Abuso A Menores. Causas y Posibles Soluciones
Abuso A Menores. Causas y Posibles Soluciones
Abuso A Menores. Causas y Posibles Soluciones
Causas y posibles
soluciones
Cliild Abuse. Causes and Possible Solutions
Resumen: El presente artículo analiza tres posibles Abstract: The present paper analyzes three possi-
causas de los abusos a menores: i. Factores ideoló- ble reasons of the abuses to Minors, i. Ideological
gicos, en concreto la secularización de las creencias factors, specifically the secularization of beliefs and
y de los comportamientos; 2. Abuso sustitutivo: pe- behaviours; 2. Substitute abuse: Pederasty as fruit of
derastia como fruto de una conducta incontinente an incontinent disorderly conduct; and 3. Paraphy-
desordenada; y 3. Pederastía paraftlica: fruto de un lic pederasty: as fruit of sexual disorder. Once the
trastorno de la sexualidad. Una vez diagnosticado el origin of these sad incidents are diagnosed, some
origen de estos tristes incidentes, se ofrecen algu- indications are offered for its prevention. Only the
nas indicaciones para su prevención. Sólo la restau- restoration of the morality of customs, of spiritual
ración de la moralidad de las costumbres, de la vida life and of the integral truth about human persons
espiritual y de la verdad integral sobre la persona will be able to overcome this serious problem that
humana podrá superar este problema grave que scourges society.
flagela la sociedad.
Palabras clave: Abuso a menores. Conducta se- Keywords: Child Abuse, Sexual Behaviour, Preven-
xual. Prevención. tion.
E
l abuso a menores es un problema global que afecta también a algunos
ministros de la Iglesia católica (1). El por qué se llega a este triste com-
portamiento se analiza en el siguiente apartado (2). Por últímo, una vez
diagnostícado el origen del problema, se está en condiciones de prevenir y su-
perar esta lacra que corrompe la sociedad (3).
1. U N PROBLEMA GLOBAL
' «Según el criminólogo Christian Pfeiffer, del ámbito de los colaboradores de la Iglesia católica
proviene aproximadamente el 0,1% de los autores de los abusos; el 99,9% proviene de otros ám-
bitos. Según un informe gubernamental estadounidense, el porcentaje de sacerdotes que estuvie-
ron implicados en casos de pedofilia en el año 2008 en Estados Unidos asciende al 0,03%». Ex-
tracto de una pregunta que le hace el periodista Peter Seewald al Papa Benedicto XVI, en
BENEDICTO XVI, Luz del mundo, Barcelona: Herder, 2010, 43.
Ante la pregunta del periodista Peter Seewald: «¿Se observa y valora con un criterio desigual a la
Iglesia católica en el tema de los abusos?», el Papa Benedicto XVI responde: «Si se ven las pro-
porciones reales, aunque eso no nos justifica para mirar hacia otra parte o para minimizar los he-
chos, hemos de constatar también que en estas cosas no se trata de algo específico del sacerdocio
católico o de la Iglesia católica. Lamentablemente, éstas hunden sus raíces en la situación peca-
minosa del ser humano, que está presente también en la Iglesia católica y que ha llevado a estos
terribles resultados». IDEM, 44.
' Cfr. INTROVIGNE, M., «Cosa c'è dietro gli scandali?», Avvenire (22 de marzo de 2010), edición
digital; JENKINS, Ph., Moral Panic: Changing Concepts of the Child Molester in Modem America, New
Haven: Yale University Press, 1998.
"* Cfr. «Nota del padre E Lombardi sobre los abusos. Después de semana santa, mantener el rum-
bo (9 de abril de 2010)», www.resources.va. Consultado el 26 de noviembre de 2010.
" Recordemos que en el mundo hay más de 550 organizaciones afiliadas a la ILGA (Internadonal
Lesbian and Gay Associadon), que promueven la legalización de la pedofilia. Así lo afirman ellos
mismos: www.ilga.org y www.asia.ilga.org.
' Cfr. PEÑA, A., La Iglesia católica y el abuso sexual a menores, Lima: edición digital (www.librosca-
tolicos.org), 2010, 32.
" Datos de sepdembre de 2009.
" Cfr. BENEDICTO XVI, Carta Pastoral a ¡os católicos de Irlanda (19 de marzo de 2010).
El Cardenal Prefecto de la Congregación para el Clero, Mauro Piacenza, explica los abusos se-
xuales a menores por la relajación moral, consecuencia del reladvismo doctrinal y del arrinco-
namiento de la disciplina. Cfr. MENOR, D., «Entrevista al Prefecto de la Congregación para el
Clero», Vida Nueva (19 de noviembre de 2010, edición digital).
Cfr. PARDO, J. M., «Competencia del Magisterio en la enseñanza de la norma sobre la contra-
cepción», en AA.W, Dar razón de la esperanza. Homenaje al Prof. Dr. José Luis luanes. Pamplo-
na: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2004, 659-675.
«En los años 70, la pedofilia fue teorizada como algo totalmente conforme al hombre y también
al niño. Esto, sin embargo, formaba parte de una perversión de fondo.del concepto de ethos. Se
afirmaba -incluso en el ámbito de la teología católica- que no existían ni el mal en sí ni el bien en
sí. Exisdrían sólo un "mejor que" y un "peor que". Nada sería de por sí bueno o malo. Todo de-
pendería de las circimstancias y del fin pretendido. Según losfinesy las circunstancias, todo po-
dría ser bueno o también malo. La moral se susdtuyó por un cálculo de las consecuencias, y con
ello dejó de exisdr. Los efectos de tales teorías son hoy evidentes». BENEDICTO XVI, Dismrso a los
miembros de la Curia romana (20 de diciembre de 2010).
No se puede olvidar que la doctrina católica sobre la sexualidad humana dene una clara funda-
mentación antropológica, basada en la unidad sustancial cuerpo-espíritu de la persona y en el ex-
clusivo senddo conyugal de la acdvidad sexual, fuera del cual la persona es objeto de posesión y
consumo.
Por eso, el celibato (el sacerdotal y el del por el Reino de los cielos) resulta tan
molesto para la mentalidad de hoy, porque muestra que una persona puede
contener sus apetítos sexuales por causa de un gran Amor. Esto es algo que de-
sagrada a la «sociedad hedonista», que encuentra su mayor resistencia en la
doctrina católica (manifestada en el clero). De ahí el ímpetu con el que algu-
nos resaltan, si pueden, las contradicciones^'.
Alice Schwarzer, una abanderada alemana del feminismo, en un editorial
de la revista Fmma, señalaba: «El abuso sexual de niños no es una invención
de sacerdotes católicos; y no tíene nada que ver con el celibato. (...) La amar-
ga protesta de las mujeres contra la violación de mujeres y niños no tenía po-
sibilidad alguna contra el liviano espíritu de los tíempos de la revolución se-
xual»", cuando algunos llevaron la promiscuidad hasta el punto de exigir el
amor libre con niños o niñas", con personas del mismo sexo (comportamien-
to homosexual)" o con animales.
^' «El sentido del celibato como anticipación del futuro significa precisamente abrir estas puertas
(a la verdadera grandeza de nuestra existencia), hacer más grande el mimdo, mostrar la realidad
del futuro que debemos vivir ya como presente. (...) Es verdad que para el mundo agnóstico, el
mundo en el que Dios no cuenta, el cehbato es un gran escándalo, porque muestra precisamen-
te que Dios es considerado y vivido como realidad. Con la vida escatológica del celibato, el mun-
do futuro de Dios entra en las realidades de nuestro tiempo». BENEDICTO XVI, Clausura del Año
Sacerdotal. Vigilia con ocasión del encuentro internacional de sacerdotes. Diálogo del Santo Padre cm los
sacerdotes. Plaza de San Pedro (10 de junio de 2010).
^^ «Der sexuelle Missbrauch von Kindern ist keine Erfindung katholischer Patres. Und er hat auch
nichts mit dem Zöhbat zu tun...», en «Wie es geschehen kann». Editorial de la revista Emma
(febrero de 2010, edición digital). Una de las conclusiones del estudio Causasy Contexto del Abu-
so Sexual de Menores por sacerdotes Católicos 1950-2010 (disponible en inglés en www.usccb.org),
realizado por un equipo de investigadores del John Jay College of Criminal Justice, señala que
el incremento en la frecuencia de las incidencias de abuso en las décadas de los 60' y 70' es con-
sistente con los patrones de conducta desviada en la sociedad del momento.
^^ Cfr. LÜTZ, M., «Die Kirche und die Kinder», artículo publicado en el Frankfurter Allgemeine Zei-
tung, 11 de febrero de 2010 (reproducido el 17 de febrero en la edición en lengua itahana de L'Os-
servatore Romano). Nina Apin, en su artículo «Pädo-Akdvisten im linken Mileu» (Activistas pe-
dófilos en los ambientes de izquierdas) publicado en Tageszeitung (22 de marzo de 2010 en su
edición digital), no duda en señalar la relación entre la permisividad sexual de los años 70 y la pe-
derastia. Otro ejemplo de lo señalado es el poema «Inconfesiones de Gilles de Rais», de la poe-
tisa española Ana Rossetti.
''' Es importante aclarar que los actos homosexuales pueden ser fruto bien de una mala conducta
buscada (por ejemplo, una persona promiscua que lo quiere probar todo o que a la hora de sa-
ciar su instinto sexual sólo encuentra una persona de su sexo), o bien de la cesión a una inclina-
ción o tendencia hacia personas del mismo sexo, llamada homofília (un trastorno de la sexuali-
dad del que se tratará en el apartado 2.3). Esta precisión es importante, pues la prevención y el
tratamiento son diversos en ambos casos.
" GARRIDA, J. y D E BENITO, E., «¿ES insano el celibato?», publicado en el periódico El País, edi-
ción online (29 de marzo de 2010).
Antes de continuar, considero necesario aclarar algunos términos: «Pederasda» (del griego «eras-
tés»: amante): abuso sexual comeddo con menores; «Pedofilia» o «Paidofilia» (del griego «pai-
dos»: niño; «filia»: amor): es una parafilia (un trastorno de la conducta sexual), que consiste en
que la excitación o el placer sexual se obdenen principalmente a través de acdvidades o fantasías
sexuales con niños prepúberes (entre 8 y 12 años); «Efebófilos» (del griego «efebo»: adolescen-
te): es la condición en la cual personas adultas experimentan atracción sexual hacia adolescentes.
La «pubertad» es el paso de la niñez a la adolescencia; se idendfica por la aparición de las carac-
terísdcas sexuales secundarias. La «adolescencia» se divide en «adolescencia temprana» (12-14
años) y «adolescencia tardía» (15-19). Cfr. RODRÍGUEZ-LUÑO, A., Scelti in Cristo per essere santi,
III, Morale speciali, Roma: Università Pondficia della Santa Croce, 2008, 381-384.
" Según Philip Jenkins, docente no católico, algunos de los peores casos de abuso repeddo por mi-
nistros sagrados se han referido a pastores baudstas y pentecostales, en vez de a sacerdotes cató-
licos. Cada denominación crisdana ha tenido su lista de abusos. Esta pesadilla, además de afec-
tar a los católicos, ha afectado a protestantes, judíos, mormones, tesdgos de Jehová, budistas y
hasta devotos de Hare Krisna. Cfr. JENKINS, Ph., The new anti-catholicism, o. c, 142. Un obispo
episcopaliano, William Persell, de Chicago, el Viernes Santo de 2002 manifestó: «Seríamos in-
genuos y deshonestos si decimos que el problema (abuso sexual de menores) es sólo de la Igle-
sia católica, y que nosotros no tenemos nada que ver en ello por el hecho de que tenemos
ministros mujeres y casados. Este pecado no conoce Iglesias ni fronteras». Cfr. www.reforma-
don.com. Consultado el 26 de noviembre de 2010. El Consejo nacional: del niño de Israel, ha
declarado: Israel es un paraíso para los pedófilos. En la página www.theawarenesscenter.org, se
pueden ver nombres de rabinos denunciados y la gravedad del problema.
^' Cfr. BLANCO, P , Benedicto XVI. El Papa alemán, o. c, 538.
Lo primero que hay que señalar es que los problemas psicosexuales -de los
que se hablará en el siguiente apartado- se suelen fraguar en el periodo de la
infancia y comienzo de la adolescencia. No son, por tanto, consecuencia de
una decisión de vida llevada a cabo bastantes años más tarde.
El desarrollo psicosexual es un proceso sumamente complejo, en el que
intervienen diversos factores, y nunca de forma aislada. Entre ellos destacan
las pautas de crianza y educación, la dinámica familiar, el contexto socio-cul-
tural, los mensajes sociales sobre la sexualidad, y los hechos o sucesos concre-
tos que han rodeado la vida de la persona. Una religiosidad bien vivida, supo-
ne una protección frente a algunos de los factores adversos en el desarrollo
psicosexual. El celibato libremente asumido y sólidamente fundamentado no
sólo no dene relación con el origen de estos problemas, sino que es un índice
de madurez psicosexual ",
En definidva, un importante número de especialistas en psicología y psi-
quiatría niega que los abusos comeddos por clérigos y religiosos tengan su ori-
gen en el celibato '".
Pero el celibato puede perjudicar la salud si se vive inadecuadamente. Por
eso, no se puede explicar sin el fenómeno de la fe; no se puede entender ni vivir
fuera de una intensa relación de amor con Dios". En definidva, sin una visión
trascendente de la vida". El varón que opta por el celibato renuncia a una mu-
Cfr. ZAPATA, R., «Celibato y madurez psicosexual y afecdva», Scripta Theologica 35 (2003) 853-
872; ZAPATA, R. y PLA, J., «Trastornos psicosexuales», en CABANYES, J. y MONGE, M . A. (eds.).
La salud mental y sus aiidados. Pamplona: Eunsa, 2010, 345-347.
Hans-Ludwig Krober, psiquiatra y director del Insdtuto de Psiquiatría Forense de la Universi-
dad Libre de Berlín, es uno de los profesionales más presdgiosos de su especialidad en Alema-
nia. Preguntado sóbrenlos abusos a menores comeddos por clérigos o religiosos, niega que el
problema tenga su origen en el celibato. Cfr. «Entrevista», Mundo Cristiano (mayo de 2010), 41-
44. De la misma opinión es Manfred Lutz. Este psiquiatra y teólogo alemán afirma que el pro-
blema de la pedoñlia no está circunscrito a la Iglesia católica. Todas las profesiones e Insdtucio-
nes que, de algún modo tratan con menores, denen este problema. Algunos sosdenen que hay
una relación entre el cehbato y la pedofilia, y que, si se ehminara el celibato, se resolverían estos
problemas. Científicamente esta teoría no dene fundamento. En una conferencia de 2003 en Ro-
ma, todos los expertos internacionales (incluso los no creyentes) comparderon la idea de que
científicamente no existe ninguna relación entre pedofilia y celibato. La absdnencia sexual no
provoca actos de abusos. Cfr. LÜTZ, M,, «La Chiesa e i bambini», L'Osservatore Romano (17 fe-
bbraio 2010), edición digital.
«Si vivís según el Espíritu, no daréis sadsfacción a las apetencias de la carne» (Gálatas 5,16-17).
«El centro de nuestra vida debe ser realmente la celebración diaria de la santa Eucaristía; y aquí
son centrales las palabras de la consagración: "Éste es mi cuerpo... Ésta es mi Sangre"; es decir,
hablamos in persona Christi. Cristo nos permite usar su Yo, haljlamos en el yo de Cristo, Cristo
nos atrae a sí y nos permite unirnos, nos une a su Yo. Y así, mediante esta acción, este hecho de
jer y a tener descendencia porque el objeto de su amor va más allá de una per-
sona concreta; es un amor abierto a Dios, que se realiza en todo ser humano".
Cuando im hombre célibe no cultiva una intensa relación con Dios y, por
Dios, de servicio a los demás, humanamente se marchita, no aguanta, la viven-
cia de sus virtudes pierde su sentido. Alguien que ha entregado completamen-
te su vida desde esta perspectiva sobrenatural empieza a desinoronarse cuando
comienza a buscarse a sí mismo o a realizarse egocéntricamente; cuando el ser-
vicio y la obediencia no se integran en la llamada divina. Normalmente los
problemas relativos a la castidad son propios de personas que dedican dema-
siado tiempo a sí mismos; Dios comienza a desaparecer de su horizonte '*.
También es importante que un hombre célibe sepa qué es una mujer y
cómo relacionarse correctamente con ella. Demasiada intimidad y apertura
puede conducir fácilmente a una situación de bloqueo".
El impulso sexual (erótico) está presente en todas las personas. Cuando
la persona célibe lo siente, debe superarlo, integrándolo en su compromiso de
amor, como también lo hace el no célibe cuando le conviene (por ejemplo, un
marido que siente atracción por otra mujer). La capacidad de moderar el ins-
tinto sexual y de humanizarlo se denomina virtud de la castidad ".
Ciertamente, nadie se incorpora al Seminario sólo con el propósito de vi-
vir el celibato. Esa renuncia, que sin duda lo es, está al servicio de una mayor
libertad para amar a Jesucristo y servir a la Iglesia y a los fieles. La abstinencia
de las relaciones sexuales tampoco supone que el sacerdote niegue su sexuali-
dad, sino que la vive con libertad dentro de un estilo de vida que debe estar
que Él nos atrae a sí mismo, de modo que nuestro yo queda unido al Suyo, realiza la perma-
nencia, la unicidad de su sacerdocio; así Él es siempre realmente el único Sacerdote y, sin em-
bargo, está muy presente en este mundo, porque nos atrae a sí mismo y así hace presente su mi-
sión sacerdotal. Ésto significa que somos incorporados en el Dios de Cristo: esta unión con su
Yo es la que se realiza en las palabras de la consagración. También en el "yo te absuelvo" es el yo
de Cristo, de Dios, el único que puede absolver. (...) Es importante que nos dejemos penetrar
siempre por esta idendficación del yo de Cristo con nosotros». BENEDICTO XVI, Clausura del
Año Sacerdotal. Vigilia con ocasión del encuentro internacional de sacerdotes. Diálogo del Santo Padre con
los sacerdotes. Plaza de San Pedro (10 de junio de 2010).
Cfr. CAEARRA, C, Ética general de la sexualidad, Barcelona: Eiunsa, 1995, 111-119; SARMIENTO,
A., Elmatrimonio cristiano, 3 ed. Pamplona: Eunsa, 2007, 151-162.
Cfr. POLAINO, A., «La realizzazione della persona nel cehbato sacerdotale», en // celibato sacer-
dotale: teohgia e vita, XIV Convegno di Teología, Pondficia Università della Santa Croce, Roma (4-
5 marzo 2010). Texto provisional del autor.
Cfr. EERNÁNDEZ-CARVAJAL, E , Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Madrid: Pala-
bra, 2010, 40-41.
Cfr. SARMIENTO, A., Elmatrimonio cristiano, o. c, 47-53.
lleno de sentido trascendente". Estilo de vida que sin duda puede verse afec-
tado por la falta de apoyo de los que le rodean, la ausencia de una orientación
espiritual regular, el descuido de la vida espiritual o el mal ejemplo de otros
sacerdotes de su entorno que llevan una doble vida.
Un comportamiento sexual sano requiere del individuo, además del adecuado conocimiento del
funcionamiento sexual, de su significado y de su senddo, las acdtudes psicológicas y los hábitos
-control de la curiosidad, respeto de la indmidad y de las normas de pudor, higiene coqjoral y
ejerciciofi'sicoapropiado, autodominio, dedicación intensa al estudio o al trabajo, preocupación
por los demás, senddo de responsabilidad, prácdca religiosa, etc.- que le permitan gobernar su
psicosexualidad y mantenerla entregada al compromiso de amor realizado o por realizar. Cfr.
ZAPATA, R., «Celibato y madurez psicosexual y afecdva», o. c, 856.
'* Cfr. KRÖBER, H . L., «El celibato no es la causa de la paidofilia», en La Vanguardia (21 de mar-
zo de 2010), edición digital; Cucci, G. y ZÖLLNER, H., Chiesa e pedofilia: Una ferita apena. Un
approccio psicologico-pastorale, o. c, 36. Si en la Iglesia católica ha habido efecdvamente un proble-
ma, éste no es el celibato, sino una cierta tolerancia de la homosexualidad, en pardcular en mu-
chos seminarios de los años 60 a 90, época en que se ordenaron la gran mayoría de los sacerdo-
tes condenados por abusos. Cfr. RoSE, M., Goodbye good men: How catholic seminaries turned away
• two generations of vocations from the priesthood, Cincinnad (Ohio): Aquinas Publishing Ltd., 2002.
El pico de los abusos se situó entre 1965 y 1990. Datos obtenidos del Documental: Manzanas
podridas. La Iglesia ante los abusos sexuales, Rome Reports, 2010.
¿Quiere esto decir que todos los sacerdotes que han abusado de menores
son homofílicos? El caso de abusos sexuales de niños no se puede equiparar
con la homosexualidad, pero la investígación en psicología y psiquiatría mues-
tra que ambos tampoco están desconectados ^'. No todos los sacerdotes y reli-
giosos abusadores son personas con inclinación hacia personas de su mismo
sexo, pero un importante número sí lo son.
El Cardenal Secretario de Estado T. Bertone fue muy critícado por al-
gunos medios de comunicación debido a unas declaraciones realizadas en el
Seminario Pontíficio de Santíago de Chile en abril de 2010: «(...) muchos psi-
cólogos y psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pe-
dofilia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente,
que hay relación entre homosexualidad y pedofilia». El portavoz vatícano, F.
Lombardi, aclaró días más tarde que por lo que se refiere a la competencia de
las autoridades eclesiástícas, en el campo de las causas de abusos contra me-
nores por parte de sacerdotes, afrontadas en los años recientes por la Congre-
gación para la Doctrina de la Fe, se confirma el dato estadístíco referido por
monseñor Charles J. Scicluna, Promotor de justícia de la Congregación para
la Doctrina de la Ee"*": de las acusaciones relatívas a los 3.000 casos de sacer-
dotes y religiosos concernientes a delitos cometídos en los últímos cincuenta
años, un 10% se trataba de casos de pedofilia (atracción sexual hacia niños pre-
púberes); un 60% de casos de efebofilia (atracción sexual hacia adolescentes
del mismo sexo); y un 30% de relaciones heterosexuales. El padre Lombardi
concluyó, que el cardenal Bertone sólo hacía referencia a la problemátíca de
abusos por parte de sacerdotes, y no de la población en general.
Estas declaraciones son respaldadas por el Informe publicado en 2004 por
el John Jay College of Criminal Justice (New York), considerado como el más
completo sobre nuestro tema realizado en el mundo'". Al analizar las denun-
cias de abusos sexuales presentadas contra clérigos entre 1950 y 2002 en las di-
ferentes diócesis de los Estados Unidos, el Informe constataba que la gran ma-
yoría de las víctimas, el 81%, han sido varones. Este estudio documentaba que
la pedofilia, la atracción por niños antes de la pubertad, ha sido un fenómeno
menor en los casos de abusos sexuales de sacerdotes. La mayoría de las vícti-
mas eran adolescentes que han superado la pubertad (en un 51 % de los casos
la víctima es un adolescente temprano -11 a 14 años-; en el 35%, un adoles-
cente tardío -15 a 17 años-, sólo un 14% es en menores de 11 años)''^
Philip Jenkins, sociólogo, historiador y catedrático de la Pennsylvania Sta-
te University (PSU), que fue investigador para Sir Leon Radzinowicz, pionero
de la Criminología en Cambridge, y que ha estudiado durante casi tres déca-
das el fenómeno de los pastores religiosos que han cometido abusos sexuales,
convirtiéndose con sus articulos y libros en uno de los mayores expertos, con-
firma en sus obras lo afirmado arriba*'.
La persona pedófila se «interesa» por la niñez, mientras que la persona
homosexual u homofi'lica «prefiere» la edad de la adolescencia. Los pedófilos,
en general, no se interesan por los niños después de que estos entran en la fa-
se de pubertad y desarrollan los primeros rasgos de masculinidad o feminidad;
es el cuerpo y la psique infantil lo que les atrae. Muchos homosexuales, a par-
te de la relación con adultos, se centran en adolescentes (el término médico es
efebófilos).
Cuando se habla de abuso a menores por parte del clero o de religiosos
parece darse a entender que se trata de niños (prepúberes), pero en la mayor
parte de los casos se trata de adolescentes. El acosador no es pues un paidófi-
lo, sino una persona adulta que cede a una inclinación hacia personas de su
mismo sexo: chicos adolescentes, que ya tienen los rasgos sexuales definidos'".
Un varón heterosexual equilibrado no deja de sentir atracción por las mu-
jeres para soñar con menores. Un joven que es psicológica y emocionalmente
maduro, cuando se le admite en el Seminario, difícilmente acabará interesán-
Ya los mismos Obispos norteamericanos comunicaron al día siguiente de la Audiencia con Juan
Pablo II en Roma (24 de abril de 2002) que «si bien los casos de pedofilia auténdca por parte de
sacerdotes y religiosos son escasos, todos reconocen la gravedad del problema. Se ha destacado
el hecho de que prácdcamente todos los casos han visto implicados a adolescentes, por lo que no
puede hablarse de casos de pedofilia auténdca», Ecclesia 3099 (4 de mayo del 2002) 27.
"^^ Cfr. JENKINS, Ph., Pedophiles and priests: anatomy of a contemporary crisis, Oxford: Oxford Univer-
sity Press, 2001. A conclusiones análogas han llegado los estudios de Massimo Introvigne, di-
rector del Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones (http://www.cesnur.org).
El hecho de que un gran número de casos de pederasda se imputen a personas con tendencia ha-
cia personas de su mismo sexo, no lleva a concluir que todas las personas con esta inclinación
sean pederastas.
"*' Algunas fantasías y comportamientos asociados con las parafilias pueden iniciarse en la infancia
o en las primeras etapas de la adolescencia, pero su desarrollo se define y elabora completamen-
te durante la adolescencia y los primeros años de la vida adulta (en más del 50% de los casos la
alteración parafilica se inicia antes de los 18 años). Cfr. BECKER, J. V, JOHNSON, B, R. y KA-
VOUSSI, R, J., «Trastornos sexuales y de la idenddad sexual», en HALES, R, E., YUEOESKY, S. C .
y TALBOTT, J. A. (eds.). Tratado de psiquiatría, tomo I, 3 ed. Barcelona: Masson, 2000, 752, La
mayoría de las parafilias se diagnosdcan en el hombre, y aproximadamente la mitad de los indi-
viduos que las presentan están casados. El gran mercado comercial de la pomografi'a y todo lo
relacionado con ella, hace pensar que la prevalencia de este trastorno en la población puede ser
elevada. Las parafilias se diferencian según las caracterísdcas del estímulo I parafi'lico. La paidofi-
lia y el exhibicionismo son frecuentes, Pero sin duda, la homofilia (tendencia-adicción hacia per-
sonas del mismo sexo) es una de las parafilias más abundantes, Cfr. ZAPATA, R. y PLA, J., «Tras-
tornos de dependencia parasexual o parafilias», en CABANYES, J. y MONGE, M . A. (eds.). La saltid
mental y sus cuidados. Pamplona: Eunsa, 2010, 351-353.
^ La homosexualidad es más que un problema sexual. Es parte de una variante más bien específi-
ca de inmadurez de la personalidad, y entre sus síntomas más frecuentes están la falta de fuerza
de carácter, la soledad interior, las dificultades para la formación de vínculos de amistad madu-
ra, la ansiedad y la depresión. De ahí, que el estrés, en todas sus formas, pueda debilitar la resis-
tencia del hombre a entregarse a sus deseos homosexuales.
3. PREVENCIÓN
3.1. Algunos elementos para discernir si una persona tiene idoneidad psíquica
para ser sacerdote
Cfr. JUAN PABLO n, Exh. Apost. Pastores dabo vobis (25.3.1992), nn. 43-44.
La madurez psicológica consiste en la capacidad de somedmiento de todos los impulsos, deseos y
emociones al orden de la razón. Cfr. POLAINO, A., Madurez personal y amor cojiyugal. Factores psi-
cológicos y psicopatológicos, Madrid: Rialp, 1996. «En este senddo, la persona que vive el celibato
apostólico debe evitar -como cualquier padre biológico fuera de su relación conyugal- toda rela-
ción interpersonal o vivencia afecdva que impliquen o puedan implicar eródcamente su psicose-
xualidad o la del otro. Cualquier apegamiento, indiscreción o trato emocional incompadbles (con
su estado), supondría un riesgo -o ya un trastorno- de distorsión de la psicoafecdvidad propia y
ajena. (...) Las relaciones psicoafecdvas del célibe compromeddo apostólicamente deben transcu-
rrir dentro de los límites exigidos por la relación de asistencia. La expresión afecdva en sus rela-
ciones reales debe estar siempre madzada e impregnada por un senddo trascendente de "ayuda
profesional", que no sólo no quita autendcidad a dichas relaciones, sino que les sirve de garanda».
ZAPATA, R., «Celibato y madurez psicosexual y afecdva», o. c, 868-871.
Cfr. IDEM, 862-863.
«Quienes reciben el don del celibato necesitan una madurez afecdva que capacite a la pruden-
cia, a la renuncia a todo lo que pueda ponerla en peligro, a la vigilancia sobre el cuerpo y el es-
píritu, a la esdma y respeto en las relaciones interpersonales con hombres y mujeres. Una ayu-
da encaminada a que cada uno sea verdaderamente dueño de sí mismo y capaz, por tanto, de esa
entrega exclusiva a Dios». MORATO, J. R., «La razón y los afectos. La armonía afectiva de la per-
sona», en CABANYES, J. y MONGE, M . A. (eds.). La salud mental y sus cuidados. Pamplona: Eunsa,
2010, 75-84, 82.
Cfr. ZAPATA, R., «Celibato y madurez psicosexual y afecdva», 871.
«No se puede admitir al Seminario y a las órdenes sagradas a quienes practican la homosexuali-
dad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada
cultura gay. Dichas personas se encuentran efectivamente en una situación que obstaculiza gra-
vemente una correcta relación con hombres y mujeres. De ningún modo pueden ignorarse las
consecuencias negativas que se pueden derivar de la ordenación de personas con tendencias ho-
mosexuales profundamente arraigadas. Si se tratase, en cambio, de tendencias homosexuales que
fuesen sólo la expresión de un problema transitorio, como por ejemplo el de una adolescencia
no terminada, esas deberán ser claramente superadas, al menos, tres años antes de la ordenación
diaconal» (n. 2).
«El camino formativo deberá ser interrumpido en el caso que el candidato, no obstante su es-
fuerzo, el apoyo del psicólogo o de la psico-terapia, continuase manifestando incapacidad de
afrontar de manera realista, aun teniendo en cuenta la gradualidad del crecimiento humano, sus
graves problemas de inmadurez (fuertes dependencias afectivas, notable carencia de libertad en
las relaciones, excesiva rigidez de carácter, falta de lealtad, identidad sexual incierta, tendencias
homosexuales fuertemente radicadas, etc.). Lo mismo debe valer también en el caso que resul-
tase evidente la dificultad de vivir la castidad en el celibato, soportado como una obligación tan
gravosa que podría comprometer el equilibrio afectivo y relacional» (n. 10).
Cfr. MENOR, D., «Entrevista al Prefecto de la Congregación para el Clero», Vida Nueva (19 de
noviembre de 2010, edición digital).
cuánta más razón el sacerdote! «¡Amad vuestro sacerdocio!, gritaba Juan Pa-
blo II en el quincuagésimo aniversario de su sacerdocio, ¡Sed fieles hasta el fi-
nal! Sabed ver en él aquel tesoro evangélico por el cual vale la pena darlo to-
do»". Si el sacerdote abandona la oración, empezará a enfi-iarse: dejará la
confesión frecuente, descuidará el rezo del Oficio divino y la celebración dia-
ria de la Santa Misa, considerará obsoleta la orientación espiritual, etc.
En muchos Seminarios norteamericanos la Santa Misa diaria figuraba en
el horario, pero no asistir a ella no se consideraba grave. Muchos seminaristas
no rezaban el Oficio divino, que después, de sacerdotes, tendrían obligación
de rezar. Se perdió la práctica de la confesión frecuente y se dejaron de lado
devociones antiguas como el Rosario, el Vía Crucis o la adoración al Santísi-
mo Sacramento. El padre Mathew Lamb, escribió en el Boston College Chroni-
cle en 2002: «Apuesto lo que sea a que ninguno de los sacerdotes que come-
tieron esos pecados y delitos cumplía los siguientes requisitos: Celebrar la
Misa diaria, rezar diariamente el Oficio divino, tener una hora de oración to-
dos los días, confesarse regularmente y tener dirección espiritual»''.
Ser sacerdote es algo tan grande y sobrenatural que sólo los hombres ma-
duros, humana y espiritualmente, pueden afrontarlo. El mundo actual recla-
ma sacerdotes santos. Solamente un sacerdote que aspira a la santidad puede
ser, en un mundo cada vez más secularizado, testigo fiel de Cristo. Él está lla-
mado a ser guía de los hombres y maestro de santidad. Pero solamente lo se-
rá en la medida en que sea un testigo auténtico de Cristo. Sólo si tiene tma ex-
periencia personal de Cristo, puede comprender en verdad su misión. Cuanto
más conozca a Jesús, más le atraerá su misterio. Esto quiere decir que el sacer-
dote debe estar enamorado de Cristo. Debe tener una vivencia personal de
Cristo y sentir la necesidad de llevarlo a los demás.
El sacerdote debe estar bien preparado para responder a las exigencias
del mundo moderno, pero más importante aún es que sea un hombre de Dios,
que transmita a Dios, a través de sus palabras y acciones, de modo que todos
vean en él otro Cristo. Él es representante y embajador de Dios en el mundo,
y debe actuar siempre en su Nombre y con el poder recibido para distribuir
los dones de Dios".
Cfr. ZAPATA, R., «Celibato y madurez psicosexual y afecdva», o. c, 861-862. Hay que aprender
a descansar. En muchos casos es preciso convencerse de que no es un dempo perdido, desapro-
vechado o robado a las obligaciones, ni tampoco un capricho o un lujo. Tampoco es necesario
buscar formas de descanso muy complejas o elaboradas. Una buena fórmula de descanso es cul-
dvar alguna afición (intelectual o manual), desvinculada del quehacer diario, que obligue a me-
ter la cabeza en ella, mejor si requiere la pardcipación de otros o lleva consigo la posibilidad de
ampliar las relaciones personales. Cfr. CABANYES, J. y MELIÁN GARCÍA, A., «Salud mental: orien-
taciones para el equilibrio psíquico», en CABANYES, J. y MONGE, M. A. (eds.). La salud mental y
sus cuidados. Pamplona: Eunsa, 2010, 111-125, 121.
«Es importante que los sacerdotes no vivan aislados en alguna parte, sino que convivan en pe-
queñas comunidades, que se sostengan mutuamente y que, de ese modo, experimenten la unión
en su servicio por Cristo y en su renuncia por el reino de los cielos y tomen conciencia siempre
de nuevo de ello». BENEDICTO XVI, Luz delmundo, o. c, 157-158.
venes en el ámbito eclesiástico. Éstas son algunas de sus palabras: «La Iglesia
tiene una larga tradición de cuidar a los niños desde su más temprana edad
hasta la madurez, siguiendo el ejemplo del afecto de Cristo, que bendijo a los
niños que le presentaban, y que enseñó a sus discípulos que, de quienes son
como aquéllos, es el Reino de los cielos (cfr. Me 10,13-16). Vuestro trabajo ha
brindado una contribución vital a la promoción de ambientes seguros para los
jóvenes. Esto ayuda a garantizar que las medidas de prevención adoptadas sean
eficaces, que se mantengan con atención, y que todas las denuncias de abuso
se traten con rapidez y justicia»".
Es lógico que el sacerdote, en su ministerio y en la búsqueda de vocacio-
nes, se vea obligado a tratar con gente joven. Este hecho, exige vivir unos cri-
terios de sensatez y prudencia.
El primero es controlar la afectividad y reconducir adecuadamente los
afectos. Es normal que, en ese contexto, el cariño que se debe poner tienda a
personificarse; pero, al identificar ese afecto, es preciso controlarlo, sin olvidar
que lo que se pretende no es la persona en sí (como ocurre en al amor conyu-
gal), sino su bien y, precisamente, en este caso, por un amor inconmensurable.
La sensatez y la prudencia obligan (en este caso y en el de cualquiera que
no desee poner en peligro su amor) a evitar implicarse excesivamente en situa-
ciones personales, y, si es preciso, a no hacerlo solo; a restringir al máximo (en
número y duración) las situaciones de gran intimidad; a resolver los posibles
apegos generados; a fomentar la intervención de otras personas en el trato per-
sonal; y a evitar cualquier situación que pudiera ser mal interpretada (prefe-
rencias, exclusividad, intimidad, etc.). Al mismo tiempo, cada uno debe irse co-
nociendo mejor, y saber a qué o a quién puede llegar a apegarse. Deberá hacer
aquí un ejercicio de autocontrol, para no dejarse llevar por esa inclinación.
4. CONCLUSIÓN
BENEDICTO XVI, Saludo a un grupo de responsables de la protección de los niños, en su visita a los an-
cianos en la Residencia San Pedro, London Borough of Lambeth (18 de sepdembre de 2010).
*' «No es nodcia acompañar la vida de un sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y
alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve. La verdad es que no
procuramos ser nodcia, sino simplemente llevar la Buena Nodcia. Pero hace más ruido un árbol
que cae que un bosque que crece. No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacer-
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Vía Crucis, octava estación: «Jesús consuela a las hijas de Jerusalén»,
Madrid: Rialp, 1981, 82.
SAN JOSEMARÍA ESCRTVÁ, Vía Crucis, Comentario a la decimocuarta estación: «Dan sepultura al
cuerpo de Jesús», Madrid: Rialp, 1981, 135.
Bibliografía