Veinte Cuentos Jaliscienses PDF

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20 CUENTOS

DE
.

. UTERATO~ JAU~CIEN~E~.

EDICION DE "EL HEBALDO," ~

GUADALAJARA.
IMP. DB JOSE C£BRERA, CABMEN y MAESTRANZA, F '

1895
C E
FRlJLM
FRE/883M 1049654
V44
V44 111111111111111111111111111111111111111111111
EJ.1 l LM .
FROLOGO.
El relato breve de un sucedido, el estudio 8.
gran des rasgos de un car8.cter, el apllnte ins-
tantaneo de una escena, la historia diminuta,
el cuento, en fin, en sus mUltiples variedades
cult{vase hoy, mas quo nunca, en Europa.
Los franceses, como los espaiio1es en pasa-
dOB siglos, marehan al frente de la innumera
tropa de privilegiados ingenios que 8. tarea tal
se dedican, y Daudet; Richepin, Henniq ue,
Silvestre, etc., 80n campeones de este ejerci-
. to, en el que se destaca, sobre todas, 180 figll-
ra del gran paladm de 180 novel a corta, 1a de
Maupassant, a quien puede aun considcrarse
astro de Ia pIeyade viva: Itan reciente es as{
su muerte y tan freseas estan aun las lagrimas
vertidas en eu tumba! Todo 10 invade eI cuen-
to frances; en el tiempo, ya se remonta con
Lemaitre a los dfaa de UliBes y N ausica, de
4 BIBLIOTRCA DE "EL HERALDO. "

a
Niso y EurialeR, y 1'esucita, merced los con-
jnl"os del mago Anatolio France, al Procura-
dOl" de Judea, PODcio Pilatos, ya, trasponien-
110 Jas frollteras de 10 pl'esente, rompe el velD
de ]0 futuro y nos dice al oldo /Sus secl'ctos;
en las ideas, abarca de!~de las mas puras y san-
tas, hasta las mas sensnales y groseras; del
misticisUlO a]a pornografia, todo 10 recorre
y a to do oaa.
Los mismos 1'udos forjadores de IaR grandes
obras consagran]e su pluma. Zola, el arqui-
tecto de la mole de los "Rougon Macqua1't,
ofrece a Ninon dOR cofree lIenOR de exquisi-
taR joyaR, dos libros que son dos teso1'os de
dulces fantaFleos. Y es que Zola no qui so
olvidar el ejemplo de su maestro, de Flaubert
que, artifice paciente de "Salambo, " supo de-
jarnos con "Mad Bovary" y "Las Tenta~io­
nes de San Antonio," aquel "Corazon senci-
110" que no es mas que un bosquejo, una no-
nada; pero, i quo bosquejo y que nonada!
De igual manera proceden en otras naciones
lOR al'tistas. Siguiendo las huellaR de Gogol,
del Gogol padre a la vez de "Las Almas
Muertas" y de "Las Veladas de Ukrania,"
en Rusia Turgueneff y Tolstoi no se han de-
dicado s610 a RUS colo sales creaciones a au
"Guerra y Paz" .y a su "Humo," sino ami-
niaturas, para los inteligentes de tallta estima
como los enormes lienzos, que no vale menoS'
POLOGO. 5

un cart6n de Rafael que la "Virgen de la Si-


lla" 6 "El Incendio del Borgo."
Espana, reina y senora, cuando Dios que-
rIa, la Espana de Hurtado de Mendoza, de
Quevedo y Cervantes, la Espana que guarda
como alhajas preciosisimas en BU rico joyel,
un Lazarillo, un Gran Tacafio y un Rincone-
te, no se ha quedado atras. Prescindiendo
de las leyendas de Becquer, (le las historictas
de Alarc6n, de los cuentos de Trueba, de los
que podia decirse, que parecen contados
junto 8. la lumbre,
junto 8. la lumbre,
donde hay cabezas rllbias
y ojos azules,
pre~cindiendo, digo, de todos esos regalados
frutos de inteligencias ya extintas, para 110 ha-
blar sino de los que producen los ingenios que
aun viven, Espana tiene como sostenedores de
su pabe1l6n a Perez Gald6s, 8. Valera y Pereda,
8. la Pardo Bazan, a 10 mas selecto, es decir,
de entre sus literatos, y despues y en segundo
orden, 8. Salvador Rueda, a Jacinto Octavio
Pic6n, a Armando Palacio Valdes, a Leopol-
do. Alas,, a quienes, a .Sll VC?', siguen cien y
Clen ma.s.
POI' no parecer enfadosamente eruditos, no
citaremos ni 6. Inglaterra que se enorgulle-
ci6 con Dickens y con Thackeray, y se gloria
6 BIBLIOTECA DE "EL HEBALDO."

hoy de Conway; ni a la Alemania de los Hoff-


mann y Auerbach; ni a Suiza, en donde brillo
Zchocke; ni a Italia, que cuenta con un
Amicis y un Farina y es patria del autor de
la "Cavalleria Rusticana."
No mencionaremos tampoco a los Estados
U nidos, tierra que en punto 8. narradores pue-
de hombearse con cualesquiera otra, con sus
Cooper, sus Poe y sus Hawthorne de antaiio
y sus Breat-Hart y Mark-Twin de hoy.
En la America Espaiiola, de los paises her-
manos solo tres nombres se nos vienen a las
mientes, lOB de Ruben Darfo, Fernandez Guar-
dia y Palma. Otros, indudablemente, debe
haber reputados en sus naciones respectivas:
pero 0 la fama no los pronuncia, 0 no han so-'
nado, al menos, en lluestros ofdos.
Pocos, entre llosotros, se han ocupado de
la narraci6n breve. Si casi todos Duestros
hombres de letras pl'odujeron alguna que otra
leyendita, alguns que otra novelilla de poca,s
paginas y la insertarml en periodicos 0 foIle-
tos; la verdad es que, los mas, no pueden lIa-
marse propia y realment(· r:nentistas (y valga
en esta acepcion la l)al:\bl'~, flue otra y muy
distinta tiene en eIDiccional'io) . Gutierrez
Najera sIlo fuo. EI biell am;~do Duque, es-
pfritu flexible que 0. to do saMa amoldarse, na-
rraba como un frances de e8jJ1·it. Micros si-.
gue sus pasos. En Jalisco tuvimos un ha~'
PROLOGO. 7

lisimo conteur: Manuel Al varez del Castillo.


De al son las tres primeras novelitas que pu-
blicamos. Y sirvan08 este anuncio para anun-
ciar tambien, despues de tan largo y descosi-
do pr610go, que este precede 8. una colecci6n
de cuentos de escritores jaliscienses. No va
8. ser completa, porque 108 que habremos de
formarla, los Redactores de "EI Heraldo," no
disponemos ni del vagar, ni del tiempo sufi-
cientes para obra semejante, queremos s610 en
vista del exito que 13 novela breve alcanza en
otra.s partes, hacer un ensayo, no de antologia
presuntuosa, -sino de compilaci6n amen a, de los
relatos de 108 escritores de J alisco que aun vi-
ven. Una sola excepci6n hicimos, colocando
801 principio de esta galeria 8. Manuel Alvarez:
esa exepci6n debi6se, a que, amigos, admira-
dores del muerto, nos hubiera costado mucho
excluirlo de estas p8.ginas, 8. que 10 conside-
ramos .aUn como colaborador y 8. que pertene-
ce-por Ultimo- Ii 180 generaci6n actual, ala
nuestra.
~ Gustara. este libro? Por 10 que de otros y va-
liOBOS alentos contiene, si, 8. no dudarlo. ~Lo­
graremos despertar con su publicaci6n el amor
8. las letras que desfallece .y muere, el bello
entusiasmo de otroB dias no lejanos? A 101
literatos del Estado toca el conte star a tas
pregunta.
Los REDA.OTOBB8 DB 'EL HBlU.LDO.'
MANUEL ALVAREZ DEL CASTILLO.
CUATRO CARTAS.

Agosto, 1877

Pablo mfo:

Tn que siemqre te has reldo de mf porque


me figuro que los dfas son de color, me har8.s
justicia ahora que est8.s obligado 8. ver estos
dos de ausencia que nos separan, negros como
la noche. En las cuarenta y ocho horas que
haoe que no te miro estoy segura de que me
has cometido cuarenta y nueve infidelidades,
y verdaderamente has hecho mal, porque yo
te quiero con toda mi alma, y es justo que tn
tambi~n me consagres la tuya entera, sin de-
jar en ella ni un lugarcito pequeno para tOD-
~eria8~
12 BffiLIOTECA DE "EL HEBALDO.
----
Te voa a contar mi excursi6n dosde Ia sali-
da de esa ciudad hasta mi llegada 8. esta ha-
Clienda, con una minuciosidad escrupnlm:a v
rE'llUllCiando al derecbo que todos los viajen;!;
tienen para decir mentiras: la rectitud de mi
cinciencia se nubIa ante la consideraci6n es-
I>antosa de engafiarte.
A Jas tres de la manana me despert6 }lro-
hablemente el angel de mi Guarda, espc(,lu
de Otelo que te odia y tenia gran prilm. ell :O:f'-
pararme dc tI. POl' esa raz6n estoy mu)' ('11-
fadada con el. Los celos me parecen exc]I I~,i­
vamcllte tr{\gicos, como el punal y la COp:l d\. '
veneno, pOl' manera que un celoso que no 11a-
hia en verso y declamando, es incomprensillj ...
Desperte, como te decra, 8. esa hora fer(lz-
mente matinal y saltando del lecho abd I:rH
cortinas del balcon. En la esquilla de la calle
el gendarme ejecutaba variaciones poco m1.ll!'i-
cales en un pito, que resonaba melanc61ica-
mente en el hondo silencio de la ciudad dor-
mida. Las estrellas brillaban en el cielv con
apacibJe fulgor, y la luna, confidente horas
antes de nuestra triste despedida, me pregun-
taba pOl' t1 atravesando los cristales, con esa
indiscrecion que la caracteriza. Te 10 confieso
sin rubor alguno: esperaba verte y aSl se 10
dije a ella, que entollces me indic6 besalldo
cons sus 1>]ancos rayos mis hombros desnudos,
que estaha muy desabrigada para recibirte.
20 CUENTOS. 13
Cord 8. vestirme y me prepare heroicamente 8.
la dulce emocion de volverte 8. ver para. dal'te
el ultimo adi6s. Tuviste el buen gusto de no
aparecer por abi y yo me alegre, pOl'que te
aseguro que estaba horrorosa: las madl'ugadas
me matan.
A las cllatro y media se oy6 el ruido do nn
carruaje : era el que venia por nosotros. Dcs-
pnes de un frugal desayuno nos encaramamo~
en aquel armatoste con honores de gualUn y
tuvimos que aguardar alU un largo rato, mien-
tras arreglaban no se que arreos del tiro.
El oielo se comenzaba 8. iluminar con las pI'i-
meras y vagas claridadcs'de la aurora: cam-
p'anas lejanas llamaban 8. misa y uno que otro
transeunte pasaba por la calle viendonos con
curiosidad. Mayor era la que sentia yo por
saber a d6nde iban y de d6nde venlan aquellas
gentes misteriosas. ' ,
Por fin partimos. Sono el latigo del auriga
y los caballos se lanzaron a. escape arrastran-
do nuestro modesto carricoche con infernal es-
trepito. El gualUn tenia cuatro asientos y
hubieramos ido con bolgura, pero fig-(lrate que
papa llevaba una escopeta y mama. un canario,
amen del cesto de provisiones y de mi gran
sombrero de paja para montar a caballo, que
, yo guardaba cllidadosamente sobre mis rodi-
lIas. ' ,
, Dejamos atras la ciudad. EI camino, rega-
2
14 BmLIOTECA DE "n BElULDO."

do aun por las ultimas lluvias, no nOS re-


rega16 con ese polvo que tanto molesta y fati-
ga: la maiiana estaba hermosa, el aire levan-
taba mi velo para conocerme, y me besaba ga-
lantemente dandome en cambio 8U frescura y
la fragancia de las 110res del campo; el cana-
rio de mama. cantaba.
A poco andar cerra.ronse mis ojos domina-
dos por un sueno invencible y mi espiritu vo-
16 en tu busca. Estabas leyendo, pero sin sa-
ber 10 que leias, porque en cada reng16n del
libro solo habia para tus ojos esta palabra mil ve-
ce8 repetida: Cristina, Cristina, Cristina. Esta-
bas triste, muy triste, y de vez en cuando
l!Uspirabas levantando los ojos al cielo co-
mo San I~uis Gonzaga en la pintura que
adorea mi alcoba y que tu amas tanto. Me
diste lastima, una compasi6n . que deploro
lie apoder6 de mt, y tE" dije "aqui estoy."
Corriste a. mi encuento muy turbado, y co-
gi'ndome·ambas manos con frenesi, las 11ena8-
te de besos, una tras de otra, sin que yo pu-
diese evitarlo. I Qu' bellas cosas me decias!
i cua.n persuasiv&8! i que bien ibas dando' tus
palabras esa ternura que consuela y enamora!
i Te juro que por la primera vez de tu vida e-
ras elocuente! Mi regreso tan repentino, mi
presencia en tu casa, todo me 10 expli<-.aste
con asombrosa facilidad. Despues ya no pen-
Bamos mas que en con~mos nuestros amores,
20 CUENT08. 15

como si se tratase de algo ignorado, y tal no-


vedad encontramos que no nos ocupamos de
otro ssunto. ,JesUs! I c6mo pasa el tiempo/
Era ya muy tarde, muy tarde y no podia
quedarme ah{ ni un segundo m's! Adi6s!-te
dije ;-pero imposible que me dejaras partir.
Me tenias asida con todas tus fuerzas hacien-
do que no pudiese moverme. Yo luchaba
desesperadamente pero en vano: Dejame
por piedad/ Dejame 6 gritoJ Y en un es-
fuerzo supremo, me solte, pero al soltarme,
d! contra una columna que tenia una esta-
tua que sostenfa un candelabro y candeJa-
bro, estatua y columna vinieron al suelo es-
truendosamente. Yo grite. El guaUin Be
habia volcado.
En aquellos momentos se desencadenaba u-
na tempestad furiosa, y no habfa ni un 'rbol
por aM cerca bajo del cual pudiesemoll refu-
giarnos. Salimos trabajosamente del vehfcu-
]0, y al travas dellodo que nos cubria, pudi-
mos observar con inefable contento que estaba-
mos sanos. Pap~ un poco r&spado en la
frente, mam' quejimdose algo de un pie, yo
con el sombrero hecho pedazos, la escopeta
intacta y el canario muerto. Las provlsio-
nes estaban hechas una sopa.
Con trabajoB mil, con esfuerzos inauditos,
10graron levantar al infame armatoste, y con-
tinuamos nuestro ponoBo viaje. Basta lal!!
16 BmLIOTECA. DE "EL BEBALDO."

c10ce de In noche, transidoa de frIo, de hambre


y de cansancio, llegamos 8. eata hacienda, cu-
yo viejo caseron destartalado se me :6.gur6
castillo hermoslsimo, de la misma manera que
u Don Quijote las desaseadas ventas manche--
gas.
A la manana siguiente, tan pronto como la
luz del alba penetl'o por Ia.s rejillas de las puer-
taE'!, me levante y sali al campo. J.Ja natura-
lcza sonre1a. En la fera.z llanura que se ex-
tiende a. los pi~s de nuestra casa pasatban
sosegadamente los ganados en pintoresca con-
fnsion ; laR grandes arboledas que Jas rodean
sacudlan con pereza su follaje, remecido por
la brisa matinal que me traia el aroma de los
cafetos, y 8. 10 lejos el lago extendia su bri-
llantcl cinta de plata, engastada en el esmalte
azul de las montaiias. El clelo estaba sonro-
sado y la atmosfera trasparente. Muchedllm-
bre de recuerdos, joviales los unos, 3mal'gos
los otros, y melancolicos todos, embargaban
lUi espiritu . j Quo retirados estaban ya de
TIlt a'lnellos dta~ placenteros de la infanci ,l., en
'Int' ageml. completamente 8. las paHioneFi ,.l e J:l
lUujcr r {" EIIlS encantos y 8. SIlS doloras, d~ .i :1 b :L
al corazon dorroh' como a. UIl nino en su cuna!
iHermoAfLS hOl'a~ primaveralesl jC<;>rtos mo-
ml'llto~ de juventud que dllraron tan solo el
hrevi. imo terrnino de un dla.! Hoy todo 10
y('o de muy d istinta manera. Estos sitios ya no
20 CUENTOS. 17
me alborosan como antes, por que ya no gua.rc1an
para mi el color de esos goces que se espel'an
tanto y tanto se sl~eiian, y porque ya fmica-
mente tengo alegrla para tI, amol' para ti, al-
ma para tf. Ttl llenas mi existencia. Poro
es runy natural entristecer8e con los recnerc1os,
en presencia de lugares que hemos visitarlo
en epocas lejanas: el coraz6n humano es aSl,
aunque 10 presente valga mas que 10 pasado,
suspira por 10 pasado, con cierta voluptnosi-
dad deleitosa.
Mil veces te 10 .he dicho y me complazco en
repetfrtelo: no me arrepiento de quererte, no
me arrepiento de haberte consagrado todo ini
ser, de que no haya una fibra de mi misma que
no vibl'e y se estremezca por tf. lSi til su-
pieras! Cuando te encontre en el mundo,
cuando te quise, cuando temblando me confe-
saste tu amor sin decfrmelo, senti qu,e mi co-
raz6n se inundaba de agradecimiento y bendi-
je la vi-da. Si es cierto que todos tenemos
una misi6n cualquiera, ya sabes cual es la tu-
ya: hacerme venturosa. Si me dejas de que-
r~r me muero sin remedio.
A veces me entristece la nube de secretos
presentimientos; a veces no se que sombrias
preocupaciones me dicen que. no sere tuya ja-
. mas. Las gentes qne me hablan sostienen
. i mira tu que disparate/ que so~os mlly j6ve-
lies y que es tan raro en 1& .vida <lue los
18 BIBLIOTBCA.D1I: "BL HBRA.LDO.

primeros amores se resIieen! .... Yo me enfa-


do muehisimo con esas profeeias tontas que a-
tormentan sin embargo mi imaginaei6n. Te
aeuerdas de aquella noehe en que me negaba
8. deeirte la causa de mi tristeza? Todo el
dia me habran estado diciendo eso; seis gentes
diferentes habranme heeho ese linaje de re-
tlexionea .. Yo no querla deeirtelo, es Ia verdad,
no queria ... . pero tu, insistias, me rogabas.
Al fin no pude resistir mas, apoye en ttl
hombro mi enbeza y al deefrtelo send que se
bafiaban de 18.grimas mis oj os .... Entretanto
tu jugabas con las sortijas de mi mano izquier-
da .... Sonreiste al oirme, me aeuerdo muy
bien, y me dijiste: ' 'No seas inoeente, no
te atlija,s por ideas que no son tuyas. i Si la
imaginaei6n no debe ser un lugar en donde to-
do el que quiera pueda dejar teorias 6 sistemas
mas 6 menos aeeptables; debe ser unieamente
el espejo que eopie las imagenes queridas~ la luz
para todos los reeuerdo! y el ala para to daR laR
esperanzasl" Esas fueron tus palabras. ;Que
bien las aprendf, verdad.'Ah! no temas nunea
que el olvido veDga a. interrumpir Mis reouer- .
dos.
,Pero Dios mio! He eserito cinco pliegos
sin saberlo! Adios! te exijo que me adores.
Soy tuya, tuya, tuya .. ..
CRISTINA. .
20 CUENTOS. 19

,
Enero. 1878

Querido Pablo:

Tu ultima carta me lleg6 con inexplicable


atraso y adem as he tenido .algunos cuidadol
que me privaban del dulce placerlde escribirte?
por este motivo encontraIis mi contestaci6n
mas tardfa de 10 qne debiera, aunque mas hu-
milde tambien, pues de rodillas te ruego que
en el fondo in~gotable de tu bondad, busque.
la necesaria para disculparme. Yen verdad
que til igualmente me tienes que pedir per-
d6n. Te he permitido que seas tonto s610 una
vez por semana, y en los dfas de la antepasa--
da 10 fuiste dos veces: este es un abuso que .
me abstengo de calificar. Primero me dijiste
que nota bas en mf cierta tibieza desconsola-
dora, y despues me contestaste no se que sue-
nos funestos que te atormentaban despierto.
Ni erista esa tibieza de que injustificadamen-
te me Bcusa8, ni me :parece bien que les des
credito 6. tus imaginaclones descabelladas.
Mi triBte vida en medio de esta 801edOO 181-
v6.tica, hale amenizado de algunos dfas 6. esta
parte por raz6n del trato mU frecuente que
Be ha ido estableciendo entre Dosotro~ "1 Duea~
20 BIBLIOTECA DE " EL BERALDO. "

tros vecillos de Los Alamos. Este nombre es


el de aquella hacienda que te he contado ests.
a muy [Jocas legnas de aqui, y que es propie-
<lad de una familia muy distinguida que en
ella habita desde hace muchos anos.
N o tenIa yo ningun genero de relaciones
con eRa familia, que se compone de dos seno-
l,itas Y Ull joven hermano de ambas, porque
ademas de que ransimas veces venimos a. eRta
nnea, existia dcsde largos anos entre papa. y
01 Sr. L .... -padre de nuestros vecinos y
propietario de Los Alamos-cierto pleito re-
liidlsimo sob1'e una servidumbre de aguas. y
110 rosadas pOI' cieno, pues haMan agriado los
animoB y separado a las familias de los eon-
trincantes, reproduciendo entre ambos una es-
pecie dE' enemistad pOI' e1 estilo de]a de Ca-
puletoB y lVlontescos, que tanto hizo suf1'ir 8.
Is pobrecita de Julieta. Con la muerte del
Sr. L ... " ocun'ida seis anos ha, se pact6 una
espeeie de tregua en 1a que papa convino, por-
que favoreda sus intereses y Ie p1'oporciona-
ba la ocasi6n de mostrarse genel'oso con 1a
afligida familia de su colindante. C011 efecto,
aqnella haMa qucdado punto ;·menos que dse-
am parada. Las dos ninas, agenas enteramen-
te por su edad y s~ sexo al complicado mane-
jo ue los negocios, no podian salvar una sitlla-
cion utodas IuceR diflcil. Carlos, el hijo ma-
yor, estaba en Europa terminando .su educaci6~
20 CUENTOS. 21

y muy pr6ximo :i hacel'se al'quitecto, como t(l


y Miguel Angel. Acostumbrado desde sus mas
tiernos aiios a vivir en Paris, en medio de los
refinamientos del al'te y la cultura, cautiyo
constantemente sn eS}Jfritu inteligente y sona-
dol' en los encantos de una ciyiIizaci6n des-
1umbradora, no era pol:iible que se rcsignara
Ii. abandonarl0 todo, para venir a encerrarae
en este rincon de un pafR que s610 el Bar6n de
Humboldt pndo lIamal' h('l'moso, por galente-
ria cortesana: y annque vinicse, au presencia
serfa in'Cltil segun todos nllestr08 agricnltores
notables aseguraban, pOI' creer 0.1 palisiense
completamente iuepto para el caso. Una mul-
titud de interesadoB a 1a finca se 1a disputaban
yo. como facil presa; los acreedores se entre-
gaban pl'ematuramente 0.1 inocente placer de
las combinaciones ingeniosas que deberlan au-
mentar el monto de sus creditos, y las pobres
huerfanas teniall a dU lado constantemente
consejeros solfcitos y desinteresac1os, Ii. quic-
nes s6]0 contcstaban cnando les hablaban de
negocios, con su Uanto illextinguible y su
ailicci6n.
Contra 10 que todo el mundo esperaba, Car-
los tan pronto como supo 10. de8gracia ocurl'ida,
en 8U familia, clejandolo todo vino a ~'el1nir8e
~on Ims hermanaR y se puso al frente de 108
negocios. Esa f uu 13. primera sorpresa. La
segunda cODsiste en que despues de estar seis
22 BIBLIOTECA. DB "EL HEBALDO.,t

anos al frente de elIos, na Iogrado el parisien-


8e, a fuerza de trabajo, economia y talento,
poner las cosas en estado maravilloso de pros-
peridad. Todo el mundo habla por aqui de
el con elogio, todos Ie aman, todos Ie respe-
tan, asi es que no extranaras que yo haya sen-
tido una invencible curiosidad de conocerle.
Bien facil me fue por cierto satisfacerla.
Una tarde, al volver de nllestl'Q acostllmbrado
paseo del campo con papa, vimos un caballero'
que se llegaba a nosotros con el ancho some
brero en la ma~o y en la actitud mas respetllo-
sa. A pesar de su cabalgadura manifestaba
a las claras que no ganaria de ningllna mane-
ra el premio del .Derhy, si fuese alla a dispu-
tarlo y a pesar del traje de gamuza asaz acar-
ton ado que lIevaba y sobre el cual debieron
caer todas las lIuvias de la pasada estaci6n,
bien se echaba de ver qlle aquel sujeto era
persona de edllcaci6n y de buen .!inaje. Ma-
bl6 con papa algun tiempo, y despucs se des-
pidi6 de nosotros con la misma finura qu~. nos
habiasaludado. Al use dijome papa:
-Es D. Carlos.
Entonces senti no haber puesto mayor
atenci6n en el. Me console sin embargo, in-
mediatamente porque papa anadi6 :
-Manana vendra. a comer a casa.
Pero si mi curiosidad por una parte iba a
quedar sutisfecha, por otra me alligia muchl-
20 CUENT08. 23
limo. Mi exfguo guardarropa no podia pro-
meter'D. Carlos maravillas, ni mucho me-
nos: y por acostuubrado que el estuvieae ya ,
vivir entre eetos salvajes, me encontraria ridi-
cula t1.quien 10 duda? 1Dios mio! jDios mio!
Ique angustial No te vayas a reir de mi,
pero l10re toda la noche. Tn en mi lugar
hubieras hecho otro tanto. Tengo las manos
negras, negras como sombrero, ,que diria
ese senor?
Ignoro 10 que habra pensado de mi? pero vi-
no, fuf 6. la mesa, 8entaronme 6. su lado, y no
hubo mas remedio, tuvo el honor de contem-
planne con mi eterno vestido de muselina, y
mis manos.
. Babla agradablemcnte el castellano i eate i-
dioma no es en sus labia's aquel pesado manto
de pnrpnras recamado de oro, de que tanto .
se envanece un poeta amigo tuyo, y bajo del eual
nadie puede moverse, ni andar, ni reirse, bue-
no a 10 sumo para ataviar a ]os sacerdotes,
m6s no para cubrir a]a musa lijera y jOTial
d~ la eonversaci6n, no; es el idioma-mariposa
que aletea al rededor de todos los asuntos,
dejando aquf una gotita de miel, mas alla un
piquetito, mas lejos el polen de alguna :8.or:
diriase que D. Carlos piensa en frances y ha-
bl~ en espaiiol, ajustando este idioms. rebel-
de" las formas gallardas y hermosas.
Es una persona por todo extremo aim-
~4 BIBLIOTEOA DE "EL HERALDO. "

patiea e illteresante. Podra tener pOCO mas


6 men os veintiocho afios. Sn mirada es dul-
ce y a Jas veces sumamente melancoJica. Tie-
ne grandes bigotes rllbios y siempre que en
t!llos me fijo, sionto un feroz antojo de esti-
rarseIos.
-No tiene V. deseos de regresar a Euro-
pa? Ie pregnnte.
,-Ahora ya no, me dijo. AI principio fue..,pa-
a
1'a ml mny dificil renllnciar yolver y termi-
nal' mi carrera tan cru~lmente interrumpida;
mllchlsimo mns, acostumbl'arme a vivir aqul.
a
Pero ya venci Ia uaturaleza exigente; todas
l~s enfermedudes se curan, 13 nostalgia inclu-
SIve.
-Pero,,-a.iiadl,-esa deMo V. sentirla en
ParIS ya que su patria es csta.
-iOh seiiorita!~me replica con amargura,
-la patria es el lugar dondt! se ama.
Como papa y mama habfanse levantado ya
de la mesa, tem{ que D. Carlos se lanzara al te-
rreno escabroso de las con'fi ,leneias y me pare-
cio excesivo para una prirneJ'a y isita. Cambie,
pues, de converSa(liOll y Ie hable tIt: sus bigo-
tea pOI' decir algo.,
Me muero de vergueuza cuando pi'..' lls0 en
esa bnrbaridad.
lPara que harIa yo eso.~ 'l\l exijo quo me
]0 digas til. Vamos, para que, para que 10
bicei'
20 CUENTOS . 25
No se que me contest6. Me parece que me
dijo que habla nacido ('on ellos. El gran fe-
nomeno! Si, me 10 asegur6 muy formalmente,
aiiadiendo que habia pasado su niilez sobre u-
an caja de mtlsica exhibiendoRe en las ferias de
Francia. .
En el fOlldo, despu6s d~ nl.lestm con versa-
ci6n, me quede con una curiosidad que me
prop use satisfacer 10 mas pronto posible. La
novia de D. Carlos seria morena 0 rubia?
Te propongo nna apuesta con ese moti yo.
Yo estoy porque es nlbia, y tu?
A111egar 1a tarde de aque1 dla salimos aca-
ballo y tomamos e1 rumbo de Los Alamos,
por invitaci6n de D. Carlos, que se propllso,
segun nos dijo, ensefiarnos el camino de 8U
casa. En estos climas privilegiados no hay
invierno: casi todos 108 arboles conser van su
follaje, y como e1 agua es abundante se yen
constantemente fel"tiles los prados. Me 80r-
prend! con agrado al snober que D. Car108 gllS-
ta de galopar, y como este es mi mayor pla-
cer, pusimos en breve nnestros caballos al ga-
lope, con Ill. previa autorizacion paterna. Es-
te dla trala el un bl'ioso alazan muy difel'entc
de. aquella pobl'e a.1imaiia en que Ie vIla vez
pl'lmera.
Galopamos largo tiempo. LOR bigotes a-
quellos, eterna ca,llsa de mi confusion y ver-
gtlenza, se encabritaban con la <.:arrera1 ba-
26 BIBLIOTEC.A. DE "EL BEB.A.LDO. "

ciendo piruetas inverosfmiles. A poco divi-


samos el cacerio de Los Alamos, ten dido so-
bre una colina en artfstico desorden. En la
parte mas alta hay un grupo de eMOS genti-
les arboles que dan nombre a la hacienda y
entre aqucllos bigotes, quiero decir entre a-
quellos arboles, asoma la torre de la capilla
recientemente blanqueada.
. Hasta abi llegamos, y despidiendose d, nos-
otros el joven propietario de aquellllgar, que
nos prometi6 traer" 8US hermanas a1 siguien-
te dia, regresam08 a CAsa.
Ya te he referido minuci08amente, mi queri-
do Pablo, los ultimos acontecimientos de mi
vida. No abrigues ninguna inquietud por
estas nuevas relaciones; tu lugar es sagrado
en mi coraz6n, y adema.s, a. ]8 primera tentati-
va que D. Carlos hiciera para cortejarme, co-
rreria a tu Iado para poner entre 61 y nosotr08
un abismo.

Tu CRISTINA..
20 CUENTOS. 27

Marzo, 1880.
Pablo:

Mas de dOB horas hace que escribi e8a pri-


mera .palabra, y no me atrevo a continuar.
Es tan grave, tan grave 10 que tengo que de-
cirte que me tiembla la mano, y se me oprime
el coraz6n .... Sin embargo, es preciAo; no
plledo retardar mas el momento terrible. Es
necesario que )0 sepas de una \'ez. ~ren valor
como yo: Jhay algo mns noble que ]a reRigna-
ci6n tratandose de los sacrificios que 110S im-
ponen los seres superiores?
Res{gnate, conf6rmate con una vol un tad
que ni tit ni yo podemos contrariar. Pablo:
nuestro amor no es ya posible. N ucstro!
queridos ensuenos de otros dias, nuestras her-
mosas esperanzas sonrosadas, han muerto,
han muerto para siempre.
Me casan con D. Carlos L.... He estado
" punto de volverme 10ca, compadeceme Pa-
blo, no me acuses Yo sufro tanto como tit,
mas que tit; es tan facil para los hombres 01-
vidar! Padezco porque te dejo, porque te
digo adi6s para toda la vida, y padczco por-
que temo tu enojo, tu desprecio. No ~e des-
28 BIBLIOTECA DE "EL BERALDO."

precies, Pahlo, pOl' Dios! Este es un sacrificio


que mis padres me exigen y que no puedo
negarIes. N egoclOs,. sa. b? . . . ..
es . . ... negoclOs
AqueUa servidnmbre .... N o se ... .
Quisiera escribirte mas, mueho mucho, ma.s;
lIenal', ~como en tiempos mejores pliegos y
pliegos para tf; pero comprendo que ya no de-
ho haceI·lo. Todo ha eoncluido entre los dos.
Olvidame, Pablo, olvlclame! rre lo-..exijo, pe-
1'0 no puedo dejar ne clecit·te como F rou-Frou
a M. de Valreas: "j que no sca roilY pronto!"

CRISTINA .

Abril, 1887.

A prceiahle Pahlo :

Von mnchfsirna pena )")1(\ atrev.o {\ molestal'-


Ie suplhlRnc10lc me mande lOR signicntes encar-
gos; pero V. es una p{,J'sona tan amable y efi-
caz qne sauro' pel'llolHu'me, sauro todo, con la
consideracion de qne V. OR ya el (mico amigo
que me queda en esa. cindad de cloude estoy
311sente haee tantos afios.
20 CUENT08. 29

Me hacen muchlsima falta y Ie suplico me


mande con el portador de esta., que entrega,l'a
a. V. el dinero necesario, estos objetos:
6 jelinguitas de goma para los niiios;
6 biberones y
1 docena de frascos de Jarabe calman-
te de la Bra. Winslow.
Remos estado apuradisimos en eatos dias.
Mi casa 11a sido un hospital; Carlos y to-
dos mis bijos han estado muy enfermos.
He tenido al mayorcito con sarampi6n, y
el ultimo ha padecido de tal manera con los
colmillos, que fue preciso abrirle las enc{as
a,1 desgraciado con un cortaplumas.
En cambio yo estoy muy bien: peso 200 li-
bras, sin exageraci6n.
Tod08 10 saludan afectuosamente, y yo,
anticipandole las gracias, Ie mego perdone
tantas molestias 8. su antiglla amiga ·y S. S.
CRISTINA. K .... DE I~ ....
P. D.-Los biberones quiero que sean blan-
COI!I.
VALE.

I
MINNIE.

(AI Duque Job.'

Encontr6 0. mi padre amigo J ulio.n en un


estado de desesperaoi6n dificil de describir.
Su fi snnomf3 era la de un conyaleciente de ti-
fo; negraa ojeras indicaban el insomnio cruel,
y la mirada era todo un poema de dolor y de
angustia.
-/Mi querido Julia.n !,-exclame al verle.
- I Rola! lJe alegro de encontrarte.
-~Qu6 te ha pasado?
Muchas cosas. . Figul'ate que he hecho una
novela ....
~IQue horror!
32 BIBLIOTBCA. DE "EL HEBALDO."
-------------------------------------
-Que la he hecho te digo ; no que la he
escrito. La he vivido, c!comprendes?
r-l'odavia no.
-Imbecill
-Gracias por el elogio inmerecidu y expli-
cate.
-Ayer . ... iayer apenss! . ... me pas6 10
que te fOY 8. referir.
-Soy todo oidos. I
,-Me hallaba plagado de deudas, paes ya
sabes que soy un poco parecido 8. Alejandro
Dumas, padre, que tenia dinero para todo el
mundo, menos para sus acreedores. Los mios
me perseguian tenazmente. Ya estaba can-
sado de inventar estratagemas, aburrido de
idear disculpas. Acabe por no comer ya nun-
ca en oasa, ni cenar en casa, ni dormir en ca-
sa. Con semejante conducta, el autor .de mis
dias estaba indignado, mi madre lloraba,
mis hermanos se haci:an competencia t:ifiendo-
me. Por fin, un dia no pude mas y esta1l6
como una homba de dinami ta. Si mi condnc-
ta,-Ie8 dije,-Jlo esta exactamcnte arreglada
a lOR preceptos de Is .Moral domestica; si no
como, ni ceno, ni ducrmo, ni vivo aqllf, ('s
pot"q ue tellgo muchos ingle.fle.... y pOl'que ando
huyenclo de dlo~ como hnyen los criminales
de la policia. N arlie como yo laments mis
extravios, lIadie. Tcngo]a nostalgia del ho-
gar. Siento irresistihlcs dc~eOf~ de vivir de
200UENTOS. 38
nuevo esa dulce vida de fa~ilia, que es tan
grata . . .. etcetera.- jCuanto debes? - me
p.r egnnt6 mi padre.-Una friolera,-dfjele,-
mil pe80s.-Eres un idiota,-me contest6 el,
-toma, paga ese dinero y no vuelvas 8. haceT
deudas.-AI mismo tiempo ponia en mis ma-
nos diez bilJetes de den duros.
Un hijo de melodrama hubiera cafdo de ro-
dillas: yo no Ie hice, aunque mi gratitnd era
inmensa, porque Ja escena pasaba en el anden
y la senora del piso tercero nos estaba viendo
con una indiscreci6n irritaote.
Alegre como sf me hnbiera caido el premio
gordo de la Loteria N acional, me lance 6. la
calle resuelto 8. aplastar a mis acreedores bajo
el peso de wi inesperada opulencia; pero, i ay
amigo mio! el hombre propone y la mujer dis-
pone. En la esquina de La Profesa me en-
contre 8. Minnie. . . . .
-6 Y Be te fueron los pies?-interrumpf.
-No; los billetes. Es una historia con me-
vedora, terrible ...•
,-Debe serlo, mayormente para quien no-
ha ab~orzado, como yo.
-Aun puecio invitarte. VamM 8. .La Oon-
cordia y alIi te referire todo.

Rappelons nOUB Hamlet et 80i mOl1, Horatio!


• mientras
N 08 encalI:'inam08 al Cafe, y aUi,
34 BIBLIOTECA DE "EL HERALDO."

yo cumplia con 180 dura ley de la alimentaci6n


cuotidiaoa, mi pobl'e amigo Julian prosigi6:
-Debo decirte en primer lugar quien es
Minnie y c6mo la conocl, 6 mejor dicho, c6mo .
la arne, porque conocerla y amarla fue una
misma cosa.
:Minnie es una joven americana de sorpren-
dente belleza. Tiene diecisiete anos. Sus
cabellos 80n obscuros y sus ojol1l negos, ,bri-
llantes, llenos de fulgores misteriosos: su tez,
de una blancura de marmol 'de Carrara; su
boca es un clavel entreabierto. Es alta, ga-
Ilarda, fina: tiene las manos mas bellas que
puede haber ell el Mundo y la voz mas armo-
niosa que he escuchado en mi vida. Anadire,
para terminal' su filiaci6n, que al re1r8e se Ie
abren dos adorablE'S holluelos en ]as mejillas.
Senas particular1simas: tiene esprit a pesar
de ser yankee y protestante.
Hace dos semanas tnve que ir a. ]a Estaci6n'
del Ferrocarril Central a esperar a un os pa-
rientes de mi padre que deMan llegar del
interior. Contra 10 que ordinariamente
Bucede, estaba el and~n lleno de gente, y en
los wagones venia muchedumbre de pasage-
ros. Buscando a mis tios entre tantoB ulti- ,
mos, tropece con ella. Con ella, 6compren-
des? jCcm Minnie! Trafa un sombrero ad-
mirable. Era un nido de aguilas 6 de aves-
20 CUENTOS. 35

truces,-no estoy enteramente seguro,-ro-


deado de varias plumas de diversos colores.
Mi corazon empez6 6. infiarse como un glo-
boo Por fortuna, los parientes de mi padre
parecieron por aM: las encaje en uno sim6n y
pretextando un negocio urgente, eche 8. correr
tras de Minnie, que, en uni6n de un caballero
que 1a acompaiiaba, subi6 a otro coche. A-
pearonse en el Hotel Guardiola,~termino fe-
liz de mi vertiginosa carrera,~y se instalaron
en los cuartos 16 y 17. Por una dichosa ca-
sualidad, el 18 estaba desocupado: 10 tome
para "m i y cuando el administrador me pre-
gunt6 de donde venia, Ie dije "que de Pekin.
Tan fatigado me encontrabs, que si de alli
hubiera llegad() efectivamente, no 10 estu-
viera mas en verdad. Pero ya quede fatigas
hablamos, abrevio: dos diaa despues de mi
instalaci6n en el Hotel, Minnie y yo eramOB
grandes y buenos amigos.
Entonees empez6 para mi una existencia
Ilena de encantos. Todas las mananas tocaba
ella a mi puerta para despertarme, y despues
del desayuno tomabamos un carruaje, y de-
jando la ciudad, tan fastidiosa para ella como
para mi, corrlamos a Chapultepec a. respirar el
ambiente embalsamado del bosque. J ugaba- "
mos como chiquillos y haciamos mil locuras
bajo los canosos ahuehuetes, que nos contem-
plaban con esa indulgencia paternal de 108
36 BIBLIOTECA DE "BI. BEBALDO. "

vIelos. N unca nos falt6 aIg(m libro amigo


que nOB entretuvi~ra largas horas. A veces
eran los Idilio8 del Rey, de Tennyson, a. ve'-
ces los Ouento8 de J.Va'Vidad, de Dickens.
Minnie lee admirablemente, como todas las a-
mericanas.
Rcgresabamos a Ia hora de luncl", que hacfa-
mos en compania del papa de Minnie.
EI padre de Minnie es un senor alto, delga-
do, de nobilfs~mo aspecto: un gentlem,an en
toda la extenci6n de la palabra. Su cara, ra-
zurada como la de sacerdote cat6lico, sus gran-
deR ojos azules de melanc6lico ~irar y Ia dis-
tinci6n y grave'd ad de toda su persona, infun-
dieronme respeto desde el in stante en que Ie
conocf. Es un fiI6sofo,-me dije.
Su hechicera hija me enloquecfa dianamen-
te mas y mas. Estaba decidido: hablaria a
mis padres y les haria consentir en un enlace
en el cual estribaba mi ventura. Los matri-
monios asf, improvisados, auel.en ser los mas
dichosos. jNo hay un proverbio que ensena
que casamiento y mortaja del cielo bajan.'
Por otra parte, yo estaba seguro que mi amor
u. Minnie seria el amor ultimo y de6nitivo de
mi existencia. EIl;.l. me habfa hecho renun-
a
ciar por completo la inteligente sociedad de
mis amigos; al paco monstruo, qne fue siempre
mi pasi6n dominante, ihasta 6. un panslavismo
exajeradol Con efeoto~ desde que la conoc!
20 CUENT08.

y9. no vol VI 8. leer novelas de Tolstoi, Turgue.


nef <'> Dostoievsky, ni void a tomar banos TU·
80S, ni carlotas, ni princesas.
Lleg6, cuando asi se deslizaba mi vida, el
dlB de ayer, que debi6 haber sido martes y
trece, y fue Domingo y 27.
Como te dije, encontre 8. Minnie en la es·
quina de La Profesa. Despues de saludarme
con mucha sel'enidad, dijome que estaba su·
mamente enfadada conmigo, porque habfa
estado tocando largo rato 6. mi pnerta, hasta
que el camalista compasivo hablale dicho que
no habla yo pasa~o la noche aM. Le. mani·
.ieste que efectivamente haMa sido una grave
falta mla no aviRarle que faltarla al hotel a-
quella noche, pero que estaba.seguro de obtener
su perd6n luego que me oyera.
-Hable U d. ,-me dijo .
. -Imposible. Es . tan largo 10 que tengo
que decir, que empleare en ello todo el dla 10
. menos. IVa~oB e9tando juntos todo el dla,
Minnie? Juntos y sin testigos? l'engo hoy
tantas cosas que decir 8. Ud! Soy tan dicho-
so, tan dichoso!
-De veras?
-Sl: vamos al bosque y despues almorzar6·
mos solos en cualquiera parte.
Acept6 con la condiei6~ de ir previamente
8. avisar asu genitor y entretanto yo fuf en
buses. del earruaje.
38 BmLIOTECA..DIi: ".EL BEBA..LDO.

Hacl3 tiempo que en un ercaparate de la


Esmel'alda, habia yo visto un brazalete pri-
moroso de brill antes y zafiros engastados ar-
tisticamente en oro apagado. Nose si mi adic-
to amigo Mefist6feles, fne el que me hizo pen-
anr en Minnie y el brazalete al mismo tiempo,
el caso es que fnl a la casa de Zivy y compre
1a joya, aligerando notablemente el peso de
mi cartera.
Cuando llegue al Hotel Minnie"esaba amo-
rosamente a su padre, forman do un cuadro
encantador que no hubiera desdefiado ningun
libretista de 6pera c6mica. Invite al respe-
table caballero para ir con nosotros, pero se
rehus6, acompaiiando su negativa de una me-
lanc6lica y bondadosa Bonnsa.
Cada dla adquiria en ml mayor fuerza la
convicei6n de que aquel buen senor era des-
cendiente en linea recta de aquellos nobles pu-
ritanos que, llen08 de fe y abnegaci6n, vinie-
ron en epocas lejanas a. las playas del Masa-
chusetts, en bURca de libertad y de trabajo.
Al bajar del coche en nuestro sitio favori-
to, Minnie desenvain6 del bolsillo el cuero
ruso que nunca 10 abandona, un libro que pa-
rcci'a diccionario. Era sencillamente una Bi-
blia.
-Sarpelottel exclame al verlo.
__No se,-mc contest6 gravemente,--:-lo que
Csa palabra significa, pero pienso que con ella
20 CUENT08. 39
quiere vd. decirme que se rehusa a pen-
sar un momento en esas cosas elevadas que
confortan y consuelan.-Y se dispuso 6. abrir
ellibro.
Yo c~lli de rodillas 6. sus pies, exclamando: .
-Minnie, perd6nl Si esto es nn castigo por
mi falta de anoche, es bien terrible! i Perd6n
Minnie, perd6n!
-Levantese vd. ,-me dijo.-queriendo a-
fectar una indign8ci6n que mucho me hubiera
entristecido, si los pequenas hoyuelos de SU8
mejillas,correspondiendo al infinito carino que
les tengo, no la hnbieran traicionado, dibu-
jando en su cara un areo-iris, quiero decir, una
8Onrisa.
-Ustedes los hombres,-prosigui6,-no
comprenden estas cosas que son una necesi-
dad y un consTlelo de la mujer, 6. quien uste-
des tam bien descon~cen por completo.
-Eso no es cierto,-replique.-Al manos,
por mi parte. Yo conozco a la mujer ma-
jor que a mf mismo.
- , Que es ]a mujerl
-Arsene Houssaya 10 ha dicho: un punto
de interrogoci6n delante del cual todos los
c6.ndidos se plantan como puntos de admira-
ci6n. Sin embargo, yo dina que la mujer,
cuando no es un punto final, es una linea de
puntol suspenaivios.
40 BmLIOTECA DE t 'EL HEBALDO. "

-~Por que no escribe vd. una obra titula-


da "La 01·tog'rcljia aplicada a la 'In'UJe'I'?
-Mejor serfa Let "nuJer aplicacla a la Orto-
u,,·eift.a j pero eso es imposible.
-Calumniador!
N uestra disputa termin6 con una reconcilia-
cion a la que contl'ibuy6 muy cficazmente el
brazalete, que obtuvo un exito completo.
Despucs de pascar algun tiempo por aque-
llos senderos mistel'ios08 tapizados de hojas
secas que crujfan bajo nucstros pies, subimos
al coche y nos dhigimos al rrfvoli de San Cos-
me. Am almorzamos. Toekay, Vino del
Rhin, Champagne: en los tintos, una varie-
dad conmoveclora. Propuse a. Minnie que en
la noche fueramos a algun e8pectaculo.
-Oh, sU-me dijo. ,AI circol
La& americanas adoran esa diversi6n idiota.
Para ell as el ci,,"cus es el compendio de todos
los goces· terrenales. .
En esta vez no habla nada que Haman si-
quiera un poco la atenci6n. Una ecuyere mas
llaca que Rocinante y mas pesada que Sancho
Panza: unos enharinados que pretendfan pa-
sar por statu as y todo acompanado por esa
abominable orquesta del Circo Orrin que t6
conoces. Aquellas no son armonlas, ni me-
lodfas, son puras cacofonfas. I~os violines re-
medan el constante chillar de los reciennaci-
dos; las notas del pist6n son igualea a las que
20 CUENTOS. 41
producen esas personas mal educadas que se
Be suenan estrepitosamente.
Pel'O 10 niis ~ep~ora ~le, era un payaso nue-
voque estaba sustituyendo a Bell. J~os chis-
tes de ,aquel pobre hombre ten Ian tanta gra-
cia como un carro funebre. Estaba horrible-
mente embadurnado, con todos los colores del
iris., Minnie empero no apartaba de 61 los
ojos, y parcQia visiblemente complacida. A-
quel ca~dor suyo me , embles6.
Salimos del circo y despues de enviar un
recado al papa. de Minnie diciendole que vi-
niera 6. buscsrnos aquI, 6. la Ooncordia, nos
vinimos a. cenar.
A poco de instalarnos en un gabinete parti-
cular, tuvimos el gusto de ver entrar al Sr.
North, correctamente vestido de negro. De-
j6 su abrigo y su sombrero en manos del cria-
do y nos sentamos ~ Ill. mesa. Entonc~s pude
yo observar con extraiieza, que las orejas de
mi suegro estaban horriblemente encarnadas,
y que en sus mejillas habIa como restos de
polvo de haba. HEI buen sefior, pense, 6. pe-
sal' de su gravedad, anduvo hoy de picos par-
dos, no cabe Ia menor duda." Y no parecien-
dome conveniente que su inocente hija
percibiera sus Lcalaveradas, Ie Illame apa rto',
para advertirle que aun quedaban en su cara
, ~~ell~ dela orgfa. Con profunda sorpresa ~e
- .
42 BmLIOTECA. DB "EL BBBALDO."

mi parte me dijo que no importaba y tom6'


lentarse tranquilamente.
Mientras m8.S miraba yo su fisonomfa, y
mas oia su voz, ma. semejanzas encontraba con
la voz y la fisonomia de otra persona a quien
estaba seguro de haber visto aquella misma
noche. Pero, ,d6nde, Dios mio? «ten que
parte?
Por fin, 8. los postres, y cuando nOB hizo el
honor de obseqlliarnos con una canci6n ame-
ricana, un rayo de luz atraves6 mi mente.
-Usted, grite, usted, alla ....
...--Si,
- U sted, en el circo ..••
-Si, yo clown
&Comprendcs mi des ventura?
i Minnie es hija del payaso!
M~xico·J.887.
HISTORIA DE UN TESORO.

No ha muchos anOB vivia en esta ciuda dec!


Guadalajara, un honrado artesano tan rico de
virtudes como desprovisto de dineros, tan net
no de cualidades como de hijos, tan creyene-
como desdichado. Llam6.base el tal, Pedro
M~rtfnez, y era albaiiil de oficio. .
En una ~poca ya lejana en los dfas de esta
veridica y conmovedora historia, habfale son-
reido la Fortuna--diosa inconstante; y en
aquel entonces dob16 el su cuello 6. la matri-
monial coyunda, uni~Ddose 6. UDa mujor, que
si fu~ primero IDansa paloma sin hie1, troc6se
COD la bendici6n nupcial en insufrible harpra.
Sus exigencias, 8U car8.cte1' desapacible y dll-
ro, 8U ingratitud, y 8Ob~ todo~ su fecundi-
. ". I
44 BIBLIOTECADE "ELHERALDO."

dad inextinguible, ten{an al desventurado Pe-


dro, abrumado, enfermo, flaco; sus eRcasos
ahorros habfan ido mengusndo a proporci6n
que su familia Cl"eC1a, y aunque jamss encon-
tro so el brazo de sus vastagos la torta consa-
bida, reciblales con admirable mansedumbre,
pensando que venian directamente del cielo
con la poco agradable, pero santa misi6n de
aumentar las punzadoras espinas de au corona
de martirio. .
Cuando el duodecimo de sus herederos vio
la luz-luz escasa y vacilante de un vel6n de
sebo que junto al modesto talamo ardia-sus
afliccioncs morales y f{sicas habfan Uegado al
colmo, pues una semana haMa pasado ya sin
que tuviese nuestro hombre trabajo alguno.
Los vecinos, con caridad digna de elOgio, ayu-
da.banle eficazmente en 10 tocante a. con versa-
ci6n y maximas morales, pero siendo tan po-
bres como 61, ningunos auxilios pecuniarios Ic
proporcionaban, de modo que el viI metal ~n­
daba alH por las Dubes.
Por dicha Is. digps. esposa de8d~iiaba con a1-
tivez que no podemos menos de Ilamar econo·
miClt, en la presente oc~s16n, 'los cuidados de
la ciencia, y sin extraiios' 8uxilios, con una
gaUardia y desen\!"oltura admirabl_es verds.de-
ramente, cumplia siempre COD el crifltiano pre-
cepto que nos recomienda la conservaci6n y
.8 umento de la raza humana.
20 CUENT08. 45

Llegado el momento oportuno de llevar a


las aguas bautismales al nuevo ser que Ae hn·
hia presentado en casa, Pedro Martinez acor-
dose de un procer de la poblacion que algunas
ocasiones Ie haMa encargado ciertos tra·
bajos, y que tenia fama muy extendida de ge·
neroso y tilantropico, y a ese arbol corpulento
penso arrimar a 8U hijo para que su sombra
10 cobijara en las tempestades del mundo.
No desairo el caballero la invitacion del arte·
sanD y en union de la hija suya prest6se de
buen grado Ii apadrinar al chiquitin, el cnal
se porto en 180 ceremonia del bautizo con nna
seriedad diplomatica de muy buen gusto.
MClmentos despues de aquella solemuidad reli-
giosa, se presento un criado en la casa de
Pedro Martinez y Ie entrego, a nombre de 8U
encopetado compadre, unos boletos de teatro,
lDuestra no escasade su m~gnificeDcia. E I pobre
hombre despues de dar las gracias se qued6
mirando con tristeza el obsequio; y suspir6,
prob8oblemente de agradecimiento. Aquella
debia Rer la hora de cenar en las casas donde
se cena, pero como aUi no habia que, era una
hora tan indiferente como cualquiera otra ; aSI
es que el albaiiil tomando de la mano a los
mayorcitos de sus hijos, por orden de su eapo· .
sa, se dirigio al teatro: creemos que con poco
entusiasmo.
Alli, una mala compaiiia-aunque tratan-
4
46 BmLIOTEOA. DE " n BEB.A.Li)O. "

dose en esta ciudad de Guadalajara, 10 de mala


ya se sobrentiende-ponia en escena aquella
noche un dram6n de esos en que figuran hijos
perdidos durante largo tiempo y encontrados
y conocidos al fin por tal 6 cuallunar en un ca-
rrillo, 6 tal 6 cual marca indeleble en la panto-
rrilla ; criados fieles que guardan un tesoro du-
rante tras generaciones para entregarlo integro
y brillante al biznieto de algun nobilfsimo
conde que ha venido a menos por manejos infa-
mes de traidor amigo 6 fementida esposa; sub-
ditos fieleF: al monarca-generalmente represen-
ntado en el teatrorpor un actor de infimo orden
de peregrina manera vestido-y otras cosas -
muy agradables y divertidas.
En el drama de aquella noche, de un tesoro
encontrado por casualidad se trataba. Un po-
bre diablo, guardian de antiguo castillo ruino-
so y sombrfo, di6 una vez con cierto cuadro
que representaba al Cid Campeador acuchi-
llando moros, y al retirarlo de su puesto con
el limpio fin de sacudirl0, cay6sele a Jos pies
abundante caRcada de aurfferas monedas. Ri-
co y feliz conceptuabase el Mancebo y 10 hu-
biera sido en efocto, sin una multitad de cir-
cuntancias que a ello se opasieron, formando
la maravillosa trama del poema dramatico que
Pedro Martinez vi6, con las lagrimas en los
ojos.
Sali6 del teatro, y aquella aventura no
20 CUBNT08. 47
se Ie apart6 de la memoria: en toda 18 noche
no pudo pegar los ojos, y cuando por fin al apa-
recer los dorados rayos de la aurora, empez6
a. dormirse, soiiando que por las rendijas de Ia
puerta entraban chorros de onzas de oro y
de duros relucientes, Ie dospert6 la destemplada
voz de so mujer, avis8.ndole que UD companero
habia ido abuscarle, para un trabajo de impor-
tancia. Levant6se inmediatamente, y no desa-
yunandose por la misma raz6n que no habia
cenado, fuese a. donde el aibaiiil amigo Ie ha-
biB citado.
Se trataba de la recoDstrucci6n de una gran
cas a y Pedro l\fartinez fue contratado inme-
diatamente, dando principio loego a sus tra-
bajos.
Encaramado en los altos andamios 10 mismo
que sumido en las profundidades del s6tano
- humedo y oscuro; asi 8. la hora de tomar el
frugal almllcrzo como aillegar la del descan-
so, Pedro Martlnez pE!nsaba en tesoros caido8
del delo, a DlaDera de llovia; - sofiaba ardien-
temente 1m riquezas improvisadas, cn ventu-
rosos balJazgos; y elevando BlI espirito en a-
las de la espcranza al empfreo, Ie pedia con
fervor a. Dio:::; que realizara flUS soenos de oro.
A tal pnnto esa idea -lleg6 8. apoderarse de
so alma que no se coidaba dc otra C08a ni
pen saba ya en nada: haRta 8U miseria y!:lll
mujer se Ie 01 vid.aroll. Vivia constantement,e
+8 BmLIOTECA.. DE "EL HERALDO.

abstl'aido, sufriendo distl'aciones frecnentes


y prolongadas, y sorprendiendose todos lOR
dlas al despertar, de encontrarse tan pohre y
dseventul'ado como el dia anterior. El aie-
10 110 escucbaba sus pIegariaR, decididamente,
l\fas Rucedi6 qne un dia, 801 c1erribar una
vi(~ja. pared de la casa que estab80 en costrllc-
cion, la barl'a del Rofiador albanil prodlljo ese
peculiar sonido de los golpes que SA dan en
hueco. Pedro Martinez, sl1spendi6 su trahajo,
dominado pOl' .una cDloci6n indefinible: copio-
so sudor baiiaba su frente .... Despuc8 de re-
ponerse un poco continu6 180 obra; vi6 abrirse
en 180 pared una pequefia hendidura .... Sus
compaiieroB de nada Be h~b1an apercibiclo.
Introdlljo BU mano violentamente, y tropezo
con algunos objetoB. 'ran turbado eBtaba,
que de pronto no se dio cuenta de 10 que cran ;
un Bonido argentino hiri6 BU oido. i Era el
tesoro tantas veces son ado ! i In riqucza espe-
rada tantas veces! .... Del fondo de 8n pecho
fie elveo un himno do gratitl111 al Todopodel'o-
AO; penso en 811 bogar, en BUS pequenos bijos
hambrientoB y deslludos, en 1:\ el'iatul'a des va-
]ida que alllegar 801 mundo no habra tenido
una cuna en que arrullarse; se nubIan
ron RUS OjOB .... y torn6 a. meter 180 mano, cor-
tlisimulo, en ]a hendidura, hacicndola mayor.
Saco primero una caja de plata primorosamente
cincelada, que por fortuna estaba abicl'ta y
20 CUENTOS. 49

contenla cucharas dcl mismo metal. La oUlll-


to apresuradamente entre los escombros, y le-
van tall do los OjOR al cielo, dijo una plegaria.
POl" segunda vez introdujo la mano en Ill. hen-
didura misteriosa y entollces sac6 un salero
tantbien de plata, que era sin dl1da una ohra
de arte, pel'O que Pedro Martinez ni vi6, pOl"
darse prisa a ocultarlo. Era natural que ex-
cnrsionaudo en aquel antI'o) darla con el di-
nero alIi enucrrado ; era preciso doruinll,}" ~u
impaciencia para que los de mas individuos que
trabajaban en el mismo sitio no l'epararan en
BU hallazgo. Por fortuna las sombras del cre-
pusculo comenzaba a envolverles; la tarde
iba cayendo y uno por uno los albaiiiles fue-
ronse saliendo para volver a sus hogares,
Nuestro Montecristo qued6 solo. Introdujo
por tercera vez la mano temblorosa Y lob do-
lor! sinti6 que otra mas fuerte se la cogia a-
pretandola 'cruel mente. Al mismo tiempo oy6
del otro lado una voz que gritaba la~ilio! .. ,
La mano de Pedro Martinez se encontraba
en una alacena de la caRa inmediata.

- - c;o
JOSE LOPEZ~PORTILLO Y ROJAS.

. .
nU~1 .nTr:t' AIn!: lAE:Vlf'c\
LA ISLA DEL PARA ISO.

J.JEYENDA.
I.
La marina portuguesa alcanz6 alto grado
de gloria y celebridad en los siglos ' XV Y
XVI. Al concluir el XV, Vasco de Gama
dobl6 el Oabo de las tempestades, l1amado hoy
de B uena Espe?·ct'nza. El siglo XVI conti-
nu6 siendo del mismo modo propicio a. las ex-
ploraciones de la marina lusitana. EI Ocea-
no Indico fue teatro de arriesgadD.1i empresas,
celebres aventuras y brill antes descubrimien-
tos, .
54 BIBLIOTECA DE "EL BERALDO. "

En 1509, las naves que mandaba Lorenzo,


hijo del celebre Fancisco Almeida, llegaron,
pel'egrinas en el 1\1ar de las Indiaa, al cabo
Comorin, y de am siguicron caminando con
direcci6n al Oriente. Bien pronto los tripu-
lantes quedaron sorprendidos al entrar en una
mar color de zatiro, que pareda nlUl'mUrar
himnos arnorosos en los ritmicos movimientoli
de sus ~las. Las briaas tibias que soplaban,
venian impregnadas:de perfumes, como si los
genius de l~s J.lfil y Una ])Toches hubiesen
derramado en el espacio sus pebeteros llenos
de esencias, ~De d6nde sa11a aquel inmcnso
perfume.' l. Que pais privilegiado se hallaba
cercano t halagado con musica eterna pOI' esta
mar cadenciosa.'
No tard6 la escuadra portugnesa en mirar
tierra y desembarcar en sus costas. Esta tie-
rra nueva y privilegiada era la isla de Ceylan,
apenas dividida del continente indio POI' el
estrecho de Palk
Ceylan, isla hermosisima yafamnda t cuyo
8010 nombre despierta en 1a imaginaci6n cua-
dros fantasticos y misteriosos, es, segun res-
petable8 opiniones, asi el Ophir de Salom6n,
de donde las naves feniceas llevaban el oro"
Israel, como la Tapobrana de los griegos t de.
la oual Plinio, Strab6n y Ptolomeo hicieroIlt
particular menci6n y elogioB entusiastas eIlj
IUS escritos, Incomunicada desde tiempos re-.
20 CUENTOB. 55

motos con el Occidente, no volvi6 a ser cono-


cida de los europeos, sino hasta principios del
siglo XVI, desde cuya epoca aca, se la han
disputado como rica joya, portugueses, holan-
deses .6 ingleses, hasta que eetos ultimos se
alzal'on non ella en definitiva.

II.

Entre los tripulantcs de las naves del descu-


bridor Almeida, venia un joven de Lisboa,
capitan de llna de las barcas, llamado D. Luia
Alhonzo. Este joven, apenas entrado en Is
vida, tenia el pecho lleno de este entusiasmo
aventurero que se habia apoderado desde
hacia tiempo, del Portugal; lada en su cora-
z6n aquella sed de novedades, que form6 en
esa epoca. el caracter distintivo de la naci6n
lusitana.
Flotaban en su fantasia juv~nil y arrebata-
.da, mil visiones espIendidas: pues I;Ilaravillo-
sos y Iejanos; naturaJezas exuberantrs y en-
cantadas; cielos de infinita trasparencia; ma-
res de mansas olas; costas de m6.gico aspecto:
mil cuadros en fin, en que eldeseo y Ia ilusi6n
prestaban formas 6. objetos imposibIes, que
se presentaban al cspiritu revestidos de tin-
.tas eneantadoras, para desvanecerse luego,
como esos celajes que forma el sol en el h~ri­
zonte, cuando Be hllDde en el 00810, y que po-
51; BIBLIOTECA. DE "EL HERALDO."
.. -- --- -- -_ . -- -- - - - --
co U. pOCO se apagan, despues de haber fingi-
do guticas catedraled, palacios fcricos y a1-
hambras de Iuz afiligranuda.
Cuando D. IJuis pis6 la tierra de CeyIun, Ie
vareeio que se llabla realizado uno de sus en-
Buenos. En compafila de algunos j6venes,
se dio a discurrir porIa illlla, trepan do pOl' sn~
montaiias, atravesando lagos y rios, y peue-
t.rn.utlo en sus bosques. Su coraz6n latia llc-
no de feliciaad: an imaginaci6n nunca se la-
bIa lUl'jado espectaculo mas bello que el que
sc prcsentaha flll !:IUS ojos. Aquella realidacl
pareda una ilusi611; era tan hermosa como e-
lla.
El suelo siempre verde, como tapizado de
esmeraldas, los bosques inmensos, donde los
arboles de maderas preciosas creian en magni-
fica ahundancia, apiiiando sus copas en oxten-
siones de leguas; las aguas plnteadas-que se
deslizahall :1.1 pie de los troncosque se en-
contraball al paso, y de las innumerables
plantas quc florccfan II sn orilla: todo asom-
braba a D. Luis, y 10 llcuaba de encanto.
EJ canelo y el nal'Rlljo pcrfmnaban los bos-
ques, y hasta los pantano::! exhalaban, en In-
gar de la fetidez que de ordinario despiden,
0101' suavisimo, que les comunica Ia esencia
del amolllo. Hermosos elefantes con'ian ell
bandadas ante tlUS ojos, y los pavos reales de
pintadas plumas, y el ave dd pll,l'aiso, de 80-
20 CUEN'. rOS. 5:i'
- - - - - - --- .. _--- -------
liada hermosura, revoloteaban POI' todas })ar-
tes, entre l:ts copas de los arboles, como flo-
r~~ :thaas, que vagaRen inquietas pOl' el espa-
C10.
A sn paso, entre las grietas de las panas,
en lOR riachuelos y corl'ientes, hl'illaball las
piedras tinas, como polvo de eRtrellas dcrl'a-
mado en el suelo; las roeas semejaban de za-
tiro y de rubi; todo en derredor era. deslum-
bralltc y maravilloso. E I cielo limpic10 y a-
zul; el suclo cnbierto de verdnra, l~slllaitado
de flores, tachonado de bosques, cruzado pOl'
corriclltes de plata; el eRpacio lleno de
emhria.gantes perfumes y de arDlonfas misterio-
sas y magnifieas, mezc)a del canto del ave,
del rumor de las frondas, del susurro del ce-
firo y del murmllrio de lafuente, enloquecianlo
y embriagabanlo, hacicndolo caeI' en prolon-
gados y sabrosisimos extasis'
Asf, caminando dcspacio y deteniondose a
cac1a momento al traves de todas aqueUas
~llagnificencias, llcg6 D. Luis al cabo de a1-
glU10S meses, a una aldea sitnada al borde del
estl'ccho que separa la isla del contillente.

III.

Algunos pOl'tugnescs de la expedicioll, ha-


bian Uegado por agua It. aquella aldea antes
que Alhonzo,
, y habian levantado sus chozas-
58 BmLIOTECA DE " EL BERALDO. "

al lado de las de los naturales. Estos portu,


guese~, aunql1e conocian ]a natnraleza de Cey.
11111 menos que D. Luis, puee 8010 habfan
visitac10 sus co~ta8, hablan :hecho en cambio,
gran des progrcsos en la Iengua de Ia jsJa.
Algunos de ellos podfan ya hacerse entenoer
por loy mOl'ac1ores de ella, en 8U propio idio-
mao
Cnando D. Luis se l'ctlIJio Ii SllS compatrio-
tas, pOl' una y otra parte hubo Mucha que
contar. Alhonzo hizo una descripcion pinto-
resca de cuanto habfa. visto en su largo viaje,
logrando dcjar 8. atOuito 8. su auditorio. A I
oir BU relato todos aquellos aventureros se ma-
nifestaron entusiasmados, y desde luego se
formaron el proposito de hacer una explora-
cion en el interior de Ia isla, no tanto COll
el objeto de admirar las magnificencias de lOB
montes, bosques y praderas cuanto con el de
hacer cosecha de piedras preciosas y polvo de
oro. .
N osotros, dijo uno de ellos tan luego como
D. IJuis acabo de hablar, no podemos pintar-
te maravillas tan gran des como las que acabas
de describirnos, pOl'que nada tan noble hemos
visto ; pero en cambio, podemos referirte 31g u-
nas fablllas qUt! hemo! oido de boca de 108 na-
turales, relativas a la isla, que creemos te ius-
piraran vivo interes,
-Vaya que sil dijo D. Luis, ya sabes qne
20 CUENTOS. 59

ROY afecto a. tods 10 m3or3ovilloso. 'rendre gran


placel' en oirte.
El interlocutor relat6 varias hiRtorias y COll-
sejaR de pOOR import3oncia; las cuales, sin em-
b:ugo, fueron escuchad30s por D. IJuis con
grande 3ote.nci6n.
-Noto que he hablado ruucho, pro~igui6
c1 portug ues; sin em bargo, antes de concluir,
quiero referil'te una fabula religiosa del lugar,
pOl' parecel'me en extremo interesaote. HaR
de saber que 130 tr3odici6n de los moradores de
Ceylan, coo respecto a 130 Cl'eaci6n del hombre,
coincide exactamente con 10 que dice la Hi-
bla. Dicen 108 hijos de Ceylan, que los pri-
meros hombre~ que Dios cri6 fneron un var6n
(Adan) y una hembra (Eva). Est6.n de acuer-
do en la prohibici6n divina, en la desobedien-
cia de 130 primer pareja, y en el castigo que
Dios les infliji6, de cuY30s resultas es pecadora y
desgraciada la humanidad. "
Conforme 8. esta "tradicion, Dios cri6 a
Adao y a. Eva y los coloc6 en este lugar, donde
estuvo el Eden; los hizo duenos de cuanto a-
qui hahia, y les di6 imperio sobre todas las co-
sas. En "ese tiempo Ceylan no era isla, sino
peninsula, pues se hallaba unida al conti-
nente por medio de un istmo. La (lDica pro-
hibici6n que el Cri3odor hizo a. Adan y 8. Eva
para probar su obedienci3o, fue la de que no
salieran de Ceylan oi cntraran en el contirien-
tiO BmLIO'l'ECA DE "EL BEBALDO. "

te, atravesando ese istmo, so pena de ser cas-


tigados.
La pareja era feliz en este Bito c1eliciol'o:
nada aquile bacia falta para su completa sa-
tietfacci6n. I.Ja natuleza amorosa y sonriente,
Ie ofrecia por todas partes sns rieos dones; ni
el trabajo ni las enfermedades doblegaban su
cuerpo; los angeles Illismos bajaban cle las al-
turas a hablar con e110s en su lenguajc celico.
No obstante ni el homhre ni la mujer podian
estal' tranquilos bajo e1 peso de aquella pro-
hibici6n. La curiosidad se habla despert.ado
en sus almas; el dios del mal soplaba en ellas
01 deaeo de 10 de~conocido. JQue habrfa del
otro lado de aqnella lenglla de tierra? &babrla
un pals mal! hermoso que Ceylan, doncle se
disfrlltara mayor surna de felicidad?
Por fin, un dia., e1 dios del mal triunf6, y
Adan y Eva se dil'igieron al camino estrecho
que c'Jnducla. al continente. Nada mas her-
moso que esta lengua de tierra rodeada PPl' el
mar en toda su extension. Iumensos platana.rs;)
de verdes y sonantes bojas, prestaban sombra
a los caminalltes. Las flores de brillantes co-
rolas y blandas esencias, recreaban la vista y
embalsamaban el ambiente; los pajaros fueron
internandose insensiblemente en aquel camino-
venciendo la distancia que los separaba del
continente. Absol'tos y conmovidoR, llega-
ron por fin al t6rmino de su viaje. EI paisa-
20 CUENT08. 61

je que se desarro1l6 a sus ojos fue encantador.


Arboledas magnificas, inmensos valles, call-
daloBol!! riOIl 6 elevadas montanas ofrecfllu
8U8 ojos at6nitos, un panorama delicioso.
AI pisar la pareja desobediente el suelo de
la India, volvi6 los ojos atras para dar 6. Cey-
Ian una mirada postrera. Y en el mismo
in stante Be oy6 estrepito horrible, y aquella
lengua de tierra por donde Adao y Eva aca-
baban de pasar al continente Be hundi6 debajo
de las olas. De eBe istmo que existi6 en otro
tiempo, aun quedan vestigios. · El estrecho
que tenemos a la vista, es~ lleno de escollos
y de islotes, que son los restos de esa lengua
de tierra, hundida en el principio del mundo.
Adan y Eva, no pudieron regresar a Cey-
lin, vieronse precisados a interna~e en el oon- ·
tinente. En lugar del pais magnifico que
crefan hallar, encontra.ron una tierra esteril,
arenosa; montafias agrias de diffcil acceso ;
rios de aguas fango88a, fieras rugientes, enca-
potado cielo, sol abrasador y camino cubierto
de abrojos. Pero ya era demasido tarde.
Conocieron su pecado y lloraron amargrmente,
pero no pudieron recobrar la ventura perdida.
Dios los conden6 6. ellos y a sus bijos, al des-
tierro y , la muerte, en castigo de su falta.
Los angeles arrojaron cal y ceniza el suelo
de Ceylan para esterilizarlo; de suerte que
esta isla DO es 1a DlsoJJlb~ de 10 que era. Sin
~
62 BIBLIOTECA DE "EL BEBALDO."

embargo, I) or la magn!ficencia de sn naturaleza


actual, ya de generada, puede colegirse cual
sena el grado de 811 esplendor en otro tiempo.
-l\'1agnffica historia, exclam6 D. Luis tan lue-
go como bubo aoabado de hablar 8U interlocu-
tor, es una historia de las que ami me gustan.
Pero, dime, Jno se dice que halla perdonado
el Cria.dOl· ni un rinc6n siquiera del paraiso?
6Los angeles echaron 0. perder con cal y ce-
niza toda ]a extensi6n del suelo para disiaco?
,.-Cuentan las cr6nicas, dijo el interlbcutor
sonriendo, que algunos fragmentos de esa tie-
rra feliz escaparon a la esterilidad y 8 al hlln-
dimiento; pero que nadie los encuentra. En
el interior de la is]a, dicese que hay sitios pe-
queiios que se conservan como en BUS buenos
tiempos.
-jQuien plldiera dar con elIos!
-Dfcese tam bien que el hundimiento del
istmo no fu~ de tal naturaleza, que no Be sal-
varan algunos bellos fragmentos con sn eR-
plendor primitivo.
-~Se dice ese? IS donde csto.n esos frag-
mentos!
-Flotan en el estrecho 8. modo de islas en-
cantadas. Se refiere que brotan a la medida
nocbe del fondo del mar, y que algunos nave-
gantes y barqueros las han viRto; pero que en
vano haD querido abordarlas, porque apal'ecen,
desaparecen, huyen y cambian de lugar a ca-
20 CUENTOS. 63

da. momento, hasta que ~ornan a hundirse de-


bajo de las olas.
- No han de haber sido muy diestros eBOS
navegantes y barqueros. Con animo y cons-
tancia, creo que se cOllseguira. abordar esas
islas.
-i,Cuales islas.iI
-Esas islas encantadas.
-Pero tiestas loco? preguut6 el interlocu-
tor soltando una sonora carcajada. Si no hay
tales islas, ni nadie las ha visto, puesto que
todo es fabula I

IV.
La conversaci6n habfa durado varias horas.
Mucho tiempo hacia ya que al sol se habia BU-
mergido en las aguas occidentales del mar.
La luna se habfa levantado en el horizonte.
Todo convidaba al reposo. .
1...108 marineros se mctieron en sus chosas;
D. Luis imiti6 su ejemplo y echandose flobre
nn lecho formado de armas, tl'at6 de dormir-
se. Imposible! Su cabeza estaba llena de ex-
tranas imagenes. Las historias maravilloaas
que acababa de oir, hablan hecho en su cere-
bl'o imprcsi6n indescriptible.
En vano trat6 de apartar d~ imagen mil
cuac1ros fantasticos que brillaban dentro de
;:: au cralleo, y se osclll'ecian, para volver poco
64 BIBLIOTEOA DE "EL HEBALDO.

a poco a ilnminarse.
Aqnello. historia de Adan y Eva 10 habian
impresionado sobre toda ponderaci6n. En
Ceylan habIa estado el paralso, para el no
cabia duda. Las maravillas que acababa de
vel' en el interior de la isla 10 convenc{an de
que aquella tradiei6n era verdadera, pues no
se podIa concebir naturaleza mas lozana ni es-
plCndida que la de la isla.
En cuanto at hundimiento del istmo, debIa
ser tambien cieno, porque la tradici6n era
una cindi visible; ademas de que, efectivamen-
te, el estrecho estaba sembrado de visibles ro-
cas e islotes, qne era sin duda alguna, fra.g-
m~ntos dispersos del antiguo aniquilado ca-
mmo.
Por consiguiente, por estos mares, muy eer-
ea tal vez del Iugar donde estaba Ia aldea,
deblan andar vagando las islas misteriosas de
que Ie habIa hablado su companero. 6C6mo
serfan? lquc deliciss desconocidas, que henno-
suras no imaginadas abrigarian en su seno?
j ellan bello habrfa de ser abordarlas, y gozar
sus encantos!
Esto pen saba D. Luis, y a medida que el
tiempo pasaba, y que se pr~longaba su insom-
nio, sus ideas se hacian mas imperiosas, se a-
tl'opeUaban las imagenes en su cerebro, y 8e
encendfan mas y mas sus deseos.
No pudiendo sufrir aqllcUa tortura, se Ie
20 CUBNT08. 65
vant6 al cabo del lecho, y se asom6 a. la pl1er-
ta de la choza, en busca de frescas brisas ql1~
soplasen sobre Sll frente abra8ada.
La noche estaba bermoslsima. El cielo
mostra,base despejado, trasparente, como in-
menso cristal Iavado con la mano de Di08.
Los picos de los altos montes, dibnjabanse a
10 Iejos como penacho de plata.
Las arboledas oscuras mecian su follaje, sa-
cudidas por la brisa, formando languido rumor
y vaga cadencia. Las olas se meolan blanda-
mente lamiendo Ia playa, y levantaban un 0011-
cierto indefinible que convidaba R. los Buenos.
En medio de las aguas blanqueadas por los
reflejos de la luna, vefase aca. y aculla algunas
moles oscuras, Ievanta1'8e sobre la superficie
del piegalo. Eran 108 islotes de que habia
hablado el interlocutor de D. J. .uis hacla aIgn-
nas horas, y eran la prueba palpable de que
en otro tiempo existi6 el istmo, y de que la
historia que referian lOB isleiios, era. verdade-
I"a. .
AlfoDZO puso la mano sobre su coraz6n pa-
ra contener sus latidos •
..Que Ie impedia bogar por el estreoho, y
explorarlo, par~ convencerse de la verdad 6
falsedad de aquella tradici6n ? No habia nin-
g6.n testigo importuno que Be mofase de su
credulidad. Todos sus compatriotas dormian ;
disfrutaban de la libertad mas perfecta. Iria
66 BmLIOTECA DE "EL HEBALDO."

a hacer un reconocimiento por el mar, y antes


de la madrugada, regresaria a la aldea, y se
mete ria en su choza; de cste modo no tie nota-
ria. su ausencia.
Formada esta resolueioll, desamarl'o Inogo
una barca que flotaba ata<.1a a un trolleo de la
orilla., saito dentro de ella, y empunando los
remos con manu firme, se intern6 en las agnas
del estrecho. .

v.
La mar estaba tl'anquila; los soplos de Llan-
da brisa l'izaban mansamente au superficie,
donde rielaba y se retrataba mil voces 131 astro
de la noche.
EI dulce ba.lanceo de las olas levantaba de-
bil rumor, que nacia pOl' todas partes, y se l'e-
prod uCla a 10 lejos. El viento fresco soplaba
con dulzura; su ala amorosa pasaba haciendo
cal'icias, y derramando ecos de lugares distan-
tes.
Espectaculo tan hermoso no tenia testigos
que 10 admiraran; desarrollaba su magnificen-
cia en medio del silencio de la soledad. Em-
pero 13 so~edad y el silencio Ie imprimian nue-
vo sella de hermosura, envolviendo 01 gran
cuadro en poetico misterio. EI mundo pare-
cia estar entregado al reposo. Los arbolet4 de
la orilla dormitaban con sns frondas inclinadas
20 CUENTOS. (j7

hacia el mal'; los mil ruid08 de la vida calla-


ban respetando 130 calma nocturna; las aves
dormlan en pie 80bre las romas: los peces per-
maneclan inm6viles debajo de las aguas j el
mar 8e entregaba a un grandioBO descanso,
arruUado pOl' 108 sllspiros del cefiro, La lu-
na semej80ba lam para 811spendida por 180 mano
del Eterno en 180 boveda celeste para velar el
Rueno de la naturaleza..
S610 D. Luis eRtaba despierto en medio del
reposo universal. S610 8US Oj08 podian gozar
aquel magnlfico espectaculo. Conmovido, "
fascinado, con 180 mente Ilena de delirios, 80-
quel viviente aislado en el mundo sumido en
el letargo, sonaba despierto, lleno BU coraz6n
de emociones inefables. Se alejaba de la pla-
ya bogando a la ventura, sin rumbo ni des-
tino fijos. Al herir SllS remos la tetsa super-
ficie del mar, levantaban y hacia hervir el a-
gua espumante que, ilumisada por 180 luna,
consel'vaba breve instante su huella parecida
, un surco de plata.
A las veces, absorto de la contemplai6n de
tan grandes maravillas, su mano inconsciente
soltaba los"remos, y la barca se mecla blanda-
mente sobre las 01a8, conducida al acaso pOl'
el movimiento del pielago.
Su imaginaci6n exaltada se entregaba 8. mil
sabros08 delirios. Su espiritu volaba por los
espacios infinitos, empapando sus alas en fres-
68 " n....... . -BERA.LDO.
BIBLIOTECA. DE . .... ........ .; ............................"-- . . -...... .
-
cura, en elaridad y en misterio. Su peeho se
ensanchaba para respirar aquellas brisas, y su
eoraz6n se agitaba conmovido, como bajo la
infllleneia de un extasis.
En esas altas horas da la noche y " la pre-
sencia de esos grandiosos espect8.culos ligoza
t'l alma con mayor intensidad, l)orque se siente
sola en medio de 10 inmen80, y porque se sue-
na. {mica poseedora de tantas maravillas? ~6
l'B que acallado el estrepito del mundo, se re-
coje el espiritu dentro de si mismo, y puede
dar mas libre vuelo & sus facultades; y sentir
Inas palpablemente la presencia de Dios en su
pensamiento? Quien sabel Pel'o de un modo
U otro, es indudable que en esas ocasiones, a
causa de la lejania de 18.8 influencias y estimu-
los mundano~, callan adormecidas en el cora-
7.on las pasiones aviesas, y s610 cruzan por el
espiritu, elevadas ideas, nobles deseos y mag-
nificos ensueiios. Asi la fuente, cuyas aguas
removidas son turbias y arrastran cieno, cuan-
do se les deja repolar, ocultan su lodo en el
fondo del cauee, y puras y brill antes, corren
man8amente retratando el cielo.

VI.
De este modo trascurri6 largo tiempo. AI-
honzo, embebido en BU contemplaci6n, habfa
olvidado el proyccto que Ie habra impulsado
20 CUENTOS.

a explorar el estrecho. Las emociones reales


que sentia, eran demasiado vivas para que Ie
I dejasen vagar suficiente para procnrarse otra8
imaginadas.
Pero de pronto, vino 8. s8carlo de eS8 dulce
absorci6n, un rumor que llego a 8U oido, y
que fn c haci~nd08e poco , poco mas percepti-
ble. Era como el eco de 18 m!lsica lejana.
AqueJla armonia se fue acercando gradual-
I mente; no se sabia si venia de alg(m lugar
distante, 6 si iba saliendo del fondo del mar.
lEra una musica hllmana? tJ.era una m!lsica
divina? Habiase dicho que los ecos lejanos,
el murmullo de las aguas y los solloz08 del
viento combinados, producfan esa oadencia
misteriosa, ritmo indeciso entre intencional
armonfa, y felIz y espuntaneo acorde de la8
voces de la naturaleza.
Los ojos at6nitos de Alhonzo se vol vfan por
todas partes, buscando el punto de donde
partian aqnellas notas; pero en vano, porque
no vefa sino la mar 80segada, que abrillanta-
ba la luna, y cuyos confines iban 8. unirae,
bien 6, las cercanas costas, bien 8. los horizon-
tes lejanos. .
S!lbito espectacnlo singlllar ofreci6se 6, su
vista. EI mismo dndaba de 10 que estaba
. mirando. Abricron las olas, y poco a poco,
fne surgiendo del seno del pielago una masa
brill ante y de m!lltiples tintas, como prisma
-70 BIBLIOTECA DE "EL HERALDO."
- -- - - -- - - - - -- -- - --- - -
de cristal herido pOl' los rayos de Ia IllZ. Gre-
yo de pronto D. Luis que era el reflejo de al
lnna en las olas quebradas pOl' el cMiro; fue
dibujandose pauIatinamente con mayor clari-
dad aql1ella forma resplandeciente, hasta que
acab6 pOl' pl'esentarse a su vista con entera
clal'idad. A la par que este mnndo mal'ayi-
Jloso se Ievantaba del mal', salla de las entra-
nas de las aguas una melodia. Yaga, indetini-
ble, dnlce como lOB acordes que se oyen en los
suenos.
Aquclla era la isla del pal'Rll:lo de que hablan
los mor'Bdores de CEJ,llm; no caLia duda.
Estaha deIante de D .•IJuis, a poca distancia.
Sus 1'OCa8 l'esplandecian como el diamante,
como el zafiro, como el rub!; sus arboles for-
maban bosques tupidos llellm~ de dulce mis-
terio; por todos partes se ostentaban las flo-
res de matizadas corolas; sus riachuelos for-
maban blancas cascaclas que parecian de per-
las. Y del medio de aquella tierra misterio-
sa y hermoslsima, se eie\ra nna armonla celes-
te, formada pOI' los l'umores de sus enrra.ma-
das, a el lDurmullo de SUA fuentes.
D. Luis rem6 vigol'osamente para alcanzar
aquella ssla encantada, y en brave instante se
ha1l6 a poco espacio de ella. Pero Ie detuvo
un canto que escuch6, y que 0. BU pesar 10 de.
jo inm6viI, absorto, en el fondo de la- barca-
OlaRe primero un C01'O melodiOf~o, de dulclsi-
20 CUENTOS. 71
mos acordes, qne resonaba triste y suave, co-
mo cl ceo de las esperanzas pel·didas. Luego
prosegulR cantando una voz fresca, juvenil,
como Ia voz de la mujer sonada, Ii cuyo acen-
to pal pita el corazon y se abisma la mente en
inefables dulzuras.

CORO.

Est80 es 180 cuna. de las bellas flores,


Aqui no hay muerte, llanto ni dolor,
Porque en est80 mansi6n de paz y amores,
'ran s610 dichas derramo el Senor.

UNA VOZ.

Aqui 180 vida es bella


Y los serenos elias,
Henchidos de alegrias
Van discurriendo placidos
Exentos ~e pesar.
No tiene arena elsuelo,
La £lor no tiene abrojos,
No sufre el alma enojos,
Ni el penaamiento limites
Halla en su :nmenso aUn.
Aqui dulce esperanza
Siempre en el allna crece,
La ilusi6n no perece,
Y brilll:l. siempre magics.
72 BIBLIOTECA. DE "JIlL BEBALDO. "

Eterna jllventud;
La gloria se adivina,
Y bajan a est·e suell') ,
De los goces del cielo,
Torrentes de ondas mlst.icas
De armon1a y de luz.

CORO.

Tente, mortal, no quieras las orilla~


De eRte suelo purisimo tocar;
Porqlle de esta mansi6n las maravillas
Nunca, sin fallecer, podras gozar:

CalJaron aquellos acentos, y D. Luis sigui6


bogando; pero 1& visi6n habia. desaparecido.
Luego reson6 aquella misma IDUsica a la es-
palda de Alhonzo; volvi6 8ste los ojos atras,
y torn6 a mirar la isla radiante. Encamin6
alIa su barquilla, y al llegar al sitio desea-
do, no encontr6 10 que buscaba. Y asi anda-
ba delirante, desatinado, caminando bacia de-
lante, bacia. atras, y en todas direcciones,
persiguiendo la iAla del para{so.
Por fin , viola a poca distancia; rem6 rapi-
damente y se aproxim6 a la orilla casi hasta
tocarla. U n ~esfuerzo mas, y su barquilla
ibB 8. atracar en aquellas· playas misteriosas.
Enardecido, di6 un golpe de remo COD toda
1a fuerza de su brazo ; pero en Iugar de tocar
· 20 CUENTOS. 73

la orilla deaeada, cboc6 8U barca contra una


roca que se levantab a en aquel sitio, y al te-
rrible golpe, Be abri6 por el medio, y O8y6 D.
Luis en el mar, hiriendose la frente sobre el
e8collo.

VII.
Al rayar el alba del siguieute dfa, los aven-
turerer08 portugueses encontraron en la playa
el cadaver del infeliz joven, y los restol!l de la
barca.
~Ha ido Ii buscar el parafso, dijo uno de
elIos, , fe que 10 ha encontrado.
EXPERIENCIA EN CABEZA AJENA·

Al ertra1' Valendn en la casa de jllego,


balM a. la puel't3o a1 po1'diosero de costumbre,
misero anciano encorvado, macilento y cu- ,
biel'to de asqueros08 andrajos. Echo mana
maquinalmente a su bolsillo, y saco una mo-
neda, la alal'go al pOl'diosero; pero cstc la re-
chaz6 con dulzura. EI joven fij6 su~ ojos con
sorpl'esa en el desgraciado, intel'rogandolo con
130 mil-ada.
-No se t1'3ota ahora,-le dijo este l'espon-
diendo n au pregunta mental,.-de pedil' nna
1imosna para alivio de mia neceaidades; sino
s610 de suplicar a vd. que me oiga algunas
paJabras.
Valentin tenia buen coraz6n, asi es que a1
76 BmLIOTBCA. DE "EL HEBALDO. "

apercihirse del tono suplicante del viejo, aun-


que Ie corria prisa en entrar al garito, porque
esperaha y necesitaba un huen desquite, Ie
confest6 con benevolencia.
-Con mucho gusto; cstoy pronto a escu-
char a. vd.
-Vamos, pues, de este Jugar para poder
hablar librementer-agreg6 el mendigo, echan-
do a. andar con un paso Iento y penoso, segui-
do por Valentin.
Cuando hubo Uegado al parque inmediato,
tom6 8siento en una de las bancas, c hizo se-
na al joven de que se sentase 8. su lado, 10 que
hizo cste sin repugnancia.
El an ciano clav6 en el rostro de su interlo-
cutor una mirada Hen a de afecto y de tristeza
11e dijo:
-Joven, hace un aiio que conozco a. vd. y
hace el mismo tiempo que recibo de su pia do-
sa mano, auxilios que ban calmado mi ham-
bre y remediado mi miseria. Infatigable vd.
en sus heneficios, nunca me ba rechazado, ni
me ba tra1-ado con dureza al entrar en la casa
de juego 6 salir de ella, fueran cuales fuesen
las impresienes que lIevase vd. 6 sacaRC de
aquel sitio; en 10 que no se parece a. tantos
otros que, ebrios de vino, de despecho 6 de
avaricia, me niegan con dureza las pequenas
da.divas que les pido. Su conducta me tiene
profundamente pbligado ; por eats raz6n me
· 20 OtTENTOS.

he t~!llado la libertad de pedirle~sta confe-


renCl:t.
E l prenmbulo intereso viv[I.mente a Va.lentfn,
el cual, llevado por su imc'.gillacio c de v3inte
aiios, se figur6 en un momento que se hallaha
en presencia de uno de aq tteBos genios IJrotec-
tores de lr.,g Mil Y ~tna 'Jloche,~, que otorgan
recompemias de arnOT, poder y riquezp. a SUE!
favol'ecidos; y de nn golpe se vi6 trasportado
8. un palacio ma.gico, lleno de mara villas, al
lado de una hermosisima mujer oriental, que
Ie hablablt ellenguaje mU8icai de las razas pri-
mitivas, con tono impregnado de pasion. EI
menciig o, en efeeto con an luellga barba y fi-
sonomia' amarillenta y escull.lida, semejaba
un genio ;..-pero el genio de la miseria.
De sus re:flexiones 10 s:wo la voz fatigosa
del nnciano que continuo diciendo: .
-Permltame vd. ·que Ie retiera mi historia;
sere breye para no fastidhrlo.
-Lo oigo a vd. con g"ll f.l to y con in teresr-
dijo Valentin con sincel'idadr-hable vd. con
toda calma, nada me urge.
-Ni las cartas?-pregnnt,:, el viejo con 8011-
risa 1ugu bre.
V alelltIn no contest6 llada, aunque experi-
mento Illl profundo sentimionto de malestar
y dl3 d~sgusto, a. causa de aquella ilusion.
-No he sido 8iempe tan desgraoiac1o, con-
tinuo el mendigo. Mi padre al morir me de-
6
78 BmLIOTEOA DB ccEL HE1ULDO. "

j6 bienes de fortuna, y una buena educaci6n.


Mi posici6n en la sociedad era por extrem()
halagadora y tenia muchos envidiosos. Jo-
ven, rico y rodeado de amigos alegres y entu-
siastas, mi vida era una constante fiesta. Dia-
riamente tenia banquetes, bailes y todo genero
de convites en que pasaba los dias aturdido
y como arrebatado por un vertigo superior a
mis fuerzas, que no podfa ni queria dormir.
En estas fiestas se jugaba frecuentemente.
Yo no habia sido nunca aficionado a eate ge-
nero de pasatiempo, y me repugnaba; pero
temeroso de parecer poco varonil 6 poco ge-
neroso a los ojos de mis amigos, hacia apuestaB
como E"llos, sin tomar in teres ninguno en el
desenlace del azar, y sin importarme 10 mas
minimo perder mi dinero.
Eate genero de vida lleg6 a formar costum-
bres en mi, y a1 cabo de algun tiempo, no po-
dia ya perdonar el rato de juego; de manera
que todas nuestras partidas de recreo se con-
vartlan por fin y remate, en evoluciones de
naipes. Sea que mi suerte fuese desventura-
da, sea que hubies8 falta de integridad en mil
companeros de placeres, el caso es que mis
perdidas dieron en ser frecuentes y considera-
bles, en terminos que comenzaron a. menosca-
bar mi fortuna. Al llegar a. este punto me
senti posefdo de una especie de despecho, y
~e propuse" recobrar ouanto me habia sido
20 CUENT08. 79

arrebatado, aunque fuera 6. costadearriesgadaa


apuestas. Entonces comenz6 para mi la paTte
seria del juego. Me separe de la sociedad,
deje de concurrir a los teatros, hui de los bai-.
les, me olvide de las mujeres, y me consagre
ala obra de la reparacion de mi fortuna con
ansiedad febril, provocaudo reuniones con
mis antiguos compafieros, en las cuales yo
mismo promovfa que Be echasen a relucir las
canas. Ellos se resistian aparentemente, di-
ciendome que ya habfa perdIdo mucho, y que
serta conveniente que me moderara; pero"
mi me irritaba su lastima, y pensando que ha-
bia de humillar su insolencia, arrancandoles
cuahto me habfan quitado, insistia en que ju-
gasemos, y jugabamos. i Y siempre yo con
mala fortuna! Porque cuando se es novicio,
se juega siempre con mala fortuna.-V d. tam-
bien, joven ,cuanto vamos a que nunca acier-
ta vd. un albur de consideraci6n, y' que 11e-
va ya perdido mucho dinero?
-Es verdad, dijo Valentin suspirando.
r-EI caso cs-prosigui6 el anciano--que
mi fortuna fue paliando gradualmente de mis
bolsillos 8. lOB de miR amigos. Vendi mis fin-
cas de campo, enagene mi casa de habitaci6n,
perdi mis carrllajes, mis caballos '- hasta mis
mueble,,; mi pobl'e madre preseocl6 con pro-
funda pesadumbre mi ruina, 1, siendo impo-
tentc para domillar mi inchnaci6n, porque
80 BIBLIOTECA DE " EL HERALDO. "

me irritaba cuando se me hablaba de ella, no


hn.da mas que Horar Y l'czar dla y noche par
mi. Yo estaba como loco fllrioso, fuera de
mi enteramente. No teniendo ya quo perder
que vaJiese la pena, mis antiguos compafier08
se ll(>garon a seguir jugando conmigo, y me
vi precisado :l. descender de la escalasocial don-
cle habla vivido hasta en mis vicios, y comen-
cc a frecuentar los garitos mas baj08. Para
llevar algo que apostar a las cartas, tenia ne-
ce~idad de cometer verdaderos hurtos domes-
tit'os. 1\1i madre habla salvado de nuestra
rnina algunos objetos que Ie perteneclan; yo
espiaba 108 momentos ell que no estuviera en
casa, y me llevaba 301 monteplo un reI6 de bol-
sa, un anillo, una cadena de oro, cualquier .
cosa de \'30101', que empenaba por una peqne-
fin. cant.idad que iba lueg o a perder a las car-
taA. Me dominaba Ill. idea de que 301 gun dia
comenzarla para mr la b uena Huerte, y enton-
C('f.\ tendJ'la mi desquite. En medio de mis
to .. mento~ ordinn.rio~, ::Ionrela interiornH'llte
t~(l ll :'la.t,j~facc ic'H\, peU!:jall do en el trinnfo (PH'
J1 n.~:1daa obtencr sobre mis amigos, arrebat~LII ­
<lol es 110 Rulo 10 qu " me habln.n qllitado, SillO
clI anto mas tuvi~scn, ha~ta clejarlos en Ill. mi-
I'(:)'ia, como yo me ' hallaba, y hacerlos sufrir
las arnarguras que yo mismo babla Imfrido.
An imo! me decla, y s<.> g uia llevando las mi-
~erables monedas que adquirfa despojando a
20 CUENTOS. 81

rni madre de cuanto tenia, al abismo insonda.-


ble de mi mala ventura.
Mi pobre madre cllferm6, y llO tnvo con
que CUl'arse; yo, fi rme en mi proposito, iba
con mayor asiduidad a Ia caS8 de juego, para
ganar 10 necesario para sus medicinas, y casi
no la veia. Un dia qile ganaba. algllnas mo-
nedas, reciblia noticia de qne acababa de. es-
pirar. No me habla visto para darme el lilti-
mo adi6s; habla muerto sola, sostenida por In
eatidad, y asistida por una vecina pi~l.Il()~a.
LIOl'e rnucho, la entt'rre ~omo pude, y pell~e
remediarme; pero ~ para que? ':rodo 10 habia
perdido: posici6n, dinero, aprecio publico,
arnor materno: Dada me quedaba. Era inu-
til mi conversion.
Valentin estaba densamente palido y seguia
con penoso interes In. historia que se Ie refe-
ria.
-Dominado pOI' ·esta idea-prosigui6 su
interlocutor-contulUe concurliendo al garito;
pero como ya no tenia que perder, mG hice
jugador tramposo. Estaba persuadido de ha-
ber sido robado de t odos cuantos habian juga-
do conmigo, y me parecia justo recobrar por
cualquier medio 10 que se me habia arrebatado.
Pero, poco diestro· en materia de escamoteos,
apenas comenzaba Ii. ejeeutarIos, cuando cogi-
en
do flagrante ·delito ~e trampa, fui du,-amen-
te apostro£ado einsultado por el que iba a. des-
82 BIBLIOTlilCA. DB "JIlL DBRAmO."

pojar, delante de todos 108 jugadores. Me vi


precisado" volver ofensa por ofenIIa, origi-
nandose de alli uua rina. Ciego de ira y de
desesperaci6n, acometi al ofensor con mf re-
volver, y antes que pudieran defenderse, Ie
aseste un tiro en el pecho, que 10 dej6 muerto
en el acto.
V olvl cn mi en la carcel, a donde fui condu-
cido por la poIicla, que acudi6 atraida por la
detonaci6n. Reo de asesinato, en poco estuvo
que de prisi6n fuese condenado a muerte; la
pena de quince anos que me fue impuesta,
pareci6 moderada a cuantos tuvieron conoci-
mientos del hecho. Cuarenta tenia entonccs;
cuando recobre mi Iibortad contaba ya cin-
cuenta y cinco, y estaba convertido en un
-viejo decrepito. Enfermo, miserable, sin a-
migos y llevando sobre mi frente el estigma
del crimen, no me ba quedado mas recurso
que implorar la caridad p6.blica, pidiendo Ii-
mosna de puerta en puerta. Cinco afios hace
que llevo esta vida, de justa expiaci6n y de
amargura, en la cual forma mi mas bello sue-
no, Ia esperanza de la muerte.
A ese garito don de vd. concurre, he con-
currido yo durante anos. Ann hay alIi quien
me recuerde y conozca, y quien refiera mi
historia, que es una leyenda 16.gubre entre los
tahures. Por mi parte, atrafdo tal vez por
un habito antiguo, 6 guiado quizas por una
20 OUJUr.ros. 83

fuerza superior, dia por dfa con curro a. la


puerta de ese antro infesto, tendiendo la mana
6. los que entran y salen, como espectro vi-
viente del vicio.
He querido contar 6. yd. mis desgracias--
concluy6 el viejo dirigiendo al joven una mi- ,
rada lIen a de 16.grimas-con el objeto de pre-
venirlo contra la fatalidad, y de que ponga
yd. remedio oportuno 6. la funesta inclinaci6n
que comienza 8. dominarlo. Por el amor de
Dios, senor, no juegue mu; no vuelva yd.
nunca 6. poner los pies en esa cam maldita!
Valentin se estremeci6 al ou esta voz supli-
cante. Por su mente pas6 con rapidez el cua-
dro doloroso de su vida. Los ruegos y angus-
tias de sus buenos padres, los graves compro-
misos pecuniarios que pesaban ya sobre SUI
hombros, la desesperaci6n d~ IU prometida,
BUS vigilias penosas, BUS angustiaB, 'SUB sobre-
saltos, sus rabias 8Olitarias; y se llen6 de es-
panto al ver en no lejana perspectiva, el mun-
do de horrores, de Bufrimientos y de infamia
que Ie esperaban. SUB ojOB se arrasaron de
lagrimas, y se qued6 largo rato sumido en
profunda meditaci6n. El mendigo 10 vefa.
con sus ojos paternales y enternecidos, guard6
silencio, porque comprendfa que eran aquellos
lOB momentos supremos de la crisis de una
existencia.
De pronto Ie PUIO en pie ValentfD, di6 gra-'
84 lUBLIOTEC.A. Dl!: ·." EL BERALDO.
---
cia~ con efusion u. au interlocutor, y se alej6
Tltpicbmente.
Momentos deSpth~S entraba palido y con 10:'
ojos enroj-.lcidos, pero con ademan resuelto,
en b " as~ de ju~go.
ANTONIO ZARAGOZA,
LA ESTATUA DEL APOSTOL.
LEYENDA.

• MaDuel Gnti&rrelll N'jera.

I.
Era el noble Gateano Gbiberti uno de 1015 mas
rud08 condottieri de su epoca. Avezado des-
de edad temprana 8. e80S recios combatel que
presenci6 por tanto tiempo la infeliz Italia,
era para ella guerra indispensable ejercicio
y profesi6n forzosa. Partidario de uno de 10-
principel que mu combatfan al Santo Padre,
habfase acoltumbrado el viejo batallador a des
jar en el mAs completo olvido las practicas
religiosas, que, ademu, nunca fueron por el
88 BmLIOTEC.A. DE ,eEL BEB.A.LDO. "

cuidadosamente atendidas. Curabase maS


de Sll luciellte espada que de empolvado cruci-
fijo , y, a.l par que Ie llamaban fuertemente
la atenci6n 108 brillantes arneses de los gue-
rrercs, causabanle desden profundo los som-
brfos habitos de los frailes La Madonna
misma, que tan in contrastable in:fluencia ejer-
ce sobre todos los italianos, era vista con 1a
. glaca indifel'encia por aquel indolente
mas
Clano.
.
an-

A pesnr de 10 dicho, no era nuestro hombre


aficionado a com batir las cl'eellcial:l que en
aquellos tiempos dominaban tan poderosamente
los corazones . Ignorante en todo, menos en
el manejo de las armas, no gustaba de mezclar-
se en discusiones, y acaso 8\1 indiferencia pro-
cedfa mas bien de 1a r udeza de sus habitos de
de soldado, que de natural repugnancia hacia
las cosas divinas. Hom'ado, franco, leal y
valeroso, era inmejorable como guel'rero; pero
tenia una hija, y como padre no era por cierto
el mas brill ante dechado de domesticas viltll-
des.
Gaetano era viudo. Laura, su esposa, ha-
bia muerto cuando la nina Marietta contaba
apenas cinco aiios de cdad. Entregado el
a
viejo sus eternas campanas, aunque amaba
a. su hija con todo su corazon, no pudo eda-
carla cuidadosamente, y, aun cuando 8. elIo
se bubiel'a consagrado con ahinco, ni su ig-
20 CUENTOS. 89

norancia profunda, ni su abominable incredu-


lid ad Ie hubiera hecho a prop6sito para for-
mar el alma de esa nina, que haj6 como un
rayo de sol a iluminar la somhr)lt tl'isteza de
BU casa solitaria

La pobre madre, al dej ar sobre la frente


de la nina el ultimo beso y el po~trer suspiro,
llor6 amargamente por la SUE'rte de 13 que 'iba
a arrostrar sin defensa alguna la.s borribles
°

tormentas de la vida.
Tienen las madres una especie fie ~diviDa­
ci6n misteriosa que las haee presentir el des-
tino de sus hijos, y Laura moribunda temb16
por la suerte de la infortunada huerfana que
se quedaba en la vida sin que Ie sin-iese ya de
amparo el mas hondo de 108 afeetos que pue-
den caber en pecho humano. I .. aura era reli-
giosa hasta el extasis, tenia esa fe inmensa que
salva el abisJDo Que divide a la tierra del cie-
10 y esa esperanza infinita que enc1ulzao1 os mas
crlleles si08aboros y levanta el alma clesde las
miserias del mllnclo a los goces inefables de la
bienaventuranza. Mucho lloro porque Ill. muer-
te Ie impedfa sembrar eo el alma de sn hija
108 germenes de la verdad y del bien, y vol6
8. la. eternidad, augusta como llna san ta, y de-
Bolada como una martir. Sll "i'tltimo suspho
fue un sollozo, BU postrer pensamie nto una
plegaria.
90 BJBLIOTECA DE "EL BEBALDO. "

Marietta era tan nina, que no pudo medir


toda la intensidad de su desventura.
Llor6 al ver inertes aquellaM manos que se
estremecian de placer cuando peinaban sus ca-
bellos; llor6 al contemplar inm6viles y mndos
aquellos labios que besaban iU frente con ma-
ternal delirio, y que tan dulces palabras Ie
deoian al hablarle de las venturas que guar-
da la Madonna para los ninoB que son buenos.
Crey61a dominada; la llam6 Bollozando duran-
te mucho tiempo; mas cuando vi6 que no des-
pertaba, que conducian BU cuerpo al cemente-
rio, y que la colocaban en una fosa, cubrien-
dola en seguida con esa tierra que es el 01 vido,
enjug6 su llanto y dej6 de sollozar; pero cubri6
8. sualma infantil un velo helado y sombrlo, y
qued6 en S\1 frente, tan blanca y pura, algo co-
mo la huella luminosa y triste del prostrer beso
de 8U madre muerta.
Gaetano que habia visto morir 8. su eapoRa,
enjug6.ndose con el reves de la aspera mano
las lagrimas que 6. hurtadillas vertlp, per-
maneci6 algunos meses en su hogar, luchan-
do entre 8U arnor a la huerfana y su natural
aventurero, que Ie impelfa como siempre 8. las
peligrosas emocione8 de la batalla. Por fin,
un dla lleg6 a 8US oMos el rumor de un refiido
comhato en que 8US compafieros de al'mas He
cubrieron de gloria, y, no pudiendo resistir
por mas tiempo sus beJicas ansias, enjaez6 al
200UBNTOB. 91

mismo su fuerte corcel de guerra, requiri6


buen trote, triste porque se alejaba de la tum-
ba de su esposa y de la cuna de su hija; pero
alentado por la esperanza de cenir en la cam-
pafia los laureles de la victoria.
ViTia Marietta en 'Ia ciudad de Orbieto, y
creci6 abandonada 8. los cuidados serviciales
. de mercenaria gente. Su padre aparecia en
la casa raras veces; colmaba 8. la nina de re-
galos y de caricias, encargaba a su servidum-
bre q'de la cuidase con el mas exquisito empe-
no, y partia de nuevo "sus ordinarios lances,
que no faltaban por desdioha en aquella epooa,
en que tan dividid3: traian a Italia con sus
continuas turbulencias, 108 numeroHos princi-
pes que a la saz6n reinaban en tan pequeno I
y revoltosos Estados. .
Lleg6 Marietta a los diez y seis anos de
IIU vida. Era blanGa, con Ia palida blancura
del marfil. Su cahellera era una aureola.
Tenia ojos azules, gran des y rasgados, con
la trasparencia de la profundidad del cielo de
su patria. Su frente, elevada y tersa, era
seguro indicio de una alma inteligente y pura.
Su boca, de labiosJinos y Iigeranmete descolo-
ridos, parecia recibir, en la calma de la noche,
el blando beso de los angeles que vuelan en la
sombra. . Sus manos, diafanas y blancal,
tenia la suave morbidez de la came en la ar-
tistica belleza del mUQlol. Su t~lla, ~'s e-
92 BIBLIOTECA DE "EL HERALDO. "

levada qne pequeiia, ostentaba esa adorable on-


dulacion que con nada pllec1e compara,r8e,
porque es hermosa con no a. hermosura (mica.
Tenfa diez y seis afios, y ama ba . . . . ... .
N aturaleza tierna y apa~ionada, dehia
amar, porque hay almas que requieren el arnor,
como lOR ojos necesitan Ja luz. Su madre no
Aivi6 10 bastante para enseiiarla a amar aDios,
exhalando hacia 180 altura, como un perfume ce-
leste, el sentimiento pUTlsimo de un corazon ju-
venil, y habla ella comenzado por am:tr Ja na-
turaleza, esa buena y noble natlll'ale?!'l. (1e]a
Italia que sonr1e eternamente b!1jo el ~ol es-
plendoroso que da, en eaa tierra privilegiada,
belleza a los campos, gen io 8. ]as almaA, arnor
a los corazones.
Amaba esas bellezas que revel an sus 8eore-
tos en cantos 0. las almas contemplativas. Del
espectaculo de las cosas del mllndo, pasaba 801
de las cosas soiiadas, y vela, con J acob, una
escala qlte comunicaba los cielos y 180 tierra.
AqlleUa pobre alma que no ~e l1utl'i6 en la
poesfa de 180 religion tcm l:1. t:-] fondo de eleva-
da fuerz3, que huscaba instintivamentc ]80 her-
mosura divinn.. l, P or que SIl madre marida
antes de ensefial'la a orar?
Acaso en sus suenos de nma cruzarla por
BU mente la imagen vaporosa de un don-
cel enamorado ; pero nunca habra sentido amor
hacia algun hombre, cuando un dfa, cn una
20 CUENTOS. 93

fiesta campestre, vi6 i un joven paje de varo-


nil y arrogante belleza. Atracci6n irresifiltible
Ja itnpeUa hacia elie joven; dese6 ardientemen-
te que se Ie acercase; y, absorta en sus anhe-
los y con 180 cabeza inclinada, s610 despert6 a.
la vida cuando oy6 una voz que 180 invitaba a.
baiI'ar. Tembl6 alofrIa, su corazon palpito
como si {uera a. 8a11r8ele del pecho; adivin6
que era el paje quien Ie hablaba, y, cuando
al~6 los Ojo8, Ie vi6 en efecto Ii sn lado son-
riendole dulcemente. Levant6se la joven a.
bailar, y anim6 8U languida fisonomta el gra-
to embeleso de la mujer, templado empero
por el aasto rubor de la virgen.
Ludovico era' alegre y audaz. La pensati-
va Marietta, que casi Dunca sonrela, rogocij6-
se mas de una vez al olr las tiernas frases del
galante manoebo. El, por su parte, annque
harto ducho en amorosos lances, fuese poco a
poco rindiendo al blando imperio de la hermo-
slsima joven. Hubo como un gorgeo de pa.-
j~1'08: mil dlllce8 oonfidenciss, mil 8uaves tris-
tezas, mil radiantes ensueiios, fueron el asun-
to de la oonversaoi6n entre aquellos dos seres
que por vez primera se velan. · Como brota-
ban de la estatua de Memnon 80nidos melo-
dio80S ouando lucian los. primeros rayos del
.-801 naoiente, as) surgieron de aquello8 oorazo-
nes,. a los primeros fulgores del amor, divinas
armonfas. Se amaron ....
7
94 BmLIOTECA. DE u n BEBALDO. "

n.
EI Papa y algunos principales italian os
combatlan Ii la sazon con desesperado esfl1er-
zo, defendiendo aquel a la Santa Sede, y em-
penados catos en acrecer sns raqulticos domi-
nios a. costa de los Estados PontifidoB. Ene-
migo del Santo Padre era Gaetano, y a su
mismo partido pertenecl:l el pajc Ludovico,
siguiendo las hucllas de los Colonna, sus no-
bles senores. La victoria que hacia algun
tiempo sonrela a. cstos, volvi61es de pronto la
espalda, y en tremenda batalla cerca de los
muros de Terni, cedieron al recio empuje de
SUB encarnizados enemigos, que combatian a.
las 6rdencs del feroz Cesar Borgia, despues
de una lucha espantosa, sostenida con rabioso
heroismo. Del :florido ejercito que en la ma-
nana desplegaba ufano sus estandartes, mar-
chan do orgulloBo al son de las trompetas y
atabalcs, no quedeban a. la tarde mas que al-
gunos restos, ' rotos, desordenados, disper-
sos .... ... .
Mientl'as que en el campo de batalla se
amontonaban atropelladamel1te los mas gran-
des horrores, la vieja ciudad de Orbieto, ig-
noraDte de la catastrofe, se vestia su traje de
20 OUBNTOB. 95

gala para celebrar la fiesta de su santo patro-


no. Discurrian alegremente por las callcs,
en ruidosa conf~si6n, los buenos vccinos, y
vibraba en el aire el regocijado son de las
campanas~ Terminados los demss festejos,
faltaba aim el mas grandioso de todos, la 80-
lemnidad religiosa que deberla verificarse por
la noche en la Catedral. I~a clase media de
Orbieto, adicta de todo coraz6n al Santo Pa-
dre, habia trabajado porque bubiese la ma-
yor pompa, y la fiesta prometia ser en efecto
portentosa.
A principios del sigl0 XVI, en que pasa es-
ta historia, aun no acababa de edificarse la
catedral de Orbieto, joya del antiguo arte ita-
liano; pero, como durante tres centurias ha-
bfase trabajado en su construcci6n, estaban
allf acumulados todos los tesoros que resumen
la obra artfstica de 'ese dilatado periodo. El
estilo ojival, 80mbrio hasta cierto pun to en
naciones de indole mas severa, resplandecfa
alU suavizado por esa· vaga voluptuosidad que
Ie comunic6 el ardiente clima de la Italia. Son
eSBS viejas catedrales, augustas y majestuosas
como la religi6u cat6lica; pero en sus elegan-
tes rosetones q I1C deslumbran la vista con sus
variadas figuras, en sus mil aereas caladas
agujas que se Innzan s los cielos como una
perpetua aspiraci6n bacia 10 infinito, hay una
suprema gracia. y una encantadora belleza
96 BmLIOTECA DE "EL HE1U.LDO. "

Son esos grandee edificioe, fuertes e inmuta-


bles como la fe que presidi6 a Sll constituci6n ;
pero tambien ideales y dclicados como la es-
peranza que nace bajo sus b6vedas inmensas.
Centenares de artistas habian agotado su fe
.de creyentes y su inspiraci6n de sonadores pa-
ra embellecer el edificio con creaciones admi-
rabIes. Y esa falange de inspirados grab6
aUi para siempre la hueUa lnminosa de su ge-
nio. Alli dej6 Juan de Pisa sus bajo-relie-
ves prodigiosos; am Fra Angelico, el pintor
de los angeles, traz6, en extaeis de lagrimas,
esas figuras radiosas que sonrien eternamente
en arrobamientos celestiales. Y en el hueco
de los gruesos muros, bajo eombrias arcadas,
se crefa oil' resonar el himno de la muerte, at
ver dibujarse sobre oscuro fondo el blanco·
marmot de las tumbas, la suave silueta de las
estatuas yacentes de tantos gra.ndes de la tie-
rra que, a la sombra de 1a cruz cristiana, dor-
mfan alii tranq uilos e1 Bueno de la eternidad.
En esa noche 1a ciltedral resplandecla, alum-.
11r:> rl:t pOl' millares de hrces. Pequeiias ra.mas
rega-ban por toda~ partes d suelo, segun la
cost.llmbre de la epoca. Ostentaban los sa-
cerdotes sus mas lujosas ve~tiduras. Los eeos
de una incomparable armollia religiosa sublan
a las alta.s b6vedas como. explosion de ardoro-
Ral'3 plegarias. El humo del illdenso, seme-
jando girones desprendidos de Jas nubes, ha-
20 CUENTOS. 9'7

ofa creer que los cielos bajaban a 180 tierra,


para confundirse con ella en una sola 6 inmen-
sa oraci6n. Todo 10 qte el culto cat6lico tie-
ne de mas esplendente y annonioso proclama-
ba alIf 180 fe de un pueblo, y 180 multitud, pos-
trada de rodillas, humillabase reverente ante
180 excelsa majestad de Dios.
Y Marietta alU eEltaba. Ella que no crefa,
esperaba. Ella que no tenia la fe religiosa,
poseia en alto grado el sentimiento artlstico~
Todo aquello era hermoso, y ella 10 amaba.
ineonscientemente. Su vista vagaba sorpren-
dida por las mil bellezas del templo: las altas
colump.illas que, reunidas en gruesos haces,
brotaban del pavimento; los arcos esbeltos y
elegantes que se Ianzaban a 180 altura y casi se
perdfan de vista. en el espacio: las vidrieras
de brillantfsimos colores; los frescos de las pa-
redes: todo cautivaba su animo de una manera
in vencible. La imponente ceremonia religio-
sa no era muy clara para ella; pero la seducia
con irresistible embeleso. Y, ademas, alIi en
un rincon, estaba 180 tumba de su madre, y en
todo pI templo Ie pareda encontrar algo de
aquella alma idolatrada.
La llev6 eaa noche 8. la catedral un senti-
miento misterioso de que no pudo darse cuen-
ta:. angustia, curioaidad, esperanz3, amor, to-
do se revolvia confusamente en IIU alma. Ab-
BOrta en IUS mil encontrad08 pensamientos,
98 BIBLIOTECA. DB 1 ~.BL HBBALDO."

f\lese lentamente aislando de cuanto Is rodea-


ba; un velo oscuro cubri6 poco a poco su vis-
ta. Despues, ya no or6 la mistiea armonia;
pareci61e escnchar alla muy Jejos, el terrible
estruendo de las armas y los sordos Tumores
de embravecida lucha. Una angustia mortal
hel6 su cnerpo, sintiose desfallecer. De pron-
to resono en su oldo, claro y distante, un gri-
to clesgarrador que crey61anzado por su pa-
dre. Muda, horrorizada, fuera de sf, volvi6
en torno los espantados ojos, buscando a Gae-
tano. . . . . . .. Vi6 el templo iluminado, la
ml1ltitud arrodillada, en calma como siempre,
sin la menor senal de que fuese cierto cuanto
ella crey6 oir, y que habra sido un sueno,
quizas una pesadilla.
De repente Marietta, tranquilizada. por un
instante, se irgui6 sorprendida, at6nita; ha-
bla visto fijarse sobre ella una mirada extra-
fia, una mirada que revelaba ala vez amor,.
compasi6n, tristeza. Y esa mirada no era la
de un hombre, DO era la de un ser animado,
era ]a mirada de una estatual
Si; a pOC08 pasos de la joven se elevaba co-
mo uoa blanca vision, la estatua de marmol
de San Juan, el discfpulo amado del Senor.
Marietta nunca habfa visto esa estatua en
aquel Iugar. Era una figura aerea, ideal, ca-
si luminosa, con una adorable pureza de lineae
y una expresi6n de beatitud celeste. Los pa-
20 CUENTOS. 99

nos se plegaban facilmente, cual si no fueran


de dura piedra, y parecia que iban 6. agitarse
al men or sopl0 de la brisa nocturna. Bajo el
marmol del rostro sa senda palpitar la vida.
Con una Dlano sostenia el c6.liz del cual sale
un dragon, cOllforme a Ins tradiciones de Is
inconografia cristiana, y la otrs se elevsba al
cielo con la expresi6n de una esperanza infini-
taoy de nna convicciull eterna. ,Era aquella
estatu8 obra del in mortal Juan de Pisa?Quien
sabel pero era una obra maestra. Aquel mar-
mol parecia labrado pOl' el suave cincel de los
angeles.
Y los ojos de la estatua tenian mirada! Se
clavaban en Marietta con insistencia, y la
veian con nna compasi6n tan honda, con un
cal'ino tan tierno, con una vida tan activa,
que 10. joven se crey6 pOl' un momento presa
de la locura. Volvi6se a otro Iado, pens6 en
su padre i en Ludovico, mir6 a 10. multitud
que la rodeaba, 0Y9 "los canticos sagrados, vi6
los risuenos frescos de Fra Angelico; y cuan-
do estuvo del todo recobrada, cuando no ha-
bia en su mente ni la sombrs de una alucina-
ci6n, torn6 tlmidamente el rostro hacia la es-
tatua, y de nuevo temb16 espalltada, de nuevo
se agolp6 la sangre a Sll cerebro. EI ap6stol
la veia siempre, con el mismo entl'afiable afec-
to, con la misma desgarradora tristeza.
La pobre nina sinti6 que la vida la abando--
100 BIBLIOTECA DE "EL HEBALDO. ;,

naba ; perdi6 la conciencia de 10 que hacia, y


duro mucho tiempo hundida en nn letargo
profundo. Cuando recobro la l'azon, encon-
tr6se sola, y casi en la oscuridad. Sinti6 frio
en la frente, y vio que la tenia apoyada en el
marmoI de la tumbs de sa madre, 8. donde la
habia conducido su instinto cal'ifioso. Recor-
d6 su delirio, estremecida; quiso rezar enton-
ces, y no pudo acordarse de las oraciones que
oy6 Cllsndo era nina. La ceremonia habia
concluido; unos cuantos devot.os pertinaces
quedaban aun en el templ0, y Marietta sali6
cuando salieron ellos. En la puerta la espe-
raban, como de costumbre, dos escuderos, y
se dirigi6 rapidamente 8. su morada.
Entro 8. su retrete, preu de mortal angu8-
tia; a;qu~na nina delicada no podia resistir sin
doblegarse 108 rud08 golpes de la suerte; des-
garraba sus oidos el grito lastimero de su pa-
dre, y quemaba su cerebro la mirada triste y
carinosa de la estatua. Se tendi6 vestida en
su lecho; ql1iso dormir, y al fin un sopor ex-
trafio embargo sus sentidos. Su alma vaga-
ba, como un debil punto luminoso, en medio
de tinieblas insondables.
IOcv.WT08. 101

TIr.

Despertaron s6.bitamente aMarietta fuertes


golpes que resonaban en su ventana, en eaa.
ventana por donde bablaba, desde bacia un
ano, con Ludovico. Se incorpor6 sobresalta'-
da" y oy6 la vo~ . del paje que 1a llamaba con
angustia. Abri6 las labradas maderas, y en
la ()seur~dad de la calle, a ,travel' de la reja,
di8tingui6 la fisonomia del joven, deseompues-
ta por 1a emoci6n. Vfctima de tantas impre-
sioncs suees~vas, la pobre nina apenas alenta-
ba.,. ,
'-I Dios mfo! Ludovieo, qu' pasa?-pre-
gunt6 al fin.
-Nuestros enemig08 ban sido mas feliees
que nosotros, respondi6 , con voz ronea el
paje. Renimo8 cruda batalla cerea de Terni,
y quedamos veneid08. Nuestro ej'reito ya
DO enste; JDi . traje lleno de fango y de san-
gre os dice euaI ba sido mi suert~. Mi ben-
da es I~ve; pero estoy perdido.
Marietta 01'6 palpitante. aquellas palabras,
a
que fuerQD elavarse en su eoraz6n como 'hie-
rros beeboB ~cua. , Una ,idea espanto~ pas6
por IU mente: pens6 en el grito de angustia
102 BmLIOTECA D1!: "EL HERALDO.

que habfa oido en la Catedral, y tembl6 por


Gaetano.
- lY mf padre.S' balbuceo al fi:n, con inau-
dito csfllerzo.
-~ V uestro padre? murmur6 Ludovico, con
torva fisonomfa........ jVuestro padre?
afiadi6 vaci1ando .......• no se d6nde se en-
Cllentra.
-,t Pero no Ie habeis visto en Ia batalla, no
flabei~ fl.l men os eual ha sido su suel'te? De-
cfdmelo todo, no temais que el valor me falte.
La h:l.Certidumbre me espanta mas que la des-
graCIa.
~Ya os he dicho, Marieta, que nada se;
pero no se trata de eso. Oidme bien: estoy
perdido, mis nobles 8enores huyen lejos de
SUR enemigos triunfantes, que avanzan a. ra-
pids,s l'.larchas sobre esta <liudad. Dentro de
poco mi cabeza no estara muy segura sobre
mis hombros. Mis perseguidores se acercan,
voy a. alejarme. Pero no huire solo, es pre-
ciso que partais conmigo'
-~Partir yo con vus? exclam6 Marietta
sOl"prendida. Su alma pura no creb en el
mal; pero su )Judor exquisito la hacia entre-
ver tm aquellas palabras a]go que la aterraba.
-Sf, dijo Ludovico; os amo como nunca
he amado. Os amo con una pasion avasalla-
dora a la que nada puede amortiguar, ni la
derrota, ni el peligro, ni la muerte. Huid
"20 CUENTOB. 103

conmigo 'Francia, ten go alIi poderosos pa-


rientes qne nos damn Heguro asilo. Lejos de
esta tierra infeliz, destrozada por tantas lu-
chas, en nn tranqnilo rinc6n del mundo, vi-
viremos para smarnos en el seno de una feli-
cidad inagotable. Aqui me espera 180 muerte,
all'la dicha. lPartireis conmigo?
- i No! dijo sencillamente 180 joven.
-/Entonees no me amais, no sabeis amarl
aiiadi6 Ludovico, con sombrio despecho.
-1 Que no os amo! repuso ella con expre-
si6n de suprema nobleza y de tristeza profun-
dr.. lTan ciego estais que no comprendeis
que mi pasi6n es barto pura para arl'ojarla al
lodo, y que os amo demasiado para manchar
mi honra, que es 180 vuestra? lCreeis que hay
en el Mundo un dolor bastante grande para
sujetar mi albedrio y quebrantar mi volnn-
tad! Ludovico, las mujeres de mi raza sa-
ben comprar a costa de su felicidad el dere-
000 de ser bonradas.
-No me amais/ replic6 Ludovico con im-
petu salvaje. Me bablais de vucstro deber
cuando os hablo de mi amor, y traeis ala
mente rancios reouerdos de l'aza, cuando llevo
, vuestra alma un nmndo de felicidad, y os
pido para mi esa dicha que nun"ca he conooi-
do. La ley suprema. de las almas es el amor;
nuestro debar m6.s imperioso el de ser felices.
104 BIBLIOTECA DE "EL BEBALDO.,"

Si no me seguls, Marietta, es porque no me


amais.
- Ingratol murmur6 (~lIa, con dolorosa dig-
nidad. ttN0 comprcnd6is que os amo tanto,
que en vez de deHpreciaros os compadezco?
Iba 6. responder Ludovico, cuando en aquel
punto turb6 la calma de]a noche lejano rui-
do de armas, y brillaron algunas luces en la
extremidad de Ia calle. '
- i Los soldados de Cesar Borgia! dijo Lu-
dovico, con voz entreeortada. Mis encarni-
zad08 enemigos se acercan y es preciso partir.
Os 10 digo por ultima vez: tthuireis conmigo?
- i No! respondi6 Ia joven, en voz baja;
pero lIena de resoluci6n. i Adios para siem-
prel
La turba llegaba; se ola ya cerca el relin-
char de los ('orceles y la luz de las antorchas
brillaba a cierta distancia. Un momento mas
y Ludovico, a quien su traje denunciaba, iba
8. ser despedazado por Ia irritada furia de los
vencedores. CODvulso, delirante, se asi6 con
fuel'za a los hierros de la reja, y murmur6 con
voz que vibraba sordamente:
-Desgraciada! ttsera preciso decirte para
que me sigas, que no te queda en el mnndo
mas amparo que mi arnor? Estas abandon a-
da por todos. ITu padre ha muerto bajo los
murOE! de Terni! '
A estas crueles palabras, Marietta quiso ha-
20 CUENTOS. 105

blar, iba 8. arrojar un grito de angustia, y no


pudo. Sinti6 en el cerebro un extraiio crugi-
do; un velo espeso flot6 ante 81.1S ojos; levan-
t6 ambos brazos, y cayo al suelo ,con violen-
cia, eomo una palmera derribatla por el rayo.
Ludovico permaneci6 un moment,o inmovil
y espantado; pero luego, viendo 8. sus enemi-
gos Ii pocos pasos de distancia, alejose rapi-
damente, y se perdi6 en las sombras de la no-
che.
Un momento desplles, una turba sangrienta
y fer6z pas6 por aquel sitio. La ruda em-
briaguez del triunfo brillaba en todos los sem-
blantes; sordas amenazas brotaban de todos
los labios; y aquella mafia pavol'osa y rugien-
te, cruzo por la oscuridad de la calle, como
cruza una manada de tigres por la soledad de
los bosques. ' .

IV.

Marietta permanecio desmayada durante


muchas horas. Su hermoso cnerpo estaba con-
traido por nna convulsi6n terrible; su respira-
cion era entl'ecortada y angustiosa. Despues
un suave sopor sucedi6 al espalltoso letargo:
empezo a tener oonciencia de 10 que soiiaba.
La sombra formidable habia desaparecido, y
vi6, en extasis delicioso, una mansi6n hermo-
106 BIBLIOTECA DE "EL BEBALDO."

sisima; pero con una hermosura que nada te-


nia de terrenal. Y alll, entre los blanquisi-
mos lampos de nube resl'landeciente, vi6 ana
imagen adorada, vi6 8. sa madre. Quiso lIe-
gal' hasta aUa; mas no Ie fue dado conseguir-
10.
-Madre mia! dijo en su sueno, con deses-
peraci6n; j soy tan infeliz, padezco tanto!
Una nube de tristeza vel6 elluminoso r08-
tro de la visi6n, que se inclin6 con oarino so-
bre Marietta y estamp6 un beso en 8U palida
frente; luego, con voz tan dlllce como el mur-
mullo de un cefiro del Paraiso, murmur6:
-Pobre hija m!a! j Ama 8. Dios, y ora!
La joven dormida quiso balbucear una de
aquellas oraciones que su madre Ie deda en la
infancia, y no pudo recordar1as. Entonces la
celeste imagon empez6 8. cantar 8uavemente
UDa plegaria con que antes se adormia Marietta
~n Sll cuna, un himno senoillo, pero lleno de
nna fe inmensa. La melodla era tacil y lige-
ra, impJ'egnada de blanda melancoUa, uno de
aquellos cantos (Iue encierran toda la oreencia
de Ull pueblo, sen cillo como la ninez, herm080
como la esperanza.
Dc pronto la visi6n se trasform6 lentamen-
teo Mari(~tta volvi6 8. ver la Catedral, en to-
do 01 ('~plcndor de la imponente oeremonia.
A \,anzu pq,usadamente, a.rrastrada por faerza
miHkriosa~ hacia l~ ostatua dol ap6B~1 San
20 CUENTOS. 107

Juan. Estaba alli baiiada. por los rayos de


una luz de otro mundo, con su expresi6n de
arrobadora belleza, de amor inmortal y de
creencia avasalladora. Su mirada se fij6 en
la joven; pero no ya con tristeza profunda.
La estatua Bonreia, un suave gozo palpitaba
en aquel marmol. Cuando Marietta !lcg6 a
su lado, los Iahi08 del ap6stol se entreabricron,
y oy6 ella estas palabras, qlle re80na1"011, no
en Sl.l oido, sino en su coraz6n:
-Pobre Marietta! cree y espera!
En Ia mana qne la estatna cleva.ba al cielo
habia un pequeno crucifijo que la joven 110 ha-
Ma visto cuando estuvo realmente en el tem-
pio. Aquella mano se baj6 le:-ntamente, y pu-
so en la de Marietta el cl'ucifijo. J.Jllogo el
ap6stol, y la Catedral toda. Be cnvolvieron ell
una nube purlsima, y dcsaparecieron. Marie-
tta sigui6 durmiendo tranquilamente.
De8pu~s, oy6 a la lejos un canto triste, pe-
ro 80Iemne y magestuoso, y 'li6 avanzar co-
mitiva numerosa, acompafiando un feretro co-
ronado de rosas blancas. Era el enticrro de
una joven. Cuando depositaron en tierra el
ata~d, mientras los l!Iacerdotes elevaban 108 "6.1-
timo8 Cantos de perd6n y de consuelo, Marie-
tta se inclin6 sobre la muerta, y vi6 sus fac-
ciones reproducidas, como 8i se hubiera a80-
. mado 6. un cristalin~ arroyuel0.
Despert6 en aquel momento. Crey6 que
108 BIBLIOTlI:C-A. D1I: C'1I:L HBJU.LDO. "

todo habia sido un 8ueno, desde Ie 80lemni-


dad 8. que asisti6 en la Catedral, hasta aque1
extraiio entierro; pero la abierta ventana la
hizo pensar en su penosa entrevista con' Ludo-
vico, y 811 coraz6n se sinti6 dolorosamelite he-
rido al recordar la horrible nueva de 1a mller-
te de su padre. ,Aqllel grito angustioso que
oy6 en el templ0, fue lanzado por Gaetano al
espirar? ,Habia sido verdad aquel delirio,
aqueUa triste mirada de la estatua? Ludovi-
co venia de 1a batalla, y 61 Ie dijo que su pa-
dre habra muerto. Luego era' esa una horri-
ble realidad. Marietta 1l0r6 largo tiempo con
una amargura infinita. En medio de su dolor
penso en Dios, y entonces su 'Bueiio ultimo Ie
viDo vivamente 8. la memoria. Record6 la
plegaria que la adormecia cuando era nina, y
que 811 madre cant6 durante su aparici6n, y la
repiti6 fervorosamente. Al recordar con tan-
ta claridad aquella plegaria, conooi6 Marietta
que un lUundo sobrenatural habia entrado en
comunicaci6n con ella. Sinti6 frio en la fren-
te, y en el pllnto en que Bll madre Ie di6 en
suenos un beso, encontro una gota cristalina
que era sin dllda una lagrima, ca.(da de ]os
ojos de la visi6n. Conmovida se reolin6 en
una mesa cercana 8. su lecho y exha16 un gri-
to de cspanto al ver sobre esa mesa el mismo
crucifijo que el apostolle habia dado durante
el sueno.
20 ClJENT08. 109

Record6 entonces la ultima escena de eRe


sueno; no dud.6 que aquel entierro que habla
visto era el BUYO, que aquella muerta que tan-
to semejaba era ella. Sintio una debilidad ex-
traiia, y pena6 en la muerte, con la intima
creenuia de que muy pronto ya no existiria.
Experiment6 una imperios8 necesidad de co-
nocer esa religi6n a que el santo appstol, que
tanto Ie clufendi6 en vida, la llamaba de tan '
extra.ii ·~ sllerte. Hizo esfuerzos pOl' olvidar 8.
Lnd. ,vieo, que acaso corria en aquellos mo-
DH'ntos grave peligro. Sinti6 que su vida se
agi ~:l,ba rapidamente, y no quiso morir sin la
bendici6n de Ull ministro de Dios.
Uno de los escuderos fue a buscar al inme-
diato convento al an ciano y virtuoso padre
Francesco, que acudi6 lleno de alegre sOl'pre-
sa 8. aquella casa donde nUDca se Ie habIa lla-
mado. Creia encontrar a algtm gran pecador
y hall6 un angel proximo a desplegar sus alas.
Oy6 ala joven en confesi6n; Ie habl6 dUI'an-
te mucho tiempo de ese Dios que la llamaba
a su seno. Juntos oraron por el alma del vie-
jo Gaetano, y jamb se uni6 mas santo religio-
80 a mti.s pura doncella, para elevar al Sefior,
como perfnme del alma, una oraci6n mas ar-
dorosa.
Encarg6 la joven que el cuerpo de su pa-
dre y el suyo l'eposasen junto al de su madre
8
110 BmUOTECA DE "]l:L HERALDO."
................................................................................................. .................. --_.. _-_ ......

en 130 C:\tedr1.d , y tcn did!t en nil LJMonado ~i-


1l6n, vi(mdo los ldtimoR rnyos del sol que en-
tral)an pOl' la ventana p. besar Sll fronte, tral1 -
a
quila f?sper6 la rnnerte, yne era para ella la
felicidad y la apot eoRis.·
Dc pronto yino solemne siIencio a tUl'bar el
q ue reinaba., una ronca, oz qlle grito }(tgnbre-
mente no lejos de a1li jorad, hn.'L itsntes de
Orbieto, orad, piaclosos bermanos, pOl' <:'1 al-
ma de I~udov ico A rdcnti, ahorcaclo pOl' trai-
dol'!
Marietta oy 6 aqnelJas paJabras, sinti6 que
('1 ltltimo lazo que la ataba 0. la vida se rom-
pia Imu;camcnte. Pcrc1io In conciencia de las
cosas t el'l'cnales ; oy6 una mllsica lej:ma que
sohrepujaba en hclleza cuanto puede Bonar a
la hn agiuaci6u ; y cnando desaparecio el POB-
trcr ]'ayu del sol ponientc que 1a baiiaba con
SHS I'I';-\,)l:! mlores de oro, su alma voJ6 a1 cieIo
en medi:) dl..' divina.s y misteriosas armonfaB.
A In siglli~nte manana., estaba Bll cllerpo
t enc1ido en (! l templo, cubierto de :Bores que
emhalsamaban el ambiente, y cuando se al-
zaron al cielo los canticos sagraclos picliendo
el descanso cterno de 130 que para siempre dor-
mia, un rn.yo de sol baju desde la alta ojiva
sobre 1a E!statna del apostol, que inundac1a
}101' aqnella luz ~spl enc1ol'osa, n~8p]andecia co-
mo 1& imagen vi va de la fe. jSU mano se-
20 CUENTOS. 111

fialaba al cielo, BU rostro irracliaha amor y


esperanza, y en sus labios lucia una sublime
sonrisa de fclicidad suprema!
DOLORES.

(WALB DE W ALDTEUFEL.)

A Manuel M. Gonv,alez.

HaMan ya dado la~ once de la nocbe y el


extenso jardfn de 'la Plaza Principal eBtaba
desierto. Penetre perezosamente en aquel es-
pacio solitario, vague un poco por la8 calle-
cillas que embalsamaba el olor de las garde-
n~s, y ~ediendo 6. 1& bland a voluptuosidad de
aquella hora, me sente en una banca, deja~do
q~e mi ~lma sa perdiera en el limbo misterio-
80 de los en8oeiios~ llaMa luna; pero no lan-
uJJa ton-entes de 'claridad, sino una suave me-
diA luz ~ue impregnaba 6. todas laB cOlas de
114 UlOLIOTECA DE .. EL HERALDO."

una PO('SiR infinita. Vibraban los acordes de


un piano, aiiacliendo nuevo indefinible encanto
a ]a }wndn. ~I!lOeiOll que la noche producin,
"Que cosa n1I:'jor q ne la mlu,ica para al'ompa-
fia r al ~spiritn en 8n yuelo pOl' lOB espacios 80-
brl!nr.tnrn.1('::;?
EI \,inno resonaba a impnlf:\os de manos
mne~tr.~, A]3, ejecuci611 l11aravillosa se unia
algo mejol', 13. e~~pr('sion de uo se que extra-
fios t'eutimil·ntos. Las notas tenlan una ma-
gin. descolloeidn y exhalnban no sOlo 108 1'U-
mores (1<>. la llochc, siDo los efluvios can dentes
de un cOl"azon apasionnoo. AqueUa mllsica
no reso.uha (mica-mente, n.q!lella m(lsica vivla,
Rentfa, HOI'aba, Hay ycees en que las mezqui-
naF; cosas de la tierra rc'dben una vida miRte-
riosa y lHl~' va , como Hi pOl' el etel' impalpable
viniesl'll [1 lIHt!"tl'O rnullc10 thomos de una uatu-
l'aleza ~np{ riol' pCl1C!t l'an.-..lo en las cosas terre-
nas, ellnlt"t'lulldolas y t ransfigur{mdolas. Al
mismo tiempo el alma scrvida por 6rganos
mas P(!1'f( dos, ellsancha Sll pote.ncia, se dila-
t a, se purifica, como rcspirando en mas alta
at m6sfL'l'a, Y C80 foiE:'lltla yo en aquella noche,
porquc mit: seutitlos habian alcanzado una in-
ten~ida 1 de pcrct'pci6n maravillosa y sorpren-
dian en ei Reno de la naturaleza mil bellezas
inefablt::s, La luz, laR flores, la armonia, se
me revelaban como porve:l pl'imera, yaque-
11a inmersi6n en laH cosas del cicIo, aquella
20 CUEN'l.'OS. 115

iniciaci6n sobrehnmana en t an profu ndas ar -


canas emociollcS, era. nn goce que casi me
caU!~aba. su frilllient.08.
E l sel' iJldsihl(~ qnc taiii'a el piano com en-
z6 de pronto a interpret-ar algo que tenia pa-
ra mi rccnerdos indE:'Jebles : .Dol(J'J'e.~, ('se wala
r xtrafio y poclel'oso, llamamrla meridional que
brotlt de In nieu Ja g c..'l'Ulanic;l. Con la. tension
qne Aufrian mis ilC:'rvios, aquella mllsica me
produjo un efecto inc1ecible. IIil'vi6 en mi
ser la mnerta jnvelltud; como In ardiente la-
va de un volcun , se alzo inmenso y cncantado,
de entre el poho, el del'rnmbado mundo de
mis suenos ; y recnerd08, anhelos y c.'peranz:l.s
poblaron t>n portentosa muchedl1mlJr e aque1
mundo inmenso. Conmovido hasta 10 intimo
del alma, y animauo porIa Boleda.. l , iba a
dejar que se desbordaran mis allRias en un 80-
llozo, cuando un suspiro, casi un gemido,
ronco y desespel'ado, son6 Inlly cen~<l. de mi.
Busque, lleoo de sorpresa, al que habia. exha-
lado tal IttDlento y, en la extremidad opuesta
de Ia banca que yo oCllpaba, y medio perdido
en lit Bombra de una enorme enredac1el'a, vi e1
bulto confnso de un h ombre. Tan cOlltraria~
do como sorprendic1o, pues no tenia idea al-
guua de que hubiese algnien en aql!el sitio
cuanuo {t el llegne, iba a alejarme apresura-
damente pero aquel pCl'sonaje mi~te l'i 080 l an~
z6 n o ya una queja, sino un vel'dadero rugi..
116 Bm'LIOTECA Dl!: " EL HEBALDO.

do, con tan desesperada entonaci6n, que no


pude menos de excitar mi interes y de hacer
que me acercara al quej umbroso.
-Perd6neme usted, Ie dije, toest' usted en-
fermo?
Nada contest6 de pronto; pero se levant6
de su asiento y, avanzando a1 espacio ilumi-
nado por la luna, me vi6 fijamente pOl' algu-
nos momentos; en seguida me conteRt6, con
t ono seco pero cortes:
-Agradezco a usted su atenci6n. No sien-
to ninguna enfermedad en el cuerpo; pero es
natural que ese wals me cause emoci6n insu-
frible.
No pude menos de fljarme en quien se ex-
plicaba de tan extraila suerte. Era un hom-
bre de cierta edad, moreno, con ese tipo neta-
mentd eapano1 que no deja lugar' dudas ; te-
nia eS.pesa y negra barba, OjOR arabes de mi-
l'ada sorn brl8 y apasionada, voz vibrante y
como fatigada. Su tl'aje no ofrecia nada no-
table y mi muda inspecci6n no me ilustr6 en
manera alguna.
Podia aquel hombre ser un demente, un
misantropo ncorralado por la decepci6n y la
miseria, un "iudo inconsolable, un banquero
en estado de quiebra, un actor sin contrata;
loln inventor sin descubrlmiento, un militar da-
do de baja, 6 quid. algo peor, un caballero de
industria, un policia secreto 6 un ser no com-
20 CU ENTOS. 117
prendido. }:videntemente pod rIa ser todo
aquello; pero 10 que yo deseaba ya ardiente-
mente, no era saber 10 que aquel hombre po-
dria ser, sino 10 que e)'a en realidad. POl'
fortuna, se adelant6 61 a mis pregnntas, excla-
mando con voz dolorida:
-Parcce increible que historia semejante
haya encontrado en 13 musica formula tan
acertada y tan elocl1ente. jDespues de tan-
tos an08 como han pasado, aun 8ufro y 1101'0
801 escllcharla!
Tales palah.lal.'l me· dejaron ab~ol'lo. ttSeria
aquel caballero uno de esos melomanos furi-
bundos capaces de apunalear a quien no aplau-
da como ellos el cuarto acto de Los HttfJono-
tell? lSeria nn apol.'ltol de 180 escucla de Wag-
ner? De todas maneras, era sin duda un tipo
digno de estudio, y, sent{mdome resueltamen-
te a 8U lado, exclame, dan do 8. rui voz el to-
no de suficiencia que debe caracterizar 801 di-
lettante, y, sobre iodo, al pensador:
-Comprendo que usted su fra y llore 801 es-
cuchar ess musica tan dram8.ticamente huma-
ns. Es stributo de las beUae artes, y en par-
ticular de la mllsica, el animar con podeross
vida esas creaciones de 180 imaginaci6n.
-. JQue dice . usted de creaciones imagina-
rias? repu80 mi interlocutor con descompues-
tos ademanes. Pues que, lcree usted que la
118 BIBLtOTEOA DE "EL HEBALDO."
- ------
historia do Dolores es una pUJ'a fantasia, in-
venci6n ruin de alg(m desocnpado?
En ve? de indignarme porIa inconveniente
animaci6u de aquel descollocido, pnse en pren-
sa mi memol'ia tratan do de recordar unn. de
esas delicios:ls mentiras que nos euenta Ma-
nuel Gntierrez Najera en sus er6nicas, y en la
enal hace u. au antojo hl. histoJ'ia de ese wafs,
piut:1ndonos a una j6ven rubia que baila
m uerta, 6 poco menos, como las 'willis. Re-
cord6la, mal 6 bien, y se Ia conto a aquel "
hom bre cqulvoco, el cual la acogi6 con ma-
nifiestas sen leR de ira, diciendomo:
-Gutierrez Najera se lIa burlado de usted,
y usted pretende bllrlanle de ml. No hay tal
joven rubia, ni tal enfermedad de pecho, ni
"tal cnamorado 8080 . Esta usten crcyendo que
una andaluza como Dolores tenia cabellos de
oro, y que Ie habrfa yo de permitir que mu-
. I'iela tranquilalmmte en una tertulia? La san-
gre arabe no pEll'dona. N osotros matamos
pOl' amar"ml1cho.

Dios miol aqnel hombre era unllooo de atar,


y arabe por aiiadidnra, y asesillo pOl' mas se-
nasI ~Serfa a]gun abelloerraje? Pero no; el
sefior de Chateaubriand nos hab16 haee tiem-
po del ultimo de cllm~. quien en BU caUdad de
postrero, debe de babel' cuidado de no dejar
desoendientes. Como un loco haee oiento,
20 CUENTOS. 119
- - --- - -
me senti yo mismo animatlo de febril excitr. -
ci61l y c1iJE.' a nqnt'l pel'sonaje:
- y qnc, H,rctend usten,:1, Stl ve7., hu r-
larse d" 1111, h:tci6nJllme creel' que eonoeil) rl.
la .Dohll" -s " raldteutel? En (tltimo ca ~() , de-
me nst~ (l porm('non' ~ ~- q1117.ttS . , aca(l:tl'c
" p Ol'
cl'E'crselo.
lUi hombre, ~ill l'seue-hauut', llOri1.h.l ('n si-
lcneio. POI' fill, C011l0 hablanllo cOll ~'igo mh,:-
mo, dijo con Y07. l'l1irccort:h h pOl' el uolor:
- jPIllguiL·l':t Dio:-~ que nun":t la hnbicra <.:0 -
Docido ! I~:t VI, Y vicndola me fnc prcd~o
~marla, y nmanclola uo podia lspprar mIlS q ue
Ia illmcnsa vE'ntul':t 0 Ia clesesperaciun illTIlllta.
La tierra no 1108 basta.ba: 6 el cicIo 0 el infil'r -
DO! Al fin, como Otclo, tUYC que matarln.
p:nn. poder, deRpu(!~, nmarla. mucho.
i CieIos! jn.quE:'1 oa ballero J.n.hla leido {l, Sba-
kespeare! SE:'gni oyendo con crE:'c:iente (,l l"tu-
por, a aquel nsesino tan ycrsado t!11 la bella
Iiteratura.
- Dolores er:t rui prometida. NOR amtl.ba-
mOB con todo el alma. Cuando ib:t yo it cum-
plir veinte ailoR, y me disponi:t it peclir fi ll mel-
llO, mi padre, hombre d cnnc1ioi()n r eoi a y d e
l

vohmtad in<. omabl " clecid "U liue mnrel Hl1!\e yo


a Amcrica a bnscar una fortull a parn. (,"1li1:11'!l1C
a. mi regl'eso. Llorc a liigl'imn. yiva y :mpli- .
que de hinojos a rui padre qne no apIaz:.tl'a mi
f elicidad slljetandome 8. tall dura prlleba. To-
120 BmLlOTECA D~ "EL BERALDO."

do fuc infltil, me despedf de Dolores en medio


de 801107.08 y de juraml'ntoR de amor eterno.
Cinco anOR f:'stuYe cn America sufl'iendo como
un marth-; pel'o esperando siempre, pOl'que
para los grandes am ores el tiempo no corre
jamas. Cnando lleno de dicha, alcanzanc10
mi fin, me apereibia para tomsr uEspana, 1'e-
cibl una carta ell que mi amac.1a, dando pOl'
ciertos los calnmniosos faIslsimos rumores de
alg(m malqueriellte, me cOlldcnaba 8. ]a des-
el:lDeraci6u y al olvido. En yano Ie cscribi
r{!j)etidas c-;ntas tratando de justificarme; en
vano Ie cllyi6los mas tristes lamentos de mi
alma en frases en que palpitaba Ia verdad y
el amor. Pasaron otros cinco alios, sin que
yo pen sase tornar a mi patria, porque aquella
in grata 110 se apiadaba de mt POI' fin, un
dia recibl carta Buya en que reconocia su error
dicien<lo que me amaba mas que nunea; pero
pidU;ndome pOl' Dios que nnnca mas volviese
8. Espana. 1\1isterio singular era aquel y, per-
dida la calma, espoleado pOl' el amor y la du-
da, vole a mi tierra natal. Llegue clandesti-
namente, y aIH ~upe In horrible verdad. Su
familia, poderosa y dominadora, babia resuel-
to c:lli1al'la con ot ro, y este rival t:ra ...... mi
propio p:Hlr(;'! E !'Ite hombre cntl'ado en anos,
pero de pasiones ardentlRimas, haMa concebi-
do pOI' mi prometida uno de esos amores fOl'mi-
dables que no reconocen valladar ni cOJ1sienten
20 CUENTOS. 121

freno. El mismo amor fraternal qned6 aniqnila-


do ante pasion. tan salvaje, y mi propio padre
fragu6 mi desdicha. La familia de Dolores
apoy6 tan inieua trama, y pl'OpUSO a mi ama-
da en un perenterio terrnino, algunos de estoB
d08 suplici08: 6 casarse con mi padre 6 profe-
sar en un convcnto. }l~ligi6 ella. 10 (Lltimo; pe-
ro di6se Ihi padre tan buena mafia, y tanto Ie
ayudaron ]08 padres de ella, que a fuerza de
culpables mancjos acabaron pOl' hacer que Do-
lores me aborreciese y, cediendo al impetu de
flU caracter altivo, me escrihiera aqneUa carta.
De~pues, ternerosa de atraer la maldici6n de
sus padres, no consentia en el matrimonio y
de condenarse si entraba en el claustro sin vo-
caci6n, habia ido cediendo poco 8. poco, desa-
lentada y decafda, a la idea de casarse con mi
padre. . Durante ese tiempo estuvo recibiendo
las cartas en que yo trataba de jU8tificarme; y
nunca sufri6 ningun coraz6n en este mundo
mas rudos combates que los que destruyeron
aqllclla infortunada. Acab6 por creerme y
perdonarme; pero para poner fin a situaci6n
tan espantosa y para que yo no supiese nunea
que mi padre era el enemigo de mi dicba, me
escribi6 dici6ndome que me amaba, aunque
exigi.endome por 10 mas sagrado que nunca
volviera a Espana. i Ayl en vano queria ata-
jar una pasi6n tan desesperada como la mfa y
op oner barreras ante los pasos de un tragico
122 BIB'LltlTBCA DE "EL REBALDO."

destino, , ... , ., Torne a su Iado, y 10 supe


todo, . Mis diez anos de ausencia, de angus-
tia y ne d'eseepemci6n, nada fueron compara-
dos con e1 tiempo en que sufri6 mi alma el
horror de escuchar aquella histol'ia, '. Cuando
repuesto un poco de tan grande sacudida, tu-
ve fnerzas bastantes, me eche a los pies de mi
padre rogando]e que tllviese piedad de mf;
pero toda mi pasi6n se estre1l6 ante e1 bronce
de aqnel pecho inexOl'able. Cord ante ·los
padres de ella a impetrar su compasi6n; i mas
que que no me oyesen ni e1 propio autor de
mis dias me condenaba a inmensa des ventura !
De~plles de que la tempestad del dolor cay6
en toda. su inten!,idad sobre mi alma, quede
inerte, rendido y sin fuerzas para sufi-ir, ni
aun para arrastrar la vida. Sent{ monr todo
10 que daba aliento y rotos los lazos que me
unlan al mundo., y, tomando por resignaci6n
10 que no era mas que impotencia, form6 el
designio de tornar a America para siempre.
As! 10 dije en un hiIlete a Dolores, y por la
noche, la vispeJ'a del dia fijado para mi roar-
cba, fnt a decirle acli6s. Ese grande errol' de-
cidi6 de mi suerte y de la suya. Nos vimos
a sol as en un bal<:~6n de su casa que daba al
Guadalquivir, en el misIDo ~itio que presenci6
nuestras horas de inmenso jubi10 pasado y
lluestra i1'l:olvidable anterior despedida. Me
Ie acerque lleno de abatimiento, de atonia, de
. lugubre tristeza; mas la impotencia que cral
20 CUENT08. 123

rcsignaci6n, comenz6 .8. desaparecer a impulsos


de mi amor, que reuacla g-igante, infinito, aVR-
sallador. I~Rs fuerzas de mi alma resueital'on
mas grandes, . mas activas que nunea, y toda
esa pasion inconmensurable que se desborda
en olas de . fuego y de luz sobre los mundos,
penetrando en mi corazon me inund6 en 6xta-
sis formidables. Lei · en los ojos de Dolores
un amor inextinguible, un amor como el mio,
y olvide todo, la tierra y el cielo, pal'a no pen-
:sar, para sentiI' solamente aquella.pasion mor-
tal. Recorda mi vida entera consagrada a
aqlleUa mlljer, y r~concentre todos esos anos
de.... impetuoso cariJio en la iradiaci6n de un
momento <1e arnor. ·No pense ya en irme, no
pense en evitar el matrimonio me a~egue en .
amor mag que humano, mu.~ grande· que · el
tiempo y el espaeio; y luego, ~intiendo qlle
ella estaba animada por mi ·propia alma y que _
se habia unido .a ~i parR siempre, saqu~ len-
tamente un punal, y con una alegrla deliran~e,
que· me hacia morir de dolor, se 10 clave tres
veces en el corazon. Me euvio toda su alma
en una mirada de amor y de gratitud; la 80S-
t~ve en mis brazos, mientras la· sangre cOl'ria
, torrentes de 8U pecho, y los ruyos de la luna
.·b rillaban sobre la luciente empuiiadura de mi
:. puna1, elavado en·aquel corazon que me amo
'tanto. , ..... .
·M concluy6 su historia aquel hombre ex-
- 124
- - -BmLIOTECA.
- - -- -DE- "ET. BEBALDO."
....................... -.................•

trafio, y quede sin fuerzas ni aun para verle,


pOl'q UO me eausaba a un tiempo horror y 18.8-
tima. Cuando me vol vi bacia el sitio que el
a
oCllpal1a, DO hallo naclie. Estllba yo entera-
mente solo en 180 gran plaza, la luna lucIa dnl-
cemellte y a 10 lejos se extingufan los ultimoB
acordes de J)OI01'CS ,
Yo cstaba nturdido, calellturiento. ~lIab{a.
soiiado? iMe haMa contado alguieu aquella
terrible tra.g(~dia, 0 ticne Ja armoJlla el poder
de con tar en BUS notas sollozantes histori.as co-
mo csa alaR almas soiiadora,s?
MANUEL PUGA y ACAL.
VENGANZA DE MARIDO.

[CUENTO FANTOSTICO].

Cuando Ill. prinC(lSI\ Olga entr6 en .su palco


del Teatro Espafiol, un murmullo de ac1mira-
ci6n se elev6 d~ las butacas. La atenci6n de
los espectadores, que parecfa, sin embargo,
pendiente de los labios de Calvo, se distrajo
por un momento, y todos los gemelos se. vol-
vieron hacia el palco de]a princesa. Tras
ella.apareCi6 Micowsky, el ya celebre poeta y
entonces secretario de la embajada rosa, con
128 BlBLI9TEOA. DE "BI. BEBALDO."

Stl fino y sedoso bigo.t e, que levantado artisti-


cam~nte, daba 8. su fisonomfa melanc6lica una
expresi6n extraiia, altiva y triste 8. -Ia par.
Despucs entr6 el viejo general TiefIel, glorio-
80 heroe de Plewna, embajador del Imperio
Ruso cerca de la corte espanola . .
Era la princesa llna . de esas mujeres en
quiel1es parecen haberse unido los extremos
mas opuestos, para for mar un adorable 8. la
vez que 1:1n incompl'cusible contraste. .Aque-
1130 mu.i~r, nacida ~n las fms regiones que rie-
ga el Neva, tenia en Em mirada y en su aspec-
to un no se que de mas meridional que las que
nacen en las ardicntes rib eras del Genii. Sa
cahellera, de un rubio dorado, abundante y
rizada, formaba en su nuca bucles de color de
fuego; sus ojos eran negros, de una · n~grura
intenfl3 y quemadora. N ada hay comparable,
ni en las mas con'ectas cI'eacione8 d~l ute
heJenico, 8. la morbidez de 8US braz08, 8. la re-
. dOlldez de·su garganta; ·su falda ajustada de-
ja.ba dibujarsc las linea.a soberanas de muslos
ruarrn61\!OS, hechos a. torno.
Aquella nocha vest.ia un Rcncillo traje de
Reda color verdemar, rouy escotado; pero va-
laban 6 atenuaban al menos las impudicias d~l
escote una reviere de en ormes brillautes y una
camelia al ba plena que parecla dormir reclina-
. da en el plieguG turbador de SUB senOR. Por
10 demu.s, nada dfl ostentoso tenia el resto de
20 CUENTOB. , 129

IU atavfo: joyas no habfa en sus b~'azos deSDl1-


dos, ni en sus manos libres de la opresi6n y
no rleformadas 'por cl guante. La prineesa
aparecfa siempr<' en una espeeie de neglige,
mas elegante, ~in emb:lol'go, que ~1 mas ,estu-
diado at.ildamiento. En 811 aspeeto, en sus
movimien,tos, ~n BllB actoR, trascend{a el indo-
mabIe deseo dt: libcrtad que agita a la ra:ia
cosaca.
Tal como hemos ensayado de desel'ibirla en
poc&s lineas, apareei6 luego que ' ,Mieowsky
hubo quitado de sus hombros el manto de pie-
, les que los eubria. Despues, los tree reoien
llegados sa instalaron: la prineeea y el gene-
ral, carea del antepeeho; el joven seeretario,
en el fondo del palco.
Pon{asa en ,eseena Un .Drama Nuevo. Cal-
vo aquella noche aleanzaba uno de sus mas
me:re,Qj408 "triunfos, desempenando el papel de
Yor,ik~ ~ eada in stante, euando el actor su-
b1i '~e l1n golpe de , ala a las eneumbradfsimas
regiones del genio, l1n estremecimiento gene-
ral reeorrill el tcatro de alto a bajo, y esc es-
~meeimiento 'se resolvf~ en un aplauso in-
menso, un6nime, ' atronad~r. ,Pero Olga pa:'
. reofa estar muy lejos de aM: arrojaba bacia el
e$oenarip una mirada vaga que demostraba
. olaramente que ni segura .]a ,aci6n del drama
ni ' ~efa' lo que pasaba en 1& eseeha. Solamen-,
te, , ' veoea, Be volvfa bacia Mieowsky y en SUti!
130 BIBLIOTBO~ DB :~ BL HBRA-LDO. "

OjOR negros brilJaba un fulgor subito, extra·


fio, que se apag~ba bien luego para dejar'
aquella mujer su inmovilidad, su impenetra-
bilidad de esfinge. Aquellas miradas, que
p:l.saban inadvertidas para todos, turbaban
profundamente , aque] , quien eran dirigidas.
Hnbo JDomentos en que el secretario de la
embajada rusa palideoi6 hasta tomar su ros-
tro una lividez cndaverica.
Qllien menos parecla notar 10 que pasaba
en Rn rededor era al viejo general Tieffel, que
con todos sus sentidos se entregaba 0.1 espec-
taculo quo Ie ofreof~ 10. escen:l. Su faz rubi-
mmda, en que se reflejaba una iumensa bon-
da.d y una tranquilidad absoluta de ooncien-
cia, tomaba la eXp'resi6n que l'eqneria el efec-
to drama.tico. A veces el general formulaba
una alabanza 6 una can sura, dirigiendose , su
espos8 6 'su secretario, y volvia 'clavar 10.
m i l'ada en la esoena.
En el segundo . entreaoto, Tie:ffel sali6 del
paiel); 10. prinoes8 se sento negligentemente en
una de las sillas del fondo; Micowsky parecfa
confuso, como si una idea absorbiera sus fa-
oultades inteleetuales y Ie qo.itara hasta el
movimiento. Olga rompi6 de pronto el si-
lenoio, con una voz en que Be revelaba impa-
cieneia, y agitandp nerviosamente 80. rico abo.·
nioo inorustado de oro, dijo:
-Si no recuerdo mal, e& ~ta la ocasi6n
~o CU'BNT08. 131

oportuna para continuar la con versaci6n inte-


rrampida eata tarde.
Micowsky hizo un movimiento brusco, eual
si despert.a.ra de un sueno; miro primeramente
6. Olga con expresi6n easi suplieante; despues,
como tomando una re80luei6n suprema, exela-
m6:
-Es inutil: s610 de pellsar en 10 que me
habeis diello, sitmto que me falta el valor has-
ta para miraros. ,
La. princesa arroj6 una mirada desdeiioss
sabre Micowsky; en seguida se levant6, file a
sentarse a su lado, en un lugar en donde no
podia ser vista, 6 inclinandose casi a Sll oido
Be puso Ii hablar de prisa, con yoz temblorosa
que tomaba todas las infiexiones, desde la de
un dcspeeho desbordante hasta 1a de una ter-
nura in6.nita.
-Te falta valor!. . .. Ah!.... no te fal-
t6 euando, artero y tenaz, viniste 0. desper-
tar en mi eoraz6n pasiones muertas, apodero.n-
dote de todas las faeultades de mt alma, que,
hoy te perteneee toda entera y de todos los
deseos de mi ellerpo, ,que s610 aspira 0. -la di-
aha de esbr entre tus brazos. Te falta valor!
No te falt6, euando dm 0. dfa, sin tregua ni
descanso, tejiste la tela en que mi coraz6n de- ,
bia encontrarse presa, en que mi voluntad de-
bia enervarse. Cuantos meses, eu8.ntos anos
he resistido 6. la fatal infiueneia de tu amor t
132 BmLIOTECA DE' ' EL BEBALDO. ,t

He luchado contra tf con toda la fuerza que


me han dado la conciencia del deber y el or-
gullo de mi altiva raza. Pero mi conciencia
ha cedido y mi orgullo se ha doblegado. 1m-
potente ya, un dia te confeRa que compartia·
tu am or. Bajando por primera vez la frente
agobiada con el peso de Is. culpa, te abri mi
corazon para que vieras como tu ser todo e~­
tero ha penetrado basta el mas recondito de
sus pli~gues . Te be descubierto toda la ter-
nura que para tf be atesorado en tan largas
horas de silenciosa lucha, y cuando me ves
proxima a caer en t1ilS brazos, te alejas ..... .
y teofalta el valor 1. .•.
'-Olga, Olga! bien sabeis que os amo; pe-
ro esa condicion que me imponeis, e88 con-
dici6n ....... .
La princesa interrumpio a Micowsky, e ir-
gui6ndose dijo con vehemencia:
-Esa condicion es la que debisteis haberos
esperado de una mujer tal cual yo. ~Os ima-
ginafil.teis aeaso que, esposa impura y liviana,
iria a libar en vuestros labios en la 80mbra la
miel de besos adulteros? Me bab~is ultraja-
do si tal os imaginasteis. Os he entragado
mi alma a pesar mio, l'0rque no be podido lu·
char contra mi destino; pero mi cuerpo no me
pertenece; ante la ley yante Dios 10 be entre-
gado al hombre ouyo nambre lleva, y la muer-
20 CUENTOB. 133

te sola puede romper la cadena que 8. ~l me


liga. Su muerte lhab~is oido bien?
,-Ese hombre ,es mi bienhechorl
-Ese hombre es roi esposo, es mi dueiio;
es el que tiene derecho de estrechar entre RUS
brazos 8. la mujer que amais y que os ama.
Ese hombre es el que lla arnargaclo mi vida,
profanado mi s~r COll SUR calicias. Ese hom-
bl'e, en fin, es el hombre 8. quien aborrezco,
8. quien abomino, y vos, que me amBis, debeis
librarme de el.
La princesa dijo estas {tltimas palabl'as con
voz ahogada, casi apoyando los labios contra
el oido de Micowsky y estrechando convulsi-
vamente su mano, que temb16 al sentir aquel
cont~cto.
Pero se oy6' ruido en el antepalco, y los in-
terlocutores del dialogo anterior cambiaron
subitamente de expresi6n y de actitud. Olga
recobr6 su sangre fria como por encanto; el
joven secretario dijo una frase banal, cual si
continuara una frivola conversaci6n.
EI tel6n se levant6. Al instalarse de nue-
vo, la princesa qued6 colocada delante de Mi-
cowsky; el general se entreg6 otra vez al eA-
pectacu]o, cuya trama Ie interesaba por 10 vis-
to.
Quien hubiera podido observar la faz del
secretario, habria sorprendirlo las senaIes de
1& espantos8 'lucha que las pasiones libraban
· 134 BIBLIOTlllCA.. DC e'EL BERALDO. ff

en su coraz6n. Parer-fa posefdo de un v~rti­


go. Apoyado en e1 .. ,-' ~paldo del asiento de
'Ii
la princesa, fingfa i 1'.1 r hacia la c!'lcena, pero
en realidad aspirat, ,( ;',)il avidez, tl plenos pul-
mones, el perfume ;~ :'Lly embriag.l,lor que su-
bia de la gargant..1 ,lesnuda y dl~ la nncs de
Olga. Esta, a " i.'( ~ ('~, volvien.!!l~n hacia ~l,
clavaba en sus ojos su mirada ;\ diente, que
penetraba hasta 10 mas intimo de las almas.
Micowsky se arrojaba, como nn hombre que
se da voluntariamente la muerte, en el abismo
faGcinador de aquellas negras pupilas. El ge-
neral, en tanto, aprobaba con palabras entu-
siastas la manera de declamar del actor que
hacia el papel de Edmundo.
Como suele una avalancha despeiiarse de 10
alto de los Andes, arrollo.ndolo todo 0. su pa-
so, d·~squictando las firmes roca.s, desarraigan-
do los arboles seculares, destruyendo 'aldeas y
ciudades, basta enseiiorearse de los collados,
de los yalIes y de la l1anura, en fin, asi la idea
del crimen, desencadenada, iba en el espiritu
de Micowsky destruyendo todo ' cuanto que-
da.ba ell pie, hasta adueiiarse de ~l por com-
pleto. Por primera vez, . al dirigir una mira-
da al general 'rieffel, sinti6 que un odio insu-
perable despertaba en su coraz6n, como si Ulla
vibora largo tiempo adormida se desperezara
de improviso. Por una aluoinaci~n, ficil de
explicarse en el estado de su 'espiritu, la rose-
20 CUENT08. 135

ta de comendador de la Legi6n de Honor que


el general llevaba en el ojal de la levita, pa-
reci6 a Micowsky una mancha sangrienta.
Luego todo se torn6 rojo en su derredor; y un
olor caliente de sangre recien vertida impreg-
n6 su olfato. Quiso hnil', alejarse muy lejos
de aquel 10gar; paro ell ese momtmto Olga se
volvi6 hacia aI, y su mirada 10 fascin6 otra
vcz y 10 clav6 en so asiento.
El drama entre tanto continuaba: habia co-
menzado el segundo cuadro del ultimo acto.
Yorik, at recibir de manos de Walton la prue-
ba de la .infidelidad de Alisa, rugia. como una
flem herida, apercibiandose·8. ~rrojarse sobre
811 ingra.to y partido hij.o adoptivo.

Abl ..•.•• con acci6n tan noble y generoBa


logr6 el hombre igualarse a. la serpientel

gritaba Calvo en aquel momento, con voz


ronca que penetraba hasta e1 fondo del alma,
y aqueUos versos, modelo de ir~nia ret6rica,
vibraron en el oido de Micowsky como una
acusaci6n terrible venida del cielo mismo.
Sinti6 frio; pareci61e que sangre de reptil cir-
culo.ba por sus venas.
Pero Olga se volvi6 hacia al en aqual ins-
tante, por un movimiento brusco, y su sien
toc6 los labios de Micowsky. El secretario
Be estremeci6, como si .una chispa electrica 10
136 BIBLIOTECA DB "BL HEBALDO. "

hubiera tocado, sus mirn.dafl se cruzaron con


las de la princesa, y un pacto sangriento se
celebr6 entre aquellos dos seres que el amor
traosformaba en criminales.
-Manana, <lijo ltIicowlIJky, bajo, al oido de
Olga, recibireis una carta mia. Leedla y des-
truidla.
Cay6 el te16n. Un aplauso formidable lla-
n6 ei teatro todo. Calvo obtuvo una ova.ci6n
espIendida, superior 8. las que habia ya obte--
nido.
Un in stante despues, el general Tieffel y su
esposa entraban, en Sll soberbio laud6, en el
palacio de la em bajada rusa.

II.
"Nsta noche, 8. la una, cuando vuestro es-
poso entre en su palacio por la puerta del jar-
din, como acostumbra al volver del circulo,
vuestra voluntad sera hecba. Momentos des-
pues llamare 8. vuestra puena para recibir el
precio de mi crimen. Nada temais, he toma-
do todas las medidas necesarias para que la
justicia no descubra jamb al criminal."
Este billete sin firma y escrito en ruao reci-
bi6 Olga al dia siguiente, al levantarse de la
mesa, despues de almorzar. EI general hs-
bia salido temprano anunciaodo que no volve-
20 CUENTOS. 137
ria basta en la noche, bastante tarde. No se
Ie esperaba ni 8. comer. Olga pas6 el resto
del dia en su alcoba; para nadie estaba visi-
ble. Al caer la tarde di6 8. su camarera la
orden de no Hamar a su puena por ningun
motivo.
-" Por ningun motivo ~entiendes? dijo con
UD tono imperiosisimo. Aunque se incendie .
el palacio, aiiadi6. .
Iom6vil como una estatua, recostada en la
chai8e longue de su alcoba, con la mirada :6.-
ja en el magnifico relox Luis XV que omaba
la chimenea, pas6 las horas de la noche, con-
tanJolas una a una. con impaciencia. N ada
. en el semblante de aquella mujer revelaba
arrepentimiento, ni dolor, ni inquietud siquie-
ra. Esperaba a su criminal amante con la
mism-a impaciencia serena con que una recien
casada esperaria a 8U esposo. A las once co--
menz6 i bacer su toilette: visti6 una bats de
seda blanca oro ada de blondas de Malines;
destrenz6 8US cabell os retenlendolos pOl' de-
tri.g con un gran broche de bril1antes; calz6
medias negras, de seda it jour, y:6.nisimos
chapines que dejaban casi libre su pie dimi-
nnto.
80n6 1a nna. Apenas si, durante el prim~r
minuto que tra6curri6 despues, el coraz6n de
Olga tuvo un latido mb que de ordinario.
Sin embargo, un rumor ins6lito se oy6 en el
138 BIBLIOTEOA. DK "EL BBBALDO.

jardfn; un grito agudo y penetraute desgarr6


las calladas tinieblas de la nocne e hizo vibrar
los vidrios del balc6n de la alcoba de Olga.
Pero ella no palideci6 siquiera; casi sonrien-
do, puso 1a mano en el picaporte de la puerta
y se aprcst6 a abrirla. De pronto oy6se ru-
mor de pasos en el corrcdor; despues dos gol-
pes en la puerta de la alcoba. La princesa
abri6 sin tardanza ... . ........ .
Y " la luz suave de· la veladora· cubierta.
con una pantalla color de rosa, vi6 entrar"
8U esposo, al General Tieffel, sonriente y afec-
tuoso como de costumbre.
Aquel coraz6n de bronce sf lati6 esta vez
precipitadamente; pero no de sorpresa, no de
pavor, sino de ira. Un pensamiento crueUsi-
mo pas6 por la mente de Olga: Micowsky ha
muerto! Y cuando el general Ie tendi6 la
mano diciendole,-Princesa, bucnas noches,
-sinti6 deseo! de extrangularle. Sin embar-
go, era preciso disimular. .
-No esperabais mi visita Jverdad? aiiadi6
el general atrayendo hacia sf " su esposa, j ha-
ce tanto tiempo que vivimos separados/ Y
no obstante, bien sabeis cuanto os amo, mi
ado~ada Olga. Pero las obligaciones de mi
cargo son tales y tantas, que vivo en una agi-
taci6n continua, sin podpr dar un solo instan-
te " los dulces placeres del hogar.
. El general hizo que Olga se sen tara a 8ula-
•• _
20 CUENTOS •
. . . . . . . . . . . ... . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . _ . . . . . . . _ ....... .. ......... _ .. . . . . . . . . . _ _ ~
139
. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . u " • • • • • _ ....... ..

lo en e1 oonfidente, y aoarioiando nna de sus


nanos "sigui6 hab1ando oon temura, oasi oon
)asi6n.
-Como sois tan buena, jamas me habeis
-eproohado ese abandono en que os dejo in-
701untariamente; pero yo siento siempre que
11go me fa1ta; me falta vuestro amor, que ha
lido e1 unioo de mi vida, vuestras carioias que
JOn las unicas que han conmovido este cora-
~6n endurecido con 1a continna brega de lOR
oampos de batalla. Yo no soy mas que un
rudo Boldado, Olga mia, viejo per aiiadidllra;
pero 81 una mujer puede sentirse satisfecha de
ser amada, esa satisfacoi6n podeis tenerla com-
pleta, porque todo mi coraz6n os pertenece,
"porque no ha habido ni habra. jamBs amor com-
parable a1 mfo. " A veces pienso en la des-
igual~ad de nuestras edades y Bufro, porque
temo que se6.is a. mi lado desgraoiada y vivais

to'
tristemente. Pero 6verdad que eso no es cier-
6Verdad que bien sabeis que, como dijo
e1 poets. Preteffi, e1 que ama tiene siempre
veinte anos, y tengo para voz todos los atrac-
tivolS de la ]Das gallarda juventud?
Tie:ffel se" habia acercado mas y mas a. 8U
espo88, y al pronuilciar las ultimas palabras
habia rodeado con el brazo su taUe y ]a estre-
chaba contra su seno.
-Otras vecel tambien, la oidea de que"el
~ielo no ha querido bendecir nues~ra uni6n
140 BIBLIOTECA DE "EL BEBALDO."

me atormenta y me aflije. Un hijo, Olga,


hubiera sido, serfa aun, un lazo que uniera
nuestros corazones indisolublemente. Pero
Dios no 10 ha querido y en vano el amor ha re-
juvenecido mi alma, dejando mi cHcrpo debil y
agobiado con el peso de tantos anOB de fatiga
y lucha.
I~a voz del general tenia una expresi6n tal
de sincero dolor, que Olga, conmovida acaso,
incapaz de hacer un movimiento repulsivo, de-
jo caer Ia cabeza en el bombro de su esposo y,
cerrando lOB ojos, se abandon6 a sus cllricias.
Sus ]abios sintieron un beso de fuego que 108
scllaba; beso juvenil, jamb lientido, beso que
parcela eontener la tiavia toda de l::L primave-
ra de una vida.

m.
.
A la manana siguiente, Olga busco en va-
no a su lado al general. jEstaba sola! Una
luz timida y rosada se deslizaba a traves de
los eristales. La n.urora dcspuntaha apenas.
Confusamente se atropellabau en]a memoria
de la princesa ideas disimbolas. Sin embar-
go, de pronto viuo 8. su memoria el reeuerdo
de aquel grito, de aquel gdto que haMa eR-
cuchado momentos antes de que su espo-
so penetrara en BU alcoba. Haciendo una
20 CUENTOS. 141

sencilla toilette cie manana, salio c e ella a.ncio~


sa, desc:mdo informarse tle 10 sncedido. El
corredor elStaba desierto, pero en (11 extremo
de oI, el sll.lon, abiel'to de pat' en p ar, apareclD.
ilnminado pOl' ulla Inz am~rillent." <]ll'J no era
a
la cie la aurora. : Olga Hugo ' 1:. . ·p.t ~rta del
, , y ante (~l
saIon ' 10 que fie pl'es~n to' n,
eSl'JCiflCn
su~ OjOfl, Rll cor:-:.:r.6u, deRfallcdi6. SIlS ph~!·na.s
fiaqllearon, fln:s sienes latieroll viol 'ntamente
y pal'eciole que Ie asestaban un formidable
golpe e1' eI cerebro. En medio del 81.16n, en-
tre cuat]'!) hlandones, el general Ticffel estaba
telldido, palido y exsang£i.e, vestido de gran
uniforme, cubiel'to el pecho de cru t!~~s y con-
decoradones: cerca de Sll mano cl'ispada bl'i-
llaba la espada qne tauta gloria alcallzara pa-
ra su dneno, en Plewna.
~~~La princesa, que iba a caer en tierra, pOI'
no poder tenel'fie en pie, se sinti6 sORtcniua de
pronto y condllcich. de nuevo a sn a] \.~oba. Al
lleO'al'
o a eHa ' .. int
: ol'l'oO'o
:1 a la camal'Ol'a nue
'J
1a
habla concluuido. L :1 cv..marera contest.6:
r-No hcmos podido evitar Ii Ja sciiora la
BOrpreSlt que ]e h:l. callsado al vel' H. S, E. Co-
mo tenia ordon de no entrar Ii su n,1cobn. por
ningull motivo, ftlt~rnc imposible chrle parte
de que anoche, a la una, un D.sesino q ue DO ha
sido aprendido, apunale6 en el jardIn, (lejan-
dolo DlnCl'to ell el acto, al senor general.
De este corto relato, una palabra 1a fu c que
10
142 , BIBLIOTECA D1I: "EL BEBALDO.

turb6 mas 8. Ia princesa. "A la una" haMa


dicho la camarera ........ i A la una! A la
una habia penetrado el general en so. aleoba :
habla, pues, pasado Is. noche en brazos de un
muerto I ..... .. .. .. ..... . ..... . ....... . .

La princesa Olga muri6 al dia siguiente de


una fiebre cerebral y fue e,nterrada con so. es-
poso, en el mismo sepulcro.
Micowsky es actual mente embajador de
Rusia en Estokolmo.

-~.-
- - - -- - --

LA PRUEBA.

1.

Los vientos travieSo8 alTancaban fllgaces


sonrisas a1 inm6vil golfo; cn 1a oriUa, las bar·
cas oscilaban con dulces balanecoR, al impnlso
de la onda que les acariciaba 101'1 fiancos. POT
la cerulea lirnpide? del cielo volab::m las blan-
cnras errantes de las gaviot3os juguetona~, y
las 01a8 se tendian en 130 arena de la. playa, que
guardaba sobre la faz 1a saliva de su beso vo-
1nptu080.
El so), joven, rosagante, como si hubiera
lido lavado por las aguas de cuyo seno brota-
144 BIBLIOTECA nE "EL HJn~AT~Do."

ba, arrojaba sobre Ia superficie del mar la lu-


minos(]. alegria de sus rayos, cuya extremidad
se quehraba en iris e~pleDdentes alia en los
acantilados.
Algunas velas, hinchadas pOl' la~ hrisas, se
llevaban a. los pescadores; y mlly lejos, sobre
las aguas tranqui.las, se prolongaban las este-
las, como clejalldo el recuerdo de aquellos que
partian confiados en que In. mar los volveria 8.
traer, y que aeaso aqneUa celosa querida iba
a retener para siempre.
Pero como la manana estaba muy serena,
los pescadores se habian embarcado descuida-
dos y contentos; perdida en la inmensidad se
morl~ ]a cancion de un grumete y solla entris-
tecer la atmoRfera el g"l'ito de una ave marina
que iha en busca de -su nido, colgado en 10
alto de una p ~fia .
La Ca.sta Do linda inflaba en tanto la tela
gris de su velamen, y se deslizaba rapid amen-
te dejando comprender qne quien la gniaba
tenia impaciencia de Hegar a alta mar. eaCCl-
no Ol'saglia, el patron, llevaba el timon y di-
rigia la barca por buen rumbo, evitando esco-
llOB con habilidad pasmos3.
Atento a. la maniobra escudriiiaba el hori-
zonte; pero la arruga de su frente y el gesto
01\1'0 de sus labioR demostraban que un pensa-
mien to cruel absorbia RU mente. Su mutismo,
de vez en cuando interrumpido pOl' uua orden
20 CUENT08. 145

breve y dura., intimidaba ala tripulaci<'in, que


estaba tacitnrna como Sll jefe.
S610 el marinero Pietro Angelo Mariani sil-
baba entre dir,nte8 una aria popular, y cerca
cIe el, ocupa,do en deHatal' los hilos de la red,
estaba agazapado el grumete Ubm'to, hijo de
Caccino y de 1a Dolinda cuyo nomhre llevaba
la barca. El muchacho, al lado de Pi~tro
Angelo, hacia resa1tal' mas 01 parecido que
habia entre ambos, y la mirada de Or8aglia
creia hallal' en aquolla reunion casual la prue-
ha de una crecicnte sospecha.

II

Pietro Angelo Mariani, pl'irrlo de Dolinda,


habia abandonado la isla poco antes del ma-
trimonio de esta con Caccino y algunos meseA
antes del nacimiento de Ubcrto: el servicio
militar 10 llamaba.
Habia servido bien durante aiez ailos; des-
pues, bruscamente, habla des preciado los ga-
lones conquistados, diciendose enfermo de la
nostalgia del pais, y, vuelto 8. C6rcega, se ha-
bia acomodado como mal'inero de Orsaglia.
Este habia ac(}gido bien al pariente de su mu-
jer; pero muy pronto Sll confianza conyugal
habia sufrido menoscabo. El parecido entre
146 _._---.--
._-- - _. . _. EL
BlBLIOTECA )) & B.EBALDO."

el primo de ElU mujel' Y su hijo, aunque se ex-


plicaha. por la cOll!'l:mguinidad, turbaba 8.
Caccino, liohre t odo )"Iol"1I1e sentia que Dolin-
da ~e aleja1Ja de el dea<1e que Pietro se habra
infiltrado en la intiruidad de su hogar. Ade-
maFl, el carino que e1 l'E·cicn venido manifes-
tabn. al mueha.oho iu::-;pil'aba al alma celosa del
marido una sospeeha que cada dla, con mas
vehemencia, ansiaba este aclarar.
Su activa y astuta vigilancia no Ie di6 nin-
gun motivo de queja contra Dolinda; pero si
ahora se conducia bif:'n, el presente no garan-
tizaba el pasaclo. tQ ih: r,rueba habfa de que
no hubiera faltado ti ~IlS deberes antes de la
pal'tid a de Pietro p:1l":1 sC!rvir en el ejercito?
y CaG\.~il1o pen saba t!l1 q ne 10 que Mariani de-
cia, euan io se tratal,:~ <ll:'t muchacho, Dolinda
10 obedcda siempre .... . .•.
lOll! aqual parecido era demasiado nota-
ble/ ..... . . .
Acaso llquella Dolinua :l. quien haMa llama-
do la, Casta, ponienllo Bll nombre y el de Ie.
cualidad que creia que en ella resaltaba, 8. Ia
barea <.Jue 10 conducia entre los peligros del
mar y del cicio, Ie habia enganado desde an-
tes de su matrimonio? Y si asi era Jc6mo el
otro se habia atrevido a volver al lado de
aqueUos seres que antes de BU retol"110 vivian
tan felicea y descuidados?
Pero !:Ie indignaha de echar de menos
20 CUENTOB. 147
aquella ~poca de confianza: Pietro haMa he-
cho bien 8. volver: 10 haMa traido la Pro vi-
den cia para que brillara al fin la hora de la
verdad y de la justiciar EI no queria una
falsa felicidad deb ida 8. la hipocrecia! Al fin
y al cabo sabria ]0 que queria saber! Su mu-
jer apareceria ante los ojos de su conciencia,
pura y sin mancha, 6 su venganza. . . . no: su
justicia, seria inflexible!
Y los pescadores se entregaban en tanto 6.
su labor. Las redes, con el peso del plomo,
fueron al fondo del mar y volvieron Hen as de
peces, y el patr6n y los tripulantes olvidaron
durante largo tiempo los cuidados de la vida
Bruscamente una r8.faga huracanada azot6
la vela; la OaBta .Dolinda se estremeci6 pri-
meramente y casi sa recost6 despu~s, desequi-
librada.
-Arriad las velas! grit6 Oaccino.
EI cielo se cubri6 con un vapor denso y so·
focante, y apeD as comenzaba la barca 8. vol-
ver 811 proa bacia la costa, cuando se desat6
la tempestad.
Apretadas, tumultuosas, las olas, subiendo
del fondo, golpeaban la quilla; la Oasta .Do-
linda 8e encabritaba, ascandia, y vol via 8. hun-
dirse en los abismos. Sin apartarse del tim6n,
Caccino, por hair de 1& torment&, sa ensan-
grentaba las manos, en IU aDllelo por mante.
148 BlBLIOTEOA DE "BI. BEBALDO."

ner la barraen la direeei6n neeesaria para ga-


nar la orilla.
De pronto un eable se rompi6 y azot6 eon
fuerza indeseriptible. Uberto, arra8~rado por
cl ehoquc, eay6 en el seno de las 01a8 rugien-
tes. Resono un grito:
-Mihijol
Grito salido de dos boeas, cseapado de dos
corazones: del de Caceino y qeI de Pietro
Angelo al mismo tiempo. .
Pietro Angelo se arroj6 al mar para salvar
al grumete. Caccino, 8sido a la barm del ti-
m6n, clav6 18. mirada en el lugar en que am-
bos se habfan sumergido.

m
Un eambio bruseo del viE-nto salv6 ala
Casta .Dolinda del naufragio, y la barea vol- ·
vio, 8iguiendo su estela, marcada todavfa en
las ondas alborotadas, en busca do Pietro y
<leI grumete.
Durante largo tiempo todo fue inutil; pero
de pronto un marinero grit6:
-AMI aMI A baborI
~Pietro Angelo! exelam6" uno.
~Est6. s6101 dijo otro.
-No, .contest6 el primel'o; trae al grumete
'. en lUll brazos.
20 CUE NTOS. 149

- Bravo! Bravo! exclamaron todos.


- Pietro Angelo es un valiente!
r-lComo si el muchacho hubiera sido flU
·· O ,.• •••
h IJ
En nH'dio de 1a catastl'ofe, Caccino no ha-
bitt pent'ado mu.l:! que en el nino y en el hom-
bre que estn.ban en pdigro, en aquellas doa
vldas que l 'l ':l. p l'ec1.~o UiRputat' it. la muerte;
pel'\) las illt1ll1p.s palabl'3,s dcspertal'on sus ho-
rribles sospuchas.
L a prueba, la prueba que el buscaba, ;,no
estaba acaso en el sobrehumano heroismo que
habla heoho que Mariani, en plena tempestad,
con inminente pelig1'o en su vida, se arrojara
al mar pal's, socorrer a1 grumete? lPodria un
homb]·e realizar un acto tal de abnegaci6n,
si no f uera por sa1var a un hijo?
Y sin embargo, Orsaglia necesitaba todavia
una prueba mas convinoente!. ...
Gobcrn6 su hal'ca hacia ellugar en donde
Be ('ncontl'aban los dos naUfragOB; lOB distin-
gui6 C1aramente: Ubel'to asido a1 cuello de
Mariani, con la cabC:'za apoyada en su hombro;
Mariani dcbati6ndose cleseRperadamente entre
e1 hcrvor de las olas.
Caccino los vt!ia; iba a a1canzarlos, 6. sal-
varlos: las faz de Pietro Angelo ya estaba ra-
cliosa de orgullo y de amor. '
La conciencia. orden6 a1 marido celoso que
150 BIBLIOTECA DB "BL BEBALDO ."

buscar. una ultima Y Hll prema prueba, y gri-


t6 a. Mariani con voz tClTible:
-S610 a. uno he d\~ 8~1.1 var: ~o. tl (, Ii. al?
Pietro Angelo ley.mto la cabfzfl por sobre
las ondas; vi6 a aqnel hombre formidable, lo-
co de odio, y 10 comprendio todo. "Sin em-
bargo, pensu, Dolinda vol vera a ver a nuestro
hijo. "
-A el! dijo sumergiandose, fatigado: pero
levantando al grumete con sus nervudoB bra-
zos.
Caccino grit6:
-Entonces, morid ambos!
Y con rapidQ golpe de barra, volvi6 la pro.
hacia la costa.
De la tripulaci6n toda Be levant6 un rumor,
algo asi como un gruiiido de reprobaci6n.
Un marinero qUiBO arrojar al agua un salva-
vidas.
EI patr6n rugi6, mirando' todos con ojol
inyectadoB y enarbolando el hacha:
r-/Ay de aquel que se oponga a mi justi-
cia!

IV

Y la Oasta .Dolinda, doce horas despues de


ha~r partido, voIn6 al puertb, mecn6ndb8e
20 OUBln'OB. 151

coquetamente 6. impulso de las briMs que, hu-


medas todavfa con el aliento de la tempestad,
ponian sobre las olas penachos de espuma y
las empujaban hacia la arena de Ia playa, que
guardaba en 1& faz la saliva de su beso vo-
luptuoso.
UNO BE TANTOS.

Una noche, en Paris, Leo:Montancier y yo,


que nos habiamoB vuelto 8. reunir despues de
seis an08 de separaci6n, y que teniamos por 10
mismo mil confidencias que hacernos, acab8.-
bamos"de comer en 61 Restaurant Brebant esta-
blecido en la primera pla.taforma de la torre
Eiffel. Era noche de" fiesta en el Palacio de
180 Exposici6n; las fuentes luminosaB fulgura-
ban con bellisimos cambiantes alla. abajo de
nosotros, la galeria de las Mtiqninas, las cupu-
las del palaoio de las Artes Liberales y del de
Bellas ATLes nos aparecian cenidas con largas
guirnaldas de focos luminosos. "
"Leo, entre otros muchos episodios de Sll vi-
154: BIBLlOTBCA DB un BBBALDO. "

da, me refiri6 el siguiente que no he podido


olvidar.

•••
"Cllatro anos dur6 apenasla vida tranquila
y Bosegada que con tanto anbelo habfa busca-
do despues de mi matrimonio.
Mi e~posa misma, luego que vi6,.-y las mu-
jeres tienen Riempre ojos de !ince para ver
esas cosas--.que la vida de provincia no cua-
draba a mi caracter inquieto y vehemente,
me aconsej6 que volvieseruol 8. Parfs y que
me entregara a mis antiguas ocupaciones.
-vuelve 8. Iser periodista, me dijo; aun-
que soy celosa por naturaleza, procurare do-
minanne y acabare por dormir bien aunque
sepa que t6. pase8 las nocbes entre los bastido-
res de los teatros, ofreciendo ramilletes 8. las
divas y tuteando a las coristas.
Y volvf a Paris, volvf 6. reanudar aquella
vida de eslabone8 de fuego que todo 10 calci-
na, 10 mismo en 10 ffsico los p6.rpad08 y el ca-
bello, que en 10 moral las ilusiones y las vir-
tudes.
Fue precisamente en los primeros meBeS de
mi reentrada en el periodiRmo, y ya mi nom-
bre habfa vuelto , adquirir cierta Dotoriedad,
cuando pas6 10 que voy a relatarte.
20 CUENTOS. 155

Una noche, una de esas noches que habia-


mos pasado yo y otra media docena de cro-
nistaa teatrales, tuteando a las co'ristas, como
dijera mi mujer, las intimidades del tuteo, en-
tre los bastidores de uno de los teatros del
Boulevard Montmartre, nos llevaron a beber
nna copa de Champafia mas de las necesarias.
Habian dado ya las dos de la manana cnando
Paul Rondeil y yo nos encontramos al fin BO-
los, presa de la excitaci6n producida por las
pasada.s libaciones, sobre el macadam del
Boulevard ya oomplctamente desierto.
Sentiam08 naturalmente una sed horrible,
"oomo si JDascaramos lana," segun la feliz
expresi6n de Juan Richepin, y oomo tod08
los grandee cafes y brasseries estaban ya oe-
mdos, Rondei! y yo tomamos una de las ca-
llejuelas adyacentes al Boulevard y entramoll
en un fig6n de e80S que toda la noche perma-
neoen abiertos. AM, frente a un par de co-
pas de vulgar aguardiente, entre el humo de
cien pipas yen medio de los jura.mentos de
cien bocas, nos pusim.os a charlar, a haoern08
esas confidenciaB que con tanto gusto como
facilidad se haoen 108 ebrios.
Yo no tenia por Rondell una gran simpatfa
ni una gran estimaoi6n. Su oficio de ere in-
teur (1) me repugnaba, porque en mis presunoio-

[1] F,ata palabf" el intraduotible. EI un IUba-


166 BIBLIOTBCA. DB "BL HEBALDO. "

nes de literato y de poeta, encontraba inferiores


a. mf 'todos aquellos a.ql1ienes., a pesar de lla-
marIes colegas, creia exolusivamente periodis-
tas: y Rondeil entraba, segun mi opinion, en el
nuinero de esos. Sin embargo, esa. noche, 6
el -alcohol m~ di6 0. mi benevolencia 6 8. el Ie
di6 talento. El hecho e~ que me pareci6 ~o­
mo otro hombre. Su conversa.ci6n era facil,
chispeante y tenia ciertos rasgos de ingenui-
dad que me conmovian. Recit6me' versos,
versos sUY0I!I, 'si ,no con·ectoR, si inspiradoe,
que se sentian brotadoB del coraz6n, como :flo-
res en un campo de cardoso Su vo,;, al reci-
tarlos, tenia inflexiones hondamente tjernas.
Le manifeste sorpresa de que, hubiera cultiva-
40 genero de literatura tan contl'ario 0. su 08';'
ro.oter Y , su reputaci6n.
-Mi reputaci6n! dijo, ~acaso se hace uno
la que desea? Mi caracter!l ;.acaso conoce
U d. ni nadie el camcter vel·dadero de SUB S8-'
mejantes? Yo me he hecho, como todos, 'l a
replltaoi6n que he podido y en cuanto 'mi
oari.cter, 10 he amoldado 0. las circunstancias
de mi vida. Amigo mio, yo no s~ si siempre

tantivo derivAc10 del vet'bo ereif+ter. que, "seg1i.n a'


DiooioDario liguific" desll)mAr, d t.arrengar; en el
teonioiamo periotllstico, ereiflter aignifioil deslomar
6 derrengar aooial 6 pOliticamente a un adveraario.
20 CUENT08. 15'7

se ha vivido como ahora, pero 10 que si se decir


aud. es que desde que fue importada de allen-
de 10. Mancha esa horrible frase: struggle for
life, cuya primera palabra, struggle, parece
un ladrido, y cuya ultima, life, semeja un
silbido, para vivir hay que morder como
can 6 que arrastrarse como vibora. JCree
usted que yo h~ adquirido mi reputaci6n
por gusto, gozoso de obtenerla? Oh, no;
las circunstancias me han hecho 10 que soy.
Obligado desde los ultimos anos de mi cuarto
lust-ro, a. mantener 8. una familia namerosa,
caeado 8. 108 veintid6s aflos, padre de tres hi-
jos 8. los veintioinoo, he buscado en el perlo-
dismo una manera de vivir segura si no may
productiva. He exprimido mi cerebro dia a.
dia, Doche 8. noche sobre las mesas de redac-
ci6n. Pero el uso indebido y excesivo que
he hecho de esa viscera, no es 10 que me preo-
cupa: siento que aun queda f"U ella jugo sufi-
ciente. Lo que me duele, 10 que ... . ... .
se 10 dire , Dsted con sinceridad........ 10
que me avergftenza, es qae he exprimido tam-
bien mi coraz6n, y en ese si no queda yo. na-
do.; est8. agotado, vacfo como ~na u va opri-
mida entre los dedo!.
Rondeil parecia 8umamente agitado. Pro-
cure calmarlo. .
-Ohl U"ted no me conoce bien, sigui6
diciendo, no canoce ciertas poridades de mi
11
158 BIBLIOTECA. DE un BEBA.LDO."

vida intima, ni puede suponerlas. Porque


Usted no conoce de las luchaR periodfsticas
mas que las violencias de los partidos 6 de los
.. circulos politicos, en las poIemicas leales en
que, si se ataca 8. los hombres, se les ataca
por un acto administrativo, por las ideas en
un artioulo 6 en un disourso expresadas. Pe-
ro los oombates de enorucijada, cuerpo a cuer-
po, en que yo he adquirido rni ?'eputacion, esa
reputaci6n de que usted me hahla, Ie son des-
conocidos. Y todaVla si los que provocamos
esas refriegas y en elIas sobresalimos, 10 hi-
9iaramos espontaneamente, por instinto, por
gusto, pase; pero no 10 crea usted: somos los
instrumentos de agenos odios, de las ruines
pasiones de otr08. Yo, al men OS, aSl he
procedido oasi siempre. Cuando el editor que
me paga ha tenido alguna venganza infame
que satisfacer, ha echado mano al anna prohi-
bida que llevaba ocUltll, es decir, 8. mi, 8. mi el
procaz, el bravo, el ereinteur, 8 mt que soy en
puridad algo aSl como una navaja catalana
que esgrime un majo incapaz de tomar en el
terreno del honor la espada 6 l~ pistola del ca-
ballero. Y asi he herido Ii. quien sabe cuan-
tas personas honorables, a quian sabe cuantos
compaiieros mios; si, porque haF.!ta en contra
de MiA propios camaradas, de aquellos que vi-
,ren con mi misma vida, he sido esgrimido!
No ha mucho que acuse a uno l)or 8US excesos
20 OUBNT08. 159

alcoh6licos, y ya ve usted si tengo del'echo


para ello. . . . (Rondeil, al decirme CfltO, t al'-
tamudeaba ya pOl' efecto del alcohol); nntefl
habia df'!nundndo a otro porqne frecuentaha
las mujeres de mal vivir, yo que flOY peor has-
ta que esas mismas lllujereFl, pOl'que 110 mi
cnerpo, sino mi inteligencia, ha sido 10 que he
prostituido, 10 que he vendido al mejor pos-
tor!
Aquel pobre diablo, despues de un momen-
to de silencio, en que parecia como anonada- '
do, continu6:
-Alguna v('z he querido salir para Riempre
de este fango, eseapa1'me de eflte 'iufierno: pe-
1'0 no he podido pOl' largo tiempo lograrlo,
He pasado hasta quince dias buscando ot,ro
trabajo mas honesto, pero, cansado de encon-
trar cada noche, al tornar 0. mi casa. que no
habia con que amanece1' Y que mis hijos no ,
tenian zapatos, he acabado pOl' volver a mi
antiguo oficio, pOl' empequeiiecerme de nuevo
como un punal que hubiera sonado ser espada
sin lograr aumentar sus dimensiones.
Rondeil no podia ya hablar. J~as numero-
sa8 libacioneR de aguardiente habian produci-
do 8U resultado. En el fondo, su relato me
habia conmovido. Aunque al ofr sus confi-
dencias habia comenzado pOI' tenerle horror,
pensando en la familia de aquel infeliz acab6
pOI' sentiI' la suprema piedad que inspir6 8.
160 BIBLIOTECA DE "EL DERALDO·"

Yictor Hugo sus versos 8. la hortiga y 8. 108


animales ponzofiosos, y que hb:o decir a. eKe
graJJde y bon~adoRo genio, que en el Calvario
las llagas d.e Cristo imploraban piedad para
los clavos; y tome del brazo al ebrio periodis-
to. y 10 lleve 8. 8U casa.
Quince dias dE'spu6s, una crisis politico. me
arroj6 It. una poICmica periodistica. Vario8
diarios tomaron los UIlOS el pro y 108 otros el
contra de mis opiniones.
Una noche, 0.1 pasar por el !Joule'va1·a, vi
que en los kioskos 01 publico se arrebataba
los ejemplares de L'Eclat, que era un peri6-
dico de esml.ndp!o, enemigo de las ideas qno
yo def'enclia. Al comprar un ejemplar, 01 8.
un individuo que decia: On ereinte ~lf. M'on-
tancier (Derrengan al Sr. Montancier.) Me
dirigi 8. un cafe y ojee r8.pidaruente el peri6-
dico. Pronto encontre eI articllio. Busque
10. firma: i Paul Rondeill
Oh! el amigo RondeH me ponia como no
digan dnelias. De su articulo sa.Ua yo hecho
un monstrno de vicios. Y hasta citaba he-
chos en apoyo dE; sus acusaciones. IDecia qU(~
quince dias antes me habia estado embriagan-
do en un fig6n hasta el amanecer!
lYli primera impresi6n fue de c6lera; arroje
el peri6dico (lon asco; pero 0.1 clirigirme 8. mi
caaa, 0.1 traves del boulevard lleno de tran-
seuntcs, mi colera se fue calmando, La plaie
20 ClTENT08. 161

dit: grace pour les clous! cantaba 8. mi oido la


generosa voz de Victor Hugo, y recorda 10
que Rondeil me ('leci~ quince dias antes, ]a
noche aquella: "en mi casa no haMa con que
amanecer y ruis hijos no ten fan zapatos."
Al Hegar 6. 1a mia, rui mujer me esperaba
como siempre, cariiiosa a impacicntemente.
Be ech6 en mis brazos y despucs de las prime-
ras ternezas, me dijo :
-lSabes? J uanito no pudo salir porque
no tiene zapat08.
-Pues ni yo ten go con que comprarselos,
colJteste sonriendo, pero con una sonrisa jubi-
losfsima,. como la que hubiera tenido al dar la
, noticia de haberme sacado 1a loteria.
Mi mujer pareci6 admirada de que ei no te-
ner dinero me causara tanta satisfacci6n.
Y sin embargo, querido amigo, gracias'
Rondeil, la satisfacci6n que senti esa vez ha
sido una de las mas grandes y sinceras de mi
vida."

-
RAFAEL DE ALBA.
"MARIAH DE JORGE ISAACS.

Tomaban el cafe cuando e1 periodista. de-


senvain6 la espada, 6 10 que fne igual, sac6
del bolaillo de au levita un ntlmel'o de "La
Viol(·ta" semanario de literatura y varieda-
des, desdob1610 y ley6:
'~Guardo en el estante honol'ado de mi bi-
l>lioteca, que dirfa el duque Job, junto a los
cuentos de Dick,'ns y la Magdalena de San-
deau, un ejemplar de Is Mar~a de IsaacA, de
ese libro en curas hojRfI han cafdo Jas lagrimas
de dos generaciones, Las mias tam bien, abun-
d~ntes y dulces, baiiaron en otros tiempos las
llneas de eBe poema. Con reJigiosa comvostu-
1'a las lei mil veces, alIa en los an os feHces y
ya rcmotos en que Lamartine era mi idolo y
Graziella y Rafael mis libroB predilectos.
166 BIBLIOTECA D~ "EL HEBALl>O.

Hoy todavfa, cuando abro, no sin emoci6n,


el viejo volumen e intento., engolfandome en
su lectura, recordar mi niiiez, la vista se me
nubIa y ante m~9 ojos hmnt!liecidos t6rnanse
los renglones manchas bOl'l'osas e inrlecisas.
Y es que, a pesar de mls aficiones natl1l'alis-
tas y de mis gustos por 10 moderno, aun tengo
huellas de la locura de mi infancia. Raspad
301 ruso y aparecera el cosaco; entre nosotros,
quitad a. los amantes de las letras el barniz
decadente de impresionismo 6 de realisIDo que
los cubre, y hallareis al romantico. No 10
pueden evitar, ni 10 evite yo. Naci cuando
Plaza era un genio y Espronceda un diose
]tIe erie entre las palidas heroinas del poeta
de las Meditaciones con Dea tam bien, con
Deruchette y con Fantina. Maria, sobre to-
das, fue mi amada. Y de este amor es del que
voy a hablaros refiriendool!l breve, rapidamen-
te, la historia de mi crimen. De mi crimen,
digo, porque uno comed negro y nefando, e
Isaacs y su MaNa fueron mis c6mplices.
Es, pues, el caso, que fui a. pasar en cierta
vez mis vaeaciones a. una hacienda. En ella,
a las sombras de los sauces del rio, lei la Ma-
rta y aprendi de memoria el Idilio de N Ui'iez
de Arce. Un dia el dueiio de la finca inme-
diata vino a visitarnos y nos present6 6. 8U hi-
ja. Yaqui fue ello; surgi6 ests ante mis
ojos, y con SUB gracias psstoriles, su timidez
- - - -- - -20
-- CUENTOS. 167
- - - - ---- -- --- -
de cam pesina y su vestido de percal claro y
vaporoso, antoj6seme una Marla y me cauti-
v6.
IJ3 am{; con la paai6n fren{;tica y ardiente
que de j6venes sentimos pOI' las damas dc las
novelas preferidas, con ese _amor que nos ha-
ce vel' una Margarita Gautier eu cada in feliz
que cruza nuestra senda.
Obtuve su carino-no me cost6 grandes es-
fuerzos alcanzarlo-y plagi{; al insigne vate
de Colombia. POI' fortuna para mis contem-
poraneos, no 10 plagi{; escribiendo otro libro,
sino baciendo de mi vida la copia fiel de 8U
novela.
Cacerias en las quebradas de los montes;
pascos a caballo con ella para asistir a bodal!l
de gafianes; entrevistas en el jardin de su ca-
sa, rustico y umbroso; presentimientos de
muerte, aves negras; el recuerdo de los estu-
dios que aun me quedaban pOl' hacer, cil'Dien-
dose como amenaza inevitable 80bre nuestras
cabezas; nada, nada falt6 8. nuestro idilio.
JVaya, basta tuve un perro, al que, no obstan-
te llamarse ya Coyote, puse Mayo en memo-
ria del otrol
Ella era blanca, rubia, esbelta ; padeda del
mal incurable y hereditario de la novia de
Efra~ ,- y sus continuas dolencias cubrian su
frente p'lida con nubes de constante tristeza.
Su cari.cter, debido a elto, era melanc61ico y
168 BIBLIOTEC.A. DE "EL BEB.A.LDO."

dulce. Previendo su fin pr6ximo, coDsidera-


ba Is tierra como estancia de paso y apenas si.
percibfa sus cosas. ~ Que Ie importaban de-
talles, escenas y figuras que sus ojos no vefan
sino por un in stante, debiendo en breve ce-
rrarae a Ia luz de aquf abajo?
Empero, no queria irse de este Mundo sin
haber probado alguno de sus goces; ave via-
jera, antes de que el invierno la expulsase"
otros climas, querfa, calentandose al sol, em-
briagarse con la esencia de las corolas. Por
eso, sedienta de amor,-jno han dicho que el
am or es perfume, Ia miel de las Hores"del al-
ma?-jnzgandolas sinceras, acogi6 agradeoida
mis palabras.
Y fuimos felices durante algunos dias.
Luego tuvimos que dejar el campo; en el
pueblo humilde y rampl6n, 8. pesar de su titu-
lo de ciudad, en que su familia y Ia mfa resi-
dIan de ordinario, 180 6gloga no fu6 ya posi-
ble. Sus zagales, nosotros, quedabamos, es
cierto; pero 6d6nde estaban la casa de Ia ha-
cienda, el jardfn. los naranjos, "la cuesta que
alfombraban amapolas y lirios, el arroyo mur-
murante en su lecho de guijas, 108 rancherol
respetuosos en 108 que podfamo.s darla de pro-
tectores, el perro, la escopeta? No, aUf no;
calles obscuras y sin empedrado, vecinos cu-
riosos, parientes entrometidos, tfas grufionu,
vigilancia estrecha de sus papas.
20 tlUENT08. 169

Apenas si podIa, de cuando en cuando, aso-


mane a. la ventana y contestar con voz tem-
blorosa a. mi saludo.
Intentaba yo a. veces, para ponerme en si-
tuaci6n, decirla algunas de mis trasnochadas
ternezas, y a. la mitad de mi cle-nsula ocunia-
sele a. su mama. lIamarla 6 a. alguno de 8US
herman08 ponerse de plant6n en e~ zagua.n.
Romeo entonces cafa de Ia escala de seda, es
decir, retirabame prosaicamente a. esconderme
en la esquina, mientras Julieta, acobardada.,
entribase llorando a. ofr la materna filfpica.
Sucedi6 10 16gico: canseme al fin, y at mar-
char al colegio parti con Ia resoluci6n inque-
brantable de dar por terminada la novela.
No la volvf aver: trastornos imprevistos
hicieron a los mfos cambiar de rcsidencia.
Aiios despu6s 8upe que haMa muerto, resig-
Dada aUDque triste; supe tambieD que' en los
deliri08 de su agonia pronunciaba mi nombre.
Y ese fue mi crimen. No la mate yo; Da-
ci6 coDdenada 6. ocupar joveD el sepl1lcro; no
13 mate, pero verti en el caliz desbordante de
sus amarguraR Iss gotas de ponzoiia del de-
sengafio y de la duda. Ahri6me su alma vir-
gen; debi hacer de mi carino un balsamo pa-
ra 108 dolores crneles de su vida. Sabia. que
en la noche de la ausencia UDOS cuantos ren-
glones de mi mano hnbieran sido para su po-
bre coraz6n enfermo de frio y de tristeza, co-
170 BmLIOTECA. DE .; I JIlL BEBALDO."

mo un rayo de sol; sabia. que me amaba y que


se mona; y no Ie escribi, yo que tantos plie-
gos he borroneado inutilmente, una sola. pala-
bra de consuelo. No la mat~, pero ennegrecf
con mi traici6n sus ultimos instantes. Heri-
da, clavada en la cruz de sus torturas, pedla-
me un poco de afecto como el mo.rtir un sorbo
de as.rua, y burlando BU esperanza la hice be-
ber la hiel de mi ingratitud y mis deadenes.
Aho;ra, ya sabeis por que guardo con reli-
gioso respeto un ejemplar de la 1Jfat°i.a; por
que, Ri 10 abro, la. vista se me nubIa ante Sl1S
paginas. Lloro recorriendolas, como en este
instaute lIoro, acordandome de la pobre nina
que muri6 pronunciando mi nombre."
No 11or6, por supuesto, sino que, doblando
BU peri6dico, 10 guard6 cuidadosamente ; ech6-
Be luego, entre pecho y espaldas, el cognac
que aun qnedaba en 8U copa, y tosiendo ha-
bl6 aSI 0. sus dos oyentes:
"~sta es la bistoria; como ven udes., hay
en ella, 10 confieso, mucho de romantico, y ..
10 dire de una vez, mucho de tonto. Faltale
in teres, carece ne movimiento, nada prueba.
Ni sostengo una tesia, ni discuto un problema:
narro sencillamente 10 primero, 10 unico que
se me vino 8. las mientes. En cuanto a los
terminos eSOI!!, de gotas de ponzona, calices de
dolores, rayos de sol en noches de aU8encia y
otros analogos, y en cuanto al tinte de cursi
20 CUlIlNT08. 171
sensibleria que colora mi relato, s610 os dire
que, adem8.R de que me pongo l1or6n e inRo-
portablemente triste cllando me acuerdo de que
ella, la heroina de mi cuento, me qUiRO, ha
mllerto, y deliraba en su agonra con mi nom-
bre, declico estas paginas a llnas sobrinillas,
grandes admiradoras de Perez Escri<:he, qne
no me entenderlan si otro lenguaje les hahla-
ra. Ellas encont,raro.n intend6n y moraleja
en mi fabula. Nifias, les digo aqui 0 pienao
decides de palabra ' cuando las vea, no creais
en la pasion de los poetas, de los sofiadores,
de los partidarios de Lamartine y de Jorge
Isaacs. No os quieren, encarnan en vosotraa
el vago ideal que engendra en £In fantasia, co-
mo la ·fiebre~ el delirio, la neurosis poetica que
lOR ataca. Se enamoran de Julia, de EFlme-
ralda 6 de Coseta, os hallan parecido con elIas
y por estas 08 aman. Asi les predicare 6 po-
co menos, y ahora he conclnido, y a. U des.
toca darme BU parecer sobre todo esto.
Uno de los ~os interpelados, mocet6n ro-
bllStO, tosco, vestido de charro, saIto con 10
siguiente: "No he entendido mucho de 10 que
nos leiste, paro no importa. En esa historia
6 en ese cuento ~hay algo de verdad 6 todo 10
has sacado de tu cabezal Y si es verdad,
aqui para entre los tres, cuentan08 en d6nde
y cuando y con quien te pasaron esas escenas
tan pateticas y aun raras que no parece sino
172 BmLIOTEOA DE u n H~DO""

que son de "Os!3ar y Amanda" 6 de "La


Tumba de Hierro:" te 10 pregunto por que ,
soy tu paisano, me crie en el pueblo, como Ie -
llamas, en que vivitlte de joven, conozco 188
haciendas y ranchos todos oe sus cercanfas, y
quisiera sabel' quien fne y como se llam6 esa
muerta de que hablas"
Respondi6 el escritor: "Verdad es en parte
10 narrado,- el pueblo el mismo en que tn vi-
ves, la hacienda la tuya y la muerta tu pri-
ma"
-ttMi prima? tSoledad?
-Soledad, Ai.
-,Hombre, hombre! .Y te apena real-
mente el creer. ",.. eso, vamos, 10 que aM di-
ces, de que amargaste sus ultim08 momentoa1
. " " . ttsf,? pues voy a. quitarte un peso de Ja
conciencia. Soledad fue, como tn, mny ro-
mantica siempre; dfose desde chica a. las no-
velas y ~ los versos; tal vez 'por eso conge-
niaron udes.; entre ella y Mis herman as sa-
~aban las cartas qne te escribfa, de un libro:
"EI Secretario de los amantes," que quiz' co":

G6mez, .te
noces, 6 hacfa que se las dictara. el maestro
acuerdasl aquel viejecito que lea
enseiiaba musica y dibujn; llor6 cuando te
fuiste, mas, persuadida, porque era voz gene- "
ral en el pueblo, de que no habfas de volver,
me correspondi6 a m{, sf, 8. mt, y perd6name'
10 brusoo de la oonfesi6n, 8. rof tu -amigo, tu
.~f) CU)nrA't'.6. 1'73
--------
tocayo. De~ ~uG8 tuvo ('1 rOiJ novios, de suer-
te que si la ol'\'idaste, tit 0lvid6, y en 10 de
que &1 agoni",...r pronunoi~.ra tu nombre, caBO
de ser cierto, qne 10 dud." pues Be que muri6
cri8ti~nament··\, confesaC'.:,. y con viatico, co-
mo tu Y yo bt)t! llamamoR 10 mismo, queda por
averiguar 8. c-.u;.: de los Of'~ se :referia.
-A no ser-exclamo b !os6ficamente el ter-
cer cumenssl, mudo h~i;a entonccs-que se
acordara de "lgfm otro h~m6nimo de ustedes.
CAVALLERIA RUSTICANA.
--- .

A Victoriano Salado Alyal'U.

I.
E1 C&IIO que quiero narrar abora grav6aeme
bondamente porqne tuve de el noticia, en cir-
onnstanoias para mi inolvidables. Elsuoedi-
do eae di6 margen' un prooeso en el qu~ yo
iutemne como defensor. Foe, pues, caUY [.
de mi primer negocio e inspir6me mi prb:ner
esorito jurfdico, aquellol 8eis pHegoallenOl por
I.. onatro caras. .
JOb, el primer esorito! 1Con que timidez
176 BIBLIOTBO.A. DB uBI. IIBBALDO.

Ie principia, con cuanto cuidado Be elabora!


Ningun termino nos parece justo en el, ningu-
na idea feliz; Be corrige diez vecel, Be rehace
otras tantas.
Es una valvula abierta de pronto por 1& que
tiene que escapane nuestra sabiduria, el cau-
dal de conocimientos acumulado en el colegio,
cuanto hemoll aprendido, cuanto ignoram08,
las frues rebuscadas que admiran nuestrol -
papis, las pedantellCU citu en mal latin con
que de;p1DOI .OOqt.rlabiertol a nueatrol 'b8l.'rila-
n08, las atrevid.. doctrinas que hacen poner
el grito en el cielo ala bonna de nue8tra abue-
la 6 ala santurrona de nuestra tia. Y Be es-
capa todo eso, se e8capa como el vapor de una
caldera ::ttl·multuosa, deaordeoadameote. Ha-
blamol del vulgar homicida 6 del pedestre ra-
tero con 1& vehemencia· .. de -un Dem6stenes;
. pintamos' al deudor que no paga a nuestro
clieote con lOll mas ne~1 colore8, pedimol
jU8ticia con palabras que tienen algo de las im-
pJ;9oaciones .d~ WJ. pJ:of..~ impl~ran~p del te..
rribte ~ehoy., <conmisera0i6n 6 venganza. r . . •
y, al paaeamo-; Wapl'O.yis&ndo ~ebAei~tes,
por el f!I~l1o cuartuoho,. no record.moe .q~e
~ en ~l . Tri~qQ.al p~fiere~ i .nuestraa 8Q~. ~6... ..
ri~.1a ho~ . de .~ .bQ.en~ razqnea c;lel .
con~~rip, qq.. .eld uez 09 ' 1I&b~ COla rpayt>t:.oi .
de pOesfa, ni de ortograffa, rai de . ciencia, aI- ·.
SUna ...u~ te~.~ 'e n ~al (jUe nueltras lucub...-
20 CUBNTOB. 177
"; ciones, eRaS mismal que han de:,darno8 gloria,
, apenu' ai IOn leidas COD filos6fico desprecio por
, 'los escribientes desocupados 6 por 10i' ociosol
: pasantes :entre uno y otro cigari'o, y lUona-
das 'COil -la pimieota de una que otra historie-
tilla verde. ·
No, no Be pienBa en eso, y yo, oomo todos,
,,' 'reeii6 en alta voz y moohu veoel lOll pirrafos
que me pareci'eron mejores de el, para mf, in-
: mejorable discurilO; solie con que 1-. curia to-
,' da, el Sailor Prelidente de la: Suprema Corte
,inclusive, sa COD'mOVi'm leyendome, me ' ~rei
'autor : de una re-voluoi6n en el :orden de ··las
, -i~eili , : basta tuve por algunol diu", 'F.erri 1
, . i :G,-arifalo· y' Lombrolso eD el con""pto .de
uliOI:infelieel. '· ' , . , , "
: ,:,,', ·B oy, no ' necemto decirlo, ·~.no pielllio ' tan
bien de mi . pe1"9rata. La CODBeEVO, ~ . sf,
: , iittpre-s. 'en UD(~ri6dico de Ia I~d", la leo
,.':'&Jgu~" v~.~ pel'o D.O la jugo :ra,'DiOi sea
·lo.it&, ;UtraJil1~eft~ d~i6'n pm Ligorio.: , ',...
,'. .: . ,m :
iOgo me iJi1"V8' Bin elDb~~ ;' ~rrien~o- .
, . '1.'ha ~ 'llltgf6 'eD mf '1& idea: de CODW~e.to ·
" c'1lya,v"rdacl gara-ntito. Juro'que tOdo pu6 '
tal Y como voy' narrarlo.

oj , . . ... . .~ .
n
, I •

.' .,: 'iFUf~p"'" 1.1' ~ ., que e1 ~ainiii~at:~or' de '


aDa ~ca ~e campo, que lWnar6 'la ·Sauceda,
, , I'
178 BlBLIO'l'BO.A. DB "m. .DALDO••t

por ser elite Dombre tan comun en 1& Republi-


ca que casi oasi, puede decine que hay en pUa
mas Saucedas que sauces, prend6se de Senora
Marfa, leg{tima mujer del pe6n Grabid el de
:Ror LifO'lUlo 6 de Gabriel Hernindez, hijo de
Ildefonso del miamo apellido. . •• naturalmen-
teo
Era la tal Ma~ia, moza fomida, "alta de
pechos y ademan brio80,"o con rOlltro ovalado
trigueno obacuro, dOl ojazos en el negroa y
h6.medol, agun~iia nariz, bo"," de labiol grue-
sos, por menuditos dientel blancos poblada,
hombrol y cuello de estatua antigua. Lo
mejor del distrito y e80 que en el diatrito ha-
bfa hembras que, como el adminiat.rador de la
Sauceda decia, con frase mas que cruda que
yo at6nuo algo, "eran capaces de embravecer
, un buey."
o Moralmente como toclas las de III rua en el
campo: infatigable aJID en las faenal mil ru-
du, oodiciosa en grado .umo, afacta , colori-
nel, con pocol,.esocr!lpul01 en 10 tocante Ii ellU
faramallu de honra y de pudor con que las
senoras de veras se envanecen, lujol que al
pobre costarian muy carol y que el pobre,
cuando menoa en ciertas localidadel, no guta
sino en rariaimas ocasionee. Una excelente
madre y una esposa modelo Ii por tal Be en-
tiende, la que aabe sobrelleva.r las situaoionel
peorel, aiU~ntar del marido borraab6D imper-
to uOlU'tOB. . 179

uneDcias y golpes, curarlo·ai enferma, aeguir-


10 hasta en el earrfo de batalla, si sale !;,)ida-
do, ·llcvarle , la careel cODsuelos y recUDOS Ii
cae pre80. De fidalidad: no mucha, uno que
otro cnredo con el compadre 6 con el Amo;
pero qui" Ipara que querfa el pobre do Ga-
briel el de Nor Lifon80, que no era Begura-
mente un Ulises, otra nueva Penelope.'
-Me cuadra, IIf senor, me cuadra, habfa
contestado al hije mayor del patr6n, qu~ , con
empeno paternal, casaba con sus Criado8, en
ciertas temporadAs, &. las doncellas de b ha-
cienda-l0 que es oomo cuadrarme me r.)cua-
dra, pero IU meree sabe que mi senor }ladrc
no me quem dar pa la bocla.
Aioriiunadamente, IU meree era gcnero80
como un principe: prest6 a Gabriel quince pe-
80S, bizo un regalillo &. la muchacha y hasta
se com}lrometi6 a bautizar al primer d ico y
10 ba~tiz6 un efecto, desaJiando con noble en-
tereza 101 dieereLi de algunosenvidio80s quo
aaeaban , plaza no se que prohibiciones de los
cmones. Si GaLliel oy6 6 no eS08 dflJeres,
eosa es que no a\' erigue ni importa. El vim
contento, en am!l1io Y hasta aseado jMCal (10
del aseo muy rela.tivo por supuesto) con au pa-
dre, viejo de pi~L curtida por el sol, oanosas
greiias, astuto como un zorro, incansabl~ jine-
te 'pesar de IUS sesenta bien cumplidos 1 ·oon
Celipe su hermano, jayansote hOBCO y triste
sin mas amores en b tierra que ~1 de una tri-
gueiia, a la que, CO·.i disgusto ~e todC8, daba
mas besos de los re~ illares y rec,,)rd.are, por si
fuere preciso, que en algunoB Ep.ti.'l.dos, la tn-
gueiia es lID nombre ,mpuesto , 18 botella, ca-
rifioso mote que IJi .:!.a por ei ,;cIo cnanto por
estos mundos de Dio!o' se 1a ~ltie!"e y como se
Ie mima.
El ahijado del patr.on y una T.IOCOS3 de tre-
ce an08, sobrina de TIdefon80 ~~mrlet~ban la
patriarcal familia d.,. Gabric1. Y ,jaigo ahof3
en la cuenta de qm' de e8te~ r:o he dicho ui
palabra. EDmiend~, en pocas 1"1 yerro. Ft·
8icamente, de 10 penr que se va por e'ltv! rum-
bos: frente estrechr- I pomulop. Fl~lientee~ esca-
80S pelos Bobre ellahio 8uperic.r. mechtro inse-
cesible como la Jru:.~ t:'za de un -r>oeque virgen,
color cetrino, 1Iaco pero fn.;. !' ~13 -: :.".-.IY agile
Le deofan "el Cule!Jl"o." Ei. 10 oorsl: hipo..:
criton, taimado mA'" codici~,.. ;. "'un qut" su mll-
jer y que su padre que era !f~ ~"'aric!a misma,
sin viei08 y bu6n tr.l.bajador. Hablaba ·pooo;
con los de arriba t:f rtajosam..~r.~te, , medias,
pensandolo mucho, oin mirar ·. lllilca a1 interlo-
eutor sino puest08 ~iempre 1<.5 ~)jos en el som-
brero de palma que atormentt,ba. entre SUI ma-
D08 suoias y callous.
uy hecha la introduooi6n 6 sinfonfa, paso a
contar
.
la historia de la pobre Maria." .
20
............... . . . ..... ........................._CUJIlITOI. 181 .
................. ..........................................................

m
Hu bo de ausentane del pals el nifio :Cal'lol,
el compadre de mis b6roes, que giraba"1&"~a­
Cienda, y 8U mama, que no tenia "m y"hombres,
confi6 la "administraci6n , un amigo "de "I ll" hi-
jo. De este administrador no hioe aiTiba bOl-
quejo ninguno porque no hubiera aabido "que
decir de 61. Un tipo de los que .b4Ddan aquf
un Tenorio zafio y r6.ltieo, "ni muy malo, ni
muy bueno, brutal para con sus litViente.,
borraoh6n y perdido. La dab. de "' graciOIo,
Y sus gracias, festejadas por los' pollutrea 'del
" pueblo cercano y. por las ranoheri~. 'd e: 108
contomos, hubi~r&nle valido, "en pall .nil 'oul-
to que el nuestro, 'algunos meses at;' ~I..:a~6n;
a.9u~ producfale ~Io notori~ y, ~~ma~. CQ"u{,
cludades tenemoe en que haita -]&1 mM' «elica-
"das seiioritaa; taft niftas tomutieaa qUt; 'let;h ,
P6rez Eacrich y iaben de "memoria """'Fldr:'de
un dia," os relatan "regoCijacIal'"JAB aventura.
de uno de 'e80S salvajes, 'y 'os diosn -por ej';m-
. plo con 1& mayor ttailql1ilidad,. que' tal 6 'dual
, anijeto que veis c01'tejado h~ pOl' IJ8fi~ron..
debe ya tantss muertes. ".' ',: t ':
De estos' ,e ra J uanito Torrei, auilqtJe 'hUta
, la de Gabriel, preciso el confeaarlo, no deMa
muerte alguns.
182 BIBLIOTBC.A. DB "EL BBBALDO."

Prend6se como digo de Maria y esta no pa-


do men os que corresponder 6. sus finezas Ni
su alma sensible hllbierale dejado ver con cal-
ma"108 padecimicntos de 8U amante, ni eran
tampoco de despreciar, para mujer tan fuerte
en calculo como mi heroina, las ventajas que
de tales amorios obtendria el matrimonio. En
ausencia de CarJito8 y no viniendo nunea la
senora al rancho, Juan Torres era el amo de
vidas y haciendas, su favorita otra Dubarry
todo poderosa.
Para Gabriel y Don Ildefonso y hasta para
el bruto Celipe las mejores tierras a medias,
las tareas menos fatigosas; la 80brinita Gre-
goria de cliada en la casa bien comida y regu-
larmAnte trajeada, y ella con enaguas nuevas
todos los domingos, su rebozo de bolita y sus
arracadas de oro por Semana Santa, un peso ca-
da y cuando queria ir al pueblo para fruta, y
otras mil menudencias galantemente ofrecidas
entre dulces caricias y fin os chicoleos. Y to-
do casi en cambio de nada, de que Gabriel Be
fuese algunas noches 6. la ciudad con recad08
ociosos, Celipe tomase mas de 10 de costum-
b~ y Lifonso sordo en ocasiones quisiera serlo
entonces complacientemente. Sf, mas 61a 0-
pini6n publica? La opini6n publica es una
buena persona sujeta, como todas, 6. 1& influen-
cia del medio ambiente y que no pien8& 10
mismo entre los muros de una villa que bajo el
20 OUDT08. 183

ciel0 azul y al aire libre. Si alla. es meticulo..


sa y tfmida no Be anda por ac6. con monjiles
escripulos.. Las mujeres envid.iaron la suerte
de Maria y los hombres smtieron que no Ie les
entrase por puertas el fortun6n de Gabriel.
El .cual no supo probablemente nada de 10
ocurrido. Con evangelica conformidad resis-
tfa siempre 10 que el Senor Ie enviaba. i Inl-
trumentos de una voluntad Providencial cuyos
ocultos designio.. Ie hallan fuera de nues~rol
alcances, ,a que investigar en los sucesos ne-
fastoll 6 favorables que puedan acaecernos, el
porque de 10 que Be nos viene encima?
.Tal, aunque en otros terminos, debi6 penaar
Gabriel y obediente para con 8US superi~rel
viaj6 cuantas veces quiso su princip~, recibi6
agradecido los dones conque este recompens6
IU mansedumbre y sigui6 siendo en fin el hom-
bre de sierupre, trabajador y callado.

IV.
Por desgracia para todos, J uanito Torres, 6
bien porque no encontrase ya en su trato con
Marfa los placeres de antaiio, 6 porque creye-
se, en vista de la dulzura de su esposo, que de
este 88 podia abusar impunem.ente, dej6 de
~agar IU debito de atencio~es " la pobre fami-
lla. . . ...
, : Mala. ~Ieoguu murDiuraliJ!i que los Virgina-
'Ies hechizol de Gregoria, Ia lobrioilla' aquella
., ~e DdefoolO, mujer ya bec~ y :deteo~' en'·IU8
.' tteee aliol, anduvieron eil'la' danA; 'i que 'por
ell~8 0lvid6 Juan 101 ya m~atO. · de Ia : tiema
. Ma·~.~ Lc) bierto '06 qiie' por .elt88'.. 6 lu 0-
...,-tr&s," nl , Celipe voIyi6aele:" dar fiado e~ Ia
'. tienda; ' ni' Gabriel ni IU ' padre- obtuneroo ,
medial '101' mejoN temifiol; ni Marfa.hici6 ya
vestidol'nueVOI yamead.. de oro. . lOb inl-
'tabilidad de las, cosas' humanall ', I y .'que in-
il·oyen en laomUera criatura b.gat.... Ype~n­
deDg~e.I · Con trapos 'y didivu- huyeron del
.' tebho de Gabriel,' i qui6n' 10' ~ubiera' ~refdol . el
. amOr ebnyugal, la dulCe paz~ las conlideracio-
nes motU&8.
.,
Toro61e el viejo' regaft6n,· recelolG .el. .marl-
do, reapondona y colerica: la . m~er• . Empaz6
aquello de que, "til tieoel 1a culpa" de que
"euaodo me cu6 cootigo eral eato 610 de mil
alii. " Cual talismm' de map, el infortanio
di6 memoria al delmemoriado y ojol al mego.
y 'coo esta memoria acord61e ,el peon de que
eI .nHio Carlitos ·habfa qaerido mucho ,' Marfa
y·libre.ya de su caguera vi6 olaru 0011&1 " &0-
te8 turbiu, Be coouder6 ofendido .., tuvo a-
ITJlDquel d.e dignidad que nadie bubiera en
- ,tiempo algDDo ,801peohadO en, el..
No 1610 108 hidalgos ..ben lavar laa ' maD-
20 CUBNT.OB. 185

~ .de IU honor; ya en una eomedia antigua


..1
0

• ·1'4~9. : .' : I • ~ ., ! •I '. ' " • . :.' • i ~ ""

Tienen tambi~n los villano.


hierro COl"Ioll9~.
. , Y manoa.
.
Gabriel j~ro ~engane y si no envio ~r 10
pron~ utt 'ba~1 de. retq al trov,ado~. de:~~ i4a~
mi., .deiiquittS;e ~n' elta menude8:n~l.~ ~ 'p~'7 :
li~~ y'.h~ ~ prOp.uap, nei~ , I~ ~~~D,, :,
tliJ,.k'f1!14 in6tidi.t4_~: o~r.oo El,otro .q~•.' .~9':"
.r&:.Dio ~~ ~~ 9P~i~e, . 1~p'0 alg9 d,.I~'· ~ta';' , _
v.~~(d~ :'su,: ~x":'f••Q~tc) J e~colit,...a:or41 :'q~.
dla. '· juo(o ')~na_ .ct!1'O& 'elJ~g61e 81 ' ~igU~~"" .
" . . ' ..
di~nO
~~ . "
0' ' . • ' , ' - '.

- . .~ .
'.!....:~; vi~jo~ ya .e ~ue por ahf te la ~~.'

bre ,.6
eo~~~~ ~e .~ol "~9, qu, ~~ .e~ ~u'y, J1~~~ ; .
~' a~ pepr y q1il~n ~be q1;1.6, ~. ,
Muoho" oUid~~~ ,':Yo soy ~. pal'ej~~ ~~' ,~':
amigos, pero cuando Ie me .Jibe 16 'ToiTei'' --lii.·· ,
cabUa ·-.Ie Dieto ' ~D plolDU() , . ~ualquier 'iije.
COIl';que vete '..con tieoto -1 ya· 10' ubei, ,f 'pa
1011 lIorol : aell Copal lal ' cabiillol, de '
mo.'" , I · 1"'" .• :
m":'
'~", .. •
all,
v
H~~. ' poco en eloercaDo rancho de "La
Lo_~' ,.nn . - h9doroQ que ,.f1J6 1,·f • .t .m. elf! v
nd~~<l~. , " "'" . :: ' ,,' ;':..
186 BIBLIOTECA DB "BL BDALDO. "

Juan' Torres llev6 tambien, coli ' inaudito


descaro, como gente a qaien el buen parecer
Ie importa una biga, a la Gregoria muy em-
perifollada y peripuesta.
Y alll fue Troya; midi6ronse eon 1& vista
los d08 rivales, temblaron de rabia 108 ofendi-
dos pariente8 de la favorita nueva, algunos de
los eonvidados, previendo ceroana la tempes-
tad de injurias,y cachetes, escaballeronse bo-
nitamente, y s610 el D. Juan, como su bom6-
nimo altivo, fermaneci6 impasible, camelando
eon regia indiferencia at las mujeres e hijas de
propios y extrafios, de Capuletos y Monteaeos.
Bebieron todol hasta ahogane y tra8 dispu-
taB por nada, en las qae no Ileg6 1& sangre al
rio, Gabriel, 6 por ~rudenoia, 6 por eualquier
otro no ,menos plaumble sentimiento, eac6se 6.
su c6nY'l:ge y oon ella y su padre tom6 el ca-
mino de la haoienda. '
Alcanz610s 6. pooo, solo ya y ebrio buta la
locura J uan' Torres. ;El alcohol babfale luge-
rido la idea, peregrina como ninguna,· idea de
borraoho al fin, de reanudar relaciones rotas y
canado de su cbiquilla, venfase eon sublime
despreocapaoi6n en pOI de 8U ex-amada.
Aloanz61a, segUn dije, y sin mas ni mas'
como si no viese ni 6. Gabriel ni' Ildefonsoi
tom61a en brazos, Be la ech6 en aneas, y DS
plant61e en plena booa un beao estrepitoao·
20 OUBlC'T08. 18'7

Diego de ira el marido asi6 las riendas del po-


tro y con una piedra, {mica arma que ball6 a.
mano, qui80 golpear a I!IU ofen80r.
Enc~brit6se el caballo, vino Maria al suelo,
una nube de polvo envolvi6 al grupo y 8On6
una detonaci6n. -
El administrador de la Sauceda babfa cum- .
plido su promesa: Gabriel se revolcaba en un
la.go de sangre y delirante y frenetico sin ver
que su enemigo yaela inerte, Juan Torres se-
gula dil!lparando sobre alIos tiros de su rev61-
ver.

VI

Como a los quince dlas delsuce80 present6_


Ie ante el J uzgado' de Y . . .. Juan Torres do
olarindoBe responsable de la muerte del pe6n . .'
-Lo m&te-di.jo en su preparatoria-por
que Be me bech6 encima. Las COS&S pasaron
asi: venia yo de "La- Lorna," cuando en el
camino, como a 1a mitad, por donde Ie tuerce
bacia "Los Campos," tropeca con el difunto.
Este, por no sa que chismes, eataba .celo80 de
m~. AI verme Be flgur6 tal vez que yo seguia
asu mujer y escondiendose detris de linos
magueyes que hay a la derecha me di8par6
un tiro que me roz6 1& cobija. (El juzgado
4i6 fe haber .wuido , 1& vista un zarape azul
188 BlBUOTBOA Dill "IlL HIlBALDO. "

oon raya8 blancas con una rozadura hecha al


parecer . con hola. Yo arrende entonces 81
penoo oon direooi6n hacia donde me dispara-
ban y entonces mi pe6n sali6 y me avento
OtlOS dos tiros que no me tocaron. Como me
agarrase las riendas Y Be dispusiera de nuevo
" haoerme fuego yo.saque la pistol a y Ie di
areo '~ue en el pecho. Luego que cay6 coni
i pedu auxillo para que 10 recogieran y me
viDe " la villa" avi.rle "Ia senora de todo.
Boy me pongo " dispolici6n de este J uzgado,
PUM Dada debo, y justifioo 10 dicho COD Ma-
rla. la viuda, el padre y el hermano que vie-
roD 10 que pas6.
Llamados eatoe, depusieron de conformi-
dad COD el relato del reo. Aunque parientes
oe~.D'»'-:-Y ,v_y& Ii 10 . eran !"-\del occiso, la
voz:.de,,SlJ conciencia le8 obJigaba it. confesar la
verclad. , ;El d.ifun~, hombre de pesim08 an-
~4itDtes, refiidQr y vicio80, no sufria con
paoiml., qu~, .ttl aIDo 10 . ~pr~ndiese por 8US
falMa" " J:;lor. ~to parflp disoulpar !JUS arrebatoR,
illv.~~~ un dfa , cualquiera 10 de los ce10s y
deedtt , · ~,toDce. dab. una vida infernale. au
muje,r,: oomo p.o d4n deoido todos . los vecinotl
d.l~~c}lo. En.la tarde de la dugracia to-
m6....1iph~ y tal vez por e80 Be Ie ocurri6,
cuand~ ,tQparon COD D. Juan, aventarle bala-
ZOlfO/ ~~JTe8 en defensa propia tuvo tambien
qa8,diJparar. Jj;n Qa.nt~ "eUol, file tan ri.-
20 OUDTOS. 189

lido el ataqne que no pudieron impedirl0 ni


ieparar a los contrincantes.
Sus declaraciones robustecidas por la publi-
ca fama que contirm6 10 del trato bl'11tal con
que Gabriel afligia a su esposa y 10 de los ce-
los, pnes eran muchos los que, en distintas
ocasiones, Ie oyeron proferir amenazas en con-
tra de Torres; la buena conducta anterior de
6ste, y otras exculpantes y atenuantes vali6-
ronle Ia absoluci6n, si que a ellas debi61a se-
guramente y no al miedo que Ie tenian en Is.
Sauceda. y SUM contornos, ni a su prodigali-
dad y recursos, ni a los empeiios de la seiiora
dueiia de la tinca, hermana del Obispo y pri-
ma del Gobernador.
Mucho menos creo que obtuvo la. libertad
al poder de mi argumentaci6n y al magico
influjo de mis flores ret6ricas y de mis citas
pedantescas.
Sf, seiior, mi cliente sali6 absuelto y yo con
honra y prez,· orgullos() de aquel mi primer
triunfo en Iaslides del foro, triunfo cuyas dul-
zuras no bast.aron ,B turbar, ni los maliciosos
rumoros de mis enemigos, ni la misma cfnica
confesi6n del reo; quien en 10 confidencial me
cont6 como habfa ido , ver, durante 81 tiempo
que anduvo pr6fugo, , los parientel de su
victima, y como los haMa ganado , au cau-
sa.
U stedes-les dijo, y refiero oasi textual-
11
190 BIBLIOTECA. DE "EL HERALDO."

mente sus palabras-nada 10gran con perder-


me. Yo voy a. Ia carcel dos 6 tres afios, paro
la carcel no come gente, vuelyo por aca y me
la pagan. Si no me denullcian, soy agrade-
cido y todo 'vltelve a qlteaa'J· como antes ya sa-
ben que cuando quiero nadie me gana a. gene-
roso. Al fin y alcabo ya 10 que pas6 no tiene
remedio y Gabriel no ha de resucitar. 1\'18.n-
denle decir sus misas que yo las pago."

VII

aVolvieron las cosas a. quedar como antes?


No 10 supe, quiza la generosidad verdadera-
mente cristiana de mis heroes no lleg6 atanto;
en todo caso, en el que os he referido brillan
como en ninguno sentimientos que nos enorgu-
llecen de ser hombres.
; Quedense para el corso Jas venganzas odiosas,
y para el labriego frances con tan negros tin-
tes pintado por Zola en su Tierra, aqnel con-
junto de vicios repugnantes y torpes; aqul sa-
bemos morir en defensa de la honra ultrajada,
pero sabemos tambicn perdonar el yerro irre-
mediable.
i Dios nos guarde asf, Dios conserve en nues-
tras fertiles campiiias, las primeras del Mundo
20 CUEln'08. 191

al decir de nnestros sabios y de nuestros ora-


dores, la santa concordia, 1a patriarcal ino-
cencia, la fraternidad sublime!

- .-
VICTORIANO SALADO ALVAREZ.
LA BATALLA DE PAVIA.

(CONFESION DEL INOULPADO,)

A Ma.nuel Cahallero.

Me hallaba por fin en un juzgado de 10 cri-


minal, sitio semejante al en que babian pasa-
do tantas y tantas torturas las criaturas de
Gaboriau y de B610t e iba 8. Bel' int~rrogado
, prop6Rito de aquel Buceso tan traBcendental
e importante y que tanto papel habfa de des-
empefiar en mi vida.
Era el juzgado vasta pieza cnladrillada'
trechos y a. trechos mostrando Ia tierra apieo-
nada porIa presion de muchos pies humanos.
DOB 6 tres mesas con carpetas de hule rOfioso,
196 BIBLIOTEOA. DE "BI. BEBA.LDO."

un estante que deIataba respetabilfsima anti-


gaedad y hasta doce sillas de diferentes tipos
y modelos (cstaslo mejor de]a easa, pOl"que los
presos se rehusaban a ocuparIa!'\ por no sentar-
se en sus causas) y que estaban casi en BU to-
talidad de un pie cojas y de los otros no muy
san as, componian el mueblaje de aquella ofi-
cina en que la austera Themis disponia 6. su
guisa de la honra y de Ia libertad de las per-
sonas.
Amontonadas en un rincon, en una varie-
dad que habria hecho las delicias de cual-
quier coleccionista, se hallaban objetos de to-
das elases: sillas de montar de las que liolo se
ven en poder de caporales y hacedores de ha-
cienda, frazadas de todos colo res, petacas y
baules de viaje, retratos de caballeros de pe-
luquin y casac6n, vasijas, embudos, herra-
mientas de todos los oficios, chapas cubiertas
de herrumbre que parecfan arrancadrls 6. las
puertas de una iglesia espanola del siglo XI V,
libros truncos de ediciones raras; y junto 8.
esas coaas de uso comun, las vergonzantes, las
que sirvieron para Ia perpetraci6n de delitos:
ganzuas, ganchos, boxes, rifles de di versos
calibres en que podrian haberse estudiado los
progresos del arte de la guerra desde la con-
quista aca. y sobre todo "armas blancas: cuchi-
llos de carnicero de ancha hoja y grasiento
puiio de asts, puntas de espada con correa, pa-
20 CUENTOB.
ra colgarse del cuello a manera de escapulario
6 amuleto bendito, cuchillo8 de zapatero de
punta buida, pacificos cuchillos de mesa de
punta roma, dagas traicioneras, verduguillos
que no dejan en la piel huella de su entrada,
machetes surianos que a1 caer rompen los hue-
sos y hacen brotar raudales de sangre, nava·
jas de estuche para hombres previsores, leznas,
formones, escoplos, todo, en fin, se hallaba
aUi y hacia pensar en aquellos dia10gos de las
cosa~ inanimadas que han supuesto Victor
Hugo y lOB poetas de su escuela.
Cuatro personas formaban 10 que en jerga
curialesoa se apeUida el personal de la oficina;
pero de eUas quien mas sobresaUa era un vie-
jo de edad mas cercana 6. los setanta que a los
cincuenta, alto de cuerpo, trigueno de rostro,
de ojuelos verdes y pequenos que semejaban
peladas uvas, de bigote formado de agudas
puas que la nicotina habia tornado de blancas
en amarillentas y de traje correspondiente a
la moda de hace veinte anos. Fumaba un pu-
ro recortado y hacia cabalgar sobre su episco-
pal nariz un par de lentes con cerco de acero.
Paro 10 que imprimfa a aquel hombre su sello
especial era una calva reluciente como espejo,
en que cabril1eaba la luz como en las aguas
movedizas, tersa como peladilla de arroyo,
amojamada como si tuviera la piel curtida de
un animal y no 180 de BU dueno.-Uno de e80&
198 BIBLIOTEC.A. DE "EL HEBALDO."

fiI6sofos modernos que se jactan de adivinar


por las prominencia~ craneanas las inclinacio-
nes del individuo, hubria podido estudial' en
aquella cabeza como un chiquillo de escuela
en un cartel de letra~ gordas y habrla visto que
el Licenciado D. Juan Cortes de Lara (asi se
llamaba el jnez) era la personiflc?ci6n del vie-
jo JaveJ't de .Los Mise1'aOles.
Al verme Hegar el Licenciado Cortcs dijo
dirigie:c.dose a un chico que anclaba por aUi y
que 8. la cuenta era su secretario:
"Companero, me haee favor del proceso de
Pavia" y 8. continuaci6n el interpelado presen-
t6 un mamotreto que abultaba poco; pero que
no tardarla en crecer por aluvi6n tanto como
lOR otros de sob ada ca1yitula que andaban pOl'
alli.
-Se amonesta a V., dijo el golilla dirigien-
dose a mf, para que se conduzca con verdad
en 10 que supiere y fuere pregunt,ado.
-tt C6mo se llama V.?
-Ignacio PavIa.
-ttCasado?
-Soltero.
-ctCuantos anos?
-Treinta y tres.
-ttQue oficio?
-Propietario.
-~ D6nde naci6 V.?
--En .......... . .. . . ~
20 CUDTOS. 199

Pero el nombre de mi pueblo no 10 pondre


aqui; bastante famoso ban becbo a aquelsus fe-
rias, sus torres y las peregrinaciones de los fie-
les para adoIar la imagen taumaturga patro-
na nuestra para que baya necesidad de mOB-
trar el bilo de este ovillo.
Rodean a mi ciudad natal, que se halla en
una pequena colina, aridos y polvosos calleJo-
nes (asf se llama por aUa a esas extensiones
inmensas de terreno) en que Be pierde la vista
sin topar con arboles ni con eminencias. He
lefdo no se donde que el paisaje influye tanto
sobre el sujeto, que s610 se comprende la figu-
ra de D. Quijoto viendo las llanuras de 1a
Mancha, caldeadas por un sol capaz de derre-
tir 108 sesos del ma.s pintado y de causar oftal-
mias al ojo de la Divina Providencia. Puee
bien, nuestro cara.cter, al caracter de los ha-
bitantes de X-con esta consonante designa-
remos 6. mi tierra-no se comprende sino en
aquellos campos yermos y agostados, en aque-
lla Tegeteci6n ruin y para poco, en aquella po-
blaci6n levitica y falta de brios que vive con
108 recuerdos de su pasado.
Antes de las revoluciones que han arruina-
do al pais y de los ferrocarriles que Ie han da-
do vida, X era la poblaci6n mas floreciente de
Jalisco.
Aiio por ano llegaban cargamentos de eiec-
to8 del extranjero, ano por ano y durante
200 ilmLIOTlllCA DB "BL Bi!:BA.LDO·"

quince dias se derrochaban el oro y la pla-


ta en transacciones y contratos y aquell0 te-
nia el aspecto de un mineral en bonanza.
i Que es el oir a los viejos hablar de la Ga-
lle de las mesas 6 del Vareo, en que se expen-
dian generos al por menor, de las partidas y
de las onzas que en elIas rodaban; de las tien-
daR llenas de riquezas, de los toros que se ju-
gaban en la plaza capacisima (boyarruinada
y con aspecto de romano Coliseo) de los tu-
multos que los ratas de entonces promovian
para escapar con 10 ageno, de los altos alqui-
leres de tiendas y casas, de los peregrinos que
dormian acampados en los cerros distantes,
de las maiianitas de diciembre frescas y rego-
cijadas~ de los paramentos de la iglesia, de la
riqueza de los capellanes, de todo 10 antiguo
en fin.
Hoy X con sus tolTes exquisitas, qUE'! la
gente dice fueron fabricadas por mano de an-
geles, con sus tiendas grande como casas,
sus casas como iglesias y sus iglesias como
catedrales, es una poblaci6n en que hay todo
menos vida, en que se hace todo, menos habi-
tal' en ella.
Por razones de temperamento y de conve-
niencia debfan mis paisanos inclinarse de- a
fender las creencias conservadoras, y mi pa-
dre, juzgandose quizas un Sim6n de Monfort
6 un Godofredo de Bouillon, levant6 a IUS
20 CUENTOS. 201
.ropias expensas un co.erpo de voluntari08
'ormado con rancheros de sus haciendas de
Rinc6n de los Moras, Ocotillo y OUnega de
!abajo. Poco, sin embargo, Ie do.r6 el placer,
Ipues, 801 cabo de tres 6 cuatro meses de lo.char,
entreg6 el alma 8. Dios tras un albazo en que
8U gente se bati6 con singular bizarria.
Perseguidos mi madre y yo, sus unicos he-
rederos, tuvimos que emigrar 8. una ciudad
del Baji.o famosa por so. hortaliza y por sus
inundaciones y en cuanto ya tuve edad bastan-
te pa!'a ello di. un paseo por Europa, donde pas&
tres aiios. A mi vuelta, joven, hueriano, ri-
co y aburrido pasaba los dias en mi pueblo
natal, esperando solo poder realizar mis pro-
piedades para ausentarme definitivamente.
Cuando eetas reminiscencias hacia sorpren-
di6me 180 voz del magistrado, que me pregun-
t6 con solemnidad si sabia por que estaba
preso.
-"Si, seiior J uez, si se pOl' que estoy pre-
so: se me acusa pOl' los delitos de adulterio y
rapto.
"~Pormenores? No puedo dar sino los que
V. conoce. Me enamore de 180 seiiora. de Fre-
goso, ella se enamor6 de mi, 180 robe, fuimos
aprehendidos yaqui estoy para ser juzgado.
"~.Qo.e c6mo pas6 el caso? Muy sencilla-
mente. La seiiora de Fregoso, como tendr"
V. ocasi6n de convencerse cuando 180 interro-
202 BmLIOTECA DE "EL BEBAr.DO. "

gue, es joven y hermosa; Sl1S ojos semejan Ia


estrella dentro de la cisterna, su talle es ele-
gante y escultural (un amigCl mlo poeta 10
oompar6 al :infora en que Fidias bebi6 el
vino eterno de la belleza) su voz es dulce y
bien timbrada.
"En cambio su c6nyuge es un empleadillo
de cor~ sueldo, viejo, miserable, mal humo-
rado, de cara avinagrada, indigno en todo de
guardar esa presea.
"Cuando el matrimonio lleg6 a X. yo atra-
vesaba uno de los periodos 8.lgidos de mi abu-
rrimiellto cr6nico.
"Mi c6mplice, como V. la llama, creo que
tam poco se divertia mucho. EI camarin del
Santuario, Ia misa diaria, la plaza y las calles,
escuet::-.s de dia y oscuras de noche no propor-
cionaban diversi6n bastante 8. aquella pecado-
ra. Con decir a V. que en X. no hay siquiera
tertulia y mentidero en botica U otro local
oualquiera, creo haber explicado culm mon6-
tona se desliza alH la vida.
, 'Nos conocimos con...o debiamos conocer-
nos, dado que ella era la esposa del receptor de
rentas y yo el primoI' contribuyente del depar..
tamento.
"Nola enamore refiriendole siti08 y bata-
lIas, historias de antrop6fag08 6 de hombres
de dos cabezas, como Ote]o 8. Desdemona;
tampoco nos atrajo rivalidad alguna de nuel-
20 CUENT08.

trns fn.milia , ~omo rio Ito111('O y J U1il'tn. ~ ni lll~-


:\mo~ (" \l~cr juntm'l, '0"'0 l4'l':HH\('Mt~n. y l'n.ulo,
ningCm librn th' l~:"hn.Ht'ria.M' r\lim(l~ ('1 uno (1('1
otro P T "n :"Mi 1o 1'('lHan l'l mCllin, laM cil'-
cunst:\nci:,s, In. ol~in",iI1:\I\ ('1\ qUlI viv 'i:l.mn);, h\
aonfiallz:\ dc..' quo t\i~t'l'n\,u.lmmuM.
"Ella no mll:,lm (" Mil nmrit\o 1'ol'qm, {1m \, '-
11n. y diijtingnilia. y ~ 1 nntip("\,icn y mm~i; 1.a.oo-
poco podi:l, alllar flo mmlqni(,l'a lh miM 1':1,iMa-
nos pOr(111e nin,"nno-i"du~ivm~ l~1 .1 U('1. de
letras, 01 Agonto llol MilllKtm'io pClblico y (>\1
Director polit.ico-ora l't\fa. "onar ~\l" "Mpi-
raciones,
"Tampoco 6. mi me couveni:m a<)1ll'11as
hombras lim\jutlas, ayullaR de ~clltiao com(m,
de ent ndimiento y d ' gl':t. ·ill.. 'Km\,h~:\'Hc1o lin
simil matem("tico <lil'o que 110 (\ra aqlll'1 un
problema. inn tcrmiuado, l1no l\clmith: m m,,-
aha r 801ncioH B, HillO uno c\ t ~Tminacli8imo
al que COIlV nia. 86\0 una rcap" !:Ita.
"Era eaa. \lm\ bl'illantlMima (IcafMm, (lUO
me pr ponia no clOBpCl'ui 'iar, p:l.J'a upHcarlllo
al e tudio d \ prohloma. (1 1 :l(lulwl'io, qn
i mpro me ha. preooupn.l1o lUlWho; P 1'0 layl
130 perra 0.6.oi6n d~ mi '01'1' 0 al drama., a10
e tr ordin:l.rio, U. 10 ~ utim uta1 y \ t mp 1'3.-
mento t rr'ibl m nte vulgar d \ mal'ido hurla.-
do, qu no 8 v:,,1i6 d 1 hi :\rro ni d 1 Vlomo
para venga.r u agra.vio, Bino d 10 'borto
204: BlBLIOT.BOA. DB iSS.BL RJlBALDO."

las requisitorias y las querellas judiciaIes, me


tienen en Ia situaoi6n que V. ve.
"Eata es, senor, Ia relaci6n de mi batalla,
de la batalla de Pavia, en la oual, como el
rey Franoisco, quede prisionero; pero en 1&
cuaI, 8. difemcia $iel venoedor de Marignan,
perdi hasta el honor."
Al oir qa.e habiB concla.ido, el Lic. Cortes
de Lara dijo dirigiendoseme:
-Puede V. oomunicarae oon quien Ie plaz-
ca y nombrar defensor.
Y hablando al secretario:
- · Compaiiero, declararem08 bien preso al
Sr. Pavia.

---~;:;:;;;;;:;;;=.=:;;~----
O'~iO
UN CANONIGO CUMPLIDO. (*)

Si yo fuera' novelista 6 me preoiara de ello~


eogeria por los cabellos la oportunidad que se
me brinda y pintana 6. mi t{o D. Pablo GOn-
za.lez (q. d. D. g.) como la exhumaoi6n de llna
figara de edades pasadas, como un abate ver~
. ~116B perfumado y correoto, decidor de madri-
galea y amigo de bellas, Bin que faltara cierto
afan suyo innato que 10 hiciera propender 6.
alabar y echar de menos los minuetos y las
pavanas, las pompaB y las toniBtaa de su cpo-
ca. Describirfa,oomo parece de rigor, la fn
risue~a y rubicanda de mi colateral, sus cabe·

(*) Los datos qne ooutieue este escrito los debo a mi


reapetable amigo el ..bio bistoriador D. A",cruatin Rive.
D.
206 BIBL1O'1'BCA DB "JIL BBB.A.LDO. " .

Dos. blanco! y bien .peinado!, sus levitas de


corte antigoQ, sus relojes con multiples sell08,
y natural mente no dejaria en el tintero la 'ca-
. fia de Indias de puno aureo y la caja de poI-
vos con amorcill08 y ninfas 8. 10 Wateau es-
maltad08 en la tapa.
, Pero Ii tal hiciera falsearia de la Imanera
m6B descarada los daws de la Historia, teme-
n. escameaer la verdad (por la cual muri6
Cristo, nuestro Bien) y haRts viviria un Bi es
D.O es alarm ado por lQ8 cargol que me hiciera
Ia BOmbra -del difunto.
No, 10 dir6 eli descargo de mi conciencia;
mi tio no tuvo jamb pujos de culto, ni de
majo, ni de pulido ~ fa6, austera y senoillamen-
~, ,un hombre leido, despierto, ' de buen inge-
Dio, gran . conversacionista y dotado de una
~emoria tan feliz que 8. oultivarIa habria eoha-
do 1& zancadilla 6. los MezzofaDtis y los Inau- .
dis.
Para 61 pa.rtiouia~dades biograftcas, fecbaa
deacon1;eoimientos publicos y dom6sticos, no-
tioias de los libros . que haMa 1efdo eran aSUD-
to de coser y ·c anar. .
Onantos 10 conocfamos 10 interpelibamos
, para. hacerlo oaer en un latfn mal continuado"
.pem ~l. cQn la muma preoili6n DOS refens el
~nato de fusilamiento de Brambila y los amo-
1'81 del ,G ral. Inclin que el ano y dfa en que
ecb6108 ~entes su primer hijo; la lIerda del
20 ooOBlflOli. . 207· '

Dr. Antomarcbl" y au recepoi6n en Guadala-


jara. que los pormenores de 1a agoma de aual-
quier personaje obsauro en -tiempo de' no .e
qu6 epidemia.
Era de vene1e cuan~o alzando 8U ahaqueta,
dejando 6. un lado e1 bast6n y 'Iimpiiudoae el .
Iu:dor'con' e1 anolio paliaaate .tomaba ~ paia-
bra. para ieferir onento8 de vivoi y ·Di.uertol;
entoncea 'era 00aa de poner tab1a4ol 'para 'oir-
10 y no perder una pillabia' de IU charla juga-
1&. t a~able. .,. .
.una ~~he, pUesto8 -' .conversar , la luz de
la luna e~ el anoho zagun de ~ ~na · que
ocup~ba .desde tiempo inm~~orial, .aeDtad08
en se~d08 equipal~ cle ouero 01 de .BU· boca 10
aiguiente, q~e traalado &qui ~n ~ ~ in-
~Iqra y opaca p~r no recordar 108 ma~ de
1& .suya d.elicad08 y llenoS d~ in.ai6n• .
, En eBta 6p0aa-.-di'0 D. Pablo-Do hay
nada que llaJne 1a atena16n: 101 vestidos, Iu
viandas; los 8Uce808 ~moB de la vida IOD
·mon6tonos, acompaaados sin gracia, sin inte-
rie, .ne~pre · 101 mismoL La. libertad Y la i-
guaJdad que tanto cac&re&roD 10. liberal. han
produoido el relultado de convertir .el mundo
todo en un erial 'en que 101 aedroa del Libano
ban cedido IU Ingar al hi80PO r8.ltrero. . .
.,' (Eato del erial no eatoy 8egnro que perte-
neHa '- mi tio; paro al fin de algo ha c1e eer- .
208 BIBLlOTBC:A. DB "BLBBBALDO'"

vir el hahIar desde la tripode en que ahora 0-


ficio.) .
1Que diferenoia, Manolito, que diferenoia
de estos tiempos con los mios!
Entonces st haMa mozos ricos y ga.apos, .y
bien educados y de alTestos. .
Aver, contestame, jh·as visto alguien que
por 10 decidor 6 por 10 rumboso 6 por 10 ele-
centlioo se parezoa 8. los hombres aquellos?
No los hay, no se ven ya por mas que 108
bURques; y si no dame figura como la de D.
Jose Domingo Oumplido, Dootor·en Teologfa
de .esta Real y pontificia Universidad, que ·
por su buena crianza y por su amor. 8. las for-
mulas mereci6 ser llamado la nata de la cor-
tes(a y 180 :8.01" de Jas bien oriadas oeremonias.
Yaqui quisiera coger al pecador que con
tan poco temor de Dios ha extendido 180 fal8&
creencia de qa.e los apellidos son como anti-
frasis de las oaalidades del individuo que los
lleva, pues 'no ha habido quiz6.s nada mejor
aplicado que el p8otronilJlico de CumplidQ , a-
quella Inmbrera de la iglesia de esta Reina,
Perla 6 Sultana · de Occidcnte, que con. todos
estoR motes Haman 8. .mi tierra los peri6dioos
y p80peles publioos.
,Que amor 8. las f6rmulas el suyo, qu6 afAn
de oontentar 8. todo el mundo, que deseo de .
ue nadie.la emulara en oaravanas e inolina-·
ne~ de c,..,beza~
209

El maJ'iclo de D CIS Rodriguez, aquel escude-


fO h qui ~ll mat6 au buena crianza, era junto de
D. JONC Domingo un pa.tin rnstico y mal mi-
rado.
Visita del senor capitular jaf!lfi ~ i'ilsaba de
un cnarto de hora, hablnha P01':11lonosilabos y
tl'ataba 6. todo muniIo l'on Ulia, decoJlosa Idabi-
lidad que se aparta bn a leguas' de la grosera
l1aneza y se ~onfunilia con las ussnzas cere-
mC?nioS88 de las cortes de los Austrias, en que
estaban prev;stos hasta los ~ovimientos mas
lijerOs. '
Tema mi, hombre un hermano que era: I"
antitesis de aquel. Vestfa" 10 poets, negU-
gente y pintolcsoamen1ie, solia reir y {reenen-
tar el trato de ]as ~entes ' y en &Igunas oeasio-
nel hasta Be permltfa , c~zonetas y ~roma s
can 108 q~e 10 rodeab~n. '
EI Sr. Oan6nigQ, ,a'quien el oielo habia con-
' ~dido algo mas que un mediano pasar, vestfa
siempre hopalanda holgada de seda," gllisa
de'satana, y en la .cabeza, llevaba capelo y
,. 8O.rIa verdes, pues era dootor en Filos9fia ' y
TeoIogfa. . , ,
, Era D. Jo~ Domingo, oonservador " ma-
oho y' manillo, disofpulo de los Tirad08 y los ' -
Monteagudos; mientras su hermano, 'que pi-
caba mis alto .en materias poUtioas, Be inolina-
ba alliberaJismo; Hi bie~ no defendia esa liber-
jl0 BlBLI~ ' DB ·.se.8L IIlIBALDO."

tad olerof6bica y sesquipedal que ahora Be


estila. "
Todas estas iloticias vienen s610 para refe-
rirteque el Sr. Cumplido no abandonaba ni.
aUD en el trato dom&Jtico &quella su tiranteK
distintiva.
Cuando D. Juan Nepomuceno, que ~ndaba
metido en el ajo gq.bernamental, regfa10s des-
Unos d~1 Estado (q~e dicen los . g~cetUleros)
ocupaba en el ,coch~ de su Senoria el lado de-
recho, . I¢entras su bermano llevaba el iz-
quierdo; a1 paso que c~ndo el seglar no se
enoontraba colooado, en puesto tan prominon-
te p~ba , la siniel$"a de su ceremonioso her-
mano.
Recuerdo muy bien h&ber vieto ese ~e,
un cup~ foiTado de ~zu1 yaembrado de estrel~
platews; por 10 cual, como en aquel, tiemp,Q .
. muchos eoIesiUticos y aun seglares anoianos
acostumbraban apUcar , . los casOs comunes
de 1& vida textos de 1& Sapda Escritura,
(contra 1& prohibici6n expresa del Oonc~ de
Tren~) el .Dr. Sierra, Rector de la Univeni..
dad, dijo al ver pasar a1 Sr, Oumplido: 8te!la-·
to 8edet 8olio. .
En una ®&Bi6n. preaicUa e1 can6nigo unol
ejerciciOl"en e1 cl~ri~.; y mientraa duraron
las p~osaa ~. nunca un corrigendo . a.e
atreri6 , a1zar la YOZ sobre 1a de , nn oUra, . ni
- 'UD oriaclo IObre la de UD ordenado ... aacri8,
200UENTOS. 211

pues para reprimir tales demasias estaba el


Sr. Cumplido.
Un dia, mientl'as tomaban los cjel'citantes
Sll rnodesta colaci6n, se sinti6 un terromoto
que apenas ba tenido semejante p..ntl'e nolO-
tr08.
Todos, chicos y grandes, buenos y maloR,
se aprestaron a salir de aqne1 lugar que no
reputaban seguro; pero ani estaba para impe-
dir10 el diractor de aquellas faenaa eRpiritua-
les, que coloc{mdose en la puerta grit6 con
voz ton ante : "Por categorias, senores, por
categod3s" y permiti6 abandonar el local pri-
mero 6. los curas, dcspu8s n. los ministros, lue-
go a los ordenandos, tras ellos a los corrigen-
dos y al ultimo a 108 criados.
Aquel gran cultivador de las f6rmulas 80-
cjales tuvo el fin que cuadraba a un hombre
de 8U calana. Asi como se reputa gloriosa la
muertc del general que en el campo de combate
exhala el ultimo aliento, asi debe juzgarse
digno y honroso para un emulo del bar6n de
Andilla perccer por las consecuencias de un
cumplido.
En el Seminario se celebl'aba la clausura de
cada curso de filosofia con una fiesta a la par
academica y religiosa. __ .
El ano de 1848 remataron su curSo de artes
el Lie. D. Ignacio L. Vallarta, que obtuvo
el primer lugar, el Lie. D. Emeterio Robles
919 BIBLIOTBCA DB "n RBBALDO."

Gil, el Dr. D. Antonio Arias, el Dr. D. Ger-


, man Y:illalvazo yD. Jes!is Gonza1ez OItega,
el futuro venoedor de Capulalpam, que fn'
el und6cimo en categoria entre sus condisipu-
los, por 10 cual Ie toc6 el grado de primer rec-
tor.
Como para oo~spoDder a la fama de aquel
onrso, formado de j6venes, muy inteligentes y
avispados que habian de ser despues hombres
eminentcs en varias discipli~as, se design6 pa-
para que lIevarala .voz.al faD)OBO padre cat:-
melita Fr. Manuel de Sn. Crls6stomo N'je~.
Dadas IU faoilidad de palabra, BU portento-
8& erudici6n y su inteligenoia privilegiada, el :
Padre Najera,encontr6 propioia la oportuni-
dad aquella para pronunoiar una oraoi6n que
por la riquez. de 8UB imagenes, por la galanu-
ra de su·e8tilo y por 1& belleza de la dioci6n de-
j6 a todos boquiabiertos. Trataba nada menos·
ese discurso qu~ de exponer tod08101 sist6maa
filos6fic08 que sa han excogitado de 101 grie-
g08 aca para explicar 10 inexplicable.
Alguien, sin embargo, no oelebr6 tan o8.lu-
- rosamente aquella pieza ora1i9ria y fu' el ca-
n6nigo Cumplido, gastr6nomo de fama, anoia-
no habituado 8. un regimen severfsimo y que en: ,
ese dia no prob6 alimento hasta las dOl de la . '
't arde; reBultado de locual .fu' una · enferme-·
dad que Ie oost6 la vida en abril del aiio de
graoia de 184:9.
20 {JtTENTOH. 213

Pudo muy bien D. Jose Domingo dejar de


asistir a 1a fiesta.
ll\'Ias acaso iba a faltar sin aviso? ni por
pieD flO ;, Iba a interl'nmpir la 80lemnidad por
aq.ueUa exigenciR. de su estomago inurbano?
DO en SU8 dias I. Iba, en fin, 6. salirse sin avi-
sal' 8. nadia? prirnero hnbiera.n sobrevenido to-
das las caIamidad~FI del mundo.
Por 10 cllal y :l. falta de otro arbitrio se re-
solvi6 6. oil' aquel sermon que debe haberle s&-
bido a }'ejalgar ya que mas tarde Ie trajo 1&
muertc.
MANUEL M. GONZALEZ.
·...................... ........................... ...................... .... .............................. .

LA ULTIMA TENTATIVA.

(De la8 memorial de un Bolter6n.)

En el verano de 186, sufrllas primeras o.co-


metidas de esta malvada gota qne hoy me
martiriza horriblemente.
El medico atribuy6 mi enfermedo.d a 10. vi-
da sedento.ria que yo nevabo. y me prescribi6,
amen de una multitud de sucios ingredientes
. de botica, un cambio de aireR y un ejcl'cicio
rudo y consta.nte.
--Sobre todo, me dijo, usted necesita ca-
sarse aunque solo sea por conveniencio.; acha-
~ues como les ~ue usted comienza Ii padecer,
218 BIBLIOTEOA. DB "XL · DERALDO."

nunca se curan enteramente; pero se dulcifi-


can .mucho con los cuidados de la familia, con
13 80licitud de una persona que nos asista, no
por el salario que perciba, sino por el amor
que Ie inspiremos. Casese usted, amigo mfo,
casese usted 10 mas pronto posible.
Casarme! Que otra cosa querla yo? Lo
habfa intentado muchas veces; pero con tan
malos resultados, que estaba por convencer-
me enteramente de que el matrimonio era un
manjar vedado para mf.
Bacia algunos anos que yo vivia solo, solo
como el ojo de un tuerto. EI matrimonio y
la muerte, cada quien por su rumbo, se ha-
Man llevado a. toda la gente de mi casa, hom-
bres y mujeres· No tenia, propiamente ha-
blando, ni rey ni roque, ni obligaci6n ningu-
na de dar cnenta de mis acciones a persona
nacida.
Al principio, 10 confie80, me agradaba
aquella vida de tej6n . solitario; aquellas co-
rrerfas nocturnas y aquellas retiradas a la ma-
driguera de un hotel 6 casa de 8sistencia al
primer albor de la manana, para entregarme
al sueno tras la vigilia de una aventnra galan-
te del genero eqllivoco. Mis amigos y yo
consumfamos alegremente mi dinero, porque
ba de saber Al lector que yo, bablando con ver-
dad, no soy un pobre: la oficina del Registro
de la Propiedad se ha tomado el trabajo de
20 CUENTOS. 219

inscribir mi nombre en mas de alguno de sus


interesantes libros. Asi es qne, en la epoca
a que l1.&e refiero, no me faltaban amigos, por
aquello de que el dinero siempre ha sido po-
dero80 iman de la a.mistad. El placer me 8&-
Ifa al encuentro por clonde quiera que yo ca-
minara: los almuerzos y las cenas de muchos
cnbiertoR, los bailes y las giras campestres,
ocupaban mi tiempo, amen de otratil fiestas de
todavia mas ruidoso cor8.cter que nosotros de-
signabamos con cl graficonombre de hecatom-
bes. Me sentia feliz, completamente feliz.
Mas un dia, despues de larga y no inte-
rrumpida serie de bulliciosos pasatiempos,-
permitaseme el enfemi.~mo,-al incorporarme
sobre cl lecho para vcstirme y asistir a un
banquete a que habia sido im'itado, senti que
un agudo punal me heria por la espalda: to-
que mi frente y Ia encontre abrasada; mi res-
piraci6n era fatigosa y me doUan las Bienes
como Hi un clavo pugnara en el interior por
taladrarlas. Eran la fiebre y la pulmonia que
de bracero y de rond6n se me colaban en el
cuerpo.
Trp-s meses, dfaR mas 6 menos, estuve cafdo
en la cam. y solicitado por la mnerte con tan-
ta insistencia, que la naturaleza se vi6 a pun-
to de ser condescendiente con ella, regalando-
les mi vi<l'a. Del pcrfodo algido de mi enfer-
medad, no puedo dar cuenta porque n oconser-
220 BIBLIOTEOA DB "EL BEJULDO."

vo de 61 memoria algllna; pero i ay! si la con-


servo, y muy trist~, de los dias de mi conva-
lescencia. i Qu~ abandono tan h<?rrible! i Qu~
falta de caridad la de mis amigoB y mis cria-
dos para con aquel cuerpo enjuto qlle parccfa
un cadaver movido per descompuestos-resor-
- tes! Todos me dejaron a sol as con mi des-
gracia cansados bien pl·onto de visitar al en-
fermo, y no habia una mano que me &ostu vie-
ra -p ara no caer diez veces ~n cinco pasoB, al
trasladarme 8. la silla en que se me -permitfa
reposar de las fatigss del lecbo. _
Renegn6; blasfem~, llore mucho, y en las
sombr1as meditaciones de aqnella soledad, 8.
veces sentfa el deseo de Js mllerte; 8. v~ces me
extremec{a de espauto, al pensar que iba 8. mo-
rirme" abandonado de toda-compaB;i6n y de to-
do carino, como si fuese un leproso. "Si yo
tu viera una familia, me decia, no sufrirfa es-
tos dolores," y evocando COD ess reflexi6n las
escenss de mi vida disipada, Aentfa que el gu-
ssno del remol'dimiento roia mi pecho, porque
es muy cierto que 01 egoismo del hombre Be
vista freauentemente con -el ropaje de la mo-
ralidad. Esto file 10 que me de9idi6 8. vivir;
qllise regenerarme, _engendr6se en mi un amor
de padr~ sin hijos, y me propuse buscar una
esposa tan luego como terminase la clausura
de la convalescencia.
No mas solter$smo! deeta en voz alta 111e-
200UBNT08. 221
DO de gozo apostrofando a no Be qui en desde
mi lecbo. tNo ma~ amigos ingratos oi cria-
dos ladrones; n6 mOoS derroches! Seamos hom-
bres bonrados.
Y tuve una novia, mejor dicbo, varias no·
vias. J oven, de una figul'3. no del todo desa·
gradable y con alguna renta, natural era que
encontrase quien me quisiera de buena volun-
tad.
Pero Jas novias iban pasando una tras otra
y el matrimonio no lIegaba. 8i 0.1 principio,
y guardando a 180 estetica las consideracioncs
que 10 merece, busque 8. las hermosas y a las
elegantes para ofrecerles mi coraz6n y roi rna-
no, al ver que 180 COM lIIe prolongaba mas de 10
que yo querfa, acabe por no poner reparo y
me dediqne" las fcas, fiando neciamente en
los que a6rman que la fealdad es compaiiC1'3
iuseparable dl'l 180 virt~d. Ni por esas, 10 mis-
mo las ele~autes que las hermosas, y asi las
feas como las herrnosas y las elegantes, me
despacbaban con cajas destem.,ladas 8. 10 me-
jor del 6Ut!Uto, tras de hacerme abrigar las
mas dulces y gratas ilusiones.
}Ii afan creum a cada momento scmejante
801 gigant6n aquel de 180 fibula que cobraba
mayor fuerza cada vez que caia en tierra: los
fracasos, en vez de escarmentarme, roBs me
alentaban. Ya no era deseo, sino rabia. de ma-
trimonio 10 que yo scntia. De mi parte todo
15
222 BmLIOTECA DE "EL BEBALDO. "

estaba Iisto: carpinteros y albaiiiles haMan


trabajado ya en constrnir y decorar con al-
gun lujo el nido de lal! sonadas alegrfas con-
yugales; los muebles, los cna.dros, Ja bajilla,
1a cama matrimonial y las mil chucherfas pro-
pias del caso, estaban en espera de la diosa
para ocupar sus respectivos lugares.
Solo la diosa no venia. Muchos de mis
amigos, solteros poco tiempo antes, habfan
10grado sin gl'andes esfuerzos 10 que yo pre-
tendfa en vano. Devorado por la envidia,
1es miraba en los paseos publicos, tirar de al-
gun cochecito de juncos, dentro del cual un
lJebe de infladoB cachetes, estrujaba con torpes
manecitas la mamadera de goma.
6Por que me rechazaban las mujeres, , mi,
un mozo de buenas prendas, capaz de hacer
feliz 8. una joven de medianas aspiraciones?
dPor liviandad de ellas? No, no 10 creo.
Lo cierto es que con cualquiera pretexto, mis
Dovias faltaban 8. S11 palabra y me dejaban a.
la luna de valencia.
En cierta ocasi6n crei que mi matrimonio
era cosa resuelta, pues llegue al extremo de
apersonarme con el J uez del Registro Civil
para proceder 6. las primeras diligencias de Ia
boda. Di parte de ello 8. mis parientes, ami-
g08 y demas personas de mi estimaci6n, com<;»
dicen las esquel8.s mortuorias. M.ande impri-
mil' nnas elegantes tarjetas en 1& mejor im-
tOcUDTOB. 223
---------------------------------
prenta de la localidad y prepar~ con regio es-
plendor todo 10 concerniente al zarao; pero
catense ustedes que en ]a manana del dia 8e-
iialado para]s presentaci6n, reciM Ia visita
de mi futuro suegro, qu~en trara la embajada
de avisarme que mi novia, Ia decirna octava
seiiora de mis pensamientos, temerosa de que
8U separacion del hogar paterno agravase Ia
enfermedad que de antaiio padecia su senora
mama, habia resuelto no casane nunca ni con
nadie, y que encarecidamente me suplicaba
que no me volviera a ocupar de ella.
Este inesperado golpe y el fraca80 de d08
nuevas tentativas, abatieron enteraruente mi
animo y me convencip.ron de que el destino
me tenia condenado 6. 8OIterismo perpetuo.
He aqui explicado el terror que me causa-
ron las palabras del mMico.
Habia acabado por resignarme con mi suer-
te; habia vuclto u. la vida y costumbres de uil
hombre acaudalado que no tiene obligacionel
de familia que cumplir, ni grandel ni peque-
fias; pero los nuevos quebrantos de mi dalud
y los consejos con vis08 de amenaza del facul-
ativo, hicieron que renacieran a un tiempo
mis temores y mis esperanzas: los temores de
verme otra vez 8. Ia orilla del sepnlcro sin ma-
no amigH. que me sostuviera, y las esperanzas
de encontrar una mujer capaz de amanne y
endulzar mi existencia.
224 BmLIOTBCA DB "BL BBBALDO."

Si habfa obrado con poca cordura en mis


noviazgoa anteriores ; los habia prolongu.do
mucho con entretenimientos pU1."amente ro-
manticos impropios de un hombre sel'io que
solicita a una mujer con buenos fines y muy
ocasinados a las veleidades del sexo d~bil.
ICUo.ntas veces, cualquiera de esas necedades
en que tanto abundan las noctllrnas entrevis-
tas de la reja, ha separado para siempre 6. dos
amantes que bubicran sido muy felices proce-:-
diendo a 8U union 8in las bob~rias amorosas de
los tiempos de Maricastana !
E!Jtaba decidido: en caso de volver nueva-
mente a mis iotentos maritales, serla mas
practico, mas positivista; no hablaria ni pala-
bra a la nina; me dirigiria 6. sus padres y les
pediria su mana <Ia de la nina, por supuesto) .
Nada de preambulos; nada de perdpr el tiem-
po .en rondas y serenatas; nada de chicoleos y
citas a media noche.
Por de pronto, 10 mas importante era reali-
zar el cambio de aires, recetado juntamente
con el matrimonio. Dirigfme, pUE-S, coo tal
objcto a un mi tio que mucho me apreciaba, y
c8te di6me una carta de recomendacion para
el arrendatario de una de 8U8 haciendas, dis-
tante varias Icgu8s de la ciudad. Tome de
mi biblioteca los libros mas queridos, me pro-
ve! de una excelcnte carabina ingles& de dOB ,
canonea, y al asomar por l&s ventausa del 0-
20 cuBN'l'08. 225
----------------
l'iente 180 aurora de un hermoso dia, pflsome
en mareha.
El comienzo de mi estancia. en la campes-
tre tinea, 10 pas6 entregado n. s8obroRa. leetura,
porqllc lIovla copiosamente y los lIan08 (·sta·
ban inundado8; pero tan luego como vino la
primera manana de sol esplendoroso, echome
al hombro la E'scopeta y me awmture por en-
tre los Rurcos de un maizal nacicnte 8openas.
Declaro que 180 (~aza, no me baria. olvidar
mis deberes c1e J·ey y de ('sposo como a Carlos
IV; nllnca la he tornado, sino como el medio
de hacer men08 fastidioso para las piernas un
larJto .ejercicio pedibus andando.
El tiempo era magnifico y el campo vestfa
todas las galas propias de 180 C'staci6n. Por
entre los grangenalea y las nopaleras de 108
vallados, salta han los huitlacochea y Jas cnlan.
drias, siJbando a.legremente: al anicillo y las
flo'rea de Ban Juan embalsamaban al airE.', y
yo, aspirando en tanto con dE.-licia 'aqllellos
suaves perfumes de que mi 01£8to no habfa
gozado en muchos aiioH, contemplaba. ]os ri·
suenos casertos de las haciendas ~sparcidas en
el valle, los ganados, cuyos vivos colores Re
destacaban fuertemente del verde ohscul'o de
los pastos, y 108 lejaDos cerros de caprichosa
forma que pODian un cerco de zafir. 6. la 1180-
nura.
Como yo no busc80ba lOB conejos y era evi.
226 BIBLIOTKCA. DB "BL BBBALDO. "

dente que los conejos no me habian de buscar


a. mi, al cabo de dos horas de incierto vagar,
no habia disparado un solo tiro del arm a que
me acompanaba, y sin saber c6mo, me halle
frente 6. una tapia de ladrillo de mucha longi-
tud, pero de eseasa elevaci6n e insuficiente,
por 10 mismo, para resguardar el hermoso
bosque de fresnos y naranjos 8. que servia de
muro, en el fondo del cual bosque, y a traves
de los claros del follaje, Be vcian los rojos te ·
jados y las blancas paredes de una bonita ca-
sa.
Mi curiosidad qUi80 que mirase al interior
de aquel Eden ineBperado, y 10 eucontre deli-
cioso: muchas 1Iores; avenidas graciOSamE!Dte
formadas con plantas trepadoras que se 8ga-
rraban al ramaje de 101 naranjos; un estanque
de aguas limpias en que nadaba toda una ca-
tena multicolora de anades y gansos, Y loh
dicha! ahi, en pie junto al estanque y entrete-
nida en arrojar pedacillos de miga a los aculL-
ticos, una lindiBima muchacha, una·verdade-
ra aparici6n de cuento de hadas. Dieziocho
anOB a 10 sumo; estatura mediana; rostro per-
fectamente oval y de una blancura.de came-
lia alba-plena; nariz correcta; boca correctf-
sima, irreprochable; ojos negros y grandes, '1
una cahcllera .color de noche que en dt!strenza-
das matas se desbordaba. por la espalda. :Mia
ojOi no me engaiiabe: &quella nma, vestida
20 CONTOS. 22'7

con un vaporoso peinador de gasa que permi-


da adivinar 1a morvidez de las formas, era
encantadora, positivamente encantadol'a. Me
atrevi i 11amar su atencion con UD golpe de
toB, yella, a1zando sus divinos ojos, al punto
de la pared por donde se asomaba mi cabeza,
me vi6 sin a80mbro y me sa1ud6 amab1emen-
teo
De vue1ta en mi casa, preguntc c6mo se 11a-
maba la beredad que habitaba aquella campe-
sina que parecia condesa y quienes eran SU8
duenos. Se me Qontesto que 1a llnca llevaba
e1 nombre de La Hue1'ta, pero que habieudo
sido t!uagenada muy pocos dias antes por el
antiguo propietario, no se sabia quien fuera
e1 nuevo.
AI dia siguiente, c6mo es de presumirse,
muy temprano corri 8. ooupar mi puesto de la
vfspera en e1 muro del bosque de fresnos y na-
ranjos. La desconocida proseguia, por su
parte, la hllmanitaria tarea de dar de comer 8.
108 patoR; pero estavez no estaba sola; la
acompanaba un senor gordo, alto, colorado y
vestido oon un traje de lienzo crudo. Es su
l'adre, me ~ije.
Para que cansar a1 lector? Aquella mujer
Be me habia metido en el alma. Pen saba en
ella dia y noche, Mi imaginaci6n 1a adoma-
ba con las perfecciones moraieR de un ser casi
divino, y abultaba lOB encantos poaitiVOB de su

" .
228 BIBLiOTBCA DB "BL BEBALDO·"

cuerpo. La amaba, 111. amaba, sf, con todo


mi coraz6n y me vivfa rondando las tapias de
aquel parafso, envidi080 de 108 arboles que Ie
da ban sombra.
Por III. centesima vez en mi vida reaolvi ca-
sarme. Me casaria de sopet6n, exabrupto,
sin preambulos, de conformidad con . mi pro-
p6sito. No me 10 habfa ordenado el medico?
No 10 reclamaba mi salud? Me presentarfa 6.
su padre, Ie dirla quien era yo, cuanto tenia y
10 que deseaba: el, encantado de tanto. fran-
ql1eza, no podrfa menos que ser condescen-
diente eonmigo. En cuanto 6. ella, ni una
paJabra; su padre sa encargarfa de enamorar-
la a mi nombre.
i Ahora 6 nunca! me deefa lleno de esperan-
zas.
Una manana ordena que me ensillaran un
ca ballo, me vesti esmcradamente, y Ii galope
tl ndido tome el camino de La Huerta, con III.
dt eisi6n de llevar 6. III. prictica todos mis pro-
y(ctos. Llcgu6 bien pronto y uno de los peo-
nes que en el extenso patio exterior de III. eag
se entregaban a. diversas faenas, entr6 a anun-
ciar mi visits. Cam 11.1 punto, apareci6 en. el
v~'stfbnlo aquel senor alto y gordo, que acom-
l'aiiaba , rni ninfa en sus paseos por el huerto,
y me condujo 6. su despacho, situado en el pi-
so alto de &quella construcci6n que era un
Okal.et de elegante arquitectura, · un pequeiio
..
20 ClJDTOB.

palacio, en cuyo interior, por mil detal1es que


no es posiu]e ennmcrar, se adivinaba la pre·
sencia de Ulla mujer inteligente y belJa.
Instalados en un confidente de mannfactu-
fa austl'iaca.
- CaballE.'ro,-me pregnnt6 el hacendado,
-a que debo el honor de esta visita?
-Seiior,-le respondi,-debo comenzar por
decir a. usted mi nombre.
-Es inutil,-dijo al interrumpiendome.
Se c6mo se llama oated y tengo in formes va-
rfdicos, que mucho Ie honran, acerca de su
origcn, de su fonuna y de 80S excelentes cna·
lidades person ales. Yo me lIamo Bartolome
Pacheco y tengo mucho gusto en poner a las
6rdtmes de uated mi casa y mi persona.
Eatas palabras y el tono afable con que fue.
roo dichas, centuplicaroo mi valor.
-Mil gracias,-dije casi entusiasmado, 1
anadl pl'ontamente : La circunHtancia de que
usted sepa ya de una manera exacta quien 801
1 10 que debeo esperar d6 rof las personas'
quienes me una por los lazos de Ia amistad 6
del parentesco, me ohligan 0. exponer ain mls
prellmbulos el objeto que aquf me trae. He
resuclto casarme y vengo 6. pedir a uated la
mano de su hija.
EL senor gordo 8&lt6 sobre 8U asiento al oir
mis ultimas palabras y lleno de a80mbro me
dijo :
230 BIBLIODOA. DB ..JCL IIBBA.LDO."

-Caballero, usted se equivocal La mano


de mi hija? De cuAI hija?
En aquel in stante mi desconocida apareci6
en la puerta del despacho, mas hermosa que
Dunca, y seiialandola respetuosamente, dije
con voz que denunciaba la emoci6n de mi pe-
cho:
-De la hija de Dsted; de la sefiorita que
presen te se halla.
Eotonces resoo6 la mas estridente .de las
carcajadas que han saUdo de humanos pulmo-
nes.
-Caballero,-dijo mi int('rJocutor sin con-
tener su hilaridad y oprimieodose con ambas
manos el abd6men,-la senora ........ que
presente se halla ..... ... es .....••. mi es-
posa.
· LA rUMBA DE MAGDALENA.

A. JOB6 ~peZ Portillo y Rojas.

1Pobre Magdalena! Debia monr antes


que envejecer, porque era hermosa y buena;
pero muri6 demasiado pronto.
L9S poetas han dado en la flor de llamar 6.
las mujeres virtuosas "'ngeles de Ia tierra."
Si alguna ba existido que mereciera digna-
mente eae nombre, fae aquella nina que pas6
por el mundo como pasa un sopio de brisa im-
pregnado de los perfumes primaverales. Su
coraz6n emalaba virtud como las dores aro-
ma y 1uz laB estrella8. .
De mediana .e8tatura, pero erguida como
una anuena; d~ m6rviclall, " 1& vez que delica-
232 BIBLIOTBOA D1: UEL BEBALDO.

das y corcctalll formas; blanco y sonrosado el


rostro de helenico perfil; humedos y azulea co-
mo tnrqnes:ls los apacibles ojos; rubio el ca-
bello, algunalil de Clayas rizadas hebras 60-
taban sobre la frente como luz de aureola;
vigoroRa, en fin, fresea y lozana, la espiritual
Magdalena, nadie podia creer que la ciencia ·
del hombre, 910 que eR 10 miRmo, la ignoran-
cia de la eiencia, se hubiera atrevido , pro-
nunciar scntencia de muerte en contra dv
aquel ser, merecedor de vivir etemamente en
el mundo )Jara ejemplo de perfecciones. Sin
embargo, la llermosa niiia estaba deaahuciada.
Una enfcrmedad terrible, una cneurisma in-
curable, minaba rapidamente su vida.
JPobre Magdalena! Conocfa el estado de IU
181ud, porque la oticiosa indiscreci6n de un
imprudente se 10 habfa revel ado ; pero estaba
conforme y, pudiera decirse, contenta de so
8uerte.
No asi Don, Esteban el ventnroso progeni-
tor de aquel angel.
Era Don Esteban un veterano de 48 que
gan6 et grado de coronel en la Resaca. Vin-
do desde hacia cinco an08 cuando yo 10 oono-
cl ;anciano, pero fuerte todavfa como un ro-
be' y retirado ya del servicio, vivfa 8ujeto ,

quien amaba como su hija Ie amaba "'I,


mezquino 8ueldo y adorando en SI1 hija, "
que
ea cuanto hay que decir ponderativamente res-
20 OUJm'rC)8. 233

peoto del ~riiio que fundia en una Bola 180


existencia de aquellos seres cariiio80s.
Trawndose de 180 vida de Magdalena, aquel
veterano sa olvidaba enteramente del valor
que tanta fama Ie habia dado ent.re IUS com-
paftero. de armas. No podia acostumbrarse ,
180 idea de perderla.
-Mil veoea yo, Senor, mil veces yo, que
soy un viejo in6.til-deda mnchas oC3sionel
golpeando.con los crispados punos el pernioo-
jo siUon de cuero, testigo de aus acceS08 goto-
80S, y bUlcando i Dios 801 traves de las empol-
vada,. vigas del techo.
La amOTOBa pareja vina en una pequefta
caM de calle extraviada 801 Occidcnte de 180
oiudad. Sorvialel una fndigena de nariz ro-
ma, mny fea, pero muy leal , 8U8 amos, y BU-
fr(an las esoaseces consiguientes , 180 mezquin-
dad de 180 paga. de retiro, que solla hrillar por
IU ausencia durante meses consecutivoB, Be-
gUn el alta y baja de los dineros publicoB, no
muy abundantes por entonces.
En el ofrculo de las relaciones de Don Eate-
van, no faltaban amigos prodigoa, dispueatos
, sa.oar 801 veterano de olU,lquier apul'O; mas
era tan exoepcional el pundonor de aquel vie-
jo y capaz 8U caricter de tales energfas, que
n6.nca lo~ro nadie haoel' que aceptara el mi.
insignificante anxilio, y corido quedo mi. de
alguno que Be, empen6 en ofrecerael0, por la
234 BIBLIOTEC.A. DB "EL BBB.A.LDO. "

manera on tanto brusea con que fu4S reehazada


so generosa porfia.
En euanto 6. Magdalena, atenta siempre al
siniestro vatieino que sobre ella pesaba,eonee-
dia muy poca atenci6n i las miserias de 1~
tierra; las despreciaba sin afectaci6n. Sabia
qne nada deMo. confiar al poryenir; mis bien
dicho, que no tenia porvenir alguno, y se en-
tregaba gustosa ai eumplimiento de sus debe-
res adorando y mimando a 8U padre y vene-
rando 10. memoria de so santa madre, con toda
la fuerza de aquel gran coraz6n, capaz de
amar hasta el sacrificio.
Esos apremi08 rudos y prosaicos de una po-
breRa que raya en la miseria, doman y abru-
man al mis viril cad.cter; pero Magdalena lOB
soportaba sin esfuerzo y aquella alma pora,
reflejando 1m limpidez en todo cuanto la ro-
deaba, cubria de quien sabe que encanto, de
quisn sabe que barniz maravilloso los moebles,
las paredes y el pavimento de so destartalado
retiro. Todo ahi era Iimpio y singularmente
bello: las violetas y las trinitarias de sus tiestos
crecfan extraordiuarimente y ten ian intensos
perfumes; su canario y S11S gorriones cantaban
melodias dltlcfKimas jamas f>scuchadas en 10.8
selvas, yel traje de Don Esteban, aunqne
8urcido y raido en mas de una parte, sa con-
servaba siempre aseado y presentable, merced
" aquellas manitas hacendosas que con la mia-
20 OVDTOI. 235
------------------------------------
roa destreza manejaban el cepiUo que la agu-
ja.
Don Esteban, hubiera aido feliz, completa-
mente feliz lin la CODstante idea de que la
muerte vendrfa muy pronto 8. despojarlo de
aquel te80ro inestimable de gracia y de her-
mosura; pero cuando esa idea Be Ie clavaba en
la imaginaci6n, 10 que sncedfa a. cada instan-
te, no habia mas remedio que echarse a. llo.r ar
como un chico, razon por la cual nunca falta-
ban en au bigote cano, dos 6 tres grues&8 y
trasparentes lagrimas: JHuvia del sufrimiento
sobre los p~talos de lIDa dor de nieve!
Al mis leve gemido de au padre, Magdale-
na Be levantaba de su pequei'ia. butaca de tra-
bajo, arrojaba sobre 01 canasto la labor de
gancho 6 la tela en que cosfa, e iba a enjl1gar
con ruidosos besoslas mejiUas del desdichado,
haciendo poderosos esfuerzos para contener
sus propias lagrimaa.
-Vamos-Ie decia entre llorosa y risuefta,
-un general como tfl (mi general Ie llamaba
liempre) no debe atlijirse de eBe modo. Qu~
dirian tus compafieros de armas si vieran 110-
rar al veterano que Be bati6 tantas veces con
los yanquis. Me he de monr yo y te has de
monr tu, porque es preciso que vayamos;'
reunimoB con la que nos estS. esperando alIi.
en el cielo. Ademas, uated se esta creyeudo
mY fuerte de 10 que ea, BenOr mio; uated ha
236 BIBLIOTBOA. D1II "lIIL BEBA.LDO. "

dado y tornado en que me he de morir prime-


ro, porque los medicos se 10 ban dicho. Loa
m6dicos Bon un os barbaros, general ; ya has
visto cuantas veces ban tenido que trasferir
el dia de rni muerte porqae SI1 ciencia de po-
rra los ba enganado. "En al invierno proxi-
mo Be muere esta nina," dice alguno (lon voz
de oraculo que me hace estremecer. Viene el
invierno y no me muero. "No pasa la pri-
mavera," dice otro; pero la primavera llega,
y yo, tan fresC8 y tan colorada como siempre.
i Cuidado con llorar, porqne Ole enojo! To-
davfa te he de dar mucha guerra en esta vida,
quieras que no quieras, tonto.
Qaien como yo presenciaba alguna vez esaa
escenas, no podia conservarse indiferento, por
inseosible que fuese: las glandulas laerimales
Ie humedecfan y el coraz6n se desgarraba,
quitras que no quiera8, como de cia Magdale-
na.
Yo ]es visitaha con frecuencia, atraido por
el inftujo que ejercfan sobre mi aquel hombre
honrado y aquella nina inmaculada. Senda
que en mi alma germinaba un arnor inmenso
bacia Magdalena; pero no un arnol" vulgar y
ya senti(lo otras veees. Me hubiera arrojado
, 811S plantas, no para decirle que la querfa
como' mi novia, sioo para rezarle nna de las
oraciones que mi madre me ensen6 cuando
nino.
10 OUomB. 93'7

Era una santa, sf; pero no por mistica 6


por asoetiea; pocas veceR iba al templo, aun-
que muy emtiana, retenida en su casa por lOR
quehaeeres domesticos. No era huraiia, ni
gasmoiia, ni hip6crita. I Que hip6crita iba
'serl Por el eontrario, la risa siempre esta-
ba pronta 6. asomar 8. 8US labios de guinda.
Con 8U canario 80stenfa conversaeiones que
eran un primor de jovialidad y maJicia ;ncona-
cienee, permftaso la frase.
-Tfl-le deefa introduciendo el dedo me-
fliqtte de la mallo dereeba entre los alam-
bres de la jaula, mientras en la otra mano S08-
tenia la tasita del alpiRte-tu quilieras volar
para irte por esol campos de Dios en busca de
una novia, Lno el verdad? para besarla y Rca-
riciarla entre un ramaje may espeso y tener
muchos canaritos. Pues lee la pintol no te
has de ir, porque est8s condenado 8. alegrar
esta cua, donde hay un viejo que 1I0ra mueho
y una nina muy bonita que Ie ha de morir
muy pronto y no tiene ~8 novio que tu, pi-
08160.
Con freoaenoia me interrogaba sobre mn-
ohas 00188 mundanas; me exigfa que Ie enu-
merase las mujeres 8. quienes yo habia enga-
ll.ado. Plaofale m·uoho hahlar de litera tura y
de modas, y mostraba entonees un espfritu
anaUtico y una observaci6n cstatica de prime-
ra C1&88.
18
238 BmLlOTBOA DB "n BBBALDO·"
-Si yo estuviera buena y sana-decfa 6. las
veces-y no fuera tan fea, y me casara con
un hombre rico, Ie pedirfa muchos trajes y
muchos libr08; pero no-anadia ' con suma
gravedad-porque 10 que yo gastara en satil-
facer Mis gU8t08, les harfa falta 6. mis hijol.
Luego se eehaba a refr .y decfa q~e para
caurse necelitarfa naeer de nuevo y q\1e no
habia hombres tan tontos en el mundo.
i HOIlabres tan tont08! lQue hombre no hu-
biera sido feliz al lado de aquel angel? Pero
nada, 108 seDores m6dic08 decian que 8i Mag-
dalena se casaba, el velo nupcialle servirfa de
mortaja.
Horas -enteras pasaba yo 6. su lado que me
parecfan breves instantes, 'veces regocijado
Con su adorable charla, 'vaces contempl6.ndo-
la con profo.nda tristeza, siempre aentada en
' IU pequeiia bo.taoa · dale que dale 6. la labor,
como la poiwecita d8 Ziz1, d" Alfonso Daudet,
mientras que el pobre anciano, aentado tam-
bien 6. corta distaneia en 8U viejo sUi6o, abis-
m6.base en DioR sllbe que dolorous reftex;onei
6 leia alguna novela de Fernandez y Gonzalez.


••
Asuotos de familia. me to. vieron alejado de
.)a ciudad 'por mucho tiem,PO. En )01 tnl
20 CUDTOB. 239

primeros meses de mi aU8encia, no tuve noti-


cia alguna de mis buenos amigos; pero en 101
flltimol diaa del cuarto, recibi una carta de
Magdalena, que conservar6 toda mi vida c0-
mo una reliquia sagrada.
I . ilor Be marohitaba, el pijaro enmudeefa,
como puede verse por loa aiguientee p'rrafoR
de esa carta:
"Su dilatada ausencia nOI tiene ya muy
aburridos i "mi padre y i mt Se Ie quiere'
vd. en esta casa mucho mAs de 10 que pen••
bamos. Mi padre me pide noticias de vd.
eon mucha frf"cuencia, aunque bien sabe que
estoy tan ignorante como 61 de la luerte que
cone el ingrato amigo. Le hacen mucha fal-
ta las novelas aqueUas de amorel y cuchiUa-
das que vd. Ie propor~ionaba para diatraerJe
un poco: ahora lee por Ja diezmilloneaima
oC8si6n la historia de N apole6n el Grande.
En ouanto i mi, s610 platico con mil macetaa
y mis jaulas, que Dunca responden' mil an-
siolas preguntaa. No tengo quien me ame-
Dice 108 ratos de la costun y del gancho; vd.
era el flDico holgaz'n bastante abnegado para
divertir un poco la mOD6tona vida de eata
monja sin toeas, oon el relato de 8US hazana.
de Tenorio bobalic6D. Vengase vd. cuaoto
antes, ror caridad.
240 BJ-nLIOTECA DB "EL BBBALDO. "

"Mi enfcrmedad gana terreno y creo que


ha dado ya Ia orden de asa)to, como di~a el
general. El aliento se me acaba y me ban
prohibido que cante, que corra y que haga el
menor esfuerzo; es dccir, me han atado corto
y me ban cerrado el pico. Antier estuve'
pnnto de ahogarm,e, sin mas causa que haber-
me encaramado Bobre una silla para descol~ar
y Hmpiar el cromito aquel de las vacas gUIO-
das que behen agua 6. )a mitad de un arroyo
de azul de Prusia, y que se hallaba hecho un
3SCO de empolvado. Por la primera vez sen-
ti miedo a1 ver en el rostro del doctor el inte-
rCMante gesto que Ie cierra 1& boca y Ie eriza
las barbas siempre que me auscula. Hoyel
gesto ha sido mucbo mas elocuente que de
costumbre, y el bueno de mi Esculapio en va-
no quiso .ocultarme una lagrima que Be Ie fIB-
cap6 del ojo derecho. iPobrecito I creo que
ha acabado por quererme 6. fuerza de 8Oportar
mis necedadcs_ Se 10 agradezco en el alma .

. . . . . . . . ... ... . .. ....... ... . . ....... .. .


"6No Ie 80rprcnde i yd. que Ie diga que
tengo miedo de morirme? Mi padre, mi pa-
dre me acongoja. EI pobre viejo est6. mas
abatido que nllnca, l10ra ma. que nunca, y ya
mis zalamerias 80n impotentes para arran car
una sonriAa de a~uello~· I~b~o8 que parecen ha-
20 CUBNTOB. 241
ber olvid:u]u In palabra, pues no haeen mas
que gemir. Es que 108 dos hem os compren-
dido que d vatioinio de la oiencia al 1ill va "
cUlllplirf't', y cuando l,ienso qne mi padre,
acbac080 y pobre oomo t;e encnelltl'a, quedara
solo, enterarneote solo en el llIundo, JOe reve-
lo contra mi tlUerte y culpo Ii la Providencia.
Ud. sabe que mmea he sido oobarde, que"
todo be etltado dispuesta, porque mi buena
madre supo fortaleoer con santas enseiianzas
la ioteligellchL y el coraz6n de esta pohre mu-
ohacba. N ada quiero de la vida, la vida me
es indefercnte, y si no la rechazo, no me se-
duoe; quizas lanzada al torbellino del mundo,
hubiera sido menos diohosa que en la olausu-
ra en quo vivo. Aqul poseo, ouando menOH,
ese tesoro iuestimable que se llama la paz de
la conoiencia. Nada ha venido de fuera a
turbar mi aislamiento, nada, si no es 1& amis-
tad, y no oonoibo que se pueda amar de otro
modo " una persona, que como amo ii mi pa-
dre y " mis amigos como vd. Pero no quie-
ro marcharme 'ese pais de donde nunca Be
vuelve, torturada por el desamparo en que de-
je al buen anoiano, ni quiero tampooo que 61
me preceda en la ignorada via. . .. 1Los dos,
108 dOl , la vez 1 Mas jay! comprendo muy
bien que mientr&a yo 'aliente, mi padre no
p~ede morir. Venga vd., venga vd. 'nuel-
tro lado Ii quiere over una vez mas en Ia tierra
, 8U deadichada amiga."
.......................................
Sf! querta verla, querta hablarle y conlolar-
la y aun decirle que la amaba con todo mi co-
raz6n; pero no pudo ser.
Ami vuelta 6. la ciudad, Ia in feliz criatura
habta muerto hacia dos mesel.
D. Esteban estaba loco de dolor. Desde el
db de 1. oatistrofe, excepoi6n becba de Fran-
oisc&, IU vieja criada, con quien lloraba muoho,
no conlinti6 que Ie hablasen ni los amigos ni
101 extraiios. Muy de maliana tomaba el ca-
mino del oamposanto y no vol vb 6. IU casa,
linO ouando algun sepulturero iba , arranoar-
Ie bruacamente de junto 6. la fosa de Magda-
lena, donde el viejo permanecfa extatico una
hora tru otra y otra, riauefio 6. veces, 6. vecea
llorolO y murmurando oarilio88.s palabras.
Yo quise orar, :' mi vez, sobre Ia tnmba de
mi .miga, y me fu~ faoil encontrarla. Una
mafiana seguilos palOs de D. Esteban. En-
tr~ al palite6n en pos de ~I, Ie vi perderse en-
tre un bosque de cedro&. y naranjos que daban
"IOmbra 6. multitud de sepuloros de diveJ'8U
formas, y Ie hall~ 6. poco, ~e bruces y besan-
do I. tierra en un SitlO donde no habfa ili uil.
lipida, ni una cruz, oi aei1al alguna que indi.
20 C1J'BNTOS. 243

case que aUi dormia el sueno etemo, la maa


hermosa y la mas digna de todas las mujeres
del Mundo.
iD. Esteban no habia querido 6 no habia
podido levantar un monomento cualqoiera so-
bre la fosa de 8U hija tan amada? Quiz8.s su
pobreza habia aumentado y Ie seria imposible
lIenar ese deber.
Me propuse, desd.e luego, reparar la falta y
me acerque 6. D. Esteban para oomunicarle mi
proyeoto. Ay! el apuesto soldado de Santa-
Ana, ya no era un ser humano, era una som-
bra, un eBqueleto que parecia eBcapado de al-
guna de aquellas tumbas. Los ojos de aqual
rOBtro demacrado, eran dos puntos luminoso8
y cbispeantes que centelleaban en el fondo de
profundfsimaB cuencas. Los p6mnlos pugna-
ban por taladrar la momi:6cada piel de las me-
o jillal, casi cubiertas por la hirauta y descom-
puesta barbae Su cabeza se agitaba convul-
aamente y BUS labios se relamian como sabo-
reaudo alguna cosa grata al paIadar. So oa-
bello, de un blanco amarillento, habia crecido
extraordinariamente y desoendia en mechones
basta posarae ·en los hombros y ocultar el cue-
llo d~1 desgarrado levit6n.
'Senti que el coraz6n se me parda de dolor
en presencia de aquella ruina viviente. Le
~gt la p~labra, pero no nle contest6 y ni si-
qwera Be 'dlgn6 mlranne. .
244 BIBLIOTECA DB "XL BEBALDO. "

Era preciso satisfacer la deuda de gratitud


que me Jigaba 6. aquella fosa, era preciso am-
pararla contra los indiferentes que la hoUa-
ban, ignorantes de la profanacion que come-
tian. Pero J,c6mo lograrlo? D. Esteban no
se apartaba de ella un solo momento.
La ca~ualidad, una casualidad bien triste,
vino 6. favorecerme. Dos dfas de8pu~s, el
medico amigo de 1a casa de Magdalena, oblig6
por la fuerza al desdichado anciano a perma-
necer en el lecho para sujetarlo a un trata-
miento curativo.
Sin perder tiempo y bajo 1a direcci6n de un
inteligente artista amigo mfo, puse mano 6. 1a
obra y en brev~s dias, sobre aquella tierra ben-
dita ae eIev6 un monumento de senciJIa forma,
pero elegante, esbelto y oorrecto, como la ni-
na a quien estaba consagrado; 10 circunde de
arbustos y 10 cubr( de trinitariaa y violetas,
lasllores favoritas de Magdalena.
Me gozaba en mi ohra una manana; acaba-
ba de colocar una corona de siemprevivas y
de inmortales en el 6.tico de la pequena porta-
da del sepulcro, cuando e1 ruido de un os pa-
sos precipitados que sonaban a mi espalda,
me hizo volver Ia vista y quede sorprendido.,
Era D. Esteban que se dirigfa al sitio de la
fosa, busc8.ndola con 'vidos ojos. Lleg6 has-
ta. Is tumba sin advertir mi presencia y trope-
z6 en el enverjado. Be detuvo entonee_. ~
20oumrrOB. 245

tanto sorprendido, y midi6 de arriba abajo


eon ut:la mirada el monumento: luego Ie o{
murmurar "no es aqui." Se apart6 bacia la
derecha examinando el suelo; rode6 varias ve-
ees et sepulcro deteniendose a mirar todas lal
tumbas que encontraba a su paso, como un
sabuezo que olfatea 1& pista; torn6 6. pararse
frente 6. 10. lapida en que estaba escrito el nom-
bre de su hija; pero emprendi6 de nuevo las
pesquisas y, de repente, como un niiio que Be
ba clavado una espino., exbal6 un grito pene-
trante que me 11en6 de terror. ,MB la han
robadol dijo en voz alta, 6. 10. vez que se me-
saba fuertemente los cabellos, y ecb6 6. corrar
bacia 10. salida del pante6n.
Esa misma nocbe D. Esteban dej6 de exil-
tir, pocos momentos despu~8 de baber reco-
brado el juicio. Me llam6 6. su lado, me re-
conoci6 cuando estuve cerca de su leobo y me
eltrech6 con fuerza ]0. mano mientraa \)lavaba
en mis ojos los suyos, placidamente animados.
-Hija mia, 1qu~ hermosa ostas! lQu~ lin-
damente te has ataviado. • • • • • •• para ..••••
recibirme! All6......... voy ....••••
Tales fuaron las ultimas palabras que pro-
nunci6 aqllel anciano genero80. Yolo babia
matado con mi cariiiosa onoiosidad.
Pero es indudable que Magdalena me 10
agradece.
ENRIQUE GONZALEZ MARTINEZ
UNA HEMBRA.

A Victoriano Salado Alvarez.

Tenia el pelo castano y 108 Oj08 negros co-


mo la noche; pero Ie decfan por mote "Ia
Gllera," aludiendo' 80 tez blanca y sonrosa-
da como la de una senorita. En aquella ca-
Ia de vecindad, morada de tip08 fe08 con rol-
trol patibulari081 BucioB, parecfa una yerba
ex6tica tralplantada por mano criminal 'un
eltercolero. Se levantaba con el alba y po-
nfase, apenas tomado e) pobre desayuno, a
desempefiar su oficio d.e lavandera; y era de
verla,. con las man gas enrolladas basta 108
hom bros, mostrar desnudos aquellos brazos
que parecfan arrancados a una estatua. fuer-.
250 BlBLlOTBCA DE ;, BL BBBALDO."

tes, musculosos, no con el biceps salt6n de


las mujeres de circo, sino con I~ exuberancia
m6rbida en que los musculos se adivinan, mis
que verse, , traves de un cojfn de grasa, y u-
na piel fina con peluzas de terciopelo.
Inclinada sobre el pretH dellavadero, entre
flUS Manos ca110sas y chatas por el tra~ajo es-
trujaba los lienz08 -empapados, con cierta fu-
ria salvaje, el labio inferior entre 108 dientea,
el alto pecho jadeante, fruncido el ceno, y
la8 mejillas encendidas y su<1or08as. Los mo-
-vimientos acompasados del tOl'SO despcgaban
de la pretina de la enagua la orla del saquillo
de percal, y parecla una faja do la camisa de
manta burda, lIena de roturas, por donde a80-
maban, pugnando por salir, explosionea de
sus macisas carnes. Do vez en cuando, con
un mont6n de ropa " medio -escurnr sobre Ia
cabeza, trepaba i la azotea por una vi~a con
atravesanos que servia de escalera, no SID ple-
gar antes su falda de genero fioreado ent~
los reciofl mnslos por un movimicnto de pudor
instintivo, inutil las mas veces, -porque 108
(micos E'spectadores de aquella escena, eran
unos cuantos muohachos harapo80s y mu-
grientos que jugaban con lodo en el centro
del patio de la casa. Alla. arriba extend{a 108
trapos, sacudiendolos antes COll estrepito, y
hajaba dcspnes 6. continuar su tarea, mientras
las camisas y calzoncillo8 quedaban agitAndo-
20 OlTBlCTOB. 251
se en el aire con extravagantes movimientol
de fantasmas.
De genio bosco y brutal, cDsi con nadie ha-
blaba, y por la tarde, cuando ya el cansancio
la rendia, sent6.base 6. la puerta de la vivien-
da en una silla sin respaldo, recargada 1a .ca-
beza contra la cacariza pared, eon las p.iernas
tirantes, tarareando una cancionciUa vulgar
entre las bocanadas de humo de un cigarro
corriente. Y en esa postura la sorprendfa el.
sueno much as veces, y se dormfa roncando,
separados 108 camosos labios y mostrando dOl
hileras de dientes blancos como el marii! sin
necesidad de colutorios ni deutffricos.

***
En tal postura sorprendi61a. un dia Don
Pinfilo, el cochero de la casa de enfrente, que
Be perecfa por la muchacha, no recibiendo de
ella m4s que desprecios, i cambio de sus fra- '
ses amarteladas, sus petulantes promesas y
sus reticencias que, pensando ser maliciosal,
resultaban estupidas. Era el automedonte
caHado de anos atria; pern Be juzgaba capaz
de sostener uua querida, merced i 101 doce-
pesos que ganaba, aparte de vestido 1. atis-
tenci.. Que la habia de encontrar bien 'proD':
252 BIBLlOTBCA DB un BEBALDO. "

to se 10 decian. su no mala ligura y su traje


de charro, siempre limpio y siempre nuevo.
Digo, poes, que una tarde encontr6 a la Gue-
ra dormida junto a la puerta de la habitaci6n,
y e1 diablo, que todo 10 anaSCB pusole en el
caletre la idea de que aquella ocasi6n venia
como de molde para tomarse por sorpresa el
campo aquel que no habia podido conquistar
palmo "palmo y frente a frente. Acerc6se
de puntiUas, y sin decirla oxte ni moxte, Ie
estamp6 entre 108 lahios un beso apasionado,
de 10 mejorcillo de su rcpertoI io amoroso.
Despert6 Ia mOZ3, di6se cuenta en un instan-
te de so sitoaci6n, se lanz6 sobre el galan,
derrib6Ie con sus manazas de hierro, Ie plant6
en e1 rostro nn par de soberbias bofetadas,
que hicieron castaiietear los dientes del coche-
ro, y se meti6 de .rond6n en su cuarto, sofo-
cada de coraje. Don pa.nfilo se Icvant6 del
suelo sacudiend08c el polvo, y cse dfa com-
prendi6 el enamorado auriga, que era mucha
mujer aquella mocetona. Y asi era verdad .

•••
EI padre de la Gliera, viejo holgaz8.n y re-
pugnante se embriagaba 8. diario; y tamba-
leandose, estampadas en los p6mulos las ro-
200UBXTOS. 253

jaoes del vieio, con la mirada idiota y las ma-


nos temblorosas, empnjaba 8. media noehe la
puerta del euartueho oloroso 8. humedad y
empapado en miseria. Levantabase la mu-
chaeha con sobresaltos, los pies desnudos, en·
vuelta en la rofiosa sabana, eala.ndole las plan-
tas la frialdad del suelo sin ladrillos que Ie
provoeaba en toda la piel carne de gallina, y
, tientas en 1& obsenridad, buscaba la eabeza
hu6rfana del f6sforo pedido 8. . la vecina para
eneender la raja de ocote y ealentar la eena
miserable de aquel viejo que no sabia por ar-
te de quien se sustentaba. Segufase luego la
ouotidiana eseena de las brutalidades del ebrio,
terminada casi siempre en palizas y mojieones
que dejaban en el rostro de 1a muehaeha pro-
fundas huellas en forma de aranazos, ehieho-
nes y equ{mosis. Digna de admiraei6n era
ain dud a la fornida mozuela, humilde, d6bil,
domenada ante el viejo delgadueho y enteco
que no hubiera resistido sobre 8US hombros
una mana de aquel organismo de roble. Cuan-
do el borraeh6n no podia con la embriagllez
que llevaba 8. ouestas, se dejaba caer en un
rinc6n, heoho un ovillo, congestion ado el ros-
tro y roneando como eerdo. Entonees volvfa
la Gl1era 8. 8U leeho de varas que orujia con
el peso de sus miembros, y arrebujandose en
las aabanas, dormiaae con sueno prof undo

"
254 BIBLIOTECA. DE "BL BEBALDO."

y tranqlliIo abrazando 1a mugrienta almoha-'


da forrada de codn y J'cllena de trapos.
Una noche, la escena fue mas brutal que de
costuJDbre, y el viejo golpe6 con nn banquillo
la frente de la Gl1era que cay6 al yuelo bana-
da en sangrc. Se levant6 Ia joven contenien-
dose la hemorragia con Ia falda de la camisa,
y sali6 del cuarto, piUda, con los dientes
apretad08 y el furor en los ojos. Aquella no-
che durmi6 en el patio.
Al siguiE:'nte dia por 1a tarde, junto Ii las
tapias del corral, el cochero Don Panfilo pudo
besar 8. sus an~has 108 carnosos Iabios de la
G11era sin recibir el condigno castigo de tum-
bOI! y bofetadas.

•••
La GUera seguia vivi('ndo en la casa de ve-
cindad, en una pieza que Don Panfilo pagaba;
pero la existencia de )a. desvcntnrada se arras-
traba con la misma monotonia desesperante.
Su padre haMa visto en aquellss relaciones
un aumento de illgres08 para el alcohol, y se
introducia en la habitaci6n de Ia muchacha,
en ausencias de Don Panfilo. Pedia dinero
qne ella muchas veces Ie uegaba, y entonces
eI viejo, entre ahogos de 06lera, la golpeaba
20 CUENTOB. 255

mientras ella. vuelta hacia. un rinc6n de la. pie-


za, presentaba sus espaldas con una calma
estoica.
Una noche, ansente el cocbero, socorrida
por una vccina carinosa, di6 a luz un bijo en-
clenque y delicado que llevaba sobre su mise-
rable cuerpo las enfermizas senales de hibri-
do atavismo. Y entonces fue cuando empe-
zaron 6. surgir en aquel coraz6n de madre,
cual si salieran de abismos cerrados basta a-
quol dIll., tesoros inmensos de una sensibilidad
profunda. Su cerebro inculto comprendi6 de
pronto, como por una. revelaci6n sobrenatu-
ral, deslumbradoras bellezas en una vida que
ba.sta aquel momento no se habia cuidado de
examinar, y concentr6 en aqu~lla criatura mi-
serable todo el amor que brotaba de las fuen-
tes basta cntonces infecundas de 8U pecbo: el
de una mndre que no conoci6, el de un padre
que 180 golpeaba, el de un hombre" quiE'n se
habia entrc,gado por despecho. Y am6 180 vi-
da con todas las fuerzas de 8U coraz6n. To-
do Ie pareci6 diferente; todo 10 miraba como
8. traves de un plisma, y hallaba secretos en-
cantos en 10 qne por tantos alios habia pasado
inadvertido para SUR ojos. Lleg6" amar has-
ta el dinero,. pal'eci6ndole un crimen Bubs-
traerlo de su bolRa en detrimento de su hijo;
Y 180 primera vez en que iU padre volvi6 Ii las
andadas, Ie neg6 todo auxilio con 180 id6mita
256 BIBLIOTEOA. DE "EL HEBALDO. "

firmeza de su caracter. Enfureci6se el ener-


gumeno, y concentrando su odio de aquel ins-
tante contra el peql1.enuelo que, sin saberlo si-
quiera, Ie escatimaba las propinas, se lanz6
hacia la cuna con los ojos extraviados y los
punos en alto.
Verlo Is GUuera, arrojarse sobre su padre,
h undir las ufias en el encanijado cuello del
borracho y tumbarle medio ahogado en elsue-
10, fue obra de un instante. Y mientras el
ebrio 8. quien tan desusada energia aclarara
nn poco los sentidos, saHa tambale6.ndose y
asustado cleveras, la madre se dirigi6 6. 180 cu ·
na, tomo 8. su hijo en brazos y le estamp6 en
1a mejilla un beso largo, ruidoso, inmenso,
que hizo dcspertar a la criatura dando gritos
destemplados. Para calmarle, volc6 la Gue-
ra. sobre el rostro del nino su seno maternal
blanco, opulento, magnifico, y se qued6 con-
t emplannole en extasis supremo. Mientras
.t anto en la mejilla del nene aquel beso de ma-
dre habia deja.do una mancha roja, hinchada,
~omo l~ hneIIa de 1;1n mor-disco.

La qne era carga dalcisima para la G"l1era.,


pesaba demasiado en los hom bros de 8U amante.
De alU <lue empezaran las dificultadea y que
20 CUENTOB. 257

Don Panfilo fuera l'educiendo poco a poco sus


obligaciones pecuniarias. A!a Guel'a pare-
ci61e que todo eso pasaba en un mundo leja-
no causandole impresi6n tan vaga que apenas
ocupaba su atenciun de vez en cuando. Y
un dia que el cochero rascandose la cabeza y
con palabras torpes, temblando anto aquella
mujer 'quien temla, 10 dijo que pensaba se-
pararse, casi 10 oy6 con risa, estrechando con-
tra su cOl'az6n al pequeiiuel0 que se robustecfa
8. gran prisa chupando vida en el seno de su
m!ldre vigorosa. (, Que Ie importaba 8. ella la
separaci6n? 1'enfa alIi su tesoro, el uuico ob-
jeto de su amor salvaje y de sus feroces cari-
cias; 10 demas Ie era indiferente, IN0 habfa
vivido siempre del trabajo de sus manos?
Pues trabajarfa mas para 108 dos. Era, sin
embargo necesal'io dejar la habitaci6n en don-
de la asediaban las exigencias de su padre.
Ella pasana un tanto para el alimento del vie-
jo y se ina lejos de alli con el dulce adol'ado
de su alma.
Ya en vfsperas de partir, sinti6 que Ie em-
bargaba el pecho como una ola inesperada de
ternura, ante aquella casa doude 8U hijo habfa
nacido, ante aquellas paredeseuuegrecidas que
fueron testigos del principio de .su ventura; y
venciendo su caracter huraiio y montal'az,
despidi6se con frases tierDas de las comadres
8. quienes rara vez babla, bei6 en 1& voca 8. la
258 BIBLIOTECA. DE "EL HEBA.LDO·"

que Ie habia servido de comac1rona improvisa-


da, y sa PUBO 6. al'reglar BUS liOB con lOB Oj08
bumed08 qUiza,B por la primera vez de su vi-
da.
Y con el mont6n de ropa en la cabeza y el
chiquillo en los brazos, entre las :fi1as de muje-
reR (~nl'iO~aR qne Ie miraban partir, atraves6
el patio de Ja vecindad, alta la cabeza, el pa-
80 firme y la mirada triunfante.
----------

FINAL DE DRAMA .

• Que 06mo vi estallar la"indignaoi6n en!m


semblante?
Pusose primero ~ortalmente palida, como
si una mano invisible Ie hubiera arrancado cle
la faz hasta la ultima gota de sangre; y a~i,
blanca como el maml, con el oefio fruncido,
apretados los dientee, los labios livid os y tem-
blorofJos, se irgui6 ante mf, fijando en mis ojOf\
los suyos, mas grandes m's hermosos que nuo-
ea en medio de su furor repentino. Aoudie-
ron luego lL SU8 p6mul08 d08 pequefias man-
ohas sonrosadaB o11yO color fue enoendiendose
hasta adquirir el tono de la sangre; se espar-
oieron por las mejillas y la frente basta inun-
dar el rostro po.r completo, y la mirada ~i~
260 BILBIOTBO.... DB ~s.BL SlIBALDO.;;

gui6 fija, fija sobre mi unos instantes que me


parecieron siglos.
Dominado, cohibido ante la noble altivez y
santa c61era de Herminia, con la estrujada
carta entre mis dedos, vacilantes mis piemas
con medr080 temblor, parec}a yo el reo, ella
el juez. Lanz6 sobre mi rostro algo que en
su mano tenia, no se que, un papel, un panue- "
10, que me azot6 como un latigazo, y silbaron
en mil oid08 estas palabras que el furor bacia
rechinar entre SU8 dientes:
-I Eras un miserable!. "...
Y volviendome la espalda con profundo
deBden, lentamente, con paso firme y orgullo-
80, sali6 de la habitaci6n.
Y no, no era yo el "verdadero culpable de
aquel paBo imprudente, sino quien baBtardean-
do el sentimiento y Jas obligaciones de la
amistad logr6 arrancarme de la felicidad que
me envoIvia, vivien do confiado y I&tisfecho,
enamorado de Herminia y creyendo ciegamen-
te en su cariiio. ' 'No," grit6.bame en el pe-
cho la conciencia, "no surgieron de m{ las ca-
vilosidades y soBpechas. Descansaba en esa
mujer COD seguridad y confianza, y ante las
primeras acusaclones c~ina1es, yo misma me
levante pari. defenderla"." Y asi era verdad j
pero 6tuve ac&so la culpa de que las infames
reticencias de mis amigos, sus indirectaB pon-
zofiosas, sus alusiones que al priDoipio despre-
20 OUillNTOS. 261
ci', fueran engcndrando dentro de mi coraz6n
1& 8uspicacia, la intranquilidad, la duda devo-
radora, Ia fiebre de los celos, y, po~ fin, aque-
lIa tempestad que se ' desencaden6 dentro de
mi s~r con furia salvaje, hasta enloquecerme
y trastornarme? Yaun aaf, en medio de a-
. queI p.i~lago de sufrimentos morales y tor-
mentos sin nombre, bubiera yo podido domi-
./ nar mis impetus, y acallar mis pasiones exal-
tadas; pero en el momento peligros() en que
bastaba el m6.s ligero impulso para precipitar-
D!a 6. la violencia, fu~ cnando eI, que se lla-
maba mi hermano, mi mcjor amigo, desliz6
.en mis oidos estas palabras que hicieron her-
vir Ia sangre dentro de mis venas.
-6Es, pues, precuo que todo eI muudo an-
tes que tfl, Be entere de tu deshonraP 6Es ne-
cesario que seas el flltimo en advertir que esa
mujer te engaiia?
Y ese fu' el iDipulso que me arroj6 aI abu-
mo sin fondo de mi c6lera. Senti dentro del
alma una sed insaciable de venganza, una ne-
cesidad imperioaa de C8stigo. Con feIina sa-
gacidad 6. pesar de mi exaltaci6n furiosa, es-
peri el in stante oportuno, y procurando no
eer visto, conteniendo Ia respiraci6n, ahogan-
do 108 pasos, entr~ 6. la casa con pruden cia .de
ladr6n y fet'OCidad de asesino. Llegu~ basta
Ba habitaci6n COBiO una 8Ombras, y oculto en-
tre 101 pliegue8 de 1&11 cortina, pude verla, en
262 BIBLIOTBOA DB "EL BBBALDO. "

indolente tranquilidad entregada a la lect.ra


de In carta que sujetaban sus d~dos de alabas-
tro. Fua una voz la que me grit6 "i aM tie-
nesla prueba de su crimen!", y rapido como
un tigre cai sobre Herminia arrebatandole la
carta, mientras un grito de terror y de sor-
presa se escapaba de sus labios.
Despues fue cuando vi ncudir al rostro Sl1-
yo un relampago de ira muda como proteata
vigorosa de su inocencia ul traj ada. Yarre-
pentido, confuso, sintiendome dominado por
mi estupor y mi pasmo oia l'epercutir dentro
de mi craneo aquella frase tan espantosa como
merecida: "IEres un miserable! .... "
Si 6que otra cosa era yo mas que un mise-
rable sin conciencia? No necesite mas prue-
ba que BU noble actitud para convencerme do
mi brutalidad y mi injusticia. JAs! se hu-
biera conducido una mujer culpable.' Ant'!
el que rabioao como una tiera viene a pedir
cuentas de au honra, con la sed de venganza
en el semblante y el brazo en alto para herir,
se hubiera arrojado al suelo como un reptil
inmundo, no para implorar perd6n, sino]a
gracia de la vida. Pero ella no; ella me ha-
bia humillado 6. mi, me habia dejado hundido
en mi bajeza y con su desprecio abrumador
pagaba mi salv,"je atentado. Comprendi en
un insta.nte la enormidad de mi falta; sentia
que e1 eltrujado papal. teltigo mudD de mi
20 CnB5'l'OB.

infamia, me quemaba los dedos, y un aire su-


til de arrepentimiento profundo invadi6 mi
organismo infiltraudose por los por08 de mi
cuerpo.
Senti una ansia inmensa y doloroM, mezcla
de contrici6n y de arnor sublime, y loco, sin
saber que hacia, me lance en seguimiento de
Hermimia. Dile alcance en la pieza pr6xima
y echado en el suelo y 110rando como un nifio,
Ie dije con una entonaci6n tan desesl'erada
que parecia grito de socorro:
-1 Perd6n, perd6nl Toma esa carta sobre
la que no me he atrevido a puar 101 ojol.
Sin pruebaa reconozco tu inocencia.
Y Ie tend! el papel.
. Volvi6 bacia mi sus ojos asombrados; vi yo
acudir 'ellos el llanto hasta desbordarse por
SU8 mejillas y cubriendose el rostro con las
manos, apoyandose en un mueble como si las
fuerzas Ie faltaran, solloz6 mas bien que dijo
estas palabras. .
-Eres noble y no puedo seguir siendo in-
fame. En tu mano esta mi acusaci6n y mi
sentenoia. Matame si quieres porque .... soy
oulpable!

•••
·
SALVADOR QUEVEDO y ZUBIETA,
SEPULTADOSI

Se habl. de inbumaeiones.
-I Sf aeabaremoB eon ellas I exolam6 un O1'e-
maoioniata. Haee algunos dlas, en el eemen-
terio de mi pueblo, han enterrado vivo a un
pobre cataMptico. La inhumaoi6n Be hiso por
180 manana. Al caer 180 tarde, el sepulturero que
pasaba eerca de ]a fosa recientemente cer1'ada,
sinti6 ruidos y vi6 removerse 180 tierra floja ..•.
cuando se hubo extraldo y abierto el' ataud
el sepultado se ineorpor6, Uvido, banado en su-
dor.-~Puede darse mayor tormentol ....••
-Sl; interrumfJi6 alguien viva mente. Ma-
yor torment.<> es el del desconoeido cuyo esq ae-
leto, desenterrado el otro dia en el oementeri 0
Q,el Padre Lachaise, atestiguaba hasta 180 evi-
268 BIBLIOTEQA. DE "EL B.BllALDO.

denCia una serie de esfuerzos iautiles para


romper la caja.
Sigllieron aJgllDos momentos de silencioso
recojimiento.
I.luego, se habl6 de Literatura.

-Tambien en el pars de lasletras hay en-


terrados vivos, dijo un senor de luenga cabe-
1Iera y aspecto grave.
Todos Ie miraron atentamente sin oompren-
derJe. Y el se explic6:
Esa fllerza del alma que se llama talento 6
genio, eSB potencia creadora que prodlljo en
Homero la .Hiliada y en Shakespeare Hamlet
lcreis ql1e tiene una existencia inseparable del
alma misma? jPensais que el talento se con-
tiene en el espirrtu como la luz en la llama,
de tal manera que nazca con el y con el mue-
ra y se perpetue?
-I Horrible! exclam6 una voz. Una du-
cha de metaffsica! Y se not6 un movimiento,
como si algunos quisieran irse.
Pero el de la cabellera continu6 impertur-
bable:
-No, senores: el genio literario no eriste al
principio mas que en el esudo de una feliz
predisposici6n del espfritu : se forma 'COli.-
20 CUDTOB. 269

dici6n de ciena cultara, se desarrolla segun


el medio, brota bajo la acci6n del aire am-
biente como una efiorescencia del pensamien-
to. Asf formado, el genio el como una se-
gunda personalidad que dobla 1a primers. El
hombre antiguo sinti6ndole estremecerse y
palpi tar dentro de sf, tal como el embri6n en
.1 vientre, Ic llama Uricamente: mi mUla.
El hombre moderno, mas exacto, Ie llama
mi angel-6 mi demonio interior, segun su
punto de vista. Pero, sea 10 que fuere, y lle-
veest.e 0 oj otro·nombre, elheobo es que 61 exis-
te, e~te sel" del 8er, y que 61 es" allf .invisi-
ble, .acnrrucado en el fondo del armazon de
hueso~ y pellejo.
,-~.A doude va esc hombre, con su ~a]jma­
.t(aR? murmnr6 un chistoso. Por mas que
abro los ojos no ~ec;> los enterl"ados vivos.
El hombre grave p~reci6 . tomar not~ de 1&
interru.pcion, mirando lijeramente al chistoso,
y prosigi6:

Algunas veccs, el ser interior vive y crece


prosperamente, gracias 6. una multitud de cir-
Qunstancias favorables. Es el g6nio afortuna-
do. Brota bien abrigado de franelas, enwel-
1;0 en pafia~e8 4~ ~uselin.~. Se dina que IQI
. . ' 18
210 BIBLtOTECA flY;: "EL BBBALDO."

hombres en que se aluerga son los bo'tWgeou


de la I~iteratura. Ved a Mr. Dumas, hijo: el
el tipo del genio afortunado. Heredero de
un norubre aclamado, no tenia mas que mos-
trarse para ser aclarnado el mismo. El cami-
no pareda preparado ante el como Is via rie-
lada y plana que se ofrece al rodar de las 10-
oomotoras. Su genio avanza sin esfuerzo; Ii
alguno hace, E'B para resietir 6. los que Ie em-
pujan d~ma8iado hacia adelante. Va a dar
su primer paso, y mil manos sa aprestan 6. ta-
pizar y cubrirdc flores el pun to en que Be
asentar6. 1a zuela de su zapato. Algunos pa-
sos mas, y entrara a la Aoademia como 6. IU
casa.

Otras veces, el genio Buoumbe 6. BUB prime-


roe esfuerzos. Es el desdeiiado. Reoita, caD-
ta 6 declama: no hay quien Ie oiga. Su obra
primeriza se resiente de 1a inexperienoia de IU
precocidad' y de su ardor. La oBouridad Ie
envuel ve, la ,medianfa humana Ie odia y Ie
persiglle. Por aca80, 1a miseria Be complioa
tam bien en contra de el; 10 que el produce
parece llevar visible la traza de SUI maIM comi-
,das, de su,s 'YeB~doa ~rasientoa, . '. . Loa im-
20 CUBNT08. 271
beciles rien; los inteligentes no pueden saber
que ese genio existe.
Entonces se determina ~en el ser interior un
fen6meno extrano. Hayen alIa sensaci6n
muy clara de un atafld que se cierra, de un
hundimiento, de paletadas de una loza que cu-
bre la tierra apisonada.
Alguno! hay que salen todavfa vivos de es-
te enterramiento. Ved, senores, para no pre-
sentar mas que casos de una grande y moder-
na notoriedad, ver 6. Byron y a Lamartine.
Ouando la Revista de Edimburgo, desde su
altura de oriculo literario, atac6 el genio de
Lord Byron en su primer libro, el golpe foe
tal que Ie ech6 por tierra. EI poeta respon-
di6 elocuentemente como por un gran grito de
c6lera; pero luego, durante algfln tiempo per-
maneci6 en silencio. Asf fue como Lamarti-
ne Be cal16 arrojan~o al fuego sus manuscritos
cuando un editor parisiense Ie puso ala puer-
ta cortesmente. La duda de sf mismo habfa
invadido al uno y al otro, semejante al frio de
la muerte. Ambos viajaron-para distraene,
decfan. Pero no era l'ealmente mas que para
sacudir con la maroha la enterrada osamenta
de 8U8 genios.
Un dfa al fin, e80S dos sepultad08 rompie-
ron el atafld, salieron del hoyo. A causa de eso
CODoce el mundo BUS nombres. En cuanto "
lOB que Be quedan dentro •••• esos no tienen
272 BDLIOTBOA DB "EL BBBALDO."

nombr~. Apenas si llevan alguno nulo 6 in-


significante, por ejemplo Juan Zurdo .

. Ese es el nombre bajo la oual conooi en el


barrio latino 6. un joven guatemalteco, conti-
nu6 el senor de la cabellera. Asi Ie llam6.ba-
mos entre oamaradas, por aluRi6n 6. IU parti-
cularidad de servirse con .preferencia de la
mano izquierda. Segufalos mismos cursos que
yo en la Escuela de Medicina. Sin embargo,
80lamente IU ouerpo asistfa a1 anfiteatro: toda
8U alma estaba entregada a la LiteraturL
Eacribfa sin delK'.anso, febrilmente.; y sus ma-
nuscritos se amontonaban en los oajones de IU
mesa-escritorio. Pero, a1 parecer, no tenia
gran in teres en publicarlos. Juan Zurdo te-
nfa por las letras una pl,si6n lincera y ab801u-
ta que excltda todo I6ntimiento de egolsmo.
Esoribia con el 8010 fin de ser leido, Ie. pare-
oia oomo una s6rdida profanaoi6n del Arte.
. Esoribia por escribir, por el8010 gusto de e~­
temar IU pensamiento bajo una forma bella.
Complaoerse en 1& ejecuoi6n del ideal intimo,
aoariciar con la mirada al broto intelectual y
8ncontrarle bueno ,no el acaso bastante?-de-
oia Juan Zurdo. ,Por qlJ,e h.' de I6r preoilO
n_m~r aI. gentio en ~~o del pensador y ba~~
. .
to 001i.'f08. 273

en IU honor tambora y platillos, como si Be


tratase de 'un saca-mnelas? ;, Que puede ana-
dir el gentio 6. ese encanto puro· 6 intimo del
escritor ante su obra?... Ouando Dios hu-
bo dado la 6.1tima mano 6. la creaci6n, vi6 que
todo era 1.rueno, y descans6. La 'Biblia no nos
dice que el ereador haya esperado para des-
caosar, la aprobaci6n de Adan y Eva ...•
Juan Zurdo cscribiendo para 61 mismo, creia
que su trabajo Ie asemejaba 6. Dios.
Hubo, empero, UDO, entre el mont6n de sua
manuacritos, que el joven guatemalteco Be de-
cidi6 'publicar.
Como vivfamos en el mismo hotel, se ha-
bia establecido entre el y yo la doble familia-
ridad de vecinos y de condiscipulos. Un dia
en que entr6 6. su cuarto durante au ausencia,
vi p'o r casualidad el manuscrito en cuesti6n
que ~bfa quedado abierto sobre su escritorio.
Con ·so10 .hojearlo rapidamente, experimente
el ·dealuinbramiento qne 8e mente ante una
obra-maestra de Literatura. Frecnentemen-
te nua vap percepci6n vale mas que un exa-
men. Sucede con ciertos ·grandee libros 10
mismo que pasa con 108 grandes especticul08
de]a Datur8Jeza: hay que abrazarlos .en sn
conjulito de un vasto golpe de vista. Un Ii-
bro como un horizonte Ie deforma f Be afea
;ouando '18 Ie 8ujeta' un examen lDlDucioso,
oon ayuda de instrum~nto8 de 6ptica.
274 BmLlOTECA. DE "EL BEBALDO. "

EI mismo dia, confese 8. Zurdo mi lectula


indiscreta.. Mi amigo enrojeci6 con un rubor
de doncellita que se siente sorprendida al des-
nudarse.
-Es necesario que publiques ese trabajo,
Ie dije. Tendras un exito enorme.
Y salo a fuerza de redobladas excitatival
se decidi6 a procurar 1a impresi6n del manuI-
crito.
Zurdo era pobre. Imprimir" SUI expen-
sas, Ie era imposible. N ecesitaba un editor
y hele aquf en buscs de ese csn-cerbero de 1&
gloria.

601 referire lal etapas de ese camino del


Calvario del escritor desconocido que marcha
i traves de Paris, de editor en editOr? ...
Bisteoll saber que los mis complacientes pro-
metieron al joven dar su manuscrito alleo-
tor . ..• (*) que no 10 ley6. Otro! 10 reohaza-
ron de piano. Alguno hubo que hieiera ob-
servar que el manuserito eomenzaba brillante-
mente ....
-Pero ese joven es desagradabJe, aftadi6 .•.
Para saludarme me tiende siempre la mano.••
.. Empleado encargado de leer; y cali1icar loa uori-
to..
20 CUl~.NTOS. 275

y la mane) izquiarda. Dl!spues de. 10 cual, or-


den6 que Ie devolvicseu al mauuscrito.
Otro edictor hizo notar que, 8. maA do 8U
defecto de manos, el gn:\wmalteco tenia algo
en los ojos ..• que hncia bizcos. Y orden6
igualmen te: "Devol\" cd 1c el manu8crito."

Uno solo e(lictor entre todos, Mr. Tiegne'


(nombre que en frances signitica polilla) pa-
reci6 tomar en serio al joven escritor.
Antes de todo, 10 interrog6 :
-,Que especie de Iibro es ese?
-Mi libro hace el bien y hace la luz: nada
mU; respondi6 Zurdo. .
- RIO, dijo Tiegne enfadado, es a 10 mas,
una frace hecha. Veamos .... Digame V. "
.que escuela de 1all que reinan 6 han reinado
en Francia, pertenece su obra .... Es romdn-
tical
-No, aenor; loa rom6.ntiooll gustan dema-
. aiado de volar. Trabajadores alados, se di-
ria que no esoriben mi.s que para. algunoR ra-
roa aeleonautas. Mi libro est' esorito para
la gente de , pie.
~ntonoes, es naturalista?
. -No, seiior; el naturalismo degenera en
. micrograffa. Es la literatura molecular. Sit
276 BILBIOTBC"" O. ·'m. RIIBALOO. It

para l'eferir como Pedro mat6 a Pablo, me


entretuviera en descubrir el nudo de ]a, corba-
ta de Pedro v el cordon cle lOR botines de Pa-
blo, lOR lecto~es cerrarian mi libro antes de
Hegar al hecbo. La abundancia de detalles
embaraza la pagina. Hoy por hoy, se aplau-
de con fervor cse trabajo chino de detallea
miscrosc6picos; es un capl'icho de 18 moda.
Pero la posteridad se reiril. Ella ' no acepta-
ri. cienos grandes libros natumlistas sino 8.
benefioio de inventario y a condici6n de nu-
merosaR mutilaciones.
Bab! bah! .... interrnmpi6 Teigne 'con aire
bur16n. En ese caso, ,estara V. mas bien por
el espiritu que por la materia? Su libro 6sera
tal vez p8icol6gico1 '
-No, senor; no bc pensado todavfa en
aventurarme por los vericuetos y encrucijadal
del alma humana. Y ademb, para ponerme
en el movimiento, como se dice por aquf, me
serfa preciso afiliarme a. la singular Psicologfa
qoe se practica en Francia: se toma una alma
franccsa, una alma parisicnse corrompida en
mediol de prostituci6n, donde la nocion mo-
ral falta al alma, como la noci6n del colorido
al ciego de nacimiento .... y en seguida, 'Ie
la pJ'esenta ell ellibro diciendo: h6 aquf c6mo
es el alm3 humana. ,
-Es V. algo diffcil, joveD. . .. Estari V.
pues, acaso, POI' el li,.i8mo 6 por el decaden-
200UENT08.

tismo? Su libro es parnesiano 6 es decad~


tel . ...
'-No, senor. No tengo el honor de perte-
Decer a la clase de lOB rimado~e8. CuaDdo
era pequeiiito, solia yo di vertirme eD buscar
ted08 los consonantes de mi 80brenombre Zur-
do. Despues, he creido qne debfa penar y
escribir en caUdad de hombre de mi siglo;
me he dicho a ml mismo que un retardo' de
cinco minutos para rimar mi frase y otro tan-
to para lanzar mi idea 8. las estrellaa, me ha-
ria perder algunas veces el traDvfa y otraa el
treD. A oausa de esto, mi libro DO es parne-
siano sideral, ni siquierapamuiano pedutre.
Deoadente, tampooo. La obsouridad y el
arcaismo, erigidos en sistema literario, produ-
jeron en Italia los conceptistas y en Eapalia
los gongoriBtas, dos clases de escritoreB trata-
dos de locos apreciables por SU8 compatriotas
de hoy. Siendo asf, no tango .deseol de que
los franooses del porvenir releguen mi libro
i. Ia bibliotooa del hospital de dementes de
Charenton. Mi libro DO es decadente.
- l Que es, por fin? pregunt6 Teigne 'OOl'
impaoienoia.
EI joven n.o respondi6. Be content6 con
deiatar el maDuBorito, acerclmdolo ' ·.biortO ,
lOB ojos del editor, como una provooaci6n'
la lectura.
278 BIBLIOTECA D. "XL BBBALDO.

6Y 10 ley6, Teigne?-No; los editores dig-


nos de ese nombre no leen jamBs. El manus-
crito qued6 depositado en la lihreriB de Teig-
na, juntamente con muchos cartapacio8 que
esperaban el examen. Meses y anos trascu-
meron. Durante largo tiempo, J nan Znrdo
na dej6 pasar una semanB sin ir 8. preguntar
6. la librerfa de Teigne qn6 suerte final coma
su manuscrito.
-Vnelva dentro de ocho dias, se Ie con-
testaba.
Era un dependiente de Ia libreria quien' da-
ba 8. Zurdo esta respuesta. Se Ie impedfa el
paso al gabinete del editor. Ya pr6ximo 6.
desesperar, viendo un dia en la oalle, dibujar-
se 6. 10 lejos la, terrible sHneta de Teigne,
apret6 el paso y Ie alcanz6:
-Senor Teignel senor Teigne! 6Qn61u-
cede con mi mannscrito? ...
El editor S9 detnvo.
-Ah! es usted! es usted!
Pero no se acordaba donde habia visto 6.
aqueljoven.
Znrdo trat6 de refrescarle Ia memoria. No
bien habia empezado 8. hablar, cuando un co-
nocido del editor pas6 por la acera de enfren-
tao Era un escritor en voga, autor de un li-
bro de esc8.ndalo, reforzado con tres dnelol.
Teigne Ie vi61
20 OtJ'JmT08. 279

,-Ah 1 mi querido maestro! exclam6 corrien-


do bacia ~1.
Apenas si se dign6 volverae un momento
hacia Zurdo, dici~ndole:
-Vaya vd. 6. verme 6. casa: ya hablaremol
de eso.

Agobiado, llena BU grande alma de amargu-


ra, mi amigo Juan Zurdo parti6 a 811 pais.
, Un dia, cinco 6 seis meses . despu~s de BU
partida, llega It nuestro hotel una carte-tete-
grarnme abierta, dirigida 6. ZUTdo. Me I.
entregan 6. mi, porque ~l me habia camisiona-
do para reaibirle y enviarle sus cartas.
"Venga uBted pronto, decia el telegram a ;
urge que nos entendamos acarca de au libro.
Al pie de eetas Uneas, vi el nombre del edi-
tor Teigne, bijo. El padre, Teigne I, habia
muerto recientemente.
Inmediatamente fui 6. casa del editor para
bacerle saber la ausencia Bin esperanza de re-
greso, de mi amigo.
El hijo de Teigne me habl6, visiblemente
conmovid.o. .
- -IQu~ des~ial me dijo. .:Hi pobre pa-
dre ha beobo mal de haber desdeiiado ese ma-
nuaorito ...• luna obra maestral Y 10 mY
280 BIBLIOTBOA. DB "BL BBBAI.DO·"

triste es que el original ha sufrido fuertes de-


terioroll. Be Ie haMa ooloeado ultimamente
en un rinc6n humedo entre papelell de des-
eoho. Algunall hojas Ie han dellprendido y
e:.ttraviado, otras se han maltratado balta e1
puoto de hacerse ilegibles. Poco falt6 para
que el manuscrito no fuese al oesto de pape-
lei viej08 destinados ':la venta al peso. Por una
mera casualidad, Ie he tomado yo caando ·iban
'botarlo. Me llam6 poderonmente 1& aten-
oi6n desde sus primera. "ginas. Lo he lei·
do en todo Ie que qaeda legible.... Es 80-
~rbio. He ahi la f6rmula del porvenir. Me
ha parecido ver en el despuntar la Iiteratara
del aiglo XX: el prooedimiento eol60tioo que
toma , cada escuela de elite siglo 10 que tiene
de bueno, y funde los generos en una grande
unidad. ~ . . Es preciso publioarlo: seri el
honor de mi caBa. . .. Pero ante todo, ha-
bri necesidad de que el Sr. Zurdo Ilene 101
hueco8 y reconstruya 101 trozos desvaneoi-
dOli. . . . .
D:eje , Teigne la direcci6n de mi ·amigo.
Elle escribi6 al panto. Be trataba de saber
IIi serfs preciso eoviar. el maltrecho-manuaori-
to al autor 6 Ii este volverfa , Paria para ·ooa
pane de el. Al mismo tiempo, Be Ie hioi'e-
too propoaioionel ·magnfficu.
, Por mi parte yo talilbi6n Ie elOribi.
10 otJJIlftOS. 281

Pero eeperamol en vano la aonteataoi6n •


• QuA babia luoedido al pobre Zurdo?

Plantibame yo 'mi mismo esa oueeti6n


lin enoontrarle aoluoi6n posible, ouando H ...
otro guatemalteoo del barrio IaUno, camara-
cIa mio tambi6n, me di6 parte de que eltaba
en vUperas de partir 6. 8U pafs.
Conti6 , H .... la miai6n de de80ubrir el
paradero de su compatriota. El editor tam-
bi6n Ie di6 SI1S instruooiones. Y 61 18 oom-
prometi6 aolemnemente , buscar , Juan Zur-
do por montes y l1an08~
Cuatro meses despu6s ·recibf una carta de
H .... en que me comunicaba haber en contra-
do , .Zurdo. En oalida.d de millionero con-
oienzudo, me det&ll&ba el enouentro:
"Nuestro ami.g9 Zurdo ya no uti en Gua-
temala-dec{a la carta de H .••. -Se ha reti-
. rado 'M6xico y vive dedicado' 1& a,neal-
. t~l ~n una pequefia ~cienda del Estado de
Chiapas, ·propiedad de un pariente suyo. Fiel
6. ~i promesa de encontrarle " todo trance y
d~ hablarle, emprend{ un viaje dificil allu-
gar indioado. uBa haeiendita que 18 pierde en
una inmenaa · comarca despoblada, como un
oasis en el desierto.
.. • • . , i \ ~
282 BIBLIOTBCA. DB "EL BEBALDO. "

LIegue aI Iugar en una hermosa manana, y


pregunte por Juan Zurdo.
-Esta en la labor, se me respondi6.
Me dirijo bacia un campo en barbecho.
Me indican nn hombre qlle ara, blandiendo
Ia pua (;on 1a mana izquierda. Era Zurdo.
i Que inconocible esta! Vestido de gamuza,
con 1a cabeza hundida en su sombrero ancho,
el antiguo parisiense no diferia sensible mente
de los otros oampesinos quo trabajan en Ia la-
bor. Le saludo, tratando de dilimular mi
asombro por su trasformaci6n. i Que aire tan
bestia ticne el po bre camarada!
Le doy cuenta de mi misi6n. Le hablo de
Ia edici6n de su obra maeeltra, depositada tres
anos stras, en Ia libreria de ~.reigne. Le doy
6. conOC8r las magnificas proposiciones que se
Ie haaen; Ie interrogo sobre 10 que decide pa-
ra el efecto de rehacer las partes ext~viada8
6 borradas.
Zurdo mueve Ia cabeza bosquejando gesti-
culaciones estupidas. Y al fin me responde:
Ya no 81, e8cribir . ...
No he l'odido, por ma.s que he hecho, arr&n-
carle otra. respuesta. Es hombre al agua, el
pobre Zurdo. Yo 110 crefa que tan poco tiem-
po bastara para volver a un hombre tan im-
becil."
20 OUlD'l'08. 283

Eslo que dccia la carta de H. . .. Alleer-


la, aiiadi6 trilltemente e1 de 1a cabellera, he
exc1amado para mi: I un genio mas a la fosa!
Y ese si que no saldra vivo.
-Ayl soiior£>8; el mundo est&. lleno de ea-
tas illteligencias que espiran y se pudren en
el interior de los cuerpos. Mirad en torno
vuestro esos mOZ08 de caf6 6 de cuerda, e80B
barapientos, esos bestias. Hay entre ellos
algunos qu~ tienen frentes 8Obel'bias, craneos
de atrevida b6veda. l.Podeis mirarl08 sin
oompasi6n? A no eer por ciertas circunstan-
cms adversas, creeis que sus poderosos cere-
bros no habrian prodllcido tanto eomo V oltai-
re, como Hugo, como Zola?... En cuanto
i mi, yo me estremezco al verles: me parece
ver en e110s los ambulantes ataudes de 108 Be-
pultado8.

Y h6 aM 10 que dijo en una sombria noche


de invierno, el hombre de larga oabellera y
aspeoto grave.
ANACLETO CASTILLON I
MEMORIAS DE "PEDRO RECIO."

(DE LA COLECCION TITULADA "PEQVENOS CU.~DROS" )

AI 81'. Gra,1. D. Vicente Riva. Pala.cio.

LOB dos habit6.bam08 un humilde cuarto de


vecindad. EI pasaba media noche en el exa-
men de C81~veras amarillas y tibias porosa8,
y daba tormento a su memoria con la Anato-
mfa en tanto que yo llenaba mi cabeza con
Bofismas y pretend{a el poder conocer la letra
y el es:pfritu de las leyes: iba el tras de un ti-
288 BIBLIOTECA. DE "EL BEBALDO. "

tul0 para matar sin remordimiento; y yo en


POR de otro para pleitear sin conciencia.
Pedro Ruiz, mi buen amigo, habfa adqui-
rido en clase el apodo de "El Dr. Pedro Re-
cio," Rin que Dada, mas que su nombre, Ie hi-
cjera semejante al imaginario personaje que
cre6 el ingenio travieso de Cervantes, para
tormento del g01oso Gobemador de la Insula
Barataria. Era inteligente, estudioso y algo
inolinado a la misantropfa.
El jueves 13 de julio Ii medio dia, muri6
en mis brazos; y el miercoles en la noche, io-
corporandose dificilmeote en el lecho, con esos
vacilantes movimientos de 1a postraci6n, me
hablaba de eats manera:
-Oyeme, J uJi'n: ~sto Be va , aeabar; hue-
10 ya 1a humeda tierra del hoyo.
-jVaya un miedo, hombre.... He aquf
Do un doctor que vivir', precisamente porque
cree que est' muriendoRe.
-Hablo en serio, J nlan, y DO estoy para
bromas. lSi creer's que me aSUBt& el pao-
te6n? . .. Escucha formalmente: te Dombro
albacea univerRal; todos mill bienu te perte-
neceo,-agreg6 con burlona Bonrisa,-excep-
to 10 que quiera mi familia, por tener un re-
cuerdo de mf en objetos determinadoB. En
cuanto i mis papele8, dejo 8. tu tino el 60car-
go c;l,e quema~ lOB ~ue 10 merezcan.,
20 CUBNT08. 289

II.
Exputtim08 el cadaver en medio de la pieza,
acompanlmdole cinco 6 seis estudiantes: los
que estuvimos mas ligados al desgl'aciado Pe-
dro por los estrecbos viDculos de la sincel'a
amistad y 108 no menos fnertes de la pobreza.
A las tres de la tarde, el anciano jefe de la
familia que vivfa en la habitaci6n principal
cld 1a casa, sali6 0. la azotehuela que domina-
ba el segundo patio-donde yo moraba-y se
puso , contemplar el cuadro que , su vista se
ofrecta : nuestra muda escena de duelo. EI
estruendo de sus regl1eldos me bizo levautar
los ojos y fijarme en el. Acababa de comer,
sin duda, y fumaba negro puro, despidiendo
espesas boeanadas con la satisfacci6n de quien
de nada carece. Le cubrfa la cabeza entrecana,
rOjo gorro de terciopelo con borlas de dora-
dos eordones: y en su aire manifestaba e8tar
contento por su buena gordura, por el tierno
color de las mejillas ya un tanto rugada& y
por el blanco mate de la8 delieadas manos.
Nos miraba desde su altura, de tal manera,
que p.areoia estarae diciendo: "i Infeliees
gentesl"
Debe de habene conmovido mueho al oon·
290 BmLIOTEOA DE "EL HEBALDO."

sidet'ar que, vivien do nosotros en aquel hu-


roilde lugar, mny pobres seriamos, porque or-
denu a. su cl'iaclo que bajase a ofrecern08 cua-
tro velas benditas para que se encendieran an-
te el cadaver.
No me simpatizaba-con franqueza ;-pero
me asegnraron vadas veces que era var6n ca-
l'itntivo. Si: puedo afirmar que daba esplen-
dol' al culto divino, gastando gruesss sumas
en la cera que ardia en ]08 altares y en el in-
cienf:lo quemado ante un San Francisco apoli-
llado 6 una Purlsima de madel'S vieja COD ri-
co manto azul sembrado de estrellita8 de pla-
ta.

III
N uestl'a lavandera, que de seguro iba a co-
bl'arnos, qued6 sorpl'endida dolorosaroente al
vel' el cadaver: no 10 sabia. Estuvo un mo-
mento contemplandolo estupefaota, y empe~6
a sol107.ar en uno de los rinoones de la pieza,
oubriendose el rostro con ambas man os. Des-
pues enjug6 las higrimas con un extremo del
rebozo; se arrodill6 ante el inanimado cuerpo;
rezo algo que no entendia tal vez, pero que
sin duda brotaba de 10 intimo de su ooraz6n
sensible; se par6, pOI' fin, acercandose ami, y
dijome casi en secreto: . "Ya vengo; DO me
tardo, ~eh?"
20 OtTBN'l'OI. 291
A las seis volvi6.
-Mire: todo csto est' todavfa. tibieoito por
el calor de la plancha. Me &corde de que a-
. bora les faltaba ropa limpia.; Y i c6mo Be ha-
bia de ir el nino sin llevar siquiera oamiaa
blanca! .
-Gracias, Antonia. ,Que buena as vdl
-Nada de eso. Oiga. vd; Ie voy 6. pedir
Ull favor; pero DO me dice que n6.
-~Cuo.l vamos i ver.
-La traje .... /si me desaira! .••. Pilei Ie
traje est OR veinte reales que be ido jUDtando
m~dio a m~dio. Es tan poquito, que ~ ver-
da., me dO. vergl1enza o:Creoorselo ; pero para
algo Ie han de servir. 6Que n6? ... 1Ande
vdl .... i por 10 que mas quiera! .... ~Aoaso DO
comprendo 10 que son penas! I Qllel ,por que
es uno pobre no tiene coraz6n?
Recibalo, n1no, y no Be apure por 10 dema.;
ya veremos: mi Juan, que es cargador, y ~
compaiieros suyos llevaIin la caja 6. DoloreIL
Recibalo, y hai me 10 pagan alg!m dfa.
jQlle buena era esta mujer; y me CODa.
que no daba esplendor al ollito divino I

IV

Algunos individuol de I . familial pobrea


292 DIBLIOTBOA DE ".BL DBRALDO.

de la vecindad, entraron aver el cadaver,


orando vario~ ante eI; y otros espiaban, aBO-
man dose por 1& puerta de sus habitaciones.
IJas viejas exclamaban :-IIJ8.stima: tan jo-
yen y ya para ser medico I-I Desgraciada ma-
dre si la tienel ,Que golpe va a recibir con
la noticia!
Una beata gasmona, envue)ta en tapalo
verdoso y grasiento, murmuraba asf, en el
corrillo formado en una de latl viviendas : -
Dios Ie ha de haber castigado, por tanto que
bablaba por aquella boca contra las C088S san-
tas. Bien dice al Padre Jimenez, que la geD-
te de boyes perversa y mala. No 10 digo
por el, no; el Senor Ie haya perdonado; pa-
ro. . .. Y DO se qUi80 aonfesar! Si' ulti-
ma bora no se arrepinti6. . .. De todas ma-
neras, yo manana voy , ofr la misa por la sal-
vaci6n de su alma; por si aca80. . . . aunque •••
Las j6venes decfan :'-~No viste, mama? .•.
Era de tan buen color y qued6 como pan de
cera: blanco, blanco!. ... -,Por que Bera que
sus Oj08 no estin cerrados todavfa?-Que
~tendria nov_ ia? ... pues aeguro que va' lle-
val" Iato, ctverdad?
En varios grupos bulUan estos y otr08 mU
comentarios, hechos" media voz y como por
temor 6. que el cad6ver pudieae ofrt no tanto
por el respeto que la muerte 8uele inspirar.
"Un "niD.o de la portera, muy pequeno sucio,
10 CU:lllTOB. 293
el ros1;ro y sucios los girones del ligero vesti-
do, preguntaba con curio sid ad y asombro 6.
su bel'mana, poco mayor que el:
-Oye: ,por que no babIa, eb? ,Por que
10 acostaron asf? J,Esta durmiendo?
-Esta. muerto, tu.
-/AbI ..•.
- Y vems como manana se 10 llevan.
-&Y no vuelve?
-8i va lejos, Iejos, Iejos/ All', mira ....
La nina vefa pa.ra arriba y levantaba un
bracito cuanto podia, seiialando con el indice
de la diestra el profundo ~ul del cieio.

v
,De que arbitrios nos valimos Mis compa-
nero! y yo para- comprar una 8encilla caja
mortuoria y ha~r otros gastos indispensables!
8610 recnerdo bien que fueron 6. parar Ii Laa
OadenaIJ libros ' necesarios para mis estudios.
Llevamos 'Dolores el cnerpo de Pedro.
AlU reposa en sepulcro de 108 de Ultima clase.
Mis no nos fue posible conseguil'.
De regretlo en la ciudad, dispuse convenien-
temente los objeto8 de la pertenencia de mi
amigo, para que los recogiese la familia, cuan-
do quisiera. Igualmente ordene los papeles;
294 BIBLIOTECA DK "EL BERALDO. "

y abriendo por casualidad un viejo libro de


memorias, de pasta cOl'l'iente, esquinas gasta-
das por el roce y no Ileno de escritura, encon-
tre 10 que luego trascl'ibo. lScre indiscreto?
jPobre condiscipulo, amigo fiel, muerto en
edad tan temprana r
Despues de este encabezado {mico: ".l\'la-
yo 10 de 1875, se leia 10 siguientc:
"Siempre he sentido repugnancia por esos
relatos de hechos propios, de acontecimientos
tri"dalcs que atanen 6610 muy particularmen-
te 6. quien los escribe; pero tengo necesidad
de manchar el papel, ahora que los recuerdos
se aferran en mi memoria y palpitan de con-
tinuo dentro de mi cerebro. Por mus que los
espanto como espante en mi niiiez a los go-
rriones que picoteaban el trigo de las eras, no
huyen; no quieren huir: aletean, se a.g itan 'en
parvadas espesas, con invencible tenacidad.
A veces hierven en mi interior, como gusani-
Ilos en podrida fruta. y me rop.n el coraz6n; 6
van y vienen como las hormigas, en largos
cordones, trayendome dulces melancollas, a-
margas tristezas y sinsabores do10rosos: lIle
pican mucho y no se alejan.
jHallare consue10 dando forma a esas va-
guedades del pensamiento que minan el repo.
so y causan 1a nostalg{aJ"
Aqui. terminaba Ill. primera hoja del peque.
no libro; y como faltaban muchas otras qUe
20 CUENTOS. 295

debian seguir y contener recnerdos de infan-


cia, interrumpo el hilo de 10 copiado y 8610
trascribo usto que ds. prinoipio en 1a pagina
num. 119 de las dichas Memorias de Pedro.

VI

"Mi padre, apesar de su p"obreza, decidi6


mandarme a Mexico para seguir estudiando
con mas aprovechamiento. Ya se accrcaba
e1 25 de dioiembre, fijado para partir.
Dormfa yo en una pieza con vista al huerto
cu1tivado por mi madre y por mis hermanas.
Como los maderos de 1a puerta, "ya viejos y
resecos, no ajustaban perfectamente, al salir
el 801 cafa la luz por las abertllras en clansi-
mos chorros, formando doradas cintas en el
pavimento. Entonces saltaba de1lecho para
abrir 8. Selim que, aranando las apolilladas
hojas y grunendo, me avisaba que era 1a ho-
rae De improviso toda la estancia se ilumi-
naba por completo, ptmctrando en ella el am-
biente del jardfn. EI carmoso animal daba
88ltos 6. mi derrcdor ~ y Inego, fatigado, ja-
deante y estornudando "6. menudo, saIfa y en-
traba con frecuencia, mientras yo me aseaba
y vestfa, pareciendome estar agil y fnerte,
como 8i la alegre manana me hnbiese colma-
296 BILBIOTEOA. DB SC,&L BBBALDO. n

do de miriadas de atom08 vivificantes, al ve-


nir del'ramando colores en el cielo y frescura
en la tierra.
Dispuesto para salir de mi habitacion, pa-
saba al huerto, precedh~ndome Selim con su
trotecillo particular, que abandonaba solo pa-
ra oler una planta 6 · rascal' la negra piel de
sus costillas en el tronco de florido laurel-ro-
sa.

VII

"Cinco dfas faltaban solamente y la melan-


colfa domin6 mi naturaleza: sentime sin alien-
tos para hacer los preparativos del viaje y
con cierta laxitud en los miembros. Frecuen-
temente abstrafdo, despucs de levantarme y
antes de salir de mi dormitorio, permanecfa
mucho tiempo mirando como innumerables
impurezas relucientes bullian dentro de las
fajas luminosas que forma ban las aberturas,
y como desaparecfan, apagado su brillo en 108
llmites de la luz; 6, arrimado a uno de los la-
dos del marco de la puerta, vefa las calles del
huerto sin mirarlas con atencion, bostezando
con frecuencia y no teniendo pensamiento al
parecer.
AS1 me encontl'o mi madre una manana:
iba d. saber por que tardaba yo en acudir a. la
20 CUENTOB. 297

mesa, estando ya preparado el desayuno para


hacerlo en familia, como de ordinario aconte-
cia. Habia llegado ii. colocarse mny cerca de
mi, pero sin que la hubiera sentido; asi es
que me sorprcndi6 desperczundomo y me di-
jo con acent.o dulce:
-Pero. . .. iquc eR eso, nino? Jcstirar
los brazos y bostezar asi? . .. Ven: el cho-
colate esto. frio de tanto csperar. Hace un
momento que ordeiiaron y te he serv'ido un
vasa lleno de 1eche con espnma caliente toda-
via.
lndudablemente mi madre Rufria mas que
yo mismo, por 1a proxima separaci6n; pero
procuraba parecer fnerte, redoblando enton-
ces BU8 cariiiosas stenciones, 8U mimo solicito
y delicado, para hacerme mas gratos lOR ulti-
Jnos dlas de mi permanencia en el hogar, ii. la
vez que para adormecermc el dolor que Rintie-
ra viendo avanzar tan presto la bora. de par-
tir. "

VIII.

"En Is tarde del 23, sa.li 8. la. calle para el


despacho de algunos asunt08 relativos al viaje.
A mi regreso, encontre 8. la familia en un co-
~dor, ocupada en labores de aguja.
I ' . •
298 BIBLIOTEOA. DE "EL REBA.LDO·"

- Estamos arreglando tu ropa blanca, dijo


Malia.
-Yo grabo los panuelos del Senor Lice~­
ciado.
~Del Senor Doctor has de decir, Isabel.
-No, hermanita: Licenciado y muy Licen-
ciado . .
-Pues a mi gustaria leer en sus tarjetas:
Ped'l'o Rutz, .Doctor en Medicina, Oirugia 11
Obstet'l'icia.. Y tu veras, mama: ya me pa-
rece que Hega Pedro 6. hacer una visita, muy
serio y muy formalote;-"Ahf viene el medi-
co," dice la criada.-"Pues que pase."-IEn
d6nde esta el enferm01"-' 'Por aqui, Senor
Doctor; pase usted. "~Tomarem08 el pulso ...
Aver .... y la lengua ique t8:11 .... rBien!. .•
&Cuando Ie comenz6 la calent~ra'''' ...
Y luego hace cuatro garabatos en un peda-
zo de papel; encarga que no dejen pasar la
hora de las cucharaditas; se despide dando la
mano a la senora que Ie ha de pagar y sale
muy aprisa saludando 8. todos .
. Maria acababa de hablar asf, 8onriendome
picaresca y carinosa, 8. la vez que Luz, la her-
mana pequeiiuela, sali6 al corredor saltando
en un solo pic. r:rrafa una mufieca en una ma-
no y una cartiUa de lectora, de.scuadernada,
en la otra.
- Yuste, loquilla, ctque q~iere que yo sea,
eh.'-Ie dije.
20 CUBNTOB.

- i C uand01 •••.
~Cuando estudie.
- tY 0 1 (yaqui suspendi6 su respue8ta para
reflexionar) . . . . Pues .... yo quielo que seas
mi papa .... pala que me des muchos 1!"edio8~
-..IN0 hables tonterias-dijo mi madre-
Ponte por aM 8. jugar.
j Con que tristeza veia a mis hermanas, pen-
sativas Hevar y traer la aguja por el borde
dellienzo blanco qne sobre las rodillas exten-
dian; y 8. Ia inocente Luz que, sentada sobre
la Uana estera, cruzadas una sobre otra sus
redendas piernecitas, 8. Ia manera de los ba-
bes, abrazaba tiernamente 8. su muneca defor-
me y desgarrada Ia apoyaba en su mejilla de
geranio y Ie decfa las dulces . palabras de sus
desvarios in fan tiles, con torpe lengua y melo-
dioso acento!
Ent6nces senti en toda su intensidad el a-
mor de familia. El pasado en el hogar
revivi6 de subito en mi exitada imaginaci6n,
reflejado en ella como clarisimo espejo. Re-
corda cuando renia a mis herman as por celos
que motivaron las preferencias paternas; cuan-
do un justo c8stigo me habia h~cho llorar, re-
tirado 8. un rinc6n de la casa huyendo de la ri-
S8 de Isabel, del "me alegro" de Maria; o.uan-
do enganaba , mi bondadosa madre y la ba-
cia sufrir por algunas faltas cuyo conocimien-
~o ella misma ~rocuraba evitar 6. mi fadrel ~ .
300 BIBLIOTBCA DB" BLBBBALDO."

Todo me parecfa inmenso, raro sentimiento de


terllura!
Del extasis en que cstaba sumida mi aten-
cion, vino a sacarla la voz de Luz.
-A .... B .... C .... tQue letla es esta? ...
no 18. conoces? ... Pues otia vez. ,Di08 mio!
rQue nina tan desaplicada y que cabecita tan
dula/ .... A ...• B .••• Mila: estoy enseiiando a
Ieel a mi muneca.
-Pues mucho aprender8..
Pol mis que Ie doy la lecci6n .... lnada/
E" muy pelezosa. La otla si es toda una seiio-
lita; pelo .... ahola es ta enfelma.
-tEs posible? ...
-Sf: Ia bane y Ie hizo dano; Ie di6 catalo.
La tengo i dieta, no cleas! Y no me sale al
seleno. Til veIns .••.
El 801 enfermizo de inviemo ya asccndfa
por la falda de los cerr08 inmediatos, despa-
rramando amarillenta luz sobre las redondas
copas de los irboles mis· altos. Yo contem-
plaba el panorama en que discurrfa la vista,
como pretendiendo imprimirlo con fuerza en
]a memoria. Querii llevarmelo para recor-
darlo c]aro, vivo y distinto en la au.sencia 8.
que me iba i cQndenar Ia suerte.
tPor que en diez y ocho anos de vida no
habia mirado tanto, como en aquel BOlo mo-
mento de contempIaci6n1
~o~ l~ tard~. ~s ~rreboles palid~c~,-
i
20 CUENTOS. 301

ron; la luz se apag6 poco 8. poco y el azul del


cielo tOl'n6se oseuro. Selim eehado a mis pies,
azotaba el suelo con su rabo y me miraba par-
padeando, al pasarle cariiioRamente la mano
por e1 lanudo peseuezo. P arecia comprender
mi tristeza y 61 tambien se entristecia."

IX

,~'En la noche, cuando descanso la cabeza


en la almohada, poseido de pesado sopor, cl
panorama de 10. tarde y los sitios agradables
en que haMa sido feliz sin aberlo, ignorando
el porvenir, pasaron revista ante mis ojos ce-
rrados ya para el sueno.
Veia la serrania a}zarse al derredor del pue-
blo, con sus cumbres enhiestas rasgando el es-
pacio; con faldas pobladas de arboleda oscu-
ra 6 de grupos numerosos de pinos destacan-
dose como ejercitos de gigantes; con peladas
~deras en las que formaban manchas grises
los raquiticos arbustos y las ·yerbas tostadas
por la crudeza del frIo; con las barrancas que
ahond6 la impetuosidad de las corrientes, lle-
naa entonces de la seea hojarasca del otono;
COD las empinadas . cuestas, las canadas ale-
gres y las mesetas batidas por los aires delga-
20
302 BmLlOTECA. DB "EL BEBA.LJ)O."

dos y puros de las alturas: con BUS desnndos


arrastraderos por los que descendfa la madera
del pobre leiiador, arran cando piedras y ha-
oiendolas rodar .., saltar hasta la llanura en
que descansaban mm6viles y fijas otra vez.
En seguida vefa tam bien el caserlo despa-
rramado en la hondonada, tal cual Ie recogr6
la fiel memoria. Componfa y recomponfa las
partes para la fonnaoi6n del conjunto; estu-
diaba los detaIles; recordaba c6mo era eate
lugar, o6mo aquel otro; cual bullia el arroyo
culebreando 6 escurriendose por entre 108 pe-
nascos de granito que en varios sitios sembra-
ban el cauce, inmutables, duros y pesados;
c6mo golpeaba el agua espumosa la rueda del
molino de paredes emblanqueoidas por el pol-
villo de la harina en :ft.or; que oleajes 8uavisi-
mos fonnaba el aire al abatir y rizar los tier-
nos trigales~ como si las dilatadas semen teras
hubieran sido verdes lagos; de que manera. en
las piuas gemfa el viento entre las hojas se-
cas de la mazorca, cllajada de granos endure-
cidos .••• 1
Cuando me dormf, las reminiscencias se
atropellaban todavia en la mente abrasada."

.1
308

,
x
"Era la vispera de la partida. A las doce,
como invariablemente se bacia, nos sentamos
6. la mesa: mi padre 6. la cabecera; a su dere-
cba mi madre y luego Marfa; a. su izquierda
yo y en seguida I..uz e Isabe1. N adie babla-
ba y s610 interrumpfa el silencio, el cbocar de.
1(\9 platoB y cubiertos.
Basta nuestros oidos llegaban apagados el
bullicio en las calles, el tortear de las molen-
deras en las casas cercanas y el caoareo de las
gallinas ponedoras. Ondulaba el humo co- .
mo culebra azul sobre los tejados de algunas
casas, si el aire 10 tumbaba; 6 ascend fa espeso
en toroida columna. En el hu,erto, bajo la
fresoa sombra de tupidos ramajes, ooultos en
los nidos y buyendo .del oalor de medio dfa,
1&8 torc.azas oantaban con melanc6lica dulzu-
rae
Luz, bullioiosa y parlera como siempre, no
8Oport6 el mutismo: .
-Oye, papa.: ,a. donde Be van tu y PedIo?
}Ii padre no reapondi6.
-lAnda papasitot .•.. dfme no seas malo,
,..-A Menco, 6)"&. no lq fJ&~s?
304 BIBLIOTECA DE "EL REB,U4DO. "
-----------------------------------------------------------
- y qu~ iMexico es muy glaude, glaude,
glandotototote?
~Come y calla, nina, y ponte en juicio.
No te est~8 meneando tanto en Ia silla: parc-
ces danzante.
-iVes? ya se enoj6 mi mama contigo por
preguntona.
-No Ie digas ast, Isabel. Pobrecita . . .. f
Que pregunte 10 que quiera.
-Eso e8~ Pedro! Con raz6n esto. tan mal
educada 1a muy const'ntida.
--Sf. . .. sf.... soy may nina todav!a,
tvelda, papa.'
-Has comido' muy poco, hijo,-decra rni
madre-~Por que? iJ'Te sirvo mas dulce? ...
~Sf!. . .. Es del que tanto te agrada ... . !

XI

"Despu~s de habernos Ievantado de la me-


sa, tuve deseo de dormir y me dirigf a rni
cuarto. · A las cuatro entr6 en el mi madre
volvi6 a cerrar la puerta por donde habia pe-
netrado; Be aoerc6 a mi cama, sent&.ndose a Ja
orilla,' a tiempo que despert~.
-IAh, perezoso!.... Duermes desde la
una. ' ,, '
20 CUENTOB. 305

Yo permanec{a acostado mitindola con


ojos entreabiertos. Queria hacerm~ encargos,
tal vez ; darme consejos; pero no iba directa-
mente al asunto. Me hi7.O notar que mi pie-
za era abrigada en invi~rno y fresca en vera-
no; me refiri6 que la misma Ie habfa servido
de recamara antes de que yo nacie~. Me
coloc6 despues la mano soble la cabeza, des-
pejandome la irente del cabello que en parte
la encubrfa, contemplaba mi rostro con mira-
da y sonrisa maternales con gratisima com-
placencia.
-. Todavia esta aqui el remolino' que tenias
siendo muy pequeiiito. ,Has vieto que re-
belde1
Y de pronto, eomo si un rayo de ternura
infinita Ie hubiese traspasado el alma, encen-
dido el rostro por pudorosa pasi6n, me abra..'
z6, imprimiendom~ en nn carrillo tan callado
b~80 que en los umbrales de las puertas se
apagaron sus rumoras.
-lSi ya est6. uste may grande!-me dijo~
-No de~fa hacerle carifios. Me espinaron
IU8 barbas.
-~Cuales, madr~? ... SI no las teJigo 1.. ~ .
-Pero las tendras dentr~ ~e poco tiem-
po .• : . las has de t tener. Cuando llepes ,
~exico, me mandas .tu r~traio, , 1Cui~ado si
deja.s de escribirme con frecuencl&! Tus car-
tai setin todo' mi cOD8uelo, lejo8 de tf.
306 BlLBIOTBCA. DB 1i'.BL RBBALDO."

Y no te olvides, hijo, de nosotros: ya ves


que tns tres hermanas no tienen mas porvenir
que tu, pues no somOB ricos, bien 10 sabes.
Lo que consigas con aplicaci6n, constancia y
buena conducta, sera para elIas.
Tu pobre madre .... al fin ya esta vieja y
pronto ha de morir; pero Ie pido a Dios con
todo mi coraz6n, que haga de ti un hombre
de provecho~ Si llepres 8. se'l"lo, aunque yo
no recoja la semilla que sembre, contenta voy
al sepulero, ,estas.' •••.
Temo que en aquella Babilonia pierdas la
cabeza y adquieral costumbres malas . . .. Pe-
ro n6!. ..• la Virgen Santisima ha de ofr mis
suplieas y mis oracionesl Si yo supiera que
andabas por mal camino, me matarias de do-
lor!
No vayas, Pedro, 6. ser ingrato con las per-
sonas de quienes reeibas bien. Se servieial y
atento eon todos y no abandones los estudios
por los paseol y las compaiiias perversas. Aun-
que eres pobre y no disfrlltaras de buena po-
sici6n, siempre parte tu pan con 61 necesitado:
algun dia tu tambien sentiri.s el hambre y en-
tonees podri.s conocer el valor de un benefi-
cio.
Es cierto que son muy simples mis consejoB,
estos consejos que te doy y que ojala Be te
grabaran para siempre; pero no puedo expre-
!,,-r con palabras hermosas"10 que pienao por
20 CUENTOS. 30'2'

tu felicidad. i Si te hablara como deseo! " . .•


no que soy una mujer tan tOl!lca y tan igno-
rante!. . .. PCl"O" ... al cabo 10 que te digo,
10 siento en el coraz6n, en este coraz6n que te
qui ere desde antes que nacierasl
Ahora, cn Enero, vas a cumplir diez y ocbo
anos. . .. No dudo de que erupieces a tener
por aM ciertoH carin08: cso es natural. jAy,
hijito: cuidatc m lwho y desconffa de prome-
sas" . .. Desengafiate: nadie te ha de querer
tanto como tu madre!
iSe olvidara. de las tonterss que habla esta
vieja, mi buenmozo? imi lindo! ....
Aqnella ciudad y aquellas cosas serin mas
bonitas que eAtas desiertas montanas, pero. " .
6verdad que no por eso dejar6.s de recordar al
pueblo arrinconado que te vi6 crecer y a la
que te di6 la vida! •..• " .
Yo haMa cerrado los ojos y mis lagrimas
corrfan, mAs poder08&s para salir, que yo pa-
ra contenerlas. Mi madre, que apenas pudo
articular sus Ultimas palabras, sofocando 101!1
sollozos y ahogando el llanto, volvi6 8. caer so-
bre mf y 8. besarme con efusi6n.
AI conseguir serenarse, despues de haber
enjugado sus oj os enrojecidos limpi6 los mfos
con sus benditas manos y me dijo, respiran-
do como para desahogar el peoho oprimido:
-Ahora ai, ya me voy: tengo que pl'6parar
308 BmLIOTECA DE "EL HERALDO. "

algunas cosas para manana. Nada dejes pa-


ra (t1tima bora: ya ves como es tu padre."

XII

"A las seia, al acomodar algunoR objetos


del eqnipaje de mi padre y del mfo, Isabel
aprovenh6 180 oportunidad de un momento en
que 1108 tlejaron solos mi madre y Maria, y
me dijo:
-Esta manana estuve con :Margarita. Den-
tro de media hora te espera sin falta..... por
180 puerta que dB. 801 callej6n. Finje que no
te has despedido de mi tla, para que mi pa-
pa no te extraiie. .
jMargarita!. . .. Siento que me trasfigu-
ro si s610 escribo este nombre, sfntesis belUsi-
ma de todas mis ilusiones muertas; creo en-
loquecer si 180 rMaga de 8U recuerdo azota mi
frente y me quema el coraz6n, empapada en
las delicias de aquolla edad de amor y de ig-
norante sencillez! •••.
No soy poeta, no gusto de las exageracio-
nes del romanticisIDO y me hastian los suenos
que forja el ideal; pero jc6mo no sentir, no
ponderar y no sofiar, pensando cn aquellos
aromosos dfaa de 180 primavera de 180 vida; si
20 CUBlft'08. 309

melanc6licos, dulces; si tristes, siempre im-


pregnados de temuras: y si amargos .... tam-
bien fecundos en esperanzas grat{simas al pe-
eho en que tomaron abrigo, en que anidaron
c:'omo palomas, para blando arrullo de la exis-
ten cia !. ...
i Margarita!. • . . 1.80 materia abri6 el do-
rado cofrecito de sus tesoros y ttl apareciste
Bobre 180 tierra, en mi escondido pueblecillo,
acariciada por el susurro amoroso de las bri-
sas; calentada por el mas puro rayo del Bol de
las mananas; blanca como los azahares; ale-
gre como las golondrinas que aletean en las
rejas de tu ventana, despertalndote al amane-
cer; y bulliciosa como el arroyuel0 con cuyos
eristaies j I,lgaron tantas veces, siendo nma,
tus manecitas nacaradasl" ....

.XIII

"Fu{ 6. la h~ra .senalada y me; acerque al


Ingar de la cita, seguro de que ~lla me espe-
rar[a. La.luz de la luna empezaba a resba-
1ar apenas sobre lOB caballetes de los tejado.s.
Naaie transitaba por el callej6n. Cer~a de la
pieza "cuya' puerta llegue, una ~miga conti-
310 BmLIOTBCA. DB" BLHEB.A.LDO."

dente de Margarita vigilaba que no nos fue-


sen a sorprender personas de la familia.
Cog{ entre 18s mfas su mano pequeiiuela y
1& emoci6n nos hizo enmudecer. Muchas co-
S8S haMa pensado decirle; pero en aquel ina-
tante era yo salvaje sin idioma y sin ideas.
Los latidos de mi coraz6n fueron siendo
menos acelerados, a. medida que me ardfa la
frente. Desapareci6 con lentitud el entorpe-
cimiento de mis sentidos y mire claramente a.
mi Margarita, con su cabeza inclillada']a
manera de la 1l0r silvestre que dobleg6 su ta-
llo debil, y desfallecida, no ae si por el dolor
6 la dicha.
-IMframe, mi vidal-Ie dije-,Mframe
mucha, que sera la '6.ltima vez!
Tenia h'6.meda ligeramente la 8uelta cabe-
lIera y vestfa sencillo traje blanco dibujado
con 1l0recitas azules. Sobre su pecho descan-
laba pequeiia cruz negra, pendiente del tino
cord6n que Ie rodeaba el cuello.
Miri.ndome entonces con todo el fulgor de
8US ojos rasgados, volvfa yo a. decirle:
~IMargarital. . • • Dime que me quieres,
repfteme que me amas como yo te adorol
Enardecidos los dos, exaltados por el amor
eterno flue nos juramos, por vez primera des-
de que la amaba me atrevf, en un rapto de ce-
guedad, Ii besar 18s rosadas extremidades de
8US dedo8 de reina. Tembl6 como una sen-
20CUENTOB. 311

sitiva y yo me estremeci, sintiendo en todo


mi ser, el choque de tanta felicidad. Beht
despues la miel de la pasi6n en 8US labios en-
cendid08; rozaron las mas la tibia tez de sus
mejiIlas; ardi6 la sangre en mis venas: y sin
em bargo, ni un relampago de impureza cruz6
por mi pensamiento, empaiiando s.iquiera 1a
casta ilusi6n que por eUa tenia.
Cuando la amiga vigilante ViDO a decir:-
"Margarita..... pronto, que viene tu mRma!"
-llori.bamos los dos y yo besaba su f rente
d'3 azucenas.
Fue Dccesario separamos, haciendo nil su-
premo esfuerzo. Margarita se irgui6, sacu-
diendo su cabellera abundante, echando ha-
cia atr8s las guedejas que Ie acariciaban las
lienes azuladas y exclamando a1 dejarme:
-No te olvido/.... No te podre olvi-
dar/. . .. Te 10 juro 1"

XIV

"Lleguea mi casa. Me esperaban 11 cenar


y mi madre sonri6 maliciosamente cuando
murmUl'e una disculpa por mi tardanza. "Xi
tfa me habfa detenido: no me dejaba volver
pronto."
312 BIBLIOTECA. DE "EL BEBALDO·"

Marfa, que estaba cerca de mf, me dijo


al oido:
-Tienes las orejas y los ojos muy colora-
dos.
Levantados los manteles, Luz quiso que la
sent8se sobre mis piernas; y no se c6mo ha-
116 enredado en una mancuerna, largo cabello
de Margarita, sin duda. Lo cogio y 10 puso
en alto, mostrandolo en todo su grandor.
Cuando quiso evitarlo ya no era tiempo, y
Luz exclamaba en 80n de triunfo y con la ale-
grfa y la imprudencia propias de su edad:
i Milen!. . •• i Mnenlo que g]ande esta! ....
Mi padre. qlle no aprobaba mis relaciones
con Margarita, me dijo en tono burl6n :
-Hermoso cabello tiene tu tia, Pedro.
, Vaya ! .... y yo creyendo qne ya habia en-
co.necido! ..•• " .

xv

"Me encerr6 en mi habitaci6n. Tome una


cajita de linal6e y en ella puse, con la ~inu- '
ciosidad y cuidado con ' que Luz acomodaba
sus juguetes diminutos, los paquetes de car-
tas de Margarita, liados con listones az~les;
dos ramitos de violetas ya marchitas hacia
mucho tiempo; el clavel que una tarde ~e di6,
20 CUENT08. 313

deeprendiendolo de su tocado; el pafiu"elo que


dej6 entre mis manos bailando conmigo el
dfa en que cumpli6 catorce an os ; su retl'ato ; una
trencita de 8U cabello, que yo besaba mil ve-
ces aspirando el perfume que contenfa; y al-
gunos pensamientos secos con frases amorosas
escritas por ella. "
Esa noche, {Iltima que pase en el hogar pa-
terno, excitado como estaba, apenae pude dor-
mir un momento. Mi padre toc6 la puerta
de la pieza, alas cuatro y media, haciendome
despertar cuando yo soiiaba que Margarita,
COj..l traje largo, fantastico, vaporosa, y suelta
la cabellera, me decfa:
-"No te olvidol. • . . No te podre olvi-
dar!. . .. Te 10 juro!"

XVI

UUna hora despucs estaban ya ensilladas


las dos mulas en que debfamos montar, yapa-
rejada la de carga. Mi padre y yo tomam08
un lijero desayuno y. . . . por fin, fue preoiso
despedirme!
Sintiendo que los cabel10s de la nuea se me
ponfan de punta, me arrodille ante mi madre;
ella m~ persign6 d~spacio y con voz grave,
314 BlBLIOTEO.A. DE "EL BlI:BALDO.

pero algo temblorosa; me bendijo despues y


me di6 " besar su mano tan fria como aquella
maiiana. Cuando la abrace, domin8.ndose to-
davia con inereible poder, me dijo:
'-I Que Dios te acompaiie/
Estaba palida, pero infundicndome valor
con SI1 fingida serenidad. Me parecia augus-
ta matrona espartana.
Mis herman as no .ocultaban su peaar y se
despidieron de mi con abundanteslagrimas.
Al ir 8. poner el pie en el estribo, entonces
si, mi madre no pudo oontener la manifesta-
oi6n de su dolor: corri6 como 100a y me detu-
vo entre sus brazos. Cuando me desprendi
de ell08 para montar, gemia ella y gritaba con
desgarrador acento :
-IHijo de mi coraz6n/.... /Pedazo de
. -,
mIS entranas..... / S'lempre..
I ... jSlempre
.
sa va! ....
Mi padre, delante de mi, espoleaba su mula
evitando que Ie viese yo el rostro. Diez mi-
nutos despues, seguiamos por la falda de la
loma que se alzaba 0. orillas del pueblo y fren-
te 8. mi casa, por cortar rodeos y coger a po-
co al camino recto. Desde aquella altura diB-
tingufa todavia, empequeiiecido por la diB-
tancia, el grupo que formaban en la puerta,
mirandonos, mi madre en medio y " sus IadoB
mis hermana&. Con su paiiuelo, Isabel hahta
oogido al Selim por el pescuezo~ deteniendolo
200l1DT08. 315
para que no partiera. Llegaban hasta mi, 11e-
vadas par algunas rafagas frias, los ahullidos
del noble animal. AI doblar la lorna, vi can
tristeza que las Ultimas casaR del pueblo Be
ocultaban pronts y huian a mi paso. Impul-
808 tuve de toroer la rienda 6. la mula que con
trotar mon6tono y meneando sus largas are-
jas, dejaba huella de sus pezuiias en la tierra
suelta y mojada por la nieve. Un airecillo
8util y helado zumbaba apenas entre las ho-
jas de los arboles, y producia ruidos extraiios,
remedos de gemid08 debites, en las copas de
los altos pinos que se balanceaban lentamente
y con la magestad de sus siglos.
A poco me dijo mi padre, consultando su
relox:
--Son la8 seis y cuarto. Vamos 8. llegar a
buena hora 6. la hacienda de San Jose."

xvn

"Quince dfaa deapu6s de mi estancia en


Mexico, recibi dentro de la de Isabel, una
carta de la de mi Margarita; esta y 1a que en
la misma fecha me escribi6 mi madre, me lIe-
naron de consuelo. Voy 6. copiallas aqui, en
~8~aB deaIm.adaa Hemorias, sin alterarleB ~D
316 BIBLlono.&. DE un BEB.&.LDO."

nada su contenido esenoial. Deoia la prime-


ra:

"Mi vida:

No be cesado de Ilorar desde la noche en


que nos despedimos. j8i vieras que 8. veces
he crefdo morir de dolor, no pudiendo so-
portar tu ausencia.
~Que hare yo sin ti, que eres mi tesoro, mi
enoanto y mi dulce bien?· . . . Tu imagen
qued6 grabada en mi coraz6n y jamb se bo-
rrara.. Oigo aqueUas palabras, aqueI acento
con que me decfas ;,-"Margarita, cuanto te
adorol" En las noches salgo a. la ventana,
por v~r si vienes, y me parece mentira no mi-
rarte aparecer: pdrque no puedo .... no pue-
do creer que te hayas ido, si to siento a. mi lado
8. todas horael ....
6Por que la Huerte es tan oruel con nosotros,
que nos ha separado? Te sueno y dormida
pronuDcio tu Dombre; pieDso en ti a cada mo-
mento y lleno de lagrimas la sentida cartita
q lIe me escribistn y me di6 Isabel. Pero
ja.y' .... e~tns IlIlIy lejos, dueno de mi co-
r:l7.1111!
Mi bien: si tu me olvidaras, i cnan desgra- .
ciada seria! Sufro mucho al pensarlo sola-
mente.

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