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Stam
Profecía
Bíblica
y Misión
laIglesia
de
© Consejo Latinoamericano de Iglesias
Registro Derecho de Autor 015781
ISBN-9978-91-042-5
PREFACIO
Orientaciones para interpretar la profecía 1
Dando razón de nuestra esperanza 2
La lógica y la ética de la esperanza cristiana 3
La lógica misionera de la esperanza cristiana 10
Temática central de la escatología bíblica 11
CAPÍTULO I
La venida de Cristo 15
Enseñanza bíblica 16
El significado teológico:
Cristo tiene cosas que hacer en la tierra 26
Significado de la venida de Cristo para
la misión de la Iglesia 30
CAPíTULO II
La resurrección del cuerpo 37
Enseñanza Bíblica 38
Significado teológico 45
Resurrección y misión 52
CAPÍTULO III
El juicio final 59
Enseñanza Bíblica 59
El significado teológico 67
Significado para la misión 71
CAPÍTULO IV
La nueva creación 77
Enseñanza bíblica 79
El significado teológico 94
El significado para la misión 98
CONCLUSIÓN 103
BIBLIOGRAFÍA 107
Prefacio
ORIENTACIONES PARA
INTERPRETAR LA PROFECÍA
unas décadas después. “No teman sus amenazas”, les exhorta Pe-
dro a los fieles, sino “santifiquen a Cristo como Señor en sus co-
razones, dispuestos siempre a dar respuesta (Gr. apología) a todo
el que les pida una razón (logos) de la esperanza que hay en us-
tedes, pero háganlo con sencillez y respeto, teniendo la concien-
cia limpia” (3:15s, traducción personal).
El autor de 1 Pedro entiende la fe (pistis) y la esperanza (el-
pis) prácticamente como equivalentes. La salvación consiste en
que “Dios nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resu-
rrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia... reser-
vada en los cielos para ustedes” (1:3s). La fe es amar a Cristo sin
haberlo visto, en la esperanza de la salvación como “la meta de
fe”. Más adelante, el autor llama a los lectores a poner su fe y su
esperanza en la gracia que se les dará cuando venga Cristo (1:13),
y asocia la fe y la esperanza en una sola experiencia salvífica
(1:21s).
El imperativo “estén siempre preparados para responder”
(1P 3:15 NVI) implica el estudio constante de las escrituras y de
la fe, para estar bien informados ante cualquier pregunta. En
contra de este llamado, algunos esgrimen textos como Mateo
10:19s (“no se preocupen por lo que van a decir”), olvidándose de
que esos textos se refieren a la persecución y el arresto repenti-
no, sin oportunidad para preparar la defensa. Pero el deber cons-
tante de los cristianos es “escudriñar cada día las escrituras” (Hch
17:11) para ser “poderosos en las escrituras” (Hch 18:24), para la
defensa eficaz de la fe. Por eso, para 1 Pedro “dar razón de nues-
tra esperanza en Cristo” es equivalente de dar testimonio de
nuestra fe en Cristo. La misión se realiza a la luz de esa esperan-
za. A partir de esta exhortación a los creyentes (3:15s), podemos
derivar tres directrices fundamentales para nuestra tarea escato-
lógico-misionera.
da” de los ochenta y en vísperas del siglo XXI, los evangélicos de-
bemos distinguirnos como el pueblo de la esperanza. Bien ha di-
cho Carlos van Engen: “La esperanza es quizá el concepto más
explosivo que la misionología puede ofrecer hoy” (1993:259).
6 Aunque Mateo 24:40s y Juan 14:3 suelen aplicarse también al rapto, sus verbos no son de
los usados para “alzar” y un análisis más cuidadoso hace dudoso que los autores estuvieran
pensando en tal tema.
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia • 13
1 El título en alemán significa Lo eterno como futuro y presente (2a edición 1973); se publi-
có en inglés con el título Eternal Hope (1954). El original alemán fue escrito para la consul-
ta ecuménica de Evanston en 1954. Son importantes para nuestro tema los capítulos 9 (“La
venida de Cristo como sentido de la historia”) y 14 (“La parusía, la venida del Hijo de Dios
en majestad”).
16 • Juan B. Stam
ENSEÑANZA BÍBLICA
1) De los muchos pasajes que aluden al regreso de Cristo,
veamos primeramente Hechos 1:1-11, cuyo contexto es precisa-
mente la misión de la iglesia. El Cristo resucitado ha venido apa-
reciendo a sus discípulos, según San Lucas, dándoles un “curso
posgraduado” en tres temas: teología del Reino (Hch 1:3; cf Lc
24:25-28,32; Mt 28:16-20), teología del Espíritu Santo (Hch 1.4s,
8; cf Lc 24.48s), y misionología (Hch 1:8). Los discípulos, miran-
do atrás al reino de David, quieren que Cristo restaure el pasado
nacional de Israel (1:6); pero Cristo les promete que recibirán el
poder de lo alto para testificar a todas las naciones “hasta los fi-
nes de la tierra” (1:8). Lucas agrega que en el momento en que el
curso, sin embargo, culminan con la venida del Hijo del hombre
“con poder y gran gloria” (Mt 24:29s; Mr 13:24s; Lc 21:25ss).
Es importante observar que en todos los evangelios sinópti-
cos la venida de Cristo ocurre después de la gran tribulación,
cuando todas las tribulaciones habidas y por haber ya se habrán
realizado (Mt 24:29). Sólo entonces vendrá el Hijo del hombre.
Aquí no hay ninguna venida de Cristo ni “rapto” de la iglesia an-
tes del final de la tribulación (ni en otros pasajes del NT tampo-
co). No está de más señalar también que en este discurso de Je-
sús no aparece la resurrección por ningún lado, porque no tenía
nada que ver con el futuro de la ciudad de Jerusalén. Ningún au-
tor bíblico trata de hacer un sistema completo de las profecías
predictivas ni darnos una cronología, un dibujito esquemático pa-
ra ubicar todo en su lugar. Simplemente no se les ocurrió tal ma-
nera de pensar.
Mateo y Marcos (Mt 24:15; Mr 13:14) anuncian “la abomina-
ción de la desolación” de que habló Daniel (Dn 9:27; 11:31;
12:11). En su contexto original, la frase de Daniel alude al abomi-
nable sacrilegio cometido por Antíoco Epífanes cuando sacrificó
un cerdo sobre el altar del templo judío (Josefo Ant 12.5.4). Aho-
ra Jesús anuncia otra abominación blasfema, que cometerá el ge-
neral romano Tito en 70 d.C. al introducir efigies idólatras en el
lugar santísimo.9 Por una coincidencia histórica, ambos ataques
a Jerusalén (de Antíoco y de Tito) duraron aproximadamente tres
años y medio, lo cual aclara el uso de esta periodización en el
Apocalipsis. Juan de Patmos, sin emplear los mismos términos,
vio el mismo sacrilegio blasfemo en el culto al emperador roma-
no (Ap 13:3-6). También de 2 Tesalonicenses 2:4 entendemos que
la misma “abominación” caracterizará la actuación del último an-
ticristo al final de los tiempos.10
9 La versión de Lucas, escrita posiblemente después de 70 d.C., es mucho más explícita so-
bre el sitio y la destrucción de Jerusalén (21:20-24). Anuncia un período de control extran-
jero hasta “la plenitud del tiempo de los gentiles” (21:24), a lo que sigue la venida de Cristo
(21:25ss). Escritores judíos describían la blasfemia de Antóco Epífanes como “la abomina-
ción de la desolación” (1Mac 1:54). Es obvio también que todas las exhortaciones de Mateo
24:16-20 se refieren a la destrucción de Jerusalén en 70 dC y no pueden de ninguna mane-
ra aplicarse al “rapto” ni la venida de Cristo.
10 Es importante tomar siempre en cuenta la perspective de 1 Juan 2:18, de que ya para fi-
nes del primer siglo habían surgido muchos anticristos. Seguirán surgiendo agentes precur-
sores del Anticristo hasta el final, cuando el último anticristo será destruido en la venida del
Señor (2 Ts 2:7-9).
22 • Juan B. Stam
11 En Mateo y Marcos los fenómenos celestiales (Mt 24:29; Mr 13:24s) tampoco se llaman
señales, aunque Lucas (en un enfoque distinto) habla de “señales´ en el cielo (Lc 21.25).
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia • 23
14 El mismo verbo, têreô, ocurre en Juan 17 con un juego de palabras similar a Apocalip-
sis 3:8-10. Los fieles han guardado la palabra (Jn 17:6) y Cristo pide al Padre guardarlos por
el poder de su nombre (17:11) como él mismo, estando con ellos, los había guardado por su
nombre (17:12). Ahora Cristo no pide que el Padre los saque del mundo (aires ek tou kos-
mou) sino que los guarde del mal (17:15, têreô ek, igual que en Ap 3:10). En Juan 17:15 la
misma frase verbal significa lo contrario de ser raptado.
15 En realidad, Apocalipsis 19 no describe una “venida” de Cristo del cielo; Juan simplemen-
te dice que de repente vio un caballo blanco. Pero toda la escena presupone que Jesucristo
ha vuelto a la tierra para la batalla final.
16 Este pasaje fue uno de los que persuadieron a F.F. Bruce, el más destacado biblista evan-
gélico de nuestro tiempo, a abandonar la doctrina del rapto pretribulacionista (19: p.xxxviii).
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia • 25
EL SIGNIFICADO TEOLÓGICO:
CRISTO TIENE COSAS QUE HACER EN LA TIERRA
Recordemos aquí que el Nuevo Testamento nos exhorta a es-
tar preparados para dar el logos de nuestra esperanza (1 Pe
3:15). Ese imperativo presupone que las profecías bíblicas, como
en este caso la venida de Cristo, tienen un sentido lógico y teoló-
gico, un por qué y un para qué. Cristo vendrá de nuevo, no sim-
plemente porque “la Biblia lo dice” (aunque eso sea cierto), sino
porque le quedan importantes tareas por hacer en esta misma tie-
rra donde una vez vivió, murió y resucitó. Si no fuera así, no ten-
dría por qué volver, pues Dios nunca actúa sin sentido.
La tierra siempre ha sido central en el actuar de Dios. Ape-
nas crea a Adán le prepara una finca, para que no sea “Adán sin
tierra”. La base del pacto que Dios hizo con Abraham fue la pro-
mesa de una tierra propia para su descendencia. El castigo para
el pecado de Israel fue la pérdida de su tierra, y la promesa de los
profetas destacaba su recuperación. Para salvarnos, Jesucristo vi-
no a esta tierra, y para culminar su obra, volverá otra vez. Y al fi-
nal, habrá nuevos cielos y nueva tierra. El regreso de Cristo a
nuestro planeta es una prueba clara de la importancia de la tie-
rra en los planes de Dios.
El esquema general para la mayoría de los cristianos, y de
los evangélicos en particular, es que se acepta a Cristo y se va al
cielo. Pero el esquema bíblico tiene otra dirección: Cristo vuelve a
la tierra. Para que los cristianos vayan al cielo, no es necesario
que Cristo vuelva aquí. Al morir los creyentes están en presencia
de Cristo, sin que él tenga que volver a este planeta. Bien podría
ocurrir igual después de la resurrección del cuerpo. Podríamos
ascender, con cuerpo resucitado, a la patria celestial y Cristo no
tendría que volver a la tierra. Entonces, ¿cuál es la razón y la ló-
gica del retorno de Jesús a este mundo?
Una manera muy sencilla de enfocar el propósito y la lógica
de la venida de Cristo será enumerar las razones de su regreso
que da el mismo Nuevo Testamento.17 Encontramos seis objetivos
17 Para un análisis similar, cf. Paul Erb 1968:73-186. Erb señala ocho propósitos bíblicos
del retorno de Cristo. Debemos notar aquí otra vez que ningún pasaje bíblico (incluido 1 Ts
4) propone como propósito del retorno de Cristo el sacar a los creyentes antes de la gran tri-
bulación.
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia • 27
ces, para llenar ese vacío, echamos mano del rapto como propó-
sito de la venida (“él viene a levantar a su iglesia”, dice un cori-
to). Con eso le damos a la parusía un sentido que nunca tiene en
las escrituras. Así cambiamos la enseñanza bíblica de que él vie-
ne para estar aquí y reinar en la tierra por una especulación de
que viene para sacarnos a nosotros de la tierra. Pero su venida no
será “Operación Rescate” sino “Operación Reinado”, la toma de
poder por el Rey de reyes.
Tú me mueves, Señor,
muéveme el verte clavado en una cruz
y escarnecido...
[y muévame anticipar tu venida
y ver por fe tu reino venidero]
1 Lutero aplicó esta fórmula a la justificación por la fe pero se aplica aún más a la resurrec-
ción de Cristo.
38 • Juan B. Stam
ENSEÑANZA BÍBLICA
En Jesús de Nazareth Dios mismo entró en la historia hu-
mana y dio al proceso histórico su centro cristológico. Y en Je-
sús, Dios el Hijo murió y resucitó. Así, como ya hemos señala-
do, Dios adelantó el futuro y lo trajo al presente. Por eso, la re-
surrección de Jesús tiene una doble función para nuestra fe en
la resurrección nuestra al final de la historia: como una espe-
2 Cf. las palabras de Karl Barth: “Si Cristo no resucitó —corporalmente, visiblemente, audi-
blemente, perceptiblemete, en el mismo sentido concreto en que murió, como dicen los tex-
tos— si no ha resucitado, entonces nuestra predicación y nuestra fe son vanas e inútiles; es-
tamos todavía en nuestros pecados” (Church Dogmatics IV/1 pp. 351s).
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia • 39
SIGNIFICADO TEOLÓGICO
La Palabra de Dios nos manda estar preparados en todo
momento para ofrecer una apología de nuestra esperanza y
explicar su logos a quienquiera nos lo pida (1 P 3:15). ¿Cuál,
pues, es el sentido y la lógica de la resurrección de Cristo y la
nuestra? ¿Es sólo una exótica curiosidad al final de la historia
o pertenece integralmente al sentido coherente de toda nues-
tra fe?
7 Véase más al respecto en el último capítulo de este libro, sobre el fin del mundo.
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia • 47
Cuando me llames
Concédeme, Señor, cuando me llames
que la obra esté hecha:
la obra que es tu obra
y que me diste que yo hiciera.
Pero también, Señor, cuando me llames,
concédeme que todavía tenga
firme el paso, la vista despejada,
y puesta aun la mano en la mancera.
Yo sé muy bien que cuando al cabo falte
mi mano aquí, tu sabia providencia
otras manos dará, para que siga
sin detenerse nunca nuestra siembra.
RESURRECCIÓN Y MISIÓN
Se ha dicho, con mucha razón, que acostumbramos a pre-
dicar el evangelio a las personas como si fueran sólo “almas”
y no tuvieran cuerpo. ¿Qué significa la resurrección del cuer-
po para la misión y la proclamación de la iglesia hoy?
9 Es notable que éste es el único pasaje del Apocalipsis donde la gente responde positiva-
mente. En los demás pasajes el resultado es que “sin embargo no se arrepintieron” (9:21;
16:21).
10 Véase nuestro artículo, “La misión en el Apocalipsis” en Bases bíblicas de la misión, Re-
né Padilla, ed. (Grand Rapids: Nueva Creación, 1998), pp. 368-372.
54 • Juan B. Stam
12 Cf Oscar Cullmann, “El rescate anticipado del cuerpo humano según el N.T.” en Del evan-
gelio a la formación de la teología cristiana, (Salamanca: Sígueme 1972), pp. 135-150.
56 • Juan B. Stam
Estribillo:
Por eso es que hoy tenemos esperanza,
Por eso es que hoy luchamos con porfía,
por eso es que hoy miramos con confianza,
el porvenir en esta tierra mía.
ENSEÑANZA BÍBLICA
Aunque las referencias al juicio final en el Nuevo Testamen-
to son numerosas, hay sólo dos descripciones extensas y detalla-
das: Apocalipsis 20 y Mateo 25. En el primer pasaje, después de
la derrota final del dragón (20:10) y la eliminación final de todo
mal en el universo, aparece un gran trono blanco, ante el cual hu-
yen la tierra y el cielo (20:11). Los muertos resucitan para ser juz-
gados según sus obras (20:6,12s). Para el juicio “se abrieron unos
alibros” (20:12), que eran como “acta notarial” de la conducta de
cada persona. Esos libros, a base de las obras, aparecen frecuen-
60 • Juan B. Stam
Este y muchos otros pasajes afirman más allá de toda duda la en-
señanza bíblica de la perdición eterna.
Generalmente visualizamos el juicio final en los términos del
Inferno de Dante o de la famosa pintura de Miguel Ángel en la Ca-
pilla Sixtina de Roma. Un Cristo severo está empujando a las al-
mas condenadas, por la fuerza contra la desesperada resistencia
de ellos, a las llamas del infierno. Al lado de Jesús, los mártires le
animan a vengar la sangre de ellos; María, sentada a su derecha,
cubre su rostro para no mirar tanto horror.
En cambio, C.S. Lewis en su novela, El gran divorcio, da una
visión muy distinta y más acertada. Según Lewis, los impíos lle-
gan primero al infierno, un lugar árido, gris y escuálido. Después
una especie de “aerobús” los lleva al cielo, donde bajan a pasear
libremente. Pero el cielo no les parece para nada y prefieren el in-
fierno. Ellos quieren ser el centro de todo, y no pueden serlo en
el cielo. Los habitantes del cielo son gente que nunca les había
gustado a ellos. Todo lo que buscaban, por lo que vivían, no cabe
ni cuenta en el cielo. Entonces, dice Lewis, el mismo bus hace el
viaje de regreso al infierno y la gente hace fila para abordarlo.
En las palabras de C. S. Lewis: “Hay al fin sólo dos tipos de
personas. Los que le dicen a Dios, ‘hágase su voluntad’, y aque-
llos otros a los que Dios dice, al fin, ‘pues bien, hágase la volun-
tad de ustedes’. Todos los que están en el infierno”, dice Lewis,
“lo han escogido”.
La vida eterna
La vida eterna también se describe bíblicamente por diferen-
tes términos y metáforas: entrar en el Reino (Jn 3:5; 2 Ts 1:5), vi-
vir en la nueva creación (Ap 21-22), reinar con Cristo (Ap 20:4;
22:5), estar con Cristo (Fil 1:23) en el Paraíso (Lc 23:43; Ap 2:7),
comer del árbol de la vida (Ap:2:7; 22:2), tener vida eterna (Jn
3:16), y tener reposo (2 Ts 1:7). Curiosamente, la expresión “ir al
cielo” nunca aparece en el Nuevo Testamento.2 Es importante
2 Expresiones como en Mateo 5.12 (recompensa en el cielo), Mateo 6:20 (tesoro), Lucas
10:20 (nombres escritos), 1 Pedro 1:4 (herencia), 2 Corintios 5.1s (edificio) y Filipensis 3:20
(ciudadanía) no implican necesariamente que nosotros “iremos al cielo” sino sólo que estas
bendiciones están reservadas en Dios hasta la venida de Cristo (1P 1:4). “Reino del cielo” es
simplemente un sinónimo de “Reino de Dios” para evitar el uso del Nombre divino. La “Je-
66 • Juan B. Stam
rusalén celestial” (Gál 4:26; Hb 12:22) después descenderá a la nueva tierra (Ap 3:12;
21:2,10). Juan 14:1-3 tampoco implica nuestro traslado al cielo, sino el retorno de Cristo y
la Nueva Jerusalén a la tierra. Parece que la preferencia casi obsesiva por el lenguaje de “ir
al cielo” tiene raices más platónicas que bíblicas.
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia• 67
EL SIGNIFICADO TEOLÓGICO
1) La enseñanza del juicio final muestra la justicia perfecta
de Dios. Esta realidad es indispensable para dos cosas: primero,
para que creamos en un Dios justo, y segundo para que el univer-
so tenga fundamento ético. Cualquier juez que hace la vista gor-
da a la injusticia es un juez corrupto que alcahuetea la maldad.
Dios es amor y su esencia es amor, pero su amor es justo. Dios es
justo; su justicia es amorosa pero nunca floja.
Para salvarnos Dios ejecutó su justicia sobre su propio Hijo.
No pudo ni quiso hacer la vista gorda al pecado, estilo borrón y
cuenta nueva. Según Romanos 3.25, Dios puso a su Hijo como sa-
3 En Apocalipsis 22:3, esta visio dei también parece “aterrizarse”. Si el “trono de Dios” ba-
ja a la nueva tierra, también podremos ver a Dios como él es, cara a cara, en la nueva Jeru-
salén, dentro de la comunión de los fieles, como antes lo había visto Juan en el cielo (Ap 4-
5).
68 • Juan B. Stam
5 En la primera de sus 95 tesis, Lutero dijo que toda la vida del cristiano ha de ser un con-
tinuo arrepentimiento y una constante conversión.
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia• 71
de esa fe que obra con amor eficaz (Gal 5:6), entonces evangeli-
cemos con un evangelio ético, no meramente sentimental, no me-
ramente teórico, no meramente religioso o espiritual. Nuestro
evangelio debe exigir discipulado costoso, no sólo aplausos y
brincos y coritos. En la gran comisión del Señor, aquel a quien co-
rresponde toda autoridad en cielo y tierra nos envía a formar dis-
cipulos que sabrán “guardar todas las cosas” que él nos ha orde-
nado (Mt 28:20).
Si no se proclama a Jesús como Señor incondicional de la vi-
da, ¿se habrá evangelizado?. Cristo no nos envía meramente a
enseñar a la gente a “creer todas las doctrinas” que él nos ha en-
señado, sino a llevar nuevos discípulos a sus pies para vivir cum-
pliendo sus mandatos. Su gran mandato es amar a Dios y al pró-
jimo, y eso significa dar pan y agua y ropa y albergue y empleo al
necesitado, en el nombre de Cristo. Evangelizar es enseñar a la
gente a obedecer (“guardar”es la misma frase que se usa para
cumplir los diez mandamientos). Generalmente, nosotros vamos
a evangelizar enseñándoles a creer todo lo que Cristo ha enseña-
do y resolver sus problemas personales (que son muy importan-
tes, pero no son lo que dice Mateo 28), pero no les enseñamos a
guardar todos las órdenes del Señor. En nuestra evangelización y
misión el discipulado necesita esa dimensión ética o no estamos
evangelizando según el mandato de Cristo.
Tercero: La evangelización misma tiene que incluir, implíci-
tamente a lo menos, un compromiso social. Si vamos a ser juzga-
dos por la acción social, entonces eso debe estar presente desde
un principio en nuestro mensaje. No como un apéndice, no como
un segundo capítulo después de un evangelio que nada tiene de
responsabilidad social. Del mismo evangelio integral nacerá ya la
exigencia de ese compromiso.
1 Juan 2-3 vincula, de manera muy tajante, el nuevo naci-
miento y la práctica de la justicia:
Dios es justo, y todo el que hace justicia es nacido de él (2:29).
Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él
es justo [...]. Todo aquel que no hace justicia, y que no ama a
su hermano, no es de Dios [...]. En esto hemos conocido el
amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que
tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesi-
Profecía Bíblica y Misión de la Iglesia• 73
6 Según informes, esa iglesia está en Lubeck, Alemania. Circulan diversas versiones del tex-
to, pero el sentido está muy claro.
CAPÍTULO IV
LA NUEVA CREACIÓN
2 Un científico inglés, Hoyle, propuso que de alguna fuente podrían renovarse las energías
perdidas, pero después se retractó de su teoría.
La Nueva Creación • 79
ENSEÑANZA BÍBLICA
El fin del mundo
Sin duda, el pasaje bíblico más citado sobre el fin del mun-
do es 2 Pedro 3:3-14. Consciente de las burlas de algunos porque
Cristo no ha venido (3:4), el autor reafirma el anuncio del fin del
mundo, el que describe en términos muy gráficos de destrucción
por fuego (3:7-12). Muchos predicadores han pronunciado ser-
mones bastante terroríficos sobre este texto, intentando asustar a
la gente hasta que se conviertan, y otros han encontrado profe-
cías detalladas de una conflagración atómica. Pero casi todos ha-
cen caso omiso del versículo más importante del pasaje:
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos
y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (3:13 de V).
3 Aunque todos estos pasajes describen juicios divinos, no todos necesariamente se refieren
al fin del mundo (cf. Arens 1998). También debe notarse que hay mucha variación en la tra-
ducción de algunos de estos términos hebreos, y a veces una misma palabra puede tener va-
rios sentidos complementarios en su campo semántico. Desde el punto de vista literario, la
mayoría de estos pasajes son de género poético.
La Nueva Creación • 81
La nueva creación6
Bíblicamente, el “fin del mundo” resulta ser más bien el ini-
cio de toda una nueva creación; el acabose nos resulta un “co-
menzose”. De todas las enseñanzas sorprendentes y osadas de las
escrituras, esta promesa de todo un nuevo mundo lleva su lugar
entre las más destacadas. El tema se introduce en los últimos ca-
pítulos del libro de Isaías, en tiempos nada fáciles para Israel. Si
el profeta hubiera dicho: “Tengan esperanza, volveremos a las
bendiciones del pasado”, hubiera sido mucho. Cuando era casi
imposible esperar, este profeta visionario espera la cosa más in-
creíble: ¡una nueva creación, un nuevo orden mundial y cósmico!
Podemos imaginar la sorpresa que ese anuncio debe de haber
provocado.
Isaías 65:16b-25: Este pasaje es un himno, un poema suma-
mente bello y una joya de la literatura profética. La promesa cen-
tral viene en v.17 (“He aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva
tierra”), pero aparece rodeada de cuatro “fórmulas de olvido”:
5 La fidelidad bíblica nos obliga a considerar toda la revelación inspirada (Hch 20:0,27), no
sólo los pasajes que más nos parezcan. La advertencia de no quitar nada ni añadir nada (Ap
22:8s) se extiende en principio a toda la Biblia. Los reformadores insistían en tota scriptura
junto con sola scriptura. Cualquier interpretación del fin del mundo tiene que tomar con
igual seriedad todas las veinte o más imágenes bíblicas que describen ese hecho.
6 Stam, Las buenas nuevas de la creación (Grand Rapids: Nueva Creación, 1995).
La Nueva Creación • 83
7 Debemos notar aquí que en Ap 21, junto con este mismo tema de la nueva creación, apa-
rece también la nueva Jerusalén, esposa del Cordero, en toda la alegría de la boda.
8 Algunos rabinos destacaban la importancia del gozo en la vida religiosa. “Dios se revela
al corazón alegre”, decía uno. En la muy alegre fiesta de cabañas, decían que no alegrarse
era un pecado.
84 • Juan B. Stam
9 La traducción de la NVI en este texto capta mucho mejor el sentido y la ironía del pasaje.
La Nueva Creación • 85
brar una cosecha que otro vaya a comer: ¿cómo pasaban esas co-
sas en Israel? El primer caso sería que construyo mi casa pero
antes de estrenarla, me muero. Por eso dicen que serán como los
árboles, con una gran longevidad, lo contrario de la mortalidad
infantil sino largos días de vida en el Señor. Pero también ellos
mismos habían estado en el exilio, perdieron sus casas por una
invasión enemiga y no pueden ocupar sus casas ni beber el vino
de sus viñedos. Los muchos miles de exiliados latinoamericanos
han conocido también la dolorosa nostalgia de su casa y sus cam-
pos. Y un tercer caso, que antes del exilio denunciaron los profe-
tas y que fue una de las causas principales del exilio: un sistema
económico injusto donde quien hacía el trabajo no disfrutaba del
producto. El profeta anuncia que eso se acabará. Va a haber otro
orden de relaciones humanas y laborales porque Dios va a cam-
biar todas las cosas.
Entonces sigue un elemento indispensable, la relación con
Dios, sin la cual no hay vida completa, en abundancia. “Antes que
me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando
ya los habré escuchado” (65:24 NVI). La comunión con Dios ya
será intuitiva, directa, de ojo a ojo, de tú a tú. Veremos a Dios co-
mo él es (1 Jn 3:2) y conoceremos como somos conocidos (1 Cor
13:12). En este cuadro de la vida en plenitud, la dimensión hori-
zontal se acopla con la vertical, sin dicotomía alguna.
Y entonces algo simpático: el lobo y el cordero pasearán jun-
tos, el león será herbívoro igual que el buey, y la serpiente come-
rá polvo y no hará daño (65:25; cf 11:6-9). En todo el santo mon-
te de Dios no habrá violencia ni destrucción, ni de parte humana
ni de parte animal.
No debemos olvidar que los animales son parte del plan de
Dios, hasta en el ésjaton. Hay una dignidad también de la vida
del animal, que es importante. Unos rabinos decían de los que
maltratan a los animales, que en el día del juicio cuando llegan a
defenderse ante Dios, van a estar presentes todos los animales
que habían maltratado aullando a todo volumen y Dios no va a
oír sus defensas. No nos olvidemos que en la creación la vida ani-
mal comparte mucho con nosotros (Gn 1-2). Karl Barth señala
que Dios nos creó en el mismo día en que creó a los animales pa-
ra comer de la misma mesa con ellos. Nuestra fisiología es bási-
camente la misma de la de ellos. A veces ellos se comportan me-
La Nueva Creación • 87
jor que nosotros (Is 1:3) . En el santo monte de Dios no habrá vio-
lencia y todo será justicia y shalom en el reino animal como en-
tre los humanos.
En el Nuevo Testamento Romanos 8 recoge la visión isaiana
de la nueva creación pero en una forma muy original: ¡como el
parto de un nuevo mundo! El bloque textual comienza realmente
con 7:14-25, sin duda uno de los pasajes más tristes de toda la Bi-
blia, para terminar al fin con 8:28-39, la carta magna por exce-
lencia de la esperanza cristiana. Entre ese inicio tan desesperado
y esa conclusión tan gozosa y esperanzadora, el argumento fluye
como un río lleno de sorpresas.
Este extenso pasaje comienza con un grito de angustia por el
fracaso moral y espiritual “en la carne” (7:14-25), por lo que lle-
ga a exlamar: “¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de es-
te cuerpo mortal?” (7:24 NVI). En seguida Pablo da gracias a Dios
en Jesucristo (7:25), porque “por medio de él la ley del Espíritu de
vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte”(8:2). Si-
gue una larga exposición del poder del Espíritu en la vida del cre-
yente (8:5-17, la llamada “vida victoriosa”). Después sigue la sor-
presa más grande del pasaje:
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherede-
ros con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para
que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son compara-
bles con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestar-
se. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios... (8:17-19 deV).
10 Strack-Billerbeck 3:773 cita sólo Vida de Adán y Eva 49 (posiblemente de I dC) y unas
pocas alusiones rabínicas probablemente posteriores al primer siglo. Josefo (Ant 1.2.3) men-
ciona una profecía de Adán en la que el mundo estaría destruido una vez por fuego y otra
vez por agua.
11 Oráculos Sibilinos repite frecuentemente que relámpagos caerán del cielo como ríos de
fuego que encenderán la tierra entera.
La Nueva Creación • 91
13 Hasta que no se haya hecho justicia, por medio del juicio, no puede establecerse el reino
de Dios y la nueva creación en su realidad definitiva.
14 Los hebreos no dominaban las costas y no eran marineros; su único mar eran dos lagos,
el de Galilea y el Mar Muerto. El mar para ellos era símbolo de amenaza, peligro, de caos y
de muerte.
La Nueva Creación • 93
15 Los textos críticos del griego, tanto Nestle como Sociedades Bíblicas Unidas, tienen laoí
en vez del usual laós. En este detalle, la mayoría de las traducciones están equivocadas.
16 Debe observarse que es Dios mismo quien habla aquí, por primera vez en el libro (o se-
gunda vez, si se incluye 1:8). La promesa lleva toda la garantía de una palabra personal de
Dios.
94 • Juan B. Stam
EL SIGNIFICADO TEOLÓGICO
Si el tema de la creación es tan importante que domina la
primera página de la Biblia (Gn 1) y también la última (Ap 21s) y
una página central, literaria y teológicamente (Is 65), es obvio que
debe tener un lugar privilegiado en el conjunto de nuestra fe y en
la misión de la iglesia. Igual que con los temas anteriores, con es-
te tema también intentaremos penetrar la razón lógica de esta en-
señaza para buscar su significado teológico y misionológico.
17 Para un análisis más extenso sobre Apocalipsis 21-22 deben consultarse los comentarios
sobre el libro del Apocalipsis; véase también J. Stam (1995:53-60).
La Nueva Creación • 95
18 Cf G. E. Ladd, Jesus Christ and History (Downers Grove: IV Press, 1963, p.32): “No hay
ninguna salvación puramente ‘espiritual`”.
96 • Juan B. Stam
junto con ellos, viviendo la práctica de ese nuevo orden. ¿Qué po-
demos hacer contra la mortalidad infantil? ¿Qué podemos hacer
contra el desempleo y la mano de obra alienada (Is 65:20-23)?
Nuestra misión tiene que ser transformadora y, como dijo Karl
Barth, “la esperanza vive en la realización del próximo paso”. Si
creemos en la nueva creación, debemos luchar por lograr un po-
co de ese nuevo orden de cosas mediante una misión integral-
mente transformadora.
Los cristianos no somos de los que dicen que nada puede
cambiar (2 P 3:4). Si estamos realmente convencidos de la nueva
creación, si hemos puesto nuestra fe en el Dios que hace nuevas
todas las cosas, difícilmente podemos conformarnos con las cosas
como están, ni bajo las mejoras circunstancias. ¿Y qué decir
cuando nuestra realidad está tan contaminada por injusticia,co-
rrupción, engaño y pecado? La promesa de la nueva creación nos
exige una presencia profética en medio del presente orden. Eso
es esencial a la misión de la iglesia, aun desde el primer momen-
to de la evangelización.
23 Al final del mismo taller, un pastor dijo: “Todo eso es muy convincente, pero los estatu-
tos de mi iglesia no están de acuerdo”.
La Nueva Creación • 101
resurrección del cuerpo, el juicio final y el fin del mundo, para dar
lugar a otro mundo.
Con cada uno de esos cuatro temas hemos intentado dar la
razón bíblica, en un segundo inicio la razón teológica, y final-
mente la razón ético-misionológica. Dejamos al lector juzgar has-
ta qué punto lo habremos logrado. Sobre la marcha de este pere-
ginaje teológico, nos hemos encontrado con muchas sorpresas y
hemos sentido la presencia de Dios y el poder de su Palabra. Con-
fiamos en el Señor que nuestro proyecto resulte en edificación
para su pueblo y renovada fidelidad en la misión a que él nos ha
llamado.
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