Manual de Archivistica - Cruz Mundet PDF
Manual de Archivistica - Cruz Mundet PDF
Manual de Archivistica - Cruz Mundet PDF
archivística
José Ramón Cruz Mundet
29 edición
CRUZ MUNDEl, José Kariión
M;intial de Lii-chivísiica / José Kainón Cruz Mundet. - Madrid
[cte.] : Fundación Geriiiáii Sánchez Ruipérez ; Madrid : Pirüiiiidc,
1994
308 p. ; 2 I ciit. - (Biblioie~adel libro : ( 3 3 )
Íiidices. - Bibliografía, p. 377
ISBN 8.1-86168-94-5 (F.G.S.R.)
ISBN 83-368-0860-6 (Pirámide)
1. Archiví~iica-?'rütadt,s, inanualcs, etc. 1. Título. 11. Serie
930.25(035)
O
Ilustración dc cubierta: Javier Serrrino
Keservados todos los dercchits. Ni Iu toialid;id ni parte ( f eeste libro puede reproducirse
o tratisiiii~irscpor niiigúii p~~~ediiiiieiii[)
ciectrhico o iiiccinicti, incluyeiido tóiocopia,
grubncicin in;igiitiiica, (J cualquier ~iliiiUcl.ii;iiiiicii~ode i n ~ ~ ) r i n U ~yi ~sistenia
ii de recu-
peracicíii. h i n perniiw escrito de la Fiiiidnci6ii Geriiiiii Sitichez Kuipkrei..
Prólogo.. .................................................. 15
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
89
Introducción ...............................
1. El archivo de oficina: papel del archivero.. . . . . . . . 147
2. El expediente administrativo.. . . . . . . . . .
2.1. Partes del expediente . . . . . . . .
2.2. La tramitación.. . . . . . . . . . . . . .
2.3. Procedimientos prácticos.. ..
3. La organización del archivo en la o
4. La organización del sistema de archivo: fase preli-
minar. .................... . . . . . . . . . . . . . . . 166
4.1. Información sob
4.2. Información sob
4.3. Análisis.. .................... . . . . . . . . . . 175
4.4. Diseño.. . . . . . . . . .........
II . La descripción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . _.
355
.. 355
Introduccion ............................
1 . La descripción archivística: modelos y normas . . . . 356
2. La Norma Internacional de Descripción Archivís-
tica: ISAD (G). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360
3. El plan descriptivo . . . . . . . 370
4. Los instrumentos de descripción: tipos . . . . . . . . . . . 373
4.1. Las guías . . . . . . . . . . 273
4.2. Los inventarios ............................. 275
4.2.1. El inventario somero . . . 277
4.2.2. El inventario analítico . . . . . . . . . . . . . . . 378
4.3. Los catálogos .................... 3x3
4.3.1. El catálogo de documentos . . . . . . . . . . 383
4.3.2. El catálogo de expedientes . . . . . . . . . . . 2x7
4.4. La descripción de documentos especiales 2XX
,4.4.I . Documentos gráficos no proyectablcs 389
4.4.2. Documentos informlíticos 290
. . . .
5. La indizacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391
6. Los instrumentos de control . . . . . . . . . . 296
13
Prólogo
MERCEDES CARIDAD
V I C E D E C A N A D E LA DIPLOMATURA
E N B I B L I O T E C O N O M I A Y DOCUME NT ACI~N
DE LA U N I V E R S I D A D C A R L O S 111
16
Introducción
19
1.
Historia
de la archivística
Introducción
Al abordar la evolución histórica de la archivística y de su ob-
jeto de atención: los fondos documentales o archivos, nos encon-
tramos con una grave carencia en el punto de partida, es decir, la
escasez de monografías que hayan tratado este tema. La biblio-
grafía es, en tal sentido, más bien dispersa y se distribuye en una
nebulosa literaria que trata sobre la historia de tal o cual fondo, en
el mejor de los casos de alguna región y raramente de un país por
completo'.
Al establecer la cronología se nos plantea un problema o, me-
jor dicho, una clara dicotomía entre disciplina y objeto de aten-
ción. Pues si los archivos, como los documentos, tienen una exis-
tencia clara y de larga duración, la ciencia que los estudia, por el
contrario, es de factura relativamente reciente y con un perfil peor
definido en el tiempo. En cualquier caso, podemos atribuir a los
primeros unos inicios que nos retrotraen hasta los orígenes de la
escritura, mediado el cuarto milenio'; para situar a la archivística,
debemos acercarnos mucho más, hasta bien entrado el siglo X i X 3 .
1. El periodo prearchivístico
Dentro de este cabe diferenciar cuatro subperiodos o tramos,
con:ernp!ados clásicamente por los tratadistas y que R. H. Bau-
tierI7 divide del siguiente modo:
1.La época de los archivos de palacio, que se corresponde en
términos generales con la Antigüedad.
2. La época de los cartularios (trisor de churtrs), abarcando
los siglos XII a XVi, es decir, la Edad Media.
3. La época de los archivos como arsenal de la autoridad,
que se extiende a lo largo del Antiguo Régimen, desde el
X V I a comienzos del xix.
4. La época de los archivos como laboratorio de Ia Historia,
desde los inicios del siglo XIX hasta mediados del siglo Xx.
1.1. La Aritigüedad
El objeto de la archivística, los fondos documentales o, si se
prefiere, los archivos y su documentación, es tan antiguo como la
7 ,
-- R. H. Bautier: «Les archives), pág. 1123. J . Favier: op. c.ir. M. Briceño: «La
ciencia de los archivos)), en Krposiitrrio, 1, 3, págs. 31 y 32.
28 2’ Ihid.
el caso, por ejemplo, del Metroon). La autenticidad y el va-
lor legal de los documentos estaban garantimios por deter-
minados procedimientos administrativos: el (cvidimus))
o certificación a que en Roma eran sometidas las copias, co-
mo condición inexcusable para transferirles autenticidad.
5. Un nuevo concepto que, como casi todos los demás, acom-
pañará en adelante al de archivo es su carácter público. Si
bien existían archivos privados: familiares, religiosos, eco-
nómicos, etc., es el público, dependiente de las instituciones
del Estado, el archivo por antonomasia.
6. «Los documentos eran creados y conservados por necesi-
dades de gobierno y de administración; la gestión del po-
der y la gestión de los documentos estaban estrechamente
ligados»24.
A pesar de las escasa evidencias que poseemos, es posible esta-
blecer dos diferencias, al menos, entre ambas civilizaciones:
1. Por la diversa concepción en el modelo de Estado -basa-
do el griego en ciudades independientes, y en un imperio
fuertemente centralizado, el romano- sólo en este último
es posible desvelar la existencia de un sistema de archivos
públicos. En el periodo imperial varió notablemente el
concepto de estos Últimos y se incrementó su centraliza-
ción, desde la división entre los scrinia stuturiu y los scriniri
uiatoria, hasta la reforma de Justiniano, que estableció la
red de archivos en provincias.
2. En Grecia, surge el concepto de publicidad como atributo
propio de los archivos públicos, unido a la noción de
democraciaz5. Esta concepción del papel de los archivos
será la base, que resurgirá muchos siglos más tarde, del
derecho de todo ciudadano a acceder a los fondos pú-
blicos, a consultar y obtener copia de SUS documentos.
En Roma, por el contrario, el acceso estaba reservado
a determinados funcionarios, en cuanto era un privilegio
de pocos y la función de la documentación pública era ex-
clusivamente la de ser un instrumento para el ejercicio del
poder.
Algo también les unía, desde el punto de vista conceptual, como
lo hacía --por extensión- con toda la civilización antigua, y es que
el archivo - como indica Briceñoz6----en esta epoca debería definir-
se como lugar sagrado, y al amparo de esa sacralidad, los papeles
tanto públicos como privados obtenían custodia y seguridad.
26
21
M. Briceño: o p . cii., pág. 36.
zm
R. H . Bautier: «Les archives)).
J. A. Carcía de Cortázar: La ipocu mnedieid Historia de B.sputiu Alfuguuru.
3O Madrid: Alianza Editorial, 1980, V, págs. 20 y ss.
nación entre el mundo bibliotecario y el archivístico, con-
sagrado por la regla benedictina que a comienzos del siglo
VI incluía ambos trabajos entre las actividades propias del
monacato”. Hasta tal punto llegará la similitud de técni-
cas, que la documentación de archivo adopta -también
por criterios de utilidad y conservación- el formato códi-
ce, obsesivamente mantenido durante siglos.
2. La cancillería pontificia puede ser considerada como la
única institución que conserva la tradición administrativa
romana y, en consecuencia, revela unos usos archivísticos
ya decaídos en el continente. Desde el siglo IV, si bien de
forma irregular, se mantiene el registro de algunos docu-
mentos. El procedimiento clasificatorio consistía en agru-
par, dentro del registro de cada año, los documentos -no
todos- según su naturaleza canónica; así cabe distinguir:
las provisiones de beneficios, las indulgencias, los privile-
gios litúrgico...30
3. La organización de los archivos estatales apenas si ha deja-
do huella perceptible. El problema radica en que las cortes
altomedievales eran itinerantes, y sus fondos estaban so-
metidos a una dispersión frecuente. No obstante, se sabe
que en el reino visigodo -siguiendo la tradición roma-
na- era el thesaurus, lugar destinado a la custodia del era-
rio, el espacio donde se archivaba la documentación real,
los códigos y los tratados interna~ionales~l. Así pues, cabe
decir que en el marco de una organización archivística en-
deble, los fondos de los reinos altomedievales eran directa-
mente tributarios del sistema romano de las scrinia, con
predominio de las oiutoriu sobre las stataria, cuya sola evi-
dencia nos la proporciona el tliesuurus visigodo.
Si la situación archivística altomedieval se encuentra bajo el
signo de un cierto estancamiento, cuando no retroceso, respecto
de los usos de la Antigüedad, el siglo X I I representa un hito en la
29
A. Millares: Itiiroduccih ( I /ti hisroriu <Ir/libro J’ de /as hih/iorwu.\. Mtijico:
Fondo de Cultura Económica, págs. 236 y SS. H.Escolar: op. <.ir., págs. 21 I y sz.
30
J. Favier: op. cii., piig. 15.
31
M. Briceño: p. cit., pig. 37. 31
evolución de los archivos y de los procedimientos empleados en su
organización. Ser& la recuperación del derecho romano y del pro-
cedimiento administrativo inherente, la base sobre la que se articu-
le la organización archivística de un mundo que, como el europeo,
ha recuperado el acto documentado como fundamento de su orga-
nización jurídi~o-política~~. Como es propio del periodo en que
nos hallamos -el prearchivístico-- no existe aún un Corpus teóri-
co; sin embargo, la praxis administrativa introdujo una serie de
cambios en el orden archivístico, que cabe resumir en los siguien-
tes aspectos:
1. Los documentos públicos experimentaron una evolución,
bien señalada por B a ~ t i e rbajo
~ ~ , el signo de la simplifica-
ción diplomática y del procedimiento administrativo. El
incremento en el número de documentos corrientes, por
comparación con el predominio anterior de las escrituras
solemnes, dio lugar a la aparición de tipos diplomáticos
más simples. A medida que se especializaban por áreas de
competencia, los servicios administrativos posibilitaron,
además de la producción de un mayor volumen documen-
tal, la observancia de técnicas (como el registro) caídas en
desuso, así como la aparición de lo que en adelante será la
pieza archivística primordial: el expediente administrativo.
2. El registro de los documentos se adopta y generaliza en
las cancillerías de los principales reinos, primero de forma
indiferenciada y, ya a partir del siglo XII, se van distin-
guiendo las series documentales según su naturaleza o su
interés34.
3. El sistema de agrupación documental a base de cartularios
se mantiene a lo largo de toda la Edad Media, donde los
documentos solemnes y de valor permanente son conser-
vados.
4. Aun cuando perdure el cartulario, la transformación de los
métodos administrativos introdujo grandes cambios. Por
35
sera consagrado unos años mis tarde ( 1 588) con la apro-
bación del R e y b m ~ v i t oparu rl Gobierno del Archivo de Si-
I ~ I U I I ~ Uprimero
S, de una larga sucesión de archivos de Es-
tado"'.
A partir de este acta de nacimiento, el modelo español
se expandió a otros muchos territorios europeos: Francia
inició un proceso similar en 1589 que no culminara hasta
el gobierno de Richelieu, en Italia se crearon los de Floren-
cia, Siena y los Archivos Vaticanos (i610), al paso que en
Inglaterra se funda el Stute Paper Ofice (1 578)42.
2. A lo largo del siglo xvll se mejoran los métodos de concen-
tración archivística en grandes depósitos, al tiempo que se
van organizando los archivos administrativos. Pero sera en
el siglo ~ ~ 1 y, 1de 1manera
~ ~ especial, a partir de 1720, cuan-
do asistamos a una nueva ola de Concentración y reagrupa-
miento. En ese año se reorganizan en Turín los archivos del
Estado de Saboya, y el zar Pedro el Grande de Rusia insti-
tuye dos archivos centrales para todo su territorio, con una
novedad decisiva: se establece la periodicidad de las transfe-
rencias. En 1749 María Teresa concentra en el Haus-Hof
urid Stautsurchiv de Viena todos los depósitos documentales
dispersos por su imperio, concebido como un arsenal de ar-
mas jurídicas para estructurar un imperio territoriaímente
cuestionado y constitucionalmente endeble.
Siguiendo la misma línea, en 1774 se erigió la Register
House de Escocia, mientras que en Sevilla (1781) Carlos 111
ordenaba concentrar toda la documentación relativa a los
territorios de ultramar, en el Archivo de Indias.
3. La tercera ola de concentración, a caballo ya con la Edad
Contempordnea, está representada por el proyecto napo-
leónico. El Emperador de los franceses pretendió concen-
trar en París los archivos de los diversos países europeos
"
A. d'Addario: ((Lineanienti di síorin de I'archivisticn (sec. xvi-xix))),en Ardri-
148, i . 1990, phgs. 5 y ss. R. H. Bautier: <<Laphasc cruciale
i'io S i o r i u l Iiulirii~o,vol.
de I'histoire des archives...)), piigs. 141 y ss. A. Matilla: ((Historia de los archivos
espiiñoles y SUS fondos documentales)), en Aiitilisis c Irioesfiyriciorrcs Cirlturulcs.
1-111, 18, 1984. 11-29.
" Ihid.
36 "31bid.
ocupados, con la finalidad de ((restar armas eventuales al
adversario y utilizarlas él mismo en apoyo de su política de
propaganda^^^. Pero el proyecto solo llegó a ejecutarse en
parte y la mayor concentración documental de la historia,
por volumen y diversidad de procedencia, quedó truncada;
por fortuna para los fondos que, a tenor de la metodología
archivística del momento, hubieran sufrido un proceso de
desnaturalización difícilmente restituible.
Si asistimos a este salto impresionante en la concepción de los
archivos es, ni más ni menos, porque los gobernantes adquieren
conciencia de su importancia para el gobierno y la administración.
En las guerras, en los tratados de paz, los estados hacen verdade-
ros esfuerzos por evitar que los archivos corran la misma suerte
que los territorios en el caso de los perdedores, y todo lo contrario
en el de los venced ore^^^.
De aquí se desprende la segunda característica, la concepción
de los archivos como fuente de poder. Se detecta una conciencia
clara de la documentación como instrumento de información, pre-
cisa y necesaria, para el ejercicio del poder interno y externo, para
la afirmación, en definitiva, de los derechos del Estado; por contra-
posición a lo que será siglos más tarde el norte de las sociedades
modernas y democráticas, el Estado de Derecho, apoyado -ntre
otros aspectos-- en la transparencia que el acceso a la documenta-
ción pública confiere al ejercicio del poder. Esta concepción del
archivo como fuente de poder, se sustancia a través de tres concep-
tos4?
1. Los derechos del Estado sobre los documentos públicos
llevarán a las monarquías a reclamar ante sus funcionarios
el reintegro de la documentación que, por causa del ejerci-
cio de sus cargos, tuvieran en su poder. En definitiva, se
trata del ejercicio del derecho superior que posee el Estado
sobre el conjunto de la documentación pública y el dere-
cho que le asiste a reivindicarla.
2. Esta visibn de los archivos no fue privativa de los sobera-
nos, sino de todo tipo de entidades, ya fueran públicas
o privadas; lo que les llevó a tomar conciencia paralela de
la importancia quc tenía la organización de sus fondos do-
cumentales. Éste es el momento en el cual municipios, di-
putaciones, parlamentos ... emprenden y observan con asi-
duidad la estructuración de sus fondos.
3. En tanto fuente de poder, se refuerza la concepción del
archivo como territorio infranqueable y presidido por el
principio de secreto e incomunicabilidad. Comenzando
por el reglamento de Simancas y continuando por los que
le siguieron, se instituye el principio del secreto, lo que es
decir, la prohibición de acceso y comunicación sin autori-
zación real, aunque se tratara de altos dignatarios de la
Administración.
'" Véase para Estados Unidos A. Ricks: «La gestión de los documentos como
una función archivísiica)), en P. Walne (recop.): op. cit., págs. 179-189. Para la
URSS, A. Kuraniov: «Progres dans la science administrative des archives)), en
A r c h i w m , XXVI, 1979, págs. 73-83.
'' J. R. Cruz Mundet: «El derecho de acceso a la documentación pública)), en
50 Bildurnu. 2, 1988, págs. 107-120.
tlistoriu í k /u urchiiisricu
'* A. Brenneke: Archiiikunde. Ein heitrciy zur tlieorie irnd yescliichic, des Eiiro-
puischen urchiuwerens. Leipzig: Koehler und Amelang, 1953, 3 vols.
8 3 T. R. Schellenberg: Archirios modernos. Principios y tknicus. La Habana: Ins-
tituto Panamericano de Geografía e Historia, 1958, 357 págs.
M4 A. Tanodi: Munual de Archiiio/oyíu tiispiinoumericunu. Córdoba: Universi-
dad Nacional, 1961, 285 pigs.
8 5 Asociation des Archivistes Franpis: Muriuel d'Archiiisiiyue. París: SEV-
PEN, 1970, 805 págs.
" E. Lodolini: Archii~isticu.Principi e prohiemi. Milán: Franco Angelli, 1990,
324 págs.
" A. Heredia: Archivisticu yenerul. Teoríu y prúcticu. Sevilla: Diputación Pro-
vincial, 1991.
'' La información más exhaustiva puede obtenerse consultando la base dc da-
tos del Centro de Información Documental de Archivos del Ministerio de Ciiltura.
89 R. H. Bautier: ((Les archives)), págs. 1137-1 161.
'"1. A. Penn: «Will the real records management stand up:'», en A R M A @ d o - 51
ter/.v, vol. 15, 3, 1981, págs. 10-12.
ámbito de acción del archivero se extiende al máximo y le
convierte, ademis, en técnico de la Administración.
Por otra parte, la nueva percepción social no se reduce
al imbito de las instituciones públicas, sino que se extiende
al de los archivos de empresas y en general al de los priva-
dos.
3. La ampliación del dominio archivístico ha llevado, asi-
mismo, a la partición del mundo profesional, y de manera
muy destacada en los países anglosajones, donde se esta-
blecen dos áreas: la del records management o gestión de
documentos administrativos y la tradicional o adminis-
tración de archivos. En los países de tradición latina no se
ha experimentado tal disociación, pero en el ejercicio
practico profesional se diferencia el personal al servicio
de archivos en sus dos primeras fases o de centros que
abarcan todas ellas, respecto de los conservadores de
archivos históricos.
Esta doctrina archivística, cuyos orígenes deben situar-
se en la primera mitad del siglo, se aplicó particularmente
en América y en algunos países europeos. El records mana-
yemrnt, que no tiene equivalente en otros idiomas, aunque
puede ser traducido como gestión de documentos adminis-
trativos, surgió ante la necesidad de responder a los com-
plejos problemas planteados por la explosión de la masa
documental contemporánea. «Su campo de acción se sitúa
en el nivel del establecimiento de normas, métodos y siste-
mas que rigen la vida de los documentos administrativos
(records) durante su creación, su utilización, su conserva-
ción o su eliminación definitiva))”.
4. Las nuevas tecnologías de la información han descubierto
campos inéditos como el de la documentación audjovisual
y la informática. De un lado, los profesionales se han visto
obligados a realizar un nuevo esfuerzo para tratar adecua-
damente la documentación en nuevos soportes; del otro, se
han beneficiado de las ventajas ofrecidas de cara a la ges-
54
2.
La archivística y su
espacio en las ciencias
de la documentación
Introducción
El problema que plantea la teorización de la archivística es, ni
más ni menos, su reciente factura en cuanto preocupación del me-
dio profesional. Las publicaciones y el desvelo de los archiveros se
han dirigido tradicionalmente a la resolución de problemas técni-
cos de orden práctico; como ha sucedido en tantos otros campos
del conocimiento la técnica ha nacido antes que sus sistematiza-
ción como ciencia. Según señala M. Duchein', «en nuestros países
de vieja cultura europea, donde los archivos han existido desde ha-
ce muchos siglos, y donde hay una tradición archivística sólida, tal
vez la inquietud no es todavía muy evidente. Pero en países como
Estados Unidos o Canadá, donde la tradición cultural y adminis-
trativa de los archivos es mucho más reciente, se puede decir que
el debate sobre el papel de la profesión archivística y sobre su por-
venir, ocupa en este momento el primer lugar de las preocupacio-
nes de los archiveros)).
Como quiera que la archivistica es una ((ciencia en formación)),
según la define A. Arad2, y como tal reciente aún, los diversos
autores no la han enfocado en un sentido teorizante, cuanto quc
en sus aspectos técnicos, lo cual les ha llevado a definirla preferi-
blemente desde su objeto: los archivos. Precisamente, el peso de la
tradición ha incidido de miiner;i poderosa en los autores europeos
que, desdc los orígenes hasta nuestros días, se han centrado en la
doctrina, jurisprudencia y funciones del archivo; pero de una ma-
nera muy endeble y casi marginal en el objeto que ahora nos pro-
ponemos abordar".
En honor a la verdad, resultaría erróneo atribuir a los archive-
ros europeos la sola responsabilidad sobre su pobre base teórica;
también en los países del otro lado del Atlántico, la preocupación
es bastante reciente. En opinión de J. W. Roberts: «los archiveros
están demandando, más que nunca, mayor reconocimiento para
su profesionalidad. U n aspecto de esta campaña es la creciente
preocupación por ia teoría archivi~tica»~.
Se trata, en efecto, de un interés reciente por identificar un
cuerpo teórico, u n conjunto de leyes y principios que rijan el mun-
do archivístico. Hemos de conceder, sin embargo, que sus orígenes
pueden remontarse más atrás en el tiempo. Como se ha apuntado
en el capítulo anterior, el principio de procedencia constituye la
base del trabajo científico de los archiveros, por lo tanto, podemos
situar su nacimiento en la segunda mitad del siglo xix.
Y puesto que estamos hablando de la archivística, lo que pro-
cede es abordar rápidamente su naturaleza, es decir, cómo se defi-
ne y qué es Luna disciplina, una técnica, una ciencia ...?
1. Definición de archivística
Como hemos podido comprobar en el primer capítulo, la
archivística tiene un pasado, lo que hemos denominado periodo
prearchivístico, caracterirado por:
~
" F. J . Siiclow: «Arcliivd tlicory rediix iind rcdeeiiied: deiiiiiiion aiid contexi
i«w:ird a gcncrnl ihcory)), cn Tlir Aiiiciit.iirr A i < ~ l i i i ~ ivol.
. ~ i . 54, 1991, pág. 17.
58 7 A. Arad: 01'. <.ir., pág. 183.
Si hiciéramos un estudio cuantitativo de la misma en función
de las definiciones aportadas por los distintos autores contempo-
rlineos, coincidiríamos en que se trata de una ciencia. Mas como
no es esta cuestión de número, sino de argumentación, veamos la
consideración que otorga cada tratadista, entre una selección for-
zosamente limitada, pero significativa, y que podemos agrupar en
dos corrientes de opinión.
E. Casanova8 la considera como «la ciencia de los archivos)).
En opinión de G. Batelli', la archivística es una disciplina de ( a -
rácter eminentemente práctico, que trata de resolver los problemas
con soluciones de ese mismo tipo, en base a la experiencia de los
archiveros; no se trata de problemas científicos. La archivología
estudia los archivos con el fin de precisar su esencia e historia; la
sistematización de los archivos es su primordial preocupación con
sus tres problemas elementales: ordenar, conservar y administrar.
Este concepto corresponde a una disciplina, no a una ciencia)).
Para W. Leesch", la categoría científica le viene dada por el
método. En cuanto a éste, el archivístico «se independizó y consti-
tuyó en disciplina debido a la obra de los archiveros holandeses
Muller, Feith y Fruin, que la separaron de la bibliotecología y mu-
seología)), fundamentándola en el principio de procedencia. Que,
en su opinión, mejoró A. Brenneke introduciendo la clasificación
de los fondos de acuerdo con la estructura orglinica de la entidad.
T. R. Schellenberg" considera que es «la ciencia que trata de
los archivos, de su conservación, administración, clasificación, or-
denación, interpretación, etc.; de las colecciones de documentos
que en los archivos se conservan como fuente para su conocimien-
to ulterior y servicio público».
El propio A. Tanodi la conceptúa como «una disciplina joven
Y moderna, en pleno desarrollo y formación de conceptos general-
mente valederos o reconocidos y prácticas experimentadas))' '.
61
1.2. Conclusión: la archivística
como ciencia etnergente
' 5 J. W. Roberts: «Archivril theory: much ado about shelvingn, en Tlir Aitteri-
66 50, I. 1987. pig. 67.
m t i ~ r r , / i i i i s rvol.
.
conocimientos específicamente archivísticos, y aquellos que com-
ponen el territorio común de las Ciencias de la Documentación.
Este es, también en nuestra opinión, el punto de vista más acerta-
do; es decir, existen procesos diferenciados: clasificación, ordena-
ción, descripción... pero que en sí no constituyen divisiones o es-
pecializaciones de la archivística. Esta es, en cuanto tal, un todo
indivisible, por cuanto las partes que la integran no se explican
por sí mismas sino por referencia al conjunto, de modo y manera
que no cabría la formación de archiveconomistas, como encarga-
dos de las instalaciones y de los edificios, pues aunque forman par-
te de las preocupaciones profesionales, en última instancia, son
responsabilidad de otros especialistas.
4. Concepto de documento
Etimológicamente procede del latín «documentum», derivado
del verbo «docere»: enseñar, instruir; mas como quiera que este es
un significado poco preciso, ha evolucionado hacia el significado
de prueba y se halla ampliamente utilizado en el vocabulario legis-
lativo'3.
Según el Diccionario de terminología urchiuística se entiende
por documento «la combinación de un soporte y la información
registrada en él, que puede ser utilizado como prueba o para con-
sulta)). Los elementos que lo caracterizan son:
o El soporte que le confiere corporeidad física, y puede ser
desde una tablilla de barro hasta un disco Óptico.
o La información, es decir, la noticia que transmite.
o El registro, o sea, la fijación de la información en el soporte,
ya sea mediante tinta, impulsos electromagnéticos ...
Esta definición engloba al documento en sentido general, pero
el de archivo posee ciertos elementos diferenciado re^'^:
El carhcter seriado: los documentos se producen uno a uno
y con el paso del tiempo constituyen series (corresponden-
cia, actas...).
-- La génesis: se producen dentro de un proceso natural dc
actividad, surgen como producto y reflejo de las tareas de
su productor, no son algo ajeno a él.
- La exclusividad: la información que contiene rara vez se en-
cuentra en otro documento con idéntica extensión e inten-
sidad, es exclusiva.
-- La interrelación: como principio general las piezas aisladas
(documentos sueltos) no tienen sentido o tienen muy poco,
su razón de ser viene dada por su pertenencia a un conjun-
to -la unidad archivística o expediente- y por las relacio-
nes establecidas entre sí.
El documento es al expediente lo que en química es el
átomo a la molécula.
-- Formato.
- Cantidad.
- Forma.
Cmucteres internos.
- Entidad productora.
- Orígenes funcionales.
~- Contenido sustantivo.
CARACTERES EXTERNOS
CAKAC'TERES INTERNOS
104
5.
Los sistemas
archivísticos
Introducción
Al abordar este tema topamos con un exceso de posibilidades
para estudiar así como con diversos enfoques posibles. El plantea-
miento que realizamos en el presente capítulo consiste en analizar
cuatro aspectos, fundamentales a nuestro entender: los organismos
internacionales, los sistemas nacionales, los de otros países y los de
la Unión Europea. En cuanto a los primeros hemos preferido cen-
trarnos en el que más incidencia tiene en este campo, el Consejo
Internacional de Archivos, sacrificando los sistemas archivísticos
de los organismos internacionales en aras de la brevedad. Al tratar
el sistema archivístico español también se echará en falta la refe-
rencia a una de las categorías de archivos más activas, nos referi-
mos obviamente a los municipales; sin embargo, tanto su número
como la poca nitidez de sus sistemas nos han inclinado por lo con-
trario, aunque existen ejemplos bien perfilados como es el caso
barcelonés'.
En todos los casos hemos dejado fuera los archivos parlamen-
tarios' y los militares que, habitualmente, no están sujetos al siste-
ma general.
.' E. G. Franz: ((Le Cons5I Intcriinliond des Archivcs, ses rcalisníions eí son
avenir)), en ilrdiii.r,s rf hihlioi/~<;ycrc~s ile Rthqiyw. LV. 1-4, 1984. págs. 3-78.
A F. B. Evans: «La Uiicsco y ci desarrollo de los iirchivosn, en RUCIBA. IV. 3.
j u l ~ ~ ~ - s ~ p ~ ~ págs.
e m b r168-186.
e, 3. M. Mala: <<Laacción internacional en materia de
archivos), en Amilisis Y Iiic.rsritici<.i<rfiesC'uliitrulr,s, 18, enero-marzo, 1984, 37-42. J.
106 P. Wotioí: «The I i ~ t e r n ~ i i i ~CounciI
n ~ I on Archives)), en .f~inus,1993, 7. págs. 7-1 i .
gional del desarrollo de los archivos, la investigación y la asisten-
cia; particularmente en materia de formacibn y orientación tfcni-
ca, y en la protección de los archivos que integran el patrimonio
de la humanidad. El CIA, mientras tanto, continúa con la publica-
ción de estudios técnicos y manuales, entre otras actividades.
Paralelamente se crea el programa de desarrollo de sistemas
nacionales de información (NATIS), que antes de salir ;I la IUL fue
absorbido por UNISIST, programa intergubernamental para el
desarrollo compatible de sistemas y servicios de informacibn
científica y tecnológica, con el objeto de facilitar su interconexión
y mejorar la transferencia de información.
En 1977 la mayoría de las funciones y actividades del DBA se
combinaron con los del programa UNISIST para formar la Divi-
sión del Programa General de Información (PGI).
El CIA continuaba con sus actividades preparando, entre otros
trabajos, una guía de los archivos de los organismos de la O N U ,
así como un glosario internacional plurilingüe.
Dentro del Programa General de Información (PGI) se vio la
necesidad de fomentar y desarrollar los servicios de archivo, como
factores positivos para la conservación y difusión del patrimonio
cultural y de la identidad nacional y, sobre todo, como instrumeii-
to de la eficacia administrativa. De ese modo se creó en 1979 un
programa de bases amplias y a largo plazo para fomentar el desa-
rrollo de sistemas y servicios modernos de gestión de archivos
y documentos denominado RAMP (Programa para la Gestibn de
Documentos y Archivos). Los objetivos del RAMP son:
2.1.1. órganos
1. El Centro dr Inf0rmución Documental de Archivos ( C I D A )
Archivo de ~ L Coromi
I de ArLiyciii
2. El expediente administrativo
Su etimología procede del verbo latino aexpedire)), infinitivo
que forma el participio presente ((expediens, expedientiw: el que
resuelve, de ahí que el expediente este encaminado a resolver un
determinado asunto o materia. Piedra angular de la actuación ad-
ministrativa, está definido por el derecho a d m i n i s t r a t i v ~como
~~
2.2. La tramitación
2.5.1. P L A N T I L L A DE P E R S O N A L
/ 1 - Correspondencia.
- Expedientes personales.
- Expedientes de selección de personal.
~ Nóminas, retribuciones y reclamaciones salaria-
les.
- Plantillas.
2.5.2. DISCIPLINA
Y CONTROL
- Expedientes disciplinarios.
- Instrumentos de control de acceso.
- Partes de alteraciones (permisos, bajas, vacacio-
nes...).
2.5.3. CLASES PASIVAS, MUTUALIDADES Y SEGURIDAD SO-
CIAL
- Certificaciones.
- Expedientes de asistencia.
~ Libros de matrícula.
- Libros de visitas.
~ Partes de cotización.
2.5.4. RELACIONESLABORALES
- Convenios.
- Expedientes de elecciones sindicales.
ENCABEZAMIENTO
Año in.-año fin. Dígitos cuadro clasificación. Denomi-
nación serie.
Descripción ................................................
............................................................
Signatura.
ENCABEZAM 1ENTO
1 1992-1993 2.4. Expedientes de causas judiciales. 1
Recurso contencioso-adiniiiistrativo interpuesto por Cons-
trucciones Eraiki S. A., contra la liquidación efectuada en la
obra del depósito regulador de aguas, ubicado en el monte San
Marcos, cota 20.
162 1 33- 1
l
En efecto, para recuperar este expediente se nos pueden plan-
tear varias preguntas, tales como el nombrc del recurrente, el mo-
tivo del recurso e, incluso, otros aspectos. En este c a redac-
~ ~
taríamos una ficha encabezada por el nonibre del actor Cons-
trucciones Eraiki, S. A.- otra por el concepto del recurso liqui-
dación de obra depósito- y una tercera por el objeto en cuestión
-depósito San Marcos y/o depósito cota ?O-. Estas fichas colo-
cadas en la serie correspondiente según el orden alfabélico de su
encabezamiento, son suficientes para localizar la documentación
requerida, sea cual sea la interrogación planteada.
ENCABEZAMIENTO
1991 2.15.3. Expedientes de obras mayores.
Construcción de un edificio de 6 plantas para viviendas,
garajes y locales comerciales, en el núm. 8 de la Avenida de
Navarra.
Constructor: Eraiki S. A.
Promotor: Viviendas Sociales, S. A. L.
Arquitecto: Ignacio Legrand Visir.
24- 1
En esta ocasión cuatro fichas serán suficientes, una para ser en-
cabezada por la calle y el número de la finca, otra por el construc-
tor, una tercera por el contratista, y la última por el arquitecto; de
modo que la búsqueda se realice por todos los conceptos lógicos
posibles.
La correspondencia
Su organización está suficientemente tratada en los manuales
para la formación del secretariado, por lo cual nos limitaremos
a realizar algunas observaciones.
Conviene dejar bien claro que la correspondencia emitida o re-
cibida durante la tramitación de un expediente debe formar partc
de éste y en modo alguno se clasificará ni ubicará de otra manera.
Por otra parte, la correspondencia mantenida por una oficina 163
y que no cumpla la condición anterior, formará una o más series
documentales en las que cada documento irá unido con su res-
puesta, caso de haberla. Su ordenación estará condicionada por la
cantidad y por la importancia que tenga la correspondencia entre
las actividades de una oficina, puede ser un sistema cronológico en
los casos mis simples, hasta otros más complejos y abordados en
los manuales referidos.
En el caso de las Administraciones públicas, donde toda la co-
rrespondencia que ingresa pasa por el registro de entrada y la que
se envía afuera por el registro de salida, llevará una serie de dili-
gencias (fecha y número de registro) que, junto con los asientos de
dichos registros, sirven para certificar legalmente los actos de re-
cepción y envío.
Lo que nos ha llevado a explicar el modelo de fichero manual, es
el deseo de dejar claros los sencillos procedimientos que el archivero
enseñarli a los oficinistas; sin embargo, raro es el centro de trabajo
donde no se cuente con medios informáticos básicos para automati-
zar este instrumento. Ello puede realizarse mediante bases de datos,
sin conexión alguna entre las dependencias o, mucho mejor, a través
de aplicaciones integradas en un sistema de gestión electrónica del
archivo, aspecto que veremos más adelante. Sea cual sea la opción
elegida, las ventajas que presentan radican en la simplificación del
trabajo y en un acceso más rápido a la información. En este supues-
to no tendría mucho sentido elaborar modelos distintos de fichas,
unos para las oficinas y otros para el archivo; deberá ser el respon-
sable de este último quien diseñe los modelos normalizados de des-
cripción -accesibles a través de la red local- que serán utilizados
por las unidades administrativas y cuya información podrá ser
aprovechada en las fases posteriores del archivo. Asimismo el archi-
vero deberá establecer los índices normalizados para la recupera-
ción de la información, evitando así que cada oficina elabore enca-
bezamientos arbitrarios que posteriormente no sirvan.
Las oficinas suelen emplear otros tipos documentales que re-
quieren procedimientos mucho más sencillos para asegurar un ni-
vel correcto de acceso. Veamos los principales:
1. Los textos de apoyo. Son instrumentos legales y administrati-
vos, tales como boletines oficiales, colecciones de jurispruden-
164 cia, normativas, etc. que sirven como apoyo y referencia a la
tramitación. Se guardan debidamente ordenados siguiendo
su número de serie y/o su secuencia cronológica.
2. Los catálogos, folletos y material publicitario. Se ordenan
por materias en carpetas clasificadoras, y son expurgados
a medida que se renuevan o prescribe su utilidad.
3. Los libros y publicaciones periódicas. Cada servicio tiene su
pequeña biblioteca de referencia con los libros y publica-
ciones periódicas (revistas especializadas), propias de su
área de actuación; en función de su volumen se verá la con-
veniencia de colocarlos en las estanterías de acuerdo con
algún criterio temático, o solicitar su catalogación por par-
te de un bibliotecario.
4. La hemeroteca. Compuesta generalmente por recorta de
prensa, pegados en hojas uniformadas (DIN A4 o folio)
y ordenados temáticamente en carpetas de millas; son re-
mitidos al archivo, cuando éste no lleve una hemeroteca
general, o destruidos a medida que su utilidad informativa
para la dependencia vaya desapareciendo.
La descripción propia de materiales como planos, mapas, foto-
grafias, microformas, cintas magnéticas, etc. se verá más adelante,
en el capítulo dedicado a los instrumentos de descripción.
El archivo de oficina tiene una utilidad inmediata para la acción
administrativa, por ello el acceso a la documentación debe ser espe-
cialmente ágil y, evidentemente, ésta debe estar controlada para evi-
tar que con el movimiento de sus fondos, éstos se disgreguen o se
pierdan. Bastará con que el encargado del archivo en cada oficina
registre el movimiento de los fondos, bien mediante un libro bien
mediante fichas, dejando constancia del expediente prestado o con-
sultado (signatura y algún descriptor), el nombre del interesado y su
firma, así como las fechas de entrega y devolución. Si transcurridos
diez o quince días desde el préstamo la documentación no hubiese
sido reintegrada, se avisara al interesado para que así lo haga o jus-
tifique la demora, pues la documentación no es propiedad de quien
la tramita ni esta a su sólo servicio, sino al de la entidad que lo po-
see y al de la sociedad. De todos modos, siempre que se trate de
documentos valiosos o cuando por su frecuencia de uso o la natura-
leza negligente del usuario, el riesgo de pérdida o deterioro sea ele-
vado, se librará fotocopia de los mismos. 165
Las acciones que acabamos de ver deben ser tomadas en cada
servicio o departamcnto, de modo que la documentación sea ges-
tionada de forma racional y eficaz. Es necesario dejar bien claro
«que sc trata no de una función accesoria y subalterna, sino de
una función de administración activa esencial para la buena mar-
cha del servicio, puesto que pretende --entre otros objetivos-
permitir la mejor gestión del conjunto de informaciones que la ofi-
cina necesita para ejercer sus actividades))29.
Reconocer e institucionalizar la función del archivo en la ofici-
na consiste en:
1.Designar u n responsable por cada servicio, entre el perso-
nal que muestre aptitudes para la organización.
2. Definir su función en los siguientes aspectos:
Será el puente de unión con el archivo general y traba-
jará en coordinación con el archivero, quien le instruirá
en las técnicas necesarias para el correcto desarrollo de
sus tareas anexas. Evidentemente, salvo que el desarro-
llo burocrático así lo aconseje, estas tareas no serán de-
sempeñadas en régimen de exclusividad.
- Se encargará del mantenimiento, puesta al día y custo-
colaboración.
- El esfuerzo se verá ampliamente compensado con un acceso
'' Son muy útilcs los modclos de cuestionarios elaborados para el SCAA (Sis-
temil de Control de Archivos Administrativos). Grupo de Trabajo de Archivos Ad-
niiiiiatralivos: «El tratamiento de In documentaciOii cconbmica en las Adniinistra-
ciones públicas)). en Priiiierus Jorntrtlus sobre itietodo/o(jítr ptirci /u identf/icucitiii ....
170 págs. 713-NO.
CUESTJONARIO N Ú M . I
Atribuciones
a
Oficina
Instalaciún Ms/Ls
Muebles portaplanos
CUESTIONARIO NÚM. 3
Series documentules
Plazo de
Denominación de la serie/ Fechas Clasificaci¿m utilidad
Grupo de expedientes N.”W L s
adminis.
1 173
cu ESTIONAR10 N úM . 3 conr iriiiucicíri)
4.3. Análisis
Una vez recopilada toda la información, procede analizarla ex-
haustivamente y solicitar cuantas aclaraciones sean necesarias por
parte de quienes la hayan proporcionado. 175
CUESTIONARIO NÚM. 4
N c c r s i d d r s ir!fi)nnuriz~as
1 Oficina: I
176
El rrrcliiuo rn sus pritnrrcis fiisrs
-
Necesidades informativas: pautas de acceso*
'ipologia Otros
V.0 serie Fechas Actor (eceptor Asunto especifíquelos)
ocumen.
1
2
3
4
5
6
7
8
9
177
Tras estos pasos procederemos a analizar los siguientes aspec-
tos:
1. Las atribuciones: los documentos de una oficina son el re-
nejo de su actividad, es decir de sus atribuciones. Lo que
interesa es establecer un cuadro de reparto funcional de las
tareas. Este cuadro debe contemplar, por una parte, las di-
ferentes atribuciones específicas de cada oficina, y la indi-
cación de la subdivisión encargada de cada una, por la
otra.
2. Las series: puesto que las series documentales son la plas-
mación de las diferentes tareas ejecutadas en el desarrollo
de una atribución, es necesario establecer un cuadro o rela-
ción de las series documentales emanadas de cada atribu-
ción.
3. La cantidad y la distribución de los documentos: para pre-
ver las necesidades de espacio en los depósitos del archivo,
así como para establecer un orden de prioridades en la
transferencia desde las oficinas.
4. Las necesidades: expresadas por los distintos servicios, dis-
tinguiendo las comunes de las particulares, para elaborar
las respuestas.
Al final, con los jefes de servicio/directores de departamento, se
procederá a evaluar los resultados, y en caso necesario, a ajustar
bien las relaciones interdepartamentales y jerárquicas.
4.4. Diseño
179
7.
El archivo intermedio
Introducción
Desde que los documentos pierden su utilidad administrativa
inmediata hasta que son conservados definitivamente, pasan por
una edad denominada intermedia en la que son objeto de trata-
mientos diversos. En primer lugar son transferidos desde las ofici-
nas de los organismos creadores al archivo intermedio, donde per-
manecen un tiempo -por término medio hasta los treinta años-
durante el cual son sometidos a valoración y selección, es decir se
decide cuáles van a alcanzar la categoría de históricos y de conser-
vación permanente, y cuáles van a ser destruidos. Ambos, transfe-
rencia y expurgo, son los aspectos más relevantes de la edad inter-
media, por lo que a fin de darles un tratamiento adecuado los he-
mos desgajado del presente para constituir dos capítulos exentos.
Ahora vamos a ocuparnos exclusivamente de los archivos interme-
dios en sí, cuáles son sus funciones, las razones de su existencia,
sus características, las labores que desempeñan ...
Guiu de los urcliioos esíurules espuñoles. Giriu del imwsiiyudor. Madrid: Minis-
terio de Cultura, 1984, págs. 47-48.
' R. Alberch: <(Eltratamiento de la documentación activa y semiactiva: expe-
riencias del Archivo Municipal de Barcelona)), en Prinirrus Jornudus Sobre niriodo-
logiu..., págs. 497-5 13. Guiu de I'Arsiu Muriicipul de Burcelotiu. Barcelona: Ayunta-
miento de Barcelona, 1992, págs. 15-17.
G . Duboscq: p. cii., pág. 24.
P. C. Mazikana: La grsiioti des urchiiws.,., pág. 17.
' O Oílice of Federal Records Centers: ((Manual de Administración de docu-
mentos)) (trad. de M. C. Flexes) en El mundo d r los urchiiios. 1, 4-5, 1982, pág. 107. 183
costes de conservación en las sedes de las administraciones,
al tiempo que se recuperan para otras actividades espacios
y equipamientos costosos' '.
Sin embargo, la saturación de los archivos históricos de algu-
nos países ha hecho que los intermedios no puedan remitir los fon-
dos de tal categoría a sus destinatarios, de modo que han termina-
do por convertirse parcialmente en archivos históricos. Esto es lo
que viene sucediendo en los Estados Unidos desde 1969, donde los
intermedios se han convertido a su vez en reyionul brunches (ramas
regionales) del histórico nacional; otro tanto ocurre en Francia
desde finales de los setentaI2 y en E ~ p a ñ a ' ~ .
De los cinco funciones descritas, la primera atañe a la transfe-
rencia de fondos que trataremos en el siguiente capítulo, la segun-
da y tercera caen de lleno en el expurgo (valoración, selección
y eliminación) y serán objeto de otro tema; así pues, nos centrare-
mos solamente en las dos Últimas.
2. Construcción y equipamiento
La construcción y el equipamiento de este tipo de archivos di-
fiere poco respecto de los demás en lo esencial, y como ya existe un
capítulo dedicado a los edificios e instalaciones, nos limitaremos
a señalar los elementos diferenciadores de los intermedio^'^.
Al planificar la construcción de un archivo debemos considerar
una serie de aspectos: la ubicación geográfica, la concepción de los
diferentes espacios según su uso, los materiales de construcción, el
equipamiento mobiliario, los controles ambientales y de seguri-
dad, por citar los más importantes. Si la característica diferencia-
3. Servicios
En el punto anterior hemos esbozado las condiciones que posi-
bilitan la conservación de los documentos a bajo coste, ahora nos
proponemos abordar los servicios que presta el archivo intermedio.
Salvedad hecha de las transferencias y del expurgo, éstas son: la ins-
talación de los fondos, su clasificación, descripción e información.
La instalación. Los grandes centros suelen reservar depósitos
o sectores completos para instalar los fondos en función de su pro-
cedencia, algo tan legítimo como correcto; sin embargo, dentro de
cada depósito no se puede aplicar este criterio ya que la reserva
para futuros ingresos representaría un despilfarro de espacio. Las
unidades (cajas, legajos, libros...) pueden instalarse y signaturarse
de tres formas distintas:
~ Secuencial: siguiendo la numeración continua de las unida-
des de instalación desde el uno en adelante, por el orden de
ingreso.
~ Cronológica: de acuerdo con el año de ingreso y un núme-
ro correlativo asociado (por ejemplo: 1994/21.379, significa
que esa caja hace el número 21.379 de las ingresadas en
1994).
- Dirección: señalando la ubicación de la unidad en el archi-
vo, de modo que se otorga un número por cada uno de los
siguientes elementos: depósito, sección, bloque, estantería
y posición. Así el 1-4-3-3-7 significara que la caja se encuen-
tra en el primer depósito, dentro de éste en el cuarto grupo
o cuerpo de estanterías, en el tercer bloque de dicho cuerpo,
186 en la estantería tercera, ocupando la séptima posición.
Como regla general, la mejor signatura es la más sencilla y la
que menos posibilidades de error ofrece: la secucnciul, lo que no
impide tener 4iino de los depósitos en el que se señalen los nú-
en cada bloque de estanterías, y hacer lo pro-
pósitos.
operación debe realizarse de acuerdo con el
u
.
. Liasiticaciónelaborado para cada entidad. Si el sistema
de archivo funciona adecuadamente, las oficinas remitirán sus do-
cumentos debidamente clasificados, en cuyo caso nos Iitnitareinos
a revisarlo por si hubiera error. De marchar bien el sistema, la cla-
sificacitjn otorgada en origen se mantendrá durante toda la vida
de los documentos.
Descripción. En principio, las relaciones de entrega serán el ins-
trumento de descripción por excelencia en el archivo intermedio,
una vez comprobadas con los envíos y corregidas. Por norma, la
gran masa de documentos a tratar y la segura destrucción de la
mayoría a medio plazo, no aconsejan ir mucho más allá, aunque
existen excepciones. En el supuesto de un sistema que funcione a la
perfección, las oficinas nos enviarán sus fichas, vaciados de bases
de datos, y otros instrumen~osque nos permitirán mejorar la des-
cripción de los fondos. Como esto es posible pero poco probable,
deberemos establecer alguna estrategia al respecto, basada en des-
cribir mejor las series documentales que presenten mayor frecuen-
cia de consulta y las que prometan un futuro uso por los valores
que comportan. En cualquier caso y dado el gran volumen de
información a manejar, la automatizaci~nde estos procesos se
impone.
Información. Los pasos anteriores están funda~entalmenteen-
caminados a ofrecer informacjón a los usuarios, a facilitar su con-
sulta de la manera más rápida y satisfactoria posible. En este senti-
do hay que prever la más amplia gama de posibilidades: consulta
en sala, préstamo a los organismos productores, reproducción
compulsada de documentos, consulta telefónica (verbal y vía fax)
y mediante conexión en red (correo electrónico y/o programa de
gestión electrónica del archivo). Teniendo en cuenta que el archivo
intermedio es un mero depositante que se re~ponsab~li~a de fa ges-
tión pero no de la propiedad de los fondos, que siguen pertene-
ciendo a los organismos productores, en principio solamente estos 187
tienen acceso a los mismos. Cualquier consulta documental por
parte de terceros, bien sea otro organismo o un ciudadano, deberá
realizarse mediante autorización escrita del remitente, a fin de ga-
rantizar la confidenci¿~ljdadde sus documentos. No obstante, co-
mo quiera que debido a la saturación de los sistemas, buena parte
de los fondos ha alcanzado la etapa de conservación ~ r i n a n e n t e
por su interlts para la investigación, en este supuesto la comunica-
ción al público debe regirse por el principio de libre acceso a los
documentos de carácter histórico; sería ridículo que la consulta de
documentación fiscal del siglo X V ~ I Io la relativa a las finanzas del
Estado durante la 11 Guerra Carlista, por poner algún ejemplo, tu-
viera que hacerse previa autorización escrita del Ministerio de Ha-
cienda, simplemente porque no hay un archivo histórico al que en-
viarla y se ubica en uno intermedio.
El Último paso que cabe al archivo intermedio, una vez expur-
gados los fondos, es remitirlos al archivo histórico correspondien-
te al transcurrir treinta anos -por término medio- de haber fina-
lizado su tramitación. Tan pronto como son destinados a la con-
servación perpetua, las administraciones de origen pierden todo
derecho sobre ellos y pasan a la autoridad exclusiva del archivo”.
Como los documentos tienen que ser objeto de ciertos tratamien-
tos antes de su puesta a disposición de los usuarios (recepción, ins-
talación...), conviene enviarlos al histórico con unos meses de ante-
lación.
Introducción
De acuerdo con la definición de archivo, los documentos no se
producen en él -salvo los que son fruto de su propia gestión-
sino a lo largo del proceso natural de actividad de la entidad en
cuestión, por lo tanto ingresan. Los ingresos de documentos en los
archivos son de dos tipos: ordinarios y extraordinarios.
Ordinarios: se efectúan mediante transferencia, en plazo de
tiempo determinado, de forma ordenada y con periodicidad. Tam-
bién podríamos haberlos denominado internos, por cuanto se pro-
ducen en el seno de un sistema de archivo sin interferencias exte-
riores. Es el tipo de ingreso por antonomasia.
Extraordinarios: se producen -como su propio nombre indi-
ca- de forma ocasional, sin plazo determinado ni periodicidad al-
guna, al contrario, dependen de numerosas contingencias.
Mientras los primeros se dan de manera continua, rítmica, en
la vida de un archivo, los segundos pueden o no hacer acto de pre-
sencia en alguna ocasión.
191
l. Los procedimientos deben ser simples, exigiendo un míni-
mo de diligencias sin menoscabo del rigor.
2. Asegurar una instalación y recuperación sencilla de los do-
cumentos.
3. Deben permitir la redacción posterior de instrumentos de
descripción.
4. Respetar y evidenciar su procedencia.
Por otra parte, la planificación de las transferencias ha de res-
ponder a una pregunta evidente, jcuándo se debe enviar la docu-
mentación al archivo? En este sentido son varios los criterios a to-
mar en consideración:
1.La finalización de la tramitación. Como principio general
sólo se transfieren expedientes conclusos, es decir, cuya tra-
mitación haya finalizado, pues lo contrario supondría de-
jación de responsabilidad por parte de los gestores y su in-
debida asunción por el archivo.
2. Lafrecuencia de uso. Es el método más seguro y consiste en
valorar la frecuencia con que los servicios administrativos
consultan sus documentos, utilizando para ello el sistema
empleado en cada caso para controlar los movimientos de
los documentos (consulta, préstamo^...)^. Realmente el pla-
zo de cinco años establecido por la teoría archivística debe
ser considerado como tope máximo, pues recientes investi-
gaciones desvelan que un año después de finalizada su tra-
mitación el 90 % de la información no es utilizada, se con-
sidera prescrita, y alcanza el 99 % transcurridos cinco
años. En consecuencia, es más realista admitir plazos de
conservación en las oficinas de un año o inferiores en caso
necesario4.
3. Las dimensiones del sistema. Cuando el archivo que ha de
recibir las remesas se encuentra en el mismo edificio o ra-
zonablemente cerca de la entidad a la que sirve, de modo
que en cualquier supuesto se pueda proporcionar con rapi-
dez la documentación solicitada, es recomendable adoptar
193
3. La relación de entrega
La experiencia nos enseña cuan difícil es conseguir que las ofi-
cinas remitan al archivo su documentación ordenada, en cajas nu-
meradas y con una relación de entrega u hoja de remisión bien
cumplimentada. Para ellos el archivado es una pesada carga que
no sirve para nada, y la transferencia no es sino el simple traslado
de papeles de un local a otro. A pesar de todo, el archivero debe
jugar un papel importante ante los responsables administrativos,
hacerles ver que éste es el mejor momento para transformar los
papeles en un útil de información, y la mejor garantía para todos
sobre el buen funcionamiento del circuito documental.
La relación de entrega es un documento normalizado, impreso,
que acompaña a cada remisión y proporciona los datos siguientes:
- Nombre del servicio remitente.
- Signatura del remitente: número de caja y de expediente.
- Accesibilidad.
-- Plazo de conservación.
- Código del cuadro de clasificación.
- Signatura de archivo.
Y se distribuyen en la hoja -que irá por triplicado- como
consta en la figura adjunta.
La redacción de estas hojas se hará del siguiente modo:
1. Donde dice servicio remitente, escribirá cada uno el nom-
bre de acuerdo con la designación recibida en el organigra-
ma oficial.
2. La fecha de remisión será aquella en la cual se haya trans-
ferido efectivamente la documentación al archivo.
3. El número de orden que figura a la izquierda será el de la
caja o legajo y el del expediente dentro de éste, separados
por un guión ( 1 3-2).
4. La descripción de cada expediente, salvo que sus carac-
194 terísticas e importancia así lo requieran, se expresará mc-
Archivo RclaciOn de entrega
~ . ~~~
~ ~~
-
Motivos de restricción al acceso:
195
dinntc un;i frase corta o una rclación concatenada de des-
criptores; por ejemplo: «Fulano de Tal, guardia munici-
pal», si es simple de expresar, o si es más complejo, me-
diante descriptores, «obras colector-margen izquierda-
sección 5."-n." 1-77>).
5. Las fechas extremas indicarán los años de inicio y conclu-
sión del expediente, basta con indicar las decenas y unida-
des, separadas por guión (79-84).
6. El grado de accesibilidad indicará si sobre dicha documen-
tación ha recaido algún tipo de calificación reservada
o restricción de acceso, en cuyo caso se justificará suficien-
tcmente.
Introducción
El incremento exponencial de las actividades humanas, la cre-
ciente intervención de las administraciones públicas en múltiples
aspectos de la vida social, ya en el ámbito de la p r i u u c I d d ya en el
colectivo, han producido la denominada inflación de la documen-
tación contemporánea. Los métodos administrativos cada ver. más
alambicados, la imperiosa plasmación documental de los procedi-
mientos, la necesidad de obtener datos para fundamentar las ac-
tuaciones, la exigencia de comunicar la información en distintos
niveles, los métodos de difusión y multiplicación, generan una ma-
sa documental de dimensiones crecientes, imposible de conservar
en su totalidad y en parte, además, innecesaria. De manera que la
buena marcha de un sistema actual de archivo, la gestión de los
documentos como recurso básico de información, está condiciona-
da por la solución de un problema clave: adecuar el enorme volu-
men de documentos a los recursos disponibles. «De hecho, incluso
si los archivos pudieran almacenar y atender la totalidad de los
complejos y voluminosos expedientes, informes, memorias, foto-
grafias, mapas, documentos informáticos y otros documentos dc
una organización o institución moderna, la propia cantidad de
materiales los haría de hecho inutilizables.»'.
Para hnccrnos un;i idc;i dc la magnitud del problema veamos
algunas cifras'. LLIAdministraciOn Fcdernl estadounidense produjo
desde su independencia hastu 19 14 unos SOO.OO0 metros lineales de
docunientnción aproximadamente, en la década de los años treinta
ya eran 100.000 los mctros lineales producidos, esta vez cada año,
y en la de los 70 se había disparado a 1 .00O.O00 de metros lineales al
año. Por entonces los organismos centrales británicos producían
unos 160.OO0 metros lineales/año, mientras una estimación para to-
das las administraciones españolas situaban la cifra en 235.000 me-
tros liiieales/año aproximadamente. En la actualidad, cualquier país
desarrollado produce en un año más documentación que la conser-
vada durante siglos de su historia. Como se puede observar se trata
de un verdadero proceso de hiperinflación documental imparable
y creciente, cuya única solución es reducir a un tamaño razonable el
volumen conservado. Para conseguirlo, las distintas administracio-
nes vienen poniendo en marcha en las Últimas décadas planes con-
trolados de expurgo, a fin de conservar la mínima cantidad posible
de documentos, fundamentados en consideraciones así económicas
-limitación de los recursos disponibles al efecto- como informati-
vas -+vitar la saturación debida a informaciones imprecisas y re-
dundantes-. En definitiva, se procede a la eliminación masiva de
documentos, de cuyas resultas se conservan: entre el 1 y el 4 YOen
Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia3; hasta el 5 YOco-
mo máximo en Holanda4; entre el 5 y el 10 YOen Francia y Cana-
di5, por citar los ejemplos mis importantes.
De ahí la aserción de R. H. Bautier', según la cual el archivero,
de conservador «se ha convertido en una suerte de especialista de
la eliminación: es el hombre que sabe destruir)).
1. Evolución histórica
* Ihiil.
Buena parte de los iiutores norteamericanos y sus seguidores se fundunientnn
con excesivo empeño en criterios de tipo economicista para decidir la conservación,
desatendiendo un aspecto tan fundamental corno que la conservación del patrimo-
nio histórico no tiene por que ser econóniicameiite rentable. Un buen ejemplo de
dicha tendencia es el libro de F. Boles y J. M. Young: Archirril uppruisd. Londres
[etc.]: Neal-Schuman pub. inc., 1991, I I X págs.
' O O. Kolsrud: «The evolutioii of basical :ippraisal principles: sorne comparuti-
ve observationw, en 7 / 1 0 Artrrricuri Ar<,hic.isf.55, 1, 1992, págs. 26-39. Este articulo
resume magistralmente la gestaciim de los principios que rigen el proceso de expur-
204 go. por lo que seguiremos su exposición en lo que resta de epígrafe.
la documentación a conservar, antes de remitirla al archivo. Esta
es la tradición que recoge Jenkinson citando establece que la elimi-
nación es responsabilidad de las administraciones, el archivero es
un in~ermediarioentre éstas y los investig'ici ores.
Tras la 11 Guerra Mundial - siguiendo esa línea británicos
y norteamericanos fundamentaron en tres criterios la conservación
permanente de los documentos: deben arrojar luz sobre el funcio-
namiento de las administraciones, servir pura la reconstruccibn de
su historia, o para la investigaciói; en general. En 1952 se estable-
ció en Inglaterra el Comité Grigg, encargado de estudiar un nuevo
sistema de selección. Como resultado de sus trabajos se diseñó
uno nuevo, basado en dos criterios: el administrativo y el históri-
co; en consecuencia y a partir de ese momento, los documentos
so11 seleccionados en dos etapas. En la primera, realizada por las
administraciones de origen a los cinco años de su tramitación, en-
tre el 50 y el 90 % es destinado a la destrucción sin mucho esfuer-
zo, mediante la aplicación del criterio administrativo. Transcurri-
dos veinticinco años llega la segunda revisión en la que, aplicando
el criterio histórico, los documentos deben ser reducidos a un ta-
maño manejable, esta vez por parte de los archiveros. Aunque fue
severamente criticado por el informe Wilson (1981), que reclamaba
para los archiveros un papel más activo en la selección, el gobicr-
no respondió negativamente.
En Alem~niala tradición es Completamente distinta, los cua-
dros de expurgo fueron desarrollados tempranamente (desde 1832)
y el archivero ha jugado siempre un papel destacado en el proceso;
además, las preocupaciones se han centrado siempre en la conscr-
vación antes que en la destrucción. El interés para la investigación
es el criterio más invocado por la archivística germana. H. O.
Meisner estableció en 1937 tres reglas básicas para la valoración:
la edad de los documentos, el contenido informativo y el orden je-
rárquico de las administraciones (central, regional, local). Este últi-
mo criterio, según el cual cuanto más abajo en la escala se
encuentre una administración, menor será el valor de sus docu-
mentos, fue el más criticado. F. W. Zimmermann propuso como
argumento que el contenido y no su origen, la pertenencia y no la
procedencia, debía ser la razón decisiva para la conservación
o destrucción. Estableció el valor de mercado de los documentos.
pero no desde el punto de vista crematístico, sino el que viene 305
dndo por In demanda y. cn tnl sentido, su valor lo indica el interés
actual o el posible iiiteris futuro que presentan.
A mediados dc los cincuciitii Schellenberg, bebiendo de am-
bas tradiciones, establece su teoría de los dos valores del docu-
mento:
prrrir
Cotisc~ri~rr it?fi)riiiiir
4.2. Criterios
Aun cuando la valoración posee un componente subjetivo,
combatido mediante el concurso del número mis amplio posible de
puntos de vista, existe una serie de criterios universales que se han
ido fraguando en las experiencias de algunos países --según hemos
podido observar- recogidos en su momento por T. R. Schellen-
bergl' y mantenidos en esencia sin variaciones apreciables, lo que
17
M. Riegcr: op. cit., pbgs. 221-222. H. T. Pinkctt: cAmerican archiv;ii thcory:
ihc statc of ihc ;ir[», en 7%e Aiirc,ric<rri Ardiii.i.st. 44, 3, 1981, pigs. 217-219. F. Hull:
ufj/j~iici(jti ite /c;<%i<.rrs lic. rflursirro t’ii /ir c‘olisrriiiciriri d@r1vjisrros: c>slrirtio rfd Rutrip
y directrices t i / rrspwto. París: Uiicsco, 19x1. piígs. 9-10. T. W. Wadlow: Tlie dispo-
sifiori r!f!/oi-i,rtiriir.rct rccorr/.\. París: Consejo Internacional dc Archivos, 1985, págs.
29-43.
I B T. W. Wadlow: op. cit., págs. 28-34.
1Y
T. R. Schellenbcrg: op. c‘if.. pig. 164. M. Ricgcr: o p . cit., págs. 221-222. T. W.
214 Wadlow: ~ p cit., . pigs. 34-38.
- Administrativo (directivas, normas, reglamentos...).
- Legal (documentos que reflejan derechos y deberes de
la entidad).
- Fiscal (presupuestos, instrumentos contables...).
'') P. Boiaard: «Por una política de las eliminaciones. Reflexiones sobre la prác-
tica de los archivos del Sena), en P. Walne (ed.):Ltr citltninistruckjti modrrtitt (Ir
t r r d i i i w y lo qesrititi dr tlocuttieti/os: rl pronriturio Kunip. París: Unesco, 1985, pig.
200.
'' T. R. Schcilcnberg: op. cii., pág. 164-206. T. W. Wadlow: o p . cii., págs. 38-43.
z z T. R. Schcllenberg: op. cir., púg. 166. 215
Para la segunda ((proporcionan la fuente de recursos
inás efectiva de lo que se ha hecho en realidad)).
Valores informativos, es decir, aquellos que contribuyen
~ustanciulincntea la investigación y al estudio en cual-
quier campo del saber. La información no interesa tanto
por referirse al morlus operrinúi de una entidad, cuanto
porque trata cuestiones distintas, ajenas a si misma, co-
mo por ejemplo los censos de población. Según los esta-
bleciera Schellenberg los valores informativos pueden
referirse a personas (tanto físicas como jurídicas), cosas
(entcndidas como lugares, edificios y otros objetos mate-
riales) y fenómenos (acontecimientos, cuestiones socia-
les, políticas
Al eiijuiciar el valor informativo de los documentos
y, en general cualquier otro valor, han de tomarse en
consideración tres aspectos:
La exclusividad: que la información no se encuentre
en otras series de modo tanto o más completo.
La forma en cómo se encuentra, que puede ser: in-
tensiva, extensiva o diversificada.
La importancia que los documentos pueden tener
para la investigación y la cultura.
La distinción entre valores testimoniales e informativos
la realiLó Schellenberg por motivos puramente expositivos,
pues no son excluyentes sino que pueden ser simultáneos.
((Evidentemente la evaluación no es tarea fácil; con toda pro-
babilidad es la mis exigente de todas las responsabilidades del
archivero))’”. Es la fase clave de todo el proceso de expurgo, por
cuanto las decisiones adoptadas determinarán el contenido de la
documentación que se conserve permanentemente, es decir, las
fuentes archivisticas de información que legaremos a las genera-
ciones futuras. Muchos son los autores que manifiestan abierta-
mente su angustia ante el grado de acierto, es decir, el valor que en
el futuro pueda tener el legado archivístico. ¿.Es posible que con el
216
tiempo se revelen imprescindibles para la investignción series iic-
tualmente eliminadas? Es una incógnita sin solucibn y obsesionar-
nos con ella probablemente no nos lleve m u y lejos. El archivero
debe esforzarse en aplicar los criterios de valoración con la mayor
objetividad posible, siendo consciente de que se encuentra inmerso
en una realidad social, actúa en un momento y bajo circunstancias
concretas que influyen poderosamente en sus decisiones. Evidente-
mente el orden archivistico está empapado de orden social. El va-
lor es algo inherente al documento y existe antes de que lo anulicc
el archivero, por ello la valoración es un proceso durante el cual
no sólo se identifica el valor de los documentos, sino que se crea
o se destruye ese valor en función del contexto y del
Lo que sí convenga quizá sea minimizar el punto de vista del
productor de los documentos en beneficio de los otros, pues a par-
tir de esta fase prácticamente no lo utiliza, es el Último de los usua-
rios del archivo histórico.
5. La selección
Es la tarea por la cual se determina el destino de los documen-
tos a partir de su valor, es decir, los plazos de tiempo límites para
su conservación o destrucción y la modalidad empleada al efecto.
Entre los documentos que van a ser conservados indefinidamente
y en su totalidad, y los documentos desprovistos de interés, por
consiguiente destinados a la destrucción, existe una amplia zona
de conservación parcial, es decir a seleccionar2'.
La selección se produce en dos etapas sucesivas, una de carác-
ter conceptual y otra practica. En la primera, partiendo de los va-
lores identificados, se deciden y establecen los plazos y las modali-
dades de selección para cada serie documental; esta etapa depende
de la propia valoración y participa de SUS criterios y procedimien-
tos. En la segunda, se actúa directamente sobre las series apliain-
d o el método de selección apropiado a cada caso.
Como quiera que todos los documentos no poseen el mismo
valor (Categoría ( 2 ) ~ ~ ~ .
Las tres categorías se relacionan con los grados de selección,
de modo que la depuración se aplica a la categoría B, la primera
selección a la C y la segunda a la categoría A.
5.2. Métodos
Los métodos empleados para la retención de los documentos
seleccionados varían en función de diversos factores, tales como la
dimensión del fondo documental, la etapa del ciclo de vida en la
qiic se rcalicc, las caracierísiiciis de cada serie documental ... de
modo qiic sien-ipre no se tiplica el mismo, ni siquiera Lino concre-
to sino en coinbinnciún. Eii esencia podemos distinguir los si-
guientes:
Selección pieza por pieza: Se trata de u n procedimiento previo
reulizudo en Itis administraciones de origen, donde los propios ad-
miniciradorcs dcben depurar sus productos antes de remitirlos al
archivo, rcvis%iidolos pieza por pieza a fin de eliminar los borrn-
dores, duplicudos, copias de referencia y cuantos documentos que
hinchan innccesarinmente los expedientes. Aunque desde el punto
de vista conservacioiiista puede ser considerado como el método
ideal, por cuanto permite el estudio individualizado de las unida-
des archivísticas, debido a la lentitud y a 111 negativa ratio cos-
tcs/beiieficios, resultn imposible de aplicür salvo en fondos docu-
meiitales muy pequeños.
Selección cualitativa: Que en función de la naturaleza del crite-
rio empleado puede ser intrínseca o extrínsecaz9:
intrínseca. Se basa en «la determinación (1 priori de un cri-
terio intrínseco, cuya presencia o ausencia determinará la
coiiservación o la eliminación sistemAtica de cada documento
o expediente, examinado uno tras otro». Por ejemplo, en la
selección de expedientes judiciales se puede establecer como
criterio la conservación de iodos los referentes a los grandes
casos de una época, a personajes destacados, al movimiento
obrero, a la lucha política ...; o en una serie de expedientes de
pcrsonal los que se refieran a personalidades, a determinadas
categorías de trabajadores altamente cualificados, etc. Este
método responde a la necesidad de eliminar series volumino-
sas de documentación sin interés global, por una parte, y de
conservar lo que se considera relevante para la investigación,
por la otra; sin embargo, al tratarse de un criterio cambiante,
debe ser combinado con otros métodos basados en atributos
extrínsecos, determinados total o parcialmente por el azar,
para garantizar que cualquier otra categoría de documentos
esté representada.
Extrínseca. Según sea el criterio elegido (el nombre, la fecha
o la localización geográfica), distinguimos las siguientes varie-
dades":
Alfabética. Empleada para expedientes que contienen
~~~~
6. El cuadro de expurgo
El resultado final de los trabajos de valoración y selección son
los cuadros de expurgo, conocidos también como cuadros de se-
lección, cuadros de selección y expurgo, etc. Son los instrumentos
en los que se describen las series documentales sobre las que se
han de aplicar, y si se elaboran para la totalidad de u n fondo
o archivo se presentan reproduciendo su cuadro de clasificación.
En ellos se especifica el destino concedido a cada serie, cuáles se-
rán conservadas íntegramente, culilcs seleccionadas, en qué plazos
de tiempo, cuál ha de ser el tipo de selección aplicable y la dimen-
sión o porcentaje retenido. Los elabora la comisión de expertos
y son aprobados por la administración competente con categoría
de reglamentos, siguiendo los principios de legalidad, publicidad,
etc. En algunos paises no entran en vigor hasta haber pasado un
periodo de tiempo después de su publicación, para que los ciuda-
danos puedan presentar u n recurso, lo que refuerza el cnrricter pii-
blico de estas decisiones"".
Existen dos tipos de cundro de expurgo"':
a) Los cuadros dr expurgo gcncralrs: Aplicxlos a scrics dncii-
mentnlcs qiie son coniitnc's ;I todas las ~idiiiiiiisii-~icioiic~
centrales o ;i inucliiis de ciitrc cllns. como s o n las de cxpc-
d icii tcs persono les, las de con t ra t x i ó i i , ct c.
b) LOScuadros de expurgo especiales: Conciernen iiiiicamentc
illas series documentales de una adiniiiistrución dada o de
un grupo de administraciones emparentadus.
cuadros que cubren toda la producción de una administra-
LOS
ci()l.i dc un grupo de administraciones anlilogas se denominan
0
cuadros integrales, en caso contrario cuadros parciales.
Los integrales consisten e n una relación de series que, rcprodu-
ciendo la estructura del cuadro de clasificación, indica pura cada
un;i de ellas los siguientes aspectos:
1 . Código.
2. Tipologia documental/denonlinación de la serie.
3. Tipo de conservación:
~~~ Temporal (número de años).
Permanente.
4. Tipo de destrucción:
-- - Completa.
~ Parcial (tipo de muestreo).
Como quiera que la administración es cambiante y la evolu-
ciÓn tecnológica está acelerando su capacidad de mutación, la va-
lidez de los cuadros prescribe en plazos de tiempo cada vez mas
cortos, lo que obliga a su revisión periódica. Los cambios procedi-
mentales, incluso la introducción de nuevos soportes, exigen re-
considerar y adaptar los criterios de
.7. La eliminación
Es el procedimiento por el cual los documentos determinados
son destruidos. su ejecución directa es responsabilidad dcl archivo
¡ntermedio, quien la realizará de acuerdo con el cuadro de expurgo.
Generalmente la documentación es eliminada vendiéndola co-
mo papel para reciclar o reulilizándola, como es el caso de los do-
cumentos audiovisu&s y de los electrónicos. En cualquier caso,
227
aquellos que hubiesen coiitenido información clasificada como se-
creta, rcservadn ... dcberiin ser destruidos por cremación o por tri-
t t i r x i o ; no obstante siemprc es recomendable proceder a triturar
los documentos antes dc su venta, para evitar cualquier posible
utilizaciOn indebida.
8. Conclusiones
Es necesario destruir parte de la documentación contemporli-
ne;i pues, dado su volumen, es materialmente imposible conservar-
la en su integridad y de manera que sea utilizable. Como ya hemos
visto no se puede hacer de cualquier manera, todo procedimiento
de expurgo debe ir precedido por la valoración y la selección de
los documentos, al final de lo cual es necesario establecer criterios
legales y prescribir su procedimiento mediante cuadros reglamen-
tarios. Es una tarea ineludible y si no se afronta conforme a estos
principios rectores, ampliamente aceptados, otros lo harlin de ma-
nera incontrolada; como es el caso de las administraciones de
origen que, agobiadas por la masa de documentos que soportan,
muchas veces deciden eliminarlos por su cuenta sin pararse en
mientes, y en nuestro país existen muchos y escandalosos ejem-
plos, fruto en buen medida de la indecisión manifestada por quie-
nes tienen la responsabilidad de regular esta materia.
Una de las incógnitas que deja sin resolver el expurgo, la posibi-
lidad de equivocarnos, o sea hasta qué punto estamos conservando
la información realmente valiosa, podemos considerarla como una
certeza al menos en parte. En un porcentaje que sólo el tiempo per-
mitiri'i calcular nos estamos equivocando, destruimos documenta-
ción que debcríuinos salvaguardar y viceversa; sin embargo, hechos
todos y los mis honestos esfuerzos por aplicar criterios objetivos, el
resultado fiiial seguro que lo recompensa. Además no podemos es-
capar de la realidad social que imbuye el quehacer archivístico.
Hiista no hace mucho la documentación conservada era la que
había sobrevivido a la selección más o meiios arbitraria en origen,
a sucesivas guerras, incendios, pillajes y demás ;icasos. Es la primera
vez en la historia de la archivística en que la documentación se con-
serva siguiendo unos criterios bien fundamentados, ampliamente
228 debatidos y mejorados día a día, lo que no es poco.
10.
La organización
del archivo: clasificación,
ordenación e instalación
Introducción
La organización de un archivo responde a una necesidad doble:
proporcionar una estructura lógica al fondo documental, de modo
que represente la naturaleza del organismo reflejado en él, y facilitar
la localización conceptual' de los documentos. En cuanto al primer
aspecto, todo fondo es el resultado de la acción administrativa de
un ente que a lo largo de su historia desempeña una serie de funcio-
nes, para lo cual se dota de una estructura administrativa, variables
ambas en el tiempo. Organizar el fondo de un archivo consiste en
dotarlo de una estructura que reproduzca el proceso mediante el
cual los documentos han sido creados. Pero ademis, atendiendo
a la función primordial, nos referimos a la informativa, debe facilitar
la localización de los documentos, proporcionando con su estructu-
ra organizativa la información suficiente para orientar las búsque-
das con acierto, con exclusividad, sin ambigüedades de ningún gé-
nero; es decir, todas y cada una de las unidades archivísticas, todas
y cada una de las series que lo integran, tienen asignada una ubica-
ción conceptual posible y no otra, de manera que la interrogación al
esquema organizativo de un fondo documental siempre encontrará
respuesta cabal, siguiendo un camino lógico dentro del mismo y só-
lo uno, sin dar lugar a la ambigüedad ni a la disyuntiva.
El h-mino orgaiiiLaciOii c11 cspnñol es en realidad nias amplio
y sii mantenimiento resultaría obvianiente genérico. Para designar
las tareas señaladas se cmpleiin dos tkrniinos específicos: clasifica-
ci8n y ordeiinción, sobre los que volveremos más adelante. En
otros idiomas, en cambio, la poliseniia queda resuelta con un solo
término' que designa am has realidades: mw/tp/íttwf (inglés), c h s -
s m c v i i (fraiicks) y o r d i i i m c r t i o (italiano). En espnñol se empleó
hasta hace unas décadas la palabra arreglo con esa doble acepción
archivística, sin embargo hu caído en desuso.
1. Fundamentos teóricos:
el principio de procedencia
y el de respeto al orden original
Como hemos visto al tratar la historia de la archivística, la or-
ganización de los fondos documentales evolucionó durante siglos
sin criterios de general aplicación. A finales del xvlii y bajo la in-
fluencia de las corrientes sistematizadoras -eran los tiempos en
que Linneo había elaborado la clasificación bothnica, Cuvier la
zoolbgica, etc.j -, muchos fondos comenzaron a ser clasificados
de acuerdo con criterios ideológicos o temhticos, tales como el sis-
tema de Daunon y Camus para los Archivos Nacionales franceses.
La puesta en practica de tales sistemas llevó a sumir algunos fon-
dos cn la confusión y la subjetividad, mezclando unos documentos
con otros en virtud de su adscripción a temas, lugares, fechas... cri-
terios muy variables y de dudosa utilidad.
Cuando la situación de la practica era mlis desalentadora, el
archivero e historiador francés Natalis de Wailly, jefe de la sección
administrativa de los Archivos Departamentales del Ministerio del
Interior, redactó la circular de 24 de abril de 1841 titulada Insiruc-
t j o i l s pour lu misr rii ordre et Ir ciussenient d r s urchioes dkpartu-
En
,~lL,iltulrset ~ o m i n u t i u l e s ~ . dicho texto se enunciaba la noción
de fondo de archivo, consistente en ((reunir los documentos por
fondos, es decir, reunir todos los documentos que provienen de
1111cuerpo, de un establecimiento, de una familia o de un indivi-
duo, y arreglar estos fondos con sujeción a un orden determina-
do... Los documentos que apenas se relacionan con u n estubleci-
miento, un cuerpo o una familia, no deben mezclarse con el fondo
de ese establecimiento, de ese cuerpo, de esa familia)). Un poco
más tarde el autor aclararía que «la clasificación general por fon-
dos es la única verdaderamente apropiada para asegurar el pronto
cumplimiento de un orden regular y uniforme ... Si en vez de este
método, del cual puede decirse que se funda en la naturaleza de las
cosas, se propone un orden teórico... los archivos caerán en un de-
sorden difícil de remediar. En cualquier clasificación distinta de es-
ta se corre el grave riesgo de no saber dónde se encuentra un docu-
mento» ’.
De este modo nacía el principio de procedencia’ o rrspect d ~ p s
I/>i<l.
232 10 M.Diiclicin: 01). c.ir., págs. X3 y 5s
n1:is de difícil solución: los criterios de clasificación varían cada
cierto tiempo a lo largo de la historia de una entidad, y eso cuando
han existido, no hay criterios normalizados para cada cual en un
momento dado, qué interes tiene reconstruir el desorden ... En defi-
nitiva, no es posible, aun en el caso de proponérselo, realizur un
trabajo similar al del arqueólogo o al del restaurador.
El respeto a la procedencia no ofrece problemas especialcs
o irresolubles, incluso en las administraciones latinas se puedc rc-
construir la organización y las funciones de cada entidad. El respe-
to al orden original, en dicho caso, sólo es posible llevarlo a cabo
de modo parcial: es factible y necesario reconstruir el orden de los
documentos en los expedientes, en las series de correspondencia ...
es decir al nivel básico, pero resulta ilusorio pretender lo mismo
con los sistemas de clasificación empleados cuando han existi-
~
l3 H . T. Pinkctt: ((Aincriciin archiva1 theory: the state of thc art», en i'lie Ame-
I O X I . pág. 219.
rictr,, A r < h k I . \ l . 44.
234 M . Duchcin: o/>. ( , i r . . págb. 76 y 77.
bre todo, su subordinación a otro organismo de nivel más
elevado debe estar claramente establecida.
d ) Debe tener un jefe responsable con poder de decisión en su
nivel jerárquico. Dicho de otro modo, debe poder tratar
los asuntos de su competencia sin que, para decidirlos, ten-
ga que someterse automáticamente ;I una autoridad supe-
rior. (Es claro que esto no quiere decir que deba gozar de
podcr de decisión para todos los asuntos; muchos de ellos
importantes, tendri que someterlos a decisión en escalas
superiores de la jerarquía administrativa. Pero para pro-
ducir u n fondo de archivo de su propiedad, el organismo
deberá gozar de poder de decisión, al menos para ciertos
asuntos.)
e) En cuanto sea posible, la organización interna debe ser co-
nocida y señalada en un organigrama.
La aplicación de estos principios da lugar a las siguien-
tes consecuencias:
--Las divisiones o secciones internas de un organismo no
reunen las condiciones requeridas para la producción
de un fondo de archivo.
- En cambio, cualquier organismo que posea una exis-
15
F. Boles: «Disrespecting original ordcr)), eii 7 ' 1 ~Ai~icvictrir ~ 4 r t ~ / i l r ' r .45.
~i.
19x2. 235
D. Henrman, R . Lytle y C. Sniifh, entre otros. Bearman y LytleIh
consideran que I n aplicacibn del principio de procedencia plantea
serias dificultades, debido a que las administraciones actuales no
son monojerárquicas sino polijerárquicas, y es muy complicado
delimitar los fondos; problema agudizado porque las oficinas crea-
doras no conservan siempre su documentación. C . Sniith” propo-
ne mantener la procedencia sólo en los niveles mas bajos: unidad
archivística y serie, donde considera que los resultados son irrefu-
tables. Asimismo aboga por abandonar la costumbre de reprodu-
cir la clasificación en la instalación de los documentos en el depó-
sito, y la reconstruccih del orden original. Concluye planteando
sustituir ambos principios por otros dos:
~
Ib
D. A. Bearman y R. H . Lyllc: «The power of the principie of provcnance)), en
A d i i i w i u , 21, 1985-1986, págs. 14-17.
” C . Smith: «A case ior iibandonmení o i respectn. en A r d i i i v s c i d Mansir-
criprs. 14, 1986, págs. 154-168; y 15, 1987, págs. 20-28.
236 1 8 E. Lodolini: op. d., pág. 134.
organización del archivo: clusijicación, ordenacibn e instalacibn
J \
ORGANIZACIÓN FUNCIONES
1 ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA
3. La clasificación.
EtimolÓgicamente clasificar procede del latín d c i s s i s j u w e , ha-
cer clases2’, pero desde la perspectiva archivística posee un senti-
do matizado. Clasificar consiste en agrupar jerárquicamente los
documentos de un fondo mediante agregados o clases, desde los
m i s amplios a los m i s específicos, de acuerdo con los principios
de procedencia y orden original.
Según esta definición los agregados documentales nos vienen
dados por los propios creadores, las personas, las oficinas y divi-
siones administrativas que tramitan los documentos en el desem-
peño de sus funciones, en tal sentido la clasificación está implícita
en su origen.
Siendo ésto cierto no es suficiente, ya que los entes evolucionan
con el tiempo en sus estructuras, niveles competenciales y procedi-
mientos, de modo que el archivero necesita establecer un sistema
de clasificación válido para todos los documentos de un fondo,
sean cuales sean las estructuras, las funciones y los procedimicntos
de la entidad que los ha creado.
3.1. Criterios
Al respecto, según T. R. Schellenberg”, tres son los elementos
que podemos considerar en la clasificación de los documentos: las tic-
ciones a que éstos se refieren, la estructura orgánica de la dependen-
cia que los produce, y los asuntos o materias sobre los que versan:
Las acciones. De acuerdo con lo visto en las páginas preceden-
tes, toda organización o entidad es creada con unos fines, para lo
cual se dota de unas atribuciones o competencias suficientes como
para lograr los fines. Por ejemplo, un grupo de personas que desea
3.2. Sistemas
De acuerdo con estos elementos, S~hellenberg’~
establece tres
iipos de clasificación:
1. t u cius$cwih jirncionui
Como su propio nombre indica, las funciones de fa entidad que
genera o ha generado el fondo de archivo son los elementos toma-
dos en consideración para clasificar los documentos. Siguiendo es-
te criterio, en primer lugar agruparemos la documentación de
acuerdo con las actividades de las que son resultado. En el caso
planteado, por ejemplo, agruparemos todos los expedientes que
recogen los convenios laborales de la empresa, para constituir la
serie de ((expedientes de convenios)). La característica común a to-
dos ellos es que son producto de una misma actividad, la de esta-
blecer el marco de relaciones laborales entre la empresa y sus em-
pleados. Una vez agrupada toda la documentación en series, éstas
deben ser reunidas bajo clases más amplias que recojan todas las
actividades emparentadas por ser fruto de una misma función. En
nuestro ejemplo, la serie mencionada junto con las de ((contrata-
ción)), ((expedientes personales)), «nóminas))... se engloban bajo la
función de gestión del personal o de los recursos humanos. Por fin,
las funciones se agrupan a su vez en las clases más amplias, deriva-
das de las líneas de acción de la entidad. La función de personal
junto con las de asesoría jurídica, patrimonio ... pertenecen a la ac-
ción administrativa.
En el desarrollo de un cuadro de clasificación, las funciones de-
berán tomarse en cuenta al establecer clases, series o agrupaciones
documentales, de acuerdo con un esquema piramidal o jerarquim-
do de las mismas. Podrán establecerse las clases o clasificaciones
principales o más amplias sobre la base de las acciones, las secun-
darias sobre la base de las funciones y las clases elementales o se-
ries documentales deberán comprender los expedientes y otras
agrupaciones de documentos resultado de cada actividad.
2. Lu clusificución orgunicu
4. El cuadro de clasificación
M. Roberge” lo define como «una estructura jerárquica y 1Ó-
gica que refleja las funciones y las actividades de una organización,
funciones que generan la creación o la recepción de documentos.
Se trata en suma de un sistema que organiza intelectualmente la
información y que permite situar los documentos en sus relaciones
los unos con los otros para constituir eso que se llama general-
mente expedientes. El sistema de clasificación es un modelador de
información, irreemplazable por un índice, por más sofisticado que
sea. Elaborado a partir de las funciones de la organización, el sis-
tema de clasificación tiene igualmente como ventaja el normalizar
la denominación de los expedientes. El requisito previo indispen-
sable para la elaboración de un sistema de clasificación es, pues,
un perfecto conocimiento de las funciones del organismo que ge-
nera los documentos)).
De esta definición se desprende que el cuadro de clasificación su-
pone una estructuración jerárquica y lógica de los fondos, los divide
en grupos evidenciados por ser reflejo de una acción, función o activi-
dad. Cada grupo posee identidad propia y se relaciona jerárquica-
mente con los demás, sin dar lugar a la ambigüedad; es decir, la ads-
cripción de los documentos por su origen a un grupo, excluye toda
posibilidad de pertenencia a otro. Además es un instrumento inesti-
1. GOBIERNO
1.1. Ayuntamiento pleno
~- Privilegios fiindacionnles'.
~ Expedientes de constituc'iim de ayuntamiento.
~ Expediente de sesiones'.
Actas.
~~
6. La instalación
La instalación de los documentos en el depósito es una taren
íntimamente relacionada con la organización de fondos y consiste,
como su propio nombre indica, en la ubicación física de todo el
fondo mediante unidades de instalación, ya sean cajas, legajos o li-
bros. Las cajas y los legajos son agrupaciones de expedientes, en 25 1
forma de paquetes o protegidos por un envase, así ubicados en las
estanterías para ofrecer mayor protección a los documentos y re-
sistencia a los agentes nocivos (luz, polvo, etc.).
Antes de introducir u n expediente en su correspondiente caja,
procede identificarlo a fin de saber cual es su ubicación física, para
ello se le otorga una signatura que haga referencia a la unidad de
instalación que lo contiene y a su orden dentro de ésta. Así a un
expediente ubicado en la caja o en el legajo número 97 y cuyo nú-
mero de orden es el 3, por ser este su lugar, se le dará la signatura
97,3; de este modo la localización física del mismo dentro del de-
pósito será tan simple como inequívoca.
La instalación de las cajas, legajos y libros puede hacerse según
dos métodos:
41
L. Martinez: ((“Archiveros y cabezudos”. Algunas consideraciones sobre las
necesidades de instalación y las s-ignaturas)), en &iitT (/e A N A U A D , XLI, 1991,
págs. 59-76. 753
I
11.
La descripción
Introducción
L a descripción de los documentos constituye la parte culmi-
nante del trabajo archivístico y viene a coincidir exactamente en
su finalidad con la de la propia documentación: informar. Si esta
es clasificada, ordenada... en definitiva, conservada, es porque con-
tiene información; si existen los archivos y sus profesionales no es
por la mera complacencia de guardar objetos por valiosos que
sean, sino por la necesidad de obtener información precisa en dis-
tintos momentos y para múltiples finalidades. Es una tarea pri-
mordial del quehacer archivístico y una consecuencia ineludible de
la organización de los fondos, encaminada a poner los documen-
tos en servicio, es decir, hacer de ellos un Ú t i l disponible para la
sociedad. A tal fin, se establecen una serie de vehículos, los instru-
mentos de descripción o de información, que median entre los con-
sultantes y el acervo documental, previendo a diferentes niveles las
interrogaciones susceptibles de ser planteadas, y respondiendo
a su finalidad central: la información. En definitiva, el objeto de la
labor descriptiva es el hacer accesibles eficazmente los fondos do-
cumentales.
Como señala M . Duchcin', no obstante su importancia. cs
u n a :isignatur:i pendiente de la archivísticn por vnrios conceptos:
los manualcs cliisicos dc iiutorcs consiigradoc como E. Casanova,
11. Jcnkinsnii, F,. Lodolini... le hnri prestado poca atencih. la
denominacibn y la tipología de los instrumentos de descripción
son múltiples y ambigüas, por lo cual puede ser considerada como
el pariente pobre en algunos países. Afortunadamente en los Últi-
mos años se están haciendo aportaciones muy destacables, en el
sentido de alcanzar una norma internacional para la descripción
archivística, de lo que nos ocuparemos a lo largo de este capítulo.
Nota
S-fondos = sección de fondos
Fondo
S-fondo
I
I
I
I
........ ..........
1
I
I
I
I
Serie Serie
I
........ ........... -...................................................... .._.........
I
1
$
r-Expediente
i CIri
Expediente
I
Expediente
Unidad
documental documental
26 1
Como veremos más adelante se inspiran en los precedentes más
inmediatos: A P P M i , M A D 2 y RAD.
Se han establecido veinticinco elementos que pueden ser com-
binados para constituir la descripción de una unidad archivistica,
agrupados en cinco arcas de información’6:
1. Área de mención de identidad (donde se incluye informa-
ción csencial para identificar la unidad de descripción).
-.
3 Área de contenido (donde se incluye información acerca
del origen, organización y materias de la unidad de des-
cripción).
3. Área de acceso y utilización (donde se incluye información
acerca de la disponibilidad de la unidad de descripción).
4. Área de materiales relacionados (donde se incluye informa-
ción acerca de los documentos que tienen una importante
relación con la unidad de descripción).
5. Área de notas (donde se incluye información específica))).
De los veinticinco elementos sólo una parte aparece y es esen-
cial en toda descripción”:
o Signatura.
o Título.
o Fecha de creación de la documentación incluida en la uni-
dad de descripción.
o Volumen de la unidad de descripción.
o Nivel de descripción.
1960 mayo 30
1991
1952-1979
1898-1932 (predominante 191 1-1929)
1789-1823 (laguna 1793-1812)
4. Nivel de descripción: Indicando el nivel de la unidad.
Ejemplo: expediente, serie, etc.
5. Volumen de la unidad de descripción (cantidad, volumen
o tamaño): Debe especificarse el volumen de las unidades
en cifras arábigas y la denominación específica del sopor-
te documental. Ejemplos:
2 bobinas de película.
128 fotografías.
30 m.
ÁREADE CONTEXTO
6. Nombre del productor: sirve para identificar el productor
o productores de la unidad de descripción, el cual se seña-
la siempre que no aparezca en el titulo.
7. Historia adrninistrativa/biográfica:Proporciona una his-
toria o detalles biográficos sobre el productor de la uni-
dad de descripción para situar los documentos en su con-
texto y hacer que sean mejor entendidos, anotando conci-
samente cualquier información significativa. Ejemplo:
La Caja General de Reparaciones, creada por decreto
de 23 de septiembre de 1936, fue un organismo depen-
diente del Ministerio de Hacienda cuya finalidad era
auxiliar sobre todo a la población civil por los daños
derivados de la insurrección militar. Finalizada la
guerra, se crea en 1940 la Comisión Liquidadora de la
Caja General de Reparaciones con el objetivo de de-
volver a sus propietarios los bienes incautados. Sus
actividades finalizan en septiembre de 1941 entregan-
do al Juzgado Gubernativo de Madrid los objetos no
reclamados. 265
8. Fechas de acumulación de la unidad de descripción: Se tra-
ta de consignar las fechas durante las cuales el productor
ha acumulado la unidad y no coinciden necesariamente
con las de p r o d ~ c c i ó n ' ~Ejemplos:
.
1787.
19 14-1918.
9. Historia de la custodia: Proporciona información sobre los
cambios de propiedad y custodia de la unidad de descrip-
ción que sean significativos, si bien no deben incluirse los
casos en los que la unidad se reciba directamente del pro-
ductor, para lo cual está el próximo elemento. Ejemplo:
La documentación de la Comisión Ejecutiva del
PSOE y de la UGT fue sacada de España en 1939 y
depositada en el Instituto Internacional de Historia
Social de París. A consecuencia de la 11 Guerra Mun-
dial, en junio de 1940 los alemanes se incautan de la
misma y la envían a su país, donde de nuevo es captu-
rada -esta vez por las tropas soviéticas- y enviada
a Moscú. En 1981 fue devuelta a España y depositada
en la Fundación Pablo Iglesias.
10. Forma de ingreso: Señala la procedencia, método y fecha
de ingreso, salvo que sea confidencial, Ejemplos:
Transferida por la Dirección General de Rentas.
Depositado por los duques de Osuna en septiembre
de 1917 y adquirido por el Estado en diciembre de
1927.
'' M. Cook: «Description standards: the struggle towards the lightn, en Ardii-
imriu. 34. 1992, págs. 50-57. 269
El sistema multinivel'" consiste en describir las agrupaciones
documentales (fondo, sección, serie) como un conjunto que pro-
porciona por un lado información general (macrodescripción),
y por otro sobre los componentes de las agrupaciones (cajas, lega-
jos, libros, expedientes, documentos) uno tras otro (microdescrip-
ción); en cualquier caso ambos niveles se pueden simultanear, esta-
bleciendo las relaciones existentes entre los componentes y las
agrupaciones documentales a las que pertenecen.
Los encabezamientos autorizados consisten en normalizar todas
aquellas palabras que pueden constituir puntos de acceso a la infor-
mación, ya sean nombres de persona, organismos, funciones, geo-
gráficos, materias, acrónimos, etc. Ambos sistemas americanos reco-
gen este aspecto con detalle y consideran al unísono que la proce-
dencia constituye el encabezamiento principal y punto de acceso
primario' '. Aparte los diversos sistemas de indización de contenido
que traeremos a colación más adelante, los encabezamientos nor-
malizados que se incluyen en ello son el primer procedimiento de
control sobre el lenguaje de la descripción, necesario para que esta
sea uniforme, consecuente y se explique por sí misma, para com-
prender el contexto de los documentos y para facilitar la recupera-
ción y el intercambio de información. Normalización que se aplica
por ejemplo a la procedencia de los documentos, donde la denomi-
nación de la entidad originadora puede variar con el tiempo, inclu-
so pasar de una a otra, el control de autoridades permite normalizar
el nombre de acuerdo con una sola forma y mantener el resto me-
diante referencias, lo que permite a usuarios y archiveros un grado
de comunicación no alcanzado hasta ahora".
ISAD (G) sera en su dia una norma general de descripción que
permita sentar las bases de la normalización archivística más allá de
la descripción, pero tiene por delante un vastísimo campo de trabajo
hasta armonizar la denominación y la estructura de los instrumentos
Ih
M. Cook y M. Procter: A tiiiitiuul ofurchiiwl drscription. págs. 27-24.
17
D. A. Bearman y R. H. Lytle: «The power of the principle of provenanceu, en
Archii1uriu. 1985-1986, págs. 23-24. H . Stibbe: «Implementing the concept of fonds:
primary acces point, multilevel description and authority control)), en Ardiitwriu,
34, 1992, págs. 116 y ss.
ix En este sentido se encuentra en fase de elaboración una norma para el con-
trol de autoridades que desarrolle este punto de ISAD, denominda ISAAR (CPF):
lnternational Standard Archiva1 Authority Records for Corporate Bodies, Persons
270 and Families.
de información, establecer las reglas de control de encabezamientos,
así como los formatos compatibles para la difusión y el intercambio
de datos. Sólo así será posible alcanzar niveles Óptimos de servicio
y explotación de los archivos como recurso básico de información.
3. El plan descriptivo
La descripción es la parte de la tarea archivística que engloba
las diversas actividades desplegadas por el archivero para elaborar
los instrumentos que faciliten el acceso a los fondos, esto es, pun-
tos de acceso. Para logarlo es preciso establecer un plan descripti-
vo que observe los principios siguientes'?
1. El objetivo de la labor descriptiva es hacer eficazmente ac-
cesibles los fondos documentales del archivo.
2. Debe formularse un programa descriptivo a fin de propor-
cionar con prontitud ciertos datos referentes a todos los
documentos del archivo, por mínimos que sean. Posterior-
mente, el archivero decidirá la profundidad con que es ne-
cesario describir cada agrupación documental y, en conse-
cuencia, el tipo de procedimiento para llevarlo a cabo".
3. Los instrumentos deben revelar el contenido y el carácter
de los documentos y facilitar su localización. Además «de-
ben responder a las demandas imprevisibles de un público
indeterminado y heterogéneo»2', de modo que abran am-
plias posibilidades objetivas de acceso a los documentos.
4. Ponerlos al alcance de los usuarios.
La puesta en práctica de estos principios supone seguir la lógi-
ca empleada en la clasificación, con la que está estrechamente rela-
cionada, en cuanto se describe desde la globalidad hasta descender
a lo concreto, aprovechando la estructuración de las agrupaciones
- Nivel de descripción.
- Volumen.
Área de contexto:
- Historia administrativa/biografica.
Área de condiciones de acceso y utilización:
- Condiciones de acceso.
- Instrumentos de descripción.
Área de notas:
- Nota: dirección y servicios.
Veamos un ejemplo parcial tomando los datos de la Guía del
Archivo Histórico Nacional. Dentro del fondo del Consejo y Ca-
mara de Aragón, la sección del Consejo de Aragón quedaría así:
- Título.
- Fechas.
- Nivel de descripción.
- Volumen.
Veamos un ejemplo:
Un expediente personal:
- Nivel de descripción.
- Volumen.
- Documentación complementaria.
- Bibliograíia/nota de publicación.
'' Fuente: J . A. Munita: «El original más antiguo del Archivo Municipal de
Renteria: el privilegio rodado de Fernando 111 al con jo de Oyarzun (20.mar-
286 zo-1237)», en Bilduniu. 2, 1988, págs. 67-105. %
Lu descripcirín
-- Nivel de descripción.
- Volumen.
- Nivel de descripción.
Volumen.
Área de contenido y estructura:
- Resumen de alcance y contenido.
- Lengua.
5. La indización
A menudo los usuarios se quejan de que los instrumentos de
descripción presentes en los archivos resultan excesivamente com-
plicados y poco Útiles para conocer qué hay sobre las materias de
su interés. Demasiado ocupados en la procedencia, en la clasifica-
ción... que desde luego constituyen otros puntos de acceso a la in-
formación, los archiveros han llegado a apartarse peligrosamente
de su verdadera razón de ser: los usuarios. Por fortuna esta actitud
se está rectificando en los Últimos años y prueba de ello es el papel 29 1
Mtrtiuul dr urcliiiisticrr
.*' Ihid.
M . T. Laureilhe: Le ilieruurirs: WII r d c , su siruciirre, SOII rluhorurion. Villeur-
banne: Presses de I'ENSB. 19X 1, XX pigs. E. Currás: Tlirsclurus: Irri~itujcsrrrniinolti-
cjicos. Madrid: Paraninfo, 1991, 284 págs.
294 ' .*' C . Díez: ihid.
Lu drscripcirín
5" Las fórmulas para hallarlo están expuestas en J. Chaumier: Atiúiisis y ícri-
yircijes docirmrniules: el truiumieiiio litigüklico en lu inJiirmuci(jn documriituriir. Bsr-
celona: Mitre. 1986. 295
o, lo más común en los últimos tiempos, informáticamente, hacien-
do uso de softwares estadísticos y lingüísticos, y de bancos termi-
nológicos. El uso de la informática trae numerosas ventajas, tradu-
cidas todas ellas en mayor rapidez y precisión en el trabajo con los
términos: ordenación automática, detección de errores ortogrrifi-
cos, su registro y relaciones directas o aviso de su ausencia, bús-
quedas a partir de uno determinado o de todos los relacionados,
así como las variantes y íos contextos en que aparecen))”.
” C. Díez: ihid.
” NARA: LI/¿wii.lr.sptrw.s, dutu c4rrrirtits: niuriirul. Washington: NARA, 1989.
’’ 1. Cloulas: «Aplicsción EGERlE. Iiidización del inventario general de los
fondos. OrientiiciOn de los investigadores en los fondos de archivo)),en Bolrfíri da/
ADPA. l . 1985. págs. 63-84,
Direction des Archives de France: T/ic,suurit.s W. Vocuhuluires norrriulisLs
poicr /u rlr.wripriori ct /‘iriúr.wriori d r s trrc/iiiw trdniiriisiruiitws locules coritrmporui-
r i c s . París: Minisiere de la Culiure, 1989, 249 págs.
“ R. Martín (coor.): Vocuhit/ario de iridizución y consulfu de /u htrsr de <lutos
BADATOR. Bergara: Gobierno Vasco, 1993, 254 págs.
296 5 6 M. C. Pescador: op. cit.. págs. 3 y ss.
vo de los fondos) y sobre el servicio (registro de usuarios, identifi-
cación de usuarios y boletines de consulta). De los primeros ya he-
mos hablado al hacerlo sobre la remisión de fondos, seguidamente
vamos a analizar los instrumentos de control sobre el servicio,
muy brevemente ’.
En este punto debemos diferenciar dos tipos de usuarios: los
internos y los externos; o sea, la propia administración, por una
parte, los consultantes e investigadores, por la otra. A fin de con-
trolar tanto las consultas en sala como el envío de documentación
a otras dependencias, deberá elaborarse un registro (bien en forma
de libro, bien en un fichero que puede ser automatizado), en el que
constarán los siguientes datos: signatura de archivo, descripción
del documento, solicitante (nombre, apellidos y dependencia), fe-
cha de salida y de entrada (devolución) con la rúbrica del peticio-
nario y del archivero.
Para controlar las consultas en sala por parte de consultantes
e investigadores, estableceremos los siguientes instrumentos:
1 . Un registro de investigadores en el que conste su nombre,
dos apellidos y dirección, tema de investigación y categoría
del mismo en caso de ser reseñable.
2. Un boletín de consulta en el que consten: nombre y apelli-
dos, fecha, documentación solicitada y su signatura de
archivo.
Con estos procedimientos tan simples podremos elaborar las
estadísticas de usuarios del archivo, así como la de investigadores
que solicitan el Ministerio y las consejerías de Cultura. Nos permi-
te conocer en todo momento en qué manos se encuentra la docu-
mentación, reclamarla ante las oficinas que se demoren en s u uso,
al tiempo que nos servirá de orientación a la hora de elegir el ins-
trumento descriptivo de las distintas series en función de su mayor
o menor uso, o reproducir aquellos documentos que por su excesi-
va consulta y consiguiente manipulación corran riesgo de verse
deteriorados.
297
12.
Los archivos
y las nuevas tecnologías
1n t roducción
Antes de entrar en materia conviene aclarar que las relaciones
con las nuevas tecnologías entendidas como algo diferente al pro-
cedimiento archivístico es un enfoque llamado a desaparecer, ya
que su decidida aplicación a las distintas fases del quehacer profe-
sional exigirá su tratamiento combinado como algo inherente. La
bibliografia en la materia abunda todavía en especulaciones acerca
del futuro impacto de las tecnologías de la información, aunque
cada vez es más numerosa la que aborda aplicaciones concretas
y ofrece soluciones. Aspectos básicos como las transferencias, la
selección, el control de fondos, la descripción ... dentro de poco se-
rán prácticamente inconcebibles sin el auxilio o la mediación de
dicha tecnología. Es por esto que nos proponemos abordar la
cuestión desde un punto de vista eminentemente práctico, centran-
do la vista en las posibilidades y en los logros que ofrecen en las
distintas fases del trabajo archivístico.
Asimismo es necesario adelantar que no vamos a extendernos
en explicaciones acerca del «software», del «hardware», de los nue-
vos soportes y demás aspectos técnicos que, aparte no ser compe-
tencia archivística, son ya sobradamente conocidos y cuentan con
voces autorizadas para su anlilisis. Por Último, al tratarse de un
entorno en constante mutación, consideramos que una monografía
corre el riesgo de quedarse rápidamente desfasada en este punto,
como lo ponen de relieve obras de tan sólo hace algunos años'.
1. Historia
Es opinión comúnmente aceptada que la profesión archivística
ha sido poco ágil en el ~iprovechainientode las nuevas tecnologías,
afectada por un inveterado conservadurismo auxiliado por la esca-
sa presión de los usuarios tradicionales y por los limitados recur-
sos disponibles. Siendo ésto cierto, no son todos ni los más decisi-
vos ante factores como el escaso grado de normalización necesario
para u n uso racional de dichas tecnologías, o la poca considera-
ción de los archivos como recurso básico de información por parte
de las propias entidades a las que dan servicio*.
Ya en el Congreso Internacional de Archivos de 1964 celebra-
do en Bruselas se trató el tema de la automatizacion, aunque los
par~icipantesconsideraron que el ordenador en los archivos sólo
tenía cabida para realizar determinadas operaciones contables
y estadísticas; hubo en cambio una excepción, el NARA de Esta-
dos Unidos, que consideró más amplia su utilidad en aspectos co-
mo el control de los depósitos y la localización de expedientes, se-
gún sus propias experiencias estaban demostrando3.
Hacia 1971 ia actitud de un número creciente de archiveros
había cambiado. En el informe dirigido a la Octava Mesa Redon-
da de los Archivos, R. H. Bautier señaló la aplicación incipiente de
las técnicas informáticas en la recopilación, procesamiento y difu-
sión de la información, conctuyendo que su desarrollo afectaría
a las políticas archivísticas de algunos países: los Archivos Nacio-
nales de Suecia fueron los primeros en asegurar su competencia
sobre los documentos informáticos de valor permanente como ya
la tenía sobre los convencionales, seguidos por el NARA, Cana-
dá ... Esta nueva situación venía gestándose desde finales de los se-
senta. Se habían producido algunos cambios de origen externo
que propiciaron dicha evolución. De UR lado, la aplicación de los
ordenadores a los estudios históricos y sociológicos propició el de-
Los trrchiiw y ltrs nueiius recnoloyíus
'' B. Wrighi: EDI ~ t i dihr Artirricun Luw: (1 pruciicul gitidr. Alexandria: Elec-
tronic Data lnterchange Aswciation, 1989, págs. X l l I y ss.
308 2 2 S. Gavrei: op. cit.
mente, establece reglas para el intercambio de datos y el uso de
normas para mensajes, y resuelve las cuestiones relativas a la auto-
matización, control de acceso, confidencialidad, integridad, acep-
tación y disponibilidad de los documentos. En los países más desa-
rrollados, España entre ellos, las carencias legales han sido resuel-
tas mediante la legislación sectorial.
Hasta ahora el intercambio electrónico de documentos se utiliza
fundamentalmente en el ámbito mercantil: compra-ventas, trans-
porte, banca, seguros, etc., y en el del automóvil, aunque también se
está introduciendo en las administraciones públicas. Los documen-
tos, en consecuencia, son de tipo contable: presupuestos, órdenes de
compra, facturas, pagos, embarques, letras de crédito, cheques...
Son las grandes empresas, especialmente las grandes superfi-
cies, quienes más están pujando por la implantación extensiva del
EDI, ya que presenta ventajas muy importantes:
1. La normalización documental para su gestión y, también, pa-
ra su archivo. Por múltiple que sea la procedencia de los do-
cumentos y su tipología, se trata de formatos normalizados.
2. Reduce los costes en el proceso de datos, pues no hace falta
<(picarlos».
3. Disminuye los errores al reducir los trámites.
4. Agiliza las relaciones, así comerciales como administrati-
vas y de todo tipo.
5. Representa, por todo ello, un ahorro enorme de tiempo
y de recursos.
Existen otras normas que actúan en el entorno de sistemas
abiertos y afectan a las telecomunicaciones, pero no directamente
a la documentación de archivo, por ejemplo el SGMLZ3(Stundrird
' General Markup Language) adoptado por ISO en 1986, sirve para
describir la estructura lógica de los documentos y es utilizado so-
bre todo en el entorno de la publicación electrónica. ODA (Oprti
Docutnent Architecturr) se emplea para el intercambio de docu-
mentos compuestos (texto, gráficos, imagen y sonido)z4.
'' F. Role: «La norme SGML pour décrire la structure logique des docu-
de /'/n/iwrnutfon,28, 1991 , págs. 187-1 92.
nicntsn, en Do<~utnt.nftrlislr-S<.irn<.rs
S. Ciavrel: p. cir. 309
Las guías de recursos de información archivística. Son bases de
datos nacionales con información acerca de los archivos y de los
instrumentos de descripción disponibles, actualizadas y consulta-
bles en línea, lo quc no impide su regular publicación impresa, co-
mo la Kecoid.s rcpositorirs ir? Grrtit Brittrin o el Directory qf urchi-
ut’s tiritl mririir.script.s repositories in ílie Uniterl Siutes2 En España’,
es muy destacablc la base de datos CARC (Censo de Archivos Es-
pañoles) ya citada en el capítulo anterior, que forma parte del
sistema integrado del CIDA. Algunas comunidades autónomas
preparan sistemas de información de este tipo, de acuerdo con el
articulado de su legislación sectorial.
ses28 han desarrollado una versión del formato MARC para el con-
trol de archivos y manuscritos (USMARC:amc), lo que les permite
intercambiar información a través de las redes bibliotecarias como
son la Online Computer Lihrury Center (OCLC) y la Reseurch Lihru-
ries Injbrrnution Network (RLIN); en Canadá, Gran Bretaña y Sue-
cia se está estudiando la adaptación de este formato'", aunque lo
emplean sobre todo las propias bibliotecas con archivos y coleccio-
nes de manuscritos, así como algunas universidades.
Aun siendo modestos los resultados si los comparamos con los
niveles alcanzados en otros sectores de la información, la aplica-
ción de las nuevas tecnologías está provocando un efecto de arras-
tre en la solución de viejos problemas pendientes de la archivística,
de modo que los avances en la normalización terminológica, de la
descripción, en la búsqueda de formatos... permanecería presumi-
blemente en una situación menos prometedora si no llega a ser por
las exigencias de este nuevo entorno.
La conexión de los distintos sistemas en redes internacionales
de difusión de la información es un anhelo contemplado a comien-
zos de los ochenta3'. Las redes locales (LAN) y nacionales vienen
funcionando en muchos países aunque con las limitaciones ya ob-
servadas, sin embargo son todavía muy pocos los archivos que
intervienen en conexiones de mayor alcance. Entre las excepciones
se encuentran el Archivo Nacional de Estados Unidos y el Archivo
Histórico de las Comunidades Europeas que comentaremos segui-
damente; asimismo se están haciendo algunos esfuerzos en Cana-
dá, Gran Bretaña, Rusia ... Las redes abiertas (WAN) ofrecen ven-
tajas tales como la difusión de la información al más alto nivel, la
facilidad para los usuarios de poder simultanear sus búsquedas en
diferentes fondos y fusionarlas con información bibliográfica.
En 1983 el Reseurch Librury Group3' (RLG) -que alberga la
RLIN- introdujo el formato AMC, recién creado entonces, lo
,’’
J. M . I’alüyrct: «Thc Europcan Communiiy Histurical Archives: an es--
rience wiih cornputcri~~tiun)). en Archic>i e Conipuier. 2, 1991, págs. 115-123. C .
Terzuoli: «Cli Archivi Storici delle C o n ~ m u n i tEuropee
~ aperti al pubblico via
ECHO)>,en Arrhivi c‘ Curtipi~rer,1. 1993, págs. 38-39.
’’Ch. M. Dollar: c<Arxiversi gestctrs de documents: un programa per a I’era de
3 12 la iniormació», en Lliydl, 6, 1993, pUgs. 13-26.
L'PS Munayemenr). Ésta puede ser definida como «el conjunto de
actividades planificadas y dirigidas en una organifiición que tienen
como resultado una información para la organimción, utilizable,
accesible, oportuna, segura, integral, económica y exacta^^". Su
irrupción está provocando un fuerte impacto en diversos órdenes
que nos proponemos abordar siquiera brevemente.
Los cambios producidos en el entorno de la información han
sumido a los profesionales afectados (archiveros, bibliotecarios,
documentalistas) en un periodo de adaptación mú1tipie3': física,
intelectual, organizativa, educativa y de las políticas de informa-
ción.
La forma diferente de los documentos electrónicos (compues-
tos, hipermedia, virtuales ...) representa la desaparición de los atri-
butos físicos asociados a los tradicionales, con los que hemos tra-
bajado mayoritariamente hasta ahora. El desarrollo de las redes
y la conectividad que permiten los sistemas abiertos y las normas
de transmisión de datos están cambiando la naturaleza del traba-
jo, el cual se caracterizará por la instantaneidad, la descentraliza-
ción y la colaboración e intercambio de información3'. Todo ello
repercute en el destinatario final: el usuario, cada vez más familia-
rizado con estos medios y que espera respuestas más ágiles y acor-
des con los tiempos3'.
Uno de los principales efectos de dicho impacto es la progresi-
va desaparición de las barreras que separaban las profesiones rela-
cionadas con la gestión de la i n f ~ r m a c i ó nderivada
~~, de la necesa-
ria comunidad y normalización de la descripción, el acceso y la
conservación.
Hay tres aspectos esenciales para los archiveros y gestores de
documentos que es necesario señalar en este nuevo entorno39:
Introducción
El objeto de estas paginas forma parte del complejo, extenso
y apasionante mundo del derecho a la información, dentro del
cual vamos a centrar nuestro análisis en lo estricta y dircctamcntc
relacionado con los archivos españoles, por evidentes razones de
brevedad.
En el capítulo dedicado a la evolución histórica de la
archivistica’ hemos tenido ocasión de comprobar que el grado
de acceso a los fondos documentales es uno de los elementos ca-
racterísticos de cada periodo, por no decir el principal. Durante
el que hemos denominado prearchivístico, tanto en la antigüedad
como en el medievo y la modernidad, excepción hecha del caso
ateniense, el acceso estuvo rígidamente limitado a los representan-
tes del poder; solo a finales de este periodo comenzaron a abrirse
los fondos históricos a un reducido grupo de eruditos bien rela-
cionados con la élites politicas. La desaparición de las institucio-
nes de antiguo régimen a partir de la Revolución Francesa per-
mitió poner sus documentos -carentes ya de interés para cl
Estado-. a disposición de los investigadores, al paso que se con-
sagraba la división entre archivos históricos (consultables) y archi-
vos administrativos (no consultables), esto es, los fondos al servicio
de la gestión del poder continuaban estando vedados a los ciu-
dadanos, con la sola excepción de Suecia cuya ((Real ordenanLn
'' «La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la iiitinii-
dad personal y familiar de los ciudadanos y cl pleno ejercicio de sus derechos.))
24 F. Herrero: «Libertad de expresión, derecho a la intimidad ~. v nrotección de
~
r ~ - -
i
335
14.
El edificio
y las instalaciones
Introducción
El archivo puede estar constituido por uno o más edificios
construidos y equipados exclusivamente para dicho fin, o reducir-
se a uno o más locales integrados en las instalaciones de una enti-
dad, en virtud de lo cual contará con todos o con una parte de los
servicios que se contemplan en el presente capítulo. En su redac-
ción hemos seguido fielmente el manual de M. Duchein', así como
las indicaciones técnicas de J. E. Simonet', por lo que se echará en
falta el aparato de citaciones de los demás capítulos.
Las instalaciones del archivo están lógicamente determinadas
por las finalidades del servicio, de modo que deben garantizar la
adecuada conservación de los fondos y facilitar su difusión.
1.1. El emplazamiento
2. Características arquitectónicas
Las características arquitectónicas del archivo varían con la
función propia de cada una de sus dependencias, así como la del
depósito es la seguridad en la custodia de los documentos, la de
los locales de trabajo y la sala de consulta es la seguridad y bienes-
tar humanos, lo cual comporta una serie de requisitos específicos
en cada caso; especialmente singulares e importantes de observar
en la construcción o adecuación de los locales destinados a depósi-
tos, pues en los otros dos casos se siguen los criterios empleados
habitualmente para los centros de trabajo.
La estructura será preferiblemente de hormigón armado y en
casos excepcionales acero laminado. En edificios adaptados que
tengan elementos constructivos de madera no sustituibles, éstos
serán consolidados y tratados con productos ignífugos e insectici-
das. Los cerramientos al exterior serán con preferencia la piedra
natural o artificial, el ladrillo a cara vista u otros materiales de fá-
cil conservación. Las cubiertas serán inclinadas, dejando &mara
de aire, con elementos impermeabilizantes. Las bajantes se coloca-
rán preferiblemente al exterior, por fachadas o patios.
En cualquier caso habrá que tener en cuenta la eliminación de
barreras arquitectónicas que impidan el acceso a los minusválidos.
2.1. Dependencias
El archivo tipo está compuesto por los siguientes elementos,
cuyo volumen se calculará teniendo en cuenta las necesidades fu-
340 turas de espacio a treinta años vista:
A) ÁREARESERVADA
1. Depósitos documentales.
2. Zona de trabajo:
Locales de recepción de los documentos.
- Locales de limpieza, desinseciación y desinfección.
- Locales de clasificación.
- Taller de restauración.
- Taller de encuadernación.
- Taller de reprografía.
- Sala de trabajos especializados.
- Cuarto de eliminables.
3. Dependencias sirvientes:
- Vestíbulos, distribuidores, pasillos.
- Aseos y vestuarios.
- Servicios de limpieza.
B) ÁREAPRIVADA
1. Administración.
2. Cuartos de instalaciones.
3. Dependencias sirvientes.
C) ÁREAPÚBLICA
1. Recepción:
- Información.
- Guardarropa.
- Salas de consulta.
- Control.
- Reprografía.
343
2.2.2. Zoria de trahirjo
Tírlier de rrstuurtrcicín
Otro tanto sucede con la restauración, una de las operaciones
mls delicadas. Requiere personal específico de alta cualificación,
344 con unas instalaciones y maquinaria costosísimas. AI igual que en
el caso anterior solamente un volumen de trabajo suficiente para
mantener regularmente activas estas inversiones, justificaría su iin-
plantación.
Preferentemente se situará cerca de la zona de liinpiezu-dcsin-
fección-desinsectación y nunca próximo a los depósitos, debido
a la presencia de productos químicos corrosivos e inflamables; por
ello deberá contar con sistemas de deiección y extinción de fuego,
así como salida de emergencia. Los recubrimientos de paredes
y suelos serán anticorrosivos, hidrófugos y antideslizantes. Tendrá
cuatro zonas diferenciadas: de tratamientos manuales (limpiezas
específicas, consolidación, encuadernación, montaje...), de lavado
y tratamientos tóxicos (para uso de líquidos y productos especia-
les, con extracción mecánica del aire), de tratamientos mecaniza-
dos (para integración, laminación, con maquinaria específica), y la-
boratorio (para análisis químico-físicos).
Tdler de reproyrujíu
Cotijjuiito S ~ L de
I Ircturu, inuenturios, bibliotecu
Lugar de trabajo intelectual por excelencia, la sala de lectura
debe ser tranquila, bien iluminada, agradable y propicia al recogi-
miento. El acceso se hará desde el área de acogida e información,
sin necesidad de pasar por zonas restringidas, y estará prudente-
mente cercana a los depósitos para reducir al mínimo los despla-
zamientos y el tiempo de entrega de los documentos.
Los puestos de lectura pueden ser mesas corridas o pupitres
individuales, en cualquier caso contarán con unas dimensiones
mínimas de I x 0,70 m por lector, pues los documentos son mu-
chas veces de gran volumen. Para culcular las dimensiones de
esta snla se debe prever u n espacio de cinco metros cuadrados
por usuario. Por lo que hace a Ia iluminacihn la mejor es la natu-
ral que no sea directa ni cenital, apoyada con lur eléctrica de
modo que se logre una iluminación ambiente entre los 500 y los
750 lux.
U n aspecto muy importante e5 la vigilancia de los puestos de
consulta para evitar los robos, a tnl fin lo mejor es que la sala sea
346 un espacio diáfano. Permancnternente habrú al menos una perso-
na, diferente de la que atiende los pedidos, vigilando en un punto
sobreelevado, que puede ser reforzada mediante cámaras de tclevi-
sión en circuito cerrado.
Junto a la sala de lectura se ubicara otra para los instrumentos
de descripción, con ficheros o con terminales de ordenador conec-
tadas asimismo con el servicio de pedidos, en función del grado de
automatización del centro. En el mismo local se puede ubicar la
biblioteca auxiliar provista de obras de referencia, así como es-
pecíficas sobre los temas de investigación de los fondos.
A veces no es suficiente con una sala de lectura, ya que algunas
investigaciones requieren locales especiales para la consulta de mi-
crofilms, documentos electrónicos, documentos estropeados,
audiovisuales ... Habrá que prever estas necesidades y el equipa-
miento necesario: lectores de microfilm, ordenadores, videos...
Grupo s d u de exposiciones-conji.rencias-reuniones-
servicio educativo
El desarrollo de las actividades de los archivos en favor de la
enseñanza y la apertura al público más amplio, comporta el diseño
consecuente de locales afectos a estas actividades. Este espacio tie-
ne que ser fácilmente accesible y preferiblemente desde la calle, es-
tar aislado de la sala de lectura (por el ruido que generan) y de los
depósitos (por motivos de seguridad), y contar con salidas de
emergencia. Raro es el archivo que no disponga al menos de un
local multiusos, aunque lo ideal es contar con salas separadas: una
para exposiciones temporales, otra para reuniones y conferencias,
y una para el servicio educativo. El mobiliario y las instalaciones
variarán con sus finalidades específicas: vitrinas, paneles y vídeos
para la sala de exposiciones; sistema de proyección, pantalla, buta-
cas y mesa para la de conferencias-reuniones; mesas, sillas... para el
servicio educativo.
3. El mobiliario
En este epígrafe nos vamos a referir al mobiliario para la insta-
lación de los documentos, entre los cuales las estanterías consti-
tuyen sin duda alguna uno de los elementos más importantes. 347
Tradicionalmente se han empleado las elaboradas a base de made-
ra, combinadas en algunos casos con armarios-vitrina, sin embar-
go este es un procedimiento que debe ser rechazado sin paliativos,
dado quc In madera se comba bajo el peso de los documentos
y favorece la proliferación de insectos xilófagos, además de ser
combustible. N o obstante la madera puede ser tratada contra
estas contingencias, pero el proceso es caro y poco seguro a largo
plazo.
La estanterías deben presentar cierto número de cualidades: in-
combustibilidad, inocuidad para los documentos, solidez y manejo
cómodo.
4.3. El fuego
356
15.
La función cultural
1n t ro d ucción
Durante la mayor parte de su historia los archivos han tenido
una sola finalidad, ser fuentes de información al servicio de sus de-
tentadores. Una vez perdida su utilidad inmediata, aquella para la
cual habían sido creados, los documentos eran conservados y trans-
feridos de unas generaciones a otras, pero no para su uso por parte
del público, sino como referencias básicas para mantener y recrear la
memoria del pasado de acuerdo con las estrategias de quienes los
poseían. Será el siglo XIX, como hemos tenido ocasión de ver en el
primer capitulo, el escenario de la apertura o liberalización de los
vestigios del pasado, dando lugar a la categoría de los archivos his-
tóricos. Los primeros en acercarse hasta ellos fueron los eruditos:
historiadores, paleógrafos, genealogistas, anticuarios... a los que con
el transcurso del tiempo se fueron uniendo investigadores preferible-
mente universitarios y, ya bien entrada la segunda mitad del XX,
escolares, aficionados y un sinfín de nuevos usuarios que encuentran
en ello una forma de desarrollar sus inquietudes intelectuales, de
ocio culto, en definitiva, de realización personal. Como señalara F.
Hildesheimer, «más allá de su misión tradicional en el sector espe-
cializado de la investigación histórica profesional, los archivos tien-
den a convertirse en verdaderos divertimentos culturales»'.
Este cambio en la conceptualización de los archivos que se
está produciendo, sobre todo en las últimas décadas, va indiso-
lublemente unido al principio de la difusión y acceso a la cultura
por parte de los ciudadanos, que constituye una de las señas de
Muriuul de urchiubticu
3, Las exposiciones
Las e x p ~ ~ s i c i ode
~ ~documentos
es históricos están dirigidas a to-
do tipo de público y su efecto más positivo consiste en atraer a esa
gran parte de la población que, de otro modo, no se acercaría al
archivo. A pesar de las posibilidades que ofrecen, no es un recurso
iiiuy habitual y en España son pocas las experiencias llevadas a ca-
bo, sobre todo en coniparnción con los países de nuestro entorno.
Como señala W. Jaroschka' uno de los motivos que probable-
mente frenan estas inciativas radica en que «el profano compara
a menudo las exposiciones archivisticas con las organizadas por
los museos, lo que engendra el riesgo de que para resistir esta com-
paración se expongan siempre las mismas piezas susceptibles de
producir un efecto visual, las cuales, por otra parte, no son dema-
siado numerosas en los archivos. Esto no afecta Únicamente a la
conservación material de los documentos, sino que provoca una
distorsión de la imagen verdaderamente representativa del patri-
monio archivís(ic0. Nuestra tarea consiste en presentar una cate-
goría particular de fondos sin complejo de inferioridad)). Por otra
parte existen limitaciones materiales como la falta de instal~ciones
y de recursos para afrontar los gastos que conllevan, pues realizar-
las sin los medios necesarios para que resulten atractivas pueden
producir el efecto contrario al perseguido: el alejamiento del públi-
co.
Lo primero que se necesita es una cabeza visibie, normalmente
e1 archivero, que conciba la idea, 1ü proyecte, transmita entusias-
mo y confianza, y busque patrocinadores que la ~nancienen la
medida de lo posible. Este Último Factor dependerá de ia idea, de la
capacidad de trabajo y de los contactos, pues una exposición es
una buena ventana al exterior para cualquier entidad.
3.3. El montaje
Hay una serie de principios de general aceptación que es nece-
sario observar, tales como el acondicionamiento, la elección de los
materiales, su disposición ... para garantizar el buen suceso de la
exposición y la integridad de los documentos".
Los materiales
Exponer un documento implica decidir si su estado físico per-
mite sacarlo del medio ambiente en el que se conserva, por lo que
La presentación
Publicaciones
El pristtrmo de documentos
Es muy normal que nos veamos obligados a solicitar en présta-
mo documentos y otros materiales a otros archivos, instituciones,
empresas, familias ... para lo cual observaremos algunas formalida-
des legales que garanticen su integridad. Aparte de ésto, todo celo
en su manejo es poco y la profesionalidad que demostremos en tal
sentido ante terceros es fundamental para generar un clima de
confianza, que andado el tiempo puede traducirse en donaciones
o depósitos de sus fondos.
También puede darse el caso contrario y prestemos temporal-
mente algún documento para su exhibición o para su reproduc-
ción. En ambos casos se observarán los siguientes principios":
1.Las solicitudes, por escrito, se dirigirán al archivo e iden-
tificaran los documeníos solicitados así como al peticio-
nario.
2. Antes de su entrega se realizará una copia de seguridad
que puede correr a cuenta del solicitante.
3. Éste deberá suscribir una póliza de seguro y depositará una
fianza que será reintegrada tras la devolución de los docu-
mentos en el mismo ser y estado en que fueron prestados.
4. El periodo de prestamo se especificará con claridad, salida
y devolución, y las fechas se ajustarán al mínimo impres-
cindible.
5. Las condiciones de seguridad en que vaya a realizarse el
transporte, manipulación y exposición de los documentos
se especificaran con claridad, corriendo el solicitante con
los gastos.
6. Se redactará un documento de préstamo, cuyas cláusulas
reflejen los principios citados anteriormente y cuantos sean
necesarios.
Cuando no sea posible cumplir estos requisitos, los originales
serán sustituidos por reproducciones. En los casos de préstamo al
extranjero, la operación deberá ser autorizada por la Administra-
ción del Estado en cumplimiento de la Ley del Patrimonio Histó-
rico Español.
4. El servicio educativo
Las concepciones pedagógicas desarrolladas en la segunda mi-
tad de este siglo, que propugnan como ideal una enseñanza que
potencie la observación y la experimentación del alumno, así co-
mo el enorme desarrollo experimentado por la historia local, han
sido las condiciones de posibilidad para la creación de servicios
educativos en los archivos12.
Su desarrollo e implantación ha sido desigual. Francia fue el
país pionero comenzando sus primeras experiencias en los años
cincuenta y ahora posee la red de servicios pedagógicos inás
sólidamente implantada. Asimismo cabe destacar los casos de
Gran Bretaña, Irlanda y los paises de la Europa oriental. En
todos ellos la acción educativa se basa en programas de alcance
estatal. Contrariamente, en otros como Alemania, Italia, Espa-
ña ... se han producido experiencias muy interesantes pero con
frecuencia aisladas.
Monuul dc rirdiioísiicu
Los objetivos perseguidos con los planes dirigidos hacia los es-
colares son:
" P.Y. Playoust: «Les hommew, en Actes du Congris de Nice ..., págs. 22-32. 373
alumnos proceden 21 annliznr los documentos, a contrastarlos con
los conocimientos adquiridos y, finalmente, se abre una fase de ex-
posición ;I I n clase y posterior debate sobre los aspectos que hayan
llamado lu atención de cada cuul. Finalmente es el profesor quien
recapitula la sesión poniendo el acento en los aspectos más rele-
vantes.
Cuando el archivo no disponga de medios o los alumnos no
puedan desplazarse y aun no sucediendo ni lo uno ni lo otro, exis-
ten otras posibilidudcs para desarrollar actividades pedagógicas.
M u y brevemente son:
39 I
Indice analítico
400
ESTELIBRO SE ACABÓ DE REDACTAR
EL DíA 30 DE MAYO DE 1994 Y
S E TERMINÓ DE IMPRiMlR
EN MADRID EL DIA25 DE OCTUBRE DE 1994.
QUEESTE MANUALDE ARCHIVISTICA
SIRVA DE FARO Y GUIA A
FUTURAS GENERACIONES DE ARCHIVEROS.
LAUS DE0
TíTULOS PUBLICADOS