Suelos Salinos

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SUELOS SALINOS

Corrección de suelos salinos


Cuando un suelo contiene sales solubles en exceso se dice que es salino.

Causas de salinidad.
Por un ascenso capilar de sales hasta la zona de las raíces, ya sea por la naturaleza del
subsuelo o por existir una capa freática salina; por regar con agua salina; o por un manejo
inadecuado de la fertilización.

Un suelo salino presenta los siguientes efectos negativos:


• Aumento del potencial osmótico. La planta necesita realizar un mayor esfuerzo para
absorber el agua, limitando su desarrollo. En casos extremos el suelo extrae el agua de la
planta, la cual se seca.
• Fitotoxicidad. Varios de los iones contenidos en las sales (cloro, sodio, etc.) son tóxicos
para las plantas en exceso.
• Antogonismo iónico. La elevada presencia de un elemento hace que no se pueda
absorber otro. Los ejemplos más comunes se dan entre el Cl- y NO3 o Ca2+ y Mg+, K+.
Esto simplificado significa que por mucho que se abone, el suelo no se fertilizará, porque
el hueco donde iría el nitrógeno (NO3) o el potasio (K+), ya está ocupado por otro
elemento, en este caso los iones de las sales.

Suelo es salino
Ante todo si con el suelo seco se evidencian costras de cristales en la superficie, es un
suelo salino.
Si se observan síntomas en plantas: marchitez a pesar de no faltarle agua, ápices de las
hojas quemados por gutación de agua salada, falta de crecimiento, amarilleos,… es un
suelo salino.
Midiendo la conductividad eléctrica (CE) mediante un conductímetro. Valores
comprendidos entre 2-4 dS/m indican suelos ligeramente salinos, y a partir de 4
dS/m estamos ya ante un suelo con problemas de salinidad.

Técnicas de cultivo para adoptar en suelos salinos


La principal técnica es la de modificar la dosis y frecuencia de riego. Se emplean fracciones
de lavado, aumentando la dosis de riego para disolver y arrastrar las sales. Además se
debe regar más frecuentemente para asegurar la disponibilidad de agua para la planta.
El sistema de riego más adecuado en casos de salinidad es el localizado, el riego por goteo,
por el más eficiente y por ser más fácil jugar con la dosis y frecuencia. En ningún caso se
debe emplear el riego por aspersión, pues por las hojas se acrecienta la fitotoxicidad por
sales.

Con la mayoría de fertilizantes se están aportando sales, algunas más peligrosas que otras,
como ocurre con nitrato cálcico, fosfato sódico. La principal regla en fertilización de suelos
salinos es es fraccionar los abonados lo máximo posible. Especial precaución hay que
tener con los abonados de fondo y primeras coberteras, ya que las pequeñas plántulas son
muy sensibles a la salinidad.
Por último se debe optar por sembrar cultivos tolerantes y preferentemente en
caballones.

Corrección de suelo salino


Mediante lavados de recuperación, con la parcela sin cultivar, se aporta un gran volumen
de agua, manteniendo la lámina de agua de forma continua durante varios días, con
objeto de transportar las sales al subsuelo de una forma drástica. El sistema más eficiente
es el riego por inundación, aunque también se podría emplear la aspersión.

Como labores en el terreno la principal es el subsolado, para conseguir romper los


distintos horizontes del suelo para hacerlo más permeable y mejorar el drenaje.
Si el problema es porque la capa freática esté demasiado cerca del suelo, la solución es
instalar un drenaje artificial que reduzca el ascenso por capilaridad.
Por último, y en el caso de aguas salinas, el problema se solventa mezclando varias
fuentes de agua en balsas reguladoras.

Para los suelos salinos las hay del tipo controlar el nivel de sales de los suelos; lavados de
las sales del suelo; utilizar cultivos, variedades y/o portainjertos más tolerantes a la
salinidad; instalación de drenajes superficiales o subterráneos; cambio de sistema de riego
a goteo; nivelar adecuadamente el suelo para mejorar la uniformidad de distribución del
agua de riego;
Realizar una plantación en mesetas que evite los niveles freáticos elevados; hacer una
distribución de la plantación en las zonas de la parcela donde la salinidad es menor;
mejorar las propiedades físicas del suelo que facilite el lavado de sales; mejorar la calidad
del agua de riego con la que realizar lavados de las sales de suelo; cubrir el suelo con algún
tipo de acolchado o mulching; utilizar fertilizantes con bajo índice de sal.

SUELOS ALCALINOS
En la agricultura se maneja un dicho muy común con respecto al tipo de suelo: "ni muy
ácido ni muy alcalino". Como agricultores, sabemos muy bien que no es idóneo trabajar
en un suelo con un nivel de pH menor que 5,6, pues se trata de un suelo fuertemente
ácido. De la misma manera, una situación a la inversa no es la ideal. En un suelo con un pH
elevado, es necesario llevar a cabo las prácticas más recomendadas para el manejo de
suelos alcalinos.

Antes hablamos sobre el manejo adecuado de suelos ácidos. Puedes consultar la entrada
aquí: Manejo de suelos ácidos: datos y recomendaciones.

En este post, nos enfocaremos precisamente en esas prácticas, en las cuales el


requerimiento es de reducción de los niveles de pH, o que equivale a someter el terreno a
un proceso de acidificación.
¿Qué es un suelo muy alcalino?
Se habla de un suelo muy alcalino, cuando su pH supera los 7,5 en la tabla del pH. Las
razones de esto son varias, puede tratarse de parcelas en zonas muy secas o áridas, con
una pluviometría muy reducida o escasa, por la naturaleza misma del terreno, o podría
deberse al vertido de aguas con sustancias muy alcalinizadas.
Cabría preguntarnos: ¿cuáles son las principales inconvenientes de estos suelos?, y las
respuestas son varias:
- Generalmente este tipo de suelos contienen altos contenidos de carbonato de calcio, lo
cual genera que las plantas no absorban la mayor parte de los nutrientes del suelo.
- Como consecuencia, este tipo de suelos muy alcalinos, a pesar de que contengan
grandes cantidades de hierro de modo natural, o por más sulfato de hierro que le
agreguemos artificialmente, las plantas siempre presentarán carencias de hierro y fósforo,
ya que la sobre calcificación del suelo impide que estos sean absorbidos por las raíces de
las plantas. Se forma una especie de capa de calcio que como una esponja retiene el
hierro y el fósforo, y a pesar de estar presentes en el suelo, las plantas no se benefician de
estos.
Si subir el pH de un suelo es un procedimiento relativamente sencillo, por medio del
método del encalado, o adición de cal, por su parte el proceso contrario, la acidificación,
lograr bajar los niveles de pH, es algo más complejo y costoso, que conlleva a buscar el
mejor método de manejo de suelos alcalinos.
El principal efecto de reducir los niveles de pH en el suelo, es que se generan las
condiciones apropiadas, para que las plantas absorban los nutrientes y minerales
necesarios, para su crecimiento y desarrollo. Por otro lado estas enmiendas a nivel
económico, se pueden reflejar positivamente en el ahorro de fertilizantes y en el aumento
de la producción.

Métodos para reducir la alcalinidad del suelo


Dentro de los procedimientos más eficaces, para bajar los niveles de pH en los suelos, se
contemplan aquellos que incluyen, el uso de sulfato de aluminio combinado con materia
orgánica, así como dejar de usar fertilizantes que suban los niveles de alcalinidad.
De acuerdo a estudios y trabajos de campo realizados, en relación con los métodos para el
manejo de suelos alcalinos, podemos mencionar los siguientes 6 métodos, como los más
efectivos, ya que han sido probados durante años alrededor del mundo, con muchos tipos
de terreno.

Los seis métodos infalibles para el manejo de suelos alcalinos


1. Incorporar materia orgánica al suelo:
Los procesos de descomposición de la materia orgánica, producen una reacción ácida, la
cual ayuda considerablemente con la disminución del pH. Durante la descomposición, en
la materia orgánica se producen ciertos microrganismos y bacterias, que al alimentarse de
esta, crean a su vez subproductos ácidos, los cuales pasan a los diferentes niveles y
sustratos del suelo.
Dentro de los muchos tipos de materia orgánica, que puedan encontrarse disponibles,
deben usarse tantos como puedan ser incorporadas; sin embargo, es de acotar, que las
más potentes y efectivas son el compost, el estiércol seco, así como cortezas ácidas como
el pino, ácidos húmicos y fúlvicos, los cuales son altamente acidificantes.
Este método requiere de tiempo para permitir la descomposición de la materia orgánica, y
todo el proceso químico que de allí se deriva, por lo que se considera como una
alternativa a largo plazo, la cual de ser sostenida en el tiempo, resulta bastante efectiva,
siempre que se combine con otros procedimientos de acción más inmediata.
Por otro lado es importante de recordar que la materia orgánica, no sólo puede ser muy
útil en los procedimientos de disminución del pH, también es un excelente aliado
en mejorar los drenajes y la aireación de los suelos, lo cual es fundamental para
unos buenos cultivos.

2. Incorporar sulfato de aluminio al suelo:


Este método es muy rápido, si no quieres esperar por los efectos de la descomposición de
la materia orgánica, la incorporación de sulfato de aluminio puede ser de gran ayuda, ya
que su rápido efecto de acidificante está altamente demostrado, tanto así que dicho
efecto comienza desde el mismo momento en que se disuelve y se coloca en el terreno, a
las pocas horas.
Se considera el mejor método para casos urgentes de acidificación, lo que lo ha vuelto un
producto de gran demanda en la jardinería por ejemplo, ya que resuelve este problema en
lo inmediato, reduciendo los niveles de pH en cuestión de pocos días.
Una consideración muy importante es sobre las cantidades del producto a ser aplicadas,
las cuales van a variar dependiendo de varios factores, el pH original del suelo, así como
las dimensiones del terreno. Existen algunas sugerencias estandarizadas, que nos dicen
que por cada 500 gramos de sulfato de aluminio se puede reducir un punto en la escala de
pH, por cada metro cuadrado de terreno, sin embargo cada suelo tiene sus características
muy particulares, que conviene conocer, ya que el exceso de sulfato de aluminio resulta
perjudicial para las plantaciones. Por lo que se recomienda usar mecanismos precisos de
medición, antes de aplicar el producto.
3. Incorporar azufre al suelo:
En comparación con el sulfato de aluminio, el azufre es mucho más económico y más
fuerte (en cuanto a las cantidades necesarias), pero a la vez su acción es más lenta, debido
a que el azufre requiere ser metabolizado por los microrganismos bacterianos del suelo,
para ser transformado en ácido sulfúrico, proceso que requiere su tiempo. Dependiendo
de los niveles de humedad del suelo, de la abundancia de población bacteriana, así como
de la temperatura, el azufre se puede demorar unos meses en generar un efecto
significativo en el suelo.
Tal y como lo señalamos anteriormente, en comparación con el sulfato de aluminio,
generalmente se requiere de cantidades pequeñas de azufre para generar el mismo
cambio en el pH del suelo. Las medidas generales son de 90 gramos de azufre para bajar
un punto en la escala, por cada metro cuadrado de terreno. Sin embargo lo mejor es
contar con mediciones precisas, de cara a las condiciones particulares del terreno.
4. Incorporar urea recubierta con azufre
Al igual que el sulfato de aluminio y el azufre, al agregar la urea con azufre, se activa un
mecanismo químico que incrementa la acidez del suelo en un mediano o largo plazo,
lográndose así bajar los niveles de pH de manera significativa. De por sí la urea es un
producto de acción bastante rápida, de la que se pueden esperar resultados a las pocas
semanas de aplicación, luego de ser incorporada en el terreno.
Es bastante común encontrar la urea recubierta de azufre, entre los fertilizantes, lo que
facilita la posibilidad de usar el fertilizante con ambos propósitos, como nutriente del
suelo, a la vez de ayudar en la disminución de la acidez.
Sin embargo es muy importante de notar, que los contenidos de urea y azufre varían de
un fertilizante al otro, por lo que esto se debe tener muy en cuenta. Lo más recomendable
es leer cuidadosamente las instrucciones sobre la dosificación requerida, dependiendo del
tipo de suelo y los niveles de pH.
5. Agrega otros aditivos ácidos,
No sólo la materia orgánica, el sulfato de aluminio, el azufre y la urea con azufre, ayudan
en la disminución del pH del suelo, existen otros aditivos y sustancias que pueden ayudar
considerablemente en subir los niveles de acidez. Una gran cantidad de estas sustancias
están presentes en fertilizantes, y componedores del suelo, también se pueden encontrar
separadamente. Sus aplicaciones varían, así como las cantidades y el tiempo de acción,
por lo que es muy importante consultar las instrucciones antes de aplicar las soluciones,
para cerciorarse de estar usando las cantidades justas, también puedes asesorarte en las
tiendas especializadas o con agricultores que las hayan usado.
El empleo de estas sustancias generalmente se hace, incorporándolos como solución
diluida en el agua de riego, sin embargo al ser productos químicos, su manipulación
requiere personal capacitado. En cuanto a los niveles del producto, lo más recomendable
es que los terrenos se preparen antes de la siembra, para generar las condiciones idóneas,
con los niveles óptimos de pH, dependiendo de los niveles necesitados, en función del tipo
de cultivo, así como de la ubicación geográfica del terreno.
Dentro de los aditivos más comunes para el manejo de suelos alcalinos, encontramos:
- Sulfato férrico
- Nitrato de amonio
- Turba
- Fosfato diamónico
- Ácidos cítricos
- Ácidos fosfóricos
6. Sembrar plantas tolerantes a la alcalinidad,
Otro método que ayuda mucho en el incremento del pH del suelo es sembrar plantas
basófilas, que son aquellas que se desarrollan en suelos básicos o alcalinos, está
demostrado que ayudan a reducir los niveles de hidrógeno de modo gradual y natural. En
la medida en que van creciendo las plantas, se desarrollan, hasta madurar y
descomponerse, esa materia orgánica que regresa al suelo, promueve la creación de
población microbiana y bacteriana, trayendo como consecuencia, que de modo gradual
sube ka acidez.
Este proceso es parecido al de la incorporación de materia orgánica, pero es un proceso
aún más lento, en tanto se necesita que las plantas crezcan, para que gradualmente
depositen la materia orgánica en el suelo, sin embargo es un método usado en muchos
lugares, dada su efectividad a largo plazo, lo que también da sustentabilidad en la
reducción del pH, cuando estamos haciendo un buen manejo de suelos alcalinos.
Antes de hacer una disminución en el pH del suelo es necesario conocer muy bien el
terreno. La foto es de blogs.repsol.com
Entre las especies de estas plantas basófilas que pueden ser plantadas, dependiendo del
tipo de cultivo claro está, encontramos las siguientes:
- Arbustos de hoja perenne, como el buxus, las lilas de California, entre otros.
- Plantas perennes, como las rosáceas, y algunas especies entre las Helleborus.
- Arbustos caducifolios, como las lilas, filadelfos y algunas especies del género Forsythia.
Estos son los seis métodos probados con ser los más efectivos en el manejo de suelos
alcalinos, sus implementaciones pueden ser ajustadas a muchos tipos de terrenos con
problemas de alta alcalinidad, independientemente de su locación, así como del tipo de
cultivos que se deseen plantar.
Concluyendo debemos decir, que antes de plantearte hacer una disminución en el pH del
suelo, debes conocer muy bien el terreno, sus características y niveles óptimos de
alcalinidad, en función con las condiciones geográficas y medio ambientales, así como
considerando el tipo de cultivo que se quiere plantar.
La reducción del pH del suelo, tal y como vimos es un proceso que puede darse de modo
rápido, a mediano plazo o más lentamente, dependiendo de los métodos empleados, pero
más allá de eso, es muy importante mantener un monitoreo permanente una vez aplicado
los correctivos. Así se garantizará que los niveles de alcalinidad se mantengan dentro de
los rangos deseados, al unísono de mantener el terreno fértil y nutrido, para que las
plantas puedan crecer, desarrollarse y dar los frutos que se esperan en todo buen cultivo.
La medición permanente del pH, es una rutina imprescindible en el manejo de suelos
alcalinos, ya que es la única forma de controlar los métodos correctivos, la frecuencia de
los mismos, así como sus combinaciones. Lo ideal es hacer mediciones mensuales con
instrumentos profesionales de medición, y llevar un registro histórico referencial.
Es de suma importancia evitar a toda costa el uso de fertilizantes de acción alcalina, ricos
en sodio, calcio, fósforo o magnesio, ya que tendrán un efecto contrario en el suelo, es
decir en vez de bajar el pH lo aumentarán.

Suelos Sódicos y Su Manejo


Los suelos sódicos contienen alta cantidad de Sodio intercambiable y bajo nivel de sales
solubles.

El exceso de Sodio intercambiable tiene efecto adverso sobre el crecimiento de plantas y


estructura del suelo. Su resultado se traduce en reducción en los rendimientos de cultivos.

En los suelos sódicos, las partículas de arcilla tienden a separarse. Este proceso de
disociación técnicamente se denomina dispersión. Las fuerzas que mantienen unidas a las
partículas de arcilla se interrumpen por los iones de Sodio.

Cuánto más pequeño es el radio hidratado, y cuánto mayor la valencia de un catión, mayor es
su poder de flocular el suelo. El calcio tiene un efecto floculante, mientras que el sodio
dispersa el suelo. El calcio es más efectivo que el sodio porque es bivalente y tiene un menor
radio hidratado. En presencia de sodio, los agregados del suelo se rompen.

Las partículas de arcilla dispersas se mueven por la estructura del suelo bloqueando sus
poros. Los resultados son que la infiltración del agua a través del suelo así como su
conductividad hidráulica, se reducen (la conductividad hidráulica es una medida de la
movilidad del agua por el suelo). Por lo tanto, el suelo puede anegarse y / o inundarse cuando
se moja por deficiencia del proceso natural de filtración.

Los suelos sódicos tienden a hincharse cuando se mojan, luego se endurecen y cuartean
cuando están secos. El suelo sódico una vez seco normalmente desarrolla y presenta una
costra dura, seca, cuarteada y agrietada en su superficie.

El daño a la estructura del suelo reduce la disponibilidad de oxígeno y capacidad de


oxigenación en la zona radicular limitando el crecimiento de las plantas. El suelo, ahora dura
costra y en muchos casos terrones de tierra, restringe e impide el normal crecimiento de las
raíces impidiendo el desarrollo y desenvolvimiento natural de la semilla.

Los suelos sódicos son susceptibles a erosión. Esta genera pérdida de suelo y nutrientes. La
escorrentía contiene nutrientes y pesticidas que son adsorbidos por las partículas de arcilla. Al
no ser absorbidos adecuadamente, pueden llegar a fuentes de agua potable contaminándolas
(daño ecosistema local).
La Relación Entre la Salinidad y la Sodicidad
La salinidad y el Sodio tienen un efecto opuesto en la estructura del suelo.

Sodio: Aumenta la dispersión del suelo.

Salinidad: Induce la floculación o aglutinación de las partículas del suelo.

La aglutinación de las partículas del suelo mejora las propiedades físicas del suelo. El suelo se
vuelve más permeable, aumenta su nivel de aireación y el crecimiento de las raíces mejora
considerablemente.

A pesar de que las sales evitan los efectos destructivos del Sodio en la estructura del suelo, la
salinidad excesiva es perjudicial para el crecimiento de las plantas.

El efecto del pH en la sodicidad del suelo


En un alto nivel de pH de suelo (> 8), los carbonatos se convierten en la forma dominante de
alcalinidad. Cuando el suelo se seca, el Calcio y el Magnesio se precipitan fuera de la solución
del suelo.

Para mantener el equilibrio el Calcio y el Magnesio absorbidos se desprenden de las


partículas de arcilla. Como resultado, el Sodio se vuelve más dominante en la fase sólida del
suelo.

La conclusión es que los efectos del Sodio sobre la estructura del suelo son más significativos
en los altos niveles del pH de suelo

Manejo y Aprovechamiento de Suelos Sódicos


Existen varias opciones para aprovechar y optimizar el rendimiento en suelos sódicos:

Cambiar el tipo de cultivo: Cultivar plantas más tolerantes a la utilización de las enmiendas del
suelo.

Mejoramiento de la estructura de los suelos sódicos: Sustituir el Sodio intercambiable por


iones de Calcio.

El enfoque convencional es incorporar enmiendas de suelo eficaces, que directa o


indirectamente faciliten la sustitución del Sodio intercambiable del suelo.

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