Restauración y Remediación
Restauración y Remediación
Restauración y Remediación
Hasta ahora hemos visto sobre todo qué problemas plantea la minería. La mayor parte de estos problemas existen, y persisten
durante largos periodos de tiempo, porque en el pasado no se tomaban precauciones en el proceso extractivo, ni se procedía a
restaurar lo que había quedado tras el cese de una actividad minera. Ello en algunos casos resultó positivo para el hombre. Por
ejemplo, las antiguas labores mineras han constituido desde siempre una de las herramientas más poderosas de exploración
minera. Donde se explotaron concentraciones de un determinado mineral puede haber más. Ejemplos notables son los de Río
Tinto (Cu, sulfuros masivos; periodo romano), Chuquicamata (Chile, Cu; época precolombina), El Indio (Chile, Au; minería
artesanal, época moderna), Las Médulas (León, España, oro; periodo romano). En otros casos, sobre los restos de la actividad
minera se han implantado ecosistemas característicos y únicos, como el del río Tinto; en concreto este ecosistema es anterior,
incluso, al advenimiento del Homo sapiens.
En cualquier caso, los efectos a corto plazo de la actividad minera tienden a ser destructivos e irrecuperables, y por tanto, es
deseable minimizarlos en lo posible. Se debe hacer lo posible por recuperar las áreas afectadas, ya sea porque afectan al paisaje,
o porque afecten al medio (p.ej., contaminación de suelos, aguas, etc.) y los parámetros que lo definen en un momento dado:
cobertera edáfica, vegetación, fauna…
Como se pone de manifiesto en los párrafos anteriores, hay que diferenciar tres aspectos: la prevención del impacto (que se
desarrollará antes o durante las labores de explotación), la restauración (land reclamation) del terreno, que consiste básicamente
en devolverle en lo posible su aspecto original, y la remediación (remediation), que pretenderá solucionar los problemas de mayor
calado, no solucionables mediante la simple restauración.
En lo que se refiere a la prevención, hemos visto como hacerla al explicar los diferentes problemas que plantea la explotación
minera sobre el aire, el agua y el suelo, y hablaremos más al respecto al hablar del Estudio de Impacto Ambiental, por lo que nos
referiremos a continuación a restauración y remediación de los problemas planteados en el terreno por la actividad minera, es
decir, los relacionados con la excavación y con la acumulación de estériles de mina y de materiales de lavadero.
Reutilización de estériles
Una cuestión previa al planteamiento del problema de la restauración y la remediación suele ser la posibilidad de que los estériles
que se produzcan en el proceso (ya sean las escombreras de la propia mina, o de lavadero) tengan alguna utilidad, lo que
evidentemente reducirá en parte los problemas posteriores. Aplicaciones posibles para estos materiales serían:
· Áridos. Se aprovechan sobre todo los procedentes de canteras de rocas ornamentales. Los desechos de mayor tamaño se
utilizan como áridos de machaqueo, mientras que la arena granítica de los recubrimientos de la cantera, y procedentes del corte
en telar pueden servir como arenas silíceas más o menos impuras. En otros casos, la aplicabilidad de la roca no útil a efectos de la
explotación podrá ser más o menos adecuada para los diversos fines a que se destinan estos materiales: balasto, base y subbase
de carreteras, morteros, hormigones, firmes de carretera, etc. A este respecto, conviene recordar que muchas escombreras de
minas de sulfuros de plomo-cinc han sido utilizadas para la fabricación de cementos y firmes asfálticos, con resultados
desastrosos, debido a la reacción de los sulfuros presentes en las rocas de la escombrera con el aglomerante, ya sea cemento o
asfalto. A este respecto se plantean dos problemas: 1) reacciones exotérmicas en los sulfuros, con aumento de volumen; y 2)
generación de ácido sulfúrico por oxidación de los mismos.
· Materiales cerámicos. Los recubrimientos arcillosos, o de pizarras fuertemente alteradas, pueden tener aplicación en la
industria cerámica, en función de su composición concreta.
· Aprovechamiento energético. Los estériles que poseen carbón repartido por toda su masa, tienen un poder calorífico
superior que va desde los 1.700kJ/kg hasta los 8.000 kJ/kg. Se intenta aprovechar esta energía, siguiendo principalmente dos
caminos: recuperación del carbón de viejas escombreras y lavaderos antiguos y la combustión en lecho fluidizado, que permite
quemar una amplia variedad de combustibles, entre los que se encuentran aquellos de bajo poder calorífico.
· Agricultura. Otra de las posibilidades de aprovechamiento de los estériles de carbón es su uso como fertilizante o
acondicionador de suelos destinados a la agricultura. La existencia de ácidos húmicos en el carbón parece ser el mayor aporte de
los estériles a la nutrición vegetal, puesto que estos ácidos intervienen en la formación de complejos órgano-minerales y en los
efectos catalíticos y estimulantes que incluso a pequeñas concentraciones tienen sobre el crecimiento vegetal.
· Reutilización de suelos para labores de restauración y remediación. El suelo, y en especial los horizontes A y B, tarda siglos en
formarse. Si es removido y acumulado, puede ser utilizado más tarde como recubrimiento de labores mineras. Cabe destacar que
estos suelos acumulados sufrirán una cierta degradación con el tiempo, por ejemplo apelmazamiento, aumento de la densidad,
decrecimiento de la capacidad de acumular agua, cambios químicos decrecimiento del ciclo de nutrientes y de la actividad
bacteriana, y pérdida o reducción de remanentes de plantas y de la actividad de semillas. No obstante, estos suelos son la mejor
opción para restablecer el ecosistema vegetal y microbiano existente antes de la actividad minera.
Restauración
La restauración de un terreno afectado por la minería consiste en devolverle en lo posible su aspecto original, previo
a la realización de las labores de extracción minera. En concreto, en España está regulada legalmente, incluso
mediante una fianza que es necesario depositar en la correspondiente Jefatura de Minas, y que solamente se
restituye a la empresa explotadora una vez que han llevado a cabo los correspondientes trabajos. Todo esto de
acuerdo con un Proyecto inicial de restauración, presentado al solicitar el correspondiente permiso de explotación, y
con el visto bueno de la autoridad correspondiente.
A la hora de plantear una restauración, dos son los objetos principales de nuestro trabajo: 1) la cavidad minera dejada
por la actividad (en las explotaciones a cielo abierto) y 2) las balsas y escombreras. En ocasiones el problema se reduce
a uno, puesto que podremos rellenar la cavidad desmantelando las escombreras y utilizándolas para la labor de
relleno. Sin embargo, esto no siempre es posible, por lo que en la actualidad se considera como muy conveniente
para el proceso extractivo la denominada “minería de transferencia”, en la que al irse completando la explotación en
una zona del yacimiento se va recuperando simultáneamente la explotación mediante los materiales que se extraen
en otra zona del mismo (Figura 1).
Fotos 1a (izquierda) y 1b (derecha). La primera muestra la restauración de una cantera para áridos en Cabárceno (Cantabria, España), mientras
que la 1b muestra la de una mina de carbón en Sheffield (Reino Unido).
En el relleno de la cavidad, la cuestión de mayor interés es la recuperación en lo posible del “impacto visual”: conseguir
que el área quede integrada con su entorno desde el punto de vista paisajístico, e incluso, en lo posible, recuperar los
usos agrícolas o ganaderos anteriores a la minería. Para ello sin duda lo más importante es la recuperación de la
cobertura edáfica, que ha debido ser dispuesta separadamente del resto del material extraído de la mina durante el
periodo productivo (ver Reutilización de estériles). En caso contrario, sería necesario traerla de otras áreas, afectando
a éstas de la misma problemática. Evidentemente, todo este proceso puede producir una pérdida muy considerable
de la calidad del suelo, que hay que regenerar “in situ” tras extenderlo sobre el terreno, mediante plantaciones
adecuadas y abonado. También es importante que la base sobre la que se va a extender el suelo no quede totalmente
apelmazada, para facilitar su aireación e intercambio con el nivel edáfico repuesto.
Un caso muy didáctico es el de la Mina de carbón Emma, en Puertollano (Ciudad Real, España), operada por la
empresa ENCASUR, que se lleva a cabo en condiciones ideales. Allí se realiza una minería de transferencia, en la que
no hace falta mantener “almacenado” el suelo, sino que éste se transfiere de la zona de apertura de corta a la de
restauración. El problema en estos casos de minería de transferencia es el de la escombrera (y el correspondiente
suelo) que resulta de la excavación inicial (Figura 1).
Figura 1.- Restauración de la mina Emma, descubierta para carbón localizada en Puertollano (Ciudad Real, España).
En lo que se refiere a cavidades subterráneas, su restauración dependerá de la problemática específica. Si no
producen problemas de subsidencia, puede ser suficiente con un sellado adecuado de los pozos que puedan quedar
abiertos y representar un riesgo de caídas. Los mismos pozos a menudo presentan riesgo de colapso en su
embocadura, produciéndose un embudo de varios metros de diámetro a su alrededor (foto). Así pues, el sellado de
la boca debe tener en cuenta esta posibilidad, y reforzar la estructura de la misma para evitarla.
Fotos 2a (izquierda) y 2b (derecha), mostrando un pozo con embocadura colapsada (2a) y con
señalización y protección para evitar riesgo de caídas. Pique es pozo en Chile.
También las galerías pueden colapsar, tanto en el entorno inmediato de la embocadura (foto y esquema) como a lo
largo de su trazado, lo cual es mucho más peligroso, pues puede dar lugar a la formación de un pozo (foto y esquema)
Fotos 3a (izquierda) y 3b (derecha), que muestran una embocadura de galería Colapsada, y un pozo formado por colapso de una galería de
escasa profundidad.
Cuando existen problemas de subsidencia, la única solución es rellenar la cavidad, a ser posible con materiales
compactos (cemento), lo cual sin duda representa un alto coste económico. Se hace necesario un estudio muy
cuidadoso de la mecánica de rocas del yacimiento y de la dinámica que puede presentar el proceso, para minimizar
los costes llevando a cabo el relleno de forma racional, es decir, rellenando únicamente aquellos sectores de la mina
que presenten un riesgo real de colapso. En caso contrario, se haría necesario el rellenado prácticamente completo
de la mina.
El que una determinada mina presente o no problemas de subsidencia dependerá de dos factores principales: 1) la
naturaleza de las rocas implicadas, y 2) el tipo de minería utilizado. El primer factor es decisivo, puesto que
determinadas rocas nunca plantearán este problema, por ser competentes. El tipo de minería tiene también una
influencia decisiva. Normalmente las explotaciones clásicas por cámaras y pilares (room and pillar) de
mineralizaciones horizontales o subhorizontales presentan los mayores riesgos, mientras que las explotaciones de
filones o capas muy verticalizadas suelen ser menos problemáticas. También el hecho de que las cámaras se
abandonen tras la explotación o se rellenen representa un distinto grado de riesgo para este proceso, aunque en
menor escala de lo esperable, puesto que el relleno suele ser de materiales sueltos, menos capaces de sustentar los
verticales por peso de la columna de roca (ver figura 2 y esquema).
Figuras 2a (izquierda) y 2b (derecha). Esquemas del fenómeno de subsidencia relacionados con la presencia en el subsuelo de labores mineras.
Restauración de escombreras
Las escombreras tienen su principal problemática en el diseño inicial. Cuando éste es adecuado, se procura evitar su
impacto visual, ya sea por localización, o por integración paisajística. Los criterios de localización serán los que eviten
que la escombrera sea vista desde las zonas pobladas o de tránsito, y solo será posible si la zona tiene una cierta
orografía. Los de integración paisajística a menudo requieren también topografía abrupta, puesto que en zonas llanas
pretender la integración supone aplanar mucho la escombrera, afectando a una extensión areal mucho mayor. Un
parámetro vital a ser considerado es el del aislamiento físico-químico, que evite los problemas de dispersión de
contaminantes químicos por lixiviación y posterior transporte, por infiltración o por escorrentía. No obstante, el
principal problema lo suelen plantear las escombreras ya existentes, emplazadas y construidas sin criterio
medioambiental.
Así, desde el punto de vista medioambiental, la escombrera minera debe cumplir dos criterios fundamentales: 1)
quedar integrada en la medida de lo posible en el paisaje; y 2) evitar el transporte de sus productos y lixiviados.
Lo que se refiere a la integración paisajística, pasa por varias posibilidades:
· Ocultación de la escombrera. Consiste en evitar la visión de la misma desde los puntos o áreas más significativos,
como pueden ser poblaciones, carreteras, etc. Para ello puede aprovecharse la naturaleza del terreno, vaguadas,
resaltes, etc., o pueden construirse pantallas o barreras, ya sean de vegetación o de materiales de acopio: figura 3.
Normalmente esta posibilidad se aplica en el diseño de escombreras nuevas, puesto que en escombreras ya
existentes y de cierto tamaño puede ser mucho más costoso de llevar a cabo, puesto que implica su traslado.
Figura 3.- Ocultación de escombrera mediante una pantalla de tierra (arriba) y mediante una combinación de pantalla de tierra y de vegetación
(abajo).
· Remodelado de escombreras. Se aplica en escombreras antiguas que producen un importante impacto visual.
Algunas reglas visuales al respecto son las siguientes:
El ojo percibe más las dimensiones verticales que las horizontales, por lo que impactará menos una masa alargada
y de poca altura que otra estrecha y alta.
La distribución del material sobre una ladera en pendiente hace que en la parte más alejada del espectador se
aprecie una menor masa aparente.
Se debe evitar que la altura de la escombrera sobrepase la cota altitudinal del entorno, para que así no destaque
en la línea del horizonte.
Las líneas curvas sobre superficies suaves producen una intrusión visual menor que las líneas y cortes rectos sobre
superficies planas, las cuales no hacen sino acentuar formas y volúmenes.
En terrenos abruptos el efecto visual disminuye si las escombreras se apoyan en laderas, y si se reproducen en lo
posible las pendientes, formas y líneas naturales del terreno.
Las litologías con colores fuertes y llamativos (por ejemplo, intensos recubrimientos con limonitas) intensifican y
agravan las sensaciones ópticas de los observadores, al contrastar con el colorido suave y vistosidad natural de
los suelos y vegetación (p.ej., regiones mediterráneas).
Por lo tanto, resulta fundamental identificar los rasgos característicos del entorno, de forma que la integración sea lo
más positiva posible, tanto en el caso de la ocultación como del remodelado. Todo esto, con el fin de reproducir la
forma natural de las estructuras geomorfológicaspara alcanzar la máxima integración: figura 4.
Figura 4.- Posibilidades de remodelación de escombreras, produciendo mayor o menor impacto visual y paisajístico.
Una de las actuaciones más frecuentes en el modelado de escombreras es la reducción de su altura, que como ya se
ha mencionado, es uno de los caracteres de mayor impacto. Eso implica siempre un aumento de la superficie
afectada, por lo que la remodelación debe llevarse a cabo retirando previamente la tierra vegetal del área a afectar,
que se extenderá sobre el conjunto resultante al término del proceso (figura).
Figura 4.- Remodelado de escombrera mediante su extensión, para reducir su altura y su impacto paisajístico.
Las terrazas o bermas de gran anchura en la escombrera producen el máximo efecto visual negativo, por lo que desde
el punto de vista estético hay que procurar evitarlas. No obstante, como suelen ser necesarias, tanto por
condicionantes “constructivos” como por otros imperativos de control de la erosión, estabilidad y accesibilidad a
diferentes áreas, se recomienda seguir los siguientes criterios básicos:
· Ser lo más estrechas posible, para permitir el paso de vehículos auxiliares, y equipos de hidrosiembra cuando la
altura es grande.
· Tener los bordes redondeados.
· No ser equidistantes o totalmente paralelas.
· Hacer que las bermas desaparezcan gradualmente, para evitar que atraviesen toda la superficie de la escombrera.
En definitiva, es necesario evitar las formas troncocónicas, evitar aristas y superficies planas que denotan artificialidad,
y redondear taludes en planta y alzado para conseguir una apariencia lo más natural posible.
En determinadas ocasiones, las escombreras pueden haberse constituido en una especie de hito o rasgo destacado
del paisaje con un cierto valor histórico, resultando aconsejable respetarlo por formar parte del patrimonio del lugar.
Lo mismo se aplica a las escombreras romanas de la Faja Pirítica.
Para evitar la dispersión de sus productos y lixiviados hay que considerar dos aspectos: el aislamiento del suelo, y de
la atmósfera. El aislamiento del suelo tendrá por objeto tanto impedir la infiltración de los lixiviados, como que éstos
se dispersen por escorrentía (foto 4). Por tanto, en condiciones ideales esto se llevará a cabo mediante un
impermeabilizante diseñado de tal forma que los lixiviados se concentren en un punto en que podamos actuar sobre
ellos. No hay que olvidar que estos materiales se degradan con el tiempo (foto 5), así que si queremos que el
aislamiento sea efectivo y duradero, hay que realizar un diseño y utilizar materiales de cierto coste, incluyendo no
solo el material impermeabilizante más o menos sintético (plásticos: PVC de alta densidad), sino también materiales
naturales (arcillas, normalmente especiales, de forma que produzcan un máximo efecto impermeabilizante y de
sorción de los posibles lixiviados) y materiales mixtos. Por otra parte, un diseño adecuado del recubrimiento
minimizará esta cuestión.
Foto 4.- Midiendo pH de lixiviados de escombrera (San Quintín, Ciudad Real, España)
El recubrimiento puede llevarse a cabo de dos formas principales: mediante un suelo, más o menos natural, o
mediante un impermeabilizado completo.
La primera posibilidad se emplea cuando no se pretende un aislamiento completo de la escombrera, porque ésta no
contiene materiales lixiviables nocivos. En este caso, el recubrimiento edáfico permitirá la entrada y salida de agua de
lluvia, y lo que ello implica. Por otra parte, también permitirá la plantación sobre la escombrera de plantas autóctonas
o la implantación agrícola y/o ganadera, favoreciendo la integración paisajística, tanto de la zona restituida como de
la escombrera del hueco inicial (ver foto ENCASUR).
El aislamiento completo se consigue, como ya hemos referido al hablar de la impermeabilización basal, mediante
barreras impermeabilizantes/absorbentes, normalmente multicapa. Un caso interesante es el del recubrimiento de
las escombreras y del conjunto de la fábrica de uranio de Andujar, realizado por ENUSA, cuyo objeto final es el
confinamiento completo de los materiales ahí contenidos.
Fotos 6a (izquierda) y 6b (derecha), mostrando el aspecto final del complejo de la fábrica de uranio de Andujar (Jaén, España) tras el cese de sus
actividades (6a), y tras el aislamiento completo del complejo (6b).
Otro problema importante en la restauración de escombreras es su estabilidad geomecánica. Algunas son muy
estables, mientras que otras presentan este tipo de problemas y tienden a derrumbarse total o parcialmente. Tres
son los factores que influyen en ello: 1) el diseño de la escombrera, y por tanto, la altura e inclinación de taludes; 2) la
litología y granulometría del material acumulado; y 3) la climatología, sobre todo la posibilidad de que la escombrera
acumule agua. También puede ser importante en algunos casos la estabilidad sísmica del área, puesto que en
ocasiones los terremotos son desencadenantes del deslizamiento, o incluso del desmoronamiento completo de una
escombrera (caso de la Mina El Soldado, cerca de Valparaíso, Chile: allí una escombrera inestabilizada por un
terremoto sepultó completamente un poblado minero, produciendo una gran cantidad de víctimas.
Para ver un ejemplo de proceso de restauración con desmantelamiento de escombrera, pulse aquí.
Restauración de balsas de estériles
El incidente de la rotura del dique de contención de la balsa de lodos de Aznalcollar (Sevilla) en 1998, atrajo la atención
del público sobre el problema ambiental que entrañan este tipo de instalaciones mineras. Las repercusiones en los
medios de comunicación fueron grandes debido a que parte de la corriente de lodos sulfurados alcanzó el Parque
Nacional de Doñana, un humedal de gran riqueza faunística, especialmente en cuanto a especies de aves.
El tratamiento clásico de las menas sulfuradas de Cu, Pb, o Zn, pasa por su molienda a fracción fina, y posterior
tratamiento en lo que se denomina una planta de flotación. La fracción fina es introducida en celdas de flotación,
donde se induce la formación de espumas mediante agentes químicos, que sacan a la superficie los granos de sulfuros
de interés económico. Dado que el material que entra en estas celdas contiene una gran proporción de partículas
sulfuradas indeseables (p.ej., pirita: FeS2, arsenopirita: FeSAs), éstas son deprimidas en la celda y pasan a formar la
"cola" del proceso (de ahí el término en inglés: tailings), que es transportada como un lodo acuoso a lo que se
denomina la balsa de estériles. Esta última es similar en cuanto a características a la imagen común de un embalse,
solo que aquí el agua constituye una delgada lámina sobre un material húmedo de granulometría fina y arenosa. Un
elemento vital de la balsa de lodos es el dique (o presa) de contención. En la balsa de lodos tendremos un material
grisáceo de granulometría fina-media que contiene, entre otras especies minerales, sulfuros de nulo interés
económico (que fueron rechazados en la planta de flotación).
En la versión más simple, y por lo tanto más problemática, la balsa de lodos consiste en un mero "amontonamiento"
de las colas, sin contención alguna, donde parte de la fase fluida va directamente a parar al entorno inmediato (foto
balsa de "diseño"). Este modelo ha sido seguido en muchos lugares del mundo con una clima de tipo árido. Sin
embargo, en zonas con una pluviosidad más importante, donde existen cursos de aguas, resulta imprescindible la
construcción de un dique de contención.
Aunque el dique de contención debiera ser del tipo que se utilizan para retener agua, con una barrera axial
impermeable (figura 5): water-retention type dam for tailings storage), su alto coste de construcción conduce
normalmente a que éstos sean básicamente del tipo presa de tierra (earthfill dam): figuras 6 y 7.
Figura 5.- Presa de contención de aguas.
Las presas de tierra no se construyen de una vez, sino que su desarrollo es secuencial a medida que la balsa se va
colmatando. Los diques se pueden construir secuencialmente de tres maneras diferentes:
· Corriente arriba (upstream).
· Corriente abajo (downstream).
· Línea central (centerline).