C5 - Reflexiones en Torno A Los Fenómenos Migratorios

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REFLEXIONES EN TORNO A LOS FENÓMENOS

MIGRATORIOS

Fernando Lolas Stepke1


Lorenzo Agar Corbinos2

Resumen
El fenómeno migratorio representa uno de los temas más relevantes
del presente siglo. El siglo XX se caracterizó por la explosión demo-
gráfica. En el XXI, las migraciones, bajo distintas formas, constituyen
desafíos en diversos campos, en particular en la economía y la cultura.
Las sociedades cambian con las innovaciones que se presentan con
poblaciones que ingresan a un territorio buscando nuevas perspec-
tivas de vida. Las interacciones resultantes, no exentas de conflicto,
producen transformaciones culturales que exigen reflexión y análisis.
Chile experimenta sus efectos en una magnitud sin precedentes, por
la naturaleza de las nuevas migraciones. Se sugiere que un país más
diverso será positivo para la sociedad chilena, en la medida en que los
procesos migratorios puedan ser entendidos y asimilados, fortalecien-
do una identidad nacional de amplia pluralidad cultural.

Palabras clave: migraciones, pluralidad cultural, cohesión social.

1
  Director de Anales del Instituto de Chile. Miembro de Número, Academia Chilena de
la Lengua, Correspondiente, Real Academia Española. Académico Honorario, Academia
Chilena de Medicina y Academia Nacional Mexicana de Bioética. Profesor Titular de la
Universidad de Chile.
2
  Profesor Agregado, Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación,
Facultad de Medicina, Universidad de Chile.

Anales del Instituto de Chile, Vol. xxxvii, Estudios, pp. 21 - 34, Santiago, 2018 21

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Fernando Lolas Stepke y Lorenzo Agar Corbinos

El fenómeno migratorio
Los desplazamientos humanos de los pueblos han reconocido esencial-
mente dos tipos de motivaciones. Algunas deben su origen al desconten-
to, la opresión o la guerra. Otras se explican por el atractivo que países
e imperios ejercen sobre los pueblos cuando la imaginación colectiva
los presenta como paraísos terrenales o lugares donde la vida puede ser
mejor. El colapso del Imperio Romano empezó en su periferia, cuando
los bárbaros, empujados por otros pueblos, empezaron a socavar sus
fronteras, pacífica o bélicamente. Tradicionalmente, en la literatura
sobre el fenómeno migratorio, se designa a estos factores con los angli-
cismos “push”, de empujar, y “pull”, de atraer. Desde el punto de vista de
las definiciones, la movilidad humana que interesa es la que se refiere
a desplazamientos a lugares distantes y distintos.

Tanto la “vis a tergo” —la fuerza de dejar lo conocido— como la “vis a


fronte” —la atracción de lo que se imagina mejor— pueden recibir expli-
caciones demográficas, económicas o bélicas. Importa en un análisis del
presente no solamente indagar o precisar las causas sino también analizar
sus efectos. El siglo XX, con la creación de organismos especializados del
sistema de Naciones Unidas y la necesidad de los Estados de hacer frente
con cada vez regulaciones más estrictas a los distintos tipos de flujos mi-
gratorios, legó importantes interrogantes. Actualmente Naciones Unidas
impulsa la idea de que las migraciones deben ser seguras, controladas y
reguladas, y no desdeña incluso la potestad de los Estados para planificar
los flujos migratorios. El siglo XX será quizá recordado como el periodo
histórico en que más personas se desplazaron de un lugar a otro. La
emergencia de los Estados nacionales y la noción de “frontera política”
plantean problemas inéditos en la historia humana. Piénsese solamente
en que la misma noción de “ciudadanía” —en su connotación político
social— convierte cualquier desplazamiento no regulado o permitido en
la pérdida de la condición de ciudadano, la adquisición de una nueva o,
como ocurre con los desplazados por conflictos y guerras, en la añoranza
de este importante factor de identidad. La experiencia del exilio ilustra,
en el plano individual, lo que significa el desarraigo, la necesidad de
reestructurar identidades, la obligación de adaptarse.

La emigración —dejar lo conocido— y la inmigración —arribar a lo


desconocido— no solamente suponen desplazamiento de individuos.

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Reflexiones en torno a los fenómenos migratorios

Significan la interacción de modos de expresarse, costumbres, hábitos,


obligaciones y derechos. No migran solamente personas, también ideas,
concepciones vitales, lenguajes.

Hay países que, en virtud de las ventajas aparentes o reales que ofre-
cen a sus ciudadanos y residentes, se convierten en polos de atracción.
Los países desarrollados, especialmente Estados Unidos de Norteaméri-
ca y los de Europa Occidental, todavía concentran la mayor parte de los
flujos migratorios. Ello se explica por la atracción que sus condiciones
de vida ejercen sobre los habitantes de otros países como por el elevado
crecimiento demográfico y las pobres condiciones de vida que enfren-
tan los habitantes de las naciones de origen. Hay países que de fuente
de emigrantes se han convertido en receptores de inmigrantes. Basta
comparar la Europa de la época de las expansiones coloniales con la
Europa de hoy para sustanciar este aserto.

A la colonización y la conquista subyacen ideas de expansión del


“espacio vital”; la tierra ha significado siempre el núcleo de la posesión
firme y sólida de lugares en que una cultura puede preservarse, acre-
centarse o consolidarse.

La desmembración de los imperios, que por su naturaleza siempre


aglutinaron lo diverso, modifica la noción de frontera en sentido geopo-
lítico. Pueblos de composición étnica semejante, incluso con idiomas
semejantes, se han visto separados por realidades administrativas que
regulan, limitando o permitiendo, el desplazamiento de “nacionales”.
Nuestra América mestiza, heredera de una mezcla de tradiciones autóc-
tonas (de “primeras naciones”) y usos impuestos por la cruz o la espada
(evangelización y conquista), sumado a la importación de esclavos afri-
canos, es un fértil campo para la reflexión.

La migración plantea dilemas de diversa naturaleza. Psicológicos, por


el efecto que el “extraño” suscita y la alienación del “extraño” que lle-
ga. Económicos, por las modificaciones del escenario laboral. Políticos,
por la necesidad de acomodar poblaciones provenientes de regímenes
jurídicos distintos. Recuérdese la experiencia de Alemania Federal, que
en la posguerra alentó la llegada de trabajadores extranjeros y luego
impuso restricciones a la llegada de mano de obra. Manteniendo el eu-
femismo de “Gastarbeiter” (“trabajador invitado”), la sociedad alemana se

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ha visto enfrentada a una mezcla de xenofobia, temor a perder trabajo,


simpatía por el desvalido, aversión a hábitos foráneos y difícil integra-
ción al ideario político de la democracia, desconocido para muchos
inmigrantes. A ello debe sumarse la xenofobia ideológica que resurge
con idearios políticos extremos.

Las disyuntivas se observan universalmente. En el caso chileno se


han agudizado en las últimas décadas. Hoy el país alberga personas de
países latinoamericanos; inmigración de nuevo cuño que se suma a la
proveniente en el pasado de países europeos o asiáticos. Hay voces de
desaprobación y de alabanza. Manifestación de prejuicios. Declaraciones
sobre el aporte que la diversidad hace a nuestra cultura. Clamor por
regulaciones más explícitas. Se observa la ambivalencia que produce un
fenómeno social no esperado ni buscado que se enfrenta con escaso
conocimiento de otras culturas o de las adecuadas nociones de comuni-
cación intercultural. Chile avanza hacia una sociedad pluricultural sin
haber examinado lo que ello significa.

Se trata de un fenómeno que merece desapasionada reflexión, edu-


cación de las personas, regulaciones jurídicas y económicas, preven-
ción del tráfico o trata de personas y abuso laboral, entre otros, y que
represente una postura de la sociedad en su conjunto. No será nunca
de consenso absoluto, pero sus matices exigen permanente estudio.

Las migraciones y su relevancia social


El fenómeno migratorio ha sido uno de los hechos históricos más sig-
nificativos en el proceso de formación de las sociedades americanas;
ha sido factor determinante en la conformación de la América mestiza.

Entender el fenómeno de la migración externa exige observar cómo


el nomadismo se instala en el imaginario de la sociedad chilena. Quienes
llegaron a Chile adoptaron esta tierra como propia. Transmitieron a sus
descendientes el amor por esta segunda patria transformada en propia.
Terceras y cuartas generaciones de descendientes, con amplio mestizaje,
integradas a Chile, buscan en sus raíces singularidad de identidad.

La resiliencia afectiva supone capacidad para superar la pérdida de


afectos y encontrar nuevas formas de vinculación en la tierra ajena que
se vuelve propia. Nietzsche dice:

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Reflexiones en torno a los fenómenos migratorios

Quien ha alcanzado la libertad de la razón, aunque sólo sea en cierta me-


dida, no puede menos que sentirse en la tierra como un caminante, pero
un caminante que no se dirige hacia un punto de destino, pues no lo hay.
Mirará, sin embargo, con ojos bien abiertos todo lo que pase realmente en
el mundo. Asimismo, no deberá atar nada al corazón con demasiada fuerza.
También deberá tener algo de vagabundo al que agrada cambiar de paisaje.
(citado en Maffesoli, 1993, p. 309)

La migración conduce al recuerdo del pasado, condición de excita-


ción y aventura propia de la era posmoderna. Como apunta Enzenber-
ger “El sedentarismo no es una de las características de nuestra especie;
se ha ido consolidando relativamente tarde con toda probabilidad en
estrecha relación con la invención de la agricultura. Nuestra existencia
primaria fue la de cazadores, recolectores y pastores” (1992, p. 10).

Aunque muchas especies animales se mueven, la humana se caracte-


riza por un constante transitar con fines de conquista, sobrevivencia o
mejora de vida. El nomadismo ha sido forma ancestral de convivencia
y el auge civilizatorio —atribuido al sedentarismo y la fundación de co-
munidades en lugares específicos— produce un nuevo carácter. Con la
emergencia de las ciudades y los Estados con delimitación geográfica,
la movilidad humana adquiere connotaciones novedosas. Ya no se liga
solo a la búsqueda de recursos de supervivencia. Se agregan otras moti-
vaciones. Y el riesgo pasa a ser un factor de importancia.

La aceptación positiva del riesgo crea riqueza en las economías mo-


dernas y es esencial en una sociedad innovadora. Para Giddens (2003),
la aceptación del riesgo es condición de excitación y aventura. Esta
disposición al riesgo implica una vitalidad renovada, característica que
destaca Maffesoli: “Es natural establecerse, institucionalizarse, y por esto
mismo, olvidar la aventura que marcó el origen. El nomadismo nos
recuerda esa aventura original (...) el mito del caballero andante, sean
cuales fueran las figuras contemporáneas que pudieran encarnar, con-
tinúa presente en el imaginario colectivo” (2004, p. 39). En este mismo
texto Maffesoli comenta que, para Platón, el inmigrante o el viajero
se convierte en riesgo moral para el mantenimiento de lo habitual; es
portador de novedades y puede incomodar. El viajero es el testigo de un
“mundo paralelo” donde lo afectivo, en sus diversas expresiones, se per-
mite errar y en donde predomina la ausencia de normas. El inmigrante
se transforma en un provocador —lo cual puede no ser así en su medio

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de origen— que amenaza los valores de la sociedad de llegada. Con su


forma novedosa de observar y participar en la vida se convierte en un
ser distinto que puede ser objeto de discriminación o de referencia de
nuevas formas de sociabilidad.

La movilidad humana siempre ha existido. Ya Juan de Salisbury, en la


Edad Media, declaraba a la búsqueda de “terra aliena” una de las claves
del saber. Las peregrinaciones hacia las fuentes del creer o del saber han
sido una constante histórica. Incluso peregrinaciones armadas, como
las Cruzadas, no se explican solamente por el afán bélico sino también
por el deseo cinético de la aventura y de la aprehensión de lo descono-
cido. Los espacios sin roturar, las selvas ignotas, los mares desconocidos
siempre han sido acicate para el desplazamiento de personas. Incluso
hoy, en que viajeros, viajantes y turistas por millones utilizan los medios
de transporte que la modernidad ha puesto a su disposición.

El nomadismo contemporáneo es fuente de creatividad cotidiana.


La persona en los márgenes —no en la marginalidad— de la vida social
revitaliza la vida misma y no puede considerarse fuera de norma.

Es necesario diferenciar el proceso migratorio posmoderno del ocu-


rrido en el pasado. Larraín dice:
Mientras la modernidad creía en el progreso lineal, la tecnología, la cien-
cia positiva y la razón, la posmodernidad privilegia la indeterminación, la
fragmentación, la heterogeneidad y la diferencia. Desconfía de las verdades
absolutas y de las meta narrativas o discursos totalizantes de aplicación uni-
versal, especialmente de aquellos que proponen la emancipación humana.
(1996, p. 244)

La movilidad humana es elemento central del desarrollo económico


para el mundo; parte de la prosperidad de los países del primer mundo
se debe al trabajo de los inmigrantes. Aportan conocimientos, ocupan
nuevos segmentos laborales, contribuyen a la superación de la pobreza y
aumentan las oportunidades económicas. La prosperidad y el desarrollo
de los países más avanzados han dependido fuertemente del aporte de
personas nacidas fuera de su territorio.

Progresivamente crece la fuerza laboral migrante proveniente de los


países en desarrollo. Si a ello se añaden las bajas tasas de crecimiento
demográfico —o su franco decrecimiento— en el primer mundo, los

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Reflexiones en torno a los fenómenos migratorios

talentos humanos del futuro en sus diferentes sensibilidades y particu-


laridades procederán de países del tercer mundo, en especial africanos,
latinoamericanos y asiáticos.

Los recursos que los migrantes remesan hacia los países de origen
constituyen un ingreso importante para muchas naciones del tercer
mundo. Exigen desarrollar mecanismos que vinculen estos flujos al de-
sarrollo de estos países. Además de recursos financieros, la migración
permite transferencia de conocimientos, cultura, experiencias, contac-
tos y tecnologías a los países de destino.

Los actuales movimientos de población dentro del contexto latino-


americano responden a desigualdades y exclusión que coexisten con
nuevas oportunidades globales. Incluso la formación profesional ya no
se hace solamente en función de las necesidades locales sino de deman-
das fuera de las fronteras nacionales.

La diversidad, en la era de la globalización, constituye factor de de-


sarrollo. Puede decirse que la pluralidad es signo de la globalización
posmoderna así como lo singular fue el objetivo en la era moderna.

Sobre esto, Maffesoli dice:


Inducida por el politeísmo, la imperfección relativa está en el corazón de
todas las historias humanas, como es por lo demás lo propio de la vida.
Las sociedades que han sabido preservarla han sido las más dinámicas. Al
respecto, tal vez debe proponerse una “ley sociológica”, la cual subrayaría
que la armonía individual está aparejada con la vitalidad de un conjunto
determinado. La organización social ha sido fecunda y productiva —en lo
cultural, como en lo político o en la simple vida cotidiana— cada vez que ha
sabido poner el acento en la diversidad. Hay que hacer notar que la figura
de la sabia Palas Atenea, símbolo de la sabiduría que es llamada a manejar
y guiar a la Polis Atenas como prototipo de ciudad, es ella misma plural.
Antes de ser la diosa de la razón y de la mesura es, según ciertas versiones,
belicosa y salvaje. (1992, p. 15)

En las etapas previas a la idea del Estado nación, con su rasgo unita-
rio o totalitario, prevalece una realidad conflictiva y polar con múltiples
facetas intermedias. En ella se acentúa la diversidad y complementarie-
dad de las formas y de las fuerzas y se tiende a valorizar lo que unifica,
lo monovalente y lo unidimensional.

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Los elementos determinantes de las políticas de poblamiento de


Chile luego de su independencia son variados. Las razones para hablar
en nombre de la homogeneidad estuvieron imbuidas por el espíritu de
la época. Miles de inmigrantes aportaron a Chile costumbres y espíritu
emprendedor. Cambiaron la cultura, haciéndola más rica, fecunda y
diversa.

Hoy los contactos entre culturas tienen cada vez más relevancia. Las
fronteras siguen presentes y pensar en acabarlas es utopía lejana. A pesar
de esto, una reconstrucción de su significado puede permitir encontrar
puntos de interacción que estimulen procesos plurales de encuentros
culturales.

Para Maffesoli (2004), la mirada exterior es más penetrante y más


ácida; ve lo que la costumbre hace difícil apreciar. Las culturas, en sus
momentos fundacionales, supieron pasar por el crisol de su tradición
aportes del extranjero. Cuando necesitan conservar dinamismo lo hacen
de nuevo. La vida cotidiana es una perpetua integración, consciente o
no, de lo que viene de lejos.

Según Schramkowsy (2005), la integración, desde un punto de vista


sociológico, se define como un proceso complejo en el curso de varias
generaciones, e implica un acercamiento social y cultural entre inmi-
grantes y sociedad receptora. No depende de la simple disposición de
una de las partes; demanda constante interacción entre quienes perte-
necen a una y otra “cultura”. Supone un cambio gradual tanto de los
inmigrantes como de las estructuras y la capacidad de diálogo en la
sociedad de acogida.

El proceso de integración de los inmigrantes es un proceso largo


y complejo. El escaso conocimiento del “Otro” lleva a prejuicios, este-
reotipos y percepciones erradas. Aparece la discriminación, relegando
al otro a un espacio prácticamente de “invisibilidad social y cultural”, o
generando una suerte de “vidas paralelas”.

Para Sartori (2001), las sociedades modernas ven a los extranjeros


como un “Otro” demasiado diferente. Hace ver que el inmigrante es
distinto incluso respecto de los distintos locales, distintos a los que, de
alguna forma, estamos acostumbrados. Son pues extraños distintos. El
inmigrante posee, con su diversidad, a los ojos de la sociedad que lo

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Reflexiones en torno a los fenómenos migratorios

acoge, un exceso de alteridad. Es pertinente lo que apunta este cono-


cido autor:
Este plus de diversidades (en plural) se puede reagrupar, simplificando,
bajo cuatro categorías: 1) lingüística, 2) de costumbres, 3) religiosa, 4)
étnica. Lo que quiere decir que el extranjero nos resulta extraño o porque
habla una lengua distinta (y quizá no habla la nuestra), o porque las cos-
tumbres y tradiciones de su país de origen son distintas, o también porque
es de diferente religión (no con el contraste hoy ya débil entre católicos y
protestantes, sino con el fuerte entre cristianos e islámicos), y por último
porque puede ser de otra etnia (negro, amarillo, árabe, etcétera). Y las dos
primeras diversidades son muy diferentes de las segundas. Las dos primeras
se traducen en “extrañezas” superables (si las queremos superar); las dos
segundas, en cambio, producen “extrañeza” radicales.

De lo que se desprende que una política de inmigración que no distingue el


trigo de la paja, que no sabe o no quiere distinguir entre las distintas “extra-
ñezas” es una política equivocada, destinada al fracaso. Por eso nos debemos
plantear tres preguntas. La primera es: ¿Integración de quién? La segunda
es: ¿Integración cómo? Por último, hoy también nos debemos preguntar:
¿Integración por qué? En efecto, si el multiculturalismo la combate y si los
“integrandos” la rechazan, ¿qué sentido tiene apuntar hacia esta solución?

Así pues, y en primer lugar, ¿integración de quién? Y, por tanto, ¿integración


entre quiénes? En América ha sido sobre todo de nacionalidad y de raza.
Pero en Europa, hasta hace pocas décadas, ha sido entre clases, entre ricos
y pobres. (2001, s/n)

Una actualidad desafiante en Chile y el mundo


La migración internacional, junto con el envejecimiento, es un hecho
sociodemográfico de la mayor relevancia en el presente siglo.

Aunque el porcentaje de la población mundial en estado migratorio


haya sido mayor en otras épocas, según la Organización de las Naciones
Unidas (2017a) habría hoy 258 millones migrantes internacionales, un
49% más que en el año 2000. En términos relativos, este número supe-
ra al 23% del crecimiento demográfico mundial en este mismo lapso.
Como consecuencia de ello, la proporción de migrantes en la población
mundial ha pasado del 2,8% al 3,4%. Es probable, apunta Naciones
Unidas, que las tendencias demográficas, combinadas con otros facto-
res, como las repercusiones del cambio climático, contribuyan a que la
migración siga aumentando.

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Fernando Lolas Stepke y Lorenzo Agar Corbinos

Alrededor de la mitad de los migrantes internacionales se dirigen


principalmente hacia los países de Europa Occidental y de América
del Norte. Los países más desarrollados del orbe son los más atractivos.

Los migrantes ofrecen conocimientos especializados y poder de


emprendimiento que benefician a las sociedades que los acogen, co-
munican ideas e inspiran a otros a elevar sus ambiciones económicas.
Las comunidades de la diáspora pueden tender puentes entre Estados
mediante filantropía, inversiones e innovaciones en sus países de origen
(Naciones Unidas, 2017b).

Los migrantes potencian también la economía de los países de des-


tino; el 85% de sus ingresos lo destinan al consumo local y un 15% va a
las remesas. Según el Banco Mundial (2017), se transfirió en el mundo
remesas por un valor estimado en 596 mil millones de dólares, de los
cuales en torno a un 75% tuvieron como destino países en desarrollo; en
muchos de ellos representan una proporción importante de sus ingresos.

Las noticias no son alentadoras en cuanto al reconocimiento y acep-


tación de los migrantes por parte de las sociedades receptoras. Una
reciente encuesta IPSOS (2016) muestra que, frente a la afirmación
“Mi país está cambiando en una forma que no me gusta”, un 46% está
de acuerdo y un 22% no lo está. Y frente al aserto “El impacto de la mi-
gración ha sido negativo”, un 45% está de acuerdo y un 20% no lo está.
Incluso una afirmación que podría haber tenido respuesta favorable
tampoco la obtiene: “La inmigración hace mi país más interesante para
vivir”; un 29% está de acuerdo y un 36% no lo está. Hay más preguntas
pero, por lo general, la percepción del aporte de la migración no es po-
sitiva, a pesar de que las evidencias basadas en estudios serios muestran
todo lo contrario a la percepción mayoritaria de la gente.

Los desafíos para el futuro


Observar el pasado, caracterizar el presente y reflexionar creativamente
sobre el futuro son desafíos perennes. Las preguntas sobre el impacto
de los flujos migratorios en Chile son fundamentales para todas las insti-
tuciones culturales. La dinámica de los cambios sociales y demográficos
no permite realizar proyecciones precisas. Siempre reinará la incerteza,
ya que siempre la coyuntura desafiará la planificación.

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Reflexiones en torno a los fenómenos migratorios

Con relación a nuestro país, algunas observaciones son pertinentes.


El reciente Censo de Población y Vivienda de 2017 muestra lo siguiente:

a) Los inmigrantes en Chile corresponden a un total de 784.685 perso-


nas, un 4,4% del total nacional. Entre el Censo de 2002 y el presente
de 2017 los inmigrantes se han incrementado en un 302%.

b) La tasa de crecimiento migratorio anual entre el Censo de 2002 y


2017 fue de 9,8%, mientras que el de la población total de Chile fue
de un 1% anual. El 66,7% de los actuales inmigrantes en Chile llegan
después del año 2010.

c) Según el Censo de 2017, un mayoritario 65,2% reside en la Región


Metropolitana. El 7% de los residentes de esta región son inmigrantes.
El 8,4% reside en la Región de Antofagasta y representa un 11% del
total regional. El 5,9% reside en la Región de Tarapacá y corresponde
al 13,7% del total poblacional regional. Y el 2,4% vive en la Región de
Arica y Parinacota, representando el 8,2% de la población de esa región.

d) Al interior de la Región Metropolitana de Santiago casi la mitad de


los 455.314 inmigrantes censados residen en solo 5 comunas: Santia-
go, 24,6%; Las Condes, 6,8%; Independencia, 6,7%, Recoleta, 5,3%,
Estación Central, 5,0%.

e) La participación relativa de los inmigrantes en la población de estas


comunas es como sigue: en Santiago, 27,8%; en Las Condes 10,5%,
en Independencia, 30,2%; en Recoleta, 15,2%; en Estación Central,
15,6%.

f) Las principales comunidades extranjeras en Chile están representa-


das por los siguientes países: Perú, 24,5%; Colombia, 13,8%; Vene-
zuela, 10,9%; Bolivia, 10,4%; Argentina, 9,4% y Haití, 8,2%. Entre
2002 y 2017 los mayores crecimientos se presentan entre haitianos,
colombianos y venezolanos.

El porvenir ya no es lo que era. Desafìos para el


Instituto de Chile
Los nacidos entre 2000 y 2020 tendrán entre 30 y 50 años en 2050 y
serán parte del grupo etario de alta productividad; representarán 20%

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Fernando Lolas Stepke y Lorenzo Agar Corbinos

de la población de Chile que alcanzará, estimativamente, los 21 millones


de personas. Un número significativo procederá de las actuales migra-
ciones. Entre 2010 y 2017 los nacimientos con ambos padres chilenos
bajaron en un 12,7%. El 8,6% de nacimientos en Chile (19 mil) tiene
hoy al menos un progenitor extranjero. El incremento de estos naci-
mientos entre 2010 y 2017 fue de 125%. Sobre total de nacimientos con
al menos un padre extranjero, 55% fue de carácter mixto. Y en aquellos
nacimientos con ambos padres extranjeros el aporte relativo fue de 45%.
De los hijos nacidos de padres mixtos, 60% lo fue de padre chileno y
madre extranjera y 40% de madre chilena y padre extranjero. Al ritmo
actual de crecimiento anual de la tasa de natalidad mixta, aproximada-
mente en 2050, sino antes, serán más estos nacimientos que aquellos
con ambos padres chilenos.

Este fenómeno señala la importancia de la pluriculturalidad en las


acciones de índole social y en la formulación de políticas públicas.

Uniones matrimoniales mixtas y su descendencia (los nuevos chile-


nos) plantean renovados desafíos. Las comunidades de inmigrantes se
consolidan en la medida que mantienen sintonía con sus raíces. Debe
buscarse equilibrio entre el vínculo emocional con sus orígenes y su
inserción en la sociedad chilena. Una sociedad que erradique prejui-
cios, estereotipos y discriminación basada en el origen de las personas
tiene mayores posibilidades de ser una sociedad justa. Esto significa, una
comunidad que satisface a sus miembros individual y colectivamente.

La búsqueda de cohesión pluricultural no significa perder la visión


de nación unitaria. La identidad nacional debe salir fortalecida con
la coexistencia armónica de diversidades. Transformar a Chile en un
país más equitativo e inclusivo adquiere más profundidad, tanto desde
el punto de vista ético como desde el punto de vista de los desafíos
derivados de formas inéditas de encuentro cultural. Los nuevos grupos
“etnodiaspóricos” ejercerán presión para ganar espacios sociales y polí-
ticos, como lo hicieron previas comunidades de migrantes (Agar, 2011).

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Reflexiones en torno a los fenómenos migratorios

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Schramkowski, B. (2005). Perspectivas sobre integración en Chile. Praxis, Revista de
Psicología y Ciencias Humanas, Universidad Diego Portales, 7.

Fernando Lolas Stepke. Profesor Titular de la Facultad de Medicina y del Ins-


tituto de Estudios Internacionales, y director del Centro Interdisciplinario de
Estudios en Bioética de la Universidad de Chile. Doctor Honoris Causa de la
universidades Nacional Mayor de San Marcos y Ricardo Palma (Lima), de Cór-
doba y de Cuyo (Argentina). Profesor Honorario en instituciones de enseñanza
superior de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. Miembro de Número
de la Academia Chilena de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia
Española, Honorario de la Academia Chilena de Medicina y de la Academia
Nacional Mexicana de Bioética. Ex director del Programa de Bioética de la

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Fernando Lolas Stepke y Lorenzo Agar Corbinos

Organización Panamericana de la Salud. Miembro del Comité Internacional


de Bioética de UNESCO. Director de Anales del Instituto de Chile.
Lorenzo Agar Corbinos. Sociólogo, Magíster en Desarrollo Urbano y Regional,
Doctor en Ciencias Sociales, Ex miembro del Consejo Técnico de Política Mi-
gratoria de Chile. Profesor universitario. Consultor e investigador en materias
sociodemográficas y migratorias.

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