Descubrimiento de America
Descubrimiento de America
Descubrimiento de America
El poblamiento de América inició hace aproximadamente 30.000 años y en la actualidad existen diferentes
teorías de este momento.
Teoría 1: dice que fue durante la última glaciación o Edad de Hielo, es decir, que la parte norte del planeta se
congeló y se creó un puente de hielo que unió a Asia y América por el Estrecho de Bering y permitió el paso de
los primeros seres humanos hacia el territorio americano.
Teoría 2. Otras teorías afirman que el poblamiento de América también se hizo por medio de embarcaciones
rudimentarias que navegaron por el océano Pacífico desde las actuales Polinesia y Australia hasta Suramérica o
también bordeando la Antártida, para poblar las regiones del sur del continente.
Las hordas, se resguardaban en cuevas o construían refugios con pieles de animales, hojas y madera para
protegerse de las lluvias y de los animales salvajes. Además elaboraban herramientas y armas en piedra y
hueso, y cazaban en grupo para complementar los frutos y raíces con que se alimentaban.
Las hordas se fueron desplazando desde el norte hasta la Patagonia, al extremo sur de América, en un proceso
lento por las dificultades climáticas y geográficas, hasta lograr poblar todo el continente.
Uno de los descubrimientos más importantes para los primeros seres humanos fue el fuego, pues gracias a este
se podían mantener calientes, se defendían de los animales salvajes, podían fabricar herramientas y cocinaban
sus alimentos.
Junto al perfeccionamiento del cultivo de las plantas, se empezaron a domesticar algunos animales, lo que les
brindaba carne y otras materias primas importantes como el cuero, huesos y pelo
EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
Uno de los primeros navegantes que buscó una vía a la India por mar
fue Cristóbal Colón. Colón nació en Génova en 1451. Desde muy joven
había conocido a los portugueses y navegado con ellos por las costas de
Europa y del norte de África. Los portugueses habían logrado bordear
las costas de África en busca de un camino a la India.
Pero Colón estaba decidido a buscar un camino más corto. Para lograr
esto, Colón consultó a los cosmógrafos de la época, es decir a las
personas que hacían mapas guiándose por los cuerpos celestes, y
estudió esos mapas. Algunos de los cosmógrafos estaban convencidos
de que la Tierra era redonda. Colón también lo creyó a pesar de que muchas de las personas de su tiempo
pensaban que la Tierra era plana.
Gracias a sus estudios, Colón llegó a pensar que si navegaba hacia el oeste podía llegar más rápido al
extremo oriental de Asia. Para Colón y los hombres de su tiempo, fuera de Europa, Asia y África, el resto
del mundo era todo agua. A esa parte de tierra del planeta le llamaban el orbis terrarum o isla de la tierra.
Como no sabía que existía América, pensaba que en el extremo de Asia el océano Atlántico se unía con el
océano Índico. Así, si lograba hacer ese recorrido podría llegar allá y
establecer una ruta más corta para el comercio de las sedas, los perfumes y
las especias con las que se condimentan los alimentos.
Convencido de la idea de que la Tierra era redonda, trazó un plan para ir a
Asia navegando desde Europa hacia el oeste. Presentó ese plan a los Reyes
Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, quienes lo aprobaron y
dieron órdenes para que él pudiera armar una pequeña flota de
embarcaciones.
Se prepararon dos carabelas, es decir unos barcos de vela pequeños y livianos, llamadas la Pinta y la Niña,
y una nao, un poco más grande, llamada la Santa María. Ellas contaban con todo lo necesario para una
larga travesía.
Colón entusiasmó a varios marineros para que lo acompañaran en su
viaje. Esto no fue fácil porque las personas de ese tiempo tenían temor
de adentrarse en el océano Atlántico y nadie se atrevía a navegar
alejándose mucho de las costas. Se creía que el océano estaba
habitado por toda clase de monstruos y animales exóticos.
El 3 de agosto de 1492, Colón y sus hombres zarparon del puerto de
Palos hacia las Islas Canarias. Se sabe, por los documentos existentes,
que en el viaje dormían durante el día. Por la noche velaban observando las estrellas que los guiaban en su
rumbo. Algunos marineros sufrieron muchos mareos y enfermedades, y todos tuvieron miedo.
En la noche del 11 de octubre, estos hombres fatigados oyeron el grito de Rodrigo de Triana: ¡Tierra! El
anuncio les debió causar profunda emoción. Uno de ellos disparó un cañonazo en señal de júbilo.
Esperaron el amanecer para acercarse a las costas de la isla que habían visto.
Muchos de sus habitantes, que ya habían notado su presencia, se reunieron
en la playa. Los españoles creían que habían llegado a una isla de Asia.
Los habitantes de las islas se llamaban a sí mismos tainos, pero Colón los llamó “lucayos”. Vivían en
aldeas, navegaban hábilmente en grandes canoas e hilaban algodón. También hacían la guerra con los
pueblos vecinos y usaban lanzas hechas de espinas de pescado. Las espadas de acero que traían los
españoles los sorprendieron pues no conocían este metal: al tocarlas se cortaron las manos.
En los primeros viajes, Colón y los españoles no llegaron a conocer las costumbres de los tainos ni
pudieron reconocer la riqueza de la cultura de los habitantes de la tierra encontrada. Los españoles
consideraron inferiores a los indios porque su cultura era muy diferente.
Los tainos no hablaban ninguna de las lenguas conocidas en Europa y no usaban ropas como las de los
españoles. Tampoco tenían armas de fuego ni edificaciones fuertes. Los españoles se confundieron y
pensaron que los tainos no tenían valores, ni creencias religiosas. Tardaron en darse cuenta de que los
tainos creían en dioses y tenían sacerdotes que eran también médicos. Estos fumaban el tabaco junto a
otras hierbas para comunicarse con sus dioses y con los muertos. Los españoles no comprendieron que
para los indios el oro era muy importante por su belleza, mas no como moneda para el intercambio.
También les impresionó que los tainos además de comer maíz, pescado, mariscos y otros animales
preparaban arañas, babosas, grillos, lagartos, iguanas y culebras.
Colón recorrió también las otras islas que fue encontrando. A cada una le fue poniendo un nombre que le
recordara lo que era importante en su mundo: Dios, la Virgen y los Reyes. A la primera isla la llamó San
Salvador para honrar a Dios; a la segunda Santa María de la Concepción por la Virgen; a la tercera
Fernandina por el rey; a la cuarta Isabel por la reina y a la quinta Isla Juana, por la hija de éstos. Al
ponerles esos nombres las hacía parte de su mundo y bajo esos nombres el mundo de los aborígenes
quedaba escondido.
Colón regresó a España y contó a los Reyes Católicos que había encontrado una tierra rica y la había
tomado en nombre de ellos. Todo esto quedó escrito en una carta. Colón le llevó a los Reyes algunos
indios y una gran variedad de frutas y aves de las tierras descubiertas. Después Colón hizo tres viajes más.
Colón nunca se dio cuenta de que había descubierto un continente. Hasta su muerte en 1506, Colón creyó
que había llegado a la India. Por esta confusión, a los habitantes de la Tierra Nueva los llamó indios.
Tiempo después, un señor, Américo Vespucio un importante navegante y cartógrafo que vino al Nuevo
Mundo para establecer el mapa de la tierra descubierta.
El sí se dio cuenta de que se trataba de una tierra “nueva” y de que era un continente. En 1502 cuando
recorría las largas costas de América del Sur, pensando aún que podía ser una isla, observó una fuerte
corriente de agua dulce que penetraba con mucha fuerza en el mar. Dedujo que se trataba de la
desembocadura de un río que venía de muy lejos. Este río no podía ser un río que sólo hubiera recorrido
una isla porque entonces no sería tan caudaloso. Hoy sabemos que la corriente de agua dulce que encontró
Américo en el mar de agua salada era la desembocadura del gran río Amazonas.