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Introducción del abad Fernando Rivas, osb (Abadía San Benito de Luján, Buenos
Aires, Argentina).
Traducción de la Hna. Ana María Santángelo (Abadía de Santa Escolástica, Victoria,
Buenos Aires, Argentina). 57
FUENTES
esta obra una lectura fundamental para todo cristiano entre los años
600 y 1100.
Para los benedictinos, acostumbrados a leer solamente el
Segundo Libro (con la Vida de san Benito) será un instrumento para
conocer la obra completa y releerla a la luz del conjunto. Es cierto que
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Benedicto I lo envió como apocriciario (delegado papal) a
Constantinopla, donde pasó ocho años y consolidó su amistad con
Leandro de Sevilla (más tarde, juntos, conseguirán convertir a los visi-
godos del arrianismo a la fe católica). Vuelve a Roma para vivir el des-
bordamiento del Tíber que produjo muchas calamidades en la ciudad.
La peor de todas era la muerte de Pelagio, el Papa que sucedía a
Benedicto. Siendo diácono fue elegido nuevo Papa por el clero, el sena-
do y el pueblo. El resto de su vida añorará la vida en el monasterio que
ha debido dejar.
Escribió la Regla Pastoral, obra maestra para todo Pastor de la
Iglesia, que orientó a tantos obispos durante la Edad Media. Compuso
cuarenta homilías sobre los Evangelios. Fomentó la vida litúrgica y
compiló textos litúrgicos en el Sacramentario que lleva su nombre. Se
conserva su Epistolario, que contiene 859 cartas, las 22 homilías sobre
Ezequiel y el comentario a los libros de Job o las Morales2.
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Hoy se excluye de su obra el Comentario al 1º Libro de los Reyes. Uno de los valores de
esta obra era el de contener algunas citas textuales de la Regla de san Benito, con lo que
se podía presumir su conocimiento de dicha Regla. Hoy se sabe que Gregorio, tal como
dice en el Segundo Libro de los Diálogos, conoció que san Benito de Nursia escribió una
regla para monjes, pero nada más. Para todo esto ver VOGÜÉ A. de, L’auteur du
Commentaire des Rois attribué à saint Grégoire: un moine de Cava, en Revue Bénédictine
106 (1996) 319-331. 59
FUENTES
3
VOGÜÉ A. de, De la crise aux résolutions: les Dialogues comme “histoire d’une âme”, en
Colloques Internationaux du Centre National de la Recherche Scientifique (Grégoire Le
Grand, Chantilly 1982), 305-314.
4
CONTRERAS E., El Libro de los Diálogos de San Gregorio el Grande, en CuadMon 57
60 (1981) 227-232.
FUENTES
sido, antes de abandonar ese estado de vida para ser Papa. Le siguen las
vidas de otros monjes, todos caracterizados por su aspiración por las cosas
de Dios. Siguen las vidas de tres obispos: Marcelino, Bonifacio y
Fortunato. Concluye con las vidas de tres monjes más y de un sacerdote.
El Segundo Libro es el más conocido por contener la vida de san
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Benito de Nursia. En él Gregorio parece encontrar al monje conse-
cuente hasta el fin con su ideal de vivir en la presencia de Dios, dejan-
do para ello todo lo que estorba en el camino. Es el vir Dei, poseído del
espíritu de todos los justos, en quien Gregorio encuentra el ideal de san-
tidad. Tanto la extensión que consagra a la vida de san Benito como los
contenidos que le refiere muestran que su figura jugaba un papel muy
importante en la vida de Gregorio.
El Tercer Libro está dedicado a personajes muy variados: obis-
pos, sacerdotes y laicos, dejando la figura protagónica que los monjes
habían tenido hasta aquí. Sin embargo el verdadero protagonista sigue
siendo, a lo largo de estos tres libros, el milagro, como signo de santi-
dad y presencia divina en este mundo.
El Cuarto Libro de los Diálogos se presenta como más doctrinal,
más teológico. Sin embargo busca ser como el marco de referencia para
todo lo hasta ahora dicho y los personajes que se presentan están siem-
pre en íntima relación con el misterio eucarístico que Gregorio quiere
abordar antes de concluir su obra.
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“En el paraíso, el hombre había tenido la costumbre de saborear las palabras de Dios
(ver Gn 2,16s) y de comunicarse, en virtud de la pureza de su corazón y de la elevación
de su mirada, con los espíritus de los bienaventurados ángeles. Pero después de haber
caído hasta aquí abajo, se apartó de aquella luz espiritual que lo llenaba” (Dialog. IV,I,1). 61
FUENTES
y por eso viven en el deseo del Paraíso, que otros ni siquiera oyeron
nombrar. Sin embargo no habría santos si Dios no hubiese enviado a su
Hijo hecho carne para abrir nuevamente las puertas del Paraíso por su
Misterio Pascual. En ello consiste la fe: en la garantía de las cosas que se
esperan, en el retorno al Paraíso.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
modo especial a este hombre que ha debido sacrificar su propio bien
espiritual por el servicio de la Iglesia. En todo caso es claro que, en
su existencia desolada, la hora de la celebración es aquella en la que
encuentra algo de los gozos místicos de su vida pasada.
Por otra parte, no es para él solo que dice estas cosas en la conclu-
sión al libro de los “Diálogos”. Todo ese pasaje está construido en
“nosotros”. Personalmente comprometido como primer jefe,
Gregorio no se separa de sus lectores. Es con todo ese pueblo que este
monje, hecho pastor, sale a la conquista del Paraíso. Juntos, toma-
rán la Misa como base para un esfuerzo de retorno. A partir de esta
experiencia sacramental del invisible, ellos (todo el pueblo cristia-
no) intentarán cultivar la compunción, prolongando lo más posible
los sentimientos que ella ha suscitado o reavivado6.
6
Eucharistie et vie monastique, en Coll. Cist. 48 (1986) 127-128.
7
Eucharistie et vie monastique, en Coll. Cist. 48 (1986) 126. 63
FUENTES
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Pero es necesario, cuando hacemos esto, que nos inmolemos a nos-
otros mismos a Dios, mediante la contrición del corazón, porque
cuando celebramos los misterios de la Pasión del Señor, debemos
imitar lo que hacemos. Esta será, entonces, una verdadera hostia
ofrecida a Dios por nosotros, si hace de nosotros mismos una hostia
(Dialog IV, LXI,1).
8
Homilías sobre Ezequiel II,8,15-22. 65
FUENTES
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
referirse, después del misterio de Cristo celebrado en la liturgia, a la
experiencia de los grandes personajes de las Escrituras y, por supuesto,
a Cristo. Con palabras de Calati podemos decir:
9
CALATI B., Spiritualità monastica, en Vita Monastica 13 (1959) 8-10. El autor seña-
la que si bien se refiere a la hagiografía en general, sin embargo está pensando sobre todo
en la vida de san Benito escrita por Gregorio Magno.
10
Scriptura sancta cum legentibus crescit (Ep. L IV,31; Mor. L XX,1). 67
FUENTES
5. El Milagro.
de los mismos. Y es aquí donde los Diálogos han suscitado todo tipo de
interpretaciones, que pueden reducirse a tres: interpretación hitórica,
simbólica, y una combinación de las dos.
En primer lugar el milagro es para Gregorio una señal de Dios
que revela la virtud de un santo. Y por eso los milagros tienen una ense-
ñanza, ante todo, moral. Los relatos dejan una enseñanza clara. Esa refe-
rencia del milagro a la virtud es el motivo mismo de los Diálogos de
Gregorio. En muchos casos el relato parece estar dirigido a las virtudes
heroicas del santo, olvidando por un momento sus milagros mismos.
De modo muy frecuente las virtudes de la humildad y la paciencia pare-
cen superar los milagros más llamativos de sus santos, incluyendo la
resurrección de un muerto.
Por ello el P. de Vogüé no duda en afirmar que para Gregorio
el milagro, siendo un signo de la virtud, sin embargo le es inferior11. Y
sigue: lo exterior no se compara a lo interior, lo visible a lo invisible. La ver-
dadera grandeza está adentro. Por eso lo que debe buscarse no son los signos
sino la vida12.
La humildad es la virtud de todos estos santos, la que edificó su
ser en conformidad con Cristo y no dejó que se perdieran en el orgullo
que suscitan las buenas obras y los milagros. Esa virtud de la humildad
es la garantía de toda su actividad, ya no sólo de taumaturgo sino tam-
bién de maestro de doctrina, como fue san Benito. Así dice san
Gregorio de san Benito:
11
GRÉGOIRE LE GRAND: Dialogues. Introduction, bibliographie et cartes par Adalbert
de Vogüé, Eds. du Cerf, Paris 1978 (Sources Chrétiennes 251), 87.
68 12
Id.
FUENTES
manera notable en virtud de la palabra de su doctrina. Porque
escribió una regla monástica, importante por su discreción y clara
en su lenguaje. Si alguien quiere conocer más profundamente su
vida y sus costumbres, podrá encontrar en la misma enseñanza de
la regla todos los principios de su magisterio, puesto que el hombre
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
santo de ningún modo pudo enseñar otra cosa que lo que él mismo
vivió (Dialog. II, XXXVI).
Como guía para una lectura del Primer Libro que ahora pre-
sentamos, se debe recordar lo dicho acerca del carácter autobiográfico
con el que se abre. Gregorio se lamenta del estado espiritual en que se
encuentra debido a tener que dejar el monasterio, su retiro, su contem-
plación, y asumir las variadas tareas del primer pastor de la Iglesia.
En medio de ese dolor el recuerdo de los santos que han deja-
13
Id., 92. 69
FUENTES
dador del monasterio de Valeria, junto con otras figuras menos relevan-
tes. Luego son presentados personajes diversos, desde obispos hasta
sacristanes, todos ellos unidos por el signo de la santidad.
Como señala el P. de Vogüé, salvo el primer grupo de tres mon-
jes, los demás tienen la particularidad de ser presentados de a dos. Ello
se debe a que pertenecen a una misma región (la Campaña y el este de
Roma, por un lado, y la misma Roma, por otro), o los une una profe-
sión o amistad particular. Gregorio juega con los contrastes para que
cada uno de ellos resalte la figura del otro por algún rasgo particular.
Finalmente el lector debe recordar que en este Primer Libro
Gregorio va construyendo esa inclusión que pondrá de manifiesto en el
último libro que los santos, con sus vidas, han recorrido el camino de
retorno al Paraíso y que su clave secreta está en la entrega de su vida
como ofrenda, hostia viva, que se renueva y fortalece en cada Eucaristía,
y que ese es el camino que siguió el mismo Papa.
Bibliografia
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Magno, Bologna 1979.
CREMASCOLI, G., Se i Dialogi siano opera di Gregorio Magno: due
volumi per una vexata quaestio, Benedictina 36 (1989) 179-192.
GODDING, R., Les Dialogues de Grégoire le Grand. A propos d'un livre
récent, Analecta Bollandiana 106 (1988), 201-229.
LECLERCQ, J.; VANDENBROUCKE, F.; BOUYER L., The
Spirituality of the Middle Age. London, 1968.
McCREADY, W., Signs of sanctity. Miracles in the thought of Gregory the
Great, Ontario, 1989.
PETERSEN, J.M., The Dialogues of Gregory the Great in their Late
Antique, Toronto, 1984.
VOGÜÉ, A. de, GRÉGOIRE LE GRAND: Dialogues. Introduction,
bibliographie et cartes par, Eds. du Cerf, Paris 1978 (Sources
Chrétiennes 251).
VOGÜÉ, A. de, GRÉGOIRE LE GRAND: Dialogues. Texte critique et
notes par; traduction par Paul Antin, Eds. du Cerf, Paris 1979-1980
(Sources Chrétiennes 260 y 265).
VOGÜÉ, A. de, De la crise aux résolutions: les Dialogues comme “histoi-
re d’une âme”, en Colloques Internationaux du Centre National de la
Recherche Scientifique (Grégoire Le Grand, Chantilly, 1982), 305-314.
VOGÜÉ, A. de, Grégoire le Grand et ses “Dialogues” d'après deux
ouvrages récents, Revue d’Histoire ecclésiastique 83 (1988), 281-348.
71
TEXTO
FUENTES
LIBRO PRIMERO
4. Pero ahora, a causa del cuidado pastoral, padece por las pre-
ocupaciones de los hombres del mundo, y además, toda la hermosa
72 imagen de su paz se ensucia con el polvo de la tarea terrenal. Cuando se
FUENTES
dispersa en los asuntos exteriores para condescender con los otros, aun-
que permanezca el deseo de los bienes interiores, retorna a éstos indu-
dablemente debilitado. Considero entonces lo que sobrellevo, conside-
ro lo que dejé, y cuando observo lo que he perdido, se me hace más
pesado lo que soporto.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
5. Es que ahora estoy sacudido por las olas de un vasto mar, y
golpeado en la nave de mi espíritu por las borrascas de una fuerte tem-
pestad. Al recordar la vida anterior, suspiro como si al volver hacia atrás,
la mirada divisara la costa. Y lo más grave es que mientras soy arrastra-
do, perturbado por las inmensas olas, apenas si puedo ver ahora el puer-
to que he dejado. Así son las caídas del espíritu: primero se pierde el
bien que se posee, pero no obstante, uno se acuerda de lo que ha perdi-
do. Después, cuando se aleja más, también se olvida del bien perdido, y
sucede entonces que ya ni siquiera ve, en el recuerdo, lo que antes efec-
tivamente había poseído.
Ocurre lo que dije antes: que cuando navegamos más lejos, ya
no vemos ni el puerto de reposo que hemos dejado.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
ñas?”. Es que en aquel lugar se solía oír hablar de peces, pero jamás
nadie los había visto.
alguien, pero los dones del Espíritu Santo no están sometidos a la ley.
Ciertamente, la experiencia habitual de la vida enseña que quien no
aprendió a someterse, tampoco debe atreverse a mandar, a fin de no
enseñar a los súbditos una obediencia que él no fuera capaz de brindar
a los superiores. No obstante, hay algunos que fueron instruidos por el
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
magisterio del Espíritu, de tal modo que aunque les falte la instrucción
exterior del magisterio humano, no carecen de la ilustración del maes-
tro interior. Esta libertad de su vida no debe servir como ejemplo para
los débiles, a fin de evitar que alguno de ellos, presumiendo estar lleno
del Espíritu Santo, desprecie ser discípulo de un hombre, haciéndose así
maestro del error. El alma en la que habita el Espíritu Santo, muestra
evidentes señales de esta realidad mediante los prodigios y la humildad.
Si estos dos signos se juntan perfectamente en un alma, es evidente que
dan testimonio de la presencia del Espíritu Santo.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
hasta el río Vulturno. Allí comenzaron a golpear con las lanzas a sus
caballos y a ensangrentarlos con las espuelas, a fin de hacerlos pasar el
río. Pero los caballos, castigados por los golpes y las espuelas, podían
aguantar los sufrimientos, pero moverse no podían. Parecía que temían
el agua del río, como si estuvieran ante un precipicio mortal.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
de que los milagros y prodigios es la virtud de la paciencia.
Un día, el que gobernaba el monasterio después de la muerte del
venerable Honorato, se enardeció violentamente contra el venerable
Libertino, de tal manera que lo agredió con sus manos. Y porque no
pudo encontrar una vara para castigarlo, agarró uno de los escaños para
los pies y le golpeó la cabeza y la cara, dejando todo su rostro hinchado
y amoratado. Libertino, duramente herido, se calló y se retiró a su lecho.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
has atrevido tantas veces a robar lo que los monjes han recolectado con
su trabajo?”. Al decir esto, liberó su pie del cerco en el que se había
enganchado, y lo bajó a la tierra sano y salvo. Después le dijo:
“Sígueme”. Y mientras que el ladrón lo seguía, lo llevó hasta la entrada
del huerto y le ofreció, con gran dulzura, las legumbres que el ladrón
habría querido llevarse, y le dijo: “Anda y no robes más en adelante.
Pero cuando tengas necesidad, entra por aquí a buscarme, y lo que tú
hubieras querido llevarte con gran fatiga y con la culpa del pecado, yo
te lo daré por el amor de Dios”.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
salud con una sola palabra, de modo que aquel padre, al volver a su casa,
se dio cuenta de que su hijo había recuperado la vida en el mismo
momento en el que él había oído decir, de la boca de la Verdad, que
estaba vivo.
Todos los monjes, cumpliendo la orden de su abad, echaron a
Basilio de su habitación del monasterio. Una vez expulsado, Basilio dijo
que con sus artes mágicas había suspendido en el aire frecuentemente el
monasterio de Equicio, pero que no había podido perjudicar a nadie en
el monasterio. Poco tiempo después, al enardecerse el celo del pueblo
cristiano, Basilio fue arrojado al fuego en la ciudad de Roma.
10. Tan grande era el fervor que lo consumía para ganar las
almas para Dios, que, no contento con presidir los monasterios, visita-
ba las iglesias, los pueblos, las aldeas, y hasta las casas de cada uno de los
fieles, en fin, cualquier lugar, para mover los corazones de los que lo
escuchaban, hacia el amor de la patria celestial. Era muy sencillo en el
modo de vestirse y ostentaba un aspecto tan pobre, que cualquiera que
no lo conocía, habría rechazado hasta devolverle el saludo. Para sus via-
jes solía elegir el más ordinario de todos los caballos que podía encon-
trar en el monasterio, utilizando como aderezo una cuerda, y como silla
de montar una piel de carnero. Llevaba consigo los libros sagrados en
bolsas de cuero que colgaban a su derecha e izquierda. En cualquier
parte adonde iba, abría la fuente de las Escrituras para regar los prados
de las almas.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
conducido a la ciudad de Roma, para que aprendiera cuáles eran exac-
tamente sus competencias.
18. Date cuenta entonces, Pedro, con qué atención Dios vela
sobre los que han aprendido a despreciarse a sí mismos en esta vida.
86 Interiormente han de ser contados entre los ciudadanos de honor, los
FUENTES
que hacia afuera no tienen vergüenza de ser despreciados por los hom-
bres. Al contrario, son despreciables ante los ojos de Dios aquellos que
se inflan, ante sus propios ojos y los de sus prójimos, por el apetito de
la vanagloria. Por eso la Verdad dice a ciertos hombres: “Ustedes son los
que se justifican a sí mismos ante los hombres. Pero Dios conoce sus
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
corazones, porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta
despreciable para Dios” (Lc 16,15).
po yacía allí.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
el alma que se ve rodeada de milagros, ya que sucede con frecuencia que
los prodigios que se operan hacia afuera, hieren por su fuerza de seduc-
ción el espíritu hacia adentro. Pero será suficiente si llegas a conocer un
episodio de este venerable Constancio, para que sepas de inmediato cuál
fue su humildad.
Constancio, que amó tanto más a este aldeano rústico, cuanto que éste
se había burlado de él. Lo que uno es secretamente en la conciencia, lo
revela una afrenta inferida. Porque así como los orgullosos se compla-
cen en los honores, así los humildes fácilmente en el desprecio. Cuando
aparecen abyectos a los ojos de otro, se regocijan, puesto que compren-
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
PEDRO: Tal como lo veo, este hombre fue grande hacia afuera
por sus milagros, pero aún más grande interiormente por la humildad.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
ambos viven todavía.
Laurión recibió su formación monástica del muy santo
Anastasio en el monasterio de Subpentoma, que está cerca de la ciudad
de Nepi. El venerable Anastasio tenía un trato íntimo con Nonnoso,
prior del monasterio situado sobre el monte Soracte, a causa de la
vecindad de su vivienda y de la vida ejemplar de ambos, y de su celo
común por perfeccionarse en la práctica de las virtudes.
El prior Nonnoso vivía bajo un abad muy riguroso, pero él
soportaba sus mañas siempre con una admirable ecuanimidad. Por con-
siguiente gobernaba a los hermanos con mansedumbre, y con su humil-
dad lograba desviar frecuentemente la cólera de su abad.
92
FUENTES
VIII. Anastasio, abad del monasterio de Subpentoma
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
solamente para Dios, él abandonó sus archivos, se retiró al monasterio
de Subpentoma –lugar al que ya me referí–, y vivió allí durante muchos
años, ejercitándose en las obras de la santidad y dirigiendo el monaste-
rio con solícita vigilancia.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Gaudencio, que todavía vive, cuenta sobre él muchos milagros. Puesto
que él había sido formado en su servicio, su testimonio es tanto más
verídico, cuanto él fue a la vez testigo y actor.
4. Cuando había volcado así en todas partes una gota del vino
nuevo, llamó a su sacerdote y le ordenó que hiciera venir a los pobres. 95
FUENTES
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
PEDRO: ¡De acuerdo con lo que dices!
su caballo por doce monedas de oro. Las puso en su caja fuerte y salió
ocupado en otro asunto. Imprevistamente llegaron al obispado unos
pobres, pidiendo insistentemente que el obispo san Bonifacio socorrie-
ra su indigencia, dándoles alguna cosa. El hombre de Dios no tenía
nada para darles. Muy afligido empezó a buscar una salida, a fin de que
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
los pobres no tuvieran que salir de allí sin haber recibido nada. De golpe
se le ocurrió que Constancio, su sacerdote y sobrino, había vendido su
caballo de silla, y que debía de haber guardado el precio en su caja fuer-
te. En la ausencia de su sobrino se fue a donde estaba la caja, y piado-
samente violento forzó su cerradura, tomó las doce monedas de oro y se
las repartió entre los pobres, según mejor le pareció.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
se del regalo del santo varón para su ración diaria. Hasta el momento en
el que volvieron a Ferentino junto al padre venerable, en ningún día
habían dejado de beber. Sin embargo, el vino de este pequeño recipien-
te nunca les faltó, como si, en este pequeño vaso de madera que el obis-
po les había dado, el vino no hubiera tenido solamente un aumento,
sino un verdadero nacimiento.
17. Un día, ella entró en el granero y vio que casi todo el trigo,
que ella había preparado como provisión para todo el año, había sido
expendido por su hijo en favor de los pobres. Ella se castigó a sí misma
con bofetadas y golpes de puño, por haber perdido así casi todas sus 99
FUENTES
granero, al que encontró más rebosante de trigo que antes, cuando ella
se alegraba de haber recogido lo necesario para todo el año. Al ver este
milagro, la madre misma, arrepentida, empezó a permitirle que pudie-
ra regalar, puesto que él podía recibir tan rápidamente lo que pedía.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
vir para nuestra ilustración.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
se complacen en el bien que hacen, sino en la alabanza de este bien con
la que destruyen a los demás. En nuestro caso considero que este hom-
bre, que recibió como huésped al espíritu nefasto, pensó más en la vana-
gloria que en la obra de caridad porque, presuntuosamente, aparentaba
obrar mejor que el obispo, puesto que había acogido a aquel que el hom-
bre de Dios, Fortunato, había echado de su casa.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
l5. El diácono llegó junto al enfermo postrado. Éste hizo venir
a los niños que se había negado categóricamente a devolver al obispo, y
se los entregó al diácono con estas palabras: «Vete, y dile a mi señor el
obispo: «Porque me has maldecido, he sido herido; pero recibe ahora a
estos niños por los que has rogado, e intercede por mí, te lo pido». El
diácono recibió a los niños y los llevó al obispo. El venerable Fortunato
le dio en seguida agua bendita y le dijo: «Vete rápido y rocía al herido».
El diácono se fue, entró junto al Godo y le roció el muslo con el agua
bendita. ¡Cosa del todo sorprendente y milagrosa! Apenas el agua ben-
dita tocó el muslo del godo, las partes del hueso fracturado se unieron,
y el muslo quedó restituido a su estado anterior. Al instante, el hombre
se levantó del lecho, subió al caballo y continuó su viaje, como si nunca
hubiera sufrido un accidente. El asunto se arregló de esta manera: aquel
que no había querido someterse a la obediencia ni devolver a los niños
al santo varón Fortunato por el precio del dinero, los dio gratuitamen-
te, subyugado por el castigo”.
106
FUENTES
XI. Martirio, monje de la provincia de Valeria
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
Un día, sus hermanos estaban cociendo un pan debajo de la ceni-
za y habían olvidado grabar en él el signo de la cruz, puesto que era cos-
tumbre en esta provincia marcar los panes amasados con un trozo de
madera, de suerte que parecían estar divididos en cuatro partes. Llegó el
siervo de Dios y fue advertido por los hermanos de que el pan no había
sido señalado con la cruz. El pan ya estaba debajo de las brasas y cubier-
to por la ceniza. “¿Por qué no lo han marcado?”, preguntó Martirio, y al
decir esto, trazó con el dedo el signo de la cruz en dirección de las brasas.
En este mismo momento se oyó, desde el lugar donde se hallaba el pan,
un gran estallido, como si se hubiera roto un gran vaso dentro del fuego.
Después, cuando el pan estaba cocido, lo sacaron del fuego y vieron que
estaba marcado con una cruz, trazada no por el contacto, sino por la fe.
Los Cuatro Libros de los Diálogos de san Gregorio Magno (540-604). Libro primero
es el más pequeño de todos los apóstoles (ver 1 Co 15,9s), no obstante
trabajó más que todos.
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